BURGUESÍA Y CAPITALISMO EN MONTERREY 1850 – 1910

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BURGUESÍA Y CAPITALISMO EN MONTERREY 1850 1910 Mario Cerutti LA FORMACIÓN DEL CAPITAL PREINDUSTRIA L (1850-1890) En los veinte años previos a la revolución mexicana, Monterrey fue asiento de un proceso de industrialización realmente significativo. Ello supuso su claro ingreso en las formas capitalistas de producción. Simultáneamente, posibilitó la articulación de una burguesía con base regional que desde esos años ha mantenido una creciente influencia en la sociedad y economía mexicanas. La producción industrial regiomontana comenzó a predominar abiertamente en Nuevo León desde los años noventa. Proyectada hacia mercados en expansión, apareció como una actividad suficientemente rentable como para atraer masivamente las enormes fortunas que se habían acumulado en la ciudad desde décadas anteriores. Antiguos y expertos comerciantes, prestamistas y terratenientes traspasaron sus caudales a la industria fabril. Un rubro que fue complementado con grandes inversiones en minería, bancos, transportes y otros servicios, además de registrarse una relativa modernización en los ramos agropecuario y comercial. En un mismo movimiento, asimismo, se sumé el capital extranjero, sobre todo estadounidense, que no parece haber entrado en antagonismo con la incipiente burguesía local. A la existencia de capitales en Monterrey (concentrados en unas pocas familias), se agregaría hacia 1890 una coyuntura caracterizada por: a) El rápido avance en el tendido de los ferrocarriles, que convirtieron a Monterrey en una de las urbes mejor comunicadas del país. b) La paralela articulación de un mercado nacional, o cuando menos ampliamente regional, con demandas suficientes como para que la producción industrial capitalista mostrara excelentes perspectivas. c) Las necesidades de metales industriales no ferrosos creadas en EUA, y la oportunidad de llegar a ese mercado gracias a disposiciones norteamericanas, sancionadas entonces, y mediante el uso del ferrocarril. d) La estabilidad sociopolítica impuesta por Porfirio Díaz en el orden nacional, y en el marco zonal por Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León desde 1885. e) Una política de promoción de las inversiones en general, y de las realizadas en la industria en particular, que comienza a regir en Nuevo León a partir de las leyes promulgadas en 1888 y 1889. Centralmente estas leyes concedían amplias exenciones impositivas y se permitía declarar de “utilidad pública” las inversiones fabriles. f) El arribo sistemático del capital extranjero. Este conjunto de circunstancias resultaba fortalecido por la óptima ubicación geográfica de Monterrey: por una parte, en un punto fronterizo apto para acceder al

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BURGUESÍA Y CAPITALISMO EN MONTERREY 1850 – 1910

Mario Cerutti

LA FORMACIÓN DEL CAPITAL PREINDUSTRIAL (1850-1890)

En los veinte años previos a la revolución mexicana, Monterrey fue asiento de unproceso de industrialización realmente significativo. Ello supuso su claro ingreso enlas formas capitalistas de producción. Simultáneamente, posibilitó la articulación deuna burguesía con base regional que desde esos años ha mantenido una crecienteinfluencia en la sociedad y economía mexicanas.

La producción industrial regiomontana comenzó a predominar abiertamente enNuevo León desde los años noventa. Proyectada hacia mercados en expansión,apareció como una actividad suficientemente rentable como para atraermasivamente las enormes fortunas que se habían acumulado en la ciudad desde

décadas anteriores. Antiguos y expertos comerciantes, prestamistas y terratenientestraspasaron sus caudales a la industria fabril. Un rubro que fue complementado congrandes inversiones en minería, bancos, transportes y otros servicios, además deregistrarse una relativa modernización en los ramos agropecuario y comercial. Enun mismo movimiento, asimismo, se sumé el capital extranjero, sobre todoestadounidense, que no parece haber entrado en antagonismo con la incipienteburguesía local.

A la existencia de capitales en Monterrey (concentrados en unas pocas familias), seagregaría hacia 1890 una coyuntura caracterizada por:

a) El rápido avance en el tendido de los ferrocarriles, que convirtieron a Monterreyen una de las urbes mejor comunicadas del país.b) La paralela articulación de un mercado nacional, o cuando menos ampliamenteregional, con demandas suficientes como para que la producción industrialcapitalista mostrara excelentes perspectivas.c) Las necesidades de metales industriales no ferrosos creadas en EUA, y laoportunidad de llegar a ese mercado gracias a disposiciones norteamericanas,sancionadas entonces, y mediante el uso del ferrocarril.d) La estabilidad sociopolítica impuesta por Porfirio Díaz en el orden nacional, y enel marco zonal por Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León desde 1885.e) Una política de promoción de las inversiones en general, y de las realizadas en la

industria en particular, que comienza a regir en Nuevo León a partir de las leyespromulgadas en 1888 y 1889. Centralmente estas leyes concedían ampliasexenciones impositivas y se permitía declarar de “utilidad pública” las inversiones

fabriles.f) El arribo sistemático del capital extranjero.

Este conjunto de circunstancias resultaba fortalecido por la óptima ubicacióngeográfica de Monterrey: por una parte, en un punto fronterizo apto para acceder al

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mercado norteamericano; por otra, en el seno de una amplia región minera quesería vigorosamente vitalizada por los establecimientos de fundición.

-Acumulación de capitales sin producción capitalista

En las cuatro décadas que transcurren entre el cambio de frontera y 1890 seformarán en Monterrey grandes fortunas. Puede hacerse alusión a una sensibleacumulación primaria de capitales que se trasladarán a la producción capitalista.

Son años en los que se establece y prospera en y desde Monterrey un reducidogrupo de familias que, casi sin excepciones, se articulará como burguesía a fines desiglo (por la doble vía de las asociaciones múltiples y de los matrimonios).

Los hombres de negocios que sobresalieron en Monterrey a partir de 1850centraron sus enormes caudales por medio de mecanismos que no requirieron de laproducción capitalista, y frecuentemente sin entrar en contacto con producción

alguna. Actuaban y se enriquecían a través del comercio en sus más variadasmaneras, incursionaban en actividades especulativas, eran fuertes prestamistas, seapropiaban de vastas extensiones rurales como forma de preservar sus fortunas.Solo de manera tenue, esporádica, realizaban inversiones en sectores productivos,sin alimentar la producción en gran escala que demanda e impone el capitalismo.

La absorción centralizada de recursos monetarios, de excedentes convertidos endinero, ofreció como vía efectiva para su reproducción el comercio, tanto en susformas legales como en los ámbitos más clandestinos pero visibles del contrabando.Pero junto con ello, el gran comerciante se sintió capacitado para operar comousufructuario de la deuda estatal (especulando con bonos y créditos

gubernamentales); como acaparador de tierras en escala considerable; comofinancista de productores rurales y de mercaderes de menor envergadura; comopersonaje ubicuo y aprovechando de las modificaciones que se registraban en laspolíticas aduaneras.

Su fortaleza, su ascenso, le permitió no solo soportar las repetidas situacionescríticas de estas décadas difíciles, sino también utilizarlas para proseguir sucaptación de pequeñas y medianas fortunas, dispersas entre comerciantes yagricultores de limitada capacidad económica.

-Mexicanos e inmigrantes en Monterrey

En este proceso de acumulación previa de capitales participaron con similar eficaciaburgueses mexicanos y no mexicanos. En líneas generales, no se insinuarondiferencias estructurales entre nacionales e inmigrantes.

Presentaremos sintéticamente ciertos matices que caracterizan el desempeño decuatro grupos familiares prominentes del Monterrey prefabril. Dos de los núcleosseleccionados tuvieron como cabeza a inmigrantes: Patricio Milmo, irlandés, y los

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hermanos Hernández (con su figura primera, Mariano), españoles. Junto con ellos,dos familias mexicanas, cuyos pioneros fueron Evaristo Madero y GregorioZambrano.

Ya en los años de 1850 esos miembros de la embrionaria burguesía regiomontana

contaban con una base económica suficientemente sólida como para lanzarse aoperaciones mercantiles significativas.

-El manejo mercantil

Mariano Hernández y sus hermanos fueron, sucesivamente, dueños asociados de losestablecimientos Hernández y Cía., en Monterrey, Matamoros y Brownsville;Hernández hermanos Sucesores, en Monterrey y en Villa Lerdo, etc.

En cuanto a Milmo, comerció desde Monterrey a través de la casa Patricio Milmo yCía. El gobernador Santiago Vidaurri había unificado en 1856 los estados de Nuevo

León y Coahuila, y estimuló con los cesionistas norteamericanos un fructíferointercambio. Milmo, yerno del gobernador, fue uno de los comerciantes másbeneficiados por esta coyuntura.

Su influencia llegó a ser considerable. En diciembre de 1863, por ejemplo,disgustado porque los sureños no le habían pagado ciertas deudas en los plazosestipulados, amenazó con embargar.

Es claro que Milmo podía imponer estas condiciones porque detrás suyo estaba elpoder de Vidaurri, a lo que se sumaba las excelentes relaciones que Evaristo Maderomantenía con los del Sur. Madero, Vidaurri y Milmo parecen haber conformado un

eficaz equipo comercial durante la Guerra De Secesión.

Las actividades de Milmo en el plano mercantil se prolongaron por medio de suhermano Daniel (también irlandés), que desde 1869 dirigió la casa Daniel Milmo yCía. junto con su compatriota Santiago Belden.

Para fines de la década los Milmo apuntan hacia Laredo, Texas, previniendoseguramente el auge que traerá el ferrocarril. Allí constituirán el Milmo NationalBank. Hacia 1895 se integra la casa Patricio Milmo e Hijos, en Monterrey, quetrabajaría en el comercio, funcionó como casa bancaria e impulsó distintasexplotaciones agropecuarias.

Un panorama análogo se recogido de los Zambrano. La casa del fundador delpoderío familiar, Gregorio, operaba en la capital de Nuevo León ya en 1852. Antes defallecer, sus hijos Eduardo y Emilio instalaron la firma Zambrano Hnos. y Cía.,reestructurada en 1865 al agregarse como socio Jesús González Treviño, hermanopolítico de aquellos y componente de otra distinguida familia.

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En 1882 un nuevo Zambrano ingresó al comercio: Adolfo, quien en los años noventase convertirá en uno de los más dinámicos industriales de Monterrey. Se asoció conitalianos en la firma Reinaldo Berardi y Cía. Otros dos hermanos, Onofre e Ildefonso,componen en 1885 la razón social Onofre Zambrano y Hnos., en Monterrey.

Evaristo Madero, por su lado, fue el constructor de una inmensa fortuna,multiplicada por la actividad de sus numerosos hijos: entre éstos sobresalióFrancisco Madero, padre de quien se lanzaría a la revolución antiporfirista.

Buen amigo de Vidaurri e integrante de la legislatura de Nuevo León-Coahuila en1857, Madero usufrutuó ostensiblemente la coyuntura de la Guerra de Secesión. Enenero de 1865 fundó en Monterrey la firma Madero y Cía., que fue el eje sobre elcual giraron los negocios de la familia durante un cuarto de siglo. Asociado conLorenzo González Treviño, su yerno, aportó una suma que oscilaba entre los 140 y150 mil pesos.

A partir de la puesta en marcha de Madero y Cía., su posición económica seconsolidó visiblemente. Comercio, préstamos y una lenta pero firme proyecciónhacia sectores productivos matizarán sus actividades, en las que no estuvieronausentes la adquisición de tierras y ciertos sucesos en los cuales se lo involucrócomo presunto beneficiario del contrabando.

En 1872, Madero y Cía. se asienta definitivamente en Parras: comercio, industriatextil, tierras fértiles y bien regadas y vitivinicultura multiplicarán en formavigorosa su capacidad económica. En 1892 los Madero retornarán a Monterrey. Conla implementación del Banco de Nuevo León se reintegrarían al empresariadoregiomontano y participarían en numerosas inversiones fabriles y mineras.

-Matices de la fase preindustrial

Pueden señalarse otros aspectos relevantes al estudiar el desarrollo de estosburgueses durante el subperiodo 1850-1890, en el que aún no se lanzan de manerasostenida, sistemática, a la producción capitalista.

Es visible, en primer término, que procuraban estar en permanente vinculación conlas franjas de frontera con Estados Unidos y con puntos portuarios. PrimeroMatamoros, luego Laredo.

En segundo lugar, a nivel de la región, se detectaba una creciente conexión con lazona lagunera, productora de algodón.

Nuestros hombres de negocios no solo comprarán la fibra citada en la Laguna. Seconvertirán simultáneamente en proveedores de mercancías y en financistassostenidos de los productores de la región, que sumarán fuertes deudas con losregiomontanos. Se repiten los casos en que agricultores de La Laguna aparecen ensituación poco ventajosa y son obligados a través de contratos minuciosos a proveer

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exclusivamente su materia prima a los comerciantes de Monterrey, y a adquirirles,también de manera exclusiva, todo tipo de artículos.

Más aún: desde Monterrey se comenzarán a tomar posesión de parte de las fértilestierras laguneras. Evaristo Madero y sus hijos, como en otras cosas, serán pioneros

de esta proyección.

La zona lagunera fue también, desde fines de los ochenta, asiento de inversionistasindustriales regiomontanos. El caso más significativo fue La Esperanza, fábrica queelaboraba derivados de la semilla de algodón, como aceites y jabones. Entre susprincipales accionistas figuraron Patricio Milmo, los Hernández y Francisco Belden,otro sobresaliente empresario de Monterrey.

Estos grandes comerciantes, además, parecían ser los únicos con capacidad paramantener en su poder dinero líquido, posibilidad derivada de la función queprotagonizaban en el ámbito económico anterior a 1890. Por eso es que, en su

mayoría, sumarán a su actividad mercantil la de prestamistas.

Poco a poco, inclusive, montarán casas para-bancarias, como sucedía con Milmo. Susposturas de prestamistas, en clara actitud especulativa, les asegurará lareproducción de sus fortunas, los consolidará en su función de mercaderes, losllevará por momentos a vigilar la producción dirigida por otros, y hasta les abrirá elcamino para quedarse con tierras, en muchas oportunidades hipotecadas.

Comercio y préstamos fueron complementados con la adquisición de tierras. Milmoresultó sin duda el más relevante en este rubro entre los empresarios investigados,pero no fueron ajenos a esa vocación los Hernández, ni los Zambrano, ni Evaristo

Madero.

El control y la tendencia a la utilización productiva de la tierra debe contarse entrelas preocupaciones salientes de esta burguesía en configuración. En las críticascircunstancias de los años previos a 1890, resultaba un eficaz medio de preservarfortunas. En la medida que el mercado interior fue articulándose con mayor solidez,que se ordenó el país social, política y jurídicamente, que se tendieron vías decomunicación más eficientes, que se terminó de expulsar al indígena del norestemexicano y que se mercantilizaron más ampliamente las economías nacional yregional, las enormes superficies apropiadas se utilizaron con criterios productivos,tanto en el rubro agropecuario como en la explotación del subsuelo.

Un punto final que deseamos comentar en este brevísimo resumen es el atinente a laescasa tendencia a la asociación que se manifestaba entre los grandes comerciantes-prestamistas-terratenientes por estas décadas.

-La nueva frontera y Monterrey

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Los fenómenos que evaluamos como inevitables de señalar, desde el punto de vistadel peso que la frontera, Establecida en 1848 como producto de la guerra conEstados Unidos, tuvo para esta compleja e inestable fase de acumulación primariade capitales en Monterrey, son:

a) Readecuación de funciones respecto a la flamante línea divisoria

Esta readecuación se advierte con mayor precisión durante los años que gobernóSantiago Vidaurri, entre 1855 y 1864. Fue éste un decenio en el que la inestabilidadnacional llegó a uno de sus picos: se transitaron las guerras de Reforma y la luchacontra la intervención francesa. No debe extrañar, pues, que en la alejada fronteradel noreste surgiera un caudillo con firmes tendencias autonomistas al cual el podercentral debía tolerarle ciertas prerrogativas.

Dispuso que las recaudaciones de las aduanas de su zona de influencia quedaran enMonterrey, y para construir un más eficaz sistema de recolección de recursos

habilitó seis puertos fronterizos en los estados del norte, como denominaba aCoahuila, Tamaulipas y Nuevo León.

Sus medidas fueron reforzadas por los derechos diferenciales que impuso en enoreste, los cuales permitían la importación y exportación con menores recargosque los que las misas mercancías soportaban en otras aduanas de México. En lasimportaciones disminuyó en un 40% los impuestos. El comercio, así, recibió unsólido incentivo y Monterrey tendió a centralizar en buena parte la distribución deproductos extranjeros, además de concentrar los dineros provenientes de lasaduanas.

b) La Guerra de Secesión (1861-1865)

Es conocido que los plantadores del sur norteamericano, escindidos de su Estado-nación en 1861, fueron obligados a retroceder luego de los avances iniciales de sustropas. El norte industrial, dotado de una de las más poderosas flotas del mundo,cercó la parte meridional y bloqueó sus puertos. El producto principal del sur, elalgodón, tuvo serias dificultades para salir hacia sus mercados externosfundamentales: Inglaterra y Francia. Tampoco resultaba fácil para los dueños de losesclavos obtener armas, manufacturas diversas y alimentos.

La alternativa fue traficar por el noreste de México. Este comercio se prolongó

alrededor de cuatro años y acrecentó sensiblemente la circulación de mercancías,además de incentivar la producción agropecuaria en el sector oriente-septentrionalmexicano.

c) Frontera y comercio

Más estables y prolongados, aunque menos espectaculares, fueron los lazos que elcomercio del noreste de México extendió hacia EUA. Este país, al incorporar

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definitivamente a Texas y apoderarse de vastos territorios en 1848, llevó su límitesur y su mercado interior hasta las narices de Nuevo León.

Sobre le río Bravo se afincaron con rapidez centros de distribución mercantil, yproductos como el algodón y las más variadas manufacturas comenzaron a invadir

México, tanto por la vía legal como por medio del contrabando.

Los grandes negociantes de Monterrey sustentaban sus casas mercantiles en puntosfronterizos, o trabajaban con representantes en ellos afincados: era una constanteque incluyó no solo a Milmo, Madero, los Zambrano y los Hernández, sino también aValentín Rivero, Francisco Armendaiz, los Belden y otros más.

Del noreste hacia EUA marchaba plata, ganado, cueros, y lanas, fundamentalmente.A ello se sumó en la década de los ochenta la exportación de minerales en bruto encantidades interesantes. De Norteamérica arribaban textiles, algodón, tabaco, algunamaquinaria, instrumentos de producción de relativa complejidad y todas aquellas

manufacturas que podían competir con las europeas.

El intercambio se intensificará a partir de 1882, cuando el ferrocarril llegue delnorte hasta Monterrey, vía Laredo.

d) Contrabando

Las menciones sobre el contrabando son innumerables en los documentosrevisados. Los historiadores locales coinciden abiertamente al afirmar que resultóun buen vínculo para sumar caudales.

Sobre el contrabando que se realizaba en los años cincuenta y sesenta del siglo XIXpor Matamoros brinda referencias Francisco López Cámara, basado en informesconsulares de la época. Como est e puerto “se encontraba, por así decir, fuera delcontrol de los gobiernos federales”, se convirtió rápidamente “en el centro de un

enorme movimiento de contrabando, que facilitaba el desorden y la corrupciónaduanales, estimulados por la falta de verdadero control policiaco”. 

La investigación efectuada por este autor lo lleva a afirmar que “Matamoros era, en

efecto, el centro más importante del contrabando norteamericano”. 

No es demasiado frecuente encontrar documentos que permitan verificar actos

concretos de comercio ilegal. Por lo general se trataban de imputaciones realizadaspor integrantes de los cuerpos del control aduanal, que eran rechazadas por losacusados. Un caso con estas características se registró en 1859, cuando personal dela aduana de Piedras Negras enrostró a Evaristo Madero ser un individuo “muy

versado en el negocio del contrabando”. 

Madero acude a Vidaurri para que le solucione el problema. La presión del personalde Piedras Negras es tan ostensible que el gobernador, pese a que había resuelto en

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primera instancia que se devolviera a su amigo lo incautado, determina finalmenteque el diferendo pase al juzgado de Hacienda.

Por las quejas de la Cámara de Comercio parece que el contrabando funcionaba sinmayores sobresaltos todavía en 1885. Pero en marzo de este año el gobierno federal

creó la Gendarmería Fiscal, con la que se trataría de poner coto a la situación. Debíavigilar la frontera norte, dividida en tres zonas. En mayo de 1885 quedó habilitadaen Monterrey la comandancia de la zona primera, que sería la que más operativoscumpliría inmediatamente.

Al margen de los individuos específicos que aprovecharon esta vía, el comercioilegal debió incrementar sensiblemente la circulación de productos, la monetizacióny ampliación del mercado y la configuración de fortunas que también ingresaron enla circulación de capitales.

e) El indio y su desalojo de la región

En la frontera con Estados Unidos, el noreste de México fue una de las áreas que másrápidamente pudo resolver este “problema”, que dificultaba la plena utilización de

tierras ganaderas y agrícolas, interfería sensiblemente en el desplazamiento demercaderes y fuerza de trabajo, frenaba la puesta en marcha de centros mineros ydemandaba gastos cuantiosos desde el punto de vista militar.

El proceso demandó décadas. La lucha contra el indio en el noreste mexicano seregistró con gran intensidad entre 1850 y mediados de los años setenta. En tiemposde Vidaurri los enfrentamientos eran constantes. Desde Río Grande, a principios delos sesenta, Evaristo Madero solicitaba refuerzos y armas al gobernador, y le sugería

llegar a un acuerdo con las tropas tejanas para tomar entre dos fuegos al indígena.

El “problema indígena” fue uno de los grandes argumentos que empleó Vidaurri

para justificar el control de las aduanas del noreste: los gastos que demandabanestas contiendas, señalaba, debían pagarse de alguna manera.

En el citado contexto, debió dificultarse el desarrollo económico de la región, porsupuesto, desde el punto de vista no indígena.

La fase de acumulación primaria de capitales en Monterrey estuvo condicionada porestas circunstancias. Aunque, por otra parte, y en la medida que el indígena era

expulsado, se gestaban posibilidades concretas para la apropiación de sus tierraspara ponerlas a producir.

Muchos de los miembros de esta burguesía embrionaria aparecen desenvolviéndoseen estas “zonas liberadas”. Evaristo Madero contaba con respetables posesiones enel norte de Coahuila ya a finales de los años cincuenta. Su énfasis a favor de laeliminación del aborigen fue mencionada. Resultó posteriormente uno de losgrandes usufructuarios del crecimiento económico que se plasmó en la zona

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lagunera desde 1870, área que hasta la década anterior era frecuentementerecorrida por tribus seminómadas. Otro ejemplo fue Patricio Milmo: sus compañíasganaderas y su ventajosa explotación del carbón, desde los años ochenta, sematerializaron sobre terrenos antiguamente dominados por los núcleos combatidos.El general Jerónimo Treviño (militar, político, deslindador de tierras y –finalmente-

gran empresario) podría incorporarse a la misma nómina.

Lo relativamente rápida solución de esta cuestión facilitó sin duda el desarrolloregional, con eje en Monterrey, de una economía que apuntaba hacia las formascapitalistas de producción. El combate racial hay que sumarlo a otros aspectos quecoadyuvaron a crear el marco de estabilidad que el noreste comenzó a gozar en losaños ochenta, cuando el porfirismo (con Bernardo Reyes desde Nuevo León) imponesu paz.

-Los años noventa: culminación de un proceso.

Todo este proceso desembocaría, hacia 1890, en un salto cualitativo: la produccióncapitalista, con eje principal en la industria y con amplias ramificaciones en laminería, se implementará sin titubeos en Monterrey y en su zona de influencia.

A partir de esta última década del siglo XIX, los antiguos negociantes-terratenientesunirán sus capitales y se entrelazarán con nuevos empresarios, tanto nacionalescomo extranjeros.

En esa articulación jugarán un papel preponderante los viejos burgueses de laacumulación previa, a los que se agregarán otros que ya sobresalían en la región:casos relevantes de capitalistas que convergen hacia Monterrey luego de cumplir

buena parte de su acumulación primaria en lugares próximos fueron FranciscoArmendaiz, y los Ferrara. Los Madero, regresarán en parte a Monterrey.

En 1890, los miembros de la familia Zambrano, ya fuere exclusivamente o ensociedad, participaron en un total de 62 empresas, cifra realmente impresionantepara la época. Casos análogos eran los Madero o los Armendaiz, aunque estepanorama podría extenderse, en mayor o menor grado, a otros grupos parentalesinvestigados.

En nuestras indagaciones sobre la configuración de la burguesía con sede enMonterrey, seleccionamos, para el subperiodo 1890-1910, un conjunto de diez

núcleos familiares de los cuales salieron cuarenta y dos destacados empresarios.Este cuerpo de familias era, sin duda, el tronco de la burguesía regiomontana enestructuración. Las diez familias seleccionadas responden a los apellidosArmendariz, Belden, Calderón-Muguerza, Ferrara, Hernández-Mendirichaga,Madero, Milmo, Rivero, Sada Mugerza-Garza y Zambrano.

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LOS MADERO EN LA ECONOMÍA DE MONTERREY (1890-1910)

-Escenario histórico.

1. Entre 1850 y 1910 se da en Monterrey una importante actividad económica que

convierte a esta ciudad en centro de una vasta región del norte de México.2. Este proceso se imbrica en la readecuación global que el país está sufriendo comoconsecuencia de las nuevas necesidades de la economía a nivel internacional.3. EUA comienza a jugar desde entonces un papel significativo.4. En este proceso surge y se consolida en Monterrey un grupo empresaria queconstituirá un sólido núcleo durante los años de la Revolución.5. En este sector de clase se conformó con un conjunto limitado de núcleosfamiliares. Las indagaciones desenvueltas nos llevaron a seleccionar finalmente másde cuarenta empresarios, pertenecientes a las familias Armendaiz, Belden,Calderón-Muguerza, Ferrara, Hernández-Mendirichaga, Madero, Milmo, Rivero,Sada Muguerza-Garza y Zambrano.

6. Este período de 1850 a 1910 puede fraccionarse en dos subetapas. Una correentre 1850 y 1890, aproximadamente, y se trata de un lapso que bien podríadenominarse de acumulación previa de capitales. Esta acumulación primera se lograbásicamente por medio del comercio legal e ilegal, la apropiación y relativaexplotación de la tierra, la especulación.7. Los negocios, en estos años anteriores a 1890, no rebasan el ámbito familiar.8. En este periodo no son muchos los empresarios realmente fuertes que actúandesde Monterrey. Pero algunos de ellos, o sus sucesores inmediatos, no solo sefortalecerán económicamente sino que jugarán un papel significativo en la subetapaposterior: Patricio Milmo, los hermanos Hernández, Valentín Rivero, Pedro Calderóny sus sucesores, los Zambrano. Por su lado, Evaristo Madero deja Monterrey hacia

1870 y marcha a Parras.9. 1850-1890 es un subperiodo en el que aún es escaso el grado de integracióneconómica con EUA. Las relaciones comerciales de la época, al menos hastamediados de los ochenta, son más estrechas con Europa.10. El segundo lapso corre entre 1890 y 1910. Es perceptible que la fase primaria deacumulación es poco a poco superada por inversiones en rubros antes nointentados, y que lleva al capital a reproducirse y ampliarse vigorosamente. Laproducción, sobre todo la minera y la industrial, tenderá a convertirse en negociosfirmes y lucrativos.11. Este dinamismo exige más capitales y más empresarios. Nuevas familias seagregan a los indicados, además de percibirse un creciente peso de capitales

extranjeros, especialmente estadounidenses. Los Madero se insertan en este grupoaumentado de familias.12. Este empuje económico se da en el marco de la estabilidad política del Estado-nación durante el porfiriato, cosa que se ve reforzada por la administración delgeneral Bernardo Reyes.13. El reacomodo se da de manera ostensible respecto a EUA, el cual se afianzarápor medio del tendido de ferrocarriles.

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14. La burguesía en consolidación proyectará su capital-dinero y buena parte de susbienes hacia rubros como la minería, las industrias ligera y pesada, la actividadagropecuaria y las finanzas.15. Las familias que sobresalen en el seno de la burguesía regiomontana de fines desiglo XIX serían el núcleo de la clase dominante local, que se muestra muy articulada

a dos niveles: parentalmente, por vía de matrimonios sucesivos, yempresarialmente, como consecuencia de las necesidades de centralizar el capitalante las nuevas y mayores inversiones que demanda el desarrollo del capitalismo.16. Hay que puntualizar, finalmente, que Monterrey efectúa en este subperiodo unaverdadera tarea de integración regional.

-Evaristo Madero en Monterrey.

Ya desde los años en que vivía en Villa de Guerrero, al norte de Coahuila, se lo teníacomo comerciante conectado especialmente con el transporte de mercancías desdey hacia Texas, y como propietario de tierras y ganado. Amigo cordial de Santiago

Vidaurri, Madero integró la legislatura provincial en 1857, evidencia de sus lazosamables con el gobernador y de prominencia social y económica.

Madero resolvió instalarse en Monterrey. Adquirió una amplia casa en enero de1865 y fundó la firma mercantil Madero y Cía., donde era el principal socio. El otrosocio era Lorenzo González Treviño, su yerno.

Comercio, préstamos y una lenta pero firme proyección hacia sectores productivosmatizarán su actividad, en la que no faltó tampoco la adquisición de tierrasdesamortizadas por las leyes de Reforma.

En el ámbito del comercio, Madero pareció transitar actividades consideradasilegales. Acusaban a Madero de estar protegido por las autoridades, puntualizabanque en los últimos años había hecho grandes importaciones de efectos en forma nolegal y reiteraban que extraía plata al extranjero mediante métodos fraudulentos.

Traficantes a gran escala de algodón, Madero y su yerno formalizan en febrero de1868 un contrato por el que se comprometen a habilitar el funcionamiento de lafábrica de mantas La Estrella, ubicada en Villa de Parras, en Coahuila. La fábricapasará posteriormente a manos de los prestamistas, cuando a fines de 1860, la firmaregiomontana adquiera también la hacienda “El Rosario”. EN Parras, asimismo, se

encontraba la hacienda “San Lorenzo”, conocida por sus vinos y aguardientes, que

Evaristo compra casi simultáneamente con la anterior.

Comercio, tierras fértiles y bien regadas, industria textil y vitivinicultura,multiplicarán en forma vigorosa el poder económico de Evaristo Madero, quien aprincipios de los años setenta ya ha traspasado la sede de Madero y Cía. deMonterrey a Parras. En 1857 la firma incorporó a nuevos socios. Desde el 1 de enerose suman como socios industriales Antonio V. Hernández, cuñado de Evaristo, yFrancisco, su hijo mayor.

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Hacia principios del siglo XX, Evaristo Madero nucleará en torno suyo inclusive aimportantes firmas dedicadas a la producción textil, en un claro intento de carácteroligopólico a nivel regional destinado a asegurar la colocación y buen precio de losgéneros fabricados.

En los años en que Madero reside en Monterrey se observa, asimismo, aunque enproporciones mínimas, la intención de diversificar la inversión. Mucho más visible,por otro lado, son las incursiones como prestamista que en ciertos casos eranconsecuencia de la misma actividad mercantil. Hacia fines de la década de lossesenta, Evaristo Madero adquiere tierras cercanas a Monterrey. También era claroque, antes de asentarse en la capital de Nuevo León, Madero ya contaba coninteresantes posiciones.

- Los años 1890-1910

a) El Banco de Nuevo León

La fundación del Banco de Nuevo León (constituido el 18 de febrero e inaugurado el18 de octubre de 1892) tiene una gravitación imposible de no señalar, tanto en lamarcha de los negocios de la familia Madero como en lo que atañe a los indicadoresque evidencian la evolución económica de Monterrey.

El reacercamiento económico de los Madero a Nuevo León indicaría que Monterreyemergía con nitidez como un centro indispensable para el asentamiento deempresas que pretendían tener peso y poder desde San Luis Potosí hacia el norte yde Zacatecas y Chihuahua hacia el oriente.

Ernesto Madero, que será uno de los ejes de la economía familiar, se aposentará enMonterrey en esta época. Y varias hijas de Evaristo (Pudenciana, Victoriana,Carolina), contraerá matrimonio con tres destacadas figuras de los negocios y lasociedad regiomontana, por lo que se afincarán aquí.

b) Lazos familiares

Evaristo Madero –que había sido diputado en el antiguo estado de Nuevo León yCoahuila en 1857- fue gobernador de Coahuila entre 1880 y 1884.

La familia Madero terminó de constituirse, en el doble sentido de que hijos de

Evaristo cuentan con la edad suficiente para participar en los negocios y deconformar matrimonios con figuras económicas destacadas.

A través de dos de sus hijos, Evaristo se unió a la familia González Treviño. Elvástago mayor, Francisco, está casado con Mercedes González Treviño. YPrudenciana era esposa de Lorenzo, quien era socio de Evaristo desde 1865.

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Los González Treviño eran personajes conspicuos desde el punto de vista delcomercio, la tenencia de tierras y la participación en industria y minería. Cinco desus miembros estaban unidos matrimonialmente a componentes de las diez familiasevaluadas como las más destacadas del periodo estudiado: Jesús (con unaZambrano); José (con Concepción Sada Muguerza); Guadalupe (con otro Zambrano);

y los ya citados Lorenzo y Mercedes, ligados a los Madero; Mariano, a su vez, eramarido de María Lafón (también de apellido significativo).

La hermana restante, Ana González Treviño, era esposa de Antonio V. HernándezBenavides, cuñado y socio de Evaristo Madero.

Hay que añadir los casos de Carolina y Victoriana, hijas del matrimonio de Evaristocon Rafaela Hernández. Notoria es la unión de Carolina con el licenciado Viviano L.Villarreal, cuya familia también era terrateniente en gran escala. Él fue gobernadorde Nuevo León entre 1879 y 1881, y ocupó ese cargo otra vez en 1911. Además fuediputado en 1877 y magistrado en 1909. Victoriana Madero, en tanto, era esposa del

doctor Melchor Villarreal, hermano de Viviano y de Félitos Villarreal.

c) Vínculos empresariales

En la medida que se requerían nuevas asociaciones –porque así lo demandaba eldesarrollo del capitalismo y su consiguiente tendencia a la centralización de loscapitales- las articulaciones se materializaron también en el ámbito netamenteeconómico.

El Banco de Nuevo León exigió una inversión importante para la época, y lacentralización de capitales resultaba imprescindible.

Además de los citado Viviano y Félitos Villarreal, se visualizan entre los asociados aAdolfo Zambrano y a Francisco Armendaiz. En el primer Consejo de Administracióndel Banco de NL estuvieron hombres significativos como Rodolfo Bernardí, EutimioCalzado y Marcelino Garza.

Adolfo Zambrano integraba uno de los núcleos familiares de mayor relevancia enMonterrey en la subetapa 1850-1890. Y desde ese año y hasta 1910 los Zambrano secontaron entre los más prominentes empresarios.

El gestor de esta poderosa familia fue Gregorio Zambrano, que dejó a su muerte, en

1873, una casa comercial en marcha con ramificaciones en la industria fabril, laminería y la explotación de tierras. Tuvo nueve hijos: entre ellos emergieron comosólidos empresarios Eduardo, Emilio, Onofre, Ildefonso y Adolfo. En los añosnoventa Adolfo Zambrano era un importante miembro de la burguesía deMonterrey.

Con respecto a Francisco Armendaiz: desde mediados de los años ochenta esteinmigrante español que antiguamente había residido en Matamoros se convierte en

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un empresario de gran peso. Al fallecer –en 1901- el inventario de sus bienesdetallaba que Armendaiz era accionista en más de veinte compañías mineras, envarias asociaciones industriales, integraba el grupo directivo del Banco de NL, erapropietario de vastas extensiones de tierra y de numerosas fincas urbanas, ademásde poseer gruesos contingentes ganaderos y ser un accionista preponderante en

firmas como la Compañía de Tranvías de Lerdo a Torreón.

d) Minería, industria y finanzas

Minería. Un sector productivo que emergió como muy destacable en el movimientode los Madero, desde 1890, fue la minería.

Las exigencias del noreste estadounidense y ciertas medidas restrictivas que hacia1890 se adoptan en el norte del río Bravo con respecto a los minerales en bruto,además, van a propiciar que en México no sol se habiliten explotaciones minerassino también plantas semi transformadoras de estas materias primas. Ello explica el

surgimiento de las fundidoras, que encauzarán su producción troncalmente hacia elsector externo pero que contribuirán al fortalecimiento de un mercado interno que,a su vez, realimentará el desarrollo del capitalismo en la región.

No debe extrañar, así, que los Madero hayan volcado sus capitales masivamentehacia la minería y que hayan intervenido como accionistas en empresasmetalúrgicas que dieron fama a Monterrey.

En los libros de notarios revisados se detectó que entre 1890 y 1907 los Maderoparticipaban de una u otra forma en más de treinta compañías mineras. En algunoscasos su predominio era total y a veces exclusivo. En otros se los encuentra

asociados a los más poderosos empresarios regiomontanos.

Francisco Madero es quien sobresale nítidamente en la familia como hombrededicado a la minería, complementando así sus grandes intereses volcados enagricultura, comercio y textiles.

Junto con Ernesto Madero, eran accionistas de las dos fundiciones con mayor capitalregional que existían en 1900 en Monterrey: La Compañía Fundidora y Afinadora deMonterrey, S.A., que operaba desde 1890, y la Compañía Fundidora de Fierro yAcero de Monterrey, S.A. En esta última fueron accionistas fundadores, aunque conpeso secundario. Ernesto es nombrado, al iniciarse la producción, director

propietario, junto con Adolfo Zambrano, Antonio Basagoiti, León Signoret, EugenioKelly, Tomás Braniff, Isaac Garza y Valentín Rivero.

Tanto el estadounidense Braniff como los franceses Signoret y León Honorat (queparticipa como director suplente) no solo tenían una enorme actividad económicasino que también eran muy buenos amigos de personajes eminentes del grupo delos científicos. Entre otros, de los hermanos José y Julio Limantour, hijos defranceses.

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En la década de los noventa intervienen aparte de Francisco y Ernesto, Evaristo y losnietos Francisco Ignacio y Gustavo Adolfo. En as décadas siguientes se encuentranotros descendientes del ya anciano hombre de negocios.

Entre los ejemplos de la exclusividad familiar estaba el de la Compañía Carbonífera

de Nuevo León y Coahuila, S.A., fundada en 1905, en la que hallamos al jefe EvaristoMadero con sus hijos Francisco, Ernesto, Manuel, Evaristo, José, Salvador y Alberto.La presidencia de la compañía estaba en manos de Francisco Madero.

Finalmente debe decirse que muchas de estas explotaciones mineras se hallabandispersas por diversas zonas del norte de México, pero el asiento jurídico yeconómico de las firmas que las usufructuaban era Monterrey.

Industria. La firma Madero y Cía. se hizo cargo a principios de los setenta de lafábrica de mantas La Estrella, en Parras, y durante años el rubro textil surgió comouno de los más destacables de los desenvueltos por los Madero. Esta fábrica fue,

seguramente, la base de la Compañía Industrial de Parras, S.A., que encontramos en1902. Esta última firma es la que se muestra como hegemónica en la CompañíaIndustrial del Norte, S.A., que en 1902 se constituye con asiento jurídico en GómezPalacio, Durango. Esta empresa unifica comercialmente a un total de cuatro fábricastextiles instaladas en otras tantas ciudades del noreste mexicano, bajo el liderazgode Evaristo Madero. Junto a la Industria de Parras se articulan Prince, Torres yPrince, propietarios de la fábrica La Amistad, de Gómez Palacio; la CompañíaIndustrial Saltillera, S.A., dueña de La Bella Unión, de Saltillo; y Valentín Rivero ySucesores, que poseen la muy conocida El Provenir, de Monterrey.

Más allá de los textiles, los Madero apuntan sus capitales hacia el ramo metalúrgico,

de catón, de ladrillos, de vidrios y cristales, as industrias de la alimentación, deimpresoras, productos de guayule, derivados del algodón y transformaciones de lamadera.

O sea: diversificación no solo económica en general, sino también dentro del mismosector industrial. En no pocos casos, como accionistas; en otros, como propietariosdirectos. Cuando son accionistas, los ejemplos de articulación con otros grandesempresarios de Monterrey se multiplican.

En algunos casos la actividad fabril se fundía o integraba a una cas de característicasbásicamente comercial.

La diversificación económica ya apuntaba hacia que se encontrara a miembros delgrupo Madero en actividades complementarias, pero seguramente interesantesdesde el punto de vista de su rentabilidad.

Finanzas. La evolución del Banco de Nuevo León, fundado en 1892, aparecíaindiscutible a principios de siglo. Hacia 1899 su capital fue aumentando de 600 mil a960 mil pesos. Un año después se llevó a 1,200,000 pesos y en 1902 pasó a dos

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millones. En 1999 suscribió 60 mil pesos en acciones para la constitución del BancoCentral Mexicano, con asiento en el Distrito Federal.

El hecho de ser propietarios del primer banco que se fundó en Monterrey noimpidió que alguno de los Madero estuviera presente, asimismo, en el segundo: el

Mercantil de Monterrey, S.A., abierto en 1899.

Había una alta interrelación entre ambas instituciones bancarias, tanto así que elBanco Central Mexicano –en el que tenía valores el de Nuevo León- era accionista enel Mercantil de Monterrey.

Entre los que ponen en marcha el Banco Mercantil de Monterrey estuvo Enrique C.Creel, poderoso hombre de negocios de Chihuahua que fue ministro del Exterior dePorfirio Díaz y miembro del grupo llamado científico. La concesión para lainstalación del Mercantil le fue concedida por el gobierno central a Creel, a TomásMendirichaga y a Joaquín Casasus.

En el momento de su fundación estaban presentes componentes de ocho de las diezfamilias señaladas como las sobresalientes en la burguesía local: los apellidosMadero, Ferrara, Rivero, Milmo, Hernández, Sada-Muguerza, Zambrano y Garza sedetectan con rapidez.

Regionalización. Regionalización y articulación con el resto de la burguesíaregiomontana es casi un solo proceso entre 1890 y 1910 transitan los Madero. Enestos veinte años, Evaristo Madero y sus sucesores despliegan una labor que loslleva a tener intereses directos en los estados de Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila,Durango, Guanajuato, Chihuahua, San Luis Potosí, Zacatecas y hasta Sonora.

Tierras y Agro. 1. Antes de asentarse por primera vez en Monterrey, EvaristoMadero ya era poseedor de tierras en grado, por lo menos, interesante.2. Parte de sus tierras en esta época parece estar en Texas, de acuerdo con datosencontrados en una escritura de 1869: habla de terrenos de 25 leguas.3. Evaristo Madero aparece como uno de los beneficiarios directos de la aplicaciónde las leyes de Reforma en el área aledaña a Monterrey, hacia fines de la década delos sesenta.4. En los comienzos de la década de los sesenta, Madero compra las haciendas “El

Rosario” y “San Lorenzo”, en Parras. 5. Hacia 1875 encontramos referencias sobre posesiones en torno a villa deGuerrero, Coahuila, y alusiones a “ranchos de la frontera”. 6. Pero es a mediados de los ochentas cuando parecen ampliarse abruptamente laspropiedades rurales de los Madero, y aquí ya juega un papel destacable elprimogénito Francisco. En la zona lagunera, donde el algodón comienza aproducirse en escalada hacia 1880, los Madero cuentan importantes posesiones.7. Otras propiedades que se han detectado en libros de notarios desde 1890 enadelante son: hacienda del Suncillo, en Villa de Guerrero; terrenos de Longoria y

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Agua Verde, en área de Río Grande; rancho “San José”, en Ramos Arizpe, Coahuila;

hacienda “San Tiburcio”, en Zacatecas. 8. Falta en este panorama puntualizar sobre las compañías agropecuarias oagrícolas que controlaban los Madero, y que tal vez era lo más significativo delsector.

a) Ernesto Madero y Hnos.b) Compañía de Terrenos y Ganados de Coahuila, S.A.c) Negociación Agrícola y Ganadera de San Enrique, S.A.d) Compañía de Tierras de Sonora, S.A.

Los datos localizados en el Archivo General del Estado de Nuevo León verifican lasafirmaciones de que los Madero eran una familia con vastos intereses en materiarural, tanto desde el punto de vista de la propiedad directa de tierras como delcontrol empresarial en este ámbito mantenían. Quizás esto ayude a explicarposteriores diferencias que surgieron entre quien sería presidente Francisco IgnacioMadero y algunos de los jefes regionales que en los momentos iniciales de la

revolución le apoyaron en su lucha antiporfirista. Es difícil concebir a un Maderodecididamente antilatifundista.

La integración empresarial. Fue entre 1850 y 1910, y muy particularmente en losveinte años finales de este lapso, cuando surgió y se estableció de manera firme esteempresariado. En los años treinta del siglo XX, cuando aparezcan seriascontroversias entre el poder central y los industriales de Monterrey, terminará dequedar en evidencia la solidez que había asumido esta burguesía regional, capaz deoponerse por diversos conductos a las políticas y al proyecto nacionalimplementado por Lázaro Cárdenas.

Los Madero eran componentes de esta alta burguesía regiomontana y operaron conlas reglas de juego que el desenvolvimiento del capitalismo supone e impone. Porello es que se imbricarán parentalmente y empresarialmente con el resto de esaprominente burguesía.

En algunas firmas las inversiones exigían asimismo la vinculación con hombres denegocios de otras zonas de México y con gente que representaba abiertamente alcapital extranjero. Es el caso de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero deMonterrey, S.A., que se constituyó en 1900 con un capital de diez millones de pesos,suma que requirió centralización de capitales dispersos más allá del ámbitoregional. Por eso no extraña que entre los accionistas no solo se detectasen apellidos

como Madero, Armendaiz, Milmo-Kelly, Belden, Ferrara, Zambrano, Garza, Sada-Muguerza, Hernández-Mendirichaga, Rivero y Calderón, sino también otrosdestacados apellidos de Monterrey: Maiz, Tárnava, González Treviño, Bortoni,Dresel y Villarreal. Y a Tomás Braniff, León Signoret y León Honnorat, además deAntonio Basagoiti y José Negrete.

- Familia y proceso.

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Lo sobresaliente de la familia del jefe de la Revolución puede ser tambiéndetectando por medio de los detalles que ofrecieron cronistas de la vida social quetransitaba la alta burguesía regiomontana a fines de siglo. Es útil en este sentidoechar un breve vistazo a las actividades que protagonizaba entonces una instituciónobviamente representativa de este sector: el Casino Monterrey. Allí se ubicará con

rapidez a los Madero. Y además compartiendo los más espectaculares de estasnoches aristocráticas con el propio Porfirio Díaz y sus ministros.

Díaz había llegado a Monterrey en compañía de varios ministros, entre ellos el deHacienda, José Ives Limantour, y el de Gobernación, general Manuel González Cosío.

Cuando, en la noche, el presidente Díaz y Reyes arribaron al Casino, los socios“haciendo valla por el vestíbulo hasta la gran escalera, los recibieron vitoreándolos”.

La presentación de las familias de Monterrey estuvo a cargo de Adolfo Zambrano yFrancisco G. Sada.

Ernesto Madero fue presidente del Casino en dos ocasiones. “Resultó electopresidente en 1910. Fue reelecto en 1911, pero en mayo se le concedió licenciaindefinida por haber sido nombrado ministro de Hacienda”. 

Una parte por lo menos de la burguesía regiomontana estaba girando yreadecuándose a la situación. El 20 de octubre de 1911 se organiza un “gran baile en

honor del Sr. Francisco I. Madero y su digna esposa”. 

Indiquemos, para finalizar, que el desenvolvimiento económico de los Madero searticuló con elasticidad entre 1850 y 1910 a las marchas y contramarchas de laeconomía regional, y muy particularmente al eje regiomontano. Evaristo Madero fue

un actor directo de este proceso, y caminó la mayoría de los pasos que otrosmiembros de la burguesía en crecimiento recorrieron en el periodo.

Comerciante que cubría con sus oficios de fletero una vasta zona, Madero parecióestar inserto también en el tráfico intérpole que usufructuaban quienes sededicaban a aquella actividad en los años en que la frontera se aproximó aMonterrey.

Comerciante en gran escala, estuvo conectado por ello al intercambio de algodón:tanto en lo que atañe a las posibilidades que gestó la Guerra de Secesión, comocuando el cultivo de la fibra comienza a ser muy rentable en la zona lagunera.

El regreso a Monterrey coincidía con la subetapa en la que los capitales acumuladosanteriormente de manera primaria se encauzaron masivamente hacia la producción.

Desde esta base se ramificará empresarialmente en forma muy sólida y se articularácon el resto de la burguesía local, en un momento en que ya intervienen en estastareas algunos de sus más destacados hijos. Y a partir de Monterrey, con labifurcación de sus capitales hacia una amplia región (de la que se extraerán

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excedentes), ampliará su capacidad y contribuirá a reproducir en esa urbe losmétodos capitalistas de producción.

El estudio de la familia Madero, pues, tuvo ese significado. Se deja para loshistoriadores de la revolución mexicana el incorporar a sus análisis estos datos,

para terminar de precisar o simplemente verificar la extracción de clase de quienencabezó el movimiento antiporfirista. Y de qué manera ello repercutió en supensamiento y en su acción, en su teoría y en su práctica. Por nuestra parte, resultavisible que los Madero fueron miembros prominentes –entre 1890 y 1910- de lamás destacada burguesía regional con centro en Monterrey, y que dentro de estaclase social mantuvieron un ritmo de desarrollo empresarial que los perfilo como unnúcleo modernizante.

POLÍTICA ESTATAL, INDUSTRIALIZACIÓN Y CAPITALISMO EN MONTERREY (1890-1910)

Entre 1890 y 1910 Monterrey protagonizó un salto cualitativo en su estructuraproductiva. Implicó su ingreso en las formas capitalistas de producción y supredominio fue claro sobre el agro y la ganadería, antiguas bases productivas delestado.

Estadísticas de 1902 apuntaron que Nuevo León era entonces el estado que mayoresvalores industriales producía en México: generaba el 13.4 por ciento del total.

Entre 1897 y 1900, Nuevo León generó el 23.1 por ciento de la producción demetales en México.

Lo ocurrido a partir de los años noventa debe ligarse a los siguientes factores:

1. Una etapa de acumulación previa de capitales, que se acentúa desde mediados desiglo.2. Esta fértil coyuntura estuvo estrechamente vinculada con las necesidades de laeconomía mundial, derivadas del alto grado de desarrollo del capitalismo en lospaíses más avanzados.3. Estabilidad social y política que impuso el porfiriato. Régimen que en Nuevo Leóntuvo un eficaz y lúcido delegado: el general Bernardo Reyes.4. Una significativa trascendencia asumió el proceso que se desenvolvía en

Monterrey: el tendido de los ferrocarriles.5. La industrialización en Monterrey fue estimulada claramente por una políticagubernamental que pareció tener conciencia de la situación más global que rodeabaa Monterrey. La política de Nuevo León en este sentido, básicamente la de BernardoReyes, se caracterizó por ofrecer una legislación que favorecía la instalación y/oexpansión de establecimientos manufactureros de todo tipo. Favores que, porsupuesto, no excluían al capital extranjero, que gozó de las mismas condiciones queel local.

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La legislación de Reyes (anticipada por Lázaro Garza Ayala en diciembre de 1888),se tradujo en la práctica en el otorgamiento de concesiones a los inversionistas,luego de analizar sus propuestas de radicación. Muchas de las industrias -deacuerdo con la ley del 22 de noviembre de 1988- eran consideradas de “utilidad

pública”, y se les brindaba por lo tanto amplias exenciones de impuestos estatales y

municipales.

A mayor capital invertido, mayor solía se el periodo de exención fiscal.

- Concesiones y tipos de industrias.

Del total de concesiones que hemos revisado, y cuyos decretos respectivos sesancionaron entre 1889 y 1910, seleccionamos más de ciento cincuenta.

Hay un núcleo de cuarenta y seis casos que aluden al área de servicios. Aquísobresalían las exenciones para ferrocarriles urbanos y mineros, especialmente

entre 1889 y 1895. Asimismo, destacaban concesiones para la instalación yampliación de plantas de luz eléctrica, bancos, teléfonos y otros.

Sin embargo, fue el plano netamente industrial el que más nos interesó analizar. Lasubdivisión practicada, de acuerdo con un criterio que es modificable, ofreció esteespectro:I. Fundiciones, industrias de transformación de metales y producción demaquinaria, dieciocho concesiones.II. Indumentaria (textiles, calzado, sombreros y afines), ocho.III. Industrias alimenticias, de bebidas y del tabaco, treinta y una.IV. Productoras de velas, cerillos, jabón, betún, tintas, perfumes, alcoholes y

aguarrás, trece.V. Muebles de madera y metálicos, y afines, nueve.VI. Materiales para la construcción, diecinueve.VII. Varios, quince.

Se percibe pues el predominio cuantitativo de establecimientos dedicados a lageneración de bienes de consumo inmediato, destinados a necesidades elementalesde la población: vestimenta, alimentación, higiene, vivienda.

También es factible verificar el paso siguiente. Manufacturas de mayor complejidado cuyo consumo puede darse en una instancia diferente a la de los anteriores.

Pero Monterrey –y aquí emergía su diferencia con otras urbes industrialeslatinoamericanas en estos años- contó con otro tipo de plantas. En nuestrasubdivisión, es el importantísimo núcleo I el que sobresale y torna relativamentedistinto el proceso regiomontano: las concesiones, aquí, apuntaban a la instalaciónde la gran metalurgia, la siderurgia, la producción y reparación de maquinaria, elsurgimiento de establecimientos que generaban metales y los transformaban no

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solo para las necesidades derivadas del consumo no productivo, sino para quefuesen empleados en otras industrias.

La envergadura de esos establecimientos se infiere asimismo del capital, de latecnología y de la cantidad de fuerza de trabajo que se requería para la producción.

Fueron estas empresas las que se convertirían en el eje del crecimiento fabrilregiomontano y las que dinamizarían sensiblemente el desarrollo del capitalismo enuna vasta área del norte mexicano.

- Compra entre capitalistas y mercado interior.

Es que el mercado interior no se ha articulado únicamente por la suma deindividuos con capacidad adquisitiva para consumir y por la masa en incremento delos trabajadores asalariados. El mercado interno se expande y contribuye a lareproducción ampliada del sistema productivo capitalista, asimismo, por los

intercambios que los propietarios de los medios de producción practican entre sí.

La revisión de concesiones, en el caso de Monterrey, tornó verificable estefenómeno. Hubo industrias que surgieron exclusivamente para abastecer a otrasindustrias, para cubrir la demanda del consumo productivo. Fábricas que producíanpara que otros capitalistas instalasen nuevas plantas, para mantener las yahabilitadas en pleno funcionamiento, o para que se lanzaran a la expansiónproductiva.

Aquí hay que recordar, como ya se dijo hace mucho tiempo, que el capitalismo creasu propio mercado interno, aun cuando la riqueza que genera este sistema

productivo no se distribuya equitativamente debido a la propiedad privada de losmedios de producción. Exigirle esto al capitalismo sería negarlo en esencia.

- Industrialización parcial y límites a la reproducción ampliada.

Si bien en la capital nuevoleonesa surgieron industrias que incluían hasta laproducción pesada, eso no significó –ni mucho menos- que el proceso derivase en laautosuficiencia.

Era visible que los empresarios locales adquirían la mayoría de los bienes deproducción y los insumos intermedios en el exterior, sobre todo en EUA.

Desde su perspectiva individual el empresario evaluaba preferible y más eficazcomprar casi todas las maquinarias, buena parte de insumos y hasta numerosasmaterias primas en el exterior. Además, lo que podía preocuparle centralmente erael lanzarse a una producción competitiva con respecto a otras industrias ya enmarcha, y su interés residía en lograr en el exterior medios de produccióntécnicamente superiores.

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Monterrey entró de manera clara en la producción de bienes de consumo nodirectamente productivos, lo que Marx llamó el sector II de la economía. Y aunquetambién dedicó parte de sus capitales a la producción de bienes del sector I (deconsumo productivo), esto resultó restringido.

El desarrollo fabril regiomontano debió ligarse de manera fundamental, así, a laindustria estadounidense, y buena parte del plusvalor social tuvo que salir hacia elexterior en compras realizadas a capitalistas que se desenvolvían fuera de lasfronteras nacionales. Aunque esto beneficiaba al empresario desde el punto de vistaindividual, debió afectar obviamente la posibilidad de una ampliación más aceleradadel mercado interior. Creó una situación de relativa subordinación con respecto alas fuentes externas de aprovisionamiento y seguramente dificultó unareproducción ampliada vigorosa del capitalismo regional, con tendencia a laautosuficiencia en productos de importancia indiscutible.

-En síntesis.

Las medidas del periodo reyista se insertaron favorablemente en un proceso que enMonterrey derivaría en la consolidación de las formas capitalistas de produccióncon base en la industria. A diferencia de lo que acaecía en otras áreas de AméricaLatina en estos años, Monterrey se lanzó al capitalismo sustentándose en laproducción fabril, lo que le permitió convertirse en el núcleo hegemónico de unavasta región del norte de México y ser cuna de una burguesía que desde eseentonces ha mostrado un peso específico innegable en la economía del país.

FUERZA DE TRABAJO Y SALARIOS INDUSTRIALES EN MONTERREY (1890-1910)

- Crecimiento demográfico

Los cambios atinentes a lo que se producía y a cómo se producía fueron alterando elpanorama humano en Monterrey. En primer lugar hay que puntualizar que NuevoLeón presentaba durante el lapso en estudio una escasa densidad de población.

De todos modos, la población del estado se incrementó 54.7 % entre 1883 y 1910.Pero este crecimiento no se distribuyó de manera pareja por todo su territorio.Entre 1895 y 1910 Nuevo León tuvo un incremento poblacional de 18.6 % (pordebajo del índice nacional, que fue del 20.1%), pero Monterrey creció en esos 15

años un 54.4%.

Monterrey, en cifras netas, pasó de 41,842 residentes en 1883 a 86,294 en 1910.Mientras en el primer año mencionado agrupaba el 17.7% de la gente del estado, en1910 tenía el 32.63%.

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Otro dato para tener en cuenta es que en Monterrey la mayoría vivía en el ámbitourbano. En 1900, 85.34% de sus pobladores se había establecido en la ciudad, y en1910 menos del 9% residía en su periferia rural.

Hay que agregar asimismo que Monterrey contaba por momentos con una

interesante población minera, que si bien no residía en la cabecera estaba nucleadaen sus proximidades y formaba contingentes de asalariados de alguna relevancia.

- Migración interestatal.

Esta afluencia tendió a solucionar la crónica escasez de fuerza de trabajo quesoportaba Nuevo León, y que se agudizó en Monterrey y los distritos mineros apartir de 1890 con el sostenido desarrollo capitalista.

Hacia Nuevo León derivó un importante caudal humano desde otras zonas deMéxico. Y es visible que Monterrey acaparó la mayoría de estos migrantes. En 1891,

12.46% de la población asentada en Nuevo León era originaria de otros estados; enMonterrey esa cifra porcentual, con respecto a su población, llegaba a 29.3.

En 1900 se computaron 42,505 mexicanos no nuevoleoneses en el estado: de ellos,el 56.6% estaban en Monterrey. Estos inmigrantes significaban, por otra parte, el33% de los habitantes de la capital.

Al estudiar la procedencia de estos inmigrantes se descubre que básicamente veníande Guanajuato, Coahuila, Jalisco, Tamaulipas, Zacatecas y, sobre todo, de San LuisPotosí.

Aunque debió existir también un flujo interno en Nuevo León, documentos de laépoca denotan que en parte de las áreas rurales del estado se dificultaba la librecirculación de la fuerza de trabajo. El sistema de peonaje retenido por deudas semantenía firme, seguramente como única forma de detener una mano de obra que,de otra manera, hubiera marchado de inmediato hacia fuentes laborales másprometedoras.

- Salarios rurales e industriales.

En el ámbito rural de Nuevo León los jornales que se ofrecían eran sensiblementeinferiores a los de las fábricas regiomontanas.

En 1896, por término medio, parecen oscilar entre los 25 y los 37 centavos diarios.En ese mismo año, en las fábricas de Monterrey con más de 100 dependientes sepagaba un mínimo de 75 centavos. Es muy posible que una gruesa masa de estostrabajadores haya percibido salarios que estuviesen entre los 80 y 90 centavos, loque podríamos denominar una media baja; y tal vez una muy selecta capa pudopercibir lo que llamaremos una media alta, estimable en alrededor de 1.30 pesos.

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A los trabajadores rurales se le solía adicionar a su jornal raciones de maíz, lo queindica formas más atrasadas en las relaciones de producción. Los salarios en elcampo presentaron cierto crecimiento en años posteriores a 1896, pero es difícilsuponer que hayan modificado sensiblemente las condiciones de vida del peón.

Tomando como referencia las firmas industriales de mayor personal y capital, hacia1902, y los datos de las áreas rurales en 1904, podría concluirse que los mínimos enlas plantas fabriles duplicaban en muchos casos a los jornales medios rurales. Loque hemos llamado media baja en algunas oportunidades casi triplicaba a losmedios del campo, y en reiteradas ocasiones los duplicaba ampliamente.

Si la referencia se practicaba sobre 1906, las distancias aumentaban. El promediomínimo que apuntaban las empresas industriales duplicaba los salarios rurales enveinte de los veinticinco municipios indicados, En casos determinados, casi lostriplicaba.

- Alimentación y precios.

En el marco descrito, se procurará establecer ahora si los trabajadores industrialesde Monterrey, al comenzar el siglo XX, realmente habían logrado condicionesrelativamente satisfactorias de vida.

Pese a la escasa información existente puede suponerse que durante el mandato deReyes no resultó sencillo a la naciente clase obrera implementar luchas amplias ycon cierta organización. Es probable que los mecanismos de persuasión y represiónheredados de la fase anterior a al industrialización siguiesen operando desde losaños noventa, pero adecuados y destinados a guardad la quietud de los asalariados.

Es de inferir entonces que si bien los jornales locales estaban muy por encima de losque se pagaban en los sectores rurales de Nuevo León y, seguramente, en losestados limítrofes y cercanos, su nivel estaba centralmente determinado por lasnecesidades de atraer fuerza de trabajo libre, escasa en la zona. Cubierta estaurgencia, es probable que el orden reyista impidiera el avance de los obreros porarriba del techo apuntado.

Esta hipótesis se intenta verificar observando no sólo lo que ganaba un obrero, sinotambién si ello era suficiente para desbordar el estricto límite de su reproducciónfísica y acceder a mejoras sensibles en aspectos tales como vivienda, educación,

salud, esparcimiento y alguna actividad de carácter intelectual.

Uno de nuestros puntos de partida será el informe que el 20 de octubre de 1890remitió el gobernador Reyes al director del Hospital González de la ciudad deMonterrey. El funcionario incluía un cuadro con la “cantidad de alimento

indispensable para el sostenimiento de la nutrición según Moleschoyy y otroshigienistas” y de acuerdo con “la tabla de valores nutritivos de Dujarlin Beaumentz”. 

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Adoptando como base esta tabla, se detallaba en el informe una lista de elementosnutritivos que correspondían a una correcta alimentación: en distinta proporciónfiguraban carne, leche, pan, maíz, arroz, frijoles secos, grasa y café. Finalmente seagregaba el importe que cada uno de estos componentes de la dieta recomendadasuponía en el Monterrey de 1890. Su suma indicaba que para nutrirse

adecuadamente se requerían alrededor de 16.25 centavos por día.

Al comparar los precios de 1890 con los de años siguientes, tanto en Monterreycomo en zonas cercanas y ligadas comercialmente a la capital, se percibe unamarcada diferencia en algunos productos básicos de la lista citada: la tendencia aaumentar parece evidente.

- Un salario escaso.

A partir de lo dicho, trataremos de verificar la eficacia de los salarios obreros frentea los precios vigentes en Monterrey.

Si se elige como año de referencia 1902, tenemos que los artículos sobre los que sehan encontrado datos con cierta abundancia han elevado firmemente sus preciosrespecto a 1890. Calcularemos que, en general, el grupo total de elementos quecomponían la dieta aconsejada subió solo un 50 %.

De resultar ello aproximado a lo real, la alimentación sugerida por el hospital habríacostado en este último año 24.37 centavos al día por persona. Si suponemos que lafamilia obrera tipo constaba de cinco personas, el gasto diario de alimentación debíaalcanzar los 1.22 pesos.

Revisando los salarios tenemos que no encontraríamos en la masa general detrabajadores industriales ingresos por arriba de ese “costo de alimentaciónadecuada”. 

Pero haremos los cálculos con el máximo de elasticidad. Y supondremos que elsalario del obrero regiomontano hubiera sido igual al promedio entre el mínimo dela media baja (80 centavos) y el máximo de la media alta (1.50 pesos). Ello daría unjornal de 1.15 pesos. El resultado, con este amplísimo margen, lleva a unaconclusión obvia: aún con un excelente salario de 1.15, no podía un trabajador fabrilproveer de una alimentación considerada entonces adecuada a su familia. Ademásdebe pensarse que esta familia debió vestirse, tener algún alojamiento, utilizar

medios de transporte y recibir un mínimo de educación.

Las soluciones, pues, debieron apuntar a alimentarse con una dieta mucho menoscompleta y mucho menos compleja que la sugerida por el minucioso funcionario deBernardo Reyes. El asalariado además debió habitar en viviendas de menguadascomodidades; su vestimenta habría mostrado la clásica sobriedad proletaria. Esmuy factible, por otro lado, que mantener la salud en condiciones regulares,educarse y divertirse hayan quedado como proyectos marginales.

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 Finalmente, mujeres y niños tuvieron que marchar a trabajar en las fábricas paracompletar el salario familiar, aumentar el caudal de la escasa fuerza de trabajodisponible y contribuir a abaratar el precio de esa fuerza de trabajo. Situación éstaque es observable al estudiar la composición del personal de algunas industrias

regiomontanas, en las cuales los salarios femeninos y los de los niños estaban pordebajo del que se pagaba a los hombres.

La imposibilidad de que los jornales resultaran suficientes estuvo ligadaprobablemente a un hecho que queremos mencionar: la producción rural de bienesde subsistencia no parece haber recorrido en Nuevo León el mismo ritmo demodernización protagonizado por el sector fabril. La oferta de insumos como maíz,frijoles o trigo no solo quedó rezagada por momentos en relación con la demanda,sino que, además, los precios que imponían los hacendados saltaban, con frecuencia,tres o cuatro veces por encima de los costos reales de producción.

En muchos casos el precio se duplicaba con toda facilidad con respecto a los costosde producción. Esta situación sin duda se conectaba con la calidad de proveedorescasi monopólicos, en circuitos aún regionales de comercialización, que presentabanlos terratenientes.

Los salarios obreros, así, no rendían lo suficiente.

- Paz y disciplina.

Finalmente hay que especificar que el orden social y político tuvo en el generalBernardo Reyes un hábil y eficiente ejecutor. La paz porfiriana y la paz reyista se

identificaron ampliamente, y a ello hay que atribuir en buena medida las débilesposibilidades de lucha y de sindicalización por parte de los obreros regiomontanos.

La burguesía regional en ascenso aprovechó este marco fructífero para sus interesesde clase. Su satisfacción se manifestaba no solo en sus crecientes inversiones, en sudiversificación empresarial, en su marcha estrictamente económica, sino también enapreciaciones públicamente favorables al mandatario del estado. Bernardo Reyessabía que podía contar para cada reelección con sus amigos, los empresarios, aquienes no pocas veces inclusive tuvo de colaboradores: ya fuere en comisionesespeciales, en el parlamento o en la alcaldía regiomontana.

Fue una época poco propicia, pues, para demandar aumentos de salarios más allá delo que los empresarios estimaban imprescindible para atraer la fuerza de trabajo aMonterrey y a las áreas mineras. La organización sindical, era pobre; por lo general,el predominio es de las sociedades mutuales, que en muchos casos se conformancon adeptos al gobernador, por lo menos a nivel de dirigentes. Habrá que esperar elperiodo revolucionario para detectar en Monterrey huelgas significativas.

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La paz regional contribuyó a disciplinar la fuerza de trabajo. Hubo una aplicaciónrigurosa de las leyes contra bandidos, que junto a la persecución de la vaganciaconstituyeron dos matices indicativos de la política de Reyes.

Por una vía o por otra, el no trabajador era eliminado o incorporado al proceso

productivo, aunque más no fuese para abrir caminos necesarios para extraer losfrutos del trabajo de otros.

De esta manera Reyes consumaba una tarea que en su fase anterior se habíaorientado contra el indio. En los primeros años de la década de los ochenta, elaborigen que residía en el noreste había sido desalojado o exterminado. Susupresión permitió el usufructo de tierras ganaderas, aseguró los caminos quetransitaban los comerciantes y brindó orden a los futuros distritos mineros. Indios,bandidos y vagos no resultaban incorporables al proceso de desarrollo capitalista.

LAS YA ANTIGUAS PRÁCTICAS DE UN EMPRESARIADO REGIONAL

Lo que parece ser un descubrimiento al que acceden estudiosos sociales y miembrosde grupos políticos, preocupados o interesados por develar el poder indudable deesta burguesía nacida en las áridas tierras del norte mexicano, es –simplemente-una antigua historia recorrida por tres generaciones de prósperas familiasregiomontanas: herederas, a su vez, de otra generación que acumuló enormesfortunas por los medios más diversos.

- El porfiriato y sus beneficiarios.

El tronco histórico de este empresariado se articulo firmemente entre 1890 y 1910.Se trata de una burguesía con base industrial que se define en términos bastanteclaros dos décadas antes que en América Latina, y en el mismo México, emerjanpolíticas económicas coherentemente orientadas a estimular el desarrollo del sectorfabril.

Significa además que su articulación como fracción de clase operó sobre lascondiciones que diseñó el porfiriato. Las reglas de juego del régimen de Díaz no solofueron aceptadas por este grupo de familias que prosperaba en Monterrey, sino quegracias a ellas se dio su primera etapa de auge como empresariado moderno. Elsegundo periodo de notable crecimiento vendría desde 1940, cuando comenzaron a

sentirse los efectos de la política económica de Lázaro Cárdenas, momento quecoincide con la prosperidad que para las manufacturas latinoamericanas, en general,trajo la segunda guerra mundial.

- Los orígenes de los orígenes.

Las funciones de Monterrey se alteraron desde el cambio de frontera con losEstados Unidos. Se convirtió en un lugar estratégico en el seno de: a) una amplia

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región del norte de México; b) la próspera franja este de los Estados Unidos; y c) lospuertos septentrionales del México oriental.

Las políticas implementadas por Santiago Vidaurri, desde 1855, perfilaron estareadecuación, que haría de Monterrey un centro comercial significativo.

Enriquecidos inmigrantes y hábiles mexicanos tendrían al comercio como basefundamental de acumulación.

Así, entonces, no fue ajeno a este proceso de acumulación previa de capitales laespeculación con créditos a los gobiernos, el usufructo de los vaivenes operados enlas políticas aduaneras, el préstamo a comerciantes medianos y a productoresrurales, la apropiación de tierras en dimensiones generosas, y hasta una tímidaincursión en el plano de la producción fabril capitalista.

Proveedores de los ejércitos locales, usufructuarios de la expulsión del indígenahacia las áreas occidentales de México y EUA, expertos conocedores de las

necesidades del mercado regional, ligados al intercambio de mercancías importadas,en oportunidades abiertamente acusados de operar en el ámbito del cuantiosocontrabando que se registraba en estas décadas, aquelloscomerciantes/prestamistas/terratenientes supieron aprovechar con probadaeficacia empresarial los años tumultosos que, desde la guerra con EU, seprolongaron hasta el advenimiento y consolidación de Porfirio Díaz.

Hacia 1890, estos cuantiosos caudales y riquezas concentradas apuntarán hacia laproducción capitalista.

- Monterrey y las burguesías latinoamericanas del siglo XIX.

La transferencia masiva de capitales a la producción capitalista, con los variantesmodernizadoras que implicaba, se integró coherentemente con lastransformaciones que se suscitaban a escala nacional. Los ya antiguos expertoscomerciantes, especuladores y grandes terratenientes recorrieron sin mayoresdificultades y con singular destreza este camino.

No ha sido una peculiaridad exclusivamente latinoamericana la circunstancia vividapor burguesías de caracteres comercial y especulativo que recién hicieron fluir suscapitales hacia la producción en gran escala cuando se configuraron condicionesestructuralmente aptas para ello. En el último cuarto del siglo XIX la producción

capitalista comenzó a generalizarse en nuestro subcontinente, apuntando hacia lomás rentable: el abastecimiento del mercado mundial, a partir de la producción dematerias primas industriales y alimenticias.

En Monterrey, las condiciones históricas fueron distintas, aunque no radicalmente.En este caso la opción de mayor beneficio en el empleo de capitales acumulados conmecanismos no capitalistas coincidió con un importante desenvolvimientoindustrial-fabril minero. Pero, es visible, ello tampoco –necesariamente- tenía por

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qué derivar en un funcionamiento autónomo con respecto a las pautas que seregistraban en el plano de la economía internacional.

Por el contrario, esta modernizante burguesía que se articuló desde los añosnoventa compartió sin prejuicios los beneficios de se tipo de desarrollo con el

capital extranjero. Éstas eran, insistimos, las reglas del porfiriato y de los grupossociales que le daban sustento.

- Los fértiles años noventa.

La industria capitalista y las explotaciones mineras absorbieron una alta proporciónde las fortunas concentradas entre 1850 y 1890. Y esto se suscitó sobre dos basesque definían la coyuntura de los noventa: 1. La articulación del mercado interiormexicano y el acercamiento del mercado estadounidense; 2. Las condicionessocioeconómicas y políticas que caracterizaron el régimen de Porfirio Díaz y al delgobernador Bernardo Reyes.

Esta coyuntura estuvo enriquecida en Monterrey por los siguientes elementos: a) unrápido avance en el tendido de los ferrocarriles; b) la paralela unificación de unmercado ampliamente regional, si no nacional; c) las necesidades de metalesindustriales no ferrosos generada en EUA, y la oportunidad de acceder a esemercado por disposiciones aduaneras norteamericanas; d) una muy generosapolítica de promoción a todo tipo de inversiones; e) el arribo sistemático de capitalextranjero, sobre todo estadounidense.

- Industria pesada y dinamización de la producción capitalista.

Lo significativo del proceso de industrialización que se inició hacia 1890 es que severtebró principalmente sobre la industria de base. Los grandes establecimientos defundición requirieron grandes inversiones, la tecnología más avanzada, fuertescontingentes de fuerza de trabajo que debió acudir desde otros estados de larepública, un personal especializado que en esta primera fase fue sobre todoextranjero, y una política de total respaldo por parte de las esferasgubernamentales. A la vez multiplicaron gigantescamente la circulación mercantilde una vasta región del norte de México.

Empresas como la Compañía Minera Fundidora y Afinadora Monterrey, S.A., laAmerican Smelting and Refining Co., y la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de

Monterrey, S.A., alimentaron casi inmediatamente demandas para dos franjas de laproducción capitalista: por un lado, la minería; por otro, la propia industria fabril,pero en sus versiones liviana e intermedia.

En una primera fase, es el mercado del noreste estadounidense el que estimula estetipo de industrias.

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Posteriormente será el propio mercado interno el que hará atractiva la puesta enmarcha de la más significativa empresa de esos años: la Compañía Fundidora deFierro y Acero, en la que se integraron todas las familias prominentes de Monterrey,burgueses de otras regiones del país y capitales extranjeros. Las demandas creadaspor los ferrocarriles y por el desenvolvimiento del capitalismo mexicano en la

industria, el agro y la minería justificaron su instalación, con el consiguiente y muygeneroso respaldo oficial.

- La diversificación empresarial.

La mayoría de las familias investigadas siguieron funcionando como grandesterratenientes, usufructuaron la circulación mercantil regional e internacional yfundaron bancos.

Pero con esta diferencia: en general, modernizaron buena parte de estas actividadespara adecuarlas al desarrollo del capitalismo, del cual eran protagonistas

principales.

Las ramificaciones del capital concentrado en Monterrey asumieron característicasgeográficas. Ya fábricas, servicios y producción agropecuarias lo insinuaban. Perodonde más claramente se destacó ese matiz fue en el plano minero. Laimpresionante cantidad de pequeñas, medianas, y grandes compañías mineras queen veinte años constituyeron los integrantes de estas familias, era parte de ladinamización productiva gestada particularmente por los establecimientos defundición. En ciertas ocasiones, las firmas dedicadas a la metalurgia pesada y a lasiderurgia extendían sus intereses al rubro minero, en claro mecanismo deautoalimentación.

- Las amables y necesarias relaciones.

Desde el momento en que se articuló como burguesía productiva, este empresariadotendió a diversificar sus inversiones y a utilizar la asociación-centralización delcapital como fórmula de expansión con riesgos mínimos.

La sociedad anónima fue ampliamente utilizada por las viejas familias de laacumulación primaria, y por nuevos grupos parentales que se sumaron desde losaños ochenta.

También era un escalón necesario unirse, en ciertas ocasiones, con capitales deotras regiones o del extranjero, y adquirir en el exterior maquinaria y tecnologíaadecuadas para la implementación de la producción fabril y minera.

El desarrollo desigual del capitalismo hacía posible este tipo de articulaciones, tantoen el ámbito de la producción como en el de los agentes sociales que la dinamizaban.El orden porfirista auspiciaba estos mecanismos, y en este contexto el empresariado

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regiomontano aprendió que los beneficios que arrojaba la modernización no eranincompatibles con una amable relación con el capital y las economías externas.

Nada de extraño tiene todo esto, si el método pone en lugar prioritario aquello quelo es para el empresariado: la búsqueda del lucro, la permanente tensión hacia la

reproducción ampliada de su capital.

La vinculación con el capital de otras regiones, no significó que la burguesíaregiomontana perdiera el control del proceso sobre el que se desenvolvía con todaprosperidad. Y ésta es otra antigua experiencia: una capacidad de asociación entérminos muy parejos con capitales no regiomontanos. Inclusive con losestadounidenses.

- Frente al Estado: necesidades, reticencias.

En sus orígenes como empresariado productivo, el regiomontano evidenció otro

matiz: la necesidad de apoyarse en el Estado.

Las políticas de Bernardo Reyes, para citar un ejemplo, resultaron decisivas para laprosperidad industrial de Monterrey a principios de siglo. Sus generosas exencionesimpositivas, su eficacia en el mantenimiento del orden social y político en la región,su preocupación por momentos minuciosa para satisfacer los requerimientos másventajosos para el inversionista, son trazos de una historia que es interesanterecordar.

Pero a no confundirse otra vez. El empresariado regiomontano ha tenidohistóricamente momentos de distanciamiento con el poder estatal. Esto ha ocurrido

en situaciones en que las políticas socioeconómicas del gobierno mexicano hanresultado no favorables a las expectativas de esta burguesía con base regional.

- Una historia cotidiana casi secular.

Es menester insistir en dos puntos: el primero atañe a que esta burguesía con baseregional surgió de las entrañas mismas del porfiriato, y en su nacimiento yarticulación estaba la evidencia misma de que su proyecto socioeconómico bienpodría coincidir con el estilo de sociedad que por entonces se implementaba; elsegundo reitera que en materia de desenvolvimiento empresarial, con todo lo queello implica, este grupo de prominentes familias asentadas en Nuevo León cuenta

con una experiencia que ha rebasado las tres generaciones. Algunos apellidos ya noestán, otros perduran, y otros se han sumado a esta dinámica burguesía.