BUSCANDO LOS GOLES DEL "ARAÑA" (Marcos J. Villalobo)

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12 Lunes 27 de abril de 2015 LA MAÑANA DE CORDOBA Una tarde de lluvia... varios personajes. Y el recuerdo de un ídolo de los ’80. ito entró a la galería por la calle Santa Rosa. La Mona Jimé- nez se escuchaba al palo y en uno de los locales un tipo cal- vo suplicaba al vendedor por un Nokia 1100. “Ya no se consiguen”, le repetían. En el improvisado bar, un colorado hablaba del Chino Zelarayan y de cómo los jugado- res de Newell’s lo habían molido a patadas. Fito escuchaba, obser- vaba, mientras buscaba un DVD de Damián Córdoba. Antes de en- trar al local encontró a un viejito que se decía lector y admirador de Daniel Salzano, pero todos sus amigos le ocultaban que el gran escritor cordobés había fallecido meses atrás. Finalmente, Fito compró el DVD trucho de Damián Córdoba y también la campaña del Talleres campeón de la Con- mebol. Cuando salió, el cielo ha- bía oscurecido, se avecinaba una tormenta. Él andaba a pie, y ace- leró su paso, pero antes de llegar a La Cañada comenzó a llover. Se refugió en un barcito que tenía muy pocas mesas, pidió un café cortado y una medialuna sa- lada. Al lado había un tipo de unos 60 años que lo miraba y lo mira- ba. - Disculpe, ¿lo conozco? –pre- guntó, intimidado, Fito. - A usted lo he visto en la can- cha de Escuela Presidente Roca y también en el Trampero... - Puede ser, ando viendo fútbol siempre. “Me dicen Araña porque era chiquito, morochito, con rulos y me gustaba trepar a los árboles. Enton- ces me quedó Ara- ña”. (Luis Amuchás- tegui) Autor: Marcos J. Villalobo @MJVillalobo - Sí, también lo vi en el Miguel Sancho y en la cancha de Institu- to. A mí también me gusta el fút- bol y ando por distintas canchas buscando alguna genialidad o un gol como los que hacía Amuchás- tegui. Pocas veces encuentro, pero si por allí veo un caño me levanto y aplaudo. - El fútbol ha cambiado -dijo Fito, mientras le servían el café-, pero siempre se puede ver algo in- teresante. - Ya no como antes. Yo vi al Ra- cing del Pato Gasparini y el Araña Amuchástegui. Lo seguí a todas las canchas, de local y visitante. Y no, no era hincha de Racing. Ha- brá notado por mi tonada que soy salteño, hincha de Central Norte; pero me vine a estudiar a Córdo- ba y me enamoré de ese Racing como también lo hice de la ciu- dad que me regaló a mi fallecida y amada esposa. Nunca más me fui. Y ando por las canchas buscando que aparezca otro Araña. - Por mi edad no lo vi ju- gar, pero en los videos que hay en Youtube se puede apreciar algo de todo ese talento... - ¿Talento? ¡Era un fenómeno el Araña! Valencia de España se lo quiso llevar en el ‘83, paga- ron 300 mil dólares, en esa época era muchísima plata. Fue y a los días se volvió. Eligió a sus afectos antes que andar lejos. Un crack. Después fue campeón en Ri- ver. Pero en ese Racing del ’80, mi amor, él jugaba junto a otros fenómenos. Unos futbolistas in- creíbles. Un equipo humilde, so- lidario y que atacaba en todas las canchas. Creo que todos habían surgido de las inferiores, el Ara- ña, el Pato, Atilio Oyola, todos. Y el técnico era el Coco Basile. ¡Lo que jugaba ese equipo! Pocas ve- ces volví a ver un equipo así del ‘interior’ del país, que vapulea- ra a los ‘grandes’ como lo hizo ese equipo, por ejemplo, a Inde- pendiente -Fito abrió los ojos, no le gustaba que le recordaran de- rrotas del “Rojo”-. El Araña los bailó. Buscate en ese “yutú”, que decís, los goles del Araña a In- dependiente. Fito tomó lo que quedaba del café, pagó la cuenta, y se fue. Ah, antes de cerrar la puerta le dijo al salteño: “Compre mañana el dia- rio, contaré su historia... el tipo que busca los goles del Araña”. Afuera seguía lloviendo. A Fito le dolían las derrotas de Indepen- diente. Su padre Adolfo, también fana del “Rojo”, le había contado de aquel diciembre de 1980. Esa semana sus compañeros de la fá- brica lo habían gastado tanto que terminó a las piñas en el trabajo y fue suspendido por una sema- na. Todo por culpa del baile de la Araña. El salteño siguió sentado en esa mesita, con su pocillo de café sin probar, esperando que entrara otro a refugiarse y contarle sobre los goles que busca y no logra en- contrar. F Buscando los goles del “Araña” Ma. Fernanda Torre

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PASE CORTO - Contratapa del suplemento PODIO de los días lunes. Número 7.

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12 Lunes 9 de marzo de 2015 LA MAÑANA DE CORDOBA

12Lunes 27 de abril de 2015 LA MAÑANA DE CORDOBA

Una tarde de lluvia... varios

personajes. Y el recuerdo de

un ídolo de los ’80.

ito entró a la galería

por la calle Santa

Rosa. La Mona Jimé-

nez se escuchaba al

palo y en uno de los

locales un tipo cal-

vo suplicaba al vendedor por un

Nokia 1100. “Ya no se consiguen”,

le repetían. En el improvisado bar,

un colorado hablaba del Chino

Zelarayan y de cómo los jugado-

res de Newell’s lo habían molido

a patadas. Fito escuchaba, obser-

vaba, mientras buscaba un DVD

de Damián Córdoba. Antes de en-

trar al local encontró a un viejito

que se decía lector y admirador de

Daniel Salzano, pero todos sus

amigos le ocultaban que el gran

escritor cordobés había fallecido

meses atrás. Finalmente, Fito

compró el DVD trucho de Damián

Córdoba y también la campaña

del Talleres campeón de la Con-

mebol. Cuando salió, el cielo ha-

bía oscurecido, se avecinaba una

tormenta. Él andaba a pie, y ace-

leró su paso, pero antes de llegar

a La Cañada comenzó a llover.

Se refugió en un barcito que

tenía muy pocas mesas, pidió un

café cortado y una medialuna sa-

lada. Al lado había un tipo de unos

60 años que lo miraba y lo mira-

ba.

- Disculpe, ¿lo conozco? –pre-

guntó, intimidado, Fito.

- A usted lo he visto en la can-

cha de Escuela Presidente Roca y

también en el Trampero...

- Puede ser, ando viendo fútbol

siempre.

“Me dicen Araña

porque era chiquito,

morochito, con rulos

y me gustaba trepar

a los árboles. Enton-

ces me quedó Ara-

ña”. (Luis Amuchás-

tegui)

Autor: Marcos J. Villalobo

@MJVillalobo

- Sí, también lo vi en el Miguel

Sancho y en la cancha de Institu-

to. A mí también me gusta el fút-

bol y ando por distintas canchas

buscando alguna genialidad o un

gol como los que hacía Amuchás-

tegui. Pocas veces encuentro, pero

si por allí veo un caño me levanto

y aplaudo.

- El fútbol ha cambiado -dijo

Fito, mientras le servían el café-,

pero siempre se puede ver algo in-

teresante.

- Ya no como antes. Yo vi al Ra-

cing del Pato Gasparini y el Araña

Amuchástegui. Lo seguí a todas

las canchas, de local y visitante. Y

no, no era hincha de Racing. Ha-

brá notado por mi tonada que soy

salteño, hincha de Central Norte;

pero me vine a estudiar a Córdo-

ba y me enamoré de

ese Racing

como también lo hice de la ciu-

dad que me regaló a mi fallecida

y amada esposa. Nunca más me

fui. Y ando por las canchas

buscando que aparezca

otro Araña.

- Por mi edad no lo vi ju-

gar, pero en los videos que

hay en Youtube se puede

apreciar algo de todo

ese talento...

- ¿Talento? ¡Era

un fenómeno el

Araña! Valencia de

España se lo quiso

llevar en el ‘83, paga-

ron 300 mil dólares,

en esa época era

muchísima plata.

Fue y a los días se

volvió. Eligió a sus

afectos antes que

andar lejos. Un

crack. Después

fue campeón en Ri-

ver. Pero en ese Racing del ’80,

mi amor, él jugaba junto a otros

fenómenos. Unos futbolistas in-

creíbles. Un equipo humilde, so-

lidario y que atacaba en todas las

canchas. Creo que todos habían

surgido de las inferiores, el Ara-

ña, el Pato, Atilio Oyola, todos. Y

el técnico era el Coco Basile. ¡Lo

que jugaba ese equipo! Pocas ve-

ces volví a ver un equipo así del

‘interior’ del país, que vapulea-

ra a los ‘grandes’ como lo hizo

ese equipo, por ejemplo, a Inde-

pendiente -Fito abrió los ojos, no

le gustaba que le recordaran de-

rrotas del “Rojo”-. El Araña los

bailó. Buscate en ese “yutú”, que

decís, los goles del Araña a In-

dependiente.

Fito tomó lo que quedaba del

café, pagó la cuenta, y se fue. Ah,

antes de cerrar la puerta le dijo al

salteño: “Compre mañana el dia-

rio, contaré su historia... el tipo

que busca los goles del Araña”.

Afuera seguía lloviendo. A Fito le

dolían las derrotas de Indepen-

diente. Su padre Adolfo, también

fana del “Rojo”, le había contado

de aquel diciembre de 1980. Esa

semana sus compañeros de la fá-

brica lo habían gastado tanto que

terminó a las piñas en el trabajo

y fue suspendido por una sema-

na. Todo por culpa del baile de la

Araña.

El salteño siguió sentado en esa

mesita, con su pocillo de café sin

probar, esperando que entrara

otro a refugiarse y contarle sobre

los goles que busca y no logra en-

contrar.

“F

Buscando los goles

del “Araña”

Ma. Fernanda Torre