C., Alain - John Zerzan y la confusión primitiva [Etcétera, nº 22, nov. 1993]

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    John Zerzan y la confusi on primitiva

    Alain C.

    Resumen

    Ediciones LInsomniaque ha publicado recientemente dos com-pilaciones de los artculos de J. Zerzan: Futuro Primitivo, diciem- bre de 1998 (anteriormente publicado por Autonomomedia, Nueva York, 1994) y En los or genes de la alienaci on, octubre de 1999 ( Ele- ments of refusal, Left Bnk Books, Seattle, 1998).

    Estos textos son una reescritura ideol ogica de la historia de la humanidad, en los que J. Zerzan se sirve de diferentes trabajos deprehistoriadores, antrop ologos y l osofos con el n de establecer una idea preconcebida de lo que es la humanidad, de lo que ha sido y de lo que puede llegar a ser. La ideolog a de J. Zerzan es, sin duda alguna, generosa, y provoca asimismo problemas interesantes, perono deja de ser una ideolog a.

    Por otra parte, las tesis de Zerzan parecen no haber suscitadodebate alguno en los reducidos medios en que han sido divulgadas y no haber encontrado m as que una vaga aprobaci on o reprobaci on,al menos en lo que nosotros sabemos. La nalidad de este art culoes tambi en proyectar el debate sobre bases m as concretas.

    1. La prehistoria manipulada Todo lo que conocemos de los albores de la humanidad lo sabemos

    gracias al estudio de los restos materiales que los primeros hombreshan dejado y que han llegado hasta nosotros. Estos restos son esen-cialmente, en la primera epoca, huesos de animales y humanos, y pie-dras talladas. Su disposici on en parajes particulares aporta tambi en valiosas informaciones. El hecho esencial es que se trata de restos ex-tremadamente fragmentarios, imposibles de fechar con gran precisi on. A partir de estos restos, los prehistoriadores establecen hip otesis, m astarde formulan teor as, a menudo superadas por descubrimientos pos-teriores. La prehistoria es un dominio del conocimiento muy variable,siempre sujeto a cambios: la idea que nos hacemos de este periodo o,sobre todo, de estos periodos, no puede ser tan precisa como la quetenemos de periodos m as recientes. Las certezas son escasas, y m as bien gen ericas que precisas. Los ultimos treinta anos, con sus muchosdescubrimientos y la evoluci on de los m etodos, han perlado consi-derablemente la imagen caracter stica de la prehistoria que ha preva-lecido hasta mediados del siglo XX. Al mismo tiempo, han aparecidootros problemas que han tendido a hacer las cuestiones cada vez m ascomplicadas.

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    La misma denici on del hombre nos supone un problema. Gene-

    ralmente, se cuentan para todo el periodo paleol tico, que se extiendealrededor de 2.5 o 3 millones de a nos, cuatro representantes del ge-nero Homo: en primer lugar, el m as antiguo, el Homo habilis, del cualdescienden las tres especies m as recientes, cronol ogicamente: el Homo erectus (Pithecanthropiens ), el Homo sapiens arcaico ( Neandertaliense ) y, por n, el hombre moderno, el unico que queda hoy presente en elplaneta, el Homo sapiens sapiens. Anterior al m as antiguo representan-te del genero Homo, existen diferentes especies de Australopitecos, conlos que el Homo habilis contemporiz o largo tiempo: el mismo descend a de un tipo de Austrolopiteco llamado gr acil. Estos primates antropoidesse servan de utiles de piedra y hueso y practicaban sin duda la caza organizada, pero no forman parte (al menos por el momento) del clubHomo. Asimismo, es de subrayar que aun cuando pertenece al gene-ro Homo, al Homo habilis generalmente no se 1e considera que formeparte de la misma especie que el Homo sapiens sapiens .

    A partir de estos datos de base, se puede ya percibir las manipula-ciones operadas por Zerzan. A la vista de las numerosas citas a las querecurre en sus artculos, no se le puede considerar un ignorante de loque est a hablando. Las omisiones, o m as bien la elecci on que hace dealgunas teor as en detrimento de otras, se nalan una voluntad delibe-rada por su parte. Zerzan quiere trazar un cuadro id lico de los iniciosde la humanidad: va a perlar los. elementos que le permitir an dibujar este cuadro.

    Para nuestro ide ologo, en primer lugar, es importante hacer remon-tar la humanidad lo m as lejos posible, por una raz on concreta: cuanto

    m as el hombre evoluciona hacia su forma moderna, m as incontes-tables se vuelven los elementos que muestran la existencia de lo queZerzan llama alienaci on (pr acticas art sticas y religiosas, lenguaje ar-ticulado, sentido del tiempo e intenci on, etc.). Le viene bien, pues, diri-girse hacia los momentos m as arcaicos de la evoluci on humana. Ya losneandertalianos (300 a 400.000 a nos) le parecen demasiado cultos.Ir a a buscar sus ejemplos preferidos entre los primeros humanos, losfamosos Homo habilis. Pero igualmente esta soluci on no deja de darleproblemas. Zerzan los sortear a al precio de hacer equilibrios intelec-tuales al limite de la honestidad.

    Por otra parte, anuncia lo que ser a su m etodo en el inicio de Fu- turo Primitivo: despu es de haber manifestado legtimos reparos sobrela ciencia aislada, reconoce que lo que llama con desprecio literatu-ra especializada, es decir cient ca, puede no obstante suministrar una ayuda altamente apreciable. Y qu e es, por otra parte, lo quenos podr a suministrar esta ayuda sin convertirnos nosotros mismosen arque ologos, es decir, en poseedores del horrendo saber aislado?Acaso se imagina Zerzan que los primeros humanos van a resucitar para explicarnos c omo vivan? La arqueologa es la unica fuente dispo-nible para quien quiera saber lo que fue la humanidad en los primerostiempos. As , aunque se pueda decir cualquier otra cosa, estamos obli-gados a razonar a partir de sus descubrimientos. No se trata de una ayuda, sino que es todo lo que tenemos.

    Pero para Zerzan los descubrimientos cientcos no constituyen m as

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    que un medio para desarrollar su ideolog a. Es por esta raz on que abor-

    da la ciencia con el m etodo y la vigilancia apropiadas y que se declara decidido a traspasar los l mites. Decididamente, no tendr a ning unempacho con lo que le estorba, se reservar a el derecho a utilizar elargumento de la autoridad cientca (con m as exactitud que los mis-mos cient cos, conviene hacerlo notar) cuando aquel le convenga y derechazarlo cuando no le convenga. Esto es lo esencial del m etodo deZerzan, que se aplica en todos sus textos. Se trata de instrumentalizar la ciencia, que dado que no es m as que una instituci on cultural jam aspuede ser objetiva y debe ser tratada como tal. Se trata de una vieja concepci on de la actividad cient ca puesta al servicio de una ideo-loga, que los esforzados doctores Lyssenko y Mengele ilustraron bri-llantemente en el curso del siglo pasado.Observemos en su desarrolloeste m etodo propuesto. Podemos empezar por el problema de la caza:Zerzan es no-violento, probablemente vegetariano y, por tanto, consi-dera que comer carne es inmoral, ya que esto implica matar animales, y ademas es perjudicial para la salud. Por otro lado, cazar es cansado y obliga a organizarse. Por tanto, la recolecci on debe haber sido el estadonatural de la buena humanidad, es decir, de la que m as se parece almismo Zerzan. Queda por demostrar. No lo demuestra, lo arma.

    Seg un el, se admite en lo sucesivo de manera normal que la reco-lecci on constitu a el principal recurso alimentario. Qui en admite esto, y a partir de qu e, Zerzan no lo dice. Y el principal recurso no signica el unico recurso. Pero esto no es serio: esta armaci on, inmersa enlas consideraciones sobre la no-divisi on sexual del trabajo (Zerzan estambi en feminista, seguro), permite, por un simple efecto de lenguaje,

    dar la impresi on de que los primeros humanos eran vegetarianos.Pero todav a va m as lejos: arma con un tal Binford que ning unrastro tangible de practicas carniceras indica un consumo de produc-tos animales hasta la aparici on, relativamente reciente, de humanosanat omicamente modernos. He aqu, pues, estos orates neandertalia-nos, portadores de todos los males.

    Sin embargo, hay un problema. Como hemos indicado al principio,el conocimiento de la prehistoria se apoya en el descubrimiento de yaci-mientos arqueol ogicos. No s e sobre qu e se apoya Binford para armar la ausencia de consumo de carne, o m as exactamente de practicascarn voras anterior a una fecha tan reciente, pero existe al menosun paraje, entre los m as conocidos y antiguos (1.8 millones de anos)que demostrar a lo contrario: el sitio de Olduva , al norte de Tanzania,donde se descubrieron entre 1953 y 1975 los restos de primitivos Ho-mo habilis, nuestros m as lejanos ancestros. Asimismo, fueron halladoslos restos de un elefante, mezclado con m as de 200 instrumentos, quehab an servido para el despiece. Se podr a objetar que esto no es indica-tivo de caza, pero puede ser una pr actica carro nera, se trata al menosde que el despedazamiento es una practica carnicera. En el mismolugar tambi en se han descubierto tres cr aneos de la misma especie deant lope con la misma fractura, resultante de un golpe asestado can la ayuda de un guijarro o de una maza. Ello indica sin duda una prac-tica de matanza ya codicada, siguiendo reglas precisas, y desmienteen todo caso la tesis de un consumo de carne meramente ocasional, y

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    aun m as la de un vegetarianismo generalizado hasta la aparici on del

    hombre moderno. Asimismo, en el lugar de Vallonnet, descubierto en 1962 y remon-tando 950.000 a nos atr as se han hallado los restos de una ballena en-callada en una playa cercana, que fue arrastrada hasta esta gruta para ser despedazada. Los primeros utiles de piedra no han sido usadosunicamente, como es bastante evidente, para el trabajo de materias vegetales. La cita que hace el autor en la p. 38 de Futuro Primitivo deinstrumentos reservados para este uso, no es pues v alida, si es que esexacta, m as que en el caso particular que el menciona, caso particu-lar que intenta, por un m etodo oratorio cl asico, hacer pasar como una generalidad.

    Nuestro objetivo en este trabajo no es el de resolver los debatessobre la prehistoria: no tenemos los medios ni los deseos. Observamossimplemente que Zerzan, que no ignora para nada el lugar de Olduva ,puesto que lo menciona en la p. 44 de Futuro Primitivo para ensalzar la belleza del hacha aqueulina, y conoce tambi en el de Vallonnet, losolvida pura y simplemente cuando se trata de evocar tesis que no lecomplacen. Cuando se anuncia una tesis, tanto en arqueologa comoen otras materias, parece evidente que como m nimo se deben citar y mejor aun refutar las tesis que podr an contradecir aquella que unopropone. Zerzan ignora la contradicci on, o m as exactamente la silencia.No suscitar la contradicci on es una practica normal de la mentira socialorganizada que Zerzan quisiera denunciar. Empleando sus m etodos,incluso con otro n, Zerzan cae en esta mentira.

    Tambi en se puede evocar la cuesti on del feminismo de Zerzan y de

    su proyecci on el estudio de la prehistoria. Para sostener la tesis de la no-divisi on sexual del trabajo, Zerzan propone el predominio de la re-colecci on, siendo esta de manera natural una actividad no dividida seg un los sexos. A pesar de lo que hemos dicho antes, el predominiode la recolecci on es mas o menos cierto. Tan. s olo hemos precisadoque este no constitu a en realidad la unica actividad alimen1icia de loshombres primitivos. Por lo tanto, qu e podemos saber de la divisi on se- xual de esta tarea en esta epoca? Podemos hacer una extrapolaci on a partir de los cazadores-recolectores existentes hoy. Pero los cazadores-recolectores actuales no son m as primitivos que nosotros mismos.Evidentemente, son tan sapiens sapiens como nosotros. Todo lo que sepuede decir de la cultura de los primitivos humanos de hace dos millo-nes de a nos no ser an m as que extrapolaciones y suposiciones. Tambi enes absurdo suponer que las condiciones sociales de estos primeros gru-pos no han evolucionado a lo largo de dos millones de a nos como para hablar del hombre prehist orico como de una sola e id entica especie,una entidad unica. Ni siquiera tratamos de evocar la condici on de la mujer prehist orica. Zerzan da como argumento, evocando esta vez a Juan Gero, que los utiles de piedra podran haber sido tanto de loshombres como de las mujeres. Cierto. Pero esto no signica en abso-luto que lo hayan sido. En este caso, lo m as honesto es decir que nose sabe nada. Pero la honestidad, como se ha visto, no es el af an prin-cipal de Zerzan. Del mismo modo, nos dice esta vez Poirier, no existeninguna prueba arqueol ogica para apoyar la teora seg un la cual los

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    primeros humanos habr an practicado una divisi on sexual del traba-

    jo. Lo que, para Poirier, no es m as que una ausencia de prueba, para Zerzan claramente la constituye. Lo que simplemente resalta de estascitas es tan s olo que no podemos armar que tal divisi on haya existido. Tambi en es posible que las mujeres hayan participado en las cacerasprimitivas, incluso los ni nos. El problema est a en que con la ausencia de pruebas arqueol ogicas, no podemos decir nada.En el cuadro de sufeminismo, Zerzan formula tambi en una teor a sobre la reducci on deldimorsmo sexual y, en particular, sobre la disminuci on de la talla delos caninos en los machos. Arma que la desaparici on de los grandescaninos entre los machos refuerza en gran manera la tesis seg un la cual la hembra de la especie habra obrado una selecci on a favor delos machos sociables y part cipes. Pero la desaparici on de los grandescaninos no viene a reforzar nada semejante, y menos todav a en granmanera. La desaparici on de los grandes caninos es el resultado de unproceso, no es para apoyar lo que sea. Cuesta ver porqu e los j ovenesque tuvieran los . ientes largos seran menos sociables y partcipesque los otros y, sobre todo, que el hecho de ser sociable y part cipehiciera encoger los dientes. Montones de primates sociables y partci-pes poseen aun hoy los dientes largos. Pero esto es porque, nos diceZerzan, entre los primates la hembra no tiene esta elecci on. Uno delos resultados de la liberaci on de la mujer en el paleol tico habr a si-do hacer recortar los dientes a los j ovenes machos. Esto es bastanteconfuso, pero revela sobre todo la representaci on que se hace Zerzan,feminista americano, de la lucha de los sexos, y su proyecci on de la representaci on en el estudio de esta prehistoria. De paso, y a pesar de

    que nuestro objetivo no sea el de discutir tesis arqueol ogicas, se nalare-mos simplemente que otra tesis com unmente admitida considera quela disminuci on de la talla de la dentadura es debida en esta epoca a la prolongaci on de la etapa de la infancia y de la adolescencia. El ni no, alestar durante m as tiempo bajo la protecci on de los adultos, le permiteadquirir las habilidades t ecnicas y complejas que requiere la industria ltica, atendiendo m as tard amente a sus necesidades alimenticias, loque hace que su dentadura crezca, a lo largo de generaciones, con m aslentitud. Esta teor a iba bien para este tema de la selecci on directa por las mujeres. Pero es menos espectacular, menos feminista y, sobretodo, tiende a demostrar que la organizaci on social en estos tiemposlejanos ya haba alcanzado un grado de complejidad tal que algo co-mo un aprendizaje especializado hab a llegado a ser necesario. La tesisfolkl orica de la selecci on por las mujeres est a, pues, presente para en-mascarar el problema de una socializaci on compleja desde los iniciosde la humanidad.

    En este estadio de nuestro an alisis del texto de Zerzan, se ve clara-mente que ni siquiera remontando la humanidad a sus m as antiguosrepresentantes, alcanza, con su cuenta y raz on, a demostrar la exis-tencia de la buena humanidad que busca. No hall andola, la sugierepor diferentes medios de orden b asicamente ret oricos y tambi en disi-mulando informaciones que se guarda de manera incontestable.

    No decimos que todo lo que arma sea falso. Decimos que busca dibujar un cuadro uniforme de la vida de los hombres prehist oricos a

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    priori y de hacer proyecciones de su propia ideolog a. Esto que es un

    peligro esencial cuando se estudian otras culturas, y m as a un en elcaso de culturas tan alejadas por el tiempo y acerca de las que tene-mos tan poca informaci on como son las culturas paleol ticas, que esel peligro de proyectar la propia cultura sobre la de los dem as, Zerzanlo convierte en m etodo. Esta tendencia inherente a todas las cienciashumanas, de la que ninguna de estas ciencias podr a nunca librarse (elhombre tom andose a s mismo como objeto de estudio siendo al mismotiempo un sujeto, formando parte de una cultura, y razonablemente a partir de ella), obliga a una extrema prudencia. El m etodo m as segu-ro para equivocarse frente a cualquier realidad, es querer a cualquier precio hacerle decir alguna cosa. Jam as hemos dicho que no sea lcitocorrer riesgos, ni hace falta desterrar toda intuici on. Muchos grandesdescubrimientos son el fruto de una primera intuici on. Cuanto menos,a partir de hechos concretos, se pueden proponer hip otesis, y si estasse verican, llegar hasta la teor a. Pero Zerzan no llega a la teor a, pues-to que las hip otesis ya son para el la respuesta. Y, haciendo esto, nisiquiera se equivoca. Peor que esto. Manipula deliberadamente infor-maciones. En una palabra, miente, es decir que quiere enga nar a losdem as.

    Los casos que hemos estudiado, el de la caza y el de la divisi onsexual de las tareas, no son m as que detalles de la ideolog a de Zerzan.En Futuro Primitivo est a expresada una idea que se reencuentra entodos sus artculos y parece que constituye realmente la tesis central(cfr. el ttulo original de Aux sources de lali enation: Elements of Refusal )de esta reconstrucci on hist orica paticoja. Esta tesis la expresa as, en

    la p. 47 de Futuro Primitivo: me parece, por el contrario, m as plausibleque sea la inteligencia, o sea la conciencia de las riquezas la que haceposible la existencia del recolector-cazador, la raz on de esta notableausencia de progreso. Evidentemente, la especie deliberadamente ha rehusado la divisi on del trabajo, la domesticaci on y la cultura simb olica hasta una fecha relativamente reciente.

    Una vez m as, se puede admirar de qu e manera se sirve del lenguaje,que por otra parte denuncia como instrumento de dominaci on. Una vez m as la hip otesis se convierte inmediatamente en conclusi on. Pasa del parece plausible a la evidencia. Entre ambos, no queda nada. Justamente, el punto que separa una frase de la otra. Exactamente el vado de un pensamiento que se contenta con palabras.

    La unica sombra de argumento que da para sostener esta tesis cen-tral, la tesis del rechazo consciente del progreso por la humanidad, esque 1) los humanos del paleol tico hab an sido tan inteligentes comonosotros y, por lo tanto, dispon an de los medios intelectuales para es-te progreso, 2) este progreso no ha tenido lugar, durante m as de dosmillones de anos. Queda, pues, en evidencia que los humanos hanrehusado este progreso.

    Como puede uno imaginar, las cosas son algo m as complicadas queesto. Por otra parte, no es necesario tener profundos conocimientosen el terreno de la prehistoria para darse cuenta lo que tiene de vi-cioso este razonamiento. No se trata de que la tesis de partida sea tan absurda como esto: despu es de todo, por qu e no? Tan s olo sera

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    necesario demostrarla. C omo se podr a demostrar esta tesis? Simple-

    mente por los descubrimientos arqueol ogicos y un razonamiento l ogicoa partir de estos hallazgos, puesto que no tenemos ning un otro mediopara demostrar lo que sea sobre este periodo. Para poder hablar derechazo. es necesario que la persona o el grupo concernido haya te-nido conocimiento de aquello que rechaza. No se rechaza sino lo que senos propone. lo que se nos ofrece. Se puede, por ejemplo, hablar delrechazo del ocio de tejedor por parte de los obreros del textil inglesde 1830. Ser a necesario, pues, para que se pudiera hablar del rechazoa la agricultura y ganader a por parte de los humanos del paleol ti-co, que estas practicas se las hubieran presentado, que las hubieranexperimentado y luego las hubieran rehusado.

    Por lo tanto, convendr a, para demostrar esta tesis, que se hallara un lugar que demostrara que los humanos hubieran iniciado, en unmomento dado de la prehistoria, la pr actica de la ganader a o la agri-cultura, y posteriormente la hubieran abandonado, para reemprender su vida de cazadores-recolectores. En este caso, bien se podra hablar de rechazo. Pero por el momento, tal lugar no ha sido descubierto.De haber existido, Zerzan se habra apresurado a se nalarlo, y habra tenido raz on. Pero este no es el caso. Efectivamente, desde que loshumanos han practicado la agricultura o la ganader a, jam as se hanechado hacia atr as. Se da el caso, en el inicio del neol tico, de huma-nos sedentarios practicando simult aneamente la recolecci on y la caza,pero estos grupos han evolucionado r apidamente hacia la agricultura propiamente y no han, seg un nuestros conocimientos, destruido sush abitats, abandonado sus campos y reemprendido su vida n omada.

    He ah lo que hubiera debido ser la gesti on de Zerzan: a partir de una hip otesis inicial, buscar elementos concretos, articulados por un hacer logico, que le permitiera conrmar aquella. Tras pasar un largo tiempoen el que ning un elemento aparece para demostrarla, una hip otesis noes m as que lo que es: una visi on del espritu, que puede ser fecunda o, por el contrario, resultar inoperante. Por el momento, la hip otesisde Zerzan es inoperante. No le reprochamos haberla adelantado, nisiquiera que jam as pueda ser demostrada. Decimos que recoge una pr actica enga nosa e ideol ogica de lanzar una hip otesis como evidentecuando no existe la base de una prueba para apoyarla.

    Zerzan habr a podido explorar otro camino para demostrar suhip otesis (digamos de paso que es bastante escandaloso que nos vea-mos forzados a hacer esta labor en su lugar). Hay regiones, hoy todav a,donde los cazadores-recolectores merodean, m as o menos alejados, al-rededor de los agricultores sedentarios. Podemos hablar, por ejemplo,de unos Bushmen de Africa, de los que algunos estudios etnol ogi-cos han revelado que encuentran la agricultura in util o agotadora. All habr a un rechazo con conocimiento de causa. No obstante, seg unnuestro conocimiento, estos Bushmen jam as pasaron por la agricultu-ra, a la que habr an rechazado desde el interior. Se puede decir, seg uneste punto de vista, que ante todo rechazan un modo de vida que es ex-terno a su propia cultura. Por otra parte, y en este sentido, es de notar que si los n omadas no van hacia los sedentarios, los sedentarios jam asse dirigen hacia los n omadas. Que argumentos daran los agricultores

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    para justicar su rechazo al estado del cazador-recolector? Zerzan

    dir a, sin duda, que se hallan irremediablemente hundidos par la cul-tura alienada y que, por lo tanto, son incapaces de retomar a la buenahumanidad. Quiz a sea verdad, pero no tenemos a mano ning un mediopara valorar el grado de alineaci on de una cultura en relaci on a otra, nitan s olo saber si el concepto de alineaci on es pertinente en este caso.

    Lo que es interesante, en este supuesto caso, es que los gruposparecen impermeables los unos a los otros, y que el rechazo a la re-nomadizaci on de los sedentarios marca el hecho de que ellos preerenconservar su propia cultura que adoptar un tipo de vida radicalmentediferente, cualquiera que sea la satisfacci on que individualmente lespueda dar. La cultura sedentaria, una vez formada, jam as es aban-donada, cualquiera que sea el prejuicio sufrido por los individuos quecomponen esta cultura.

    Adem as, Zerzan conoce el caso del contacto entre grupos sedenta-rios con cazadores-recolectores, puesto que cita el ejemplo de seden-tarios que han ido en auxilio de cazadores-recolectores para prestarlesayuda en periodos de penuria. No obstante, no saca ninguna conclu-si on en cuanto a su tesis del rechazo, ya sea para tratar de reforzarla o para ponerla en duda. De hecho, Zerzan nunca saca ninguna con-clusi on, ya que una conclusi on es el fruto de un razonamiento y elparece al ergico a todo razonamiento. Se contenta con mencionar lasconclusiones de los dem as o, cuanto menos, las conclusiones que m asle gustan.

    Con el paso al neoltico se constata una verdadera revoluci on, co-mo se dice de forma cl asica. Se puede asimismo hablar, de manera

    menos connotada, de una gigantesca ruptura. Un modo de vida, man-tenida de manera m as o menos estable, al menos en sus grandes l neas,durante 2,5 millones de a nos, se transforma brutalmente en otro modode vida que, prosiguiendo su propia evoluci on, acaba por convertirseradicalmente en diferente. Todo esto, naturalmente, no se ha hecho enun d a, pero la rapidez de progresi on de la ruptura neol tica es, frentea la lentitud del paleol tico, casi exponencial. Tres o cuatro mil a noshan sido sucientes para su generalizaci on.

    Zerzan se nala, citando a Binford, que no se trata de saber por-qu e la agricultura no se ha desarrollado por todas partes, sino m as bien porqu e simplemente se ha desarrollado. Y esta es, efectivamente,la cuesti on, a la cual nuestro ide ologo se guarda muy bien de intentar responder. Ser a necesario para ello dejar de lado la cuesti on puramen-te negativa del rechazo y meterse en los detalles. Ahora bien, sabemosque la cuesti on est a en los entresijos, es decir, la duda y las diculta-des. Ser a preciso empezar a hablar de los factores clim aticos, de la demograf a, de la estructura misma de las sociedades pre-neol ticas y de un mont on de asuntos precisamente no muy po eticos. Es de notar,no obstante, que la transici on al neoltico permanece bastante miste-riosa en el actual estado de conocimientos. Como de costumbre, no hay m as que teor as.

    Existe la teor a de un cambio clim atico que habr a modicado pro-fundamente el medio humano, que habr a llevado a los humanos a adaptarse practicando la agricultura. Se puede objetar a esta teora

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    el hecho de que en 3 millones de a nos ha habido sucientes cambios

    clim aticos de esta suerte como para permitir una quincena de revolu-ciones neol ticas, que no obstante no han tenido lugar. Acerca de lasrelaciones del hombre con su medio, disponemos de interesantes ele-mentos. Desde el Acaulino medio (entre 400.000 y 300.000 a nos, enla frontera entre erectus y sapiens arcaico), durante el periodo glaciar Riss, se observa la misma progresi on en la talla de objetos (la famosa hacha achelense de la que tanto se ufana Zerzan), ya sea en Euro-pa, en Africa o en Oriente Pr oximo. Esto signica, pues, que tenemosall una misma cultura, que evoluciona, al menos en su aspecto t ecni-co, independientemente de las presiones del medio natural. La famosa armona con la naturaleza queda, pues, seriamente en entredicho.Efectivamente, el medio natural parece que poco inuye en las cultu-ras paleol ticas, aun en el caso de que estas culturas no act uen masiva-mente, como en el neol tico, sobre el medio natural. Pero la ruptura,al menos como tendencia, est a desde ahora consumada. Es decir, quela evoluci on humana est a m as condicionada, desde el inicio, por suspropias estructuras sociales que por la inuencia del medio natural.

    Es preciso notar asimismo, en este marco, que las ideas de Marx acerca del dominio de la naturaleza que han contribuido a funda-mentar la ideolog a progresista del antiguo movimiento obrero, han deser sometidas a revisi on, pero de otra manera que la de Zerzan. El do-minio de la naturaleza no esta inscrito en el destino de las sociedadeshumanas. Cuando los humanos tallan objetos, no buscan dominar la materia inerte, sino producir aquello que necesitan sus sociedades.No buscan por asalto dominar el medio natural, que han recibido tal

    como estaba durante todo el paleol tico, lo que no signica tampocoque estuvieran m as en armon a con el que luego con la ganader a y la agricultura. Se podr a armar, como mucho, que el medio naturalno existe para las sociedades humanas, si no se temiera caer en una extrapolaci on a la Zerzan. Las sociedades humanas parecen en todocaso apuntar m as a su propia conservaci on, al mantenimiento de suspropias estructuras, que a la dominio del medio que las rodea. Lo quesucedi o en el neol tico fue que la conservaci on de las estructuras socia-les pasaba por la dominaci on del medio natural, dominaci on que com-portaba a su vez la creaci on de nuevas estructuras. Esta dominaci onno constitu a, pues, la nalidad de la humanidad (su tarea hist oricacomo sera en el proletariado hacer la revoluci on), sino la consecuencia de una nueva socializaci on.

    Siguiendo esta teor a, el paso al neol tico no constituir a, pues, niuna adaptaci on a los dominios del medio, ni como parece sugerirloZerzan, una especie de conspiraci on del Esp ritu del Dominio contra el Esp ritu de la Libertad, sino una mutaci on vinculada a una modi-caci on de la estructura social en s misma. A qu e atribuir esta modi-cacion? El factor m as probable es un factor social interno pero a la vez natural (aunque se podr a discutir seriamente acerca del aspec-to natural de este factor para las sociedades humanas), es decir, e1crecimiento demogr aco.

    Se sabe que las sociedades de los cazadores-recolectores, cuando lastensiones internas o la presi on sobre el entorno se convierten en de-

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    masiado fuertes, se escinden para formar un nuevo grupo. Es posible

    imaginar que en un momento dado la demograf a, habiendo llegado a ser demasiado importante para permitir esta escisi on, haya impues-to a la sedentarizaci on como la mejor soluci on. Con la construccionesde casas duras se dara la primera aparici on de espacios privados,que permitir an limitar las tensiones dentro del grupo, sin tener querecurrir la escisi on, convertida en algo problem atico.

    Desde luego, esta tesis comporta que los humanos se habr an se-dentarizado y no habr an realmente practicado la agricultura y la gana-der a hasta m as tarde. Esto se puede sostener desde el punto de vista arqueol ogico gracias a los yacimientos Natunos, en la regi on Sirio-Palestina, que se remontan alrededor de 10.000 a nos, en los inicios delneol tico. Los Natunos constru an sus casas duras, pero no practi-caban, al menos en el inicio de su implantaci on, ni la agricultura nila ganader a. Efectivamente, aun recurr an b asicamente a la recolec-ci on y, en menor medida, a la caza. Pero la aldea se convirti o en supunto esencial de arraigo. Eran siempre cazadores-recolectores, perosedentarios. Y puesto que b asicamente se alimentaban de cereales sil- vestres, podemos suponer que es el almacenamiento de este grano enun lugar jo lo que hizo posible la agricultura. Tambi en se puede pen-sar que una aldea de estas caracter sticas debi o atraer a animales detoda clase, de los que algunos quiz a se auto-domesticaron poco a poco.

    Sea lo que sea, este tipo de yacimiento parece conrmar la tesis deuna sedentarizaci on iniciada por la modicaci on de determinadas es-tructuras sociales, una revoluci on ocasionada por el peligro en queincurrieron las sociedades humanas que les impidi o volver a repro-

    ducir, tal como era, la socializaci on precedente. Parad ojicamente, sepodr a decir que el neol tico apareci o por la tentativa de la sociedadpaleol tica de preservarse a s misma. La revoluci on neol tica fue deprincipio el instrumento de esta nueva socializaci on, que iba a traer las consecuencia que ya sabemos.

    Sea lo que sea, estamos en un mundo que ser a lo que quiera, peroque ofrece de todas formas la ventaja de poder ser demostrado, muy lejos de la tesis del rechazo de Zerzan.

    Vamos a dejar ah Futuro Primitivo para dedicarnos r apidamente a la otra recopilaci on de art culos de Zerzan, Aux sources de lali enation.La ideolog a de Zerzan est a basada esencialmente en la concepci on quetiene de los primeros tiempos de la humanidad. Hemos demostrado con bastante claridad que esta concepci on no era imparcial, era parcial, y que la tesis central del rechazo descansaba en el aire. Con todoesto qu e queda de Futuro Primitivo? Poca cosa. Lo que queda, m as omenos, est a expuesto en el libro de M. Sahlins, Edad de Piedra, Edad de Abundancia. Se leer a con m as provecho.

    Para desmontar Futuro Primitivo, no hay necesidad de ser especialis-ta de la prehistoria ni de nada. Sin muchos conocimientos previos, conuna semana de trabajo, algo de l ogica y un unico libro de referencia,la Introduction a la Prehistoire de G. Camps, acomodados con el Dictio- naire de la Pr ehistoire de Leroi-Gourhan, tenemos suciente. No impor-ta quien lo hubiera podido hacer. Zerzan ha apostado veros milmentedonde nadie lo hara. Es decir, que ha apostado sobre la ignorancia y la

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    falta de curiosidad de sus lectores. Esencial-mente, ha jugado sobre la

    base de que su palabra ser a cre da. Esta actitud, para nosotros, nacede la m as baja propaganda.

    2. Aux sources de l ali enation: una mixtura ideol ogica

    Antes de inclinarnos sobre el fondo de la ideologa zerzaniana, ob-servemos un poco su forma. Lo que primero salta a la vista cuando seojean sus libros, es la cantidad de citas que emplea. As , en S.A., apa-recen cerca de 300, lo que nos da m as o menos tres citas por p agina.Cuando se emplea tan gran cantidad de citas es porque se es escru-

    puloso en extremo o bien para dejar pasmado al lector con la cultura,para darle la impresi on de que uno se ha embebido de una masa deconocimientos que le van a permitir saber que el, de poseer la ultima palabra. Tenemos que desbaratar a este g enero de individuos, que le- vantan una especie de muro entre el y su interlocutor, se atrinchera detr as de este muro para evitar ser descubierto y para dominar lo otrogracias al instrumento cultural empleado como una maza.

    Zerzan se sirve de estas citas para dar a su discurso, por otra partedeshilvanado, una apariencia de cienticidad. Adem as, se sirve de au-tores que cita como el ventrlocuo hace con sus marionetas: aparecenun instante, dicen lo que el dice, y desaparecen. Los autores as men-cionados presentan de este modo la ventaja de la credibilidad: puestoque lo ha dicho Fulano, es in util discutirlo.

    En el inicio del libro, quiere declarar, de entrada, una intenci on y una estrategia: la sociedad tecnol ogica no podr a ser disuelta (e im-posibilitada de reciclarse) m as que anulando el tiempo y la historia. Vasto programa, por cierto. Al ser humano no le falta ambici on, cosa que nadie pensar a en reprocharle. Pero, qu e es lo que exactamentesignica esto? Con qu e cuenta para destruir el tiempo y la historia.Va a hacerlo solo o con otros? Y qui enes van a ser esos? No sabemosnada. Ni esta intenci on ni esta estrategia est an desarrolladas en loque sigue. Es bastante decepcionante, pero a la vez caracterstico delcaj on de sastre del pensamiento zerzaniano: dice una cosa, despu espasa a otra, por asociaci on de ideas, asociaci on que le impulsa hacia otra, todo seguido. Este m etodo evidentemente le hace dar vueltas. Re-

    bota de cita en cita, de una nota a otra, y al nal de su escrito no ha avanzado un apice: todo est a como al principio. Y como nunca ponenada en duda, todo queda como estaba Por lo que sabemos, ah esta la misma denici on de reicaci on, concepto marxista del que hace unabundante uso. Zerzan da vueltas en la noche, y no gasta otra cosa que su tiempo, mejor ser a que lo empleara en otra cosa.

    Esta ausencia de m etodo tambi en constituye uno de los fundamen-tos de su ideolog a. Se trata de una ideolog a de rechazo de la l ogica,como conciencia alienada, que expresa citando a Horkheimer y Ador-no: Incluso la forma deductiva de la ciencia expresa la jerarqua y la coercion (S.A. p.46). Porqu e no, pero entonces, por qu e tantas citas

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    de origen cient co? Zerzan utiliza bien los descubrimientos de la cien-

    cia cuando estos le favorecen, pero reh usa el m etodo cient co, que esdemasiado restrictivo o antinatural. Y en esto es parecido a todoslos dem as consumidores, que quieren los supermercados sin vacas lo-cas, la electricaci on total sin los peligros de lo nuclear, playa en casa sin mareas negras.

    La l ogica y la deducci on son quiz a instrumentos imperfectos y, des-de luego, empapados de la ideolog a de nuestra cultura, pero, pobresde nosotros, esto es todo lo que disponemos. Sin estos instrumentos,sin estos m etodos, nada se habr a sabido jam as acerca de las condicio-nes de vida de los primeros humanos, y Zerzan habr a sido condenadoa callar, cosa a la que visiblemente aspira. Nadie, por otra parte, se loimpide.

    Como todos los consumidores, Zerzan desea vivir el presente, enel movimiento variopinto de la vida. (Intentad repetir tres veces se-guidas, sin re r, estas palabras: el movimiento variopinto de la vida.. Este movimiento variopinto es m as bien el de la sucesi on de video-clips en la TV. A lo mejor, evoca una banda de hippies con pa nuelosde colores bajando por una pendiente orecida de la peque na casa dela pradera, para ir a estrellarse en el precipicio situado al fondo. La anidad de Zerzan con la espontaneidad baba-cool, la arma el mismoen la p. 4l de S.A.: Por fortuna, igualmente, en los a nos 60, algunosempezaron a desaprender como vivir en la historia con el dejar de ladolos relojes de pulsera, el hacer uso de drogas psicod elicas y, parad oji-camente quiz a, con este esl ogan mordaz lanzado par los insurgentesfranceses del mayo 1968: R apido!

    Es preciso recordar la introducci on, avalada por los servicios secre-tos americanos, de las drogas psicod elicas en los campus americanos?Conviene traer a la memoria la cat astrofe de los famosos movimientosde la juventud de los a nos 60, que no tuvieron ma as efecto que el deformar una nueva clase especializada de consumidores y abrir de esta manera nuevos mercados al posfordismo, sosteniendo con estabilidadla sociedad en su embrutecimiento? Y este R apido! del 68, qu e es si-no el anuncio de la d ebil impaciencia de los consumidores de fast-food,de video-clips, y de pensamiento pre-digerido a la salsa Zerzan?

    Zerzan querr a hacer creer que estamos alienados por el imperiode la raz on. Y efectivamente, el mundo capitalista est a dominado por la logica de la economa y, de manera m as concreta, por la necesidad vital,en este mundo, de la siempre creciente extracci on de plusval a. Pero es-ta racionalidad dominante se construye sobre un mundo de individuoscada vez m as privados de los instrumentos de la raz on, sobre el empo- brecimiento del lenguaje a favor de su suced aneo medi atico y sobre elanalfabetismo que se desarrolla bajo todas sus formas. La sociedad ca-pitalista nos empobrece no s olo de manera material, por la falsa abun-dancia que es ausencia pura y simple, sino tambi en intelectualmente. Aquello que Debord llamaba la perdida de todo lenguaje adecuado a los hechos es uno de los aspectos de la miseria capitalista, y uno delos aspectos que mejor consigue su dominio. Debemos luchar contra este empobrecimiento. Zerzan llama a m as pobreza mental todav a. Elmismo da ejemplo a trav es de sus textos, miserables picadillos de otros

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    anteriores, verdaderos zappings del pensamiento. El pensamiento

    de Zerzan es un producto puro de la alienaci on contempor anea.

    3. El comunismo no puede ser primitivoLa ideolog a de Zerzan no es m as que la en esima aparici on de un

    antiguo romanticismo primitivista, que se remonta hasta Rousseau e,incluso, antes que el, a Montaigne (cfr. Essais; Des Cannibales ). Des-cansa sobre el postulado que arma que nuestra cultura ser a mala,puesto que habr a perdido el contacto con la naturaleza que consti-tuir a la autenticidad de las culturas primitivas (Los Lotanticos sonores que brotan en los libros, tal como Pa nol pone en boca de Ugolin).Esta actitud es la de un colonialismo invertido, que har a de nuestra cultura la unica cultura verdadera, es decir, el mal encarnado.

    Hemos visto antes que, desde el inicio, la humanidad no se ha libe-rado de los constre nimientos del medio natural, como dir a una con-cepcion marxiana-utilitarista de las sociedades, pero se ha desarrolladoindependientemente de el. Lo cual no signica que los hombres vivansin lazos respecto a su entorno, cosa que sera absurda, sino que sonlas estructuras simb olicas de las sociedades humanas las que condi-cionan su relaci on con el medio natural y no al rev es. As pues, desdeeste momento no se puede hablar de proximidad o de alejamientode la naturaleza en ning un momento de la historia humana, sino tansolo de diversos tipos de relaciones con el medio que los humanos man-tienen en el seno de sus sociedades, de su modo de vida en el sentido

    extenso del termino.Presentar la vida de los cazadores-recolectores como m as naturalque la de los sedentarios no tiene ning un sentido. El simple hechoque los cazadores-recolectores hayan tenido una vida m as f acil, conm as tiempo libre y m as socialidad gratuita, que los sedentarios, noconstituye en s mismo un argumento. Por otra parte, existen socieda-des sedentarias que practican la agricultura y disponen de un tiempolibre muy comparable al de los cazadores-recolectores, que practicanla subexplotaci on y mantienen una baja densidad de poblaci on. Pode-mos mencionar los Chimbu de Nueva Guinea, que explotan solamenteel 60 % de la tierra cultivable; los Yagaw de las Filipinas o los Iban deBorneo, que mantienen su poblaci on entre el 30 y el 40 % por debajode la densidad que les permitira una agricultura m as intensa. En es-tas culturas, podemos observar jornadas de trabajo muy cortas, 4 o5 horas, seguidas generalmente de varios d as de descanso. Entre losPapus Kapauku, los hombres consagran de media 2h. 18 min. por d a a la producci on agr cola, y las mujeres 1 h. 42min. Hay otros ejemplos,pero se hara pesado citarlos todos.

    La agricultura, contrariamente a las ecuaciones simplistas del ti-po agricultura/crianza = domesticaci on de la naturaleza = dominaci onsocial, no es portadora del mal absoluto que Zerzan querr a detectar.

    Sin duda existir an tambi en personas empe nadas en la investigaci ondel Mal que querr an ir a encontrarlo en el almacenamiento (manifesta-ci on de la conciencia del tiempo y del numero, seg un Zerzan), supues-

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    to ente pregurativo de la acumulaci on capitalista y puerta de entrada

    en la vida humana del pecado de avaricia. Mas, ay, comprobamos asi-mismo que muchos cazadores-recolectores practicaban la acumulaci oncomo f acilmente podemos imaginar. A menos de tomar a los primitivospor imb eciles, mal haramos creyendo que iban a contentarse recogien-do lo que hallaban, satisfaciendo su hambre inmediata para acostarseenseguida beat camente a la sombra del Arbol de la Abundancia. Be-llotas de encina, nueces, casta nas silvestres y dem as ser an recogidospor los cazadores-recolectores en instrumentos de cester a y puestos a secar (la aparici on tard a de la cer amica no signica que no se conocie-ran anteriormente otros tipos de recept aculos, sino que no disponemosde vestigios de estos recipientes tejidos, hechos de materiales perece-deros), en previsi on de un posterior consumo. La nocion zerzaniana delpresente perpetuo recibe un golpe, ya que todo esto signica una an-ticipaci on a una larga duraci on de necesidades y la puesta en marcha de una estrategia para subsistir.

    Sea lo que sea, el Mal absoluto no se halla ni en el almacenamien-to, ni en la agricultura, ni en las formas de organizaci on m as o menoscomplejas o abstractas (qu e hay m as complejo y abstracto que lossistemas de linaje transversal del parentesco en algunas culturas pri-mitivas?), y aun menos en la conciencia del tiempo, en las matem ati-cas o en el lenguaje. De hecho, no hay mal absoluto. Abandonemosun poco el quehacer de la moral.

    Zerzan es un feroz enemigo de cualquier organizaci on. Para el, toda acci on concertada y orientada hacia un n preciso comporta la aliena-ci on. Ve brujos por todas partes. Lo que le disgusta de las sociedades

    modernas es, b asicamente, su organizaci on. Que ahora esta alienada,no ofrece ninguna duda. Pero, debemos subscribirnos a este anar-quismo bruto, que ve en toda agrupaci on de m as de tres personas unfactor de dominaci on o alienaci on?

    Zerzan habla de una sociedad cara a cara, de una sociedad deamantes. Nos trae a T. Kaczynski, conocido como Unabomber, que ensu Maniesto declara que el individuo se halla frustrado por lo que lla-ma su auto-realizaci on, cuando las decisiones colectivas son toma-das por un grupo demasiado extendido para que el rol de cada uno ten-ga alguna signicaci on. Zerzan sue na en los cazadores-recolectores,Kaczynski en los conquistadores del Oeste. En ambos casos, peque nosgrupos aislados, con unas tasas de poblaci on muy d ebiles.

    Esta ideolog a se nala un deseo muy caracter stico del individualis-mo de masas: el deseo de auto-valorizaci on, el deseo de ser reconocidopor el otro. Este deseo pone de maniesto una falta muy real, pero que,como producto de la alienaci on, expresa su lenguaje. Es el ser humanoseparado el que habla as , pues en su separaci on todo lo que le queda es su propia soledad, lo que el llama su individualidad. Privados comoestamos de toda acci on colectiva consciente, ni siquiera a1canzamos a imaginar que una tal acci on sea posible.

    Por el contrario, es necesario armar que ese tipo acci on es posi- ble, y lo es porque en el punto en que hoy nos hallamos es necesaria.La sociedad del cara a cara, la sociedad de los peque nos grupos,son productos del individualismo agraviado, de la bolsa de provisio-

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    nes aislada que quiere existir por y para s mismo, junto con algunos

    compa neros. Los problemas que plantea hoy el capitalismo, y que esteno resolver a, ya que s olo nosotros, como comunidad humana, somoscapaces de resolver, no se solucionar an al nivel del peque no grupo.Cuando, por ejemplo, la revoluci on este realizada (cosa que, segura-mente, no puede tardar) nos ocuparemos de reforestar inteligentemen-te los millones de hect areas destrozadas por la agricultura industrial y esto no ser a posible por la acci on de peque nos grupos aislados. Y si, en tanto que individuo, tengo la dicha de participar en esta acci oncolectiva, no me preocupar e mucho de grabar mi nombre en cada arbolque haya plantado y que, por otra parte y sin duda, jam as ver e en sumadurez. Por ello no me sentir e menos individuo.

    Lo que Zerzan y Kaczynski sugieren es la muy democr atica idea seg un la cual la organizaci on de los grupos humanos por s mismosser a imposible debido al grado de poblaci on hoy alcanzado. Como to-dos los dem ocratas, no conciben en modo alguno que una sociedadintegrada por millones de individuos pueda ser gestionada de otra forma que la actual, es decir, por los Estados, por la delegaci on, por elcontrol policial.

    No conciben la comunidad humana como superaci on de las condi-ciones actuales ni de las situaciones del pasado, sino como una regre-si on hacia este pasado. Y su pensamiento, que se cree revolucionario,constituye una regresi on.

    Pero el objetivo de este texto no es el de proponer una nueva teora de la revoluci on. Simplemente nos hemos propuesto hacer una crtica del ideologo Zerzan, y creemos que lo hemos hecho. Tambi en nos he-

    mos propuesto abrir un debate sobre bases concretas. Ah est an las bases, el debate puede empezar.

    Alain C. , con la inestimable colaboraci on de Marielle (contacto : en attendant.5 rue du Four, 54000 Nancy).

    Este artculo fue traducido y publicado en castellano por la revista Etc etera ,n umero 22.

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