Cables y Navajas

6

Click here to load reader

Transcript of Cables y Navajas

Page 1: Cables y Navajas

Cables y Navajas

Es tan oscuro, tan en silencio el procesoal que me obligo. Habla del silencio.

Un perderse gota a gota el sentido de los días.Ingenuamente existes.

Alejandra Pizarnik

Su cuerpo yacía colgado, balanceándose tremulante de un lado a otro, frío -aunque esa era más bien una cualidad de cuando seguía viva-, entumecido por el rigor mortis, mostrando en su blanco rostro un rictus de angustia que se dibujaba sobre sus párpados cerrados y con una gruesa y profunda abertura en el cuello que momentos antes había hecho correr la sangre que ahora se coagulaba.

Se había cortado las muñecas con una navaja antes de llegar hasta ahí por medio de un banco alto, atando fuertemente a la instalación del ventilador de techo un largo cable eléctrico de color naranja que servia de extensión, dejándolo en dos partes por su innecesaria longitud que haría que su empresa fuera infructuosa.

Pero tales precauciones solo eran un perverso y retorcido intento estético por parte de la víctima, sin mucha intención de una efectividad milimétrica, cualquier cuerda y cualquier lugar alto habrían sido suficientes para cualquier suicida compulsivo; bien podría correr hacia la ventana de su habitación (pues se hallaba en un cuarto piso) o simplemente degollarse con la navaja de afeitar que tenia en la mano.

Pero ella no era así.

Tardó como dos horas haciendo los preparativos necesarios; limpio su eternamente caótica habitación, hizo su cama y hasta arreglo el atiborrado estante donde colocaba sus libros, el cual estaba en un desorden permanente por las recurrentes consultas que se le hacían. Pero de todas maneras, sabia que no volvería a ser consultado.

Este postrero intento de limpieza y orden podrían parecer, para las mentes simples y prosaicas, un asunto de cualidades patológicas o una muestra de un desequilibrio mental que evidentemente desemboco en el suicidio. No obstante, conociéndola bien, esto solo era una alegoría, un simbolismo de la vida que ahora abandonaba; refugiada desde su infancia en los oscuros y melancólicos volúmenes que constituían su

Page 2: Cables y Navajas

biblioteca. Fue en realidad un acto de nostalgia, más de sentimentalismo que de psicopatía.

Se enredo bien el cable alrededor del cuello, y lo dejo pasar por debajo de sus axilas para generar un contrapeso que no la matara inmediatamente por dislocación, ella deseaba, anhelaba la asfixia.Así se encontraba (o se encontraría), haciendo maniobras encima del estrecho y tambaleante banco, midiendo con impresionante precisión la cantidad de cable necesaria para dejarla a una altura considerable del suelo.

Una vez hechos los nudos necesarios, saco la navaja que parsimoniosamente había guardado en la bolsa de su chaqueta y empezó a cortarse con violencia vesánica las muñecas para dejar correr la sangre al suelo. Luego mantuvo sus brazos pegados a su cuerpo con la navaja aferrada a su mano izquierda y haciendo que la pintura escarlata tiñera su falda para terminar deslizándose por sus piernas.

¿Por qué tomó esta determinación? ¿Es qué es necesario tenerla? En realidad no es necesaria una razón para llegar al mundo ¿Por qué al irse de él voluntariamente es necesaria una razón?

Cuando la gente se cansa duerme porque los reanima, pero que y si te has cansado de reanimarte, y el único deseo es el dormir eternamente; eso debe ser comprensible.

Y ahora veo por este ejercicio ficticio que el solo de empezar a describirlo suenajustificación, al fundamento del acto, ¿es que no tengo la completa seguridad y no me he desinhibido lo suficiente?

¡No! Ni siquiera se ve real, ¡ni siquiera se siente real!

Y mientras escribo apresuradamente el brillante cable me mira con odio; es una serpiente que desea estrangularme y devorarme. ¿Qué es eso que me atrae tanto a ella? Es su color, su longitud acaso. ¿Qué tienes pequeña, qué es eso que me tiene fascinada y me obliga a entregarme a ti?

El vivo color rojo que ya se hace púrpura en mis muñecas, los tajos profundos en mi piel siempre me relajan, pero hace tiempo que dejaron de satisfacerme lo suficiente, todo me supera. Ya no baila la luz en mi sonrisa, ni las estaciones queman palomas en mis ideas, escribió Pizarnik, y no creo que le faltara razón.

Page 3: Cables y Navajas

El mundo se ha vuelto cansado, llego el hastío, estoy asqueada de dormir, de comer, de respirar; nunca se acaba y es lo mismo.

Respiro, debería seguir viva, pero ya no quiero creerlo así, siempre es tan oscuro, tan repugnante, tan sucio, y estoy muy sucia por dentro.

Creo que debería empezar a acomodar mi cuarto, componer el entorno para al menos sobrellevar toda la basura que cargo por dentro, arreglar mi cama y ese caótico estante que contiene a los bálsamos de mi dolor; libros macabros, cuando me perdí en sus temerosas tierras se hicieron victimarios necesarios para alimentar mis carencias.

Dulce navaja, delgada y punzante ¿me llevarás a donde la muerte enseña a vivir a sus muertos1?, pero… si voy a hacerlo debe significar algo más, no hay necesidad de brutalidad si podemos tener algo de finura. No soy una niña miedosa ni mucho menos, soy joven, muero joven. No tengo miedo, a veces desearía que lo hubiera, no hay dolor, y no lo habrá más.

El vacilante ventilador sobre mi cabeza me observa, acusándome: ‘’ya no hay donde puedas esconderte’’. Me hipnotiza su monótono movimiento. Debo alcanzarlo. Voy por un banco alto. Lo apago primero, claro.

¿Qué tenemos aquí? Buena instalación, al menos eso parece, esta bien fijo al techo. ¡Si!, eso es. Este anticuado y detestable ventilador de monótono movimiento me ayudara con mis propósitos… ¿Cuáles propósitos?

Cable naranja.

Si, sigues ahí, pero… disculpa, no me pareces suficiente, nunca es suficiente.

Navaja.

Ya hay mucha sangre, comienzo a languidecer, hay sangre, sangre, en mis manos, en mis brazos, en mis piernas, en mi pecho, en las personas.

Cable naranja.

¿Merezco esto amigo? No, sería ser simplista, no me parece suficiente

Anudar.

¡Eso es! Distribuyo el peso, para evitar que sea efímero, no debo correr en algo tan importante, lento, debe ser lento, como nunca aprendí a brindarme gustos.

No, creo que es demasiado largo, podría recortarlo un poco haciéndolo pasar dos veces, también le daría mas resistencia. Bien.

Arreglar.

Page 4: Cables y Navajas

Casi echaría de menos las cosas que dejaría. Pero ellas me dejaron a mi primero. Entonces qué, quién… tú.

Espejo.

Fue difícil, en especial por lo alto de lugar, pero estoy lista, ya no puedes hacerme temer, suerte que traje esto aquí arriba conmigo.

Navaja. Muñeca. Corte. Suspiro.

Ah… reabiertas las heridas, se siente un poco mejor, pero no es suficiente.

Lágrimas.

Dulces gotas, como rubíes que salen de mi cuerpo, preciosas gemas que se dejan caer al infinito, ya estoy muy roja, muy rota y con mucho sueño, necesito dormir un poco. Pero si a eso voy. Dormir… al fin.

Navaja. Cuello. Caída. Cable naranja tensándose.

Su cuerpo yacía colgado, balanceándose tremulante de un lado a otro, frío -aunque esa era más bien una cualidad de cuando seguía viva-.

Raúl Andoreny Valencia Hernández

Page 5: Cables y Navajas