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Caed. Fi/nL Chis. Estudios Latinos ISSN: 1133-9527 2000, it 0 extmordinado: 85-98 La perdiz en la literatura, el folklore y el arte: a propósito de una charla sobre J3runetto Latini Ángel GÓMEZ MORENO Universidad Complutense de Madrid Nuestro compañero Ángel Chiclana era un gran apasionado de Dante, como demostró en su investigación y en su docencia, pues la Cornmedia me- reció incluso alguno de los cursos monográficos de doctorado que impartid en la Universidad Complutense. Por ello, de la mano del vate llegó inevita- blemente a su maestro, el sabio Bmnetto Latini (ca. 1220-1294), a quien Dante, sin ocultar su sorpresa, encuentra consumiéndose en el fuego eterno, por culpa del pecado nefando, junto a otros sodomitas (Inferno, XV, 21 y Ss,): «Siete voi qui, ser Brunetto?» (ibid., y. 30). Sobre Brunetto y su enci- clopedia, el exitoso Livres dou Trésor o simplemente Trésor, hablamos en un sinfín de ocasiones por la época en que ambos coincidíamos en el incalifi- cable Edificio C, que paradójicamente sirvió de marco a charlas que sólo ca- be tildar de muy amenas. En consonancia con este recuerdo, he dejado de la- do posibles contribuciones de asunto luctuoso (una endecha inédita recogida en una pi-obaisio catana de un manuscrito de El Escorial o bien un poema cuatrocentista desconocido sobre las añagazas del mundo preservado en la Fundación Lázaro-Gaidiano de Madrid) y he seleccionado otra claramente placentera, que podría parecer un punto rebuscada y, sin embargo, ha capta- do la atención de un ndmero considerable de medievalistas. Me refiero a la perdiz común o roja (alectoris t-uja), que cuenta con un corpus bibliográfico nada despreciable. El punto de partida de la mayoría de estas indagaciones ornitológicas es- en una doble alusión a la caza de la perdiz en La Celestina: la primera per- tenece al acto viii, en que Sempronio dice a Calisto: «no puedes ver de en- candelado, como perdiz con la calderuela»; la segunda está en el acto xi y son palabras de Pármeno: «el falso boyzuelo con su blando cencerrar trae las 85

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Laperdiz en la literatura, elfolklore y el arte:a propósitode una charla sobreJ3runettoLatini

Ángel GÓMEZ MORENOUniversidad Complutensede Madrid

NuestrocompañeroÁngel Chiclanaeraun gran apasionadode Dante,comodemostróen su investigacióny en sudocencia,pueslaCornmediame-reció inclusoalgunode los cursosmonográficosde doctoradoque impartiden la UniversidadComplutense.Por ello, de la manodel vate llegó inevita-blementea su maestro,el sabio Bmnetto Latini (ca. 1220-1294),a quienDante,sin ocultarsusorpresa,encuentraconsumiéndoseen el fuegoeterno,por culpa del pecadonefando,junto a otros sodomitas(Inferno, XV, 21 ySs,): «Sietevoi qui, serBrunetto?»(ibid., y. 30). SobreBrunettoy su enci-clopedia,el exitosoLivres dou Trésoro simplementeTrésor,hablamosen unsinfín de ocasionespor la épocaen queamboscoincidíamosen el incalifi-cableEdificio C, queparadójicamentesirvió de marcoacharlasquesóloca-betildar demuy amenas.En consonanciaconesterecuerdo,hedejadode la-do posiblescontribucionesde asuntoluctuoso(unaendechainéditarecogidaen unapi-obaisio catanade un manuscritode El Escorial o bien un poemacuatrocentistadesconocidosobrelas añagazasdel mundopreservadoen laFundaciónLázaro-Gaidianode Madrid) y he seleccionadootra claramenteplacentera,quepodríaparecerun puntorebuscaday, sin embargo,ha capta-do la atenciónde un ndmeroconsiderablede medievalistas.Me refiero a laperdizcomúno roja (alectoris t-uja), quecuentaconun corpusbibliográficonadadespreciable.

El puntodepartidade lamayoríade estasindagacionesornitológicases-táenunadoblealusiónalacazade laperdizenLa Celestina:laprimeraper-teneceal acto viii, enqueSemproniodice a Calisto: «no puedesver de en-candelado,como perdiz con la calderuela»;la segundaestáen el actoxi yson palabrasdePármeno:«el falso boyzueloconsublandocencerrartraelas

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perdizesa la red». La primeraen atendera estemotivo fue Dorothy5. Se-verin, «‘El falso boezuelo’,or ibe Partridgeand the PantomimeOx», Ce-lestinesca,4 (1980),PP. 31-33; justo al mismotiempo, aparecióel trabajode JoséFradejasLebrero,«Unanota a Juande Mena»,Castilla, 1 (1980),PP. 19-22, dondeestudialacopla5’7 del Laberinto de Fortuna,conun mo-tivo que logradocumentarenLi Seholáslico deCristóbaldeVillalón, el Te-soro de Covarrubias,elArte de cago de altaneríade D. FernándezFerrei-ra, escritorportuguésdel siglo Xvii, parallegara un famosopasajede Lavenganzadedon Metido de PedroMuñoz Seca.Sobrela cazade otros ani-males(liebresy ciervos)conestesistema,versaotroartículo de estemis-mo investigador,«Tres notasa Miguel Delibes»,Castilla, 2-3 (1981),Pp.23-29; de nuevovuelve sobreesteuso cinegéticoen «Tres notasa la Ce-lestina»,Celestinesca, 17 (1993), pp. 4’7-56, complementoa unarespues-ta de NicasioSalvadorMiguel a otro artículode Michael Geríl: aquí,inte-resala segundade talesnotas,titulada «Cazaravesconlumbre»,en la queaducea Juande Aviñón y su Sevillanamedicina(compuestaen 1419): aLuis Zapataen su Carlo famoso(1566), quealudea idénticapráctica,esta vez destinadaa cazarsisones.Todavía del mismo Fradejases «Cazaravesconlumbre (Más antiguo aún)>~, Celestinesca,18 (1994), Pp. 75-78,dondeesteestudiosose remontaa la Historia natural de Plinio y luegosi-gue a sustraductores,particularmenteal españolFranciscoHernándezenel siglo XVI.

En variosmomentosdeesosartículos,Fradejasrecuerdael buezoppodePetrarca,conantecedentesquellevanal gran Arnaut Daniel. A pesarde es-te másquerico puñadode referencias,aúnes posibleañadiralgúndatonue-vo de enormeinteréspor cuantoponede manifiesto la fortuna artísticay,particularmente.literariadetanmodestaave. Parael rastreodeestematerial,tan útil como la bibliografíaprevia y mi memoria,capacesde sumarhastados tercios de las referencias,ha resultadoun cd-rom en el quehe dejadomuchoscientosde horasde trabajo:se trata del corpustextual editadoporFranciscoMarcosMarín, CharlesFaulbaber,Ángel GómezMorenoy Anto-nio Cortijo con el título ArchivoDigital deManuscritosy 7éxtosEspañoles(ADMYTE), disco2, Madrid: N4icronet, 1999. Estaherramientaelectrónicamepermite,por ejemplo,aduciruna nueva licha del falso bueyde perdices,procedentede la anónimaAbí-eviaciótídel halconero(ms. 434 de la Biblio-tecade la Universidadde Valladolid, fbI. 9v): «Subió hastalo alto de lato-rre y vio al alcaydeandara cayadeperdizescon bueyes».Unasegundaalu-sión a estatécnica cinegéticanos Ja brinda Juande N4enaen las Coplascontra los pecadosmortales (copla 57) que mi mujer, TeresaJiménezCal—

SGc¿,acl¿,,os¿le Filología flaliaja2GK10, [1.0 extraordinario:85-98

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yente,y yo mismoeditamoshacetiempoconel restodela obrade dichoau-tor (Madrid: BibliotecaCastro-Tumer,1994):

E aunquecon la catadura

mansatú ¡re contradizes,de falsobuey de perdizes

haspoquita figura.

Por fin, una tercerareferenciala dejopor suextensióny por la riquezade los datosqueofreceparaun apéndicefinal, aunquea cuantoshayanlle-gadohastaaquíles convengarevisarlajusto en esteinstante,puesiluminamuchasde lasalusionesqueiré desgranando.El pasajeaquemerefieroper-tenece al enciclopédicoLíber de proprietatibus rerum, compilado hacia1240 por el franciscanoBartoloméde Glanville o Bartoloméel Inglés. Laobragozóde traduccióna las principaleslenguasde cultura desdecomien-zosdel sigloXIV comovemosenelprimerodesusromanceamientos:el quellevó a caboenlenguaitalianaVivaldo Belcazer,en 1309; entreesastraduc-ciones,destacala castellanacuatrocentista,preparadapor el franciscanoVi-centedeBurgosy difundidaenmanuscritosy, sobretodo, enincunables(pa-ra los no avisados,será preciso recordarque la información sobre talesfuentesprimariasla ofrecemosCharlesFaulhaber,Ángel GómezMoreno,ÁngeíaMolí y Antonio Cortijo, eds.,enBibliograftaEspañoladeTextosAn-tiguos(BETA), incorporadaal cd-rom Philobiblon, Berkeley:The BancroftLibrary, Uníversítyof California, 1999). Perovayamos,aunquesólo seaporun instante,a unosorigenesmuchomásremotos, cuyaconsideraciónesdetodopuntoobligadaparallegarhastadondepretendemos.

La presenciadelaperdiz enel artey la literaturaoccidentalespuederas-trearsedesdela antigUedadgreco-latina,comorecordaránquienesse hayaninteresadopor las culturasmediterráneasdel pasado.Sin necesidadde salirde España,con sólo acercarsea nuestroMuseo Nacionalde Arquelogia,laencontramosreproducidaen un magníficomosaicohispano-romanoproce-dentede la localidadleonesade Quintanadel Marco (véasela reproducciónatijunta), quese hallaexpuestoen lugarprincipal. Por otra parte,Ovidio, alprolongarla leyendadeIcaro,ofreció la de Perdix,enMetamorfosisVIII, 5,conlo que la perdiz adquiríade ese modouna verdaderaejecutoriade hi-dalguíaliteraria; no obstante,esosversosapenasnos ofrecendatosornitoló-gicos,científicoso legendarios,yaquesólo se aludea su característicovue-lo bajo. Informaciónde esaíndolesólo se encuentraen lagranenciclopediadel mundoclásico, la Historia natural de Plinio (siglo 1), queatiendea la

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perdizentrelas avesde su libro X. Ahora bien, no se detienePlinio en ellatanto comoseríade desear,si bienes cienoquepor vez primerala caracte-riza como ave lujuriosa, particularmenteel macho,dispuestoa romper loshuevosdel nido paraquela hembraentreen celo. En laEdadMedia,eseca-rácterrijoso o lascivo, sele aplicarátambiénala hembra,conio se despren-de de un sinfín de testimoniosde los queentresacarévarios.

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Detodaslas obrasquenos hablandelaperdiz,laprincipal,por la famadequien la escribióy por suextraordinariadifusión (el númerode manuscritosen quese conservapasadelos setenta)es el TrésordeBrunettoLatini, tal co-mo indicabaatrás;no obstante,y a decirverdad,Bartoloméel Inglés se ade-lantó unas tres décadasconunaficha queresultaincluso más rica en datos,puesllega a añadirhastaun par de recetasmédicas.Latini escribiósu enci-clopediaenfrancés,aunquepronto fue vertidaa diversaslenguasde cultura,entreellas el italiano materno,graciasala labor desupaisanoy contemporá-neoBonoGiambonÁ. Unosveinteañosdespuésde su redacción,el Trésorfuetraducidoal castellano,conel titulo deLibro delTesoro,por un médicoe in-telectual de la corte de SanchoIV llamadoAlonso de Paredes(además,seconservaotra versiónaragonesaanónima,titulada Trasoí-o,de la quehayunúmco nianuscritoen la Catedralde Gerona).El texto correspondienteal bes-tiario (editadopor SpurgeonBaldwin en Tite MedievalCastilian Restiary,Exeter: University, 1982, y junto al resto del Libro del Tesoroen Madison:HispanieSeminaryof MedievalStudies,1989)es deliciosoy entremezcíalosdatosderivadosde laobservacióny la experienciaconotroslisay llanamentefantásticos.Aquí se dice, porejemplo, que,debidoa su buenacarne,espiezacodiciadapor todoslos cazadores;tambiénse explicael hechode queun ni-do reúnahuevosdevariashembraspor su tendencianaturalahurtárselosunasa otras(su lujuria y el robo dehuevosson motivosquetampocose leescapana AlfonsodelaTorreen su Visión delectable,obraredactadaen tornoa 1440:<Nido en las avesunasmuy malenconiosas,comolas perdizes,quetambiénsonluxuriosaseladronas»,al final del capítulotitulado «Recapitulacióndeloquevido el Entendimientoencasade la Natura»).En fin, las alusionesmáscuriosassonlas querevelanla concupiscenciadeestaave.

Ciertamente,el hechodequelos machosluchenentresi por las hembrasno sorprende,puesson muchoslos animalesquehacenotro tanto; lo quesíllama laatención,y poderosamente,es quelleguenaolvidar «laconogengiade la natura,ental maneraquese alleganlos masloseolvidan las fembras».Si los machos,animadospor la lujuria, mantienena vecesrelacioneshomo-sexuales(este dato, presenteya en el Líber de proprietatibusrerum, rea-pareceen el Universalvocabulariode latín en romancede Alfonso de Pa-lencia, impresoen 1490, dondese lee: «esave engañosae luxuriosatantoquemachocavalgasobreotro macho»),la hembraresultatan calientepornaturalezaqueni siquieraprecisaquelamontenparaquedarempreñada:«edizenmuchosque,quandola fenbracamiasunatura,concibedelaparteon-de vieneel viento ondees el maslo».Basta,nos diceLatini, conquecorraelaire desdedondese encuentrael machohacialahembra.

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No tengotiempoparaextendermesobreestepunto.Sólo recordaréquela lírica tradicionalestáplagadade vientos masculinosquepersiguenconvehemenciaa lasjóvenesy queincluso lleganalevantarlesla faldaconlo-da lapicardíaqueimaginarsequepa.Esatradición del vientomacho(el cá-lido favonio), capazde dejarempreñadasa las yeguasandaluzas,la cono-cieron don Luis de Góngoray otros grandespoetasde los Siglos de Oropor haberleído las Geóí-gicasde Virgilio. Por supuesto,fue del folklore dedondeFedericoGarcíaLorca tomó eseviento, «galánde torres»,quecogea la niñapor lacinturaen «Arbolé, arbolé»deLibro depoemas:a esemis-mo veneroacudióen «Preciosay el aire»,bellísimapiezade suRomance-ro gilano (sagazcomosiempre,nadade estose le escapaa Miguel García-Posadaen su ya canónicaedicióndel PíimerRomanceroGitano ¡Madrid:Castalia, 1988], p. 110). Lorca describeabiertamentela lasciviadel vien-to eincluso apelaa unaclaraalusiónfálica:

— Niña, dejaquelevantetu vestido para verte.

Abreen mis dedosantiguosla rosaazulde tu vientre.

Preciosatira ci panderoy corre sin detenerse.

El viento-hombrónla persigue

con unaespadacaliente.

Decía,y por ello aquí me paro, que no hay ocasiónde perseguircondetalleestemotivo asociadoalciclo reproductivode la perdiz,aunquesor-prendelo mucho que da de sí. l3ástemeahora recordarque su concu-piscenciaeraconocidapor todosen otros tiempos;en cambio,en nuestraépoca,éstees un dato que se nos escapay que precisa de aclaración,de

1 A.-.

comentarioo de nota. informadoscorno estamos,no nos ¡‘a uusiauu ‘mudentenderla cargaeróticade un poernitapopularrecogidopor Juande Ti-monedaen 1561 (dado a conocera estudiantesy estudiososen la antolo-gía Lírica españolade tipo tradicional y en el gran Coí-pus de MargilFrenk):

De las frutas, lamanzana;de las aves,la perdiz;de lascolores,la grana;de lasdamas,la Beatriz.

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En estaenumeración(que tantasvecesnos ha recordadoAlan Deyer-mond en susqueridasdisertacionessobrelos bestiariosmedievales),Beatrizes nombreescogidopor rimarconperdiz, ave de presenciaobligadapor susconnotacioneseróticas;idénticovalor tienenlamanzana(primeraentrelasdiversasfrutasasociadasconel sexo)o el granate (puesel color rojo inten-soes el propiode la pasiónamorosa,como indicalaculturapopularde ayery dehoy y comopodríamosver enincontablestestimoniosliterarios).

‘Eras conocertodosestostestimonios,se ilumina cierta composicióndeunade las contadaspoetisasmedievalesde nombreconocido:FlorenciaPi-nar. De estaescritorade la épocade los ReyesCatólicos, de la que nadasabemos,hayun poemaen el Cancionerogeneralde 1511 conla rúbricasi-guiente: «Otracanciónde la mismaseñoraa unasperdizesquele embiaronbivas».En estecaso,no trasladaréel poemillasinoquelo resumiré:lapoe-tisa se lamentaal ver unasperdicesenjauladas,puesla tristezade su cauti-verio le recuerdasupropiapasiónamorosainsatisfecha.Por lo dicho hastaaquí,quedaclaroquedoñaFlorenciano eranadacándida,ni suamorideal,castoy puro: si algose revelaenel poema,es el deseocarnalde quienlo es-cribió (de las páginasescritassobreesteasuntoen fechareciente,bastare-cordar,en ladirecciónqueapunto,lasde Keith Whinnom enLapoesíaama-toria de la épocade los ReyesCatólicos [Durham: University, 1981], Pp.30-33; Alan Deyermond,«Spain’sFirst WomenWriters», en Beth Miller,cd., Womenin HispanicLiterature: IconsandFallen Idols [Berkeley:Uni-versityof California Press,1983], Pp. 27-52;y JosephSnow, «TheSpanishLove Poet,FlorenciaPinar»,en KatharinaM. Wilson, cd.,MedievalWomenWrite,-s [Athens: University of GeorgiaPress,1984], PP. 320-332).

Nuestrosantepasados,alofr estepoema,habríancaídorápidamenteenlacuenta,puesparaellos la perdiz ocupabael lugar que hoy lecorrespondealagallina cuandose dice «sermásputaqueunagallina».De hecho,enla le-gislaciónmedievalqueafectaalaprostitución,comolaemanadadelasCor-tes de Madrigal de 1476, se habladel «derechode perdices»,queerael tri-buto que las meretriceshabíande pagara las ciudadesy a la coronaparadesempeñarsuoficio (la primeraen servirsede estareferenciaenmi ámbi-to de trabajoha sido María EugeniaLacarra, «El fenómenode laprostitu-ción y susconexionescon ‘La Celestina’»,en R. Beltrán,J. L. Canety J. L.Sirera, eds.,Historiasyficciones:Coloquiosobrela literatura del siglo XV[Valencia:Universitatde Valéncia, 1992], Pp. 267-278[271]). El talanteri-joso de laperdiz seguirásiendouno de los rasgosdistintivos principalesenlos libros de ornitologíaanterioresal siglo XVIII, comoen la P,-inwrapar-te de la Historia Naturaldelas avesdel licenciadoFranciscoMarcuello,pu-

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blicadaenZaragozaen 1617,dondeaúnleernosque «sontan libidinosasquesólocon el olordelos machostraídopor el aire se hazenprefiadas»(p. 1 30)y que«peleanlos machosentresí, y el vencedorusadel vencidocomode lahembra»(p. 131),entreotrastantasreferenciasde lo másjugoso.

De llevar a caborebuscassemejantesen material deépocaposterior,nodejaráde sorprendernosel hechode queenColombiacon‘perdiz’ se aludaal órganogenital femeninoy, en ocasiones,hastaal masculino(asíse reco-ge en Luis Flórez,Léxicodel cucípohumanoen Colombia [Bogotá:Publi-cacionesdel InstitutoCaro y CuervoXXVII, 1969], Pp. 68 y 76, licha quedebo a JoséManuel Pedrosa).Por supuesto,no es nadararoque el amanteaparezcacomoperdigón,comoveremosenseguidaen ciertacomposiciónre-cogida en Mora y se compruebaigualmenteen la tradición portuguesaenunamagnifico ejemplotraídopor FranciscoRico en «Unpenachode penas.l)e algunasinvencionesy letrasde caballeros»,en la versión remozadare-cogida en Texto yconteMos.Estudiossobíela poesíaespañoladel sigloXV(Barcelona:Crítica, 1990):

Perdigáo,queo pensameiítosubiu cmalto lugar,perdca penado voar,ganhaa penado tormento.Nao ten no ar nem no veiitoasasconl quesc sustenha:naohá mal quc Ihe naovenha.

¿Eslicito proponeralgunaasociacióndetal ordenenel nombredegue-rra de esejuglar-trovadoroccitano que floreció hacia 120<) y a quien lla-mabanPerdigon?El nombreen el Mediodía francéstuvo, muy probable-mente, connotacionessimilares a las documentadasen la Península,aunquenadaseñaleal respectola vieja edición de Henry J. Chaytor,LesChc¿,,aunade Perdigon, París: Nizet, l926, ni 1fl4 Ir~hiins nosterioresde

RamónMenéndezPidal, Martín de Riquer o CarlosAlvar (puesmantuvorelacionescon Alfonso VIII de Castilla); en todo caso,convienerecordarquecabepostularunaraigambresemejanteparaotros motesjuglarescos,como el de Pistoleta,estudiadopor don RamónMenéndezPidal y por mímismo (en mi trabajo «Proyecciónde la cultura oral sobre la vida en elMedievo.La transmisiónoral del saber:juglares,épica y teatro»,en JoséMaríaJoverZamora,cd.,Historia deEspañaMenéndezPidal, 16: La épo-ca del gótico en la cultura española[Madrid: Espasa-Calpe,19941), Pp.829-860).

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En otros casos,laperdiz (y seríaposibleampliarlas referenciasala ga-llina, laclueca,lapolla,etc.) es,engeneral,la mujer, comoseñalabienLoui-se O. Vasvari en «Peregrinacionespor topografíaspornográficasen el Librodebuenamo,-»,en JoséManuel Lucía Megías,ed.,ActasdelSextoCongre-so Internacionalde la AsociaciónHispónicade Literatura Medieval(A/ca-14 de Hena,-es,septiembrede 1995)(Alcalá de Henares:Universidad,1997),pp. 1563-1572[1568]. En estemismo sentido,se níanifiestaun poemafol-klórico levantino(que,corno los dos quesiguen,mehansido apuntadosporJoséManuel Pedrosa)recogidoen los añostreintapor Adolf Salvái Balles-ter, De la maí-ina i ¡nuntanya(Folklore), ed. de RafaelAlemany (Alicante:DiputacióProvincial-AjuntamentdeCallosad’En Sarria, 1988),p. 180:

Eresperdiueta,olé,quepiquesi yoles,olé;eresmésguapetaquetotes lesxiques.

Eresperdiueta,olé,queyoles i piques,olé;eresmesguapctaque toteslesxiques.

Connotacionessemejantesposeeotro poemitarecogidopor ManuelGa-rrido Palaciosen «Sobreel amor en Álora II», Revistade Folklore, 133(1992),pp. 34-36 [34]:

Debajode tu ventanahizounaperdizun nio,y yo comoperdigóna tu reclamohe venio.

La equivalenciaperdiz = mujerno faltatampocofuerade la Península,en un ámbito quesospechoabarcael conjuntodel Mediterráneo,trátesedela perdiz roja, la perdizpardilla o laperdiz griega,entreotras subespecies.El mejorejemplodequeesasínos lo brinda TassaditYacine ‘Fxtouhen L’Iz-Ii ou lamourchantéen kabyle(Paris:Éditions delaMaison desSciencesdel’Homme, 1988),Pp. 158-159,conunacanciónrifeñaquetraducidadel ára-be suenacomosigue(y présteseatencióntambiéna otros motivos,comolaorilla del mar o del río, propiciaparael encuentroy el recuerdoamoroso,oun rocio cargadode connotacioneseróticasdesdeal menosel Pervigilium

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Angel GómezMoreno Laperdiz en la limematoma, elfolklore } ¿‘1 arte.- -

Vener-is, dondees nadamenosqueJa propiaVenus quien lo siembraen losprados):

Al bordedel agua,temo la olae invoco tu nombrecuandoella pasa.

Perdiznacidaeacl rocío,no tienesigual:eresla másbella de todaslas mujefes.

56to tma cosadcseodc tiy creo haberlaconseguido:

tu pechodigno dc canto-

Nuevosvínculosrefuerzanesadimensióneróticaa queme refiero, puesla tradición y los tratadoscinegéticosponende relieveque,de todaslas avesde presa,al azorle correspondelacazadela perdiz(igual queel enemigo(lelagallinaespor tradiciónel milano).Estaave cetrera,querepresentalamas-culinidad,cuentaconunapoderosasimbologíaquealcanzahastael últimorincón del arte medieval,en lbrma plásticao literaria, ya se trate de obrascultaso de composicionessurgidasdel venerotradicional. Por no abrumarconcitas,me limitaré a aduciraquílaprocedentedel Libio dela cazade lasavesdel Canciller Ayala (cito por el ms. de la British Library, Add. ¡6392,fol. ‘71): <(Een España,comolos hanpocasvezesacoresasskescogidos,pré-cianlos muchoe guárdanlose non tomanconellossalvo perdize garqaCo-munalmente»;no obstante,másjugosaresultaJadel susodichoBartoloméelInglés,cuyotextoherecogidoenapéndice.En fin, la asociacióndel azorconla perdizera tancomúnen otros tiemposquepermitíacomparacionescomoestadel Libro deAle.xandí-e(estr. 791):

Muchaave degentes, másde lasqueél diz,mastodosson gallinas ede flaca faz.Tatú’ osariénalqar contranos la cervizquantocontraaqor podriéfer la perdiz.

La perdizpresenta,no obstante,unaimagenmuy distinta(más ingenuao, mejordicho, menosmarcada)en otrasobrasliterariasdel pasado.De to-dos los autoresquese ocuparonde estaave, el principal íue el InfantedonJuanManuelen su famosolibro El CondeLucanor. Gran amantey teórico

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de lacaza,al igual quesu tío el rey AlfonsoX o su sobrinoAlfonso XI, donJuanManuelintrodujolaperdiz ensumáscélebrecuento,ambientadoenlaciudad de Toledo: «De lo quesucedióa un deánde Santiagocondon Illán,el gran maestrode Toledo».En esterelato,se tratael problemade la ingra-titud del deán,queel nigromanteponede manifiestograciasa sus poderes,aplicadosmientrassu criadacocinaunasperdices.TodavíadonJuanManuelnos regalarácon otro cuentotitulado «De lo que sucedióaun hombrequetomabaperdices»,dondeuna perdiz ingenuadice que el cazadorque lasestá matandollora porquese apiadade ellas,cuandolo cierto es que se lecaenlaslágrimasporqueel vientole molestaen los ojos. De graninterésestambiénla alusiónenel interior delos CastigosydocumentosdeSanchoIV,en el pasajeen quese discutesi es legítimo divertirseconejemplosextraí-dos de autoridadesdiversasy vidas de santos;en esasalusiones,SanJuanapareceimbejandoprecisamenteconunaperdiz, lo quefuerzaa queel san-to se justifique anteun discipuloasombradopor el hecho.

Demos,por fin, un formidable salto hastanuestraliteraturaáureaparallegar a laA¡-cadia (1598) de LopedeVega,en quePolifemoofreceun ricobodegónenclavepoéticaa la ninfa Galatea.El cíclope,trasobsequiaríaconflores y piedraspreciosas,pretendeagasajara su amadaninfa con unadi-versidadde animales,entrelos quela perdizocupael primer lugar (recuer-dael datoRafaelOsuna,«Bestiariospoéticosen el barrocoespañol»,Cua-demosHispanoamericanos,207 [1967],pp. 1-9):

Perdiceste ofreceríavivas en la mismapercha,

con el pico y los pies rojosqueestampanen el arena.

La técnicadel bodegónpictórico (vale aquí, comoen pocoscasos,el Utpictura poesisen la peculiarexégesisquede estepasajehoracianohicieronel Renacimientoy el Barroco)y el gustopor los motivosornitológicosen lacerámicaespañolay europeajustificaránla presenciacontinuade la perdizsobretalessoportes.

Mucho más famosasque éstasson las perdicesque Sanchove, con nopocahambre,enla InsulaBaratariadela Segundaparte del Quijote (1615).Aquí, esun médicoenojoso,el doctor PedroRecio, quien le prohíbecomertan suculentoplatoal grito de: Omnissaturabamala,peídicesautempessi-ma; quetraduce:«‘Todahartazgaesmala,perolade las perdices,mailsima».Por fin, la perdizes sóloun adoradosueñofrentea la realidaddel triste na-

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ÁngelGómezMoreno La PC ‘-¿Id en la literata‘a, elfolklore yel aire. - -

ho en elcelebérrimocapitulotercerodel Buscónde Quevedo,allí dondeCa-bra dice: «¿Nabohay?No hayperdiz paramí quese le iguale.Coman, queme huelgode verlos comer».De todosmodos, incluso el simplehechodelconsumodeperdicesnos llevapor unosderroterosquecaenentrelo eróticoy lo escatológico,comovernosenunanuevaficha aportadaporJoséManuelPedrosa,la correspondientea Antonio Vallejo Cisnerosen Música y tradi-cionespopulares(CiudadReal: Diputación, 1988),p. 169:

Ya te he dicho, morena,queno comasperdiz,quete va ahacerel cuerpotripitrí, tripitrí,tripítrí, tripitrí,tripítrí, tripitró,ya te hedicho, moremía,queno comaspichón.

Los tratadosde medicinaal uso en el Medievo y Renacimientoincidenenlos beneficiosqueresultande consumirlas plumas,los huesosy los hue-vos, quemadosy molidos por lo general,aunquetambiéna modo de sahu-merio, por simple inhalaciónde su humo: detodosesosingredientes,la plu-ma fue usadacomúnmentetanto en veterinaria (tres veces la encuentrocitada en el Libro de albeiteríade Manuel Diez de Calatayud)comoen lamedicinamáso menosoficial (dehecho,localizoel «humodepluma de per-diz» hastaen el peculiar laboratoriode Celestina).No obstante,poco hayquenos sirva paralaocasiónenlos testimoniosqueconozco,aunqueal me-nos contamosconun datoque vale su pesoen oro en el Recetariode Gil-berto (nis. 3063 de la Biblioteca de Palacio de Madrid): aquí, al final delcapituloxlii, se indica,precisamente,quesu consumoprovocaunasuertedepoderosofuror uterino: «quesi diereshuevosde perdiza comera la muger,quepor fuergi, aunquenon searrequeridapor el onhre,ella abráde aeque-nr al varónque nonse podrásofryr». En fin, en 1617 la Hisloria naturaldeFranciscoMarcuello,citadaatrás,afirniaque lacáscaradel huevodela per-diz hechapolvo conservalos pechosde las mujerestiesos y duros, «y si losestregancon los huebosdela perdiz, no se inclinaránfácilmente,y sorbién-doloslas disponeparaconcebiry aumentarla leche,comolo escrivePlinio»(p. 132). Comovemos,estetestimoniotampocotienedesperdicio.Por fin,sólode refilón me permitiré recordarlos vínculos que, paralos antropólo-gos, hermanansexo y comidaal vincular ferornonasy aromastan intensoscomoel de la vieja conseja:«La perdiz,en la nariz».

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ÁngelGómezMoreno La perdizen la literatura, elfolklore y el arre...

En otras ocasiones,la ingestade esta suculentaave tiene fundamen-talmenteun valorpoético,aunquenuncalogredesprendersedeasociacioneseróticas,suaveso marcadas;al respecto,y comoejemplode connotacionessexualesdelprimer tenor,vale la penarecordarunacanciónacumulativare-cogidapor el tantasvecesaludidoJoséManuel Pedrosa,aunqueestavez enun artículo suyo(«‘The TwelveMeals’: A SephardicPassoverSonganditsSpanishand EuropeanCounterparts»,JewishFolklore and EthnoíogvRe-view, 15 [1993], Pp. 10-73, conunaversión francesaen la que aparecelaperíriolle) aun pastorenNavalosa(Ávila), quecomienza:

La primeranoche

se conhió la noviaunaperdiz muy linda.

Y siguendos tórtolas,trespalomitasblancasy otros productosquese re-matan,enhipérboleparódicaqueactúaahorasobrenuevosresortespoéticos,con el consumode docefanegasde trigo. Con estostestimoniosy otros se-mejantes,germánicosy escandinavos,se percibeel carácterpaneuropeodeestascancionescumulativasen quela perdiz no falta, comoen el máscéle-bre delos villancicosenlenguainglesa,In tite first dayofChristmas.Al res-pecto,tal vez alguienosedecir,de no conocerotrostestimoniosmeridiona-les o septentrionales,queello no es deextrañarenun pueblodeornitólogoscomo el británico; no obstante,la explicaciónse intuye máscompleja.Dehecho,el clásicolatino y el enciclopedistamedievalcon los queabríaestetrabajojustificaríanpor sí solosla presenciageneralizadade estemotivo endiversasculturaseuropeas:susraíces,sin embargo,son muchomásprofun-dasy ramificadas,por lo quesuestudiosóloes posibleconun enfoquemuí-tidisciplinar semejanteal usadoa lo largo de estaspáginasy por mediodepesquisasqueno handelimitarsea la literaturapeninsularsopenade que-darnosayunos.

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ÁngelGómezMoreno La perdizen la lii em-aturo, el folklore yel arte...

APÉNDICE

Bartoloméel Inglés,Libro de las propiedadesde las cosas.

De la perdiz ede su propiedades<capítuloxxxj). La perdiz es assíde su mesmavoz llamadasegunddize Isidoro, e es avesuqiae luxuriosa,en tanto queel machoconosceel machocomodize el mesmoDotor. La perdizrobalos huevosasu com-pañera,perono le vale nadaesteengaño,caquandolos peidigonesoyen la voz dela propiamadreellos vienena ellae dexanlaquelos hasacadoporqueconoscennoserpor buenderechosuyos.En estedichose acuerdanSaní Isidoro e Sant Ambro-sio. La perdizno ha tantapenaen ponercomohanlas otrasaves, segunddize Aris-tótiles. La perdiz yola alrededor(le SUSperdigonesquandovey quealgunolos casa,equandoconoscequeellos sonya idos ellayola trasellos e los llamae la conocen;e assícomola perdiz es nacidasiguesu madree buscasu vianda.La perdiz hapo-casplumasemuchacarnee aestacausayola muy poco,e volandono subemuy al-(o, maspi-estode9iendeatieria. 1--a perdiztememuchoel aqor,e fuy quandolo vey,tanto queél estan(loen el ameella ¡lo SC levantade fien-a. E tómanlasalgunasvezescon un cencelTo,caa el son ellas sevienejí e eiitran dentrodel lazo. La fiel perdizcon otro tanto do ¡niel por pesoesclarecela vista; e devesersemejantemedi9inaguardadaen buenatriaqucrade plata. segundconsejaPlinio en el vj capítulode losxix libros de su obra. La fiel e los huevosde la perdiz,con tantode miel cobiertos,valena lasabertw-ase hesigas,segunddize Plinio en cl mesmocapítulo.

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POSTSCRIPEUM: Lina invitación cursadapor el profesorVitalino Valcáreelparadar unaconferenciasobreAndrésl~agunaen la Universidaddel PaísVascomepennitió entrarencontactoconvarioscolegasdel ámbito de la FilologíaLatinay laFilología Griega;entrelos pertenecientesa estaúltima ái-ca, tuve la suertedecono-cera la generosay entusiastaprofesoraMaríaJoséGarcía, unaespecialistaen Ate-neo(floruil ca. 200) queme sorprendiócon un magníficopasajede Deipnosophis-faz (literalmente,Los versadosen el arte

4eíbanquete),obraquerecogealgunasdelas leyendasqueacabodepresentar,procedentesde unarica variedaddefuenteseru-(litas y populares.

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