Caer

3
Caer y levantarse Gabriel Zaid Caminar sin caer es una gloria de la especie humana, que (a diferencia de los reptiles, para los cuales no es posible caer) anda de pie sobre la tierra y (a diferencia de los cuadrúpedos) camina equilibrándose en dos puntos, proeza muy difícil de aprender y sostener, porque (a diferencia de los pájaros, que también son bípedos) somos implumes, y no podemos balancearnos con las alas. No nos gusta caer. Desde luego, porque puede ser mortal. También porque es ridículo: un desfiguro casi antropológico, negador del homo erectus, que tan dificultosamente se puso de pie, como un niño que llega al milagro, y se pone en camino de dominar la tierra. Menos aún, si la caída es provocada intencionalmente por otro: si caer parece destruirme. Muchas rigideces que aumentan el peligro de las caídas vienen de ahí: del reflejo milenario que defiende la vertical como la esencia misma del ser (olvidando el reposo, la natación, la felicidad horizontal). Como si volver a la tierra fuera lo mismo que morir. Como si cualquier tropiezo fuera la caída: el castigo divino por la arrogancia prometeíca. Defensivamente, agitando los brazos como si fueran alas, para mantener el equilibrio, insisto en la posición insostenible como si fuera mi propia identidad. Caer parece el fin del mundo. Y como nadie puede sostener lo insostenible, la resistencia desesperada sólo consigue multiplicar mi daño. Por eso es tan sabio el aprendizaje del judo, que empieza por largas series de caídas: en cuclillas, de pie, a la izquierda, a la derecha, atrás, al frente. Caer y levantarse mil veces convierte la caída en normal. Se trata de aceptarla y, en lo posible, guiarla hasta una posición favorable para levantarse y pasar rápidamente a una posición sostenible. El judo enseña a fracasar, antes que cualquier otra cosa; a caer desde todas las posiciones posibles, con inteligencia: asumiendo activamente la caída, antes de que se vuelva incontrolable; a tomar el fracaso como un episodio normal, transitorio y administrable, no como el fin del mundo.

description

Gabriel Zaid

Transcript of Caer

  • Caer y levantarse

    Gabriel Zaid

    Caminar sin caer es una gloria de la especie humana, que (a diferencia de los

    reptiles, para los cuales no es posible caer) anda de pie sobre la tierra y (a

    diferencia de los cuadrpedos) camina equilibrndose en dos puntos, proeza muy

    difcil de aprender y sostener, porque (a diferencia de los pjaros, que tambin

    son bpedos) somos implumes, y no podemos balancearnos con las alas.

    No nos gusta caer. Desde luego, porque puede ser mortal. Tambin porque

    es ridculo: un desfiguro casi antropolgico, negador del homo erectus, que tan

    dificultosamente se puso de pie, como un nio que llega al milagro, y se pone en

    camino de dominar la tierra. Menos an, si la cada es provocada

    intencionalmente por otro: si caer parece destruirme.

    Muchas rigideces que aumentan el peligro de las cadas vienen de ah: del

    reflejo milenario que defiende la vertical como la esencia misma del ser

    (olvidando el reposo, la natacin, la felicidad horizontal). Como si volver a la

    tierra fuera lo mismo que morir. Como si cualquier tropiezo fuera la cada: el

    castigo divino por la arrogancia prometeca. Defensivamente, agitando los brazos

    como si fueran alas, para mantener el equilibrio, insisto en la posicin

    insostenible como si fuera mi propia identidad. Caer parece el fin del mundo. Y

    como nadie puede sostener lo insostenible, la resistencia desesperada slo

    consigue multiplicar mi dao.

    Por eso es tan sabio el aprendizaje del judo, que empieza por largas series

    de cadas: en cuclillas, de pie, a la izquierda, a la derecha, atrs, al frente. Caer y

    levantarse mil veces convierte la cada en normal. Se trata de aceptarla y, en lo

    posible, guiarla hasta una posicin favorable para levantarse y pasar rpidamente

    a una posicin sostenible. El judo ensea a fracasar, antes que cualquier otra

    cosa; a caer desde todas las posiciones posibles, con inteligencia: asumiendo

    activamente la cada, antes de que se vuelva incontrolable; a tomar el fracaso

    como un episodio normal, transitorio y administrable, no como el fin del mundo.

  • La verdadera autoafirmacin no est en sostener lo que no se puede

    sostener, como si el error fuera yo, sino en reconstruir una posicin sostenible

    despus del fracaso. Un mito griego lo deca de otra manera: el secreto de Anteo,

    un luchador invencible, era aprovechar las cadas para hacer contacto con su

    madre la Tierra, y recuperarse.

    En la mitologa del sistema poltico mexicano, siempre causaron

    admiracin las cadas. Gente poderossima aceptaba su derrota sin chistar, sin

    tratar de enfrentar su poder con el Poder. Eso permita las segundas

    oportunidades, si es que llegaba a haberlas, y confirmaba el poder del Poder. Se

    admiraba el arte de caer con sabidura, como una elegancia de los perdedores y

    una disciplina de la familia revolucionaria, que evitaba la lucha a muerte y

    aseguraba la victoria perpetua, no individual, sino del sistema invencible.

    Desde hace algunos aos, causa admiracin lo contrario. La indisciplina de

    los presidentes, expresidentes, magnates polticos y aspirantes a puestos pblicos,

    desemboca en una guerra interna, donde la victoria del partido invencible resulta

    menos importante que el avance personal. Se rompe el silencio de la omert, y

    hasta hay muertos, en abierta violacin del sistema pacfico de reparto del queso,

    a puerta cerrada y sometindose al arbitrio del capo supremo. La trasmisin

    privada de los poderes pblicos, que era aceptada sin protestas ni escndalos,

    como si fuera una eleccin popular, se acepta cada vez menos. Los partidos de

    oposicin, la protesta cvica y aun los alzamientos armados ganan legitimidad

    poltica. El PRI sufre derrotas electorales cada vez ms significativas.

    Los pristas inteligentes saben que el sistema tradicional est en una

    posicin insostenible, fuera de algunos reductos regionales. Pero no es fcil

    romper los compromisos, trabas, limitaciones, para dejar que caiga

    inteligentemente, con el menor dao posible; para que los pristas salvables

    puedan reconstruir posiciones sostenibles en un rgimen democrtico.

    Hay un problema de intereses creados, pero tambin de mitologa. El

    sistema no fue slo un modus vivendi, sino una forma de participar en la leyenda.

    Habamos creado una repblica simulada que era la admiracin del mundo.

    Desde Porfirio Daz hasta Carlos Salinas, la simulacin del xito haba logrado

  • inspirar confianza y generar algunos xitos de verdad. No es fcil desintoxicarse

    de eso, y aceptar la cada. Peor aun: no se puede administrar una cada

    inconcebible. Para asumirla activamente, hay que empezar por aceptarla. Pero la

    mentalidad prista preparaba para el tropiezo o la jubilacin personal, no para la

    jubilacin del sistema que ha dejado de funcionar.

    Lo mejor para Mxico, naturalmente, sera llegar a la alternancia en el

    poder presidencial por la aceptacin inteligente de que los ltimos sexenios han

    sido un fracaso; como una pausa til para que los pristas reconstruyan al partido

    perdedor, dentro de un nuevo sistema poltico. Pero los perdedores, no slo no

    han rendido cuentas de lo que hicieron mal: ni siquiera parecen entender que

    terminaron mal.