Caer
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Caer y levantarse
Gabriel Zaid
Caminar sin caer es una gloria de la especie humana, que (a diferencia de los
reptiles, para los cuales no es posible caer) anda de pie sobre la tierra y (a
diferencia de los cuadrpedos) camina equilibrndose en dos puntos, proeza muy
difcil de aprender y sostener, porque (a diferencia de los pjaros, que tambin
son bpedos) somos implumes, y no podemos balancearnos con las alas.
No nos gusta caer. Desde luego, porque puede ser mortal. Tambin porque
es ridculo: un desfiguro casi antropolgico, negador del homo erectus, que tan
dificultosamente se puso de pie, como un nio que llega al milagro, y se pone en
camino de dominar la tierra. Menos an, si la cada es provocada
intencionalmente por otro: si caer parece destruirme.
Muchas rigideces que aumentan el peligro de las cadas vienen de ah: del
reflejo milenario que defiende la vertical como la esencia misma del ser
(olvidando el reposo, la natacin, la felicidad horizontal). Como si volver a la
tierra fuera lo mismo que morir. Como si cualquier tropiezo fuera la cada: el
castigo divino por la arrogancia prometeca. Defensivamente, agitando los brazos
como si fueran alas, para mantener el equilibrio, insisto en la posicin
insostenible como si fuera mi propia identidad. Caer parece el fin del mundo. Y
como nadie puede sostener lo insostenible, la resistencia desesperada slo
consigue multiplicar mi dao.
Por eso es tan sabio el aprendizaje del judo, que empieza por largas series
de cadas: en cuclillas, de pie, a la izquierda, a la derecha, atrs, al frente. Caer y
levantarse mil veces convierte la cada en normal. Se trata de aceptarla y, en lo
posible, guiarla hasta una posicin favorable para levantarse y pasar rpidamente
a una posicin sostenible. El judo ensea a fracasar, antes que cualquier otra
cosa; a caer desde todas las posiciones posibles, con inteligencia: asumiendo
activamente la cada, antes de que se vuelva incontrolable; a tomar el fracaso
como un episodio normal, transitorio y administrable, no como el fin del mundo.
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La verdadera autoafirmacin no est en sostener lo que no se puede
sostener, como si el error fuera yo, sino en reconstruir una posicin sostenible
despus del fracaso. Un mito griego lo deca de otra manera: el secreto de Anteo,
un luchador invencible, era aprovechar las cadas para hacer contacto con su
madre la Tierra, y recuperarse.
En la mitologa del sistema poltico mexicano, siempre causaron
admiracin las cadas. Gente poderossima aceptaba su derrota sin chistar, sin
tratar de enfrentar su poder con el Poder. Eso permita las segundas
oportunidades, si es que llegaba a haberlas, y confirmaba el poder del Poder. Se
admiraba el arte de caer con sabidura, como una elegancia de los perdedores y
una disciplina de la familia revolucionaria, que evitaba la lucha a muerte y
aseguraba la victoria perpetua, no individual, sino del sistema invencible.
Desde hace algunos aos, causa admiracin lo contrario. La indisciplina de
los presidentes, expresidentes, magnates polticos y aspirantes a puestos pblicos,
desemboca en una guerra interna, donde la victoria del partido invencible resulta
menos importante que el avance personal. Se rompe el silencio de la omert, y
hasta hay muertos, en abierta violacin del sistema pacfico de reparto del queso,
a puerta cerrada y sometindose al arbitrio del capo supremo. La trasmisin
privada de los poderes pblicos, que era aceptada sin protestas ni escndalos,
como si fuera una eleccin popular, se acepta cada vez menos. Los partidos de
oposicin, la protesta cvica y aun los alzamientos armados ganan legitimidad
poltica. El PRI sufre derrotas electorales cada vez ms significativas.
Los pristas inteligentes saben que el sistema tradicional est en una
posicin insostenible, fuera de algunos reductos regionales. Pero no es fcil
romper los compromisos, trabas, limitaciones, para dejar que caiga
inteligentemente, con el menor dao posible; para que los pristas salvables
puedan reconstruir posiciones sostenibles en un rgimen democrtico.
Hay un problema de intereses creados, pero tambin de mitologa. El
sistema no fue slo un modus vivendi, sino una forma de participar en la leyenda.
Habamos creado una repblica simulada que era la admiracin del mundo.
Desde Porfirio Daz hasta Carlos Salinas, la simulacin del xito haba logrado
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inspirar confianza y generar algunos xitos de verdad. No es fcil desintoxicarse
de eso, y aceptar la cada. Peor aun: no se puede administrar una cada
inconcebible. Para asumirla activamente, hay que empezar por aceptarla. Pero la
mentalidad prista preparaba para el tropiezo o la jubilacin personal, no para la
jubilacin del sistema que ha dejado de funcionar.
Lo mejor para Mxico, naturalmente, sera llegar a la alternancia en el
poder presidencial por la aceptacin inteligente de que los ltimos sexenios han
sido un fracaso; como una pausa til para que los pristas reconstruyan al partido
perdedor, dentro de un nuevo sistema poltico. Pero los perdedores, no slo no
han rendido cuentas de lo que hicieron mal: ni siquiera parecen entender que
terminaron mal.