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Ardeola 51(1), 2004, 19-50 CAMBIOS EN EL ESTADO DE CONSERVACIÓN DE LAS AVES EN ESPAÑA, AÑOS 1954 A 2004 Eduardo DE JUANA* SUMMARY.—Changes in the conservation status of birds in Spain, years 1954 to 2004. Aims: I revise the conservation status of birds in Spain since 1954, when the Spanish Ornithological Society (SEO/BirdLife) was established, with particular attention to the species which are considered or have been considered as threatened with extinction. Methods: I have made a thorough search of the relevant literature, and among the available sources have made especial use of two lists of endangered birds, published in 1955 and 1956, and three official red data bo- oks, from 1986, 1992 and 2003. For each threatened species short information is given on population esti- mates and trends, and eventually, on range trends. Results: Numbers of threatened species and average levels of the threat categories went down between 1992 and 2003, partly as a result of the application at national levels of the IUCN criteria for assigning thre- at categories. In the whole period 1954-2004 a general improvement in the situation of endangered species is also apparent. However, this improvement greatly varies among the different ecological groupings of birds that may be recognised, being good as a rule among waterbirds, raptors and woodland birds, and bad among birds of pseudosteppes and other agricultural environments. Conclusions: The important changes that have taken place in Spain regarding hunting and conservation laws, protected areas network, and general attitude of citizens towards nature, may account for much of the general improvement recorded so far, but certain conservation problems arising from modern changes in the rural en- vironment, especially in agriculture and forestry, affect in different ways the different species assemblages. The positive trends observed in woodland birds and the negative ones in birds depending on agriculture are broadly coincident with those reported from other Western European countries. The apparent drawback in the situation of seabirds is partly related to a rising in the available information, since knowledge on this group was rather scanty until the 1980’s. Future priorities in bird conservation in Spain should include fighting against the illegal use of poisons for predator control, moving forward in the reform of the CAP with envi- ronmental criteria, and keeping or increasing the current bird census and monitoring efforts. Keywords: birds, conservation, raptors, red data books, seabirds, Spain, status, steppe birds, waterbirds, woodland birds. RESUMEN.—Cambios en el estado de conservación de las aves en España, años 1954 a 2004. Objetivos: Se revisa en este trabajo la situación de conservación de las aves en España desde 1954, año de fundación de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), con atención particular a las especies que se consideran o han sido consideradas en peligro de extinción. Métodos: Se han revisado numerosas fuentes bibliográficas y hecho uso en especial de dos listas parciales de aves en peligro, publicadas en 1955 y 1956, y de tres libros rojos oficiales, de los años 1986, 1992 y 2003. Para cada especie amenazada se presenta información resumida sobre efectivos y tendencias poblacionales o areales. Resultados: Las cifras totales de aves amenazadas y los niveles medios de amenaza descienden entre 1992 y 2003, lo que puede atribuirse, en parte, a un efecto de la aplicación a escala nacional de los criterios de la UICN para el establecimiento de categorías de amenaza. Durante el período completo 1954-2004 también es perceptible una evolución positiva de la situación general de las aves en peligro. Dicha evolución, sin em- bargo, difiere bastante de unos a otros conjuntos ecológicos de aves, habiendo sido buena en general en aves acuáticas, aves de presa diurnas y aves forestales, y mala en aves esteparias y otras ligadas a la agricultura. Conclusiones: Los considerables avances que han tenido lugar en España en cuanto a legislación cinegética y conservacionista, red de espacios naturales y actitud de los ciudadanos hacia la naturaleza, podrían explicar en buena medida la mejoría general registrada, pero problemas concretos de conservación que derivan de las transformaciones modernas del mundo rural, especialmente en agricultura y producción forestal, inciden de manera diferente en unos y otros grupos de especies. Las tendencias positivas que se observan en el conjun- to de las aves forestales y las negativas de las aves esteparias y otras propias de ambientes agrícolas, coinci- den en líneas generales con las descritas para otros países de Europa occidental. El aparente deterioro de la si- * Departamento de Zoología y Antropología Física. Facultad de Biología, 9. a planta. Universidad Com- plutense de Madrid. C/. José Antonio Novais, 2. E-28040 Madrid, España. e-mail: [email protected]

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Ardeola 51(1), 2004, 19-50

CAMBIOS EN EL ESTADO DE CONSERVACIÓN DE LAS AVES EN ESPAÑA, AÑOS 1954 A 2004

Eduardo DE JUANA*

SUMMARY.—Changes in the conservation status of birds in Spain, years 1954 to 2004.Aims: I revise the conservation status of birds in Spain since 1954, when the Spanish Ornithological Society(SEO/BirdLife) was established, with particular attention to the species which are considered or have beenconsidered as threatened with extinction. Methods: I have made a thorough search of the relevant literature, and among the available sources havemade especial use of two lists of endangered birds, published in 1955 and 1956, and three official red data bo-oks, from 1986, 1992 and 2003. For each threatened species short information is given on population esti-mates and trends, and eventually, on range trends.Results: Numbers of threatened species and average levels of the threat categories went down between1992 and 2003, partly as a result of the application at national levels of the IUCN criteria for assigning thre-at categories. In the whole period 1954-2004 a general improvement in the situation of endangered species isalso apparent. However, this improvement greatly varies among the different ecological groupings of birdsthat may be recognised, being good as a rule among waterbirds, raptors and woodland birds, and bad amongbirds of pseudosteppes and other agricultural environments.Conclusions: The important changes that have taken place in Spain regarding hunting and conservation laws,protected areas network, and general attitude of citizens towards nature, may account for much of the generalimprovement recorded so far, but certain conservation problems arising from modern changes in the rural en-vironment, especially in agriculture and forestry, affect in different ways the different species assemblages.The positive trends observed in woodland birds and the negative ones in birds depending on agriculture arebroadly coincident with those reported from other Western European countries. The apparent drawback in thesituation of seabirds is partly related to a rising in the available information, since knowledge on this groupwas rather scanty until the 1980’s. Future priorities in bird conservation in Spain should include fightingagainst the illegal use of poisons for predator control, moving forward in the reform of the CAP with envi-ronmental criteria, and keeping or increasing the current bird census and monitoring efforts.

Keywords: birds, conservation, raptors, red data books, seabirds, Spain, status, steppe birds, waterbirds,woodland birds.

RESUMEN.—Cambios en el estado de conservación de las aves en España, años 1954 a 2004.Objetivos: Se revisa en este trabajo la situación de conservación de las aves en España desde 1954, año defundación de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), con atención particular a las especies quese consideran o han sido consideradas en peligro de extinción. Métodos: Se han revisado numerosas fuentes bibliográficas y hecho uso en especial de dos listas parciales deaves en peligro, publicadas en 1955 y 1956, y de tres libros rojos oficiales, de los años 1986, 1992 y 2003.Para cada especie amenazada se presenta información resumida sobre efectivos y tendencias poblacionales oareales.Resultados: Las cifras totales de aves amenazadas y los niveles medios de amenaza descienden entre 1992 y2003, lo que puede atribuirse, en parte, a un efecto de la aplicación a escala nacional de los criterios de laUICN para el establecimiento de categorías de amenaza. Durante el período completo 1954-2004 también esperceptible una evolución positiva de la situación general de las aves en peligro. Dicha evolución, sin em-bargo, difiere bastante de unos a otros conjuntos ecológicos de aves, habiendo sido buena en general en avesacuáticas, aves de presa diurnas y aves forestales, y mala en aves esteparias y otras ligadas a la agricultura. Conclusiones: Los considerables avances que han tenido lugar en España en cuanto a legislación cinegéticay conservacionista, red de espacios naturales y actitud de los ciudadanos hacia la naturaleza, podrían explicaren buena medida la mejoría general registrada, pero problemas concretos de conservación que derivan de lastransformaciones modernas del mundo rural, especialmente en agricultura y producción forestal, inciden demanera diferente en unos y otros grupos de especies. Las tendencias positivas que se observan en el conjun-to de las aves forestales y las negativas de las aves esteparias y otras propias de ambientes agrícolas, coinci-den en líneas generales con las descritas para otros países de Europa occidental. El aparente deterioro de la si-

* Departamento de Zoología y Antropología Física. Facultad de Biología, 9.a planta. Universidad Com-plutense de Madrid. C/. José Antonio Novais, 2. E-28040 Madrid, España. e-mail: [email protected]

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INTRODUCCIÓN

Las líneas que siguen, concebidas como unacontribución a la conmemoración del cincuen-tenario de la Sociedad Española de Ornitología(SEO/BirdLife), pretenden simplemente ilus-trar en qué medida han cambiado a lo largo delúltimo medio siglo las preocupaciones de losornitólogos españoles por lo que se refiere a laconservación de sus aves. Ya en 1954 los esta-tutos fundacionales de SEO planteaban com-binar el estudio ornitológico con la protecciónde las aves y la naturaleza, de lo que dieroncuenta más detallada publicaciones inmediata-mente posteriores (Bernis, 1955a, 1956). Deeste compromiso inicial ha derivado una per-manente atención a la situación de las pobla-ciones de aves en España y una actividad con-servacionista cada vez más intensa, como esfácil comprobar en las revistas de dicha socie-dad, La Garcilla y Ardeola. Durante estos 50años, por otra parte, han tenido lugar notablescambios en el panorama socioeconómico, cul-tural y medioambiental del país, que, como eslógico, han dejado profundas huellas en las po-blaciones de aves, variablemente afectadas porprocesos como el desarrollo económico, elabandono rural, la intensificación de la agri-cultura, las variaciones en las modalidades ycargas de la ganadería, las políticas forestales,el crecimiento de las infraestructuras de trans-porte, la creación de espacios protegidos, lasmejoras en la legislación cinegética y conser-vacionista, o el incremento de la concienciaambiental y el interés por la naturaleza entre losciudadanos, por citar algunos de posible ma-yor calado (véanse por ejemplo Bernis, 1972;Diamond et al., 1989). Pero tales cambios hanafectado de forma diferencial a unas y otras es-pecies o grupos de especies, como previsibleresultado de sus distintos hábitats, nichos eco-lógicos y estrategias evolutivas, de modo queaves que en tiempos se consideraron grave-

mente amenazadas gozan hoy en día de pobla-ciones considerables y en expansión geográfica,mientras otras antaño comunes exhiben impor-tantes regresiones numéricas y areales que, aveces, llegan a plantear dudas acerca de su via-bilidad. Parece momento oportuno, por tanto,de comparar el estado actual de conservaciónde las aves españolas con el que tenían a me-diados de los años 50, de cara a intentar descri-bir tendencias generales que, entre otras cosas,puedan ayudar en la definición de prioridades yestrategias de conservación.

INFORMACIÓN DISPONIBLE

El conocimiento de la distribución, el ta-maño poblacional y los problemas de conser-vación de nuestras aves ha mejorado enor-memente durante el lapso de tiempo que consideramos, y ello supone una importante li-mitación de partida para los propósitos de estetrabajo. Al comparar las situaciones en unas yotras épocas, más o menos alejadas entre sí, sehace a menudo difícil o imposible determinar silas diferencias apreciadas son reales o se debenmás bien al incremento, acelerado en tiemposrecientes, de los esfuerzos de prospección, cen-so y estudio. Baste al respecto comparar el es-caso número de asociados de SEO en sus pri-meras décadas de vida, algunas decenas opocos cientos, con los cerca de 8.000 con quecuenta en la actualidad, muchos de ellos acti-vos ornitólogos de campo (Fernández, 2004).Conviene, por tanto, ser muy cautos a la horade deducir tendencias y es preferible en lo quesigue considerar que lo comparado aquí sonlas diferentes percepciones de los ornitólogosde unas y otras épocas sobre las especies deaves en riesgo de extinción, más que los tama-ños reales de sus poblaciones. Aun así, hare-mos constar donde convenga estimas de po-blación tanto actuales como pretéritas, por

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tuación de las aves marinas tiene que ver sobre todo con el incremento de la información disponible, muy es-casa hasta los años 80. De cara al futuro se considera prioritario para la conservación de las aves en Españaeliminar el uso ilegal del veneno en el control cinegético de depredadores, avanzar con criterios ambientalesen la reforma de la PAC y mantener o aumentar los programas actuales de censo y seguimiento de las po-blaciones de aves.

Palabras clave: aves, aves acuáticas, aves esteparias, aves forestales, aves marinas, conservación, estatus,España, libros rojos, rapaces.

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considerar preferible la información que pro-porcionan a la ausencia completa de cifras.

En los años 50 la primera publicación que serefiere a las aves amenazadas en España es,hasta donde sabemos, el folleto titulado La or-nitología, sus problemas nacionales y genera-les, destinado a presentar en público la reciénnacida SEO y sus objetivos (Bernis, 1955a).Presenta una lista de sólo 18 especies, que nopretende ser exhaustiva puesto que concluyecon un «y bastantes más». Al año siguiente laSEO eleva a la Administración sus Bases paraun proyecto de clasificación legal de las avesde España, con el ánimo de contribuir al desa-rrollo en nuestro país del recientemente ratifi-cado Convenio Internacional para la Protec-ción de las Aves (Bernis, 1956). En ellas figurauna propuesta de clasificación de las especiesde aves españolas de acuerdo al régimen deprotección que para cada una parece más ade-cuado: veda ordinaria, protección especial oprotección permanente. Es una clasificaciónposibilista o, en sus propias palabras, «prácticay realista», que intenta casar las exigencias deprotección a las especies más amenazadas conlas que parecen legítimas apetencias de caza-dores y pajareros. En el contexto del presentetrabajo nos interesan las primeras especies, queen la citada clasificación aparecen como «avespara régimen de protección especial», 40 entotal, aunque tampoco esta lista puede conside-rarse completa ya que entre las «aves para ré-gimen de protección permanente» (en generallas insectívoras y destructoras de roedores) sehace ver que «unas pocas... son muy raras o se hallan en peligro de extinción», sin señalarcuáles.

Para los tiempos más recientes contamos departida con tres libros o listas rojas de carácteroficial: Anónimo (1986), Blanco & González(1992) y Madroño et al. (en prensa). En ellos,como es habitual en este tipo de trabajos, las es-pecies se ordenan jerárquicamente de acuerdocon las mayores o menores probabilidades deextinción que se suponen, y figura informaciónsobre tamaños y tendencias de las poblacionesy posibles causas de dichas tendencias. Paralas islas Canarias interesa consultar, además,el libro rojo publicado por Martín et al. (1990).De forma complementaria cabe usar trabajosornitológicos de otros muchos tipos, siendo demayor utilidad para nuestros fines las obrasavifaunísticas generales del tipo de Bernis

(1966-1971), Noval (1975), Ferrer et al. (1986),Díaz et al. (1996), Tellería et al. (1999), Martín& Lorenzo (2001), Clavell (2002) y, sobretodo, los dos atlas nacionales de aves repro-ductoras publicados por SEO/BirdLife: Purroy(1997) y Martí & Del Moral (2003). Este últi-mo contiene toda la información básica corres-pondiente al último libro rojo, todavía en pren-sa, y una bibliografía muy completa. Para lasislas Baleares conviene atender al trabajo deMayol et al. (2003), que analiza tendencias de-mográficas entre 1975 y 2000, sobre la basede las impresiones subjetivas de un conjuntode observadores expertos. Por otra parte, delmayor interés suele resultar la comparación dela situación y evolución de nuestras poblacio-nes de aves con las que se describen para elconjunto de Europa (v.g. Yeatman, 1971;Cramp, 1977; Hildén & Sharrock, 1985; Tuc-ker & Heath, 1994; Hagemeijer & Blair, 1997;Snow & Perrins, 1998; Heath et al., 2001) o pa-íses de nuestro entorno inmediato, en particularFrancia (Rocamora & Yeatman-Berthelot,1999; Dubois et al., 2000) y Marruecos (Thé-venot et al., 2003).

Para hacer más sencilla la comparación entreunas y otras fuentes, hemos limitado el análisisa las aves reproductoras (en realidad, son muypocas las aves que siendo sólo invernantes o depaso, como el Ánsar Campestre Anser fabalis oel Carricerín Cejudo Acrocephalus paludicola,han llegado a tener consideración de amenaza-das) y también a las que tienen categorías deamenaza en alguna de las listas recientes (1986a 2003). No consideraremos, por tanto, GarcillaBueyera Bubulcus ibis, Garceta Común Egrettagarzetta, Azor Accipiter gentilis, TreparriscosTichodroma muraria, Gorrión Alpino Monti-fringilla nivalis ni Rabilargo Cyanopica cya-na, que sólo figuran en las listas de 1955 o1956. La necesidad de simplificar nos obligaasimismo a no tener en cuenta las subespeciesamenazadas de especies que en su conjunto nolo están (v.g. la raza canaria oriental de la Le-chuza Común, Tyto alba gracilirostris). Tam-poco consideraremos a especies extinguidascon anterioridad a 1954 (v.g. Ostrero NegroCanario Haematopus meadewaldoi).

Las categorías en las listas de 1986 y 1992han sido diferentes a las utilizadas en 2003,como consecuencia de los cambios que a nivelinternacional ha llevado a cabo la UICN (Mace& Lande, 1991; Mace & Stuart, 1994). Para es-

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pecies no extinguidas, en 1986 y 1992 se em-plearon las siguientes categorías: «En peligro»(E), «Vulnerable» (V), «Rara» (R), «Indeter-minada» (I) e «Insuficientemente conocida»(K), y en 2003: «En peligro crítico» (CR), «Enpeligro» (EN), «Vulnerable» (VU), «Casi ame-nazada» (NT) y «Con datos insuficientes»(DD). La nueva categorización de la UICN per-sigue mayor rigor y objetividad y para ello exi-ge el empleo de criterios numéricos que antesno se contemplaban. Por otra parte, la aplica-ción de estos criterios a niveles regionales onacionales (Gärdenfors et al., 1999) debe ha-cerse teniendo en cuenta posibles «efectos res-cate» resultantes de la estructura metapoblacio-nal que presentan muchas especies. Una y otracosa hace que las listas y categorías del últimolibro rojo no sean estrictamente comparablescon las de los anteriores. No obstante, dadaslas sencillas pretensiones del presente ejerci-cio, aquí daremos por buenas las siguientesequivalencias: E = CR, V = EN, R = I = VU, yK = DD (véase pie de la Tabla 2).

A efectos también de facilitar las oportunascomparaciones y generalizaciones, empleare-mos una sencilla clasificación de las aves por

«grupos ecológicos» ya ensayada en la intro-ducción a la lista de 1986 (Anónimo, 1986),en la que se reconocen los siguientes conjuntos:«aves acuáticas» (básicamente somormujos, ci-coniformes, anseriformes, rálidos, limícolas yuna mayoría de láridos), «aves marinas» (pro-celariformes, cormoranes, alcas y algunas ga-viotas), «rapaces diurnas» (accipitriformes yfalconiformes), «aves montanas» (especies dediversas familias que en España crían tan sóloen alta montaña), «aves forestales» (algunasgalliformes, algunos búhos, los pájaros carpin-teros y buen número de paseriformes), «avesesteparias» (las típicas de ambientes desarbola-dos y que hacen nidos en el suelo, entre ellaslas de las familias Otididae, Pteroclidae, Burhi-nidae, Glareolidae y Alaudidae) y «otras aves»(todas las que no tienen fácil acomodo en losgrupos anteriores).

CAMBIOS GENERALES EN LAS ESPECIES

AMENAZADAS

La Tabla 1 presenta las especies que figurancomo amenazadas en alguno de los libros rojos,

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TABLA 1

Especies de aves reproductoras en España que en algún momento han recibido consideración de amenazadas,clasificadas por «grupos ecológicos». Los años en las columnas corresponden respectivamente a Bernis(1955a), Bernis (1956), ICONA (1986), Blanco & González (1992) y Martí & Del Moral (2003). Para 1955se expresa sólo presencia en la lista (+). En 1956, A son las especies amenazadas («régimen de protección es-pecial»), B las consideradas no cazables («régimen de protección permanente» más «grupo cinegético com-plementario», excepto «pajarillos sin protección permanente») y C las cazables («grupo cinegético funda-mental» más «pajarillos sin protección permanente»). En 1986 y 1992 se utilizan las siguientes categorías deamenaza: E, En peligro; V, Vulnerable; R, Rara; I, Indeterminada; K, Insuficientemente conocida. En 2003:CR, En peligro crítico; EN, En peligro; VU, Vulnerable; NT, Casi amenazada; DD, Datos insuficientes.[Breeding bird species in Spain that have been considered threatened with extinction, classified by «ecologicalgroups». Years in columns relate respectively to Bernis (1955a), Bernis (1956), ICONA (1986), Blanco &González (1992) and Martí & Del Moral (2003). For 1955 just presence on the list is expressed (+). In 1956,A are the threatened species («special protection regime»), B those considered non-game birds («permanentprotection regime» plus «complementary game group», but excepting «small birds without permanent pro-tection») and C the game species («essential game group» plus «small birds without permanent protection»).In 1986 and 1992 the following threat categories were used: E, Endangered; V, Vulnerable; R, Rare; I, In-determinate; K, Insufficiently known. In 2003: CR, Critically endangered; EN, Endangered; VU, Vulnerable;NT, Near threatened; DD, Data deficient.]

Aves acuáticas[Waterbirds] 1955 1956 1986 1992 2003

Podiceps nigricollis C R R NTBotaurus stellaris B E E CRIxobrychus minutus B I INycticorax nycticorax B R R

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Ardeola ralloides A E E NTArdea purpurea B V VCiconia nigra + B E E VUCiconia ciconia B V VPlegadis falcinellus A E E VUPlatalea leucorodia A V V VUPhoenicopterus ruber + A R R NTTadorna ferruginea A E E CRTadorna tadorna C R R NTAnas crecca C VUAnas acuta C VUAnas querquedula C R VUMarmaronetta angustirostris A E E CRNetta rufina C R VUAythya nyroca C E E CROxyura leucocephala + A E E ENPorzana pusilla B I K DDPorphyrio porphyrio + A V VFulica cristata + A E E CRHaematopus ostralegus C R R NTRecurvirostra avosetta C R RCharadrius alexandrinus B VUGallinago gallinago C ENLimosa limosa C VUNumenius arquata C E R ENTringa totanus C VULarus melanocephalus B RLarus genei + A E R VUGelochelidon nilotica B V V VUSterna bengalensis B RSterna sandvicensis B V R NTSterna dougallii B ISterna hirundo + A V R NTSterna albifrons B R R NTChlidonias hybridus B V V VUChlidonias niger B E E ENLocustella luscinioides B R R NTAcrocephalus melanopogon B R R VUPanurus biarmicus B R R NTEmberiza schoeniclus C VU

Aves marinas[Seabirds] 1955 1956 1986 1992 2003

Bulweria bulwerii B V ENPufinus puffinus B E ENPuffinus mauretanicus B R V CRPuffinus assimilis B K V ENHydrobates pelagicus B R R VUOceanodroma castro B I I ENPhalacrocorax aristotelis B VULarus audouinii + A V R VURissa tridactyla B R R VUUria aalge B E E CR

Rapaces diurnas[Diurnal birds of prey] 1955 1956 1986 1992 2003

Elanus caeruleus B R R NT

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Milvus milvus B ENGypaetus barbatus + A E E ENNeophron percnopterus A V V ENGyps fulvus A RAegypius monachus A V V VUCircaetus gallicus B K ICircus aeruginosus B V VCircus pygargus B V V VUAquila adalberti + A E E ENAquila chrysaetos A R R NTHieraaetus fasciatus A R V ENPandion haliaetus B E E CRFalco naumanni B V V VUFalco eleonorae + A R R NTFalco peregrinus A R VFalco pelegrinoides A E E EN

Aves esteparias[Birds of pseudosteppes] 1955 1956 1986 1992 2003

Turnix sylvatica C E E CRTetrax tetrax C R I VUChlamydotis undulata + A E E ENOtis tarda A V V VUCursorius cursor B V V ENGlareola pratincola B V V VUPterocles orientalis C V V VUPterocles alchata C V V VUChersophilus duponti B I R ENCalandrella brachydactyla C VUSaxicola dacotiae B R EN

Aves forestales[Woodland birds] 1955 1956 1986 1992 2003

Tetrao urogallus A V V ENColumba bollii + A V R NTColumba junoniae + A V V ENAegolius funereus B K R NTDryocopus martius B K RDendrocopos medius B V V NTDendrocopos leucotos B V E VUDendrocopos minor B I IPhoenicurus phoenicurus B VUFringilla teydea A VU

Aves altimontanas[High-mountain birds] 1955 1956 1986 1992 2003

Lagopus mutus + A K E VUPerdix perdix C K V VUCharadrius morinellus C R R EN

Otras aves[Other birds] 1955 1956 1986 1992 2003

Streptopelia turtur C V V VUBubo bubo B R RAsio flammeus B R NT

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con indicación de su situación en las listas de1955 y 1956. Las cifras totales de especiesamenazadas fueron 87 en 1986, 91 en 1992 y70 en 2003, pero hay diferencias entre gruposecológicos ya que mientras descienden bastan-te las cifras de acuáticas (36 en 1986 vs. 24 en2003), rapaces (26 vs 10) y forestales (8 vs 5),se mantienen las de aves de alta montaña (3 vs3) y crecen, por el contrario, las de aves mari-nas (7 vs 11) y aves esteparias (9 vs 11). Alcomparar los porcentajes que las especies ame-nazadas suponen dentro de cada grupo (Fig. 1)se advierte que entre 1986 y 2003 las acuáticaspasan de aproximadamente el 53% al 35%, las

rapaces del 62% al 38% y las forestales del13% al 8%, al tiempo que las marinas subendel 41% al 65% y las esteparias del 32% al39%. Como término de referencia, el porcenta-je de aves amenazadas en el conjunto de todaslas especies pasa del 31% al 25%. Si ademásdel número de especies amenazadas tomamosen cuenta la categoría de amenaza de cada una,podemos establecer un «índice de preocupa-ción» para cada uno de los grupos (Tabla 2).Nuevamente vemos descensos importantes enaves acuáticas, rapaces y forestales, al tiempoque aumentos en aves marinas (especialmenteentre 1986 y 1992) y sólo pequeñas variacio-

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Apus caffer B V R VUCoracias garrulus B R R VURiparia riparia B K ICercotrichas galactotes B ENLanius minor B V E CRCorvus frugilegus C R R VU

FIG. 1.—Porcentajes dentro de cada «grupo ecológico» y en el total de las aves nidificantes en España que fi-guran como amenazadas en los sucesivos libros rojos (1986, 1992 o 2003). El número total de especies quehemos considerado en cada uno de los grupos ha sido el siguiente: Acuáticas, 68; Marinas, 17; Rapaces, 26;Montanas, 11; Forestales, 62; Esteparias, 28; Otras, 69; Total, 281.[Percentages of threatened species among the different «ecological assemblages» and in the total in each ofthe three red data books (1986, 1992 and 2003). Total number of species within each assemblage has been:birds of wetlands (acuáticas), 68; seabirds (marinas), 17; raptors (rapaces), 26; high mountain birds (monta-nas), 11; woodland birds (forestales), 62; birds of steppes (esteparias), 28; others (otras), 69; total (total), 281.]

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nes en aves montanas, aves esteparias y otrasaves.

A continuación efectuaremos un breve repa-so de la evolución observada en las diferentesespecies amenazadas, por grupos y con aten-ción preferente a las que tienen o han tenido ca-tegorías de amenaza más altas (E y CR) y aaquellas otras que han experimentado mayoresvariaciones. En ausencia de referencias biblio-gráficas concretas, se sobreentiende que la in-formación aportada procede del último atlas deSEO/BirdLife (Martí & Del Moral, 2003).

Aves acuáticas

Las aves ligadas a los humedales suponenla mitad de las especies en la lista de 1955 y un35,7% en la de 1956. La proporción sube algoen 1986 (41,4%) y 1992 (40,7%) pero descien-de en 2003 (34,2%). Su situación conjunta hamejorado, al pasar de 37 especies amenazadas

en 1992 (el 54,4% de las aves acuáticas repro-ductoras en España) a 24 en 2003 (35,3%) ypor otra parte, al descender a la mitad la cifrade las especies situadas en el primer nivel deamenaza (E/CR), de diez a cinco. Tal evolu-ción, sin embargo, difiere apreciablemente en-tre subgrupos, habiendo sido bastante mejor engarzas, cigüeñas y flamencos, así como en la-rolimícolas, que en patos y fochas.

En el primer grupo, de diez especies amena-zadas en las listas de 1986 y 1992 (cuatro E)quedan cuatro en 2003 (una CR). Sus pobla-ciones y tendencias se conocen relativamentebien. Aun teniendo muy presentes las variacio-nes en el esfuerzo de prospección, parece inte-resante comparar las cifras actuales con las quecabe deducir de la revisión llevada a cabo porFernández-Cruz (1975): Martinete Común Nyc-ticorax nycticorax, de unas 2.300 parejas (pp.)en los años 70 a 2.167-4.430 pp. en la actuali-dad; Garcilla Cangrejera, de 350 pp. a 850-1.100 pp.; Garceta Común, de 4.500 pp. a

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TABLA 2

Variación en el grado relativo de amenaza de las aves reproductoras en España («índice de preocupación») enlos diversos grupos ecológicos considerados. Para su cálculo, cada especie puntúa de acuerdo con el siguientebaremo: CR = E = 3 puntos; EN = V = 2 puntos; VU = R = I = 1 punto; NT = DD = K = 0 puntos (las espe-cies consideradas K —insuficientemente conocidas— en 1986 y con otra categoría en 1992, reciben en1986 la misma puntuación que en 1992).[Changes in the relative degree of endangerment of breeding birds in Spain («index of concern») among thedifferent ecological assemblages here considered. Each species has been scored as: CR = E = 3 points; EN= V = 2 points; VU = R = I = 1 point; NT = DD = K = 0 points (species considered K —insufficientlyknown— in 1986 and with another category in 1992, are scored in 1986 as in 1992).]

1986 1992 2003 Variación 1986-2003[Variation 1986-2003]

Aves acuáticas 64 63 39 –23,4 %[Waterbirds]Aves marinas 11 19 20 +45,0 %[Seabirds]Rapaces diurnas 29 30 18 –37,9 %[Diurnal birds of prey]Aves altimontanas 6 6 4 –33,3 %[High-mountain birds]Aves forestales 13 13 7 –46,2 %[Woodland birds]Aves esteparias 18 19 17 –5,6 %[Birds of pseudosteppes]Otras aves 10 10 9 –10,0 %[Other birds]Total 151 160 114 –24,5 %[Total]

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10.400 pp.; Garcilla Bueyera, de 12.500 pp. a64.000 pp., y Garza Real Ardea cinerea, demenos de 600 pp. (y menos de 100 pp. a prin-cipios de los 50) a 5.000-6.000 pp. (véanse Ber-nis & Valverde, 1954a; Fernández-Cruz et al.,1992). Estos cambios se hallan muy de acuerdocon los detectados en otros países europeos(Voisin, 1991; Hafner & Fasola, 1997), en par-ticular en Francia, donde en la comparaciónentre principios de los 70 y mediados de los90 se registran aumentos para Martinete Co-mún (de 2.200 pp. a más de 4.000 pp.), GarcetaComún (de 2.300 a 9.845 pp.) y Garza Real(de 4.500 a 26.700 pp.) (Dubois et al., 2000).

Son sobre todo destacables los casos de dosespecies que en España llegaron a extinguirsecomo reproductoras y que, en un contexto defranca recuperación en Europa, se han vuelto ainstalar hace poco, la Garceta Grande Egrettaalba (fuera de peligro) y el Morito Común Ple-gadis falcinellus (VU). La primera volvió acriar en el delta del Ebro en 1997, donde con-taba con siete pp. en 2002 (además de con 131individuos en invernada). Cuatro pp. de MoritoComún se establecieron en el delta del Ebro en1996 y siete en las marismas del Guadalquiviren 1996, y ya en 2002 las respectivas coloniasalcanzaban 23 pp. y 370-400 pp. También muypositiva ha sido la evolución de la Espátula Co-mún Platalea leucorodia (VU), con apenas 15pp. en 1961, refugiadas todas en Doñana, ymás de 2.500 pp. en 2001, en varias colonias enAndalucía y con los primeros casos de repro-ducción en Extremadura (Prieta, 2001). El Fla-menco Phoenicopterus ruber, muy escaso du-rante los años 50 (Bernis & Valverde, 1954b)empezó a criar en la laguna de Fuente de Piedraen 1963 (Valverde, 1964), localidad donde enla segunda mitad de los 80 la población nidifi-cante media estaba en 2.000-3.000 pp., mien-tras en los últimos años se sitúa en torno a las9.000 pp. (23.000 pp. en 2001) y se han forma-do nuevas colonias en otros lugares, incluido elDelta del Ebro (Máñez & Rendón, 2001).

Por lo que toca a las cicónidas, para la Ci-güeña Negra Ciconia nigra se conocían 175pp. en 1986 (González & Merino, 1988) y másde 300 pp. en 2002, si bien con prospecciónmucho más intensa (Cano, 2004), mientras laCigüeña Blanca Ciconia ciconia, objeto ya decinco censos nacionales (Bernis, 1981; Lázaroet al., 1986; Martí, 1999), tuvo inicialmenteuna evolución muy negativa (desde unas

14.500 pp. en 1948 a aproximadamente la mi-tad en 1974), para luego recuperarse de formaespectacular (6.753 pp. en 1984 y unas 18.000pp. hacia 1996).

Dentro de este subgrupo de las zancudas, ensituación preocupante permanece apenas elAvetoro Común Botaurus stellaris (CR), quede estar prácticamente extinguido como repro-ductor en los años 80 habría pasado a tenerunos 30 machos territoriales a comienzos delos 90 (la mayoría en Cataluña) y 20-25 en laactualidad (apenas 2 en Cataluña y 12-17 entreNavarra y Aragón, en zonas de reciente desa-rrollo del cultivo del arroz). En Francia la po-blación del Avetoro parece estabilizada desdelos años 70, en alrededor de 400 machos (Du-bois et al., 2000).

Las acuáticas nadadoras (somormujos, aná-tidas y fochas) contaban con ocho especiesamenazadas en 1986 (cinco E) y nueve tanto en1992 (cinco E) como en 2003 (cuatro CR). Lasde peor situación son Tarro Canelo Tadornaferruginea, Cerceta Pardilla Marmaronetta an-gustirostris, Porrón Pardo Aythya nyroca, Mal-vasía Cabeciblanca Oxyura leucocephala y Fo-cha Moruna Fulica cristata, un conjunto deaves de distribución meridional en el Paleárticoque en el pasado pudieron haber sido más omenos comunes en las Marismas del Guadal-quivir y otros humedales del sur y Levante denuestro país (Valverde, 1960a; Bernis, 1966-1971). La única que en 2003 ha salido del pri-mer nivel de amenaza ha sido la Malvasía Ca-beciblanca, cuya recuperación ha resultadoformidable al pasar de sólo 22 individuos en1977 hasta unos 2.300 en 2001 (Torres-Esqui-vias, 2003). Sobre ella se cierne, sin embargo,la amenaza de una posible hibridación a granescala con la Malvasía Canela Oxyura jamai-censis, especie introducida y en expansión enEuropa. Las demás continúan en mala situa-ción. Del Tarro Canelo no hay certeza de quecriara antiguamente en la península, donde erainvernante habitual, pero en Fuerteventura seconocen reproducciones desde 1994, con má-ximo de 6 pp. en 1999 (Martín & Lorenzo,2001) y es esta minúscula población canaria laque ahora suscita preocupación. La CercetaPardilla quizás contaba aún con 100-500 pp.en las Marismas del Guadalquivir a mediadosdel siglo pasado, pero apenas con diez pp. enlos años 70. En los 80 sus efectivos crecieronhasta 150-250 pp., la mayoría en los humedales

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de Alicante, y a partir de entonces oscilan entre30 pp. y 200 pp., de acuerdo con la pluviosidadde cada año y también en relación, según pare-ce, con movimientos de aves hacia y desde elNorte de África (Green, 1993; Navarro & Ro-bledano, 1995). También en esta especie pare-jas aisladas han llegado a criar en los últimosaños en Fuerteventura (Martín & Lorenzo,2001). Del Porrón Pardo se conocen para lasúltimas décadas sólo contados casos de cría,con un número de parejas muy bajo y que pro-bablemente varía en función de la llegada deinvernantes desde otros países europeos. La Fo-cha Moruna, por último, se consideró prácti-camente extinguida hacia la década de los 80,pero se citaban 10-20 pp. en los 90, la mayoríaen lagunas del extremo sur de Andalucía, yhasta 80 pp. en 2002, muchas de ellas en lasMarismas del Guadalquivir y algunas en Va-lencia, procedentes en parte de programas decría en cautividad (Giménez & Viedma, 2002).

Contrasta mucho con la situación de estasespecies la del Calamón Común Porphyrioporphyrio, también virtualmente limitado enlos años 50 a las Marismas del Guadalquivir,donde era escaso y muy localizado (Valverde,1960a), pero que ahora, ayudado en parte porintroducciones, se extiende desde Extremaduray Madrid hasta las islas Baleares, Cataluña y elsur de Francia (Sánchez-Lafuente et al., 1992;Gonin & Clément, 2003), con población totalque probablemente supera las 7.000 pp.

Las poblaciones de las acuáticas nadadorasfluctúan en general ampliamente de unos añosa otros, al verse muy afectadas por la pluviosi-dad y la consecuente variabilidad en los niveleshídricos, tan acusada en nuestro país. Para al-gunas poblaciones reproductoras de ánades queson comunes en Europa, pero que en España al-canzan el límite sur de su área de distribución,esto supone en sí mismo una amenaza. Sonejemplos Cerceta Común Anas crecca (VU),Ánade Rabudo Anas acuta (NT) y Cerceta Carretona Anas querquedula (VU). El TarroBlanco Tadorna tadorna, sin embargo, es uncolonizador reciente, con primera cita de re-producción en 1972 (Robledano & Calvo,1989), y ha sido capaz de aumentar poco apoco su población hasta alcanzar 120-150 pp.

También la variabilidad interanual en las llu-vias podría condicionar el futuro de las peque-ñas poblaciones reproductoras ibéricas de al-gunas limícolas que, igualmente, gozan de

amplia distribución y buenas cifras en el con-junto de Europa, casos de Agachadiza ComúnGallinago gallinago (EN), Aguja Colinegra Li-mosa limosa (VU), Zarapito Real Numeniusarquata (EN) y Archibebe Común Tringa tota-nus (VU) (Martínez Vilalta, 1997). Mejores pa-recen las posibilidades de la Avoceta ComúnRecurvirostra avosetta (antes R y ahora fuerade peligro) y de diversas láridas coloniales (Pa-terson, 1997, 2002), en lo que absolutamentedeterminante parece haber sido la protecciónde las colonias de cría, sobre todo en el Deltadel Ebro (compárese Maluquer, 1971, con Fe-rrer & Martínez Vilalta, 1986) y la Albuferade Valencia (Pechuán, 1965, vs. Dies et al.,1999; Dies, 2000). Así, la Gaviota Picofina La-rus genei (VU), de la que hacia los años 50sólo se conocían 6-9 pp. en las Marismas delGuadalquivir (Valverde, 1960a), empezó a criaren el Delta del Ebro en 1975 y desde entoncessu población española ha crecido hasta 605 pp.en 2001. También el Charrán Patinegro Sternasandvicensis (NT), que no fue nidificante regu-lar en el Delta del Ebro hasta 1971 y en la Al-bufera de Valencia hasta 1993, y sin embargoahora suma entre ambas localidades unas 3.000pp. Y el Charrán Común Sterna hirundo (NT),que en el Delta del Ebro tenía menos de 100pp. en 1973, frente a 3.400-5.000 pp. en los úl-timos años, mientras que en la Albufera, dondese había extinguido, regresó en 1983 y alcanzó2.293 pp. en 2002. Igualmente son bastante po-sitivas las evoluciones recientes de la PagazaPiconegra Gelochelidon nilotica (VU), con2.000-2.500 pp. hacia 1989 (Martínez Vilalta,1991) y 3.000-3.500 pp. en la actualidad, trashaber prosperado rápidamente en los embalsesde Extremadura, y la del Charrancito ComúnSterna albifrons (NT), con 5.500-6.000 pp. es-timadas a mediados de los 90. Sin embargo,preocupa todavía mucho la situación del Fu-marel Común Chlidonias niger (EN), con po-blación inferior a 40 pp. y que quizás no lleguea criar en años muy secos.

Pueden considerarse aves acuáticas en senti-do amplio varias especies de paseriformes pa-ludícolas. Las listas de 1986 y 1992 recogíantres en categoría R, de las que dos han pasado aNT, la Buscarla Unicolor Locustella luscinioi-des y el Bigotudo Panurus biarmicus, y unapermanece como VU, el Carricerín Real Acro-cephalus melanopogon. Para éste se cifra ahorala población en poco más de 1.500 pp., frente a

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las 2.400-3.200 pp. de estimas previas, y dichapoblación se halla muy concentrada en puntosdel litoral peninsular mediterráneo y en la Al-bufera de Mallorca. Además, la lista de 2003añade como VU al Escribano Palustre Emberi-za schoeniclus, cuya pequeña población repro-ductora en España, del orden de 300-400 pp.,muy dispersa y en disminución, se asigna a lassubespecies de distribución restringida lusita-nica (en el Noroeste) y witherbyi (en el Nores-te) (Atienza et al., 2004).

Aves marinas

Un porcentaje muy elevado de las aves ma-rinas reproductoras figura en las últimas listas,el 65% en la de 2003. Las de 1955 y 1956 sólorecogen una, la Gaviota de Audouin Larus au-douinii, pero ello se debe sin duda en buenaparte a la deficiente información que por aquelentonces existía sobre este grupo, en especial,quizás, con respecto a las islas Canarias, su en-clave español más importante. El incremento enel número de especies amenazadas entre 1986(siete) y 1992 (diez) puede también achacarse amejoras en el conocimiento. Las primeras revi-siones sobre la situación y el estado de conser-vación de las aves marinas en España, efectua-das con motivo del ICBP Seabird ConservationSymposium celebrado en Cambridge en 1982(Bárcena et al., 1984; De Juana, 1984; LeGrand et al., 1984), permiten apreciar enormeslagunas de información, sólo hasta cierto puntocolmadas en la actualidad.

Del archipiélago Canario son exclusivas paranuestro país cinco especies, la mitad de lasamenazadas en 2003, y todas procelariformes:Petrel de Bulwer Bulweria bulwerii, PardelaPichoneta Puffinus puffinus, Pardela Chica Puf-finus assimilis, Paíño Pechialbo Pelagodromamarina y Paíño de Madeira Oceanodroma cas-tro. Otras dos procelariformes más crían en Ca-narias que también lo hacen en península y Ba-leares: Paíño Europeo Hydrobates pelagicus yPardela Cenicienta Calonectris diomedea, éstacon una población muy alta, no amenazada (sub-especie borealis). Idea del desconocimientoprevio sobre la situación de estas aves nos da elhecho de que los primeros datos de cría de tresde las especies, Paíño de Madeira, Pardela Pi-choneta y Paíño Pechialbo, no se obtuvieronhasta los años 80 (Martín, 1988; Martín et al.,

1984, 1989). Aunque todavía sujetas a un ele-vado grado de incertidumbre, disponemos delas siguientes estimas sobre poblaciones nidifi-cantes: Petrel de Bulwer, 1.000 pp.; PardelaCenicienta, 30.000 pp.; Pardela Pichoneta, 200pp.; Pardela Chica, 400 pp., Paíño Pechialbo,50-60 pp.; Paíño Europeo, 595-1.000 pp., y Pa-íño de Madeira, 550-600 pp. (Hernández et al.,1990; Nogales et al., 1993; Martín & Lorenzo,2001). Las tendencias demográficas son enbuena medida desconocidas, aunque en algunasespecies podrían haber tenido lugar disminu-ciones de importancia. Ninguna está crítica-mente amenazada, si bien la Pardela Pichonetafiguró como E en 1992. La menos numerosa, elPaíño Pechialbo, se considera sólo VU dadoque su población, estable o en ligero aumento,parece recibir inmigración desde las grandescolonias próximas de las islas Salvajes.

Nuestra ave marina en peor situación es elArao Común Uria aalge. Sus efectivos en Ga-licia se cifraban en muchos miles de parejashacia los años 50 y todavía en unas 3.000 pp.hacia 1960, pero ya en los 70 apenas había 100pp. y en 1981-82, sólo 78 individuos, reparti-dos entre las islas Cíes (cuatro), las islas Sisar-gas (once) y los islotes de cabo Vilán (63)(Bernis, 1948; Bárcena et al., 1984; Bárcena,1985). En los últimos años se han venido re-gistrando ya menos de diez aves, que no pare-cen haberse reproducido en 2003, probable-mente a causa de la catástrofe del petroleroPrestige (Serra, 2003). La disminución de lascolonias gallegas es paralela en el tiempo a laobservada en las islas Berlengas de Portugal(6.000 aves en 1939 y 45 en la actualidad; Cos-ta et al., 2003) y en la Bretaña francesa (sólo230-260 pp. a finales de los 90; Dubois et al.,2000) y posiblemente obedezca en lo principala razones oceanográficas. También limitadacomo reproductora a las localidades gallegasde Sisargas y cabo Vilán, la Gaviota TridáctilaRissa tridactyla es una incorporación reciente anuestra fauna (Rodríguez-Silvar & Bermejo,1975; Bárcena et al., 1987; Docampo & Ve-lando, 1995). La evolución negativa de su po-blación, desde 204 pp. en 1981-82 hasta apenas61 pp. en 1999 (descenso especialmente acu-sado en Sisargas, en 1999 sólo cinco pp.) leconfieren categoría de VU.

La endémica Pardela Balear Puffinus mau-retanicus es, con el Arao Común, la otra avemarina en máximo riesgo (Aguilar, 1997; Mar-

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tí & Ruiz, 2001; Oro et al., 2004). Separadahace poco como especie aparte, sus efectivosreproductores podrían rondar las 2.000 pp.(frente a 3.000 pp. que se estimaban en 1997),todas en las islas Baleares. Datos de captura-re-captura en determinadas colonias apuntan a unfuerte descenso poblacional en los últimostiempos (7,6% anual) y a una muy baja tasa desupervivencia adulta (78%, frente al 90% quesería típico para el género Puffinus). Desdehace muy poco (Martí & Del Moral, 2003) sesabe que las pardelas que crían en la Mola deMaó, isla de Menorca, pertenecen a otra espe-cie, la Pardela Mediterránea Puffinus yelkouan,cuyas colonias más cercanas se localizan en laProvenza, y dado el pequeño tamaño de la po-blación, 100-150 pp., parece muy posible queesta especie se incorpore a futuras revisionesdel libro rojo.

De verdadero éxito conservacionista puedecalificarse la recuperación de la Gaviota de Au-douin Larus audouinii, que tiene en nuestropaís más del 90% de su población mundial re-productora. Considerada en serio peligro de ex-tinción hasta los años 70, en 1964 se descubrióla mayor colonia del mundo en las islas Chafa-rinas, con unas 1.000 aves adultas (Brosset &Olier, 1966) y en 1974 otra en las islas Colum-bretes, con 40-45 pp. (Pechuán, 1974), mientrasque en las Baleares un primer censo en 1978sumaba 316 pp. (Mayol, 1978). La protecciónefectiva de la colonia de las Chafarinas, con-trolada regularmente a partir de 1976 (De Juanaet al., 1980) y la colonización del Delta delEbro, donde comenzó a criar en 1981 en el áreaestrictamente protegida de la Punta de la Banyay llegó a sumar 11.700 pp. sólo 18 años des-pués, cambiaron radicalmente la situación (DeJuana & Varela, 1993; Oro, 1998; Oro & Rux-ton, 2001). Con unas 17.000 pp. en 2000 y15.000 en 2003 (Muntaner, 2003), su pobla-ción española parece estabilizada en los últi-mos tiempos.

Otras dos especies de aves marinas figuranahora como vulnerables (VU), el Paíño ComúnHydrobates pelagicus y el Cormorán MoñudoPhalacrocorax aristotelis. El primero contaríacon 5.000-7.900 pp., de las cuales 3.830-5.310en el Mediterráneo (subespecie melitensis),480-1.590 en el Atlántico Ibérico y el resto enCanarias, sin que se conozcan cambios en ladistribución ni tendencias poblacionales claras(Mínguez, 1994). El Cormorán Moñudo alcan-

zaría 4.390 pp., con unas 1.390 pp. en el Medi-terráneo (subespecie desmarestii), casi todasen las Baleares (50 pp. nada más en las costasibéricas), y 3.000 pp. en el litoral atlántico, lamayoría en Galicia. En Baleares ha sufrido undescenso no excesivamente acentuado, peropreocupa la evolución de las colonias gallegas,y así en la más importante de todas, la de las is-las Cíes, tras un aumento durante los años 80 y90 las cifras de reproductores habrían caído enun 40% entre 1992 y 2001 (Velando & Freire,2002).

Rapaces diurnas

La evolución reciente de las poblaciones es-pañolas de rapaces diurnas, muchas de ellas desobresaliente importancia en el contexto euro-peo, ha sido en general positiva (Tabla 3). Es-tas aves han sólido figurar de forma prominen-te en las listas rojas. En 1955, aparecenQuebrantahuesos Gypaetus barbatus, ÁguilaImperial Ibérica Aquila adalberti y Halcón deEleonora Falco eleonorae, mientras Garzón(1977) añade a estas especies «en grave peligrode extinción» una cuarta, el Buitre NegroAegypius monachus. La lista de 1956 incluyediez especies (36% del total), igual número queel de aves acuáticas. Las de 1986 y 1992, 16 y15 especies respectivamente, de las que cuatroen máxima categoría: Quebrantahuesos, Águi-la Imperial Ibérica, Águila Pescadora Pandionhaliaetus y Halcón Tagarote Falco pelegrinoi-des. En 2003, por último, de nuevo diez espe-cies, aunque esta vez suponen sólo un 14% deltotal y nada más una, el Águila Pescadora, per-manece en la máxima categoría de amenaza.Esta última, no obstante, también progresa aho-ra en España, al igual que en Europa en generaly en otras partes de su vasta área mundial dedistribución. Se cree que la población españolapudo estar en 72-97 pp. hacia los años 50 yapenas en 16-24 pp. hacia principios de los 80,época en que desaparecieron los pocos nidosque se emplazaban en las costas peninsulares.Pero desde entonces se asiste a un paulatinoaumento, tanto en Baleares (15-17 pp. en laactualidad) como en Canarias (15-20 pp.)(González et al., 1992; Triay, 1993; Martín &Lorenzo, 2001).

También se recupera de forma esperanzado-ra el Águila Imperial Ibérica, probablemente

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la especie de ave que ha recibido mayor aten-ción conservacionista en nuestro país, refugiode prácticamente toda la población mundial(González, 1991; Ferrer, 1993). Desde 30-50pp. entre los años 50 y 70 (Valverde, 1960b;Garzón, 1974a) habría pasado a 187 pp. en2003 (González, 1996; Quercus, 214: 10).Igualmente en categoría EN, el Águila-azor

Perdicera Hieraaetus fasciatus presenta peoresperspectivas (Arroyo et al., 1995; Real & Ma-ñosa, 1997). Teniendo en cuenta los diferentesesfuerzos de prospección, su población podríahaber disminuido en un 35% en el corto inter-valo 1990-2000, si bien los descensos parecenhaber sido más acusados en la mitad norte(Castilla y León, valle del Ebro y Cataluña) y

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TABLA 3

Estimas de las poblaciones de rapaces diurnas (Accipitriformes y Falconiformes) en España, expresadas en nú-mero de parejas reproductoras. Fuentes principales: primeros 60, Bijleveld (1974); 1975, Garzón (1977); 1989,F. De Juana (1989); 1997, Purroy (1997); 2003, Martí & Del Moral (2003).[Population estimates of diurnal birds of prey (Accipitriformes and Falconiformes) in Spain, in numbers ofbreeding pairs. Main sources: early 60’s, Bijleveld (1974); 1975, Garzón (1977); 1989, F. De Juana (1989);1997, Purroy (1997); 2003, Martí & Del Moral (2003).]

Rapaces diurnas Primeros 60[Diurnal birds of prey] [Early 60’s] 1975 1989 1997 2003

Pernis apivorus 1.000 900-1.300Elanus caeruleus 0 100 500 1.000 500-1.000Milvus migrans decenas de miles 25.000 9.000 > 9.000 > 8.800

[tens of thousands]Milvus milvus pocos miles 10.000 3.500 1.900-2.700

[few thousands]Gypaetus barbatus 20 35 45-47 62 81N. percnopterus 600-1.000 2.000 1.000-1.200 1.324-1.373 1.320-1.480Gyps fulvus 2.000 5.000 4.000 7.529-8.074 22.455Aegypius monachus 200 250 367 770 1.400Circaetus gallicus 3.000 1.000-2.000 1.700-2.100 2.000-3.000Circus aeruginosus > 1.000 1.000 100-200 481-522 817-851Circus cyaneus escaso 500 300-400 837-999 > 798

[scarce]Circus pygargus pocos miles 6.000 1.000-1.300 3.500-4.500 > 4.926

[few thousands]Accipiter nisus pocos miles 9.000 3.000-8.000 3.000-8.000 6.000-10.000

[few thousands]Accipiter gentilis pocos miles 3.000 2.300-3.000 2.300-3.000 3.500-6.500

[few thousands]Buteo buteo varios miles 15.000 5.000-5.500 5.000-5.500 13.000-18.000

[several thousands]Aquila adalberti 50 60 104 146 175Aquila chrysaetos > 400 400 808-936 1.200 1.277-1.294Hieraaetus fasciatus 300-400 500 568-646 675-751 650-713Hieraaetus pennatus > 1.000 9.000 3.000 2.000-4.000 > 2.905Pandion haliaetus algunas decenas 15 18-22 29-31 30-38

[some tens]Falco tinnunculus 30.000 30.000 25.000-30.000 > 17.652Falco naumanni > 100.000 50.000 7.000-8.000 20.000Falco subbuteo pocos cientos 8.000 > 900-1.300 900-1.600 2.300-3.000

[few hundreds]Falco eleonorae 130 300 662-667 660 668-734Falco peregrinus 2.000 1.588-1.698 1.628-1.751 2.384-2.690Falco pelegrinoides < 10 > 75

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en cambio, se aprecia estabilidad en áreas deAndalucía y Extremadura. En el sur de Francia,desde 80 pp. en la década de los 60, ha pasadoa 24 pp. en 1999 (Ornithos, 8:126). Por el con-trario, el Águila Real Aquila chrysaetos pareceahora en clara recuperación, tras haber dismi-nuido entre 1960 y 1990 (Arroyo et al., 1990),y su población se acerca a las 1.300 pp. En ellibro rojo de 2003 ya no aparece como amena-zada, al igual que sucede con las especies Ela-nio Común Elanus caeruleus, Águila CulebreraCircaetus gallicus, Aguilucho Lagunero Cir-cus aeruginosus y Halcón Peregrino Falco pe-regrinus.

Dentro de las aves carroñeras encontramosfortunas variadas. Mientras los grandes buitresparecen prosperar, el Alimoche Común Neo-phron percnopterus y el Milano Real Milvusmilvus preocupan cada vez más. El Quebran-tahuesos, todavía considerado EN (entre otrascosas por el pequeño tamaño de su población ypor estar virtualmente circunscrito a los Piri-neos, una vez que en los años 80 se extinguióen la sierra de Cazorla), ha pasado de 40 pp. en1986 a 93 pp. en 2003 (Hiraldo et al., 1979;Heredia & Heredia, 1990; Heredia & Margali-da, 2003). El Buitre Negro (VU) ha incremen-tado su población desde unas 250 pp. a princi-pios de los 70 (Bernis, 1966; Hiraldo, 1974;González, 1990) hasta unas 1.400 pp. en la ac-tualidad, y su población balear ha pasado dedos nidos ocupados en 1984 a diez en 1998-2002 (Tewe, 2003). Todavía más impresionan-te ha sido el despegue del Buitre Leonado Gypsfulvus, ya fuera de peligro, desde los 5.000 in-dividuos que se calculaban en los años 50 (Val-verde & Bernis, 1960) y 2.000 pp. en los 60(Bernis en Bijleveld, 1974), hasta las 22.455pp. que arrojó el censo nacional de 1999 (DelMoral & Martí, 2001).

Al otro extremo, el Alimoche ha disminuidode forma alarmante en las dos últimas décadas(Perea et al., 1990; Del Moral & Martí, 2002) yen el valle del Ebro podría haber perdido un70% de los territorios. Preocupa en especial susituación en Canarias, donde la recientementedescrita subespecie majorensis (Donázar et al.,2002) se ha extinguido ya en varias islas y aho-ra, limitada a Lanzarote y Fuerteventura, seconsidera CR. Por otro lado, el Milano Real,nunca antes en listas rojas, figura ahora comoEN tras haber pasado de 3.328-4.044 pp. en elcenso nacional de 1994 (Viñuela et al., 1999) a

sólo 1.900-2.700 pp., con caídas del 40-50%en Castilla y León, Madrid y área de Doñana.Extinguido en las islas Canarias en la década delos 60, ahora parece a punto de hacerlo en Me-norca, isla donde su población reproductora al-canzaba 135 pp. a finales de los 80, mientrasahora apenas llega a 10 pp. (De Pablo & Pons,2003). Incluso el Milano Negro Milvus mi-grans, en tiempo vulgar y en expansión, se con-sidera en el último libro rojo Casi Amenazado(NT).

La última especie EN entre las rapaces diur-nas es el Halcón Tagarote. La información so-bre su presencia en Canarias fue escasísimahasta finales de los 80, cuando se registraron 7pp. en las islas orientales (Hernández et al.,1991). Ahora parece que se encuentra en fran-co crecimiento, con más de 75 pp. que se re-parten por todas las islas e islotes principales(Delgado et al., 1999; Martín & Lorenzo,2001). Completan la lista dos especies consi-deradas VU, el Aguilucho Cenizo Circus py-gargus y el Cernícalo Primilla Falco nauman-ni , frecuentadoras ambas de ambientesesteparios. Las dos tienen poblaciones relati-vamente cuantiosas y bastante mayores que lasque se estimaban hasta hace poco, pero la re-ducida fiabilidad de los censos hace difícil ase-gurar las tendencias poblacionales reales (vé-anse Ferrero, 1995; Arroyo & Pinilla, 1996,García & Arroyo, 2002, para el Aguilucho Ce-nizo; y González & Merino, 1990; Garcés &Corroto, 2001, para el Cernícalo Primilla). Enel caso del Aguilucho Cenizo, con 3.647-4.632pp. estimadas en 1994, conviene tener en cuen-ta además la existencia de fuertes variacionesinteranuales a nivel local. Sin embargo, en lavecina Francia se ha venido registrando un au-mento general desde los años 70 (Dubois etal., 2000). Por lo que se refiere al CernícaloPrimilla, cuya actual población podría rondarlas 20.000 pp., hay que señalar que hacia losaños 60 sufrió un declive catastrófico (Cruz,1974; Bernis, 1974) y que a finales de los 80 secensaron sólo 4.239-5.089 pp. Durante los úl-timos años se piensa en una cierta estabilidad,si bien en Aragón y en Castilla y León, regio-nes ambas en el límite norte del área de distri-bución ibérica, se están produciendo eviden-tes aumentos y expansiones, lo mismo queocurre en el Sureste de Francia (9 pp. en 1990frente a unas 70 pp. en 2002; Ravayrol &Buhot, 2002).

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Aves altimontanas

La posición meridional y periférica de nues-tros macizos montañosos en Eurasia determina,por razones biogeográficas, una avifauna dealta montaña relativamente pobre y limitada enla mayor parte de las especies a los Pirineos yla cordillera Cantábrica (Bernis, 1955b), de for-ma bastante similar a lo que sucede con lasaves forestales. Y al igual que en ellas, las es-pecies que aquí consideramos en peligro suelentener amplias áreas de distribución y no estaramenazadas a nivel europeo. La lista de 1955incluye dos, el Lagópodo Alpino Lagopus mu-tus y el Treparriscos Tichodroma muraria, peroeste último no aparece en los libros rojos ulte-riores, al contrario que la Perdiz Pardilla Perdixperdix y el Chorlito Carambolo Charadriusmorinellus.

El Chorlito Carambolo figura como R en loslibros de 1986 y 1992, pero EN en el de 2003.Cría en Europa en zonas subárticas y de tundra,aunque también, de modo puntual, en macizosmontañosos del sur como los Alpes o los Ape-ninos. En los Pirineos no fue descubierto hastalos años 80 (Lescurret & Génard, 1982), mien-tras que la nidificación en España no pudocomprobarse hasta 1994 y los pocos datos decría o presencia estival existentes correspon-den todos a una zona muy pequeña del Pirineocatalán (justo en la frontera con Francia y encotas por encima de 2.400 m). Se ignora en re-alidad si cabe hablar aquí de una población in-dígena, que sería en todo caso reducidísima yfluctuante, o bien de reproducciones esporádi-cas correspondientes a migrantes de la pobla-ción escandinava.

Mayor trascendencia tiene a priori la con-servación de las dos galliformes, ambas VU,que aparecen diferenciadas en nuestras monta-ñas a nivel subespecífico: Lagopus mutus pyre-naicus y Perdix perdix hispaniensis. El Lagó-podo Alpino (Canut et al., 1987), tienepoblación en el lado español estimada en 442-738 pp. Parece ser que se extinguió en la cordi-llera Cantábrica a principios del pasado siglo(García Dory, 1982) y que últimamente se hanproducido extinciones en áreas periféricas delos Pirineos, tanto de Cataluña como de Ara-gón. En los Pirineos franceses el área se ha-bría reducido en un 13% entre 1964 y 1995(Ménoni et al., 1998). La Perdiz Pardilla se re-produce en España a altitudes normalmente su-

periores a los 1.100 m, cuando en el resto deEuropa es típica de regiones llanas y cultivadas.Además de en Pirineos y la cordillera Cantá-brica, habita en los Montes de León y el Siste-ma Ibérico Septentrional (Lucio et al., 1992) ysu población total se ha estimado tentativa-mente en 2.000-6.000 pp. Durante las últimasdécadas se han dado procesos de aislamiento yextinción en áreas periféricas, en general demenor altitud, si bien las zonas centrales pire-naicas y cantábricas parecen mantener pobla-ciones estables.

Aves forestales

Este conjunto reúne siete especies de distri-bución peninsular y tres endémicas de las islasCanarias, que conviene tratar aparte. Las pe-ninsulares disfrutan en general de grandes áreasde distribución y buenas poblaciones en Euro-pa, mientras en España son comparativamenteraras y tienden a circunscribirse a los bosquesmontanos del norte, situados sobre todo en losPirineos y la cordillera Cantábrica, hecho queen gran medida puede explicarse por las res-tricciones que al desarrollo del bosque imponenel clima mediterráneo y la aridez (Santos &Tellería, 1998). Cuatro de estas aves son pája-ros carpinteros (Picidae), una familia eminen-temente forestal que cuenta con diez especiesen Europa, de las que siete alcanzan la penín-sula Ibérica y solamente cuatro rebasan el ter-cio norte de la misma (Díaz, 1997). Sus pobla-ciones parecen incrementarse últimamente: elnuevo atlas revisa al alza las estimas anterioresy calcula efectivos de 1.011-1.412 pp. para elPicamaderos Negro Dryocopus martius (frentea 550-900 pp. en Purroy, 1997), 1.045-1.205pp. de Pico Mediano Dendrocopos medius (an-tes 650-680 pp.), 78-95 pp. de Pico Dorsiblan-co Dendrocopos leucotos (antes 60-70 pp.) yalrededor de 5.000 pp. de Pico Menor Dendro-copos minor (antes 1.500-2.200 pp.). En algunamedida los aumentos podrían ser sólo aparen-tes, debidos a un mayor esfuerzo de prospec-ción (entre otras cosas, parece haberse genera-lizado en los últimos tiempos el uso degrabaciones de reclamos y cantos para detectara las aves), pero en otros países de Europa, en-tre ellos la vecina Francia, estas mismas espe-cies se hallan en expansión, que es muy notableen el caso del Picamaderos Negro (Yeatman,

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1976; Cuisin, 1985, 1990), pero también bas-tante obvia en los del Pico Mediano y el PicoMenor (v.g. Perthuis, 1996; Dubois et al.,2000). Nuestro nuevo atlas cuestiona la expan-sión real del Pico Menor, pero ésta resulta pal-pable por lo menos en Cataluña (donde se hapuesto en relación con la reciente colonizaciónde plantaciones de chopo) y también en La Rio-ja, Navarra y Aragón, a lo largo del Ebro yafluentes, como evidencia bien la comparacióncon atlas previos (De Juana, 1980; Elósegui,1985; Sampietro et al., 1998). De las cuatroespecies de carpinteros que figuran en los librosrojos de 1986 y 1992, únicamente la de pobla-ción más reducida, el Pico Dorsiblanco, se con-sidera todavía amenazada (con categoría sola-mente de VU). La población ibérica, nodescubierta hasta 1968 (Bernis & Iribarren,1968), se encuentra virtualmente confinada alos hayedos pirenaicos de Navarra (Fernández& Azcona, 1994), pero allí tiene amplia cone-xión geográfica con la población francesa, nu-méricamente más importante (200-450 pp., Du-bois et al., 2000), y parece, además, hallarseen moderado aumento y expansión (ultima-mente se ha descubierto presencia en hayedosatlánticos situados muy al oeste del Pirineo).

Sobre las otras dos especies forestales ibéri-cas aquí consideradas, el Mochuelo Boreal Ae-golius funereus pasa de R en 1992 a NT en2003 y el Colirrojo Real Phoenicurus phoeni-curus ingresa de nuevas en 2003, como VU.Del Mochuelo Boreal no se descubrió presenciaen los Pirineos hasta 1963, en Francia, y en lavertiente española de esta cordillera hasta 1984(Alamany, 1989). Su población es pequeña,con 142 territorios conocidos en 2002, pero noparece en riesgo y por otra parte, hay medidasexitosas en marcha para favorecerla (controldirecto de las talas y provisión de cajas-nido),mientras que la especie se encuentra en expan-sión en Francia (Rocamora & Yeatman-Bert-helot, 1999). Acerca del tamaño y tendenciaspoblacionales del Colirrojo Real es muy pocolo que sabemos, aunque su área de distribuciónparece haberse reducido un tanto en la compa-ración entre los atlas de 1986 y 2003.

Las perspectivas son bastante peores para elUrogallo Común Tetrao urogallus. Considera-do amenazado desde mucho tiempo atrás (Cas-troviejo, 1975), en 2001 contaría con apenasun millar de machos adultos, de los que el 30%o menos en la cordillera Cantábrica (subespecie

cantabricus) y el resto en los Pirineos (subes-pecie aquitanicus). Estas estimas suponen lapérdida de la mitad de la población cantábricaen 18 años y algo más de la cuarta parte de lapirenaica en 12-15 años. En la cordillera Can-tábrica ha sufrido además una importante re-tracción areal, con extinciones recientes en lasprovincias de Lugo y Palencia, y una situaciónya meramente residual en Cantabria. Su destinopuede ser el mismo del Grévol Común Bonasabonasia, quizás ya extinguido en Pirineos, don-de del lado español la única observación relati-vamente reciente tuvo lugar en Navarra en1972 (Purroy, 1974).

Es bastante esperanzadora la situación de lasaves forestales canarias amenazadas, todas ellasendémicas. En la lista de 1955 ya figuraban laPaloma Turqué Columba bollii y la Paloma Ra-biche Columba junionae, mientras el último li-bro rojo añade el Pinzón Azul Fringilla tey-dea. Ambas palomas debieron ser sumamenteraras hacia la primera mitad del siglo XX (vé-anse por ejemplo Lack & Southern, 1949; Ban-nerman, 1963), cuando sus amenazas principa-les parecían radicar en la continuadadestrucción del hábitat forestal y en la caza, re-alizada mediante esperas en bebederos y puntosde alimentación, problemas que se han reduci-do en gran medida en los últimos tiempos(Martín et al., 2000). A principios de los 80,K.W. Emmerson llevó a cabo las primerasprospecciones sistemáticas y a gran escala des-tinadas a documentar la situación de estas aves.La comparación con datos recientes (Martín &Lorenzo, 2001) permite ver que el número decuadrículas de 5 km x 5 km ocupadas en el ar-chipiélago podría haberse triplicado en el casode la Paloma Turqué (de 135 cuadrículas a 410)y más que duplicado en el de la Paloma Rabi-che (de 196 a 455). En 2003 ya no se consideraamenazada la primera especie, de poblaciónmínima estimada en 6.000 individuos, pero noasí a la segunda, que permanece como EN alinterpretarse que anteriormente pudo haber pa-sado desapercibida en gran parte del área deocupación (en buena medida porque en La Pal-ma, isla con los mayores efectivos, no se pros-pectaron de forma adecuada grandes extensio-nes donde ahora esta paloma resulta común).Entre los principales factores de amenaza seencontrarían actualmente la depredación ennido por parte de ratas y gatos, y las talas abu-sivas en el monteverde destinadas a suministrar

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horquillas y varas para los cultivos (Martín etal., 2000).

El Pinzón Azul se considera en estos mo-mentos VU, pese a que en Tenerife (donde ha-bita la subespecie nominal) tiene población su-perior a las 1.000 pp. reproductoras, ocupa un28% de las cuadrículas de 5 km × 5 km, y suabundancia y distribución se admite que sonmuy superiores a las del pasado (Martín & Lo-renzo, 2001). La subespecie de Gran Canaria,F. t. polatzeki, se encontraría por el contrariomuy amenazada (CR), con un promedio duran-te los últimos años de apenas 250 individuos,confinados mayoritariamente en los pinares deInagua, Ojeda y Pajonales, de reducida exten-sión.

Aves esteparias

Once especies de aves esteparias figuran enla lista de 2003, de las que una como CR (elTorillo Andaluz Turnix sylvatica) y cuatrocomo EN. Tres de estas últimas son exclusi-vas de las Canarias, donde tienen sus únicaspoblaciones europeas: Avutarda Hubara Chla-mydotis undulata, Corredor Sahariano Curso-rius cursor y Tarabilla Canaria Saxicola daco-tiae. La Tarabilla Canaria es un endemismo yen la actualidad sólo habita la isla de Fuerte-ventura, mientras la Avutarda Hubara es endé-mica a nivel subespecífico (C. u. fuertaventu-rae) y tanto ella como el Corredor Sahariano sepueden encontrar también en Lanzarote. De laAvutarda Hubara se dispone tan sólo de uncenso completo, efectuado en 1994, que arrojó241 ejemplares en Fuerteventura, 268 en Lan-zarote y 18 en el vecino islote de La Graciosa(Martín et al., 1997). Estas cifras superan conmucho las estimas realizadas en los años 80por equipos del ICBP (Lack, 1983; Osborne,1986), que aventuraban población total infe-rior a 100 aves, pero las diferencias en los mé-todos utilizados hacen muy difícil deducir ten-dencias. Se trata, en cualquier caso, de unapoblación importante y comparativamente muydensa (promedio de 1,85 aves/km2) que últi-mamente parece haber sufrido mermas en de-terminadas zonas (Martín & Lorenzo, 2001).Del Corredor Sahariano se conoce apenas unaestima total, muy tentativa: 200-250 individuos.De la Tarabilla Canaria se dispone de un censoque arrojó 750-1.000 pp. (Bibby & Hill, 1987)

y existe el convencimiento de que en los últi-mos tiempos han tenido lugar reducciones nu-méricas y areales (Illera, 2001).

También las aves esteparias peninsulares tie-nen gran importancia en el conjunto de Europa,con varias especies únicas y con las mejorespoblaciones de casi todas las demás (De Juanaet al., 1988; De Juana, 1989). Hasta hace nomucho su suerte apenas suscitaba preocupa-ción (Valverde, 1958) aunque una especie, laGrulla Damisela Anthropoides virgo, había lle-gado a extinguirse (según Valverde (1992) ha-bría criado en Extremadura hasta los años 30).La lista de 1955 no recoge a ninguna especie yla de 1956 sólo a la Avutarda Común Otis tar-da, mientras que cuatro especies que ahora es-tán en libro rojo figuraban dentro del «grupo cinegético fundamental» («aves para cazarusando de la licencia general ordinaria decaza»), concretamente Torillo Común (si biense señalaba la posible conveniencia de prote-gerlo), Sisón Común, Ganga Ibérica y GangaOrtega, y una más, la Terrera Común, estabaentre los «pajarillos sin protección permanen-te». En acusado contraste, en los libros rojos de1986 y 1992 aparecen siete especies de estepa-rias, y en el de 2003 ocho, a lo que cabe añadirdos más que en este último ingresan como NT(Alcaraván Común Burhinus oedicnemus y Te-rrera Marismeña Calandrella rufescens). Lamás amenazada de todas estas aves, el TorilloAndaluz, está ligada a un hábitat un tanto pe-culiar, matorrales costeros termófilos de bajoporte, mientras las demás lo están fundamen-talmente a las llamadas pseudoestepas, que de-penden de formas tradicionales de agricultura yganadería (si bien la Canastera Común Glareo-la pratincola suele exigir además la presenciacercana de masas de agua).

El Torillo Andaluz se daba ya por extinguidovirtualmente en España y Europa en los años60, pero desde entonces se han venido produ-ciendo de manera esporádica escuchas de can-tos (todavía una en 2002 junto a Doñana) ycapturas por parte de cazadores (es fácil con-fundirlo con la Codorniz Común Coturnix co-turnix), limitadas todas a una pequeña superfi-cie de las provincias de Cádiz y Huelva(Garrido, 1999). La Canastera Común (VU)cuenta con una notable población, quizás supe-rior a las 5.000 pp., en su mayoría repartidasentre Andalucía occidental y Extremadura (Cal-vo, 1994; Costillo et al., 2000).

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Mucha atención conservacionista ha mere-cido la Avutarda Común Otis tarda, que expe-rimentó una fuerte regresión al menos hasta losaños 80, quizás debida en lo principal a la caza.Una vez prohibida ésta, a partir de 1980, sus ci-fras parecen haber crecido si se comparan lassucesivas estimas de 11.890 individuos a me-diados de los 70 (Palacios et al., 1975), 14.000en 1989 (Alonso & Alonso, 1990) y 23.000 enla actualidad (Alonso et al., 2003), pero dichocrecimiento parece haber venido acompañadode una concentración en las mejores zonas, altiempo que de disminuciones o extinciones enotras marginales. En cambio, el Sisón ComúnTetrax tetrax estaría según parece sufriendouna regresión fuerte y generalizada. A media-dos de los años 90 se estimó tentativamenteuna población de 100.000-200.000 machos re-productores (De Juana & Martínez, 1996), peroahora se cree que estaría más bien entre 50.000y 100.000 machos, repartidos en lo principalpor Castilla-La Mancha, Extremadura y Ma-drid. La disminución durante las últimas déca-das de la especie en Francia ha sido catastrófica(Jolivet, 2001). También fuertes disminucio-nes (quizás superiores al 30% de las poblacio-nes en los últimos 20 años) parecen habersedado entre las dos pteróclidas europeas, ambasvirtualmente restringidas a España, la GangaIbérica Pterocles alchata, con unos 20.000-26.500 individuos, y la Ganga Ortega P. orien-talis, con 9.000-17.000 individuos (Herranz &Suárez, 1999).

Dos especies de aláudidos, por último, apa-recen ahora entre las aves esteparias de la listaroja, la escasa Alondra de Dupont Chersophilusduponti (EN) y la todavía abundante TerreraComún Calandrella brachydactyla (VU). Laprimera se descubrió criando en España hacerelativamente poco (Bernis, 1966-1971; Suá-rez et al., 1982; Aragüés & Herranz, 1983),con área de distribución centrada en altiplanosdel sistema Ibérico y zonas próximas de la me-seta norte y el valle del Ebro. Su población secifró en 1988 en 13.000 individuos (Garza &Suárez, 1990) pero tal estima se considera aho-ra, por cuestiones metodológicas, que fue ex-cesiva (Garza et al., 2003). La población de laTerrera Común sería todavía superior a dos mi-llones de pp., pero es posible que su disminu-ción durante la última década haya podido su-perar el 30%. En las estepas de Lleida,Cataluña, ha pasado de 3.000-4.000 pp. en

1994 a menos de 1.000 pp. sólo seis años des-pués (Bota, 2002).

Otras aves

Una de las especies cuyo futuro entre noso-tros parece más comprometido es sin duda elAlcaudón Chico Lanius minor, considerado Ven 1986, E en 1992 y CR en 2003. Sus efecti-vos, estimados en un máximo de 40 pp. a prin-cipios de los 80 (Muntaner et al., 1983) se hanido reduciendo hasta sólo 20 pp. en 2001, lamayoría en una pequeña zona situada entre lasprovincias de Lleida y Huesca, lo que implicauna población diminuta, aislada y en posiciónmarginal en el área mundial de distribución dela especie. También en Francia sus días parecencontados (Rufray & Rousseau, 2004). El Al-zacola Cercotrichas galactotes, dependiente decultivos de secano como olivar y viñedo, se haincorporado a las listas de aves amenazadas en2003, con categoría EN, ya que sus efectivos,estimados en 8.400-14.300 pp., parecen encon-trarse en acelerada disminución.

Las demás especies de la lista 2003 se consi-deran solamente VU. La Tórtola Europea Strep-topelia turtur, antes abundante, sufrió una ca-tastrófica disminución en Europa durante losaños 70 y 80, que se achacó en buena parte a lasfuertes sequías experimentadas en las áreas deinvernada en el Sahel, aunque también a unaexcesiva presión de caza (v.g. Purroy, 1995;Hagemeijer & Blair, 1997). Su tendencia po-blacional en España parece todavía negativa enlos últimos años, aunque en Francia se hablade estabilidad o incluso de ligero aumento (Du-bois et al., 2000). El Vencejo Cafre Apus caffer,especie africana establecida en el sur de Cádiz amediados de los 60 (Del Junco & González,1969) tiene población muy pequeña, pero queparece en lento proceso de expansión (alcanzaahora puntos del norte de Extremadura y el surde Castilla-La Mancha). La Carraca EuropeaCoracias garrulus, que depende de hábitatsagrícolas y ganaderos, sólo cuenta ahora conunos pocos miles de pp. (Avilés, 1999) y aun-que la información es escasa, parece evidenteque su tendencia general es muy poco halagüe-ña. La Graja Corvus frugilegus, cuya aisladapoblación leonesa no se descubrió hasta losaños 50 (Valverde, 1953), sumaba unos 1.000nidos en 1976 (Ena, 1979) y poco más del do-

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ble en la actualidad (Olea, 2000), si bien el áreade ocupación parece haberse contraído algo.

Para terminar, dos especies abandonan laslistas de aves amenazadas en 2003, el BúhoReal Bubo bubo, hasta cierto punto asimilable alas aves de presa diurnas en cuanto a problemasde conservación y que, al igual que ellas, pare-ce hallarse ahora en claro aumento, y el AviónZapador Riparia riparia, de población relativa-mente grande (estimada en 540.000-750.000pp.) y que parece estable en los últimos tiem-pos.

VARIACIÓN GENERAL Y POR GRUPOS

La caída en el número de especies amenaza-das entre los libros rojos de 1992 y 2003 sedebe en buena parte a la aplicación de las nue-vas normas de la UICN para la determinaciónde categorías de amenaza a nivel nacional, apli-cación que, como ha podido comprobarse enotros países (Gärdenfors, 2001), comporta fre-cuentes descensos de categoría. Entre 1986 y1992 la variación es muy poca. No obstante, enel conjunto de los últimos cincuenta años síque parece evidente una mejoría global en la si-tuación de las aves de España, al menos por loque se refiere a poblaciones y tendencias delas más amenazadas. Ello podría explicarsehasta cierto punto por los grandes cambios quehan tenido lugar en las políticas de protección ala naturaleza (De Viedma et al., 1976; Morillo& Gómez-Campo, 2000).

Por lo que se refiere a la legislación, el últi-mo medio siglo ha visto sucesivamente la rati-ficación en 1956 de la Convención Internacio-nal para la Protección de las Aves, la Ley deCaza de 1970, la Ley 15/1975 de Espacios Na-turales Protegidos, la ratificación durante losaños 80 de diversos convenios internacionalesde gran importancia (Ramsar, Berna, CITES,Bonn) y, tras la entrada de España en la Comu-nidad Europea en 1986, la aplicación de la Di-rectiva de Aves (parcialmente transpuesta enla Ley 4/89 de Conservación de los EspaciosNaturales y de la Flora y Fauna Silvestres) y lareciente Directiva de Hábitats. De forma para-lela ha crecido nuestro sistema de áreas prote-gidas. En 1954, año de fundación de SEO, a losparques nacionales de la Montaña de Covadon-ga y Ordesa (declarados en 1918) se añadie-ron los del Teide y la Caldera de Taburiente, en

Canarias, mientras en 1980 había nueve par-ques nacionales, con unas 100.000 ha en total,y en la actualidad 13, con 323.674 ha, superfi-cie casi nueve veces mayor que la de 1954. Yaún más han crecido las áreas protegidas bajootras figuras, sobre todo desde mediados de losaños 80, en coincidencia con el acceso de Es-paña a la Comunidad Europea (que obligaba ala declaración de Zonas de Especial Protecciónpara las Aves, ZEPA) y con los traspasos decompetencias a las Comunidades Autónomas(Pérez-Corona et al., 2002). De manera que lasuperficie total protegida se multiplicó por tresentre 1954 y 1980 (de 69.321 ha a 216.064 ha)y casi por quince entre 1980 y 1998, año en elque 718 espacios naturales protegidos abarca-ban conjuntamente 32.000 km2, el 6,4% de lasuperficie nacional (Morillo & Gómez-Cam-po, 2000). Parecidos avances se han dado en elestablecimiento de departamentos administrati-vos dedicados específicamente a la conserva-ción (hasta culminar en un Ministerio de MedioAmbiente en 1996), en la realización de estu-dios de ornitología aplicada y biología de laconservación, y en la creación de grupos con-servacionistas y ecologistas, sobre todo a partirde los años 70 y gracias en parte a la actividaddivulgadora de Félix Rodríguez de la Fuente(Tellería, 2002).

Con todo, de estos indudables avances en laconservación de la naturaleza no se han benefi-ciado todas las especies de aves por igual, sinoque, como hemos visto, entre 1954 y 2004 bas-tantes han mantenido su mala situación inicial ola han empeorado. No es sencillo identificarcientíficamente las correlaciones existentes en-tre las variaciones que se detectan en las pobla-ciones de aves y sus posibles causas externas(Green, 2002), pero lo cierto es que las razonesa que apuntan los libros rojos no sólo suelencoincidir entre especies dentro de cada grupoecológico, sino que son muy similares a las quehabitualmente se señalan para el conjunto deEuropa (v.g. Tucker & Heath, 1994; Hagemei-jer & Blair, 1997). Una vez superada la perse-cución directa y limitados los excesos en elaprovechamiento cinegético, que fueron tan ha-bituales en otros tiempos (Bernis, 1971), y sibien la caza todavía representa un problemapara especies como Tórtola Europea o PerdizPardilla (Lucio & Purroy, 1992), las amenazasque con mayor frecuencia se ciernen sobre lagran mayoría de las especies tienen que ver

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con la conservación de sus hábitats (Tucker &Evans, 1997; Viada, 1998). De aquí, quizás,las evidentes desigualdades que cabe apreciaren las tendencias de los distintos grupos ecoló-gicos.

Las aves acuáticas han recibido de antiguoconsiderable atención conservacionista, en ra-zón a las grandes pérdidas de hábitat que histó-ricamente tuvieron que padecer (Bernis, 1988;Martín Novella et al., 1988; Montes, 1991). Seha calculado que entre 1948 y 1990 se desecóen España el 60% de la superficie de humeda-les, que pasó aproximadamente de 280.000 ha a114.000 ha (Casado & Montes, 1995) y en esteproceso se perdieron cientos de localidades deinterés, algunas de la importancia de las lagu-nas de Antela, La Nava y La Janda, mientras lasuperficie de las Marismas del Guadalquivirpasaba de unas 200.000 a sólo 36.000 ha (Anó-nimo, 1999). Pero ya en los años 50, antes de lagran oleada de desecaciones, muchas especiesde aves acuáticas se consideraban en grave pe-ligro de extinción (Bernis, 1956; Valverde,1959), lo que probablemente se debía sobretodo a la caza indiscriminada. Una idea de lapreocupación que su futuro llegó a suscitar nosda el constatar que en 1973 las únicas aves conprotección total eran, al lado de las rapacesdiurnas y nocturnas, algunas aves acuáticas (Ci-güeña Común, Cigüeña Negra, Morito, Espátu-la, Tarro Canelo, Porrón Pardo, Malvasía, Ca-lamón, Focha Moruna, Grulla Común Grusgrus y Gaviota Picofina).

Hace tiempo ya, afortunadamente, que sepasó la fiebre desecadora y en estos momentosnumerosos humedales reciben protección le-gal, hasta 49 por ejemplo bajo la convención deRamsar (con una superficie total de 173.108ha, incluyendo zonas periféricas). Persisten sinembargo muchos problemas, entre los que secuentan altos niveles de contaminación, tantopor pesticidas y otros tóxicos como por nu-trientes (por ejemplo en la Albufera de Valen-cia), la sobreexplotación de determinados acuí-feros (caso muy conocido el de las Tablas deDaimiel), el progresivo abandono de la activi-dad salinera tradicional, la colmatación de mu-chas lagunas, las quemas no controladas de ve-getación heliófila, el efecto de especies exóticasinvasoras (como el Cangrejo de Río AmericanoProcambarus clarkii), episodios de botulismo,etc. Pero la situación de las aves acuáticas hamejorado claramente en su conjunto e incluso

especies extinguidas hace tiempo como repro-ductoras, casos de la Garceta Grande y el Mo-rito Común, prosperan en nuestros días. En lasislas Baleares, de doce especies que se han es-tablecido como nidificantes de manera naturalentre 1975 y 2002, todas menos una son avesacuáticas (Mayol et al., 2003). No cabe sinoesperar que esta situación continúe en el futuro,sobre todo si se siguen con determinación lasdirectrices que marca el Plan Estratégico parala Conservación y el Uso Racional de los Hu-medales, aprobado en 1999.

La preocupación por la conservación de lasaves marinas ha crecido mucho por compara-ción a otros grupos, si bien esto se debe en granparte a simples mejoras en la información dis-ponible. El emplazamiento de las colonias decría en islotes y acantilados de difícil acceso,que exige el empleo de embarcaciones, y loshábitos nocturnos de muchas de estas aves (lasprocelariformes), explican su relativo descono-cimiento hasta fechas recientes. Ya hemos vis-to que en los años 80 se descubre la cría enCanarias de tres especies y que todavía en 2003se da a conocer en Baleares la de la PardelaMediterránea. Se hace, por ello, muy difícilcomparar con épocas pasadas su estado de con-servación. La Gaviota de Audouin se ha recu-perado espectacularmente desde el borde mis-mo de la extinción, la Pardela Balear haempeorado bastante y el Arao Común ha desa-parecido virtualmente como reproductor, peropara la mayor parte de nuestras aves marinasignoramos cuál haya podido ser la evoluciónreal de sus poblaciones. Para las islas Balearesse ha hecho ver que frente a dos especies en re-gresión (Pardela Balear y Cormorán Moñudo)habría siete en expansión, siendo en conjuntomuy positiva la evolución del grupo (Mayol etal., 2003). Han desaparecido amenazas anti-guas, como el consumo humano tradicional dehuevos y pollos, que afectaba especialmente alas colonias de pardelas de Canarias (Castro-viejo, 1964; Martín & Lorenzo, 2001) y de Ba-leares (Mayol, 1986), o la caza desde embarca-ciones, frecuente por ejemplo en las rías deGalicia. Por otra parte, toda una serie de locali-dades de mucho interés reciben ahora protec-ción (islas Cíes, Columbretes, Cabrera, Chafa-rinas, Alegranza, Montaña Clara, etc.). Peropersisten problemas graves, en particular losque parecen excesivos niveles de depredaciónen las colonias de cría (imputables en general a

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mamíferos introducidos como gatos, ratas e in-cluso ratones y musarañas en el caso del PaíñoPechialbo, pero a veces también a aves autóc-tonas como lechuzas, cuervos y gaviotas) yasimismo la mortalidad accidental en artes depesca (trasmallos en el caso del Cormorán Mo-ñudo y palangres en el de las pardelas del Me-diterráneo; Cooper et al., 2003). La pesca in-fluye también en las poblaciones de muchasespecies por la provisión de alimento vía des-cartes o, potencialmente, por su limitación víasobrepesca (Furness, 2003). Y persiste el pro-blema de la contaminación marina por crudospetrolíferos, denunciado desde antiguo (Malu-quer, 1955; Rodríguez Silvar & Bermejo,1978), pero que en el invierno 2002-2003 haculminado con el desastre del petrolero Prestige(ocasionó una mortalidad de aves marinas, ál-cidas la mayoría, estimada en 115.000-230.000individuos; SEO/BirdLife, 2003).

Sometidas desde antiguo las aves de presa auna implacable persecución en España y entoda Europa (Bijleveld, 1974; Garzón, 1974b),su protección legal a partir de mediados de los60 ha permitido en muchas especies importan-tes incrementos numéricos o areales (Newton,1979; Thiollay, 1994), en líneas generales coin-cidentes con lo observado en España. Aquí,hace medio siglo la situación de algunas espe-cies era desesperada (Águila Imperial, BuitreNegro, Quebrantahuesos) y otras muchas ex-perimentaban rápidas disminuciones (Valver-de, 1959). Sin embargo, no sólo se autorizabasu caza, sino que la persecución tenía carácteroficial con las denominadas Juntas Provincialesde Extinción de Animales Dañinos y Protec-ción a la Caza (entre 1954 y 1961 pagaron porla entrega de 989 buitres, 4.908 águilas y17.561 rapaces de otros tipos; Anónimo, 1962).España fue uno de los primeros países europeosen otorgar protección legal a todas las aves depresa (Conder, 1977), en 1966, pero, tal comodemuestran las recuperaciones de aves anilladas(Saurola, 1985), la caza ilegal fue para ellasdurante mucho más tiempo el principal factorde mortalidad (De Juana, 1989). Otras gravesamenazas durante los años 60 fueron los insec-ticidas organoclorados, en particular el DDT(Newton, 1979; Hernández et al., 1986), quepudo haber sido responsable de las dramáticasquiebras en las poblaciones de Cernícalo Pri-milla y Aguilucho Lagunero, y también el usoentonces autorizado de venenos como la estric-

nina para el control de alimañas (Donázar,1993). Más adelante, electrocuciones y choquescontra tendidos eléctricos se revelaron comosumamente perjudiciales y originaron medidasde cara a paliar en lo posible sus efectos, a basede modificar tendidos especialmente dañinos ode introducir disposiciones legislativas favore-cedoras de determinados diseños en torres yapoyos (Negro, 1987; Negro & Máñez, 1989;Ferrer & Janss, 1999). Desde hace unos 15 añosha hecho reaparición el uso de cebos envenena-dos, ilegal desde 1983, para el control de zorrosy córvidos por motivos cinegéticos y para elcontrol de plagas de roedores (topillos) en lameseta norte, y ello se asocia a un importanterepunte en las muertes de rapaces. Así, entre1990 y 2002 se habrían recogido envenenadosmás de 570 ejemplares de Buitre Leonado, 391de Buitre Negro, 112 de Alimoche Común, 408de milanos Real y Negro, 72 de Águila Real y68 de Águila Imperial, entre otras especies(Hernández, 2000). Entre los ejemplares anali-zados en el Instituto de Salud Carlos III (Pérez& Padilla, 2004) las principales especies hansido Milano Real (93 ejemplares sobre un totalde 828), Buitre Leonado (65), Milano Negro(54) y Buitre Negro (41), y los principales tóxi-cos encontrados, carbofurano (en el 59% de lasintoxicaciones diagnosticadas), aldicarb (24%)y metomilo (10%). En el Águila Imperial, elveneno es ahora el principal factor de mortali-dad no natural, tras haberlo sido sucesivamentedisparos y electrocuciones (Ferrer, 1993), y a élse imputa la mala situación reciente de Alimo-che Común y Milano Real, así como la preocu-pante tendencia del Milano Negro, que tantocontrastan con la positiva evolución general delas rapaces. Quizás el tipo de cebos utilizadopueda afectar en mayor medida a las pequeñascarroñeras que a los grandes buitres (véanseDonázar, 1993; Viñuela et al., 1999), pero aunasí el envenenamiento ocasiona, como hemosvisto, numerosas bajas de buitres y ha sido du-rante la última década la mayor causa de mor-talidad en el Quebrantahuesos (Antor, 2003).Problemas añadidos para buitres y milanos po-drían ser ahora el progresivo cierre de pequeñosvertederos y muladares, así como posibles me-didas sanitarias más restrictivas con relación alabandono de cadáveres de ganado en el campo,derivadas de los recientes brotes de glosopeda yencefalopatía espongiforme bovina (pero véaseCamiña, 2003).

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Con todo, el futuro de algunas de nuestrasaves de presa parece condicionado por otrosprocesos que a la larga podrían tener mayorpeso que las causas de mortalidad arriba co-mentadas. Por ejemplo, la actual escasez o au-sencia de conejos en grandes superficies delterritorio, debida a la mixomatosis y la neumo-nía hemorrágica vírica, limita seriamente lasposibilidades de recuperación del Águila Im-perial (Ferrer & Negro, 2004). Y la menguantedisponibilidad de hábitat motivada por cam-bios en los usos del suelo podría afectar alÁguila-azor Perdicera (por la reforestación yel abandono de la agricultura y la ganadería enáreas marginales, aunque véase Arroyo et al.,1998a) y al Cernícalo Primilla (por la reducciónde eriales y barbechos; Tella et al., 1998).

En las pocas aves altimontanas en mala si-tuación no se dan fuertes variaciones, aunque sítendencias negativas en las poblaciones de Per-diz Pardilla, afectadas por el abandono de cul-tivos de montaña y por la regeneración del ma-torral, y del Lagópodo Alpino, con pérdidas dehábitat y molestias que se asocian a actividadesrecreativas cada vez más extendidas, como elesquí y el montañismo (véase Tellería (1986)sobre el papel de las montañas como refugio devertebrados y sobre los cambios de uso humanoque las afectan). El progresivo calentamientodel clima (Huntley, 1995; Sanz, 2002) se cierneindudablemente como una inquietante amenazapara Perdiz Pardilla, Lagópodo Alpino y tam-bién una tercera galliforme, el Urogallo Co-mún, ave forestal pero igualmente circunscritaen nuestro país a las montañas del norte. Enesta especie ya se han podido documentar, enEscocia, efectos negativos del cambio climáticosobre el éxito de la reproducción (Moss et al.,2001).

Para el Urogallo se mencionan entre los pro-blemas de posible mayor calado la fragmenta-ción forestal en la cordillera Cantábrica. Sinembargo, la tendencia general de los bosquesespañoles ha sido de franca recuperación du-rante los últimos 50 años y ello está teniendorepercusiones positivas sobre la situación con-servacionista de aves y otros vertebrados fo-restales (Tellería, 2002). El estado de los mon-tes preocupaba muy seriamente a losornitólogos españoles de hace cincuenta años,pero desde entonces acá las campañas de refo-restación a gran escala (entre 1940 y 1985 afec-taron a más de 3 millones de ha) y la regenera-

ción espontánea de muchas masas, derivada delabandono del carboneo y de la recogida de leñacomo combustible doméstico, han conducidoa cambios espectaculares en el paisaje español,a pesar de los frecuentes incendios sufridos. Seha calculado, por ejemplo, que en la provinciade Lleida las superficies de monte arboladocrecieron casi un 27% entre 1954 y 1999 (Al-cázar et al., 2001), mientras la extensión de Ju-niperus thurifera en un conjunto de seis pro-vincias habría pasado de 94.515 ha a 175.189ha en sólo dos décadas (Allende et al., 2001).El primer Inventario Forestal Nacional (años1965 a 1974) arrojó unos 11,8 millones de hade superficie arbolada total; el segundo (hasta1998), 14,8 millones de ha (ya el 29% del te-rritorio español), y para el tercero, ahora enmarcha, los resultados preliminares hablan tam-bién de notables aumentos tanto en la superficiede monte arbolado como en la biomasa arbóreatotal (Alfonso, 2001). El crecimiento de losbosques, asociado al abandono de la agricul-tura y al despoblamiento rural, ha sido así claveen la expansión reciente de grandes mamífe-ros como jabalí, ciervo, corzo y lobo (Tellería& Sáez-Royuela, 1984) y también parece evi-dente que entre las aves amenazadas está fa-voreciendo en la península a varias especies depájaros carpinteros y en las Canarias al PicoPicapinos Dendrocopos major, al Pinzón Azuly a las dos palomas endémicas. No obstante, eltipo de explotación forestal hasta ahora preva-lente impone serias limitaciones a muchas es-pecies de aves que necesitan heterogeneidadestructural, fustes de cierto grosor y presenciaen el bosque de madera muerta (Tellería, 1992;Mikusinski & Angelstam, 1997). Este sería elcaso, por ejemplo, del Pico Dorsiblanco, queparece haber desaparecido prácticamente de suúnica localidad aragonesa por culpa de una ex-plotación forestal inadecuada. Con todo, el ín-dice de preocupación de las aves forestales es elque mayor descenso registra en la comparación1986-2003, el 46,2%, y los resultados provi-sionales del Programa SACRE de SEO/BirdLi-fe indican que entre las especies con evolucio-nes positivas en el período 1996-2003predominan claramente las aves de ambientesforestales (Del Moral & Molina, 2003).

La situación es muy diferente para las avespropias de terrenos abiertos y que anidan en elsuelo, conocidas como aves esteparias, perotambién para otras como Cernícalo Primilla,

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Tórtola Europea, Carraca Europea, Alzacola oAlcaudón Chico, que igualmente dependen demedios agrícolas. En esta categoría se puedenincluir gran parte de las especies que muestranevolución negativa en el citado Programa SA-CRE. También en las islas Baleares el grupocon peores tendencias entre 1975 y 2002 es,con diferencia, el de las aves ligadas a los cul-tivos, en particular los paseriformes granívo-ros (Mayol et al., 2003). Al comparar nuestroslibros rojos es evidente que la preocupaciónpor este conjunto de aves se ha incrementadobastante desde 1986 (si se consideran la evolu-ción conjunta de todas las aves amenazadas ylos posibles efectos de la aplicación a nivel na-cional de las categorías UICN). Y más aún des-de mediados del pasado siglo cuando Valverde(1959), por ejemplo, señalaba que la estepa ce-realista no hacía sino extenderse y que las po-blaciones de Otis y Pterocles no parecían ame-nazadas, siendo la Avutarda Común la únicaque disminuía un poco en número aunque to-davía era abundante. Pero la moderna intensifi-cación de la agricultura trajo consigo grandescambios en el campo español (ya desde losaños 60, pero sobre todo a partir de la entradaen la Unión Europea, con la aplicación de laPolítica Agraria Común, PAC) y estos cambioshan supuesto por lo general enormes pérdidasen la extensión y calidad de los hábitats estepa-rios (Díaz et al., 1993; Martínez & Purroy,1993; Tellería et al., 1995; Martínez & De Jua-na, 1996; Suárez et al., 1997). Entre otras cosas,desde los años 50 a nuestros días las superficiesen regadío han pasado de 1,5 a 3,4 millones deha, al tiempo que han menguado las dedicadas acultivos herbáceos de secano (14 millones de haen 1965, 13,3 en 1984 y sólo 11 en 2000) y sehan reducido mucho las proporciones de estossecanos que se dejan en barbecho (50% haciafinales de los 50, 40% en 1965, 33% en 1984,28% en 2000...). Variaciones similares se hanproducido en toda otra serie de indicadores dela intensificación agraria, desde el tamaño me-dio de las parcelas (debido a los programas deconcentración parcelaria), hasta el consumo defertilizantes inorgánicos, aunque por lo generalsin alcanzar los niveles de otros países de Eu-ropa occidental. Las graves repercusiones de laintensificación agrícola sobre la avifauna euro-pea han recibido mucha atención (v.g. Murton,1974; de Molenaar, 1983; O’Connor & Shrubb,1986; Pain & Pienkowski, 1997; Tucker &

Evans, 1997; Donald et al., 2001) puesto queparecen constituir en estos momentos su ma-yor amenaza. Especies antes muy comunes enlas campiñas de países como el Reino Unido(Siriwardena et al., 1998) han pasado a engro-sar los libros rojos, entre ellas Alondra ComúnAlauda arvensis (entre 1970 y 1999 ha dismi-nuido un 52%), Escribano Cerillo Emberiza ci-trinella (disminución del 53%) y Gorrión Moli-nero Passer montanus (disminución del 95%) yya se habla de una «segunda primavera silen-ciosa» (Krebs et al., 1999). La situación pareceespecialmente grave entre las aves propiamenteesteparias: de acuerdo con la revisión de Bird-Life International (Tucker & Heath, 1994) elporcentaje de SPECs (species of European con-servation concern) en las aves típicas de laspseudoestepas (el 81%) es mucho mayor que enel conjunto de las aves de Europa (el 38%) ydentro de ellas es todavía mayor en las especiesque anidan en el suelo (86%) que en las que lohacen en otros emplazamientos (67%) (Suárezet al., 1997). Las tendencias que se vienen re-gistrando en España son, como hemos visto,muy negativas para una mayoría de estas espe-cies y la reciente entrada en el libro rojo de laantes vulgar Terrera Común se antoja todo unaviso de lo que está por llegar.

Mención aparte entre las aves esteparias me-rece el subconjunto correspondiente a las islasCanarias, con especies únicas en Europa (Avu-tarda Hubara, Corredor Sahariano y TarabillaCanaria) y también con problemas de conser-vación singulares y que parecen acuciantes. Es-tos derivan en lo principal del rápido desarrolloturístico de las islas orientales, que ocasionadestrucción y alteración del hábitat por las ur-banizaciones e infraestructuras asociadas, ycontinuas molestias a las aves por el trasiego depersonas y vehículos todo-terreno. Otro pro-blema que parece serio es el sobrepastoreo, re-sultante del aumento exponencial de la cabañaganadera en semilibertad (en Fuerteventura, ca-bras y ovejas han aumentado desde unas 20.000cabezas en 1970 a 118.000 en la actualidad)(Palacios & Tella, 2003).

CONCLUSIONES

En resumen, desde la fundación de SEO en1954 han tenido lugar cambios de gran alcanceen la situación de muchas de nuestras especies

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de aves amenazadas, cambios que, al estar fre-cuentemente relacionados con transformacio-nes en los hábitats, muestran diferencias sus-tanciales entre grupos de especies. En general,se puede hablar de notables mejorías en avesacuáticas, rapaces diurnas -con excepciones en-tre las de hábitos carroñeros- y aves forestales,y por el contrario, de un empeoramiento gene-ralizado entre las aves que dependen de la agri-cultura, en particular las propias de las pseudo-estepas (para las que, por cierto, nuestro paístiene considerable importancia en el conjuntointernacional y especial responsabilidad portanto en su conservación). De cara al futuroparece evidente que entre las máximas priori-dades en la conservación de aves en Españadeben contarse la eliminación definitiva del usode venenos para el control de depredadores y lareversión de los procesos perjudiciales ligadosa la modernización o intensificación de la agri-cultura, esto último posible si se avanza condeterminación y con criterios conservacionistasen la reforma de la PAC. Y al mismo tiempoparece también de la mayor importancia man-tener o incrementar los actuales programas deseguimiento de poblaciones de aves en España(Sánchez, 2002), a fin de permitir en todo mo-mento la evaluación cuidadosa y fiable de lasprioridades existentes.

AGRADECIMIENTOS.—Agradezco al Equipo Edito-ral de Ardeola su amable invitación para participaren el presente volumen, conmemorativo de los 50años de vida de la Sociedad Española de Ornitología,y al Dr. Mario Díaz Esteban y a un revisor anónimo,sus comentarios a la primera versión del manuscrito.Juan Antonio Lorenzo aportó interesantes sugeren-cias con relación a las aves de Canarias. Tambiéncreo de justicia agradecer los esfuerzos de todoscuantos han llevado a cabo, desde 1954, los numero-sos censos, inventarios y trabajos que hacen ahoraposible esta revisión.

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Eduardo De Juana es Profesor Titular en la Uni-versidad Complutense de Madrid, donde imparte cur-sos sobre zoología, zoogeografía y biología de laconservación. Su principal área de interés en investi-gación se sitúa actualmente en la ecología y conser-vación de las aves esteparias. También dedica es-fuerzos a la documentación y el análisis de laspresentaciones de aves accidentales o divagantes enEspaña, como Secretario del Comité de Rarezas de laSociedad Española de Ornitología.

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