Campaña Nacional Contra Filibusteros 1856 y 1857

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Campaña nacional 1856-1857

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  • _19_L~Lf0TECA DE LA

    ASAMILEA LEGISLATIVA (# .

    ~~

  • El r 8 de setiembre de r 502 el inmortal Coln descubri nuestras playas, y la historia nos dice que fu en ellas donde por la primera vez en la Amri-ca Central encontr el oro, que los naturaks usaban como simple artculo de adorno; tambin nos refie-re la historia la serie de vicisitudes que siguieron todos los proyectos de colonizacin iniciados en e;-;-ta parte del territorio centroamericano.

    Los infortunios y la muerte de Diego de Ni-cuesa, en r 509; el desastre de Diego de Gutirrez, en r 544; el naufr;::-gio de Juan V squez de Corona-do, en I 565; sin que hasta entonces hubiera podido establecerse base firme de conquista de esta tierra, no slo detuvieron sino que alejarn de ella muchos elementos de poblacin y mejoramiento.

    Se alcanz ms tarde cierto grado de prosperi-dad, que marca el recuerdo de aquel perodoal pri-mer cuarto del siglo XVII, y que reco::1ienda la

  • -II-

    memoria de algunos bien intencionados servidoresde la Provincia; pero luego, la constante alarma enque los mosquitos y piratas mantuvieron sus ha-bitantes casi hasta fines del siglo XVIII, as comola falta de apoyo de rarte de las autoridades supe-riores, hizo que los que no emigraran se concentra-sen en el interior, quedando sujetos, como nicomedio de subsistencia, un miserable comercio portierra con Nicaragua y Panam.

    Ilien explica las circunstancias aflictivas porque atraves Costa Rica elhecho de que, cuando sepromulg la Constitucin Espaola de r8lz, la po-blacin de la Provincia quedaba tal grado reducidaque no le permiti representarse separadamente, si-no en unin de Nicaragua.

    El estado de atraso, de .robreza y desamparodel pas, hizo qr"re en aquel mismo ao las dos Pro-vincias clamaran contra el abandono y los abusos dela autoridad superior, y que en r8I4 se empearanen sustraerse de la tutela de la Capitana General.La Diputacin describe la miseria del pueblo con-trastando con las grandes riquezas clel suelo, estrilpor la falta de comercio y por la opresin fiscal,9ue, aun faltando las leyes, haca prevalecer laReal Audiencia de Guatemala,

    En ese lamentable estado, y para su mayorgloria, Costa Rica suscribi la declaracin de inde-pendencia y vino la vida de pueblo libre.

  • - III-

    Sin caminos, sin escuelas, sin imprenta, ape-nas era signo de unin entre el pasado y el presente la masa informe de algn derruido templo!

    En efecto, no hay en Costa Rica monumentos que recuerden la Madre Patria, ni se confirma en las propias el nombre de alguna institucin, porque no hered ni aqullos ni stas: quedle s, como don el ms precioso, un caudal de las virtudes y de la energa de sus progenitores.

    Abandonada s misma. aprendi en el aisla-miento valerse por s sola; fu la primera en Cen-tro Amrica en darse una legislacin propia, y con justicia se ha dicho que ninguna otra ha alcanzado tan rpidos progn..:sos en la creacin de la riqueza pblica y en la inteligente utilizacin de sus recur-sos naturales.

    Sin caminos. ha sido la primera en tender rie-les hacia los dos grandes ocanos, y lo es en la faci-lidad de sus comunicaciones ..

    Sin escuelas, y en instruccin pblica ocupa hoy lugar preferente ~n nuestra Amrica.

    Sin imprenta, y sus instituciones dan crdito un Gobierno estable, puramente civil. bien organi-zado y respetuoso la ley.

    Si Costa Rica no constituye una nacin famo-sa por su grandeza y temida por su poder, es en ca111bio un pueblo rico, inteligente, relativamente muy culto, prspero y feliz, que por su laboriosi-

  • -IV-

    dad, respeto al derecho ajeno y su amor la paz y al orden, goza del aprecio y de la consideracin del mundo civilizado.

    Sus relaciones con los Estados hermanos se han inspirado siempre en un verdadero espritu frater-nal. F u la ltima en declararse separada de la fe-deracin; ha concurrido gustosa las negociaciones de una unin pacfica, y nunca ha sido causa del fracaso de ninguna de ellas; y es gloria del ejrcito de labradores que di el triunfo Centro Amrica sobre \\llker y sus filibusteros, que ni antes ni des-pus de esa guerra haya cruzado los fronteras de su propio territorio sino para la ~efensa comn de los ms caros intereses de la Amrica Central.

  • La independencia de la Amrica Central, pro-clamada en I 82 I, no les cost nuestros pueblos los sacrificios de una guerra, sino que ella se realiz consecuencia de las hericas luchas de Mxico y Sur Amrica; pero como si fuera sentencia fatal irremisible, que los pueblos para ser libres han de sellar el proceso de su autonoma con su propia san-gre, nuestro suelo recibi ese bautismo fecundo y sus hijos probaron en I 856 y I 857 que eran dignos del ms precioso de los bienes: la libertad.

    Y no slo nuestra independencia estuvo enton-ces amenazada. Los filibusteros, agents de inhu-manos intereses, pretendan extender sobre nosotros el manto negro de la esclavitud: aqu, en Centro Amrica, en la privilegiada seccin misma del mun-do donde, en reivindicacin de la dignidad humana, por un acto solo, sin precedente, la e~clavitud fu abolida desde I 824!

    Costa Rica tom la iniciativa contra los inva-

  • -VIII-

    sores, les hizo sentir la primera derrota, los lanz de su propio territorio y los escarment luego en Ri-vas, la Virgen y el Sardinal. Alise despus los Estados hermanos, en el curso de la campaa; coo-per en primer trmino, batiendo los filibusteros en todas partes, y se apoder, por ltimo, de los vapores que les trasportaban refuerzos y facilitaban sus movimientos.

    n memoria de los triunfos de Centro Amri-ca, que aseguraron la independencia de la Patria co-mn, el Gobierno de Costa Ricadecret la ereccin del monumento inaugurado en la capital de la Re-pblica el 15 de setiembre de 1895, da del septua-gsimo cuarto aniversario de nuestra emancipacin poltica.

    Un libro publicado con el objeto de conservar el recuerdo de los actos oficiales y de las festivida-des de aquel da y los precedentes, contiene, acom-paada de varios documentos oficiales, la presente resea, brevsima y sencilla, pero completa, de toda aquella h~ica campaa.

    La benevolencia con que esta obra modesta ha sido acogida por el pblico ilustrado, y el hecho de no hab~r hasta ahora un compendio de la historia de la campaa, al alcance general, y que pueda ser-vir en las escuelas, explican el objeto de esta edi-cin, que el autor dedica respetuosamet1te sus compatriotas.

  • LA CAMPAl'A NACIONAL

  • Los Filibusteros se apoderan de Nicaragua

    Pocos pueblos han sufrido el azote de la guerra civil con el rigor que el de Nicaragua. Terrible antagonismo, que data de m-chos aos atrs, entre sus dos principales centros de poblacin, y otras causas lamentables, han marcado all, profundamente, la hue-lla funesta de las disensiones intestinas.

    En las dificultades que siguieron en Centro Amrica la pro-clamacin de la Independencia, Len se declar separado de Gua-temala, mientras que Granada y otros pueblos permanecieron uni-dos la antigua Metrpoli. (r)

    En noviembre de r82-1- se decret la Constitucin de la Rep-blica Federal de las Provincias Unidas del Centro de Amrica, y ya en abril haba estallado en Nicaragua, estimulada por aquel' an-tagonismo, la sangrienta lucha local, generalmente llamada del ao veinticuatro, (2) que termin en enero de 1825, despus de siete me-ses de la ms espantosa anarqua. (3)

    Reagravadas as las divisiones, esa rivalidad haba de produ-cir sus resultados, y muy pronto nuevos conflictos conmovieron el

    (1) Alejandro Marure, guatemalteco, Bosquejo histrico de las Revolucio-nes de Centro Amrica. Tomo 1, folio 31.

    (2) Jos D. Gmez, nicaragense, Historia de Nicaragua, folio 359 (3) Marure, citado. Tomo 1, folio 107

  • .

    pas. En 1826 estall la gnerra civil con mayor lujo de barbarie y crueldad que la anterior. (t) Apenas pasada esa lucha, en 1833, el incendio estall de nuevo, terrible y amenazador, por todas partes. (2) El tiempo pasaba y Nicaragua sigui afligida con frecuencia por las dolorosas contiendas que vinieron preparando el estado de cosas que all exista en rSs..

    En aquel ao, el partido conservador legitimista granadino, (3) presidido por don Fruto Chamorro, y el partido leons, llamado democrtico, con don Francisco Castelln la cabeza, se disputaban la supremaca, hacindose cruda guerra.

    Ninguno de esos partidos tena bastante poder para triunfar, y se aniquilaban los hombres, quedando en pi las facciones. (4)

    Castelln autoriz entonces un contrato para traer colonos, el cual tena por fin hacer venir combatientes que dominara!"!. al parti-do de Chamorro. (S) Este contrato de colonizacin trajo nuestro suelo William Wlker, (6) jefe de los filibusteros, quien desembar-c en Realejo con un nmero de ellos, en junio de I855, y nombrado coronel por Castelln, despus de una corta campaa en Rivas, con mal xito al principio, y buenos resultados despus, tom Grana-da por sorpresa, mediados de octubre del mismo ao.

    Don Fruto Chamorro, enfermo consecuencia de una herida, deposit el mando en don Jos Mara Estrada, quien, la muerte de Chamorro, ocurrida en marzo de I855, fu electo por la Legisla-tura de su partido. Don Francisco Castelln tambin haba dejado de existir en setiembre de aquel ao, habindole sucedido don Ma-riano Escoto.

    * * *

    La situacin presentaba nuevo aspecto y la paz, que tantas veces haba sido propuesta sin efecto, fu firmada en Granada el 23 de octubre de 1855, por Wlker, al servicio del partido democdtico y por el General don Ponciano Corral, jefe militar del partido legiti-mista, autorizado por el Presidente Estrada.

    (t) Gmez, citado, folio 389. () Gmez, citado, folio 427. (3) Gmez, citado, folio 472. (4) (5) (6) Lorenzo Montllfar, Reseffa Histrica de Centro Amrica. Tomo

    VII.

  • En virtud de ese convenio, don Patricio Rivas fu nombrado Presidente de Nicaragua, y su Gobiern~ se inaugur el 30 de octu-bre.

    Al desaparecer, en consecuencia, el de Escoto en Len, este jefe felicit Rivas por medio de una comisin, de cuyo seno el Ge-neral don Mximo Jerez fu nombrado .Ministro de Relaciones, y otros miembros de ella obtuvieron puestos importantes en el nuevo gobierno.

    \Vlker quedaba al frente del ejrcito impona su voluntad absoluta en todos los actos del Gobierno. Concentradas sus tropas en Granada y reforzadas con los arribos de nuevos filibusteros que llegaban con pretexto del trnsito establecido para California, se haca ms fuerte cada dia.

    En honor Castelln y Jerez, 8e ha sostenido que estos dos notables personajes nicaragenses no sospecharon nunca las ten-dencias esclavistas de Wlker, pero las miras de ese atrevido jefe filibustero no eran un misterio para los que conocan su historia y estaban al corriente del apoyo que se le brindaba en los Estados Unidos por los interesados en convertir Centro Amrica en campo propicio para llevar la esclavitud su territorio.

  • II

    El Gobierno de Costa Rica declara Ja guerra los filibusteros

    A la inteligente mirada del Presidente de la Repblica, don Juan Rafael Mora, que observaba atentamente el desarrollo de los sucesos en Nicaragua, y apreciaba jnstamente las consecuencias que haban de traer, el peligro de la patria era manifiesto, y su jui-cio acerca de la situacin estaba confirmado por los informe& que frecuentemente reciba del Representante de Costa Rica en Ws-hington, don Luis Molina, (I) y de otras fuentes.

    Mora no slo se preocupaba del bienestar y del progreso de su pas, que l fomentaba con xito halagador, sino que crea en un future de grandeza para toda la Amrica Central, unida, libre independiente.

    Por desgracia, la situacin de los otros Estados no era nada favorable." y preocupados sus Gobiernos por las dificultades que les tocaban ms de cerca, no se daban cuenta del riesgo que la inde-pendencia de todos corra.

    El Presidente de Nicaragua, don Patricio Rivas, dirigi un manifiesto los Gobiernos de Centro Amrica, y pareci que los otros Estados no eran opuestos la situacin que l representaba.

    (1) Hermano del distinguido diplomtico don Felipe :Molina, de grata me-moria en nuestro pa{s.

  • La inquietud que prevaleca en Costa Rica fu entonces ma-yor, y el Gobierno de Mor resolvi hacer la guerra:< Wlker, solo, con el concurso de los dems, para lo cual activ sus esfuerzos, principalmente en Guatemala y El Salvador.

    El Presidente expidi, en consecuencia, la siguiente pro-clama:

    Cos r ARIUCI:NSES:

    La paz, esa paz venturosa que, unida vuestra l;;tboriosa per-severancia, ha aumentado tanto nuestro crdito, riqueza y felicidad, est prfidamente amena-zada.

    Una gavilla de advenedizos, escoria de todos los pueblos, condenados por la justicia de la Unin Americana, no encontrando ya donde hoy estn con qu saciar su voracidad, proyectan inva-dir Costa Rica para buscar en nuestras esposas hijas, en nues-tras casas y haciendas, goces sus feroces pasiones, alimento su desenfrenada codicia.

    Necesitar pintaros los terribles males que, de aguardar fra-mente tan brbara invasin, pueden resultaras?

    N: vosotros los comprendis, vosotros sabis bien qu pue-de esperarse de esa horda de aventureros apstatas de su patria; vosotros conocis vuestro deber.

    Alerta, pues, costarricenses! No interrumpis vuestras no-bles f&enas, pero preparad vuestras armas.

    Yo velo por vosotros, bien convencido de que en el instante del peligro, aperias retumbe el primer caonazo de alarma, todos, todos os reuniris en torno mo, bajo nuestro libre pab~lln nacio-nal.

    . Aqu no encontrarn jams los invasores, partido, espas ni traidores. Ay del nacional 6 extr-anjero que intentare seducir la inoeencia, fomentar discordias 6 vendernos! Aqu no encontrarn ms que hermanos, verdaderos hermanos, resueltos irrevocablemen-te defender la patria como la santa madre de todo cuanto aman, y exterminar hasta el ltimo de sus enemigos,

    Juan rRafael M ora San ] os, noviembre 20 de rSss.

  • Don Juan Rafael )\'IoTa

  • * * *

    Casi al mismo tiempo el Gobierno de Rivas emiti un decre-to, el 23 de noviembre de I8SS. ofreciendo 250 acres de tierras bal-das cada inmigrante que quisiera e~tablecerse en Nicaragua. El .objeto de esa medida no era un misterio: era el medio de atraer nuevos soldados que engrosasen las filas de Wlker, y para facili-tar el trasporte de stos, cuy,o nmero aumentaba con rapidez alar-mante, el mismo Gobierno declar anulada la concesin otorgada la compaffa de trnsito, que no favoreca sus planes; mand em-bargar los bienes de sta, y "otorg nuevas concesiones amigos suyos, para la navegacin del ro y lago, en conexin con los vapo-res que tocaban en los puertos de San Juan del Norte y San Juan del Sur.

    La prensa de Costa Rica tronaba contra Wlker y el jefe fili-bustero crey oportuna.dirigir una carta al !-'residente Mora, mani-festando que no abrigaba pensamiento alguno hostil Centro Am-rica, y expresando deseos fervientes por la paz y buen acuerdo de las Reptblicas hermanas de Costa Rica y Nicaragua.

    Wlker no recibi contestacin, y confiando en el xito de una misin especial ante el Gobierno de San Jos, el Presidente Rivas acredit al efecto, en febrero de 1856, al Coronel filibustero Louis Schlessinger, quien lleg Puntarenas en aquel mismo mes y re-cibi orden de salir del pas inmediatamente, como en efecto lo ve-rific.

    * * *

    Los Gobiernos de Centro Amrica, dice el Doctor Montfar, crean imponente la invasin Nicaragua, porque la juzgaban virtual-mente apoyada en la Casa Blanca; y muchos Estados de Europa y algunas secciones del Nuevo Mundo llegaron pensar que Mr. Pierce, Presidente de los Estados Unidos, por altas miras polticas, se empeaba, no slo en sostener la falange, como se deca los filibusteros, sino en aumentarla para que coronara su intentona.

    Trabajos diplomticos bien dirigidos en Wshington pusie-ron de manifiesto la verdadera situacin de Nicaragua, y el Gobier-no de los Estados Unidos no slo desaprob la conducta de su Ministro en aquella Repblica Mr. J. N. Wheeler, quien haba re-

  • l O

    conocido el Gobierno de Rivas, sino que conden la empresa de Wlker por una proclama del Presidente Pierce, expedida el 8 de diciembre de 1855, y se neg, en consecuencia, recibir al Ministro acreditado por el Presidente de Nicaragua.

    Estos hechos importantes, justificando la actitud resuelta del Gobierno de Costa Rica, la vez que las noticias que se esparcan de las atrocidades de Wlker, (x) influyeron mucho en la opinin en los otros Estados, presentando fielmente el carcter del enemigo que se levantaba, pero ninguno de aquellos Gobiernos dispuso el envo inmediato de tropas sobre Nicaragua.

    * * *

    El Presidente de la Repblica, don Juan Rafael Mora, con-voc extraordinariamente el C@ngreso, y este Cuerpo Constitucional, por decreto de 27 de febrero de 1856, autoriz omnmodamente al Poder Ejecutivo para que por s, en unin de las fuerzas aliadas de los dems Gobiernos de Centro Amrica, llevara sus armas la Repblica de Nicaragua, defendiera sus habitantes de la ominosa opresin de los filibusteros, y arrojara stos de toda la Amrica Central, y para que, en conse~uencia, dictara todas las providencias que estuvieran su alcance, con el objeto indicado.

    El Poder Ejecutivo, as autorizado, elev el ejrcito nueve mil hombres de todas armas, levant un emprstito nacional de cien mil pesos, y luego di un decreto declarando no reconocer mi-sin legtima en el Gobierno dominante en Nicaragua y disponien-do la marcha de fuerzas contra los filibusteros.

    El Presidente, di, incontinenti, la siguiente proclama:

    COMI'ATRIOTAS:

    A las armas! Ha llegado el momento que os anunci. Mar-chemos Nicaragua destru!r esa falange impa que la ha reduci-do la ms opr'lbiosa esclavitud. 11archemos combatir por la libertad de nuestros hermanos.

    (1) :lluy pocos das despus de encontrarse Wlker en Granada, fusil, sin forma de proceso, al ex-.1\Hnistro don )iateo Mayorga; y, casi enseguida, aJ Ge-neral don Ponciano Corral, Ministro de la Guerra del propio Gobierno de don Patricio Rivas en cumplimiento de sentencia dictada por un consejo de guerra compuesto exclushamente de oficiales filibusteros.-Lorenzo l(ontfar, Wl-ker en Centro Amrica, folios 125, 145.

  • ..

    rr

    Ellos os llaman, ellos os esperan para alzarse contra sus ti-ranos. Su causa es nuestra causa. Los que hoy los vilipendian, roban y asesinan, nos desafan audazmente intentan arrojar so-bre nosotros las mismas ensangrentadas cadenas. Corramos romper las ele nuestros hermanos y exterminar hasta el ltimo de sus verdugos.

    No vamos lidiar por un pedazo de tierra: no por adquirir efmeros poderes: no por alcanzar misrrimas conquistas, ni mucho menos por sacrlegos partidos. N : vamos luchar por redimir nuestros hermanos ele la ms inicua tirana; vamos ayudarlos en la obra fecunda de su regeneracin; vamos decirles: Herma.nos de Nicaragua, levantaos; aniquilad vuestros opresores. Aqu ve-nimos pelear vuestro lado por vuestra libertad, por vues tra patria. Unin, nicaragenses, unin. Inmolad para siempre vuestros enco-nos; no ms partidos, no ms discordias fratricidas. Paz, justicia y libertad para todos. Guerra slo los filibusteros.

    A la lid, pues, costarricenses. Yo marcho al frente del ejr-cito nacional. Yo, que me regocijo al ver hoy vuestro noble entu-siasmo, que me enorgullezco al llamaros mis hijos, quiero compartir siempre con vosotros el peligro y la gloria.

    Vuestras madres, esposas, hermanas hijos, os animan. Sus patriticas virtudes os harn invencibles. Al pelear por la salva-cin de vuestros hermanos, combatiremos tambin por ellos, por su honor, por su existencia, por nuestra patria idolatrada y por la independencia hispanoamericana.

    Todos los leales hijos de Guatemala, El Salvador y Hondu-ras, marchan sobre esa horda de bandidos. Nuestra causa es santa, el triunfo es seguro. Dios nos dar la victoria y con ella la paz, la concordia, la libertad y la unin de la gran familia centroamerica-na.

    .'fz:an cr::ajael M ora San Jos, marzo 1 de zSsf> .

  • III

    El Ejrcito costarricense se pone en marcha

    Para asegurar la cooperacin de Guatemala y de El Salvador, que no haba podido obtenerse todava, el Gobierno acredit Envia-do Extraordinario y Ministro Plenipotenciario al doctor don Nazario Toledo, respetable guatemalteco residente en Costa- Rica, y como Secretario al Licenciado don Juan Jos Ulloa. El doctor Toledo haba prestado importantes servicios al pas, y el Licenciado Ulloa los prest ms tarde en igual alta escala.

    Entre otras providencias dictadas por el Gobierno, el Ministro de Relaciones y ele Gobernacin, don Joaqun B. Calvo;" dirigi una comunicacin al Agente de la Compaa Accesoria de Trnsito de Nicaragua, previnindole suspender los viajes de los vapores, mientras dura:sen las hostilidades contra los invasores del suelo centroamericano, y, para que no pudiera alegarse ignorancia de esa notificacin, se remiti copia de ella los Cl}sules y Gobiernos extranjeros.

    No es posible imponerse de la situacin de Costa Rica en aquellos das de excitacin y alarma, sin sentir, la vez que dife-rentes impresiones que elevan el patriotismo, una legtima sa-tisfaccin, examinando las acertadas disposiciones emanadas del Gobierno, para que la administracin interior no sufriera alteracin durante la guerra, y con el fin de estimular la produccin de los

    (*) Padre del autor de esta reseffa, quien lleva el mismo nombre.

  • principales artculos de consumo. Con tales objetos, el Ministro Calvo dirigi una circular los Gobernadores de las provincias y comarcas, y en ese documento, expedido el 5 de marzo de 1Ss6. en que sobresale el ms acendrado patriotismo, se evidencian la pru-dencia y sabia previsin necesarias en semejantes ocasiones.

    ''Cuando el Presidente de la Repblica-dice el Ministro Calvo-y millares de ciudadanos se separan de sus familias, de sus bienes y comodidades, marchando combatir los enemigos de la Amrica Central; cuando corren derramar su sangre, expo-ner su cara existencia por la patria, nosotros, lm; que aqu queda-mos, tenemos deberes muy sagrados que cumplir.

    "]a ms se ha emprendido una guerra ms justa y nada lo comprueba mejor que el unnime entusiasmo, el ardor blico de esa noble juventud que acabamos de ver marchar rescatar sus hermanos del yugo infamante que los !.'prime, que vuela ansiosa pelear por el honor, por la independencia, por el porvenir, no slo de la pacfica y venturosa Costa Rica, sino de tocla la Amrica Cen-tral.

    "Pero la guerra, por ju!'ta que sea, es siempre una funesta calamidad para las sociedades; slo el patriotismo de los gobernan-tes y de los pueblos puede disminuir sus deplorables consecuencias. No se limita el amor patrio empuar las armas, corriendo al campo de batalla pelear por el honor y la libertad nacional, ni menos es tan slo con las bayonetas con lo que se combate al enemigo. Cuando el Snpremo Magistrado y tantos dignos ciuda-danos van arrostrar todo gnero de privaciones y de peligros; cuando en aras de la patria hacen el sacrificio de separarse de cuanto aman y poseen; cuando, por preservar todos de la cruenta ignominia de ser subyugados por una horda de foragidos, van prodigar su sangre y sus vidas, podra disculparse los que, per-maneciendo sin riesgo en sus moradas, no contribuyesen con sus recursos y esfuerzos minorar los desastres de la guerra y no tra-bajasen con ardor por el bien general de los pueblos?

    "Si en todas las pocas la negligencia de los gobernantes y el egosmo de los ciudadanos son un delito, en sta, esa negligencia y egosmo seran un crimen impe1donable, un crimen de lesa pat1ia."

    * * *

  • .,

    IS

    El entusiasmo por la guerra era general entre nacionales y extranjeros. Se recuerd~n con agradecimiento una manifestacin de la colonia alemana y muchos servicios valiosos prestados por miembros .de ella y por otros ex-tranjeros de grata memoria.

    El ejrcito expedicionario se reuni en San Jos en la tarde del tres de marzo. Formaban parte de l distinguidas personas y lo ms lucido de la juventud costarricense .

    El cuatro en la maana se puso en marcha la vanguardia, compuesta ele 2. soo hombres, al mando del General don Jos J oa-qun Mora.

    El siete, el Presidente Mora, por decreto de esa fecha, asumi en persona el mando del ejrcito expedicionario, y llam, para que ejerciera el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, al Vicepresidente de la Repblica, Don Francisco Mara Oreamuno.

    Don Juan Rafael Mora, acompaado del Estado Mayor, del Subsecretario de la Guerra, don Rafael G. Escalante, y de numero-so squito de personas, lleg Puntarenas el doce, en camino para la ciudad de Liberia, donde, pocos dJas despus, se reuni con el grueso del Ejrcito de operaciones y algunas tropas que haba arganizado el General don Jos Mara Caas, Comandante de la provincia de Guanacaste.

  • IV

    La batalla de Santa Rosa

    20 de marzo de IIJs6

    Pronto se tuvo noticia de que el Gobierno de don Patricio Rivas haba declarado el 11 la guerra Costa Rica, y de que fuer-zas de Wlker, con el propsito deliberado de batir el ejrcito costa-rricense ~n su propio territorio, b:>han pasado la frontera.

    En consecuencia, la columna de vanguardia se puso en marcha en seguida, para rechazar al invasor, y despus de penosa jornada, que renovaba las fatigas de una larga expedicin desde el interior, en la tarde de aquel mismo da, los filibusteros tueron sorprendidos en la hacienda de Santa Rosa, seis leguas de Liberia.

    El Jefe de aquel cuerpo, General don Jos Joaqun Mora, d cuenta del brillante triunfo obtenido ~ll, en los trminos si-guientes:

    "El jueves 20 del corriente, con noticia de haber visto los filibusters en el llano del Coyol, me puse en marcha con la columna que saqu de Liberia.

    "Mucho cost conducir los dos caoncitos de tres, por lo :quebrado impracticable del cami!lo.

    "Tomamos un filibustero que procur enga.arnos, guindonos hacia el enemigo por un lado enteramente opuesto aquel en que !se hallaba, pero desconfiando de l, quise, antes de seguirle, regs-

    2

  • r:J

    trar el llano del Coyol. Seguimos la marcha y corto trecho descu-brimos huellas de botas en un camino que conduce la hacienda de Santa Rosa. Mand un ayudante adelantarse para obt>ervar las casas de dicha hacienda, y retorn con la razn de estar all el enemigo.

    "Seguimos un callejn orillado de rbole cuyos lados se extendan lomas de poca altura, cubiertas de espesa brea.

    "Al salir del callejn vimos, tendida nuestro!. pies, la pla-zuela de dicha hacienda, formada por un valle hondo y limpio, circundado por colinas de poca elevacin, pero escarpadas.

    'Los corrales de la hacienda, cerrados con cercas de piedra, empiezan como la mitad de la falda d'e una de las colinas situadas al frente del callajn hacia su izquierda, y rodean las casas que ocupan la altura, pero que estn dominadas por la cumbre de la co-lina, corta distancia y cubierta de brea.

    "Tienen las casas un gran patio, tambin cercado, la dere-cha, y en la falda de la colina hay una quesera. A continuacin de la altura, ligndola con la inmediata, corre una limpia loma, al frente del camino que seguimos. La lnea que deba correr mi gente para llegar las casas, es precisamente de una milla.

    ''En vista de la posicin, di mis rdenes para el ataque, concebido ya de antes sobre el exacto plano que el mayor don Clo-domiro Escalante me haba presentado para el caso de tener que batir alli al enemigo.

    "El Coronel Lorenzo Salazar, con doscientos ochenta hombres, debla atacar el frente, la izquierda y el flanco derecho de la casa; seguanle por ese lado (el ms practicable) los dos caoncito,;, diri-gidos por el capitn Mateo Mar!n.

    "El Capitn Jos M. Gutirrez, con doscientos hombres, deba flanquear ia izquierda por fuera de las cercas y tomar posicin la espalda de las casas, sobre la cumbre de la colina.

    "El escuadrn de caballera qued formado en el callejn hasta recibir la rden de cargar al enemigo, cuando se le desalojara de sus posiciones.

    "La tropa de Moracia, en nmero de doscientos hombres, la form en batalla en el callejn, para cubrir la retirada en caso necesario.

    "Listo todo, mand desembocar por el callejn la tropa

  • formada por columnas. Nuestros soldados,- al sn de las cornetas que tocaban degello, marcharon la carrera, acudiendo cada cual al puesto sealado.

    "Los filibusteros no hicieron ni un tiro; nos aguardaban de cerca, con la esperanza de que su primer descarga nos derrotara. Tampoco los nuestros dispararon hasta hallarse veinte varas del enemigo. Rompieron entonces un fuego sostenido que dur tanto c:bmo tardaron los costarricenses en llegar las cercas. Desde este instante, slo los piratas dispararon. Los nuestros saltaban los corral11s, sin que el mortfero fuego que sufran bastara dete-nerlos.

    "All muri el valiente oficial Manuel Rojas. Una vez dentro no hubo ya esperanza para los malhechores: el sable y la bayoneta los hacan trizas y ellos, aterrados, ni atinaban ofender con sus tiros.

    "As fueron rechazados hasta las casas donde se encerraron, al tiempo que la gente del Capitn Gutirrez, posesionada ya de la altura, Jos cercaba. En estos momentos pereci el capitn Manuel Quirs, herido al saltar la cerca del 'patio. Sus ltimas palabras fueron dirigidas sus compaeros de armas: Entren ustedes, les dijo y expir. Sealse tambin en el asalto del patio el Ayudante 'del Coronel Salazar, Joaqun Ortiz, quien con su espada mat dos bandidos, teniendo la suerte de quedar ileso.

    "D la orden de ataque mi caballera, parecindome que no tardara en llegar sino el tiempo necesario para desalojar de su guarida los filibusteros. Pero viendo al llegar que no era tiempo an, march formarse la loma del frente, aguardando el momen-to oportuno.

    'rodo esto pas en cinco minutos. "Ya empezaba obrar la artillera: el Capitn Marn dispar

    sus caones contra el costado derecho y frente de la casa, abriendo brecha; pero esto slo sirvi para enfurecer ms los foragidos, que avivaron el fuego.

    'Impaciente el Coronel Salazar, corri, exponindose servir de blanco al enemigo, para preguntarme si, para librar de ser diezmada su gente, podra poner fuego la casa de un propietario costarricense. Inquieto al verlo venir, temiendo que estuviese herido, me adelant su encuentro, y le d el permiso que pidi;

  • retorn dar la orden sus soldados, que la recibieron dando g;itos de alegra. :\-las no hubo tiempo. El arrojado Capitn Gu-tirrez, olvidando la orden que tena, entr la casa, y adela:tn-dose hacia un e>otablo atrincherado y erizado de rifles, con pistola y sable en mano, muri desgraciada y prematuramente. La ira que su muerte caus los soldados fu tal, que nada bast contener-los. La casa fu invadida por todos lados, y los filibusteros, hallando salida por la altura que debi cubrir el malogrado Guti-rrez,huyeron en tropel, y, aunque perseguidos y diezmados por todas partes, lograron muchos escaparse. Entonces mand la tropa de Moracia se dispersase en guerrillas por la colina, la izquierda del callejn, para aprisionar los fugitivos que tomaran por all.

    "Desde el principio de la accin, al ver nuestra tropa apo-derarse de los corrales, varios jefes filibusteros montaron caballo y huyeron sin poderlos alcanzar ni daarles.

    "Al dispersarse el enemigo, la caballera de Moracia anduvo tarda en perseguirle, pesar de mis rdenes y de los esfuerzos del Coronel Salazar. Slo el Capitn Estrada, seguido de sus pocos lanceros, le carg, matndole un slo hombre, pues favorecido por la inaccin de la caballera, y lo cercano de la espesura del monte, se aprovech de tan favorables incidentes.

    "Considerando las dificultades que el lugar de la acci6n presentaba, he hallado alguna disculpa al Comandante del escua-drn.

    "A los catorce minutos, contados de,;de la primera descarga, se hallaba mi tropa formada en el mejor orden y en tranquila pose-sin de Santa Rosa.

    "Sealronse en este memorable da, adems de los buenos oficiales que perdimos, el ya citado Joaqun Ortiz, el Mayor Ciado-miro Escalante, los Capitan~s Carlos y Miguel Al varado, (habiendo recibido este ltimo tres heridas de rifle que le rompieron la ropa, rozndole el cuerpo,) Vicente Velarde, Mateo Marn, Santiago Mi-llet, Joaqun Fernndez, Felipe !barra y Jess Al varado, el Ayu-dante Macedonio Esquive! y, en general, toda mi lucida oficia-lidad.

    "Hubo entre ls soldados notables rasgos de valor; pero tan comunes casi todos, que sera imposible enumerarlos.

  • Z!

    "He tomado al enemi~o diez y ocho rifles, un fusil, cuatro cajas de parque (oue, segn declaracin ele los prisioneros, es cuanto tenan) las pistolas, paradas, piezas de equipaje, etc., que ced los jefes y oficiales que las tomaron, varios caballos y mulas, todos sus papeles y un grupo daguerreotipado, con los retratos de varios jefes d.e la gavilla de bergantes.

    "Todo cuanto tenan, en fin, ha cado en poder de mi gente. "Los muertos del enemigo que pude reunir llegaron veinti-

    sis y muchos deben de haber acabado en lo espeso del monte. Prisioneros hasta hoy, diez y nueve. El resto hasta cuatrocientos hombres que, segn los prisioneros, entraron en accin, se entrega-r morir de sed y hambre en los montes. Los persigo por todas partes, y el mayor Domingo Murillo, apostado en Sap'o con respe-table fuerza, les cortar el solo camino para ellos practicable.

    "No puede darse una victoria ms completa, gracias al valor de mis soldados.

    Nuestras prdidas, sei"n las listas, ascienden cuatro oficia-les r quince soldados muertos."

    * * *

    El mando de la columna invasora estaba confiado al Coronel Louis Schlessinger, quien haca poco haba regresado de Puntare-nas.

    Wlker dice que Schlessinger lleg Santa Rosa ya tarde la vfspera dtl co~bate, con sus hombres hambrientos y cansados por una larga y penosa marcha, y que poco antes de la hora en que iba pasarse una revista, Schlessinger fu tomado enteramente por sorpresa por la vanguardia del ejrcito costarricense, consisten-te de unos quinientos hombres, y que, en la confusin, no pudo ser hallado Schlessinger; que en cineo minutos toda la fuerza se puso en la ms confusa retirada, y en vano hicieron esfuerzos los oficiales para que los soldados volviesen hiciesen frente al ene-migo, porque el pnico era tal, que encontraron pocos que quisiesen escucharlos y seguirlos. (1)

    (1) La Guerra de Nicaragua, por el General William Wlker, Managua, 1884, folio 68-

  • 22

    l!.'l 1Vicaragimse, peridico de Wlker~ dijo, entre otras cosas: "No se encuentra un hecho semejante en la historia de los ejrcitos americanos, no ser el saqueo da la ciudad de Wshing-ton. Todas las ventajas de tiempo y de lugar estaban nuestro favor, todo contribua ganar la batalla; pero ninguna de estas ventajas, ni todas juntas, nos libraron de una cruel y vergonzosa derrota."

    El Presidente Mora di, el 21, ~n Liberia, una proclama, y el 24 el Vicepresidente Oreamuno di otra en San Jos, ambas feli-citando al Ejrcito. El respetable ciudadano don Manuel Jos Carazo, Ministro de la Guerra, si bien no opinaba por la expedicin Nicaragua, dijo, en una nota al Subsecretario, don Rafael G. Es-calante, publicada al mismo tiempo, lo siguiente~ "No poda espe-rarse otra cosa del denuedo y decisin del valeroso ejrcito de Cos-ta Rica, que el Excelentsimo Presidente tiene la gloria de mandar, ni poda creerse que otro jefe le tocara la de dar el primero y ms decisivo golpe al enemigo, sino al intrpido y valeroso General don Jos Joaqun Mora, honor y esperanza del ejrcito de Costa Rica."

    .,.

    * *

    El desastre del Guanacaste hizo Wlker resolverse llevar Rivas el grueso de las fuerzas americanas. No ~aba el ef~cto que la derrota de Santa Rosa pudiese tener en el nimo de los hijos del pas, ni hasta qu punto pudiese debilitar su confianza en el poder de los americanos pata defender al -Estado de sus enemigos. Se dieron las rdenes al efecto, tomando, al propio tiempo, las disposiciones necesarias para trasladar el Gobierno Len. (r)

    Schlessinger, acusado de cobarda, fu sometido consejo de guerra y sentenciado G. muerte; pero escap durante el proceso, faltando su palabra, y se fu Costa Rica, donde veinte aos despus,-dice James J effrey Roche,-aparece reclamando gratifi-cacin por el servicio rendido al Estado en aquella ocasin. (2)

    (1) La Guerra de Nicaragua, por el General \Villiam \Vlker, citada, f. 68. (2) The Story of the Filibusters, by James Jeffrey Roche, London, f. 101.

    .,

  • 'v

    La batalla de Rivas

    (I I de abril de FS56)

    Wlker, como queda dicho, se haba trasladado con sus tro-pas de Granada Rivas, estableciendo su Cuartel General en esta ltiu1a ciudad; pero muy p_ronto los informes que el Presidente de Nicaragua le comunicaba, acerca de la alianza de Guatemala y el Salvador para hacer 1& guerra Nicaragua; lo decidieron mover-se sobre Len, con el objeto de restablecer la confianza de los leo-neses. l dice que ignoraba las fuerzas que Mora tena en la fron-tera, y en la noche del 5 de abril embarc sus tropas en la Virgen, y, despus de reforzar el fuerte de San Carlos y el Castillo Viejo, las desembarc el 8 en Granada. (r)

    El ejrcito de Costa Rica entr Sapo el 29 de marzo y all el Presidente Mora di una proclama los nicaragenses, diciendo que iba como amigo, no proteger un partido, sino librar Ni-caragua de la opresin extranjera, y en igual sentido dirigi des-pus una circular las Municipalidades de las principales poblacio-nes de Nicaragua.

    El 5 de abril en la tarde, el ejrcito acamp en Pea Blanca, y el (, lleg~ Santa Clara, donde dos comisionados de la ciudad de Rivas invitaron al Presidente Mora que la ocupara. ] ___ _

    ( 1) La f-iuerra de Nicaragua, por el (lcneral \Viiliam \V1ker, citado, f. 7o.

  • El 7, el ejrcito ~e diddi, ~egn se haba di;;puesto el 5, marchando la parte principal sobre Rivas y dos columnas, de 300 hombres cada una, San Juan del Sur y la Virgen, respectiva-mente. La primera de stas, las rdenes del Coronel don Santos Mora, entr sin resistencia en aquel puerto: y la otra, al mando del Teniente Coronel don Juan Alfara Ruiz y del Capitn don Daniel Escalante, habiendo sido atacada desde la cas~t de la Compaia de Trnsito y otros puntos, y sufriendo algunas bajas en el combate, al ocupar el lugar, di fuego esa casa enemiga y al muelle de la misma Compaa.

    Pronto recibi vVlker noticia de todo lo ocurrido, coincidien-do con la de haber cesado el alarma en Len, y sabindose all que los otros Estados no marcharan cntra los filibusteros, lo menos por entonces, resolvi marchar sobre la ciudad de Rivas, para don-de sali con todas sus fuerzas, excepcin de dos compaas, deja-das de guarnidn en Granada.

    En Rivas se saba que el ejrcito enemigo estaba en marcha, aumentado por nuevas fuerzas que haban arribado por San Juan del Norte y llevando, adems, la vanguardia, 8oo nicaragenses del partido ll

  • ..

    ..

    25

    Sur de la plaza, y dirigirse tambin sobre el Cuartel General cos-tarricense. 'vVlker esperaba que, de este modo, antes de que nue~tro ejrcito pudiera rechazar aquel violento ataque, podra apode-rarse de la persona del Presidente de Costa Rica; y que, aunque no se lograra este atrevido intento, s obtendra una posicin \'en-tajosa desde donde dominar el almacn de guerra, que era el ob-jeto encomendado los rifleros. El Coronel Natzmer y el Mayor O'Neal, pasando por el extremo izquierdo d~ la ciudad, obraran contra la derecha de nuestras fuerzas, debiendo mantenerse po-ca distancia de Brewester; Machado, al mando de los nicaragen-ses, marchara sobre la plaza, por el Norte, sostener la derecha de Sanders, el encargado de tomar el Estado Mayor; y el Coronel Fry, con sus compaas de infantera ligera, quedara de resena.

    En la tarde del 10, se recibi en Rivas el parte de que el enemigo se encontraba pocas leguas de distancia; pero ya se haba despachado una escolta exploradora con orden de apostarse en el paso real del ro Gil Gonzlez. Por desgracia, debido la inexperiencia del oficial quien se di la comisin, el enemigo flanque la escolta y acamp una media legua de su retaguar-dia, (r) y habindose recibido otro parte en la maana del II, de que el enemigo se acercaba, fu puesto en marcha un batalln, las rdenes del Mayor don Clodomiro Escalante, con objeto de que lo batiera en el camino.

    El astuto y audaz jefe filibustero evadi tambin el encuentro de esta fuerza y, marchando con toda presteza sobre la ciudad de Rivas, atac de improviso y vigorosamente, por todas partes, nuestras tropas, mientras que entre ellas reinaba completa calma, y se crea que antes de cualquier ataque del enemigo se oiran las descargas, al encontrarse ste con los cuerpos de ejrcito avanza-dos para rechazarlo, se recibiran nuevas noticias.

    La sorpresa fu completa, y el Estado Mayor habra cado probablemente en poder de los invasores, si la previsin y el valor, nunca bien ponderados, del Teniente don Jos Mara Rojas, no hubieran frustrado la parte ms importante del plan de "Wlker, arrebatando un fusil un spldado, y dando muerte instG.ntnea al

    (1) La batalla del u de abril, por el artesano costarricense Jos Mara Bo-nilhl, El Cmllrrc'. San Jos, Costa Rica, 23 de abril dE' r~gs.

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    jefe Machado, que con los nicaragenses deba apoyar Sandcrs. Aquella fu la seal de alarma y los nuestros acudieron all con mpetu recomendable, al mismo tiempo que de igual manera re-chazaban el asalto en los otros puntos atacados.

    "El combate se trab, dice Jernimo Prez, de una manera horrible y desventajosa para los de Costa Rica, porque se lanza-ban, pecho descubierto, desalojar los contrarios de las casas que ocupaban, desde cuyos techos hadan estragos en ellos". (r)

    Hubo momentos difciles, es cierto; pero ellos fu muy su-perior el valor de nuestros jefes y oficiales, y el herosmo de nues-tros soldados, estimularlos por el Presidente Mora en persoua. Una vez frustrado el plan de asalto, los nuestros tomaron la ofen-siva y las once del da los filibusteros y sus aliados estaban re-ducidos la plaza y avenidas de la iglesia y concentrados, prin-cipalmente, en el Mesn llamado de Guerra, mientras que los cos-tarricenses tenan el resto de la ciudad y expeditos los camino's de la Virgen y San Juan; pero el ataque sobre l

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    diar el Mesn, y, entre ellos, del Subteniente don Luis Pacheco, quien, al pretender ejecutarlo, suf1 i cinco balazos, al mismo tiem-po que las llamas fueron extinguidas. {I)

    Pero, sin embargo de tanto herosmo ele los jefes y soldauos nue:>tros, no hay ejemplo de abnegacin igual la del soldado Juan Santamara:-"En p~no combate, dice el seor Bonilla, tes-tigo presencial del hecho, el Gel! eral Caas exclam :-Muchachos, no habr entre tantos valientes, alguno que quiera arri

  • dos lados de espesos platanales y cacaotales, la invadi como un torrente por el lado opuesto al camino que haba tomado la co-lumna del Mayor Escalante, apoderndose de la plaza y llegando muy cerca de las casas del Cuartel General y depsito de plyora, situado al frente de l y ambos dos cuadras de distancia de la plaza. El primer momento fu terrible. Nue;tra ~ente y posicio-nes fueron de improviso flanqueadas, ceidas casi de un crculo de fuego y de balas. Todos empuamos las armas y acudimos la defensa. El Coronel Lorenzo Salazar apoy este cuartel con un puado de gente que tena y rechaz al enemigo dando tiempo que la columna que haba salido de la ciudad entrara de nuevo y fuera ocupando puestos ventajosos, hasta llegar casi cambiar la defensa en ataque, obligando los enemigos ampararse las casas. "C"n caoncito avanzado hacia la plaza y defendido por cuatro artilleros solamente, nos haba sido tomado por los filibus-teros en su primera carga, y por un inconsiderado empeo de ho-nor en recobrarlo perdimos alguna gente. Tres veces salieron nuestros soldados de la es.quina en que est situado este cuartel (casa de don Jos Mara Hurtado) corriendo hacia el can, colo-cado dos cuadras de distancia, y tres veces sufrieron la descarga de metralla, y el mortfero fuego del enemigo situado en la plaza, mesones del Cabildo y de Guerra (en el cual estaba \Vlker con lo mejor de su gente) en la iglesia, su campanario y la casa de la seora Abarca, llamada por los nuestros del doctor Cale. A las once del da ocupaban los filibusteros la plaza, como queda dicho, y todas las avenidas del lado de la iglesia. Desde la cuadra atrs del Mesn de Guerra, la ciudad era nuestra hacia el Noreste; te-namos libres los caminos de La Virgen y San Juan. La situacin haba mejorado, pero faltaba an vencer. rdenes terminantes salieron de este cuartel simultneamente. Mi deseo era reunir determinados mandos la gente que peleaba aislada. Primero, or-ganizar; despus, estrechar al enemigo, desalojarle, echarle fuera de Rivas. Un piquete de dragones fu estacionado en la puerta del cuartel con el solo objeto de pasar las rdenes escritas, y se in-sinu todos los jefes que me pasaran partes momentneos de la situacin. Hice que el parque almacenado en la casa del frente se trasportara aqu y pas aviso todos los jefes para que acudieran mt1nicionarse abundantemente. A las nueve de la manna haba

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    pedido un refuerzo de cien hombres La Virgen. En seguida man-d correos para que las guarniciones de dicho punto y de San Juan se concentraran Rivas. Desde este momento, el cambio pr:ogre-sivo nuestro favor se mostr decisivo. Los nuestros haban in-cendiado un ngulo del Mesn de Guerra y el fuego iba flanquean-do enc11rrando ya los enemigos. A media tarde llegaron los Comandantes Juan Alfaro Ruiz y Daniel Escalante, con la gente de La Virgen; esta tropa ocup(, una parte del ).Iesn, la derecha de la iglesia, y continu estrechando al enemigo hasta apoderarse, en la noche, de la casa del doctor Cole, ltima de este costado de la plaza. A media noche lleg el Coronel Salvador Mora, con la gente de San Juan del Smr. Aunque los filibusteros estaban ya encen-ados, esta fuerza complet la seguridad de nuestras posicio-nes. Los fuegos haban cesado casi; slo se olan las descargas que de tiempo en tiempo hada nuestra gente las partidas de enemi-gos que huan y los alegres vivas de aqulla la Repblica y sus Jefes.

    Don Juan Alfaro Ruiz estrechaba la iglesia y se preparaba asaltarla al rayar el da, cuando nuestros soldados invadieron por todas partes la plaza, y no hallando ya ms enemigos que los en-cerrados en el templo, entraron y acabaron bayonetazos con ellos. Inmediatamente mand piquetes en todas direcciones para perse-guir los fugitivos. Grande ha sido este triunfo, realzado por la bien meditada sorpresa de los filibusteros; y, sin embargo, tanta gloria se ha mezclado doloroso llanto y triste luto. Hemos perdido los valientes militares General Jos Manuel Quirs, Mayor Fran-cisco Corral, Capitanes Carlos Al varado y Miguel Granados, Tenien-tes Florencia Quirs, Pedro Dengo y Juan Urea, Subtenientes Pa-blo Valverde y Ramn Portugus y el Sargento graduado de Subte-niente, Jernimo Jimnez. Muri tambin el valiente Capitn Vi-cente Valverde. Contbamos 26o heridos, entre ello:; varios jefes notables. Mi primer cuidado fu preparar el hospital, hacer enterrar los muertos y organizar nuevamente el ejrcito. La derrota de )Vlker es mayor de lo que pens. Hemos cogido un gran nmero de fusiles, espadas, pistolas, ms de so bestias ensilladas y muchos otros objetos que han presentado nuestras gentes; no se sabe cun-tas ms habrn ocultado los habitantes de las cercanas de la ciu-dad. A cada momento llegan prisioneros sanos heridos. Hasta

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    el da se han fusilado 17. En resumen, nuestra prdida, contando los heridos que pueden morir, no pasar de uo hombres, incluso los jefes. La del enemigo no baja de 200 con los fusilados. Como en Moracia, cuando la accin-de Santa Rosa, sus heridos vagan por los campos y muchos morirn por falta de descanso y cuidados. Entre la multitud de partes y noticias que he tenido, lo ms seguro es que Wlker entr antenoche en Granada con 300 hombres, entre los cuales 25 30 iban heridos. Se han distinguido en esa jornada todos los oficiales y soldados del ejrcito, especialmente el Geeral Jos Mara Caas, Coroneles Lorenzo Salazar y Manuel Argello, Teniente Coronel Juan Alfaro Ruiz, los Capitanes Santiago Millet y Ramn Rivas. Segn el examen minucioso de las diversas relacio-nes que se me han hecho, la fuerza con que Wlker atac fu de mil doscientos mil trescientos hombres, en ocasin en que yo, de-bilitado por la dispersin de gente para las guarniciones de La Vir-gen, San Juan del Sur y varios destacamentos, contaba con igual 6 quiz menor nmero de soldados. Hubiera perseguido al enemi-go sin darle clescanso; pero todos habamos pasado treinta horas sin tomar alimento. y catorce de mortandad y fatigas. Era mi pri-mer deber atender los heridos y ahora me preparo seguir esta campaa, lisonjendome con la esperanza de poder decir V. S. muy pronto que el filibusterismo no existe.-Dios guard V. S .

    .'fuan P... Jvf ora

    Mientras que lo relacionado pasaba en Rivas, la fuerza en-cargada de impedir el trnsito por el ro San Juan, que operaba la sazn por la parte del ro Sarapiqu, al mando del General Flo-rentino Alfaro, fu atacada el ro de abril por los filibusteros en el estero del Sardinal, cuando los nuestros se ocupaban en abrir una vereda que les .facilitase la toma de la punta Hipp, en las confluen-cias del San Juan, donde aqullos estaban situados. Los invaso-res, segn su tctica, se presentaron de improviso, y, como en Ri-vas, sufrieron la derrota, con numerosas prdidas.

    Herido all el bravo General Alfaro, el parte de esta accin fu dirigido por el Teniente Coronel don Rafael Orozco, en los tr-minos siguientes:

    "Hoy las ocho de la maana, cuando nuestras fuerzas tra-

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    bajaban en el puerto del estero del Sardinal, se present el enemi-go, parte por tierra y parte en cuatro embarcaciones grandes y dos pequeas, que contaba en todo una fuerza de ms de cien hom-bres, y, favorecidos por las de tierra, intentaron el desembarque, que nosotros tratamos de impedir, empeando una terrible lucha al arma de fuego, porque, desgraciadamente, el estero del Sardinal, que nos separaba de una parte de ellos, nos impeda entablar una lucha con otra arma. En ~ste momento fu gravemente herido en el brazo derecho el General Florentino Alfara, que, con parte de la poca fuerza disponible que tenamos am, se empeaba en aco-meter de cerca al enemigo, quedando yo con la poca fuerza de mi mando, haciendo frente hasta el reembarque y total derrota del enemigo

    "Kuestras prdidas son pocas, pues no contamosms que con un cabo muerto y como diez soldados heridos. Es de sentirse la gravedad del seor General.

    "El enemigo perdi en tierra cuatro hombres y muchos en el agua, con una piragua ms que echamos totalmente pique con la gente que tena; no pudimos tomarles ms que un rifle, porque Jos dems los arrojaron al ro.

    'Yo he ingresado este muelle, porque hasta ahora Jos puntos del ro estn muy indefensos para la pooo. fuerza que contamos y estoy dispuesto aguardar las rdenes que el Supremo Gobierno se sirva comunicarme.

    "El seor General, gravemente daado, se ha dirigido hoy mismo para el interior, acompaado por el seor Cirujano y el Te-niente Evaristo Fernndez y una escolta que ha ido conducirlo l y Jos otros heridos, con lo cual queda disminuda esta fuer-za hasta el nmero slo de ochenta hombres.

    "Recomiendo mucho, tanto los seores oficiales, como los pocos soldados y Capitn Gonzlez, que pelearon con decisin, y muy especialmente el seor General, que de puro arrojado sufri su herida; tambin el celo con que el seor Cirujano no~ ha acom-paado en nuestra campaa."

  • VI

    El clera aparece en Rivas y el Ejrcito de Costa Rica regresa

    La batalla del u de abril, librada, como se ha visto, despus de una sorpresa y luchanqo por largas horas, casi cuerpo cuerpo, dejaba el lugar de la accin cubierto de cadveres y el hospital de sangre lleno de hericlos. El ejrcito estaba fatigado por la lucha y no haba tenido provisiones aquel da ni el anterior; pero la prime-ra atencin fu cuidar de los heridos con el mayor esmero, y enterrar los muertos, confundiendo en esta obra misericordiosa los restos de nuestros valientes con los del enemigo, que tan cara haba paga-do su osada. "Del Estado Mayor de wlker slo el capitn Sutter sobrevivi. '(r) Los soldados de Costa Rica, pronto recobrados de la sorpresa, se haban portado bizarramente, usando sus armas con se-rl.'nidad y precsin, escogiendo los jefes con exactitud fatal; (2) as, pues, alH se encontraban los cadveres de numerosos filibusteros de lo ms distinguido entre los invasores."

    Los heridos estaban atendidos por el cuerpo mdico del ejr-cito, bajo la direccin del Dr. Hoffman_n, y al propio tiempo, la ciu-dad de Rivas fu puesta en perfecto estado de defensa; pero desgra-ciadamente, desarroll all el clera, que de_sde el ao .anterior haba aparecido en Nicaragua, y la peste haca tales estragos en las tropas,

    (1) James Jeffrey Roche, The Story of the Filibusters, folio '"7 (2) id. id- folio 1o6.

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  • 3+

    que se hizo indispensable el regreso Costa Rica, la mayor bre-vedad posible. Se dieron, en consecuencia, las disposiciones co-rrespondientes para la marcha, y el General Presidente, con ese motivo, expidi la siguiente proclama:

    JEFES Y OFICIALES DEL EJRCITO Y COMPA!'ll!:RO~ DE ARMAS:

    Vuestro Presidente, vuestro General en Jefe, ha querido reu-niros en derredor suyo para manifestaros su satisfaccin por la noble conducta que habis observado desde el principio de la campafia hasta este da.

    Antes de lanzarme en la empresa que he acometido en obsequio de la independencia centroamericana, tena fe en vuestro valor, en vuestra abnegacin, en vuestro sufrimiento, en vuestra disciplina; pero vuestro comportamiento ha excedido mis esperanzas. Ha-bis llevado estas cualidades hasta el herosmo.

    No es slo admlracin el sentimiento que me inspiris, es tambin afecto y ternura. 'Habis hecho ms quE' vuestro deber. Slo por exceso de bravura es que Costa Rica ha perdido en los campos de batalla de Santa Rosa y Rivas, tan distinguidos defen-so.res de su libertad, flor y esperanza de la Patria.

    Puedo dar testimonio de ello, porque en la gloriosa jornada del 11 he dsto morir algunos de vuestros hermanos, y el dolor que sent slo pud8 ser compensado por el orgullo de tener mi lado los nicos campeones armados en defensa de Centro Amrica. He derramado lgrimas de pesar y entusiasmo.

    ,. Si antes amaba mi pas corno hijo, hoy, merced vuestras hazaas, me enorgullezco de ser su Jefe.

    . Gracias, jefes y oficiales del ejrcito. pcrque con los triunfos de Santa Rosa, de Rivas y de Sarapiqu, habt-is dotado Costa Ri-ca con la pgina ms bt'!Uante de sus anales. Gracias, porque la gloria con que habis cubierto vuestro nombre, no la habis adqui-rido en una lucha fratricida, sino que la habis conquistado, solos, en una guerra santa contra los invasores de la Amrica Central. Gracias, porque habis dado un ejemplo y tma leccin nuestros enemigos y nuestros adversarios; un ejemplo lanzndoos, sin es-perar auxilio, la defensa de los derechos centroamericanos; una leccin, probanrlo los filibusteros de Wlker que en los combates de catorce minutos como en Santa Rosa, lo mismo que en los de

  • Don franc\sco Ortamuno

  • 35

    veinte hor'as, como en Rivas, las emboscadas del revlver y del rifle no resisten al empuje de las bayonetas costarricenses.

    Jefe y oficiales: derrota de los filibusteros en cuantos encuen-tros hemos tenido, ocupacin de San Juan y deRivas, posesin de la lnea de trnsito, tales son los resnltados de nuestra corta campa-a. A pesar de mil obstculos y de peligros independientes del clculo humano, hemos hecho por ahora lo bastante para el honor de nuestro nombre, para la gloria del ejrcito, para el inters de la Repblica.

    No hay deshonor en cejar ante la influencia de un clima in-salubre. Podemos retirarnos hacia nuestro territorio con serenidad y erguida la cabeza, dejando escarmentado y distancia un ene-migo exhausto, sin prestigio, sin recursos, mejor preparado para la fuga que para la resistencia Si continan siendo formales los pac-tos ajustados con Guatemala, El Salvador, y Honduras, bien pue-den nuestros aliados acometer la fcil tarea de acabar con los ban-didos que profanan todava una parte del territorio nicaragense.

    Compaeros armas: os reitero la expresin de mi gratitud y de mi afecto. Habis sufrido con igual valor la inaccin del cam-pamento que los peligros del campo de batalla, Tan intrpidos bajo el fuego enemigo, como sufridos ante las pri\aciones de las campaas en nn pas extrao y asolado por la guerra, regresad vuestras fronteras, seguros de qMe la Patria y yo reconoceremos vuestros servicios.

    Cuartel General.-Rivas, abril 25 de rSs6.

    Juan rRafaei Jvf O?' a

    Al despedirse el Pre idente Mora, nombr al General Ca!'as General en Jefe del Ejrcito. Este Jefe, popular y querido, de acuer-do con el Dr. Hoffman, y con el objeto de evitar los males que pu-diera acarrear los enfermos y heridos la precipitacin en la marcha, dispuso el envo de ellos San Juan del Sur. donde deban aguar-dar la llegada de los buques que los condujeran Costa Rica. De este modo el ejrcito qued enteramente expedito para verificar la 1-etirada, y el 26 de abril, despus de la salida del Presidente de la

  • Repblica y del Estado Mayor, las tropas se pusiero\ en marcha hacia sus hogares.

    "Al comunicar al Ministerio, dice el parte del Cuartel General de Rivas, e;,ta urgente medida, dictaa por los progresos alarman-tes del clera y la necesidad de atender la salud de nuestras va-lientes tropas, no puede menos que deplorar~e que una calamidad superior las fuerzas humanas detenga el cuno de nuestros triunfos y la ruina del filibusterismo, Qnedll incompleta la campaa; pero est salvo el honor costarricense".

    Y, en efecto, aquella calamidad fu tanto ms de lamentarse, cuanto que, entre otras vctimas de ella:, muy sentidas, sucumbi el valiente Coronel Juan Alfan> R ctiz.

    "En aquellos das aciagos, cuando todos marchaban escape, el seor Dr. don Andrs Senz, Cirujano del Ejrcito, y el seor Capelln Presbtero Dr. don Francisco Calvo, dieron ejemplo de abnegacin admirable, permaneciendo en Rivas, al lado de los en-fermos del clera, mientras su presencia fu necesaria". (1)

    El Presidente Mora, despus de corta permanencia en Libe-ra y Bagaces, y luego en su hacienrla de Loo ()jos d, Agua cerca de Alajuela, lleg esta capital el 11 de m~yo. El General Ca-as permaneci en Liberia con refuerzo para proteger la fmntera. El resto dd Ejrcito Expedicionario lleg al interior mediados del n1ismo mes.

    El Ministro de Gobernacin, don Joaqun B. Calvo, con su celo caracterstico, dirigi circulares los Gobernadores de las pro-vincias el 7 y 13 de mayo, disponiendo lo conveniente para evitar los estragos del clera, y el Dr. Hoffmann public algunos consejos acerca rlel tratamiento que deba darse los atacados de la peste; pero todo fu en vano, y Costa Rica sufri la prdida de considera-ble nmero de sus habitantes, (2) y, entre ellas, la muy lamentable del Vicepresidente de la Repblica, don Francisco Mara Oreamu-no, muerto el 23 de mayo de 1856, en la ciudad de San Jos. (3)/~,

    (r) J. H. Calvo, hijo.-La Repblica de Costa Rica en r886, folio 318. () El Dr. Estrber, encargado del censo de r864, dice que el clera y la

    guerra de 1856 y 1857, devoraron por lo menos Io,ooo. (3) Vase J. B. Calvo, hijo--La Repblica de Costa Rica en r886, folio 2g2

    J

  • VII

    SEGUNDA CAMPAA

    Las fuerzas aliadas de Centro Amrica

    marchan sobre Nicaragua

    Wlker, con los restos de su ejrcito, regres Granada, de donde envi al Presidente de Nicaragua un parte circunstanciado de la accin de Rivas, y aconsej enseguida el envo del Padre Vigil como Ministro los Estados Unidos, lo cual desde luego accedi aquel Magistrado, y envi las credenciales correspondien-tes. "El sacerdote no rehus dejar las comodidades de su casa en los trpicos para ir explicar convenientemente al Gabinete de Wshington la naturaleza de los sucesos ocurridos en Centro Am-rica."(r) "

    En Granada, dice Wlker, un enemigo ms cruel y maligno que los costarricenses comenz hacer estragos en sus ya dbiles filas: la fiebre que anteriormente se hab~ llevado muchos, apareci an ms violenta; sin embargo, nuevas tropas comenzaron

    (1) La (_Tuerra de Nicaragua por el General William Wlker, citado, fo-lio 75

  • reemplazar las que las batallas y la enfermedad haban arre-batado. (I)

    Los filibusteros abrigaban desconfianzas acerca de la fideli-dad del Gobierno de Nicaragua para con ellos, y Wlker dispuso un viaje Len, con objeto de ccnferenciar con el Presidente don Patricio Rivas. Antes de verificarlo, envi fuerzas sofocar algu-nos movimientos de los legitimistas en ChantaJes, Matagalpa y Segovia, y el General Goicoura, que las comandaba, fusil varias personas, exigi contribuciones y se llev, adems, cuanto pudo satisfacer su codicia desenfrenada. Al mismo tiempo Wlker, posesionado de nuevo de la Virgen, Rivas y San Juan del Sur, persegua en aquella parte los legitimistas, proponindo.-e pre-sentar un ejemplo eontra los pocos de ellos que se haban unido nuestras tropas, y as lo verific haciendo condenar la horca, por una Corte Marcial, al ciudadano Francisco Ugarte; y parece complacerse cuando dice que, siendo desconocida en el pas esa clase de castigo para semejantes delitos, la ejecucin de Ugarte produjo una grande impresin en el pblico infundi un saluda-ble terror entre los conspiradores legitimi~tas. (2) Ese era Wl-ker!

    March despus Len, donde fu recibido con grandes demostraciones; pero l tena la prueba de que en la opinin del Gobierno se haba efectuado un verdadero cambio.

    * * *

    Mientras que en Nicaragua pasaba lo relacionado, el Dr. Toledo y el Licdo. Ulloa haban logrado en Guatemala y El Salva-dor el xito de la misin que se les haba encomendado, para lo cual tambin contribuy, entre otras razones, la invasin Costa Rica y el aumento constante del nmero de los filibusteros.

    Tropas de Guatemala, al mando del General don Mariano Paredes, salieron de aquella capital el 5 de mayo de 1856, y ellas se agreg, como segundo Jefe, al General don J . Vctor Zavala, quien haba ido en concepto de comisionado de aquella Repblica la de El Salvador. La columna salvadorea, las rdenes del

    (t) La Guerra de Nicaragua por el General William Wlker, citado, folio 75

    () La Guerra de Nicaragua, citado, folio 7s.

  • 39

    General don Ramn Belloso, se puso en marcha mediados del mes de junio siguiente.

    * * *

    De la salida de aquellas fuerzas se tena noticia en Len, y Wlker, interesado en que se verificaran las elecciones de Presidente para que se haba convocado el 19 de marzo, insista, contra la opinin de los jefes del partido democrtico, en que las que se haban verificado fueran declaradas sin efecto y en qu! se hiciese nueva convocatoria, mientras el Estado se encontraba relativamente tranquilo y antes que fuese ms ~:eriamente amenazado.

    Pretenda tambin que la eleccin fuese directa, halagado, sin duda, por la idea de que l sera elegido. despus de las demostra-ciones de que haba sido objet?.

    La oposicin sus planes y otras circunstancias le demos-traron la mala disposicin que exista contra l y los suyos; pero la noticia del arribo Granada de un buen nmero de filibusteros, y de haber sido recibido por el Gobierno de Wshington el Padre Vigil contribuyeron en su favor, y el decreto de elecciones fu emitido por el Presidente Rivas el 10 de junio de 1856, al propio tiempo que tambin obtena el nombramiento del Geberal Goicoura para Ministro Plenipotenciario de Nicaragua en Inglaterra y Francia, con poderes, adems, para levantar un emprstito de $ 25o,ooo en los Estados Unidos de Amrica.

  • VIII

    William W lker Presidente de Nicaragua

    El jefe de los filibusten>s, al emprender su regn so GranN atzmer, el Comandante de ellas, desobedeei6 rdenes del Ministro de la Guerra, llegando la situa

  • 42

    en aquel pacto, y se declar abiertamente, por s y ante s, en vir-tud del mismo pacto, rbitro de los destinos de Nicaragua.

    Ante aquella audacia inaudita, aunque no nueva, el Presi-dente Rivas di un decreto el 26 de junio, declarando Wlker traidor y enemigo de la Patria, destituyndolo del empleo que ejerca y disponiendo que los jefes, oficiAles y tropas de la falanje que quisieran separar:e de aqul y servir al Gobierno, fueran reco_ nocidos en sus empleos. Por el mismo decreto declara traidores la Patria todos aquellos que, de alguna manera, ayudasen los filibusteros, y llama al servicio de las armas todos los nicaragen-ses de la edad de quince sesenta a:'os.

    El Gobierno del seor Rivas, adems, revoc el nombramiento de Goicour.a y retir los poderes al Padre Vigil: nombr Ministro de Nicaragua en Guatemala al Licenciado don Peclro Zeledn y en Wshington al seor don Antonio Jos de lri,.:arri: envi una expo-sicin los gobiernos de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, explicando la conducta de Wlker y solicitando la intervencin de esas potencias en favor de la libertad de Nicaragua.

    Y el Gobierno de don Fermn Ferrer, que hab{a convocado elecciones, de conformidad con el decreto de 10 de junio, declar, por decreto de ro de julio, electo Presidente de la Repblica, por mayora de votos, al seor General don Guillermo Wlker, quien tom posesin de su puesto el rz del mismo mes, habiendo sido reconocido, casi en el mismo acto, por el Ministro de los Estados Unidos, Mr. J. N. Wheeler.

    El nuevo Gobierno, presidido por el Jefe de los filibusteros, qued constitudo con el expresado seor Ferrer, de Ministro de Relaciones Exteriores; el General Mateo Pineda, de Guerra, y el General Manuel Carrascosa, de Hacienda y Crdito Pblico.

  • IX

    Fusin de los partidos en Nicaragua

    Decreto de Wlker que favorece la esclavitud

    Las tropas de Guatemala y el Salvador llegaron, mientras tanto, Len, donde entr la primera columna salvadorea el 12, y el ejrcito guatemalteco, el 18 de julio.

    El Gobierno de Honduras resolvi tambin coopera; en la guerra contra Wlker, y el 20 del mismo mes se puso en marcha una fuerza de seiscientos hombres de aquel Estado, las rdenes del General don Juan Lpez, llevando entre sus jefes los Genera-les don Pedro y don Florencio Xatruch.

    El 27 del mismo mes, el Presidente Rivas promovi General de Divisin del Ejrcito de Nicaragua al General Belloso, y le nom-br General en Jefe del Ejrcito de la Repblica, quedando en consecuencia el Jefe salvadoreo elevado al rango de Jefe de los ejrcitos aliados.

    Belloso y Paredes, con sus respectivas tropas, lo mismo que las de los democrticos de Nicaragua, al mando del General don Mximo Jerez, permanec!an en Len, y, mientras tanto, el partido legitimista haca esfuerzos para restablecer el Gobierno presidido por don Jos Mara Estrada, al cual haba reemplazado el de don Patricio Rivas, en virtud del tratado de 23 de octubre.

    Estrada, con el apoyo de personajes de tanta influencia como

  • 44

    los seores don Fernando Guzmn, dn Pedro Joaqun Chamorro y los Generales don Toms Martnez y don Fernando Chamorro, se propona que su autoridad fuera reconocida por los Gobiernos de Centro Amrica y, de consiguiente, aceptada por los ejrcitos alia-dos; y ese efecto pnotendi organizar el Gobierno en Matagalpa; pero antes de llegar aquel lugar le di muerte una partida enemi-ga. al mando de un democrtico exaltado.

    No termin all el propsito de los legitimistas, quienes reco-nociendo don Nicasio del Castillo como sucesor de Estrada, no cedan en sus pretensiones, hasta que pudo llegarse un arreglo por el cual se efectu una fusin de partidos y el Gobierno qued formado el 14 de setiembre por el mismo Presidente democrtico don Patricio Rivas, con un Ministerio, legitimista en su mayora, compuesto de los seores Licenciarlo don Pedro Cardenal, Ministro de Relaciones Exteriores; don Nicasio del Castillo. ele Guerra; Li-cenciado don Francisco Baca, de Hacienda; y don Sebastin Sali-nas, de Gobernacin. Garantizaron ese arreglo los Generales Be-llos

  • Don Joaqun 1\ernar
  • -lS

    Sur, donde la embarcacin le fu confiscada por el pretendido Go-bierno establecido en Granada.

    Ese mismo pretendido Gobierno emiti el 4 de agosto un de-creto declarando bloqueados todos los puertos de Centro Amrica en el Atlntico y el Pacfico, con excepcin de los de San Juan del Norte y de San Juan del Sur, que servan al trnsito interocenico.

    Y no slo por aquellas partes se movan los invasores. El 14 de setiembre, precisamente el mismo da en que se firm el conve-nio de fusin de los partidos, una fuerza legitimista, que ocupaba la hacienda de San Jacinto, pocas millas al Este del ro Tipitapa, fu atacada por una columna de filibusteros al mando de Byron Ca-le, quien Wlker envi despejar aquella parte del pas, des-pus de la derrota que all haba sufrido otro de los suyos, quien mand con el mismo objeto de mantener acceso las haciendas de ganado de Los Llanos, donde pocos das antes un piquete que con-duca v .. rias reses Granada, para la falanje, haba sido dispersa-do quitndole lrr partida y matando al Jefe conductor de ella.

    Byron Cale fu quien firm con el Gobierno de Castelln el contrato en virtud del cual vino Wlker Nicaragua con sus prime-ros compaeros. El que tanto cooper que se efectuara la inva sin pag con la vida, en la completa derrota que sufri en San Ja-cinto, los males que hizo nuestros paises.

    Esta prdida, si muy sensible para la falanje, no parece que fuera considerada de gran importancia, segn los conceptos del Jefe de ella, quien, por otra parte, llegaban constantemente refuerzos y elementos de guerra.

    Fuertes de esta manera sus cuarteles, Wlker, ent,e otras disposiciones para favorecer los extranjeros y que se hicieran dueos de Nicaragua, sin consideracin nirguna para los hijos del pafs, ni respeto la propiedad de stos, lanz, por fin, el mayor insulto Centro Amrica, .. mitiendo un decreto el 22 de setiembre, 2on el objeto, segn sus propias palabras, ue abrir el camino para que se introdujese nuevamente la esclavitud en Nicaragua!

  • X

    Las fuerzas aliadas marchan de Len sobre los invasores

    Tropas de Costa Rica de nuevo en Nicaragua

    Tan pronto como fueron salvadas las dificultades que presen-taba la divisin de los partidos, se dispuso la marcha de los ejrcitos aliados sobre los invasores. Haban llegado refuerzos de Guate-mala y El Salvador, y, con los de este ltimo Estado, "1 entonces Coronel don Pedro Rmulo Negrete.

    A la aproximacin de las tropas Managua, el destacamento filibustero que all permaneca puso fuego la Casa de Gobierno y abandon la plaza, reconcentrndose en Masa ya.

    Ocupada Managua el 24 de setiembre, las fuerzas aliadas permanecieron all hasta el r~1 de octubre, cuando el Genera! Belloso march con sus tropas al pueblo de Masa tepe, y el General Jerez, con el Coronel Zavala y el resto del ejrcito, procedieron ocupar el pue-blo de Nindir, una legua de Masaya, ~ombinando as el ataque sobre aquella ciudad; pero en la noche del mismo da primero, los filibusteros, sin embargo de haberla fortificado, la evacuaran preci-pitadamente, sin hacer ninguna resistencia.

    Jerez y Zavala ocuparon Masaya en la maana y Belloso en la tarde del 2, sin otra novedad que el ataque cr>ntra una avanzada enemiga, efectuado por una pequea fuerza destacada al efecto.

    En Masaya se reuni las tropas guatemaltecas el Coronel Do-

  • lores Estrada y su batalln, vencedor en San Jacinto, siendo e5te la vanguardia de las tropas que el General don Toms Martnez orga-nizaba en Matagalpa.

    El General Paredes, que haba quedado enfermo en Len, con-tinuaba all mal de salud.

    Las enft>rmedades que perseguian las tropas, principalmente las de climas ms elevados que Masaya, aumentaron en esa ciu-dad, donde adems de la fiebre apareci el clera; pero an peor que estos males exista el de las rivalidades y la desunin.

    Zavala y Estrada, que estaban en perfecta armona, resolvie-ron, por motivos de salud, trasladarse cun sus fuerzas, como ocho-

    .cientos hombres, Diriomo, y. en efecto, lo verificaron el 9 de oc-tubre, quedando el General Belloso con las suyas, como de mil hombres, en Masaya.

    * * *

    W lker, quien continuaban llegando nuevos refuerzos y ele-mentos, atac el 12, con ochocientos filibusteros, Belloso, y lo hizo con tal vigor que las tropas de ste estuvieron punto de ser derr tadas. :r) El combate dur todo el da y se crea que continuaria al siguiente, cuando los invasores regresaron precipi-tadamente Granada que haba ~ido atacada por otra parte del ejrcito aliado.

    En efecto, Zavala y Estrada tuvieron bien dirigirse aquella ciudad, en vez de cooperar la defensa de Masa ya; y, desgra-ciadamente, ni tomaron la plaza ni pudieron resistir las fuerzas de Wlker, que eargaron con mpetu sobre las tropas de aquellos. Esos dos jefes huyeron para Diriomo, mientras los sldados de Wlker hacan nna cruel matanza en los que se encontraban ebrios perdidos en las calles. Varios guatemaltecos cayeron prisioneros en poder del mismo W lker; otros muchos erraban por los montes hasta que salan las poblaciones, de donde los llevaban sus respectivos cuerpos. (2)'

    (1) Jernimo Prez, Memorias para la Historia de ]a Campaia Nacional, . citado, folio 130.

    () Jernimo Prez, citado, folio '3

  • 49

    El General don Toms Martnez, Jefe del ejrcito septentrio-nal de Nicaragua, al tener noticia de aquellos sucesos, precipit su marcha de Metapa Masaya. "Su presencia, dice don Jer-nimo Prez, hizo mejorar y aumentar las fuerzas; pero nada se avanz en la armona que deba reinar entre los aliados."

    * * *

    En Costa Rica ni las vicisitudes de la guerra ni los horrores de la peste del clera, que tan numerosas vctimas hizo, haban debilitado en nada la firme resolucin del Presidente Mora, ni en-friado el entusiasmo de la gran mayora, que, como l, crea que deba, toda costa, continuarse la guerra, hasta el completo exter-minio del fiiibusterismo en Centro Amrica.

    Cuando la peste hubo cesado y la tranquilidad renaci en el pas, el Congreso fu convocado sesiones ordinarias y se reuni el 3 de agosto, en vez del 1? de mayo.

    El Presidente de la Repblica, despus de dictar varias dis-posiciones importantes, l{s cuales sern referidas adelante, emiti el siguiente decreto:

    JUAN RAFAEL MORA,

    PRESIDENTE DE LA REPBLICA DE CosTA RJcA,

    empeilando nuevamente la campaia interrumpida contrcE los advenedizos usurpadores de Nicaragua,

    DECLARO:

    Art. ~~-El puerto de San Juan del Sur queda bloqueado des-de esta fecha en. adelante.

    Art. z'!-La navegacin del ro de San Juan del Norte es pro-hibida toda clase de embarcaciones. mientras duren las hostili-dades del suelo centroamericano.

    Art. 3~'-Hallndose hoy los vapores que nayegan en el ro de San Juan, bajo el dominio absoluto del filibustero W. Wlker y siendo sus ms activos auxiliares, sern apresados destruidos todo trance.

  • so

    Art. 4'?-Los jefes y fuerzas militares de la Repblica harn efectiva esta declaratoria, usando de cuantos medios estn su alcance.

    Comunquese quienes corresponde y todos los Ministros y Agentes extranjeros y nacionales,

    Dado en San Jos, en el Palacio Nacional, el primer da del mes de noviembre de 1856.

    Juan rR.afael M ora Al da siguiente, 2 de noviembre, sali de Liberia para Nica-

    ragua la primera fuerza costarricense la segunda campaa. Se compona de 400 hombres iba las rdenes del General don Jos Mara Caas, y, despus de ocupar San Juan del Sur, en donde dej una guarnicin de 75 hombres, se situ en Rancho Grande, punto dominante de la lnea del trnsito, en cuyo lugar se encontraba con el resto de su tropa cuando se le incorpor una f1erza de 300 hombres al mando del Coronel don Flix Ramrez, que haba sido enviada por el General t!n Jefe Belloso, con obje-to de que lo apoyara.

  • XI

    Wlkerataca al General Caas y enseguida los aliados. Prdida del bergantn costarricense "Once de Abril."

    Destruccin de la ciudad de Granada.

    El Gobierno de Costa Rica, que haba tomado la iniciativa contra los invasore~. tom tambin su cargo la parte ms impor-tante de la guerra, lo cual contribua la posicin especial en que se hallaba.

    Al emprender de nuevo la campaa, dispuso mover nuestras fuerzas en tres direcciones principales, saber: sobre el terreno, ha-cia Rivas y aquella parte de la lnea del trn~ito; sobre San Juan del Sur, por mar; y sobre el ro de San Juan y Lago, contra los vapores que constantemonte traan refuerzos y elementos y facilitaban rpi-dos movimientos los filibusteros.

    Mantena, al mismo tiempo, sus gestiones en Guatemala y El Salvador para asegurar la cooperacin necesaria de aquellos Esta-dos, hasta lograr el triunfo completo de los centroamericanos.

    En el momento que, en esta parte, la resea se refiere, las fuerzas guatemaltecas haban recibido un nuevo refuerzo al mando del General don Joaqun Solares y ascendan poco ms de r,soo hombres; las salvadoreas, con las columnas tradas por el Coro-nel Negrete y el General Asturias, eran de 1,300 hombres; y las ni-caragense~ constaban de no menos de 8oo hombres, De suerte

  • 52

    que apartando los heridos, enfermos y asistentes, haba en la plaz;a de Masaya, donde todos eetaban reunidos, ms de 3.000 hombres de fuerza efectiva 6 de movimiento. (r)

    Wlker tambin haba recibido refuer:ws, armas y otros ele-mentos, y contaba entre sus jefes al Coronel Carlos F. Henningsen, quien di el grado de General. Este era un famoso aventurero ingls, de orige'l escandinavo, experimentado, primero, como oficial en el ejrcito de su paf; y luego peleando en favor de los carlista en Espaa y por la independencia en Hungra.

    El General Caas, Jefe del pequeo cuerpo que constitua la nica fuerza de Costa Rica que la sazn operaba en Nicaragua, se encontraba en el lugar del trnsito, en donde, en unin de una columna nicaragense, se haba situado. All emprendi algunas obras de defensa, y por la importancia del punto ocupado, esperaba cada momento verse hostilizado.

    En efecto, al amanecer el IO de noviembre de 1856 Caas fu atacado, y, despus de dos horas de combate, el enemigo tuvo que retirarse sufriendo una derrota.

    La presencia de los costarricenses en el trnsito era una ame-naza que Wlker no poda soportar, y el audaz aventurero resolvi dirigir en persona un nuevo ataque.

    El II las doce de la noche rtocibi el General Caas un parte fiel, anuncindole qne acababan de desembocar en La Virgen 400 filibusteros, que, unidos los 200 que lo hr.ban asaltado el da an-terior, deban atacarle inmediatamente. (2) As fu. Al amanE>cer el 12, los filibusteros acometieron las avanzadas y stas, batin-dose en retirada, se unieron al grueso de la divisin, que, bajo las rdenes del mismo General Caas, pele con denuedo en la cabece-l'a de Puente Grande.

    "El punto era ventajoso; pero, segn el parte del mismo Jefe, rcciuciclas sns fuerzas por la desaparicin instantnea de la mayor parte de los nicaragenses que se le haban incorporado, y no pu-diendo resistir al mpetu del enemigo, se retir por un camino lla-mado de La Calera, con direccin Rivas". (3)

    (1) Jernimo Prez, citado, folio 134. () Boletn Oficial, nmero 241, San Jos, 19 de noviembre de 1856, folio 5~'

    (~) Jernimo Pre?., citado, folio'13~.

  • Genera\ don jotM Mar\a Caas

  • 53

    Una fuerza de so hombres que cubra el camino de La Chorre-ra para contrarrestar un ataque por la retaguardia, se repleg San Juan del Sur.

    El General Caas di el 12, des:l.e aquel puerto, el parte de lo ocurrido, lleg Ri vas el 13, y habiendo emprendido marcha para Masa ya el da siguiente, se encontr el 15 con el Gen eral Jerez, que iba con fuerzas nn!rsele en R!vas, y de acuerdo marcharon aque-lla ciudad con objeto de abrir n uevas op eraciones sobr e la va del trnsito.

    * * *

    En aquel mismo da Wlker estaba en cami-no sobre Masaya. El Jefe filibustero, que siempre pretende hacer aparecer muy redu-cido el nmero de sus soldados, dice que de soo hombres que lle-vaba, destin 200 La Virgen, al. saber que Jerez se mova sobre Rivas, y que sigui con 300 atacar los aliados.

    Esa fuerza que, segn los Jefes guatemaltecos, constaba de 700 Soo hombres, atac Masaya en la tarde del m ismo da 15, continuando la lucha el 16, 17 y r8. Desgraciadamente, el desa-cuerclo entre los Jefes era grande, y, merced de las divisiones, "el enemigo estuvo del rs al 19 de noviembre incendiando cuanto e&ta-ba su alcance y bombardeando el rest de la ciudad, que se vi en peligro de sucumbir, y por ltimo se retir impunemente, sin embargo de que l no tena ms que 6oo hombres, y los aliados pa-saban de 3,000". (r)

    * * *

    Otro golpe funesto sufri en seguida la causa centroamerica-na. El bergantn costarricense Once de abril, que haba zarpado de Puntarenas el II de noviembre, al mando del Capitn don An-tonio Vallerriestra, conduciendo IIO hombres entre jefes y soldados, y dinero y elementos de guerra para el General Caas, despus de sufrir en la travesa un recio temporal, estuvo la vi1ta del puerto de San Juan del Sur el 22 en la tarde.

    (') Jernimo Prez, citado, folio '39

  • 54

    All estaba ;,.nclada la goleta filibustera El Granada y pronto sali al encuentro del Once de abril, trabndose desde luego un en-carnizado combate, que, en momentos en que se decida nu(stro favor, termin por la explosin inesperada de nuestro buque.

    El eeor Vallerriestra, con el cuerpo convertido en una lla-ga, por efecto de las terribles quemaduras que sufri, y 48 de los nufragos, fueron salvados en El Granada y conducidos San Juan del Sur, de donde regresaron Costa Rica, tan pronto como les iba siendo posible efectuarlo.

    ,,.

    * *

    Mientras pasaba lo relacionado, y los Generales Caas y Je-rez se fortificaban en Rivas, el Gobierno de don Patricio Rivas empeaba sus esfuerzos fin de lograr el acuerdo indispensable en-tre los Jefes aliados que ocupaban Masaya. Al efecto, comision al Ministro de la Guerra don Nicasio Castillo, quien, acompaado de los Generales guatemaltecos Paredes y Solares, con el resto de las fuerzas recibidas de Guatemala, se dirigi de Len Masa ya, donde lleg el 19 de noviembre.

    De las conferencias que all celebraron result no haber nin-gn desacuerdo, y con noticia de haber sido retirada de Granada una parte de las fuerzas de Wlker, quien desde el propio da 19 ha-ba comenzado sus preparativos para abandonar la ciudad, se re-solvi atacarla y, despus de algunas alternativas, as lo verificaron, operando simultneamente sobre Granada por tres puntos diferen-tes.

    La defensa estaba encomendada Henni{gsen, quien a~;egura que slo contaba con 227 hombres, estndole encomendada, ade-ms, la destruccin de la ciudad

    La lucha, principiada el 25, continu cada vez ms recia, hasta el 28, en que le fu enviado Henningsen un parlamentario propo-nindole la rendidn, sin lograrlo, como tampoco se logr despus de v~rios ataques, cuando el 8 de diciembre se le propuso nueva-mente, ofrecindole garantas.

    El II de diciembre lleg la primera fnerza de Honduras, com-puesta de 200 hombres al mando del General Florencia Xatruch; pero Wlker tambin haba recibido refuerzos, y en la noche del mismo dia atac Granada por el Lago, los hondureos fueron des-

  • 55

    hechos en la defensa, y Henningsen, despus de haber consumado su obra de destruccin, efectu dos das despus su retirada.

    El 13 en la madrugada los pitos de los vapores resonaban en las costas anunciando la salvacin de Henningsen y de rrs hombres cadavricos que an ten!a de las fuerzas c,,n qne ejecnt el incen-dio. (r)

    En el fuerte dej clavada nna lanza con esta inscripcin: AQu -u GRANADA

    Nuevo y grande desastre, debido la desunin, y como si no fuera bastante las desgracias que sufra Centro Amrica, se di orden al General Jerez de trasladarE e Masa ya con sus tropas y al General Caas de regresar Costa Rica. El da que la recibie-ron, dice Prez, haban escrito Martnez que Wlke~ permaneca en San Jorge sin idea de atacarlos, y qne si lo ejecntara, estaban se-guros de la victoria. El anhelo de aquellos Jefes patriotas, de evitar nnevas disensiones, y su deber, los obligaba la obediencia, y cnm-plieron la orden funesta. El General Cafias, no obstante, en vez de ausent:orse, sigui al General Jerez en su marcha hacia Masa ya.

    Vllker entonces, sin que le costara una gota de sangre, ad-quiri un gran trinnfo: ocnp la ciudad de Rivas, la pinza mlls fuerte de aquel depllrtamento.

    Mientras todo esto pasaba en Nicaragua, Costa Ric>\, de con-formidad con su plan de campaa, abn activas operaciones sobre el ro San Juan, con los resultados que en seguidft se vern.

    (1) jernimo Prez, citado, folio 162.

  • XII

    Toma de los vapores del Rio y Lago, Castillo Viejo y Fuerte de San Carlos

    No era posible la pronta terminacin de la guerra y el triunfo de los centroamericanos contra los invasores esclavistas, sin cortar stos las vas de comunicacin con los Estados Unidos, de donde, como se ha visto, se les enviaba constantemente numerosos ,efuer-zos importantes remesas de toda clase de elementos. As lo com-prenda el Presidente Mora desde el principio de la primera campa-Ha, como lo demuestra la expedicin encomendada al General don-F.lorentino Alfaro y el combate del Sardinal; pero no fu posible entonces seguir adelante, y este fin diriga la sazn el Gobierno de Costa Rica sus principales esfuerzos.

    Al efecto, aceptando la cooperacin del Comodoro Vanderbilt, contra cuyos intereses haba sido anulada la concesin del trnsito y dada los amigos del Jefe filibustero, se combin el plan de cam-paBa sobre el ro San Juan, de acuerdo con los seores Webster y Spncer, quienes Vanderbilt haba enviado con ese fi San Jo-

    ~ ~ El 3 de diciembre de 1856, sali la vanguardia primera co-

    lumna de nuestro ejrcito por aquella parte, compuesta de 250 hom-bres al mando del Coronel don Pedro Barillier, como Jefe, y del entonces Mayor don Mximo Blanco. A ella estaba incorporado al

  • ss

    servicio de Costa Rica Mr. N. Cauty, natural de Inglaterra, con el grado de Capitn de Marina, y se agregaron despus Mr. Spncer, don Joaqun Fernndcz y otros Jefes.

    Para bajar por el ro de San Carloa al de San Juan, no haba embarcaciones y se dispu~o construir con ese objeto algunas balsas y pequeos botes. Despus de mil vicisitudes, bajo un temporal que haba daado el parque y las armas, la columna arrib al es-tero de Copalch en la noche del 2r de diciembre. Nuestros va-lientes, ocultos entre el follaje y protegidos por la oscuridad, vitJron pasar un vapor enemigo que suba hacia el Lago.

    Como una milla de distancia, en la Trinidad, se encontraba una fuerza enemiga y al da siguiente, el 22, despus de explorar el campo, fu atacada violentamente la voz de Vi7m )[ora y des-hecha por completo, antes de que pudiera hacer uso de la artille-ra que le fu en el acto tomada, distinguindose all principalmen-te el sargento Nicols AguiJar y el oficial Dionisio Jimnez, (a) ivfa-ta viejas.

    Se dispuso dejar en La Trinidad al Coronel Barillier con una compaa, y el resto de la gente,. ya con embarcaciones muy supe-riores, march en la tarde del mismo da 22 en direccin San Juan del Norte, con el objeto de tomar los vapores que alH tenan los fi-libuste'ros. (1)

    En la expedicin iban Jos otros Jefes de la fuerza, y entre ellos Spncer, Fernndez, don Francisco Alvarado Mora, prctico en la navegacin y conocedor de aquellos lugares, y el Capitn don Jess Alvarado. A la sombra de la noche y bajo una tempestad que ame-nazaba hundir los arrojados expedicionarios, llegaron su destino sin ser vistos, y al amanecer del 23 de diciembre, mediante la sorpresa y sin prdidas que lamentar los nuestros, tenan en su poder los cuatro vapores enemigos Wlzeefer, Machuca, Morgan y Bulwar, surtos en el puerto, y dominaban en aquel lugar.

    Hubo amagos de un ataque por parte de los filibusteros y de otros extranjeros, encabezados por el Agente de la Compaa de

    (r) Se sigue en lo principal, en este capitulo, el Diario del Jefe don Mximo Blanco, la relacin del Capelln Presbftero don Rafael Brenes, y las publica-ciones del Boletn Oficial.

  • 59

    trnsit