Candella Sialle - Desmanicomializacion en Santa Fe

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El proceso de desmanicomializacion en la Colonia de Oliveros entre 1984 - 1989

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Desmanicomializaciónen Santa Fe

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Desmanicomializaciónen Santa Fe

La Colonia de Oliveros (1984 - 1989)

Candela Sialle

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Diseño de tapa y diseño interior UNR EditoraFoto de tapa: Mario LausDigitalización de imágenes: Leonel Gasparini.

ISBN 978-950-673-673-6© Candela Sialle. 2008

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINAUNR EDITORA - EDITORIAL DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

SECRETARÍA DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA

REUNRED DE EDITORIALESDE UNIVERSIDADES

NACIONALES ASOCIACION DE UNIVERSIDADESGRUPO MONTEVIDEO

EDITORIALESDE LA A.U.G.M.

Sialle, Candela Desmanicomialización en Santa Fe: la Colonia de Oliveros 1984-1989.1a ed.- Rosario: UNR Editora - Universidad Nacional de Rosario, 2008. 150 p. ; 23x16 cm.

ISBN 978-950-673-673-6

1. Instituciones Psiquiátricas. 2. Políticas Públicas. I. Título CDD 362.22

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Agradecimientos

A Mario Laus, a Lola, a Cristina Díaz. Gracias por el cariño y la guía.

A Adriana Altieri, Aldo Mosotti y Juan Manuel Sialle.

En honor a vuestra Causa…

Gracias a la honestidad intelectual de Fernando Rosúa, Esteban Franichevich,

Guillermo Weisburd y Liliana Castro.

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Índice

Palabras preliminares.............................................................................................. 11

Capítulo I

Ley y Desorden;Aspectos conceptuales relevantes para la interpretación del marcoregulatorio. ...................................................................................................... 19

a. Consideraciones Generales ....................................................................... 19b. Vacío normativo en Santa Fe: Acerca de la regulación para la internación psiquiátrica. . ................... 24c. Código Civil: Incapacidad e Inhabilitación. . .......................................... 28d. Código Penal: Inimputabilidad ............................................................... . 36

Capítulo II

Ley Provincial de Salud Mental;El valor del trabajo interdisciplinario ......................................................... 47

e. Actores involucrados. ................................................................................ 47f. Génesis teórico-práctica:

El universo referencial de la reforma. ...................................................... 53f.1. La experiencia de Comunidad Terapéutica de los años 60 en el Pabellón 3. Hospital Psi. Agudo Ávila ......................................... 54f.2. Moffat y la Psicología social de los 70.

La Peña Carlos Gardel en el Borda. ........................................................ 57f. 3.Carlos Matus y el nuevo paradigma de trabajo. en la

administración Pública ............................................................................ 64f.4. Basaglia y la Institución negada. ............................................................ 69f.5. Posicionamiento OMS-OPS (1978) Concepto de Medicina Comunitaria... .................................................... 81f.6. Declaración de Caracas (1990) ................................................................ 85f.7. Legislación internacional:

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Derechos Humanos y Salud Mental ....................................................... 89f.8. Declaración de los Derechos Humanos para la Salud Mental Luxor 1989. ................................................................................................. 89f.9. Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejoramiento de la atención en Salud Mental. ONU (1991) ................................................................................................ 89g. Análisis de la Ley 10.772: Breve ejercicio comparado. .......................... 94

Capítulo III

La prepotencia de trabajo: Oliveros (1984- 1989). .................................. 105

h. Gestión Mosotti- Sialle. (1983 - 1989) La transición desde elautoritarismo a la democracia ............................................................. 105

h.1. El despliegue de los dispositivos: Externación ................................. 111h.2. Open Door. ............................................................................................. 117h.3. Erradicación progresiva del T.E.C. (Tratamiento Eléctrico convulsionante) .............................................. 122

i. Gestión Sialle .............................................................................................. 124i.1. Programa de dignificación de los trabajadores. ................................. 124i.2. Programa de dignificación del Paciente .............................................. 127i.3. Programa de acción comunitaria. ......................................................... 132

Capítulo IVAlgunas conclusiones

1. Sobre el lugar pasado y actual de la Ley santafesina 10.772 .............. 1392. La elección metodológica de la tesista: ¿Por qué el Derecho? ¿Por qué los dichos? ............................................. 1403. La característica militante de los actores de la reforma......................... 1414. La necesidad de consenso en las estructuras políticas decisorias: El trabajo conjunto y pluripartidario............................................................. 1435. Cómo se logró ese apoyo?: Las estrategias del diálogo y la publicidad..................................................1446. Deudas y Errores: El fracaso de la conversión de la institución psiquiátrica ................................................................................................. 144

7. Oliveros Hoy. Imágenes.......................................................................... ...... . 1358. Referencia bibliográfica ........................................................................... 149

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1. Palabras preeliminares

La investigación que aquí se presenta, ha intentado describir el procesode reforma en la institución psiquiátrica pública de la Provincia de Santa Fea partir de la última conquista democrática, bajo el período de los años quevan de 1983 a 1989.

Las justificaciones que atañen a la elección de la temática podríandesagregarse, sólo a los fines metodológicos, en tres niveles. Y digo sólo a losfines metodológicos porque una empresa intelectual se constituye de la téc-nica que presta la razón instrumental, los valores e inquietudes que aporta laorientación política y los afectos, surgidos de las vivencias que nos atravie-san como sujetos. Estos componentes de la identidad subjetiva o colectiva,no son fácticamente aislables, aunque la ficción científica obligue a especifi-car por separado los virtuales contenidos de cada instancia.

Por supuesto que aquí prima un desesperado intento por impartir obje-tividad, por otorgar rigurosidad y prestigio a acontecimientos de la historiasantafesina que se consideran relevantes. Pero, no es menos cierto que esterecorte tempo-espacial ha contribuido a mi construcción biográfica. Y ello esabsolutamente imposible de soslayar aún, con pretensiones científicas o pre-cisamente por ellas. La Colonia de Oliveros, atravesó con virulencia lapatria de la infancia y tiñó mi memoria de aroma a eucaliptos añejos.

De aquí que, a priori deberán ofrecerse disculpas al lector sí, en el recorri-do por dichos párrafos se siente agobiado de impresiones subjetivas. He inten-tado en la medida de lo posible, sublimar mis pulsiones en las decisionestomadas dentro del campo cognitivo, lo cuál irremediablemente, sigue inscriptoen las conjeturas e interpretaciones subjetivas acerca del libre albedrío.

1. a. Sobre los fundamentosDesde una perspectiva cognitiva entonces, puede argumentarse que el

triunfo colectivo presupuesto con la obtención de las reglas de juego demo-cráticas para dirimir el destino argentino, originó en el área específica abor-dada por este trabajo un verdadero replanteamiento epistemológico ymetodológico acerca de la concepción y el tratamiento de la locura.

Concretamente en la provincia de Santa Fe, la matriz de gestión tradi-cional de tipo normativo, basada en los objetivos últimos de aislamiento,disciplina y castigo, fue aguijoneada por la emergencia de nuevas significa-ciones. Las mismas, por un lado, obedecían a las corrientes jurídicasestructuradas alrededor de la salvaguardia de los Derechos Humanos, y por la

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otra, al nuevo paradigma de Gestión estratégica, dentro del cuál se formaríanlas jóvenes gestiones institucionales del campo Psi. Entre ambas vertientesde pensamiento transdisciplinario, la novel «Salud Mental Pública» recogíaademás, algunas de las diversas matrices teórico-prácticas que, a lo largo delsiglo XX han abordado la problemática del sufrimiento psíquico. Ellas pue-den desagregarse en: las influencias del anglosajón, movimiento«Antipsiquiátrico» y su modesta implementación metodológica en la expe-riencia de «Comunidad Terapéutica», impartida hacia los años´60 en un pabe-llón del Hospicio de Agudos de la ciudad de Rosario; la apuesta terapéuticade cuño estético-político, que mediante la «Peña Carlos Gardel» en el HospicioDe las Mercedes, popularmente conocido como «el Borda», supo activar elequipo de la escuela de Psicología Social Argentina, dirigida por EnriquePichón Riviere, y representada en este caso puntual, a través de la figurahistriónica de Alfredo Moffat ; por último, ha de destacarse el contundentelugar que en el imaginario social de los planificadores y ejecutores de lareforma psiquiátrica santafesina, supo ganarse Franco Basaglia y su modelode desmanicomialización en las regiones de Trieste y Gorizia.

De esta manera, la implementación del plan de reformas en Santa Fe,acontecido en simultáneo a la experiencia de reestructuración PsiquiátricaRionegrina, volcaría en la implementación de dispositivos concretos, unadensa trama de significaciones teóricas que harían de sustento a la prácticatransformadora.Y que, abonarían sin lugar a dudas, a su manifiestasustentabilidad como política de estado, a través de los años.

Lo cierto es que Santa Fe y Río Negro, conformaron la dupla pionera detoda la república, en lo concerniente a reforma del modelo asistencial enSalud Mental. La cual, al cabo de unos años, sería explícitamente recogida,por la enorme mayoría de localidades del suelo nacional. Convergiendo,para fines de la década de 1980, en un nuevo abordaje epistemológico ymetodológico de asistencia pública al sufrimiento psíquico comunitario.

Esta publicación ha de centrarse, desde una perspectiva empírica, en elestudio de uno de los referentes institucionales más relevantes de todo elpaís; la Colonia Psiquiátrica Irigoyen Freyre, de la comuna santafesina deOliveros. El asilo más importante de Santa Fe. Tanto sea por el número deinternos como por la tasa de personal de la administración pública abocadoa su cuidado. Sus amplias dimensiones edilicias, la magnitud de sus terre-nos que, bajo el período indagado, supieron constituirse en fuentes de ga-nancias públicas, sumado a la concentración de recursos humanos y a lasprerrogativas económicas que el departamento Iriondo recibe por albergardentro de su jurisdicción a este nosocomio, entre otras características, lotransforman en un caso empírico de valor analítico insuperable para el estu-dio de la política pública desplegada en el área. La Colonia Psiquiátrica deOliveros continúa siendo la usina laboral de todo el radio de influencia;Maciel, Puerto Gaboto, Puerto San Martín, Barrancas, entre otras comunas

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que, prestan mano de obra a dicha institución. Oliveros como pocas, cristali-za la conflictividad que supone toda intervención pública, según el abordajeteórico elegido en estas páginas, para el análisis de las políticas públicas.

La Colonia Irigoyen Freyre yace atravesada por un entramado polimorfode intereses técnicos, políticos y económicos que representan a distintos sec-tores de poder dentro de los cuáles destacamos a: las estructuras sindicales,las agrupaciones profesionales, los intereses de las cadenas clientelares delas organizaciones políticas la burocracia en el área, y por supuesto, lasgestiones circunstanciales a cargo de dichas instituciones, que en ocasiones,logran desarrollar objetivos superadores de mediano plazo.

Pero aún así, y en medio de la complejidad de actores y pujas de poder,la reforma psiquiátrica santafesina ha sido viable, y su primer referente em-pírico se asienta en la comuna de Oliveros. Aquí, baste con mencionar que, elprograma de externación implementado a partir del año 1984 logró dismi-nuir en aproximadamente un 70% el número de camas ocupadas. Al asumiren 1983 la intervención institucional de la democracia, Oliveros contaba con1700 pacientes, dentro de los cuáles un porcentaje importante correspondíaa sujetos judicializados. La psicosis se mezclaba con la prostitución, y losdelitos comunes. Una institución que albergaba en la última ratio delasistencialismo público la marginalidad en sus diversas formas. Entre otrascosas que esta investigación se propone indagar, mencionaremos rápida-mente y a modo de introducción a la problemática referida que, el programade externación la labor profesional del conjunto de jóvenes abogado residen-tes en dicho asilo, y la voluntad política de directores y autoridades de áreasanitaria supieron reordenar este hacinamiento, según la prioridadtopológica pineliana que ya en el siglo XVIII supo distinguir la vulnerabili-dad psicoemocional o «locura» de las características que ciñen a sujetosrepetidamente transgresores de la Ley penal.

En base a dicha prioridad, se externó a aquellos pacientes clínicamenteconsiderados estabilizados y con posibilidades de rehabilitación inmediatade su lazo comunitario. Para comienzos de 1986, la tasa de internos descen-día a 640 camas.

Porcentaje similar de decrecimiento en la tasa de población internada,se observaría más tarde, en el Hospital Psiquiátrico Agudo Ávila de Rosarioy en el nosocomio Mira y López de la ciudad de Santa Fe, al adoptar losmismos criterios metodológicos, este último hacia los años 80, mientras queen la ciudad de Rosario, los dispositivos de la reforma se sucederían al co-menzar la década del ́ 90.Es importante relevar que, hasta el día de hoy, estasreferencias cuánticas continúan estables.

Pero claro está, «los índices», por sí mismos no garantizan la eficacia deningún programa de reforma pública. Por ello, la presente investigación,rescata además, la descripción de la serie de dispositivos concretos con loscuáles, el estado ha resuelto, de manera sostenida desde el año 1984, asistir

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a sus miembros vulnerables, en lo psíquico, emocional y económico, recono-ciéndoles asímismo, en su condición de sujetos portadores de derechosinalienables. La importancia de dicha descripción radica en que la serie deestrategias desplegadas en los albores de la democracia, han pasado a cons-tituir la caja de herramientas con las cuales el estado santafesino asiste a laenfermedad psíquica.

Dentro de los mismos resortes operativos, se ha resuelto priorizar enesta narración: 1. El fin del tratamiento electro convulsivo, popularmenteconocido como «electro shock», 2. La drástica merma en el consumo depsicofármacos, producto de la implementación de las estrategias terapéuti-cas de escucha, «psicoterapia». 3. El asesoramiento legal público, con lacreación de la figura del «Asesor jurídico de paciente». 4. La diseminación deinstancias capacitadoras formales e informales, tendientes a dignificar ellugar del paciente y del trabajador, en el hospicio. 5. El ya mencionado pro-grama de externación.

Hemos partido de la hipótesis que indica que el conglomerado deintervenciones sanitarias en el área de la Salud Mental, bajo el lapso estu-diado, desbordó la unilateralidad de la mirada voluntarista y supo cobijarintentos por subsanar las condiciones inhumanas del paciente, tanto cómoaquellas que enmarcaron el quehacer cotidiano de la fuerza de trabajo. Lanueva gestión del asilo consideró que los trabajadores poseían característi-cas de vulnerabilidad similares – aunque en dosis menores- a las del pa-ciente, en parte producto de las propias condiciones estructurales que en-traña el manicomio.

Pero la apuesta de los planificadores de la reestructuración psiquiátri-ca iría más allá, logrando involucrar al resto de la comunidad local. Median-te encuentros, convenios, acciones conjuntas, festivales artísticos, donaciones,contratos de trabajo, talleres protegidos y casas de medio camino, Oliverosestrechaba lazos con funcionarios públicos, legisladores, miembros del po-der judicial, dirigentes políticos y sindicales, organizaciones intermedias yde derechos humanos. Este apego a la sociedad civil, definitivamente contri-buiría a garantizar lo que aquí se llamará «sustentabilidad» de la políticapública. Y es esta condición de continuidad a través de los años lo quejustifica la elección cognitiva. Tornando a este nudo problemático, digno deestudio y análisis por parte del saber académico.

Esta investigación hará hincapié en las aristas de tipo normativa einstrumentales de la reforma, intentando imprimir un abordaje que reúnacierta especificidad desde la ciencia política.

El programa de reforma psiquiátrica (1984-1989), será considerado aquí,una Innovación política y administrativa en la gestión de la cosa pública.Que, originada en la singularidad de una institución monovalente, lograríaprontamente, transportarse a toda la red sanitaria de asistencia psiquiátricadentro de vuestra jurisdicción Provincial. Su carácter excepcional radica en

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el traspase del límite intra-burocrático – en el que por lo general, suelenquedarse la mayor parte de los programas de reformas– para hacerse exten-siva al conjunto de la sociedad civil. Estableciendo de este modo, una nuevarelación entre Estado y Sociedad.

Sus limitaciones, sin embargo, son palpables: Está claro que se ha lo-grado concitar a lo largo de estos veinte años un efectivo consenso generali-zado en la comunidad terapéutica en torno a los beneficios clínicos presta-dos por el nuevo abordaje asistencial. Es pertinente recordar que ello, noalcanza a garantizar la reinserción social del sujeto con sufrimiento psíqui-co, objeto sustancial del programa desmanicomializador. La efectiva inclu-sión de esta minoría vulnerable exige una red de contención social (clínica,cultural y productiva) que puede subdividirse en una instancia civil y enotra, básicamente estatal. Ambas necesidades, solidaridad civil y voluntadpolítica, se avizoran hasta la fecha cómo insuficientes.

2. Resumen de los contenidos

capítulo I. Ley y Desorden: Aspectos conceptuales relevantes para lainterpretación del marco regulatorio.

Aborda el escenario normativo referido a la problemática de la interna-ción psiquiátrica, con mayor ahínco en lo concerniente a la provincia deSanta Fe, pero sin dejar de adentrarse en las condiciones legislativas de otrascomarcas, adheridas a leyes sancionadas por las cámaras nacionales ante-riores a 1991. Fecha en que nuestra provincia promulga su ley de SaludMental 10.772.

Aquí se intentará describir, las particularidades de nuestro marcoregulatorio, su ausencia de legislación específica– lo que será interpretado comovacío normativo– y su tratamiento, hasta 1991, en base a la preeminencia deltradicional sistema jurídico basado en la autoridad de los Códigos de la Repú-blica y de la Provincia (en lo Civil, en lo Penal, y en lo Procesal Penal). Del campocivil, se trabajan las categorías de incapacidad e inhabilitación, mientras que seanalizará el concepto de inimputabilidad, perteneciente al Código Penal.

Luego, se retransmitirán los principales debates en torno a estas catego-rías, tanto sea dentro del campo técnico jurídico, como técnico médico y téc-nico- político. Siempre en ejercicio comparado con lo acontecido y debatidoen otras localidades, como Capital Federal, en las cuáles se ha contado desdeel año 1983 con una producción jurídica especifica y particular sobre lamateria, que la ubicaban hasta 1991 en los lugares más progresistas, desde laperspectiva del derecho, aunque no así mismo, desde el trabajo operativo enla institución manicomial. Paradoja que en parte explica, el carácter radicale irruptivo de nuestra Ley 10.772, dispuesta a tomar la posta junto con laprovincia de Río Negro, hacia comienzos de los años ́ 90. Gracias a su prác-tica concreta en la institución asilar a lo largo de los ´80.

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Capítulo II. La Ley Provincial de Salud Mental 10772. (1991)

Narraremos el proceso de gestación de dicha victoria en el campo de laSalud Mental Santafesina. La multiplicidad de sus actores involucrados, suscaracterísticas pluralistas e interdisciplinarias.

Daremos extenso acopio de la gama de matrices teóricas, políticas,metodológicas y epistemológicas que se encarnan en dicha innovación nor-mativa, mediante la complejidad de los universos simbólicos de los actoresresponsables de la misma. La consigna, es demostrar que tanto la Ley 10772,como el conjunto de dispositivos de reforma institucional, constitutivos delprograma desmanicomializador, obedecen a una complejísima estructuraconceptual y vivencial, capitalizada por sujetos que, inscriptos en una deter-minada coyuntura socio-histórica, lograron volcarla a su práctica profesio-nal, cuando las reglas de juego democrático lo hicieron posible.

Nuevamente se abordará su análisis en clave comparada con las pro-ducciones normativas sobre la materia, pertenecientes a la Provincia de RióNegro (referencia obligada en la Salud Mental nacional) y de Capital Fede-ral, distrito que dio a luz su más reciente legislación, hacia el año 2001.Y quesegún expertos, reproduce los criterios más avanzados del primer mundo.

Detallaremos, los logros y deudas de nuestra Ley, enmarcándola en lasactuales reivindicaciones de los trabajadores de la Comunidad Psi.Santafesina.

Capítulo III. El caso de Oliveros (1983-1989) La prepotencia detrabajo

Finalmente, describiremos el proceso de reforma a través de su primer ymás genuino referente empírico: La Colonia Psiquiátrica de Oliveros, bajo elperíodo 1983-1989. Años que dan cuenta de las dos gestiones institucionalesresponsables fundamentales de la reforma; Mosotti y Sialle respectivamente.El primer período narra la transición desde el paradigma autoritario de dis-ciplina y castigo, hasta la instalación de las medidas más radicales: OpenDoor, Externación, fin del T.E.C, etc. La segunda gestión marcará la consoli-dación y apogeo del programa, con estrategias ya de tipo culturales y pro-ductivas que, dadas las condiciones de estabilidad de los primeros cambios,permitían una mayor apertura con la comunidad local.

En todos los casos se observan y se reproducen tensiones, diferencias yconflictos que surgen en las voces de sus principales responsables. Puestoque, si algo caracteriza al tratamiento ofrecido para este último capítulo, es laplasmación objetiva de la mayor parte de las entrevistas. Se intentó promi-nentemente que la experiencia de la práctica fuera contada por sus propiosactores, con sus percepciones, creencias y contradicciones, inherentes a todoaquel que se decide a «hacer».

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Capítulo IV. Conclusiones

Se ha recortado, el conjunto de presupuestos que con mayor transpa-rencia se cree que reflejan la serie de condiciones pertinentes para explicarcómo se garantizó la sustentabilidad de los cambios institucionales a través delos años. Sin dejar de tener en cuenta sus deudas, según criterio de sus res-ponsables y de un importante porcentaje de la comunidad Psi local que bre-ga por la profundización de las transformaciones, esta investigadora se per-mite fijar aquí una última impresión: Hoy, satisfactoriamente, asistimos a aque-llos cambios en la relación del Estado y una de sus minorías vulnerables, con natura-lidad y cierta ingratitud, que debería ser revisada. Puesto que, aún con sus falencias,errores y trastabilles, el fin del electro shock, el sistema de open door, la externación,el intento de casa de medio camino, la nueva legislación y el respeto a los derechoshumanos del paciente psiquiátrico, constituyen logros irreversibles de una comuni-dad, en la voz de alguno de sus hijos que merecen ser escuchados.

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CAPÍTULO I

Ley y desordenAspectos conceptuales relevantes para la interpretación delmarco regulatorio.

«Ser interdisciplinario es ser asociado de otro que coprotagoniza estu-dios y actuaciones. Es ser un verdadero universitario– universidad deviene deuniverso– y no simple facultativo, facultado para aquello que estudió»...

«El Derecho y la Locura». Esteban Franichevich, 1998.

a. Consideraciones Generales

El régimen de hospitalización de la psiquiatría nunca podráhomologarse al de las otras ramas galénicas. La posibilidad de lesión delprincipio bioético de la autonomía, como la alternativa de una violación delderecho cívico a la libertad individual, vuelven imprescindible regular legal-mente dichas internaciones.

De todas maneras hoy, en la inmensa mayoría de los casos, médicos yjuristas han abandonado las trincheras del enfrentamiento logrando conci-liar en el objetivo común, de proteger al sujeto con dolor psíquico. La comuni-dad Psi, médicos psiquiatras, psicólogos, terapistas ocupacionales, etc., con-ciben actualmente la hospitalización como un recurso extremo y transitoriodentro del devenir de la vida de una persona que, si bien afectada de unapatología en ciertos casos, de curso crónico, no necesita por ello ver limitadairreversiblemente su inserción en la sociedad.

Juristas y magistrados, en su función de custodios de la libertad y de losderechos de las personas, por su parte generalmente dan prioridad a la instru-mentación de medidas que limiten lo menos posible la libertad personal.

Esta perspectiva de salvaguardia de los Derechos del Hombre no esnueva, claro está. Sin embargo ha tenido un impulso enérgico en los añosnoventa del siglo pasado, luego del tendal de tragedias colectivas, recogidastras la implantación del consenso de Washington. Que entre otras de susmanifestaciones arrojaba para fines de la década del ́ 90, números inauditosde internación psiquiátrica en todo el mundo. Uno de los últimos informes

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sobre esta problemática de la Organización Mundial de la Salud (año 2005)1

estableció que al menos un miembro de cada cuatro familias ha padecido ensu vida alguna alteración del comportamiento o trastorno de la conducta. Ladocumentación que analiza la reforma psiquiátrica española en la décadadel ́ 90, hacía de clara antesala para interpretar dichos datos arrojados por laO.M.S. algunos años más tarde: «La Salud Mental figura dentro de los objetivosprioritarios del ámbito europeo (McKee etal. 1999; McKee y Berman 2000; Lehtinenet al. 2000) y español (por ejemplo, Treserras et al. 2000; AEN 2000)» Estapriorización viene avalada por una serie de datos internacionales:

– El enorme peso relativo de los trastornos mentales, tanto en el conjun-to de los costes totales de enfermedad como en el coste directo para los siste-mas nacionales de salud (por ejemplo, Rice & Miller 1995; Smith et al. 1995;Polder 1999).

Se ha estimado que el coste por trastornos mentales se aproxima al 3%del PNB en los países con una economía de mercado (Lehtinen et al. 2000).

- El peso de los trastornos mentales en el conjunto de la carga de enfer-medad en el mundo (OMS-Banco Mundial) (Murray y López 1994). Cabeseñalar que un único trastorno mental, la depresión, aparece como la segun-da causa asociada a la tasa de suicidios y a más años de vida ajustados pordiscapacidad.

- El impacto epidemiológico de esta agrupación de trastornos: ya queentre un 20 y un 30% de la población presenta trastornos mentales a lo largode la vida.

Estos se asocian a niveles significativos de discapacidad, a un elevadouso de servicios y a una alta carga familiar» (Lehtinen et al. 2000)2.

Actualmente, el paradigma dominante que sostiene la prioridad de laslibertades civiles, proviene de una reinterpretación crítica del Jusnaturalismoencabezada por los liberales Rawls (1995) y Ronald Dworkin (1999) forjadoresde lo que hoy se conoce como. La «doctrina jurídica de la alternativa menosrestrictiva de la libertad» («least restrictive alternative»)3.

La Argentina, en su política pública de abordaje al sufrimiento psíquico,siempre dependiente de la buena intención de los decisores técnico-políticosde turno, habría recogido dichas consideraciones de hecho y de derecho, trasla subordinación de nuestra Carta Magna al estatuto supraconstitucional delos Derechos del Hombre, con motivo del Pacto de San José de Costa Rica, en elaño 1994.

Aún así, en materia de salud mental, como en la mayor parte de lasproblemáticas de tipo «privado», sabemos que no es prioritariamente la Cons-titución Nacional la que regula las acciones entre los individuos, si no elCódigo Civil de la República, aunque el mismo obedece a la jerarquíainstaurada hacia 1994.

El texto sobre las relaciones privadas entre los sujetos de la SociedadCivil, data del último tercio del siglo XIX (1871). En el tema que nos compete,

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vale destacar, sólo comenzó exiguamente a modificarse a partir de 1968 conla renombrada Ley 17.711. La misma que originó reformulaciones en varia-das y disímiles cuestiones que fueron desde el otorgamiento de la capacidadjurídica plena a la mujer mayor de 18 años, hasta la reglamentación para lapotestad de los hallazgos arqueológicos, dejó lugar para modificar la redac-ción del texto original en lo concerniente a la incapacidad de las personas.

Más adelante examinaremos detenidamente su accionar efectivo en lamodificación y derogación de artículos correspondientes al tratamiento delsujeto con sufrimiento psíquico. Pero destacaremos ahora que en 1968, comose verá en la década de los ochenta y principio de los noventa del siglo XX, elespíritu jurídico que primó fue siempre el respeto intrínseco a aquel Código.En palabras de tratadistas expertos 4, toda modificación viene a complemen-tar y/o resignificar las significaciones que el mismo texto emana y que engeneral, por razones de tipo discursivo (anacronismos del lenguaje) se cree,que no resulta lo suficientemente claro.

Rastreando las bases fundamentales que hicieron de escenario norma-tivo a las experiencias desmanicomializadoras de Santa Fe, relevamos que elgran salto se produjo hacia el final del último régimen autoritario. Momentoen que la perspectiva de los derechos humanos es reconsiderada desde unaespecificidad jurídica doctrinaria.

El reconocimiento del «loco», ante todo como sujeto portador de derechosinalienables, puede estimarse que es reintroducida en nuestro país, hacia el año1983, cuando retorna la democracia a las instituciones, y la promulgación de laLey 22.914 destaca las garantías en la internación de los enfermos mentales.

Bajo la presidencia del Dr. Alfonsin se dará a conocer la Ley 22.914 deSalud Pública Internación Egresos en establecimientos de salud mental.Ella, expresamente se dispone como una interpretación armónica de la regla-mentación sobre Incapacidad desarrollada en el Código Civil, que sin em-bargo, intentaba ampliar, complementar y/o clarificar sus significados.

La ley, de 1983 detentó jurisdicción efectiva en Capital Federal, Tierra delFuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, y se proponía puntualizar las condi-ciones tendientes a garantizar la internación y la externación del paciente.

En cuanto a Santa Fe, ajena a la potestad jurisdiccional de la Ley22.914, utilizó hasta el año 1991, la legislación madre, correspondiente alCódigo Civil, en tanto que también recurrió al Código Penal de la Nación,al Código Procesal Penal de Nación y de la Provincia, y a restos de norma-tiva de la Constitución Provincial, como la ley de Salud Pública 9.847, acargo de la regulación general de los establecimientos de Salud en territo-rio santafesino. Dicha ley, atañe a aspectos sumamente generales de laestructura sanitaria provincial como ser, tipo y número de certificaciones,características edilicias, consideraciones sobre los recursos técnicos, etc.,pero en ningún momento menciona la especificidad de la institución psi-quiátrica monovalente.

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Ahora bien, la norma producida bajo el gobierno radical, de alcanceterritorial más que limitado, terminaría de caer en desuso en Capital Federala partir del 27 de julio del año 2000, momento en que la Ciudad de BuenosAires, sanciona su Ley 448 de Salud Mental, con base en una anterior ypropia Ley Básica de Salud, del año 1999, coherentemente con su régimenautónomo. De acuerdo a lo analizado por la jurisprudencia comparada, ysegún opinión de los expertos, la Ley de Salud Mental de la Ciudad autóno-ma de Buenos Aires, sancionada en el año 2000, sería parte de las más avan-zadas del planeta 5. Dicho mérito, es noble recordarlo, también es productode las enseñanzas concretas originadas a través de las experienciasdesmanicomializadoras de la Provincia de Santa Fe y de Río Negro, como asímismo de sus producciones legislativas.

Pero la verdad es que, aún con estos islotes de tratamientos «de pun-ta» para el dolor psíquico en instituciones públicas, Argentina como te-rritorio organizado federalmente continúa sin legislación unificada.

La experiencia en esta región, como en Río Negro, demostró que haydispositivos inviables y otros que son sumamente necesarios resguardar. 6

Pues bien, esto que no es otra cosa que el análisis de «la prueba y elerror» de otros está ausente en el discurso institucional actual. Y ello no escasual ni se debe a la mera desidia de los recursos humanos especializados.Más bien responde a las restricciones inevitables que origina la falta de pla-nificación nacional en materia de Salud Mental7. La despreocupación porsentar las bases de un sistema federal que coordine y nivele los recursos depoder (económicos, de conocimiento y políticos) en todo el territorio de larepública atenta en última instancia contra cualquier política sectorial, pormás sólida que esta sea. Porque al final, y pese a sus logros parciales, en suúltima ratio ella tropezará con la falta de respaldo político.

El primer gobierno nacional luego de la conquista democrática abrióuna pequeña ventana en la materia a través de su ministro de salud Dr.Aldo Neri, y por iniciativa del mismo, mediante la creación de la Direc-ción Nacional de Salud Mental, encabezada por el Dr. Vicente Gali.

Prontos y embargados de entusiasmo, los trabajadores de la salud men-tal que transitoriamente se hacían cargo de la gestión de hospicios en laprovincia de Santa Fe, se lanzaron por ella.

Es importante destacar que, contaron con el apoyo implícito de quiénfuera su gobernador, el Dr. Vernet, y luego el Dr. Reviglio, paradójicamen-te, ambos, de distinto signo partidario al de la nación. Amerita subrayarasí- mismo, según indican los entrevistados, el explícito patrocinio delprimero Subsecretario de Salud, y luego Ministro del área, el Dr. GuillermoWeisburd. Quien también respaldó, la creación de una Dirección Provin-cial de Salud Mental, hacia el año 1984, coordinada por el Dr. Juan CarlosLliota, sobrino del ilustre Ministro de Salud de Héctor Cámpora y JuanPerón, en su tercera presidencia.

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De esta forma, no sin obstáculos, el barco navegó hacia un norte más omenos claro hasta comienzos de los años noventa. Lo que viene después eshistoria conocida... Reforma del Estado, ajuste y mercantilización de susservicios elementales. En dicho contexto nacional, el gobierno santafesino deturno, conducido por el Sr. Carlos Alberto Reutemann, reprodujo los mismoscánones administrativos. Un presupuesto miserable para el área y al fin, elcierre de la Dirección Provincial de Salud Mental, a cargo del Dr. J. M. Sialle.La misma sólo sería reabierta bajo el primer mandato del Ing. Jorge Obeid,con una partida presupuestaria no más agraciada que la anterior.

Hoy, la Argentina continúa sin legislación marco (Ley nacional) 8, elloindica que evidentemente la Salud Psíquica de la población sigue sin consti-tuirse en tema de agenda gubernativa.

En el momento en que se narra dicha investigación, se discuten en laCámara Baja de la Nación desde el mes de marzo del corriente, dos Proyectos«de punta» en lo que atañe a la Salud Mental. En ambos se formula explíci-tamente la derogación así como la reformulación de ciertos artículos pertene-cientes al Código Civil, que ciertamente resultan ya inadecuados9. Tanto lainiciativa que motoriza el Diputado Gorbacz, representante del ARI y auxi-liado por los expertos Dr. Hugo Cohen y el Dr. Javier Vázquez, cómo el quepatrocina la Dr. Marta De Brasi por el Frente para la Victoria, plantean lamodificación del art. 141, concerniente a la incapacidad de las personas,cómo aquellos otros (artículos 469, 473, 475, 479 y 482) bajo las implicanciasde la «Curatela». El último proyecto propone además un sistema integradode Salud Mental, previendo los históricos desequilibrios regionales.

En ambos casos, sin embargo, la problemática es abordada desde lainstitucionalización para el tratamiento en los «agudos». Nada se estipulósobre la fase de «promoción» y «prevención» de la Salud Mental de la pobla-ción no internada. Que es, valga realzarlo, la que mayormente demandatratamiento terapéutico al servicio sanitario público, sea en los consultoriosexternos de los hospitales o en los efectores periféricos de atención primaria.La documentación estadística demuestra que allí yace el nudo gordiano alque deben dedicarse todos los esfuerzos para prever internaciones futuras.Hablamos de los sujetos drogadependientes, de la población alcohólica, delos nuevos«desánimos» a causa de la pérdida de trabajo, del sentido de lavida. .. Pero ello, es harina de otro costal, del cual dicha tesis no se hará cargo.

Según datos preeliminares PROSAM-MSN, nuestro país contiene 54instituciones con internación. Una de ellas es una Colonia Nacional, 11 sonColonias Provinciales y 42 son Hospitales Psiquiátricos también bajo juris-dicción local. La cantidad de personas internadas en institucionesmanicomiales públicas es de alrededor de 21.000, 14.000 de las cuales habi-tan en colonias y 7.000 en hospitales psiquiátricos10.

La política de Estado que debe abordar al sufrimiento psíquico de supoblación, vulnerable en lo físico, emocional y económico, no debe reducirse

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al tratamiento en sus instituciones, vuelve a repetirse. Pero sí lo hace, comode hecho se viene dando, casi espontáneamente y sin planificación nacional,a discreción o a voluntad de los decisores políticos y técnicos provinciales deturno, estos últimos datos nacionales son lapidarios. Sirven para dar portierra cualquier argumento que escudándose en el «gasto presupuestario»,inhiba posibles transformaciones, posibles reformulaciones en la políticapública ¿desmanicomializadora?

Lo real es que la calidad de vida de estas personas (tan solo 21.000)puede superarse con inversiones públicas ínfimas.

b. Vacío normativo en Santa Fe: acerca de la regulación de lainternación Psiquiátrica

A partir del año 1983 comienza a regir, por primera vez en la historianormativa de la república, un marco jurídico específico para regular el ingre-so y egreso de pacientes psiquiátricos, y asímismo, una serie de controles asu evolución intra-hospitalaria. Aunque la provincia de Santa Fe no se in-cluiría en la potestad de dicha ley (con efectiva jurisdicción en Capital. Fede-ral, Islas del Atlántico Sur, Tierra del Fuego y Antártida), es convenientedestacar aquí algunos de sus aspectos más significativos a fin de sentar losprecedentes del debate actual sobre la problemática, indicando las grandesasimetrías legislativas hacia el interior del territorio nacional.

Dicha ley se atrevía a trastocar ciertas jerarquías estipuladas en el Códi-go Civil vinculadas por ejemplo, a las partes con derecho, a pedido de inter-nación.

Establece el art. 144 de nuestro Código. Civil, en el capítulo X acerca delos dementes e inhabilitados:

«Los que pueden pedir la declaración de demencia son:

1ro El esposo o esposa no separados personalmente o divorciadosvincularmente;

2do Los parientes del demente;3ro El Ministerio de Menores;4to El respectivo cónsul, si el demente fuese extranjero;5to Cualquier persona del pueblo, cuando el demente sea furioso o incomode a sus vecinos11.

Mientras tanto, la Ley de Internación y Egresos del servicio público Psi-quiátrico (22.914) modificando lo escrito en el art. 144 del C.C., establecía quela modalidad de ingreso a un establecimiento Médico Psiquiátrico podía ser:

1. «Por orden judicial.2. A pedido del interesado o su representante legal.

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3. Por disposición de la autoridad policial de acuerdo a lo estable-cido el art. 482 del C. Civil.

4. En caso de urgencia a pedido de las personas enumeradas en elarticulo 144 del C.C.» 12.

Es decir, lo que para las provincias bajo mando de la Ley 22.914 pasabaa colocarse como última instancia, para Santa Fe persistió siendo la primera,hasta el año 1991.

La ley 22.914 establecía responsabilidades u obligaciones del Directordel establecimiento, así como de los profesionales intervinientes (personalmédico, enfermeros, etc.) ubicándose a la vanguardia de la normativa nacio-nal sobre la materia, imprimiéndole a la problemática un abordaje desde ladoctrina de los Derechos del Hombre.

Por primera vez en nuestro país, se estipulaba el derecho a la informa-ción plena para el interno de su Historia Clínica y reservada para terceros.Por primera vez, vuelve a repetirse, se esclarecía el derecho a las visitas, a lospaseos recreativos y a la figura de un abogado, en caso de que el paciente pororden judicial se encontrara incomunicado. En los casos en que la interna-ción se llevaba a cabo a través de una orden judicial, la Ley 22.914, recordabalo sentenciado en nuestro C.C. acerca de que esta debía ser inmediatamentecomunicada a la justicia (asesor de menores o incapaces o juzgadointerviniente en el caso de una reinternación).

Así mismo, la Ley 22.914, obligaba a informar sobre la evolución delhistorial clínico, sensible a cambios y novedades, de forma periódica, nosuperando los cuatro meses.

Es importante destacar el amplio margen de regulación de dicha normahacia dentro de la institución psiquiátrica, primero, porque marcará un hitoen la legislación Argentina sobre la materia, y en segundo lugar, porquecomo veremos en el próximo capítulo, de aquí se nutrirán –en parte– lasreformas jurídicas manicomiales tanto de la provincia de Santa Fe como laprovincia de Río Negro, hacia comienzos de los años noventa.

La Ley 22.914, regulaba las visitas, los paseos, las salidas recreativas ydejaba constancia de que todo paciente, cualquiera fuera su comportamiento(más o menos violento) tenía el inalienable derecho de ser visitado por surepresentante legal.

A diferencia, en Santa Fe para la misma época, dicha dinámica eradesarrollada de hecho, gracias a la buena predisposición de las gestionesa cargo. Y si bien es cierto que aquí primó un criterio humanitario y pro-gresista, ello sólo fue sentenciado con fuerza de ley, casi diez años mástarde. ¿Dato menor? La ausencia de reglamento, sea en forma de ley seaen forma de convenio interno de la institución, boicoteó como un enormefantasma, los procesos de reforma. Sencillamente si algo fallaba en esavorágine de buenas intenciones e inquietudes política transformadoras,

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se pagaba con la cabeza del director de turno. Poco para arriba, nada paraabajo...

El personal técnico, los enfermeros, los mucamos, en última instancia con-taban con la prerrogativa de la desobediencia, en caso de no sentirse comprome-tidos con los lineamientos metodológicos establecidos por las direcciones de lainstitución que aquí se investiga. Tengamos en cuenta que la enorme mayoríadel personal–fundamentalmente enfermeros y mucamos–contaban con un pro-medio de trabajo en dichas instituciones, de más de 15 años.Ingresaron y transi-taron sus labores bajo regímenes autoritarios. La consolidación de la doctrina dela Seguridad Nacional a lo largo de la década del setenta reintrodujo diversosdispositivos autoritarios que dieron por tierra los intentos democratizadores(Plan integrado de Salud) del período 1973-197513. Así mismo, este desempeñobajo dictaduras, invadió el criterio profesional con resabios axiomáticos del pa-radigma «alienista» en el campo de la salud mental14 .

En las entrevistas aquí apuntadas a los ex funcionarios, se notará que élvacío legal, al cabo de poco tiempo dejó de percibirse solo, cómo «la granoportunidad de empezar de cero», para convertirse también, en un obstáculopara la sustentabilidad a largo plazo del programa reformista15.

Luego de esta breve disquisición, lo primero a relevar dentro de losaspectos técnicos de la problemática de la internación de «incapaces» es quela misma puede ser voluntaria o impuesta. La primera alternativa alberga alos casos en que el alojamiento en una institución de Salud Mental es reque-rido por el psiquiatra –con el acuerdo del paciente– o bien por este mismo,sin encontrarse con la total alteración de lo que los psiquiatras llamanclínicamente «facultades mentales». En tal caso, el paciente adopta la posibi-lidad del reposo hospitalario como una posibilidad para obtener una mejo-ría en su calidad de vida, una merma de su sufrimiento psíquico.

La Ley 22.914 por ejemplo, obligaba–en la potestad jurisdiccional quele correspondía– a que este mismo paciente declarara por escrito y firmaradicho pedido, en el principio de la Historia Clínica que se habría con suinternación –en caso de ser primaria–, los artículos 2 y 7 de la norma loexplicitaban formalmente. En estas coyunturas no existen restricciones alderecho personalísimo del solicitante, con lo cual el paciente, así como eligióinternarse, puede, cuando lo disponga, externarse.

En caso de que el pedido sea realizado por familiares del paciente, porsu representante legal, por el Ministerio de Menores, por la autoridad poli-cial y/o judicial, sí el examen del médico forense y/o del médico privado,determina su «morbosidad», el paciente no tendrá posibilidades certeras deresistirse al dictamen. Ello se amparaba legalmente en los artículos 12 y 13 dela Ley 22.914, así como en el Código Civil, en el artículo 482: «El demente noserá privado de su libertad (...) Sino en casos de que sea de temer (...) 16.

Nuevamente, el vacío jurídico en nuestra provincia complejizaba las

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admisiones. El profesional de Santa Fe encontraba somero amparo en el art.482 de un Código Civil al cual consideraba ciertamente anacrónico, y en art.34. Inc. 4 del Código Penal de la Nación (justificación por «estado de necesi-dad»)17. El médico de Santa Fe, en el total de los casos aquí entrevistados,discrepaba teórica y metodológicamente en cuanto a la concepción de enfer-medad mental materializada en ambos textos hacia fines del siglo diecinue-ve. Y, sin embargo, estas fueron durante muchos años sus principales armaspara hospitalizar a quienes creía que era necesario brindarles tratamientoinstitucional.

Dicha tensión entre el hacer empírico de todos los días y los marcosteóricos normativos irá calando en las conciencias de los profesionalesprecipitando el programa de reformas y su reivindicación legislativa.

Para apuntalar el dispositivo jurídico innovador, surgió entre otras lafigura del «asesor legal de paciente», una innovación de la provincia deSanta Fe. Y aunque luego desarrollaremos este tema con detenimiento, esimportante apuntar ahora que dicho abogado al servicio de los pacienteshospitalizados y/o a hospitalizar, contratado por el Estado Provincial comoparte de la planta técnica de las instituciones asilares, es sin dudas unareforma sine qua non, que aún veinte años después, se percibe como de avan-zada. Ello es claramente reconocible al compararnos con otras provincias.Tan solo Capital Federal, ciertas instituciones de la provincias de Córdoba,de Buenos Aires y Río Negro, cuentan con esta figura como parte de la planainterna de la institución psiquiátrica18.

En todos estos casos mencionados, dicho asesor ingresó a la órbita de laadministración pública hacia fines de los años noventa, sin embargo, enSanta Fe, el grupo de jóvenes profesionales que luego obtendrían este espaciode legitimidad estatal mediante apertura de cargos, arribaría a Oliveroshacia 1987.

Habían sido inducidos por un famoso profesor de filosofía jurídica, elDr. Gardela, que entre Foucault y la moderna criminalística, les habría suge-rido acercarse a la práctica para contrastar dichos argumentos teóricos sos-tenidos en nombre de los Derechos elementales. Algunos eran aún estudian-tes de abogacía, otros recién graduados, y entre ellos un joven fiscal, quesupo mediar los vínculos con el status judicial de vuestra Provincia. Estaspersonas trabajarían en forma ad honoren hasta 1989, a partir de ese mo-mento, algunos de ellos pasarían a incorporarse a la planta permanente delEstado provincial19.

Para finalizar con este breve comentario referido a los tipos de interna-ción, debemos darle lugar a las reflexiones de un sector de profesionales de lasalud mental, que si bien no es el que aquí se ha elegido interrogar, no deja deerigirse como una de las aristas conflictivas de la problemática20. La vertientebiológica21 por decirlo de algún modo, dentro de la psiquiatría ha percibido elfin del vacío normativo hacia 1991 (Santa fe) con una sensación contradicto-

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ria. Ellos dicen haberse sentido «con la espada de Damocles sobre sus cabe-zas»22. Entre la internación «injustificada» y la «desidia médica». A partir dela regulación jurídica, por ejemplo, la negligencia de un profesional que pudie-ra provocar un error de diagnóstico y por el mismo, recetar internación, ha deser penado. De igual modo sería juzgado aquel facultativo que también pornegligencia y/o ignorancia, evadiese una internación que habríase mostradoconveniente para otros evaluadores. En base, al tipo de conductas –dañinaspara sí y para terceros– por parte del paciente, avizoradas en un lapso inme-diatamente posterior a la negativa de aquel profesional, para su internación.En los casos en que la internación no es imprescindible, deviene arbitraria einjusta. El profesional podrá ser demandado por responsabilidad extra- con-tractual frente al hecho «ilícito». En estas situaciones, se deberán analizar lascircunstancias que rodearon a la internación, podrán revisarse el cumplimien-to e incumplimiento de los requisitos legales, la existencia de certificado médi-co, el examen previo del paciente, el diagnóstico correcto, la posibilidad deaplicar otros, su historia clínica si es que la hubiese, etc. En síntesis: el psiquia-tra se verá obligado a demostrar que su decisión de internación, estuvo justifi-cada por intereses terapéuticos exclusivamente, y acordes a las pautasasistenciales contemporáneas

c) Código Civil: Incapacidad e Inhabilitación

Lo primero que debería anticiparse es que la redacción original delCódigo Civil de Vélez Sarsfield (1871) responde al criterio dominante delparadigma «Alienista», según la materia que aquí nos reúne 23.

Con ello se impone recordar el fracaso de los lineamientos delracionalismo y sensualismo francés – Cabañis–, del humanismo de Pinel(1745-1826), que con tanto apasionamiento, supieron recoger en el Río de laPlata los Doctores Cosme Argerich (1758-1820), Diego Alcorta (1802-1842) yaquel profesor de «ideología», que sólo Borges recuerda en «El Aleph»:Crisostófo Lafinur (1799-1824). Intelectuales, militantes políticos, médicos yfilósofos, padres de la psiquiatría en la Argentina, tributaron y complemen-taron desde una interpretación nacional, toda una perspectiva teórica,metodológica y política sobre el quehacer de la institución psiquiátrica. Di-cha perspectiva, quedaría derribada tras el vigoroso arribo del Positivismoen la Argentina, hacia fines de la década del sesenta del siglo XIX24.

De su mano se impusieron en la Psiquiatría, la Teoría degenerativa deMorel25 que más tarde refundamentará Lombroso iniciando así, los primerosescritos de la disciplina criminalística26.

A partir de la hegemonía epistemológica positiva, derecho, crimen ydemencia pasarán a conformar un tríptico indisoluble.

La demencia o «alienación» era una forma de degeneración heredita-ria, fundamentada en última instancia, en una razón ontológica, la caída del

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hombre en los fuegos infernales a causa del pecado original. De allí, loslocos, los idiotas, los deformes corporales, se reconocerían como especímenesinferiores. Escribe Morel en su «Traité des generescences phsiques,intellectuelles et Morales de l´espece Humaine» (1856):

«Las degeneraciones son las desviaciones del tipo humano normal que son trans-misibles por herencia y que se deterioran progresivamente hacia la extinción». 27

La enfermedad mental era consecuencia de la debilidad originaria plas-mada en el pecado capital esta albergaba a la homosexualidad, la perversióny la tendencia al delito. Morel los llama «estigmas de Degeneración», sig-nos que generalmente tenían resonancias en la fisonomía, diversas malfor-maciones, etc. Llegará a conclusiones similares a las que luego arribaráLombrosso, para fundamentar el terreno de la criminalística.

A fines del siglo XIX, la psiquiatría buscó clasificar y ordenar estosestigmas, Morel arrastrará su influencia también durante el siglo XX. IvánBloch28, incluso, en 1906, al tratar de escapar a las concepciones psiquiatricasestrechas acerca del comportamiento sexual, introduce el concepto más am-plio de «Sexsualwissenschaff» o «Sexología», y sin embargo, porta en ella,resabios Morelianos 29.

Para Morel, la característica humana era la preeminencia de lo moral sobrelo físico, «el cuerpo no es más que el instrumento de la inteligencia», escribía.

La enfermedad trastocaba esta jerarquía ontológica convirtiendo alhumano en bestia.

Resuelve clasificar que existen causas «predisponentes y «determi-nantes».

«Las causas que predisponen son físicas y/o morales, individuales o generales yhereditarias. Llegan a constituir la predisposición, terreno particularmente frágil el queaparecerá la locura en cuanto aparezca una causa determinante, ya física ya moral»30.

Es interesante el cruce de ideas que hace José Luís Peset en «Genio yDesorden»31, al asociar la teoría de la degeneración Moreliana – que enunciala degradación de la especie– con la Teoría de la Evolución Darwiniana– queproclama el mejoramiento de la especie–

De hecho, nos advierte Peset, que La Teoría de la Evolución aparece en1859, dos años después del Tratado de las Degeneraciones de Morel. Dice Peset:

«El viejo bufón había dejado su teoría de la degeneración hereditaria, comoherencia, dedicada a las capas sociales en declive, mas por su lado el joven Darwinlanzará pronto su teoría de la evolución, sintiendo que la lucha por la vida permitiráel progreso de los seres más fuertes. ¿Hay que pensar que están detrás de estas teorías,la decadente nobleza, así como la pujante burguesía, la fisiocracia y el libre cambio, laconcentración de la tierra y el poder omnipotente del capital?»32.

Concluye Peset:«Esos dos mitos clásicos darían origen a dos corrientes de pensamiento: La

continental europea, apoyada en el pesimismo y la degeneración, mas católica y

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nobiliaria y la insular, protestante y burguesa, que defiende el triunfo de los fuertesy su progreso»33.

Entonces, nuestro Código Civil, al igual que aquel inaugural diseñonapoleónico, tributa al liberalismo en tanto defensa acérrima de la propie-dad privada y de la libertad individual. No es menos relevante que el librealbedrío de los «iguales» se haría a costa de la exclusión de la «diferencia».Y son, en estas disciplinas tan sensibles como la Psiquiatría, en dónde conmás crudeza observamos las miserias que hoy, desde una mirada humanistaen lo teórico y política, desde donde podemos endilgarle al abordajeepistemológico positivista.

El Código Civil de la república se instala así, como el «tronco madre»de toda la legislación pasada y vigente sobre la materia que nos convoca.Legisla sobre los incapaces en su art. 54 y 56.

Art.54: «Tienen incapacidad absoluta:1. Las personas por nacer;2. Los menores impúberes;3. Los dementes;4. Loa sordos mudos que no saben darse a entender por escrito.5. Los derogados por la Ley.17.711»34.Art.56. «Los incapaces, pueden sin embargo, adquirir derechos o con-

traer obligaciones por medio de sus representantes necesarios que les da laLey»35.

El art. 141 dice que se declarará incapaz por demencia a aquéllos quepor causa de enfermedades mentales no tengan aptitud para dirigir su per-sona o administrar sus bienes; similar criterio corresponde a los sordomu-dos que no saben darse a entender por escrito. Este régimen, excesivamenterígido, fue modificado por la reforma de la Ley 17.711(1968) al introducir lafigura de la inhabilitación, en el agregado del artículo 152 bis.

La misma comprende aquellos supuestos en que concurren situacio-nes de carácter físico o psíquico que, sin privar de raciocinio pleno al sujeto,lo imposibilitan para actuar plenamente en las relaciones de la vida civil,tanto en lo que se refiere al gobierno de su persona como a su patrimonio.

La Ley 17.711 del año 1968, lleva a cabo reformulaciones como porejemplo, el anexo del art. 152 bis que adhiere – en la posible inhabilita-ción– la figura del alcohólico y drogadicto, a las cuales nos referiremos masadelante, y a (...) «Los disminuidos en sus facultades cuando sin llegar alsupuesto previsto por el art. 141 de este Código, el juez estime que el ejer-cicio de su plena capacidad puede resultar presumiblemente daño a supersona o patrimonio» 36.

Pero en ese mismo libro primero; «De las personas», bajo el títuloX: «Delos dementes e inhabilitados», bajo el art. 141 quedaba plasmada para la

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jurisprudencia Argentina, la asociación estrecha entre «demencia» e «in-capacidad», aún cuando se introdujera la figura de la inhabilitación. Puestoque el Art. 141 permaneció inalterable.

Estipula el artículo:«Se declaran incapaces por demencia las personas que por causa de enfermeda-

des mentales no tengan aptitud para dirigir su persona o administrar sus bienes»37.

Así mismo, el Código estipulaba que dicha declaración formal sólo po-día hacerse a solicitud de parte y luego de una evaluación de los facultativos.

Preveía el art. 144 hasta la reforma de 1968 que:

«Los que pueden pedir la declaración de demencia son:1. (primero) El esposo la esposa no separados personalmente o divorciados

vincularmente.2. (segundo) Los parientes del demente.3. (tercero) El ministerio de menores 38.

Ello se mantuvo inalterado para todo el territorio nacional hasta 1968,cuando por medio de la Ley 17.711, como veremos más adelante, se adosó laprioridad del juez y la posible intervención de las fuerzas de seguridad en elpedido de internación luego hablaremos de la irrupción de estos dos nuevosactores. Pero ahora, vale detenerse en las características que adopta la decla-ración de «incapacidad».

En primera instancia diremos que la misma no es «in eternun», podrárevertirse en términos jurídicos como bien lo dispone el art. 150 del Código Civil.

Art.150: «La cesación de incapacidad por el completo reestablecimientode los dementes, sólo tendrá lugar después de un nuevo examen de sanidadhecho por facultativos y después de la declaración judicial, con auditoria delministerio de menores»39.

Como el incapaz es considerado inepto para administrar sus bienes, adicho sujeto, se encuentra en condiciones comparables a lo que Kant llamó«minoría de edad»: «La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse delpropio entendimiento, sin la dirección de otro» 40 le será nombrado un curadorprovisorio hasta que se pronuncie la sentencia y definitivo, si esta seefectiviza.

El curador tiene a su cargo la administración de los bienes del enfer-mo mental.

Art. 148. Cuando la demencia aparezca como notoria e indudable, eljuez mandará a recaudar inmediatamente los bienes del demente denuncia-do, y deberá entregarlos bajo inventario a un curador provisorio para que losadministre»41.

Art. 149. «Si el denunciado como demente fuera menor de edad, supadre o su madre o su tutor, ejercerán las funciones de tutor provisorio»42.

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La segunda asociación a destacar, antes esbozada, es la de Demenciacomo inhabilitación y se expone, en el art. 152 bis. Demencia como inhabili-tación. Hoy entendido como restricción en el ejercicio de la ciudadanía.

Reza dicho apartado:«Podrá inhabilitarse judicialmente:1. A quienes por embriaguez habitual o uso de estupefacientes estén expuestos

a otorgar actos jurídicos perjudiciales a su persona o patrimonio.2. A los disminuidos en sus facultades cuando sin llegar al supuesto previsto

en el art. 141 de este Código, el juez estime que del ejercicio de su plena capacidadpueda resultar presumiblemente daño a su persona o patrimonio. (...)

(...) «Se nombrará un curador al inhabilitado y se aplicarán en lo pertinente lasnormas relativas a la declaración de incapacidad por demencia y rehabilitación». (...)

(...) «Los inhabilitados podrán otorgar por sí solos actos de administración,salvo los que limite la sentencia de inhabilitación teniendo en cuenta las circuns-tancias del caso»43.

No basta entonces, según lo establecido en dicho capítulo, con un esta-do más o menos notorio de «enfermedad mental» para que una persona seaconsiderada incapaz. Esto sólo puede declararse mediante juicio de insanía,previa evaluación de facultativo.

Los procedimientos que han de caracterizar al juicio por insanía que-dan expresamente reservados a las jurisdicciones provinciales, según lo in-dicado en el inciso 11 del artículo 67 de la Constitución Nacional.

Para dichas circunstancias, el Código Civil establece la figura del«Curador ad litem» y del «Curador de bienes».

Frente a la promoción de la demanda de la parte (o pedido de declara-ción de insanía) según lo establecido en el art. 144, el juez a cargo tiene laobligación de designarle a la persona acusada de insana, un representanteen el juicio. El mismo se denomina Curador ad litem, y actúa como su repre-sentante en el juicio hasta que se pronuncie la sentencia definitiva.

La intervención de este curador continúa hoy por hoy, en términos lega-les, siendo un requisito esencial, de modo que su falta podría llegar a anulartodo lo actuado44. Este representante no tiene ingerencia alguna en los demásjuicios y/o intereses del presunto «insano» y su elección es privativa del juez.

Así mismo, el juez designará un curador de bienes cuando (...) «Lademencia aparezca notoria e indudable» (...) 45

A este segundo curador le corresponderá la representación en todos losotros juicios y negocios.

Una vez declarada por el juez la sentencia de «incapacidad» inmedia-tamente ha de designarse a un curador único y definitivo, mientras se pro-longue dicha sentencia.

La resolución de incapacidad debe ser inscripta en el Registro del esta-do civil y Capacidad de las personas, según lo establece la Ley 16.478.

La sentencia de incapacidad – vuelve a repetirse– no es definitiva en

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ningún caso. Según el Código Civil, ha de instaurarse una «vigilancia cons-tante» por parte del asesor de incapaces (curador definitivo) y del juez decuratela, (juez...) obligado a pedir informes del interno bimestralmente.

Dicta el art. 150: «La cesación de la incapacidad por el completoreestablecimiento de los demente, sólo tendrá lugar después de un nuevo examen desanidad hecho por facultativos y después de la declaración judicial, con audienciadel ministerio de menores»46.

De esta manera nos adentramos al segundo apartado relevante en elCódigo Civil, en lo que atañe a las normativas generales sobre el sufrientepsíquico.

En el libro 1, sección segunda bajo el título 13: De la Curatela, Capítulo1, se dedica un apartado específico a la «Curatela de los incapaces mayoresde edad». Este capítulo, ha sido puesto en debate reiteradamente desde laapertura del régimen democrático en nuestro país. Y aunque continúa vigen-te, los proyectos nacionales de Salud Mental que actualmente se discuten enCámara de Diputados47, plantean la derogación definitiva de ciertos artícu-los como la reformulación de otros.

A los siguientes artículos, por ejemplo, le ha sido pedida explícitamentesu derogación en el Proyecto del diputado Gorbacz (ARI).

Art.469. «Son incapaces de administrar sus bienes, el demente aunquetenga intervalos lúcidos y el sordo mudo que no sabe leer ni escribir»48.

Art. 473. «Los anteriores a la declaración de incapacidad podrán seranulados, si la causa de la interdicción declarada por el juez, existía pública-mente en la época en que los actos fueron ejecutados»49.

Actualmente sabemos que con el avance de la psicoterapia y lospsicofármacos, las patologías antes cronicables, cómo fueron las psicosis,pueden llegar a ser clínicamente estabilizadas. Por tanto, un sujeto diagnos-ticado con psicosis o esquizofrenia puede transcurrir varios años de su vidasin desencadenar un episodio crítico (de delirio alucinatorio) y por lo mismofuncionar lúcidamente en las actividades cotidianas y en la interrelacióncon el otro.

En este caso, la caducidad histórica y técnica del Código Civil sobre lamateria, no reviste discusiones en los ámbitos especializados de la SaludMental.

Sin embargo, el estrato más controvertido del texto, producto de la refor-ma de 1968, es aquel agregado al art. 482:

«El demente no será privado de su libertad sino en los casos en que sea de temerque, usando de ella, se dañe a sí mismo o dañe a otros. No podrá tampoco ser trasla-dado a una casa de dementes sin autorización judicial».

* (Anexo) Las autoridades policiales podrán disponer la internación,

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dando inmediata cuenta al juez, de las personas que por padecer enfermedadesmentales, o por ser alcoholistas o toxicómanos, pudieran dañar su salud o lade terceros o afectaran la tranquilidad pública. Dicha internación sólo podráordenarse previo dictamen del médico oficial». (Forense)50.

Aquí se incorporan nuevos elementos:Uno: La intervención de las fuerzas policialesDos: la figura del alcohólico y del toxicómano como sujetos con sufri-

miento psíquico.Tres: criterio determinante de médico oficial o forense.

En segundo lugar, la reforma del año 68, arroja luz sobre la responsabi-lidad de la desición última de internación, en caso de que el sujeto no accedade modo voluntario a su tratamiento y se vea obligado por las fuerzas delorden y la justicia ordinaria: el dictamen final entonces, queda a cargo delmédico forense de turno, y ello no es poco problemático...

El debate de los últimos años en los trabajadores de la salud mental seha centrado entre otras cosas, en torno a lo que ellos consideran el«autarquismo» de la figura forense51 .

Se lo acusan de precariedad52 en el criterio clínico para determinarinternaciones, que según los profesionales a cargo de las instituciones asilares,se recomiendan compulsivamente 53. Existe un ríspido debate entre la plantaprofesional de los asilos, que en general conforman el tribunal examinador 54

que evaluará al paciente ingresante, y aquel forense que ha diagnosticado suinternación, sin lugar a replanteos por parte de estos.

Se le considera al forense, detentor de un «poder discrecional», avala-do por la justicia de nuestra jurisdicción. En el conflicto de perspectivas se leendilga además, un tratamiento guiado por preceptos más de tipo de «segu-ridad» y «orden» (policíacos) que terapéuticos55.

Continúa el art. 482:(...) «Previa información sumaria, el juez podrá disponer la internación de

quien se encuentre afectado de enfermedad mental aunque no justifique la declara-ción de demencia, alcoholistas crónicos y toxicómanos, que requieren asistenciaen establecimientos adecuados, debiendo designar un defensor especial para asegurarque la internación no se prolongue más de lo indispensable y aún evitarla sí puedenprestarle debida asistencia las personas obligadas a la prestación de alimentos»56

Aquí vuelve aparecer, como en el apartado de incapacidad, la posibili-dad de internación para aquellos que de algún modo han de tener «interva-los lúcidos». Los mismos no justificarían la declaración de «demencia» y sinembargo, «requieren asistencia en establecimientos adecuados».

Dicho apartado, añadido al texto original en el año 68, nos revela unelemento que puede leerse como progresista, según la opinión de tratadista yexpertos en legislación sobre Salud Mental 57. De este modo, la internación sedistancia de la omnisciente categoría de «peligrosidad», y su correspondien-

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te neutralización a través del aislamiento, tan propia de paradigma alienistaRecordemos lo declarado en el art. 152 bis:

«Podrá inhabilitarse judicialmente a:(...) 2. Los disminuidos en sus facultades cuando sin llegar al supuesto previsto

en el art. 144 de este Código, el juez estime que del ejercicio de su plena capacidadpueda resultar presumiblemente daño a su persona o patrimonio (...)» 58

Cómo así también lo establecido unas líneas antes en el propio art. 482:(...) «Las autoridades policiales podrán disponer la internación, dando

inmediata cuenta al juez, de las personas que por padecer enfermedadesmentales, o ser alcholistas crónicos o toxicómanos, pudieran dañar su saludo la de los terceros, previo dictamen del médico forense (...) 59.

Pues bien, según expertos, enunciar el concepto de «establecimientosadecuados» implicaría al menos tres cosas:

A. Un nuevo rol al psiquiatra, más vinculado con la función terapéuti-ca y menos con la de custodio, como le llamó Foucault al dispositivo médicopsiquiátrico 60.B. Esto habla de un verdadero traslado paradigmático porquese hace Ley. Se desplaza, del «alienismo» a la «psicoterapia». C. Es el Estadoquién debe garantizar la adecuación de dichas instituciones (públicas).

Claro que dicho avance no es consuelo si tenemos en cuenta que para lamisma fecha exactamente, en Italia Franco Basaglia llevaba a cabo la expe-riencia de «Comunidad abierta» en Gorizia y que dos años más tarde produ-ciría la verdadera desmanicomialización en Trieste. Conversionesinstitucionales que en 1978 producirían la Ley; Italiana de reestructuraciónpsiquiátrica, entre otras, desterraría la posibilidad de apertura de nuevoscentros asilares en todo el territorio nacional61.

En último termino, hacemos referencia a la incorporación de la figurapolicial y del juez que hace la reforma del año 1968, a fin de considerarlospartes intervinientes en el pedido de declaración de insanía. Ello también hasido puesto sobre el tapete en el debate entre juristas, psiquiatras en los últi-mos veinte años.

Recordemos que el art. 144 luego de la reforma del año 1968 establece que:«Los que pueden pedir la declaración de demencia son:1.El esposo o esposa no separados personalmente o divorciados vincularmente;2. Los parientes del demente;3. El ministerio de Menores;4. El respectivo cónsul si el demente fuese extranjero.5. Cualquier persona del pueblo cuando el demente sea furioso o incomode a sus

vecinos»62.Nos limitaremos a esbozar aquí, que algunos juristas 63 consideran su-

mamente objetable la facultad concedida a la policía en este artículo:

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«Si sólo se trata de asegurar el orden público, constituye una redundan-cia respecto de la función policial; pero si no es así, corre el riesgo de oficializaruna potestad de prejuzgamiento y un poder jurisdiccional anterior y másamplio que el del juez, ya que no se ve obstaculizado por las garantías deljusto proceso»64.

Queda sin embargo, absolutamente fuera de duda que en cualquiercaso, la internación involuntaria es problemática de derecho. Debe contarcon el consentimiento del poder judicial y él mismo, es igualmente determi-nante, en la cesación de la «Curatela» o cese de la declaración de incapaci-dad y demencia.

Art. 484. «Cesando las causas que hicieron necesaria la curatela, cesatambién esta por la declaración judicial que levante la interdicción»65.

d. Código Penal: Inimputabilidad / Peligrosidad El derecho penal se relaciona con la psiquiatría a través del concepto

de imputabilidad. Imputar significa asignar, atribuir o poner en la cuentade alguien66.

Una persona es imputable cuando se encuentra en condiciones de valo-rar sus actos y los hechos que de los mismos resulten. Es decir, que es respon-sable sobre la culpabilidad de los mismos. La capacidad de culpabilidad esel primero de los elementos sobre los que descansa el juicio de culpabilidad.Es el presupuesto necesario cuya ausencia determina la imposibilidad deanalizar el eventual reproche jurídico- penal.

El sistema penal despliega sus efectos punitivos sólo respecto de quienha alcanzado determinada edad y no padece graves «perturbaciones» que leimpidan comprender la criminalidad de una acción y dirigir su conductaconforme a dicha comprensión.

De manera que cuando falta la capacidad de culpabilidad, el autorpuede ciertamente «actuar», pero no alcanza la calidad de culpable, ya queel hecho no se vincula a una acción merecedora de reproche.

Desde una perspectiva de política criminal, el legislador argentino par-te del presupuesto de que el adulto que realiza un acto delictivo es «imputa-ble». Por tal motivo, no presume por regla general la inimputabilidad, comosí ocurre con los menores de 18 años, sino su «ausencia excepcional»67.

¿Por qué es vital asociar esta figura jurídica del campo penal a la insti-tución psiquiátrica? Porque si uno observa el material de archivo (historiasclínicas) o conversa con las gestiones técnicas de los hospicios68 descubreque un gran porcentaje de los internos ha ingresado por medio de esta figurajurídica. Así, el porcentaje de paciente judicializados en la Colonia Psiquiá-trica de Oliveros era para el momento de la intervención de autoridadesdemocráticas (1983-1984) de aproximadamente un 50%. Mediante laimplementación del Programa desmanicomializador, esta cifra descendió aun 20% e para el período que va de 1986 a 199469.

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La Inimputabilidad, al igual que la declaración de demencia vista en elCódigo Civil, no goza de inamovilidad. Ella estará sujeta a progresivos ysistemáticos controles por parte de médicos especialistas, que pueden revo-carla en caso de creerlo pertinente, según diagnóstico individual de cadainterno.

Tradicionalmente se establece en Derecho Penal que, la aptitud para la«imputabilidad» supone la concurrencia de de dos condiciones a) denomi-nada «biológica»; b) «psicológica»70.

La primera y la segunda, se encuentran normativizadas en lo expresa-do en el inc. 1 del art. 34. del Código Penal de la Nación.

Establece dicho artículo:«No son punibles:1. El que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficien-

cia de sus facultades, por alteración morbosa de las mismas, o por su estadode inconciencia, error o ignorancia de hecho no imputable, comprender la cri-minalidad del acto o dirigir sus acciones.

En caso de enajenación, el tribunal podrá ordenar la reclusión del agenteen un manicomio, del que no saldrá si no por resolución judicial, con audienciadel Ministerio Público y previo dictamen de peritos que declaren desaparecidoel peligro de que el enfermo se dañe a sí mismo o a los demás.

En los demás casos en que se absolviere a un procesado por las causalesdel presente inciso, el tribunal ordenará la reclusión del mismo en un estable-cimiento adecuado hasta que se comprobase la desaparición de las condicio-nes que le hicieren peligroso.

2. El que obrare violentado por fuerza física irresistible o amenaza de sufrir unmal grave e inminente.

3. El que causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño;4. El que obrare en cumplimiento de su deber, o en legítimo ejercicio de su

derecho, autoridad o cargo» (...)71.(Y así, continúa enunciando posibles situaciones de inimputabilidad

judicial.)Abocándonos a la situación de «demencia», entonces, los expertos co-

inciden en destacar:a) Un aspecto cronológico referido al momento del hecho.b) Un aspecto clínico psiquiátrico referido a la «alteración de las facultades

mentales» o a su morbosidad (inconciencia).c) Un aspecto psicológico que hace referencia a la posibilidad de comprender la

criminalidad del acto.d) Un aspecto médico- legal, que concierne a las condiciones que le hicieran

peligroso para sí o para terceros. (...)72.Lo que interesa destacar aquí es que, según interpretación de expertos 73

no alcanzaría con el estado de «morbosidad de las facultades» para declarara un sujeto inimputable de condena legal. Es necesario, desde esta perspecti-

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va, probar que en el momento del acto estaba excluida la capacidad psicoló-gica de comprensión del hecho y sus consecuencias.

Resumiendo: en la sentencia de inimputabilidad concurren diversasperspectivas disciplinarias y por tanto diversos actores: Fuerzas de seguri-dad, Fiscal acusador (Titular de la acción pública), Acusado, Defensor, Juezcompetente.

Como en el caso de la declaración de insanía y/o internación involuntaria(Judicial), en la inimputabilidad también se requiere del examen de facultati-vos. Nuevamente la pericia, como lo mostrara asi mismo el Código Civil, quedaa cargo del médico legal. La diferencia es que la insanía está dentro del terrenocivil, por ende, a cargo de un juzgado de dicha jurisdicción, mientras que lainimputabilidad se enmarca en el campo penal. Existiendo un delito de pormedio, el juicio es indelegable. Allí, según las características de quién lo hacometido se evaluará su condena o su absolución. Pero ello, es siempre poste-rior al reconocimiento del hecho como acto delictivo.

El procedimiento de juicio, si bien ha quedado legislativamente reser-vado a las provincias, denota características similares en todos los casos,dentro de territorio nacional:

Arresto por parte de las fuerzas de seguridad, aviso al juez competente,examen de médico forense, expedición final del juez sobre el caso74.

En tales circunstancias inmediatamente después de la sentencia judi-cial el sujeto con padecimiento psíquico, según evaluación acerca de sucondición económica, por parte del mismo juez, es trasladado a un estable-cimiento psiquiátrico público o privado. Allí, la planta técnica tiene unafunción evaluadora o no, según las legislaciones de cada Provincia. Porejemplo, como lo mencionamos en el apartado b: En Capital Federal, Islasdel Atlántico Sur, Tierra del Fuego y Ushuaia bajo la potestad de la Ley22.914 de Salud Pública Internación Egresos en establecimientos de saludmental, comenzó a regir desde el año 1983 una ingerencia mucho mayorpor parte de los facultativos de las instituciones psiquiatricas a la hora deadmitir al paciente judicializado. Y puesto que si bien el juez tenía la últi-ma palabra –según el examen del médico forense– aquellos podían reevaluarel ingreso. Tanto sea sobre la base de las reales condiciones económicas delpaciente como sobre la base de su afección. En caso de arribar a conclusio-nes distintas a las del Forense y Juez competente, los mismos podían solici-tar revisión del caso, vía registro por escrito de los argumentos pertinentesen favor de la moción.

A diferencia, en Santa Fe jamás existió ninguna Ley semejante hasta elaño 1991 en que se sancionaría la Ley de Salud Mental de la Provincia. Lacual sólo reglamentó su art. 22: «Juntas institucionales evaluadoras de saludmental», recién en el año 2006.

Por ello, las plantas técnicas de las instituciones psiquiátricas carecíande amparo legal para apelar a revisiones de casos en que la declaración de

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inimputabilidad emitida por el forense primero y luego por el juez, generabadiferencias, desde una perspectiva clínica. Así mismo, tampoco estabanfacultados para evaluar las condiciones materiales del sujeto. Algo que aúnhoy continúa siendo conflictivo, aunque la Ley Provincial 10.772 les permitemayor ingerencia.

Dentro de los reclamos más generalizados en la comunidad de trabaja-dores de la salud mental, se destacan las diferencias de criterio para la inter-nación, con relación a la evaluación forense, a la que suelen tachar de«compulsiva» y «desproporcionada»75.

No es menor el conflicto que ocasiona, por otro lado, la estimación delos recursos económicos del paciente ingresante, cuando esta por sí mismaconstituye una problemática más urgente que la supuesta sintomatologíapsiquiatrica. En cada una de las entrevistas a profesionales y ex directivos delas instituciones que nos convocan puede observarse la clara idea de que elhospital psiquiátrico ha sido y es, fundamentalmente luego de los estragosde la última oleada neoliberal, un «depósito de pobres e indigentes sin fami-lia». En el mejor de los casos, un depósito –a secas– de sujetos a los que susfamilias no quieren, no están preparadas o no pueden contener.

En base a esto, en las situaciones de extrema vulnerabilidad económica,pero sin un cuadro clínico que justifique una internación prolongada, lacomunidad Psi demanda al Estado el tratamiento por parte de otras áreascon efectiva pertinencia, como pueden ser la secretarías de Promoción social,Seguridad Social etc.76.

Retomando el concepto de inimputabilidad, diremos para finalizar quetambién pueden encontrarse referencias en el Código Procesal Penal de nues-tro País:

La mención al sujeto con sufrimiento psíquico, se produce en el Capítu-lo segundo; «El imputado», bajo el Art. 76 de Incapacidad.

Art. 76. «Si se presumiere que el imputado en el momento de cometer el hecho,padecía de alguna enfermedad mental que lo hacía inimputable, podrá disponerseprovisionalmente su internación en un establecimiento especial, si su estado lo tornarepeligroso para sí o para terceros.

En tal caso, sus derechos de parte serán ejercidos por el curador o si no lohubiera por el defensor oficial(...)»77.

Art. 77. «Sí durante el proceso sobreviniera la incapacidad mental del imputa-do, el tribunal suspenderá la tramitación de la causa, y si su estado lo tornare peligro-so para sí o para terceros, ordenará la internación de aquel en un establecimientoadecuado, cuyo director le informará trimestralmente sobre el estado del enfermo.

(...) La suspensión del trámite del proceso impedirá la declaración indagatoriao el juicio (...).

Si curare el imputado, proseguirá la causa a su respecto»78.Para los juristas argentinos, la imputabilidad es cuestión de fundamen-

tal trascendencia teórica y práctica toda vez que la misma permite analizar si

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a los hombres puede exigírsele o no, en el momento de la realización delinjusto penal, la adecuación de su conducta a derecho, dándole la connota-ción de concepto jurídico cuya valoración corresponde únicamente al juez,al que el perito ilustra con los datos de su ciencia.

Revisando la opinión de los expertos, de los tratadistas argentinos quecon mayor ahínco han trabajado el concepto de inimputabilidad encontra-mos que según Fontán Balestra:

1º. «La imputabilidad es una capacidad personal, que debe ser determinada encada caso concreto en relación con el hecho atribuido. Se puede ser imputable paraunos delitos e inimputable para otros.

2º. Debe estimarse la naturaleza y características específicas de cada causa enparticular y la medida de los efectos en cada individuo y para cada caso, con prescin-dencia de lo que pueda ocurrir con otras causas, otros hechos y otras oportunidades» 79.

En criterio de Eugenio R. Zaffaroni, «... La insuficiencia y alteración morbo-sa de las facultades deben entenderse como sinónimos de perturbación de la concien-cia»80.

En el primer supuesto, la personalidad no logra el nivel de integraciónnecesario para que la conciencia funcione en forma más o menos adecuada alos requerimientos del medio en tanto que el segundo representa unadisfunción de origen patológico y es a su vez un caso particular de insufi-ciencia pues cualquier alteración de las facultades psíquicas se traduce enun deficiente funcionamiento del psiquismo en su conjunto. El propio autorcitado expresa: «Sintetizando nuestra interpretación de la fórmula del inciso 1º denuestro artículo 34, en cuanto al sentido (...Entendemos ante todo, que debe descartar-se de ese campo la «inconsciencia», por ser un supuesto de ausencia de conducta.Reducida, pues, a la insuficiencia y alteración morbosa, debe entenderse como pertur-bación de la conciencia, sin que interese si tiene o no origen patológico y si es o nopermanente –salvo para los efectos de la aplicación de la medida, reclamándoseúnicamente un grado de intensidad, que siempre deberá ser valorado jurídicamente,debiendo alcanzar un grado tal que haga inexigible la comprensión de laantijuridicidad»81.

Con relación a lo anterior, habría que analizar en cada caso el límite deesa exigibilidad siendo ese un problema siempre abierto en el terreno de loque consideramos inimputabilidad.

Por su parte, Farías Caballero, Diego Codino y Rodrigo Codino82 plan-tean que el término «insuficiencia» encierra un valor semántico de gran am-plitud y por ello consideran que el mismo puede contener cualquier tipo deperturbación o anormalidad psíquica, que en concordancia con lo aceptadopor el derecho penal y psiquiatras en Argentina, sólo incidirá en el aspectointelectivo, caracterizándose por un defecto, retardo o detención anormal enel desarrollo de la capacidad intelectual. En criterio de los propios autores, la

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insuficiencia a que alude el artículo 34. 1º del Código penal argentino esvalorada de forma distinta a la «alteración morbosa» que se refiere esencial-mente al «desmedro progresivo de la capacidad intelectual» propio de losdementes, pero esta última no excluye en modo alguno las perturbaciones yalteraciones no psicóticas que tienen un carácter transitorio y pasajero.

Dichos tratadistas consideran que si bien, la inimputabilidad dismi-nuida no aparece recogida en una fórmula general en el Código penal argen-tino, ello no significa que no la reconozca. La imputabilidad consideradacomo la capacidad psíquica de culpabilidad, es aceptada por el legisladorno en términos absolutos, si no en tanto y en cuanto está sea disminuida conrelación a otros que hubiesen podido cometer el mismo acto. Algo que sedeterminará en dependencia de las circunstancias que concurran en cadacaso. El debate aún permanece abierto...

Para concluir este más que escueto abordaje al concepto de«inimputabilidad», según nuestra legislación nacional, hemos de apun-tar algunas reflexiones provistas por juristas vinculados de algún modoal fenómeno del sufrimiento psíquico, tanto cómo de trabajadores de laSalud Mental (Psicólogos y psicoanalistas) cercanos al tratamiento des-de el derecho.

Bajo el título: «La peligrosidad en el campo jurídico y en el campo clíni-co», el Dr. Mariano Ciafardini, por aquel entonces (1997) Director Nacionalde Política Criminal, presentaba una jugosa disertación acopiada como artí-culo dentro de una serie de textos vinculantes, publicados bajo en nombre de«Psicoanálisis de los Derechos de las personas»83. Escribe Ciafardino: «Pare-ciera que por sus características de «ciencia» normativa, o sea que tiene comoobjeto el «deber ser», el Derecho ha dejado en el camino el ser, lo ontológico,la realidad y es por eso que ha sido el Derecho siempre un buen anfitriónpara aquellas posiciones o actitudes filosóficas más proclives a los razona-mientos o a los análisis idealistas que a los realistas» (...) «En la parte delDerecho Penal, en la que más han anidado estas corrientes filosóficasidealistas, y no por casualidad, es en relación con lo que se llama el tercerelemento del delito: la culpabilidad».... 84.

Para todos los que hemos apenas olfateado la disciplina jurídica, es im-prescindible rememorar algunas cuestiones básicas en torno a la figura de«delito». Púes bien, rápidamente recordaremos que el delito es considerado unacto con tres características: A) Tipicidad; Implica que la conducta (el acto) seadecúe a una descripción legal que preexistía, reglas de juego claras y anterio-res. B) Antijuridicidad: Significa que dicha conducta no puede estar permitidapor ningún otro elemento o normativa del sistema jurídico imperante. Es decir,no tiene que ser admisible como capaz de defensa legítima. Sea por estado denecesidad, de excepcionalidad, etc. C) Culpabilidad: Finalmente un acto ilícito

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carga con la «culpa», puesto que transgrede una prohibición expresa y públi-ca. Culpar significa la posibilidad de reproche.

¿Qué pasa con los inimputables?, se pregunta Ciafardini.... (...) «No seles puede reprochar el acto porque no tienen capacidad psíquica para com-prender la prohibición de la norma. Pero en la práctica, en la realidad, esta esuna persona que va a sufrir el menoscabo de sus derechos. Porque la ley estadiciendo que si bien no comete un delito, si se determina que por su peligro-sidad deberá privárselo de su libertad, no sólo sufre un menoscabo de susderechos, sino que lo sufre sin un límite preciso, porque ¿dónde esta la fór-mula jurídica o medida que nos indique cuándo empieza y cuándo terminala peligrosidad?... «Hay un paralelismo entre la tutela de los menores y eltratamiento a los mayores declarados como inimputables. También en estoscasos, uno se pregunta qué es mejor para el menor, si que lo juzguen y en esecaso tenga una pena cierta o que lo declaren inimputable y tenga una tutelaindefinida. (...) Podría reflexionarse con el caso de los inimputables de lamisma manera, que nadie puede declararlo inimputable en el proceso penal,o tomarse con respecto de él una medida definitiva de limitación de susderechos, la privación de la libertad, el tratamiento ambulatorio o determina-das obligaciones que se le impongan, sin que antes se compruebe en un juicioprevio la ejecución, por parte de este, de un acto considerado delito. Y encaso de probarse su autoría en un juicio, las medidas que se tomen contra élno deberían superar nunca el tiempo que hipotéticamente habría que calcu-lar en caso de que se lo hubiera condenado como imputable...»85.

Como lo relataremos en el próximo capítulo, al esbozar la serie de acto-res relevantes en la construcción y efectivización del consenso necesariopara la promulgación de nuestra legislación provincial de Salud Mental: Elconjunto de nóveles abogados que a través de su desarrollo profesional en laColonia Psiquiátrica de Oliveros, intentaron acercar la óptica jurídica a laclínica psiquiátrica en post de la salvaguardia de los derechos elementales,proponían en el conjunto de documentos e informes que fueron concebidospor su autoría, la revisión inmediata de los términos de las penas. Apelandoal descuidado concepto de «proporcionalidad».

Dentro de las estrategias que se darían los juristas para su trabajo en elámbito de la Salud Mental, como defensores y asesores de internos declara-dos inimputables, escribían hacia 1986:

(...) «1. Entablar relaciones directas con todos los representantes delsistema penal (policías, jueces, servicio penitenciario, legisladores). Así mis-mo, se pretende abordar el diálogo con medios de comunicación y comuni-dad en general a fin de modificar patrones culturales y prácticasinstitucionalizadas en torno a:

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• Falta de controles y garantías que padece el actual sistema de inter-namiento.

• La necesidad de hacer vigente el principio constitucional de «pro-porcionalidad» y racionalidad de las penas.

• Prudencia judicial. Dado que el actual sistema, la exclusividad de ladesición sobre la internación, es del perito médico(...)» 86.

El primer ítem obligaba a reflexionar acerca de la precariedad de lalógica formal entre el supuesto delito cometido por el interno y su pena,en palabras de Hugo Grocio; «Malum passionis quod infligitur proptermalum actionis» (Un mal que se padece en razón de un mal que se hahecho)87.

Pero la problemática de la proporcionalidad es aleatoria, y sólo el mas-carón de proa de una tensión cognitiva e ideológica mucho más compleja. Loque ponían en cuestión los noveles juristas santafesinos era que, en la pro-blemática de la salud mental, en el dispositivo psiquiátrico (Foucault), lasanción no tiene en cuenta la culpabilidad y su grado, sino la «peligrosi-dad». El supuesto nivel de peligrosidad que reviste el actuante y no el acto. Elrevisionismo garantista dado por juristas y demás trabajadores de la SaludMental, sobre el concepto de «inimputabilidad», desenmascaró también enuna remota comuna de vuestra provincia, las implicancias estructurales dela categoría de «peligrosidad» donde, en última instancia se sustenta la figu-ra del inimputable, según lo dispuesto en nuestro Código Penal, art. 34.inc.1.

Ello nos adentra en un extenso debate jurídico iniciado en el siglo XVIII,cuando las corrientes organicistas conservadoras por un lado y lascontractualistas progresistas, por otro, plasman sus diferencias acerca delDerecho Penal. Sería una idea absurda intentar en estas líneas, abrazar laprofundidad de la problemática. Nos conformaremos sin embargo con aco-piar ligeramente, y a conciencia de la nocividad intelectual que ello sueleacarrear en el campo del conocimiento, los argumentos básicos mediante loscuáles la peligrosidad del actuante se recicla a través de los años en el imagi-nario de los hombres de leyes.

Escribe el Dr. Ciafardini: «Penalistas de fines del siglo dieciocho seesforzaron permanentemente en construir toda una teoría de cortecontractualista, que terminó llamando el Derecho Penal de acto. Esto es cuan-do los revolucionarios de 1879 todavía eran revolucionarios (....)»88.

La larga y sistemática tarea de destrucción de la teoría contractual so-bre la arista jurídica penal, habría encontrado su máxima expresión en las

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construcciones psíquicas-jurídicas en torno a la peligrosidad. Dentro de loscuales Morel, Lombroso y Ferrini, son algunos de sus más destacados repre-sentantes y padres de la disciplina criminológica en el siglo XIX. Desde estamatriz cognitiva se interpeló al Derecho Penal de acto y se abogó por unDerecho Penal de autor. El primero estipulaba que nadie podía ser castigadosi no es en función de un acto cometido y probado, mientras que los segun-dos (con los itálicos desde el positivismo biologista, y con los alemanes comoBokelman ya en la década del ́ 40 del siglo XX, desde contornos espiritualistas)asociaban el ilícito a tipos de autor. Una concepción topográfica fundamen-tada en características físicas y «espirituales» de los sujetos. Los «tipos»apriorísticamente determinados por el juego asociado de la clínica médica,psiquiátrica, forense y jurídica, contribuían a un ordenamiento seguro delmundo y sus peligros.

Las posiciones filosóficas idealistas dentro del Derecho Penal junto consu terror a lo impredecible del comportamiento humano, afortunadamenteya no gozan de consenso universal. Sin embargo, es en el nudo gordiano dela locura y su tratamiento en donde se filtran algunos de sus presupuestosmás arcaicos, afirma Ciafardini. El loco no es culpable pero es peligroso yello obliga a la pena del encierro.

En otro apartado del mismo Sub-Programa aplicado a la Colonia deOliveros antes citado, la Psicoanalista Adriana Altieri, por aquellos añosDirectora del Departamento de externación de la Colonia Irigoyen Freyre,escribía:

(...) «No hay ningún tipo de variación sustancial en las 240 resolucio-nes de reclusión que existen en esta Colonia. Lo que insiste en todas, es lapeligrosidad como causa de internamiento. Es fácil concluir:

1) La peligrosidad entra en el estatuto de la enfermedad y/o el síntomay el internamiento es la terapéutica adecuada.

2) Hay que proteger al peligroso de sí mismo y al cuerpo social de lapeligrosidad de la locura. No cabe duda que esta construcción con-ceptual: «La peligrosidad», aparece como causa en sí misma»89.

Vuelve a resonar el interrogante del Dr. Ciafardino: «¿Dónde está lafórmula jurídica o médica que nos indique cuándo empieza y cuándo termi-na la peligrosidad?»...

Sólo a través de este entramado que convoca al delito, la locura y susupuesta peligrosidad, es posible comprender la ilógica desproporcionalidadentre ilícito y pena, que en la práctica ciñe la figura del inimputable dentrodel Derecho Penal. Es lo que hace que, por ejemplo, como ha ocurrido en elCentro Regional de Salud Mental Agudo Ávila de Rosario hacia fines delaño 2004, un hombre sea internado durante cinco meses por rayar el baúl de

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un elegante automóvil. J.C.V. quién fuera un destacado Ing. de nuestra ciu-dad 90, luego de su internamiento, fue sometido a otros dos meses de salidastutoreadas por familiares bajo en control del juez a cargo de la causa. Sudiagnóstico clínico de maníaco- depresivo fue posterior a su detención y lapena judicial hacia referencia obviamente a su ilícito, no al tiempo que losfacultativos creyeran necesario para su tratamiento con miras a estabilizarel cuadro agudo que lo llevaría a cometerlo. Asi mismo, la pena otorgadapor el poder judicial en consonancia con la recomendación del perito psi-quiátrico que asentara su condición de inimputale, habría sido absoluta-mente desproporcionada en los dos niveles analíticos: para el abogadodefensor de pacientes de la institución, resultaba un absurdo que aqueldaño sobre el objeto suntuario implicara aquel lapso de privación de lalibertad ambulatoria. En tanto, para los profesionales de la salud (psiquia-tra y psicólogo) a cargo del tratamiento en el hospicio, la prerrogativa puni-tiva de internación más allá de los treinta días, se percibía como contrapro-ducente según las características clínicas del cuadro abordado. Sin embar-go, de nada sirvieron las sucesivas notas enviadas por estos últimos a losprofesionales competentes (juez y perito forense) apelando a revertir lostérminos de reclusión previstos91.

De esta forma, concluimos dicho apartado certificando mediante so-meros ejemplos de la práctica de profesionales y del esbozo de circunstan-cias biográficas de un ex interno, la potestad formal del art. 34, inc 1 denuestro Código Penal en el tratamiento del inimputable: «En caso de enaje-nación, el tribunal podrá ordenar la reclusión del agente en un manicomio,del que no saldrá sino por resolución judicial, con audiencia del ministeriopúblico y previo dictamen de peritos que declaren desaparecido el peligrode que el enfermo se dañe a sí mismo o a los demás». Una norma produc-to de la moral positiva, fundada en leyes naturales descubiertas por elanálisis científico de la materia. En su apogeo, hace más de doscientosaños, supo instalar el discurso de la seguridad y el orden como los máxi-mos pilares de cohesión social.

Pero desde el inicio de los tiempos, dirá Hegel92, el Hombre quiere serhombre y quiere ser mundo... Y ese deseo lleva implícito los dos peligrosinalienables de la existencia: el de ser hombre y el de estar en el mundo. A laprimera, una peligrosidad interna, Hegel la llamó «Temor», a la segunda,una fobia externa, la denominó «Terror». El Temor a la muerte y el Terror a lalibertad: «Un llegar a saber de sí puro y libre, pero en donde lo posible, elúnico acto, la única obra de la libertad absoluta, es la muerte...» 93. Claro quea esta última conclusión no llegaría el padre de la fenomenología, sino elpadre del inconciente.

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CAPÍTULO 2

Ley provincial de salud mental.El valor del trabajo interdisciplinario.

e. Actores involucrados.

La Ley Santafesina de Salud Mental del año 1991, puede leerse comouna muestra ejemplificatoria de un tipo de reforma y/o intervención pública,surgida desde estratos decisorios marginales, dentro de la pirámide jerárqui-ca de la administración del Estado. Se parte de la hipótesis que la Ley, tantocomo el conjunto de reformas que hoy se encuentran totalmenteinstitucionalizadas en la dinámica diaria del asilo y que operan como dispo-sitivos estructurales para el tratamiento del dolor psíquico, llámesele: puer-tas abiertas, consultorios externos, talleres protegidos y – en algún momen-to– casa de medio camino, etc., han sido reformas «desde abajo», planifica-ción pública participativa, horizontal y descentralizada, mucho antes quedichos conceptos se cargaran de las significaciones que hoy les adjudicamosdesde las teorías de la administración pública. Puesto que las intervencionesreformistas eran ante todo el producto de inquietudes políticas y sociales porparte de técnicos de terceras y cuartas filas del Estado, en medio de unaadministración pública que pujaba por parirse a sí misma, luego del horrorautoritario. Primaba la voluntad de cambio, en clara concordancia con elentusiasmo impartido desde el área a nivel Nacional. Y en el aire comenzabaa esbozarse un nuevo paradigma de gestión y trabajo en instituciones. Perola conciencia sobre dicho abordaje teórico- metodológico, sobre sus aspira-ciones estratégicas y democratizadoras, sería posterior, o si se quiere, simul-táneo al aprendizaje que la práctica cotidiana les impartía a los trabajadoresde la salud mental.

Efectivamente entonces, dicha investigación viabiliza el presupuestode que la sanción de esta norma era el coherente resultado de un trabajosostenido por parte de los psiquiatras, psicólogos, abogados y que habíanacompañado con tesón y compromiso la experiencia reformista iniciada enla década de los 80. Era, en buena medida, la cristalización del universosimbólico de los planificadores de la reestructuración manicomial. Daríacuenta así de sus referencias teóricas, políticas y axiológicas. Pero tambiénde la experiencia concreta del trabajo cotidiano en la conducción de Hospita-

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les. Por ello nuestra norma 10.772 no será una mera copia de la Ley Basaglia,como se escuchaba decir a los estratos disidentes de la Comunidad Psi 94.Moderada con relación a aquella, la legislación santafesina de 1991 ostenta-ba, en primer lugar, las limitaciones propias del grado de conciencia – hoydecimos «sensibilización»– que sobre la problemática tenían, la sociedadcivil y el poder decisorio de turno en vuestra región. Condición sobre la cual,los responsables de la reestructuración psiquiátrica estuvieron permanente-mente alerta 95. En segundo lugar, la innovación provincial guardaba susreservas de aquellos aspectos que se consideraban, a la luz de dos décadas ymedia, desacertados en la experiencia italiana. Recordemos pues que la radi-cal Ley Basaglia, sólo tiene verdadero cumplimiento en Trieste, un territorioveinte veces más pequeño que la Provincia de Santa Fe.

Más adelante, retomaremos este punto y utilizaremos comparativamenteel caso de Río Negro a fin de clarificar las diferencias y reinterpretar nuestralegislación provincial. Pero antes de adentrarnos sobre el universo referencialde los planificadores– dentro del cuál se destaca la revolución motorizada porBasaglia– es preciso esbozar brevemente, el resto de actores involucrados endicha innovación formal; nos referimos en principio, al conjunto de jóvenesabogados que con motivo de la creación de la «Pasantía interdisciplinaria» yluego de la «Concurrencia interdisciplinaria en Salud Mental»96 en la Coloniade Oliveros hacia el año 1987, habían pasado a constituirse en la arista jurídi-ca del Programa de externación. Ellos eran: Esteban Franichevich, EnriqueFont, Mercedes Sentis, Fernando Rosúa, Ramiro Sagarduy, Silvia Cudolá,entre otros. Algunos recién recibidos, otros como Esteban Franichevich, desdela responsabilidad de funcionario público, bajo el espacio de la fiscalía de laprovincia. Se habían constituido como grupo de estudio e investigación enDerechos Humanos, coordinado por el prestigioso profesor Carlos Gardella,docente de la Facultad de Derecho de la UNR.

Lo cierto fue que, aún con diferencias internas, aún con diversas orien-taciones políticas, estos jóvenes preñados de buenas intenciones, lograronconvertirse en el canal de comunicación más fructífero entre las autoridadesmédicas del hospicio y el poder judicial. Un segmento de este último, apoya-ría enormemente al programa desmanicomializador97. De esta manera, losabogados contribuían a formalizar las reivindicaciones de la comunidad Psinutriendo con sus ganas vírgenes, a ese espíritu animoso y enérgico que todosalto necesita ostentar para no morir en el intento98.

Dicho grupo de personas se instaló en lo que se conoce como el Área 2 de laColonia o lugar físico dónde funcionaba el Programa de Externación. La coordi-nadora de aquel espacio era, desde la apertura democrática, la Ps. AdrianaAltieri. Su labor se estrechó al trabajo de los jóvenes abogados que poco a poco

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irían construyendo, casi sin darse cuenta, movilizados por la doctrina de losDerechos Humanos, una nueva figura institucional sin precedentes en el país:el asesor jurídico de paciente, una especie de abogado defensor del interno acargo del tratamiento sobre las cuestiones judiciales de los ingresos, como asítambién de los egresos99. Para graficarlo rápidamente podemos mencionar quetodo el trabajo de búsqueda de familiares de pacientes que estando en condicio-nes de externación, y sin embrago, cronificados allí mismo a causa del abando-no parental, era coordinado por Adriana Althieri, desde el Área 2 en colabora-ción del equipo jurídico100.

¿Por qué era necesario el patrocinio legal? Pues bien, la práctica habíademostrado a la gestión reformadora que sin la presión coactiva de la Ley,era inviable la posibilidad de que el familiar pertinente se hiciera cargo delproceso de externación y cuidados mínimos que un paciente, por más dequince o veinte años hospitalizado, requería para una más o menos efectivareinserción comunitaria.

En el Programa de Concurrencia en Salud Mental, estos abogados argu-mentaban a favor de su ingreso a las prácticas de postgrado: «El fenómenojurídico que nos ocupa es la existencia de internaciones judiciales que serealizan en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros. Así es que en la búsqueda denuevos espacios teóricos y prácticos encontramos en la institución mencio-nada un lugar sumamente valioso para desarrollar nuestra experiencia. Lamisma consiste en la reconsideración de una categoría jurídica particular: elinterno judicial. Categoría compleja a la que se soslaya en su tratamientojurídico y que comparte características del imputado (encierro) y del enfermo(medida o tratamiento de seguridad).

Y se interrogaban: (...)»¿Por qué queremos concurrir a la Colonia Psi-quiátrica de Oliveros?....Porque el Hospital nos brinda la posibilidad de unaformación teórica ausente en la Universidad y la práctica dirigida a recom-poner las relaciones entre el interno y el poder judicial, las cuales se hallanobstaculizadas. Gran parte de las causas están paralizadas»101.

Pero como se dejó entrever arriba, existía una necesidad. La concurren-cia interdisciplinaria en Salud Mental, se proponía formar a un recurso hu-mano que se consideró imprescindible para avanzar en el proceso de refor-ma: el Abogado. Concienciar la demanda institucional la necesidad de, es elpaso obligado para efectivizar los procesos de apertura: sentimiento de frus-tración que generalmente invade a los jóvenes graduados en Ciencias Socia-les, o a los estudiantes próximos a su titularización, al cabo de concluir supasantía –y del cuál podrán atestiguar todos los decentes que se desempe-ñen el área de extensión a la comunidad– tiene que ver en gran parte con ello.Con haberse insertado en una institución que no «reconocía» su necesidad,

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sea por la propia resistencia al cambio inherente a toda estructura burocráti-ca, sea por la discapacidad del cientista social (antropólogos, politólogos,sociólogos, abogados) y de su estrategia, para viabilizar sus postulados crí-ticos sobre la realidad que percibe.

La concientización y explicitación de la demanda de un recurso huma-no específico, es una construcción conjunta. Requiere de la tan preciada«escucha» mutua. Por ello, si algo debe relevarse como virtuoso en este pro-ceso de reforma institucional, es la capacidad de lectura simultánea de todoslos actores involucrados. En toda estructura de poder, leer la coyuntura yordenar las prioridades estratégicas, suele ser una tarea compleja, preñadade desencuentros. Coordinar las fuerzas hacia una meta, pese a las tencionesy al irremediable conflicto de los intereses en pugna, continúa constituyén-dose en el ABC del éxito de Las Políticas Públicas.

En Oliveros, los abogados peticionaron y las autoridades responsablesotorgaron, ¿o al revés? Da igual.

Una nota de la jefa del Programa de externación, dirigida al Comité deDocencia e Investigación de la Colonia A. I. Freyre, explicaba lo siguiente:

«Las estructuras asilares, han albergado desde siempre a personas enuna muy particular situación: los pacientes a la orden del juez». El Programade Externación de esta Colonia, los incluyó en su planificación. En esta expe-riencia, encontramos una internación sostenida desde una práctica jurídicay una práctica médica. (...) De esta manera la entrada y la salida de estaspersonas depende de un magistrado judicial y de un perito médico. Comen-zó entonces la tarea del encuentro personal con jueces y magistrados engeneral, siendo los profesionales de esta institución, los portavoces del se-guimiento psíquico de los internos. Pero la complejidad del sistema jurídi-co actual excede las posibilidades técnicas de los profesionales médicos ypsicólogos. Asi mismo, respecto al incumplimiento de los deberes de asisten-cia familiar, figura jurídica reflejada en el «abandono» de los internos, cuyasituación ha de ser penada, según nuestro Código Civil»102.

Los frutos del trabajo sostenido en la defensa de pacientes y mediacióncon el poder judicial intentando sensibilizar fundamentalmente, en lo queatañe a la problemática de la «proporcionalidad de la pena», trajo de lamano, a una segunda línea de actores claves: prestigiosos juristas vincula-dos a la militancia política que no sólo formalizaron la redacción de la nor-mativa sino que conquistaron a un conjunto de apoyos considerables enambas cámaras legislativas de nuestra Provincia.

Asados de por medio, sucesivas invitaciones para visitar al asilo, yacuerdos políticos programáticos entre el partido con mayoría legislativa,hizo posible la sanción de nuestra Ley 10.772.

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Entre quienes estuvieron abocados a la redacción final del texto legisla-tivo se destacan: el Dr. Jorge Elías, histórico abogado laboralista de la ciu-dad de Rosario, consultado por el equipo de psiquiatras y el Dr. Ramos,actual camarista de la provincia, encargado final de la preparación del docu-mento en forma de Proyecto de Ley. Ambos, sumamente comprometidos en lopersonal, con el proceso de reestructuración de la institución asilar. Conentusiasmo demostraron seguir con atención desde el año 1985 el proceso dereformas, a tal punto que eran asiduos concurrentes de los Festivales musi-cales que allí se realizaran103.

Comentaba el Dr. Elías en una entrevista realizada por esta investigadora:«Aldo Mosotti, (por ese entonces Director Provincial de Salud Mental)

se acercó al estudio en dos oportunidades a consultarme cuestiones de re-dacción, pero el texto estaba prácticamente definido (...) Traía unas hojitastotalmente arrugadas, escritas en lápiz...»104.

Dicha anécdota no es necesariamente menor, si uno puede aprehen-der de ella las condiciones de implicancia personal que tenían losreformadores de la institución asilar. Aldo Mosotti, había sido el primerinterventor de la democracia en Oliveros, luego de haber sido su directorhasta 1985 sería trasladado a la Dirección del Hospital Agudo Ávila deRosario y de allí, nombrado Director Provincial de Salud Mental en 1990.Uno de los tres hombres más representativos del nuevo paradigma en lasalud mental pública. Ahora, desde la jefatura de una Dirección Provin-cial, tenían acaso los reformadores, un pequeño recurso de poder queefectivamente fue puesto al servicio de la reivindicación iniciada hacíacasi diez años.

Así pues, el año 1991 inauguraba un escenario de prudente optimismoen materia de institución psiquiátrica por varias circunstancias: en primerlugar, el trabajo sostenido a lo largo de casi ocho años había comenzado acristalizarse en la conciencia de la comunidad, tanto de Oliveros – y suszonas de influencia: Maciel, Puerto Gaboto y Puerto San Martín– como deRosario. Los sistemáticos encuentros comunitarios organizados por el Hos-pital para charlar sobre el estigma de la «locura», sobre las condiciones detratamiento posibles y deseables del sujeto con sufrimiento psíquico, empe-zaban a florecer en el fértil territorio de influencia de la Colonia. En susinstituciones, en sus profesionales, en sus representantes políticos comuna-les, etc... Por fin tomaba rumbo la desmitificación del Asilo. Su humanización,fundamentalmente a través del contacto con la sociedad civil, pudoconvalidarse en un hecho concreto y paradigmático: Los «Festivales solida-rios» y su concurrencia social multitudinaria. Cada año se congregaban enlos preciosos jardines de la Colonia de Oliveros entre 2.000 y 3.000 personasamén de los pacientes y empleados de la institución.105.

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Hacia 1985, la Subdirección de la Colonia de Oliveros, a cargo enaquel entonces del Dr. Juan Manuel Sialle, innovaba en la gestación anualde mega eventos artísticos, apadrinados «Festivales Solidarios», que mástarde se imitarían, con vigencia hasta el día de hoy, en el Hospital Mira yLópez de Santa Fe y Agudo Ávila de la ciudad de Rosario. Los mismos,obedecían a razones estratégicas del programa, a los deseos de generarlazo con la comunidad, pero también a la necesidad de cubrir viejos ynuevos gastos de la institución. Un ejemplo concreto de las nuevas adju-dicaciones de recursos eran los viáticos de ciertos pasantes y residentesque manifestaban la escasez de recursos privados para sostener su activi-dad profesional y pre-profesional. En tales casos, el criterio institucionalpriorizó siempre la sustentabilidad de dichas tareas, puesto que se laspercibía como realmente valiosas en el conjunto de los dispositivos tera-péuticos.

De esta forma, el dinero recaudado mediante el abono de las entradas yadministrado por una cooperadora interna de la Colonia, compuesta porfuncionarios administrativos y civiles, representantes de la población comu-nal, era destinado a saldar parte de la implementación de los nuevos dispo-sitivos estratégicos. El Dr. Sialle, en entrevista nos recordaba como un segun-do ejemplo de pequeños anexos materiales: El Equipo de traslado y segui-miento sanitario- terapéutico;

«El gobierno provincial y su Ministro de Salud, en aquel período, cuandocomenzamos con las actividades de concurrencia masivas, Guillermo Weisburd,entendían perfectamente nuestros objetivos de sensibilización, movilización yparticipación de la comunidad en esta problemática del encierro al diferente. Ypese a impartir un presupuesto generoso, comparado con el crimen encubierto dela dictadura, que valga contar, desde la guerra de Malvinas lo había obturadopara las instituciones asilares. En donde a partir de ese momento, sólo se paga-ban sueldos de empleados y cada tanto se enviaba alguna suma módica paraalimentos. Instituciones que como en el caso de Oliveros fueron a penas salvadasde convertirse en Guetos por representantes civiles del pueblo que a través de unacooperadora interna, lograban recolectar fondos para nutrir a la población inter-nada. Pues bien, lo que quiero decir es que, en democracia, y aún con criteriosprogresistas, la partida gubernamental, a veces no lograba cubrir ciertos resortesde reforma que ya habíamos puesto en funcionamiento, y frente a los que eraimposible e indeseable recular. (...)

Para el seguimiento y verdadero control de los pacientes externados, necesitá-bamos, por ejemplo, un equipo de enfermeros a los que más tarde se les acoplaríanpsicólogos y trabajadores sociales que debían realizar horas adicionales, guardias losfines de semanas visitando a los ex pacientes, allí donde se encontrara viviendo,adentro y afuera de provincia, al margen de a obligatoriedad de su jornada de traba-jo. Ello debía ser retribuido de algún modo. No tuvimos posibilidades de incorporar

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mayor personal, si no hasta el año 1988, cuando por fin, luego de batallarloacérrimamente, se abrieron nuevos cargos de planta. De este modo ingresaron nue-vos enfermeros, psicólogos que casi no había, trabajadores sociales, profesional hastaese momento desconocido en la historia institucional de la salud mental pública de laprovincia, y por último abogados. La creación de la figura del «Asesor jurídico depaciente fue algo aparentemente inédito en el país...» 106.

En el próximo capítulo, cuando se analice detalladamente el Programade reformas para la Colonia Psiquiatrica de Oliveros, ahondaremos sobre losefectos impensados que logró producir el despliegue anual de los Festivalessolidarios, pero ahora nos abocamos a completar el concierto de situacionesque convinieron en la sanción de la Ley Provincial de Salud Mental.

En segundo lugar, como mencionamos arriba, un actor importante dentrodel equipo de reformas había alcanzado un lugar de decisión modestamentemayor, al ser nombrado Director Provincial de Salud Mental. Ello, contribuía areforzar desde el estadio político la política implementada en la década anterior.

En tercer lugar, y ya en un plano internacional, hacia 1989 y 1990se suceden una serie de legislaciones de alcance mundial específico enmateria de Derechos Humanos y Salud Mental, por parte de la ONU y dela Federación Mundial de Salud Mental. Así mismo, en 1990 la OMS, através de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sentará unposicionamiento público sin precedente, mediante «La Declaración deCaracas».

Abordar pues, estas ricas influencias supone adentrarse en lo que aquíse llamará, «El universo referencial» de los planificadores de la reformapsiquiátrica santafesina», materializados en parte, en la Ley 10.772, comouno entre otros productos concretos, recogidos de su tarea a lo largo delperíodo 1984-1989.

f. Génesis teórica- práctica: El universo referencial de la reforma.

La Ley Provincial de Salud Mental recoge en su génesis la confluenciade distintas vertientes teóricas y experiencias prácticas, nacionales e inter-nacionales. Como expresamos arriba, podemos esbozar dos niveles de ins-trucción cognitiva en la construcción del universo referencial de los actoresinvolucrados en su diseño y sanción.

En un plano de influencia nacional, menos difundida, pero de sumarelevancia para los dos actores más importantes de la etapa analizada (Dr.Aldo Mosotti y Dr. J. M. Sialle) se destacan:

f.1 La experiencia de «Comunidad terapéutica» desarrollada en losaños 60, en el Pabellón 3 del Hospital Psiquiátrico Agudo Ávila de Rosario.

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f.2 El influjo de la Psicología social: Las iniciativas artísticas - tera-péuticas realizadas por Alfredo Moffat, en los años 70 en el Borda deBuenos Aires.

f.3 Carlos Matus: El paradigma de Gestión estratégica.

Así mismo, en el nivel internacional los actores mencionan:f.4 La gesta italiana de Franco Basaglia.f.5 El posicionamiento público de la OMS-OPS y su concepto, en tér-

minos generales, de Medicina Comunitaria en el año 1978.Y más tarde, hacia 1991 la «Declaración de Caracas», donde se singu-

lariza su perspectiva para el tratamiento específico en el área de la SaludMental.

f.6 Legislación internacional sobre Derechos Humanos y Salud Men-tal: 1. «Declaración de los Derechos Humanos y de la Salud Mental» (Luxor,1989.) Federación Mundial de Salud.

F.7 «Principios para la protección de los enfermos mentales y el me-joramiento de la atención en Salud Mental». ONU, 1991.

Ahora bien, analicemos brevemente en forma desagregada cada una deestos nutrientes:

f.1 La experiencia de «Comunidad terapéutica» desarrollada en losaños 60, en el Pabellón 3 del Hospital Psiquiátrico Ávila de Rosario.

«La salud mental, tal y como yo la concibo, es la posibilidad para todo serhumano de comprometerse no solamente hasta el corazón de la locura, sino tambiénen el corazón de toda revolución, encontrando en esta vía una solución a la preserva-ción del Yo».

D. Cooper

Para quienes habían transitado sus primeras prácticas profesionalesentre los pabellones del Suipacha de Rosario, la historia de este hospitalhabría de constituirse en sus imaginarios, en un registro potente y en fuentede aprendizaje cercana. De esta manera, por ejemplo, para el Dr. J. M Sialle,que durante el período 1981-1983 se había desempeñado como jefe de resi-dentes de dicha institución, los precedentes reformistas de los años ´60 nopodían pasarles desapercibidos.

Hacia 1964, poco antes del conocimiento acabado de la experiencia ita-liana, prestigiosos profesionales de nuestra ciudad, entre los que podemosmencionar al Dr. Fidel Lebenson y al Dr. Sciola, radicado en Suiza desde elgolpe de facto al presidente Illia, desarrollaron la experiencia de «Comunidadterapéutica» en las inmediaciones del Pabellón 3 del Hospital A. Ávila.

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Los preceptos teóricos-metodológicos respondían a la matriz norteame-ricana de la «Antipsiquiatría», que a modo tentativo, los expertos ubican en1957 cuando T. Szasz edita «Dolor Placer». Dicho movimiento, será desa-rrollado y popularmente conocido mediante las figuras de los británicos J.Berke, R. D. Laing y D. Cooper107.

En líneas generales, podemos recordar que la corriente antipsiquiátrica-que le debe también a M. Foucault, y a su edición de «La historia de la Locuraen la época clásica» hacia 1961, quien cuestionará la noción racionalista deenfermedad mental del siglo XIX y desde allí, las prácticas asistenciales de lainstitución asilar. Algunas de sus ideas fundamentales pueden esbozarse dela siguiente manera:

a. La enfermedad mental tiene una génesis eminentemente social. Lademencia individual es una falsa alternativa para enfrentar las contradic-ciones sociales, que terminaran desubjetivando (enfermando al sujeto).

b. La psiquiatría tradicional mediante sus prácticas y doctrina, es res-ponsable en buena medida, de la perpetuación de un estado de represión enel paciente con dolor psíquico.

c. El trabajo de la efectiva terapéutica es paralelo a un compromiso detipo político que bregue por la reformulación institucional. Entronizando lademocratización de las relaciones que habitan al asilo.

d. Se pone en duda el diagnóstico de la «incurabilidad»– como se aduceen casos de psicosis crónicas– de hecho creían que dicho rótulo contribuía ala perpetuación institucional del paciente en condición de tal108.

Escribía J. Berke en las primeras páginas de la obra «Viaje a través de lalocura»: «Lo que comúnmente se llama «enfermedad mental» no es una «enferme-dad» según el actual uso médico –psiquiátrico del término, sino un ejemplo de sufri-miento emocional originado por un trastorno de todo un campo de relaciones socia-les, en primer lugar la familia»109.

Aunque moderados los psiquiatras locales, trabajadores públicos delestado santafecino, tomaban en buena medida dichas apreciaciones, tantocomo algunas de las experiencias prácticas desarrolladas a comienzos de ladécada del ́ 60. Un referente concreto es «La Villa 21», pabellón inauguradopor Cooper hacia 1962, al noroeste de Londres. Allí se había implementadoun sistema de flexibilización normativa, en pos de alcanzar mayores gradosde libertad de movimiento, de autonomía personal para cada uno de lospacientes. Cooper, sin embargo no abordó dicha reconstrucción de modounilateral, estaba convencido que la extensión del universo de lo «permiti-do» para el interno, habría de corresponderse, casi naturalmente, con unareidentificación de los trabajadores sanitarios en sus funciones cotidianas.

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El desarmar la construcción de paciente como «objeto», para reconstruirla enla figura de «sujeto», era una labor que afectaría del mismo modo a los traba-jadores institucionalizados y por tanto, decía Cooper, «objetivados».

Entre los dispositivos tendientes a revertir la situación, la Villa 21 en-tronizó la comunicación horizontalizada, vía la dinámica de «asambleas».En ellas participaban los pacientes junto con los miembros del personal hos-pitalario. Se debatían reclamos y necesidades más urgentes en ambosestamentos. El segundo resorte utilizado, que por otro lado, habría de consti-tuirse en un clásico de la psicoterapia institucional, fue el abordaje clínico detipo grupal. Dicha terapéutica no sólo confiaba en el valor sanador de lapalabra, de la comunicación con el otro, sino también en el potencialtrasformador del trabajo. De esta manera era parte del «tratamientorehabilitatorio», limpiar el o los lugares donde los pacientes transcurríansus horas, lavarse sus ropas, cuidar los jardines, etc.

Todos estos dispositivos fueron tomados de la experiencia de la Villa21 e implementados en el Pabellón 3 del Hospital Suipacha de nuestra ciu-dad. La consigna general radicaba en la necesidad de democratizar las rela-ciones institucionales, caracterizadas en ese momento, por altos índices deviolencia (psíquica y física) 110.

Sciola y Lebenson creían en la participación activa del paciente en sudevenir cotidiano, en la verbalización de sus necesidades a través del meca-nismo de asamblea general y en la posibilidad de desjerarquizar los vínculosintrahospitalarios, favoreciendo la comunicación y la terapéuticarehabilitatoria. El Dr. Sialle refería en entrevista a esa grata memoria en algu-na que otra enfermera que todavía permanecía trabajando en la institución,cuando en los albores de la década del ´80 él transcurría su residencia.

La experiencia de Comunidad terapéutica duró desde 1964 a 1966, tras lareimposición de un poder decisorio autoritario en nuestro país, esta como tantasiniciativas progresistas en el campo sanitario, fueron raudamente aniquiladas.

f.2 Moffat y la Psicología social en los años ´70: La experienciaporteña de «La peña de Carlos Gardel», en el Borda.

«Todo esto fue efectivamente vislumbrado por Freud, pero, sin embargo, nopudo desarrollarlo debido a que su posición antropocéntrica e instintivista le impi-dió desplazar su atención de un ser individual a merced de sus instintos, hacia un sersocial cuyo psiquismo se organiza ante todo vincularmente».

Enrique Pichon Rivière.

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«Conversaciones con E. Pichon Rivière. Sobre el arte y la locura». Vicen-te Zito Lema 1975.

En un artículo del año 1974 Moffat explicaba su gesta; hacía dos añosque en el Borda de Buenos Aires, se desarrollaba «La peña Carlos Gardel».

«Esta comunidad Popular funciona en el fondo del Hospital Nacional Borda,hospicio dependiente del Instituto Nacional de Salud Mental. El Hospital Borda,conocido anteriormente como «Hospicio de las Mercedes», luego llamado«Neuropsiquiátrico de Hombres», queda a pocas cuadras de Plaza Constitución (elpueblo siempre lo llamó «el Vieytes»). Es el Hospital Mental de Buenos Aires (con2.500 camas) y, con el Hospicio de Mujeres, el «Braulio Moyano», son las institucio-nes que actúan como «depósito psicológico de la locura» para los porteños. Y este es,precisamente, el lugar que elegimos para realizar esta experiencia de replanteo delconcepto de locura y combatir desde esa área de demostración toda forma de represiónmental, pues consideramos que en los hospicios se lleva a los últimos Límites elproceso de represión mental (especialmente para las clases populares) que comienzaen las escuelas, sigue en las fábricas y luego puede pasar por asilos, reformatorios,cárceles, etc. Con todo, el Hospital Borda no es el peor de los hospicios argentinos. Porel contrario, tal vez sea el que tiene más posibilidades de evolucionar»...111.

Rápidamente podemos encontrar en dicho extracto, la orientaciónepistemológica con la cual, legítimamente intuiremos el abordaje de Moffatsobre la problemática de la locura institucionalizada. Hay aquí, ineludi-bles influencias de Pichon Rivière, padre de la Psicología social en la Ar-gentina y para la historia del mundillo Psi, responsable de esa analogíametafórica que vincula al Hospicio, con un espacio físico destinado a ser«depósito». Metáfora que, valga la redundancia, ha pasado a constituirseen un recurso clásico del lenguaje, en toda la comunidad de trabajadoresde la salud mental. Asi mismo, encontramos la impronta estructuralistadel marxismo, Althusser con sus «aparatos de estado», y las tesisFoucaultianas, comulgan displicentemente en la cita de Moffat. Y es que lapsicología social, fundamentalmente en las décadas del ́ 60 y ́ 70, era indi-soluble de la causa libertaria. Por ello, también se la conoció en nuestropaís como «psicología del oprimido».

Aquellos años de la Peña en el Borda, eran tiempos de efervescenciapolítica... La democracia recuperaba sus instituciones, bajo el manto emble-mático de gobiernos populares. Cámpora y Juan Perón desplegaban hacia1974, para los sectores contestatarios del cuadrante político-ideológico, laposibilidad de... «Tomar el cielo por asalto», como le oí decir alguna vez aNorberto Galasso, con motivo de la presentación de su libro sobre la biogra-fía del líder justicialista.

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Digno hijo de su padre, Alfredo Moffat descubría en 1. La cultura, 2.El afecto y 3. El trabajo, los pilares del tratamiento psíquico. El tríptico de laclínica Pichoniana es una referencia ineludible en la inmensa mayoría delos profesionales argentinos de la salud mental, formados al calor de lasreivindicaciones sociales de los años sesenta y setenta. Y aunque luego,con el inevitable transcurso del tiempo y la saludable evolución que elmismo debería desencadenar en vuestras cabezas, ellos tomaron líneas detrabajo pertenecientes a otros universos cognitivos, lo cierto es que para losalbores de la década del 80, estaban fuertemente emparentados con la psi-cología social. En su inmensa mayoría, las coordinaciones de los movi-mientos desmanicomializadores de todo el país, llevaban la impronta dePichon Rivière.

La Peña popular Carlos Gardel, había comenzado a funcionar el 20 deseptiembre de 1972, aglutinaba a pacientes, familiares de los mismos y traba-jadores organizados alrededor de la escuela porteña de Psicología Socialliderada por Rivière.

Continuaba Moffat en su artículo:«Cuando el hospital se enteró que funcionaba una comunidad en el fondo, era

ya un hecho consumado. Hubo posteriormente, y por medio de una carta de PichonRivière, dirigida a las autoridades del hospital, un reconocimientode «facto». Des-de entonces y a través de dos años ininterrumpidos, estuvimos«dentro del hospitalpero fuera de la institución». La Comunidad se organiza alrededor de un granárbol y cada sábado debemos entrar, colgar las decoraciones, carteles, etc. Luego, alterminar, descolgarlas y sacarlas del hospital, para volver a traer todo el sábadosiguiente. La reunión principal se realiza, precisamente, todos los sábados desdeaproximadamente las 15 hs. hasta las 20 hs. (cinco horas) y participan alrededorde 100 personas (incluyendo unos 20 compañeros de afuera); aunque se produceuna rotación existe un núcleo base de compañeros internados y compañeros deafuera que lleva la continuidad del proceso comunitario. Además se realizan dosreuniones menores durante la semana (martes y jueves), donde funcionan gruposde mateadas, grupos de trabajo (cooperativa) y grupos de aprendizaje (Universi-dad Obrera). La actividad de la Cooperativa está suspendida actualmente por faltade un lugar con techo. La estructura comunitaria está determinada por una integra-ción de modelos comunitarios populares; es una especie de síntesis de baile camperocon guitarra y canto, con asado, con organización de sociedad de fomento (comi-sión directiva), con simultaneidad de actividades de cafetín porteño y algo deromería con teatro, con fogones de «materos» y costumbres de pulpería (las peleas).Pero fundamentalmente vive por un sentimiento de hermandad y de compro-miso afectivo «a muerte» de cada uno con la comunidad, con la «peña», queya tiene una existencia mítica independiente de cada uno de nosotros...»112.

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En base a sus propias palabras, el andamiaje teórico y técnico de sus-tento a aquella actividad podría resumirse en: «Una movilización (u organiza-ción) de bases, que a través del rescate de la cultura popular intentara unaredistribución de la locura, operando con un nuevo esquema técnico, para luegoestructurar un modelo teórico a partir de la práctica concreta»113.

Desagregando cada uno de estos conceptos, podríamos plantear:

• Organización de bases: Tópico del trabajo.

La principal característica que debía tener para Moffat una psicotera-pia del oprimido es que la debe hacer el oprimido... «Por lo menos poner laprincipal energía para ese cambio». Aunque reconocían que, la iniciación deun proceso de este tipo requería de una primera fuerza motora externa, queprovenga de otro sistema social, del de «los sanos». «...Ese «empujón desdeafuera» es la labor de concientización del internado para que luego se organice asu-miendo su identidad cultural como grupo, conquiste un mundo mejor dentro delhospital y luego pueda reintegrarse activamente al afuera» 114.

La organización como trabajo concreto de un colectivo, en este casopacientes, implicaba para la psicología social, una relación dialéctica con laorganización en el nivel subjetivo de cada cuál. Pichon Rivière, se habíacansado de repetir que el «trabajo» es el gran ordenador de los sujetos. Pri-mer puntal para pensar cualquier tarea abocada a la rehabilitación psíquica.Desde aquí, la organización de las actividades diarias, de las tareas cotidia-nas, del aseo personal, la lectura, el orden del espacio físico ocupado, etc.,iría en dialéctico desarrollo al del colectivo específico, desde el momento enque se parte de un sujeto en interacción permanente, aún en el «Asilo».

• Rescate de la Cultura Negada: Patrón cultural. Para dichos terapeutas,toda tarea rehabilitatoria sólo comenzaba a constituirse como tal, cuando llega-ba a ser asumida por quienes eran sus beneficiarios. Dicha conciencia, implica-ba según Moffat, el anhelo de independencia cultural, la asunción de la propiaidentidad, en lo que él denominaba la «cultura negada». Escribe Moffat; (...)«Para esto es necesario todo un trabajo que podemos llamar»de arqueología cultural»,que vaya armando el rompecabezas con las piezas sueltas obtenidas a través de la historiay de la geografía de nuestra patria. El esquema»Civilización-Barbarie» es, posiblemente,la estructura cultural y económica más fundamental de nuestro desarrollo histórico» (...)Debemos aclarar por qué la identidad cultural de los grupos marginados y oprimidos(una línea que va desde el indio hasta el orillero suburbano pasando por el gaucho) es tanimportante en el caso de la salud mental. Un enfermo mental se encuentra, por momentos,alejado de su propia naturaleza tanto como de la cultura en la que le tocó nacer, por esoestá enfermo. La restitución de la salud se da cuando se reencuentra con su origen»... 115

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Moffat, siguiendo a Pichon, construye su discurso Psi desde o en estre-cha relación a la perspectiva epistemológica del materialismo dialéctico. Suabordaje, imbuido en el estructuralismo marxista, recupera la dualidad socio-lógica de las clases sociales. Pero a diferencia de otras interpretaciones másemparentadas con Gramsci, con el concepto de hegemonía como modelo depoder nunca del todo acabado, Moffat parece sentirse más cómodo con la ideade dominación». De aquí que, entre ambos estratos la tención irresoluble, sedirime en el aplastamiento de una posición sobre la otra. No hay cultura de«masas» –recordemos que dicho artículo data del año 1974–, si no un modelodominante impuesto a través de la violencia física, psíquica y social. Quienqueda supeditado al designio del capital es el «oprimido». Pues bien, la psico-terapia que pretenda servir a las clases populares, al «Oprimido», decía Pichony luego repitió Moffat, debe resignificar sus datos biográficos y grupales, en elmarco de una identidad clasista, anterior a la enfermedad.

•Redistribución de la locura: Un compromiso con el afecto. Por últi-mo, en un llamado a trabajar por el auto conocimiento en pos de revertir lasmiserias individuales a fin de construir un orden colectivo más justo.

Escribía Moffat«Tal como a la pobreza (o a la riqueza) también a la locura es necesario

redistribuirla. Los chivos emisarios no necesitarían existir si cada uno de nosotrosasumiera su parte de locura, su delirio chico o grande (...) Las situaciones de perturba-ción, de contradicciones en el desarrollo vital de una persona, especialmente el continuoproceso de pérdida que contiene el ciclo de la vida (y, especialmente, el enfrentamientoirremediable con la muerte) crea un gran monto de angustia que, reprimida o no, puedeconducir a un desbordamiento de las funciones de racionalidad del Yo y de sus meca-nismos defensivos. Ahora bien, desde el momento en que todos estamos metidos en el«mismo baile», de pérdidas, miedos y contradicciones, es injusto (además de ineficiente)realizar el depósito de todas estas cosas en determinadas personas y convertirlas, así,en profesionales de la rareza, es decir, locos» ...116.

«Hacerse cargo» se correspondía, y en realidad se corresponde de unmodo u otro en todas las vertientes que abordan el estudio de la subjetivi-dad, con el «genuino afecto». Pichon decía que en toda congregación hayun «chivo emisario». En toda familia –con mayor o menor virulencia, se-gún el grado de salubridad psíquica que esta porte como estructura– seerige un depositario de los fantasmas y conflictos subjetivos e intersubjetivosdel grupo, como tal. No basta con «querer», debe «quererse con responsabi-lidad»... Los sujetos con dolor psíquico, suelen ser poco queridos, o en elmejor de los casos, irresponsablemente queridos. El abordaje psico-social,jerarquiza nuestra necesidad de afecto en la conformación de una estructu-ra subjetiva sólida, con capacidad de pérdida y de resistencia a la frustra-ción. Reivindica el contacto físico en la relación terapeuta- paciente, e im-

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pugna «la distancia psicoanalítica» y presupuesto de la asepsia del«analista». Se me permitirá una digresión. Afortunadamente, podrían opo-nerse claros ejemplos de casos contrarios en el interior del movimientopsicoanalítico, comenzando por el propio Lacan que palmeaba y besaba atodos sus pacientes... Una entrevista del año 1977, muestra a estos dosgrandes representantes del pensamiento sobre la subjetividad –Rivière yLacan– mucho más cerca de lo que han creído los seguidores locales deambas escuelas. La nota recoge entre otras situaciones, un diálogo en el queLacan dice sonriente a Pichon; «Por qué no llama Psicoanálisis a lo queusted hace...» A lo que Rivière contesta...«Por qué no llama usted «Psicolo-gía social» a lo que desarrolla...» Risas de por medio...117.

Lo importante es que se comprenda, aunque apresuradamente, a quésignificaciones respondía la dinámica elegida en la Peña Carlos Gardel. Elpor qué de «las mateadas», los bailes «típicos», las guirnaldas de coloresadornando el pabellón y sus jardines, el encuentro cuerpo a cuerpo. Unaintervención en la práctica que reproducirá claramente el tríptico terapéuti-co: Trabajo, cultura y afecto.

Claro está que los terapeutas abocados al proceso de reformainstitucional en Santa Fe no reprodujeron la matriz del «Oprimido» en formaa-crítica. Aún sumamente influenciados por la orientación psico- social deRivière y convencidos del poder sanador del tríptico enunciado, persistió,persiste y persistirá –nos cuenta Sialle– «Una clara disidencia en torno alfenómeno del poder. Diferencia que es política e ideológica y por tanto asume unaposición singular de «estar en el mundo»118.

Enumerar los nodos que distinguen a trabajadores de la salud mental,tomando como referencia su orientación política- ideológica. Y luego, reto-mar dicho universo simbólico para encontrar allí las afecciones que a su vezproduce su práctica clínica cotidiana sería sin duda un interesantísimo temade inicio a nueva Tesis. Comprenderá el lector que a fuerza de acotamientosobre el problema cognitivo de dicha investigación, la tesista en este puntodeberá saltarse varias explicaciones y muchas pruebas que acreditan loscomentarios, limitándose a esbozar «la diferencia» mediante los dichos delos propios actores

«Nosotros éramos peronistas»...», comentó Sialle, en referencia al tema119.

La cultura para estos psiquiatras, acaso era entendida más próxima aun concepto de Hegemonía. Carentes de una perspectiva de antagonismoclasista irresoluble, se apelaba en la práctica concreta a la integración deldisidente mediante la seducción. Conscientes sin embrago, que dicha inte-gración - mirando para abajo- era sostenida en su última ratio por la amena-

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za de coacción, que imponía el cargo institucional. De todas maneras, –mi-rando para arriba-– la estrategia de reforma continuaba siendo la mismaseducción y búsqueda de alianzas amplias. Y sólo muy lejos, sobrevolandoen el ambiente, la potencial amenaza de escándalo mediático... El ABC delsindicalismo en Argentina: Golpe y Conciliación...

De aquí, el tipo y número de actos y actores involucrados en los eventosculturales realizados por la Gestión desmanicomializadora de Santa Fe, por darun ejemplo de grafique velozmente las posiciones asumidas en los actores com-parados. Por otro lado, las condiciones objetivas entre la experiencia de Moffat yestos, eran absolutamente distintas. Mientras que el grupo de psicólogos socia-les de los años ´70 se ubicaba en la periferia del sistema intrainstitucional delHospital Borda, de su jerarquía decisoria, en Santa Fe de la década del ´80, losresponsables de la reforma ocupaban la Dirección de los Hospicios.

Al cabo de poco tiempo, entendieron que ese «estar adentro, pero afue-ra» mencionado por Moffat, era imposible al menos, desde el lugar de con-ducción oficial. Comprobaron ademá que la complejidad de la trama de inte-reses intra- institucionales y extra- institucionales, impedía embanderarseunilateralmente hacia el sector más vulnerable. Imaginemos el escenariomediante este dato: Sólo la Colonia de Oliveros, dentro de la red manicomialde la provincia, alojaba hacia 1984 a 1700 pacientes. Por último, confiesanhaber elegido pensar que la subjetividad humana también era «subjetivi-dad» y no mero reflejo de las condiciones objetivas del modo de acumula-ción. Portadora de nudos específicos cincelados por colores del reino de lapsicología, la biología, la anátomo-patología, etc. Abordar tamañaconflictividad meramente desde el plano socio-político se habría considera-do un reduccionismo inapropiado.

Como último comentario sobre la comparación de experiencias –y aun-que los actores entrevistados no le adjudiquen mucha relevancia– esta tesistarecordará el peso de la biografía personal en la elección de los modelos detrabajo. Quizás nos ayude a comprender, saber que Moffat tenía una forma-ción de arquitecto. Sólo de adulto se acercaría a estudiar con Pichon en suescuela. Los representantes de la reforma psiquiátrica santafesina, eran antetodo médicos. Que se habían especializado en una de las disciplinas másextensas del sistema universitario argentino.

Un psiquiatra en nuestro país está vinculado sólo con la facultad pordiez años (creyendo que se cumple con un desarrollo académico óptimo porparte del educando). Aún parados en la antipsiquiatría, la mirada de unpsiquiatra no puede dejar de albergar de lo que Lacan llamó con desprecio«la ciencia». Y que aquí hace referencia a la mirada biofísica y funcional del

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individuo. Valga pensarlo para nuestros fueros internos: Lacan como Pichon,eran psiquíatras...

Continúa profundizando J. Manuel Sialle sobre los influjos personalesde la experiencia en el Borda:

(...) «En mis años de residente, lo de Moffat me había fascinado. Era una experienciaque condensaba en un dispositivo estético, a la clínica terapéutica y a la política, comoconstrucción de poder mediante alianzas progresistas entre «el adentro y el afuera».Aunque también me habían fascinado las ideas –por supuesto, mucho menos específicas–sobre la salud mental pública de Domingo Lliota, Subsecretario y Ministro de Salud, bajolas presidencias de Cámpora y luego de Perón. Así mismo, este se nutría de RamónCarrillo, que en la década del ́ 40, ya hablaba de las fiestas adentro del Loquero(...) En elSuipacha se venían haciendo, aunque puertas adentro. (...) ¡De esta manera comenzó elFestival de Cosquín!...En los años ́ 60, el Hospital local de tuberculosos ideó, como unaforma para recaudar fondos, eventos con artistas de la zona... Luego, con el desarrollo delos fármacos, la tuberculosis fue tratada sin necesidad de internación, y aquel lugar fueconvertido en un Hospital Psiquiátrico. Nadie inventa nada...

(...) En Oliveros necesitábamos consensos y respaldos políticos, de la Justicia, de lasorganizaciones intermedias, de los ex combatientes, de las organizaciones de DerechosHumanos... Sí, seguramente, cuando se me ocurrió la idea del «Festival comunitario», tuvepresente el recuerdo de todo esto y de La peña Carlos Gardel en el Borda, de ese gran tipo queera Moffat... Pero, que a los festivales de la Colonia de Oliveros hayan asistido durante cincoo seis años, entre 2.000 y 3.000 personas que no eran parte directa de la institución, hablade la elección de un esquema de trabajo un tanto más plural... Asímismo, debemos recordarque era otro contexto... Después de las monstruosidades de la dictadura, nadie podía niquería percibir hacia 1983 o 1984, al Presidente Alfonsín como un enemigo, o en general alstatus-quo político de la reapertura democrática, como meros instrumentos de las «clasesdominantes»... Mi mirada además, nunca fue marxista, sí dialéctica, sí materialista en unsin fin de cuestiones, pero la idea conspirativa sobre el mundo, ciertamente paranoide,entendía y entiendo que paraliza.... Con Aldo Mosotti y el resto de compañeros el desafío eradesestigmatizar a la locura e incorporarla a la comunidad...Pero la apuesta se pensó facetada,integrando al Otro disidente...Nosotros no podíamos destruir al manicomio... Aún portan-do la omnipotencia propia de la juventud, tuvimos conciencia en todo momento, de nuestrorol de meros médicos psiquiatras y de nuestro peso insignificante en la estructura jerárquicadel Estado. Aunque ello no invalida que la meta fuera convertir paulatinamente alHospicio, en un Hospital general, que tuviera entre otras especialidades, un serviciode Salud Mental. Hacia esa dirección iban al menos todos mis esfuerzos...»120.

f.3 Carlos Matus y el nuevo paradigma de trabajo en laAdministración Pública.

«PLANIFICAR significa pensar antes de actuar, pensar con método, demanera sistemática.

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La planificación es la herramienta para pensar y crear el futuroSe trata, por consiguiente, de una herramienta vital de libertad: o sabe-

mos planificar o estamos obligados a la improvisación».Carlos Matus.

La conquista que significó el usufructo colectivo de las reglas de juegodemocráticas en nuestro país a partir del año 1983, originó en el área especí-fica abordada por este trabajo, un verdadero replanteamiento epistemológicoy metodológico acerca de la concepción y el tratamiento de la locura. Peroademás, como en otras áreas de la administración estatal, un quiebre deparadigma en lo que atañe a la gestión de la cosa pública.

Concretamente en el sanitarismo psiquiátrico santafesino, la matriz degestión tradicional de tipo normativo, basada en los objetivos últimos deaislamiento, disciplina y castigo fue aguijoneada por la emergencia de signi-ficaciones que, por un lado, obedecían a las corrientes jurídicas estructuradasalrededor de la salvaguardia de los Derechos Humanos, y por otro, al nuevoparadigma de Gestión estratégica121.

De este modo, la mirada jurídica garantista aunaba esfuerzos con unaperspectiva técnica- política que progresivamente capturaría al conjunto delas direcciones de hospicios.

Ávidos de información y entusiasmados por las prerrogativas del cam-bio de régimen, funcionarios de la salud y directores de hospitales psiquiá-tricos de todo el país, a lo largo de la década del ´80, se congregaban paraasistir sistemáticamente a los congresos impartidos por la Universidad Pú-blica de Córdoba, a través de su escuela de Salud Pública, auspiciados por elMinisterio de Salud de la Nación y por la Dirección Nacional de Salud Men-tal, a cargo del Dr. Vicente Gali, con quienes los reformadores santafesinosestrecharían una fuerte relación de mutuo respaldo. En dichos encuentros,circulaban los escritos de Carlos Matus, entre otros teóricos que, venían aofrecer una nueva mirada pro-activa sobre la maquinaria estatal. A la que,ahora y desde el progresismo, se percibía como un espacio de oportunidadpara construir futuro comunitario deseable.

A modo de ejemplo, este dato nos sirve para describir el clima de con-senso generalizado sobre las metas prioritarias en lo concerniente a la insti-tución pública sanitaria, en general y psiquiátrica, en particular. Pero funda-mentalmente hay que recalcar una característica central, en dicho clima: lacontinuidad. Se comprenderá rápidamente lo que ello quiere significar, sícontamos aquí que los representantes de la reforma psiquiatrica santafesinapor ejemplo, habrían concurrido como educandos durante el período 1983-1986 y a partir de ese momento, hasta el año 1989 como educadores.

«Creo que el año 1987, marca un punto de inflexión en lo que fuera nuestra tareaen Salud Mental. Ya contábamos con el apoyo local del Ministro de Salud en Santa Fe,Víctor Reviglio, quién redobló su respaldo luego como gobernador. De Guillermo

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Weisburd, quien fuera Subsecretario de Salud durante el ministerio de Reviglio yluego, propiamente, su Ministro Sanitario. Pero este empuje político, se cristalizóplenamente a mi entender, cuando comprendimos que desde nuestra máxima referenciatécnica (la Dirección Nacional de Salud Mental) nuestra orientación (Santafecina yRionegrina) era puesta sobre la mesa –no sin discusión y diferencias– como posibleabordaje a seguir por parte del conjunto de trabajadores de la Salud Mental en el país.Recién en aquel momento de reconocimiento académico, sentí que la estrategia tomadaera un hecho. Porque aún con los cambios de humores políticos, la conciencia profesio-nal gestada en esos años, no permitiría volver a atrás...»122.

Creer en la propia capacidad de «planificar», se asumía como una nue-va y distinta –en relación al lugar ocupado por estos, en la década anterior–oportunidad de contribuir a un proyecto político. Y esta, que siempre es unaintuición natural en todo técnico con inquietudes sociopolíticas, se convertíaahora- con Matus, entre otros- en una certeza cognitiva que venía del campodel saber estructurado. Planificar, era tomar decisiones con contenido políti-co, siempre y aún con cuando la conciencia de ello fuera precaria. Represen-taba identificar «problemas» que eran considerados como tales, según elvector de interese del actor que hace el plan. Un problema decía Matus, «Es ladiscrepancia entre el ser y el deber ser» y en general, era generado y resultopor una multiplicidad de actores.

La planificación estratégica, vendría a ordenar esos problemas a fin deviabilizar soluciones. Introducía de este modo una «jerarquía» (de proble-mas y de propósitos) dando prioridades en la acción desagregada a lo largodel tiempo. El teórico les recordaría que siempre es conveniente tener propó-sitos a corto, a mediano y a largo plazo. La secuencia de propósitos suponíauna cadena, en donde el último sería necesario para abordar al siguiente.

La teoría reconocía dos situaciones que guiarían las intervencionesestructuradas; Declaración de misión y Declaración de visión. Esta última,describe en términos gráficos donde se quiere estar e el futuro. Cuenta comose «ve» que van a desplegarse los acontecimientos en 2, 5, 10 o 15 años, segúnel tipo de planificación. Así mismo, La Declaración de Misión, también alber-ga metas y propósitos, pero es más inmediata. Se abocará a detallar que tipode programas e iniciativas impulsará la organización, para aproximarse a lavisión que ha definido. En ella se explicita lo que se hará, por quién, paraquién y cómo se hará...

De alguna manera este universo cognitivo desconocido, para los psi-quiatras Santafesinos123 venía a ratificar muchas de sus elaboraciones reco-gidas en la contrastación de la práctica cotidiana. Sin embargo, el plus de lalectura de ideas sistematizadas por escrito, amplió sus universos de referen-cias y en ciertos casos contribuyó a reformular parte de las intervencionesdesplegadas en los Hospicios.

Confesaba Sialle en entrevista;(...) « Cuándo asumí primero, como sub.-Director de Oliveros, en el año 1984,

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Aldo Mosotti, que en ese momento era Director, conociendo mis rasgos obsesivos, mesolicitó que escribiera de algún modo, las ideas a desarrollar para los próximos dosaños de gestión, que era el lapso en el que teóricamente, estaríamos a cargo de laColonia. En mí habitaba la imagen de los planes quinquenales de Perón, y de hechoel verano de 1985, comencé a redactar el «Programa de la Institución», bajo lainfluencia de esa matriz. Pero, los cursos en Córdoba empezaron a dejar huellastambién en la palabra escrita. A comienzos de 1987, asumí como Director y continuéescribiendo hasta la finalización de mi cargo, en 1991, cuando pasé al A. Ávila deRosario, pero con menor grandilocuencia y mayor flexibilidad124.

Sin aminorar la potencialidad del deseo, lo de Matus era un llamado altrabajo, o mejor dicho, a la responsabilidad sobre ese deseo, que es lo mismoque «el trabajo». Porque como dice el economista brasilero Ubiratan de Souza,a raíz de la experiencia en Porto Alegre; «El futuro no se espera, el futuro seconstruye»...

Y como los sujetos se mueven por cálculo, pero fundamentalmente porsus pasiones, -ya lo precisó, antes que Freud, Spinoza hace cuatro deceniosen su «Ética»-, en Santa Fe, entendieron que no todo lo querido o anhelado,convenía ser puesto en la palabra escrita, de pública circulación. Hacia 1987,las modificaciones se agudizaron, sin embargo en los «Programas Generalesde la Institución»la información comenzaba a recortarse. Siguiendo a Matus,por un «criterio estratégico», se comprendió que antes de cristalizar ciertasmetas, debían llevarse a cabo negociaciones parciales con cada uno de losactores involucrados. Por ejemplo, la idea de la «Escuela de enfermería conorientación en Salud Mental»125, hubiese resultado un fracaso, de habersedado a conocer como objetivo de la institución, antes de la efectiva sanciónde lo que en 1986, se conoció como Ley Baltuzzi. Según Aldo Mosotti, primerDirector en democracia de Oliveros, la planta de «enfermeros empíricos»(así, se les decía en aquel momento, a aquellos formados en el oficio carentesde diploma formal) constituía en la Colonia, el 90% de la planta de enferme-ros totales hacia 1983

La conciencia en los reformadores de que, el enfermero – figura máspróxima a la cotidianeidad del paciente- era si no el principal, uno de losmás importantes problemas de la Institución manicomial, estuvo clara alcabo de los primeros meses de 1983. Varias condiciones se conjugaban paraarribar a dicha conclusión; En primer lugar, albergaban estos, una fuerteimpronta de cultura autoritaria. Recordemos que tenían un promedio deedad alto, 50 años aproximadamente, con lo cuál estaba claro, que habíandesarrollado su labor durante el grueso de los gobiernos de facto de los añossesenta y setenta. Se habían formado en la lógica del «premio- castigo»: A losque se portaban «bien», se les daba la posibilidad de charlar con ellos en elofis de enfermería, encierro en los pabellones, curas de sueño – fármacos encantidades infernales que obligaban a dormir por días- y electroshock, paraquienes desarrollaban conductas «peligrosas y/o molestas».

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Como segunda dificultad y se desprende de la primera, adolecían deconocimientos clínicos sanitarios elementales, mucho menos de aquellosespecíficos vinculados a la salud mental.

A partir del año 1984, Aldo Mosotti y Juan Manuel Sialle, comenzaríana lucubrar sobre la posibilidad de crear una Escuela en las instalaciones dela Colonia de Oliveros, en dónde el personal propio, junto con la planta deotros manicomios de la Provincia (Mira y López de Santa Fe, A. Ávila deRosario, etc.) pudiera asistir a cursos regulares de capacitación bajo perspec-tiva terapéutica y democrática.

Lo cierto es que, cuando por aquellos tiempos se abordaba a estos enfer-meros en reuniones generales, con el planteo de la posibilidad de dicha inno-vación, la negativa era casi inmediata126. Puntualmente en este caso, la meto-dología «cooperativista», sea mediante; 1. Seducción y/o 2. Argumentosracionales, se mostraban ineficaces.

Hubo que esperar, como mencionamos arriba, a que en 1986, Ley Baltuzzi,obligarara a revalidar los conocimientos de la empiria – en los casos en queexistieran- en el marco de la educación sistemática, privada o del estado. Apartir de aquel momento los enfermeros deberían contar con diploma de almenos «auxiliares de enfermería» (matriculados) para poder continuar consu a cargo en la red sanitaria del Estado. Gracias a esta coacción normativa,los reformadores manicomiales, pusieron en marcha la Escuela con orienta-ción en Salud Mental, en las enormes instalaciones de Colonia. Para 1987,comenzarían a ingresar, trabajadores del resto de Hospitales Psiquiátricosde la región. Allí distaron clases profesionales de la provincia y del resto delpaís, como el Dr. Cohen, y José Chapapietra (reformadores Rionegrinos.Nuevamente, el proceso de reestructuración institucional era tangencialmentere- legitimado.

Comenta a propósito de la actividad el Dr. Aldo Mosotti;(...) «Al principio se opusieron, en algunos casos era gente con más de cincuenta

años, que no entendía «por qué ahora, era necesario ponerse a estudiar». En su mayo-ría eran buenas personas, sin instrucción, gente de campo, de pueblo... Era lo únicoque conocían... Relaciones casi- feudales con los «psiquiatrones», le servían el café, lealcanzaban el almuerzo, les alejaban a los pacientes que podían llegar a molestarlos.La enfermería como oficio estaba- esta en buena medida- absolutamente subestimad...Estas personas, habían estado desenvolviéndose en el hospital desde los 18 años, enmuchos casos, era su primera y única experiencia laboral. Vivian en el pueblo o enComunas aledañas. Les había pasado la dictadura sin entender demasiado...

Pero con el tiempo, los nudos se fueron destrabando... Al final la Escuelafuncionó. Fundamentalmente cuando comenzaron a ingresar jóvenes sin experienciaprevia, con muchas ganas de trabajar en Hospitales psiquiátricos... Pensá en el con-texto... Había un rebrote de solidaridad de inquietudes sociales, de confianza en latransformación institucional... Contagiaban su energía... Lamentablemente, los car-gos abiertos para los jóvenes, fueron pocos, poquísimos». La renovación se daría

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básicamente, por la jubilación del personal pre-existente 127.El devenir de la Escuela de nuevos enfermeros, contribuya quizás a

modo de ejemplo, a pensar en los movimientos que caracterizan a una plani-ficación de tipo estratégica.

Había deseo y convicción en términos de argumentos racionales, porparte de los planificadores sobre la urgente necesidad de iniciarla. Sin em-bargo, la aproximación a la práctica, con los actores involucrados, demostróhacia 1984-1985, que no era el momento adecuado. Podrían haberimplementado alguna capacitación (de menor relevancia, claro) en términosobligatorios, antes de la Ley128. Pero se evaluó que el costo sería demasiadoalto, el fin de la inicial alianza: Enfermeros- Profesionales. Entonces, prefirie-ron esperar... Y mientras tanto, volcar (hostigar) con la problemática en lospoderes decisorios, ejecutivos y legislativos. Se percibía como «la mejor»,dentro de las «alternativas posibles».

La ley Baltuzzi, fue entre otros influjos, resultado del pedido explícitode en aquel entonces, subsecretario de Salud Guillermo Weisburd, que comomédico con larga experiencia en la salud pública, entendía la necesidad y laurgencia de una modificación en el personal de enfermeros. Así mismo este,según confiesa en entrevista 129 venía escuchando las demandas especificasdel sector de la salud mental puesto que;

«Cuando asumí se me encomendaron dos tareas centrales: Una era elHospital de niños de Rosario, la otra, la Colonia de Oliveros, que era unespanto; Hacinamiento (1700 personas), Un presupuesto que la dictadurahabía cortado luego de la Guerra de Malvinas, raciones de comida misera-bles para los pacientes, el personal que era un desastre»130.

f.4. Basaglia y la «Institución negada».

«Las únicas alternativas posibles son o la de encerrarse. En el ámbitoinstitucional –con la inevitable involución de un movimiento dinámico

que así se fija y se cristaliza - o la de tratar de ampliar nuestra acción a ladiscriminación y a la exclusión que la sociedad ha impuesto al enfermo mental.

¿Cómo no remontarse de lo excluido a lo excluyente? ¿Cómo actuar desdedentro de una institución sobre aquello que la determina y la sostiene»...

Franco Basaglia, ¿Qué cosa es la Psiquiatría? 1969.

Ya, con miras a relevar parte de los influjos en un plano internacional,debemos dar primacía a la reformulación institucional italiana, conducidapor Franco Basaglia. Este técnico disciplinado, luminoso intelectual y activomilitante de los derechos humanos, inauguraría una nueva era para la insti-tución psiquiátrica. Su obra cumbre; «La institución negada» (1968) relata laexperiencia de reformas en la «Comunidad terapéutica de Goritzia», tras su

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paso como Director general. Esbozando además, el conjunto de los funda-mentos teóricos, ideológicos y metodológicos que le dieron vida. Imbuida enuna tradición marxista de orientación existencialista, «La institución nega-da»131, reconocía influencias de pensadores tales como Foucault, Goffman,Guy Debord y Merlau- Ponty, entre otros, amén de los aromas recogidos delmovimiento antipsiquiátrico británicos, que se desarrollaban casi en simul-táneo a su gesta.

Advierte en su prólogo al texto colectivo que ha sido La institución negada:

«Resulta demasiado fácil al stablishment psiquiátrico definir nuestro trabajocomo falto de seriedad y respetabilidad científica. Este juicio solo puede halagarnos,puesto que en fin de cuentas nos asignaron toda la falta de seriedad y de respetabilidadatribuida desde siempre al enfermo mental, así como a todos los excluidos»132.

Sin embargo, la ruptura total con la institución asilar, a la que en últimotérmino, llevan los fundamentos de la obra, solo será concretada por Basaglia,años más tarde en Trieste. El procesamiento de los acontecimientos del MayoFrancés, radicalizó su perspectiva (originariamente fenomenológica) sobreel tratamiento institucional del padecimiento psíquico. En tanto que además,supo propiciarle de nuevos consensos acerca de las orientaciones por élemprendidas, en todo el mundo. Profesionales y pensadores de la saludmental encuadrados en lo que se denominó la antipsiquiatría, (Ronal D.Laing,David Cooper, Félix Guattari, (originariamente) entre otros) acompañaríancon beneplácito a aquella experiencia innovadora, otorgándole un lugar aBasaglia en su corriente forjada desde los años 50. El sin embargo, no sereconocería como representante de la misma aún tomando varios de suspreceptos. Eligió llamarle a su movimiento «Psiquiatría democrática».

El Hospital «liberado» de Trieste con sus «puertas abiertas», lapidó elhistórico diagnóstico de la «incurabilidad» del enfermo mental, jaqueando ala institucionalización del tratamiento psíquico tradicional sobre la base delaislamiento, la disciplina y el castigo. Sus logros fueron objetivables; Entre1970 y 1972, se producía un descenso cualitativo en la población asilada: EnTrieste, de 1200 camas para 1970, se llega a 400 para 1972.

Sus interrogaciones sobre «lo excluido» y «lo excluyente», sobre el au-toritarismo de la institución psiquiatrica, sobre el lugar de vulnerabilidademocional, social y económica que signa al «loco» en nuestras sociedades,han de constituirse en los pilares más publicitados de la reforma psiquiátri-ca Argentina, siempre hostil, valga decirlo, a reconocer junto a las grandesgestas europeas, las propias experiencia propias nacionales antecesoras...La desmanicomialización de Trieste, constituye hoy para el progresismo, lareferencia sine qua non del «universo deseable»en tanto tratabilidad delsufrimiento mental. En Italia, la práctica de Basaglia lograría llegar al jure.

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La ley de (180) de 1978 estipulaba la prohibición para la apertura de nuevosmanicomios, tanto públicos como privados, bajo un régimen de desapari-ción progresiva.

La influencia de Basaglia en la Argentina da cuenta, de lo que susbiógrafos y estudiosos133 denominan sus dos períodos teórico-prácticos. Elprimero, comprendería así, su primigenio desarrollo en la localidad deGoritzia, entre 1961 y 1968. Plasmado en «La institución negada». Mientrasque él el segundo, posterior y absolutamente radical, daría cuenta de su pasopor el Hospital abierto de Trieste, que dará paso a la producción legislativa.Analizada en libros tales como, «Morire di Classe» (1969) y en ¿Qué es lapsiquiatría? , del mismo año. Para estas alturas, Basaglia ya no creerá en laposibilidad de humanización de la institución manicomial y plantará sunecesaria, urgente y abrupta destrucción. Convencido de que, todas las con-tradicciones deben afrontarse y agudizarse en su máxima expresión. Denun-ciará que, hasta el momento, solo ha hecho de reservorio contenedor e encu-bridor de las mismas.

Su herencia conjunta, al igual que la psicología Pichoniana, ha sidotomada por los movimientos reformistas de la salud mental de nuestro paísen los años 80.

Ahora bien, retornando al eje del capítulo precedente, las cristalizacionesque supone nuestra legislación provincial de Salud Mental, podríamos arries-gar a decir que, Ley Santafesina, pese al enorme mito construido en base a laignorancia, contiene la misma radicalidad que encontramos en la produc-ción Rionegrina. Ubicándose entre una de las tres más avanzadas del país.Vuelve a repetirse, a pesar del enorme mito que se ha erigido alrededor de unexceso de «imaginario» sobre la virulencia del proceso Sureño, que alimenta-do – indirectamente- por el bajo perfil de muchos de los responsables de lareforma Santafesina, habría llevado a un inmerecido soslayamiento de losalcances en esta provincia en materia de Salud Mental y Derechos Humanos.

Durante muchos años, nos comenta Mosotti, Sialle y Althieri, se acusóa los Psiquiatras y psicólogos locales de «falso progresismo», en tanto nues-tra Ley no declaraba la supuesta «prohibición» para la creación de nuevasinstituciones manicomiales, ni obligaba a su cierre, como creían que sucedíaen Rió Negro, supuestamente bajo una fidelidad clara al proceso Italiano.

«Lo cierto es que el error de estos era doble», asegura Sialle;(...) «En Rió Negro no se mandó a cerrar nada y en Italia la Ley180, solo

fue cumplimentada en Trieste y en alguna que otra comunidad del Norte...Pero por Dios, Roma abre clínicas Psiquiátricas privadas sin ningún impedi-mento»... (...)

Cuando se lo interpela sobre estas acusaciones a Aldo Mosotti, uno delos hombres que con más dedicación ha puesto el pecho a la batalla formal,sonríe con el rictus relajado de un tipo macerado...

(...)»La Ley tiene las limitaciones y carencias propias de un texto nor-

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mativo, que nunca logra condensar la vitalidad de los fenómenos sociales, nisus conflictos, ni sus tensiones, ni sus vicisitudes. Creo que fue bastante» (...).Y se llamará a un silencio modesto... La tesista elige develarlo aquí, enun-ciando las verdaderas condiciones de aquellos universos societales con losque se compara la legislación Santafesina.

Comencemos con la ingrata tarea de desmitificación:La Ley Rionegrina de Salud mental, que como en tierra Santafecina,

data del año 1991, fue el producto de la gesta iniciada en Roca, hacia 1983.Dicha localidad tiene la magnitud de aproximadamente una comuna tipo dela provincia de Santa Fe. El Hospicio dónde comenzaría a gestarse el movi-miento desmanicomializador, General Roca, albergaba para aquellos años auna tasa de aproximadamente 50 pacientes. Volvamos a mencionar que poraquel mismo momento, la Colonia Psiquiátrica de Oliveros poseía 1.700camas ocupadas. Solo este dato bata para explicarnos la frase del Dr. JuanManuel Sialle, cuando se le interroga sobre el quehacer de sus pares sureños;

(...) «Eran otras condiciones de trabajo... (...) «Con Hugo Cohen y PepeChapapietra habíamos comenzado casi en simultaneidad. Ellos nos llevaban unosmeses de ventaja en el despliegue de los dispositivos. Sus lecturas, acerca de la ver-tiente teórica que guiaba la experiencia -modelo italiano- era más profunda y tal vezmás sistematizada. Lo nuestro a diferencia, había surgido en principio como el pro-ducto de necesidades objetivas; Hacinamiento, raciones alimentarias deficientes etc.Luego intuitivamente y más emparentados con las experiencias antecedentes nacio-nales, dentro de la antipsiquiatía y la psicología social, logramos arribar a loslineamientos de Basaglia.

(...) Yo admiraba la virulencia con que los dispositivos de externación se ibanconcatenando en Rió Negro, los consensos que rápidamente conquistaron... Lo ciertoes que eran dos escenarios diferentes, aquí las cosas debían ser más lentas, con segui-miento... (...) La psiquiatría tenía una densidad institucional enorme, los hospicioseran importantes y albergaban a mucha gente. En este sentido, Roca era virgen. Unterreno nuevo, que siquiera tenía facultad de medicina. (...)

(...) «Por otro lado, el impedimento normativo para la habilitación de centrosde internación psiquiátrica, por sí misma no puede garantizar «progresismo», ex-cepto que este sea mirado desde una perspectiva «ontológica». Dicho impedimento esestéril sí no ha de ser acompañado por la programación de espacios alternativos,intermedios, entre la regulación del mercado y el total reaseguro del Estado en lasedificaciones psiquiátricas. Esas variantes; Casas de «medio camino», redes sanita-rias primarias en efectores de salud con servicio de salud mental, (entre otras) fueronexplícitamente normadas en las legislaciones Rionegrina, Santafesina e Italiana. Ylamentablemente todas han tomado un curso dramático de absoluto ninguneo porparte de los poderes gubernativos. Se ha respetado poco, muy poco de la letra legisla-tiva» (...) 134

Existe así mismo, una segunda perspectiva crítica desde lo que podría-

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mos considerar el «progresismo», dentro de la Salud Mental, forjada al calorde los fracasos percibidos en todos estos años. Y, de algún modo, entronca conel tipo de autocríticas que quién suscribe, a oído hacerse, a los responsables dela reforma Santafesina. En el próximo capítulo retomaremos esta legítima po-sición ante las experiencias, e intentaremos propiciarle un lugar de conexióncon lo que hoy los ex funcionarios del área reconocen como errores e imposibi-lidades. Sin embargo, adelantemos aquí algunas de sus ideas.

Escribió hace algunos años un trabajador estatal de la salud mentalrionegrina, a raíz de una tragedia familiar en Roca, a manos de un pacienteexternado, que luego se suicidara.

(..)»La tragedia del tratamiento de la salud mental en Río Negro es consecuen-cia de haber tenido el triste privilegio de desmantelar y privatizar el estado en tiem-pos en que nuestros peores gobernantes nacionales solo lo soñaban. En Río Negro eleslogan fue «soñar y hacer» y se desmanteló la pobre infraestructura hospitalariaexistente, sé precarizó el trabajo en salud mental, se incumplió con lo normado en élarticulo 12 de la ley de desmanicomialización que preveía la construcción «pequeñosespacios para la internación» y además se cosecharon aplausos nacionales e interna-cionales por todo eso. Brillante si no fuera cruel y repito trágico. Trágico para lasfamilias de los que padecen y para los que padecen directamente, trágico para los quedesde las instituciones públicas (salud y justicia) no solo no tienen los medios perti-nentes sino además el sufrimiento cruel con el que deben trabajar está legalizado, eslegal que así se sufra hasta el esperado final de muerte anunciada.» (... )135

Esta es la otra voz del fenómeno desmanicomializador, a la que desde elsentido común ningún observador podrá tachar de «conservadora». En lospróximos apartados cuando analicemos específicamente el plan santafesinode reforma siquiátrica, volveremos a su merecido desarrollo. Ahora retomandoel sentido del precedente capítulo. Continuaremos con el esbozo del modeloitaliano, con su legislación y características más elementales.

La experiencia de Goritzia, según la obra colectiva «La institución ne-gada», abrigaba las siguientes enseñanzas a modo de posibles dispositivosmetodológicos en la reformulación del Hospicio.

1. Libertad de comunicación: Todos los esfuerzos tendían a que la co-municación se estableciera en distintos niveles y en todas las direcciones.Dando por tierra las jerarquías comunicativas tradicionales136.

2. Análisis en términos de dinámica individual y grupal: Ello se lleva-ba a cabo mediante el dispositivo de Asamblea Comunitaria. Reunionesgrupales abiertas a todos los actores, con una frecuencia sistemática. Escri-bía Basaglia; «En el límite, las reuniones comunitarias de servicio pueden transfor-marse poco a poco en sesiones de psicoterapia de grupo»137.

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3. Tendencia a la eliminación de los dispositivos autoritarios de rela-ción: Movimiento de horizontalización tendiente a descentralizar el poderdecisorio dentro del manicomio. Ello implicó concretamente en la experien-cia italiana la subdivisión del mando del Director en Concierto de conseje-ros, junta de delegados etc.

4. Reformulación de la terapéutica: Subordinación de la instancia clí-nica- farmacológica a diversos intentos de rehabilitación anclados en activi-dades culturales; Talleres de plástica, proyección de cine, exposición de obrasteatrales, festivales musicales.

5. Política institucional de apertura al medio: Cómo se verá más ade-lante en la descripción de la política de puertas abiertas desarrollada ennuestra provincia a partir del año 1984, Basaglia, lo planteó – aunque contutela profesional- en el testimonio de su trabajo (La Institución negada, 1968)

6. Permisividad: Prioridad del principio de tolerancia, fundamental-mente con los actino- out de los pacientes más afectados.

7. Confrontación de la realidad: Objetivo último de todos los esfuerzospor la reinserción social del sujeto con sufrimiento psíquico138.

Mientras tanto, la Ley italiana (180) del año 78, preveía lo siguienteentre otras tantas reformas:

a. Cierre progresivo de hospitales Psiquiátricos. Algo que aún no hasido posible, valga recordarlo. Aunque el plazo establecido en dicha normafue de a lo sumo 25 años.

b. Prohibición de nuevas construcciones manicomiales. Absolutamen-te contrariado, excepto en la localidad de Trieste y Padua.

c. Apertura de departamentos de hospitalización generales y/o en nue-vos centros (efectores) de Salud Mental, considerados la base del sistemasanitario del nuevo programa.( Escasamente llevados a la práctica)

d. Creación de nuevas estructuras protegidas, capaces de alojar a pa-cientes en fase de próxima externación, como un dispositivo intermedio en-tre el adentro y el «afuera». Exclusivamente para personas sin familia. Nun-ca desarrolladas.

e. Consideración «voluntaria», sobre el tratamiento hospitalario. Lasexcepciones (TSO) fueron estrictamente reglamentadas. Sancionase el dere-cho de paciente de rechazar los cuidados asistenciales. Quedando firme, eldeber de Servicio Público de garantizárselos en libertad. Dicho punto conti-núa en vigencia.

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Poco antes de morir, Franco Basaglia era nombrado coordinador de losservicios psiquiátricos de la región del lazio. Un cargo eminentemente políti-co que lo obligaba a reinstalarse en Roma. Desde allí daba una profundaentrevista a Michelangelo Notarini, para quién Basaglia de ser «un psiquia-tra antipsiuiatra», era en esta fase de su vida un «político antipolítico». Adoce años de la publicación de la «Institución negada», y con dos años decurso de la Ley de Salud Mental, testimoniaba;

(...) «Soy conciente de que sigo inmerso en las redes de la ideología y dela falsa conciencia, en la contradicción entre ideología y utopía. Mi presun-ción es la de haber construido un modelo utópico que puede ser ansiadocomo ejemplo, pero no plenamente expresado sin reconciliarlo consigo mis-mo y con el mundo» (...)En cierto sentido, he partido de una negación de lacultura de la pobreza. La psicología fenomenológica, que es la cultura de laque provengo, afirma la pobreza como valor. Yo digo miseria, miseria psíqui-ca, miseria de clase, y me niego a convertirla en materia de contemplación.Esto es lo que hace la ciencia, Hablar de casos logrados, de soluciones ele-gantes, adjetivos estetizantes y contemplativos. Tanto Lukac´s como Einstein,desde puntos de vista muy diferentes, han observado este aspecto estético dela ciencia» (...)139

A modo de balance sobre la situación general de la salud mental euro-pea, luego de casi treinta años de la epopeya italiana, Félix Guattari apunta-ba en un congreso internacional.

(...)»las cosas se deshicieron mucho porque todo se deshizo en Europa. Actual-mente atravesamos un período de hielo, pero el problema sigue ahí. Afortunadamen-te, aún perduran algunos centros alternativos muy interesantes que se originaron apartir de esa red, por ejemplo en Trieste, en torno a Franco Rotelli, que es el sucesor deBasaglia. Ahí asistimos a un principio de síntesis entre diferentes perspectivas. A lavez, hay todo tipo de actividades micro sociales, con la creación de cooperativas, enlos cuales se encuentran no solamente los antiguos enfermos mentales, sino tambiénpersonas con problemas sociales, delincuentes, cesantes, prostitutas. Son centros decreación institucional muy apasionantes. Siempre hay esa perspectiva de acción en elcampo social, no solamente en Italia, sino a nivel internacional. El grupo de FrancoRotelli interviene en Brasil, Grecia, entre otros países» (...)140

Hacia 1988, algunos profesionales argentinos arribaban a Trieste, in-quietos por observar el programa de desinstitucionalización italiana. Desdeel campo sistémico se escribía lo siguiente;

(...) «Acababa de volver de Italia, donde había coordinado el grupo de volunta-rios del modelo en Trieste, en el cual se trabajaba –sin colocarle el rótulo– de unamanera sistémica. Redes sociales se entretejían en la experiencia: el trabajo

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interdisciplinario de médicos, trabajadores sociales, enfermeros, psicólogos, artistas,y muchas otras profesiones que convencionalmente no se asocian al trabajo con lalocura. Diversas instituciones gubernamentales, municipales, privadas, tanto educa-cionales, gastronómicas, como asistenciales, entre otras, buscaban mancomunar susesfuerzos para poner en práctica una ideología desmanicomializante. Sesiones tera-péuticas sin y con el marco referencial del consultorio, podían desarrollarse en pla-zas, cafeterías, paseos a la vera del Adriático. Talleres de teatro, costura, escultura,pintura, cocina, una peluquería, un restaurante y cafetería, un centro de salud men-tal, un jardín de infantes y un gran parque, se encuentran tras los muros del exhospicio de San Giovanni en el centro de Trieste.» (...)141

Por último, y a fin de comprender los canales de influencia del modeloitaliano en la argentina, hacemos referencia a la interesante asociación quepropone María Stella Goulart, en sus tesis doctoral, sumamente rigurosa enlos medios de verificación y profusa en datos inéditos, recabados tras suinvestigación en la propia localidad Italiana.

Goulart plantea la hipótesis de la gesta desmanicomializadora comoun nuevo tipo de organización socio- política, al estilo de lo que Cohen yArato o el propio Habermas, llaman «nuevos movimientos sociales». Ellonos sirve para reflexionar sobre el juego de alianzas de actores y respaldospolíticos que toda intervención pública requiere para garantizarse sustenta-ble a través de los años.

Escribe la autora; (...)»La especificidad de este movimiento social de profesionales de campo de la

salud mental residió en la capacidad de promover una peculiar alianza entre losprofesionales de salud mental y su clientela en la lucha por los derechos humanos,revelando la dimensión eminentemente política de la relación contractual que seestablece entre los psiquiatras y sus pacientes.» (...)142

Su tesis intenta demostrar las afluencias de perspectivas políticas, teó-ricas y cognitivas que intervinieron en el desarrollo del plan Basaglia. En-cauzadas por la convicción común de defensa de los Derechos Humanos,cualquiera sea su intensidad según el tipo de actor y el grado deimbolucramiento dentro de la problemática. Así, realza el papel de los fami-liares de damnificados, la ayuda de los militantes de izquierda en torno alP.C.I, los sindicatos, en donde se enrolaba el personal sanitario del nosoco-mio de Trieste etc. Gracias a lo cuál, es fundamentalmente posible hacia1978, la promulgación de la Ley 180.

En base a las hipótesis que sobrevuelan la investigación de Goulart,uno se atrevería a pensar que la maravillosa frase que inmortalizara nuestroquerido Roberto Arlt; «Ganaremos por prepotencia de trabajo» – cuandohacía referencia a la multiplicidad de a izquierda argentina hacia 1920- tran-quilamente podría haberle pertenecido a Franco Basaglia. Y tal vez, sea legí-timo darla por propia, a todo transformador que lleva a cabo su proyecto

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desde los márgenes del status – quo, en cualquier rincón del planeta.Explica Goulart; (...) «La referencia al concepto de movimientos sociales nos

permite comprender la Lucha Antimanicomial, no como un movimiento corporativistao clasista que objetivisa la realización de sus intereses particulares, pero como unainiciativa de auto producción normativa de la sociedad. Son experiencias asociativas,flujos de relaciones sociales, que, notoriamente, luchan por la transformación del ordensocial establecido, pero cuyas reivindicaciones apuntan también para el cotidiano,interactivo, buscando establecer nuevos patrones de sociabilidad, más solidarios y de-mocráticos. Se enfatiza por intermedio de ellos, las dimensiones de producción deconsenso y reciprocidad, en la medida en que son potencialmente capaces de producirsentido (significado e intencionalidad) y desafiar el poder constituido» (...)143

Trasplantar las conjeturas arriba citadas a la Provincia de Santa Fe,conllevaría sin dudas, a incurrir en un «estiramiento conceptual», del quenos alerta Sartori. Porque la grandilocuencia y / o capacidad de movilizarrecursos por parte de las alianzas que la teórica brasileña descubre en Italia,no encuentra proporciones similares ni en la provincia pampeana, ni en RióNegro. La ausencia de Ley marco de Salud Mental, para todo el territorionacional, es prueba de ello. Por otro lado, la tesista se permite dudar de lamismísima significación de «nuevos» movimientos sociales. El renombradosentido «simbólico» de la acción; ¿No es inherente a la actividad política deayer, de hoy, de mañana? ¿A que se alude concretamente cuando se habla denuevos patrones de sociabilidad?. El hecho de que en muchos casos, no seavance del «simbólico» al «real» (parafraseando los registros Lacanianos)de la gestión cotidiana de la cosa pública, no puede leerse como «innova-ción» en la ética y la estética del patrón de organización sociopolítica. Enlíneas generales, nos limitaremos a afirmar que, es sumamente discutible laaseveración que entroniza características «ex-novo», en los ejemplos de refe-rencia (movimientos feministas, ecologistas, pacifistas y/o de desarme, reli-giosos, de identidad sexual, urbanos etc) con respecto a las tradicionalesformas de organización política. Por otro lado, los pensadores que han ali-mentado esta categoría, Cohen y Arato, Habermas, Offe, Turaine, CharlesTilly,Olson, Guiddens144 entre otros, tiene como universo referencial a lospaíses más avanzados de Europa del norte, tras los influjos de la creatividaddesplegada en Mayo del 68. Nada más contrario a ese escenario, que nuestropaís en los albores de la democracia, azotado por la cultura autoritaria, laespeculación financiera, el desaguase de la producción manufacturera y eldescabezamiento de la dirigencia obrera.

La hipótesis sostenida por la Doctora M. Stella Goulart en torno a laexperiencia italiana, es señalada aquí, a fin de aportar elementos que nosayuden a comprender las dimensiones de negociación que supuso el Progra-ma Basaglia, cristalizado- en parte- en la Ley 180, la multiplicidad de actores eintereses involucrados. Para desde allí, conectar semejanzas y diferencias en

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el proceso Santafesino. Lo que tangencialmente implica sostener que, las ense-ñanzas de Basaglia no se reducen a lo epistemológico / metodológico, desde elsaber psiquiátrico específico, menos a lo ideológico, en términos del conjuntode ideas «racionales», cristalizadas apriorísticamente, bajo un andamiaje teó-rico, con el cuál intentamos ordenar el devenir del mundo y nuestro lugar en elmismo. Si algo de la transformación en Trieste, ha logrado penetrar profunda-mente, en los responsables de la reestructuración psiquiátrica de vuestra Pro-vincia, es el exitoso proceso político de alianzas y negociaciones en la búsque-da de consensos sociales y de poder decisorio en el Estado.

Continua Goulart; (…) «El Movimiento de Lucha Antimanicomial comenzócomo un movimiento de psiquiatras. Con el tiempo, tiende a incorporar a laicos,usuarios de los servicios psiquiátricos y sus familiares; otros profesionales – comoenfermeros, sociólogos, artistas, asistentes sociales, etc. -; voluntarios; otros movi-mientos sociales y operarios; y otras asociaciones de profesionales, como la Magistra-tura Democrática. El gana, en el proceso de constitución del Movimiento de LuchaAntimanicomial, carácter inclusivo, además de tender a un deslocamiento desde lacondición de forum de especialistas para la de un forum ampliado de lucha por losderechos humanos.» 145

Mantengamos presente el extracto de la entrevista antes mencionada, auno de los responsables de la reforma local, dónde se comenta la estrategiaadoptada; «(...) En Oliveros necesitábamos concesos y respaldos políticos, de laJusticia, de las organizaciones intermedias, de los ex combatientes, de las organiza-ciones de Derechos Humanos»... 146.

Goulart analiza desagregadamente las diversas entidades intervinientesen el movimiento antimanicomial italiano, con miras a enfatizar la dimen-sión colectiva y multiorganizacional. Su recorte del proceso histórico permi-te destacar los siguientes momentos críticos, a sí como sus protagonistasrelevantes:

1. El momento de estructuración discursiva del MovimientoAntimanicomial, que entiende, aconteció en 1964, con la presentación de lacrítica radical a los manicomios en los eventos profesionales de Bologna yLondres (congresos internacionales de Psiquiatría)

2. Punto de publicitación del entonces ya constituido grupo Goriziano,hacia 1967 -1968. (Conjunto de profesionales del Psiquiátrico de Goritzia,junto con los que Basaglia redacta «La institución negada); El trabajo enGoritzia contó con la participación, mayor o menor, de muchos profesiona-les, por períodos diversos, a lo largo de 10 años de su existencia. LosGoritzianos fueron muy frecuentados por profesionales, estudiantes y lai-

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cos, que, o hacían visita o trabajaban voluntariamente por un cierto período.Tomaba el estilo de trabajo desarrollado por el equipo: guerrero, liberal einformal (con relación a las jerarquías profesionales e institucionales). Setrataba de un intenso cotidiano de trabajo, pleno de reuniones, discusiones yasambleas, con énfasis en la cooperación no apenas entre el cuerpo técnico,sino también entre los pacientes, que eran invitados a participar activamentede la dinámica terapéutica e institucional. Ese equipo inicial, los Goritzianos,no fue constituido de manera aleatoria, creé Goulart, que en líneas generalesse trataba de hombres brillantes. En dicho grupo inicial, se destacan losnombres de algunos profesionales que se convirtieron en los principalesresponsables de la sustentación de la experiencia como: Slavich; Pirella;Casagrande; Schittar, Jervis; y Comba, con gran experiencia en el modeloantipsiquíatrico de cuño británico. Eran, además de psiquiatras, en su mayo-ría, intelectuales de porte, que integraban el grupo de invitación de FrancoBasaglia y que tenían conciencia del desafío de la experiencia.

El cuadro conceptual de referencia de los primeros Goritzianos, segúnGoulart, fue definido por Slavich como el de la antropofenomenología,existencialismo, siendo que, en el contexto psiquiátrico, algunos se dedica-ban más a la psicopatología (estudios) y otros, a una perspectiva de tenden-cia existencialista (pautada en los textos de Sartre). Añadiríamos la fuerteinfluencia del pensamiento de izquierda proveniente del marxismo, posible-mente introducido por Pirella y Jervis, quienes tenían vínculos partidarios.

Una vez agotada su experiencia en 1971, continuaron abordando otrosfrentes, construyendo espacios de expansión del MovimientoAntimanicomial: Parma (1969), Arezzo (1971), Reggio Emilia (1969), Ferrara(1971), Trieste (1971), Pordenone (1972), Venecia (1972), además de Génovay Torino (al final de los años 70). En Venecia, Génova, Pordenone Y Torino, laestrategia sería abandonada hacia comienzos de los años 80. Esta expansiónestuvo relacionada con un importante esfuerzo de negociación por espaciospolíticos y recursos públicos. Los mismos se encontraron parcialmente en elPartido Comunista Italiano y en la Democracia Cristiana, luego, en el apoyode los gestores públicos democráticos de las provincias italianas menciona-das. Lamentablemente ninguno de los dos recursos de poder (influencias ydinero) fueron lo suficientemente sustentables para garantizar la definitiva eirrevocable implementación del programa en toda Italia.

3. La aprobación de la ley Mariotti, en 1968; Antecedente importante enla Ley 180.

4. La sintonía con el Movimiento Estudiantil y con las diversas iniciati-vas societarias de crítica y protesta de los años 60 y 70;

5. El momento de aproximación del PCI, en el evento del Instituto Gramsci,en 1969, cuando el Movimiento se coloca como un proyecto olvidado.

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6. La creación y vehiculación del período a Fogli di informazione, a partirde 1971; Sus mecanismos de presión están en la construcción de alianzas conlos movimientos sociales, con su repertorio de acciones de protesta, pero tam-bién con la posibilidad de darlos a conocer al conjunto de la Sociedad. Endicho objetivo fue clave la conformación de medios de difusión Revistas talescomo «Assistenza Psichiatrica y Vita Sociale» y «Fogli di informazione»); en elfortalecimiento y politización de los foros de encuentro profesional; y en laestructuración de espacios de formación profesional alternativos.

7. La constitución de la Psiquiatría Democrática, en 1973; En 1973, al-gunos participantes del Movimiento Antimanicomial lanzan la PsiquiatríaDemocrática - una asociación civil, inspirada en la Magistratura Democráti-ca de los abogados italianos147.

La Psiquiatría Democrática expresa un segundo momento que identifi-ca de la Lucha Antimanicomial, siendo una organización fundamentalmen-te política, que no se reportaba a la especificidad de las experiencias localesy técnicas. Su creación indica una reorientación en el esfuerzo de expansióncuando el movimiento estudiantil y, del resto, de los movimientos de protestaitaliana recrudeció en los años 70. La PD invirtió en la auto-organizaciónnacional del Movimiento. Por intermedio de ella, fueron abiertos espacios dediscusión: foros públicos en los cuales dialogaban técnicos, laicos, enfermosmentales o usuarios de los servicios psiquiátricos, comunidad, administra-dores públicos, psicoanalistas de izquierda, intelectuales de formación so-ciológica progresista, planeadores, defensores de derechos civiles, profeso-res y estudiantes de centros, universitarios progresistas y diversas institu-ciones envueltas en el desafío del proceso de reforma que se estaba configu-rando. Por intermedio de la PD, los psiquiatras y sus aliados, especialmentela Magistratura Democrática, reaccionan a la legislación psiquiátrica de 1968(Ley Mariotti), entendida como limitada y reformista, y que rompe con laSociedad Italiana de Psiquiatría, colocándose como alternativa concreta parala asociación profesional. La expresión «psiquiatría democrática» surgió demodo que contrapone los términos de naturaleza técnica y política, de formaque ameniza el primero: La psiquiatría. Pero, además de esto, había la inten-ción de operar distinciones en relación con la antipsiquiatria, que negaba ala psiquiatría como ciencia y, en buena medida, la propia enfermedad men-tal. Esta no era la posición italiana. El nombre Psiquiatría Democráticaexplicitaba una connotación más inclusiva y menos partidaria.

8. La realización del primer congreso de la PD, en 1976; Los eventosposteriores serán de particular importancia: el Congreso Nacional de Psi-quiatría Democrática, en 1976, dado en la ciudad de Arezzo, donde Pirellaimplementaba el proyecto de desinstitucionalización. Cuyo eje será, el 2tra-

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tamiento de la salud mental en las leyes regionales» y en la reforma sanitariade 1968; En segundo lugar, se hace mención al III Encuentro Internacional deAlternativas a la Psiquiatría, en 1977, en Trieste.

9. La aprobación de la ley 180, en 1978.

Ella responde, básicamente, a las presiones corporativistas de la Aso-ciación de médicos de los hospitales psiquiátricos, AMOPI (Zeloni, 1965),que fueron activos a mediados de los años 60, protestando delante de lascondiciones de trabajo de psiquiatría. Creaba la posibilidad de la interna-ción voluntaria; de la contratación de equipos de salud mental; y de la cons-titución de servicios territoriales o extra-hospitalares.

Ya la Ley Basaglia es una respuesta política que canaliza redefinicionesde mandato institucional y procedimientos para los psiquiatras. Ella asegu-ra una ciudadanía y la posibilidad de una reinserción para los usuarios delos servicios psiquiátricos. Esta segunda reforma es tributaria del Movimien-to Antimanicomial, pero viabilizada por la red social que lo apoyó y susten-tó. Deben ser incluidos no apenas los militantes del MovimientoAntimanicomial, como también otros movimientos sociales que lo integra-ron un amplio grupo de la Psiquiatría Democrática, la PD, como la Magistra-tura Democrática y el Movimiento sanitario.

Se amenazó con la posibilidad de llamar a referéndum, y con este afavor, se darían por inmediatamente ilegales a los manicomios existentes. LaLey 180 fue votada en estado de urgencia, entre otras cosas, para evitar unacrisis política e institucional entre PCI y DC.

f.5 Posicionamiento OMS-OPS hacia 1978: Concepto deMedicina Comunitaria.

«El desarrollo económico y social, basado en un nuevo orden económicointernacional, es de una Importancia básica para poder conseguir de maneracompleta la salud para todos, y para reducir la diferencia en el estado de saludexistente entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo».(Alma ata 1978)

Los planificadores de la reforma en Salud Mental de la Provincia deSanta Fe, confiesan en entrevistas, artículos científicos148, documentosinstitucionales etc., su adhesión a la política institucional impartida por laOrganización Panamericana de la Salud, a partir del año 1978- casualmenteaño de promulgación de la Ley Basaglia-

La exposición de las nuevas concepciones se produce en la ConferenciaInternacional sobre Atención Primaria de Salud, en Alma Ata (Kazajstán) exUnión Soviética, hacia 1978.

En realidad, el encuentro de Alma Ata estuvo patrocinado por las agen-

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cias gubernamentales de los 100 países adherentes, sin embargo la OMS yUNICEF, apadrinaban el encuentro.

La consigna de la jornada: «Salud para todos en el año 2000», contócon el aval de la OMS UNICEF, FMI y Banco Mundial quienes se compro-metieron a trabajar de manera integrada y progresista por la concreciónfáctica de la consigna.

La herramienta técnica que viabilizaría la atención de las necesidadesbásicas sanitarias de la población, fue presentada como «Atención Primariade Salud» (APS). Los principios de la misma habían sido tomados de Chinay de diferentes experiencias de programas de salud no gubernamentales eAmérica Latina y Filipinas, entre otros.

El concepto de APS tenía fuertes implicancias sociopolíticas. En primerlugar, hablaba de la necesidad de una estrategia de salud integral que nosolo abasteciera de servicios de salud, sino que afrontara las causas funda-mentales, sociales, económicas y políticas de la falta de salud. Dicha estrate-gia debía – tal como fue explicitado en Alma Ata149– promover una distribu-ción más justa de los recursos.

«Es necesaria una política clara por la cuál los países más influyentesse comprometan a realizar una distribución mas justa de los recursos parapermitir a los países en desarrollo y, de forma especial a los menos desarro-llados, poner en marcha la APS»

(...) «El compromiso político por la APS, implica algo más que un apoyoformal por parte de los gobiernos y los líderes de la comunidad (...) Para lospaíses en desarrollo en particular, implica la transferencia de una mayor canti-dad de recursos sanitarios a la mayoría desatendida de la población. Al mismotiempo, es necesario aumentar los presupuestos nacionales de salud»...150

Algunos de sus fundamentos establecían que:

1. La atención Primaria, debería reflejar las condiciones económicas ysocioculturales, así como las características políticas del país y de sus comu-nidades, desarrollándose a partir de ellas. Basada en los resultados de lainvestigación social, biomédica y de servicios sanitarios, así como en la expe-riencia (particular de cada comunidad) sobre salud pública.

2. Tomaría las tres instancias sanitarias de; Promoción, prevención ytratamiento o rehabilitación. Puesto que la problemática sanitaria era abor-dada desde una matriz comunitaria integrada. Por ello mismo, atribuía sumaimportancia a la «educación» dada sobre los nudos sanitarios fundamenta-les de cada colectivo social. Por primera vez, a nivel internacional la OMS,hacía referencia a temáticas del tercer mundo tales como; Agua Potable,anticoncepción o «planificación familiar responsable», saneamiento básicode vivienda, asistencia materno-infantil, nutrición, desnutrición, prevenciónde enfermedades infecciosas, etc.

3. Implicaba, además del sector sanitario, a todos los sectores relaciona-

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dos y a diferentes aspectos del desarrollo nacional y comunitario, en parti-cular, la agricultura, los animales de labranza, la industria alimentaria, laeducación, la vivienda, los servicios públicos, las comunicaciones y otrossectores. Solicitando esfuerzos coordinados por parte de los mismos.

4. Hablaba de «auto desarrollo comunitario e individual» al máximoposible, con participación en la planificación, organización y control de laatención primaria sanitaria, con miras a un uso más completo de los recur-sos locales y nacionales y de otros recursos disponibles; y

5. Para finalizar, llamaba a desarrollar, a través de una formaciónapropiada, la habilidad de las comunidades para participar, en las decisio-nes sanitarias del Estado.

Referirse a la salud» «participativa», «comunitaria» en la decisión delas estrategias de atención, tanto como en su ejecución, era algo absoluta-mente novedoso, para la matriz de tipo normativa, reinante en la argentinadel genocidio hacia fines de la década del 70.

Dicha matriz, (APS) para pensar la salud de todos, habría sidoresignificada por los responsables políticos Santafesinos del área sanitariahacia comienzos de los 80, y reubicada en el contexto de la Salud Mentalespecíficamente, por parte de los planificadores de la reestructuraciónpsiquiatrita.

Un claro ejemplo de esta adopción, sería la concreta demanda de, incor-porar el centro de salud comunitario (generalmente periférico) a la estrategiasanitaria de contención, para el contingente psiquiátrico externalizado. Através de la incorporación de un servicio de Salud Mental, dentro de lasespecialidades nacionalmente normadas para los mismos (Pediatría, Clíni-ca, Obstetricia y Traumatología151.

Esta propuesta tan solo fue recogida en el año 1987, por el Dr. GuillermoWeisbur, ministro de salud de la provincia por aquellos años. Weisburd seabocó junto con la enorme mayoría de los trabajadores de la Salud de laProvincia, de todas y cada una de las especialidades en general, durante elperíodo 87 - 88, al diseño de lo que sería el Modelo Provincial de Salud152. Elmismo, daría cuenta de los lineamientos más significativos de su gestión,implementando así mismo, reformas estructurales de largo plazo en el con-junto de la estructura sanitaria de la región.

Una de esas intervenciones, otorgaba materialidad al pedido por partede la comunidad Psi, de adherir la especialidad de Salud Mental a losefectores primarios. Contribuyendo de este modo a la asistencia clínica tera-péutica del paciente externado. Confiriéndole una nueva posibilidad detratamiento a él, y a la institución psiquiátrica, que no fuera solo aquel bajocondiciones de reclusión.

Lamentablemente dicho programa que logró reunir gran parte del con-senso de los trabajadores de la salud, se truncó cuando estaba listo para suimplementación.

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Nos comenta el Dr. Aldo Mosotti en entrevista:«Nunca había visto tanta inquietud, tanta movilización y participación de

todos los colegas médicos, corría un río de entusiasmo enorme. Weisburd había reco-gido para nuestra área, prácticamente la mayoría de las cosas que desde hacía dosaños, a tientas y sin experiencia institucional, veníamos reclamando; El servicio deSalud Mental en los efectores de salud, en los Hospitales generales, convenios con losmismos para derivación de pacientes en condiciones próximas a la externación, envióde recursos humanos especializados en salud mental, para cubrir el déficit de perso-nal «capacitado»- porque personal sobraba-, cursos y congresos de formación engestión pública para directivos y altos administradores, etc., etc.

Significó una enorme decepción para todos que al final, no pudiera ponerse enpráctica su programa, y por razones mezquinas... Los sindicatos sentían que perdíancontrol, los senadores provinciales igual...El senado provincial, creo, es el reductomás conservador del Estado. Fue una pena

Sin lugar a dudas, el período 1983-1989, con el Ministerio a cargo del Dr.Reviglio primero, y luego con Guillermo Weisburd, ha sido él, más próspero en lasalud pública de la Provincia, en los últimos treinta años»... 153

En entrevista, el propio Weisburd, comentará que efectivamente su tra-bajo comenzado en el año 1984 como subsecretario, no tuvo curso normativo.

Cuenta al respecto;(...) «Aún cuando muchas medidas ya habían sido tomadas e implementadas, el

Programa Provincial de Salud, pensado sistemáticamente como estuvo, desde el año1984, fue rechazado por el poder legislativo de la Provincia. Eran tiempos durísimos,de inflación, déficit fiscal, a ello se le sumó una terrible resistencia de los sindicatos...

Nosotros habíamos estudiado el programa de Lliota durante el gobierno deCámpora y luego de Perón y tomamos gran parte de aquellos criterios dinámicos yfuncionales. Sin embargo, entendíamos que sus fracasos se había debido a un exceso deestataliad, lo de Lliota era todo público. Lo nuestro se pensó como algo más bien mixto,porque era otro país, con otro presupuesto, no podíamos dejar a afuera cierta ingerenciaprivada o a cargo del mercado...

El Programa diseñado tenía al menos tres ítems fundamentales; En primer lugar,introducíamos un escalafón para profesionales. Ello implicaba reclutar una gran can-tidad de profesionales que fueran Full time, con incompatibilidad para ejercer fuera dela órbita pública. Por supuesto, ello entre otras cosas, requería salarios adecuados adicha exigencia, los cuáles nunca me fueron aprobados. Pero fundamentalmente por-que el sindicato se opuso a esta restricción en el ejercicio de la profesión.

¿Vos sabes lo que era el Estado hacia 1984?...Un desastre! .Sus recursos huma-nos eran un desastre, aniquilados por el proceso... Nosotros pensábamos en el media-no y largo plazo, en rearmarlo según criterios de idoneidad y meritocracia, ofrecía-mos capacitación en todos los niveles...Metíamos la cláusula de incompatibilidadpero pretendíamos salarios acordes, buscábamos reclutar un equipo técnico que noexistía...

El segundo punto que me parece importante, era el de «autogestión sanitaria»,

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pero no como la que existe hoy en día....Por ejemplo, mediante un censo poblacional,detectamos aquel segmento que no tenía ningún tipo de recursos. Para estos se crearíala Obra Social de los Carenciados, al que llamamos Evita. Era como una especie dePAMI subsidiado por el estado, así, cada hospital general cobraría a ellos mediante laObra Social que en última instancia cubría el Fisco. Para el resto, se establecierontasas mínimas en los servicios de complejidad (aquellos que requerían la utilizaciónde aparatos etc.). De esta manera cada Hospital tendría un ingreso manejado por sucooperadora interna, además del presupuesto general otorgado mediante la subsecre-taría de logística del Ministerio de Salud.

Para las zonas de promoción (Atención Primaria) se sostendría la modalidadtradicional de abastecimiento exclusivamente público, porque esta área no tiene posi-bilidades de crecer. Nos manejábamos con un criterio de «Producción». ¿Y que esproducción en salud?... Lo mismo que en cualquier disciplina....Trabajo, resultados...Amás trabajo y mayores resultados, mayor producción. Teníamos diseñado un sistemade incentivos, por el cuál se percibirían diferencias presupuestarias, según los pro-ductos. Porque no se pueden otorgar las mismas partidas sin hacer una evaluaciónprevia de las demandas que cada hospital cubre o «debiera cubrir»...

Y esto último se concatena con un tercer aspecto que nos pareció central a la horade pensar la política sanitaria; El uso de un criterio regional, en función de la ofertasanitaria existente- y si en algún momento teníamos mayores recursos-, en función dela oferta que «debería» existir. Y acá, entraba la idea de descentralizar, de crearefectores en zonas de la región abandonadas, como lo fue siempre, el Norte Santafesino...

En fin... Ese plan se publicó... Mirá, los otros días tuve una grata sorpresa,cuando vi sacarle una fotocopia del mismo, a una estudiante de medicina. Debe andarpor la biblioteca» (...) 154

f.6 Declaración de Caracas (1990)

Más específicamente en el área que nos compete, el hito internacionalha de producirse para los planificadores locales, con la Declaración públicade Caracas, en 1990.Este es el texto de la Declaración adoptada el 14 denoviembre 1990 por la Conferencia sobre la Reestructuración de la AtenciónPsiquiátrica en América Latina dentro de los Sistema Locales de Salud (SI-LOS) convocada por la Organización Mundial de la Salud / organizaciónPanamericana de la Salud,(OMS/OPS) con el apoyo técnico y financiero delInstituto de Investigaciones Mario Negri de Milán, Centro Colaborador enSalud Mental de la OMS, fue auspiciada por las siguientes entidades;

• Asociación Mundial de Psiquiatría• Asociación Psiquiátrica de América Latina• Centro Colaborador en Salud Mental de la OMS, Universidad de

Umea, Suecia

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• Centro de Estudios e Investigación en Salud Mental de la Región deFriuli, Trieste, Italia

• Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Organización deEstados Americanos (OEA)

• Consejería de Sanidad de Asturias, España• Diputación Provincial de Valencia, Servicio de Salud Mental, Va-

lencia, España• Dirección General de Ordenación Sanitaria de la Comunidad de

Andalucía, España• Federación Mundial de Salud• Servicio de Psiquiatría de la Unidad Sanitaria Local de Livorno, Italia• Servicio Psiquiátrico del Servicio Sanitario de Reggio Emilia, Italia• Sociedad Interamericana de Psicología• Sociedad Venezolana de Psiquiatría

Participaron así mismo, en la reunión representantes de las entida-des patrocinantes;

• Juristas; miembros de los Parlamentos de Brasil, Chile, Ecuador, Es-paña, Mendoza(Argentina), México, Panamá, República Dominicana, Uruguay yVenezuela; y

• Delegaciones técnicas de Brasil, Colombia, Costa Rica, Curazao, Chile,Ecuador,Estados Unidos de América, México. Nicaragua, Panamá, RepúblicaDominicana, Uruguay y Venezuela155.

Como puede percibirse, el posicionamiento de la OMS, recogía un vastoconjunto de actores internacionales, dentro de los cuales se encontraban losresponsables de algunas de las expresiones psiquiátricas más progresistasdel mundo, como es el caso del Centro de Estudios e Investigación en SaludMental de la Región de Friuli y la *Comisión Interamericana de DerechosHumanos, Organización de Estados Americanos (OEA.

En el documento, la OPS- OMS, como organismo supraestatal plantea-rá, la «reestructuración de la atención psiquiátrica en América Latina», den-tro de los sistemas de salud integrados (SILOS.Dicho posicionamiento retomaen su fundamentación, la normativa vigente sobre derechos humanos y supublicación, es inmediatamente posterior a la Declaración de Luxor (1989),primera en referirse específicamente a los Derechos Humanos de los enfer-mos mentales.

De esta manera, Caracas ligará en un tríptico que se mantendrá hastanuestros días; la reestructuración psiquiatrita, la Atención Primaria deSalud- con su concepto de Medicina Comunitaria- y la Perspectiva jurídi-

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ca de la Doctrina de los Derechos Humanos.Algunos de sus puntos establecen que:

«La atención psiquiatrita tradicional no permite alcanzar los objetivos compa-tibles con una atención «comunitaria» «descentralizada» «participativa» «integral»«continua» y «preventiva». (...) «El hospital Psiquiátrico como única modalidadasistencial obstaculiza el logro de los objetivos antes mencionados al: Aislar al enfer-mo de su medio, generando de esa manera mayor discapacidad social» (...) «Creacondiciones favorables que ponen en peligro los derechos humanos y civiles delenfermo» 156.

Llama así mismo, a la promoción de los modelos de tratamiento alter-nativos del sufrimiento psíquico, centrados en la comunidad y dentro de susredes sociales. Apuntalando la idea de que la capacitación del recurso hu-mano en salud mental, debe desarrollarse mediante un modelo que entronicela salud «comunitaria», «participativa» y «descentralizada», que ademáspropicie la internación psiquiatrita en hospitales generales. Al mismo tiem-po, instaban a los Estados a implicar mayores recursos financieros y huma-nos en el área de salud mental, impartiendo una enseñanza suficientementevinculada con las necesidades de salud mental de las poblaciones, de losservicios de salud en general. Recordemos que desde la década del 70, laOMS-OPS, declaraba la necesidad de ampliar el presupuesto fiscal de losestados destinados al área de Salud. Propiciando una sugerencia de al me-nos el 10% del total de sus deducciones.

Algunas de sus prescripciones establecían:(...) «Que los recursos, cuidados y tratamiento provistos deben:

a) salvaguardar, invariablemente, la dignidad personal y los derechoshumanos y civiles,

b) estar basado en criterios racionales y técnicamente adecuados.c) propender a la permanencia del enfermo en su medio comunitario

Que las legislaciones de los países deben ajustarse de manera que:

a) aseguren el respeto de los derechos humanos y civiles de los enfer-mos mentales.

b) promuevan la organización de servicios comunitarios de salud men-tal que garanticen su cumplimiento;

Que la capacitación del recurso humano en Salud Mental y Psiquiatríadebe hacerse apuntando a un modelo cuyo eje pasa por el servicio de saludcomunitaria y propicia la internación psiquiátrica en los hospitales generales,de acuerdo con los principios rectores que fundamentan esta reestructuración;

Que las Organizaciones, asociaciones y demás participantes de esta

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Conferencia se comprometen mancomunada y solidariamente a abogar ydesarrollar en los países programas que promuevan la reestructuración, y almonitoreo y defensa de los derechos humanos de los enfermos mentales deacuerdo a las legislaciones nacionales y los compromisos internacionalesrespectivos.

Para todo lo cual instaban a; Ministerios de Salud y de Justicia, a losParlamentos, los Sistemas de Seguridad Social y otros prestadores de servi-cios, las organizaciones profesionales, las asociaciones de usuarios, universi-dades y otros centros de capacitación y a los medios de comunicación a queapoyen la reestructuración de la atención psiquiátrica, asegurando así su exi-toso desarrollo para el beneficio de las poblaciones de la Región» (....) 157

Un año después, Santa Fe promulgaba su Ley Provincial de Salud Men-tal. Todo esto –entre otras apreciaciones- fueron nuevamente suscriptas porla OPS en la Declaración de Montreal en el año 2005, conformando actual-mente la serie de recomendaciones que hacen a los proyectos legislativos delos expertos , con el fin de abolir progresivamente la hospitalizaciónpsiquiatrica en centros específicos.

Caracas, retomando parte de la larga batalla iniciada hacia los años 60,por el movimiento antipsiquíatrico, seguida por la Psiquiatría DemocráticaItaliana, la Psicología social, y otros tantos agrupamientos minoritaros conlegítima influencia, daba a conocer desde su autoridad incontrastable, almenos tres conclusiones que nunca más serían objetadas:

1. El paciente ha de rehabilitarse en su medio comunitario, compuestode sus afectos, valores y tradiciones culturales.El aislamiento del sujeto con sufrimiento psíquico en institucionesespecíficas, obstaculiza el tratamiento con dicción a la cura, susten-tado en una mirada bio-psíquica y social. Lo recomendable a niveluniversal, es la progresiva abolición de la especificidad institucionalmanicomial, y su reemplazo por un servicio de salud mental en losHospitales generales.

2. Los Estados deben disponer de mayores recursos para el área deSalud Mental.

Y esta no se ciñe a las instituciones manicomiales existentes, si no a unconjunto de dispositivos en red, que hacen a lo que en Salud se conoce, nivelessanitarios: Promoción, Prevención y Rehabilitaron (a. aguda y b. crónica).

Y ello no fue casual, se emparentaba con la progresiva incidenciasocial de fenómenos tales como, melancolías y depresiones agudas, quehacia la década del setenta fueron in creyendo en todo occidente158.

3. La viabilidad de dicha reestructuración- o de al menos, un porcenta-

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je de la misma- excede a su ámbito técnico específico. Y exige laparticipación mancomunada de múltiples actores sociales, dentrode los cuáles novedosamente (desde el punto de vista de la Organi-zación Mundial de la salud) se destacan las organizaciones inter-medias (colegios de profesionales, grupos universitarios) y los me-dios masivos de comunicación.

De esta- entre otras- hacia 1991, la OMS, comenzaba a organizar lo quesería, su campaña de concientización sobre el avance del dolor psíquico, endimensiones societales. Las nuevas «patologías sociales», como desánimogeneralizado, como los trastornos obsesos- compulsivos (adicciones) etc159.

f.7 Legislación internacional: Derechos Humanos y SaludMental:

f.8 Declaración de los Derechos Humanos y de la Salud Mental(Luxor, 1989.)f.9 Principios para la protección de los enfermos mentales yel mejoramiento de la atención en Salud Mental. (1991)

Dentro de la profusa legislación en materia de Derechos Humanos, exis-ten puntualmente, dos documentos que han sido erigidos por los trabajadoresde la Comunidad Psi, en la Argentina de los últimos veinte años160. Los mis-mos han sido erigidos como estandartes de la defensa de libertades y garan-tías individuales del sujeto con sufrimiento psíquico. Así mismo, se hanvenido utilizando como vía de presión sobre el poder del Estado, en suinalienable responsabilidad de garantizarlos.

En festejo del 40 aniversario de la Federación Mundial de Salud Mental,fundada en 1948, se llevaría a cabo en 1989 en la ciudad de Luxor, Egipto, laprimera y explícita asociación entre sufrimiento psíquico y Derechos Huma-nos. La declaración fue conocida como «Declaración de los Derechos Huma-nos y de la Salud Mental», y es el antecedente inmediato de lo que se conoce-ría dos años más tarde cómo «Principios para la protección de los enfermosmentales y el mejoramiento de la atención en Salud Mental», bajo la firma deNaciones Unidas.

Analicemos brevemente sus cláusulas más significativas. Establece elpreámbulo de la Declaración de Luxor;

«Considerando que el documento fundacional de la Federación Mundial de SaludMental de 1948, titulado Salud Mental y Ciudadanía Mundial, establece que la saludmental constituye «una promesa formal, reflexiva y responsable hacia la humanidadconsiderada como un todo, «basada en el libre consentimiento» y en el «respeto» a lasdiferencias individuales y culturales (...)

(...) Considerando que los seres humanos designados públicamente o diagnosti-cados profesionalmente y tratados o ingresados como enfermos mentales, o afectados

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por una perturbación emocional, compartes según los términos de la Declaración Uni-versal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948, «la dignidad inhe-rente y los derechos iguales e inalienables de los miembros de la familia humana» (...)

(...) Considerando que la OMS define la Salud como la aucensia de enfermedado dolencia (...)161

Subrayan sus artículos;Art.1. «La promoción de la Salud Mental incumbe a las autoridades

gubernamentales y no gubernamentales, tanto como a los organismosintergubernamentales, sobre todo en tiempos de crisis. (...)

Art. 2. «La prevención de la enfermedad o del trastorno mental o emo-cional, constituyen un componente esencial de todo sistema de servicio desalud mental (...) Los esfuerzos de prevención deben incluir, igualmente unaatención que sobrepasa los limites del sistema mismo de asistencia en saludmental y ocuparse de las circunstancias ideales de desarrollo; Comenzandopor la Planificación familiar, la atención prenatal y perinatal (...) Proporcio-nando los suficientes cuidados generales de salud, posibilidades de educa-ción, de empleo y seguridad social (...)

Art.4. «Los derechos fundamentales de los seres humanos designados odiagnosticados, tratados o definidos como mental o emocionalmente enfer-mos o perturbados, serán idénticos a los derechos del resto de los ciudadanos.

• Derecho a un tratamiento no obligatorio, digno, humano y cualificado.

• (...) A la ausencia de discriminación en el acceso equitativo a la tera-pia o a su limitación injusta a causa de convicciones políticas,socioeconómicas, culturales, étnicas religiosas, raciales, de sexo,edad u orientación sexual.

• (...) Derecho a la protección contra el abandono profesional y noprofesional (...)

Art. 7. «La colaboración intersectorial es esencial para proteger los de-rechos humanos y legales de los individuos que están o han estado mental oemocionalmente enfermos (...)

(...) La responsabilidad pública incluirá la disponibilidad de serviciosde salud mental especializados, en la medida de lo posible, dentro del con-texto de una infraestructura de atención primaria (...) 162

Semejante, aunque con un anclaje menos individual (abstracto) y másinstitucional (material) estipula la ONU;

Principio 1.

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Libertades fundamentales y derechos básicos.

«No se hará discriminación por razones de enfermedad mental. La«discriminación» implica cualquier distinción, exclusión o diferencia quetenga el efecto de anular o destruir un goce igualitario de los derechos. Nose consideraran discriminatorias las medidas especiales que se adoptansolamente para proteger los derechos, o para asegurar la mejoría de laspersonas con enfermedad mental. La discriminación no debe implicar nin-guna distinción, exclusión o preferencia, prevista de acuerdo con las dis-posiciones de los presentes principios y necesarias para proteger los dere-chos humanos de una persona con enfermedad mental, o los de otros indi-viduos»163.

(...) «Toda persona con enfermedad mental tendrá el derecho a ejercertodos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, comoesta reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, elConvenio Internacional sobre Derechos económicos, Sociales y Culturales, elConvenio Internacional sobre Derechos Civiles y políticos, y en otros docu-mentos pertinentes, como lo son la Declaración sobre los Derechos de lasPersonas Discapacitadas, y el Conjunto de los Principios para la Protecciónde todas las Personas que se hallan bajo cualquier Forma de Detención oPrisión»164.

(...) Toda decisión acerca de que, por razones de su enfermedad mental,una persona carece de capacidad legal y cualquier decisión de que, a raíz deesa incapacidad, deba nombrársele un representante personal, se tomara sola-mente después de realizar una justa audiencia ante un tribunal independientee imparcial establecido por la legislación interna. La persona cuya capacidadesta en duda debe tener derecho a ser representada por un asesor legal»165

Principio 3La vida en la comunidad

«Toda persona que padezca una enfermedad mental tendrá derecho avivir y a trabajar, en la medida de lo posible, en la comunidad»

Principio 7Importancia de la comunidad y de la cultura.

1. Todo paciente tendrá derecho a ser tratado y atendido, en la medidade lo posible, en la comunidad en la que vive166.

2. Cuando el tratamiento se administre en una institución psiquiátrica,el paciente tendrá derecho a ser tratado, siempre que sea posible,

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cerca de su hogar o del hogar de sus familiares o amigos y tendráderecho a regresar a la comunidad lo antes posible167.

3. Todo paciente tendrá derecho a un tratamiento adecuado a sus antecedentes culturales168.

Principio 14Recursos de que deben disponer las instituciones psiquiátricas

1. «Las instituciones psiquiátricas dispondrán de los mismos recursosque cualquier otro establecimiento sanitario y, en particular, de:

a) Personal médico y otros profesionales calificados en número sufi-ciente y locales suficientes, para proporcionar al paciente la intimi-dad necesaria y un programa de terapia apropiada y activa;

b) Equipo de diagnóstico y terapéutico para los pacientes;c) Atención profesional adecuada;d) Tratamiento adecuado, regular y completo, incluido el suministro de

medicamentos.2. Todas las instituciones psiquiátricas serán inspeccionadas por las

autoridades competentes con frecuencia suficientes para garantizarque las condiciones, el tratamiento y la atención de los pacientes seconformen a los presentes Principios»169.

Dicha legislación internacional encontró plena vigencia reguladoracuando 1994, mediante el Pacto de San José de Costa Rica y en el marco de lareforma constitucional, nuestro país adhirió a la supraconstitucionalidadde los Derechos Humanos. Pero lo interesante a destacar aquí, es que la labordesde la óptica de los Derechos Humanos, fue abordada en Santa Fe por elconjunto de noveles abogados –antes mencionados- mucho antes de lapublicitación de dicha normativa y de su respaldo institucional a nivel pla-netario. Hemos comentado ya, que el rol del abogado de paciente, comenzó aimplementarse en la Colonia de Oliveros hacia el año 1987, aunque su reco-nocimiento formal por parte del Ejecutivo de la Provincia se halla producidocuatro años más tarde, casualmente unos meses después del Posicionamien-to de Naciones Unidas.

Dicho conjunto de profesionales del derecho, recorrieron el país contan-do su experiencia en Oliveros, puesto que para los años 87, 88, 89, nada igualse conocía en las instituciones psiquiátricas del resto de las provincias. Dehecho hasta el día de hoy sigue constituyéndose en un acontecimiento pocofrecuente, aunque ciudades como Rió Negro y Córdoba lo hayan incorporado.

Dice Mercedes Sentis, actualmente asesora jurídica del Centro Regionalde Salud Mental A.Ávila, al respecto;

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(...) «Personalmente, en la formación sobre Derechos Humanos y Salud Mental,me siento más cómoda con la orientación de la Universidad de las Madres de Plaza deMayo. Todos los años viajo a los congresos y siempre ha pasado lo mismo; Cuandoles contás que sos abogada de los pacientes en un Psiquiátrico, y que te paga elgobierno por eso, no lo pueden creer....En Santa Fe estamos muy avanzados en eseaspecto. Hay lugares en el país donde estas cosas ni se les pasan por la cabeza...Entonces todo es por la buena voluntad de un asistente social o un psicólogo que tienesensibilidad y decide ahondar en lo normativo para poder hacer algo más por lospacientes, en su laburo» (...)170

De esta manera, desde el año 1992, todo el sistema de representaciónlegal oficial en patrocinio de pacientes y sujetos en condiciones de interna-ción por intervención judicial, trabajan sobre la base de dichos estatutosinternacionales.

Contaba la abogada en entrevista, que actualmente desarrolla en dichainstitución un Taller con pacientes sobre Derechos Humanos, donde abordaademás puntualmente, la serie de garantías jurídicas que los mismos poseenen su ingreso y fundamentalmente, en el período de internación. (...) «Apare-cen cosas re interesantes». Dice entusiasmada...

Por supuesto, aún en materia de Derechos Humanos, las cosas no dejande ser controvertidas, puesto que no es una entidad ontológica atribuible alser, como ha querido mostrarlo el liberalismo, si no una construcción a basede lucha, siempre enmarcada en una coyuntura socio- histórica. Y sus prio-ridades reivindicativas oscilan según sujeto, según objeto, según espacio ytemporalidad.

Al entrevistar a, una enfermera con más de veinte años de servicio en elAgudo. Ávila de Rosario, cuya identidad nos permitimos reservar por pedi-do explícito de la entrevistada, percibimos las miradas encontradas. Nosconfiesa;

(...) «A mí con el tema de los Derechos Humanos me tienen re-podrida... Es undiscurso vació. Modernísimo, pero como arena que se te cae de entre las manos... ¿Mecomprendés? Se puso de moda, pero en definitiva no modifican nada. Nos corren porizquierda a los enfermeros, lo único que han conseguido es que les agarren bronca.Abordan la problemática de manera incorrecta, unilateralmente...Y en una instituciónasí, eso no sirve porque los Derechos Humanos van también para todos los trabajado-res, sobre todo para el enfermero que es el que sostiene la institución, que es el que mástrabaja, él único obligado a cumplir horarios, es el que esta todo el tiempo en contactodirecto con los pacientes, el que hace las guardias los fines de semana...Y encima,recontra mal pago y desvalorizado en su tarea...No solo por el gobierno, si no también,

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por los propios compañeros profesionales, que lo ningunean...(...) Te voy a contar unade las situaciones que originó el Taller de D.H, con su errado tratamiento; Resulta serque, les contaron a los pacientes que todas las series de garantías y derechos que tienenadentro del Hospital y que deben defender, eso está buenísimo, ya sé...Lo terrible, es queconstruyeron una urna enorme en el patio, y les dijeron que allí podían denunciar-porescrito- a cualquier persona -y esa «cualquier persona» son los enfermeros, porque conlos médicos, los abogados no se meten, de hecho hacen alianzas gremiales con «profesio-nales»-que les faltara el respeto a lo que ellos entendían como Derechos...Así, la semanapasada me llama un paciente a mi celular diciéndome que le diera el teléfono de laclínica dónde trabaja M, un compañero enfermero que, completa su jornada doble enotra institución privada. A lo que le contesté, que sí (porque lo note enojado) pero le pedíque, antes me contara para qué quería ese teléfono. Entonces, J, que es un paciente muysimpático con el que tengo un especial cariño, me dijo que «iba a llamar allí, paradenunciarlo como pésimo enfermero, porque no respeta los derechos de los pacientes ylos maltrata, en su otro trabajo». Lo escuché tranquila unos minutos sin meterme, yluego le pregunté sí a él lo había maltratado... «Claro»!!, me dijo Juan... «Esta mañaname fue a levantar para tomar el desayuno y me dijo con voz fuerte «Bañáte y aféitate,hoy sin falta, pareces un zarrapastroso!!...Inmediatamente le contesté, Juan...A vos teparece que eso justifica que lo llames a su trabajo para denunciarlo por «maltrato»...Síyo también te digo que te afeites!!!. Sí me dijo, pero el lo gritó. Así ? interrogué... ¿Yquién más escuchó ese grito?. Nadie, me dijo J, nadie más que yo...Bueno pensé, enton-ces no hubo tal grito....Al otro día, charlé detenidamente con el paciente, y terminóaceptando que a lo mejor había exagerado un poco y que talvez no era para denunciarloen su otro trabajo....¿Pero te das cuenta?. Vos sabés el problema que le hubiese ocasiona-do al tipo en su laburo, que hubiese pasado sí yo no lo paraba y trataba de explicarle queeso no es «ir en contra de sus derechos humanos»...No, es un desastre, una casería debrujas, así no se trabaja....Ya ni me gasto en explicarles nada, ni en sugerirles nada,porque no escuchan, son terriblemente soberbios. Hace unos pocos añitos que trabajanacá y creen que se comen el mundo, que porque «defienden a los pacientes» estánhaciendo la revolución...Yo los escucho y pongo cara de boba. Que querés que les diga,que además de ser delegada sindical, fui treinta años militante política, ... No tienesentido, dejo que me corran por izquierda... Y que se sigan creyendo que se comen elmundo...Lavan su conciencia pequeño burguesa, pero no transforman nada». (....)171

g. Análisis de la Ley 10772: Breve ejercicio comparado.

La ley de Salud Mental Santafecina del año 1991, recogió entonces,parte de este universo referencial e intentó cristalizar algunos de sus presu-puestos más elementales. Aunque, y coincidiendo con lo que antes expresa-ra el Dr. Mosotti, esta tesista deja absolutamente en claro que, como todanormativa positivada (rigidizada) de ningún modo, fue ni será interpretadaaquí, como producto totalizante del proceso innovador en lo técnico,institucional y político, que ha supuesto la reforma psiquiátrica en Santa Fe.

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Su elección se debe a que ella conjuga, sin embargo, una multiplicidad deaspectos relevantes para dicha investigación y entre tanto nos permite, jugarcomparativamente con otras regiones del país en las que dicha experienciaha recogido también, sus frutos en el campo jurídico. Aunque por supuesto,el relativismo otorgado a la producción normativa, como criterio teórico ymetodológico en este trabajo, no será compartido por el conjunto de los acto-res involucrados en la experiencia narrada.

Si bien, en el caso de los Doctores Mosotti y Sialle, se asiente que, lafunción de la Ley no es otra que la de «señuelo», en el camino hacia la meta(conversión progresiva de la institución manicomial en Hospitales genera-les), desde el psicoanálisis, por ejemplo, para la Psic. Adriana Altieri, «lojurídico, es el discurso regulador por antonomasia». supuesto lugar de arribo Porlo tanto la norma (10772) tiene un valor intrínseco en sí misma, más relevanteaún, que el de la experiencia. Porque es producción simbólica, de la cualparte la acción... (...)»Lo otro, dice refiriéndose al activismo, son las herramientasque a tientas uno va desplegando en la aproximación a su objeto de deseo» (...), ycontinúa; (...) «Pero en el momento de producción simbólica hay algo mucho másfuerte que se anuda como parte constitutiva de la identidad del sujeto, sea pensado entérminos individuales o colectivos. Ese momento, que el psicoanálisis llama «cojito»,posee entidad y relevancia en sí mismo y por tanto es escindible en el proceso, deaquella supuesta meta, que es en realidad, un nuevo objeto de deseo. Nosotros pensa-mos a ese momento cómo un corte, como un quiebre, como un acotamiento en el (goce)universo discursivo del sujeto, a partir del cuál este, reacomoda su posición en elmundo». (...)

Y es sumamente interesante, desgranar las menciones que estos actoreshacen de ese objeto, del cuál son responsables en intensidades similares, por-que nos da cuenta de sus diferencias epistemológicas, que son inevitablemen-te, políticas e ideológicas. «Formas de estar en el mundo»- dice Lacan- queante todo, han sido elecciones gestadas en base a las condiciones materiales ysimbólicas con las que cada uno se ha tenido que enfrentar en su vida.

Quizás por ello, y casi sin quererlo, Adriana Altieri acusa a mi padre de«activista»; (...) «Tu papá hacía, hacía, hacía...Pero si no se fija a priori, un universode discurso en el cuál establezcamos de que hablamos, cuando hablemos de saludmental, las acciones son discordantes y se pierde tiempo, energía... (...) Yo me aboquéa definir un universo discursivo emparentando salud mental a sujeto y a estado deDerecho, esto es muy difícil de explicar en una entrevista, tendríamos que darnos mástiempo, pero el «sujeto, del inconsciente» es el «sujeto del derecho» (...) 172

En el caso de Altieri, el lugar de relevancia otorgado a la producciónsimbólica, a la Ley (deber ser), que en definitiva es, al discurso, nos habla desu eminente filiación al Psicoanálisis y a lo que ella misma confiesa como,falta de condiciones estratégicas. El caso de Sialle, remite a una formaciónsistemática academicista, pero heterogénea. En aquellos momentos su vin-culación con la psicología social es predominante, aunque se sincera no

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haber tenido el tiempo suficiente para profundizar demasiado, el ahonda-miento intelectual llegaría más tarde. Su desapego a aquel momento especí-fico (promulgación de la Ley 10772) y su atención reconcentrada en el proce-so de movilización y organización de los recursos humanos existentes en lasinstituciones, lo ubican como un técnico con aristas políticas quizás, máspronunciadas.

Las diferencias metodológicas que podrá observarse a través de losestratos de entrevistas, en realidad, esta investigadora supone que, obedecena desacuerdos de tipo ideológicos hacia el interior de un mismo Movimiento,de un mismo espacio político que hoy, en plena ebullición, reproduce en elescenario político nacional sus divergencias intrínsecas. Entre la ortodoxia yel «Evitismo» sin Perón, entre el Psicoanálisis y las lecciones de Pichon, losdesacuerdos en Oliveros hacia 1990, comenzarían a profundizarse. Ellosgiraban en torno a: El tipo de estrategias de externación, los modos de nego-ciación con el cuerpo político, con el personal del asilo, etc.

Lo cierto es que a la vuelta de veinte años, los actores no explicitan lasmismas consideraciones respecto a la relevacia de dicha legislación. Mien-tras que para Altieri el logro normativo de algún modo, sintetiza al conjuntode dispositivos de apertura dispuestos a lo largo de más de una década, paraSialle y Mosotti, la Ley tiene más bien una importancia secundaria. Avizoranen primer lugar, al jugo político, a las correlaciones de fuerza que se trasuntanen cuestiones concretas como partidas presupuestarias, como índice de en-fermos externados bajo diagnóstico de estabilización etc.

(...) ¿» Que se hizo en los últimos 10 0 doce años»?. Se pregunta Sialle, einmediatamente se contesta; (...) «Del 80 al 90 no tuvimos Ley e hicimos todo.Desde el año 91 que se discute el tema de la falta de reglamentación y mien-tras tanto ¿Qué se hace?. El debate sobre la norma, sobre los Derechos Huma-nos que no se estarían cumpliendo hipotéticamente por carencia de regla-mentación, en realidad encubre la inacción, la incapacidad para avanzarmás allá de lo que asentamos hace dos décadas» (...) 173

Pero bien, retornemos al análisis didáctico de la Ley.Nos avocaremos a destacar algunos de sus lineamientos más impor-

tantes, intentando discernir el tratamiento que Santa Fe, Rió Negro y la Ciu-dad autónoma de Buenos Aires, a partir del año 2001, le han conferido a losnodos problematizados en estos últimos veinte años por parte de la comuni-dad Psi, en auxilio de sus asesores legales. Nos referimos puntualmente a: 1.La temática del ingreso y los requisitos para la internación involuntaria(judicial). 2. Las funciones adjudicadas a la institución psiquiátrica frenteal tratamiento del dolor psíquico. 3. Modos y alcances de su conversión.¿Destrucción o transformación del manicomio?

En base a esta breve guía nos disponemos a profundizar sobre la letrade dichas legislaciones, comenzando por la de la Provincia de Santa Fe.

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Dice nuestra la Ley, con respecto al punto número 1;Art. 1. (..) «Entre las alternativas más idóneas, se evitaran aquellas

que pudieran ocasionar algún daño a la salud, privilegiándose las quemenos restrinjan la libertad y alejen del núcleo familiar y social. Las perso-nas tienen derecho a rehusarse a recibir tratamiento o a interrumpirlo,salvo en los casos en que así lo disponga la autoridad judicial en la formaprevista en la Ley.» (...)174

El apartado final de dicho artículo refiere por un lado, a las considera-ciones antes mencionadas en esta investigación sobre la declaración deinimputable, por parte del poder judicial, previa declaración de «insana», acargo del facultativo forense, ante la efectivización de delito o contravencióna la Ley, llevada a cabo por el sujeto con sufrimiento psíquico. Según lodispuesto en el Código Penal de la Nación Argentina, (artículo 34.). Asímismo, retoma lo normado en el artículo 152 bis Código Civil bajo el concep-to de inhabilitado y lo dispuesto por el art. 482 sobre internación policial deurgencia, por disturbios en vía pública.

El total de las legislaciones nacionales, no solo las escogidas, -Rió Ne-gro y ciudad autónoma de Buenos Aires- convergen en su concordancia yadecuación a los Códigos Nacionales.

Esbozamos algunos ejemplos existentes correspondientes a la Provin-cia de Rió Negro, primeramente; Dice la Ley 2.440.

Art. 14. « Es deber de los jueces que ejerzan jurisdicción presente sobrelas personas con sufrimiento mental, procurar la aplicación de todos losmedios de terapia y promoción sanitaria y social que cree esta Ley y su regla-mentación a instancias del equipo terapéutico interveniente.»

Art. 18 « En el supuesto de la intervención policial de urgencia, conformelo establece el art. 482 del Código Civil, el Director del Hospital y la autoridadpolicial deberán dar aviso al juez competente, al cuál deberá convocar al equi-po terapéutico del área, en un plazo no mayor a las 24 hs.» (...)175

Mientras tanto, la avanzada legislación metropolitana (Ley 448) menciona;Art. 26. Toda disposición de internación, sea voluntaria, involuntario o

judicial, deberá cumplir con los siguientes requisitos;Evaluación y diagnóstico de las condiciones del asistido (...)(...) Orden del Juez, para los casos de internaciones judiciales;Autorización del representante legal cuando corresponda.Art. 30. «A los fines del artículo precedente deberá mediar formal solici-

tud interpuesta por un familiar de la persona cuya internación se pretende, odemás personas con legitimidad para actuar, conforme al Código Civil uorganismo estatal con competencia.

(Aunque en ningún momento se utiliza la palabra «fuerzas de segu-ridad» o «policía», dar plena conformidad a lo reglamentado en CódigoCivil de la Nación, implica de hecho conceder legitimidad a lo normado

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en sus art.144. inc. 1 y art. 482, dónde se alude a la internación de «urgen-cia». (..)

Art. 33. «Si el paciente fuera recibido en consulta de urgencia y la inter-nación se considerase indispensable a los fines de evitar una demora inde-seable y potencialmente riesgosa para el bienestar del paciente y/o de terce-ros, el profesional podrá disponer la internación por un máximo de 72 horas.Durante ese lapso un segundo profesional deberá evaluar al paciente. Síambos profesionales concordasen en la indicación de continuar la interna-ción, entonces deberán indicar el tratamiento a seguir en forma debidamentefundamentada» (...) 176

El punto 2. convoca a lo que podríamos llamar, la razón de ser de laInstitución, sus principios rectores.

Art. 3, en lo referente a los requisitos de internación;Art. 2. (...) « a) Que el propósito no sea otro que el tratamiento de la

persona que padeciera sufrimientos psíquicos por, o en susalud mental.

b) Que las circunstancias del caso no permitan el uso de otraalternativa menos restrictiva de la libertad.

c) Que el establecimiento dónde tenga lugar la internación dis-ponga y brinde un programa de tratamiento adecuado.

d) Que este orientada a la recuperación del interno y a su egresoen el tiempo más breve posible.

e) Que sea solicitada o dispuesta por las personas previstas enel art. 4 de esta Ley». (...) 177

Hay algunos conceptos a revalorizar aquí; En primer lugar debe detec-tarse que la intención de nuestra Ley es que, la internación sea utilizada (ypor tanto debidamente comprobada) como última alternativa, una vez agota-das las instancias de tratamiento ambulatorio. En tanto que llegado el caso,el tratamiento deba ser orientado a facilitar el pronto egreso del paciente.Recogiendo el universo conceptual, axiológico y metodológico, expuesto enlas páginas anteriores, se afirma la idea de que el aislamiento, obstaculiza lacura del sujeto con sufrimiento psíquico, en tanto que cercena su identidadalejándolo de sus vínculos, afectos, actividades cotidianas, trabajo, etc.

Veamos lo dicho en la Ley CapitalinaArt. 2. (Principio) La garantía del derecho a la Salud Mental se sustenta en; (...) «La internación como una modalidad de atención aplicable cuan-

do no sean posibles los abordajes ambulatorio; Respeto a la pluralidad de lasconcepciones teórica en Salud Mental; La función del Estado como garante yresponsable del derecho a la Salud Mental individual, familiar, grupal ycomunitaria. Evitando políticas, técnicas y práctica que tengan como fin elcontrol social» (...) 178

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Por su parte, establece la Ley de Río Negro;(...) «Art.1.La internación se concibe como último recurso terapéutico y

luego del agotamiento de todas las formas y posibilidades terapéuticas pre-vias. En caso de ser imprescindible la internación, proceder con el objeto delogara la más pronta recuperación y resocialización de la persona». (...) 179

Cómo podemos apreciar, los lineamientos generales que dan sustento ala institución psiquiátrica en Santa Fe, respecto a su lugar último, en la cadenadel tratamiento público frente al dolor psíquico de la comunidad, y de suconciente abordaje destinado a externar al paciente en el tiempo más breveposible, son nuevamente compartido por el total de los casos seleccionados

Y ello no es un dato menor, puesto que implica concebirla como unainstitución explícitamente, destinada a la resolución de la crisis, lo que en elámbito de la Salud Mental, se conoce como «de agudos». Así, lo que inmedia-tamente debe quedar fuera de toda duda es que, las legislaciones más avan-zadas de nuestro país muestran (más o menos concientemente) la necesidadde un espacio para la contención del episodio agudo, a lo que en teoría,debería prioritariamente abocarse, el trabajo de la actual institución psiquiá-trica. Aunque claro está, que ello no es lo que realmente sucede, mejor dicho,no es lo que mayormente sucede, puesto que la población «crónica» o deinternación prolongada (3 años o más) es la que efectivamente sostiene elsistema manicomial en toda la Argentina.

Por último, nos detenemos en un punto (3) nodal del debate Psi: ¿Quecaracterísticas debe adoptar la institución psiquiátrica, en el marco de unreconocimiento generalizado acerca de su obstaculización en la rehabilita-ción comunitaria del sujeto con sufrimiento mental?. En los últimos veinteaños, se han abierto las aguas entre aquellos que consideraron absolutamen-te agotada la instancia asilar y por lo tanto esgrimieron argumentos a favordel inmediato cierre de las mismas, mientras que otros, menos radicalespriorizaron la reconstrucción hacia adentro del sistema, a fin de reconvertirprogresivamente al manicomio, en una estructura sanitaria general.

Sin embargo, circunscribir el debate de hoy, a los planteos de «cierre oreconversión de la institución monovalente», es torna absolutamente estéril.La realidad objetiva ha demostrado- y ello ha sido atestiguado en el alcancede las legislaciones aquí comparadas- que el cierre de hospicios es inviableen el corto y mediano plazo. Y que la verdadera tarea a la que debe abocarsela comunidad Psi conjuntamente con el poder político, es a la promoción yefectivización del conjunto de dispositivos terapéuticos-comunitarios reco-mendados en cada norma, en su función inmediata de complemento de lainstitución monovalente, en tanto que mediata, de sustitución parcial de suhegemonía, al tiempo de que ella sea transformada en Hospital general.

El regodeo circular sobre el discurso «abolicionista» del hospital psi-quiátrico, no solo es anacrónico – en términos de construcciones cognitivas-si no fundamentalmente, una necedad política. Una miopía política que le

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ha costado caro al desarrollo de la Salud Mental en la Argentina y másespecíficamente a la Provincia de Santa Fe, en estos últimos 13 o 14 años.Detenerse exclusivamente allí, en la «puertas abiertas», en loscuestionamientos a los dictámenes del forense, etc., ha implicado la parálisisen la lucha por la reivindicación de los programas y políticas estatales desti-nadas al circuito de promoción, prevención y tratamiento ambulatorio. Élúnico junto con los espacios de «medio camino» que puede en un futuro nomuy lejano, reacomodar la pieza del hospicio en el juego institucional de laSalud Mental.

Pero volvamos ahora a la letra de la Ley. Sentencia nuestra norma 10772al respecto a las características que se preveían para el Asilo en el marco desu certera ineficacia rehabilitatoria;

Articulo 18. Transformación de establecimientos de internación.«Se establece un plazo máximo de tres años a partir de la promulgación

de la presente Ley, para la transformación de los establecimientos de interna-ción en salud mental, según lo establece la presente Ley. El Estado arbitrarálos medios conducentes al objetivo fijado y promoverá la implementación demedidas asistenciales alternativas, entre ellas, servicios de salud mental enhospitales generales, con, sin internación, atención domiciliaria en saludmental en la comunidad, hospitales de día, casas de medio camino, talleresprotegidos etc.

Deberá sí mismo reconocer como propuestas válidas los recursos pro-pios de la comunidad» 180

Al respecto, sentencia la norma Rionegrina del mismo año;Art.1. (...) «Queda prohibido la habilitación y funcionamiento de mani-

comios, neuropsiquiátricos o cualquier otro equivalente, público o privado,que no se adecué a los principios individualizados en la presente Ley.» (...)

Art. 22. «En el lapso de dos años a partir de la promulgación de lapresente, el Poder Ejecutivo implementará las medidas necesarias a los finesde trasladar a la Provincia de Río Negro a todas aquellas personas con sufri-miento mental que estuvieran internadas por orden judicial fuera del territo-rio provincial»181.

Bien, aunque parezca mentira, hace más de quince años que, desde elprofundo desconocimiento y la bochornosa desidia, todavía se señala en losmedios de comunicación -erróneamente asesorados por trabajadores de lacomunidad Psi- que, la Ley de esta provincia planteó el cierre de sus manico-mios... Por ello, la tesista ha considerado tarea imprescindible, despejarprioritariamente, las ambigüedades que tantos malos entendidos generarony generan sobre la materia;

Rió Negro estableció cierre o inhabilitación para aquella institución,que; (...) no se adecué a los principios individualizados en la presente Ley.»(...). En tanto que el lapso de dos años, tuvo que ver con la definición de untiempo estimativo a través del cual, se trasladaría a «todo ciudadano

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Rionegrino» que por x motivos estuviese internado fuera de su provincia yen condiciones judiciales a dicha localidad originaria.

Esta confusión, estima quién suscribe que, de ninguna manera resultóser anecdótica para el avance sobre la problemática de la Salud Mental ennuestro país. El supuesto «cierre» de los manicomios en la localidad sureña,se erigió en «meta hegemónica» y «situación ideal» para un sector del equi-vocado imaginario social y específicamente Psi, que creía encontrar su guíay efectivización cercana, en dicha experiencia. Nos referimos a medios decomunicación, organizaciones intermedias y de Derechos Humanos queenarbolando la bandera del cesé de la internación en institucionesmonovalentes, suponían poder acabar con el problema del sufrimiento men-tal, o al menos con la manera errada de su tratamiento, impartido desde elEstado. La desorientación duró unos cuantos años. Resulta pertinente deciraquí que, en dicho error generalizado, Rió negro hizo poco por desasnar asus voceros. Puesto que, el ruido y cierta ambigüedad les permitían agluti-nar nuevas y diversas voluntades, en tanto que le garantizaba la exclusivaportación de la del rótulo de «experiencia pionera» (ninguna otra localidadse atrevía a concluir en el supuesto destierro de la monovalente instituciónpsiquiátrica). Las imprecisiones sobre las verdaderas condiciones, sobre lasupervivencia de los manicomios entre otras, fue usufructuada técnica ypolíticamente en pos del proyecto colectivo, pero también a favor de la carre-ra de algunos de sus actores individuales que, gracias a la «mítica» y divul-gada «similitud con el modelo Basaglia», llevaron a cabo más de un«viajecito» por el mundo explicando en conferencias, su trabajo. Y ello nosería sujeto a un juicio de valor por esta tesista, si las «imprecisiones» nohubiesen contribuido, como atestiguan los psicólogos y psiquiatras entrevis-tados, que cumplen funciones desde aquellos años, a oscurecer el verdaderocarril, en el que luego de la reforma institucional, debería haberse ubicado lalucha «antimanicomial» o el movimiento «desmanicomializador». Que, comoafirman el total de los actores interrogados en vuestra investigación, no erani es otra que, la pronta puesta en práctica del conjunto de dispositivosextrainstitucionales recomendados en estas legislaciones (Santafesina,Rionegrina y Porteña). Sin los cuales, como nos cuenta en entrevista el Dr.Sialle, la externación muchas veces cae en saco roto y se traduce en «fracaso»por parte de la institución.

Veamos ahora lo narrado en la última innovación perteneciente a laciudad autónoma de Buenos Aires, hacia comienzos del siglo veintiuno;

Art. 13. «Los dispositivos del subsector estatal funcionarán integrandola Red de Atención del Sistema de Salud Mental, debiendo ejecutar accionescon relación a las siguientes características específicas;

Prioridad en las acciones y servicios de carácter ambulatorio destina-dos a la promoción, prevención, asistencia y rehabilitación y reinserciónsocial en Salud Mental, garantizando la proximidad geográfica de los

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efectores a la población;Coordinación interdisciplinaria, interinstitucional e intersectorial de

las acciones y servicios;Participación de la comunidad en la promoción, prevención y rehabili-

tación de la Salud Mental;Proyección del equipo interdisciplinario de Salud Mental hacia la co-

munidad;Internación de corto plazo en Hospitales generales y monovalentes

de Salud Mental;Internación de tiempo prolongado en hospitales monovalentes de Sa-

lud Mental, en hospitales generales pediátricos y hospitales de infecciosasy otros establecimientos específicos en Salud Mental.

Art.14. (Efectores) A los efectores de la conformación de la Red, se debenrespetar las acciones y servicios, establecidos en los artículos precedentes,determinándose una reforma de los efectores actuales e incorporando losrecursos necesarios para la implementación de las nuevas modalidades. Paraello se establecen los siguientes efectores:

Centros de Salud Mental;Atención de Salud Mental en Centros de Salud y Acción Comunitaria;Dispositivos de atención e intervención domiciliaria respetando la es-

pecificidad en Salud Mental;Consultorios externos;Equipos de interconsulta, incluyendo la intervención en todas las ac-

ciones y servicios de alta complejidad médica y tecnológica;Prestaciones en Hospital de Día y Hospital de noche;Un sistema de intervención en crisis y de urgencias con equipos móvi-

les debidamente equipados para sus fines específicos;Un sistema de atención de emergencia domiciliarias en Salud Mental

infanto- juvenil, el cuál atenderá en la modalidad de guardia pasiva;Áreas de atención en Salud Mental en los hospitales generales de agu-

dos, hospitales de infecciosas y hospitales generales pediátricos, la autoridadde aplicación definirá un mínimo y un máximo de camas, de acuerdo al efector;

Residencias protegidas de hasta 20 camas;Hospitales monovalentes de Salud Mental;Casas de Medio Camino;Centros de capacitación sociolaboral promociónales;Talleres protegidos;Emprendimientos sociales;Granjas terapéuticas;Equipos de Salud Mental en guardias en hospitales generales de agu-dos, hospitales de infecciosas y hospitales generales de pediatría;Hogares y familias sustitutas»...182

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¿Qué debe quedarnos claro de este extracto legislativo? ; Para la última y más avanzada producción legislativa en nuestro país,

(año 2001), la institución monovalente continúa manteniendo un lugar efec-tivo en el sistema asistencial propuesto para el sufrimiento mental. Aunque,claro está, encuentra jaqueada su hegemonía, por la riquísima batería dedispositivos propuestos, tendientes a contribuir a la reinserción comunitariadel paciente.

Lo que implícitamente se lee aquí, y ya desde una mirada técnica adies-trada en la problemática es que, el cierre del hospital psiquiátrico es inviablesin un andamiaje que en red y por afuera del corpus gubernativo exclusiva-mente sanitario, contenga al fenómeno.

Ello es básicamente lo que Santa Fe planteó en su norma 10772, hacia elaño 1991. El espíritu de nuestra Ley supuso avocarse a gestar y sostener lostratamientos alternativos (que llamaron, guardias en hospitales generales,talleres protegidos, asistencia en efectores primarios etc.) a fin de reconvertirpaulatinamente al asilo en una estructura sanitaria general que incluyeradentro de sus disciplinas a la Salud Mental.

En segundo lugar se evidencia, que la problemática excede a un áreaespecífica (Salud o Salud Mental) y debe ser acompañada por los recursosconjuntos de otras áreas estatales, llamase Social, Productiva, Laboral, etc. Yaquí Santa Fe lamentablemente, no estuvo a la altura de las circunstancias,hacia 1991.

Tomemos como ejemplo lo que la Ley capitalina del año 2001, inscribeen su Art.15 (Rehabilitación y Reinserción)

«Las personas que en el momento de la externación no cuenten con ungrupo familiar continente, serán albergadas en establecimientos que al efectodispondrá el área de Promoción Social.»183

La necesaria interdisciplinariedad en los recursos humanos y materia-les de la administración pública, también habría sido sugerida en 1991, enLa Provincia de Rió Negro, aunque mucho más tímidamente.

Dice la Ley 2.440;Art.4. El poder ejecutivo en el plazo de ciento veinte días, procederá a la

reglamentación de la Ley. Las distintas reparticiones, entes autárquicos odemás jurisdicciones administrativas involucradas en el proceso de promo-ción sanitaria y social de las personas alcanzadas por la presente normativa,formarán parte responsable en los niveles de acción, ejecución, programa-ción, seguimiento y control que se defina en la reglamentación.

En los casos de requerimiento judiciales todos los estamentos adminis-trativos comprendidos en la promoción sanitaria y social, de personas consufrimiento mental sujetas a la jurisdicción judicial, deberán disponer losmedios que le sean solicitados en los plazos que terapéuticamente se esta-blezcan y hayan sido receptados por la requisitoria judicial, de conformidad

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a lo establecido en la presente»184

Este es gran punto deficitario de nuestra norma 10.772, sobre el cuálhacia mediados del 2006, parte de la comunidad Psi local se avocó a subsa-nar a través de la redacción de un nuevo proyecto de Ley que entre otrascosas, hace mención explícita al cesé de la estructura institucionalmonovalente. Nos comentaba en entrevista la Doctora Liliana Castro, una dela involucradas en el proyecto de reforma de la Ley que, esta iniciativa estuvomenos imbuida de la influencia italiana y mucho más cerca de lo efectivizadoen Brasil, hacia comienzos del año 2000.

Lo cierto es que hacia 1991 en Santa Fe, no se explicitó la necesariedadde convocar a otras disposiciones de la administración pública para asistir ala población alienada. Dando lugar reglamentario al otorgamiento de presu-puestos, infraestructura y recursos humanos por parte de Promoción social,secretaria de trabajo, Ministerio de la producción y tantas otras oficinas ínti-mamente vinculadas con la reinserción comunitaria de un paciente mentalque ante todo ha sido un excluido social. De todas maneras, en las reivindi-caciones actuales que movilizan a los trabajadores de la comunidad Psi,estas deficiencias se plantean como aspectos reglamentarios a explicitar cuan-do el ejecutivo provincial se dignase a otorgar el decreto de reglamentaciónpertinente. A quince años, nuestra norma 10.772, yace sin reglamentación, loque para la inmensa mayoría de los actores entrevistados supone lisa y lla-namente ausencia de compromiso político sobre el cambio verdadero en elsistema público de Salud Mental.

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CAPITUO 3

Oliveros 1984 - 1989 «La prepotencia de trabajo»

(...) «El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nues-tra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribien-do en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un «cross» a lamandíbula. Sí, un libro tras otro, y «que los eunucos bufen».

El porvenir es triunfalmente nuestro.(...)

Roberto Arlt, Prólogo a «Los Lanzallamas», en «Los siete Locos», 1931.

h. Gestión Mosotti- Sialle (1983- 1987): La transición desdeel autoritarismo a la democracia

La primavera democrática de 1983 inauguraría en Santa Fe, un extensoperíodo de gobiernos justicialistas. Contrariamente al escenario nacional, endonde la fórmula radical: Alfonsín- Martínez, se alzaba con casi el 50% delos sufragios de todo el país (7.049.868 votos) seguido por la dupla Lucero-Bittel (5630.549)185, en Santa Fe, el peronista José Maria «Tati» Vernet, seinstalaba como gobernador de la Provincia. Este contador con orígenes mili-tantes en el FEN (Frente de Liberación Nacional) llegó al ejecutivo provincialde la mano de un fuerte acuerdo interno entre distintos segmentos del PJlocal, pero monitoreado de cerca por la entonces poderosa UOM, representa-da históricamente por la figura de Lorenzo Miguel.

Vernet gobernó Santa Fe, desde 1983 a 1987. A cuatro meses de su asun-

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ción, según un informe del diario Página 12, su imagen positiva trepaba al80% de lo ciudadanos. Las denuncias de corrupción y falta de transparenciaen la gestión, sin embargo, lapidaron ese porcentaje al cabo del primer año,otorgándole un 50 % de imagen negativa186. Tiempo más tarde el ex Goberna-dor, endilgaría las culpas de este viraje en la consideración sobre su persona,a quienes serían sus sucesores; Antonio «Trucha» Vanrell y Víctor Reviglio.Hacia 1988, partía de Santa Fe, para ser el compañero de fórmula de AntonioCafiero en la interna justicialista, contra Carlos Menem y Eduardo Duhalde,lugar que finalmente fue cedido por la «renovación justicialista», al cordobésManuel De la Sota. Sin embargo este hecho, sería bien recibido por la línea dela renovación local, la cuál entendió que evidentemente Vernet, no se habíaido del poder provincial cargando sobre sus espaldas con la difamaciónproducto de, las diversas denuncias realizadas por la oposición y la internadisidente del propio justicialismo. Su elección como posible candidato en elbinomio del ejecutivo nacional, de algún modo fue leída como una restaura-ción a su desgastada imagen pública.

En el área específica abordada por esta investigación, debemos desta-car la figura del Dr. Víctor Reviglio, ministro de Salud, durante todo el perío-do mencionado, y la del subsecretario de Salud, Dr. Guillermo Weisburd.Núcleo duro que daría origen al próximo mandato justicialista, lo que dealguna manera certifica que efectivamente el reducto de Salud Pública, logrócierta autonomía de gestión, respecto del ejecutivo y de su imagen públicacontrovertida. Dicho presupuesto, sostenido por la tesista, sin embargo, noha sido compartido por alguno de los actores involucrados cuando se abor-dó el tema en entrevista.

Nos comentaba el Dr. Guillermo Weisburd, por ejemplo;

(...) «Personalmente yo trabajé con mucha comodidad en la Subsecretaría, mehe sentido respaldado políticamente por quién fuera Ministro de Salud, el DoctorReviglio, pero fundamentalmente por el Gobernador. (...) Él era parte originaria delgrupo político, Reviglio venía de otro lado...No todos proveníamos del mismo sector,porque vos sabes que el Peronismo es muy amplio... Pero logramos hacer una alianzafuerte y pese a las diferencias, siempre las tuvimos, pudimos trabajar bastante bien...(...) Porque sabes que, y esa es la gran diferencia con lo que ocurrió después y con loque ocurre hoy; Todos nos reconocíamos mutuamente en una militancia políticaanterior, de muchos años....Se mezclaron sectores, es cierto, había quienes llegabandel FEN, otros de Guardia de Hierro, algún que otro de Montoneros, como Lliota,Director Provincial de Salud Mental, pero todos traíamos en la espalda un Proyectopolítico. (...) Y podíamos discutir y pelearnos por las diferencias en cuanto a lasestrategias a desplegar, pero había Proyecto Político». (...)187

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Retornando al organigrama gubernativo del sector Sanitario en SaludMental, demos agregar entonces a: Domingo Lliota, Psiquiatra de profesión,sobrino del ilustre Ministro de Salud del gobierno de Cámpora y del tercermandato de Juan Perón, que fuera nombrado por Reviglio Director Provin-cial de Salud Mental hacia 1984.Y luego, específicamente a quienes han sidonuestros actores claves; Dr. Aldo Mosotti, primer interventor de la ColoniaPsiquiátrica de Oliveros en 1983, nombrado Director efectivo un años mástarde y, a Juan. Manuel Sialle, subdirector de Oliveros en el mismo año 84.

El panorama de Oliveras al comienzo de 1983, no era muy diferente al delresto de Psiquiátricos de la Provincia de Santa Fe; Basta repetir nuevamentealgunas de sus características fundamentales: a) No respondía a las necesida-des sanitarias. b) las historias clínicas carecían de actualizaciones en los últi-mos diez años, en la enorme mayoría de los casos de crónicos. C) No habíafarmacéutico; era endémica la falta de medicamentos y otros insumos hospita-larios; los pacientes quedaban librados a criterios personales de los enferme-ros de los pabellones. D) Era notorio el ausentismo de profesionales, grancantidad de personal tenía licencias médicas psiquiátricas de larga data, lamayoría firmadas por médicos del propio Hospital. E) El ausentismo era supe-rior al 32%, comenta Mosotti. F) Había fracturas internas y falta de integración:médicos clínicos rivalizando con psiquiatras; éstos divididos a su vez segúnantigüedad y categoría. G) Inexistencia de servicio psicológico y social.

En las áreas no profesionales esta situación estaba agravada por suasociación a redes familiares cruzadas. En todos los casos la influencia degrupos primero económicos y ya en democracia, políticos y sindicales ofre-cía posibilidades de ventajas o prebendas basadas en el clientelismo.

(...) «Hablar de la Colonia hacia 1983, 1984, es hablar de lo siniestro, de unverdadero campo de concentración» (...) Y también de intereses económicos. ¿Vossabés que el departamento Iriondo, al cual pertenece La Colonia de Oliveros, es una delos mayores beneficiados con el presupuesto provincial?.Esto lo cuenta AdrianaAlthieri, primer psicóloga allí, en el marco de una pasantía ad honorendurante todo el año 1983, con la promesa de Mosotti de que, en algún mo-mento se abriría su cargo. Lo cuál, efectivamente se produce hacia 1984,inaugurando por primera vez en la historia de la institución, un espaciopara la psicoterapia, para el tratamiento psicológico mediante la escucha yla palabra. Dicha estrategia de asistencia, que hoy nos parece natural y bási-ca para el abordaje del sufrimiento psíquico, era mal vista y sumamenteresistida, por la comunidad Psi, de hace veinte años atrás. Plataforma defacultativos que en Oliveros, según nos comenta Aldo Mossoti, estaba com-puesta absolutamente en todos los casos, por Clínicos y Psiquiatras de orien-tación biologista que además, detentaban una continuidad de desempeño en

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sus funciones desde a última dictadura militar. El panorama en Oliveros noera alentador hacia 1983. Ni sería un hecho cierto y total, su «primaverademocrática» sino al cabo de los primero dos años, cuando puede desarmar-se el dispositivo autoritario montado por la dictadura, en el conjunto de losrecursos humanos de la institución.

Mossoti asume en principio la conducción de Oliveros, en carácter de«Interventor General»y en condiciones de urgencia, desencadenada por lapublicitación mediática de la noticia de pacientes cuyas muertes resultabanpoco claras. Entre los argumentos esgrimidos, se reconocía al menos un caso,producto de la deshidratación.

La verosimilitud de esta coyuntura fue reafirmada por Weisburd enentrevista;

(...) «Cuando asumí como subsecretario, me encomendaron dos tareas de urgen-cia: Una era resolver el tema del Hospital de niños de Rosario, y la otra regularizarla situación de Oliveros. De hecho el anterior subsecretario había sido desplazado desu cargo por ese tema, deshidratación de pacientes, comida en mal estado...La Coloniaera un tema muy importante, porque había tomado vuelo mediático» (...) 188

Para 1983, la Colonia contaba con una tasa de internos absolutamenteincontenibles en la estructura edilicia del nosocomio. Coexistían internados1700 pacientes, obviamente en condiciones de hacinamiento, puesto que comobien se declarara en sus archivos inaugurales del año 1949, la institución fuediseñada para albergar a 900 camas189.

La segunda problemática daba cuenta de muchos años, pero se habíaagudizado en el período 1980-1982, y tenía que ver con la insuficiencia de recur-sos para cubrir las necesidades más elementales de la estructura sanitaria.

Que los manicomios se caractericen por una historia de asignacionespresupuestarias miserables, no sorprende a nadie. Todo ciudadano mediohoy puede fácilmente percibir que, el problema de la salud mental no sensi-biliza al cuerpo decisorio, ni compone parte de la agenda política de ningúnfuncionario. Los locos, como los presos, como los débiles mentales, son po-blaciones residuales en las prioridades asistenciales del estado democrático,sencillamente porque carecen de derechos políticos y su condición de ais-lamiento les impide convertirse en potencial grupo de presión, capaz depublicitar y/o transmitir a la sociedad civil, alguna de sus demandas. Puesbien, si esta es la suerte de los vulnerables en el Estado de Derecho, rápida-mente advertiremos el horror experimentado por los mismos, bajo regímenesautoritarios.

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Efectivamente, en paralelo a la declaración de Guerra por la recupera-ción de las Islas Malvinas, Mosotti nos comenta que, el Estado a nivel nacio-nal, cortó las partidas presupuestarias para los asilos de todo el país. Duran-te dos años, se limito a pagar salarios y al envió de dádivas para alimentos,que nunca llegaron a cubrir las verdaderas raciones de la población interna-da. El Dr. Mosotti lo confiesa con una mueca prudente; «Se moría gente dehambre»...Pero Adriana Althieri, virulentamente declaró en entrevista; (...) «Por Dios!. Se moría gente a carrales... (...) Me acuerdo una vez, en el año 1985más o menos, tuvimos una reunión con el encargado de Medicina Legal, ahíen la calle Avellaneda, que además era el titular de la cátedra de MedicinaPatológica en la Facultad de Medicina de Rosario. Bueno, estábamos en lafacultad, en un salón con algunos de sus alumnos, y él había citado a algúnresponsable de Oliveros porque estaba preocupado por la falta de entrega decuerpos a la morgue de la facultad dónde sus alumnos practicaban en sumateria, como futuros forenses... (...) Yo estaba azorada, no podía creer lo queescuchaba y cómo lo expresaba... «Que pasa señora, aquí hay algo raro.Estos chicos no ven un cadáver hace seis meses, pregúnteles, vea, vea pre-gúnteles... Antes nos traían cuerpos todas las semanas... Acá está pasandoalgo raro... Si esto continúa me voy a ver obligado a hacer una denuncia, medijo... En ese momento entendí que tenía que justificarle porqué no se moríagente. Era una escena siniestra... (...) En la Colonia no solo se morían pacien-tes por falta de alimentos, sobredosis de medicación, deshidratación yelectroshock compulsivos....Ocurrían asesinatos, por grupos de inteligenciainfiltrados durante toda la dictadura... (...)Sialle te va a decir lo mismo porquedurante en esos años cuando él estaba como jefe de residentes en el Suipacha,todavía se le metían en el hospital, servicios, lleno de servicios....A los cuáles,llegué a atender en Oliveros durante los años 80, cuando ya eran mano deobra desocupada....Nadie me lo contó, me pasó a mí....Han venido al depar-tamento de psicología, que funcionaba más o menos como lo que hoy llama-mos consultorios externos, más de un tipo que había sido servicio, que habíatorturado gente...Ahora en el consultorio, llegaban hecho trapos, añicos, cua-si- locos....No lo iba a justificar por eso...Pero me permitió acceder a otra caradel horror del proceso» (...) 190

El problema presupuestario, con relación a la comida, en democracia seresolvió, sin embargo emergió uno nuevo, al menos en términos visibles parala conducción del Hospital: La corrupción interna de la Institución. El roboparecía haberse constituido en una práctica habitual, nos comentaba en en-trevista el Dr. Mosotti (...) «Se llevaban los costillares detrás del saco, cosasFellinescas (...) Empecé a darme cuenta que para impedirlo había que instau-rar un control de tipo policiaco...Yo no podía hacer eso, precisamente era loque estábamos tratando de erradicar...(...) Me acuerdo que en una oportuni-dad recorriendo los pabellones en horario de almuerzo, observo que entre-

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gan unos platos de polenta con aspecto verdaderamente asqueroso...Recordéque el lunes de esa misma semana había firmado una factura dónde mehacía cargo de haber recibido por parte de logística del Ministerio de salud,x quilos de carne roja, x quilos de poyo etc. Entonces interrogué a la enferme-ra del porqué de dicho menú... «No sé nada Dr.», Contestó, (...) «yo no estoyen la cocina»...Al cabo de unos días llegó un nuevo camión con alimento y lepedí al administrador general que me acompañara a revisarlo...Casi me des-compongo del olor, la carne enganchada parecía bofe, que se yo...Ahí enten-dimos que no solo lo robaban en la cocina de la Colonia sino en todo elcircuito del supuesto envió...Era un sistema de robo generalizado...Comomédicos, directores de la Colonia no podíamos frenar ese andamiaje monta-do, no se desde cuanto tiempo antes...Sialle me sugirió que terciarizará elservicio, que diera conseción a empresas privada por dos o tres meses, modi-ficando al empresario, para evitar dudas sobre la falta de transparencia enlas adjudicaciones...(...) Lo intentamos, pero claro, eran empresarios de lazona, de la comuna, se conocían entre todos, volvían a incumplir con lopactado y nadie se atrevía a denunciarlos porque eran los comerciantes delpueblo...Nos dimos cuenta que la única alternativa era privatizar la Cocina,así lo hicimos en 1986 y santo remedio....Nunca más tuvimos problemas, dehecho todo funcionaba con mayor limpieza y prolijidad»...(...) 191

Por último, dentro de los dramas de Oliveros hacia comienzo de los 80,sus antiguos responsables destacan la sobrepoblación, el hacinamiento. Delas 1700 camas ocupadas (cuando, vuelve a recordarse el hospital fue dise-ñado para albergara a tan solo 900) es interesante contar que, el 50% corres-pondía a pacientes judiciales. Es decir, que, aproximadamente 850 personas,habían ingresado por orden del juzgado competente, bajo las consideracio-nes del concepto de inimputabilidad y/o insana. En todos estos casos, lainternación en Oliveros era consecuencia de disturbios en vía pública, en elmejor de los casos, o ilícitos según lo indicado en nuestro código de faltas.

¿Por qué es importante aclarar esto?. Púes, porque el hacinamientomanicomial, debe analizarse en dos niveles, a fin de comprender el fenómenoen toda su complejidad. Un primer abordaje, desde la perspectiva humanita-ria, nos indica que cualquiera sean las causas, ningún presupuesto justificaatentar contra la serie de Derechos inalienables que el sujeto ha de portar aúnen coyunturas de encierro, y/o privación parcial de su libertad, sujeta a pres-cripción médica. Por lo tanto, la novel gestión democrática de la Colonia deOliveros, apeló en primera instancia, a la doctrina más elemental de los Dere-chos del Hombre, intentando con ello, sensibilizar al tan inexperto también,poder gubernativo local. Pero los términos abstractos y generales de la interpe-lación dieron pocos frutos, y al cabo de unos cuantos meses se comprendió queOliveros no bajaría su índice de internación por traslado de su población a

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otras instituciones de Salud Mental de la provincia, puesto que todas se encon-traban en situaciones similares. Y aquí nos adentramos en el segundo nivelanalítico, que obligó a especificar el discurso en tanto, caracteres particularesde la institución psiquiátrica, forjados a través de décadas, imaginarios y uni-versos simbólicos muy abigarrados a la dinámica comunitaria.

El hacinamiento manicomial, aquí y en cualquier parte del mundo, se-gún lo indican los expertos, estuvo hasta mediados de los años 70 en Europa,y hasta comienzos de los 80 en América Latina, íntimamente asociado a lajudicialización del delito cometido por sujetos marginales. Oliveros no po-día ser la excepción...Dice el Dr. Mosotti;

(...) «Había prostitutas, adictos, alcohólicos, débiles mentales, jóvenes con síndro-me de Down, indigentes sin techo, asesinos...Era una mezcla terrible...Por un lado, enlos pueblos y comunas de la provincia primaba el criterio de internación por relacionespatrimoniales. El poderoso del pueblo, la familia distinguida, el sacerdote, el directorde la escuela, y luego en democracia, el senador del departamento, tenían potestad parainternar a quién sintieran como «molestia», en su localidad. Por ejemplo, muchosdébiles mentales con familias sin recursos, entraban por sus pedidos, prostitutas conalguna ligera alteración, homosexuales pobres etc. Después, convivían los criteriosretrógrados y autoritarios- aún lo son hoy, en muchos casos- de los médicos forenses delos tribunales. Indicaban internaciones compulsivas y desproporcionadas respecto aldelito cometido. Me acuerdo de un paciente, muy culto de una antigua familia de SanGenaro, que aún con alcurnia no pudo evitar que su hijo fuera internado con indicaciónforense de un año, y aún cuando el equipo técnico de la Colonia le comentase que estabaal cabo de los primeros dos mese, en condiciones óptimas de externación...Era un pa-ciente maníaco-depresivo, que había rayado un auto, un Mercedes Benz...Le habíahecho la esvástica nazi, recordando las vinculaciones de esa firma con el totalitarismoalemán y también sus negocios con la dictadura, aquí en Argentina....Bueno, nosotrosentendíamos porqué lo hizo, también el juez, así y todo el forense indicó doce mese bajosupervisión e informes....Medida absolutamente desproporcionada. (...) Estos son loscasos a los cuáles se abocaban los abogados asesores, el departamento jurídico pugnópor concienciar a los médicos legistas y al sistema judicial en general, sobre la falta decorrelato entre el ilícito y su pena o castigo... (...) En último término, estaban los verda-deramente peligrosos, ubicados en el fondo de la Colonia, en el pabellón número 10.Asesinos, violadores, en fin lo que en salud mental llamamos estructuras Psicopáticas...Ya los que creemos que , muchos de nosotros creemos, no hay que internar en Asilos, sinoen cárceles comunes, porque en general son punibles, lo de «inimputabilidad» es suma-mente controvertible es dichos casos...Suelen tener conciencia del hecho y no se observaarrepentimiento en sus conductas, esto lo diferencia notoriamente de un hombre quelleva a cabo un hecho delictivo a causa de una crisis psicótica»....(..)192

Ante la imposibilidad objetiva de proseguir con internaciones, por faltade espacio, camas y alimentos y viendo que el traslado sería inviables, Mosotti

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se dignó a colgar un discreto cartelito en la puerta de Ingreso principal deOliveros que dictaba: «No se reciben más internaciones por falta de ca-mas». Esa crisis material se convirtió en la oportunidad – como piensan loschinos; «La crisis es una oportunidad de cambio», reza el I-CHING- de des-plegar el programa de reformas.

h.1 El despliegue de los dispositivos.h.2. Externación:

Hacia 1984, Mostti y Sialle desde la subdirección del asilo conformaríaun equipo, con la precariedad de los recursos humanos que se contaba en elmomento, destinado a rastrear familiares cercanos de pacientes en condicio-nes de abandono afectivo, pero clínicamente aptos para la externación. Acargo del Programa de externación se la designó a la Ps. Adriana Altieri, queal cabo de pocos meses de intervención democrática lograría, con el respaldode la gestión entrante, convertir el área de escucha (conocida cómo Área 2) enDepartamento de Psicología, rejerarquizándo notoriamente la función deeste recurso humano en el Asilo193.

De esta manera, todas las semanas se tenía listo el informe de al menosdos pacientes capaces de ser externados prontamente. Un equipo compuestopor dos enfermeros, médico Psiquiátra, residentes en Psiquiatría y Depto. DePsicología, constituido como (Unidad Sanitaria Móvil) era acompañado porlas fuerzas de seguridad (policía) y en muchas oportunidades por el párrocode la Comuna, Daniel Siñerí.

Dicho conjunto de actores debía rastrear a dichos parientes y en el casoque se comprobara que poseían algún recurso como para contener al pacien-te, cosa que en general ocurría, vía orden, se les prescribía que debíanhacerse cargo de aquel, de alguna manera.

Mosotti recuerda que ello, fue de la mano de toda una estrategia deapertura del asila a la comunidad del pueblo, repite en entrevista una y otravez, la palabra «diálogo». Los lazos se estrecharon en toda la zona de in-fluencia del Hospital psiquiátrico; Oliveros, Maciel, Puerto Gaboto. Se orga-nizaban periódicamente charlas en escuelas, comedores, iglesias, centros deex combatientes, cedes de organizaciones de Derechos Humanos, explican-do cuales eran las condiciones objetivas del neuropsiquiatra. Argumentan-do con datos estadísticos, testimonios de pacientes y de algún que otro enfer-mero afín a la gestión, del porqué era necesario externar, al mismo tiempoque se ahondaba sobre la «desestigmatización» del Asilo. «Nos abocamos aquitarle el miedo a la gente sobre el «loco», dice Sialle; (...) «A mostrar que lalocura no era «peligrosa», que era un hecho históricamente natural en lavida de los pueblos, y mucho más cotidiano, bajo condiciones de reproduc-

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ción del capital excluyentes»...

La idea era transmitir que un sujeto con sufrimiento mental, era antetodo un excluido social, un hombre que necesitaba apoyo y posibilidades deinclusión en el aparato productivo. Por ello el micro emprendimientos des-plegados en Oliveros hacia 1985; Cultivo de flores, hierbas aromáticas, car-pintería y más tarde soja, en esas enormes extensiones de campo, hasta elmomento desperdiciadas, que caracterizan a la Colonia. «Hay que convertirla lástima en justicia», se leía en las paredes del Centro cultural, espaciocreado por dicha gestión, en donde se impartían clases de plástica, música,charlas con intelectuales y reconocidos trabajadores de la cultura de todo elpaís. Voluntariamente se acercaban a colaborar, talleristas, docentes y artis-tas. Decimos «voluntariamente», porque hasta el año 1987, no se abrieronprácticamente ningún cargo, excepto el de cuatro psicólogos.

Los éxitos de externación a nivel interno, pueden deberse en buena medi-da a la formalización del Departamento de Psicología desde dónde burocráti-ca y políticamente se centralizaba la labor. Desde allí se trabajaba coordinada-mente con el grupo de abogados, mencionados en las páginas precedentes deesta investigación, quienes lograron acoplar a la voluntad de los médicos, lasherramientas jurídicas necesarias para lograr la suficiente coacción en lossectores reacios, cuando las instancias de diálogo se agotaban. Pero funda-mentalmente, estos jóvenes del derecho, se constituyeron en un importantenexo con el poder judicial, con los fiscales, con los jueces comunales, con losfederales y provinciales. Contribuían a la toma de conciencia por parte de losmismos, de que el tratamiento sobre la locura, no debía necesariamente atentarcontra las garantías individuales. Así mismo, indicaban la desproporcionalidadentre ilícito y pena, (tiempo de internación) e instaban a reflexionar sobre laposibilidad de trasladar a personas con verdaderos antecedentes penales, aotras instituciones, entre ellas, cárceles comunes. Su paso cuerpo a cuerpo porlos pabellones, por los jardines, las largas conversaciones con la gestión deOliveros, con los pacientes en el Área 2, les había hecho comprender a ellos,que un paciente psicótico rara vez, comete actos delictivos de relevancia. En-tendieron que los psicóticos no matan ni abusan sexualmente, que su aparatopsíquico es vulnerable, débil y que fundamentalmente sufren en magnitudesdramáticas. Pues bien, su tarea era retransmitir este aprendizaje a colegasvinculados a la justicia pública194.

La externación no fue fácil. Aún con acompañamiento de juristas ypolíticos, implicó un largo proceso de publicitación, diálogo, encuentros pe-riódicos, congresos y testimonios de los potenciales beneficiados. Hubo queatravesar mitos, destruir fantasmas culturales antiquísimos y resistenciaspropias de la ignorancia. A pesar de todo, sin embargo, cuando se los interro-

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ga a los actores directivos, todos coinciden en destacar que el mayor obstácu-lo no estuvo ubicado en la sociedad civil, sino en ciertos resquicios del poderpolítico. Cómo se esbozó atrás, senadores departamentales, diputados pro-vinciales, caudillos comunales y fundamentalmente dirigentes gremiales,conformaron el bloque duro de la resistencia a la reforma psiquiátrica.

Cuenta Aldo Mosotti; (...) «Al principio se quejaba la policía, que erallamada todas las semanas para acompañar a la búsqueda de familiares conel personal del hospital (hasta 1985 no pudimos rescindir de ella, luego sedio el visto bueno desde el estado para que lo hiciéramos solos y/o en com-pañía del asesor legal). (....) Se quejaban los senadores, los diputados...Veníanacá a increparnos del porqué? .Porqué a Fulanito que era «peligro» o en elmejor de los casos muy «molesto», no se lo podía tener internado...Que era undisparate abrirles la puerta, que les estaba generando problemas en sus pue-blos, que la gente se les quejaba»... (...)

La conflictividad de la medida llegaba al Ministerio de Salud, recuerdaGuillermo Weisburd que en la subsecretaría de la salud Pública y más tardecomo ministro, tuvo que escuchar los reclamos de sus pares políticos, de laoposición pero también del propio justicialismo; (...) «Se me venían a la ofici-na... (...) A veces muy calientes, pero en general lo «sugerían», no entendíanporque se estaba haciendo eso...Yo creo que más que mala fe, había incom-prensión». (..)195

Concluyen nuestros entrevistados que para comienzos del año 1986, elmecanismo estaba aceitado, iba solo y se había aceptado en la comunidad.Contribuyó mucho la apertura de cargos para psicólogos, que ahora acom-pañaban a los enfermeros y tenían mayores recusos para establecer un diálo-go efectivo con las familias, los jueces, los forenses, etc.

La ausencia de conflictos mayores por dichos egresos era un hechosumamente positivo, que legitimó técnica, política y socialmente la medida,hasta el final de las gestiones investigadas.

Según la dirección de estadística de Salud Mental de la Provincia, para1986, la colonia había reducido su tasa de internación a las dos terceraspartes. Las 1700 camas ocupadas en 1983, se estabilizarían en de 640.

El lector seguramente, en sus fueros internos, esbozará algún interro-gante parecido a este; ¿Bastaría con externar?...

Las supuestas contraindicaciones del dispositivo, los argumentos hos-tiles, que descubre una perspectiva bien intencionada, puedan quizásresumirse en aquellas líneas pertenecientes a un psicólogo de Rió Negro, que

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aquí, antes transcribimos. Recordemos la frase central:

(..)»La tragedia del tratamiento de la salud mental en Río Negro es con-secuencia de haber tenido el triste privilegio de desmantelar y privatizar elestado en tiempos en que nuestros peores gobernantes nacionales solo lo so-ñaban» (...)

Pues bien, desde el progresismo también se enjuició con este mismoargumento a las gestiones reformadoras Santafesinas; Esta mujer externa a«los caños», cuenta la enfermera Ana Vega, que le decía su marido, refirién-dose a Adriana Althieri, a cargo del departamento de externación, sin deestar sujeta en realidad, a la política trazada por Mosotti y Sialle. Ariel Seoane,era un médico clínico que tuvo un fugaz paso como profesional por Oliveros.Nadie, que haya conocido mínimamente a este hombre, se atrevería a insi-nuar que sus dichos eran consecuencia de su posición política conservadorao anti- reformista. Habría sido hacia 1968, el Presidente nacional de la Fede-ración Universitaria Argentina más radical que se recuerde en la historia dedicha institución. Continuó militando activamente en el Maoísmo toda suvida, y se convirtió en uno de los pocos cuadros políticos con proyeccióninternacional dentro de dicha orientación, ya que coordinaba las relacionescon China y con el resto de los movimientos pro-chinos de América Latina.¿Por qué una persona con estas características, pensaría que era preferibleque el paciente ocupara una cama en la institución manicomial, aún estandoen condiciones clínicas de externación?...

En primer lugar, este portavoz de sectores disidentes, también suponíaque en parte, los reformados- con escasa conciencia- «le hacían el juego» alestado, favoreciendo su acotamiento en el presupuesto, al aliviarlo de sujetosa los cuales mantener en el Asilo. Estaba convencido que sería la antesala dela privatización de la salud mental. La conseción de la cocina de la Coloniaa manos privadas, Los festivales solidarios que alimentaban los recursos dela cooperadora civil, eran vistas, entre otras intervenciones, como mecanis-mos que atentarían a corto o mediano plazo contra la salud mental pública.Como lo creyó en un principio el sindicato de los trabajadores estatales de lasalud mental, supuso que «al vaciar al hospital» se vaciarían también susrecursos humanos, su fuerza de trabajo, favoreciendo al desempleo, y en elmejor de los casos, a la precarización del empleo.

En segundo lugar, entendía que los pacientes sin recursos no iban aparar a lo de sus familiares cercanos, mucho menos a las supuestas instan-cias intermedias (casa de medio camino, pensiones dependientes de agen-cias sociales del estado etc.) puesto que estos espacios no se habrían en para-lelo al dispositivo de egresos de la institución manicomial.

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¿Qué contestaron, frente a dicha apelación retroactiva, los exfuncionarios,veinte años después de los acontecimientos?

Dice Sialle en entrevista; (...) «No era nuestra lectura en ese momento.Nunca trabajamos creyendo que lo que hacíamos preparaba «desde el pro-gresismo», al deslinde de las responsabilidades del estado. (...) Estar a cargode una institución pública siempre es un lugar incómodo, mucho más cuan-do estas, son tan desgraciadas, tan faltas de atención por parte del poderpolítico de turno. Los loqueros, las cárceles, los hogares de ancianos, estánfuera de las prioridades de la agenda política, son colectivos que no impor-tan lo suficiente. (..) No es propio de la Argentina, ocurre en cualquier lugarde mundo. (...) No hay muchas posibilidades, si uno se decide a hacer, noqueda otra que hacer con lo que hay. Claro que las casa de medio camino nofueron construidas en los años 80, claro que tampoco se idearon las pensio-nes, ni los servicios de salud mental en hospitales generales para contener alsufrimiento psíquico de los pobres como se había sugerido e inscripto en elproyecto de Ley del año 1991....Y tal vez, por ello, el Dr. Seoane haya tenidoparte de razón...Pero lo cierto es que, si se espera a que este todo listo, loscambios en la administración pública serían anecdóticos, porque nunca es-tán los recursos que se necesitan, nunca esta el personal que se requiere, lascondiciones normales de trabajo en el estado, son de subsistencia ...(..) Nues-tro error más importante fue la ingenuidad y cierta omnipotencia que nosllevó a confiar en que externar, era también una forma de presionar al poderpolítico para apurar la transformación, para movilizarlos en la construcciónde la estructura de contención social, por afuera de la institución monovalente.Pensábamos que haciendo pública la problemática y los logros, el asilo, real-mente tenía mas chancees de ser convertido en un hospital general y que alcabo de algunos años se irían conformando las redes de asistencia alternati-va. Bien, esto no sucedió, pero no podrá nunca compararse las condicionesde Oliveros antes y después de la apertura democrática. Ni siquiera podrácompararse el imaginario social y el lugar que allí tenía la «locura», antes ydespués de los años 80. Con todos los errores que hoy podemos vislumbraren el proceso, hay una página que se dio vuelta inexorablemente...

Respecto a «los caños», como supuesto destino de los pacientes, creoque es equivocado, el grueso de la población externada, encontró resguardoen las estructuras familiares. (..) Por supuesto que un paciente psiquiátricomuchas veces tiene patologías de curso crónico que por temporadas sonestabilizables y por otras se desestabilizan, lo mas probable es que un tipodesestabilizado que no esta bajo tratamiento de internación, tampoco ambu-latorio, expanda su crisis afuera de su casa. Generando disturbios o algúnconflicto en la vía pública...Suelen instalarse en la estación de ómnibus, an-

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tes, en la estación de trenes, en bares céntricos... En realidad buscan espaciosmultitudinarios que los contengan, pero no es que, no hayan tenido dóndeir... (...) La locura de una comunidad no se puede esconder debajo de la cama,hay que aprender a soportar la fragilidad, como dice Hugo Cohen, «A viviren la incertidumbre». (...) No creo que haya sido el caso de Ariel, pero la genteen general tiene mucho miedo a lo que no comprende, y la enfermedad men-tal no se comprende y se teme más que cualquier otra cosa. Es un miedofantasmal que nos acompaña desde el principio de los tiempos... Bueno, lomás probable es que prefiera no verse a un loco en el bar, en la Terminal,lastima y entonces prefiere no verse... Pero ello es imposible, porque como sumiedo, la locura es parte de la vida de los pueblos desde siempre» (...) Ade-más hoy, los locos del manicomio, no son el mayor problema para la saludmental. La patología y el verdadero peligro, esta en los cientos de miles queconsumen drogas y alcohol, en esa terrible pandemia que llamamos «desáni-mo», y que es la que se cobra vidas a diario, en todo el mundo» (...) Pero claro,seguir hablando del «Hospicio» y de los locos que allí habitan, es más fácil.Le evita al Estado abordar los verdaderos flagelos contemporáneos que atra-viesan a la salud mental (...). Circunscribir hoy, la locura al asilo, es unamiopía clínica y política... Basta ya está, tienen que trabajar para «afuera»,los médicos del asilo, los psiquiatras, los psicólogos... Pero para ellos tam-bién es más cómodo abocarse a esos o enfermos del asilo»... (...)196

El Dr. Sialle, confesó una anécdota a esta instigadora: Hacia 1992, Sialle,que en ese momento estaba como Director del A. Ávila de Rosario, se topocasualmente en una avenida de esta ciudad, con un médico psiquiatra deParaná. Al cabo de saludarse, este Entrerriano, le comento que ya no se dedica-ba a la salud pública, y que: «Gracias a los pacientes que «ustedes» externaron....«He logrado montar una clínica psiquiátrica privada en Paraná»...

El encuentro, dejo pensando a Sialle, durante veinte años...Porque aúnhoy se pregunta sobre los errores en la externación... El hecho es que, algunasfamilias que no quisieron o no pudieron cargar con su familiar enfermo,lograron vía la categoría de discapacidad que aloja la prestación del PAMI,internarlos en modestas clínicas neuropsiquiátricas privadas.

Adriana Altieri, a cargo del Programa de externación por aquello años,no mostró sin embargo, mayor atención al comentario que califico de malintencionado...

(..) «Eso es una chicana. Es parte del compendio de críticas que usaron paramatar al programa de externación... (...) Decile a tu papá «que se quede tranquilo»,que a PAMI fueron 70 personas en los ocho años que duró mi función... ¿A vos teparece esa, una cifra significativa? ¿70 personas en un promedio de ocho años de

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externación? Mira eso el PAMI, lo permitió una vez, y luego cerro la posibilidad afuturo, cuando estuvo completado el cupo de los 70.... (...) Me acuerdo que habíantraído un folleo con fotos de esas instituciones que el PAMI cubría... ¿Vos sabes lascaras de ellos cuando las miraban? ...Como o iba a aprovechar esa oportunidad, sí encualquier lugar iban a estar mejor que en la Colonia....Por favor!!!» 197

h.2 Open DoorPero si algo se ha adherido a la dinámica de la institución psiquiátrica

Santafesina, con naturalidad y beneficios objetivos reconocidos por prácti-camente todos los actores involucrados (de mucamos a psicólogos y de pa-cientes a Directivos) es, la Política de «Puertas abiertas».

El sistema Open Door, había sido puesto en práctica por primera vez,en Francia bajo el humanismo asistencial de Pinel, quien a su vez lo toma deuna visita por el manicomio de Zaragoza, en aquel momento a cargo dereligiosos.

Dicha práctica fue enmudecida cuando el «tratamiento moral» (así sellamó a lo diseñada por Pinel y la escuela francesa humanista) fue desplaza-do por el avance de la «Frenología», primero inspirada en el misticismolocalizacionista de Gall, luego renovada por el desarrollo de laanatomopatología alemana, agnóstica y de cuño positivista. Este paradig-ma, que recoge aunque purificadas de resabios ontológicos, las teorías reli-giosas de la degeneración hereditaria de Morel, la evolución de las especiesDarwinianas, a los alemanes Wernicke, Fritsch, Gressinger y Hitzg, paraconcluir en Lombroso, Garófalo, Ferri y Broca y la escuela crimínalisticaItaliana, hegemonizó mediante el modelo» alienista», la asistencia en saludmental, desde mediados del siglo diecinueve hasta los primeros cincuentaaños del siglo veinte198.

En 1876, Lombrosso escribía, por ejemplo, «El hombre delincuente»,donde establece una relación entre los delincuentes y los animales inferiores.Explicando que la delincuencia es cuestión hereditaria que incluso se mani-festaría en la propia fisonomía del delincuente.

La prueba biológica la encontraba en la foseta cerebral media de lacabeza. Otras pruebas se daban en relación al peso y a la altura del delin-cuente, a sus dimensiones craneanas, sus órganos sensoriales: Mirada extra-vía, orejas grandes, labio leporino, asimetrías etc199.

De esta manera, los manicomios públicos y privados de todo el mundo,mantuvieron un sistema de encierro y aislamiento que solo fue aguijoneadohacia la década del 50, por el movimiento británico «antipsiquiátrico». Sinembargo, serían los EE.UU., quienes rápidamente popularizarían esta inno-vación de apertura progresiva, para el tratamiento institucional del sufri-

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miento Psíquico.

Latinoamérica y particularmente la Argentina, desarrollan breves ex-perimentos con esta dinámica, bajo el período peronista y luego bajo eldesarrollismo. Después, los sucesivos golpes de facto hicieron impensablecualquier lineamiento de trabajo institucional o grupal de corte transversal yparticipativo. Los pacientes retornaron a su lugar de «objetos», como escribeFoucault al narrar la historia de la locura, y los psiquiatras a su sitio decustodios. Solo la última reapertura democrática trastocaría dichos desig-nios naturalizados en la comunidad médica y social, en general.

Por ello, abrir las puertas de Oliveros, tampoco se llevó a cabo sin resis-tencias. Y aún sabiendo que los pacientes retornaban al Asilo, y que no ha-rían suyo el «espacio público»; Las calles, las terminales de ómnibus, lasestaciones de ferrocarril, las plazas, como aún se teme – ya lo dice ZigmuntBauman; la mayor demanda de la sociedad es la seguridad -200

Nos comenta Mosotti que el dispositivo se reintrodujo de manera pio-nera en Oliveros a partir del año 1985. Cuando se logró externar a quienesestaban en prontas condiciones de hacerlo, hubo, según los exfuncionarios,más tiempo mental y físico para abocarse a la pluralidad de casos que sinencontrarse en aquellas condiciones, debían ingresar en una nueva faceta detratamiento, afín de alcanzarlas en algún momento.

El dispositivo de Puertas abiertas, no es para todos, ni ha de ser utiliza-do en cualquier momento del tratamiento. De hecho, como nos informa Sialle,en ciertas ocasiones es contraproducente y «solo consigue generarle al suje-to, mayor incertidumbre y sufrimiento». De aquí su trabajosa puesta en mar-cha, ya que implica claramente el 1x1, al que hace referencia Lacan. Obliga asingularizar, caso por caso, a evaluar sus condiciones físicas, químicas, psí-quicas. Sería implementado en aquellos pacientes que mostraran al momen-to de la decisión una notoria mejoría en su estado clínico. Ello suponía porejemplo que; La medicación se había reducido y que podía confiarse en que elpaciente se la administraría por sí mismo, en caso de no encontrarse en elAsilo al momento de ingerirla según prescripción, o que regresaría allí paraque los enfermeros se la administrara. Hacía referencia también, a lascondiciciones clínicas del paciente; A su motricidad o estado físico, (si era ono capaz de caminar y cuanto) al estado de sus reflejos, (evaluar si estaban losuficientemente vivaces como para cruzar calles o transitar en zonas convul-sionadas del espacio más urbano), al potencial grado de conflictividad en elvínculo con el Otro, dependiente del tipo de patología y del exacto momentode la misma en cada caso evaluado, etc201.

Con ello, se intenta explicar que, las puertas están abiertas, pero no

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para todos. Algunos lo tuvieron como aun hoy lo tienen, prohibido por ordenjudicial, otros por prescripción médica y muchos otros lamentablemente yano desean tener contacto con el afuera. Lo cierto es que, nos comenta AldoMosotti; «Hoy, la población cronificada del Asilo, en Oliveros, en el AgudoÁvila de Rosario, en el Mira y López de Santa Fe... (..) «no importa particula-rizar la institución porque en todas ocurre lo mismo y las tasa de crónicos essemejante, que en general ronda el 40% del total de internos, se encuentrapostrada en su pabellón»...

Pues bien, lo mismo ocurría en el período analizado en esta investiga-ción, también existía una fuerte cantidad de crónicos abandonados, sin fa-milias, ni redes parentales, con lo cual, el estimulo del «afuera», era práctica-mente inexistente. La diferencia, era quizás que dicho porcentaje estaba aco-tado, era menor.

Como nos contaba la Doctora Liliana Castro, ex psiquiatra de Oliverosen el lapso abordado y actual planta del Centro Regional Agudo Ávila deRosario; (...) «Esta es una gestión que agregó camas....De que reforma psi-quiátrica me hablan. (...) Tenemos más pacientes ahora que hace diez años,es increíble. Veníamos de una gestión (Mosotti 1993-1996) que derrumbó dospabellones en el Suipacha. Uno, se convirtió en Centro Cultural para pacien-tes, y el otro en patrimonio de la Escuela de enfermería, pero luego se agrega-ron más camas... (...) Te das cuenta? No hay una política coherente, seria,sistemática, por parte del Estado provincial...Todo es discontinuo y a base dela buena voluntad de quién detente transitoriamente la dirección de un Ma-nicomio. (..) Por eso yo te digo, que para mí, no hubo tal reforma psiquiátricaa nivel provincial. Lo que sí hubo fueron «micro reformas institucionales»,que en algunos casos lograron generalizarse y quedarse definitivamente enel quehacer de todos los días» (...)202

Sin embargo, abocándonos al análisis de este dispositivo en la ColoniaPsiquiátrica de Oliveros, debemos destacar su éxito incuestionable en el me-joramiento de las condiciones de vida de los internos. Y en esto coincide eltotal absoluto de los actores entrevistados, así mismo lo declaran los pacien-tes, enfermeros y mucamos.

Nos cuenta B. una paciente bipolar, que ha estado internada enOliveros durante los años 1998 y 1999 y en el Agudo Ávila de Rosario, apartir del 2003.

(...) «Yo salgo todos los días...Hago algunos trabajos, soy manicura ymaquilladora (...) Tenía un local hermoso cuando estaba casada, en Reconquista (...)pero ahora viste, mi marido me dejó y me quedé sin un peso. (...) No me importa eh...A

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todos nos pasa algo en la vida. Ahora lo que estoy buscando, es que me ayuden apagarme una pensión, el Director me dijo que me va a ayudar.... (...) Yo ya tengo elalta, pero estoy aca porque me quedé sin casa cuando me separé y no quiero irme avivir con mi mamá, me peleo mucho...(...) Pero si no me dejaran salir, ya me hubieseido para allá!!!!. Noooo... Yo encerrada no me quedo (...) No se como será no podersalir, a mí por suerte no me pasó nunca... En Oliveros iba a dar vueltas al pueblo, atomar helados, venía a Reconquista a visitar a mi Mamá... No sé, no me acuerdo síalguna vez no me dejaron salir (...)203

Abrir las puertas de Oliveros, como lo explicaba en páginas anterioresMosotti, fue una labor simultanea a las distintas experiencias de «sensibili-zación» que se desplegaron hacia la sociedad comunal. Luego de aproxima-damente dos años de charlas con maestras, vecinos, cooperadoras, vecina-les, etc., explicando la realidad de la Colonia, de la Locura y de los Pacientes,se comenzó progresivamente a permitírseles salir a quienes estuvieran aptospara hacerlo.

Al principio, recuerda el Doctor Sialle, no eran muchos; (...) «Imaginateque se venía de una dictadura, la colonia estaba derruida tanto como lospacientes, sobre-medicados, con descargas eléctricas infernales, todo eso dejasecuelas que no se revierten de un año para el otro... Empezaron a salir algu-nos y de apoco... (...) Luego esta cantidad se fue agrandando más y más, alfinal de 1899, eran casi el 60% del total» (...)204

Para concluir con este apartado, entiende importante la tesista, desta-car nuevamente la coyuntura de «consenso» (en este caso comunitario) enlas que se produjeron dichas intervenciones de apertura manicomial. Qui-zás, en oposición a lo imaginado, Oliveros resultó ser mucho más permeableal cambio que la ciudad de Rosario, cuando por ejemplo, a partir de losnoventa, estas mismas gestiones (Sialle primero y luego Mosotti) ponen enpráctica los dispositivos, en el Agudo Ávila.

Confiesa el Dr. Sialle; (...) «En el Suipacha todo fue más lento y trabajoso... Sequejaban los sindicatos (que eran más fuertes) decían que «estábamos vaciando elHospital y que el personal se iba a quedar sin trabajo»... Se venían a quejar losvecinos, aunque después ello se revirtió... (...) En Oliveros, fue casi natural, tendráque ver con que casi todo el mundo vive de él, o tiene un familiar trabajando allí...Queen cierto sentido, desestigmatizarlo costó menos. (...) Debe influir también la culturasolidaria del pueblo trabajador, que en los pueblos chicos y más en esa época, todavíano estaba tan vapuleada como a partir de la década del 90. (...) Todos teníamos ganas,entusiasmo, fuerza (...) Hasta el sodero del pueblo, que era un pequeño dirigentepolítico venía a visitar el Hospital, a ver con que podía ayudar.... Pregúntale aFernando Rosúa, que empezó a militar con él y tuvo conflicto con los compañeros

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abogados, porque algunos chicos eran anti- peronistas... (..). Pero anti o pro, todosestaban entusiasmados, comprometidos (...) Para que te des una idea: La experienciade la «casa de medio camino» (espacio intermedio subsidiado por el estado paraalbergar a pacientes que aún en condiciones físicas y psíquicas de externación, nopudieran llevarla a cabo por falta de recursos, de vivienda, de familia) que pusimosen práctica en el año 1993, cuando yo estaba el la Dirección Provincial de SaludMental, fue la primera experiencia efectiva en todo el país (lo prescribían las legisla-ciones de Río Negro, de San Luís, de aquí, pero no se había concretado en ningúnlado). ¿Y sabés donde se desarrollo?...En la Comuna de Oliveros...El intendentecomunal donó una modesta casita en el centro del pueblo, y allí fueron a vivir unapareja de pacientes que tenían casi diez años de internación» (...) 205

h.3 Erradicación progresiva del Tratamiento Eléctrico sobrepacientes.

La utilización del Electro Yock o Terapia electro convulsivante, sebasa en sistemáticas descargas eléctricas sobre la corteza cerebral del pa-ciente con perturbaciones mentales. Es hoy por hoy, una práctica vigenteen prácticamente todo el mundo. De hecho en la Argentina gran parte delservicio privado en Salud Mental continúa ejercitándola, sin restriccionesnormativas.

Sin embargo, el Estado, en todos sus estamentos, logró erradicarlaaproximadamente hacia fines de los años 80, en el marco, como lo hemosmencionado hasta el cansancio, de gestiones sanitarias progresistas, comolo fueron en el gobierno del Dr. Alfonsín. A partir de la década del 90, nuncamás en un hospital o Asilo público, un interno sería sometido a semejantevejación sobre la dignidad humana.

Nuevamente, la Provincia de Santa Fe se habría adelantado a lo queluego se constituirían como prohibiciones gubernativas de nivel nacio-nal. Hacia 1986, el TEC (Tratamiento electro convulsivante) sería aban-donado en la Colonia de Oliveros, lo que al cabo de un año, originaría lageneralización de la misma actitud en todos los hospicios públicos de lajurisdicción Santafesina. Es importante recalcar que, tanto en Oliveros,como en el Hospital Suipacha o como en Mira y López de Santa Fe, ladeconstrucción de este dispositivo «terapéutico», fue el producto exclusi-vo de la excelsa voluntad de sus gestiones y parte de sus plantas técnicas,puesto que en ningún momento, la cruzada por los derechos humanos,contó con el apoyo imprescindible de un marco normativo que respaldarasu abandono.

De esta manera, en Sana Fe, como seguramente en cualquier otro puntodel país, los facultativos, amparados por una línea política correcta a nivel

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nacional, pero sin el verdadero poder coactivo del Derecho, se toparon conno poca resistencia dentro de los mismos psiquiatras con los que se compar-tía el trabajo diario. Dichos profesionales que en general, habían obtenido sunombramiento antes de la reapertura democrática, continuaron utilizandoelectro Yock, hasta último momento, y en oportunidades, a escondidas de lasautoridades hospitalarias.

Nos comenta Aldo Mosotti, que hacia 1985, cuando comprendió que enciertos estratos técnicos, la prédica sobre los Derechos del Hombre, no provo-caría mella, y que el uso del TEC, tampoco se subsanaría con instrucción,argumentando sobre las contraindicaciones de esta práctica, optó por unaférrea reglamentación interna de la misma. Impedidos de denunciar y huér-fanos de amparo normativo, las autoridades de la Colonia de Oliveros, deci-dieron desarrollar un minucioso sistema de control, que obligaba al detalleexhaustivo del porqué?, del cómo?, y hasta cuándo? , se pretendía someter alinterno a dicha estrategia.

Además de los rigurosos formularios que cada psiquiatra con intencio-nes de usar TEC, debía completar, la dirección conformó juntas evaluadorasen dos niveles; Clínicas, sobre el supuesto diagnóstico del paciente y de éticamédica, sobre los argumentos volcados por el facultativo, en favor de dichapráctica. Así, el engorro burocrático, la diletancia en el tiempo y la progresivaconciencia de que una «etapa» había concluido simultáneamente a la modi-ficación en la correlación de fuerzas, llevaron a estos médicos, a desertarprogresivamente de su aplicación.

En 1987, cuando el curso del nuevo paradigma asistencial parecía irre-frenable, por decreto interno de la nueva dirección institucional, se impedíaen la Colonia de Oliveros, la realización de Terapia electro convulsionante,bajo pena de sumario profesional.

Nos comentaba su experiencia la enfermera A.; (...) «Mi primer ingresoen el servicio psiquiátrico de la Provincia fue en 1982, en la Colonia, duré sietedías....Si no recuerdo mal, había seis psiquiatras, al menos cinco, usaban electroyock, a mansalva, chalecos de fuerza, abuso de medicación en grados horrorosos,todos vivían dopados...Todos eran «pacientes peligrosos»...Lo únicos que safabaneran los que les servían mate a ellos, los que les compraban las facturas en lacantina..Un espanto (...) Me acuerdo que una vez, a la semana de haber empezadocon mis prácticas, la jefa del servicio de enfermeros, me llamó para que inyectara aun paciente que estaba en una crisis psicótica. Era una jeringa gruesa, como si tedigo de dos dedos de ancho...Lo tenían agarrado otos tres enfermeros hombres, eltipo trataba de zafarse, el cuadro era de una violencia...Al principio, tímidamenteme resistí, le dije que yo no quería hacer eso...La jefa me gritó que lo tenía que hacer,

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que ese era mi trabajo y que tenía que acostumbrarme....Lo hice. Me fui llorando alOfis de enfermería...Al cabo de media hora la jefa del servicio se acercó, tambiéntenía los ojos húmedos y me dijo algo así como «A mí tampoco me gusta, pero es eltrabajo»...Al oto día pedí traslado a un Hospital general, e ingresé al Centenario deRosario... (...) Te imaginas que por mi historia no podía soportar eso...En el año1977, estuve secuestrada en el frigorífico Swift, pude escaparme, salté del primerpiso, me quebré la pierna, pero además terminé internada en el Borda tresmeses...Viajamos con Ariel y los nenes a España, volvimos a comienzos del año 82,cuando la dictadura se desplomaba. Entre al Servicio Psiquiátrico, en parte, por loque había vivido yo..Pero ahora, como enfermera me sentía en el lugar del enemigo,torturando...No lo pude soportar» (...)206

i. Gestión Sialle

Desde el año 1985, el Dr. Sialle en calidad de sub-director de la Coloniaconfiguró una serie de programas para la Institución, que al ocupar la Direc-ción en 1987, fueron conocidos como «Los 74 Programas de dignificacióndel Paciente y el Trabajador». Aquí recogeremos sucintamente aquellos quea criterio de la Tesista- según el grado de subversión que albergan respecto alorden manicomial imperante- se consideran de mayor trascendencia207.

i.1 Programa de Dignificación de los Trabajadores

• En referencia a la capacitación

Dentro de las estrategias más importantes desplegadas con miras acualificar los recursos humanos de la institución asilar, se destacan aquellasvinculadas con la formación y capacitación sistemática. En dicha línea en-contramos hacia 1987, la Residencia interdisciplinaria en Salud Mental,destinada a Psiquíatras, Psicólogos, abogados, trabajadores sociales, y todotipo de profesionales vinculados a la problemática del tratamiento sobre eldolor psíquico. En principio, habría comenzado exclusivamente para lostrabajadores de la Colonia, aunque al cabo de los primeros dos meses, porprobación del Ministerio de Salud y por Convenio con el Ministerio de Edu-cación, este dispositivo se abrió a un ingreso público sin restricciones.Taldispositivo fue inmediatamente tomado por otros hospitales Psiquiátricosde la Provincia, como Mira y López, logrando de esta manera, al cabo de1989, contar con una planta profesional, totalmente acreditada en términosde los nuevos conocimientos asistenciales producto, de un paradigma degestión plural e interdisciplinario.

En Dicha residencia se contaba con la presencia de prestigiosos facul-tativos de todo el país, vinculados a los procesos o experienciasdesmanicomializadoras. Hugo Cohen, (Río Negro) Vicente Gali, (Director

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Nacional de Salud Mental) José Chapapietra, (Neuquén) Carlos Blajerof(Hospital Alvear de Buenos Aires), fueron alguno de los médicos que a lolargo de tres años, asistieron sistemáticamente a la Colonia de Oliveros, aimpartir sus conocimientos, -a veces empíricos- sobre el ser y el deber ser deun trabajador en la Salud Mental Pública.

A este plantel estable de pedagogos, se acoplaban sin embargo, otroconjunto de intelectuales con un carácter de asistencia menos sistemático,pero no por ello menos comprometido, según refiere Sialle. Entre estos seencontraban, Vicente Zito Lema, Ana Quiroga (última mujer de PichónRiviere), el reconocido psicoanalista Germán García, Jorge Alemán y DianaMauri, una Lic. En Letras de un pequeño pueblito de la Provincia de Santa Fe(Las Rosas) que desde 1976, trabajaba con Basaglia en Italia.

Cabe agregar que este colectivo de pensadores recibía honorarios porsu tarea, siempre y en todos los casos. Sorprendentemente para estos días, sihacemos un elemental ejercicio comparativo con la situación actual de lostrabajadores de la Salud; (...) «Los peor pagos de todo el Estado Provincial»,(...) comentaba en entrevista, Ana Vega, enfermera del Agudo Ávila y delega-da de ATE, el dinero para cubrir dichos gastos de honorarios, viáticos ymaterial de estudio, provenía en un 50% del Estado. El resto era reclutado enparte de la Cooperadora interna del hospital, mientras que se solicitaba asímismo, sponsoramiento a ciertas empresas privadas vinculadas de algúnmodo con la Colonia. La Compañía que había ganado la licitación de laCocina de la misma institución, constituía uno de los aportes más frecuentes.

Comentaba Sialle; (...) «Siempre teníamos un restito de plata para estascosas...El estado desde 1984 a 1988, entregó recursos a Salud Mental, como nuncamás volví a ver en mi vida...Además estaba la Cooperadora, no te olvides que a partirde 1984-85, en Oliveros había talleres de Mosaiquería, Ladrillería, Pollería, y hacía1986, dimos tierras en arriendo, para cultivo de soja, con lo cuál entraba un dinero enforma regular... (...) Había una presión moderada desde el ministerio (Weisburd)para que las comunas decidieran comprar estos artículos a los pacientes de Oliveros,de algún modo, el Estado garantizaba lazos de solidaridad, que nunca más volveríana repetirse, al menos, en esta área, que he conocido en profundidad» (..)208

La residencia iría acompañada de la creación de la Escuela de enferme-ría con orientación en Salud Mental, que como bien enunciamos a comienzosdel capítulo anterior, fue viabilizada gracias a la sanción de la Ley ProvincialBaltuzi. La misma obligaba a todos los enfermeros «empíricos» (nombre dadoa aquellos enfermeros sin educación en circuito educativo formal) a acreditarel título de tales, mediante el cursado sistemático de las asignaturas estableci-das según programa académico de la escuela de medicina dependiente de la

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Universidad Nacional de Rosario. Dicha Escuela, funcionaba también en lasinmediaciones de la Colonia y como la residencia para profesionales, cobijó aun importante número de enfermeros de otras instituciones manicomiales.Pero fundamentalmente luego del primer año de desarrollo, fue re-legitimadacon el ingreso de muchos jóvenes de Rosario, y de la zona de influencia deOliveros (Maciel, Puerto Gaboto, Puerto General San Martín) que sin prácticaanterior, deseaban estudiar enfermería con orientación específica en SaludMental. Esta movida de nuevas camadas es destacada por los profesionalesentrevistados, como el acontecimiento que permitiría purificar ese estrato tanproblemático que había gobernado al Hospicio durante los últimos cincuentaaños de hegemonía del paradigma «alienista».

Aproximadamente para 1989, según nos comenta el Dr. Sialle, el 100%de estos recursos humanos estaba profesionalizado, con un incipiente por-centaje de nuevos profesionales en toda la Provincia.

Según el Dr. Mosotti, la capacitación de esta gente también habría con-tribuido a armonizar las relaciones de los mismos con el resto de actoresinstitucionales, tanto los pacientes como los profesionales y las mismasautoridades del Hospital, darían fé de un cambio cualitativo en el trato coti-diano de los mismos.

(..) «Hay que trabajar, con los enfermeros, hubo y habrá que trabajar siempre,porque su actividad cotidiana de permanente contacto con los pacientes, los bestializa,ellos son víctimas así mismo, de la muerte que provoca la institucionalización» (...)Aseguraba el Dr.Mosotti 209

Dice Adriana Althieri sobre el mismo punto; (...) «El problema más grandeeran los enfermeros, te imaginas sin instrucción, en el medio del campo, después de ladictadura... (...) Ahora...Un enfermero bueno, entiende las cosas diez veces más quecualquier profesional...Tienen un saber de lo humano, de lo social, pescan todo tanrápido (...) Carmen Mussio (enfermera mayor que también mencionarán Sialle yMosotti como ejemplo de trabajadora) era mi mano derecha!. Más que cualquierpsicólogo o psiquiatra, yo confiaba en Carmen»... (...) 210

En líneas generales los tres profesionales a cargo de Gestiones enOliveros, coincidirían en que la instrucción sumada a un importante trabajode diálogo y negociación política con los sindicatos, habría desmontado elproblema de sus características autoritarias en el trato con el enfermo.

De todas maneras, no todos los profesionales creen que ello hayasido así, de hecho cuando se la interroga a la Dra. Castro, actualmentepsiquiatra del Agudo Ávila en Rosario, ella contradice estos supuestos;(...) «Los enfermeros siguen siendo bastante bestias, aún cuando estén obligadosa pasar por la facultad o por el terciario de la Cruz Roja. Vos sabes que nosotros

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(refiere a sus colegas profesionales) tenemos problemas con ellos en el sindicato.Estamos como desacompasados unos de otros...Yo no sé si es que tienen menosconciencia, pero no se movilizan...No van a las Marchas (...) La negra (refiriéndo-se a Ana Vega) hace mucho ruido, pero la verdad es que de su sector está ella solaen cualquier marcha o movilización (...) Los enfermeros están muy agarrados a lavieja manera sindical, tienen relaciones clientelares, y en general están agremiadosen UPCN, no en el TA.» (...) 211

En tercer lugar, se creó en 1988, un Bachiller para adultos, destinado atrabajadores de la institución pero también a pacientes en condiciones clíni-cas de ingresar al cursado diario de la educación formal. La profesoraGiaccone, docente de Oliveros era la Directora del proyecto y la responsablede las gestiones burocráticas con el Ministerio de educación. Así, el Bachille-rato para adultos de la Colonia de Oliveros contó con un plantel de pedago-gos enviados por el Ministerio de Educación de la Provincia y con un peque-ño porcentaje de docentes contratados por la Colonia.

i.2 Programa de dignificación del paciente

• La reinserción comunitaria por medio de la Cultura

Continuando con esta línea de propagadora de lazos societales en tor-no a la cultura y la educación, se destacan aquí, los Seminarios de Homena-je al Pensamiento Nacional, desarrollados mensualmente en la Bibliotecade Oliveros, (también creada por estas gestiones) abierto tanto al personalcomo fundamentalmente al colectivo de internos.

Dichos encuentros convocaban a trabajadores y pensadores de la cul-tura de todo el País; Lito Cruz, Vicente Zito Lema, Liliana Herrero, FermínChávez, Héctor Zanella, Leonardo Favio, son algunas de las tantas visitasque albergó este dispositivo. Muchas veces eran simplemente charlas y deba-tes, entre tanto, a otras, se les adosaba la exposición de una obra de teatro, deun espectáculo de música, vista de películas y cortometrajes etc. Se habla deJuretche, de Scalabrini Ortiz, de Forja, de Eva y Juan Perón, del destino delperonismo, del de la izquierda nacional, de Rodolfo Walsh, del Autoritaris-mo, de la función del arte y la cultura «en la comunidad organizada»....Todoera político y orgullosamente tendencioso. Luego, al finalizar cada semina-rio, por decreto de la Dirección, algún lugar del Hospicio adoptaba el nom-bre de la figura analizada en dichos encuentros. Aún hoy, si uno visita laColonia puede leer en modestas plaquitas de bronce, nombres tales cómo«Policlínico Arturo Jauretche»...

Cuando se le pregunta a Sialle, sobre semejante imposición, sonríe y decla-

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ra; (...) «Si sos muy democrático, terminas no pudiendo hacer nada».... (...). Latesista volvió a interrogarlo sobre la emergencia de potenciales conflictos, conparte del personal que no estuviera de acuerdo con dicha orientación política, alo que contestó; «Sí claro, en general la mayoría era Peronista, pero claro quequienes no tributaban al pensamiento nacional y popular, se quejaban y mostra-ban su malestar...Eso no podía impedirlo» (...) Se ríe irónicamente...

Los Festivales Anuales Solidarios, que antes mencionamos, también seencuentran en esta misma línea de trabajo, tendiente a forjar lazos comunita-rios mediante la cultura y el arte. La idea era abrir el Hospicio a la Comuni-dad, desestigmatizarlo y desmitificar al sujeto con dolor psíquico. Mostrarque ellos eran aptos para el trabajo y la creación simbólica, útiles, en térmi-nos productivos, para la comunidad a la que pertenecía.

Por supuesto, estos festivales de ronda de espectáculos (con música,teatro, humor, baile y choripanes) no buscaban congraciarse explícitamentecon ninguna orientación política, sí fueron siempre populares y ello les per-mitió contar con la presencia de entre dos mil y tres mil personas, para cadames de Diciembre. La elección estética era clara, se reunía de manera volun-taria a todos aquellos artistas que gozaban del afecto masivo. Los Festivaleseran para los pacientes y la población de las Comunas, en base a esta mixtu-ra de gustos que en general coincidían, fue que se definió acercar a Oliverosla cumbia – Los Palmeras, fueron de los grupos que con mayor frecuenciavisitaban al Hospicio- Chamamé, y Folclore en general....Pero también hubomúsica clásica y tango, contrariamente a lo presupuesto por parte de lostrabajadores del Campo Psi de la Colonia, inclusive por las Direcciones men-cionadas, los pacientes enmudecían ante el sonido de los acordes clásicos. Elfenómeno fue observado por distintos docentes y alumnos de la Facultad demúsica de la Universidad Nacional de Rosario, que con entusiasmo y solida-ridad, comenzaron más tarde a organizar encuentros periódicos, en dondeellos oficiaban de artistas invitados.

Pero lo más importante de este tipo de actividades, asegura Sialle, es que«Desbestializan»....Quitan el tedio y el desasosiego que caracteriza a toda insti-tución, mucho más a estas en donde se está en permanente contacto con el dolor.

Comenta Sialle; (...) «Bestializarse, es un mecanismo de defensa, es una –falsa- alternativa que los trabajadores de los hospicios encuentran para poder sopor-tar su tarea, su lugar con el Otro, que de por sí es estructuralmente jodido (...) Por eso,estoy convencido que la labor psiquiátrica en Instituciones Públicas es insalubre yque debería idearse un sistema de rotación de los trabajadores cada cinco, seis o sieteaños...Ello sería lo ideal... En su defecto, las actividades que generan proyectos, queestán conectadas con la vida, son excelentes para purificar los aires de la

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institucionalización. Toda movilización es buena, genera cambio y hace que las cosasno se estanquen....A eso apuntaban los Festivales, yo entendí que la gente de Oliveros(los pacientes, los mucamos, los enfermeros, los empleados de mantenimiento) comen-zaban desde marzo a idear el nuevo encuentro a producirse en Diciembre....Esto losmantenía vivos, inquietos, vitales, de buen humor....Estaba documentado, todos losíndices de violencia institucional mermaban, de consumo de psicofármacos, de agre-siones entre internos, de violaciones...Todo lo denso que albergan los muros del ma-nicomio, descendía. Fue la mejor terapia de grupo que puede haberse dado en aquellosmomentos ... Nos comunicaba además con la población de Oliveros, y de su Zona deinfluencia, Puerto Gaboto, Puerto San Martín, y Maciel, era la forma más masiva deapertura que habíamos logrado» (...)212

•La rehabilitación mediante el trabajo

En la Colonia de Oliveros, debido a su enorme extensión territorial, logródesarrollar durante la década del cincuenta, hasta fines de los años sesenta,distintas actividades productivas vinculadas a la capacitación de oficios paralos internos, entre las que se destacaron a aquellas vinculadas a la tierra. Dichasestrategias fueron precariamente reinauguradas durante los años 1973-1976,imponiendo una modalidad de pago para el interno, mediante el suministrosemanal de una cantidad determinada de tabaco y yerba. Finalmente, la Dicta-dura militar abortó cualquier tipo de actividad productivo- terapéutica capaz degenerar movilización intrainstitucional. La falta de presupuesto básico y la ab-soluta desatención de los asilos, obligó a eliminar rápidamente el conjunto dedepartamentos que más tarde se llamarían de «Labor Terapia». De esta manera,el devenir de Oliveros, no sería ajeno a la suerte general de la institución asilar enla Argentina, durante los años de Plomo. Cuando el Dr. Aldo Mosotti arribócomo interventor, en 1983, encontró que las únicas actividades que convocabana un selecto grupo de pacientes eran; Ladrillería y mosaiquería, cuyos productosnadie sabía a ciencia cierta, donde iban a parar. El circuito de comercializaciónno era formal, ni mucho menos público, y finalizaba para el paciente, al entregaral enfermero de turno, registro de lo elaborado. El suministro de tabaco y yerba,era esporádico, como parte de pago, hasta que finalmente desapareció hacia1981, cuando se cortaron todos los presupuestos extrasalariales.

La gestión democrática del año 83, sumó a estos escasos oficios acti-vidades tales como; Cría de pollos y chanchos, vivero y carpintería. Haciael año 1986-1987, comenzaron a licitarse tierras para para arrendamiento.En las mismas, se obligaba a contratar para el trabajo, a pacientes de laInstitución. 200 hectaras fueron dadas en alquiler privado para cultivode soja, en el período 1986- 1988. El dinero resultante de la operación eratrasladado a la secretaría de logística del Ministerio de Salud de la Pro-vincia, un 50 % de la tasa, quedaba para usufructo de la Colonia, a travésde su Cooperadora.

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Como mencionamos más arriba, el sistema logístico del Ministerio per-tinente, permitía identificar destino y modos de comercialización de todo loproducido. En buena medida, empresas privadas de la Comunas de Oliveros,Maciel, Puerto Gaboto y Puerto General San Martín, eran compradores siste-máticos de estos insumos.

Pero lo realmente importante a destacar en la evolución de este dispo-sitivo, es que hacia 1987, se erradicó la paga en especias por las laboresrealizadas. El tabaco, la yerba y la (azular) en ciertos casos) dejaron deconstituirse en los objetos por medios de los cuales se valoraba el trabajodel interno. Por gestión de la Dirección, a partir de 1987, todos los pacientesempleados en labores, fueron retribuidos con un pequeño salario, abonadoen términos semanales. La Cooperadora ofrecía el desembolso del dinero através del Coordinador del Consejo Técnico de Labor Terapia, a cargo delSr. Girardi, recordado en el pueblo por la dramática desaparición de suúnica hija hacia 1977.

Comentaba el Dr. Mosotti al respecto; (...) «Girardi fue vital en el arma-do de las tareas, era un tipo muy avanzado, dentro de la media de unhombre de pueblo. El dolor causado por la muerte de su hija a manos de ladictadura, lo hacía violentarse ante toda arista autoritaria para el trato conlos pacientes» (...) 213

• La participación en la Toma de decisiones

Se estableció un Consejo asesor de la dirección, una suerte de equipode permanente consulta conformado por los trabajadores en sus distintosniveles y a través de delegados (por profesionales, por enfermeros, pormucamos, por personal de mantenimiento, y por pacientes). Todas las sema-nas este Consejo de reunía con el Director a fin de trasmitir sus reclamos yopiniones respecto al modo de gestión emprendido.

De la misma manera, se trabajo con el colectivo de internos promovien-do representantes en cada Pabellón. Los mismos, se reunirían todos los mar-tes por la mañana en el horario del almuerzo, en Casa del Director.Sorprendentemente para el año de su diseño (1936), la misma, como residen-cia de las autoridades transitorias, se ubicaba dentro del perímetro del noso-comio, a pocos metros del pabellón 1, o policlínico de mujeres; un hecho quedebe leerse como de avanzada, para el paradigma urbanístico dominantehacia mediado de la década infame.

En correspondencia con esta directriz de trabajo, se intentó, aunque

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infructuosamente, promover la sanción de una Ley provincial que habilitaraal ejercicio de los Derechos políticos de los internos., esto es, el derecho alsufragio, en todos sus niveles. Lamentablemente, confiesa Sialle, el antepro-yecto diseñado por el mismo equipo de profesionales que más tarde patroci-naría la Ley Provincial de Salud Mental, no fue aprobado por el poder legis-lativo de nuestra jurisdicción.

Fernando Rosúa, miembro del equipo de gente mencionado, quién di-cho sea de paso, volvió a intentar esta prerrogativa para el colectivo de priva-dos de libertad, tras su paso en la Dirección Provincial del Servicio Peniten-ciario, confesó lo siguiente;

(...) «Date cuenta que ello podía modificar el statu-quo de todo el departamentoIriondo» (...) Había funcionarios políticos y del poder judicial que apoyaban elproyecto, como era el caso del fiscal Franichevich, pero no bastó....Con los años,después de haber andado bastante por el Estado, entendí que estas cosas requieren unavoluntad política muy fuerte y de las máximas autoridades. Por lo tanto llegar ahaberlo planteado para Oliveros, y que esos funcionarios de tan poco peso real, en laestructura del Estado, hayan sido escuchados por algunos dirigentes políticos ymiembros del Poder judicial, fue todo un logro.» (...)214

Así mismo, dentro de los dispositivos tendientes a promocionar y ga-rantizar la defensa de Derechos elementales (civiles y políticos) puede men-cionarse, la creación de un pabellón, destinada a preservar la vida marital delos pacientes. Una nueva iniciativa frustrada, al cabo del primer año dedesarrollo. Los altos índices de embarazo e infecciones venéreas, motivarona las autoridades de Oliveros hacia 1988, a intentar ofrecer un espacio salu-dable, que garantizara, higiene, intimidad física y accesibilidad a recursosanticonceptivos, como comprimidos y preservativos.

Según el Dr. Sialle, esta medida no era menor, puesto que además depreservar la salud física y no perturbar aún más la salud psíquica de lapaciente, en el caso de embarazos no deseados, esta estrategia, buscaba dig-nificar el vínculo amoroso y sexual, como modo de apuntalar la laborrehabilitatoria. De esta manera, las parejas eran acompañadas por una en-fermera, allí se desempeñaba exclusivamente una mucama, quién en conjun-to con el auxiliar sanitario, reponía las píldoras y condones.

Pese a haber comprobado la eficacia de la intervención, en tantoreductora de tasa de embarazos, infecciosas y violaciones, según estadísti-cas de la institución, confiesa el Dr. Sialle, que esta medida generó una férrearesistencia en una organización intermedia de la Sociedad Civil, llamada«Movimiento Familiar Cristiano», con cede en casi todos los reductos de laProvincia. Dicha organización casualmente, manejaba los destinos de los

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niños concebidos por pacientes de Oliveros que no estuviesen en condicio-nes próximas de egreso, siempre y cuando estas no tuviesen familiares próxi-mos que reclamen la potestad sobre la criatura.

Dice Sialle al respecto; (...) «Era una situación paradójica, porque con laIglesia de Oliveros estábamos en excelentes relaciones. El párroco de la Comuna,era el famoso padre Daniel Siñerí, conocido en toda la provincia por su históricocompromiso cristiano con las poblaciones vulnerables (locos, presos, pobres. Elpadre Daniel, político y militante de los Derechos Humanos, era más que partida-rio de las reformas manicomiales iniciadas hacia 1983. De hecho, cuando me fui aDirección del Suipacaha, el también se vino a trabajar en el Hospital. Todo habi-tante de Oliveros recuerda sus misas, que eran totalmente anticonvencionales. Enla Colonia él daba misa en la pequeña capilla, eran multitudinarias, 30 y 40personas en cada encuentro... ¿Vos sabes lo que es manejara tantos locos juntos?...Ysin embargo, nunca hubo un solo problema, nunca se le faltó el respeto... él los hacíaparticipar, los escuchaba» (...)215

i.3 Programa de Acción Comunitaria

•Tras el objetivo de la transformación del manicomio en HospitalGeneral

Siempre con miras de reconvertir al Asilo en una estructura sanitariageneral, con un servicio de Salud Mental, dentro del conjunto de disciplinasmédicas que caracterizan a los efectores primarios y medios del sistema deSalud Público, la Dirección se propuso estrechar vínculos con el resto deinstituciones sanitarias del Departamento Iriondo; Nos referimos a Oliveros,Puerto Gaboto, Puerto San Martín y Maciel. En cada uno de estos distritoscomunales, la Colonia de Oliveros ofreció recursos humanos profesionales,destinados a desplegar en acción consociativa con los humildes centros deSalud locales, los Programas de a. Asistencia y Control de tuberculosis b.Programa de asistencia odontológica. C. Programa de control de pediculosis.

Estos médicos y odontólogos que cumplían su servicio en la Colonia setrasladaban a estas disposiciones comunales, con importante acopio de farma-cia y material descartable, provisto por la Farmacia de la Colonia que a su vez,recibía sus insumos de la Cooperadora de la Institución. Los programas dura-ron aproximadamente un año, y en general se desarrollaron según el entrevista-do, en total concordancia con las voluntades de los profesionales afectados.

Asegura Sialle (...) «No, no se quejaba... No cobraban extras, solo viáticos demovilidad, pero nadie se me quejó jamás por esto. Había mucho entusiasmo, casitodos estábamos subidos a la ola de transformar a la Colonia de depósito, en un

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lugar de referencia de Salud en general. (...) Lo que sí ocurrió fue que comenzaron aprotestar los médicos del pueblo que ejercían la profesión en términos liberales, élsentían que atentábamos contra su trabajo, lo cuál de alguna manera era cierto,porque triplicábamos con personal de Oliveros, la red de asistencia sanitaria públi-ca, ofrecida «(...)216

Cuando la Tesista interroga al entrevistado acerca de lo aprendido enesta experiencia de apertura al juego interinstitucional, el psiquiatra confie-sa una suerte de flexibilidad, que aún trabajando en la Colonia no habíanadquirido. Salir a la comunidad obligó a escuchar otro tipo de demandaspara las que estos equipos de profesionales no estaban preparados. Recuer-da Sialle que en los encuentros a modo de charlas, que también se establecie-ron sistemáticamente con docentes y padres de niños comunales en escuelasmedias, había bosquejado conversar acerca de «El Doble Vínculo», «El Edipo»,«La homosexualidad», etc. Temáticas que concluyeron antes de consagrarseen inquietudes a contrastar por el equipo de profesionales, debido a la faltade interés, por parte de esos grupos humanos. Pero lo importante que subra-ya Sialle, es que tal desinterés no se fundaba en la falta de información, enmecanismos colectivos de negaciones, o resistencias, más bien carecían derelevancia en sus imaginarios y universos referenciales, porque no consti-tuían «problemas». Comenta Sialle al respecto; (...) «Pensé en hablar de ho-mosexualidad porque estas zonas habían adquirido desde comienzos de los80, la fama de pueblos con servicios sexuales diversos... Sin embargo, talacontecimiento, relativamente cierto- estaba totalmente naturalizado por susvecinos, al menos no generaba ni angustia, ni vergüenza, ni bronca... Ahíentendí que pecábamos de subestimación, que en los pueblos había otroprogresismo, más intuitivo, pero progresismo al fin, y que nosotros teníamosun discurso demasiado cerrado, propio de la Institución cerrada a la cualcombatíamos... El concepto es que había una distancia enorme entre nuestrosaber de libros y la práctica real de las comunidades (...) Por esto surgió elprograma contra la pediculosis, porque estas eran sus necesidades, aunqueno las nuestras, y aunque hirieran nuestro narcisismo, al solicitarnos tanvulgar tarea, como psiquiatras» (...)217

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Algunas Conclusiones

1. Sobre el lugar pasado y actual de la Ley santafesina 10772.

En cuanto a lo que atañe a la perspectiva normativa, abordada en laprimera parte de esta investigación, debemos enfatizar en el carácter avanza-do e irruptivo de nuestra Ley de Salud Mental 10772. Recordemos pues, elescenario preexistente en la Provincia hacia el año de su promulgación, 1991,carente de toda disposición específica, capaz de regular sobre la materia.

A diferencia de Capital Federal, Tierra del Fuego, Antártida, Islas delAtlántico Sur, y otras localidades que, en vísperas de la reapertura democrá-tica, adhirieron a la potestad de la Ley 22.914; De Salud Pública. Internacióny Egresos en Establecimientos de Salud Mental, promulgada por el poderlegislativo nacional y verdadera conquista de la doctrina de los DerechosHumanos del enfermo psíquico, Santa Fe, quedó fuera de su órbita jurisdic-cional, sin producir futura adhesión. Ello obligó a manejar la problemáticalocal, a través de los instrumentos del tradicional esquema jurídico sobre laasignatura, compuesto por la autoridad de los Códigos de la República y delas leyes generales de Salud, de la Provincia.

Aún, en estas circunstancias de vació normativo- y quizás precisamen-te por ello- Santa Fe, gracias a los antecedentes reformadores de su prácticainstitucional, lograría constituirse junto a Río Negro, en la referencia obliga-da, del Derecho, de la nueva Salud Mental, basada en la concepción«desmanicomializadora». Ambos territorios, y en simultaneo, desplegaríanpor primera vez en la Argentina, la serie de dispositivos concernientes alquiebre de la institución monovalente y a la dignificación del sujeto con

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Oliveros Hoy

Fotógrafo: Mario Laus

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sufrimiento psíquico en coyuntura de internación. Ubicando así mismo, susconsecutivas producciones normativas (año 91) en el primer lugar del espec-tro nacional.

Por supuesto, a este logro del Jure, no le bastó la originaria y tozudavoluntad de los equipos técnicos, de ciertos estratos del poder político y judi-cial, para aplicarse de manera plena y sustentable a través de los años. Si bienes cierto, que las disposiciones fundamentales de esta ley son actualmenterespetadas, (nos referimos a lo concerniente a los derechos y condiciones deltratamiento del enfermo psiquiátrico, referidas en los artículos 1y 2, a los requi-sitos de internación , dispuestas en el art. 3, a la solicitud de historias Clínicas,abordada en art.9, a las salidas terapéuticas y egresos , comprendidas en losartículos 15 y 16 respectivamente) no es menos verídico que, dicha normaadolece de reglamentación en la mayor parte de su corpus. Ello implica quecarece de absoluta operatividad. Pero hay más, y es en lo que, las vigentesprotestas de los trabajadores de la comunidad Pis y del colectivo de pacientes,hacen hincapié: La falta de reglamentación, consecuencia de la negativa gu-bernamental (pasada y actual) a firmar el decreto pertinente, representa laausencia de compromiso político sobre el verdadero proceso de reforma psi-quiátrica. Como lo sentenció en entrevista el Dr. Fernando Rosúa; «Esto espuramente una cuestión de voluntad política». Y es, esta decisión de regla-mento, la que entre otras cosas, por ejemplo, ayudaría a explicar, cómo, cuán-do, y con qué recursos, se pondría en práctica su art. 18. «Transformación deestablecimientos de internación», que establece lo siguiente;

(...) «El estado arbitrará los medios conducentes al objetivo fijado y promoverála implementación de medidas asistenciales alternativas, entre ellas, servicios desalud mental en hospitales generales, con, sin internación, atención domiciliaria ensalud mental en la comunidad, servicios de emergencia en salud mental, centros desalud mental en la comunidad, hospitales de día, casas de medio camino, talleresprotegidos, etc.

Deberá así mismo reconocer, como presupuestos válidos los recursos de la co-munidad». (...)

Ninguna premisa de este apartado, goza hoy de objetiva existencia.Reza la reflexión popular; «Del dicho al hecho, hay un largo trecho». Y la LeySantafesina 10772, luego de 16 años, continúa sin recorrerlo.

2. La elección metodológica de la tesista: ¿Por qué el Derecho?¿Por qué los dichos?

Pero, este trabajo ha elegido recortar «el problema» en dos universoscognitivos, aunque paralelos y consociativos en la construcción de la meta:Él quiebre del modelo público de asistencia psiquiátrica.

En primer lugar, nos estábamos avocamos a la investigación del cor-pus normativo sobre la materia, anterior a la producción de la Ley Provincial

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10772. Este incipiente abordaje eminentemente teórico, se propuso, descri-bir sucintamente el statu-quo santafesino preexistente, en el marco regulatoriodel dolor psíquico en coyuntura de internación, anterior a 1991. Para, desdeallí, distinguirlo del escenario dominante en otras localidades del país. Lue-go de este contrapunto, intentamos derivar el carácter peculiar de vuestralegislación: Dijimos que era irruptivo, puesto que Santa Fe, no tenía antece-dentes normativos sobre la problemática, que de algún modo, hicieran deantesala o prepararan el terreno para la promulgación de la radical Ley deSalud Mental de comienzo de los años 90.

Más tarde, con miras a reforzar sus presupuestos intrínsecos, volvimosescuetamente a contrastarla con las producciones normativas desarrolladasen la Provincia de Río Negro, (referencia obligada en la historia contemporá-nea de la institución asilar) y con la gestada por la ciudad autónoma deBuenos Aires. Esta última innovación, de reciente data (2001), es patrocina-da por los expertos, (véase los proyectos de Ley nacional de Marta De Brasipor el FpV y del Diputado Gorbacz, representante del ARI, el primero del año2006 y el segundo del año 2007 respectivamente) como de las más avanza-das en todo el mundo.

Ahora bien, la elección metodológica de un documento de Derecho, comoemergente positivo, nos permite inferir el entramado simbólico (la técnica, lapolítica, la ideología) que lo inaugura y lo sustenta. Sin embargo, pecaríamosde miopía intelectual sí, no avizoráramos prontamente al conjunto de acto-res que encarnaron (o no) dicho universo referencial, en su prácticainstitucional, del cuál, la norma es solo un producto entre otros tantos. Deaquí, la necesidad de aplicar las categorías y los sentidos, en la acción espe-cífica de un conjunto de sujetos en un tiempo y espacio determinado.

El estudio del caso «Oliveros», viene a contrastar al cúmulo de presu-puestos inferidos a través de la producción normativa de nuestra Ley deSalud Mental 10772. Pero como habrá podido observarse a lo largo deltrabajo, la relación que se propicia entre el nivel teórico y el nivel cognitivode la práctica, mediante el recurso metodológico de la entrevista en profundi-dad, no han sido tratados como compartimentos estancos o ahislables, pro-pio de una matriz epistemológica idealista, que presupone una análisisetapista para cada uno de componentes del proceso de cambio social. Adiferencia, aquí, se ha buscado relacionarlos de manera dialéctica, vivificante,por ello la recurrencia en el apunte de la palabra de los actores involucrados.

3.La característica militante de los actores de la reforma

En cuanto a la experiencia concreta de la Colonia Psiquiátrica deOliveros, nobleza obliga a revelar, su condición pionera en los dispositivosde reforma asilar en la Provincia. Sin embargo, es imperioso agregar que alcabo de menos de un año, dichas estrategias serían no-solo tomados, sino

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profundizadas por el Psiquiátrico Mira y López de la ciudad de Santa Fe,a cargo del Dr. Gustavo D´azenzo, primero y del Dr. Rubén Pancaldo des-pués. Tiempo más tarde, paradójicamente a lo supuesto, el Centro Regionalde Salud Mental Agudo Ávila, de la ciudad de Rosario, sería el último esla-bón de incorporación al programa desmanicomializador. Decimos «para-dójicamente», porque el sentido común fácilmente advertiría, que Rosariofue y es, la ciudad más próspera en recursos culturales, humanos, económi-cos. Estas condiciones de urbe moderna, llevaron a la tesista por ejemplo, alcomienzo de la redacción de su proyecto de investigación, a intuir que lacomunidad Psi. Los estratos decisorios y demás factores de influencia deRosario, se habrían acoplado prontamente al proceso de reformas. Para sor-presa de quién suscribe, ello no fue así. El Suipacha tardó más de cinco añosen acatar los cambios. Y en buena medida ello obedeció a la precariedadde un recurso esencial; «El político». Porque como planteó el Dr. Sialle enentrevista, (...) «La burocracia está en Santa Fe, lo que equivale a que elverdadero peso político radica allí» (...) Abandonamos ahora estas conjetu-ras, que seguramente abonarán una próxima investigación en clave compa-rada sobre la progresión de las transformaciones entre ambos nosocomios…

La segunda puntuación que debemos mencionar acerca del Capitulo 3,abocado a la materialización concreta del cambio, refiere sin dudas, a las carac-terísticas personales de los actores involucrados. Y puesto que si bien es absolu-tamente correcto que, todo proceso sustentable requiere de estructuras sólidas,en donde las individualidades megalomaníacas yacen relativizadas, es tan cier-to también que, a tales estructuras, las gestan determinados sujetos. Cualquieraque ya transitado un espacio laboral dentro de la órbita de lo público, e intenta-do modificar allí «algo», por más modesto que sea, sabrá en carne propia que elorden imperante nunca acompaña, que las instituciones del estado en todas susáreas, son trituradoras del cambio, que el personal (técnico o no técnico) en laenorme mayoría de los casos, acciona mecanizado y fagocitado por el sin -sentido. Cuando a mediados de 1983, Aldo Mosotti colgó un cartelito en losportones de la Colonia, en donde se leía «No se aceptan más internaciones», yabajo, «hay superpoblación de pacientes, que la estructura edilicia no puedealbergar», no lo acompañó la institución, ni el poder político de turno en el área,ello vino después. La primer patada al avispero, en general, proviene de unhombre, en todo caso de un conjunto-siempre pequeño- de hombres.

Por ello, para no sobrevolar al atributo del «valor» de estos actores, comovirtud ontológica y netamente individual, la tesista entiende pertinenteenmarcarla como atributo colectivo de una generación atravesada por unadeterminada coyuntura sociopolítica. (...) «Todos veníamos con una militanciade muchos años» (...) confesó Guillermo Weisburd en entrevista. A ello serefiriere, quién suscribe, cuando habla de características personales-como partede un colectivo generacional-. Avizorar al Estado como un medio «para» y nocomo un fin en sí mismo, no garantiza el éxito de los cometidos de tipo

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rupturistas o transformadores, pero indudablemente les imprime, una tenaci-dad, una «voluntad de poder» (hacer), dice Schopenhauer, que indudable-mente, otorgan mayores chancees de posibilidad.

No fue casual que las instituciones donde con mayor eficiencia, seimpuso la reforma estuviesen coordinadas por cuadros técnicos que ademáseran sujetos con compromiso político explícito. En Mita López, GustavoD‘azenzo había pertenecido a la organización Montoneros, su segundo Di-rector, Rubén Pancaldo, a ERP, semejante vinculación atravesaba a Mosotti,Sialle y Althieri en Oliveros. El saber técnico no estaba escindido de un pro-yecto político, con diferencias, pero proyecto político al fin.

4. La necesidad de consenso en las estructuras políticasdecisorias

El trabajo conjunto y pluripartidario

Claro esta, que (el compromiso militante) dicha energía libidinal (plan-tea el psicoanálisis) que vehiculiza el deseo y es motor de la existencia huma-na, ha de ser imprescindible pero no suficiente. En este punto es imperiosorescatar el importante apoyo de las instancias decisorias superiores, paraque la efectivización de los cambios fuera posible. Las medidas másradicalizadas , en general, comenzaban como propuestas internas de la ins-titución, aseguran los entrevistados, Sin embargo, a poco de andar y median-te un paciente diálogo pedagógico, las gestiones de Oliveros lograrían gran-jearse en buena medida el respaldo gubernamental. No solo del área especí-fica de la cuál dependían; Ministerio de Salud y Subsecretaría de Salud Pú-blica, sino también de los dos gobernadores que atravesaron al proceso. Ellono es un neto mérito de los planificadores de la reforma. Recordemos que,como lo declararon en entrevistas todos los responsables involucrados, laColonia de Oliveros es aún hoy, un preciado coto de poder político. Valgaretener este dato; su administrado en la intervención democrática, HumbertoBorragini, era un reconocido dirigente político dentro de las filas justicialistas.Ejerció el cargo hasta el año 1990. Siempre tuvo línea directa con ambosgobernadores, Vernet y Reviglio, de este último era, además, amigo personal.

El Asilo, dio y da trabajo a aproximadamente 500 personas, prácticamente el20% de los habitantes de Oliveros y Maciel, juntos. Por este nosocomio, el departa-mento Iriondo recibe subsidios periódicos extra-presupuéstales, tanto de la Pro-vincia como de la Nación. Es en buena medida, lo que le ha permitido al senadordepartamental Betique, perpetuarse en el cargo en los últimos doce años.

Al margen de estas consideraciones que, de algún modo bosquejan lascausales del sostenimiento de la institución monovalente, los reformadoresse esfuerzan a todas luces, por dejar claro que, una vez evidenciados losbeneficios del programa, y cierta estima por parte de la sociedad civil, el

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acompañamiento de las autoridades políticas de la provincia fue explicito.Yen todos los casos se reconoce que sin ese espaldarazo objetivo, de re-

cursos económicos y más tarde, de recursos humanos, con la apertura de nue-vos cargos para el año 1987, ninguna medida habría gozado de sustentabilidad.De hecho, los entrevistados amplían el reconocimiento de apoyos, hasta lasdirectrices progresistas desde la Nación. Puntualmente desde su Ministerio deSalud y de, su Dirección Nacional de Salud Mental, a cargo de Vicente Gali,todos funcionarios de la presidencia del Dr. Raúl Alfonsín.

«Era un contexto de euforia generalizada», menciona Sialle y agrega;«Todos teníamos ganas de hacer muchas cosas.»…

Este acuerdo en postulados elementales, como lo eran, la necesidad de cam-bio, de dignificación de una administración pública corroída por el odio autorita-rio, fue lo que permitió que se trabajara consociativamente entre estructuraspluripartidarias. Ministerios de Salud peronistas, como el de Santa Fe, con aque-llos radicales, caso de Rió Negro, caso de la Nación. Una universidad Cordobesa,preocupada por cualificar con maestría y postgrados gratuitos, a todo técnico enSalud Mental, que habitara sobre suelo Argentino. En aquellos «años felices», queduraron mucho menos que los narrados por Sydney Pollack para Barbra Streisandy Robert Redford, el Estado era considerado, la espada pública. Aún con burocra-cia y resabios de inteligencia, con incipientes clientelas de ñoquis y aún, conpresupuestos insuficientes, la administración pública, confiesan los entrevista-dos, se percibía como un arma ética. Y a riesgo de idealizar, creen que, la consignaen muchos fue honrar el cargo. Servir a la causa política que, según oí decirrecientemente a la senadora Cristina Fernández, y debo confesar que por primeravez, sus modos no me causaron escozor; radica en; «intentar que la mayor canti-dad de gente posible, tenga una mejor calidad de vida».

5. Cómo se logró ese apoyo: Las estrategias del dialogo y lapublicidad

El respaldo político, civil, y de ciertos estratos del poder judicial, estuvomediado por una expresa voluntad de «enseñar»; que era el «sufrimientopsíquico» y cuáles debían ser las «mejores estrategias para su tratamiento».En todos los casos se utilizó una paciente política de diálogo que posibilitaraabrir la problemática a la mayor cantidad de sectores sociales, aún cuandono se encontraran directamente implicados. Reuniones, charlas, conferen-cias, seminarios, festivales artísticos, notas periodísticas, invitaciones a losmedios masivos de comunicación, como anfitriones, a directores de hospita-les, a funcionarios gubernativos, a Organizaciones intermedias, a intelec-tuales, a trabajadores de la cultura etc. Desde el comienzo, los responsablesde la reforma tuvieron presente que era imprescindible pergeñar una caja deinsumos que garantizara la promoción y la publicitación de lo que se hacía,de lo que no se hacía y de todo lo que se necesitaba para continuar en carrera.

«Aprovechábamos cualquier oportunidad, cualquier invitación de los medios

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para transmitir que queríamos hacer con Oliveros», confesaba Sialle en entrevis-ta, al tiempo que repetía como muletilla; «No basta con ser, hay que aparecer».

6. Deudas y Errores: El Fracaso de la conversión de lainstitución psiquiátrica

La comunicación masiva, el dialogo persistente, el anudamiento de con-sensos plurales, los índices satisfactorios de la reinserción, a través del trata-miento de puertas abiertas y de un seguimiento sistemático sobre laexternación, no bastaron para alcanzar el máximo objetivo auto-impuestopor la gestión reformadora: La conversión de la institución monovalente enuna estructura sanitaria general, no fue posible. Y a la hora de repartir «lasculpas», ninguno de los entrevistados abandona la actitud de parte respon-sable, aunque recordaran a quién suscribe, que solo en contados lugares delmundo, esta apuesta ha sido plenamente desplegada. Sin irnos muy lejos,mencionarán el caso del hospital Mira Y López de Santa Fe capital, en don-de, luego de una dura batalla se logró implementar un servicio de clínica depediatría, de ginecología y traumatología, con modalidad de consultoriosexternos. Pero, el colectivo de internos con característica psiquiátricas queallí habitaba, continuo y continúa siendo, la insignia más significativa de lainstitución. Tampoco se le ha podido erradicar su estigma de albergue de«locos». A causa de esto, los servicios sanitarios antes descriptos, aún concapacidad de internación (breve) jamás fueron utilizados, excepto si el de-mandante de tratamiento, además de padecer deficiencia clínica, poseía ca-racterísticas psiquiátricas.

En primer término, se distingue un macro impedimento, que quizás,este asociado a las características intrínsecas de la naturaleza humana, con-fesaba el Dr. Sialle al respecto;

(...) «Te matan ....El paciente y ni te digo la familia...(...)Ningún infec-tado con hepatitis quiere ser internado en el mismo nosocomio dónde estáinternado un psiqcótico, ningún diabético quiere proveerse de su insulinadiaria, en el mismo hospital dónde deambulan los locos, aunque esténestabilizados y aunque se los vea limpitos, aunque no molesten....Aceptarlo,como parte integrante de su paisaje cotidiano, es todo un tema de déca-das.(...) Ello es inherente a la condición humana, son miedos y tabúesancestrales, imaginar que un grupo de psiquiatras progresistas, aún concierto respaldo político, podían modificarlo en cinco o diez años fue undelirio....Locura de la que no me arrepiento, porque esos pacientes y lasganas de sacarlos de sus jaulas, le dieron un sentido a mi vida.....(...) Pero sime lo preguntas hoy, con 25 años de atenta escucha al ser humano, creo queel asilo va a sobrevivir por muchos años, por muchos....(..) Esto no impideque se continué trabajando con animosidad por forzar los límites, muchomás cuando se es joven y fuerte...Para hacerse cargo de esos lugares hay

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que tener dos cosas; 30 años y bastante inconciencia , por suerte en laconcurrencia de psiquiatría sigo topándome con alumnos que tienen esosatributos y a ellos le cuento todo lo bueno que puede hacerse desde el esta-do, el resto va a mis fueros internos».....(...)

Luego tenemos causales objetivas de tipo políticas, económicas, y enestas concuerdan todos los entrevistados, (Mosotti-Sialle, gestión, primera,Sialle, segunda, Althieri- Rosúa, en el período 1990-1992, que esta investiga-ción ha dejado fuera por razones obvias de acotamiento cognitivo)

En un nivel político, destacamos que la institución monovalente así plan-teada, en términos centralizados, se erige como un importante centro de reclu-sión de apoyos, sustentados mediante relaciones clientelares y patrimoniales.Recordemos que la Colonia da empleo fijo (al margen de los nuevos o potencia-les contratados) a 500 personas. Ciudadanos de Oliveros, Maciel, PuertoGaboto, Barrancas y Puerto San Martín, asisten diariamente a cumplir laboresremunerados por el Fisco en dicha institución.(...) «Es la gran Usina de trabajode toda la zona de influencia»(..), nos cuenta el Dr. Mosotti.

Pero no solo las autoridades gubernativas, los legisladores provin-ciales, y los dirigentes territoriales, usufructúan este compacto número desujetos que dependen de su sueldo estatal. La colonia es un coto políticopara las organizaciones sindicales, en la concentración de los recursoshumanos radica su garantía de manipulación. Disolver la estructuraunívoca del asilo, trasladar al personal hacia distintos efectores de salud,casas de medio camino, hospitales generales, etc, hubiese implicado efec-tivamente patear el avispero. Dando libre albedrío para que cada insectose reubique en un lugar diferente y bajo las directrices técnicas-políticas,de distintas autoridades. El fin de un centro rector , equivalía al fin de unatropa disciplinada. Ante esta amenaza, todos los sectores de poder dentroy fuera de la institución, confluyeron en su resistencia. Nos referimos alsenador departamental, a los diputados provinciales, a los intendentescomunales y fundamentalmente a los sindicatos, no tanto el ATE (Asocia-ción de trabajadores del Estado) recién instalado en el asilo para 1987,como sí la UPSN. El conjunto de los entrevistados, coinciden en destacarel perseverante saboteo de ciertos dirigentes de esta organización, me-diante la amplificación del terror, que tenía una base cierta en gran partede los trabajadores. ¿Terror a que? Nada menos que a quedarse sin traba-jo....(...) «Y que vamos a ser si se siguen externando pacientes?, Adondevamos a ir a trabajar?» (...) Cuenta Adriana Althieri, que le preguntabanuna y otra vez, los enfermeros de la Colonia.

Pues bien, Sialle hace mea –culpa, y declara que tal vez, no supieronexplicar convincentemente, que la externación y más tarde , la reconversiónde la institución monovalente, no dejaría a nadie sin trabajo. Agrega queprobablemente, falto diálogo con la dirigencia de UPCN, con la que definiti-vamente no se entendían, hacia 1988. Dice Sialle; (...) «Yo colaboré mucho

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para que se metiera el ATE en Oliveros, seguramente esto terminó de enemis-tarnos con la otra línea sindical, que fue de hecho, la que lo saco a Weisburd, cuando era ministro» (...)

Pero hay más; la existencia objetiva del asilo consagra una serie deprebendas materiales a distintos actores involucrados. En caso de legislado-res, estas prebendas son abultadas, en caso de los trabajadores, estos benefi-cios son miserables, pero suman a sus salarios de subsistencia.

El intendente comunal, el legislador provincial por el departamento y elsenador del mismo, recibían periódicamente (y según Adriana Althieri, quecontinúa trabajando en el ámbito público, aún reciben) distintos subsidiosfiscales, extrapresupuestarios, en concepto de ayuda social para el manico-mio. Algunos, eran gestados con las áreas asistenciales de la nación, por losmismos legisladores antes mencionados, pero la mayoría provenía de la Pro-vincia, vía decreto del Gobernador.

Tengamos en cuenta que además, la Colonia era una relativa unidadproductiva de diversos artículos comerciales , en los que intervenían múlti-ples actores públicos, pero también privados. Y si bien, durante el períodoinvestigado, por testimonio de los entrevistados, deducimos que hubo vo-luntad de control y transparencia, el fin de la unidad monovalente, plantea-ba el fin del negocio, aunque este fuese legítimo.

Además de la mosaiquería y la mueblería, por sobre los dividendos dela ladrillería y la crianza de chanchos, yacían las utilidades de las tierrasdadas en arrendamiento para el cultivo de soja...

(..) «Roberto Rosúa, como ministro de Obeid, en su primer gobierno,también podría contarte algo sobre las licitaciones de las tierras, agrega Sialle,él nos apoyaba en la erradicación del manicomio y en su lugar proponíainstalar una unidad penal....Por supuesto que nosotros no estábamos deacuerdo, imagináte que tantos años para desestigmatizar la locura y ahoraponer una cárcel....Pero preguntale con que cosas y con que nenes se encon-tró, a cargo de las tierras, luego de 1990» (...)

Luego, mencionamos atrás las pequeñas ventajas de los trabajado-res; por ejemplo, en los hospicios psiquiátricos los asalariados reciben unplus por insalubridad, este abarca desde psiquiatras a mucamos y perso-nal de mantenimiento. Su dinámica previcional es así mismo diferente,los años se les computan por el famoso 2x1, nuevamente a todas las cate-gorías que se desempeñen en psiquiátricos. Reciben dos colaciones dia-rias (desayuno y almuerzo o, merienda y cena, según horario de jornadalaboral), y fundamentalmente, están exentos de la mayoría de los contro-les burocráticos que caracterizan a otras instituciones del estado. Confe-saba Mosotti; (...) «Era una cuestión de conciencia y/o de voluntad de lagestión, puesto que no había controles de tipo horario, mucho menos paralos profesionales.(...)218

Por último, abocados a develar sus errores, ambos facultativos des-

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tacan, por un lado, el deterioro de su relación con la dirigencia de UPCN,su explícito acercamiento a ATE, los enfrentó abiertamente hacia 1988,con un costo importante para todo el proceso de reformas manicomiales.

En segundo lugar, reconocen tal vez, no haber sido lo suficientementepolíticos. Sí militantes, sí comprometidos con sus antiguas consideraciones,pero aseguran que, aún así- o precisamente por ello. Algo que tiene que vercon el poder de las superestructuras, se les escapó, se les fue de las manos.Ello no es casual, obedece a sus intereses más profundos, ambos se definencomo «médicos psiquiatras», ante todo, su identidad gira en torno a unapráctica técnica.

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84. Entrevista al Doctor Aldo Mosotti (marzo, 2007)85. Entrevista al Doctor Aldo Mosotti (marzo, 2007)86. Nota: Hacia 1986, bajo la gestión del Dr. Juan M. Sialle, se desarrollan en

Oliveros una serie de convenios formales con las facultades de Psicolo-gía, Humanidades y Artes, y Derecho. En este afán de abrir el Manico-mio a la comunidad, la idea era por un lado, sensibilizar a los sectoresacadémicos sobre la problemática intentando desmitificar la instituciónasilar. Por otro lado, bajo un nuevo paradigma teórico- metodológico, lagestión estaba convencida que el tratamiento psicoterapéutica habría derequerir para su enriquecimiento y evolución favorable con miras a lareinserción social del sujeto internado, del aporte de la cultura en gene-ral. Vía la interdiciplina.

87. Entrevista a los Doctores Aldo Mosotti, J.M.Sialle (marzo, 2007)88. Entrevista a Doctor. J.M.Sialle. (marzo, 2007)89. Entrevista a la Psi. Adriana Althieri (Abril 2007). Entrevista al Dr. Fer-

nando Rosúa (Febrero 2007).90. Entrevista a Doctor. J.M.Sialle. (marzo, 2007)91. Entrevista a Doctor. J.M.Sialle. (marzo, 2007)92. Entrevista a Doctor. Jorge Elías (Mayo, 2007)93. Entrevista a Doctor. J.M.Sialle. (marzo, 2007)94. Entrevista a Doctor. J.M.Sialle. (marzo, 2007)95. Entrevista a los Doctores Aldo Mosotti, J.M.Sialle (marzo, 2007)96. Cooper, D. (1981) «Psiquiatría y antipsiquiatría». (4 Ed) Paidós, Barcelo-

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ción primaria de salud, Alma Ata: 25 aniversarios. www.ops.org.136. OMS, informe de secretaria (2003) Conferencia internacional sobre aten-

ción primaria de salud, Alma Ata: 25 aniversarios. www.ops.org.137. Entrevista al Doctor. J.M.Sialle. (marzo, 2007).138. Entrevista al Doctor Guillermo Weisburd. (Mayo, 2007)139. Entrevista al Doctor Aldo Mosotti. (marzo, 2007)140. Entrevista al Doctor Guillermo Weisburd. (Mayo, 2007)141. OPS-OMS. Declaración de Caracas (1991). www.oms.org/AcercaDe/

PreguntasFrecuentes.htm. En línea 12/ 4/ 2007.142. OPS-OMS. Declaración de Caracas (1990). webarg1.OPS-oms.org/AcercaDe/

PreguntasFrecuentes.htm – En línea 12/ 4/ 2007. En línea 12/ 4/ 2007143. OPS-OMS. Declaración de Caracas (1990). www.oms.org/AcercaDe/

PreguntasFrecuentes.htm. En línea 12/ 4/ 2007144. Nota: Escribe Lacan en el año 1973, el seminario número 17, «Sobre el

discurso Capitalista». Allí discurre en su interpretación Psi, sobre el modode acumulación. Introduce el concepto de «Discurso Amo» – cómo anteslo mencionara Foucault- puesto que el mismo, habría logrado imponer suética hegemónicamente, en todo el planeta sin resistencias significativas.Expresa Lacan que el mismo en su circularidad y autorreferencialidad sin«corte», sumerge a los sujetos en una angustia permanente. Puesto que,establece la relación objetal vía el «goce» y no a través del «deseo». Elcapitalismo suple – cree suplir-»la falta» inherente, mediante la compulsivaincorporación de objetos (fetichizados), en lo que denominó «operación

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metonímica» y no «metafórica», como aquella que abre el circuito del de-seo, siempre creativo, siempre subjetivo (1x1). La insatisfacción – irreme-diable, a menos que se decida trabajar en post de la aceptación de lafragilidad «del agujero», la falta, la castración-que inmediatamente sobre-viene al cabo del próximo «acting» de consumo, acaba por instalarse de-finitivamente en la estructura del sujeto dando inicio a estados de melan-colía y depresión. En los cuales en Deseo queda eclipsado y en su lugarrige la lógica del goce. Pero ello es relación dialéctica. El consumo del gocegenera angustia, malestar (lo que Freud llamó malestar en la «cultura») ydicha angustia constriñe el flujo de deseo o libido.

145. Juan Manuel Sialle, (Revista La Grieta. Número 12, 1997) plantea elconcepto de «desánimo», como una característica instalada en las socie-dades latinoamericanas de los años noventa. Desde una óptica indivi-dual, hace referencia a un estado deficitario generalizado, en la estructu-ra bio-psíquica del sujeto. En tanto atañe a sus percepciones, sentidos,fluidos, por un lado y al imaginario, a la capacidad de simbolizar, me-diante la interrelación, por el otro. El mundo imaginaria, o realmente-según coyunturas particulares – se habría vuelto para el sujetoprioritariamente, un lugar hostil, amenazante, sin sentido, al que nopueden oponerse con firmeza, las potencias proactivas del Deseo. Lapermanencia prolongada de dicho estado subjetivo tornase costumbre,en tanto no ocasiona el episodio agudo que requiere de la intervenciónpsicoterapéutica. Se sobrevive no se «vive», y el sujeto no lo tiene concienteen la enorme mayoría de los casos. Puesto que la pregunta ¿Qué quieroy porque lo quiero? yace adormecida.

146. Ver entrevista a la Dra. Mercedes Sentis, asesora jurídica Centro Regio-nal De Salud Mental A. Ávila, Rosario. (Abril, 2007)

147. Declaración de Derechos Humanos y Salud Mental. Luxor 1989. Enwww.forodesaludmental.com. 28-5-2007

148. Declaración de Derechos Humanos y Salud Mental. Luxor 1989. Enwww.forodesaludmental.com. 28-5-2007

146. ONU «Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejo-ramiento de la atención en Salud Mental. (1991) P 1, p 5. .www.un.org/spanish/documents/instruments/docs_subj_sp.asp?subj=32.En línea: 5/ 4/ 2007.

147. ONU «Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejo-ramiento en salud mental, (1991) Principio 1, p 6.www.un.org/spanish/documents/instruments/docs_subj_sp.asp?subj=32.En línea: 5/ 4/ 2007.

148. ONU «Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejo-ramiento en salud mental. (1991) P 7, p 1.

149. ONU «Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejo-ramiento en salud mental, (1991). P 3, p1.

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www.un.org/spanish/documents/instruments/docs_subj_sp.asp?subj=32.En línea: 5/ 4/ 2007.

150. ONU «Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejo-ramiento en salud mental, (1991). P 7, p1.www.un.org/spanish/documents/instruments/docs_subj_sp.asp?subj=32.En línea: 5/ 4/ 2007.

151. ONU «Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejo-ramiento en salud mental, (1991). P7, p 1.www.un.org/spanish/documents/instruments/docs_subj_sp.asp?subj=32.En línea: 5/ 4/ 2007.

152. ONU «Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejo-ramiento en salud mental, (1991). P 7, p1.www.un.org/spanish/documents/instruments/docs_subj_sp.asp?subj=32.En línea: 5/ 4/ 2007.

153. ONU «Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejo-ramiento en salud mental, (1991). P 13, p1.www.un.org/spanish/documents/instruments/docs_subj_sp.asp?subj=32.En línea: 5/ 4/ 2007.

154. Entrevista a la Dra. Mercedes Sentis, asesora jurídica Centro RegionalDe Salud Mental A. Ávila, Rosario. (Abril, 2007)

155. Entrevista con Ana Vega (Mayo, 2007)156. Entrevista a la Psi. Adriana Althieri (Abril 2007).157. Ley 10772. Salud Mental. Sanción 10 / 5/ 1991. Promulgación 12 / 9 /

1991. Publicación: B.O.P. 12 de septiembre de 1991.Santa Fe.Fuente segunda: www.usuarios.arnet.com.ar

158. Ley 2.440. Salud Mental. Sanción 11/ 9/ 1991. Promulgación 3/ 10/1991. Publicación: B.O.P. Número 2909- 10 de octubre de 1991. Río Negro

159. Ley 448. Salud Mental. (2001) Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En:www.forodesaludmental.com.ar.

160. Ley 10772. Salud Mental. Sanción 10 / 5/ 1991. Promulgación 12 / 9 /1991. Publicación: B.O.P. 12 de septiembre de 1991.Santa Fe.Fuente segunda: www.usuarios.arnet.com.ar

161. Ley 448. Salud Mental. (2001) Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En:www.forodesaludmental.com.ar.

162. Ley 2.440. Salud Mental. Sanción 11/ 9/ 1991. Promulgación 3/ 10/1991. Publicación: B.O.P. Número 2909- 10 de octubre de 1991. Río Negro

163. Ley 10772. Salud Mental. Sanción 10 / 5/ 1991. Promulgación 12 / 9 /1991. Publicación: B.O.P. 12 de septiembre de 1991.Santa Fe.Fuente segunda: www.usuarios.arnet.com.ar

164. Ley 2.440. Salud Mental. Sanción 11/ 9/ 1991. Promulgación 3/ 10/1991. Publicación: B.O.P. Número 2909- 10 de octubre de 1991. Río Negro

165. Ley 448. Salud Mental. (2001) Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En:www.forodesaludmental.com.ar.

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166. Ley 448. Salud Mental. (2001) Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En:www.forodesaludmental.com.ar.

167. Ley 2.440. Salud Mental. Sanción 11/ 9/ 1991. Promulgación 3/ 10/1991. Publicación: B.O.P. Número 2909- 10 de octubre de 1991. Río Negro.

168. Zapata. A. Edgar. (2004). «Las expresiones políticas Argentinas coninfluencia en el gobierno de la República». UNR, editora. Pág.114-115.Rosario, Argentina.

169. Moreno, S. (2001). QUIENES SON LOS NUEVOS MINISTROS DERODRIGUEZ SAA: Gabinete ecléctico y con sorpresas. Página 12, Bue-nos Aires, Argentina. En www.pagina12.com.ar 1-12-2001.

170. Entrevista a Doctor Guillermo Weisburd. (Mayo, 2007)171. Ídem.172. Entrevista a Doctor. J.M.Sialle. (Marzo, 2007).173. Entrevista a la Psi. Adriana Althieri (Abril 2007).174. Entrevista al Doctor Aldo Mosotti. (Marzo, 2007)175. Entrevista al Doctor Aldo Mosotti. (Marzo, 2007)176. Entrevista a Doctor Guillermo Weisburd. (Mayo, 2007)177. Entrevista a Doctor. J.M.Sialle. (Marzo, 2007).178. Entrevista a la Psi. Adriana Althieri (Abril 2007).179. Sialle Candela (2006) Política y Subjetividad en el Rió de la Plata en el

siglo diecinueve180. Nota: Unicherheit es el nuevo vocablo al que Bauman dedica la mayor

parte del libro para explicar, en última instancia, porqué nos hemosdistanciado de la política. Según nos indica, tres términos necesita elespañol para conceptualizarlo: «incertidumbre, inseguridad ydesprotección» . Ver: Bauman, Z. (2001) En busca de la Política. Fondode Cultura Económica, Buenos Aires, Argentina.

181. Entrevista a la Dr. Liliana Castro (Abril 2007)182. Nota: B. es una paciente reconocida en el Suipacha por asistir a todas las

marchas que realizan los profesionales y enfermeros sindicados en ATE.Su condición de paciente con trastorno maníaco-depresivo, le ha permi-tido, una vez contenida la crisis aguda (en cualquiera de los dos extre-mos) reincorporarse a ciertas actividades suyas, de la vida cotidiana. Escierto que tiene clientas a quienes arregla manos, maquilla y peina, perono es menos real que, está en condiciones de abandonar el Hospital y nolo hace. Cabe preguntarse, si tal institucionalización prolongada no ter-mina atentando contra su completa rehabilitación comunitaria.

183. Entrevista a Doctor. J.M.Sialle. (Marzo, 2007).184. Entrevista a Doctor. J.M.Sialle. (Marzo, 2007).185. Entrevista con enfermera, C. Regional S. Mental Agudo Ávila.(Mayo,

2007) Ídem.186.ídem.187. ídem.

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188. Entrevista a la Psi. Adriana Althieri (Abril 2007).189. Entrevista a la Dr. Liliana Castro (Abril 2007)190. Entrevista a Doctor. J.M.Sialle. (Marzo, 2007).191. Entrevista al Doctor Aldo Mosotti. (Marzo, 2007)192. Entrevista al Dr. Fernando Rosúa (Abril 2007)193. Entrevista a Doctor. J.M.Sialle. (Marzo, 2007194. Idem.195. Idem.196. Idem.197. Entrevista a la Psi. Adriana Althieri (Abril 2007).198. Sialle, C. (2008) «Política y Subjetividad en el Río de la Plata en el Siglo

diecinueve». UNR Editora, Rosario.199. Idem200. Bauman, Z. (2007) Miedo Liquido. La Sociedad contemporánea y sus

temores. Ediciones Paidos, Buenos Aires.201. Revista La Plenaria, Oliveros 1986.202. Entrevista Dr. Liliana Castro.203. Entrevista Paciente B. Centro Reg. Salud Mental A. Ávila, Rosario.204. Entrevista Dr. Sialle.205. Idem.206. Entrevista enfermera X. Centro Reg. Salud Mental A. Ávila, Rosario207. Revista «La Plenaria», Oliveros, 1986.208. Entrevista Dr. Sialle209. Entrevista Dr. Eduardo Mosotti.210. Entrevista a la Psi. Adriana Althieri (Abril 2007).211. Entrevista Dr. Liliana Castro.212. Entrevista Dr. Sialle213. Idem.214. Entrevista Dr. Fernando Rosúa.215. Entrevista Dr. Sialle.216. Idem.217. Idem.218. Entrevista Dr. Eduardo Mosotti

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Desmanicomialización en Santa Fe

Procesado gráfico integralUNR EDITORA

Editorial de la Universidad Nacional de RosarioUrquiza 2050 - (S2000AOB) Rosario - Santa Fe

República ArgentinaEdición de 300 ejemplares

MAYO de 2008