Cannabis

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EFECTOS Y RIESGOS DEL CONSUMO DE CANNABIS El cannabis es una planta con cuya resina, hojas y flores se elaboran las sustancias psicoactivas más conocidas (hachís y marihuana) y más utilizadas entre las drogas ilegales. Su consumo, como el de la mayoría de las drogas de origen botánico, ha acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, siendo usada con fines religiosos, medicinales y lúdicos. También se ha utilizado tradicionalmente para la elaboración de fibras textiles. Con el avance del cristianismo, su uso quedó restringido a determinadas zonas de Asia y África. En Europa fue redescubierto para uso fundamentalmente “lúdico” por parte de escritores y artistas como Baudelaire o Delacroix, integrantes del denominado Club des haschisciens. Junto con los alucinógenos, los derivados del cannabis fueron la droga de elección del “movimiento hippy” de los años sesenta y, en general, de los movimientos denominados contraculturales y psicodélicos. La planta es conocida en botánica como Cannabis sativa, y sus efectos psicoactivos son debidos a uno de sus principios activos: el tetrahidrocannabinol, cuyas siglas son THC. Sus derivados más consumidos actualmente son el hachís y la marihuana. En España se consume principalmente hachís, procedente en su mayoría de los cultivos del norte de Marruecos, del valle de Retama, en la región del Rif. El hachís se elabora a partir de la resina almacenada en las flores de la planta hembra, prensada hasta formar una pasta compacta de color marrón cuyo aspecto recuerda al chocolate. Su concentración de THC es superior a la de la marihuana, por lo que su toxicidad potencial es mayor. La marihuana se elabora a partir de la trituración de flores, hojas y tallos secos. Ambos preparados se consumen fumados en un cigarrillo liado con tabaco. En los últimos tiempos se ha generado cierta confusión en torno al uso terapéutico de los derivados del cananbis. Sin embargo, nada tiene que ver la investigación médica y uso terapéutico con los Índi ce

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EFECTOS Y RIESGOS DEL CONSUMO DE CANNABIS 

 

El cannabis es una planta con cuya resina, hojas y flores se elaboran las sustancias psicoactivas más conocidas (hachís y marihuana) y más utilizadas entre las drogas ilegales.

Su consumo, como el de la mayoría de las drogas de origen botánico, ha acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, siendo usada con fines religiosos, medicinales y lúdicos. También se ha utilizado tradicionalmente para la elaboración de fibras textiles.

Con el avance del cristianismo, su uso quedó restringido a determinadas zonas de Asia y África. En Europa fue redescubierto para uso fundamentalmente “lúdico” por parte de escritores y artistas como Baudelaire o Delacroix, integrantes del denominado Club des haschisciens.

Junto con los alucinógenos, los derivados del cannabis fueron la droga de elección del “movimiento hippy” de los años sesenta y, en general, de los movimientos denominados contraculturales y psicodélicos.

La planta es conocida en botánica como Cannabis sativa, y sus efectos psicoactivos son debidos a uno de sus principios activos: el tetrahidrocannabinol, cuyas siglas son THC.

Sus derivados más consumidos actualmente son el hachís y la marihuana. En España se consume principalmente hachís, procedente en su mayoría de los cultivos del norte de Marruecos, del valle de Retama, en la región del Rif.

El hachís se elabora a partir de la resina almacenada en las flores de la planta hembra, prensada hasta formar una pasta compacta de color marrón cuyo aspecto recuerda al chocolate. Su concentración de THC es superior a la de la marihuana, por lo que su toxicidad potencial es mayor.

La marihuana se elabora a partir de la trituración de flores, hojas y tallos secos. Ambos preparados se consumen fumados en un cigarrillo liado con tabaco.

En los últimos tiempos se ha generado cierta confusión en torno al uso terapéutico de los derivados del cananbis. Sin embargo, nada tiene que ver la investigación médica y uso terapéutico con los consumos “recreativos” de hachís y marihuana que tantos problemas físicos, psicológicos y sociales generan según las más recientes investigaciones.Al consumirse fumado, es fácilmente absorbido por los pulmones, por lo que llega al cerebro con rapidez. En pocos minutos empiezan a manifestarse sus efectos, que pueden durar entre 2 y 3 horas. Inevitablemente, se entremezclan reacciones buscadas por el consumidor con respuestas indeseadas.

Los efectos psicológicos más frecuentes son:

Relajación

Desinhibición

Hilaridad

Sensación de lentitud en el paso del tiempo

Índice

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Somnolencia

Alteraciones sensoriales

Dificultad en el ejercicio de funciones complejas: expresarse con claridad, memoria

inmediata, capacidad de concentración, procesos de aprendizaje…

Tras el consumo de cannabis pueden darse diversas reacciones orgánicas, las más frecuentes son las siguientes:

Aumento del apetito

Sequedad de la boca

Ojos brillantes y enrojecidos

Taquicardia

Sudoración

Somnolencia

Descoordinación de movimientos

Los riesgos asociados al consumo de derivados de cananbis se explican tanto por las peculiaridades de su principal principio activo, el TCH, como por el hecho de que se consuma habitualmente fumado.

El TCH es particularmente soluble en aceite, por lo que tiende a concentrarse en los tejidos grasos del organismo, como es el caso del cerebro. Tiene una vida media de una semana, por lo que a los siete días de su consumo aún se mantiene sin eliminar el 50% del principio activo, favoreciendo su acumulación cuando el consumo es regular. Como consecuencia de este proceso existen algunos riesgos a considerar:

El consumo diario de hachís puede ralentizar el funcionamiento psicológico del

usuario, entorpeciendo sus funciones superiores relacionadas con el aprendizaje, la

concentración y la memoria.

Otro tanto cabe decir de la ejecución de tareas complejas que requieran lucidez

mental y coordinación psicomotora, como pueden ser conducir un vehículo a motor

o, tomar decisiones.

Pueden darse reacciones agudas de pánico y ansiedad.

En personas predispuestas, puede favorecer el desencadenamiento de trastornos

psiquiátricos de tipo esquizofrénico.

En el plano orgánico, en primer lugar, hay que tener en cuenta que los derivados del cannabis se consumen fumados (con una pauta de inhalación profunda, sin filtro, con retención pulmonar del humo y apurando el cigarrillo al máximo), por lo que su uso habitual

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puede reforzar los riesgos asociados al consumo de tabaco, favoreciendo la aparición de alteraciones de diversa naturaleza. Entre las principales consecuencias de su uso, hay que citar:

Respiratorias: tos crónica y bronquitis en consumidores habituales de dosis

elevadas.

Cardiovasculares: empeoramiento de síntomas en personas que padezcan

hipertensión o insuficiencia cardiaca.

Sistema endocrino: altera las hormonas responsables del sistema reproductor y de

la maduración sexual.

Sistema inmunitario: el uso crónico del cananbis reduce la actividad de este sistema.

Los riesgos derivados del consumo de las diversas drogas no pueden aislarse del

modo en que son habitualmente consumidas. En el caso del hachís, la pauta más

Intoxicación

Aunque la intoxicación por cannabis no es frecuente, si pueden aparecer determinados problemas

fundamentalmente de orden psicológico, principalmente ataques de pánico. Ante esta situación

se recomienda llevar a la persona a un lugar tranquilo, no dejarla sola en ningún momento y,

mediante frases tranquilizadoras, lograr que poco a poco vaya recuperando la normalidad. Suele

ser útil recordarle que pronto pasarán todos los síntomas y que no debe preocuparse por ellos. Un

consumo elevado de cannabis, consumirlo con el estómago vacío, durante las primeras veces que

se consume o mezclarlo con alcohol también pueden provocar bajadas de tensión, mareos y

vómitos. En ese momento, puede ser necesario tumbar a la persona, con las piernas levantadas y

la cabeza inclinada hacia un lado por si sobreviene el vómito. Una vez que la persona se ha

recuperado, puede ser útil tomar algo de azúcar. Cuando se consume cannabis por vía oral

(preparados cocinados de marihuana o hachís, aceite o preparados farmacéuticos) aumenta la

duración total de los efectos y los riesgos de sobredosificación e intoxicación, por lo que se

recomienda adaptar la dosis según la forma de presentación y la vía de consumo.  El riesgo de

intoxicación varía en función de la persona. Con esta vía de administración también aparecen

con más frecuencia los efectos alucinógenos de la sustancia y si se produce una intoxicación, los

efectos adversos pueden durar más y ser más potentes (mareos, ansiedad y taquicardias,

lipotimias). En algunos casos pueden aparecer episodios psicóticos agudos. 

Tratamiento intoxicación por cannabisEl tratamiento de la intoxicación aguda es, en todos los casos, sintomático, ya que no existe antídoto. Las reacciones que pueden exigir atención sanitaria son las crisis de angustia, el delirio y la psicosis. Se aconseja en estos casos un ambiente relajado, tranquilizar al paciente y si es preciso se administran benzodiacepinas, por ejemplo, diazepam oral o intravenoso lento; también pueden tratarse con midazolam intramuscular. En caso de que predominen los síntomas psicóticos se utilizarán antipsicóticos. En el caso de la psicosis por sobredosis, el tratamiento es el mismo que en la psicosis de cualquier otra etiología: tratamiento sintomático evitando las complicaciones de riesgo vital, controlar el riesgo autolítico y decidir si es necesaria la hospitalización. En cuanto a la elección del antipsicótico, se han descrito buenas respuestas al haloperidol y a los antipsicóticos atípicos. Los niños, los consumidores de grandes cantidades de cannabis por vía oral y los

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transportadores de droga en el interior de su cuerpo (body-packers), pueden presentar una mayor gravedad, cursando con estupor, hipotensión, hipotermia, palidez y ataxia. La administración precoz de carbón activado puede ser útil en caso de ingesta de cannabis por vía oral.