Capítulo 1 | Libro Complementario | "Mi Padre y vuestro Padre" | Escuela Sabática Tercer trimestre...

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“Tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6:6-8).

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“Tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”

(Mateo 6:6-8).

Ij l i l l os discípulos estaban sentados tranquilamente en la quietud de

■ l a mañana, esperando a que el cielo aclarara más y que el trinar ^ S » d e las aves sonara más fuerte. Como siempre.se maravillaban con

la vida de oración de su Maestro. En su experiencia, la oración era una actividad formal, realizada en público por los rabinos y maestros, o repetida al unísono en la sinagoga. O era una reacción a un peligro o a una crisis: un clamor por ayuda y protección.

Pero Jesús oraba en privado, diaria y regularmente: oraba com o si es­tuviera hablando con Alguien que él conocía. Oraba de una m anera que ninguno de ellos había conocido antes.

Esta mañana, cuando Jesús regresó a ellos de su tiempo en soledad, uno

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10 ENSEÑANZAS DE CRISTO

de los discípulos habló, y le dijo:-Señor, enséñanos a orar.Jesús debió haber sonreído. Cuánto habrá querido com partir esto con

sus seguidores. Su respuesta nos introduce a todos a una nueva relación, con un nuevo Pariente.

“Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre...”(Luc. 11:2).

Padre.Nuestro Padre.Nuestro Padre en el cielo.¿Es posible que debiéramos dirigirnos al Creador del universo tan informalmente, tan íntimamente? Tal vez, Jesús estaba usando el término “Padre” para indicar a una figura paterna distante, una figura de autoridad común a la mayoría de los humanos.

En este versículo del Evangelio de Lucas no era la primera vez que alguien se refirió a Dios com o “Padre”. En el Antiguo Testamento hay varias referencias a Dios com o “Padre”. Por ejemplo, en Isaías:

“Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros” (Isa. 64:8).

Este “Padre" parece ser una referencia a Aquel que trajo a todos los seres hum anos a la existencia,que los moldea en los hijos que están destinados a ser. ¿Pbdría ser esta la clase de “Padre” a quien Jesús estaba anim ando a sus discípulos a hablarle?

No. Jesús les presenta a Dios com o un “Padre” que se interesa en ellos a nivel personal, un Padre con quien estos hombres pudieran reconocerse e identificarse. “¿Si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Luc. 11:11-13).

Jesús estaba presentando algo extraordinario - la idea de que el Dios del cielo, el Creador del universo, se interesa íntimamente por cada uno de nosotros-, así com o un buen padre hum ano se interesa en su hijo precioso. ¡Jesús estaba pintando el cuadro de un Padre que escucha los pedidos de sus hijos, que se preocupa por las necesidades de sus hijos, que quiere ver felices a sus hijos!

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Ese cuadro estaba en agudo contraste con lo que los discípulos habían aprendido de los maestros religiosos de sus días. El Dios que ellos conocían era un Dios crítico, que se preocupaba más por los detalles menores de la ley que por las necesidades de la gente; que se preocupaba más por la adoración adecuada que por el amor.

Durante muchos años,el pueblo judío se había concentrado en agradar a Dios guardando la ley Para evitar quebrantar cualquiera de las leyes de Dios, habían construido sus propias leyes. En lugar de solamente: “Acuérdate del sábado para santificarlo”, habían creado leyes acerca de cuán lejos podía caminar una persona en sábado y todavía estar guardando el día. Había reglas acerca de cuándo se podía encender un fuego, y cómo podía prepararse la comida para el sábado. Habían transformado el hecho de seguir a Dios en una lista siempre creciente de cosas que no había que hacer.

Jesús vino para mostrarles cóm o es realmente Dios.Vino para mostrarles al Padre. ¿Por qué nuestra visión de Dios es importante?

En el Jardín del Edén, la serpiente no dijo simplemente: “Coman esta fruta, les va a gustar”. No, Satanás planteó un problema mucho mayor. Le preguntó a Eva:

-¿No dijo Dios que podían com er del fruto de cualquier árbol del huerto?

-Bueno, sí -respondió Eva-, Es decir, cualquier árbol menos éste que está en el medio del huerto. Dios dijo que si com em os su fruta, o siquiera lo tocamos, moriremos.

-Eso no es cierto - le dijo la serpiente-. Dios sabe que cuando lo coman, llegarán a ser com o él,y conocerán tanto el bien com o el mal.

Satanás tentó a Eva haciéndola dudar de Dios, haciéndole creer que les estaba mintiendo.Y ese ha sido el problema de la gran controversia a lo largo de toda la historia humana: ¿Podemos confiar en Dios? ¿Se interesa realmente en nosotros, o es egoísta y cruel?

Esa era la misión de Jesús en la tierra.Vino para mostrar a los humanos cómo es realmente Dios. En Juan 14, Jesús pasa sus últimos momentos con los discípulos antes de ser arrestado y muerto. Dijo: “Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto”(vers.7).

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Entonces Felipe le dijo algo doloroso: “Señor, muéstranos al Padre, y nos basta”(vers.8).

¿Pueden ver cóm o los hombros de Jesús bajaron,sus ojos se cerraron por un instante con desánimo? Pero, entonces, con su paciencia eterna, levantó la vista y dijo:“¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros,y no me has conocido, Felipe? Si me has visto, has visto al Padre.Si me conoces,conoces al Padre”.

Jesús deja bien en claro que él está en la Tierra en favor de su Padre, para reparar el daño hecho en el Edén:“Las palabras que yo os hablo.no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras” (vers. 10,11).

PADRE DEL HIJO PERDIDODurante toda su vida sobre la Tierra, Jesús fue criticado por perder el

tiempo con la gente equivocada. Él no se mantuvo “puro”y “limpio” evitando a los pecadores. Se lo vio en com pañía de prostitutas conocidas, con los odiados romanos y con los, aún más odiados, recaudadores de impuestos. En Lucas 15, encontram os esto nuevamente, es criticado por sentarse entre los publícanos y los pecadores. “¡Hasta com e con ellos!”, señalaron los fariseos a todo el que quisiera escucharlos.

Yo me imagino a Jesús sentándose para com partir algún tipo de com ida con estos “pecadores”, mientras los otros hombres “más santos” están parados más atrás para criticar todo lo que él dice o hace. Allí les contó tres historias que daba seguridad a sus com pañeros de mesa y, a la vez, respondía a los críticos.

Cada una de las historias plantea algo que se perdió y que luego fue encontrado. Primero, Jesús habla de ovejas. “¿Qué hombre de vosotros,

teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?” (vers. 4). ¡Qué cosa maravillosa pudieron escuchar los“pecadores”que comían con él! ¡No importa cóm o se perdieron,el Pastor vendrá, los buscará y los llevará a casa!

Jesús añadió algo para los críticos. “Hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente,que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (vers. 7).

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En la segunda historia, Jesús habla de una m oneda perdida. En aquellos días, cuando no existían los bancos ni las cuentas de ahorro, era común que la gente llevara consigo el dinero todo el tiempo. Las mujeres casadas a m enudo vestían un collar de monedas; de esta manera, mantenían seguros los recursos familiares.

En la historia de Jesús, una mujer descubre que una de sus monedas se había perdido. Sabiendo que ella estaba sola en casa ese día, enciende sus lámparas y com ienza a barrer el piso con cuidado. Cuando encuentra la moneda, llama a sus amigas para que celebren con ella. Otra vez, los “pecadores” oyen que se encuentra a un perdido. Los críticos oyen que los ángeles de Dios se alegran por un pecador que se arrepiente (vers.8-10).

La tercera historia es acerca de un hijo perdido. A diferencia de la oveja y la moneda, que se perdieron por accidente, el hijo se pierde intencionalmente. Ftero, aun cuando a m enudo nos referimos a esta historia com o “El hijo pródigo” o “El hijo perdido”, esta historia realmente trata sobre el padre.Y, siendo que Jesús la cuenta en estas circunstancias, sabemos que realmente se trata de su Padre.

En la historia que contó Jesús, un hombre tenía dos hijos. El m enor vino a él y le dijo:“Padre, estoy cansado de esperar. Dame mi herencia ahora”. Los oyentes debieron de haberse quedado sin aliento. Jesús no lo dijo, pero todos sabían el hecho insultante e irrespetuoso que había com etido el hijo. Bien podría haber dicho:“Desearía que murieras hoy”.Sin duda, la multitud esperaba escuchar que el padre le imponga un castigo al hijo malo.

Pero el padre, de la historia, hizo algo inesperado. Determinó el valor de todas sus posesiones: sus tierras, su casa... todo. Luego, vendió lo suficiente para darle a este hijo m enor la mitad de aquel valor. La otra mitad pertenecería al hijo mayor cuando el padre muriera.

La multitud que escuchaba a Jesús entendía cóm o ese padre había sido humillado. No existía mayor insulto que este: su propia familia le estaba faltando el respeto. En una sociedad en la que el honor y el respeto de la com unidad significaban todo, sus vecinos debieron haberse burlado de él a sus espaldas y llamarlo tonto.

El hijo m enor salió en dirección a la gran ciudad para gastar su dinero

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14 ENSEÑANZAS DE CRISTO

en una vida “pródiga”. Hemos utilizado esta palabra tan a m enudo que pareciera ser parte del nombre del hijo, pero sencillamente significa “desperdiciador” o “extravagante”. Él no buscó un trabajo; simplemente vivía

feliz con el dinero que le habían dado... hasta que se terminó.Al no tener más dinero, sufrió. Hubo una ham bruna, y no había ofertas

de empleo. Finalmente, consiguió un trabajo alim entando cerdos. Mientras trabajaba, él tenía tanta ham bre com o para com er lo que comían esos

anim ales,pero nadie le ofrecía a él.Sus pensamientos volvieron a su casa, donde había abundancia de

comida.'Aquí estoy,muriéndome de hambre”,se dijo a sí mismo,“mientras los peones de mi padre tienen suficiente para comer.Volveré a casa, encontraré a mi padre,y le diré:“Padre,sé que hice mal.Lamento cóm o te traté.Ya no soy digno de ser llamado tu hijo, pero ¿me podrías dar algún trabajo aquí?”

Mientras Jesús contaba esta parte de la historia, probablemente algunos de sus críticos habrán pensado que sabían lo que él diría a continuación: Les dirá a esos pecadores que el padre perdonó a su hijo y le dio un trabajo. Les dirá que Dios también los perdonará, no importa cuánto lo hayan ofendido a Dios. Ellos están deshonrando a Dios tanto como ese hijo deshonró a su padre.

Pero Jesús tenía más cosas que enseñar que solo el perdón.Tenía algo

sorprendente que decir acerca de Dios el Padre.El hijo perdido se encam inó hacia su casa. Puede haber planificado

entrar a escondidas, en silencio, pero su padre estaba vigilando y esperando, com o lo había hecho cada día desde que el hijo se fue. Entonces, cuando lo vio regresar, corrió hacia su hijo, echó sus brazos alrededor de su cuello,

y lo besó.El hijo quedó en estado de shock, pero com enzó a dar el discurso que

había estado practicando.“Padre,lo lamento.Ya no soy digno de ser llamado

tu hijo, pero...”Pero su padre no lo estaba escuchando. Llamó a sus siervos. “¡Rápido!

Traigan mi mejor manto para ponerlo sobre él. Pongan un anillo en su dedo y sandalias en sus pies. ¡Cocineros! ¡Busquen el ternero más gordo y com iencen a preparar una fiesta! Mi hijo, a quien daba por muerto, vive. Estaba perdido, pero está otra vez en casa”.

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¿Notan lo que Jesús estaba diciendo acerca de su Padre? Como el padre del hijo perdido, él nunca nos abandona. Aun si nosotros elegimos seguir nuestro propio camino, aun si volvemos las espaldas a todo lo que sabemos que es lo correcto, él espera -ansiosam ente- para darnos la bienvenida a casa cuando nos arrepentimos.

Como el padre de la historia, Dios el Padre nos am a por lo que somos. No importa lo que hagam os.no dejamos de ser sus hijos.

Los críticos que escuchaban a Jesús ese día probablemente protestaron, en voz alta, que Dios exigía obediencia, que su perdón no era tan asequible. Pero, en lo profundo de sus corazones, también debieron sentirse asombrados por la idea de que exista esa clase de amor, esa clase de Dios.

Lo que Jesús enseñó acerca de su Padre debería asombrarnos también a nosotros. Esta idea de que el Rey del universo quiere una conexión íntima y personal con cada uno de nosotros es demasiado maravillosa y casi increíble.

Ningún capítulo de nuestras vidas es dem asiado vergonzoso para que él lo lea. No hay problemas tan difíciles que no podam os entregarle a él. Nuestro Padre celestial está velando sobre nosotros, preocupado por cada problema, com partiendo cada gozo, oyendo cada oración. “El sana a los quebrantados de corazón,y venda sus heridas’’ (Sal. 147:3). La conexión de Dios con cada uno de nosotros es tan fuerte y profunda com o si fuéramos los únicos seres hum anos de la tierra, com o si fuésemos los únicos por los cuales él dio a su am ado Hijo (adaptado de El camino a Crísto,p. 100).

Puede ser que resistamos esta clase de pensamiento porque la Escritura dice que Dios nos juzgará a todos. En nuestro sistema occidental de justicia, el juez es imparcial: no favorece ni perjudica al que está juzgando, solo quiere escuchar los hechos del delito antes de decidir la suerte de la persona.

Pero Dios, nuestro Padre y nuestro Juez, no es imparcial. Tiene un prejuicio a nuestro favor. Somos sus hijos y él hará cualquier cosa, excepto quitarnos nuestra libertad de elección, para salvarnos.

Un cambio sencillo en el modo en que reflexionamos acerca de este sublime pasaje bíblico m antendrá presente lo que Jesús enseñó acerca de su Padre:“Porque de tal m anera amó Dios [el Padre] al mundo, que ha dado

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ENSEÑANZAS DE CRISTO

a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:16,17; corchetes

añadidos).