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1 INSTITUCIONES DEL DERECHO PRIVADO I Cristian Piris CAPÍTULO 1: Sujetos de Derecho Privado. Persona: Concepto, Categorías. Persona y sujeto de derechos. Persona individual. Concepto. Principio de su existencia. Persona Colectiva: Concepto. Clasificación y enumeración (art. 33 del Código Civil). Condiciones jurídicas para su existencia. Atributos. Concepto. Capacidad: Concepto y clasificación. Incapacidad de derecho y de hecho: fundamentos y efectos. Clasificación de los incapaces. Conceptos. Domicilio. Nombre. Estado civil. Conceptos y funciones. Fin de la existencia de las Personas individuales y colectivas: causales y consecuencias jurídicas. PERSONA: CONCEPTO, CATEGORÍAS. PERSONA Y SUJETO DE DERECHOS. A. Concepto de persona. Evolución. El concepto de persona es sin lugar a dudas uno de los más básicos, principalmente por que “la persona es la protagonista del mundo jurídico, como destinataria de normas que imponen conductas o le reconocen derechos. Sólo la persona puede ser sujeto de actividad jurídica...” (CAPILLA RONCERO, Francisco (Coordinador). 1999. Elementos de Derecho Civil. Tirant lo blanch. Valencia. Pág. 145). Hoy, a la luz de años de una difícil evolución, podemos afirmar que “el ordenamiento jurídico democrático no crea personas, sino se limita a reconocer la personalidad como una realidad externa a él” (CARRASCO PERERA, Ángel. 1996. Derecho Civil. Tecnos. Madrid. Pág. 58). Quizás por eso el Diccionario de la Real Academia Española (Vigésima Primera Edición, Tomo II, Madrid 1992), se define a la persona, como “individuo de la especie humana”. La diferencia entre crear y reconocer no parece ser muy relevante, no obstante es sustancial, dado que si el Derecho crea las personas puede negarse a darle esa condición a algunos seres humanos, como el caso de los judíos durante el nazismo o la esclavitud de los negros durante siglos. En cambio, si solo debe limitarse a reconocer la personalidad no puede obviar que todos los seres humanos son personas. Esta concepción humanista es nueva en la historia. En 6.000 años de evolución de las civilizaciones humanas, esta idea apareció recién hace 200 años atrás. Para algunas corrientes de pensamiento todo hombre, entiéndase en sentido genérico de ser humano, es una persona. Para otras corrientes el concepto jurídico de persona no se identifica necesariamente con el concepto natural de esta, por lo tanto pueden existir seres humanos que no sean personas (por ejemplo: los esclavos o los

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INSTITUCIONES DEL DERECHO PRIVADO I

Cristian Piris

CAPÍTULO 1: Sujetos de Derecho Privado. Persona: Concepto, Categorías. Persona y sujeto de derechos. Persona individual. Concepto. Principio de su existencia. Persona Colectiva: Concepto. Clasificación y enumeración (art. 33 del Código Civil). Condiciones jurídicas para su existencia. Atributos. Concepto. Capacidad: Concepto y clasificación. Incapacidad de derecho y de hecho: fundamentos y efectos. Clasificación de los incapaces. Conceptos. Domicilio. Nombre. Estado civil. Conceptos y funciones. Fin de la existencia de las Personas individuales y colectivas: causales y consecuencias jurídicas. PERSONA: CONCEPTO, CATEGORÍAS. PERSONA Y SUJETO DE DERECHOS. A. Concepto de persona. Evolución.

El concepto de persona es sin lugar a dudas uno de los más básicos, principalmente por que “la persona es la protagonista del mundo jurídico, como destinataria de normas que imponen conductas o le reconocen derechos. Sólo la persona puede ser sujeto de actividad jurídica...” (CAPILLA RONCERO, Francisco (Coordinador). 1999. Elementos de Derecho Civil. Tirant lo blanch. Valencia. Pág. 145).

Hoy, a la luz de años de una difícil evolución, podemos afirmar que “el

ordenamiento jurídico democrático no crea personas, sino se limita a reconocer la personalidad como una realidad externa a él” (CARRASCO PERERA, Ángel. 1996. Derecho Civil. Tecnos. Madrid. Pág. 58). Quizás por eso el Diccionario de la Real Academia Española (Vigésima Primera Edición, Tomo II, Madrid 1992), se define a la persona, como “individuo de la especie humana”.

La diferencia entre crear y reconocer no parece ser muy relevante, no obstante es

sustancial, dado que si el Derecho crea las personas puede negarse a darle esa condición a algunos seres humanos, como el caso de los judíos durante el nazismo o la esclavitud de los negros durante siglos. En cambio, si solo debe limitarse a reconocer la personalidad no puede obviar que todos los seres humanos son personas. Esta concepción humanista es nueva en la historia. En 6.000 años de evolución de las civilizaciones humanas, esta idea apareció recién hace 200 años atrás.

Para algunas corrientes de pensamiento todo hombre, entiéndase en sentido

genérico de ser humano, es una persona. Para otras corrientes el concepto jurídico de persona no se identifica necesariamente con el concepto natural de esta, por lo tanto pueden existir seres humanos que no sean personas (por ejemplo: los esclavos o los

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muertos civiles, que veremos más adelante) y personas que no sea seres humanos (por ejemplo: las personas jurídicas).

Veamos un poco como han evolucionado las ideas en este sentido. En primer lugar analicemos la etimología de la palabra persona. La etimología es

la disciplina que estudiar el origen de las palabras, algunas veces no nos dice mucho sobre el sentido que en la actualidad se le da a un término pero al menos nos indica el motivo por el cual se lo creó. La palabra persona tiene una historia muy curiosa, proviene del latín per sonare, cuyo significado original fue “resonar”. Se designaba así a una careta con la boca abierta provista de láminas metálicas, que cubría la cara del actor cuando recitaba una escena en una pieza teatral y le servían para hacer la voz más vibrante y sonora. Cada personare (máscara) representaba un personaje diferente que desarrollaba un determinado papel en la obra, como la simbología era tan fuerte pronto el término pasó del teatro a la vida social y de allí al derecho.

También este término halla sus raíces en la Grecia antigua, donde persona

nacería del griego prósopon (compuesto de pro "delante" y de opos "cara") que significa "máscara".

En Roma antigua aparece el concepto de persona. Para el derecho romano era

claro que no todo ser humano era una persona, para ser tal en sentido estricto se debían reunir tres condiciones: ser libre, ser ciudadano romano y ser pater familiae, los extranjeros no eran personas “completas” como los romanos y los esclavos directamente eran considerados cosas. Entonces, se identificaban personas, seres humanos que no eran personas y seres humanos que no se los reconocía como tales.

Con el advenimiento del cristianismo todos los seres humanos empezaron a ser

considerados personas, pero de modo alguno iguales dado que se establecieron distintas categorías y diferentes capacidades para cada una de ellas, era normal distinguir entre europeos e indígenas, hombres y mujeres, blancos y negros, nobles y siervos, etcétera. Recién a partir de la revolución francesa se empezó a reconocer que todos los hombres nacen iguales en dignidad y derechos, y por lo tanto son portadores de una idéntica personalidad jurídica y capacidad. Esta idea nacida al amparo de la revolución francesa recién se vio plasmada a escala mundial con la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, una consecuencia de las atrocidades cometidas por el nazismo durante la segunda guerra mundial.

B. Categorías de personas. Persona y de sujeto de derecho. El Derecho regula la vida del hombre en sociedad, en razón de lo cual el concepto

de relación jurídica es primordial, porque toda la vida social se reduce a relaciones interpersonales. La relación jurídica es un vínculo entre sujetos del cual nacen derechos y obligaciones. La relación jurídica cuenta con dos elementos esenciales, el sujeto y el

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objeto. El sujeto de la relación o sujeto de derecho, es quien ejerce la titularidad de un derecho, y persona en cambio es todo sujeto susceptible de tener derechos u obligaciones.

Las relaciones jurídicas solo se establecen entre sujetos, cuando no existe más de

uno debemos aludir a una situación jurídica, es decir, “una determinada manera de estar las personas en la vida social, regulado por el Derecho” (RIVERA, Julio César. 2004. Instituciones del Derecho Civil. Parte General. Tomo I. Lexis Nexis. Buenos Aires. Pág. 298). Esto permite pensar la posición de una persona frente a sí misma (incapaz, comerciante, etc.) y frente a los bienes (derechos reales: propietario, usufructuario, etc.).

La Filosofía del Derecho estudia lo que se denomina la teoría de los conceptos

jurídicos básicos, estos son una serie de conceptos fundamentales que sirven de base para la construcción de muchos otros. Son conceptos básicos del Derecho términos como sanción, responsabilidad, obligación, persona, etcétera. A partir de estos conceptos primarios se elaboran otros más complejos que los incluyen (NINO, Carlos. 1998. Introducción al Análisis del Derecho. Astrea. Buenos Aires. Págs. 165 y ss.).

Para la construcción de estos conceptos básicos se utilizan normalmente los

criterios vigentes en el lenguaje ordinario, al que luego se le agregan ciertas especificaciones para reducir su vaguedad y ambigüedad, transformando así un término vulgar en otro técnico-jurídico.

El concepto técnico-jurídico de un término podemos encontrarlo en algún

artículo de una norma y/o en las reconstrucciones e interpretaciones que realiza la doctrina sobre el sistema jurídico.

En nuestro Derecho la definición de persona lo podemos encontrar en el Código

Civil, que en el artículo 30 establece que "son personas todos los entes susceptibles de adquirir derechos, o contraer obligaciones".

De ese concepto legal podemos inferir que una persona es un ente con capacidad,

es decir, que ese artículo sólo nos indica que una persona es "algo" que existe en el universo y que tiene capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones. En principio ese "algo" puede ser cualquier objeto o sujeto, por ese motivo resulta necesario integrarlo con otras normas a los efectos de determinar con precisión qué es una persona para nuestro Derecho.

El artículo 31 del Código Civil afirma que existen dos tipos de personas, las de

existencia ideal o jurídica y las de existencia visible. El artículo 32 afirma que "todos los entes susceptible de adquirir derechos, o contraer obligaciones, que no son personas de existencia visible, son personas de existencia ideal, o personas jurídicas", en consecuencia nos resta saber qué es una persona de existencia visible para terminar de delimitar nuestro concepto. Para ello debemos remitirnos al artículo 51 que establece que "todos los entes que presentan signos característicos de humanidad, sin distinción de cualidades o accidentes, son personas de existencia visible".

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De la conjunción de los artículos 30, 31, 32 y 51 podemos afirmar que persona es

en primer lugar el "ente" ser humano y en segundo lugar cualquier otro "ente" al la ley le repute capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones.

A manera de conclusión preliminar podemos afirmar: 1. Existe un concepto biológico o natural de persona que lo identifica totalmente

con el ser humano. 2. Para el Derecho la persona es un ente, en principio todo aquel que evidencie

signos característicos de humanidad, pero no sólo ellos, también se reconoce como personas a entes colectivos como las fundaciones o las sociedades anónimas, y en un futuro quizás este concepto pueda ampliarse a otros entes como podría ser también algún objeto dotado de inteligencia artificial. Pero lo que se encuentra fuera de discusión es que todo ser humano es persona aunque la inversa no vale.

3. Sujeto de derecho y persona no son exactamente lo mismo. Persona es un ente

susceptible de adquirir derechos y contraer obligación, la palabra susceptible nos indica que tiene la potencialidad de adquirir derechos y contraer obligaciones, en cambio el sujeto de derecho es una persona que goza de un determinado derecho, ya no se trata de una posibilidad sino de un ejercicio efectivo. Toda persona puesta en una relación jurídica determinada es un sujeto de derecho.

4. Para nuestro Derecho existen dos tipos de personas: los entes individuales, es

decir los seres humanos, denominados personas individuales, físicas o de existencia visible; y los entes colectivos, denominados personas jurídicas, morales, colectivas o de existencia ideal.

PERSONA INDIVIDUAL. CONCEPTO. PRINCIPIO DE SU EXISTENCIA. Ya vimos el concepto de persona individual en nuestro Derecho, nos queda por

estudiar el inicio de su existencia, quienes presentan en este aspecto un régimen diferente a las personas de existencia ideal como se verá en el capítulo correspondiente.

Determinar con precisión cuándo se produce el comienzo de la existencia de una

persona física es un debate apasionante que incluye a juristas, teólogos, filósofos y hombres de las más diversas ciencias, esto es así por cuanto constituye un problema tanto jurídico como religioso, moral, ético, biológico, etcétera.

Veamos cómo han evolucionado los diversos sistemas jurídicos que se han

ocupado de este tema. Para el derecho romano la existencia de una persona física comenzaba desde su nacimiento, esta noción fue dominante en todo derecho occidental hasta bien entrado el siglo XIX, no obstante ello en algunas legislaciones como el Código

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Napoleón se le brindaba cierta protección a las personas por nacer, lo cual significaba una grave incoherencia desde el punto de vista que importaba reconocerle derechos a un sujeto que aun no era persona.

El Código de Vélez, con una visión avanzada para su tiempo, estableció en su

artículo 70 que comienza la existencia de las personas desde su concepción en el seno materno. Seguramente Vélez consideró que con esta fórmula abarcaría la más amplia protección posible de brindar a los seres humanos, pero claramente no pudo prever que el avance de la ciencia permitiría que la concepción se produjera fuera del seno materno y que, aun así, ese ser merecería protección jurídica. En este sentido se ha producido una derogación tácita del artículo 70 del código civil a partir de una norma de rango superior como es el Pacto de San José de Costa Rica que forma parte de nuestra Constitución Nacional y establece en su artículo 4º que la existencia de las personas comienza desde su concepción no importando donde se produjera esta, dentro o fuera del seno materno.

De todos modos, establecer que la existencia de una persona física comienza

desde su concepción no nos deja a salvo de fuertes interrogantes ante casos concretos, por ejemplo para las ciencias médicas cabe distinguir entre un pre-embrión y un embrión. Producida la fertilización (unión del óvulo con el espermatozoide) hasta el día 14 estamos ante un pre-embrión, a partir de aquí se forma el surco neural y pasa a ser un embrión, y recién a partir de este momento estaríamos ante un nuevo ser (RIVERA, Julio César. 2004. Instituciones de Derecho Civil. Parte General. Lexis Nexis. Buenos Aires. Tomo I. Págs. 353-354), para otros en cambio el embrión aún no se constituye en un nuevo ser dotado de individualidad, siendo el feto la instancia de la evolución que ha completado su desarrollo cerebral, produciéndose esto a las ocho, diez o doce semanas de la gestación. Según una ley francesa de 1975 la madre puede abortar voluntariamente al embrión hasta la décima semana de la gestación, en virtud del derecho a disponer del propio cuerpo, puesto que se considera que el feto forma parte de este hasta ese momento.

En general, todo lo que implica la "obtención" de un nuevo ser de una manera no

tradicional como la fecundación in vitro, la fecundación asistida, la inseminación artificial, el alquiler de vientres, los embarazos múltiples, la manipulación de embriones, etcétera, se encuentran en una zona de penumbra donde el Derecho no puede arrimar suficiente claridad. Tampoco las ciencias médicas o la biología pueden emitir un dictamen determinante en esta materia, es por eso que se ha abierto un muy interesante campo de discusión en una nueva disciplina, la bioética, donde se abordan interdisciplinariamente cuestiones que tienen que ver con la vida humana, la dignidad del hombre y las influencias que sobre esto tiene el avance de la ciencia. De las conclusiones que allí se obtengan el Derecho seguramente se verá fuertemente influido.

A. Condición jurídica de la persona por nacer Para nuestro Derecho, el ser que ha sido concebido pero que aún no han nacido

se le considera persona por nacer; se trata de una persona pero con las consiguientes

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limitaciones a su capacidad que surgen de su especial situación de dependencia orgánica de su madre.

El Código de Vélez al legislar en esta materia hizo excesivo hincapié en los

derechos patrimoniales de la persona por nacer, limitándose a establecer que estos tienen capacidad de derecho para adquirir bienes a título gratuito, por actos entre vivos o mortis causa (artículo 64). Esto quiere decir que básicamente podrían adquirir bienes por donación o herencia.

Evidentemente también la persona por nacer puede reclamar alimentos -a través

de sus padres-, ser beneficiario de un contrato de seguro de vida, ser titular de acciones de daños y perjuicios por ejemplo si éstos fueran cometido contra su madre durante la gestación, etcétera. Todos ellos derechos patrimoniales que Vélez no tomó en consideración.

Un capítulo aparte merecen los derechos personalísimos de los que gozan las

personas por nacer, entre ellos los más importantes son el derecho a la vida y a la integridad física, que tampoco forman parte del catálogo de derechos reconocidos por el Código Civil pero aún así les asiste. En espacial el derecho a la vida de la persona por nacer es protegido por el Derecho Penal al penalizar el aborto.

Entonces, desde el punto de vista jurídico la persona por nacer es un incapaz

absoluto de hecho y dependiente de su representación (sus padres, o los representantes de estos si a su vez estos fueran incapaces). Desde el punto de vista de la capacidad de derecho, poseen una capacidad relativa limitada principalmente a lo establecido en el artículo 64 del Código Civil. No tienen capacidad para contraer obligaciones sólo aquellas que puedan ser accesorias a los derechos que adquieran por donación, herencia, por ejemplo: el pago de impuestos de aquellos bienes recibidos en tal carácter. Gozan plenamente de los derechos personalísimos que le pudieran corresponder en su particular situación biológica.

B. el nacimiento Para el Derecho el nacimiento es un hecho jurídico (este concepto se tratará

ampliamente en el capítulo referido a los hechos y actos jurídicos). Según el artículo 71 del Código Civil es el momento en que el “nuevo ser es naturalmente expulsado o quirúrgicamente extraído de la matriz de la madre” (RIVERA, Julio César. 2004. Instituciones de Derecho Civil. Parte General. Lexis Nexis. Buenos Aires. Tomo I. Pág. 363).

El nacimiento marca la transformación de la persona por nacer en una persona

física completa y esto tiene importantes consecuencias jurídicas. Pero para que, estas consecuencias operen, el nacimiento debe producirse con vida, es decir, que la persona pueda vivir al menos unos pocos instantes una vez separado de la madre.

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Si la criatura naciere muerta o muriese antes de estar completamente separada del seno materno se considerará como si nunca hubiese existido (art. 74 del Código Civil). Esta es una disposición que merece una doble lectura crítica, por un lado el nacimiento con vida no puede ser condicionante del reconocimiento de la existencia de una persona que efectivamente existió. Este es un principio que hoy en día no se sostiene conforme a las concepciones humanistas vigentes en la materia. Y por otro lado desde el punto de vista fáctico no resulta claro el requisito de la total separación del seno materno, porque un recién nacido que se encuentre fuera del seno materno y haya respirado por si mismo, ya ha nacido con vida aunque no se hubiera cortado el cordón umbilical que lo une aún a su madre.

Savigny, fue un importante jurista alemán del siglo XIX, quien realizó una obra

monumental interpretando al derecho romano clásico. Este autor difundió la idea que los no nacidos pero concebidos en el seno materno no son personas sino que formaban parte de las viseras de la madre y no serían personas hasta tanto no estén completamente separados de ella. Ésta era una solución lógica en el derecho romano y en toda la legislaciones que se inspiraron en este, por cuanto consideraba que se iniciaba la existencia de la persona con el nacimiento, pero no tiene razón de ser en el sistema de Vélez por cuanto este estableció que se iniciaba la existencia de la persona con su concepción en el seno materno.

Jurídicamente el nacimiento con vida es una especie de condición resolutoria de

la existencia de la persona (Cf. CIFUENTES, Santos. 2005. Elementos de Derecho Civil. Parte General. Astrea. Buenos Aires. Pág. 115. También; ALTERINI, Atilio Aníbal. 1989. Derecho Privado. Ed. Abeledo Perrot. Buenos Aires. Tomo I. Pág 107-108), es decir, una criatura será considerada persona siempre y cuando hubiese nacido con vida, si hubiese nacido muerta se considerará como que si nunca hubiera existido.

Aun así, se trata de una disposición con profundas implicancias patrimoniales.

Imaginemos el siguiente ejemplo, una mujer sola se encuentra embarazada de seis meses y un amigo de la familia deja asentado en su testamento que una importante suma de dinero de su patrimonio deberá ser entregado al niño aún no nacido. Supongamos ahora que un mes antes del nacimiento el testador muere, si el niño nace con vida se verá beneficiado con el legado, si el niño nace con vida y muere a los pocos minutos su madre será la heredera del legado, pero si el niño nace muerto se considerará que nunca existió y el legado nunca se efectivizará pasando a engrosar la herencia de los herederos forzosos si los hubiere (este tema se ampliará al estudiar el capítulo de Sucesiones).

C. Registro y prueba del nacimiento Si el nacimiento con vida es una condición con tan importantes consecuencias

jurídicas, indudablemente la prueba del mismo es una de las más importantes para nuestro Derecho.

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En la actualidad los avances de la ciencia médica permiten establecer con absoluta certeza si el niño ha nacido con vida o no. Pero en la época de la sanción del Código Civil esto no era tan claro; por ese motivo se incluyeron dos artículos referidos a este tema, el 73 y el 75. Según el primero un niño debía considerase como nacido con vida cuando las personas que asistieron al parto hubiesen oído la respiración, o la voz del recién nacido o hubiesen observado algún otro signo de vida; se trataba básicamente de una prueba por testigos. Según el artículo 75, en caso de duda se presumía que el niño nació con vida y el que alegara lo contrario debía cargar con las pruebas correspondientes. Esto último en una postura favorable a convalidar los derechos, poniendo a cargo de quien pretendiera su nulidad la prueba del hecho que alegaba.

Una vez producido el nacimiento con vida de una persona éste debe inscribirse

en el Registro Nacional del Estado Civil y Capacidad de las Personas dentro de los 40 días de producido el hecho. Este es el periodo normal; de todos modos el plazo de asentamiento puede extenderse hasta los seis años, en cuyo caso deberá acreditarse fehacientemente las causas que justifiquen la demora. Pasados los seis años del nacimiento sin haberse hecho la inscripción se deberá recurrir a un juez para que este ordene judicialmente la inscripción.

Están obligados a inscribir el nacimiento en primer lugar los padres del recién

nacido y a falta o incapacidad de estos, los parientes más cercanos o quienes estuvieron a cargo del recién nacido; como ser parteras, encargados de establecimientos médicos, quien hubiera hallado a un recién nacido no inscripto, capitanes de buques o aeronaves si el nacimiento se produjera en estas, etc.

Según el art. 36 del Decreto-Ley 8202/63 si la criatura naciera muerta se registra

la novedad en el libro de defunciones, y si naciera con vida y posteriormente hubiese muerto, se ha asentarán estos hechos en el libro de nacimientos y en el de defunción respectivamente.

D. Consecuencias del nacimiento con vida Hemos visto que nuestra legislación establece la condición del nacimiento con

vida de la persona por nacer. En este caso los derechos (patrimoniales) de los que resultare titular quedan irrevocablemente adquiridos, aún si el niño muriese a los pocos segundos de nacido. En este sentido se manifiesta el artículo 72 que implica romper con un requisito muy difundido en la época de Vélez, la viabilidad, esto es la posibilidad de que el recién nacido tenga aptitud para seguir viviendo. Para algunas legislaciones el recién nacido inviable, es decir, con enfermedades o defectos congénitos que le hicieran imposible continuar con la vida se lo consideraba como que nunca existió por más que hubiera nacido con vida. Veamos un ejemplo de un régimen jurídico distinto, para el Derecho Español un feto se considerara nacido con vida si tuviera “figura humana” y viviera 24 horas “enteramente” desprendido del seno materno, en caso contrario se considera que se trata de un sujeto que no adquirió personalidad (cf.

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CAPILLA RONCERO, Francisco (Coordinador). 1999. Elementos de Derecho Civil. Tirant lo Bblanch. Valencia. Págs. 154-155)

PERSONA COLECTIVA: CONCEPTO. CLASIFICACIÓN Y ENUMERACIÓN (ART. 33 DEL CÓDIGO CIVIL). CONDICIONES JURÍDICAS PARA SU EXISTENCIA.

El concepto de que ciertos entes, aparte del ser humano, debieran ser personas,

parece algo extraño. En el primitivo derecho romano no existía personas que no fueran humanos, recién en la época del Imperio, cuando las ciudades vencidas perdieron su soberanía, se las facultó para actuar en el derecho privado, de tal modo que se les reconoció “personalidad”. Tiempo después se actuó de igual manera respecto de algunas corporaciones, colegios sacerdotales, o de empelados públicos, etc.

Corresponde al Cristianismo buena medida de la ulterior evolución de esa figura,

sobre todo a través de las “fundaciones”, sujetos del Derecho que fluían de un aporte patrimonial de los fieles, puesto bajo la advocación de un santo patrono.

Pero sin duda el auge de la persona jurídica concuerda con el despliegue del

fenómeno del maquinismo a partir de mediados del siglo XIX. Proyectado a través del capitalismo hizo necesaria la creación de entes titulares de los bienes de producción que, sobre todo, alcanzó su expresión máxima en la figura de la sociedad anónima.

Expresa el Código Civil en su Artículo 33: “Las personas jurídicas pueden ser de

carácter público o privado. Tienen carácter público: 1º) El Estado Nacional, las Provincias y los Municipios. 2º) Las entidades autárquicas. 3º) La Iglesia Católica. Tienen carácter privado: 1º) Las asociaciones y las fundaciones que tengan por principal objeto el bien

común, posean patrimonio propio, sean capaces por sus estatutos de adquirir bienes, no subsistan exclusivamente de asignaciones del Estado, y obtengan autorización para funcionar.

2º) Las sociedades civiles y comerciales o entidades que conforme a la ley tengan capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones, aunque no requieran autorización expresa del Estado para funcionar. (Según Ley 17.711)

A. Condiciones jurídicas para la existencia de las personas jurídicas. Existen una serie de requisitos de fondo y otros de forma. Entre los requisitos de

fondo:

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a) Que tengan por principal objeto el bien común. Es una aplicación del concepto genérico de licitud que surge del artículo 953 del Código Civil con respecto al objeto del acto jurídico.

b) Que posean patrimonio propio ya que los bienes de ella no pertenecen a sus miembros, quienes en principio, no responden por las deudas de la persona ideal.

c) Que sean capaces por sus estatutos de adquirir bienes. En correlación con el punto anterior (que posean patrimonio propio y que posean capacidad, es evidente que si no obtuvieran tales cualidades se trataría de una persona de carácter público.

d) Que no subsistan exclusivamente de asignaciones del estado. Si bien es cierto que el estado puede efectuar determinados subsidios, que contribuyan a su subsistencia, dichos subsidios no pueden significar la totalidad de sus ingresos.

e) Que tengan un dispositivo de gobierno. No aparece enunciado por el artículo 33, pero se lo deduce de la necesidad de que la persona jurídica tenga representantes para su actuación.

En lo que respecta a los requisitos de forma podemos encontrar los siguientes: a) Acto constitutivo. Por él se expresa la voluntad de crear la persona jurídica, ya

sea que emane de la voluntad de quienes desean asociarse o de la única voluntad del fundador.

b) En su caso, autorización estatal. El artículo 45 del Código civil dispone que: “Comienza la existencia de las corporaciones, asociaciones, establecimientos, etc., con el carácter de personas jurídicas, desde el día en que fuesen autorizadas por la ley o por el gobierno, con aprobación de sus estatutos, y confirmación de los prelados en la parte religiosa.

Las decisiones administrativas en esta materia podrán ser revocadas judicialmente por vía sumaria, en caso de ilegitimidad o arbitrariedad.

En el supuesto de fundaciones cuyos estatutos no prevean el procedimiento para su reforma, podrá el Poder Ejecutivo disponer su modificación para hacer posible el cumplimiento del fin de la entidad. En este caso los órganos de gobierno de la fundación podrán interponer los recursos mencionados en el párrafo anterior.” (Párrafos agregados por Ley 17.711) ATRIBUTOS. CONCEPTO. CAPACIDAD: CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN. INCAPACIDAD DE DERECHO Y DE HECHO: FUNDAMENTOS Y EFECTOS. CLASIFICACIÓN DE LOS INCAPACES. CONCEPTOS. DOMICILIO. NOMBRE. ESTADO CIVIL. CONCEPTOS Y FUNCIONES. A. Atributos. Concepto

Los atributos de una persona son una “serie de cualidades o circunstancias que hacen a la esencia de su personalidad y que la determinan en su individualidad” (RIVERA, Julio César. 2004. Instituciones del Derecho Civil. Parte General. Tomo I. Lexis Nexis. Buenos Aires. Pág. 391), también pueden definirse como “cualidades o propiedades del ser jurídico, por medio de las cuales el sujeto-persona puede

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individualizarse y formar parte de la relación de derecho” (CIFUENTES, Santos. 2005. Elementos de Derecho Civil. Parte General. Astrea. Buenos Aires. Pág. 120). Ambos conceptos son coincidentes en el hecho que se tratan de ciertas cualidades inherentes a la persona, que son inseparables de ella y la definen en su individualidad.

Los atributos corresponde, básicamente a las personas humanas, no obstante las jurídicas participan de algunas de ellas con las limitaciones del caso. La principal diferencia viene dada por el hecho que los atributos de las personas físicas son emanaciones de su humanidad, en cambio en las personas jurídicas solo son mecanismos para facilitar el cumplimiento de su objeto social y el desarrollo de sus actividades.

Por ello, como regla general, a las personas naturales les son permitidos todos los

actos y derechos que no estén prohibidos (art. 53 Código Civil), y a las personas jurídicas les son permitidos todos los actos y derechos que establecen las leyes y sus estatutos. CARACTERES

Si bien los autores brindan varias caracterizaciones de los atributos, lo más difundidos son los siguientes: a) NECESARIOS: dado que toda persona los tiene y resulta imposible concebir que

carezca de ellos. b) INALIENABLES: como consecuencia de ello no se pueden enajenar, trasmitir, y no

pueden ser objeto de relación jurídica porque no están en el comercio. c) UNICOS: no se admite la pluralidad de un mismo atributo en una misma persona

(tener la misma persona dos nombres y apellido distintos, dos estados civiles simultáneos, como ser soltero y casado a la vez)

d) IMPRESCRIPTIBLES: no se adquieren ni extinguen por el transcurso del tiempo o el ejercicio de los mismos.

ENUMERACIÓN

Existen algunas discrepancias a la hora de enumerar los atributos. En general todos los autores son coincidentes en reconocer como tales a la capacidad, estado civil, nombre y domicilio, no obstante para otros autores también lo serían los derechos personalísimos (RIVERA, Julio César. 2004. Instituciones del Derecho Civil. Parte General. Tomo I. Lexis Nexis. Buenos Aires. Pág. 391) mientras que algunos lo niegan sosteniendo que se tratan de categorías diferentes (CIFUENTES, Santos. 2005. Elementos de Derecho Civil. Parte General. Astrea. Buenos Aires. Págs. 120 y 121). Este tipo de disputas no son algo nuevo, algo similar ocurrió con el patrimonio, al cual la escuela clásica concibió como atributo para luego ser desestimado, al punto que actualmente no lo trata como tal ningún autor moderno.

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B. Capacidad: Concepto y clasificación. Incapacidad de derecho y de hecho: fundamentos y efectos. Clasificación de los incapaces.

La capacidad puede definirse como la aptitud para adquirir derechos y, correlativamente, contraer obligaciones. Se puede apreciar la cercanía que existe entre este concepto y el de persona, al punto que puede afirmarse que se define persona a través del atributo capacidad, lo cual nos da una muestra de su importancia.

Hay dos tipos de capacidades jurídicas, la de derecho y la de hecho. La capacidad de derecho supone la aptitud de ser titular de derechos y obligaciones, y la capacidad de hecho implica la aptitud de ejercer por sí mismo los derechos y deberes de los cuales se tiene la titularidad. Existe una relación lógica entre ambos conceptos, dado que solo se puede gozar de aquellos derechos de los cuales se es titular, aunque no siempre una persona podrá ejercer por sí mismo de todos sus derechos.

La cara opuesta de la capacidad es la incapacidad, en consecuencia también hay dos tipos de ellas. La incapacidad de derecho implica la imposibilidad de ser titular de derechos, por lo cual siempre es relativa, y es por ello que se traduce en prohibiciones puntuales. Por ejemplo se prohíbe que los padres compren los bienes de los hijos bajo patria potestad (art. 1361 Código Civil). En cambio la incapacidad de hecho solo supone que el titular de un derecho u obligación no puede ejercerlo por si mismo pudiendo hacerlo por intermedio de sus representantes legales (art. 56 Código Civil). Por ejemplo un menor puede comprar bienes a través de su padre o tutor.

La incapacidad de derecho tiene finalidad a proteger el orden público, la moral y la buena fe, por ello imposibilitan a de manera parcial a una persona de ser titular de derechos en referencia a determinadas personas (por ejemplo, padres con relación a hijos) y en determinadas circunstancias (por ejemplo, mientras dure la patria potestad). Esta incapacidad está concebida en contra del incapaz por lo tanto en caso de violación a la norma, la consecuencia es una nulidad absoluta e insalvable.

La incapacidad de hecho tiene por finalidad proteger al titular del derecho, que por su situación de debilidad (falta de madurez, enfermedad mental, etc.) puede ser objeto de abusos, por ello el Derecho le asigna un representante legal y necesario para protegerlo. Esta incapacidad está prevista en beneficio del incapaz, en razón de lo cual en el supuesto de violación de la norma su consecuencia es una nulidad relativa que puede ser salvada en caso que se beneficie al incapaz.

La incapacidad de hecho puede ser absoluta o relativa. Los absolutos no pueden realizar ningún acto valido por sí mismos (art. 54), en cambio los relativos tienen capacidad para los actos que las leyes les autoricen otorgar (art. 55). Son incapaces absolutos de hecho las personas por nacer, los menores impúberes (hasta los 14 años), los dementes declarados tales en juicio, los sordomudos que no pueden darse a entender, y los penados a penas de prisión de más de 3 años. Son incapaces relativos los menores adultos (de 14 a 18 años).

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Los representantes de los incapaces son los siguientes, de las personas por nacer y los menores sus padres o en su defecto se le asignan tutores, a los restantes incapaces se les designan curadores. En todos los casos los incapaces cuentan con la representación complementaria del ministerio pupilar, a esa representación se la llama promiscua porque abarca a todos los incapaces (art. 59 Código Civil). El ministerio de menores o pupila es parte en todo asunto judicial o extrajudicial en que los incapaces demanden o sean demandados, o que se trata sobre la persona o bienes de ellos.

Recapitulando podemos graficar lo visto en los siguientes cuadros:

INCAPACIDAD Derecho Hecho Absoluta Personas por nacer.

Menores impúberes. Dementes declarados tales en juicio. Sordomudos que no pueden darse a entender. Condenados a penas de más de 3 años de prisión o reclusión.

Relativa Prohibiciones puntuales que pesan sobre determinadas personas en determinadas circunstancias

Menores adultos

Fundamentos

Categorías

Forma de suplir la

incapacidad

Consecuencia

De la violación

INCAPACES de derecho

Salvaguarda de ciertos principios supremos: orden público, buena fe, moral, buenas costumbres

Siempre parcial y relativa a ciertas personas en determinados actos

No puede ser suplida en ningún caso

NULIDAD Absoluta

INCAPACES de hecho

Protección de la persona incapaz

- Absolutas (todos los actos)

- Relativas (algunos actos)

Es suplida por medio de representantes legales

NULIDAD Relativa

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Incapaz

Representante Legal

En su

Defecto

Representante

Promiscuo

Persona por nacer

Padres

Tutor

Ministerio pupilar

Menor

Padres

Tutor

Ministerio pupilar

Demente

Curador

Ministerio pupilar

Sordomudo

Curador

Ministerio pupilar

Clasificación de los incapaces. Conceptos. PERSONAS POR NACER

Ya fue tratado en extenso en el titulo de inicio de la existencia de las personas física, al cual remitimos. MENORES DE EDAD

Son todas aquellas personas que no hubieren cumplido la edad de 18 años.

La edad de 18 años es una pauta objetiva para valorar el grado de madurez intelectual y el desarrollo físico. No se trata de un criterio rígido sino más bien valorativo, téngase presente que hasta el año 1968 el límite de la minoridad eran los 22 años, reducido a los 21 por la ley 17.711 y rebajado nuevamente en 2009 a los 18.

Nuestro derecho distingue dos tipos de menores, los impúberes y los adultos. Los primeros se extienden desde el nacimiento hasta los 14 años, y los otros de esa edad hasta los 18. La razón de esta distinción se sustenta en la amplitud de la incapacidad, que en los impúberes es absoluta y en los menores adultos es relativa. No obstante se trata de una distinción poco relevante dado que los menores de 14 pueden realizar válidamente algunos actos jurídicos por sí mismos, como pequeños contratos de la vida cotidiana y los adultos solo están habilitados a realizar los actos que le autoriza la ley, en razón de lo cual la regla que lo rige es la incapacidad.

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DEMENTES

Desde el punto de vista legal, el demente es una persona declarada incapaz en juicio, por haberse demostrado que padece de una enfermedad mental que le imposibilita dirigir persona o administrar su patrimonio.

El término demente es equívoco, dado que desde el punto de vista médico remite a un solo tipo de enfermedad mental. Por ello los proyectos de reforma de Código Civil utilizan el termino insano por ser más abarcativo y correcto.

En términos generales para poder declarar la incapacidad por demencia se

requiere: Desde el punto de vista formal (art. 140 Código Civil):

o Sentencia judicial. Desde el punto de vista material (art. 141 Código Civil):

o Existencia de enfermedad mental (cualquiera sea, no solo demencia)

o Que la enfermedad mental sea de tal grado que impida a quien lo padece dirigir su persona o administrar sus bienes.

Vale precisar que el juicio de insania no puede iniciarse de oficio, sino a instancia

de parte interesada como ser conyugue o parientes, o bien cualquier persona si el demente fuese furioso, es decir, que fuera peligroso o incomodase a los vecinos. No puede iniciarse este juicio a un menor de 14 años dado que no tiene relevancia jurídica declarar una incapacidad absoluta sobre un incapaz absoluto.

La demencia no se presume, por el contrario la ley presume que todos están en sano juicio mientras no se pruebe lo contrario (art. 3616 Código Civil).

Cesa la incapacidad por demencia, por el restablecimiento del demente, es decir su curación. Para ello se requerirá nuevamente la intervención judicial y una declaración de rehabilitación (art. 150 Código Civil) SORDOMUDOS

Los sordomudos son aquellas personas que por carecer de audición no han podido desarrollar la aptitud de hablar. Son incapaces en la medida que no puedan darse a entender, si bien el art. 153 del Código Civil alude a los que no pueden darse a entender por escrito, la doctrina considera que debe ampliarse el concepto en la inteligencia que la incapacidad radica en la imposibilidad de exteriorizar la voluntad en general y no solo de escribir.

La razón de esta incapacidad está dada por el hecho que un sordomudo que no ha podido establecer un mecanismo de comunicación, sufre de insuficiencia en su crecimiento intelectual por falta de estímulos externos lo cual afecta directamente su

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discernimiento, además de la obvia dificultad de conocer su voluntad atento que no ha desarrollado medios para exteriorizarla.

El régimen legal es similar al demente en lo que se refiere a al juicio de insania y los efectos jurídicos de la declaración de incapacidad. PENADOS

Según el art. 12 Código Penal, los condenados a penas de más de 3 años de prisión o reclusión son privados de la patria potestad, la administración de sus bienes y la disposición de ellos por actos entre vivos, quedando asimilados al régimen de la incapacidad. INHABILITADOS

En este caso no estamos frente a casos de incapaces, sino de sujetos que sin llegar a ser insanos presentan ciertas anomalías que los inhabilita parcialmente para los actos de la vida civil porque pueden causarse perjuicios a sí mismos (en su persona o patrimonio).

También en estos casos se busca la protección de la persona, o de la familia en el caso

del pródigo. También se requiere una declaración judicial, pero la diferencia radica en que la intensidad de la protección es menor que en la incapacidad, por ello el curador no sustituye al inhabilitado sino que solo lo asiste.

Según el art. 152 bis del Código Civil, se pueden inhabilitar a la siguientes categorías

de personas: Ebrios consuetudinarios: son aquellas personas que por embriaguez

habitual estén expuestos a realizar actos jurídicos perjudiciales a su persona o patrimonio.

Toxicómanos: se refiere a los drogadictos (pueden tratarse del uso ser drogas ilegales o el abuso de drogas permitidas) que, al igual que los ebrios consuetudinarios, estén expuestos a realizar actos jurídicos perjudiciales a su persona o patrimonio.

Semialienados: son los disminuidos en sus facultades mentales, que sin llegar al supuesto de la demencia tampoco puedan ser tratados como plenamente capaces (por ejemplo, ancianos seniles)

Pródigos: son sujetos que dilapida su fortuna en gastos sin sentido. En principio no constituye más que un desorden de la conducta que siendo realizada por una persona capaz queda fuera del alcance del Derecho, pero en el supuesto caso que contara con familia se justifica la inhabilitación en protección de ésta. El Código Civil requiere que para inhabilitar se haya dilapidado una parte importante de la fortuna, existe habitualidad en los

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gastos injustificados o ruinosos, y que el pródigo tenga cónyuge, ascendientes o descendientes.

B. Domicilio

Según Borda es el “lugar que la ley fija como asiento o sede de la persona para la producción de determinados efectos jurídicos”, o de modo más sintético como expresa Cifuentes es “el asiento jurídico de las personas” (CIFUENTES, Santos. 2005. Elementos de Derecho Civil. Parte General. Astrea. Buenos Aires. Pág. 147).

Hay que distinguir entre el domicilio, que es un concepto jurídico, atributo de la

personalidad, de la con residencia que es una definición vulgar –no jurídica- y hace alusión al lugar donde la persona está viviendo en forma estable, y la habitación que es el lugar donde la persona está en forma pasajera.

El domicilio sirve para regir la capacidad de hecho de las personas, el Derecho aplicable a las cosas muebles/inmuebles, establecer el lugar cumplimiento obligaciones (art. 747 Código Civil) y determinar el juez competente

Hay varios tipos de domicilio, en principio pueden ser general o especial. El primero alude a una sede donde se producen efectos jurídicos indeterminados, a diferencia de los especiales donde se producen solo algunos efectos jurídicos:

GENERAL Real: según el art. 89 del Código Civil “el domicilio real de las personas, es el lugar donde tienen establecido el asiento principal de su residencia y de sus negocios”, y según el art. 93 “en el caso de habitación alternativa en diferentes lugares, el domicilio es el lugar donde se tenga la familia, o el principal establecimiento.” Legal: según el art. 90 del Código Civil “es el lugar donde la ley presume, sin admitir prueba en contra, que una persona reside de una manera permanente para el ejercicio de sus derechos y cumplimiento de sus obligaciones, aunque de hecho no esté allí presente”. Algunos casos de domicilio legal determinados por el art. 90:

Los funcionarios públicos, eclesiásticos o seculares, tienen su domicilio en el lugar en que deben llenar sus funciones, no siendo éstas temporarias, periódicas, o de simple comisión.

Los militares en servicio activo tienen su domicilio en el lugar en que se hallen prestando aquél, si no manifestasen intención en contrario, por algún establecimiento permanente, o asiento principal de sus negocios en otro lugar.

Los incapaces tienen el domicilio de sus representantes. El domicilio que tenía el difunto determina el lugar en que se abre su

sucesión. ESPECIAL

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Contractual o convencional: es el domicilio consignado en los contratos para todos los efectos jurídicos derivados del mismo (art. 101 del Código Civil) Procesal o ad litem: es el domicilio denunciado por los litigantes en el marco de un juicio, tiene que establecerse en el radio de la jurisdicción del tribunal y tiene efecto para las notificaciones.

C. Nombre.

Según Alterini es el “modo de designar una persona” y según Rivera el “medio de identificación de una persona en la sociedad” (RIVERA, Julio César. 2004. Instituciones de Derecho Civil. Parte General. Lexis Nexis. Buenos Aires. Tomo I. Pág. 593).

En el mundo antiguo cuando solo existían comunidades poco numerosas y estas estaban poco comunicadas entre sí se estilaba tener un nombre individual. Al ir aumentando el número de integrantes de estas comunidades se empezó a acompañar al nombre individual de alguna característica particular distintiva, como alguna reseña de su personalidad o su profesión (P. Ej. Alejandro Magno, Diógenes “el cínico”, los apellidos Calvo, Zapatero, Herrero), su filiación (P. Ej. Aquiles hijo de Peleo), o su lugar de origen (P .Ej. Tales de Mileto).

En Roma el nombre tenía tres elementos y podía contener hasta un cuarto, el

nombre individual (Praenomen), el nombre familiar (Nomen), el nombre de la rama familiar a la que pertenecía (Cognomen) y eventualmente un sobrenombre honorífico (Agnomen). Ese era el caso del vencedor de Aníbal en las llanuras de Zama, el general romano “Publio Cornelio Scipión Africano”.

En España como en toda la península Ibérica, se siguió el mismo criterio que en el

mundo antiguo, pero a la práctica de designar a una persona con referencia a su filiación se acostumbró a agregar los prefijos “ez” a los nombres de pila que significan precisamente “hijo de” y luego pasaron a ser considerados apellidos Pérez (hijo de Pedro), González (Hijo de Gonzalo), Ramírez (hijo de Ramiro), etc.

En nuestro país se continúo con las practicas hispánicas al punto que el código de

Vélez no lo reguló en su articulado. Hasta el año 1943 esta materia se rigió por las ordenanzas del Registro Civil, la costumbre y la Jurisprudencia. En el año 1943 se dictó un decreto del PEN que reglamentó esta cuestión hasta llegar a nuestra actual ley del nombre (Ley 18.248) que data de 1969.

En la actualidad el nombre está constituido por dos elementos: En nombre de pila: llamado así por la pila bautismal, sitio donde se bautizaba a

los recién nacidos y se les daba un nombre individual. El apellido: también llamado nombre de familia o patronímico que indica la

familia (generalmente paterna) al que pertenece el individuo. Es la designación común de todos los miembros de una familia.

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EL RÉGIMEN DEL NOMBRE EN NUESTRA LEGISLACIÓN EL NOMBRE DE PILA

En nuestro derecho el nombre de pila se adquiere por la inscripción en el acta de

nacimiento. Su elección corresponde a quienes ejercen la Patria Potestad del menor. En caso de hijos matrimoniales la elección es conjunta entre padre y madre. En caso de hijos extramatrimoniales reconocidos por ambos padres lo ejerce

ambos en idéntica situación que el caso anterior. Si fuera extramatrimonial reconocido por un solo progenitor, es este a quien le

corresponde la elección. En el supuesto de ausencia o impedimento de los padres, a quien estos hubieran

dado la correspondiente autorización. En su defecto a los guardadores, el Ministerio Público de Menores o los funcionarios del Registro Civil.

En principio se pueden la elección es amplia pero respetando las limitaciones del

art. 3 de la ley 18.248. Estas limitaciones son: 1. Nombres extravagantes, ridículos, contrarios a nuestras costumbres, que expresen o signifiquen tendencias políticas o ideológicas (P.Ej: Peronista), o que susciten equívocos respecto del sexo de la persona a quien se impone. 2. Los nombres extranjeros, salvo los castellanizados por el uso o cuando se tratare de los nombres de los padres del inscripto, si fuesen de fácil pronunciación y no tuvieran traducción en el idioma nacional. 3. Los apellidos como nombre (P.ej: González). 4. Primeros nombres idénticos a los de hermanos vivos. 5. Más de tres nombres. Con relación a los nombres aborígenes o derivados de voces aborígenes autóctonas y latinoamericanas, estos estaban originariamente prohibidos pero actualmente se los pueden inscribir siempre que no sean más de tres.

APELLIDO Aquí es necesario distinguir distintos casos:

1. Hijos matrimoniales: Llevarán el primer apellido del padre (simple o compuesto). A pedido de los padres podrá agregarse el de la madre, eventualmente el menor desde los 18 años puede requerir la adición del apellido materno.

2. Hijos extramatrimoniales: Si fuere reconocido solo por un progenitor, llevará el apellido de este. Si fuere reconocido por ambos padres simultáneamente se regirá por las normas que regulan al apellido de los hijos matrimoniales.

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Si fuere reconocido por ambos padres sucesivamente, pero primero por el padre, llevará su apellido. Si fuere reconocido por ambos padres sucesivamente, pero primero por la madre, llevará el apellido del padre salvo que fuese reconocido públicamente por el apellido materno y cuente con autorización judicial para ello. Si el hijo no fuere reconocido por ninguno de sus progenitores el oficial del Registro Civil lo anotará con un apellido común, salvo que anteriormente hubiese usado un apellido determinado.

3. Hijos adoptivos: Si la adopción fuese plena, el adoptado llevará el primer apellido del adoptante. Si los adoptantes fuesen un matrimonio se rige por las normas de los hijos matrimoniales. En ningún caso podrá usar su apellido de sangre. Si la adopción fuese simple, se aplican las mismas normas que en el caso anterior pero con la salvedad que el adoptado podrá requerir, a partir de los 18 años, que se le adicione su apellido de sangre.

4. Mujer casada: Es optativo para la mujer casada añadir a su apellido el de su marido precedido de la preposición “de”.

5. Mujer separada: Una vez decretada la separación personal será optativo para la mujer continuar usando su apellido de casada si lo hubiese estando utilizando. En casos graves el marido puede requerir al juez que se le prohíba usar su apellido.

6. Mujer divorciada: Una vez decretado el divorcio vincular la mujer deberá dejar de usar su apellido de casada, salvo que fuese públicamente conocida por el mismo.

7. Mujer viuda: Puede seguir utilizando su apellido de casada, o requerir ante el Registro Civil su supresión. Si contrajese nuevas nupcias pierde al apellido del cónyuge anterior.

MODIFICACIÓN DEL NOMBRE

Una vez inscriptos los nombres en las partidas correspondientes, estos no pueden

ser modificados, excepto por resolución judicial fundada en motivos atendibles. SEUDÓNIMO

Etimológicamente significa “falso nombre”. Según el art. 23 “Cuando el

seudónimo hubiere adquirido notoriedad, goza de la tutela del nombre”.

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La ley de Propiedad Intelectual establece que los autores que empleen seudónimos podrán registrarlos adquiriendo la propiedad del mismo.

El seudónimo no deber ser confundido con el sobrenombre, que es una

denominación común que suele darse a una persona en el trato familiar o coloquial. En cambio el seudónimo es D. Estado civil

Es la posición que corresponde al individuo en la sociedad.

El estado se puede definir a través de varias referencias, a saber: Respecto de la persona misma: sexo, edad, sano o insano, etc. Respecto a la sociedad: nacionalidad (argentino o extranjero), profesión

(comerciante, magistrado, etc.), etc. Respecto de la familia: casado, soltero, viudo, pariente, etc.

FIN DE LA EXISTENCIA DE LAS PERSONAS INDIVIDUALES Y COLECTIVAS: CAUSALES Y CONSECUENCIAS JURÍDICAS.

A. Fin de la existencia de las personas físicas Conforme el artículo 103 del Código Civil la existencia de las personas físicas

termina con la muerte natural de ellas. Evidentemente lo primero que llama la atención de la fórmula que emplea este

artículo es la referencia a la muerte natural, pareciera prima facie, que una muerte violenta o producida de modo no natural no importaría el fin de la existencia de una persona física para nuestro Derecho, pero esto no es así. La fórmula muerte natural utilizada por Vélez no debe interpretarse por oposición a muerte violenta o provocada, si no a muerte civil.

La muerte civil era una sanción accesoria que se imponía a aquellas personas que

cometían delitos infamantes, en esos casos se lo declaraban jurídicamente muerto aunque biológicamente continuaban viviendo, se abría la sucesión de sus bienes, se declaraba viudo/a a su cónyuge, huérfanos a sus hijos, se le impedía a adquirir nuevos bienes, etc. También se aplicó esta institución a los religiosos profesos, no como sanción sino como una consecuencia luego de haber realizado votos solemnes de pobreza, obediencia y castidad. Es decir una forma de asegurar jurídicamente la sujeción a esos votos religiosos.

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La muerte natural debe entenderse como muerte real, sin atender a las causas que hayan provocado la misma que puede ser por enfermedades, accidente, homicidio o suicidio.

Hechas estas aclaraciones podemos entrar de lleno al análisis del concepto de

muerte natural. El Código no dice nada al respecto, en el sentido de establecer una disposición de

alcance general que nos defina la muerte. A diferencia de los que ocurre con el nacimiento tampoco establece las circunstancias que deben concurrir a los efectos de establecer cuando debe considerarse que una persona ha muerto, en cambio en determinadas leyes especiales, como la de trasplantes de órganos, podemos encontrar conceptos de muerte que resultan válidos para su campo de aplicación. Esto puede fundarse en el simple hecho que en la época de Vélez la definición de muerte y determinación del momento en que esta se producía no era una cuestión controvertida, pero esto ha variado sensiblemente hoy en día, dado que los avances de la ciencia permiten prolongar la vida artificialmente durantes periodos que pueden ser bastante extensos.

En general se acepta la definición que considera que la muerte implica el cese

irreversible y definitivo de funciones vitales, principalmente de los sistemas circulatorio (corazón), respiratorio (pulmón) y nervioso (cerebro) (RIVERA, Julio César. 2004. Instituciones de Derecho Civil. Parte General. Lexis Nexis. Buenos Aires. Tomo II. Pág. 144).

De todos modos queda bajo un cono de sombras si podemos considerar muerta a

una persona en la que haya cesado una de estas funciones permaneciendo el resto en cierta actividad aunque sea asistida mecánicamente. En principio podemos afirmar que aun no ha muerto, aunque a los efectos de los trasplantes de órganos se considera que ya ha acaecido la muerte cuando se produzca el total cese de sus funciones encefálicas, vale decir la muerte cerebral. Esto se prueba al no verificarse ninguna actividad al realizar un electroencefalograma.

LA SIMPLE AUSENCIA Y LA AUSENCIA CON PRESUNCIÓN DE FALLECIMIENTO La ley 14.394 establecen un régimen para ser aplicado a los casos de ausencia o

desaparición de personas por lo largo tiempo, sin tener ninguna noticia de ellas, como una forma de poner fin al estado de incertidumbre que puede pesar respecto de su patrimonio y de su situación familiar.

Esta ley establece dos regimenes diferentes, el de la simple ausencia y la ausencia

con presunción de fallecimiento.

LA DECLARACIÓN DE AUSENCIA

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La simple ausencia la prevé el artículo 15 de la menciona ley y opera “cuando una

persona hubiere desaparecido del lugar de su domicilio o residencia, sin que de ella se tengan noticias y sin haber dejado apoderado, podrá el juez, a instancia de parte interesada, designar un curador a sus bienes, siempre que el cuidado de éstos lo exigiere. La misma regla se observará si, existiendo apoderado, sus poderes fueren insuficientes, no desempeñare convenientemente el mandato, o éste hubiese caducado.”

Para declararse la simple ausencia de una persona se requiere: - Que la persona hubiere desaparecido del lugar de su domicilio o

residencia, sin que de ella se tengan noticias (art. 15). - Que no haya dejado apoderado, o hubiera dejado apoderado con poderes

insuficientes, o el apoderado no desempeñe convenientemente su mandato o su poder hubiese caducado (art. 15).

- Una o varias personas interesadas, con interés legitimo con respecto a los bienes del ausente (estos pueden ser los familiares directos o acreedores), que solicitasen la declaración (art. 17).

- Que la solicitud se realice ante un juez competente (art. 16). - Que el presunto ausente sea citado por edictos durante cinco días (art. 18). Si cumplidos estos recaudos el ausente no se presentase -personalmente o por

apoderado-, el Juez lo declarará ausente y le nombrara un curador a los bienes que lo represente para proteger y conservar su patrimonio.

Esta situación puede durar hasta que el ausente se presente -por si o por

apoderado-, sea conocida su muerte o se declare su muerte presunta, según el procedimiento que veremos a continuación.

LA DECLARACIÓN DE AUSENCIA CON PRESUNCIÓN DE FALLECIMIENTO La ausencia con presunción de fallecimiento es un trámite distinto al anterior y

puede realizarse después de solicitarse la declaración de simple ausencia o en forma independiente de ella.

En el caso de simple ausencia no se duda sobre la vida del ausente. En principio

se busca dar solución a problemas urgentes y transitorios de naturaleza patrimonial, hasta tanto el ausente haga su aparición nuevamente. Pero con este instituto no se busca proteger el patrimonio del ausente sino obtener una declaración de muerte presunta a los efectos de abrirse la sucesión, que el cónyuge sobreviviente pueda recobrara su capacidad nupcial, etc.

La ley prevé distintos casos según las circunstancias que hayan rodeado la

desaparición de la persona y a cada uno de ellos establece un plazo de espera diferente para solicitar la declaración de ausencia con presunción de fallecimiento.

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a) EL PLAZO ORDINARIO: es de tres años contados desde de la última noticia que se tuvo del ausente. No interesa si haya dejado o no apoderado, tampoco se requiere que la desaparición se haya producido en circunstancias de accidentes o catástrofes.

b) LOS PLAZOS EXTRAORDINARIOS: en estos casos los tiempos de espera se reducen porque la desaparición de la persona se produce en un contexto de accidente o desastre.

b.1) EL PLAZO EXTRAORDINARIO GENÉRICO: es de dos años desde que ocurrió o pudo haber ocurrido el suceso cuando se trate de un desastre como incendio, terremoto, guerra o empresa riesgosa, de la cual haya participado el ausente.

b.2) EL PLAZO EXTRAORDINARIO ESPECÍFICO: es de seis meses en caso de naufragio de una nave o aeronave en donde se encontraba la persona, a contar desde el momento que ocurrió o pudo haber ocurrido el suceso

En todos estos supuestos todas aquellas personas que tuvieran algún derecho

subordinado la muerte del ausente (por ejemplo herederos o legatarios, cónyuge, socios, etcétera), puede presentarse ante un juez competente, señalando la ausencia de la persona y, si fuere el caso, que no se tiene noticia de está desde que se produjo un accidente o desastre en el cual el ausente se encontraba.

El presunto ausente será citado por edictos una vez al mes, durante seis meses, y

si no apareciese se declarara su fallecimiento presunto y la inscripción del mismo en el Registro Civil.

Pero aquí no termina las complicaciones porque una vez declarada la muerte

presunta de una persona es necesario establecer con claridad el día presuntivo del fallecimiento, esto es muy importante a los efectos de la sucesión. En este sentido la ley 14.394 establece las siguientes pautas:

En el plazo ordinario el día del fallecimiento presunto es el último día del año y

medio que se haya tenido noticia del ausente. En los casos extraordinarios, el día que ocurrió en el hecho. Si éste no pudiera

establecerse con precisión (por ejemplo un incendio o un huracán de varios días), en el caso genérico será el término medio de la época en que ocurrió obtuvo haber ocurrido el acontecimiento, y en el caso específico será el último día que se tuvo noticias del buque o aeronave naufragaba o pérdida.

Una vez declarada la ausencia con presunción de fallecimiento esto tiene

importantes efectos tanto desde el punto de vista personal como patrimonial. Con respecto a los bienes el juez mandará a abrir la sucesión y el testamento si lo

hubiera, se hace la distribución de bienes conforme las reglas pertinentes y se hace entrega de los bienes a los sucesores del ausente.

Aquí hace aparición un instituto denominado prenotación, a través de este los

bienes que se entregan a los sucesores cuentan con una restricción inscripta en los

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registros correspondientes que les impide enajenarlos o gravarlos sin autorización judicial, vale decir que sólo pueden usarlos y gozarlos pero no venderlos, regalarlos, hipotecarlos o prendarlos según el tipo de bien.

El dominio de los bienes prenotados quedarán plenos a partir del quinto año de el

día presuntivo del fallecimiento o el transcurso de 80 años desde el nacimiento de la persona desaparecida, lo que suceda primero.

En el caso de la ausente reapareciera tiene derecho a reclamar la devolución de

todos sus bienes, si esto se produjera durante el periodo de la prenotación los sucesores deberán entregar todos los bienes porque precisamente la anotación registral es a los efectos de evitar que el ausente se vea desprovisto de su patrimonio. Pero si la reaparición se produjera fuera del periodo de prenotación se le deberá reintegrar los bienes que existiesen y en el estado en que se encontrasen.

Desde el punto de vista de los efectos personales, con relación al matrimonio la

declaración de ausencia con presunción de fallecimiento restituye al cónyuge sobreviviente la capacidad nupcial, vale decir la posibilidad de contraer un nuevo matrimonio, pero el vinculo matrimonial con el ausente no queda disuelto automáticamente con la declaración sino una vez que se contraiga nuevo matrimonio. La reaparición de la ausente no afecta al nuevo matrimonio.

LA PRUEBA DE LA MUERTE El artículo 104 establece que la muerte de las personas se prueba, como el

nacimiento en iguales casos, en consecuencia la muerte de una persona se deberá probar mediante la partida de defunción expedida por el Registro Civil atento a que resulta obligatoria la inscripción en este Registro.

Para que el Registro Civil asiente la defunción de una persona es necesario que se

denuncie el hecho de la muerte ante un oficial del Registro. Esta denuncia debe estar acompañada por un certificado de defunción expedido por un médico y en el caso que no existiese médico en el lugar donde se produjo la muerte, es suficiente un certificado de defunción otorgado por una autoridad civil o policial, que deberá contener la declaración de dos testigos que afirman haber visto el cadáver.

En este sentido podemos afirmar que una persona se encuentra biológicamente

muerta desde el cese definitivo e irreversible de sus funciones vitales, pero estará jurídicamente muerta una vez que se le hayan expedido el certificado de defunción correspondiente por el Registro Civil.

En determinadas circunstancias probar el hecho biológico de la muerte resulta

imposible principalmente porque se haya producido la desaparición del cadáver, aunque no queden dudas que la muerte se ha producido.

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En estos casos cuando no fuera posible encontrar el cadáver o encontrándose éste no fuere posible identificarlo, resulta inadmisible pretender hacer la inscripción conforme a las normas que hemos analizado. En estos casos, al no poder obtenerse la partida de defunción, se obligaría a los interesados a iniciar el juicio de presunción de fallecimiento que es largo y complicado como veremos a continuación, y como consecuencia de ello se demoraría injustificadamente la apertura de la sucesión, la readquisición del cónyuge viudo de contraer nuevas nupcias, etc.

Para estos supuestos el artículo 108 del Código Civil (modificado por la ley

14.394) establece que "en los casos en que el cadáver de una persona no fuese hallado, el juez podrá tener por comprobada la muerte y disponer la pertinente inscripción en el registro, siempre que la desaparición se hubiera producido en circunstancias tales que la muerte deba ser tenida como cierta. Igual regla se aplicará en los casos en que no fuese posible la identificación del cadáver".

Se trata de supuestos en los cuales resulta materialmente imposible que una

persona pudiese sobrevivir a una determinada catástrofe, y no debe ser confundido con la ausencia con presunción de fallecimiento.

Esta solución es una consecuencia de un famoso caso judicial que data de 1952.

En ese año se hundió en los canales de tierra del fuego en pleno invierno un barco denominado “rastreador Fournier", y dada la circunstancias del hecho resultaba imposible que alguien hubiese sobrevivido a la catástrofe, pero no obstante ello no pudo rescatarse ningún cuerpo para verificar indubitablemente la muerte de los tripulantes y pasajeros. A partir de este caso la jurisprudencia empezó a cambiar al ordenarse la inscripción de las defunciones en el Registro sin cumplimentar los recaudos del Art. 104. Posteriormente la necesidad de contar con una norma general que prevea una solución justa pare estos casos dieron origen a la modificación del artículo 108.

EFECTOS DE LA MUERTE La muerte tiene importantes efectos tanto desde el punto de vista patrimonial

como extrapatrimonial, ya que importa la disolución del vínculo matrimonial, la conclusión de las relaciones de parentesco, perdida de derechos políticos y civiles, disolución de la sociedad conyugal, la transmisión de los derechos patrimoniales (sucesión), etc.

B. Fin de la existencia de las personas jurídicas Del juego de los artículos 48 y 49 del Código Civil se deducen las causales en

virtud de las cuales se puede disolver o retirar la personería jurídica a las personas de existencia ideal.

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Art. 48: Termina la existencia de las personas jurídicas que necesitan autorización expresa estatal para funcionar:

1º) Por su disolución en virtud de la decisión de sus miembros, aprobada por la autoridad competente;

2º) Por disolución en virtud de la ley, no obstante la voluntad de sus miembros, o por haberse abusado o incurrido en transgresiones de las condiciones o cláusulas de la respectiva autorización, o porque sea imposible el cumplimiento de sus estatutos, o porque su disolución fuese necesaria o conveniente a los intereses públicos;

3º) Por la conclusión de los bienes destinados a sostenerlas. La decisión administrativa sobre retiro de la personería o intervención a la

entidad dará lugar a los recursos previstos en el artículo 45. El juez podrá disponer la suspensión provisional de los efectos de la resolución recurrida. (Según Ley 17.711)

Art. 49: No termina la existencia de las personas jurídicas por el fallecimiento de sus

miembros, aunque sea en número tal que quedaran reducidos a no poder cumplir el fin de su institución. Corresponde al gobierno, si los estatutos no lo hubiesen previsto, declarar disuelta la corporación, o determinar el modo cómo debe hacerse su renovación.

Art.50: Disuelta o acabada una asociación con el carácter de persona jurídica, los

bienes y acciones que a ella pertenecían, tendrán el destino previsto en sus estatutos; y si nada se hubiese dispuesto en ellos, los bienes y acciones serán considerados como vacantes y aplicados a los objetos que disponga el Cuerpo Legislativo, salvo todo perjuicio a tercero y a los miembros existentes de la corporación.

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