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CAPITULO PRIMERO LA RADICALIZACIÓN POPULISTA DE LA NUEVA ALIANZA NACIONAL POPULAR. CONSOLIDACIÓN DEL LIBERALISMO ANAPISTA El veinte de julio de 1968 se instaló el Congreso de la República. La representante de la ANAPO Josefina Valencia de Huhach leyó una constancia que reiteraba y sinte- tizaba la actividad de su movimiento político en el reciente pasado y trazaba las direc- trices para el futuro inmediato. Según el documento, la ANAPO continuaría ejercien- do la oposición al régimen, se comprometía a trabajar en beneficio de los intereses de la clase trabajadora y prometía defender los intereses de la clase obrera. La ANAPO rechazó la política laboral represiva del gobierno y animó a los trabajadores a su sindicalización. Su discurso estaba en sintonía con el sector de los trabajadores orga- nizados. Prometió defender sus intereses en la aprobación o desaprobación de leyes. Esto era lo nuevo en la ampliación de su propio destinatario. Ahora hablaba en primer lugar de los obreros; seguían los campesinos y luego los empleados y los intelectuales y más adelante los pequeños y medianos empresarios de la ciudad y el campo. Esto no significó que su destinatario primario, las masas marginadas se quedaran sin su com- promiso de respaldo. El documento reiteró el interés de la ANAPO por las nacionaliza- ciones: del Banco de la República, de la educación, del comercio exterior y del petró- leo. La ANAPO se comprometía a impulsar una reforma agraria basada en la productividad y en la racionalización de la ayuda al campesino. La ANAPO se definió, esta vez, como movimiento social, nacionalista, popular y revolucionario y en esa dirección rechazó toda posibilidad de acuerdos, compromisos, pactos que terminaran ayudando al afianzamiento de un régimen que, según recalca- ba, basaba "su predominio en el abuso, el dinero, la coacción y el fraude" 1 y declaró que sus dos alas, la liberal y la conservadora no correrían el riesgo de contribuir a las uniones de los partidos tradicionales. Autodeclarándose una nueva altemativa inca- paz de traicionar su esencia ideológica, recalcó que tenía como meta la conquista del poder para 1970 en cabeza del general Gustavo Rojas Pinilla 2 . 1. El debut parlamentario de Carlos Toledo Plata La posición de la ANAPO frente a las Fuerzas Armadas fue contradictoria. Por un lado, anunció en octubre que votaría el presupuesto asignado a ellas, en contra de una proposición liberal de rebajar ese presupuesto. Rojas alegó que se trataba de un proyecto que iba en pro de la soberanía nacional. Así defendieron la iniciativa los 1. Anales del Congreso, Bogotá, julio 23 de 1968, pp. 700-701. 2. Ibid. 37

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CAPITULO PRIMERO

LA RADICALIZACIÓN POPULISTA DE LA NUEVA ALIANZA NACIONAL POPULAR.

CONSOLIDACIÓN DEL LIBERALISMO ANAPISTA

El veinte de julio de 1968 se instaló el Congreso de la República. La representante de la ANAPO Josefina Valencia de Huhach leyó una constancia que reiteraba y sinte­tizaba la actividad de su movimiento político en el reciente pasado y trazaba las direc­trices para el futuro inmediato. Según el documento, la ANAPO continuaría ejercien­do la oposición al régimen, se comprometía a trabajar en beneficio de los intereses de la clase trabajadora y prometía defender los intereses de la clase obrera. La ANAPO rechazó la política laboral represiva del gobierno y animó a los trabajadores a su sindicalización. Su discurso estaba en sintonía con el sector de los trabajadores orga­nizados. Prometió defender sus intereses en la aprobación o desaprobación de leyes. Esto era lo nuevo en la ampliación de su propio destinatario. Ahora hablaba en primer lugar de los obreros; seguían los campesinos y luego los empleados y los intelectuales y más adelante los pequeños y medianos empresarios de la ciudad y el campo. Esto no significó que su destinatario primario, las masas marginadas se quedaran sin su com­promiso de respaldo. El documento reiteró el interés de la ANAPO por las nacionaliza­ciones: del Banco de la República, de la educación, del comercio exterior y del petró­leo. La ANAPO se comprometía a impulsar una reforma agraria basada en la productividad y en la racionalización de la ayuda al campesino.

La ANAPO se definió, esta vez, como movimiento social, nacionalista, popular y revolucionario y en esa dirección rechazó toda posibilidad de acuerdos, compromisos, pactos que terminaran ayudando al afianzamiento de un régimen que, según recalca­ba, basaba "su predominio en el abuso, el dinero, la coacción y el fraude"1 y declaró que sus dos alas, la liberal y la conservadora no correrían el riesgo de contribuir a las uniones de los partidos tradicionales. Autodeclarándose una nueva altemativa inca­paz de traicionar su esencia ideológica, recalcó que tenía como meta la conquista del poder para 1970 en cabeza del general Gustavo Rojas Pinilla2.

1. El debut parlamentario de Carlos Toledo Plata

La posición de la ANAPO frente a las Fuerzas Armadas fue contradictoria. Por un lado, anunció en octubre que votaría el presupuesto asignado a ellas, en contra de una proposición liberal de rebajar ese presupuesto. Rojas alegó que se trataba de un proyecto que iba en pro de la soberanía nacional. Así defendieron la iniciativa los

1. Anales del Congreso, Bogotá, julio 23 de 1968, pp. 700-701. 2. Ibid.

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representantes Jaramillo Giraldo y Arturo Villegas Giraldo3. Por otro lado, la ANAPO participó en el debate sobre la justicia penal militar adelantada por el MRL del Pueblo (MRLP) , aunque no con la fuerza de los renovados emerrelistas. En este debate hizo su debut en la Cámara de Representantes el médico santandereano Carlos Toledo Plata. Protestó por el encarcelamiento injusto de colegas suyos en Bucaramanga por el hecho de cumplir con su deber. Sostuvo que "el atender a un enfermo, a un herido o a un accidentado, sea quien fuere, no es delito sino una obligación. El médico ejerce la profesión más sagrada de cuantas existen y no está obligado a preguntar por la filiación política sino que su deber es salvar la vida de sus semejantes"4. Toledo criticó los abusos de los funcionarios de la justicia penal militar y propuso la conformación de una comisión bipartita que visitara el Tribunal Superior con el fin de establecer la situación de los colombianos sometidos a procesos penales y a recibir la información y quejas que presenten los ciudadanos sobre irregularidades en las investigaciones y juzgamientos de los procesos verbales. La proposición de Toledo no fue aprobada por los parlamentarios, lo que lo obligó a una airada protesta de su parte: "Esta actitud es mucho más lamentable ya que la mayoría de los parlamentarios que dieron su voto negativo pertenecen al Partido Liberal. Lo cual significa una franca claudicación en los principios liberales"5. Toledo amenazó con continuar por todos los medios buscan­do la libertad de los presos políticos y la administración de justicia para todos los colombianos.

Diversas constancias presentadas por la bancada parlamentaria anapista hasta los comienzos de noviembre de 1968, permiten establecer que la ANAPO, aunque perma­necía adversa a la Reforma Constitucional, votó a favor algunos artículos en la Comi­sión Primera por referirse, según anotaban, a postulados suyos como la reducción del parlamento y la unificación del calendario electoral6. Las críticas al sistema del Fren­te Nacional no pararon.

2. losé laramillo Giraldo y el ideario populista de la ANAPO en la Cámara. Compañeros diputados

José Jaramillo Giraldo tomó la vocería del anapismo desde la Cámara donde fustigó el régimen, al que acusó de hegemonía compartida unas veces y de dictadura de partido otras. Desde octubre hizo saber a sus colegas del parlamento que los anapistas y el pueblo irían con la candidatura presidencial de Rojas Pinilla hasta el final y pronosti­có que por éste votarían más de dos millones de colombianos7.

Más adelante, en octubre de 1968 y en marzo de 1969, Jaramillo compareció ante la Procuraduría del Distrito Judicial de Bogotá para formular graves denuncias por evasión de impuestos y actos desleales del monopolio Bavaria, en detrimento de pe­queñas empresas de provincia como la Cervecería Unión de Medellín. Su larga y

3. Anales del Congreso, octubre 22 de 1968, p. 1.173. 4. Anales del Congreso, octubre 23 de 1968, p. 1.188. 5. Anales del Congreso, octubre 24 de 1968, p. 1.199. 6. Anales del Congreso, noviembre 12 de 1968, p. 1.302. 7. Anales del Congreso, octubre 9 de 1968, p. 1.091.

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pormenorizada denuncia contra la monopolización del negocio cervecero se constitu­yó en una protesta simbólica contra las tendencias monopolistas de la industria co­lombiana8. De igual manera Jaramillo hizo pública en cien mil folletos una carta suya enviada al Presidente de la República. Se trataba de una réplica al proceso de norteamericanización de la economía colombiana en desmedro de los capitales e in­tereses nacionales. Jaramillo ridiculizó la consigna de sano nacionalismo de la que hablaba el Presidente Lleras:

¿A qué hablar de sano nacionalismo, si lo que propone el gobierno para enfrentarse al problema del petróleo es aumentar las concesiones privilegiadas a las compañías extran­jeras; al mismo tiempo que las exportaciones de petróleo que se efectúan en Colombia tienen un carácter de exportaciones desnacionalizadas y de tipo colonial? [...] ¿Qué ha hecho el gobierno para evitar el saqueo de los recursos naturales de Colombia por las compañías extranjeras explotadoras de oro, platino, bosques?9.

Continuó:

Nada importante ha hecho su célebre transformación para, al menos, variar la mons­truosa situación vigente, de un Banco ¿íe la República (monopolista de la emisión, de las primicias y del crédito) de carácter privado; en donde el Estado carece de acciones y del cual es dueña la oligarquía, a ciencia y paciencia de Palacio, que con sus tres representan­tes de la Junta de diez, se ha convertido en cómplice necesario de la concentración crediticia, organizada desde el banco emisor10.

Jaramillo denunció la penetración, ampliación y consolidación de la banca norte­americana en sustitución de la banca formada con esfuerzo y capitales colombianos y finalmente puso al descubierto el carácter antipopular del régimen de transformación nacional.

Así, Jaramillo legitimó, una vez más, su presencia en la ANAPO oponiéndose y criticando el carácter oligárquico de la economía del país y del manejo del poder público. El polémico dirigente había evolucionado definitivamente hacia el populismo. Demostrando su sensibilidad por los sectores intermedios incapaces de permanecer en la competencia del mercado, manifestaba que la clase dirigente colombiana pecaba de simplificación al no ser previsiva. Dicho pecado había cometido al optar, desde el siglo XIX, por el laissez-faire de consecuencias irreparables. Tal selección le impidió a los dirigentes colombianos prever el crecimiento del capitalismo de monopolio, los avan­ces del imperialismo y la agresividad de totalitarismo.

Para Jaramillo, la violencia y la fragmentación colombianas estaban relacionadas con el anquilosamiento del sistema político. Decía que el angosto cauce del Frente Nacional se estrechaba cada día más. Reflejos de ese fenómeno lo constituían la reducción de los atributos fundamentales del Congreso y la ampliación de poderes para la rama ejecutiva que simplificaba las atribuciones de las ramas del poder públi­co. Para el excandidato presidencial el proceso de simplificaciones de la clase domi­nante era infinito, cubría la vida de los partidos reducidos a dos11.

8. Véase ampliamente Anales del Congreso, septiembre 9 de 1969, pp. 675-679. 9. Ibid., p. 679. 10. Ibid. 11. Véase Anales del Congreso, abril 8 de 1970, p. 105.

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En diciembre de 1969 Jaramillo presentó un proyecto de acto legislativo sobre revocabilidad del mandato electoral. Se trataba de cubrir el ejercicio del sufragio de las obligaciones de mandato: "Los partidos políticos inscribirán, ante el respectivo tribunal de distrito judicial, los programas electorales a cuya aplicación y desarrollo se comprometen sus senadores, representantes, diputados y concejales. El programa ins­crito es la materia jurídico-política del mandato"12. Según el articulado del proyecto, el mandato electoral podría revocarse por sentencia del tribunal competente. En su exposición de motivos el parlamentario, criticando la perversión de la democracia elec­toral colombiana, propuso correctivos. Según Jaramillo Giraldo la voluntad del elec­tor, en Colombia, era suplantada arbitrariamente por la del elegido con la excusa constitucional de que eí voto no constituía mandato. La propuesta del legislador anapista apuntaba a corregir ese error: "Lo que en este proyecto se propone, es la aplicación del concepto republicano de que el voto popular es una función y un mandato, ejercido en orden a un programa inscrito en cada debate electoral"13. En tal sentido recomen­dó la creación de una jurisdicción especial, por medio de tribunales de garantías políticas. De esta manera se depurarían las condiciones y la autenticidad de los órga­nos de representación pública, como también se transformaría el debate electoral en un debate cívico, en el que el pueblo estaría obligado a escoger y no simplemente a votar.

A raíz de la instalación de las Asambleas Departamentales el primero de octubre de 1968, la Dirección Nacional de la ANAPO emitió un amplio comunicado que traza­ba las directrices para el comportamiento de sus diputados en todo el país. Señalaba el documento la necesidad de intensificar la lucha política cuyo objetivo final se acerca­ba con la conquista del poder para el pueblo. Se le ordenaba a los diputados no esta­blecer ningún tipo de acuerdo, compromiso o pacto que redundara en el afianzamien­to del régimen del Frente Nacional. Anotaba además:

Reafirmamos como directriz máxima del movimiento Alianza Nacional Popular su ideo­logía revolucionaria, nacionalista y popular, y para ello solicitamos a los compañeros diputados ejecutar una política que impida confundir la dinámica del movimiento con la de un simple grupo de oposición manzanilla dispuesto a canjear su potencial electoral por pequeñas o grandes prerrogativas de poder otorgadas en cambio por un sistema que es irreconciliable con los intereses del pueblo14.

El contenido del documento es importante no sólo por las directrices que señalaba sino, además, por la presencia de un nuevo lenguaje que revela la evolución ideológi­ca del movimiento anapista. Por primera vez se inserta en un documento político el calificativo de compañero o compañera para dirigirse a los voceros del movimiento. Los ideólogos de ANAPO se apropian de los vocablos: masas, liberación económica de las masas, reivindicación popular, no alineados, clases trabajadoras. El documento muestra un vuelco radical de la orientación política del movimiento hacia matices radicales de clase.

12. Así rezaba el artículo segundo del proyecto de acto legislativo. Véase: Anales del Congreso, abril 8 de 1970', p. 105.

13. Ibid. p. 105. 14. El Nacional, septiembre 30 de 1968, pp. 1 y 2.

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Es obligación ineludible de los compañeros diputados denunciar ante la opinión nacio­nal todo fraude, negociado, anomalía o engaño que contra el interés popular se cometa, abanderar la lucha reivindicativa de las clases trabajadoras, defender y fortalecer la es­tructura municipal contra toda maniobra de descentralismo electorero de los gobiernos seccionales y nacional; estimular la participación de los comandos de ANAPO, activa, vertical, beligerante, en la elaboración de proyectos encaminados a mejorar la situación social; y convocar el respaldo ciudadano para la defensa y real cumplimiento de los derechos del pueblo13.

3. La aprobación de la Reforma Constitucional de 1968

El 11 de diciembre de 1968 fue aprobada la Reforma Constitucional. La oposición del conservatismo independiente y del MRL del Pueblo criticaron el procedimiento por apresurado y ventajoso con el que se llegó a su implantación. El representante Alberto Dangond Uribe explicó el voto del conservatismo independiente en los si­guientes términos: "Esta noche el grupo independiente con su voto negativo va a salvar la dignidad del parlamento al librarlo de un voto de unanimidad. Esta reforma consagra un régimen autocrático porque le da excesivos poderes al presidente"16.

No obstante las innumerables constancias e intervenciones de los anapistas en contra de la Reforma Constitucional desde 1966, un buen grupo de ellos votó la en­mienda17. Varios de sus representantes explicaron la decisión. Carlos Daniel Roca, Néstor Ramírez, Aníbal Arcila y Alvaro Ramos Murillo dijeron que se debía a la unificación del calendario electoral que le restaría al anapismo los grandes costos de varias campañas electorales debido a: el desmonte parcial del Frente Nacional en los concejos y asambleas departamentales, la existencia de garantías constitucionales para las próximas elecciones, la continuidad de las dos terceras partes para la elección de algunos funcionarios y la posibilidad de buscar nuevas sendas ideológicas. Arcila y Murillo reconocieron aspectos positivos de la reforma y argumentaron que las refor­mas abrían un compás de espera a las juventudes liberales y conservadoras. Arcila sostuvo que si Lleras no aprovechaba para hacer la transformación prometida habría otra clase de cambio en 1969. Gerardo Candamil dijo que votaba afirmativamente para que Lleras hiciera la transformación y buscara la paz social, además para que no culpara después a la ANAPO de su fracaso administrativo.

El día de la votación final el representante Aldemar Giraldo criticó a sus copartidarios por haber dado tal paso, presagió el fin del Partido Liberal como conse­cuencia de la enmienda y dejó su constancia de rechazo en los Anales del Congreso. Humberto Silva Valdivieso, del conservatismo independiente, a pocos días de haberse vinculado a la ANAPO, advirtió en la enmienda el fin del Partido Conservador y vio en la medida un afán del liberalismo por rescatar el poder en 1974. Así, interpretando ambas versiones, la del fin del liberalismo y del conservatismo, como un anhelo de la

15. Ibid. 16. Anales del Congreso, diciembre 16 de 1968, p. 1.517. 17. El 11 de diciembre, día de la votación de la Reforma Constitucional no asistieron a la sesión

los representantes Armando Becerra y Blasteyo Trejos, según acta de la fecha.

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ANAPO, el representante cartagenero por ese movimiento Luis F. Millán justificó su voto afirmativo: "Si ambas cosas resultaren ciertas, Colombia habría emergido a una nueva era [...] la era de la Alianza Nacional Popular"18. Según Millán la aprobación de la reforma representaba un avance de la revolución que preconizaba la ANAPO.

Hubo sin embargo voces anapistas en contra19. José Jaramillo Giraldo intervino denunciando la esencia del régimen del Frente Nacional, pidió insertar en los Anales del Congreso el texto de su hoja volante repartida antes del plebiscito de 1957, y enumeró las razones por las cuales se oponía a la reforma de 1968 y concluyó:

Por medio de la Reforma, el Congreso ha renunciado, consciente o inconscientemente, a su soberanía y a sus funciones republicanas, instituyendo un tipo de dictadura encu­bierta en la facultad de una norma constitucional. En mi calidad de representante del pueblo, no puedo cohonestar con mi silencio lo que este hecho significa, como parte integrante de una conspiración destinada a limitar y obstruir las posibilidades de fun­cionamiento futuro de una auténtica democracia en Colombia20.

Manuel Rodríguez Verdeza dejó constancia en la Cámara rechazando la aproba­ción de la Reforma Constitucional:

lo. Que vota negativamente el Acto Legislativo número uno de 1968 (número 16 de 1966) porque no es levantisco ni revoltoso sino simplemente aprendiz de revoluciona­rio; porque no encuentra en la reforma la garantía del derecho a la seguridad del empleo para las amplias masas desocupadas; porque está seguro que el sistema y gobierno actual no es la expresión que se pone por encima de las clases sociales, sino la máxima expresión de una clase dominante sobre otra dominada, y porque además con los Decretos-leyes que han sido aprobados como leyes permanentes por el Congreso del país queda en estado de sitio constitucional y legal; porque la reforma deja intactos los intereses saqueadores del imperialismo yanqui que roba nuestros recursos naturales no renova­bles; porque tengo interés patriótico, colombianista y nacionalista de ver al país libre de las oligarquías nacionales y de la nociva influencia del imperialismo. Dejo salva la opinión de que no hago confusión entre los imperialistas y gobierno de los Estados Unidos y el gran pueblo de Norteamérica. Que voté negativamente el proyecto de Ley número 144 de 1968 (Proyecto clave) por las siguientes razones: Porque contiene disposiciones que anulan el derecho de huelga con violación de la constitución en el artículo 18; porque contiene normas de represión reaccionarias contra las manifestaciones del pueblo y anulan legalmente el ejercicio pleno de los derechos democráticos; porque contienen normas que gravan fuertemente el precario ingreso de las grandes masas colombianas; porque no se puede seguir tolerando que los gobiernos al amparo del artículo 121 de la Constitución sigan violándola descaradamente sin que haya la debida sanción para los responsables, todo con la complicidad del Congreso y porque quiero dejar a salvo mi responsabilidad personal ante la Nación y el pueblo de Colombia, pues cuando se hagan

18. Anales del Congreso, diciembre 16 de 1968, p. 1.523. 19. Los anapistas que votaron contra la reforma fueron: José Jaramillo Giraldo, Carlos Toledo

Plata, Manuel Rodríguez Verdeza, Cerveleón Padilla. Diez representantes no concurrieron a la sesión que aprobó la Reforma: Gildardo Arcila García, Enrique Arroyo Arboleda, Armando Becerra, Osear Hoyos Naranjo, Alejandro Martínez Caballero, Mario Montoya, Luis Rivera Giraldo, Hernando Segura Perdomo, Blasteyo Trejos y Rubén Darío Yáñez Peñaranda.

20. Anales del Congreso, diciembre 16 de 1968, p. 1.517.

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vigentes los ingentes perjuicios que recibirá el pueblo con la aplicación de las cacareadas reformas constitucionales y el proyecto clave y se apliquen con todo rigor las leyes represivas para poder resaltar mi inocencia y la oposición que hice a tales circunstancias21.

Curiosamente esta vez, no obstante voces en contra de la voluntad superior de la ANAPO, no hubo crisis dentro de la organización, no hubo expulsados como cuando por algo parecido y de menor calibre había llevado a la rebelión de las curules en 1966. Las cosas de la política. Un año más tarde Rojas dio una razón estratégica:

Yo quiero decirles a todos los hombres y mujeres de Colombia el porqué Alianza aprobó la reforma constitucional. En esa reforma había artículos muy importantes. Pero más que la esencia constitucional, son los poderes omnímodos que se le dan al Presidente de la República. Y vosotros podéis pensar, ¿cómo será un nuevo gobierno del general Rojas Pinilla con los poderes que la reforma constitucional le dio al primer mandatario? Podéis tener la seguridad de que esos poderes dados al Ejecutivo solamente irán encausados a resolver los problemas del pueblo trabajador22.

4 . El liberalismo popular se desliza al anapismo

Después de las elecciones de 1968 los líderes del anapismo volcaron toda su aten­ción hacia la estrategia de acercarse a la gente más rebelde del emerrelismo. Arturo Villegas Giraldo, representante del anapismo liberal trabajó intensamente en esta dirección. María Eugenia Rojas in tentó convencer al aguerrido parlamentario exguerrillero Eduardo Fonseca Galán que había manifestado su insatisfacción con los resultados del reingreso del MRL al oficialismo liberal. Fonseca sin embargo prefirió adherir en un principio a la campaña de Belisario Betancur y recobrar rápidamente su independencia política23.

En los municipios liberales la dirección de la ANAPO distribuyó volantes como el siguiente:

AMIGO LIBERAL

CONTINÚE SIENDO USTED UN HOMBRE REVOLUCIONARIO AYER CON GAITÁN HOY CON ROJAS LOS LIBERALES DEBEN AFILIARSE A ALIANZA NACIONAL POPULAR: lo . Porque las ideas revolucionarias del Partido Liberal, pregonadas por RAFAEL URIBE URIBE Y JORGE ELIÉCER GAITÁN, HAN SIDO ABANDONADAS POR EL LIBERALISMO OLIGÁRQUICO y, en cambio hoy forman parte sustancial del programa de Alianza Nacional Popular; 2o. Porque los liberales honestos y revolucionarios no pueden aliarse con quienes fueron autores de la más cruel violencia que recuerde la historia patria. ROJAS PINILLA devolvió

21. Anales del Congreso, diciembre 16 de 1968, pp. 1.522-1.523. 22. Intervención de Rojas ante el Primer Congreso de Mujeres, agosto 16 de 1969, Alerta,

septiembre 15 de 1969, p. 9. 23. Véase Anales del Congreso, julio 22 de 1970, p. 273.

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la paz al liberalismo; 3o. Porque los jefes del liberalismo ospinista han traicionado al pueblo liberal y los falsos jefes del MRL traicionaron las ideas revolucionarias. Los verda­deros liberales sólo tienen un puesto de batalla: ANAPO Liberal; 4- Porque los dirigentes de ANAPO Liberal son hombres revolucionarios, nacionalistas, honestos y amigos del pueblo. Las puertas de Alianza Nacional Popular están abiertas para todos los liberales patriotas. COMANDO REGIONAt DE SANTANDER, CARLOS TOLEDO PLATA, ALBERTO ORD^ÑEZ GALINDO

CIRO RÍOS NIETO, ALBERTO GERMÁN VILLARREAL.

COMANDO ANAPO, CALLE 37 N s 11-74 TELEF. 2 1 8 8 2 , BUCARAMANGA

4 ' 1 - Y dale con el gaitanismo

El gaitanismo era una fuente inagotable. Volvía y sonaba en todo y para todo. En la provincia y en la capital, en el Congreso o en los concejos municipales, en cuanto medio de difusión saliera a la luz pública, los liberales de la ANAPO no cesaban de insistir en su gaitanismo. Algunos habían sido gaitanistas y otros lo eran ahora; inclui­dos los de procedencia conservadora. Por igual unos y otros lo evocaban. Algunos columnistas de la prensa anapista llegaron a considerarlo precursor del movimiento. Pero lo curioso, en algunos casos, era la nueva interpretación que se hacía de los postulados gaitanistas. Arturo Villegas Giraldo veía en la procedencia de liberales y conservadores de abajo un gaitanismo mecánico. Pero también lo veía en la esencia cristiana-nacionalista y social del anapismo. De alguna parte habría sacado ese tipo de gaitanismo. Lo importante era la interpretación que hacía del cristianismo que según afirmaba se practicaba en la ANAPO:

[...] una creencia en el Cristo del pueblo, en el Cristo que no habló de verdades eternas sino que le calmó la sed, le dio pan, el que resucitó a los muertos, el que curó los leprosos. El movimiento ve a Cristo en el anciano sin protección, en el niño desamparado. Y finalmente asocia el anapismo con el gaitanismo en su esencia nacionalista que no acepta ningún imperialismo24.

Los años sesenta en Colombia daban para creer en la vigencia del gaitanismo. Curiosamente, en el país se podía ser gaitanista después de muerto Gaitán, lo que constituía el principio motor para haber hecho de su pensamiento una doctrina nacio­nal. N o se trataba de una retórica para la seducción popular, aunque también lo pudo haber sido. El gaitanismo de la ANAPO tampoco habría que medirlo por la presencia

24- Anales del Congreso, mayo 24 de 1967, p. 1.015. Villegas fue un personaje muy interesante. Su compañero de bregas, Gilberto Zapata Isaza lo recuerda así: "Era un gran orador, extraordinario, de una inteligencia descomunal y sobre todo ide un gracejo! Era un hombre folclórico, muy folclórico, con mil historias y una memoria de elefante. Se presentaba por ejemplo, a Apartado -con ese calor de Apartado- con vestido negro, chaleco y paraguas. Y era de una voz bella, de las voces más bellas que haya tenido la radio. ¡Y la oratoria! Era un gran improvisador, ¡una cosa del otro mundo! Tuvo el mérito de haber hecho su carrera de abogado a los cincuenta años. Se graduó cuando cumplió cincuenta años. Nosotros viajamos de Medellín a Bogotá. Él se graduó en la Grancolombia. Transmi­timos desde Bogotá su discurso de grado. Era un hombre extraordinario: parlamentario por el Tolima, por Nariño y por Antioquia". Entrevista realizada por el autor en Medellín el 06 de septiembre de 1990.

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allí de gaitanistas del tiempo de Gaitán sino porque los problemas sociales, no tanto los trascendentales de la construcción del Estado nacional quedaron truncos con el asesinato del tribuno popular, sino los elementales de la supervivencia estaban tan latentes y empeorados como en los años cumbres del gaitanismo, los cuarenta: el analfabetismo y los graves problemas de salud en que sobrevivía la población: desnu­trición, enfermedades, hambre y desempleo. Justamente los pilares en los que se sos­tuvo el gaitanismo previo a la desaparición de Gaitán. Por eso los anapistas se prenden ante todo de este gaitanismo que igualaba por abajo a los colombianos sin distinción de partido. Lo demás era hermenéutica.

Incluso los conservadores de la ANAPO desarrollan la tesis gaitanista del país polí­tico y el país nacional. Carlos Monroy Reyes, senador del movimiento enjuiciando el régimen de Lleras Restrepo manifestaba:

Si el señor Jorge Eliécer Gaitán viviera hoy, complementaría su división del país nacio­nal y el país político con un nuevo calificativo, el país oligárquico; porque el país político ya no tiene importancia en Colombia; lo que hay aquí es un país oligárquico, es que hubo gente que llegó al poder, no ya imbuidos del anhelo político que tenían anteriores indi­viduos que ingresaban en la política, sino por otro espíritu diferente. Gente que llegó al poder con el ánimo de servirse del poder económico financiero y de servirle a ese poder económico financiero y no con el ánimo de beneficiar los intereses de la comunidad. Ese es el país oligárquico, el país que considera tratar como una materia contable a la socie­dad; que no debe mirarse el problema social, que la sociedad toda debe estar rígidamente dentro de un criterio; contabilidad dentro de un criterio; dinero dentro de un criterio de riqueza25.

Gaitán no va a desaparecer de las evocaciones políticas. Hacia el final de la década, sus contenidos y formas del ejercicio político pasaron a ser imitados con in­tensidad. Llámese parodia, remedo o como se quiera, en la intermitente invocación del gaitanismo no sólo buscaban legitimarse las corrientes altemativas al bipartidismo oficial sino también otras. Lo anterior constituye la demostración de la angustia de no haber sido resueltos en Colombia los problemas de siempre. Gaitán, además, había sido un catalizador de idearios casi perdidos en la política que se incrusta u oficializa en Colombia con el advenimiento de la República Liberal de 1930-1946. Un liberalis­mo entre militarista, anárquico y confuso se prende al gaitanismo como un náufrago a un tronco. Para esa tipología liberal, la abrupta muerte de Gaitán que no lo represen­taba todo, significó una doble frustración, la de los liberalismos posible e imposible. Los liberales identificados con el gaitanismo pudieron seguir resistiendo desde la ANAPO. Pasaron por el drama de interpretarla, entenderla y con ella continuaron la pugna. Hay cientos de ejemplos en todas las regiones del país.

4.2. El liberalismo radical antioqueño: Gilberto Zapata h a z a

Gilberto Zapata Isaza, con ascendencia en el liberalismo radical antioqueño de comienzos de siglo, había visto evolucionar a su padre don Emilio Zapata Restrepo hacia el comunismo leninista de los años veinte, entusiasmarse con el arribo de los

25. Anales del Congreso, junio 18 de 1968, p. 557.

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liberales al poder y desilusionarse con las timideces de sus reformas. Gilberto Zapata, en cambio, escoge otro camino. La lectura de la experiencia de su padre, quien se arruinó en la aventura socialista de la década de los veinte, lo lleva al liberalismo, gracias al cual asciende como alcalde de varios municipios de Antioquia lo mismo que como juez, a pesar de no haberse recibido nunca de abogado. Cuando ejercía como alcalde de Puerto Berrío recibe la visita del Ministro de Trabajo y Salud, Jorge Eliécer Gaitán. Retirado Gaitán del Ministerio y Gilberto Zapata de la alcaldía se sumó a la aspiración política del exministro. Lo respaldó en Medellín en una variante denominada Reconquista, la cual contaba con el diario Eí Sol como órgano de difusión. Más adelante la persecución contra el liberalismo lo llevó a defender el gobierno del Presidente Rojas. Al igual que la mayoría de los gaitanistas identificó postulados y creyó en su realización a través del gobierno militar. El Sol, ahora semanario, y el radioperiódíco La Voz del Triunfo conducido también por Arturo Villegas promovieron las políticas de Rojas. Experimento periodístico que por poco les cuesta la vida, una vez caído el régimen. Implantada la nueva república, Zapata Isaza vuelve al periodis­mo organizando una producción radial emitida a través de La Voz del Triunfo, y desde la cual defiende al general Rojas de los ataques a que estaba sometido. El programa contaba con varias líneas telefónicas. Estableció una comunicación directa con los oyentes hasta lograr amplia y reconocida audiencia. Incluso Rojas se valió de la emi­sora para responder a los cargos que le imputaban. Más adelante, cuando las cosas se le complicaron por contradicciones con los dueños del medio informativo, desde otra estación radial, Zapata realizó el programa "Medellín Informa", el cual fue ganando sintonía hasta convertirse en uno de los programas más escuchados de la región.

Hacia septiembre de 1969 empezó a circular su libro Patricios o Asesinos, reseñado en Alerta, el órgano del anapismo. El libro se sumó a los textos ideológicos que servían de guía para la militancia anapista. La temática del libro de Zapata se inicia en 1930. Su permanente enjuiciamiento del presente le hace rememorar aquel año como una época mejor, si bien simple, más cargada de valores y menos complicaciones para conseguir el progreso. Hay en sus recuerdos un dejo de nostalgia por un pasado orgá­nico supuestamente equilibrado. Zapata concibe y escribe bien su libro a pesar de no ser historiador. Descubre el estado de ánimo de los liberales colombianos de la época del Presidente Núñez y de los demás gobiernos conservadores de las dos décadas siguientes. Demuestra la baja estima de los liberales que tenían presente una historia dramática y de oprobios vivida por una generación prácticamente frustrada. Una ge­neración que recordaba el oprobioso papel de un Núñez traidor, la derrota de la Gue­rra de los Mil Días, el destierro de sus intelectuales y panfletarios. Gentes que vivían sometidas al poder del conservatismo y de la Iglesia que controlaban y censuraban la cultura. Zapata consideraba que el liberal de entonces tenía que soportar con mucha amargura y estoicismo el peso de un pasado adverso.

Como la pelea por la memoria histórica ganaba el predominio entre los ejes de la última campaña electoral del Frente Nacional, el libro de Zapata se convirtió en un punto de apoyo para las discusiones en las que se enfrascaron los anapistas y contraanapistas. Zapata refresca los recuerdos de una historia no muy lejana, la de la vergüenza de Panamá, la del robo a las elecciones al general Benjamín Herrera en 1922 y la de la Masacre obrera de 1929.

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Aunque el libro sigue y profundiza las pautas de la historiografía liberal, el autor va señalando paso a paso los esguinces de un liberalismo que se amedrenta ante la estrategia de la oposición del conservatismo laureanista que con la intransigencia de la palabra y la acción intrépida logra doblegar la voluntad reformadora del lopismo. Los resultados saltan a la vista, los liberales entienden que no podrán gobernar sin la coalición con los conservadores y encuentran en la moderación y la negociación la solución indicada, eí clima de entendimiento. Zapata pone a circular una tesis intere­sante: a Ospina lo habría fabricado el liberalismo, el liberalismo arrinconado, es decir el nuevo lopismo y el Iberismo de 1945, cuando se produjo la renuncia de López y el advenimiento presidencial de Lleras que significó hacer a un lado tanto a Turbay como a Gaitán. Interesante la tesis por cuanto se vivía la coyuntura de 1969 en la que Ospina tenía reales posibilidades de ser de nuevo candidato presidencial. La doble estrategia de ese nuevo liberalismo Iberista, que se configura como derechista y oligárquico, consiste en promover a Ospina para evitar a Laureano y de paso cerrarle el camino a las comentes de Turbay y Gaitán, las cuales muy probablemente y cada cual a su manera, ridiculizarían la Revolución en Marcha, frenada desde los tiempos del gobierno de la pausa en cabeza de Eduardo Santos26. Zapata vio en el comporta­miento del presidente Lleras frente a las candidaturas liberales y frente al pueblo en general la causa del advenimiento de Ospina Pérez al poder27.

No sólo radicales del liberalismo llegaban a la ANAPO. En 1969, arribó el médico Hernando Echeverry Mejía que había desempeñado la presidencia del directorio li­beral oficialista de Antioquia en la campaña presidencial de Lleras Restrepo. A fina­les del mismo año ingresó el parlamentario barranquillero Saúl Charris de la Hoz.

4.3. Los emerrelistas con sus idearios a cuestas

No obstante el despampanante despliegue ideológico del liberalismo fortalecido con los programas del MRL, fueron muchos los dirigentes que no se plegaron al libera­lismo oficial. De todas formas la movilización ideológica del MRL le había permitido a individualidades radicales configurar una línea de pensamiento imposible de ser reabsorbida por el nuevo liberalismo. Algunas de ellas, no poco representativas, llega­ron al anapismo justo en un momento de reconsideración y evolución de sus idearios. Desde antes de las elecciones de 1966 habían comenzado a llegar dirigentes emerrelistas a la ANAPO que olieron y leyeron en el comportamiento del compañero jefe su retomo

26. Véase Zapata Isaza Gilberto, Patricios o Asesinos. 50 años de cruda historia, Medellín, Edito­rial Ital Torino, 1969, pp. 125-134.

27. No era una tesis suya pero la comparte. La había tomado de un célebre debate en el parlamento en donde Carlos V Rey enjuicia al expresidente Lleras Camargo. Según el futuro defen­sor de Rojas ante el Senado, eran cinco las medidas de Alberto Lleras dirigidas a minar la unión y el prestigio del liberalismo asegurando el triunfo de Ospina: no haber hecho a Turbay y Gaitán ningún llamamiento a la unión; haber llamado al conservatismo a colaborar en el gobierno sin exigirle ningún compromiso político después de 12 años de ausencia, lo cual había galvanizado y unido a ese partido; desmoralizar el movimiento sindical con la represión a la huelga del río Magdalena y suspensión de la personería jurídica a la Fedenal; el nombramiento de alcaldes militares a poblaciones de mayoría liberal; la suspensión del control de precios que permitió la especulación y llevó el hambre al pueblo obrero y campesino. Véase: Gilberto Zapata, Patricios o asesinos..., op. cit., pp. 148-149.

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al liberalismo. Marco A. Castaño, por ejemplo, reconocido dirigente emerrelista de Cundinamarca había hecho parte del Comité Pro-elección de Jaramillo Giraldo. Fue quizás uno de los primeros emerrelistas en arribar a la ANAPO y a partir de entonces no pararon de llegar. Castaño provenía del comunismo, pasó luego al gaitanismo y de ahí a las luchas guerrilleras de los Llanos en los tiempos de la violencia de Ospina Pérez. Desde los primeros años del Frente Nacional encontró aceptación en el MRL. Sin embargo, que López no hubiese aceptado la candidatura para 1966 en nombre del MRL y de la ANAPO, permitió su ingreso a esta última28. Se ganaba la vida como tinterillo y con competencia se desempeñaba como laboralista gracias a su experiencia como líder de la CTC desde sus orígenes. Una vez vinculado a la ANAPO, fue designado Secretario del Comando Nacional; posteriormente, elegido al Concejo municipal de Soacha y más tarde a la Cámara de Representantes.

El caso de Castaño demostró que el MRL había calado profundamente en la con­ciencia de su militancia como una agrupación distinta al liberalismo. Por supuesto no todos fueron a parar a la ANAPO, pero los que llegaron no sólo aportaron votos sino, sobre todo, sus idearios. Emerrelismo y anapismo se relacionaban estrechamente. Quienes verdaderamente estaban en contradicción eran los de estirpe liberal clásica, más cercanos a la oligarquía de ese partido que a los intereses populares.

Los anapistas eran menos retóricos que los emerrelistas. El carácter militar de alguna manera había permeado todo el movimiento. Para ellos era más importante la voluntad para llevar a cabo una reforma que el debatir sobre sus conveniencias. Por eso no entendían lo de las facultades extraordinarias para el ejecutivo. Anotaban que con la legislación que había era suficiente para emprender las reformas, para hacer carreteras, construir viviendas, acabar con el desempleo, fundar escuelas y centros de salud, para hacer bajar el alto costo de la vida y para frenar la violencia. Esa era su concepción voluntarista del desarrollo y tenían sus razones para pensar que eso era posible.

Las posiciones de los anapistas sobre el respeto por los tratados intemacionales, la defensa de la autonomía y autodeterminación de cada país para alcanzar su soberanía e independencia nacional, los acercaron a las posturas de los dirigentes del MRL. Como éstos, los anapistas argumentaron la necesidad de una política exterior que colocara a Colombia en un lugar digno dentro del contexto internacional. Desde 1964 anapistas y emerrelistas de ambas líneas se acercaban por uno u otro motivo. La Línea Dura compartió con la ANAPO SU devoción por el nacionalismo tercermundista e incluso los acercamientos estuvieron a punto de fundirse. En las elecciones presi­denciales de 1966 un buen número de emerrelistas del Atlántico conformó con los anapistas y otros grupos un comando de unidad que respaldó la candidatura de José Jaramillo Giraldo. Es de suponer que al quedar a su libre voluntad, muchos emerrelistas hayan sufragado por el candidato liberal de la ANAPO que también decía serlo del MRL.

En la segunda mitad de 1969 ingresó al anapismo en el Meta Hernando Garavito Muñoz, ex representante del MRL, con el característico ideario revolucionario que lo había acompañado en los tiempos del MRL. Hizo su ingreso en una solemne asamblea

28. Entrevista del autor con Marco A. Castaño en Bogotá el 22 de noviembre de 1991. Castaño había cumplido entonces 80 años de edad.

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anapista en donde estaban Alberto Zalamea, Arturo Villegas Giraldo y Fanny Gonzá­lez. El 12 de septiembre el emerrelista santandereano Ciro Ríos Nieto hizo su ingreso a la ANAPO en solemne manifestación que presidió María Eugenia en el Barrio Girardot de Bucaramanga29.

Existía una variedad de emerrelista que no tenía la cara de palo para regresar al liberalismo oficial porque nunca había estado en él sino en todas sus disidencias. Se trataba de un liberal libertario, a veces anárquico, autodidacta, de múltiples lecturas, con el manejo de argumentos extraídos a veces de autores contradictorios entre sí. Incluso los había profesionales de este estilo como en el caso del médico Dolcey Man­ga de Barranquilla o del abogado Ciro Ríos Nieto de Bucaramanga.

Dolcey Manga, quien se autodefinía como liberal libertario, llamaba a luchar des­de el diario Eí Nacional contra el silencio de los ciudadanos que encubría la violación de los derechos humanos, las injusticias y la podredumbre de la sociedad. Venía del gaitanismo y en la época que historiamos estaba en el MRL en tránsito hacia la ANAPO. Era de esperarse que llegara allí. Los temas que trataba en el controvertido Diario Barranquillero estaban en la línea de los idearios de los anapistas. Como médico muy influenciado por las teorías evolucionistas se espantó con lo de la política del control de la natalidad y recriminó con ahínco al expresidente Lleras Camargo.

4.4. Luis Torres Almeidct30

Tenía 23 años cuando lo sorprendió el golpe de Rojas que catalogó de revolución de junio. Opinó que con el orden restablecido el 13 de junio los liberales habían ganado la seguridad de sus hogares y de sus vidas. Así que propuso desde las páginas de Vanguardia Liberal la conformación de un frente democrático popular orientado hacia la reconstrucción nacional y el restablecimiento de la democracia31.

En los primeros tiempos del Frente Nacional era un hombre bajito y regordete metido en unas gafas oscuras. Así lo reconoció su región cuando en agosto de 1958 denunció en Vanguardia Liberal cementerios de liberales fusilados en los años de la violencia en Albania, jurisdicción del municipio de San Vicente de Chucurí32. Fue diputado liberal en el periodo 1958-1960 y en esta calidad le envió una carta a Augus­to Espinosa Valderrama, gerente nacional de la Caja Agraria, comunicándole que en el Magdalena medio se había formado un movimiento social que luchaba por la vi­vienda y por la tierra llamado Central Provivienda, colonización y parcelación del Valle del Magdalena33, cuya finalidad principal era la lucha por la vivienda urbana y por la parcelación campesina, similar al movimiento que por la misma época lideraba Alfon­so Barberena en el Valle del Cauca.

Torres Almeida, intelectual autodidacta, escritor polémico y miembro de la Aca­demia de Historia de Santander, era versado en marxismo-leninismo y sus argumenta-

29. Alerta, septiembre 30 de 1969, p. 13. 30. Almeida Había nacido en 1930 en Málaga, Santander. Se desempeñó como juez y personero

en Barrancabermeja, donde vivió la mayor parte de su vida. 31. Véase Vanguardia Liberal, septiembre 8 de 1953, p. 3 32. Véanse las ediciones de Vanguardia Liberal de agosto 25 y 26 de 1958. 33. Véase Vanguardia Liberal, mayo 21 de 1959, p. 4-

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ciones iban acompañadas del vocabulario de esa corriente del pensamiento político; y sus referencias por excelencia tenían que ver con los países comunistas. Sin embargo no abogaba por una revolución definitivamente comunista. Así presentaba su pro­puesta: "...una revolución nacional para un estado de democracia nacional que elimi­ne el feudalismo desde sus raíces, que conquiste nuestra independencia económica, que nacionalice nuestros recursos naturales, el petróleo y las industrias básicas, que industrialice y planifique la economía del país, en una palabra, que siente las bases para la liberación del pueblo colombiano"34.

Torres Almeida, al lado de Rafael Rangel, fue uno de los ideólogos fundadores del emerrelismo santandereano. Con Rangel editó en 1960 el periódico Pregón Liberal que sirvió de vocero del nuevo movimiento político. El Movimiento Rangelista Liberal com­partía las mismas siglas del conocido ya MRL al que adhirió Torres Almeida y desde el cual se promovió a la Cámara de Representantes en las elecciones de 1962. Para Torres, como para muchos de su estirpe, el MRL era el vehículo histórico por el que debía atravesar la revolución colombiana. Creía en las formas pacíficas y democráti­cas de tal revolución mientras no se los obligara a acudir a otras formas. Su participa­ción en el MRL era consecuente con su idea de hacer para Colombia la revolución, que según él necesitaba el pueblo. No concebía el MRL como un movimiento reformis­ta sino como una fuerza nueva y revolucionaria y creía que frente a un eventual triunfo de López Michelsen en 1962 se crearía una conciencia pública que terminaría por imponerse. En otras palabras, estaba seguro que el triunfo de López y su ejercicio en el poder agudizarían hasta tal extremo las contradicciones sociales que precipita­ría la revolución. De perder el MRL la presidencia en las elecciones de 1962, Almeida proponía que se debía convertir en un gran movimiento nacionalista de masas capaz de realizar la revolución. Para esto el MRL contaba, según creía, con los 600 mil votos sufragados por el movimiento en las elecciones del 18 de marzo de 196235. Votos que según él pertenecían a personas que ya habían adquirido una conciencia revolucio­naria y que estaban alejadas del mundo de las conveniencias e intereses capitalistas.

Como era de suponerse por su discurso político, Torres Almeida hizo parte de la disidencia del MRL de 1963. Se inclinó a favor de la Línea Dura y para ello editó el semanario Mural del Pueblo que vio luz el 22 de junio de 1963. Un poco más adelante lo veremos deslizarse hacia la ANAPO.

5. Alberto Zalamea: catalizador de los pensamientos liberales recién llegados

A finales de abril de 1968 Eí Nacional le hizo a Alberto Zalamea un extenso repor­taje que, publicado de inmediato en separata especial ideológica, se convirtió en un documento que daría las pautas para la conversión del nacionalismo que pregonaba la ANAPO en un nacionalismo popular y revolucionario. Así, no se trató de un documento más de los que conformaban el extenso abanico ideológico del anapismo. Para enton­ces, Zalamea, de 38 años de edad era ya una personalidad política de amplio recono-

34. Ibid., p. 6. 35. Véase "Haremos la revolución de todas maneras", en: Vocero Liberal, abril 28 de 1962,

pp. I y 6 .

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cimiento nacional. Su origen, hijo del demócrata hombre de letras Jorge Zalamea, Premio Lenin de la Paz, otorgado por la entonces Unión Soviética a personalidades de talla mundial. Pero no era esto ni su matrimonio con la crítica de arte Martha Traba todo su capital de valores. Era su carrera de periodista dispuesto que estuvo a quebrar el monopolio que de la información política tenía la gran prensa del Frente Nacional:

Como periodista no tuve sino una sola línea de conducta, un solo criterio: informar, analizar objetivamente; y ayudarle a cuantos —en teoría o en la práctica- transitaban el camino de la oposición y del cambio. Por eso La Nueva Prensa estuvo siempre dispuesta a publicar los actos y las declaraciones de cualquiera que combatiera en la oposición: sus columnas estuvieron abiertas, eclécticamente, a todos los oposicionistas, vinieran de donde viniesen. Por eso fui el primer periodista colombiano en publicar declaraciones del general Rojas Pinilla y en denunciar la farsa del proceso que se siguió contra él; por eso le abrí las puertas a Jorge Leyva cuando -candidato presidencial- todo el sistema y la gran prensa pretendían ignorarlo; por eso fui también el primero en publicar las tesis de Camilo Torres; por eso los demócratas cristianos y la línea dura del MRL encontraron en mi semanario un vocero de sus aspiraciones36.

Esta vez la voz de Zalamea estaba a tono con la de su copartidario Jaramillo Giral­do en la Cámara, con la de Hernán Vergara y Manuel Bayona Carrascal respecto a la solución del supuesto problema sobrepoblacional. Para él las bases del desarrollo en Colombia estaban en el petróleo, la siderúrgica, energía, transportes, carreteras, car­bón y la petroquímica; lo mismo que en la población que no necesitaba de control de la natalidad sino en la integración territorial "que tiene inmensas y riquísimas regio­nes despobladas"37. En una sola expresión se trataba de nuevo, aunque tardíamente para Colombia , del desar ro l lo de la indus t r ia l izac ión nac iona l . Sos ten ía reiterativamente, cual Vargas, Cárdenas, Perón o Allende, que:

La única verdadera revolución, aquí y en todas partes, es la industrialización acelerada de un país... La integración latinoamericana sólo será posible y deseable cuando todos nues­tros países hayan alcanzado un grado de desarrollo que permita hablar por fin de nacio­nes realmente constituidas e integradas nacionalmente... la industrialización significa liberar al país de las presiones externas... la prioridad absoluta es la de la industrializa­ción masiva y acelerada de Colombia38.

Ahora, a diferencia de los tiempos de Gaitán y del gaitanismo se afrontaba el problema del nacionalismo sin timideces. Se advertía claramente que el enemigo de la nación estaba afuera, en el imperialismo. La ANAPO jalonaba y completaba la elabo­ración de una doctrina nacionalista colombiana y de paso impulsaba para que el país tuviera su etapa populista, la que le había permitido a otros países en el continente tener su propia infraestructura industrial que le defendiera como nación indepen­diente.

36. Véase: "El Nacionalismo popular y la Integración Latinoamericana". Reportaje de Alberto Zalamea en El Nacional. Barranquilla, abril 30 de 1968. Reproducido en: Cuadernos de Divulgación Política, N s 1. Bogotá, Fondo de Cultura Popular, p. 3.

37. Ibid., p. 5. 38. Ibid.

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6. ¡Llegaron los lauroalzatistas!

6.1. Manuel Bayona Carrascal, anapista

En 1968 Bayona hizo su ingreso a la ANAPO. Allá trasladó el debate del control de la natalidad, propio de la naturaleza del anapismo. Lo primero que consiguió fue que sus nuevos socios políticos firmaran una constancia de su inspiración en un momento candente de los debates al respecto:

La práctica neo-maltusiana, denominada control de la natalidad, constituye el fracaso de esta civilización y es manifestación inequívoca de la profunda decadencia de nuestra época. Esta enfermiza falta de fe en las posibilidades del hombre, adquiere caracteres de ignominia cuando las campañas encaminadas a controlar los presuntos aumentos de población son dirigidas y financiadas por potencias extranjeras. Los problemas plantea­dos por una discutible explosión demográfica sólo podrán resolverse con gobiernos na­cidos de la auténtica voluntad popular, que devuelvan al Estado su capacidad creadora y quieran dotar a todos los miembros de la sociedad del mínimo de bienestar a que tienen derecho39.

6.1.1. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra

Las posturas de Bayona Carrascal no cambiaron en su paso a la ANAPO. Con la agudeza en sus planteamientos que lo había caracterizado se puso a la tarea de pro­fundizar sus críticas al Frente Nacional. Las de ahora eran menos apasionadas que las de los años de la Reconquista e incluso más mesuradas que las proferidas contra la política del control de la natalidad en su reciente etapa de lauroalzatista. Pero no por ello menos importantes. Al contrario, su enjuiciamiento era más concreto, profundo y ante todo se diferenciaba del carácter panfletario de muchos de sus nuevos socios. Decidió empezar cuestionando el apaciguamiento de la violencia del que tanto se ufanaba el nuevo establecimiento. Reconocía la culminación de la violencia partidis­ta pero resaltaba la "cruel, casi caníbal, violencia surgida entre los grupos de los partidos". Denunció la utilización que el liberalismo oficial hacía de los bandoleros rehabilitados, generando otro tipo de violencia igual o peor a la extirpada.

Por supuesto, Bayona estaría moralmente imposibilitado para hablar porque lo mismo había pasado y pasaba en las toldas de su nueva agrupación. Pero lo hacía para, por lo menos, neutralizar las deslegitimaciones que contra la oposición profería el régimen acusándola de violenta y de violentos a sus representantes. ¿Violenta la oposición y pacíficos los frentenacionalistas? El asesinato del legendario exguerrillero Dumar Aljure fue el error del régimen que le permitió a Bayona cuestionar la consecución de la paz por parte del establecimiento. No solamente la ANAPO y el MRL se habían nutrido en sus comienzos de personas con participación en la Violencia, también el Frente Na­cional lo hizo. Con el respaldo de algunos dirigentes del liberalismo gobiernista Aljure logró convertirse en jefe liberal del Ariari. Trabó amistad con el oficialista liberal Hernando Duran Duzán con el propósito de arreglar su situación legal. Es decir, Aljure

39. "Constancia de los senadores de la ANAPO", Anales del Congreso, septiembre 25 de 1968, p.987.

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le hacía la política a los liberales colocándoles ocho mil votos en cada elección a costa de amenazas de muerte o destierro a los pobladores que no sufragaran por las listas oficiales liberales. Los primeros votos fueron para Duran Duzán, posteriormente para el latifundista Daniel Arango Jaramillo. Sin embargo, el fracaso electoral de 1968 que terminó con el monopolio electoral del liberalismo, y por ende con la influencia de Duran Duzán en la región, desató la inconformidad con el trabajo de Aljure. Este último intuyó que su vida corría peligro. De ahí a su asesinato faltaba poco tiempo40.

Bayona era un hombre de virtudes; venía del conservatismo laureanista, era com­bativo, honesto, estudioso y sobre todo muy conocedor de la naturaleza humana. Lle­gó a la ANAPO por la puerta grande y no descansó un minuto. Junto con Rojas recorrió por entero el país y fijó su atención en el departamento del Cesar bajo su responsabi­lidad como jefe del debate para las elecciones de 1970. Concebía la vida como un guerrero. Combatió sin tregua al que consideró su enemigo y defendió a muerte a sus aliados, los humildes. Le apasionaba la dialéctica y tenía en el evolucionismo su mejor excusa para expresarla: "...la sociedad como un organismo vivo evoluciona, no es estática, y sus épocas o etapas nacen, envejecen, mueren. En este momento estamos asistiendo a la muerte de una de esas etapas y al nacimiento de un mundo nuevo"41. Para Bayona, la historia no consistía en el relato de acontecimientos pasados sino en la creación de ellos y eran justamente los anapistas quienes estaban construyendo la historia. Entendía que la fuente de la violencia colombiana era la injusticia social y que no era el pueblo el que la hacía sino el Estado:

El Estado es violento: fomenta la violencia estudiantil nombrando ministros de educa­ción reaccionarios, enemigos de la clase universitaria; hace la violencia económica gra­vando con impuestos escandalosos a quien no puede pagarlos; hace violencia política encarcelando a las personas que no están de acuerdo con el Frente Nacional; vuelve violentos a los desposeídos poniendo en práctica medidas que favorecen únicamente a la clase que constituye su soporte42.

También arribó al anapismo el controvertido Humberto Silva Valdivieso, protes­tando por las candidaturas conservadoras que se perfilaban, la de Betancur y la de Pastrana, ambos continuadores del Iberismo. Era uno de los remotos reconquistadores de 1958 y poco después fue gobernador de Santander. Se refería de buena manera al régimen de Rojas:

El gobierno de Rojas Pinilla fue todo lo contrario a lo que es el actual. Dentro del régi­men llerista se ha perseguido a los pobres, pues todos los días es mayor la miseria y el desempleo. Se ha perseguido la clase media, que sufre la más ruda y violenta avalancha de impuestos de todas las épocas; se ha perseguido a los propietarios de tierras igual que a los aparceros, porque mientras a unos se las quitan, a los otros no se las entregan; se ha perseguido a los empresarios, a quienes ya no se les da ningún incentivo para el estableci­miento de nuevas fuentes de trabajo; se ha perseguido al sindicalismo, como son testigos los directores y ejecutivos de las centrales obreras, se ha vilipendiado y humillado al ejército [...]43.

40. Véase un completo relato de los acontecimientos en Anales del Congreso, octubre 2 de 1968. 41. Véase Alerta, abril Ia de 1970, p. 8. 42. Ibid. 43. Alerta, julio 28 de 1969, p. 11.

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7. Populismo desde abajo. Líderes y periódicos regionales: de cívicos a voceros del populismo

La dinámica en que se movió el anapismo con el proceso del arribo a sus toldas de los emerrelistas descarriados hizo que a su seno llegaran no sólo hombres procedentes de esta militancia sino con otro tipo de experiencias movilizadoras de masas. Es el caso de la población santandereana de San Vicente de Chucurí. Además de su belle­za natural, de sus riquezas hídricas, la ubicación geográfica del municipio era neurál­gica. Estaba en la órbita política y económica de Barrancabermeja. Curiosamente había nacido con el nombre de La Vendée en alusión a la reacción realista que duran­te la Revolución Francesa se atrincheró en esta población del occidente francés. Empero, para los comienzos del siglo xx, San Vicente se había convertido, por curiosa paradoja, en el paradigma de un municipio liberal. La dinámica de su explotación económica: zona cacaotera, la más importante del país, cafetera y ganadera, atrajo numerosos colonos y nuevos habitantes. Mucha agua había corrido por San Vicente antes de la década de los sesenta; oleadas de violencia en las décadas de los cuarenta y cincuenta. Ahora vivían allí numerosas familias que desarrollaban cómodamente profesiones libres; artesanos que soportaban todavía con cierta facilidad la competen­cia económica. La explotación agropecuaria que daba solvencia a un campesinado medio que gracias a ello mantenía una independencia frente al caudillismo regional y una amplia área de servicios dinámica para el ejercicio de las profesiones liberales, hacían de San Vicente una población ideal para la circulación, difusión y sosteni­miento de idearios independientes y radicales. Quienes los profesaban contaban con la libertad económica necesaria para opinar sin el temor a las consecuencias de per­der el empleo. Ese era el San Vicente de la década de los años sesenta. En sus patios había caído asesinado el sacerdote Camilo Torres a comienzos de 1966 y parte de la militancia del Ejército de Liberación Nacional (ELN) era reclutada allí.

Uno de los personajes más importantes en la militancia anapista de San Vicente fue Jaime Ramírez Ramírez, liberal de origen norte-caucano quien hizo su primera experiencia política militando en las filas del MRL. Empezó desempeñándose como dentista al lado de un pariente suyo que le había enseñado los gajes del oficio44. Su jovialidad y las características altruistas de su personalidad, su demostrado espíritu cívico lo llevaron a liderar una actividad deportiva sin precedentes en la región45. Sus fotos de entonces lo muestran en pleno goce de una vida armónica y social diversa. Lucía temo y corbata cuando las condiciones se lo exigían, lo que le proporcionaba un aire de reconocimiento. Gozaba además del privilegio de tener por esposa a Gabriela Rueda, una dinámica y entusiasta mujer con quien coincidía en sus actividades so­ciales y políticas. Ramírez no sólo encontró en su esposa el apoyo a su labor sino también su continuación.

La creación del Sporting Club data de 1962, un ambicioso proyecto para organizar y estimular el deporte local. Dicho club abrió las puertas a toda la juventud de San

44. Jaime Ramírez llevaba un diario donde anotaba todas sus consultas, todas sus entradas y salidas económicas. El estudio de este documento mostró que se trataba de un hombre próspero.

45. Véase Guillermo León Lozada, San Vicente de Chucurí: Crónicas populares, Bogotá, 1978, pp. 126-130.

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Vicente bajo la consigna de Hacer deporte es hacer patria, hacer cultura física es buscar y cultivar la salud, promovió la creación de equipos de fútbol, de atletismo y de pesas. Fueron célebres las maratones de la raza que con la participación de atletas de todo el departamento de Santander, lograron convertir en un evento tradicional el doce de octubre de cada año. Para 1965 se había celebrado cuatro maratones. La primera tuvo lugar en 1962. Se volvieron tradicionales también los campeonatos municipales de fútbol. Gracias a este estímulo, el municipio contó con variados equipos de fútbol: Buenos Aires, Camilo Torres, Deportivo San Vicente y Sporting, entre otros. El Club Sporting desplegaba, además, actividades sociales, enviaba a la población felicitacio­nes de navidad y año nuevo y habíase convertido en poco tiempo en una especie de sociabilidad que le permitía a la joven generación ponerse en comunicación y com­partir impresiones sobre los problemas locales y sus maneras de enfrentarlos.

La actividad deportiva fue llevando poco a poco a Ramírez y demás amigos a otras actividades sociales. En particular los reinados de belleza se convirtieron además de fuente de financiación para las actividades del Sporting Club en una actividad cultural. Más que de belleza los reinados se definían por la candidata que más recaudara dine­ro. Como se ve estas actividades ponían a Ramírez en un contacto mucho más amplio con las masas que el que le permitía la política desarrollada desde las filas del MRL.

El Sporting Club se le midió a un proyecto de una envergadura preferiblemente política: la creación de un estadio municipal. Para su financiación se desarrollaron todo tipo de actividades artísticas, desde las consabidas competencias deportivas has­ta la organización de espectáculos públicos: corridas de toros, veladas, presentación de cantantes y artistas nacionales.

La necesidad de promover todo tipo de actividades llevó al equipo de trabajo de Ramírez que ejercía como presidente del Club, a aprender el arte de la propaganda. Ramírez siguió por correspondencia un curso conocido con el nombre de La impresión de malla orientado a la fabricación de anuncios, rótulos, letreros, banderines, brazaletes. Gracias a la asimilación de esta técnica las actividades sociales tuvieron una amplia representación simbólica46. No existía aún a color, pero la fotografía en blanco y negro testimoniaba el interés de la gente por posar ante las cámaras de los fotógrafos que se habían convertido en el convidado obligado a todo tipo de eventos. Empero con la nueva técnica que había asimilado la gente de Ramírez, el grupo empezó a imprimir en todo tipo de material y con colores vivos los emblemas de sus campañas cívico-deportivas.

46. La impresión en malla es un procedimiento de impresión que permite el paso de la pintura por las mallas de un pedazo de seda o material similar y la deposita en los lugares previamente seleccionados de una superficie, sobre el cual se hace la impresión. La pantalla consiste de un pedazo de seda trenzada, estirado firmemente sobre un bastidor de madera o metal. El diseño que se desea reproducir se obtiene de una plancha de estarcir (o de la misma pantalla, que en determinados casos sirve también de plancha) que previamente ha sido grabada manual o fotográficamente preparada, y luego ha sido montada sobre la pantalla. La pintura se deposita en una esquina de la pantalla. A su vez, la pantalla ha sido colocada sobre una base de impresión, y entre esta base y la pantalla se coloca el material sobre el cual se desea imprimir. Por medio de un aislador de caucho, que se mueve de un lado al otro de la pantalla, se distribuye la pintura sobre la superficie de la pantalla, y esto hace que la pintura sea forzada a través de la malla y se deposite sobre el material de impresión.

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Llegado 1966 las cosas parecían ir muy bien pero una noticia conmovió a los chucureños. El sábado nueve de enero de ese año, poco antes de saberse la noticia de la muerte en combate del cura Camilo Torres, once hombres y tres mujeres fueron capturados por colaborar con el recién creado Ejército de Liberación Nacional en una operación que cubrió las localidades de San Vicente de Chucurí, Barrancabermeja y Bucaramanga. Entre los detenidos había caído Jaime Ramírez junto con Fernando Timochenko Ochoa, Luis Eduardo Vargas, Adolfo Rico Angarita y Deogracias Peña, entre otros47. Curiosamente la noticia fue cubierta por Eí Espectador y Eí Vespertino de Bogotá, con las fotografías de Jaime Ramírez, lo que le dio una connotación de impor­tancia entre los sindicados. Ambos periódicos corrieron la especie de que los deteni­dos habían estado escuchando una conferencia del padre Camilo Torres antes de caer presos y que Rico Angarita estaba sindicado de haber participado en la toma de Simacota el año anterior. Eí Tiempo, afirmó que el Ejército de Liberación Nacional tenía en San Vicente de Chucurí uno de sus mayores fuertes48. Las noticias de los diarios bogotanos imprecisas y sensacionalistas terminarían por enlodar la imagen de Jaime Ramírez en un futuro no lejano.

7.1. El Trópico (uno)

Superado el impasse mencionado, y sin comprobársele nada, Jaime Ramírez regre­só a San Vicente pero su actividad deportiva ya no fue intensa. Otra idea le rondaba en su cabeza: meterse con los problemas que impedían el progreso del municipio. Y nada mejor para esto que una empresa periodística. Con la misma gente que le había acompañado en sus campañas deportivas discutieron el proyecto. Ramírez contaba 35 años de edad, sus colaboradores tenían el entusiasmo de la gente menor de treinta años y la idea de un periódico los avivó tanto como las maratones de la raza. El nombre del nuevo órgano ha debido ocupar el centro de sus debates como siempre sucede y es muy posible que las inclementes condiciones geográficas y climáticas hayan influido para coincidir con el nombre de El Trópico. Realmente ese era el nombre apropiado porque eso era San Vicente, el trópico en toda su dimensión. Y por supuesto no se trataba del trópico en su connotación geográfica simplemente, era el trópico en su extensión social y política: enfermedades tropicales endémicas, atraso, abandono, marginalidad, todo bajo la excusa de estar en el trópico sin contar para nada sus riquezas agropecuaria, natural y humana49.

De esta manera, el primero de septiembre de 1968 los habitantes de San Vicente de Chucurí fueron invadidos con la presencia de voceadores de Eí Trópico, un periódico dirigido por Joaquín Forero Navas, Luis José Otero Ardila y Jaime Ramírez que pro­metía aparecer cada quince días. Sus directores consignaron en el primer editorial el carácter del nuevo órgano: "Eí Trópico sin ánimo de lucro, desligado de toda desvin­culación político-religiosa, aspira a ser para San Vicente: una llama perenne de sus inquietudes, un confidente de sus temores, un guía de sus aspiraciones, un estímulo a

47. Véase El Espectador, enero 13 de 1966. 48. El Tiempo, enero 13 de 1966, p. 3. 49. Jaime Ramírez llevaba un diario donde anotaba todas sus consultas, todas sus entradas y

salidas económicas. El estudio de este documento mostró que se trataba de un hombre próspero.

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sus iniciativas, llevando su antorcha donde quiera que prime un gesto altruista por el mejoramiento intelectual, económico, moral, cívico y deportivo de la comunidad"50.

Foto Nfil. Jaime Ramírez Ramírez

En cumplimiento de su promesa, El Trópico empezó a trabajar en pro de la locali­dad pero para ello necesitó opinar sobre la educación, sobre la marcha de la adminis­tración municipal, sobre el acontecer diario, sobre el papel de uno u otro funcionario, sobre las actividades del cura párroco e interpretó a su manera el contenido de las Encíclicas papales. Cada vez que se acercaba la aparición del periódico los editores difundían volantes que anunciaban sus contenidos para promover su lectura: "Lea en El Trópico. Septiembre 15 de 1968. NECESITA SAN VICENTE MEJORAR SU SERVICIO DE ACUE­DUCTO? (Editorial)/ QUÉ PASOS ESTÁN DANDO PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL HOSPITAL? (En­trevista)/ ES NECESARIO EL CONTROL DE LA NATALIDAD?..."51. Junto con el lanzamiento del quincenario, sus directores convocaron a un concurso para escribir la historia de San Vicente y solicitaron a la población el envío de información, material gráfico y artículos para ser publicados en las siguientes ediciones.

Justamente El Trópico hablaba de lo mismo que hablaban los políticos y sobre los temas que los políticos consideraban patrimonio suyo, intocables por tratarse de la legitimidad de sus formas de desempeñar su oficio. El periódico no se asumía simple informador sino que por el contrario fortalecía el carácter de sociabilidad política que

50. El Trópico, septiembre l s de 1968, p. 2. 51. Volante anunciando la edición del 15 de septiembre de 1968.

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había adquirido el grupo de Ramírez desde la etapa de actividad deportiva anterior. El periódico era para sus mismos gestores una verdadera escuela. Jaime Ramírez, sin ser siquiera un bachiller, se convirtió en editorialista, columnista y comentarista y como él todos sin ser periodistas de oficio se atrevieron a escribir artículos y organizar a la gente para sus reivindicaciones sociales. Todo ello fue la oportunidad que tuvie­ron y aprovecharon hombres sencillos para, de alguna manera, sofisticar sus vidas.

La recepción del quincenario fue significativa. Campesinos que apenas lograban expresar sus ideas por escrito enviaron cartas al director felicitándolo y augurándole éxito. Algunos querían verse publicados pero las deficiencias gramaticales en que estaban escritas las misivas no lo permitían. Sin embargo, los editores del periódico extraían noticias veredales en ellas contenidas. El archivo del periódico en San Vi­cente conserva aún esas cartas, escritas a mano y sin ortografía pero llenas de conte­nidos y reivindicaciones sociales.

El Trópico se distribuía en las veredas, en los municipios vecinos y su director despachaba ejemplares a instituciones claves en Bogotá y ciudades importantes. Los contenidos de la información y de los análisis incorporaban en primer orden los pro­blemas de los campesinos y las injusticias sociales, lo que le permitió establecer rápi­damente una comunicación directa con los lectores que asumieron el periódico como su representante. Una serie de cartas de los campesinos que comenzó a llegar a la redacción, es la expresión de lo anterior52. La gente del campo que escribía como podía, a veces con lápiz y casi siempre sin ortografía solicitaba la mediación del perió­dico para denunciar, solucionar, remediar y corregir injusticias o atropellos cometidos contra ellos; para expresar satisfacción por lo que se publicaba y hasta para manifestar lo que se decía entre la población sobre los contenidos del periódico. Los adolescentes también escribían pidiendo becas para cursar sus estudios secundarios.

Surgieron corresponsales espontáneos que reportaban al periódico todos los acon­tecimientos de las veredas y corregimientos de San Vicente. En cartas escritas a mano, del corregimiento de Yarima, un campesino reportaba quién había pasado por la re­gión, quién se había muerto, qué carretera estaba en malas condiciones, cómo fun­cionaba la escuela, etc. Su nombre era Roque Antonio Monsalve Acevedo y firmaba sus cartas con sus iniciales: RAMA. Era el más pertinaz de los colaboradores del perió­dico. Sus cartas estaban llenas de juicios morales, sentíase hablando en nombre de todos los lugareños, era la memoria histórica del pueblo y era, además, implacable cuando se trataba de fiscalizar los contratos oficiales en beneficio del arreglo de vías, construcción de acueductos o alcantarillados.

Además de informar sobre la vida cotidiana local, las cartas son portadoras de las peticiones de la población: "Buelbo a hacer mención de la nececidad de una matade­ro público en Yarima para que pueda poner pesa todo el que le proboque y se acabe el monopolio. Buelbo a mencionar de la nececidad de una sucursal de la Caja Agraria y aorro en Yarima", escribía un campesino53.

52. La mayoría de las cuales no fueron publicadas por los errores de ortografía pero para felici­dad del historiador se conservan en el archivo del periódico. En las notas siguientes se conserva la grafía original.

53. Carta de Roque Monsalve A. a Eí Trópico, enero 5 de 1970.

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Los maestros también se identificaron con el periódico y lo aprovecharon para sus denuncias. Ante la cancelación anunciada de la prima climática para los municipios aledaños, los maestros de Barrancabermeja, San Vicente, Puerto Wilches, Rionegro y Lebrija denunciaban en una carta a El Trópico:

¿Será posible que estas regiones santandereanas afectadas, hayan dejado de ser zonas de mal clima por decreto departamental? Cuando debían planear un justo y merecido sala­rio, sin ser forzosamente pedido. ¿Es esta la forma como el gobierno pretende mejorar la vida social, moral e intelectual del pueblo? Pues no sólo afecta a 786 maestros, sino a un gran número de familias como son las de estos54.

La gente sencilla de la cabecera también escribía para denunciar los males urba­nos. Algún habitante pobre del casco urbano se quejaba de la cantidad de mendigos que deambulaban por las calles, dormían en los andenes y aguantaban hambre. En ese sentido se propugnaba por un ancianato y un orfelinato para San Vicente, tanto como por lugares para dar de comer a los gamines55.

San Vicente vivía un proceso dialógico muy interesante. El Trópico había contri­buido a ello. Si era presa de la clase dirigente oficial se debía a que había tocado sensibilidades. El periódico de alguna manera era expresión viva de una generación sin espacio. Por ello Benjamín Ardila Duarte, un joven intelectual liberal chucureño, no arremetió contra el periódico sino que por el contrario saludó la iniciativa, le reconoció su trabajo y estableció relaciones con sus directores:

Mis servicios, en su insignificancia, han estado dedicados a la prensa y a la cátedra en donde he podido decir muchas verdades amargas sobre el subdesarrollo de Santander, el abandono de sus regiones mártires y la tarea de la juventud que se levanta. En las posicio­nes que se me han otorgado, en la medida de mis fuerzas, he luchado por los campesinos que son la esperanza de la patria y por San Vicente que es la esperanza de Santander. Los felicito por haber despertado el interés por las cosas de la patria y les agradezco las nobles referencias a mi nombre, vinculado a la lucha por el liberalismo, por el campesinado y por San Vicente56.

El populismo cumplía funciones a todo nivel: impulsar el desarrollo local, librarlo de la intromisión de los corruptos, integrar la población a la deliberación de lo público y a los bienes de la sociedad. Nacía como expresión de pequeñas burguesías y en ese sentido abogaba por la democratización del crédito, por un estímulo a la organización cooperativa de los gremios. San Vicente vivía una época de bonanza y organizar los caficultores, los cacaoteros y demás agricultores en cooperativas era uno de los obje­tivos de El Trópico51. De ahí el siguiente texto de uno de sus editores:

San Vicente de Chucurí es el primer productor de cacao en la nación, primero de café en el departamento, primero en ganadería en Santander y que tiene una población que llega a los sesenta mil habitantes. Es de justicia que aunque sea tenga los servicios más impor­tantes como en todo municipio, que son: hospital, buenas vías de comunicación y cole-

54. Del archivo de El Trópico. 55. Carta de Roque M. C. R. al director de El Trópico, septiembre 8 de 1969. 56. Carta de Benjamín Ardila Duarte al director de El Trópico, agosto 20 de 1969. 57. Eran los temas sobre los cuales escribía en su columna "Tema Libre" Jaime Ramírez.

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Foto Ne 2. El Trópico

gios; porque para eso este pueblo da rentas y nosotros los habitantes pagamos los im­puestos que nos exigen./ Al progresar San Vicente de Chucurí, vamos a ganar todos los habitantes de esta tierra, ya que tendremos comodidades y por lógica mejor standard de vida./ Las obras que se han exigido en Eí Trópico no son una necedad, sino una NECESIDAD social58.

La economía agrícola en crecimiento requería organicidad. Y para ello era nece­sario apelar a lo popular ya que de manera conjunta con el pueblo los pequeños bur­gueses podían legitimarse al tiempo que redimirse. A través de la actividad del perió­dico se vivían también procesos de sociabilización y civilización. Actuaba como sitio de reunión, tenía sede y papelería propia. Además, era un lugar en el cual se convo­caban eventos sociales. Razón por la cual el oficialismo del Frente Nacional se sintió afectado. La gente de El Trópico no estaba dispuesta a continuar la dinámica que favorecía a los caciques del bipartidismo oficial. Prefirieron el reto de competir con Vanguardia Liberal, con los emerrelistas que ahora gobernaban el Departamento e in­cluso con el doctor Alfonso Gómez Gómez. Así, el contraataque del Directorio Libe­ral de San Vicente no se hizo esperar. Hicieron circular volantes que explicaban la

58. El Trópico, marzo 23 de 1969, p. 4.

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conducta histórica de ese partido y su relación con el progreso regional. Uno de éstos, pregonaba:

Las Directivas Liberales del Municipio han venido guardando silencio ante las injustas campañas de difamación contra las autoridades municipales, no por claudicar de los compromisos inherentes a sus atribuciones de aplaudir o criticar a éstos, sino porque estamos convencidos de que la nómina directiva del mencionado periódico no está respaldada por las gentes que han hecho el progreso en el pasado, lo están haciendo en el presente y son las esperanzas del futuro [...]. Que si lo que persiguen los directivos del periódico es debilitar al liberalismo chucureño o dividirlo, están totalmente equivoca­dos, porque este aguerrido liberalismo chucureño trabajador y sufrido, sabe desde hace muchos años quiénes son sus jefes y no han olvidado cuántos han sido sus padecimientos y persecuciones, cuando EL PARTIDO LIBERAL se ha dividido y las minorías han asumido el poder59.

El Trópico propiciaba la existencia de esa otra voz. Sin embargo, no fue precisa­mente el periódico quien respondió. Una voz campesina manifestó:

En vista de la labor que está decempeñando el trópico, que está luchando por el mejora­miento integral de la comunidad chucureña, no me explico el porqué el Directorio le hace mala atmósfera a esa organización periodística y la critica tan inicuamente que ese periódico se inició a raíz de una columna del Espectador y muchas cosas difamables, parece que es enbidia de ver que ellos tantos años en San Vicente y no tubieron esa iniciatiba. Adelante con el trópico queridos amigos, no prestéis hoidos a eso de que dicen en su manifiesto que el trópico quiere desbirtuar o dibidir el partido liberal; ellos ven que se aproxima el debate y ya encontraron como hacerle la guerra al trópico, ¿por­que no inbentaron ellos otro periódico para que tumben el trópico y se les acabe la enbidia? pues son viejos de vivir en San Vicente y podían hacerlo lia que no lo han echo, no desmallen ni un solo instante tened precente la tenacidad del doctor Galbis Galvis que ni en tiempos de la lucha fratricida se dejo arredrar, y hace 50 años ya no está en Colombia y ciempre está Vanguardia en rotación en todo el departamento, haced voso­tros lo mismo que con el correr del tiempo el trópico se impone en todo San Vicente i en toda esta región60.

Los manifiestos liberales oficialistas fueron emitidos cuando el periódico empeza­ba a suscitar la adhesión de los pobladores, momento en el que su cuestionamiento al discurso establecido comenzó a desestabilizar a la élite local. Como lo dijo después Jaime Ramírez: "No sin pocos dolores de cabeza; de resistencia de parte de aquellos a quienes nadie les había sacado a la luz pública tantos errores continuados y promesas incumplidas..."61. De esta manera se expresaban las dos culturas: la de los dominantes y la de los subalternos que tenía ya conciencia para la conquista del poder regional. La gente de El Trópico había llegado a tal grado de organización que fungían como una sociabilidad política con identidad propia. Al final de aquel año, los lectores del

59. "Manifiesto Número Uno del Directorio Liberal de San Vicente", hoja volante, San Vicen­te, septiembre 18 de 1969.

60. Carta de RAMA a El Trópico, octubre 13 de 1969. 61. Carta enviada por Jaime Ramírez al director de Eí Espectador, San Vicente, agosto 20 de

1969. Del Archivo de El Trópico.

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periódico recibieron como presente una tarjeta con los siguientes contenidos: "Su colaboración en 1969, nos ha estimulado para seguir en nuestra meta de buscar un SAN VIGENTE mejor para todos. Al desearle FELIZ NAVIDAD Y FECUNDO AÑO NUEVO, aspi­ramos a seguir contando con su amable ayuda. San Vicente, (S.) Colombia, diciembre 1969-1970"62.

Eí Trópico y la gente que lo impulsaba sirven de modelo para entender la aplica­ción del populismo en una región concreta. El populismo como propulsor, como fac­tor dinamizador e integrador de la economía; como agente de incorporación de amplios sectores de la población a la deliberación y resolución de sus propios proble­mas. El populismo de Eí Trópico entra en escena en un momento de crisis de los partidos tradicionales, en particular del Partido Liberal como agente del progreso que le había caracterizado. Realmente los editores del periódico tenían una con­ciencia social clara y definida. Pero también tenían conciencia de vivir en una región rica en recursos naturales. Sabían de la explotación del petróleo en sus pa­tios y eso les animaba a radicalizar sus intervenciones; y sobre todo eran conscientes de que en su zona se libraban los más duros enfrentamientos entre las guerrillas y el ejército. No podían por ello ser inferiores al contexto que los rodeaba. La genera­ción, carente de un espacio político, impulsaba el periódico porque se sentían lla­mados a salvar la región.

El Departamento de Santander y, particularmente, el municipio de San Vicente están necesitando una nueva clase dirigente. No es posible que mientras toda la república busca su destino en la juventud capacitada y en los cuadros batalladores, esta tierra no destituya a los jefes ineptos y de paso a los nuevos capitanes de la comunidad y los partidos. /Es muy difícil el desarrollo económico, tener servicios públicos, construir vías con apoyo estatal si los encargados de la figuración se dedican a la pereza y al ocio político y parlamentario. Hay congresistas que han asistido más de 10 años, con pausas módicas, al Parlamento de la República y jamás su voz se ha hecho oír contra tantas injusticias, contra las decisiones que se toman contra Santander y contra los oprimidos63.

Los editores del periódico se dirigían al campesino como asertivo destinatario de sus proclamas, y sentían que su llamado había tenido eco. Así escribía Jaime Ramírez en su columna:

Loado sea Dios que nuestros sentimientos de servir a San Vicente van siendo atendidos por quienes deseábamos lo hicieran: nuestros campesinos [...]. Esa, la percepción que nos llena a los directivos de este quincenario al sabernos recompensados en la misión que nos forjamos desde un comienzo, pues vemos que día a día nuestros campesinos, nuestros conciudadanos, van haciendo utilización de El Trópico para explicar sus éxitos en sus arduas labores que en sus campiñas realizan para un mejor nivel de vida, así como reclamar lo que se les está dejando de dar, lo que por justicia merecen. ¡El Trópico invita cordialmente a todos los campesinos chucureños a seguirlo haciendo así, porque expo­niendo sus necesidades, haciendo conocer de la pujanza de su laboreo, algún día, obten­drán aunque sea una pequeña colaboración de nuestros gobernantes y de la sociedad entera. / De nuestra parte, las páginas de El Trópico están abiertas a ellos, y nuestras

62. Del archivo de El Trópico. 63. El Trópico, julio 20 de 1969, p. 2.

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Brigadas Cívico-Sociales, aunque sea una vez al mes, estarán en las veredas para calmar un poco el dolor físico que por doquier se ve en nuestros campos64.

De tal forma, el populismo aglutinaba, equilibraba, organizaba deselitizaba la so­ciedad en los pueblos. Era su cámara de oxígeno. Era el vehículo esencial para movi­lizar las masas, educarlas, aprehenderlas y aplicarlas al ejercicio de la democracia. Sus líderes estaban allí para que se construyeran o mejoraran los caminos que pon­drían al pueblo en contacto con la civilización. En aquello en que los políticos tradi­cionales fallaban, emergía el líder populista que se veía en pronta obligación de vin­cularse a alguna comente populista nacional para ser más escuchado y contar con un mayor respaldo. Por ello, el populismo en Colombia, desde los tiempos del primer Gai­tán, el de los años treinta, había acompañado el progreso de los municipios. No sim­plemente porque los partidos tradicionales no lo hicieran, sino porque el populismo intervino en un momento de crisis del bipartidismo, en un momento de agotamiento del sistema. Que se radicalice el populismo a la izquierda o a la derecha es cuestión de coyuntura histórica y de conciencia social de sus dirigentes. Los líderes populistas son intrépidos, cuando se creía que les era suficiente con el equilibrio social, el mismo proceso los desbordaba. Ramírez y su gente querían la redención social de manera inmediata, consideran al bipartidismo lento, su disidencia liberal había sido sometida. Ahora en el horizonte sólo divisaban a la ANAPO.

Foto Ne 3. Jaime Ramírez en una de las brigadas cívico-sociales

64. El Trópico, mayo 11 de 1969, p. 4-

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