Capítulo 1 ANTECEDENTES...

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Capítulo 1 ANTECEDENTES HISTORICOS LA VENEZUELA DE LOS AÑOS TREINTA Arruinada por las guerras civiles, los regímenes despóticos, el peculado, la malaria, el latifundio y otros males no menos graves en el orden político, económico y social, la Venezuela que precedió a la creación del Banco Central presentábase en el panorama mun- dial como uno de los países más atrasados de la América Latina. Existía, indudablemente, la perspectiva favorable del petróleo, pero los mercados no se habían desarrollado como ahora; las técnicas de exploración y explotación eran más primitivas, las refinerías se habían instalado fuera del país, y las percepciones que recibía la nación por este concepto eran relativamente limitadas, ya que no se contaba con un régimen fiscal adecuado. No se había promulga- do la Ley de Impuesto sobre la Renta ni existía una tributación uniforme en materia de hidrocarburos, y todavía intereses privados podían adquirir jugosas regalías del negocio petrolero y aspiraban a consolidar este sistema en detrimento de las grandes mayorías. Además, el mundo había salido de una época de depresión durante la cual había descendido la demanda de combustibles y eran líml- radas las posibilidades de financiamiento que podían obtener las empresas petroleras para explotar los ricos yacimientos descubiertos en el país. Se habían debilitado, igualmente, los precios del café y del cacao, y la ganadería se encontraba en ruinas debido a las condiciones sanitarias prevalecientes en las zonas más propicias para esta actividad. La Venezuela de la época podía ubicarse sin temor a errores en la etapa que Rostow denomina sociedad tradicional, cuya estruc- 27

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Capítulo 1

ANTECEDENTES HISTORICOS

LA VENEZUELA DE LOS AÑOS TREINTA

Arruinada por las guerras civiles, los regímenes despóticos,el peculado, la malaria, el latifundio y otros males no menos gravesen el orden político, económico y social, la Venezuela que precedióa la creación del Banco Central presentábase en el panorama mun­dial como uno de los países más atrasados de la América Latina.Existía, indudablemente, la perspectiva favorable del petróleo, perolos mercados no se habían desarrollado como ahora; las técnicasde exploración y explotación eran más primitivas, las refinerías sehabían instalado fuera del país, y las percepciones que recibía lanación por este concepto eran relativamente limitadas, ya que nose contaba con un régimen fiscal adecuado. No se había promulga­do la Ley de Impuesto sobre la Renta ni existía una tributaciónuniforme en materia de hidrocarburos, y todavía intereses privadospodían adquirir jugosas regalías del negocio petrolero y aspirabana consolidar este sistema en detrimento de las grandes mayorías.Además, el mundo había salido de una época de depresión durantela cual había descendido la demanda de combustibles y eran líml­radas las posibilidades de financiamiento que podían obtener lasempresas petroleras para explotar los ricos yacimientos descubiertosen el país. Se habían debilitado, igualmente, los precios del caféy del cacao, y la ganadería se encontraba en ruinas debido a lascondiciones sanitarias prevalecientes en las zonas más propicias paraesta actividad.

La Venezuela de la época podía ubicarse sin temor a erroresen la etapa que Rostow denomina sociedad tradicional, cuya estruc-

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tura había alcanzado un grado elemental de desarrollo dentro defunciones de producci6n limitadas. 1 En el orden externo, el poderpolítico de las grandes potencias era proporcionalmente más eleva­do que ahora, raz6n por la cual las naciones j6venes se sentían pocoinclinadas a reclamar sus derechos. Por ello los tratados de comer­cio, en lugar de favorecer al país, lo perjudicaban. No existían, porsupuesto, ni la cooperaci6n financiera internacional ni las teorías dedesarrollo econ6mico, por lo menos en su forma actual. Casi lamitad de los países del mundo eran colonias de Francia, Inglaterray Holanda y la diplomacia de los fuertes para con los débiles sebasaba predominantemente en el bloqueo y los cañones." En elorden interno, era difícil precisar si el país acababa de salir de unadictadura que lo había arruinado o había entorpecido su progreso;o si, por el contrario, se trataba de un régimen despótico que lohabía unificado y había impuesto más de veinte años de paz a basede cárceles, destierros y sangre, bajo un real o aparente objetivopolítico de "unión, paz y trabajo". S610 la historia podrá juzgartales hechos, pero las cifras acerca del grado de desarrollo econ6mi­ca y social eran marcadamente dramáticas. He aquí algunos de losaspectos más resaltantes:

1. Machado G6mez, Alfredo, en un ensayo titulado "Consideraciones Gene­rales sobre el Desarrollo Econ6mico de Venezuela y la Política y Aerividades delBanco Central" recogido posteriormente en su obra Crisis 'Y Recuperacián (Caracas,1972), analiza las etapas de desarrolto econ6mico de Venezuela en base al esquemade Rostow para llegar a la conclusión de que el perlado antes citado correspondea la sociedad tradicional. Véase igualmente: Rostow W. W., Tb« Stages oi EconomicGrowth, Cambridge, 1961.

2. Con tales afirmaciones se ha querido hacer referencia a una conocida etapade la historia diplomática mundial (Gunboat Diplomacy), en la cual las potenciascolonialistas e imperialistas del siglo pasado y comienzos del presente, sallan dirimirsus problemas con los paises débiles a través de este sistema. Venezuela no fue unaexcepci6n al respecto. Posiblemente muchos de -los ciudadanos que participaron enel proceso de creaci6n del Banco Central tenían todavía presente la frase del GeneralCipriano Castro: "La planea insolente del extranjero ... " para referirse a la agresiónde que habla sido objeto nuestro país en el primer decenio del siglo XX, cuandonaves extranjeras en acci6n punitiva por el atraso en el pago de deudas, bloquearony atacaron nuestros principales puertos. Venezuela habla sido también objeto deuna agresi6n reciente por parte de Gran Bretaña, en confabulación -con las grandespotencias al ser despojada de la Guayana Esequiba. Esta etapa relativamente olvidadade nuestra historia ha sido revivida elocuentemente por Ram6n J. Velásquez en suobra lA Caida del LiberaliJmo Ji marillo (Caracas, 1973) . Véase igualmente: Hood,Miriam, Tb« G,mbotll Diplomac" 189~·1905, Londres, 1975.

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La población era de alrededor de tres millones de habitantes,de los cuales cerca del 75% vivía en zonas rurales y el 25% res­tante en centros poblados y zonas intermedias. Más del 70% delos pobladores del país eran analfabetas y se encontraban en Con­diciones económicas posiblemente más precarias que los margina­dos de la actualidad. Caracas, la capital de la República, no sobre­pasaba los 200.000 habitantes, y las demás ciudades de importancia,Maracaibo, Barquisimeto y Valencia, no alcanzaban a los 100.000.El paludismo azotaba a más del 50% de la superficie del país y a élse unían la fiebre amarilla, la anquilostomiasis y otras enfermedadesendémicas que hacían inhóspito el medio rural y los propios centrospoblados. El régimen de tenencia de la tierra era extraordinaria­mente injusto, aun cuando no tanto como el que prevalecía y aúnsubsiste en otros países de América Latina; pero como consecuenciadel latifundio, los bajos salarios, el sistema de conucos y la escasaproductividad de la agricultura de exportación y sus bajos precios,más de la mitad o quizás las tres cuartas partes del país no estabanincorporadas a lo que podría llamarse economía monetaria. En fin,haciendo abstracción de muchos otros problemas que sería largoenumerar, Venezuela era una especie de esquema característico deeconomía subdesarrollada, o más concretamente uno de esos prototi­pos de países atrasados que con tanta propiedad describen los autoresde hoy en día que estudian esta materia. En él estaban presentesel círculo vicioso de la pobreza, la ocupación disfrazada, el deterio­ro de la relación de intercambio, el analfabetismo, el aislamientoeconómico, el desempleo, el latifundio y la carencia de las máselementales facilidades de infraestructura. Un alto grado de sub­ordinación económica respecto a otras naciones, era también rasgocaracterístico de aquella Venezuela primitiva y empobrecida.

La escasez de medios de comunicación creaba, además, un serioproblema para estimular la producción industrial y explotar el mer­cado interno.. Los obstáculos para el intercambio eran de tal natu­raleza que en algunas zonas costaneras y fronterizas era más fre­cuente comerciar con el exterior que con el resto del país. Treso cuatro ferrocarriles obsoletos, de vía angosta y sin interconexiónalguna entre unos y otros, transportaban exiguos renglones agríco­las de los centros de producción a los de consumo. Las carreteraseran escasas, angostas y sólo existían dos tramos pavimentados,el de Caracas a Puerto Cabello y el de Caracas a La Guaira; lasdemás eran transitables adecuadamente sólo en la época de sequía,

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yal llegar el invierno muchas regiones del país quedaban aisladas.Por otra parte, no existían las más elementales facilidades portua­rias; s no se conocían empresas industriales de mediana significa­ción ni se había comenzado a operar el fenómeno de concentraciónde la población en las ciudades que era ya característico de otrospaíses de la América latina. Con respecto a la capacidad técnica,científica o empresarial del venezolano de la época, una frase delentonces Presidente de la República, General Eleazar López Con­treras, lo sintetizaba todo al afirmar que en Venezuela existía "cri­sis" de hombres.

Absurdo era pensar en la existencia de un mercado monetarioen aquella economía tan primitiva, donde los jornaleros agrícolasrecibían todavía sus sueldos en fichas y permanecían atados a latierra como los antiguos siervos feudales. Para 1936 y 1937 losagricultores de importancia manejaban todavía su dinero a travésde casas comerciales como Blohm, Boulton, Kolster y otras, algu­nas de las cuales financiaban cosechas, recibían depósitos y hastarealizaban transferencias de fondos como si se tratase de institucio­nes especializadas. Venezuela era, pues, un país esencialmente cam­pesino donde privaba en cierta forma la autarquía, donde pococirculaba el dinero y donde, por razones obvias, no podía existirese anhelado mercado monetario que, en opinión de algunos ex­pertos extranjeros, era imprescindible para la creación del BancoCentral.

las instituciones financieras no podían ser más que un fielreflejo de lo que se registraba en el campo de la producción y enel orden social. Para 1940, es decir, cuando inició sus operaciones

.el Banco Central de Venezuela, existían en el país once bancos

3. Las limitaciones en materia de infraestructura y el grado de subordinaci6neconómica en que se encontraba el país respecto a otras naciones, se ponía de re­lieve; entre otros aspectos, por el hecho de que el Puerto de La Guaira estaba enpoder de intereses británicos, como resultado de negociaciones que se hablan reali­zado para construir las obras portuarias existentes. Si a ello se agrega que durantemuchos años las rentas aduaneras permanecieron hipotecadas a favor de tercerospaíses para responder al pago de obligaciones contraídas, bien podría concluirse queen Venezuela intereses foráneos no sólo controlaban las operaciones de nuestroprincipal puerto, sino también las recaudaciones aduaneras. Para poner fin a estasituación, el gobierno del General Juan Vicente Gómez canceló la deuda públicaexterna y el gobierno del. General López Contreras nacionalizó la Corporación delPuerto de La Guaira.

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comerciales ~ con un total de once sucursales y vernncuatro agen­cias. El circulante monetario en poder del público se situaba enun promedio anual de alrededor de los trescientos millones de bo­lívares y los depósitos de la banca comercial en cerca de doscientosmillones de bolívares; el capital y reservas de la banca privada erande menos de ochenta millones de bolívares, y los ingresos de di­visas del país sólo en 1944 llegaron a alcanzar la respetable sumade cien millones de dólares. Por su parte, la gestión fiscal, motorde la economía y de la expansión o contracción monetaria, se ca­racterizaba por ingresos que comenzaron a acercarse a los trescien­tos millones sólo en los últimos años más prósperos de la décadade los treinta. Se conocían, indudablemente, las compañías anóni­mas, las cuales eran reducidas y controladas como en la actualidadpor grupos familiares. Las pocas acciones que salían al mercado secompraban o se vendían en las esquinas de La Bolsa y San Fran­cisco, donde se colocaba además el dinero para hipotecas y se rea­lizaban las operaciones en inmuebles. Sólo siete años después deestablecido el Banco Central, inició sus operaciones la todavía in­cipiente Bolsa de Comercio de Caracas.

Profundizando un poco más en el marco institucional finan­ciero, por ser éste el ámbito dentro del cual habría de operar enel futuro el proyectado Banco Central de Venezuela, resulta opor­tuno destacar:

Pluralidad de Emisi6n

Como había sido característico en otros países que carecíande banco central, regía en Venezuela un sistema de pluralidad deemisión, mediante el cual algunos bancos comerciales podían emi-

4. En 1940 existía en el territorio de la República un total de 14 bancos,de los cuales 11 eran privados y 3 gubernamentales o semigubernamentales. De los11 bancos privados, 6 eran nacionales y 5 extranjeros. El capital de los bancos prí­vados era el siguiente: Banco de Venezuela, Bs. 24,0 millones; Banco de Maracaibo,Bs, 2,5 millones; Banco Caracas, Bs. 6,0 millones; Banco Comercial de Maracaibo,Bs, 2,0 millones; Royal Bank of Canada, Bs, 1,5 millones; National City Bank ofNew York, Bs, 2,0 millones; Banco Venezolano de Crédito, Bs. 6,0 millones; BancoMercantil y Agrícola, Bs, 8",0 millones; Banco Holandés Unido, Bs. 1,5 millones;London & South America Ltd., Bs. 1,0 millones; y Banco Alemán Antioqueño,Bs, 1,0 millones. Los bancos gubernamentales eran: el Banco Agrícola y Pecuario,el Banco Obrero y el Banco Industrial de Venezuela.

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tir sus propios billetes. La Ley de Bancos del 20 de julio de 1936(última en vigencia antes de la promulgación de la Ley de BancoCentral) establecía que la facultad de autorizar la emisión de bi­lletes de curso libre "con suficientes seguridades para su reintegroa la par, a la vista y al portador" correspondía a la Nación, li lacual podía conferir permiso para ese propósito sólo a bancos na­cionales que, además de estar constituidos con carácter de compa­ñías anónimas, se establecieran con arreglo a las leyes del país ytuviesen un capital constituido por monedas de oro de curso legal.Por otra paree, sus acciones deberían ser nominativas y no menosde las dos terceras partes del capital deberían pertenecer a personasnaturales o jurídicas residenciadas en Venezuela. Tales bancos po­drían ser autorizados para emitir billetes hasta por el doble de sucapital enterado en caja. 6 Se contemplaba, además, que el total debilletes pudiese estar respaldado parcialmente por moneda de cursolegal o por activos exigibles a la vista en plazo menor de 30 días;pero, en todo caso, la existencia de oro acuñado en caja deberíarepresentar una tercera parte por lo menos de la emisión. Esta re­serva podía disminuir en la medida en que se retirasen billetes dela circulación, siempre que los mismos no figurasen en las cuentasde caja como efectivo. El Ejecutivo Federal se reservaba igualmentela posibilidad de fijar una cuota en efectivo mayor que la anterior­mente señalada y, cuando lo juzgase conveniente, podía autorizarla emisión de billetes hasta por el triple de su capital, e inclusofuera de los límites establecidos, siempre y cuando se tomasen otrasprevisiones de caja.

Los billetes emitidos deberían representar el valor de las mo­nedas nacionales o de sus múltiplos, pero el mayor monto no podíaexceder de mil bolívares ni el menor de diez bolívares. 7 Por lodemás, la Ley reglamentaba suficientemente lo concerniente a losbancos de emisión, a los cuales dedicaba un extenso articulado,previéndose todo lo relativo a las características de las emisiones,incluyendo lineamientos acerca de los grabados, numeración, fir­mas, trámites que deberían realizarse en cada caso ante el GobiernoNacional y estableciéndose las prohibiciones a que estaban someti­dos los directores o gerentes de estos bancos. Dichos billetes no

,. Artículo 18 de la ya citada Ley de Bancos del 20 de ¡;"lio de 1936.6. Arrículo 24 efusa_m.7. Arrículo 26 e1ustl,m.

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eran de obligatorio recibo. 8 Los bancos de emisi6n estaban obliga­dos, sin embargo, a recibir y a canjear sus propios billetes en laoficina principal o en sus agencias, para lo cual se preveían inclusolas horas mínimas de caja que deberían dedicarse a este prop6sito.Por último, el permiso de emisi6n podía ser revocado en cualquiermomento por el Ejecutivo Federal cuando así la requiriesen los in­tereses generales de la nación, en cuyo caso se daría a los bancosun plazo prudencial para retirar sus emisiones.

Bancos Privados Emisores

Por los años de 1939 y 1940 circulaban en el país billetesemi­tidos por el Banco de Venezuela, Banco Venezolano de Crédito, Ban­co Mercantil y Agrícola, Banco de Maracaibo, Banco Comercial deMaracaibo y Banco Caracas. También el Banco Industrial de Ve­nezuela estaba autorizado por su Ley para emitir billetes, materiaque la Ley de Banco Agrícola y Pecuario no contemplaba en elcaso de esa Institución. El monto de las emisiones que circulabanen el país se situaba en alrededor de 150 millones de bolívares,de los cuales 100 millones aproximadamente eran emitidos por elBanco de Venezuela, organizaci6n que tenía un capital de 12 mi-­llones de bolívares y mantenía en su poder. reservas para emisionesque alcanzaban a más de SO millones. Los demás institutos, conmenor capital y reservas, tenían proporcionalmente menores emi­siones. Así, el Banco Mercantil y Agrícola mantenía en circulaci6nsólo alrededor de 12 millones, el de Maracaibo 5 millones y elComercial de Maracaibo 4 millones.

8. Artículo 27 '¡flJllem. Conviene, ademés, hacer referencia a algunos comen­tarios del Dr. Alberto Adriani sobre esta importante materia: "Como dijimos arriba,tanto la Constiruci6n como la Ley de Bancos prohiben el curso forzoso del billetede banco. Pero una prohibici6n legal. s610 es efectiva si se realiza en la prActica.Ahora bien, de hecho cuando en una regi6n el billete de banco forma buena partedel numerario en circulaci6n y no existe ninguna Agencia del Banco Emisor, comosucede en esta región Andina en el caso de todos nuestros bancos de emisi6n, excep­to uno, el billete de banco circula como si fuera de obligatorio recibo. La personaque deba recibir un pago puede negarse, y en algunas veces lo hace al recibirlo enbilletes de banco, y la Ley le darA la razón. Pero en la mayoría de los casos el pagadorno dispone de otro numerario y el rehuso resulta inoficioso. Adriani Alberto. ''ElDilema de Nuestra Moneda y la Siruaci6n Econ6mica Venezolana", RUI;shI tl. Bo­_nlo N9 U, Agosto de 1939.

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Este sistema de errusron múltiple, a cargo de los bancos co­merciales y por delegación del gobierno, había estado en boga ennumerosos países donde contaba con apasionados defensores frentea la otra modalidad que prevalecía, cual era la de reservar laemisión a los propios gobiernos, generalmente a través de sus te­sorerías. Se aducía que en este último caso los gobernantes podíanemitir billetes de acuerdo con necesidades fiscales, políticas e in­cluso militares y no con criterio estriaamente monetario, con locual los peligros de inflación estaban siempre latentes. En cambio,la emisión delegada a un selecto número de bancos privados con­taba siempre con el respaldo metálico adecuado, con la reglamen­tación de las leyes y con la siempre presente supervisión guber­namental. Para la época que hemos venido considerando, ya laemisión múltiple se encontraba totalmente superada y había cedidopaso a la centralizada o, para ser más exactos, a la creación debancos centrales. En efecto, el sistema de emisión múltiple plan­teaba el problema de que las reservas se diluían, perdían su efi­ciencia y posibilidades de rápida movilización. Además, existía elpeligro de que en aquellos momentos en que el sistema bancariocontase con mayor provisión de oro podían proliferar las emisionesde billetes, influidas siempre por la competencia entre los bancospara imponer y consolidar su prestigio o para realizar mayores be­neficios. La objeción fundamental al sistema de pluralidad de emi­siones radicaba, no obstante, en la falta de una autoridad centralque ajustase las mismas a las necesidades efectivas del mercadomonetario y que controlase el circulante, ya que los bancos privadosal cumplir los requisitos mínimos legales podían lanzar a la circu­lación cuantos billetes quisiesen, creando una anárquica competenciaentre unos y otros que podía distorsionar el sistema económico.

Convenio Tinaco y Régimen Cambiario

Las operaciones cambiarías se canalizaban preferentemente através del Banco de Venezuela y se reglamentaban por el llamadoConvenio Tinaco, celebrado en 1934 con motivo de la devaluacióndel dólar de los Estados Unidos. Según este Convenio el GobiernoNacional se comprometía a adquirir a través del citado Banco lasdivisas que tuviesen que vender las compañías petroleras al preciode Bs. 3,90 por dólar, siempre que el total de dólares provenientes

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de la exportación de café y de cacao, sumado al que adquiriese delas empresas petroleras, no excediera de las demandas del mercado.En 1937 experimenta una revaluación el bolívar, y el tipo de com­pra del dólar se establece en Bs. 3,09, fijándose un tipo de ventade Bs. 3,17 por dólar, además de un subsidio compensatorio paralas exportaciones de café y cacao. Existía, igualmente, una JuntaNacional Centralizadora de Cambios, la cual fue suprimida porDecreto de fecha 15 de octubre de 1940, absorbiendo sus funciones,según el mismo Decreto, el propio Banco Central de Venezuela.

Arraigada Tradición Respecto al Oro

Prevalecía en el país la más arraigada tradición con respectoal oro y al patrón oro, del cual se afirmaba tenía bases constitucio­nales." La Ley de Monedas del 24 de junio de 1918 establecía, comola derogada en 1974, que nuestra unidad monetaria era el bolívaroro, el cual equivalía a doscientos noventa mil trescientas veintitrésmillonésimas de gramo de oro fino (Gr. 0.290.323). La paridadde nuestro signo monetario con respecto al dólar devaluado en 1934era de Bs. 3,061 y las reservas áureas de los bancos comerciales paragarantizar la convertibilidad de sus billetes alcanzaba a cerca denoventa millones de bolívares. Se creía como dogma fundamentalen la libre transferencia de oro y en el libre .juego de los "goldpoínts'', todo ello a pesar de que el sistema de patrón oro habíaexperimentado un fuerte colapso. Se tenía poca confianza en labanca y se atesoraba el oro y la plata como en las economías másprimitivas, siempre ante el temor de las guerras civiles, las confis­caciones y, muy especialmente, las crisis que podía experimentar elsistema bancario, frecuentes en algunos países del mundo para losaños de la década de los treinta.

Regímenes Autocráticos, Economía Liberal

El Estado no tenía facultad constitucional para intervenir enla actividad económica consagrándose, por lo tanto, un régimen esen-

9. Véase, por ejemplo: Pérez Dupuy, H., lA VHtÚIl 'J la ExPeritlflCÍtl Bco­nómica, Buenos Aires, 1948. Adriani, Alberto, "La Crisis de los Cambios y Nos­otros". Rev;Sla de Pomenlo N9 15, 1939. Mayobre, José Antonio, "La Paridad delBoHvar".Rev;shl de Hac;efIIÚ NQ 17, diciembre 1944.

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cialrnente liberal que por lo demás privaba en la mentalidad de loshombres e instituciones de la época. Naturalmente, las Constitucio­nes eran poco respetadas, pero estos principios servían de lineamien­tos a los gobernantes autócratas, quienes los acataban fielmente. Porello, la intervención gubernamental en materia' monetaria y cam- .biaria, además de legalmente discutible, era mal vista y consideradacomo una intromisión innecesaria del Estado. No se tenía idea exactade lo que era un banco central y se aducía que los que se habíancreado en América Latina habían demostrado ser inoperantes paraenfrentarse a la crisis del oro, cuando en realidad lo que había fra­casado era el propio régimen de patrón oro y no los bancos centrales.

Banco de Venezuela, Auxiliar de la Tesorería

Finalmente, según Convenio celebrado con él Ejecutivo Fede­ral en 1920, renovado posteriormente en 1930, el Banco de Vene­zuela desempefiaba las funciones de Banco Auxiliar de la Tesorería,autorizándosele, por lo tantn.para recaudar impuestos previa liqui­dación de los mismos por parte de funcionarios fiscales y para rea­lizar los pagos correspondientes a la ejecución presupuestaria en todoel territorio de la República. El Banco de Venezuela realizaba, enconsecuencia, importantísimas funciones como banquero del Go­bierno, ya que además de las que le sefialaba el Convenio Tinocoen materia cambiaria, servía de "Agente Fiscal" y de "Agente Fi­nanciero". Igualmente, según el 'contrato celebrado con el GobiernoNacional, el Instituto se comprometía a procurar la regulación de lacirculación monetaria de acuerdo con los principios del patrón oro.

LA IDEA DE CREAR UN BANCO CENTRAL:ADVERSARIOS' y DEFENSORES

. En 1931 el joven economista Alberto Adriani, en un artículotitulado "La Crisis de los Cambios y Nosotros", analizaba la'conse­cuencia que para Venezuela había tenido la depresión que afectabaentonces a la economía mundial, y al referirse a la actuación queen aquella oportunidad llevaban a cabo IQs bancos centrales en otrospaíses; así como a la ausencia de un instituto de esta naturaleza enel nuestro, anotaba:

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"Un banco central de emisión para el cual se aprovechara nues­tra propia experiencia y la de otros países y que siguiera losmejores modelos, podrá dar mayor solidez y al mismo tiempomayor flexibilidad a nuestro sistema monetario, y permitir launidad y la efectividad del control sobre la tasa de descuentoy de nuestro cambio". 10

En el plano internacional, la literatura económica prevalecientedestacaba la existencia de dos corrientes de opinión respecto a lacreación de nuevos bancos centrales: 11 una, más generalizada yoptimista, tendiente a exaltar las ventajas de estas instituciones y aestimular su creaci6n en los países que carecían de ellos; y, otra, detipo tradicionalista, según la cual los bancos centrales eran s610 úti­les en economías con mercados monetarios desarrollados y que, porlo tanto, no "eran universalmente necesarios".

Según opini6n de don Jesús María Herrera Mendoza, 12 la ideade crear un banco central se había hecho sentir en Venezuela desdehacía muchos años, pero no empezó a discutirse sino a partir de lamuerte de Gómez, con motivo de los profundos cambios políticos,económicos y sociales que se esperaban como secuela del advenimien­to de un nuevo régimen de orientación democrática. Fue entoncescuando el nuevo Presidente de la República, General López Contre­ras, prometió modernizar las instituciones financieras y establecer unbanco central, como parte de su programa de gobierno presentadoen febrero de 1936. Sin embargo, durante esos mismos años tambiénse afirmaba que no existía necesidad de crear tal institución, puestoque se carecía de la presencia de un mercado monetario que lo jus­tificase y no se planteaba, como en otros países, la necesidad de quedicho banco prestase su auxilio crediticio al Gobierno. Los partidariosde esta corriente de opinión sustentaban que la nueva instituciónrespondía sólo a una concepción demagógica; al simple deseo decambiar por cambiar o innovar por innovar, o a la necesidad demonopolizar la emisión con finalidades de tipo fiscal para robus­tecer el poder político del Estado y debilitar y empobrecer a losparticulares. La corriente progresista, por el contrario, defendía ar­dorosamente la tesis del banco central por considerarlo una impos­tergable necesidad nacional.

10. Adriani, Alberto. Op. cit.11. Sayers R. S., C.",,.¡J 8_R;ng A/lH 811gllhol, Londres, 1957.12. Herrera Mendoza, J. M., Histori« tlll IlIs AcllkI,;onlls tkl 811'''0 Cllnl,J tÚ

Venezlle14 en SIIS tmmnos ocbo Mios tÚ flÍtÚ. 1940 a 1948. Caracas, 1960.

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Ya en la América Latina se habían constituido algunos bancoscentrales, presumiblemente acogiendo las recomendaciones formu­ladas en este sentido por la Convención Financiera Internacional deBruselas celebrada en el año de 1920. En efecto, además delBancode la República Oriental del Uruguay que se estableció en 1896siguiendo el ejemplo del Banco de Inglaterra, mucho antes 'por cierroque el propio Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos,existían en la América Latina los siguientes bancos centrales: elBanco Central de Reserva del Perú, fundado en 1922 y constituidocomo el del. Uruguay por un departamento bancario y un departa­mento de emisión; el Banco de la República de Colombia estable­cido en 1923; el Banco Central de Chile, el Banco de México y elBanco Central de Guatemala, fundados en 1925; el Banco Centralde Bolivia en 1929, y el Banco Central de El Salvador y el BancoCentral de la República Argentina en 1934 y 1935, respectiva-mente. 13 . .

Con excepción del Banco de la República Oriental del Uruguayque, a pesar de haberse creado tomando el ejemplo del Banco deInglaterra, .fue al parecer uno de los primeros bancos centrales per­tenecientes al Estado, los demás institutos establecidos en la Amé­rica Latina eran organizaciones semipúblicas, constituidas general­mente con capital mixto del Estado, la banca y los particulares.Según criterio de quienes han historiado el inicio y evolución deestos bancos, influyó decisivamente en su creación una misión nor­teamericana presidida por un experto de nombre Edwin Kemmerer,profesor de Economía y Finanzas de la Universidad de Princeton,reputado para la época como destacado conocedor de la materia.Kemmerer asesoró en el establecimiento del Banco de la Repúblicade Colombia y en casi todo el proceso de reorganización que expe­rimentaron en la década de los años veinte algunos bancos centralesde América Latina. 14 En el caso de Argentina es reconocida la cola­boración prestada por Sir Otto Niemeyer, alto funcionario del Banco

13. Tamagna, Frank. La Benc« Central en América Latina. CEMlA, México,1%3.

14. Se ha creído oportuno señalar, además, que el rrofesor Edwin Kemmerer(1875-1945) fue un destacado economista norteamericano nacido en Scranton, Penn­sylvania y educado en Cornell, donde obtuvo..el grado de Ph D. en 1903. Fue Profe­sor. de varias universidades, entre ellas las de Purdue, CornelI y Princeton, y tuvodestacada actuación como Consejero del Gobierno de los Estados Unidos, el cual le

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de Inglaterra, quien colaboró en la creación del Banco Central deese país, mediante la transformación de la Antigua Caja de Conver­sión que conjuntamente con el Banco de la Nación venían funcio­nando como una especie de departamento de emisión y un departa­mento bancario respectivamente. u Se atribuye a influencia de otroeconomista británico la constitución del Banco de El Salvador; y,por último, al economista Hermann Max el asesoramiento corres­pondiente al Banco Central de Costa Rica y al Banco Central deVenezuela. El doctor Max fue persona íntimamente ligada a Vene­zuela; así lo demuestran, por lo menos, los distintos artículos y opi­niones que emitió respecto a nuestro sistema financiero. Contraria­mente a lo que sucedió en otros países latinoamericanos donde losbancos centrales confrontaron problemas con regímenes autocráti­cos, el nuestro contó siempre con la simpatía y el respaldo guberna­mentales y sus tropiezos iniciales fueron más bien con el sector pri­vado que alegaba su carácter injustificado y su no constitucionalidad.De todos los bancos centrales a que se ha hecho referencia, sólo elde México se encontraba previsto desde 1917 como mandato cons­rirucional " y, según las evidencias existentes, fue uno de los pocosque se estableció en forma más o menos autónoma, en el sentido deque no contó con la intervención o lineamientos trazados por misio­nes extranjeras.

En la década de los años treinta, con motivo de la desaparicióndel patrón oro y la gran depresión universal, los bancos centralesexperimentaron un robustecimiento apreciable y consolidaron su

encomendó numerosas misiones en el exterior. Es autor de distintos trabajos, entreellos los siguientes, citados en la literatura económica: Money a1llJ Credil I,Hlrumenllin T he;r Relation so General Prices (1907; Sessonal VarialÍon in tbe Relalivl! DI.manJ lar Money and Capilal (1910); Modern CurreNcy Relorms (1916); Th«A B C 01 Ihe Federal ReSI!f'VII Syslem (1918).

1~. Sir Orto Niemeyer fue Gobernador del Banco de Inglaterra a principiosde la década de 1930 y su Informe sobre la creación del Banco Central de la Re­pública Argentina es comunmente citado como una contribución significativa a laliteratura sobre banca central. Véase, por ejemplo, Prados Arrarte J. Bl Banco C,n­tral de la Repúb/ic" Argentin". Trabajo incluido como un anexo en la obra de M. H.de Kock. Banca Central. Tercera Edición Fondo de Cultura Económica. México.Véase igualmente Herrera Mendoza J. M. Obra citada, e Informe d, J¡, Misió"Egaña-Beinl!f'.Lope·Bello. Revista de Fomento . Número Extraordinario A.

16. Marrínez Ostos, Raúl. El Banco de México 1925·1946. Trabajo incluidoigualmente como anexo en la ya citada obra de de Kock.

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autoridad y prestigio. En los días felices o aparentemente felices delpatrón oro, los institutos emisores tenían en realidad poca influen­cia sobre el sistema económico, ya que la regulación monetaria serealizaba, por lo menos en teoría, automática o casi automáticamen­te. El oro, según expresiones de la época, constituía la sangre delsistema financiero, y su transferencia, aunada a la libertad irrestrictade comercio que se propiciaba, permitía llevar a cabo en forma sen­cilla todas las complicadas operaciones que para ejercer el controlmonetario corresponden hoy en día al banco central. Por razonesque son de todos conocidas, la primera guerra mundial golpeó fuer­temente la tradición del oro. Hubo un resurgimiento en su favordurante los años de 1925 y 1926, pero la depresión universal acabóen forma definitiva con el sistema. En 1931 Inglaterra abandonó elpatrón oro y dejó que la libra fluctuase en torno al dólar. En 1933y 1934 Estados Unidos confronta serios trastornos financieros y enfebrero de ese último año se realiza la conocida devaluación del dó­lar, al situar su paridad como la treintaicincoava parte del valor dela onza de oro fino. Posteriormente, en el período 1934 y 1936 surgeuna etapa de conciliación gradual de las restantes monedas del mun­do con el dólar, y en 1934 se celebra en nuestro país el llamadoConvenio Tinoca.

Tal era el panorama que en el plano mundial se presentabaantes de la creación de nuestro principal instituto emisor. Por consi­guiente, cuando en esos mismos años muere el General Juan VicenteGómez y comienzan a surgir en el país nuevas ideas en el campopolítico, económico y social, nada de raro tiene que se haya plan­teado la necesidad de creación de un banco central, especialmentecuando estas instituciones parecían estar de moda. En efecto, la caídadel patrón oro, la devaluación del dólar y de la libra esterlina, laquiebra y situaciones de apremio que vivieron los bancos norteame­ricanos eran situaciones conocidas en Venezuela, donde los bancosextranjeros habían presionado fuertemente a sus deudores para re­mesar fondos al exterior y contribuir al salvamento de su casas ma­trices. También en el campo interno habían surgido situaciones dedesconfianza con respecto a los bancos. Precisamente en los dos añosanteriores al establecimiento del Banco Central, el público se nega­ba a recibir los billetes emitidos por una conocida institución priva­da, en virtud de que se rumoraba que confrontaba dificultades detipo financiero.

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Aquella situación, aunada a una corriente de pensamiento queplanteaba en el plano mundial la necesidad de una mayor disciplinamonetaria para evitar que se repitiesen los infortunados sucesos ex­perimentados en Estados Unidos, hacía pensar en la banca centralcomo una especie de panacea capaz de garantizar la estabilidad mone­taria, la confianza en e! dinero y en la banca y la garantía de que nose repetiría la crisis" Por ello, cuando se sugirió la posibilidad decreación de un instituto de esta naturaleza y se dio difusión al pro­yecto a través del novedoso sistema que representaban la libertadde prensa y la libre discusión de las ideas, la posibilidad de consti­tuir el Banco Central de Venezuela se convirtió, como se ha dicho,en una especie de aspiración nacional. Esta idea fue cogiendo cuerpohasta aglutinar la conciencia del país en torno a la misma. Existían,naturalmente, quienes discrepaban; pero esos eran, en opinión popu­lar, los intereses creados, los dueños de! oro y de los bancos, losgomecistas o a quienes así se les llamaba y, en general, todos aque­llos que habían detentado las riquezas y el poder en la Nación. Enconsecuencia, no es aventurado afirmar que la creación de! BancoCentral y el debate que surgió en torno al mismo constituyeron laprimera manifestación o el surgimiento de una conciencia nacionalrespecto a la necesidad de contar con un Estado que protegiera a loseconómicamente débiles y que reglamentara la economía en favorde las grandes mayorías del país. Las Constituciones de la época,como anteriormente se comenta, estaban inspiradas en los más arrai­gados principios de libertad económica, descartándose en consecuen­cia la intervención del Estado, pero cuando se planteaban problemasde esta índole, la balanza de la justicia siempre se inclinaba a favorde los poderosos y en detrimento de los desposeídos.

En 1937 fue introducido al Congreso Nacional e! primer pro­yecto de Ley de Banco Central que se conoció en esa época degrandes transformaciones políticas. Dicho proyecto fue presentadopor varios parlamentarios, pero firmado en primer lugar por e!

17. Señalaba, por ejemplo, un artículo de la época: "Las principales ventajasque se aducen en favor de la actuación de los bancos centrales consisten en afirmarque para estos organismos no existe, si se hallan debidamente respaldados por elEstado, el peligro de quiebra, mientras que en el caso de la libre emisión puedequebrar cualquier banco y salir perjudicados, no tan sólo los clientes, sino tambiéntodas aquellas personas que en el momento de la quiebra posean billetes de dichobanco, aunque nunca hayan efectuado con él ninguna operación". Véase, "La Activi­dad Bancaria en Venezuela". Revista de Fomento NQ 10, Marzo de 1939.

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Dr. Julio Alvarado Silva, razón por la cual se le conoció y discutiócon el nombre de Proyecto Alvarado, todo ello sin prejuzgar acercade la mayor o menor participación que pudo tener este último ensu estudio y redacción. IR Al iniciarse la discusión sobre la materia,tanto a nivel del Congreso como del Poder Ejecutivo, el cual enúltima instancia tenía poder decisivo sobre su aprobación o impro­bación, se solicitó la opinión del Dr. Constantine Me Guire, quiense mostró poco receptivo, y contrario más bien a la idea de que enVenezuela se estableciera un banco central. Argumentaba que losbancos centrales habían surgido siempre como necesidades de ladeuda gubernamental a cuyo desarrollo estaban siempre histórica­mente ligados, y que al no existir en el país un mercado monetarioni un mercado de valores, la institución no podía influir significa­tivamente sobre la circulación monetaria o sobre el costo del di­nero. ll) Por último, formulaba algunas objeciones de tipo secun­dario al Proyecto Alvarado que, por 10 demás, había sido redactadoíntegramente por venezolanos, sin la intervención de técnicos o demisiones extranjeras y que, según respetadas opiniones, constituíaun inestimable aporte a la discusión e incluso a la propia solucióndel problema. Se conoció igualmente en esa época un segundo pro­yecto elaborado por el señor Henrique Pérez Dupuy, quien mani-

18. Acompañaban al Dr. Alvarado Silva en la presentación de este Proyectolos Diputados Ambrosio Oropeza, Enrique Arapé, Diego Godoy Troconis, CésarCarne]o, Carlos Rodríguez Rincones, Osear Veracoechea y Francisco Bereciartu,

19. Opinaba el ya citado experto que mientras no se tomara una serie demedidas de pol ítica económica tendientes al mejoramiento cuantitativo y cualitativode la población, no se hubiesen establecido facilidades de transporte ni otorgadocréditos a largo plazo para la formación de empresas nacionales, no debería pen­sarse en establecer un banco central. Para ello resultaba imprescindible, además,como condición previa, que el Gobierno con su ejemplo excitara a la Nación alahorro y que se practicasen las reformas legislativas necesarias para modernizar elsistema monetario y bancario, así como las finanzas públicas. Sin embargo, reco­mendaba algunas medidas alternativas. En primer lugar, proponía la creación de unConsejo Bancario Nacional, cuyo carácter sería de tipo consultivo y que se deberíareunir periódicamente para cruzar ideas sobre el desenvolvimiento de la banca y laeconomía en general. Dicho Consejo deberla estar constituido por siete miembros,tres de los cuales deberían ser banqueros, además de un representante de los in­tereses cafetaleros, otro de los demás intereses agrícolas, uno del comercio y otrode las industrias. Proponía, igualmente, la creación de una compañía de descuentocapaz de absorber parte de la cartera de los bancos cuando estos requiriesen aumen­tar su liquidez. Dicha compañía debería tener un capital suscrito fundamentalmentepor la banca y constituiría la base futura para la creación del banco central. Reoist«de Hacienda. Volumen 1II N9 5. Julio-Septiembre de 1937.

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festaba haberlo elaborado en base a la experiencia y conocirnrenrodel medio, así como a través de un examen minucioso de las leyesy la práctica que en materia de banca central prevalecía en otrospaíses. En opinión del distinguido banquero venezolano, un bancocentral podía ser muy útil o dañino, según la orientación legal quese le diese.

Mientras tanto, el General López Contreras continuaba firmeen su propósito de modernizar las instituciones financieras del paísy de establecer un banco central, tal como lo había prometido a laNación en su programa de gobierno presentado en febrero de 1936(Programa de Febrero), todo ello a pesar de la fuerte oposición delos sectores afectados y de las observaciones en el sentido de que enVenezuela no existían todavía las condiciones necesarias para esta­blecer una organización de ese tipo. Asimismo, en el Mensaje quepresentó al Congreso Nacional en 1938: ratificó una vez más elinterés de su gobierno en la creación de un instituto emisor, cuandoexpuso:

Una Misión fue enviada a los Estados Unidos y a diversospaíses de la América Latina, con el fin de realizar investiga­ciones de carácter financiero y, en especial, sobre la estructuray funcionamiento de los bancos centrales, institución ésta quepuede rendir al país beneficios ingentes si se le establece sobrebases adecuadas a su objeto y fundadas en los requerimientosy posibilidades nacionales, como es el firme propósito de migobierno".

Dicha Misión estuvo constituida por el doctor Manuel R. Egañay los señores Emilio Beiner y Xavier Lope Bello. Su informe' pre­sentado al Gobierno Nacional fue de apreciable interés y constituyóun aporte decisivo a la creación del Instituto. En su aparte finalconcluía expresando: "Si el presente trabajo contribuye al estable­cimiento del Banco Central de Venezuela y, por lo tanto, a la reali­zación de una de las más trascendentales promesas del señor Pre­sidente de la Repúbl ka, quedará en los suscritos la convicción dehaber cumplido labor de Patria". Del informe presentado por estaMisión surgió un tercer' proyecto de Ley que fue conocido con ladenominación de Proyecto Oficial, así como también ProyectoEgaña, quizá como reconocimiento a una de las personas que conmayor interés estimuló la creación del Banco Central a nivel téc­nico, empresarial y político.

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Finalmente, para poner aún más de relieve la situación queprevalecía en el país en la esfera monetaria y las dificultades quefue necesario afrontar para llevar a cabo la entonces "temeraria"idea de crear un banco central, se ha creído oportuno traer a co­lación el testimonio de un conocido político venezolano: nos refe­rimos al ex-Presidente Rómulo Betancourt, quien en artículos deprensa publicados durante los últimos años de la década de lostreinta, recopilados posteriormente en su obra Problemas Venezo­lanos, exponía:

"En materia bancaria, como en tantas otras, el reglmen go­mecista fue incapaz de ninguna preocupación progresista. Así,Venezuela pudo gozar del nada halagador privilegio de serel único país en el mundo donde existía la pluralidad debancos emisores, esto es, que estaban capacitados todos losbancos nacionales para emitir billetes a su nombre con sólocumplir determinados requisitos legales ... La tasa de interésde los préstamos agrícolas hipotecarios jamás se limitó, y elfamoso reinado teórico de la libre concurrencia se tradujo enlos hechos a la soberana posibilidad de la banca privada y delas casas comerciales semibancarias para prestar a tipos deinterés prácticamente ilimitados. La relación cambiaria entreel bolívar y las divisas extranjeras estuvo sometida al arbitriode los bancos y de las compañías extranjeras que aportabandólares y libras esterlinas en nuestro mercado de cambio. Así,la crisis cíclica iniciada con el pánico de 1929 en la Bolsa deNueva York nos encontró incapacitados para sortear el ven­daval. .. La particular agudeza con que repercutieron en Ve­nezuela los efectos de ese profundo colapso hizo sentir lanecesidad urgente de un organismo bancario central, capazde asumir en momentos críticos un papel director".

Más adelante agregaba:

"Mientras que toda la gente progresista de Venezuela respal­dó de inmediato la iniciativa gubernamental, los sectores quedesde la colonia vienen usufructuando y transformando enriqueza particular el malestar económico de las mayorías ve­nezolanas insurgió contra esa idea. Posiblemente no ha habidootra iniciativa progresista del Presidente López Conrreras que

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haya encontrado tan solapada y sistemática oposición como ladel Banco Central. !O

SINTESIS y DISCUSIONDE LOS PRIMEROS PROYECTOS

Vistos a la luz de hoy en día, nadie podría dudar de la bondadde los proyectos Alvarado Silva y Pérez Dupuy, los cuales, conalgunos ajustes, constituyeron la fuente básica de la Ley que endefinitiva fue aprobada. Ambos contaban con exposiciones de mo­tivos bastante explícitas, así como con un articulado preciso. As­pectos relevantes de estos proyectos, así como de las críticas queles fueron formuladas, se sintetizan a continuación:

Proyecto Alvarado Silva

Según el Proyecto Alvarado,21 el Instituto tendría la facultadde emitir billetes para ser canjeados por los que circulaban en elpaís, derivados del sistema plural de emisiones existente, así comopara adquirir oro y descontar o redescontar instrumentos de crédito.Su capital, se había previsto, debía ser de cuarenta millones debolívares, dividido en ochenta mil acciones de Bs. 500 cada una,las cuales se clasificarían en acciones clase A, clase B y clase C,para. ser adquiridas por el Gobierno, los bancos y los particulares.Correspondería al Gobierno adquirir una cantidad no menor delcincuenta y uno por ciento, ni mayor del setenta y cinco por cientode las acciones; hasta un veinticuatro y medio por ciento a la bancanacional y el resto a los particulares. Los bancos nacionales debe­rían comprar y mantener acciones en proporción a su capital yreservas, pero se establecían indirectamente limitaciones para losbancos extranjeros. Se acogía el sistema departamental, caracterís­tico del Banco de Inglaterra y establecido ya en algunas institucio­nes de América Latina, cuando se señalaba que el Banco Centralde Venezuela tendría tres departamentos que llevarían su conrabí-

20. Betancourr, Rómulo. Problemas Venezolanos, Editorial Futuro, Santiago,Chile, 1940.

21. Texto completo en la Revist« de Fomento N9 12, mayo de 1939.

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lidad por separado, los cuales serían los siguientes: Departamentode Emisión de Billetes y de Regulación del Cambio, Departamentode Operaciones Bancarias en General y Departamento de TesoreríaNacional.

La Administración estaría a cargo de una Junta Directiva in­tegrada por un Presidente y un Vicepresidente, quienes actuaríana la vez como Presidente y Vicepresidente del Banco, y de sieteDirectores designados así: Dos por las acciones clase A; uno porlas acciones clase B; uno por las acciones clase C; un representantede la industria agrícola; un representante de la industria pecuariay un representante de las Cámaras de Comercio y de la industriafabril. El Presidente del Banco sería designado por el GobiernoNacional de una terna presentada por la Asamblea de Accionistas.En cuanto a los objetivos del Instituto, además de los ya citadosrelacionados con la emisión de billetes, se señalaban los siguientes:a) regular el volumen del crédito y la circulación monetaria; b)centralizar las reservas bancarias; e) centralizar las reservas de oro;y, d) actuar como Cámara de Compensación. Para que la nuevainstitución cumpliera con sus finalidades específicas, se establecíaque los bancos emisores que actuaban en el país entregarían al­Banco Central las reservas de oro que tenían como respaldo debilletes, previéndose que el saldo deudor para con el Banco Centralpor la sustitución de dichos billetes se cancelaría en un plazo decinco años.

Clasificábanse las operaciones en tres categorías, según se rea­lizasen con los bancos asociados, con los institutos de crédito dela Nación y con los bancos extranjeros u otros asociados que seestableciesen en el país. El Banco Central, se declaraba enfática­mente, sería el "Agente de la Tesorería Nacional y el órgano delGobierno para sus operaciones bancarias y financieras y para lacontratación de empréstitos externos e internos". Por último, unode sus aspectos más audaces y, por lo tanto, más combatidos, ra­dicaba en que en su artículo 50 autorizaba a la Institución paraconceder créditos al Gobierno a fin de cubrir deficiencias transito­rias de Tesorería, hasta por un plazo de un año y por un montono mayor del 25% de los ingresos fiscales con base en el cómputode los últimos tres años inmediatamente anteriores, siempre ycuando el monto de esas obligaciones no excediese del capital pa­gado del Banco. El Instituto podía igualmente adquirir valores delEstado.

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El Proyecto Alvarado fue objeto de duras críticas, entre ellaslas de Mc Guire, como anteriormente se expuso, basadas en elcriterio de que en Venezuela no estaban dadas las condiciones mí­nimas para establecer un banco central en vista de las limitacionesdel mercado monetario. Olvidaba el mismo experto que en otrospaíses se habían establecido instituciones de esta naturaleza sinmercado monetario que lo justificara, y que en el nuestro s610 sequería superar la etapa de emisiones múltiples y prever, además,el desarrollo monetario futuro, en una naci6n que comenzaba adespertar de largos años de letargo y de dictaduras para iniciar undesarrollo más avanzado en base a su explotación petrolera. Lla­maba poderosamente la atención de Mc Guire la previsi6n con­tenida en el artículo 13, mediante la cual se prohibía el traspasode acciones a gobiernos extranjeros y a personas que en una u otraforma fuesen agentes de dichos gobiernos. Sobre el particular aducíaque esta modalidad impedía la adquisici6n de acciones por los ban­cos extranjeros residenciados en Venezuela. Tal aspecto es quizásuno de los más avanzados del Proyecto en consideración, ya queen América Latina, la práctica de que el capital de los bancos cen­trales fuese adquirido en significativa proporción por la banca pri­vada, equivalía en última instancia al control del instituto emisorpor los bancos extranjeros que eran los más prominentes. Por ello,cuando años después un gobernante de la República Argentinanacionaliz6 el Banco Central, 22 con criterio ir6nico o quizá reflexi­vo, expres6 en su discurso cuando así lo anunci6 al país, que na­cionalizar un banco de esta naturaleza equivalía en la práctica a"algo así como a nacionalizar el propio Gobierno".

Otros expertos señalaban que el Proyecto Alvarado tenía "de­masiada o quizás excesiva amplitud". Veamos, por ejemplo, lo quedecía uno de ellos al referirse al artículo 37, dónde se autorizabaal instituto a emitir billetes para los fines específicos a que se hahecho referencia:

"Ello representaba naturalmente una potencialidad inflacionis­ta por dos conceptos: en primer lugar porque si no fija límiteal oro que necesita el banco, éste podrá emitir cantidades cre­cientes de billetes comprando metal amarillo; y en segundolugar, porque la facultad de emitir billetes para el descuento

22. Per6n,]. O., Discursos. Doctrina Peroniste, Buenos Aires 1954.

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y redescuento de instrumentos de crédito representa otro pe·ligro de impresión ilimitada de billetes". 23

Más adelante, refiriéndose al Banco Central como si fuese unainstitución privada que actuaba sólo con fines de lucro, o teníamotivaciones similares a las de los bancos comerciales que emitíanbilletes en plano de competencia con otros, el mismo comentaristaañadía:

"Ya hemos hecho notar en estos artículos que en diversasépocas ha habido en Venezuela un exceso de billetes, preciosamente porque también existía un exceso de oro y que debidoa las influencias contrapuestas de la moneda de papel y lamoneda de plata y las dificultades existentes para, la expansióndel crédito esta influencia no había tenido efectos muy des­favorables a la economía nacional, pero que precisamente ha­brá de evitar en el futuro situaciones semejantes en lugar defavorecerlas en el Estatuto legal del Banco Central". 24

Tales expresiones corroboran la afirmación ya expuesta de queel criterio que se tenía en Venezuela acerca de un banco centralera sumamente restringido. Se creía que el organismo era sólo uninstrumento para centralizar la emisión por razones de tipo fiscal,por un simple criterio estatista o por la necesidad de ofrecer mayorgarantía al público en el canje de sus billetes, pero en ningúnmomento se pensaba que la finalidad esencial era la de adecuar elcirculante a las necesidades efectivas de la economía. Otra objeciónal Proyecto Alvarado radicaba en la cuantía del capital, excesiva­mente elevado para un banco central en nuestro país. Las institu­ciones de esa naturaleza, como posteriormente se demostró, reque­rían sólo de aportes iniciales muy reducidos. Cuarenta millones debolívares representaba una cifra realmente fabulosa para la econo­mía de la época, aun cuando no es descartable la idea de que losproyectistas querían con ese sólido capital obtener la confianza delpúblico. Por último, se argumentaba que la institución no debíarealizar operaciones con el público, tal como se consagraba en elproyecto.

23. Vandellos, J. 11.. "La Actividad Bancaria en Venezuela", Revista de Fo­mento NQ 11, 1939.

24. Op. de.

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Proyecto Pérez Dupuy

El proyecto Pérez Dupuy 25 fijaba un capital de veinte millo­nes de bolívares en moneda de oro, dividido en dos mil accionesde Bs. 10.000 cada una, suscrito en proporciones iguales por elGobierno Nacional y la banca privada, descartándose enfáticamentea los bancos extranjeros, ya que las acciones sólo podrían ser sus­critas o adquiridas por venezolanos. Además, ningún banco, insti­tución, o persona natural o jurídica, podía ser accionista por unvalor nominal superior al 25 % suscrito por los bancos. La finali­dad de la institución se establecía claramente en el artículo 3Q enla siguiente forma: "El Banco tendrá por objeto: a) Concentrarreservas suficientes en oro para controlar o moderar las fluctuacio­nes del cambio, el crédito y las actividades comerciales, todo conel fin de mantener el valor íntegro y legal de la moneda; b') Re­gular el volumen del crédito y la consiguiente demanda del circu­lante, siempre con el fin de mantener estable el valor interno yexterno del bolívar; c) Promover y asegurar la mayor liquidez delcrédito y las inversiones bancarias; y d) Actuar como agente fi­nanciero y consejero del Gobierno Nacional en las operaciones decrédito y en la contratación y emisión de empréstitos públicos".

La administración estaría a cargo de una Junta Administradoracompuesta de un Presidente, un Vicepresidente y cinco Directores.Los dos primeros serían designados por el Gobierno Nacional deuna lista de cinco personas escogidas por la Asamblea, mientras quelos segundos serían electos por la Asamblea de Accionistas, con lalimitación de que de ellos uno debía ser un criador, otro un agri­cultor y otro un comerciante. El Banco mantendría en todo momentoen oro o divisas extranjeras una reserva para garantía de la emisión,equivalente como mínimo al 30% de sus billetes en circulación. Eloro debería hallarse libre de todo gravamen y pertenecer en pro­piedad al banco sin restricción alguna. El Banco podía realizar todaslas operaciones típicas de descuentos y redescuentos, materia que seencontraba muy bien reglamentada y estaba obligado en todo casoa cambiar sus billetes por barras de oro o divisas extranjeras en lascantidades mínimas que se establecían. Podía, igualmente, el Insti­tuto hacer adelantos por tiempo limitado al Gobierno Nacional paracubrir deficiencias transitorias del Presupuesto hasta por una canti-

25. Texto completo, Revista de Fomento N'? 12, mayo de 1939.

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dad que no excediese del 25 % de la renta nacional por año, toman­do como base el transcurso de los tres últimos años. Tales anticiposdeberían ser cancelados en un plazo de doce meses, ya que, de locontrario, no podía utilizarse nuevamente el crédito del Banco.

En sus comentarios al articulado, el proyectista señalaba queal darle a la nueva institución el privilegio exclusivo de emitir bille­tes, había que fijar un plazo prudencial para que los bancos privadosrecogiesen sus emisiones sin causarles perjuicios ni ocasionar per­turbaciones en el mercado. Como se trataba de intereses ya creados,añadía, era menester darles como compensación la facultad deaumentar sus depósitos, por lo cual debería establecerse que sólolos bancos nacionales podrían recibir depósitos. Sobre el particulardestacaba la política seguida en otros países, y exponía:

"Esta disposición no es nueva y ya se ha aplicado en otros paí­ses. Tenemos el ejemplo de los Estados Unidos donde existela prohibición de recibir depósitos a todo banco que no seanacional, pues además el legislador ha considerado que puedellegar a ser un peligro para la economía nacional, si el ahorroes manejado por elementos extraños al país".

Finalmente, contenía este último Proyecto interesantes apre­ciaciones sobre la función que debería desempeñar el Banco Centralcomo inspector fiscal de los demás bancos. Señalaba que esa inspec­ción debería ser una función regular, lo que representaría ventajasevidentes. La inspección regular, añadía, permitirá seguir la marchade cada banco a fin de compenetrarse en sus operaciones y facilitarla cooperación recíproca. Este tipo de inspección debería estar acargo de departamentos técnicos especializados, lo cual facilitaría,además, las operaciones de redescuentos y anticipos por la ventajaevidente que significaría tener un conocimiento adelantado de lasituación de cada banco. El Banco Central, concluía exponiendo elautor del proyecto, servirá también en cierto modo de consejero delos bancos comerciales a fin de orientarles y contribuir a una mejorregulación del mercado monetario.

El Proyecto Pérez Dupuy fue también objeto de fuertes críti­cas, aduciéndose que representaba la modalidad conservadora y tra­dicionalista. Se señalaba, por ejemplo, que en caso de que el oroperteneciese en su totalidad al banco, al producirse una posibledevaluación del bolívar y consecuente revaluación de ese metal, los

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beneficios que se obtuviesen pertenecerían sólo a dicha Institución.Además, se objetaba que la composición paritaria del capital dejabaal Estado escaso control sobre el Instituto, lo cual, si bien era cierto,no era un exabrupto para esa época, cuando el Banco de Inglaterrase encontraba controlado totalmente por intereses privados. Por otraparte, refutaba enfáticamente el proyectista la tesis que se habíaplanteado igualmente en el país -realmente regresiva y sin ningúnsentido práctico-- mediante la cual se propiciaba transformar unode los bancos comerciales existentes en banco central. Sobre el par­ticular, aducía, que ello constituiría un error indiscutible de apre­ciación, pues las finalidades de los bancos centrales eran muy dis­tintas de las de los bancos comerciales.

Méritos e Importancia de Ambos Proyectos

Un somero examen de estos dos últimos proyectos -AlvaradoSilva y Pérez Dupuy- pone de relieve que cualquiera de ellos, conescasas modificaciones, hubiera llenado a cabalidad el cometido de­seado. Es por esta razón que se ha hecho hincapié en sus indiscuti­bles méritos, reflejo de la capacidad de quienes intervinieron en suelaboración. Así lo reconoció, además, la Misión Egaña, Lope Bello,Beiner, cuando después de viajar a Estados Unidos, Canadá y dis­tintos países latinoamericanos, exponía en su informe:

"Lejos de ir a buscar para tener como inspiración o fundamentoalguno a muchas de las más modernas leyes de Bancos Centra­les que existían en el mundo, la Misión ha tenido siempre a lavista los dos proyectos formulados en Venezuela que son losesfuerzos más grandes que se han hecho hasta ahora en el paíspara ofrecer la sistematización completa y razonada de un bancocentral: El presentado al Congreso Nacional en sus sesiones de1937 por los Diputados Julio Alvarado Silva, Ambrosio Oro­peza, Enrique Arapé, Diego Godoy Troconis, César Carnejo,Carlos Rodríguez Rincones, Osear Veracochea y Francisco Be­reciartu y el elaborado por el señor Enrique Pérez Dupuy. La.Misión se complace en presentar su aplauso a ambos Proyectosy su reconocimiento por los principios que de ellos ha tomado".

Efectivamente, el proyecto presentado por esta Misión acogíaun elevado porcentaje de las sugerencias contenidas en los trabajos

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anteriores elaborados por el señor Pérez Dupuy y el grupo de par­lamentarios que encabezaba el Dr. Alvarado Silva. El Proyectopresentado por la Misión era, sin lugar a dudas, más avanzado enalgunos aspectos, pero también más conservador en otros. Cabeseñalar, por ejemplo, que tanto Pérez Dupuy como Alvarado Silvaconsagraban en sus proyectos la facultad de que el banco centralpudiera conceder préstamos al Gobierno a fin de cubrir deficienciastransitorias de tesorería, lo cual se restringía o se negaba práctica­mente en el Proyecto Oficial. Era presumiblemente por esta circuns­tancia que ambos proyectistas proponían un capital sustancialmenteelevado a fin de que sirviera como fuente y a su vez como límitepara tales préstamos. Además, Alvarado Silva proponía la estructuradepartamental característica del Banco de Inglaterra y adoptada pornumerosos otros bancos centrales.

Conceptos y Opiniones del Dr. Egaña

Dentro de la extensa y muy variada literatura que surgió conmotivo del proceso de discusión de la Ley de Banco Central, pocosdocumentos resultan tan bien razonados y coherentes como los es­critos por el Dr. Manuel R. Egaña, quien, como apasionado defen­sor de la idea, publicó numerosos artículos, dictó conferencias yelaboró trabajos de mayor alcance, los cuales presentó en distintasoportunidades al Gobierno Nacional y a los poderes públicos engeneral. De todos ellos hemos creído oportuno destacar -por con­siderarlo excepcionalmente valioso- su conferencia leída en elParaninfo de la Universidad Central de Venezuela el día 14 dediciembre de 1938, la cual constituyó, sin lugar a dudas, un aportesignificativo al estudio y discusión de la materia. 26 Comenzó en esaoportunidad el conferencista haciendo referencia al problema delos bancos centrales en general y a la necesidad que prevalecía enel país de centralizar la emisión y controlar el circulante. Señalóque existían dos proyectos de leyes para la creación de un institutode esa naturaleza: el presentado a la consideración de las CámarasLegislativas por el doctor Julio Alvarado Silva y otros parlamenta­rios, así como el elaborado por el señor Henrique Pérez Dupuy, quehabía sido publicado en esos días junto con su correspondiente Ex­posición de Motivos en la prensa local. Puntualizó que cualquier

26. Revista de Fomento NQ 8, enero de 1939.

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nuevo proyecto que se formulase en lo sucesivo debería tomar enconsideración los dos anteriores, los cuales, en su concepto, consti­tuían los esfuerzos más valiosos que se habían realizado en Vene­zuela para ofrecer una sistematización completa y razonada de unbanco central. Finalmente, refutó con argumentos de gran peso aquienes se oponían a la creación de este Instituto, haciendo especialreferencia al economista norteamericano Constantine Mc Guire yal Banco de Venezuela, organización que había presentado a suAsamblea General de Accionistas celebrada el 15 de septiembrede 1937 un informe donde se hacían serias críticas al Proyecto Al­varado Silva.

Después de resumir y analizar las críticas formuladas, la argu­mentación del Dr. Egaña a favor de la creación del Banco Centralfue lógica y convincente: 19 ) Expuso que, en su opinión, la circuns­tancia de que el país careciera de deuda pública, no era razón paranegar las posibilidades de establecimiento de un banco central, yaque dicha deuda podía surgir en el futuro y señaló como ejemploel hecho de que el Congreso Nacional había sancionado una Leymediante la cual se autorizaba al Ejecutivo a emitir bonos hasta porla cantidad de 27 millones de bolívares, destinados al financiamientodel Plan Trienal; 2Q) manifestó que el banco central podía prestarun valioso aporte al servir de agente financiero al Gobierno Nacio­nal en la contratación de empréstitos externos, debido a su mayorconocimiento del mercado monetario, además de que en estos casoslas operaciones que se realizasen resultaban menos onerosas para laNación; 39 ) destacó que la colocación de la deuda pública internaresultaba más atractiva para los inversionistas en caso de que lamisma se efectuase a través de un banco central; 4Q

) admitió quelas variaciones en el tipo de redescuento tendrían escasa influenciasobre la circulación monetaria, por ser reducida la cartera de docu­mentos redescontables en poder de los bancos, pero no dudaba quetal situación se superaría a corto plazo con la evolución económicay financiera del país y la propia presencia del banco central quecoadyuvaría a la realización de tales operaciones; 59) pronosticóque a corto plazo la institución estaría en capacidad de influir enel mercado monetario comprando o vendiendo valores del Gobier­no; y, 6Q

) hizo hincapié en que era necesario contar con un orga­nismo que llevase a cabo la política monetaria para no seguiractuando mediante improvisaciones, y señaló al respecto que elConvenio Tinoco y la Oficina Centralizadora del Cambio eran

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ejemplos palpables de esas improvisaciones. Por último, subrayóla conveniencia de proceder oportunamente a la creación del Insti­tuto, al afirmar que el personal de un banco central no se impro­visaba, ya que ello requería práctica y experiencia y que ese personaldebía ser formado en la propia institución.

Analizaba, asimismo, el doctor Egaña los proyectos PérezDupuy y Alvarado Silva en 10 'concerniente al otorgamiento decréditos al Gobierno por parte del Banco Central y destacaba lacoincidencia de que en ambos se autorizaba a la institución paraconceder créditos de este tipo hasta por el 25 % de los ingresosfiscales, siendo en este caso mucho más riguroso el señor PérezDupuy en cuanto a las previsiones adicionales que contenía suProyecto. Esta coincidencia de opiniones era, según el conferencista,bastante significativa y aceptaba, por lo tanto, la conveniencia demantener tales operaciones. Advertía, sin embargo, los riesgos enque podía incurrirse al acogerse esta modalidad, y señalaba que elposible otorgamiento de créditos por una cantidad como la previstapodía colocar al banco en situaciones difíciles, particularmente ensus primeros años de funcionamiento.

Si bien las ya comentadas apreciaciones resultaban técnica­mente inobjetables y elocuentes, no es de dudar que las mismashayan tenido un carácter demasiado teórico o académico para aque­lla Venezuela todavía semi-rural que no tenía ni podía tener ideade lo que era un mercado monetario. Posiblemente muchos de losasistentes a dicha conferencia quedaron desorientados o quizás es­cépticos. Sólo el tiempo se ha encargado de demostrar la visión delconferencista, ya que todos o casi todos los planteamientos expuestosen aquella oportunidad han demostrado ser valederos. En realidades posible admitir que la creación de un banco central no fueseimprescindible para esa época, debido a que las condiciones preva­lecientes en el país podrían no justificarlo. Incluso es hasta probableque no haya sido necesario en toda la década del cuarenta y partede la del cincuenta. Pero también es cierto que cuando el paísrequirió con urgencia de una institución de esa naturaleza, es decir,durante el período crítico 1958-1963, ya la misma estaba formaday contaba con tradición y experiencia, así como con personal téc­nico calificado para afrontar fa situación planteada. Se cumplía enesta forma la última profecía del doctor Egaña cuando decía queun banco central no podía improvisarse y que debía, por lo tanto,crearse con suficiente antelación para afrontar situaciones futuras.

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Al cumplirse cuatro décadas de la fundación del Banco Centralde Venezuela, la conferencia dictada por el doctor Manuel R. Egañaen diciembre de 1938, cobra extraordinaria validez e importancia,especialmente si se considera que el Instituto ha venido evolucio­nando prácticamente dentro de los lineamientos esbozados en aque­lla oportunidad. Quizás uno de los mayores méritos de la citadaconferencia fue el de demostrar que la existencia de un mercadomonetario organizado no era condición previa para la creación delBanco Central, y que este último debería más bien contribuir alestablecimiento de dicho mercado.

NUEVO PROYECTO DE LEY ANTE LAS CAMARASLEGISLATIVAS

El día 5 de junio de 1939 el entonces titular del Despacho deFomento, Dr. Manuel R. Egaña, introduce ante las Cámaras Legis­lativas un Proyecto más refinado de Ley de Banco Central, fruto delos estudios, experiencias y observaciones en el exterior de la Misióndesignada por el Gobierno Nacional, integrada, como se ha dicho,por los señores Egaña, Beiner y Lope Bello. El Dr. Egaña se dirigeen esa oportunidad a la Cámara de Diputados y después de la pre­sentación y demás trámites de rigor, da lectura a la Exposición deMotivos y articulado del Proyecto. Asimismo, en la sesión vesper­tina de ese mismo día, para abrir la discusión, se concede el derechode palabra al diputado Julio AlvaraJo Silva, quien inicia su inter­vención así:

"Los diputados que tuvimos el honor de presentar a la consi­deración de esta Cámara en sus sesiones de 1937 un Proyectode Ley similar al que se acaba de leer, debemos sentirnos jus­tamente orgullosos de ver cómo reaparece ahora la idea deaquel proyecto respaldado por la valiosa opinión de indiscu­tibles autoridades en la materia. No alcanzó a condensar enLey nuestro Proyecto de 1937; pero su presencia en la Cámaradio origen a que el Gobierno Nacional enviase una misiónde destacados financistas nacionales a estudiar en países deNorte y Sur América el sistema y funcionamiento de tales ins-

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tituciones. Los trabajos realizados por esta misión han culmi­nado en el valioso proyecto que se acaba de leer". 27

El nuevo Proyecto contaba, pues, con el más amplio apoyooficial y en el orden técnico con el aval del economista HermannMax, con quien la Misión lo había discutido en detalle. Tambiénexistían dictámenes del profesorPierre Denis, del Dr. René Charron,del propio Constantine Mc Guire y del Dr. Cristóbal Mendoza.Todos estos recaudos fueron introducidos igualmente al CongresoNacional para estudio e información de los legisladores y comorespaldo moral, técnico y científico al aludido Proyecto. Su Exposi­ción de Motivos era, sin embargo, relativamente sencilla, lo cualse compensaba en gran parte con la amplia documentación que seanexaba. En ella se hacía un recuento de la preocupación del ciuda­dano Presidente de la República para crear un banco central deemisión y se formulaban algunas consideraciones históricas sobrelos antecedentes del problema, haciendo énfasis de los estudios rea­lizados y en los dos proyectos previos, de los cuales se habían obte­nido valiosas ideas.

Contenía la citada Exposición de Motivos conceptos precisosacerca de la naturaleza y funciones de un banco central y los pro­blemas iniciales que podía confrontar dicha institución en nuestropaís. Comenzaba señalando al respecto que la materia en cuestiónera poco susceptible de innovaciones y que, por lo tanto, el Proyectoera sólo una adaptación de los principios universales de la prácticay teoría de la banca central a un país de incipiente grado de desa­rrollo como el nuestro. El Banco Central de Venezuela, se señalaba,debía responder a la necesidad de centralizar la política monetariaen un organismo especialmente capacitado para ejercer un controlconstante y eficaz sobre la moneda, destinado, asimismo, a centra­lizar la emisión y a suprimir el sistema múltiple que había venidoprevaleciendo, el cual, si bien había llenado su cometido en perío­dos anteriores, resultaba excesivamente rígido e inoperante paradefender al país contra la influencia de factores adversos. .

La creación de un instituto de la naturaleza propuesta, segúnmás adelante se añadía, respondía en nuestro país a la supremafinalidad de garantizar una relativa estabilidad en su vida econó-

27. Cámara de Diputados de los Estados Unidos de Venezuela. Diario de De'bates, NQ 37, 10 de junio de 1939.

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mica y a amortiguar influencias perturbadoras, tanto internas comoexternas. Al abordar el problema cambiario, hacía alusión a lasexperiencias de los últimos diez años y a las continuas fluctuacionesde los mercados internacionales que originaban repercusiones adver­sas sobre la balanza de pagos, y con ellas sobre el sistema económico

.en su conjunto, todo lo cual debería ser abordado por la Institucióna fin de obtener soluciones en beneficio del país. Se admitían laslimitaciones derivadas de la ausencia de un mercado monetario, perose afirmaba con cierto optimismo que la Institución estaba destinadaa constituir la "columna vertebral de la vida económica de la Na­ción", y que tales limitaciones habrían de superarse con el tiempo.

En relación a la posición del Instituto Emisor frente al Go­bierno, se expresaba que los Poderes Públicos debían considerarlosiempre como un aliado consciente y responsable y no como unaorganización que obedeciera siempre sin análisis y sin réplica susinstrucciones y requerimientos. Los proyectistas se mostraban con­fiados en que eso no sucedería y que el Banco Central de Venezuelano debía ni podía ser jamás un instrumento para lograr el equilibriopresupuestario o para satisfacer conveniencias políticas a costa dela estabilidad económica y de los intereses generales de la Nación.Por último, concluía acertadamente la parte expositiva afirmando quelos bancos centrales solían tener dos grandes categorías de adversa­rios: En primer lugar,aquellos que se sentían, aunque sin razón, ame­nazados por la institución; y, en segundo, otra categoría tan frecuentecomo la primera, pero aún más peligrosa, constituida por quienes con­sideraban al organismo como una especie de panacea para resolvertodos los problemas. Con ello se quería quizás apaciguar los ánimosy hacer un llamado a la objetividad, frente al inusitado debate deopinión que se había creado con respecto al banco, el cual según al­gunos era "la salvación del país o el inicio de su orientación definitivahacia una etapa de prosperidad y de progreso", mientras que paraotros, "sentaba las bases de la ruinosa intervención totalitaria delEstado en la economía privada, con efectos adversos que era difícilpredecir".

El informe del doctor Hermano Max destacaba la circunstan­cia de que el proyecto sometido a la consideración del CongresoNacional contenía todos los elementos esenciales para la organiza­ción y funcionamiento de un moderno banco central, y que propor­cionaba a la institución suficiente flexibilidad para ajustarse a cual­quier situación favorable o desfavorable que pudiera presentarse.

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Además de analizar en detalle casi todos los aspectos esenciales delarticulado, el conocido economista hacía un recuento sobre el régi­men de patrón oro, sus ventajas y desventajas, así como las causasque habían influido en su caída y, muy especialmente, acerca de laexperiencia que se había confrontado en otros países latinoameri­canos de economía semejante a la nuestra que contaban ya con unbanco central. Refutaba categóricamente a quienes en Venezuela seempeñaban todavía en el mantenimiento de ese sistema en su formaantigua, puesto que el mismo se encontraba totalmente superado yhabía probado ser inoperante. Afirmaba que para poder cumplircon sus finalidades específicas, el Banco Central de Venezuela debe­ría contar con cierta autonomía y no mantenerse atado al principiode una rígida estabilidad cambiaria, en razón de lo cual debería dár­sele la facultad para modificar las paridades prácticas cada vez queasí lo exigiesen las condiciones económicas prevalecientes, atribu­ción esta última que, como era natural, debería llevarse a cabo decomún acuerdo con el Gobierno. Un somero recuento del Proyectopresentado a la consideración de las Cámaras Legislativas pone demanifiesto, entre otros, los siguientes elementos fundamentales:

Aspectos Generales

Acogía casi textualmente en sus disposiciones generales la pro­posición de los proyectos Pérez Dupuy y Alvarado en cuanto anombre y domicilio. La institución llevaría el nombre de BancoCentral de Venezuela, tendría su domicilio en Caracas, así comouna duración de cincuenta años. Sobre este último aspecto se adu­cía que la duración que se estableciera en el texto legal era unproblema secundario, ya que mientras el banco cumpliese con susfinalidades esenciales y fuera útil al país, continuaría existiendo auncuando la Ley le fijase un término menor. Se autorizaba igualmenteal instituto a crear sucursales y agencias, y se destacaba que las mis­mas deberían establecerse sólo en casos verdaderamente justificados.Sobre esta última materia se hacía referencia al testimonio de SirOrto Niemeyer, en su informe sobre el Banco Central de la Repú­blica Argentina, quien se mostraba muy conservador respecto a lasagencias y sucursales en virtud de la posible competencia que podíarealizarse en esta forma con la banca privada. Esta recomendacióninicial ha sido, indudablemente, bien acogida por nuestro principalinstituto emisor, no por temor a competir con la banca, sino porque

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se ha creído improcedente fundar oficinas que no se justifiquen. S61030 años después de fundado el Instituto se estableció la primerasucursal en la ciudad de Maracaibo. 28

Capital

El capital sería sólo de diez millones de bolívares. El ProyectoAlvarado Silva, como ya se expuso, proponía la creación del insti­tuto con un capital de cuarenta millones de bolívares, mientras queel Proyecto Pérez Dupuy limitaba el capital sólo a veinte millones.El nuevo proyecto oficial destacaba, sin embargo, que un bancocentral no requería prácticamente de capital, salvo la cantidad mí­nima necesaria para su instalación y funcionamiento inicial hastatanto comenzara a obtener utilidades. La legislación y práctica sobrela materia, añadía la Exposición de Motivos, han demostrado quedebido a los grandes privilegios que se otorgan a los bancos cen­trales, el capital requerido para este tipo de instituto es problemade tipo secundario. Se fijó inicialmente por ello un capital de cincomillones de bolívares, pero tomando en consideración las reiteradasobservaciones que se formulaban a los proyectistas en el sentidode que ese escaso capital no creaba suficiente confianza en la ins­titución, se elevó el mismo a diez millones de bolívares antes dela presentación definitiva del documento al Congreso Nacional. LaComisión dejaba constancia, en todo caso, de que en un futuroinmediato podría requerirse de un aumento de capital, lo cual, comose sabe, no ha sucedido, ya que ni siguiera se ha cobrado la segundacuota del monto originalmente suscrito. 211 En cuanto a la cornpo-

28. Dice textualmente la Memoria de 1968 (p. 43): "En e! transcurso delaño de 1968 e! Directorio adoptó la significativa decisión de establecer la primerasucursal del Banco Central de Venezuela en el interior de la República. Esta sucursalhabrá de instalarse en la ciudad de Maracaibo, donde en base a los estudios realiza­dos existe una serie de condiciones que la justifican, tales como el crecimiento delas operaciones financieras; la necesidad de mejorar la Cámara de Compensación;e! elevado volumen de recaudaciones y pagos gubernamentales, así como la necesi­dad de mejorar el proceso de canje y recolección de billetes usados".

29. El Profesor René Charron, de la Liga de las Naciones, al considerar estepunto exponía: "Los autores del artículo han fijado sin duda el capital de! bancoen 5 millones de bolívares, por motivos plausibles, tomando en cuenta el grado dedesarrollo del país, el volumen general de! crédito interno, las posibilidades desuscripción de acciones, etc. Aunque e! monto del capital de un banco central nosea uno de los factores determinantes de su estructura, la cifra fijada da la impresión

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sición del capital se analizaban en el anteproyecto las distintas mo­dalidades a que se había recurrido en otros países y las experienciaspositivas o negativas de cada una de ellas. Se descartaba la fórmulatripartita, gobierno-banca-particulares, recomendada en el ProyectoAlvarado Silva o la fórmula Pérez Dupuy, quien se pronunciabaporque la institución perteneciera sólo al Gobierno y a los bancosnacionales, y se acogía la modalidad menos peligrosa, cual era lade asignar al Gobierno Nacional el 51 % de las acciones y el res­tante 49 % al público en general. Se descartaba a la banca comouna categoría especial, aduciéndose que !f1 misma podía adquiriracciones como cualquier otro particular. Por último, para evitar queel capital pudiera concentrarse en pocas manos, se establecían es­trictas limitaciones en cuanto al número de acciones que podríaposeer cualquier persona natural o jurídica y se prohibía al Gobier­no Nacional enajenar las que adquiriese de acuerdo con la Ley.

Objetivos

Se establecía que el objetivo principal de la institución era elde centralizar ·la emisión de billetes, destacándose la idea de queya no existía en ningún otro país un sistema plural de emisionescomo el que prevalecía en Venezuela. En estrecha relación con lafacultad de centralizar la emisión se señalaba otra finalidad esen­cial, íntimamente vinculada con la primera, cual era la de regularel circulante monetario, tratando de ajustado a las legítimas nece­sidades de la economía. En la parte. expositiva del Proyecto se hacíareferencia al hecho de que la Junta de Gobernadores del Sistemade la Reserva Federal de los Estados Unidos, al responder a unaencuesta formulada por el Gobierno de ese país, había expresadoque el objetivo esencial de un instituto de esta naturaleza debía irmás allá de la estabilidad monetaria para garantizar la propia es­tabilidad económica. A esta suprema finalidad, según se exponía,debía propender el Banco Central de Venezuela. Con respecto a laemisión se formulaba una serie de apreciaciones acerca de la dife-

de que ha sido colocada en un nivel demasiado bajo. Es cierto que el banco estáautorizado a aumentarlo en caso necesario, pero si poco tiempo después de su crea­ci6n tuviera que constatar que su capital es demasiado exiguo --especialmente sitiene que abrir nuevas sucursales- sería poco oportuno que hiciera un aumentodel capital en esas condiciones" (Revista de Fomento NC? Extraordinario A, enero­julio de 1939).

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rencia que exisna entre un banco central, creado sin finalidadeslucrativas y con el expreso objetivo de coadyuvar al mantenimientode la estabilidad económica, y los antiguos bancos privados de emi­sión, los cuales ponían normalmente en circulación cantidades sig­nificativas de billetes sin adecuación a las necesidades del país, siern­pre y cuando cumpliesen los requisitos mínimos de encaje oro queles establecía la Ley. Al Banco Central de Venezuela no se lepreestablecía límites para poner en circulación sus propios billetes,condicionándose sólo la emisión a la compra de oro, compra dedivisas o recibo de documentos de crédito. Siempre que diese curn­plimiento a esas disposiciones legales el instituto podía expandiro restringir el circulante, de acuerdo con las necesidades económicasprevalecientes, ya que esa era su finalidad específica.

Consagraba igualmente el proyecto que la centralización delas reservas monetarias internacionales y la vigilancia del comerciode oro y divisas correspondería al Banco Central. Para cumpliresa atribución el Instituto comenzaría centralizando las reservasmonetarias del Gobierno y luego las que respaldasen las emisionesde los bancos comerciales, en la medida en que estas fueran canjea.das por billetes de la nueva Institución. Finalidad importantísimaera la de vigilar el poder adquisitivo tanto interno como externode nuestra moneda. 311 Sobre el particular se hacía referencia alelevado poder adquisitivo externo del bolívar y a los distintos pro­blemas cambiaríos que se habían confrontado en el país, algunosde los cuales se habían resuelto mediante improvisaciones. La pro­moción de la liquidez y buen funcionamiento del sistema bancarioera otra de las importantes atribuciones que se le asignaba a lanueva institución, la cual debería llevar a cabo este último objetivoa través de una adecuada política de redescuenros y de anticipos.

30. El Profesor Pierre Denis formulaba una serie de consideraciones acercade las funciones que deberían corresponder a los bancos centrales en países de mer­cado monetario estrecho. Señalaba, por ejemplo, que Suecia había escogido para subanco cenrral una política cuya norma consistía en el mantenimiento de la esrabi­lidad de los precios. Después de formular algunas consideraciones sobre el caso deVenezuela, añadía: "En consecuencia, creo que el Banco Central de Venezuela severá obligado a colocar en el primer rango de sus preocupaciones inmediatas, elmantenimiento del valor del bolívar en el exterior, sea que considere el equilibriodel mercado como el objeto fundamental de su actividad o bien que este equilibriole aparezca como el indicio más cierto de que ha llenado efectivamente su funci6ncon respecto al mercado interior del país y que ha logrado adaptar el volumen delcrédito y de la circulaci6n a las necesidades del momento" (Oh. cis.),

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Finalmente, se hacía especial énfasis al analizar el Título JI delProyecto de Ley, relacionado con el objeto de la institución, queno podía existir en el país un organismo más capacitado para actuarcomo Agente Financiero del Gobierno que el propio Banco Central,debido al conocimiento que habría de adquirir tanto de los merca­dos monetarios internos como de los externos. La Comisión redac­tora se mostraba, sin embargo, poco optimista acerca de la posibili­dad de que el Banco Central actuase como Agente de la TesoreríaNacional. Este tipo de servicios requería, en su opinión, de unaorganización extensa y complicada y de muchos años de tanteosy experiencias. Sobre el particular exponía textualmente: "La Mi­sión está convencida de que el sistema actual de utilizar los servi­cios del Banco de Venezuela como Banco Auxiliar de la Tesoreríaes satisfactorio para el Erario y de que debe conservarse. Un cambiodel sistema traería, inevitablemente, perjuicios que pueden ser demuchísima consideración".

Asamblea, Directorio y Administración

En el orden administrativo se señalaba que después de laAsamblea de Accionistas, la máxima autoridad correspondería alDirectorio, el cual debería estar constituido por una amplia re­presentación de los sectores económicos nacionales. Esta materia,según se afirmaba, había constituido especial preocupación de losproyectistas, quienes esperaban poder lograr el más justo equilibrioentre Gobierno y sectores de la producción, a fin de evitar los even­tuales peligros que pudieran derivarse del predominio de cualquierade ellos. El Instituto tendría un Directorio compuesto de un Pre­sidente y ocho Directores. El primero sería electo por la Asambleade Accionistas, de una terna presentada al efecto por el ciudadanoPresidente de la República, mientras que los segundos serían ele­gidos o designados así: Cuatro por el Poder Ejecutivo, cuya esco­gencia debería realizarse entre personas vinculadas al comercio,agricultura, ganadería e industria, tres por la Asamblea de Accio­nistas y uno por el Consejo Bancario Nacional. El Presidente de­bería durar cinco años en sus funciones y los dos Vicepresidentesque se preveían, siete años. Se argumentaba que el largo períodoestablecido para estos últimos obedecía a la necesidad de velar porel mantenimiento de la tradición y continuidad administrativa. Lle­gado el caso de designación de un nuevo Presidente, se exponía,

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la cooperación de los Vicepresidentes sería altamente efectiva y be­neficiosa, no sólo en la Administración sino en la propia Direcciónde! Banco.

Operaciones

Clasificábanse las operaciones en tres categorías, así: Con elGobierno, con la banca y con e! público. Se establecía que e! Ins­tituto sería el Unico Agente Financiero del Gobierno Nacional. entodas sus operaciones de crédito, tanto internas como externas, yque igual servicio podría prestar a los Estados Federales y a lasMunicipalidades. Dichos servicios serían gratuitos, sin otra obliga­ción de los organismos mencionados que la de reembolsar los gastosoriginados por ellas. El Banco Central sería igualmente el deposi­tario de los fondos del Tesoro y los administraría en la forma queconviniere con e! Ejecutivo Federal. En sus relaciones con la banca,además de recibir depósitos, aceptar la custodia de valores y com­prar o vender cambio extranjero, e! Instituto podía efectuar lasclásicas operaciones de descuentos, redescuentos y anticipos, agru­pándose las primeras en tres categorías: a) Descuentos y Redes­cuentos de letras de cambio u otros documentos de crédito prove­nientes de operaciones de legítimo carácter comercial, para los cualesse establecía un plazo no mayor de noventa días; b) Descuentoso redescuentos de letras de cambio o pagarés provenientes de ope­raciones relacionadas con la elaboración o negociación de productosagropecuarios o industriales, para los cuales se fijaba un plazo máxi­mo de ciento ochenta días, pero en casos excepcionales y tratándosesolamente de productos agropecuarios podía extenderse dicho plazoa un límite máximo de doscientos setenta días; y c) Adquisicióno redescuento de letras de cambio sobre el exterior con plazo nomayor de noventa días. En todos los casos se exigía que los docu­mentos llevasen no menos de dos firmas responsables, salvo eneste último, siempre y cuando se diese al banco e! control de mer­caderías en proceso de exportación. 31 Respecto a los anticipos, res-

31. Hacía hincapié el Dr. Max en la necesidad de que el redescuento se ori­ginase en necesidades efectivas del desarrollo de los, negocios y lo clasificaba enorgánico e inorgánico. Orgánicas eran aquellas operaciones que acreditaban la reali­zación de un acto de cambio (letra de cambio). o que se realizaran directamentecon la producción y negociación de bienes, mientras que eran inorgánicas las que

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paldados con una serie de documentos de crédito u otros activoscomo oro amonedado o en barras, o valores públicos o privados,se establecía un plazo no mayor de noventa días. El Banco Centralde Venezuela podía realizar, asimismo, operaciones directas con elpúblico, modalidad que se presentaba en la Exposición de Motivoscon grandes reservas debido a la posible competencia con la bancaprivada. Se señalaba, sin embargo, que casi todos los bancos cen­trales tenían tales facultades y que las utilizaban normalmente congran prudencia, sólo en casos de absoluta necesidad y para darcumplimiento a sus finalidades específicas.

Prohibiciones

De modo preciso y detallado -utilizando las propias palabrascontenidas en la Exposición de Motivos- se señalaban cuáles eranlas operaciones incompatibles con la esencia misma de la Institucióny las cuales le estaban, por esa razón, expresamente prohibidas.Dichas prohibiciones, según se inclicaba, tenían por expresa finali­dad evitar que el Instituto pudiera transformarse en un instrumentodel Gobierno para lograr aparentes equilibrios presupuestarios, 32

o tIue se convirtiera en competidor de los demás bancos o realizaraoperaciones que no fueron completamente líquidas y seguras. Seprohibía, pues, en primer lugar al Banco Central de Venezuelahacer préstamos o anticipos al Gobierno Nacional para cubrir des­ajustes de Tesorería y se le autorizaba sólo para adquirir valoresgubernamentales que le fueran presentados por los bancos o por elpúblico, es decir, no directamente por el Gobierno, y por un monto

no llenaron esta condición. Señalaba que las primeras tenían efecto neutral sobreel circulante, mientras que en las segundas los efectos eran marcadamente expansivoso inflacionarios. Recomendaba. por lo tanto. una estricta reglamentación al respecto.(Ibidem).

32. Señalaba el Dr. Hermann Max al respecto: "Esta prohibición parece muysevera pero está justificada por el hecho de que emisiones del Banco Central enforma de créditos al Fisco u otras reparticiones públicas, nunca corresponden aexigencias espontáneas del mercado y del desarrollo de los negocios, sino que sonsiempre emisiones inorgánicas y. por lo tanto, también siempre de carácter inflacio­nista. Sin embargo, casi todas las leyes de bancos centrales suramericanos y otroscontienen disposiciones referentes a créditos que estos bancos pueden otorgar alFisco; pero la regla general es que ellos otorguen esos créditos únicamente con sucapital pagado por los accionistas y dentro de ciertos limites" (Ibidem).

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total no superior al doble del capital pagado de la Institución."Se prohibía además redescontar documentos que tuviesen un inte­rés superior al tope máximo que hubiera fijado el Banco Central,y redescontar obligaciones o hacer anticipos sobre ellas, cuando nollenasen una serie de requisitos básicos de seguridad, o no cumplie­sen con la finalidad de reflejar operaciones efectivamente realizadas.

En sus disposiciones transitorias se establecía que una vezpromulgada la Ley, se constituiría una Comisión Organizadora delBanco, la cual actuaría como promotora de la compañía anónimay daría los pasos necesarios para la suscripción de las acciones.Destacábase la importancia de esta Comisión cuando se decía quela misma debería entregar al país un banco apto para abrir suspuertas. Por último, se preveía el régimen de canje de los billetesderivados del sistema múltiple prevaleciente en el país, por losnuevos emitidos por el Banco Central y la forma como los bancoscomerciales saldarían las obligaciones originadas por este concepto.

FUERTE OPOSICIONDE LOS SECTORES AFECTADOS

La Ley de Banco Central fue objeto de un intenso, aun cuandorelativamente corto debate, ya que su discusión -se estimaba­podía ser objeto de un proceso más largo o posponerse para futurassesiones del Congreso, especialmente si se tomaba en cuenta quesimultáneamente con la misma el Gobierno Nacional había some­tido a consideración de las Cámaras Legislativas otro proyecto de

33. El último informe del Dr. C. E. Me Guire, al conocer el Proyecto de laMisión Egaña-Beiner-Lope Bello, consignaba, por el contrario, las siguientes aprecia­ciones al respecto: "La primera recomendación que me atrevo a ofrecer es que sefortalezcan las provisiones del Proyecto relativas a créditos al Estado. En su ad­mirable Exposición de Motivos, los autores del Proyecto someten varias considera­ciones prudenciales sobre el peligro de los créditos excesivos. Los hombres tiendenen todas partes a creer que lo que confrontan hoy o mañana es una crisis de laspeores, que justifica cualquier medida. Así es que hemos visto en nuestra vida eldesmontaje de casi todo el sistema monetario en el mundo; y la historia monetariadel pasado es todavía más triste. Por esto cree el suscrito que el proyecto debe ga­rantizar anticipadamente en la forma más terminante que lo relacionado con loscréditos al Estado en esta ley asuma casi el carácter de una Ley Fundamental de laNación" (lbidem).

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gran importancia como era la nueva Ley de Bancos, la cual se re­formaba con la finalidad específica de ponerla en concordancia conla primera y adaptarla a la evolución que venía registrando el país.Se trataba, por lo tanto, de una reforma integral de la legislaciónbancaria o, para ser más comedidos, de las disposiciones que re­glamentarían nuestras incipientes organizaciones financieras. La con­frontación de estas dos leyes y el debate surgido en torno a lasmismas, así como los numerosos artículos de prensa que se publi­caban casi a diario, clarificaban en forma definitiva las razones porlas cuales se combatía a la nueva institución. Al parecer no erasólo cuestión de principios, no era que el país careciese de unmercado monetario organizado, como decía Mc Guire, rii que elsistema de emisiones múltiples o que el patrón oro fuesen másconvenientes a la economía nacional. Privaba, en última instancia,el hecho de que la nueva institución lesionab-a a sectores poderososde la comunidad, cuyos intereses se veían seriamente afectados. Losbancos comerciales perdían, en efecto, el privilegio de emisión quese les había concedido en virtud de las anteriores leyes y .autoriza­ciones específicas del Gobierno Nacional, lo cual, por razones ob­vias, constituía un fuerte impacto negativo para dichas institucionesque, como se expuso, podían emitir billetes hasta por el doble desu capital e incluso hasta por el triple de la cantidad de oro quemantuviesen en caja para la convertibilidad de los mismos. Sinembargo, la situación se tornaba aún más grave cuando se exami­naban las disposiciones transitorias del Proyecto, en las cuales seestablecía la mecánica de adaptación al nuevo régimen de emisióncentralizada.

DISPOSICIONES TRANSITORIAS DEL PROYECTO:ENTREGA DEL ORO AL BANCO CENTRAL

Contemplábase en las disposiciones transitorias que el BancoCentral de Venezuela se encargaría de recoger los billetes que hastaentonces venían circulando en el país para canjearlos por los nuevosque emitiese. No obstante, como había sucedido en otras nacionesque habían adoptado semejantes procedimientos, los bancos priva­dos de emisión deberían entregar al Banco Central todo el oroque respaldaba a sus billetes en circulación. Tal proposición, con-

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tenida inicialmente en el Proyecto Alvarado Silva y acogida casien forma textual en el que se había sometido a consideración delCongreso, constituía, según expresiones de la época, una insólitaarbitrariedad, que se calificaba igualmente de expropiación o deembargo. 34 Canjear el oro que mantenían en su bóveda por billetesde un nuevo instituto no parecía un buen negocio para nadie. Losproyectistas de la Ley argumentaban al respecto que, si años atrásse hubiese propuesto a los particulares que se desprendiesen de esemetal para guardarlo en los bancos y canjearlos por monedas obilletes, se hubieran producido con justificación los mismos recelos.Por último, una vez entregado el oro y recogidos los billetes porel nuevo Instituto Emisor, los bancos comerciales quedarían adeu­dando a este último la diferencia existente entre el valor del oroentregado y el de sus billetes emitidos, ya canjeados por el BancoCentral, lo que constituía igualmente otro impacto económico des­favorable para las referidas instituciones.

Surgió así una suerte de segunda etapa en el proceso de dis­cusión, vinculada con la entrega del oro al Banco Central, materiasobre la cual se produjeron numerosos escritos y opiniones en favory en contra. Evidentemente, aquel traspaso no tenía el carácter deexpropiación que se le atribuía, pues las reservas metálicas enpoder de los bancos emisores no eran de éstos, ni de sus accionistas,sino fundamentalmente del público, por constituir los billetes erni­cidos un pasivo del sistema bancario para con la colectividad. Ade­más, en caso de que se hubiese recurrido al procedimiento alterna­tivo adoptado en situaciones semejantes, cual era el de obligar alos bancos privados a recoger sus propias emisiones para dar cursoa las nuevas provenientes del Banco Central, se hubieran planteadoa aquellas instituciones idénticos problemas, ya que en ese casotendrían igualmente que desprenderse' de sus reservas metálicaspara satisfacer la demanda del público, todo lo cual reafirma unavez más que dichas reservas no eran propiedad de los bancos, sino

34. El Informe del Dr. Crisróbal Mendoza contenía al respecto las siguientesapreciaciones: "En la Exposición de Motivos se alude en este particular al oro delos bancos que es prácticamente el existente en el país. Pero aun siendo concretadoel alcance a la disposición, las razones dadas en aquella no son convincentes enpresencia de una situación de mercado libre y de disposiciones fundamentales opues­ras a aquella finalidad. No se justifica tampoco esa especie de expropiación del orode los bancos particulares para hacer con él emisiones de billetes con los cualesse hará la comperencia a los mismos bancos" (Ibídem).

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de quienes le habían brindado la confianza de recibir los billetes11 itid 311por e os enun os.

Por último, frente a cualquiera de las soluciones que se hu­biesen adoptado, es decir, entrega del oro al Banco Central o con­versión de billetes por parte de los propios bancos interesados,creábase para éstos una dificultad financiera adicional, por cuantotenían que cubrir la diferencia existente entre el monto de susemisiones y el de las reservas que mantenían para garantizarlas.El saldo deudor constituía así otra razón adicional de peso queoriginaba oposición al proyecto, puesto que el oro no se expropiabaen realidad, como pretendía afirmarse, sino que se adquiría conbilletes de curso legal, aun cuando se argumentaba que este metalse había revalorizado y que el pago que se recibiría no resultabaadecuado. Como resulta evidente, frente a tal situación, la creacióndel Banco Central no podía ser bien vista por los banqueros.

35. Conviene destacar que desde 1934 existía en Estados Unidos prohibiciónde que ningún particular sujeto a la jurisdicci6n de ese país pudiese poseer oroen barras o en forma monetaria. Dicho metal -concentrado exclusivamente en laTesorería- venía siendo utilizado como activo de reserva y como respaldo a lasemisiones de los bancos de la Reserva Federal. En este último caso, su utilizaci6nse realiza no en forma directa como metal, sino a través de certificados oro emitidospor la Tesorería. Sin embargo, una proposición más conservadora se calificaba enVenezuela como arbitraria, no obstante que el país de más arraigada tradición ca­pitalista y de mayor respeto a la propiedad privada había tomado medidas másradicales para defender la estabilidad de su signo monetario (Véase, Board ofGovernos. The Federal Reserve System: Purposes and Fanctions, Washington, 1963.y Gold Reserve Acr. 1934).

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