Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia....

129
Tilulo original: Colombia; inside yhe Labyrinth ® Latín América Bureau, 1990 ® Edición en español: Altamir Ediciones 1992 © De la traducción: Hernando Valencia Villa ISBN: 958-9232-15-9 Diseño: Diego Tenorio Artes y películas: Grupo Editorial 87 Altamir Ediciones Ltda. 'Carrera 16 No. 39-53 Bogotá, Colombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte: El nacimiento del orden político * Capítulo 1. Perspectivas históricas * "... una especie de archipiélago" * Herencia colonial * Independencia mas no nación * Guerra partidista * La frontera agrícola * "Regeneración o catástrofe"* "Un viento de muerte había pasado sobre el país entero" * Capitulo 2. La república oligárquica * El café y Antioquia * El café y el Estado nacional * Los años heroicos: El trabajo urbano (1919/1929) * País político y país nacional* La Revolución en Marcha (1934-1938) * Luchas campesinas * Retirada y reconquista (1938-1945) * Hacia la Violencia * Las raíces de la barbarie * Capítulo 3. La Violencia (1948-1965) * El Bogotazo y sus secuelas * La Violencia (1949-1953) * Sangre y acumulación * Solución política, arbitraje militar (1953-1957) * La Violencia (1958-1965) * El Estado bipartidista * Segunda parte La crisis del orden político (1966-1986) * Capítulo 4. Las dos economías de Colombia * La economía del pueblo * La economía del Banco Mundial * Los sectores de la economía * 1.Industria: El triángulo de oro * 2. Agricultura: Paisajes cambiantes * 3. "Colombia es café o no es nada" * 4. Energía: un debate nacional * La economía subterránea * La economía de la cocaína * El fracaso de las reformas * Capitulo 5. La respuesta popular * El movimiento campesino * El movimiento indígena * Los sindicatos * Los movimientos cívicos * Los movimientos sociales en Colombia: Problemas y perspectivas * Capitulo 6. La respuesta política * Luchas guerrilleras: la primera generación (1964-1974) * Luchas guerrilleras: la segunda generación (1974-1982) * La tregua armada (1982-1985) * Capitulo 7. La respuesta estatal * La crisis del sistema bipartidista * La Iglesia y el cambio social * La Fuerzas Armadas y la autonomía política * La democracia sin el pueblo * Tercera parte: Contraofensiva * Capítulo 8. Contraofensiva * Los límites del reformismo * La represión oficial y extraoficial *

Transcript of Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia....

Page 1: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Tilulo original: Colombia; inside yhe Labyrinth ® Latín América Bureau, 1990 ® Edición en español: Altamir Ediciones 1992 © De la traducción: Hernando Valencia Villa ISBN: 958-9232-15-9 Diseño: Diego Tenorio Artes y películas: Grupo Editorial 87 Altamir Ediciones Ltda. 'Carrera 16 No. 39-53 Bogotá, Colombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia

Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte: El nacimiento del orden político * Capítulo 1. Perspectivas históricas *

"... una especie de archipiélago" * Herencia colonial * Independencia mas no nación * Guerra partidista * La frontera agrícola * "Regeneración o catástrofe" * "Un viento de muerte había pasado sobre el país entero" *

Capitulo 2. La república oligárquica *

El café y Antioquia * El café y el Estado nacional * Los años heroicos: El trabajo urbano (1919/1929) * País político y país nacional * La Revolución en Marcha (1934-1938) * Luchas campesinas * Retirada y reconquista (1938-1945) * Hacia la Violencia * Las raíces de la barbarie *

Capítulo 3. La Violencia (1948-1965) *

El Bogotazo y sus secuelas * La Violencia (1949-1953) * Sangre y acumulación * Solución política, arbitraje militar (1953-1957) * La Violencia (1958-1965) * El Estado bipartidista *

Segunda parte La crisis del orden político (1966-1986) *

Capítulo 4. Las dos economías de Colombia *

La economía del pueblo * La economía del Banco Mundial * Los sectores de la economía * 1.Industria: El triángulo de oro * 2. Agricultura: Paisajes cambiantes * 3. "Colombia es café o no es nada" * 4. Energía: un debate nacional * La economía subterránea * La economía de la cocaína * El fracaso de las reformas *

Capitulo 5. La respuesta popular *

El movimiento campesino * El movimiento indígena * Los sindicatos * Los movimientos cívicos * Los movimientos sociales en Colombia: Problemas y perspectivas *

Capitulo 6. La respuesta política *

Luchas guerrilleras: la primera generación (1964-1974) * Luchas guerrilleras: la segunda generación (1974-1982) * La tregua armada (1982-1985) *

Capitulo 7. La respuesta estatal *

La crisis del sistema bipartidista * La Iglesia y el cambio social * La Fuerzas Armadas y la autonomía política * La democracia sin el pueblo *

Tercera parte: Contraofensiva * Capítulo 8. Contraofensiva *

Los límites del reformismo * La represión oficial y extraoficial *

Page 2: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

La violencia política y el conflicto social * El gobierno contra la derecha paramilitar * Las guerras de la cocaína * Legitimidad y autoridad: La contraofensiva bloqueada *

Capítulo 9. Las opciones políticas *

El movimiento popular * Hacia un frente popular * Los movimientos guerrilleros * ¿La guerra o la paz? *

Colombia: Una bomba de tiempo política *

Post scriptum ¿Ha sido desactivada la bomba de tiempo? *

La guerra de las drogas * La guerra política * Un voto por el cambio * Las guerrillas buscan la paz * El movimiento popular * Conclusión *

Bibliografía *

Introducción. El nudo de Bolívar El 18 de agosto de 1989, Luis Carlos Galán, el político que más probabilidades tenía de ser el candidato del partido liberal en la elección presidencial de 1990, fue asesinado a tiros mientras hablaba ante una multitud en Soacha, en las afueras de Bogotá. El crimen ocurrió ante las cámaras de la televisión y a pesar de la presencia de 22 guardaespaldas de Galán; fue ordenado por algunos de los más poderosos narcotraficantes del país, conocido como el cartel de Medellín. Las víctimas anteriores del cartel incluyen a Rodrigo Lara Bonilla, Ministro de Justicia de la administración Betancur; Guillermo Cano, Director del Diario El Espectador; el Procurador General de la Nación en la administración Barco, Carlos Mauro Hoyos; Jaime Pardo Leal, el líder de la Unión Patriótica; y docenas de jueces, magistrados, policías, soldados y miembros del establecimiento tradicional. Ellos han sido víctimas de lo que Antonio Caballero llamó la guerra comercial del cartel de la cocaína, es decir, la guerra librada para proteger sus intereses comerciales y, en especial, para evitar la extradición de sus miembros a los Estados Unidos.

Pero hay otra guerra y otras víctimas, mucho más numerosas y provenientes de los sectores populares de la sociedad colombiana: la guerra política, conocida también como la guerra sucia. En este caso, el cartel no ha actuado solo sino asociado con miembros de la elite tradicional: empresarios, terratenientes y militares. Esta guerra ha costado la vida a cerca de 8.000 campesinos, obreros, políticos de oposición y activistas de izquierda entre comienzos de 1986 y mediados de 1989. Muchos de ellos fueron víctimas de un nuevo fenómeno: el de las masacres, que con frecuencia se presenta en áreas fuertemente militarizadas donde las matanzas no podrían haber ocurrido sin la connivencia de miembros de las fuerzas de seguridad.

Entre las víctimas de la guerra política estaba Daniel Espitia, tesorero nacional del movimiento campesino ANUC, quien cayó asesinado por sicarios el 9 de agosto de 1989. Lo conocí dos meses antes cuando visitó Inglaterra como parte de una delegación que organizaba una respuesta latinoamericana al aniversario del "descubrimiento" del subcontinente en 1992. Venía de Montería, capital del departamento de Córdoba, donde hay siete barrios de tugurios, resultantes de invasiones de tierras y poblados por más de 30.000 personas, en su mayoría refugiados de los asesinatos políticos y los bombardeos militares de zonas campesinas, que se incrementaron en 1988 y 1989. Espitia ayudaba a organizar la comunidad local. Su hermano

Page 3: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

fue asesinado en la masacre de El Tomate en 1988, al lado de 15 personas más, incluyendo niños; su padre fue asesinado seis meses antes; y su esposa acababa de abandonarlo a él y a sus siete hijos pues no soportaba más el terror en que vivían.

La muerte de Galán puede atribuirse tanto a la guerra comercial cuanto a la guerra política. El estaba profundamente alarmado ante la penetración de los barones de la droga en las instituciones políticas y era partidario de la extradición de los grandes narcotraficantes. Pero también, como miembro del establecimiento político tradicional, era un político reformista a la colombiana, cuya carrera había girado en torno a la modernización de las arcaicas instituciones del Estado y sus prácticas corruptas. Tenía simpatías en la amplia clase media de las grandes ciudades colombianas, y habría ganado la elección presidencial de 1990 si hubiera sido el candidato único del liberalismo. Su asesinato, a diferencia del de Espitia y miles como él, obligó por fin al gobierno a reconocer que, tan solo en una década, los barones de la cocaína no se habían convertido únicamente en los hombres más ricos del mundo sino también en un Estado dentro del Estado, que contaba con un proyecto político de extrema derecha. El Movimiento de Restauración Nacional (MORENA) había sido lanzado apenas una semana antes del asesinato de Galán y se sabía que representaba a las fuerzas involucradas en las matanzas de la guerra sucia. El general Miguel Maza Márquez, jefe del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), dijo entonces:

Nos dimos cuenta de que los narcotraficantes no operaban ya como delincuentes comunes, como la mafia. Se habían convertido en un pequeño Estado dentro del Estado colombiano (...) Este pequeño Estado tiene una infraestructura militar muy organizada y un brazo político en formación en el partido MORENA de la región del Magdalena Medio, un territorio que los narcotraficantes estaban a punto de controlar totalmente.

El auge de los barones de la cocaína no es, contra la opinión de muchos, la causa de la actual crisis política de Colombia. Se trata de un aspecto de la crisis, de la manifestación reciente de un antiguo conflicto. Según algunos, la crisis tiene tantas facetas que no habría explicación clara para ella. Colombia es vista como un intrincado nudo sin comienzo ni final, un país de tan extraordinarias características que muchos identifican con el Macondo de Cien Años de Soledad, la novela de Gabriel García Márquez, lo cual implica que pertenece al reino del realismo mágico y desafía la explicación y el análisis. Pero García Márquez considera que sus novelas tienen sus raíces en la realidad. En una rara entrevista publicada en marzo de 1989, dijo a propósito de su último libro, El General en su Laberinto, que trata del último viaje del Libertador:

El General tiene mayor importancia que el resto de mi obra. Muestra que todo mi trabajo corresponde a una realidad histórica o geográfica. No es realismo mágico y todas esas cosas que dicen. Cuando usted lee mi Bolívar, se da cuenta de que todo lo demás tiene, de algún modo, una base documental, un fundamento histórico, un fundamento geográfico que se demuestra en El General.

Esta obra es un intento por encontrar alguna de las claves del laberinto colombiano, en el pasado y en el presente, que expliquen la crisis contemporánea a los extranjeros. Se sitúa el origen del nudo de Colombia en la época de Bolívar pues algunos de los dilemas fundamentales de la construcción nacional se plantearon durante la guerra de independencia y no se resolvieron después. El esfuerzo de Bolívar por hallar una fórmula que permitiera crear

Page 4: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

un Estado fuerte, coherente y eficaz, uniendo los disparatados elementos del antiguo imperio español, se frustró por la visión parroquial de las elites locales, que se dedicaron a sus querellas intestinas durante los anos posteriores a la independencia. Estas elites importaron formulas democráticas europeas, diseñaron impresionantes constituciones y establecieron partidos que tomaron sus nombres de los partidos del viejo mundo. Pero tales fórmulas no guardaban relación con la realidad política, que tenía un carácter profundamente elitista, antidemocrático e inestable.

Este libro está escrito desde la perspectiva de los que han entregado sus vidas en la lucha por una sociedad mejor, los innumerables activistas del movimiento popular, como Daniel Espitia, exterminados por el Ejército y los grupos paramilitares La cuestión de quién puede desatar el nudo de Bolívar resulta de vital importancia para el futuro de este movimiento popular. Y en las postrimerías del siglo XX, las aspiraciones de Daniel Espitia y otros superan el sueño bolivariano de construir un Estado fuerte y eficaz, y se enderezan a un Estado basado en principios de justicia social y económica.

Se parte de la premisa según la cual algunos cabos del nudo pueden desenredarse, admitiendo al mismo tiempo que la historia de Colombia es una de las más complejas de América Latina y que un texto como éste no puede hacerle justicia del todo. Una sola región de este país tan diverso en su geografía y en su cultura podría haber llenado, de sobra, este libro.

Cada una de las tres partes presenta los elementos que se propone desenredar. La primera parte presenta la dimensión histórica, rastrea el nacimiento del orden político y establece las raíces históricas de una distinción que aparece una y Otra vez en los escritores colombianos: entre la Colombia formal y la Colombia real. Hay una Colombia constitucionalista y legalista, que alardea de toda la escenografía de una nación moderna. Esta es la Colombia frecuentemente descrita por la prensa internacional como el país más democrático de América Latina. Pero hay también una Colombia real, del pueblo, donde el imperio de la ley no impera, la pobreza es la norma y la democracia es apenas una palabra en un antiguo documento.

La lealtad a los dos partidos políticos tradicionales fue durante muchos años el vínculo entre las dos Colombias. El pueblo combatía en los virulentos conflictos bipartidistas en nombre de la oligarquía dominante de tal suerte que las lealtades a uno u otro de los partidos de la oligarquía se sellaban a través de generaciones de sangrientas venganzas. Se estableció así una tradición de violencia política partidista que culminó a fines de los años cuarenta y a lo largo de los años cincuenta en la Violencia, la última gran guerra civil entre los partidos, cuya fase final estuvo dominada por el bandidismo social y se prolongó hasta 1965.

Durante estos años, surgieron formas de justicia privada que aparecían de nuevo en los años ochenta. Existía la figura del asesino a sueldo, el "pájaro", asociado a los partidos y terratenientes en la década de 1950. Su equivalente profesional, el sicario, sería la figura dominante algunos decenios después. Los grupos paramilitares y de autodefensa también formaban parte de la estrategia de ataque y revancha de los latifundistas en la época de la Violencia. Y la extorsión o el "boleteo" se atribuía a la policía de entonces, y ha vuelto a practicarse por las FARC, que extraen dinero a los propietarios rurales mediante amenazas de secuestro.

La segunda parte examina la crisis política generada por la Violencia, entre 1966 y 1986. Este período se abre con una reforma frustrada, la del presidente Lleras Restrepo, y se cierra con

Page 5: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

otra enmienda fracasada, la del presidente Betancur. El hilo conductor es la incapacidad del orden político para manejar los dramáticos cambios sociales que acompañaron la modernización económica, y en particular la transición acelerada de una sociedad rural a una sociedad urbana, cumplida en unos pocos decenios. El Estado se convirtió en un mediador a través del cual los miembros de la elite dominante se distribuían el poder y los privilegios. El orden social se preservaría mediante las lealtades clientelistas basadas tanto en la manipulación política y la corrupción administrativa como en la represión, como lo señala un jurista colombiano:

En Colombia el estado de derecho desapareció hace tiempo; yo sostengo que el 9 de abril fue la hecatombe del estado de derecho, y se restableció la autoridad sobre la base de la segunda constitución que es el estado de sitio y sobre la base de que las fuerzas armadas desempeñarían una labor de sostén del poder político, atribuyéndoles la cartera de Defensa.

El desarrollo desigual y desaforado del capitalismo generó pobreza y riqueza a la vez. Surgieron dos economías que reflejan las dos caras del orden político: la economía formal, con sus impresionantes estadísticas de crecimiento, y la economía informal, donde la mayoría de la población vive y trabaja. Ha aparecido una clase media significativa, como resultado del éxito de la economía formal; pero, su bienestar económico no está asegurado y grandes sectores han sido incapaces de realizar sus aspiraciones materiales.

La respuesta del pueblo obligado a sobrevivir es otro elemento de la historia contemporánea de Colombia, Y con frecuencia ha adoptado formas no políticas La criminalidad urbana, que ha generado su propio y violento bajo mundo y que ha hecho legendarios los índices delictivos del país, es uno de tales medios de supervivencia.

Los movimientos de la población se desplazan a las nuevas fuentes de riqueza pero muy rara vez los pobres tienen acceso a ellas. Los campesinos han pretendido colonizar las tierras públicas disponibles pero la batalla por la frontera agrícola ha sido violenta y difícil. Abandonados por el Estado, los colonos han intentado sobrevivir con el trabajo familiar mientras los ganaderos aprovechan cualquier oportunidad para despojarlos de la tierra.

En la región esmeraldífera del occidente de Boyacá, la incompetencia y la negligencia del Estado allanaron el camino para la guerra a muerte por el control de las minas, por lo cual miles de mineros pobres, que se asentaron en la región en busca de fortuna, han ayudado a levantar los feudos de la mafia de traficantes de esmeraldas. El oro atrajo a miles de buscadores pobres al noreste antioqueño, donde trabajan largas horas a la sombra de las grandes dragas de las compañías mineras, en una región carente de infraestructura y .servicios básicos. Una enorme devastación ecológica ha -sido el resultado de esta lucha frenética de mineros y colonos por la supervivencia.

La llegada de la cocaína a finales de los años setenta se sumó a estas estrategias de supervivencia y enriqueció a una nueva elite mientras el cultivo de la hoja ofreció un ingreso providencial a unos pocos colonos al borde de la ruina. también trajo la guerra de pandillas y el baño de sangre que se asocian a las drogas ilegales en todo el mundo. Y el auge del alcaloide corrompió y desestabilizó las instituciones políticas que ya eran vulnerables a las influencias partidistas.

Page 6: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Otra forma de respuesta popular ha sido la de organizarse y protestar por el abandono del Estado y la manipulación de los partidos tradicionales. La movilización y la protesta se han originado en falta de tierra, malas condiciones de trabajo y falta de seguridad social, carencia de acueductos y alcantarillados, malos caminos, proyectos eléctricos que han destruido medios de vida y corrupción en el sistema político local. Esta respuesta popular presenta muchas manifestaciones pero tiene un denominador común: el rechazo del bipartidismo que ha sido la base del régimen y que ha asegurado hasta ahora su legitimidad.

Ha habido otra respuesta aún más política: los movimientos guerrilleros, que aparecieron a comienzos de los años sesenta y propusieron la transformación del orden establecido. Aunque fueron virtualmente destruidos a principios de los anos setenta, resurgieron a finales de esta década y comienzos de la siguiente en tanto el Estado había fracasado en sus reformas y seguía excluyendo a la mayoría de los colombianos.

La incapacidad del Estado para velar por los intereses del conjunto de la sociedad y elevarse por encima de los intereses partidistas de los jefes políticos y de los empresarios privados sembró las semillas de la violencia de los años ochenta. El fracaso de las iniciativas de paz en la primera mitad de esta década puso en evidencia el miedo de muchos en la elite dominante de perder el control sobre la economía y la política. El ejército, entrenado en las técnicas norteamericanas de contrainsurgencia y en su larga experiencia de campo, se preparó para prestar sus servicios para la preservación del orden establecido.

La tercera parte versa sobre la contraofensiva de la elite ante las presiones en favor del cambio, que no fue unívoca pues algunos advirtieron la necesidad de reformar y modernizar el sistema político. Pero tuvieron que hacer frente a un conservatismo militante. Y si bien el movimiento popular estaba acostumbrado a la represión, la ferocidad de la derecha en los ochenta tomó por sorpresa a muchos activistas.

Inicialmente, la contraofensiva asumió la forma de luchas regionales en las cuales empresarios y terratenientes trataban de recuperar el control de regiones donde el movimiento popular era fuerte o donde la guerrilla amenazaba el monopolio tradicional de la fuerza armada. El ejército y los narcotraficantes ayudaron entonces a crear docenas de grupos paramilitares y la mafia de la cocaína se hizo aún más poderosa tras esta alianza con los poderosos.

Amnistía Internacional ha reunido una considerable información sobre los vínculos entre militares miembros del establecimiento y narcotraficantes Para la formación de cerca de 140 grupos paramilitares y de autodefensa en todo el país:

La Procuraduría General de la Nación y agencias civiles de seguridad han abierto investigaciones sobre la composición y la financiación de los grupos paramilitares. Mediante tales investigaciones, se ha comprobado que los escuadrones de la muerte son financiados por terratenientes, industriales y presuntos narcotraficantes, y operan en coordinación con o bajo la autoridad de sectores de las fuerzas armadas de Colombia. Estas unidades militares incluyen el F-2 de la Policía Nacional, el B-2 del Ejercito y la unidad de inteligencia y contrainteligencia del Ejercito (BINCI).

Además de grupos paramilitares propiamente dichos, los civiles han sido instigados a formar grupos de autodefensa. Estas organizaciones tienen una larga historia que se remonta a la

Page 7: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Violencia y que muestra su empleo como auxiliares de las fuerzas armadas durante las campañas de contrainsurgencia de los años sesenta y setenta. Han sido particularmente activas en regiones estratégicas, donde están en juego importantes recursos naturales, como las tierras y las reservas de petróleo y gas natural del Magdalena Medio.

Lo que empezó como un esfuerzo regional, bien pronto parecía estar coordinado a nivel nacional. Tardíamente, el Estado intentó recuperar el control de la justicia privada y para ello consiguió ampliar y legitimar su capacidad represiva. Las fuerzas armadas han sido fortalecidas y el manejo civil de ciertas áreas, entre las cuales se destacan Urabá, Arauca y Caquetá, se ha confiado a jefes militares designados por el presidente. El gobierno ha alentado así la impunidad con que actúa el Ejercito al enfrentar lo que él denomina ‘subversión’ y que otros llaman legítima protesta popular.

El asesinato de Galán reveló el poderío económico y político de la mafia de la cocaína, mientras el Estado, el Ejército y la elite empresarial conferían prioridad al enfrentamiento del movimiento popular y de las guerrillas de la izquierda. El lanzamiento de MORENA, el nuevo partido derechista asentado en Puerto Boyacá, en una región virtualmente controlada por los narcotraficantes y sus aliados locales, hizo pensar en la formulación de un proyecto narcofascista en el país. Y si bien la mayor parte de la clase dirigente colombiana no está de acuerdo con dicho proyecto, su ambivalencia frente a los narcodólares y a la cruzada anticomunista que han ayudado a financiar, ha facilitado la consolidación política de la mafia.

La administración liberal de Virgilio Barco lanzó su propia ofensiva contra los barones de la droga mediante confiscación de propiedades, destrucción de laboratorios y captura de pequeños traficantes. Los barones mismos escaparon ilesos y organizaron una contraofensiva; amenazaron matar diez jueces por cada nacional extraditado por narcotráfico. La ola de violencia resultante mostró que hablaban en serio.

Al mismo tiempo, la mafia de la droga y sus aliados empezaron a explotar la bandera del nacionalismo. Un elemento adicional se sumó al debate de la droga: el papel de los Estados Unidos en Colombia. Los Estados Unidos han mantenido estrechas relaciones con el gobierno colombiano y en especial con el Ejército, al cual han suministrado entrenamiento y armas a cambio de una absoluta lealtad. Colombia fue el único país de América Latina que apoyó a Inglaterra y los Estados Unidos en la guerra de las Malvinas.

Como puerta de entrada a Suramérica, con litorales sobre el Atlántico y el Pacífico, Colombia tiene una gran importancia estratégica. Se habla de la construcción de un nuevo canal interoceánico por el río San Juan, en el noreste del país, para reemplazar el canal de Panamá. Las enormes reservas de carbón, petróleo y gas natural, y la cercanía a los Estados Unidos hacen de Colombia una importante fuente de recursos energéticos, que puede reducir la dependencia norteamericana del inestable Oriente Medio. La costa Pacífica está llamada a grandes desarrollos, y los japoneses muestran un creciente interés en esa región.

Las guerras de la coca en la segunda mitad de 1989 han permitido a los Estados Unidos fortalecer su presencia y su influencia en el país, aunque muchos han cuestionado la eficacia e incluso la finalidad de esta intervención. El general Miguel Gómez Padilla, director de la Policía Nacional, ha planteado cómo el armamento y el equipo suministrados resultan más apropiados para una guerra convencional que para el conflicto con los narcotraficantes. La Policía Nacional ha ejecutado cerca del 90% de las operaciones antinarcóticos pero cerca del 85% de la ayuda norteamericana está destinada al Ejército y a la Fuerza Aérea . Muchos

Page 8: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

observadores opinan que el gobierno de los Estados Unidos debería prestar más atención a la demanda de la cocaína en su propio territorio, por parte de los seis millones de usuarios habituales.

A fines de 1989, el Estado colombiano luchaba por conservar su autoridad y su credibilidad, aunque se benefició del golpe propagandístico que fue la muerte del narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha en diciembre de tal año. La violencia derechista contra el movimiento popular y la oposición política, que se había reducido durante el apogeo de la guerra de la cocaína en agosto y septiembre, se intensificaba de nuevo. La elite estaba dividida por la crisis y su manejo, y el país aparecía huérfano de liderazgo como nunca antes.

Hay un hilo conductor que atraviesa la historia de Colombia como ningún otro y que consiste en que la elite dominante identifica siempre el destino de la nación con el suyo propio. "¿Pero la prosperidad de una clase puede realmente identificarse con el bienestar de un país?", se pregunta el escritor uruguayo Eduardo Galeano. Uno de los más recientes fenómenos en esta compleja historia es la respuesta de otras clases que dicen no. Si la lucha de clases no lo explica todo en la Colombia de hoy, en cualquier caso es el hilo sin el cual no será posible deshacer nunca el nudo de Bolívar.

Primera parte: El nacimiento del orden político Creo que estamos actuando, pensando, concibiendo y tratando de seguir haciendo un país que no es real, sino que está en el papel. La Constitución, las leyes... todo en Colombia es magnífico, todo en el papel. No corresponde para nada con la realidad. En ese sentido, Venezuela está más cerca del pensamiento de Bolívar que Colombia. Colombia es un país santanderista. Las instituciones, la organización jurídica y administrativa es santanderista, pero el país es bolivariano. Esa es otra cosa. Hay una tradición democrática reprimida hace muchos, muchos años, que es la única esperanza que nos queda, que le queda a Colombia,

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Capítulo 1. Perspectivas históricas

"... una especie de archipiélago"

La geografía y el clima han tenido una influencia decisiva en el curso de la historia de Colombia. El país está dominado por tres ramales de la Cordillera de los Andes, separados por los dos amplios valles fluviales del Cauca y del Magdalena. Allende las montañas, en la costa Atlántica, los Llanos orientales y la cuenca amazónica, se extienden grandes planicies y selvas.

Las cordilleras andinas crean diferentes pisos térmicos que han influido mucho en los patrones de asentamiento y cultivo de la tierra. Hay tres grandes regiones climáticas: las tierras frías, las vertientes templadas y los valles cálidos. Casi todos los pueblos aborígenes se asentaron en las altiplanicies frías, al igual que los españoles tras iniciarse la Conquista a comienzos del siglo XVI. Bogotá, la capital, está situada a 2.600 mts de altura sobre el nivel del mar, en una meseta de la cordillera oriental. El poblamiento de las vertientes y las tierras bajas tuvo lugar tan solo por la presión de la concentración de la propiedad rural y el crecimiento de la población en el siglo XIX, y se prolonga hasta nuestros días. Los grandes movimientos colonizadores atraviesan la historia nacional.

El gran tamaño y las barreras físicas del país han creado tremendos problemas de transporte y comunicaciones. Hasta este siglo, Colombia fue un país de regiones aisladas, "una especie de

Page 9: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

archipiélago", como la han llamado los historiadores. Los altos costos y las dificultades del transporte retardaron el desarrollo de un mercado nacional y reforzaron el regionalismo político que ha sido la base del poder nacional hasta el presente.

Herencia colonial

"Tres siglos de colonialismo dejaron una herencia: una clase dirigente pobretona, sin imaginación ni grandes ambiciones". Los españoles no hallaron sofisticados imperios en Colombia como los incas en el Perú o los aztecas en México. La población indígena sumaba tres o cuatro millones, mientras que la del Perú ascendía a diez millones y la de México a treinta y cinco millones. Esta cifra se reduciría con rapidez a causa de las enfermedades y el despojo, al punto que llegaría a ciento treinta mil aborígenes a fines del siglo XVIII. Actualmente, los indígenas de Colombia llegan a medio millón. La mayoría de la población nacional es mestiza. Mientras hubo mano de obra indígena suficiente, se desarrolló una elite de terratenientes españoles. Los más pobres entre los españoles se dedicaron a la agricultura de subsistencia y la artesanía en Santander y el nororiente del país, al paso que se traían esclavos africanos para las minas de oro en Antioquia y las haciendas del valle del Cauca y algunas regiones de la costa Atlántica. Las razas indias, europea y africana se mezclaron y a finales del siglo XVIII el 50 de la población provenía del mestizaje.

Los españoles hallaron oro en Colombia pero esta riqueza no resulta comparable al fabuloso yacimiento de plata de Cerro Rico en Potosí, Bolivia. El oro se convirtió en el principal producto de exportación de la Real Audiencia (1564-1718) y luego del Virreinato (1718-1810) de la Nueva Granada. La producción se concentró en Antioquia a finales del siglo XVI y principios del XVII, pero se desplazó al Chocó en el XVIII. La propiedad minera contribuyó a que la oligarquía de comerciantes y latifundistas desempeñara un papel destacado en la vida económica nacional, pero no generó grandes riquezas y el negocio se encontraba en franca decadencia a finales del período colonial.

Durante la Colonia surgieron dos Colombias que perduraron hasta los primeros decenios de la Independencia: la del occidente esclavista y minera, y la del oriente, agrícola y manufacturera, divididas por el río Magdalena. Una elite terrateniente, asentada en Bogotá y Popayán, dominaba a las dos Colombias. Su poder descansaba en las grandes haciendas que se desarrollaron por doquier, excepto en Antioquia y Santander, donde la economía local se caracterizaba por pequeñas fincas y minas, y por la producción de manufacturas, respectivamente.

La disponibilidad de mano de obra era vital para las haciendas. La encomienda fue un sistema de reclutamiento de trabajadores indígenas cuya labor se consideraba como un tributo para el latifundista o encomendero, mientras que las comunidades indígenas en cuanto tales recibían la propiedad colectiva de la tierra en los resguardos o reservaciones. Pero la continua disminución de la población indígena condujo a la transferencia de muchas tierras de resguardos a los terratenientes. La creciente población de mestizos no podía recibir tierra en los resguardos y se vinculó entonces a la hacienda en calidad de arrendatarios, recogedores de cosechas o peones ligados al fundo a través de deudas. El conflicto entre la expansión de las grandes haciendas y los esfuerzos de los campesinos pobres para conseguir tierras es otra constante de la historia de Colombia.

La agricultura permaneció atrasada durante la Colonia pues los métodos de cultivo avanzaron muy poco desde la época precolombina. El arado de hierro, al igual que la irrigación o el abono, no se usaba todavía a finales del siglo XVIII. La agricultura de plantación no llegó a desarrollarse, a diferencia de lo que ocurrió en México y otras regiones del imperio español. Algunos historiadores culpan a las clases dominantes por su falta de espíritu empresarial, y así puede observarse en la historia nacional. Pero la geografía también cumplió su papel: el transporte de los productos a través de terrenos intransitables era muy arriesgado y muy costoso.

El carácter jerárquico y estratificado de la sociedad colonial generó muchas tensiones sociales. La población negra luchó arduamente contra la esclavitud mediante la huida y construcción de palenques

Page 10: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

o mediante la rebelión. En 1781, la población indígena desempeñó un papel destacado en la rebelión de los comuneros, pues la mitad de las veinte mil personas alzadas en armas eran indios. El movimiento de los comuneros fue una precaria alianza entre ricos y pobres en contra de la opresión de la burocracia española y sus nuevas políticas tributarias. Se concentró en el nororiente del país, donde existía una activa economía basada en las manufacturas y la agricultura. Sus líderes fueron pequeños propietarios y comerciantes, quienes recibieron el apoyo de la elite criolla que deseaba mantener las reivindicaciones dentro de límites aceptables.

Pero el movimiento suscitó las esperanzas de los mestizos pobres y dio salida a la ira de los indios desposeídos, cuyas querellas no se dirigían únicamente contra las autoridades coloniales sino también contra todos aquellos que los habían despojado de sus tierras. Surgió entonces un líder, José Antonio Galán, un mestizo pobre que trató de convertir el movimiento en una expresión de los intereses de las clases populares. Pero la elite criolla abandonó el movimiento y ayudó a los españoles a reprimirlo. Su miedo al pueblo resultó en últimas mucho más fuerte que su odio a las autoridades españolas. Y el movimiento mismo de la independencia estaría férreamente controlado por esta clase.

Independencia mas no nación

Entre 1810 y 1816, la lucha por la independencia estuvo marcada por violentas querellas entre los miembros de la elite criolla, que se dividió entre quienes querían un régimen unitario y quienes querían un sistema federal. Este debate estuvo alimentado por el hondo regionalismo y los contradictorios intereses de la elite, y se prolongaría hasta la liberación.

El conflicto también surgió entre Simón Bolívar, el primer presidente de la Gran Colombia, y su vicepresidente, Francisco de Paula Santander, el gran administrador. Algunos atribuyen la incapacidad de Colombia para construir una nación en el siglo XIX a la derrota de Bolívar, cuya visión superaba los particularismos de la época, que la destruyeron al final. Colombia cayó entonces en mano de contenciosos terratenientes y comerciantes que se mostraron incapaces de construir un Estado coherente, aun cuando siguieron formalmente comprometidos con las constituciones, las leyes e incluso las elecciones.

Santander y sus seguidores, quienes no habían estado directamente comprometidos con la guerra y no sentían lealtad alguna hacia Bolívar y su visión de América Latina federal, trataron de llenar los espacios políticos que generó la independencia, pero no lograron ponerse de acuerdo sobre un proyecto político y el ejército bolivariano era un serio obstáculo a sus ambiciones. El ejército era la única fuerza centrípeta, pero entraba en contradicción con la mentalidad regionalista de la elite. Con sus numerosos oficiales venezolanos, el ejército se había convertido también en un vehículo para el progreso de mestizos y mulatos y era por tanto una fuerza democratizadora en una sociedad rígidamente estratificada.

Temeroso de que la discordia entre las facciones dominantes pusiera en peligro las nuevas repúblicas, Bolívar empleó su ejército para imponer una constitución autoritaria en 1828. Esta experiencia dejó un perdurable legado de antimilitarismo entre los dirigentes colombianos. Cuando Bolívar se retiró en 1830, el ejército perdió a su patrón, se quedó sin recursos y se convirtió en uno de los más débiles de América Latina. Otras instituciones estatales quedaron en idéntica condición. Ningún sector de la elite tuvo éxito en imponerse de modo duradero, y el desorden y la inestabilidad reinaron.

La república de la Nueva Granada rigió de 1830 a 1858 en un país pobre y aislado, con una población de poco más de un millón de habitantes. La comunicación entre las regiones se hacía a través de las costas y los ríos y de precarias rutas a través de los Andes. Además de no haber sido nunca una colonia rica, la Nueva Granada quedó descapitalizada tras las guerras de independencia. Era el menos dinámico de los tres países que integraron la Gran Colombia: Venezuela había sido la más importante colonia agrícola de España y, como Ecuador, un destacado productor de cacao.

Page 11: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

El problema de la reconstrucción económica después de 1830 generó varios debates, principalmente en torno a los temas del proteccionismo y la industrialización, en oposición a la libertad de comercio y a la integración en el mercado mundial con base en las exportaciones agrícolas y mineras. A mediados de siglo, la debilidad de las manufacturas, bajo la amenaza constante de los menores precios de los productos ingleses, y el influjo de las ideas británicas sobre libertad de comercio en la clase empresarial se tradujeron en el predominio del liberalismo económico. La liberalización se completó en el gobierno de José Hilario López, de 1849 a 1853, con la abolición de la esclavitud y la eliminación del monopolio estatal sobre el tabaco. Hacia 1860, la producción tabacalera alcanzaba el 28% de las exportaciones, mientras el oro caía al 33% después de representar el 75% veinte años atrás.

Guerra partidista

David Bushnell dice que en Colombia hubo una política partidista nacional aún antes de que pudiera hablarse de mercado nacional o cultura nacional. Y Gonzalo Sánchez describe la Colombia decimonónica como un país en guerra permanente. Tras los catorce años de la guerra de independencia, hubo ocho guerras civiles nacionales, catorce guerras civiles locales, innumerables asonadas, dos guerras internacionales con Ecuador y tres golpes de Estado. Estas guerras nunca concluyeron en victorias decisivas pues había tan solo breves interrupciones para tomar aliento antes de que se reanudaran las hostilidades.

Los dos partidos responsables de estas guerras, que aún hoy dominan la vida política del país, datan de finales de la década de 1840-1850. El primer programa liberal fue elaborado por Ezequiel Rojas en 1848 y el ideario conservador apareció en 1849 bajo la firma de Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro. Algunos buscan las raíces de los partidos en la independencia y en las figuras de Santander y Bolívar, pero la distinción clara entre ambos, tanto en su origen como en su ideología, no es nada fácil de establecer.

Los temas económicos no afectaron la afiliación a uno u otro partido; la elite dominante se dividió en ambos grupos y había partidarios del librecambismo y del proteccionismo en cada uno de ellos. La pugna entre federalismo y centralismo generó divisiones tempranas pero poco duraderas. Fue un gobierno conservador el que adoptó en 1858 la primera constitución federalista, aunque serían los liberales, tras una de las peores guerras civiles, quienes llevarían el federalismo hasta sus límites últimos en la Constitución de Rionegro de 1863. El gobierno central quedó entonces despojado de autoridad política y militar, salvo en el campo de las relaciones exteriores. Esta Constitución rebautizó a la república como los Estados Unidos de Colombia. Fue, en palabras que se atribuyen a Victor Hugo, una constitución para ángeles.

Durante el siglo XIX la única cuestión que permitió distinguir entre uno y otro partido fue la Iglesia. Para los conservadores, más inclinados hacia la defensa del status quo, la Iglesia era una garantía de autoridad y orden. Para los liberales, empeñados en la modernización del Estado, la Iglesia era un bastión de privilegios, que minaba cualquier esfuerzo de cambio mediante su influencia política sobre las masas y en especial su control de la educación. Ello sirvió para que los conservadores tuvieran las mayorías electorales, eminentemente rurales, del siglo XIX. Después de que el presidente liberal Tomás Cipriano de Mosquera expropió los bienes eclesiásticos en 1861, la cuestión de la indemnización, al igual que el manejo religioso de la educación, dio pie a muchos años de hostilidad entre los partidos.

Pero las diferencias entre los dos partidos no explican por sí solas las dimensiones de la violencia suscitada entre ellos. Con el paso del tiempo, las gentes empezaron a creer que las diferencias realmente existían y esta creencia generó mayores divisiones. Pero el factor decisivo ha sido la penetración de los partidos en la conciencia popular. En la medida en que las dos divisiones quedaron establecidas en la década de 1850-1860, los pobres de los campos y de las ciudades fueron reclutados en torno a una u otra.

Page 12: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Las guerras del siglo XIX no se libraron entre pequeños grupos armados, sino que movilizaron a la población en ejércitos de miles de hombres. Inicialmente, para la mayoría participar en el ejército del terrateniente del lugar significaba algún favor o recompensa. Pero al entrar en acción y ver a familiares y amigos muertos o heridos por el enemigo, nacían lealtades y odios con hondas raíces personales. Ernst Rothlisberger, un profesor suizo, quien fue testigo de la guerra civil de 1885, escribía que la mayoría no luchaba a favor de uno u otro partido por convicción sino porque tenía que vengar alguna atrocidad.

A diferencia de otros países latinoamericanos en esa época, el ejército mismo no solía intervenir en el conflicto. El golpe de cuartel del general Melo en 1854 fue un caso excepcional y no sólo porque se originó en el ejército sino también porque reflejó conflictos sociales que no habían sido suplantados aún por las lealtades a los partidos multiclasistas. Convergieron así los oficiales veteranos del ejército bolivariano, frustrados ante los intentos de limitar aún más su menguada condición, y los artesanos deseosos de regresar a la protección de las manufacturas nacionales. A mediados del siglo, los artesanos constituían un sólido grupo social que resultó severamente afectado por la importación de productos ingleses. En 1855, el 25% de los tejidos de algodón provenía del exterior; en 1890, la cifra llegaría al 70% Se organizaron entonces Sociedades Democráticas, los primeros sindicatos obreros, que crearon milicias para defenderse de la represión y se movilizaron alrededor de la consigna "Pan, trabajo o muerte".

Melo y sus partidarios fueron derrotados por una coalición bipartidista dirigida por militares de la clase latifundista. Bajo la constitución de 1863, desapareció el ejército nacional; durante los veintitrés años siguientes los ejércitos y las oligarquías de las regiones se disputaron el poder a través de casi cuarenta rebeliones y alzamientos y una guerra nacional, la de 1876-1877, librada por los conservadores contra los liberales a causa del proyecto de implantar la educación laica.

En una tentativa de identificar una historia y una cultura de la violencia en Colombia, algunos autores advierten una continuidad entre la inestabilidad del siglo XIX y las turbulencias del siglo XX. Pero otros han cuestionado el. grado de violencia de estas guerras civiles. El historiador inglés Malcolm Deas observa que un país pobre hace guerras pobres. A pesar de la inestabilidad, los años del federalismo fueron los más dinámicos de la historia nacional desde el punto de vista cultural e intelectual. Las elecciones y las campañas constituían una parte vital de la política, pese a la frecuente apelación a las armas, y una prensa vibrante daba cuenta de ellas. La mayoría de los gobiernos tenía origen electoral, lo cual contribuyó a subrayar las alineaciones partidistas y a crear cierta conciencia política nacional en un país marcado por el regionalismo.

Los años de guerra entre los partidos, empero, deben haber producido un impacto en la cultura política del país. El padre Francisco de Roux ha dicho; "Es una simplificación decir que el colombiano fue un pueblo agresivo desde el comienzo. Lo que se encuentra más bien es un país en el cual las costumbres políticas de la clase dominante han conducido al pueblo a la guerra desde los primeros días de la república".

La frontera agrícola

Aun cuando estuvieran divididas en cuestiones políticas, las elites terratenientes coincidían en las tesis económicas básicas, tales como la ampliación de la frontera agrícola. Los poderosos latifundistas de Cundinamarca y el Cauca, donde habían predominado la hacienda y la encomienda durante la Colonia, buscaban extender sus grandes propiedades a las nuevas regiones agrícolas que se abrían. Tan solo en Antioquia, donde la escasa población había impedido el establecimiento de la hacienda, y en Santander, donde los inmigrantes españoles pobres se habían asentado como agricultores independientes, se desarrolló un esquema diferente con una historia muy distinta.

Había una inmensa reserva de baldíos o tierras públicas en el nuevo país, que se estimaba en el 75% del territorio nacional hacia 1850. A lo largo del siglo XIX, una elevada proporción de estas tierras fue

Page 13: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

adjudicada a un puñado de particulares. Dos adjudicatarios recibieron 150.000 hectáreas, y el 73% de los dos millones de hectáreas entregadas el siglo pasado lo fue en unidades de más de mil hectáreas cada una. Tanto los gobiernos conservadores como los gobiernos liberales se interesaban en el poblamiento de las tierras cálidas con el fin de desarrollar cultivos tropicales para el mercado de exportación, pues se pensaba que los cultivos de tierra fría no eran suficientemente competitivos en el exterior. La mano de obra resultaba un problema serio para los propietarios que deseaban explotar comercialmente sus fincas. El grueso de la población aún vivía en las tierras altas, y si los campesinos tenían acceso a las grandes extensiones de las tierras bajas ya no tendrían estímulo alguno para trabajar en los latifundios. Empezaron a presentarse flujos migratorios internos de las altiplanicies a las vertientes y valles interandinos. Pero los sucesivos gobiernos se resistían a titular los bienes en cabeza de los campesinos. En su lugar, se ofrecieron grandes extensiones a eventuales inmigrantes europeos, con resultados casi nulos. Y los campesinos colonizadores eran expulsados de los baldíos que trataban de ocupar.

Los propietarios rurales podían pagar los costos de adquisición legal de la tierra, pero con frecuencia la usurpaban y ocupaban ilegalmente gracias a la ayuda de jueces complacientes. Cuando el terrateniente reivindicaba la tierra, se hacía acompañar de la policía y decía al colono que debía abandonar el predio o tomarlo en arrendamiento. El arrendamiento casi siempre se pagaba con trabajo.

Inicialmente, los colonos no protestaron por su situación. Pero después de 1875 se dictaron algunas leyes en su favor, Los latifundistas las ignoraron y estallaron violentos conflictos con los campesinos que las invocaban en su defensa. Los propietarios destruían las cosechas y los puentes para impedir el transporte de los productos a los mercados, formaban grupos armados para intimidar y aterrorizar, y hacían detener a los líderes campesinos con base en falsas acusaciones. La sangrienta lucha por la frontera agrícola colombiana apenas comenzaba.

"Regeneración o catástrofe"

En Colombia, las raíces de la inestabilidad se encuentran en la pobreza y el atraso de la economía nacional. Mientras las elites adoptaban posturas ideológicas en favor de las filosofías librecambistas prevalecientes en Europa, durante casi todo el siglo XIX no pudieron beneficiarse de ellas. El Estado colombiano no desarrolló a lo largo de este siglo una base de recursos que permitiera crear una nación en un territorio federalista por naturaleza. Ningún cultivo de exportación pudo generar divisas y a la vez poder político para aquellos afortunados que lo produjeran y controlaran su comercio exterior.

La clase dirigente permaneció empobrecida en comparación con sus contrapartes en Ciudad de México, Lima y Río de Janeiro, y ninguna de sus facciones consiguió imponerse sobre las demás por largo tiempo. El poder radicaba en la tenencia de tierras más que en el comercio, y los valores y las prácticas tradicionales vinculadas al latifundio permanecieron en vigor hasta finales del siglo, mientras que casi todos los demás países latinoamericanos lograron fortalecer y centralizar el Estado y completar sus reformas liberales, tanto políticas cuanto económicas.

El Estado dependía de las tarifas aduaneras en un país en el cual las exportaciones e importaciones eran todavía reducidas. El tabaco y la quina tuvieron breves bonanzas pero en el último cuarto de siglo ambos cultivos se encontraban en trunca decadencia. El café empezó a contribuir en forma creciente a la generación de divisas desde 1870, pero su importancia para el futuro aún no había sido reconocida. El transpone todavía obstaculizaba el comercio. Aún después de la introducción de la navegación a vapor por el río Magdalena en la década de 1850 y del establecimiento de algunas líneas de ferrocarril, tomaba entre cuatro y seis semanas viajar de puertos del Caribe a Bogotá.

La Constitución ultracentralista de 1886 era tan autoritaria como liberal fue la Constitución de 1863, y es considerada como la primera tentativa de un proyecto político nacional por parte de la clase terrateniente. Fortaleció considerablemente el poder presidencial, y es la Constitución vigente.

Page 14: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

El Concordato de 1887 restauró el papel de la Iglesia en el Estado y en la sociedad, al considerar a la religión católica como elemento esencial del orden social. Mientras las revoluciones liberales en otros países de América Latina despojaron a la Iglesia de sus privilegios, en Colombia se le dio el control de la educación y de muchas ceremonias civiles. Se creó un ejército permanente y se abrió una escuela militar en 1891. El proyecto liberal fue sepultado y empezó la era de la república conservadora, que duraría hasta 1930. No hubo Victoria definitiva de un proyecto sobre el otro; el antiguo régimen nunca fue derrotado en Colombia, fue incorporado en el nuevo orden mediante el compromiso político.

En cada uno de los partidos políticos emergieron gradualmente dos tendencias: los intransigentes y los conciliadores. Los primeros eran burócratas en cierne, que no podían lucrarse de la tierra y veían al Estado como un recurso económico al cual se accedía a través de una carrera política. Por ello exigían que ningún miembro del partido contrario recibiera empleos públicos. Los segundos, por su parte, eran empresarios en busca de un ambiente económico seguro para desarrollar sus actividades. Deseosos de paz, se aliarían con sus homólogos del otro partido. Junto al fanatismo asociado al bipartidismo colombiano, ha existido también esta tradición conciliadora, que indudablemente ha contribuido a la supervivencia de las dos fuerzas hasta el presente.

Pero serian los intransigentes quienes tendrían la última palabra. Los precios del café, que hacia 1890 suministraban cerca del 80% del valor de las exportaciones, se derrumbaron. En el contexto de la crisis económica, un grupo de dirigentes liberales apeló una vez más a la guerra en 1899, haciendo realidad la catástrofe tan temida por Núñez. Uno de los principales motivos parece haber sido la exclusión de los liberales de los cargos públicos. La paz pudo arreglarse entonces, sin excesiva dificultad, pero no antes de que el grado de destrucción hiciese que aún los intransigentes vieran la necesidad de ella.

"Un viento de muerte había pasado sobre el país entero"

La guerra de los Mil Días (1899/1902) fue la más prolongada y devastadora de las guerras civiles de Colombia. La devastación se acentuó por la aparición de numerosas guerrillas, en su mayoría liberales, en diferentes regiones del país, como el Tolima, Cundinamarca, Santander y en el Cauca. La técnica de combate guerrillero se había impuesto con reticencia a los líderes liberales después de la derrota de sus fuerzas en Palonegro. Los conservadores tenían el control del Estado y un ejército fuerte, por lo cual los liberales debieron recurrir a las guerrillas para salvar su honor. Pero las guerrillas no resultaron fáciles de controlar. Provenían de los grupos sociales más pobres: campesinos sin tierra, indígenas y pobres de las ciudades, e hicieron estragos en las grandes haciendas cafeteras de Cundinamarca y el Tolima: cien mil personas murieron en la guerra.

La destrucción material fue enorme. El incipiente desarrollo de la economía cafetera en Cundinamarca y Santander fue interrumpido brutalmente; y las finanzas públicas y la vida económica en general se sumieron en el caos. En 1903, Colombia no pudo evitar la separación de Panamá a causa de la instigación norteamericana. "Un viento de muerte había pasado sobre el país entero", escribió por esos años el jefe político Jorge Holguín. Pero si la guerra de los Mil Días era la última del siglo XIX, sería apenas la primera del siglo XX.

Capitulo 2. La república oligárquica

El café y Antioquia

Colombia entró al siglo XX con una de las economías más atrasadas de América Latina. En 1905, las exportaciones per cápita eran tan solo un 30% más que lo que habían sido al final de la Colonia. La economía era aún muy cerrada y, junto con Haití, Colombia tenía los índices más bajos de importaciones y exportaciones per cápita e inversión extranjera en América Latina.

Page 15: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Fue el café el que proporcionó la base económica para forjar una nación a partir de la fracturada república. Hay tres etapas en la historia de la economía cafetera colombiana: entre 1870 y 1910 la producción se concentró en las grandes haciendas de Cundinamarca y Santander; después de 1960 la producción estuvo dominada por los grandes empresarios; en el período intermedio, de 1910 a 1950, prevaleció la producción en las fincas campesinas. Durante esta época, la producción se desplazó del oriente al occidente y en particular a Antioquia. "Los antioqueños son un pueblo fuerte, serio y trabajador; el futuro de Colombia les pertenece", escribía un viajero europeo en 1880 . Hacia 1932, Antioquia y su departamento vecino del sur, Caldas, producían el 50% del café de Colombia. En el primer tercio de esta centuria, la producción pasó del 40% al 70% de las exportaciones y situó al país en el cuarto lugar entre las naciones de América Latina en el volumen de su comercio exterior.

Antioquia desempeñó un papel muy importante y muy discutido en el desarrollo económico colombiano. La minería de oro y no la agricultura fue la base de su economía colonial; la región producía el 30% del oro de Colombia en el siglo XVIII. Vendedores ambulantes se convirtieron en figuras claves de la economía local al suministrar productos esenciales a la aislada región y actuar como intermediarios en el mercado legal e ilegal del oro. La minería estaba en manos de individuos que cultivaban su propia comida. La administración colonial dio prioridad a la economía minera y controló con sumo cuidado las concesiones a los grandes propietarios por manera que la hacienda nunca dominó la economía regional como ocurrió en el resto del país.

Tras la independencia, los comerciantes se hallaron en poder de una porción mayoritaria de la producción aurífera y con la libertad de manejarla a su antojo. Muy pronto concedían préstamos al gobierno y a cambio recibían minas y tierras. Sus inversiones en tecnología minera europea estimularon un nuevo auge de la producción de oro a mediados del siglo XIX. Se convirtieron así en una elite regional poderosa y bien establecida, en un país carente de capitales: Interesados en nuevos productos de exportación para reemplazar la menguante actividad minera, los comerciantes apoyaron la ocupación de tierras, que fue organizada por ellos mismos en muchos casos. Obtuvieron, por ejemplo, baldíos del Estado para ganadería a cambio de la construcción de caminos. Los trabajadores de la construcción recibían pequeñas parcelas situadas a lo largo de las nuevas vías. En esta y otras formas, los pequeños agricultores lograron establecerse junto a las grandes haciendas, que aún mantenían una posición privilegiada en muchos municipios.

Fueron estas fincas familiares pequeñas y medianas las que sirvieron de base para la expansión cafetera en Colombia. El acceso a la tierra les permitió consolidar una economía campesina de subsistencia mientras esperaban cuatro o cinco años a que los cafetos empezaran a producir el grano. Sin especiales economías de escala, la producción cafetera floreció en manos de los cultivadores independientes que empleaban mano de obra familiar. Las pequeñas fincas probaron ser muy eficientes y productivas, y enfrentaron con éxito las crisis, gracias a la habilidad de los cafeteros para producir su propia comida. Las grandes plantaciones, de otro lado, tenían constantes problemas de costos y de mano de obra.

Sin embargo, los pequeños productores eran vulnerables a los intermediarios que comercializaban el grano. Algunos eran comerciantes locales que daban a los cafeteros un anticipo sobre la cosecha con un alto interés y un bajo precio, mientras la burguesía cafetera de hacendados, distribuidores y exportadores compraba directamente la cosecha y supervisaba el procesamiento y la exportación del grano. Estas últimas actividades permitieron hacer las grandes fortunas del negocio cafetero.

El café y el Estado nacional

El café transformó la economía nacional, creó las fortunas de terratenientes y comerciantes, estimuló la formación de un mercado nacional y estableció la base de la industria nacional.

Los colombianos lograron controlar una gran parte de la riqueza generada por la producción cafetera merced a su participación en el mercado internacional del grano, incluso cuando los importadores

Page 16: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

norteamericanos empezaron a dominarlo en la década de 1920. La Federación Nacional de Cafeteros, fundada en 1927, permitió la participación colombiana, y la subordinación a los exportadores extranjeros sólo duró hasta 1940. El gobierno colombiano era el dueño de casi todos los ferrocarriles que transportaban el café y la mayor parte de las plantas despulpadoras eran de propiedad nacional.

Gracias a los ingresos mucho mejor distribuidos que en otros países productores de café, surgió un mercado para oíros productos, el cual también se benefició con los progresos del transporte. El proceso industrial del grano y la fabricación de textiles, concentrados ambos en Antioquia, formaron la base del crecimiento industrial del país en las primeras dos décadas del siglo XX.

Pero fue en la segunda mitad de los años veinte que despegó la producción industrial y se empezó a fabricar una amplia gama de bienes de consumo. La mayor parte de la producción industrial era aún modesta, pero en Bogotá, Medellín y Barranquilla algunas fábricas de cigarrillos, cerveza, gaseosas y textiles empleaban hasta doscientos cincuenta obreros cada una.

El mejoramiento de carreteras y ferrocarriles para facilitar las exportaciones de café fue un factor importante para el desarrollo económico: la longitud total de las vías férreas se multiplicó seis veces en las tres primeras décadas del siglo. Esta y otras obras públicas fueron posibles ahora que el Estado disponía de una base de recursos, si bien limitada. Las tarifas aduaneras a las importaciones, que se incrementaron considerablemente con la bonanza cafetera, aportaron el grueso de los ingresos públicos, aunque los empréstitos norteamericanos y la indemnización por la pérdida de Panamá resultaron importantes. En 1923 se creó el Banco de la República, que empezó a ordenar el caótico sistema monetario del país mediante la creación de una sola unidad monetaria y la regulación del crédito.

La inversión norteamericana pasó de tres millones de dólares en 1913 a doscientos millones de dólares en 1929. La United Fruit invirtió en el cultivo del banano en la costa Caribe y la Tropical Oil, una filial de la Standard Oil, empezó a exportar petróleo por el puerto fluvial de Barrancabermeja desde 1925. Pero la beligerancia de los obreros en estos sectores inhibió el incremento de las inversiones.

El café suministró los medios para crear el Estado nacional. Pero el crecimiento económico tuvo implicaciones sociales, como la aparición de conflictos agrarios y luchas obreras.

Los años heroicos: El trabajo urbano (1919/1929)

Las obras públicas crearon empleo y atrajeron gentes a las poblaciones, que crecieron rápidamente en los años veinte. La población urbana aumentó a un promedio anual del 5.9% entre 1918 y 1938, en comparación con el 0.4% en las áreas rurales.

La población empleada en la industria era pequeña. En 1930 había tan solo 15.000, en su mayoría mujeres. No fue en las fábricas, sino en los ferrocarriles, en los puertos y en los enclaves bananeros y petroleros donde se iniciaron las luchas obreras. A estos trabajadores se unieron artesanos (sastres, zapateros, albañiles), quienes formaron el primer sindicato reconocido en la historia del país, la Sociedad de Artesanos de Sonsón, establecida con apoyo de los jesuitas en 1909. Los artesanos todavía formaban la base de los sindicatos en la década de 1940. Este grupo altamente politizado, que bajo la influencia de la Comuna de París había ocupado durante tres días a Bogotá en la insurrección liberal de 1893, desempeñó un destacado papel en las luchas obreras de los años veinte.

El gobierno reconoció el derecho de huelga en 1919, pero a la vez garantizó el derecho de los empleadores a contratar trabajadores para reemplazar a los huelguistas. El número de huelgas aumentó en los años siguientes. Algunas fueron espontáneas, pero muchas recibieron la influencia de agitadores socialistas como María Cano, Raúl Eduardo Mahecha, Tomás Uribe Márquez e Ignacio Torres Giraldo.

Page 17: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Excitados por la revolución bolchevique, Cano, Mahecha y otros líderes obreros e intelectuales radicales fundaron un partido socialista en 1919. En las elecciones de mitaca de 1921 obtuvieron el 23% de los votos en Medellín. Los liberales quedaron muy preocupados, pues al ser incapaces de arrebatar el control del voto rural a los conservadores debían conquistar el creciente electorado urbano. Empezaron entonces a incorporar algunas reivindicaciones obreras a sus programas.

Un candidato liberal en las elecciones de 1922 dijo a un periodista: "No veo razón alguna para fundar un tercer partido cuando todas las aspiraciones de los trabajadores encajan en el liberalismo". Dentro de este partido, algunos políticos estaban abiertos a las nuevas ideas, si bien ninguno se hizo socialista. Entre ellos se encontraba Jorge Eliécer Gaitán, quien publicó su tesis de abogado en 1924 bajo el título de Las ideas socialistas en Colombia.

Algunos socialistas aceptaron colaborar con los liberales, pero un grupo de activistas comenzó a construir un movimiento obrero revolucionario independiente de los dos partidos tradicionales: el Partido Socialista Revolucionario (PSR) fue fundado en 1926 como resultado de la primera huelga petrolera y de la creación de la Confederación Nacional de Trabajadores en 1925.

Los sindicalistas empezaron a difundir las ideas socialistas en campos y ciudades, principalmente a lo largo del río Magdalena. María Cano se hizo famosa por sus fieros discursos mientras viajaba por la región fundando asociaciones obreras. En su estudio Los bolcheviques del Líbano Gonzalo Sánchez describe el socialismo revolucionario que se desarrolló por esta época en la zona cafetera del Líbano, al norte del Tolima. Una cultura revolucionaria echó raíces en la región al punto que la gente bautizaba a sus hijos en "el santo nombre de la humanidad oprimida". Pequeños agricultores, artesanos y obreros se vieron envueltos en lo que Sánchez llama "quizás la primera insurrección armada de América Latina en que un ejército de campesinos, con dirección y en alianza de sectores urbanos, se plantea el problema de la toma del poder en nombre de ideas socialistas".

La militancia aumentó en la fuerza laboral, especialmente entre los trabajadores portuarios y de los transportes en el río Magdalena. Hubo también tres huelgas importantes en los enclaves extranjeros: de los petroleros en 1924 y 1927, y de los bananeros en 1928. Los jueces y los militares fueron empleados para reprimir al movimiento obrero. En 1928, el ejército abrió fuego contra una manifestación pacífica de trabajadores bananeros en Ciénaga: en la masacre y en la cacería de huelguistas fugitivos murieron alrededor de mil obreros.

Los líderes más activos del PSR estaban ahora arrestados u ocultos y la dirección del partido quedó en manos de lo que Ignacio Torres Giraldo llamaba "intelectuales sin vínculos con los trabajadores". Las huelgas se veían como posibles puntos de partida para una insurrección, pero las derrotas alteraron esta perspectiva. Una tentativa de insurrección tuvo lugar en julio de 1929 en algunas localidades de Santander y el Tolima, especialmente en el Líbano. Pero las confusiones y vacilaciones de los dirigentes del levantamiento no permitieron que durara más de dos semanas antes de ser aplastado.

Al perder la iniciativa política, el movimiento obrero terminó por desmovilizarse con el advenimiento de la depresión que siguió al crack de 1929. El PSR entró en crisis y fue reorganizado por un nuevo secretario general, Guillermo Hernández Rodríguez, quien acababa de regresar de Moscú y había recibido esta misión de la Internacional Comunista. De las cenizas del PSR surgió en 1930 el Partido Comunista de Colombia (PCC), el cual quedó bajo la tutela de la III Internacional y se aisló cada vez más de los trabajadores urbanos. De acuerdo con la estrategia del Frente Popular que impuso Moscú, el PCC abandonó los esfuerzos por construir un partido revolucionario independiente y se alió con el liberalismo en el cual se reconocía el surgimiento de una burguesía nacional progresista. Así, los liberales se apoderaron gradualmente de la dirección política del movimiento obrero.

País político y país nacional

Page 18: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

En Colombia hay dos países: el país político que se preocupa por las elecciones, las sinecuras burocráticas, los intereses económicos, los privilegios y las influencias. El país político y la oligarquía son la misma cosa. Y el país nacional, el pueblo que piensa en su trabajo, su salud, su cultura. Nosotros pertenecemos al país nacional, al pueblo de todos los partidos que luchan contra el país político, contra las oligarquías de todos los partidos

Los años de la república conservadora, de 1885 a 1930, fueron de cambio social y económico. En la mayoría de los países latinoamericanos, el partido liberal impulsó este cambio en diferentes sectores: consolidación de la economía exportadora, fortalecimiento del Estado, extensión de los sistemas de transporte y comunicaciones, estímulo de la inversión extranjera. Con frecuencia, esta tarea fue asumida por gobiernos autoritarios y generó una transferencia del poder económico y político de los terratenientes tradicionales a los comerciantes y agro-exportadores.

El nacimiento de la economía exportadora y el despegue de la modernización estatal en Colombia no sólo fueron muy tardíos, sino que se hicieron sin destruir políticamente a las elites tradicionales. Los terratenientes tenían ya un control político estable de ciertas regiones y la república conservadora se apoyó en el ejercicio de la autoridad, en el ejército y en la Iglesia. Los cambios económicos se injertaron en el orden existente, gracias tanto a la bonanza cafetera de los años veinte (la llamada "danza de los millones") cuando el capital extranjero inundó el país, como al respaldo de la elite económica en su conjunto.

La producción cafetera no estableció la supremacía aplastante de la oligarquía cafetera sobre las demás. Los grandes productores, los procesadores y los exportadores formaban el grupo económico más dinámico y poderoso, pero eran parte de una oligarquía con diversos intereses en diferentes regiones y localidades. Entre ellas estaban los agricultores comerciales, como los azucareros del Valle, los industriales y los banqueros, así como los agricultores tradicionales. No se trataba de una oligarquía sólida y unificada, como la argentina y la brasileña, pero no había mayores conflictos entre sus fracciones. Y su predominio económico y político llegó a ser tal que, junto con unas pocas familias que se dedicaron crecientemente a la política, esta elite representaba al país político.

A pesar de su fortalecimiento relativo, el Estado siguió siendo frágil y pobre. Ningún sector de la oligarquía se organizó a través del Estado. Desde el principio, la burguesía cafetera manejó sus propios asuntos. El Estado colombiano, a diferencia de lo que ocurrió en el resto de América Latina, nunca fue agente de desarrollo y por ello fueron tan fuertes la adhesión al liberalismo económico y el protagonismo del sector privado.

Los dos partidos ayudaron a preservar el orden político y social, y excluyeron a todas las nuevas fuerzas. La supremacía del gobierno central debilitó, cuando no eliminó, el poder de los líderes regionales de ambos partidos. A pesar de los conflictos partidistas locales, particularmente en Boyacá y Santander en la década de 1930-1940, no hubo rebeliones generalizadas. Las facciones eran inevitables en los partidos, pues ninguno de ellos representaba un solo sector de la clase dominante o un interés regional específico. Pero el potencial destructivo de las facciones podía minimizarse: mientras los partidos libraban feroces guerras, ellas negociaban pactos de caballeros como los que permitieron a las administraciones conservadoras de este período gobernar con el apoyo de un sector liberal. Al iniciarse la administración de Carlos E. Restrepo en 1910, una reforma constitucional aseguró la representación de las minorías liberales en la burocracia y en el parlamento, si bien las mayorías conservadoras mantenían el control del ejecutivo.

El éxito electoral del conservatismo se basaba en la habilidad de los caciques o jefes políticos locales para movilizar el voto rural. El fraude y la manipulación en las elecciones estaban muy extendidos, y garantizaban el futuro político y económico de una poderosa clase política que adquirió entonces el control del presupuesto del Estado. Con el tiempo, las prácticas clientelistas no se basaban ya en las

Page 19: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

relaciones de servidumbre en el campo, sino en cargos burocráticos, fondos públicos y servicios del Estado en consonancia con los intereses de la población urbana.

Los liberales podrían haber permanecido como los socios minoritarios de los conservadores, sin futuro político propio, de no haber sido por su ala radical, que empezó a cortejar al emergente movimiento obrero y a tratar de captar el voto urbano. El éxito de esta empresa ayuda a explicar la supervivencia y el crecimiento del partido, y el fracaso de un partido obrero independiente que desafiara al liberalismo.

Los liberales ganaron las elecciones de 1930 gracias a la división del conservatismo, que fue de tal naturaleza que ni el clero pudo coincidir en un solo candidato. El nuevo régimen, y particularmente el gobierno de Alfonso López Pumarejo de 1934 a 1938, intentó modernizar el orden político para dar cabida a los cambios sociales aparejados con la industrialización y el ascenso de la clase trabajadora urbana.

Alfonso López Pumarejo era parte del país político tanto como sus predecesores. Como banquero, provenía de la oligarquía financiera. La empresa de exportaciones que fundó su padre controló casi la mitad de las exportaciones de café del país durante una década. Pero pertenecía a una nueva generación de dirigentes políticos cuyas ideas se acompasaban al cambio económico. En una carta abierta de abril de 1928, López Pumarejo sostenía que el partido liberal debía ser progresista en su defensa del statu quo y reconocer ciertas aspiraciones populares. De esta manera, el Partido no sería eclipsado por la izquierda y podría conquistar el poder por primera vez desde 1880. Pero al mismo tiempo López Pumarejo reflejaba la opinión de cienos sectores de la elite que creían que el Estado debía intervenir en los problemas sociales en lugar de dejárselos a la policía y al ejército. La masacre de las bananeras había impresionado a muchos.

El insólito paréntesis reformista de López Pumarejo, sin embargo, no duraría mucho, ni iría muy lejos. El profundo conservadurismo de la clase dominante se puso en guardia cuando se hizo evidente que el proceso de reformas crearía peligrosos precedentes y concedería excesivo poder a fuerzas sociales que no resultaría fácil controlar. Estas fuerzas sociales constituían el país nacional, la masa del pueblo que vivía en la pobreza y estaba excluida de la participación política. Este país nacional del pueblo era un mundo diferente al país político de la oligarquía y de la elite. Las lealtades partidistas mantenían ambos mundos en contacto, pero entrañaban también un ominoso potencial de sectarismo y violencia; no reflejaban la realidad material y la experiencia de las masas populares al punto que no lograban encubrir que había muy pocas cosas sosteniendo la estructura de la sociedad.

La Revolución en Marcha (1934-1938)

Las secuelas del crack de 1929 se sintieron en Colombia en los primeros años de la década de 1930. La caída de los precios del café afectó la capacidad de importar y de financiar la deuda (29% de las exportaciones en la primera mitad del decenio), que había contribuido a costear la expansión de las obras públicas. Pero la crisis afectó a Colombia mucho menos que a otros países y en 1936 las exportaciones cafeteras habían recuperado su valor.

Fue en esta época de depresión económica cuando con una estrecha base de reclutamiento, una nueva clase dirigente llegó al poder gracias a la elección del liberal Enrique Olaya Herrera en 1930. Había grandes expectativas. Alberto Lleras Camargo, uno de los miembros de la nueva elite, decía en sus memorias que "era un mundo el que llegaba a su fin y no una elección la que se había ganado... Los sacerdotes observaron un espantado silencio en sus parroquias. La Edad Media acababa de morir".

Fue el sucesor de Olaya Herrera quien realmente intentó la modernización sugerida por Lleras Camargo. La Revolución en Marcha fue el lema de la primera presidencia de López Pumarejo, de 1934 a 1938. En medio de candentes debates sobre la intervención del Estado en la economía y otros temas sociales, el nuevo gobierno trató de usar el Estado para crear condiciones estables en las cuales el desarrollo capitalista, especialmente industrial, tuviera lugar. Su proyecto era hacer de Colombia

Page 20: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

una moderna democracia burguesa, en abierta ruptura con la centralización autoritaria del régimen conservador dominado por el catolicismo tradicional. Los modelos fueron el liberalismo británico y el Estado asistencia! de Roosevelt.

El Estado se fortaleció mediante la reforma tributaria de 1935, la cual suministró mayor base de recursos que en el pasado y redujo la dependencia respecto del comercio exterior, si bien nunca se alcanzó el poder económico que sustentara una intervención seria en la vida económica y social. A diferencia de México o Brasil, el Estado no promovió activamente la industrialización, sino que aseguró las condiciones para el despliegue de la iniciativa privada. Los industriales, al igual que los cafeteros con quienes tenían estrechos vínculos personales y financieros, eran decididos partidarios del liberalismo económico. La devaluación, apoyada por unos y otros, resultó ser más importante que la protección y, a través de las alzas de precios para los productos importados, dio un marcado cambio a los industriales. Y, en efecto, la industria avanzó sustancialmente en los años treinta: creció a una tasa anual promedio de 10.8% entre 1933 y 1938.

Entre las condiciones favorables para la industria se encontraba una mano de obra barata y fácil. Los trabajadores abrigaban grandes esperanzas en el gobierno de López Pumarejo. El PCC le ofreció su apoyo; creía que la lucha de clases sólo sería en la esfera económica y estaba listo a hacer alianzas en la esfera política. Una legislación laboral favorable fue adoptada: la jornada de ocho horas en 1934 y el derecho de huelga en la Constitución de 1936.

El gobierno empezó a intervenir en conflictos laborales, frecuentemente con el fin de moderar las posiciones intransigentes de los empleadores. El número de sindicatos aumentó, aunque había apenas 42.678 trabajadores sindicalizados en 1935. Una confederación de sindicatos creada en 1936, que más tarde se convirtió en la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), cayó bajo la influencia creciente del partido liberal y de sus aliados electorales; los comunistas. Su base estaba formada por trabajadores que dependían directa o indirectamente del Estado, por lo cual tuvo muy poco impacto entre los trabajadores del sector privado, entre quienes el movimiento sindical era débil.

La experiencia del gobierno de López Pumarejo resultó desastrosa para el movimiento obrero. El apoyo al gobierno empezó a sustituir a los propios intereses de los trabajadores como el principal objetivo de la organización, y la desorientación política se hizo evidente. Los trabajadores buscaban en el gobierno la solución de sus disputas en lugar de confiar en sus propias luchas. Y su fe en el liberalismo les significó pocos beneficios materiales. Buena parte de las mejoras en los ingresos de los trabajadores urbanos durante los años veinte se perdió bajo la república laboral. Los salarios reales se reduje-ron entre 1935 y 1950, y muchos trabajadores rurales vieron declinar aún más su precario nivel de vida. El gasto público estuvo virtualmente estancado entre 1930 y 1950.

A pesar de las frustraciones y decepciones, la lealtad de los trabajadores hacia el partido liberal fue uno de los más perdurables legados de la primera administración López Pumarejo, y le sirvió como apoyo para su segundo gobierno. Los obreros creían que López Pumarejo les había dado ciudadanía política, por lo cual su fe permaneció inalterable. Y los comunistas dieron sustento teórico a esta fe. Ellos pensaban que, al respaldar a López Pumarejo, cumplían su misión de modernizar el capitalismo colombiano junto a la burguesía.

Fue este pacto social lo que caracterizó el primer gobierno de López Pumarejo y no su pragmático nacionalismo o su limitado intervencionismo, que muy pronto se invertiría en favor del liberalismo económico propugnado por las elites. En últimas, ni el movimiento obrero ni el Estado tenían la fuerza para enfrentar a la clase dirigente. "Lo que empuja a los sindicatos hacia el Estado y viceversa —escribe Daniel Pécault — es, a fin de cuentas, la debilidad común que comparten frente a la alianza de la burguesía y la oligarquía".

Luchas campesinas

Page 21: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

La revista Acción Liberal decía en su edición de octubre-noviembre de 1932 que el problema de la tierra era capital entre nosotros y que los hombres del Estado deberían concederle prioridad para evitar una revolución social de gran significación. Las administraciones liberales enfrentaron una oleada de agitación campesina que venía gestándose desde la década anterior. Mientras el progreso económico de los años veinte incrementó la demanda de alimentos y aumentó el valor de la tierra, trayendo prosperidad a muchos terratenientes, los campesinos ganaron muy poco. Vivían en la pobreza y la servidumbre, como recogedores de cosechas. Puesto que el atraso de la agricultura no permitía generar excedentes, los campesinos se veían forzados a prestar sus servicios personales a las autoridades locales, incluso como cargadores. Un proyecto de ley que prohibía el cobro de peaje a personas que cargaban objetos de cualquier clase en sus hombros fue presentado al . Congreso en 1916, pero no hubo debate alguno debido a la vergüenza pública que suscitó la iniciativa.

En los años veinte empezó a presentarse una amplia respuesta campesina a las condiciones de explotación que prevalecían en los campos. Estallaron disputas por los derechos sobre la tierra y por los arreglos de arrendamiento, y los indígenas ofrecieron resistencia a las tentativas de desmantelamiento de los resguardos que quedaban en los departamentos de Cauca y Nariño. La resistencia indígena fue acaudillada por Quintín Lame, quien organizó una rebelión en el Cauca entre 1914 y 1918, y más tarde en el Huila y el Tolima.

Pero fue en las grandes haciendas cafeteras del oriente donde las luchas alcanzaron mayor intensidad. Los campesinos reivindicaban el derecho a sembrar café en sus propias parcelas para beneficiarse así de las ventajas del cultivo independiente. Los terratenientes temían que si los campesinos aparceros o arrendatarios sembraban café en sus parcelas, la presión por la propiedad aumentaría y se perdería todo control sobre la mano de obra de la cual habían dependido. Para entonces, el auge de las obras públicas atraía muchos campesinos a las ciudades.

A finales de los años veinte, en tanto la crisis económica se agravaba y la declinación de las obras públicas devolvía mucha gente a los campos, la movilización campesina creció. Entre 1928 y 1937, hubo conflictos agrarios en dieciocho regiones del país, con más de 20.000 campesinos involucrados. En Cundinamarca, se movilizaron cerca de 11.000.

La actividad campesina era más beligerante en el suroeste de Cundinamarca y en el Tolima, una región de grandes familias de latifundistas desde la Colonia. El epicentro en Cundinamarca fue Viotá y Fusagasugá, y Chaparral y Villarrica en el Tolima. En las regiones vecinas de Sumapaz y Tequendama las condiciones de servidumbre eran particularmente notorias pues los propietarios dominaban las vidas personales y familiares de sus arrendatarios, tanto como su actividad económica.

La respuesta del gobierno liberal en 1930 fue tratar de institucionalizar el movimiento y colocarlo bajo el control del Estado, como ocurrió en el México posrevolucionario. En 1931 se reconoció a los campesinos el derecho de asociarse en sindicatos. Se registraron numerosas ligas agrarias. El partido liberal disputó la dirección de estos grupos al partido comunista y a la UNIR, una organización de intelectuales, estudiantes y profesionales, fundada por el líder liberal radical Jorge Eliécer Gaitán en 1933.

La UNIR era comparable al APRA del Perú y al PRI de México en su política antiimperialista y populista radical. Obtuvo casi toda su fuerza en las luchas campesinas de los años treinta, especialmente en las regiones cafeteras de Sumapaz y el Tolima. Gaitán denunció con elocuencia la situación campesina en la región, y exigió la destrucción del latifundio improductivo y la creación de una sociedad de pequeños agricultores independientes. Fue apoyado por el legendario dirigente campesino Juan de la Cruz Várela, quien había fundado un influyente movimiento agrario en Sumapaz. Pero la UNIR no era un movimiento revolucionario y su carácter legalista y gradualista lo hizo volver a la política electoral en 1935 y luego al seno del partido liberal.

Page 22: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

El partido comunista era mucho más radical al proponer tomas revolucionarias de tierras y expropiación sin indemnización de los terratenientes. Tuvo constante apoyo en la región de Tequendama y de la roja Viotá en Cundinamarca, bastiones de las guerrillas liberales en la guerra de los Mil Días. Pero el partido no pudo superar el localismo del movimiento campesino, que estaba desconectado de las luchas de los trabajadores urbanos en el resto del país, tras las derrotas de los años veinte y el colapso de la militancia sindical a causa de la gran depresión. Este divorcio entre luchas agrarias y urbanas atraviesa toda la historia laboral de Colombia. En lo político, el comunismo también sufrió con la separación de las luchas políticas y sociales en las áreas rurales. Esta realidad se originó en el siglo XIX cuando los terratenientes arrastraron a los campesinos a sus batallas políticas, estableciendo así lealtades por encima de las clases sociales.

La respuesta de López Pumarejo a la protesta rural fue la Ley 200 de 1936, que reconocía la función social de la propiedad y permitía la distribución de las tierras inexplotadas por sus dueños. Se concedía un plazo de diez años para la aplicación de la norma, por lo cual muchos propietarios empezaron a dividir sus predios entre sus familiares para eludir la expropiación. Los terratenientes organizaron una resistencia feroz a la ley, que no fue aplicada en muchas regiones, pero las grandes haciendas cafeteras de Cundinamarca y el Tolima fueron adquiridas por el gobierno con plena compensación a sus dueños y la tierra fue parcelada en pequeñas fincas vendidas a los campesinos. Este proceso fue desigual, sin embargo, y los conflictos continuaron en algunas regiones como Chaparral, donde el partido comunista reemplazó a la UNIR.

La decadencia del movimiento campesino en Colombia ha sido atribuida a esta transformación de los combativos trabajadores del café en conservadores propietarios. El carácter regional también debilitó al movimiento. Aunque se destaca el grado de organización, ninguna estructura nacional surgió de las luchas agrarias de los años treinta. El sector estratégico de la economía era el café y estaba en manos de los pequeños cultivadores.

Un factor adicional es el cambio de estrategia de los líderes campesinos. El retorno de Gaitán al liberalismo no fue una sorpresa, pero el comunismo permaneció atrapado en una estrategia en la cual la alianza con los liberales resultó ser más importante que las propias reivindicaciones campesinas. "Nuestro puesto", decía el periódico comunista Tierra en febrero de 1937, "es al lado del gobierno reformista de López Pumarejo... Hoy no somos subversivos. Los únicos subversivos son los conservadores falangistas. Nosotros los comunistas aspiramos a convertirnos en los campesinos de la paz y el orden".

Retirada y reconquista (1938-1945)

La contrarrevolución a la revolución de López Pumarejo empezó a organizarse en 1935 y a finales de 1936 ya había pasado a la ofensiva. El presidente mismo declaró una "pausa" en sus reformas en 1937, año en el cual la crisis del mercado internacional del café afectó gravemente la balanza de pagos, e intentó aplacar el descontento de la clase dirigente. Su sucesor, Eduardo Santos, habría preferido aliarse con la clase media, todavía políticamente insignificante, y no con la clase obrera frente a la cual el gobierno se tornaba más y más hostil. La segunda presidencia de López Pumarejo, de 1942 a 1945, descansó una vez más en el apoyo de los sindicatos, pero fue el gobierno el que paradójicamente desmontó el intervencionismo estatal y allanó el camino al liberalismo económico. Su segundo gobierno estuvo plagado de escándalos políticos, mientras la división entre los partidos se hacía más virulenta y la derecha organizaba lo que su caudillo, Laureano Gómez, llamaba la reconquista.

Las limitadas reformas de López Pumarejo habían suscitado la hostilidad de los bastiones conservadores de la sociedad colombiana, uno de los cuales era la Iglesia católica, que veía el proceso de modernización de las últimas dos décadas con recelo, cuando no con hostilidad. Monseñor Miguel Ángel Builes, obispo de Santa Rosa de Osos, se quejaba de que los caminos y los ferrocarriles que atravesaban su diócesis, si bien representaban algún progreso material, causaban una "terrible regresión espiritual", pues los trabajadores olvidaban a Dios y se entregaban al baile, el juego y la

Page 23: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

fornicación. Builes se opuso a los sindicatos, diciendo que sólo "los enemigos de Cristo, los soldados del marxismo" se unían a ellos.

La Iglesia desató una campaña feroz contra el gobierno liberal, el cual pretendía secularizar el Estado y limitar la influencia del clero en la vida política y electoral. La reforma constitucional de 1936 suprimió las referencias explícitas a los privilegios eclesiásticos en el campo de la educación, y la exención tributaria de los seminarios. Los obispos declararon entonces que la constitución ya no era cristiana, sino atea.

El partido conservador fue igualmente virulento en su oposición a la reforma. Frustrado por la expulsión de sus militantes de la burocracia, proclamó una abstención "purificadera" en las elecciones de 1934 y 1938. Hacia 1936 empezaron a proliferar grupos de extrema derecha y surgieron asociaciones paramilitares en Antioquia y Caldas, con el apoyo de los empresarios y los obispos. El partido recibió la influencia de intelectuales de ideas fascistas, y muchos de sus miembros simpatizaron con Hitler y Mussolini durante la segunda guerra mundial. Laureano Gómez apoyo abiertamente la dictadura de Franco en España y promovió el concepto de "hispanidad".

El ejército también se opuso a la administración López Pumarejo. Como la economía y el Estado, el ejército colombiano tuvo un desarrollo tardío. La profesionalización militar se inició a comienzos del siglo XX y no se completó sino en 1943, cuando los altos mandos fueron finalmente asumidos por oficiales graduados en la escuela militar. Durante el gobierno de López Pumarejo, el ejército se involucró en los conflictos partidistas. El presidente fortaleció la policía como contrapeso del ejército conservador y prestó muy poca atención a los militares, salvo en cuanto a los ascensos, lo cual generó resentimiento entre los oficiales. Por su extracción pequeñoburguesa, esta oficialidad se identificaba con "la nación" tal como había sido definido por la oligarquía a principios de siglo. Los proyectos reformistas de López Pumarejo se veían con gran desconfianza. Esta hostilidad fue estimulada por el conservatismo. En julio de 1944, un grupo aislado de oficiales intentó dar un golpe de Estado. La maniobra fracasó, pero contribuyó a aumentar la tensión que vivía entonces el país.

La alianza entre la burguesía y la oligarquía fue el principal enemigo de López Pumarejo y su proyecto de intervencionismo estatal. Los grandes industriales, puesto que los pequeños empresarios eran con frecuencia inmigrantes recientes y no se involucraban en la política nacional, los cafeteros y los terratenientes se opusieron a la regulación estatal de los asuntos sociales como una interferencia en sus negocios, pues no deseaban alianza alguna con obreros o campesinos.

Con el apoyo de banqueros e industriales, los terratenientes de ambos partidos organizaron un movimiento de oposición violenta contra la Ley 200 de 1936, que incluyó ataques contra los campesinos sin tierra. Entre 1944 y 1946 muchas de las políticas agrarias y laborales de la primera administración López Pumarejo fueron abandonadas. La Ley 100 de 1944 protegió a los latifundistas de los cosecheros y abrió el camino para la violenta revancha de los hacendados contra los líderes campesinos en el Tolima y Cundinamarca. Fue en estas regiones donde proliferaron los grupos de autodefensa campesina de orientación comunista durante la época de la violencia.

También así se originaron los gremios o sindicatos de empresarios y terratenientes. La intervención estatal se había extendido entre 1940 y 1942 debido a la crisis del comercio internacional que generó la segunda guerra mundial y que persuadió a muchos de que la regulación era inevitable, aún en la más liberal de las economías. Los gremios fueron las instituciones que garantizaban la capacidad del sector privado para vigilar y dirigir la intervención estatal dentro de límites aceptables. Alcanzaron posiciones claves en el sector económico del Estado durante la segunda administración López Pumarejo y lograron reducir el intervencionismo y asegurar el compromiso con el liberalismo económico.

El más poderoso de los gremios era la Federación Nacional de Cafeteros, que se reorganizó tras la crisis de principios de los años treinta y de una asociación de pequeños y grandes productores con

Page 24: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

pocos recursos y mala orientación se convirtió en una cerrada organización jerárquica bajo el predominio de los grandes cultivadores y exportadores. Firmemente bipartidista e independiente en su conducción, logró neutralizar la intervención estatal, beneficiarse de los esfuerzos del gobierno brasileño para defender los precios del grano y arrebatar el control del mercado a las compañías norteamericanas.

En 1940 fue suscrito el Acuerdo Interamericano del Café, el primer pacto de cuotas en la historia de la industria, con el propósito de subir los precios mediante la retención de existencias. Se creó entonces el Fondo Nacional del Café, basado en los impuestos cafeteros, para financiar la compra de las cosechas y el almacenamiento de las reservas. La administración de estos recursos convirtió a la Federación en una potencia financiera.

La Asociación Nacional de Industriales (ANDI) fue fundada en 1944 por industriales antioqueños, y la Federación Nacional de Comerciantes (FENALCO) se creó un año más tarde. Este fue un período de prosperidad económica y de concentración industrial: Coltejer y Fabricato, las dos fábricas antioqueñas de textiles, representaban el 44% del capital total invertido en el sector y empezaron a diversificarse; Coltabaco, otra empresa antioqueña, controlaba el 77% del capital de la industria tabacalera; y el número de empleos industriales pasó de 100.000 en 1938 a 150.000 en 1945, lo cual hizo del sector manufacturero la clave del desarrollo económico.

Hacia la Violencia

El progreso económico estuvo acompañado de una crisis institucional y social, en un fenómeno que se repetiría varias décadas más tarde. La pobreza rural generó migración masiva a las ciudades y la población urbana pasó del 30% del total en 1938 al 40% en 1951.

La creciente oposición y un escándalo financiero que involucraba a su hijo hicieron renunciar a López Pumarejo en 1945. Su sucesor, el entonces ministro de Gobierno y designado Alberto Lleras Camargo, incluyó a tres conservadores en su gabinete. Los liberales llegaron a las elecciones de 1946 aún traumatizados por los conflictos generados por la Revolución en Marcha y divididos entre las candidaturas presidenciales de Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán. La derecha, dirigida por Turbay, estaba dedicada a la construcción de la maquinaria bipartidista y a la conservación del poder. La izquierda, capitaneada por Gaitán, preparaba un desafío que iba mucho más allá de la política partidista: su populismo se entremezclaba con tensiones sociales de amplio espectro como el conflicto de clase entre industriales y sindicatos, la lucha entre los partidos tradicionales y el enfrentamiento entre la oligarquía y las masas.

La división liberal permitió al minoritario partido conservador alcanzar la presidencia con Mariano Ospina Pérez, quien también gobernó en el nombre de la unidad nacional y nombró ministros de ambas denominaciones. La era de las reformas y del intervencionismo estatal quedó atrás; los liberales perdieron su control del gobierno, lo cual preocupó al pueblo mas no a los gremios ni a los notables de los partidos, quienes colaboraron, sin hacer grupos, con una administración dedicada a la libre empresa y al progreso económico.

Pero las elecciones habían demostrado el creciente atractivo de Gaitán para el pueblo. Gaitán consiguió una gran votación en las ciudades con tradición liberal y presencia obrera, como Bogotá, Barranquilla, Santa Marta, Cartagena y Cali, derrotando a su rival. Su mensaje era simple y se difundía a todo el país en esta nueva época de la radio. Mientras una oligarquía bipartidista monopolizaba la riqueza y el poder político, la masa del pueblo vivía en la pobreza. El hablaba con claridad de unir al pueblo contra la oligarquía, el país nacional contra el país político.

Gaitán era hostil a la CTC, a la que consideraba un aparato burocrático dominado por el partido comunista y aliado al movimiento oligárquico de López Pumarejo. Luchó por los privilegios de los

Page 25: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

trabajadores organizados y dejó al resto del pueblo a su suerte. La CTC apoyó a Turbay, pero los trabaja-dores le dieron su respaldo a Gaitán.

Gaitán quería hacer socialmente responsable al capitalismo y no abolirlo, así que su llamamiento era tanto para los comerciantes y profesionales de clase media cuanto para los desposeídos del campo y la ciudad. En realidad, tenía dos caras: la del agitador de masas y la del ministro de López y Santos que buscaba la reforma a través de los canales adecuados. El constitucionalismo y el legalismo de la Colombia formal tenían auténtico significado para Gaitán; a diferencia de muchos políticos colombianos, él quería ponerlos en práctica y crear una genuina democracia participativa.

Esta política de masas fue un verdadero desafío para el elitismo de la república oligárquica. López Pumarejo había suscitado hostilidad con lo que fue una tentativa muy cautelosa de persuadir a la oligarquía para adaptarse a las realidades sociales del mundo moderno y construir un Estado con "visión nacional", por encima de los estrechos intereses seccionales, y con canales de participación para la clase obrera. Infinitamente más amenazante era la movilización gaitanista de las masas para forzar su entrada al sistema político. Para la oligarquía el populismo equivalía a la revolución. Gaitán le daba forma política a la movilización social.

Los industriales ya estaban muy preocupados con la proliferación de sindicatos en el sector privado. El número de sindicatos se multiplicó entre 1944 y 1947. La mayoría correspondía a empresas individuales en una gran variedad de sectores y no sólo a la industria. No se unieron a la CTC, cuya base permanecía en el sector público y en algunas áreas estratégicas como el transporte fluvial y el petróleo; pero su credibilidad ante los sindicalistas rasos se había deteriorado severamente tras los años de colaboración con la burguesía y los efectos de la inflación y el ingreso menguante durante la guerra. La derrota de la poderosa huelga de los trabajadores del río Magdalena en 1945, a manos de un gobierno decidido y una dirigencia sindical vacilante, fue un gran revés para el movimiento obrero.

Los patronos lanzaron su ofensiva contra los sindicatos independientes. Fue la Iglesia la que tomó la iniciativa. Un cambio de posición le hizo ver la sabiduría de intervenir el movimiento obrero mismo para detener la difusión de la influencia comunista. La Unión de Trabajadores de Colombia (UTC) fue fundada en 1946 a instancias del partido conservador y de la Iglesia Católica, y rápidamente se consolidó entre los obreros de Medellín. El conservatismo tenía acceso ahora al movimiento obrero y los empleadores podían controlar a los sindicatos que quedaron atados a las empresas sin posibilidad alguna de intervención estatal.

Pero la movilización social no se detuvo, sino que se aceleró a finales de 1946. Entre agosto de 1946 y diciembre de 1947 hubo cerca de 600 conflictos que involucraron a trabajadores industriales, empleados públicos, trabajadores de los transportes y artesanos en todo el país. El populismo gaitanista se consolidaba en el movimiento obrero, dándole identidad y unidad contra la oligarquía. Los liberales ganaron el control del Congreso en las elecciones de marzo de 1947, y Gaitán se convirtió en el líder del partido poco después. En tal condición dirigía a las masas cuyas reivindicaciones económicas dependían del regreso del liberalismo al poder.

La CTC no entendió esta actitud del pueblo y trató de suprimir el contenido político del paro general de mayo de 1947 al reducirlo a reivindicaciones puramente económicas. Gaitán no apoyó el paro y el movimiento sindical fue duramente reprimido: 1.500 obreros fueron arrestados el día de la huelga y la CTC fue despojada de su personería jurídica durante tres meses. Fue una seria derrota para la clase trabajadora y la política de los comunistas.

Entre tanto, la violencia estalló en Boyacá y los Santanderes donde un sector del clero apoyaba a Laureano Gómez en contra de Gaitán. El populismo derechista y el fundamentalismo católico de Gómez agitaban fuertes sentimientos en varias partes del país y, tras las elecciones de marzo, los políticos de carrera cercanos al laureanismo sustituyeron a los notables conservadores en el gabinete.

Page 26: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

La intensa politización del país se reflejaba en el incremento de los resultados electorales: la votación total pasó del 39.4% de los votantes potenciales en 1945 al 63.7% en 1947. Los comicios exacerbaron aún más la polarización en tanto significaban el acceso a diferentes cargos públicos, que constituían el sendero de la movilidad social para sectores de la clase media. Incluso la policía cambiaría según la orientación política del alcalde o del gobernador. En Boyacá, se organizó una fuerza parapolicial de filiación conservadora para amenazar y asesinar a los votantes liberales. Dicha fuerza se convirtió en la base de reclutamiento de los "chulavitas" , un cuerpo de policía conservadora que el gobierno envió a varios departamentos y que se hizo célebre por sus actos de violencia contra los liberales. La violencia política había cobrado 14.000 víctimas a finales de 1947.

El 7 de febrero de 1948, Gaitán encabezó una protesta silenciosa de 100.000 personas por las calles de Bogotá y pronunció un discurso por la paz; "Todo lo que pedimos, señor Presidente, es garantías para la vida humana, que es lo mínimo que una" nación puede pedir". Dos meses después, el 9 de abril, Gaitán fue asesinado.

Las raíces de la barbarie

Al rechazar la mediación del Estado y la regulación de los conflictos sociales, que habían conferido legitimidad popular al régimen bajo López Pumarejo, la clase dominante ponía al descubierto la debilidad de la sociedad civil. En palabras del sociólogo francés Daniel Pécault, ello revelaba "algo que amenazaba el orden social entero: una corriente subterránea de barbarie política y social". La apelación del populismo gaitanista a los marginados coincidía con este descubrimiento. Con el colapso del movimiento obrero organizado, el gaitanismo era la única fuerza que podía unir a los pobres del campo y la ciudad, en torno a sus intereses materiales, contra el sistema de dominación oligárquica. Con la destrucción del gaitanismo, se abría el camino para que las lealtades partidistas restablecieran su control sobre los desposeídos y las luchas sociales degeneraran en reyertas políticas locales. El país empezaba su catastrófico deslizamiento hacia la violencia.

Capítulo 3. La Violencia (1948-1965) Los antecedentes de las guerras civiles del siglo XIX fueron muy diferentes a los de la violencia. Entre uno y otro período de conflicto partidista surgió el desafío que a la dominación oligárquica plantearon el movimiento obrero, el campesinado organizado y, sobre todo, el populismo gaitanista. El prematuro colapso del movimiento popular ofrece el terreno propicio para la degeneración del país hacia la violencia sectaria: aunque esta violencia no asumió la forma del conflicto de clases, bajo la superficie había un cortejo de antagonismos sociales sin expresión política propia.

En cierto modo, la violencia aparecía como un conflicto político entre los conservadores en el poder y los liberales en la oposición. Pero el enfrentamiento partidista desencadenó en algunas regiones otros conflictos: sociales, políticos, económicos e incluso personales. Según el sociólogo colombiano Francisco Leal Buitrago, "la fuerza de los partidos era tal que ellos actuaban en lo esencial como canales para la acumulación de pequeños procesos sociales y económicos originados en las provincias; los partidos lograron convertir problemas aislados en una gran agregación política de carácter nacional que en un momento dado vino a poner en peligro la estabilidad misma del régimen"'.

El Bogotazo y sus secuelas

El pueblo respondió al asesinato de Gaitán con un levantamiento espontáneo, conocido como el Bogotazo. La multitud se tomó la ciudad en una oleada de furia colectiva, y saqueó y destruyó todo lo que simbolizaba las estructuras de poder que la excluían y empobrecían. No fue tan sólo el lumpen el que se insubordinó, sino también los obreros, los pequeños comerciantes y la clase media baja, a quienes el liberalismo había dado identidad política.

Page 27: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

En provincia, la reacción al magnicidio fue más organizada y duradera. En Barrancabermeja, Rafael Rangel encabezó una Junta Revolucionaria durante 14 días. Elíseo Velásquez en los Llanos y Hermógenes Vargas en el sur del Tolima organizaron grupos de resistencia armada, que endurecieron la represión conservadora. A lo largo de 1948, hubo más de 43.000 víctimas de la violencia, y el teatro de la lucha política se trasladó a las áreas rurales. El populacho urbano fue políticamente neutralizado y el gaitanismo no sobrevivió a la muerte de su líder. La represión golpeó duramente al movimiento sindical: bajo el estado de sitio en vigor, se prohibieron las huelgas y las reuniones políticas. Fueron arrestados muchos líderes sindicales y reemplazados por delegados gubernamentales. Las sedes de los sindicatos fueron ocupadas y se despidió a miles de trabajadores en los sectores público y privado. En un solo ingenio azucarero en el Valle del Cauca, fueron despedidos 900 obreros.

Entretanto, los dirigentes políticos intentaban revivir el gobierno de coalición, pero en mayo de 1949 los seis ministros liberales fueron sustituidos por tres conservadores y tres militares, incluyendo al general Gustavo Rojas Pinillas. El liberalismo trató de aprobar una ley que adelantaba las elecciones de 1950 para finales de 1949, pero la propuesta provocó una zambra en la cámara baja en la cual fue asesinado a balazos un representante liberal y otro quedó mal herido. Grupos de jóvenes derechistas recorrían las calles celebrando el tiroteo en el Congreso. Gracias a la mayoría liberal, la ley electoral fue aprobada pero el partido de oposición decidió entonces retirarse de la competencia por falta de garantías. El presidente conservador respondió con la clausura del Congreso, la censura de prensa y la prohibición de las manifestaciones públicas.

"El mes de octubre (1949)", escriben los tres autores del clásico estudio La Violencia en Colombia, "marca uno los momentos más abominables en la historia de la descomposición de Colombia. El caserío de Ceilán en Bugalagrande, Valle, es saqueado e incendiado; los bandoleros dejan 150 muertos, algunos carbonizados. Inmediatamente después, 27 ciudadanos de San Rafael son asesinados y sus cuerpos arrojados al río, tiñendo las aguas de rojo escarlata" . Una masacre siguió a otra; 112 personas fueron asesinadas en Belalcázar, Cauca, en un mismo día. Cualquiera que no apoyara al gobierno se convertía en una víctima potencial, mientras la oposición organizaba comités de resistencia para vengar a sus muertos.

Sin oposición, Laureano Gómez, el hombre que más había fomentado el odio y el sectarismo, el ardiente enemigo de comunistas, masones y liberales, fue elegido presidente en 1949. Los peores momentos de la historia colombiana habían empezado. Gómez trató infructuosamente de erigir un Estado corporativo en Colombia, calcado de la España de Franco, en el cual las libertades políticas serían restringidas y el modelo parlamentario liberal se reemplazaría por una forma de gobierno basada en la representación de la Iglesia, los gremios y las asociaciones profesionales. En las áreas rurales, el gobierno adelantó una política declarada de terrorismo organizado por los terratenientes y jefes políticos locales, en su cruzada contra el comunismo y el liberalismo.

La Violencia (1949-1953)

La primera fase de la Violencia fue la más violenta. Tres cuartos de las 200.000 víctimas estimadas cayeron entre 1948 y 1953, con más de 50.000 en 1950. En estos años, la violencia se generó casi por entero en nombre de los partidos: los jefes rurales movilizaron a sus clientelas campesinas en sangrientas venganzas contra poblaciones vecinas, y los terratenientes liberales organizaron guerrillas campesinas que hostigaban a las fuerzas del gobierno conservador. La gran movilización campesina que tuvo lugar entonces estuvo marcada por la ambivalencia: mientras era políticamente dirigida por sectores de las clases dominantes a través de los partidos tradicionales, la autoridad militar estaba en manos de los campesinos mismos.

La confrontación directa fue escasa. Si las guerrillas liberales realizaban una operación de sabotaje, cualquier bastión liberal podía ser y era objeto de retaliación. Actos indescriptibles de barbarie y ferocidad eran ejecutados por grupos paramilitares de civiles y policías, como los "aplanchadores", los temidos "chulavitas" y los infames "pájaros" o sicarios, frente a los cuales los liberales respondían con

Page 28: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

igual atrocidad. Decapitaciones, mutilaciones, crímenes sexuales, asaltos y destrucción de tierras y casas caracterizaron a la Violencia y le dieron su nombre. Criminalidad y sadismo se entremezclaron con violencia política y social. La barbarie desencadenada era multifacética y desafía las explicaciones fáciles. El ejército, que reflejaba la debilidad del Estado, fue sorprendido sin preparación alguna para lidiar con guerrillas y en 1951 estaba envuelto en la conflagración.

La Violencia no afectó a toda la Colombia rural, sino a ciertas zonas: las regiones cafeteras con particular intensidad, el Valle, las áreas minifundistas de Boyacá y los Santanderes, que tenían una larga tradición de violencia partidista, y las tierras ganaderas de los Llanos orientales.

Entre los departamentos cafeteros, Cundinamarca y Tolima fueron el centro de una violencia partidista brutal, al igual que el lugar donde los terratenientes ajustaron viejas cuentas con el campesinado local que se había levantado contra ellos en los años treinta. Los "chulavitas" sembraron el terror y obligaron a miles de campesinos a desplazarse al sur del Tolima.

Juan de la Cruz Várela armó a sus ligas de campesinos sobrevivientes en la región de Sumapaz, mientras en otras áreas el partido comunista ayudó a organizar la resistencia campesina, que inicialmente asumió la forma de autodefensa pero después, con la dinámica de los acontecimientos, se tradujo en guerrillas campesinas. En El Darién, los campesinos organizaron un enclave guerrillero y una comunidad autónoma bajo la dirección política del partido comunista, que atrajo refugiados de otras zonas y llegó a tener 5.000 habitantes. Mediante acuerdos con fuerzas liberales se llevaban a cabo operaciones conjuntas.

Entre los guerrilleros liberales que lucharon al lado de los comunistas estaban Pedro Antonio Marín, un campesino del Quindío que más tarde adoptó el nombre de Manuel Marulanda Vélez, Jacobo Prías Alape y Ciro Trujillo. Ellos se unieron al partido comunista en 1952, mientras para fines de 1953 casi todos los líderes de las guerrillas liberales colaboraron con el ejército para combatir a los comunistas.

De otra parte, complejos desarrollos tenían lugar en la zona cafetera. Muchos terratenientes huyeron ante el siniestro "boleteo", por medio del cual eran amenazados de muerte si no abandonaban la región. Miles de campesinos pobres, al igual que propietarios ricos, fueron desposeídos de sus tierras u obligados a venderlas a menos precio. La tierra cambiaba de dueños de varias maneras: los campesinos eran despojados por otros campesinos como resultado del conflicto partidista y algunos más conseguían acceso a tierras abandonadas por terratenientes o viceversa.

En la región cafetera, ciertas tierras fueron adquiridas por comerciantes que hicieron fortuna durante la violencia comprando café a precios muy bajos y suministrándolo a procesadores y exportadores. Ellos eran parte de la economía de la violencia que surgió en las zonas cafeteras y que a través de varios mecanismos, incluido el robo, aseguró el suministro continuo de café para la exportación y sostuvo una próspera actividad en medio del desangre.

Se estima que en todo el país más de 200.000 predios rurales cambiaron de manos y un millón de personas emigró, 150.000 de ellas a Venezuela, durante la violencia. Otros huyeron a pequeñas poblaciones y más tarde a las ciudades, mientras muchos empezaron a extender la frontera hacia el Alto Sinú, el Magdalena Medio y los Llanos. Hubo un gran desplazamiento campesino, pero aún se debate cómo se relaciona este fenómeno con la expansión del capitalismo agrario. La agricultura comercial inició su desarrollo en la década de 1950 en los valles menos afectados por la violencia, pero también en el Valle del Cauca, que fue el escenario de mucha violencia.

En 1951, las guerrillas liberales de los Llanos orientales empezaron a distanciarse de los hacendados liberales que habían contribuido a crearlas. Los terratenientes resentían las demandas de dinero y provisiones de las guerrillas, aunque se habían servido de ellas para defender sus propiedades e intereses. Cuando el ejército comenzó a perseguir a los guerrilleros, los latifundistas antepusieron sus propiedades a sus lealtades políticas y organizaron las "guerrillas de paz", un grupo paramilitar, para

Page 29: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

exterminar a las guerrillas campesinas. Bajo el liderazgo de Guadalupe Salcedo, Eduardo Franco Isaza, los hermanos Bautista y otros, las guerrillas se reorganizaron en tanto crecía su resentimiento contra la política conciliadora de la Dirección Nacional Liberal, ninguno de cuyos miembros había tomado las armas, y que permanecía ambivalente hacia la guerrilla: forzada a responder a la tentativa conservadora de excluir al liberalismo del control del Estado, la DNL había respaldado la creación de los grupos guerrilleros, pero estaba lista a separarse de ellos tan pronto como fuese necesario.

Representantes de los Llanos y otros frentes asistieron a una conferencia nacional guerrillera en Boyacá en 1952 que organizó el partido comunista, pero el intento de establecer una coordinación ideológica o estratégica entre los grupos, fracasó. Pese a ello, las preocupaciones sociales se abrían paso entre las luchas mismas: en 1952 y 1953, las guerrillas de los Llanos produjeron dos documentos sobre la cuestión agraria. Puesto que la presión por la tierra crecía con el aumento de los refugiados, en la llamada Segunda Ley del Llano las guerrillas planteaban la expropiación rural, abstracción hecha de la afiliación partidista. En este momento, las guerrillas aún estaban organizadas en movimientos locales, que con frecuencia competían violentamente entre sí. Pero su potencial de coordinación y de intervención en problemas sociales resultaba muy amenazante. No fue por ello coincidencial que la dirigencia liberal usara entonces su poder militar para obligar a los conservadores a negociar, a pesar del incendio de El Tiempo y El Espectador, los periódicos liberales, y de las residencias de Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Pumarejo en 1952.

Entre tanto, los conservadores estaban divididos entre la fracción de Laureano Gómez y la fracción de Mariano Ospina Pérez; esta última tenía el apoyo de los industriales y otros miembros de la elite económica, que se oponía al proyecto corporativo de la primera. Con la aquiescencia de los dirigentes liberales, Ospina organizó una conspiración con los oficiales conservadores del ejército y el general Gustavo Rojas Pinilla fue escogido para encabezar el golpe de Estado del 13 de junio de 1953. Un período de gobierno militar parecía el único medio de salvar el orden político y social.

Sangre y acumulación

A lo largo del período de la violencia, el proceso de acumulación de capital fue tan grande que Alberto Lleras Camargo escribió que sangre y acumulación iban juntas. "La situación colombiana es la mejor que hemos conocido jamás", declaró el presidente de la ANDI en 1949, año en el cual murieron 18.500 personas. "Reina la paz social", se leía en un informe del ministro de Trabajo en 1951, año en el que fueron asesinadas 10.300 personas.

Para la burguesía urbana y particularmente para los industriales, la situación no podría haber sido mejor. La elite gobernante había actuado con rapidez para destruir el movimiento popular urbano y toda expresión política independiente después del asesinato de Gaitán. La UTC recibía el decidido respaldo del gobierno y de la Iglesia frente al virtual colapso de la CTC. En 1954, los salarios descendieron en un 14% con relación a sus niveles de 1947, a pesar de que el año de 1949 anunciaba un período de gran prosperidad. Entre 1948 y 1953, la producción industrial aumentó en un 56%.

El valor de las exportaciones cafeteras, si no el volumen de la producción, alcanzó niveles sin precedentes: se pasó de 242.3 millones de dólares en 1949 a 492.2 millones de dólares en 1953. Mientras la producción se mantuviera estable y llegara a los mercados, a nadie parecía importarle que hubiera miles de muertos en las regiones cafeteras.

Los gremios, cuyos poder e influencia habían crecido desde el decenio anterior, eran una fuerza dominante. Al actuar como si sus intereses fueran los de todo el país, mantenían una dirección bipartidista y contraponían su unidad y coherencia al caos del mundo político nacional.

Solución política, arbitraje militar (1953-1957)

Page 30: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Al finalizar la segunda guerra mundial, el ejército colombiano tenía tan sólo 8.000 hombres y el 10.2% del presupuesto nacional. La situación cambió el 9 de abril de 1948. Un año después, el ejército recibía el 19% del presupuesto y sus efectivos llegaban a 20.000.

En 1951, Laureano Gómez decidió enviar un batallón a combatir en la guerra de Corea. Ante la necesidad de ayuda norteamericana, el presidente deseaba contrarrestar los efectos negativos de sus antiguas simpatías por los poderes del Eje. Colombia fue el único país latinoamericano que envió tropas a Corea, y las consecuencias de la experiencia pronto se hicieron evidentes. Según varios analistas, con el retorno del Batallón Colombia que combatió en Corea se inició la verdadera profesionalización del ejército colombiano, pues los oficiales, que alcanzarían los más altos rangos en los años siguientes, entraron en contacto con la guerra moderna y establecieron estrechas relaciones con los Estados Unidos.

El general Rojas Pinilla recibió el apoyo de los dos partidos, que lo escogieron como presidente para el período 1954-1958. Empezó por declarar una amnistía a fin de desarmar y desmovilizar las guerrillas. Ante la falta de organización y liderazgo político, muchos guerrilleros respondieron. Pero la paz de Rojas Pinilla inauguró un nuevo período de violencia oficial que cobró cerca de 16.000 víctimas. Muchos de quienes se acogieron a la amnistía fueron asesinados en los meses siguientes, aunque algunos de los legendarios líderes guerrilleros murieron después de la caída de Rojas, como Guadalupe Salcedo, asesinado en 1957 un mes después del derrocamiento de la dictadura, y Hermógenes Vargas, muerto en 1960.

La amnistía no se extendió a los comunistas, si bien ellos la hubiesen aceptado de inmediato. Sus áreas de influencia eran en lo esencial refugios para familias campesinas desplazadas que ansiaban regresar a sus parcelas. El partido fue declarado ilegal en 1955 y las regiones en las cuales tenía respaldo fueron consideradas como zonas de guerra. Durante la llamada guerra de Villarrica, la región de Sumapaz y Villarrica fue atacada por grandes destacamentos de soldados y bombardeos aéreos. Como consecuencia de ello, los comunistas se reagruparon en el sur del Tolima y en el norte del Cauca, donde organizaron las llamadas "repúblicas independientes". Otro grupo de cerca de 3.000 campesinos, muchos de ellos mujeres y niños, fueron evacuados de la región de Sumapaz en una dramática marcha: defendidos por guerrilleros comunistas y hostilizados por el ejército, el hambre y el frío, iniciaron la colonización del piedemonte llanero en un proceso de "colonización armada" que iba a tener importantes implicaciones en el futuro. "La misma organización", escribe el historiador Alfredo Molano, "que los salvó de ser asesinados por los chulavitas en 1950, que defendió sus vidas durante las marchas, los ayudó a defender el avance del latifundio en los años sesenta y setenta".

La clase dirigente veía el gobierno militar como un período transitorio, pero Rojas tenía otros planes. Empezó a construir su propia base de apoyo entre los militares, los empleados públicos, los trabajadores y los pobres. En 1954 organizó su propio movimiento político, el Movimiento de Acción Nacional (MAN). Rojas soñaba con una alianza ejército-pueblo, pero al tratar de crearla empujó a los partidos tradicionales en su contra. En realidad, nunca obtuvo el apoyo necesario para generar una tercera fuerza política

Incluso la Iglesia, que había sido blanco de las iras de Gómez por apoyar el golpe de 1953, perdió muy pronto la paciencia. La represión y la censura hicieron que Rojas perdiera otros aliados, al igual que sus intentos de aumentar los impuestos cafeteros y sus amenazas de incrementar los tributos sobre la tierra y los cultivos. Todos los empresarios temían la intervención estatal. La caída de los precios del café en 1955 había señalado el fin de la bonanza con la cual Rojas iniciara su gobierno, y el comienzo de un período de austeridad. La oposición empezó a organizarse.

En 1956, Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez, puesto que Mariano Ospina Pérez aún no había roto con Rojas, se reunieron en España y establecieron las bases de un pacto mediante el cual los partidos se alternarían en el poder durante 16 años al menos. Se formó entonces un Frente Cívico que, con la presión de una huelga general de la industria, la banca, el comercio y la Iglesia, obligó a Rojas a

Page 31: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

renunciar en favor de una junta Militar, el 10 de mayo de 1957. La Junta convocó a un plebiscito para ratificar el Pacto, el primero de diciembre siguiente, y en agosto de 1958 Alberto Lleras Camargo 'se convirtió en el primer presidente del Frente Nacional.

La Violencia (1958-1965)

En el contexto de los continuos reveses del movimiento popular y frente a la fuerte tentativa de realineamiento de las clases dominantes dentro del Frente Nacional, el bandolerismo emerge comprensiblemente como la respuesta anárquica y desesperada del campesinado en amplias zonas rurales. Y para los desesperados el único programa lógico es la destrucción por la destrucción misma; el terror no sólo se convierte en una parte integral sino, en la mayoría de los casos, el elemento dominante de sus acciones.

GONZALO SÁNCHEZ Y DONNY MEERTENS

Aún cuando la formación del Frente Nacional puso término oficial a la violencia, ésta continuó bajo otra forma, el bandolerismo o bandidismo, que produjo más de 18.000 víctimas, la mayoría de ellas en los departamentos del Tolima, el Valle y el Viejo Caldas. Los bandoleros de esta segunda fase de violencia eran campesinos que habían sido tenidos como guerrilleros en la primera fase, pero que habían perdido su legitimidad política en la nueva etapa. Estos guerrilleros-bandoleros no habían aceptado la amnistía de Rojas o lo habían hecho para descubrir después que continuaban siendo blanco de los ataques del ejército. Ellos rehusaron entonces la amnistía del Frente Nacional en 1958 o el acuerdo bipartidista y la coexistencia pacífica establecida. A ellos se unieron numerosos adolescentes en busca de venganza, quienes crecieron durante el terror y vieron sus hogares quemados y sus familias asesinadas. Sin vínculo alguno con la dirigencia política nacional, los bandoleros entraron en contacto con los líderes locales, que empezaron a usarlos para sus propósitos particulares. Las bandas florecieron en las áreas en las cuales había campeado el terrorismo oficial y los campesinos no habían desarrollado sus propias formas de resistencia: el norte del Valle, el norte del Tolima y el Viejo Caldas, regiones de economía cafetera donde la pequeña y mediana propiedad coexistía con las grandes haciendas, con amplias zonas montañosas para ocultarse y abundancia de alimentos para sobrevivir. Algunos jornaleros de las haciendas eran bandidos "de tiempo parcial".

Los campesinos daban apoyo activo o pasivo a los jefes de las bandas. "Chispas", "El Capitán Venganza", "Desquite", "Sangrenegra", "Pedro Brincos" y Otros, fueron figuras míticas y heroicas. De vez en cuanto los bandoleros se identificarían con los conflictos sociales de la Colombia rural, como cuando empezaron a atacar las propiedades de los terratenientes de su propio partido. Aunque eran una fuerza social potencialmente radical, los más permanecieron leales al liberalismo. Sus enemigos eran tanto campesinos del otro partido cuanto latifundistas, y contra unos y otros emplearon la violencia. Aceptaron la tutela de los líderes políticos locales, pero se opusieron al proyecto político nacional de la clase dominante.

Esta ambivalencia fue explotada por un líder político en : ascenso: Alfonso López Michelsen, hijo de López Pumarejo. El organizó una disidencia dentro del partido liberal, el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), en abierta oposición al Frente Nacional. Los bandoleros ejercían considerable influencia sobre el electorado rural y el MRL empezó a cortejar a este núcleo de votos disidentes y a reclutar gran número de votantes en regiones controladas por las bandas. Con el acercamiento de los bandoleros al MRL, los jefes políticos locales que eran leales al Frente Nacional les retiraron su apoyo y buscaron su base de poder en el control de las instituciones del Estado.

Con los partidos fraccionados, el MRL ofrecía una opción coherente y ganó el 20% del voto liberal en las elecciones legislativas de 1960. Dobló su votación en 1962 cuando presentó un candidato simbólico a la presidencia, la cual correspondió al conservador Guillermo León Valencia según el pacto bipartidista. En el mismo año, durante un debate parlamentario se habló de dos repúblicas en el

Page 32: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

departamento del Valle: a la una sólo podían entrar los conservadores y en la otra únicamente estaban seguros los liberales del MRL.

El MRL se presentaba como el heredero de la tradición democrática del partido liberal y se alistaba para formar una alianza con el partido comunista, como había hecho López Pumarejo. Se oponía a la naturaleza antidemocrática del Frente Nacional y alegaba que la violencia tenía sus raíces en estructuras socioeconómicas que requerían el tratamiento de la reforma agraria y no de la represión. Este era el remedio de quienes veían la violencia como un problema de orden público e incluso culpaban a la revolución cubana del persistente desorden de Colombia. Los Estados Unidos y su ideología de la guerra fría se tornaban más y más influyentes en el país.

La significación de la votación por el MRL en las elecciones de 1962 hizo que el nuevo presidente negociara con este grupo. El MRL aprovechó la oportunidad para institucionalizarse y tener acceso al gobierno. El Frente Nacional mostraba su capacidad para manejar el problema de la oposición interna. El MRL aceptó el Ministerio de Minas y rompió con el partido comunista. "No permitiremos", decía López Michelsen en 1962, "que el descontento y la frustración que el Frente Nacional está incubando se refugien bajo la hoz y el martillo".

Sin la protección de los políticos de las ciudades, los bandoleros se redujeron a una fuerza campesina asociada a la pobreza rural que los había alimentado. De manera creciente, eran identificados por el ejército como un elemento subversivo vinculado a la amenaza comunista.

En 1960, el general Alberto Ruiz Novoa había llegado a la comandancia del Ejército, que estaba ahora bajo influencia directa de los Estados Unidos. Colombia era no sólo el único país latinoamericano que había enviado tropas a Corea, sino uno de los cinco primeros signatarios de un tratado de asistencia recíproca con los Estados Unidos en 1952 y la sede de la primera escuela de contrainsurgencia en la región.

Ruiz Novoa combatió en Corea, y un número creciente de oficiales estaba siendo entrenado en los Estados Unidos. También recibió la influencia de los coroneles franceses que pelearon en Argelia e Indochina. Bajo su comando, el ejército empezó a pensar en forma sistemática sobre su papel en la sociedad moderna y sobre problemas de seguridad nacional y subversión interna. Una serie de conferencias militares interamericanas, convocada por los Estados Unidos, subrayó el peligro comunista. La institución pobre y partidista de 1940 ganaba nueva identidad y una conciencia de su destino. Entre 1961 y 1967, Colombia recibió 60 millones de dólares de los Estados Unidos en asistencia militar para contrainsurgencia y "desarrollo económico", y 100 millones adicionales en equipo militar.

El general Ruiz Novoa se convirtió en el ministro de Guerra al iniciarse la administración Valencia en 1962. Empezó por diseñar un ambicioso plan contra la violencia, que incluía el fortalecimiento técnico de las Fuerzas Armadas y la creación de una octava brigada en Armenia, con jurisdicción sobre varios departamentos. Se creó el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) para recolección de información de inteligencia con destino a las actividades de contrainsurgencia. La represión debía combinarse con la acción cívica para cambiar la imagen positiva de los bandoleros entre los campesinos y mejorar la del ejército. Dicha estrategia correspondía a las enseñanzas de los expertos norteamericanos en contrainsurgencia.

Durante los años de 1963 y 1964, los jefes de los bandoleros fueron eliminados y muchos de sus seguidores encarcelados. Y se lanzó una ofensiva contra las repúblicas independientes. El partido comunista estaba listo a colaborar con el Frente Nacional. Así lo confirmaba un extraordinario documento suscrito por Manuel Marulanda y Ciro Castaño, entre otros:

Como patriotas que hemos luchado durante los años anteriores al 10 de mayo de 1957 contra las dictaduras despóticas que han arruinado campos y poblaciones, no estamos

Page 33: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

interesados en la lucha armada y deseamos colaborar cuanto podamos en la tarea de pacificación que el actual gobierno del doctor Alberto Lleras Camargo está listo a cumplir.

Los ataques verbales de Alvaro Gómez Hurtado, el hijo de Laureano Gómez, contra las repúblicas independientes se incrementaban. Estas áreas (Marquetalia, Guayabero, El Pato y Riochiquito) se inspiraban en la experiencia de El Davis. Los colonos cultivaban la tierra y organizaban su propia defensa. No existía un proyecto político común o global, e incluso el partido comunista se oponía a las elecciones junto al MRL. Pero para el ejército una ofensiva contra las repúblicas independientes era su primera confrontación directa con la subversión comunista.

Con la ayuda de los consejeros militares norteamericanos, el ejército lanzó entonces una de sus más infames operaciones, el Plan Lazo de 1964; 16.000 soldados rodearon el estrecho Valle de Marquetalia, donde trabajaba un pequeño grupo de campesinos (42 según el testimonio de su líder, Manuel Marulanda), mientras la Fuerza Aérea bombardeaba la zona. Casi todos los campesinos de ésta y las otras repúblicas independientes escaparon y formaron guerrillas móviles. Es Septiembre de 1964 se reunieron en la Conferencia del llamado Bloque Sur, y dos años más tarde crearon las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ( FARC). La violencia había terminado, pero empezaba la guerra de guerrillas.

El Estado bipartidista

La misma elite que había dominado antes de la violencia, reapareció con todo su poder después de la violencia. El desafío de los de abajo había sido derrotado antes de que tomara fuerza, lo cual permitió operar y prosperar a la economía. Los campesinos, entre tanto, en lugar de concentrarse en torno a sus intereses de clase y enfrentarse a la clase dominante, se mataron unos a otros en nombre de la elite y libraron sus batallas partidistas y otros conflictos parroquiales que los dividieron entre sí.

El Estado estaba ahora bajo el dominio exclusivo de la elite. Fue literalmente tomado por los partidos tradicionales: además de alternarse en la presidencia durante 16 años, el cuerpo legislativo y las corporaciones públicas, el gabinete ministerial, la justicia y todos los empleos del Estado serían controlados y distribuidos por el pacto bipartidista.

No se permitió la expresión de conflicto social alguno fuera del bipartidismo. El Estado no desempeñaría ningún papel en la mediación de los conflictos, ni tendría función propia que le permitiera ocuparse de los intereses generales de la sociedad. Los impulsos reformistas que presentaban cada cierto tiempo los miembros ilustrados de la elite eran bloqueados. Y si el estado había sido incapaz de afrontar la cambiante realidad nacional antes de la violencia, ahora era aun más incompetente de cara al rápido proceso de industrialización, urbanización y sus consecuencias sociales en las décadas siguientes.

Pero el Frente Nacional se inició en medio de grandes expectativas. Su credibilidad se apoyaba no sólo en el repudio al régimen de Rojas Pinilla, sino también en el profundo anhelo de paz. Los Estados Unidos respaldaron el nuevo gobierno y le dieron ayuda financiera. Colombia se convirtió en el ejemplo de la Alianza para el Progreso, un programa creado en 1961 para neutralizar el efecto de radicalismo de la revolución cubana mediante asistencia económica.

Una misión del Banco Mundial, realizada en 1949, estableció una estrecha relación entre esta entidad y el gobierno colombiano, y cumplió un papel importante en la modernización del país en las dos décadas siguientes. Colombia se convirtió en el cuarto mayor prestamista del Banco Mundial, el cual financió el desarrollo de la infraestructura y fomentó la planeación macroeconómica.

La misión había encontrado que la deficiente infraestructura de transporte, especialmente la red de carreteras, constituía el mayor obstáculo para el desarrollo económico del país. En aquella época, el

Page 34: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

tráfico entre el centro del territorio y los puertos del Caribe dependía aún del río Magdalena, amén de algunas carreteras y vías férreas alrededor de las ciudades principales. El Banco Mundial ayudó a financiar el ferrocarril del Atlántico, construido entre 1952 y 1961, que redujo el viaje de Bogotá a la costa de varios días a 24 horas. Ello hizo posible la apertura de tierras fértiles, pero hasta entonces inaccesibles, como las del Magdalena Medio, y estimuló la agricultura comercial. El Banco financió también un programa de construcción y rehabilitación de vías y en 1961, aunque amplias zonas del país seguían incomunicadas, existía una red de carreteras de consideración.

Estos desarrollos ayudaron a abrir el camino de crecimiento y la modernización de la economía, pero las consecuencias sociales de tales cambios no recibieron idéntica atención. Los antagonismos sociales pudieron no haber sido la fuerza impulsora de la violencia, pero nunca desaparecieron. La segunda mitad del decenio de 1950 enfrentó serios problemas económicos. La industria buscó ir más allá de la producción de bienes de consumo, pero los bajos precios del café no le permitieron importar la maquinaria requerida.

La migración a la ciudad producía grandes tensiones. Entre 1951 y 1964, la población urbana se duplicó a medida que la gente huía de la violencia. Para 1964 la mitad de la población total, un poco mas de nueve millones de habitantes, vivía en áreas urbanas. Tan sólo un cuarto de millón de personas tenía empleo en la industria. El sector informal se convirtió en la única economía para la mayoría de los pobres de las ciudades, y las actividades criminales, tanto como las legales, eran los medios de supervivencia. A comienzos de los años sesenta, resultaba aparente que existía una creciente inconformidad urbana en busca de expresión política.

En el campo, el gobierno centró su atención en las regiones afectadas por la violencia. La ley de reforma agraria de 1961 creó el Instituto Colombiano de Reforma Agraria (INCORA), el cual contó con financiación de la Alianza para el Progreso para propiciar el asentamiento de un número de familias en zonas de colonización, pero en general obtuvo muy pocos resultados. Mientras tanto, a finales de los años cincuenta y durante los años sesenta hubo un gran auge de la agricultura comercial. Una población urbana en aumento demandaba más y más alimentos, y las exportaciones agrícolas eran indispensables para financiar las importaciones de la industria. Esta expansión creó graves tensiones rurales pues muchos campesinos se vieron forzados a dejar sus tierras y desplazarse a las ciudades.

La exclusión política llevó a muchos intelectuales a buscar alternativas fuera del bipartidismo. Bajo la influencia de la revolución cubana, los primeros focos guerrilleros aparecieron a comienzos de los años sesenta. Otros movimientos desafiaron a los partidos tradicionales desde su interior. A mediados del decenio, la reincorporación del MRl. había aumentado el atractivo de la Alianza Nacional Popular (ANAPO), el nuevo movimiento urbano con el cual Rojas Pinilla pretendía volver a la política. La elite en el poder necesitaba tanto del ingenio como de la fuerza para enfrentar estos desafíos. Pero al no atacar sus causas, lo único que consiguió fue aplazar el día del ajuste de cuentas. Correría mucha sangre todavía

Segunda parte La crisis del orden político (1966-1986) Las tareas y responsabilidades del Estado colombiano se han doblegado bajo el peso de una elite decadente (...) ¿No era la tarea de la clase dirigente llevar a cabo reformas urgentes en los sectores agrario, urbano, universitario, bancario y financiero, en el comercio exterior, en la distribución del ingreso, en el trabajo y en la empresa, hacer todas estas cosas que podían ahorrarle al país el desangre al cual sabe ahora que esta condenado? (...) Son enormes y de todo tipo los costos que una sociedad debe pagar por la decadencia de su clase dirigente.

CARLOS JIMÉNEZ GÓMEZ

Page 35: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Capítulo 4. Las dos economías de Colombia El orden político forjado en los años finales de la violencia sigue siendo la base del sistema vigente en Colombia hoy. La realidad social y económica, sin embargo, ha cambiado profundamente. Las raíces de la crisis de los años ochenta están en la incapacidad del orden político para hacer frente al proceso de cambio.

Entre 1964 y 1985, años censales, la población rural creció menos del 10% al paso que la población urbana se duplicó, de 9 a 19 millones. Este incremento no estuvo acompañado de aumentos paralelos en las oportunidades de empleo y en el suministro de vivienda y servicios básicos.

La economía llegó a reflejar la dualidad del orden político, entre lo formal y lo real. En una dimensión, la economía se modernizó a través de los años y disfrutó de tasas de crecimiento que constituyen uno de los más exitosos ejemplos de gestión macroeconómica de América Latina. En otra dimensión, surgió una economía popular en la cual vive y trabaja la mayoría de la población: el llamado sector informal. Estas dos economías no están separadas, pero son distintas en muchos aspectos.

Los intelectuales y profesionales que lograron progresar durante estos años de cambio y crecimiento forman parte de una de las clases medias más significativas de América Latina, que puede llegar a constituir un tercio de la población total. Un sector de ella ha adquirido, sin duda, prosperidad real. Un grupo mayor, empero, no es próspero ni pobre, pues vive en la inseguridad de perder su precario acceso n las oportunidades y al bienestar. La mayoría de la llamada clase media, en efecto, ben puede corresponder a quienes tienen un empleo remunerado y no a profesionales o empleados con elevada remuneración.

Muchos se asombran de la historia de la economía formal y su buen desempeño en Colombia, en comparación con los otros países latinoamericanos. Colombia fue el único país de la región que creció a lo largo de la crisis de la deuda en los años ochenta. Los mismos factores que explican este éxito son aplicables a la otra versión de la historia, es decir, el fracaso en satisfacer las necesidades de la mayoría de la población. La economía formal colombiana, como el orden político formal, es un dominio exclusivo donde se traduce la extremada concentración del poder y la riqueza en la sociedad.

El manejo de la economía colombiana ha estado relativamente libre de presiones políticas. El populismo fue liquidado en los años cuarenta. Los industriales no se han desbandado para crear alianzas contra la oligarquía tradicional. El pacto del Frente Nacional trajo la paz política a la elite en el poder. Los partidos de izquierda eran muy débiles y los de derecha dominaron al Estado y a las organizaciones populares y sindicales, al menos hasta la década de 1970. Incluso las Fuerzas Armadas permanecieron subordinadas a los líderes civiles y tan solo de manera gradual han establecido un área de autonomía política. Una estabilidad política funcional se mantuvo a través de las prácticas clientelistas de los políticos.

El riesgo de que la política económica fuese afectada por estas prácticas fue reducido por las reformas administrativas de 1958 y 1968, las cuales crearon una serie de entidades descentralizadas en todas las áreas de la economía: agricultura, industria, vivienda, banca y recursos naturales. En 1980 había 64 entidades descentralizadas. Pese a su denominación, estas agencias son directamente responsables ante el presidente, en un esfuerzo de sustraerlas de la influencia partidista y del clientelismo. Pero están igualmente separadas de los gobiernos departamentales y municipales.

Ello hizo más tecnocráticas a las instituciones gubernamentales, aun cuando de ninguna manera inmunes a la manipulación política. También permitió que los grupos de presión de carácter nacional ejercieran influencia sobre el proceso de toma de decisiones públicas. En algunas ocasiones, el sector privado fue llamado a las juntas directivas de las entidades descentralizadas; en otras ocasiones, las relaciones eran más informales. Bogotá se convirtió en el escenario de estas relaciones, pues las

Page 36: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

oficinas centrales de la mayoría de las agencias quedaban allí. Los gobiernos regionales y locales tenían poco o nada que decir en las decisiones sobre inversiones toda vez que las instituciones descentralizadas carecían de recursos o no podían responder a las necesidades locales. El Estado colombiano se había modernizado, pero sólo en el centro .

El sector privado ejercía enorme influencia en la formulación de las políticas. A lo largo de los años se organizó en una serie de asociaciones de productores o gremios, cada uno de los cuales ha tenido el cuidado de incluir representantes de ambos partidos tradicionales en sus juntas directivas: FEDEMETAL (industria), ACOPI (pequeña y mediana industria), FEDEGAN (ganadería), FEDEARROZ (arroz), ASOCAÑA (azúcar), FEDEALGODON (algodón), CONFECÁMARAS y FENALCO (comercio), CAMACOL (construcción), ANIF(finanzas), ASOBANCARIA (banca) y FASECOLDA (seguros), además de ANDI (industria), SAC (agricultura) y FEDECAFÉ (café).

Estas organizaciones se han asegurado que el Estado responda a los intereses del sector privado. La intervención estatal se ha mantenido en un nivel mínimo, garantizando así las condiciones para la actividad del sector privado. Este, por su parte, ha desempeñado un papel clave al bloquear las reformas que hubieran habilitado al Estado para ocuparse de los intereses de la sociedad en su conjunto. Las políticas económicas han sido pragmáticas y no ideológicas. Colombia ha logrado evitar los cambios repentinos del populismo radical al monetarismo radical, que han caracterizado a muchas economías latinoamericanas.

Las reglas fundamentales de la gestión económica han permanecido ajenas a las pasiones del cambio político, si bien la descentralización fue aceptada como una necesidad económica y política en la década de 1980. Pero los cambios sociales que han acompañado el crecimiento económico han sembrado las semillas de la rebelión. Una de ellas es la emergencia de una población mejor educada para la cual la vida en las calles resulta menos aceptable que para sus padres.

Entre 1973 y 1985, la población total aumentó en 7.3 millones. Los individuos en edad laboral (de 15 a 59 años) aumentaron en 5.6 millones; de ellos, 3.7 millones se encontraban entre los 15 y los 34 años. Un cambio cualitativo sustancial tuvo lugar entre los trabajadores jóvenes que entraron al mercado laboral: en el mismo período, la población con estudios secundarios se incrementó en 4.5 millones. Hombres más jóvenes y más mujeres tenían acceso a niveles educativos que hasta entonces sólo podían encontrarse en el sector formal de la economía. Pero este sector no ha logrado ofrecer mayor número de empleos a los trabajadores más calificados. En 1988, el 72% de los que buscaban empleo en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla tenían menos de 30 años, y de ellos más del 70% tenían educación secundaria y el 14% había cursado al menos un semestre de universidad .

En el mismo período, la población empleada, incluida la del sector informal, aumentó en 2.9 millones. Muy pocos de ellos encontraron empleo en el sector formal. Menos de un millón se convirtió en trabajadores informales independientes y 1.1 millones se ubicaron en empleos privados no industriales, la mitad de los cuales en el sector informal. El empleo en la industria moderna (más de diez trabajadores por empresa) aumentó sólo en 80.000 puestos de trabajo entre 1973 y 1984. El sector de la construcción, visto por algunos como determinante para resolver los problemas del país, aportó apenas 110.000 empleos en el período. Y el sector informal recibió únicamente una tercera parte de todos los salarios de la industria.

Una población más educada, que buscaba un modo de vida más decoroso, empezó a hacerse oír en los años setenta, contribuyendo así a la crisis del orden político, que alcanzó su fase más aguda en los años ochenta cuando la recesión económica golpeó también los centros industriales.

La economía del pueblo

Page 37: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

La economía informal cubre un amplio espectro de actividades legales e ilegales, sin control alguno por parte del Estado. En 1984, el 56.65% del empleo urbano estaba en el sector informal y comprendía a 3.5 millones de personas, en comparación con 2.7 millones de personas en el sector formal.

La economía informal incluye trabajadores que se ganan la vida en las calles en oficios diversos como lavado de autos, limpieza de calzado, recolección de basura, limpieza de parabrisas en las esquinas. Incluye vendedores ocasionales de artefactos, cigarrillos, periódicos y flores, así como prostitutas y ladrones.

También pertenecen al sector informal los empleados de pequeñas empresas que operan fuera del control y la regulación del gobierno. Cerca de la mitad de la industria de la construcción corresponde a la informalidad. Todos se caracterizan por su precariedad: no existen los contratos de trabajo a largo plazo, ni la seguridad social, ni la seguridad industrial, ni el pago de impuestos al Estado.

El sector opera al margen de la moderna economía de la producción capitalista y la prestación de servicios por el Estado. Ciertas partes de la producción global pueden depender del sector informal y de hecho muchas grandes compañías están felices de depender de pequeñas empresas no reguladas para el suministro de insumos baratos. Mientras tanto, los trabajadores informales consumen productos industriales y dependen del gasto de los trabajadores formales.

El sector informal actúa también como amortiguador del sector formal en época de recesión. Entre 1979 y 1983, hubo una reducción de 53.600 empleos en la industria y el desempleo urbano pasó del 8,1% en 1978 al 3,2% en 1984. Muchos de los desempleados sobrevivieron en el sector informal. Pero los bajos ingresos impiden que los trabajadores informales satisfagan sus necesidades fundamentales. Una encuesta oficial de 13 ciudades mostró que en 1988, de una población de 11.4 millones, el 32% vivía en la pobreza y el 4.3% en la pobreza absoluta o miseria.

La economía del Banco Mundial

Colombia es, en muchos sentidos, el hijo predilecto del Banco Mundial. Ha aceptado los ajustes económicos que las instituciones internacionales han considerado necesarios y ha logrado pagar su deuda aún en medio de la crisis de los años ochenta. Este es el mundo de la economía formal, la economía cuantificada. Pero este mundo vive en y se alimenta de la economía global, que incluye al sector informal.

En 1985, Colombia tenía un Producto Interno Bruto (PIB) de 31 millones de dólares o mil dólares per cápita, comparado con diez mil dólares per cápita en la Gran Bretaña y veinte mil dólares per cápita en los Estados Unidos. Este promedio no está. por supuesto, equitativamente distribuido en todos los hogares. En el mismo año, el 10% más rico de las familias urbanas recibía poco menos del 40% del ingreso total, mientras el 50% de las familias recibía menos del 20%; el 20% más pobre ganaba el 5% del total.

Colombia mantuvo tasas razonables de crecimiento en los sesenta y setenta, y sufrió una recesión a comienzos de los ochenta, de la cual se recuperó a mediados del decenio. Los programas de control de la natalidad, vigorosamente impulsados por los Estados Unidos, consiguieron desacelerar el crecimiento demográfico. En 1960, las mujeres tenían un promedio de 7 hijos; a fines de los setenta, el promedio era de 3.5. Junto a la emigración masiva, esto se tradujo en un aumento poblacional de sólo 1.6% anual entre 1973 y 1985. Colombia tiene hoy un perfil demográfico relativamente moderno para su urbanizada sociedad. Una clase media bien educada ha alcanzado la mayoría de edad y una élite de tecnócratas entrenados en los Estados Unidos contribuye a que la Colombia formal aparezca como moderna y progresista.

Los últimos gobiernos han afrontado el problema de mejorar la gestión de la economía, que supone acelerar el crecimiento y aumentar el ingreso per cápita, el empleo y la base tributaria para mejorar la

Page 38: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

prestación de servicios y el manejo de los conflictos sociales. Cada presidente colombiano ha asumido este reto de diferente manera y con distintas prioridades. Y todos los esfuerzos han sido afectados por la vulnerabilidad de las exportaciones a causa de las fluctuaciones del mercado internacional, por los bajos ingresos del Estado y por la dificultad de generar los niveles de inversión de capital que se requieren para aumentar la productividad y estimular el crecimiento.

Los países desarrollados disponen de varios métodos de ahorro; el público tiene suficiente confianza en los títulos de deuda pública como para comprarlos, lo cual permite captar recursos para inversión a largo plazo. En Colombia no existe tal mercado de largo plazo, en el cual el gobierno pueda atraer fondos. Por ello se requieren muchos años para que un proyecto como una planta generadora de energía eléctrica empiece a pagar su costo total, y Colombia, como otros países del Tercer Mundo, está obligada a financiar este tipo de obras en plazos más breves.

Los empréstitos internacionales tienen términos que no son lo suficientemente largos o baratos. Pero a ellos hubo de acogerse Colombia a finales de los años setenta para financiar sus grandes proyectos energéticos. Como resultado, la deuda externa alcanzó los 16.500 millones de dólares en 1988, de los cuales 13.100 correspondían al sector público y el 40% a los sectores eléctrico, carbonífero y petrolero. Si se la compara con la de otros países de América Latina, esta deuda es manejable, aunque supone un enorme drenaje de recursos escasos: tan solo en 1988, el servicio de la deuda fue el 7% del PIB.

Los ingresos públicos han permanecido bajos, lo cual limita el gasto social y su impacto en los sectores más pobres de la población. Con tanta gente excluida de la economía formal, el gobierno obtiene el 50% de sus ingresos de los impuestos indirectos. Las elites han luchado con uñas y dientes contra el alza de los impuestos directos, y el fraude tributario es el deporte nacional de los empresarios.

El sector privado ha dominado el crecimiento y la diversificación de la economía y ha opuesto resistencia a las reformas que podrían establecer una más equitativa distribución de los frutos del progreso. El crecimiento ha sido desigual no sólo entre los individuos, sino también entre las regiones y entre el campo y la ciudad. El sector cafetero ha sido el más dinámico y emprendedor, y en época de altos ingresos por exportaciones ha realizado considerables inversiones en el desarrollo social de las regiones cafeteras. En la Colombia moderna, la relativa prosperidad de estas regiones contrasta con el absoluto abandono de otras zonas.

En los años ochenta, las desigualdades regionales eran extremas. Los ingresos de las regiones ricas, como Cundinamarca, Valle y Atlántico, podían doblar los de las regiones pobres, como Chocó, Cauca y Nariño. La industrialización está concentrada en "el triángulo de oro" de Bogotá, Medellín y Cali. Poblaciones y ciudades han crecido espontáneamente a través de invasiones de tierras y asentamientos ilegales, y existe un enorme déficit de vivienda. El suministro de agua potable y de alcantarillado es terriblemente deficiente fuera de las grandes ciudades e incluso en algunas de ellas. Las áreas rurales están abandonadas y en muchas regiones el Estado es virtualmente inexistente.

La economía formal ha crecido sin las presiones redistributivas que han generado inflación y crisis en otros países latinoamericanos. Ha satisfecho las necesidades de una minoría, que vive en forma tan opulenta como las elites del mundo industrializado, y ha cambiado las vidas de todos. El avance de la modernización capitalista ha sido muy desigual: ha desposeído a los campesinos, pero no los ha compensado por ello. La industria ha crecido, pero hasta 1985 tan solo había creado medio millón de empleos. La economía formal ha producido a la vez crecimiento y pobreza

Los sectores de la economía

El dominio de la industria es claro y contrasta con el pequeño número de trabajadores empleados por el sector manufacturero. La economía se ha diversificado con los años y ahora depende menos del

Page 39: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

café. A finales de la década pasada, Colombia era no solamente el segundo exportador mundial de café, después de Brasil, sino además el segundo exportador mundial de flores cortadas, el tercer exportador mundial de carbón, el quinto exportador mundial de banano y el segundo exportador de oro y el cuarto exportador de petróleo en América Latina.

1.Industria: El triángulo de oro

En 1968, Bogotá, Medellín y Cali produjeron más del 68% del valor agregado nacional y del 60% del empleo industrial; Barranquilla, el cuarto centro manufacturero, había declinado con los años. Las tres ciudades formaron lo que se llamó el triángulo de oro, que concentraba el 65% de la inversión extranjera en 1979. A lo largo de los años setenta Bogotá se consolidó como el centro político, industrial y financiero del país.

Entre 1967 y 1974, la industria creció a una tasa promedio del 8.5% anual, con una diversificación continua que favoreció los bienes intermedios (textiles, madera, papel, caucho, químicos), los bienes de consumo durable y en menor proporción los bienes de capital. Las exportaciones industriales fueron promovidas durante este período y alcanzaron el 46% del total de exportaciones en 1974.

La protección estatal había respaldado a muchas industrias atrasadas en tecnología y administración, manejadas por viejas familias oligárquicas que controlaban a sus trabajadores a través del paternalismo, la religión y la manipulación.

La propiedad estaba altamente concentrada. En 1968 más de la mitad del valor agregado industrial estaba en sectores que podían ser clasificados como oligopolios altamente concentrados (más del 75% de la producción en manos de tres compañías) o moderadamente concentrados (del 50 al 75% de la producción en manos de cuatro empresas (Bavaria, por ejemplo, controlaba el 70% de la industria cervecera; Postobón controlaba el 57.3% de la industria de gaseosas. Grandes y poderosos conglomerados se crearon al producirse integración vertical y horizontal entre las empresas de un mismo grupo.

Un estudio de la Superintendencia de Sociedades sobre los vínculos de 3.102 sociedades limitadas registradas en 1975 mostró que 24 conglomerados comprendían 300 compañías y sus actividades manufactureras ascendían al 20% de la producción total. Se identificaron también dos superconglomerados, el Grupo Suramericana de Medellín, que incluía ocho conglomerados, y el Grupo Santodomingo de Barranquilla y Bogotá, que incluía cuatro conglomerados

Debajo de los conglomerados, una industria mediana se había consolidado en manos de inmigrantes, procedentes de Europa y del Cercano Oriente, y empresarios locales de las clases medias profesionales. La inversión extranjera era significativa, pero no preponderante en la industria colombiana; aumentó en los años sesenta y se concentró en los sectores de bienes intermedios y de capital, como papel, químicos, caucho, vidrio, minerales no ferrosos y equipo de transporte. En estos años, las compañías extranjeras invirtieron en empresas nacionales que siguieron en manos de colombianos. En los años setenta, las multinacionales llegaron a controlar las empresas mismas. Se estima que por esta época las firmas con capital extranjero mayoritario fueron responsables del 25% del valor agregado industrial.

El crecimiento industrial empezó a desacelerarse en 1974 y en los siguientes seis años mantuvo un promedio de 5.6% anual. Durante este período la economía colombiana se liberalizó y se permitió la entrada de bienes extranjeros baratos para inducir mayor eficiencia en los sectores de bienes intermedios y de capital. Al mismo tiempo, el contrabando socavaba el sector de bienes de consumo. Las exportaciones industriales se redujeron con la eliminación parcial de los subsidios en 1975 y durante la recesión mundial de 1979 cayeron el 29% del total de exportaciones. También recibieron el impacto de la inflación y la distorsión del tipo de cambio por la afluencia de dólares provenientes de la bonanza cafetera y el tráfico ilícito de drogas.

Page 40: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

A finales de la década de 1970, la industria había desarrollado una frágil dependencia de un sistema financiero que había crecido prodigiosamente y sin suficiente control tras la liberación de las tasas de interés en 1974. Las empresas adquirieron elevados préstamos a muy corto plazo y se endeudaron peligrosamente. Cuando la recesión golpeó, no pudieron pagar y se produjo una crisis general del sistema financiero en 1982.

La crisis puso al descubierto deficiencias y fraudes en la banca, que tuvo que ser rescatada por la intervención masiva del Estado a través de préstamos blandos, seguros por pérdidas e inyecciones de capital. Irónicamente, un Estado comprometido con la no intervención se vio obligado a intervenir en cinco bancos privados. De la noche a la mañana, el Estado se encontró en poder de ocho bancos comerciales, en lugar de cuatro como sucedía con anterioridad, que representaban el 65% del capital del sistema financiero. El resto del sector quedó bajo el control de bancos extranjeros (10%) y de intereses privados colombianos (25%); de estos últimos, el 75% pertenece a tres grandes grupos financieros.

El gobierno también rescató a la industria de la recesión. Se establecieron restricciones a las importaciones y subsidios a las exportaciones nuevas. Se adelantó una reestructuración industrial: las empresas modernizaron sus prácticas, renovaron su maquinaria e introdujeron nuevas tecnologías. Se incrementó la contratación de trabajadores temporales para eludir la legislación laboral y debilitar a los sindicatos independientes que dominaban la industria. El número de trabajadores temporales en el sector privado pasó del 10.5% de la fuerza laboral en 1980 al 16.5% en 1987 .

La concentración de la propiedad se hizo más grande que nunca. En 1987, el 0.01% de los accionistas (50 personas) de las diez mayores compañías registradas en la Bolsa de Bogotá controlaban el 36.5% de todas las acciones, una concentración de poder económico observable en casi todos los sectores de la economía colombiana .

La recuperación de la industria estaba en curso para 1984, con un período de crecimiento sostenido después de 1986, si bien no se repitieron los altos índices de los años setenta. El Informe Chenery sobre el mercado de trabajo, de 1986, estimó que la economía colombiana tenía que crecer no menos del 6% anual para hacer frente al desempleo y la industria debía hacer una contribución sustancial a dicho crecimiento. Los economistas calculaban, sin embargo, que la producción industrial en los ochenta no alcanzaría ni siquiera la mitad del crecimiento conseguido en los setenta .

En cualquier caso, las industrias de Colombia tenían que competir en una era de sofisticada tecnología, lo cual no generaría empleo en el sector manufacturero. Las oportunidades eran más probables en el sector de servicios, como ocurría en los países industrializados durante la década de 1980, pero en tales países no existía el enorme sector informal y la pobreza asociada a él. El modelo de crecimiento industrial de Colombia no resolvería las necesidades de empleo del pueblo.

2. Agricultura: Paisajes cambiantes

A lo largo del período 1960-1980 continuó el antiguo conflicto entre campesinos y terratenientes para determinar qué tipo de economía rural prevalecería a la postre: una economía campesina, más democrática, o una dominada por latifundistas y grandes empresarios. La batalla se había desplazado de las altiplanicies a las vertientes y ahora llegaba a las tierras bajas, las llamadas áreas de colonización: Caquetá, Putumayo, Ariari, Carare, Urabá y Magdalena Medio.

Las víctimas de la violencia emigraron no sólo a las ciudades, sino a estas regiones para abrir nuevas fronteras agrícolas y procurarse un modo de vida en las considerables reservas de tierra inexplotada que aún tiene Colombia. La modernización capitalista, particularmente en los valles del Cauca y del Magdalena, obligó a otros a buscar idénticas soluciones. Se inició entonces una lucha entre ganaderos y colonos por las tierras fértiles disponibles en el país, que fue gradualmente ganada por los primeros.

Page 41: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

En 1984, se estimaba que la mitad de las tierras colonizadas correspondían a latifundios y la mitad a fincas pequeñas y medianas.

En el resto del país, la modernización capitalista empezaba a transformar la economía rural de Colombia. Lauchlim Currie, quien vino por vez primera a Colombia con la misión del Banco Mundial en 1949, proponía un uso más racional de la tierra y de la mano de obra en la agricultura. Las tierras cultivables estaban ocupadas por la ganadería extensiva, mientras la fuerza de trabajo era absorbida por la ineficiente agricultura de subsistencia. Una agricultura más moderna y productiva liberaría mano de obra que se desplazaría a las ciudades donde sería empleada por la industria de la construcción. El programa de Currie se llamó Operación Colombia y aunque no fue aplicado en forma, ejerció gran influencia entre los economistas y los funcionarios de gobierno en los años sesenta y setenta.

Los grandes cultivos comerciales se desarrollaron de manera dramática en la década de 1960 para satisfacer la demanda de alimentos de una creciente población urbana, al igual que para generar divisas para la expansión industrial. En las fértiles tierras del valle del Cauca, el Tolima, el Cesar y algunos sectores de la costa Atlántica, los latifundios tradicionales se transformaron en exportaciones agrícolas mecanizadas. El Estatuto Cambiarlo o Decreto 444 de 1967 otorgó crédito y otros estímulos a la agricultura, y muy pronto el azúcar, el algodón y el arroz producían excedentes para la exportación. La Ley 1 de 1968 generó una expulsión masiva de arrendatarios y cosecheros, y a finales del decenio las fincas menores de diez hectáreas presentaban una drástica disminución en número y tamaño

Este proceso provocó muchos conflictos rurales, y la sensibilidad a los riesgos políticos y sociales de la modernización del campo alimentó los debates en torno a la reforma agraria en los años sesenta. Carlos Lleras Restrepo fue presidente durante estos años de agitación campesina, que coincidió con el surgimiento de una nueva generación de guerrillas y con el desafío político de la ANAPO en las ciudades. Uno de los presidentes más visionarios e innovadores de Colombia, Lleras Restrepo puso en duda la sensatez de la Operación Colombia y en su lugar abogó por mantener a los campesinos en el campo. En un documento de 1967 escribía:

Durante los próximos años la demanda urbana de mano de obra para la industria y los servicios no superará la oferta; por el contrario, esta última presentirá un exceso que será extremadamente difícil de absorber (...) En tales condiciones, todo lo que contribuya a atar a los campesinos con la tierra puede ser considerado social y económicamente útil, aunque en algunos casos pueda implicar la prolongación de una economía de simple subsistencia

El presidente se sentía muy frustrado por la intensa oposición a la ley de reforma agraria de 1961. Pero los terratenientes estaban fuertemente representados en el Congreso. Como congresista había tratado de impulsar la ley para encontrarse al fin con que una versión mutilada de ella era lo único que se había aprobado tras una transacción entre los líderes de los partidos. Como presidente, Lleras Restrepo propuso crear una fuerza no partidista que presionara por reforma agraria y mejores servicios. La intención era fortalecer a los campesinos sin tierra en las áreas de latifundio tradicional mediante una organización tutelada por el Estado, pero ajena a toda interferencia partidista. La Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) fue establecida en 1967, pero muy pronto se liberó del patrocinio estatal y se convirtió en un movimiento combativo, que organizó a los campesinos para reclamar el derecho a la tierra a través de marchas e invasiones. A comienzos de los años setenta se produjo la movilización de miles de campesinos en un intento de detener la expansión de ganaderos y empresarios agrícolas, y preservar una economía campesina.

Bajo Misael Pastrana, el presidente conservador que sucedió a Lleras Restrepo, el gobierno y los gremios rurales lanzaron una contraofensiva contra el campesinado. Nuevas leyes adoptadas en 1973 hicieron grandes concesiones a los latifundistas y otorgaron grandes créditos a bajos costos a los

Page 42: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

cultivadores comerciales a través del Fondo Financiero Agropecuario. Entre 1968 y 1977, hubo un incremento del 40% en el área cultivada de los siete principales productos de la agricultura capitalista: caña de azúcar, cebada, soya, arroz, algodón, sorgo y ajonjolí. Además de estos renglones, las exportaciones de banano aumentaron durante los años sesenta y setenta en Urabá, gracias a los buenos suelos y a la mano de obra barata, en su mayoría negra. Las flores encontraron un clima propicio y una mano de obra barata, casi toda femenina, en la sabana de Bogotá. En 1975, las exportaciones no tradicionales llegaron al 12% del total.

La expansión de la agricultura comercial fue desequilibrada y no eliminó la agricultura campesina. En los departamentos andinos como Nariño y Cauca en el sur, Antioquia y Caldas en el Occidente, y Cundinamarca, Boyacá y los Santanderes en el centro y el oriente, los campesinos trataron de sobrevivir en menguadas parcelas al lado del latifundio tradicional y de la moderna agricultura mecanizada. En 1984 había 1'504.215 minifundistas con un promedio de 2.1 hectáreas; 636.255 de ellos tenían menos de una hectárea. El INCORA estimaba que cada familia campesina necesitaba un mínimo de 22 hectáreas para vivir dignamente-.Y 157.691 familias carecían de tierra .

Estos agricultores campesinos carecían de crédito y de medios para mejorar la productividad, pero producían el 55% de los alimentos básicos del país, como maíz, yuca, plátano y papa. El Programa de Desarrollo Rural Integrado (DRI), a mediados de los años setenta, se propuso ayudar a esta población. Entre 1976 y 1986, el DRI invirtió cuarenta mil millones de pesos; y en 1985 solamente, el Fondo Financiero Agropecuario dispensó ochenta y un mil millones de pesos a los agricultores comerciales. Los subsidios para las exportaciones, los créditos, la devaluación y todas las políticas gubernamentales favorecían la agricultura capitalista.

En otras regiones, como las llanuras de la costa Atlántica y los Llanos orientales, dominaba todavía el latifundio ganadero tradicional, por lo general ineficiente. En 1984, diez millones de hectáreas en haciendas de más de 500 hectáreas cada una estaban en manos de cerca de 12.000 terratenientes, en su gran mayoría ganaderos. La presión campesina por la tierra generó violentos conflictos en estas áreas a lo largo del período 1970-1990.

Una reforma agraria seria nunca ha estado en la agenda nacional. Ha habido tan sólo "una estrategia de redistribución de tierras, basada en el criterio de preservar el orden público . En el cuarto de siglo que va de 1961 a 1985, el INCORA compró 4.009 fincas con una extensión de 472.470 hectáreas y expropió 254 fincas con una extensión de 66.035 hectáreas. Esta tierra fue distribuida entre 30.000 familias. La mayoría de las adquisiciones se hizo entre 1971 y 1973, los años de activismo de la organización campesina: 200.000 hectáreas o el 42% del total .

El INCORA recibió la cesión de 350.000 hectáreas adicionales, en gran parte inútiles para la agricultura, y distribuyó más de 5 millones de tierras públicas o baldíos y entregó 190.480 títulos de propiedad entre 1970 y 1987, casi todos en las zonas de colonización. Pero un cierto porcentaje en cada adjudicación podía enajenarse (de mil a tres mil hectáreas en los Llanos), lo cual facilitó la concentración de la tierra.

En los años ochenta, la mafia de la droga estaba invirtiendo sus inmensos recursos en tierras y, en muchas regiones, deshaciendo los pequeños pasos hacia la reforma agraria. En el Magdalena Medio, compró alrededor de 180.000 hectáreas de tierra cultivable, en comparación con las 12.605 hectáreas que el INCORA compró en la región a través del Plan Nacional de Rehabilitación entre 1983 y 1988 y las 101.564 hectáreas adquiridas en todo el país durante el mismo lapso .

3. "Colombia es café o no es nada"

El café fue de gran importancia para la economía durante este período. Puesto que es la principal fuente de divisas, las variaciones en los precios internacionales del grano han tenido un impacto significativo. En 1980, el café aportó el 50% de las exportaciones totales, pero en 1981 descendió en

Page 43: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

un 30% a 1.500 millones de dólares. Hubo otro auge en 1986 y otra caída del 43% de las exportaciones cafeteras en 1987. Ello ayuda a explicar el pasado y también el futuro del café en Colombia: el colapso del Acuerdo Internacional del Café en 1989 provocó una caída del 40% en los precios del grano.

Una tal fuente de inestabilidad económica debe ser vista, sin embargo, en una perspectiva histórica. En el período 1950-1954 el café constituyó casi el 79% de las exportaciones; entre 1965 y 1969. descendió al 61%, y de 1980 a 1984, cayó a menos del 50%, a pesar de que la producción cafetera se duplicó entre finales de los años cincuenta y mediados de los años ochenta.

La expansión de la producción no se debió a un aumento de la tierra cultivada, sino al empleo de métodos modernos y a la introducción de la variedad brasileña "caturra" en la década de 1960. La modernización fue promovida por la Federación y asumida con especial fuerza por las grandes plantaciones comerciales. Los pequeños cultivadores, que habían sido los héroes de la primera mitad del siglo, se convirtieron en los villanos de la segunda mitad del siglo a causa de sus métodos tradicionales de cultivo, que resultaban muy dispendiosos. Se calculaba que en 1955 el 83% de los costos correspondía a mano de obra, el 14% a impuestos y transporte, y el 3% a herramientas e insumos, con una productividad inferior en un 50% a la de El Salvador.

Entre 1960 y 1964, sólo el 1% de la tierra cafetera se destinó a la producción moderna; entre 1980 y 1984, la proporción ascendió al 35%. Con el paso del tiempo, declinó el número de pequeños productores familiares y aumentó el proletariado cafetero. En el Valle, por ejemplo, el número de fincas se redujo de 23.975 en 1955 a 17.116 en 1970. Algunas de ellas tuvieron acceso a crédito de la Federación para modernizar su producción, pero las más ineficientes fueron inducidas a plantar otros productos.

De acuerdo con un estudio de la CEPAL, en 1987 la economía campesina contribuía con el 30% de la producción y más de la mitad de los 320.000 cultivadores operaban en propiedades de menos de 15% hectáreas de extensión [32]. Pero fueron los medianos y grandes cultivadores quienes aprovecharon las ventajas de los nuevos métodos de producción.

A mediados de los años setenta, el aumento de la producción y las heladas en el Brasil permitieron a Colombia recuperar la posición que había perdido en el mercado mundial desde 1950. Durante la segunda mitad del decenio, se vivió otra bonanza cafetera. El gobierno se negó a gravar el exceso de utilidades y la Federación cosechó los beneficios. Mientras otros sectores sufrían una recesión, el cafetero prosperaba. A finales de la década, el sector proveía empleo permanente a 200.000 personas y empleo estacional a 400.000 personas adicionales; se estimaba que el 10% de toda la fuerza de trabajo estaba directa o indirectamente vinculada al café.

La Federación ha probado ser muy efectiva en defender los intereses cafeteros dentro y fuera del país. Si bien es una asociación privada, cumple muchas funciones públicas. Fija las políticas cafeteras, supervisa las compras para exportar y representa al país en negociaciones internacionales. Gracias al manejo del Fondo Nacional del Café y a sus ingresos provenientes de los impuestos cafeteros, las exportaciones y las ventas para consumo doméstico, la Federación ha extendido sus actividades a las finanzas, el transporte marítimo, la construcción y otros renglones agrícolas. En los años ochenta poseía dos bancos, una flota mercante, dos almacenadoras, varias cooperativas, una aseguradora y varios fondos de ahorro e inversión, y era una de las empresas más grandes del país.

La Federación también ha financiado proyectos de desarrollo en las regiones cafeteras, en las cuales la salud, la educación y los servicios son notoriamente mejores y la inconformidad social es notoriamente menor que en cualquier otra región. Igualmente, respaldó en 1987 el plan del presidente Barco para rehabilitar las zonas rurales donde las guerrillas han echado raíces.

Page 44: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

En 1985, el Contralor General de la República investigó el Fondo Nacional del Café y encontró que muchas de sus inversiones no tenían nada que ver con café y que estaba siendo usado para propósitos distintos a los que inspiraron su creación. El debate se hizo más álgido cuando debía renovarse el contrato entre el gobierno y la Federación para la administración del Fondo. Un estudio de la Universidad Nacional cuestionó el manejo del Fondo y algunos parlamentarios hablaron, incluso, de nacionalizarlo. La Federación reaccionó tan vivamente que el gobierno se apresuró-a renovar el contrato por diez años más, con pequeñas modificaciones, sin dejar de reconocer la validez del informe del Contralor.

La Federación es el gremio más poderoso del país. Un estudio de Miguel Urrutia sobre los gremios en 1983, auspiciado por la Fundación Ford, la definió como un Estado paralelo y concluyó que:

... después del Presidente de la República, el hombre más poderoso de Colombia es el gerente de la Federación puesto que tiene acceso por derecho propio a las más importantes instancias de decisión del país (...). La Federación es, sin duda, el mayor conglomerado industrial de Colombia y si uno añade el balance podría compararla con una empresa transnacional de mediano tamaño [33].

No es un cuerpo homogéneo, pero representa a los exportadores, a los grandes productores y a los pequeños productores. Ha sido controlada por los dos primeros grupos desde los años treinta. Un estudio concluye que, a causa de las restricciones para la afiliación de los pequeños cultivadores, la Federación representa tan solo a 135.000 productores, que corresponden al 44% de los cafeteros, y de ellos apenas 26.000 participan en las elecciones para los comités departamentales y nacional, los cuales están controlados por los grandes cultivadores quienes se eligen unos a otros con base en lazos familiares y de amistad.

La brecha entre las fincas modernas y tradicionales, y entre los grandes y pequeños productores, se ha ensanchado. El futuro de estos últimos se hizo más incierto en la década pasada. Los precios internacionales fluctuaron considerablemente en la primera mitad y los precios internos bajaron. Ello creó serios problemas para los pequeños cultivadores que habían modernizado a base de crédito y estaban muy endeudados. Con los precios bajos, los productores usan menos abonos y aumentan las plagas. Muchas plantas llegaban al final de su ciclo productivo en estos años. En 1983, la roya del café llegó a Colombia. La solución más efectiva era replantar con la nueva variedad "Colombia", pero esto implicaba altos costos y un período de dos años para el crecimiento de las plantas.

El colapso del pacto cafetero en 1989 y la crisis de los precios significaron un duro golpe para los cafeteros y miles de personas cuyos empleos dependían del café, al igual que para los planes de inversión del gobierno. Aunque Colombia produce el café de mejor calidad y es considerado un productor muy eficiente, será severamente afectado por la caída de los precios. El fin del sistema de almacenamiento de inventarios implicó un período turbulento para el mercado cafetero mundial, con perspectivas muy inciertas. Al concluir los años ochenta, Colombia ya no era más sinónimo de café.

4. Energía: un debate nacional

La energía es un problema público en Colombia no sólo por su papel en la economía nacional y su significado en el comercio internacional, sino también por su relevancia para las necesidades básicas de la población.

Muchos colombianos carecen de energía para cocinar y para otros usos, especialmente en las áreas rurales donde los costos de transmisión son altos en relación con el número de usuarios. El suministro de electricidad es importante por todo lo que depende de ella: iluminación, bombeo de agua potable y de agua servida, enfriamiento, refrigeración y calefacción.

Page 45: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Por esta razón, el debate energético se ha vuelto popular en Colombia, tanto en el ámbito doméstico cuanto en el ámbito nacional. Existen diferentes perspectivas en la demanda ciudadana de más y mejor acceso a las fuentes de energía, mientras el gobierno considera que la explotación de los recursos carboníferos y petroleros es, ante todo, una fuente de divisas.

De 1970 a 1986, la generación total de electricidad pasó de 7.5 a 27 megavatios/hora y se espera que esta cifra sobrepase los 33 m/h en 1990. De 1970 a 1983, el consumo doméstico creció un 350%, de 2.5 a 8.2 m/h. A pesar de este crecimiento, la electricidad no es todavía la principal fuente de energía doméstica: el censo de 1985 reveló que menos del 30% de los hogares la usan para preparar los alimentos; otro tanto recurren a la leña, y un tercio más a la gasolina o al gas propano. En Bogotá se emplea el cocinol, un derivado del petróleo que resulta particularmente peligroso y ha causado muchas muertes y heridas en los vecindarios pobres de la capital.

Aún cuando la gran mayoría no se beneficia de ellos, Colombia es rica en recursos energéticos. Ocupa uno de los primeros lugares del mundo en energía hidroeléctrica, la cual j representa el 75% de la capacidad de generación instalada. Durante largo tiempo, el país ha sido productor de petróleo y desde la década pasada está exportando crudo y explotando sus enormes reservas de carbón.

La incapacidad nacional para manejar esta riqueza y el elevado porcentaje de la deuda externa que corresponde al sector energético han generado un intenso debate. Las grandes inversiones en generación eléctrica no han estado acompañadas de inversiones en transmisión y distribución por lo cual existe un exceso de oferta, un déficit en la demanda y pérdidas de energía del orden del 25%. Ello ha significado mayores impuestos a los consumidores para pagar los enormes préstamos contraídos para financiar los proyectos. Muchos movimientos urbanos de protesta se han desarrollado en torno a este conflicto.

Colombia ha acogido una serie de proyectos energéticos de gran envergadura, acometidos por corporaciones multinacionales, especialmente petroleros, y muy reciente el gigantesco proyecto carbonífero de Carbocol e Intercor en El Cerrejón. La extracción de petróleo es muy antigua. Tras un período de producción decreciente, cuando el país se convirtió en importador neto, la extracción ha aumentado y Colombia es hoy otra vez exportador de petróleo. La mayor parte de la producción se hace conjuntamente con compañías extranjeras. La extracción de crudo cayó de 218.000 barriles diarios en 1970 a 123.000 en 1979. En 1986 subió a 302.000 y en 1990 a 500.000. La producción de gas natural pasó de 88.000 pies cúbicos diarios en 1970 a 382.000 en 1986.

En materia de carbón, se extraían 4 millones de toneladas en 1980. 11.5 en 1986 y 22.6 en 1990. Otras regiones del país se consideran igualmente promisorias para la producción carbonífera en gran escala, como la mina La Loma en el departamento del Cesar, desarrollada por la compañía Drummond de los Estados Unidos. Pero el transporte a los puertos es un grave problema para las minas de tierra adentro.

Muchos de los productos energéticos se encuentran en las regiones más abandonadas del país, como el campo petrolero de Caño Limón en Arauca. Conforme a un estudio del DANE en 1988 sobre la pobreza en Colombia, de los 21.000 habitantes de esta zona el 62% vive en la pobreza y el 32% en la miseria: los caminos no están pavimentados, la provisión de agua potable y de vivienda es inadecuada, y no existe alcantarillado. La población local siente que la riqueza del subsuelo no la beneficiará en absoluto.

Ha habido intensos debates sobre los contratos suscritos con las multinacionales para explotar los recursos naturales de Colombia. Las relaciones con las compañías petroleras siempre han sido polémicas. A principios de los años sesenta, el entonces Ministro de Minas, Enrique Pardo Parra, criticó las actividades de las multinacionales petroleras y trató de limitar sus giros de utilidades al exterior. El presidente Valencia fue notificado de que tenía que despedir a su ministro si deseaba continuar recibiendo ayuda norteamericana a través de la Alianza para el Progreso [34].

Page 46: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

La exploración petrolera y la operación minera de alta tecnología implican costos enormes. Debido a la falta de capital y de tecnología, el gobierno colombiano tiene una débil posición negociadora aprovechada por las poderosas empresas multinacionales para su propia ventaja. El costo estimado de El Cerrejón es de 3.400 millones de dólares, mientras la exploración petrolera alcanza 3.500 millones de dólares en 1990. Las reservas petroleras calculadas a finales de los años ochenta significan la autosuficiencia del país en el corto plazo, por lo cual Colombia tiene sumo interés en atraer a compañías extranjeras que contribuyan a financiar los costos de exploración de nuevos yacimientos. La minería se ha convertido en el área principal de inversión extranjera y especialmente norteamericana, desplazando a la industria.

El gobierno se ha visto obligado a endeudarse para financiar su parte en la exploración petrolera y ello ha representado una pesada carga a causa de las altas tasas de interés y de los bajos precios de la energía a lo largo de los años ochenta. El resto ha sido provisto mediante contratos de asociación con las multinacionales. Bajo este esquema, la producción se divide en partes iguales con una regalía del 20%; donde los riesgos son menores, ECOPETROL, la empresa petrolera estatal, ha negociado un mayor porcentaje de la producción.

En 1986, la cuestión energética llegó a las primeras planas de los periódicos cuando los grupos guerrilleros lanzaron una ofensiva de atentados dinamiteros contra los oleoductos y de secuestros de altos funcionarios extranjeros, que no ha detenido las inversiones pero que ha exigido cuantiosos gastos adicionales en reparaciones, ha causado pérdida de divisas y ha hecho de la política energética uno de los temas más controvertidos en Colombia. A finales de los ochenta, el debate sobre el control de los recursos naturales de la nación se hacía más intenso, incluso en los círculos gubernamentales.

La economía subterránea

Actividades ilegales de todo tipo florecen en Colombia desde hace muchos años. Ellas van desde soborno y corrupción de funcionarios públicos hasta contrabando y evasión de impuestos, pasando por narcotráfico y robo menor. Envuelven a muchos sectores de la sociedad, aunque el crimen se ha convertido en un medio de supervivencia, más que en una fuente de enriquecimiento, para un sector de los pobres, con su bajo mundo y su cultura de la violencia.

En los estratos altos de la sociedad existe fraude de muchas clases:

La sola corrupción explica la comisión de 19.358 transacciones fraudulentas en moneda extranjera por un amplio grupo de colombianos que incluye obispos, generales, exministros y futbolistas, y asegura que cada año cerca de 350 millones de dólares salgan del país en la forma de sobornos y comisiones. "Los sobornos", dice el Contralor General, "son como el Espíritu Santo: están en todas partes, pero nadie los ve. La corrupción es rampante. Queda un largo camino para evitar que los fondos públicos terminen en los bolsillos privados" [35].

La criminalidad de cuello blanco o contra la administración pública aumentó considerablemente en los años ochenta: de 2.956 delitos en 1981 a 4.129 en 1984, según el DAÑE [36].

La evasión fiscal es endémica, aunque el nivel de tributación directa es uno de los mas bajos de América Latina. Los sucesivos gobiernos suelen declarar una amnistía tributaria al iniciar su cuatrienio, pero ello ha estimulado aún más la evasión.

Los empresarios han movilizado una fuerte oposición contra la reforma tributaria. En 1974, el presidente López Michelson, con el respaldo del Banco Mundial y sin la intervención del Congreso, decretó una reforma que incluía un impuesto a la renta presunta. Pero la violenta reacción del sector privado lo obligó a presentar una versión atenuada de la reforma al Congreso. Después de la expedición de la nueva ley, entre 1975 y 1981 los impuestos sobre renta y patrimonio cayeron del

Page 47: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

4.3% del PIB al 2.7%. En este lapso no hubo cambios sustanciales en la distribución del ingreso, y la inflación por sí sola no explica la disminución del valor del recaudo tributario. Parece que la responsabilidad debe atribuirse a la evasión fiscal. Cuando el presidente Turbay tomó posesión en 1978, tenía una fuerte deuda política con el gremio de los industriales por su apoyo electoral en Antioquia. Como consecuencia, la ley de reforma tributaria fue nuevamente modificada.

El contrabando está muy extendido y tiene una larga historia en Colombia. Café, ganado, bienes de consumo (desde cigarrillos hasta computadores) oro y esmeraldas son algunos de los bienes ilegalmente comercializados. El contrabando de café y ganado ha sido con frecuencia indirectamente estimulado por los controles cambiarios del gobierno y por otras barreras puestas al comercio exterior en diferentes épocas. Hubo contrabando de café durante la bonanza de los años setenta, cuando el Pacto Internacional del Café impuso límites a las exportaciones. Se estima que el valor de las exportaciones ilegales de producios tradicionales, de los cuales el café y la carne son los más importantes, alcanzó en 1977 el 13.8% de todos los bienes y servicios oficialmente registrados [37].

El mercado negro de bienes de consumo florece en Colombia gracias a la corrupción de la aduana, cuyos agentes pueden ganar de veinte a cincuenta veces su salario en sobornos de los contrabandistas. Estos mantienen estrechas relaciones con políticos locales a quienes ayudan en época de elecciones a cambio de su ayuda para entorpecer las investigaciones penales del gobierno. Se afirma que el contrabando le cuesta al gobierno 400 millones de dólares al año en impuestos no recaudados. Según FENALCO, el gremio de los comerciantes, casi un 25% de los bienes importados que se venden en Colombia, por un valor de 1.200 millones de dólares al año, son de contrabando.

Muchas ciudades colombianas cuentan con un centro comercial del mercado negro, el Sanandresito, así llamado por referencia al puerto de San Andrés Isla, en el Caribe, donde buena parte del contrabando llega al país. Bogotá tiene al menos tres de estos grandes mercados y muchos otros menores donde se venden artefactos eléctricos, cámaras, perfumes, ropa y otros bienes. Algunos sostienen que casi todos los relojes, cigarrillos extranjeros, cintas magnetofónicas y equipos de video, y la mitad de los microcomputadores que se venden en Colombia son de contrabando.

El oro y las esmeraldas, que han sido objeto de contrabando por muchos años, están asociados a la violencia de una u otra forma. En los años ochenta el gobierno trató de regular ambos mercados. Ajustó los precios del oro de manera que los buscadores vendieran el metal al banco central en lugar de sacarlo del país. La producción se duplicó entre 1984 y 1986, pero los mineros, que trabajan en condiciones muy malas, se dieron cuenta de que buscar oro les traía más problemas que riqueza. Sus protestas, junto con las de muchos colonos poseídos por la fiebre del oro, han estado acompañadas de mucha violencia.

La alianza del crimen y la violencia con las esmeraldas se remonta a los años treinta, y muchos miembros de la mafia de la cocaína empezaron sus carreras delictivas en el mercado de las esmeraldas. La guerra de pandillas ha estallado con frecuencia entre grupos de guaqueros o mineros pobres alrededor de las excavaciones, llegando incluso a la llamada guerra de las esmeraldas o guerra verde de finales de los años sesenta, que costó más de 500 vidas. En los años ochenta, el gobierno intentó racionalizar los métodos de exploración y extracción de las gemas. De otra parte, la producción en quilates se duplicó entre 1984 y 1987, aunque la mayor parte del valor agregado se genera en el mercado norteamericano.

La violencia es una característica común en un país donde tanta gente vive fuera de la ley. En 1973, con 19.8 homicidios por cada 100.000 habitantes, Colombia ya era una de las sociedades más violentas del mundo. En 1978, la cifra era 53 por 100.000. La conclusión de un estudio del DAÑE en 1986 sobre criminalidad en once ciudades era que "la pobreza en la cual vive la mayoría de la población colombiana es la principal causa de la delincuencia. En 1985 más del 60% de los delitos denunciados fueron económicos, en su mayor parte hurto menor".

Page 48: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

En 1987, un estudio de la Universidad Nacional sobre violencia en Medellín y Cali reveló que "más que delincuencia, estas dos ciudades sufren un síndrome de violencia, manifiesto en la liquidación física de los ciudadanos". En Cali, se encontró que el número de muertes con arma de fuego aumentó del 51% en 1980 al 85% en 1986, y en Medellín pasó del 40% en 1979 al 76% en 1985. Los autores del informe subrayan la diferencia existente entre los asesinatos con arma de fuego, que suponen premeditación, y los asesinatos con arma blanca, ; provocados casi siempre en riñas de cantina.

El sistema judicial colombiano es incapaz de manejar la criminalidad. Un estudio sobre la delincuencia en Medellín halló que de 23.555 ilícitos cometidos en 1986 sólo el 30% fue objeto de investigación judicial, y el 81.5% de los 2.415 homicidios ocurridos en 1987 quedaron impunes. En 1984 apareció un nuevo delito: el asalto bancario. En los siguientes dos años los robos a los bancos se triplicaron, de uno mensual ! a tres mensuales, y en 1987 había seis cada mes. La ciudad es notoria por el robo de autos y motocicletas: 1.320 y 1.065, respectivamente, en 1986.

Las cifras del DAÑE indican que en diez años la tasa de homicidios se triplicó, de 7.013 en 1978 a 21.129 en 1988. Este incremento ha corrido paralelo a la aparición de una industria de la violencia: el narcotráfico, sobre todo a partir del auge de la cocaína en los años ochenta.

La economía de la cocaína

La industria de la droga en Colombia se inició con la bonanza de la marihuana en la década de 1970. Las primeras plantaciones aparecieron en Urabá a comienzos de la década. La hierba era exportada en los barcos bananeros con la complicidad de la aduana y la policía. Pero con la vigilancia norteamericana el cultivo se trasladó a La Guajira y floreció entre 1974 y 1978. Inicialmente, fue financiado por traficantes de los Estados Unidos y sembrado por campesinos de la región.

La época de la marihuana terminó a finales de los setenta. El presidente Turbay, él mismo bajo sospecha de estar vinculado con los traficantes, accedió en 1978 a la presión norteamericana de erradicar el cultivo de la hierba. Se lanzó entonces un vasto y costoso programa de militarización de La Guajira, y 10.000 soldados se acantonaron en la región. Se empleó la violencia en gran escala contra los campesinos, mediante arrestos y toques de queda. El propio gobernador del departamento protestó por el comportamiento del ejército. Aun cuando se presentaron estadísticas impresionantes sobre las cantidades de marihuana destruida, la conclusión principal fue la de que el resultado obvio del ejercicio fue la corrupción del ejército. El número de oficiales y soldados comprometidos en el mercado de la marihuana llegó a ser tan elevado que el ministro de Defensa abandonó la campaña en manos de la policía.

Aunque el gobierno norteamericano había presionado por la erradicación de la marihuana en Colombia, la planta empezó a ser cultivada en los propios Estados Unidos que en 1980 ya proveían el 40 de su demanda interna, mientras Jamaica aportaba el resto. Las consecuencias para el litoral Atlántico de Colombia fueron desempleo, criminalidad, inseguridad y pobreza.

Todavía peor resultó ser la sustitución de la marihuana con algo mucho mas letal y lucrativo: la cocaína. El volumen del alcaloide exportado a Estados Unidos pasó de 15 toneladas en 1978 a 270 en 1988; en este último año 40 toneladas adicionales se abrieron paso al nuevo mercado europeo. En Colombia, el basuco o crack es consumido por una creciente población juvenil: en 1987, el Ministerio de Salud calculaba que más de 400.000 colombianos eran fumadores habituales de basuco.

Los colombianos habían estado vinculados únicamente al mercado mayorista de la marihuana, pero llegaron a controlar el 70 u 80% del mercado mundial de la cocaína, incluso el área de mayor rentabilidad, que es la distribución minorista. Colombia se ha convertido en el centro de procesamiento y comercialización de la coca en la región andina. Si bien el país no es un cultivador importante, entre 16.000 y 25.000 hectáreas están sembradas con la hoja, la mayoría en el Caquetá, el

Page 49: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Guaviare y el Putumayo. Perú tiene más de 100.000 hectáreas plantadas y Bolivia entre 35.000 y 50.000.

Las fortunas amasadas por los barones de la cocaína en Colombia son legendarias. En 1984, tenían un ingreso anual estimado de 10.000 millones de dólares, que se redujo a 4.000 millones de dólares en 1988. El mercado norteamericano está cada vez más saturado, los precios se han reducido y los costos de transporte han aumentado. La mafia ha empezado a invadir los mercados europeos, donde los precios son mucho más altos. En octubre de 1987, la revista Fortune incluyó a Pablo Escobar Jorge Luis Ochoa, líderes del cartel de Medellín, entre los veinte hombres más ricos del mundo. En dos ocasiones ellos han ofrecido pagar la deuda externa colombiana.

En unos pocos años, un puñado de narcotraficantes construyó imperios criminales en las principales ciudades colombianas, particularmente en Cali y Medellín. Esta última había sido el centro de una mafia de la droga que operó en los años cincuenta con la complicidad de traficantes cubanos. Pero una nueva mafia antioqueña surgió a finales de los años sesenta y principios de los años setenta, después del desplazamiento de la marihuana de Urabá a La Guajira, y decidió especializarse en la cocaína para la cual se advertía ya una creciente demanda en el mercado norteamericano.

El ascenso de la mafia de la cocaína ha tenido profundas consecuencias sociales, políticas y económicas. De hecho, las primeras han resultado ser más importantes que las últimas. Los cálculos sobre el impacto de la cocaína en la economía colombiana varían mucho. Los más serios son conservadores y desestiman la hipótesis según la cual Colombia debería a la cocaína su éxito económico a nivel latinoamericano durante el decenio anterior.

Dos investigadores de FEDESARROLLO calcularon que en 1988 ingresaron al país por concepto de tráfico de cocaína entre 800 y 1.000 millones de dólares, equivalentes al 4% del PIB [38]. Esta suma puede haber sido mayor en años anteriores, cuando el ingreso proveniente del tráfico era más alto, pero no hay mucho en Colombia que los barones de la droga puedan comprar y la mayor parte de sus utilidades se encuentran en bancos norteamericanos y europeos.

En Colombia, la mafia ha invertido sobre todo en consumo suntuario: Obras de arte, caballos de carrera, clubes de fútbol, autos importados, hoteles, mansiones y fincas de recreo. El gremio especializado estima que entre 1979 y 1988 los narcotraficantes invirtieron 5.500 millones de dólares en propiedad inmueble. También han hecho adquisiciones de tierra cultivable que se calculan en un millón de hectáreas [39]. Y tienen intereses en la industria y la banca.

El dinero de la cocaína entró oficialmente al país a través de la llamada ventanilla siniestra del banco central, que se abrió a mediados de los años setenta para captar dólares en el mercado negro y evitar así que siguieran afectando la política de devaluación "gota a gota" y las exportaciones industriales y agrícolas. Con el tiempo se encontraron otros procedimientos extraoficiales para lavar o blanquear dinero. Estos ingresos han ayudado a financiar la balanza comercial y han reducido la necesidad de políticas de ajuste draconiano como las impuestas por el Fondo Monetario Internacional a otros países latinoamericanos en la década pasada, pero la cocaína tan solo ha sido parte de ellos. El café tuvo un comportamiento mejor que el de otros productos y experimentó una bonanza en 1986. Aunque los precios de la energía permanecieron bajos hasta finales del decenio, la producción petrolera y carbonífera contribuyó a reducir el déficit energético externo. Todo ello, aunado a la tradición colombiana de gestión económica flexible y pragmática, ha permitido a la economía sortear las dificultades de los años ochenta mucho más que los dólares de la cocaína.

La cocaína ha tenido otros efectos, especialmente en el empleo. Algunos calculan en más de 500.000 las personas directa o indirectamente empleadas por la mafia de la droga, lo cual equivale a la población empleada por la industria. En la nómina se incluyen los conductores, guardaespaldas, sirvientes y asesinos, tanto como los individuos directamente dedicados al procesamiento de la

Page 50: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

sustancia. Cuando la recesión afectó la industria textil de Medellín a principios de los años ochenta, la mafia pudo ofrecer ocupación alternativa con salarios mucho mayores que los del mercado legal.

A finales de la década, los capos de la cocaína se habían convertido en lo que podría describirse como una narcoburguesía ansiosa de legitimarse como elite empresarial y de aliarse con la clase dirigente para la defensa de sus intereses de clase. La clase dirigente, empero, ha sido muy renuente a abrir sus exclusivos clubes sociales a estos nuevos ricos.

En 1988, un estudio de veinte narcotraficantes antioqueños medianos y grandes reveló sus humildes orígenes: el 70% era de procedencia campesina (40% de las clases media y baja del sector rural) y el 30% de la clase baja urbana.

El 55% tenía sólo educación primaria, el 35% secundaria y el 10% universitaria. El propio Pablo Escobar salió de los tugurios de Medellín y fue ladrón o jalador de carros. Al convertirse en jefe de la mafia, se ha hecho famoso por su "trabajo social" de construcción de casas y campos de fútbol en las zonas pobres de su ciudad natal.

La economía de la cocaína ha ofrecido medios de vida que el Estado no ha podido. Pero también ha traído consigo violencia y corrupción sin precedentes, que ha afectado a todas las instituciones públicas. La alianza de narcotraficantes, terratenientes y militares en los ochenta ha costado la vida a miles de líderes y activistas populares. La elite dominante en Colombia revela todo su carácter al preferir dicha alianza a la introducción de las reformas que podrían crear un país equitativo y democrático.

El fracaso de las reformas

La Colombia de las estadísticas macroeconómicas es un éxito, particularmente si se la compara con la crítica situación de los vecinos más industrializados en América Latina. Tan solo Chile, donde la dictadura militar ha controlado las presiones políticas ascendentes, muestra algo parecido en toda la región.

Pero vista a los ojos de la mayoría de la población, Colombia es otra cosa. La velocidad de los cambios sociales de los años sesenta y setenta, acelerada por los movimientos populares generados por la violencia, ha excedido por completo la capacidad del Estado. Este ritmo de cambio habría creado problemas en cualquier país subdesarrollado, pero en Colombia, con excepción del breve interludio de la Revolución en Marcha de López Pumarejo, la intervención en la sociedad no ha sido vista como una función significativa del Estado. El papel del Estado ha sido ante todo el de garantizar las condiciones para el crecimiento dirigido por el sector privado.

La relación del Estado con el pueblo es, en consecuencia, de descuido y, en muchas regiones, de abandono. La modernización y expansión de un sector de la economía se han hecho sin consideración alguna con los derechos y las necesidades de la mayoría de la población. La batalla por la frontera agrícola entre ganaderos y colonos recuerda el Lejano Oeste. Sin responsabilidades sociales, el sector privado avanza devorando las tierras fértiles y los recursos para beneficio de la elite y de los profesionales de clase media que han crecido para servirla.

En estas circunstancias, el pueblo ha buscado sus medios de subsistencia fuera del Estado, lo cual frecuentemente significa fuera de la ley. Formas de enriquecimiento rápido como la droga son practicadas con facilidad. Si hay una cultura de la violencia en Colombia que sobrepasa a la de otras áreas pobres de América Latina, ella tiene raíces históricas y sociales. Ha sido a través de la violencia que la clase dominante ha zanjado sus diferencias en sangrientas guerras civiles. Cuando por fin resuelven sus diferencias políticas, los miembros de la elite en el poder reafirman su control sobre el orden político, como lo han hecho sobre el orden económico. Pero han construido un orden político incapaz de adaptarse al proceso de modernización económica e incapaz de reformarse.

Page 51: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Capitulo 5. La respuesta popular Históricamente los dos partidos tradicionales colombianos han ejercido un virtual monopolio de la vida política. Los movimientos de campesinos y obreros de los años veinte y treinta y la amplia movilización social de los años cuarenta tuvieron una existencia efímera. La violencia partidista destruyó lo que quedaba de ellos, y a finales de los años cincuenta sólo operaban organizaciones populares leales a los partidos tradicionales. En los años sesenta, el movimiento sindical se había dividido entre la proliberal CTC, la proconservadora UTC y la procomunista CSTC. El campesinado carecía de organización propia, con excepción de la pequeña Federación Agraria Nacional (PANAL), afiliada al partido conservador, y se encontraba aislado y quebrantado después de los años de violencia. La debilidad del movimiento popular contrastaba con la fuerza y la unidad de la clase dominante alrededor del Frente Nacional. Tan solo en los años setenta y ochenta los movimientos populares reaparecieron una vez más para afirmar su independencia frente a los partidos tradicionales y desafiar a las clases dominantes.

Los esfuerzos para construir un movimiento popular efectivo tropezaron con dificultades. Las maquinarias partidistas todavía intervenían para manipular y dividir. Las organizaciones de oposición reproducían el paternalismo de los partidos tradicionales cuya política clientelista estimulaba a la gente a condicionar su apoyo a ciertos favores. Los intentos del MRL y la ANAPO para ofrecer canales al descontento fueron neutralizados por las elites que, para las elecciones de 1974, aplastaron cualquier alternativa electoral o política. La izquierda se caracterizaba por el elitismo y el sectarismo; su incapacidad para acceder al sistema político generaba frustración e impaciencia. Tenía que aprender a echar raíces en el pueblo y respetar el desarrollo desigual de la politización de las bases.

El movimiento creció en los años setenta con una gran diversidad geográfica y política. Incluía indígenas que reclamaban sus derechos territoriales y culturales en el sur, obreros del banano que libraban una sangrienta batalla por el reconocimiento de sus sindicatos en el norte, campesinos y colonos que luchaban por tierra y servicios básicos en el oriente, y negros del Chocó que se organizaban por primera vez en el occidente. En las pequeñas poblaciones se generalizaron las protestas cívicas policlasistas por la carencia de servicios y en las grandes ciudades los trabajadores se sacudieron el yugo del control bipartidista.

En la primera mitad de los años setenta, el movimiento campesino se puso al frente de la respuesta popular. Tras romper con el patrocinio estatal, creció hasta convertirse en la organización popular más militante en la historia del país, aunque de 1974 en adelante enfrentaría la derrota, la división y la desmoralización. Su posición de vanguardia fue asumida entonces por los movimientos cívicos urbanos. Entre 1974 y 1978 tuvo lugar el 61% de todos los paros cívicos de la década, que culminaron en el paro cívico nacional de septiembre de 1977. Paralelamente, los trabajadores urbanos se tornaron mas combativos, y los funcionarios públicos encabezaron la actividad contestataria durante los años setenta.

De 1979 a 1981 la movilización popular declinó debido a la legislación represiva del Estado. El movimiento popular se adaptó a la represión y empezó a construir esfuerzos de coordinación nacional, Se constituyó la Organización Nacional Indígena de Colombia (ANUC) y algunas fracciones de la ANUC, que no habían capitulado ante el gobierno, iniciaron el proceso de reunificación y reconstrucción de su organización. Similares trabajos acometieron los sindicatos y los movimientos cívicos, que compartían un rechazo visceral de los partidos tradicionales.

Hacia 1980, los movimientos populares colombianos tenían ya una rica historia, pero estaban muy fragmentados por los intereses políticos que rivalizaban por su apoyo, al igual que por el desarrollo desigual de las regiones, la debilidad de la clase obrera urbana, la descoordinación y el aislamiento. Estos factores impidieron la insurgencia de una oposición popular, fuerte y unificada, al orden imperante en Colombia. Pero en los años ochenta se había aprendido mucho. El movimiento progresó en adherentes, activismo y organización, pero tuvo que hacer frente a una intolerancia sin precedentes,

Page 52: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

pues la elite dominante se encontró con que sus viejos mecanismos de mediación social, los partidos tradicionales, ya no podían cumplir su papel.

El movimiento campesino

El campesinado empezó a responder al hostigamiento de la agricultura comercial y a la expansión de los hatos ganaderos en los años sesenta, pero esta fue una respuesta espontánea. El dinámico movimiento de los años treinta había perdido casi todo su vigor inicial. El Ministerio de Trabajo estima que de 567 ligas y asociaciones agrarias registradas tan solo 89 estaban aún activas en 1965, casi todas en la costa Caribe [40]. Esta región fue menos afectada por la violencia que había destruido la organización campesina en el resto del país, pero los conflictos con los ganaderos eran muy agudos. El partido comunista retuvo alguna influencia, y en los años sesenta el partido conservador creó a FANAL como brazo rural de la UTC, pero consiguió muy poco apoyo.

La ANUC fue la primera organización nacional de campesinos, fundada en 1967 por el presidente Lleras Restrepo para fomentar la participación rural en la prestación de servicios y para presionar en favor de la reforma agraria. La organización debía ser apolítica, pero no autónoma. Establecería una conexión entre los campesinos y el Estado. Detrás de ella alentaba el propósito de la clase dirigente de construir una alianza entre los campesinos y el sector reformista de la elite.

Los recursos financieros y de organización del Estado crearon una enorme y sofisticada entidad que, en su primer congreso de julio de 1970, representaba cerca de un millón de campesinos. Pero mientras el patrocinio público le dio legitimidad, se convirtió en una organización de base, estructurada según los principios representativos.

El impulso inicial de la organización se localizó en las áreas de mayor concentración de la propiedad rural. Los promotores fueron entrenados por sociólogos radicales brasileños, argentinos, chilenos y colombianos, que hablaban, de acuerdo con el testimonio de un líder campesino, "del problema agrario y de la concentración de la tierra (...) los promotores vinieron con ideas antioligárquicas y transmitieron nociones de independencia al campesinado" [41]. Entre 1970 y 1971 el movimiento se alejó gradualmente de la tutela gubernamental. Se multiplicaron las manifestaciones, las invasiones de tierras y las ocupaciones de oficinas del INCORA. En febrero de 1971 se vieron las más amplias movilizaciones populares en la historia del país: 15.000 familias participaron en la invasión de 350 predios en 13 departamentos.

El movimiento fue particularmente fuerte en la costa Atlántica, región de tradición latifundista en la cual la carencia de tierra era una importante fuente de conflicto. Por lo menos el 51% de las invasiones de tierras de 1971 se realizaron en esta zona, el 21% en las áreas de minifundio de los Andes, el 19% en los valles interandinos, el 6% en los Llanos orientales y el 1.5% en regiones de colonización.

La ANUC se enfrentaba al desafío de crear una organización nacional a partir de muy diversos elementos. Los debates en torno a su plataforma se hicieron muy intensos, en la medida en que el problema agrario se definía en términos políticos. Varios grupos políticos trataban de influir en el movimiento. El partido comunista fracasó muy pronto al perder el apoyo electoral de la organización, la cual decretó la abstención en 1971. Intelectuales y estudiantes troskistas y socialistas se convirtieron en tempranos asesores de la ANUC y fue bajo su influencia que se adoptó la consigna de "tierra sin patronos" para movilizar a los campesinos a hacer la reforma agraria por sí mismos, sin depender del Estado o de los trámites legales. Pero se hizo muy poco trabajo de organización con los campesinos, pues se pensaba que no eran ellos sino los obreros quienes constituían la fuerza revolucionaria.

La influencia maoísta fue aún mayor. Hubo tres principales disidencias del partido comunista tras la ruptura chino-soviética de mediados de los años sesenta. El Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (MOIR) adoptó un camino legalista de participación electoral y trabajo sindical en las ciudades. Pero la Liga Marxista Leninista y sobre todo el Partido Comunista Marxista Leninista (PC-

Page 53: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

ML), con su brazo armado, el Ejército Popular de Liberación (EPL), que operaba en el Alto Sinú, envió sus cuadros, en su mayoría estudiantes, al campo en 1971. El PC-ML creía que las condiciones estaban maduras para una "revolución popular democrática en camino al socialismo" y veía en la irrupción de la ANUC la oportunidad de desarrollar la conciencia y la praxis revolucionarias del campesinado. Estableció fuertes bases de apoyo en Córdoba, Sucre y Bolívar. Su consigna "La tierra para quien la trabaja", expresaba el deseo de una parcela propia y consiguió la apropiación unánime del Segundo Congreso Nacional de la ANUC en 1973.

Mientras tanto, los gremios rurales habían pasado a la ofensiva y en un memorando conjunto que presentaron al gobierno en 1971 demandaron "poner fin de inmediato a la inminente amenaza contra las instituciones y la paz social de la nación". Junto con líderes de los dos partidos y el gobierno, ahora bajo la presidencia del conservador Misad Pastrana Borrero, se reunieron en la población de Chicoral, Tolima, en enero de 1972. Como resultado del encuentro se suscribió el Pacto de Chicoral, que ha sido descrito como "la declaración formal de la contrarreforma agraria". Y una serie de leyes adoptadas en 1973 dio grandes concesiones a los terratenientes y concedió incentivos financieros a la gran agricultura mecanizada.

Dos armas empezaron a usarse contra los campesinos organizados: la división y la represión. Los miembros de la ANUC que permanecieron leales a los partidos tradicionales fueron manipulados para separarse y formar una organización paralela llamada ANUC línea Armenia por la ciudad donde se reunió su primer congreso. La antigua ANUC, ahora sin apoyo gubernamental, realizó su segundo Congreso en Sincelejo en 1973 con una manifestación de 10.000 campesinos. La ANUC línea Sincelejo se encontró con que el ejército había sido llamado a reprimir las invasiones de tierras. Algunos terratenientes reorganizaron las bandas de "pájaros".

En este contexto tuvo lugar la última gran movilización campesina, en 1974. Más débil que antes y reducido a unas pocas regiones, el movimiento estaba desgarrado por varios conflictos. La izquierda había desempeñado un importante papel proselitista cuando la ANUC pudo haber sido víctima de la manipulación del bipartidismo, pero también manipuló al movimiento. En la creencia de que el campo estaba maduro para la insurrección, los maoístas quisieron convertir las invasiones de tierras en conflictos armados. En 1973 sostenían que la situación de la costa Atlántica era tal que podía hacerse un "llamamiento directo a la insurrección general de las masas". Su extremismo y sus tentativas de controlar las vidas de los campesinos crearon serios desacuerdos.

Los que se oponían a los maoístas se atrincheraron en la dirección de la ANUC, pero empezaron a surgir facciones y a realizarse reuniones secretas, y los intelectuales de izquierda, en lugar de los dirigentes campesinos, pasaron a orientar el desarrollo ideológico del movimiento. Ante la ausencia de una organización sólida de la clase obrera, estos intelectuales actuaron como aliados de los campesinos, pero no lograron romper el aislamiento de las luchas campesinas. Los líderes abogaron por una política independiente en contra de los maoístas, consiguieron el control de los recursos públicos y foráneos, y en el Tercer Congreso Nacional de la ANUC, en 1974, lanzaron una exitosa ofensiva contra los comunistas prochinos.

Con la división del PC-ML y la pérdida de su influencia sobre el campesinado, la dirección de la ANUC cayó en manos de un grupo sectario e intrigante. La militancia de base estaba confundida y desmoralizada, y el movimiento campesino perdió el impulso.

Sin embargo, se alcanzaron importantes logros. Entre 1970 y 1979, durante el auge de la ANUC, se triplicó el número de familias beneficiadas con la redistribución de tierras, en comparación con el período 1962-1969. Aunque la población afectada era relativamente reducida, en ciertas regiones el resultado fue la disminución de la militancia. La ANUC hubo de enfrentar el problema de qué hacer una vez que los campesinos que vendían las tierras invadidas o que eran expulsados por decisiones judiciales a favor de los terratenientes. El INCORA, el supuesto vehículo para la reforma agraria, se encontraba ya trabajando en la contrarreforma agraria.

Page 54: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Alfonso López Michelsen, el sucesor de Pastrana, estaba igualmente comprometido con el Acuerdo de Chicoral y listo a emplear la represión para detener las invasiones de tierras (la ANUC denunció más de 40 campesinos asesinados y cientos de campesinos arrestados en 1975), pero también ofreció con-cesiones a campesinos acomodados a través del Programa de Desarrollo Rural Integrado (DRI), enderezado a aumentar la productividad en el sector campesino.

Las zonas de mayor conflicto agrario fueron también aquellas en las cuales el avance de la agricultura capitalista desintegraba las relaciones tradicionales de producción. Tanto Pastrana como López Michelsen otorgaron incentivos que estimularon una expansión masiva de la agricultura comercial en los años setenta. Ello creó muchas oportunidades de empleo en algunas de las zonas de conflicto, como Bolívar y Sucre, y mejoró los salarios en el campo. La migración estacional a Venezuela fue fuente de empleo. A finales de la década de 1970, un millón y medio de colombianos, muchos de ellos de la costa Atlántica, cruzaban la frontera para trabajar en los campos de algodón y caña de azúcar. Y otra fuente de ingreso fue la marihuana: en los años setenta había cerca de 6.000 productores, que empleaban 13.000 jornaleros, en la Sierra Nevada de Santa Marta. Más de 30.000 familias dependían directa o indirectamente de la marihuana en el litoral Caribe, lo cual equivalía a uno de cada siete hogares campesinos en la región.

La ANUC se ocupaba ahora de los obreros rurales, que constituían un sector muy heterogéneo. Los trabajadores permanentes de las grandes plantas procesadoras de semillas y de aceite de palma, y en las desmotadoras de algodón y las plantaciones de caña de azúcar, ya estaban organizados. En otros sectores la organización era difícil: las fincas ganaderas empleaban pocos trabajadores, mientras los numerosos trabajadores temporales de las fincas cafeteras y algodoneras se consideraban campesinos tanto como obreros y, a pesar de los bajos salarios y las malas condiciones, no eran fácilmente receptivos a la sindicalización ni a la acción colectiva.

El gobierno estaba a la ofensiva por otras vías. Las juntas de Acción Comunal eran empleadas en zonas de activismo campesino para revivir la lealtad al Estado y a los jefes políticos locales. El número de tales juntas se duplicó entre 1966 y 1979 en todo el país, pero en la costa Caribe, en los Llanos orientales y en las regiones de colonización el incremento fue de cinco a seis veces. En vista del fracaso de la ANUC en el frente sindical, muchos campesinos volvieron a recurrir a los viejos caciques para la solución de sus problemas. La ANUC línea Armenia fue reactivada a instancias del gobierno y empezó a enfrentar algunos problemas inmediatos de los campesinos y a negociar soluciones con las respectivas instituciones públicas.

A pesar de un breve período de activismo en 1977 y 1978, la ANUC línea Sincelejo estaba en decadencia y el proceso de contrarreforma agraria parecía victorioso. A finales de 1977, el 1NCORA era virtualmente impotente para redistribuir la tierra al aprobarse disposiciones sobre clasificación de la propiedad en los baldíos que favorecían a los terratenientes. Dentro de la ANUC los acontecimientos se precipitaron: los intelectuales izquierdistas, que habían ejercido influencia sobre la organización, formaron un partido agrario y se opusieron a las elecciones de 1978 alegando que el papel histórico de la ANUC había sido democrático-burgués y no democrático-revolucionario, y proponiendo un reencuentro con los partidos tradicionales y una alianza con los nuevos sectores burgueses surgidos con el auge exportador de los setenta. Las bases abandonaron la organización y los líderes pactaron con la administración Turbay para reunificarse con la línea Armenia en 1981.

Los campesinos habían sido derrotados en el espacio de una década. Entre las causas debe subrayarse la influencia de la izquierda, que impuso su política doctrinaria y sus divisiones internas al campesinado, desdeñó la función sindical de la organización y trató a los campesinos como instrumento político en una lucha más amplia. Ante la ausencia de un fuerte movimiento obrero en las ciudades, los campesinos quedaron aislados y expuestos a la manipulación de todos. Y la contraofensiva gubernamental, al mismo tiempo, resultó ser muy efectiva.

Page 55: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

En muchas áreas rurales la tensión seguía siendo alta. La expansión de la agricultura comercial había expulsado a muchos campesinos de sus tierras, pero la mano de obra así liberada no pudo ser absorbida ni en la ciudad, ni en el campo. La presión sobre la tierra aumentó mientras la frontera agrícola empezó a cerrarse y la forma tradicional de colonización, practicada por el 10% de la población rural, desapareció gradualmente. Los colonos siguieron bajo la presión permanente de los hacendados para extender sus áreas de pastos.

El fracaso de la reforma agraria era resonante, al paso que la pobreza rural seguía siendo endémica. Para 1984, el propio Ministerio de Agricultura admitía que la calidad de vida de la población del campo estaba atrasada quince años en comparación con la de la ciudad. La política del gobierno respaldaba firmemente la agricultura capitalista.

Los activistas campesinos y sus líderes empezaron a reconstruir el movimiento. Los que se habían opuesto a la reunificación con la línea Armenia y los antiguos dirigentes de la línea Sincelejo se dividieron en cinco grupos. Un sector, independiente, afirmaba el carácter sindical de la ANUC y el pluralismo político dentro de la organización. Enfatizaba el trabajo con las bases, en la medida en que uno de sus primeros desacuerdos con los otros grupos giraba en torno a la tesis según la cual la unidad no debía conseguirse a través de los líderes, sino a través de la militancia.

Entre 1981 y 1985 se celebraron tres reuniones para crear la ANUC unificada, independiente frente al Estado y con un programa de carácter clasista. Otras organizaciones trabajaban con el campesinado, mientras la ANUC línea Armenia tenía sus oficinas en el Ministerio de Agricultura y el partido comunista y los partidos tradicionales operaban sus propias organizaciones campesinas. En este período se presentaron numerosas invasiones de tierras, espontáneas y descoordinadas: cerca de 12.500 familias realizaron ocupaciones en 63 municipios de 16 departamentos, con un saldo de 40 campesinos muertos, 500 heridos y más de mil arrestados.

Los grupos empeñados en la reconstrucción entraron en el debate de la izquierda sobre el diálogo nacional de la administración Betancur. Pero cuando se hizo evidente que no había ambiente real para la reforma agraria y el diálogo nacional fracasó, las gestiones en pro de la unidad tomaron fuerza. La reconstrucción de la ANUC línea Sincelejo se consiguió finalmente en agosto de 1987.

Los independientes consiguieron el apoyo de la mayoría para su tesis de que la organización era un sindicato y no un partido político, y que las necesidades del campesinado en materia de salud y educación debían recibir especial atención. Pero si la unidad había sido por fin alcanzada, sus artífices eran los líderes y no los militantes de base.

El proceso de unidad seguía siendo problemático. El movimiento estaba dividido en torno a cuestiones como la apelación al Congreso para impulsar la reforma agraria. Algunos creían que la ANUC debía promover su propio proyecto a través de los congresistas de izquierda, mientras otros pensaban que, con un 80% de terratenientes entre los parlamentarios, tal ejercicio era inútil y los campesinos debían hacer su propia reforma. Otra discusión se refería a la unidad del movimiento campesino en su conjunto: ¿debía propiciarse la unión con la línea Armenia? La Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas (ANTA) abandonó la organización porque pensaba que la ANUC línea Armenia debía ser acogida de nuevo, y se unió a FENSUAGRO, una filial de la nueva central obrera, la CUT. Esta quería crear una coordinadora de todo el movimiento campesino, pero la ANUC alegaba que era una organización de pequeños y medianos labriegos, mientras FENSUAGRO lo era ante todo de obreros agrícolas, por lo cual debían permanecer separadas.

Tres opciones se plantearon entonces al movimiento campesino: la CUT a través de FENSUAGRO, la ANUC línea Sincelejo y la ANUC línea Armenia. Cada una representaba una perspectiva diferente sobre el papel de la organización popular. La ANUC línea Armenia, que estaba cerca del gobierno, apoyaba el proyecto de reforma agraria de 1988, que las demás organizaciones rechazaban. La política de la CUT era la de abrir espacios políticos y electorales para trabajar en ellos. Esto entrañaba el

Page 56: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

riesgo de que las demandas populares quedaran subordinadas a dicho objetivo. Y la ANUC línea Sincelejo, la mayor de las tres organizaciones, favorecía la opción más radical: regresar a las experiencias políticas de su primera época y también aprender de sus propias derrotas. La represión de finales de los años ochenta caería pesadamente sobre la ANUC línea Sincelejo en medio de sus esfuerzos por reconstruir y consolidar el movimiento campesino.

El movimiento indígena

Hoy en día no hay más de medio millón de indígenas en Colombia, que corresponden a menos del 2% de la población. Se trata de alrededor de 150 grupos étnicos, dispersos en todo el territorio, aunque las mayores concentraciones se localizan en el Cauca, la Guajira y Nariño. Adicionalmente, se cuentan pequeñas comunidades en la selva amazónica y la costa Pacífica, los Llanos orientales y distintas regiones de los Andes.

Los paeces, coconucos y guambianos del Cauca son los grupos indígenas mejor organizados. Resistieron ferozmente a la conquista española y a posteriores intentos de arrebatarles sus resguardos, que les habían sido inicialmente reconocidos por los españoles. Muchos resguardos fueron divididos y los indígenas se vieron obligados a pagar una renta o terraje por el uso de la tierra. Los cabildos o consejos indígenas, que ejercían la autoridad política y administrativa en los resguardos, desaparecieron o cayeron en manos de los políticos, los alcaldes nombrados por el gobierno o la Iglesia. Si bien establecidos por los españoles, los cabildos han llegado a ser considerados por los aborígenes como esenciales para la preservación de su identidad e independencia. En consecuencia, la pérdida de los cabildos y de los resguardos fue una doble derrota para los indígenas. Unos y otros estaban teóricamente protegidos por la legislación y en especial por la Ley 89 de 1890, que con mucha frecuencia el gobierno ha tratado de cambiar y los indígenas han intentado aplicar.

Como resultado del despojo de las tierras indígenas, el departamento del Cauca está dominado por el latifundio, es decir, dedicado al pastoreo tradicional con grandes extensiones inexplotadas. La mayoría de los campesinos, de origen indígena, viven de la agricultura de subsistencia o de pancoger en parcelas que a duras penas sostienen una familia. Existe muy poca industria u otra fuente de empleo fuera de la agricultura en un departamento caracterizado por su atraso económico y social.

El legado histórico de despojo y servidumbre no permitió la creación de un movimiento indígena hasta los años setenta. En febrero de 1971, estimulados por la organización de la ANUC y bajo la influencia de algunos antropólogos comprometidos, cerca de dos mil indígenas se reunieron en Toribío y establecieron el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). En su segunda reunión en 1971, el CRIC adoptó un programa de siete puntos que sigue siendo su plataforma:

1. Recuperar las tierras de resguardo; 2. Aumentar la extensión de los resguardos; 3. Fortalecer los cabildos; 4. Dejar de pagar los terrajes; 5. Divulgar y aplicar la legislación indígena; 6. Defender la historia, la lengua y las costumbres indígenas; 7. Formar maestros indígenas para enseñar en las lenguas nativas, de acuerdo con la

situación real de las comunidades.

Los éxitos iniciales permitieron crear una organización fuerte y representativa. Desde el principio, se cargó el acento en la movilización de las bases y en la acción directa. En los primeros tres años de existencia del CRIC se recuperaron cinco mil hectáreas. Muchas de las campañas iniciales se dirigieron contra el jefe liberal de la región,-Víctor Mosquera Chaux, y contra el arzobispo de Popayán, Monseñor Arce Vivas, que dominaban política y culturalmente el departamento. La lucha por arrancar los cabildos de manos del bipartidismo se ha tornado en uno de los propósitos centrales de la causa indígena. En 1986, el CRIC había conseguido revitalizar más de 40 cabildos para hacer de

Page 57: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

ellos los legítimos representantes de la población indígena. También se habían recobrado para entonces 30.000 hectáreas de tierra.

El CRIC desarrolló ciertas características que le permitieron evitar muchos de los errores en que incurrió la ANUC, de tal suerte que consiguió crecer y consolidarse mientras la organización campesina se desintegraba. Ello se debe sin duda a la homogeneidad social y cultural de la organización, aunque los conflictos no han estado ausentes entre los indígenas caucanos, particularmente entre paeces y guambianos.

En primer lugar, el CRIC se propuso expresar las reivindicaciones de la población indígena en lugar de convertir el movimiento en una organización política de la noche a la mañana, si bien nunca ha sido apolítica. Los mismos grupos revolucionarios que se tomaron la ANUC trataron de hacer lo propio con el CRIC, pero los indígenas se resistieron y lograron mantener su autonomía. El CRIC estuvo inicialmente vinculado a la ANUC en los niveles departamental y nacional, pero el creciente sectarismo de la segunda y su incapacidad para asumir seriamente la cuestión indígena los separaron en forma definitiva después del Cuarto Congreso de 1977. Gregorio Palechar, un dirigente del CRIC, expresaba la naturaleza del desacuerdo con la ANUC en los siguientes términos:

No tenemos discrepancias con la clase campesina, ni siquiera con la ANUC. El problema es con los líderes de la ANUC. Nosotros tenemos nuestras especificidades y nuestros problemas como indígenas. Ellos nos han acusado de racistas, indigenistas, sindicalistas. Han difamado a nuestro movimiento y a nuestros líderes. Querían absorber nuestra organización con fines políticos. Nosotros vemos a los indígenas como clase explotada en proceso de concientización. La idea es seguir trabajando hasta que la gente entienda que hay que hacer. La etapa política llegará, pero primero, tenemos que consolidarnos. Cada organización debe desarrollar la conciencia de su clase: ANUC con los campesinos, los sindicatos con los obreros, etc., para alcanzar por fin el nivel político en el cual podremos estar todos juntos [42].

En un documento del CRIC presentado en el Tercer Congreso de la ANUC en 1973, se advierten diferencias fundamentales en los enfoques teóricos de ambas organizaciones sobre los medios para buscar el cambio político radical y especial-mente sobre el papel de las bases:

Según nuestra concepción, los esfuerzos fundamentales de la ANUC deberían dedicarse al trabajo de base que permita una consolidación real de la organización y de su credibilidad en tanto las luchas mismas conducen a las masas y no sólo a los dirigentes más allá de los objetivos puramente sindicales. La politización del movimiento y de sus cuadros es indispensable si hemos de cumplir nuestro papel en la liberación de nuestro país, pero la politización debe llegar como resultado de un proceso en el cual no se pueden saltar etapas y en el que el trabajo paciente y serio debe ser la norma fundamental.

Estas ideas fueron puestas en práctica de diversas maneras. Se hizo énfasis en la movilización de los indígenas en torno a reivindicaciones concretas e inmediatas, sin reducir el nivel de combatividad, incluso cuando ya se habían recuperado tierras y cabildos. La educación política de las bases era importante para mantener la conciencia de la población indígena sobre su papel en las luchas nacionales y para asegurar su participación en ellas. El CRIC asesoraba a los grupos locales de la ANUC, a los obreros y a los habitantes de los tugurios en Popayán, la capital del Cauca.

El CRIC también entrenó a sus miembros en temas de administración, estableció escuelas bilingües y dirigió actividades culturales, programas de salud y de asesoría legal, y su propio boletín. Dentro de los resguardos recuperados, el CRIC ha fomentado las empresas comunitarias. Los cabildos, que por tradición distribuyen la tierra entre los individuos, han estado en la palestra para recuperar tierras y distribuirlas en la comunidad. Ellos forman la base de la organización del CRIC y son elegidos por

Page 58: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

cada comunidad en elecciones anuales. En algunas regiones, continúan las batallas por la recuperación de los cabildos. En el resto, ellos están bajo control indígena y operan como virtuales para-Estados.

Los terratenientes y el Estado han reaccionado mediante la represión. Grandes hacendados reacios a la modernización han perdido su influencia en la región ante el surgimiento de la agricultura comercial y la combatividad de la población indígena. Esto probablemente contribuyó al éxito en la recuperación de tierras, aunque los terratenientes organizaron la revancha que había cobrado 150 vidas para 1986. Muchas de las muertes han sido obra de "pájaros" o sicarios, si bien la policía ha estado complicada con frecuencia. Cientos de indígenas comprometidos en invasiones de tierras han sufrido arresto y tortura. Algunas regiones, como Toribío, han estado bajo control militar por largos períodos. En 1979, el ejército arrestó y torturó a los líderes del CRIC bajo la acusación de pertenecer al M-19.

En realidad la relación del CRIC con el movimiento guerrillero ha sido muy tensa. Hasta finales de los años setenta no había presencia insurgente en el Cauca y desde entonces el CRIC ha luchado por escapar al control de las guerrillas, al punto que veinte de sus militantes han muerto en enfrentamientos con las FARC. Los indígenas han visto, empero, la importancia de la defensa armada y a principios de los años ochenta surgió el Quintín Lame, un grupo indígena armado, para cumplir ese papel.

El movimiento indígena en su conjunto sigue siendo pequeño y fragmentado. El CRIC es con mucho el grupo más avanzado en su organización política, pero han aparecido oíros, como el Consejo Regional Indígena del Tolima (CRIT). Grupos menores existen en Nariño, Antioquia, Chocó, la Sierra Nevada de Santa Marta, Meta, Vichada y Vaupés.

Los grupos más fuertes son los de la región andina. Los dispersos núcleos de la Amazonia y la Orinoquia no sólo resultan difíciles de organizar, sino que con frecuencia caen bajo la influencia religiosa y cultural de empresas misioneras, como el Instituto Lingüístico de Verano. Otros, como los de La Guajira y la Sierra Nevada, se vieron afectados por la bonanza de la marihuana. Al paso que la lucha de los indígenas del altiplano es la misma de los campesinos, es decir, contra los latifundistas, la de los indígenas de tierra caliente, particularmente en la Orinoquia, se libra tanto contra los terratenientes como contra los colonos, quienes expulsan a los aborígenes de sus tierras ancestrales a medida que se desplaza la frontera agrícola. En la década de 1980, la cocaína aportó una nueva dimensión a la corrupción, la violencia y el afán de consumo en las cuencas del Amazonas y del Orinoco, afectando aún más las culturas tradicionales de las comunidades indígenas.

No obstante, en 1982 fue creada la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), que reunió veinte grupos bajo la consigna de "unidad, tierra, cultura y autonomía". El factor crítico fue la tentativa de la administración Turbay de adoptar un estatuto indígena que hubiera derogado la ley de 1890 e incrementado el control estatal sobre los pueblos aborígenes. En el clima de represión y resistencia por el proyecto de estatuto se generó la ONIC. Pero los grupos que la integraban eran muy disímiles, y esto creó numerosas dificultades para la consolidación de la organización.

La organización indígena es siempre un proceso dinámico, pero la práctica de la ONIC la ha hecho una de las organizaciones populares más efectivas y representativas de Colombia. Como tal, ha tenido que hacer frente a una represión creciente en la segunda mitad de los años ochenta. Tras el terremoto de Popayán en 1983, la ONIC incrementó sus actividades en defensa de muchos indígenas y campesinos damnificados. Y en 1986 empezó a recuperar tierras en la fértil región azucarera del Valle del Cauca, donde la poderosa burguesía agraria ha defendido su propiedad en forma aún más resuelta que los latifundistas tradicionales.

El Cauca se ha convertido en otro de los muchos campos de batalla de Colombia, pero se trata de un escenario en el cual el Estado se enfrenta a una fuerte y arraigada oposición con su propia concepción de poder popular. El problema del CRIC, como el de otros movimientos regionales fuertes, es el de avanzar políticamente cuando otras regiones permanecen muy atrasadas en materia política y de

Page 59: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

organización. El CRIC puede ser descrito como una especie de contrapoder frente al Estado en el Cauca, pero su papel en el proceso global de transformación social es muy complejo.

Los sindicatos

El movimiento sindical siempre ha sido débil: numérica y políticamente, y como instrumento de lucha por los derechos económicos y sociales de los trabajadores. La legislación laboral hostil, la represión y la manipulación de los partidos políticos han operado como limitaciones a la actividad sindical.

A comienzos de este siglo, la producción del principal cultivo de exportación, el café, se desarrolló en manos individuales de cultivadores campesinos en lugar de grupos organizados de trabajadores rurales. Los obreros más fuertes y combativos, como los petroleros de Barrancabermeja y los portuarios del Magdalena en los años veinte, han formado movimientos regionales y locales, no nacionales. En el terreno político, los partidos tradicionales evitaron el surgimiento de partidos obreros e incluso pequeñoburgueses independientes. El partido comunista, establecido en los años treinta, era menor que el PSR de los años veinte y estuvo aliado al partido liberal por casi diez años. La lucha por crear un movimiento obrero nacional, con una conducción independiente de los partidos tradicionales, ha sido muy larga. Tan solo en los años ochenta, con la creación de la CUT como primera central sindical independiente, se dio un paso significativo en tal dirección.

Los empleadores colombianos han mostrado mucha antipatía y resistencia a la sindicalización. Pocos reconocen el papel de los sindicatos en la negociación de las condiciones de trabajo. Tal vez uno de los indicadores más reveladores de la debilidad de los sindicatos es la inspección de 12.452 empresas por el Ministerio de Trabajo entre 1982 y 1985, que concluyó que sólo el 8.4% de ellas cumplía con las exigencias legales, mientras el 91.6% violaba un promedio de 3.85 artículos de la ley laboral [43]. Los salarios son bajos. De acuerdo con un estudio regional en 1980, el salario mínimo cubría apenas el costo de un tercio de la canasta familiar, al paso que en el Perú cubría el 63%, en Venezuela el 78% y en el Brasil el 64% [44].

El grado de sindicalización dentro del conjunto de la fuerza de trabajo es reducido: alcanzó su mayor nivel, del 16%, en 1980, pero cayó al 10% durante la recesión de 1986. Pero la proporción es más alta entre los trabajadores asalariados en comparación con la fuerza de trabajo como un todo: el 29% en 1980. Como es previsible, los sindicatos son más fuertes en el sector asalariado de la economía formal, particularmente en el sector público y la gran industria, donde se encuentran cerca de la mitad de los trabajadores sindicalizados.

No menos del 46% del empleo industrial corresponde a empresas con diez trabajadores o menos, y se requieren 25 trabajadores para organizar un sindicato. La mayoría de los asalariados de las ciudades se encuentran así dispersos en pequeñas empresas, y muchos tienen contratos temporales. En el comercio, que emplea gran cantidad de mano de obra femenina, joven y no calificada, y en la construcción, donde el 56% de los trabajadores está en el sector informal y bajo contratos a corto plazo, la sindicalización es muy baja.

En las zonas rurales, la mitad de la fuerza de trabajo es empleada en las épocas de cosecha del algodón, la caña de azúcar y el café, y resulta por ello muy difícil de organizar. Los trabajadores empleados en los cultivos de flores de exportación o en las plantaciones de caña de azúcar, palma africana y banano son más estables y presentan índices de sindicalización más altos, aunque irregulares. Alrededor del 90% de los trabajadores del banano pertenecía a sindicatos en 1985. Y los trabajadores de la palma africana en Cesar y Santander tienen una tradición de lucha y en consecuencia un alto nivel de sindicalización.

La estructura de la fuerza de trabajo, con su poderoso sector informal, ha debilitado al movimiento sindical, si bien la propia trayectoria de los sindicatos y la sumisión de las grandes confederaciones a los partidos tradicionales también lo han dividido y han restringido su influencia. La legislación

Page 60: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

laboral ha estimulado la sindicalización por fábrica o por empresa y no por sectores industriales, lo cual hace que los sindicatos estén verticalmente ligados a las federaciones regionales y nacionales y a las dos principales confederaciones. Juntas, la CTC y la UTC tenían el 75% de todos los obreros sindicalizados en 1967, aun cuando esto era todavía una minoría minúscula de la fuerza de trabajo.

La CTC, muy ligada al partido liberal, tiene influencia entre los trabajadores estatales, pero fue muy debilitada por la represión de los años cuarenta. La UTC se convirtió en la central más importante en la industria y el sector privado, y ha permanecido estrechamente vinculada al partido conservador y a la Iglesia Católica. Mientras la CTC ha empleado la presión política sobre el Estado en procura de beneficios, la UTC ha auspiciado negociaciones entre los sindicatos y los patronos en cada empresa sin la mediación estatal. Ambas organizaciones derivan su fuerza no de la movilización de sus afiliados, sino de la negociación individual con los patronos y los funcionarios públicos. El poder dentro de los sindicatos se ha concentrado en los dirigentes, con su acceso privilegiado al empleador o a la agencia estatal relevante en cada caso, lo cual se traduce en muy poca participación de las bases sindicales.

Los partidos tradicionales percibían a las dos confederaciones como vehículos de legitimación del pacto frentenacionalista, de preservación de la disciplina laboral y de institucionalización del conflicto obrero-patronal. La influencia del partido comunista en la CTC fue suprimida poco después de 1957 y el PC estableció su propia confederación, la CSTC, en 1964.

Pero la apuesta frentenacionalista por la despolitización del país también debilitó los vínculos de los partidos tradicionales con el mundo del trabajo. En 1965, la inflación y el deterioro salarial hicieron que las confederaciones amenazaran con un paro general, el cual sólo pudo ser evitado con la intervención de los gremios y un acuerdo para reformar la legislación laboral. En los años siguientes, el gobierno restringió los derechos laborales y prohibió la huelga en los servicios públicos como transportes, bancos y servicios domiciliarios. El presidente podía suspender una huelga e imponer el arbitramento obligatorio cuando la economía nacional estuviese amenazada.

A lo largo de los años setenta, la capacidad de las centrales para obtener el respaldo de los trabajadores se debilitó seriamente. La fuerza de trabajo del sector moderno de la economía, representada por las confederaciones, había obtenido considerables beneficios para la masa de trabajadores. La política gubernamental era dejar caer los salarios en las grandes industrias y aumentar el salario mínimo. Al mismo tiempo, los nuevos sindicatos trataban de crear un movimiento obrero independiente de los partidos tradicionales. Estos sindicatos surgieron a comienzos de los años sesenta en Bogotá, Medellín, Cali y el centro petrolero de Barrancabermeja, y trabajaron con los sindicatos comunistas hasta la formación de la CSTC. Varios grupos socialistas influyeron en estos sindicatos, que nunca se vincularon a ninguna confederación. Como sucedió con el movimiento campesino, las divisiones de carácter sectario se reprodujeron dentro de los sindicatos, con sus cismas y facciones. Los debates enfrentaban a los líderes con los cuadros de las organizaciones; rara vez se involucraba a las bases. Un aspecto positivo, empero, fue la alternativa radical que la izquierda planteó a la tradicional sumisión de los trabajadores respecto de los intereses patronales y gubernamentales.

La actividad huelguística aumentó en los setenta, si bien nunca alcanzó los niveles de Perú o de Chile antes de,1973. Los sindicatos de trabajadores oficiales florecieron. Más de la mitad de la burocracia estaba sindicalizada hacia 1975. Estos sindicatos, que empezaron a formar federaciones independientes, estuvieron en la palestra de la actividad huelguística aun cuando ésta estuviese fuera de la ley. Entre 1974 y 1980 hubo 258 huelgas en el sector público. Casi la mitad fueron realiza-das por los maestros de escuela de la Federación Colombiana de Educadores (FECODE), que estaba aún bajo la influencia del marxismo de la década anterior. Los educadores habían desafiado a la dirigencia bipartidista de su sindicato y por medio de su fuerza numérica y su presencia nacional habían construido un movimiento crecientemente politizado. Sus querellas eran muchas: los salarios no sólo eran bajos, sino que además se pagaban con largos retrasos. Los maestros eran contratados en grandes

Page 61: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

grupos por los gobiernos departamentales que no podían pagarles, frecuentemente en época de elecciones cuando la demanda de empleos y de votos era alta.

Otras grandes huelgas fueron organizadas por el sindicato de ECOPETROL, la compañía petrolera del Estado, en 1963 y 1977, y por los trabajadores portuarios, ferroviarios y del sistema de seguridad social. El 64% de las huelgas realizadas entre 1974 y 1980 fueron organizadas por la CSTC y los sindicatos independientes. En 1974 la UTC y la CTC tenían sólo el 65% de todos los trabajadores sindicalizados del país.

Con sus afiliados en desbandada y bajo la presión de los acontecimientos, la UTC y la CTC se aliaron con la CSTC en septiembre de 1977, para realizar el primer paro cívico nacional en contra de las políticas de la administración López Michelsen. El extremo nerviosismo de la elite dominante ante el episodio se puso de manifiesto en el reconocimiento gubernamental según el cual la fuerza pública mató 48 personas durante el paro.

El sector independiente siguió creciendo. Las cifras del Ministerio de Trabajo indican que en 1984 el 51% de la mano de obra sindicalizada estaba en el sector independiente y que el 55% de las huelgas y el 85% de los trabajadores que participó en ellas durante el período 1981-1984 correspondía a dicho sector. Empero, los trabajadores estatales constituían parte sustancial en estas estadísticas, pues la recesión afectó principalmente a los trabajadores industriales, con el consiguiente aumento del desempleo.

El movimiento sindical colombiano escapaba al control bipartidista. Al mismo tiempo, la izquierda replanteaba su trabajo sindical. El sectarismo había conducido a que cada grupo político compitiera por el apoyo de los obreros sindicalizados. Los grupos de izquierda todavía contrataban a los sindicatos en forma autoritaria y dividían al movimiento obrero en contra de los propios trabajadores. La búsqueda de la unidad sindical se intensificó ante el comienzo de la recesión, que amenazaba a muchos trabajadores y los obligó a dar una respuesta común a través de sus organizaciones. Una cierta aceptación del pluralismo político empezaba a aclimatarse tamo en el movimiento sindical como en el movimiento campesino. Esto significaba que no sólo marxistas, sino también liberales y conservadores podían pertenecer al mismo sindicato y que estos últimos podían ser eficaces en la lucha reivindicativa aún si permanecían fieles a los partidos tradicionales. Esta certeza común permitió abrir la discusión entre disidentes de las federaciones tradicionales y miembros de los sindicatos independientes.

Se iniciaron entonces tres procesos de unidad: dentro de los independientes, entre éstos y los comunistas, y entre ellos y los disidentes de las confederaciones tradicionales. En 1981, los independientes se unieron para crear el Comité de Unidad Sindical (CUS).

En octubre de 1981, en medio de medidas preventivas del gobierno, se llevó a cabo un segundo paro cívico nacional. La UTC, la CTC y la CGT, una nueva confederación creada en 1979 a partir de una división de la UTC y afiliada al sindicalismo demócrata-cristiano internacional, fueron disuadidas por el gobierno y abandonaron la protesta. El resto del movimiento enfrentó la represión: cerca de 50 líderes sindicales fueron arrestados, la personería jurídica de los sindicatos fue suspendida por un año, los maestros involucrados fueron despedidos y las universidades fueron cerradas.

Pero la organización de otro paro era otro paso hacia la unión entre sindicalistas independientes y comunistas. Y si bien las tres confederaciones tradicionales crearon en 1984 su propio frente común como contrapeso al proceso de unidad sindical, empezaron a presentarse cismas dentro del sector tradicional. Conscientes de que la CTC estaba perdiendo su posición de mediadora entre los trabajadores y los patronos, se organizó un grupo de reforma dentro de la confederación. Pero la dirección y el aparato burocrático siguieron en manos de sectores adictos al bipartidismo, que disponían de considerables recursos, gracias al respaldo del gobierno y del sindicalismo norteamericano. La corrupción y los malos manejos de recursos externos se convirtieron en fuente de conflictos dentro de la central.

Page 62: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

En la UTC, entretanto emergió una corriente socialdemócrata dirigida por Jorge Carrillo, quien se convirtió en el ministro de Trabajo de la administración Betancur y se mostró muy receptivo a las iniciativas de unidad de la CSTC y de los independientes.

Los preparativos para otro paro cívico nacional en 1985 estimularon el movimiento en pro de la unidad. La CSTC y casi todo el CUS llegaron a un acuerdo en el primer semestre de 1986. Y en julio la UTC y la CTC, con 17 federaciones de la una y tres de la otra, se manifestaron en favor de la unidad. Jorge Carrillo asumió un papel clave en la conducción de los disidentes de las centrales tradicionales y, con el apoyo de la CSTC y la izquierda democrática de los independientes, formó un bloque mayoritario.

Este bloque fue criticado por el sector minoritario de los independientes por reproducir los viejos métodos antidemocráticos de anteriores confederaciones, al igual que por precipitar el proceso de unidad sin consultar con las bases. La minoría estaba más interesada en la acción directa y en la movilización de las bases que en los acuerdos con el gobierno. Estas diferencias permanecieron, pero no evitaron la formación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) el 19 de agosto de 1986. La aceptación de la posición de la mayoría por la minoría fue una experiencia nueva para la izquierda, que en el pasado habría formado su propia organización separada: esta vez permaneció a pesar de que en la dirección de la CUT sólo consiguió 5 posiciones, en contraste con las 25 posiciones de la mayoría.

La CUT obtuvo el reconocimiento de su personería jurídica en 1987. Vino a encuadrar una clara mayoría de la fuerza laboral sindicalizada, incluyendo los sectores claves de la economía en producción, distribución y servicios. Pero si representaba un histórico avance, estaba rodeada de problemas. Era en lo esencial el resultado de acuerdos entre los líderes de las federaciones y los sindicatos y estaba bajo la influencia de varias corrientes políticas. La masa de obreros sindicalizados había estado muy poco involucrada en el proceso. Cuestiones como democracia y representación apenas empezaban a debatirse, pero se harían cada vez más importantes en la medida en que la CUT reflejara las posturas y necesidades del trabajo organizado y asegurara su movilización en ciertos momentos.

Si bien la izquierda colombiana había cambiado lo suficiente como para permitir que el proceso de unión tuviera lugar, la relación de los sindicatos con la política era todavía difícil. No obstante, la CUT siguió siendo un espacio de encuentro para muchas tendencias: de la procomunista CSTC a las federaciones liberales y conservadoras, de los sindicatos independientes con su dirigencia de izquierda radical a la nueva corriente de izquierda democrática con su fuerte influencia sobre el sindicato de maestros.

Dos amplios bloques han surgido en la dirección de la CUT que, a diferencia de las discrepancias sectarias del pasado, reflejan un debate muy real en torno a opciones políticas. La posición de la mayoría es más obrerista, preocupada por el fortalecimiento del movimiento sindical como grupo de presión. Esta lista a dialogar con el gobierno y dar la palabra al sindicalismo en el debate político nacional. Esta perspectiva tiende a la política del sector socialdemócrata, que cree en la importancia de abrir espacios democráticos en el país. La posición de la minoría favorece la lucha de clases y una transformación radical de la sociedad. Estas visiones se traducen en muy diferentes formas de práctica sindical, una en favor de la prudencia y el pragmatismo, y la otra en favor de la militancia y la movilización de las bases.

El problema más desafiante, empero, consiste en la relación existente entre un movimiento sindical que representa tan solo el 10% de la fuerza laboral y la masa de trabajadores desorganizados, en particular el 50% ubicado en el sector informal. Para la mayoría de estos trabajadores, la lucha por mejores salarios y condiciones de trabajo resulta inapropiada. Los servicios públicos, como salud, educación, vivienda, recreación y transporte, constituyen preocupaciones mucho más inmediatas para

Page 63: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

la mayoría de los colombianos. Estos temas también afectan a los trabajadores del sector formal, pero no han sido asumidos por los sindicatos.

Los movimientos cívicos de los años setenta, que fueron dirigidos por líderes locales en las pequeñas poblaciones y en las zonas pobres de las grandes ciudades, plantearon la cuestión de los servicios públicos de manera muy distinta a los sindicatos burocratizados y jerarquizados. La izquierda radical también ha tenido dificultades en enfrentarse a esta nueva problemática. Los movimientos ciudadanos han cambiado la perspectiva de muchos sindicatos y los han estimulado a reconsiderar su relación con la sociedad global. En Colombia, cualquier estrategia de cambio tiene que incorporar a la gran mayoría de la población que carece de empleo. Pero la naturaleza política del cambio y la posibilidad de llegar a él por medios pacíficos o por procedimientos violentos aún dividen al movimiento popular.

Los movimientos cívicos

A lo largo de la historia, las elites colombianas han desarrollado sofisticados mecanismos para cooptar y controlar a la población con la mediación de los partidos tradicionales.

Después de la violencia el Frente Nacional intentó construir sus propios canales de comunicación con el pueblo. Una de las primeras decisiones del primer gobierno bipartidista en 1958 fue la creación de las juntas de Acción Comunal con el propósito de mitigar las tensiones en las regiones afectadas por la lucha armada. Las Juntas pretendían fomentar la participación de la comunidad a través de proyectos de autoayuda para mejorar los servicios locales y unir a la población por encima de las barreras de clase. La mayoría de ellas no surgió de la comunidad, sino que fue creada por funcionarios públicos y controlada por políticos locales que se hicieron cargo de su financiación y las emplearon para obtener respaldo electoral. En 1966 había cerca de 9.000 juntas y durante la década siguiente se multiplicaron para formar un contrapeso a la ANUC y a otras organizaciones radicales de origen popular. En 1985 había 32.000 juntas de acción comunal, con cinco millones de afiliados.

Ante la acelerada urbanización, los desequilibrios regionales y la falca de apoyo estatal, las juntas empezaron a perder legitimidad, como los partidos tradicionales. Particularmente en las pequeñas poblaciones, la gente empezó a desarrollar sus propios mecanismos, movimientos y organizaciones para protestar y reclamar la acción del Estado en respuesta a sus necesidades básicas. Para enfatizar su carácter amplio, y no partidista, estos movimientos se llamaron cívicos y el paro cívico se convirtió en su principal forma de lucha. Además de la parálisis de toda actividad productiva, administrativa y social en una población o región, se empezaron a realizar otras actividades como marchas, retenes, tomas simbólicas de oficinas públicas y no pago de las facturas de los servicios públicos.

El número de paros se incrementó dramáticamente en los años setenta. Entre 1957 y 1970 sólo se registraron 16. Pero entre 1971 y 1980 hubo 128 paros locales y regionales, que afectaron a cuatro y medio millones de personas. Casi todos tuvieron lugar en pequeñas poblaciones de regiones atrasadas dominadas por la economía campesina. Tres regiones concentraron el 50% de los paros y el 73% de la población comprometida: la costa Atlántica (31%), el sur (25%) y los Santanderes (9%); únicamente en Barrancabermeja fueron organizados tres.

Entre 1958 y 1980, el 80% de los paros ocurrió en poblaciones de menos de 50.000 habitantes y de éstos el 50% en localidades de menos de 20.000 personas. La mayoría se confinó al municipio, el 12% involucró a varios municipios, el 2% cubrió más de un departamento y hubo dos paros nacionales en 1977 y 1981.

El 60% de los paros de los años setenta guardaba relación con los servicios públicos, como agua potable, alcantarillado y energía eléctrica; el 13% se refería al transporte; el 8% a la educación, y el resto a las comunicaciones, el uso de los recursos naturales y la localización de industrias.

Page 64: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

La incapacidad administrativa, política y financiera del gobierno local era notoria. La prestación de los servicios públicos estaba en manos de los mil municipios pobres que tiene el país. La nación controlaba el recaudo de los impuestos y la distribución de las inversiones, y dejaba a las autoridades letales con una débil base financiera que se ha deteriorado a lo largo de los últimos años. Mientras que en 1960 los municipios recibían el 23% de los ingresos tributarios, a principios de los ochenta percibían apenas el 5.3%. Tan solo las grandes ciudades tenían industrias para formar una base tributaria suficiente; las pequeñas ciudades dependían de los escasos subsidios gubernamentales.

Los limitados recursos disponibles eran controlados por los jefes políticos locales y empleados para fines políticos. Los gobernadores eran nombrados por el gobierno central y los alcaldes eran nombrados por los gobernadores. Los concejos municipales y las asambleas departamentales, como la mayor parte de los funcionarios públicos locales, debían sus posiciones a la maquinaria partidista. Los alcaldes carecían de legitimidad política y funciones claras, salvo como intermediarios entre el gobierno central y la población local. Con los años, las agencias descentralizadas los despojaron de sus funciones en materia de vivienda, vías y electricidad.

Algunos paros ocurrieron debido a la negligencia del Estado. En el Sarare, una región de colonización en Arauca, la ANUC organizó un paro cívico a comienzos de 1970, que duró 13 días y condujo a la toma de Saravena por 2.000 colonos que demandaban la construcción de caminos, puentes y mercados y la prestación de servicios básicos. En Nariño, durante los setenta, el pueblo se movilizó para reclamar la construcción de una refinería de petróleo en Tumaco que generara empleos. Otros paros han tenido lugar a causa de la agresiva intervención del Estado. En el oriente de Antioquia, en Suárez en el Cauca y en Santamaría en Boyacá, la población se ha manifestado en contra de la construcción de represas hidroeléctricas, que inundan tierras campesinas.

Los movimientos convocaron a todas las clases sociales, pues todas estaban afectadas por la falta de servicios. Estudiantes, campesinos, obreros, vendedores ambulantes, sectores eclesiásticos y pequeños y medianos empresarios se han sumado. En las ciudades con más de 50.000 habitantes, el movimiento obrero ha tenido mayor influencia. En Barrancabermeja, había una relación particularmente estrecha entre las organizaciones vecinales y los trabajadores petroleros, quienes pertenecían a los mismos vecindarios y desempeñaban un papel protagónico en los paros.

Con frecuencia, los movimientos empezaban espontáneamente con la instalación de comités cívicos. En algunos casos, los comités se convertían en organismos permanentes; en otras ocasiones, se formaban para librar una lucha específica y luego desaparecían. Casi todos los movimientos celebraban asambleas masivas, y la decisión de organizar un paro rara vez se tomaba sin una asamblea.

Mucha gente participaba en estos movimientos debido a que se oponía a la maquinaria partidista y a las manipulaciones de los jefes políticos locales. Cualquier presencia partidista en los movimientos era vista entonces con sospecha. La izquierda adquirió influencia en algunos casos, gracias a su ascendiente sobre las organizaciones populares locales, pero los movimientos encontraban la manera efectiva de satisfacer sus necesidades inmediatas, que eran personales y no ideológicas. Algunas gentes se radicalizaron a causa de la represión estatal, pues a lo largo de la década el 44% de los paros recibió como respuesta la imposición del toque de queda, la intervención militar directa y la detención de los dirigentes. Tan solo en un 21% de los paros el Estado hizo algunas concesiones e incluso en estos casos invirtió muy poco, pues apenas si redujo las tarifas de los servicios. En otras ocasiones, los paros fueron levantados bajo promesas de concesiones. •

A principios de los ochenta, en un coyuntura de recesión, el movimiento cívico empezó a adquirir una nueva dimensión. Entre enero de 1982 y marzo de 1984 hubo 78 paros cívicos regionales y locales, que afectaron 152 municipios y 5 millones de personas. Los movimientos también se expandieron geográficamente: 35% de los paros en este período ocurrieron en Antioquia, aunque había nuevos

Page 65: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

comités cívicos por doquier. En Nariño, el movimiento cívico se convirtió en parte de la vida regional a medida que se realizaban paros en pueblos y ciudades.

La preocupación central seguían siendo los servicios públicos, en particular las tarifas de la energía eléctrica cuyas alzas habían dado origen a casi la mitad de los movimientos. Las tarifas domiciliarias, que se incrementaron en la segunda mitad de los años setenta para sufragar los costos de prestación del servicio de energía eléctrica sin tener en cuenta los bajos ingresos de la mayoría de la población, se convirtieron así en una carga insoportable. Ello se tradujo en el poderoso movimiento cívico del oriente antioqueño. Acueductos y alcantarillados siguieron siendo reivindicaciones de los movimientos cívicos en pequeñas y medianas poblaciones e incluso en Barranquilla y Cartagena. En Bogotá, la mayor parte de las protestas eran provocadas por las tarifas de acueducto, energía eléctrica, combustible doméstico (cocinol) y transporte público. Este último problema fue la principal causa de movilizaciones urbanas en Cali y Medellín. Pero las protestas en las grandes ciudades se hacían menos frecuentes.

El primer paso hacia la coordinación nacional de los movimientos cívicos se dio en octubre de 1983 por parte de once grupos. Se formó un comité coordinador nacional y se estableció una secretaría en Bogotá para coordinar el trabajo en las regiones. En 1984, por ejemplo, hubo paros y movilizaciones en Arauca, Nariño y el sureste antioqueño, que recibieron manifestaciones de solidaridad de las grandes ciudades.

La coordinación nacional resulta singularmente importante para los movimientos a causa de su naturaleza difusa, su cubrimiento regional o local, su origen espontáneo y la motivación inmediatista de sus organizadores. Con frecuencia, ellos han respondido a factores puramente coyunturales, como un aumento de tarifas o la construcción de una represa, y no siempre es posible sostenerlos más allá de la reivindicación concreta que les ha dado vida, lo cual hace que muchos se pregunten si algún día alcanzarán dimensión política nacional.

En muchas regiones, los movimientos se han convertido en parte de la vida regional a causa de la incapacidad gubernamental para resolver los problemas más sentidos e incluso para captar a los líderes cívicos a través del diálogo y los viejos mecanismos de control político. Los movimientos han permanecido combativos e independientes de los partidos tradicionales. Aun cuando en ellos se observa todo el espectro de las clases sociales, se trata de movimientos eminentemente populares, pues los pobres son los más afectados por la falta de servicios, vivienda y transporte.

Los pobres también asumen lo peor de la represión. Las confrontaciones con el ejército y la policía se tornaron crecientemente violentas en los años ochenta y contribuyeron a politizar a gentes que tan solo querían satisfacer sus necesidades cotidianas. En un paro realizado en Cartago en octubre de 1983, en el cual la fuerza pública mató a 4 personas e hirió a muchas más, la población estaba tan iracunda que incendió varias oficinas públicas.

Por su naturaleza participativa y su énfasis en los activistas mas que en los líderes, los movimientos cívicos son vistos por muchos como el mayor desafío que ha tenido que afrontar la política tradicional del país hasta ahora. Su orientación política dependerá de muchos factores, pero por ahora la mayoría de quienes participan en ellos no se proponen transformar la realidad. Si bien no aparecen como abiertamente anticapitalitas, desafían de diverso modo el modelo colombiano de desarrollo capitalista. Es poco probable que se transformen en una fuerza radical de importancia nacional, pero pueden ser un vehículo para la radicalización a través de la experiencia de organización y de lucha, y del canal de participación que ofrecen a aquellas personas que eluden los movimientos explicitamente políticos.

Algunos movimientos cívicos han desarrollado sus propias organizaciones políticas, como el Frente Amplio del Magdalena Medio, los Inconformes de Nariño, el Movimiento Firmes del Caquetá, el Movimiento Popular Nortecaucano y el Movimiento Amplio Democrático del Tolima. En ocasiones son dirigidos por antiguos militantes de la izquierda, que creen que los movimientos cívicos son los

Page 66: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

precursores de una forma nueva y más democrática de organización popular. Estos grupos empiezan a participar en las elecciones municipales.

El desarrollo de los movimientos dependerá de sus relaciones con otros sectores. Sólidos lazos se crearon en julio de 1986 cuando 3.000 delegados de 2.500 organizaciones de bases, sindicatos y cooperativas se reunieron en Bogotá y fundaron el Consejo de Organizaciones Populares.

En los últimos años, el movimiento cívico ha dejado su marca en el proceso político. Entre 1971 y 1986, año este último en el que se celebró el segundo congreso de movimientos cívicos, hubo más de 300 paros de los cuales 207 tuvieron lugar entre 1978 y 1986. Centenares de municipios tenían ya una tradición de independencia frente al Estado y a los partidos tradicionales. Pero el variado carácter local y regional del movimiento limitaba su capacidad para transformarse en una fuerza nacional. A mediados de los años ochenta, como muchos otros movimientos populares, era considerado subversivo y sus dirigentes empezaron a enfrentar una represión sin precedentes.

Los movimientos sociales en Colombia: Problemas y perspectivas

Hacia 1986, los movimientos sociales entraban en una nueva etapa tanto cuantitativa como cualitativamente. En medio de su diversidad y de sus dificultades, se destacaba su rechazo del bipartidismo. La gente se organizaba en torno a sus necesidades reales y no buscaba mediación alguna de los partidos. Condiciones sociales y económicas, que habían sido toleradas veinticinco años atrás, se hacían insoportables como resultado del crecimiento urbano y de la descomposición moral, y una población más educada era menos susceptible de manipulación. Incluso delegados de las juntas de acción comunal asistieron al congreso de 1986 pues venían participando en la protesta cívica de la década anterior.

Los movimientos reseñados no incluyen toda la gama de actividades populares a lo largo de los dos últimos decenios. Una reseña completa comprendería una constelación de organizaciones locales y sectoriales, desde grupos culturales hasta grupos juveniles y de mujeres. Algunos han desaparecido y otros se han convertido en permanentes en su búsqueda de relaciones más amplias con distintos sectores.

La organización de la población negra es un ejemplo de esto último. Traída a Colombia en el siglo XVI para trabajar en las minas de oro de la costa Pacífica, la comunidad negra es una de las más pobres del país, y el departamento del Chocó, donde la mayor parte de ella reside, es uno de los más desaventajados en la nación. Hacia finales de los años setenta, surgió un movimiento de la clase media de raza negra, que se frustró cuando uno de sus miembros se lanzó como candidato presidencial y terminó entregando sus votos al candidato liberal. Posteriormente, en 1982, se organizó en Buenaventura CIMARRÓN, el Movimiento Nacional por los Derechos Humanos de las Comunidades Negras de Colombia, que proclamó su independencia respecto de los partidos tradicionales y ha visto crecer su influencia pues si bien gira en torno a las reivindicaciones étnicas y culturales que aglutinan a las comunidades, también se preocupa por los problemas sociales y económicos, como la falta de servicios y de oportunidades en el Chocó.

Las mujeres han empezado también a desarrollar sus propias organizaciones y a promover su causa dentro del movimiento popular. Como en el resto de América Latina, las mujeres sufren peculiares formas de discriminación y malos tratos, exacerbados por el tradicionalismo de la Iglesia Católica. Se estima que anualmente se practican 25.000 abortos clandestinos en el país a causa de los cuales mueren 1.200 mujeres, y que 114 de cada 1.000 partos causan la muerte de la madre al dar a luz.

El cambio socioeconómico ha tenido un notorio efecto en la población femenina. El número de mujeres dentro de la fuerza de trabajo ha pasado de 2.5 millones en 1973 a 4.3 millones en 1985, la mayoría de los cuales se ubica en el sector informal. Un creciente número de mujeres aparecen hoy como cabezas de familia: cerca del 21 de las familias pobres de Bogotá y las cuatro ciudades

Page 67: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

principales están encabezadas por mujeres solas. Muchas mujeres han empezado a alzar la voz y a plantear sus necesidades por vez primera, obligando a organizaciones como la ANUC y la CUT a tenerlas en cuenta, y cumpliendo un activo papel en los movimientos cívicos.

Estos y otros movimientos han propiciado una participación popular sin precedentes en la vida política colombiana. Pero se discute mucho el papel de los movimientos y su vocación política. Se pregunta si constituyen una fuerza para democratizar una sociedad elitista o para transformarla radicalmente. Politizados por la práctica, muchos miembros de los movimientos buscan una expresión política más coherente para sus actividades, mientras varios proyectos compiten por el apoyo popular.

Algunos distinguen entre las organizaciones clasistas tradicionales, principalmente los sindicatos, y los movimientos nuevos, que convocan a la gente en torno a intereses compartidos por una comunidad, un sector o una región y no necesariamente por una clase. La contradicción social fundamental es vista menos como la del capital y el trabajo asalariados, el cual ha ganado algunos privilegios, y más como la del capital y los excluidos (desempleados, subempleados, vendedores callejeros), quienes carecen de trabajo y de medios de subsistencia. Los movimientos sociales en sí mismo se consideran fuerzas para el cambio al construir el poder popular desde abajo y desafiar no sólo los partidos tradicionales, sino a las ideologías ortodoxas de la izquierda marxista y a las diversas estrategias de lucha armada. Al no plantearse la toma del poder estatal, los movimientos sociales construyen una sociedad alternativa desde abajo.

La izquierda ortodoxa, especialmente el partido comunista, piensa que la tarea de los movimientos sociales es abrir espacios electorales y reclamar reformas democráticas. La izquierda revolucionaria cree que el cambio social depende del fortalecimiento de las organizaciones populares y de la disponibilidad de líderes revolucionarios. Este sector ha sido obligado a poner en cuestión el elitismo del pasado y a respetar mucho más la autonomía de las organizaciones populares. A mediados de los años ochenta, la agenda de los movimientos populares incluía temas como los métodos de trabajo, el papel de los movimientos de masas y su relación con la lucha guerrillera, las exigencias de la unión a nivel de las bases y su vinculación con la transformación revolucionaria, y la debilidad de la izquierda en las áreas urbanas.

En este momento, sin embargo, los espacios políticos empezaron a cerrarse y los movimientos populares debieron afrontar la represión mientras aumentaba su radicalismo. Sin tiempo para consolidarse, aún jóvenes y frágiles, los movimientos se encontraron en la clandestinidad y sometidos a la más sistemática represión que habían experimentado jamás.

Capitulo 6. La respuesta política Colombia tiene una larga historia de lucha armada, pero solamente desde la década de 1960 los movimientos guerrilleros independientes han empezado a desafiar la dominación bipartidista tradicional y a proponer una estructura alternativa de poder.

La ruptura con las luchas pasadas fue incompleta. Por lo menos uno de los grupos guerrilleros, las FARC, surgió directamente de la experiencia campesina en ciertas regiones durante la época de la Violencia. Un puñado de bandoleros legendarios participaron en los nuevos movimientos, como Fabio Vásquez Castaño, el fundador del ELN, quien no fue el único líder guerrillero cuya familia fue aniquilada en la Violencia.

Pero los nuevos movimientos fueron ante todo criaturas de su época. Como en el resto de América Latina, pero con mayor fuerza en Colombia donde había lucha guerrillera desde hacía diez años, la revolución cubana produjo una profunda impresión en la reducida minoría de estudiantes izquierdistas. Asombraba el hecho de que una minúscula guerrilla hubiera llegado al poder en una pequeña isla del Caribe en poco mas de dos años, y la creencias de que existía una situación revolucionaria en

Page 68: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Colombia muy pronto hizo carrera entre los radicales de las ciudades. Casi la mitad de la nación vivía aún en áreas rurales y muchos creían que allí empezaría la revolución.

A la sombra de la revolución cubana, el líder estudiantil llamado Antonio Larrota organizó el Movimiento Obrero, Estudiantil y Campesino (MOEC). Larrota fue muerto en 1961 al tratar de crear un foco guerrillero en el norte del Cauca. Algún tiempo después, Tulio Bayer del MOEC y Rosendo Colmenares, un antiguo guerrillero liberal, intentaron sin éxito establecer otro foco en el Vichada. Para 1964 el MOEC se había dividido en pequeñas fracciones.

Fabio Vásquez Castaño y un pequeño grupo de activistas estudiantiles estaban bajo la influencia cubana y del MOEC cuando crearon el Ejército de Liberación Nacional en 1964, tras recibir adiestramiento militar básico en La Habana. Su primer foco fue establecido en San Vicente de Chucurí, en el departamento de Santander, una región con una larga tradición de lucha por haber acogido la rebelión comunera en 1781, las ligas campesinas en la década de 1920 y las guerrillas liberales de Rafael Rangel en los años cincuenta.

El Ejército Popular de Liberación (EPL), fundado en 1967, era el brazo armado del partido comunista marxista-leninista (PC-ML) que Pedro Vásquez Castaño y otros comunistas de la línea moscovita habían fundado en 1965 como resultado de la disputa sino-soviética. El PC-ML empezó su trabajo entre los campesinos del Alto Sinú y del Bajo Cauca, en una región donde tenía influencia Julio Guerra, un antiguo guerrillero liberal.

A mediados de los años setenta, estos grupos se hallaban en crisis y al borde de la derrota. Únicamente las FARC, debido a sus orígenes y a su carácter peculiar, atravesaron la década con sus objetivos intactos. Entre tanto, empezó a formarse una segunda generación de movimientos guerrilleros: en 1973, algunos excombatientes de las FARC se unieron a un sector de la ANAPO para crear el M-19.

El M-19, un fenómeno ostensiblemente colombiano en su radicalismo y en su populismo, atrajo una base de apoyo y simpatía mucho mayor que la de cualquier grupo anterior, especialmente de los sectores jóvenes de la clase media urbana. Para 1973 el 60% de la población nacional vivía en las áreas urbanas y el M-19 fue el primer grupo guerrillero en reconocer el cambio demográfico y actuar en las ciudades. Ello proporcionó nueva energía a la lucha armada, que el gobierno represivo de finales de los años setenta no logró contener sino más bien estimular. Hasta las FARC pasaron a la ofensiva;

Otros grupos guerrilleros irrumpieron: Autodefensa Obrera (ADO), Quintín Lame, MIR - Patria Libre y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que abandonaron la camisa de fuerza de las ideologías maoísta y castrista, y trataron de implantarse firmemente en la realidad y en medio del pueblo.

El resurgimiento de los movimientos guerrilleros coincidió con una profunda crisis del bipartidismo. La exclusión política había contribuido a la aparición de organizaciones armadas que rehusaban cualquier alianza con un orden político al ser-vicio de los intereses de una clase dominante profundamente conservadora. El desarrollo económico del campo, especialmente en regiones de colonización o de expansión de la agricultura comercial, impulsó a los campesinos a la vía armada como una opción que ofrecía una defensa contra los terratenientes rapaces y que proponía un proyecto político en el cual los trabajadores rurales aparecían como actores y sujetos.

En una maniobra audaz, el presidente Belisario Betancur buscó una solución política y no militar, reconoció la realidad de la situación e inició negociaciones con las guerrillas. El fracaso de estos esfuerzos culminó con el drama del Palacio de Justicia, el 6 y 7 de noviembre de 1985, cuando el ejército asaltó el edificio tomado por el M-19 y dio muerte a 95 personas, incluyendo a todos los guerrilleros, doce de los veinticuatro magistrados de la Corte Suprema de Justicia y muchos funcionarios del Palacio. Catorce personas desaparecieron: ocho empleados de la cafetería, tres

Page 69: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

guerrilleros y tres visitantes ocasionales. Todo ello marcó un significativo punto de inflexión para el país. El proceso de paz terminó, y empezó un período de polarización en el cual las guerrillas ganaron fuerza y apoyo, y el ejército y las elites de la derecha se reagruparon para detener la rebelión y las demás formas de protesta y de organización popular.

Luchas guerrilleras: la primera generación (1964-1974)

Las FARC nacieron en los años sesenta como resultado de las operaciones militares contra los campesinos que habían invadido o colonizado tierras durante la Violencia y que mantenían autodefensas armadas bajo la dirección del partido comunista. Este había organizado a los campesinos en forma partidista: la lucha armada en el campo siempre estuvo subordinada a una estrategia política más amplia, que incluía la participación electoral. Cuando se fundaron las FARC, los comunistas se oponían a las elecciones en compañía de López Michelsen y el MRL. Dos meses después, Gilberto Vieira puntualizaba que la lucha armada no era la prioridad del partido:

Nuestro partido, sin embargo, considera que por ahora no hay una situación revolucionaria en Colombia. Y no contempla la lucha armada en las ciudades porque no seria mas que una serie de eventos aislados a cargo de pequeños grupos. La lucha guerrillera no es hoy la principal forma de combate [45].

Después de 1966, las guerrillas nómadas de las FARC fueron enviadas a diferentes regiones. Un grupo dirigido por Ciro Trujillo fue derrotado en el Quindío, con la pérdida de muchos hombres y el 70% de las armas de la organización. Si bien extendieron su influencia, las FARC permanecieron durante este período como organización defensiva, con raíces entre los colonizadores para quienes el comunismo era una estrategia de supervivencia y no una ideología política. Los primeros programas de rehabilitación del INCORA después de la violencia fueron abandonados hacia 1965 y los colonizadores quedaron a su propia suerte en medio de una gran inseguridad. Debían hacer frente al acoso constante de los ganaderos y del ejército para que abandonaran sus tierras por falta de infraestructura y recursos. En estas circunstancias, las FARC suministraban protección frente a los ganaderos y los intermediarios, y organizaban los servicios básicos.

Por esta razón, la influencia de las FARC se extendió entre 1965 y 1976 del Caquetá, el Meta y el Guaviare al Magdalena Medio, el Bajo Cauca y el Alto Sinú. En varias regiones, las FARC ocuparon el lugar del Estado ausente o negligente y se convirtieron en el gobierno efectivo para grandes grupos campesinos. Las zonas de autodefensa se convirtieron en frentes guerrilleros. En el Magdalena Medio, las FARC se transformaron en una virtual guardia rural, sostenida durante algún tiempo por los terratenientes y por los campesinos como la única fuerza de la ley y el orden. Estos apoyos permitieron a las FARC sobrevivir a los años setenta.

El ELN hizo su primera aparición pública el 7 de enero de 1965, fecha del sexto aniversario de la fundación del MOEC. Armados con escopetas de cacería, veintisiete hombres y una mujer se tomaron la población santandereana de Simacota durante dos horas. El ELN mismo recuerda esos momentos con espíritu autocrítico. En una entrevista de 1988, sus líderes describen los problemas de este período inicial:

Un gran problema de nuestra práctica en aquel momento fue la absolutización de la lucha armada (...) Lo que hicimos fue casarnos con ella y no la soltamos por ningún lado. Todo lo que creíamos no encaminado a seguir esa línea lo desechábamos; por eso pensábamos que el movimiento sindical y las luchas reivindicativas eran de claudicación [46].

El ELN ganó mucha popularidad cuando un sacerdote rebelde, el padre Camilo Torres, se vinculó a él a fines de 1965. Antes de pasar a la lucha armada, Camilo había intentado construir un movimiento político con todos aquellos hostiles al Frente Nacional. El período de 1963 a 1966 fue de recesión e

Page 70: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

inconformidad. Su programa, conocido como Plataforma para un Movimiento de Unidad Popular, generó un gran es-cándalo cuando se publicó en marzo de 1965 y enfrentó a Camilo con sus superiores en la jerarquía eclesiástica.

Camilo planeaba crear un Frente Unido de movimientos populares para reunir a gentes de diferentes creencias políticas y religiosas en torno a una plataforma revolucionaria común. Entró en contacto con el ELN en julio de 1965 y empezó una larga serie de discusiones. El ELN estaba interesado en el trabajo de Camilo, pues reconocía la necesidad de un movimiento urbano de masas que pudiera hacer un trabajo como el del Movimiento 26 de julio en Cuba.

El carisma de Camilo generó una oleada de apoyo. La primera edición de Frente Unido, el periódico del movimiento, agotó 50.000 ejemplares pese a que costaba casi el doble de los otros periódicos. Pero mientras más predicaba Camilo, menos unidad fomentaba su programa, que resultaba muy izquierdista para unos, como el pequeño partido demócrata cristiano, y muy liberal para otros, como la izquierda sectaria, por lo cual abandonó el proyecto al final del año. Su decisión de unirse al ELN causó una considerable polémica, pues su trabajo político se había ganado mucho respeto, lo cual era más valioso para la guerrilla que su presencia en el monte. Camilo murió en su primera acción militar, el 15 de febrero de 1966.

Muchos quisieron seguir el ejemplo de Camilo. La capacidad militar del ELN aumentó y sus operaciones se extendieron al sur de Bolívar. Pero seguía siendo militarista y hacía muy poco trabajo político u organizacional entre los campesinos. Su estructura vertical y autoritaria giraba en torno a un puñado de líderes. La tensiones entre ellos eran muy grandes y las diferencias se resolvían con frecuencia mediante fusilamientos. Estallaron dos conflictos básicos entre quienes apoyaban el trabajo político en las ciudades y quienes favorecían la acción militar en los campos. El trabajo urbano sufrió un gran revés en 1968 cuando la red de la organización fue destruida y cayeron muchos cuadros.

En 1973, al extender sus operaciones al nordeste antioqueño, el ELN tenía 250 hombres en cinco columnas. Pero la organización no había hecho trabajo político con los colonos y mineros de la región, por lo cual no resultó difícil detectarla.-El ejército montó entonces su mayor operación de contrainsurgencia, la Operación Anorí. Treinta y tres mil efectivos barrieron la región y diezmaron al ELN. Tan sólo sobrevivieron setenta guerrilleros, que se habían reducido a 36 en 1978. Las redes urbanas en Bogotá y Medellín fueron duramente golpeadas debido a una traición en 1977. El ELN había entrado en un período de crisis interna del cual no se recuperaría antes de diez años.

El EPL fue visto siempre como un instrumento del PC-ML. Estableció una fuerte base de apoyo campesino en el Alto Sinú y en el San Jorge, y en otras áreas del noroeste del país. Inicialmente, se propuso crear un territorio liberado en la región con base en el cual el campo pudiera sitiar a la ciudad en un proceso de guerra popular prolongada, de acuerdo con la doctrina maoísta clásica. Esta estrategia empezó a cambiar debido a un nuevo énfasis en el trabajo campesino, sindical y urbano. La influencia del EPL entre las bases campesinas de la ANUC iba a crear muchos problemas en esta organización, pero también logró extenderse a los trabajadores del banano de Urabá a principios de los años setenta.

Las operaciones militares afectaron al grupo, la represión golpeó duramente a sus bases campesinas y la organización perdió muchos líderes importantes. Pero fueron las divisiones internas las que desarticularon al EPL y estuvieron a punto de destruirlo a mediados de la década: aparecieron a finales de los sesenta, pero se agudizaron en 1975 cuando el movimiento se dividió en varias facciones que no se reagruparían, sino hasta principios de los ochenta. Una de las tendencias, el MIR - Patria Libre, creó un grupo guerrillero. Otra estableció un frente terrorista urbano y los cuadros restantes del PC-ML empezaron a cuestionar el maoísmo hasta romper con él en su XI Congreso de 1980, después de criticar los métodos de la organización.

Luchas guerrilleras: la segunda generación (1974-1982)

Page 71: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Los orígenes del M-19 son muy diferentes de los de la primera generación de guerrillas. Una de sus alas venía de la experiencia de la ANAPO, el movimiento fundado por Rojas Pinilla en 1964 para facilitar su regreso a la política. La ANAPO estableció una fuerte presencia en las ciudades, con frecuencia mediante la prestación de servicios en los barrios pobres. En la elección presidencial del 19 de abril de 1970, ANAPO sería el primer gran desafío al Frente Nacional. Rojas Pinilla, que obtuvo el 38.7% de los votos frente al 40.3% de Pastrana en la mayor votación desde 1958, fue aparentemente despojado del triunfo mediante el fraude.

Carlos Toledo Plata, uno de los futuros fundadores del M-19, presenció los acontecimientos en Bucaramanga donde aspiraba a ser elegido representante a la Cámara:

El 19 de abril, por la noche, la gente se concentró en las casas de ANAPO. Estaba convencida de que tenía el poder...Llegaron los conjuntos musicales. El pueblo bailó en las calles... Después, informaron por radio que el gobierno había suspendido en todo el territorio nacional la transmisión de los escrutinios, los cuales continuaban dándole la mayoría a la ANAPO. Me comuniqué por teléfono, inmediatamente, con Samuel Moreno, yerno del General, quien había viajado a Bogotá. El me dijo que se estaba preparando un fraude y que debíamos movilizar a la gente a fin de tenerla alerta... El 20 de abril... a las nueve de la mañana las calles estaban ya llenas de gente. Hubo manifestaciones iguales en todo el país... En Bucaramanga, varios anapistas nos tomamos la alcaldía... En las calles continuaba el desfile de gentes que ya querían comenzar a romper vitrinas, a saquear almacenes... El pueblo se volvió agresivo... Me comuniqué entonces con María Eugenia Rojas que estaba en Bogotá, en la casa del General. Me dijo que el ejército los tenía cercados, que no permitiéramos nosotros que la gente hiciera acciones violentas, que esperáramos a ver qué pasaba, que se estaba conversando... Esa noche, el Presidente habló por televisión y anunció que en quince o veinte minutos, a las ocho, ya no podría haber gentes en las calles de Colombia porque empezaría el toque de queda [47].

Después de las elecciones, ANAPO empezó a declinar. Rojas Pinilla murió en 1975 y su hija se puso al frente del movimiento. El fraude había dejado un legado de frustración. El radicalismo estudiantil creció en los años setenta; las oportunidades educativas se habían expandido y la clase media crecía. López Michelsen, cuyo liderazgo al frente del antiguo MRL suscitaba expectativas reformistas, decepcionó a muchos al asumir la presidencia en 1974 y lanzar una política económica neoliberal. La protesta popular aumentó. En el transcurso de la década, surgieron varias propuestas socialistas contrarias a la lucha armada: desde grupos trostkistas hasta un movimiento socialista democrático de conocidos intelectuales que querían construir una fuerza electoral.

Ninguno de estos esfuerzos tuvo mucho impacto. La lucha armada al estilo del M-19 había renacido y crecía en las áreas urbanas. El sistema político colombiano estaba bloqueado o era cada vez más irrelevante para muchos, pues se mostraba incapaz de enfrentar las consecuencias sociales y políticas del cambio económico.

El M-19 fue fundado en 1972, cuando un sector de la ANAPO se unió a un grupo expulsado del partido comunista y de las FARC: Jaime Bateman, Alvaro Fayad, Iván Marino Ospina y Carlos Pizarro, quienes habían llegado a la conclusión de que para las FARC la lucha armada era la lucha por la tierra y no la lucha por el poder del Estado.

El M-19 nunca perteneció a tradición izquierdista u ortodoxia marxista alguna. Pertenece más bien a lo que puede llamarse "populismo armado", en el cual un liderazgo folclórico, particularmente el caribeño Jaime Bateman, se proponía organizar un movimiento de masas, antioligárquico y antiimperialista, con un brazo armado. Como Alvaro Fayad dijo alguna vez, "es imposible pensar en una solución democrática en Colombia, si no hay movilización de masas y triunfo militar" [48]. El M-19 estaba muy cerca de los sandinistas nicaragüenses, cuya victoria en 1979 estimuló a la organización

Page 72: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

colombiana. La vanguardia leninista fue rechazada en favor de amplios frentes de masas de carácter policlasista.

El primer acto público del M-19 fue el robo de la espada de Bolívar en 1974, un gesto simbólico que estableció tanto su carácter colombiano como su inspiración nacionalista. Como consecuencia de ello, empezó a formar una cauda de adherentes en los tugurios de Cali y en otras partes, a través de la solución de problemas cotidianos y la distribución de alimentos. Tan sólo en 1979, sin embargo, el M-19 llegó a las primeras planas de los periódicos al robar, el primero de enero, cerca de 5.000 armas de la principal guarnición militar del país, en Bogotá. Aunque la mayoría de las armas fueron recuperadas, el ejército nunca perdonó a la guerrilla.

Turbay Ayala se convirtió en presidente en 1978, menos de un año después del paro cívico nacional de 1977. Bajo la influencia de las Fuerzas Armadas, el nuevo gobierno respondió con el régimen más represivo que el país había conocido y en primer lugar con un draconiano Estatuto de Seguridad. Detenciones y torturas, que nunca habían estado ausentes de la vida nacional, se hicieron sistemáticas. Muy pronto, los miembros del M-19 llenaban las prisiones, eran sometidos a terribles torturas y aparecían como héroes.

Y actos audaces, como la coma de la Embajada de la Re-pública Dominicana en 1980, mientras doce embajadores y el nuncio papal celebraban el día nacional de ese país, causaron sensación.

El M-19 desplazó sus operaciones al campo, particular-mente al Caquetá, en 1979. Esta era una región sobresaltada por las protestas de los colonos contra los abusos de los ganaderos y el abandono del Estado. En 1972, diez mil campesinos se habían tomado a Florencia, la capital, durante ocho días. Las sólidas raíces de las FARC fueron reforzadas por la represión militar y policiaca de la población civil. En 1978, Turbay declaró "zona de guerra" la región. No fue difícil para el M-19 entrar en la región, aunque en últimas sólo las FARC sobrevivirían a la "guerra del Caquetá" de 1980 a 1981, cuando el ejército lanzó una brutal campaña de contraguerrilla en el área.

Un factor adicional actuaba en esta y otras áreas de colonización. A finales de los años setenta, la bonanza de la marihuana llegaba a su fin y la bonanza de la cocaína se iniciaba. La hoja de coca se importaba de Perú y Bolivia, pero era posible cultivarla en Colombia. Para los colonos esta fue una oportunidad no soñada de mejorar sus vidas y fortalecer la amenazada economía campesina.

La bonanza atrajo miles de personas a la región, incluyendo desempleados de las ciudades, y entre 1978 y 1985 hubo renovado avance de la colonización. La anarquía y la violencia acompañaron la expansión de la producción de coca, que los movimientos guerrilleros, en especial las FARC, lograron poner bajo su control.

Los dos movimientos guerrilleros asociados al auge de la cocaína, el M-19 y las FARC, asumieron una postura pragmática al respecto. Las FARC establecían la ley y el orden en sus áreas de control y, como contraprestación, los productores y traficantes pagaban un porcentaje de sus ingresos a los insurgentes. También protegían a los campesinos de los narcotraficantes al impedir que se les pagara con basuco y fomentar el cultivo de alimentos tanto como de coca. El régimen resultante fue autoritario e implacable con los infractores, pero significó el establecimiento de reglas donde hasta entonces la única ley era la de la jungla. La ley del monte fue ganando legitimidad y respaldo. La corrupción campeaba en la policía y el ejército, y reducían aún más la autoridad estatal ante un campesinado de por sí hostil después de años de abusos. Si los campesinos no pagaban a los guerrilleros habrían tenido que pagar a los militares y estos eran más arbitrarios que los insurgentes en su comportamiento.

Las FARC extendieron su influencia de manera considerable a finales de la década. Entre 1979 y 1983 pasaron de nueve a veintisiete frentes. En su séptima conferencia, en mayo de 1982, reconocieron por vez primera que existía una situación revolucionaria en el país y agregaron las letras EP (Ejército del

Page 73: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Pueblo) a su nombre. Decidieron también adoptar tácticas militares más ofensivas. Todo ello indicaba que la lucha armada estaba en la agenda nacional como nunca antes.

Graves errores políticos y abusos de poder jalonaron el crecimiento de los frentes de las FARC, debido quizá al reclutamiento precipitado y a la politización insuficiente. La táctica de exigir dinero a los terratenientes a cambio de protección empezó a verse más como extorsión criminal que como política, particularmente cuando se la empleaba contra propietarios medianos y pequeños. El XI Frente de las FARC, en la región del Magdalena Medio, se hizo notorio por esta práctica, al punto que ya a comienzos de los años ochenta esta región se había convertido en caldo de cultivo para la extrema derecha.

La resurrección del ELN fue la más dramática de todas. Aunque su estructura militar había sido desmantelada, su influencia política se mantuvo, especialmente en el movimiento sindical independiente surgido en Antioquia. Los miembros dispersos de la organización, que carecían de coordinación nacional y con frecuencia se ignoraban entre sí, se concentraron en el trabajo de promoción popular. En Bogotá, por ejemplo, catorce grupos separados trabajaban bajo el nombre de ELN. En Arauca, los militantes trabajaban dentro de los movimientos campesinos y cívicos que movilizaron miles de campesinos durante los años setenta. El Frente Domingo Laín fue creado en 1980 como resultado de la simpatía que el proyecto revolucionario tenía en Arauca, si bien esta vez el trabajo político vino primero que el voluntarismo de los radicales de las ciudades.

En abril de 1982, el ELN se había recuperado lo suficiente como para designar una dirección nacional. Su primera reunión tuvo lugar en septiembre de 1983, una década después de la Operación Anorí. Fue el primer foro democrático de este tipo en la historia de la organización y de él salió un directorio de nueve miembros encabezado por el exsacerdote español Manuel Pérez como responsable político. El ELN crecería rápidamente como organización político-militar dedicada a la construcción de un movimiento revolucionario de masas, que abandonaba el foquismo y se abría a una amplia gama de influencias, desde el Vietnam hasta América Central. El ELN no participó en el proceso de paz iniciado por Belisario Betancur en 1982, lo cual le permitió beneficiarse del apoyo de los desencantados por su fracaso tres años después.

La tregua armada (1982-1985)

El gobierno represivo de Turbay Ayala suscitó oprobio internacional, repudio nacional y avance incontrolado de los grupos guerrilleros. Por primer vez, los movimientos insurgentes articulaban las preocupaciones reales del pueblo. Estaban lejos de tomarse el poder y la mayoría de la población no apoyaba la lucha armada, pero existía mucha simpatía por los alzados en armas. La mayor amenaza residía en la posibilidad de vinculación entre las guerrillas y el movimiento popular de los ochenta en un momento en el cual el orden político tradicional se hallaba en el umbral de una profunda crisis de legitimidad.

Incluso Turbay Ayala se vio forzado a considerar una solución política para el problema guerrillero en el último año de su gobierno, mediante la creación de una Comisión de Paz de corta vida. En las elecciones de 1982, todos los candidatos agitaron el tema de la paz. La recesión económica se sumaba al clima de inseguridad y al deseo de negociar con la guerrilla antes de que ella se fortaleciese más con el creciente número de desempleados y desposeídos. Al mismo tiempo, el auge de la mafia de la cocaína introducía una fuerza nueva y violenta de desestabilización política y social.

El nuevo presidente, Belisario Betancur, era miembro del partido conservador y había empezado su carrera política como activista de la derecha. Con los años, cambió de posición y adoptó una filosofía política muy personal, que incluía un reformismo tercermundista. Criticaba a los partidos tradicionales por su fracaso en hacer las reformas urgentes, y apeló a todos los inconformes con las viejas estructuras, lo cual le permitió obtener una resonante victoria electoral.

Page 74: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Al asumir la presidencia, Betancur creó una Comisión de Paz compuesta de una amplia gama de tendencias políticas, incluso el partido comunista. El 19 de noviembre de 1982 se concedió una amnistía incondicional a todos los delincuentes políticos, con excepción de quienes hubiesen cometido crímenes atroces u homicidios fuera de combate. Varios cientos de guerrilleros presos, entre ellos los líderes del M-19, fueron liberados.

Empezó entonces un proceso lleno de ambigüedades y contradicciones. Los motivos y objetivos de las partes eran oscuros. Los movimientos guerrilleros, especialmente las FARC y el M-19, querían la paz, pero también querían algo a cambio; después de todo, se encontraban en el apogeo de su poder. Tenida cuenta de la oposición de las elites a las reformas y del efecto de la recesión económica sobre los recursos del gobierno, Betancur tenía muy pocas cosas concretas que ofrecer. El ejército se mostraba hostil al proceso desde el comienzo y la mayoría de los empresarios y los políticos compartían este punto de vista. Jumo a civiles de extrema derecha, el ejército socavó el proceso de paz desde muy temprano. Las realidades políticas intervinieron: el poder y los intereses de clase estaban en juego, y muchos miembros de la elite dominante no veían la necesidad de hacer concesión alguna cuando la guerrilla no se encontraba cerca de tomarse el poder.

Las FARC fueron las primeras guerrillas en llegar a un acuerdo con el gobierno. A fines de mayo de 1984 suscribieron un convenio de tregua de La Uribe, Meta. El M-19 criticó el arreglo, pues las FARC obtuvieron apenas algunas vagas promesas tras treinta años de lucha armada. Pero las FARC no se obligaban a entregar las armas y ganaban algo muy caro al partido comunista: un espacio político negociado a través del cual podía lanzar una campaña electoral. En una entrevista de la época, Manuel Marulanda, líder de las FARC, hablaba de su deseo de volver a la vida política como concejal municipal y no como figura nacional [49]. En noviembre de 1985 fue lanzada la Unión Patriótica (UP) como movimiento amplio que incluía antiguos guerrilleros, comunistas y otros izquierdistas.

El M-19, por su parte, pretendía consolidar una posición de fuerza desde la cual pudiera negociar otras concesiones. Inicialmente, Jaime Bateman respondió positivamente a la amnistía y anunció la intención de la organización de convertirse en una fuerza política. Pero el M-19 reinició hostilidades en 1983 y Bateman mismo murió en un accidente de aviación en abril de ese año, con lo cual el movimiento perdió a su personalidad más carismática y a su fuerza unificadora. Después del acuerdo de La Uribe, el M-19 ocupó las poblaciones de Florencia en el Caquetá y Corinto en el Cauca, en una demostración de fuerza que no impidió la continuación de las conversaciones de paz.

Pocos días antes de concluir un acuerdo, un grupo paramilitar acribilló a Carlos Toledo Plata, quien había decidido acogerse a la amnistía. El M-19 respondió con la toma de Yumbo, un suburbio industrial de Cali. Con la esperanza de insistir en sus propuestas de reforma y de diálogo nacional, y a pesar de la emboscada en la cual la policía hirió a Carlos Pizarro cuando se dirigía a Corinto para firmar el acuerdo de paz, el M-19, empero, firmó el armisticio en agosto de 1984. Una atmósfera de carnaval reinaba en Corinto. Con su chaqueta ensangrentada, Pizarro firmó el acuerdo ante las cámaras de televisión, mientras los guerrilleros cobraban por dejarse fotografiar. Todo el episodio fue una burla para el ejército y para la derecha.

El ADO, un pequeño grupo formado en 1974 que alcanzó notoriedad a raíz del asesinato de un ex ministro, y el EPL, también firmaron acuerdos. Este último había crecido desde el repudio del maoísmo por el PC-ML y su creencia de que la revolución era inminente; permanecía comprometido con la lucha revolucionaria y veía el acuerdo como una oportunidad de conseguir apoyo popular.

A pesar de su ambigüedad intrínseca, los acuerdos tenían considerable valor simbólico. En lo esencial, eran armisticios o pactos bilaterales de suspensión de hostilidades, en los cuales ambas partes conservaban sus armas: de ahí la denominación de "tregua armada". Fueron seguidos por un Diálogo Nacional en el cual varias comisiones, en representación de todos los sectores, prepararían una serie de reformas sociales y económicas, al igual que una paz más duradera. Las comisiones empezaron a sesionar en enero de 1984. Las guerrillas habían obtenido su reconocimiento como fuerzas políticas.

Page 75: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

El M-19 consiguió incluso que en el acuerdo de Corinto se reconociera su condición de "movimiento popular alzado en armas". El ejército no hizo reconocimiento alguno; apenas un mes después de la firma del acuerdo de tregua, la VIII Brigada atacó al EPL.

El ejercito objetó por entero la amnistía: creía que la guerrilla estaba sacando provecho de un espacio político para crecer. Las conversaciones de paz coincidieron con un aumento de los asesinatos atribuidos a escuadrones de la muerte. El primero de ellos, Muerte a Secuestradores (MAS), apareció en 1981 a raíz del secuestro de Marta Nieves Ochoa, hija del narcotraficante Fabio Ochoa, por el M-19. El MAS persiguió y mató a varios activistas y simpatizantes del M-19, y se convirtió en un agente de justicia sumaria con base en el Magdalena Medio, pero con influencia en otras regiones en las cuales la protesta popular y la guerrilla amenazaban a las elites. Entre 1983 y 1984, las matanzas se realizaran en el Valle del Cauca, Antioquia, Urabá y el Magdalena Medio. En esta última zona, la situación era explosiva. Cuando el Procurador General de la Nación investigó al MAS a principios de 1983, 59 miembros activos del ejército fueron acusados de pertenecer a él. El alto mando se movilizó en defensa de los militares. En noviembre de 1983, el entonces ministro de Defensa, general Fernando Landazábal, declaró que la amnistía había expirado, por lo cual fue destituido junto con otros cuatro generales.

El ejército consideró que las conversaciones directas con las guerrillas eran aún más repugnantes que la amnistía. Los ganaderos, los empresarios, la jerarquía eclesiástica y gran parte de la clase política se opusieron a las iniciativas de Betancur. En una actitud ominosa, ganaderos de Córdoba y Hulla y otros terratenientes anunciaron públicamente, mediante avisos de prensa, que ante la falta de protección estatal asumían su propia defensa. En septiembre de 1983, la SAC acusó al presidente de confundir libertad con libertinaje. Y en febrero de 1985, los diez principales gremios anunciaron su oposición pública al proceso de paz.

El clima político era muy tenso. Entre 1983 y 1985 el movimiento popular se organizó y mantuvo su rechazo al bipartidismo. Al mismo tiempo, se producía una escalada de la violencia criminal, con frecuencia asociada al narcotráfico, que aumentaba la crisis social. Colombia enfrentó en 1983 y 1984 más secuestros que cualquier otro país en el mundo. El secuestro se había convertido en el medio favorito de extorsión criminal en todos los sectores sociales y para algunos grupos guerrilleros en un arma política y en un instrumento para conseguir recursos.

Al representar una corriente de opinión intelectual muy avanzada en relación con la estructura de poder, Betancur estaba cada vez más aislado. El liberalismo controlaba el Congreso y solamente unos pocos liberales se habían unido al gobierno conservador. Los jefes conservadores antagonizaban tanto a Betancur como los liberales. Dentro del gobierno, había enfoques opuestos del proceso de paz. Jaime Castro, ministro de Gobierno de 1984 a 1986, desempeñó un papel particularmente ambiguo. Para él, los acuerdos de paz debían conducir al desarme y a la reincorporación de los guerrilleros al proceso político.

Las guerrillas no iban a entregar las armas sin garantías de su seguridad en el escenario político abierto y sin la ejecución de las reformas por las cuales habían luchado. Pero los escuadrones de la muerte proliferaban y los combates continuaban en varias regiones. La cuestión de quién estaba rompiendo la tregua era objeto de intenso debate. Los medios de comunicación reproducían la versión militar de los hechos, que culpaba a la guerrilla, pero otras fuentes indicaban que el ejército nunca había tomado en serio la cesación de hostilidades. Laura Restrepo, miembro de la Comisión de Paz del gobierno, alegaba que el ejército lanzó un ataque frontal contra el campamento del M-19 en Yarumales, cerca de Cali, en diciembre de 1984.

El proceso reformista no conducía a ninguna parte. El Diálogo Nacional languideció muy pronto en medio de recriminaciones mutuas, y muy pocas de sus comisiones presentaron propuestas concretas. El Plan Nacional de Rehabilitación del gobierno, formulado para las regiones más atrasadas del país y orientado casi por entero a la construcción de vías, apenas si había empezado a ejecutarse.

Page 76: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

El más notable logro gubernamental era el programa de construcción de vivienda. El déficit de la balanza de pagos, la crisis fiscal y el aumento del desempleo afectaban el proceso de paz y los planes de reforma. A finales de 1984, la administración lanzó un plan de austeridad.

La desconfianza cundía. Había signos de que Betancur prefería cada vez más apaciguar a la oposición a cualquier precio y que no usaría el apoyo popular en contra de su propio partido. No era Gaitán. En 1985 fue nombrado un nuevo ministro de Agricultura: Hernán Vallejo, presidente de FEDE-CAN, el poderoso gremio ganadero, y notorio derechista. Este nombramiento no constituía un buen augurio para la reforma agraria que debía surgir del proceso de paz. Fernando Landazábal fue sustituido por el general Miguel Vega Uribe, quien había cumplido un papel muy conspicuo en la represión bajo Turbay. En 1985, el Consejo de Estado profirió una sentencia por la cual ordenaba indemnizar a una joven médica, Olga López, por las torturas que había sufrido durante su cautiverio en la guarnición que el general Vega Uribe dirigía en ese entonces. A pesar del escándalo periodístico, el general permaneció en su cargo y recibió el título de Ministro de Paz.

El M-19, entre tanto, usaba el espacio de la tregua para conseguir apoyo político. Pero esta actividad resultaba tan amenazante para la clase dominante como la lucha armada. Una encuesta del Instituto de Estudios Liberales en las cinco ciudades principales, indicó que el M-19 obtendría el 36.7% de la votación si hubiera una elección nacional en 1985. En marzo, este movimiento llenó la Plaza de Bolívar en Bogotá, y en mayo su directorio escapó por poco a un ataque con granadas en Cali.

Los activistas del M-19, con una combinación de retórica revolucionaria y populismo latinoamericano tradicional, empezaron a crear "campamentos de paz" en los barrios pobres de las grandes ciudades. En el primer semestre de 1985 se establecieron campamentos en Medellín, Bucaramanga, Barranquilla y Cali, donde el M-19 tenía particular fuerza. Pero la represión golpeó duramente a los pobladores urbanos, pues las fuerzas de seguridad no les perdonaban que se mostraran tan receptivos al mensaje del M-19. El desencanto cundió entre los pobres de las ciudades, que abrigaron esperanzas, pero quedaron librados a su propia suerte por el M-19 cuando llegó la represión.

Todavía se discute qué perseguía el M-19 con estas actividades. ¿Buscaba crear un movimiento político o tan sólo conseguir apoyo para reanudar la lucha armada? Según Antonio Navarro Wolff, uno de sus líderes:

El objeto del diálogo era ponernos de acuerdo sobre unas reformas mínimas (agraria, urbana, política) para que no fuera necesario presionar su realización con el uso de las armas. Queríamos que se abriera de verdad el espacio político: yo le propuse a la ministra de Comunicaciones que nos permitiera comprar una emisora de radio en Bogotá, otra en Medellín, otra en Cali, otra en Barraquilla y otra en Bucaramanga. Le dije que nos comprometíamos a cumplir el reglamento de medios de comunicación. Pero la ministra nunca nos contestó nada, a pesar de que durante tres o cuatro meses la llamamos y le mandamos intermediarios. Nosotros no pretendíamos... que se hiciera la revolución por decreto. Simplemente pedíamos la modernización, la apertura del Estado burgués. Pedíamos la revolución burguesa [50].

Resulta muy ingenuo creer que una clase dominante que se había movido tan rápido contra toda forma de expresión política independiente, desde Gaitán hasta la ANAPO, permitiría que un grupo guerrillero dedicado a cambiar la estructura de poder utilizara libremente la radiodifusión en las principales ciudades del país. El M-19, que atraía tanto a las clases medias cuanto a las clases populares, era una amenaza con o sin armas. A diferencia del partido comunista, que se abstenía de todo lo que pudiera poner en peligro su reincorporación a la arena política, el M-19 había pasado a la ofensiva política.

Tras el ataque a sus dirigentes en Cali, el M-19 anunció que consideraba terminada la tregua. A fines de mayo de 1985, las organizaciones insurgentes crearon una Coordinadora Nacional Guerrillera que

Page 77: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

incluía al ELN. Un mes después, tuvo lugar el tercer paro cívico nacional y miles de campesinos marcharon para reivindicar su derecho a la vida y a la tierra. Únicamente las FARC continuaron en tregua, firmaron un nuevo acuerdo y, en medio de la oposición de los militares, la Iglesia y los empresarios, se lanzaron a la campaña electoral dentro de la Unión Patriótica. En la medida en que el clima de intimidación contra la-UP empeoró, sin embargo, los principales dirigentes de las FARC se marginaron del proceso electoral y se separaron de la coalición izquierdista.

Colombia se deslizó hacia la guerra no declarada. En 1985, los grupos paramilitares hicieron aún más sistemática su campaña de exterminio de guerrilleros y supuestos simpatizantes suyos. Los jefes del M-19 fueron asesinados uno por uno, empezando por Iván Marino Ospina en agosto de ese año. También se cumplieron campañas de limpieza contra delincuentes y homosexuales. Tan sólo en Cali, estos grupos fueron responsables de 800 muertes. El ejército lanzó sofisticadas operaciones de contrainsurgencia y, a finales de 1985, ya había recuperado el control de los barrios pobres de Cali. En noviembre, Oscar William Calvo, líder del EPL, fue asesinado.

El proceso de paz de Betancur encontró un final trágico con la toma del Palacio de Justicia por el M-19 en noviembre de 1985. El presidente se había negado a responder una llamada telefónica del presidente de la Corte Suprema de Justicia, quien era rehén en el Palacio, así que el ejército asumió el control de la operación. Los militares decidieron entonces asaltar el Palacio con un alto costo en vidas humanas. La solución militar a los problemas del país había emergido victoriosa del proceso de paz de Betancur. Aún se discute si ello fue el resultado de la lógica de los acontecimientos, de la ambivalencia o del respaldo del presidente. La clase dominante y el ejército no tuvieron la voluntad política para la paz; en definitiva, las reivindicaciones de los movimientos guerrilleros no pudieron atenderse.

Capitulo 7. La respuesta estatal La decadencia de la lucha partidista significó igualmente la decadencia de las lealtades partidistas, que por tradición mantenían la cohesión social entre ricos y pobres, citadinos y campesinos. Pero dichas lealtades no desaparecieron súbitamente. El vínculo paternalista entre cacique y campesinos sobrevivió en muchas áreas rurales atrasadas, pero en las poblaciones y ciudades prevaleció un acuerdo de facto entre los políticos y sus clientelas de votantes cautivos.

El orden político tradicional fracasó en modernizarse al mismo ritmo que la economía. Seguía dependiendo de captar los votos de una población que estaba esencialmente excluida de toda auténtica participación o influencia en la vida política. Si bien el clientelismo era ineficiente y corrupto, las elites económicas acogían con beneplácito la estabilidad política que acarreaba, y esta ambigüedad prolongaba la inercia del sistema político.

Otras instancias recibieron la influencia de la "despolitización" iniciada en 1958. La Iglesia, por ejemplo, hizo la paz con el partido liberal, mientras la urbanización trajo consigo la secularización y redujo la contribución religiosa a la cohesión social. El ejército, entre tanto, también fue "despolitizado ". Con el paso del tiempo, se hizo políticamente autónomo y se convirtió en un actor con su propia escala de prioridades, dedicado a la contrainsurgencia y a la lucha contra la subversión del orden social.

Con excepción del patronato, el ejército era la única institución del Estado con capacidad de actuar en forma fuerte y decidida. Cuando los intereses materiales y no partidistas empezaron a desafiar al orden establecido, se puso a punto la capacidad represiva del Estado. En otros aspectos, la debilidad del Estado delataba su incapacidad para colocarse por encima de los intereses de los sectores económicos dominantes y hacer reformas sociales, económicas y políticas.

Page 78: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

A pesar de la lucha partidista, las guerras civiles y los tempranos procesos de urbanización e industrialización, el orden tradicional, basado en el poder oligárquico, el patrimonialismo y la dominación bipartidista, logró sobrevivir a lo largo de los siglos XIX y XX. En los anos ochenta, sin embargo, los desafíos eran mayores que antes y provenían de muy diversos sectores políticos, sociales y regionales. De una parte, había demandas de cambio de movimientos populares y las organizaciones guerrilleras; de otra parte, existía corrupción institucional por el ascenso de la mafia de la cocaína. La crisis del sistema bipartidista no provenía únicamente de afuera, sino también de adentro, de la inercia y la descomposición del orden político mismo.

La crisis del sistema bipartidista

El pacto de 1958 contenía las semillas de la futura crisis. Aunque el acuerdo concluyó formalmente en 1974, los arreglos para compartir el poder continuaron. Colombia fue gobernada por el régimen de coalición de una u otra manera hasta 1986, cuando la administración liberal de Virgilio Barco gobernó sin la participación de los conservadores.

La reforma constitucional de 1968 introdujo algunos cambios en el pacto, principalmente para ampliar la autoridad del ejecutivo. Se estableció, por ejemplo, la mayoría simple y no de los dos tercios en el Congreso y otros cuerpos representativos para permitir al presidente la aprobación de sus proyectos de ley sin tener que recurrir a medidas de emergencia. La paridad en los concejos municipales y las asambleas departamentales fue eliminada en 1970, mientras que en el Congreso lo fue en 1974 y las elecciones se abrieron a todos los partidos. La primera elección presidencial competitiva se realizó en 1974, pero la paridad en el gabinete ministerial y en la administración pública se prolongó hasta 1978. A partir de esta fecha, el parágrafo del ordinal primero del artículo 120 constitucional otorgaba "participación adecuada y equitativa" en el gobierno al segundo partido en votos.

Al ofrecer garantías del clientelismo y poder a ambos partidos, el sangriento conflicto del pasado fue superado. El temor a la hegemonía de un solo partido era fuerte y la tentativa conservadora de establecerla en los años cincuenta no resultaba fácil de olvidar. El orden político posterior a la violencia descansaba en acuerdos en el interior de la elite, cuya autoperpetuación era aparente en las familias políticas que dominaban la historia política nacional antes y después de la Violencia. La escogencia del presidente dependía de delicadas negociaciones entre los líderes de cada partido y luego de ambos. Se hacían arreglos secretos, como sucedía para la adopción de toda clase de políticas y la selección de candidatos a las corporaciones públicas.

La idea de que un partido no sobrevivía sin acceso a la burocracia estaba fuertemente arraigada en la cultura política. Significaba que ninguno de los partidos tradicionales aceptaría la fórmula gobierno oposición, pues su influencia se reduciría al Congreso. Una encuesta hecha en 1977 y 1978 entre dirigentes empresariales, gubernamentales y políticos indicaba que las dos terceras partes no abrigaban duda alguna al respecto. Un político liberal sostenía que los movimientos de oposición o las facciones de los partidos sólo podían sobrevivir cuatro o cinco años sin acceso a los recursos estatales y cargos burocráticos [51].

El Congreso se convirtió en la sede de los grupos clientelistas y las facciones. Los congresistas luchaban por leyes que favorecieran sus regiones y por puestos para sus clientes. Los debates no giraban en torno a políticas, sino a recursos para fortalecer a los dirigentes locales. El gobierno se veía como un botín para ser repartido entre la clase política con el fin de perpetuar su poder y garantizar que la economía sirviera los intereses de los propietarios. Los gremios mantenían acceso directo al gobierno e influían en la formulación de políticas. El pueblo permanecía en las márgenes de la vida política y era manipulado por los jefes de los partidos como "capital electoral".

La situación mal podía conducir al surgimiento de una cultura política participativa o a un sentimiento de lealtad hacia la comunidad política como tal. Cualquier tentativa de apelación directa a las masas era rápidamente suprimida. Al crecimiento de terceras fuerzas como el MRL o la ANAPO se

Page 79: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

respondía con la cooptación o el fraude. Los dos partidos controlaban los grandes medios de comunicación y la economía de las campañas electorales hacía muy difícil la participación de las fuerzas de oposición. Ello frustraba no sólo a los pobres, sino a la clase media, que constituía ya una población muy considerable. Cuando la gente empezó a organizarse de manera independiente, el establecimiento se sintió realmente amenazado.

La contradicción creada por estos arreglos radicaba en que la modernización económica requería una política moderna. Pero la naturaleza misma del pacto bipartidista y la necesidad de garantizar a cada partido y a todas las redes locales una cuota de poder político socavaban los esfuerzos por establecer la planificación racional. Era imposible construir una burocracia eficiente cuando los cargos públicos no dependían del mérito, sino de la paridad entre liberales y conservadores.

Carlos Lleras Restrepo inició los esfuerzos por adoptar una planificación racional, pero muchas de sus gestiones fue-ron entrabadas por el pacto frentenacionalista y por las tradiciones clientelistas. En su presidencia, la centralización administrativa y financiera permitió que temas cruciales pasaran de las manos del Congreso y los partidos a las manos de los tecnócratas. Pero el sector privado mantuvo su influencia sobre la política económica oficial y en años posteriores frenó el crecimiento del sector público. La oposición a la intervención estatal seguía siendo fuerte.

El sistema político estaba diseñado para evitar cambios radicales de política, de suerte que las iniciativas de reforma solían ser de corta duración. El sistema bipartidista, la oposición de los jefes políticos y los intereses empresariales y agrarios en el Congreso actuaban como barreras a tales iniciativas. Los presidentes que pese a ello insistían, debían apelar a medidas de emergencia para eludir al Congreso o terminar en arduas negociaciones con los dirigentes políticos.

Los caciques, que con frecuencia eran jefes naturales con influencia personal sobre una comunidad campesina tradicionalmente servil, captaban el voto a muy bajo costo. La transición entre una sociedad rural y una sociedad urbana supuso para Colombia una nueva forma de clientelismo que se alimentó con la indigencia, la impotencia y el desempleo de los pobres de las ciudades. Los poderosos actuaban como intermediarios entre la población y la fuente de beneficios y servicios canjeados por el único recurso disponible de los pobres: su voto. Las lealtades personales se tornaron pragmáticas. Los partidos perdieron su mística, pero conservaron su influencia a través de favores materiales. El político profesional reemplazó al jefe político "natural".

Las relaciones clientelistas estructuraron el sistema político de arriba a abajo, del nivel nacional al departamental y municipal. Para la población local, el gobierno se personificaba en el político profesional:

El dominio de las maquinarias sobre las entidades públicas da lugar a que todas las acciones pasadas, presentes o futuras del Estado aparezcan personificadas, es decir, en cabeza de un jefe político local. Desde la instalación de una red eléctrica o un acueducto, la construcción de un puente, una escuela o un puesto de salud, hasta las cosas más corrientes como pueden serlo la atención de un enfermo, un empleo, un crédito agrario, etc., figuran en cabeza de un jefe político; son consideradas producto de su acción, de su benevolencia, son sus obras. "Mire este puesto de salud. Lo pusieron los Guerra... la luz de este barrio la dio Martínez Simahan...El alcantarillado lo puso Dager" [52].

Cada jefe político, casi siempre congresista, dirigía un feudo regional y controlaba una maquinaria política. Su inmediato subalterno controlaba subregiones a través de varios asociados cercanos, principalmente empleados públicos y dirigentes municipales que le debían lealtad, pues la promoción dependía de la suerte electoral del cacique con quien estaban asociados. Finalmente, estaba el líder local, quien hacía el trabajo cotidiano de negociar servicios y obras públicas por votos

Page 80: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

El poder del jefe regional dependía usualmente de su influencia en el gobierno nacional y en el directorio del partido y ello a su vez dependía de la ventaja electoral que aportara a su partido. Como congresista, tenía unos fondos para usar a su arbitrio, los llamados auxilios parlamentarios. El presidente Lleras Restrepo trató de reducir estos recursos con ocasión de la reforma constitucional de 1968 y se enfrentó a una tuerte oposición.

Más importante que lo anterior era la habilidad del jefe político para suministrar empleos públicos. En los comienzos del Frente Nacional, los despidos eran políticamente imposibles y la burocracia proliferó en todos los niveles. Se hicieron algunos esfuerzos para la reforma del servicio civil, pero no tuvieron éxito. La mentalidad de la paridad prevaleció. El crecimiento del empleo público se redujo en los años setenta en parte debido a que aumentaban los problemas laborales en el sector público mientras la vinculación a un partido era menos importante que los salarios y las condiciones de trabajo.

Aunque la administración pública se ha profesionalizado en el nivel nacional, los nombramientos por lealtades partidistas siguen siendo comunes. En los niveles departamental y municipal, el patrocinio partidista es todavía la regla. En la administración del departamento de Sucre en 1983 no sólo se llevaba un registro de la afiliación partidista de cada empleado, sino que se conocía la fracción a la cual pertenecía; Un empleado explicaba lo que ello significaba para su trabajo:

Si, por ejemplo, yo inicio una obra, esta se vuelve bandera política de mi grupo. Para los contrincantes el desarrollo de la misma se vuelve un hecho políticamente perjudicial a sus intereses. Esta obra es mía, de mi grupo; los otros se oponen a su desarrollo. Para no entrar en detalles, un secretario departamental dijo que esta calle no se puede terminar porque fue obra de determinado grupo, de tal señor. ¿En qué forma le corresponde uno al jefe político? Promoviendo obras que le sirven políticamente; es decir, aquellas que le representan votos [53].

No es extraño entonces que tantas obras locales queden inconclusas y que los movimientos cívicos, con su distanciamiento de la política, hayan despegado con tanta fuerza en las áreas urbanas. Para muchos, la política ha terminado por reducirse a la politiquería, la corrupción administrativa y el uso de los cargos públicos para el beneficio privado. A finales de los años setenta, el dinero de la cocaína lubricaba las maquinarias políticas y las corrompía en forma nunca antes vista.

Los partidos tradicionales continuaban dominando la vida política. El caciquismo y el clientelismo sostenían el control local del partido en muchas regiones, particularmente en el campo. Un estudio de las elecciones municipales concluye que entre 1981 y 1986 el 88% de los municipios ha respaldado al mismo partido, que en 1984 el 35% daba mayorías del 80% a un partido y que tan sólo en un tercio de las localidades había verdadera competencia [54].

Pero la gente votaba cada vez menos. Con altos niveles de abstención, los caciques sólo tenían que movilizar suficientes votos para asegurar una victoria. No había incentivos para desarrollar instituciones partidistas fuertes o para dar cabida a los intereses de la oposición.

La abstención ya era alta antes del Frente Nacional. Las mayores votaciones tuvieron lugar en 1942 y 1946, durante un período de acentuada polarización. La primera elección presidencial del Frente Nacional atrajo cerca del 58% de los votantes potenciales, pero de ahí en adelante cayó la participación, salvo cuando parecía inminente el cambio. La elección de 1970, cuando la ANAPO estaba en ascenso, significó una votación del 52.5%, mucho, mayor que la de 1966, que fue del 40.1%. La elección de 1974, la primera presidencial de carácter competitivo, llegó al 58.1%. Pero la abstención volvió a subir en 1978, cuando sólo votó el 40.9%.

La elección presidencial de 1986, realizada durante un período de intenso debate político y después de la introducción de ajustes en el sistema de registro electoral, atrajo a un poco más del 50% del censo.

Page 81: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Fue la tercera ocasión en que participó más de la mitad del electorado inscrito desde 1966. Las elecciones legislativas atraían aún menos al electorado: el promedio de participación fue del 40.3% de 1958 a 1978. En 1978 sólo votó el 33.4%. La abstención en las grandes ciudades era notoria: en las elecciones parlamentarias de 1976 en Bogotá se abstuvo el 80%.

Al mismo tiempo que los partidos seguían dominando, la adhesión a ellos declinaba. En un estudio realizado en 1976-1977, sólo el 59% de los encuestados en áreas urbanas reivindicaba una afiliación partidista, en comparación con el 74% en las zonas rurales [55].

El fenómeno resultaba más acentuado entre los jóvenes y los pobres de las ciudades. Para grandes sectores de la población, los partidos tradicionales ya no eran mecanismos relevantes de mediación con el Estado. Y la mitad de la población votante no considera que las elecciones fueron importantes. Muchos de los votantes simplemente cambiaban su voto por un favor o por un servicio de utilidad inmediata para sus vidas.

En una reunión de la mafia en Cali supuestamente se dijo: "Tenemos que financiar las campañas de los políticos y mantenerlos de nuestro lado. Podemos participar en negocios sin causar un escándalo, para que se acostumbren a trabajar con nosotros.-Al final ellos reciben innumerables beneficios" [56]. A finales de los años setenta y en los ochenta, la importancia de los dineros de la cocaína fue sobrepasada de varias formas por su utilidad para irrigar y corromper el sistema político. El ejército, el sistema legal y el Congreso han sido corrompidos por las fortunas hechas en el procesamiento de la droga y en la protección de los narcotraficantes. Pero muchas de estas instituciones eran en todo caso vulnerables a la corrupción. El arcaico sistema judicial ya era notorio por su ineficiencia; el Congreso funcionaba con base en las ambiciones de los caciques, quienes habían ganado sus curules mediante compra de votos y fraude; y en el ejercito, el abuso de poder estaba institucionalizado después de muchos años de contrainsurgencia sin responsabilidad alguna por las arbitrariedades cometidas contra los civiles.

El sistema judicial fracasó frente a la mafia de la droga: el soborno y la intimidación persuadieron a muchos jueces a liberar a los narcotraficantes arrestados. Algunas fuentes sugieren que el 80% de la policía de Medellín está en la nómina de la mafia. Dos ministros de Defensa han estado envueltos en escándalos por droga: la hija del general Miguel Vega Uribe está casada con un congresista acusado de narcotráfico en los Estados Unidos y el hermano del general Luis Carlos Camacho Leyva fue capturado con un cargamento de cocaína a bordo de un avión militar. En 1983, un grupo de elite del ejército transportó en un avión militar un laboratorio completo para retinar cocaína de la selva colombiana a la selva brasileña. Algunos oficiales jóvenes fueron castigados, pero el general que ordenó la operación fue ascendido.

Los nombres de políticos prominentes empezaron a ser relacionados con los narcotraficantes en los años setenta. En 1978, 60 Minutes, el programa periodístico de la televisión norteamericana, vinculó a dos exministros de la administración López y al propio candidato presidencial Turbay Ayala con el narcotráfico. Desde entonces, numerosos miembros de la elite política han sido mencionados por sus conexiones con el cartel de Medellín, mientras muchos políticos locales han usado dinero de la cocaína para comprar votos e influencia.

La mafia se ha preocupado especialmente por evitar la firma de un tratado de extradición con los Estados Unidos, pues la extradición afecta directamente su imagen de empresarios exitosos. En 1982, varios narcotraficantes participaron como candidatos en las elecciones parlamentarias y Pablo Escobar, líder del cartel de Medellín, fue elegido representante suplente a la Cámara. El tratado de extradición debía entrar en vigor. La campaña de la mafia en su contra fue respaldada por numerosos congresistas, que lo consideraban un abandono de la soberanía nacional.

El presidente de entonces, Belisario Betancur, resistió durante dos años la presión norteamericana para aplicar el tratado, pero cedió en 1984, cuando el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, fue

Page 82: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

asesinado. Lara había sido nombrado porque no estaba a órdenes de los narcotraficantes. Junto con el coronel Jaime Ramírez Gómez, jefe del narcotráfico de la Policía Nacional, lanzó una ofensiva contra el cartel. Al rastrear el proveedor norteamericano de éter, una sustancia esencial para la refinación de la cocaína, Ramírez se anotó un triunfo que condujo a las autoridades al descubrimiento de Tranquilandia, el mayor laboratorio de procesamiento de coca del mundo, que fue ocupado y destruido. Siete semanas más tarde fue asesinado Lara Bonilla. Cuando un juez de Bogotá halló pruebas de que los jefes del cartel estaban detrás del crimen, también fue asesinado. Y el coronel Ramírez cayó acribillado en noviembre de 1985.

La muerte de Lara fue una muestra de cuan profundamente había penetrado la mafia en el corazón del sistema político. Antes de su asesinato, le habían interceptado su teléfono y le habían enviado grabaciones de sus conversaciones. Las elites políticas tradicionales se sentían más amenazadas por la transformación de la mafia en un Estado dentro del Estado que por el carácter ilícito de su actividad. Inmediatamente después del asesinato de Lara, el gobierno reprimió duramente a la mafia. El tratado de extradición fue revivido y la mafia contrató a 50 abogados de gran prestigio para pedir su anulación a la Corte Suprema de Justicia. Los jueces encargados de la decisión recibieron la siguiente amenaza:

Le escribimos para solicitarle su apoyo a nuestra causa. No aceptamos renuncias, ni años sabáticos, ni enfermedades ficticias... Cualquier posición en contra nuestra será considerada como una aceptación de nuestra declaración de guerra. Desde la cárcel, ordenaremos su ejecución y a sangre y plomo eliminaremos a los más queridos miembros de su familia.

Cuatro magistrados vinculados al caso murieron en la toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985; otro, que Sobrevivió, fue asesinado en julio de 1986. Antes de finalizar este año, otros diez jueces habían sido asesinados, al igual que Guillermo Cano, director de El Espectador, quien acababa de publicar un informe norteamericano sobre la mafia. A finales de 1986, la Corte Suprema declaró inaplicable la ley aprobatoria del tratado. Mientras estuvo en vigor, 18 personas fueron entregadas a la justicia norteamericana para ser procesadas por narcotráfico. Tan sólo un jefe de la mafia, Carlos Lehder, ha sido extraditado y ello se atribuye a su enemistad con otros jerarcas del narcotráfico.

La mafia intentó conseguir cierta aceptación tácita de sus actividades y buscó legitimarse y acceder al establecimiento social y político. Sus miembros eran "capitalistas de la cocaína". Como empresarios, compartían el anticomunismo de la clase dominante. En 1982, Carlos Lehder creó su propio partido político de extrema derecha, el Movimiento Latino Nacional. Ideológicamente, los mafiosos estaban dispuestos a unirse a la derecha en la guerra antisubversiva, pues creían que ello mejoraría su posición a los ojos del establecimiento. En regiones de creciente conflicto social como el Magdalena Medio, han comprado enormes extensiones de tierra y se han convertido en terratenientes dedicados a la pacificación del sector rural por razones económicas. En 1979 y 1988, se estima que la mafia ha comprado un millón de hectáreas de tierra cultivable en todo el país [57].

Esto formó la base de la "alianza funcional", la llamada "guerra sucia", que surgió en los años ochenta entre los narcotraficantes, algunos sectores del ejército, empresarios, terratenientes y dirigentes políticos con el fin de eliminar a supuestos guerrilleros y civiles izquierdistas. La aparición del MAS en 1981 se considera como el punto de partida de la guerra sucia, que fue seguido de inmediato por una plétora de escuadrones de la muerte, casi todos locales.

Los ajustes de cuentas de carácter privado y violento, con propósitos criminales y políticos, no son nuevos en Colombia. El asesino a sueldo o sicario estuvo presente en la violencia, al igual que la justicia privada paramilitar. Los terratenientes y los políticos hicieron uso de ambos. Pero los dineros generados por la cocaína convirtieron al sicario en un profesional bien equipado y entrenado. El número de homicidios creció sustancialmente a finales de los setenta y en los ochenta, y la justicia privada tanto criminal como política se convirtió en una característica notoria de la sociedad colombiana.

Page 83: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Aunque los escuadrones de la muerte que surgieron en diferentes regiones del país a lo largo de los años ochenta atacaron a diferentes sectores, todos ellos eran profundamente anticomunistas. Algunos se dedicaron a operaciones de limpieza para eliminar pequeños delincuentes, prostitutas y homosexuales. Otros atacaron a las organizaciones guerrilleras y a sus simpatizantes. Y otros se especializaron en los artistas, intelectuales, periodistas y abogados considerados como críticos del régimen. De este último grupo, muchos partieron al exilio a mediados de los años ochenta cuando sus nombres aparecieron en una lista negra.

La justicia privada paramilitar fue controlada por terratenientes, empresarios, oficiales del ejército y otros que creían que la iniciativa de paz de Betancur favorecía a las organizaciones guerrilleras y a los movimientos populares. En sus manos, el MAS creció hasta convertirse en uno de los más poderosos grupos paramilitares, con operaciones en todo el Magdalena Medio. A mediados de la década pasada, la mafia empezó a invertir grandes sumas de dinero para convertir al MAS y otros grupos en ejércitos privados que, cuando no asesinaran dirigentes campesinos y obreros, pudieran defender la industria de la droga.

A pesar de que en los años setenta se advertía una creciente conciencia de que "algo estaba mal", la clase política reconocía con tardanza y lentitud la necesidad de una reforma política. Las reformas del presidente Lleras Restrepo enfrentaron fuerte oposición dentro y fuera del liberalismo, y significaron 1a pérdida de la candidatura presidencial en 1973. El conservatismo, por su parte, se reducía a múltiples arreglos políticos hechos con el propósito de preservar los privilegios. Resultaba más fácil para los políticos utilizar las maquinarias que enfrentarse a ellas. López Michelsen, por ejemplo, usó la maquinaria de Turbay Ayala en favor de su candidatura y ganó la presidencia en 1974.

Sin embargo, López Michelsen propuso que las reformas institucionales, tales como el fortalecimiento del gobierno local y la modernización de la justicia, se hicieran a través de una asamblea constituyente bipartidista. Después de tortuosas negociaciones con los dirigentes políticos, la idea salió adelante, pero fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia. Una de las características de la política colombiana es la reiteración de intensos debates sobre las reformas políticas, que muy pocas veces llegan a cristalizar en estatutos y normas.

Las elecciones de 1978, con su baja votación, señalaron una depresión del sistema político. El nuevo presidente, Turbay Ayala, se había comprometido en toda clase de maquinaciones políticas y la elección se realizó en medio de acusaciones de fraude y dineros calientes en la campaña. El pueblo expresaba su oposición en las calles, a falta de cualquier otro medio de acción política. El descontento había aumentado en el gobierno anterior y el paro nacional de 1977 condujo a que el ejército demandara mayor autoridad por parte del Estado. Turbay respondió con el Estatuto de Seguridad. La inconformidad fue vista como resultado de la subversión comunista y no del fracaso del orden tradicional.

El artículo 121 constitucional otorgaba amplios poderes al presidente para decretar el estado de sitio en caso de conmoción interior. Desde 1947, Colombia estuvo en estado de sitio casi permanente. Una serie de decretos incrementó gradualmente el control militar del orden público y redujo en forma paralela los derechos humanos y la capacidad de las autoridades civiles para proteger a la población. El Estatuto de Seguridad fortaleció el poder del ejército para realizar arrestos y aumentó los delitos justiciables por la jurisdicción militar. Dirigentes campesinos y obreros y supuestos guerrilleros fueron arrestados, torturados y maltratados en masa. El M-19 entró en actividad en esta época y ganó legitimidad a raíz de los abusos de gobierno.

Había resentimiento y temor en el aire, y la oposición a las políticas represivas de Turbay dividió al partido liberal. El Nuevo Liberalismo, un movimiento de restauración moral al interior del liberalismo, que dirigía Luis Carlos Galán, sólo alcanzo el 10.9% de la votación en 1982, cuando se enfrentó al candidato oficial López Michelsen, en ese entonces respaldado por Alberto Santofimio, el poderoso jefe regional del Tolima.

Page 84: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Aunque los liberales habían tenido hasta entonces una cómoda mayoría, Belisario Betancur ganó las elecciones para el conservatismo puesto que apeló al pueblo, en especial a la clase media urbana, más allá de las maquinarias-políticas. Hablaba de reforma, renovación y construcción de un movimiento nacional, en lo que parecía ser una refrescante tentativa de crear una tercera fuerza política en Colombia y un serio esfuerzo de enfrentar la crisis nacional mediante soluciones políticas y no mediante la violencia. Betancur parecía ofrecer liderazgo e ideas a quienes estaban hastiados de la violencia no solo política, sino también criminal que alcanzaba proporciones epidémicas a principios del decenio anterior.

Pero esta retórica electoral no se tradujo fácilmente en políticas gubernamentales coherentes. Betancur estaba preocupado con su iniciativa de paz doméstica y con su participación en el Grupo de Contadora en favor de la paz en América Central. Prestó menos atención a las reformas política internas y carecía de un programa socioeconómico sustancial que respaldara su iniciativa-dc paz. Existía fuerte oposición desde el interior del conservatismo y el movimiento nacional prometido nunca se materializó. Unos pocos liberales participaron en el gobierno y el resto se opuso a él desde la mayoría parlamentaria.

Aunque había tardado años en llegar al Congreso, la segunda y definitiva aprobación de la reforma constitucional que establecía la elección popular de los alcaldes municipales, en diciembre de 1985, fue muy significativa. Otras reformas versaban sobre claros abusos del sistema bipartidista, como la posibilidad de que un representante de un tercer partido se integrase al Consejo Nacional Electoral junto a tres representantes de las fuerzas tradicionales. Y otras reformas que incluían controles a los dineros electorales y que daban mayor participación a los partidos minoritarios no fueron aprobados, al tiempo que el liberalismo y el conservatismo no conseguían ponerse de acuerdo sobre la superación del régimen de coalición del artículo 120 constitucional.

La formación de la Unión Patriótica fue tal vez el más perdurable legado político de Betancur. Aunque inaceptable para el ejército y la clase dominante, a pesar de su distanciamiento de las PARC, la participación de la UP en las elecciones presidenciales de 1986 significó la mayor votación de la izquierda en la historia del país; 4.5% del total, y 15 candidatos fueron elegidos congresistas. La guerra sucia se reactivó de inmediato y los dirigentes de la UP empezaron a caer asesinados.

El país estaba polarizado. Se aplicaban vengativas soluciones derechistas en aquellas regiones en las cuales el conflicto social generaba inseguridad a la elite local. La mafia de la cocaína era más poderosa que nunca y su financiación de la guerra sucia se traducía en la proliferación de escuadrones de la muerte y sicarios. Los narcotraficantes circulaban libremente mientras los líderes de la oposición popular caían asesinados. El movimiento popular estaba mejor organizado y más unido que nunca y, si bien el M-19 sufrió un serio revés en la batalla del Palacio de Justicia, los demás movimientos guerrilleros jamás habían sido más fuertes ni disfrutaban de mayor apoyo.

La Iglesia y el cambio social

El Frente Nacional había permitido a la Iglesia y a los partidos tradicionales cargar el acento en la solución de los viejos problemas en lugar de enfrentar los nuevos [58]. El plebiscito de 1958 pedía respeto para la Iglesia Católica como elemento esencial del orden social. En una carta al cardenal, los notables del partido liberal rechazaban los errores del liberalismo filosófico y la Iglesia, por su parte, abría sus puertas a sus enemigos liberales; prometía dejar de intervenir en las elecciones a favor del conservatismo, declaraba su neutralidad en los conflictos entre las dos fuerzas y daba su bendición al régimen bipartidista.

La Iglesia empezó a concentrarse en sus propias estructuras. Organizó un secretariado permanente de la Conferencia Episcopal para coordinar el número creciente de diócesis y desarrolló un aparato administrativo fuerte y centralizado. La cantidad de sacerdotes, reclutados casi todos entre las clases medias y altas de Antioquia y Caldas, aumentó. Casi un tercio de los obispos designados entre 1930 y

Page 85: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

1970 eran antioqueños, y dos tercios provenían de poblaciones con menos de diez mil habitantes y fuerte tradición conservadora.

A lo largo de los años, la Iglesia se había acostumbrado a los privilegios. Era, por tanto refractaria al cambio y temerosa de las nuevas ideas y de los movimientos seculares. Actuaba como la autoridad suprema en cuestiones morales y disfrutaba de una posición única en la vida pública. Cada año, en presencia del presidente, la República era consagrada al Sagrado Corazón. La Iglesia se adaptó a una sociedad rural con bajos niveles de educación y aislada de movimientos intelectuales e influencias externas.

Era entonces difícil que la Iglesia aceptara el cambio social que afectaba su relación con la sociedad y su cohesión institucional. Puesto que las amenazas de los años veinte y treinta habían sido derrotadas o cooptadas como la UTC, la Iglesia pudo demorar su confrontación con el mundo moderno.

Pero la acelerada urbanización, el crecimiento de la clase media y de las oportunidades educativas, y la participación de la mujer en la fuerza de trabajo desde la época de la violencia contribuyeron a la secularización de la sociedad, el cambio de la vida familiar y la disminución de la influencia de la Iglesia. Pese a la oposición del establecimiento a la planificación, se estima que por lo menos la mitad de las mujeres en edad reproductiva usa algún medio de control natal, incluso en las regiones campesinas de Boyacá, Nariño y el oriente antioqueño, donde el clero aún ejerce gran influencia social.

El crecimiento económico y la modernización estaban acompañados de desequilibrios sociales y movimientos intelectuales que cuestionaban el statu quo. Bajo estas presiones, el consenso de la Iglesia se rompió. Cuando el Concilio Vaticano II obligó a la Iglesia a confrontar el mundo moderno, la jerarquía colombiana fue tomada por sorpresa y tuvo que aprobar declaraciones que no había asimilado del todo. Por divulgar las nuevas doctrinas, los editores de El Catolicismo, el órgano oficial de la Iglesia, debieron renunciar. El cardenal Concha Córdoba argumentó que las enseñanzas del Concilio obligaban a la Iglesia colombiana a realizar cambios litúrgicos y no sociales. La jerarquía rechazó el documento de trabajo presentado a la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín en 1968 debido a que había sido redactado por el ala izquierda de la Iglesia y no representaba la realidad colombiana.

En el futuro, la Iglesia se hizo más conciliadora y reconoció la existencia de desigualdades sociales. Ocasionalmente, llegó incluso a criticar al sistema político por crear apatía y mantener una minoría en el poder. Pero era cautelosa en condenar la violencia, situarse por encima de toda ideología y no desafiar nunca el orden social.

Mientras la jerarquía daba prudentes pasos hacia el reconocimiento de las nuevas realidades sociales, un grupo de sacerdotes jóvenes pugnaba por salir a la palestra. Camilo Torres, que estaba destinado a la jerarquía eclesiástica, pero había abandonado el sacerdocio para unirse a la guerrilla, ejercía enorme influencia. El grupo de Golconda, creado en una finca de Viotá en 1968 y orientado por Gerardo Valencia Cano, obispo de Buenaventura, se formó para perpetuar las ideas de Camilo, pero carecía de organización sólida y sufrió la persecución de la Iglesia, por lo cual se disolvió a la muerte de su líder. En 1972, un grupo llamado Sacerdotes para América Latina, de línea marxista, trató de recoger la antorcha de Golconda.

Para la Iglesia, la de 1970-1980 fue una década de conflicto entre la jerarquía y el ala radical. En 1973, un nuevo concordato reafirmó la especial posición de la Iglesia en la sociedad y su prominente papel en la educación. Los radicales creaban fisuras en una Iglesia tradicionalmente monolítica, que solía negociar con el Estado como su igual y cuya autoridad no había sido cuestionada desde dentro o desde fuera. En 1976, la jerarquía convocó a la Conferencia Episcopal para discutir el papel de los grupos de sacerdotes, religiosos y laicos radicales, y criticó todos los intentos de aplicar el pensamiento marxista y condenó a quienes optaban por el socialismo.

Page 86: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Alfonso López Trujillo, Arzobispo de Medellín y después cardenal, se convirtió en líder del contraataque de los obispos latinoamericanos contra la teología de la liberación. Primero como secretario general y después como presidente de la Conferencia, trabajó para evitar que la Iglesia radical dominara la Segunda Conferencia Episcopal Latinoamericana de Puebla en 1979, como había ocurrido en Medellín en 1968. Por sus maniobras y maquinaciones, algunos lo acusaron de estar trabajando para la CÍA tanto como para el Vaticano.

A pesar de sus esfuerzos, sin embargo, después de Puebla hubo un decisivo incremento en las comunidades cristianas de base que vinculaban la Iglesia al movimiento popular. Se crearon dos coordinadoras: la de las comunidades cristianas campesinas en el sector rural y la de las comunidades cristianas de base en el sector urbano. En 1981, la XXXVII reunión plenaria del episcopado colombiano condenó estos grupos, junio con su periódico Solidaridad, al igual que el CINEP, el centro de investigaciones de la Compañía de Jesús que se había convertido en un foco de pensamiento radical.

Aunque nunca desaparecieron, las tensiones entre los radicales y la jerarquía se redujeron a comienzos de los años ochenta. La Iglesia seguía siendo conservadora, crítica de los movimientos populares y de los paros cívicos, y reticente frente a los planes de paz de Betancur, pero ahora tenía menos importancia política nacional. Muchos eclesiásticos pensaban que la Iglesia sólo sobreviviría si cerraba sus puertas y que quienes deseaban comprometerla en la moderna cuestión social amenazaban la integridad de la institución. Los radicales sostenían que, a menos que la Iglesia apoyara a los pobres, terminaría siendo una aliada del statu quo sin nada que ofrecer al pueblo al cual servía. La Iglesia colombiana había fracasado en resolver el conflicto entre su identidad y su relevancia [59].

La Fuerzas Armadas y la autonomía política

"Los golpes militares en Colombia, lejos de ser una ambición de los militares para tomarse el poder, han sido una estrategia de la clase política para no perderlo" [60]. La reputación de Colombia como una de las más estables democracias de América Latina debe mucho al hecho de que los militares han estado ausentes del escenario político. Los únicos dos golpes exitosos del siglo XX, en 1953 y en 1957, tuvieron ambos apoyo civil. La vida política en Colombia ha estado dominada por los dos partidos y el ejército ha permanecido subordinado a la elite política. Fueron los civiles quienes decidieron aumentar el poder militar para hacer frente al desorden publico interno.

La función del ejército en la contrainsurgencia y en la represión de la inconformidad estudiantil, obrera y campesina lo ha obligado a enfrentar los problemas sociales de nuestro tiempo. Esencialmente pequeño burgués y leal al orden político y social, ha ejercido su derecho a defender dicho orden según su propio punto de vista; su interpretación, sin embargo, no coincide necesariamente con la de la clase dirigente. El creciente sentimiento de autonomía institucional y de identidad nacional y no partidista del ejército preocupa a la elite civil. Ha habido varias crisis entre civiles y militares durante los últimos veinte años, que han estado acompañados de rumores de golpe de Estado.

La primera de esta crisis, en 1965, tuvo como protagonista al entonces ministro de Defensa, general Alberto Ruiz Novoa, quien quería que los militares estudiaran economía y temas de desarrollo, y que los científicos sociales progresistas dieran conferencias en los centros de estudios militares. Si bien Ruiz Novoa nunca abandonó su anticomunismo militante, consideraba importante que durante este período de conflicto el ejército entendiera los orígenes sociales de la subversión y estudiara ciertas reformas, como la agraria, por ejemplo. Tal independencia de criterio era inaceptable para los miembros de la elite civil, que termían que terceros partidos desafiaran el control bipartidista del Estado. Después de todo, ellos aún tenían el apoyo de muchos altos oficiales, así que Ruiz Novoa fue destituido.

Page 87: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Pero la confrontación con la realidad social continuó. El ejército se hizo más represivo a mediados de los años sesenta, bajo Lleras Restrepo. Fue enviado repetidamente a las universidades para apaciguar a los estudiantes en un momento en que estos acrecían las filas del EPL y el ELN. La orientación intelectual de las Fuerzas Armadas estaba ahora en manos de la generación de oficiales que habían combatido en Corea. Este grupo difundió el nuevo pensamiento estratégico del Pentágono sobre la subversión interna, al igual que sus propias ideas basadas en la experiencia de la guerra de contrainsurgencia. La represión era motivo de preocupación, pero también las raíces sociales de la subversión, que Ruiz Novoa había tenido tanto interés en examinar.

Como muchos de sus vecinos, el ejército colombiano, tendía a equiparar protesta social legítima y subversión. En una conferencia dictada a finales de los años sesenta, el comandante del ejército general Álvaro Valencia Tovar, quien al frente de la V Brigada había perseguido y eliminado a Camilo Torres, explicaba con su franqueza característica que "la guerra encubierta nunca se revela; es un lento proceso de infiltración que penetra la sociedad y el Estado (y se extiende) a la juventud, la universidad, el periodismo, las Fuerzas Armadas mismas, el clero, las estructuras del poder político, los sindicatos" [61]. Pero ni Valencia Tovar, ni muchos otros oficiales creían que la subversión podía ser enfrentada sólo con las armas. El mismo había promovido programas preventivos para socavar el apoyo de que disfrutaba la guerrilla. Y había intervenido activamente en suscitar la desconfianza del alto mando hacia la elite política tradicional. Fundó la Universidad Militar y fomentó el estudio de profesionales liberales como el derecho y la economía. Fue retirado del servicio militar en 1975, en medio de rumores de una conspiración golpista, después de respaldar a un subalterno destituido sin su conocimiento.

Las operaciones de contrainsurgencia, que implicaban programas cívicos y militares financiados por los Estados Unidos, habían enfrentado al ejército con las condiciones sociales de las áreas de actividad guerrillera. El Plan Andes de 1968, por ejemplo, fue una tentativa global de erradicar la subversión, que contenía aspectos represivos y de desarrollo a la vez. El ejército trabajaba hombro a hombro con el INCORA en las regiones de conflicto potencial. La elite no siempre aprobaba tales proyectos porque ellos conferían prestigio e influencia al ejército, y aumentaban su autonomía. En 1969, el general Guillermo Pinzón Caicedo, uno de los oficiales responsables del Plan Andes, fue obligado a retirarse por haber sugerido que el ejército debía tener más injerencia en el manejo de su propio presupuesto.

En los setenta, los militares tenían ya considerable autonomía administrativa respecto del Estado y eran menos dependientes de los partidos tradicionales para su orientación política. Pero había muy poca unidad. Existían agudas rivalidades entre lass diferentes armas -- el ejército era mucho más fuerte que la fuerza área o la armada -- y las diferencias ideológicas crecían.

Se observaban algunas opiniones progresistas y nacionalistas dentro de las Fuerzas Armadas, y un grupo muy bien organizado, conocido como Estrella Dorada, publicaba numerosos artículos en favor de amplias reformas sociales y económicas y en contra de las violaciones de los derechos humanos que se cometían en el curso de las operaciones militares. Particularmente dura era la critica contra el Batallón de Inteligencia y Contrainteligencia, al cual se acusaba de organizar un grupo terrorista de extrema derecha. Pero estos pensadores progresistas fueron lentamente purgados. El general José Joaquín Matallana, una controvertida figura con opiniones nacionalistas que había criticado la excesiva influencia norteamericana en el país, fue dado de baja en 1976.

El general Luis Carlos Camacho Leyva era la cabeza visible de los oficiales conservadores que se encontraban ahora en primera línea. Como comandante de las Fuerzas Armadas bajo López Michelsen, organizó la represión del paro cívico nacional de 1977 y encabezó el grupo de 33 generales y almirantes que, en un gesto sin precedentes, demandaron al presidente la adopción de medidas de emergencia para hacer frente al problema de seguridad interna. Las medidas estaban listas, pero López decidió dejarlas a consideración de su sucesor.

Page 88: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Turbay Ayala había sido un amigo cercano de las Fuerzas Armadas desde los años cincuenta cuando, como ministro de la Junta Militar, actuó como intermediario entre los militares y los partidos. Había recurrido con frecuencia al Congreso para aumentar los salarios militares. Cuando Camacho Leyva se convirtió en su ministro de Defensa, se expidió el Estatuto de Seguridad.

Los Estados Unidos aumentaron su ayuda militar a Colombia y en la medida en que se deterioró la situación centroamericana el gobierno de Turbay se hizo notorio por su política exterior pronorteamericana. Los militares también se acercaron a sus colegas latinoamericanos. La XIII Conferencia de Comandantes de Ejércitos de América se realizó en Colombia en 1979 y los ejércitos acordaron coordinar la lucha contra la subversión comunista.

Los militares tuvieron una influencia política sin precedentes durante el gobierno de Turbay, pues fue entonces que el M-19, su más serio adversario en la izquierda hasta ahora, ocupó el centro del escenario. La tortura fue un arma esencial en el esfuerzo de quebrar a esta organización guerrillera y al movimiento popular en el menor tiempo posible.

Los militares de línea dura estaban convencidos que la subversión era su especialidad y que las autoridades civiles no debían interferir. No en vano estaban comprometidos en la guerra de contrainsurgencia desde 1950, más que cualquier otro ejército latinoamericano. No aspiraban a gobernar y, a diferencia de sus colegas brasileños, chilenos, uruguayos y argentinos, la doctrina de la seguridad nacional no era una ideología del gobierno, sino un apoyo ideológico en su guerra contra el comunismo.

El general Fernando Landazábal Reyes, uno de los principales ideólogos militares del país, era un veterano de la guerra de Corea que dedicó muchos años a la guerra de contrainsurgencia. Llegó a la comandancia del ejército en 1980 y al Ministerio de Defensa bajo Betancur en 1982, pero fue obligado a renunciar a finales de 1984. A través de su gestión, publicó sus ideas en una serie de libros y adquirió la reputación de una figura influyente y controvertida. Sostenía que la Iglesia católica, la clase media y las Fuerzas Armadas eran los pilares del capitalismo y los baluartes de los valores tradicionales de la nación. Pero cuando la Iglesia fue dividida por el Concilio Vaticano II, la clase media debilitada por las penurias económicas y los militares privados del apoyo político de la clase dirigente, el ejército quedó como la única institución capaz de enfrentar con decisión al marxismo y la subversión. Esta era su guerra y la de su generación, y no estaban preparados para perderla.

Tales actitudes se endurecieron en la crisis de comienzos de los años ochenta. Altos oficiales culparon al Comité central del partido comunista por su papel en la subversión y denunciaron a los medios de comunicación por permitir la infiltración comunista. A principios de 1982, el general Landazábal incluso acusó al sistema educativo de promover la subversión.

El ejercito justificaba todos los métodos para restaurar el orden. El número de asesinatos políticos cometidos por él, por la policía, por los organismos de seguridad y por los grupos paramilitares vinculados a ellos pasó de 105 en 1980 a 653 en 1983 y las desapariciones sumaron 200 en el mismo lapso. El Procurador General encontró que la fuerza pública era responsable del 70% de las desapariciones [62].

El ejército estaba mal dispuesto a aceptar el cambio de Turbay por Betancur, es decir, de una solución militar por una solución política al problema del orden social. Cuando el Procurador General reveló los nombres de los 59 oficiales activos vinculados al MAS, el general Landazábal pidió a todos los miembros de las Fuerzas Armadas que donaran un día de salario para contribuir a la defensa legal de los incriminados. Y aunque el propio Landazábal fue destituido a finales de 1983, el ejército fue apoyado por una poderosa corriente de opinión entre los gremios, particularmente la Federación Nacional de Ganaderos, los políticos y la prensa.

Page 89: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

El pensamiento estratégico de las Fuerzas Armadas había cambiado en favor de la guerra de baja intensidad (GBI), que trataba de adaptar la tradicional teoría de la contrainsurgencia a la situación de los años setenta y ochenta, en la cual los movimientos revolucionarios no eran ya las bandas guerrilleras aislada de los años .sesenta, sino organizaciones político-militares con base social o con apoyo popular. Era mucho más difícil derrotar a estos movimientos mediante recursos convencionales, y las campañas de exterminio fulminantes y notorias, no tenían respaldo alguno del público.

Los Estados Unidos desarrollaron la GBI como una manera de vigilar al Tercer Mundo sin recurrir a la intervención militar directa, que era muy impopular en el ámbito doméstico. La GBI es una estrategia de guerra prolongada y total a través de medios convencionales y no convencionales. Incluye el conflicto político, económico y psicológico, programas para conquistar los corazones y las mentes de las poblaciones locales, y varias técnicas de terror.

Los generales y los coroneles empezaron a difundir y aplicar estas técnicas en los años ochenta. En una de sus más exitosas operaciones en el Magdalena Medio, las Fuerzas Armadas colaboraron estrechamente con el MAS y se las ingeniaron para continuar la guerra en esa y otras regiones, a pesar de la iniciativa de paz de Betancur y valiéndose sin duda de las acusaciones, las refutaciones y la confusión general que rodeaba la política gubernamental.

Al final, fue el ejército y no el presidente quien se impuso al retomar el Palacio de Justicia en un dramático despliegue de poder e impunidad. Al no respaldar las soluciones políticas, la elite tradicional despejó el camino para que los militares aplicaran sus propias soluciones. En su descripción de los hechos del Palacio de Justicia, el Procurador General Jiménez Gómez reconoce la autonomía política de las Fuerzas Armadas:

No rigen en Colombia una sino dos Constituciones: la que venden en librerías y farmacias, edición en rústica para uso de la generalidad de los ciudadanos, y oirá, venida sutilmente a pasos inaudibles y sigilosamente entronizada en el corazón de la sociedad y del Estado, no se sabe cuándo, ni cómo, ni por quién, de uso privativo de las Fuerzas Armadas [63].

La democracia sin el pueblo

Este énfasis en el institucionalismo, en las fórmulas constitucionales y legales de la Colombia de papel, tiene una larga historia. Cuando los partidos tradicionales no estaban trabados en sangrienta batalla, este fue el terreno en el cual ventilaron sus rivalidades y se aseguraron de que ningún partido monopolizara el aparato del Estado. Estas son las trampas de la modernidad en el sistema político colombiano; elecciones periódicas, dos partidos principales, un partido comunista legal y toda clase de grupos de presión. Pero esta es la Colombia formal. Llamar "democracia" a la Colombia real es pervertir el significado de la palabra o reducirlo a un conjunto de instituciones.

Pero Colombia no es tampoco una dictadura. Los militares nunca han asumido el control del Estado e intentado "acabar con la política", como en el resto de América Latina. Existen tradiciones civiles y electorales, y hasta hace poco los partidos tradicionales inspiraban lealtad y legitimidad. Los espacios políticos, si no el acceso al poder, aunque se cerraban rápidamente hacia mediados de los años ochenta, existieron para los movimientos de oposición. Colombia ha sido indistintamente descrita como una "democracia formal autoritaria", una "democracia restringida" y una "dictadura constitucional".

En lo esencial, el colombiano es un sistema político sui generis, resultante de la negociación histórica al interior de una elite dividida en lo político mas no en lo económico. El Estado opera en dos núcleos: en uno, existe democracia para la elite, el sector privado a través de sus gremios tiene acceso directo a la rama ejecutiva y el Estado responde a las agencias financieras internacionales y a los intereses del capital, y constituye un aparato tecnocrático y centralizado que está por encima de las demandas de las

Page 90: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

regiones y de los departamentos; en el otro nivel, en el nivel político de la legislatura, el sistema actúa para satisfacer las necesidades locales y regionales a través del arreglo y de la mediación.

Colombia aparece entonces ante el mundo exterior con un rostro moderno y racional, y con una historia relativamente exitosa de manejo económico. La existencia de una amplia clase media refuerza la imagen de modernidad y desarrollo económico. Bajo la superficie, sin embargo, al nivel de la sociedad civil, las vidas de los más están circunscritas por la corrupción, la ineficiencia y el abandono.

Colombia es una democracia sin el pueblo. Económica y políticamente marginado, el Estado ha reservado para el pueblo el estado de sitio y toda la legislación represiva de excepción, que pueden garantizar el orden cuando los otros mecanismos fallan. Incluso la fracción de la clase media que ha sido económicamente incorporada, permanece en las márgenes del sistema político. Hacia 1986, la represión oficial y extraoficial campeaban y la elite dominante se preparaba para la contraofensiva contra los numerosos desafíos que enfrentaba el orden político.

Tercera parte: Contraofensiva He dicho que en Colombia la gente es torturada, asesinada y desaparecida. Esto es obra de personas con autoridad, de agentes de seguridad del Estado, de soldados policías. Lo digo como empleado del Estado y no como conspirador, como alguien que cumple con un deber sagrado. La democracia en Colombia esta clamando por su revisión,

Capítulo 8. Contraofensiva En 1986, la crisis política colombiana se había tornado aguda. La clase dirigente estaba dividida en cuanto a la manera de enfrentarla. Diferentes facciones sostenían distintos puntos de vista, desde la declaración de guerra contra toda la oposición hasta el reconocimiento de la necesidad de hacer algunas concesiones y abrir el sistema político. El poder se fragmentaba en forma creciente. En algunas regiones, reinaba la justicia privada de extrema derecha; el ejército operaba en todas partes sin control; la mafia de la cocaína tenía sus propios feudos; y las guerrillas controlaban grandes áreas en algunos territorios y estaban a la ofensiva en otros.

Cuando Virgilio Barco fue elegido presidente con una amplia mayoría liberal en 1986, tenía los ejemplos de sus dos predecesores como puntos de referencia. La represión turbayista no había servido más que para fortalecer a las guerrillas. El proceso de paz belisarista había servido tan sólo para indisponer a las Fuerzas Armadas y a los empresarios mientras las guerrillas se fortalecían. Ninguno de los dos había respondido a las aspiraciones populares de justicia social, reformas y participación política.

El presidente Barco no tenía ni el carisma de Betancur ni la destreza de Turbay e inicialmente fue vilipendiado por su ineptitud para asumir el liderazgo en una época de crisis. Pero cautelosamente empezó a recorrer un curso medio en comparación con sus dos antecesores al introducir cierta flexibilidad en el sistema político y ampliar su respaldo en la clase media urbana, mientras aumentaba el poder del Estado para hacer frente a la inconformidad popular y a la insurgencia.

Las reformas agraria, urbana y política tenían prioridad en la agenda gubernamental. La primera elección popular de alcaldes, introducida por Betancur, tuvo lugar durante la administración Barco. El presidente quería recuperar la legitimidad del gobierno y restaurar la fe en las instituciones. Se proponía tratar las causas objetivas de la subversión, como la ausencia del Estado en las zonas de colonización, la pobreza absoluta y la falta de tierra. No intentaba dialogar con las guerrillas, sino con las comunidades que las apoyaban; el ejército se enfrentaría a las guerrillas y a sus auxiliares. Tan sólo en el penúltimo año de su gobierno, Barco llegó a pensar en conversaciones de paz.

Page 91: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Muchas de las reformas de Barco fueron frustradas por limitaciones económicas y administrativas, y por la falta de toda voluntad política fuera de los tecnócratas modernizantes que las habían diseñado. Ellos encubrieron, empero, el autoritarismo del gobierno. Bajo el régimen del estado de sitio se dictaron numerosos decretos legislativos, como el Estatuto para la Defensa de la Democracia o Estatuto Antiterrorista, en muchos aspectos más drástico que el Estatuto de Seguridad de Turbay, amén de otras medidas de orden público.

Barco aspiraba a desestimular la justicia privada mediante el fortalecimiento de la justicia estatal, pero-al hacerlo dio sanción oficial a los abusos de poder. Al conferir mayores poderes al ejército, aumentar su presupuesto y no llevar a la justicia a los militares violadores de los derechos humanos, se estimuló la impunidad. Una comisión internacional que visitó a Colombia en 1988 concluyó que, si bien muchos colombianos veían al ejército como un Estado dentro del Estado, las Fuerzas Armadas disfrutaban de hecho de una libertad de acción implícitamente concedida por el ejecutivo y éste cedió el ejercicio de todo control real, pues sabía que sería rechazado y que dicho rechazo podía comprometer el orden constitucional.

Aunque menos visible que las atrocidades de los paramilitares, la represión oficial cumplida por el ejército y los organismos de seguridad era igualmente mortífera. La guerra de baja intensidad buscaba mantener las operaciones militares en la penumbra. Los bombardeos, las torturas y los asesinatos de civiles quedaban en el anonimato, salvo para las organizaciones de derechos humanos, y hasta tanto la policía y el ejército estuviesen bajo la jurisdicción exclusiva de los tribunales castrenses no habría investigaciones ni procesos en su contra ante los jueces civiles, ni siquiera en tratándose de asesinatos políticos. El nuevo código penal militar, sancionado por Barco en diciembre de 1988, disponía un término suspendible de uno a tres años de prisión para el responsable de practicar la tortura.

La participación del ejército en la violencia paramilitar se fue haciendo más evidente a lo largo del cuatrenio de Barco. Arrestos espectaculares, que habían desprestigiado al gobierno de Turbay, fueron reemplazados ahora por ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas por las cuales nunca pudo culparse al ejército. Hasta el año final de la administración no se tomaron medidas para detener esta violencia. Y para entonces existían al menos 140 grupos paramilitares o escuadrones de la muerte, de los cuales 8 tenían operaciones en todo el país, y un ejército privado de extrema derecha responsable de miles de crímenes.

Hubo un claro desplazamiento en el modelo de represión a lo largo de los gobiernos de Turbay, Betancur y Barco. En 1988, el año más violento de la década, apareció un nuevo fenómeno: las masacres, definidas como asesinatos de cuatro o más personas a la vez, y la gran mayoría fueron atribuidas a grupos paramilitares de extrema derecha [64]. El Procurador General Serpa Uribe dirigió una carta a los ministros en la cual decía:

Sin duda alguna, estas masacres son parte de un plan para intimidar y exterminar, concebido y ejecutado por una red dirigida por los mas perversos seres humanos. Pienso igual-mente que la libertad con la cual operan sugiere que cuentan con la protección o aceptación de influyentes sectores de la población, incluso de las autoridades [65].

En 1989, la combinación de la violencia oficial y privada había hecho mella en el movimiento popular. Ya desde mediados de 1988 la represión impedía la organización de marchas campesinas. Los bombardeos y las incursiones del ejército obligaban a los campesinos a huir de las zonas guerrilleras, independientemente de que fuesen o no colaboradores de los insurgentes. El paro general convocado por la CUT en octubre de tal año fue respondido con la presente de tanques en las calles. Los grupos paramilitares y el ejército eliminaron a algunos de los más experimentados activistas del movimiento popular o los obligaron a refugiarse en la clandestinidad o en el exilio.

Page 92: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Había, empero, muchas diferencias entre Barco y los promotores de la guerra sucia. Barco era básicamente un tecnócrata cuyas reformas pretendían que el sistema político diera cabida a la oposición y modernizara sus estructuras e instituciones. Pero la economía no podía satisfacer las demandas del pueblo sin una transformación estructural masiva, así que las reivindicaciones y organizaciones populares fueron reprimidas. Los sindicalistas negociaban bajo la amenaza del arresto, los campesinos estaban a merced de los sicarios de los terratenientes y las elecciones se caracterizaban por el fraude y la compra de votos.

Escoger entre la vía democrática y la vía autoritaria hacia la estabilidad política planteaba un gran dilema. Si bien los modernizadores se distanciaban de la guerra sucia, su principal prioridad era la restauración del orden y el manejo eficiente de la economía en lugar del castigo de los crímenes de la derecha organizada, lo cual explica por qué miles de activistas de izquierda cayeron asesinados durante el cuatrenio de Barco y nadie fue llevado ante la justicia por tales asesinatos.

En 1989 se hizo evidente otro grave error de Juicio de la administración Barco. La presunción de que la mayor amenaza para el orden político provenía de la izquierda y del movimiento popular permitió que un peligro mucho más real e inmediato consolidara su poder: la mafia de la cocaína. La alianza de esta mafia con algunos sectores del ejército y de la elite le habían permitido aumentar su poder y su influencia.

En su nueva condición de propietarios de grandes territorios en algunas de las regiones más conflictivas del país, los narcotraficantes encabezaron los esfuerzos por limpiar estas y otras zonas de organizaciones populares, sindicatos, políticos y militantes de la oposición, al igual que guerrilleros. La mafia estaba ahora aliada a la extrema derecha que, a mediados de 1989, tenía su propia expresión política en el partido MORENA. El propósito de Barco de fortalecer el Estado aparecía crecientemente amenazado en la medida en que la mafia mostraba su capacidad para eliminar a altos funcionarios públicos para defender sus intereses. Las guerras de la cocaína, que empezaron en agosto de 1989, demostraron más claramente que nunca la vulnerabilidad del débil Estado colombiano.

Los límites del reformismo

En 1987, el presidente Barco presentó al Congreso veinte proyectos de reforma que su gobierno consideraba vitales. Al concluir el año, sin embargo, sólo uno, la reforma agraria, había sido aprobado en medio de acusaciones de irregularidades como la ausencia de quórum: en su última etapa, en el Senado, sólo 22 de los 114 senadores estaban presentes para el debate. La mayoría liberal en el Congreso no constituía garantía alguna para Barco; los jefes regionales actuaban según su propia lógica.

Las reformas puestas en práctica correspondían a compromisos y eran ampliamente criticadas como inadecuadas. Incluso el avance de estas iniciativas ilustraba el hondo conservatismo del orden imperante y el miedo al cambio por parte de una elite acostumbrada al poder y a los privilegios exclusivos.

No obstante, era significativo que el ejecutivo propusiera nueva legislación y que las reformas, pese a sus limitaciones, se debatieran en medio de un ambiente tan violento. El Estado colombiano permanecía falto de recursos y asediado por la carencia de voluntad política de su clase dirigente, la cual creía que la represión permitía ganar tiempo, si no más, que la reforma.

En agosto de 1987, Barco publicó un plan socioeconómico para atacar las raíces de la violencia en las regiones más abandonadas y pobres del país. Se reactivó el Plan Nacional de Rehabilitación (PNR) de Betancur y se incluyeron en él 297 municipios con una población de 5 millones de personas. Se trataba de un programa de corto plazo con proyectos específicos de infraestructura en las áreas afectadas por la violencia. Otro programa más general pretendía mejorar los ingresos y las condiciones sociales de quienes vivían en la pobreza absoluta. Según el DANE, el 43% de la población, cerca de 13 millones

Page 93: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

de personas, no puede satisfacer sus necesidades primarias, y más de la mitad de esta población vive en la miseria o pobreza absoluta.

Estos programas, que costarían el 4% anual del producto nacional bruto, resultaban muy ambiciosos y era evidente que el Estado no tenía los recursos ni la capacidad administrativa para ejecutarlos. Los ingresos del gobierno no permitían atender los altos niveles de gasto social requerido. En 1987, el gasto público fue apenas del 16.9% del producto, mientras en Europa llega al 45%. La mitad se financiaba mediante impuestos indirectos y sólo un cuarto mediante impuestos directos, que recaían sobre la clase media. Barco intentó controlar la evasión fiscal, pero los cuentacorrientistas simplemente retiraban su dinero de los bancos para eludir las investigaciones. Trató de aumentar el impuesto al valor agregado (IVA), que ya era muy alto con el 10%, pero el Congreso no lo aprobó. La bonanza prevista con las exportaciones de energía nunca se concretó debido a los bajos precios internacionales y a los atentados guerrilleros contra los oleoductos. En 1987, el solo servicio de la deuda representaba el 30% del gasto público, es decir, el 4.5% del producto.

El PNR tuvo un lento despegue. Algunos proyectos se ejecutaron en algunas regiones, pero las primeras evaluaciones periodísticas no fueron favorables. El esquema de compra de tierras en zonas de rehabilitación favorecía tanto a los terratenientes que el INCORA recibió muchas más ofertas de venta que las que podía aceptar.

El plan contra la Pobreza Absoluta, que tenía implicaciones aún más ambiciosas, nunca despegó:

Después de dos años y medio, el contenido real del programa no ha sido divulgado, ni se han explicado su estrategia global y sus objetivos concretos (...) el esfuerzo contra la pobreza ha sido reducido a una serie de esfuerzos aislados, fragmentados y claramente insuficientes (...) La responsabilidad de su formulación técnica fue confiada a un grupo minúsculo y oscuro de economistas y tecnócratas modernos, quienes desde el comienzo trabajaron en el palacio presidencial, sin contactos formales con los ministros, con los políticos o con el mundo académico [66].

El intervencionismo social del plan estaba en contra de las políticas macroeconómicas del Departamento de Planeación Nacional, según las cuales el papel del mercado era central y la redistribución del ingreso podía afectar el crecimiento económico.

Las políticas económicas de la administración Barco eran extremadamente ortodoxas y daban prelación al servicio de la deuda externa sobre los programas sociales. Mientras el gobierno hablaba de combatir la pobreza absoluta, los precios de los alimentos aumentaban constantemente: primero la carne, después las hortalizas y el arroz, y en 1989 la leche, que era una fuente básica de nutrición para los pobres. Una en-cuesta del DANE en 1984 reveló que el 25% más pobre de los hogares consumía entre 40 y 100 litros de leche al año, en comparación con el consumo mínimo recomendado de 168 litros al año.

Como había ocurrido con tanta frecuencia en el pasado, la economía se mantuvo saludable durante la mayor parte de la administración Barco a pesar de la agitación social y política. Al decir del presidente de la ANDI, "el país va mal, pero la economía va bien".

De acuerdo con el DANE, en 1988 la población rural muestra los más altos niveles de pobreza: la desnutrición infantil llega al 24.2%; la mortalidad infantil es del 80%; el 56.6% de los hogares no satisfacen las necesidades nutricionales normales; el 84% de los hogares carece de agua corriente; el 60.5% de los hogares no tiene agua potable y sólo el 21.4% cuenta con alcantarillado; y el 31% de las mujeres entre los 15 y los 49 años de edad nunca ha ido a la escuela.

Más de la mitad de los 13 millones de colombianos que vive en la pobreza se encuentra en los campos y de ellos el 40% vive en la miseria, sin ingreso regular, alimentación, vivienda, agua potable, salud y

Page 94: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

educación. En su presentación de la reforma agraria, el gobierno reconocía que la falta de tierra contribuía a la pobreza y que el 7% de los propietarios rurales controlaba el 83% del suelo, mientras el 92.3% controlaba el 17%.

La reforma agraria consistía en la adquisición de 470.000 hectáreas para distribuirlas entre 25.000 familias, una cantidad relativamente pequeña en comparación con la población necesitada. La reforma era novedosa por cuanto las tierras ya no se clasificaban de acuerdo con su grado de explotación, lo cual implicaba que en teoría todas las tierras del país podían ser expropiadas. Pero si esto constituía un cambio positivo para los campesinos, se dieron ciertas garantías a los propietarios: la tierra sería estimada con base en su valor comercial y no del avalúo catastral, que solía ser más bajo, y sería comprada a un elevado precio y pagaba en bonos con un interés equivalente al 80% del índice de precios al consumidor, en un plazo de cinco años, y puesto que la tierra inculta se pagaría igual que la tierra cultivada, la reforma fue enormemente costosa.

La dirección del INCORA cambió y los campesinos quedaron con dos representantes en la junta de lo organismo, frente a siete del gobierno, la SAC y FEDEGAN. A mediados de 1988, el gerente del INCORA renunció cuando el nuevo Ministro de Desarrollo se opuso abiertamente a la reforma agraria. A fines del año, los terratenientes habían ofrecido al Instituto 60.000 hectáreas en todo el país, pero los problemas financieros no habían sido resueltos.

Según el Ministerio de Desarrollo, en 1989, 15’700.000 colombianos vivían en las cien principales ciudades y de ellos 6'200.000 se encontraban en la pobreza absoluta; el déficit de vivienda ascendía a 1'200.000 casas. El rápido proceso de urbanización ha creado colosales problemas en poblaciones y ciudades. El desplazamiento a los centros urbanos no se planifica y la gente se ve obligada a resolver sin ayuda sus problemas de alojamiento y vivienda. Los especuladores adquieren rápidamente el control de las mejores tierras urbanas. Ernesto Samper Pizarro. que como senador, presentó el proyecto de la ley de reforma urbana, decía entonces que el 1% de los propietarios controlaba el 70% del suelo urbano y el 42% de las viviendas en los centros urbanos era informal o subnormal; esta cifra llegaba en 1990 al 64% en el caso de Bogotá [67]. Ante la ausencia de una política de vivienda popular, el sector informal se apoderó de la construcción de "soluciones de vivienda" en las ciudades.

La vivienda informal incluye invasiones de tierras, zonas de tugurios, como el distrito de Aguablanca en Cali, casuchas en cualquier lote disponible y barrios piratas ilegalmente organizados por pandilleros o por políticos en campaña electoral. Estos barrios cubren el 10% de Bogotá, el 15% de Medellín, el 30% de Cali y el 50% de Barranquilla. Adicionalmente 7'200.000 colombianos viven en inquilinatos y se calcula que un millón más vive en peligro permanente por estar asentado en tierras de alto riesgo.

Belisario Betancur construyó en promedio 100.000 viviendas al año durante su cuatrenio, lo cual escasamente satisfizo la nueva demanda. Desde 1986, la construcción de vivienda se ha reducido a 77.000 al año. Pero incluso las clases obrera y media baja han sido incapaces de pagar sus viviendas, y los sectores populares han sido excluidos por completo. Los pobres requieren vivienda subsidiada y por su elevado número ello supondría un giro de 180 grados en las prioridades del gasto público.

La de la vivienda es tan sólo una de las crisis que afrontan ciudades y pueblos. El transporte, los servicios públicos y las facilidades también han generado protestas de la ciudadanía. El proyecto de reforma urbana de Ernesto Samper, que se convirtió en ley en 1989, fue una respuesta directa a la crisis de las ciudades. La reforma se enfocaba a los problemas de vivienda de los municipios con más de 200.000 habitantes y al mercado de suelo urbano, y no concedía importancia a los demás aspectos de la vida citadina. Allanaba el camino para la legalización de muchos asentamientos espontáneos y buscaba hacer disponible la tierra para construcción de vivienda. Cada municipio podía declarar ciertas áreas como de "interés social" y expropiarlas en determinadas circunstancias para crear bancos de tierras.

Page 95: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

La financiación resultaba, sin embargo, problemática. Gravar a las clases media y alta exigía avalúos complejos y controvertibles de sus propiedades, que debían apoyarse en la voluntad y en la capacidad del gobierno municipal. Los pobres fueron duramente golpeados por el impuesto al valor agregado del cemento, que constituía una gran parte del costo de construcción de sus viviendas. Los inadecuados arreglos financieros de los programas de vivienda popular fueron ampliamente discutidos, pues la inmensa mayoría de los pobres de las ciudades sólo podía pagar cuotas mínimas. Había fuerte oposición del gobierno y de la empresa privada a la idea de crear condiciones especiales de crédito para vivienda de bajos ingresos.

La reforma urbana, como todas las iniciativas que forman parte de la Colombia de papel, sólo puede ser juzgada por sus resultados, y ello no parece posible todavía, pese a que han transcurrido largos meses desde la expedición de la ley y el tema se discute intensamente entre políticos y empresarios.

La tercera de las reformas fue la elección popular de los alcaldes municipales. Era importante para el sector reformista de la elite, pues representaba una tentativa de descentralización de la cual se esperaba que hiciera más efectivo el Estado colombiano, le diera mayor legitimidad y obligara a los partidos tradicionales a ser más permeables a las necesidades populares. Estas ideas no eran ampliamente compartidas dentro de la clase dominante: el proyecto tardó seis años en cumplir el trámite legislativo y fue aprobado sólo gracias a la habilidad de sus autores para tratar a los caciques regionales y convencerlos de que podían beneficiarse con la reforma.

Los municipios recibirían recursos sustanciales, provenientes del IVA, y mayor acceso al crédito; también tendrían que prestar más servicios. Los movimientos cívicos, que se habían politizado a través de su movilización contra el Estado, canalizarían sus quejas hacia el gobierno local y se identificarían con el sistema político municipal.

Era dudoso, sin embargo, que las pequeñas poblaciones pudiesen atender sus nuevas responsabilidades. Un estudio mostraba que el 85.5% de los municipios, correspondientes al 43.1% de la población, carecía de los recursos y de la capacidad técnica y administrativa para cumplir sus funciones, y seguirían dependiendo del gobierno central [68].

La elección de alcaldes fue vista como un histórico paso para fortalecer la democracia y la participación local en Colombia. El alcalde establecería una junta administradora local por cada diez mil habitantes, que podía ejercer funciones delegadas por el Concejo Municipal. Tendría siete miembros, un tercio de los cuales sería elegido por voto popular. Jaime Castro, uno de los arquitectos de la reforma, creía que la elección debilitaría a los caciques y generaría fe en la administración local:

El nuevo alcalde, que no le deberá su posición a ningún cacique y a veces a ningún grupo político, sino a la voluntad del pueblo, no estará bajo la amenaza de destitución porque trabajará sin prejuicios. Será un funcionario autónomo e independiente que defenderá el bien común y no las necesidades de un grupo [69].

Los gamonales pensaban, sin embargo, que la reforma les permitiría legitimar el sistema de los feudos podridos. Las elecciones tuvieron lugar en medio de constantes acusaciones de compra de votos y estuvieron empañadas desde el comienzo por un clima de violencia sin precedentes. Las leyes 78 de 1986 y 49 de 1987 se referían específicamente al procedimiento que debía seguirse en caso de muerte del alcalde electo.

El numero de bajas se incrementaba a medida que la campaña avanzaba. Algunos políticos tradicionales fueron asesinados en pleitos locales, como resultado de la penetración de la mafia en las estructuras locales de poder o a manos de las FARC. Pero la mayoría de las víctimas era de la UP, incluyendo siete candidatos a otras tantas alcaldías en los dos meses anteriores a la elección. También hubo víctimas de los movimientos cívicos. Los asesinatos más notorios incluyeron al presidente de la UP, Jaime Pardo Leal, y al presidente del Comité de Derechos Humanos de Antioquia, Héctor Abad

Page 96: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Gómez, quien estaba nominado por el liberalismo para la alcaldía de Medellín. La violencia era particularmente aguda en las áreas en las cuales la UP tenía la mayor probabilidad de ganar, como Urabá, Guaviare, Caquetá, Magdalena Medio y Ariari.

El baño de sangre continuó después de las elecciones: el total de muertos en 1988 fue de 7 alcaldes, 28 candidatos a alcalde, 75 concejales y 19 candidatos a concejos. Un total de 327 políticos y militantes cayeron durante el año y la mitad pertenecía a la UP [70].

Pese a toda la publicidad, más de la mitad del electorado se abstuvo. El DANE calculó que hubo 16 millones de electores potenciales, 11 millones de inscritos y 7'375.406 votantes.

El partido liberal ganó la mayoría de las alcaldías, 446 de las 1.009 en juego, pero perdió las dos más importantes, Bogotá y Medellín, que fueron conquistadas por los conservadores. La UP obtuvo 16, pero participó en numerosas coaliciones victoriosas en otras regiones. Las victorias más interesantes fueron las de los movimientos cívicos que habían creado movimientos políticos regionales para desafiar las elecciones. La clasificación de resultados electorales dio 900.000 votos y 101 alcaldías "otros", una categoría que incluía grupos muy heterogéneos que se daban el nombre de "cívicos". El movimiento cívico mostró singular fuerza en las regiones marginadas de Antioquia, Nariño, Boyacá, Chocó y Santander.

Pero la elección resultó decepcionante para los reformistas. Las maquinarias electorales de los dos partidos aún dominaban; los candidatos habían sido postulados por los dirigentes partidistas sin consulta popular alguna y la población no había reaccionado con entusiasmo. Un año después de la elección, se había avanzado muy poco en la organización de las juntas administradoras locales y persistía la escasez de recursos para financiar los servicios y la infraestructura en los municipios.

La situación en Cúcuta era típica: el pueblo quería soluciones a sus problemas cotidianos y sólo él podía crear un orden político legítimo. Poco antes de la elección, el Banco Mundial había cancelado la financiación de un acueducto vital. Se quejó de las demoras y de la incapacidad del municipio para aportar el presupuesto acordado, en gran medida a causa de la politiquería y la deshonestidad:

Esta ciudad, cuyos 200 años de existencia no le han servido para alcanzar el desarrollo, seguía esperando que con la elección popular de alcaldes podría lograr la ejecución de los programas de infraestructura que tanto necesitaba, especialmente el nuevo acueducto, considerado una obra prioritaria. La insuficiencia del actual sistema se debe a que fue construido para una población de 50.000 habitantes y Cúcuta tiene más de 350.000 [71].

Los liberales y los conservadores habían llegado a aceptar la necesidad de algunas reformas institucionales y políticas. La fórmula gobierno-oposición fue la primera innovación de la administración Barco. Como lo disponía el ordinal primero del artículo 120 constitucional, Barco nombró varios conservadores en su gabinete, pero estos rehusaron, pues el presidente no consultó previamente a los dirigentes del partido. El conservatismo estaba incómodo en el papel de la oposición y, a falta de un programa alternativo con el cual desafiar al gobierno, simplemente se dedicó a la obstrucción.

Las tentativas de introducir cambios políticos crearon enorme fricción, pues la renovación del sistema no estaba en la agenda. Subrayar un tanto las diferencias para preservar el régimen bipartidista era lo más avanzado que podían plantear los políticos.

Barco abrió el debate sobre la reforma constitucional en enero de 1988. Repentinamente, anunció su propósito de realizar un plebiscito el mismo día de las elecciones municipales. Eludió la acostumbrada consulta con los ex presidentes, la Iglesia, los gremios y los dirigentes de los partidos, y los conservadores muy pronto rechazaron la fecha. Fabio Echeverry Correa, presidente de la ANDI, se

Page 97: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

opuso al plebiscito por razones de principio alegando que "cualquier día se le ocurriría al presidente convocar a un plebiscito para nacionalizar la industria de gaseosas" [72].

Se iniciaron entonces tortuosas negociaciones. Los líderes de los partidos se reunieron y, en lo que parecía ser un nuevo pacto bipartidista, el presidente Barco y el ex presidente Pastrana firmaron un acuerdo de reajuste institucional, que incluía un referéndum al término del proceso reformista. El acuerdo fue suspendido y luego anulado por el Consejo de Estado por inconstitucionalidad. Un nuevo acuerdo se suscribió entre Barco, Pastrana y el ex presidente Turbay, quien se veía ahora como la figura que podía unir a los liberales.

Una de las más significativas características del proyecto de reforma constitucional era la eliminación del Artículo 120, la última reliquia del régimen de coalición. En su lugar, el Congreso empezó a debatir un estatuto de la oposición que disponía que la Procuraduría recaería en el segundo partido, mientras el nuevo Fiscal General de la Nación seria del partido del presidente y los altos magistrados pertenecerían por igual a los dos partidos. La reforma se destacaba también por la manera en que fortalecía al ejecutivo con relación a la justicia y al legislativo, tan necesitados de reformas.

Los partidos mismos estaban aún muy lejos de reformarse. Los conservadores estaban divididos entre los seguidores de Misael Patraña Borrero y los de Álvaro Gómez Hurtado. Los liberales estaban aún más fragmentados, particularmente al acercarse la postulación del candidato presidencial para 1990. Los jefes regionales temían al ascenso de Luis Carlos Galán, el popular político reformista, que había regresado al seno del partido a cambio de la promesa de una "consulta popular" para definir la candidatura.

Aun cuando no se trataba de ninguna manera de un reformador social radical, Galán era el político más seriamente comprometido con la erradicación de la corrupción y la deshonestidad dentro del sistema político tradicional. Pero incluso él se había visto forzado a negociar con el ex presidente Turbay, la personificación de los vicios del sistema, para alcanzar la nominación del partido. Sin duda, había reclutado mucho apoyo en la clase media, pero esto se frustraría al acercarse la campaña electoral que le habría dado casi con seguridad la presidencia. El carácter doloroso de la vía reformista no podía haberse manifestado de manera más dramática.

La represión oficial y extraoficial

Poco antes de su asesinato por la mafia, el Procurador General Carlos Mauro Hoyos había dicho que "los grandes problemas del país no pueden resolverse a través de medidas punitivas, sino a través de profundas reformas institucionales" [73]. Pero los gobiernos han usado el estado de sitio de manera ininterrumpida durante 40 años para enfrentar la inestabilidad social y las organizaciones guerrilleras. Al asumir la presidencia, Barco lo estableció una vez más, pero en marzo de 1987 fue menguado con la declaratoria de inexequibilidad por la Corte del juzgamiento de civiles ante cortes castrenses.

El gobierno dio pasos para establecer un estado de sitio verdaderamente eficiente y tomó una serie de medidas para permitir al Estado enfrentar sus desafíos políticos. El 27 de enero de 1988, a raíz del secuestro de Andrés Pastrana, candidato a la Alcaldía de Bogotá, y del asesinato de Carlos Mauro Hoyos, Procurador General de la Nación, el presidente expidió el Estatuto para la Defensa de la Democracia o Estatuto Antiterrorista, supuestamente para enfrentar a la mafia de la cocaína. Tenía el apoyo de la prensa, los partidos tradicionales y los catorce gremios más importantes. Contó con la oposición del movimiento popular, la oposición de izquierda y un puñado de periodistas independientes, quienes sabían que la ley estaba enderezada contra ellos y no contra la mafia.

Ninguno de los 78 artículos del Estado aludía a los narcotraficantes o a la extradición. Se ocupaba ante todo de los delitos políticos. El Estatuto define "terrorista" con tanta imprecisión que se puede arrestar a un individuo por simple sospecha o cuando ha participado en un acto de desobediencia civil que, a juicio de la policía, haya provocado terror en la población o puesto en peligro sus vidas y propiedades.

Page 98: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Las emisiones radiales y los artículos sobre asuntos de seguridad pueden ser considerados como instigaciones al terrorismo y castigados hasta con diez años de cárcel.

Cualquier sospechoso de participar en actividades terroristas puede ser arrestado sin orden judicial por un soldado o por un agente de policía retenido durante diez días antes de ser puesto a disposición de la justicia, período durante el cual es sometido con frecuencia a torturas o malos tratos. La policía, los militares y el DAS tienen la facultad de allanar residencias y arrestar personas sin orden judicial. Dos meses después, tras una oleada de allanamientos y capturas sin autorización, la Corte Suprema declaró inconstitucional este artículo del Estatuto, pero la práctica continuó en muchos lugares

El recurso de habeas corpus fue modificado de manera que ya no podía ser interpuesto ante cualquier juez penal, sino tan solo ante un juez superior, y hay apenas 178 jueces superiores en toda Colombia.

El problema de los juicios militares para civiles fue eludido mediante la creación de la jurisdicción especial de orden público, encargada de todas las conductas tipificadas en el Estatuto Antiterrorista. Sus Jueces son civiles, pero rodeados de poder militar. Muchos de quienes comparecen ante los jueces de orden público han sido arrestados e interrogados previamente por el ejército.

El gobierno intentó legitimar el estado de sitio con nuevas normas en el proyecto de reforma constitucional, que distinguían entre diferentes grados de perturbación del orden público, pero el Congreso eliminó los cambios. Después del debate en el Senado, se identificaron dos estados de excepción y no tres como quería el gobierno; guerra exterior y conmoción interior, que autorizaban la suspensión y el recorte de los derechos civiles y establecían una ley de alta policía para disturbios que no ameritasen el estado de sitio o un estatuto antiterrorista El Senado accedió también a permitir que las cortes marciales conocieran de los delitos que amenazaran la seguridad y la estabilidad del Estado.

Aunque la enmienda constitucional hablaba de garantizar los derechos humanos, también proveía los medios de suspenderlos. El derecho de huelga podía ser desconocido por el gobierno en nombre de la seguridad nacional. Tales contradicciones se observaron durante el cuatrenio de Barco. Mientras el gobierno creaba su sombrilla legal para la represión, organizaba una consejería presidencial de derechos humanos. Y si bien el Procurador General mostraba considerable interés en perseguir los abusos, la reticencia del gobierno para actuar no permitía progreso alguno. Pese a las decisiones del Procurador el gobierno no tenía la voluntad de destituir a los funcionarios comprometidos en las arbitrariedades. En Colombia, parecería que la justicia sumaria y extrajudicial, era principalmente para los pobres y desposeídos

Las organizaciones de derechos humanos informaban de reiterados abusos por parte de miembros de las Fuerzas Armadas. Amnistía Internacional denunció en 1988 lo que consideraba una política de terror organizado:

Existen pruebas convincentes de que las Fuerzas Armadas de Colombia han adoptado una política de terror con el propósito de intimidar y eliminar a sus oponentes sin recurrir a la ley. Esta política se ha puesto en evidencia en el contexto de la renovada actividad guerrillera y de la presión en favor de la reforma política y social (...) Sectores enteros de la sociedad corren el riesgo de ser tenidos como "subversivos" y en Colombia ello equivale a una sentencia de muerte.

Las operaciones militares implicaban bombardeos, allanamientos, destrucción. Una misión de las Naciones Unidas visitó a Colombia en 1988 para investigar el aumento de las desapariciones. Después de revisar todo el material disponible, el grupo de trabajo cree que en la mayoría de los casos estudiados existen pruebas indirectas de la participación de elementos de las Fuerzas Armadas o de los servicios de seguridad en desapariciones forzadas.

Page 99: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

En agosto de 1988, el Procurador General declaró que de 600 investigaciones abiertas por su oficina en casos de desaparición de personas, 50 revelaban la participación de miembros de las Fuerzas Armadas. En 5 de estos casos se impusieron sanciones disciplinarias que iban desde multas hasta suspensiones del cargo por 3 semanas. En febrero de 1989, se ordenó la suspensión por 2 semanas de un capitán del ejército, adscrito al Batallón Voltígeros en Urabá, por su participación en el arresto y la desaparición de Álvaro Falla el 15 de agosto de 1986. Pero en este y en casi todos los casos los sindicados han sido absueltos o se han retirado los cargos al pasar el proceso a la justicia penal militar. La desaparición forzada no está tipificada como delito en la ley penal colombiana, lo cual ha hecho muy difícil el proceso de las investigaciones. En noviembre de 1988, el Ministro de Justicia y el Procurador General presentaron un proyecto de ley al Congreso para elevar a la categoría de delito la desaparición forzada de personas, pero la inmediata oposición del Ministerio de Defensa hizo abortar la iniciativa.

La represión oficial del movimiento popular y de las huelgas se hizo más fuerte. Bajo la protección legal, el ejército y la policía estaban en condiciones de reprimir actividades que se considerasen peligrosas para el orden público. Los uniformados respondieron a la marcha campesina de mayo de 1988, por el derecho a la tierra y a la supervivencia, impidiendo que 80.000 campesinos del noreste del país llegaran a Bucaramanga-

Las autoridades enfrentaron el paro nacional, convocado por la CUT para el 27 de octubre de 1988, como un acto subversivo. Con base en el estado de sitio, la protesta fue declarada ilegal. Los decretos legislativos 2200 y 2201 suspendieron la personería jurídica de los sindicatos participantes en el movimiento y autorizaron arrestos de 30 a 150 días para los dirigentes del paro. Según Amnistía Internacional,

más de 800 personas, muchas de quienes parecían ser prisioneros de conciencia, fueron arrestadas y juzgadas por autoridades administrativas y de policía en procesos sumarios, sin que sus derechos de defensa estuvieran adecuadamente protegidos. Algunos sindicalistas fueron arrestados bajo órdenes directas del Comandante General de las Fuerzas Armadas, general Manuel Guerrero Paz, quien, dos días antes del paro general del 27 de octubre, envió al Director de la Policía una lista de diez dirigentes sindicales que "deben ser capturados al recibo de esta orden". El fundamento legal de la orden del Comándame General no está claro. La mayoría de los detenidos fueron liberados en las dos semanas siguientes, aunque otros permanecieron acusados cuando las medidas fueron suspendidas por el gobierno en diciembre de 1988.

El día del paro, muchas áreas fueron militarizadas y no sólo las que ya se hallaban en virtual estado de guerra, como Urabá que estaba bajo el mando de un general del ejército desde abril, sino también el centro de Bogotá. Cinco carros blindados y dos camiones llenos de soldados ocuparon el barrio Policarpa Salavarrieta, un sector obrero de la capital que está bajo la influencia política del partido comunista y se extiende a unas diez manzanas.

Al justificar todos los medios disponibles para combatir la subversión, tanto guerrillera cuanto reivindicativa, la doctrina de la guerra de baja intensidad ofrecía una conexión ideológica entre la represión oficial, ejecutada por las Fuerzas Armadas y legalmente sancionada por el Estado, y la represión extraoficial de los escuadrones de la muerte y los grupos paramilitares. Se trataba, desde este punto de vista, de una guerra no convencional que exigía respuestas no convencionales. Había precedentes en muchos países latinoamericanos, de Guatemala a El Salvador en América Central a la Argentina en el cono sur, donde el término "guerra sucia", para referirse a desapariciones en masa, asesinatos y torturas por escuadrones de la muerte, fue usado por vez primera.

Si bien no se conoce la relación concreta entre el ejército y los numerosos grupos paramilitares, que puede ser indirecta, existen indicios de estrecha colaboración. La mayoría de los escuadrones de la muerte opera en áreas de fuerte presencia militar y ataca los mismos objetivos que el ejército. La

Page 100: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

impunidad caracteriza las operaciones de los grupos paramilitares tanto como las del ejército. Por antiguos asesinos se presume que las Fuerzas Armadas están implicadas con frecuencia.

Las investigaciones civiles de las masacres de trabajadores bananeros de Urabá en marzo de 1988, de los asesinatos de Segovia por supuestos vínculos de la comunidad con la UP y de otros crímenes han identificado a miembros de las Fuerzas Armadas, autoridades civiles y narcotraficantes como los autores intelectuales.

Existen indicios de un esfuerzo de coordinación nacional detrás de los asesinatos mejor organizados. Mientras en el pasado oficiales del ejército participaban a título individual en los escuadrones de la muerte, su complicidad parece ser ahora más estructurada. Poco antes de ser asesinado a tiros en el aeropuerto de Bogotá y convertirse así en la víctima número 721 de la UP desde 1985, el dirigente José Antequera declaró:

No hay duda de que existe una organización paramilitar de carácter nacional, bien coordinada. Antes, digamos en 1987, había oleadas regionales de crímenes, como si los asesinos cubrieran el país entero, llevando su estela de muerte al Meta, luego al Huila, luego al Magdalena Medio y así sucesivamente. Ahora, en el mismo día tenemos muertes en diferentes partes del país, lo cual sugiere que hay varios grupos de asesinos que trabajan en coordinación. Quiero enfatizar una cosa: la extensión de la guerra sucia a casi toda la costa Atlántica, de Córdoba hacia el norte, a Sucre, Magdalena, Cesar y el sur de Bolívar (...) En realidad, sólo me siento seguro en Barranquilla (...) La mafia de la droga está comprando miles de hectáreas a través del país. Una buena parte de ellas se está comprando en la costa. Esta es la gente que está financiando esta oleada de crímenes. Pero ellos no podrían actuar sin un alto grado de complicidad de sectores completos de las Fuerzas Armadas. Si, ya no son oficiales aislados quienes patrocinan esto. En las regiones existen estructuras de oficiales activos y retirados que son cómplices en la guerra sucia.

En octubre de 1985, Pablo Guarín, un congresista liberal sindicado de pertenecer al MAS por el Procurador General de la Nación, dijo en una reunión pública en Boyacá:

El peligro no está hoy en la polémica liberal-conservadora, sino en los enemigos de la patria que nos declaran la guerra a nosotros los demócratas. La paz es el producto de una victoria militar y política, de hacer que los vencidos se sienten a la mesa de las negociaciones y de imponerles condiciones. Allí es donde nace la verdadera paz y no en las treguas incumplidas.

Se ha hablado mucho de la conexión entre el narcotráfico y los paramilitares, pero aún más importante es el papel de los terratenientes y de las Fuerzas Armadas. Esta relación de represión oficial y extraoficial puede ser vista a través de los casos de las dos regiones más conflictivas de Colombia: el Magdalena Medio y Urabá.

Mientras los ganaderos, el ejército y los narcotraficantes se han aliado para recuperar el control de una región económicamente estratégica, amenazada por movimientos populares y organizaciones guerrilleras, se ha derramado mucha sangre durante años en el Magdalena Medio.

Esta importante región económica se encuentra a lo largo del valle del medio río Magdalena, entre las cordilleras central y oriental de los Andes colombianos. A mediados de los años ochenta, su población se calculaba en 800.000 personas. Está cruzada por el río y por la línea del ferrocarril que conecta el interior con los puertos de Barranquilla y Santa Marta. A lo largo del río, hay una serie de puertos: Puerto Boyacá, Puerto Berrio, Barrancabermeja, Gamarra y El Banco. Tiene un considerable potencial agrícola y ganadero, al igual que petrolero, gasífero y carbonífero. Barrancabermeja alberga la mayor refinería de petróleo del país. Se trata de una región que la elite en el poder quiere conservar.

Page 101: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Hasta la década de 1950, la población se concentraba en torno a los puertos del río y sus áreas circundantes. Surgieron enclaves alrededor de las poblaciones petroleras, Barrancabermeja primero y Yondó y Puerto Boyacá después. Barrancabermeja es el epicentro de la región; las luchas de sus trabajadores petroleros son famosas en la historia del movimiento popular colombiano.

Río abajo, Puerto Boyacá tiene una historia muy diferente. Allí, los trabajadores de la Texas Oil Company libraron una terrible batalla en los años treinta para crear un sindicato cuando las condiciones laborales eran deplorables. La empresa hizo cuanto pudo para intimidar a la fuerza de trabajo, que eventualmente perdió el control del sindicato. Puerto Boyacá se convirtió en un bastión de la derecha en los años ochenta, mientras Barrancabermeja siguió siendo un foco de luchas obreras y de oposición izquierdista.

Las áreas rurales del Magdalena Medio se poblaron en varias oleadas de colonización. Entre 1920 y 1940, muchos llegaron en busca de empleo en la industria petrolera; entre 1950 y 1970, muchos más llegaron huyendo de la violencia. La vida de los colonos era muy precaria por la constante amenaza de los ganaderos que eventualmente ocuparon el 60% de la tierra agrícola de la región. Cuando la dureza de las condiciones materiales de vida no lograba expulsar a los colonos de la región, eran desalojados por la fuerza.

Cada uno de los movimientos oposicionistas posteriores al Frente Nacional consiguió apoyo en la zona: las lealtades se desplazaron al MRL, a la ANAPO y finalmente al partido comunista, en especial alrededor de Puerto Boyacá. Los movimientos guerrilleros también se establecieron en la región. El primer frente del ELN estaba al sur de Santander, en San Vicente de Chucurrí, mientras las FARC actuaban alrededor de Puerto Boyacá.

La historia de las FARC en la zona de Puerto Boyacá y la emergencia de la derecha organizada están estrechamente relacionadas. Inicialmente, las FARC tuvieron un papel defensivo y buscaron apoyo en las áreas rurales donde era más difícil la actividad comunista. Se establecieron como una guardia civil rural más que como un ejército revolucionario. Incluso algunos agricultores las toleraban y les daban dinero y comida. Las PARC describen su experiencia temprana así:

Al comienzo, cuando las autodefensas eran débiles y clandestinas, las guerrillas se dieron a conocer sólo a gente de absoluta confianza (...) Más tarde, el pueblo empezó a llamarlas para solucionar problemas como el abigeato (...) De 1977 en adelante, el movimiento creció, se hizo fuerte y ganó influencia política, y la gente buscaba a la guerrilla para solucionar sus problemas.

La región se convirtió en el cuarto frente de las FARC y a finales de los años setenta, al extenderse su influencia, había dado origen a seis o siete frentes más. El partido comunista era ya suficientemente fuerte para conquistar varios concejos municipales.

Las actitudes hacia las FARC cambiaron cuando la región pasó a ser controlada por el frente XI en 1979. El secuestro y el robo de los agricultores y ganaderos se convirtieron en populares medios de financiar las operaciones guerrilleras. Un empresario local lo describe así:

Hace veintitrés años, las guerrillas empezaron a pedirnos un sombrero, unas botas, una camisa, una gallina o una vaca (...) Entonces, sus demandas aumentaron, "cuotas voluntarias" de veinte mil o cincuenta mil pesos que al principio pagábamos para que nos dejaran trabajar (...) Hubo épocas en que traíamos guerrilleros a Bogotá para que recibieran atención médica, como si fueran nuestros trabajado-res. La recompensa fue el secuestro de muchos ganaderos.

Algunos hacendados abandonaron la región en los años setenta y se convinieron en propietarios ausentistas, pero hacia 1980 muchos más salieron con sus ganados. Las FARC empezaron a hostigar a

Page 102: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

los pequeños y medianos agricultores y a los mayordomos de las fincas. Estas actividades, que no implicaban esfuerzo alguno para organizar políticamente al campesino, abonaron el terreno para el crecimiento de la derecha.

Con el cambio del frente guerrillero, el ejército estableció una presencia permanente en la región y aumentaron los allanamientos, los arrestos y las torturas de comunistas sospechosos. Las vías fueron vigiladas de suerte que los campesinos no pudiesen vender sus productos o comprar sus provisiones sin un salvoconducto militar. Los campesinos simpatizantes de las guerrillas empezaron a perder confianza en ellas. Las tácticas del frente XI crearon divisiones internas en las FARC, y las guerrillas parecían incapaces de proteger a los campesinos de los abusos del ejército. Muchos campesinos empezaron a abandonar la región.

La situación cambió de nuevo en 1982, cuando el Batallón Bárbula se acantonó en Puerto Boyacá y en 1983, cuando la XIV Brigada se radicó en Puerto Berrio. Las tácticas del ejército pasaron de la intimidación desnuda y del terror a la pacificación cuidadosamente planificada de la guerra de baja intensidad. Por vez primera en la región, el ejército era comandado por oficiales de alta graduación, entrenados en contrainsurgencia. La nueva Brigada quedó bajo el mando de los generales Daniel García Echeverri y Farouk Yanine Díaz. En una conferencia de prensa, García Echeverri decía que "lo que nos suceda en esta región, debe ser entendido desde el punto de vista de la geopolítica (pues) el mundo está siendo disputado por dos grandes ideologías: la de Moscú, que suprime las libertades, y la del mundo occidental, que defiende la democracia".

Una calculada ofensiva, que incluía bombardeos aéreos en las regiones de influencia guerrillera, se inició en 1983, pero los dos generales querían conquistar al mismo tiempo las mentes y los corazones de la población. Yanine Díaz, un carismático militar que entendía a los campesinos, organizó programas de acción cívico-militar. Según el testimonio del entonces alcalde de Puerto Boyacá, Luis Alfredo Rubio Rojas:

Escuché muchas veces a Farouk Yanine decir que quien tuviera al pueblo ganaría la guerra y que cuando dejara la región las cosas serían muy difíciles para su sucesor porque el ha llegado a tener 300 niños adoptivos, al punto que los campesinos ya no le dicen general, sino compadre y se sienten orgullosos de ello.

La población fue organizada en grupos de autodefensa campesina y enviada al frente en la guerra contra las guerrillas, de acuerdo con una estrategia basada en el bajo nivel de conciencia política y en el desencanto con las FARC. Estos grupos de autodefensa formaban un ala de la contraofensiva de la derecha; la otra era el MAS.

El MAS y el ejército trabajaron muy de cerca en la región. Los campesinos han informado que los bombardeos militares estaban coordinados con las incursiones paramilitares. A principios de la década pasada, Puerto Boyacá se convirtió en el centro de operaciones del MAS. En una reunión celebrada allí en 1982, el alcalde militar, capitán del ejército Oscar Echandía, representantes de la Texas Petroleum Company, dirigentes políticos, ganaderos, agricultores y comerciantes, acordaron financiar un grupo armado que trabajara con el ejército. Creado inicialmente con el propósito de proteger a los hacendados contra los secuestradores, el grupo se convirtió muy pronto en un movimiento anti-subversivo, en el sentido más amplio del término, tal como aparece en los manuales de contrainsurgencia. El pensamiento militar dio cohesión ideológica al deseo de reconquistar la región que tenían los hacen-dados.

Los primeros objetivos del MAS fueron el partido comunista, las FARC y sus presuntos simpatizantes. La ola de asesinatos condujo a una investigación oficial concluida en febrero de 1983. El Procurador General localizó el centro de operaciones de los asesinos en Puerto Boyacá y determinó la complicidad de ganaderos locales y miembros del Batallón Bárbula.

Page 103: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

En su informe al Congreso en 1986, el Procurador General, decía:

El MAS era un auténtico movimiento paramilitar. Los intentos de negar esta verdad han fracasado ante la opinión pública (...) El perverso hábito de los militares de confiar a particulares las actividades de contrainsurgencia se extiende. De esta manera, los militares suplen sus propias limitaciones (...) Lisa y llanamente, estamos hablando de oficiales que rompen todas las reglas cuando se les presenta la tentación de multiplicar su capacidad de acción y que hacen uso de ciudadanos particulares, inicialmente como guías e informantes, colaboradores y auxiliadores en general, y al final como armas ocultas y sicarios que pueden hacer extraoficialmente lo que oficialmente no se puede hacer.

El grupo paramilitar se embarcó entonces en una nueva fase: alcanzó una estructura más formal y extendió sus operaciones a todo el Magdalena Medio e incluso a otras regiones. Estableció relaciones con otros grupos derechistas y con poderosos jefes políticos. Pablo Guarín, jefe liberal local y presunto líder del MAS, tenía una estrecha vinculación con Jaime Castro, el Ministro de Gobierno de la administración Betancur.

En 1984, a raíz del informe del Procurador General, se creó una nueva organización, la Asociación de Campesinos y Ganaderos del Magdalena Medio (ACDEGAM), para dar protección legal a los grupos paramilitares y de autodefensa. Se proponía defender política y militarmente a la región, y dar asistencia socieconómica a los campesinos que la apoyaran. La campaña antisubversiva llegó a su apogeo cuando ACDEGAM empezó a eliminar sindicalistas, dirigentes campesinos e incluso liberales disidentes. El propio Belisario Betancur visitó la región en 1985, invitado por Luis Alfredo Rubio Rojas, Pablo Guarín y el presidente de ACDEGAM y elogió al pueblo del Magdalena Medio y al general Yanine Díaz por restaurar la paz.

Al crecer ACDEGAM, aumentó también su necesidad de recursos. En 1985, los jefes del narcotráfico, Pablo Escobar, Jorge Luis Ochoa y Gonzalo Rodríguez Gacha, quienes eran terratenientes en la región, hicieron grandes contribuciones a los grupos paramilitares de ACDEGAM. Se creó un centro de adiestramiento en Puerto Boyacá y los grupos paramilitares recibieron los medios para operar en forma más sistemática. A mediados de los años ochenta, la polarización se agudizó debido a la formación de la UP y al ascenso del movimiento popular, y llegó al clímax con los asesinatos de Jaime Pardo Leal por sicarios del narcotráfico y de Pablo Guarín por las FARC en octubre y noviembre de 1987, respectivamente.

En 1989, desertores de los grupos paramilitares dieron al Procurador General información detallada sobre ACDEGAM, los vínculos de los paramilitares con el ejército, la policía y los terratenientes, el papel de los sicarios entrenados en la escuela de Puerto Boyacá en las masacres de 1988, y la participación de mercenarios ingleses e israelíes. En una entrevista de la época, Ricaurte Duque Arboleda decía que "en Puerto Boyacá, el Ejército y la Policía colaboran con la organización. Yo no conozco nombres. La policía no nos pide documentos y si ve nuestras armas no dice nada; sólo pregunta dónde trabajamos, y nosotros respondemos: con ACDEGAM" [74].

Puerto Boyacá se había convertido en una especie de república paramilitar independiente. ACDEGAM tenía escuelas y clínicas, construía y reparaba caminos, e incluso manejaba su centro de comunicaciones. Tenía vínculos con los jefes políticos regionales, incluso con los congresistas. Aunque después se fue a la clandestinidad al ser acusado de complicidad en las masacres de Urabá, Luis Alfredo Rubio Rojas fue elegido alcalde popular en las elecciones de marzo de 1988. Desde su escondite, concedió entrevistas y mencionó haber tenido entrevistas con oficiales del ejército después de ordenarse su captura. ACDEGAM estaba orgullosa de haber recuperado el Magdalena Medio: en la entrada de Puerto Boyacá una valla anunciaba a la ciudad como "la capital antisubversiva de Colombia".

Page 104: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Durante el año 1988 los grupos paramilitares extendieron sus operaciones a todo el Magdalena Medio. Las actividades militares también aumentaron y hubo frecuentes informes sobre bombardeos. Muchos campesinos empezaron a huir de los campos para instalarse en las poblaciones o abandonar del todo la región. El problema de los refugiados internos o desplazados se agravó. La ofensiva derechista aparecía como un gran negocio, pues el éxodo campesino permitía que otros se apropiaran de sus tierras. Un informe del DAS para la investigación judicial de las masacres de Urabá en julio de 1988 contenía detallada información sobre la estructura y el funcionamiento de ACDEGAM, y revelaba que entre las autoridades que colaboraban con la organización estaban el procurador regional en Honda, el comandante y el subcomandante de la base militar en Puerto Calderón y comandantes de policía en La Dorada y Puerto Boyacá. El informe incluía la participación de israelíes, alemanes y norteamericanos en los campos de entrenamiento de ACDEGAM.

Una de las masacres que puso de manifiesto el poderío de la extrema derecha en la región fue la de La Rochela, cerca a Simacota, donde 12 miembros de una comisión judicial fueron asesinados el 18 de enero de 1989. El grupo estaba investigando varios asesinatos y desapariciones atribuibles a paramilitares y militares de la región. La nueva investigación reveló que la masacre era responsabilidad de paramilitares vinculados al ejército. En abril de 1989, el juez sexto de orden público de Bogotá dictó auto de detención contra un teniente del ejército acantonado en el Magdalena Medio por su presunta participación en el crimen.

Barrancabermeja estaba sitiada. Doscientos líderes y activistas populares fueron asesinados en 1988, incluyendo a un admirado poeta, el obrero petrolero Manuel Chacón. Pero la ciudad resultaba aún más difícil de pacificar que Puerto Boyacá. En Barrancabermeja, la gente tenía sus propias organizaciones y sus propios medios de contrarrestar a influencia de la derecha. Un sacerdote explicaba la diferencia entre las dos poblaciones de la siguiente manera:

Un día estaba yo en Barrancabermeja comentando la difícil situación de la ciudad y un oficial de alto rango me dijo: "Padre, si aquí se aplicara el mismo esquema de pacificación que en Puerto Boyacá, esta región seria totalmente diferente". Y yo le dije: "Bueno, y que esquema se aplicó en Puerto Boyacá? Los políticos y el pueblo se organizaron con el apoyo del ejército y derrotaron a la subversión. Este esquema puede aplicarse en Puerto Boyacá porque no es una población politizada, pero no en Barrancabermeja. Aquí hay movimientos políticos, sindicatos y organizaciones populares que han creado un alto grado de politización en el pueblo".

Mientras el pueblo de Barrancabermeja luchaba por defender su organización, la extrema derecha del Magdalena Medio entraba en una nueva fase de actividad. En agosto de 1989 fue creado un nuevo partido político, el Movimiento de Renovación Nacional, MORENA. Su formación fue anunciada por Iván Roberto Duque García, secretario general de . El nuevo partido presentaría candidatos a las elecciones en varias regiones y apoyaría al liberal derechista Hernando Duran Dussán para la presidencia. En respuesta a las acusaciones de que MORENA era un partido fascista, Duque García decía:

Bien, si el fascismo implica defender la propiedad privada y la familia con vigor y energía, defender el Estado, defender la democracia y combatir el peligroso espectro del totalitarismo comunista, entonces que nos llamen fascistas [75].

En Urabá, entretanto, la lucha contra los poderosos bananeros para conquistar derechos sindicales básicos había convertido la región en una zona de conflicto singularmente violento.

Con casi 300 kilómetros de costa sobre el Caribe y una frontera común con Panamá al norte, Urabá está situada entre el noroeste de Antioquia y el noreste del Chocó. Como el Magdalena Medio, es una región de considerable importancia económica pues el banano es el segundo producto de exportación

Page 105: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

del país, después del café, y Colombia es el quinto exportador mundial. Adicionalmente, la región alberga agroindustriales de palma africana, agricultura de subsistencia y ganadería extensiva.

La industria bananera de Urabá es relativamente nueva. Empezó en 1963 cuando la Frutera de Sevilla, una filial de la United Brands, que controlaba casi toda la producción bananera nacional, trasladó sus plantaciones desde Santa Marta cuando fueron afectadas, lo mismo que las de América Central, por una plaga. Urabá tenía buenos suelos y una mano de obra barata, casi toda de raza negra. Ya en 1984 Apartadó, Chigorodó y Turbo producían el 92% de las exportaciones de banano del país.

Para reducir al mínimo los riesgos de huracanes, plagas, conflictos laborales y expropiaciones, como le había ocurrido a la United Brands en Cuba, la Frutera de Sevilla reclutó inversionistas en Medellín y Bogotá con el atractivo de tierras baratas y créditos blandos, y a costa de desalojar a los colonos de las zonas planas. Al terminar su relación contractual con la Frutera de Sevilla en 1965, varios productores decidieron crear su propio gremio, AUGURA, y su propia compañía exportadora, UNIBAN. En 1984, UNIBAN exportaba el 55% de la producción regional, BANACOL, otra empresa exportadora fundada en 1981, el 23%, y United Brands el 22% restante.

La gente fue atraída a la región por las oportunidades económicas que ofrecía, y la población pasó de 32.320 en 1964 a 336.930 en 1986. La mitad de la fuerza de trabajo venía del Chocó y la otra mitad de las zonas rurales pobres de los departamentos vecinos. Los nuevos trabajadores, que vivían y laboraban en condiciones infrahumanas, eran casi todos varones jóvenes, solteros, analfabetas y muy pobres. Hacia 1985, las plantaciones empleaban 22.000 trabajadores.

James Parsons calcula que en los años sesenta los bananeros ganaban entre 700 y 1.000 dólares por hectárea al año [76]. Los productores atribuían su éxito al espíritu empresarial. Ni ellos ni el Estado han invertido en la región: el 79% de los obreros del banano vive en antihigiénicos campamentos, sin electricidad y agua potable, y se bañan en la misma agua que se emplea para lavar la fruta [77]. Estas condiciones han obligado a los trabajadores a buscar alojamiento en los centros urbanos y a invadir tierras para construir tugurios, pues Urabá tiene el mayor déficit de vivienda en el país [78].

Campesinos de otras áreas, que han sido expulsados de sus tierras por la ganadería extensiva, también han sido atraídos por las plantaciones bananeras. En 1986, el 41% de la población de Urabá vivía en tugurios alrededor de Turbo, Carepa, Apartadó y Chigorodó, donde sólo el 37% de los habitantes tiene acueducto y el 10% alcantarillado. Con excepción de las vías a través de las cuales se transporta el banano hacia los puertos, las comunicaciones son deficientes. El clima es muy malsano, con una de las más altas tasas de mortalidad infantil del país y gran incidencia de malaria, tifo y gastroenteritis.

La producción de banano está controlada por un número cada vez menor de terratenientes, con frecuencia ausentes. De acuerdo con un estudio de la FAO en 1986, el 17% de las plantaciones desaparecieron en el período 1977-1984 y las que quedaron aumentaron su tamaño en un 68% en promedio. En 1987 había 263 fincas bananeras con una extensión promedio de 80 hectáreas, que se considera óptima. Algunos grupos poseen varias plantaciones. El grupo de Jaime Henríquez Gallo, por ejemplo, posee trece, el grupo Peñalosa nueve y el grupo Banacosta ocho. La mitad del área cultivada y las plantaciones más modernas están en manos de 22 productores, quienes también controlan empresas, almacenes, compañías de transportes y fincas ganaderas: son los modernos bananeros.

La larga lucha de los trabajadores por el derecho a sindicalizarse constituye el telón de fondo de la violencia en la región, que se agudizó en 1985. Los productores no veían la razón para cambiar el sistema atrasado y autoritario de relaciones laborales, que la United Brands había establecido en sus plantaciones del Magdalena, donde no existían reglamento de trabajo, seguridad social, ni salarios adecuados. Un vocero de SINTRABANANO describía así la situación de los trabajadores enfermos en 1971:

Page 106: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Cerca del 25% de los trabajadores contrae tuberculosis y para empeorar las cosas el medico los examina y les pone una marca roja, por lo cual el capataz no les da trabajo. Cuando un trabajador cae enfermo, el capataz le da cualquier píldora. Si el caso se agrava, se lo envía a regañadientes a ver al medico, quien le prescribe más píldoras. Si la enfermedad es fatal, el trabajador es incapacitado o enviado de vuelta al trabajo. En estas condiciones, los obreros trabajan al sol y al agua, y maldicen a los capataces y patronos, pero no se dan cuenta que no hay solución á su miseria [79].

Un estudio señala que los obreros del banano trabajan un promedio de 67.2 horas a la semana, y las horas extras y la jornada dominical son pagadas con las tarifas ordinarias. El salario promedio permite sufragar apenas el 34% de los gastos básicos de una familia [80].

En 1979, tan solo el 46% de las haciendas tenía algún tipo de convención colectiva de trabajo. De estas, sólo una cuarta parte era el resultado de negociación con el sindicato; el resto había sido impuesto por los patronos. El gremio patronal, AUGURA, domina políticamente la región. Jaime Henríquez Gallo ha sido el senador liberal por Urabá durante varios períodos.

El establecimiento de SINTRABANANO en 1964, con su afiliación a la CSTC y su orientación comunista, representó el primer esfuerzo real de sindicalizar a los trabajadores. En 1972 se fundó SINTAGRO bajo la influencia del PC-ML. Cuando se ganó la confianza de los trabajadores que venían del Chocó, quienes solían refugiarse en su familia y en su cultura, los sindicatos empezaron realmente a crecer. Los empleadores respondieron con violencia: despidos, asesinato de dirigentes y apelación al ejército en caso de huelga. El caso descrito por un investigador holandés era típico: en 1979, ante un pliego de peticiones de los trabajadores de la plantación Revancha Galofre, el propietario intentó sobornar con $50.000 a Armando Tobón, el líder sindical de la finca, para que desistiera de su acción. Tobón rechazó el soborno y cinco días después fue asesinado. Los trabajadores se fueron a la huelga en señal de protesta, el hacendado llamó al ejército y éste acabó con el movimiento [81]

A finales de los sesenta y principios de los setenta, el EPL abandonó las montañas del Alto Sinú en Córdoba ante el hostigamiento militar y se trasladó a Urabá. Las FARC crearon su quinto frente en Urabá en la década de 1970, y a medida que aumentaba la represión de los obreros los movimientos guerrilleros se hacían más populares. Los dueños de las plantaciones y los militares ya no eran las únicas fuerzas armadas en la región y empezaban a perder el control de la situación. Los hacendados se sintieron aún más inseguros cuando las guerrillas empezaron a extorsionarlos.

Los miembros de AUGURA escalaron el conflicto al organizar cursos y conferencias, y proclamar su "soberanía" sobre Urabá. Aparentemente eran incapaces de distinguir entre la actividad guerrillera y la lucha de los trabajadores por condiciones más humanas. Un empresario bananero decía que no tenía que ir a Cuba o a Nicaragua para ver una revolución comunista, porque ya la había vivido en Urabá. Y otro anotaba que Urabá era la prolongación de América Central y vivía por tanto los procesos de revolución y contrarrevolución de esa región, en una confrontación entre democracia y comunismo [82]

Los terratenientes se oponían abiertamente al proceso de paz de Betancur, en especial porque ya en 1984 era claro que estaban perdiendo la batalla de la sindicalización. Se abrían espacios políticos y crecían los sindicatos. SINTAGRO tenía 150 afiliados en 1983, 4.000 en 1985 y 12.600 en 1987, en 144 plantaciones. También en 1987, SINTRADANANO tenía 4.600 afiliados en 78 plantaciones. En tal año, el 96% de la fuerza de trabajo se hallaba sindicalizada y los sindicatos alcanzaron una gran victoria al imponer negociaciones salariales para toda la industria bananera entre AUGURA, SINTAGRO y SINTRABANANO.

De acuerdo con Amnistía Internacional, sin embargo, en 1987 hubo 200 asesinatos en Urabá, en su mayoría de líderes sindicales y trabajadores de las plantaciones. A pesar de que dos alcaldes

Page 107: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

declaraban que "los asesinatos de sindicalistas y obreros disminuyen después de haberse alcanzado un acuerdo con los trabajadores", a fines de ese año la mayoría de los fundadores de los sindicatos bananeros habían sido asesinados o amenazados [83].

Hubo enormes manifestaciones de protesta contra los crímenes. En febrero de 1987, se realizó una marcha de 13.000 personas, y suspensiones del trabajo, conocidas como "días de duelo", se declaraban después de cada muerte violenta. El respaldo popular a la izquierda crecía. En 1986, los concejos municipales de Apartadó y Mutatá estaban controlados por la UP, y en las elecciones de 1988 tanto la UP como el Frente Popular obtuvieron excelentes resultados.

En 1985, la presencia de cinco batallones de la X Brigada, cada uno con 1.500 soldados, además del Batallón Voltígeros, notorio por las frecuentes denuncias de violación de los derechos humanos que formulaban en contra suya los trabajadores locales, fortalecía considerablemente la actividad militar en la región. El ejército trabajaba con los terratenientes, quienes supuestamente pagaban por protección, en el patrullaje de sus haciendas y en la intimidación de sus trabajadores. Aunque la mayor parte de los asesinatos era cometido por escuadrones de la muerte, como Muerte a Revolucionarios de Urabá, la fuerte presencia militar y los constantes retenes facilitaban el desplazamiento de los sicarios que tenían el apoyo del ejército. Entre 1982 y 1987, 699 personas fueron asesinadas en la región, casi todas pertenecientes al proletariado del banano. Y masacres aún peores estaban por venir.

El 4 de marzo de 1988, poco después de medianoche, un grupo de hombres armados asesinó a 17 obreros en la plantación Honduras y a 3 más en La Negra. Antes de matar a los trabajadores, los sicarios los llamaron a todos por sus nombres. Un equipo del DAS estableció que antes de los crímenes el Batallón Voltígeros arrestó a varias personas de la zona y las obligó a identificar a un número de trabajadores con supuestos nexos con el EPL. Algunos fueron llevados a las plantaciones y forzados a señalar personas en su presencia. Más tarde se estableció que estuvieron acompañados por conocidos sicarios del Magdalena Medio y que Honduras y La Negra estuvieron entre los lugares visitados. Según algunos testigos, uno de los asesinos llamó "cabo" a otro.

En mayo, el DAS había determinado que las masacres fueron perpetradas por asesinos profesionales contratados, que recibieron la asistencia y supervisión del comando militar de la región. Los sindicados, que incluían al comandante de policía en Puerto Boyacá y a oficiales del Batallón Voltígeros, fueron arrestados. Investigaciones posteriores involucraron al MAS y al alcalde de Puerto Boyacá.

Las pruebas recaudadas por la juez superior Marta León González, conocidas en septiembre de 1988, indicaban que un mayor del ejército, a cargo de la unidad de inteligencia del Batallón Voltígeros, había entregado los nombres de trabajadores considerados como simpatizantes de la guerrilla a grupos paramilitares y que había pagado la cuenta de un hotel en Medellín a varios miembros del escuadrón de la muerte que viajó de Puerto Boyacá a Urabá poco antes de las matanzas. Un teniente y un cabo de la misma unidad fueron acusados de participar en las masacres. Días después de expedidas las órdenes de captura, la juez fue amenazada de muerte y debió abandonar el país. En mayo de 1989, su padre, ex gobernador de Boyacá, fue asesinado en Bogotá.

Veinte mil trabajadores y sus familias marcharon a raíz de las masacres de Honduras y La Negra. Cien personas habían sido asesinadas en los primeros tres meses del año. El 11 de abril, hombres armados y vestidos como militares secuestraron a 25 campesinos de Coquitos, cerca a Turbo, donde se habían presentado conflictos de tierras; sus cuerpos fueron hallados en los alrededores, con las manos atadas a la espalda y balazos en la cabeza. El 14 de abril, el gobierno decidió tomar medidas de emergencia: un general del ejército fue nombrado jefe militar de la región, con autoridad sobre los alcaldes populares y la población civil.

Pero la violencia continuaba. Las permanentes patrullas del ejército y las amenazas a los trabajadores y a sus sindicatos no hicieron más que aumentar las tensiones en la zona. En mayo, los sindicatos de

Page 108: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Urabá protestaron contra el bombardeo de San Pedro de Urabá. Tres helicópteros artillados, un avión Mirage y cuatro carros blindados fueron utilizados en el ataque, que destruyó 6 casas y mató a 5 civiles, por lo menos, los cuales fueron calificados de "guerrilleros dados de baja". Un niño de doce años, herido en el ataque, fue hospitalizado bajo arresto como sospechoso de subversión.

El ejército intentó imponer un documento de identidad especial a iodos los habitantes de Urabá pero, a pesar del clima de terror, la gente lo rehusó por temor a que sus datos personales estuviesen en manos de los militares. Con este propósito se realizaron dos paros cívicos en octubre de 1988, que paralizaron la región y obligaron a suspender la carnetización. La protesta popular contra los abusos de la jefatura militar continuó durante el año 1989 y se incrementó cuando los sindicatos bananeros se unieron en una sola organización.

Un incidente típico fue el arresto de 19 obreros de Apartado en marzo de 1989 por miembros del Batallón Voltígeros. Fueron llevados al cuartel de Carepa. Poco después, doce de ellos fueron liberados. Otros cuatro fueron torturados durante varios días y luego dejados en libertad; tres necesitaron hospitalización por sus heridas. Los cuerpos de otros dos trabajadores fueron hallados el 4 de abril; habían sido asesinados mediante cargas de dinamita atadas a sus cuerpos.

La violencia política y el conflicto social

Los medios de comunicación tienden a presentar la violencia política en Colombia como un fenómeno multifacético que incluye grupos paramilitares, narcotraficantes y guerrillas. Consideran que la participación de las Fuerzas Armadas es incidental y no institucional, y ubican los orígenes de la violencia en conflictos locales o regionales y no globales.

Con frecuencia se supone que las guerrillas tienen vínculos con los narcotraficantes. El antiguo embajador norteamericano Lewis Tambs reforzó esta idea al acuñar el término "narcoguerrilla". De hecho, existen pruebas documentadas que sugieren que la mafia de la droga tiene relaciones mucho más estrechas con la derecha que con la izquierda. Incluso el DAS sabe que la mafia ha contribuido a financiar los grupos paramilitares. Se considera que las FARC y el M-19 se han beneficiado de la producción de coca, pero su relación pragmática con las drogas difícilmente puede ser comparada con la alianza ideológica de terratenientes, militares y barones de la cocaína.

Los medios sugieren con frecuencia que la violencia es obra de gentes perversas y que no se pueden formular proposiciones generales sobre sus orígenes o propósitos. Nadie en Colombia negaría la existencia de actos individuales de violencia, pero explicaciones más significativas pueden buscarse en la dinámica de la sociedad colombiana, en el proceso de modernización capitalista y en los conflictos que él ha generado.

Estos conflictos se vuelven serios únicamente cuando la gente se organiza y alza la voz. La primera generación de guerrillas, en los anos sesenta, encontró muy pocas raíces, al paso que la segunda generación halló respaldo entre los marginados y excluidos, en un momento en el cual la población desarrolló organizaciones propias para presionar al Estado en favor del cambio.

El Estado es parte de un orden político anacrónico y parece incapaz de enfrentar la crisis por cualquier medio distinto de la represión. Siempre ha fracasado en la protección de las mayorías. Su eficiencia ha sido reservada para los poderosos: protege sus intereses; es flexible a sus requerimientos; interviene para auxiliar a los empresarios en apuros, pero es ciego a las necesidades de las masas.

Los modernizadores sienten que una salida de la crisis sería fortalecer el Estado, como lo intentó el presidente Barco. El problema, empero, radica en la actitud de las elites dominantes que temen que un Estado fuerte con una oposición política puede garantizar la estabilidad social pero al mismo tiempo socavar su poder y sus privilegios.

Page 109: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Aunque la violencia de hoy es en muchas formas, geográfica y políticamente, diferente de la de los años cincuenta, existe un vínculo que las une: el carácter de la clase dominante en Colombia. En una época condujo a su pueblo a una de las guerras civiles más sangrientas del siglo XX y tres décadas más tarde desencadenó una ola de terror blanco contra la gente que reivindica sus derechos.

En términos sociales, las víctimas de la violencia actual provienen casi todas de los sectores más pobres de la población. La mayoría sobre la cual existe información disponible es de extracción campesina, con 840 víctimas en 1988.

En algunos lugares, activistas obreros (petroleros, cementeros, maestros y empleados públicos, bananeros) han sido convertidos en blanco de ataque. Durante 14 meses entre 1988 y 19S9, 11 sindicalistas de la fábrica de Cementos Nare en el Magdalena Medio fueron asesinados, incluyendo al presidente, vicepresidente y tesorero del sindicato. Otros abandonaron la región. En 1989, trabajadores de ASINTRAINDUPALMA, el sindicato de las plantaciones de palma africana del Cesar, Norte de Santander y Santander, protestaron por los asesinatos de diez de sus miembros durante el año anterior. Noventa y nueve maestros de FECODE. han sido asesinados entre 1986 y 1989, y cerca de mil han abandonado sus empleos y sus hogares ante las amenazas de muerte. En enero de 1989, la USO el sindicato de trabajadores petroleros, rompió sus negociaciones con ECOPETROL por temor por las vidas de sus negociadores, dos de los cuales habían sido arrestados y retenidos durante dos días después de una reunión sindical en Barranca.

La CUT ha declarado que en 1988 y los dos primeros meses de 1989 más de 230 dirigentes y militantes fueron víctimas de asesinatos políticos.

Sacerdotes y religiosos que trabajan con los pobres también han sido atacados por fuerzas paramilitares. En enero 17 de 1988, el Padre Jaime Restrepo López, Párroco de San José de Nus en Antioquia, fue muerto a balazos cuando se disponía a celebrar misa. El 10 de junio de 1989, el jesuita Sergio Restrepo, Párroco de Tierra-alta en Córdoba, quien trabajaba con la comunidad indígena Zenú, fue asesinado cerca a su iglesia.

En el Meta y Antioquia, los ataques han sido particularmente sistemáticos contra los políticos izquierdistas de la UP. En estas y otras regiones la UP ha perdido más de 700 miembros entre 1985 y 1989. Otros dos grupos de izquierda, A Luchar y el Frente Popular han visto caer a 100 y a 50 de sus militantes, respectivamente. Horacio Serpa Uribe, el Procurador General en esa época, decía:

Estos no son errores, actos de venganza o actos irracionales de individuos dementes que han unido sus fuerzas para sacrificar colombianos aquí y allá. Todos estos actos tienen el carácter de crímenes políticos, cometidos para castigar a quienes pertenecen a ciertos partidos o adhieren a ciertas ideologías, para intimidar a comunidades enteras, para mantener un cierto statu quo económico o para evitar el ascenso de ciertas formas de expresión popular [84].

El gobierno contra la derecha paramilitar

Poco después del asesinato de José Antequera en marzo de 1989, en el cual también fue herido el senador liberal Ernesto Samper Pizarro, el gobierno tomó algunas medidas contra las fuerzas paramilitares. Para entonces, se estimaba que tenía 2.000 hombres armados y al menos 20.000 auxiliadores y simpatizantes. Habían dejado de ser un aliado útil contra la izquierda; ahora formaban un ejército privado estrechamente vinculado a los señores de la cocaína y fuera del control del Estado.

El presidente Barco admitió por fin lo que muchos sabían hace años:

Estos grupos no son simplemente criminales comunes, sino que constituyen auténticas organizaciones terroristas. Sus acciones criminales se ocultan en vano detrás del

Page 110: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

anticomunismo y la lucha antiguerrillera. En realidad, la mayoría de sus victimas no son guerrilleros. Son hombres, mujeres e incluso niños que no han tomado las armas contra las instituciones. Son colombianos pacíficos [85].

El papel del DAS en particular, con el general Maza Márquez a la cabeza, fue decisivo en este cambio de política. El DAS es la única agencia de seguridad del Estado colombiano que depende directamente del gobierno civil y que es, por tanto, autónoma frente a las Fuerzas Armadas. Con la ayuda de algunos militares, en especial del general Nelson Mejía Henao, Maza Márquez empezó a moverse en contra de los oficiales del ejército más vinculados a los paramilitares.

Armado con numerosas pruebas recaudadas por el DAS durante varios años, el Estado actuó contra algunas escuelas de entrenamiento paramilitar, como la Universidad de los Asesinos en el Meta. En esta macabra institución, cerca a Puerto López, se encontraron varias fosas comunes con los cuerpos de 100 dirigentes populares y activistas de izquierda. Misteriosamente, sólo 17 empleados fueron hallados en las tres fincas que formaban el centro paramilitar, pues los demás huyeron poco antes de la llegada de la policía. La existencia de tales botaderos de cadáveres había sido denunciada, en octubre de 1988, por el Procurador Regional de Ibagué: "Los cuerpos son encontrados con signos de tortura (...) Desafortunadamente hemos descubierto que en algunos casos oficiales descorregidos del F-2 de la policía .son los responsables".

Cerca de media docena de campos de entrenamiento fueron desmantelados, y los desertores hacían relatos espeluznantes de sus actividades. Interrogado por un periodista sobre la cuantía de su paga, un sicario respondió: "Depende. Por un miembro importante de la UP, puedo recibir hasta doscientos mil pesos" [86].

Maza Márquez era a todas luces el hombre del presidente y sus medidas fueron tomadas en desarrollo del contraataque de Barco para restaurar la autoridad del Estado. Hubo algunas victorias. El teniente coronel Luis Bohórquez, del Batallón Bárbula, fue retirado del ejército por su vinculación con los paramilitares, con base en acusaciones del DAS y de la Procuraduría General de la Nación. Bohórquez fue rodeado por la solidaridad de sus colegas. Un intento de asesinato contra Maza en mayo mostró que la tarea del gobierno no sería fácil. En efecto, en un informe publicado en septiembre de 1989, Amnistía Internacional seguía muy preocupada por la impunidad con la cual actuaba el ejército:

Las autoridades colombianas han fracasado consistentemente en hacer efectivos los autos de detención dictados contra ellos. En algunos casos documentados por Amnistía Internacional, miembros de las Fuerzas Armadas implicados en asesinatos múltiples y desapariciones están todavía en libertad y en servicio activo, meses después de que los jueces han ordenado su arresto (...) Amnistía Internacional está preocupada por el hecho de que, a pesar de la determinación de los jueces civiles de arrestar a miembros de las Fuerzas Armadas por su responsabilidad penal en las violaciones de los derechos humanos, las autoridades militares se niegan en forma persistente a acatar tales decisiones, por lo cual los autos de detención permanecen sin cumplimiento alguno.

Las declaraciones de Ricardo Gómez Mazuera, quien cayó en manos del DAS, revelaron el grado hasta el cual las ejecuciones extrajudiciales, las torturas y las desapariciones se había convertido en parte de la actividad diaria del ejército y no sólo en las actividades de un sector extremista de la institución.

Barco suspendió igualmente la norma que permitía armar a los grupos de autodefensa, en un esfuerzo por suprimir la coartada legal que algunos políticos y militares reconocían a los grupos paramilitares. Pero la extrema derecha reaccionó con una manifestación de los grupos de autodefensa de Puerto Boyacá, que reunió 5.000 personas.

Page 111: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

En la práctica, los grupos paramilitares y de autodefensa se superponen con frecuencia, si bien en teoría los primeros son escuadrones móviles de ataque, en contraste con los segundos, que están apoyados por las comunidades.-Miembros de la población civil han sido empleados en operaciones de contra-insurgencia del ejército durante muchos años, particularmente en los decenios de 1960 y 1970. En 1969, el alto mando publicó un Reglamento de Combate de Contraguerrillas, que instruía sobre el reclutamiento, entrenamiento y despliegue de "personal civil seleccionado de la zona de combate como una fuerza que rechazará violentamente las acciones guerrilleras en su región". Este manual continúa vigente a pesar de la derogatoria de la norma que respaldaba los grupos de autodefensa.

Los grupos de autodefensa no abrigan duda alguna sobre su legitimidad. En octubre de 1989, publicaron una carta abierta al pueblo colombiano, firmada por su "jefe de estado mayor" en representación de seis regiones del país. El comandante de los grupos del Atlántico dijo a la prensa:

El gobierno no puede estar en contra de los grupos de autodefensa porque el fue su creador (...) El gobierno tiene que explicar por que nos creó, por que nos ha apoyado, por qué continúa apoyándonos [87].

Entretanto, seguían los asesinatos. El 4 de julio de 1989, Antonio Roldán Betancur, gobernador de Antioquia, fue asesinado. El 29 de julio, María Díaz Pérez, la juez que había ordenado la detención de Pablo Escobar y otros responsables de las masacres de Urabá, fue asesinada. El 30 de julio, cayó Henry Cueva Vega, presidente de la Federación Nacional de Trabajadores del Cemento, El 4 de agosto, se frustró un atentado contra Galán. El 9 de agosto, recibió muerte Daniel Espitia, tesorero nacional de la ANUC. El 16 de agosto, fue acribillado Carlos Valencia García, el magistrado que había llamado a juicio a los narcotraficantes responsables de la muerte del director de El Espectador. Y el 18 de agosto fueron asesinados el coronel Franklin Quintero, comandante de la policía en Antioquia, y, en el más impresionante de todos los crímenes, Luis Carlos Galán.

Las guerras de la cocaína

El asesinato de Galán fue el mensaje con el cual los barones de la cocaína hicieron saber que su poder era tan grande que podía decidir quién sería o no candidato a la presidencia. Galán era no sólo el político que con mayor probabilidad tomaría medidas contra los narcotraficantes; también estaba empeñado en limpiar el establecimiento bipartidista de la corrupción y la manipulación que lo caracterizaban y que habían facilitado su infiltración por los carteles de la cocaína.

A través del soborno y la intimidación, los narcotraficantes se habían abierto paso hasta el corazón de la vida política y económica del país. La prensa reveló la existencia de una lisia negra de nueve parlamentarios colombianos que no podían entrar a los Estados Unidos a causa de sus vínculos con el tráfico de estupefacientes. Otra lista incluía cerca de veinte periodistas en la nómina de la mafia. Varios candidatos a cargos públicos eran sospechosos a recibir dineros de narcotraficantes, y las amenazas y la corrupción en la justicia resultaban muy notorias.

El ejército y la policía habían sido infiltrados por la mafia, lo cual suscitaba sospechas sobre su capacidad para enfrentar el problema de la droga. En septiembre de 1989, un alto funcionario público planteó por vez primera la cuestión: Alfonso Gómez Méndez, Procurador General de la Nación, dijo a la prensa que 84 oficiales habían sido destituidos por mala conducta desde comienzos de ese mismo año y que

... no es por falta de capacidad militar que los cabecillas no han sido capturados, pues no tienen un ejército invencible, sino porque sus informantes en el ejército y la policía los previenen a tiempo cuando se preparan operaciones para arrestarlos [88].

A fines de la década pasada, el poder económico de la mafia era enorme, si bien en su mayoría estaba fuera del país. El tráfico de narcóticos contribuía con un 4% del producto interno en 1989. Los grandes

Page 112: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

bancos, al igual que muchas industrias, han utilizado los narcodólares, mientras la mafia o la narcoburguesía, como debería ser llamada con más propiedad, posee alrededor de un millón de hectáreas de tierra cultivable de primera clase. Las industrias de la construcción y automotriz han sido particularmente estimuladas por la pasión de los barones de la droga por el consumo suntuario. Un capo del narcotráfico tal vez no exageraba cuando decía que el 70% de los colombianos vivía directa o indirectamente del negocio de los estupefacientes.

Ha sido muy difícil para las elites tradicionales resistir la tentación de los enormes capitales disponibles cuando reina la escasez. Se presume que el cartel de Cali ha penetrado tanto el establecimiento político cuanto la economía de la región de una manera mucho más discreta y profunda que sus rivales de Medellín, sin recurrir a la creación de ejércitos privados.

Pero el auge de la mafia de la cocaína ha desafiado de todas maneras al sector privado y le ha arrebatado muchas oportunidades. El origen ilícito del dinero preocupa de veras a algunos. Y ahora, con la fundación de MORENA y la pretensión de los narcotraficantes de promover un proyecto político de extrema derecha, se configura un nuevo reto al control de las elites tradicionales.

El conflicto entre "viejo" y "nuevo" dinero, entre los tradicionales detentadores del poder y quienes quieren unirse a ellos y quizá reemplazarlos, ha acompañado a la tentación de usar los abundantes narcodólares. Esta ambivalencia se ha reflejado en el fracaso del gobierno para lanzar una ofensiva exitosa contra los carteles. El ejecutivo ha realizado operaciones regulares pero no ha declarado la guerra total. Las guerras de la cocaína presentan como trasfondo necesario la compleja relación entre la nueva elite y el establecimiento tradicional, y la propia rivalidad al interior de la nueva elite, pues el cartel de Cali apoya con entusiasmo cualquier acción oficial en contra del cartel de Medellín. Adicionalmente, el gobierno de Barco reconoce el peligro en que se encuentra su autoridad ahora que la justicia privada y antipopular de la mafia y sus aliados está totalmente fuera de control.

Como resultado de la muerte de Galán, se dictaron severas medidas de emergencia y se lanzó la más radical ofensiva contra las propiedades de la mafia que se haya realizado hasta ahora. Fueron destruidos muchos laboratorios y se produjeron cerca de once mil arrestos en la semana siguiente al asesinato, aún cuando la mayor parte de las personas arrestadas eran auxiliadores menores. Hubo cerca de dos mil allanamientos, 900 aviones y automóviles incautados, y más de 1.200 armas decomisadas.

Los Estados Unidos urgieron al gobierno a proseguir la ofensiva y le brindaron asistencia financiera y militar, aunque esta última resultaba curiosamente inapropiada para la guerra antinarcóticos y más adecuada para otro tipo de conflicto. Muchos colombianos creían, en todo caso, que el de la droga era un problema social y no militar, y que el gobierno norteamericano debía concentrarse en la reducción de la demanda doméstica. La extradición fue restablecida por la vía administrativa, pero ninguno de los doce narcotraficantes solicitados en los Estados Unidos había sido entregado a ese país hasta fines de 1989. El narcotraficante más importante extraditado en este período fue Evaristo Porras, sindicado de ser el administrador de las operaciones del cartel de Medellín en el sur de Colombia. Seis personas más aguardaban su extradición, pero a fines de septiembre tres de ellas habían sido puestas en libertad.

La cuestión de la extradición era aún muy polémica en Colombia. Muchos de quienes se oponían abiertamente a los narcotraficantes objetaban la extradición por razones de soberanía nacional. La renuncia del octavo Ministro de Justicia de la administración Barco en septiembre de 1989 se debió al parecer a discrepancias sobre este tema.

Entretanto, los Estados Unidos ampliaban 'su presencia militar en el país. En septiembre llegaron asesores militares, y el Departamento de Estado anunció su propósito de enviar 50 más, hasta un total de 100. Muchos temían que esta intervención no se relacionaba únicamente con la represión del narcotráfico, sino también con la guerra antisubversiva del ejército.

Page 113: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

También hubo revelaciones sobre mercenarios extranjeros que trabajaban para la mafia en Colombia. El DAS aparente-mente sabía desde hacía algún tiempo que mercenarios británicos e israelíes estaban entrenando sicarios en la escuela de ACDEGAM en Puerto Boyacá. Once mercenarios ingleses estaban en el país, contratados por el cartel de Cali para asesinar a Pablo Escobar.

Las medidas gubernamentales contra la mafia, aunque bien difundidas, eran en verdad muy limitadas. La mayoría de las personas arrestadas fue puesta en libertad y muchas de las propiedades confiscadas volvieron a manos de sus dueños. La mafia hizo evidente su determinación de responder a la guerra con la guerra. Los jueces se desplazaban con escoltas armados, pero se sentían desprotegidos, pues a ellos les correspondía asumir todo el peso de la ira de la mafia. De los 4.500 jueces del país, cerca de 1.600 habían recibido amenazas de muerte en 1989. Hasta finales de septiembre, una oleada de atentados con bombas en las seis ciudades principales había dejado seis personas muertas y centenares heridas. Los objetivos principales fueron bancos, directorios políticos, centros comerciales y escuelas; el diario El Espectador también fue parcialmente destruido por una bomba. De la guerra contra el movimiento popular, la mafia pasó a la guerra contra el establecimiento. A finales de 1989, la guerra adquirió proporciones aún más sangrientas. El 27 de noviembre, una bomba explotó a bordo de un avión de Avianca en vuelo y mató a los 107 pasajeros y tripulantes; el crimen fue atribuido de inmediato al narcotráfico. Y el 6 de diciembre un bus cargado de explosivos estalló al frente de las oficinas centrales del DAS en Bogotá, causando la muerte a 70 personas y heridas a cerca de 500. Casi todas las víctimas eran transeúntes y vendedores ambulantes, mientras el objetivo del atentado, el general Maza Márquez, escapaba ileso de nuevo.

Al concluir 1989, muchos sentían que la administración Barco no tenía otra alternativa que negociar con la mafia. Incluso si se había conseguido desarticular momentáneamente la red del narcotráfico el resultado sería el aumento en el precio de la cocaína, como en efecto ocurrió a finales del año. En una ocasión anterior, cinco años atrás, la mafia había ofrecido abandonar el narcotráfico y, según algunos, pagar la deuda externa nacional, que llegaba entonces a 14.000 millones de dólares, a cambio de repatriar sus capitales y actuar legalmente. En octubre, La Prensa y Semana revelaron que se adelantaban conversaciones indirectas entre el gobierno y el narcotráfico, antes del asesinato de Galán. Uno de los negociadores oficiales habría preguntado a Gonzalo Rodríguez Gacha qué prueba de buena fe podía ofrecer. El respondió:

Prueba de buena fe. doctor? No me gusta hablar de plata, pero voy a decirle algo; lo que voy a darles, si llegamos a un acuerdo justo, vale más que ECOPETROL [89].

La muerte de Rodríguez Gacha en diciembre de 1989 fue una victoria propagandística para el gobierno, pero muy pocos creyeron que significara una derrota para los señores de la cocaína.

Legitimidad y autoridad: La contraofensiva bloqueada

Al aproximarse el año de las elecciones, el sector modernizador de la elite estaba mucho más débil que al comienzo del gobierno de Barco. El hombre con mayores probabilidades de reemplazar a Galán como candidato liberal era César Gaviria, un tecnócrata como Barco. Había sido uno de sus más eficientes ministros antes de renunciar para construir un movimiento político en Risaralda, con miras a las elecciones presidenciales. Si bien Gaviria puede asumir la estrategia barquista de fortalecer y modernizar el Estado, la crisis había empeorado en todos los frentes, salvo en uno. Una economía relativamente saludable había jugado un papel importante en la desactivación de la crisis política durante la mayor parte del cuatrenio de Barco, pero a finales de 1989 se observaban signos de recesión con la caída del precio internacional del café. El colapso del Pacto Mundial Cafetero ocasionó pérdidas de 270 millones de dólares tan solo entre septiembre y diciembre.

Los éxitos iniciales de Barco al introducir cierta flexibilidad en el sistema político empezaban a desdibujarse. Los tecnócratas modernizadores habían logrado pequeñas victorias, pero el poder de los caciques regionales seguía intacto. La reforma constitucional fracasó debido a las tentativas de

Page 114: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

modificarla por parte de los congresistas y a su abandono por parte de Barco. Los programas sociales apenas despegaban y las arcaicas costumbres políticas de la elite tradicional persistían. La crisis de legitimidad —la relación entre el Estado y el pueblo— seguía sin solución, y a ella se sumaba ahora una crisis de autoridad igualmente grave, con el desafío político y económico de la narcoburguesía y sus aliados.

Capítulo 9. Las opciones políticas Con la cercanía de las elecciones, la crisis política en Colombia se agudizó debido a los conflictos existentes entre el gobierno norteamericano y el Congreso, el ejército y la justicia, y entre los partidos tradicionales y dentro de ellos. La próspera economía colombiana contribuyó a sortear la crisis política, mientras la administración Barco obligó al movimiento popular a replegarse. La represión oficial y extraoficial resultó excesiva en relación con el poder real del movimiento popular y supuso un elevado precio. Las elites dominantes habían ganado espacio para maniobrar al costo de más de 8.000 vidas en tres años. Y pese a las medidas limitadas en contra del paramilitarismo durante el último año de Barco, los asesinatos aumentaban de nuevo a fines de 1989.

La UP se había establecido como una tercera fuerza de oposición, pequeña pero significativa, pero a un terrible costo humano. Después de mucha reticencia para iniciar cualquier diálogo con las guerrillas, se iniciaron conversaciones de paz con el debilitado M-19, mientras las FARC y el EPL. aceptaban una tregua. El ELN era la única organización que sólo negociaría cuestiones específicas, como la humanización de la guerra y la política energética. Y aunque las conversaciones con el M-19 culminaron en un acuerdo (el M-19 estaba constituido entonces por doscientos miembros [90]), a finales de. 1989 incluso las FARC y el EPL habían llegado a la conclusión de que no existían posibilidades de negociación.

¿Cuáles eran las opciones de la mayoría de los colombianos al término de la administración Barco? ¿Cómo había afectado la guerra sucia al movimiento popular? ¿La lucha armada representaba todavía una alternativa o habían mejorado las perspectivas de más participación popular y democracia?

El movimiento popular

El período 1985-1987 vio crecer a los movimientos populares. El Segundo Congreso Nacional de Movimientos Cívicos se llevó a cabo en julio de 1986, y en noviembre del mismo año se fundó la CUT. En 1987, hubo 43 marchas campesinas y movilizaciones coordinadas en varias panes del país. En junio, un paro cívico en el nororiente movilizó 200.000 personas. Y en agosto, la ANUC realizó su Congreso Nacional y los movimientos populares se unieron en su reivindicación del derecho a la vida.

En 1988, la situación empezó a cambiar. Las marchas campesinas tuvieron lugar en el apogeo de la contraofensiva derechista y movilizaron menos de la mitad de la población movilizada el año anterior. Ya no parecía posible producir impacto nacional. Las invasiones de tierras y otras protestas también disminuyeron, si bien hubo algunas acciones locales significativas. En abril de 1989, cien campesinos ocuparon las oficinas del INCORA en San Pelayo y doscientos hicieron lo propio en Valledupar y Saravena.

La CUT enfrentó igualmente varios problemas. No logró alcanzar su coherencia interna y se vio afectada por desacuerdos en materia de orientación ideológica y métodos de trabajo. En 1988 se incrementaron las críticas a los dirigentes por su incapacidad para enfrentar la represión. En respuesta a estas presiones y con base en un plebiscito, se convocó a un paro nacional para el 27 de octubre de 1988.

Aun cuando había aceptado participar, la CGT no logró movilizar a todos sus miembros, al igual que algunos de los sectores de la CUT. El grupo del secretario general Jorge Carrillo no intervino e incluso

Page 115: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

la izquierda fracasó en la movilización de ciertas fábricas. Pese a ello, participaron 250 organizaciones. Pero la huelga fue una exhibición de debilidad y no de fuerza.

La represión y la intimidación antes y durante la huelga afectaron la participación obrera. La debilidad del movimiento de los trabajadores también influyó. La reestructuración industrial de los ochenta había fortalecido a los patronos, quienes contrataban a muchos trabajadores en forma temporal para desestimular la militancia sindical. Las divisiones políticas al interior de la CUT jugaron un papel importante pero, a pesar de las recriminaciones mutuas después del paro, se logró evitar una separación. Carrillo culpó a la izquierda por el fracaso del paro y presentó su renuncia, pero fue rechazada. Su propio sector sindical ya se había afiliado a la Oficina Regional Interamericana del Trabajo (ORIT), financiada por los Estados Unidos. En 1989, la CUT ayudó muy poco a los trabajadores intimidados con ocasión del paro y a las víctimas de la guerra sucia. El salario real cayó, al paso que los empleadores y el gobierno se aprovechaban de la debilidad del movimiento obrero.

Los movimientos cívicos también estaban bajo fuego y, como resultado de ello, la naturaleza y el alcance de sus actividades cambiaron [91].

El número de huelgas y paros se redujo drásticamente en 1987, pero aún era significativa la cantidad de municipios involucrados en acciones cívicas de una u otra clase. El gobierno argumentaba que los mecanismos de participación local empezaban a dar frutos. Pero estos dispositivos no operaban en muchas localidades y el Decreto 700 de abril de 1987 le dio a los alcaldes la facultad de escoger a los representantes de la comunidad en las empresas de servicios públicos. Aunque ésta y otras medidas puede haber tenido algún efecto en ciertas regiones, la reducción de la acción reivindicativa debe atribuirse a la represión. El CINEP informaba que de 71 huelgas analizadas, 33 se enfrentaron a la respuesta militar con allanamientos, arrestos y toques de queda. En estas circunstancias, la acción cívica se ha atomizado para adaptarse a la mayor vulnerabilidad de la población frente al ejército. Incluso así, el número de paros cívicos durante el cuatrenio de Barco llegó a 124, mientras que bajo Betancur fue de 97.

Las protestas cívicas de 1988 movilizaron grandes poblaciones. En Riohacha, por ejemplo, más de 4.000 personas protestaron el 21 de septiembre, por la falta de acueducto municipal. En época de elecciones, los políticos ofrecían pozos a los indígenas de la región a cambio de sus votos, pero los pozos resultaban antihigiénicos, pues eran usados para todos los propósitos domésticos. Existía también un creciente resentimiento porque la población sentía que el gran proyecto carbonífero de El Cerrejón, establecido en la Guajira, no la beneficiaba en absoluto.

Otro ejemplo similar podía observarse en Nariño, un departamento sin actividad guerrillera que soportaba una severa represión. En Tumaco, 20.000 personas se manifestaron en septiembre de 1988 por la falta de electricidad y el abandono general de la ciudad. Desde hacía treinta años se les había prometido una carretera para reemplazar al ferrocarril del Pacífico, sin resultado alguno. Durante la protesta, una persona murió, 49 quedaron heridas y 20 fueron arrestadas. Un miembro del comité cívico debió asilarse en el Ecuador junto con sus dos hijos.

En Pasto, capital del mismo departamento, 20.000 personas marcharon por las calles en solidaridad con el pueblo de Tumaco y en protesta por las fallas del sistema educativo. El ejército intervino y hubo 400 arrestos.

Tenida cuenta del grado de represión, resultaba notable que la gente se organizara y protestara. El movimiento popular había sido obligado a cierta invisibilidad, a reducir sus actividades más abiertas y desafiantes, pero no estaba destruido.

Se trataba, con todo, de un movimiento relativamente joven que había sido privado del espacio para madurar y consolidarse. Se requerían tiempo y oportunidades para construir movimientos con fuerte respaldo, asegurar el surgimiento de nuevos dirigentes, consolidar la unidad y hacer que las

Page 116: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

organizaciones nacionales representen y respondan a sus militantes locales. El clima de intimidación y terror implicaba que el movimiento popular tenía que trabajar bajo muy difíciles condiciones.

Los movimientos guerrilleros colombianos se establecieron antes de que los movimientos sociales y populares tuvieran tiempo de consolidarse. Aunque el balance estratégico no era nada favorable para los rebeldes, pues no tenían posibilidad alguna de conseguir una victoria militar, su crecimiento estimulaba de todas maneras la militarización del Estado. Sin embargo, debe subrayarse que incluso donde la guerrilla no tiene presencia real, como en las grandes ciudades, el gobierno no ha vacilado en usar la violencia para reprimir la protesta popular. Era difícil, en consecuencia, que los movimientos populares dispusieran de un espacio legítimo para establecerse y trabajar, especialmente si se tiene en cuenta la antipatía histórica de la elite tradicional hacia la protesta popular.

La rápida polarización de los ochenta presentaba mucho problemas. Los conflictos sociales se politizaban rápidamente con el arresto de los sindicalistas durante las negociaciones, el asesinato de los campesinos en las invasiones de tierras y el envío de tanques contra las protestas cívicas. Con excesiva frecuencia, el gobierno y la derecha identificaban a los líderes populares con los movimientos guerrilleros. Puesto que la doctrina de la contrainsurgencia planteaba el aislamiento de la guerrilla respecto de su base social, para quitarle el agua al pez, el gobierno estaba en condiciones de justificar la represión de todas las formas de protesta popular. Esta clase de guerra resulta muy onerosa para la población civil, en la medida en que las guerrillas son nómades y pueden escapar más fácilmente a las operaciones del ejército.

Las guerrillas y los movimientos populares tenían, de consiguiente, una relación de alguna manera conflictiva. las guerrillas podían ofrecer protección en ciertas circunstancias, pero por este camino implicaban a los movimientos populares en la lucha armada. Las guerrillas apoyaron a los obreros bananeros de Urabá y les ayudaron a mejorar sus salarios y condiciones de trabajo, pero a costa de la militarización de la región. A medida que se hacían más efectivos, los movimientos populares enfrentaban la represión, con o sin la presencia guerrillera.

Los movimientos populares también se han visto inevitablemente afectados por los debates de la izquierda. Mientras desaparecía el sectarismo de los setenta, existían aún divisiones sustanciales, que se agravaron en los ochenta. ¿Los movimientos populares buscarían las reformas a través de las instituciones vigentes? ¿O la única vía era la movilización popular para la transformación radical de la sociedad colombiana en su conjunto?

Hacia un frente popular

Los movimientos políticos emergieron del proceso de paz de Betancur con diferentes respuestas a estas preguntas. La izquierda había hecho dos intentos de trabajar dentro del sistema electoral. El más importante ,fue la creación de la UP por el partido comunista, con el propósito de establecerse como la tercera fuerza política y el principal partido de oposición en el país. En un principio esta iniciativa significaba también el medio para que las FARC se reintegraran al sistema político. Ello resultó imposible, pues los miembros de las FARC fueron los primeros en ser asesinados cuando se pusieron sus trajes de civiles.

El segundo intento fue el Frente Popular (FP), que el PC-ML creó con el fin de ampliar su influencia política. Tanto la UP cuanto el FP debían ofrecer un marco para la participación de amplios sectores y no solamente de los militantes de ambos partidos.

Quienes se oponían a la política electoral y al proceso de paz se congregaron en otro movimiento, A Luchar, en 1984. Entre ellos estaban varios colectivos de trabajadores independientes, algunos grupos de fábricas, el Movimiento Pan y Libertad, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y el Partido Socialista Revolucionario (PSR). El movimiento creció rápidamente debido a que mucha gente de

Page 117: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

izquierda desconfiaba del proceso de paz y temía que las falsas expectativas rompieran el movimiento popular.

A Luchar pretendía construir un amplio movimiento de masas a partir de la idea según la cual, si bien había en el país fuertes organizaciones sociales y guerrilleras, no existía un movimiento político que convirtiera la protesta popular en desafíos políticos al Estado. En consecuencia, sus actividades resultaban con frecuencia ineficaces o aisladas. La combativa política de A Luchar atraía personas que rechazaban el cauto electoralismo de la UP y le ganaba influencia sobre los campesinos y en menor escala sobre los obreros. Muchos de los miembros de A Luchar tenían gran simpatía por el ELN, pero ambas organizaciones insistían en mantener su completa independencia.

Las tres organizaciones tenían ideas muy diferentes acerca de cómo trabajar con movimientos populares. Al unir sus fuerzas para apoyar el tercer paro cívico nacional de 1985, la UP y el FP pidieron más democracia y el cumplimiento de los acuerdos de paz, mientras A Luchar protestó por la actitud demagógica del gobierno frente a la paz. Sus diferencias persistían pero las organizaciones coincidieron en demandas mínimas comunes: el derecho a la vida, el desmantelamiento de los grupos paramilitares, la defensa de la soberanía nacional.

En septiembre de 1988, los tres grupos anunciaron su intención de unir fuerzas en un Frente Político de Convergencia, pero el proyecto encontró serios obstáculos. La UP lo veía como de amplio espectro, para incluir tanto a la izquierda como a otras fuerzas progresistas. De igual manera el FP lo veía como antiimperialista y antifascista. Pero para A Luchar era sólo de la izquierda.

Los tres movimientos tenían varios tipos de apoyo a finales de los años ochenta, pero conducían al pueblo en diferentes direcciones. La UP había perdido cientos de vidas y soportado considerable represión a cambio de una minúscula apertura del sistema político. Era muy improbable que la elite tradicional concediera a las fuerzas de oposición algo más que la participación mínima.

Los movimientos guerrilleros

Aunque la masacre del Palacio de Justicia en 1985 había debilitado seriamente al M-19, hubo un resurgimiento de la actividad guerrillera en su conjunto. El ELN, que no había apoyado el diálogo nacional, creció considerablemente. En 1985, dio los primeros pasos hacia una coordinación nacional con los otros ejércitos irregulares y en octubre de 1987 creó la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB). Poco antes, en julio de 1987 las FARC habían roto su tregua con el gobierno al emboscar una patrulla del ejército en el Caquetá y matar a 17 soldados.

No existe información confiable sobre el número de los alzados en armas, si bien algunos sugieren la cifra de 12.000. Alejandro Reyes Posada y Ana María Bejarano afirman que entre 1985 y 1987 las guerrillas desarrollaron hostilidades en 339 de los 1.009 municipios del país, lo cual representa un área geográfica muy considerable [92]. Se habían infiltrado en todos los departamentos, con excepción de Guajira, Chocó y Nariño, y las comisarías de Amazonas y Vaupés. Alguna vez confinadas a regiones marginales, ahora eran fuertes en algunas zonas económicas estratégicas. Pero eran débiles en las áreas urbanas, en particular en las grandes ciudades.

Cada grupo tenía una base en cierta región. Las FARC, con cerca de 50 frentes, cubrían la mayor extensión y eran fuertes en las zonas de colonización campesina, los Llanos Orientales, el Alto y el Medio Magdalena y algunos sectores del sur y del oriente. El ELN era fuerte en el nororiente, particularmente Arauca, toda la frontera común con Venezuela .y el oriente de Antioquia. El EPL actuaba en Urabá, Córdoba y Antioquia, y también en Norte de Santander y Putumayo. La base de operaciones del M-19 estaba en el suroriente y en el Valle, el Cauca y el Tolima. La relación entre guerrillas y conflictos agrarios variaba de región a región, pero en muchas zonas los campesinos llegaron a considerar a la insurgencia como una opción política seria, y este solo apoyo puede explicar su crecimiento.

Page 118: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Las diferencias estratégicas dividieron al movimiento guerrillero, pero sorprendentemente la CGSB sobrevivió. Las FARC, todavía bajo la dirección política del partido comunista, y el ELN estaban en extremos opuestos del espectro táctico y estratégico. En una entrevista concedida a Martha Harnecker en 1988, Gilberto Vieira, el secretario general del PC, apoyaba la combinación de todas las formas de lucha. Esta estrategia fue respaldada por el XV Congreso del PC a fines del mismo año.

Para el PC, las FARC y la UP eran importantes vehículos para el cambio político. Las FARC suministraban el poder de negociación para forzar la apertura del sistema político, y significaban una defensa contra las Fuerzas Armadas, los terratenientes y los narcotraficantes. Y la UP le daba al partido la oportunidad de ampliar su base de apoyo y de probar el terreno electoral. Como lo dijera Vieira en la clausura del XV Congreso, el propósito de la combinación de todas las formas de lucha "no es la guerra, sino la paz que el pueblo colombiano desea". En 1989, sin embargo, la UP dio pasos para separarse por completo del PC en un esfuerzo por obtener más respaldo y reducir el grado de represión contra sus militantes.

El ELN, de otra parte, tenía claro que su objetivo era la toma del poder. Su crecimiento entre 1986 y 1988 fue estimado en un 500% [93] En junio de 1987 se había fusionado con el MIR-Patria Libre, una disidencia del PC-ML, para formar la Unión Camilista-ELN. Ese mismo año realizó su primera conferencia y eligió la dirección nacional.

La organización tenía ahora una base social y necesitaba presentar propuestas políticas tanto como militares. Tenía que asegurar que quienes no formaban parte del ejército guerrillero pudieran participar políticamente. En las áreas donde el ELN tenía influencia, surgió la idea de poder popular, que también era parte de un programa nacional para construir un gobierno alternativo, democrático y revolucionario.

La decisión del ELN de dinamitar oleoductos generó intensos debates en la izquierda, donde un amplio sector desaprobaba dicha táctica, pero la campaña se inició a fines de 1986 bajo la consigna de "Despierta, Colombia. Se roban el petróleo". El costo para el gobierno ha alcanzado varios miles de millones de dólares en regalías perdidas y en daños a la infraestructura. El ELN obtuvo grandes sumas de dinero con los secuestros de ejecutivos petroleros y la extorsión a las empresas para que inviertan en salud, educación, agua potable y alcantarillado en sus áreas de operación. Entre las demandas guerrilleras están la renuncia del Ministro de Minas y Energía y del Presidente de ECOPETROL, la nacionalización del pozo de Caño Limón, la eliminación de los contratos de asociación con las compañías petroleras extranjeras y la realización de un foro nacional para discutir la política petrolera. Su objetivo es llamar la atención sobre los temas de la autodeterminación y la soberanía nacional. En noviembre de 1989, el gobierno aceptó concurrir a un foro energético en el cual el ELN pudiera expresar su posición. El Ministro de Minas fue obligado a renunciar y el ELN dejó de dinamitar el oleoducto. Por vez primera, la prensa nacional empezó a discutir la cuestión energética, el papel de las multinacionales y la naturaleza de los contratos suscritos con ellas.

A medida que los movimientos guerrilleros empezaron a recibir apoyo popular, sus espacios de trabajo político comenzaron a cerrarse. Defender a la población civil era difícil, pero reclutar a grandes grupos de civiles con amenazas era logística y políticamente imposible. Las guerrillas eran muy débiles en las áreas urbanas como para plantear la inminencia de la revolución a corto o a mediano plazo.

Las guerrillas tenían que responder al impasse político y el gobierno tenía que reconocer que no podía derrotarlas por la vía militar. Una campaña masiva del ejército en 1989 no había conseguido debilitar al ELN y, en este contexto, las guerrillas debían decidir cómo usar su poder de fuego: ¿Profundizarían el proceso revolucionario a través de la guerra popular prolongada, como quería el ELN? ¿Encontrarían espacios políticos para unir todas las fuerzas contra el fascismo, como proponía el EPL? ¿O conquistarían las reformas y el derecho a participar en las elecciones, como planteaban las FARC y el M-19 desde sus diferentes perspectivas? En 1989, los argumentos por la guerra o la paz, por la reforma o la revolución, eran debatidos una vez más. William Ramírez Tobón dice que

Page 119: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

el enemigo, en la negociación por la paz, es un oponente militar, pero es también un contestario civil porque la guerrilla representa, pese a sus aberraciones y a su carácter minoritario, un nuevo proyecto de sociedad (...) tras del estampido de los fusiles hay voces que claman por el derecho al trabajo, a la salud, a la educación, a la vida [94].

¿La guerra o la paz?

En los dos primeros años de su gobierno, el presidente Barco tenía muy poco interés en hablar con las guerrillas. Pero cuan-do el M-19 secuestró y posteriormente liberó a Álvaro Gómez Hurtado, el veterano político derechista, se inició un nuevo proceso de paz que se abrió en julio de 1988, sin el gobierno, como una de las condiciones para la liberación del rehén.

En el proceso tomaban parte dirigentes empresariales, líderes políticos y de organizaciones populares, y miembros de la jerarquía eclesiástica. La Iglesia estaba presionada por organizaciones internacionales de derechos humanos para que investigara las muertes de 18 sacerdotes entre enero de 1980 y junio de 1988. En algunas regiones, los obispos habían empezado a promover el diálogo local, como Monseñor Serna en el Caquetá y Monseñor Buitrago en el Cauca.

Finalmente, el 10 de septiembre de 1988, el gobierno divulgó su propia propuesta de paz, pero impuso una serie de precondiciones para las conversaciones que resultaron inaceptables para las guerrillas. Eventualmente, sólo el M-19 aceptó dialogar en una región campestre del departamento del Cauca. En abril tres de sus miembros, incluyendo un dirigente nacional, Afranio Parra, fueron asesinados por policías ebrios. Parra se unía así a una larga lista de jefes guerrilleros asesinados durante treguas: Guadalupe Salcedo en los años cincuenta, y Carlos Toledo Plata y Osear William Calvo en los años ochenta, entre muchos otros.

El M-19 continuó negociando. Casi todas sus demandas eran condiciones para la participación electoral: reformas electorales, control de la financiación de los partidos y las campañas, y votaciones a dos vueltas para romper la dominación bipartidista. Tales garantías apuntaban al corazón del Estado tradicional. Como lo dijo Carlos Pizarro, el líder del M-19, "no vamos a entrar en la política sobre la base de nuestro suicidio histórico" [95]. Pero en octubre esta guerrilla votó por un margen de 227 a 3 en favor de dejar sus armas y formar un partido político.

El M-19 hacía depender su desmovilización de la aprobación de un referéndum y de medidas para facilitar el acceso de las minorías políticas al Congreso. Al cumplirse estas condiciones, el M-19 anunció su decisión de convertirse en partido político y participar en las elecciones presidenciales de 1990 con la candidatura de Carlos Pizarro.

Las FARC declararon una tregua unilateral en marzo de 1989 e iniciaron conversaciones de paz con una Comisión de Notables, pues el gobierno rehusó dialogar hasta tanto no se probara la buena voluntad de la guerrilla. El EPL y el Quintín Lame siguieron el ejemplo. El ELN aceptó suspender la voladura de oleoductos a cambio del foro energético, las renuncias del Ministro de Minas y el presidente de ECOPETROL, y la humanización de la guerra. Habían muerto muchos más civiles en la guerra sucia de los paramilitares que soldados y guerrilleros en la confrontación armada. En 1988. por ejemplo, murieron más de 3.000 civiles, 393 policías y 549 guerrilleros. La aplicación de los Convenios de Ginebra reduciría los efectos de la guerra sobre la población civil.

Las guerrillas discrepaban sobre los contenidos del plan de paz, al igual que las propias fuerzas del Estado. Como siempre, las realidades políticas y militares chocaban con los intereses de clase. La elite tradicional, con un ejército de 100.000 hombres para la defensa de sus intereses, ni siquiera había aceptado el derecho de la UP a participar en elecciones. Y, en medio de las iniciativas de paz, la guerra sucia continuaba:

Page 120: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Hay zonas en el país en las cuales la palabra diálogo no figura en los diccionarios, como en Urabá, donde la población organizó un paro cívico los días 10 y 11 de abril de 1989 para protestar contra el arresto, la tortura y el asesinato de varios trabajadores bananeros en marzo 31 y abril 3 y 4, de lo cual se acusaba directamente al jefe militar de la región, general Hernán José Guzmán Rodríguez. El paro también exigía el derecho a formar sindicatos, que el ejército deseaba evitar, en un momento en que se preparaba la unificación de todos los sindicatos bananeros en SINTRAINAGRO, una sola organización afiliada a la CUT [96].

Colombia: Una bomba de tiempo política

Colombia ha sido descrito como un país de diferentes "zonas de tiempo político". En 1989, Puerto Boyacá estaba en manos de la derecha organizada, mientras que las áreas rurales de Arauca estaban en poder del ELN. Urabá vivía un virtual estado de guerra civil, pero en las grandes ciudades el peso político de la izquierda era mínimo. Las clases medias urbanas se sentían atraídas por políticos carismáticos como Andrés Pastrana, quien fue elegido como primer alcalde popular de Bogotá en 1988, mientras los pobres estaban empeñados en la lucha cotidiana por la supervivencia y no se molestaban en votar. En todas partes los movimientos populares estaban divididos en cuanto a la manera de responder a las opciones políticas disponibles.

Estas opciones variaban. Muchos intelectuales progresistas rechazaban la lucha armada y la política izquierdista tradicional y preferían construir una tercera fuerza basada en los movimientos cívicos y en amplias alianzas sociales. A principios de septiembre de 1989 formaron un movimiento llamado Colombia Unida. La UP aspiraba a una elusiva democracia burguesa. En algunas regiones, la guerrilla simplemente había reemplazado al Estado. En otras, insistía en la politización de las bases y en el poder popular con miras a la construcción de una alternativa revolucionaria en Colombia.

Ningún proyecto político, de derecha, de centro o de izquierda, tenía legitimidad nacional y, si bien no se daba una polarización suficiente como para generar una guerra civil, había una sensación generalizada de descomposición política y social. Había guerra en regiones como Urabá y el Magdalena Medio, donde el conflicto de clase era particularmente agudo, pero en las ciudades, donde no existían más opciones políticas que la cocaína y el crimen, la violencia engendraba la violencia.

Entretanto, la elite tradicional aún buscaba una fórmula política para restaurar su hegemonía con una mínima pérdida de poder. El sector moderno quería fortalecer el Estado, reformar las instituciones y buscar la paz en sus propios términos. La mayor parte de la elite se preocupaba por la pérdida de su legitimidad política, pero su principal interés era la preservación de sus propios privilegios. En este sentido, un Estado débil le convenía mucho más.

La derecha aún respaldaba una solución militar contra el movimiento popular. A fines de 1988, el Ministro de Defensa, general Rafael Samudio, habló en el sepelio de varios soldados muertos por la guerrilla en una emboscada e insistió en la necesidad de "destruir al enemigo y quebrar su voluntad de lucha. La subversión requiere una respuesta militar y vamos a dársela". Samudio fue removido de su alto cargo poco después, pero muchos en el ejercito compartían su posición. Entretanto, el ascenso de una nueva elite, enriquecida por los narcodólares, amenazaba seriamente las perspectivas de reforma y modernización, al igual que la búsqueda de representación y justicia económica de los movimientos populares. A este respecto, el desenlace de las guerras de la cocaína será más importante que cualquier debate electoral.

El periodista colombiano Antonio Caballero dijo una vez que Colombia era una bomba de tiempo política. ¿Puede una economía que ha creado tan solo 500.000 empleos en el sector manufacturero, y que un informe confidencial del Banco Mundial describe como cerrada y orientada a satisfacer las necesidades de una minoría, ofrecer una existencia humana a la mayoría de su población? El arcaico orden político que ha mantenido a esa minoría en el poder ha demostrado ser incapaz de atender esta

Page 121: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

responsabilidad. La bomba continuará activada hasta que la minoría esté a la altura de su tarea o hasta que la izquierda pueda unir al pueblo en torno a un proyecto político y social alternativo.

Post scriptum ¿Ha sido desactivada la bomba de tiempo? Desde la terminación de este libro, han ocurrido varios hechos y han empezado varios procesos que parecen sugerir cambios significativos en el sistema político colombiano. El primer semestre de 1990 fue un período particularmente sangriento. La guerra sucia y la guerra de las drogas continuaron con ferocidad, al igual que la tradicional criminalidad callejera. Según datos oficiales de la Policía, hubo 10.488 asesinatos entre enero 1 y junio 15 de 1990. Entre las víctimas cayeron los dos candidatos presidenciales de la Unión Patriótica y del M-19.

El segundo semestre del año, empero, estuvo dominado por algunos desarrollos políticos que implicaron realineamientos y redefiniciones en el escenario político, tanto por parte de las fuerzas tradicionales como de aquellas que buscan el cambio social por la vía armada. Entre estas últimas, se hizo evidente la voluntad de abandonar la lucha armada para buscar espacios políticos en el ámbito electoral. El M-19 encabezó este proceso. Tras una prolongada y tortuosa etapa de negociaciones que se inició en marzo de 1989, se firmó un acuerdo de paz en marzo de 1990, dos semanas antes de las elecciones parlamentarias. La organización insurgente lanzó un movimiento político, la Alianza Democrática M-19, junto con una docena de grupos de izquierda y centro-izquierda, entre los cuales estuvo Colombia Unida. El respaldo creciente obtenido por esta coalición, de las elecciones presidenciales en mayo a las elecciones para la Asamblea Constituyente en diciembre, representó una significativa ruptura del orden político tradicional.

Pero el sentido profundo de esta ruptura siguió siendo oscuro. Al interior de la elite dominante continuaban compitiendo proyectos de modernización y de continuismo. Este último fue debilitado, pero en manera alguna derrotado. Y si bien el cartel de Medellín, que es el sector de la mafia más proclive a la barbarie, tuvo que hacer frente a una concertada ofensiva gubernamental, el cartel de Cali continuó con sus actividades económicas regulares a través de una amplia red de contactos con el Estado y el sector privado. Y no había evidencia de que el flujo de cocaína hubiera disminuido a resultas de la ofensiva del gobierno.

El informe de Americas Watch en octubre de 1990 subrayaba que aun cuando el cartel de Medellín había sido aparentemente debilitado, en especial después de la muerte de Rodríguez Gacha, los grupos paramilitares asociados a él siguieron operando. Ello confirmó lo que muchos analistas sabían, pero el gobierno se negaba a reconocer: que los paramilitares sobrevivieron no sólo con el apoyo de los narcotraficantes, sino también de importantes sectores de la elite tradicional y de altos oficiales de las fuerzas de seguridad.

La izquierda, por su parte, enfrentaba una clara derrota. Las tácticas de contrainsurgencia diezmaban al movimiento popular en general y al sector que apoyaba a las guerrillas en particular. Pero más que esto, los movimientos guerrilleros eran derrotados por su propio fracaso en construir organizaciones capaces de generar apoyo político a un proyecto revolucionario. Durante 1990 se hizo evidente que las guerrillas cuestionaban la validez de las tácticas que las habían aislado de la vida política y social en los centros urbanos del país. El M-19 era una fuerza vencida cuando inició sus negociaciones con el gobierno. Pero en el curso de 1990 otros grupos guerrilleros empezaron a discutir con el gobierno, e incluso las FARC y el ELN, aún militarmente fuertes y al mando de la coordinadora Simón Bolívar, junto con una disidencia del EPL, anunciaron que estaban listos para el diálogo.

Pese a todos los elementos que sugerían algún tipo de replanteamiento en el orden político tradicional, hubo un hecho que indicaba cómo la distancia entre Estado y sociedad civil se ensanchaba en lugar de acortarse. Mientras las elecciones presidenciales de mayo mostraron altos niveles de abstención, las elecciones constituyentes de diciembre presentaron el más alto índice de ausentismo de la historia

Page 122: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

nacional: el 75% de los votantes potenciales. Al paso que el sistema político se abría ligeramente para dar cabida a una tercera fuerza que reflejara el anhelo de renovación política de la clase media urbana, las masas populares se sentían tan excluidas como siempre.

La guerra de las drogas

El primer semestre de 1990 estuvo dominado por la violenta confrontación entre el gobierno y el cartel de Medellín. Era la primera vez que el Estado se comprometía en una contienda seria con el cartel y al comienzo tuvo algún éxito. El asesinato de Rodríguez Gacha pareció afectar las estructuras paramilitares, particularmente en el Magdalena Medio, con las cuales estaba asociado en forma estrecha. El cartel respondió a la ofensiva gubernamental con sus propios actos de violencia terrorista, acompañados de ofertas de negociación. El gobierno rechazó tales ofertas, pero muchos políticos influyentes creían que ellas indicaban la única salida a la crisis.

Hubo signos de que la ofensiva gubernamental había interrumpido las operaciones de tráfico de narcóticos. El precio de la hoja de coca en Perú y Bolivia cayó de dos dólares a menos de cincuenta centavos por kilo, que algunos consideraban inferior al costo de producción. Este fenómeno fue atribuido a los problemas creados por la ofensiva gubernamental en el transporte de la hoja y de la pasta de coca de las zonas de cultivo a los laboratorios. Pero el precio en los mercados de consumo no cayó y había escepticismo en torno al impacto de la campaña oficial en el largó plazo.

Las organizaciones de derechos humanos expresaron muchas preocupaciones por la forma en que se realizaba la guerra contra las drogas. El último informe de Americas Watch (La "guerra contra las drogas" en Colombia: La olvidada tragedia de la violencia política) llamó la atención sobre los peligros de la ofensiva del gobierno contra los carteles. Al encuadrar sus acciones dentro de una "guerra", el gobierno se sintió facultado para suspender algunos derechos fundamentales y realizar, por ejemplo, arrestos en masa. La mayoría de los once mil ciudadanos detenidos a resultas de la muerte de Galán fue liberada poco después por falta de pruebas. El cuerpo elite de la Policía, creado en abril de 1989 para desmantelar los grupos paramilitares, fue enviado esta vez a perseguir a los líderes del cartel de Medellín. Pero esta fuerza especial fue acusada de serios abusos en su persecución de los narcotraficantes, como arrestos masivos e indiscriminados de jóvenes en los barrios pobres de la capital antioqueña. El cuerpo elite fue entonces atacado por pandillas del cartel a sueldo, lo cual dio pie a represalias de la Policía y a una escalada de venganza. Hubo un promedio diario de 32 muertes en Medellín durante los primeros seis meses de 1990.

Otro problema planteado por Americas Watch, que refleja también un prolongado debate interno en Colombia, fue el papel de los Estados Unidos en la campaña antinarcóticos. La guerra de Barco contra las drogas recibió considerable apoyo de la administración Bush. El 22 de noviembre de 1989, el Congreso norteamericano expidió la Ley de Control Internacional de Narcóticos, que incluía gastos de mas de dos mil millones de dólares en ayuda económica y militar para Colombia, Perú y Bolivia entre 1990 y 1994. Colombia recibiría 382 millones de dólares en ayuda militar y 204 millones de dólares en asistencia económica durante este período. En la práctica, la asistencia recibida por el país en 1989 y 1990 fue puramente militar. Tan solo en 1989 Colombia recibió 73.6 millones de dólares en ayuda militar, más que en los veinte años anteriores sumados. Para 1990, el presidente Bush anunció su intención de suministrar 80 millones adicionales para operaciones antinarcóticos, más 30.9 millones destinados en principio al Perú, pero rechazados por el gobierno de Fujimori.

La ayuda norteamericana fue entonces orientada al fortalecimiento de soluciones militares para el sector de la oferta en la ecuación del narcotráfico. Cuando los presidentes de los países andinos se reunieron con el presidente Bush en Cartagena, en febrero de 1990, subrayaron el hecho de que trabajar al lado de la demanda era tanto o más importante que hacerlo del lado de la oferta de cocaína. Las organizaciones de derechos humanos han planteado serios interrogantes sobre el carácter ético del fortalecimiento de las instituciones militares en Colombia y en los otros países andinos cuando dichas instituciones han sido reiteradamente acusadas de violar las libertades ciudadanas. De hecho, la Ley de

Page 123: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Control Internacional de Narcóticos de 1989 excluye expresamente de toda asistencia militar a los beneficiarios que se vean envueltos en graves y persistentes violaciones de derechos humanos.

Hubo también considerable evidencia de que la ayuda prevista para la actividad antinarcóticos se destinaba en realidad a operaciones de contrainsurgencia. En efecto, el 14 de agosto de 1990 apareció un informe del Comité de Actividades Gubernamentales de la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos, en el cual altos oficiales del Ejército colombiano describían la Operación Tricolor 90 como una ofensiva trienal contra las guerrillas, a partir del 10 de abril de 1990. Afirmaban que 38.5 de los 40.3 millones de dólares apropiados por los Estados Unidos para asistencia militar en su Iniciativa Andina permitirían financiar el apoyo logístico para tal operación. Cuando se les preguntó de qué manera una operación en una región no conocida por su producción de coca o cocaína podría contribuir a la campaña antinarcóticos, los jefes militares se limitaron a decir que si se hallaban laboratorios durante la operación, serían destruidos.

Al tomar posesión en agosto de 1990, el presidente Gaviria introdujo algunos cambios en la estrategia gubernamental de lucha contra la mafia de la droga. Se abandonó la adhesión de la administración anterior al tratado de extradición y el 5 de septiembre de 1990 se expidió el Decreto Legislativo 2047 que permitía la entrega de los presuntos narcotraficantes, junto con información sobre sus cómplices y los bienes ilícitamente adquiridos. Por su parte, el gobierno prometía no extraditar a los narcotraficantes y reducir a la mitad las penas de prisión que les impusieran los jueces colombianos. Al concluir 1990, tan solo una persona, Fabio Ochoa, se había entregado voluntariamente a las autoridades. Y al comenzar 1991, Pablo escobar mantenía cautivos a cinco periodistas raptados a finales de agosto de 1990. Pero era probable que se dieran pasos para un entendimiento con la mafia de la droga. El gobierno no había ganado la guerra de las drogas: tal vez apenas mejoró su posición para negociar con el cartel de Medellín.

La guerra política

El gobierno sostenía que los narcotraficantes eran los principales responsables de los grupos paramilitares y de las violaciones de los derechos humanos durante la última década, aún cuando tales abusos han existido desde mucho antes. Y pese a la ofensiva contra la mafia, los grupos paramilitares siguieron tan. activos como siempre: el año empezó con una masacre particularmente atroz en Puerto Bello, Urabá. El 13 de enero, 42 campesinos fueron secuestrados por un escuadrón paramilitar. Los hechos siguientes fueron revelados a los investigadores por un desertor. El secuestro fue ordenado por Fidel Casiano, un acaudalo terrateniente del departamento de Córdoba, estrechamente vinculado a los grupos paramilitares. Castaño dijo a sus hombres: "Pueblo Bello es un nido de guerrilleros; quince o veinte personas deben ser cogidas allí, ojalá vivas". El escuadrón llevó a los campesinos a una de las fincas de Castaño, donde fueron torturados y asesinados. Los cuerpos fueron hallados en fosas comunes dentro de la finca. Camino al lugar de la masacre, los asesinos y sus víctimas viajaron en dos camiones que atravesaron sin obstáculo alguno una zona fuertemente militarizada. El Procurador Delegado para los Derechos Humanos inició entonces una investigación disciplinaria contra dos oficiales del Batallón Voltígeros en Urabá, quienes estaban a cargo de un retén con doce soldados a la entrada de Pueblo Bello, la noche del secuestro.

Mientras el gobierno dirigía su ofensiva contra el cartel de Medellín, ignoraba las actividades de Castaño y otros ricos latifundistas seriamente implicados en la financiación y organización de grupos paramilitares. El hecho mismo de que estos grupos pudieron continuar sus actividades a pesar de la campaña contra el cartel de Medellín indica que existen fuentes de apoyo fuera de la mafia. Según Semana (abril 24 de 1990), un informe confidencial del DAS mostraba un comprometedor vínculo entre muchos oficiales de la fuerza pública y Fidel Castaño. Pero el gobierno sigue siendo incapaz de llevar adelante investigaciones penales contra miembros del Ejército y la Policía comprometidos en atropellos a los derechos humanos. De acuerdo con Americas Watch, ha habido tan solo tres investigaciones exitosas en casos muy especiales.

Page 124: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Algunos oficiales han sido retirados de sus cargos o del servicio, pero ninguno ha sido acusado. Un ejemplo notorio es la decisión del Procurador General en octubre de 1990 al decretar la destitución del general Jesús Armando Arias Cabrales, ya retirado del Ejército, por haber sido hallado culpable de varios actos ilegales durante el contra-ataque militar del Palacio de Justicia que él dirigió en noviembre de 1985. No se formularon cargos criminales y muchos dirigentes tradicionales hablaron en favor del general. El número de oficiales del Ejército que ha sido objeto de retiro forzoso del servicio en desarrollo de una sanción disciplinaria es efectivamente muy reducido. Americas Watch registra tan sólo nueve casos entre abril de 1988 y enero de 1990.

Hubo 953 asesinatos políticos entre enero y septiembre de 1990. Las cifras indican que la guerra política en Colombia no cede, si bien la peor violencia ocurrió en los primeros meses del año. La Unión Patriótica siguió aportando muchas víctimas: 68 de sus militantes fueron asesinados de enero a mayo de 1990. Tras el asesinato de Bernardo Jaramillo, su candidato presidencial, la UP se retiró de la campaña electoral y era una fuerza política muy quebrantada. Un estudio del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales (CEIS) atribuyó los crímenes a las elecciones y recordó cómo en la campaña de 1988 se produjo el 60% de los homicidios de la UP. En el período preelectoral de 1990 se presentaron 150 denuncias por desaparición de personas, un número tres veces mayor al registrado en el mismo período de 1989.

Aunque lo más probable es que Luis Carlos Galán fuera asesinado por orden del cartel de Medellín, las muertes violentas de Jaramillo y Pizarro resultan mucho más discutibles. El hecho de que ambos candidatos apoyaran el diálogo con los narcotraficantes y se opusieran a la extradición no los hacia víctimas naturales de la mafia de la droga. Muchos creen que su asesinato fue obra de grupos derechistas con el apoyo de sectores militares. Pizarro, por ejemplo, fue asesinado a bordo de un avión de Avianca sin que haya podido explicarse por qué las severas medidas de seguridad permitieron al asesino subir armado a la aeronave.

Un voto por el cambio

Hubo algunos momentos políticos de importancia en 1990. Tras largas y tortuosas negociaciones, el M-19 finalmente entregó sus armas el 8 de marzo de 1990. Las elecciones parlamentarias se llevaron a cabo el 11 de marzo y, pese a disponer tan solo de dos días para organizarse políticamente, el M-19 mostró que podía conseguir considerable apoyo. Carlos Pizarro obtuvo el 8 por ciento de la votación para la Alcaldía de Bogotá y su candidatura presidencial ganaba fuerza en el momento de su asesinato.

La muerte violenta de tres candidatos presidenciales opacó la elección que tuvo lugar en mayo y que se adelantó casi por entero a través de los medios de comunicación porque los candidatos temían por sus vidas. La abstención fue una de las más altas registradas en una elección presidencial; 54 por ciento de los votantes inscritos y 72 por ciento de los electores potenciales. Se introdujeron cambios en la mecánica electoral para asegurar el secreto del sufragio y, a pesar del bajo nivel de participación, el resultado reflejó la voluntad de renovar el sistema político, especialmente por parte de la clase media urbana. La votación más sorprendente fue la que obtuvo el M-19, ahora encabezado por Antonio Navarro Wolff: alcanzó el 12.5%, la mayor votación conseguida no sólo por una organización de izquierda, sino también por una fuerza distinta de los partidos tradicionales. Y derrotó asimismo al candidato oficial del social conservatismo, Rodrigo Lloreda. Este partido se dividió y su ala derecha formó el Movimiento de Salvación Nacional con Álvaro Gómez Hurtado como candidato presidencial, que terminó segundo en la competencia subrayando así el respaldo con que aún cuentan las soluciones autoritarias para los problemas del país. Quien ganó la presidencia fue César Gaviria Trujillo, el candidato liberal de centro-derecha, que reivindicaba la tradición reformista del asesinado candidato Luis Carlos Galán.

Otra indicación del deseo de cambio fue la votación en favor de una Asamblea Constituyente para realizar una reforma constitucional. A despecho de la hostilidad o indiferencia de la elite tradicional, el movimiento estudiantil había luchado por la inclusión, en la elección congresional de marzo de 1990,

Page 125: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

de una convocación a una consulta nacional para una Asamblea Constituyente. Los dos millones de sufragios depositados obligaron a Barco a incluir un referéndum sobre el tema en la elección presidencial de mayo. Cinco millones de personas votaron a favor, con lo cual doblaron la cantidad de votos que obtuvo el nuevo presidente.

El tema de la Asamblea dominó los primeros meses de la administración Gaviria. La intención evidente del nuevo mandatario era continuar los esfuerzos de Barco para modernizar y fortalecer el Estado. Pero, a diferencia de su antecesor, Gaviria combinó su trayectoria de tecnócrata con una considerable habilidad política y promovió a una nueva generación de políticos tecnócratas, cuyo promedio de edad oscilaba entre los 40 y 45 años, al gabinete ministerial. Entre ellos estaba, como Ministro de Salud, Antonio Navarro Wolff.

Estos eran signos de cambio. Pero el cambio debía ser cuidadosamente controlado. La composición de la Asamblea Constituyente fue decidida una vez más mediante negociaciones al interior de la elite, con la sola innovación de que ahora el M-19 era incluido en la discusión. Al paso .que el movimiento popular reclamaba una Asamblea abierta, el acuerdo final la restringía a setenta miembros elegidos, con lo cual la corporación reflejaría una vez más el poder de los partidos tradicionales con sus maquinarias electorales regionales y sus considerables recursos financieros. El acuerdo también pretendía excluir de la agenda de la Asamblea los temas de la extradición y de las Fuerzas Armadas. Pero la Corte Suprema declaró que tales exclusiones eran inconstitucionales, al igual que algunos de los requisitos que debían cumplir los candidatos a la Asamblea.

El proceso que condujo a las elecciones constituyentes del 9 de diciembre estuvo marcado por el creciente respaldo a la Alianza Democrática M-19. Navarro Wolff había renunciado a su cargo de Ministro para participar en las elecciones. La Alianza obtuvo diecinueve curules, no tantas como se anticipaban, pero de todos modos una cifra significativa tenida cuenta del corto período en el cual intentaba establecerse como fuerza política. El liberalismo ganó el mayor número de delegatarios, el social conservatismo ocupó el último lugar y el Movimiento de Salvación Nacional quedó de tercero. La lista unitaria de izquierda, que incluía a la mayoría de las organizaciones populares, obtuvo tan solo dos curules.

Con todo, la elevada abstención ensombrecía el verdadero significado de la votación. Una experiencia que había sido ampliamente saludada como un importante paso para salvar la brecha entre el Estado y el pueblo, mal podía ser declarada como un éxito arrollador, aunque el hedió mismo de que tuviera lugar era considerado por muchos como un signo de cambio. La Asamblea debe empezar sus trabajos el 5 de febrero de 1991.

Las guerrillas buscan la paz

El M-19 inició un proceso que fue muy pronto imitado por otras organizaciones insurgentes. El EPL firmó un acuerdo preliminar con el gobierno en junio de 1990 y en julio se iniciaron discusiones con el PRT, que prometió arrojar sus armas al mar el 26 de enero de 1991, en presencia de representantes de la Constituyente. Se logró también un convenio preliminar con el Quintín Lame. El 27 de julio de 1990 se suscribió un segundo instrumento con el EPL, si bien un grupo dirigido por Francisco Caraballo estuvo en desacuerdo con los términos del convenio.

La Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que ahora agrupaba al ELN, las FARC y el sector reticente del EPL, anunció su voluntad de negociar después de la quinta cumbre guerrillera de Julio de 1990, pero su negativa a desmovilizarse antes de las conversaciones con el gobierno resultó un gran obstáculo y provocó represalias por parte del Ejército. En efecto, el mismo día de las elecciones constituyentes el Ejército destruyó Casa Verde, el cuartel general de las FARC. La campaña militar de contrainsurgencia era más intensa que nunca. Se informó de bombardeos y ametrallamientos aéreos, realizados por las aeronaves enviadas por los Estados Unidos para la campaña antinarcóticos de 1989.

Page 126: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Y las comunidades campesinas de la región fueron víctimas del hostigamiento militar y sus moradas y pertenencias fueron destruidas bajo la sospecha de auxiliar a la guerrilla.

Parecía prevalecer, empero, la impresión general de que la lucha armada no era ya la estrategia más indicada para el cambio social en Colombia, incluso entre los grupos más antiguos y numerosos, como las FARC y el ELN. Pero ante la ausencia de alternativas políticas, había gran confusión acerca del camino a seguir, al igual que diferencias apreciables de opinión entre aquellas organizaciones.

Las condiciones para la desmovilización constituían una cuestión disputada teniendo en cuenta la fuerza militar de los grupos guerrilleros. Tanto el Ejército como la insurgencia intentaban fortalecer su capacidad de negociación mediante la intensificación de su actividad militar. El gobierno declaro el 26 de septiembre que ratificaría los Protocolos Adicionales I y II de Ginebra y aceptaría veedores internacionales en las negociaciones con la Coordinadora Simón Bolívar, a fin de atender algunas de las preocupaciones de la guerrilla. Entretanto, sin embargo, el Ejército intensificaba su ofensiva contra el cuartel general de las FARC, hasta su destrucción, lo cual no alentaba clima alguno de reconciliación.

El movimiento popular

El movimiento popular permaneció muy debilitado a lo largo de 1990. La campaña para la Asamblea Constituyente, con el fin de garantizar que ella representaría las reivindicaciones y los intereses de los sectores populares, logró galvanizar su atención durante algunos meses y se tradujo en una gran convención de organizaciones populares en julio. Pero ella también tuvo que responder a los realineamientos políticos entre los grupos que dirigían la campaña. De una parte, se produjo la aparición de una fuerte tendencia socialdemócrata en la formación de la Alianza Democrática M-19. Se trataba de crear un partido socialdemócrata en el futuro. De otra parte, quienes aún aspiraban a la transformación revolucionaria de la sociedad se habían agrupado alrededor de un frente revolucionario, que reunía a A Luchar, la Unión Patriótica (el sector de los Núcleos Bernardo Jaramillo se había integrado al M-19) y el Partido Comunista. Si A Luchar y la UP discutían la posibilidad de unir fuerzas, había un realineamiento sustancial en la izquierda.

La Alianza Democrática M-19 y el Frente Revolucionario apoyaron la campaña por la Constituyente, pero el segundo se opuso al proceso de negociaciones con el gobierno en el cual la primera participación, el contexto en el cual tenía lugar este debate, se caracterizaba por el fuerte impacto de las políticas económicas sobre los sectores más pobres de la población. Las presiones inflacionarias aumentaron en 1989; los alimentos básicos aumentaron sus precios en un 35%. La inflación había llegado al 10.2% en el primer trimestre de 1990, mientras el salario real estaba en septiembre de 1990 por debajo de su nivel de septiembre de 1984. Y el desempleo alcanzó de nuevo una cifra de dos dígitos en 1990.

El control de la inflación se convirtió en uno de los principales objetivos de la política económica de Gaviria, al igual que "la modernización, la internacionalización, la eficiencia del Estado y la transformación social" (El Tiempo, octubre 28 de 1990). El programa de liberalización económica, reducción del gasto público e impulso a la privatización de los servicios públicos resultó muy polémico. Se requerían incrementos en los precios del petróleo y la electricidad para compensar los menores ingresos gubernamentales debido a la reducción de las tarifas aduaneras. Las cuatro centrales obreras rechazaron las nuevas políticas en tanto afectaban a muchos trabajadores. El 14 de noviembre se realizó un paro nacional de protesta que fue duramente reprimido por el gobierno de Gaviria mediante un decreto de estado de sitio que declaró ilegal la huelga, autorizó a los patronos para despedir a quienes faltaron a su trabajo e impuso sanciones de 6 meses a 3 años para quienes realizaron manifestaciones no autorizadas.

En el sector rural, el futuro de la reforma agraria no era auspicioso al ser nombrado Germán Bula como Gerente del INCORA. Hijo de uno de los más poderosos terratenientes de la Costa Atlántica,

Page 127: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

Bula dijo al posesionarse que la reforma agraria ya no era necesaria, pues se había cumplido el objetivo de democratizar la propiedad rural. Las organizaciones campesinas hicieron grandes manifestaciones, pero su capacidad de presionar al gobierno seguía siendo muy reducida. La ANUC no ha cumplido su promesa de reconstruir un movimiento campesino unificado, si bien conserva fuerza en algunas regiones.

Conclusión

Indudablemente, 1990 fue un año de importantes cambios cuya significación duradera resulta difícil de apreciar. Tal vez el viraje más evidente ha sido la presión de la clase media urbana en favor del cambio político, que se manifestó en algunos casos en apoyo de nuevos movimientos y en otros casos en respaldo del sector progresista del liberalismo.

Pero las perspectivas de las mayorías siguen siendo sombrías. Grandes masas se sienten excluidas de las maquinaciones políticas, y el pequeño sector que está organizado y expresa sus demandas de cambio permanece severamente debilitado por la represión y por la falta de liderazgo político. El colapso ideológico de las fórmulas izquierdistas tradicionales ha afectado la posibilidad de construir una respuesta unificada del movimiento popular. Se trata de un fenómeno mundial, que ha generado un vacío ideológico en el cual se ha oscurecido la opción de una transformación estructural de la sociedad en beneficio de las mayorías. Está por verse si la alternativa socialdemócrata puede llenar el vacío, toda vez que se ha desarrollado en las peculiares circunstancias de los países industrializados de Europa y hay un debate de consideración alrededor de la transferencia del modelo a otros países.

Entretanto, las fuerzas de la reacción siguen detectando mucho poder. Quizá la última palabra corresponda una vez más a Antonio Caballero, que al concluir 1990 escribió en su columna del diario El Espectador:

Estamos Otra vez donde estábamos al comenzar la década, en los tiempos del presidente Turbay; en guerra abierta con la guerrilla y entendimiento tácito con los narcos. Los narcos están recuperando la respetabilidad institucional que habían perdido desde hace años, y lo curioso es que no la han recuperado porque hayan suspendido sus crímenes, sino porque los han multiplicado. Y, por su parte, las guerrillas (las FARC y el ELN) están perdiendo la respetabilidad que ganaron en años de conversaciones, canas y declaraciones (...) Los motivos son claros, tanto para la paz con los narcos como para la guerra contra la guerrilla: son los mismos que hace diez anos: en el primer caso, el poder de los narcos; en el segundo, la presión; del ejército (...) Objetivamente, sigue siendo una década perdida. Esperemos que en la década que ahora empieza se entenderá por fin que los dos grandes problemas no se solucionarán tratando sus efectos, sino sus causas. Que la guerra contra los narcos sólo se ganará legalizando el tráfico de drogas. Y que la guerra contra la guerrilla sólo se ganará haciéndola superflua, es decir, terminando con la persecución de la gente en Colombia de suerte que no se vea obligada a defenderse.

Londres, enero de 1991.

Bibliografía CHRISTOPHER, Abel, Política, iglesia y Partidos en Colombia, Universidad Nacional,

Bogotá, 1987. ACOSTA, Daniel y LÓPEZ, Gilma. La Realidad del Sí Se Puede: Demagogia y Violencia,

Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, Bogotá, 1984. ALAPE, Arturo, El Bogotazo: Memorias del Olvido, Editorial Pluma, Bogotá, 1983.

Page 128: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

ALAPE, Arturo, La Paz, la Violencia: Testigos de Excepción, Edito-rial Planeta, Bogotá, 1985.

APANGO, Carlos, FARC Veinte Años: De Marquetalia a La Uribe, Ediciones Aurora, Bogotá, 1986.

ARANGO, Mario y CHILD, Jorge, Coca-Coca: Historia, Manejo Político y Mafia de la Cocaína, Dos Mundos, Bogotá, 1986.

ARANGO, Mario y CHILD, Jorge, Narcotráfico: Imperio de la Cocaína, Percepción, Medellín, 1984.

ARRUDLA, Mario y otros, Colombia Hoy, Siglo XXI Editores, Bogotá, 1978. AVILA BERNAL, Álvaro, Corrupción y Expoliación en América Latina, Grijalbo, Bogotá,

1987. BEHAR, Olga, Las Guerras de la Paz, Editorial Planeta, Bogotá, 1985. BEJARANO, Jesús A., Economía y Poder: La SAC y el Desarrollo Agropecuario Colombiano

1871-1984, Bogotá, 1985. BERGQUIST, Charles W., Labor in Latín América: Comparativo Essays on Chile, Argentina,

Venezuela and Colombia, Stanford Universiiy Press, Stanford, 1986. BERMÚDEZ ROSS1, Gonzalo, El Poder Militar en Colombia: De la Colonia al Frente

Nacional, Expresión. Bogotá, 1982. BRODERICK Walter J., Camilo, el Cura Guerrillero, El Labrador, Bogotá, 1987. CASTILLO, Fabio, Los Jinetes de la Cocaína, Documentos Periodísticos, Bogotá, 1988. CUERVO, Luis Mauricio, Conflicto Social y Servicios Publicas en Colombia, C1NEP,

Bogotá, 1987. DÍAZ URIBE, Eduardo, El Clientelismo en Colombia, El Áncora Editores, Bogotá, 1986. DIX, Robert H., Colombia: The Political Dimensions of Change, Yale University Press, New

Haven, 1967. GILHODÉS, Pierre, La Question Agraire en Colombie 1958-1971, Armand Colin, París,

1974. GUZMÁN, Germán, FALS, Orlando y UMAÑA, Eduardo, La Violencia en Colombia, 2

vols., Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1986. HARTLYN, Jonathan, The Politics of Coalition Rule in Colombia, Cambridge University

Press, Cambridge, 1988. HELMSING A. H. J., Firms, Farms and the State in Colombia, Allen & Unwin, London,

1986. KALMANOWITZ, Salomón, Economía y Nación: Una Breve Historia de Colombia, Siglo

XXI Editores, Bogotá, 1985. KLINE, Harvey F, The Coal of El Cerrejón; Dependent Bargaining and Colombian Policy-

Markling, Pennsylvania State University Press, 1987. LANDAZÁBAL REYES, Fernando, Paginas de Controversia, Bedout, Medellín, 1983. LARA, Patricia, Siembra Vientos y Recogerás Tempestades, Editorial Planeta, Bogotá, 1984. LEAL BUITRAGO, Francisco, Estado y Política en Colombia, Siglo XXI Editores, Bogotá,

1984. LIÉVANO AGU1RRE, Indalecio, Bolívar, Editorial La Oveja Negra, Bogotá, 1979. MEDHURST, Ken, The Church and Labour in Colombia, Manchester University Press,

Manchester, 1984. MOLANO, Alfredo, Selva Adentro: Una Historia Oral de la Colonización del Guaviare, El

Ancora Editores, Bogotá, 1987. OCAMPO, José Antonio, (ed.), Historia Económica de Colombia, Siglo XXI Editores,

Bogotá, 1987. OQUIST, Paul, Violence, Conflict and Politics in Colombia, Academic Press, New York,

1980. PALACIOS, Marco, El Café en Colombia 1850-1970, El Áncora Editores, Bogotá, 1983 PÉCAUT, Daniel, L'Ordre et la Violence, Editions de 1'Ecole des Hautes Eludes en Sciences

Sociales, Paris 1987. RESTREPO, Laura, Colombia: Historia de una Traición, IEPAI.A, Madrid, 1986. RODRÍGUEZ, Ana Lucía, (ed.), Debates sobre la Paz, CINEP, Bogotá. 1988.

Page 129: Capítulo 4. Las dos economías de Colombia Primera parte ... fileColombia Impreso en Colombia. Printed in Colombia Contenido * Introducción * El nudo de Bolívar * Primera parte:

SÁNCHEZ, Gonzalo y MEERTENS, Donny, Bandoleros, Gamonales y Campesinos, El Ancora Editores, Bogotá, 1983.

SÁNCHEZ, Gonzalo y PEÑARANDA, Ricardo, Pasado y Presente de la Violencia en Colombia, CEREC, Bogotá, 1986.

SANTAMARÍA, Ricardo y SILVA, Gabriel, Proceso Político en Colombia: Del Frente Nacional a la Apertura Democrática, CEREC, Bogotá, 1984.

SANTANA, Pedro, Desarrollo Regional y Paros Cívicos en Colombia, CINEP, Bogotá, 1983. URRUTIA, Miguel, Gremios, Política Económica y Democracia, Fondo Cultural

Cafetero/FEDESARROLLO, Bogotá, 1983. VÁZQUEZ CARRIZOSA, Alfredo, Betancur y la Crisis Nacional, Ediciones Aurora, Bogotá,

1986. VILLEGAS, Jorge, Petróleo Colombiano, Ganancia Gringa, El Ancora Editores, Bogotá,

1985. WOLA, Colombia Besieged: Political Violence and State Responsability, Washington. 1989. ZAMOSC, León, The Agrarian Question and the Peasant Movement in Colombia: Struggles

of the National Peasant Association 1967-1981, Cambridge University Press, Cambridge, 1986.