CAPÍTULO II · 2008. 4. 14. · CAPÍTULO II Influencias atmosféricas. Reseñaremos de un modo...

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CAPÍTULO II Influencias atmosféricas. Reseñaremos de un modo rápido los efectos produci- dos en los olivos por las m^ximas y mtnimas de tem- ^heratura; los causados por los 1^ientos; los que proce- den de la acción inte^isa y escasa de la luz, de la h^u- medad atmosférica de las lluvias, rocíos, escarchas, nieblas y granizo, dedicando algunos párrafos á los efectos morbosos producidos en la vegetación por el pot^^o rnineral y los humos sulfurosos procedentes de la calcinación al aire libre de ]as piritas ferro-cobrizas. Otros varios puntos de interés pudieran tratarse en este lugar, tales como la acción de la electricidad y de los miasmas ó gérmenes de origen vegetal ó animal, existentes en el aire, que vienen á ser las causas de las eníermedades del olivo que se describen en la sección de criptógamas.

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CAPÍTULO II

Influencias atmosféricas.

Reseñaremos de un modo rápido los efectos produci-

dos en los olivos por las m^ximas y mtnimas de tem-

^heratura; los causados por los 1^ientos; los que proce-

den de la acción inte^isa y escasa de la luz, de la h^u-

medad atmosférica de las lluvias, rocíos, escarchas,

nieblas y granizo, dedicando algunos párrafos á los

efectos morbosos producidos en la vegetación por el

pot^^o rnineral y los humos sulfurosos procedentes de la

calcinación al aire libre de ]as piritas ferro-cobrizas.

Otros varios puntos de interés pudieran tratarse en

este lugar, tales como la acción de la electricidad y de

los miasmas ó gérmenes de origen vegetal ó animal,

existentes en el aire, que vienen á ser las causas de las

eníermedades del olivo que se describen en la sección

de criptógamas.

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La extensión de este trabaja nos impide entrar en ]os

detalles que serían precisos para hacerlo menos incom-

pleto. Comencemos, pues, por las

Máximas y mínimas de temperatura.

I:i conocimiento de la^ temperaturas máximas y mí-

nimas que las diferente5 variedades del olivo pueden re-

sistir sin en fermar, sería muy interesante para nuestro

objeto. ^^as no teniendo datos de estas observaciones,

habremos de contentarnos con recordar, de un modo

general, que entre e5tas máximas y mínimas se encuen-

tra una temperatura que para el vegetal resulta óptima,

puesto que, con elia, el normal desenvolvimiento del

olivo se verifica en las mejores condiciones.

Sabido es que el calor acelera los fenómenos vitales;

que si éste 11eg-a á ser excesivo, altérase la constitución

de los elementos anatómicos de los tejidos vegetales,

1legando, á vece5, hasta á coagular las substancias al-

buminóideas y á extinguir la actividad de las funciones

que constituyen su vida.

Claro está que estos efectos del calor son muy varia-

bles, según los órganos de la planta que consideremos,

y, dada la manera general y rápida con que estudiamos

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este asunto, sólo pc►demos decir que aqu^ll^^s son tant^

más sensibles á la acción del calor intenso cuanto más

agua contienen.

Las mi^aima.ti de tempcratura ofrecen más interés

para el agricultor, puesto que en la región del olivo no

son frecuentes las heladas, que destruyen hasta el tron-

co de los árboles, para lo cual el termómetro debe des-

cender, por lo menos, á(-ro°); suele suceder, sin em-

bar^ro, que las cortezas y ramos tiernos sufran, con más

frecuencia, los efectos de este accidente meteorológico.

^Cómo obran, pues, Eas heladas en los olivos?

Para contestar á esta pregunta, es preciso tener en

cuenta que en la época en que la vegetación es activa y,

por consiguiente, la evaporación intensa, el agua absor-

bida por el árbol, del suelo, comunica la temperatura

que domina en el interior de la planta.

Este hecho indudable se dem^iestra con la siguiente

experiencia: si por medio de un termómetro tomamos

la temperatura de dos olivos expuestos al sol, uno en el

cual se hayan quitado las hojas, con lo cual se detiene

la circulación del agua, y otro en estado normal, se en-

^ cuentra que el pr^ mero tiene una temperatura próxima-

^" `' r^ mente de io" inferior al segundo. Si quitamos las hojas

i á éste, su temperatura sube también io°. El grado de

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calor interior de las ramas y ramillas as determinado

por la atmósfera.

Loti troncos dejan, pues, penetrar lentamente el calor

exteriur; y sólo zn el caso de incidir un rayu de sol so-

bre una gota de a^ua, pudiera ésta obrar rápidamente

como una lente, produciendo una quemadura en la par-

te dcl ve^;etal e q que se cncuentra la ^;ota de a^ua. CI

enfriamiento cy causado por la radiación ', siendo su

acción tanto más intensa cuanto más ténues son los ór-

ganos de la planta.

De un modo ^;en^;ral, sólo puede decir5e: que cuando

una parte del ve^;etal pasa del naíninauni de temperatu-

ra, necesario para la produccic^n de l05 fenómenos vita-

les, sobreviene un mom^nto de repuso, que termina tan

pronto como el calor vuelve á tener acción sobre los te-

jidos; si la temperatura desciende notablemente por

bajo del o, la planta se hiela; eti decir, que una parte

del agua de las paredes celulare5 y otra del jugo conte-

nido entre dichas paredes, se elimina para formar hielo,

mientra5 que queda en estado líquido muy concentrado

otra porción de los líquidos internos.

Como efecto notable producido en los olivos por estoS

i Aparte del calor que las planta^ pierden por evaporación y pur

los procesos de la nutrición.

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descensos grandes de temperatura, nóta^e en lo, trcm-

cos, sobre todo cn los expuestos al N. ^• NE., hendidu-

ras ó grietas longitudinales producidas por una deseca-

ción de las paredes celulares, que hace disminuir su

volumen, produciendo dicho a^^rietamiento de los lron-

cos ' .

Los frios intensos causan también en el olivo la en-

fermcdad conocida con el nombre de chancro de la he-

lada, que se diferencia mucho de las afecciones cance-

rosas debidas á los hongos. Este chancro aparece en el

reborde que se forma siempre en la base de un ramillo

muerto por una helada primaveral.

Otro efecto, producido por estas mínimas de tempera-

tura, es la rizadura de las hojas y la caida de las mis-

mas, así como la de los ramillos que han de dar la flor.

Los tejidos foliaceos y corticales (todos los parenqui-

matosos) eliminan agua pura en l^s espacios intercelu-

lares, pero sin helarse aq uéllos.

Respecto del momento en que ocurre la muerte del

vegetal oor la acción de la helada, hay opiniones diver-

sas, que no podemos discutir actualmente. Sachs nos

dice que sobreviene en el instante del deshielo; Goepert

i Estas hendiduras suelen cerrarse cuando na son grandes y

vuelve á obrar la temperatura más elevada.

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cree quc tiene lu^rar durante el estado de congelacic`^n;

el Profe^or Hartig, del que tomamos muchas de e^tas

ideas, trata de conciliar las dos opiniones, diciendo que

alas heladas de invierno pueden ocasionar la muerte de

»la planta, mientras que e) vegetal está helado y los

»hielos prima^rerales en el momento del deshielo. ^ ► FI

hielo de invierno, dice el citado Profesor Hartig, tiene

una gran semejan-r.a con la desecación de los tejidos:

que, bien se desequen inmediatamentc por la acción de

la helada, ó bien por virtud de que las raíces no renue-

ven la cantidad de a^;rua necesaria para la normal eva-

poración, en los dos casos, dicha desecación, cuando ex-

cede ciertos límites, es mortal para la célula que, inca-

pacitada para retener grandes cantidades de agua, mo-

difica probablemente la agrupación de las moléculas (en

e) momento de la desecación).

Una célula puede volver á su estado normal cuando

no ha sido desecada más allá de cierto límite '.

t Para explicar este cambio de agrupación molecular, no hay me-

jor término de comparación que las modificaciones sufridas por el

engrudo de almidón despuCs de la congelación del mísmo. Por la ac-

ción de la baja temperatura se elimina una cantidad de agva más ó

menos grande; el residuo, pobre en agua, sufre un cambio molecu-

lar, que le hace incapaz de absorber la primitiva cantidad de aquel

líquido. Después del deshielo, el agua pura queda separada del en-

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Los efecto, pr^^ducidoti por las heladas de invierno se

maniñestan de modos muy distintos que, á decir ver-

dad, han sido poco estudiados.

Dejando, pues, esta cuestión interesantísima de ave-

riguar cbmo obran las heladas en fos olívos, es decir,

la parte interna y esencial del fenómeno, respecto de la

cual hemos esbozado la explicación verosimil del Profe-

sor Hartig, debemos indicar, antes dt terminar con este

asunto, que para estudiar la acción de los hielos, más

bien en sus efectos exteriores que en sus causas inter-

nas, debe tenerse en cuenta, no sólo el valor de las mi-

nimas, ó sea su i^ctensidad, sino que tambíén su dura-

ción y el estado de la afmó.^%ra, y todo ello relaciona-

do: con la especie vegetal de que se trate (que en este

caso es el olivo) y la variedad de éste más ó menos re-

sistente; con la exposición; con el organismo del árbol

sobre que actúe la helada y con la función vegetal que

en el momento del hielo se está realizando.

En la imposibilidad de estudiar las heladas desde estos

diferentes aspectos, vamos á fijarnos solamente en las

acciones tan diferentes que se producen en el olivo, sé-

grudo modificado, que ha perdído la facultad de servir para peg^ar ó

cncolar.

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t;

gún el estado despejad^, ^• nublr^d^^ de la atmósfera r^l

verificarse el deshiclo.

I:n ^;I primer caso, al pasar el hielo al estado líquido,

consume caior, que toma de la atmó^fera v del árbol.

Desciende, pues, todavía la temperatura de la parte he-

lada de la planta a^;rravandc, ]a situacic5n, y aun puedc

suceder que las gotitas de a^;ua proccdentes del deshie-

lo, por recubrir las supe^ficies cerosa^ del ^^egetal, afec-

ten 1a forma de Icntes y el sol, al pasar al través de

ellas, produzca quemaduras en diversos sitios. En el se-

gundo caso, efectuándose el deshieEo bajo la influencia

de un cielo nebuloso, la fusión se hace lentamente; el

agua resultante, vá obrando sobre las partes todavía he-

ladas, suministrándoles la temperatura yue por radia-

ción toma de los cuerpos que la rodean, y com^ tam-

bién el efecto de la radiaciún es lento, por causa de la

nebulosidad, nada hay que temer, ni siquiera la forma-

ción de focos luminosos ^• caloríficos que las gotas de

agua determinan por la acción de los rayos solares.

Las heladas primaverales son, pues, más temibles

que las de invierno, no sólo por estar, por regla gene-

ra), más despejada la atmósfera en la primera de dichas

estaciones, sino porque entonces la actividad de 1a vida

de la planta es muchísimo mayor.

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Profiláxis y medios de aminorar los efectos

producidos por las heladas.

Hemos estudiado rápidamente los efectos producidos

por la helada: los medios de que el hombre dispone

para contrarrestarlos son bien poco eñcaces; gracias que

a[guna vez consiga prevenirlos ó aminorarlos, teniendo

muy en cuenta en el primer caso la latitud geográfica,

la altitud sobre el nivel del mar de los lugares en que

planta sus olivos y las exposiciones de los terrenos, á fin

de no salirse de la región que á aquéllos corresponde.

En cuanto á los medios de aminorar estos efectos, los

abrigos naturales ó artificiales que el agricultor aprove-

cha ó establece para resguardar á los olivos de los vien-

tos del primer cuadrante; la producción de nubes artifi-

ciales, quemando al efecto pajas ú otras materias que

formen mucho humo en distintos lugares de la finca, y,

por último, la aplicación de un buen riego cuando se

temen estos efectos, son los únicos procedimientos de

algún c,arácter general que podemos citar '.

i Los antiguos autores recomiendan, para preservar los árboles

de la acción de la heiada, el rodear el tronco del árbol con una cuer-

da de paja que tenga uno de sus extremos introducido en el agua.

En los naranjales de la provincia de Murcia se aplica todavia este

procedimiento.

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Vientos. - Su influencia morbosa.

En los olivos, por la acción de los fuertes vientos, de-

termínanse, más que enfermedades, modiñcaciones del

tejido cclular, formación de nudos ó deformaciones de

los troncos, producidas por la hipertrofia de los tejidos

que han recibido más directamente dicha acción y de las

raíces que ocupan la posición opuesta , así como varia-

ciones en la forma de la copa del árbol, choques y ro-

zamiento^ cie unas ramas con otras, desprendimiento de

hojas, flores y frutos, y, por último, pérdida de jugos

por las heridas causadas por aquellos choques y roza-

mientos.

Claro está q ue, además de estos efectos mecánicos pro-

ducen los vientos, por virtud de la temperatura de que

van animadas las capas de aire, las alteraciones de que

ya hemos tratado y las conocidas con los nombres de

esterilizacidn de las flores ' y^as^cación de los fru-

tos, causadas por los vientos excesivamente cálidos.

^ Muy común en el tri^o.

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Profiláxis y medios de aminorar estos efectos.

El aprovechamiento de las mejores situaciones que la

configuración del terreno ofrezca, en cada caso particu-

lar, es el único medio preventivo de las acciones mor-

bosas producidas por los vientos.

Los abrigos, setos, tapias, etc., pueden, en determi-

nadas circunstancias, servir para aminorar dichas ac-

ciones.

Acción intensa y escasa de la luz.

- Los efectos producidos por la luz excesivamente in-

lensa van unidos á los que la temperatura muy elevada

puede determinar en los olivos. Las quemaduras de la

corte.^a de los árboles jóvenes, sobre todo cuando han

sido trasplantados desde un lugar en que estaban espe-

sos al sitio que definitivamente han de ocupar en el oli-

.var, son producidas por la acción intensa del calor y de

la luz. La corteza de los árboles jóvenes se deseca y se

exfolia, casi siempre, por el lado que está expuesto al

Suroeste '.

i Seria curioso experimentar si la muerte de la corteza de ciertos

árboles de madera lisa es debida á la evaporación anormal ocasiona-

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Un aumento muy fuerte en la intensidad de lur pue-

de también provocar , en l05 árboles jóvenes que han

pasado la primera parte de vida en un lugar meno5 so-

leado, efectos morbosos en su5 hojas. En las circuns-

tancias normales, los ;ranos de clorofila se protejen de

1a acción mu^• intensa de la luz tomando en las células

una posición tal, que solamente la parte que presentá

menos superficie e5 h^;rida por los rayos del sol. Cuan-

do las plantas que han sido cultivadas á la sombra se

exponen de repente á la acción del sol , las hojas se po-

nen amarillas ú obscuras.

Otros varios fenómenos se producen por la acción in-

tensa de la luz: talts son los casos de fro^^adescencia, ó

producción extraordinaria de órganos foliaceos; el des-

arrollo excesivo del mesoc^zr^io en los frutos, absorbien-

do ó atrofiando el enducarpio, y la reduccibn del t^zm^z-

^^o de las semillas, enfermedades (estas dos últimas)

que tienen poco interés desde el punto de vista de la

producción, siendo, por el contrario, á veces solicitadas

por el olívicultor.

Respecto de las enfennedades provocadas por falta

da por un calor inteaso, e^ decir, á la desecación, ó si la causa es un

calentamiento directo hasta llegar á una temperatura que mate el

j^lasma nutricio.

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de luz en los olivos, bicn sea por estar demasiado espe-

sos los árboles, bien por !a nebulosidad de la atmós-

fera, ó por la exposición al N. de ciertas laderas de las

montañas , debe citarse , en primer lugar , el ahila-

mie^:to '.

Si se trata de árboles jóvenes que hayan vivido en si-

tios muy iluminados y se trasladan á iugares sombríos,

facilítase el ahila^niento.

Dichos árboleti poseen una cierta provisión de subs-

tancias plásticas que no han sido todavía empleadas en

la formación de células y que están depositadas, como

materia de reserva, en las hojas, y, sobre todo, en las

axilas.

La falta de luz es, por otra parte, una condición muy

favorable para ei desarrollo de 1as criptógamas, sobre

todo cuando va unida á una temperatura moderada v á

la humedad del aire y del suelo.

Pr^ofiLi+xls. - EI agricultor no puede, para combatir

estos excesos ó defectos de luz, más que emplear me-

dios preventivos, que consisten en utílizar las exposi-

i 1~sta enfermedad se provoca, en el ,:ultivo de huerta, muchas

veces artificialmente: recuérdese la operación del aporcado de las le-

chu^as, cardos, etc. Otra enier,medad producida, naturalmente, por

la faita de luz es el encamado de los tri; o^.

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ciones m^ís convenientes, cvitar las plantaciones espe-

sas, emplear un sistema de poda quc ^ea racional, etc,

Humedad atmosférica.

Los efectos de más importancia que las lluvias abun-

dantes, ó un exceso de humedad, producen en los olivos,

son: el facilitar extraordinariamentc el desarrollo de las

^ar^Ysit^7s, que estudiaremos en otro lugar, y el aborto

de las_Jlores, y, por consiguiente, la disminución dcl

número de frutos. Este eEecto se determina, cuando los

olivos están en 1a /loracifin , por una dilatación y rup-

tura de los granos de polen. La hidratación de éste es

la causa del fenómeno '.

Ciertos hidrometeoros son también causas de enfer-

medades en los olivos. c^si, por ejemplo, el rocfo deter-

mina, por la acción violenta de los rayos del sol, que-

mxduras en las hojas y en los frutos; las esc^zrch^zs pro-

ducen acciones morbosas, por su baja temperatura; el

granizo causa, á veces, daños de gran consideración,

tanto mayores cuanto más frondosos y abiertos están

los árboles: las hojas y ramillas hcridas por el granizo

r Ln ciertos frutos carnosos, como el higo, por ejemplo, el cam-

bio atmosférico, de seco en húmedo, determina su ruptura.

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caen inmediatamente ó se secan después, ten ►endo ca^i'

siempre que cortar las que han sufrido algún golpe. En'

las ramas y troncos produce el granizo heridas, y algu-

na vez arranea trozos de corteza. En estas heridas se

implantan, con frecuencia, ciertos parásitos.

La falta de lluvias ó sequía, determina en el olivo,

como en todas las plantas, alteraciones de gran impor-

tancia, que se manifiestan exteriormente por la deseca-

ción y caída de las hojas, la pasificación de los frutos,.

y aun la muerte del árbol , producida por falta de ali-

mentación '.

Acción morbosa de los humos sulfurosos

sobre los olivos.

La calcinación al aire libre, en teleras, de las piritas

ferro-cobrizas, produce la difusión por la atmósfera del

gas ácido sulfuroso, altamente perjudicial para la vege-

tación, y después de los naranjos, limoneros y perales,

los olivos son los árboles que más sufren porestaacción..

i El Sr. Hidalgo de Tablada, en su Traíado del cultivo del olivo'

en Frspaña , denomina repilo (palabra sevillana) á una enfermedad

producida por la falta de humedad en el suel© p por la carencia de llu-

vias desde la primavera al otoño. '

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Los efectos quc en éstos se notan scm los sif,ruienteti:

t.", dec^^lor^7ciútt dc las partes verdes del vegetal, que

lleban hasta ponerse amarillentas; z.", desecación de los

tejidos y, como consecuencia, la ri<:adur^z de las hc,jas

(esta desecación se aumenta por la propiedad del ácido

sulfuroso de ser un cuerpo muy reductor y pasar muy

fácilmente al estado de ácido^ sulfúrico); 3.°, alteración

profunda de los tejidos, que lle^;an á ser destruídos;

y q.°, muerte, por asfixia, de las células vegetales,

puesto que el gas sulfuroso, al pasar al estado de ácido

sulfúrico, se ampara del oxí^,reno que dichas c^lulas ne-

^esitan para respirar '. '

Estos son, rápidamente enumerados, los perniciosos

^fectos que el gas ácido sulfuroso produce en el olivo.

Un síntoma ó carácter que presentan, en general, las

hojas de las plantas sometidas á esta influencia, es que

únicamente los tejidos que están en contacto inmediato

con los hacecillos fibro-vasculares, son los que conservan

su color verde natural , mientras que los demás se de-

coloran ; es decir , que las nerviaciones verdes y sanas

^ Esta accíón morbosa tiene interés para nosotros, por ser propia

de la provincia de Huelva, en los tres grandes centros mineros deno-

minados: Riotinto, Tarsis y Los Silos.

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en una hoja amarilla ó to^tada, denuncian el envenena-

miento de la planta por la acción del gas sulfuros^.

Medios que pueden emplearse para eliminar el gas

sulfuroso de los humos.

Existen dos, que se han experimentado. Fs el prime-

ro, dirigir los bases sulfurosos al través de la cai im-

pregnada de agua, la cual oxida el qo por too, y el se-

gundo, se reduce á hacer circular estos gases por largos

canales, en los cuales e( agua corra en una dirección

opuesta á la de los humos, convirtiendo de este modo

el SO, en SO, H,O.

Según observaciones recientes, el cloro y los vapores

de sosa producidos en las fábrícas, perjudican ígua[-

mente á la vegetación.

Efectos perjudiciales del polvo mineral

transmitido por los vientos.

Los olivos plantados cerca de las carreteras, están

sometidos, con frecuencia, á la acción del polvo que los

carruajes y caballerías remueven á su paso y los vien-

tos levantan del piso de aquéllas. Las hojas de los ár-

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boles se cubren de una capa blanquecina que impide ei

normal funcionamiento de las células clorofílicas. Las

plantas que viven en estas condiciones, no pudiendo

efectuar normalmente Ias importantes funciones de asi-

milar el carbono, ni las de respiración y transpiracidn,

se debilitan, se marchitan, y se las vé verdaderamente

agoviadas por esta influencia morbosa.

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