CAPÍTULO VII JUAN CALVINO: EL TEÓLOGO CULTURAL Y ...

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EL CONCEPTO CALVINISTA DE LA CULTURA 1 Juan Calvino (1509–64) fue un Refor- mador de segunda generación, edificando sobre el fundamento establecido por Lutero y Zwinglio. Este hecho de ninguna manera significa que era meramente un reproduc- tor y copista. 1 Calvino no solamente hizo una contribución original a la teología, sino también al ámbito de la cultura. De hecho, podría ser llamado el teólogo de la cultura par excellence . A la edad de veintidós años Calvino se estableció en París como un prometedor erudito humanista. Había hecho su debut en el mundo de las letras con su comentario sobre Séneca Tratado sobre la clemencia (1532). Un año después experimentó una súbita conversión. Según el propio testimo- nio de Calvino ya estaba “obstinadamente demasiado dedicado a las supersticiones del papado como para ser liberado fácilmente de ese abismo de fango tan profundo.” Sin embargo, “Dios, por medio de una conver- sión repentina, trajo mi mente a un marco de referencia enseñable, la que estaba más endurecida en tales temas de lo que podría haberse esperado de alguien en mi tem- prano período de vida.” 2 A través de esta experiencia, como Agustín antes que él, Calvino fue transfor- mado en una nueva criatura (II Cor. 5:17). De un buscador de sí mismo se convirtió en un buscador del honor de Dios y de la edifi- cación de la iglesia ( ibid., pp. XLI-XLIX). Pronto Calvino se volvió profundamente consciente de un llamado dual, a decir, al ministerio del Evangelio y al rol de refor- mador. Inmediatamente después de su con- versión, nos cuenta él, muchos acudieron a él por instrucción y miraron a él en busca de liderazgo. Aunque era extremadamente tímido y esquivo por naturaleza, ahora se hallaba repentinamente lanzado al centro de atención. Verdaderamente que el lide- razgo fue impulsado sobre él. Esto fue par- cialmente logrado por las urgentes imprecaciones de Farel, quien en 1536 retuvo a Calvino en Ginebra para la obra de la Reforma. Posteriormente, los magníficos 1. Doumergue, “Calvino: ¿Imitador o Crea- dor?”, Calvino y la Reforma (New York, 1909), pp. 1-55. 2. Prefacio, Comentario sobre el Libro de los Salmos (Grand Rapids, Michigan, 1949), p. XL. CAPÍTULO VII JUAN CALVINO: EL TEÓLOGO CULTURAL Y REFORMADOR DE LA VIDA TOTAL

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EL CONCEPTO CALVINISTA DE LA CULTURA

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Juan Calvino (1509–64) fue un Refor-mador de segunda generación, edificandosobre el fundamento establecido por Luteroy Zwinglio. Este hecho de ninguna manerasignifica que era meramente un reproduc-tor y copista. 1 Calvino no solamente hizouna contribución original a la teología, sinotambién al ámbito de la cultura. De hecho,podría ser llamado el teólogo de la culturapar excellence.

A la edad de veintidós años Calvino seestableció en París como un prometedorerudito humanista. Había hecho su debuten el mundo de las letras con su comentariosobre Séneca Tratado sobre la clemencia(1532). Un año después experimentó unasúbita conversión. Según el propio testimo-nio de Calvino ya estaba “obstinadamentedemasiado dedicado a las supersticiones delpapado como para ser liberado fácilmentede ese abismo de fango tan profundo.” Sinembargo, “Dios, por medio de una conver-sión repentina, trajo mi mente a un marcode referencia enseñable, la que estaba más

endurecida en tales temas de lo que podríahaberse esperado de alguien en mi tem-prano período de vida.”2

A través de esta experiencia, comoAgustín antes que él, Calvino fue transfor-mado en una nueva criatura (II Cor. 5:17).De un buscador de sí mismo se convirtió enun buscador del honor de Dios y de la edifi-cación de la iglesia (ibid., pp. XLI-XLIX).Pronto Calvino se volvió profundamenteconsciente de un llamado dual, a decir, alministerio del Evangelio y al rol de refor-mador. Inmediatamente después de su con-versión, nos cuenta él, muchos acudieron aél por instrucción y miraron a él en buscade liderazgo. Aunque era extremadamentetímido y esquivo por naturaleza, ahora sehallaba repentinamente lanzado al centrode atención. Verdaderamente que el lide-razgo fue impulsado sobre él. Esto fue par-cialmente logrado por las urgentesimprecaciones de Farel, quien en 1536retuvo a Calvino en Ginebra para la obra dela Reforma. Posteriormente, los magníficos

1. Doumergue, “Calvino: ¿Imitador o Crea-dor?”, Calvino y la Reforma (New York, 1909), pp. 1-55.

2. Prefacio, Comentario sobre el Libro de los Salmos (Grand Rapids, Michigan, 1949), p. XL.

CAPÍTULO VII

JUAN CALVINO: EL TEÓLOGO CULTURALY REFORMADOR DE LA VIDA TOTAL

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talentos y el excelente entrenamiento deCalvino se impusieron de manera naturalde manera que sus colegas le aceptaroncomo el primus inter pares y con muchogusto aceptaron su liderazgo.3

Mientras estaba viviendo en el exiliobajo un nombre ficticio en Basilea, Calvinopublicó la primera edición (1536) de la queiba a convertirse en la obra de su vida, y lamás grande obra maestra teológica Protes-tante en un solo volumen de todos los tiem-pos, La Institución de la Religión Cristiana.4

En esta su primera gran aventura literariapara la Reforma, Calvino defendió a suscompatriotas en Francia de las calumniasde Francis I. Este astuto monarca, al tratarde conciliar a los príncipes Germanos,buscaba justificar sus persecuciones hacialos Protestantes Franceses llamándolosanarquistas. Calvino repudió estomostrando que los ciudadanos Reformadosde Francia dispuestos a sujetarse a laautoridad constituida por Dios, pero queellos habían abjurado de su alianza con elpapado. Pero Calvino produjo algo más queuna apología. Su obra se convirtió en unmanifiesto al mundo de la fe Protestante.Por un lado, sirvió también como unadeclaración doctrinal para unir a las iglesiasProtestantes de Francia duramentepresionadas y al continente en contra deRoma, y contra los Anabaptistas yHumanistas por el otro.

Está abundantemente atestiguado que

Calvino rechazó la autoridad del papa y dela jerarquía en asuntos religiosos. Pero esigualmente claro su rechazo de la autono-mía de la razón del hombre como el puntode referencia final en el conocimiento. Portanto es un abuso de lenguaje, si no es queun error atroz, decir que Calvino permane-ció siendo un Humanista toda su vida.Claro, nadie negaría que Calvino se habíadesarrollado en la atmósfera del saberHumanista en París y que había experimen-tado su fascinante influencia. El Huma-nismo era hijo del Renacimiento. Sustituyóla meta medieval de la visión de Dios por elideal pagano del alma hermosa en uncuerpo hermoso, con su énfasis en la vidadel hombre bajo el sol. Fue más un movi-miento estético-filológico que uno filosó-fico. Sin embargo, el hombre era la medidade todas las cosas. La forma fue glorificadaen contraste con la esencia o contenido. ElHumanismo también carecía de seriedadética. Esto se hizo evidente en su represen-tante más grande, Erasmo de Rótterdam,que fue irrevocablemente separado de lacausa de la Reforma por el tratado deLutero sobre la esclavitud del alma. Aun-que todos admitirán que Calvino usó lasherramientas de su aprendizaje y entrena-miento Humanistas y que apreciaba sus téc-nicas, fue igual de resuelto en rechazar elespíritu del Humanismo como Lutero lohabía estado antes de él.5

Calvino como Teólogo de la Palabra

La Reforma Protestante, dice Warfield,“fue la revolución más grande del pensa-miento que el espíritu humano haya for-jado desde la introducción del

3. Ibid ., pp. XLI, XLII, XLIII; cf. Carta a Sadoleto ; Phil. Fritz Büsser, Calvins Urteil Ubre sich selbst (Zurich, 1950), p. 93s.

4. En español se citará para referencia la Institución producida por la Fundación Editorial de Literatura Reformada, Felire, 1994.

5. Institución, Libro III, Cap. 19, “Sobre la Libertad Cristiana”; Libro II, Cap. 2.

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Cristianismo.”6 Los contemporáneos deCalvino le consideraban “El Teólogo” porvía de eminencia, y fue Melanchton, elamigo íntimo de Lutero, quien le dio estetítulo. Aunque Lutero, el héroe de Witten-burg, creó el Protestantismo, fue Calvino,como el genio de Ginebra quien lo salvó.7

Calvino ha sido reconocido por la inmensamayoría como el organizador sistemático dela teología Protestante. Sin embargo, nosiempre se ha apreciado que era también unestudiante original de la Escritura, quienhizo algunas contribuciones comodogmático. El Dr. B. B. Warfield, quien hahecho tanto como cualquiera en los tiemposmodernos para entender la teología deCalvino y para darle prominencia, dice, “élmarcó una época en la historia de ladoctrina de la Trinidad por su insistenciaen la auto-existencia como un atributopropio del Hijo y del Espíritu, lo mismo quedel Padre, hizo a un lado los persistenteselementos del subordinacionismo, yaseguró para la Iglesia una conciencia másprofunda de la co-igualdad de las Personasdivinas. Introdujo la presentación de laobra de Cristo bajo la rúbrica del oficiotriple como Profeta, Sacerdote y Rey. Creóla disciplina total de la ética Cristiana. Pero,por sobre todo, le dio a la Iglesia la doctrinacompleta de la Obra del Espíritu Santo,concebida profundamente y elaborada contodo detalle, con sus provechosasdistinciones de gracia común y graciaeficaz, de los efectos noéticos, estéticos ytelemáticos, un don, nos aventuramos a

pensar, tan grande, tan cargado debeneficio para la Iglesia como paraasignarle con justicia un lugar al lado deAgustín y Anselmo, y Lutero, como elTeólogo del Espíritu Santo, siendo ellosrespectivamente el Teólogo de la Gracia, dela Expiación y de la Justificación” (Op. cit.,p. 21).

Aunque este juicio es verdadero, noobstante uno no necesita negar que Calvinoderivó la mayor parte de su teología deLutero a través de Bucer, y que ésta no fuesino avivada doctrina Agustiniana de lagracia de Dios. Aunque Calvino es críticode la prolijidad de Agustín, le cita con apro-bación más a menudo que todos los otrosPadres de la Iglesia juntos. Pero Calvino fuemás allá que los otros Reformadores en suadherencia incondicional a la Palabra, en laclaridad y lo incisivo de su pensamiento, ensus aplicaciones prácticas para la vida totaly el fervor y afecto de sus admoniciones.Ha sido bien llamado el teólogo del corazón(Warfield, Op. cit., p. 23).

Esta gran reverencia de Calvino a laPalabra de Dios como la autoridad final,inspirada e infalible para el pensamiento yla acción, llega a expresarse en sus sermo-nes, comentarios y escritos controversia-les. Puede citarse una ilustración notable deLa Institución para ilustrar que Calvino noenseña la predestinación debido a lasdemandas de un sistema lógico de pensa-miento. Pues Calvino sostiene que es lasimple enseñanza de la Escritura. Y todavíano ha aparecido nadie para probar que Cal-vino estaba equivocado en esto.

Calvino le responde a aquellos quesepultarían toda mención de la predestina-ción que “la Escritura es la escuela del Espí-

6. B. B. Warfield, Calvino y el Calvinismo (New York, 1931), p. 10.

7. Doumergue, op. cit ., p. 31, donde repro-duce la opinión de Max Weber en “Die protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus,” Archiv für social Wissens-chaft und social Politik , Vol. XX, (1904), y Vol. XXI, (1905).

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ritu Santo en la cual ni se ha dejado deponer cosa alguna necesaria y útil de cono-cer, ni tampoco se enseña más que lo que espreciso saber. Debemos, pues, guardarnosmucho de impedir que los fieles quieransaber todo cuanto en la Palabra de Dios estáconsignado referente a la predestinación, afin de que no parezca que queremos defrau-darlos o privarles del bien y del beneficioque Dios ha querido comunicarles, o acusaral Espíritu Santo de haber manifestadocosas que hubiera sido preferible mantenersecretas. Permitamos, pues, al cristiano queabra sus oídos y su entendimiento a todorazonamiento y a las palabras que Dios haquerido decirle, con tal que el cristiano usetal templanza y sobriedad, que tan prontocomo vea que el Señor ha cerrado su bocasagrada, cese él también y no lleve adelantesu curiosidad haciendo nuevas preguntas.Tal es el límite de la sobriedad que hemosde guardar: que al aprender, sigamos aDios, dejándole hablar primero; y si elSeñor deja de hablar, tampoco nosotrosqueramos saber más, ni pasar más ade-lante.” (III, 21, 3). Esta cita contradice deuna vez el argumento de que Calvino eraun teólogo especulativo y comprueba suprofundo interés en escuchar la voz de Dioshablando en las Escrituras.

El mismo pensamiento es poderosa-mente expresado por Calvino al advertir aldemasiado curioso, quien no dejaría nin-guno de los “secretos Divinos sin escudri-ñar o sin explorar.” A estos amonesta a noexceder los límites de la Palabra, no vaya aser que por curiosidad humana vayan aentrar en un laberinto prohibido, del cuales imposible escapar. “Y no nos avergonce-mos de ignorar algo, si en ello hay una igno-rancia docta” (Ibid., III, 21, 2).

Sin embargo, los peligros y temoresinvolucrados de la sobre-cautela no debie-sen hacer que “la Palabra de Dios fuese deltodo sepultada y jamás se hablase de ellapara no perturbar a los corazones tímidos”pues, “¿bajo qué pretexto, pregunto yo,pueden ocultar su arrogancia cuando indi-rectamente tachan a Dios de loca inconsi-deración, como si no hubiera visto antes elpeligro, que ellos con su prudencia creenque van a evitar? (Ibid., III, 21, 4).

Fue en sumisión a la sagrada Escrituraque Calvino enseñó la justa voluntad deDios como la causa de todas las cosas quellegan a suceder. Y aún cuando a vecesnuestras mentes finitas se inquietan por elhecho de la condenación, constituiríaextrema presunción por parte de la criaturael inquirir en las causas de la voluntaddivina, que es la más alta regla de justicia.El Dios de Calvino no es un Dios que no seconforme a ley alguna (ex lex) y no le pode-mos atribuir capricho pues Él es ley en símismo. Y suponer que existe cualquier cosaantecedente a la voluntad divina es clara-mente impío, pues eso involucra una nega-ción de la perfección e infinidad de Dios(cf. Inst. III, 23, 2).

Debido a que Calvino tenía un sentidotan profundo de Dios en su majestad y seentregó a sí mismo incondicionalmente avivir ante la presencia de Dios, puede serverdaderamente llamado un hombre intoxi-cado de Dios. Pues con Calvino la doctrinade la predestinación nunca permaneciósola, sino que junto con ella enfatizó la res-ponsabilidad humana en toda su predica-ción. Creía firmemente que la fe de unhombre se hace evidente en sus obras. Cal-vino se regocijaba en la bendita seguridadde que Dios le había predestinado personal-

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mente, y este conocimiento le apasionabapara hacer la voluntad de Dios.

Calvino estaba seguro que Dios lehabía llamado para la tarea de reformar laiglesia en aquellos oscuros días. Su primerarespuesta a ese llamado fue dedicar a laobra su formidable saber y prodigiosapluma. Más tarde miró claramente queDios le quería en Ginebra, aunque su espí-ritu deseaba la soledad y el reposo. Despuésde su regreso del exilio en Estrasburgo,donde su alma se llenó de consternaciónfrente a la posibilidad de asumir el yugo,que era su cruz, consintió con el juicio desus amigos y concluyó, “¡Es la voluntad deDios!”8 Como David en la antigüedadCalvino pudo decir, “A Jehová he puestosiempre delante de mí; porque está a midiestra, no seré conmovido.” (Sal. 16:8) y,“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quiéntemeré?” (Sal. 27:1). Como resultadoCalvino fue capaz de vencer todo oposicióncomo representante de Dios. ¡Qué podíahacerle la oposición, el tumulto o larevolución a un hombre tal! Sin duda estoexplica el hecho que él, como Pablo y Silasantes de él, fue capaz de trastornar almundo (Hch. 17:6). Este fue el secreto desu éxito y la motivación de su infatigableenergía. Estaba seguro en su alma de queestaba haciendo la obra del Señor enGinebra.

Calvino nunca fue un Reformadorrígido, nacionalista o sectario; creía quedebíamos acercar a todos los hombres aDios para que todos pudieran adorarlo yservirle. Con este fin envió a dos misione-ros Protestantes en 1556 a Brazil, con un

grupo de colonizadores. Tampoco restrin-gió Calvino su ministración espiritual a losGinebrinos y a los Franceses, sino que todoel mundo era su parroquia. Cuando susenemigos se mofaron de Calvino y le echa-ron la muerte de su hijo en su cara, Calvinorespondió, “Hijos, los tengo por toda la tie-rra, miríadas de ellos.” En 1552 Calvinoescribió una carta a Cranmer en Inglaterraen la que dijo, “En lo que a mí respecta, sipuedo brindar algún servicio no voy adudar en cruzar diez mares, si fuese necesa-rio, con tal motivo. Si el brindar una manode ayuda al reino de Inglaterra fuese elúnico punto en discusión, ese sería unmotivo suficiente en sí mismo para mí.Pero ahora, cuando lo que se busca es unacuerdo de hombres educados, consideradocon mucha seriedad y bien estructurado deacuerdo al estándar de la Escritura, por elcual las iglesias que de otra manera estaríanmuy separadas las unas de las otras puedanunirse; no considero correcto para mí elevadir cualquier trabajo o dificultad.”9

Este no es sino uno de los más notablesejemplos de su espíritu ecuménico, perohay muchas evidencias de que Calvino abo-minaba los cismas. Calvino también traba-jaba con celo por la unidad de las iglesiasSuizas y elaboró el Consensus Tigurinus(1549)10 con Bullinger, con el cual evitóuna división en segmentos Zwingliano yCalvinista de la Reforma Suiza.

Pero Calvino fue más allá de eso.

8. Doumergue, Calvijn als Mensch en Her-vormer, Trad. Helena C. Pos, (Ámster-dam, 1931), pp. 10-15.

9. “Cartas Originales” (1537-1558, II., p. 713), citado en Retratos de la Vida de Juan Calvino; para Jóvenes y Adultos, James Good y W. Richards, (Filadelfia, 1909), p. 32.

10. W. Stanford Reid, “Ecumenismo de Lutero,” Westminster Theological Jour-nal, XI, 1 (Nov. 1948).

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Buscó nada menos que la unificación detodas las iglesias evangélicas del Protestan-tismo. Las cartas de Calvino nos dan unarica percepción de esta celosa lucha por launidad. Convoca a Melanchton y a Bullin-ger para disuadir la apasionada propagandade Lutero en lo concerniente a la Cena delSeñor, y pacientemente cargó con toda laamarga oposición que experimentó del ladode Lutero. Se regocijó como un niño al reci-bir un saludo de parte de Lutero y dijo,“Aún si me vilipendiase y me llamara undemonio no obstante le consideraría uno delos destacados siervos de Dios.” Calvino leescribió una carta a Lutero solicitándoleuna conferencia, pero Melanchton no tuvoel valor de entregarla. Después de la muertede Lutero (1546), Calvino continuó susesfuerzos por la unidad con Bucer y Melan-chton, pero nada surgió de ello.11 Pero hayuna cosa con la que debemos tener cuidado,el confundir el celo de Calvino por la uni-dad de la Iglesia con el ecumenismomoderno, que no está basado en la Palabra.Sería difícil imaginarse a Calvino, comoMcNeill le representa, teniendo un rol des-tacado en el avivamiento ecuménico denuestro día. 12 Para Calvino la unidad de laiglesia era una cuestión de obediencia a laverdad, pero él no quería una súper iglesiaque estuviese doctrinalmente dividida (Inst.IV, 182). Con esta referencia a su fepersonal y a su actividad eclesiásticadebemos concluir nuestros comentariossobre Calvino como teólogo de la Palabra.La prueba de su teología ha de encontrarseen su vida. Calvino era un fanático deCristo, pero el suyo era un entusiasmo bien

dirigido y concentrado en el cual eraconsumido por la causa de Dios. Fue sudoctrina y ejemplo inmortal lo que pusocoraje en el corazón de los Hugonotestemplando sus nervios hasta la muerte. Fueél quien inspiró a Knox en su resistencia ala tiranía y en su batalla por ganar Escociapara la Reforma. Y fue la teología y ejemplode Calvino lo que produjo una culturaCalvinista en Holanda, Inglaterra, Escociay aún, en alguna medida, en América, puesnuestros padres Peregrinos y Puritanosestaban inspirados con un sentido demisión y vocación, los cuales habíanheredado de la tradición Calvinista.

El Impacto Político de Calvino

La Reforma, en su esencia, no era unasunto de lo periférico, sino del corazón,del cual brotan los asuntos de la vida. Sedirigía a la cuestión de la relación del hom-bre con Dios, la que es determinante paratodas las otras relaciones de la vida. En estesentido era católica y universal en suimpacto sobre la vida total de la sociedad.Aunque la restauración de la verdaderaiglesia era la meta principal, la divina gloriade la obra de Dios en Cristo arrojó su luzcon amplitud hacia toda esfera de la vida.

El impacto de las ideas de Calvino en laesfera política inauguró una nueva era,dándole un carácter y una dirección nuevasa la existencia nacional en muchas tierras.El estado Griego había sido totalitario, en elque la religión servía como un medio paraun fin, a decir, la glorificación del estado.En la Edad Media los roles fueron reverti-dos de manera que nos encontramos conuna iglesia-estado, con la suprema autori-dad conferida al papa, quien prestaba elpoder temporal al gobernante terrenal para

11. H. Koffijberg, De Internationale Strek-king van het Calvinisme, (Amsterdam, 1916), pp. 15-21.

12. John T. McNeill, La Historia y Carácter de Calvino, (New York, 1954), p. 234.

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el servicio de la iglesia. Calvino miró a laiglesia y al estado como dos entidades inter-dependientes cada una habiendo recibidosu propia autoridad del Dios soberano. Enesta concepción el estado nunca es secular,ni están el estado y la iglesia separados en elsentido moderno de la palabra. La democra-cia atea y la soberanía popular no puedendecir que Calvino es su padre.

Según Calvino, la iglesia y el estadodeben vivir en paz y deben cooperar juntosen sujeción a la Palabra de Dios. Cada unaha de tener su propia jurisdicción. El estadotiene autoridad en los asuntos puramenteciviles y temporales; la iglesia, en los asun-tos espirituales. Calvino abolió la cláusulade la ley canónica del beneficio del clero,colocándose a sí mismo y a sus asociadosministeriales en obediencia a los magistra-dos en todos los asuntos civiles. Los magis-trados, por su parte, habían de estar bajo lajurisdicción del consistorio en las cosasespirituales. Es claro por esto que Calvinopensaba del estado como constituido porciudadanos Cristianos, pues, así como nohubiera sido posible, la vida individualpróspera sin moralidad basada en la verda-dera religión, así también, sostenía Calvino,la vida social y política sin verdadera mora-lidad, la que a su vez está basada en la ver-dadera religión, a decir, la Cristiana, esimposible.

Según la iglesia medieval el estado erasu sirviente. Los Anabaptistas considera-ban al estado como un siervo de Satanás.Pero Calvino sostenía que el estado essiervo de Dios, puesto que la política civilhace posible la vida entre los hombres alrestringir al malvado de manera que nopuedan perpetrar sus crímenes con impuni-dad. De allí que el servicio del estado sea

santo, que ha de ejercerse en el nombre deDios y para su gloria. Los magistrados sonlos representantes de Dios; si llamado no essolamente legítimo “sino en mucho el mássagrado y honorable de la vida humana”(Inst., IV, 20, 1), y les debemos obedienciapor causa de la conciencia. Así, la vida com-pleta, para Calvino, es librada de la prohibi-ción de la inferioridad profana. La libertadespiritual del Cristiano no suprime los tri-bunales, las leyes o los gobernadores, y esperfectamente consonante con el serviciocivil (Ibid., IV, 20, 1).

Los gobernantes no tienen derecho dehacer leyes con respecto a la adoración aDios y a la religión; sin embargo, sus res-ponsabilidades se extienden hacia ambastablas de la ley. Esto es claro por las Escri-turas y por la práctica de los paganos, entrequienes los filósofos hacían de la religión suprimera preocupación. Por tanto, seríaabsurdo para los magistrados Cristianosabandonar las demandas de Dios por losintereses de los hombres (Ibid., IV, 20, 9).Calvino deseaba que el gobierno mantu-viera formas públicas de religión entre losCristianos y de humanidad entre los hom-bres. Las autoridades civiles, siendo ellasmismas Cristianas, deben guardar la verda-dera religión contenida en la ley de Dios deser violada y contaminada por la blasfemiapública (Ibid., IV, 20, 3).

En sus ideas acerca del orden político,es determinativo el principio básico de Cal-vino de la soberanía de Dios. Pues estabafuertemente opuesto a toda forma de abso-lutismo estatal, autocracia y monarquíaabsoluta. Los reyes y los presidentes debíantener su poder limitado por legisladores ypor la ley constitucional. Calvino cita en lasEscrituras el caso concreto de Samuel quien

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registra los derechos del pueblo en un libropara referencia futura entre ellos y el rey.Esto difiere in toto de la idea del contratosocial de Rousseau, en el que la voluntadcolectiva del pueblo es la norma más alta.Para Calvino el Dios soberano es legisladorde las naciones hoy lo mismo que en losdías de Samuel, y la soberanía popular esun producto de la imaginación engañadadel hombre caído.

El estado es también electivo en el sen-tido que se requiere la aprobación del pue-blo para la autoridad legal. Calvino señalaal ejemplo de David, quien no asumió suprerrogativa de gobernar ya sea en Hebróno en Jerusalén, aunque Dios le había esco-gido para el sagrado oficio, hasta que losancianos del pueblo vinieran y le solicita-ran gobernar sobre ellos. El votar, para Cal-vino, es un asunto serio y sagrado por elcual los magistrados son escogidos popular-mente con el propósito de refrenar la tira-nía de los reyes. Esto no es meramente suderecho en virtud de su oficio, sino tambiénsu sagrada responsabilidad. De esta manerael gobierno hereditario es eliminado. Losciudadanos privados pueden, en verdad,rehusar obediencia al gobernante cuandomanda cualquier cosa contraria a la Palabrade Dios, pues debemos obedecer a Diosantes que al hombre. Pero un ciudadanoque no tiene oficio no puede rebelarse olevantarse contra la autoridad legalmenteconstituida.

Al gobierno los ciudadanos debenhonor, obediencia, servicio militar y deotros servicios, pago de impuestos y oracio-nes por el bienestar de los gobernantes. Ymientras gobernantes injustos sean levan-tados por Dios para castigar las iniquidadesdel pueblo, deben ser obedecidos. El único

recurso en tales casos es la oración, paraque Dios juzgue entre las naciones y de suretribución a aquellos que quitan el derechode la viuda y del pobre (Ibid., IV, 20, 17-32). Aquí se evidencia otra vez el plenoimpacto de la idea de la soberanía de Dios.No solamente el gobernante está bajo res-tricción, sino también el ciudadano, quienestá obligado a cumplir su responsabilidady a cumplir su obligación divina, por causade Dios. Es verdad que al fin Calvino con-cede que Dios también levanta individuospara poner fin a la tiranía, o puede enviar aotros gobernantes para vencer a los tiranos,pero esto implica un llamado especial delSeñor. El procedimiento normal es que losmagistrados inferiores (i.e., aquellos querepresentan al pueblo y que son elegidospor voto popular) debiesen remover a losgobernantes que tiranizan a su pueblo yviolan la constitución. Esto ha sido llamadopor los eruditos Calvinistas, “el santo dere-cho de la rebelión.”13

Albert Hyma afirma que fue especial-mente la transferencia del sistema de elec-ción usado en la escogencia de ancianos ydiáconos en la iglesia Ginebrina hacia laarena política lo que hizo posible unimpacto tan tremendo dondequiera que ibael Calvinismo (República Holandesa, Ingla-terra y Escocia, y América).14 El fallecidoWilliston Walker de la Universidad de Yale

13. Sin embargo, cf. A. A. Van Schelven, Het Heilig Recht Van Opstand, (Kampen, cf. 1919), quien argumenta que la situa-ción histórica ha cambiado tanto que los monarcas constitucionales no tienen oportunidad de tiranizar y que la divi-sión entre gobernante y magistrado infe-rior ya no logra nada. Sin embargo, este pequeño tratado es muy valioso, al ubi-car las fuentes en una larga historia de una cuestión muy debatida.

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escribió, “La influencia del Calvinismo, pormás de un siglo después de la muerte delReformador de Ginebra, fue la fuerza máspotente en Europa en el desarrollo de lalibertad civil. Lo que el mundo moderno ledebe es casi incalculable.”15 Un recienteautor Inglés, al contar la historia de cuál esel logro del Calvinismo en América, dice,“Lo hemos visto modificando las constitu-ciones y formas de vida de países antigua-mente establecidos en Suiza, Holanda yGran Bretaña, pero aquí lo tenemos ope-rando como un factor principal en crear unnuevo estado. La influencia de los EstadosUnidos en el mundo de hoy hace de sus orí-genes un asunto de gran interés. Esos oríge-nes revelan uno de los triunfos másespeciales del Calvinismo.”16 Esto tambiénes enfatizado por el Sr. Davies (cf. pie depágina 14) quien afirma que el estado men-tal de los colonizadores Americanos habíasido formado antes que la influencia deLocke llegara a expresarse en nuestro ladodel océano a través de Jefferson, mientrasque Dakin estima que alrededor de dos delos tres millones de habitantes en Américaal momento de la guerra Revolucionariapertenecían a las filas Calvinistas.17

Es discutible si alguien quisiese argu-mentar que Calvino habló la palabra libera-dora, o la última palabra, sobre la relaciónentre la iglesia y el estado. Por ejemplo,creía que el estado debía proveer para lasnecesidades físicas de los ministros, que serequería que cuidara de los pobres y prove-yera educación para los jóvenes ciudada-nos. Aún cuando concedamos que Calvinopreveía un gobierno Cristiano, no obstantecolocó un arma aguda en las manos delgobierno, mediante la cual se vuelve bas-tante simple para un gobierno hostil forzara la iglesia a obedecer sus mandatos.

Además, bien podemos cuestionar laposición de Hyma (Doumergue tambiéntiene esta opinión) de que una iglesia demo-crática hizo surgir un estado democrático.En realidad, la iglesia que Calvino organizóno era democrática en este sentidomoderno, pues el poder y la autoridad últi-mos estaban conferidos a los ancianos,siendo estos delegados a ellos por Cristo.

Sin embargo, aunque la separación dela iglesia y el estado no se realizó en Gine-bra durante la vida de Calvino, podemosdecir que se convirtió en una realidad histó-rica debido a sus labores al instituir la disci-plina espiritual en la iglesia. La batalla porla jurisdicción espiritual del consistorio,con el derecho a excomulgar, era el puntofocal de disputa en la larga batalla, dura y aveces amarga, que Calvino peleó con el con-cilio de Ginebra. Esto, dice Warfield, fue lacuña de entrada, “clavada entre la Iglesia yel Estado que tenía el propósito de separaral uno del otro” (Op. cit., p. 18). Y aunquetodos los hijos espirituales de Calvino no

14. La Vida de Juan Calvino, (Grand Rapids, Michigan, 1943). Cf. Cap. “Camino a la Democracia,” pp. 92-102; Véase también A. Mervyn Davies, El Fundamento de la Libertad Americana, (New York, 1955), quien sostiene que, “Al vencer a la ola emergente de absolu-tismo cuando ésta amenazaba devorar toda Europa, éste (i.e., el Calvinismo) hizo posible el surgimiento de una man-comunidad del hombre bajo la soberanía de Dios. Así pues, fue eso lo que colocó los fundamentos de nuestra libertad,” p. 24.

15. Citado por Hyma, sin ref. op. cit., pp. 96, 97.

16. A. Dakin, Calvinismo (Filadelfia, 1946), p. 162.

17. Op. cit., p. 159 donde Dakin acepta el estimado de L. S. Mudge, Enc. Brit. Ed. XIV, Vol. XVIII, p. 447.

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apreciaron esto suficientemente, él queríauna iglesia autónoma en su propia esferaespiritual. Es debido a esta victoria, a saber,la exitosa introducción y mantenimiento dela disciplina espiritual, dice Warfield, que“toda Iglesia en la Cristiandad Protestanteque disfruta hoy de cualquier libertad, cual-quiera que ésta sea, al realizar sus funcio-nes como una Iglesia de Jesucristo, lo debetodo a Juan Calvino” (Ibid., p. 19).

El Impacto de Calvino en la Cultura

Este juicio de Warfield se confirma porel hecho de que Calvino también liberó atoda la esfera de la cultura de la tutela de laiglesia. Calvino rechazó el esquema denaturaleza y gracia de Aquino, en el que elmundo está dividido en mitades superior einferior, dadas respectivamente al dominiode la fe y la razón. En esta visión la graciaincluye la religión, la ética, la teología y laiglesia; pero la naturaleza es el ámbito de lacultura, incluyendo todas las actividadesnaturales del hombre. Dándose cuenta de loinadecuado del ámbito inferior, en y por símismo, Aquino y la iglesia en pos de élcolocan toda la esfera de la cultura bajo latutela de la iglesia, y ésta se convierte ensirvienta de la teología.

Guillermo de Occam, el filósofo nomi-nalista, oponiéndose a este señorío,enfrenta antitéticamente a los dos ámbitosel uno contra el otro. Él, en verdad, libera-ría al arte y a la agricultura, al comercio y ala industria del poder del papa, pero lastransfiere a las manos de duques y reyes.De esta forma se convirtió en el padre deuna cultura controlada por el estado, el pri-mer filósofo moderno del totalitarismo.

Ahora Calvino proclamó junto a la

iglesia y al estado un tercer ámbito, un áreade la vida que tiene existencia y jurisdic-ción separada. Es llamada la esfera de laadiaphora, las cosas promedio. Este es eltribunal de la conciencia. Ningún papa orey puede dominar en este ámbito.

Esta área no está restringida a unospocos asuntos insignificantes de gusto yopinión entre individuos, sino que incluyela música, la arquitectura, el aprendizajetécnico, la ciencia, las festividades sociales,y la cuestión de todos los días, “¿Qué come-remos y qué beberemos o con qué vamos avestirnos?” Ahora Calvino proclama lalibertad, tanto de la iglesia como del estado,para esta área grande y completa de la vidaen su doctrina de la libertad Cristiana,haciendo al hombre responsable de darcuentas solo a Dios en su conciencia. Por lotanto, esta doctrina de la libertad Cristianaes una de las piedras fundamentales de lafilosofía cultural de Calvino.

La Libertad Cristiana como la Base de la Vocación Cristiana

La doctrina de la Libertad Cristiana(Inst. III, 19) forma el apéndice de la justifi-cación, y sin ella no puede haber el“correcto conocimiento de Cristo, o de laverdad evangélica, o de la paz interna de lamente.” Pero cuando se menciona esta doc-trina hay dos reacciones violentas: algunos“bajo el pretexto de la libertad, abandonantoda obediencia Dios, y se precipitan en elmás desenfrenado libertinaje; y algunos ladesprecian, suponiéndola subversiva detoda moderación, orden y distincionesmorales” (par. 1). Estas son las reaccionesdel mundano y del asceta. Calvino se oponeigualmente a estos dos males, la mundanali-dad y el escape del mundo. Sin embargo,

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esto no le convierte en un neutralista en elsentido de uno que quiere su pastel mien-tras se lo come. Calvino no aparentaba estara favor de ambos extremos, sino que subalance es escritural, y va tan lejos como vala Palabra.

Claro, en su esencia la libertad Cris-tiana es espiritual. Consiste de la libertad dela esclavitud de la ley y restauración a laobediencia voluntaria a la voluntad deDios. Puesto que estamos libres de la leycomo instrumento para salvación, respon-demos como hijos al servicio de Dios congozo y prontitud. La libertad es disfrutadaen el camino de la fe y debe animarnos a lavirtud, pero las mentes serviles, quienes lausarían para cumplir las lujurias de lacarne, no tienen parte en ella.

Puesto que Pablo pone todas las cosasexternas sujetas a nuestra libertad (Rom.14:4), no hay nada impuro en sí mismo,con tal que usemos nuestra libertad anteDios y no ante los hombres. Se abusa de losbuenos dones de Dios si son codiciados condemasiado ardor, cuando se alardea de elloscon orgullo, o cuando se colman con lujos.Sin embargo, para el puro todas las cosasson puras, pero todo lo que no es de fe especado, y “para los corrompidos e incrédu-los nada les es puro; pues hasta su mente ysu conciencia están corrompidas.” (Tito1:15).

El Cristiano, quien es el liberto deDios, usa este mundo en fe, es decir, enobediencia a los mandamientos de Diospara su gloria. Debe observar moderaciónpara no llegar a abusar de los buenos donesde Dios; debe ser paciente y sumiso cuandose ve privado de bendiciones terrenales. Esllamado a ejercitar el amor y la paciencia en

el uso de su libertad, para que su prójimopueda ser edificado. Pero puesto que lascosas de este mundo no son pecaminosas ensí mismas puede poseerlas, sino que debe,en el proceso, guardarse de ser poseído porellas. La búsqueda de logros culturales y laobtención de riquezas no son malas en símismas; el disfrute de la comida, la bebida yel lujo no ha de ser despreciado o conde-nado, pero las maldiciones de Dios caensobre los ricos porque están inmersos en losdeleites sensuales y sus corazones estánembriagados con los placeres presentesmientras buscan perpetuamente asir otrosnuevos (Inst. III, 19, 9 & III, 6-10). En sumeditación acerca de la vida futura Calvinodice que debemos aprender a despreciareste mundo presente porque nos aparte denuestro llamado. En ese sentido las buenascosas en sí mismas se transforman en malespara nosotros; por tanto debemos aprendera mirar por encima de todas las cosas a laluz de la eternidad.

He aquí el punto crítico del asunto.¡Este es el asunto decisivo! Para Calvino elesfuerzo cultural de uno es bueno o malo,dependiendo de la fe de uno. Todo lo queno es de fe es pecado. Toda cultura apóstataes egoísta en la que el hombre se salva a símismo por sus obras y exalta su propia glo-ria. Pero la doctrina de la justificación porla fe con su apéndice de la libertad Cris-tiana hace al hombre libre para servir aDios en su llamado cultural. Abraham Kuy-per, en sus Conferencias Stone, señala estepunto cuando nos recuerda que fue estaliberación del hombre medieval de la cargade tener que ganar la salvación por lasobras la que liberó la energía e interés queprodujeron nuestro mundo moderno consu ciencia, industria e inventos. Pues, por elénfasis de Calvino sobre el uso apropiado

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de este mundo, la mirada del creyente fuedirigida a este hermoso cosmos en el queDios nos llama a ser sus agentes culturales,y a tener dominio sobre la tierra, a poblarla,y a cultivar el suelo.18

Y mientras Agustín había dicho que“el trabajo, aunque útil, es en sí mismo uncastigo” (De civ. Dei, XXII, 22), Calvino sos-tiene que la vocación de todo hombre le esconcedida por Dios, de la cual se deriva unaconsolación peculiar, es decir, que “no hayobra alguna tan humilde y tan baja, que noresplandezca ante Dios, y sea muy preciosaen su presencia” (Inst. III, 10, 6). Con estoen mente consideremos ahora algunas delas contribuciones de Calvino en el campode la economía.

Calvino y el Mundo de la Economía

Se llama la ciencia de la economía a lasatisfacción de las necesidades físicas y alavance del bienestar material del hombre,tanto como individuo y como sociedad. Cal-vino tiene mucho que decir en todos sucomentarios sobre este amplio tema, mien-tras que sus sermones están también reple-tos de referencias a las necesidades físicasdel hombre. Lo notable acerca de la predica-ción de Calvino es su carácter existencial.Está dirigida a la situación concreta. Cal-vino, por ejemplo, no solo condena la men-dicidad, sino que también urge a loscreyentes a tratar a los sirvientes amorosa ybondadosamente (Sermones, Deut. 15:11-12; 26:16).19

Tres temas llaman nuestra atención sies que vamos a medir el impacto económico

de Calvino, a decir, la cuestión de la renta,el concepto de llamado y la idea de comu-nismo.

La prohibición contra el tomar rentafue uno de los factores más importantes enla vida económica de la edad media (Op.cit., pp. 30, 31). Esta prohibición estabasustentada por la Escritura (Lucas 6:35;Deut. 23:19; Salmo 15, etc.) y Aristóteles,cuya máxima de que el dinero es estéril serepetía automática y universalmente. Aúnen el siglo dieciséis esta era la communisopinio, de la que no se desviaron ni Refor-madores ni Humanistas.

Sin embargo, Calvino se volvió laexcepción a la regla. Aunque se dio plenacuenta de los peligros de la usura y de la ile-galidad económica, el prohibir el interésbajo toda circunstancia es atar la concien-cia más allá de la Palabra. ¡Este era elasunto principal! ¡La autoridad de la Pala-bra y la libertad Cristiana! Los Escolásticosdispusieron que la usura era un pecadomortal, y esta incluía el interés de todos lostipos. Aquí es donde confluye el asunto.Calvino toma los varios textos aducidos ymuestra que han sido malinterpretados.

Considere Lucas 6:35, el locus classicus,de los teólogos escolásticos. Aquí la Palabranos dirige a alimentar a los pobres y a tra-tarles con consideración y amor. Sinembargo, aplicar las leyes civiles de los

18. Calvinism: Six Stone Foundation Lectu-res, (Grand Rapids, 1943), pp. 117-30.

19. P. A. Diepenhorst, Calvijn en de Econo-mie, (Wageningen, 1904). Lo que sigue en el texto es un extracto de esta diserta-ción del Dr. Diepenhorst, quien ha con-sultado las obras de Calvino en el Corpus Reformatorum. Aparte de las referencias en sermones y comentarios la teoría de Calvino sobre el interés es presentada en su Consilium.

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Judíos (cf. Deut. 23:19) a los creyentes delNuevo Testamento no es válido, dice Cal-vino. Una apelación a la conexión fraternaltal y como esta existía entre los Judíos yque ahora existe entre los Cristianos, no esnormativa para las transacciones de nego-cios.20 Es sobre pronunciamientos comoestos que A. Kuyper y sus seguidores hanbasado su doctrina de las esferas desoberanía. Hay una distinción entre lasnormas de la moral y el ámbito económico,igual como hay normas para lo jurídico ypara las modalidades analíticas de la vida.Con respecto a las otras pruebasescriturales aducidas de los Salmos y de losProfetas, Calvino simplemente las declarairrelevantes puesto que protestan contra elpecado de la usura, el cual Calvino mismotambién abominaba. La conclusión delasunto es que la Biblia no contiene ningunaprohibición contra el tomar interés sobre eldinero por aventuras de negocios (Cf.Armonía del Evangelio, Mat. 8:42).

Lo que es aún más significativo es elhecho de que Calvino sostiene la producti-vidad del dinero. Se ríe de la idea de Aristó-teles de que el dinero es improductivo yseñala su poder productivo en la industria.Pero al pobre debemos prestarle sin esperardevolución (Comentarios, sobre Éxodo22:25; Lev. 25:25-28; Deut. 23:19, 20). Enresumen, Calvino distingue entre la caridadCristiana y los negocios, lo que abrió laspuertas para grandes aventuras en elcomercio y la industria. Por esto Calvino harecibido su porción de alabanza de parte demuchos economistas.21 Max Weber,seguido por R. H. Tawney, le da crédito por

haber dado ímpetu al surgimiento del capi-talismo.22 No hay razón para negar odepreciar esta conexión en tanto que recor-demos lo que se quería decir por el espíritudel capitalismo y no consideremos a Cal-vino, con su alto sentido ético y su cautelacontra el abuso de la libertad, responsablepor los excesos del duro individualismo delsiglo diecinueve. Pues, como Doumerguenos recuerda, aunque Calvino glorificaba loindividual, fue siempre en relación conDios y la comunidad de los santos. Nadaera más social que la comunidad Calvinista.Aunque Calvino era un gran individualistaen el sentido de apreciar y desarrollar lapersonalidad, nadie habló menos del yo ehizo más por la comunidad, la iglesia y elestado, que él.23 Es más, Weber usa a losescritores Puritanos como su fuente, pero laidea de ellos de obtener seguridad de lasalvación por medio de las buenas obras nose encuentra en Calvino. Y los ministros deGinebra inequívocamente se opusieron a laproposición de los mercaderes en 1580 deestablecer un banco, sobre la base queGinebra sería más fuerte si permanecíapobre.

En segundo lugar, consideremos elconcepto Calvinista del llamado y delcomercio en particular. Los comerciantes,durante la Edad Media, eran consideradosuna clase estéril, mientras que la agricul-tura era exaltada hasta los cielos. Calvinono estima en demasía una a expensas de laotra (Cf. Coments. Sobre Oseas 12:8; Gén.

20. Cf. “Sobre las Similitudes y Diferencias Entre los Dos Testamentos,” Inst. II, Cap. 10, 11.

21. Diepenhorst, op. cit., pp. 139, 153-71.

22. La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo (New York, 1931) 2 vols. La Religión y el Surgimiento del Capita-lismo, Holland Memorial Lectures, 1922, (Penguin Books, Inc. New York).

23. Calvijn Als Mensch En Hervormer , pp. 122-25.

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47:19-23; Juan 2:16b; Isa. 23:2). El comer-cio, dice Calvino, no condujo a la caída deTiro, sino el deleite excesivo en las cosasmundanas. Babilonia no fue condenada porla prosperidad y lujo producidos por elcomercio, sino por la arrogancia y el orgullo(Coments. sobre Isa. 47).

Indudablemente que las ideas de Cal-vino con respecto a la rente se reflejaron ensu evaluación del comerciante, pero fueespecialmente su fuerte sentido de que todollamado es honorable ante Dios el que yaceen el fundamento de su apreciación. Desdeque la iglesia hubo glorificado el martirio ypuesto su mirada en los cielos, el trabajohabía sido depreciado como teniendo unanaturaleza inferior, mundana. Como hemosvisto, Agustín advirtió contra los males dela holgazanería y prescribió el trabajo paralos monjes, pero solo como un mal necesa-rio, puesto que el trabajo era castigo. Cal-vino, por otro lado, miró el monasticismocomo un mal que llevaba al orgullo, la envi-dia y la disensión. Estaba produciendopereza, libertinaje y un insano dualismoentre la santidad, adquirida en la lucha con-tra el mundo, y las condiciones del laicadocomo encasilladas en la mundanalidad y laconcupiscencia. El sacramento de las órde-nes glorificaba este dualismo, con algunosque escogían el alto camino de la renunciade la carne y del mundo, mientras otros semantenían caminando con paso pesado porel camino inferior del matrimonio y la ocu-pación terrenal. Se desarrolló una morali-dad dual, una para los monjes (vita angelicaet panes angelicus), la otra para los pecado-res ordinarios, el laicado. A esto Calvinofue la excepción indignante y vehemente(Inst. IV, 13). Mientras que Tomás de Kem-pis había glorificado este dualismo en suImitación de Cristo, Calvino apareció y lo

demolió. Tomás tenía algunas ideas muymórbidas acerca de la cultura, despreciandola filosofía, el aprendizaje y el arte. Para éltodos los placeres sensuales y mentaleseran peligrosos porque ponían en peligro elgozo espiritual. Su santidad llega a expre-sarse al retirarse con un libro en un rincónsolitario (cum libello in angello).24

Calvino rechazaba todos los votosmonásticos, puesto que están basados sobrela noción de que hay una regla de vida másperfecta que aquella que Dios le ha dado ala Iglesia como un todo (Op. cit., IV, 10). Lajerarquía Romana, decía él, hace una sepa-ración antinatural entre lo celestial y loterrenal, pero Dios requiere la perfecciónde todos sus hijos, y más allá de eso nopodemos erigir reglas (Cf. Coments. sobreFil. 3:15; I Juan 3:12). Por lo tanto la per-fección Cristiana ha de buscarse dentro delllamado Cristiano y no fuera de él. Calvinono rechaza del todo el ayuno, pero señalaque éste degenera fácilmente en la supersti-ción. Esto ocurre cuando lo hacemos unaobra necesaria para la salvación.

Calvino también lanza invectivas con-tra la prohibición papal en contra del matri-monio de los sacerdotes (Inst. IV, 12, 23-28) que resulta en un celibato contaminadoen el que la fornicación se propaga conimpunidad. Dios ha dejado a los hombreslibres, y no podemos violar su libertad(Comm. sobre I Tim. 3:2; y Tito 1:6). Ade-más, es una señal de apostasía y una pruebade que los impostores han tomado controlde la iglesia, puesto que Cristo compara losanto del matrimonio a la unión de símismo con la iglesia (Comm. II Tim. 4:3). A

24. Henry J. Van Andel, “El Cristiano y la Cultura,” The Presbyterian Guardian , (Ene. 1944), p. 17ss.

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pesar de estos ataques sobre el monasti-cismo, muchos de los críticos de Calvino lehan acusado de ser un ascético. Se dice de élque ha negado el uso de las cosas de estemundo más allá de la necesidad de comer ybeber. Si alguien que todavía viva cree ental leyenda, que lea el Comentario de Cal-vino de Amós 6, los sermones de Calvino, yespecialmente, la exposición sobre el usoapropiado de esta vida presente (Inst . III, 6-10).

Posteriormente Calvino discute eldeber y la belleza, la vocación y el pasa-tiempo (da espacio para recreaciones talescomo el golf y el deporte en general), lasarmas o equipo del peregrino y la armaduradel soldado. Aquí Calvino provee unadefensa de la cultura en su sentido másamplio, extendiéndose desde la agriculturay el comercio a las cosas relacionadas con labelleza y los lujos de la vida. Calvino proveeuna vigorosa defensa del lujo y enunciaciertos principios básicos, los cuales puedentodavía servirnos de guía hoy. Calvinorechazó la cruel e inhumana filosofía de losEstoicos, que despreciaba los placeres sen-suales y mentales ordinarios de la vida.Para él el pecado no residía en la materia,sino que tiene su asiento en el corazón. Elmal no está en el mundo del color, delsonido, de la comida, la bebida y el vestido,sino que consiste del abuso de los buenos deDios en exceso, en el desenfreno y la borra-chera, la juerga y el libertinaje. La santidadno se alcanza por evitar ciertas funcionesfísicas y por rechazar los buenos dones deDios, sino por aceptarlos en fe y usarlospara su gloria y la edificación de la iglesia(Cf. Sermones sobre Deut. 11:15; 12:15;22:5; también cf. Comm. sobre I Sam.25:26-43; Amós 6:4; Santiago 5:5; Isa. 3:16;y mucho más sobre el mismo tema en la

Inst. III, 19, 9, 10; III, 10). Sobre el uso delvestuario, Calvino nos recuerda que debe-mos tener en mente el propósito por el cualfue dado y nos advierte contra la extrava-gancia y los cambios excesivos en el estilo,el pavonearse y el hacer alarde. Aquí tam-bién la simplicidad y la moderación son laclave para el uso correcto de los dones deDios, los cuales no debemos dejar sin usar,no sea que seamos culpables de ingratitud.

Para hacer justicia a sus críticos, sedebiera añadir que le conceden al Calvi-nismo una influencia social más alta que alLuteranismo. Troeltsch caracteriza al asce-tismo Calvinista como “activo, agresivo;éste transformaría al mundo para la honrade Dios... Para alcanzar este fin, racionalizay disciplina la vida total por medio de susteorías éticas y sus disciplinas eclesiásti-cas... Este ve en el mero sentimiento(Gefühligkeit und Stimmung) solo inercia yfalta de seriedad; está lleno de un senti-miento fundamental: ¡trabaja para Dios,por el honor de la Iglesia! De esta manera laética Calvinista produce una viva actividad,una severa disciplina, un plan completo, unobjetivo social Cristiano.”25 Se concede queeste ascetismo es del tipo del mundointerior (inner-weltliche askese), ajustadopara operar dentro de la sociedad. Pero estoes jugar con las palabras y con lossignificados históricos, y uno podríaconceder cualquier cosa a lo opuesto pormedio de este método. Pues este ascetismoCalvinista, según sus autores, no hace queuno huya de este mundo, sino que participeen él con entusiasmo y con deseos de

25. Ernst Troeltsch, Die Bedeutung des Pro-testantismus für die Entstehung der modernen Welt , (1906), p. 27, citado por E. Doumergue, Calvino y la Reforma, pp. 16, 17.

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adquirir sus bienes con celo para la gloriade Dios. Uno podría bien preguntarse conDoumergue si el sustantivo no es de estamanera consumido por el adjetivo. Hablarde ascetismo Calvinista es ridículo. YCalvino hubiera dicho, “Prescindamos,pues, de aquella inhumana filosofía que noconcede al hombre más uso de las criaturasde Dios que el estrictamente necesario, ynos priva sin razón del lícito fruto de laliberalidad divina, y que solamente puedetener aplicación despojando al hombre desus sentidos y reduciéndolo a un pedazo demadera.” (Inst. III, 10, 3).

Finalmente, es apropiada una palabracon respecto a la actitud de Calvino concer-niente al comunismo. Naturalmente que nopodemos leer ni introducir en este términotodo la concepción desarrollada por partede los teóricos socialistas y comunistas delsiglo diecinueve. En los días de Calvinoencontramos una comunidad de bienesapoyada por algunos Anabaptistas y por losLibertos. Los primeros negaban la graciacomún y la autoridad final de la Palabra.Los Libertos eran una secta panteísta, quesin embargo no ha de identificarse con losenemigos políticos de Calvino en Ginebra.Vivían una vida completamente licenciosa,repudiando la Palabra y viviendo según lainclinación del viejo Adán, lo que fue con-vertido en un llamado divino. Bajo el nom-bre de “matrimonio espiritual”introdujeron una “pollution brutalle ” (con-taminación brutal) y una comunidad debienes acompañaba a esta degeneración delas normas morales.

Calvino no se ocupó de la cuestión dela comunidad de bienes en su tratado con-tra los Anabaptistas, puesto que no todosellos se suscribieron a ella; pero en 1545

escribió un tratado contra los Libertos en laque proveyó una refutación escritural aesta práctica.26 Comienza por señalar larelación de este error con la “pasión brutal”de compartir esposas y denuncia labúsqueda de riquezas en la que a loshombres no les importan sus congéneres.Inmediatamente presenta la enseñanzabíblica positiva con respecto a los bienesterrenales bajo tres encabezados.

Primero, no podemos lanzarnos a labúsqueda de riquezas con una pasión dema-siado grande sino que debiésemos estarsatisfechos con poco, siempre listos pararenunciar a lo que tenemos. Segundo, debe-mos trabajar honestamente para ganarnuestro pan necesario y hacer a un ladotodas las prácticas malvadas. Finalmente,aquel que tenga poco no debe descuidar elagradecer a Dios y comer su pan con con-tentamiento; y el que tiene mucho no debeentregarse a la excesiva indulgencia.

Después, Calvino interpreta los textosde la Biblia a los cuales apelaban los comu-nistas de su día. En el caso del joven prín-cipe rico (Mat. 19:21), no podemos concluira partir de un caso particular en un princi-pio universal. Puesto que el joven habíahecho alarde de haber guardado todos losmandamientos, el Señor expone su hipocre-sía por esta prueba de ácido a su amor. Estosimplemente nos enseña que siempre debe-mos estar listos a dejar todo por Cristo.Especialmente en el caso de los discípulos,quienes tenían todas las cosas en común(Hch. 4:32), Calvino muestra que esto no esuna recomendación al comunismo. El sen-tido del texto no es que todos los creyentesen Jerusalén se deshicieron de sus bienes,

26. Cf. Diepenhorst, op. cit., pp. 250-306.

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lo que simplemente no era cierto, sino sim-plemente que en el amor fraternal que lesanimaba no toleraban que ninguno pasaranecesidad.

Esta condena general de las tendenciascomunistas de su día no está aislada y res-tringida al tratado en discusión, sino queuno puede encontrar las mismas opinionesexpresadas en los comentarios que tratancon estos pasajes de la Escritura (Mat.19:20; Hch. 4:23). En un sermón (Lucas3:11) Calvino sostiene que Juan el Bautistano condenó la propiedad personal sino queexhortó a los hombres a dar de su abundan-cia a aquellos que están en necesidad,puesto que Dios es el dueño absoluto, ynosotros no somos sino mayordomos denuestras posesiones. Calvino mismo dabaun digno ejemplo al gastar todo su salario,más allá de su propia necesidad, para lospobres y para la provisión hospitalaria delos forasteros. Rehusó aceptar un incre-mento en el salario cuando le fue ofrecidopor el concilio sino que les protestó acercade los bajos salarios de sus compañeros pre-dicadores, algunos de los cuales teníanhijos pequeños.

Para concluir estos comentarios acercade la influencia cultural de Calvino en elcampo de la economía, debiese observarseque Calvino estaba profundamente intere-sado en la justicia social. Se ha sugerido queél introdujo el socialismo en Ginebra,puesto que “prestó el talento de su mente yentrenamiento legal para una codificaciónde las leyes de la ciudad, y para el mejorajuste de sus impuestos... La salud de la ciu-dad era la mejor por su ayuda en la cons-trucción de alcantarillas y hospitales. Seinteresó en los métodos de calefacción y deprotección contra los incendios; gracias a él

fue reavivada la industria de la tejedu-ría.”27 Doumergue añade, “al rehabilitar eltrabajo artesanal y al prescribir laeducación para todos, Calvino borra, engran medida, las distinciones de clase en lasociedad” (Ibid., p. 142). Sin embargo,aunque podemos reconocer que Calvino noestaba opuesto a la legislación social, seríaun abuso de palabras hablar de susesfuerzos para estimular la empresa y lainiciativa privadas como socialismo.Calvino no era un colectivista en ningúnsentido de la palabra.

Los Principios Estéticos de Calvino

“Quizás en nada Calvino ha sido másmal juzgado que en la opinión de algunosde que carecía de algún sentido estético. Taldeclaración no debiera hacerse de un escri-tor tan bueno como él. Los críticos de dife-rentes preferencias religiosas hanconcordado en admiración a su estilo, tantoen Latín como en Francés. Mientras suspensamientos fluyen, las palabras con lasque las viste son escogidas y analizadas cui-dadosamente con un entrenado sentido dela eficacia artística. Vemos en sus escritostanto una simplicidad escritural como unaelocuencia digna de Cicerón. Hace un granalarde de su ‘rudeza’ y ‘brevedad’: estas noson practicadas a expensas de la elegancia,y tampoco impiden el uso efectivo de laimaginería... Le gusta alabar una expresiónapta, usando palabras tales como ‘hermoso,’‘elegante,’ ‘espléndido’... las referencias alos poetas Latinos y Griegos son bastanteabundantes en sus obras, y ama los Salmoscomo poesía... Hay en las obras de Calvinonumerosos pasajes de notable belleza en

27. Henry Osborn Taylor, Pensamiento y Expresión en el Siglo Dieciséis, (New York, 1920), I, pp. 423, 424.

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aprecio a las formas de la naturaleza.”28

Esta estimación más bien reciente porparte de un profesor Americano de historiaes un clamor que está lejano del consensode los Jesuitas, Voltarianos y Protestantesde los días de Doumergue. Para ellos Cal-vino aparecía como la personificación detodo lo que era anti-liberal, anti-artístico yanti-humano.29 Ha sido especialmente através de las investigaciones de hombrescomo Doumergue, y, más recientemente elProf. Leon Wencelius del SwarthmoreCollege, que han demostrado que estasrepresentaciones preenjuiciadas son fal-sas.30 Este último tiene la distinción dehaber producido el estudio más completohasta la fecha sobre los principios estéticosde Calvino.31 Estos principios han sidoaplicados críticamente a la literatura Calvi-nista contemporánea en los Países Bajospor C. Rijnsdorp,32 quien hace un usoextenso de Wencelius.

Para apreciar la doctrina de Calvinocon respecto a la belleza, debemos recordarque él no era un esclavo fanático de la letra,el sirviente de un dios de papel llamado LaBiblia. Pero Calvino había visto al Diosviviente y caminaba ante su presencia contemor infantil. Las ideas de Calvino acercade la música y la escultura, el lenguaje y laforma están siempre determinadas por unaconciencia que se sobrecoge ante el hechode que nos estamos relacionando con aquelque está sentado sobre el círculo de la tierra(Isa. 40:22), magnífico en santidad, terribleen maravillosas hazañas, hacedor de prodi-gios (Ex. 15:11).

Para Calvino la belleza no es sino elresplandor de la majestad y gloria de esteDios. Por lo tanto, divorciar la belleza deDios es idolatría. Este fue en realidad elresultado de la caída del hombre, por el cualla creación perdió su contacto ético conDios; esto es, el hombre ya no ama niconoce a Dios sino que se ha alienado delcorazón del Padre. En este estado miserableel hombre es ciego y ha perdido el sentidode orden y medida apropiados y encuentrasolamente la belleza aparente (beauté appa-rente). El contemplar simplemente labelleza en este mundo no nos conduce auna relación personal con Dios, aunque labelleza es todavía la primera guía haciaDios. Pues la belleza revela sus atributos debondad, sabiduría, omnipotencia, justicia ysu cuidado providencial. Por lo tanto, losno creyentes están sin excusa, puesto queesta belleza de Dios es manifestada univer-salmente.

Calvino piensa de la historia del hom-bre sobre la tierra como un drama cósmico,del cual Dios es al mismo tiempo autor yespectador. La belleza es el brillo divino de

28. John T. McNeill, op. cit., pp. 231, 232.29. Doumergue, Kunst en Genoel in het Werk

van Calvijn, 3 conferencias. Trad. D. F. A. Winckel, (Wageningen, 1904), p. 9.

30. y 31. l’Esthetique de Calvin , (Raspail, 1937) debo confesar que no he sido capaz de desarrollar en este estudio de 500 páginas acerca de la Estética de Cal-vino en su versión original pero he leído la reproducción de A. Anema en Holan-dés, y la conferencia de Wencelius sobre “La Palabra de Dios y la Cultura” en el que trata con las ideas de Calvino refe-rentes al arte.

31. Idem.32. In Drie Ecappen (Baarn, 1951), p. 17-34.

Me he apropiado de los materiales dados aquí por Wencelius, puesto que Rijns-dorp también ha producido un concepto reducido de los principios estéticos de Calvino a través de los ojos de Wence-lius.

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la gloria reflejado desde el pensamiento yobra de Dios. Siempre consiste de claridad,medida y perfección.

Hay tres actos en este drama: antes dela caída, en la armonía perfecta del cielo yel paraíso; entre la caída y la redención, enel que la belleza es simbólica – observe eltemplo de Salomón – y la preparación yexpectación por el Mesías es el tema cen-tral; finalmente, en el tercer período, la glo-ria del Señor se vuelve carne en el Hijo. Yaunque no hay en él parecer, ni hermosura;le veremos, mas sin atractivo para que ledeseemos (Isa. 53:2), sin embargo resplan-decía en él una belleza espiritual de maneraque “el que me ha visto a mí, ha visto alPadre” (Juan 14:9), y “y vimos su gloria,gloria como del unigénito del Padre” (Juan1:14).

Calvino sostiene que debemos ser cola-boradores y co-espectadores con Dios eneste drama. Si nos distraemos durante laobra, la que tiene en juego nuestra metaeterna, sería un craso descuido de nuestraparte. En el centro de este drama cósmicoestá la iglesia, la que opera en contra delescenario de fondo conformado por la acti-vidad mundana y la historia del mundo. Sinembargo, en la gracia común de Dios todoslos hombres tienen un llamado sin conside-ración a la predestinación. Pues todos hanretenido algún aprecio por la belleza y unahabilidad limitada de producir artes. Estose debe a la beneficencia del creador (Inst.II, 2, 15, 16, 17; II, 3).33

Ahora, la belleza no es un principioimpersonal auto-existente, como en Platón,del cual el artista se vuelve un devoto. Esmás bien la luz de una sabiduría siempreactiva y una voluntad siempre creadora. La

contemplación de la belleza, en vista deltalento natural del hombre, le seduce haciala producción y comunicación de éstetalento en el arte. Esto cumple el propósitode Dios tal y como se expresa en la creacióndel hombre a su imagen, que no ha sido des-truida por el pecado. Sin embargo, elpecado ha cambiado la alianza del hombrede manera que ahora busca a la criaturaantes que al creador, en las cosas creadas.El hombre como pecador “Acepta la apa-riencia de la realidad, e incluso hace de ellaun absoluto el cual adora.”34 El pecadorbusca una belleza agradable al ojo peroengañosa, que engendra deseo y esacompañada por un gozo falso y conducehacia la tentación sensual. Esto es vanidady un indicativo de la vacuidad de la vida sinDios.

Sin embargo, el arte es un don natural,completa y simplemente humano.35 Elartista es el re-creador; él hace su trabajocomo Dios hizo el universo. Como tal per-manece por encima de su objeto comoposeedor del don para ver la belleza de lacreación mejor que sus semejantes los

33. Para un tratamiento más detallado del tema de la gracia común y la cultura, cf. H. Bavinck, “Calvino y la Gracia Común,” Calvino y la Reforma, pp. 117-30, donde Bavinck sostiene que Calvino, a pesar de “su convicción de la majestad y carácter espiritual de la ley moral,” es más generoso en su reconocimiento de lo que es verdadero y bueno, dondequiera que se encuentre, que cualquier otro Reformador” p. 120.

34. Leon G. Wencelius, “La Palabra de Dios y la Cultura,” La Palabra de Dios y la Fe Reformada, (Grand Rapids, Michigan, 1942), p. 164.

35. Wencelius, l’Esthetique de Calvin , p. 104, “une activité terrienne, tuit simple-ment Humaine,” citado por Rijnsdorp, p. 30.

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observadores. Por otro lado, el artista debeestar por debajo de su objeto, como unobservador de la criatura de Dios. Debedesarrollar un sentido del objeto, y la fideli-dad al objeto se vuelve una pasión con Cal-vino. Sin duda que esto puede trazarse, enalguna medida, a su entrenamiento Huma-nista, en el que el retorno a las fuentes delaprendizaje era una pasión. Esto llegó aexpresarse en el estudio de Calvino de laEscritura en los lenguajes originales y sudeseo de hacer accesible el Evangelio a suscompatriotas en su propio idioma.

El objeto en sí mismo debe estar sujetoa las reglas de la simplicidad, sobriedad ymedida. Con respecto al artista Calvino sos-tiene que ha de ser humilde, tomar muchotiempo en la preparación y no ha de apresu-rarse en la ejecución, expresándose a símismo con claridad y pureza. El arte sevuelve creativo cuando la actividadhumana se dirige a la actividad creativa deDios. La belleza es el brillo que acompaña atal actividad creativa.

Solo el creyente puede legítimamentecumplir su rol en el drama del mundo, quedebe estar centrado en el principio religiosode buscar la gloria de Dios en la actividaduniversal dentro del marco del universocreado. Esto es así debido a que la vida delcreyente ha sido corregida en principio. Haexperimentado un cambio de mente en suconversión.

Dios ha concedido gran libertad y res-ponsabilidad en los hombros del portadorde su imagen para que pueda regir sobre lacreación en una manera análoga a la formaen que Dios mismo conduce los asuntos delos hombres. De allí que Dios no le hayadado al hombre un conjunto de normas y

reglas artísticas, sino que el hombre descu-bra éstas por sí mismo. Sin embargo, hay –dice Calvino – un principio mayor que hade observarse, a decir, el arte mismo debesometerse en el artista a la Palabra y alEspíritu. Este es un principio absoluto en laestética de Calvino.

Puesto que la naturaleza nos ha sidodada por Dios para nuestra instruccióndebemos estar dispuestos a aprender de ellapero no a seguirla servilmente. Sinembargo, nuestra labor debe ser en el espí-ritu y siguiendo el significado de la crea-ción. Tampoco puede el arte buscarse a símismo, que fue la falta de los Griegos, porlo cual se convirtió en idolatría. Sinembargo, el arte debiese proveer placer oservir a un propósito pedagógico dentro dela meta común para toda la humanidadredimida, es decir, la confirmación delreino de Dios sobre la tierra.

El arte, como tal, puede ser dividido endos clases, el mecánico y el libre. El primeroestá limitado a los materiales con los cualeses producido, tales como la arquitectura ylas artes plásticas; el segundo, la música, lapintura y la literatura no se hallan limita-das de esta manera. Ningún arte puede sercondenado simplemente porque provee pla-cer más que utilidad. Sin embargo, su gozonunca puede estar divorciado del servicio ala humanidad y al temor del Señor. Asípues, dentro de los límites dados por Dios,el arte puede tener su legítimo placer y gozosaludable, pero si infringe esos límites echaa perder el orden de las cosas. Tal arteirreal, habiendo perdido toda medida, favo-rece las pasiones más bajas.

Con respecto a la arquitectura Calvinodice que los paganos sucumbieron a la ten-

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tación de exagerar la belleza externa de sustemplos. Sin embargo, la belleza religiosano es tanto asunto de paredes sino de launidad espiritual de los creyentes. Por lotanto es orgullo y vanidad por parte deRoma edificar hermosas iglesias mientrasadora lo contrario a lo prescrito por losmandamientos de Dios.

No hay prohibición contra las artesplásticas, pero el artista debe hallar su ins-piración en la naturaleza y someterse a susleyes. Transformar estas leyes para la cria-tura y darle una especie de divinidad es ido-latría. Sin embargo, no se debe permitir queestas artes se entrometan en la adoración,puesto que tienen un carácter exclusiva-mente terrenal y no pueden representar lascosas no creadas.

Aunque Calvino insistía en la santidadde la belleza, tenía un interés más directocon la belleza de la santidad. La belleza dela adoración se halla en su espíritu y en ver-dad. El culto debe reflejar la gloria divina,como hace el mundo creado, puesto queDios es central a ambos. La adoración aDios debiera ser simple, puesto que Dios esuno; pura, porque él es santo; armoniosa,puesto que es él quien ha establecido lamedida para todo.

La música es la principal de las artesen su adaptabilidad a la adoración. Elobjeto de la música es Dios y su creación.La gloria de Dios y la elevación del hombreson su meta, y los Salmos inspirados sonsus medios. Puesto que es la bondad deDios emanando a través del universo lo quehace a los hombres cantar, Dios debe ser elcentro de los pensamientos y sentimientosdel hombre cuando canta. La seriedad, laarmonía y el gozo deben caracterizar nues-

tros cantos para Dios. Y, aunque Calvinono rechaza el uso de himnos, prefiere usarlos Salmos de David en la adoraciónpública. El canto es un embalse ilimitado depoder, puesto que mueve nuestros corazo-nes a invocar el nombre de Dios más for-malmente. Por él somos fuertes en latentación y cuando enfrentamos la persecu-ción (mire a los Hugonotes y a muchosmártires que fueron cantando a lahoguera), y renueva el alma. Al cantar laiglesia es edificada y sus miembros son uni-dos en el santo vínculo del amor. Calvinono condenó la música secular, es decir,aquella que tenía la creación de Dios comosu objeto, fuera de lugar. Pero lo secularpuede no ser impío; debe servir para glorifi-car a Dios indirectamente a través de nues-tro gozo y elevación. Por lo tanto, la músicaque degrada, que corrompe los buenosmodales, que adula a la carne, debe serrechazada. Pues la música tiene un podersecreto e increíble para mover los corazo-nes. Cuando palabras malvadas son acom-pañadas con música, ellas penetran másprofundamente y el veneno entra como elvino a través de un embudo en la tinaja.36

Es exactamente en este punto, diceDoumergue, que Calvino hizo una transfor-mación revolucionaria de la cultura por laintroducción de los Salmos en el servicio deadoración. Pues el abuso y mal uso de lamúsica en la iglesia Católico Romana eragrotesco y no puede entenderse aparte delcuadro total de extravagancia imprudentede la época, tal y como es descrita porZwinglio, Lutero y Calvino cuando deplo-ran la moralidad de la iglesia. Doumergue

36. Calvino, Pensamientos sobre el Salterio, citado por S. Anema, Wat Bracht Ons Wencelius, “l’Esthetique de Calvin,”, pp. 51, 52.

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cita el hecho de que en un servicio CatólicoRomano el líder de canto comenzaría conun Sanctus, mientras que otros, seguidospor la multitud, cantaban las palabras,Robin m’aime, Trop M’a amour assaillie(Petirrojo, ámame; estoy demasiado enamo-rado de él). Hasta los trabajos de Palestrinacontra esta música lasciva e impura fueronen vano, por dos siglos después de laReforma las melodías prescritas para elCredo, el Pater Noster y el Ave Maria erantomadas de las canciones contemporáneasde amor.37 Calvino ha sido llamado el padredel Salterio. Antes de él las iglesiasReformadas Francesas no conocían el cantocongregacional. En 1537 Calvino ya habíapropuesto la introducción del cantocongregacional en Ginebra, con elpropósito de avivar los corazones fríoshacia la corazón y moverles a la alabanza.Sin embargo, la primera edición del Salterioapareció en Estrasburgo en 1539, dondeCalvino se encontraba en el exilio.Contenía su propia versión métrica de losSalmos de David con doce armonizadosmás de Marot, que Calvino encontró enEstrasburgo. Más tarde Calvino eliminó supropia poesía y tomó la versión de Marot delos Salmos, mientras que las melodíasfueron compuestas o arregladas porBourgeois y publicadas en 1562. Estaversión del Salterio gozó de veinticincoediciones el año de su publicación y untotal de 1400 ediciones (Ibid., p. 20).

Calvino mismo había descubierto lafamosa melodía de Greiter, quien era ellíder de canto en la catedral de Estrasburgo,y la adaptó a su versión del Salmo 36. Mástarde Beza tomó esta melodía para su ver-sión del Salmo 68, que ha sido llamado el

Salmo Protestante de batalla. Como resul-tado del trabajo original y osado de Calvinoen esta fase de la cultura Cristiana, losmaestros Protestantes han cultivado elritmo, el acento y la melodía en los Salmos.De esta forma el sacerdocio de los creyentesllegó a expresarse en los servicios Calvinis-tas. El tono principal de los Salmos es ungozo serio (Joie grave), pero también hablade poder y majestad. Fue llamado la Sirenadel Calvinismo, y se convirtió en el rivalinvencible de los enemigos de la cruz deCristo mientras le daba un arte universal atodas las iglesias Protestantes. Las ideas deCalvino, que pueden encontrarse en el Pre-facio del Salterio Ginebrino, hicieron el másgrande impacto en la música sagrada delsiglo y forman la quintaesencia de la esté-tica musical de la Reforma.

El escribir también era un arte elevadopara Calvino, y su alto respeto por la Bibliano apagó su entusiasmo por la literaturaprofana, la cual tiene un llamado en elámbito de la gracia común. En lugar de alu-dir a sus “espléndidos vicios” (Agustín),Calvino sostiene que Dios ha adornado alos paganos con talentos de agudeza y pers-picacia al investigar las cosas terrenales(Inst. II, 2, 15). Es el mismo Espíritu quehabita solamente en el fiel, quien “suple,actúa y revive a todas las criaturas” (Ibid.,par. 16). Por lo tanto, “Si, pues, Dios haquerido que los infieles nos sirviesen paraentender la física, la dialéctica, las matemá-ticas y otras ciencias, sirvámonos de ellosen esto, temiendo que nuestra negligenciasea castigada si despreciamos los dones deDios doquiera nos fueren ofrecidos” (Ibid.).

Sin embargo, Calvino está siempreconciente del hecho de que los dones natu-rales que quedaron después de la caída han37. Op. cit., pp. 11, 12.

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sido corrompidos y producen solamente unconocimiento transitorio (Ibid., II, 2, 16).El Señor realmente les ha permitido “uncierto sentido de Su divinidad, a fin de queno pretendiesen ignorancia para excusar suimpiedad”; sin embargo, “pero las vieron detal manera, que no pudieron encaminarse ala verdad, ¡y cuánto menos alcanzarla!”(Ibid., II, 2, 18). Esto hace eco de la alegoríade Platón de un grupo de hombres sentadosen una caverna, con sus espaldas contra laluz, de manera que no ven sino las sombrasde las imágenes. Aquí la evaluación de Pla-tón por parte de Calvino es a propósito,quien, aunque el más religioso y juicioso detodos los filósofos, aún así “también errócon su esfera, haciendo de ella su primeraidea” (Ibid., I, 5, 12). Sobre las pocas verda-des que “fortuitamente salpican los librosde los paganos, están manchadas connumerosas y monstruosas falsedades”(Ibid.).

Sin embargo, para Calvino no era sufi-ciente el pensar bien y saber la verdad; unotambién debe escribir bien y diseminar laverdad. Afortunadamente no necesitamossatisfacernos en este punto con teoría, puesel genio de Ginebra nos ha dejado una ricaherencia de excelencia literaria, pues porpredilección Calvino era un hombre deletras. La conversión y el llamado no le qui-taron su entrenamiento y predilección másde lo que le hayan quitado su condición dehombre. Si hay algún punto sobre el cuallos críticos de Calvino concuerdan, es en suespléndido estilo como escritor. Aplique-mos aquí un adagio Francés al creador dellenguaje teológico Francés — el estilo es elhombre (Le Style c’est L’homme!). Doumer-gue nos cuenta que el estilo de Calvino eracomún, animado, alegre, simpático ynoble.38

Ya hemos notado la publicación de laInstitución como un evento histórico, perotambién fue un evento literario de primeramagnitud. Brunetiére, crítico literarioFrancés y contemporáneo de Doumergue,dice que no hay “monumento literarioanterior en Francia que pueda comparár-sele.” Naturalmente critica la falta dereserva y buen gusto en cuanto a la referen-cia de las personas como burros, peroañade, “Más bien alabemos la concatena-ción de sus ideas. Es de tal tipo, tan fuerte,y tan compacta que no importa de quépasaje tratemos de extraer la doctrina queencontremos, siempre es la mismaconexión, la misma lógica, y la mismadependencia y subordinación de las par-tes... indudablemente no tenemos en nues-tro lenguaje mejores modelos de aquellavivacidad de razonamiento, o más bien deargumentación, o de esa precisión y esapropiedad en el uso de los términos, o deesa sucinta y reveladora brevedad. Ya nocontamos con ese arte de seguir el pensa-miento y explicarlo todo o parafrasearlo sinperder el punto de vista. La paráfrasis deCalvino del Decálogo es una de las cosasmás bellas en el lenguaje Francés.” Brune-tiére concluye diciendo que la Instituciónfue el primer libro del cual podemos decirque fue un clásico. “Es igualmente así... porrazón de la dignidad del plan, y la maneracomo la concepción del todo determina lanaturaleza y elección de los detalles. Es asípor razón del propósito de convencer o con-mover el cual, puesto que es su causa, pro-duce su progreso interno, y el espíritu de suatractivo y gracia retórica.”39 Esta es una

38. Calvijn Als Mens En Hervormer , pp. 33-53.

39. “La Obra Literaria de Calvino,” The Presbyterian and Reformed Review, XII, (1901), pp. 392-414.

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elevada alabanza por parte de un hombreque sostenía que Calvino no teníaapreciación artística.

El espacio no me permite hablar parti-cularmente de los treinta volúmenes decomentarios de Calvino, que se distinguenpor la agudeza filológica y un sentido infali-ble del lenguaje. También paso por alto losescritos controversiales, que están en unacategoría por sí mismos y han contribuido aun género especial en las letras Francesas, asaber, la sátira Calvinista. Warfield afirmaque ningún polemicista tan efectivo habíaantes escrito, y cita la Carta a Sadoletocomo el mejor espécimen de aquel preceptomás excelente para todos los escritores con-troversiales: Suaviter in mode; fortiter in re(¡Dulce en la manera, fuerte en la mate-ria!).40

Calvino también escribió catecismos,credos, formularios para la adoración, tra-tados populares para la instrucción, y porúltimo, pero no menos importante, cientosde cartas. Por medio de éstas llevó adelantesus labores pastorales entre todas las igle-sias Reformadas de Europa Occidental. Enellas instruye a los hombres de estado,reprende a los gobernantes, conforta a losenfermos y a los desahuciados, anima a lossantos – en resumen, aparece como unauténtico pastor de almas. Las cartas deCalvino, aparte de su valor literario, reve-lan su rica vida religiosa, su propósito pro-fundo y noble y su infatigable búsquedahacia el alcance de su propósito y, sobretodo, su profunda simpatía humana. Aquívemos a Calvino apoyándose en sus amigoslo mismo que dándose a sí mismo a ellos detodo corazón. Ciertamente tenía sus fallas –

elevada ira, impaciencia, falla en dejar quelas plenas implicaciones para todo hombrede la libertad espiritual le llevaran a esco-ger, o a ir en contra, de Dios – pero, es unvilipendio infame decir que Calvino eraduro, amargado o que no tuviera amor.41

La Contribución de Calvino en el Campo de la Educación

De lo anterior es claro que Calvinoestaba dispuesto a aceptar los dones de lagracia común de Dios en el campo de la cul-tura humana y aún admitió que los no cre-yentes fuesen nuestros maestros en asuntosde técnica y de formas artísticas. Sinembargo, nunca pierde vista la antítesis enla cultura, la oposición entre Cristo y Sata-nás. Esto se torna muy evidente en lamáxima obra de Calvino, el establecimientode la Academia en Ginebra. Esta ha sidollamada el seminario de la reforma eclesiás-tica.

Es imposible hacer justicia a los deta-lles técnicos e históricos de la fundación dela Academia en este breve resumen.42 Sinembargo, notemos que Calvino hizo de laeducación de los jóvenes una de susprimeras preocupaciones a su llegada aGinebra en 1536. También expresó lanecesidad de una institución de educaciónsuperior en 1537 y 1541. Pero no fue sinohasta que Calvino hubo descansado de susenemigos (alrededor de 1555), que Calvinofue capaz de darle a este asunto la atención

40. Warfield, Calvino y el Calvinismo., p. 10.

41. Paul Woolley, “Zwinglio y Calvino,” The Presbyterian Guardian, (Nov. 1941), p. 122.

42. Cf. el excelente artículo de W. Stanford Reid, “Calvino y la Fundación de la Aca-demia de Ginebra,” Westminster Theol. Jour., XVIII (1955), pp. 1-35.

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que merecía. El año siguiente propuso lareorganización del sistema escolar alconcilio, pero ese cuerpo no tomó unaacción definitiva hasta 1558, cuandoaprobó un lote de terreno, que Calvinohabía escogido por su belleza y utilidad, yaceptó los planes definitivos. Para financiareste proyecto el mismo Calvino salió asolicitar donaciones, se aceptaroncolecciones, se animó a los testadores ahacer donaciones en sus testamentos, demanera que por pura determinación yentusiasmo la gente superó las limitacionesde su pobreza.

Aunque el edificio no fue terminadohasta 1563, fue dedicado y puesto en uso en1559. El siempre difícil problema de conse-guir instructores fue resuelto por la rebe-lión del equipo de trabajo de la Academiade Lausana, que renunció en protesta con-tra la atribución arrogante de Bern de acep-tar la autoridad secular en casos dedisciplina espiritual. El 5 de Junio de 1559,en la Iglesia Catedral, Beza, quien habíasido elegido como rector, pronunció unnotable discurso inaugural, en el que feli-citó a Ginebra por haber fundado unaescuela para estudios liberales, libre de lasuperstición. Los estatutos de la escuela,preparados por Calvino, fueron leídos porel secretario, un Sr. Roset. Calvino simple-mente hizo unos pocos comentarios de cie-rre y ofreció una oración. El desinterés deCalvino junto con la verdadera estimaciónde sus talentos debiesen observarse en elhecho de que nombró rector a Beza en lugarde a sí mismo.

Consideremos también cómo concebíaCalvino el rol de la educación en la reformade la iglesia y en la renovación de la cul-tura. De su Ordre du College de Geneve es

claro que el objetivo básico de la educaciónera el conocimiento de Dios y de su crea-ción para el servicio de Dios. Tal conoci-miento podía obtenerse por el estudio de lahistoria, como se presentaba en los clásicos,y de la naturaleza, como se presentaba enlas ciencias naturales. Sin embargo, debidoa la caída, el hombre natural no puede lle-gar al verdadero conocimiento de Dios o desu mundo sin la regeneración. Solo ellahace posible el captar el significado de larevelación de Dios en la Escritura, y res-taura al hombre a la perspectiva apropiada(Reid, op. cit., p. 21).

Esta posición concuerda con la ense-ñanza de Calvino en su Comentario sobrePrimera de Corintios, en la que trata dellugar e importancia de la cultura pagana.Calvino rescataría cualquier aprendizajesólido, libre de superstición, al trasplan-tarlo al marco de una filosofía Cristiana.Pues a menos que veamos la sabiduría ycultura del hombre a la luz de Cristo ellasson como humo, convertidas en necedadpor Dios. Pues, “el hombre, con toda suagudeza, es tan estúpido por obtener por símismo un conocimiento de los misterios deDios, lo mismo que un asno está calificadopara entender las armonías musicales”(I:20). El estudio de las artes y las cienciasno es para la alabanza del ingenio humano,o para el deleite de una minoría elitista,sino para la mayor gloria de Dios.

El aprendizaje no es un asunto indivi-dual, sino para la enseñanza de otros, yambos procesos han de estar al servicio deDios y de su reino. De hecho, una educa-ción liberal no puede estar divorciada de lameta del hombre en la vida, a saber, enten-der las Escrituras con el propósito de hacerla voluntad de Dios. Los artes y las ciencias

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liberales no nos dan el verdadero conoci-miento de Dios, a menos que nuestros ojoshayan sido primero abiertos por medio delEspíritu. Y el estudio de “la filosofía, laciencia y la elocuencia tenían como su pro-pósito último la comprensión más profundadel hombre de aquello que Dios dice pormedio de las Escrituras” (Reid, op. cit., pp.19, 20).

La Academia de Calvino comenzó con162 muchachos como asistencia, la mayoríade Francia, pero cinco años más tarde, a lamuerte de Calvino, la escuela elementaltenía 1200 estudiantes y la Academia pro-piamente dicha, schola publica, 300. De estaforma, dice Charles Borgeaud, el historia-dor de la Academia, Calvino realizó sutarea: había asegurado el futuro de Gine-bra... haciéndola a la vez una iglesia, unaescuela y una fortaleza. Fue la primera for-taleza de la libertad de los tiempos moder-nos.43

Calvino, es cierto, se había convertidoen una figura ecuménica antes del estable-cimiento de la Academia por medio de suscartas, comentarios, la influencia de la Ins-titución, y su posición heroica contra elpapa y la jerarquía en cada recodo delcamino; sin embargo, la Academia fue sumáximo logro. De ella emanó una corrientede hombres jóvenes, entrenados para elministerio del Evangelio, para todas las tie-rras de Europa Occidental. Además de teo-logía, artes y ciencias, también seenseñaban en Ginebra leyes y medicina. Lainfluencia cultural del sistema educativocentrado en Dios de Calvino es casi incalcu-lable.

Al tratar con el impacto de las ideas deCalvino sobre la política, la economía, elarte y la educación, me he limitado a mímismo por causa de la brevedad. Sinembargo, las amplias implicaciones cultura-les son claramente evidentes.

Conclusión

En resumen, se debe recordar que Cal-vino como el teólogo de la cultura estabainteresado en traerla a la obediencia aCristo por medio de su Palabra. En el áreade la cultura el hombre es libre bajo Dios dela iglesia y del estado. Pero no es la libertadde la licencia o la libertad de renunciar almundo como malo. El hombre es justifi-cado por fe y por regeneración es renovadoa la imagen de Cristo; por tanto, la influen-cia santificadora de la Palabra debe exten-derse a toda la existencia del hombre bajo elsol. Todo hombre tiene un llamado divinopara cumplir el mandato cultural, puestodas las cosas son nuestras, y nosotros deCristo. Sin embargo, debemos ejercer mode-ración, paciencia y fidelidad en nuestravocación diaria, trabajando como para elSeñor ante la mirada de Dios (Coram Deo).

La concepción de Calvino de la culturatambién es radicalmente escatológica. Puesla vida total es una meditación de la vidapor venir, y todo debe verse a la luz de laeternidad. Por lo tanto, debemos aprender aposeer y no a ser poseídos por las cosas deeste mundo, pues el mundo pasa. Para Cal-vino la cultura nunca es un fin en sí mismo.Toda la erudición, todo el arte y el aprendi-zaje, lo mismo que las formas más humildesde la cultura, han de usarse para el serviciode Dios y ejercidos para la gloria de Dios.De allí que se encuentre una dualidad queexiste en la cultura humana, pues la activi-43. Citado por McNeill, op. cit., p. 196.

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dad del hombre que no está dirigida al ser-vicio y la gloria de Dios es auto-frustrante,es vana y sin significado. ¡Soli Deo Gloria!¡Solo a Dios la Gloria! Ese era el lema de lavida de Calvino, no solo en la obra de Cristopara salvación, sino también para elesfuerzo cultural del hombre.