caracter propio

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Nuestro proyecto

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En este tiempo de emergencia educativa –así lo define el

Papa–, estas páginas tratan de definir con transparencia

la identidad y la propuesta educativa de EGIBIDE, que di-

manan de una concepción cristiana de la persona, de la

educación y de la sociedad.

EGIBIDE se abre a nuestra sociedad alavesa como una

Escuela Cristiana que participa en la misión evangelizado-

ra de la Iglesia Católica. Por ello, en EGIBIDE asumimos,

ofrecemos y desarrollamos nuestra labor en fidelidad a

una propuesta educativa basada en la persona y el men-

saje de Jesús de Nazaret.

Quienes formamos parte de la Comunidad Educativa de

EGIBIDE creemos y construimos día a día una Escuela que

educa en la verdad, abierta a todos y orientada al futuro,

que se pone al servicio de la persona, que permanece

atenta a la diversidad y se inserta en su entorno sociocul-

tural con un profundo compromiso social y eclesial.

Estas páginas son un lugar abierto al encuentro de to-

dos los miembros de la Comunidad Educativa –alumnado,

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familias, educadores y entidad titular– que comparten o

respetan nuestra Identidad y Misión. Así todos podremos

conocer los orígenes del proyecto, su inspiración, sus se-

ñas de identidad, su estilo pedagógico y de gestión.

El Patronato de la “Fundación Diocesanas-Jesús Obrero

Fundazioa” que presido –Entidad Titular del Centro de En-

señanza Secundaria y Formación Profesional denominado

EGIBIDE– presenta aquí este Carácter Propio como refe-

rencia básica y necesaria para concretar el Proyecto Edu-

cativo, así como todas las demás actuaciones del centro.

En Vitoria-Gasteiz, a 1 de septiembre de 2012.

D. Miguel Asurmendi AramendiaPresidente

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Para ti...

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01. No sabemos ni quién eres. Puede

que formes parte del equipo educa-

tivo del centro. Puede que disfrutes

incondicionalmente con tu trabajo o que diferentes cir-

cunstancias te hayan fracturado la motivación y el vi-

gor original. Puede que seas un alumno o alumna que

se siente como en su casa o, por el contrario, que no

termines de estar cómodo entre nosotros y nosotras.

¿Acaso eres un padre o madre de familia, deseoso de

conocer los pilares en los que se asienta el centro don-

de estudia su hijo o hija? ¿O quizás alguien que se en-

cuentra por primera vez con nosotros?

02. Seas quien seas, si el centro forma

parte de tu vida pasada, presente o

futura, estas páginas van dirigidas

a ti. En ellas se muestra nuestro ideario, aquello que

da sentido a todo lo que hacemos. Es como nuestro

credo particular. ¿Puede EGIBIDE creer en algo?, te

preguntarás. Por supuesto que sí. Todas las personas

creemos en algo, y las instituciones también, aunque

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los actos concretos no siempre estén a la altura de

lo que se anuncia. ¡Eso es consustancial a nuestra

naturaleza humana…! Por eso hemos querido explicitar

algunas convicciones que iluminan nuestro quehacer

diario, que nos hacen actuar de forma más coheren-

te con lo que somos. Este escrito te va a presentar

esas convicciones.

Tenemos unahistoria

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03. Suele iluminar ir a los comienzos.

Como ya sabrás, EGIBIDE surge al

unirse Diocesanas y Jesús Obre-

ro, dos centros educativos de inspiración cristiana en

Vitoria-Gasteiz. La historia es larga y no vamos a entrar

en detalles, pero hay un sorprendente paralelismo en

los comienzos de ambos. Una persona promotora en

cada proyecto, el sacerdote diocesano Pedro Anitua y

el jesuita Demetrio Ruiz de Alburuza, respectivamente.

La generosidad de algunas personas que, movidas por

valores cristianos, apoyaron económicamente su pues-

ta en marcha. Unos comienzos modestos y trabajosos.

La lectura de la situación social para concretar y afinar

las decisiones que se iban tomando. La conciencia de

la importancia de la Formación Profesional como instru-

mento para mejorar la vida de las personas y reforzar la

prosperidad social e industrial del entorno. La implica-

ción progresiva de otras instituciones relevantes en la

vida social y económica de la provincia alavesa.

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Nuestrasconviccionesbásicas

04. La historia, analizada con cierta pro-

fundidad, nos dibuja nuestras convic-

ciones básicas. Y, siendo verdad que

esas convicciones no las formulamos a menudo y que

las dejamos casi exclusivamente para los documentos,

es igualmente cierto que las llevamos puestas allá don-

de vamos, se reflejan en nuestros actos, en nuestra for-

ma de pensar, de sentir…

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05. La primera convicción tiene que ver

con el valor de la persona. No vamos

a caer en la tentación de enumerar un

listado de cualidades que describan al detalle la perso-

na en plenitud, porque probablemente todos y todas

nos veríamos muy lejos de ese ideal. Partamos de que

nos reconocemos como un pozo de ambigüedades,

capaces de florecer más o menos en función del con-

texto en el que estamos. Partamos igualmente de que

todos y todas buscamos ser felices, desarrollar una

vida con sentido, y que normalmente ese sentido es

tanto más consistente cuanto más nos saca de nues-

tros intereses particulares, cuanto más nos abre a otras

personas y, por qué no, cuanto más nos acerca a lo

más profundo de cada cual.

06. Cualquier persona con un mínimo re-

corrido vital estaría de acuerdo en lo

anterior. Quizás el mundo en el que vi-

vimos nos invita a complementarlo con otras cosas no

menos evidentes, pero que es necesario explicitar. Por

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ejemplo, que la felicidad personal no viene únicamente

por la sobresaturación de medios materiales, ni por te-

ner todo controlado, ni por vivir de acuerdo a criterios

puramente racionales. Que quien tiene más, controla

más o es más racional, no es necesariamente más feliz

o contagia más vida a los y las que le rodean y al mun-

do en el que vive. Por supuesto que para vivir hemos de

tener cosas, disponer de cierta seguridad vital y pensar

racionalmente, pero no podemos dejar que eso nos

quite la libertad de manejar nuestra propia vida. Son

muchas las cosas que hoy nos esclavizan: relaciones

que no nos hacen bien, el activismo, la imagen, el móvil

(¿sabías que blackberry era el nombre dado a la bola

de hierro que se ataba al tobillo de los reclusos con-

denados a cadena perpetua? ¡Curiosa coincidencia!)…

Y en ese mundo, creemos que es más persona quien

sabe situarse ante las cosas y las personas sin dejarse

esclavizar por ellas. Tarea cada día más difícil cuando

caminamos a velocidad de vértigo, con múltiples, va-

riadas y atrayentes ofertas que pugnan a cada instante

por adueñarse de nuestras vidas.

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07. Pues bien, frente al poder de las

cosas, seguimos apostando por la

persona, por cada persona, como

valor fundamental. Todos y todas somos importan-

tes. Nada se puede construir en sociedad si no es

apoyándose en el desarrollo de personas libres que

puedan florecer desde multitud de dimensiones, todas

necesarias para el bienestar humano: la racional, por

supuesto, pero también la física, la afectiva, la psicoló-

gica, la ética, la estética, la social, la espiritual… Cada

persona como protagonista de su propio crecimiento

integral desarrollará más unas dimensiones que otras.

Tú probablemente te veas más fuerte en algunas, más

débil en otras. Y es que somos distintos. Pero, eso sí,

todos necesarios.

08. De lo dicho, queda claro que se es

más persona cuanto más consciente,

compasiva, competente y comprome-

tida es y vive. Sin embargo, cuando miramos al mundo

lanzamos miradas globales más allá de las personas

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individuales. Si fijamos la vista en Vitoria-Gasteiz y en

Álava vemos una sociedad, un conjunto de personas

que convivimos, que nos preocupamos – más o menos–

unas de otras… Vemos que hay unas reglas de con-

vivencia, algunas se han convertido en ley, otras son

meras costumbres aceptadas por la mayoría. Y con

todo ello unas maneras de vivir en sociedad, de organi-

zarnos, de proteger la seguridad y los intereses perso-

nales, de cuidar el bien común, de acoger y promover

al vulnerable… Y en esa sociedad de la que formamos

parte, ¿qué reglas del juego te parecen las más ade-

cuadas para vivir en sociedad? A ver qué tal te suena

esto: las que faciliten que seamos personas más ple-

nas. Se habla de unas reglas que propicien la consecu-

ción de una sociedad fraterna y justa. Son, en cualquier

caso, afirmaciones muy generales, bonitos deseos que

hay que concretar en el aquí y ahora de cada lugar y

cada momento. Volvamos por tanto a Vitoria-Gasteiz,

a la capital de la provincia. No es lo mismo esta ciu-

dad hace 40 años que actualmente, envueltos en la

sociedad del conocimiento, con una población más

claramente multicultural o con una mayor necesidad,

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ante la presión globalizadora, de alimentar un sentido

de pertenencia basado en una identidad cultural más

definida y próxima.

09. Y, en esta sociedad, descubrimos la

importancia de volver a los orígenes

para ver por dónde enfocar nuestros

esfuerzos. En los años 40, la mirada se centró en dos

realidades: una juventud abocada al paro o a malvivir

en el campo, y unas empresas necesitadas de mano

de obra cualificada. Entonces se vio en la educación, y

de manera particular en la Formación Profesional, un

medio para revertir esa situación, atendiendo a la for-

mación de personas íntegras capaces de trabajar en la

industria. Buscando el bien común de la sociedad, los

predecesores de EGIBIDE enfocaron sus esfuerzos ha-

cia las clases humildes, para quienes la educación de-

bidamente aprovechada podía suponer una vida más

plena a todos los niveles. Quizás esta sea nuestra fuen-

te de inspiración para saber en cada momento buscar

nuestra contribución a la sociedad alavesa.

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10. En esta visión no podemos olvidar la

inspiración cristiana original, presente

a lo largo de las sucesivas décadas. La

experiencia de Dios – bañada de nuestras imperfeccio-

nes humanas, por supuesto – ha sido un motor funda-

mental para llegar hasta donde estamos. Decía el es-

critor británico G. K. Chesterton que, “cuando se deja

de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa”.

Con ser una frase aguda, sin embargo, puede resultar

peligrosa si se ve como una especie de superioridad

de creyentes sobre no creyentes. Y es que tan impor-

tante como creer o no creer en Dios, es saber en qué

Dios creemos. Nosotros y nosotras creemos en el Dios

de Jesús, que potencia la centralidad de la persona y

de un modelo de sociedad como el descrito. Que nos

abre a cada persona a descubrir nuestra vocación en

esta vida. Que procura que quienes creemos en Él no

vayamos cada cual por nuestro lado, sino que forme-

mos comunidad, nos apoyemos y compartamos lo que

somos y tenemos. Por tanto, la experiencia cristiana

nos abre a imágenes de Dios tales como Padre-Madre,

implicado en la historia, acogedor de nuestra intimidad

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más íntima, compasivo, liberador de las capacidades

humanas, garante de nuestra libertad, promotor de la

unión entre las personas y que hace suyas las causas

de los pobres.

11. Por eso, yendo más allá, hoy incluso

podemos decir que en la realidad de

este mundo y de la travesía hacia el

mundo que Dios quiere, creyentes y no creyentes te-

nemos sitio. Todos y todas estamos convocados a ese

horizonte último de humanidad. La diferencia es que

la persona creyente lo hace en diálogo con Dios y lo

experimenta y recibe en clave de gracia, como don y

respuesta, mientras que la no creyente lo expresa en

términos de crecimiento y plenitud humana. Pero toda

persona ha de trabajar su dimensión espiritual en sen-

tido amplio, abriéndose a las grandes preguntas que

dan sentido a la existencia, haciéndolo no solo en clave

individualista sino sintiéndose, con humildad y apertura

de corazón, en solidaridad con toda la humanidad y

toda la creación.

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Su aplica-ción a la vidaeducativaen EGIBIDE

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12. Queremos compartir esos pilares

con otra gente y hacerlos realidad en

EGIBIDE. Educar es una labor moral

porque lo más importante que intenta hacer el agen-

te educativo es no tanto enseñar unos conocimientos

cuanto formar para la vida. Los educadores y educa-

doras somos como orfebres de la personalidad: de la

cabeza, por supuesto, de estimular un pensamiento

correcto y un uso riguroso y preciso de los conocimien-

tos de las distintas disciplinas; del corazón, de propi-

ciar una manera empática de situarse ante una realidad

siempre compleja que se resiste a nuestros análisis a

menudo superficiales y toscos; y por último del cuerpo,

de promover su cuidado ya que yo soy mi cuerpo, cui-

darlo es cuidar mi persona entera. Modelar la cabeza,

el corazón y el cuerpo, todos juntos, supone modelar

el carácter, es decir, afianzar la sabiduría para marcarse

metas ilusionantes y realistas, y cimentar la voluntad

para caminar hacia ellas sin traicionar las propias con-

vicciones. Esta orfebrería necesita tesón, atención per-

sonalizada y exigencia basada en el cariño.

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13. Lo anterior no se puede hacer en

solitario. Dice un viejo proverbio afri-

cano que “para educar una persona

hace falta una tribu”. Ser tribu implica sentirse parte del

proyecto, sentir que no solo pongo en juego lo que sé

hacer, sino mi persona entera. Esto se puede entender

mejor desde la experiencia propia. Analiza en tu vida

aquellos grupos con los que te sientes identificado.

Es probable que entre ellos esté la familia, el grupo de

amigos, la gente del trabajo, el equipo de deporte, un

club social, la parroquia, el grupo de fe… Esos grupos,

necesarios para vivir, se convierten para cada persona

en verdaderas comunidades de referencia. ¿Por qué?

Quizás porque en ellos cada persona se siente más

ella misma.

14. Pues bien, EGIBIDE aspira también a

ser comunidad de referencia de to-

dos los que participamos en este pro-

yecto educativo: alumnado, familias y equipo educa-

tivo. Aunque estemos en distintos campus, tenemos

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el convencimiento de que así se educa de manera

más efectiva. Eso sí, sabemos de sobra que una

comunidad educativa se hace si hay un sentimien-

to de pertenencia, si las personas lo sentimos no solo

como un lugar para trabajar o estudiar, sino para ser

más nosotros mismos y crecer juntos como personas,

como ciudadanos y ciudadanas y también, es posible,

como creyentes.

15. Y fíjate que hablamos de educado-

res y educadoras, no de profesores

y profesoras. En EGIBIDE, todas las

personas estamos llamados a ser agentes educativos.

Educamos y nos educamos juntos en el trato diario,

en la forma de afrontar nuestro trabajo cotidiano y de

situarnos ante las circunstancias de la vida. Y esto no

solo lo hace el profesorado, sino también el personal de

administración y servicios, que convierte un mostrador

de atención al público o unos utensilios de limpieza en

la mejor tarima o la mejor pizarra para una juventud mí-

nimamente atenta a lo que le rodea.

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16. Luego todos somos agentes educati-

vos y, a la vez, colaboradores de las

familias en esta difícil tarea de educar.

Ellas son las primeras responsables de la educación de

sus hijos e hijas, pero nos necesitamos mutuamente a

pesar de las dificultades. Si no, la tribu queda coja y los

esfuerzos educativos pierden efectividad.

17. Ahora llega la pregunta difícil: ¿cómo

se construye una comunidad educati-

va? Potenciando las dimensiones que

muchas veces se consideran accesorias en un centro

educativo y que tienen que ver con la orientación y la

acción tutorial, las actividades complementarias y ex-

traescolares, las relaciones interpersonales, sobre todo

con las familias, la inserción eclesial,… Haciendo que

florezcan espacios comunitarios alrededor de diversos

intereses: el tiempo libre, la solidaridad, el deporte, la

cultura, el entorno, algunas otras aficiones… O po-

sibilitando en el centro espacios de encuentro entre

personas, espacios que dejen de lado el rol que cada

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uno y cada una asume en la organización y que sirvan

para compartir la vida misma. Entre otras cosas, claro.

Especialistas en gestión hablan de cuidar la dimensión

“blanda” de la organización además de la dimensión

“dura”, normalmente la más puramente organizativa.

18. En cualquier caso, no hay comunidad

educativa sin estilo pedagógico pro-

pio. Cierto es que cada persona tie-

ne su propio temperamento. Pero por detrás hay una

manera de educar que responde a las convicciones

ya mencionadas sobre lo que es ser persona y vivir en

sociedad. Educar es entonces un proceso de huma-

nización de la persona entera para capacitarse en el

servicio y mejora del mundo en el que vive. ¿Qué se

necesita para esto? Podemos rememorar alguna de

nuestras más sólidas experiencias de aprendizaje en

el pasado y construir a partir de ella. Recordaríamos la

necesidad de un contexto en el que nos sintiésemos

seguros, en el que la relación con el educador o la edu-

cadora fuese confiada y colaborativa, y en el que perci-

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biésemos una exigencia que nos hiciese sacar lo mejor

de cada cual. También recordaríamos que se aprende

mejor de lo que se experimenta, la experiencia que no

solo surge de lo que pasa por la cabeza sino de lo que

pone en juego nuestras capacidades corporales,

creativas, intuitivas, afectivas, sociales y espirituales.

En otras palabras, lo que de una u otra manera pasa

por el corazón (no creas que esto es novedad, ya decía

el filósofo francés Merleau-Ponty que “un revolucionario

no se hace por la ciencia, se hace por la indignación”).

Caeríamos en la cuenta igualmente de que la experien-

cia por sí sola no nos hace aprender, que necesita la

reflexión sobre el significado de lo aprendido para la

propia vida, una reflexión que derive en una acción: una

aproximación más consciente y responsable hacia los

estudios, un comportamiento más compasivo hacia

uno mismo y hacia los demás, un mayor respeto hacia

la creación, una postura más comprometida ante los

problemas sociales. Y, por último, nos acordaríamos

de cómo la evaluación del proceso de aprendizaje

ayuda a asentar lo aprendido y a hacernos más cons-

cientes de ello.

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19. Contexto, experiencia, reflexión, ac-

ción, evaluación. No es un recetario.

Son dimensiones frente a las que

ponerse para evaluar la calidad de nuestra acción

educativa, no pasos para elaborar unidades didácticas.

Son las dimensiones que conforman nuestro estilo

pedagógico, el que pretende hacer que la educación

de nuestro alumnado les ayude a ir llenando de sentido

sus vidas.

20. Este estilo en realidad es el que que-

remos que impregne todos los ámbi-

tos de la vida de EGIBIDE, incluida la

gestión. Que podamos hablar de un estilo de gestión

en consonancia con el estilo pedagógico, en el que se

pueda casar la orientación a las personas con el cumpli-

miento de los objetivos. Esto requiere mucho equilibrio

y, sobre todo, mucho diálogo; precisa cuidar las formas

y los medios empleados; supone construir los objeti-

vos contando con la participación de aquellas personas

encargadas de llevarlos a cabo; demanda coherencia

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entre lo que se hace y lo que se dice; exige austeridad

y transparencia en la asignación de los recursos. Sin

embargo, ninguno nos miraríamos al espejo y veríamos

reflejadas las capacidades que aseguren cumplir con

todo ello. Por eso, quizás detrás de ello hay dos rasgos

mucho más importantes para cualquier líder que encar-

ne el estilo de gestión que queremos. Por un lado, unir

a las capacidades humanas – mayores o menores, de

un signo u otro – el espíritu de servicio a la comunidad

educativa, al alumnado y a sus familias. Y, por otro, re-

conocerse con limitaciones y a la vez con necesidad del

feedback de las demás personas para mejorar. Quien

camine por la vida con bastante de estas dos últimas

cualidades y con una dosis razonable de las expuestas

más arriba, seguramente reproduzca en su persona la

manera en la que queremos que EGIBIDE se gestione.

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21. El estilo de relaciones hacia dentro

es importante, pero también lo es la

relación con el entorno. Partimos de

nuevo de nuestra historia que nos recuerda dos cosas.

Primero, que ninguna de las dos instituciones originales

se entendería sin la referencia al contexto de la ciudad y

de la provincia al que querían dar respuesta. Y segun-

do, más importante aún, que un esfuerzo educativo bien

llevado sí puede transformar a las personas y a la so-

ciedad en la que ese esfuerzo se desarrolla. Esas dos

intuiciones queremos que sigan presentes en EGIBIDE.

En el compromiso con las personas más desfavorecidas

y alejadas de las oportunidades sociales, así como en la

lucidez para saber qué nos aleja a cada momento de ese

compromiso. En vernos como un centro que parte de un

estilo y una iniciativa propios que, sin ser ni mejor ni peor

que otros, aporta algo específico y bueno a toda la socie-

dad. En la implicación con la ciudad en general y con los

distintos barrios, zonas y parroquias en las que EGIBIDE

se hace presente. En la relación con el mundo del trabajo

y con las empresas para saber captar sus necesidades y

poder satisfacerlas en un clima de colaboración.

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22. Como centro de iniciativa social, pro-

movido por la comunidad católica de

la diócesis de Vitoria, EGIBIDE intenta

promover y encarnar una vivencia eclesial en su mejor

versión, la del significado original de la palabra “ecclesia”

que, en su acepción original, era la asamblea popular

de todos los ciudadanos atenienses que tenía la supre-

ma soberanía de la ciudad. Si algo tiene EGIBIDE, es

su pluralidad de partida. Dos proyectos educativos y

sociales diferentes y complementarios, con el lideraz-

go más visible de la Diócesis de Vitoria y de la Com-

pañía de Jesús, respectivamente, y cada uno de ellos

buscando aportar lo mejor de su tradición educativa y

pastoral en nuestra Iglesia local. Unos miembros de la

comunidad educativa de creencias religiosas diversas

y, entre los y las católicas, de diferentes sensibilidades.

Pero la experiencia y el convencimiento creyente de

que el Espíritu de Dios se puede manifestar de diferen-

tes maneras a través de cada persona.

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23. Por eso, también como en aquellos

inicios, queremos favorecer el desarro-

llo de la dimensión espiritual del alum-

nado, equipo educativo, familias, antiguos alumnos y

alumnas… ¿Qué es eso de la dimensión espiritual? Es

lo que tiene que ver con el desarrollo de la sensibilidad

humana profunda, con encontrar el sentido a la vida

de manera integrada, con descubrir la propia vocación

como llamada más que como algo que cada cual asume

de manera voluntarista, con cultivar una visión compasi-

va y solidaria de la realidad, con posibilitar vías de acce-

so a la trascendencia… Lo que tiene que ver, en defini-

tiva, con potenciar EGIBIDE en todo lo que este ideario

recoge, puesto que la dimensión espiritual que propug-

namos no es un “además de”, sino un modo de vivir la

vida en su conjunto, tanto para el conjunto de EGIBIDE

como para cada persona de la comunidad educativa.

Un modo que en el centro estamos llamados a trabajar

desde cualquier ámbito, desde la pastoral hasta la cla-

se de Matemáticas o de Sistemas Eléctricos, pasando

por el voluntariado o la labor tutorial. Y un modo en

el que no podemos esconder el gran tesoro que para

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nosotros ha supuesto acercarnos al Evangelio, al anun-

cio explícito de la fe cristiana y a la oferta de encuentro

personal con Jesucristo, convencidos de que sentirnos

queridos por Dios da sentido y cambia nuestras vidas y

las de quienes nos rodean.

24. Llevar adelante todo lo dicho supone

llevar adelante la misión de EGIBIDE en

todas sus dimensiones: eclesial, edu-

cativa, social, cultural y económica. Todas las personas

promotoras de esta iniciativa nos sentiríamos satisfe-

chos si EGIBIDE fuese creciendo día a día en el ideal

que aquí se expresa.

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Conclusión

25. Antes de terminar, una prevención fi-

nal. Podemos caer en la tentación del

escepticismo, de pensar que lo aquí

expuesto no tiene nada que ver con la realidad. Como

casi todo en la vida, esa afirmación tiene su parte de

verdad. Es cierto que el devenir diario nos sitúa a veces

lejos de hacer realidad esas creencias e ideales. Pero

no es menos cierto que esas convicciones iluminan

nuestros esfuerzos y nos animan a seguir intentándolo.

El valor de estas páginas no es la belleza de lo que ex-

presan, sino el que reconozcamos en ellas algo de los

deseos profundos que llevamos dentro, y que ello nos

invite a involucrarnos para hacerlo realidad. En otras

palabras, lo fundamental no está tanto en centrarse

en el documento en sí, como en que cada cual haya

podido encontrarse consigo mismo y con las demás

personas a través de él. No tanto haber leído un texto,

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sino habernos leído a través del texto y haber encen-

dido las ganas de sumarnos a lo que en él se esboza.

Lo importante de cualquier proyecto, también de éste,

es que haya personas que se lo crean y apuesten por

llevarlo adelante.

26. Lo que el nombre de EGIBIDE quiere

reflejar es precisamente eso. Te habrás

dado cuenta de que EGIBIDE une dos

palabras en euskera –verdad y camino –. La verdad nos

motiva y nos pone en camino y entre todos nos pode-

mos acercar más hacia esa verdad que buscamos y

que nos compromete por entero.

27. Por tanto, nuestra andadura codo a

codo no termina con el final de estas

líneas, más bien empieza ahora… si te

ves llamado o llamada a ello. Piénsalo. Nosotros y no-

sotras quedamos a la espera.

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Arriaga

Pozoa s/n01013 Vitoria-Gasteiztel. 945 010 110fax. 945 010 119

Jesús Obrero

Francia 3201002 Vitoria-Gasteiztel. 945 000 333fax. 945 000 334

Mendizorrotza

Pza. Gª Salazar (Frontones)01007 Vitoria-Gasteiztel. 945 010 140fax. 945 010 149

Molinuevo

San Ignacio 601001 Vitoria-Gasteiztel. 945 010 120fax. 945 010 129

Nieves Cano

Nieves Cano 1001006 Vitoria-Gasteiztel. 945 010 130fax. 945 010 139in

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