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La fragua en la vida codiana - CARITAS CHRISTI 1 en la vida cotidiana caritas christi 9 Urgidos por el amor de Cristo La Fragua Tiempo Ordinario VI

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  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 1

    en la vida cotidiana

    caritas christi

    9Urgidos por el amor de Cristo

    La Fragua

    Tiempo Ordinario VI

  • 2 Urgidos por el amor de Cristo

    CARITAS CHRIST

    I

    Esta etapa de la fragua (centrada en la actividad que el herrero realiza sobre el yunque) simboliza el proceso de configuracin con Cristo.

    OBJETIVOSPasar de actitudes individualistas y egocntricas a

    actitudes oblativas.Profundizar en el conocimiento de la persona de

    Jess.Crecer en la experiencia de seguimiento de Jesu-

    cristo mediante los votos y las virtudes apostlicas, al estilo de san Antonio Mara Claret.

    Profundizar en la Eucarista, como lugar de en-cuentro con Cristo.

    Mejorar la capacidad para la vida comunitaria y el dilogo.

    CUADERNOS

    1. Al encuentro de Jess (Adviento-Navidad)2. Consagrados a Dios y a los dems (Tiempo Ordinario I)3. Pobres de hecho y de espritu (Cuaresma)4. Buscadores de la voluntad del Padre (Pascua)5. Castos por el Reino de los cielos (Tiempo Ordinario II)6. Hasta que Cristo viva en nosotros (Tiempo Ordinario III)7. En comunin para que el mundo crea (Tiempo Ordinario IV)8. Transformados por la Eucarista (Tiempo Ordinario V)9. Urgidos por el amor de Cristo (Tiempo Ordinario VI)

    2013

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 3

    CHRISTI contenidos

    Textos para profundizar > 24

    Introduccin > 4

    Pistas para la lectio divina > 19

    Sugerencias para el encuentro comunitario > 18

    Reflexin > 62.1. Contemplar a Cristo como maestro y modelo2.2. Contemplar y meditar la persona y la vida de Jess2.3. Qu aspectos de Jess debemos imitar?2.4. Para configurarnos con Jess y unirnos a l2.5. El viaje del egocentrismo a la oblatividad2.6. La existencia eucarstica: el don de s mismo

    Anexo 1: Un nuevo camino: discpulos de Jess hoy Anexo 2: La vida en CristoAnexo 3: El smbolo Jess y sus imgenes

  • 4 Urgidos por el amor de Cristo

    Este cuaderno 9, cuyo ttulo se inspira en el lema del escudo arzobispal de Claret, cierra la etapa Caritas Christi. Como hemos ido recordando a lo largo del ao, ha sido una etapa centrada en nuestro proceso de configuracin con Cristo.

    En la alegora de la fragua este proceso se sim-boliza con la forja de la barra de hierro en el yun-que. Segn nuestras Constituciones, el proceso de configuracin con Cristo consiste en la contempla-cin asidua del Seor y en su imitacin, fruto del Espritu, hasta que sea Cristo quien realmente viva en nosotros. Nuestra configuracin con Cristo se realiza sobre todo a travs de la prctica de los consejos evanglicos y de las virtudes apostlicas, como has tenido oportunidad de reflexionar en los cuadernos anteriores.

    Las Constituciones son muy claras respecto a la importancia de este proceso: Solo de este modo seremos vlidos instrumentos del Seor para anun-ciar el reino de los cielos (CC 39).

    1. Introduccin

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 5

    No olvides que en la tcnica de la forja, a dife-rencia de lo que sucede con la tcnica de la fundi-cin, el proceso es artesanal y lento, se avanza y se retrocede, hay un dilogo constante entre el fuego y el martillo; pero los productos resultan nicos: no hay dos exactamente iguales. Con terminologa de hoy, podemos decir que se trata de un proceso personalizado. Nuestra configuracin con Cristo se realiza de esta manera.

    El objetivo de este ltimo cuaderno 9 es ayu-darte a recapitular la etapa Caritas Christi. Procu-raremos hacer este ejercicio a la par de la recapi-tulacin sugerida por la Iglesia en la conclusin de su ao litrgico. En efecto, durante este ltimo tra-yecto del tiempo ordinario celebraremos la fiesta de Todos los Santos (da 1) y la conmemoracin de los fieles difuntos (da 2). Tambin haremos me-moria del P. Xifr (da 3), del Beato Andrs Sol (da 20) y de uno de nuestros compatronos: San Andrs Apstol (da 30). A ellos unimos en el re-cuerdo y en el misterio de la comunin de los san-tos a los numerosos testimonios de vida misionera en la Congregacin. Nuestros mrtires y testigos y cuantos nos han precedido en el signo de la fe y duermen ya el sueo de la paz son el signo feha-ciente de la configuracin con Cristo llegada a su culmen. Su testimonio es para nosotros memoria

    y profeca de la vocacin filial, hecha concreta en la vivencia del carisma.

    Al mismo tiempo, durante el mes de noviem-bre, la liturgia de la Palabra nos llevar in crescen-do a meditar en las realidades ltimas. El Seor vendr, pues, como l mismo nos ha enseado. Su Padre no es un Dios de muertos sino de vivos (Mc 12,27).

    Qu llevaremos en nuestras manos cuando el Hijo del Hombre aparezca en su trono de Glo-ria? (cf. Mt 25,31ss.) Habremos logrado la plena configuracin con l, por el amor? Recibiremos la bienaventuranza propia de quien ha sabido reco-nocerlo en el hermano necesitado?

    Jesucristo, Rey del Universo, nuevamente nos centra en el fin ltimo de la historia y de nuestra vocacin: que el Dios de la vida extienda su domi-nio de verdad y de vida, de santidad y gracia, de justicia, de amor y de paz. Ese da se cerrar ofi-cialmentre el Ao de la Fe que comenzamos el 11 de octubre del ao pasado, en conmemoracin de los 50 aos del comienzo del Concilio Vaticano II (1962) y de los 20 de la promulgacin del Catecis-mo de la Iglesia Catlica (1992).

    nimo! Nuestro proyecto Fragua, a punto de pasar a la etapa Spiritus Domini, te sugiere un hori-zonte de esperanza.

  • 6 Urgidos por el amor de Cristo

    A partir del Cuaderno 1 hemos subrayado con diversos acentos a lo largo de toda la etapa que Claret centr su vida cristiana y misionera en Cris-to. Por eso, porque vivi una relacin especial con l, su testimonio y gua son de gran ayuda para los tiempos que nos ha tocado vivir. Tiempos de un enorme pluralismo y complejidad. Tiempos en que sentimos la necesidad de ir a lo esencial, que nos centre y ayude a dialogar con otro tipo de convic-ciones y posturas.

    Para un cristiano lo esencial es el mismo Jesu-cristo: su persona, su mensaje, su presencia libe-radora en nosotros y en el mundo. Es necesario volver a Jesucristo, conocerlo mejor, escucharle

    2. Reflexin

    Para el Fundador fue casi una obsesin contemplar las palabras, acciones y actitudes de Jess, su maestro y Seor, a fin de poder imitarlo. Quiz por su experiencia y formacin en el campo de los tejidos, para Claret era muy im-portante tener un buen modelo para reproducir.

    Ya desde su infancia haba recibido un gran impacto de la fi-gura de su maestro de primeras letras, D. Antonio Pascual (cf. Aut 22-28). ste le hizo valorar mucho la figura del maestro, no slo por lo que ensea, sino porque en-carna l mismo las virtudes que ensea y, por tanto, puede servir de ejemplo y modelo a imitar. Tal

    vez por ello, para Claret el ttulo de Maestro ser uno de los prefe-ridos para referirse a Jess. Des-de su experiencia, el maestro es alguien a quien no slo se ha de agradecer lo que hace sino tam-bin amar profundamente.

    Para Claret, Jess es el divi-no Maestro (cf. Aut 375), mi Pa-dre y mi Maestro, (cf. Aut 356), de quien ha de aprender (cf. Aut 372). Lo llamar frecuentemente Jess mo y Maestro mo! (cf. Aut 421, 444 etc.). Es alguien a quien no solo hay que escuchar sino tambin imitar. Su mensaje no son solo palabras o teoras, sino una forma de vida (cf. Aut 356) en cuyo horizonte est tambin

    la cruz. Jess, como un Maestro singular, escoge a sus discpulos con una invitacin, con un sgue-me muy personal y, por lo mismo, vinculante.

    Atendiendo a la enseanza de este Maestro, Claret deduce lo que significa ser discpulo. Lo dice en un opsculo de 1846: Este nombre cristiano quiere decir hombre de Cristo, dice lo mismo que discpulo o imitador de Cris-to... Si lo queremos imitar o ir en pos de l, hemos de oponernos a nosotros mismos, tomar la cruz y seguirlo (Imitacin de Cristo pa-ciente, en EE, pp. 173-74).

    En cuanto hijo del Corazn de Mara, Claret ansa seguir e imi-

    para seguirle, configurarnos con l e identificarnos con su misin.

    2.1. Contemplar a Jess como maestro y modelo

    La investigacin histrica sobre Jess como recordamos en el Cuaderno 1 ha hecho muchos avances y nos ha devuelto el rostro de Jess con un grado muy elevado de garanta histrica.

    Esto nos ayuda a profundizar con mayor cono-cimiento lo que Claret logr con los instrumentos de su poca: contemplar la vida de Jess en sus diversos aspectos.

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 7

    tar a Jess en trabajar, sufrir y en procurar siempre y nicamente la mayor gloria de Dios y la salva-cin de las almas (Aut 494).

    El discipulado que surge en torno a Jess Maestro no se en-tiende, pues, como un simple aprendizaje de tipo nocional. No es una actividad temporal desti-nada a dar autonoma y suficien-cia al discpulo que luego se las arreglar por s solo, tal vez dis-tancindose de su maestro. Por el contrario, instaura una rela-cin muy personal que compro-mete totalmente y para siempre al llamado con la persona de Je-ss, con una implicacin afectiva, cordial, de apego y comunin con

    l hasta el punto de hacer propia su forma de vida y su misin, que comienzan a dar orientacin y sentido a la propia existencia.

    De este modo, Claret inten-tar imitar la forma de actuar, de predicar y de ser de Jess, enta-blando con l una profunda rela-cin personal.

    Las virtudes que Claret inten-ta imitar son valiosas no porque derivan de un cdigo tico, sino porque las ve encarnadas concre-tamente en Jess. Por eso Claret nos habla de las virtudes de Je-ss que me propuse imitar (cf. Aut 428-37). En el Cuaderno 6 trabajamos ya este aspecto al ha-blar de las virtudes apostlicas.

    2.2. Contemplar y meditar la persona y la vida de Jess

    El P. Fundador nos propone en algunos textos un cierto m-todo para introducirnos en ese proceso de imitacin de Cristo: Procuraba imitar a Jess, que a m y a todos nos dice: Aprended de m, que soy manso y humilde de corazn, y hallareis descanso para vuestras almas. Y as con-templaba continuamente a Jess en el pesebre, en el taller, en el Calvario. Meditaba sus palabras, sus sermones, sus acciones, su manera de comer, vestir y andar de una a otra poblacin... Con este ejemplo me animaba y siem-

  • 8 Urgidos por el amor de Cristo

    pre me deca: Cmo se portaba Jess en casos como ste? Y procuraba imitarle, y as lo haca con mucho gusto y alegra, pensando que imitaba a mi Padre, a mi Maestro y a mi Seor y que con esto le daba gusto (Aut 356).

    No slo me acordar de lo que padeca Jess en cada hora, sino que adems en cada obra me acor-dar de lo que haca Jess y cmo lo haca, a fin de imitarle en la intencin de hacer y en la perfeccin en practicarla. Al despertarme por la maana me acordar de Jess, cmo despertaba y se ofreca a su Eterno Padre; yo me levantar prontamente y me ofrecer a Dios yo y todas mis obras. Al hacer la oracin pensar cmo Jess oraba (Propsitos, en AEC, p. 729).

    Medita con qu pasin y enamoramiento de Je-ss escribi Claret estas palabras, junto a su deseo de reproducir en l mismo los sentimientos, acti-tudes, acciones y estilo del Maestro. En el fondo, Claret estaba convencido de que as responda a su amor, y colaboraba con l en su misin salvfica.

    La meditacin y contemplacin de la vida de Jess, que alimentaba sobre todo en los evange-lios sinpticos, llegar a ser una prctica diaria que, como lluvia fina, hizo que Claret fuese tomando la

    forma de su Maestro y Seor. Es lo que nuestras Constituciones, fieles a l, nos aconsejan en un tex-to que se ha repetido varias veces a lo largo de la etapa Caritas Christi como un ostinato: Tenemos que contemplar asiduamente a Cristo e imitarlo, penetrados de su Espritu, hasta que ya no seamos nosotros mismos los que vivamos, sino que sea Cristo quien realmente viva en nosotros. Solo de este modo seremos vlidos instrumentos del Seor para anunciar el reino de los cielos (CC 39). La lec-tio divina diaria, especialmente del Evangelio, en este proyecto de La Fragua en la vida cotidiana, te est ayudando, como a Claret, a tomar la forma de Jess, Maestro de vida?

    2.3. Qu aspectos de Jess debemos imitar?

    En la Autobiografa podemos observar que la contemplacin de Jess abarca toda la vida y la persona de Claret: Contemplaba continuamente a Jess en el pesebre, en el taller, en el Calvario. Me-ditaba sus palabras, sus sermones, sus acciones, su manera de comer, vestir y andar de una a otra po-blacin... (Aut 356). Pone en evidencia el carisma particular con que el Espritu Santo le agraci: la

    Ejercicio 1: Los rasgos de Jess

    1. Lee en la Autobiografa de San Antonio Mara Claret algunos de los aspectos de la vida de Jess que el P. Fundador meditaba con la intencin de imitarlos (cf. Aut 387):

    - en su actitud de vivir en la presencia de Dios (cf. Aut 648)- en su vida oculta (cf. Aut 658)- en su itinerancia misionera (cf. Aut 221, 432, 817)- en sus parbolas y modos de expresin (cf. Aut 222)- en su trato con los nios (cf. Aut 276, 435)- en su trabajo a favor de los pecadores (cf. Aut 214)- en su mortificacin (cf. Aut 658)- en su pobreza (cf. Aut 363, 370, 429, 433)- en su modestia (cf. Aut 389),- en su mansedumbre (cf. Aut 372, 374, 782; EA, p. 566; EE, p. 350)- en su oracin (cf. Aut 50, 434).

    2. Ahora imagnate a ti mismo escribiendo un pasaje semejante de tu Autobiografa. Piensa en tu edad y condiciones fsicas, mentales y espirituales. Ubcate en la comunidad y en los ministerios que se te han encomenda-do a lo largo de tu vida misionera. Toma en cuenta los destinatarios, pasados y actuales, de tu servicio apostlico.

    3. Pensando en los misioneros en formacin, que aspiran a comprometerse en tu Familia misionera, cmo tras-mitiras tu propio testimonio sobre el mejor modo de dar fruto apostlico? Qu detalles de tu propia lectura del Evangelio procuraras resaltar? Coincides con Claret en dar relieve al Jess misionero, anunciador de la Buena nueva?

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 9

    sensibilidad especial hacia el Jess misionero itine-rante, enviado por el Padre, ungido por el Espritu para evangelizar a los pobres y traer la salvacin al mundo entero.

    En esta contemplacin de Jess, Claret centra toda su mente, su corazn, sus energas. Esta es la gracia vocacional, que lo ha iluminado, le ha pues-to calor en el corazn y lo ha llevado a la identifica-cin con Cristo hasta la entrega de la vida: Quien ms y ms me ha movido siempre es el contemplar a Jesucristo cmo va de una poblacin a otra, pre-dicando en todas partes; no slo en las poblaciones grandes, sino tambin en las aldeas; hasta a una sola mujer, como hizo a la Samaritana, aunque se hallaba cansado del camino, molestado de la sed, en una hora muy intempestiva tanto para l como para la mujer (Aut 221).

    En esta lectura tambin prestar una especial atencin al estilo de predicacin de Jess: Desde un principio me encant el estilo de Jesucristo en su predicacin. Qu semejanzas! Qu parbolas! Yo me propuse imitarle con comparaciones, smiles y estilo sencillo (Aut 222).

    Es destacable la voluntad de hacer del Evan-gelio una regla de vida que derivar en una obse-sin por querer reproducir materialmente todos los rasgos de Jesucristo. As Claret se coloca en la fila de los santos que ha practicado el seguimiento de Jess en su predicacin itinerante y apostlica, como Domingo de Guzmn, Francisco de Ass o Ig-nacio de Loyola.

    En esta primera etapa se puede hablar de un li-teralismo evanglico o seguimiento sine glosa, del Jess itinerante y misionero, que predica incansa-blemente por pueblos y aldeas la buena noticia del Reino.

    Se trata en definitiva, de trabajar y sufrir (cf. Aut 130; EE, p. 344). Dos verbos, incorporados al Memorial claretiano que, junto con el orar, sinte-tizarn su imitacin de Jess considerada en clave misionera.

    Las Constituciones retoman la experiencia de Claret y nos proponen a Jess como modelo, al que hemos de imitar. Debemos imitarlo en todo, a semejanza de los Doce (cf. CC 4). Como ellos, se-guimos a Cristo en comunidad para proclamar la

    Buena Nueva en el mundo ente-ro (cf. CC 4). Desde esta clave se comprende todo lo dems. Debe-mos imitarlo especialmente: en la castidad (cf. CC 20), en la pobreza (cf. CC 23), en la obediencia (cf. CC 28), en la mansedumbre (cf. CC 42), en la oracin asidua (cf. CC 33), en la comunin de vida con los apstoles (cf. CC 10), en el servicio (los diconos: cf. CC 81).

    Para las Constituciones el se-guimiento-imitacin de Jesucristo debe ser, pues, nuestro proyecto

    de vida. As se dice programti-camente en la Constitucin Fun-damental: Hacemos nuestro el modo de vida de Jess, que abra-z tambin en fe la Virgen Mara. De esta manera nos proponemos representar en la Iglesia la virgi-nidad, la pobreza y la obediencia de Cristo, predicando el Evange-lio (CC 5).

    2.4. Para configurarnos con Jess y unirnos ntimamente a l

    La configuracin con Cristo es, ante todo, una experiencia ms-tica expresada de manera dife-rente en las diversas tradiciones neotestamentarias. La tradicin paulina, por ejemplo, nos habla de con-morir y con-resucitar con Cristo, especialmente en el bau-tismo. Tambin nos habla de vivir en el Seor. La tradicin jonica prefiere trminos como perma-

  • 10 Urgidos por el amor de Cristo

    con una devocin extraordinaria, gozaba mucho (Aut 37). Con qu fervor, con qu devocin y amor!... ms que ahora, s, ms que ahora (Aut 38).

    La gracia grande de la conser-vacin de las especies sacramen-tales en su pecho ser la cima de su unin mstica con el Seor (cf. Aut 694). Con ella llega a una con-ciencia ms profunda de su cuer-po como templo del Espiritu San-to. Delante del Santsimo siente una fe tan viva y experimenta tan sensiblemente la presencia de

    Jess que afirma poder besar sus llagas continuamente: Siempre tengo que separarme y arrancar-me con violencia de su divina pre-sencia cuando llega la hora (Aut 767). Pero, aun en esa unin tan ntima, no deja de lado sino que se aviva de un modo ms pro-fundo la sensibilidad apostlica: ... debo hacer frente a todos los males [de Espaa] (Aut 694).

    La configuracin cobra ahora un fuerte sentido martirial y va adoptando las caractersticas de la unin con el Cristo pascual y del

    ofrecimiento como vctima. Cla-ret, asediado por las persecucio-nes, desea finalmente morir para estar con l (cf. EA, p. 588), anhe-la ofrecerse en sacrificio y unirse a Cristo para gloria de la Trinidad (cf. EA, p. 549). La voz de Jess se le hace cercana en las diversas lo-cuciones que recibe (cf. Aut 684, 690, 691, 831, 832, 839).

    Nuestras Constituciones de-dican todo un captulo a la confi-guracin con Cristo (cf. CC 39-45), como tuvimos ocasin de medi-tar en el Cuaderno 6. De entrada,

    necer en Cristo o en el Padre, estar en l, o recibir en nosotros su morada. La tradicin de Mateo se refiere a una experiencia similar enmarcando el evangelio entre el ttulo de Emmanuel, Dios-con-nosotros, dado a Jess y su promesa de estar con nosotros cada da hasta el final del mundo.

    Como ya vimos, en la etapa de misionero apos-tlico predominaba en Claret la clave fundamental de la imitacin que estar presente en el resto de su vida.

    Pero, progresivamente, Claret pasar de la imi-tacin a la configuracin con Cristo (cf. EA, pp. 569, 575). Las etapas de Cuba, de Madrid y del exilio supondrn, en este sentido, un fuerte desarrollo con respecto a la etapa de misionero apostlico en

    Catalua y Canarias, aunque no se pueda hablar de dos estadios totalmente diferenciados.

    Este proceso implicar, sobre todo, una profun-da unin con el Seor, hasta tomar la forma o la figura de Cristo. Es la vivencia que expresa San Pa-blo en el culmen de su vida mstica: Ya no soy yo quien vivo: es Cristo quien vive en m (Gal 2,20). Claret har suya esta expresin paulina porque re-fleja su propia experiencia.

    La configuracin alcanzar en Claret grados in-sospechados en su unin ntima con Jess Euca-rista. Se desarrolla a niveles elevados la sensibili-dad que ya estaba presente en l desde la infancia: Las funciones que ms me gustaban eran las del Santsimo Sacramento: en stas, a las que asisita

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 11

    dejan claro que sta se produce como un admirable resultado en-tre el don de Dios, que tiene la pri-maca, y nuestra respuesta libre. En efecto, gracias a la uncin del Espritu participamos de la pleni-tud de Cristo y nos configuramos con l. Pero el don exige nuestra colaboracin personal. Por eso se nos pide que contemplemos asi-duamente a Cristo y lo imitemos, dejndonos invadir por su Espri-tu, hasta que ya no seamos noso-tros mismos los que vivamos, sino que sea Cristo quien realmente viva en nosotros. A partir de ah

    intentamos conseguir nuestra configuracin con Cristo por me-dio de los votos religiosos en la comunidad misionera y otras vir-tudes, segn nuestro carisma en la Iglesia (CC 39).

    Enseguida, las Constituciones subrayan algunas virtudes apos-tlicas, muy recomendadas por nuestro Padre Fundador:

    La caridad o celo apostlico, que nos configura con Jess, urgido por un ardiente amor al Padre y a los hombres (CC 40);la humildad, que nos hace participar en los mismos sen-timientos que tuvo Jesucristo, que se anonad a S mismo,

    tomando la forma de siervo (cf. CC 41);la mansedumbre apostlica, que era en Jess una expre-sin de su caridad (cf. CC 42);la mortificacin corporal que nos configura con Cristo, que dijo: Si alguno quiere venir en pos de M, niguese a s mismo y tome su cruz (CC 43);la resistencia en la adversidad y la solidaridad con los que sufren (cf. CC 44);la configuracin con Jess en el momento del sufrimiento o

    de la enfermedad (cf. CC 45).Las mismas Constituciones

    subrayan tambin otros elemen-tos conducentes a la unin con Cristo:

    Unin en los momentos de tentacin: Durante las mis-mas tentaciones debemos permanecer unidos a Cristo, que todava es tentado en no-sotros (CC 53).Unin en los momentos de sufrimiento: Cuando alguien est gravemente enfermo, nase ms estrechamente con Cristo tambin por medio de los Sacramentos de los en-fermos... ponga toda su espe-ranza en aquel que es nuestra

    resurreccin y nuestra vida (CC 45).Unin experiencial, firme y constantemente, aun en me-dio de los cambios de este mundo (cf. CC 73). Unin privilegiada en la cele-bracin diaria de la Eucarista (cf. CC 35). Resulta interesante a este respecto lo que se pide espcialmente a los novicios: adherirse de todo corazn a Cristo el Seor, principalmen-te en el misterio de la Eucaris-ta, de cuyo ministerio y vida sern partcipes.

    Unin que crece en la oracin , especialmente eucarstica. Por eso, se nos pide a todos, que tengamos en mucho aprecio el coloquio con Cristo el Seor en la visita y culto de la santsima Eucarista (CC 35).Unin como fundamento de la confianza que hemos de poner en El: Hemos de con-fiar en el Seor y pedirle con humilde oracin su ayuda. Hemos de poner toda nues-tra confianza en el Seor y no en el dominio, en las riquezas, buscando, ante todo, el Reino de Dios que es de los pobres (CC 24).

  • 12 Urgidos por el amor de Cristo

    2.4.1. El Jess sufriente: la sabidura del corazn

    Sorprende el acento que Claret pone en los sufrimientos de Cristo. Sufrimientos de todo tipo que acompaan irremisiblemente al cristiano y al apstol.

    Buena parte de la Definicin de Misionero est dedicada a desarrollar este aspecto de nuestra espiritualidad. Llama la atencin la combinacin paradjica de sustantivos que expresan dolor y sufrimiento (privaciones, trabajos, sacrificios, ca-lumnias, tormentos) con verbos que denotan ale-gra y triunfo (gozarse, abordar, abrazar, compla-cerse, alegrarse).

    Y todo ello como expresin del seguimiento de Cristo. En efecto, el misionero no piensa sino cmo seguir e imitar a Jesucristo en trabajar, su-frir ... (Aut 494).

    Lo expresado en el Memorial del Misionero coincide con la descripcin que Claret hace de la figura de San Pablo. En dos textos clave, despus de referirse al trabajo incansable del Apstol de las gentes, refiere sus grandes sufrimientos: l sufre azotes, piedras, persecuciones de toda especie, ca-lumnias las ms atroces. Pero l no se espanta; al contrario, se complace en las tribulaciones, y llega a decir que no quiere gloriarse sino en la cruz de Jesucristo (cf. Gal 6,1s; cf. Aut 224).

    No teme las crceles ni las cadenas; no le arre-

    Ejercicio 2: Fabrica tu propia saeta

    1. A punto de concluir la etapa Caritas Christi, puedes representar tu propio proceso de configuracin con Cristo con-siguiendo, mandando hacer o haciendo t mismo, una pequea saeta o una figura que la simbolice. El mismo hecho de buscarla o ver el modo de adquirirla forma parte del ejercicio.

    2. Una vez conseguida, personalzala: puedes pulirla, afinarla, pintarla, prepararle un lugar entre tus cosas, escribir en ella tu nombre, etc.Tal vez decidas representar en ella que tu proceso an es incompleto. Tambin puedes representar en ella la virtud o el elemento de tu proceso de configuracin con Cristo, que te sientes llamado a reproducir o en el que sientes una especial necesidad.

    3. Cuando consideres oportuno, busca un momento de oracin. Vuelve a leer los puntos de la ltima parte del apartado anterior y, contemplando tu saeta, recita una de las oraciones de Claret; por ejemplo, la segunda parte del n. 342 de su Autobiografa, o la oracin a Mara que realizaba antes de cada misin (cf. Aut 270). Tambin puedes componer tu propia oracin y escribir un recuerdo de ella en tu saeta.

    dran los azotes ni la amenazas de muerte le detie-nen (EE p. 286; cf. 2 Cor 11,23).

    Despus del atentado de Holgun, Claret com-prender en su propia carne las consecuencias de ser apstol por Cristo e interpretar este sufri-miento como fruto de su fidelidad por las verda-des evanglicas: No puedo yo explicar el placer, el gozo y alegra que senta mi alma al ver que haba logrado lo que tanto deseaba, que era derramar la sangre por amor de Jess y de Mara y poder sellar con la sangre de mis venas las verdades evangli-cas. Y haca subir de punto mi contento el pensar que esto era como una muestra de lo que con el tiempo lograra, que sera derramarla toda y con-sumar el sacrificio con la muerte (Aut 577).

    Llama poderosamente la atencin que Claret, despus de hablar de su imitacin del estilo de predicacin de Jess, realiza un cambio brusco para expresar la admiracin por sus sufrimientos: Qu persecuciones!... Fue puesto por signo de contradiccin, fue perseguido en su doctrina, en sus obras y en su persona, hasta quitarle la vida a fuerza de denuestos y de tormentos e insultos, su-friendo la ms bochornosa y dolorosa muerte que puede sufrirse sobre la tierra (Aut 222).

    En los Avisos a un sacerdote, un opsculo de 24 pginas, publicado por el P. Claret en 1844 y desti-nado a quienes practicaban los Ejercicios Espiritua-les bajo su direccin, nos sorprende con el aviso n 25, el ms extenso: Si la caridad, la necesidad

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 13

    o el mandato de tu superior te llama al ministerio de la divina palabra, retrate antes, como tu divino Maestro, a orar un poco en la soledad, para adqui-rir, meditando en las penas de Jess Crucificado, aquella ciencia del corazn sin la cual tu palabra sera como el sonido de la campana (EE, p. 244).

    El texto expresa la profunda experiencia de configuracin de Claret con el Cristo sufriente con-siderada como fundamental para adquirir la cien-cia del corazn que constituye al misionero.

    En la contemplacin del icono de Jess cruci-ficado se realiza la nica iniciacin genuina en la misin. Jess, en su pasin, es ante todo el icono del dolor humano, mostrado en toda su crudeza: en la sangrienta agona del huerto, en el humillado silencio ante quienes lo juzgan, en la destructora dureza de los clavos y la lanza, en la experiencia del extremo abandono. Dolor luego transformado gra-cias a la vivencia personal de Jess que, habiendo amado a los suyos que quedaban en el mundo, los am hasta el fin (Jn 13,1).

    De ah que el rostro del Crucificado permanez-ca tambin y para siempre como el icono del amor ms genuino, del amor que lleva a dar la vida por aquel a quien se ama (cf. Jn 15,13).

    En un otro opsculo de piedad popular titulado Reloj de la pasin de Nuestro Seor Jesucristo, Cla-ret ha ido identificando las innumerables lecciones de amor que el Crucificado transmite y los gestos concretos con que nosotros podemos hacerlos vida nuestra (cf. EE, p. 196-201).

  • 14 Urgidos por el amor de Cristo

    La ciencia del corazn nos hace capaces de prio-rizar el servicio por encima del poder de dominio y el dar fraterno por encima del exigir; nos permite alumbrar las razones de la misericordia y del perdn para generar justicia; nos da lucidez para descubrir la centralidad de la persona frente a otras posibles conveniencias o intereses; nos va haciendo com-prender la experiencia de la semilla cada en tierra y el sentido del dar la propia vida para que todos tengan vida en abundancia.

    Una de las caractersticas de la predicacin misionera de Claret y de todo su ministerio fue siempre la de transmitir misericordia, la misericor-dia de Jess mismo, como primordial impulso a la conversin. De la contemplacin del Crucificado, de sus razones de amor, puede en efecto ir brotando una profunda identificacin con l, identificacin que es siempre opus amoris. En algunos perodos de su vida prevaleci el trabajar, el anunciar incan-sablemente el Evangelio; en otros, prevaleceran la persecucin, los atentados, el destierro. Tambin en estos trances, el misionero como Claret toma conciencia que su mensaje ha de ser como el de San Pablo cuando deca: Mientras los judos piden mi-lagros y los griegos van en busca de sabidura, noso-tros en cambio predicamos a un Cristo crucificado (1 Cor 1,23; cf. 2,2).

    Slo desde el mensaje del Crucificado, la ciencia del corazn puede colocar, en el centro, el amor al prjimo sin distinciones. Toda construccin moral y la misma justicia tienen su base en el amor a Dios y al prjimo (cf. Mt 22,36-40; Rm 13,8.10). Las heridas que la humanidad soporta hoy estn demandando una justicia impregnada de compasin. A travs de sus palabras y actitudes, el discpulo aporta, junto al humanismo de la razn, el humanismo del amor.

    2.4.2. El Hijo de Mara, la formadora de apstolesEn el proceso claretiano de imitacin, segui-

    miento y configuracin con Cristo, adquiere gran relieve la figura de Mara. La profunda experiencia de Claret al respecto ser recogida cualitativamente por las Constituciones.

    Jess es el Hijo de Mara. As lo recoge nuestra Constitucin Fundamental (cf. n. 2), citando Gal 4,4: Al llegar la plenitud de los tiempos, envi Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para res-catar a los que se hallaban bajo la ley y para que recibiramos la filiacin adoptiva. La encarnacin en el seno de una mujer, manifestar, segn san Pa-blo, la knosis o el anonadamiento del Hijo de Dios, que se somete a la ley y nace como hombre autn-

    tico para rescatar a quienes ahora asume como sus hermanos.

    Por eso, para nosotros claretianos, Jess ser siempre el Hijo de Mara, aquel que procede fsica y espiritualmente de ella con la misin de salvar a la entera humanidad, sometida por el pecado y sus consecuencias.

    La Madre de Jess, contemplada tambin como la primera discpula de Jess (cf. CC 5. 61; LG 44.46), es para nosotros modelo de pobreza, castidad y obediencia. Sin embargo, todas estas virtudes en-contrarn como fundamento el ejercicio, en nos-tros, de su maternidad espiritual (cf. CC 8). Ella, que concibi en su seno a Jess y en cuyas entraas se fue configurando como el Hijo de Dios encarnado, contina ejerciendo su funcin materna en noso-tros hasta que, bajo la accin del Espritu, tomemos la forma de su divino Hijo. Por eso Claret pondr de relieve la funcin de Mara como madre y formado-ra de Apstoles en la fragua de su corazn maternal (cf. Aut 270).

    No hay duda de que el acento de Claret en vir-tudes como la humildad, la mansedumbre, la mi-sericordia lo que hoy podramos traducir por cor-dialidad, debe mucho a la fuerte impronta mariana de su seguimiento de Cristo. El natural compasivo y tierno de Claret, que le impulsaba a poner remedio a los sufrimientos del prjimo (cf. Aut 9-17), encon-trar en esta cordialidad mariana una veta profunda para su espiritualidad apostlica.

    2.4.3. El Misterio de Jess como misterio de amorClaret tiene tambin una mirada global y profun-

    da de la persona y la obra de Jess entendida como Misterio de Amor. En el fondo, es lo que expresa en el lema Caritas Christi urget nos (2 Cor 5,14) de su escudo episcopal. Misterio de Amor ntimamente

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 15

    vinculado al Amor del Padre cuya voluntad consis-te en que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad (1 Tm 2,3-4).

    Desde esta visin, nuestra Constitucin Funda-mental presenta a Jesucristo como el Enviado del Padre que expresa el amor inequvoco del Padre hacia el mundo y su voluntad de salvacin. El n. 3, citando el Evangelio de Juan, lo expresa claramen-te: Tanto am Dios al mundo que le dio su Hijo nico para que tenga vida eterna y no perezca nin-guno de los que creen en El. Porque Dios no envi a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo por El se salve (Jn 3,16-17).

    Claret contempla el inmenso amor que Jess tuvo y tiene hacia el mundo y las personas, que le llev a asumir tantos sufrimientos, calumnias, persecuciones y la muerte ms atroz. Para Claret, contemplar el conjunto de la persona y misin de Jess es sentirse profundamente amado por l y estimulado a entregarse a l y a su causa. De aqu que encuentre en la frase de Pablo La caridad de Cristo nos apremia una sntesis perfecta de sus motivaciones. En algunos textos, Claret mismo nos expresa claramente cmo entendi este texto pau-lino: El lema que dice Charitas Christi urget nos, quiere decir que no es el amor al oro, plata, etc., el que impele a correr de una parte del mundo a otra, sino el amor de Cristo, como lo deca San Pa-blo, pues de l son tomadas estas palabras (EC, I, p. 414). De tal manera impele [este fuego] al Pre-lado, que se olvida de s mismo y anda por donde le dirige el Espritu del Seor, y puede decir lo del Apstol San Pablo: Charitas Christi urget nos. Ya sabis, hijos, que este es nuestro timbre, nuestra divisa y nuestro todo; pues que la caridad de Cris-to nos ha hecho emprender tanto trabajo en visita-ros, exhortaros, en catequizar y disponer vuestros corazones para administraros los santos sacramen-tos... (Carta pastoral al pueblo,1, p. 6).

    El amor que le tiene Cristo. El amor que le tiene a Cristo. Esta es la clave decisiva de su persona y de la obra. Por eso indica la virtud de la caridad como la ms importante para el misionero, que le per-mitir desarrollar el gran celo celo que necesita y la capacidad para afrontar toda clase de renuncias y sacrificios. Por eso hay que pedir ese amor en la oracin: Oh Jess mo!, os pido una cosa que yo s me la queris conceder. S, Jess mo, os pido amor, llamas grandes de ese fuego que Vos habis bajado del cielo a la tierra. Ven, fuego divino. Ven, fuego sagrado; encindeme, abrseme, derrtame y derrtame al molde de la voluntad de Dios (Aut 446). Oh Madre ma Mara! Madre del divino

    amor, no puedo pedir cosa que os sea ms grata ni ms fcil de conceder que el divino amor, con-ceddmelo, Madre ma! Madre ma, amor! Ma-dre ma, tengo hambre y sed de amor, socorredme, saciadme! Oh Corazn de Mara, fragua e instru-mento del amor, encindame en el amor de Dios y del prjimo! (Aut 447).

    2.4.4. El mensaje de Caritas Christi: el amor en el centroEl mensaje del ncleo Caritas Christi constituye

    la respuesta claretiana al problema de la infelici-dad humana. El hombre intuye que solo el amor lo hace feliz; pero no sabe amar, se encuentra siem-pre amenazado. Solamente cuando el ser humano acepta el amor como un don queda habilitado para convertirlo en arte y tarea.

    Para un misionero, anunciar a Jesucristo y su obra de amor implicar unos acentos particulares.

    Ante todo este amor no es un valor abstracto. En Cristo se ha hecho visible de forma insupera-ble el amor salvfico y personal de Dios. Cristo, a su vez, urgido por ese mismo amor al Padre y a los hombres, se entreg hasta la muerte en cruz. En la oblacin de s mismo nos revela al

  • 16 Urgidos por el amor de Cristo

    Dios que lo enva y sana todas las imgenes dis-torsionadas que el hombre se fabrica. Por eso se convierte en el camino de acceso al Padre y, en definitiva, en el centro de la vida del hombre. Amar en trminos claretianos significar, contra todo reduccionismo romntico, entregar la pro-pia vida como Cristo y participar de su muerte y resurreccin. Esto no es un precepto moral que recarga nuestra conciencia saturada: es un don que se nos ofrece. Quien, mediante la fe y los sacramentos, se incorpora a Cristo est capaci-tado para vivir oblativamente.En las circunstancias del momento presente, la visibilizacin del amor cristiano implica necesa-riamente una opcin preferencial por los ms

    pobres, que constituyen la mayora sufriente y discriminada de la humanidad. En los pases del primer mundo, responsables en buena medida del empobrecimiento del tercero, es imprescin-dible subrayar esta dimensin del amor y en-contrar cauces que la expresen. La tarea de hu-manizacin, para ser verdaderamente tal, debe empezar siempre por los que se encuentran ms deshumanizados. La cultura que ha perdi-do a Dios por la va de la razn est llamada a encontrarlo por la va de un compromiso serio

    por la justicia. Este compromiso, cuando brota de motivaciones profundas, ayuda a corregir las distorsiones de la mera razn y revela otras di-mensiones escondidas de la realidad.El misionero, que ha experimentado a Cristo como su centro, debe anunciarlo como Hombre Nuevo, pero tratando de mostrar, en su vida y en sus palabras, que este anuncio no consiste pri-mariamente en un sistema de pensamiento, en un simple cdigo tico o en una adhesin sen-timental, sino en una experiencia de encuentro que lleva progresivamente a la configuracin y que, como en Claret, nos asocia a su vida y mi-sin. En cuanto misioneros, la nuestra es una es-piritualidad que nos configura con Cristo a travs de las virtudes ms tpicamente claretianas (po-breza, humildad, mansedumbre, mortificacin, celo, etc.) y nos apremia para llevar la Palabra de salvacin a todos los necesitados.La comunidad surgida de este amor constituye una alternativa al modelo egocntrico de or-ganizacin social. Es una comunidad nacida y convocada por la Palabra que comparte la fe, la experiencia espiritual, el envo apostlico, tan-to en el mbito de la oracin como en el de la reflexin y el del trabajo. Por eso, dado que la colaboracin en el ministerio de la Palabra per-tenece al origen de nuestra vida comunitaria, debemos favorecer los medios que nos ayuden a superar el individualismo (asamblea comuni-taria, proyecto de vida, trabajo en equipo, etc.).

    2.5. El viaje del egocentrismo a la oblatividad

    La experiencia Caritas Christi tiene que ver con nuestra vida afectiva, pero existe una verdadera espiritualidad afectiva o, en este terreno, abun-dan demasiado los tabes, los temores y los silen-cios? Vivimos en una sociedad que ha cambiado mucho en su manera de entender y vivir la sexuali-dad y la afectividad en general, como hemos tenido ya ocasin de reflexionar desde diferentes perspec-tivas en el Cuaderno 8 de la etapa Quid Prodest y en el Cuaderno 5 de la etapa Patris Mei que ahora concluimos.

    Hoy no se entiende el significado de la castidad consagrada, a menos que se perciba inequvoca-mente como una fuente de vida plena y de entrega sincera a los dems. Es decir, a menos que nuestro celibato se parezca al de Jess.

    Los escndalos en materia sexual por parte de algunos miembros del clero y de los religiosos no han hecho sino agravar una crisis que hunde sus ra-ces en la dificultad de creer que el celibato pueda

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 17

    ser un camino verdaderamente humanizador. El celibato por el Reino, antes que nada, es un

    don, un carisma que Dios concede a algunos hom-bres y mujeres para vivir el mismo estilo de vida de Jess. No todos lo reciben y no todos pueden en-tenderlo. Ahora bien, este carisma echa races en una estructura afectiva humana. A esto queremos referirnos ahora. La afectividad humana se desa-rrolla entre dos polos: el repliegue sobre uno mis-mo (egocentrismo) y la apertura a los dems vivida como donacin (oblatividad). Nuestro proceso de formacin continua tiene que ayudarnos a realizar a lo largo de nuestra vida el viaje que va desde el egocentrismo a la oblatividad.

    El egocentrismo se alimenta culturalmente. Vi-vimos en la poca del Yo (yo quiero, yo decido, a m me gusta, etc.). Esto, en principio, supone un gran avance sobre pocas en las que el yo quedaba diluido en el grupo, porque nos ayuda a descubrir nuestra dignidad como seres humanos y el valor de la conciencia y de la libertad individuales. Pero, qu sucede cuando hacemos del yo el centro de todo y el trmino final de todo?: que nos converti-mos en personas egocntricas, incapaces de abrir-nos a los dems y de entregarnos amorosamente a Dios.

    Quienes descubrimos la llamada e intentamos seguir a Jess somos invitados a vivir como l. Re-cordemos sus palabras: Si amis slo a los que os aman, qu mrito tiene eso? No hacen tambin eso los publicanos? (Mt 5,46). Desde un punto de vista pedaggico, amar de este modo exige realizar dos aprendizajes bsicos: el de la distancia y el de la cercana.

    Sin distancia no hay autonoma sino dependen-cia. Necesitamos aprender a vivir por nosotros mismos sin usar a los dems en nuestro prove-cho. Esto implica aprender a asumir la soledad sin recurrir a soluciones falsas: el placer (alco-hol, sexo, diversin), la resignacin, el trabajo o la violencia. Implica tambin respetar a los dems como diferentes.Pero donde hay amor hay tambin cercana. Los seguidores de Jess tenemos que aprender a vivir cerca de las personas, especialmente de las ms necesitadas. Tenemos que aprender a servir. Un seguidor de Jess es siempre y, por encima, de todo un servidor, alguien dispues-to a entregar su vida.Compaginar distancia y cercana es esencial

    para la madurez afectiva y para vivir una vida clare-tiana que no sea evasiva sino que reproduzca con claridad el estilo de vida de Jess, que no vino a ser servido sino a servir (cf. Mt 20,28). La mejor

    expresin de esta dinmica se encuentra en la Eu-carista.

    2.6. La existencia eucarstica: el don de s mis-mo

    Ya hemos visto, con ayuda del Cuaderno 8, la importancia que tuvo la Eucarista para Claret en su proceso de configuracin y unin con Cristo. A semejanza de l, la autenticidad de la celebracin sacramental de la eucarista de un misionero se traduce en una existencia eucarstica, marcada por la oblatividad.

    Nuestras Constituciones nos animan celebrar diariamente y con plenitud de espritu el miste-rio de la Eucarista, unindonos a Cristo Seor, que proclama palabras de vida, se ofrece a s mismo por los hermanos, honra al Padre y edifica la uni-dad de la Iglesia (CC 35). Podemos afirmar que quien se alimenta del pan de la vida aprende a vivir y a transmitir vida, y se transforma en lo que come. La Eucarista nos va forjando por dentro, nos da la energa que necesitamos para vivir los votos como camino de libertad, para construir la comunidad con nuestra entrega permanente y para practicar las virtudes que nos dan un rostro misionero.

    La dinmica de la Eucarista sacramental es la dinmica de una autntica espiritualidad misione-ra. Los que participamos a diario en la Eucarista sacramental nos vamos transformando en un pan que es tomado, bendecido, partido y repartido. En-tendemos por Eucarista existencial la actitud de completa disponibilidad para convertirnos en ali-mento para los dems. Lo que nos asemeja a Jess no es tanto la realizacin de los servicios que no-sotros elegimos y programamos (y que a menudo son solo una prolongacin de nuestro yo narcisista o de nuestro deseo de realizarnos) sino de aque-llos que nos requieren los dems (y que suelen ser los realmente necesarios).

    Esta continua desapropiacin tiene muchas traducciones prcticas: actitud para trabajar en equipo, disposicin a aceptar nuevos destinos, apertura a nuevas personas y situaciones, etc. En ellas se verifica la dimensin oblativa, caractersti-ca del ncleo Caritas Christi.

    En esta perspectiva se entiende tambin el ver-bo sufrir, que forma parte de nuestra definicin misionera, adquieren profundo sentido nuestros votos religiosos y las llamadas virtudes apostlicas, y, naturalmente, encuentra espacio nuestro com-promiso con los ms pobres, sin que esto suene a cancin de moda o a simple desahogo afectivo.

  • 18 Urgidos por el amor de Cristo

    3. Sugerencias para el encuentro comunitario1. Se puede empezar o acabar la reunin con una liturgia de la Palabra. Se sugiere alguno de los tres

    formularios recogidos en nuestro Directorio Espiritual para celebrar el segundo da del Triduo preparatorio a la Fiesta del P. Fundador y que se centran en la Configuracin con Cristo (Dir. Esp. CMF, pp. 179-186).

    2. En esta reunin de final de etapa, se trata de dar gracias comunitariamente por todo lo que el Se-or nos ha hecho descubrir durante el ao. Pero tambin es el momento de compartir fraternalmente los avances, gozos, dificultades, temores o retrocesos. La riqueza del compartir nos ayudar a tomar concien-cia de que este camino no lo hacemos en solitario, sino en comunidad.

    3. Con objeto de facilitar la comparticin fraterna, la pregunta fundamental que puedes hacerte al final de la etapa Caritas Christi es: Cmo he notado que Cristo se va configurando en m, o que mi barra de hierro ha ido tomando su forma, gracias al amor del Padre y al proceso de la Fragua? Tal vez tambin te ayuden los siguientes elementos:

    Qu aspectos de Jess han llamado especialmente mi atencin?Qu virtudes considero ms importantes para dar credibilidad al anuncio del Evangelio en la cul-tura y sociedad en que se desarrolla mi servicio misionero?En qu circunstancias o momentos de mi vida he experimentado ms la unin con Cristo?Qu experiencia de la Eucarista puedo narrar, como momento privilegiado de comunin con Cristo?Cmo voy experimentando en mi vida la tensin entre el egocentrismo y la oblatividad?

    Ejercicio 3: La Eucarista en la vida cotidiana

    1. La Eucarista es un lugar privilegiado para la unin ntima con Cristo como lo fue para Claret. A lo largo de varios das sucesivos, centra tu meditacin personal en torno a los diversos momentos que conforman su ce-lebracin:

    - Constitucin de la asamblea, convocada por Cristo, en la fuerza del Espritu, para gloria del Padre.- Acto penitencial.- Liturgia de la Palabra.- Liturgia eucarstica con sus diversos momentos: presentacin de los dones, plegaria eucarstica, doxologa ...- Comunin: Padre nuestro, embolismo, rito de paz, comunin sacramental ...- Despedida y envo misionero.

    2. Al detenerte en cada uno de estos momentos y en sus diversas partes, pregntate cmo pueden convertirse en una oportunidad para la unin con Cristo y hacer realidad lo que subrayan las Constituciones de este Sacra-mento: Celebremos diariamente y con plenitud de espritu el misterio de la Eucarista, unindonos a Cristo Seor, que proclama palabras de vida, se ofrece a s mismo por los hermanos, honra al Padre y edifica la unidad de la Iglesia (CC 35). 3. No olvides escribir las luces que el Seor te conceda en este ejercicio, concrtalas en un propsito y, si es po-sible, comprtelas con algn miembro de tu comunidad.

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 19

    Viernes 1 de noviembre de 2013. Solemnidad de Todos los Santos

    Ap 7,2-4.9-14Sal 231 Jn 3,1-3Mt 5,1-12a

    En el misterio de la comunin de los santos contemplamos una multitud de mujeres y hombres que han recorrido el camino de la santidad. Dentro de la Iglesia, tambin nuestra Congregacin ha sido bendecida con el testimonio de numerosos modelos de santidad y apostolado. No se trata slo de admirar un pasado glorioso. La propuesta de Jess es para hoy. Con gratitud por tantas personas que han sido para m un signo de la presencia amorosa de Dios, renuevo la de-cisin de seguir caminando por la senda de Jess pobre, misericordioso, limpio de corazn

    Sbado 2 de noviembre de 2013. Conmemoracin de todos los Fieles Difuntos

    Sab 3,1-9Rm 5,5-11; o bien 6,3-9Jn 6,37-40

    El amor de Dios me ha llamado a la existencia. Con el regalo de la vida, he recibido la invitacin a unirla a Cristo, en su pasin, muerte y resurreccin. Esta vida de comunin alcanza a todos los que son amados por el Padre, tambin a mis hermanos difuntos. Me alegro con ellos por la plenitud de vida de que gozan y doy gracias porque me estimulan a fijar los ojos en Cristo y proseguir el camino del discipulado.

    Domingo 3 de noviembre de 2013. XXXI del Tiempo Ordinario. J. Xifr (Cal CMF, 431-436)

    Sab 11,2312,2Sal 1442 Tes 1,112,2Lc 19,1-10

    Jess ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido, es decir, a todos. l nos mira y nos llama personalmente. Cuando Zaqueo se da cuenta de esto, su vida da un vuelco y el centro de su ser ya no es el dinero o la extorsin; Jess ha entrado en l como Salvador. Vale la pena tambin cultivar el deseo de ese hombre: conocer quin es Jess y cmo influye en mi vida.

    4. Pistas para la lectio divina

    Este cuaderno corresponde a las ltimas semanas del ao litrgico y al final de la etapa Caritas Christi, dos circunstancias que nos invitan a una evaluacin de nuestro caminar siguiendo a Jess y respondiendo a la invitacin de dejar que l viva en nosotros.

    Nos acompaar casi todos los das el evangelio de Lucas, en los captulos en que se narra la ltima parte de la subida a Jerusaln y su corto ministerio en la ciudad santa. Quizs podemos destacar algunos elementos como la seriedad en el seguimiento, o la firme decisin de Jess de ir hacia Jerusaln.

    En las ltimas semanas leemos textos de estilo apocalptico y relacionados con la resurreccin. Algunos fragmentos de Daniel y de los dos libros de Macabeos van en la misma direccin, y nos recuerdan que las pocas de martirio son generadoras de una gran esperanza. Son una invitacin a reflexionar en quin depositamos nuestra confianza y seguridad.

  • 20 Urgidos por el amor de Cristo

    Lunes 4 de noviembre de 2013. Memoria de S. Carlos Borromeo

    Rm 11,29-36Sal 68Lc 14,12-14

    Claret se distingui por el amor a la pobreza y total renuncia a las ambiciones personales. Quera imitar el amor de Jess, que se entrega a todos, con una predileccin especial por los pobres y excluidos. En mi vida misionera, s prestar suficiente atencin a los que han sido excluidos del banquete de la vida? Cmo me comporto ante aquellos que, por su condicin, ni imagino que puedan sentarse en nuestras mesas comunitarias o entrar en nuestros templos?

    Martes 5 de noviembre de 2013. Difuntos CMF, familiares y bienhechores (Cal CMF, 437-441)

    Rm 12,5-16aSal 130Lc 14,15-24

    Ante el estrepitoso fracaso, el anfitrin del banquete no renuncia a ofrecer su hospitalidad y su fiesta. Al contrario, sus puertas se abren cada vez ms, primero a la gente de calles y plazas; luego, a los que andan por los ms variados caminos y senderos. Los fracasos, decepciones, errores en la vida misionera no pueden hacerme desistir, sino acercarme a Cristo evangelizador y, en comunidad, discernir en qu calles y plazas, caminos y senderos debemos hoy echar las redes.

    Mircoles 6 de noviembre de 2013

    Rm 13,8-10Sal 111Lc 14,25-33

    Existimos como familia religiosa en la Iglesia para acompaar a Jess, como los apstoles. Aprendien-do cada da de l y con l, adquiriendo sus mismas actitudes y sentimientos. Seguramente soy un buen cumplidor de los votos, y debo dar gracias por ello. Pero tambin, seguramente, sigue habiendo cosas en mi yo ms ntimo a las que me da miedo renunciar. Cosas que me impiden una ms bella construc-cin de mi vida o de nuestra familia misionera.

    Aun siendo pecador, soy plenamente acogido por Jess e invitado cada da a sentarme con l a la mesa del Pan y de la Palabra. La experiencia personal de Claret nos ayuda a entender y vivir que somos acogi-dos y tratados con la dignidad de hijos por pura gracia y bondad, y no como fruto de nuestros mritos, como pretendan quienes criticaban a Jess. Qu atencin doy al hermano de comunidad que atravie-sa momentos de dificultad o crisis y necesita ayuda?

    Jueves 7 de noviembre de 2013

    Rm 14,7-12Sal 26Lc 15,1-10

    Viernes 8 de noviembre de 2013

    Rm 15,14-21Sal 97Lc 16,1-8

    El hombre que adora al dios del dinero y del bienestar se ve obligado a tomar una decisin rpida y arriesgada para asegurar su futuro. Hasta qu punto me motiva a tomar decisiones serias y duraderas el hecho de vivir impulsado por el amor de Cristo, que ha sido derramado en mi corazn? A Claret lo llev a un estilo de vida pobre e itinerante al servicio del Evangelio.

    Sbado 9 de noviembre de 2013. Dedicacin de la baslica de Letrn

    Ez 47,1-2. 8-9. 12 Sal 45Jn 2,13-22

    Como servidores de la Palabra, nuestra misin es vivirla en profundidad y plantarla en el corazn de cada persona, para que produzca el fruto que Dios espera. Un fruto importante es el nacimiento y con-solidacin de comunidades cristianas vivas y fraternas. Otro ser la disposicin de cada creyente para responder a la Palabra recibida. A ello debemos dedicar nuestras mejores energas y recursos.

    Domingo 10 de noviembre de 2013. XXXII del Tiempo Ordinario2 Mac 7,1-2Sal 162 Tes 2,16-3,5Lc 20, 27-38

    No es Dios de muertos, sino de vivos. Jess recuerda que es propio de Dios ofrecer vida a manos llenas. Para que esta vida pueda ser acogida por cada persona, crecer y llegar a su plenitud, cada ser hu-mano se ha de reconocer como hijo de Dios, junto con Jesucristo, y hermano de todos sus semejantes. El bautismo ha plantado en nosotros la semilla de esta vida: cmo la estoy viviendo y transmitiendo?

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 21

    Lunes 11 de noviembre de 2013. San Martn de Tours. P. F. Vila y compaeros (Cal CMF, 443-447)

    Sab 1,1-7Sal 138LC 17,1-6

    Nos proponemos seguir a Jess formando una comunidad fraterna de vida y misin. En toda comu-nidad hay roces entre hermanos. Siguiendo al evangelio, las Constituciones nos orientan a corregir, perdonar y animarnos mutuamente. No sera cristiano impedir el crecimiento personal del hermano o ponernos obstculos en el camino. La madurez en la fe influye positivamente en la calidad de la vida fraterna.

    Martes 12 de noviembre de 2013. Memoria de S. Josafat, mrtir

    Sab 2,23-3,9Sal 33Lc 17,7-10

    Las Constituciones traducen esta pgina del evangelio para nuestra comunidad misionera recordn-donos la disponibilidad para los ministerios que nos sean confiados o para ser enviados a lugares donde Dios y su Pueblo requieren nuestra presencia. El motivo es obvio: queremos ser configurados con Cristo, que no vino a hacer su propia voluntad, sino la del Padre que lo envi. Y a poner la propia vida al servicio de todos.

    Mircoles 13 de noviembre de 2013

    Sab 6,1-11Sal 81Lc 17,11-19

    Jess no acta con misericordia esperando la gratitud: acta as porque sta es la manera de ser del Padre, que es bueno incluso con los desagradecidos y malos. Pero la bondad y la misericordia son contagiosas, y por lo menos uno de los diez leporoso curados fue capaz de descubrir de dnde vena el don recibido gratuitamente. Esto le cambi la vida: Tu fe te ha salvado.

    El reino de Dios est dentro de vosotros, aunque no sea perceptible de manera espectacular. Est dentro de nosotros porque el Padre ha decidido derramar todo su amor en nuestros corazones por el Espritu. Est dentro de nosotros como germen y tarea. Por eso nuestra misin es manifestarlo de manera personal y comunitaria. Empezando por pedirlo y desearlo vivamente y permitiendo que Dios sea realmente el Seor de nuestras vidas.

    Jueves 14 de noviembre de 2013

    Sab 7,22-8,1Sal 118Lc 17,20-25

    Viernes 15 de noviembre de 2013. Memoria de S. Alberto Magno

    Sab 13,1-9Sal 18Lc 17,26-37

    Nuestra existencia de personas cristianas y consagradas se juega en la vida ordinaria y en la fideli-dad del da a da. No esperemos seales o acontecimientos extraordinarios para decidirnos a seguir a Jess de todo corazn; esforcmonos, ms bien, en saber escuchar su voz y sus llamadas en lo cotidiano. Procuremos impregnar lo cotidiano con sentimientos de misericordia, fraternidad, paz, respeto por la dignidad humana y por todo lo creado.

    Sbado 16 de noviembre de 2013. Memoria de las Stas. Margarita de Escocia y Gertrudis

    Sab 18, 14-16; 19,6-9Sal 104Lc 18,1-8

    La introduccin a la parbola recuerda la tentacin de los discpulos de Jess en cualquier poca: pensar que basta con rezar de vez en cuando y desanimarnos cuando en la oracin no nos acom-paa una emocin sensible o no obtenemos automticamente lo que pretendamos. Jess nos ins-truye con el ejemplo de los ms pobres, cuya nica fuerza es la constancia y nos invita a saborear el contraste: no nos dirigimos a un juez sin entraas, sino al Padre rico en misericordia.

    Domingo, 17 de noviembre de 2013. XXXIII del Tiempo OrdinarioMal 3,19-20a Sal 972 Tes 3,7-12Lc 21,5-19

    As tendris ocasin de dar testimonio. Nuestro mayor testimonio es la vida en comunidad frater-na. En esta poca de profundos cambios y convulsiones se nos pide ser una luz que muestre el valor de la fraternidad, la dignidad de los ms pequeos y frgiles, el camino de la felicidad a travs de la entrega personal. Jess nos invita a ver el mundo presente como una magnfica oportunidad la nica para nosotros para vivir y proponer el Evangelio.

  • 22 Urgidos por el amor de Cristo

    Lunes 18 de noviembre de 2013

    1 Mac 1,10Sal 118Lc 18,35-43

    Como fruto de su fe, al ciego se le abrieron los ojos y empez a seguir a Jess, o sea, a ser discpulo. El camino de mi vida como discpulo y enviado tiene que ayudar a otras personas a abrir los ojos, a descubrir la belleza de la fe y de la propuesta del Evangelio. A descubrir la persona de Jess que sigue llamando a su seguimiento.

    Martes 19 de noviembre de 2013

    2 Mac 6,18-31Sal 3Lc 19,1-10

    Ante Zaqueo hay dos maneras distintas de situarse. Todos lo consideran un pecador que hay que evi-tar, e incluso critican a Jess por aproximarse a l. Jess lo ve en su dignidad humana y de hijo de Dios y se le acerca. La primera actitud consolida el desprecio y la separacin mutua. La segunda propicia el cambio de corazn y de actitudes.

    Mircoles 20 de noviembre de 2013. Beato P. Andrs Sol, mrtir (Cal CMF, 449-453)

    2 Mac 7,1.20-31Sal 16Lc 19,11-28

    El camino hacia Jerusaln no fue fcil, pues las expectativas de los discpulos no coincidan con la esperanza de Jess. Tal vez t mismo has sentido esta experiencia en tu vida consagrada y misionera. No dejes que el miedo te paralice. El Beato Andrs Sol que hoy recordamos te ensea a hacer fruc-tificar el tesoro confiado. El nico empleado digno de condenacin es el que se ha dejado vencer por el miedo, quedndose totalmente inactivo.

    Jess llora y lamenta que Jerusaln no haya reconocido el momento de la visita de Dios. Todos los das empezamos la jornada bendiciendo a Dios en comunidad o personalmente porque nos ha visitado y redimido como pueblo. Vivo profundamente esta presencia salvadora de Dios en m y en mi comu-nidad? La transmito fielmente en cada una de mis actividades?

    Jueves 21 de noviembre de 2013. Memoria de la Presentacin de santa Mara, virgen

    1 Mac 2,15-29Sal 49Lc 19,41-44

    Viernes 22 de noviembre de 2013. Memoria de Sta. Cecilia

    1 Mac 4,36-37.52-59Sal: 1 Cro 29,10.11ab.11d-12Lc 19,45-48

    Jess entr en el templo, ech a los vendedores y todos los das enseaba en el templo. El modo de actuar de Jess nos recuerda que el Espritu mueve a la Iglesia a dar primaca a la Palabra y a la per-sona de Cristo. Quizs nos convenga tambin liberarnos de cosas un tanto secundarias que impiden centrarnos en la enseanza y en la persona misma de Jesucristo.

    Sbado 23 de noviembre de 2013

    1 Mac 6,1-13Sal 9Lc 20,27-40

    Jess afirma la certeza de la resurreccin. En el fondo, se basa en la experiencia personal y nica que tiene de Dios como Padre y donador de Vida. La conviccin y autoridad con que habla hace que incluso algunos maestros de la Ley aprueben sus palabras y se sientan atrados por su persona. En la misin de comunicar la Palabra, me expreso tambin con la autoridad y sinceridad de una profunda experiencia de Dios?

    Domingo 24 de noviembre de 2012. Solemnidad de Cristo Rey2 Sam 5,1-3Sal 121Col 1,12-20Lc 23,35-43

    La solemnidad de Cristo Rey es una invitacin a renovar el camino de seguimiento de Jesucristo. Du-rante el ao que termina, me he identificado con Jesucristo servidor y enviado del Padre? Nuestra comunidad, ha sido verdaderamente evangelizada y evangelizadora? Cualquiera que sea el punto en que nos encontremos en nuestro camino, brota de nuestro corazn la splica: Seor Jess, acur-date de m y de nuestra familia religiosa.

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 23

    Lunes 25 de noviembre de 2013

    Dan 1,1-6.8-20Sal: Dan 3,52-56Lc 21,1-4

    Dar todo lo que se tiene para vivir es el signo visible de una confianza total en Dios y en su amor. En la profesin religiosa he puesto mi vida entera, con todas sus posibilidades, a disposicin del proyecto de Dios. Mi capacidad de darme y estar disponible, aumenta con el pasar de los aos? O voy aco-modndome y buscando falsas excusas cada vez que se me propone algn paso importante?

    Martes 26 de noviembre de 2013

    Dan 2, 31-45Sal: Dan 3,57-61Lc 21,5-11

    Del mismo modo que algunos ponderaban la belleza y grandiosidad del templo, tambin a nosotros nos gusta sentirnos orgullosos de nuestras estructuras apostlicas. Jess nos llama la atencin: servirnos de todos los medios para anunciar el Evangelio, quizs significa tambin no absolutizar ninguno de ellos. Hemos de procurar siempre que las estructuras y recursos materiales estn al servicio de la evangelizacin y sean medio para dar testimonio del Reino.

    Mircoles 27 de noviembre de 2013

    Dan 5,1-6.13-14.16-17.23-28Sal: Dan 3,62-67Lc 21, 12-19

    Las palabras de Jess en estos ltimos das del ao litrgico nos hacen pensar en las de Claret cuan-do habla del seguimiento de Jesucristo a travs del sufrimiento y de la alegra en las dificultades y persecuciones. Los problemas y contrariedades que han surgido durante este ao, han sido oca-sin de vivir ms cerca de Jesucristo, o me han hundido y puesto en crisis? En qu estado se encuen-tra mi confianza cuando atravieso situaciones conflictivas?

    La destruccin de Jerusaln no fue el fin del mundo; en todo caso, el fin de aquella religiosidad cen-trada en el templo. De nuevo Jess nos dice que centremos nuestra atencin en l, en el Hijo del Hombre. El est presente en todos los momentos del caminar humano como salvador y libertador. Como evangelizadores, hemos recibido la misin de darlo a conocer e invitar a seguirlo.

    Jueves 28 de noviembre de 2013

    Dan 6,12-28Sal: Dan 3,68-74Lc 21,20-28

    Viernes 29 de noviembre de 2013

    Dan 7,2-14Sal: Dan 3,75-81Lc 21,29-33

    La higuera brota todos los aos. Cada ao nos llega la primavera. En medio de nuestro mundo, cada da, la Palabra de Dios, recibida en corazones acogedores, tiene el poder de hacer brotar la fe, la paz, el perdn, la fraternidad. Jess nos invita a ser creadores de esperanza. No seamos motivo de decepcin como aquella higuera llena de follaje pero en la que no haba ningn fruto.

    Sbado 30 de noviembre de 2013. San Andrs, Apstol y Compatrono (Cal CMF, 455-459)

    Rm 10,9-18Sal 18Mt 4,18-22

    ltimo da del ao litrgico, final de la tercera etapa de La Fragua en la vida cotidiana y fiesta de un Apstol y compatrono de la Congregacin. Buen momento para hacer un pequeo balance. Como Claret, hemos recibido la misma vocacin de los apstoles para estar con Jess (Venid y seguid-me) y para compartir su misin (Os har pescadores de hombres). Qu tipo de respuesta estoy dando? Me voy identificando con Aquel que me ha llamado?

  • 24 Urgidos por el amor de Cristo

    Anexo 1: Un nuevo camino: discpulos de Jess hoy (HAC, 44-46)

    5. Textos para profundizar

    44. Como los discpulos de Emas, tambin nosotros podemos superar la falta de entusiasmo y celo cuando nos dejamos acompaar por el Maestro en el camino de nuestra vida misionera. l escucha nuestras frustraciones y preguntas y nos da lo que ms necesitamos para reavivar las brasas de la vocacin debilitada: la Palabra que hace arder el corazn y la Eucarista que nos abre los ojos (cf. Lc 24,31-45). Esa fue la experiencia de nuestro Fundador. En la fragua de la meditacin, de los ejercicios espirituales y, sobre todo, de la Escritura y de la Eucarista, interpelado por la realidad social, poltica y eclesial, calde su corazn en el fuego del amor a Dios y a Mara (cf. Aut 227,342). Consciente de que el amor, es don y tarea, Claret lo pide con insistencia a Dios Padre (cf. Aut 444-445), a Jess (cf. Aut 446), al Espritu y a Mara: Oh Corazn de Mara, fragua e instrumento del amor, encinde-me en el amor de Dios y del prjimo! (Aut 447).

    45. El fuego de nuestra vocacin se mantiene vivo a tra-vs de un proceso continuo de profundizacin en la llamada y formacin en el discipulado hasta configurarnos con Cristo (cf. VC 65; PGF 12). El don recibido nos permite superar las

    tentaciones alentadas por formas de pensar que favorecen la superficialidad, sobrevaloran el disfrute y rehyen la abne-gacin y el sacrificio. Si nos abrimos al Espritu en un proceso continuo de formacin, podremos poner nombre a nuestra infidelidad, avivar el fuego del don vocacional, acoger los reclamos de nuestros pueblos y buscar con ellos respuestas creativas a las cambiantes necesidades de nuestro mundo.

    46. Jess es la pasin que nos impulsa (cf. CC 4) y el ca-mino que seguimos. Como l buscamos la gloria de Dios y la salvacin del ser humano, orando, trabajando y sufriendo. La oracin enciende nuestro amor a Dios y a los hermanos. El trabajo misionero expresa ese amor y lo comunica. El sufri-miento nos acrisola en el mismo fuego de Jess, nos solida-riza con los crucificados de este mundo y nos hace crebles. Encendernos en la oracin como Claret, nos impulsar a tra-bajar y sufrir por el Evangelio. Centrarnos en estos ncleos a lo largo de todo el itinerario vital y formativo, purifica nues-tras motivaciones, nos ilumina en la perplejidad y orienta todo lo que somos y hacemos hacia la mayor gloria de Dios y la salvacin de todos.

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 25

    Anexo 2: La vida en Cristo (J.M. Lozano, Un mstico de la accin, pp. 397-400)

    Pero lo ms notable, en este aspecto, de la mstica clare-tiana no es esa su direccin cristolgica revelada por la con-templacin habitual de Cristo o por la referencia a l de la mayor parte de los fenmenos. Lo ms notable es que esa re-ferencia predominante al Verbo encarnado ha culminado en una experiencia ntima de la vida de Cristo en l. San Antonio Mara haba propuesto siempre esa vivir no yo, sino Cristo en m, como la meta de la vida cristiana. Mira a Jesucristo y cpialo en ti mismo, hasta que puedas decir: vivo yo, mas no yo; sino que vive Cristo en m, haba escrito a los sacerdotes en 1861 [en el volumen II de El Colegial Instruido]. La tica de la imitacin deba transmutarse en una comunin de vida de la que Cristo fuera principio. Lo ha dicho ms claramente en los Talentos de la oracin cuando define el ultimo grado de oracin (el matrimonio espiritual) por esa intercomunin vital: Como el alma del justo ama a Dios, est en Dios, y de tal manera estn los dos, que dice ella con san Pablo: vivo yo, mas no yo, sino que vive Cristo en m.

    En 1862 escriba en su Autobiografa que, al menos en ciertos momentos privilegiados, tena experiencia de este vi-vir en Cristo: Despus de la Misa estoy media hora en que me hallo todo aniquilado. No quiero cosa que no sea su san-tsima voluntad. Vivo con la vida de Jesucristo. l poseyndo-me posee una nada y yo lo poseo todo en l (n. 754). Hemos visto que el santo se hallaba entonces en el desposorio ms-tico, prximo a entrar en el estado de unin transformante. Ahora bien, en estas circunstancias afirmaba experimentar una intercomunin vital entre Cristo y l. El texto cobra un valor particular si se recuerda que, como ya dijimos en otra ocasin, para describir esta nueva experiencia san Antonio Mara se ha inspirado en una expresin del P. Juan Bautista Zappa: Todo soy aniquilado. Vivo con la vida de Dios. Al re-producirla el santo ha credo deber corregir: vivo con la vida de Jesucristo. Dado que todos los dems textos claretianos insisten igualmente en este sentido cristolgico de su unin mstica, creemos que la correccin es intencionada. Antonio Claret tena, pues, conciencia de que las ms altas experien-cias msticas lo relegaban particularmente no solo a la Divini-dad sino tambien a la Humanidad del Seor. Cul es el valor teolgico de esta apreciacin? Que la unin transformante cree en el alma una relacin particular al Verbo de Dios lo en-sean ms o menos expresamente san Bernardo y san Juan de la Cruz y la misma conviccin parece estar a la base de muchas afirmaciones de los Padres, en particular de Gregorio de Nisa. Pero la afirmacin de san Antonio Mara nos lleva a suponer una relacin no solo con el Verbo, sino tambin con la Humanidad Santsima por l asumida: el trmino del matrimonio es el Verbo encarnado. San Juan de la Cruz que habla solo del Verbo de Dios, Sabidura del Padre, no precisa qu puesto ocupa en estas relaciones de amor la Humani-dad de Cristo. Nos dice simplemente que el estado de matri-monio espiritual lleva como consecuencia una comprensin ms profunda del misterio del Verbo Encarnado. Pero esta afirmacin no prejuzga la respuesta a nuestra cuestin. Y, sin embargo, la estimatizacin de san Francisco como signo de su transformacin, el desposorio de santa Teresa con Cristo visto imaginariamente, las experiencias de santa Catalina de Sena que viva una unin muy estrecha no solo con la Divi-

    nidad sino tambin con la Humanidad del Seor, y por fin las vivencias de san Antonio Maria Claret revelan que en las ltimas etapas de la vida espiritual el alma no solo puede tener experiencia de la intervencin instrumental de la Sa-grada Humanidad en ese pleno desarrollo de la gracia, sino que adems ese estado le confiere una particular comunin y configuracin con la Humanidad de Cristo. La vida de que ella se siente plena es la vida misma de Cristo. Hay, pues, una transformacin perfecta del alma santa en el alma de Cristo. El P. Bover nos ha dicho cmo toda la teologa de san Pablo supone ese desenlace. Solo que, aadimos, en el plano de la experiencia unos santos podrn tener conciencia ms viva de este hecho comn.

    Para san Antonio Mara Claret la vida en Cristo culmin el 12 de septiembre de 1869, poco ms de un ao antes de morir, con la gracia del amor a los enemigos. La gracia ha-ba sido precedida en los das precedentes por una serie de conocimientos extraordinarios, leyendo las Moradas quintas de santa Teresa. Ese da, a las once y media de la maana, leyendo la meditacin sobre el prodigioso amor que mani-fest Jess en la cruz a sus enemigos, el Seor le concedi la gracia de experimentar un amor intenso, maternal, hacia los propios enemigos. Oigamos sus palabras:

    Da 12. A las once y media del da, el Seor me ha conce-dido el amor a los enemigos. Lo he sentido en mi corazn. El Seor lo ha asegurado con un prodigio: en el acto mismo que lo he sentido en mi corazn, he visto que el Crucifijo y el cua-dro de la Santsima Virgen se han juntado sin que nadie los haya tocado... La meditacin 27 de los Ejercicios explicados me ha concedido esta grande gracia. Vivo ego, jam non ego, vivit vero in me Christus. Jess miraba a los judos como una madre que mira a sus hijos enfermos (Escritos, p. 663).

    Grande gracia la llama el santo. Exactamente como a la de la conservacin de las especies. No grande, sino grand-sima gracia fue ese recibir en su corazn, hasta desbordar en el plano de lo sensible, esa participacin en el amor de Cristo crucificado a sus enemigos. Para explicarla, san Anto-nio Mara se ha contentado con citar el texto de Glatas: vivo ego, jam no ego, vivit vero in me Christus. Puede darse que se trate de una alusin a la presencia en l de las especies sacramentales. Pero al mismo tiempo el santo insina haber llegado ya a gozar de esa comunin vital con Cristo que con-sideraba la cumbre de la vida mstica. Amaba a los enemigos con el amor de Cristo, porque toda su alma estaba poseda por su Seor. Tenemos aqu el contenido del fenmeno que la mstica medieval llamaba cambio de corazones.

    El itinerario espiritual claretiano haba terminado as con una experiencia intensa de la vida de Cristo en su alma. Haba experimentado como santa Teresa que la Humanidad del Seor, lejos de ser un estorbo para los ltimos grados de unin, se hace cada vez ms presente. A fuerza de bucear en su propia experiencia, san Antonio Mara se haba puesto en contacto con la tradicin mstica ms autntica. San Juan de la Cruz no haba hallado mejor definicin del matrimonio espiritual que el texto de Glatas 2,20. Mucho antes que l lo haban dicho ya Orgenes y Gregorio de Nisa; esa transforma-cin en Cristo es el ltimo ideal del cristiano, transformacin que san Jernimo, hablando teolgicamente, haba descrito

  • 26 Urgidos por el amor de Cristo

    Anexo 3: El smbolo Jess y sus imgenes (J.M. Lozano, Un mstico ..., pp. 401-402)

    El lector habr ya advertido cmo las imgenes de Jess se han venido transformando a lo largo del itinerario espiritual de Antonio Mara Claret. Comenzamos con aquel Seor a cuyo servicio se quera consagrar y Amigo con quien el nio habla-ba en sus visitas ante el Sagrario. Esto no lo dejar nunca y el Amigo volver a aparecer con relieve en los aos tranquilos de Madrid. Vino luego el Jess evangelizador del reinado divino, enviado por el Padre, con sus predicaciones, las curaciones, la regla de vida desarraigada y pobre.

    Ms tarde la imagen se interioriz. Jess vive en sus disc-pulos. Aparece as unido ntimamente con la inhabitacin del Espritu Santo. Antonio, en la versin latina del credo, profesa-ba su fe en el Espritu que procede del Padre y del Hijo. Pero l se refiere ms a menudo a la humanidad ungida de Jess (Encarnacin, bautismo) con plenitud de gracia y dones de la que participamos sus discpulos. Y aqu se insertaba su expe-riencia carismtica. Los dos hechos que el seminarista Claret haba experimentado conjuntamente, la fuerza del Espritu y la identificacin con Cristo Evangelizador, aparecen luego cla-ramente como dos aspectos de una misma realidad. Por otro lado, esa relacin estrecha entre el Seor glorificado que vive en nosotros y el don del Espritu desemboc en la visin de la Iglesia como cuerpo cuya cabeza es Cristo. Al final, como veremos all ms claramente, al final de este estudio, Antonio, perseguido e inerme, se quedar con el Crucificado.

    Estas transformaciones de la imagen de Jess tienen fcil explicacin. El Hijo de Dios, permtasenos el disparate, es algo ms que eso. Es, cultural y sicolgicamente, un smbolo pode-rossimo. La gracia de Dios acta en nuestra psique a travs de smbolos cargados de energa y llamados a canalizar nuestras

    actividades. Nos orientamos profundamente y nos relaciona-mos a travs de smbolos. Ese smbolo plensimo que es Jess el Cristo, propuesto continuamente por la Iglesia, se refracta, al pasar por los prismas de las varias culturas, en imgenes diversas. Acontece ya en el Nuevo Testamento, de Marcos a Pablo y a Juan. Y sigue aconteciendo luego, hasta nosotros: Logos en Orgenes, Maestro interior en Agustn, Pantocrator bizantino, el Jess ntimo de la piedad del siglo XII... hasta el Liberador de la actual teologa y espiritualidad latinoamerica-na.

    Lo mismo sucede en el desarrollo de una persona. Cam-bian nuestras imgenes de Dios y se transforman las de su Cristo. Las noches, las purificaciones suponen precisamente, en el plano psicolgico, una cada por tierra, hasta hacerse pedazos, de esas mscaras que ponemos sobre el Dios-sin-rostro, para poder hablar con l. El mismo Jess, en su noche redentora, se quejaba del abandono de Dios. Le vena a faltar a su psique el smbolo del Abba, central en su experiencia. Y es que los smbolos cambian con el crecimiento o con los varios estados del espritu humano. Hay una relacin estrecha entre lo que vemos y lo que somos. Vase cmo a lo largo de la vida de san Antonio Mara Claret hay una correspondencia perfecta entre el modo como l se fue viendo a s mismo y su manera preferente de ver al Seor.

    como el cmulo de todas las virtudes y dones y que ms arriba todava Victorino el Africano haba descrito as, desde el punto de vista psicolgico: Vivir Cristo en uno es vivir espiritualmente, en la fe, es pensar en l continuamente, hablar de l, creer en l, tender a l con toda el alma. No se poda haber dado mejor descripcin de la vida espiritual de nuestro santo en sus illtimos aos.

  • La fragua en la vida cotidiana - CARITAS CHRISTI 27

    Presencia de CristoDominus vobiscum.Gloria tibi, Domine.

    Laus, tibi Christe.Mortem tuam annuntiamus, Domine, et tuam resurrectionem confitemur, donec venias

    Ecce Agnus Dei... Domine, non sum dignus...

    En la celebracin de la Misa se iluminan gradualmente los modos principales segn los cuales Cristo est presente en su Iglesia: en primer lugar est presente

    en la asamblea de los fieles congregados en su nombre; est presente tambin en su palabra, cuando se lee y explica en la iglesia la sagrada Escritura; presente tambin en la persona del ministro; finalmente, sobre todo, est presente bajo las especies eucarsticas. En este Sacramento, en efecto, de modo enteramente

    singular, Cristo entero e ntegro, Dios y hombre, se halla presente sustancial y permanentemente. Esta presencia de Cristo bajo las especies "se dice real, no

    por exclusin, como si las otras no fueran reales, sino por excelencia" (Mysterium fidei, 39) (De sacra communione, 6).

    Hace falta, en concreto, fomentar, tanto en la celebracin de la Misa como en el culto eucarstico fuera de ella, la conciencia viva de la presencia real de Cristo,

    tratando de testimoniarla con el tono de la voz, los gestos, los movimientos y todo el modo de comportarse (Mane nobiscum Domine, n. 18).

    Signo visible de realidades invisibles, el sacramento contiene lo que significa. La Eucarista es ante todo opus Dei: el Seor habla y obra, reza, aqu por nosotros, en virtud de la fuerza del Espritu Santo (cf. CIC, 1373). La fe en la presencia real

    se expresa, por ejemplo, en los dilogos directos que dirigimos al Seor despus de haber escuchado la Palabra: Gloria a ti, Seor Jess, y antes de

    recibir su Cuerpo y su Sangre: Seor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastar para sanarme.

    La celebracin de la Eucarista debera llevarnos a exclamar, como los aps-toles tras el encuentro con el Resucitado: Hemos visto al Seor! (Jn 20,25). La comunin con el Cuerpo y la Sangre de Cristo es comunin con el resucitado,

    medicina de inmortalidad y prenda de la gloria futura.La presencia, el calor, la luz del Dios-con-nosotros deben permanecer en noso-

    tros y manifestarse en toda nuestra vida. Hacer comunin con Cristo, nos ayuda a ver los signos de su divina presencia en el mundo

    y a comunicarlos a cuantos encontramos.

  • 28 Urgidos por el amor de Cristo

    CARITAS CHRISTI - 2013La fragua en la vida cotidiana

    www.lafraguacmf.orgmisioneros claretianos

    Como cabalmente todas las debe-mos hacer como las hizo Jesucristo, as en cada cosa me preguntaba y me pre-gunto cmo lo haca esto mismo Jesu-cristo, con qu cuidado, con qu pureza y rectitud de intencin. Cmo predica-ba! Cmo con versaba! Cmo coma! Cmo descansaba! Cmo trataba con toda clase de personas! Cmo oraba! Y as en todo, por manera que, con la ayuda del Seor, me propona imitar del todo a Jesucristo, a fin de poder decir, si no de palabra, de obra, como el Aps-tol: Imitadme a m, as como yo imito a Cristo (Aut 387)