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FACULTAT DE TEOLOGIA DE CATALUNYA INSTITUT DE TEOLOGIA FONAMENTAL ARMANDO CESTER MARTINEZ CÁRITAS, TESTIMONIO DEL AMOR DE DIOS, SIGNO DE CREDIBILIDAD ECLESIAL Y ÁMBITO DE EVANGELIZACIÓN TESIS DOCTORAL BARCELONA 2014

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FACULTAT DE TEOLOGIA DE CATALUNYA INSTITUT DE TEOLOGIA FONAMENTAL

ARMANDO CESTER MARTINEZ

CÁRITAS, TESTIMONIO DEL AMOR DE DIOS,

SIGNO DE CREDIBILIDAD ECLESIAL Y

ÁMBITO DE EVANGELIZACIÓN

TESIS DOCTORAL

BARCELONA 2014

A Isabel, mi esposa.

A mis hijos, Jorge y Pablo.

CÁRITAS, TESTIMONIO DEL AMOR DE DIOS,

SIGNO DE CREDIBILIDAD ECLESIAL Y

ÁMBITO DE EVANGELIZACIÓN

Tesis doctoral: Cáritas, testimonio del amor de Dios, signo de credibilidad eclesial y ámbito de evangelización, realizada por D. Armando Cester Martínez, y defendida el 28 de febrero de 2014 ante el tribunal compuesto por:

Prof. Dr. Joan Planellas i Barnosell, vicedecanoProf. Dr. Ramón Prat i Pons, director de la tesisProf. Dr. Xavier Alegre Santamaria Prof. Dr. Josep Miralles Massanés

Obteniendo la máxima calificación de Summa cum laude.

Depósito legal: Z430-2014 © Armando CESTER MARTÍNEZ Zaragoza, 2014

FACULTAT DE TEOLOGIA DE CATALUNYA Diputació, 231 – 08007 BARCELONA

FACULTAT DE TEOLOGIA DE CATALUNYA INSTITUT DE TEOLOGIA FONAMENTAL

ÍNDICE GENERAL DE LA TESIS

I. INTRODUCCIÓN : OBJETIVOS Y METODOLOGÍA.

1. Introducción.

II. MIRADA CREYENTE A LA REALIDAD DE CÁRITAS.2. Documentos institucionales sobre la identidad y la acción de Cáritas.

3. Cáritas como organismo oficial de la Iglesia para la acción caritativa-social.

III. DISCERNIMIENTO TEOLÓGICO-PASTORAL

4. El "ser" y el "hacer" de Cáritas, testimonio del amor de Dios.5. Cáritas como expresión del ser diaconal de la Iglesia: signo y portadorade la salvación de Dios en Cristo. 6. Constatación en torno a Cáritas desde las encuestas: "La actividad deCáritas y su incidencia sobre las personas". 7. Cáritas como signo de credibilidad eclesial.

8. Cáritas como ámbito de evangelización.

IV. DIRECTRICES OPERATIVAS.9. Treinta y una directrices operativas sobre la identidad y misión deCáritas.

V. CONCLUSIÓN. 10. Conclusión final.

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1. INTRODUCCIÓN

Es posible que hoy en día existan suficientes elementos de reflexión sobre la identidad y misión de Cáritas. Sin embargo, queremos estudiar como Cáritas desde el testimonio del amor de Dios hacia los más empobrecidos y como dimensión diaconal de la propia Iglesia que es, se muestra como signo de credibilidad eclesial, es decir, contribuye a que la misma Iglesia sea signo perceptible de la llegada de la salvación de Dios al mundo.

Reflexionar sobre esta circunstancia se torna hoy fundamental y acuciante ante la grave falta de credibilidad eclesial. La proclamación de la Buena Nueva de Dios, con obras y palabras, requiere un nuevo estilo personal y comunitario que hemos de buscar y encontrar, y que sin duda y como siempre ha de brotar del testimonio del seguimiento del Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo.

Esta Tesis quiere, pues, situarse en el horizonte de la Teología Fundamental, no sólo porque hay una dimensión de frontera en la acción de Cáritas, ya que su testimonio y servicio a los pobres, puede llevar a los alejados a la fe; sino porque la revelación y credibilidad forman parte esencial del objeto de dicha disciplina teológica. A ellas se une el acto de fe al que se dirigen tanto la revelación como la credibilidad. A todo esto nos vamos a referir en nuestro trabajo.

Pero existe el peligro de concebir la acción de Cáritas como respuesta a la coyuntura del momento eclesial que vivimos, o como una forma de tranquilizar el afán evangelizador en un momento difícil para la transmisión de la Buena Nueva del Evangelio en la sociedad en que vivimos.

No es este el motivo que nos mueve. La Teología existe como servicio eclesial. Su tarea consiste en lograr que la Iglesia sea fiel a la misión recibida. Esa misión se cumple como testimonio del Amor que la ha llamado a la existencia. La Teología por tanto, no puede cumplir su servicio más que como Teología que vive del Amor originario y que discierne los caminos más adecuados –como pretendemos en esta tesis– para que esa caridad sea visible y experimentada, para que las comunidades eclesiales y Cáritas en ellas, sean signo del Reino de Dios con una actitud samaritana.

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Este testimonio eclesial encuentra también su lugar en el ámbito de la transmisión de la fe. Por ello es necesario reflexionar sobre la posible recepción positiva, por parte de un destinatario, del testimonio de la acción caritativa y social, de Cáritas, es decir, sobre la primera aceptación positiva de la revelación cristiana por parte de un sujeto que percibe a Dios en ese acto. Se trata entonces de una fase elemental pero primigenia del encuentro entre Gracia y naturaleza en la historia concreta. Ello da pie a una interesante relación entre Teología Fundamental y práctica pastoral a propósito del primer acto de fe al que puede contribuir Cáritas como acción diaconal de la Iglesia.

Este enfoque, toma muy en serio el misterio de la encarnación y la historicidad tanto de la revelación como del ser humano al que va dirigida, determinando el sentido profundamente pastoral que debe estar presente en la elaboración de la Teología Fundamental y que tendremos muy en cuenta en nuestro trabajo.

Ahora bien, hay que tener cuidado en no confundir la pastoralidad de la Iglesia, y la que va inherente a las distintas disciplinas teológicas, con lo que se denomina como Teología Pastoral.

La Teología Pastoral es la reflexión teológica sobre la globalidad de la acción a través de la cual la Iglesia se va realizando. Una reflexión que ha de tener en cuenta, tanto la naturaleza de la propia Iglesia, y sus situaciones actuales, así como las de la sociedad en la que vive.

Esta autorrealización eclesial es tarea de todos los creyentes, que se va realizando no solo a través del anuncio de Jesucristo y la celebración, sino también a través del ejercicio de la caridad, sobre todo con los más desfavorecidos.

Desde este punto de vista, podemos afirmar, que la reflexión teológica sobre la acción caritativa-social de la Iglesia, y por tanto de Cáritas, encuentra su lugar en la Teología Pastoral, que como ciencia autónoma, tendrá que decir, partiendo de un análisis creyente de la realidad, según unas categorías teológicas, lo que la Iglesia-Cáritas tiene que hacer en cada momento.

Por ello, nuestra Tesis, también necesita recurrir a esta disciplina teológica; porque empleando una metodología de "Lectura Creyente de la Realidad", reflexionamos sobre lo que debe ser y hacer Cáritas, aquí y ahora.

La Teología Fundamental y la Teología Pastoral, tienen cada una de ellas una tarea específica y su propio método, de tal modo que no se pueden

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reducir la una a la otra, sino que por el contrario, se hace necesaria una mutua colaboración. Y de esta relación mutua se sirve y en ella se basa la reflexión de nuestro trabajo, apoyándose en las connotaciones comunes que presentan ambas disciplinas; ya que por su objeto propio y por su metodología, deben las dos, establecer un diálogo permanente con otras ciencias y deben mantener una apertura a los signos de los tiempos, teniendo muy en cuenta como ya señalábamos anteriormente, la realidad del misterio de la encarnación y la historicidad de la revelación.

Ambas se insertan dentro del proyecto misionero de la Iglesia y constituyen valiosas herramientas para la comunicación y recepción del mensaje revelado; aspectos estos que sin duda, estudiaremos y trataremos en nuestro trabajo.

Una vez que hemos expuesto las motivaciones y el planteamiento de la Tesis en relación con las Teologías Fundamental y Pastoral, debemos mostrar como vamos a estructurar y desarrollar la misma.

En un primer momento, la introducción recoge el planteamiento de la Tesis, motivaciones de su realización y objetivos que se quieren alcanzar. Se especifican, así mismo, los documentos institucionales sobre la identidad y acción de Cáritas que se van a emplear.

En un segundo movimiento se parte de la descripción de Cáritas como organismo oficial, “visible”, de la Iglesia para la acción caritativa-social (aspecto histórico); para llegar después de desarrollar todo el apartado a reconocer su realidad más profunda: Cáritas como expresión del ser diaconal de la Iglesia (aspecto teológico).

Dentro de este capítulo nos extendemos y reflexionamos sobre el “ser” y el “hacer” de Cáritas, considerando la identidad y el modo de actuar de Cáritas para verificar que testimonia el amor de Dios a los hombres y mujeres de hoy. Este apartado es el que nos hace descubrir que Cáritas no es sólo una organización, sino y sobre todo, la diaconía caritativo-social de la Iglesia.

En un tercer momento se analiza la validez y la aportación de Cáritas a la credibilidad de la Iglesia como signo e instrumento eclesial del amor de Dios hacia los más necesitados de la sociedad en las condiciones reales y concretas de las Iglesias locales.

Por último, se reflexiona sobre el lugar de Cáritas en el proceso evangelizador y su manera peculiar y específica de contribuir a dicha acción.

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Para afianzar nuestro discurso sobre la aportación de Cáritas a la credibilidad eclesial y su lugar en el proceso evangelizador, realizamos una encuesta que nos proporciona datos muy interesantes para clarificar ambas cuestiones. Dicho cuestionario pone también de manifiesto aspectos que planteados teóricamente en los capítulos anteriores toman carta de naturaleza en la realidad cotidiana de la que forman parte Cáritas y su acción samaritana con los empobrecidos y marginados.

Terminamos con las conclusiones. En lo referente a la metodología, es necesario realizar dos

observaciones. La primera se refiere al alcance de nuestro trabajo, que se circunscribe a

la acción de Cáritas en el territorio español, ya sea a nivel nacional, diocesano o parroquial.

La segunda, que para este trabajo hemos empleado todos los documentos programáticos de Cáritas Española, entendiendo que son aquellos que definen en el marco de la identidad de Cáritas, elementos que orientan de una manera estable –a medio o largo plazo– la acción de la Confederación de Cáritas en algunos de los aspectos nucleares de su misión.

Por último, es necesario que expongamos qué pretendemos aportar con nuestra reflexión.

Desde la importancia eclesial que tiene Cáritas como organismo oficial de la Iglesia Católica para realizar su acción caritativa-social, nuestra Tesis pretende hacer tres aportaciones fundamentales:

La primera, realizar un estudio profundo de Cáritas desde su identidad y acción, para poner de manifiesto que ella no es una ONG o una empresa de servicios sociales, aunque deba emplear estas mediaciones para cumplir su misión en la sociedad a la que también pertenece, sino que su realidad más profunda y verdadera es la de ser dimensión diaconal de la caridad eclesial: expresión del amor preferencial del Dios de Jesucristo a los más pobres. Es, pues, la misma Iglesia, no una organización de la Iglesia.

La segunda, poner de manifiesto la aportación de Cáritas a la credibilidad de la Iglesia. Cáritas es y será signo de credibilidad eclesial en la medida en que como Iglesia que es, transparente al mundo a Cristo, se presente ante la sociedad como una comunidad de amor fraterno expresión provisional de Reino de Dios. Este planteamiento exige que al tratar de Cáritas analicemos su “ser eclesial” y que al referirnos a la propia Iglesia quede siempre sobreentendida su esencial referencia a Jesucristo.

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Así presentadas las cosas, nos preguntaremos y trataremos de responder por el modo en que Cáritas como expresión del ser diaconal de la Iglesia, contemplada en ella misma, es signo de credibilidad eclesial y testimonio del amor preferencial de Jesucristo por los más desfavorecidos.

Y la tercera, fundamental y absolutamente novedosa, reflexionará sobre la estrecha relación que debe existir entre el servicio de Cáritas y la evangelización: el único salvador es Jesucristo, y no la Iglesia, pero la significatividad –la credibilidad– de la salvación, y del Salvador se presenta ante los hombres y mujeres de hoy, les reclama y les pone en situación de optar y de abrirse a la fe a través de la Iglesia. Para ello es necesario que el sujeto experimente la fuerza de la presencia y de la acción de Dios que sale a su encuentro en la Iglesia y en ella por medio de Cáritas en cuanto dimensión diaconal eclesial que es.

Trataremos, pues de establecer con precisión el lugar de la acción caritativa-social de Cáritas en el proceso evangelizador, haciendo especial referencia al testimonio explícito de Cristo, que debe mostrar el ejercicio de la caridad, y la relación intrínseca que debe tener con el anuncio implícito y explícito de Jesucristo. Cáritas debe rechazar de una manera absoluta el proselitismo oportunista, pero debe transparentar siempre a Jesucristo y estar dispuesta a “dar razón de la esperanza” (1 Pe 3,15) cuando así se lo pidan. Se trata esta, sin duda, de una de las cuestiones más delicadas en la actualidad, y por eso la reflexión teológica no debe abdicar de su propia responsabilidad.

Sobre lo que tratamos de reflexionar y esa es nuestra aportación es la visibilidad, la inteligibilidad, la credibilidad del amor de Dios de Jesucristo por los empobrecidos y marginados, encarnado en la Iglesia y realizado por su diaconía, Cáritas. Y como este testimonio suscita o contribuye al acto de fe, a la respuesta afirmativa de la persona humana a la iniciativa amorosa de Dios.

Además, pretendemos que esta Tesis tenga una aplicación práctica y que anime en cada comunidad cristiana el testimonio de la caridad con los pobres y excluidos, con los que sufren. De tal manera que contribuya a la clarificación, renovación y promover un nuevo impulso de la pastoral de la caridad en nuestra Iglesia.

Por último, decir, que en esta Tesis, seguiremos el método teológico-pastoral de la "Lectura Creyente de la Realidad":

Partimos de un problema: que se considere a Cáritas como una ONG, empresa de servicios sociales o como mera organización de carácter

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asistencialista; desconociendo su contribución a la credibilidad eclesial y a la evangelización de las mujeres y los hombres de hoy.

Con posterioridad establecemos unos criterios que evidencien que Cáritas es, sobre todo, diaconía eclesial, y que como tal "lucha por la justicia" y "lava los pies" de los últimos y desheredados de la sociedad.

Desde este servicio mostraremos que Cáritas es signo de credibilidad eclesial y que, con su actividad, ocupa un lugar irremplazable en la evangelización que lleva a cabo la Iglesia.

Se pretende pues, a la luz de la Palabra de Dios, observar, analizar y diagnosticar teológicamente la actividad de la Institución, para saber si responde al proyecto que Dios tiene para ella y, a partir de aquí, proponer acciones para que sea fiel al designio que Dios tiene para Cáritas.

Para ello, como ya hemos afirmado anteriormente, utilizaremos una metodología: la "Lectura Creyente de la Realidad", que desde la observación de la misma, trata de diagnosticar si se encamina hacia el proyecto de Dios sobre la historia . Como consecuencia de este diagnóstico, se nos ofrecen las claves para transformar evangélicamente esa realidad cotidiana mediante una acción consciente, comprometida y evangelizadora.

En la dinámica del método teológico-pastoral, hemos realizado una investigación, con su correspondiente trabajo de campo, en estas realidades concretas:

• Analizar los textos programáticos de Cáritas, que formula su identidad y misión a lo largo de su andadura histórica.

• La realización de una encuesta sobre "la actividad de Cáritas y su incidencia sobre las personas", que recoge el parecer de cuatro colectivos poblacionales bien diferenciados: creyentes y no creyentes que no tienen relación directa con la Institución, y de agentes y usuarios de la misma. Hemos de señalar que es la única investigación de estas características que se ha realizado en Cáritas.

• La investigación y el análisis de diferentes encuestas sociológicas de contrastada validez: "Fundación Santa María", "Centro de Investigaciones Sociológicas" dependiente del Ministerio de la Presidencia del Gobierno de España, y "Eurobarómetro para la Comisión Europea", sobre la opinión pública Europea.

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• El estudio de la reflexión realizada por teólogos de la caridad, especialmente a través de la revista especializada en Teología de la Caridad, "Corintios XIII".

A continuación presentamos los resultados de esta investigación, sobre todo, los de las encuestas sociológicas y de la llevada a cabo por nosotros, y hemos elaborado los criterios teológicos-pastorales de discernimiento.

Finalmente, y a la luz de toda la reflexión teológico-pastoral, presentamos treinta y una directrices operativas y una conclusión final.

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2. DOCUMENTOS INSTITUCIONALES SOBRE LA

IDENTIDAD Y LA ACCIÓN DE CÁRITAS

2.1. Documentos programáticos Pertenecen a este grupo, aquellos documentos que a lo largo de los años

han ido poniendo de manifiesto y desarrollando la identidad y la manera de “hacer” de Cáritas. Todos ellos configuran una reflexión sobre Cáritas que le hace situarse en los principios y fundamentos por los que fue creada, adaptarse sin renunciar a los mismos en las diferentes épocas históricas que le toca vivir; y lo que es más importante, profundizar en el misterio del que es portadora como diaconía eclesial que es.

De todos ellos, tres nos parecen los más importantes: los estatutos, que regulan, según la ordenación jurídica de la Iglesia, su identidad y misión.

El documento: “Reflexión sobre la identidad de Cáritas” que reflexiona y profundiza en la propia identidad institucional, para realizar mejor el ministerio de la caridad que se le ha confiado.

Por último, el “Modelo de Acción Social”, documento esencial para desde la identidad de Cáritas, poder comprender el presente y actuar en él, así como saber encarar el futuro con atrevimiento y valentía. Estamos hablando de definir una manera de intervención social cimentada en la verdad del Amor de Dios que se plasma en el encuentro entre personas.

2.1.1. Estatutos de Cáritas Española1

Los estatutos de Cáritas Española recogen su identidad y naturaleza. Así mismo, regulan la organización y vida de la misma2.

Constan de nueve capítulos que se desarrollan en 57 artículos3 y seis disposiciones transitorias.

1 CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos de Cáritas Española (Madrid 1993). Este documento se citará como Estatutos. 2 No profundizaremos en este momento sobre el contenido de los estatutos. Lo haremos de una manera más precisa en el apartado 3 de este mismo trabajo: Cáritas como organismo oficial de la Iglesia para la acción caritativo-social. 3 Los artículos del mismo se referenciarán como Arts.

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Los capítulos son los siguientes:

Capítulo I: De la naturaleza, institución y domicilio de Cáritas Española. Capítulo II: De la finalidad de Cáritas Española.

Capítulo III: De la dirección jerárquica de Cáritas Española. Capítulo IV: De los órganos de Cáritas Española en el plano nacional.

Capítulo V: Del régimen económico de Cáritas Española en el plano nacional.

Capítulo VI: De Cáritas Española en los planos diocesano y parroquial. Capítulo VII: De Cáritas Española en el plano regional o autonómico.

Capítulo VIII: De las asociaciones, instituciones y órdenes religiosas de acción caritativa y social.

Capítulo IX: De la disolución de Cáritas Española.

2.1.2. Reflexión sobre la identidad de Cáritas4 Este documento se crea en el marco de la preparación del Gran Jubileo

del Año 2000 que celebró toda la Iglesia, y con motivo de cumplir Cáritas cincuenta años de existencia.

Vio la luz tras un laborioso proceso: a) Se elaboró un dossier con abundante documentación proveniente de

Asambleas Generales, ponencias, publicaciones, reuniones y cursos de Cáritas, que en la Asamblea del año 1996 se convierte en “Instrumento de trabajo”.

b) Se remite el “Instrumento de trabajo” a todas las Cáritas Diocesanas para su estudio y envío de aportaciones.

c) Inclusión de las aportaciones de las Cáritas Diocesanas para elaborar el documento definitivo.

d) Envío del documento a los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, que le dan el visto bueno definitivo,

Este trabajo no es el documento de la identidad de Cáritas, sino que lo es de “reflexión” sobre la misma. La identidad propiamente dicha viene

4 CÁRITAS ESPAÑOLA, Reflexión sobre la identidad de Cáritas (Madrid 1998). Este documento se citará como Identidad.

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especificada en los Estatutos y diferentes documentos del Magisterio de los obispos españoles.

Este documento de reflexión ofrece claves fundamentales: teológicas, eclesiológicas y pastorales, que en su conjunto presentan una visión global sobre la identidad y misión de Cáritas estructurada a través de tres ejes:

El primero contempla la fuente teologal, trinitaria de la caridad que fundamenta el amor preferencial de la Iglesia por los desfavorecidos.

En el segundo se aproxima al ministerio de la caridad en la vida y misión de la Iglesia, describiendo las dimensiones fundamentales de la misma y cómo en ellas Cáritas adquiere un rostro peculiar.

El tercer eje, señala a Cáritas como la institución eclesial a la que se le confía el ministerio de la caridad. Para cumplir con ello, Cáritas ha de asumir una manera singular en el “hacer” y vivir una espiritualidad que sustente y sostenga su actividad.

2.1.3. Modelo de Acción Social5 Este documento, no es sólo una metodología para la acción social, ni un

conjunto de recetas o una colección de soluciones. Es más bien un horizonte, una perspectiva y una presencia para

cualquier acción que pretenda dignificar a los desfavorecidos de nuestra sociedad. Fundamenta el ser y quehacer de Cáritas y significa la unidad entre identidad y la acción, el pensamiento y la acción. En definitiva, muestra un camino para encarnar la Buena Noticia en nuestro tiempo y cauce para construir un mundo renovado que anticipe el Reino de Dios.

El trabajo se estructura en cuatro apartados: los fundamentos del modelo, las opciones del mismo, características de la acción que dan soporte al modelo y como pasar del pensamiento a la acción.

2.1.4. La diaconía de Cáritas en las diócesis6

Este trabajo analiza el servicio de Cáritas en las diócesis españolas desde la lectura de los resultados de la encuesta que remitieron aquellas y en la

5 CÁRITAS ESPAÑOLA, Modelo de Acción Social (Madrid 2009). Este documento se citará como MAS. 6 CÁRITAS ESPAÑOLA, La diaconía de Cáritas en las diócesis (Madrid 1996). Este documento se citará como Diaconía.

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que contestaban sobre la necesidad de integrar a Cáritas en la Pastoral diocesana.

2.1.5. Marco para la acción de Cáritas durante los próximos años7 Este documento estuvo enmarcado en el proceso de análisis y

renovación de la acción sociocaritativa de la comunidad cristiana que la Iglesia de España puso en marcha en aquellos años y cuyo mayor exponente, en palabras del Mons. José María Guix, entonces obispo presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, fue “el Congreso Nacional sobre los desafíos de la pobreza a la acción evangelizadora de la Iglesia", celebrado en septiembre de 1996.

Recogiendo la responsabilidad que Cáritas tenía y tiene como organismo oficial de la Iglesia para la acción caritativa y social, vio la luz este trabajo en el que además de afirmar la inequívoca identidad eclesial y evangélica de Cáritas, orienta una labor responsable de reflexión y de análisis de sus acciones, y de adecuación a la realidad circundante en aquel momento y de cara al futuro.

2.1.6. Cincuenta años de Acción Social. Cáritas Española (1947-1997)8

Con ocasión de la celebración del Cincuentenario de Cáritas, J. Sánchez Jiménez realizó este interesante trabajo en el que resume la actividad de la Institución a lo largo de todo ese tiempo (1947-1997) con una referencia directa, incisiva e inquietante a la preocupación y objetivos esenciales de su trayectoria.

Divide este tiempo en seis etapas:

a) En la inmediata postguerra (1942-1947): necesidad, escasez, hambre. b) La búsqueda de una caridad organizada (1947-1957).

c) La vocación social de Cáritas (1957-1970): “Prevenir mejor que curar”.

d) En sintonía con el Concilio: optar y luchar por la justicia (1970-1982).

7 CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco para la acción de Cáritas durante los próximos años (Madrid 1996). Este documento se citará como Marco. 8 J. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 50 años de Acción Social. Cáritas Española (1947-1997) (Madrid 1997). Este documento se citará como Cincuenta.

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e) Las consecuencias y resultados de una acción efectiva (1982-1995).

f) Un presente para el futuro: más allá del 2000.

2.1.7. Guía de formación9 Todos los miembros de nuestra Iglesia que colaboran en Cáritas, en

diferentes niveles: ya sea parroquial, diocesano, autonómico; necesitan formarse, prepararse permanentemente para bien de aquellos que son objeto de amor profundo por parte del Señor y de su Iglesia.

Con ese fin se redactó esta guía de formación. Instrumento no solo valioso sino imprescindible para que todos los que colaboran en Cáritas lo hagan con sentido de responsabilidad.

El documento, desde la formación, trata de promover unos voluntarios de Cáritas, unos directivos y unas Cáritas en sus diferentes niveles, que se conviertan en “luz del mundo” y “sal de la tierra” en el campo de la acción caritativa y social de la Iglesia.

Esta guía se compone de tres apartados: a) La primera parte es presentación y resumen de todo lo demás y ayuda

a hacerse una idea de que se pretende con ese trabajo. b) La segunda parte se marcan las cuatro indicaciones de la formación

en Cáritas: a quienes escuchan a los pobres, a quienes reflexionan sobre su compromiso personal, a quienes descubren y muestran el rostro de Jesús y a quienes construyen Comunidad.

c) La última parte ofrece todas las pistas posibles para la organización de los Planes y Programas de formación en las Cáritas Parroquiales y Diocesanas.

2.1.8. Propuestas sobre políticas sociales contra la exclusión social

(1997)10 Cáritas recoge en este trabajo las propuestas más significativas del

Congreso celebrado en Madrid en Junio de 1997 sobre: “Propuestas de políticas sociales contra la exclusión social”. 9 CÁRITAS ESPAÑOLA, Guía de formación (Madrid 1997). Este documento se citará como Formación. 10 CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas sobre políticas sociales contra la exclusión social (Madrid 1997). Este documento se citará como Propuestas97.

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El documento se divide en cinco apartados:

El primero trata sobre la pobreza y exclusión social como fenómenos estructurales.

El segundo aborda los desafíos de la pobreza en España. El tercero se centra en la ética.

El cuarto marca los objetivos generales de actuación. Y por último, el quinto, enumera las diversas propuestas ante los

diversos factores que intervienen en la exclusión social.

2.1.9. La relación de Cáritas con las Administraciones Públicas11 Cáritas debe buscar que sus relaciones con las Administraciones

Públicas se enmarquen en un acuerdo que vaya más allá de lo económico-financiero, promoviendo espacios de respeto mutuo, aceptación de las diferencias, y sobre todo, colaboración ante la realidad existente.

Recogiendo esta reflexión, la Comisión de Acción Social de Cáritas Española elaboró este documento con la finalidad de ofrecer orientaciones en cuanto a las relaciones que Cáritas debe observar con las Administraciones Púbicas.

Este trabajo se estructura en tres partes:

a) Contexto social. b) Fundamentos de Cáritas en su relación con las Administraciones

Públicas: principios, criterios y orientaciones. c) Formas de relaciones.

2.1.10. Cáritas Española 1942-1997. Acción social y compromiso

cristiano12 Este estudio es el desarrollo del trabajo: “Cincuenta años de Acción

Social. Cáritas Española (1947-1997)”, realizado por el mismo autor J. Sánchez Jiménez y con la misma estructura capitular.

11 CÁRITAS ESPAÑOLA, La relación de Cáritas con las Administraciones Públicas (Madrid 1997). Este documento se citará como Administraciones. 12 J. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cáritas Española 1942-1997. Acción social y compromiso cristiano. (Madrid 1997). Este documento se citará como Compromiso.

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Recoge muchísima más información que en la anterior obra, y lo dota de una cronología y un anexo en el que además de incluir los primeros estatutos de Cáritas, recoge también el Reglamento del Secretariado Nacional de Caridad (1947); orientaciones prácticas para organizar ese Secretariado (1942); bases de funcionamiento para un Secretariado Parroquial de Caridad (1943); primeros estatutos de la Conferencia Internacional Católica de Caridad (1951) y por último, estipula las prioridades estratégicas para Cáritas en la perspectiva del año 2000 (1995).

2.1.11. Comunicación Cristiana de Bienes13 Este documento lo elaboró la comisión de formación y animación

comunitaria de Cáritas Española con el objetivo de promover una reflexión en torno a Cáritas como expresión e instrumento eclesial de la Comunión Cristiana de Bienes, en su relación con el mundo de la pobreza.

Se revela como un instrumento válido para fortalecer la práctica cotidiana de la Comunicación Cristiana de Bienes en las Cáritas Diocesanas y Parroquiales.

Se compone de cuatro bloques. a) ¿Por qué la Comunicación Cristiana de Bienes? Se ofrecen

orientaciones para fundamentar esta práctica cristiana. b) ¿Cómo vivimos la Comunicación Cristiana de Bienes? En este

apartado se dan pistas para evaluar esta experiencia en Cáritas c) ¿Cómo fortalecer nuestra práctica en la Comunicación Cristiana de

Bienes? En este apartado se vislumbra el futuro. d) Anexo documental, muy valioso para profundizar en esta cuestión.

2.1.12. Directorio de Cooperación Internacional14

En este trabajo se presenta de manera sistemática los diferentes elementos de carácter programático que, teniendo en cuenta la identidad de Cáritas, definen el quehacer de la Confederación en materia de Cooperación Internacional.

13 CÁRITAS ESPAÑOLA, Comunicación Cristiana de Bienes (Madrid 2001). Este documento se citara como Comunicación. 14 CÁRITAS ESPAÑOLA, Directorio de Cooperación Internacional (Madrid 2002). Este documento se citará como Directorio.

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Su finalidad es ofrecer un marco compartido de referencia, para encuadrar coordinadamente la realidad de Cooperación Internacional en el conjunto de las Cáritas.

Este documento es un marco de referencia para los planes de cooperación y de los protocolos de actuación, que permiten concretar en los diferentes planos de actuación de Cáritas, los principios operativos que en él se recogen.

Consta de tres apartados. a) La Cooperación Internacional en la misión de la Confederación.

b) El modelo de acción en Cooperación Internacional. c) Organización de la Cooperación Internacional en la Confederación.

2.1.13. Propuestas de Cáritas Española para unas Políticas Sociales

2010-202015 En el marco del Año Europeo de Lucha Contra la Pobreza y Exclusión

Social (2010) y la celebración en Madrid del Congreso Europeo sobre Pobreza y Exclusión Social; Cáritas elabora unas propuestas a las políticas sociales que se llevan a cabo en nuestro país, conscientes de que unas nuevas políticas sociales en España enriquecen el Modelo Social Europeo y que las políticas europeas han tenido, tienen y tendrán una gran incidencia en las políticas sociales en nuestra sociedad.

Este documento pone de manifiesto que si bien Cáritas ayuda a las personas en su desarrollo personal, también contribuye a la transformación social. Aprovechando las nuevas formas de participación en la política, y como exigencia de justicia y caridad, demandando políticas y formas de redistribución más justas para todas las personas, especialmente aquellas que sufren situaciones de marginación social o pobreza.

De esta manera se muestra y queda patente el compromiso de Cáritas con el proceso de construcción social –en España y en Europa– que el tiempo actual demanda a todos los actores sociales.

El documento consta de tres partes: un análisis, una visión y las propuestas a las políticas sociales: finalidad, objetivos y medidas.

15 CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas de Cáritas Española para unas Políticas Sociales 2010-2020 (Madrid 2010). Este documento se citara como Propuestas2010.

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2.1.14. Propuestas políticas de Cáritas Española ante los retos actuales de la situación social16

Este documento vio la luz, con el objetivo de ofrecer a todos los grupos políticos y agentes sociales, con ocasión de la convocatoria de elecciones generales en España el año 2011, unas propuestas políticas, que desde la experiencia diaria del trabajo de Cáritas con las víctimas de la exclusión, permitiera que pudieran adoptar y establecer si lo creían oportuno unos criterios de actuación pública en materia de política social que contribuyeran a superar las estructuras de desigualdad existentes en España; para sentar las bases de un nuevo orden social que los empobrecidos reclaman.

Cáritas realiza este trabajo, desde el compromiso, derivado, de su propia misión como servicio organizado de la caridad del conjunto de la comunidad cristiana a favor de los marginados y excluidos, y por otra, de su acción como interlocutor cualificado ante los poderes públicos, de una importante base social involucrada en la defensa de la dignidad y los derechos de las personas más vulnerables de nuestra sociedad.

Los capítulos que componen este documento son: a) Propuestas sobre protección social y servicios sociales.

b) Propuestas sobre el acceso a una vivienda digna. c) Propuestas sobre empleo.

d) Propuestas sobre migración. e) Propuestas sobre cooperación para el desarrollo.

f) Propuestas sobre financiación y fortalecimiento del Tercer Sector.

2.2. Cuadernos de formación sobre la Acción Social Este tipo de documentos con la denominación de “cuadernos”,

responden a la necesidad de sistematizar las buenas prácticas y experiencias de trabajo de las diferentes Cáritas. Están destinadas a técnicos y voluntarios para que puedan incrementar la calidad de su intervención social.

16 CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas políticas de Cáritas Española ante los retos actuales de la situación social (Madrid 2011). Este trabajo se citará como Crisis.

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2.2.1. Documentos marco de Cooperación Internacional de Cáritas Española17

En el año 2002, la Asamblea General de Cáritas Española aprobó un Directorio de Cooperación Internacional con la intención de establecer un marco de comunión para el conjunto de las Cáritas, coherente con su identidad y especificidad organizativa. Con él se intentaba:

a) Estimular o afianzar la Cooperación Internacional en las Cáritas Diocesanas como parte integrante del testimonio de la caridad.

b) Promover líneas, objetivos, modos de intervención y lenguajes comunes en los planteamientos y actuaciones en Cooperación Internacional.

c) Fomentar la coordinación. d) Identificar un modelo compartido de acción en Cooperación

Internacional que garantizara una relación adecuada y eficaz tanto con las Cáritas de los países empobrecidos, como con las Administraciones y agentes públicos y privados activos en este ámbito.

El documento marco de Cooperación Internacional de Cáritas Española se sitúa en la estela de la reflexión ya iniciada y tiene dos objetivos bien definidos:

a) Resumir las orientaciones fundamentales formuladas en los documentos previos.

b) Concretar un modelo consensuado de actuaciones en materia de Cooperación Internacional que clarifique cuestiones pendientes y articulen bien las responsabilidades de los distintos agentes en el seno de Cáritas Española.

Esta labor la lleva a cabo a través de cuatro capítulos:

a) La Cooperación Internacional en la misión de la Confederación. b) El modelo de Acción en Cooperación Internacional de Cáritas

Española. c) La cooperación fraterna o solidaria y el acompañamiento: una visión

desde nuestra experiencia.

17 CÁRITAS ESPAÑOLA, Documento marco de Cooperación Internacional de Cáritas Española (Madrid 2008). Este documento se citará como Internacional.

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d) Organización de la Cooperación Internacional en la Confederación.

2.3. Documentos de trabajo

Estos trabajos pretenden ofrecer de forma didáctica materiales que abundan en el ser y hacer de Cáritas.

2.3.1. La identidad de Cáritas a la luz de la encíclica “Deus caritas est”18

La atenta y profunda lectura de la encíclica “Deus caritas est”, con que nos obsequió el Papa Benedicto XVI, confirma y refrenda lo que Cáritas viene “afirmando y practicando” durante toda su existencia; viene a dar un espaldarazo positivo a la actualidad y vigencia de uno de los documentos programáticos más importantes: “Reflexión sobre la identidad de Cáritas” Se constatan las coincidencias en lenguaje, contenido, doctrina, afirmaciones, etc.

El trabajo realiza un recorrido por los dos documentos, identificando las concordancias entre ambos.

Se divide en tres grandes capítulos:

a) El amor preferencial por los pobres, b) El ministerio de la caridad en la vida y misión de la Iglesia.

c) Cáritas expresión comunitaria del amor preferencial por los pobres.

2.3.2. Nueve temas claves en las Cáritas Parroquiales19 El documento analiza la realidad de las Cáritas en el ámbito territorial y

ofrece unas reflexiones, concretas y operativas para los acompañantes de los grupos de Cáritas Parroquiales. Se presenta una serie sistematizada de temas que sirven de guía a los acompañantes de los grupos de voluntarios de Cáritas en las parroquias, y que son los siguientes:

a) La comunidad cristiana. b) El sacerdote en Cáritas.

18 C. CALZADA - J. GARCÍA - S. PELLICER - L.M. VILLEGAS, La identidad de Cáritas a la luz de la encíclica “Deus caritas est” (Madrid 2008). 19 CÁRITAS ESPAÑOLA, Nueve temas claves en las Cáritas Parroquiales (Madrid 2009). Este documento se citara como Temas.

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c) El voluntariado.

d) Comunicación Cristiana de Bienes. e) La coordinación.

f) La acogida. g) La sensibilización.

h) El acompañamiento. i) La formación.

2.4. Documentos de reflexión y marcos de acción

Estos trabajos animan a la reflexión y ofrecen pautas y marcos de trabajo.

2.4.1. Plan Estratégico de Cáritas Española 2003-200920

Este documento recoge el plan director de la acción de la Confederación Cáritas Española para los años 2003-2009.

El Plan es referencia para la planificación de los diferentes planos de Cáritas Española, para el desarrollo de planes coherentes con su contexto y compatibles, al mismo tiempo con el Plan Estratégico de Cáritas Española.

El documento se estructura en tres partes:

La primera parte recoge una síntesis del análisis de la realidad que se llevó a cabo durante la primera fase, así como las declaraciones de Visión y Misión que sintetizan los objetivos y estrategias del Plan respectivamente.

La segunda parte desarrolla el Plan, presentando de manera sistemática los seis ejes (los últimos y no atendidos; las comunidades cristianas; la sociedad, la ciudadanía y los agentes sociales; modelo de acción social; la organización y los sistemas de colaboración en Cáritas Española; la gestión de Cáritas Española), seis objetivos y seis líneas estratégicas en los que se estructura.

La tercera parte establece el sistema de desarrollo, seguimiento y evaluación del Plan.

20 CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan Estratégico 2003-2009 (Madrid 2003). Este trabajo se citará como Plan2009.

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2.4.2. Las personas que trabajamos en Cáritas21 Este documento recoge los estilos y modos en que Cáritas se debe

relacionar con todos los que formar parte de ella, voluntarios y en especial las personas con contrato laboral.

El trabajo consta de los siguientes capítulos: a) Identidad de Cáritas y Doctrina Social de la Iglesia.

b) Las personas en Cáritas. c) Itinerario de las personas en Cáritas.

d) Carta de derechos y deberes. e) Espacios de participación y relación

f) Marco legal vigente.

2.4.3. Marco de intervención con personas en grave situación de exclusión social22

Este trabajo recoge los elementos fundamentales de lo que significa hoy en Cáritas trabajar con las personas que están en la situación más grave de exclusión social: aquellas que por sus circunstancias y situación precisan de una actuación que excede las posibilidades de intervención de una Cáritas Parroquial.

El esquema del documento es el siguiente:

a) En la primera parte se pone en relación el marco de intervención propuesto con la concepción de la acción de Cáritas.

b) La segunda parte trata de delimitar el espacio del que hablamos cuando decimos “grave exclusión social”.

c) El punto tercero hace una reflexión en torno a la finalidad de la intervención que se realiza y propone otras pautas que subrayan el acompañamiento a las personas en procesos de desarrollo.

d) El cuarto capítulo define los objetivos de esta acción. 21 CÁRITAS ESPAÑOLA, Las personas que trabajamos en Cáritas (Madrid 2009). Este documento se citará como RMA1. 22 CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco de intervención con personas en grave situación de exclusión social (Madrid 2009). Este documento se citará como RMA2.

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e) El quinto apartado trata sobre la organización de la acción.

f) El sexto punto trata sobre los agentes. g) El séptimo capítulo sobre los procesos de planificación y evaluación.

h) El apartado final plantea unos retos y propuestas para ayudar a aplicar esta intervención en la acción social de las diferentes Cáritas Diocesanas.

2.4.4. El ministerio sacerdotal en Cáritas23 Este documento es un material de reflexión que se ofrece desde Cáritas a

los sacerdotes. Es un instrumento de trabajo con el que se trata de animar y fortalecer este importante ministerio caritativo y social, en ellos, para bien de los marginados, de la comunidad cristiana y de toda la sociedad.

Este trabajo se compone de cuatro apartados:

a) Criterios fundamentales para comprender la misión del sacerdote en el campo caritativo y social.

b) Tareas del sacerdote en el servicio caritativo y social de la comunidad cristiana.

c) Actitudes y valores a potenciar. d) Conclusiones y retos.

2.4.5. Documento marco sobre la formación en Cáritas24

Este documento recoge lo aportado por la Guía de Formación y la experiencia posterior de Cáritas en el ámbito formativo señalando los elementos programáticos y orientadores para toda propuesta formativa a desarrollar en el futuro. De esta manera se ofrecen los criterios sobre los que debe asentarse todo proyecto formativo en Cáritas, de tal manera, que se facilita desde este trabajo las líneas fundamentales sobre las que se deben asentar los planes formativos de las Cáritas ya sean Diocesanas o Parroquiales.

El documento consta de seis apartados: 23 V. ALTABA, El ministerio sacerdotal en Cáritas (Madrid 2010) . Este documento se citará como RMA3. 24 CÁRITAS ESPAÑOLA, Documento marco sobre la formación en Cáritas (Madrid 2011). Este documento se citará como RMA4.

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a) Importancia de la formación.

b) Fundamentos teológicos del proyecto marco de formación. c) Características de los procesos formativos en Cáritas.

d) Opciones metodológicas fundamentales. e) Una formación multidimensional.

f) Responsables y animadores de la formación en todos los niveles.

2.4.6. II Plan Estratégico de Cáritas Española 2010-201325 Este documento presenta el segundo Plan Estratégico de Cáritas para el

periodo de tiempo 2010-2013, que a través de sus cinco ejes permite que la Institución centre su acción en lo verdaderamente importante: los últimos y no atendidos y la comunidad cristiana, potenciando la presencia en la sociedad, mejorando la disponibilidad de los recursos y la eficacia de los medios de gestión, y sobre todo poniendo énfasis en la actuación de las personas de Cáritas, contratados o voluntarios, que son protagonistas de la acción.

El trabajo consta de los siguientes capítulos:

a) Contexto social y la evolución del Tercer Sector. b) Misión, visión y valores.

c) Orientaciones para una estrategia. d) Desarrollo de la estrategia.

e) Implantación, seguimiento, evaluación y revisión.

2.4.7. Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación26 Este trabajo reflexiona sobre lo que se entiende por voluntariado como

vocación a la luz de la Sagrada Escritura. Desde ahí se analizan los gozos y los retos que se derivan de un voluntariado así vivido.

25 CÁRITAS ESPAÑOLA, II Plan Estratégico de Cáritas Española (Madrid 2011), Este documento se citará como RMA5. 26 V. ALTABA, Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación (Madrid 2011). Este documento se citará como RMA6.

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El texto presenta un tríptico para contemplar ese voluntariado: El buen Samaritano (Lc 10,30-37); Jesús multiplicando el pan (Mt 14,14-21); Jesús acompañando a los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35).

Por último, y a modo de corolario, se recoge una pregunta: ¿y los no cristianos caben en Cáritas?; un texto para reflexionar: “Hacerse Pan”, y una oración: la oración del voluntario de Cáritas.

2.4.8. El voluntariado en Cáritas27 En el año 1989 Cáritas Española reflexionó, elaboró y publicó su “Carta

del Voluntario de Cáritas”: con motivo del Año Europeo del Voluntariado 2011, la Institución, recogiendo todas las aportaciones y experiencias sobre el voluntariado a lo largo de los últimos años, reelabora la “Carta del Voluntario de Cáritas” donde se establecen los principios, derechos y deberes del voluntario y obligaciones de la Institución. Esta “Carta” es presentada en este documento, en el cual se incluye también, el “itinerario de la persona voluntaria en Cáritas” que expone el recorrido educativo de su voluntariado, así como su fortalecimiento.

2.4.9. Cáritas y el Comercio Justo desde un modelo de economía

solidaria28 Con este trabajo Cáritas presenta los principios y criterios que sostienen

su visión y acción del Comercio Justo, como una apuesta por un modelo económico y comercial que se fundamenta en el respeto a la dignidad de las personas y en establecer relaciones de justicia entre las mismas.

En este documento se señala que el Comercio Justo es un instrumento clave para conjugar una tarea de:

a) Presentar un modelo económico y social alternativo, construido sobre unas bases, en que la persona es el centro.

b) Informar, sensibilizar, y sensibilización social sobre otras realidades existentes.

27 CÁRITAS ESPAÑOLA, El voluntariado en Cáritas. Carta e itinerario de la persona voluntaria (Madrid 2011). Este documento se citará como RMA7. 28 CÁRITAS ESPAÑOLA, Cáritas y el Comercio Justo desde un modelo de economía solidaria (Madrid 2012). Este documento se citará como RMA8.

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c) Promover un debate sobre las relaciones económicas desiguales y excluyentes.

d) Fomentar actitudes responsables y solidarias.

El trabajo consta de los siguientes apartados: a) El Comercio Justo.

b) Comercio Justo en el marco de una economía alternativa y solidaria. c) Cáritas y el Comercio Justo.

d) La Red Interdiocesana de Comercio Justo (RICJ). e) Nuestro modelo de Comercio Justo. Principios y criterios.

f) Posicionamiento estratégico de la RICJ: evolución del entorno y sector del Comercio Justo; diagnóstico y elementos clave; prioridades estratégicas.

2.4.10. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social29 Su autor, V. Altaba, presenta esta reflexión en la que responde a las

siguientes cuestiones fundamentales: ¿qué aporta la espiritualidad cristiana a nuestra acción caritativa y social?, ¿es la espiritualidad la que nos dice lo que debemos hacer y el modo concreto de como lo hemos de hacer?, ¿cómo hacer de la acción social una verdadera experiencia espiritual?, ¿qué acentos o características deberíamos potenciar para que nuestra acción sea una verdadera experiencia del espíritu?

De esta manera, el documento quiere ayudar a descubrir y abordar dos desafíos esenciales: cómo una espiritualidad cristiana da calidad humana y nuevos horizontes a la acción social, y cómo ésta puede y debe ser en sí misma una autentica experiencia espiritual cuando se realiza desde la vida en el Espíritu.

Así pues, este trabajo presenta las características básicas que ofrece la espiritualidad cristiana y que se traduce en motivaciones, actitudes, criterios y da sentido a todo lo que se hace desde Cáritas en acción social. Y lo expone desde doce perspectivas diferentes y mutuamente complementarias:

a) Espiritualidad trinitaria que hunde sus raíces en la entraña amorosa de nuestro Dios.

29 V. ALTABA, La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social (Madrid 2012). Este documento se citará como RMA9.

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b) Espiritualidad histórica, de ojos y oídos abiertos a la realidad de los pobres.

c) Espiritualidad encarnada que hace de la persona el centro de la acción caritativa y social.

d) Espiritualidad transformadora que nos sitúa al lado de los pobres y contra las causas de la pobreza.

e) Espiritualidad de la ternura que nos hace apreciar lo débil y pequeño.

f) Espiritualidad de la Gracia que nos hace vivir el compromiso como vocación y don.

g) Espiritualidad de comunión para acoger al otro como un regalo y promover su participación.

h) Espiritualidad de discernimiento para optar a la luz del Evangelio. i) Espiritualidad pascual que nos hace testigos de fortaleza y

esperanza. j) Espiritualidad eucarística, alimentada y celebrada en el sacramento

de la Eucaristía. k) Espiritualidad de la pobreza evangélica que nos hace sencillos y

pobres. l) Espiritualidad evangelizadora que hace presente en el mundo la

buena noticia del amor misericordioso de Dios.

2.4.11. Presencia profética de Cáritas en el contexto actual30 Este trabajo, aplicando una metodología de "Lectura Creyente de la

Realidad", analiza la presencia profética de Cáritas en el contexto de la actual crisis.

Consta de los siguientes capítulos: a) Introducción: a estas comunidades cristianas toca discernir.

b) Comunidad y últimos. c) La presencia de Cáritas desde cinco miradas.

c1. La dignidad de las personas: acompañar.

30 A. ABRIL, Presencia profética de Cáritas en el contexto actual (Madrid 2012). Este trabajo se citará como RMA10.

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c2. Consecuentes con la centralidad de la persona.

c3. Firmes dejándonos tocar, las personas que formamos Cáritas. c4. Gestión al servicio de la misión.

c5. Caridad política: anuncio y denuncia. d) A modo de conclusión... para seguir caminando.

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3. CÁRITAS COMO ORGANISMO OFICIAL DE LA IGLESIA

PARA LA ACCIÓN CARITATIVA-SOCIAL

Cáritas Española es la Confederación oficial de las entidades de acción caritativa y social de la Iglesia Católica en España31, instituida por la Conferencia Episcopal en el año 1947. Tiene personalidad jurídica propia tanto eclesiástica32 como civil33, está sometida a la legislación vigente y debe garantizar el respeto y cumplimiento de las normas que les sean aplicables.

La institución tiene como objeto la realización de la acción caritativa y social de la Iglesia en España y para ello debe utilizar cuantos medios considere necesarios34.

Cada Cáritas Diocesana y Regional-Autonómica, miembros de la Confederación de Cáritas Española, tiene su propio estatuto jurídico en su ámbito territorial y gozan de plena autonomía35.

La superior dirección de Cáritas Española corresponde a la Comisión Episcopal de Pastoral Social, por delegación de la Conferencia Episcopal Española36.

Los órganos por los que se rige son: la Asamblea Nacional, el Consejo General como órgano ejecutivo de la Asamblea, la Comisión Permanente y la Secretaría General con sus Servicios Generales37.

Cáritas es la diaconía, el servicio de la Iglesia para la realización de la acción caritativa del Pueblo de Dios. Se identifica con todo él realizando esta acción e incorporando todas las entidades y personas que desean

31 CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Art. 1. 32 Sus estatutos son aprobados por la LVI Asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española el día 22 de mayo de 1992 y posee Decreto de erección canónica de la Jerarquía de 17 de marzo de 1960. 33 Inscrita en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia el 9 de marzo de 1981, con el número 372/0-SEC/C. 34 CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Arts. 10 y 11. 35 CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Arts. 38 y 40; 45-50. 36 CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Arts. 2 y 12. 37 CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Art. 14.

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llevarla a cabo, no como simples organizaciones católicas, sino en nombre de la Iglesia.

Si como hemos visto Cáritas Española38 es una confederación, la unión de las Cáritas de las Iglesia locales y de instituciones confederadas, cabría preguntarnos a que se debe esa estructura.

Sabemos que el cristiano responde individualmente a los problemas que encuentra junto a él: consuela, acompaña y ayuda materialmente. Pero hay problemas y situaciones que no solo se solucionan mejor desde la comunidad parroquial sino que solo se pueden abordar desde este nivel.

Hay también necesidades ante los que una Cáritas Parroquial se siente impotente para afrontarlas, por eso se unen todas en Cáritas Diocesanas donde se potencia la ayuda al prójimo39.

Por último, la acción coordinada a nivel Europeo o Internacional40, también es necesario para abordar cuestiones que sólo pueden solucionarse en dicho ámbito.

Así pues, tenemos una Cáritas conforme a los siguientes niveles: parroquial, diocesana, nacional, regional (Europa) e internacional.

“Las Cáritas de todos estos niveles tienen un objetivo general que es «irradiar la caridad y la justicia social»"41, por lo tanto, la organización no tiene sólo una fundamentación “práxica” o de responder a las necesidades en diferentes niveles y diversas situaciones, sino que la Comunidad cristiana

38 La red nacional de Cáritas está constituida por más de 6000 Cáritas Parroquiales, agrupadas en 68 Cáritas Diocesanas. La componen más de 64.000 voluntarios y 4300 contratados. Cáritas son también los 6.364.126 personas, que la Institución ha atendido y servido; y todos aquellos que apoyan a Cáritas con recursos económicos y con su oración. Datos extraídos de: CÁRITAS ESPAÑOLA, Memoria 2011 (Madrid 2012). También pertenecen a Cáritas Española dos entidades confederadas: Voluntariado Vicenciano y la Conferencia Española de Religiosos (CONFER). Recientemente se han incorporado a Cáritas Española la Cáritas Diocesana de Terrassa y la de San Feliú; así como la Cáritas Castrense. 39 CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Art. 34. 40 Desde su constitución, Cáritas Española ha venido manteniendo una estrecha relación con Caritas internationalis de la que es miembro y donde y desde donde, se ha desarrollado también su pertenencia y participación en Cáritas Europa: Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Art. 7. Desde el año 1951 el Secretariado Nacional de Caridad Español se convierte en vocal del Comité Ejecutivo de Caritas internationalis: Cf. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 41 y SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 99. 41 A. FELIPE GREGORY, Aportaciones de Cáritas para la constitución de un mundo más justo y solidario, en: Corintios XIII 84 (1997) 134. La revista de teología y pastoral de la caridad Corintios XIII se citará como Cor XIII.

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tiene que tener expresamente la dimensión de la caridad, para ser cauce del amor cristiano y hacer presente el amor del Dios de Jesucristo.

Tenemos ante nosotros pues, una fundamentación teológica y no solo organizativa o de responder a necesidades de diferente envergadura.

Por eso, Cáritas no es una mera suplencia de las necesidades que no están cubiertas por la sociedad, sino que es expresión y cauce de la caridad como elemento constitutivo de la misma Iglesia, llamada en todo momento a manifestar el amor de Dios a los seres humanos42.

Por tanto, Cáritas es la expresión del amor preferencial de la comunidad cristiana por los pobres. Cáritas es el servicio, la diaconía, de la caridad de la Iglesia. Es algo más que una organización eclesial, es la misma Iglesia43.

Ciertamente, para realizarse este servicio es necesario organizarse, así nos lo recordaba Benedicto XVI: “La Iglesia nunca puede sentirse dispensada del ejercicio de la caridad como actividad organizada de los creyentes”44

De esta manera, Cáritas se inserta en el mundo al que pertenece y emplea las mediaciones humanas para llevar a cabo su misión en la sociedad en la que vive y se desenvuelve; pero no es una ONG o una empresa de servicios sociales45. Cáritas se encarna con su ser Iglesia y con los valores del Reino de Dios en su territorio ya sea parroquial, diocesano, nacional o internacional para ser expresión del amor de la comunidad cristiana respectiva y animar en ella la caridad para que surja gratuita y generosamente el amor de Dios. Así lo confirman las palabras del Santo Padre: “Cáritas es la expresión necesaria del acto más profundo del amor personal por el cual Dios nos ha creado”46.

Sin embargo, y a pesar de la implantación de Cáritas en todos los niveles de la Iglesia, la referencia eclesial de la Institución ha de ser su realización

42 Cf. CALZADA-GARCÍA (y otros), o.c., 23. 43 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA1, 9. 44 BENEDICTO XVI, Deus caritas est. Carta encíclica sobre el amor cristiano (Roma 2005) nº 29. Este documento se citará como DCE. 45 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA1, 9. 46 BENEDICTO XVI, Vatican Information Service (El Vaticano 2006). Citado en: D. VIÉNOT, La Cáritas sujeto de la caridad de la Iglesia, en: AA.VV., Deus Caritas est. Actas del congreso mundial sobre la caridad (El Vaticano 2006) 28. Este congreso se citará como CUCM06.

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en la comunidad particular. Es en cada diócesis en comunión con el obispo y pastor, donde Cáritas encuentra su lugar dentro de la Iglesia47.

Por ello, Cáritas no es en la diócesis una organización optativa, ni una sucursal de una organización supradiocesana. Es, más bien, un ministerio pastoral con el que el obispo promueve y garantiza autorizadamente la responsabilidad de su Iglesia particular en la promoción, armonización y actualización de la acción sociocaritativa48.

Así lo describen nuestros obispos: “La Confederación Cáritas Española, no podría entenderse sin la realidad de la Cáritas Diocesana, creada, dirigida y presidida por el obispo. Él es el presidente nato de la Cáritas Diocesana. Cada diócesis es competente y, a la vez, responsable de configurar y gestionar su propia Cáritas, inserta en la totalidad de su misión evangelizadora. Lo que no debe interpretarse, sin embargo, como si Cáritas fuera la única forma de acción caritativo-social institucionalizada existente en la diócesis (…). La Confederación Cáritas Española está llamada a jugar un papel importante al servicio de las Cáritas Diocesanas como servicio a la comunión interna y a la apertura universal, que debe caracterizar la acción caritativa y social de la Iglesia”49.

Es importante la aclaración que nuestros obispos hacen: reconocer, la importancia y principalidad de Cáritas en el ejercicio de la caridad a nivel diocesano pero dejan muy claro que ello no agota, ni debe agotar, la pastoral caritativa-social de una comunidad eclesial. También ponen de relieve la labor de Cáritas Española en relación a las diferentes Cáritas Diocesanas.

Y nos siguen diciendo: “Como los Apóstoles hicieran en la comunidad de Jerusalén, los obispos organizan la comunidad cristiana de bienes con los necesitados, con el últimos” (CCA 23). Años más tarde, es afirmado y ratificado este Magisterio: “Los obispos como sucesores de los Apóstoles tengan en las Iglesias particulares la primera responsabilidad de cumplir también hoy, el programa expuesto en los Hechos de los Apóstoles (Cf. 2, 42-44)” (DCE 32).

El obispo pues, deberá coordinar la actividad y el servicio a los pobres de su Iglesia –más allá de los propios fieles– y atender a la necesaria 47 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 29; CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Arts. 34 y 36; BENEDICTO XVI, Motu proprio sobre el servicio de la caridad (El Vaticano 2012). Este documento se citará como MPSC. 48 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 29. 49 CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La caridad de Cristo nos apremia. Reflexiones en torno a la “eclesialidad” de la acción caritativa y social de la Iglesia (Madrid 2004) nº 24. En adelante este documento se citara como CCA.

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coordinación de los diversos aspectos de la acción pastoral en la diócesis. La Iglesia es una y una es la misión que tiene que cumplir, y todos sus esfuerzos y trabajos han de ir encaminados a hacer viva y operante la presencia del Evangelio en medio de los hombres y mujeres de hoy50.

El carácter propio de Cáritas, en tanto que brota del dinamismo intrínseco de la Iglesia particular, implica necesariamente la presencia y participación adecuada en la vida y en la acción evangelizadora de la diócesis.

Con toda razón K. Rahner nos dice: “Cuando una diócesis no pueda llevar sola un seminario sacerdotal que corresponda a las exigencias de nuestro tiempo; cuando no es capaz de sostener un sistema formativo institucionalmente constituido, una Cáritas constituida igualmente, una influencia sobre la opinión pública, un uso de los medios de comunicación social, una vida espiritual representativa de toda la Iglesia; no será entonces una Iglesia articulada que pueda y deba ser dirigida por un sucesor de los Apóstoles. Con otras palabras, sería más nominal que objetivamente un obispado”51.

Antes de terminar, hemos de especificar, que si el obispo preside en la diócesis el ejercicio de la caridad eclesial; el obispo de la Iglesia de Roma preside la asamblea universal de la caridad52. Así lo manifestó claramente Pablo VI: “La responsabilidad de tal debe recaer en primer lugar sobre la Cátedra de Pedro y pertenece al oficio apostólico, a Nos confiado por disposición divina, ya que por voluntad de Dios hemos sido puesto como obispo y Pastor a la cabeza de la Iglesia Romana, la cual «preside la asamblea universal de la caridad»... (San Ignacio de Antioquia, Ad Romanos, tit; Funk 1. p253)”53.

50 Cf. R. TORIJA, El obispo, animador del servicio a los podres en la Iglesia, en: Cor XIII 117-118 (2006) 414 y 425; CODIGO DE DERECHO CANÓNICO (Roma 1983) c. 394. Este documento se citará como CIC. 51 K. RAHNER, El obispo en la Iglesia. Sobre el episcopado, en: Escritos de Teología. Tomo VI (Madrid 2007) 352. 52 Cf. JUAN PABLO II, Discurso del Santo Padre al Pontificio Consejo “Cor unum” en su Asamblea plenaria (El Vaticano 1982) nº 1. Este documento se citará como CU82. 53 PABLO VI, Carta Pontificia “Amoris officio” con la que se crea el Consejo Pontificio “Cor unum” para la promoción humana y cristiana (Roma 1971). Este documento se citará como AO.

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3.1. Cáritas: recorrido histórico en la vida de la Iglesia

Cáritas tuvo su génesis tras la Guerra Civil Española y en medio de la Segunda Guerra Mundial. Nace en el seno de la Acción Católica que a instancias del radiomensaje de Navidad de Pio XII, en el año 1941, en el que el Santo Padre angustiado por los desastres de una guerra muy sangrienta y cada vez más lejos de su final, hace un llamamiento claro a que: “Hay que poner la técnica al servicio de la Caridad”54; y por encargo de la Conferencia de Metropolitanos55, se crea una Comisión cuyo objetivo no era otro que el de estudiar y redactar unas normas mínimas que dieran viabilidad y pautas organizativas a los Secretariados Parroquiales de Caridad56.

Cáritas nace, por tanto, en las comunidades como Secretariado Parroquial coordinador de todas las asociaciones benéficas de la parroquia. El Secretariado Diocesano se conforma al servicio de los Secretariados Parroquiales, a los que debe impulsar, coordinar y auxiliar en sus tareas.

En los inicios, pues, se trata de “organizar la caridad”57 y para ello en 1942, se crea el Secretariado Nacional de Caridad –aun en el seno de la Acción Católica– para una mayor eficacia y sistematización de la ayuda caritativa y fomentar las Campañas pro Caridad58.

Sin embargo, hay rasgos y aspectos que merecen ser destacados, pues sientan las bases de lo que ha sido y es Cáritas a lo largo de la historia: pese a tener que responder a necesidades vitales y perentorias de las personas, el entonces arzobispo de Toledo y Primado de España, Pla i Deniel en la clausura de las Jornadas de Hombres de Acción Católica, en noviembre de 1942, insistía en la urgencia de una “acción social” que traspasará la vertiente puramente benéfica para trascender a exigencias de “acción liberadora”: “No podemos estar tranquilos con el catolicismo nominal, que está en los registros parroquiales, pero no en la vida (…). La justicia había de preceder a la caridad, porque la caridad no puede ser una máscara que cubra a la justicia”. ¿No vemos aquí ya, las bases del lema de Cáritas: “Trabajamos por la justicia”?59

54 Cf. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 11. 55 La Conferencia de Metropolitanos daría origen posteriormente a la Conferencia Episcopal Española. 56 Cf. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 17. 57 Ibid., 19. 58 Ibid., 17; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 12. 59 Ibid., 10; J. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cáritas en la vida de la Iglesia Española: Las respuestas históricas que comprometen, en: Cor XIII 84 (1997) 35.

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Todos los años hasta 1947, se caracterizan por ese esfuerzo, organizador de la caridad, la respuesta a situaciones de apremiante necesidad y pasa de una ayuda afectiva a una caridad efectiva; es decir, a lo que entonces denominaron “acción social organizada”60.

En la Asamblea Nacional de Caridad, celebrada en noviembre de 1947 nace Cáritas61.

En el mensaje final no se opta por una beneficencia de carácter injusto o una ayuda tranquilizante para la conciencia; es muy al contrario la opción por un “mundo nuevo” y la “justicia social”. Hacía un llamamiento a los hombres de empresa: “No se puede ser católico solamente en casa”, deploraba la consecución de “beneficios económicos mayores de los normales” y advertía: “La caridad no puede ni pretende encubrir jamás la violación de los deberes de justicia”62.

Como se puede apreciar, se comienza a inscribir en el código genético de Cáritas la “lucha contra la injusticia” y se apuesta en favor de una “caridad inteligente”: “La que cuida mediante la organización conveniente el resolver de una manera definitiva los arduos problemas de la indigencia”63.

En los siguientes años se sigue trabajando en la distribución de la Ayuda Social Americana64, para paliar el hambre; y se profundiza en la representación a nivel internacional formando parte de Caritas internationalis65.

En 1953 estando ya formados todos los Secretariados Diocesanos de Caridad se adopta definitivamente el nombre “Cáritas”: el Secretariado Nacional se convierte en Cáritas Nacional y los Secretariados Diocesanos pasan a denominarse Cáritas Diocesana y todos se definen según concluía la VII Asamblea de la Caridad como “la respuesta al proyecto de acción social

60 Cf. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 33-49; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 21-33. 61 Cf. Ibid., 38; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 79. Participan en la Asamblea las Conferencias de San Vicente de Paul, las Damas de la Caridad, las Luisas de Marillac, la Hermandad de San Cosme y San Damián y los Consejos de Acción Católica. 62 Cf. Para todo el párrafo: SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 37-39. 63 Cf. Ibid., 40; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 82-83. 64 Para una mayor profundización en lo que significó la Ayuda Social Americana, ver: SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 109-122. 65 En 1951 y por elección democrática el Secretariado Nacional de Caridad español es nombrado vocal del comité Ejecutivo de Caritas internationalis: Cf. Ibid., 99.

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que la Iglesia, por sugerencia de la Santa Sede, pretende instalar en el mundo”66.

La siguiente época que vamos a analizar67 se caracteriza por el cambio operado en el “hacer” de Cáritas que pretende dar respuesta al cambio social que se produce en España en el periodo de 1957-1970.

Se produce en nuestro país un proceso de desarrollo económico que hace de España una región económica y social moderna, desarrollada y abierta definitivamente al aprovechamiento de los excedentes económicos y tecnológicos de los países occidentales más desarrollados.

No obstante, este desarrollo económico trajo desequilibrios sociales graves: es verdad que en zonas urbanas disminuyeron los problemas de subsistencia –alimentación y vestido fundamentalmente–, pero dejaron sitio a situaciones infraurbanas o suburbiales de mayor amplitud y gravedad, a la escasez y carestía de viviendas, a salarios miserables, escuelas insuficientes y hacinamientos insalubres.

La complejidad del proceso y de adaptarse a la realidad social que se impuso obligó no solo a “planificar” sino a emplear nuevos métodos y técnicas que respondieran a los nuevos retos existentes.

Así se pasa de una Cáritas asistencial a otra en la que la promoción social, trabajo social y promoción comunitaria se imponen; nos situamos en lo que nos dice el viejo proverbio: “Más vale prevenir, que curar”, en la vocación social de Cáritas.

Estamos hablando de la creación y organización de centros y servicios sociales en los diversos niveles; constitución de Centros de Estudios de Sociología aplicada; de la utilización inteligente y eficaz de la propaganda, primordialmente la radio y prensa escrita.

Nos referimos, pues, al paso definitivo de una “acción benéfica” a una “acción social” que supone a la vez, una transformación interna de la Institución, que en 1960 se le dota de personalidad jurídica propia, que le permite acceder, tras la publicación de sus Estatutos, a la plena autonomía.

Cáritas resulta precursora de iniciativas y actividades todavía no atendidas por política oficial alguna: cursos de formación intensiva profesional para emigrantes españoles, asistencia en España a sus familias, recepción de emigrantes en el país de destino; formación de Asistentes

66 Ibid., 102; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 43. 67 Cf. Ibid., 55-82; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 125-181.

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Sociales para la emigración. También, atención a gitanos y otros grupos en marginación, obras escolares, enseñanza, roperos, talleres de formación profesional, cursos de monitores, labor de información, gestión y tramitación de recursos procedentes de la Administración o instituciones privadas, etc.

Así se llega a los años setenta y en el siguiente periodo de tiempo que vamos a ver (1970-1982)68 se constata una gran inestabilidad social-eclesial derivada del cambio político que se produce en nuestro país y de la aplicación del Concilio Vaticano II en la Iglesia Española.

El clima social que se respira es conflictivo al unirse en el tiempo las primeras manifestaciones de crisis económica, la vuelta de emigrantes y la conflictividad laboral.

A esto se suman factores exógenos internacionales, como fue la recesión económica del año 1973, también denominada “crisis del petróleo”.

Los estudios sociológicos, impulsados por Cáritas, los conocidos informes FOESSA69, ponen al descubierto nuevas formas de crisis: distanciamiento entre generaciones, rupturas paternofiliales que testimonian cambios de valores y en las formas de organización de la convivencia, avances en un proceso imparable de secularización.

En este tiempo, la Comisión Episcopal de Pastoral Social volvía a insistir que la “acción caritativa” no es sólo acción benéfico social; que a Cáritas corresponde “realizar una acción promotora del cambio social que implique la reforma de las estructuras socio-económicas que, de alguna manera, se opongan al desarrollo integral del hombre”; que los diferentes órganos de Cáritas pueden y deben en ocasiones hacer declaraciones públicas sobre cuestiones relativas a sus objetivos específicos” que, como promotora de la comunicación cristiana de bienes: “Debe estudiar y colaborar en la aplicación de la misma a nuestro país para que esta se extienda a los siguientes bienes: vida, libertad, conciencia religiosa y derechos políticos, económicos y sociales”.

Desde estas indicaciones la labor de Cáritas en este periodo de tiempo se centra en tres objetivos:

a) Desarrollo institucional: forma parte del Consejo Pontificio “Cor unum”.

68 Cf. Ibid., 185-122; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 81-99. 69 FOESSA: Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada.

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b) Desarrollo comunitario, abierto a expresiones y formas de solidaridad más allá de las estrictamente parroquiales.

c) Acción social directa: atendiendo a las nuevas formas de pobreza y grupos desfavorecidos, como son los ancianos, gitanos, inmigrantes, disminuidos físicos y psíquicos, alcohólicos, drogadictos, etc.

Esta acción crea servicios sociales: guarderías, escuelas, comedores, servicios comunitarios, colonias de vacaciones; y actividades de información, orientación, coordinación, gestión y asesoramiento de cooperativas, construcción de viviendas, etc.

A partir de 1980, Cáritas define el paro laboral como su programa preferente y crea asesorías socio-laborales, cursos de formación profesional y cooperativas, crea bolsas de trabajo, se potencian cursos de desarrollo cooperativo y rural, encuentros para analizar esta situación y muchas iniciativas más para reducir este problema creado en parte por la llamada “reconversión industrial”.

Partimos desde aquí en el análisis del siguiente periodo de tiempo: 1982-200070, que podemos denominar genéricamente como de “cambio social” derivado de un “cambio político” en el que se pasa en España del hambre y otras carencias vitales al consumismo en muy pocas décadas.

Se produjeron ráfagas de enriquecimiento rápido para algunos, en el denominado “boom del desarrollo”, con una voraz especulación del suelo que siguió con la urbanización salvaje; todo ello en el marco de un feroz capitalismo.

Se originaron grandes desigualdades sociales: de rentas, fiscal, ocupacional, social.

Ante todo esto, Cáritas trató de conocer cuántos son los pobres en números absolutos y de forma proporcional, tanto en el mundo suburbano como en las deprimidas zonas rurales, a partir de una serie de “indicadores” para poder elaborar los planteamientos básicos de acción social que intentaran paliar e incluso erradicar la pobreza.

Como podemos comprobar, estamos hablando de realizar un análisis de la realidad, metodológica que de una u otra manera siempre ha acompañado el hacer de Cáritas71 y que desde estos años hasta la actualidad ya no sólo

70 Cf. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 231-268; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 103-118. 71 Cf. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 253-254.

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nunca la abandonará, sino que se manifiesta como fundamental e imprescindible.

En 1988, la Institución cifra en ocho millones el número de pobres en España; identificando además los diversos sectores sociales que padecían diferentes grados de carencias que les llevaba a una clara segregación social: ancianos, minusválidos, transeúntes, alcohólicos; que formaron auténticos grupos marginados que se caracterizaban por su bajísimo nivel de instrucción, y renta per cápita muy inferior a la media nacional. Forman las famosas bolsas de pobreza en muchos barrios de las ciudades donde se concentran el paro, la mendicidad la delincuencia, las viviendas de ínfima calidad, mínimos equipamientos sociales, etc.; y que son en la práctica el reverso de aquellas otras zonas dominadas por la opulencia, el lujo y la riqueza.

Es necesario aquí, reconocer que antes de iniciase en España el “avance desarrollista” en estos años, había más pobreza y menor bienestar; pero no se daba ni se esperaba, porque no era conocido, el fenómeno típico del desarrollo capitalista que aumenta de forma evidente la brecha entre ricos y pobres.

La respuesta de Cáritas en este tiempo se lleva a cabo mediante sus programas de Acción Social centrados prioritariamente en la atención, estudio y compromiso con las situaciones de paro, con la juventud marginada, y con la animación y trabajo comunitario a nivel urbano y rural.

Se opta igualmente por la infancia marginada, los transeúntes y como no, los inmigrantes; así como por otras formas de exclusión que no desaparecen ni disminuyen: alcohólicos, gitanos, drogadictos, ancianos con mínimos recursos y sin apoyo social o familiar, presos.

El último periodo de tiempo que vamos a analizar es el principio del nuevo siglo que ve la luz (2000-2013).

Se caracteriza por una nueva compresión de la pobreza72: en los años setenta y ochenta, se pensaba que la pobreza era una realidad residual que desaparecería con el progreso y el crecimiento económico. Sin embargo, la aparición de cambios importantes en el mercado de trabajo, la generalización de los avances tecnológicos y, en definitiva, las exigencias del crecimiento económico, han hecho aparecer nuevas formas de pobreza y han ido imponiendo la idea de que la pobreza y los mecanismos que la producen tienen un “carácter estructural”.

72 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas97, 9-11.

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España, en su proceso de modernización e integración en la economía mundial, está transformando radicalmente sus estructuras fundamentales, lo que está produciendo la aparición de nuevas situaciones de pobreza y exclusión social.

El crecimiento económico y la acumulación de capital son los principales criterios que sustentan las decisiones económico-sociales y políticas73.

La introducción de nuevas tecnologías en los procesos productivos ha reducido las necesidades de mano de obra y provocan un aumento de paro de carácter estructural y una gran precariedad en el empleo, donde el principio de competitividad impera de una manera decisiva. La lógica del crecimiento se impone sobre las personas y los grupos sociales.

En este tipo de sociedad, el éxito se mide por la capacidad de consumo y el trabajo se siente como una necesidad para garantizar los niveles de vida que se consideran “apropiados”.

En esta situación, la falta de empleo provoca o acentúa la competitividad y el individualismo como parámetros de los valores sociales, culturales. Y estos planteamientos vitales y existenciales acaban vertebrando las identidades y comportamientos de las personas, las tendencias culturales, las opciones políticas y los modelos sociales74.

Estamos ante un modelo de sociedad neoliberal, en el que priman el “tener” sobre el “ser”, donde se potencia y valora la competitividad en lugar de la cooperación, la fuerza en lugar de la solidaridad y la xenofobia y la exclusión en lugar de la acogida y la ayuda.

Encontramos pues, la raíz última de la pobreza, en la misma entraña del sistema socioeconómico.

Durante todos estos años y hasta el comienzo de la actual crisis económica que azota nuestro país, los diferentes estudios sobre la pobreza coincidían en señalar una considerable disminución de la pobreza severa, a costa del aumento del número de personas que se encuentran en situación de precariedad y vulnerabilidad social.

¿Cuál es el perfil de la pobreza en España hasta la irrupción de la actual crisis?: la pobreza severa afecta más a los jóvenes (juvenización de la pobreza) y está en alta correlación con situaciones de separación y viudedad

73 Cf. Ibid., 17. 74 Cf. Ibid., 18.

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afectando más a las mujeres (feminización de la pobreza). Por otra parte, existen pensionistas y trabajadores cuyas rentas les sitúan por debajo del umbral de la pobreza; por ello, podemos afirmar que la pobreza no sólo está relacionada con el paro, aunque hay que reconocer que es un factor de capital importancia en la génesis de la misma. Por último, hay una clara correlación entre baja formación y pobreza; y mundo rural y exclusión75.

Para abordar esta situación tan compleja a partir del año 2001 se desarrolló en Cáritas un proceso participativo que culminó con la aprobación de un “plan estratégico” para el periodo de tiempo 2003-200976 y se ha continuado con un segundo plan para los años 2010-201377.

En ambos planes, partiendo de la identidad y el análisis de la sociedad y desde la visión de que mundo se quiere, se especifica la misión institucional en uno ejes de la acción que son cinco78:

a) Los últimos y no atendidos como destinatarios preferenciales de la acción de Cáritas.

b) La comunidad cristiana en la que Cáritas debe ayudar a mantener vivo y permanente el compromiso personal y comunitario con los empobrecidos como contribución a la realización de la misión de la Iglesia.

c) La sociedad, promoviendo en ella cambios tanto en el comportamiento y las actitudes de las personas como en las estructuras sociales.

d) Las personas, voluntarios y contratados de Cáritas que también deben ser objeto de su atención.

e) La Organización y gestión confederal como ámbitos de coordinación y colaboración.

Cada eje se subdivide en acciones concretas y ésta a su vez en objetivos estratégicos79.

75 Cf. Ibid., 20-21. 76 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan2009. 77 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA5. 78 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA5, 28. 79 Se haría aquí, muy prolijo entrar a detallar cada una de las acciones y objetivos estratégicos, además de que una descripción tal no se ajusta totalmente al objetivo de nuestra trabajo y desborda su marco conceptual. Para una profundización en este tema acudir a: CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA5 y CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan2009.

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Desde estos planes estratégicos, Cáritas establece un específico Marco de Intervención Social80 y un no menos específico y muy novedoso marco de intervención con personas en grave situación de exclusión social81 que se centra “en las potencialidades de las personas y no en sus problemas”82. El hecho de que Cáritas se plantee una intervención basada, en un proceso de desarrollo personal y comunitario, sitúa a la Institución en un momento tan crucial como el que supuso el paso de una Cáritas asistencial a promocional83.

Como bien hemos venido diciendo, Cáritas ayuda a las personas en sus necesidades a través del desarrollo personal, pero también contribuye a la transformación social mediante propuestas sobre políticas sociales y así lo hizo en 1997, con el horizonte puesto en la siguiente década.

Las propuestas concretas son hechas ante los diversos factores que intervienen en la exclusión social: sobre las políticas de protección social (garantías de rentas)84; en torno al empleo85; sobre la cultura86; sobre la educación87; sobre la vivienda88; sobre la salud89; sobre la actuación de los Servicios Sociales90.

Por último, mención especial merece por su importancia, gravedad y actualidad, un comentario sobre la crisis que estamos padeciendo y la actuación de la Institución.

Decíamos antes que se habían reducido los niveles de pobreza severa y había un claro aumento de personas en situación de precariedad social. Este fenómeno era coyuntural debido a la incidencia de tres actuaciones referidas a la protección social: la mejora de las pensiones, la extensión de la subsidiación por desempleo y la generalización de los salarios sociales.

Ahora bien, cuando esta protección social ha disminuido con ocasión de la crisis unida a la mayor carestía de la vida y el aumento del paro; todas las

80 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS. 81 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2. 82 CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 10. 83 Cf. Ibid., 10. 84 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas97, 43-52. 85 Cf. Ibid., 53-57. 86 Cf. Ibid., 58-63. 87 Cf. Ibid., 64-67. 88 Cf. Ibid., 68-73. 89 Cf. Ibid., 74-78. 90 Cf. Ibid., 79-81.

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personas que estaban en situación de vulnerabilidad social han pasado a ostentar la categoría de pobres ya sea en nivel moderado o severo.

Como venimos diciendo, Cáritas aborda la crisis desde el plan estratégico aprobado, y con un claro modelo de intervención social. No obstante las políticas sociales que había propuesto en el año 1997 aunque algunas son de gran actualidad, otras quedan lógicamente si no desfasadas sí necesitadas de un nuevo enfoque o propuesta.

Por ello, y a la vista de lo analizado, es de gran importancia plantear unas políticas sociales adecuadas para abordar la solución de la actual crisis.

En el año 2010, Cáritas propone para España pero dentro del marco Europeo unas políticas que se prologuen hasta el año 2020, y que se basan en cuatro objetivos bien concretos:

a) Medidas para erradicar las manifestaciones más graves e injustas de la pobreza y exclusión social91.

b) Acciones para frenar las causas y círculos generadores de vulnerabilidad92

c) Actuaciones para fomentar los procesos de integración y convivencia93.

d) De forma transversal a todas las propuestas contenidas en el documento, desarrollar y mejorar la gobernanza de las políticas sociales94.

No obstante la evolución de la actual situación social obligó Cáritas a elaborar con ocasión de las elecciones generales unas propuestas más amplias y concretas, ya que como dice S. Mora en la presentación del documento: “La actual situación social exige respuestas valientes, generosas e imaginativas. Y creemos que es hora de establecer un nuevo orden de prioridades por parte del conjunto de los poderes públicos que permita abordar, con auténtica visión de futuro y de manera sólida, la solución de las asignaturas todavía pendientes en la estructura económica y social del Estado, que han impedido de forma recurrente en las tres últimas décadas el acceso a unas mínimas condiciones de bienestar y de dignidad de una parte

91 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas2010, 10-11. 92 Cf. Ibid.,11-13. 93 Cf. Ibid.,13-14. 94 Cf. Ibid.,14.

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importante de ciudadanos y ciudadanas que siguen viviendo por debajo del umbral de la pobreza”95

Las citadas propuestas se realizan sobre:

a) La protección social y los servicios sociales96. b) El acceso a una vivienda digna97.

c) El empleo98 d) La migración99

e) La cooperación para el desarrollo100 f) La financiación y el fortalecimiento del Tercer Sector101.

Toda esta “crónica apresurada”, que como tal, puede presentar olvidos y errores, ha pretendido hacer visible de una manera muy sintética más de cincuenta años de lucha contra la pobreza de Cáritas. En ella y por señalar el binomio problema-solución, puede aparentar un exceso de activismo y sembrar la duda sobre si ha faltado en Cáritas la reflexión teológica y eclesial que sustentara convenientemente su manera de “hacer”.

Esta visión sería no solamente falsa, sino injusta: Cáritas en su andadura siempre ha estado atenta y acompañada por el Magisterio eclesial, ya fuera cuando éste se refiere al ejercicio de la caridad en general –y por tanto le afecta consecuentemente– o bien, cuando alude específicamente a la labor o identidad de la propia Cáritas; aspecto éste, que vamos a desarrollar en los dos próximos apartados.

En relación a la reflexión teológica, es de destacar el excelente servicio que ha ofrecido la revista Corintios XIII, sobre teología y pastoral de la caridad, y que edita la propia Cáritas; así como los congresos con carácter nacional e internacional que sobre la misma temática impulsa y organiza cada dos años la Institución: “Jornadas de Teología sobre la Caridad” y “Congreso Hispano-Latinoamericano de Teología de la Caridad”.

95 CÁRITAS ESPAÑOLA, Crisis, 2. 96 Cf. Ibid., 9-14. 97 Cf. Ibid., 15-20. 98 Cf. Ibid., 21-29. 99 Cf. Ibid., 30-40. 100 Cf. Ibid., 41-46. 101 Cf. Ibid., 47-50.

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3.2. Caritas en los documentos de la Conferencia Episcopal Española102

Tres son los documentos de mayor valor e importancia sobre la acción caritativa-social de la Iglesia103.

Dos de ellos se gestaron prácticamente en la misma época y en el contexto de un amplio proyecto que se propuso la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española, que pretendía promover la pastoral de la caridad en general y más en concreto la diaconía de la caridad con todas sus exigencias; es decir, que trataba de la animación y renovación de la caridad en la Iglesia de España104.

En el documento CVI se propone “potenciar y animar la Cáritas como organismo oficial de la Iglesia para la acción caritativa y social, en sus diversos niveles: parroquial, diocesano, regional y nacional”105 y exhorta a la consolidación de la Cáritas Diocesana, como tarea permanente, haciendo notar que debe ser “lugar de encuentro de la comunidad cristiana para un mejor servicio a los pobres”106.

El mismo documento, al hablar de coordinación de las instituciones eclesiales dedicadas al ejercicio de la caridad, recomienda la creación de un organismo presidido y animado por el obispo, en el que se le de “a Cáritas 102 Lo primero que queremos aclarar, es el alcance de este apartado, y delimitarlo bien: siendo Cáritas la diaconía de la Iglesia hacia los más necesitados y empobrecidos de la sociedad, todo aquello en lo que el Magisterio se refiere al ejercicio de la caridad eclesial, le afecta y alude a ella. No es este el objeto de nuestro apartado, ya que desborda las pretensiones del mismo; es más, podría ser la materia de otro trabajo. Aquí destacaremos únicamente aquellos textos en los que se “nombra específicamente a la Institución”. Somos conscientes, así mismo, que estas indicaciones pueden no ser tan ricas como otras que hablan del servicio caritativo-social sin referirse expresamente o nombrar a “Cáritas”, pero nos parece que en el contexto que nos movemos es más adecuado tratarlo así, en este momento; dejando el resto de apreciaciones para el discurso y la reflexión a lo largo de nuestro trabajo. 103 CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La caridad en la vida de la Iglesia. Propuestas para la acción pastoral aprobadas por la LX Asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española (Madrid 1993). Este documento se citará como CVI; COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL, La Iglesia y los pobres (Madrid 1994). Este documento se citará como IP. La Comisión Episcopal de Pastoral Social se citará como CEPS. Por último CCA. 104 Para profundizar sobre este asunto acudir a: F. FUENTES, Un relato sobre la pastoral de la caridad a partir de los documentos “La Iglesia y los pobres” y “La caridad en la vida de la Iglesia”, en: Cor XIII 143 (2012) 108-123 y A. CESTER, Introducción: El documento “La Iglesia y los pobres”, en Cor XIII 143 (2012) 10-15. 105 CVI Propuesta II.1. 106 CVI Propuesta II.1.c.

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la relevancia que le corresponde”107. Aquí se contempla la posibilidad de que la coordinación del servicio caritativo-social eclesial lo realice un organismo distinto a Caritas, pero reconoce la importancia que para el mismo tiene esta institución.

Así mismo, el documento pone de manifiesto la presidencia y animación de la Cáritas Diocesana por el obispo como presidente que es de toda la caridad de la Iglesia local108 y tratando de la calidad de la acción caritativa-social manifiesta sin ningún tipo de dudas que “Cáritas, en sus diversos niveles, deberá revisar continuamente sus actitudes, actividades y formas organizativas”109.

Por último, hace una referencia clara y precisa al tema de la formación de sus agentes y del voluntariado eclesial comprometido en el ejercicio de la caridad, resaltando la importancia de la misma: “Las instituciones de acción caritativo social, y particularmente Cáritas, pondrán especial atención en la formación teórico práctica y en el acompañamiento de sus miembros y colaboradores”110, y sigue: “Las instituciones caritativo sociales, y en particular Cáritas, promoverán las escuelas de formación del voluntariado”111.

El documento IP, sólo nombra a Cáritas, como ejemplo, cuando hace referencia al gran esfuerzo que realiza la comunidad cristiana112, aunque todo el contenido del mismo le afecta esencialmente.

En el documento CCA, la referencia que hacen de la Institución está centrada en su “eclesialidad”: “Cáritas Española ocupa un lugar destacado por su carácter expresamente eclesial y jerárquico. Instituida por la Conferencia Episcopal, es la Confederación de las Cáritas Diocesanas de la Iglesia Católica en España” (CCA 19).

Posteriormente, recalca que el obispo es el presidente nato de la Cáritas Diocesana113, y que desde ella ejerce su labor pastoral fomentando la comunicación cristiana de bienes con los necesitados y promoviendo una

107 CVI Propuesta II.3.c. 108 Cf. CVI Propuesta II.1.c. 109 CVI Propuesta II.3.a. 110 CVI Propuesta III.2.a. 111 CVI Propuesta III.2.b. 112 Cf. IP, 87. 113 Cf. CCA, 23-24; 32.

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más honda vivencia de la comunión eclesial para un mejor servicio a los desvalidos114.

Seguidamente inciden en la relación que debe existir entre la Cáritas Diocesana y la Confederación Cáritas Española: “Cada diócesis es competente y responsable de configurar y gestionar su propia Cáritas” (CCA 24) y Cáritas Española estará al servicio de las Cáritas Diocesanas como elemento de comunión y de apertura universal, que debe caracterizar la acción caritativa y social de la Iglesia115.

Por último, hace dos indicaciones bien precisas: Cáritas no es ni debe ser, la única forma institucionalizada en la diócesis para el ejercicio de la caridad; y la acción diaconal de Cáritas debe estar inserta en la totalidad de la misión evangelizadora de la Iglesia116.

En lo referente a otros documentos, en alguno resaltan el prestigio social del que goza Cáritas y su valía como instrumento eficaz eclesial de ayuda a los necesitados117 y en otros en los que se refieren a una atención en un colectivo específico sumido en la exclusión, destacan la labor histórica y actual que ha llevado a cabo Cáritas en sus distintos niveles para paliar su marginación118.

Por último, existen otros tipos de documentos, los comunicados de la Comisión Episcopal de Pastoral Social en el día de la Caridad en la festividad de Corpus Christi; donde aparece frecuentemente la referencia explícita a Cáritas.

En muchos de ellos, se señala como objetivo lo que la Institución tiene establecido en su campaña anual119.

114 Cf. Ibid., 23. 115 Cf. Ibid., 24. 116 Cf. Ibid., 24. 117 Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, “Para que tengan vida en abundancia” (Jn 10,10). Exhortación con motivo del 40 aniversario de la Encíclica Populorum Progressio de Pablo VI y en el 20 aniversario de la Encíclica Sollicitudo Rei Socialis de Juan Pablo II (Madrid 2007) nº 8. Este documento se citara como PTVA. Y también CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Una Iglesia esperanzada. Plan Pastoral (2002-2005) (Madrid 2002) nº 55. Este documento se citará como Plan. 118 Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, “La Iglesia de España y los gitanos”. En el V aniversario de la beatificación de Ceferino Giménez Malla (Madrid 2002) nº 47. Este documento se citará como Gitanos. 119 Cf. CEPS, Comunicado en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi (Madrid 2002). Este documento se citará como MCC02; CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi (Madrid 2003). Este documento se citará como MCC03; CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi: Al encuentro de

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Por otra parte, destacan los siguientes aspectos:

Ponen de relieve la gran cantidad de colaboradores voluntarios que tiene Cáritas, en torno a los 50.000. Da las gracias a los trabajadores y todos los que colaboran con ella, y señala que mientras haya un pobre, o alguien que sufra, su tarea no habrá terminado120.

También se hace un llamamiento a los fieles a que se incorporen a la tarea de Cáritas ya sea a nivel parroquial o diocesano121.

En el año 2006, el Mensaje122 hace hincapié en dos aspectos importantes de Cáritas: el primero señala que una de las misiones fundamentales de esta institución es animar las comunidades eclesiales para que irradien el amor del Dios de Jesucristo por los últimos de nuestra sociedad.

El segundo, manifiesta que Cáritas es el cauce para que la comunidad cristiana, de forma orgánica y sistemática, desarrolle su ser ministerial o diaconal.

Por último, y ya en plena crisis económica y social de nuestro país, la CEPS, destaca que gracias a los informes que proporciona Cáritas, se conoce el verdadero alcance de la misma y que su labor es signo de esperanza para tanta persona que sufre123.

En síntesis, podemos afirmar que en los documentos de los obispos se hace especial referencia a que Cáritas es el organismo oficial de la Iglesia Católica, presidido y animado por el obispo para la acción caritativa y social, que debe llevar a cabo la comunidad cristiana, siendo su lugar el encuentro “natural” para tal fin. Reconocen, así mismo el prestigio social de los últimos (Madrid 2004). Este documento se citará como MCC04; CEPS; Mensaje en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi: La Eucaristía camino de integración fraterna (Madrid 2005). Este documento se citará como MCC05; CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi: Caridad y educación integral (Madrid 2007). Este documento se citará como MCC07; CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi: La Eucaristía, esperanza para el pobre (Madrid 2008). Este documento se citará como MCC08; CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi: He visto la aflicción de mi pueblo he escuchado su clamor (Madrid 2009). Este documento se citará como MCC09; CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi: Busquemos el bien de todos (Madrid 2012). Este documento se citará como MCC12. 120 Cf. CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi (Madrid 2000). Este documento se citará como MCC00. 121 Cf. MCC02; MCC07. 122 Cf. CEPS, Mensaje en el día de la Caridad en la festividad de Corpus Christi: Eucaristía, misión, servicio (Madrid 2006). Este documento se citará como MCC06. 123 Cf. MCC08; MCC09; MCC12.

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esta institución eclesial y manifiestan que ni es, ni debe ser, la única organización eclesial de ayuda a los empobrecidos.

3.3. Cáritas en el Magisterio Pontificio124 3.3.1. Carta encíclica Deus caritas est.

El documento nombra propiamente a Cáritas125 cuando trata del perfil específico de la actividad caritativa de la Iglesia; y manifiesta que ella debe en los diferentes niveles de actuación: diocesano, nacional e internacional, hacer lo posible para atender las necesidades inmediatas de los que sufren hambre, prisión, etc.; mediante los medios humanos y materiales que sean necesarios.

A continuación, se refiere a los usuarios de Cáritas, que no sólo necesitan que se aborde su problema desde un ámbito profesional sino que necesitan también sentirse amados; por ello, y ya refiriéndose a los agentes de Cáritas, éstos no sólo deben prepararse técnicamente, sino que se les ha de facilitar y guiar hacia un encuentro con Dios en Cristo que suscite en ellos el amor, para que desde este “encuentro” y como consecuencia de él, se sientan impulsados a transmitir ese amor a los desfavorecidos.

3.3.2. Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis126 El documento nombra a Cáritas cuando relaciona la Eucaristía y la

pobreza de las personas127 y manifiesta que Cáritas en sus diversos ámbitos desarrolla un gran servicio ayudando a las personas necesitadas. Y se añade que, inspirándose en la Eucaristía, que es el sacramento de la caridad, se convierte en su expresión concreta; por ello merece todo reconocimiento y estimulo por su compromiso solidario en el mundo.

124 En lo que se refiere al alcance de este apartado, nos acogemos a los mismos criterios que en el apartado anterior: ver nota 102, recogiendo aquellos párrafos y textos en los que se nombra específicamente a Cáritas. Un análisis que no tenga en cuenta esta apreciación desborda el marco de nuestro trabajo. 125 Cf. DCE 31. 126 BENEDICTO XVI, Sacramentum caritatis. Exhortación Apostólica sobre el sacramento de la caridad (Roma 2007). Este documento se citara como Sc. 127 Cf. Sc 90.

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3.3.3. Juan Pablo II a Cáritas Española128

Este documento es un mensaje de S.S. Juan Pablo II a la Cáritas Española con motivo de la celebración de su cincuenta aniversario.

El Papa recuerda que Cáritas nació ante la urgente necesidad de “organizar la caridad”129, y que, a lo largo de su historia, se ha revelado como un instrumento válido de la Iglesia Católica para promover el Evangelio de la caridad y mostrar el rostro de Dios y el amor por los empobrecidos130.

Y sigue diciendo: en sus actuaciones, que se extienden a numerosos ámbitos de la exclusión, Cáritas ha puesto en el centro a la persona con su dignidad inalienable, pretendiendo que la ayuda prestada en modo alguno signifique humillación para nadie y que el marginado sea protagonista de su propia inclusión social131.

El documento, destaca que el ejercicio de la caridad beneficia tanto a quien la recibe como a quien la ofrece, y que estos últimos son verdaderos apóstoles del Evangelio y discípulos privilegiados del Maestro, de ahí, la importancia capital de su formación espiritual132.

Por último, es preciso señalar, la importancia que el Santo Padre da a la lectura creyente de la realidad social y la caridad política: Cáritas Española “con los estudios sociales de la Fundación FOESSA, ha contribuido poderosamente a poner de manifiesto los problemas de una sociedad en desarrollo, sensibilizando así la conciencia de los cristianos ante situaciones de necesidad a veces larvadas, analizando las causas que producen la pobreza e influyendo positivamente en la adopción de políticas sociales más beneficiosas para los menos favorecidos de la sociedad”133.

128 JUAN PABLO II, Mensaje con motivo del 50 aniversario de Cáritas Española. “Manifestar el amor de Cristo por los necesitados” (Castelgandolfo 1997). Este documento se citará como MJPII. Este mensaje se puede consultar en: Revista Cáritas 378 (1997) 8. 129 Cf. Ibid., 2 y 5. 130 Cf. Ibid., 1 y 3. 131 Cf. Ibid., 3. 132 Cf. Ibid., 4. 133 Ibid., 3.

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3.3.4. El servicio de la caridad134

En este documento se hace referencia a Cáritas en dos momentos: en primer lugar se señala que es una institución promovida por la jerarquía eclesiástica que se ha ganado el aprecio y confianza, de los creyentes y no creyentes, por su manera eficaz de responder ante las necesidades de las personas y por su coherente testimonio de fe135.

En segundo lugar, manifiesta claramente que el obispo debe favorecer la creación en cada parroquia de su diócesis, una Cáritas que sea la animadora del ejercicio de la caridad de todo la comunidad136; si bien, en la misma, pueden coexistir y desarrollarse otras iniciativas de caridad137.

3.3.5. Caritas internationalis A Caritas internationalis se le concede personalidad jurídica canónica

pública confirmando sus Estatutos y Reglamento en el año dos mil cuatro138 a pesar de que ya es fundada en el año 1951 por el Papa Pío XII, como organismo de la Iglesia universal para que “reuniera las organizaciones caritativas nacionales autorizadas por los respectivos Episcopados, para favorecer su conocimiento recíproco, su coordinación y colaboración en la realización de la actividad caritativa y social en las diversas partes del mundo”139.

Se creó con trece organizaciones y ya en 1967, el Papa Pablo VI pudo testimoniar que “Caritas internationalis actúa en todas partes”140. En la actualidad la componen 165 miembros; y se configura como una Confederación de organismos caritativos, por lo general Cáritas Nacionales, para favorecer en su seno la colaboración de las mismas, desarrollando tareas de animación, coordinación y representación. Por eso Caritas internationalis está unida, por su origen y naturaleza, con un vínculo muy estrecho, al sucesor de Pedro, que preside la caridad universal. 134 MPSC. 135 Cf. MPSC Proemio. 136 Cf. MPSC Art. 9.1. 137 Cf. MPSC Art. 9.2. 138 Cf. JUAN PABLO II, Durante la última cena. Carta para la concesión de la personalidad jurídica canónica pública a “Caritas internationalis” (Castelgandolfo 2004) nº 3. Este documento se citará como CIUC. 139 CIUC 1; Cf. JUAN XXIII, Discurso a los delegados de la “Caritas internationalis” (Castelgandolfo 1960). Este documento se citará como CIA60. 140 PABLO VI, Populorum progressio. Carta encíclica sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos (Roma 1967) nº 46. Este documento se citará como PP.

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¿Qué nos dice el Magisterio, de Cáritas, en el ámbito de Caritas internationalis?141

Como es fácil de suponer, estos textos son ordinariamente y en su mayor parte, de carácter parenético: en ellos el Papa felicita a los miembros de Cáritas por la labor que realizan y les exhorta y anima a proseguir con entusiasmo en el ejercicio de la caridad. Sin embargo, en ellos aparece también –aunque sea de manera desperdigada– elementos esenciales relativos a su estructura y organización, a sus objetivos, a su campo de acción, etc.; elementos todos ellos que interesa recoger y que presentaremos a continuación.

a) En primer lugar se hace referencia al nombre de Cáritas y la connotación negativa que, en algunos ambientes lleva esa palabra.

El Magisterio es claro al respecto: el título que define e inspira la acción de “Cáritas” es el mismo con el que el Señor se identifica, Dios es amor142. Cáritas en su nombre lleva un ideal y un estímulo para su actividad. Es más significa que “la caridad de Cristo nos apremia” (2Cor 5,14) y los diferentes Pontífices exhortan a no cambiar la denominación de la Institución143.

En los años siguientes es un tema recurrente: el nombre de Cáritas es asociado a la ayuda llevada a cabo en todo tipo de pobrezas y con grupos sociales desfavorecidos144; el Papa Juan Pablo II zanja la cuestión: “El hermoso nombre que lleváis y que es palabra clave del Evangelio significa que estáis ordenados a la “caridad”. No permitáis que la palabra caridad y su realidad se devalúen. No es meramente el fruto de una piedad sentimental y pasajera. La palabra Cáritas muestra que toda la tarea de sus agentes

141 Nuestro trabajo se circunscribe a la acción de Cáritas en el territorio español, ya sea a nivel nacional, diocesano o parroquial; tal como señalamos en la introducción de este estudio. Por ello, no vamos a considerar aquellas cuestiones que el Magisterio expone e indica sobre Caritas internationalis, sino aquello que se especifica sobre Cáritas en sus diferentes ámbitos y con los mismos criterios que hemos expuesto en las notas 102 y 124. Los documentos que vamos a consultar son los discursos que los diferentes Papas dirigen a los miembros del Comité Ejecutivo o de la Asamblea de Caritas internationalis. Su localización es sumamente fácil acudiendo a http://www.vatican.va. Una vez en la página web de la Santa Sede se dirige uno al Santo Padre autor del documento y en el apartado de discursos se busca por la fecha de realización del mismo. 142 Cf. PAUL VI, Discours au terme de la VIII Assemblée générale de la “Caritas internationalis” (El Vaticano 1969). Este documento se citará como CIA69. 143 Cf. PAUL VI, Discours au Comité Exécutif de la “Caritas internationalis” (El Vaticano 1972). Este documento se citará como CIE72. 144 Cf. PAUL VI, Discours aux participants a la X Assemblée générale de la “Caritas internationalis” (El Vaticano 1975). Este documento se citará como CIA75.

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consiste en vivir en la caridad, en dar testimonio de ella, en ponerla en “acción” de forma concreta y con otros”145.

b) Desde hace más de cien años, se constata que han proliferado organizaciones con el nombre de Cáritas a nivel parroquial, diocesano y nacional, con el objetivo de asistir a cuantos se encontraban en estado de necesidad146.

Pero estas Cáritas han nacido y crecido en colaboración con los obispos para actuar y testimoniar el amor de Cristo en cada Iglesia particular147.

El obispo, a nivel diocesano, es el coordinador del ejercicio de la caridad y las Cáritas participan y colaboran con él para recordar el puesto primordial de la caridad en la misión de la Iglesia. A nivel nacional la responsabilidad de la pastoral social recae en las Conferencias Episcopales de cada país148.

Todo esto conlleva que “a diferencia de tantas instituciones y asociaciones eclesiales dedicadas a la caridad, las Cáritas tienen un rango distintivo: "Pese a la variedad de formas canónicas asumidas por las Cáritas nacionales, todas son una ayuda privilegiada para los obispos en su ejercicio de la caridad. Esto comporta una especial responsabilidad eclesial: la de dejarse guiar por los Pastores de la Iglesia”149. Cáritas realiza un papel de primera importancia en la Iglesia de nuestros días siendo “el instrumento privilegiado de la caridad de la Iglesia”150.

145 JUAN PABLO II, Discurso a los participantes en la XI Asamblea general de “Caritas internationalis” (El Vaticano 1979). Este documento se citará como CIA79. 146 Cf. CIUC 1; CIA 79; BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la XVIII Asamblea general de ¨Caritas internationalis” (El Vaticano 2007). Este documento se citará como CIA07. 147 Cf. CIA75. 148 Cf. JEAN PAUL II, Discours aux délégués de l´Assemblée générale de la “Caritas internationalis” (El Vaticano 1983). Este documento se citará como CIA83; JEAN PAUL II, Discours aux participants à l´Assembleé générale de la “Caritas internationalis” (El Vaticano 1987). Este documento se citará como CIA87; JEAN PAUL II, Discours aux participants a la XIV Assemblée générale de la “Caritas internationalis” (El Vaticano 1991) nº 3. Este documento se citará como CIA91. 149 BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la Asamblea general de Caritas internationalis en el 60º de su fundación (El Vaticano 2011). Este documento se citará como CIA11. 150 CIA69.

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c) Cáritas es como un árbol bien estructurado de ramificaciones múltiples: las Cáritas Parroquiales confluyen en las Diocesanas y estas se coordinan en un país o nación151.

Las Cáritas Diocesanas y Nacionales son autónomas y diferentes y hacen según sus posibilidades152, ahora bien, su estructura presenta la ventaja de permitir intercambios y ayudas entre ellas153. Esto, no obstante es insuficiente en orden al llamamiento a realizar la caridad universal ya que las Cáritas Nacionales deben unirse en la Caritas internationalis154.

d) Para la Iglesia, es una prioridad y urgencia el ejercicio de la caridad, Cáritas debe involucrarse de una manera total en esta actividad traduciendo en actos y realizaciones concretas en los diversos países las exigencias de ayudas y asistencia solidaria para con los pobres155. Ahora bien, debe ser una labor que tenga en cuenta no sólo el asistencialismo sino también la promoción de la persona y el desarrollo integral de los desfavorecidos, sin separar caridad y justicia social156.

Esta acción de Cáritas debe alcanzar a la persona de una manera integral: debe atender el aspecto material y espiritual del empobrecido157.

e) Estos textos, hacen una referencia clara a la motivación y fundamento de la acción de Cáritas: Cristo es la fuente de la caridad para Caritas, en su acción se ven los frutos del amor de Cristo158. Se trata pues, de que Cáritas sea cauce para que cada cristiano pueda amar a su prójimo con el amor de Dios que ha recibido159.

Por ello, la actuación y vida espiritual de los miembros de Cáritas deben poner de manifiesto que Dios es fuente de su compromiso, y la oración se

151 Cf. CIA87 4. 152 Cf. CIUC, 2; PAUL VI, Discours aux participants à la IX Assemblée générale de la “Caritas internationalis” (El Vaticano 1972). Este documento se citará como CIA72. 153 Cf. CIA83 5. 154 Cf. CIE72 y CIA72. 155 Cf. PAUL VI; Discours à la VII Assemblée générale de la “Caritas internationalis” (El Vaticano 1965). Este documento se citará como CIA65; CIA69. 156 Cf. CIA87 2. 157 Cf. JEAN PAUL II, Discours aux délégués de la “Caritas internationalis” (El Vaticano 1984). Este documento se citará como CIE84. 158 Cf. CIA07. 159 Cf. CIA75.

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convertirá en imprescindible para darles fuerzas a fin de que puedan realizar su misión160.

Las motivaciones teológicas y espirituales que orientan el “hacer” de Cáritas, distinguen a esta de otras organizaciones tipo ONG161.

f) No obstante, esta “espiritualización” de Cáritas no la exime de una necesaria buena organización y estructura de la misma que de soluciones no solo a las viejas pobrezas, sino también a las nuevas situaciones de exclusión social162.

Para ello, tendrá un especial cuidado en el aprovechamiento de los recursos económicos con los que cuenta163.

g) Ahora bien, si es importante una buena organización, mucho más es testimoniar y manifestar las motivaciones cristianas de la caridad164: todo acto de caridad debe inspirarse en la experiencia personal de fe que lleva al descubrimiento de que Dios es amor: “Quien trabaja para Cáritas está llamado a dar testimonio de ese amor ante el mundo. La caridad cristiana rebasa nuestra capacidad natural de amar: es una virtud teologal (…) Por tanto, exige que el bienhechor sitúe la ayuda humanitaria en el contexto de un testimonio personal de fe, que luego se convierte en parte del don ofrecido a los pobres. Solo cuando la actividad caritativa asume la forma de la entrega de sí de Cristo se convierte en un gesto verdaderamente digno de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios”165

Por tanto, los miembros de Cáritas deben de dar testimonio del amor de Dios a los pobres de una manera individual y comunitaria; del que no están dispensados de ninguna manera y que no pueden en absoluto monopolizar166.

Cáritas de esta manera participa de la evangelización que lleva a cabo la Iglesia y con sus acciones muestra el Reino de Dios167.

160 Cf. JUAN PABLO II, Mensaje a los participantes en la XVI Asamblea general de “Cáritas internationalis” (El Vaticano 1999) nº 4. Este documento se citará como CIA99. 161 Cf. JEAN PAUL II, Discours aux participants a la XV Assemblée générale de la “Caritas internationalis” (El Vaticano 1995) nº 3. Este documento se citará como CIA95. 162 Cf. CIA65; CIA99 1. 163 Cf. CIA65; CIA79. 164 Cf. CIA83 6. 165 CIA07. 166 Cf. CIA79; CIA11. 167 Cf, CIA99 2 y 4.

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Por todo esto, es una tarea fundamental de Cáritas reflexionar y profundizar permanentemente sobre su identidad, así como sobre los principios y valores que guían su acción; así como sobre su misión en el seno de la Iglesia168.

h) Dos tareas fundamentales señalan estos documentos a Cáritas:

En primer lugar la animación de la comunidad169; lo que conlleva a la vez dos tareas: una, la formación de los fieles en general para abrirles los ojos en su corresponsabilidad en el ejercicio de la caridad170 y la formación de sus agentes, tanto en el aspecto técnico, como en el espiritual y teológico, tratando de no perder este equilibrio para que los voluntarios y trabajadores de la Institución sean plenamente conscientes de ser discípulos y seguidores de Jesucristo, en su labor caritativa-social171.

En segundo lugar, Cáritas debe sensibilizar no sólo a los miembros de la propia comunidad eclesial, sino a todos los ciudadanos en la exigencia del amor y ayuda hacia los marginados, haciendo un llamamiento a la toma de responsabilidad social de todos, y suscitando una voluntad eficaz de ayudar y coordinar los esfuerzos tendentes a la inclusión social de los desfavorecidos172.

Si Cáritas debe abrirse a una cooperación sincera y plena con todos aquellos organismos, instituciones y personas –con el necesario discernimiento evangélico– que luchan contra la injusticia y pobreza; esta colaboración debe avanzar por los caminos del ecumenismo: se deben unir esfuerzos con cristianos de otras comunidades eclesiales. Este “hacer” conjunto se convierte en un espacio privilegiado de diálogo ecuménico173.

3.3.6. Pontificio Consejo “Cor unum” Pablo VI crea el Consejo Pontificio “Cor unum” con la carta-documento

A0 citando dos textos del Magisterio. Uno que recogía los deseos formulados por el Concilio Vaticano II: es deber de todo el Pueblo de Dios “socorrer en la medida de sus posibilidad las miserias de nuestro tiempo y de hacerlo, como era costumbre en la Iglesia antiguamente, no solo con los bienes superfluos, sino también con los necesarios (…). El modo de allegar 168 Cf. CIA99 2. 169 Cf. CIA91 2. 170 Cf. CIA87 5. 171 Cf. CIA91 4. 172 Cf. CIA83 3; CIA03 5; CIA79. 173 Cf. CIA91 4.

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y de distribuir los fondos recogidos sin necesidad de ser regulado de un manera rígida y uniforme, sin embargo, debe ser convenientemente encauzado a nivel diocesano, nacional y mundial”174.

El segundo texto habla de la sensibilidad que “es propia de la Iglesia, marcada por una voluntad desinteresada de servicio y por una atención a los más pobres”175.

Desde estos presupuestos funda e instituye dicho Consejo para la promoción humana y cristiana, teniendo como objetivos:

a) Coordinar las energías e iniciativas no solo de todas las instituciones católicas, sino de todo el Pueblo de Dios, mediante una adecuada cooperación para el desarrollo integral de las personas y pueblos sobre todo a los más necesitados.

b) En caso de “catástrofes” y desgracias imprevistas, será este Consejo en nombre de la Iglesia quien aportará una ayuda concorde, eficaz y puntual para paliar dichas situaciones.

c) Facilitar el entendimiento de las instituciones católicas con las instituciones públicas e internacionales que trabajan en el campo de la asistencia y el desarrollo.

d) Ayudar y ser instrumento del Romano Pontífice, cuando crea oportuno emprender obras especiales o iniciativas en el campo caritativo para que se ejecuten lo más rápidamente posible.

En lo que concierne a la relación que debe mantener con Caritas internationalis176 el Consejo Pontificio “Cor unum” debe seguir y acompañar la tarea de Cáritas tanto en el ámbito internacional como en sus organizaciones regionales. Para ello, debe ser informado sobre las iniciativas de la Confederación en los diversos niveles y tiene derecho a participar en las reuniones tanto de organización como de coordinación de actividades de la misma.

Así mismo, el Consejo Pontificio contribuirá a mantener vivo el espíritu eclesial en la Confederación y velará para que la actividad de los miembros de la misma, se realice en colaboración con las Iglesias locales involucradas y con sus pastores. 174 CONCILIO VATICANO II, Gaudium et spes. Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual (Roma 1965) nº 88. Este documento se citará como GS. 175 PABLO VI, Octogesima adveniens. Carta apostólica en el octogésimo aniversario de la encíclica. “Rerum novarum” (Roma 1971) nº 42. Este documento se citará como OA. 176 Cf. CIUC 4.

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Por último, Caritas internationalis deberá someter al Consejo Pontificio “Cor unum”, antes de su publicación, los textos de orientación que quiera emanar.

Recientemente se ha publicado un Decreto177 que desarrolla lo expuesto anteriormente.

¿Qué nos dice el Magisterio, de Cáritas, en el ámbito del Consejo Pontificio de “Cor unum”?178

Dos son los documentos en los que Benedicto XVI se refiere a “Cáritas” aunque puede entenderse esta como la Organización, o bien, como la actividad caritativa-social de la Iglesia.

En el primero, manifiesta que “la fuerza de Cáritas depende de la fuerza de la fe de todos los miembros y colaboradores179.

En el segundo, manifiesta claramente que Cáritas seguirá siendo siempre necesaria porque persisten situaciones de necesidad que requieren entrega personal y ayudas concretas180.

En las conclusiones del Congreso Mundial de la Caridad el Presidente de “Cor unum” se refiere a Cáritas para diferenciarla del ejercicio de la caridad: Cáritas “es solo una expresión de la caridad y no lo abarca del todo. 177 Cf. T. BERTONE, Decreto general sobre Caritas internationalis (El Vaticano 2012). Este documento se citará como DecCI. 178 Vamos a seguir los mismos criterios que los expuestos en las notas 102, 124 y 141. Los documentos que vamos a consultar son los discursos que los diferentes Papas dirigen a los participantes en las Asambleas plenarias del Consejo “Cor unum” o en sus diferentes congresos o actividades. Su localización es sumamente fácil: acudiendo a http://www.vatican.va. Una vez en la página web de la Santa Sede se dirige uno al Santo Padre autor del documento y en el apartado discursos se busca por la fecha de realización del mismo. También se puede acudir al apartado: “Curia romana”, después “Pontificios Consejos”, posteriormente: “Cor unum” y desde allí se debe ir a “Perfil” y a los siguientes apartados: XL Aniversario de Cor unum; Iniciativas, Asambleas plenarias; Iniciativas, Caritas internationalis; Actividades, acontecimientos especiales; Actividades, novedades; Actividades, mensajes del Papa; Actividades, Discursos-Homilías; Archivo histórico, fundaciones; Archivo histórico, iniciativas; Archivo histórico, publicaciones. Así mismo se pueden consultar los libros: CUCM06; Actas del Congreso Mundial de la Caridad (Roma 1999). Este congreso se citará como CUCM99; Ars Caritatis. XXX Aniversario de la fundación del Pontificio Consejo “Cor unum” 1971-2001 (El Vaticano 2001). Este trabajo se citará como CUAC. 179 BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en un congreso internacional organizado por el Consejo Pontificio “Cor unum” (El Vaticano 2006). Este documento se citará como CU06. 180 Cf. BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la 28 Asamblea plenaria del Consejo Pontificio “Cor unum” (El Vaticano 2009). Este documento se citará como CU09.

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La “Cáritas” es un instrumento a través del cual la Iglesia realiza su misión diaconal. Pero existe toda una serie de iniciativas de voluntariado y asociaciones (…) que se salen de la estructura ya afianzada de Cáritas. Esta vitalidad es un signo muy positivo y tiene que enseñarnos que los «sistemas de caridad» creados hasta el momento no agotan la riqueza de las instituciones”181.

Por último, en una crónica sobre la evolución de “Cor unum” en sus treinta años de existencia se nombra a Cáritas en diferentes momentos: se reconoce la insuficiencia de “Cor unum” en la coordinación de las ayudas en caso de emergencia en diferentes países. Por ello, desde 1975 esta labor la realiza Caritas internationalis a través de las Cáritas Nacionales que forman parte de la misma182.

Por otro lado, se dice que la actividad caritativa de la Iglesia encuentra expresión, en la Cáritas existente en diferentes niveles: local, diocesano, nacional e internacional; siendo un instrumento de la diaconía eclesial. Este carácter instrumental significa que Cáritas no es ni el origen ni el fin de la caridad183.

También hay que tener en cuenta, que si bien, es necesario y deseable que las Cáritas Nacionales se relacionen en la Caritas internationalis esto no debe suponer la dependencia ni comprometer la autonomía de ninguna de ellas. La inserción a nivel internacional debe favorecer la colaboración y comunión mutua184.

Es conveniente, así mismo, destacar que la acción de Cáritas no debe sustituir la labor de las demás instituciones públicas, ni pretender abarcar y solucionar todas las necesidades185.

Por último, se señala la positiva colaboración de Caritas internationalis con las Cáritas Nacionales de los países afectados por una catástrofe y con los que se mantienen proyectos de cooperación. La común estructura y pertenencia eclesial hacen más fácil la intercomunicación y el llevarlos a cabo186.

181 P.J. CORDES, Conclusiones, en: AA.VV., CUCM99, 249. 182 Cf. G. DAL TOSO, La evolución del Pontificio Consejo “Cor unum” en sus treinta años de existencia, en: AA.VV., CUAC, 121. 183 Cf. Ibid., 125. 184 Cf. Ibid., 126. 185 Cf. Ibid., 126. 186 Cf. Ibid., 127-128.

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3.3.7. Discursos a la Cáritas Italiana

Por último, presentamos aquí una serie de discursos que los Papas han realizado a una Cáritas Nacional, en este caso a la Italiana. Contiene elementos, que si bien se repiten; por el hecho de volver a insistir sobre ellos, demuestran la preocupación y el interés del Magisterio sobre los mismos.

a) Reafirman la eclesialidad de Cáritas187, su validez, necesidad y actualidad188 para atender las viejas y nuevas pobrezas con creatividad189.

b) Cáritas para dar una adecuada respuesta necesita una precisa organización, presencia en el territorio a nivel no sólo diocesano sino nacional y cuidado en la formación de sus agentes190.

c) Desde esa presencia en el Territorio, Cáritas debe escuchar los sufrimientos de las personas, indagar las causas de los mismos y buscar soluciones comunitarias desde el Evangelio. Estamos hablando de la metodología de la "Lectura Creyente de la Realidad"191.

d) En todos los discursos se insiste en la función pedagógica de Cáritas consistente en sensibilizar a toda la comunidad cristiana en el sentido y deber del ejercicio de la caridad para con el prójimo192. Un servicio que no adormece conciencias porque debe ser profético193.

e) Se insiste en que Cáritas debe existir no solo como una organización en la que se delegue el ejercicio de la caridad sino, y sobre todo, para que

187 Cf. PAOLO VI, Discorso al partecipanti al incontro nazionale di studi della “Caritas“ Italiana (El Vaticano 1972). Este documento se citará como CIta72. 188 Cf. CIta72; GIOVANNI PAOLO II, Discorso al Presidenti delle “Caritas” Diocesane d´Italia (El Vaticano 1982) nº 2. Este documento se citada como CIta82. 189 Cf. CIta82 2; JUAN PABLO II, Mensaje a la Cáritas Diocesana de Roma en su 25º aniversario de su fundación (El Vaticano 2004) nº 2. Este documento se citará como CIta04; BENEDICTO XVI, Discurso a los miembros de la Cáritas Italiana en el 40 aniversario de su fundación (El Vaticano 2011). Este documento se citará como CIta11. 190 Cf. CIta82 3; GIOVANI PAOLO II, Discorso al partecipanti ad un covengno della “Caritas Italiana” (El Vaticano 1991) nº 2. Este documento se citará como CIta91. 191 Cf. CIta11. 192 Cf. JUAN PABLO II, Discurso en el 30º aniversario de la fundación de la Cáritas Italiana (El Vaticano 2001) nos 1 y 3. Este documento se citará como CIta01; JUAN PABLO II, Discurso a la asamblea de las Cáritas Diocesanas de Italia (El Vaticano 1979). Este documento se citará como CIta79; Cf. También: CIta82 2; CIta91 1; CIta11. 193 Cf. CIta11.

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sea signo de la caridad de Cristo194, para dar testimonio del amor de Dios por el género humano195.

f) La labor de Cáritas esta profundamente unida a la misma esencia del mensaje cristiano196. A través de sus acciones inspiradas en los signos de Jesús de Nazaret, evangeliza. Estas señales hablan de Dios e interrogan a los hombres y mujeres de nuestro tiempo197.

En la acción de Cáritas se pone de manifiesto el estrecho nexo que existe entre anuncio de la Palabra, celebración litúrgica y testimonio de la caridad198.

g) Por último se insiste en lo necesario de la coordinación en la acción caritativa-social eclesial respetando la propia autonomía de cada Cáritas Diocesana y de otros grupos inmersos en esta tarea199.

También se hace un claro llamamiento a “no cerrar los ojos ante las dificultades de otros países” (CIta72). Estamos hablando de la necesaria cooperación internacional.

194 Cf. CIta11. 195 Cf. CIta01 2; CIta11; CIta82 2; CIta79. 196 Cf. CIta82 1. 197 Cf. CIta11. 198 Cf. CIta79. 199 Cf. CIta72.

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4. EL “SER” Y EL “HACER” DE CÁRITAS, TESTIMONIO

DEL AMOR DE DIOS

4.1. Reflexión teológica sobre la identidad y la acción de Cáritas 4.1.1. El misterio de la Trinidad y amor a los pobres en el ser y la misión

de Cáritas Cuando intentamos introducirnos en el inefable misterio de la Santísima

Trinidad y confesamos con la Iglesia la unicidad esencial de amor, el amor único, infinito de Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo200, los cristianos no debemos obviar, que antes de estar afirmando una declaración dogmática o intentando realizar una interpretación teológica, lo que vivimos es una experiencia del Dios-Amor que se autocomunica gratuitamente como Padre, Hijo y Espíritu.

El primero que gustó esta experiencia con intensidad única fue Jesús de Nazaret, no desde una especulación teórica-teológica sobre la divinidad, sino desde la vivencia de una intimidad singular y especialísima con Dios, practicada existencialmente.

En esta experiencia nos debemos mover los cristianos, y de ella debe brotar nuestra reflexión orante y teórica. Y nos advierte J. Espeja, muy acertadamente al respecto: “Cuando se olvida esta génesis y se pierde la referencia, fácilmente la doctrina sobre la Trinidad se queda en una metafísica sagrada, donde las mediaciones conceptuales se absolutizan y no dejan espacio para que Dios siga siendo escondido y siempre mayor en su misma cercanía”201.

Así pues, nuestro punto de partida y llegada, va a ser siempre la experiencia vivida de un Dios misericordioso lleno de amor hacia todas sus

200 Cf. E. YANES, En el Espíritu y la Verdad. Espiritualidad Trinitaria (Madrid 2000) 50; G.L. MÜLLER, Dogmática. Teoría y práctica de la teología (Barcelona 1998) 455; L.F. LADARIA, El Dios vivo y verdadero. El misterio de la Trinidad (Salamanca 1998) 259-261. 201 J. ESPEJA, Raíces trinitarias de la solidaridad, en: Cor XIII 94 (2000) 82. Este mismo autor nos explicita en nota a pie de página que ya Tomás de Aquino insistió en que no confundamos la explicación del misterio trinitario con la demostrabilidad racional del misterio.

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criaturas, especialmente los hombres y mujeres, sobre todo, cuando estos se encuentran empobrecidos202.

Por eso, cuando exclamamos: ¡Dios es amor!203, significa que lo estamos experimentando como apertura, don y gracia, como ser personal que se dirige amorosamente hacia los hombres y mujeres de todos los tiempos.

Y esto, el género humano ha podido ir viviéndolo en la historia de salvación204: en el principio, Dios saliendo de sí mismo crea el mundo y cuida de sus criaturas; después, elige a su pueblo en la persona de Abrahán y lo libra de la esclavitud de Egipto conduciéndolo a la tierra prometida. Pero el Dios que es amor, se ha manifestado sobre todo en Jesucristo y fundamentalmente en su muerte en la cruz por la salvación de los hombres205: así el Hijo de Dios revela el amor de Dios Padre con su vida que culmina en el cadalso, amando hasta el extremo y entregando su entera existencia en la cruz como infinito, gratuito y total don de sí: comunión libre e infinita del Amante, del Amado y del Amor206.

Este amor, que es la vida de Dios “es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rom 5,5) y de esta manera podemos reconocer el amor de Dios y amarnos unos a otros y así, permanecer en el amor de Dios, por el Espíritu que también es don de Dios207.

Por ello, el origen del amor fraterno y de la experiencia de un Dios misericordioso lo hemos de situar en el dinamismo trinitario del amor, en el que, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, cada uno a su modo, manifiestan el amor de Dios, es decir, que Dios es amor, llamando al género humano a 202 Esta es la síntesis y reflexión central que el documento IP hace sobre el “Dios Comunidad, Tres personas compartiendo eternamente una vida común” (IP 57). Para ello acudir especialmente: Cf. IP 11, 18-19. 203 Cf. 1Jn 4, 8.16. Esta afirmación representa una de las mejores expresiones del contenido esencial de la revelación cristiana. “Dios es caridad: todo proviene de la caridad de Dios, todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza” (BENEDICTO XVI, Caritas in veritate. Carta encíclica sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad [Roma 2009] nº2). Este documento se citará como CIV. 204 Cf. J.M. DIAZ RODELAS, Por una justicia mayor: origen y formas del amor cristiano, en: Cor XIII 84 (1997) 96; JUAN PABLO II, Dives in misericordia. Carta encíclica sobre la misericordia divina (Roma 1980) nº 4. En adelante este documento se citará como DM. 205 Cf. 1 Jn 4, 9-10; DM 7-8. 206 Cf. YANES, o.c., 30; LADARIA, o.c., 266-268; También: E. YANES, Carta pastoral sobre la Trinidad en nosotros. Fuente y modelo de vida comunitaria (Zaragoza 2000) 30. Este documento se citará como Ten. 207 Cf. Jn 14, 16; 1Jn 4, 13; S. ALÓS, Dinamismo trinitario del amor preferencial por los pobres, en: Cor XIII 93(2000) 41.

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vivir en esa comunión de amor208. Este amor no sólo califica la relación de Dios con la Humanidad, sino que define el misterio íntimo y la esencia de la Trinidad como acto puro de amor consciente y personal: Padre amante, Hijo amado, Espíritu Santo Amor mutuo del Padre y del Hijo; amor que distingue a las personas divinas y al mismo tiempo las une en un solo ser divino209.

Un Amor que llama a los cristianos a vivir en la mística trinitaria que ha de favorecer la apertura a la presencia originante del Misterio de Dios en nosotros y en nuestro mundo, dando a conocer así el rostro misericordioso de Dios210. Ese amor recíproco entre Padre, Hijo y Espíritu se manifiesta y expresa en el mundo como misericordia211. Una misericordia que haciendo morada en nuestras entrañas, abre los ojos de nuestro corazón para que podamos descubrir la cara oculta de la realidad sufriente, impidiendo que pasemos de largo ante ella o la reduzcamos a porcentaje estadístico o víctimas inevitables de un destino predeterminado.

La misericordia es una forma de amor gratuito que se deja impactar por la miseria del otro y se compromete con él, para ayudarle a liberarse. Tal como esta aparece en la Biblia, lleva a solidarizarse con la causa de los débiles, produce indignación ante los derechos violados y está estrechamente ligada a la justicia212. La misericordia es la que empuja el amor hasta extremos que parece que no pueden ser exigidos, incluso hasta donde ha sido rechazado. La misericordia se convierte así en la resistencia más eficaz frente al mal, más aún, en su derrota permanente: porque no

208 Cf. DCE 19. “En la comunión de amor que es Dios, en la que las tres Personas divinas se aman recíprocamente y son el Único Dios, la persona humana está llamada a descubrir el origen y la meta de su existencia y de la historia” (PONTIFICIO CONSEJO “JUSTICIA Y PAZ”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia [Roma 2004] nº34). Este documento se citará como C. Cf también C 54 y CIV 1, 5, 54. 209 Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Dios es amor. Instrucción pastoral en los umbrales del Tercer Milenio (Madrid 1998) nº 44. Este documento se citará como A; Ten 71; y también YANES, o.c., 30. En la página reseñada el autor profundiza en la reflexión de la Trinidad Santa, como esencia de amor; y en el amor de las Personas divinas: “Sin amor, Trinidad Santa, no habría personas divinas. Dios mío, si no fueses amor no serías Dios”. Para ello sigue y cita textualmente a San Agustín: De Trinitate, VIII, 10, 14: vestigio de la Trinidad en el amor: el amante, el amado, el amor. 210 Cf. F. MAYA, Caridad y evangelización, en: Cor XIII 106 (2003) 76. Este trabajo se citará como Evangelización. La perfección de Dios según Mt 5, 48, queda explicitada en la misericordia según Lc 6, 36. 211 Cf. E. BUENO DE LA FUENTE, Una Teología profética: el Dios misericordia ante la pobreza, en: Cor XIII 143 (2012) 61-66. 212 Cf. DM 4-8, 12; J.P. MIRANDA, El Ser y el Mesías (Salamanca 1973) 148; CIV 1.

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abandona a nadie en su necesidad y en su sufrimiento213. Por eso, la Iglesia es bien sensible a esta necesidad y vocación, y se lo pide a Dios en la liturgia: “Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano sólo y desamparado, ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido; que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando”214. Y lo pide así la Iglesia, porque sabiéndose que ella misma es obra de la Trinidad Santa, su tarea no puede ser una labor individual de cada cristiano, y lo que es más, ni la suma de las diferentes individualidades, por mucho amor que ellas contengan; sino que debe ser una misión llevada a cabo en comunión215, por estar –la Iglesia– modelada, vivificada y sellada como misterio de comunión y misión por el Dios Trinidad216.

Así pues, la revelación del amor de Dios que se despliega trinitariamente se prolonga en la Historia, por medio de la Iglesia que permanece fiel a su vocación y a su misión, en la medida que significa y actualiza el amor del Dios de Jesucristo en el servicio al marginado y excluido.

La Iglesia se presenta como signo eficaz de la presencia operante de Dios en la Historia, cuando cultiva su entraña sacramental, cuando su fe obra por amor y se entrega a construir la fraternidad de Cristo. La comunidad eclesial tiene pues la misión de desarrollar la comunión filial y fraterna de los llamados a formar el pueblo de Dios217. “La acción caritativa y social, por tanto, es una expresión externa de la entraña misma de la Iglesia” (CCA 5).

El amor de la Iglesia a los pobres es anticipo de la plena comunión de amor con el Padre, por Cristo en el Espíritu, consecuencia del desbordamiento del amor Trinitario en su Pueblo y en el Mundo. Dios actúa

213 Cf. Ibid., 61. 214 Plegaria Eucarística V/b. 215 La Trinidad, un Dios absoluta unidad y pura relacionalidad entre las personas; su contemplación nos ayuda a descubrir que también nosotros estamos llamados a la mutua comunión en el amor, y en consecuencia, en el ejercicio de la caridad. Esta koinonía nos hace verdaderos miembros de una misma comunidad: Cf. CIV 53-55 y también: V. ALTABA - S. BARCIELA - J.J. LÓPEZ - M.J. PÉREZ, Una lectura de Cáritas in veritate desde Cáritas, en: Cor XIII 132 (2009) 181. 216 Cf. CCA 5. 217 Cf. JUAN PABLO II, Ecclesia in Europa. Exhortación Apostólica sobre Jesucristo vivo en su Iglesia y fuente de esperanza para Europa (Roma 2003) nº 84. Este documento se citará como EiE.

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siempre trinitariamente; la huella de la Trinidad en la acción caritativa-social es y debe ser luz para vivir el amor a los empobrecidos y el misterio de la caridad, por parte de la Iglesia y de Cáritas.

El fundamento del ser de Cáritas y la fuente de su acción es el amor del Padre que se nos ha comunicado en Cristo por el efusión del Espíritu. Existe “Cáritas, ante todo, porque el Espíritu del Padre, que ungió al Hijo para anunciar el Evangelio a los pobres sigue suscitando en la Iglesia el amor a los pobres”218.

En consecuencia, vivir la caridad implica vivir en Dios, tener una profunda experiencia del amor de Dios. Un amor que nace de Dios y se sostiene sintiéndonos hijos amados de Dios219.

La acción de Cáritas solo puede entenderse como “don recibido y ofrecido” (CIV 5): nacida desde la experiencia del amor de Dios Trinidad, nos capacita para ofrecer ese amor a los hermanos; y pone al descubierto algo esencial en el ejercicio de la caridad: que lo primero para los agentes de Cáritas es que están llamados a “ser instrumentos de la Gracia para difundir el amor de Dios” (CIV 5).

Como nos dice V. Altaba: Para aquel que desarrolla su ministerio en Cáritas, es mucha su tarea y mucho su ejercicio oblativo, pero no puede olvidar que lo prioritario para él es ser instrumento del amor de Dios y dar amor, porque el amor es lo que salva y la fuente de este amor está en Dios220.

Así pues, podemos afirmar que el ser y la misión de Cáritas están radicadas y nacen, respectivamente, de la fecundidad de Dios Padre, del seguimiento y contemplación de Cristo Jesús y de la acción del Espíritu. De esta manera Cáritas puede reconocer en cada momento de su historia la mejor manera de responder a la voluntad de Dios, siendo así signo eficaz del Amor Trinitario por los hombres y mujeres de nuestra historia.

Este “ser” de Cáritas en la Trinidad Santa hace que se fundamente en la misma el concepto de fraternidad universal, pues le remite a un Dios Padre de todos, que le abre a su vez a reconocer fuertemente fundada la dimensión comunitaria y social del ser humano, que hace que considere al género humano, como seres sociales miembros de una misma familia humana,

218 CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 16. 219 Cf. ALTABA, RMA9, 20-21; CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 16. 220 Cf. ALTABA, RMA9, 21.

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seres llamados a ser los unos en relación con los otros, desde los otros y para los otros221.

Este “ser” de Cáritas entrañado en la experiencia profunda de Dios Trinidad, hace que Cáritas en su misión, no se vea en la tesitura de elegir entre acción o contemplación, individuo o comunidad; ya que relacionalmente lo integra todo bajo la tutela del amor. Y además “le ayuda a ejercer el ministerio de la caridad como un servicio, más que como un trabajo; como un estilo de vida, más que como una actividad; como un expresión del amor de Dios, más que como un mero servicio social”222.

Terminamos este apartado, con un texto que sintetiza de una manera muy adecuada lo que significa confesar la Trinidad de Dios y lo que ello supone; lo que significa para Cáritas y cada uno de sus miembros, creer, vivir, sentir y hacer desde la comunión de amor de Dios Uno y Trino.

Un texto, que sin duda nos estimula a seguir experimentando al Dios comunión de amor que se introduce en nuestro interior como el Amante, Amado y Amor, para que todos y especialmente, por el tema que estamos tratando, los miembros de Cáritas movidos por su misericordia, la muestren vitalmente al Mundo en la ayuda y el servicio amoroso a todo el género humano, especialmente a los más desfavorecidos: “Cuando los cristianos confesamos la Trinidad de Dios, queremos afirmar que Dios no es un solitario, cerrado en sí mismo, sino un ser solidario. Dios es comunidad, vida compartida, entrega y donación mutua, comunión gozosa de vida. Dios es a la vez el que ama, el amado y el amor (...) Confesar la Trinidad no es sólo reconocerla como principio, sino también aceptarla como modelo último de nuestra vida. Cuando afirmamos y respetamos las diferencias y el pluralismo entre los hombres, confesamos prácticamente la distinción trinitaria de personas. Cuando eliminamos las distancias y trabajamos por la igualdad real entre hombre y mujer, afortunado y desgraciado, cercano y lejano, afirmamos con nuestras obras la igualdad de las personas de la Trinidad. Cuando nos esforzamos por tener “un solo corazón y una sola alma” y sabemos ponerlo todo en común, para que nadie sufra necesidad, estamos confesando al único Dios y acogiendo en nosotros su vida trinitaria”223.

221 Cf. Ibid., 22. 222 Ibid., 22. 223 OBISPOS DE NAVARRA Y PAÍS VASCO, Creer hoy en el Dios de Jesucristo. Carta pastoral de Cuaresma-Pascua de Resurrección de 1986 (Bilbao 1986) nos 47 y 49. Este documento se citará como ONPV86.

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4.1.2. Cáritas, prolongación en la historia del mismo estilo de vida de Jesús de Nazaret

Tal como indicábamos en el apartado anterior, la misericordia que muestra el rostro de Dios y su actuar, se vuelven tan cercanas al género humano que asumen los rasgos del hombre Jesús, el Verbo hecho carne224. “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14,9), nos dice Jesús manifestando de modo tangible y definitivo quién es Dios y cómo se comporta con los hombres225. El amor que anima la misión de Jesús entre los hombres es el que el Hijo experimenta en la unión íntima intratrinitaria. Reconocer ese amor significa para Jesús inspirar su acción en la misma gratuidad y misericordia de Dios, misericordia liberadora de pobres, marginados y pecadores a los que invita a seguirlo porque Él es el primero que, de modo totalmente único, obedece el designio de amor de Dios como su enviado al mundo,226 y en Él, así, es posible reconocer el signo viviente del amor inconmensurable y trascendente del Dios con nosotros227.

Un Dios-con-nosotros228 que se revela en el Hijo hecho carne y en cómo se ha hecho carne, es decir, en cómo se ha desarrollado ese “hacerse carne”. En la Encarnación, Dios mismo se ha vaciado, se ha extrañado, extasiado, ha salido de sí, se ha insertado en la historia humana229.

Este vaciamiento –kénosis– queda patente en el estilo de vida de Jesús, en la forma de acoger esa vida humana, haciéndose obediente, siervo, esclavo y pobre, hasta el extremo, muriendo entregado por amor, en la cruz230.

224 Cf. C 28; CIV 1. 225 Cf. DCE 17; C 28. 226 Cf. C 29; CIV 5. 227 Cf. C 196. 228 Cf. IP 134. 229 Cf. IP 21; CIV 5. 230 Cf. J. GARCÍA HERNANDEZ, La kénosis, proceso de aprendizaje inexcusable para el ejercicio de la caridad, en: Cor XIII 81 (1997) 91. Kénosis es un concepto cristológico que tiene su base bíblica en Flp 2,7, donde se dice que Jesucristo “se vació a sí mismo” (Heautòn ekénosen), para ser hombre y hacerse obediente al Padre hasta la muerte en cruz. Este “vaciamiento kenótico” ha tenido diferentes interpretaciones. Algunos han visto la kénosis en el hecho mismo de encarnase; otros, en el hecho de que ha renunciado a vivir en su humanidad la condición de gloria y esplendor del Hijo de Dios, que sólo llegaría con la resurrección (opinión mayoritaria actualmente entre los exegetas); y hay finalmente quienes ven la kénosis en el camino de sufrimiento que lleva hasta la cruz: Cf. G. IAMMARRONE, Kénosis, en: L.PACOMIO - V. MANCUSO (edd.), Diccionario teológico enciclopédico (Estella 1995) 550-552.

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Y, Dios se acercó tanto a los pobres, que en Jesús de Nazaret se hizo uno de ellos231, naciendo232, viviendo y muriendo como ellos, con una opción bien meditada e intencionada233. Asumió, no sólo la carne, sino la pobreza, encarnándose en el mundo de los marginados234. Humanidad y pobreza son dos dimensiones de su kénosis, Jesús no vive la pobreza como algo casual o insignificante; la vive como estilo, dimensión y revelación235. Jesús fue radicalmente y esencialmente pobre por su encarnación, y entregado principalmente a los pobres por su misión, y sólo así cumplió la redención y Él mismo alcanzó su glorificación236.

Y todo este proceso de abajamiento tiene un solo objetivo: elevar, levantar la Humanidad caída; hacer posible el diálogo-encuentro en el Amor, el acontecimiento de la fraternidad. Dios se hace humano para que el hombre se divinice237, y se inserta en nuestro tiempo para que se convierta en tiempo de salvación y vida, y el tiempo pasajero, en “kairos” de eternidad238.

Jesús cuyo nombre significa Salvador, viene a salvar a todos, a nadie excluye de su proyecto salvífico239, Él no solamente se abajó acercándose a nosotros, sino que se solidarizó con nosotros, curando nuestras heridas y haciéndonos volver al buen camino para llevarnos hacia la casa del Padre240. Él ha venido “a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10). Y lo hace con su vida toda ella salvífica y en el momento culminante de su muerte en cruz como concentración existencial amorosa hacia Dios y el género humano. Su acto de “morir por los hombres” no es sino la consecuencia ineludible de los que ha sido su vida kenótica: “Vivir por los otros”. La cruz es pues, el gesto supremo de servicio, gracia, donación y amor241.

231 Cf. CVI Introducción p11. 232 Cf. IP 16. 233 Cf. IP 15. 234 Cf. P. CASALDÁLIGA - J.M. VIGIL, Espiritualidad de la Liberación (Santander 1992) 143. 235 Cf. P. JARAMILLO, El “año de Jesucristo” desde el testimonio y la pastoral de la caridad, en: Cor XIII 81 (1997) 31. Este trabajo se citará como AñoJes. 236 Cf. IP 25 237 Cf. GARCÍA HERNÁNDEZ, o.c., 100-101. 238 Cf. A. INIESTA, Meditación trinitaria ante el Jubileo del año 2000, en: Cor XIII 81 (1997) 7-8; CIV 5. 239 Cf. CVI Introducción p10; IP 140. 240 Cf. IP 135. 241 Para profundizar sobre este aspecto, en el que no nos podemos detener, ver: L. NOVOA, La cruz como criterio de conocimiento y hermenéutica teológica, en: Stauros 15 (1991) 1-

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Y la salvación queda sellada con la resurrección: Cristo resucitado nos desvela el futuro del hombre y abre para toda la humanidad un futuro de vida plena: es “el primero que ha resucitado de entre los muertos” (Col 1,18), y genera al mismo tiempo, esperanza en una justicia última y nos revela que hay perdón y gracia para el hombre242.

Una vez realizada esta breve exposición sobre Jesús de Nazaret, encarnación de Dios y servicio amoroso que libera y salva a los hombres y mujeres de todos los tiempos, se nos desvela su estilo de vida, su proexistencia, basada en la encarnación y en su vaciamiento-abajamiento, para servir y elevar al hombre, especialmente al más herido.

Para que Cáritas, sea prolongación en la historia del mismo estilo de vida de Jesús de Nazaret, es necesario que sus miembros se configuren con Cristo, que aprendan a vivir como Jesucristo vivió y a amar como Él amó243. Pero aun siendo esto cierto, Cáritas no cumplirá con uno de sus cometidos principales: su labor de animación y sensibilización de toda la comunidad cristiana; ya que es ésta la que debe vivir una progresiva configuración con Cristo. La tarea ministerial del grupo de Cáritas Parroquial, de Cáritas Diocesana, consiste en acompañar a toda la comunidad cristiana a vivir el ejercicio de la caridad hacia los marginados y excluidos y no de cualquier manera sino con el estilo de vida que Jesús imprimió a sus acciones.

Por eso, en este apartado, no haremos especialmente referencia a Cáritas, y sí al estilo de vida que deben tener todos los cristianos especialmente cuando ejercen el servicio de la caridad con el prójimo que lo necesita, para hacer presente a Cristo en nuestra sociedad.

Por ello, estamos hablando de que el miembro de Cáritas especialmente, pero también todo creyente, debe ser cauce del amor de Dios allí donde se encuentra el desvalido, sirviendo al pobre con una vida modesta, sencilla y austera, partiendo de la realidad pero abiertos a la esperanza y sabiéndose peregrinos hacia el definitivo encuentro con Cristo en la eternidad de Dios.

42; L. NOVOA, La cruz como criterio de conocimiento y hermenéutica teológica, en: Stauros 16 (1991) 1-37. 242 Cf. J.I. GONZÁLEZ FAUS, Al tercer día resucitó de entre los muertos (Madrid 2001) 47-54. 243 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA4, 18.

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4.1.2.1. Necesitamos el Amor para servir a los marginados

Podemos decir que el amor entre las personas está fundamentado en el amor a Dios244; la razón de la caridad fraterna se sitúa en el ámbito de la paternidad de Dios y de la filiación del cristiano245. El amor al prójimo es, por tanto, la consecuencia del amor de Dios: “Si Dios nos amó así, también debemos amarnos los unos a los otros” (1Jn 4, 11). La experiencia de ser amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos; nos da la posibilidad de regalar ese amor recibido gratuitamente246.

El amor de Dios manifestado en Jesucristo no es únicamente el punto de referencia o el modelo de amor cristiano, sino que es la “fuente de caridad” de la que fluye el amor con el que debemos y podemos amarnos los unos a los otros. Este amor fraterno es de hecho el amor de Dios que se hace nuestro247, un amor que se hace preferencial hacia los más necesitados. Por eso, cuando este amor es derramado en la ayuda a los pobres y excluidos, los cristianos están entregando el propio corazón a Cristo, para que en ellos y por ellos, Él siga manifestando su amor a los hombres y mujeres de hoy. Es preciso, que en el servicio de la caridad, los creyentes nos integremos en comunión con Cristo para que su amor, como lo hizo en su existencia histórica, pueda seguir siendo actual sobre el género humano sufriente y doliente248.

Sólo desde el encuentro íntimo con Dios estamos facultados para amar a nuestros semejantes249. La actuación práxica resulta insuficiente si en ella no se puede percibir el amor que se alimenta del encuentro con Cristo250.

Si nos falta el amor, nada aprovecha. Si no tenemos amor, nuestro servicio al necesitado será frío, sin alma, y a nuestra acción caritativo-social le faltará impulso, entrega, constancia, paciencia, ternura y generosidad; actitudes todas ellas tan necesarias siempre en este campo de la atención a la indigencia. Sin amor se cae en un materialismo y pragmatismo

244 Cf. Jn 13, 34; 1Jn 4, 21. 245 Cf. MAYA, Evangelización, 84. 246 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 7. 247 Cf. DÍAZ RODELAS, o.c., 104; CIV 5. 248 Cf. J. DELICADO, Nueva imaginación de la caridad, en Cor XIII 106 (2003) 23. Este trabajo se citará como Nueva. 249 Cf. DCE 18. 250 Cf. DCE 31, 34; CIV 4.

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inhumanos251. Necesitamos el amor para vivir y dar la vida, especialmente para amar y servir a los marginados252.

Es una labor de la que no está dispensado ningún creyente –ya que todos los cristianos debemos vivir y manifestar el amor entrañable que Dios tiene hacia los pobres253– tal como Jesús de Nazaret tan especialmente nos encomendó254.

Todo cristiano, si se considera tal, es agente de caridad, en el sentido de alguien que ofrece amor, pero sólo lo es si lo hace enraizado en el amor de Dios Padre que, participado por el Espíritu255, en los creyentes llega a hacerse real y concreto en la ayuda al necesitado256.

Arraigar el ejercicio de la caridad en el amor misericordioso del Padre, supone situarnos en una actitud de donación y entrega total: a Dios –desde la filiación–, y a los hombres –como hermanos en Cristo desde la filiación común–. Sólo quien se sabe hijo puede sentirse hermano. La filiación y la fraternidad respecto a Dios y los hombres, nos hace personas nuevas que participando gratuitamente del mismo ser de Dios –que es amor y relación– nos abre a la novedad del servicio257, que no se manifiesta sólo en sentimientos y palabras, sino en hechos: en capacidad de dar258, en la prontitud para el servicio259 y, en obras de amor260.

La acción caritativo-social de la Iglesia nunca podrá dejar de ser mediación del amor misericordioso de Dios Padre; si renunciara, podría ser una actuación social digna y útil pero no una acción caritativo-social261 que pone de manifiesto su específico arraigo en el amor del Padre, para ser lo que es y debe ser. 251 Cf. IP 129. 252 Cf. IP 130. 253 Sólo desde el ejercicio de la misericordia puede revelarse el amor gratuito de Dios que se ofrece y se entrega a quienes no tienen nada más que su pobreza: Cf. IP 11. 254 Cf. IP 14. La Iglesia y los cristianos de todos los tiempos, como seguidores de Cristo, hemos recibido el encargo primordial de servir por amor, a Dios y a los hombres con entrañas de misericordia: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36), especialmente hacia los más débiles y necesitados: Cf. IP 13. 255 Cf. IP 83; Rom 5, 5. 256 Para todo el párrafo: Cf. SORO, o.c., 189. 257 Cf. P. JARAMILLO, El año del Padre y la pastoral de la caridad, en: Cor XIII 89 (1999) 267. Este trabajo se citará como Padre; MAYA, Evangelización, 85. 258 Cf. Mt 5, 42. 259 Cf. Mc 10, 42-45; Lc 22, 24-27. 260 Cf. Mt 25, 31-46. 261 La negrita es nuestra. Con ello queremos resaltar la importancia del Amor en la acción social de la Iglesia como elemento fundamental y constitutivo de la misma.

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4.1.2.2. La presencia en los contextos de marginación Los contextos de exclusión son lugares de nuestro mundo opulento en el

que viven drogadictos, presos, prostitutas, indigentes, inmigrantes sin recursos, ancianos en soledad. Responden pues, generalmente, a un lugar físico: barriada, cárcel; aunque no necesariamente: sin techo que deambulan y duermen donde pueden, prostitución en lugares “habitables”, etc.

Estos espacios tienen en común la vivencia de situaciones dolorosas, la presencia de sufrimiento, falta de recursos materiales y económicos, así como de relaciones sociales o de accesos a los bienes culturales productivos y de todo tipo de la sociedad con la que “conviven”.

Nos estamos refiriendo a casos desesperados, aparentemente sin solución, donde abunda la tristeza y la suciedad en muchas ocasiones. Predomina el anonimato, el desconocimiento y la desconfianza de unos hacia otros; el silencio, la agresividad y la violencia.

La situación es paradójica, ya que estamos hablando de condiciones de miseria en un medio social en el que predomina la opulencia.

Una miseria que no tiende a estancarse sino a reproducirse en las futuras generaciones que emergen en estos lugares de infrahumanidad262.

Jesús, desde su nacimiento en un establo, entre pastores, hasta su muerte en cruz entre malhechores, fuera de la Ciudad, nos muestra un Dios-hombre que transita por los márgenes cargando con el dolor de los sufrientes y nos invita siempre a “pasar al otro lado” para vincularnos amorosamente con la víctimas allí donde se encuentran263.

Es cierto, como hemos manifestado, que en los márgenes se hace presente de manera significativa y masiva la muerte con sus múltiples rostros: delincuencia, enfermedades, malnutrición, maltrato, etc. Se vive allí y se padece la ausencia de Dios, convirtiéndose así en un auténtico infierno de este mundo264.

262 Cf. M.C. MARTÍN, Los márgenes como lugar de salvación, en: Cor XIII 135 (2010) 206. 263 Cf. Ibid., 215. 264 Cf. G. URÍBARRI, El mensajero. Perfiles del evangelizador (Bilbao 2006) 218 y 226. Este autor hace un análisis muy lúcido de como la presencia de los cristianos en los contextos de marginación y exclusión se asemeja y puede encontrar luz, desde el “descenso de Cristo a los infiernos”. En la p. 196 de su obra, presenta una bibliografía muy rica e interesante al respecto.

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El miembro de Cáritas y todos los cristianos debemos pues descender a los “infiernos” con compasión, justicia y amor, para “sacar” y “ascender" a los hermanos que se encuentran atrapados en ese mundo.

Así nos lo dice F. Maya: "Esta es la misión de la pastoral social: bajar a los infiernos desde el amor y gratuidad para desde allí iniciar todo un proceso de reconstrucción de las personas y sanación de las heridas; y desde ese lugar teológico en el que se encuentran los empobrecidos poder articular nuevos modelos de vida y de organización social que los libere y salve"265.

En este servicio, el agente de la caridad baja, como Jesús, al reino de la muerte, donde la vida psíquica y social ha muerto, como relatan los evangelios sinópticos266 o se sumerge en un abismo y en una noche oscura donde ya no es posible orientarse, para iluminar a los que permanecen en la oscuridad y llevarlos al camino de la paz267.

La presencia de los cristianos en los márgenes lleva implícita la lucha contra toda manifestación de pecado y de muerte que se da en estos contextos y en la sociedad que los genera y sostiene; tal como hizo Jesús de Nazaret, que pasó haciendo el bien y curando268. Y este combate exige emplear las mismas armas que Jesús el Cristo: el amor, el perdón, el ejercicio de la misericordia y hasta la entrega de la propia vida.

Es la manera de que los miembros de Cáritas y todos los cristianos implicados en esta lucha se conviertan en verdaderos testigos de la resurrección, y que esta triunfe, gracias el Espíritu de Dios, que levanta a los muertos.

Podemos concluir con G. Uríbarri: “Descender a la solidaridad y el trabajo a favor de los pobres de los márgenes está en plena consonancia con el misterio de la vida de Cristo, el que se abaja por antonomasia, el testigo de la resurrección, el portador de esperanza en el abismo de la soledad y el sinsentido. Pues Cristo desciende allí para llevar la vida a los muertos”269.

265 F. MAYA, Pastoral de la Iglesia ante la exclusión social, en: Cor XIII 135 (2010) 45. Este trabajo se citará como Exclusión. 266 Cf. Mc 5, 1-20; Mt 8, 28-34; Lc 5, 27-32. 267 Cf. Sal 23, 4; Lc 1, 77-79. 268 Cf. Hch 10, 38. 269 URÍBARRI, o.c., 227.

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4.1.2.3. Mediante una vida modesta, sencilla y austera

La pobreza, además de requerir soluciones de carácter técnico, económico y político, necesita que las personas cambien su percepción sobre la misma y, no sólo eso, sino sus actitudes, porque es un problema también ético y religioso270.

Y esto, no es fácil para aquellos que viven en este primer mundo capitalista y neoliberal, donde el consumo lo invade todo.

Sin embargo, hay que especificar, tal como nos dice Adela Cortina, que nuestra sociedad es consumista no porque consuma mucho sino porque hace del consumo “la dinámica central de la vida social y muy especialmente el consumo de mercancías no necesarias para la supervivencia”271.

Si además tenemos en cuenta, que esta sociedad del consumo surge en medio y a costa de la injusticia de este mundo, en el cual unos pocos consumen lo que otros no pueden hacerlo a lo largo de su vida, vemos claramente que el derroche consumista se asienta sobre la pobreza y el sufrimiento de otros, y el supuesto derecho a consumir deja de serlo porque se convierte en un privilegio a costa del prójimo al que expolia del mínimo de calidad de vida y dignidad vital272.

Por eso, desde el punto de vista bíblico, el consumo se mueve en el terreno de la idolatría, en el que una sociedad suplanta al Dios de Jesucristo por otro dios: el consumo, bien primordial que promete la felicidad-salvación y acapara en exclusiva y para sí el corazón de las personas273.

Ante esta situación, tal como nos dice S. Mora, es necesaria una conversión del corazón que nace del encuentro con Jesús el Cristo, que debe transformar nuestra forma de desear, produciéndose una reordenación de nuestras apetencias274.

270 Cf. OBISPOS DE LAS DIÓCESIS DE ARAGÓN, “¿Qué tenemos que hacer?” (Lc 3,10). Reflexión de los obispos de las diócesis aragonesas sobre la pobreza en nuestros pueblos y ciudades. Segunda parte (Zaragoza 1994) nº10. En adelante este documento se citará como TH. 271 A. CORTINA, Por una ética del consumo (Madrid 2003) 65. 272 Cf. S. MORA, Austeridad, calidad de vida y consumo. La “vida en plenitud” según el Evangelio, en: Cor XIII 109 (2004) 141-142. 273 Cf. Ibid., 137, 144. 274 Cf. Ibid., 138, 151.

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En el sentido de un vivir la austeridad, no gastando lo que otros necesitan, trabajando honestamente para vivir con sencillez y sobriedad en el presente, eliminando la ansiedad del consumir275.

Debemos especificar aquí, que entendemos la austeridad, no como menosprecio de las cosas materiales, ni la renuncia al uso, posesión o disfrute de las mismas, sino a una forma determinada de tenerlas y usarlas, que favorezca el desarrollo integral y equilibrado del hombre que las necesita. Es una moderación, un mecanismo corrector de la tendencia que en el hombre existe a tener más de lo que necesita276.

Llegados a este punto, se nos plantea la pregunta: ¿qué nivel de vida, qué bienes materiales puede permitirse un cristiano ante tanta pobreza?

Si entendemos, por bienes necesarios para la vida, aquellos sin los que sería imposible subsistir y sobre los que tenemos un derecho absoluto y no debemos privarnos de ellos; y bienes necesarios para la condición, los que cubren aquellas necesidades: cultura, ocio, etc., que permiten que la vida sea verdaderamente humana y plena, por lo que son también legítimos, pero sobre ellos ya no tenemos un derecho absoluto y están en dependencia del grado de necesidades que existen en el país en que se vive, por lo que se debe estar dispuesto a moderar su posesión con el espíritu cristiano de la austeridad; y, bienes superfluos, son los que no entran en las dos categorías antes expuestas. Pues bien, siguiendo a González-Carvajal277, que hace un lúcido análisis de esta cuestión, podemos responder a la pregunta que nos planteábamos anteriormente: el cristiano debe aspirar a tener todos los bienes necesarios, algunos de los bienes necesarios para la condición y, ningún bien superfluo.

Por otra parte, si acudimos al Evangelio, en el milagro de los panes y los peces, el gesto de recoger la comida que sobra, es una llamada de Jesús a no derrochar ni malgastar278.

La austeridad evangélica se muestra, así mismo, como exigencia del amor fraterno. Toda persona que ama a los demás como hermanos se siente obligada a practicar la austeridad. Pero la vida cristiana debe ir más allá de 275 Cf. IP 1, 62, 120, 123. “Comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico. El consumidor tiene una responsabilidad social” (CIV 66). 276 Cf. J. DOMÍNGUEZ GÓMEZ, La austeridad, condición del amor cristiano en el próximo futuro, en: Cor XIII 117-118 (2006) 207. 277 Cf. L. GONZÁLEZ-CARVAJAL, El clamor de los excluidos. Reflexiones cristianas ineludibles sobre los ricos y pobres (Santander 2009) 110-112. Este trabajo se citará como Excluidos. 278 Cf. IP 128.

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esta austeridad, aunque debe partir de ella; es preciso dar un paso más y compartir la pobreza con Cristo desde la solidaridad con los últimos. Estamos llamados a la dicha de compartir y no a la acritud de la austeridad279. La práctica del amor fraterno postulado por el Evangelio, se sitúa preferentemente en aquellos lugares más deprimidos, más desfavorecidos. La fraternidad cristiana implica proximidad disponible, que ponga a la persona en condiciones de apostar cuanto tenga y pueda remediar las necesidades del prójimo; y eso no es posible, sin una dosis alta de austeridad, sobriedad y sencillez de vida. La posesión de bienes sin austeridad, es un muro que separa, una atadura a la total disponibilidad de sí mismo280.

Esta vida modesta, sencilla y austera que se preconiza para amar al desfavorecido, nace de la necesaria humildad –que quiere servir y no “servirse del pobre”, que no busca reconocimiento propio, ni se dirige hacia el marginado con un “amor interesado”– y se sustenta mediante la oración281.

4.1.2.4. Servir al pobre con realismo y utopía, abiertos a la esperanza Utopía significa no rendirse ante las diversas situaciones, admitiendo

cómo son y, lanzarse a luchar para conseguir que sean como deberían ser. Sin utopía no hay progreso social ni futuro. Una definición feliz sobre este concepto la expuso X. Zubiri: “La utopía no es lo imposible sino lo posible no realizable aún”282.

La lucha cristiana contra la pobreza debe compaginar realismo con utopía. El NT nos pide que hagamos presente aquí y ahora, el Reinado de Dios, pero nos advierte también que, mientras peregrinamos en este mundo, la salvación nunca podrá ser plena; por eso, los cristianos podemos y debemos ser a la vez realistas y utópicos, no sólo sin contradicción, sino viviendo la mutua implicación entre ambos aspectos ya que en la Iglesia de la historia se vive entre el “ya si” de la llegada del Reino de Dios, y el “todavía no” de su instauración plena283.

279 Cf. MORA, o.c., 138, 154. 280 Cf. DOMÍNGUEZ, o.c., 209-210. 281 Cf. P. JARAMILLO, El “año del Espíritu Santo” y la pastoral de la caridad, en: Cor XIII 85 (1998) 98. Este trabajo se citará como Espíritu; R. BERZOSA, Retos pastorales de la encíclica “Deus Caritas est”, en: Cor XIII 120 (2006) 125. 282 X. ZUBIRI, Naturaleza, historia y Dios (Madrid 1978) 72. 283 Cf. IP 146; GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 82.

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Sin embargo, nos podemos preguntar: ¿el cristiano debe ser utópico o esperanzado?, ¿utopía y esperanza son aspectos distintos?, ¿se oponen o complementan?

Si entendemos por utopía aquellos ideales de dicha y felicidad que asientan en el corazón de los seres humanos; y si, cuando nos referimos a la esperanza cristiana, estamos aludiendo a la actitud creyente que hace al hombre vivir confiado en la obtención de los bienes definitivos ultraterrenos que Dios tiene preparados para los que aman, parece que utopía y esperanza si no se oponen sí se refieren a aspectos distintos: la primera, a la planificación efectuada por el ser humano con vistas al mejoramiento del mundo, y la segunda, a la expectación de una plenitud sin concurso humano y proveniente de Dios284.

Sin embargo, se descubre que hay una relación mutua entre utopía secular y esperanza religiosa. Aunque la esperanza como virtud teologal nos une y orienta a Dios, ésta se vive en las condiciones de este mundo y suscita mediaciones que hacen posible tal vivencia. Así, si consideramos a la utopía como crítica de toda situación injusta y proyecto transformador del presente –según los valores del Reino– que se abre al futuro, ésta, se convertirá en la mediación antropológica de la esperanza. Vemos todavía más claro el vínculo entre ambas si ponemos de manifiesto la función de la utopía cuando recuerda a la esperanza la necesidad de maniobrar en el más acá, la fuerza del más allá, de Dios, impulsándola a que se comprometa en la liberación del hombre que peregrina en la tierra; y la esperanza se torna fundamental con respecto a la utopía, cuando le recuerda la necesidad de ir siempre más allá de toda meta lograda y la fortalece y hace que se mantenga en sus intentos o logros en medio de las condiciones de un mundo que muchas veces es frustrante285.

No sólo no hay contradicción, pues, entre ambos conceptos, sino mutua implicación. Es más, desde la reflexión teológica, entendemos que la esperanza cristiana incorpora plenamente la utopía a su ser, ya que es el mismo Espíritu el que alienta el deseo presente de un mundo mejor y el futuro de la plenificación de todo en el Dios de Jesucristo286.

284 Cf. M. GELABERT, El Espíritu aliento para una esperanza utópica, en: Cor XIII 85 (1998) 51. 285 Cf.. Ibid., 53. “Sin la perspectiva de una vida eterna el progreso humano en este mundo se queda sin aliento” (CIV 10). 286 La esperanza cristiana “ofrece al cristiano motivaciones sólidas y profundas para el esfuerzo cotidiano en la transformación de la realidad para hacerla conforme al proyecto de Dios” (JUAN PABLO II, Tertio millenio adveniente. Carta Apostólica como preparación

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Aunque para el cristiano, es claro que la esperanza es metahistórica y se basa esta experiencia en sabernos amados y esperados por Dios287 y en que Cristo ha ido por delante de nosotros preparándonos una estancia en la casa del Padre288, también es manifiesto para el creyente, que la esperanza es histórica289 ya que en el presente vivimos ya anticipadamente lo que esperamos290, y lo que esperamos nos hace trabajar en el presente para hacer que este se vaya pareciendo a lo que esperamos.

La esperanza no es evasión, se asienta en la correlación del futuro con la realidad presente. La esperanza y el presente histórico se fecundan mutuamente. Aquella ofrece al presente un horizonte de futuro que le lleva a superar su tendencia a instalarse en lo fáctico, y el presente libra a la esperanza del peligro de deshistorizarse291.

La esperanza atrae al futuro dentro del presente, de modo que este “ya” no es el puro “todavía no”, sino que es un presente marcado por la realidad futura. Y así, las realidades futuras repercuten en las presentes y viceversa292.

Por eso, la esperanza tiene capacidad transformadora, propone alternativas, se compromete en la construcción del futuro, y es consecuentemente activa y no pasiva293.

Hace que los creyentes se pongan “manos a la obra” con la confianza puesta en Dios, tratando de instaurar la vida nueva del amor de Dios –que se ha manifestado por medio de Cristo– gracias a la fuerza del Espíritu Santo que infunde en ellos294.

Siendo conscientes de que el deseo que les mueve a los cristianos a anticipar lo que esperan, no debe decaer por la certeza de que el Reino es del jubileo del año 2000 [Roma 1994] nº46). Este documento se citará como TMA. El progreso temporal, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana interesa en gran medida al Reino de Dios: Cf. GS 38-39. 287 Cf. BENEDICTO XVI, Spe Salvi. Carta encíclica (Roma 2007) nº 3. Este documento se citará como SS; A. IRIARTE, Aspecto social de la esperanza cristiana, en: Cor XIII 125 (2008) 20. 288 Cf. Jn 14, 1-4. 289 Cf. IRIARTE, o.c., 21. 290 Cf. SS 9. 291 Cf. J. PIXLEY-C. BOFF, Opción por los pobres (Madrid 1986) 122-124. 292 Cf. SS 7. 293 Cf. R. PRAT, Y les lavó los pies. Una antropología según el Evangelio (Lleida 1996) 275. Este trabajo se citará como Antropología. 294 Cf. Ibid., 35; A. CESTER, Entre la ilusión y la esperanza: Walt Disney y Teresa de Calcuta, en: Revista Aragonesa de Teología 31 (2010) 73. Esta revista se citará como RAT.

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puro don inalcanzable por la sola fuerza del deseo295. Es más, la esperanza los impulsa a trabajar como si la construcción del Reino dependiera de ellos, sabiendo que nada depende de ellos296.

La esperanza aparece o se hace presente cuando colaboramos con nuestro esfuerzo para que el mundo sea más humano y mejor297. Un actuar que es, por tanto y sobre todo, compasión ante el sufrimiento ajeno298, y cuyo lugar privilegiado en el que debe aflorar, es el mundo de la marginación y exclusión, donde la intervención caritativa-social se torna en innumerables ocasiones impotente ante las diversas situaciones y el fracaso aparece muchas veces. Pues bien, es en este ámbito en el que se prueba la autenticidad de nuestra esperanza, ya que aquí o bien se purifica o fenece299.

Pero, pese a las dificultades y fracasos, en la acción caritativo-social, debemos trabajar los cristianos con esperanza, porque sabemos que trabajamos con Dios, por Dios y para el Reino de Dios, y sobre todo, porque tenemos la confianza de que Dios mismo dará el último y definitivo remate, a la obra que ha dejado en nuestras manos, al final de los tiempos300. “Dios es la única fuerza, en el fondo, de la esperanza en medio del sufrimiento”301.

Una Iglesia que quiera ser fiel a lo que Jesús quería y hacer presente su mismo estilo de vida, debería estar formada por hombres y mujeres henchidos de esperanza. Una esperanza que es capaz de esperar en Dios, incluso cuando hay razones para pensar humanamente que no hay esperanza. Los cristianos tenemos motivos especiales para la esperanza, sabiendo que desde la Encarnación del Verbo, Dios comparte nuestra vida y ha convertido nuestra historia en historia de salvación; pero sobre todo, esta esperanza se basará en la resurrección de Jesús, porque desde este acontecimiento, el cristiano sabe que a Jesús Dios le dio la razón, y que el que vive una vida como la de Aquel, tiene una Vida en la que no puede

295 Cf. SS 47. 296 Cf. IRIARTE, o.c., 35. 297 Cf. SS 35; L. NOVOA, La razón de nuestra esperanza, en: RAT 7 (1998) 19. 298 Cf. J.C. BERMEJO, Esperanza y compasión ante el dolor humano, en: Cor XIII 125 (1008) 134. Este trabajo se citará como Esperanza; CESTER, o.c., 74. 299 Cf. IRIARTE, o.c., 30-31. 300 Cf. IP 148, 151. 301 BERMEJO, Esperanza, 155. “Quien espera no espera en el paraíso como en un mundo feliz, sino que espera en Dios, el cual, en cuanto se le conquista y alcanza es ya paraíso, es decir, la realización de todas las aspiraciones del hombre a la comunicación personal, al amor y la perfección” (G. GRESHAKE, Más fuerte que la muerte [Santander 1981] 28).

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morir jamás, y que nos espera a todos una Existencia donde la justicia se restaurará para los injusticiados de este mundo302.

En tanto llega ese momento para todos, la voz y la acción de los miembros de Cáritas y de todos los cristianos, debe ser utópica y esperanzada, modelo de futuro y proyecto de un mundo mejor, programa de trabajo y camino hacia una sociedad más justa, más solidaria y más humana303.

4.1.2.5. Peregrinos hacia la consumación de la historia humana

Aquellos que están involucrados en construir el Reino de Dios, deben ser operarios metódicos que trabajen a conciencia, que no escatimen esfuerzos, que perseveren en el empeño; es decir, que lo edifiquen con laboriosidad, responsabilidad y, fidelidad304; teniendo en cuenta los ritmos vitales de las personas y de los pueblos, así como el tiempo de la gracia de Dios305.

En este peregrinar, el cristiano trata de instaurar aquí y ahora, una sociedad cada vez más en sintonía con la voluntad de Dios. Mientras nos dirigimos hacia el Reinado de Dios pleno, no estamos solos, el Dios del Reino ya ha venido a nosotros en nuestro corazón: “¡Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre me amará, y vendremos a él, y haremos morada en él!” (Jn 14, 23)306.

Para este caminar se necesita un encuadre sociológico, cultural y moral que alumbre un hombre nuevo. La gran dificultad para que emerja esta nueva manera de ser está en nuestro actual modo de vida y organización social occidental. Se necesita rechazar el dios dinero y superar la insensibilidad social hacia los otros, especialmente los más necesitados307.

302 Cf. X. ALEGRE, Memoria subversiva y esperanza para los pueblos crucificados. Estudios Bíblicos desde la perspectiva de la opción por los pobres (Madrid 2003) 198-199; IP 63. 303 Cf. IP 54. 304 Cf. IP 150; JUAN PABLO II, Centesimus annus. Carta encíclica en el centenario de la “Rerum novarum” (Roma 1991) nº32. Este documento se citará como CA. 305 Cf. IP 149. 306 Cf. IP 151, 154. 307 Cf. OBISPOS DE LAS DIÓCESIS DE ARAGÓN, “A los pobres los tendréis siempre entre vosotros” (Mt 26,11). Reflexión de los obispos de las diócesis aragonesas sobre la pobreza en nuestros pueblos y ciudades. Primera parte (Zaragoza 1994) nº37. En adelante este documento se citará como PEV.

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El creyente, ante esta situación, ha de prepararse para una difícil travesía, en la que, en la medida que se capaz y con la ayuda de Dios, conduzca a la sociedad hasta una nueva situación de verdadera solidaridad308.

Para ello es necesario que, frente a la idolatría del dinero, se fomente una actitud de austeridad; que, frente al culto a la mentalidad científico-técnica, se anteponga la dignidad de la persona; que, ante el individualismo insolidario, se fomente la persona racional solidaria; que, en contra del desamor triunfe la misericordia; y que el fatalismo de paso a la esperanza309.

Esta manera de actuar en el camino apunta hacia una nueva conciencia de la verdadera imagen que deben tener y mostrar el hombre y la sociedad. Un hombre y una sociedad en que la dignidad humana esté por encima de cualquier otra consideración, en el que la fraternidad humana se viva en vez del individualismo, y que los bienes sean compartidos y no acumulados. Construir este nuevo modelo humano y social, será el resultado de una nueva forma de vivir: esta nueva manera de estar en la vida, de resituarnos existencialmente es lo que en el lenguaje religioso se denomina “conversión”, un verdadero cambio de orientación en la propia vida310.

Pero, nos surgen las preguntas: ¿a dónde debe conducirnos esta conversión?, ¿qué debemos hacer en nuestra existencia para alumbrar la llegada del Reino? El Bautista nos da la respuesta contundentemente: “El que tenga dos túnicas que las comparta con el que no tiene, y el que tenga de comer, que haga lo mismo” (Lc 3, 11). Es decir, nos está indicando que peregrinemos al lado de los pobres.

Ahora bien, hay diferentes maneras de caminar entre o al lado de los pobres. Decía el P. Arrupe: “Todos para los pobres, bastantes con los pobres y algunos como los pobres”, cada uno según su vocación311 . Esto es algo que va apareciendo en el Evangelio: Jesús planteó el discipulado itinerante a algunos, llamándolos a su seguimiento personal con la exigencia de dejarlo todo; pero a otros les dice que pregonen la Buena Nueva entre los suyos sin moverse de su localidad y que acojan a los itinerantes312; pero, eso si, todos

308 Cf. TH 6. 309 Cf. PEV 25-38. 310 Cf. TH 17. 311 Cf. M. ARRUE, Teología y espiritualidad desde el Cuarto Mundo, en: Cor XIII 79 (1996) 187. 312 Cf. G. LOHFINK, La Iglesia que Jesús quería. Dimensión comunitaria de la fe cristiana (Bilbao 1986) 50. “En Mt 10, 11-14; Lc 10, 5-7; Mc 6, 10; Jesús envía a sus discípulos diciéndoles que cuando lleguen a una aldea se informen de quien hay en ella

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al servicio del Plan de Dios. Por eso, en este apartado no hacemos especial referencia, como ya decíamos antes, a los miembros de Cáritas; ya que es labor de todos los creyentes. Ahora bien, con diferente implicación como bien nos dice el P. Arrupe.

Seguir a Jesús es plantear la vida desde los pobres, y de esto nadie está exento. Cualquier decisión cotidiana: elegir una profesión, educar a los hijos, adquirir o alquilar una vivienda, cuando menos, tendría que llevarnos a que surgiera en el creyente el siguiente interrogante: ¿cómo va a afectar esto a los pobres?313 Para poder responder a esta cuestión es necesario que estemos inmersos en la vida cotidiana y real del pueblo para escuchar e interpretar el clamor que resuena en lo infrahumano, y saber que Dios actúa allí y reclama nuestras pobres manos para seguir actuando en el lugar donde nadie lo tenía previsto y Él ha elegido para hacerse presente314.

4.1.2.6. Al atardecer de la vida nos examinarán en el amor

El amor promete infinidad, una realidad más grande y completamente distinta de nuestra existencia cotidiana; el amor tiende a la eternidad315.

En el pasaje evangélico de la alegoría profética del Juicio Final, Cristo se identifica con sus “hermanos más pequeños” (Mt 25,40.45), por eso, Jesucristo reconocerá a sus elegidos en lo que hayan hecho por los pobres; y así, éstos quedan confiados a nosotros y en base a esta responsabilidad seremos juzgados al final316: a la luz de lo que hayamos hecho con los que tienen hambre, con los que están desnudos y sin techo, con los enfermos y encarcelados, se juzgará nuestra vida317.

Las palabras de condena de Cristo en el Evangelio las dirige al desamor hacia los necesitados de ayuda, el “Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y

digno, que vayan a su casa y, si les reciben, permanezcan en ella convirtiéndola en centro de su actividad. Se refleja la existencia de iglesias domésticas y de quien vive su vocación en ellas, y de los itinerantes misioneros que la viven de otra manera, pero todos en servicio al Señor” (R. AGUIRRE, Del movimiento de Jesús a la Iglesia cristiana. Ensayo de exégesis sociológica del cristianismo primitivo [Estella 1998] 90). Este trabajo se citará como Movimiento. 313 Cf. ARRUE, o.c., 187. 314 Cf. TH 13. 315 Cf. DCE 5-6. 316 Cf. Mt 25, 31-46; C 183. 317 Cf. PEV 22.

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de los pequeños que son sus hermanos”318. Ignorando al pobre es al mismo Cristo al que desatendemos y abandonamos319.

Queda pues claro, que la pauta para la Iglesia y los cristianos de aproximarse y acercarse al necesitado para practicar con él la misericordia, es el criterio decisivo en el examen del Juicio Final que hemos de pasar al término de nuestra vida temporal para vivir eternamente con Dios en Cristo320. El amor es el criterio para la decisión escatológica definitiva de una vida humana321.

Por todo ello, el servicio caritativo-social sólo puede serlo si es experiencia de Dios: el marginado, el indigente, son prolongación y concreción del encuentro con Dios en cuanto objeto de amor322.

La diaconía de la caridad es un modo privilegiado de concretar el amor al Señor mediante la atención al pobre; por eso, este es lugar de encuentro teológico con el Dios de Jesucristo. Pero este servicio de la caridad hace también que el creyente se identifique con Cristo en la ayuda al necesitado de tal manera que, siendo signo de Su presencia323, lo hacemos actual y vivo en nuestros días. Para ello, es necesario324:

a) Revestirse de los mismos sentimientos de Jesús, al que se le conmueven las entrañas ante el dolor y el sufrimiento ajeno.

b) Reproducir los gestos del Nazareno para con los sufrientes, que pasan a ser normativos para el cristiano.

c) Alimentar, mediante la oración, el amor que surge del encuentro personal e intransferible con Dios y con el prójimo.

Para terminar este apartado, debemos tener presente, que si tal como hemos venido diciendo hasta ahora, el definitivo encuentro con Cristo donde se juega nuestro destino eterno, está condicionado por nuestra actitud de amor hacia los débiles y necesitados, debemos pasar inexcusablemente de lo intelectual y conceptual a lo práxico, de lo intencional a lo real, de la compasión al amor que se derrama sobre los hermanos más doloridos; de tal manera que, teniendo en cuenta la necesaria adaptación o encarnación del 318 CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Madrid 1992) nº 1033. Este documento se citará como CCE. 319 Cf. IP 9. 320 Cf. IP 16. 321 Cf. IP 15. 322 Cf. PELLICER, o.c., 323. 323 Cf. CCE 2443. 324 Cf. PELLICER, o.c., 325.

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mensaje cristiano a las condiciones sociales de nuestro tiempo y lugar, el Señor nos reclame en el día de mañana, en el Juicio y nos diga: venid benditos de mi Padre, porque estaba parado y me distéis trabajo; era inmigrante y me acogisteis; estaba enganchado a la droga, el alcohol o el juego, y me tendisteis una mano para que pudiera deshabituarme; estaba muy anciano, enfermo y solitario, y vinisteis a limpiarme, hacerme la comida y a darme compañía; era un niño de la calle, sin familia y sin techo donde cobijarme y, me buscasteis un hogar donde poder crecer con afecto y dignidad; era un campesino del Tercer Mundo que, al desplazarse por la guerra, se quedó sin tierra ni trabajo, y luchasteis para darme cobijo y defendisteis mis derechos. Todo lo que habéis hecho con estos marginados y excluidos, conmigo lo hicisteis325.

4.1.3. El Espíritu, aliento del obrar de Cáritas Toda la obra de Jesús se lleva a cabo en el Espíritu Santo que es el

artífice del proyecto salvífico de Jesús326. El Espíritu surgirá de Él mismo, el día de Pascua327, aunque la tradición joana deja veladamente entrever que esto tuvo lugar en la misma cruz328.

Sin embargo, no debemos perder la perspectiva trinitaria, en la que el Espíritu Santo es don del Padre y el Hijo vistos en su unidad329, sobre todo cuando Jesús exaltado a la derecha del Padre330, lo envía a los apóstoles y a la Iglesia toda331, para que puedan cumplir su misión332. Por tanto, necesitamos subrayar que el don va unido indefectiblemente a la Pascua de Jesús, ya que es en la Resurrección cuando se percibirá de una manera

325 Cf. IP 154. 326 Cf. IP 23. 327 Cf. Jn 20, 22; IP 15; PRAT, Antropología, 98. 328 Jesús muriendo “trasmitió el Espíritu” (Jn 19,30) expresión que históricamente significa devolver al Padre, mediante la muerte, aquel soplo vital que de Él había recibido, pero que también lo da ahora a los creyentes y a la Iglesia representada por María y el discípulo amado: Cf. COMITÉ PARA EL JUBILEO DEL AÑO 2000, El Espíritu del Señor (Madrid 1997) 65-66. Este trabajo se citará como CoEs. 329 En el NT es claro que son el Padre y Jesús los que dan el Espíritu Santo con diferentes expresiones en los diversos pasajes: el Padre envía el Paráclito porque Jesús lo pide, o en nombre de Jesús (Cf. Jn 14, 16.26). También Jesús es el que lo envía de parte del Padre (Cf. Jn 15, 26; 16,7). Es muy interesante para profundizar en esta cuestión: E. YANES, El Espíritu Santo como Amor mutuo del Padre y del Hijo, en: RAT 18 (2003) 7-31. 330 Cf. Hch 2, 33. 331 Cf. LADARIA, o.c., 337. 332 Cf. IP 15.

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palpable, pudiendo afirmar que no es dado más que cuando Cristo es Señor333.

Este don de Dios, que es Dios mismo, es, por consiguiente, la persona divina más “próxima” a nosotros, pero a la vez, es la expresión de la unión de amor del Padre y del Hijo, y como tal, lo más íntimo del ser divino334. El Espíritu Santo es la personificación del infinito amor de Dios, tanto del amor en Dios335, como del amor de Dios a los hombres manifestado históricamente por el Verbo encarnado336.

Por eso, El Dios-amor, se hace don en el Espíritu Santo337, por gracia, uniéndose a cada persona humana. Dios, aunque permaneciendo totalmente Otro, porque es amor-comunión, encuentra el modo de realizar lo irrealizable: unirse con sus criaturas “en el Espíritu”, colmando de esa manera la infinita distancia que separa al Increado del creado, Dios del hombre, y llega a ser Dios-por-nosotros, Dios-con-nosotros, Dios-en-nosotros.

Y así, podemos experimentar una fuerza íntima llena de vida que nos la manifiesta y comunica en el Espíritu, para que podamos cumplir el mandamiento nuevo que Jesús nos dio y ser testigos de su amor, reavivando en nosotros el impulso de los orígenes de Pentecostés338. El Espíritu Santo es ese maestro interior al que se le debe en sus asistencias y mociones una docilidad sincera, que ayuda a crecer sapiencialmente en el amor a Dios en su doble vertiente, filial y fraternal339.

La función del Espíritu es conducirnos a Cristo y hacer de nosotros otros Cristos, hoy. “Ser en Cristo por el Espíritu” es la vocación de todo bautizado. “Ser como Cristo por el Espíritu”, es la tarea de todo creyente. “Hacer de Cristo, por el Espíritu, alguien contemporáneo a todos los hombres” es la misión de todo cristiano; y lo esencial de Cristo es el amor preferencial por los pobres, de tal manera que, tener y ofrecer dicho amor, 333 Cf. LADARIA, o.c, 329 y 331. 334 Cf. Ibid., 327. 335 Cf. JUAN PABLO II, Dominum et Vivificantem. Carta encíclica sobre el Espíritu Santo en la vida de la Iglesia y del mundo (Roma 1986) nº 10. Este documento se citará como DeV. 336 Cf. INIESTA, o.c., 13. 337Cf. A.M. ORIOL, Síntesis pedagógica del libro “El Espíritu del Señor”, en: Cor XIII 85 (1998) 227-230. 338JUAN PABLO II, Novo Millenio Ineunte. Carta Apostólica al concluir el Gran Jubileo del año 2000 (Roma 2001) nos 40 y 58. Este documento se citará como NMI. 339 Cf. DELICADO, Nueva, 38; CCA 11; J. RUIZ MARTORELL, El Espíritu Santo en la Sagrada Escritura (II), en: RAT 8 (1998) 48-51.

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se convierte en clave hermenéutica y discernidora de que el Espíritu de Cristo está o no con nosotros340. En amor se nos va la vida. En amor nos jugamos la existencia. Cada vez que surge en nuestro interior el impulso de amar según Dios, nos lo brota el Espíritu, nos lo mueve con su don341.

Así lo confirma Benedicto XVI: El Espíritu es esa potencia interior que armoniza el corazón de los creyentes con el corazón de Cristo y los mueve a amar a los hermanos como Jesús los amó342.

Esa es la fuerza interior que mueve a los agentes de Cáritas para realizar su servicio. El Espíritu que ungió a Jesús para enviarlo a anunciar el Evangelio a los pobres conduce a los miembros de Cáritas hacia la misión de continuar la obra salvadora entre los últimos de la sociedad, los más empobrecidos.

Ese mismo Espíritu suscita en la Iglesia el carisma de la caridad, fundamento del correspondiente ministerio de servicio a los pobres, de donde nace el hacer de Cáritas y de sus miembros como expresión del amor preferencial de Dios por los pobres.

4.1.4. Cáritas como dimensión constitutiva de la Iglesia La acción caritativa-social de la Iglesia pertenece a su mismo ser: la

caridad como servicio y diaconía aparece en el Concilio Vaticano II343 como una realidad que emana directamente del ser mismo de la Iglesia como pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es la dimensión trinitaria la que fundamenta radicalmente toda la realidad de la Iglesia y, por consiguiente, su servicio a los débiles y necesitados344.

Entre el Dios trinitario y la Iglesia se da una relación profunda: la Iglesia enraizada en el misterio de Dios es simultáneamente receptora y mediadora de salvación. Recibiendo el amor de Dios es servidora cuando cumple su misión ejerciendo fielmente la función de transmitir el amor de Dios trinidad. Se trata pues, de que la Iglesia comunique la misma vida de 340Para todo el párrafo: Cf. S. CASTRO, El Espíritu: Amor y dador de vida, en: Cor XIII 85 (1998) 43 y 46; JARAMILLO, Espíritu, 78. 341 Cf. J. MARTÍN, Conocer e invocar al Espíritu Santo, amar con Él y dejarse hacer por Él, en: Cor XIII 85 (1998) 181. 342 Cf. DCE 19. 343 Cf. LG 4. 344 Cf. F. DUQUE, Eclesialidad de Cáritas, en: Cor XIII 93 (2000) 60. Este trabajo se citará como Eclesialidad..

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Dios que es amor. Así, Dios se sirve de las palabras y de las acciones de la Iglesia para llevar a cumplimiento su propio plan de gracia y salvación345.

Pero el amor de Dios y el de la Iglesia con el mundo adquieren el rostro de Cristo: “Dios es amor. En esto se ha manifestado el amor que Dios nos tiene, en que ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que nosotros tengamos la vida gracias a Él” (1Jn 4, 8-9).

El camino paradigmático de la Iglesia, para el servicio de la caridad, es el de Cristo. La existencia y la actividad eclesial brotan inmediatamente de Jesucristo, La Iglesia no puede olvidar que es cuerpo de Cristo y que su vida y actividad adquieren razón de ser solamente en Él346. Por eso, cuando actúa en servicio de los pobres y afligidos lo hace siguiendo las huellas de Cristo, su vida; no hay otro camino que el que nos marcó el mismo Jesucristo: “Como el Padre me envío a mí, así os envío yo a vosotros” (Jn 20, 21)347. La Iglesia y los cristianos de todos los tiempos, como seguidores de Cristo, hemos recibido el encargo de servir a la humanidad con entrañas de misericordia, especialmente a los más débiles348. “Este es el deber de toda la comunidad. Así la Iglesia es lo que es” (IP 14); y así, toma una conciencia más honda y más concreta de que la misericordia hacia los pobres es su gran misión349.

La vida de la Iglesia es auténtica cuando profesa y proclama la misericordia350, es decir, cuando su actuación que la identifica socialmente (profesa), y el mensaje que transmite al mundo (proclama) corresponden a su propio ser (misericordia), como participación y prolongación del Dios misericordia. Solamente en esa Iglesia-misericordia puede revelarse el amor gratuito de Dios, que se ofrece y se entrega a quienes no tienen nada más que su pobreza351.

Por eso, cualquier desviación de ese amor hacia los empobrecidos, tiene para la Iglesia sentido de infidelidad a su más profundo ser; y sabe, que ese encuentro con los marginados y excluidos tiene para ella un valor de

345 Cf. S. MADRIGAL, “Arraigados y cimentados en la caridad” (Ef 3, 17): Fundamentos eclesiológicos de la caridad política, en: Cor XIII 110 (2004) 53-56. Este trabajo se citará como Arraigados. 346 Cf. NMI 16. 347 Cf. J. LOSADA, La Iglesia y los pobres hoy, en: Cor XIII 117-118 (2006) 65. Este artículo fue publicado en Cor XIII (1980). 348 Cf. IP 13. 349 Cf. IP 15. 350 Cf. DM 13. 351 Cf. IP 11.

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justificación o condena según se haya comprometido o no con ellos352. Puede afirmarse que el ser y el actuar de la Iglesia se juegan en el mundo de la opresión, la debilidad y del sufrimiento353.

Por ello, manifiesta Benedicto XVI de una manera categórica: “La caridad no es una especie de actividad de asistencia social, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia” (DCE 25).

La actividad caritativo-social no es la mera suplencia de aquellas necesidades que no estén atendidas por la administración, ni por la sociedad, sino algo que brota de su mismo ser Iglesia, habitada y movida por el Espíritu Santo para continuar la presencia y la obra de Cristo en el mundo, manifestando así el amor de Dios a los hombres354. “La acción caritativo-social es una expresión externa de la entraña misma de la Iglesia” (CCA 5).

Esta llamada institucional y comunitaria, se convierte en personal e interpelante: la caridad no es algo que podamos delegar ni en otros, ni en ninguna institución, la caridad es parte constitutiva del cristiano que se debe expresar en la acción caritativa de cada creyente, ofrecida a los sufrientes y necesitados355.

Así es, si Cristo revela el amor de Dios para los hombres, la Iglesia unida a Él está llamada a vivirlo y manifestarlo: la Iglesia ha recibido el ministerio de la caridad que propiamente sólo pertenece a Cristo, y así aquella se convierte en dimensión constituyente de la misma y no excluye en su ejercicio a ninguno de sus miembros356.

La acción caritativa-social eclesial como dimensión constitutiva de la Iglesia, tiene su origen en Cristo como forma interna de la existencia y de su ser eclesial, y requiere expresarse en formas de existencia y actuaciones históricas plurales, entre las que se encuentra como más representativa, aunque no excluye otras formaciones, Cáritas.

Así la Institución con esa doble vertiente de estar radicada y nacer del amor del Dios de Jesucristo, y en su actuación histórica, puede considerarse como dimensión constitutiva de la Iglesia, participando de la dimensión caritativa-social eclesial o diaconía eclesial.

352 Cf. IP 9. 353 Cf. IP 10. 354 Cf. IP 110. 355 Cf. S.SORO, o.c., 187. 356 Cf. F. GARCÍA MARTÍNEZ, El Misterio de la Caridad en la Iglesia, en: Cor XIII 139 (2011) 236.

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El ministerio de la caridad se integra en la Iglesia particular y en cada una de las comunidades como elemento fundamental de su vida y misión, siendo Cáritas el instrumento que pone en movimiento la corriente del servicio caritativo –expresión del amor de la Iglesia por los desfavorecidos– la cual arranca del Cuerpo de Cristo y acaba en Cristo mismo; ya que el hermano es el lugar teológico del encuentro con Dios, y en especial lo es el hermano pobre y sufriente357.

4.1.5. La centralidad de la persona como imagen e hijo de Dios, en la

acción de Cáritas Dios crea todo por amor358, que brota de su mismo ser, y que por ser

esencialmente amor tiende a comunicarse359. En este proceso de autocomunicación de Dios a lo no-divino, el hombre360 ocupa un puesto excepcional entre todas las criaturas pues ha sido creado a “imagen y semejanza” del Hacedor361. Esto no se dice de otra criatura en la Biblia. Si bien, todas las demás obras de la creación son juzgadas por Dios “buenas”, sólo después de la creación del hombre, Dios pronunció el superlativo “muy bueno”. Con el hombre la creación había alcanzado su “completamiento” porque Dios había hecho una criatura semejante a Él, que reflejaba a su Creador362. Así pues, el ser humano, imago Dei363, es el señor y centro de toda la creación364, y por haber sido hecho a semejanza de su Hacedor, tiene la dignidad de persona365, es decir, que no es solamente algo, sino alguien, 357 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 27. 358 Cf. CCE 295; DCE 9. 359 Cf. A 33, 44. 360 IP 18 y 62. Dios ha hecho al hombre por amor: Cf. Gn 1, 1-2, 4; “Hombre integral completo: corporal y espiritual” (IP 112). El magisterio de la Iglesia afirma la unidad del hombre formado de cuerpo y alma; el espíritu y la material no son dos naturalezas unidas, sino que su unión, constituye una única naturaleza: Cf. CCE 362-367; DCE 5; CIV 48, 53, 76; J.L. RUIZ DE LA PEÑA, Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental (Santander 1988) 91-151. 361 Cf. A. MARTÍNEZ SIERRA, Antropología teológica fundamental (Madrid 2002) 69-70. 362 Cf. COMITÉ PARA EL JUBILEO DEL AÑO 2000, Dios, Padre misericordioso (Madrid 1998) 47. 363 Cf. IP 117 y 127; CIV 11. 364 Cf. IP 56; GS 12; JUAN PABLO II, Christifideles Laici. Exhortación Apostólica sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo (Roma 1979) nº 37. En adelante este documento se citará como ChL. 365 Cf. R. PRAT, Dimensión Misionera de la pastoral social hoy. ¿Interpelación para la sociedad y para la Iglesia?, en: Cor XIII 105 (2003) 131. Este trabajo se citará como Dimensión; R. PRAT, Ministerio de la caridad en un mundo globalizado. Caridad y

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que es capaz de conocerse, de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado por la Gracia a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar366.

Este es el fundamento de la antropología cristiana: la inalienable dignidad de la persona que tiene su raíz y su garantía en el designio creador de Dios367 y que hace considerar al ser humano como un valor absoluto y sagrado368.

La dignidad de la persona es un valor universal, base de todos los demás principios orientadores de la comprensión del ser humano en relación con los otros seres humanos de la comunidad. Este principio nos lleva a afirmar la igualdad esencial de todos los miembros de la familia humana369. Dios no hace acepción de personas370, porque todos los hombres tienen la misma dignidad de criaturas a su imagen y semejanza371. La encarnación del Hijo de Dios manifiesta la igualdad de todas las personas en cuando a su dignidad372, ya que mediante aquella, Dios está unido de alguna manera con cada hombre373. La dignidad de todo ser humano ante Dios es el fundamento último de la radical igualdad y fraternidad374, de la dignidad de todo hombre ante todo hombre.

Ya hemos visto que la creación del hombre y la mujer375 a imagen y semejanza de Dios encierra una enseñanza fundamental acerca de su evangelización, en: Cor XIII 121 (2007) 220-221. Este trabajo se citará como Ministerio; CIV 18, 29. 366 Cf. CCE 357; C 108. 367 Cf. C 37; CIV 45. 368 Cf. R. PRAT, El hilo de la vida. Quince imágenes de libertad (Lleida 2003) 245; ChL 37; CIV 45. 369 Cf. ALÓS, o.c., 98-99; ChL 37. 370 Cf. Hch 10, 34; Rom 2, 11; Gal 2, 6; Ef 6, 9. 371 Cf. CCE 1934. 372 Cf. Gal 3, 28; Rom 10, 12; 1 Cor 12, 13; Col 3, 11. 373 Cf. GS 22. La Iglesia tiene como tarea principal que esta misión pueda actualizarse y renovarse: Cf. C 105. 374 Cf. Para todo el párrafo: C 144; también GS 29. 375 Es interesante notar que el autor sagrado, al describir el objeto del cuidado creador de Dios, ha pasado del singular “hombre”, al plural “varón y mujer” (Gn 1, 27). En el proyecto de Dios, la presencia de los dos expresa el “completamiento” y la plenitud de la raza humana. Así pues, desde el principio, el varón y la mujer, existen en comunión fecunda por una comunicación ulterior en el interior del misterio del amor creador de Dios: Cf. MARTINEZ SIERRA, o.c., 80-85; JUAN PABLO II, Familiaris consortio. Exhortación apostólica sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual (Roma 1981) nº 28. En adelante este documento se citará como FC ; JUAN PABLO II, Mulieris

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identidad, pero contiene también la clave sobre su vocación: en el acto creativo libre y gratuito de Dios, éste, dota de inteligencia y libertad al hombre y a la mujer376, constituyéndolos así en el “tú” creado de Dios. Sólo en la relación con Él pueden descubrir y realizar el significado auténtico y pleno de su vida377.

Y esta relación se lleva a cabo en Jesucristo, que revela a la humanidad que Dios es Padre y que todos estamos llamados por la Gracia a hacernos hijos suyos en Él378, a ser hijos en el Hijo y por tanto hermanos de un mismo Padre379. Mediante el Espíritu de Jesucristo, Hijo de Dios encarnado, en el cual la realidad de comunión trinitaria está ya realizada, los hombres son acogidos como hijos de Dios en dicha comunión de Amor. Por medio de Cristo participamos de la naturaleza de Dios380.

De todas las criaturas visibles sólo el hombre es “capaz de conocer y amar a su Creador” (GS 12); es la “única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” (GS 24): sólo él está llamado a participar por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado como imagen381 del Hacedor y ésta es la razón fundamental de su dignidad382.

Así pues, en la comunión de amor que es Dios, la persona humana está llamada a descubrir el origen y meta de su existencia y de la historia383. “Ser persona a imagen y semejanza de Dios, comporta (...) existir en dignitatem. Carta apostólica sobre la dignidad y vocación de la mujer (Roma 1988) nº 6. En adelante este documento se citará como MD; CCE 369-373 y DCE 11. “Ellos, hombre y mujer, en su complementariedad son imagen del Amor trinitario, son cima de la creación” (C 36). 376 Dios respeta la libertad que ha donado al género humano, y se la otorga para hacer el bien y caminar en el amor: Cf. C 19, 141, 145. Los crea libres, conscientes y responsables: Cf. ChL 37; PP 16; M. GÁLVEZ, Fundamentación teológica de la dignidad del Hombre, imagen de Dios, en el Concilio Vaticano II, en: RAT 9 (1999) 44-45. 377 Cf. C 64. 378 Cf. C 31; Rom 8,15; Gal 4,6; ChL 37. 379 Cf. IP 139-141; CIV 19. 380 Cf. C 122. 381 Cf. DCE 39; MARTÍNEZ SIERRA, o.c., 98-105. Ser imagen de Dios es en el hombre, más que una cualidad, la determinación estructural. En todo hombre hay una referencia desde lo más profundo de su ser a Dios como fundamento y figura de su existencia. Abierto al mundo y en él al Absoluto, hay una predisposición en el hombre a entablar un diálogo con ese Absoluto. Su capacidad de respuesta a esa palabra de Dios, le pone frente a Dios como un “tu”, a quién Dios en su bondad quiere comunicarse y hacerle feliz. En esta línea resulta muy interesante ver: K. RHANER, Oyente de la Palabra (Barcelona 1967). 382 Cf. Para todo el párrafo: CCE 356. 383 Cf. C 34.

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relación al otro yo” (MD 7). Y porque Dios mismo es comunión de personas, y debe existir semejanza entre unión y mutuas referencias de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en el amor, la persona se realiza en relaciones de amor justicia y solidaridad con todos, cuando con su actuar tiende a promover la dignidad de la persona y mejorar sus condiciones de vida384. El hombre sólo puede encontrar su propia plenitud en la entrega a los demás385.

Vemos pues, que en el interior de la persona humana, se entrelazan indisolublemente la relación con Dios reconocido como Creador y Padre, fuente y cumplimiento de la vida y de la salvación, y la apertura al amor concreto hacia el hombre; es más, “la apertura trascendental a Dios se actúa, de hecho y necesariamente, en la mediación categorial de la imagen de Dios. El diálogo con el tú divino se realiza ineludiblemente en el diálogo con el tú humano”386. En la dimensión interior humana radica el compromiso por la justicia y la solidaridad para edificar un mundo mejor conforme al designio de Dios387.

La Iglesia ve pues, en el hombre la imagen viva de Dios que se encuentra y tiene su razón de ser en el misterio de Cristo, imagen perfecta de Dios y revelador de Dios al hombre y del hombre a sí mismo388. Por eso, debemos saber descubrir a Cristo en todos los hombres, en particular en los más necesitados389: Jesús se identifica con los pobres, en el más humilde lo encontramos a Él390, por eso, los excluidos son presencia de Cristo en el mundo391, son quasi sacramento de Él392, lugar teológico de encuentro con Dios393; en la persona del marginado hay una presencia especial suya394. En cada persona que vive en la miseria podemos ver el rostro de Cristo, Hijo de

384 Cf. C 32. 385 Cf. Lc 17, 33; GS 24. 386 RUIZ DE LA PEÑA, o.c, 180. 387 Cf. C 40. 388 Cf. C 105: A. MILIÁN, Con los pobres :vocación de los creyentes, en: Cor XIII 106 (2003) 138. 389 Cf. C 132. “Todo hijo de Dios redimido por su Hijo unigénito, es sacramento de Cristo, pero de forma especial lo es del pobre; hasta el punto que Jesús se identifica plenamente con ellos” (MILIÁN, o.c., 140). 390 Cf. DCE 15. 391 Cf. IP 22. 392 Cf. IP 16. 393 Cf. IP 28. 394 Cf. NMI 49, CONCILIO VATICANO II, Lumen gentium. Constitución dogmática sobre la Iglesia (Roma 1964) nº8. Este documento se citará como LG.

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Dios y hermano nuestro395, por eso si ignoramos al pobre, ignoramos al mismo Jesucristo396. Sólo nos podemos convertir en “cirineos” sirviendo y ayudando al hermano necesitado397, ese es nuestro camino salvífico-existencial.

Estos principios teológicos y antropológicos son la base sobre la que se asientan todas las afirmaciones fundamentales, las opciones y las características que forman el cuerpo del modelo de acción social de Cáritas. Así lo afirma contundentemente: “La persona, en tanto poseedora de la máxima dignidad posible, en tanto ser integral y social y en proceso de hacerse en la sociedad y de hacer sociedad, se torna en eje y centro fundamental de nuestra acción”398.

Por ello la acción de Cáritas tiende en todo momento a ayudar a la persona a vivir de acuerdo a su dignidad y a desarrollarse en toda su integridad, en reconocer su valor y su dignidad inviolable e inalienable399.

El obrar de Cáritas, está pues, al servicio del ser humano; un servicio que desde el reconocimiento de su dignidad, como decíamos antes, hace de él el centro de su acción caritativa y social.

Y este ejercicio de la caridad que lleva a cabo Cáritas, no sólo está al servicio de la persona, sino al servicio de su desarrollo integral400.

La persona –el empobrecido– del que estamos hablando constituye un todo integral con necesidades que deben ser igualmente satisfechas para no comprometer su dignidad.

Así lo entiende Cáritas y sus agentes, por eso tratan de servir, atendiendo a las múltiples dimensiones de la persona: física, psicológica, espiritual, etc.

Una atención que se basa en poner en valor las potencialidades y capacidades de los excluidos aunque estas no estén completamente desarrolladas o se encuentren muy condicionadas por la realidad concreta que le toca vivir al marginado. Por tanto, comprende a la persona necesitada desde sus posibilidades y no desde sus carencias o negatividades401.

395 Cf. IP 8. 396 Cf. IP 9. 397 Cf.. IP 137. 398 CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 13. 399 Cf. ALTABA, RMA6, 43; ALTABA, RMA3, 20. 400 Cf. V. ALTABA, La animación de la caridad en Benedicto XVI y en la “Iglesia y los pobres”: criterios y alertas, en: Cor XIII 143 (2012) 90. 401 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 14.

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Esta conciencia de la dignidad que posee toda persona humana da a los agentes de Cáritas un “talante contemplativo”402 y el fundamento para no utilizar al pobre en función de ninguna circunstancia personal, comunitaria o institucional403.

El talante contemplativo ayuda a los miembros de Cáritas a ver, mirar, escuchar, a penetrar en el misterio del otro; y hace que el servicio se entienda no como una demostración de habilidades, o como una donación de lo que apetece, sino como ofrenda de lo que el desvalido necesita.

Es más este carácter contemplativo hace descubrir en el pobre el rostro del Señor, tal como decíamos anteriormente. Esto hace que el pobre para el agente de Cáritas no sea un dato sociológico o el objeto de su acción caritativa, sino que es el lugar en el que Dios se hace presente, se revela y nos interpela; el lugar en el que podemos encontrar a Dios, amarle y acceder a Él.

Por último, la concepción cristiana de la persona humana, pone sobreaviso al voluntario y técnico de Cáritas para que queriendo servir al pobre con la mejor voluntad no corran el riesgo de utilizarlo o instrumentalizarlo.

4.1.6. La espiritualidad de Cáritas Desde el punto de vista cristiano, los hombres y mujeres “espirituales”

son aquellos que están llenos del Espíritu de Cristo y lo están de una manera viva y constatable, puesto que la fuerza y vida de ese Espíritu invade todo su ser e impregna todas sus acciones; de esta manera, Dios se hace presente de una forma singular en y entre los hombres404.

Espiritualidad es la forma envolvente, unificadora de entender toda la vida, integración de toda la persona405 desde la fe, la esperanza y el amor406.

402 Cf. ALTABA, RMA9, 34-35. 403 Cf. ALTABA, RMA6, 52. 404 Cf. I. ELLACURÍA, Espiritualidad. Teología Fundamental, en: C. FLORISTÁN - J.J.TAMAYO (edd.), Conceptos fundamentales del cristianismo (Madrid 1993) 414-415; PRAT, Antropología, 105. 405 La espiritualidad se entiende en referencia a la estructura de toda la persona desde la vida teologal, es pues, la misma identidad del cristiano, no algo que se sobreañade: Cf. S. GAMARRA, Teología espiritual (Madrid 1997) 36-38. 406 La espiritualidad cristiana debe estar cimentada en la fe, orientada por la esperanza y consumada en el amor, virtudes que ponen en estrecha unidad profundas dimensiones del

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La espiritualidad es obra de Dios, es el resultado de su amor al mundo, que ha culminado de forma anticipada en la resurrección de Jesús. La vida espiritual nos conduce a la vida en el amor, incluso más allá de la misma muerte, plenificándose en el Amor407.

El Señor por su Espíritu nos da el don de la caridad y el modo de vivirlo, la forma de responder408, es la espiritualidad. El carisma que se traduce en experiencia eso es la espiritualidad409.

La espiritualidad es acoger la salvación de Dios en el momento concreto de la vida, lo cual nos lleva a reorientar dicha vida en el hoy que nos toca vivir y construir, es el modo en que todo cristiano concibe, experimenta y expresa, en la Iglesia y el mundo, su vida teologal y de relación personal con el Dios viviente410.

Por eso, la espiritualidad no se puede considerar intimista, entendida como un mirarse egocéntricamente, en ensimismamiento contemplativo individualista; sino un mirarnos internamente que nos lanza hacia el exterior, hacia la acción amorosa, para que ésta, enriquezca a su vez nuestro corazón. Es un entrar y salir del Amor-amor, en nosotros. Ni activismo, ni evasionismo, ni una entelequia para pensadores, ni una sucesión de devociones, sino la obra del Espíritu en nosotros, del cual vienen todos los carismas, y el don por excelencia del amor411.

Así pues, la espiritualidad cristiana nos remite al Espíritu, nos pone frente a un don sobrenatural, un don que es gratuito ya que la labor más importante la hace la Gracia, por lo que no es voluntarismo: no se consigue sin esfuerzo, pero no es el resultado del esfuerzo412. Transforma a quién lo experimenta y recibe, genera entusiasmo y opta por la utopía del Evangelio. Se guía por el criterio de la caridad que lleva el amor hasta las últimas

hombre con la plenitud del Dios trinitario, revelado en Jesús: Cf. ELLACURÍA, o.c., 419-420; DCE 39; GAMARRA, o.c., 130-134. 407 Cf. M.L. CASTILLO, La espiritualidad y Cáritas, en: Cor XIII 93 (2000) 332-333. 408 “Los seguidores de Jesús debemos dejarnos mover, asistir, y orientar por el Espíritu Santo si queremos crecer, vivir y madurar, como cristianos llamados a la perfección de la santidad” (IP 23). 409 Cf. S. PELLICER, Espiritualidad del documento “La Iglesia y los pobres”, en: Cor XIII 72 (1994) 315. 410 Cf. Ibid., 319. 411 Cf. Ibid., 311-312; L. ARAUZO, Dios es nuestra profundidad, en: RAT 24 (2006) 19-20. “Se debe rechazar la tentación de una espiritualidad intimista e individualista que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad ni con la lógica de la Encarnación” (NMI 52). Cf. CCA 13. 412 Cf. R. PRAT, El dinamismo de la comunión eclesial (Salamanca 1988) 58; CIV 5.

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consecuencias: se está dispuesto a sufrir y entregar la vida, des-vivirse para que otros tengan vida. Se sitúa uno en el corazón de la Iglesia413.

La espiritualidad es un caminar según el espíritu de Cristo, es seguimiento de Cristo414; es encuentro con Cristo, vida en el Espíritu y ruta hacia el Padre. Un caminar en la historia en la que encontramos el patrón de vida de Jesús y se nos abre el futuro del Padre, pero entre ambos aspectos existe un caminar, procesual y cambiante en el Espíritu, que nos lleva a vivir según el amor y a luchar por la paz y la justicia, los grandes valores del Reino de Dios415. La espiritualidad del cristiano, tiene pues, una clara dimensión social, ya que nos conduce al amor hacia todos los hombres, un amor que implica promover entre toda la humanidad, la justicia, la solidaridad, la comunión y la paz416. “Existe una profunda unidad entre la vida cristiana, entre la espiritualidad y la acción caritativo-social” (IP 131).

El mismo compromiso social de la fe es fuente de una extraordinaria espiritualidad siempre que en nosotros vaya creciendo interiormente la disponibilidad a las mociones del Espíritu para que Dios siga amando al género humano a través de nosotros417.

Por eso, para vivir una verdadera espiritualidad, es necesario que el cristiano se encarne en el aquí y en el ahora418, de tal manera que se prolongue la incarnación de Cristo por medio del Espíritu Santo en todos los hombres de buena voluntad, de manera existencial a lo largo de tiempo y lo ancho del mundo419. La encarnación se da en Jesús, Él es el modelo: Dios encarnado. En Jesús, Dios se hizo historia. Desde nuestra espiritualidad tratamos de acercarnos a Él siguiéndolo y entrando en la historia con el mismo talante y estilo con que Él lo hizo. Tratamos de encontrarlo 413 Cf. PELLICER, o.c, 316-317. 414 Para profundizar en esta cuestión es muy interesante acudir a: J. LOIS, Espiritualidad del seguimiento, en: C. FLORISTÁN - J.J. TAMAYO (edd.), Conceptos fundamentales del cristianismo (Madrid 1993) 420-431. En dicho trabajo tiene en cuenta y articula muy acertadamente las dimensiones cristológica y neumatológica de la espiritualidad del seguimiento. 415 Cf. J. SOBRINO, Liberación con espíritu. Apuntes para una nueva espiritualidad (Santander 1985) 67-69. Este trabajo se citará como Liberación. 416 Cf. CVI Introducción p18; JUAN PABLO II, Sollicitudo rei socialis. Carta encíclica en el vigésimo aniversario de la “Populorum progressio” (Roma 1987) nº 40. Este documento se citará como SRS. “El mensaje cristiano no aparta a los hombres de la tarea de la construcción del mundo, ni los impulsa a despreocuparse del bien ajeno; al contrario, les impone como un deber el hacerlo” (GS 34). 417 Cf. JARAMILLO, Espíritu, 81. 418 Cf. IP 14, 132; PTVA 13-17. 419 Cf. IP 131.

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encarnándonos en el día-a-día de la historia y sus procesos. El camino de Dios y del hombre, es el de la encarnación en la historia420.

La encarnación de los cristianos en la historia real de los hombres sigue siendo el primer paso lógico de la existencia cristiana que parte de la realidad en la que nos movemos. Una espiritualidad encarnada se caracteriza por una referencia constante a la realidad: parte de ella, para volver a la misma, siempre en actitud de respeto y honestidad, siendo fieles a la misma, respetando su verdad y nunca ignorándola, distorsionándola o falseándola421. Por ello, entendemos por espiritualidad el vivir nuestra propia realidad, hacerla y padecerla según el Espíritu de Dios que habita en nosotros. La espiritualidad en concreto no es otra cosa que realizar la fe, esperanza y la caridad, pero realizarlas en lo concreto de la realidad que nos ha tocado vivir, tal como el Espíritu lo va posibilitando y exigiendo422.

Sin embargo, hay un hecho trascendental que no debemos ni podemos dejar pasar de largo: en Jesús, Dios se abajó en kénosis, haciéndose no solamente, hombre, sino hombre-pobre, servidor. No sólo entró en el mundo en general –lo que ya supone un “abajamiento”–, sino en el mundo de los marginados. En la kénosis asumió la carne y la pobreza, la pobreza de la humanidad423.

¿Dónde somos pues convocados a realizar nuestra labor? Se nos pide que nos movamos donde se dan los acontecimientos fundamentales de la vida humana y los salvíficamente determinantes, porque por ellos hay que pasar para llevar vida en plenitud: el mundo de la pobreza, la exclusión y el sufrimiento424. Por eso, “nuestra caridad debe acercarnos a los pobres de todas las maneras posibles pero especialmente en la convivencia, situándonos entre ellos para poder analizar las situaciones con realismo, compartir sus problemas y buscar soluciones” (IP 134). Y lo debemos hacer reproduciendo aquellos valores y actitudes, realizadas y exigidas por Jesús. Se trata, por lo tanto, de reproducir el espíritu fundamental de Jesús al servicio del Reino de Dios y el modo de llevarlo a cabo nos lo indica programáticamente en las bienaventuranzas: ahí se nos dice cómo debe de ser el seguidor de Jesús, cómo debe ser su vida, su espiritualidad.

Desde esta convocatoria se puede entender la espiritualidad de Cáritas, cuya fuente y fundamento está en el Dios de Jesucristo que se nos ha 420 Cf. CASALDÁLIGA - VIGIL, o.c., 142. 421 Cf. Ibid., 160-161: SOBRINO, Liberación., 145. 422 Cf. Ibid., 152. 423 Cf. CASALDÁLIGA - VIGIL, o.c, 143. Ver notas: 228-237. 424 Cf. PELLICER, o.c, 325-326.

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comunicado por la efusión del Espíritu425. No hay pues caridad sin la acción del Espíritu y no hay acción caritativa-social sin vida en el Espíritu. Sin espiritualidad Cáritas se reduciría a una empresa de servicios sociales426.

Para el agente de Cáritas, el ejercicio de la caridad implica tener una profunda experiencia de sentirse amado por Dios. Su amor nace de Dios y se nutre la vivencia de sentirse hijo amado de Dios. Por eso la caridad es “don recibido y ofrecido” (CIV 5): primero recibido y desde esa experiencia, amor ofrecido.

Esta experiencia del amor de Dios es la que posibilita y capacita a los miembros de Cáritas para amar a los hermanos y nos descubre algo muy importante427: que lo prioritario y fundamental en el ejercicio de la caridad es el amor, y que todos los que sirven y trabajan en este campo están llamados a “ser instrumentos de la Gracia para difundir el amor de Dios” (CIV 5).

De esto deducimos claramente que “Cáritas o será mística o no será. Una Cáritas sin espiritualidad, sin Espíritu, no será nunca una verdadera Cáritas”428.

Existe Cáritas como ejercicio organizado de la caridad porque hay pobres y porque sus miembros han sido ungidos por el Espíritu Santo para dar la Buena Noticia a los desheredados: el mismo Espíritu que ungió a Jesús para enviarlo a anunciar el Evangelio a los pobres conduce a sus discípulos hacia la misión de continuar la obra salvadora entre los más abandonados429.

De lo dicho anteriormente sobre la específica espiritualidad que embarga a los agentes de Cáritas, se deducen los dos polos de referencia que se deben tener siempre presentes para que la acción caritativa y social se sostenga sobre “roca firme” y le de sentido y consistencia: el Espíritu Santo que hace a los miembros de Cáritas testigos de su amor y la realidad de los pobres y excluidos que claman en su indigencia por la necesidad de experimentar la fuerza salvadora del Amor430.

Una verdadera vida espiritual que aliente el ejercicio de la caridad evita caer en diversas tentaciones:

425 Cf. Jn 20, 22; CIV 5. 426 Cf. ALTABA, RMA9, 20. 427 Cf. Ibid., 21. 428 ALTABA, RMA6, 45. 429 Cf. ALTABA, RMA9, 14. 430 Cf. Ibid., 16.

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a) El riesgo del activismo: es necesario ir más allá de la tarea y recuperar la mística de la caridad alimentando permanentemente nuestra experiencia de Dios431.

b) Disociar o contraponer acción-contemplación, compromiso-oración, lucha por la justicia-vida espiritual. Estas no son realidades contrapuestas, sino que el Espíritu las integra en cada creyente432.

c) Creer que la espiritualidad es un recetario de técnicas y herramientas operativas para la intervención social: no es así, esa labor le corresponde a las ciencias sociales. La espiritualidad es el alma de lo que tenemos que hacer: nos da motivaciones y convicciones para la acción y nos ofrece criterios de acción433.

Por último cabe preguntarse ¿cuáles son las características básicas que ofrece la espiritualidad a los agentes de Cáritas para que lleven a cabo la acción caritativa y social con los empobrecidos?434

Una espiritualidad que sea:

a) Trinitaria, entrañados en Dios, que haga vivir el compromiso como vocación, siendo testigos de Jesucristo y transmitiendo así la Buena Noticia de Jesús.

b) Contemplativa, de ojos abiertos ante la realidad de los pobres, y con discernimiento evangélico para transformarla.

c) De ternura y sanación del corazón herido, con paciencia y gratuidad.

d) Desde la propia vivencia del Evangelio, con sencillez y pobreza evangélica.

e) De comunión, unido a otros, para acoger al empobrecido y promover su participación.

431 Cf. ALTABA, RMA6, 44. 432 Cf. ALTABA, RMA9, 15. 433 Cf. Ibid., 17. 434 En este punto voy a seguir las intuiciones que V. Altaba señala en su magnifica obra: “La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social”, refiriéndose a los integrantes de la familia Cáritas. También me parece muy interesante acudir a: A. RODRÍGUEZ TESO, Comunidades cristianas y exclusión social, en: Cor XIII 135 (2010) 89-98.

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4.1.7. Cáritas, un servicio pastoral para ser Buena Noticia para los excluidos

La actividad caritativa-social de la Iglesia, brota de su mismo ser, ya que habitada y movida por el Espíritu Santo, continua la presencia y la obra de Cristo en el mundo435, manifestando así el amor de Dios a los hombres.

En la vida de Jesús encontramos perfectamente unidas sus palabras y obras, su revelación sobre el Dios amor y sus signos, sus milagros. Por ello, la acción caritativa-social obra de manera cuasi-sacramental en cuanto parte integrante de la acción pastoral eclesial436.

Por otra parte, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos, que en la actualidad la Iglesia en España, tiene una gran vitalidad en su acción diaconal-amorosa, que se muestra en el compromiso diario de las comunidades parroquiales, las congregaciones religiosas, las asociaciones de laicos y, en definitiva, en las numerosas iniciativas socio-caritativas de cada diócesis437; de una manera especial la manifiestan instituciones eclesiales con presencia pública destacada, significativa y reconocida en nuestra sociedad438; así como la ingente labor de los misioneros apoyados por tantas asociaciones y ONG´s católicas439.

Sin embargo, esta acción no se encuentra suficientemente integrada en la pastoral de conjunto de las diversas diócesis, y podemos decir, que falta todavía bastante en nuestra pastoral para que se pueda alcanzar la perfecta unidad entre Palabra, Sacramento y Caridad440.

Por eso, hace falta un engranaje de la acción caritativo y social con el resto de las acciones eclesiales y con el conjunto de la comunidad; ya que aquellas actividades que no se inscriben con claridad en el proceso general de la acción evangelizadora de la Iglesia, corren el riesgo de aislarse y desligarse de la comunión eclesial que las debe sustentar. No deben situarse, 435 “Desde el día de Pentecostés todos los discípulos debemos seguir anunciando el Evangelio de Jesucristo, su mensaje de salvación para todos” (IP 19). La Iglesia y los cristianos testimonian y anuncian los valores del Reino de Dios y del Evangelio de Cristo: Cf. IP 95-97, 100-101, 103. “La Iglesia tiene la misión de anunciar a Cristo, y éste anunció el Reino de Dios proclamando el Evangelio y curando a los enfermos. La novedad del mensaje evangélico de las bienaventuranzas lo hacía mediante la práctica de las obras de misericordia (Cf. Lc 10; Mt 5, 1-2; Mt 25, 31-46; Jn 13, 1-7)” (PTVA 11). 436 Cf. IP 110. 437 Cf. PTVA 7. 438 Sirvan como ejemplo: Cáritas, Manos Unidas, Pastoral Penitenciaria, Justicia y Paz, Pastoral de la Salud. 439 Cf. PTVA 8. 440 Cf. IP 110-111.

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pues, “aparte” con respecto al resto de dimensiones de la acción pastoral o del conjunto de la comunidad441.

Es muy esclarecedor lo que Mons. Echarren dice al respecto442: la Iglesia que sólo enseña, pero no reza y no se solidariza con los pobres, presenta un cristianismo que se asemeja más a una simple doctrina o filosofía, que a un mensaje de Buena Noticia revelado por Dios; si por el contrario, sólo reza y celebra la Eucaristía y los sacramentos, pero no catequiza y no comparte los bienes con los necesitados, el cristianismo acaba apareciendo como una “mística de evasión”; si por otro lado, la Iglesia sólo se dedica a atender y ayudar a los pobres y marginados, pero no anuncia a Jesucristo, no reza y no celebra la fe, el cristianismo puede mostrarse como una ideología más, como un grupo filantrópico. Es en el equilibrio de las tres dimensiones realizadas y participadas por todos como la Iglesia encuentra su verdadera identidad y ofrece su testimonio evangélico y evangelizador.

Es verdad, que ya desde el principio del cristianismo, fue necesario “organizar” el ministerio diaconal y se nombró un grupo de siete personas para realizar esta labor tan esencial y peculiar de la Iglesia443, pero esa labor debía ser desempeñada por personas “llenas de Espíritu y sabiduría” (Hch 6, 1-6), de tal manera, que esta espiritualidad y ejercicio de la caridad, no los separara de las otras dimensiones eclesiales: el servicio de los sacramentos y el anuncio del Evangelio.

Así pues y ya desde los primeros tiempos, el ministerio de la caridad se integra en la Iglesia particular y en cada una de las comunidades como elemento fundamental de su vida y misión; de tal manera que ninguna comunidad realiza íntegramente su misión si no anuncia el evangelio, si no celebra la fe y ora, y si no sirve a los hermanos más necesitados444.

Palabra, culto y caridad no son acciones yuxtapuestas. Entre el anuncio de la Palabra, la celebración litúrgica y el testimonio de la caridad existen

441 Cf. CCA 36. 442 Cf. R. ECHARREN, Cáritas a la luz de “La Iglesia y los pobres”, en: Cor XIII 72 (1994) 191. Este trabajo se citará como Cáritas. 443 Cf. DCE 21. 444 Cf. CALZADA-GARCÍA (y otros), o.c., 19; S. MADRIGAL, Cáritas es nombre de Iglesia: lectura eclesiológica de la primera encíclica de Benedicto XVI, en: Cor XIII 123 (2007) 237. Este trabajo se citará como Nombre.

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fuertes vínculos de modo que ninguna de estas tres dimensiones debe caminar por su cuenta con criterios excluyentes445.

Todas se complementan, se dan sentido y conforman la tarea eclesial que es una. Así la Eucaristía se traduce en fraternidad y servicio, y a la vez es alimento para él. La catequesis y la reflexión teológica iluminan la acción, pero también se nutren de los signos de los tiempos que desvelan la acción de Dios y de su Espíritu en el mundo y en la historia446

Por ello, la pastoral de la caridad y Cáritas misma, han de tener necesariamente una referencia a ese “ser Iglesia” que anuncia a Jesucristo, que celebra la fe y sirve al pobre y marginado, ya que es Ella el sujeto al que el Señor confió la misión de evangelizar. No basta afirmar que es en la Iglesia donde se realiza la tarea diaconal, hay que llegar a descubrir y manifestar que es la misma Iglesia la que la realiza en la pluralidad de sus miembros a nivel individual, colectivo e institucional, resaltando de esa manera su dimensión comunitaria y social447.

Así pues, el ejercicio de la caridad que lleva a cabo Cáritas ha de integrarse en la pastoral de conjunto. Es condición necesaria para que la comunidad cristiana exprese su compromiso con los empobrecidos. Estamos refiriéndonos a un trabajo de diálogo con todos los agentes de la pastoral, de modo que Cáritas se inserte en los procesos de formación cristiana, así como en la celebración litúrgica de la comunidad; y por otra parte, Cáritas y sus agentes han de dejarse interpelar por la fe anunciada y celebrada en la comunidad, que como indicábamos anteriormente es sujeto de la palabra, celebración y el servicio448.

Una vez, que hemos situado la pastoral de la caridad y Cáritas en el conjunto de la acción evangelizadora de la Iglesia y de su pastoral de conjunto, debemos discernir qué características esenciales deben de reunir Cáritas para cumplir su tarea diaconal, haciendo de esa manera, tal como decíamos al principio de este apartado, un servicio pastoral para ser Buena Noticia para los excluidos.

445 Cf. DCE 25; BENEDICTO XVI, Verbum Domini. Exhortación Apostólica sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia (Roma 2010) nº 107. Este documento se citará como VD; CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 27. 446 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 20. 447 Cf. CVI Introducción p14; F. DUQUE, “La Iglesia y los pobres”. Claves de lectura, en: Cor XIII 72 (1994) 276. Este artículo se citará como Iglesia. 448 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Cáritas en el proceso evangelizador de la Iglesia. Ponencia de la 60 Asamblea General, en: Cor XIII 119 (2006) 149. Este trabajo se citará como Ponencia60.

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En primer lugar, su acción debe ser mediación del amor de Dios, teniendo en cuenta que “Él nos amó primero” (1 Jn 4, 19-21) y que por ello nuestro amor lo es de respuesta al amor que nace de Dios. Un amor que se expresa en el prójimo –mediación visible en la que Dios mismo se nos da– de dos maneras: mediante el amor cercano y directo que ayuda de una manera inmediata; y el amor político, que trata de actuar en la sociedad abordando y corrigiendo las causas de la pobreza y marginación. Ambas actuaciones son necesarias y se exigen mutuamente449.

En segundo lugar, debe manifestar el compromiso por la justicia450: en la acción caritativo y social, no se trata sólo de establecer la relación necesaria entre caridad y justicia, como dos aspectos fundamentales de la misma; se trata de mostrar cómo el dinamismo de la caridad va inherente a la exigencia de justicia y cómo simultáneamente el dinamismo de ésta exige caridad: “La auténtica misericordia es, por decirlo así, la fuente más profunda de justicia” (DM 14). Esta concepción es de gran importancia no sólo para una correcta comprensión de la acción caritativo-social, sino para orientar adecuadamente las acciones promovidas por la pastoral de la caridad, evitando que tenga sólo un aspecto social o bien caritativo asistencialista451 sin incidencia ni implicación en los problemas de fondo que afectan a los necesitados452.

Son pues, dos claves pastorales, la lucha por la justicia y el servicio a los pobres mediante la diaconía de la caridad que confluyen en una misma y única clave: la primacía de la caridad en toda acción evangelizadora y pastoral453. En este esfuerzo de síntesis, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI han acuñado fórmulas muy densas y fecundas454.

449 Cf. MAYA, Evangelización, 93-95. 450 Cf. IP 46. El lema de Cáritas es: “Trabajamos por la justicia”. 451 Cf. IP 112; CIV 6. 452 Cf. IP 113; Para todo el párrafo: DUQUE, Iglesia, 270-271. 453 Cf. Ibid., 266-267. 454 “Entre evangelización y promoción humana existen vínculos de orden eminentemente evangélicos como es el de la caridad; en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico desarrollo del hombre? No es posible aceptar que la obra de evangelización pueda y deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy en día que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del evangelio sobre el amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad” (PABLO VI, Evangelii nuntiandi. Exhortación Apostólica sobre la evangelización del mundo contemporáneo [Roma 1975] nº 31. Este documento se citará como EN). “El amor por el hombre y, en primer lugar, por el pobre, en el que la Iglesia ve a Cristo, se concreta en la promoción de la justicia” (CA 58). “La Iglesia no pueden ni debe quedarse al margen en la

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En tercer lugar, salir al encuentro del necesitado: “El cristianismo comienza con la encarnación del Verbo. Aquí no es sólo el hombre quien busca a Dios, sino que es Él quien sale al encuentro del hombre y a mostrarle el camino por el cual es posible alcanzarlo”455. Cristo nos lo indica claramente con la actitud del padre en la parábola del hijo pródigo456. Desde esta pedagogía divina, el cristiano debe ir allí donde está el necesitado y realizar una pastoral de inmersión en ese mundo de dolor y sufrimiento, para poder mitigarlos y atender sus problemas humanos y sociales; lo que exige cercanía y acompañamiento, así como descubrir las situaciones de marginación y sus causas, para ponerlas de manifiesto y así sensibilizar a la sociedad sobre ellas457.

En cuarto lugar, debe tener capacidad de transformar, tanto a nivel personal como social, manifestando significativamente a través del testimonio y de los signos históricos que el proyecto cristiano concuerda con las aspiraciones más profundas y genuinas del género humano: amor, justicia, solidaridad y paz458.

En quinto lugar, Cáritas debe de ser un servicio pastoral a todos los niveles: parroquial, arciprestal, diocesano, y sobre todo ser animación de toda la comunidad.

Una acción que debe apostar por la coordinación, manifestación de la fraternidad y comunión eclesial. Una coordinación que, en atención a la complementariedad y colaboración, debe llevarse a cabo con instituciones extraeclesiales teniendo en cuenta el necesario discernimiento evangélico459.

lucha por la justicia” (DCE 28) “La Iglesia nunca puede sentirse dispensada del ejercicio de la caridad, porque el hombre más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre la necesidad de amor” (DCE 29). “La justicia es inseparable de la caridad, intrínseca a ella” (CIV 6). 455 TMA 6. 456 “Su padre lo vio de lejos y se enterneció: salió corriendo, se le echó al cuello y lo cubrió de besos” (Lc 15, 20). Para profundizar en esta parábola, existe un precioso libro: H.J.M. NOUWEN, El regreso del hijo pródigo. Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt (Madrid 1999). 457 Cf. J. JARAMILLO, Padre, 269-273. Y también Cf. P. JARAMILLO, Testimonio de la caridad/Promoción de la Justicia e identidad cristiana, en: Cor XIII 95 (2000) 178-179. Este trabajo se citará como Testimonio. 458 Cf. MAYA, Evangelización, 96; JARAMILLO, Padre, 274-275; JARAMILLO, Testimonio, 180. 459 Cf. JARAMILLO, Testimonio, 178 y 181; JARAMILLO, Padre, 280-281; PTVA 9; DCE 30; CÁRITAS ESPAÑOLA, Diaconía, 31.

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En sexto lugar, podemos afirmar que los agentes de Cáritas, deben formarse en teología de la caridad y métodos actualizados de intervención social, ya que no es suficiente con la buena voluntad o el voluntarismo460.

Por último, hay que rechazar cualquier tipo de proselitismo, tal como nos dice Benedicto XVI: “Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe de Iglesia (...). El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor” (DCE 31).

4.2. Reflexión sobre el modo de actuar de Cáritas 4.2.1. La acción de Cáritas parte de la observación de la realidad en la

que está inmersa461 Para los creyentes, la realidad es el espacio natural donde leer los signos

de los tiempos, donde atisbar el amor de Dios por su creación; en especial por los más pobres y desasistidos.

Por eso la creación entera, si sabemos mirarla y leerla desde la fe, revela el amor de nuestro Dios, que nos llama a colaborar y desarrollar la creación que ha puesto en nuestras manos462 para construir comunidad y avanzar en la construcción de justicia y fraternidad, según su proyecto originario y que la persona humana rechazó463.

460 Cf. CVI Introducción p15; JARAMILLO, Padre, 180; DCE 31. 461 Para abordar la problemática de fondo que nos ocupa –reflexión sobre el mundo de la pobreza y acción caritativa-social eclesial– es necesario tal como nos dicen los obispos: “Hacer un análisis de la realidad: es decir, el conocimiento de las formas más urgentes de pobreza y marginación y de los procesos sociales que las originan, y hacer su discernimiento comunitario a la luz del Evangelio” (CVI Propuesta 1.1.). Siendo que IP se puede considerar hasta este momento el documento magisterial que ha reflexionado con una mayor hondura y de una manera más extensa sobre la cuestión que estamos tratando, y teniendo en cuenta que en él se ofrece un modelo muy lúcido y concreto de "Lectura Creyente de la Realidad", hemos considerado dar a este apartado, la misma estructura que se presenta en el trabajo: A. CESTER, El documento “La Iglesia y los pobres” a través de una lectura creyente de la realidad, en: Cor XIII 144 (2012) 224-239. 462 “La creación se corona con el surgimiento de un concreador; el mundo salido de la manos de Dios no es una magnitud cerrada y conclusa, más bien pasa ahora a manos del hombre para que éste lo perfeccione y dirija hacia su fin” (J.L. RUIZ DE LA PEÑA, Teología de la creación [Santander 1998] 45). Cf. Gn 1, 26-30. 463 Cf. Gn 3.

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Pero Dios no abandonará a sus criaturas464, y conducirá al mundo a su fin último465.

Para ello elige un pueblo y le hace una promesa que abre a la esperanza466. Y está atento con los ojos y los oídos bien abiertos viendo los sufrimientos y escuchando el clamor de su pueblo467.

Pero no sólo ve y oye, sino que analiza y discierne la situación. El sufrimiento de su pueblo no es casual, es consecuencia de la opresión de unos tiranos468.

Y porque Dios se conmueve ante tanto dolor, pone en marcha un proceso de liberación469.

Así pues, estos pasajes bíblicos, nos dan las claves para ser concreadores y desarrollar la creación de Dios, que no puede ser de cualquier manera sino teniendo en cuenta en primer lugar aquellos que sufren y son sojuzgados, aquellos empobrecidos por otros.

El primer paso para construir un mundo diferente es tener los ojos abiertos para ver y los oídos atentos para escuchar y el corazón sensible para

464 “El sombrío cuadro diseñado por la sentencia, contiene, pese a todo un atisbo de luz. Gn 3,15 menciona la enemistad entre la mujer y la serpiente, con sus respectos linajes, e insinúa un desenlace positivo de la mutua hostilidad. Tómese o no como profecía mesiánico-mariológica, ese versículo mantiene viva la esperanza en una victoria final del bien; la fe en la santidad y bondad de Dios no puede admitir el triunfo definitivo del mal. La historia será a despecho, de la pecaminosidad humana, historia de salvación, no de perdición; las palabras condenatorias de la sentencia no son, en suma, la última palabra. A este propósito el v.21 nos sorprende con un rasgo conmovedor: Yahvé mismo viste a los culpables, mitiga su desnudez con un gesto de premura, tras el que se esconde toda una promesa de providencia para con el mundo caído” (J.L. RUIZ DE LA PEÑA, El don de Dios. Antropología teológica especial [Santander 1991] 67). 465 Estamos refiriéndonos a la providencia divina, que se resuelve en último término en una confesión de la voluntad salvífica de Dios sobre las potencias del mal, victoria que ha sido revela en Jesucristo de un modo escatológico y definitivo: Cf. D. SATTLER - T. SCHNEIDER, Doctrina de la creación, en: T. SCHNEIDER (ed.), Manual de Teología dogmática (Barcelona 1996) 271. 466 Cf. Gn 12, 1-9; 13, 14-17; 15 1-5. 467 “El Señor le dijo: He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos” (Ex 3, 7-8) 468 “El clamor de los israelitas ha llegado a mí y he visto como los tiranizan los egipcios” (Ex 3, 9-10). 469 Le dice a Moisés: “Y ahora, anda, que te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas” (Ex 3, 10).

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conmoverse, para tras percibir la conmoción que provoca la constatación de la injusticia, actuar como hizo Dios ante su pueblo470.

Para la atención a los últimos y desheredados de la tierra –los preferidos de Dios– es necesario descubrir su situación y escuchar su clamor, para que se conmueva nuestro corazón, como se conmovió el de Dios ante su pueblo en Egipto y como tantas veces, nos dice el Evangelio, se conmovió el de Jesús ante los pobres. Esto dará paso a una acción liberadora, sanadora, transformadora y salvadora471.

Por todo ello, Cáritas como diaconía de la Iglesia, está obligada a analizar la realidad. Su hacer no puede partir de la mera voluntad, de la ocurrencia o interés. Su quehacer se desarrolla en la realidad y ha de partir de su comprensión y teniendo como meta su transformación en la línea de la construcción del Reino de Dios472.

Y Cáritas trata de observar la realidad desde Dios, con los ojos y el corazón de Dios, y a luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia para descubrir que está diciendo Dios en ella. Es lo que llamamos una "Lectura Creyente de la Realidad", que es la metodología fundamental que emplea la Institución en su modo de actuar473

4.2.1.1. ¿En qué consiste y cómo se realiza una "Lectura Creyente de la Realidad"?

La realidad es el lugar donde Dios se revela a la humanidad. Por eso, hacer un análisis de la realidad responde a un interés firme de conocer la voluntad real de Dios sobre nosotros, que tiene o presenta una traducción o expresión intrahistórica o intramundana474.

Partir de la realidad significa hacerlo inductivamente desde la experiencia –no deductivamente desde lo meramente intelectual– tratando de observar los hechos concretos y globalizarlos para poder descubrir las causas profundas que los originan y los explican y, de esta manera, poder incidir en la transformación de la misma realidad475. Se trata de un incesante

470 Cf. ALTABA, RMA9, 27. 471 Cf. Ibid., 29. 472 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 24. 473 Cf. ALTABA, RMA6, 42. 474 Cf. CASALDÁLIGA-VIGIL, o.c., 173; PRAT, Antropología, 221-225. 475 Cf. R. PRAT, Tratado de teología pastoral. Compartir la alegría de la fe (Salamanca 2005) 253. Este trabajo se citará como Pastoral; R. PRAT, La misión de la Iglesia en el

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partir de la misma para volver a ella, transformándola y, de nuevo, partir de esta realidad transformada en un continuo proceso cíclico que gira interminablemente en torno a ella476.

De esta manera llegaremos a una comprensión más profunda de la misma, evitando tanto la abstracción intelectualista como el activismo ciego, y nos hace superar la mera interpretación, para hacernos llegar, mediante el compromiso y la praxis, al cambio social.

Sin embargo no es suficiente con querer analizar la realidad, sino que es necesario conocerla bien y emplear una metodología adecuada477, que respete y sea fiel a la verdad, para así conocer adecuadamente la voluntad divina, que de otro modo quedaría desfigurada478.

Partimos, pues, del convencimiento de que la persona humana es un ser histórico que vive y desarrolla su experiencia de vida y de fe en el interior de la realidad; y de que la lectura creyente de esa realidad elabora una metodología para relacionar la vida cotidiana de las personas con el proyecto que Dios tiene sobre ellas y la realidad en la que se mueven existencialmente479.

Nos encontramos, pues, ante una lectura que por hacerse desde la fe, lo es creyente y crítica de la realidad social y eclesial, intentando interpretar los signos de los tiempos a la luz del Evangelio; y que reflexiona sobre la acción cotidiana de manera recurrente y en espiral, para ir cambiando esa realidad de manera que tienda a la instauración del Reino de Dios480.

Llegado este momento, ya estamos en condiciones de precisar de una manera más detallada en qué consiste una "Lectura Creyente de la Realidad"; para ello, vamos a recurrir a la definición que Ramón Prat hace

mundo. Ser cristiano hoy (Salamanca 2004) 128. Este trabajo se citará de ahora en adelante como Misión. 476 Cf. CASALDÁLIGA-VIGIL, o.c., 51; PRAT, Antropología, 226-227. 477 El análisis de la realidad necesita en muchas ocasiones de un método riguroso que se sirva de las técnicas de investigación social. De la amplia bibliografía que existe sobre el tema, queremos destacar dos por su claridad, sencillez y su facilidad de aplicación: F. DE LA RIVA, Metodologías de análisis de la realidad global y local (Madrid 2003); A. FRANCIA - A. MARTÍN - H. SALMERÓN - C. ESTEBAN, Análisis de la realidad (Madrid 1993). 478 Cf. SOBRINO, Liberación, 24. 479 Cf. PRAT, Pastoral, 250-252; PRAT, Misión 128. 480 Cf. PRAT, Dimensión , 142; PRAT, Ministerio, 232-233; R. PRAT, Lectura creyente de la realidad, en: Cor XIII 84 (1997) 199. Este trabajo se citará de ahora en adelante como Lectura.

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de la misma481: la entiende como aquella acción personal y comunitaria eclesial encaminada a observar la realidad a partir de los hechos concretos en sus interrelaciones y sus causas más profundas, tratando de averiguar si la realidad que estamos observando está encaminada adecuadamente hacia el proyecto que tiene Dios sobre la historia; para así, y según el diagnóstico realizado, incidir sobre la realidad para transformarla a través de una acción consciente y consecuente, comprometida y evangelizadora, hacia la fraternidad evangélica que brota de la filiación divina.

Esta lectura creyente de la realidad presenta una serie de elementos482 que vamos a señalar a continuación, sin los cuales no se puede llevar a cabo de una manera correcta:

a) Observar la realidad para descubrir las estructuras culturales, sociales, políticas, éticas, económicas y religiosas, que organizan la vida social y comunitaria.

b) Analizar de la realidad de modo que nos permita comprender los acontecimientos en su contexto social, así como entender las causas personales, ambientales y estructurales de las situaciones que viven los hombres y mujeres de nuestro mundo.

c) Tratar de descubrir los signos de esperanza presentes en los hechos cotidianos, ya que son las posibilidades de cambio que llevan en su seno todas las realidades humanas.

d) Discernimiento evangélico de los retos y signos de esperanza para formular unos principios y criterios que orienten la dinámica personal y comunitaria en la dirección del proyecto de Dios sobre la historia.

e) Elaborar unas líneas de acción que, partiendo de los principios y criterios orientadores hallados en la anterior fase, conformen un proyecto operativo con un itinerario concreto y unas directrices, que encaminen la reflexión e interpretación evangélica y teológica de la realidad en un proceso en marcha hacia el Reino de Dios.

f) Verificar en la praxis, el proyecto.

g) Valorar periódicamente los resultados para aprender de los aciertos y de los errores.

481 Cf. PRAT, Lectura, 200; PRAT, Pastoral, 254; PRAT, Misión, 129-132. 482 Cf. PRAT, Pastoral, 254-256; PRAT, Misión, 138-139; PRAT, Lectura, 200.

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Esta lectura creyente de la realidad no está exenta de dificultades483, que van a depender de la propia realidad analizada por su peculiar diversidad y complejidad; y del sujeto o la comunidad que interpreta, ya sea porque el análisis nunca es neutro, por que hay una fuerte dependencia de la formación teológico-pastoral que posean los que la realizan, o de la capacidad que tengan los mismos de relacionar fe y vida.

No debemos olvidar que se necesita una capacitación y unas determinadas condiciones para poder llevar a cabo una "Lectura Creyente de la Realidad"484; podemos enumerar las siguientes:

a) Capacidad de observar los hechos, sus causas e interconexiones. Así mismo, saber trabajar en equipo.

b) Crear las condiciones necesarias para vivir el proceso con autenticidad, autonomía, responsabilidad, solidaridad y paz.

c) Vivir una existencia teologal-antropologal: fe esperanzada que nos permite desde la relación con Dios y con nuestros hermanos, un amor comprometido con Dios, con el prójimo y con el mundo, abriéndonos a un futuro que se va haciendo presente en cada momento hasta la plenitud escatológica.

d) Para conseguir todo lo mencionado anteriormente necesitamos aislarnos de la publicidad, de las modas; hacer lo que Prat denomina “silencio externo”; así como conseguir acallar en nuestro interior el egocentrismo, el afán de prestigio social o de poder, eliminar la superficialidad, las emociones pasajeras, lo que el mismo autor denomina “hacer silencio interno”.

Esta exposición sobre la "Lectura Creyente de la Realidad" hace que comprendamos que para abordar la problemática que nos ocupa –reflexión sobre el mundo de la pobreza, acción caritativa-social eclesial y fe– es necesario hacer una lectura creyente de la realidad.

Pero no basta con mirar esta realidad desde nuestra posición, debemos hacerlo desde el lugar del pobre y con los ojos de Dios, mirada que se debe auxiliar –como ya hemos mencionado anteriormente– de las Ciencias Sociales, pero que sobre todo debe ser compasiva y misericordiosa485.

483 Cf. PRAT, Misión, 129; PRAT, Pastoral, 257; PRAT, Antropología, 46. 484 Cf. PRAT, Misión, 129 y 140-141; PRAT, Pastoral, 268-269. 485 Cf. DM 14.

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4.2.1.2. Es necesario definir las situaciones de pobreza y exclusión. Tipología de las mismas y grupos con mayor riesgo de sufrir empobrecimiento y marginación

Lo primero que se debe clarificar es la diferencia que existe entre la pobreza como carencia de algo material, que es necesario para subsistir y llevar una vida digna, y lo que la Iglesia denomina pobreza evangélica486, como aquella actitud ideal del cristiano ante los bienes materiales, que hace que se viva con sencillez y austeridad, no acumulando riquezas y compartiendo lo que se obtiene con el trabajo, con los necesitados. Este carácter teologal de la pobreza elegida por amor al Evangelio, hace libre al que toma esa opción y le conduce a una profunda radicalidad a la hora de respetar la dignidad inalienable del ser humano así como de poner en práctica la solidaridad sobre todo con los más necesitados. Es, así mismo, la fuerza transformadora hacia un orden justo, señalando cuál es la verdadera función del desarrollo técnico y económico: que todos tengan los bienes indispensables para su desarrollo integral487.

Pero no nos referimos a este tipo de pobreza que podríamos calificar de beneficiosa, sino aquella que alude a la carencia no sólo de bienes materiales, sino de otros aspectos como la cultura, la salud, la formación, etc.; que provoca que personas, familias o grupos, queden excluidos del modo de vida mínimamente aceptable del país en el que viven; y por tanto, se considera a la misma, un mal que se debe erradicar488.

Vemos pues, en esta primera aproximación, que la pobreza no sólo es individual sino que lo es social, ya que relaciona las carencias materiales, y de otro tipo, con la distribución de la renta y los bienes y recursos disponibles en una sociedad que quiere asegurar la dignidad existencial para sus componentes489.

La pobreza se configura, pues, como un fenómeno que afecta a la dignidad integral del ser humano y a su modo de vida en una sociedad490. No es debida a causas naturales o sólo imputable a los propios sujetos, sino sobre todo a mecanismos y estructuras que producen una distribución desigual de los medios de subsistencia491, por lo que no es una cuestión que

486 Cf. IP 1; PEV 27. 487 Cf. SRS 28; PP 19-21; CA 41. 488 Cf. IP 2. 489 Cf. V. RENES, Pobreza y procesos sociales, en: Cor XIII 72 (1994) 11-12. 490 Cf. P. DOMÍNGUEZ PRIETO, El desafío antropológico y la comprensión y praxis de la caridad: contempladores de Cristo, en: Cor XIII 106 (2003) 44. 491 Cf. SRS 9, 16; RENES, o.c., 14.

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pueda abordarse sólo como situación de los individuos, ni que pueda combatirse a ese nivel, sino que es un hecho colectivo y social, y debe tratarse sobre todo desde esa vertiente492.

El desequilibrio se produce en nuestra propia sociedad occidental, en los núcleos urbanos, donde se van creando bolsas de pobreza que configuran lo que se ha venido a denominar como Cuarto Mundo493. Barrios enteros van degradándose progresivamente, convirtiéndose en refugio obligado de personas cuyos recursos no les permiten instalarse en zonas con mejores equipamientos; son ancianos con pensiones insuficientes, transeúntes, emigrantes extranjeros, gitanos, prostitutas. Al problema de la infravivienda se suma en muchas ocasiones el del paro y el de un entorno familiar desestructurado, lo que facilita que surjan cuestiones como la drogadicción, el alcoholismo, la ludopatía, la violencia de género, que hacen que la búsqueda de soluciones resulte más compleja.

Así pues, podemos afirmar, que la pobreza no puede ser entendida como un fenómeno puramente de carencia material, sino multidimensional y estructural, es decir, provocada por políticas que tienen el crecimiento económico como criterio prioritario, y provocan desigualdad de acceso al mercado del trabajo, la salud, la educación, o la adopción de decisiones y a la participación social. Estamos hablando de un nuevo concepto: la exclusión, donde se produce añadida por lo general a las carencias materiales, a una pérdida de capacidad para el ejercicio de la ciudadanía y la participación social.

No nos hemos de olvidar, tras esta mirada local a la pobreza, de que existe también una dimensión universal de la misma494: países enteros del llamado Tercer Mundo se ven sumergidos en la miseria y el hambre que se agravan por la deuda externa que deben soportar en relación a los países industrializados.

Si, por otra parte, queremos establecer una clasificación de los distintos niveles de pobreza, deberemos recurrir a la renta media, pudiendo establecer como umbral de la pobreza, aquella situación cuya renta es inferior a la

492 Cf.. I. CAMACHO, La lucha contra la pobreza, una acción desde la sociedad y desde la Iglesia, en: AA.VV., Los desafíos de la pobreza a la acción evangelizadora de la Iglesia. Actas del Congreso Nacional (Madrid 1996) 171. Estas actas se citarán como Congreso, y el trabajo se citará como Lucha. 493 Cf. IP 6; CIV 22. 494 Cf. IP 5; CIV 22.

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mitad de la renta media neta por habitante del Estado en el que se vive495. Una definición más actualizada de dicha medida es la tasa de riesgo de pobreza: que se refiere al 60 % de la mediana de los ingresos anuales por unidad de consumo. Los ingresos por unidad de consumo se obtienen dividiendo los ingresos totales del hogar por el número de unidades de consumo496.

Se considera pobreza moderada la que se sitúa entre el 50 % y el 25 % de los ingresos medios, y pobreza severa cuando los ingresos son inferiores al 25 % de los ingresos medios497.

En el año 2010 la Unión Europea se plantea como uno de sus grandes objetivos para el año 2020, la reducción de la pobreza en veinte millones de ciudadanos europeos. Para el establecimiento del umbral de medición de dicha meta se crea el indicador AROPE (At Rick Of Poverty and/or Exclusion). Este indicador concreta tres factores498:

a) La renta: la tasa de riesgo de pobreza.

b) Población con baja intensidad de trabajo en el hogar: estipula la relación entre el número de personas que trabajan en un hogar y el de las que están en edad de trabajar.

c) Privación Material Severa: se incluyen en este factor a las personas que viven en hogares y que no se pueden permitir cuatro de las nueve situaciones siguientes: pagar el alquiler o una letra; calefacción adecuada del domicilio; afrontar gastos imprevistos; una comida de carne, pollo o pescado (o sus equivalentes vegetarianos) al menos tres veces a la semana; pagar unas vacaciones al menos una semana al año; tener coche; tener una lavadora; tener un televisor en color; tener un teléfono ya sea fijo o móvil.

495 Cf. L´UNIÓN EUROPÉENNE, Rapport final de la Commisión au Conseil du premier programme de projets et études pilotes pour combattre la pauvreté (Strasbourg 1981). 496 Cf. FUNDACIÓN FOESSA, VI Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2008. Resumen (Madrid 2008) 40. Este trabajo se citará en adelante como Resumen. La tasa de riesgo de pobreza, es un indicador que desde el año 2001, en el Consejo Europeo de Laeken ha sido integrado formalmente en los sistemas de medición estructurales de la pobreza en la Unión Europea. 497 Cf. L. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Solidaridad e insolidaridad en la sociedad de hoy, en: AA.VV., Congreso, 49-51. 498 EQUIPO DE ESTUDIOS DE CÁRITAS ESPAÑOLA, La pobreza en España: evolución y nuevos retos, en: Cor XIII 143 (2012) 36.

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Sin embargo, queda claro y patente, que la renta media y el indicador AROPE miden más las desigualdades que las carencias; por eso, como ya hemos venido indicando anteriormente, es necesario para abordar mejor esta cuestión acudir al término exclusión, entendido como aquel proceso social de pérdida de integración que incluye no sólo la falta de ingresos y el alejamiento del mercado de trabajo, sino también un debilitamiento de los lazos sociales, un descenso de la participación social y, por tanto, una pérdida de derechos sociales499.

De aquí, intuimos que los principales factores de exclusión se encuentran en la dificultad de acceso al empleo, a la educación, salud, vivienda, participación política y en la calidad o ausencia de las relaciones sociales500, siendo muchos los indicadores501 que deben aplicarse para evaluar la exclusión, si bien se pueden agrupar o derivar de tres grandes ejes: económico, político y social502.

Podemos deducir entonces, que existen tres grupos del binomio pobreza-exclusión que se pueden producir: pobreza integrada, excluidos con recursos económicos y excluidos pobres. Éstos deberían ser objeto de diferentes políticas sociales503, siendo el último grupo el que necesita de una mayor protección social por parte de los poderes político-administrativos y una mayor atención caritativo-social por parte de la comunidad cristiana.

a) Pobreza integrada: son los sectores con ingresos insuficientes que les sitúan por debajo del umbral de la pobreza, pero están integrados socialmente. Para mejorar su situación, sería suficiente aplicar políticas redistributivas basadas en los mecanismos clásicos de la fiscalidad y la seguridad social.

b) Excluidos con recursos económicos: presentan problemas de integración social aunque se encuentran situados por encima del umbral de la pobreza. Necesitan la intervención de los servicios sociales.

499 Cf. FUNDACIÓN FOESSA, VI Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2008. Conclusiones (Madrid 2008) 55. Este documento se citará como Conclusiones; y también: F. SALINAS, La lucha contra la exclusión social: Tendencias y perspectivas, en: AA.VV., Congreso, 598-602. 500 Cf. FOESSA, Resumen, 3. 501 No es momento de profundizar en este interesante tema, para una mayor información se puede acudir a: Cf. FOESSA, Conclusiones, 59-82. 502 Cf. Ibid., 56-57; FOESSA, Resumen, 9. 503 Cf. Ibid., 12; FOESSA, Conclusiones, 84-85; EQUIPO DE ESTUDIOS DE CÁRITAS ESPAÑOLA, o.c., 38-39.

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c) Excluidos pobres: se encuentran con problemas de integración social y por debajo del umbral de la pobreza. Necesitan de las acciones expuestas para los anteriores grupos.

Vamos a tratar ahora y señalar, los grupos de mayor riesgo de pobreza y exclusión que son deudores de una mayor atención especializada caritativa y social de Cáritas y de las comunidades eclesiales.

El último informe Foessa, señala como grupos de mayor riesgo de pobreza504 a las personas mayores, las mujeres, los niños, los inmigrantes, los habitantes en el medio rural y ciertos grupos étnicos. Apunta, así mismo, como procesos de vulnerabilidad y exclusión social505: la carencia de empleo, enfermos que sufren minusvalías o necesitan asistencia médica especializada, personas aisladas institucionalmente en centros penitenciarios y drogodependientes.

Como podemos comprobar y tal como se dijo en la presentación de este prestigioso informe, en todos estos años de bonanza económica, no sólo no ha disminuido el número de pobres, sino que ha aumentado, y esto debido seguramente a que no se ha incidido de manera adecuada sobre aquellos colectivos y situaciones de especial vulnerabilidad y exclusión social, que deberían haber sido objeto de unas adecuadas políticas sociales.

Cada campo de acción, sobre el que debería incidir e incide la acción diaconal de la Iglesia, merecería un capítulo y hasta un trabajo específico dedicado enteramente al mismo. Por ello, en este apartado nos vamos a limitar a señalar estos ámbitos que recoge el informe Foessa y, tras un breve comentario, aportaremos una bibliografía actualizada y especializada que permita, en todo caso, profundizar en el tema si se considera necesario.

a) Las nuevas forma de pobreza: señala el paro forzoso prolongado o debido a una jubilación prematura506. También la toxicomanía o drogodependencia507.

504 Cf. FOESSA, Resumen, 6-7 y 11. 505 Cf. FOESSA, Resumen, 14-15 y 52. 506 “Los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, bien porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien porque se devalúan «los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia» (LE 8)” (CIV 63). Cf. También CIV 25, 32. Para una mayor profundización: J. GONZÁLEZ - ANLEO, Efectos sociales del desempleo, en: Cor XIII 83 (1997) 151-170; E. ROJO, El problema del desempleo. Soluciones políticas y sociales, y alternativas fuera del mercado laboral. Respuestas políticas y sociales al desempleo desde la perspectiva de la creación de empleo, en: Cor XIII 83 (1997) 171-217.

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b) Ayuda a la infancia y juventud: hoy en día en España, la pobreza infantil no sólo es mayor que la de la media de la población, sino que es una de las más altas de la Unión Europea508. Delincuencia precoz, malos tratos, el ambiente familiar deteriorado, el barrio marginal, el fracaso escolar, y un largo etc., hacen que estos niños excluidos se conviertan en los jóvenes marginales de mañana. La nula perspectiva laboral para ellos y, las drogas, hacen que esa juventud vulnerable sufra especialmente la pobreza y se someta a un futuro incierto donde la delincuencia parece ser la salida más lógica para sus vidas.

Se debe trabajar con la infancia509 y la juventud510, desde el apoyo escolar, centros de tiempo libre y, sobre todo, se debe intervenir socialmente desde la familia511.

c) Solidaridad con el mundo rural512: el territorio rural sufre despoblación, disminución de las redes sociales, y ausencia de servicios. Es necesario contribuir a poner en marcha planes de desarrollo comunitario integrales.

d) Al servicio de los emigrantes513: es el colectivo con más riesgo de exclusión. La solución pasa por su acogida e integración y la actuación solidaria en los países de origen514, así como, por una fuerte y clarividente política de cooperación internacional que sustentándose en una estrecha 507 Para una mayor profundización: PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LA SALUD, Manual de pastoral “Iglesia, Droga y Toxicomanía” (Roma 2001). Este documento se citará como Toxicomanía. 508 Cf. FOESSA, Resumen, 7. 509 Para una mayor profundización: M.J. MARTÍNEZ, Infancia, en: AA.VV., Congreso, 721-731. 510 Para una mayor profundización: M.D. ARRIETA, Juventud marginada. Reflexión creyente sobre la evangelización con muchachos marginados, en: AA.VV., Congreso, 733-746. 511 Cf. I. SÁNCHEZ CÁMARA, Sociedad del bienestar y familia, en: Cor XIII 112-113 (2005) 257-282. 512 Para una mayor profundización: J. MOAS, Crisis del Estado de Bienestar y medio rural, en: Cor XIII 79 (1996) 43-73; A. CORNEJO, Mundo rural, en: AA.VV., Congreso, 809-830. 513 Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La Iglesia en España y los inmigrantes. Reflexión teológica-pastoral y orientaciones prácticas para una pastoral de migraciones en España a la luz de la Instrucción pontificia Erga migrantes caritas Christi (Madrid 2007). Este documento se citará como Inmigrantes. 514 Cf. B. BURGOS, Los inmigrantes en el origen. ¿Dónde está tu hermano?, en: Cor XIII 103 (2002) 39-54; E. FIGAREDO, El inmigrante: la Acogida, en: Cor XIII 102 (2002) 71-81; G. ROSA, La integración de los inmigrantes: un desafío a la imaginación de la Caridad, en: Cor XIII 102 (2002) 55-69.

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colaboración entre los países de procedencia y destino de los emigrantes, establezca normas internacionales capaces de armonizar los diversos ordenamientos legislativos, con vistas a salvaguardar las exigencias y los derechos de las personas y de la familias emigrantes, así como los de las sociedades de destino515.

e) Atención a las etnias con riesgo de exclusión516: los gitanos en España son la etnia más afectada de exclusión severa, presentando índices elevados de hasta un treinta y cuatro por ciento517. La Iglesia no debe ver en ellos, sólo beneficiarios de la acción social, sino también a receptores y agentes de la evangelización. Sin olvidar la necesidad de la acción social que necesitan, el Evangelio de Jesús debe inculturarse en sus valores y existencia, para la promoción integral y evangelización del pueblo gitano.

f) Ayuda a los encarcelados: el aislamiento social institucionalizado es uno de los indicadores más importantes de exclusión social. La Iglesia desarrolla una intensa labor tanto dentro como fuera del centro penitenciario518.

g) Apoyo a la mujer marginada: los malos tratos, el abandono del hogar por parte del cónyuge, una retribución económica menor que la del hombre ante el mismo trabajo; son algunas de las razones de que persistan tasas mayores de pobreza en el caso de las mujeres519. Es necesario que los Derechos Humanos lleguen con toda su fuerza para todas las mujeres520, y que ante hechos flagrantes que atentan contra su dignidad, se creen lugares de acogida y atención para ellas521; de tal manera, que mediante estas dos líneas de acción, se aporten herramientas para paliar o solucionar dichas situaciones.

515 Cf. CIV 62. 516 Cf. Gitanos. 517 Cf. FOESSA, Resumen, 11. 518 Para una mayor profundización: M.A. GONZÁLEZ BARBERO, La intervención social en prisiones. Ejes centrales y metodología, en: Cor XIII 97-98 (2001) 71-84; E. GARCÍA - J.E. LÓPEZ, Apoyo y acompañamiento dentro y fuera de prisión, en: Cor XIII 114-115 (2005) 143-156; J. SESMA, Realidad y esperanzas de la pastoral penitenciara en España, en: Cor XIII 114-115 (2005) 483-500. 519 Cf. IP 98. 520 Cf. M.J. TORRES, Derechos Humanos... Un derecho de las mujeres, en: Cor XIII 90 (1999) 271-286. 521 Cf. V. GONZÁLEZ, Betania: centro de acogida y promoción para la mujer fuertemente marginada, en: Cor XIII 90 (1999) 349-360.

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h) Atención a los ancianos522: este grupo de población se mantiene entre los más vulnerables ante la exclusión, debido principalmente a la incapacidad del sistema de prestaciones para acercar el crecimiento de sus rentas al de la media de la población española. La Iglesia trata de actuar con estas personas mediante servicios que se concretan en edificios y residencias dedicados al cuidado de mayores y también mediante el voluntariado que se dedica a atender y acompañar a estos ancianos.

i) Acompañamiento del enfermo: también debemos señalar la actuación con los enfermos como deudores, por su debilidad y necesidad, de un amor entregado a su cuidado y acompañamiento. La Iglesia y los cristianos siempre han estado y están presentes en este campo523 humanizando la salud524.

j) Ayuda al Tercer Mundo: ya tratamos en este mismo trabajo de la dimensión universal de la pobreza y a las causas estructurales que la producen525. Sólo nos queda resaltar aquí, la labor de los misioneros y misioneras, sacerdotes, religiosas y religiosos, laicos; que han abandonado su propio bienestar para vivir con los débiles, explotados y oprimidos del Tercer Mundo, contribuyendo a la evangelización, llevando la Palabra de Dios y cooperando al desarrollo de las personas y de los pueblos526.

4.2.1.3. Cáritas ante estas situaciones

La Biblia nos dice: no debe haber pobres527, por ello, la pobreza es un mal que se debe erradicar528. No es difícil ver en nuestro mundo hoy muchas personas que esperan ser ayudadas; el amor cristiano impulsa y apremia al compromiso en la erradicación de la pobreza y exclusión529. Por

522 Cf. IP 101; C. ASENJO, La ancianidad en España. Respuestas y retos, en: AA.VV., Congreso, 785-807. 523 Cf. J. ÁLVAREZ, Y Él los curó (Mt 15,30). Historia e identidad evangélica de la acción sanitaria de la Iglesia (Madrid 1996); L. SANDRÍN, Iglesia, comunidad sanante (Madrid 2000). 524 J.C. BERMEJO, Qué es humanizar la salud. Por una asistencia sanitaria humanizada (Madrid 2003). 525 Ver apartado 4.2.2.3.1 y 5.5.3. 526 Cf. A. OLIVARES, El derecho al desarrollo. Un derecho de los pueblos imprescindible para la dignidad de las personas, en: Cor XIII 88 (1998) 217-234; O. COUGIL, Tercer Mundo y Caridad: Modelo de desarrollo, en: Cor XIII 107-108 (2003) 203-234. 527 Cf. Dt 15, 4; Hch 4, 34. 528 Cf. L. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 49. 529 Cf. C 5-6.

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eso, la Iglesia ha estado históricamente comprometida en la ayuda a los marginados530.

Este compromiso con los excluidos tiene multiplicidad de formas de expresión: desde los muy organizados, hasta acciones y gestos de pequeños grupos o personas que contribuyen a esta labor eclesial en la sociedad. Así mismo, la gran heterogeneidad que existe entre las acciones, tal como hemos comentado anteriormente, así como la diferencia existente entre las instituciones eclesiales que intervienen en esta dimensión diaconal, hace que este ámbito pastoral no esté claramente delimitado, ni sea fácil de cuantificar, abarcando acciones de poca relevancia junto a otras de enorme incidencia social531.

De cualquier manera, ante la urgencia y amplitud de esta labor caritativo-social, la Iglesia dispone de abundantes medios, aunque siempre serán insuficientes.

Pero ¿cómo debe de hacerse presente Cáritas en este mundo de desesperación, sufrimiento y necesidad?532: partiendo del convencimiento y teniendo en cuenta, la centralidad absoluta de la persona, de su dignidad inalienable de hijo de Dios.

La acción social de Cáritas es esencialmente un proceso de diálogo entre sujetos que se reconocen legítimos en la convivencia y que caminan juntos hacia la construcción de su plena humanidad. No impone, propone y es proactiva. Invita a la participación. No hace, hace hacer. Es pues, una acción que promueve en la persona del excluido un sujeto activo del propio desarrollo humano y no un mero receptor pasivo de ayudas.

Por ello, Cáritas interviene pero no de cualquier manera. Su modelo se fundamenta en el caminar junto a los marginados y empobrecidos. Un proceso de acompañamiento que aun teniendo en cuenta que agentes y usuarios parten de puntos de partida diferentes, y son sujetos asimétricos en sus condiciones vitales, sin embargo son iguales en dignidad. Un proceso válido que va ayudando a cubrir todas las necesidades de una manera humanizadora y digna.

530 “Los oprimidos por la miseria son objeto de un amor de preferencia por parte de la Iglesia que, desde los orígenes (...) no ha cesado de trabajar por aliviarlos defenderlos y liberarlos” (CCE 2448). Cf. J.M. LABOA, Por sus frutos lo conoceréis. Historia de la caridad de la Iglesia (Madrid 2011). 531 Cf. F. AZCONA - J.J. LÓPEZ, La presencia de la Iglesia en la lucha contra la pobreza en España, en: AA.VV., Congreso, 492. 532 Cf. Ibid., 501-506; CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 16-18.

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Una acción que se basa en la común filiación –somos hijos de Dios– y tiene su correlato en la fraternidad, somos pues hermanos.

De esta manera el amor se nos presenta como un hecho constitutivo de lo humano, un amor que se realiza en la justicia, pero se trasciende en la caridad como manifestación del amor de Dios para el género humano y en especial para los más pobres.

La acción de Cáritas, es entonces sacramento en sí misma de la acción de Dios y no puede menos que reconocer la dignidad creatural de la persona y el máximo respeto hacia ella que se manifiesta en el diálogo y acompañamiento amoroso533.

La Iglesia, en cuanto comunidad de los hijos de Dios, sacramento y signo de la acción divina, se convierte en fuente del “hacer” de Cáritas y en sujeto de la propia acción de la Institución. Cuando Cáritas actúa, lo hace la Iglesia entera.

Por eso la acción de Cáritas, por ser esencialmente acción eclesial, debe serlo de toda la comunidad cristiana; y la coordinación de actuaciones no puede estar ausente, dando lugar no sólo a un planteamiento estratégico, sino teológico: se alumbra la comunión eclesial.

4.2.2. Análisis de las causas que producen carencia económica y marginación

El conocimiento de la realidad de la pobreza, de las causas y procesos sociales que la originan, se hace condición necesaria para responder eficazmente al reto que la propia pobreza plantea534.

Sin tratar de ser exhaustivos, vamos a exponer algunos aspectos presente en nuestra sociedad que provocan pobreza y exclusión535:

a) Primacía del interés económico sobre los aspectos políticos culturales o sociales; y sobre todo desplazando la centralidad de la persona humana.

533 La acción de Cáritas lo es integral y no fragmentada. El acompañamiento supone considerar todas las dimensiones de la persona, así como todas sus carencias y necesidades, abordando la solución conjuntamente desde el punto de vista técnico-social: asistencial, promocional, estructural; y teniendo en cuenta los aspectos psíquicos y espirituales de la persona. Y todo ello desde el amor y la ternura. 534 Cf. CVI Propuesta I.1. El que está animado por la caridad trata de descubrir las causas de la miseria para encontrar los medios de combatirla: Cf. PP 75; CIV 30. 535 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA5, 13-14; CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan2009, 23-26.

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b) Excesivo debilitamiento del Estado, ante los poderes financieros.

c) Creciente individualismo en la que la persona se cree autosuficiente e independiente, erigiéndose como paradigma. Esta situación aumenta la competitividad entre los hombres y mujeres de hoy y provoca una disminución de la solidaridad.

d) Crisis de las instituciones sociales tradicionales: la familia, la Iglesia, la escuela, las asociaciones, los partidos políticos, los sindicatos. Esto conlleva, sino la destrucción, si el debilitamiento de las estructuras colectivas sociales.

e) Lo público como espacio deshabitado, no hay lugar para el debate y la participación ciudadana.

f) Vulnerabilidad del modelo económico social actual, tal como se ha puesto de manifiesto con la actual crisis que padecemos.

g) Los cambios en el Tercer Sector, con la creación descontrolada de nuevas ONG´s en los ámbitos sociales estatal e internacional, muchas de las cuales nacen con la voluntad de orientarse exclusivamente a la presentación de servicios.

Todo esto provoca: a) Diferencias más acusadas entre unos países y otros, y entre los

propios ciudadanos del mismo país: aumenta la brecha entre ricos y pobres.

b) Feminización y rejuvenecimiento de la pobreza en España y feminización e infantilización de la pobreza en el mundo.

c) Mayores flujos de población entre países: migración extensiva. d) Crisis de valores. Se impone la cultura del consumo y del éxito, el

predominio del “tener” sobre el “ser” e) Deterioro medioambiental y aniquilamiento de los recursos

naturales. f) Aparecen procesos de dualización social y económica.

g) Afirmación excluyente de la propia identidad cultural, como reacción a la globalización, y como consecuencia, rechazo y miedo a la diferencia.

h) Por último, podemos señalar la precarización de las condiciones de trabajo, la inestabilidad en el empleo y el paro.

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4.2.2.1. Una sociedad que genera y gestiona la exclusión social Debemos descartar el fatalismo como origen de la misma536, señalando a

la insolidaria desigualdad, al reparto inadecuado de los bienes y en definitiva, a las situaciones injustas, como la génesis de aquella537. La raíz del problema, se encuentra en la misma entraña del sistema socio-económico imperante en nuestro tiempo, que está basado exclusivamente en la concepción utilitarista y meramente funcional del ser humano, incapaz de fomentar relaciones solidarias y fraternas entre el género humano. Podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que la pobreza no acontece de modo casual, sino que es el resultado de una estructura social injusta que implica una ruptura de la solidaridad y comunión humanas538. Pero estos mecanismos financieros y sociales, no están sustentados por el mero destino espontáneo, sino que se deben al actuar de muchas personas y al apoyo activo y pasivo que reciben del conjunto de la sociedad; y que se manifiesta en la corrupción en los negocios, en el despilfarro y el consumismo, y en la obsesión por la riqueza539. Estamos hablando de la responsabilidad social y colectiva que todos tenemos en estas estructuras de pecado540.

Hoy en día, esta visión se mantiene vigente; nuestro modelo social genera situaciones de pobreza y exclusión: a nivel mundial, se hace más ancha la brecha entre los países ricos y aquellos llamados eufemísticamente “en vías de desarrollo” y los denominados “pobres”. Así mismo, en el propio seno de las sociedades occidentales opulentas, el modelo genera bolsas de pobreza para franjas muy importantes de población. Es un modelo de desarrollo pobre y empobrecedor que tiene puesta su esperanza en el paradigma de la modernidad: el crecimiento socio-económico mantenido por el desarrollo científico-técnico. Un tipo de crecimiento basado sólo en el incremento material que justifica la acumulación y el uso desmedido de los bienes y que tiene una concepción de lo humano tremendamente pobre,

536 Cf. IP 45. 537 Cf. CVI Introducción pp 9 y 12; VD 107. Si la pobreza tiene que ver con la mala distribución de los recursos y no con la insuficiencia de éstos, la causa fundamental de la pobreza-exclusión es la injusticia: Cf. CAMACHO, Lucha, 127. 538 Cf. IP 38; CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 17; R. PRAT, La caña de pescar. Un camino para explorar la vida (Lleida 2009) 217. Este trabajo se citará como Caña. 539 Cf. TH 7-9. 540 Cf. SRS 35-36; CIV 17, 19.

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dificultando la relación igualitaria y fraterna con el otro y la experiencia trascendente de las personas541.

Si queremos entender y analizar correctamente el papel que juega nuestra sociedad en la génesis y gestión de la marginación debemos, sin duda, reflexionar sobre las causas personales y estructurales de la pobreza: las causas personales explican la connivencia y complicidad que mantenemos las personas concretas con esta situación; y las causas estructurales explican la situación planetaria de la pobreza en todas sus dimensiones, teniendo en cuenta los elementos económicos, sociales y políticos. Hay una implicación profunda entre ambas causas, de manera que las dos se refuerzan mutuamente en su dinamismo.

4.2.2.2. Causas personales

La pobreza y sus factores no se pueden comprender independientemente de las estructuras antes mencionadas, pero no podemos engañarnos culpabilizando solamente a estas estructuras económico-político-sociales, hay también una responsabilidad individual, ya sea operando a través de estas estructuras, o de una manera personal con actitudes de egoísmo e insolidaridad o estableciendo relaciones con nuestros semejantes basadas en el interés, utilitarismo, opresión, ostentación, competitividad y despreocupación por el sufrimiento ajeno542.

Esta actitud personal antifraterna no es éticamente neutra543 ya que presenta una responsabilidad y una culpabilidad moral para los que la ejercen existencialmente. Es una situación de auténtico pecado que no sólo esclaviza a quien la lleva a cabo, sino que produce como efecto la opresión de los demás544. Estamos asistiendo, desde esta perspectiva, a la quiebra del hombre mismo y de su dignidad545, lo que está en juego es la dignidad de la persona546.

541 Cf. CARITAS ESPAÑOLA, MAS, 25-27; CIV 14, 69-70. 542 Cf. IP 37 y 43. 543 Cf. IP 78. 544 Cf. IP 141-142. 545 Cf. IP 8. 546 Cf. SRS 47.

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4.2.2.3. Causas estructurales: nacionales e internacionales

4.2.2.3.1. Causas estructurales en el ámbito internacional a) La primera causa la encontramos en las naciones desarrolladas, que

mediante mecanismos financieros y sociales influyen sobre los países no desarrollados únicamente en beneficio propio547.

b) Los propios países pobres o en vías de desarrollo también tienen responsabilidad en su situación de indigencia y necesidad, no debemos olvidarnos de la corrupción que impera sobre todo en los gobernantes y en la administración pública548.

c) La tercera causa la encontramos en el comercio internacional549: son los capitales y técnicos de alta cualificación los que ahora se trasladan a los países de baja renta para producir no lo que necesitan aquellos pueblos, sino lo que conviene a los países ricos aprovechándose sobre todo de los recursos naturales y de la mano de obra barata550. Se ha creado hoy en día, una nueva relación mercado-Estado551: sólo se reconoce al mercado la capacidad de garantizar la eficacia económica, teniendo como agentes principales a las empresas multinacionales cuyo poder se ha hecho hoy avasallador. Éstas, rigen en buena medida el mercado y se anteponen a las acciones de la sociedad organizada, mirando únicamente su propio beneficio. No obstante, si algunos países son los beneficiados de este comercio internacional, lo son nuevamente los llamados ricos o desarrollados552.

d) La deuda internacional por relaciones comerciales553: se genera por la incapacidad de los países pobres de negociar tanto los precios de importación como los de exportación, con aumento de los primeros y 547 Cf. SRS 16; IP 29; CIV 22, 63. 548 Cf. IP 29; P. JARAMILLO, Amar sin fronteras. La dimensión universal del amor cristiano en “La caridad en la vida de la Iglesia”, en: Cor XIII 72 (1994) 158-160. Este trabajo se citará como Amar; CIV 22, 33. 549 Cf. IP 30. 550 Cf. J.M. IBÁÑEZ, Lectura ética del documento. Causas de la pobreza, en: Cor XIII 72 (1994) 292; CIV 25, 40. 551 Cf. I. CAMACHO, Beneficios y desigualdades de la mundialización. Una reflexión desde la Doctrina Social de la Iglesia, en: Cor XIII 96 (2000) 163-167. Este trabajo se citará como Beneficios. 552 Para profundizar en toda esta cuestión se puede acudir a: I. BESTARD, Globalización y solidaridad, en: Cor XIII 96 (2000) 19-52 y J.T. RAGA, El comercio de mercancías y los flujos financieros: Consecuencias en las economías de los países subdesarrollados, en: Cor XIII 96 (2000) 241-304. 553 Cf. IP 31-33; CIV 22, 33.

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reducción de los segundos. Esto, se agrava con la presencia de las compañías multinacionales en estos países deudores, que en vez de dotarlos de capital y de la tecnología necesaria para su industrialización, se instalan buscando el beneficio propio, a través de los llamados precios de transferencia554.

Además, el pago de tecnologías caras y con frecuencia poco adaptables a los niveles del propio país, las ayudas públicas para el establecimiento empresarial, acaban endeudando cada vez más al país receptor de la inversión.555

La consecuencia inmediata es que los países endeudados tienen la necesidad de destinar los recursos obtenidos de las exportaciones al pago de la deuda externa, impidiendo esto, la adquisición de determinados productos de otros países que deberían servir para cubrir las necesidades de su población.

Por otra parte, los países acreedores, no buscan en realidad otra finalidad que la de garantizar al máximo el cobro de los créditos exigiendo para ello unos desmesurados esfuerzos a los países afectados556.

Se trata de una deuda que por su magnitud impide el saneamiento de los países deudores; por ello, el derecho al desarrollo debe tener en cuenta las cuestiones vinculadas a la crisis deudora de muchos países pobres557.

4.2.2.3.2. Causas estructurales en el ámbito nacional En un marco general del libre mercando total, tal como hemos visto

anteriormente, las relaciones de la economía internacional condicionan las nacionales558; por ello, las causas se encuentran en la lógica económica del sistema capitalista y del liberalismo económico: economía de mercando, la libre empresa, la competitividad y la tiranía de los beneficios559.

554 Se denominan precios de transferencia a aquellos que resultan de la venta de productos en el mismo seno de la compañía transnacional sin aplicar los precios del mercado. 555 Cf. A. OLIVARES, Deuda externa. Aspectos económicos, en: Cor XIII 90 (1999) 116-117. 556 Para una mayor profundización en este tema: L. DE SEBASTIAN, El contexto social y económico internacional. Globalización, exclusión y pobreza, en: Cor XIII 90 (1999) 45-65; L.M. VILLEGAS, La inmoral deuda externa, en: Cor XIII 90 (1999) 137-155; R. BARJA, La deuda externa y su impacto social, en: Cor XIII 90 (1999) 157-170. 557 Cf. TMA 51; C 450. 558 Cf. IP 34 y 37. 559 Cf. IP 36-38.

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Todo esto ha provocado que el sistema socioeconómico se manifieste impotente para paliar y eliminar las muchas situaciones de pobreza y marginación.

Esta crisis estructural a nivel nacional pretenden que se mitigue con tímidas políticas sociales que, debido a su excesiva improvisación y falta de solidez, se muestran incapaces de paliar las necesidades de los ciudadanos más empobrecidos y están muy lejos de resolver los problemas de marginación social560 .

Si la causa principal parece la economía, no debemos olvidar, como fundamentales también, la falta de valores en la sociedad como son la solidaridad, la justicia y la caridad; así como, la ausencia de políticas capaces de transformar el actual modelo en otro en el que prevalezca la justicia social y se pueda mantener un crecimiento económico que elimine los desequilibrios en la distribución de la riqueza, propiciando así una sociedad más justa.

El actual debilitamiento de los servicios sociales en España y la reducción de los fondos europeos destinados a las políticas sociales comunitarias, son factores, si no causas, que hacen que la exclusión y pobreza aumente en nuestro país.

4.2.3. Discernimiento evangélico y eclesial que realiza Cáritas para

elaborar unos principios y criterios que orienten su acción en la dirección del proyecto de Dios sobre la historia

4.2.3.1. Los principios de la Doctrina Social de la Iglesia aportan los elementos que se precisan para valorar las realizaciones humanas

La acción de Cáritas debe siempre salvaguardar y promover los valores que la Doctrina Social de la Iglesia presenta como fundamentales en el compromiso social de los cristianos561, entre los que cabe señalar: la dignidad de la persona humana, y los derechos humanos como expresión social de esa dignidad humana; el bien común, fundamento del orden sociopolítico; la solidaridad; el destino universal de los bienes; la subsidiariedad y la participación consecuencia característica del anterior principio.

560 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 7. 561 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 26.

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La Doctrina Social de la Iglesia, a través de sus principios, sirve a la acción de Cáritas como orientadora en la adaptación de las exigencias del ejercicio de la caridad a las condiciones culturales sociales y económicas de cada época y la permite valorar y discernir la acción caritativa-social que realiza.

Los principios que vamos a tratar a continuación son expresión de la verdad sobre el hombre conocida a través de la razón y de la fe, brotan del encuentro del mensaje evangélico y de sus exigencias –comprendidas en el mandamiento supremo del amor a Dios y al prójimo y en la justicia– con los problemas que surgen en la vida de la sociedad562.

Por su permanencia en el tiempo y universalidad de significado, la Iglesia señala estos principios como el principal parámetro de referencia para la interpretación y valoración de los fenómenos sociales y deduce de ellos criterios de discernimiento y de guía para la acción social y caritativa563. Estos principios deben ser tenidos en cuenta no de una manera separada, sino en su unidad, conexión y articulación de unos con los otros564.

a) La dignidad humana Partimos como no puede ser de otra manera desde la dignidad565 de la

persona en el que cualquier otro principio y contenido encuentra fundamento.

b) Los Derechos Humanos566 La raíz de los derechos del hombre se debe buscar en la dignidad de todo

ser humano567. Por tanto, la fuente última de éstos, se encuentra en el hombre mismo y en Dios su Creador568. La teología considera que la comprensión del ser humano como imagen y semejanza de Dios es el lugar de encuentro fe-razón para afirmar la dignidad de la condición humana: la persona es para el creyente imagen de Dios, y de este modo la dignidad humana “recibe una calidad todavía más elevada por el hecho de que el hombre está llamado a asociarse inmediatamente con Dios, que es,

562 Cf. C 160. 563 Cf. C 161. 564 Cf. C 162. 565 El tema de la dignidad de la persona ya lo hemos tratado y desarrollado suficientemente en nuestro trabajo: Ver punto 4.1.5. 566 Cf. IP, 56; C 152-159. 567 Cf. GS 27. 568 Cf. C 153.

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sencillamente, el absoluto y el infinito”569. El Concilio Vaticano II coloca en la cúspide de la dignificación del género humano esta razón: “La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios” (GS 19).

Los Derechos Humanos responden a las exigencias de la dignidad humana y satisfacen las necesidades esenciales –materiales y espirituales– de la persona570, por eso, la Iglesia incluye en su misión la defensa y promoción de los derechos fundamentales del hombre571.

Así mismo, el ejercicio efectivo de la caridad implica el compromiso a favor de los Derechos Humanos; ya lo decía el Sínodo de obispos de 1971572 al exponer la estrecha relación entre caridad y justicia, que se verifica en el reconocimiento de la dignidad y de los derechos del prójimo, a quién se ve como imagen de Dios invisible y hermano de Cristo573.

c) El bien común574 El hombre es un ser social vocacionado a vivir en comunidad. Conforme

a esta naturaleza, el bien de cada cual está relacionado con el bien común; por eso, éste está orientado siempre al bien de las personas y su progreso575. Podemos decir de él, que es “el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección”576; ya que la persona no puede encontrar realización sola en sí misma, es decir, prescindiendo de un ser

569 K. RAHNER, Dignidad y libertad del hombre, en: Escritos de Teología, Tomo II (Madrid 2002) 241. 570 Cf. C 154. 571 Cf. CA 54. Podemos encontrar una enumeración o lista de los mismos en GS 26-27 y CA 47. 572 “El amor cristiano al prójimo y la justicia no se pueden separar. Porque el amor implica una exigencia absoluta de justicia, es decir, el reconocimiento de la dignidad y de los derechos del prójimo. La justicia, a su vez, alcanza su plenitud interiormente solamente en el amor. Siendo cada hombre realmente imagen de Dios invisible y hermano de Cristo, el cristiano encuentra en cada hombre a Dios y la exigencia absoluta de justicia y de amor que es propia de Dios” (SÍNODO DE OBISPOS 1971, Documentos [Salamanca 1972] 66). Este documento se citará como SO71. 573 Cf. Para todo el párrafo: M. VIDAL, Teología de los Derechos Humanos, en: Cor XIII 88 (1998) 88. 574 Cf. IP 57; C 164-170; CCE 1905-1927.”Desear el bien común y esforzarse por él es exigencia de justicia y caridad” (CIV 7). Para una mayor profundización de este tema resulta clarificador acudir a: I. CAMACHO, El bien común. Una nueva conciencia social para los cristianos, en: Cor XIII 112-113 (2005) 207-255. 575 Cf. GS 26; CIV 7. 576 GS 26; Cf. GS 74.

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“con” y “para” los demás. Pero ese ser-para-los-demás, el servicio, es el que da sentido al bien común que es el bien de todo hombre y de todos los hombres, lo que significa no excluir o dejar fuera, a ninguno y menos a los más débiles y necesitados. Es aquí donde el bien común y la caridad se encuentran en un abrazo que les fecunda mutuamente: “Se ama al prójimo tanto más eficazmente cuanto más se trabaja por el bien común” (CIV 7).

d) La solidaridad

Las relaciones entre hombres y pueblos deben tender hacia una verdadera solidaridad577: solidaridad como “principio social” ordenador de las instituciones mediante la creación o modificación de leyes, reglas de mercado, etc.; que superen las “estructuras de pecado” siendo transformadas por “estructuras de solidaridad”. Y la solidaridad como aquella “virtud moral” que se muestra como la “determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos” (SRS 38).

La solidaridad, la podemos calificar pues de “virtud social” ya que se coloca en la dimensión de la justicia, virtud orientada por excelencia al bien común, y en “la entrega por el bien del prójimo que está dispuesto a «perderse», en sentido evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a «servirlo» en lugar de oprimirlo para el propio provecho (Cf. Mt 10, 40-42; 20, 25; Mc 10, 42-45; Lc 22, 25-27)”578.

La solidaridad está llamada a ser la nueva conciencia y el principio inspirador de un nuevo orden social, económico y político. Sólo desde la solidaridad podemos descubrir caminos justos para construir un mundo mejor en el que los marginados sean incluidos y los sufrientes ayudados y consolados579.

577 Cf. C 193; CIV 38, 43, 47, 58. “La palabra solidaridad viene del latín in solidum. No significa un sentimiento interior filantrópico de cara a los otros, sino que, en su raíz, significa la labor de construcción del interior y del exterior de la persona y de la sociedad, pero realizada con profundidad y solidez” (PRAT, Antropología, 85). 578 SRS 38. Cf. CA 57; JUAN PABLO II, Laborem exercens. Encíclica sobre el trabajo humano (Roma 1981) nº 8. Este documento se citará como LE. 579 Cf. PEV 32. Para una mayor profundización en todo este tema resulta muy esclarecedor acudir a: J.D.D. MARTÍN VELASCO, Hacia una cultura de la solidaridad, en: AA.VV., Congreso, 415-459; J.M. ROVIRA, Solidaridad y Reino de Dios, en: Cor XIII 117-118 (2006) 249-268.

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e) El destino universal de los bienes

La solidaridad se manifiesta en primer lugar en la distribución de los bienes que deben llegar a todos580: “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad” (GS 69). Así, cualquier injusta distribución de los mismos, su absolutización o su indebida apropiación son contrarios a la realización de la justicia y provocan pobreza y exclusión.

Por esto, el derecho a la propiedad privada de los bienes de producción no puede ser algo absoluto y primario, sino relativo y secundario581: el derecho a la propiedad privada está subordinado al derecho al uso común, al destino universal de los bienes582. La propiedad privada, cualquiera que sean las formas concretas de los regímenes y de las normas jurídicas a ella relativas, es, en su esencia, sólo un instrumento para el respeto del principio del destino universal de los bienes, y por tanto, en último término, un medio y no un fin583.

f) La subsidiaridad584

El bien común que no puede olvidarse de nadie y menos de los necesitados, debe buscarse comunitariamente y corresponsablemente. Toda institución, asociación, organización, grupo o estamento, debe llevar con autonomía todo aquello para lo que se encuentra capacitado, sin impedimento ni suplantación por otra instancia superior, salvo en la coordinación que está prevista en el juego social. La autoridad y la ley deberán cuidar que todos los grupos sociales puedan ejercer este principio, respetando así la legítima autonomía y dignidad de las personas y grupos humanos; y fomentando también la creatividad, la participación y la corresponsabilidad social. Este principio permite la participación y la mejor organización de la actividad de todos en la sociedad.

580 Cf. CCE 1940; C 192-196; PRAT, Antropología, 45. 581 Cf. IP 59. 582 Cf. LE 14; C 177. 583 Cf. PP 22-23. Para indagar en el tema del destino universal de los bienes y propiedad privada, ver: C 176-181; GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 55-91; D. VELASCO, Hacia una visión cristiana de la propiedad. Cuadernos Cristianisme i Justicia 156 (Barcelona 2008). 584 Cf. IP 60; CCE 1883; C 185-188; CIV 57, 60. Para una mayor profundización en la relación que existe entre este Principio y el ejercicio de la caridad, acudir a: R. MARX, La Doctrina Social de la Iglesia y la Caridad: relación entre esos dos campos de trabajo en la Iglesia, en: AA.VV., CUCM99, 170-172.

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g) La participación585

Consecuencia característica de la subsidiaridad es la participación, que se expresa esencialmente en una serie de actividades mediante las que el ciudadano contribuye y forma parte de la vida cultural, económica, política y social de la comunidad a la que pertenece. No poder ejercer este derecho es un factor de exclusión y marginación para las personas. “Desde esta perspectiva se hace imprescindible la exigencia de favorecer la participación, sobre todo, de los más débiles” (C 189).

4.2.3.2. Los tres ejes evangélicos que le permiten a Cáritas tomar las decisiones adecuadas

4.2.3.2.1. La justicia, el lema de Cáritas: “Trabajamos por la justicia” La injusticia es la principal causa de la pobreza, generadora a su vez de

otras causas que también actúan en la aparición de la misma. Por eso, constatando su valor etiológico en la aparición de la marginación nos plantea la necesidad de erradicarla a base de luchar por la justicia586.

Esta contienda por la justicia lleva implícito un comportamiento personal justo587, así como realizar una denuncia profética de la injusticia cuando esta subyugue a personas y estados588.

Estamos hablando en definitiva, de no buscar la solución al problema de la pobreza y exclusión desde un modelo asistencialista que intenta paliar los efectos de la misma, sino que tratamos de superar o eliminar la causa que la produce actuando sobre las estructuras sociales de pecado.

a) Justicia y amor. Es importante subrayar la estrecha relación que existe entre justicia y

amor como base de actuación de la Iglesia, sus comunidades y de los mismos cristianos en la lucha contra la pobreza589. Se aprecia claramente que la caridad y la justicia no sólo no se contraponen sino que se complementan y se necesitan: el amor incluye necesariamente, el

585 Cf. C 189-191; OA 22. 586 Esta lucha por la justicia supone para la Iglesia y los cristianos una exigencia fundamental: Cf. IP 40, 45-46. Por eso, teniendo en cuenta el necesario discernimiento evangélico, los cristianos debemos colaborar con todos aquellos que luchen por un mundo mejor y una sociedad más justa y solidaria: Cf IP 50. 587 Cf. IP 48-49. 588 Cf. IP 51-54. 589 Cf. CVI Introducción p 12. Ver cita 454.

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reconocimiento de la dignidad y de los derechos del prójimo, lo que implica una exigencia absoluta de justicia. No se puede amar sin cumplir lo que reclama la justicia, que será siempre lo mínimo debido al hombre, y tampoco pueden cumplirse las exigencias de la justicia si no es desde la plenitud del amor que busca el bien completo del género humano, más allá de unas relaciones meramente formales. Separar caridad y justicia equivale a dejar el amor cristiano vacío de su contenido concreto. La conversión a Dios y al prójimo implica una exigencia absoluta de justicia; y a su vez, la justicia alcanza su plenitud en el amor590.

La caridad no se yuxtapone a la justicia, sino que la afirma y, al hacer esto, le permite ser realmente lo que debe ser sin correr el riesgo de sustituirla591. La confusión ha podido producirse cuando la caridad de ayer se ha convertido, en muchos casos, en la injusticia de hoy; acciones benéfico-caritativas como los subsidios familiares y las pensiones para la vejez, que antaño eran dominio de la caridad, las leyes las han convertido en deberes de justicia592. Para que el ejercicio de la caridad sea irreprochable y aparezca tal como es, se debe cumplir antes que nada con las exigencias de la justicia593 ya que la caridad no sería verdadera si no estuviera enfocada a la transformación de la realidad de las personas y pueblos para que cuanto antes dejaran de necesitar la ayuda que se les presta594. Por eso, las obras de caridad, no solamente no excluyen sino que presuponen la lucha por la justicia595. Impulsar la instauración de un orden social justo, corregir desde el amor los efectos deshumanizadores de las injusticias yendo más allá de la estricta justicia, son objetivos que definen la verdadera naturaleza de la acción caritativo-social596. Así pues, amor y justicia deben integrarse y perfeccionarse en la praxis. Habría que apostar por una integración dialógica y no dialéctica de ambas: “La justicia tensa el horizonte de lo 590 Cf. ECHARREN, Cáritas, 186 y también J. OSÉS, Exigencia de la opción por los pobres en la vida de la Iglesia, en: Cor XIII 117-118 (2006) 128: Reedición de un artículo publicado en: Cor XIII 47 (1988); CIV 6; JUAN PABLO II, Discurso del Santo Padre al Pontificio Consejo “Cor unum” en su Asamblea plenaria (El Vaticano 1983). Este documento se citará como CU83. 591 Cf. J.M. MADRUGA, El cristiano ¿decisión ética o acontecimiento y encuentro?, en: Cor XIII 120 (2006) 79. 592 V. GESTEL, La Doctrina Social de la Iglesia (Barcelona 1964) 138. 593 Cf. GS 77; CCE 2446; CIV 6; CONCILIO VATICANO II, Apostolicam actuositatem. Decreto sobre el apostolado de los seglares (Roma 1965) nº 8. Este documento se citará como AA. 594 Cf. M.A. SÁNCHEZ, Caridad y Justicia, en: Cor XIII 84 (1997) 401. 595 Cf. IP 81. 596 Cf. CVI Introducción p 13; L. NOVOA, Hacia una civilización del amor, en: RAT 28 (2008) 35-36, 43-44.

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debido en continuo e inacabado crecimiento, y la caridad es el elemento que modula el tono y el estilo a la justicia”597. El verdadero amor hacia los pobres, no es un vago sentimiento de cercanía o compasión hacia ellos que sustituya a la justicia; es más bien, una verdadera actitud de misericordia capaz de dar plenitud a la justicia598, por eso, la caridad queda vacía de contenido concreto si no aparece mediada por aquella. Por esta razón, la justicia adquiere para el creyente el valor de camino a través del cual se alcanza la plenitud de la caridad: el amor se concreta y precisa de la justicia, pero será siempre trascendido en la caridad599; aun en el marco de la sociedad más justa, la caridad seguirá siendo necesaria600.

Así pues, los cristianos estamos llamados a superar la justicia humana mediante la caridad601. La justicia es condición indispensable para el ejercicio de la caridad, ya que brota y nace de la Creación, pero a la luz de la Revelación, es iluminada por la caridad, que amplía su horizonte: por sí sola la justicia no basta, más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza más profunda que es el amor602, ya que a la justicia que nos estamos refiriendo, no lo es solamente en el aspecto legal, sino ético y sobre todo profético: en la Biblia, para los profetas, la justicia significó la defensa de los derechos humanos de todos los hombres, en especial de los más débiles. Los profetas con el término justicia más que referirse a una justicia distributiva, se refieren a la ayuda al desgraciado y oprimido603. Por esta razón y desde esta perspectiva, una justicia “Bíblica” sin amor, no permitiría al hombre volcarse sobre el pobre y marginado como un hermano, ofreciéndole más de “lo debido”. Justicia sin amor reduce las relaciones humanas a unas matemáticas deshumanizadas y deshumanizadoras del “a cada uno lo suyo” reduciendo al hombre a una unidad de derechos en el plano de una igualdad igualitaria con el resto de seres humanos604.

Podemos concluir sin miedo a equivocarnos que no hay caridad sin justicia, ni justicia sin caridad.

597 J.L. SEGOVIA, Lo utópico de la cariad y de la justicia, en: Cor XIII 123 (2007) 133. 598 Cf. PEV 35. 599 Cf. CARITAS ESPAÑOLA, MAS, 19; GUAL, o.c., 19; C 206; CIV 6. 600 Cf. DCE 28. 601 Cf. IP 48. 602 Cf. C 203, 206. 603 Cf. J.L. SICRE, Con los pobres de la tierra (Madrid 1985) 14-15; GUAL, o.c., 20; W. KASPER, La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana (Santander 2013) 61. Este trabajo se citará como Misericordia. 604 Cf. R. ECHARREN, Caridad y Justicia. Dimensión social de la caridad, en: Cor XIII117-118 (2006) 200. Este artículo se citará como Justicia.

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b) Actuar en justicia: la denuncia y el anuncio proféticos

La vida del cristiano exige, en sí misma, la denuncia profética. Dios no quiere mantenerse en silencio ante la injusticia, por eso, dejó este ministerio a los profetas del AT y a la Iglesia del NT. Por ello, la Iglesia no puede ni debe callar ante las injusticias y tiene la misión profética de denunciar la violación de la dignidad humana, especialmente la de los pobres605.

Así, no sólo lo reconoce, sino que lo propone el documento CVI606: se deben denunciar las condiciones sociales injustas que excluyan a las personas del pleno ejercicio y desarrollo de su dignidad, y es tarea no sólo de las instituciones de acción caritativo-social, sino de toda la comunidad cristiana.

Los obispos nos dicen las características que debe reunir este profetismo: “Partidario no partidista, popular no demagogo, sencillo y evangélico pero no ingenuo, ni simplista” (IP 53). A la vez, nos advierten del peligro que suponen las subvenciones de las Administraciones a las organizaciones caritativo-sociales de la Iglesia, que pueden debilitar la dimensión de la denuncia profética en estas607, por lo cual les hacen un llamamiento para que salvaguarden su libertad profética. Y por último, proclaman claramente que “la caridad incluye la denuncia de las injusticias” (CCA 22).

A la función profética de la Iglesia pertenece tanto el anuncio como la denuncia608, incluso debemos manifestar que el anuncio es más importante que la denuncia y que esta no puede prescindir de aquel que le brinda su verdadera consistencia609. La denuncia descubre las causas de la injusticia, pero el anuncio ofrece las soluciones ante los problemas detectados. Ambos aspectos, en definitiva, se necesitan y son inseparables: la denuncia sin anuncio conduce a la violencia y al pesimismo, y el anuncio sin denuncia corre el peligro de caer en la ingenuidad.610

Podemos concluir diciendo que la voz profética de los cristianos es proyecto de un mundo mejor, programa de trabajo y camino hacia una sociedad más justa y solidaria611.

605 Cf. IP 51. 606 Cf. CVI Propuesta I.2; Propuestas I.2.a y I.2.b. 607 Cf. CCA 41. 608 Cf. SRS 41; IP 51. 609 Cf. SRS 41; IP 46. 610 Cf. PRAT, Dimensión, 144; PRAT, Ministerio, 234-235. 611 Cf. IP 54.

144

c) Caridad política: actuando sobre las estructuras sociales de pecado que producen pobreza y exclusión.

La acción caritativo-social incluye actuar a tres niveles: asistencial, frente a una situación de necesidad urgente; a nivel de promoción social, para incidir sobre las causas que radican en la propia persona y, por último, por la reforma o cambio de estructuras, que actúa sobre las causas sociales612. No son tres aspectos incompatibles entre si, muy al contrario, son complementarios y se debe trabajar simultáneamente en los tres niveles.

Históricamente, se ha trabajado más lo asistencial, la limosna, la ayuda directa. Sin quitarle valor, hay que manifestar, que la simple ayuda sin abordar lo promocional o estructural, hace que la situación del pobre se mantenga permanentemente en dependencia de la ayuda que se le presta, creando pasividad en él y robándole el protagonismo debido en la acción de salir de su situación de necesidad. Por eso, los obispos se manifiestan claramente en contra de esta ayuda paternalista que no considera los otros dos planos de la acción caritativo-social613. Y, proponen claramente la necesidad de transformar las estructuras que causan o agravan la pobreza614. Para ello, advierten, que no se puede echar mano de soluciones simplistas, es necesario abordar esta tarea desde el trabajo interdisciplinar de economistas, sociólogos, politólogos y moralistas615. Los cristianos deben estar formados y ayudados por la Doctrina Social de la Iglesia616.

Existen opiniones dentro de la Iglesia, que pretenden justificar la abstención de los cristianos en su lucha por el cambio de estructuras alegando una falta de fundamento bíblico o cristológico, ya que, según ellos, Jesús no vino a cambiar estructuras sociales. Para otros, como Aguirre617 o González-Carvajal618 la religión de Jesús era política, porque se dirigía al conjunto del pueblo de Israel y aspiraba a una transformación muy honda de su situación y de sus relaciones sociales. Era un proyecto que hoy clasificaríamos como teocrático, porque consideraba que la aceptación tanto personal como social de Dios y de sus Mandamientos, supondría y traería consecuentemente la justicia y la fraternidad al pueblo elegido.

612 Cf. IP 112. 613 Cf. IP 113. 614 Cf. IP 87. 615 Cf. IP 52. 616 Cf. IP 65; CA 35, 58, 61. 617 Cf. R. AGUIRRE, Reflexiones bíblicas sobre la caridad política, en: Cor XIII 110 (2004) 17. 618 Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 227-228.

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De una manera u otra, el Magisterio es rotundo al respecto, defendiendo la implicación de la Iglesia en la reforma o supresión de estructuras que provocan la exclusión y marginación, y no disociando esta tarea de la conversión personal del corazón en el sentido del amor y de la paz619.

El cambio de estructuras se enmarca para el cristianismo, en la llamada caridad social y política, que debe desplegarse en la comunidad social y política interviniendo sobre ésta, para promover el mayor bien posible a la comunidad en su conjunto.

Esta caridad adquiere el calificativo de “política” cuando incide en las estructuras sociales de pecado para transformarlas en estructuras sociales de Gracia que contribuyan al establecimiento del Reino de Dios en nuestra Historia620.

No podemos olvidar que el desvalido que tenemos que amar se “encuentra” siempre en “sociedad”, por lo que se le debe amar en el plano social, lo que significa, según las situaciones, servirse de las mediaciones sociales para eliminar aquellos factores comunitarios que causan su indigencia. Es pues, muy claro, que el esfuerzo dirigido a organizar y estructurar la sociedad de modo que el prójimo no tenga que padecer miseria, es un acto de caridad621.

Se puede afirmar de una manera rotunda, que es posible amar a nuestros semejantes mediante unas relaciones cercanas, de persona a persona, pero también mediante unas relaciones lejanas, que afronten los problemas y desgracias colectivas, llegando a hacer el bien a muchos individuos a la vez. Vemos de una manera diáfana, que no se trata sólo de que el amor pueda tener una dimensión política, sino que debe tenerla, porque el amor a una persona concreta quedaría incompleto si no intentara modificar las situaciones sociales que le hacen ser pobre. Ambas mediaciones, la asistencial y la política, sin olvidarnos de la promocional, son necesarias y se exigen mutuamente622.

619 “La Iglesia considera importante y urgente la edificación de estructuras más humanas, más justas, más respetuosas de los derechos de las personas, pero es consciente que aun las mayores estructuras se convierten en inhumanas si no hay una verdadera conversión del corazón y de la mente por parte de quienes viven en esas estructuras o las rigen” (EN 36). Los hombres alcanzados por el amor de Dios son capaces y deben cambiar las estructuras sociales injustas: Cf. C 4. 620 Cf. A.ESTEVE, La caridad política y Cáritas, en: Cor XIII 110 (2004) 364. 621 Cf. C 208. 622 Para todo el párrafo Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 169-170.

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El amor político623 no es, pues, una forma derivada ni secundaria del amor, es más bien, una dimensión fundamental de la caridad que busca el bien del prójimo a través del servicio público y estructural a los demás, logrando así que el amor sea verdaderamente universal624.

d) “Buscad primero que reine la justicia” (Mt 6, 33)

“La acción a favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo son una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio” (SO71 Introd. f). Esta declaración supone el explícito reconocimiento del estatuto estrictamente teologal que corresponde a la justicia: ésta, al formar parte de la evangelización misma –como declaraban los obispos– es un elemento nuclear de la identidad cristiana625.

Por eso, desde su fe, muchos cristianos han promovido acciones en favor de la justicia para hacer concreta la palabra del Señor, que ha venido a proclamar la liberación de los oprimidos y un año de gracia para todos626 ; aguardando “unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia” (2 Pe 3,13).

Dios espera de nosotros en primer lugar, que realicemos obras de justicia627 en el orden social y nos situemos especialmente al lado de los débiles y desvalidos; reconociendo las causas de la pobreza y discriminación, así como que luchemos por lograr unas condiciones sociales justas que contribuyan a la erradicación de la pobreza y marginación628.

Se debe cuestionar el sistema social injusto con una acción en favor de la justicia que fecundada por la fe, exprese el amor del Dios de Jesucristo por los marginados e indefensos629.

623 Con el tema de la “caridad política”, se abre aquí una línea de reflexión cuya profundización no es procedente abordar en este momento, porque sería desviarnos de nuestro trabajo, pero que sin duda es muy interesante y es necesario tener presente, para lo cual remitimos a: J.M. DÍAZ SÁNCHEZ, Dimensión práctica de la caridad política. Algunas consideraciones, en: Cor XIII 110 (2004) 235-271. Para consultar una amplia bibliografía sobre este tema, acudir a: J.M. DÍAZ SÁNCHEZ, Alguna bibliografía para completar los temas tratados, en: Cor XIII 110 (2004) 413-449. 624 Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 171; CIV 7. 625 Cf. SEGOVIA, o.c., 140-141; VD 100. 626 Cf. Lc 4, 18-19; BENEDICTO XVI, Porta fidei. Carta Apostólica en forma motu proprio con la que se convoca el año de la fe (Roma 2011) nº13. Este documento se citará como PF. 627 Cf, Am 5, 7-24; 6; 12; Os 2, 21; 12,2. 628 Cf. MARX, o.c., 157. 629 Cf. CEPS, Tu solidaridad es su voz. Comunicado para el día del amor fraterno en la festividad de Jueves Santo (Madrid 1999). Este documento se citará como CAF99.

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e) Cáritas: “Trabajos por la justicia”

Ya lo proclamaba claramente Juan Pablo II: Cáritas, en su labor caritativa hacia los empobrecidos, no debe olvidar jamás la justicia social630.

Por eso en Cáritas se trabaja por la justicia631, que lleva a que cada persona tenga lo que le corresponde en virtud de su ser y su obrar, y luchar por ello. Que analiza, denuncia de manera profética y actúa ante las situaciones de pobreza, de injusticia, de marginación.

La acción de Cáritas trata de incidir y afectar a las estructuras sociales injustas-pecaminosas con la intención de cambiarlas en estructuras de justicia y paz desde la finalidad del Reino de Dios que tiende a transformar las relaciones humanas y favorecer la inclusión social632.

Por ello, desde la justicia, Cáritas trabaja con personas concretas y con las comunidades de las que esas personas forman parte contribuyendo a la eliminación de las estructuras de pecado. Así la acción caritativa-social de Cáritas opta por la transformación de manera integral, abarcando todas las dimensiones, acompañando personas, animando comunidades y haciendo anuncio y denuncia profética cuando sea necesaria633.

Esta constatación, toma carta de naturaleza en las Asambleas y Planes Estratégicos de la Institución.

Así en la 60 Asamblea General, en la décima línea de acción dice: “Mejorar la dimensión profética de nuestras Cáritas, denunciando las situaciones de injusticia, ofreciendo y acompañando propuestas realistas y significativas, suscitando el dinamismo de la esperanza entre los diferentes sujetos de la acción”634.

Y en los criterios de la misma línea de acción, manifiesta: “Cáritas vive la caridad como inseparable de la justicia, promueve el cambio social, denuncia y muestra los sectores más desfavorecidos de la sociedad, a quienes acoge y con quienes se compromete de forma desinteresada y gratuita”635.

630 Cf. CIA87, 2. 631 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 33-36; ALTABA, RMA6, 32, 48, 74; ABRIL, RMA10, 47. 632 Cf. ESTEVE, o.c., 357 y 375. 633 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 41-42. 634 CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 148. 635 Ibid., 148.

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En lo que respecta al “II Plan Estratégico”, en el eje “los últimos y no atendidos” el punto 1.2 dice: “Generar propuestas adecuadas y eficaces para la incidencia política, económica, social y de Cooperación Internacional que contribuyan a la transformación social”636 y como objetivo estratégico correspondiente a esta estrategia: “Generar propuestas adecuadas para la incidencia en grupos políticos, comisiones parlamentarias y administraciones públicas a todos los niveles tanto nacionales como internacionales en relación con temáticas sociales relevantes”637.

En lo que se refiere al eje: “sociedad” el punto estratégico 3.4 manifiesta: “Promover ante la sociedad propuestas de transformación social, fundamentadas en el análisis de la realidad la acción social, la denuncia profética y nuestros valores”638 y en su objetivo estratégico correspondiente se expresa: “Presentar propuestas ante las administraciones públicas sociales para personas en riesgo de exclusión, en todos los ámbitos y niveles”639.

A lo largo de los años, Cáritas ha realizado propuestas sobre políticas sociales contra la exclusión social640, presentándolas a la sociedad y en los ámbitos políticos pertinentes, cumpliendo los propósitos que se ha ido planteando a los largo de los años y realizando una acción de “caridad política” que entronca identitariamente con su “trabajar por la justicia” y que hace que su acción no solo sea paliativa, sino de carácter etiológico, es decir, que trata de eliminar las causas que provocan el empobrecimiento de las personas y de los países.

4.2.3.2.2. El servicio misericordioso-amoroso para con el prójimo641

La misericordia642: la acción caritativo-social de la Iglesia no puede prescindir de la lucha por la justicia pero tampoco del amor de los cristianos hacia los marginados, que hace que los problemas, angustias y necesidades de estos, sean sentidas como nuestras, y por tanto, nos veamos impelidos,

636 CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA5, 31. 637 Ibid., 31. 638 Ibid., 37. 639 Ibid., 37. 640 Cf. Crisis; Propuestas97; Propuestas2010. 641 Cf. BUENO DE LA FUENTE, o.c., 50-60, 62-63, 66; CÁRITAS ESPAÑOLA, Temas, 39; KASPER, Misericordia, 60-62, 68-79, 153-154; M. GESTEIRA, Jesús y los pobres, en: Cor XIII 117-118 (2006) 42-43. Este trabajo se citará como Pobres. 642 Cf. PRAT, Pastoral, 501.

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lanzados a actuar para solucionarlas como si fueran dificultades exclusivamente nuestras.

Esta misericordia nace del amor que Dios nos tiene y de la comprensión que despierta en nosotros, haciéndonos vivir la común experiencia de ser hijos de un mismo Padre, y por consiguiente, en fraternidad común. De esta manera el amor “filial” deviene en “fraternal”, y el prójimo cobra una especial dimensión amorosa para nosotros.

Dios se nos revela como apasionado por el destino y los sufrimientos de sus criaturas y como disposición a padecer y compartir sus dolores y angustias. Esta marea de “ser” de Dios la designamos como misericordia y encontró su realización máxima en Jesús que en su proexistencia acoge al que se encuentra abandonado, y estando abierto a todos eliminando las barreras de la exclusión y de la marginación. La vida de Jesús está jalonada de gestos y opciones que luchan contra la pobreza con una misericordia que se hace solidaria. Jesús anuncia la misericordia del Padre, pero sobre todo la vive: la misericordia de Dios se hace real en Jesús de Nazaret.

Las situaciones de pobreza, necesidad o dolor humano, producen en Jesús un profundo sentimiento de conmiseración y de afecto entrañable: se le conmueven las entrañas, experimenta una honda compasión643.

Su misericordia también aparece en las parábolas donde él describe sus propios sentimientos644.

Y Jesús actúa y siente así, porque Dios es así. En la misericordia que Jesús muestra se plasma y se refleja la misericordia misma de Dios, y la comunidad de los que creen en Él, deben así mismo mostrar su misericordia.

El “ser” misericordioso eclesial está fundado en el “ser” misericordioso de la Iglesia como cuerpo de Cristo. Por eso, la Iglesia y Cáritas como diaconía eclesial que es, no son una agencia de servicios sociales o una ONG al uso, sino que como cuerpo de Cristo, la Iglesia-Cáritas es y debe ser sacramento de la presencia de Cristo en nuestra Historia y, por tanto, sacramento de misericordia.

La designación Iglesia-Cáritas-misericordia, nos permite acceder a su “ser” más genuino y profundo: la misericordia como participación del Dios cristiano, y también ser prolongación del mismo como entrega de su amor gratuito que se ofrece a quienes no tienen más que su pobreza. En ello se 643 Cf. Mc 1, 40-45; 9, 14-29; Mt 9, 35-36; Mt 14, 14-15; Lc 7, 13. 644 Cf. Lc 10, 25-37; Mt 18,27.

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hace concreto el seguimiento de Cristo y se descubre al mismo Cristo en el empobrecido.

Cáritas debe vivir por tanto de la misericordia y para la misericordia: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36). Misericordia no es un sencillo sentimiento sensiblero, es pasión, es sentir-con, padecer-con, es volcarse desde el corazón herido sobre la miseria y el sufrimiento humano, para compartirlo, interiorizarlo y erradicarlo si se puede. Es la misericordia, lo que define y manifiesta mejor al Dios de Jesucristo y lo que debe definir, mover y caracterizar a Cáritas y toda la comunidad eclesial.

4.2.3.2.3. El seguimiento de Jesucristo La misericordia cristiana consiste en el fondo en encontrarse con

Jesucristo en la persona del empobrecido y de quien sufre. De ahí que la misericordia no sea primeramente una cuestión ético-moral, sino de fe en Cristo, de encuentro con Cristo y de seguimiento de Cristo645

La misericordia, es pues, existencia vicaria cristiana: comunidad de vida y misión con Jesucristo. La existencia del discípulo es entendida, a semejanza de la de Jesús, como ser para los demás, como proexistencia.

En la víspera de su pasión, Jesús, ofrece a sus discípulos un ejemplo: Él les presta el más bajo servicio lavándoles los pies. Así también han de actuar ellos, siendo servicio hacia los demás646. Eso les puede llevar por la caridad de Cristo recibida, hasta la entrega extrema. Pues nadie tiene caridad más grande que quien da la vida por sus amigos647.

Podemos decir que caridad es “el amor de Dios entregado al mundo por medio de Jesucristo, que actúa por la fuerza del Espíritu”648. Es el amor de Dios que transforma interior e integralmente a la persona humana dotándole de una capacidad de amar a los demás, tal como Jesucristo nos amó649.

645 Cf. KASPER, Misericordia, 147. 646 Cf. Jn 13, 14-17; J. RATZINGER, Jesús de Nazaret. Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección (Madrid 2011) 80-81. 647 Cf. Jn 12, 25-26; 15, 13-14. 648 PRAT, Pastoral, 501. 649 Cf. CIV 1.

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Y es camino evangélico, es la vía de manifestar la Buena Noticia de que Dios nos ama personalmente a cada uno de nosotros, porque anticipa en esta vida temporal lo que es la esencia de la vida eterna650.

Sin embargo, si queremos encontrar la clave hermenéutica de la caridad, nos debemos volver hacia Jesucristo; ya que Él mismo es la “Buena Noticia”651 y plena encarnación del amor de Dios; que, a su vez, nos manifiesta un amor misericordioso a los hombres sufrientes y pecadores652 y que reclama entrega total al amor incondicional de Dios y al prójimo653. La caridad, es pues, no sólo el mensaje central de Jesús sino su modo de vida.

Nuestra manera de hacer operante esa caridad está en el seguimiento de Cristo654, amando a todos655 incluso a los enemigos656.

Por eso debemos lanzar una mirada atenta a la vida de Jesús en la que su amor se hace preferencial por los más débiles,657 ya que nos traza el camino de nuestra propia existencia658.

La presentación de algunos rasgos de la vida de Jesús en su relación con los marginados, tiene como finalidad aquí, que nos ayude a entender cómo la caridad es verdaderamente camino evangélico, porque es el itinerario existencial de Jesús; y nos sirva también de discernimiento para un correcto seguimiento de Cristo que sea prolongación, en nuestro mundo y en nuestra historia, de la presencia salvadora del Dios de Jesucristo; ya que en la mirada a la historia de Jesús, el creyente no satisface un anhelo intelectual, sino que aprende fundamentalmente a ser su discípulo en condiciones cambiantes, en hacerlo contemporáneo, para que su acción tenga en nuestras manos los mismos ecos liberadores que tuvo para los pobres de la sociedad judía de su tiempo.

La lectura atenta de los Evangelios nos permiten recoger los rasgos de Jesús de Nazaret que fundamentan nuestro seguimiento659:

650 Cf. PRAT, Pastoral, 502. 651 Cf. A. NOLAN, ¿Quién es este hombre? Jesús, antes del cristianismo (Santander 1981) 76-77. “En Cristo, la caridad en la verdad se convierte en el rostro de su Persona” (CIV 1). 652 Cf. Mc 1, 41; 2, 17; Lc 7, 13. 653 Cf. Mc 12, 28-31. Es inseparable la relación entre amor a Dios y amor al prójimo: Cf. DCE 16. 654 Cf. Mc 8, 34 ss. 655 Cf. Jn 13, 34-35; IP 18; DCE 18. 656 Cf. Lc 6, 35; IP 18; C 196. 657 Cf. Lc 4, 18-19; J.A. PAGOLA - J.L. ILLANES - R. BERZOSA, Jesucristo, redentor del mundo, en: AA.VV., Jesucristo, la Buena Noticia (Madrid 1997) 191. 658 Cf. SRS 42.

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a) Llamado por el Padre a anunciar una Buena Noticia: la salvación para el género humano. Porque el Dios que viene a reinar en la vida del hombre es un Dios liberador que busca la recuperación de todo hombre perdido660, que se preocupa por los últimos661, que sabe acoger y perdonar662, y que llama a una gran fiesta a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos663.

b) Un hombre para servir a los demás: Jesús ha venido a servir y no ser servido664. No encontramos nunca a Jesús actuando egoístamente en busca de su propio interés665.

c) Cercano a los necesitados666: siempre está de parte de los que más ayuda necesitan para ser personas libres.

d) Jesús es liberador y salvador: cura, sana667, garantiza el perdón a los que se encuentran dominados por el pecado y les ofrece la posibilidad de rehabilitarse668. Ofrece a las personas esperanza para enfrentarse a los problemas de la vida y el misterio de la muerte669.

e) Jesús es fiel hasta la muerte: se nos ofrece en los relatos evangélicos como hombre fiel a su Padre, fiel a sí mismo y fiel a su misión hasta la muerte. Nos muestra, pues, una radicalidad en el servicio que nos marca el camino de su seguimiento.

Cáritas, diaconía del ministerio de la caridad de la Iglesia, asume “los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” (GS 1). Asumir sus condiciones de vida, apoyar sus justas aspiraciones y cargar con sus sufrimientos, supone y acredita hacerlo desde el seguimiento de

659 Cf. J.A. PAGOLA, Jesucristo. Catequesis cristológicas (Santander 1997) 17-22. Este trabajo se citará como Catequesis. 660 Cf. Lc 15, 4-7. 661 Cf. Mt 20, 1-6. 662 Cf. Lc 15, 11-32 663 Cf. Mt 22, 1-14. 664 Cf. Mc 10, 45. 665 No busca dinero ni seguridad (Cf. Mt 8,20; Lc 16,30). No pretender poder alguno (Cf. Jn 6, 15). No se preocupa de su propia fama (Cf. Mt 9, 10-13; 11, 19). 666 Jesús acoge a los niños (Cf. Mc 10, 13-.16) a las mujeres marginadas por la sociedad judía (Cf. Lc 8, 2-3; 10, 38-42; 13, 10-17). Se acerca a los enfermos, leprosos, enajenados: considerados pecadores por la sociedad (Cf. Mc 1, 23-28; 1, 40-45; 5, 25-34). También defiende a los samaritanos considerados como pueblo extraño e impuro (Cf. Lc 9, 51-55). 667 Cf. Mt 9, 35. 668 Cf. Mc 2, 1-12; Lc 7, 36-50; Jn 8, 2-10. 669 Cf. Mt 5, 3-11; Lc 14, 25-24.

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Jesucristo670. Y este seguimiento, debe ser tal, que más que una imitación de su hacer, sea una actualización de Él mismo que acoge, acompaña, sana, libera y salva a través de las manos de los voluntarios y trabajadores de la Institución. Así la acción de Cáritas aspira, a que no sea ella la reconocida principalmente, sino Él, a través del amor: “Le reconocieron al partir el pan” (Lc 24, 32).

4.2.4. Cáritas elabora unas propuestas de acción que tratan de concretar los principios y criterios que aporta el discernimiento evangélico-eclesial

4.2.4.1. Cáritas trabaja desde las capacidades y potencialidades de las personas acompañando procesos

Íntimamente unido al acto de acompañar y previo a él, está el de acoger. Son dos actitudes estrechamente relacionadas: con la acogida se ama a

alguien por lo que es en sí mismo; el acompañamiento nos lleva a caminar junto a los demás, compartiendo cuanto tenemos y somos671.

Jesús acogió a todo el mundo en su realidad concreta, con sus contradicciones y con sus necesidades y expectativas. Por ello, su Comunidad, no puede ser de otra manera que abierta y acogedora como se expresa en la parábola del gran banquete del Reino672, en la que se acoge a todos sin excluir ni discriminar a nadie tal como hizo el Maestro673.

Acoger674 significa compartir las alegrías y sufrimientos de los demás, intuyendo sus deseos para atender sus necesidades. Es compartir mutuamente la carga entre todos, rechazando las tentaciones egoístas. Pero de esta manera no solo se produce una cercanía al sujeto en sus dificultades, sino al portador de valores, potencialidades y capacidades, haciendo que valoremos al otro como don.

670 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 56. 671 Cf. PRAT, Caña, 189. 672 Cf. Lc 14, 7-23. 673 Cf. SÍNODO DE OBISPOS, La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Instrumentum Laboris (El Vaticano 2012) nº 23. Este documento se citará como SOIL. 674 Acoger: del latín accolligere, de colligere, recoger; dicho de una persona, como admitir en su casa o compañía a alguien; servir de refugio o albergue a alguien; admitir, aceptar, aprobar; recibir con un sentimiento o manifestación especial la aparición de personas o de hechos; proteger, amparar.

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Por ello, desde esta concepción, la Iglesia-Cáritas, cuando acoge al empobrecido, no lo puede ver desde la negatividad o carencia, sino desde el vergel de posibilidades que incluye cada biografía675.

La acogida de Cáritas, forma parte de su manera de “ser”, recorre transversalmente toda su acción y todas sus actividades; pero toma “carta de naturaleza” en todos sus puntos de “acogida”, allí donde se recibe al que demanda ayuda y está necesitado.

Para acoger, el voluntario y trabajador de Cáritas, necesitan cultivar una serie de actitudes676:

a) Escucha y mirada activa: que no es lo mismo que ver y oír. Es estar atento, con interés, empleando todo el tiempo posible. Es personalizar al otro y crear confianza .

b) Empatía: para acercarse al que sufre y comprenderlo, poniéndose en su lugar, implicándose, afectándose por el otro, pero manteniendo la distancia emotiva que permite ser uno mismo para acompañar mejor al excluido en su camino de inserción social.

c) Aceptación incondicional del otro sin ninguna cortapisa.

d) La persona como centro de la acción: lo que significa que en la relación de ayuda se crea en el otro y sus capacidades, considerándolo protagonista del proceso de inserción, confiando en sus recursos, potenciándolos.

e) Confrontación: muy necesaria para promover procesos de integración de modo particular para estimular los recursos del necesitado y su protagonismo en el proceso, así como la delicada destreza de persuadir para promover la afectiva y efectiva adhesión a programas y pautas adecuadas de afrontamiento de dificultades.

f) Acompañamiento: lo trataremos extensamente a continuación por ser realmente una prolongación lógica de la acogida.

Ahora bien, si estas deben de ser y son las actitudes de los agentes de Cáritas en las “acogidas”, éstas también se deben regir por unos determinados principios677:

675 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 14; ALTABA, RMA9, 58-59. “Es lo que hizo Jesús con la mujer cananea que se acercó a él pidiendo la curación de su hija: descubrió su valor como persona, admitió el valor de su fe y a partir de ahí actuó” (ALTABA, RMA9, 59). 676 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Temas, 56-57. 677 Cf. Ibid., 58-59; ABRIL, RMA10, 32 y 36.

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a) Trabajar en equipo, tanto en la decisión como en la ejecución. No se debe olvidar que la tarea de cada miembro del equipo es parte del “hacer” de toda la comunidad. Por ello, no se debe considerar al servicio un asunto personal.

b) Se atienden personas con problemas, no problemas de personas. Valorar sus capacidades potenciales.

c) Se trabaja con los empobrecidos y no solo por ellos. Los protagonistas son ellos: sus ritmos, sus necesidades, sus preguntas.

d) No ser simples en el análisis de la situación del que llega, ya que en su exclusión intervienen al menos factores personales y sociales.

e) Trabajar desde una programación y buscar soluciones, no solo diagnósticos.

f) No prometer nada, no ser omnipotentes, ni buscar gratificaciones personales. Saber transmitir esperanza.

g) Tener en cuenta que existe siempre una demanda insatisfecha, que se identifica con lo urgente, y una necesidad real oculta, que suele ser lo importante. Se debe compaginar bien una y otra, sin confusión; tratando de equilibrar en ambos sentidos las soluciones que se aporten.

h) Por último, el agente de Cáritas debe aprender a descansar y saber aparcar los problemas, para mejor ayudar. Eso no significa que no deba darse a los demás o que no le duelan las situaciones, o que no se sienta implicado; sino que cuando experiencie que la tarea le sobrepasa, debe compartir sus inquietudes con el resto del equipo y crear espacios de tiempo en que se pueda hacer un paréntesis en su labor directa de atención y acompañamiento.

Una vez acogida la persona, el siguiente movimiento es el acompañamiento: es el método de acción por el que opta el modelo de acción de Cáritas678 y que consiste en acompañar a los procesos de crecimiento de las personas y de las comunidades, lo cual centra la atención más en los “caminos” que en las “metas”.

Acompañar consiste más en “estar” que “hacer”, no puede suplir la acción del otro, pero tampoco es una mera espera pasiva, es más bien: sugerir, escuchar, animar, convivir.

678 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 31.

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Esta acción parte de la situación en la que se encuentra el sujeto y de sus posibilidades y capacidades, para que se comprometa en la mejora de su situación y se produzca en él un proceso de personalización679. Ahora bien, en este paso, el excluido debe sentirse apoyado, sabiendo que alguien camina a su lado hacia el mismo destino y que forma parte de un “proyecto” que es común. Y esta es la labor de Cáritas, de sus voluntarios y trabajadores.

El método de acción de Cáritas –el acompañamiento– trata de evolucionar desde los llamados itinerarios de inserción a los procesos de inserción, y a la vez de la inserción al desarrollo680.

Analicemos detenidamente este aspecto: las Ciencias Sociales y también la Teología, cuando estudian el fenómeno de la pobreza y marginación, clasifican a las personas en diferentes colectivos, según se considera su situación de exclusión. Esta división en “colectivos” es útil porque permite separar la realidad en fragmentos más abarcables. Resultaría muy complicado no hacerlo de esta manera: aun la situación más peculiar termina clasificándose en un determinado grupo. Además, las problemáticas que nos han dado la pauta de división, existen realmente y se convierten en línea de actuación caritativo-social.

El problema radica en que en muchas ocasiones, esa clasificación ha terminado dominando la actuación; como hemos dicho ya en este mismo trabajo: no se ha de trabajar con problemas de personas, sino con personas con problemas.

Situar a la persona, desde su dignidad inalienable, como eje y centro del ejercicio de la acción caritativa-social, tiene consecuencias sobre el “hacer”. Significa que se deben agrupar a las personas por tipo o característica dominante de su situación de exclusión, pero se deben trascender estas agrupaciones, es decir, se tienen que emplear los colectivos no como fines sino como medios.

Los itinerarios de intervención están concebidos como el logro de unos objetivos organizados linealmente. Los diferentes recursos de Cáritas suelen tener un rol relacionado con algunas de las metas parciales del itinerario y vinculados a algunas de las fases del mismo. Y normalmente son los usuarios quienes han de adaptar sus necesidades a la oferta que plantea la Institución.

679 Cf. Ibid., 34. 680 Cf. Ibid., 26-32.

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Frente a este método aun en práctica, Cáritas apuesta hoy en día por el acompañamiento de procesos integrales de desarrollo, ya que se ha constatado en el ejercicio de la caridad, que una persona empobrecida no está nunca en ninguna fase sino en diversas y en distintos grados, lo que hace que frente a la linealidad de los itinerarios sea necesario la espiral de los procesos y frente al factor cuantitativo de la inserción, la cualidad del desarrollo.

¿Cuáles son los objetivos a conseguir con el método de acompañar procesos de desarrollo de las personas?681

a) Que el acompañamiento debe abarcar la persona en su conjunto en todas sus dimensiones: física, psicológica y espiritual.

b) Que las personas en situación de marginación social sean sujetos de su propio proceso de desarrollo e inclusión.

c) Que los propios recursos de Cáritas ofrezcan la mejor calidad posible.

d) Que los programas de esta Institución trabajen en “red” complementariamente con otros, con el debido discernimiento evangélico.

¿Qué implica para Cáritas acompañar a personas empobrecidas?682

a) Centralidad de la persona: el acompañamiento debe situar a la persona en el centro, ella es el eje sobre el que pivotan el resto de cuestiones y no al revés.

b) Personalización: consecuencia del anterior punto. La dignidad y la centralidad de las personas tiene como correlato procesos plenos de personalización, de respeto, de relación.

c) Perseverancia: el acompañamiento exige incondicionalidad y “estar al lado” de una manera permanente.

d) Dedicar tiempo. e) Salir al encuentro fuera de lo conocido y de las seguridades

personales, desde la propia debilidad y vulnerabilidad: si se hace desde la propia fortaleza se crean relaciones paternalistas.

¿Cuáles deben de ser el perfil y dimensiones de los acompañantes de Cáritas?683 681 Cf. Ibid., 34-35. 682 Cf. ABRIL, RMA10, 23-24

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El perfil comprende tener o adquirir un talante educativo en el que se esté dispuesto a enseñar pero también a aprender; teniendo muy en cuenta que los conocimientos precisos para acompañar se adquieren fundamentalmente desde la experiencia y el contacto directo entre personas.

Con todo lo expuesto hasta aquí, podemos concluir señalando cinco dimensiones que deben cultivar siempre los acompañantes: cognitiva, afectiva, social, moral y espiritual.

Queremos señalar aquí que la dimensión espiritual integra las anteriores y nos recuerda que desde Cáritas, el compromiso es trabajar por el Reino de Dios y por consiguiente con la persona en todas sus dimensiones, también la religiosa.

¿Cuáles son los retos y dificultades que plantea el acompañamiento de personas?684

Es necesario conocer a la persona que se quiere acompañar, ayudándole a descubrir la necesidad de que sea el mismo desde su crecimiento personal, quien debe salir de su situación.

Para ello, el acompañante debe ganarse la confianza de quien se quiere ayudar y respetar sus ritmos de proceso. Como se producirán fracasos, estos se deben interpretar y verlos como una oportunidad de reconducir la crisis que se ha provocado.

Las dificultades surgen, en general, de no respetar los aspectos señalados anteriormente: los ritmos de la persona que se acompaña, falta de dedicación del tiempo necesario a la tarea que se debe realizar, ausencia de conciencia por parte del acompañante de lo que debe realizar, y finalmente que los objetivos del acompañante y acompañado no coincidan.

Por último, es necesario presentar aquí algunas claves que clarifican mucho la metodología del acompañamiento685:

a) La propuesta ha de ser proporcionada a quien ha de desarrollarla: los procesos son complejos con momentos de estancamiento y avance; por ello la oportunidad o no de proponer algo, se convierte en fundamental.

b) Las dificultades nos llevan a la presencia de la necesaria exigencia y a tener que superar las dificultades.

683 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Temas, 74. 684 Cf. Ibid., 75. 685 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 46-47.

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c) El acompañamiento es potenciador de la autonomía del acompañado.

d) Ha de ser una propuesta transformadora de la persona y en la medida de lo posible de su entorno social.

e) Por último, la propuesta ha de ser celebrada, ha de poder entrar en otra dimensión, contemplar lo simbólico, recuperar otro tipo de lenguaje no exclusivamente racional, aunque sí muy razonable.

4.2.4.2. Cáritas como animadora de la acción socio-caritativa de la

comunidad eclesial El Papa Juan Pablo II manifestó en numerosas ocasiones que una de las

labores principales de Cáritas es animar a las comunidades cristianas en el ejercicio de la caridad686. Nuestros obispos recogiendo ese magisterio proclaman “Cáritas tiene como tarea animar nuestras comunidades para que irradien el amor y ternura de Dios por los últimos” (MCC06),

Así lo reconoce la propia Institución: “Cierto que Cáritas tiene que atender muchas urgencias, tiene que sintonizar con muchos sufrimientos, pero lo más importante que tiene que hacer es alentar en todos el espíritu de caridad, sembrar en las comunidades cristianas el espíritu de misericordia”687.

Cáritas, a través de su actividad y en sus diversos niveles de actuación y implantación, debe ser una mediación educativa-pastoral que ha de sensibilizar a toda la comunidad cristiana sobre la supremacía de la caridad y la opción preferencial por los más pobres, colaborando así, y sabiendo que "en Cristo y con Cristo la Iglesia está llamada a vivir la opción preferencial por los más vulnerables de nuestra sociedad y de nuestras comunidades cristianas" (MCC06 3).

Este hacer de Cáritas, es integrar la animación de la comunidad cristiana en el servicio a los empobrecidos.

Así la Institución es la “catalizadora” de la caridad de toda la Comunidad, es quien pone en movimiento la corriente del servicio caritativo en la comunidad de los creyentes en Cristo, expresión del amor de la Iglesia, haciendo que todos los cristianos tomen conciencia de que el ejercicio de la caridad eclesial no es tarea de “unos especialistas” o “voluntarios

686 Cf. CIA79; CIA91 2. 687 CÁRITAS ESPAÑOLA, Diaconía, 16.

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particularmente concienciados" sino que es un eje vertebrador transversal de toda acción de y en la Iglesia, que nace de la caridad de Dios y que por ello llena de amor toda manifestación eclesial sin excepción. La animación de la Comunidad hace recordar a todos los creyentes que el servicio a los pobres es un elemento esencial de la identidad de la Iglesia y es, así mismo, estímulo para que participen en el servicio de la caridad para con los más necesitados688.

Por eso, “hay Cáritas fundamentalmente porque hay comunidad cristiana, no sólo porque haya pobres”689.

Por ello, cualquier obra, actividad y servicio de Cáritas, incluso el más especializado, debe ser expresión del amor de la Comunidad; y debe también servir, además de a su específico fin, para animar el servicio a los más necesitados de la sociedad, en la comunidad cristiana. Desde esta perspectiva, Cáritas es la expresión de un ministerio constitutivo de la Iglesia, y por eso, entendemos que es más propio hablar de Cáritas como animadora en la comunidad; que de animadora de la comunidad; y sus voluntarios deben sentirse enviados en el seno de la propia Comunidad para ser manifestación y testimonio del amor de Dios a los marginados. Un servicio de los agentes de Cáritas que aunque es propio de ellos, también lo es con la misma carta de naturaleza y derivada de ella, de la propia comunidad eclesial, ya que el servicio para con los excluidos debe ser obra de toda la Iglesia. Por ello, no se puede concebir la labor de Cáritas si no lo es en comunión con la vida y misión de la comunidad cristiana690.

De esta manera, el agente de la acción caritativa-social de Cáritas lo es la Iglesia entera y Cáritas está llamada a animar aquellos procesos que provoquen un movimiento de conversión en las distintas comunidades eclesiales y en sus componentes para que asuman su responsabilidad en el servicio a los empobrecidos. Por ello, una de las dedicaciones fundamentales y permanentes de Cáritas debe ser poner todos sus medios

688 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 27-28; P.M. GIL, Reflexiones sobre el modelo de animación de la comunidad, en: Cor XIII 93 (2000) 174 y 181; R. PRAT, Bases para una propuesta ética a la sociedad española, en: Cor XIII 141 (2012) 141. Este trabajo se citará como Bases. 689 CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 29. 690 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA1, 9; CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA6, 34-35. La negrita es nuestra, para resaltar que Cáritas anima a la comunidad cristiana, considerándose y siendo parte de la misma, no como algo externo a ella.

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para que la Comunidad se sienta implicada y partícipe del modo más responsable y activo posible en esta diaconía eclesial691.

La tarea de Cáritas en la animación de la comunidad cristiana comprende, entre otras, las siguientes tareas:692

a) Trabajar en el sentido de que se cree una verdadera consciencia en las comunidades cristianas y sus miembros de que el servicio a los pobres y excluidos es un elemento esencial de la identidad y misión evangelizadora de la Iglesia.

b) Estimular e invitar a todos los miembros de la comunidad cristiana a incorporarse, en la medida de sus posibilidades, en el ejercicio de la caridad con los empobrecidos.

c) Promover la lectura creyente de la realidad, de toda la comunidad eclesial, sobre las causas de la pobreza y las condiciones de vida de los excluidos y sus anhelos, para realizar un adecuado acompañamiento diaconal, a los mismos.

d) Impulsar la comunicación cristiana de bienes a todos los niveles de la comunidad eclesial.

e) Promover que la Iglesia denuncie las situaciones de injusticia social y proponga mediante el anuncio profético posibles soluciones.

f) Sensibilizar desde la comunidad eclesial, a toda la sociedad, sobre la situación de los marginados, los últimos, para mejorar sus condiciones de vida.

g) Organizar adecuadamente Cáritas, como diaconía eclesial, para que sea el “motor de arranque” de toda la comunidad cristiana en su ayuda a los necesitados.

4.2.4.3. Las acciones de Cáritas deben de ser significativas: signos e

instrumentos del Reino de Dios El documento que reflexiona sobre la identidad de Cáritas ya se

pronuncia claramente y de manera rotunda sobre sus actuaciones y la significatividad de las mismas693. También el modelo de acción social de 691 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 39-40. 692 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 49. 693 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 51-52. Significar es ser una cosa y hacer presente otra realidad distinta, en el caso de la Iglesia, es hacer presente el Reino de Dios y sus valores, en las acciones que realice: Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 225. Es

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Cáritas manifiesta en este sentido que todas sus acciones deben ser significativas694.

Entendemos por acciones significativas aquellas que no se agotan en sí mismas, sino que se trascienden y van más allá de sus realizaciones y de sus pretensiones instrumentales, dejando traslucir procesos de personalización, humanización y liberación que remiten a una utopía que trasciende cualquier esfuerzo humano, poniendo de manifiesto la presencia del Reino695.

La acción de Cáritas, trata de esta manera de alcanzar tres objetivos696:

a) Construir espacios, no sólo geográficos, donde desplegar los procesos de personalización-humanización, de construcción de la comunidad y la sociedad, regidos por la lógica del Reino de Dios.

Unos espacios que no están al margen del mundo, sino encarnados en el mismo y en su parte más sufriente.

Aunque podamos afirmar que se trata de pequeños espacios y de realizaciones discretas y graduales, son signo del proyecto esperanzado del amor de Dios.

b) Anunciar que Dios tiene un proyecto para el género humano: que nos reconozcamos hijos de un mismo Padre y por ello hermanos.

Este anuncio, por serlo, desvela aquello que dificulta la plena realización del proyecto del Reino, es también pues denuncia profética.

Estamos manifestando que las acciones significativas que realiza Cáritas se enmarcan en la corriente profética de la denuncia y el anuncio.

c) Que estas acciones al estar impregnadas de valores alternativos que sugieren la construcción de una sociedad basada en los valores evangélicos, interesante ver lo que opina V. Renes al respecto: lo significativo no es un algo añadido externo a las acciones que se denominan significativas; o es una característica de ellas, o no lo son en absoluto. No se trata de añadir nada nuevo, las acciones significativas tienen virtualidades que trascienden su pura facticidad, pues desvelan potencialidades e inducen sinergias que generan nuevas oportunidades y alternativas y, al generarlas, se convierten en “anuncio”. En tanto significativas “anuncian” lo que pretenden realizar; y, en tanto lo “realizan”, lo anuncian: esto nos lleva a considerar las acciones significativas como instrumentos del Reino de Dios cuando generan un espacio relacional, que es mediador de personalización, humanización, liberación y creador de paz, fraternidad y amor: Cf. V. RENES, Acciones significativas, en: Cor XIII 93 (2000) 271-272. 694 CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 36. 695 Cf. Ibid., 36. 696 Cf. Ibid., 37-38.

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se convierten en puntos de referencia, en caminos abiertos que invitan a otras personas a trabajar en favor de la construcción del Reino de Dios.

Por último, para que las acciones de Cáritas puedan ser consideradas como significativas y traslucir que otro mundo es posible y necesario deben reunir las siguientes características697:

a) Estar al servicio de la persona humana concreta y sus problemas, privilegiando la acción cercana y encarnada.

b) Ofrecer al necesitado un apoyo que no lo humille, ni lo reduzca a ser únicamente objeto de la asistencia, sino que le ayude a salir de la precariedad de su situación, teniendo en cuenta y promoviendo su dignidad personal.

c) Que sea un proyecto basado en la creación de condiciones que promuevan procesos de inserción social.

d) Acciones que se inserten en la parte más sufriente de la realidad y desvelen las injusticias sociales.

e) Que apunte desde el terreno de las acciones, de manera efectiva, a un cambio de estructuras, que promueva la variación de pautas culturales y proponga un proyecto de sociedad desde la vivencia de los valores del Reino de Dios.

f) Que la acción transmita y testimonie los valores evangélicos del amor, la justicia, la solidaridad y la paz; para así, prolongar en el tiempo la misión de Cristo: anunciar la Buena Nueva de la cercanía del Reino de Dios que Él mismo inaugura con su presencia.

g) Debe expresar el compromiso de toda la comunidad y estimular en ella, la vivencia de la fraternidad.

4.2.4.4. Cáritas, espacio de encuentro para personas llamadas a ser

instrumentos de la Gracia para difundir el amor de Dios Nos estamos refiriendo fundamentalmente y en primer lugar al

voluntariado, ya sea realizado de forma individual o junto a otras personas. Sin embargo conceptualizar el voluntariado es una tarea difícil debido

sin duda a su enorme heterogeneidad.

697 Cf. ECHARREN, Cáritas, 211; MAYA, Evangelización, 93-98; PRAT, Antropología, 194; JARAMILLO, Padre, 277-278; ABRIL, RMA10, 30-32.

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Algunos expertos hablan hoy del “voluntariado en general”, del “voluntariado social” y del “voluntariado social cristiano”698.

Entienden por voluntariado aquella tendencia social o movimiento de ciudadanos que desde su derecho a participar en la sociedad en la que viven se comprometen organizada y libremente en una actividad solidaria y no remunerada económicamente, que trata de dar solución a los problemas de otras personas699.

Consideran voluntariado social al que cumple las anteriores características pero los destinatarios de su esfuerzo son los pobres y excluidos700.

Sin embargo, en nuestro trabajo, hablamos de voluntariado al servicio de los más pobres, no como consecuencia lógica de sentirse miembro de una ciudadanía participativa, sino movidos por la caridad cristiana que tiene como base no sólo la solidaridad, sino un fundamento de mayor alcance: “Los hombres destinatarios del amor de Dios, se convierten en sujetos de caridad llamados a hacerse ellos mismos instrumentos de la Gracia para difundir la caridad de Dios y para tejer redes de caridad (CIV 5).

Desde esta concepción, cualquier cristiano comprometido en el ejercicio de la caridad con los empobrecidos está realizando un ministerio o una labor de apostolado, no obstante se le sigue denominando “voluntario” por estar generalizado el uso de esta palabra en nuestra sociedad y permite además que el cristiano que realiza esta tarea ostente carta de ciudadanía por estar presente con pleno derecho en el campo de la acción social de nuestra sociedad701.

El punto de partir para el voluntario de la actividad caritativo-social eclesial es reconocer su hacer como respuesta a su propia vocación-misión de llevar a cabo la finalidad dada por Dios a su obra creadora: “Todas las creaturas, de hecho, no son más que el fruto de la llamada de Dios a la existencia, a fin de realizar la plena comunión con todos y, en ellos, también con su Creador. El hecho de que el mundo tenga una finalidad presupone que entre los seres creados exista una creatura con su propia conciencia y libertad. Ahora bien, entre todas las creaturas, sólo el hombre es libre y por ello sólo él puede llegar a ser, en Cristo, a través de la fuerza del Espíritu

698 Cf. M. CABEZAS - S. CASILLAS - D. DE CASTRO, Voluntariado e inmigración, en: Cor XIII 139 (2011) 112-117. 699 Cf. Ibid., 113-115. 700 Cf. Ibid., 115-117. 701 Cf. ALTABA, RMA6, 15.

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Santo, el mediador para alcanzar la finalidad del mundo. El hombre es, por tanto, el sacerdote del cosmos, porque es el único capaz de llevar a Dios los seres creados a un encuentro personal con Él, como respuesta consciente de lo creado a Aquel que con su Logos y su Espíritu lo sostiene”702.

El amor y el servicio al ser humano, ya sea espontáneo u organizado, es un imperativo grabado por Dios en lo más interno de la persona humana. Las diferentes formas de voluntariado son de gran utilidad en la medida que contribuyen a desarrollar este imperativo de la persona, pues esta solo se realiza tejiendo relaciones de amor mutuo y fraterno. Así pues, el servicio no es una exigencia exterior al ser humano sino intrínseca a su vocación divina703 .

Ahora bien, si el punto de partida lo situamos en la vocación-misión, ésta solo se puede llevar a cabo desde Cristo: la raíz del compromiso para el voluntario se encuentra en Cristo y su actividad no solo expresa buena voluntad, sino que se funda en la experiencia personal de Jesucristo704.

Nos referimos pues a un voluntariado hecho con un espíritu de entrega a Cristo en los pobres, que contribuye a hacerlo presente en el tiempo y en el espacio testimoniando su misión liberadora y salvífica705.

El voluntariado enraizado en Cristo radicaliza cualquier forma de voluntariado, al dotarle de una narrativa de entrega radical al otro, la narrativa existencial de Jesús de Nazaret. Por eso, en este trabajo, hablamos siempre de acción caritativo-social, y no sólo de acción social.

Para entender al voluntariado como tarea cristiana, P. Coduras706 propone acudir a dos fuentes. La primera, al Dios de la Biblia que se revela como el Dios a favor de los pobres; Dios de misericordia que nos muestra su identidad divina: amor. La otra fuente dimana del concepto de discipulado, que otorga al cuidado del prójimo un lugar central en ese vivir según las enseñanzas del Maestro, sinterizadas en el mandato del amor al prójimo y la propuesta de las bienaventuranzas hechas existencia en las obras de misericordia.

702 COMITÉ PARA EL JUBILEO DEL AÑO 2000, CoEs, 47-48. 703 Cf. A. BRAVO, Notas para una teología del voluntariado, en: Cor XIII 139 (2011) 133. 704 Cf. CU11; CU08; CU02. 705 Cf. J. DELICADO, La caridad en nuestras Iglesias en este fin de siglo para la misión en el Tercer Milenio, en: Cor XIII 85 (1998). En adelante este trabajo se citará como Caridad. 706 Cf. P. CODURAS, El voluntariado social: compromiso con la solidaridad, en: AA.VV., Congreso, 545-546.

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Por eso, el voluntariado caritativo-social, no es una opción facultativa para el cristiano, es más bien una llamada y una característica intrínseca del seguimiento de Cristo. Resulta imposible ser cristiano, pertenecer a la comunidad que hace memoria del amor de Dios por la Humanidad, sin darnos gratuitamente en el servicio al otro, al estilo del Dios de Jesucristo y como respuesta agradecida a su iniciativa y acción redentora-salvífica.

Podemos afirmar, pues, sin miedo a equivocarnos, el papel insustituible del compromiso del voluntariado en el servicio de la caridad707: desde el testimonio y la ayuda individual o a través de organizaciones, comunidades o Instituciones708.

Es verdad, que muchos cristianos de manera individual, actúan empujados por el amor al prójimo, ofreciendo su tiempo o ayuda material para mejorar las condiciones vitales de los necesitados; pero, para su bien, el de la Iglesia, y sobre todo el de los marginados y excluidos, se les aconseja que se unan a otros cristianos para cumplir obras caritativo-sociales, aún mayores y mejores en cuanto realizadas comunitariamente709.

La pertenencia a una comunidad evita que la acción individual se convierta en justificación y legitimación del individualismo, aunque este sea religioso. La comunidad acompaña al cristiano y le aporta una narrativa, la de Jesús de Nazaret, y una tradición hecha de la vivencia del Evangelio, y le predispone a un estilo radical de servicio. Es la comunidad cristiana la que puede ayudar a una reflexión crítica desde las propuestas de las bienaventuranzas, sobre los auténticos valores puestos en juego en nuestro compromiso caritativo-social710.

Por eso, el amor y la acción caritativa, es una tarea para cada fiel, pero lo es también y sobre todo, para las comunidades eclesiales y para toda la Iglesia711. El compromiso voluntario es la expresión de una comunidad que asume su responsabilidad ante los hermanos empobrecidos; es la realización del compromiso comunitario fraterno y solidario con los últimos. Por ello, los obispos, ante tanta pobreza, exhortan a los creyentes a que se comprometan en voluntariado que trate de mitigar los pesares de tantos sufrientes712, y para ello, la comunidad cristiana fomentará el voluntariado

707 Cf. DCE 30; CCA 4. 708 Cf. IP 86. 709 Cf. IP 83. 710 Cf. P. CODURAS, Voluntarios: discípulos y ciudadanos. Cuadernos Cristianisme i Justicia 68 (Barcelona 1985) 21. 711 Cf. DCE 20. 712 Cf. IP 86.

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insertándolo coherentemente en la acción evangelizadora de la diócesis713. Además, debemos considerar que “el voluntariado si se vive en su verdad de servicio desinteresado al bien de las personas, especialmente de las más necesitadas y a veces olvidadas de los servicios sociales, debe considerarse una importante manifestación del apostolado” (ChL 41).

Una vez realizada esta reflexión sobre el voluntariado y el ejercicio de la caridad eclesial con los más desfavorecidos, vamos a abordar de una manera más concreta y precisa el voluntariado realizado a través de Cáritas.

En primer lugar el voluntariado en Cáritas714, por ser vivido desde la fe, no es mero entretenimiento o actividad que hace que el agente se sienta útil por hacer algo por y para los demás, es ante todo vocación.

El voluntario de Cáritas es una persona que es llamada a este servicio desde su identidad y compromiso cristiano por el Dios de los pobres para junto a Él y con Él, servirle en el servicio a los más empobrecidos.

Pero la vocación no solo consiste en ser llamados, contempla la respuesta, es decir, el voluntario tiene que ser una persona que quiere ser y es servidora de los pobres a imagen de Jesús, siguiéndolo y haciendo de su vida una vida para los demás.

El voluntario de Cáritas, no lo es de una manera lineal, suele pasar por distintas fases como muy bien describe A. González715: al iniciar su andadura comienza con la ilusión de que va servir de gran ayuda a los demás; en un segundo momento sufre el desaliento de la difícil tarea; y por último, después de tocar fondo comienza un recorrido hacia una etapa más estable de aceptación de la realidad y asunción de sus propios límites y posibilidades reales.

Si el voluntario en su caminar sufre fases, también como proceso que es, debe cumplir unas etapas para que su acción en favor de los excluidos sea una consecuencia lógica de vivir su voluntariado como vocación:

Volvemos a acudir a A. González716, que describe las mismas de la siguiente manera:

713 Cf. CVI Propuesta III.2.b. 714 Cf. ALTABA, RMA6, 17-21; CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 41-43; CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 41. 715 Cf. A. GONZÁLEZ PORTILLO, El plus del voluntariado en Cáritas, en: Cor XIII 139 (2011) 209. 716 Cf. Ibid., 210-213.

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a) Una primera etapa que se puede definir como: de “mí” al “otro”, en la que el voluntario no considera su tarea como fin y descubre en la persona del prójimo el fin en sí mismo.

b) En la segunda, se pasa del hobby a la responsabilidad y eso se logra cumpliendo con los compromisos adquiridos, formándose, trabajando en equipo y siendo constantes a lo largo del tiempo en la labor.

c) En la tercera etapa, el voluntario recorre un proceso complejo de transformación personal en su encuentro significativo con el marginado. Se transfigura él y consecuentemente su forma de relacionarse con el excluido. Estamos hablando del paso de la actuación a la dimensión.

d) Una etapa imprescindible para el voluntario es aquella que podemos denominar como la del paso del yo personal a la comunidad cristiana. El voluntario de Cáritas debe saberse instrumento, administrador de los bienes de la Iglesia para con los más necesitados. Cuando alguien es atendido o acompañado por el voluntario, es la misma Iglesia quien lo hace.

e) El voluntario no solo realiza una acción social, sino que fundamentalmente está contribuyendo a construir el Reino de Dios aquí y ahora. Nos referimos a una etapa en la que se toma conciencia de que con la acción social realizada en beneficio del empobrecido se construye el Reino.

f) Pero para ser un verdadero voluntario de Cáritas, además de apoyarse en conocimientos, habilidades y saberes, debe sustentarse su tarea ineludiblemente, en la oración y la Eucaristía, ser lo que se ha denominado en infinidad de ocasiones: “contemplativos en la acción”.

Desde la reflexión realizada hasta este momento ¿Cuáles serán los rasgos de un voluntariado realizado en Cáritas?

Desde la concepción central de considerar el voluntariado como una vocación que se desarrolla como un proceso podemos enumerar las siguientes características del mismo717:

a) El voluntario debe “sentir” y entender su labor, no como un deber, sino como verdadero don, la respuesta. al don del amor. Y la

717 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA7, 18-19; ALTABA, RMA9, 52.

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conciencia del don lleva directamente al agradecimiento por la tarea encomendada, a la gratuidad al realizarla y a la generosidad en la acción.

b) Un voluntariado organizado y que facilite la participación. c) Un voluntariado que desde el compromiso, está siempre disponible y

activo. d) Un voluntariado que pone de manifiesto una manera especial de

hacer, desde los valores evangélicos. e) Un voluntariado que tiene como uno de sus cometidos ineludibles la

formación permanente. Antes de terminar este apartado sobre el voluntariado en Cáritas y desde

el planteamiento que acabamos de realizar desde una comprensión explícitamente cristiana tanto en sus motivaciones como en sus tareas y retos, hace que honestamente se deba plantear el lugar de los no creyentes en el voluntariado de la Institución718.

A lo largo de nuestro trabajo, ha quedado claro que la acción caritativa-social de la Iglesia y por tanto de Cáritas, tiene su expresión más genuina y completa cuando es respuesta al amor de Jesucristo; pero hay lugar en Cáritas para aquellos que sin compartir la fe y la esperanza, pueden compartir la caridad. De hecho es el propio Jesús quien pone las bases de esa colaboración al afirmar que “el que no está contra nosotros, está a favor nuestro” (Mc 9, 40-41) refiriéndose a aquel que hacía milagros en su nombre.

El Magisterio eclesial sigue esa línea cuando se refiere a la colaboración con hombres que tengan de la vida una concepción distinta a los cristianos: los cristianos deben estar “dispuestos a colaborar lealmente en la realización de aquellas obras que sean por su naturaleza buenas o, al menos pueden conducir al bien”719.

Ahora bien, como Cáritas es Iglesia y se rige en todos sus planteamientos y acciones por la doctrina y los principios morales eclesiales sobre todo por la Doctrina Social de la Iglesia, en la que expresa la verdad de la misma en cuestiones sociales, no se puede negar que pueden

718 Cf. SORO, o.c., 197-199; ALTABA, RMA6, 65-67. 719 JUAN XXIII, Mater et magistra. Carta encíclica sobre el reciente desarrollo de la cuestión social a la luz de la doctrina cristiana (Roma 1961) nº 239. Este documento se citará como MM.

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surgir diferencias importantes. Por ello se debe tener en cuenta estos dos aspectos:

a) Solo los cristianos católicos identificados plenamente con la identidad de Cáritas, pueden participar en niveles de especial responsabilidad de la misma.

b) Toda persona que desee realizar un voluntariado en Cáritas, debe no solo conocer la identidad de la misma, sino también, respetarla y aceptar los criterios y directrices de acción que propone la Institución.

Antes de finalizar, cuando en este apartado nos estamos refiriendo a Cáritas como un espacio de encuentro para personas llamadas a ser instrumentos de la Gracia para difundir el amor de Dios, especialmente a los empobrecidos, debemos decir, una palabra sobre el tema del protagonismo que debe ejercer esta Institución en la coordinación de los diversos movimientos eclesiales empeñados en la misma tarea.

Los obispos ya la definen como “lugar de encuentro de la comunidad cristiana para un mejor servicio a los pobres”720; ahora bien, no parece que su ámbito de coordinación se tenga que extender a toda la actividad caritativa social de la Iglesia, ya que para ello, en el mismo documento proponen la creación de otro organismo que realice esa función721, en el que, eso sí, Cáritas gozará de la relevancia oportuna en aras de favorecer esa misma coordinación.

No obstante, eso no significa que la Institución deba abdicar de ese papel coordinador, lógicamente, en la medida de sus posibilidades. Puede y debe ser nexo de cooperación e incluso de unión, de todas aquellas organizaciones, instituciones y proyectos eclesiales, que trabajan a favor de la justicia y la caridad, sobre todo, para con los empobrecidos y últimos de la sociedad.

720 CVI Propuesta II.1.c. 721 Cf. CVI Propuesta II.3.c. Este tema ya lo hemos tratado en nuestro trabajo en el capítulo 3.2, ver notas 106 y 107. Para profundizar en esta cuestión es muy interesante acudir a: P. JARAMILLO, La Iglesia como sujeto de la evangelización ante los retos de la sociedad y de los pobres, en: Cor XIII 105 (2003) 56-59; P. JARAMILLO, La coordinación ¿desafío o amenaza?, en: Cor XIII 93 (2000) 300-303. Este trabajo se citará como Coordinación.

171

4.2.4.5. La formación como parte fundamental del ser, el hacer y el saber hacer de Cáritas

La fundamentación teológica del proyecto de formación de Cáritas viene perfectamente expuesto en su Documento marco722: la caridad es el amor de Dios manifestado al mundo por medio de Jesucristo y vivido en la comunidad cristiana por la acción del Espíritu. Así el creyente descubre que Él nos amó primero y a partir de esta experiencia mediante la que nos abrimos a su amor, nos vamos transformando en el sentido de amar como Él nos amó: Jesús nos amó, mostrando con signos y palabras su amor preferencial por los pobres. De esta misión participamos los creyentes bautizados en Cristo.

Por ello, el objetivo final de todo proyecto de formación en Cáritas es la configuración con Cristo, aprender a vivir como Cristo vivió y a amar como él amó. No solo referida esta enseñanza a sus agentes, sino a toda la Comunidad eclesial; desempeñando la Institución un papel catalizador o de impulso en la propia Iglesia, pero a la vez estando abierta a aquellos procesos formativos de otros grupos o congregaciones eclesiales que persigan el mismo fin, para enriquecimiento mutuo entre las diversas delegaciones e instituciones y proyectos formativos existentes.

La necesidad de formación es una inquietud constante expresada por todos los miembros de Cáritas y en todos los niveles, debido, seguramente, a que la realidad social se va haciendo muy problemática y la intervención caritativa-social altamente compleja.

Es necesaria una formación de sus agentes para723: a) Conocer que es Cáritas, por que actúa y desde donde actúa.

b) Conocer y analizar la realidad para incidir en ella de una manera transformadora.

c) Ahondar en el sentido que tiene la pertenencia a la propia comunidad cristiana.

d) Descubrir la mejor manera de servir a los pobres y defender su causa.

e) Adquirir habilidades en el empleo de metodología y técnicas. f) Purificar desde los valores evangélicos las motivaciones que

impulsan al agente de Cáritas a colaborar con ella. 722 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA4, 17-18. 723 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 43-44.

172

Desde esta breve introducción se deduce fácilmente que la formación es parte fundamental del ser, el hacer y el saber hacer de Cáritas.

La formación e identidad en Cáritas se coimplican, existe entre ambas un flujo bidireccional, si bien, podemos considerar la identidad como la que inicialmente configura, da forma y contenidos, a la formación y esta da consistencia a la identidad.

Por eso, en esta relación dialógica identidad-formación, el carácter primordial le corresponde a la identidad ya que la formación se configura desde el ser y lo que está llamada a hacer la Institución, A la vez, una formación así concebida se orienta a facilitar y profundizar la identidad de Cáritas en su ser y hacer724.

Los obispos españoles coinciden en la importancia de la formación de los voluntarios y el papel tan importante que debe realizar Cáritas en dicha tarea, tal como señalábamos más detenidamente en el apartado anterior de este trabajo.

Centrando la mirada y la atención sobre los voluntarios que en organizaciones eclesiales realizan su servicio con los empobrecidos, los obispos hacen hincapié en que la formación además de permanente debe ser eclesial725 y creen que es necesario y fundamental cuidar la motivación y finalidad de su acción ya que si se atendiera solo al aspecto técnico y no al motivacional, se comprometería seriamente la dimensión eclesial del ejercicio de la caridad.

Los obispos no hacen más que reconocer el magisterio pontificio: “Los agentes de la caridad eclesial deben ser conscientes de que en su labor son seguidores de Cristo” (CIA91, 4) “La formación de los agentes debe abarcar el aspecto humano-profesional así como el teológico, espiritual y pastoral” (CU08).

Esta reflexión es actualizada por Benedicto XVI cuando se refiere al perfil específico de los que ejercen el servicio de la actividad caritativa eclesial: “Las organizaciones caritativas de la Iglesia, comenzando por Cáritas (diocesana, nacional, internacional), han de hacer lo posible para poner a disposición los medios necesarios y, sobre todo, los hombres y mujeres que desempeñan estos cometidos. Por lo que se refiere al servicio que se ofrece a los que sufren, es preciso que sean competentes profesionalmente: quienes prestan ayuda han de ser formados de manera

724 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA4, 13. 725 Cf. CCA 28 y 39.

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que sepan hacer lo más apropiado y de la manera más adecuada (…). Cuando trabajan en las instituciones caritativas de la Iglesia deben distinguirse por no limitarse a realizar con destreza lo más conveniente en cada momento, sino por su dedicación al otro con una atención que sale del corazón, para que el otro experimente su riqueza de humanidad. Por eso dichos agentes, además de la preparación profesional, necesitan también y sobre todo una formación del corazón” (DCE 31).

La reflexión realizada hasta aquí, pone de manifiesto la importancia que la formación debe y tiene para Cáritas como configuradora de su ser y de su hacer en el ejercicio de la caridad que le es afín por vocación y misión.

Así se reconoce en el documentos que reflexiona sobre su identidad, en la que destaca su labor “ad intra” pero también alerta sobre la importancia de su tarea “ad extra”: “Cáritas debe jugar un papel relevante en el esfuerzo formativo, para lograr que la comunidad reflexione sobre las implicaciones que conlleva el ejercicio de la caridad, y situar a todos en un proceso pedagógico que acierte a combinar el conocimiento crítico de la realidad, las distintas técnicas de intervención social y el cultivo de un talante personal y comunitario entrañablemente solidario”726. Así se descubre que uno de los medios más importantes para la animación de Cáritas en la comunidad cristiana es, sin lugar a dudas, la formación727.

La formación en Cáritas tiene una metodología y unas características propias. Así mismo se apoya en unas claves determinadas y desarrolla unas propuestas formativas que tienen en cuenta: el ámbito que se desea atender, el perfil de los destinatarios y los contenidos que debe contemplar el proceso formativo.

La metodología que emplea Cáritas es la de la "Lectura Creyente de la Realidad"728.

Las características de la propuesta formativa de Cáritas son729: a) Lectura creyente de la realidad de los pobres.

726 CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 50. 727 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Diaconía, 20; F. GARCÍA GUTIÉRREZ, El dinamismo y la fuerza de un proceso formativo ¿Hasta dónde creemos en la formación?, en: Cor XIII 93 (2000) 208-209. 728 No nos detenemos más en esta cuestión, pues ha sido tratada cumplidamente y de manera pormenorizada en el capítulo 4.2 de nuestro trabajo. 729 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA4, 19-21.

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b) Que incida en el desarrollo de todas las dimensiones (afectiva, intelectual, social, religiosa) de la persona, teniendo en cuenta que ésta es el eje y centro de la acción de Cáritas.

c) Trabajar las aptitudes-actitudes de empatía con el objeto de formar en la relación de ayuda a los demás desde una clave evangélica.

d) Los agentes se formarán en lo técnico y en lo espiritual, de tal manera que puedan ser teólogos, técnicos y testigos: nos estamos refiriendo a que la formación sea integral.

e) Una formación en reciprocidad, es decir, que se da pero también se recibe.

f) Desde el acompañamiento de procesos.

g) Una formación liberadora y transformadora que hace personas libres, en diálogo, comunitarias.

Estamos manifestando que la formación, es así, una mediación de la acción para la transformación de las propias personas y de la sociedad.

Las propuestas formativas de Cáritas deben tener en cuenta730: a) El perfil de los destinatarios: directivos de la institución,

contratados, voluntarios. b) El ámbito que se desea atender: parroquial, diocesano, nacional.

c) Los contenidos que se desean abordar: ya sean para profundizar en la propia identidad institucional o eclesial; nos estamos refiriendo al “ser”. O bien, que incidan en la actuación de carácter social; estamos hablando del “hacer”. O ya sean para desarrollar habilidades y técnicas necesarias para llevar a cabo la específica labor de Cáritas; estamos en el terreno del “saber hacer”.

El último paso en la formación que se lleva a cabo en Cáritas, es buscar unos criterios y unas claves que nos descubran si el proceso formativo cumple las expectativas y los objetivos planteados inicialmente.

La reflexión de la propia Institución propone cinco claves731:

a) Que el proceso permita escuchar mejor el clamor de los empobrecidos y responder a su sufrimiento.

730 Cf. Ibid., 27-28. 731 Cf. Ibid., 25; CÁRITAS ESPAÑOLA, Formación, 21-27.

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b) Que haga reflexionar sobre el compromiso adquirido en el ejercicio de la caridad.

c) Que el agente de Cáritas encarne y muestre el rostro de Jesús de Nazaret.

d) Que contribuya a construir comunidad.

e) Que permita y facilite trabajar de forma programada y organizada.

4.2.4.6. Algunas propuestas concretas de Cáritas En el año 2002, Cáritas Española en el marco reivindicativo de la puesta

en marcha por parte del Estado Español de un Plan Nacional para la Inclusión Social, señalaba algunas medidas específicas que deberían llevarse a cabo para atajar el fenómeno de la exclusión social732. Estas propuestas son: en primer lugar, garantizar las rentas y la protección familiar; en segundo lugar, elaborar un plan de empleo; y en tercer lugar, una serie de medidas que incluirían: asegurar los niveles educativos básicos a todos los ciudadanos, favorecer programas de vivienda digna, asistencia a la dependencia de personas ancianas, y establecer programas sociosanitarios de atención y prevención de la prostitución y drogadicción.

El reciente informe Foessa, sigue señalando los mismos ámbitos de intervención: rentas, empleo, educación, sanidad y vivienda733; si bien, añade la carencia o no de los servicios sociales en un territorio o sociedad734.

En el año 2010 y en el marco del Congreso Europeo sobre pobreza y exclusión social, se insiste sobre las mismas medidas pero haciendo un llamamiento claro a tener una especial atención con los inmigrantes735 en todas las cuestiones antes referidas. Así mismo se insiste en mejorar la

732 Cf. SERVICIO DE ESTUDIOS Y PROGRAMAS DE PERSONAS SIN TECHO. CÁRITAS ESPAÑOLA, Asociaciones, Instituciones y ONG´S católicas en la promoción de un nuevo compromiso ético cristiano. Inclusión social: Un derecho constitucional, en: Cor XIII 101 (2002) 279-289. 733 Cf. FOESSA, Resumen, 14-15; FOESSA, Conclusiones, 89-144. 734 Cf. Ibid.,145-156. Benedicto XVI nos recuerda el peligro que conlleva que los países recorten su gasto social, ya que no sólo se mantienen los niveles de pobreza sino que pueden aumentar: Cf. CIV 25. Proclama de una manera clara que se mejoren los servicios sociales en todos los países: Cf. CIV 60. 735 CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas2010, 10-11 y 14.

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gobernanza de las políticas sociales736 y prestar especial atención a la cooperación con países del Tercer Mundo737.

En el año 2011 Cáritas hace unas propuestas políticas en el marco de la actual crisis que vivimos, insistiendo sobre los ámbitos antes indicados pero incorporando un apartado sobre la financiación y fortalecimiento del Tercer Sector738.

4.2.5. Claves que Cáritas debe emplear para verificar periódicamente sus resultados

Es importante analizar lo que se hace y la perspectiva de tales acciones en el presente y para el futuro. Esta revisión debe valorar cuanto haya de positivo en lo que se está haciendo, reconocer las deficiencias que se produzcan y proyectar un programa para el futuro.

Los obispos lo manifiestan claramente: “Cáritas, en sus diversos niveles, deberá revisar sus actitudes y actividades” (CVI Propuesta II.3.a).

4.2.5.1. La reflexión sobre sus acciones, tarea permanente de Cáritas739

Es preciso y necesario que Cáritas aborde procesos de reflexión sobre la acción no solo para comprobar que cumple los objetivos marcados, sino además, debe evaluar “como” los alcanza. En el caso de no lograrlo debe preguntarse por qué razón no los ha alcanzado.

La reflexión tiene un momento previo antes de actuar, en el que se analiza y planifica: cuales son las principales necesidades de las personas que se quiere acompañar y ayudar. Así mismo las causas y consecuencias del problema que se quiere solucionar. Se debe plantear así mismo, el por qué y el para qué se actúa, priorizando algunas intervenciones y depurando las razones y motivaciones del agente comprometido en la acción. Todo esto hace que se puedan establecer objetivo claros, concretos, que permitan medir el grado de transformación personal y social que se ha conseguido con el servicio de Cáritas. La evaluación de estos objetivos es la tarea que estamos especificando en este apartado. La reflexión sobre la acción

736 Cf. Ibid., 14. 737 Cf. Ibid., 10 y 18. 738 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Crisis, 59-80. 739 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 64-65; CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 33; ABRIL, RMA10, 21.

177

realizada por la Institución ha de ser un proceso permanente, no una actividad puntual, y precisa de un método de revisión que lo haga realmente formativo y no se convierta la reflexión en una mera “evaluación práctica”.

Un proceso que podríamos denominar de “ida y vuelta”, es decir, que lleva a tomar decisiones y aplicarlas, para mejorar la acción y volver a ser evaluada.

Es necesario insistir que no solo se debe evaluar si se han alcanzado “objetivos sociales”, sino si en la acción de Cáritas hay justicia, compasión, fraternidad, misericordia y pone de manifiesto el amor del Dios de Jesucristo al género humano, a la vez que contribuye a la construcción del Reino de Dios.

4.2.5.2. Evaluar el acompañamiento que hace a las personas

marginadas740 El acompañamiento es en sí mismo una propuesta transformadora que

provoca cambios reales y por tanto evaluables, que aunque en ocasiones son difíciles de medir desde parámetros puramente cuantitativos, sí que son fácilmente percibidos en un nivel de relación y conocimiento mutuo, por el acompañante y sobre todo por la persona acompañada.

Cuando Cáritas mediante sus agentes acompaña, acontece que en ese caminar mutuo, que está sujeto a los aconteceres vitales de la persona y de la sociedad, surgen permanentemente elementos no previstos, cuestiones nuevas que se deben saber afrontar.

Acompañar no significa una renuncia a la planificación, muy al contrario es necesario hacerla; pero teniendo en cuenta que si se desarrollan procesos de planificación centrados en las actividades en lugar de tener también en cuenta las estrategias de acompañamiento, se conseguirá un desarrollo eminentemente programático de las actividades, medios y recursos. Una evaluación que no tenga en cuenta el acompañamiento realizado, se circunscribirá a valorar lo que ha realizado y lo que no se ha llevado a cabo, pero no se llegará a que Cáritas se pregunte por los objetivos que el acompañamiento persigue741.

Por tanto, para evaluar correctamente lo planificado es absolutamente necesario valorar todo lo referente al acompañamiento y que abarca no solo

740 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 66; CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 47. 741 Ver apartado 4.2.4.1.

178

a la persona acompañada, sino a como Cáritas y sus agentes acompañan y de qué manera; tratando de incorporar aquellas mejoras que se consideren necesarias: cercanía, itinerario conjunto, respeto a las decisiones de la persona a la que se acompaña.

4.2.5.3. Revisar periódicamente la formación de sus voluntarios y trabajadores742

La reflexión sobre la acción realiza por Cáritas y a la evaluación de los objetivos determinados, arrojan luz no sólo sobre el rendimiento y labor de voluntarios y trabajadores, sino que además ayuda a identificar dificultades que pueden minimizarse con una adecuada formación.

De aquí se deduce que la formación también debe ser sometida a revisión.

Para ello, debemos preguntarnos si el agente de Cáritas: a) ¿Sabe realizar una "Lectura Creyente de la Realidad"? Se le debe

dotar en todo caso, de herramientas para que conozca las estructuras sociales y a la luz del Evangelio sepa establecer acciones que incidan sobre la realidad para transformarla en la dirección del Reino de Dios.

b) ¿Establece una adecuada relación de ayuda? Se deben reforzar las aptitudes-actitudes de empatía.

c) ¿Se forma integralmente aunando lo técnico y espiritual? Debe formarse en las dos dimensiones.

d) ¿Realiza bien el acompañamiento? La formación incidirá en la cercanía, el caminar juntos, y el respeto a las decisiones del otro.

e) ¿Lucha por transformar a las personas y hacerlas libres y eliminar estructuras sociales de pecado? Debe formarse en la lucha por la justicia.

f) ¿Contribuye a crear comunidad estimulando desde la sensibilización, la participación social y la implicación de la comunidad cristiana en el ejercicio de la caridad con los últimos de la sociedad? La formación en la sensibilización de la sociedad es fundamental.

742 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA1, 20; CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 67-68; GARCÍA GUTIÉRREZ, o.c., 251-252.

179

g) ¿Tiene clara su motivación? ¿y el compromiso? Debe reforzarse su formación en la relación inseparable que existe entre el Dios de Jesucristo y el servicio de la caridad.

h) ¿Muestra su diaconía el rostro de Jesús? Para ello debe formarse en un correcto seguimiento de Jesucristo y la espiritualidad que dimana de dicho discipulado.

4.2.5.4. Trabajar con otros organismos, instituciones, entidades y hacer discernimiento evangélico de dicha colaboración

El Magisterio es claro al respecto: “La entidades eclesiales (…), podrán animar cristianamente también a las instituciones civiles, favoreciendo una coordinación mutua que seguramente ayudará a la eficacia del servicio caritativo” (DCE 30).

El mismo documento habla de la colaboración con otras Iglesias y comunidades no católicas “puesto que todos nos movemos por la misma motivación fundamental y tenemos los ojos puestos en el mismo objetivo: un verdadero humanismo, que reconoce en el hombre, la imagen de Dios y quiere ayudarlo a realizar una vida conforme a esta dignidad” (DCE 30). Más adelante se dice: “La apertura interior a la dimensión católica de la iglesia ha de predisponer al colaborador a sintonizar con las otras organizaciones en el servicio a las diversas formas de necesidad” (DCE 34).

Siguiendo esta línea, Cáritas trabaja “en red” con otras organizaciones, teniendo presente que en el mundo de la pobreza y exclusión no es la única que interviene. Existen otros grupos de creyentes y de otros ámbitos que también lo hacen, así como el conjunto de las Administraciones Públicas.

En esta realidad sufriente, cada organización aporta su estilo peculiar y su manera específica de hacer, lo que supone en muchas ocasiones una dificultad para trabajar en común. No obstante, Cáritas, cree que “los principios de subsidiaridad, participación y solidaridad, enmarcados en una actitud de diálogo y encuentro colaborador, que no excluye la crítica y la denuncia, son los elementos que han de articular ese encuentro con otros agentes”743.

Cáritas desde hace muchos años, trabaja en red con otras organizaciones, sabiendo que esta labor es dar un paso cualitativo sobre la mera coordinación, en que las relaciones entre los intervinientes se hacen

743 CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 69.

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igualitarias, corresponsables y complementarias; sin que nadie renuncie a su propia identidad. Trabajar en red supone ser conscientes de que la propia red es objeto de trabajo, que contribuye a que unos aprendan de los otros, que no se dupliquen acciones, y en definitiva hace que las organizaciones, organismos y entidades intervinientes pongan por delante del protagonismo institucional el servicio que se presta a quienes lo necesitan744.

Este trabajo en común debe someterse siempre al discernimiento evangélico, es decir, se suspenderá si los valores del evangelio son conculcados.

Un apartado especial merece en este capítulo, la relación que debe establecer Cáritas con las Administraciones Públicas.

Tanto la protección social como la integración de personas y colectivos excluidos son derechos reconocidos por las leyes del Estado, aunque no estén todos garantizados. La responsabilidad de asegurar estos derechos corresponde a los poderes públicos, para lo cual deben actuar directamente o bien mediante el apoyo a organizaciones sociales promoviendo así la participación ciudadana y su contribución al bien común745.

Nuestros obispos animan a que las instituciones eclesiales en su ejercicio de la caridad colaboren con las Administraciones Públicas: “Las instituciones de acción caritativo-social crearán los oportunos cauces de colaboración con las Administraciones Públicas” (CVI Propuesta I.5.b).

Desde un reconocimiento mutuo y democrático, Cáritas y las Administraciones Públicas establecen recíprocas relaciones en las que no peligran las propias competencias, ni las identidades específicas, creándose un marco de colaboración positiva que no invalida la denuncia profética, cuando sea necesario realizarla746.

Por tanto, la actividad de Cáritas no puede establecer una competitividad con las Administraciones Públicas, ni considerarse alternativa; es más bien una acción complementaria747.

¿Cuáles son los criterios que Cáritas tiene en cuenta en su relación con las Administraciones Públicas?748

744 Cf. Ibid., 69-70. 745 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 25. 746 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Administraciones, 18. 747 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 26. 748 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Administraciones, 22.

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a) No organizar proyectos y servicios, por el mero hecho de que la Administración aporte fondos económicos para crearlos.

b) La concesión de una aportación económica nunca debe hipotecar la libertad de Cáritas para realizar la denuncia profética.

c) Que Cáritas no sea mera receptora de la financiación.

d) No crear duplicidades en las acciones. e) Respeto absoluto a la identidad de Cáritas y salvaguarda de su

independencia. f) Cáritas no debe comprometerse más allá de sus posibilidades.

g) No suplantar las responsabilidades de otros, especialmente de las Administraciones Públicas.

Por último, es muy interesante señalar las condiciones que el Pontificio Consejo “Cor unum” manifiesta como indispensables, para que las organizaciones eclesiales que se dedican a la actividad caritativa-social con los empobrecidos, acepten una financiación o subvenciones de las Administraciones Públicas749:

a) No aceptar condiciones contra la fe cristiana.

b) No crear dependencias de la Administración. c) Mantener la transparencia en la gestión de fondos.

4.2.5.5. Cáritas no debe suplantar la acción socio-caritativa de la

comunidad cristiana, sino animarla teniendo en cuenta a toda la sociedad En un apartado anterior de este trabajo, hemos tratado un aspecto

fundamental de la acción de Cáritas, que no es otro que el de animación en la comunidad cristiana750.

Ahora bien, animar y acompañar la acción caritativa-social de la Iglesia, plantea a Cáritas un reto fundamental: no suplantar la acción de la Comunidad, abandonando la intencionalidad de que la comunidad cristiana únicamente conozca y apoye lo que Cáritas hace, sino que el “hacer” de la Institución debe dirigirse a que toda la Comunidad se implique en el

749 Cf. P.J. CORDES, Conclusiones de la XXV Asamblea plenaria del Pontificio Consejo “Cor unum” (El Vaticano 2003) 98. Esta Asamblea de citará como CUAP03; y el trabajo como ConclusionesCU. 750 Ver apartado 4.2.4.2.

182

ejercicio de la caridad con los empobrecidos, una acción que anime a todos a hacer. Se trata, pues, de una tarea dirigida antes a la implicación de la comunidad que a su suplantación o la puesta en marcha de iniciativas al margen de ella751.

Cáritas es solo representante de la Iglesia, haciéndola presente en medio de los excluidos y empobrecidos y mediante ella a Cristo. Toda la comunidad cristiana es responsable en el ejercicio de la caridad y por ello ha de optar por los pobres.

Cáritas, es pues, solo mediadora en cuanto Institución, no protagonista; los protagonistas son Dios, la Comunidad y los marginados. Por ello, ni Cáritas ni sus agentes pueden ni deben suplantar a la comunidad cristiana en su actividad caritativa-social para con los últimos y desheredados de la sociedad.

Por otro lado, aunque hasta ahora cuando nos hemos referido a la Comunidad, queríamos señalar a la Iglesia misma, comunidad significa dos ámbitos distintos e inseparables: la comunidad cristiana y nuestro sociedad, nuestro entorno civil.

Ésta, la sociedad, también debe ser animada por Cáritas; así lo manifiesta claramente Juan Pablo II: “La actividad de Cáritas es trabajar para sensibilizar a todos los hombres sobre esa tarea” (CIA03, 5).

Esto supone que Cáritas debe denunciar ante toda la sociedad las situaciones de injusticia, con todos los medios a su alcance y proponer acciones, para que las personas y la sociedad entera luchen por un mundo más justo, fraterno y solidario.

La sensibilización que debe llevar a cabo Cáritas, de la sociedad, consiste en dar a conocer la realidad –en concreto de los empobrecidos– para que las personas puedan tomar conciencia de las necesidades y problemas de los marginados; y también conocer oportunidades de mejora para aquellos. Se trata de despertar sentimientos y desarrollar actitudes críticas sobre la exclusión y que esto motive a los ciudadanos a implicarse en una acción de mejora de nuestro mundo y de aquellos que carecen de lo mínimo para llevar una vida digna.

751 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 40; 70-71. No suplantar la acción de la Comunidad pasa por que Cáritas no se obsesione con "la titularidad de las acciones", sino que debe hacerlo con las características y opciones propias de la actividad: Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 71.

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No se trata únicamente de que Cáritas haga visibles las situaciones de injusticia, que de voz a los que no la tienen; supone también analizar y llegar hasta las causas que provocan la pobreza y promover acciones en la ciudadanía que permitan la desaparición de aquella, haciendo conscientes a todos, de la necesidad de luchar por los derechos de las personas, la tolerancia, el altruismo, la solidaridad y la justicia752.

4.2.5.6. Cáritas debe revisar su organización interna, de tal manera que, esta no entorpezca lo esencial de su acción socio-caritativa

El documento CVI expresa con toda claridad que Cáritas debe revisar sus formas organizativas753 ¿A qué se refieren, o de qué quieren advertirnos nuestros obispos con esta propuesta?

Sin duda del enunciado de este apartado: que la organización en Cáritas –tan necesaria– no suponga un obstáculo para que lleve a cabo su ministerio, su acción caritativa-social con los empobrecidos, que constituye lo esencial de su misión.

Para que la acción de Cáritas sea eficaz, ha de estar organizada, las estructuras organizativas son imprescindibles. Ahora bien, la organización es una mediación y como tal debe ponerse al servicio de la misión. Si la organización de la Institución la encierra en sí misma, la distancia de los marginados, y está al servicio de autoretroalimentarse en un círculo cerrado y vicioso, entonces se convierte en el mayor obstáculo para que Cáritas sea lo que debe ser: servicio amoroso del Dios de Jesucristo, para los demás, especialmente los últimos de la sociedad, los que menos tienen y más necesitan.

Es claro que la tarea de Cáritas necesita de una compleja organización. También es patente que ninguna estructura es perfecta. Por ello, sabiendo que una organización determinada puede facilitar o dificultar la labor a realizar, Cáritas debe revisar permanentemente cómo se organiza y estructura su acción, para que lo estructural-organizativo no atente a lo esencial de su misión.

En ese sentido ya manifestaba el documento que reflexionaba sobre la identidad de la propia Institución: “Cáritas debe evitar siempre las asechanzas de una burocratización exagerada o de un profesionalismo

752 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Temas, 65-66. 753 Cf. CVI Propuesta II.3.a.

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extremo, que maten el espíritu y no dejen lugar para la acción de los voluntarios con carisma para la acción caritativa y social”754.

4.3. Cáritas testimonio del amor del Dios de Jesucristo En la introducción de este mismo trabajo decíamos que cuando

reflexionamos sobre el “ser” y el “hacer” de Cáritas, considerando su identidad y su modo de actuar, verificaríamos que la tarea que realiza desde lo que es, testimonia el amor del Dios de Jesucristo a los hombres y mujeres de hoy.

Podemos empezar a confirmar que el ser y la misión de Cáritas están radicadas y nacen de la fecundidad de Dios Padre, del seguimiento de Cristo Jesús y de la acción del Espíritu. Así pues, el fundamento del ser de Cáritas y la fuente de su acción es el amor del Padre que se nos ha comunicado en Cristo por la efusión del Espíritu. Por ello, podemos afirmar, que existe Cáritas, ante todo, porque el Espíritu del Padre, que ungió al Hijo para anunciar el Evangelio a los pobres sigue suscitando en la Iglesia el amor a los pobres. De aquí surge, pues, también, la misión.

Y Cáritas testimonia el amor de Dios, actualizando a Jesucristo mediante su acción en la sociedad que le toca vivir. Pero no de cualquier manera, es necesario que sus miembros se configuren con Cristo, que aprendan a vivir como Él vivió y a amar como Él amó; es decir, que el ejercicio de la caridad que sus agentes realizan con los empobrecidos debe llevar el sello del “estilo de Jesús”: sabiendo que el Amor fundamenta su acción; que se deben encarnar en los contextos de marginación; que lo deben hacen desde una existencia vivida con sencillez, modestia y austeridad; sembrando esperanza donde solo existe el vacío y la sin razón; sabiéndose peregrinos y que el servicio configura su vida de proexistencia hasta ser uno con Cristo en el Amor.

Y es el mismo Espíritu que acompañó a Jesús de Nazaret el que suscita en Cáritas el carisma de la caridad, el servicio a los últimos y necesitados de nuestro mundo.

Pero Cáritas testimonia el amor de Dios, desde la Iglesia y porque es Iglesia: si Cristo revela el amor de Dios para con el género humano, la Iglesia unida a Él está llamada a vivirlo y manifestarlo: la Iglesia ha recibido el ministerio de la caridad que propiamente solo pertenece a Cristo,

754 CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 58.

185

y así aquel se convierte en dimensión constituyente de la misma y no excluye en su ejercicio a ninguno de sus miembros.

La acción caritativo-social eclesial como dimensión constitutiva eclesial, tiene su origen en Cristo como forma interna de la existencia y de su ser Iglesia, y requiere expresarse en formas de existencia y actuaciones históricas plurales, entre las que se encuentra como más representativa Cáritas.

Así pues, la propia Cáritas, con esa doble vertiente de estar radicada y nacer del amor de Dios y en su actuación histórica, puede considerarse como dimensión constitutiva de la Iglesia, participando de la diaconía eclesial.

Y es testimonio del amor de Dios en el servicio a la persona humana: Dios cuando crea al hombre le da un puesto excepcional entre todas las criaturas haciéndolo a su imagen y semejanza y dotándolo así de una dignidad inalienable. Cristo, imagen perfecta de Dios y revelador de Dios al hombre y del hombre a sí mismo; se identifica con los más pobres, por eso los excluidos son presencia de Cristo en el mundo, son quasi sacramento de Él. Por eso, Cáritas en su labor está al servicio del ser humano desde el reconocimiento de su dignidad haciendo de él el centro de su acción caritativa-social y así testimoniando el amor de Jesucristo hacia ellos y lo que es más, encontrándose con Él en su tarea diaconal, posible esta, gracias a la vida en el Espíritu de todos sus miembros.

De esta manera, Cáritas es un servicio pastoral eclesial, que se convierte en Buena Noticia para los empobrecidos porque les muestra el rostro de Jesucristo.

Pero si Cáritas, es testimonio del amor de Dios desde su “ser” también lo manifiesta en su manera de "hacer", descubriéndolo en la realidad en la que se desenvuelve la Institución, intentando erradicar el mal desde sus propias raíces. Tratando como Jesús, de empujar la historia según el proyecto originario de Dios, desde la justicia cristiana y el amor misericordioso vivido como lo hizo Jesús de Nazaret.

En su acción Cáritas hace presente a Cristo acogiendo y acompañando a los marginados; haciendo que sus acciones sean para este mundo signos e instrumentos del Reino de Dios; animando a la Comunidad de los seguidores de Jesús, a que tengan su misma preferencia amorosa por los pobres y luchen por su inclusión, liberación y salvación. También lo actualiza, cuando la Institución es espacio de encuentro para las personas que se sienten llamadas a ser instrumentos de la Gracia para difundir el

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amor de Dios y cuando, formando a sus agentes, les enseña a vivir como Cristo vivió y amar como Él amó.

Seguir a Jesús en su proexistencia y testimoniarlo, es imposible hacerlo de una vez para siempre; es un proceso dinámico e inacabado. Es por ello, que Cáritas para manifestarlo fehacientemente en nuestra sociedad, necesita verificar periódicamente su “hacer” y ver si su acción es fiel a su “ser”, para mostrar el amor del Dios de Jesucristo.

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5. CÁRITAS COMO EXPRESIÓN DEL SER DIACONAL DE

LA IGLESIA: SIGNO Y PORTADORA DE LA SALVACIÓN DE DIOS EN CRISTO

5.1. El ser diaconal de la Iglesia

Denominamos diaconía al "servicio de la caridad (Cf. SRS 40), de una caridad que es participación del amor de Dios misericordioso y defensor de los pobres; que inspira una nueva justicia evangélica y va más allá de lo justo legalmente; que aporta liberación a los pobres y denuncia las obras malas de las tinieblas; que tiene una clara incidencia política porque busca el Reino de Dios, otro «gobierno del mundo» que no deje ya espacio a la marginación de ninguna persona humana; que demanda «examinar las relaciones de cada hombre consigo mismo, con el prójimo, con las comunidades humanas, incluso con las más lejanas, y con la naturaleza» (SRS 38)”755.

5.1.1. Fundamento de la diaconía eclesial: Jesucristo, que vino para

servir Ungido por el Espíritu, Jesucristo anuncia en Nazaret la Buena Nueva a

los pobres: el año de Gracia. Gracia y don que ponen de manifiesto la dignidad de los pobres, las injusticias que sufren los débiles, las insuficiencias del derecho y la incapacidad de la ley para devolver a todos los seres, la dignidad velada, la fraternidad y la comunión756.

Desde ese momento especialmente, el amor de Dios lo ocupa totalmente en favor de los demás, teniendo su corazón a disposición y para las necesidades y las penas diarias de los pobres757.

Es extraño para un hombre de la antigüedad el respeto con que trata a las mujeres. Considera que la pobreza y la enfermedad no solo no son castigo de Dios, sino que más bien, Dios ama preferencialmente a los pobres y enfermos. Lo más llamativo ya entonces era que admitía en su compañía y

755 ECHARREN, Cáritas, 195. 756 CÁRITAS ESPAÑOLA, Comunicación, A3p5. 757 Mt 9, 36.

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hasta en su mesa también a los pecadores y marginados, a los socialmente impuros y a los parias758.

Pero, si algo podemos afirmar también de la existencia de Jesús, es que es esencialmente entrega y donación a Dios y los hermanos; es decir, su vida es servicio759 que aparece indisolublemente unida a su misión760: Jesús no vino a ser servido sino a servir761, entre sus discípulos es como un servidor, no rehúye ni siquiera el servicio más bajo propio de esclavos, y así manifestó la misericordia de Dios762. Toda su vida fue una epifanía de ese amor: “Pasó haciendo el bien” (Hch 10,38). La concentración máxima de ese amor es el “misterio pascual”: “Sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1). Y les lava los pies arrodillándose para indicar que toda la vida ha de ser una pro-existencia al servicio de los demás, incluso de esa manera humilde y llena de esa comprensión y mansedumbre que significa esta especie de parábola en acción763.

Su servicio a los demás vale para que los hombres reconozcan la bondad de Dios y lo alaben; de modo que no solo es el hombre para los demás sino igualmente para Dios764.

5.1.2. Prolongar el servicio de Jesucristo en todo tiempo y lugar

El sentido de ser cristiano es prolongar el servicio de Jesucristo, y este servicio se continúa, en la diaconía de la Iglesia, a la humanidad por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado: “El Espíritu –el que introduce en la vida, el que abre la novedad– del mismo modo que el agua hace que el trigo

758 Cf. W. KASPER, Jesús el Cristo (Salamanca 1998) 83. Este trabajo se citará como Jesús. 759 Cf. IP 15; Mc 10, 45. 760 Cf. IP 11-12. 761 Cf. Mc 10, 45. 762 D. SATTLER - T. SCHNEIDER, Doctrina de Dios, en: T. SCHNEIDER (ed.), Manual de Teología Dogmática (Barcelona 1996) 127. 763 Cf. J. DELICADO, Nueva, 15; R. PRAT, 238. “La metáfora evangélica de «lavar los pies», es un lenguaje pedagógico dado que explica el sentido evangélico del amor” (PRAT, Antropología, 286). Lavar los pies desde las actitudes de Jesús es el camino más humano, armónico y más alegre que existe para vivir el amor y en el Amor: Cf. PRAT, Antropología, 85-88. 764 Cf. KASPER, Jesús, 83.

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se convierta en masa y pan, nos hace uno con Cristo. Así como el agua hace que fructifique la tierra seca, así también el Espíritu actúa en nosotros”765.

Con la trasformación y re-creación que el Espíritu Santo hace en nuestro interior, somos empujados y misionados hacia el servicio del amor766. Armoniza el corazón humano con el de Cristo y nos hace amar a los hermanos767, especialmente a los más desvalidos768, sintiéndonos así protagonistas de la misión principal de Cristo, que fue –y sigue siendo en nosotros– la de anunciar el Evangelio a los pobres, liberar a los oprimidos y curar a los enfermos769, para dar testimonio del amor misericordioso de Dios770.

La vocación de la Iglesia consiste en prolongar el servicio de Jesucristo en todo tiempo y lugar; donde actúa Cristo allí toma parte la Iglesia, porque Cristo no quiso estar solo, sino que acontece, en cierto sentido, un doble “darse” al tomar también a sus seguidores y hacerlos partícipes en su servicio. Con ello se hace comprensible el sentido histórico de la Iglesia, que no es otro que el de ser la presencia del servicio representativo de Cristo, es decir que cada cristiano como componente de la Iglesia no existe para sí mismo, sino para los demás, significa salir del propio interés para situar este en los demás. En este sentido puede manifestarse que la tarea cristiana se asemeja a la llamada hecha a Simón de Cirene, para ayudar a llevar la cruz salvadora del Señor a través del mundo. Ser cristiano y hacerse cristiano significa entrar en el ser-para-los-demás771.

5.1.3. La Iglesia sacramento de amor y fraternidad Si la Iglesia prolonga el servicio de Jesucristo, entonces, es que existe y

actúa en Cristo, no puede situarse como el origen y la meta de su propia acción. Tiene la vocación y misión de ser “instrumento de la unión con Dios

765 E. ROMERO - L. TRUJILLO - R. PRAT, Jesucristo resucitado nos comunica el don del Espíritu, en: AA.VV., Jesucristo, la Buena Noticia. Congreso de Pastoral Evangelizadora (Madrid 1997) 233. 766 Cf. IP 14 y 130; CIV 5. 767 Cf. DCE 19. 768 Cf. IP 9 769 Cf. IP 14. 770 Cf. IP 24 771 Cf. MADRIGAL, Nombre, 223-224; J. RATZINGER, Sustitución / representación, en: H. FRIES (ed.), Conceptos fundamentales de la Teología. Tomo II (Madrid 1979) 733-734; S. MADRIGAL, Iglesia es caritas. La eclesiología de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI (Santander 2008) 189-191; 469-472. Esta obra se citará como Eclesiología.

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y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Con ello, el Concilio Vaticano II nos reenvía al misterio mismo de la Santísima Trinidad: la comunidad eclesial tiene su origen y es signo del amor divino: por amor, el Padre envió a su Hijo para salvar a la Humanidad; el Hijo, en perfecta comunión con el Padre, amó a los suyos hasta dar su vida, reuniendo a los hijos dispersos. Con el envío del Espíritu Santo, la Iglesia se presenta ante el mundo con el fruto de la comunión y la caridad divina772. La Iglesia “pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4) es convocada por el Señor para que viva el amor y la fraternidad, y permanezca fiel a su vocación y misión en tanto en cuanto significa y actualiza el amor gratuito de Jesucristo en el servicio al pobre y excluido.

La finalidad y la pedagogía de la acción de la Iglesia como instrumento sacramental, se ilumina en el hacer de la Trinidad, en la existencia y misión de la persona del Hijo encarnado. Cuando Jesús instaura el Reino, con su palabra, acción y entrega de su propia vida, su finalidad era recrear la comunión filial con Dios y la comunión fraterna-amorosa de todo el género humano, a la que están invitados especialmente los más desvalidos y sufrientes de la sociedad773.

Así pues, en su cuerpo, que es la Iglesia, Cristo prosigue su existencia entregada en favor de todos y especialmente de los más necesitados de pan y justicia; por eso, la Iglesia en Jesucristo ha sido llamada a ser, en el tiempo que va desde la Ascensión de su Señor hasta la Parusía, el sacramento del amor de Dios, siendo la caridad el principio de la vida y del hacer de la comunidad cristiana774.

De esta manera, el servicio eclesial se reviste de un carácter sacramental y manifiesta la realidad teándrica de la Iglesia. Del mismo modo que la humanidad de Jesucristo fue sacramento del encuentro de la humanidad con Dios, y al mismo tiempo revelación de la misericordia del Padre, así su sacramentalidad se prolonga en la Iglesia gracias a su compromiso con los últimos de la sociedad y de este mundo775.

Consecuentemente, el signo diaconal por excelencia del amor de Dios presente en la Comunidad, será el amor a los pobres, manifestación del amor compasivo de Dios, que lleva a los congregados en su nombre a sanar y liberar a los pobres y oprimidos. 772 Cf. CCA 5. 773 Cf. A. BRAVO, La comunidad cristiana ante los más vulnerables de la sociedad, en: Cor XIII 121 (2007) 157-158. Este trabajo se citará como Vulnerables. 774 Cf. M. GUAL, La fe actúa por la caridad, en: Cor XIII 86 (1998) 31; CCA 5. 775 Cf. GUAL, o.c., 41.

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Así pues, el signo principal que la Iglesia ha de ofrecer es el signo de lo que ella es: una comunidad de amor fraterno como expresión del Reino de Dios776.

5.1.4. El servicio eclesial, por el hecho de ser sacramental, deberá

realizarse en la historia La Iglesia-sacramento777, para ser fiel a su autocomprensión no puede

estar referida a ella misma, sino que su referencia debe ser Cristo y el Espíritu, que es lo mismo que decir que su razón de ser no podrá encontrarse en su círculo cerrado, sino fuera de ella en el mundo. El servicio eclesial, por el hecho de ser sacramental, deberá realizarse en el marco de la historia778.

En la humanidad y el mundo, la Iglesia es el sacramento del amor de Dios y, por ello, la esperanza más grande que activa y sostiene todo proyecto y empeño de auténtica liberación y promoción humana. Por eso, el hombre no está solo en su esfuerzo por humanizar el mundo sino que halla apoyo en el amor redentor de Cristo, que se encuentra de una manera especialísima en la Iglesia779.

Así pues, la Iglesia es servidora de salvación, no en abstracto, o de una manera espiritualista-evasionista-desencarnada, sino en el contexto de la historia y del mundo en el que el hombre vive780; por eso, la comunidad eclesial debe amar a todo hombre en su situación concreta781 y todos sus caminos conducen a sanar al género humano782.

776 Cf. MAYA, Evangelización, 91; NMI 49; CONCILIO VATICANO II, Ad Gentes. Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia (Roma 1965) nº 10. Este documento se citará como AG. 777 Son varios los lugares donde el Vaticano II define o habla de la Iglesia como sacramento: Cf. LG 1, 9, 48, 59; GS 42,45; AG 1 y 5; CONCILIO VATICANO II, Sacrosanctum Concilium. Constitución sobre la sagrada liturgia (Roma 1963) nos 5 y 26. En adelante este documento se citará como SC. 778 Cf. GUAL, o.c., 32-33; P. JARAMILLO, Prioridades y coordinación de la Pastoral de la caridad en una Iglesia evangelizadora, en: AA.VV., Congreso, 206-207. Esta obra se citará en adelante como Prioridades; E.J. BROTÓNS, La Misión de la Iglesia. La imagen del Siervo de YHWH como paradigma eclesial, en: RAT 29 (2009) 16-17. 779 Cf. C 60. 780 Cf. SRS 1; CA 53-54. 781 Cf. CCA 6. 782 Cf. JUAN PABLO II, Redemptor hominis. Encíclica sobre Jesucristo redentor del hombre (Roma 1979) nº 14. Este documento se citará como RH.

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A toda la Iglesia se le confía la misión de significar y actualizar el amor de Dios en el mundo783, de hacer operativo el amor de Jesús entre los hombres de todos los tiempos. Misión primordial, permanente, general e irrenunciable, de ser la Iglesia de los pobres en su doble sentido: en el de una Iglesia pobre y una Iglesia para los pobres; que en su constitución social, costumbres y organización, así como con sus medios de vida y ubicación, esté marcada preferentemente por el mundo de los pobres y que su preocupación, dedicación y planificación estén orientadas principalmente por su tarea de servicio hacia ellos784, dando así testimonio del amor misericordioso del Dios de Jesucristo785.

5.1.5. Una Iglesia al servicio del Reino de Dios Decíamos en los apartados anteriores que en este caminar por la historia,

a la Iglesia-sacramento le es donada la Gracia y la tarea de actualizar la misión de Cristo786, y para ello recibe el Espíritu, quien constantemente “hace la comunidad eclesial”787 y nos convoca a vivir en comunión fraterna: “Un sólo corazón y una sola alma” (Hch 4,32). Por eso, la Iglesia es ante todo fraternidad, es decir, un vivir juntos como hijos y hermanos de un mismo Padre, existencia amorosa de comunión fraterna: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros” (Jn 13, 35); y así, se presenta como signo eficaz de la presencia operante de Dios en la Historia, obrando su fe en el amor y entregándose a construir la fraternidad en Cristo788.

Y el principal y primer signo que la Iglesia ha de ofrecer, es el signo de lo que ella es: una comunidad de amor fraterno que se presenta ante el mundo como una expresión del Reino de Dios; que ha de comprenderse como algo transformador que crea un mundo nuevo, en el que impere la paz, la justicia y el amor.

La Iglesia, pues, como la comunidad de los seguidores de Jesús, "que constituye en la tierra el germen y el principio del Reino" (LG 5) debe ponerse al servicio de su implantación en todo momento y lugar. 783 Cf. CCA 1; IP 13; CIV 9. 784 Cf. IP 25. 785 Cf. IP 11, 14; EN 26. 786 Cf. IP 14. 787 Cf. JUAN PABLO II, Redemptoris Missio. Carta encíclica sobre la permanente validez del mandato misionero (Roma 1990) nº 26. En adelante este documento se citará como RM. 788 “La comunidad eclesial tiene la misión de desarrollar la comunión filial y fraterna de los llamados a formar el pueblo de Dios” (CCA 5). Cf. CIV 19, 54.

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Aunque la Iglesia como señala el Vaticano II, sea el germen del Reino, no agota plenamente la contribución a su instauración. Es muy interesante lo que M. Gual manifiesta al respecto: la lucha contra la injusticia y a favor de la fraternidad y del amor se encuentra en personas y grupos que, fuera de la fe explícita en Jesús, comprometen su vida por la misma causa; que es la del Reino. Esto, más que dificultar la comprensión de la Iglesia de Dios, en cuanto signo y servidora del Reino, ayuda a aclarar su misión: donde quiera que opere el Reino, aunque sea de una forma anónima, la Iglesia está llamada a detectarlo, a descubrirlo y ponerle nombre para unirse, a través de su "diaconía", a la causa de la justicia y del amor en favor del género humano789.

5.2. Cáritas sólo puede comprenderse como diaconía de la Iglesia en

función de la realidad que ella misma anuncia y significa al género humano: el amor preferencial de Dios hacia los más pobres

Hay enseñanzas de la Iglesia, que se derivan de una manera más próxima o lejana de la fuente original, que es el mensaje de Jesús. La opción por los pobres, no dista ni mucho ni poco, del mensaje de Dios, sino que es y constituye el núcleo central del mismo. Es la enseñanza y la vida misma de Jesús de Nazaret y la experiencia fundamental de la primera comunidad cristiana790.

El término “opción preferencial por los pobres” aparece por primera vez en el documento del Episcopado Latinoamericano, que en su tercera conferencia celebrada en Puebla, ahondó en este tema en una doble dirección: por una parte introdujo el adjetivo de preferencial y, por otra, el mismo viene a eliminar toda interpretación excluyente. La opción preferencial por los pobres establece una prioridad en la acción, pero no se opone a la universalidad del anuncio evangélico y del amor cristiano791.

Para diversos autores, añadir el adjetivo “preferencial” a la opción por los pobres, no es del todo adecuada; para unos, porque es redundante, ya que toda opción implica per se una preferencia, y siembra además cierta

789 Cf. GUAL, o.c., 37. 790 Cf. OSÉS, o.c., 118; PRAT, Antropología, 98. Para la primera comunidad cristiana Cf. Hch 2, 42-45; 1Cor 1, 26-27. 791 Cf. III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATILOAMERICANO, Documento de Puebla (Puebla de los Ángeles 1979) nº 1145. Este documento se citará de ahora de adelante como Puebla.

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inquietud, ya que podría hacer pensar que la opción por los marginados es facultativa y no necesitan hacerla todos los cristianos792.

Otros, como para José Mª Vigil, la opción por los pobres pertenece al ámbito de la justicia; y se fundamenta en la opción de Dios por la justicia; es pues, una opción disyuntiva y excluyente, que exige tomar partido por los injusticiados y en contra de los opresores, no siendo pues, “preferencial”793.

Sin embargo, hoy en día, desde el Magisterio y la teología se ha impuesto la denominación de “preferencial” para referirse a la opción por los pobres, Así Jon Sobrino dice que la opción por los pobres es preferencial y no exclusiva: “Jesús no fue exclusivo en ofrecer salvación: la ofreció a todos. Lo que pasa es que la ofreció de diferente forma. A unos, a los pobres, en directo, diciéndoles que hay una esperanza, que el Reino de Dios se va a acercar. A otros, diciéndoles que, para entrar en ese Reino, tienen que convertirse de una manera específica: dejando de ser opresores”794.

Otros, destacan en la misma línea que a los no pobres también se les debe anunciar el Evangelio, teniendo en cuenta, en primer lugar, que debemos establecer una prioridad en la evangelización de los pobres sobre la de los ricos y, en segundo lugar, que a los ricos se les debe evangelizar en la verdad, planteándoles las exigencias de las bienaventuranzas y pidiéndoles conversión795.

El Magisterio, tal como indicábamos anteriormente, también se define en este sentido: reconoce que en la persona del pobre y marginado hay una presencia especial de Cristo que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos796, opción o forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad que no puede dejar de abarcar a las inmensas muchedumbres de hambrientos, mendigos, sin techo, sin cuidados médicos y, sobre todo, sin esperanza de un mundo mejor797. Es pues, una preferencia especial de amor por los más pobres y excluidos798, ahora bien, optando por los últimos se 792 Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos , 137. 793 Cf. J.M. VIGIL, La opción por los pobres es opción por la justicia y no es preferencial, en: Selecciones de Teología 174 (2005) 148-154. 794 J. SOBRINO, Opción por los pobres y seguimiento de Jesús, en: J.M. VIGIL (ed.), La opción por los pobres (Santander 1991) 44. 795 Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 138; S. GALILEA, Aspectos críticos de la espiritualidad actual (Bogotá 1975) 63. 796 Cf. CCA 47. 797 Cf. SRS 42; TMA 51; NMI 49-50; C 449; JUAN PABLO II, Evangelium vitae. Encíclica sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana (Roma 1995) nº 32. Este documento se citará como EV. 798 Cf. CCA 4.

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opta para que el amor y la salvación alcance a todos y se instaure la fraternidad universal799; si se ama con preferencia a los más débiles es para que el amor llegue a todos. La Iglesia siguiendo y siendo fiel a su Maestro, no excluye a nadie de su amor800.

Si proseguimos con nuestro comentario del documento de Puebla, punto de arranque de la toma de conciencia por parte de la Iglesia de hoy sobre la opción preferencial de los pobres, el texto recoge esta enseñanza por todo él, pero de modo más expreso le asignó un capítulo propio, el primero de la cuarta parte801. En el mismo, se reconoce su continuidad con el documento de Medellín; sigue una descripción de la realidad de la pobreza, y explicita a continuación su fundamentación cristológica. El documento hace alusión a los tres sentidos de la pobreza: como privación y marginación, como actitud evangélica exigida a los creyentes, y por último, como exigencia evangélica de solidaridad con el pobre y rechazo de la situación de injusticia en la que se vive802.

No obstante, la categoría “opción preferencial por los pobres” es recogida por el Magisterio, desde una fundamentación teológica, cristológica, neumatológica y eclesiológica:

a) Teológica803-Cristológica804: en el AT y NT, Dios revela una especial predilección por los pobres. Él es el que optó primero y a lo largo de toda la Historia de Salvación tomando partida y siendo parcial a favor del pobre805. Se revela no en una situación humanamente neutra, sino de clamorosa injusticia, en la que unos son ricos a costa de otros que son pobres. Si Dios se manifestara en esta situación como el Dios de todos no lo sería de todos, sino de los ricos privilegiados; por el contrario, si se revela como el Dios de los pobres es para serlo de todos806. Y porque lo es de todos, no quiere ni consiente que unos dominen sobre otros; además, como Dios Padre-Madre, quiere con predilección a los más necesitados y desfavorecidos807.

799 Cf. CCA 14. 800 Cf. CCA 12. 801 Cf. Puebla 1134-1165. 802 Cf. Puebla 1148-1156. 803 Cf. IP 18-20. 804 Cf. IP 21-22. 805 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 16-21. 806 Cf. G. LEAL, Un reto pastoral: Ser buena noticia para los pobres, en: Cor XIII 81 (1997) 118-121; T. CATALÁ, Salgamos a buscarlos fuera de la ciudad. Notas para una teología y espiritualidad desde el cuarto mundo (Madrid 2010) 61. Este trabajo se citará en adelante como Salgamos. 807 Cf. ECHARREN, Cáritas, 184.

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El Dios de la Biblia se pone de parte de los pobres808. La diferencia entre Él y los dioses falsos, es precisamente su implicación o falta de la misma, ante las injusticias. El Dios de Jesucristo, consciente de que la balanza se inclina siempre del lado del más fuerte y poderoso, intenta restablecer el equilibrio, haciendo suya la causa de los empobrecidos809.

b) Neumatología810: la pregunta que nos asalta es: ¿dónde está Dios ante tanta pobreza? Su acción se manifiesta a través de los profetas y se muestra como el Dios liberador del AT. En el NT es Jesús tendiendo su mano a los marginados y excluidos de todo orden y, después de Pentecostés actúa por su Iglesia811.

La opción de los creyentes por los pobres tiene su fundamento último en Dios mismo. Es de naturaleza teologal: experimentamos esta opción como una práctica del seguimiento de Jesús, animada por el Espíritu: es hacer lo que Él hizo. Es realizar su misión, es llevar a cabo la misión de la Iglesia de anunciar la Buena Noticia a los pobres intentando acercar la llegada del Reino de Dios para ellos y, desde estos, para todos812.

La opción por los pobres encuentra pues, su raíz más firme y duradera en nuestra opción por Dios, Padre de todos, revelado por Jesús, el pobre; es la experiencia vital y fundamental, interiorizada en nosotros por el Espíritu, de la gratuidad del Padre que se hizo palpable en Jesús de Nazaret. Experimentamos por el Espíritu, que estamos haciendo la opción misma de Dios por el pobre813.

La opción preferencial por los pobres, no es la opción fundamental del cristiano, que lo es por el Dios de Jesucristo, pero sí se deriva de ella814. No 808 Cf. Ex 3, 7-10; Sal 76, 10; 113,7; 140, 13; 146, 7. 809 Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 56-57; 126. 810 Cf. IP 23-24. 811 Cf. IP 19; CAMACHO, Beneficios, 188. 812 Cf. CASALDÁLIGA - VIGIL, o.c., 203-204. 813 Cf. PEV 24; ALEGRE, o.c., 191. 814 Cf. PIXLEY - BOFF, o.c., 144. En lo referente a la relación de la opción fundamental de la persona y el concepto de opción preferencial, es un tema que por su importancia y amplitud no podemos detenernos aquí. Resulta muy esclarecedor acudir a: A. NELLO, Teorema de la opción fundamental. Bases para su adecuada utilización en teología moral. Tesi Gregoriana (Roma 1995). Este autor afirma que la opción fundamental representa una instancia prioritaria y ontológicamente precedente a la opción preferencial, que si bien, no puede ser asimilada a la simple decisión particular, tampoco debe confundirse con la opción fundamental. La opción preferencial constituye una opción refleja, conceptual y explícita, que representa una personal o social toma de postura frente al abanico de valores. Prioriza el valor de la justicia y del amor hacia los desfavorecidos y esta toma de postura ilumina la vivencia del resto de valores. Expresa una perspectiva temática en la

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se puede separar la verdad sobre Dios que salva, fuente de todo don, de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que, cantado en el Magníficat, se encuentra luego expresado en las obras y palabras de Jesús815.

c) Eclesiología816: la acción caritativo-social de la Iglesia no se debe guiar por la mera compasión o sensibilidad ante la miseria, o de la lucha por la justicia, o el compromiso por construir un mundo mejor. Estas exigencias, son legítimas, para toda persona de buena voluntad.

Para el creyente deben ser situadas en su verdadero contexto: en el núcleo del mensaje evangélico, en el que los excluidos y marginados son los preferidos de Dios. Ese enfoque constituye la diferencia decisiva entre la acción caritativo-social de la Iglesia y el de otras organizaciones sociales. La actuación eclesial para eliminar o paliar la marginación, se enraíza en el Dios de Jesucristo817. Por eso, Joseph Ratzinger afirma categóricamente refiriéndose a la opción preferencial por los pobres: “No es una opción que nosotros como cristianos podamos elegir o incluso rechazar, sino una condición necesaria que nace de la esencia misma del Evangelio”818. La Iglesia en general y los cristianos en particular deben hacer una opción preferencial a favor de los pobres y oprimidos, ya que contiene algo de irrenunciable para ellos y para ella819.

Sin embargo, desde el punto de vista eclesial se nos plantean dos cuestiones: la primera, que se refiere a que la opción preferencial por los pobres no ha sido realmente asumida por la comunidad cristiana en

interpretación del mundo y de la vida de los hombres. Es verdad, que esta opción preferencial configura específicamente y explícitamente el sentido de la vida del hombre; y se trata de una opción que incidirá en las elecciones concretas, constituyéndose en matriz de decisiones particulares a propósito de las más variadas cuestiones, pero no se puede obviar que esta opción preferencial está animada por la opción fundamental que se entiende como la autodeterminación profunda por la que el hombre se toma a sí mismo en totalidad y se autodefine frente a Dios, frente al sentido global de la existencia, decidiendo quien quiere ser y como quiere orientar su vida, autodeterminación trascendental concomitante con el otro aspecto del acto humano, su categorialidad, su explícita concreción operativa y resolutiva de la situación. Para analizar esta temática acudir a: pp 290-291 y 321. 815 Cf. JUAN PABLO II, Redemptoris Mater. Encíclica sobre la bienaventurada Virgen María en la vida de la Iglesia (Roma 1987) nº 37. Este documento se citará como RMa. 816 Cf. IP 25-28. 817 Cf. J. PEREA, Iglesia y voluntariado social. Instituto Diocesano de Teología y Pastoral. Xirimiri de Pastoral 6 (Bilbao 2001) 31-32. 818 J. RATZINGER, Ser cristiano en la era neopagana (Madrid 2006). Este trabajo se citará como Cristiano. 819 Cf. IP 45; C 182.

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general820; y la segunda, formula la pregunta: ¿dónde están los pobres en la Iglesia, si esta ha hecho opción preferencial por ellos?821.

Nos parece adecuado lo que aporta P. Escartín a estas cuestiones: se puede afirmar, en primer lugar, que la opción preferencial por los pobres viene ya empapando la actividad pastoral aunque quede todavía camino por recorrer822. Por otra parte, el hecho de la incorporación de los marginados a la comunidad eclesial, no depende únicamente de la acción caritativo-social que realice la Iglesia con ellos; la cuestión tiene más vertientes, no obstante, la opción preferencial por los pobres debe seguir siendo la actuación preferente respecto a las demás tareas pastorales y debe impregnar todas las otras dimensiones de la acción pastoral para que, haciendo resplandecer el rostro de Dios, suscite la fe salvadora823. Este es el camino adecuado para su evangelización, ya que la Iglesia no puede realizar su misión sólo con palabras, sino con toda su realidad como signo y sacramento de salvación.

Una vez realizada esta disquisición sobre la Iglesia y su opción preferencial por los pobres, hemos de acudir a lo que dice el documento que reflexiona sobre la identidad de la Institución: "La razón última de la existencia de Cáritas es ser expresión del amor preferencial de Dios por los pobres"824; de esta manera, Cáritas, verifica una de las realizaciones fundamentales de la diaconía eclesial: ser signo e instrumento del amor de Dios hacia los más necesitados de la sociedad, no en abstracto, sino en las condiciones concretas y reales de las Iglesias locales.

El hecho de que la Iglesia sea sacramento de la salvación del mundo, querida por Dios, hace más exigente la necesidad de que Cáritas transparente y haga visible en sus estructuras y en su acción el mensaje y vida de lo que la Iglesia es portadora en lo que al amor preferencial por los empobrecidos y últimos de la sociedad se refiere.

Cáritas solo será diaconía eclesial, cuando sea signo verdadero del amor preferencial del Dios de Jesucristo, por los pobres y excluidos.

820 Cf. IP 111. 821 Cf. IP 115. 822 Cf. P. ESCARTÍN, Un servicio pastoral movido por el amor. Proyección de la Teología de la Caridad en la pastoral de las Iglesias locales, en: Cor XIII 100 (2001) 206. 823 Cf. ESCARTÍN, o.c., 197-206. 824 CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 16.

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5.3. Cáritas signo por excelencia de la sacramentalidad de la Iglesia

5.3.1. Expresión del amor de la propia comunidad de los creyentes La forma de vivir el seguimiento evangélico es comunitaria. Los

discípulos no siguieron a Jesús por separado, sino que lo hicieron en grupos, formando una comunidad. Es en esta fraternidad donde los discípulos encuentran el lugar propio y adecuado para el desarrollo de su fe. Es verdad que la fe es una respuesta personal a la llamada de Dios, pero ésta se vive sin lugar a dudas en comunidad.

Al igual que Jesús llamó a sus discípulos para que le siguieran, y éstos se ponen a vivir con Jesús y como Jesús, creándose un grupo de personas que conviven compartiendo el destino del Nazareno. De la misma manera, Jesucristo sigue llamando hoy a que todos, hombres y mujeres, a que le sigan y hagan comunión de vida con Él y comunión en Él con todos los hermanos, dimensiones inseparables ambas de la vivencia de fe y de la comunidad cristiana825.

Considerada así la comunidad cristiana como cuerpo de Cristo, la identidad eclesial exige que el servicio y la solidaridad no se ejerzan en una sola dirección: “El Señor pide lavarse los pies unos a otros (Jn 13, 14), amarnos mutuamente (Jn 13, 35; 2Tes 1, 3) consolarnos y sostenernos recíprocamente (Rom 12, 10; 1Tes 4, 18; 5, 11); sentir los unos con los otros (Rom 12, 16; 15, 5); fomentar la paz, el bien y la mutua edificación (Rom 14,19; 1Tes 5, 15), acogerse mutuamente (Rom 15,14), hacerse siervos por amor unos de otros (Gal 5,13), llevar cargas unos de otros (Gal 6, 2), soportarse y perdonarse mutuamente (Ef 4, 32; Col 3, 13), progresar juntos en el amor y las buenas obras (1Tes 3, 12; Heb 10, 24), a esperarse y preocuparse unos de otros (1Cor 11, 23; 12, 25). En última instancia se trata de vivir en comunión unos con otros (1Jn 1,7) «A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su perfección»"826.

Cuando Cáritas realiza esto, es expresión del amor en la propia comunidad de los creyentes que hace comunión. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que ninguna comunidad cristiana podrá afirmar, que vive en comunión de amor y que sus miembros están unidos en un mismo espíritu, si no se da en su seno la comunicación de bienes. La Iglesia que Jesús

825 CÁRITAS ESPAÑOLA, Temas, 9. 826 CÁRITAS ESPAÑOLA, Cáritas y el compartir fraterno de la comunidad eclesial. Ponencia de la 61 Asamblea General, en: Cor XIII 119 (2006) 180. Este trabajo se citará como Ponencia61.

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quería se debe caracterizar por la necesidad de compartir, hasta el punto de que no haya en ella ningún necesitado, como signo del proyecto de Dios para el mundo827.

Porque la persona humana es un ser relacional, es persona con sus cualidades y bienes, Los bienes son prolongación de las personas. Por eso, no es completa aquella comunicación entre personas que excluya de la comunicación los bienes de que dispone.

San Pablo, al plantearse el contexto de relaciones interpersonales en que celebra la Cena del Señor la comunidad de Corinto, viene a decir que no compartir la comida, no es celebrar la Eucaristía, ni se crea Comunidad828.

Por ello, Cáritas es expresión del amor de la propia comunidad de los creyentes, de una manera más general y a la vez concreta, y como aportación específica a la Iglesia, cuando dentro de la dinámica de vida de la propia Institución anima al compartir fraterno entre sus miembros y cuando estimula y sensibiliza a la propia comunidad cristiana a que establezca en las relaciones entre sus miembros y comunidades la mutua comunicación cristiana de bienes.

El libro de los Hechos de los Apóstoles, nos relata la práctica generalizada de la comunicación de bienes en la primitiva comunidad829, y el autor de la primera carta de San Juan se pregunta: “Si alguno que posee bienes de la tierra ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en el amor de Dios? Hijos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino con las obras y según la verdad” (1Jn 3, 17). Estos pasajes evangélicos muestran cierta idealización de la vida, pero señalan muy bien la meta hacia la que debe encaminarse toda aquella comunidad que quiera denominarse cristiana. Pero no es un ideal incumplido sino que, constituyó una práctica entre los primeros cristianos, no sólo en el interior de cada comunidad sino entre las diversas comunidades830.

Por eso, los cristianos individualmente y las comunidades e instituciones eclesiales, deben desarrollar el compartir fraterno831; la caridad proveniente 827 Cf. ALEGRE, o.c., 197; A. PASCUAL, La comunicación de bienes en la comunidad cristiana de base. Experiencia y teología, en: Cor XIII 119 (2006) 26. 828 1Cor 11, 20-22. 829 Cf. Hch 2, 44-46; 4, 32-35. 830 Un ejemplo es las colectas para la Iglesia de Jerusalén de las que les habla Pablo en repetidas ocasiones a los cristianos de Corinto y de Roma: 1Cor 16, 1-4; 2Cor 8, 1-14; 2Cor 9; Rom 15, 25-27. 831 Cf. CCA 10; R.A. FLETA, Seguimiento, conversión y economía en la obra lucana, en: RAT 11 (2000) 24-28.

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de Dios les exige compartir sus bienes, tanto espirituales como materiales832, sobre todo con los pobres833, ya que en la comunidad de los creyentes no debe haber ninguna forma de pobreza, por negar los bienes necesarios para una vida decorosa a aquellos que los necesiten834.

Por ello, el grado más intenso de comunicación de bienes debe darse entre los miembros de las pequeñas comunidades cristianas, allí donde el convivir se hace más cercano, puesto que cada comunidad debe aparecer públicamente como un signo visible del Reino de Dios835, pero, tal como indicábamos antes, también debe realizarse entre las diversas comunidades y, hacia los no cristianos e increyentes. El orden de priorizar la comunicación de bienes en estos niveles, se modificará según el grado de pobreza e indigencia que haya en los mismos836.

Las características de la comunicación cristiana de bienes son837:

a) La comunión en la fe, en el “corazón”, es lo primero y, desde aquí, en un segundo momento, se comparten los bienes. La comunicación cristiana de bienes brota de la vida en la fe y la caridad de la comunidad, no de una organización que no tenga esta vivencia existencial. Una comunicación de bienes que no tenga en cuenta estos aspectos, haría de la comunidad una cooperativa, no lo que debe ser.

b) Se sitúa fundamentalmente a nivel de las motivaciones personales; pero, tal como decíamos antes, también de las comunitarias.

c) Incide más en los problemas asistenciales que sobre los de carácter estructural, aunque no obvia a estos últimos.

d) Llega más allá de la burocracia de los servicios que ofrece la comunidad político-social.

e) No es justificable cualquier tipo de acumulación de bienes bajo el pretexto de ayudar a los necesitados.

832 Cf. CCA 21. 833 Cf. IP 1, 140. 834 Cf. DCE 20. 835 “Mientras tengamos oportunidad, practiquemos el bien para con todos, pero especialmente con nuestros hermanos en la fe” (Gal 6, 10). 836 Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 189-190. 837 Cf. J.M. ROVIRA, La eucaristía: exigencia de comunicación cristiana de bienes, en: Cor XIII 119 (2006) 90-93; GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 190; PASCUAL, o.c., 30.

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Desde esta perspectiva podemos manifestar sin miedo a equivocarnos que la comunicación cristiana de bienes es un signo de vitalidad de la Iglesia, que entra de lleno en el ámbito de la justicia y de la caridad. No es simplemente un gesto de generosidad, es una acción que debe cuestionar fuertemente nuestra conciencia y marcar unos comportamientos concretos de vida que exceden la simple aportación monetaria: crear puestos de trabajo cuando se pueda, no al pluriempleo ni a las horas extra, compartir el trabajo; pagar limpiamente los impuestos, adquiriendo conciencia de la trascendencia social que tienen estos como redistribución de la renta y que pueden derivarse hacia los necesitados; no al fraude y la corrupción838. Es decir, todo un nuevo modo de vida que hace capaces a los hombres y mujeres de hoy, de poner en acto la justicia y la caridad.

Desde esta visión, Cáritas debe movilizar la Comunidad en la perspectiva de compartir fraternalmente los bienes de todo tipo y no sólo los económicos, aunque también éstos: compartir los bienes económicos es expresión de amor y de superación del modelo actual de sociedad consumista, así como signo de solidaridad efectiva y tangible. En definitiva, es manifestación de comunión eclesial y señal de su vitalidad839.

La realización de la comunión –koinonía– en el servicio –diaconía– en la Iglesia, tiene como consecuencia más directa la necesidad de cultivar las relaciones del compartir fraterno en el seno de la propia comunidad cristiana local y entre las distintas Iglesias. Ello exige el desarrollo de una auténtica comunión de bienes en la Iglesia y entre las mismas, a través de Cáritas y otras instituciones eclesiales840. Cuando esta labor es llevada a cabo por la Institución es expresión del amor de la propia comunidad de creyentes.

5.3.2. Expresión del amor que viven sus voluntarios y trabajadores

Las personas que son agentes de Cáritas forman parte de una institución, a la que han sido llamados por Dios a servir a los más desfavorecidos de la sociedad desde una entidad que es la misma Iglesia organizada en el ejercicio caritativo-social; y esto lo hacen compartiendo unos valores y modos de ser y actuar que constituyen la esencia misma de su misión.

Esos valores y manera de “hacer” están sustentados por un amor que no sólo alcanza a los últimos y empobrecidos sino que teje fuertes hilos entre 838 Cf. CARITAS, Identidad, 327-328; F. EZCURRA, Comunicación cristiana de bienes, en: Cor XIII 93 (2000) 306. 839 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 54-55. 840 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 56.

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sus miembros. Si no existiera un real y efectivo amor entre los propios agentes de Cáritas, se debería dudar del amor de estos por los pobres y marginados. El amor no es selectivo o excluyente, o lo es para todos o no lo es, y lo es preferencial hacia lo más necesitados pero necesario con los más cercanos.

Es muy esclarecedor al respecto lo que dice A. Abril: “Aquello que profesamos debe reflejarse en la relación entre los agentes de Cáritas ¿Qué estilo de relaciones fraternas vivimos? Un estilo que implica renunciar a uno mismo por el otro, generar relaciones de confianza frente a relaciones competitivas…. Esa lógica diferente, esa vivencia de otros valores, se desarrolla en lo personal, en lo comunitario, y tendría que estar presente en las relaciones en Cáritas, siendo testimonio de esa coherencia en el sentir, pensar, decir y obrar”841 y añadimos expresión del amor entre los agentes de Cáritas.

5.3.3. Expresión del amor eclesial a todos los hombres y mujeres El término “católica”, ya alude a la peculiar vocación universal de la

Iglesia y de la caridad; y significa que la acción se dirige a todas las personas sin excluir a nadie.

Esta vocación universal de la caridad en la Iglesia, es, sobre todo, una exigencia del Amor: encuentra su fundamento en la paternidad de Dios que alcanza a todos sus hijos842 y los hace hermanos843; por lo que estamos llamados a amar al estilo de Dios Padre, que nos impulsa a un deber de solidaridad, de justicia social y de caridad universal844 que abrace y envuelva el mundo entero845.

Esta exigencia del Amor se desprende, así mismo, del propio Jesucristo: “El hijo de Dios viene a llamar a todos, a salvar a todos” (IP 16). Su vida y palabra nos señalan el camino: la parábola del Buen Samaritano sigue siendo el criterio de comportamiento y muestra de la universalidad del amor que se dirige al necesitado846. Transmite de una manera paradigmática lo que vive Jesús de Nazaret y, da las claves básicas para una Iglesia

841 ABRIL, RMA10, 36. 842 Cf. C 46; J.J. LÓPEZ - JIMÉNEZ, La caridad universal, en: Cor XIII 93 (2000) 146-147. 843 Cf. Mt 23,8. 844 Cf. C 448. 845 Cf. IP 83. 846 Cf. DCE 25.

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samaritana: la práctica de la acción caritativa como algo cotidiano, capacidad para mirar a los márgenes de la sociedad donde están los heridos de nuestro tiempo, exigencia de detenernos, dejarnos afectar por la situación y, por último, exigencia de actuación, ya que nada justifica que se pase de largo847.

Jesús de Nazaret quiere y luchó, porque las exigencias de justicia y equidad, alcancen a todos los hombres de cualquier raza y en todas las circunstancias848.

Por eso, nuestra exigencia de amor se fundamenta y extiende a todos los hombres y mujeres, por ser hijos de Dios y hermanos nuestros en Cristo849. Es necesario precisar que la universalidad, lejos de distanciarnos del amor al prójimo próximo, ensancha las probabilidades del amor cristiano en términos de construcción de la fraternidad universal850.

La pastoral de la caridad tiene que ser tan universal como el amor cristiano que la inspira. Una Iglesia que se encerrara en los límites estrechos de la propia diócesis, región o nación, no sería la Iglesia de Jesucristo851. Por eso, la actividad diaconal de las distintas Iglesias particulares ha de tener en cuenta a la hora de desarrollar sus acciones locales, que éstas, también pueden incidir fuera de sus fronteras, en clave de construir un mundo más justo852; apoyando, así mismo, a las organizaciones asistenciales privadas o públicas, incluso las internacionales, para que éstas puedan proporcionar a todos los hombres y mujeres de los pueblos necesitados una eficaz ayuda853.

Ha quedado patente hasta aquí, que se debe amar a todos, pero también, la acción caritativo-social de la Iglesia debe volcarse en donde haya más necesidad y servir mejor a los que están en peores condiciones, y esto, sin lugar a dudas, afecta a las personas del Tercer Mundo854. Para ello, el documento CVI propone las siguientes medidas de comunión y solidaridad855:

847 Cf. LÓPEZ - JIMÉNEZ, o.c, 149. 848 Cf. IP 18. 849 Cf. IP 140. 850 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 38. 851 Cf. CVI Introducción p14. 852 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 28. 853 Cf. AA 8; IP 80. 854 Cf. IP 117. 855 Cf. CVI Propuesta II.4; JARAMILLO, Amar, 165-166.

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a) Sensibilizar a la comunidad eclesial sobre las necesidades de los países en vías de desarrollo.

b) Ayudar a la Iglesias del Tercer Mundo.

c) Crear grupos de apoyo a los proyectos presentados por los misioneros diocesanos.

d) Coordinar todas las ayudas para que sean más eficaces. Desde esta perspectiva, la universalidad del amor que propugna la

Iglesia hace que Cáritas se sienta llamada a traspasar los límites de sus propios espacios para acercarse a todos los pobres de la tierra de modo especial a los que soportan las mayores necesidades856; que se abra a las exigencias del amor fraterno a los pueblos del Tercer Mundo, no sólo en los casos de emergencia, sino en la ayuda permanente al desarrollo.

La dimensión universal de la caridad ha de llevar a Cáritas a que desarrolle acciones locales de Cooperación Internacional en la clave de construir unas relaciones internacionales más justas. No obstante, en sus trabajos a nivel local, siempre ha de tener en cuenta la capacidad de incidencia que estos tienen en otras áreas geográficas, para respetar así esta dimensión universal del ejercicio de la caridad. Es decir, que no sólo se atiende esta dimensión cuando se actúa en otros países, sino en las labores llevadas a cabo en el propio país857.

Esta tarea la realiza Cáritas mediante la Cooperación Internacional en diversas zonas geográficas y donde normalmente actúa y colabora con las Cáritas de dichos países. Y lo puede hacer en solitario o bien con el apoyo de Cáritas internationalis858.

Ahora bien, si la caridad es universal, lo es también ecuménica.

Aunque el ecumenismo es el movimiento que promueve la unidad de los cristianos de toda confesión en consonancia con la oración de Jesús: “Que 856 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 55. 857 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 43. 858 Creemos que no es momento de extendernos en la especificidad de la Cooperación Internacional de Cáritas. Para profundizar en esta cuestión recomendamos acudir a: Directorio de Cooperación Internacional (Madrid 2002) y Documento marco de Cooperación Internacional (Madrid 2008), ambos de Cáritas Española. Son interesantes también los siguientes trabajos: J. M. GALLARDO, La cooperación internacional y emergencias desde Cáritas internationalis, en: Cor XIII 107-108 (2003) 251-260; P. JARAMILLO, El Directorio, impulso y "guía". Claves para su lectura, en: Cor XIII 107-108 (2003) 273-302; E. M. CRUZ, Caridad y cooperación internacional desde la perspectiva de Cáritas Española, en: Cor XIII 140 (2011) 129-142.

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todos sean uno, como tú, Padre, estas en mí y yo en ti” (Jn 17, 21); podemos entenderlo en un sentido más amplio, tomando su raíz de la palabra “oikoumene”, que significa la tierra habitada y extendida por todo el orbe, toda la humanidad y toda la naturaleza859. Se refiere pues a la colaboración de los católicos, en la acción caritativo-social, con los cristianos de otras confesiones, con los creyentes de otras religiones y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Veamos a continuación estos tres aspectos: a) Colaboración entre los cristianos de las diferentes confesiones

(católicos, ortodoxos, protestantes y anglicanos): hay que comenzar manifestando que: “La Iglesia Católico-Romana admira con gozo entre los hermanos separados el ejercicio de la caridad hacia el prójimo realizado con generosidad y entusiasmo” (IP 118).

El decreto sobre ecumenismo del Concilio Vaticano II, reconoce como impulso de la Gracia el desarrollo de “un movimiento dirigido a restaurar la unidad de todos los cristianos”860. Es un don del Espíritu para renovar a la Iglesia hermanada y unida a Cristo, todos hijos de un mismo Padre. La caridad, universal nos invita a superar la situación de división entre los cristianos ya que en todos los bautizados está presente el Espíritu Santo que nos une; y así poder trabajar conjuntamente en la acción caritativo-social hacia los necesitados. Por lo tanto, se trata de algo más que sentir admiración por lo que nuestros hermanos hacen en la ayuda al marginado y excluido, es una seria llamada a la colaboración en común. Coordinación más necesaria todavía, si reconocemos el desconocimiento y la desconexión mutua entre las acciones y actividades caritativo-sociales llevadas a cabo por las organizaciones e instituciones de la Iglesia Católica y las promovidas por los hermanos de las otras confesiones861.

b) Colaboración de los católicos con los creyentes de otras religiones. Ya el Concilio Vaticano II reconoce que en las tradiciones religiosas hay

“verdad y gracia” (AG 9) y un “destello de aquella verdad que ilumina a todos los hombres”862. El Papa Juan Pablo II, ha reconocido explícitamente mediante sus enseñanzas, la presencia operante del Espíritu Santo en la vida 859 Cf. LÓPEZ JIMÉNEZ, o.c., 166. 860 CONCILIO VATICANO II, Unitatis Redintegratio. Decreto sobre ecumenismo (Roma 1964) nº 1. Este documento se citará como UR. 861 Cf. IP 119. 862 CONCILIO VATICANO II, Nostra Aetate. Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas (Roma 1965) nº 2. Este documento se citará como NA.

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de los miembros de otras tradiciones religiosas863 y la acción universal del mismo Espíritu, aun fuera del cuerpo visible de la Iglesia864.

Fruto de esta acción neumatológica, en otras Iglesias y comunidades, han aparecido formas de actividad caritativa con las que la Iglesia Católica esta llamada a colaborar865; y llama a su vez “a todos los seguidores de las grandes religiones del mundo” (SRS 47) a trabajar conjuntamente en aras de la paz, la justicia y, sobre todo, de la dignidad humana.

El problema de la justicia es un problema universal que se suscita ante la realidad de la injusticia, aunque se capte de manera diferente por las distintas religiones866. Por ello, la denuncia y el anuncio profético puede realizarse desde el diálogo interreligioso entre las diferentes creencias867.

Un diálogo, que si bien, puede llevarse a cabo desde la vida, la reflexión teológica o desde la experiencia mística, también puede hacerse desde las obras868, y sobre todo, desde aquellas que luchan contra las injusticias y miserias de nuestro tiempo869.

Las religiones están llamadas a promover conjuntamente la atención a los sufrientes de este mundo; gran parte de su credibilidad, se juega en mostrar como la religación con el Absoluto es fuente de implicación con lo humano, es decir, que desde las entrañas mismas de la experiencia religiosa brota un torrente de amor hacia los últimos y desfavorecidos de la sociedad870.

Las religiones tienen que volver su mirada hacia los márgenes de la sociedad para contribuir conjuntamente a la inclusión de personas y países en aras del desarrollo integral humano, la justicia social y la liberación humana871. Al hablar de esta caridad universal interconfesional, es interesante averiguar qué conceptos y que praxis tienen y realizan las distintas religiones sobre la ayuda a los necesitados, con el fin de trabajar a 863 Cf. RH 6. 864 Cf. DeV 53; RM 28. 865 Cf. DCE 30; SRS 32. 866 Cf. LÓPEZ JIMÉNEZ, o.c., 168. 867 Cf.. C 159. 868 Cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO Y CONGREGACIÓN PARA LA EVANGELIZACIÓN DE LOS PUEBLOS, Diálogo y Anuncio. Reflexiones y orientaciones sobre el diálogo interreligioso y el anuncio del Evangelio (Roma 1991) nº 42. Este documento se citará como Diálogo. 869 Cf. C 535. 870 Cf. J. MELLONI, Los ciegos y el elefante. El diálogo interreligioso. Cuadernos Cristianisme i Justicia 97 (Barcelona 2000) 16. 871 Diálogo, 44.

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fondo los puntos comunes en que se confluye872. Un ejemplo podría ser la relación próxima entre el concepto budista de la compasión o karuna873 y el cristiano de misericordia. La solidaridad y el descentramiento874 son otros aspectos compartidos entre las grandes religiones.

Vemos pues, que la dimensión universal de la caridad puede contribuir a que las diferentes religiones superen sus discrepancias, divisiones, y contribuya a avanzar, en el diálogo interreligioso. La coincidencia y colaboración en el servicio a los últimos, es una aportación sólida a la unidad en el amor y puede conducir a la unidad en la fe en un Dios misericordioso875.

c) El diálogo con todos los hombres y mujeres de buena voluntad

La actividad caritativo-social de la Iglesia, debe serlo en colaboración con todos los hombres de buena voluntad aunque no sean creyentes, ya que en ellos está presente de una manera misteriosa la Gracia de Dios876. Podemos y debemos unirnos a todos los hombres que luchan desde la Verdad, la Justicia y el Amor por construir una sociedad más justa, solidaria y fraternal877.

El fundamento lo encontramos en la certeza de un Padre de todos los seres humanos, que nos hace confiar en un Amor Incondicional que provoca ese impulso de fraternidad para pensar y actuar solidariamente a escala planetaria878.

Desde aquí, se pueden crear lugares donde creyentes de distintas religiones y no creyentes, colaboren en acciones para la inclusión de los marginados y la transformación de las relaciones sociales en el sentido de la solidaridad. Se forman, así, grupos de iguales -que intentan superar el 872 LÓPEZ JIMÉNEZ, o.c., 169. 873 “La compasión de la que habla Buda no consiste en sentir pena por los demás sino en querer de forma desinteresada el bien y la felicidad de todos los seres” (M. NIKAYA, Los sermones medios del Buda [Barcelona 2006] 86). 874 J. Melloni habla de un triple descentramiento o trascendimiento: hacia el Otro, hacia los otros y hacia lo otro. El primer trascendimiento marca el camino místico hacia el Misterio; el descentramiento hacia los demás indica el camino ético; y el descentramiento hacia las cosas y la naturaleza indica el camino estético y ecológico. El mismo autor afirma que estos tres polos están presentes en todas las tradiciones religiosas: Cf. J. MELLONI, Vislumbres de lo real. Religiones y revelación (Barcelona 2007) 253. 875 Cf. CRISTIANISME I JUSTICIA, Religiones de la tierra y sacralidad del pobre. Aportación al diálogo interreligioso (Santander 1997) 171. 876 Cf. IP 118. 877 Cf. CA 60; IP 63; C 94; CIV 57. 878 Cf. LÓPEZ JIMÉNEZ, o.c., 170.

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efecto excluyente de las limitaciones por causa de la religión, raza, clase social, género y cultura, sin anular las diferencias. En estos espacios, donde se eliminan las diferencias excluyentes y caen las barreras que existen entre hombres y mujeres, blancos y negros, ricos y pobres, creyentes y no creyentes; y donde existe la compasión, la búsqueda de equilibrio y la inclusión, donde se establecen relaciones amorosas; aquí resplandece Dios, porque se está colaborando al advenimiento de su Reino879.

Por todo ello, Cáritas debe colaborar con los cristianos de otras confesiones, con los creyentes de otras religiones y con todos los hombres de buena voluntad, ya que en todos los bautizados está presente el Espíritu, en todos los fieles de otras religiones las semillas del Verbo y en todos los hombres de buena voluntad la presencia secreta de Dios. Esta presencia llama a Cáritas a trabajar en la coordinación de esfuerzos, porque la pobreza interpela a todo el género humano, no sólo a los católicos o cristianos o creyentes de otras confesiones religiosas880.

La dimensión universal de la caridad que tiene una vinculación con todo lo humano no puede obviar al universo.

Dios es el creador de todo, crea al hombre y lo sitúa en la cima de la creación, pero esta posición dada no lo capacita para ejercer un dominio salvaje sobre la naturaleza. El significado de las expresiones “someter la tierra” y “dominar los animales”881, no justifica una explotación arbitraria, ni una relación destructiva de especies animales o vegetales. El ser humano, criatura entre las criaturas, está llamado a experimentar una profunda comunión con los otros seres creados882. Dios entrega al hombre el Paraíso para que lo cuide y disfrute como rentero administrador883. Existen unos límites para el género humano, no nos podemos olvidar que siendo Dios el creador del hombre y del mundo, ambos van unidos irremediablemente. Todo es para el hombre siendo todo de Dios884. Los bienes naturales han

879 Cf. L. TROCH, El misterio en vasijas de barro. La búsqueda de las imágenes de Dios en las nuevas experiencias religiosas, en: Concilium 319 (2007) 92, 95. 880 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 43; IP 118. 881 Cf. Gn 1, 28. 882 Cf. A. GARCÍA RUBIO, Crisis ecológica, fe cristiana y derecho de la Naturaleza, en: Cor XIII 88 (1998) 273; El ser humano está llamado a “dominar” la tierra, no como quiera, sino como imagen de Dios, esto es, tal como Dios mismo ha querido la tierra y todos los seres vivientes en ella, en la línea del amor y de la providencia divina: Cf. J. JAIME NAVARRO, Salvaguardar la creación de Dios es tarea de todos, en: RAT 27 (2008) 55. 883 Cf. Gn 2, 4-17; J.M. SAMPER, Ecología en la Biblia, en: RAT 29 (2009) 40. 884 Cf. J.M. BERNÁRDEZ, “Dominar el mundo” y “el uso de la Naturaleza” y de los bienes de forma ¿ilimitada? Claves ecológicas, en: Cor XIII 109 (2004) 187-190.

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sido creados por Dios para ser usados por todos por eso, el ser humano está llamado no sólo a preservarlos sino a cultivarlos885. Colaboradores, pues, de Dios, somos administradores del mundo creado por el amor de Él, y con-creadores del mismo, con Él.

El hombre como criatura, debe vivir una profunda comunión con los otros seres creados, pero al ser criatura imagen de Dios debe colaborar en la obra de la creación de una manera especialísima, asumiendo su responsabilidad con las otras criaturas y con la naturaleza. Participar del señorío de Dios, debe traducirse en servicio a la vida y no en la destrucción y en la muerte. La figura del administrador responsable encaja bien con el significado de la responsabilidad humana en relación al mundo creado886.

Comunión y responsabilidad son los dos ejes que resumen bien la actitud que debe tener el género humano en sus relaciones con la naturaleza887.

Hay pues, una responsabilidad humana de preservar un ambiente íntegro y sano para todos888: el deber común universal de respetar lo que es un bien colectivo889, que se caracteriza por los vínculos estrechos que unen entre sí a los diversos ecosistemas y el valor ambiental de la biodiversidad, que deben ser protegidos adecuadamente porque constituyen una riqueza única para toda la humanidad890.

La responsabilidad de salvaguardar el medio ambiente, se extiende no sólo a las exigencias del presente, sino también a las del futuro; se trata de que transformemos nuestra concepción de herederos de la tierra, en la de albaceas de ese legado, con el deber de conservarlo y entregarlo si cabe, en mejor estado a nuestros hijos, que heredarán la misma condición y el mismo deber para con sus sucesores891. “Se trata de una responsabilidad que las generaciones presentes tienen respecto a las futuras” (CA 37).

Si nos volvemos hacia el hombre contemporáneo, podemos observar que se sitúa ante la naturaleza de una manera “no trascendente”, es decir, sin referencia alguna a un origen o a un fin; por eso, el uso que hace de los 885 Cf. C 256; 481; Gn 2, 16; Sab 9,3. 886 Cf. GARCÍA RUBIO, o.c., 272. 887 Cf. Ibid., 274. 888 Cf. SRS 34; CIV 48, 50. 889 Cf. CA 40. 890 Cf. C 466. 891 Cf. C 467; CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 20. Se debe vivir sin colaborar al deterioro irreversible del planeta, que deja para las siguientes generaciones un mundo inhabitable: Cf. IP 120; CCE 2544-2547; CIV 48,50.

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bienes de la naturaleza no tiene límites para él, y los considera sólo suyos. Esta situación que concibe al mundo desligado de Dios, no sólo desvincula al hombre de la tierra, sino que los bienes naturales, perdiendo su valor ontológico creatural, se transforman por voluntad de posesión, en deseo esclavizante para el género humano892.

Por el contrario, la visión bíblica nos presenta una creación obra de Dios bueno, y que, hecha buena, invita al hombre a reconocer los beneficios de una naturaleza amiga en la que las cosas que integran el mundo no pueden ser reducidas a meros objetos manipulables, ya que están penetradas por la palabra creadora divina y apuntan a la presencia y actuación amorosa de Dios. Ante esta perspectiva, el hombre no sólo debe respetar al mundo sino amarlo por haber salido del seno amoroso de Dios893.

Consecuencia de la aptitud secular del nombre actual, que hemos comentado anteriormente, éste ha intensificado más su deseo de apropiación desmedida de los bienes y de los mecanismos para dominar el planeta, considerándose dueño de todo; y que, en posesión de la tecnología adecuada, se percibe capaz de dominar y someter a la naturaleza para el propio provecho. Considera al mundo sólo desde el punto de vista de su propia utilidad894.

La sociedad actual con su sistema organizativo, ha deteriorado gravemente el medio ambiente a causa de una explotación irracional y suicida de los recursos naturales, poniendo en grave peligro la supervivencia del ser humano895. Las riquezas del planeta son limitadas y las energías renovables necesitan un tiempo para no agotarse. Estamos llegando a una situación límite del deterioro del hábitat humano896. Queda claro, que el sistema social imperante hace que no se puedan establecer relaciones solidarias y respetuosas con el medio ambiente897.

Hay que ver, además, la estrecha vinculación existente entre la injusticia social y la devastación del medio ambiente, que muestra su cara más inhumana en los países del Tercer Mundo, donde no disponen de los medios tecnológicos y económicos para protegerse y donde el hambre y la pobreza

892 Cf. BERNÁRDEZ, o.c., 186; 190-191; C 464. 893 Cf. C 44; GARCÍA RUBIO, o.c., 277; BERNÁRDEZ, o.c., 186; CIV 48. “La alianza entre el ser humano y el medio ambiente ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos” (CIV 50). 894 Cf. GARCÍA RUBIO, o.c., 269; BERNÁRDEZ, o.c., 187. 895 Cf. IP 93. 896 Cf. CA 37-38. 897 Cf. IP 38.

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hacen casi inevitable una explotación intensiva y abusiva de la naturaleza. Hay una circularidad entre sociedad injusta y degradación ambiental, y son inseparables, pues la raíz de ambas es la misma: la injusticia social, que así queda unida a la injusticia ecológica898. Por eso, debe haber una extensión de la caridad que llegue también al mundo creado899.

Desde esta visión, surge una exigencia ética: el compromiso para la transformación de la sociedad que propicie un cambio radical en la relación con el medio ambiente:

a) La programación de un desarrollo económico que considere “la necesidad de respetar la integridad y los ritmos de la naturaleza” (SRS 26), porque los recursos, tal como hemos indicado anteriormente son limitados y algunos no renovables, existiendo una verdadera amenaza que nos hace temer que en el presente y sobre todo en el futuro no se pueda disponer de ellos900.

b) El establecimiento de un nuevo orden económico mundial que, desde la justicia y la solidaridad internacional, no despilfarre ni malgaste los bienes de consumo901.

c) Favorecer y promocionar una tecnología descontaminante: las capacidades científicas conjugadas con una fuerte dimensión ética, deben tender a la eliminación de la contaminación ambiental902.

Si la acción debe ser decidida y clara sobre el aspecto estructural, también necesitamos a nivel personal un cambio de mentalidad que propicie nuevos estilos de vida a favor de la comunión y de la articulación vital entre el ser humano y la naturaleza903. Este nuevo y distinto modo de estar en el mundo pasa por una confraternización con la naturaleza, casa y aldea común, en la cual existe una intimidad entre todas las cosas, en la que el género humano ya no es el dueño absoluto, sino que comparte con todas las criaturas la dimensión cósmica y su finalidad. Se produce un “ser cósmico” en el que se pasa del dominio, al servicio y a la comunión904.

898 Cf. J. CARRERA, El problema ecológico una cuestión de justicia. Cuadernos Cristianisme i Justicia 161 (Barcelona 2009) 19-27. 899 Cf. GARCÍA RUBIO, o.c., 268; 289-290; C 482; CIV 51. 900 Cf. C 470; SRS 34. 901 Cf. IP 68. 902 Cf. C 465. 903 Cf. C 486; CA 36; JAIME NAVARRO, o.c., 60. 904 Cf. BERNÁRDEZ, o.c., 211. “La naturaleza es expresión de un proyecto de amor, nos procede y nos ha sido dada por Dios como ámbito de vida” (CIV 48).

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Por último, la dimensión ecológica de nuestra vida cristiana se ha de fundamentar en una espiritualidad que, con actitud ascética, asuma libremente una autolimitación del consumo que favorezca el cuidado de la Tierra. También, desde la experiencia de Dios, nos debemos educar en saber contemplar la Creación, llenarnos de una admiración sin límites al intuir en ella la “causa última de todas las cosas”. Toda criatura, es un signo sacramental de la bondad, sabiduría, belleza y amor de Dios. Cada criatura nos debe recordar al Creador del universo905.

Cáritas apela a que todos sus miembros tengan una conciencia ecológica profunda que debe ser propuesta desde el “ser” y “hacer” de la Institución a todos los seres humanos estando ésta inexorablemente unida a la experiencia que deben tener sus miembros, de fraternidad común por ser hijos de un mismo Padre-Madre y colaboradores de Él en la tarea de la creación906.

Concluyendo, Cáritas es expresión del amor eclesial a todos los hombres y mujeres cuando desde la dimensión universal de la caridad atiende a cualquier persona de cualquier lugar y en cualquier área geográfica distante, sin tener en cuenta raza, sexo, religión, ideología, etc.; y cuando esto lo lleva a cabo con cualquier persona de buena voluntad desde la vivencia de los valores evangélicos y desde el respeto y amor por la naturaleza y el mundo en que vivimos.

5.3.4. Expresión del amor preferencial por los marginados y excluidos907

El sentido último de Cáritas como institución es ser signo y testimonio del amor de Cristo encarnado y vivido en la Iglesia, por los necesitados y de la existencia de un amor verdadero en el mundo.

Ofrecer amor, sobre todo a los que nada tienen es lo que dinamiza y da sentido a la acción caritativa-social realizada por Cáritas con y a favor de los empobrecidos908.

La acción de sus miembros no debe fundamentalmente poner de manifiesto las buenas cualidades de unas personas con buen corazón, sino que debe significar sobre todo el amor que alienta en la Iglesia, que ha de

905 Cf. BERNÁRDEZ., 209; GARCÍA RUBIO, o.c., 288; JAIME NAVARRO, o.c., 59. 906 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 33-34. 907 No nos vamos a extender en este punto, que ha sido tratado con amplitud en el apartado 5.2 de este trabajo. 908 Cf. ALTABA, RMA6, 35.

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ser, al mismo tiempo, amor que alienta en el mundo: todo verdadero amor tiene su origen en Dios, en Dios que es amor909. De esa manera Cáritas es signo de la sacramentalidad de la Iglesia.

5.4. Cáritas para ser fiel a su identidad debe armonizar

adecuadamente su “estructura organizativa” y su “dimensión sacramental”

Benedicto XVI manifiesta de una manera clara e inequívoca: “El amor necesita también una organización, como presupuesto para un servicio comunitario ordenado” (DCE 20).

Mucho antes, el Concilio Vaticano II ya hacía un llamamiento al ejercicio organizado de la caridad910. Y Pablo VI, en su discurso a los asistentes a la VII Asamblea general de Cáritas internationalis, refiriéndose concretamente a Cáritas expresaba la necesidad de que su actividad se sustentará en una buena organización para dar adecuada respuesta al fenómeno de la pobreza911

Sin embargo, y también en el marco del Magisterio, Juan Pablo II advertía en su discurso a los miembros de “Cor unum”: “Las modernas exigencias técnicas y la búsqueda de una mayor eficacia en una buena organización no deben hacernos olvidar que las estructuras sólo tiene como fin ser canales para la caridad”912.

Y tiene mucha razón el Santo Padre, a veces las mediaciones se convierten o puede convertirse en fines y es precisamente entonces cuando se pierde el horizonte de la misión. Por el contrario, cuando la finalidad de la misión es la persona humana como imagen de Dios, la Comunidad como sacramento de amor, y la salvación como realización plena de la liberación; la Iglesia en misión, Cáritas en su acción, desarrollan lo mejor de sí mismas913.

Por eso, “en la vida de Cáritas y en la de sus agentes, además de dialogar y decidir sobre criterios de organización, de gestión o de racionalización, deben fluir los planteamientos que conducen a la implicación, la inmersión

909 Cf. ECHARREN, Cáritas, 208-209. 910 Cf. GS 88. 911 Cf. CIA65 2. 912 JUAN PABLO II, Discurso del Santo Padre al Pontificio Consejo "Cor unum" en su Asamblea plenaria (El Vaticano 1994) nº2. Este documento se citará como CU94. 913 Cf. PRAT, Misión, 42.

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y el ser para los demás en el esfuerzo gratuito, que parte de un sincero amor a los pobres. Cuando falta ese amor, sobre la burocracia”914.

Cáritas, debe promover un modelo institucional, en el que se armonicen coherentemente su "estructura organizativa" y su “dimensión sacramental”. Cáritas es servicio eclesial organizado a favor de los empobrecidos, y para realizar de manera ordenada y eficaz su tarea debe incorporar todos los medios necesarios para llevar a cabo una labor eficiente, con la adecuada técnica y metodología, asumiendo mediaciones humanas de tipo empresarial915.

Ahora bien, el alma de Cáritas es –como se desprende de todo lo que hemos dicho hasta aquí– su carácter “sacramental”; es decir, así como la Iglesia es “sacramento universal de salvación” (LG 48) Cáritas que es la Iglesia misma en el ejercicio de la caridad con los pobres y marginados, participa de la condición sacramental de ésta. Lo que equivale a considerar a Cáritas como signo y portadora de la salvación de Dios en Cristo, por la práctica del mandamiento nuevo expresión de la comunión eclesial y la fraternidad en el amor de Dios. Por ello, en su actuar la “dimensión organizativa” ha de esta impregnada toda ella del “carácter sacramental”916.

5.5. Cáritas, enraizada en la Eucaristía, que es el sacramento de la caridad, se convierte en su expresión concreta

5.5.1. Fundamentación bíblica En la Eucaristía celebramos la vida entregada de Jesús: Él quiso

dejarnos un memorial917, cuando ya era inminente su muerte, que resumía perfectamente lo que fue su vida de proexistencia.

914 CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 61. 915 Cf. ALTABA, RMA3, 27; DUQUE, Eclesialidad, 69. 916 Cf. Ibid., 69. 917 Cf. Mt 26, 26-30; Lc 22, 14-21; Mc 14, 22-26; 1Cor 11, 23-25. Existe una clara diferencia entre los términos "memoria" y "memorial". Hacer memoria, es recordar un hecho que sucedió y se sitúa fundamentalmente en el pasado, y que puede o no, de una manera derivada, tener una cierta incidencia en el presente. Memorial, es la vivencia de un hecho que aunque sucedió en el pasado, sigue aconteciendo en el presente con igual fuerza y actualidad. El hecho, objeto del memorial, pasa a denominarse acontecimiento, por su despliegue en el pasado, presente y futuro; y "memorial" equivale a decir presencia activa y actuante. "La Eucaristía es un acto (...), actualización del misterio, en el cual el pasado, como acontecimiento de muerte y de resurrección, muestra su capacidad de abrir al futuro, de anticipar la plenitud final" (FRANCISCO, Lumen fidei. Carta encíclica sobre la fe [Roma 2013] nº 44). Este documento se citará como LF.

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Cuando Él nos invita a repetir el mismo rito, por encima y más allá del mismo, está la invitación a hacer efectiva la realidad evocada: siguiendo sus pasos debemos de dar la vida por los demás de la misma manera que Él, es decir, por todos y preferentemente por los más pobres918.

Por eso, la celebración eucarística estuvo ligada a la comunicación cristiana de bienes desde los tiempos más antiguos y fue para los seguidores de Jesús un momento para compartir fraternalmente con los más pobres919.

Durante el primer siglo, los cristianos celebran la Eucaristía en el marco de una cena comunitaria, en la que cada uno aportaba los alimentos que le permitían sus recursos920; de esta manera “el banquete eucarístico desempeñó una función sacra y profana a la vez: la de procurar los medios de subsistencia indispensables a los miembros más necesitados de la Iglesia, en una comunión vital y no abstracta, y la de rendir, de este modo, un culto grato a Dios por Jesucristo”921.

Por ello, Pablo advierte que sin caridad hacia los más “débiles” no hay Eucaristía: “Os reunís en asamblea formáis bandos” (1Cor 11, 18-19)922; “en consecuencia cuando tenéis una reunión os resulta imposible comer la cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comerse su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro está borracho” (1Cor 11, 20-21).

Por ello, el Apóstol advierte que “antes de comer el pan y beber el cáliz hay que examinar bien la situación de la comunidad (11, 28), pues cuando hay escisiones y se avergüenza a los pobres (11, 22) se «come el pan y se bebe el cáliz indignamente» y se «será reo del cuerpo y de la sangre del Señor» (11,27). Pablo dice tajantemente que lo que se hace en esas condiciones «no es comer la cena del Señor» (11, 20)” 923.

Podemos concluir este apartado manifestando que según la Revelación donde no hay fraternidad tampoco hay Eucaristía y que la Eucaristía está indefectiblemente unida a la oblación de vida de cada cristiano unida a la de Cristo, en favor de todos, especialmente de los más necesitados.

918 Cf. GONZALEZ-CARVAJAL, Excluidos, 262. 919 Cf. 1Cor 16, 2-3. 920 Cf. G. THEISSEN, Estudios de sociología del cristianismo primitivo (Salamanca 1985) 261. 921 M. GESTEIRA, La Eucaristía, misterio de comunión (Madrid 1983) 91. 922 En aquel tiempo los anfitriones de convites discriminaban a los invitados según sus recursos y situación social; lo que viene a demostrar que estas escisiones en el banquete eucarístico tenían una clara raíz socioeconómica: Cf. AGUIRRE, Movimiento, 161. 923 Ibid., 162.

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La Eucaristía, es pues, el sacramento de la misericordia y del servicio; que es lo que nos quiso indicar el cuarto evangelio al sustituir en la última cena la institución de la Eucaristía por el lavatorio de los pies, que, significativamente, concluye también con una invitación a repetir el gesto de Jesús924.

5.5.2. Eucaristía y caridad a la luz del magisterio eclesial925

Nos dice Juan Pablo II: “Así el Señor, mediante la Eucaristía, sacramento y sacrificio, nos une consigo y nos une entre nosotros con el vínculo más perfecto que toda unión natural; y unidos nos envía al mundo entero para dar testimonio con la fe y con las obras, del amor de Dios, preparando la venida de su Reino y anticipándolo en las sombras del tiempo presente. Quienes participamos de la Eucaristía estamos llamados a descubrir, mediante este Sacramento, el sentido profundo de nuestra acción en el mundo en favor del desarrollo y de la paz; y a recibir de él las energías para empeñarnos en ello cada vez más generosamente, a ejemplo de Cristo que en este Sacramento da la vida por sus amigos (Cf. Jn 15,13), Como la de Cristo y en cuanto unida a ella, nuestra entrega personal no será inútil sino ciertamente fecunda” (SRS 47).

Con estas palabras el Papa resalta que la comunión con el Señor en la Eucaristía produce inmediatamente comunión entre todos y nos hace partícipes de su misión y testigos de su amor.

En sintonía con lo dicho anteriormente en otros documentos manifiesta la indisoluble relación entre Eucaristía y caridad: “La Eucaristía significa esta caridad, y por ello recuerda, la hace presente y al mismo tiempo la realiza (…). Junto con este don insondable y gratuito, que es la caridad revelada hasta el extremo en el sacrificio salvífico del Hijo de Dios –del que la Eucaristía es señal indeleble– nace en nosotros una viva respuesta de amor. No sólo conocemos el amor, sino que nosotros mismos comenzamos a amar. Entramos, por así decirlo en la vía del amor y progresamos en este camino. El amor que nace en nosotros de la Eucaristía se desarrolla gracias a ella, se profundiza, se refuerza. El culto eucarístico es, pues, precisamente

924 Cf. Jn 13, 1-17. 925 Se abre aquí una cuestión cuya profundización no es procedente abordar en este momento y además excedería la pretensión de nuestro trabajo. Esta temática podría ser objeto, por sí sola, de una investigación teológica que se centrará en ella misma. Recogeremos, pues, las enseñanzas más actuales y significativas sin la menor intención de ser exhaustivos.

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expresión de este amor, que es la característica auténtica y más profunda de la vocación cristiana. Este culto brota del amor y sirve al amor, al cual todos somos llamados en Cristo Jesús”926.

Y sigue afirmando categóricamente en el mismo documento: “El auténtico sentido de la Eucaristía se convierte de por sí en escuela de amor activo al prójimo” (DC 6). “Debemos hacernos particularmente sensibles a todo sufrimiento y miseria humana, a toda injusticia y ofensa, buscando el modo de repararlos de manera eficaz” (DC 6). “El sentido del Misterio eucarístico nos impulsa al amor al prójimo, al amor a todo hombre” (DC 6).

El mismo Papa, nos habla del domingo en relación con la Eucaristía como el día de la solidaridad: “El domingo debe ofrecer también a los fieles la ocasión de dedicarse a las actividades de misericordia, de caridad y de apostolado (…). La Eucaristía dominical, pues, no sólo no aleja de los deberes de caridad sino al contrario, compromete más a los fieles «a toda clase de obras de caridad, piedad y apostolado»”927.

Más adelante, en otro documento hace referencia a la relación Eucaristía-caridad ya presente en la primitiva comunidad cristiana: “Es también necesario recordar a toda la Iglesia (…) el lazo existente entre la Eucaristía y la caridad, lazo que la Iglesia primitiva expresaba uniendo el ágape con la Cena eucarística. La participación en la Eucaristía debe llevar a una acción caritativa más intensa como fruto de la Gracia recibida en este sacramento”928.

Su magisterio sigue insistiendo en la relación inseparable entre Eucaristía y ayuda a los empobrecidos: “Es significativo que el Evangelio de Juan, allí donde los Sinópticos narran la institución de la Eucaristía, propone, ilustrando así su sentido profundo, el relato del «lavatorio de los pies» en el cual Jesús se hace maestro de comunión y servicio (Cf. Jn 13, 1-20). El Apóstol Pablo, por su parte, califica como «indigno» de una comunidad cristiana que se participe en la Cena del Señor, si se hace en un

926 JUAN PABLO II, Dominicae Coenae. Carta a todos los obispos de la Iglesia sobre el ministerio y el culto de la Eucaristía (El Vaticano 1980) nº 5. Este documento se citará como DC. 927 JUAN PABLO II, Dies Domini. Carta Apostólica sobre la santificación del domingo (El Vaticano 1998) nº 69. Este documento se citará como DD. 928 JUAN PABLO II, Ecclesia in America. Exhortación Apostólica sobre el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América (Ciudad de México 1999) nº 35. Este documento se citará como EiA.

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contexto de división e indiferencia hacia los pobres (Cf. 1Cor 11, 17.22.27.34)”929.

Benedicto XVI nos dice: “Una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria en sí misma. Viceversa –como hemos de considerar más detalladamente aun– el «mandamiento» del amor es posible sólo porque no es una mera exigencia: el amor puede ser «mandado» porque antes es dado” (DCE 14).

Y prosigue con su magisterio “Cada celebración eucarística actualiza sacramentalmente el don de la propia vida que Jesús ha hecho en la Cruz por nosotros y por el mundo entero. Al mismo tiempo, en la Eucaristía Jesús nos hace testigos de la compasión de Dios por cada hermano y hermana. Nace así, en torno al Misterio eucarístico el servicio de la caridad para con el prójimo (…). La Eucaristía impulsa a todo el que cree en Él a hacerse «pan partido» para los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más justo y fraterno” (Sc 88). “El alimento de la verdad nos impulsa a denunciar las situaciones indignas del hombre, en las que a causa de la injusticia y la explotación se muere por falta de comida, y nos da nueva fuerza y ánimo para trabajar sin descanso en la construcción de la civilización del amor. Los cristianos han procurado desde el principio compartir sus bienes (Cf. Hch 4, 32) y ayudar a los pobres (Cf. Rom 15, 26). La colecta en las asambleas litúrgicas no sólo nos lo recuerda expresamente, sino que es también una necesidad muy actual” (Sc 90).

Nuestros obispos recogen todas estas enseñanzas y las hacen suyas: “El sacramento de la Eucaristía no se puede separar del mandamiento de la caridad. No se puede recibir el cuerpo de Cristo y sentirse alejado de los que tienen hambre y sed, son explotados o extranjeros, están encarcelados o se encuentran enfermos” 930.

En diversos documentos exponen una serie de sugerencias en las que indican claramente que celebrar la Eucaristía ha de llevar a un compromiso hacia el hermano empobrecido y necesitado931.

929 JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucharistia. Carta encíclica sobre la Eucaristía en su relación con la Iglesia (Roma 2003) nº 20. Este documento se citará como EdE. 930 CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La Eucaristía, alimento del Pueblo peregrino. Instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española ante el Congreso Eucarístico Nacional de Santiago de Compostela y el Gran Jubileo del 2000 (Madrid 1999) nº 21. Este documento se citará como EaP. 931 No nos vamos a alargar con las citas para no ser repetitivos, basta consultar: MCC98; MCC99; MCC02; MCC03; MCC09 y sobre todo EaP 69 y MCC06.

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5.5.3. La imposible separación entre Eucaristía y caridad

La fundamentación bíblica y el Magisterio lo han dejado claro: es imposible concebir la Eucaristía al margen de la caridad y la caridad al margen de la Eucaristía. Ambas están unidas en el mismo misterio. La caridad o es Eucaristía o no es caridad, es filantropía; y la Eucaristía o es sacramento de amor o no es Eucaristía, se convierte en un rito932.

Si la Eucaristía no se traduce en fraternidad y servicio a los últimos de la sociedad, pierde su fuerza salvadora y, corre el peligro de reducirse al “recuerdo” de una salvación ocurrida en el pasado sin ninguna incidencia salvífica en el presente de nuestra historia.

Pero realizar el ejercicio de la caridad sin que su centro y fuente sea la Eucaristía, hace que esta pierda su identidad cristiana y la radicalidad del servicio que brota de la comunión con Cristo933.

Si el sacramento eucarístico es la expresión más real de que el Señor resucitado se encuentra hoy entre nosotros, el ejercicio de la caridad en favor de los más necesitados radicada en la Eucaristía, es la manifestación visible de que el Señor sigue con nosotros dándose en el servicio diario de los creyentes934. Por ello, Eucaristía y caridad se comprenden y viven como realidades que se implican mutuamente y que nunca se pueden disociar ni existir la una al margen de la otra.

5.5.4. Ejercicio de la caridad y Eucaristía: incorporación sacramental a la entrega de Jesús935

La vinculación principal entre Eucaristía y servicio a los pobres radica en la incorporación sacramental del creyente a la vida, muerte y resurrección del Señor, que se hace presente en la Eucaristía mediante el pan partido y el vino repartido. Cuando el sacramento eucarístico se entraña en lo más profundo de la vida del creyente, su vida queda cristificada y transformada por los mismos dones que le impelen a entregar la propia vida para la construcción de un mundo de justicia, paz y amor.

932 P. JARAMILLO - C. RODRIGUEZ - R. PRIETO, "Daos fraternalmente la paz". La Eucaristía alimenta al pueblo peregrino, haciéndolo fraterno y solidario, en: AA.VV., La Eucaristía alimento del pueblo peregrino. IX Congreso Eucarístico Nacional (Madrid 2000) 151 y 162. 933 Cf. Ibid., 152. 934 Cf. Ibid., 154. 935 Cf. Ibid., 153 y 158.

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De esta manera la vida en Cristo, que la Eucaristía posibilita y desarrolla, hace de toda la existencia cristiana una vida sacramental y, de cada cristiano, un sacramento del amor entregado de Jesús. La incorporación sacramental a Jesucristo es incorporación pues, a su mediación salvadora.

5.5.5. Eucaristía y opción por los pobres936

El cristiano celebra la Eucaristía, como acción de gracias a Dios y para hacer presente en el mundo el mismo estilo de vida de Jesús de Nazaret. Y lo puede hacer, gracias a que el mismo Espíritu que ungió a Jesús y lo envío a dar la Buena Nueva a los pobres, se hace presente en la celebración eucarística transformado los dones y derramándose en los creyentes, que entran en comunión con su vida, para que a través de ellos Jesucristo pueda ser contemporáneo a los hombres y mujeres de todos los tiempos y anunciador permanente del evangelio a los excluidos y marginados de la sociedad.

Si Jesús desarrolla su vida y se entrega a la muerte desde su amor preferencial por lo más necesitados, el cristiano cuando en la Eucaristía se une a Cristo, el amor preferencial que Él tenía por lo más pobres debe encarnarse en la vida y misión del creyente.

5.5.6. La Eucaristía es la fuerza del ejercicio de la caridad para con los empobrecidos937

No se puede vivir la caridad sin la fuerza de Dios que nos viene sobre todo de la Eucaristía, que da la energía y el vigor para amar. Así lo manifiesta claramente Jesús: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre sigue conmigo y yo con él” (Jn 6, 55-57).

Para servir al necesitado, necesitamos entrar en comunión con Cristo, de tal manera que podamos decir como Pablo: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi” (Gal 2, 20). Quien se nutre de la Eucaristía experimenta que su relación con Jesucristo no es algo externo a él, sino algo que se entraña en su ser y lo configura “crísticamente”, de tal manera que eso lo habilita para 936 Cf. Ibid., 157. 937 J. RODRIGUEZ, Dimensión caritativa y social de la Eucaristía, en: AA.VV., La Eucaristía alimento del pueblo peregrino. IX Congreso Eucarístico Nacional (Madrid 2000) 321; ALTABA, RMA9, 78.

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el servicio a los más débiles de la sociedad, los últimos, tal como lo hizo Jesús.

5.5.7. En la Eucaristía se anticipa la fraternidad del Reino938 Jesús de Nazaret utiliza el símbolo de la comida para describir el Reino

que anuncia939. La insistencia de los evangelistas en las comidas de Jesús es

intencionada, ya que en ellas se expresa un modo nuevo de actuar respecto a las personas y grupos que en Israel eran considerados impuros y marginados sociales. Por eso, las comidas de Jesús provocaron escándalo ya que eran abiertas a los excluidos de aquella sociedad. Esta comensalidad supera las prescripciones legales y apuntan a una fraternidad inclusiva.

Después de su pasión y muerte, el Resucitado sigue apareciéndose en un contexto de comensalidad940.

Precedida por las comidas del Jesús histórico, signo de acogida e integración sin reservas; seguida de las comidas postpascuales, lugar privilegiado de reconocimiento y encuentro con el Resucitado; la Eucaristía que celebramos como prefiguración del banquete escatológico, anticipa y realiza un banquete abierto a la participación de todos. Cargada de fraternidad vivida y celebrada, supone una urgencia para llamar y dar cabida en la mesa de la humanidad a todos los desheredados de la tierra.

5.5.8. Cáritas y la fracción del pan941

Cáritas y sus agentes (voluntarios y trabajadores) desde su vivencia eucarística, deben cultivar su configuración con Cristo servidor y con su vida entregada para la salvación del mundo. De esa manera Cáritas encuentra en la Eucaristía la fuente y el alma de su servicio a los

938 Cf. JARAMILLO - RODRIGUEZ (y otros), o.c., 163-164. 939 No podemos detenernos en este interesante hecho, porque sería desviarnos de nuestro trabajo. Para profundizar en este tema es muy interesante consultar: R. AGUIRRE, La mesa compartida. Estudio del NT desde las ciencias sociales (Santander 1994). Este trabajo se citará como Mesa. 940 Cf. Lc 14, 30. 941 Cf. R. PRAT, La propuesta caritativa y social de la Iglesia ante el reto de la crisis, en: Cor XIII 134 (2010) 97; CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 43-44; ALTABA, RMA6, 45 y 71.

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empobrecidos y verifica en la praxis la unidad indisoluble entre Eucaristía y acción caritativa-social.

Esta unidad se expresa en el marco de la celebración eucarística con el simbolismo de la fracción del pan. De la misma manera que en la fracción del pan, se da Jesucristo a todos, así se debe “repartir Cáritas”. Y en el “podéis ir en paz” se hace la invitación activa a la entrega total a los demás: llevar la paz de Cristo, el servicio de Cristo a todos; ya que si Jesucristo se ha dado y repartido en la fracción del pan; aquellos que eucarísticamente han entrado en comunión con Él, deben entregarse a los demás y especialmente a los pobres y excluidos de nuestro mundo.

Por ello, cuando Cáritas se reparte como pan partido se cumple lo que dice de ella Benedicto XVI: “Cáritas en sus diversos ámbitos desarrolla el precioso servicio de ayudar a las personas necesitadas, sobre todo a los más pobres. (…) Inspirándose en la Eucaristía, que es el sacramento de la caridad, se convierte en su expresión concreta; por ello merece todo encomio y estímulo por su compromiso solidario en el mundo” (Sc 90) 942.

942 La cita nombra textualmente a Cáritas pero se refiere también a las instituciones eclesiales de beneficencia, a las cuales incluye: "Las instituciones eclesiales de beneficencia, en particular Cáritas ..." (Sc 90).

225

226

6. CONSTATACIÓN EN TORNO A CÁRITAS DESDE LAS

ENCUESTAS: “LA ACTIVIDAD DE CÁRITAS Y SU INCIDENCIA SOBRE LAS PERSONAS”

6.1. Razón de ser de las encuestas

Ya decíamos en la introducción de este trabajo, que esta Tesis quería situarse en el horizonte de la Teología Fundamental y de la Teología Pastoral. Dichas disciplinas teológicas, aunque cada una con su propio estatuto y consistencia dentro de la ciencia teológica, tienen ciertamente algunas connotaciones comunes en cuanto que ambas, por su objeto propio y por su metodología deben establecer un diálogo permanente con otras ciencias y deben mantener una apertura a los signos de los tiempos, teniendo muy en cuenta además la realidad del misterio de la encarnación y la historicidad de la revelación.

Para llevar a cabo la investigación en que estamos inmersos se nos ha hecho necesario acudir a ciencias como la Estadística y la Sociología para realizar unas encuestas que aportarán luz al tema que estamos tratando, en lo referente a la actividad de Cáritas y su incidencia sobre las personas, como signo de credibilidad eclesial y ámbito de evangelización.

6.2. Objetivos

6.2.1. Objetivo general Analizar y reflexionar que incidencia tiene sobre las personas la

actividad de Cáritas y su conocimiento, en lo referente a la credibilidad eclesial y la conversión a la Buena Nueva de Jesucristo.

6.2.2. Objetivos específicos

a) Averiguar si se identifica a Cáritas y su trabajo con su pertenencia a la Iglesia Católica.

b) Saber el grado de conocimiento que tienen las personas de la actividad de Cáritas.

c) Indagar si la labor de Cáritas hace más creíble a la Iglesia Católica.

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d) Investigar si la ayuda de Cáritas ha supuesto para aquellos que la reciben directamente, una mejora en sus vidas y en que grado.

e) Averiguar si el servicio de Cáritas ha sido respetuoso en lo referente a transmitir explícitamente la Buena Noticia de Jesús a los excluidos, realizándolo únicamente cuando así lo han demandado los marginados.

f) Analizar si la actividad de Cáritas hace que las personas se sientan impulsadas a ayudar a quien lo necesita.

g) Indagar si el trabajo de Cáritas provoca en quien lo observa o recibe, interrogantes sobre el mismo, que le abren a otra realidad; a la trascendencia, al Misterio.

h) Analizar si la actividad de Cáritas ayuda a mantener o aumentar la fe y el sentido de pertenencia eclesial de los creyentes.

i) Por último, ver si la tarea realizada por Cáritas supone para las personas una conversión a la Buena Nueva de Jesucristo.

6.3. Metodología

Nos encontramos ante una investigación cuantitativa a través de encuesta943.

Universo de la muestra: población residente en Zaragoza.

6.3.1. Elaboración de las encuestas Se confeccionan cuatro encuestas; una dirigida a las personas atendidas

por Cáritas y otras tres comunes para el resto de población944. Se comienza en octubre de 2011 y se terminan de preparar el cuatro de enero de 2012. Es de capital importancia el asesoramiento recibido por Doña Nuria Espeleta Fernández, socióloga y técnico del Servicio de Estudios Sociales de Cáritas Diocesana de Zaragoza.

943 Cf. A. WOHLFARTH, Investigación sobre la dimensión formativa, en: AA.VV., CUCM99, 186. 944 Ver cuadros nos 1, 2, 3 y 4. Hay una común para tres grupos: Trabajadores y voluntarios de Cáritas; creyentes que no son agentes ni usuarios de Cáritas y no creyentes que no son agentes ni usuarios de Cáritas.

228

Ambas encuestas son fáciles de leer y responder: se trata de siete preguntas en las que sólo se tiene que señalar con una cruz o un círculo, lo que se considere válido, excepto en la que se tiene que poner la edad.

La mitad de las respuestas piden decidirse entre si, no y no sabe; y el resto presenta una alternativa entre cinco grados: poco, algo, regular, mucho y muchísimo/muy bien.

La encuesta estaba preparada para ser respondida en un intervalo de tiempo de uno o dos minutos.

6.3.2. Recogida de datos Se trata de estudiar cuatro poblaciones bien definidas:

a) Personas atendidas por Cáritas. b) Trabajadores y voluntarios de Cáritas.

c) Creyentes que no pertenecen a las dos poblaciones anteriores. d) No creyentes que no pertenecen a las dos primeras poblaciones.

La toma de datos para las poblaciones de los agentes de Cáritas y los receptores de la ayuda se realizó en Cáritas Diocesana de Zaragoza,945 en una población aleatoria para técnicos, voluntarios y usuarios de once proyectos y servicios especializados946 ante situaciones de extrema pobreza, exclusión y vulnerabilidad social y dependencia; todos ellos situados orgánicamente en el área de Acción Social. La participación activa de los técnicos responsables de los proyectos fue decisiva para la obtención de datos.

La recogida de datos para personas no creyentes y que no pertenecieran a la dos poblaciones anteriores fue realizada en mi ambiente de trabajo947

945 Mi condición de antiguo Director de Cáritas en el periodo de tiempo 2000-2004, facilitó la recogida de datos. No obstante, recibí permiso del Director en ese momento D. Carlos Sauras y la ayuda inestimable del Secretario General D. Francisco Yagüe. 946 Estos son los proyectos: Intervención en cárcel, acogida Fogaral (prostitución), intervención de chabolismo, acompañamiento a personas que están sin hogar, educación familiar, itinerario de inserción sociolaboral, hecho migratorio, centro de rehabilitación psicosocial San Carlos, apoyo y acompañamiento en domicilio, residencia de asistidos Santa Teresa. 947 Desarrollo mi labor profesional como Jefe Médico del Servicio contra Incendios de Salvamento y Protección Civil del Ayuntamiento de Zaragoza.

229

fuertemente secularizado y con amigos y familiares que se habían declarado no creyentes.

En lo referente a los creyentes se recogieron encuestas en parroquias de Zaragoza y Movimientos y Asociaciones de Apostolado Seglar948. En ambas poblaciones la muestra se puede clasificar de aleatoria. El tiempo de recogida de datos, comprendió los meses de febrero a junio de 2012 inclusive.

6.3.3. Tratamiento informático de los datos

Se prepara un programa informático realizado por D. Jacinto Trallero para el tratamiento de los datos obtenidos en las encuestas que fueron introducidos y procesados en una base de Datos Access de la que se extrajeron valores sumatorios y porcentuales.

También se elaboró una hoja Excel para el tratamiento estadístico de los datos.

Se introducen los datos en el programa en un periodo de tiempo de dos semanas.

6.3.4. Tratamiento estadístico de los datos

Es dirigido por el Catedrático de Bioestadística de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, Prof. Dr. Emilio Rubio Calvo949.

Las encuestas realizadas tienen dos tipos de respuestas: una de ellas es: sí, no, no sabe, y la otra es una valoración tipo Likert (de 1 a 5).

Para la descripción del primer tipo de respuestas, nos hemos centrado en analizar el número de contestaciones afirmativas.

En el segundo tipo de respuestas, por un lado analizamos la descripción general, es decir el número de respuestas en cada uno de los 5 grupos (recordemos que están valorados de 1 a 5 y representan nivel de conocimiento de poco a muchísimo); destacando la moda (mayor número de

948 En el periodo de tiempo 2008-2012 fui Delegado Episcopal de Apostolado Seglar de la archidiócesis de Zaragoza, lo que facilitó el acceso a estos Movimientos. En la parroquia de Nuestra Señora del Portillo de Zaragoza se realizaron bastantes encuestas al ser párroco D. Manuel Liarte, Consiliario de la Delegación de Apostolado Seglar. 949 Todo lo referente al tratamiento estadístico se encuentra en la obra: E. RUBIO - T. MARTÍNEZ ( y otros), Bioestadística en Ciencias de la Vida (Zaragoza 2005).

230

respuestas) y, además, hemos creado un índice ponderado medio, con el fin de representar con un único número, la opinión de cada grupo: usuarios, agentes, creyentes y no creyentes. Observemos que al haber categorizado las respuestas en valores de 1 a 5, además de la media podemos calcular también la desviación típica950 y así, de forma aproximada, podremos realizar comparaciones, mediante un contraste de medias.

En las comparaciones que se han necesitado realizar distinguimos dos supuestos.

En el primer supuesto interesaba saber si el número de respuestas afirmativas era igual, o significativamente distinta. Esto lo hemos realizado mediante un contraste de proporciones, ya que todos los grupos tienen cifras iguales o superiores a las cien respuestas. Se ha llevado a cabo mediante un pequeño programa realizado en Excel, aplicando la siguiente fórmula951.

Fórmula: Z =

⎟⎟⎟⎟

⎜⎜⎜⎜

⎛∗ +

21

11

)(

00

21

nnqp

pp, donde

21

22110 nn

npnpp+

+=

Regla de decisión: si el estadístico calculado (z) es inferior a 1,96 decimos que no hay diferencia significativa; si es superior a 1,96 pero inferior a 3,19 decimos que la diferencia es significativa; si es superior a 3,19 decimos que la diferencia es muy significativa952.

En el segundo supuesto, cuando interesaba, se han comparado las medias de los índices creados. El contraste realizado es de medias, considerando varianzas las poblaciones desconocidas y distintas, mediante la siguiente fórmula953:

Fórmula:

11 2

22

1

21

21

−+

−=

ns

ns

xxz

950 La desviación típica o estándar es una medida de dispersión. Se define como la raíz cuadrada de la varianza. La varianza promedia los cuadrados de las desviaciones a la media: Cf. M. MALDONADO, Manual de Medicina Preventiva, Epidemiología y Bioestadística (Madrid 2009) 72. 951 Cf. RUBIO - MARTINEZ (y otros), o.c., 146. 952 Cf. Ibid., 138, 143. 953 Cf. Ibid., 145.

231

Se ha podido realizar la comparación por tener los distintos grupos tamaños muestrales superiores a 100 personas (100 usuarios, 111 agentes, 148 creyentes y 128 no creyentes). Este mismo contraste al realizarlo con cifras inferiores (n=16 y n=69) en el caso en que se analiza el grado de conocimiento de Cáritas por dos partes del grupo de no creyentes, tiene menos fortaleza, y por tanto lo que se afirma no es tan concluyente.

6.4. Análisis de los resultados Se recogen las siguientes encuestas:

- Encuesta a personas atendidas por Cáritas: 100. - Encuesta a trabajadores y voluntarios de Cáritas: 111.

- Encuesta a personas no creyentes y no pertenecientes a las dos poblaciones anteriores: 128.

- Encuesta a personas creyentes y no pertenecientes a los grupos anteriores: 148.

En total 487 personas encuestadas.

6.4.1. Análisis individual de los grupos estudiados. a) Personas atendidas por Cáritas954

Son 100 personas encuestadas, prácticamente el mismo número de mujeres y de hombres, con una media de edad de casi 43 años.

Se definen creyentes católicos el 61 %, no creyentes el 8 % y creyentes de otras religiones el 30 %, la mayoría de estos pertenecen al Islam.

Es curioso que la mayoría se definan como creyente católico, ya que viven en ambientes en los que el sufrimiento y el mal consiguen romper muy a menudo la religación con Dios; y además debemos tener en cuenta que ese porcentaje sería más alto si elimináramos del análisis aquellos que pertenecen a otra religión.

La mayoría identifican a Cáritas con la Iglesia Católica (77 %), si bien un 10 % piensan que no tiene nada que ver con ella y un 13 % no saben contestar. Sorprende, no obstante, que un 23 %, casi una cuarta parte, no

954 Ver cuadros nos 5, 6 y 7.

232

relacione a Cáritas con la Iglesia, pese al trato que se establece en la Institución entre los agentes y los usuarios.

En lo referente a que la persona atendida por Cáritas se halla visto presionada al hablarles del Dios de Jesucristo sin que ella lo pida, responden el 82 % que nunca, y solo un 14 % se han visto tensionados.

Sin embargo a este análisis cuantitativo debemos añadir, a partir de ahora, para todas las variables el análisis cualitativo955.

En la pregunta anterior la valoración real que se debe hacer es, el 14 % sí se han visto presionados y el 86 % no.

El 4 % que responden “no sabe”, se debe asociar al “no”, pues ellos dicen que contestan de esa manera cuando consideran que no les ha ocurrido ese hecho, pero que “quizá” les podría suceder. Es decir, no se ha producido la contingencia, señalada en la encuesta.

En algunas preguntas, –así nos lo comentaron en reuniones tenidas con los encuestados– cuando contestaban “no sabe”, era porque no se ha había dado en ellos esa situación. Así cuando se pregunta: “Le han hablado de Dios, Jesús y su Iglesia, si lo ha pedido”, el que contestaba “no sabe”; era porque ellos “nunca lo habían pedido” con lo que si desde un punto de vista cuantitativo, en este caso, solo al 49 % le habían realizado el anuncio explícito de Jesucristo, ese porcentaje no recoge toda la realidad sobre esa respuesta ya que sólo un 19 % que lo había pedido no había obtenido respuesta, el resto sí. Un nuevo cálculo desde esos presupuestos nos diría que en torno al 68 % si se les ha anunciado a Jesucristo cuando lo han pedido y a un 32 % no.956

Muchos de los encuestados cuando contestaban esta pregunta escribieron esta aclaración de su puño y letra en el margen de la encuesta. Lo mismo podemos decir de la pregunta de si han respetado en Cáritas sus ideas sobre la religión: solo un 5 % piensan que no. La consideración de 955 La investigación cuantitativa muestra la magnitud de la cuestión que tratamos y tiene un carácter deductivo. Sin embargo, para investigar experiencias vitales, de fe, se recomienda acudir a un enfoque cualitativo a través de conversar con personas que aporten nuevos datos o esclarezcan los aportados cuantitativamente: Cf. WOHLFARTH, o.c., 184-188. Por ello, se recomienda combinar ambos métodos. Eso es lo que he realizado conversando con personas de los cuatro grupos para aclarar posibles respuestas. Dicho análisis cualitativo lo incorporo desde este mismo momento para un mejor análisis de los datos y resultados. 956 Si a los 100 encuestados les restamos los 41 que dicen: “No sabe”, queda un grupo de 59 personas que sí se han visto en la tesitura manifestada en la pregunta, es decir, 59 usuarios han pedido que les hablen de Dios. Con una sencilla operación (regla de tres) en que 59 = 100 %, nos da los porcentajes hallados.

233

Cáritas en esta cuestión es casi absoluta, el 95 % declaran que sí les han respetado.

Con respecto a si el voluntario que lo acompaña le parece seguidor de Jesucristo un 63 % creen que si, un 21 % no saben y un 16 % declaran que no.

Del análisis de este apartado 4, podemos deducir el alto respeto de Cáritas hacia la persona que sirve y la falta prácticamente absoluta de cualquier proselitismo hacia ella. Es bastante alta la identificación que hacen del voluntario de Cáritas como seguidor de Jesucristo y este, en la mayoría de las ocasiones anuncia explícitamente a Jesucristo cuando se lo piden; aunque aun hay un porcentaje importante de los mismos que por diversas circunstancias no lo realizan aunque se lo demanden (32 %). Este porcentaje, no obstante, debe de analizarse con más prudencia, porque está calculado sobre una muestra de 59 respuestas y no sobre 100.

Por otro lado, la ayuda de Cáritas ha mejorado la vida a todos los que atiende: “Mucho” o “muchísimo” al 86 %, “regular” al 8 %, “algo” al 6 % y “poco”, a nadie.

En lo referente a si desde el servicio que se les da desde Cáritas consideran mejor y más auténtica la Iglesia Católica, un 66 % lo creen “mucho” o “muchísimo”, un 10 % “regular”, un 14 % “algo” y un 10 % “poco”, La actividad de la Institución aumenta en este grupo la credibilidad en la Iglesia.

Con respecto a la pregunta sobre los interrogantes existenciales que suscitan en los usuarios la actividad de los voluntarios de Cáritas, el 60 % se sienten interpelados, el 24 % bastante, y solo “algo” o “poco” el 16 %. Podemos afirmar la importancia primordial del testimonio957.

Cuando analizamos si la actividad de Cáritas hace que el excluido piense en ayudar a quien nada posee, el 78 % responden que “mucho” o “muchísimo”, “regular” el 12 % y “algo” o “poco” solo el 10 %. La reacción que se produce en ellos es de ayudar a quien lo necesita, todo un ejemplo de personas que viven en el sufrimiento y en ambientes desestructurados y aun así tienen fuerza para sentir solidaridad hacia sus semejantes. Un sentimiento que de alguna forma toma cuerpo en la pregunta del apartado 7 cuando trata de averiguar si el servicio que han recibido les ha hecho integrarse en algún grupo de ayuda a los necesitados, respondiendo afirmativamente (mucho-muchísimo) un 38 % y

957 Cf. EN 21.

234

ocasionalmente (regular) un 14 %. Eso significa que si 78 personas de la muestra pensaban en ayudar a sus semejantes dan el paso ha hacerlo 38, casi la mitad de los que se han sentido interpelados.

Muy pocos se plantean preguntas sobre la religión desde el “hacer” de Cáritas, un escaso 22 % y solo para un 29 % ha supuesto un acercamiento a la Iglesia Católica. En estas dos respuestas tenemos que tener en cuenta que un 30 % de los encuestados son de otra creencia y así lo manifestaban: “No me planteo preguntas sobre la religión porque tengo ya mi propia fe” y “me acerco a la Iglesia Católica poco porque soy de otra religión”.

En lo referente al apartado 7 tratamos de analizar la inserción real en la Comunidad de fe: las respuestas se sitúan entre “poco” y “algo”, considerándose unos resultados bajos aunque importantes, como comentaremos más adelante, en el apartado de este mismo trabajo, cuando tratemos el tema de la evangelización en ambientes en los que se ha producido la ruptura en la transmisión de toda la simbólica cristiana958. Podemos decir que la actividad de Cáritas ha hecho que un 16 % se integren en algún grupo parroquial, un 16 % también van más por la parroquia, un 6 % han querido recibir algún sacramento y un 16 % han acudido con más frecuencia a la Eucaristía dominical.

La pregunta sobre hacer algún tipo de formación o curso que trataba de recoger la dimensión formativa en la fe, no responde adecuadamente a esta cuestión en el colectivo al que nos estamos refiriendo, pues debía de haberse especificado en la encuesta en ese sentido. En conversaciones con ellos, el alto porcentaje de formación recibida, 72 % “mucho” y “muchísimo” y 14 % “regular”, se debe a formación no religiosa, por lo que no debemos tener en cuenta estos altos porcentajes para valorar la adhesión a la comunidad de fe que se sitúa como hemos visto en torno al 16 %.

b) Agentes de Cáritas: voluntarios y trabajadores959 Son 111 personas encuestadas, un número superior de mujeres 67,57 %

que de hombres 32,43 %, debido a una mayor presencia de la mujer en el voluntariado de Cáritas y también entre sus trabajadores en Cáritas Zaragoza. El promedio de edad se sitúa en los 55 años.

El 66 % de los encuestados son voluntarios y en torno al 34 % técnicos.

La inmensa mayoría se definen como creyentes católicos 98,20 %, solo el 1,80 %, dos personas, dicen ser no creyentes. 958 Cf. CATALÁ, Salgamos, 103-106. 959 Ver cuadros nos 8, 9 y 10.

235

Prácticamente la totalidad de los encuestados, el 99,10 % identifican a Cáritas como la propia Iglesia Católica, solo una persona piensa que es una organización dependiente de la Administración Pública.

El 79 % dicen conocer “mucho-muchísimo” la actividad de Cáritas, “regular” un 18,92 %, “algo” un 1,8 % y “poco”, nadie. El conocimiento del “hacer” de Cáritas es muy alto en este grupo, debido sin duda a la labor que ellos realizan en la misma. Coherentemente con la actividad que llevan a cabo voluntarios y trabajadores, éstos piensan en ayudar a quien nada posee “mucho-muchísimo”, un 88,20 %, “regular” un 7,21 %, dependiendo este porcentaje de aquellos voluntarios que están en una fase incipiente de su servicio o que consideran que “no dan” todo lo que deberían. Esta situación se repite y agudiza para los que opinan “algo” 0,90 % o “poco” 3,60 %.

El 52,25 % de los voluntarios-trabajadores declaran haberse integrado en algún grupo de ayuda a los pobres en el seno de la Iglesia. Aquí los datos no son tan altos como los comentados en la respuesta anterior, porque muchos técnicos consideran que su labor es un servicio eclesial; pero entienden que integrarse en algún grupo de ayuda a los pobres, es cuando lo hacen “fuera de su trabajo”, aunque suben los porcentajes en “poco” 19,82 %, “algo” 3,60 % y “regular” 24,32 %, con respecto a la pregunta anterior.

En la misma línea que estamos comentando, el 92,79 % contestan afirmativamente a la cuestión de tener presente a los pobres en las acciones de su vida diaria; el 87,39 % declaran aportar más tiempo, y el 81,98 % más dinero para solucionar los problemas de los marginados. El 83,78 % afirman consecuentemente que su servicio en la Iglesia está más centrado en la ayuda a los pobres, a pesar de que el 16,22 % declaran que no o no saben, puesto que aunque realizan este ministerio eclesial también llevan a cabo otros que ellos creen o más importantes o que los consideran más nucleares en su vida de fe.

El 77,48 % estiman que la actividad de Cáritas aboga en favor de la credibilidad de la Iglesia Católica. Nadie piensa que no contribuya a ello y un 22,52 % creen que sí que ayuda, aunque no de una manera destacada.

En lo referente a los cuestionamientos personales que les suscita la actividad de Cáritas en lo que respecta a por qué hacen ese servicio como voluntarios, el 59,46 % en algún momento de su vida sí sintieron ese interrogante “mucho-muchísimo”, el 20,72 % “regular” y solo “poco” o “algo” el 19,82 %. Los porcentajes son más bajos cuando se les interroga sobre si la labor caritativa-social les hizo que se plantearan preguntas sobre la religión: un 52,25 % afirman que “mucho-muchísimo”, el 21,62 % solo

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“regular”, un 9,01 % “algo”, y “poco” un 17,12 %. Estos porcentajes se justifican porque muchos de ellos han declarado que cuando entraron a Cáritas ya eran creyentes convencidos, lo que significó que la actividad que llevan a cabo en Cáritas, no necesariamente les ha hecho plantearse nuevas preguntas sobre la religión de una manera determinante.

En el mismo sentido, a la pregunta de si su actividad en Cáritas ha supuesto un acercamiento a la Iglesia Católica, contestan “mucho-muchísimo” un 45,09 %, regular el 27,03 % y el resto 27,98 % no, porque consideran que ya estaban lo suficientemente integrados en la misma.

Lo mismo ocurre con las cuestiones que se refieren a “ir más a misa”, “recibir algún sacramento”, “ir más a la parroquia” o “integrarse en algún grupo parroquial”. Los tantos por ciento altos en “poco” o “algo” se debe a que voluntarios y técnicos manifestaron cuando hable con ellos, que ya iban a misa, recibían sacramentos y acudían a la parroquia antes de realizar su servicio en Cáritas y que “todo esto lo harían siendo de Cáritas o sin serlo”. Por tanto, no quiere decir que no frecuenten los sacramentos o no estén en grupos parroquiales, sino que lo hacen en buena medida sin verse influidos por la actividad de la Institución.

Sí que aumenta el número de personas que hacen algún tipo de formación o curso, “mucho-muchísimo” el 50,45 %, “regular” el 20,72 %, “algo” el 10,81 % y “poco” el 18,02 %. Esto se debe a la importancia que le da Cáritas al aspecto formativo de técnicos y voluntarios.

Por último, el 80,18 % declaran que ser voluntario o trabajador de Cáritas aumenta o mantiene su fe y sentido de pertenencia eclesial. Un 19,82 % piensan que este servicio no contribuye de una manera definitiva a esta cuestión y que se sienten Iglesia independientemente de la labor que realizan.

c) Personas creyentes, no atendidas por Cáritas y que no son voluntarios ni trabajadores de la Institución960

Son 148 personas encuestadas, el 58,78 % mujeres y el 41,22 % hombres, con una media de edad en torno a los 50 años.

La gran mayoría, el 97,97 %, reconocen que Cáritas es la diaconía de la Iglesia Católica, sólo una persona no lo sabe (0,68 %) y otras dos creen que es un organismo de la Administración Pública (1,35 %). En este grupo sólo conocen “mucho” y “muy bien” la actividad de Cáritas el 38,51 %, “regular” el 38,51 % y “algo” o “poco” el 22,98 %. Sorprende estos altos 960 Ver cuadros nos 11, 12 y 13.

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porcentajes de desconocimiento, cuando en el ámbito eclesial durante las campañas de Navidad y Corpus Christi se da amplia información de la actividad de Cáritas en todos los templos y en reuniones específicas con ese fin; además de la presentación a la sociedad en general de la Memoria anual de la Institución con gran repercusión en todos los medios de comunicación social.

Es un grupo que manifiesta claramente que la actividad de Cáritas no ha hecho especialmente que se plateen preguntas sobre la religión: “Poco” o “algo” el 51,25 %, “regular” el 26,35 % y sólo “mucho-muchísimo” el 22,29 %. Lo mismo sucede en lo referente a su acercamiento a la Iglesia Católica: para un 22,30 % sí que supone cierta aproximación, pero para el resto no. Esto se debe a que se han acercado a la Iglesia Católica y suscitado en ellos preguntas sobre la religión, por otras cuestiones ajenas a Cáritas, si bien, no debemos menospreciar que en torno a un 22 % del grupo, en ambos casos, si que el servicio de Cáritas les ha afectado en estas cuestiones determinadamente.

Sin embargo, la actividad de los voluntarios si que les produce interrogantes: “Mucho-muchísimo” a un 43,24 %, “regular” a un 31,76 %, “algo” a un 16,89 %, y solo a un 8,11 % no les suscita prácticamente nada; y en consecuencia, provoca en este grupo que piensen en ayudar a quien nada posee: “Mucho-muchísimo” el 60,81 %, “regular” o “algo” el 31,08 % y “poco” o “nada” el 8,11 %.

En esta población la actividad de Cáritas hace que, un 45,95 %, su servicio eclesial esté más centrado en la ayuda a los pobres, un 41,89 % dicen contribuir más con su tiempo en solucionar los problemas de los empobrecidos, y hasta un 64,10 % aportan más dinero para la asistencia a los marginados. Así mismo, un 57,43 % declaran que tienen en cuenta en su vida cotidiana y en las acciones que realizan la repercusión que estas provocan sobre los excluidos.

Así pues, nos encontramos ante un colectivo que en torno al 60 % se ven muy sensibilizados por la acción de Cáritas y que alrededor del 40 % realizan acciones directas a favor de los que nada poseen, con un repunte de hasta el 64 % en lo que se refiere a aportar dinero, seguramente coincidiendo con las dos campañas institucionales anuales de la Institución. Este colectivo muestra una menor incidencia en integrarse en algún grupo estable de ayuda a los pobres: “Mucho-muchísimo” solo el 16,89 %, “regular” el 12,16 % y el resto prácticamente nada.

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Si que más de la mitad, el 60,82 % creen que la actividad de Cáritas hace que se considere mejor a la Iglesia Católica, sólo un 15,54 % piensan que prácticamente la Institución no aporta casi nada en lo referente a la credibilidad de la Iglesia.

Cuando constatamos la inserción eclesial de este grupo, ya sea desde la formación que reciben, o de su presencia en la Comunidad, o bien, desde la práctica sacramental de los mismos; a la mayoría de los creyentes la actividad de Cáritas parece no influirles y dicen: “Yo voy a misa y a la parroquia sin tener en cuenta necesariamente a Cáritas”; sin embargo, un alto porcentaje de personas, el 65,54 %, piensan que la actividad de Cáritas les ayuda a fortalecer o mantener su sentido de pertenencia eclesial.

d) Personas no creyentes, no atendidas por Cáritas, y que no son voluntarios, ni trabajadores de la Institución961.

Son 128 personas encuestadas, el 64 % hombres y el 36 % mujeres con una media de edad en torno a los 44 años.

A pesar de no ser creyentes un alto porcentaje de personas de este grupo, el 90,63 % identifican a Cáritas como una organización de la Iglesia Católica; sin embargo, desconocen ampliamente su actividad: los que declaran conocerla “mucho” o “muy bien” se sitúan en torno al 12,90 %; “regular” el 33,59 % y más de la mitad dicen conocerla solo “algo” o “poco”.

La actividad de Cáritas hace que un pequeño porcentaje de personas se pregunte por qué hacen esa labor los voluntarios: “Mucho-muchísimo” el 5,47 % y “regular” el 13,28 %; al resto prácticamente no les suscita interrogantes. Y un porcentaje más elevado se ve sensibilizado en ayudar a quien nada posee: “Mucho-muchísimo” el 19,53 % y “regular” el 18,75 %.

Sin embargo, la labor caritativo-social de la Institución no hace que se planteen preguntas sobre la religión, ni supone que les suscite ningún acercamiento a la Iglesia Católica.

No obstante, un 15,63 % del grupo si que considera mejor la Iglesia Católica (mucho-muchísimo) desde el observar la actividad de Cáritas y un 16,41 % dicen que “regular”; cifras nada desdeñables sobre la credibilidad eclesial para un colectivo que muestra una gran desafección hacia la Iglesia Católica. No debemos despreciar que un 20,31 % también consideran “algo” mejor a la Iglesia. Sin embargo, un 47,66 %, casi la mitad, estiman que la actividad de Cáritas no hace que consideren mejor a la Iglesia. 961 Ver cuadros nos 14, 15 y 16.

239

6.4.2. Análisis comparativo de los grupos estudiados Una vez estudiado cada grupo962 de manera individual, vamos a

correlacionarlos y compararlos, para ello dividiremos las variables en dos clases: aquellas que deben someterse a un tratamiento estadístico y aquellas que no lo necesitan963.

6.4.2.1. Variables analizadas sin tratamiento estadístico a) ¿Conoce la actividad de Cáritas? Comparamos los grupos de agentes,

creyentes y no creyentes. El grupo que mejor conoce la actividad de Cáritas es el de agentes con

un índice ponderado medio de la escala de Likert de 4,01; seguido del grupo creyentes (IMPL = 3,20); y a gran distancia el grupo de no creyentes (IMPL = 2,30). Esto significa que la respuesta del grupo agentes se sitúa en “mucho”; el grupo creyentes en un valor ligeramente superior al “regular” y el grupo no creyentes en torno a “algo”.

Es razonable que quien trabaja o es voluntario de Cáritas conozca mejor la Institución, y es lógico también que los creyentes conozcan mejor Cáritas que los no creyentes por la labor de sensibilización que hace entre la comunidad eclesial la propia Cáritas y por la pertenencia de los creyentes a la comunidad de fe, donde existe y vive la Institución.

No parece tan razonable para el grupo de creyentes que su conocimiento de Cáritas se sitúe en la valoración de ligeramente superior a “regular”, ya que debería ser superior, debido a que la actividad caritativa-social de la Institución se da a conocer ampliamente en el ámbito eclesial, sobre todo,

962 Cada grupo poblacional en este apartado va a ser denominado de la siguiente manera: Personas atendidas en Cáritas: Usuarios. Trabajadores y voluntarios de Cáritas: Agentes. Creyentes que no son atendidos en Cáritas y no son ni trabajadores ni voluntarios: Creyentes. No creyentes que no son atendidos en Cáritas y no son trabajadores ni voluntarios de Cáritas: No creyentes. 963 Para las variables no necesitadas de tratamiento estadístico solamente utilizaremos el índice ponderado medio de la escala de Likert que se expresará con la sigla IPML y se calcula para cada población multiplicando el número de cada posición 1, 2, 3, 4 y 5 por el número de personas que han respondido a esa opción, para sumar los resultados y dividirlo entre el número de encuestados (IPML = 1xn1 + 2xn2 + 3xn3 + 4xn4 + 5xn5 ÷ número total de encuestados. Dando el valor 1 a la variable menor y 5 a la mayor = 1 poco, 2 algo, 3 regular, 4 mucho, 5 muchísimo o muy bien).

240

cuando se presenta su Memoria anual en la que rinde cuentas ante la Comunidad y también ante la sociedad.

b) La actividad de Cáritas ¿hace que me plantee preguntas sobre la religión? Comparamos todos los grupos.

La respuesta del grupo agentes se sitúa ligeramente superior a “regular”; los grupos de creyentes y usuarios se sitúan entre “algo” y “regular” y el grupo de no creyentes muy ligeramente superior a “poco”.

El grupo de agentes es al que más se le plantean preguntas por la religión (IPML = 3,28) seguramente debido a la labor que realizan con colectivos tan desestructurados socialmente, en los que impera el sufrimiento, y su cercanía a los mismos. Esto hace posiblemente que se formulen muchas preguntas existenciales donde tienen cabida las cuestiones sobre el sentido, en el que la persona se descubre como sujeto abierto a la trascendencia, al Misterio.

El grupo creyentes (IPML = 2,47) y el de usuarios (IPML = 2,48) presentan una posición semejante, aunque seguramente por distintas razones. El grupo de creyentes no se plantean más preguntas por la religión porque parten ya de un discernimiento independiente a la actividad de Cáritas, es decir, ya se habían hecho las preguntas sobre la religión antes de conocer Cáritas o desde otras actividades eclesiales o experiencias de fe vividas en diferentes momentos de su vida que no tenían porque tener relación con Cáritas. Así lo manifestaban varios en las entrevistas que tuvimos con ellos.

El acceso al Misterio, es más complicado en el grupo de usuarios por la situación social en la que viven y en el que como ya hemos indicado anteriormente hay un ruptura de la simbólica cristiana, que unido al sufrimiento y sus condiciones de penuria hace que sea más difícil plantearse existencialmente cuestiones sobre la religión, Dios, etc.

Al colectivo de no creyentes no le sugiere la actividad de Cáritas prácticamente ninguna pregunta sobre la religión (IPML = 1,14).

c) La actividad de Cáritas ¿mantiene o aumenta mi fe y el sentido de pertenencia a la Iglesia? Comparamos los grupos de agentes y creyentes.

Los agentes responden afirmativamente un 80,18 % frente al 65,54 % de los creyentes.

d) La actividad de Cáritas hace que en mi actividad diaria, en las cosas que hago tenga en cuenta que repercusión tiene mi acción para los pobres. Comparamos los grupos de agentes y creyentes.

241

Los agentes responden afirmativamente un 92,79% y los creyentes un 57,43 %.

e) La actividad de Cáritas hace que aporte más tiempo en solucionar los problemas de los pobres. Comparamos los grupos de agentes y creyentes.

Los agentes responden afirmativamente un 87,39 % frente al 41,89 % de los creyentes.

f) La actividad de Cáritas hace que aporte más dinero en solucionar los problemas de los pobres. Comparamos los grupos de agentes y creyentes.

Los agentes responden afirmativamente un 81,98% y los creyentes un 64,19 %.

g) La actividad de Cáritas hace que mi servicio esté más centrado en la ayuda a los pobres. Comparamos los grupos de agentes y creyentes.

Los agentes responden afirmativamente el 83,78 % y los creyentes el 45,95 %.

Antes de pasar al análisis comparativo de otras variables, es necesario destacar en los apartados c, d, f y g en los que comparamos los grupos de agentes con creyentes, que en todos los casos el grupo agentes da respuestas altas: c = 80,18 %; d = 92,79 %; e = 87,39%; f = 81,98% y g = 83,78% y el grupo creyente medio-altas: c = 65,54 %; d = 57,43 %; e = 41,89 %; f = 64,19 %; g = 45,95 %.

La diferencia es acusada en todas las cuestiones a favor del grupo agentes excepto en dos que aun manteniéndose la diferencia, esta se reduce notablemente: la pregunta sobre si Cáritas ayuda a mantener o aumentar la fe y el sentido de pertenencia eclesial (sólo una diferencia de 14,64 puntos entre ambos grupos) y la cuestión sobre si la actividad de Cáritas hace que aporte más dinero en solucionar los problemas de los pobres (17,79 puntos de diferencia).

h) La actividad de Cáritas ¿ha supuesto para mí hacer algún tipo de formación o curso? Comparamos todos los grupos.

El grupo usuarios se sitúa cercano a la posición de “mucho”, el de agentes ligeramente superior a “regular”, el de creyentes entre “poco” y “algo”, y el de no creyentes se decanta por, “poco”.

El grupo usuarios (IPML = 3,82) es el que más formación realiza junto con el de agentes (IPML = 3,16) debido a la gran importancia que en

242

Cáritas se da a la formación964. Es necesario esclarecer que no nos estamos refiriendo a una formación estrictamente religiosa o sobre contenidos de la fe965.

Los otros dos grupos realizan poca formación, más los creyentes (IPML = 1,62) que los no creyentes (IPML = 1,04).

i) La actividad de Cáritas ¿ha hecho que me integre en algún grupo de ayuda a los pobres? Comparamos todos los grupos.

El grupo agentes se sitúa ligeramente superior a “regular”, el grupo usuarios cercano a “regular”, el grupo creyentes en torno a “algo” y el de no creyentes se sitúa en “poco”.

El grupo de agentes es el que responde mejor a ayudar a los marginados (IPML = 3,27). Su servicio está centrado en esta labor. Después le sigue el grupo usuarios que son los receptores del servicio de Cáritas, ellos también están sensibilizados con esta cuestión (IPML = 2,72); el que los atiendan les hace ser sensibles a prestar ayuda a quien lo necesita o por lo menos a sentir ese impulso. Después se sitúa el grupo de creyentes (IPML = 1,96) y por último el de no creyentes (IPML = 1,12).

j) La actividad de Cáritas ha supuesto para mí ir más a misa. Comparamos todos los grupos.

La respuesta de todos los grupos es baja, oscilando entre “algo” del grupo agentes (IPML = 2,22), a los que se sitúan entre “algo” y “poco” como son el grupo de usuarios (IPML = 1,82) y el grupo de creyentes (IPML = 1,66), y el que se determina como “poco”, que es el grupo de los no creyentes (IPML = 1,02). Aunque los índices son bajos en todas las poblaciones las respuestas de los diferentes grupos son por motivos bien diferentes.

La actividad de Cáritas no los mueve a participar en la Eucaristía y a una adhesión eclesial manifestada en la vivencia de este sacramento. Sorprenden las bajas cifras expuestas por los grupos de agentes y creyentes, sin embargo, como he manifestado ya en este mismo trabajo, ambos colectivos participan en la Eucaristía: unos antes de ser trabajadores o voluntarios de 964 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 60-61; CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA1, 19-20; CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA7, 32. 965 Para comprender mejor la importancia que le da Cáritas a la formación de voluntarios, técnicos y usuarios, así como las características de la misma, ver el apartado 4.2.4.5 de este mismo trabajo.

243

Cáritas y el otro colectivo había llegado a celebrar la Eucaristía en su vida de fe, no a partir de observar la acción de Cáritas, sino por su lógico proceso de maduración de la fe. Por consiguiente, sí acuden a la Eucaristía; pero la acción de Cáritas “no les hace ir más a misa”, o por lo menos no es determinante en este sentido.

Del grupo usuarios podríamos hacer la misma argumentación para los que se declaraban como creyentes, aunque si es verdad que la asistencia a la Eucaristía de este grupo es menor que en los dos anteriores tal como declaraban ellos mismos; y además, tenemos que tener en cuenta que una tercera parte de los encuestados es creyente de otras religiones y un 8 % se declaran no creyentes. Partimos pues, de que un 38 % de ese grupo poblacional, por sus creencias diferentes a las cristianas o por su increencia, no pueden ir a misa.

k) La actividad de Cáritas ha supuesto para mí recibir algún sacramento. Comparamos todos los grupos.

Igual que en la pregunta anterior la respuesta de todos los grupos es muy baja: agentes (IPML = 2,10); creyentes (IPML = 1,62); usuarios (IPML = 1,56); no creyentes (IPML = 1); situándose desde el “algo” de los agentes al “poco” del resto de grupos.

Para explicar estos resultados sirve el mismo razonamiento que hemos expuesto en la anterior cuestión, si bien, es necesario resaltar que en cada grupo se produce un descenso de décimas con respecto a la respuesta precedente, lo que quiere decir que aun consideran menos probable acercarse a un sacramento que no sea la Eucaristía.

l) La actividad de Cáritas ha supuesto para mí ir más a la parroquia. Comparamos todos los grupos.

Los resultados se sitúan para los agentes (IPML = 2,40) entre “algo” y “regular”; para los creyentes (IPML = 1,83) cercano a “algo”; para los usuarios (IPML = 2,02) en “algo” y para los no creyentes (IPML = 1) en “poco”.

La respuesta de los agentes y creyentes es baja por similares motivos a los anteriormente expuestos. Sin embargo, si lo que tratábamos de evaluar con esta pregunta es cierta adhesión eclesial, es cierto, que la actividad de Cáritas no mueve a los no creyentes. En lo referente a los usuarios si lo consigue aunque levemente. Se podría argumentar que acuden a la parroquia por alimentos, ayuda, pero no por querer integrarse en la vida de la comunidad, sin embargo, la siguiente pregunta nos da la clave de la sinceridad de este grupo de incorporarse a la vida eclesial.

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m) La actividad de Cáritas ha supuesto para mí integrarme o acudir a algún grupo parroquial. Comparamos los todos los grupos.

Las respuestas que encontramos: agentes (IPML = 2,19); creyentes (IPML = 1,82); usuarios (IPML = 1,96); no creyentes (IPML = 1); se corresponden con el análisis antes realizado. Destacar que si el grupo usuarios decía ir más por la parroquia (IPML = 2,02), ahora declaran que ese acercarse por la parroquia es para incorporarse a un grupo parroquial, no ha recibir asistencia (IPML = 1,98). Solo hay seis centésimas de diferencia, entre uno y otro índice, lo que indica que ese “algo” es sincero en lo que respecta a la adhesión eclesial.

6.4.2.2. Variables analizadas con tratamiento estadístico A continuación abordaremos cinco cuestiones que merecen un análisis

más detenido. La primera trata sobre el conocimiento que tienen nuestros encuestados

sobre la pertenencia o no de Cáritas a la Iglesia Católica, nos situamos en el ámbito de la identidad eclesial de la Institución.

La segunda se refiere a la influencia que tiene el testimonio caritativo-social de Cáritas sobre la credibilidad eclesial.

Las tres siguientes cuestiones nos plantean el interrogante de si la actividad de Cáritas hace que las personas se pregunten por los motivos que fundamentan el “hacer” de los voluntarios, si ese pensamiento mueve a ayudar a los demás y si todo eso termina acercando a la persona a la Iglesia Católica.

Es un triple movimiento que incluye el cuestionamiento, la acción y la adhesión.

Por último, trataremos de averiguar si el grado de conocimiento de la actividad de Cáritas, para el grupo de los no creyentes, tiene repercusión sobre las cuestiones antes expuestas.

a) Cáritas es de la Iglesia Católica La respuesta afirmativa en % en los diferentes grupos es la siguiente;

- Usuarios: 77 % - Agentes: 99,10 %

- Creyentes: 97,97 %

245

- No creyentes: 90,63 %

El grado de conocimiento en todos los grupos es alto. No obstante, llama la atención que los usuarios tengan un desconocimiento mayor de esta cuestión que el de los demás grupos, incluso que el grupo de no creyentes.

El mayor conocimiento de que Cáritas es de la Iglesia Católica lo muestra el grupo agentes (99,10 %) seguido del de creyentes (97,97 %). Ambos grupos tienen un conocimiento altísimo de esta cuestión, el de agentes porque trabajan o realizan su voluntariado en la Institución, y el de los creyentes por el darse a conocer de Cáritas a la Comunidad.

El grupo de no creyentes también presenta un alto grado de conocimiento (90,63 %). Hay que decir que Cáritas está presente en los medios de comunicación con cierta asiduidad ya sea presentando la memoria de actividades, denunciando alguna situación injusta, o bien recibiendo algún premio de reconocimiento social por su labor realizada.

Por último, sorprende que, el grupo usuarios que debería conocer muy bien la Institución que les ayuda –ya que están en contacto con voluntarios y trabajadores– un 23 % de los mismos no asocian a Cáritas con la Iglesia Católica. Podría deberse este porcentaje al lugar en que se ha realizado la recogida de datos que ha sido en “proyectos” de Cáritas y no en “parroquias”, con lo que la “visibilidad eclesial” podría ser que quedara menos patente; pero en sentido contrario podríamos argüir que en los “proyectos” se suele dar una mayor relación entre agentes-usuarios, lo que debería en teoría facilitar el que la identidad de la Institución –que unos representan a modo de servicio y otros reciben en el seno de la misma– quedara manifiesta.

Vamos a realizar un contraste de proporciones para ver si las diferencias entre los grupos son estadísticamente significativas.

Al comparar usuarios con no creyentes (0,77 frente a 0,9063) al ser el valor estadístico z = 2,8 podemos afirmar que la diferencia es significativa. No hacemos comparación ni con el grupo de creyentes, ni agentes, pues al tener estos porcentajes superiores las diferencias serán más acusadas y la diferencia será siempre significativa.

Esto quiere decir, que hay diferencias entre el conocimiento que tienen los usuarios de Cáritas de que la Institución es de la Iglesia Católica con respecto a los otros tres grupos; es decir, un menor conocimiento de los usuarios, que los creyentes, no creyentes y agentes. Además este resultado siempre será similar en grupos de parecidas características a los estudiados en este trabajo.

246

Realizamos ahora la comparación entre no creyentes y creyentes (0,9063 frente a 0,9797) al ser el valor estadístico z = 2,6 podemos constatar que la diferencia es significativa; por lo que los no creyentes muestran un menor conocimiento de que Cáritas es de la Iglesia Católica que los grupos de agentes y creyentes, en este trabajo y en grupos de similares características al que estamos estudiando.

Realizamos ahora la comparación entre creyentes y agentes (0,97 frente a 0,99) el valor estadístico z = 0,50 la diferencia no es significativa, luego el grado de conocimiento de que Cáritas es de la Iglesia Católica es similar entre ambos grupos.

Conclusión: conocen más y de manera similar, que Cáritas es de la Iglesia Católica, los grupos agentes y creyentes con respecto a los no creyentes y estos tres grupos tienen un conocimiento mayor de la cuestión que el grupo usuarios.

b) La actividad de Cáritas hace que se considere mejor y más auténtica la Iglesia Católica.

El grupo usuarios presenta la Moda966 en la posición 4 y con una puntuación con el índice creado de 3,58, entre “regular” y “mucho”,

El grupo agentes presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 4,01, lo que significa “mucho”.

El grupo creyentes presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 3,66, entre “regular” y “mucho”,

El grupo no creyentes presenta la Moda en la posición 2 y un IPML = 2,03, en torno a “algo”.

Para continuar analizando esta pregunta pasamos a contrastar los índices ponderamos de las respuestas que se han dado en cada grupo.

Tenemos el siguiente cuadro:

966 Recordemos que estadísticamente se entiende por Moda aquella posición que ha sido más contestada por los encuestados.

247

n media Desviación típica

Usuarios 100 3,58 1,29

Agentes 111 4,01 0,786

Creyentes 148 3,66 1,12

No creyentes 128 2,03 1,20

A continuación realizamos las comparaciones (contraste de medias) que

consideramos de interés: Al comparar agentes con creyentes (4,01 frente a 3,66) al ser el valor

estadístico z = 2,95 podemos afirmar que la diferencia es significativa. Los agentes consideran por la actividad que realiza Cáritas, mejor y más auténtica la Iglesia Católica que los creyentes. Además este resultado siempre será similar en grupos de parecidas características a los estudiados en este trabajo.

Si comparamos agentes con usuarios (4,01 frente a 3,58) al ser el valor estadístico z = 2,89 podemos decir que hay diferencia significativa. Los agentes consideran por la actividad que realiza Cáritas, mejor y más auténtica la Iglesia Católica que los usuarios. Además este resultado se repetirá siempre en grupos de similares características a los estudiados en este trabajo.

Si comparamos usuarios con creyentes (3,58 frente a 3,66) al ser el valor estadístico z = 0,50 no hay diferencia significativa, lo que supone que ambos grupos responden prácticamente lo mismo sobre esta cuestión y este comportamiento se repetirá en grupos de similares características a los estudiados en este trabajo.

Por último, la diferencia entre no creyentes y resto de grupos son tan grandes que no merece la pena hacer contraste estadístico; la diferencia es muy significativa y todos los grupos consideran por la actividad que realiza Cáritas, mejor y más auténtica la Iglesia Católica que el grupo de los no creyentes. Resultado que como venimos diciendo se repetirá siempre en grupos de similares características a los estudiados en este trabajo967.

967 Que la diferencia entre grupos sea estadísticamente significativa o no, hace considerar que ese resultado se repetirá siempre en grupos de similares características, por lo que de

248

Conclusión: el grupo agentes considera mucho más que los tres grupos restantes, que la actividad de Cáritas hace que se considere mejor y más auténtica la Iglesia Católica.

Los grupos usuarios y creyentes lo consideran de la misma manera, pero también ambos, mucho más que el grupo no creyentes. Lógicamente el grupo agentes muchísimo más que el de no creyentes.

c) La actividad de Cáritas hace que me pregunte por qué los voluntarios hacen esto y qué les motiva.

El grupo de usuarios presente la Moda en la posición 4 y un IPML = 3,52, entre “regular” y “mucho”.

El grupo agentes presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 3,47, entre “regular” y “mucho”.

El grupo creyentes presenta la Moda en la posición 3 y un IMPL = 3,22, ligeramente superior a “regular”.

El grupo no creyentes presenta la Moda en la posición 2 y un IPML = 1,75 cercano a “algo”.

Para continuar analizando esta pregunta pasamos a contrastar los índices ponderados de las respuestas que se han dado en cada grupo:

n media Desviación típica

Usuarios 100 3,52 1,105

Agentes 111 3,47 1,21

Creyentes 148 3,22 1,12

No creyentes 128 1,75 0,91

A continuación realizamos las comparaciones (contrastes de medias) que consideramos de interés:

Al comparar usuarios con agentes (3,52 frente a 3,47) al ser el valor estadístico z = 0,31 la diferencia estadística no es significativa, luego los dos grupos presentan el mismo planteamiento ante esta cuestión.

ahora en adelante no lo voy a repetir, aunque se debe tener en cuenta. Se considera estadísticamente significativo cuando el valor estadístico z es superior a 1,96.

249

Si comparamos creyentes con agentes (3,22 frente a 3,47) al ser el valor estadístico z = 2,09, podemos afirmar que la diferencia es significativa y por tanto los agentes se preguntan más que los creyentes por qué los voluntarios de Cáritas hacen ese servicio y qué les motiva.

Como el comportamiento ante esta cuestión es similar en los grupos usuarios y agentes, podemos afirmar que también los usuarios se preguntan más que los creyentes las motivaciones que les inducen a los voluntarios de Cáritas a realizar esta vocación-misión.

De la misma manera no hace falta realizar operaciones estadísticas para aseverar que los grupos usuarios, agentes y creyentes se plantean esa cuestión mucho más que el grupo de no creyentes.

Conclusión: los grupos de agentes y usuarios se plantean más la pregunta por la motivación del “hacer” de los voluntarios de Cáritas que el grupo creyentes; si bien, entre los grupos usuarios-agentes el planteamiento es similar.

Por otra parte, los tres grupos: usuarios, creyentes y agentes se plantean la cuestión mucho más que el grupo de los no creyentes.

d) La actividad de Cáritas hace que piense en ayudar a quien nada posee. El grupo usuarios presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 3,95

situado en “mucho”. El grupo agentes presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 3,47

entre “regular” y “mucho”. El grupo creyentes presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 3,54

entre “regular” y “mucho”. El grupo no creyentes presenta la Moda en la posición 1 y un

IPML = 2,22 ligeramente superior a “algo”. Para continuar analizando esta cuestión pasamos a contrastar los índices

ponderamos de las respuestas que se han dado en cada grupo:

250

n media Desviación típica

Usuarios 100 3,95 0,96

Agentes 111 4,15 0,88

Creyentes 148 3,54 1,24

No creyentes 128 2,22 1,27

Al comparar agentes con usuarios (4,15 frente a 3,95) al ser el valor estadístico z = 1,57, la diferencia estadística no es significativa, luego los dos grupos piensan de forma similar a la hora de querer ayudar a los demás.

Si comparamos agentes con creyentes (4,15 frente a 3,54) al ser el valor estadístico z = 4,6 la diferencia es muy significativa. El grupo agentes, a partir de observar la acción de Cáritas piensa muchísimo más en ayudar a los demás que el grupo de creyentes.

Al comparar usuarios con creyentes (3,95 frente a 3,54) al ser el valor estadístico z = 2,66, la diferencia estadística es significativa, por ello, el grupo usuarios a partir de la experiencia de ser acogidos y servidos en Cáritas se sienten más interpelados a ayudar a los demás que el grupo de creyentes.

Si comparamos creyentes con no creyentes (3,52 frente a 2,22) al ser el valor estadístico z = 4,6, la diferencia es muy significativa y los creyentes a la vista de la acción de Cáritas piensan muchísimo más en ayudar a quien nada posee que los no creyentes.

Conclusión: a la hora de sentirse impulsado a ayudar a otras personas los grupos de usuarios y agentes se comportan de manera similar y ambos grupos piensan en ayudar más a quien lo necesita, que el grupo de creyentes.

Por último, agentes, usuarios y creyentes se sienten muchísimo más interpelados, desde el “ver hacer” a Cáritas, en ayudar a los demás que el grupo de no creyentes.

e) La actividad de Cáritas ha supuesto para mí un acercamiento a la Iglesia Católica.

El grupo de usuarios presenta la Moda en la posición 1 y un IPML = 2,41, entre “algo” y “regular”.

251

El grupo de agentes presenta la Moda en la posición 3 y un IPML = 3,22 ligeramente superior a “regular”.

El grupo de creyentes presenta la Moda en la posición 2 y 3 y un IPML = 2,37 superior a “algo”.

El grupo de no creyentes presenta la Moda en la posición 1 y un IPML = 1,06 situado en “poco”.

Para continuar analizando esta pregunta pasamos a contrastar los índices ponderados de las respuestas que se han dado en cada grupo:

n media Desviación típica

Usuarios 100 2,41 1,51

Agentes 111 3,22 1,31

Creyentes 148 2,37 1,26

No creyentes 128 1,06 0,30

Si comparamos agentes con usuarios (3,22 frente a 2,41) el valor estadístico z = 4,14, por lo que la diferencia es muy significativa, es decir, para los agentes ha supuesto la actividad de Cáritas muchísimo más que para los usuarios, un acercamiento a la Iglesia Católica.

Al comparar agentes con creyentes (3,22 frente a 2,37) el valor estadístico z = 5,24, la diferencia es muy significativa, y ocurre como en el caso anterior, para los agentes la actividad de Cáritas ha supuesto muchísimo más, que para el grupo de los creyentes, una acercamiento a la Iglesia Católica.

Sin embargo, si comparamos usuarios con creyentes (2,41 frente a 2,37) el valor estadístico z = 0,21, por lo que no hay diferencia significativa y los dos grupos se sienten de igual manera acercados a la Iglesia Católica, por la actividad de Cáritas.

No comparamos por obvio el resto de los grupos con el de no creyentes.

Conclusión: para el grupo agentes, la actividad de Cáritas ha supuesto un acercamiento bastante mayor a la Iglesia Católica que para los grupos usuarios y creyentes que se comportan de manera similar ante esta cuestión. Además los tres grupos agentes, usuarios y creyentes, la actividad de Cáritas

252

ha supuesto un acercamiento mucho más importante a la Iglesia Católica que el que refiere el grupo de no creyentes.

A continuación, vamos a tratar de averiguar si el grado de conocimiento de la actividad de Cáritas, en el grupo de los no creyentes, tiene repercusión sobre que consideren mejor a la Iglesia Católica; se pregunten por las motivaciones de los voluntarios de Cáritas, si esa actividad hace que se planteen preguntas sobre la religión y si por fin, se produce en ellos un acercamiento a la Iglesia Católica.

Hemos de manifestar que de los 128 encuestados no creyentes, solo 16 declaran conocer “mucho” y “muy bien” la actividad de Cáritas y 69 dicen conocerla “poco” o “algo”. Esto supone que comparamos dos poblaciones bien diferenciadas968.

Ahora bien, comparar dos grupos con tan poco número de encuestados, aun realizando las operaciones estadísticas científicamente reconocidas; los resultados debemos proclamarlos con muchísima cautela y solo los podemos definir como “indicadores” de una situación y no como aseveraciones científicamente reconocidas.

f) En el grupo de los no creyentes, según su conocimiento de Cáritas, ¿hace que estos consideren mejor a la Iglesia Católica?

Para analizar esta cuestión pasamos a contrastar los índices ponderados de las respuestas que se han dado en ambos grupos.

n media Desviación típica

Conocen “poco” o “algo” 69 1,77 0,95

Conocen “·mucho” o “muy bien” 16 2,56 1,05

Comparando los grupos (1,77 frente a 2,56) el valor estadístico z = 2,76, por lo que la diferencia estadística es significativa, lo que supone que, si un grupo conoce mejor la actividad de Cáritas, éste considera mejor a la Iglesia Católica.

g) En el grupo de los no creyentes, según su conocimiento de la actividad de Cáritas, hace que se pregunten ¿por qué hacen esto los voluntarios de la Institución?

968 Ver cuadros nos 17 al 22.

253

Pasamos a contrastar los índices ponderados de las respuestas que se han dado en ambos grupos:

n media Desviación típica

Conocen “poco” o “algo” 69 1,62 1,01

Conocen “·mucho” o “muy bien” 16 2,18 1,10

Comparando los grupos (1,62 frente a 2,18) el valor estadístico z = 1,86, por lo que no hay diferencia significativa, lo que significa que conocer la actividad o no de Cáritas no supone nada para que a ellos les haga reflexionar sobre cual es la motivación de los voluntarios de Cáritas para llevar a cabo la misión que realizan.

h) En el grupo de los no creyentes, según su conocimiento de la actividad de Cáritas ¿hace que estos piensen en ayudar a quien nada posee?

Pasamos a contrastar los índices ponderados de las respuestas que se han dado en ambos grupos:

n media Desviación típica

Conocen “poco” o “algo” 69 2,17 1,20

Conocen “·mucho” o “muy bien” 16 2,81 1,10

Comparando los grupos (2,17 frente a 2,81) el valor estadístico z = 2,01, por lo que la diferencia es estadísticamente significativa, lo que supone que el grupo que conoce mejor la actividad de Cáritas se siente más impulsado a ayudar a quien nada tiene, que el grupo que conoce poco o nada de la actividad caritativo-social de la Institución.

i) En el grupo de los no creyentes, según su conocimiento de la actividad de Cáritas, ¿supone para ellos un acercamiento a la Iglesia Católica?

Pasamos a contrastar los índices ponderados de las respuestas que se han dado en ambos grupos:

n media Desviación típica

Conocen “poco” o “algo” 69 1,40 0,40

Conocen “mucho” o “muy bien” 16 1,25 0,60

254

Comparando los grupos (1,40 frente a 1,25) el valor estadístico z = 0,95, por lo que la diferencia no es significativa y los dos grupos se comportan de manera similar ante esta cuestión.

Conclusión: conocer más la actividad de Cáritas solo tiene incidencia sobre dos cuestiones de las cuatro analizadas: considerar mejor a la Iglesia Católica y sentirse impulsados a ayudar a quien nada posee, sin embargo, no parece tener repercusión para este colectivo el que se sientan impulsados a acercarse a la Iglesia Católica.

Si que tiene incidencia pues sobre la credibilidad eclesial, pero no lo suficiente como para provocar un acercamiento y menos una adhesión a la misma.

Queda patente la importancia del testimonio pero también la necesidad de un anuncio explícito de Jesucristo para la evangelización de los no creyentes.

6.5. Principales conclusiones de las encuestas969 Objetivo 1: averiguar si se identifica a Cáritas y su labor con su

pertenencia a la Iglesia. Todos los grupos identifican perfectamente a Cáritas con la Iglesia

Católica sobre todo creyentes (97 %) y agentes (99 %), a algo de distancia el grupo de los no creyentes (90 %) y a cierta distancia los usuarios (77 %). Incluso un porcentaje alto de usuarios (61 %) relacionan al voluntario como seguidor de Jesucristo, y sólo un 16 % no lo relacionan; el resto (21 %) no sabe responder. Eso supone para el grupo con porcentajes más bajos, el de usuarios, que identifican bastante a Cáritas y sus agentes con Jesucristo y su Iglesia.

Objetivo 2: saber el grado de conocimiento de la actividad de Cáritas.

El grupo agentes lo conoce mucho, el de creyentes regular y el de no creyentes algo.

Objetivo 3: analizar si la labor de Cáritas hace más creíble a la Iglesia Católica.

969 Lo que hemos ido analizando aportará luz sobre los dos siguientes capítulos de este trabajo, pero consideramos adecuado para presentar las conclusiones de una manera ordenada, responder a los objetivos que formulábamos en el apartado 6.2.2.

255

El grupo agentes considera “mucho”, que la labor de Cáritas hace más creíble a la Iglesia Católica y lo cree mucho más que los otros tres grupos. Los grupos usuarios y creyentes lo creen entre “regular” y “mucho”, pero mucho más que el grupo no creyente que sólo lo cree “algo”.

En general los grupos agentes, usuarios y creyentes consideran más creíble a la Iglesia desde el “hacer” “observar” o “ser atendidos” de Cáritas que los no creyentes que solo lo consideran “algo”.

Objetivo 4: investigar si la ayuda de Cáritas ha supuesto para aquellos que la reciben directamente una mejora en sus vidas y en que grado.

El 86 % responden que si (“mucho” o “muchísimo”), “regular” solo el 8 % y “algo” el 6 %. Nadie responde “poco”. La labor de Cáritas contribuye a dignificar la vida de las personas a las que sirve.

Objetivo 5: averiguar si el servicio de Cáritas ha sido respetuoso en lo referente a transmitir explícitamente la Buena Noticia de Jesús, a los excluidos, realizándolo únicamente cuando así lo han demandado los marginados970.

El 95 % de los usuarios declaran que le han respetado en Cáritas sus ideas sobre la religión y un 86 % dicen “que no” le han hablado de Dios, Jesucristo o la Iglesia, tratando de convencerles cuando ellos no lo han pedido.

Claramente no se ha realizado proselitismo con los usuarios y aunque bien es cierto que en algunos poco casos, se han podido ver “presionados”, queda manifiesto que estamos hablando de casos esporádicos: el 5 % que dice que no le han respetado sus ideas sobre la religión y el 14 % se han sentido “presionados” en alguna ocasión.

Objetivo 6: indagar si la actividad de Cáritas hace que las personas se sientan impulsadas a ayudar a las personas empobrecidas971.

La respuesta es totalmente afirmativa para los grupos de agentes y usuarios, que se sitúan en “mucho” y aunque con cierta diferencia también, para el grupo de creyentes, que se sitúa entre “regular” y “mucho”.

970 Dicha conclusión se deriva de analizar las respuestas dadas a las preguntas 4.1, 4.2 y 4.3 de la encuesta realizada a las personas atendidas por Cáritas. 971 Dicha conclusión se deriva de analizar las respuestas dadas a las preguntas 5.3 y 6.2 de la encuesta: “Incidencia sobre las personas” y la 6.3 y 7.2, idénticas a las anteriores, de la encuesta realizada a las personas atendidas por Cáritas.

256

El grupo de los no creyentes sólo se siente interpelados desde el “ver” la labor de Cáritas, a ayudar a los necesitados, un 20 % de los encuestados, es decir “algo” y la diferencia de respuesta con respecto a los otros tres grupos es amplio.

Ahora bien, una cuestión es sentirse impulsado y otra pasar a la acción o hacerlo realidad. ¿Cómo responden las poblaciones estudiadas a integrarse en algún grupo de ayuda?

Los agentes responden un 52 % afirmativamente, los usuarios un 38 %, los creyentes un 17 % y los no creyentes su respuesta es prácticamente nula.

Objetivo 7: indagar si el trabajo de Cáritas provoca en quien lo hace, observa o recibe, interrogantes que le abren a otra realidad que es religiosa, a la Trascendencia972.

Un 52 % de los agentes responden afirmativamente y un 22 % de los creyentes también. Se sitúan pues los agentes en la zona de “regular” y los creyentes en “algo”. Parece que la respuesta es baja para estos dos grupos, y así es, sin embargo hay que tener en cuenta que su apertura al Misterio, no tiene que provenir únicamente desde o por la tarea que realiza Cáritas.

La respuesta de los usuarios también es baja 22 % y la de los no creyentes es de que no se plantean preguntas en este sentido.

Por una razón u otra, la tarea de Cáritas, por si solo provoca pocos interrogantes que abran a la persona a la Trascendencia; ahora bien, si que la actividad de los voluntarios cuestiona a nuestros grupos encuestados: así al 60% de usuarios y agentes se les plantean interrogantes, aunque por diferentes motivos, sobre que impulsa a los voluntarios de Cáritas a hacer lo que llevan a cabo. Al 43 % de los creyentes también les surgen interrogantes sobre esta cuestión; y a los no creyentes prácticamente nada, solamente a un 5 %.

Aquí queda manifiesta la importancia de la relación directa, del contacto; en una palabra, de la encarnación.

Objetivo 8: analizar si la actividad de Cáritas mantiene o aumenta la fe y el sentido de pertenencia eclesial de los creyentes.

Podemos responder que en un alto grado, así es: al 80 % de los agentes y al 65 % de los creyentes.

972 Dicha conclusión se deriva de analizar las respuestas dadas a las preguntas 5.2 y 5.4, de la encuesta: “Incidencia sobre las personas” y la 6.2 y 6.4, idénticas a las anteriores, de la encuesta realizada a las personas atendidas por Cáritas.

257

Objetivo 9: indagar si la tarea realizada por Cáritas supone para las personas una conversión a la Buena Nueva de Jesucristo973.

Para los grupos de agentes y creyentes, si que la actividad de Cáritas mueve su corazón y lo instala en la misericordia de Dios hacia los pobres y necesitados así, en el grupo agentes hace que en torno al 81 - 87 % de los mismos estén dispuestos a emplear más de su tiempo y dinero en la ayuda a los empobrecidos y su servicio eclesial está más centrado en este ministerio y hasta un 93 % reconocen que en su vida diaria tienen en cuenta las repercusiones que pueden tener sus acciones en la vida de los pobres.

Los creyentes presentan porcentajes elevados pero no altos: en torno al 40 % declaran que la actividad de Cáritas hace que empleen más tiempo en ayudar a los marginados y que su actividad eclesial este más centrada en este sentido. Hasta un 64 % dicen aportar más dinero para que sean atendidos los empobrecidos; y un 57 % manifiestan estar atentos a las acciones de su vida diaria y que repercusión tienen en la vida de los excluidos.

Si pasamos a analizar la conversión al Dios de Jesucristo que se produce en estos tres grupos, basado en la práctica sacramental y adhesión a la comunidad, debemos advertir previamente que éstos son dos indicadores de un proceso mucho más complejo y que será estudiado más pormenorizadamente en el capítulo ocho de este trabajo. Aquí simplemente exponer que aunque las respuestas son bajas en esos grupos, lo son por motivos diferentes: en agentes y creyentes, porque independientemente de la actividad de Cáritas ya estaban insertados en la comunidad eclesial y recibían los sacramentos. Cuando la pregunta incide específicamente en si la actividad de Cáritas ha supuesto para ellos un aumento en la práctica sacramental y una mayor adhesión a la Comunidad, consecuentemente responden que no: “Ya iba a misa, recibía los sacramentos y acudía a la parroquia independientemente de la actividad de Cáritas”, por ello responden que no, o sus respuestas fluctúan entre “algo” y “poco”. Eso no quiere decir que no frecuenten los sacramentos o acudan a la parroquia. 973 Dicha conclusión se deriva de analizar las respuestas dadas a las preguntas 5.5 y 6.3, 6.4, 6.5 y 6.6 de la encuesta: “Incidencia sobre las personas” y la 6.5, 7.3, 7.4, 7.5 y 7.6 idénticas a las anteriores, de la encuesta realizada a las personas atendidas por Cáritas. Indudablemente que convertirse a la Buena Nueva de Jesucristo, no se recoge sólo y únicamente cuando desde la conversión del corazón se adhiere una persona a la comunidad eclesial, pero por ser esta la conclusión lógica del proceso de evangelización, se han tomado en cuenta estas preguntas que de alguna manera quieren destacar la culminación de este proceso. Tendremos, no obstante, en cuenta las respuestas 7.2, 7.3, 7.4 y 7.5 de la encuesta: “Incidencia sobre las personas” para los grupos de agentes y creyentes.

258

En lo referente a los otros dos grupos, en el de usuarios se responde a todas las preguntas con un “algo”, y los no creyentes con “poco” o “nada”. En ambos casos, las respuestas son escasas: en el grupo de usuarios, porque aunque bastantes se encuentran en un proceso de evangelización, este tiene sus tiempos y ritmos; además la adhesión a la Comunidad significa la última etapa de este itinerario, lo que supone que lleguen a él menos personas. En lo referente a los no creyentes, la gran mayoría, por las respuestas dadas, nos indican que no se encuentran en proceso de evangelización, por lo que resulta más difícil que alcancen la última etapa.

Objetivo 10: reflexionar sobre si el mayor o menor conocimiento de la actividad de Cáritas tiene influencia sobre la credibilidad eclesial y sobre el grado de evangelización de la persona, en los no creyentes.

Conocer más la actividad de Cáritas tiene incidencia aunque no muy alta sobre la credibilidad eclesial en sentido positivo, y también sobre sentirse impulsados a ayudar a quien nada posee.

Ahora bien, no parece provocar un mayor acercamiento y menos una adhesión a la Iglesia. En este sentido parece ser que si bien la actividad de Cáritas y el conocimiento de ella puede incidir sobre dimensiones del proceso de evangelización, no lo hace precisamente sobre la adhesión e incorporación a la comunidad de fe.

259

6.6. Cuadros.

Cuadro 1.

260

Cuadro 2.

261

Cuadro 3.

262

Cuadro 4.

263

Cuadro 5. Usuarios de Cáritas.

Cuadro 6. Usuarios de Cáritas.

264

Cuadro 7. Usuarios de Cáritas.

Cuadro 8. Agentes de Cáritas.

265

Cuadro 9. Agentes de Cáritas.

Cuadro 10. Agentes de Cáritas.

266

Cuadro 11. Creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.

Cuadro 12. Creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.

267

Cuadro 13. Creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.

Cuadro 14. No creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.

268

Cuadro 15. No creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.

Cuadro 16. No creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.

269

Cuadro 17. No creyentes, conocen poco Cáritas.

Cuadro 18. No creyentes, conocen poco Cáritas.

270

Cuadro 19. No creyentes, conocen poco Cáritas.

Cuadro 20. No creyentes, conocen mucho Cáritas.

271

Cuadro 21. No creyentes, conocen mucho Cáritas.

Cuadro 22. No creyentes, conocen mucho Cáritas.

272

7. CÁRITAS COMO SIGNO DE CREDIBILIDAD ECLESIAL974

7.1. La Iglesia en España pierde credibilidad como mediación

religiosa La situación actual de la sociedad española presente plantea a la Iglesia

una serie de desafíos como no los ha habido en toda nuestra historia. Los incuestionables valores de la postmodernidad acarrean no sólo un conjunto de problemas en su propio ámbito, sino una importante crisis religiosa que produce en las personas una falta de confianza en la Iglesia que se traduce en pérdida de su credibilidad como mediación religiosa, es decir, no reconocen a la Comunidad eclesial como un instrumento capaz de permitir a los hombres y mujeres de hoy hacer el acto de fe con plena libertad; no ven en Ella, en su dimensión histórica características y valores que revelen su dimensión escatológica.

Los sociólogos de la religión nos hablan de la funcionalización creciente de la Iglesia dentro de la funcionalización general de la sociedad: solo se acepta en cuanto institución competente para asuntos religiosos y ritos de “paso” (bautizos, bodas, funerales), y en ella se delega la satisfacción de las necesidades religiosas de la persona o de los grupos sociales.

Estos profesionales nos dicen también de la identificación parcial de muchos cristianos con la Iglesia, como un reflejo del pluralismo en las interpretaciones personales de la fe al margen de la ortodoxia; fenómeno que va unido a un reduccionismo del cristianismo, a un cristianismo light975.

En un tiempo relativamente reciente numerosas transformaciones han tenido lugar en las creencias actitudes y comportamientos de los españoles en el terreno religioso y frente a los diversos cambios que se han producido en la “oferta” religiosa de la Iglesia católica.

974 En este apartado hemos considerado seguir la estructura que se presenta en el artículo: A. CESTER, "Yo te mostraré la fe con mis obras" (Sant 2,18). La caridad, signo de credibilidad del mensaje cristiano y de la Iglesia, en: Cor XIII 147 (2013) 75-101. 975 Cf. J. PEREA, Otra Iglesia es posible. Eclesiología práctica para cristianos laicos (Madrid 2010) 104.

273

Estas transformaciones en la afiliación y en la frecuencia de las prácticas religiosas, así como en las actitudes frente a la Iglesia y su magisterio doctrinal, sobre todo en el terreno ético, han sido interpretadas desde la Sociología de la religión en nuestro país, desde el paradigma de la secularización. El avance de la secularización en la sociedad española es un hecho difícilmente cuestionable, y es aceptado por la mayoría de los estudios de la realidad social española976.

Desde esta situación-eclesial, tal como decíamos antes, se produce una falta de confianza y credibilidad en la Iglesia que ha ido aumentando en los últimos años.

Para verificar este aspecto hemos acudido a consultar dos de las fuentes estadísticas más fiables que existen en la actualidad: el Centro de Investigaciones Sociológicas dependiente del Ministerio de la Presidencia de España977 y el Eurobarómetro para la Comisión Europea, sobre la opinión pública Europea978.

De los diferentes estudios que tienen por objeto analizar el hecho religioso hemos elegido tres realizados por el CIS en los años 1998, 2002 y 2008 y otros tres por el EUB en los años 1990, 1999 y 2008.

Las seis encuestas tienen en común la misma pregunta a responder y que interesa a nuestro trabajo: ¿qué grado de confianza le inspira la Iglesia Católica? y permite ver la evolución que presenta a lo largo de los años979.

A continuación presentamos las tablas de ambos organismos en porcentaje de respuestas.

976 Cf. P. GONZÁLEZ BLASCO, Sociedad española y religión, en: M. JUAREZ (ed.), V Informe sociológico sobre la situación social en España. Sociedad para todos en el 2004 (Madrid 1994) 741-746. Este autor hace un análisis muy lúcido de la llamada “teoría de la secularización”, que a pesar del tiempo que hace que se publicó, sus reflexiones y conclusiones se manifiestan muy actuales. 977 En adelante lo citaremos como CIS. 978 En adelante lo citaremos como EUB. 979 Hemos revisado todas las encuestas del CIS y el EUB realizadas para la población en general y la pregunta sobre la confianza en la Iglesia es la única que puede estar relacionada con la credibilidad eclesial. Únicamente existe una encuesta del CIS que aborda excepcionalmente esta cuestión. Es el Estudio nº 2440. Valores y creencias de los jóvenes (Madrid 2001), realizado a 2471 jóvenes en que a la pregunta ¿Crees en la Iglesia?, un 28,6% respondía afirmativamente. Estudio accesible en: www.cis.es/cis/opencm/ES/2_bancodatos/estudios/ver.jsp?estudio=2331.

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MUCHA BASTANTE POCA NINGUNA NOs/NOc AÑO

CIS (E2301)980 32,6 % 28,2 % 18,9 % 17,1 % 3,2 % 1998

CIS (E2443)981 8,7 % 31,2 % 34,6 % 22,4 % 3,1 % 2002

CIS (E2752)982 11,6 % 26,4 % 34,1 % 24,9 % 3,1 % 2008

EUB983 22,82 % 26,65 % 30,9 % 19,1 % 0,48 % 1990

EUB984 15,5 % 26,30 % 35 % 23,2 % 0 % 1999

EUB985 14 % 19 % 32,6 % 34,4 % 0 % 2008

Como podemos ver se produce una pérdida de confianza en la Iglesia

con el paso de los años. Para una percepción mejor de este aspecto, vamos a recurrir al Índice

Ponderado Medio de Likert que ya empleamos en el apartado anterior para analizar una pregunta con multirrespuestas986.

980 CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOLÓGICAS, Estudio nº 2301. Religión I (Madrid 1998). Accesible en: www.cis.es/cis/opencm/ES/2_bancodatos/estudios/ver.jsp?estudio=1290. Compuesto por 2488 entrevistas. 981 CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOLÓGICAS, Estudio nº 2443. Actitudes y creencias religiosas (Madrid 2002). Accesible en: www.cis.es/cis/opencm/ES/2_bancodatos/estudios/ver.jsp? estudio=2170. Compuesto por 2487 entrevistas. 982 CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOLÓGICAS, Estudio nº 2752. Religiosidad (Madrid 2008). Accesible en: www.cis.es/cis/opencm/ES/2_bancodatos/estudios/ver.jsp?estudio=9200. Compuesto por 1973 entrevistas. 983 EUROPEAN VALUES STUDY, Variable y pregunta q545a/Q545A (Bruselas 1990). Accesible en: http://www.europeanvaluesstudy.en/zacat.gesis.org/webview/index.jsp?objet=http://zacat.gesis.org/obj/fCatalog/Catalog5. Estudio compuesto por 2637 entrevistas. 984 EUROPEAN VALUES STUDY, Variable y pregunta v200/Q58A (Bruselas 1999). Accesible en: http://www.europeanvaluesstudy.en/zacat.gesis.org/webview/index.jsp?objet=http://zacat.gesis.org/obj/fCatalog/Catalog5. Estudio compuesto por 1183 entrevistas. 985 EUROPEAN VALUES STUDY, Variable y pregunta v205/Q63A (Bruselas 2008). Accesible en: http://www.europeanvaluesstudy.en/zacat.gesis.org/webview/index.jsp?objet=http://zacat.gesis.org/obj/fCatalog/Catalog5. Estudio compuesto por 1477 entrevistas.

275

Para ello le daremos un valor 4 a “mucho”, un valor 3 a “bastante”, un valor 2 a “poco” y un valor 1 a “nada”.

Los resultados son los siguientes:

- CIS (E2301, 1998) IPML = 2,77. - CIS (E2443, 2002) IPML = 2,27.

- CIS (E2752, 2008) IPML = 2,26.

En el año 1998, la confianza en la Iglesia Católica se situaba entre “bastante” y “poco”, pero muy cercana al “bastante”.

En el año 2002 la confianza se sitúa en el mismo intervalo, pero desciende y se acerca más a “poco”.

En el año 2003 la confianza desciende pero casi imperceptiblemente. Si estos resultados son los recogidos por el CIS veamos lo que nos dicen

los recogidos por el EUB. - EUB 1990, IPML = 2,53.

- EUB 1999, IPML = 2,33.

- EUB 2008, IPML = 2,12. La confianza en la Iglesia Católica en el año 1990 se sitúa entre

“bastante” y “poco”, en un lugar que podríamos denominar medio o de intersección.

En el año 1999 desciende la confianza y se sitúa en la influencia del “poco”.

En el año 2008 vuelve a descender acercándose a la posición, “poco”. Ambas encuestas dan resultados semejantes:

a) Muestran un descenso leve pero progresivo de la confianza de las personas en la Iglesia Católica.

b) Los datos del CIS son ligeramente superiores a los recogidos por el EUB.

c) La confianza se sitúa entre las posiciones de “bastante” y “poco”. d) Por último, como las posiciones intermedias entre “bastante” y

“poco” no son nada claras ni definidas, debemos precisar que si

986 Ver nota nº 963.

276

estamos analizando una secuencia numérica del 1 al 4, las respuestas que se sitúan entre la posición 2 y 3 que es nuestro caso responde a una confianza de entre el 33 % y 66 %; como los IPML dan resultados ligeramente superiores al 2, podríamos afirmar que entre un 49 - 40 % de las personas tienen confianza en la Iglesia Católica en los periodos estudiados, encontrándonos en el año 2008 con los porcentajes más bajos de dicho intervalo.

Independientemente de lo que nos dicen las encuestas, los creyentes somos conscientes de la desafección creciente hacia la Iglesia de muchos de nuestros contemporáneos. También hemos oído en infinidad de ocasiones la frase: “Jesús, si; la Iglesia no” con todo lo que ello significa; y no podemos obviar en esta constatación la búsqueda por algunos de los miembros activos eclesiales de fórmulas de pertenencia parcial a la Iglesia987.

Todo esto nos dice que algo está fallando en la realización de la Iglesia que presentamos los cristianos. Estamos pues ante una crisis de credibilidad eclesial: la Iglesia está dejando de ser creíble como mediación religiosa y en su condición de “sacramento de salvación”; de ahí que para que la Iglesia pueda ser sujeto de evangelización, necesitamos todos los que formamos parte de ella, trabajar para reforzar su credibilidad988.

7.2. Es necesario reforzar la credibilidad de la Iglesia para que pueda ejercer efectivamente su condición de sujeto de la evangelización que el mundo necesita

Antes de avanzar debemos responder a una pregunta que parece fundamental: ¿para obtener “mejores resultados” en las encuestas, debe hacerse la Iglesia socialmente plausible?

Decididamente debemos contestar con un no rotundo, ya que para ello tendría seguramente que renunciar a su propia identidad. Podemos intuir, que hacer plausible a la Iglesia significaría adaptarla a las circunstancias sociales del momento histórico que le toca vivir para que respondiera perfectamente a lo que la sociedad desea de ella. “Hacer plausible al

987 Cf. J.D.D. MARTÍN VELASCO, Increencia y evangelización. Del diálogo al testimonio (Santander 1988) 146. Este trabajo se citará como Increencia. 988 Cf. Ibid., 147.

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cristianismo supondría hacerle renunciar a la constitutiva dimensión de escándalo que comporta la cruz” 989.

Una vez aclarada esta importante cuestión, veamos lo que dicen los obispos –reunidos en Sínodo– sobre la Iglesia: "La Iglesia es el espacio ofrecido por Cristo en la historia para poderlo encontrar, porque Él le ha entregado su Palabra, el Bautismo que nos hace hijos de Dios, su Cuerpo y su Sangre, la gracia del perdón del pecado, sobre todo en el sacramento de la Reconciliación, la esperanza de una comunión que es reflejo mismo del misterio de la Santísima Trinidad y la fuerza del Espíritu que nos mueve a la caridad hacia los demás" 990.

La Iglesia existe para llevar a todos los hombres al encuentro vital con Jesucristo –esta es su labor sea aplaudida o no por nuestros contemporáneos– por eso es signo e instrumento de la salvación obrada por el Mesías991. La pastoral busca hacer efectiva aquí y ahora esa capacidad de ser signo e instrumento de salvación. Aquí radica la importancia de la credibilidad eclesial, ya que Ella debe ser capaz de manifestar el misterio que porta a lo largo de la historia.

Así pues, reforzar la credibilidad de la Iglesia comporta para los cristianos no solo afirmar que nuestra Iglesia es la de Jesús y que Él está en Ella, sino que debemos legitimar y hacer visible esta afirmación para que la credibilidad eclesial crezca. Solo por medio de la mostración de la conformidad entre Ella y el fundamento de su existencia –el Señor resucitado– puede hacerse creíble, para los hombres y mujeres de hoy, la Comunidad eclesial.

Los creyentes experimentamos y hemos descubierto que la Iglesia está en continuidad histórica y estructural con Jesucristo y con la historia de fe que partió de Él. Sin embargo ante la pérdida de credibilidad eclesial, los cristianos nos hemos de plantear que debemos hacer para que nuestros contemporáneos descubran la conexión que existe entre la historia de Jesucristo y las realizaciones de la Iglesia actual, una conexión que acredita y da credibilidad a la Iglesia como legítima consecuencia de la historia de Jesús en medio de las cambiantes condiciones históricas del presente. Para ello, la Iglesia debe justificar su permanente fundamento de existencia, Jesucristo y el Reino de Dios, de tal modo que brote de Ella la eficacia 989 Ibid., 147. 990 SÍNODO DE OBISPOS, Mensaje final al Pueblo de Dios del Sínodo de los obispos sobre la nueva evangelización (El Vaticano 2012) nº 3. Este documento se citará como SOMF. 991 Cf. LG 9.

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liberadora de la Buena Nueva como sucedió en el tiempo de Jesús de Nazaret.

Y lo va a acreditar mediante el testimonio, ahora bien, la sensibilidad de las mujeres y hombres de hoy no se centra solo en la veracidad y fiabilidad de los testimonios, es más, presentan ideas muy diversas con respecto al contenido del testimonio: algunas formas como el compromiso social, la ayuda a los pobres, son exaltadas, mientras que otras son subestimadas.

Actualmente las personas son muy sensibles a los valores que se realizan en la existencia. La vida cristiana vivida debería manifestar un determinado modelo de existencia que resultara atractivo por su calidad intrínseca. Es decir, el cristianismo aparecerá como bueno y creíble en la medida que descubran en él, que produce personas felices, libres, realizadas, comprometidas en el servicio al prójimo –especialmente con lo más necesitados– y constructores de la paz abiertos a la esperanza992.

El cristiano que se compromete a vivir como seguidor de Jesucristo, sería poco creíble si en su vida no hiciera visibles tales aspectos.

Desde estos presupuestos se verá seguramente reforzada la credibilidad eclesial, aspecto este fundamental para que lleve a cabo de una manera más plena su existencia y pueda ser más fiel a su vida y misión. Desde aquí, debemos reflexionar que papel desempeña la acción caritativa-social eclesial en el binomio: credibilidad-evangelización.

Ya nos manifestaba el Concilio Vaticano II con rotundidad: “Sepan todos (los fieles), que su primera y principal obligación en pro de la difusión de la fe es vivir profundamente la vida cristiana. Así, su fervor en el servicio de Dios y su caridad para con los demás aportarán nuevo aliento espiritual a toda la Iglesia, la cual aparecerá como signo levantado entre las naciones (Cf. Is 11,12), luz del mundo (Mt 5,14) y sal de la tierra (Mt 5, 13)” (AG 36).

El Concilio nos dice que vivir profundamente la vida cristiana, está ligado indefectiblemente al servicio a Dios y en el amor al prójimo, especialmente al más necesitado993. El servicio al pobre es una forma de hacer presente a Jesús, de tal manera que así visibilizamos ante la sociedad que nuestra Iglesia es la de Jesús y que Él está operante en ella. La llamada diaconía de la caridad se hace de esta manera parte integrante del anuncio 992 Cf. J. GEVAERT, El primer anuncio. Proponer el Evangelio a quien no conoce a Cristo. Finalidades, destinatarios, contenidos, modos de presencia (Santander 2004) 60; F. MARTY, Le témoignage, verification de la foi, en: Catéchèse 92 (1983) 76. 993 Cf. Mt 25, 36-40.

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de la obra salvadora y liberadora de Jesús y dimensión fundamental de la credibilidad eclesial 994.

De modo general, se puede aseverar que la capacidad evangelizadora de la Iglesia y su credibilidad, quedan marcadas por la medida en que toda su conciencia y misión aparezcan signadas por la caridad.

7.2.1. Creer cristianamente comporta creer en la Iglesia

Un punto de partida ineludible en esta cuestión es la inseparable relación entre la Iglesia como signo y Cristo: en cuanto signo, la Iglesia remite no a sí misma, sino al misterio de Cristo. La Iglesia es signo en la medida en que conduce y transparenta a Cristo995.

Vemos pues, que aunque es claro que el signo que es la Iglesia depende del mismo Cristo, también se puede afirmar que Cristo depende de la Iglesia, en cuanto que ella nos proporciona la imagen de Cristo, teniendo en cuenta que el verdadero acceso a Él se nos da en y a través de la Iglesia: las razones para creer que presenta la Iglesia llevan al encuentro con Cristo a través de la incorporación a una comunidad de creyentes donde se entrega Cristo en la palabra y en el sacramento. Esa comunidad es nuestra Iglesia996.

Este modo de plantear la significatividad de la Iglesia se debe a las perspectivas eclesiológicas abiertas por el Concilio Vaticano II. Tanto en la constitución DV como en la LG y la GS, han puesto de relieve que el signo total es Cristo-en-la-Iglesia997.

Ahora bien, la Iglesia aun formando parte esencial de ese signo total que es Cristo en la Iglesia, por participar de la significatividad de Cristo, es un

994 "El testimonio de la caridad es el lenguaje más significativo hoy en día a la hora de anunciar la fe cristiana" (V. VIDE, Comunicar la fe en la ciudad secular. Teología de la comunicación [Santander 2013] 149). 995 Cf. LG 15. 996 Cf. C. IZQUIERDO, Teología Fundamental (Navarra 2009) 544-545. 997 Cf. DV 4, LG 39, GS 2. “Cristo y la Iglesia, son los grandes signos de la revelación y, realmente, los dos únicos signos. Todos los signos de la revelación histórica se vinculan al Cristo histórico; todos los signos desde pentecostés hasta la parusía se vinculan con la Iglesia de Cristo, en cuanto esposa y cuerpo místico de Cristo resucitado. Los signos son la irradiación de Cristo y la irradiación de la esposa de Cristo… el signo total es el signo de Cristo percibido a través del signo de la Iglesia sacramento de Cristo o signo del signo de Dios” (R. LATOURELLE, Cristo y su Iglesia, signos de salvación [Salamanca 1971] 90). Citado en: S. PIÉ-NINOT, Hacia una eclesiología fundamental basada en el testimonio, en: Revista Catalana de Teología 9 (1984) 402. Este artículo se citará en adelante como EclesiologíaFun.

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signo diferente: “Cristo, en cuanto signo de la revelación y de la salvación de Dios, es plenamente expresivo, porque su significatividad no depende de algo ajeno a Él, sino de la irradiación de su amor, de su poder, de su sabiduría y de su santidad como Hijo del Padre. A partir de las manifestaciones concretas se puede pasar directamente a la fuente de la que proceden. En el caso de la Iglesia, en cambio, los signos que en ella se encuentran son expresión no sólo de su carácter de “creatura Verbi”, de obra de Dios, sino también de realidad humana, histórica, con toda la ambigüedad que caracteriza estas realidades”998. Este planteamiento exige por tanto que, al tratar de la Iglesia, queda siempre sobreentendida su esencial referencia a Cristo.

A partir de esta consideración inicial que nos parecía fundamental e ineludible, vamos a reflexionar sobre el signo que es la Iglesia como signo de credibilidad.

Creer cristianamente comporta creer en la Iglesia –tal como expresábamos en el enunciado de este apartado– porque la Iglesia es fuente, apoyo y norma de los que creemos. En este sentido creemos en la Iglesia, dentro de la Iglesia y como Iglesia999; la fe cristiana personal está necesariamente referida y ha sido posible gracias a unas determinadas condiciones que se encuentran en la fe de la Iglesia1000.

Ahora bien, la Iglesia no es objeto de fe del mismo modo que Dios Jesucristo y el Espíritu Santo, y para ello solamente debemos recordar la distinción importante que nos da el Credo Apostólico, ya que cuando se refiere al creer en la Iglesia, no usa el “credere in” que se aplica a las tres personas divinas, sino simplemente el “credere Eclesiam”. Por ello, se cree más bien a Dios en la Iglesia, en el momento que esta se encuentra en el contexto de la neumatología, al ser el Espíritu quien hace presente la revelación de Dios por Jesucristo en el mundo y en la historia1001.

998 IZQUIERDO, o.c., 546. 999 Cf. CCE 748; 975. 1000 “La fe personal ha de reconocer que la Iglesia, a pesar de sus errores y pecados, ha transmitido con fidelidad el contenido esencial del cristianismo: la figura de Cristo crucificado y su entero acontecimiento. Con ello mantiene viva la posibilidad de la fe cristiana a lo largo de los tiempos” (J.M. MILLÁS, La fe cristiana en un mundo secular. Cuadernos “Institut de Teologia Fonamental” 43 (San Cugat del Vallès-Barcelona 2005) 26. 1001 Cf. PÍÉ-NINOT, EclesiologíaFun, 405. En la misma línea se manifiesta claramente el Catecismo de la Iglesia Católica: “En el Símbolo de los Apóstoles, hacemos profesión de creer que existe una Iglesia santa (credo… Ecclesiam), y no de creer en la Iglesia para no

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Aquí se plantea un tema decisivo para la credibilidad de la Iglesia que nos aboca a las siguientes cuestiones: ¿en qué medida debemos apoyarnos en la Iglesia para creer? Y ¿hasta qué punto la credibilidad y la fe dependen de esta mediación eclesial?

Ya hemos manifestado antes que la Iglesia es una mediación, no sólo capaz sino necesaria, que permite al creyente hacer el acto de fe con plena libertad. Para ello, el signo que es la Iglesia debe establecer una relación lo más clara y estrecha posible entre la realidad humana -elemento visible- y la realidad divina. Es decir, debe poner de manifiesto la continuidad no sólo histórica, sino teológica entre el acontecimiento de Cristo y la acción de la Iglesia1002.

Es decir, la Iglesia debe expresar su sacramentalidad como expresión de su identidad, que la refiere, sin duda, más claramente a Cristo y a la realidad última que significa: “La íntima unión con Dios y la unidad del género humano” (LG 1). Por esta razón la Iglesia como “sacramento universal de salvación” (LG 48) se convierte en mediación de la fe ya que “la fe es inicio de la salvación humana”1003.

La dificultad mayor con la que nos encontramos a todo lo dicho anteriormente, es la presencia en la Iglesia de la realidad del pecado y se nos plantea una nueva cuestión: ¿cómo puede ser la Iglesia, para nuestros coetáneos una señal que los conduzca a plantearse que ella hace presente a Cristo, y que es por tanto ámbito de salvación, que ella es una comunidad que transparenta el amor de Dios por los hombres?1004

Fernando Chica, nos ofrece la siguiente intuición: “Quizás, la respuesta más que palabras necesite gestos y una vía en donde se verifique empírica y palpablemente que Dios no es un sinsentido, que las bienaventuranzas no son una utopía volátil y efímera. Esta respuesta requiere hechos, signos que revelen que la Iglesia no es como otro tipo de asociación”1005.

Y esto lo podrá hacer presente la Iglesia de una manera privilegiada desde la radicalidad propia de su acción caritativa-social: podemos afirmar, según lo reflexionado anteriormente que la Iglesia mediante la acción confundir a Dios con sus obras y para atribuir claramente a la bondad de Dios todos los dones que ha puesto en su Iglesia” (CCE 750). 1002 Cf. IZQUIERDO, o.c., 546. 1003 E. DENZINGER, El Magisterio de la Iglesia (Barcelona 1997) nº 801. En adelante esta obra se citará como DZ. 1004 Cf. F. CHICA, La caridad signo de credibilidad en la vida de la Iglesia, en: Religión y cultura 45 (1999) 815. 1005 Ibid., 815.

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caritativa-social, especialmente realizada en los más pobres y necesitados, se muestra y es signo de salvación de tal manera que puede sugerir la presencia de Cristo en ella, que es lo que quiere atestiguar manifestando su credibilidad y presentando como verídica la Revelación.

7.2.1.1. Los signos ofrecidos por Jesús de Nazaret Jesús realiza “señales y milagros” a lo largo de su vida terrena. Hasta los

críticos más radicales hacia su persona no se atreven a ponerlos en duda: los signos históricos, se encuentran reflejados en todas las tradiciones y son mencionados en los estratos más antiguos1006.

Fundamentalmente cura enfermedades y expulsa demonios, y Jesús lo realiza movido por su misericordia hacia el necesitado. Estos signos se caracterizan por su “ser” humanizador y su capacidad de recuperar e incorporar a la persona para la convivencia en la comunidad.

Estas “señales” se realizan en contexto de fe y Jesús los interpreta como signos de la llegada del Reino de Dios.

Los milagros presuponen la fe en un sentido y en otro la hacen posible: donde hay signos para creer nace la fe, y donde hay fe se pueden percibir los signos de Dios. Ahora bien, el milagro no fuerza la fe en la persona, sino que la abre a la realidad divina, es la mediación para encontrarse con Dios. Este encuentro es el que nos da aquella certeza que funda definitivamente la fe1007.

Podemos agrupar estos signos en seis tipos principales1008:

a) Exorcismos: Jesús lucha contra el mal para liberar al ser humano1009. b) Curaciones de paralíticos, impedidos, tullidos o leprosos, que eran

considerados enfermos por haber pecado. La acción de Jesús,

1006 Cf. R. AGUIRRE, Aproximación actual al Jesús de la Historia, en: Cuadernos de Teología Deusto 5 (Bilbao 1996) 30. Este trabajo se citará como Aproximación. 1007 “El milagro se experimenta como acción de Dios sólo en la fe. Por tanto, no fuerza la fe. El milagro más bien la pide y la confirma” (KASPER, Jesús, 117). 1008 Cf. A. GONZALEZ MONTES, Teología fundamental. De la Revelación y de la Fe (Madrid 2010) 746-748; M. GESTEIRA, Jesús horizonte de esperanza I. Jesús de Nazaret personaje histórico (Madrid 2011) 91-92. En adelante este trabajo se citará como Jesucristo. 1009 Cf. Mt 8, 28-34; Lc 4, 33-35; Mc 5, 1-20; Mc 9, 14-29; Mt 12, 22-23.

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aparece así, en la práctica, como un gesto de curación profunda: de acogida humana y de perdón divino1010.

c) Como promoción y respaldo de la fe y la esperanza, en el Reino de Dios1011.

d) Como legitimación del propio Jesús de su autoridad superior al sábado y la ley antigua; lo que supone una crítica al fariseísmo legalista y una afirmación de la misericordia de Dios1012.

e) Signos de liberación y salvación para los que carecen de todo o se hallan en situaciones desesperadas1013.

f) Milagros de vivificación, como muestra del poder de Dios sobre la muerte1014.

Todos ellos son los signos del Reino que viene. Acreditan a Jesús como Mesías y tras el reconocimiento de tal función, otorgada por Dios, comprometen a los hombres y mujeres de aquella época a creer en Él. Son una señal que muestra la eficacia de sus palabras, reclamando tener una autoridad dada por el Padre para llevar a cabo su obra en el mundo1015.

Jesús se revela como alguien con poder (taumaturgo) pero que lo emplea en curar y sanar movido por su misericordia. Y también, en el mismo acto revela que “el Poder supremo (Dios) es la suprema com-pasión (Dios solitario y encarnado)”1016. Él revela lo que Dios es y lo que debemos hacer nosotros: restaurar en los heridos que se encuentran en los márgenes del camino social, su dignidad y libertad personal.

Los signos de Jesús tienen pues una función liberadora y transformadora como respuesta eficaz a las más hondas necesidades y esperanzas de las personas. Jesús no hizo milagros en beneficio propio, ni de castigo; sus signos son en provecho de otras personas, en especial de los más pobres y marginados de la sociedad. Lo que indica que estas señales son, expresión del amor más que gestos de poder1017.

1010 Cf. Mt 8, 5-13; Mc 2, 1-12; Mc 3, 1-6; Mc 1, 40-45; Lc 17, 11-19; Jn 5, 1-9. 1011 Cf. Mc 9, 14-29; Mt 14, 24-33. 1012 Cf. Mc 3, 1-6; Mt 12, 9-14; Lc 6, 6-11. 1013 Cf. Mc 6, 36; Lc 8, 22-25; Mt 8, 23-27; Mc 4, 35-45. 1014 Cf. Jn 11, 1-45; Mt 9, 18-26; Lc 7, 11-17. 1015 Cf. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología (Madrid 2001) 61. 1016 Ibid., 62. 1017 Cf. Mc 15, 30. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 254-255.

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En la misma línea Jesús no realizó milagros como propaganda de sí mismo o tratando de ganar adeptos, ni de demostrar su divinidad desde la omnipotencia; Él los realiza “para” la gente y en su favor, no “ante” ellos. Desde esta comprensión de los signos que realizó Jesús, –desde la liberación y salvación que producen en los hombres y mujeres de su época– la persona es llamada, invitada e introducida en un especial encuentro con Dios del que puede surgir la fe1018.

Pero no es historia del pasado: lo que es común a la historia de Jesús, a la historia de la Iglesia y a nuestra historia es la permanente capacidad transformadora que la persona de Jesús sigue teniendo en el orden físico (salud), psíquico (sanación) y religioso (salvación). Por Él, toda persona, la de entonces y la de ahora, se encuentra con poder para levantarse, superar su historia anterior y vencer los poderes del mal. Jesús restaura a las personas hacia su posibilidad suprema: ser libres para ser hijos de Dios y prójimos de sus hermanos1019.

A nosotros nos corresponde colaborar con su tarea, desde Él, con su misericordia y su estilo, para hacer manifiestos y reales sus signos, gestos y señales de salvación sobre todo para con los excluidos y empobrecidos de nuestra historia y sociedad.

7.2.1.2. Los signos de Jesús deben ser continuados por la Iglesia

Como hemos indicado en el apartado anterior, Jesús “pasó haciendo el bien” (Hch 10,38) y eliminando todas las alienaciones que estigmatizan a los seres humanos. Él ya no está físicamente presente en el mundo para sanar, pero sigue haciéndolo a través de la Iglesia; por eso, el signo que necesita ofrecer la comunidad cristiana para hacerlo presente y prolongar así sus acciones liberadoras es el servicio a los pobres y excluidos.

La mediación salvadora de Jesús se continúa pues, en la mediación salvadora de la Iglesia. La Iglesia hace presente a Jesús prolongando su acción mediadora de la misericordia del Padre1020.

Ahora bien, aunque nuestra misión sea la de continuar los “gestos” y “señales” de Jesús, igual que en su caso, sería no sólo desproporcionado sino imposible proponernos erradicar toda la pobreza: “A los pobres los tendréis siempre entre vosotros” (Mt 26,11). Nuestra vocación de

1018 Cf. GESTEIRA, Jesucristo, 93; GESTERIA, Pobres, 38-39. 1019 Cf. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, o.c., 59. 1020 Cf. JARAMILLO, Testimonio, 157.

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seguidores de Jesucristo no nos pide semejante tarea, sino que seamos ese pequeño signo del Reino que actúa. Si además como creyentes tenemos la certeza de que en la Pascua del Señor todo mal esta vencido, seguramente podremos vivir más alegres y libres, a la vez que menos obsesionados por los resultados y el éxito –gran ídolo de nuestra cultura– que en infinidad de ocasiones atenaza y sume en la desesperación a los miembros de nuestra Iglesia que vuelcan todos sus esfuerzos en la lucha contra la marginación y la pobreza1021.

Jesús vino al mundo para curar a los enfermos, liberar a los pecadores, es decir, para salvarnos, para devolver a los más necesitados su verdadera dignidad filial y fraterna. Por ello, la comunidad de sus seguidores, en su condición de signo e instrumento del amor de Dios por la persona humana, está destinada a ser continuadora de los signos de Jesús de Nazaret y así hacer operativa y real la salvación de Jesucristo en nuestro mundo y en nuestra historia: "La proclamación del Evangelio compromete a la Iglesia a estar al lado de los pobres y compartir con ellos sus sufrimientos, como lo hacía Jesús" (SOMF 6).

7.2.1.3. Para que la Iglesia sea creíble debe producir signos de salvación

que anuncien y realicen el Reino de Dios Los cristianos estamos llamados pues, a producir signos reales de la

presencia del amor de Dios; estos, son los que dan credibilidad a nuestra palabra acerca de Dios que sólo será creíble desde el esfuerzo permanentemente renovado de construir la fraternidad universal, teniendo especialmente en cuenta a los empobrecidos y más necesitados1022.

El hecho de hacer cercano y creíble al Dios de Jesucristo, mediante el ejercicio de la acción caritativa-social de la Iglesia, hace que el testimonio de la caridad entre el ámbito de lo teológico y no se quede sólo en el nivel de las exigencias ético-morales1023.

Se pone de relieve, así, la importancia del testimonio caritativo-social como verdadero “signo de credibilidad” de los cristianos y de la Iglesia hoy; teniendo además en cuenta que la credibilidad otorgada no recae

1021 Cf. URÍBARRI, o.c., 32-33. 1022 Cf. “La Iglesia es consciente de que su mensaje social se hará creíble por el testimonio de sus obras antes que por su coherencia y lógica internas. De esta conciencia deriva también su opción preferencial por los pobres” (CA 57). 1023 Cf. P. JARAMILLO, Cáritas “en” la Pastoral Social, en: Cor XIII 100 (2001) 132. Este trabajo se citará como Social.

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directamente sobre aquello que se cree, sino sobre las personas o grupo de personas a los que se considera creíbles, en aquellos en los que se percibe la evidencia de un amor que no tiene necesidad de largas argumentaciones para convencer1024.

Por ello, adquiere verdadera importancia para la credibilidad eclesial la acción testimonial-personal del cristiano y su conformidad con el contenido de lo que testimonia: el amor de Dios Padre manifestado por Jesucristo mediante el Espíritu: “Quien es creíble es el testigo que desvela sus condiciones profundas en la distancia corta de la relación personal y sobre su credibilidad el destinatario puede acceder y confiarse a la misma verdad que la existencia del testigo manifiesta”1025.

Por eso, es fundamental que el mensajero sea creíble desde su compromiso y autenticidad personal con el servicio que realiza. Ahora bien, la credibilidad del mensajero no ahorra el discernimiento de la credibilidad de la acción caritativa-social de toda la comunidad eclesial. Este testimonio debe ser expresión de la comunión interna de la propia comunidad cristiana y de la misión de la Iglesia fiel a su Señor.

El testimonio caritativo-comunitario-eclesial, no es solamente la suma cuantitativa del testimonio de los individuos, sino un salto cualitativo que refleja el misterio de Dios presente en la Iglesia1026.

En esta perspectiva podemos comprender la afirmación de K. Rahner: el testimonio es siempre teológico; lo que varía es solo el grado de objetivación consciente de la esencia teológica de cada testimonio, por más “no teológico” que parezca. En efecto, este testimonio, puede ser cristiano de forma “anónima”, una realización “anónima” del hombre y atestiguar la revelación salvadora porque está sostenido –aún inconscientemente por parte del hombre– por la presencia salvadora de Dios1027.

La Iglesia de esta forma produce signos de salvación que anuncian y realizan el Reino de Dios. Obrando de esta manera el pueblo de Dios

1024 Cf. JUAN PABLO II, Fides et Ratio. Carta encíclica sobre las relaciones entre fe y razón (Roma 1998) no 32. Este documento se citará como FR. 1025 J.C. CARVAJAL, Pedagogía del primer anuncio. El Evangelio ante el reto de la increencia (Madrid 2012) 61. Cf. FR 32. 1026 Cf. PRAT, Bases, 142-143. 1027 Cf. PIÉ-NINOT, EclesiologíaFun, 448; K. RAHNER, Interprétation théologique du témoignage, en: E. CASTELLI (ed.) Le Témoignage (Paris 1972) 173-187.

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cumple con su cometido, ya que la Iglesia no existe para sí misma sino para el mundo, con el fin de transformarlo en Reino de Dios1028.

Lo que predica la comunidad cristiana acerca de Dios con la palabra será creíble desde el trabajo constante por construir un mundo más solidario y fraterno luchando contra la exclusión social y la pobreza1029: cuanto más radical sea nuestro testimonio de amor, más genuina y relevante será la Iglesia para nuestros contemporáneos1030.

7.2.2. Una fe testimoniada por la caridad que desarrolla su poder

humanizador como “levadura en la masa”, se hace creíble Una fe testimoniada equivale a decir: fe confesante, fe experienciada, fe

expuesta ante la sociedad. Pero para que lo sea, el testigo es alguien que se encuentra “con un acontecimiento, con una Persona” (DCE 1); y el valor del testimonio está en relación con la participación del testigo en el acontecimiento.

Si ese encuentro es “auténtico” y “veraz” se está dispuesto a testimoniar, a comunicar a otros, a dar razón de lo que se ha experimentado. El testimonio comporta un destinatario que generalmente aparece alejado de la Persona sobre la que versa el testimonio y hasta contrariamente predispuesto en muchas ocasiones a aceptarlo, sino es que muestra una clara hostilidad hacia Él.

La función del testigo y el testimonio es aumentar con la autoridad de la propia experiencia y de la propia vida la credibilidad del “objeto” del testimonio. Es decir, la función del cristiano y su testimonio de amor es acrecentar con la autoridad de su acción caritativa-social hacia los excluidos por el seguimiento de Jesucristo, la credibilidad en su Señor, que es el fundamento de su actuar y de su fe.

No obstante hemos de tener en cuenta un aspecto muy importante en el asunto que estamos tratando: la relación que hemos puesto de manifiesto entre el testigo y la credibilidad del objeto del testimonio explica también que las deficiencias del testigo pueden repercutir negativamente sobre la credibilidad de lo testificado, porque la falta de autenticidad del testigo 1028 Cf. C. FLORISTÁN, La Iglesia comunidad de creyentes (Salamanca 1999) 172. El número nueve de la LG indica genéricamente cual es la misión de la Iglesia: “La dilatación del Reino de Dios”. 1029 “Todos los creyentes han de comprender la necesidad de traducir en gestos de amor la Palabra escuchada, porque sólo así se vuelve creíble el anuncio del Evangelio” (VD 103). 1030 Cf. AA 8.

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repercute inmediatamente sobre la credibilidad de su testimonio y de la Persona o el acontecimiento testimoniados. Esto constata la tenue línea de separación que existe entre el testimonio y contratestimonio del testigo1031.

Por todo lo que hemos dicho, cuando la Iglesia rebosa en amor, especialmente hacia los que más lo necesitan, atrae las miradas del mundo y llega a ser para la sociedad signo del establecimiento del Reino de Dios entre nosotros1032. Mientras más ame la Iglesia, más misionera y evangelizadora será; así lo manifestaban claramente nuestro obispos: “Cuando individualmente o comunitariamente la Iglesia y los cristianos vivían con entrañas de misericordia preocupados y entregados a los pobres, desprendiéndose de las riquezas propias para remediar la indigencia ajena, han florecido los santos, los grandes misioneros, los carismas de todas clases, la alegría espiritual y la caridad, la paz y la esperanza, y el evangelio era más y mejor anunciado, y generalmente más creíble y más creído” (IP 27). Y nos siguen diciendo: “Cuando la Iglesia en sus diferentes estructuras –parroquias o diócesis, congregaciones u órdenes religiosas, jerarquía– han acumulado riquezas materiales y vivido en la abundancia, sobrevenía irremediablemente la decadencia espiritual y se debilitaba o desaparecía el testimonio evangélico ante el mundo” (IP 26).

En el testimonio de la caridad, nos jugamos pues, la imagen misma de Dios que transmitimos mediante la dimensión evangelizadora y que celebramos mediante la liturgia.

7.3. La credibilidad eclesial depende en buena medida del esfuerzo serio para construir la fraternidad y ayudar a los necesitados siendo fiel a lo específico de la actividad caritativa-social de la Iglesia

Por lo reflexionado hasta aquí podemos afirmar que la caridad eclesial se fundamenta en cierta trascendencia que reconoce en cada persona un hermano y dicha fraternidad tiene su origen en Dios. La Iglesia, es pues, “comunidad que ama”, “sacramento de Amor”, fraternidad que suministra razones para vivir y esperar. La existencia cristiana es de este modo una proexistencia, un ser en el mundo como signo de amor y un ser instrumento del amor divino para el mundo1033.

1031 Cf. MARTÍN VELASCO, Increencia, 138-139. 1032 Cf. CHICA, o.c., 820. 1033 Cf. CHICA, o.c., 821.

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El amor proclamado y vivido, –“mirad como se aman”– se convierte en una invitación a creer. Más allá de los defectos, errores, y pecados de los cristianos, ha de llegar a todos –dentro y fuera de la Comunidad eclesial– a través y por medio de la Iglesia el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús con la fuerza del Espíritu.

Los obispos vuelven a dejar claro su magisterio en este aspecto concreto: “Sin un esfuerzo serio, renovado constantemente para construir la fraternidad dentro de la Iglesia y establecer especiales relaciones de solicitud y de ayuda con los necesitados y desvalidos, estaría privada de fundamento y carecería de credibilidad nuestra palabra acerca de Dios y de sus promesas de salvación”. Y continúan diciendo: “Los hombres de nuestro tiempo y de manera especial los jóvenes tienen necesidad de ver en la comunidad cristiana el signo de una vida reconciliada, justa, alegre, algo nuevo y diferente que les ayude a creer en Dios y a buscar en Él la autenticidad y la plenitud de sus vidas”1034.

Así pues, para que la Iglesia sea signo de credibilidad debe ser una comunidad cristiana fraterna que comparte en todos los niveles de las relaciones humanas, que vive en comunicación de bienes espirituales y materiales como en las primeras comunidades cristianas1035.

Para que siga siendo señal de credibilidad, la Iglesia debe estar al servicio de los más pobres y necesitados. Una Iglesia alejada de los empobrecidos no convence ni contagia a nadie, porque no es fiel a sí misma: el amor a los pobres es el contenido esencial del Evangelio que Jesús anunció y realizó. Sólo una Iglesia que se acerca a los pobres y a los oprimidos y lucha, trabaja por su liberación por su dignidad y por su bienestar, puede dar un testimonio coherente y convincente del mensaje evangélico1036. Así, el gozo para los pobres se convierte en indicador de credibilidad cristiana, habrá cristianismo y habrá evangelización en nuestras sociedades en la medida en que los pobres vivan la Buena Noticia de su liberación y salvación1037.

Ahora bien, si un eje que vertebra la credibilidad eclesial es la fraternidad y otro ayudar a los necesitados, el tercer eje que sostiene el

1034 CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instrucción: Testigos del Dios vivo. Reflexión sobre la misión e identidad de la Iglesia en nuestra sociedad (Madrid 1985) nº 58. En adelante este documento se citará como TDV. 1035 Cf. Hch 4, 32-35; “Que sean todos uno, como tú Padre estás conmigo y yo contigo; que también ellos estén con nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17,22). 1036 Cf. IP 10. 1037 Cf. CALZADA-GARCÍA (y otros), o.c., 13.

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entramado de la credibilidad, es ser fiel a lo específico de la actividad caritativa-social eclesial.

La acción caritativa-social debe mostrar su específica inspiración cristiana: su ser “eclesial”1038. Estamos hablando de la confesionalidad. Esta, no es una mera “etiqueta” o “marca” para la buena venta del producto o exhibición de la calidad lograda; sino que es fruto de quienes, con su entrega y compromiso, tratan de actualizar el amor de Dios por los pobres y necesitados. Viven la auténtica confesionalidad aquellas instituciones y personas que tratan de desarrollar en la historia la fuerza liberadora del Señor que inspira y sostiene la acción social caritativa de la Iglesia1039.

Hablar de confesionalidad-aconfesionalidad del ejercicio de la caridad, es situarnos en torno a dos aspectos cruciales de la misma: la identidad y la radicalidad del servicio.

Una praxis de la caridad desligada de su motivación religiosa corta la raíz de donde le viene al comportamiento creyente la savia que lo fecunda. La acción caritativa-social debe ser expresión de una identidad que tiene que ver con el ser y no sólo con el quehacer del creyente1040.

Por otro lado, debemos tener claro que la fe, origen inspirador del testimonio de la caridad, no merma radicalidad y entrega a la acción caritativa-social. Muy al contrario, es su ausencia la que puede dejar a la generosidad a merced de una praxis voluntarista, que se acopla con familiaridad a los gustos y deseos de quienes la ejercitan pensando más en tranquilizar su propia conciencia que en mostrar una nueva opción de vida, radicada en la comunión real con el Señor Resucitado1041.

¿Cuál es la raíz que nutre el comportamiento creyente del servicio a los demás? ¿Dónde esta enraizada la radicalidad en la atención a los empobrecidos? ¿Dónde se encuentra la verdadera unión entre la experiencia de fe y el testimonio de la caridad? Sin duda la respuesta es “Jesucristo”: la posibilidad de “ser en Cristo” y “vivir en Cristo”1042 hace de la vida del creyente una existencia sacramental y un sacramento del amor entregado de Jesús.

1038 Cf. CCA 17. 1039 Cf. Ibid., 43. 1040 Cf. JARAMILLO, Testimonio, 149-150. 1041 Cf. CCA 43. 1042 Cf. Gal 2, 20.

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La incorporación sacramental a Cristo es incorporación a su mediación salvadora y así la acción caritativa-social es sacramento viviente de amor presente y contemporáneo1043.

El ejercicio socio-caritativo de cada creyente y de la Iglesia es sacramental y remite al amor recibido en la incorporación a Cristo Jesús, a su vida entregada hasta una muerte de cruz1044.

Para el cristiano, y aquí a mi parecer radica la originalidad y lo específico de la actividad caritativa-social eclesial, es “ser en Cristo Jesús”, que aporta al creyente la apertura radical al Padre (filiación) y la apertura no menos radical a los hermanos (fraternidad)1045, Filiación y fraternidad son medios de estar enraizados, entrañados en Cristo y es una invitación a tomar parte en la ofrenda misma de Cristo que fundamenta nuestro servicio al desfavorecido dotándolo de la identidad y radicalidad “crística” necesaria.

Por eso, cuando los cristianos actuamos en favor de los marginados y excluidos lo hacemos queriendo ser Iglesia, actuando en nombre de la Iglesia y somos enviados por la Iglesia. Nuestra acción caritativa-social presupone la fe, tiene un sentido misionero y es parte de la evangelización: “El ejercicio de la caridad, realizado en esta óptica, se convierte en confesión de fe” (CCA 15).

Vemos pues, que la persona de Jesús de Nazaret, contemplada como fuente de acción, funda la originalidad del compromiso cristiano en la ayuda a los empobrecidos.

Vivir la caridad y construir la caridad constituyen para el cristiano la globalidad de su compromiso. Una globalidad que requiere, no obstante, unas concreciones para su verificación. A continuación vamos a señalar algunas:

a) Voluntarios y profesionales capacitados técnicamente para abordar los difíciles problemas que se les presentan.

b) Atención cordial y amorosa, ver en el prójimo la imagen de Dios.

c) Ejercicio de la caridad independiente de partidos e ideologías. d) Trabajo en red con otras asociaciones, sean confesionales o no,

teniendo en cuenta el correspondiente discernimiento evangélico.

1043 Cf. JARAMILLO, Testimonio, 158. 1044 Cf. Flp 2,8. 1045 Cf. JARAMILLO, Testimonio, 159.

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e) Acción caritativa no adoctrinante1046

f) Respeta la dignidad de las personas: atiende sin tener en cuenta la raza, género, religión, etc.

g) Respetuoso con el proceso de cada persona: no sólo se actúa “para” la persona necesitada, sino también y necesariamente con “ella”. El marginado debe ser ineludiblemente protagonista de su propia inclusión social.

h) Una acción que se extiende desde lo asistencial, a lo promocional y a lo estructural: es decir, que no trata de satisfacer únicamente las necesidades vitales, sino que se ocupa de los problemas personales que inciden en la situación de empobrecimiento del individuo y de aquellas situaciones sociales que mantienen a las personas en la exclusión.

i) Gratuidad: porque el voluntario o profesional entrega su tiempo como fruto de una exigencia interior que nace de lo que vive.

j) Ejercer la denuncia y el anuncio profético. k) Satisfacer las exigencias de justicia para no ofrecer como don de

caridad aquello que es debido a título de justicia. l) Compromiso personal permanente: acción no reducida

exclusivamente a un espacio-tiempo, sino presente durante toda la vida de la persona y a realizar en diferentes lugares.

m) Compromiso radical: radicalidad que nace del seguimiento de Jesucristo, de la narrativa de su vida. Igual que Él dio su vida, nosotros los cristianos debemos estar dispuestos a entregarla también.

Por último, decir que la acción caritativa-social que lleva a cabo un creyente, no es una actividad añadida más al ser de la persona, sino el propio ser cristiano manifestándose como respuesta al amor de Dios de Jesucristo.

1046 Estas cinco primeras concreciones (a, b, c, d, e), se encuentran recogidas en: DCE 31.

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7.4. Cáritas, signo e instrumento eclesial del amor de Dios hacia los más necesitados de la sociedad en las condiciones reales y concretas de las Iglesias locales

Cáritas es el ministerio pastoral con el que el obispo de la diócesis promueve y garantiza autorizadamente la responsabilidad de su Iglesia particular en la promoción, armonización y actualización de una dimensión irrenunciable de la Iglesia que preside: la acción sociocaritativa. Así pues, es en cada diócesis, en comunión con el obispo, donde Cáritas encuentra su lugar dentro de la Iglesia, actuando como un elemento dinámico e integrador en la pastoral de conjunto1047. El ministerio de la caridad se integra en la Iglesia particular y en cada una de las comunidades como elemento fundamental de su vida y misión. Ninguna comunidad realiza íntegramente su misión si no anuncia el evangelio, si no celebra la fe, y si no sirve con amor a los más necesitados1048.

De esta manera, Cáritas ha llegado a ser expresión del ministerio de la caridad de cada comunidad cristiana y de toda la Comunidad. Todos los miembros de las comunidades cristianas participan, a través de ella, en la acción caritativo-social eclesial.

Ahora bien, aunque constantemente estamos refiriéndonos a la Iglesia particular, hemos de manifestar que el servicio de la Cáritas Diocesana no debe centralizar todo el ejercicio de la caridad. El mejor servicio que puede hacer Cáritas Diocesana es promover las Cáritas Parroquiales y acompañarlas, reservándose únicamente aquellos servicios que las Cáritas Parroquiales no tienen capacidad de dar1049.

Las Cáritas Parroquiales son las células básicas de la Cáritas Diocesana; hogar abierto a todos y al servicio de todos; son el rostro visible y orgánico de la caridad de la comunidad parroquial con la encomienda de coordinar las iniciativas y actividades que derivan del compromiso que asume la comunidad cristiana para ejercer el servicio de la caridad y organizar la comunicación cristiana de bienes a favor de los más empobrecidos1050. Es el elemento humano más próximo a los marginados con los que comparte vida y preocupaciones.

1047 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 29. 1048 Cf. Ibid., 27. 1049 Cf. ALTABA, RMA3, 65. 1050 Cf. J. GARCÍA GÓMEZ, Cáritas: expresión del amor preferencial por los pobres, en: Cor XIII135 (2010) 75.

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Sin embargo, esta visión podría dar una imagen fragmentada de Cáritas, y es necesario hacer una importante aclaración: la diócesis es la Iglesia de Cristo. Toda la Iglesia de Cristo, no una parte; la verdadera Iglesia de Cristo, que vive y actúa en ese lugar concreto1051. Cáritas Diocesana es toda la Cáritas de la Iglesia de Cristo vivida aquí y ahora en cada Iglesia particular1052. Por ello, del mismo modo que la Iglesia Católica es una, aunque se articula pastoralmente en diócesis, Cáritas también es una, aunque se divida en circunscripciones territoriales análogas a las eclesiales.

Así como hay una Iglesia Católica Universal, existe también una Cáritas Universal-Internacional. La diócesis tiene su correspondiente Cáritas Diocesana y la parroquia cuenta con su Cáritas Parroquial.

Tan paralela a la organización eclesiástica es la Cáritas1053 que cuando la Iglesia crea organismos intermedios, aparece inmediatamente, –o puede al menos aparecer– una Cáritas de análogas características. Así en las grandes diócesis, divididas en vicarias se crea en cada una de ellas una Delegación de Cáritas Diocesana; en los arciprestazgos es frecuente que se organicen Cáritas en ese ámbito territorial y en las Comunidades Autónomas donde los obispos se reúnen, se crean las Cáritas Regionales. Debemos añadir, que también se pueden crear Cáritas interparroquiales o en una determinada “zona pastoral”.

Si hemos venido manifestando que Cáritas es el organismo oficial de la Iglesia para promover, orientar, coordinar la acción caritativa y social de la Iglesia en la diócesis; Cáritas se constituye como verdadero sujeto de la misión eclesial1054: todos los miembros de la Comunidad están invitados a colaborar en el ejercicio de la caridad.

Así, Cáritas –como instrumento de la diaconía eclesial– por medio del testimonio del amor caritativo, puede expresar como el amor del Dios de Jesucristo llega a todos, convirtiéndose en signo del Reino de Dios. Y esta tarea específica de ser “signo e instrumento” del amor de Dios hacia los más empobrecidos de la sociedad, no lo realiza en abstracto sino, tal como hemos visto, en las condiciones concretas y reales de las Iglesias particulares.

1051 Cf. CONCILIO VATICANO II, Christus Dominus. Decreto sobre el Ministerio Pastoral de los Obispos (Roma 1965) nº 11. Este documento se citará como CD. 1052 Cf. J. LOSADA, Cáritas signo evangélico en nuestra sociedad: el compromiso comunitario, en: Cor XIII 79 (1996) 91-92. Este trabajo se citará como Signo. 1053 Cáritas no es “una Iglesia paralela” o “una Iglesia al lado de la Iglesia”. Decimos que lo paralelo es la organización, resultado del “ser” Iglesia de Cáritas. 1054 Cf. AG 10.

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7.5. Cáritas visibiliza, significa y hace creíble el amor de la Iglesia por los desfavorecidos

La acción social y caritativa de la Iglesia debe entrañar una opción, llena de amor, por los excluidos y marginados, por parte de la comunidad cristiana en cuanto tal y en su totalidad. Nuestros contemporáneos no entienden, aunque los valoren, los gestos individuales. Como venimos diciendo en todo este trabajo, uno de los elementos más críticos para la fe es la mediación eclesial. De ahí que el amor a los últimos y no rentables de nuestra sociedad, como signo de la gratuidad del amor de Dios y del amor igualmente gratuito de los cristianos tiene que visibilizarse, significarse, hacerse creíble, desde la Iglesia en cuanto tal, concretado en sus diferentes niveles comunitarios, fundamentalmente diocesano y parroquial1055.

Cáritas-diaconía como instrumento de la Comunidad eclesial en la atención de los desfavorecidos debe ser signo expresivo, del amor de toda la Iglesia, como servicio al mundo: debe mostrar en nuestra sociedad los caminos de la solidaridad, de la justicia, de la fraternidad, de la reconciliación, y los debe mostrar con signos que los hombres y mujeres de hoy puedan comprender.

Este servicio que el equipo de Cáritas tiene el deber de hacer visible lo ha de desarrollar desde las siguientes funciones1056:

En la parroquia: - Realizar una tarea de asistencia sin olvidar lo promocional que

afecta a las personas y lo estructural-social de incidencia directa en el barrio o circunscripción territorial de la parroquia.

- Sensibilizar a la Comunidad cristiana en la caridad y justicia, descubriendo y dando a conocer las necesidades sociales y los problemas humanos del entorno geográfico parroquial.

- Denunciar las situaciones injustas y proponer soluciones posibilistas. - Proponer formas prácticas de participar en acciones y proyectos a

favor de los pobres. - Estimular a vivir los valores del evangelio del propio equipo de

Cáritas y de la comunidad parroquial para configurar una comunidad fraterna que testimonie los valores del Reino de Dios.

1055 Cf. ECHARREN, Cáritas, 200. 1056 Aquí seguimos lo que expresa a tal efecto: GARCÍA GÓMEZ, o.c., 77-78.

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- Fomentar la coordinación con la estructura de la Cáritas Diocesana.

En la diócesis: - Estará al servicio de las Cáritas Parroquiales complementando todas

aquellas acciones que tengan un alcance diocesano.

- Será elemento de coordinación entre las acciones de las diferentes Cáritas Parroquiales.

- Realizará trabajos que superan la capacidad parroquial como son: servicios de Estudios Sociales; programas de formación; coordinación con otras instituciones y organismos dedicados a la atención a los necesitados, sean eclesiales o extraeclesiales; integración en la pastoral de conjunto de la diócesis; presentación de la Memoria anual de actividades; relaciones con la prensa y medios de comunicación, etc.

No ha pretendido ser este elenco de funciones, una descripción exhaustiva de las mismas, es simplemente, una muestra general que manifiesta la necesidad de visibilización y de que todas ellas sean significativas, es decir, muestren la presencia aunque no la plenificación definitiva del Reino de Dios. Para ello, las acciones de Cáritas se ajustan cada vez más a un modelo de actuar que se caracterizan por1057:

a) El servicio de Cáritas se centra en los últimos y no atendidos por la sociedad, desde el reconocimiento de su dignidad personal, expresado en la acogida y acompañamiento incondicional y amoroso.

b) Las acciones de Cáritas impulsan la participación social: el protagonismo de los afectados, el voluntariado y el desarrollo de la comunidad.

c) El actuar de Cáritas reviste un carácter integral: conectan lo local y lo global; incidiendo en la promoción de las personas y abordando al mismo tiempo la transformación de las causas, la denuncia y la sensibilización social. Se inserta en la Comunidad cristiana y se relaciona con otros agentes presentes en el territorio y busca incidir en los factores de exclusión.

d) El “hacer” de Cáritas incorpora la dimensión universal de la caridad.

1057 CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan2009, 38.

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e) Por último, Cáritas favorece y ve fundamental la formación a todos los niveles, entendida como proceso educativo.

Desde esta reflexión, podemos afirmar que Cáritas es1058:

- Signo de actualización de los signos de Jesús: acoger, acompañar, dignificar, liberar, sanar.

- Signo para reconocer a Jesús encarnado en los empobrecidos y en los propios agentes de Cáritas.

- Signo de credibilidad de la Iglesia: creer que Jesús actúa en ella manifestándose en la fraternidad y servicio a los desfavorecidos.

En la encuesta1059 que hemos realizado, estos tres signos quedan patentemente demostrados.

En lo referente al primer aspecto, de liberar, sanar, dignificar; los usuarios manifiestan que la ayuda de Cáritas ha mejorado su vida: “Mucho” “muchísimo” al 86 %, “regular” al 8 % y “algo” al 6 %. Esta mejoría experimentada por la mayoría, dignifica a la persona y hace que se sienta sanada y liberada.

En lo referente a reconocer en los propios agentes de Cáritas a Jesucristo, un alto porcentaje de las personas atendidas por Cáritas, el 63 %, responden afirmativamente, un 21 % no lo saben, y un 16 % contestan negativamente. Vemos pues, que Cáritas es signo bastante evidente para reconocer a Jesús en sus propios agentes.

Por último, reseñar que para que Cáritas sea signo de credibilidad eclesial, el primer paso es identificar claramente a esta con la Iglesia Católica.

Si vamos a la pregunta: “La actividad de Cáritas hace que considere mejor y más auténtica la Iglesia Católica”, los resultados globales nos dirían que “regular”. No obstante este análisis no refleja bien el verdadero resultado, porque el grupo de no creyentes al contestar la mayoría sólo con un “algo”, baja la valoración global de los otros tres grupos que han respondido: grupo de agentes de Cáritas (“mucho”), grupo de usuarios de Cáritas (cercano al “mucho”), grupo de creyentes (cercano al “mucho”).

Es decir para tres grupos: agentes y usuarios de Cáritas y creyentes, la actividad de Cáritas si que influiría muy positivamente en la credibilidad de la Iglesia Católica. 1058 Cf. GARCÍA HERNÁNDEZ, o.c., 81. 1059 Ver capítulo 6.

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Si además, tenemos en cuenta que un grupo poblacional como es el de los no creyentes, con escasa o nula adhesión a la Iglesia, responden mayoritariamente que la actividad de Cáritas hace que consideren "algo" más creíble a la Iglesia Católica, es decir, que el ejercicio de la caridad que realiza aquella no les deja indiferente; podemos afirmar que la Institución y su actividad caritativa-social contribuyen a hacer más creíble a la Iglesia.

Dos aspectos más a tener en cuenta: primero, en el grupo de los no creyentes, aquellos que conocen mejor la actividad de Cáritas, responden y consideran más creíble a la Iglesia. Esto habla en favor de que se visibilice la acción de esta Institución de cara a favorecer la credibilidad eclesial.

En segundo lugar, si los usuarios de la Institución reconocen en el agente de Cáritas al propio Jesucristo (63 %), esto significa que Cáritas es signo eclesial en la medida que transparenta a Cristo y sugiere la presencia de Él en ella, que es lo que quiere y debe atestiguar, para ser signo, como vemos que lo es, de credibilidad eclesial.

Por otra parte, y volviendo a nuestro enunciado inicial, si hablamos de visibilizar el ejercicio de Cáritas ante la sociedad, nos estamos refiriendo en el mundo de hoy a los medios de comunicación social. ¿Debemos hacerlo? H. Carrier1060 reflexionando sobre la imagen que da la Iglesia en sus principales iniciativas de caridad y de promoción humana, decía “Hay en ellas un testimonio que vale la pena explicitar y presentar ante la conciencia universal. Los organismos sociales y caritativos deberían ponerse de acuerdo para preparar y difundir discreta e inteligentemente, informes periodísticos relativos a la acción caritativa de los cristianos”1061.

Hoy en día nadie duda de visibilizar por medio de las nuevas tecnologías (página web) y los medios de comunicación social el ejercicio de la caridad que realiza la Iglesia. Siempre ha primado entre los cristianos la máxima del Evangelio de que una mano no debe conocer lo que hace la otra. Hoy sigue vigente sobre todo en lo que se refiere al desarrollo de la propia acción, también debemos tener en cuenta aquello de que no se enciende una luz para ponerla debajo del celemín, sobre todo cuando se trata de actuaciones colectivas que intentan promover una sociedad más justa y solidaria.

1060 En el año 1983 en el que realiza esta afirmación en la ponencia pronunciada en la XII Asamblea General de Caritas internationalis, celebrada en Roma, era Secretario del Pontificio Consejo de la Cultura. 1061 H. CARRIER, Una civilización del amor ¿Proyecto utópico?, en: Cor XIII 117-118 (2006) 324.

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Por eso, debemos informar teniendo en cuenta una serie de circunstancias que es necesario especificar1062.

A la hora de plantearnos la visibilidad de la acción caritativa-social ante la opinión pública hay que tener en cuenta la evolución que han conocido durante los últimos años los medios de comunicación en España.

Es manifiesto que la fuerte competencia entre los medios para llamar y mantener la atención del público está produciendo una distorsión de su propio sentido y naturaleza.

Las noticias más cotizadas suelen ser las más sensacionalistas y la información se está deslizando hacia el escándalo y la morbosidad. Esto hace que los ciudadanos se acostumbren ante ciertas imágenes y aumente el nivel de tolerancia y disminuya el de asombro.

Los problemas y malas noticias ocupan casi todo el espacio informativo y las actuaciones positivas y los esfuerzos de tantas personas para intentar que otros vivan dignamente, no son noticiables.

Por eso, es necesario lanzar mensajes positivos que animen a la acción, ya que con los mensajes negativos solamente se movilizan los que ya tienen un cierto nivel de concienciación. Se trata de sensibilizar al mayor número de ciudadanos posible.

Constatamos no obstante, que lo que no forma parte del escaparate mostrado por los medios de comunicación, queda relegado a un segundo plano del interés general. Es muy popular el dicho “Lo que no sale en la televisión, no existe”. En cierta manera, lo que no aparece en prensa, radio, televisión o redes sociales, parece no formar parte de la realidad social.

Por ello, Cáritas ha creado “gabinetes de prensa y comunicación” que tienen como objetivo conseguir una presencia suficiente en los medios de comunicación social.

Ha establecido también sus propias páginas web y sus medios de comunicación escrita. Y gracias al prestigio social logrado durante tantos años y al rigor, competencia y seriedad de sus actuaciones, es cierto, que cuando convoca a los medios de comunicación social, la gran mayoría no solo acuden a su llamada, sino que trasmiten lo que ha manifestado la Institución.

1062 En este apartado en el que vamos a tratar de la visibilización de la acción de Cáritas ante la opinión pública a través de los medios de comunicación social, seguiremos: CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 35-38.

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En la actualidad, la franja cultural dominante se mueve entre dos líneas aparentemente opuestas, pero igualmente desmovilizadoras: por un lado la que evita mostrar los problemas y por el otro, la sobreabundancia de datos e informes que transmiten una crítica social sin alternativas y paralizan cualquier dinámica de transformación. Ante esto, ¿cual es la estrategia informativa de Cáritas?

Primero, la descripción de los problemas sociales y la denuncia pública de las causas e injusticias responsables de los mismos.

Segundo, la elaboración y presentación a la opinión pública de medidas, acciones y actuaciones sociales viables que sean capaces de paliar o solucionar las situaciones de pobreza y marginación.

Y por último, el anuncio de mensajes positivos a través de la difusión de testimonios de personas o grupos involucrados en formas alternativas de vida, actuación y compromiso; con el objetivo de conseguir unas relaciones humanas y solidarias más satisfactorias para todos.

7.5.1. Cáritas significa lo que ella es: comunidad de amor fraterno que se

presenta ante la sociedad como una expresión –“ya” pero “todavía no”– del Reino de Dios

La Iglesia, misterio de amor porque es misterio del Cuerpo de Cristo, tiene la misma misión que la de su Señor, llevar la salvación de Dios al género humano; por ello, la Iglesia “sacramento universal de salvación” (LG1), recibe la Gracia y la tarea de actualizar en la historia la misión de Cristo con la fuerza del Espíritu que ha recibido. Por eso, es importante que el primer signo que ofrezca la Iglesia sea el signo de lo que ella es: una comunidad de amor fraterno que se presente ante la sociedad, como una expresión –“ya” pero “todavía no”– del Reino de Dios. En ella, los cristianos comparten su fe y sus bienes, rezan y celebran la Eucaristía, crean una comunión de vida, actúan a favor de la solidaridad y la justicia; y se encuentran inequívocamente comprometidos con la causa de los pobres.

De ahí la necesidad de situar la acción de la comunidad cristiana y, en consecuencia, de Cáritas desde el clamor de los pobres en el mundo para ser signo eclesial del amor de Dios1063.

Y este servicio, lo realiza Cáritas cuando es signo de la predilección del Padre por los más empobrecidos, centrando su acción, preferentemente, en

1063 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 21.

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aquellos con los que nadie trabaja, con los no atendidos, con aquellos que son calificados socialmente como irrecuperables, inempleables.

Esta opción preferencial por los pobres que está fundamentada en una adhesión viva a Jesucristo y su Evangelio hace que Cáritas-Iglesia se presente ante la sociedad como expresión del Reino de Dios inaugurado y realizado por Jesús1064, aunque no plenificado.

Junto al acompañamiento a los excluidos en su proceso de inserción, Cáritas, más allá de la prestación de servicios, orienta su acción hacia la transformación de las “estructuras sociales de pecado” y actúa con valentía y decisión a la hora de denunciar las situaciones de injusticia y de proponer un modelo de sociedad alternativo. Lo que está llevando a cabo pues, es asumir con Jesús la misión de instaurar su Reino de paz, amor y justicia, como horizonte al que tiende la Iglesia y su acción evangelizadora y diaconal. Por eso, la transformación como acción socio-pastoral de Cáritas pretende ser un conjunto de actitudes y prácticas sociales-eclesiales capaces de afectar e incidir sobre las estructuras sociales injustas y pecaminosas hasta el punto de cambiarlas desde la finalidad del Reino de Dios, así mismo tienden a cambiar las relaciones humanas y aquel, se realiza progresivamente a medida que las personas aprenden a amarse y a servirse mutuamente1065

Cáritas cauce ordinario para desarrollar la opción preferencial por los pobres que la Iglesia entera está llamada a vivir, llega a ser así, expresión del ministerio de la caridad de cada comunidad cristiana y de toda la Comunidad. Todos los miembros de las comunidades cristianas participan, a través de ella, en la acción socio caritativa eclesial.

Así Cáritas va construyendo nuevos espacios sociales articulados, estructurados y organizados solidariamente, donde se pueden iniciar e impulsar procesos de personalización, humanización y liberación de los necesitados, es decir, espacios de salvación. Aunque se trata de realizaciones discretas y graduales, son signos de esperanza que anuncian que Dios tiene un proyecto para la Humanidad: de filiación que nos hace hijos libres, y de fraternidad, que nos convierte en hermanos unos de otros1066.

Así Cáritas-Iglesia, mediante el ejercicio de la caridad, propone otro mundo, otra concepción de persona y otro tipo de relaciones entre las 1064 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan2009, 37. 1065 Cf. ESTEVE, o.c., 357. 1066 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 37.

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mismas que se va acercando más a ese plan de Dios, haciendo manifiesta la novedad cristiana como sociedad de contraste, atractiva y de oferta.

De “contraste” porque los cristianos están en el mundo sin ser del mundo1067; y realizando los valores evangélicos, hacen visible una manera alternativa de vivir y convivir, que nace de lo más hondo de su experiencia de fe.

De “atracción”, porque el servicio amoroso hacia los más débiles tiene un gran poder interpelador, ya que lo que testimonian los agentes de Cáritas posee una belleza capaz de conectar con los sentimientos más profundos y verdaderos de todas las personas.

De nada serviría que, en su contraste, la novedad de lo cristiano generara rechazo. La dimensión caritativa-social de la Iglesia contribuye de manera decisiva a suscitar provocación, asombro y cautivar a todo aquel que la observa.

De “oferta atrayente” que deriva de la conjunción de las dos anteriores. La novedad cristiana del ejercicio de la caridad se hace oferta para los otros e invita a que ellos participen de la misma.

Es necesario recordar aquí, que en la encuesta que hemos realizado se abordan los tres aspectos reseñados.

En lo referente al “contraste” que la actividad de Cáritas provoca en quién la observa y los interrogantes que le suscita: al 60 % de los usuarios de Cáritas; al 59,45 % de los agentes de Cáritas, al 43 % de los creyentes y sólo al 5,47% de los no creyentes; este ejercicio de la caridad les produce “mucho-muchísimo” asombro.

Si nos referimos a la “atracción” que la actividad de Cáritas es capaz de generar: el 78 % de los usuarios, 88,20 % de los agentes, en el 60,81% de los creyentes y en un 19,53% de los no creyentes, hace que estas personas piensen de manera clara y decidida en ayudar a quien nada posee.

Y por último, en lo referente a la “oferta atrayente”, la actividad de Cáritas invita a que otros se sumen de una u otra manera al ejercicio de la caridad. Así lo hacen el 38 % de los usuarios, el 52,2 % de los agentes, el 16,89 % de los creyentes que se han incorporado a algún grupo parroquial de ayuda a los necesitados. Los no creyentes, no viven la actividad de Cáritas como “oferta”, o no se deciden a incorporarse a ella.

1067 Cf. Jn 17, 14-17.

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Por último, manifestar que esta visión de “Cáritas-Iglesia” como “contraste” es buena, sin embargo, creemos que es mejorable, ya que no es lo mismo ponerse enfrente, como contrarréplica, que ir por delante en el mismo camino. Cáritas debe aspirar a “prefigurar” con su vida interna (fraterna y servicial hacia los empobrecidos) el destino de toda la humanidad y de la sociedad en la que vive. Las comunidades cristianas primitivas, a las que siempre hemos de acudir como referencia esencial para nosotros, no sólo fueron “contraste” sino “anuncio” de una nueva forma más fraterna de convivir y relacionarse los seres humanos. Por ello, frente a la imagen de “contraste” nosotros preferimos la de “anuncio-prefiguración”, para definir la manera de “estar” de Cáritas en medio de la sociedad que le ha tocado vivir, siendo expresión del Reino de Dios.

7.5.2. Reconocimiento social de la labor de Cáritas. El reconocimiento social a la labor que realizan las organizaciones de la

Iglesia que tienen entre sus fines principales la ayuda a los más necesitados, es alto. Así lo declaran nuestros obispos en diferentes documentos: “La sociedad manifiesta una alta valoración y estima de la actividad caritativa social de la Iglesia” (IP 115) y siguen opinando sobre el dinamismo eclesial del servicio a los pobres: las instituciones de la Iglesia dedicadas a la acción caritativo y social gozan de una gran confianza, por parte de nuestra sociedad1068.

También la asamblea de “Cor unum” dice en el mismo sentido: “El campo caritativo es un lugar privilegiado en el que se manifiesta la relevancia social de la Iglesia”1069.

Así lo demuestra la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia a Manos Unidas en el año 2010, en el que el acta de concesión dice: “Que a lo largo de su medio siglo de existencia viene prestando su apoyo generoso y entregado a la lucha contra la pobreza y en favor de la educación para el desarrollo en más de sesenta países y, además por su contribución, en los últimos años, en proyectos específicos cuya meta es combatir el hambre y reducir la mortalidad materna en el mundo”.

En el año 2005 reciben el mismo premio las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl “por su excepcional labor social y humanitaria en apoyo de los desfavorecidos, desarrollada de una manera ejemplar durante cerca de

1068 Cf. CCA 3. 1069 CORDES, ConclusionesCU, 97.

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cuatro siglos, y por su promoción en todo el mundo, de los valores de la justicia, la paz y la solidaridad”.

En el año 1999 le es otorgado a Cáritas Española “teniendo en cuenta su ejemplar labor en la promoción de la solidaridad en una dimensión a un tiempo local y universal mediante una lucha tenaz contra la injusticia y la pobreza, que eleva la conciencia moral de la sociedad”.

Estos, son tres buenos ejemplos de la valencia social positiva que muestra el ejercicio de la caridad de la Iglesia en nuestra sociedad contemporánea.

Sin embargo, el reconocimiento de Cáritas no lo es sólo en el ámbito nacional. Es muy instructivo ver a nivel de las diferentes Cáritas Diocesanas y Regionales el grado de aprecio y reconocimiento de sus conciudadanos.

7.5.2.1. Premios y distinciones. a) En las Cáritas Diocesanas

Cáritas Diocesana de Astorga

• Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social 2007, otorgada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

Cáritas Diocesana de Ávila

• Medalla de bronce al Mérito Social Penitenciario, otorgada por el Ministerio de Sanidad, en 2011.

Cáritas Diocesana de Barbastro-Monzón

• Diploma de Altoaragoneses del año en el apartado de Sociedad, en el año 2009.

• Premio a Favor de la Igualdad, en el apartado de asociaciones, otorgado por el Colectivo de Mujeres Progresistas "Clara Campoamor”, en el año 2011.

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Cáritas Diocesana de Barcelona

• Premio Ciutat de L’Hospitalet de Cooperación y Solidaridad, otorgado por el Ayuntamiento de L´Hospitalet a Cáritas Diocesana de Barcelona, en el año 2009.

• Premio Pont d’Esplugues, que reconoce a personas y entidades que destaquen en su ámbito de acción, otorgado por el Ayuntamiento de Esplugues a Cáritas de las parroquias de Santa Magdalena y Sant Mateu, en el año 2011.

Cáritas Diocesana de Bilbao

• Premio Gosua 2006, otorgado por la Asociación Mujer SXXI.

• Mención honorífica de “Ilustre de Bizkaia-Bizkaitar Argia", otorgada por la Diputación Foral de Bizkaia a Cáritas Diocesana, en el año 2008.

• Premio Alma solidaria, otorgado por El Correo, el Gobierno Vasco y BBK, al Centro “Hontza” de Cáritas Bilbao, en el año 2010.

• Premio Alma solidaria, otorgado por El Correo, el Gobierno Vasco y BBK, al Proyecto Hemen, en el año 2011.

Cáritas Diocesana de Burgos

• Premio Martinillo 1988, otorgado por el Ayuntamiento de Burgos.

• Premio Tito de Oro 2009, otorgado por la Cofradía de San Antón de Burgos.

Cáritas Diocesana de Cádiz

• Premio Caser Seguros, en reconocimiento a su fecunda labor por los ancianos españoles, otorgado en el año 2005.

• Premio “Gaditano de Ley”, otorgado por el Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz, en el año 2009.

• Premio otorgado por la Asociación de Vecinos Valle Soto a Cáritas Chiclana en el año 2009.

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• Medalla de plata otorgada por el Ayuntamiento de Cádiz, en el año 2011.

Cáritas Diocesana de Calahorra-La Calzada-Logroño

• Premio "por la integración de hispanos y latinos”, otorgado por la Asociación La Rioja Latina, en el año 2011.

Cáritas Diocesana de Canarias

• Premio Canarias, por Acciones Altruistas y Solidarias, otorgado por el Gobierno de Canarias en el año 1998.

• Premio Excelencia, en la categoría de Voluntariado Social, otorgado por el Instituto de Enseñanza Secundaria César Manrique de Santa Cruz de Tenerife, en el año 2009.

• Premio CEPSA al Valor Social en Tenerife, otorgado a Cáritas Diocesana de Tenerife, con su programa “Café y Calor”, en el año 2009.

• Premio Tenerife 2010, otorgado por Mírame Televisión.

• Premio "Bastón blanco" a los valores solidarios de Canarias, otorgado por la ONCE, en el año 2010.

Cáritas Diocesana de Cartagena-Murcia

• Premio a Los Mejores de Murcia, otorgado por el periódico La Verdad, en el año 2009.

• Premio Cartageneros, otorgado por Onda Cero, en el año 2010.

• Premio Al Kazar, otorgado por el Ayuntamiento de los Alcázares, en el año 2010.

• Premio La Carroza del Entierro, otorgado por la Agrupación Sardinera de Murcia, en el año 2010.

• Premio Fray Pasqual Salmerón, otorgado por el Centro de Estudios Históricos Fray Pasqual Salmerón a Cáritas Cieza, en el año 2010.

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Cáritas Diocesana de Ceuta

• Premio Convivencia, otorgado por la Ciudad Autónoma de Ceuta, en el año 2003.

Cáritas Diocesana de Ciudad Real

• Premio Solidaridad 2008, otorgado por la Diputación Provincial de Ciudad Real al Centro “Siloé” de atención a personas drogodependientes en Ciudad Real.

Cáritas Diocesana de Córdoba

• Premio Averroes de Oro Ciudad de Córdoba a los valores humanos, otorgado por la Asociación de Informadores Técnicos Sanitarios de Córdoba “Circulo Cultural Averroes”, en el año 2010.

Cáritas Diocesana de Coria-Cáceres

• Premio Picota 2010, otorgado por el Ayuntamiento de Jaraíz de la Vera a Cáritas Diocesana de Jaraíz de la Vera en el año 2010.

Cáritas Diocesana de Cuenca

• Premio Conquense del Año 2011, otorgado por el Rotary Club de Cuenca.

Cáritas Diocesana de Gerona

• Premio San Félix, otorgado por el Obispado de Girona a Cáritas Garrotxa, en el año 2011.

Cáritas Diocesana de Getafe

• Placa honorífica, concedida por el Ayuntamiento de Alcorcón, en el año 2012.

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Cáritas Diocesana de Granada

• Premio Nazareno, otorgado por Radio Granada y El Corte Inglés, por su apoyo a las distintas Hermandades, y su labor social dentro y fuera de las corporaciones nazarenas, en el año 2011.

• Premio Ideales, otorgado por el Diario Ideal, en 2011.

• Premio simbólico, otorgado por Cuadernos del atardecer. Universidad de Granada, en el año 2011.

• Premio “Mayores del año”, otorgado por la Universidad de Granada, en el año 2012.

Cáritas Diocesana de Guadix-Baza

• Premio Baza Joven, otorgado por el Ayuntamiento de Baza a la sección juvenil de Cáritas en el año 2008.

Cáritas Diocesana de Huelva

• Premio al Valor Social, otorgado por CEPSA, en el año 2009.

• Premio por la Inclusión Social de Andalucía, otorgado por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDH-A) al voluntariado del Centro Puerta Abierta de Cáritas, en el año 2010.

Cáritas Diocesana de Huesca

• Diploma de Altoaragoneses del año en el apartado de Sociedad, los años 2004, 2009 y 2010.

Cáritas Diocesana de Ibiza

• Premios Illes Pitiüses, otorgado por el Diario de Ibiza, en el año 2008.

Cáritas Diocesana de Jaca

• Diploma de Altoaragoneses del año en el apartado de Sociedad, el año 2009.

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Cáritas Diocesana de Jaén

• Premio otorgado por el Diario de Jaén.

• Premio Bandera de Andalucía, otorgado por la Junta de Andalucía.

Cáritas Diocesana de Jerez de la Frontera

• Premio Ciudad de Jerez, otorgado por el Ayuntamiento de Jerez, en el año 2007

• Premio Internacional Álvaro Domecq, otorgado por la Orden del Catavino de Oro, en el año 2009.

Cáritas Diocesana de Madrid

• Premio Enrique Maya, otorgado por las Consejerías de Medio Ambiente y de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, en el año 2012.

• Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid, en el año 2012. Cáritas Diocesana de Málaga

• Premios Málaga 2010, otorgado por el Ayuntamiento de Málaga, en el año 2010.

• Premio Martín Aldehuela a la Convivencia 2010/2011, otorgado por el IES Martín Aldehuela.

Cáritas Diocesana de Menorca

• Premio "Compromís 2009", otorgado por Cope Menorca, por su trabajo con los Transeúntes.

Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz

• Premio 'Trujillano del año”, otorgado por la Hermandad de la Virgen de la Victoria de Badajoz, en el año 2009.

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Cáritas Diocesana de Mondoñedo-Ferrol

• Premio Acción Social 2012, otorgado por el Diario de Ferrol.

Cáritas Diocesana de Orense

• Premio Transfronterizo a la Excelencia Empresarial, en la categoría de Responsabilidad Social, otorgado por la Confederación Empresarial de Ourense a la empresa «Textil Caritas Ourense, TEXCAR, SL», en el año 2008.

Cáritas Diocesana de Orihuela-Alicante

• Mención honorífica del Consell de la Generalitat Valenciana, en el año 2011.

• Premio Alicantinos en la Onda 2011 en el Área Social, otorgado por Onda Cero.

• Premio Importantes del 2011, otorgado por el Diario Información.

• Premio en la modalidad de Entidades sin ánimo de lucro, otorgado por el Consejo Social de la Universidad Miguel Hernández de Elche, en el año 2012.

Cáritas Diocesana de Pamplona

• Medalla de Oro de Navarra, otorgada por el Gobierno de Navarra, en el año 1993.

• Galardón de Juventud 2000, otorgado por el Gobierno de Navarra.

• Distinción de la Asociación Coordinadora de Disminuidos Físicos de Navarra, en el año 2006.

• Premio Corazón de Oro, otorgado por el Club Coronario de Pamplona, en el año 2008.

311

Cáritas Diocesana de Salamanca

• Premio Castillo de Oro, por la Casa de Acogida de Enfermos de SIDA, en el año 1995.

• Premio a la Casa de Acogida de Enfermos de SIDA, otorgado por Cruz Roja Salamanca, en el 2001.

• Premio a la Solidaridad, otorgado por Cruz Roja Salamanca, en el año 2010.

• Premio del Festival Internacional de Publicidad Social, en el año 2010.

• Premio otorgado por Cruz Roja Salamanca por la creación de la Empresa de Inserción la Encina.

Cáritas Diocesana de Santander

• Placa de Instituciones Penitenciarias, en el año 2003.

• Premio Sobresaliente del Año 2008 en el Área de Acción Social, otorgado por los Colegios Torrevelo y Peñalabra, y la fundación Schola, en el año 2009.

• Premio Caja Cantabria a los Valores Sociales, otorgados por Caja Cantabria, en el año 2010.

• Premio Solidaridad 2010 del Festival Intercultural Ciudad de Santander, otorgado por el Ayuntamiento de Santander.

• Medalla conmemorativa del XXX Aniversario de la UNED en Cantabria, en el año 2011.

Cáritas Diocesana de Santiago de Compostela

• Premio Internacional de Acción Social Axuda´10, otorgado por la Fundación La Rosaleda y Novacaixagalicia, en el año 2010.

• Premio Pontevedrés 2011, concedido por el Diario de Pontevedra.

312

Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón

• Premio ValorS, otorgado por los Scouts de Alcora a Cáritas Parroquial de Alcora, en el año 2010.

• Premio a la Solidaridad, otorgado por la Asociación Gregal Estudios Históricos, en el año 2010.

• Premio "COPE Castellón", otorgado por COPE Castellón, por su permanente ayuda a los más desfavorecidos, en el año 2011.

Cáritas Diocesana de Sevilla

• Premio San Juan de Dios, otorgado por el Colegio de Enfermería, en el año 2011.

• Premio de la Delegación del Gobierno de Sevilla, en la categoría Labor Solidaria, a Cáritas Ecija, en el año 2011.

Cáritas Diocesana de Sigüenza-Guadalajara

• Premio Popular Nueva Alcarria a la labor social del Albergue Betania, otorgado por el Diario Nueva Alcarria, en el año 1990.

• Premio Popular Nueva Alcarria a la labor social, otorgado por el Diario Nueva Alcarria, en el año 1992.

• Premio Popular Nueva Alcarria, otorgado por el Diario Nueva Alcarria, en el año 1998.

• Medalla de Plata de la Diputación Provincial de Guadalajara, en el año 2003.

• Premio Popular Nueva Alcarria a la labor social y solidaria, otorgado por el Diario Nueva Alcarria, en el año 2007.

• Premio Popular Nueva Alcarria al Proyecto Restaurante Solidario, otorgado por el Diario Nueva Alcarria, en el año 2009.

• Premio en la categoría de Valores Humanos, otorgado por la Asociación de la Prensa, al Albergue Betania, en el año 2009.

• Premio Excelencia Empresarial 2010, en su proyecto social, otorgado por la CEOE-CEPYME Guadalajara, en el año 2010.

313

• Medalla de Plata del Ayuntamiento de Guadalajara, otorgada en 2011.

Cáritas Diocesana de Tarragona

• Medalla CERADAI modelo de información, otorgada por el Colegio de Periodistas de la provincia de Tarragona, en el año 1993.

• Medalla de plata otorgada por la Asociación CONESTI, en el año 1993.

• Concha de oro otorgada por el Colegio de Periodistas de la provincia de Tarragona, en el año 1993.

• Diploma otorgado por el Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya, en el año 2001.

• Premio Tarragona Solidaria, otorgado por la Diputación de Tarragona, en el año 2002.

• Diploma otorgado por el Ayuntamiento de Tarragona al taller Filigrana de Cáritas de Tarragona, en el año 2003.

• Diploma otorgado por Mediterránea Centro de Iniciativas Ecológicas como agradecimiento a Cáritas Diocesana de Tarragona. Proyecto Filigrana por la colaboración en el XII Encuentro del Medio Ambiente i de la Cooperación de Tarragona, en el año 2004.

• Diploma de reconocimiento otorgado por el Departamento de Antropología, Filosofía y Trabajo Social, de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universitat Rovira i Virgili, en el año 2007.

Cáritas Diocesana de Tenerife

• Premios Tenerife, otorgado por Mírame Televisión, en su apartado de labor social, en el año 2010.

• Distinción como Miembro del Patronato Fundador de la Primera Escuela de Trabajo Social de Tenerife, en el año 2011.

314

Cáritas Diocesana de Teruel y Albarracín

• Premio Solidaridad, otorgado por la Televisión Local de Teruel, en el año 2011.

• Cruz de San Jorge, otorgada por la Diputación Provincial de Teruel en el año 2013.

Cáritas Diocesana de Toledo

• Galardón Empresarial 2010, otorgado por la Federación Empresarial Toledana (Fedeto).

Cáritas Diocesana de Tuy-Vigo

• Premio Pontevedreses a la Labor Social, otorgado por el Diario de Pontevedra y Novacaixagalicia, en el año 2010.

Cáritas Diocesana de Valencia

• Premio de Participación Ciudadana, en la categoría de “Ciudadanos”, otorgado por la Consellería de Inmigración y Ciudadanía de la Generalitat Valenciana, en el año 2008.

• Premio "Quart de Poblet por la defensa de los Derechos Humanos", otorgado por el Consejo Municipal de Paz y Solidaridad, en el año 2010.

Cáritas Diocesana de Vic

• Premio Anuaria 1995, otorgado por Fomento de Ferias y Mercados de Igualada, a Caritas Interparroquial de Igualada.

• Placa conmemorativa a Caritas Igualada, en el 50 aniversario de los Derechos Humanos, en el año 1998.

• Diploma otorgado por el Ayuntamiento de Santa Margarita de Montbui a Cáritas Arxiprestal de l’Anoia-Segarra, en el año 2007.

• Premio Noi de Tona 2012 otorgado por el Ayuntamiento de Tona a Cáritas Parroquial de Tona.

315

Cáritas Diocesana de Vitoria

• Medalla otorgada por la Diputación Foral de Álava, en el año 1991.

• Premio Landazuri, en el año 1995.

• Premio otorgado por Punto Radio.

• Premio otorgado por el Diario de Noticias de Álava.

• Premio Sevir, otorgado por el Rotary Club, en el año 2010.

• Premio Koopera al Compromiso Social, en el año 2012.

• Premio Hórreo de Plata del Centro Asturiano, otorgado por el Centro Asturiano en el año 2012.

Cáritas Diocesana de Zamora

• Premio Promoción de la Infancia, otorgado por la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León, al Centro de Atención al Menor, de Cáritas Diocesana de Zamora, en el año 2008.

Cáritas Diocesana de Zaragoza

• Medalla Santa Isabel de Portugal, otorgado por la Diputación Provincial de Zaragoza, en el año 1990.

• Medalla de Defensora de la Ciudad de Zaragoza, otorgada por el Ayuntamiento de Zaragoza en el año 2008.

• Premio Instituciones, otorgado por la Peña Solera Aragonesa, en el año 2010.

• Premio Heraldo a los Valores Humanos y al Conocimiento 2011, otorgado por Heraldo de Aragón.

• Premio Solidaridad San Ivo, otorgado por el Real e Ilustre Colegio de Abogados de Zaragoza, en el año 2012.

• Premios Solidarios Aragón. Otorgado por la ONCE en el año 2012.

• Premio Lanzón 2012, otorgado por la Asociación Provincial de Empresarios de Pastelería de Zaragoza, en el año 2013.

316

b) En las Cáritas Regionales-Autonómicas.

Cáritas Aragón

• Medalla a los Valores Humanos de la Diputación General de Aragón, en el año 1993.

• Insignia de Oro de la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza, en el año 2010.

• Premio Emoción 2010, otorgado por Punto Radio.

• Galardón Aragoneses del Año 2010 en el apartado de Valores Humanos, otorgado por el Periódico de Aragón.

Cáritas Asturias

• Cruz de Oficial de la Orden del Mérito Civil, concedida por el Gobierno de España, en 2011.

Cáritas Baleares

• Medallas de Oro de la Comunidad Balear, otorgado por el Gobierno de las Islas Baleares, en el año 2011.

• Medalla de Honor, otorgada por el Parlamento de las Islas Baleares, en el año 2012.

Cáritas Castilla La Mancha

• Placa al Mérito Regional otorgada por la Junta de Castilla La Mancha, en el año 2012.

Cáritas Catalunya

• Medalla de honor en la categoría de oro otorgada por la Generalitat de Catalunya en el año 2012.

Cáritas Galicia

• Premio Fernández Latorre, concedido por la Fundación Santiago Rey Fernández Latorre, en el año 2012.

317

Cáritas La Rioja

• Premio Excelencia en el apartado Mejor Institución, concedido por el diario La Rioja, en el año 2010.

• Medalla de La Rioja, otorgada por el Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma de La Rioja, en el año 2012.

c) En Cáritas Española

• Gran Cruz del Orden Civil de Sanidad, otorgada por el Ministerio de Sanidad y Consumo, en 1996.

• Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1999, concedido por la Fundación Príncipe de Asturias.

• Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social, otorgada por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en 1999.

• Gran Cruz del Mérito Militar, otorgada por el Ministerio de Defensa, en 2000.

• Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, otorgada por el Consejo de Ministros, en 2006.

• Medalla de Plata al Mérito Social Penitenciario, concedida por el Ministerio de Sanidad, en 2007.

• Cruz al Mérito Policial con distintivo blanco, concedida por el Ministerio del Interior, en el año 2007.

• Premio ABC Solidario 2007, otorgado por ABC.

• Premio Autónomo del Año 2010, otorgado por la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA).

• Premio Valores Humanos y Solidaridad, otorgado por la revista Cambio 16, en el año 2010.

• Mención Honorífica a la Trayectoria Humanística, Social y Cultural 2010, concedida por el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid.

• Premio Plus es más 2010, concedido por la revista Plus es más.

• Premio Los Nº1 de Cadena 100, en 2010.

318

• Premio a la Solidaridad 2011, otorgado por la Asociación Española de Editoriales de Publicaciones Periódicas (AEEPP).

• Premio Solidaridad 2011, otorgado por el Ejército del Aire en el I Centenario de la Aviación Militar Española.

• Premio Amotinado Mayor 2011, otorgado por el Ayuntamiento de Aranjuez.

• Premio a la Transparencia, otorgado por la Fundación Lealtad, en 2011.

• Premio Misión 2011.

• Premio Solidarios del Seguro, otorgado por BBVA Seguros en 2011.

• Premio Senda 2011 a la Responsabilidad Social, otorgado por el Grupo SENDA.

• Premio Dintel Alta Dirección 2012, otorgado por la fundación Dintel.

• Premio Vinos Ojos del Guadiana a la Solidaridad 2012, otorgado por “El Progreso” S. Coop. De C.L.M.-Ciudad Real.

• Premio de Solidaridad 2012, otorgado por el Centro Educativo La Merced. Jesuitas de Burgos.

• Premio Humanidades 2012, otorgado por ACENOMA (Asociación de Empresarios de la Zona Norte de Madrid).

• Reconocimiento CECE Educación en libertad, otorgado por la Confederación Española de Centros de Enseñanza, en el año 2012.

• Premio HO 2012, otorgado por HazteOir.org.

• Premio ADECOSE 2012, otorgado por la Asociación Española de Corredurías de Seguros.

• ¡Premio Bravo! otorgado por la Conferencia Episcopal Española en el año 2012.

• Gran Cruz de la Orden Civil de la Solidaridad Social 2012, otorgado por el Consejo de Ministros a propuesta del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

• Premio Derechos Humanos de la abogacía 2013, concedido por el Consejo General de la Abogacía Española.

319

7.5.2.2. Lo que manifiestan las encuestas y estudios sociológicos Los jóvenes, son sin duda, mucho más críticos que los adultos con todas

las instituciones y en consecuencia con la Iglesia. Por eso elegimos este tipo de población, ya que nos interesa la opinión más radical o extrema sobre el tema que estamos tratando. Para ello, vamos a analizar en tres encuestas sucesivas realizadas a los mismos en los años 2000, 2005 y 2010, para saber su opinión sobre la acción caritativa-social eclesial hacia los más pobres y su relación con el resto de opiniones que vierten sobre la Iglesia Católica.

En el estudio realizado en el año 20001070, la imagen de la Iglesia Católica, como institución que defiende las tradiciones y valores, dedicada a ayudar a los pobres y necesitados, buena educadora de niños y adolescentes y solícita de la vida moral del hombre con sus normas de conducta, es positiva entre los jóvenes españoles. Es más, en estos cuatro valores coinciden más de la mitad de los jóvenes. En las otras dos variables de la lista hay más discordancia: solo un 20 % reconocen que la Iglesia Católica despierta la conciencia de los políticos, y sólo un 37 % están de acuerdo en que en ella se puede descubrir el sentido de la vida.

En lo referente a investigar las actitudes de los jóvenes frente a la Iglesia, descubrimos un hecho importante: la persistencia de la adhesión personal a la Iglesia, debido fundamentalmente a la dedicación de la misma a los más débiles y pobres.

En el estudio del año 20051071, la imagen de la Iglesia como institución empeora y no ofrece confianza excepto en su evidente dedicación a los pobres y marginados, su estilo modesto y sencillo de vida, su prudente distanciamiento de políticas partidistas –con ocasionales excepciones– y su apertura a los problemas sociales de la sociedad. De hecho, más de la mitad de los jóvenes reconocen esa dedicación a los pobres, y entorno a una tercera parte su papel beneficioso en el terreno moral –“sus normas ayudan a vivir más moralmente”– y su oferta de un “hogar espiritual” para el hombre.

1070 FUNDACIÓN SANTA MARÍA, Informe jóvenes 2000 y religión (Madrid 2000). Accesible en: www.profes.net/rep_documentos/Noticias/Jovenes2000.pdf. 1071 FUNDACIÓN SANTA MARIA, Informe jóvenes españoles 2005 (Madrid 2005). Accesible en: www.profes.net/rep_documeno/Noticias/Resumen_Jovenes_Españoles_2005.pdf.

320

En la encuesta del año 20101072, la primera exigencia que ponen los jóvenes para considerar a una persona como religiosa es la creencia en Dios; siguen después dos aspectos: ser honrado y prestar ayuda a los necesitados. En cuarto lugar aparece el rezar.

En lo referente a las actitudes y opiniones de los jóvenes ante la Iglesia, esta es una institución poco valorada, en un contexto de una bajísima confianza en todas las instituciones. No obstante, los datos de esta encuesta muestran un ligera mejoría respecto a los del 2005. Si en ese año el 21 % decían confiar “mucho” y “bastante” en la Iglesia, y el 79 % mostraban “poca” o “ninguna” confianza en ella; en el año 2010 el 25 % dicen tener “mucha” y “bastante” confianza en ella y el 75 % “poca” o “ninguna”.

En esta última encuesta aumenta considerablemente respecto del anterior estudio de la Fundación Santa María del año 2005, el porcentaje de jóvenes que está de acuerdo con las visiones positivas de la Iglesia. Las volvemos a recordar: sus normas ayudan a los hombres a vivir más moralmente, ayuda a los pobres y marginados, y ofrece al hombre un hogar espiritual y sinceramente religioso.

En lo referente al aspecto que más nos interesa analizar, hemos de constatar que una gran mayoría de jóvenes están de acuerdo con la afirmación de que la Iglesia ayuda a los empobrecidos: en torno al 60 %. Y aunque los jóvenes piensan que la Iglesia es demasiado rica, reconocen mayoritariamente la labor asistencial que esta presta a los más necesitados.

Como resumen podemos afirmar que en un grupo social –los jóvenes– que presentan como colectivo quizás la mayor desafección y desconfianza hacia todas las instituciones y consecuentemente hacia la Iglesia Católica; es de valorar y tener en cuenta la visión positiva y mayoritaria que aporta a la Institución eclesial, la ayuda que ella hace a los desfavorecidos y más necesitados.

Es un valor que no solo se mantiene a lo largo de los años sino que sufre un ligero repunte positivo en la última encuesta.

Todo ello, nos debe hacer pensar en la importancia decisiva que tiene y va a tener en el futuro la acción sociocaritativa eclesial en la confianza y credibilidad de la misma y por tanto en la evangelización a la que todos los creyentes estamos llamados.

1072 FUNDACIÓN SANTA MARIA, Informe sobre las creencias religiosas de los jóvenes (Madrid 2010). Accesible en: www.donbosco.es/includes/destacados/8/lascreenciasreligiosasdelosjovenes.doc.

321

Hoy en día, la atención caritativa-social de la Iglesia es percibida por los hombres y mujeres de hoy como un signo de los tiempos, es decir, como acción de Dios en nuestro mundo; y aunque no todos lo conceptualicen de esa forma sí que lo experiencian y sienten de esta manera.

7.5.3. La credibilidad del testimonio necesita de la comunión y confesión eclesial

La comunión es, la participación en el misterio de la vida divina, Dios Uno y Trino, Una vida plena, nueva y misteriosa, que se revela al hombre por la Palabra divina y se ofrece y comunica por los sacramentos especialmente por el bautismo y la Eucaristía.

Un Dios “comunión” que se da por Cristo en el Espíritu Santo, en el ser del cristiano, y hace que el “ser comunión” tenga en el un carácter primario, constitutivo de su ser.

Así pues, el ser cristiano incluye siempre a los otros. Pero esa relación inclusiva a los demás, lo mismo que en el Ser Divino, que se participa en la comunión, no es una relación meramente conceptual, sino una relación personal de amor total.

Por eso, afirmar el “ser comunión” del cristiano equivale a afirmar su “ser amor” y la Comunidad, comunión de los creyentes en Cristo, ha de ser expresión de aquella koinonía que lleva a todos sus miembros a ser testigos del amor entregado a los hermanos, especialmente a los más necesitados.

Así se desvela el “ser de Cáritas”, que es el mismo “Ser divino”, “Ser comunión”, “Ser amor”; un “ser-esencialmente abierto a los demás”, comunicado por Jesucristo en el Espíritu Santo a toda la Creación. Este “ser de Cáritas”, su identidad esencial, exige que haga presente este misterio del amor de Dios en todo tiempo y lugar; en nuestra sociedad actual1073.

Desde esta perspectiva puede decirse que Cáritas es el testimonio de la intervención de Dios en nuestra historia. En su acción caritativa-social, se actualiza el acontecimiento salvador de Jesucristo. En ella, el amor verificado en la comunión y el servicio entre los hermanos actualizan la presencia de Dios en nuestra sociedad y establecen un lazo sólido y estable que une al creyente con Dios en Cristo.

Participar de la acción de Cáritas es participar del acontecimiento salvador de Jesucristo, es introducirse en la vida trinitaria que se ha abierto 1073 Cf. LOSADA, Signo, 86.

322

en la entrega pascual de Jesús. Y así desde esa vivencia eclesial de la comunión fraterna, el testimonio remite a Jesucristo y a la vida Comunitaria del “Dios-amor” dotándose de una credibilidad manifestada para los hombres y mujeres de hoy en día.

Cáritas se ejercita diariamente en el amor, y no un amor esporádico o sin esfuerzo, sino un amor no exento de sacrificios, de grandes renuncias realizadas gracias a la fuerza que el Espíritu Santo inyecta en lo más profundo de cada voluntario o contratado de la Institución. La dificultad, enormidad de la tarea y constancia en el ejercicio de la caridad, es un signo manifiesto de la dimensión divina o trascendente de Cáritas-Iglesia y de la presencia de Dios en Ella. De esta manera Cáritas diaconía eclesial es misterio de amor, comunión estable en el amor que nos introduce en la vida trinitaria. La Iglesia se convierte así en sacramento del amor, y el amor encuentra en Cáritas-Iglesia su heraldo principal, manifestación de Dios para el mundo.

Tal como vemos, si la vida cristiana es comunión, y comunión proyectada hacia todos cuantos aun no la participan para darse también a ellos, se comprende que la caridad posee, en grado superior a cualquier otra virtud, la fuerza de producir comunión entre los cristianos y de impulsarlos a que unidos trabajen para llevar el amor de Cristo a todos los hombres1074. “En el misterio de la Iglesia, la comunión y la diakonía o crecen juntas o menguan al mismo tiempo. La atención a los más pobres es garantía de comunión”1075.

La Comunidad cristiana vive en comunión para ser signo efectivo de comunión con todos aquellos que todavía no forman parte de Ella. Se presenta como signo que muestra el amor de Dios de Jesucristo, poniéndose al servicio de ellos y luchando a su lado contra todos los males que les afligen, aliviando sus sufrimientos y ofreciéndoles así los signos de liberación mesiánica1076.

Los excluidos, marginados, empobrecidos necesitan de una comunidad que los acoja por lo que son. Necesidad de caminar con la Comunidad para readquirir su plena dignidad humana y sentirse amados como hijos e hijas de Dios. Así lo manifiestan claramente nuestros obispos1077: “Si vamos creciendo en acoger, compartir y aceptar ira surgiendo una cultura de

1074 Cf. CHICA, o.c., 827. 1075 CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 154. 1076 Cf. MADRUGA, o.c., 88. 1077 MCC02.

323

comunión. La Iglesia está llamada a ser “la casa y la escuela de comunión”: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo”1078. Es éste un deseo que conecta con los signos de los tiempos, los cuáles parecen orientarse decididamente hacia una mayor solidaridad y unidad. El cristiano tiene suficientes motivaciones para aceptar al otro sea quien sea. Jesús nos ha enseñado que todos los pequeños y desvalidos son signos vivos y dolientes de su presencia.1079 Si aceptamos a un pobre desvalido será Cristo mismo quien nos diga: “Gracias por aceptarme”.

Antes de terminar este apartado, es necesario hacer una aclaración sobre el ejercicio de la caridad, y la comunión y credibilidad eclesial.

Si trabajamos en comunión la credibilidad resulta ser una credibilidad eclesial, no la debe acaparar la persona, el grupo o la institución que la realiza y menos aún acreditarse particularmente en contra de la Iglesia, en cuyo seno se trabaja y a la cual pertenecemos: si trabajamos y vivimos en comunión, la credibilidad resulta ser una credibilidad eclesial, no particular1080.

1078 NMI 43. 1079 Cf. Mt 25, 31-46. 1080 Cf. JARAMILLO, Coordinación, 289.

324

8. CÁRITAS COMO ÁMBITO DE EVANGELIZACIÓN

8.1. La sociedad que nuestras Iglesias han de evangelizar

8.1.1. Una nueva situación socio-cultural1081 Vivimos un cambio socio cultural acentuado, de signo secularista que

lleva al extremo la autonomía del sujeto y no solo niega y no se relaciona, sino que rompe con lo religioso institucional y con el mismo Dios y la necesidad de un fundamento trascendente de la vida y del mundo.

Esta situación provoca a su vez el retorno de una religiosidad que podemos denominar “a la carta”, en la que el individuo elige su propio credo en el escaparate del supermercado de lo sagrado que le ofrece el mundo global en el que vivimos. Pero todo ello al servicio, del propio “yo” y la satisfacción de su hiperlativo sentido narcisista.

Una religión cálida, emotiva, relajante; con un Dios nada exigente, sino confortable, un Dios de bolsillo que ni compromete, ni exige.

Estamos pues, realmente, ante una situación de increencia e indeferentismo religioso, que deja espacio al neopaganismo: los más diversos ídolos se adueñan y campan en la sociedad. Podemos enumerar el excesivo consumo, el culto al cuerpo, el hedonismo, la relación interesada o utilitarista del otro, etc.

Pero el sujeto de nuestra sociedad actual no solo rompe con lo religioso y mistérico, continúa con su marcha ruptista criticando incluso las vinculaciones laicas del sujeto: con la historia, con la patria, con los valores colectivos e incluso con la familia.

Lo único que importa es el “yo” como sujeto que se dota y escoge por y para sí mismo los valores, el bien y el mal, incluso si es necesario, la propia

1081 ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CATEQUETAS (AECA), Hacia un nuevo paradigma de la iniciación cristiana hoy (Madrid 2009) 15-18; T. ÚBEDA, La misión evangelizadora requiere de los laicos y sacerdotes una formación y un acompañamiento adecuados, en: COMISIÓN EPISCOPAL DE APOSTOLADO SEGLAR, Evangelización y laicado (Madrid 1997), 23-24; S. PIÉ-NINOT, ¿Cómo cantar al Señor en tierra extraña?, en: Signo 28 (2009) 26-27; Este trabajo se citará como Cantar., J.A. RAMOS, Teología Pastoral (Madrid 2001) 240-241; C. TARTAJ. La postmodernidad, en: RAT 2 (1995) 35-37.

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identidad sexual elegida por opción: ni siquiera la vinculación con el propio cuerpo como hecho anterior a la propia voluntad es vinculante.

El hombre y la mujer actual –a los que nos vamos a dirigir nosotros como cristianos– son individuos fragmentados, desestructurados, donde lo emocional predomina sobre lo racional. Su proyecto vital no se debe a una coherencia sino a una conveniencia que obedece a lógicas múltiples y contradictorias entre sí. Se huye de todo compromiso que pueda engendrar dolor o hacer vulnerable a la persona. Las relaciones se establecen en clave de utilidad: el individuo tiene al grupo no el grupo al individuo, cuando aquel no interese se abandona.

Cada cual compone a su acomodo los elementos de su existencia sin preocuparse demasiado por la mayor o menor coherencia del conjunto creado.

No se persigue una sociedad mejor basada en una ideología o religión, se rehúyen las certezas absolutas, todo es relativo e interpretable, ya que nadie se fía de los metarrelatos, es el momento de lo que se ha denominado pensamiento débil: falta de fundamento y altamente cambiante.

Si el pasado no tiene relevancia y el futuro es la muerte, se vive sólo el presente, sin compromiso.

Esta falta de vinculación con “algo”, hace que la ética dé paso a la estética: lo único que vale la pena es la realización personal basada en el culto al cuerpo, el sentirse a gusto en la propia piel, y en pasarlo bien. Es la obsesión por los viajes, las terapias, las dietas, y el fin de semana agotador que han sustituido al compromiso y la preocupación de ser auténtico; solo cuenta la autorrealización individual, intimista y vivencialista.

Esta cultura abona las relaciones estructurales injustas ya sean en los ejes geográficos norte-sur, o en las bolsas de pobreza de nuestro primer mundo.

Esta cultura hedonista que huye de todo lo que sea compromiso y vinculación, choca frontalmente con aquellas instituciones, como la Iglesia Católica, que con su sola presencia recuerdan la existencia de vínculos con dimensiones más íntimas de uno mismo, con los demás seres humanos y con un fundamento trascendente de todo. Por eso, el rechazo al cristianismo hoy y como tradición histórica.

A este “divorcio” entre Iglesia y sociedad también contribuyen ciertos aspectos o factores de nuestra propia Institución eclesial como son: la escasa presencia de cristianos en la vida pública que hace que la fe resulte poco

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significativa en aspectos sociales importantes; la imagen que se proyecta como institución pasada de moda, caduca y trasnochada, alentada por ciertos medios de comunicación; la ausencia de información religiosa de calidad que llegue a las grandes masas de población; la no comprensión de la doctrina de la Iglesia en moral sexual y en bioética desde las sensibilidades del hombre y la mujer de hoy, que condiciona la credibilidad en otros aspectos más nucleares en la profesión de fe; la situación de la mujer dentro de la Iglesia; la carencia de instancias eclesiales atractivas y significativas para la sensibilidad actual; y la irrelevancia para la sociedad de muchas de nuestras preocupaciones internas.

Esta situación descrita, no debe llevarnos a ser lo que el Beato Juan XXIII llamaba “profetas de desgracias”; no debemos caer en una actitud negativa y pesimista, porque nuestra sociedad tiene sin duda valores positivos y esperanzadores como son:

- Fuerte sensibilidad en favor de la dignidad y de los derechos de las personas.

- Afirmación de la libertad como cualidad inalienable del ser humano.

- La aspiración a la paz.

- Respeto al pluralismo y a la tolerancia como valor.

- Preocupación por los desequilibrios ecológicos. - Respeto y reconocimiento de los derechos de la mujer.

- El valor del trabajo.

- Repulsa de las desigualdades en los derechos de las clases sociales, ya sean a nivel local, nacional o internacional.

- El valor de la lucha contra la injusticia y la pobreza.

Y así podríamos proseguir, nombrando signos en los que los cristianos descubrimos y reconocemos los designios misteriosos de la Providencia divina.

8.1.2. Un cambio de época1082 La lectura de la realidad que hemos realizado en el apartado anterior,

nos lleva a constatar que no estamos solamente ante una época de cambios, sino más bien ante un cambio de época. 1082 Cf. ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CATEQUETAS (AECA), o.c., 22-25.

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¿En qué nos apoyamos para hacer esta afirmación? Pongamos de manifiesto algunos posibles elementos significativos:

a) Fin del régimen de cristiandad: vivimos en otra sociedad, cuyos valores no son ya los valores religiosos. Si bien, es de justicia decir que muchos valores cristianos se han socializado y ya forman parte fundamental de la sociedad secular: el valor de la persona, los derechos humanos, la solidaridad, etc.

b) Un nuevo mundo global: han caído los muros que separaban en dos bloques el mundo occidental y sus correspondientes influencias. El neoliberalismo capitalista, y financiero gobierna el mundo, en beneficio de los países ricos. Es una situación que día a día se hace más insostenible. Por eso, comienzan a aparecer realidades nuevas, como es el continente asiático con todo su potencial económico; América Latina, más independiente de Estados Unidos; o África, que trata de liberarse del explotador neocolonialismo que aun le atenaza.

Todo ello supone que nos estamos abriendo a una nueva realidad intercontinental donde los países pobres o en desarrollo, tiene mucho que decir a nuestro autocomplaciente mundo rico. La problemática de las grandes migraciones de personas es un claro síntoma de este desajuste económico-social y de justicia interplanetario.

c) La era de la informática y de la comunicación global. Estamos en la nueva época de la informática y la comunicación que llega inmediatamente y a todo el planeta; con todas las posibilidades y peligros que esto entraña. Afecta tanto al mundo de las relaciones cotidianas como al modo de entenderse a uno mismo. Es un mundo todavía naciente que pone en tela de juicio el modo de conocimiento, de entendimiento y de relación de épocas pasadas.

8.2. La Iglesia que ha de evangelizar esta sociedad1083

Nuestra Iglesia, parte de un claro divorcio1084 con la sociedad actual postmoderna y su cultura. En este proceso se producen notables pérdidas de la vivencia eclesial tradicional de los creyentes, lo cual repercute cada vez más en la estructura de la propia Institución y en la vida de sus comunidades.

1083 Cf. PIÉ-NINOT, Cantar, 25-26; ÚBEDA, o.c., 25-29; MARTÍN VELASCO, Increencia, 113-114; SOIL 20. 1084 Ver apartado 8.1.1.

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Es patente la dificultad de anunciar el mensaje, no terminamos de dar con la forma de presencia de la fe y de la Iglesia en la sociedad en la que vivimos; en palabras de Salvador Pié-Ninot: “Estamos perplejos acerca de cómo proclamar hoy nuestra fe en Dios”. Cada vez resulta más difícil transmitir el mensaje cristiano, si no es a través de relaciones personales, diálogos, pequeños grupos…. Lo cual, naturalmente, es de una eficacia muy limitada.

La presencia de los cristianos en la vida pública dando testimonio es escasa, y sus agentes de pastoral están envejecidos. Así mismo cunde el desánimo de éstos y de las comunidades cristianas en no pocas ocasiones.

Una Iglesia “afónica” cuya voz tiene dificultades para llegar y que sea escuchada sin deformaciones en grandes sectores de esta sociedad cada vez más indiferente ante nuestra oferta evangelizadora.

Y también, nuestra Comunidad se presenta ante los ojos de nuestra sociedad más alejada, como poco testimonial de lo que predica, en parte debido a su configuración sociológica: observan y reconocen una minoría fiel y comprometida, si, pero demasiado pequeña y cerrada sobre sí misma y una gran mayoría de católicos “solo de nombre” cuya práctica religiosa es ocasional y presentan un fuerte dualismo fe-vida; o de cristianos “a la carta” que practican y creen solo aquello que les conviene.

Una Iglesia todavía más dedicada al “mantenimiento” de esquemas y fórmulas pastorales heredadas, aunque se constata la búsqueda incansable de nuevos caminos para un anuncio directamente evangelizador.

Una Iglesia, no obstante, que va centrando cada vez más su preocupación y su esfuerzo en la misión, en la evangelización. Una Iglesia en la que a pesar de todas las dificultades, van creciendo creyentes, grupos, comunidades y movimientos vivos, seguidores fieles de Jesucristo, cuya vida y cuyas obras si que son testimonio inteligible y creíble para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Instituciones eclesiales como Cáritas, Manos Unidas y Órdenes religiosas que alivian los sufrimientos de quienes nada tienen y son reconocidos por nuestra sociedad como creíbles portadores del mensaje de Cristo. Laicos que asumen su vocación y corresponsabilidad en la tarea eclesial. Cristianos que se forman en Catecumenados, Escuelas y Facultades de Teología para madurar su fe. Grupos de liturgia, que buscan animar la participación en nuestras celebraciones. La motivación cristiana de muchos fieles en la vida diaria, familiar, profesional, cívica, social y política. Los grupos de oración, revisión de vida, de lectura comunitaria de la Biblia, que cultivan la

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espiritualidad. La participación sacramental y especialmente en la Eucaristía. Y la acción de los cristianos en el servicio desinteresado del amor al prójimo, especialmente a los más necesitados.

Una Iglesia que intenta salir del desencanto y del desconcierto y busca nuevos caminos de evangelización, en medio de muchas dificultades. Una Iglesia, por tanto, en búsqueda y en esperanza1085.

Ante este análisis, ¿qué hacer? No hay fórmulas cerradas, pero si intuiciones, caminos que se atisban como indicadores de un trayecto que debemos recorrer para llegar a la sensibilidad de los hombres y mujeres de hoy y presentarles la Buena Noticia.

Vamos a proponer, aquí, algunas pistas1086:

a) Proponer la fe de una manera clara y significativa para los hombres y mujeres de hoy; celebrar la salvación, sirviendo la vida de los hombres y, dar testimonio de Jesucristo, tanto personal, como de una manera colectiva eclesial.

b) Cultivar la dimensión espiritual y creyente en cada uno de nosotros, de tal manera que se viva en el plano interpersonal próximo y en el social-lejano, poniendo de manifiesto y alentando una coherencia fe-vida.

c) Que la Iglesia y los creyentes, asuman y sepan situarse adecuadamente en el tiempo que les toca vivir, reconociendo las dificultades que les acechan, para anunciar a Jesucristo, y aceptar con humildad su pequeñez y pobreza. Una Iglesia que sabe dar este paso, tiene más vivo el sentido del testimonio y está más predispuesta a afrontar la misión con ilusión y valentía, además, no puede olvidar que el Señor caminará siempre a su lado1087.

d) Que los propios creyentes acojamos a la Iglesia razonablemente y cordialmente, sabiendo que es santa por lo que ofrece: la Palabra de Dios con la profesión de fe y los Sacramentos con su celebración; pero, a su vez

1085 Nuestra visión no es demasiado optimista, pero tampoco pesimista, creo sinceramente que es esperanzada y estimuladora; porque pienso que identifica necesidades, dificultades, expectativas y posibles nuevos caminos para la evangelización de la sociedad de hoy; y porque pone ante nuestros ojos el gran reto que el presente de nuestra sociedad lanza a nuestra Iglesia y a cada uno de nosotros: ¿con mi estilo de vida y mi servicio concreto en la Iglesia, fortalezco sus luces o sus sombras?, ¿qué puedo hacer en concreto, desde mi vida y desde el servicio que tengo encomendado en mi diócesis, para que la Iglesia sea verdaderamente evangelizadora de la sociedad en la que vivo? 1086 Cf. PIÉ-NINOT, Cantar, 27-34. 1087 Cf. Mt 28, 20.

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es pecadora “siempre necesitada de purificación” (LG 8). Las cosas negativas que la Iglesia o sus miembros hayan podido hacer no se pueden justiciar y hay que reconocerlas, pedir perdón y repararlas en la medida de lo posible; pero no nos pueden hacer que la abandonemos: signo de inmadurez de nuestra fe y de no saber reconocer que la Iglesia está formada a la vez por un elemento divino cual realidad misteriosa expresión del designio de salvación de Dios, y por un elemento humano al haber “entrado en la historia de los hombres” (LG 9). Es decir que la Iglesia es santa, porque tiene dones santos, pero sus miembros que peregrinan en la Tierra, no son siempre santos, y esto hay que conocerlo y saberlo asumir.

e) Fomentar la comunión eclesial promoviendo una actitud comunional activa en todos los niveles de la Iglesia1088. Una actitud de sincero diálogo y colaboración que propicie la integración de las diversas tendencias en una pastoral común que resalte al sujeto de dicha acción: la Iglesia movida por el Espíritu.

Una comunión que abarque laicos, religiosos y ministros ordenados, poniendo de manifiesto la corresponsabilidad de todos en la vida y misión eclesial.

f) Impulsar espacios de fe comunicativos para que la Iglesia sea percibida como comunidad de fe viva y acogedora, no como una empresa dispensadora de servicios religiosos. Crear espacios intermedios y cercanos: movimientos, asociaciones, grupo de liturgia, catequesis, acción caritativa-social, estudios de Biblia, de oración, etc.; en los cuales las personas sientan próxima la acogida, el acompañamiento y el amor del prójimo y de Dios.

g) Tratando de alcanzar y cumplir las expectativas que el Concilio Vaticano II abrió1089:

- Enraizar la vida eclesial en el Evangelio.

- Promover la corresponsabilidad eclesial.

- Dar un verdadero protagonismo al laicado en la Iglesia. - La urgencia de una puesta al día de la estructuras eclesiales.

- La necesaria relación inseparable entre liberación y salvación.

- La primacía y defensa de la dignidad humana.

1088 Cf. PRAT, Dinamismo. Es muy clarificador al respecto consultar esta obra; especialmente su capítulo siete: "Sugerencias para caminar aquí y ahora". pp 71-87. 1089 Cf. PRAT, Misión, 75-76.

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- La inculturación de la fe en la diversidad de pueblos de la Tierra.

- El compromiso de la Iglesia en la causa de la Justicia.

- La opción preferencial de la Iglesia por los pobres. - La prioridad de la evangelización.

En resumen: el reencuentro con la sociedad en que vivimos desde el reencuentro con Jesucristo-en-la-Iglesia. El hoy de la evangelización implica una vuelta en profundidad a Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado, así la Iglesia es capaz de ser “buena vecina” de la humanidad –transmitiendo la Buena Nueva que ella “porta en vasijas de barro”– es decir, aquella Comunidad que sólo pretende dos cosas: intentar amar y transmitir la experiencia de Jesucristo.

8.3. Se necesita la Iglesia: sin Ella, Jesús y su mensaje no habrían

llegado a nosotros1090 La revelación y la salvación de Dios están destinadas a todos los

hombres y mujeres, de todo tiempo y lugar. Para que ese designio divino pudiera realizarse la Iglesia ha recibido la acción salvadora de Cristo por medio del Espíritu Santo; y, continua su misión respecto a lo recibido consistente en conservarlo y transmitirlo fielmente hasta el final de los tiempos: “Dios dispuso que lo que había revelado para la salvación de todas las gentes se conservara íntegro y fuera transmitido a todas las generaciones” (DV 7). Este doble servicio de conservar y transmitir el Evangelio lo realiza la Iglesia, que es depositaria y transmisora de la revelación, y sin ella, Jesús y su mensaje no habrían llegado hasta nosotros. Esta misión evangelizadora, se dirige y proyecta constantemente hacia adelante, hacia la escatología.

Ahora bien, es muy importante resaltar que, el servicio de conservar y transmitir la revelación cristiana que compete a la Iglesia no es el resultado de una pura determinación histórica. No se trata de que el devenir histórico haya dado lugar a una institución cuya razón de ser es proteger y transmitir el mensaje de Jesús de Nazaret; si fuera así, la Iglesia no dejaría de ser únicamente una realidad humana, provisional y sujeta a posteriores cambios de la historia. Pero no es así: la Iglesia tiene su origen en Dios Trinidad que

1090 Cf. IZQUIERDO, o.c., 117-118; P. ESCARTÍN, Creo en la Iglesia ¿Porqué? (Madrid 2002) 21-29.

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la ha querido para llevar a cabo la misión de conservar y transmitir la Buena Nueva de Jesús; una Iglesia de misterio, comunión y misión1091.

Por eso, la Iglesia sólo se comprende a sí misma y da razón de su misión en el mundo desde el ser y la acción de Dios Padre, Hijo y Espíritu. La Iglesia se concibe como expresión y despliegue del dinamismo amoroso trinitario en el mundo1092.

La Iglesia es misterio porque el amor y la vida del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo son el don absolutamente gratuito que se ofrece a cuantos han nacido del agua y del Espíritu1093, y por ello son llamados a revivir la comunión de amor de Dios y a manifestarla y comunicarla en la historia mediante la misión1094. Así pues, la Iglesia necesariamente vive y refleja el misterio de la Trinidad. La identidad eclesial es Trinitaria y continúa la acción salvífica querida por el Padre, iniciada por Jesucristo el Hijo, gracias a la acción del Espíritu. La Iglesia, en esta perspectiva, autocomprende su misión como prolongación de la obra salvadora de Jesucristo1095.

La misión de Jesús, denominada acción pastoral1096, a través de su triple oficio de sacerdote, profeta y rey, consiste en restaurar y llevar a la plenitud el amor de los hombres a Dios, guiándolos como un pastor a sus ovejas.

En las acciones de Jesús encontraremos el origen de la misma acción de la Iglesia y de sus pastores: fidelidad amorosa al Padre, haciéndolo presente; anuncio del Reino de Dios y elección de los Doce, para que compartan y continúen su misión1097.Tras la resurrección de Cristo y el don del Espíritu de Pentecostés, la Iglesia comienza su acción, que no es propia de Ella, sino derivada del Señor Jesús, de quien depende en una continuidad de misión, y

1091 Cf. E. BUENO DE LA FUENTE, Eclesiología (Madrid 2001) 73-82. Desde los Apóstoles a nuestros días, la Iglesia ha expresado su identidad y misión en el mundo con diversas imágenes. En la actualidad, tras la asimilación del Concilio Vaticano II, tres grandes palabras pueden globalmente concentrar la autocomprensión de la Iglesia: misterio, comunión y misión; y las tres hacen referencia a la Trinidad. 1092 Cf. ALÓS, o.c., 42. 1093 Cf. Jn 3, 5. 1094 Cf. A. FERNÁNDEZ-CASAMAYOR, Anunciar a Jesucristo, reto para la Iglesia hoy, en: Cor XIII 81 (1997) 144. 1095 Cf. ALÓS, o.c., 44. 1096 Una de las claves de la autoconciencia de Jesús está en la misión del pastor anunciado y esperado por el AT cuya tarea es la de la fidelidad al Padre para hacer posible su obra, para ser auténtico mediador. Por eso, la acción de Jesús ha sido llamada acción pastoral y la acción posterior de su Iglesia ha llevado el mismo nombre, de la misma manera que han sido llamados pastores aquellos que la sustentaban” (RAMOS, o.c., 21). 1097 Cf. Ibid., 22-25.

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es, por su misma esencia, trinitaria, fruto de la economía salvífica de toda la Trinidad1098. Los elementos constitutivos de esta acción son1099: el anuncio del evangelio, la conversión y la recepción de los sacramentos, especialmente el Bautismo y la Eucaristía; y, cuyas consecuencias son la salvación intramundana y escatológica, del creyente, y la formación, estructuración y edificación de una comunidad con identidad propia1100.

La Buena Nueva de Jesús de Nazaret, por tanto, ha sido confiada a la Iglesia con la misión –que forma parte de su mismo ser Iglesia– de conservarla y transmitirla para que llegue a todos.

Por eso, la comunidad eclesial “pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4), es convocada por el Señor para que anuncie el Reino de Dios en el mundo. La misión de la Iglesia, es consecuentemente, siguiendo las huellas de Jesús, contar y relatar –con hechos y palabras– quién es Dios y dónde está el Dios del Amor. Ello deberá realizarlo la Iglesia a nivel concreto, acercándose a toda la Humanidad1101.

En este caminar por la Historia, es el Espíritu quien nos mueve a ser Iglesia1102 nos convoca a vivir en comunión fraterna, a revestirnos del amor1103 y con su aliento nos impulsa a ser comunidad misionera. Todos los bautizados: ministros ordenados, laicos y religiosos, son sujetos activos de la acción pastoral, colaborando al mismo fin, la misión, según sus propios

1098 Cf. Ibid., 26-27. 1099 Cf. Ibid., 27-30. 1100 Cf. Hch 2, 42-47. Es conveniente resaltar que la Iglesia es de Cristo que sigue amando y perdonando a cada hombre por medio de Ella. A la Iglesia no la salvamos nosotros, la salva Jesucristo comunicándole su Espíritu. Es Dios quien construye a su Iglesia quien por medio de Jesucristo y por la acción del Espíritu Santo distribuye en su Iglesia los diversos dones, carismas, servicios, ministerios, vocaciones (Cf. 1Cor 12, 4-11) para edificación de toda la comunidad, al servicio de la comunión: Cf. E. YANES, Carta pastoral: Cristo gozo y esperanza de los hombres (Zaragoza 2001) 33-34. En adelante este documento se citará como Gozo. 1101 Cf. RAMOS, o.c., 85-97 y 147-160. 1102 Cf. RM 26. 1103 Cf. Col 3, 14; DCE 19.

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carismas y ministerios1104. “Estas tres vocaciones están llamadas a complementarse en la común tarea evangelizadora”1105.

Si la misión de Jesús fue el anuncio de la Buena Nueva, la misión de la Iglesia, sacramento de Cristo, es la evangelización.

8.4. La evangelización, acción de la Iglesia. 8.4.1. Concepto de evangelización

El término evangelización,1106 empleado y generalizado en el vocabulario pastoral, procede de la palabra evangelio, que proviene a su vez, de la palabra griega euangélion, que en el AT equivale a “mensaje gozoso” “alegre noticia”, “buena noticia”. Evangelización es derivado del verbo griego evangelizein que significa predicar el evangelio. Por eso, evangelizar equivale a “proclamar buenas noticias” o “anunciar hechos salvadores”.

Si la misión de Cristo ha consistido en traer La Buena Noticia del Reino, noticia capaz de transformar este mundo y abrirlo a una esperanza de plenitud con el anuncio de la paternidad de Dios y la comunión fraterna de los hermanos, la Iglesia vive para continuar su anuncio en medio de nuestro mundo. La evangelización, es pues, el contenido de la misión de la Iglesia; su origen y su esencia proceden del paralelismo entre Iglesia y Cristo1107.

Por ello, la razón histórica del ser de la iglesia es fundamentalmente la evangelización. Es más sin proceso evangelizador no hay comunidad cristiana, que por su naturaleza propia queda especificada, a su vez, por la misión.

Los documentos del Vaticano II, entienden la evangelización de dos maneras: como misión con los no creyentes de cara a su conversión y como el conjunto de toda la actividad misionera de la Iglesia. La EN la identifica 1104 Cf. RAMOS, o.c., 161-188; ChL 18-20, 32; JUAN PABLO II, Pastores Dabo Vobis. Exhortación Apostólica sobre la formación de los sacerdotes en la situación actual (Roma 1992) nº 12. En adelante este documento se citará como PDV; JUAN PABLO II, Vita Consecrata. Exhortación Apostólica sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (Roma 1996) nº 74. Este documento se citará con las siglas VC. 1105 FERNÁNDEZ-CASAMAYOR, o.c., 145. 1106 Cf. J.M. GONZÁLEZ RUIZ, Evangelio, en: C. FLORISTAN - J.J. TAMAYO (edd.), Conceptos fundamentales del cristianismo (Madrid 1993) 445-461; C. FLORISTÁN, Evangelización. Nueva evangelización, en: C. FLORISTÁN - J.J. TAMAYO (edd.), Conceptos fundamentales del cristianismo (Madrid 1993) 461-464. 1107 Cf. RAMOS, o.c.,213.

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con el anuncio a cristianos y a no cristianos.1108 Según la RM, la misión eclesial se entiende de tres modos: misión ad gentes con los no cristianos, acción pastoral (evangelizadora) con los cristianos y “nueva evangelización” con los bautizados no creyentes1109.

En definitiva, la evangelización abarca toda la tarea de la Iglesia, en cuanto tiene como fin anunciar y testimoniar el evangelio del Reino.

No es fácil definir lo que es evangelizar por la suma riqueza que encierra este término1110. Vamos a tratar de hacer una aproximación.

Para los cristianos en concreto, denota el anunciar y hacer creíble la Buena Noticia que Jesús anunció y realizó entre los hombres.

Evangelizar es ofrecer una Buena Noticia que se presenta a sí misma como el principio más hondo y decisivo de salvación para el hombre. Esa Buena Noticia consiste, en definitiva, en que Jesús, el Cristo, que pasó por el mundo haciendo el bien y que fue crucificado, está vivo, presente y operante en los creyentes de la comunidad cristiana y es la forma de vida de esta comunidad y de sus miembros. A través de ellos Él es capaz de incidir en la sociedad donde esa comunidad cristiana está inserta, de tal forma que también los de “fuera de la comunidad” pueden llegar a percibir que el Reino de Dios esta cerca1111.

Así mismo, la evangelización a la que Jesús entrega su vida, implica el proyecto de un mundo y un hombre nuevos, que enfrentan la historia desde la sabiduría revelada de Dios, incorporándose de esa manera a lo que el mismo Jesús ha designado como el Reino de Dios. Ese Reino donde el hombre y la humanidad encontrarán su salvación y plenitud. Es un Reino en el que respetándose todo tipo de diferencias y originalidades, se encuentra regido por la caridad, es decir, por un amor que desencadena que cada uno esté dispuesto y valore el desprenderse de su vida por sus hermanos, y el compartir los bienes de este mundo que cada uno posee con los demás1112.

Evangelizar es continuar, en la historia, la acción, la práctica, la historia salvífica, de Jesús de Nazaret. No se trata sólo de comunicar contenidos doctrinales, que también son importantes, sino que se trata de vivir una

1108 Cf. EN 17-24. 1109 Cf. RM 33. 1110 Cf. EN 17 1111 Cf. J.A. UBIETA - J.M. ROVIRA (y otros), Ponencia 2 ¿Qué es evangelizar hoy y aquí?, en: AA.VV., Evangelización y hombre de hoy. Congreso (Madrid 1986) 118. 1112 Cf. A. GONZALEZ DORADO, La nueva evangelización, promotora de la civilización del amor, en: Confer 108 (1990) 616. También Cf. 1 Jn 3, 16-17.

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vida; no se trata sólo de confesar a Jesús, sino de continuar en el mundo la historia salvífica de Jesús, en la que la muerte al hombre viejo y la resurrección en el hombre nuevo, dentro de la dinámica del misterio pascual se alterna dialécticamente1113.

Por ello la acción evangelizadora se fundamenta y nace en la experiencia de fe de la comunidad y del creyente: “Jesucristo no es simplemente una gran figura del pasado, sino que lo experimentamos por la fe como una persona real y viviente, presente en la Comunidad y en nuestra vida”1114.

La fe alimenta la misión y, a la vez, la acción misionera es un estímulo para la fe personal y para la fe comunitariamente vivida1115.

Jesús cuenta con las esperanzas mesiánicas del pueblo de Israel, pero va más lejos que ellas; así como la evangelización cuenta con los anhelos y las esperanzas de los hombres, si bien los trasciende porque la oferta evangelizadora es mayor que la medida del corazón del hombre1116.

Podemos extraer de estas afirmaciones que la evangelización es una acción experiencial compleja con diversos elementos: “Renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito, adhesión del corazón, entrada en la comunidad, acogida de los signos, iniciativas de apostolado” (EN 24), que si bien pueden parecer exclusivos o contrastantes son en realidad complementarios y mutuamente enriquecedores1117.

El Espíritu Santo es el agente y término de la evangelización: impulsa a anunciar el Evangelio y suscita la nueva humanidad1118.

Esto implica que el mismo ser de la Iglesia, su constitución interna y su estructura, se ha de clarificar a la luz de su misión evangelizadora, que es la que justifica su existencia misma en el mundo y en la historia1119.

Sin ningún lugar a dudas, podemos y debemos definir a la Iglesia como la comunidad de los creyentes en Jesús que, siguiendo al Señor, prosigue su obra evangelizadora en la historia1120.

1113 Cf. GONZALEZ DORADO, o.c., 617. 1114 UBIETA-ROVIRA (y otros), o.c., 119. 1115 Cf. Ibid.,120. 1116 Cf. Ibid.,122. 1117 Cf. EN 24. 1118 Cf. EN 75. 1119 Cf. GONZALEZ DORADO, o.c. 614. 1120 Cf. Ibid., 617.

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Ahora bien, “sólo una comunidad evangelizada, y cuyos miembros han creído personalmente en el Evangelio puede ser evangelizadora. La evangelización antes de ser acción y tarea, es la dimensión del ser mismo del cristiano y de la comunidad derivada del hecho mismo de creer”1121.

De esta amplia reflexión podemos concluir, “que entendemos por evangelización el proceso total mediante el cual la Iglesia, Pueblo de Dios, movida por el Espíritu: anuncia al mundo el Evangelio del Reino de Dios, da testimonio entre los hombres de la nueva manera de ser y vivir que él inaugura, educa en la fe a los que se convierten a él, celebra en la comunidad de los que creen en él, mediante los sacramentos, la presencia del Señor Jesús y el don del Espíritu, e impregna y transforma con su fuerza el orden temporal"1122.

8.4.1.1. La identidad de la Iglesia es la evangelización1123 “Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la

Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (EN 14). Así de rotundo lo proclama Pablo VI, queriendo manifestar claramente

que, esta y no otra, es la razón de existir de la Iglesia; y es por esta misión por la que perdura como institución a lo largo del tiempo, no tanto por su propia voluntad de llevarla a cabo, sino por no poder dejar de hacerlo en función de su propio ser y razón de existir: su origen está en Dios1124 que la envía a la misión que consiste en anunciar a ese Dios que la envía a predicar y colaborar en la implantación del Reino de Dios que ya ha sido inaugurado y realizado por Jesucristo, aunque no plenificado.

1121 MARTÍN VELASCO, Increencia, 328. 1122 COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, La catequesis de la comunidad. Orientaciones pastorales para la catequesis en España hoy (Madrid 1983). Anexo 1. Cf. también 24-29. Este documento se citará como CC. En toda esta exposición queda superada aquella vieja visión de la evangelización en la que esta era entendida como una etapa en la acción de la Iglesia (la primera: la del primer anuncio de Jesucristo). Una concepción tal, vista desde nuestra perspectiva de hoy, resulta reduccionista. Actualmente la entendemos como el proceso global de vida en el interior de la Iglesia; de tal manera, que podemos hablar de etapas de la evangelización en el camino hacia la plenitud creyente y se contemplan las distintas acciones que la evangelización abarca. Estamos hablando de identificar la evangelización con la totalidad del ser de la Iglesia contemplado desde la misión: Cf. RAMOS, o.c., 214-215. 1123 Cf. F.J. ANDRADES, La Doctrina Social de la Iglesia al servicio de la evangelización, en: Cor XIII 132 (2009) 64-65. 1124 Ver apartado 8.3 de este mismo trabajo.

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La razón de ser de la Iglesia es, pues, la transmisión de la Buena Noticia de Jesucristo a todas las personas de todos los continentes y de todas las épocas de la historia de la humanidad sin ninguna distinción ni exclusión.

La Iglesia ha de vivir en estado de misión permanente para la evangelización. Esta misión consiste fundamentalmente en tender puentes entre los problemas de las personas, de la comunidad por una parte, y del amor de Dios manifestado en Jesucristo por otra. Cada época vivirá una problemática diferente, pero el objetivo hasta el fin de los tiempos, es siempre el mismo: el anuncio del Evangelio1125.

Así pues, toda la acción que la Iglesia desarrolle forma parte de su actividad evangelizadora.

8.4.1.2. La evangelización, don y tarea de la Iglesia1126

Como hemos indicado en el apartado anterior, la evangelización es don recibido, pero no para guardarlo, sino para entregarlo, es pues, y sobre todo, tarea.

Ya lo dicen claramente nuestros obispos: “La Iglesia, misterio de comunión, tiene la misión de significar y actualizar el amor de Dios en el mundo y en diálogo con él. El anuncio del Evangelio del Reino de Dios y la acción en favor de los pobres, son inseparables en la misión del Señor y, por lo mismo, de la comunidad eclesial” (CCA 1).

Estamos en el nivel en el que la pregunta que nos debemos formular es por el cómo de la esencia eclesial se convierte en existencia, cómo su comunión pasa a ser misión, como el anuncio de Jesucristo, el servicio, se pone en práctica en el mundo que nos ha tocado vivir.

La EN nos ilumina una vez más1127: la Iglesia nace de la acción evangelizadora de Jesús y es enviada por Él a la misión ya que es depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada, ahora bien, para ser evangelizadora debe antes y permanentemente evangelizarse a si misma para que pueda ser fuente del envío de sus evangelizadores.

1125 Cf. PRAT, Misión, 31. 1126 Cf. ANDRADES, o.c., 63-64; RAMOS, o.c., 219-220; SÍNODO DE OBISPOS, La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Lineamenta (El Vaticano 2011) nº2. Este documento se citará como SOLI. 1127 Cf. EN 15.

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No obstante, para que la Iglesia pueda llevar a cabo su misión evangelizadora es necesario que cumpla una serie de exigencias:

a) El seguimiento de Jesús, ya que no hay acción evangelizadora sin discipulado. Él es la clave de la evangelización.

b) La evangelización no tiende a la transmisión de conocimientos y saberes, sino que busca la adhesión personal y comunitaria a Cristo, contenido esencial del evangelio.

c) Es necesario que la Iglesia haga un anuncio explícito del contenido central de su evangelización.

d) Vivir la comunión eclesial: somos hijos de la Iglesia y también sujeto activos de la misma, así como participantes de la comunión y la misión eclesial. Sólo en esta perspectiva se puede llevar a cabo la dinámica de la acción evangelizadora.

e) Es imprescindible que autentifique con la verdad de su testimonio aquello que anuncia.

f) Atención a la persona humana concreta y a sus problemas desde la vivencia de una espiritualidad encarnada: Jesús en el Evangelio siempre desde la encarnación, actuó con un compromiso total con la persona concreta.

g) La evangelización ha de ser verificada por los signos concretos de quienes evangelizan, entre los que destacan la transformación y promoción de los hombres y mujeres, especialmente de aquellos más necesitados; y también se manifiesta auténtica cuando aquel que ha sido evangelizado comienza a su vez a evangelizar. R. Prat, señala estos tres signos concretos1128: el amor fraterno, la unión y la comunión eclesial y la evangelización de los pobres. Estos tres signos se resumen en comunión evangélica que emerge como una nueva fraternidad universal, fruto de la filiación divina.

Ahora bien, para evangelizar, es necesario dotarse de unas actitudes básicas y esenciales1129:

a) La evangelización se debe vivir como gozo interno y responsabilidad.

b) Evangelizar implica amar nuestra sociedad pluralista y secularizada, porque es la que Dios ama.

1128 Cf. PRAT, Pastoral, 479. 1129 Cf. Ibid., 480.

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c) Debemos evangelizar sin vergüenza ni complejo de inferioridad, pero sin arrogancia o sintiéndonos superiores.

d) Tenemos que ser fieles a Dios y a las personas, respetar sus ritmos, libertad.

e) Es necesaria la comunión eclesial.

f) No podemos evangelizar si no estamos en una dinámica continua de ser evangelizados.

g) Evangelizar es sinónimo de acogida incondicional y crítica creadora eclesial y social.

h) Se evangelizar desde un estilo de vida sencillo, austero, pobre evangélicamente hablando; pero también con arrojo y coraje.

i) Evangelizar es sinónimo de acompañar: a personas y comunidades. j) Evangelizar consiste en dejarse conducir por el Espíritu de Jesucristo

resucitado, que nos enseña a amar –como Él mismo nos amó– y nos encamina a producir los “frutos del Espíritu” (Gal 5, 22).

8.4.1.3. El contenido de la evangelización: Jesucristo1130

El contenido del anuncio de la Iglesia es Jesucristo y su acción salvadora para los hombres: la salvación querida por Dios para el género humano y ofrecida en la persona de Jesús es el núcleo de la predicación de la Iglesia; todo lo que contribuya a ello estará en consonancia con lo querido por Dios, el resto deberá ser sometido a un riguroso discernimiento evangélico.

Ahora bien, la salvación ofrecida no consiste solamente en un anuncio teórico o futurista, sino que tiene como criterio central la “liberación de todo lo que oprime al hombre” (EN 9), es decir, la contribución a la construcción de una sociedad más justa y fraterna en la línea del Reino de Dios inaugurado por Cristo.

Así pues, el contenido de la evangelización consta de las siguientes notas esenciales:

a) Que en la persona de Jesucristo se da la Buena Noticia de la salvación de todo y a todo el género humano.

b) Que la presencia resucitada de Jesucristo opera en la comunidad de los creyentes.

1130 Cf. ANDRADES, o.c., 65-66; RAMOS, o.c., 216.

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c) Que Él, a través de su comunidad, actúa en el mundo y lo transforma para que se vaya convirtiendo en el Reino de Dios.

d) Que la vida que brota del Resucitado responde a todas las aspiraciones de la humanidad y lleva a todas las personas a su plenitud de felicidad.

8.4.1.4. El Espíritu Santo como agente evangelizador1131

No hay evangelización sin la acción del Espíritu Santo. Por la presencia actuante del Espíritu del Resucitado, cuyo envío por parte del Padre en el misterio pascual identifica ambas misiones y hace posible la tarea de Jesucristo perennizándola en medio del mundo a través de la existencia de la Iglesia. El Espíritu, la impulsa a la misión, transforma el corazón de los hombres y ayuda a instaurar un mundo nuevo en el que estén presentes las características del Reino de Dios mientras peregrinamos hacia su plenitud.

Es decir, se trata de la acción del Padre que con el Espíritu Santo, hace entrañable la persona de Jesucristo para que entre en el corazón de los destinatarios de la evangelización.

Pero, ¿cuándo podemos intuir que la persona ha sido dócil a la moción del Espíritu?, ¿cuándo se ha dejado seducir por Jesús el Cristo?, ¿cuándo esta evangelizado?

Podemos decir que el receptor de la evangelización está evangelizado cuando responde a esta con la fe y consecuentemente con la conversión y cambio de vida encarnando el sentido y las actitudes de Jesús de Nazaret. También cuando como consecuencia de lo anterior transforma la sociedad en la que vive desde Aquel en el que cree. Y cuando se adhiere a la Iglesia, lugar fundamental de la presencia del Resucitado en medio del mundo, de compartir su vida con la de otros creyentes en la comunidad y, donde se da la Gracia de Jesucristo mediante la celebración de los sacramentos.

8.4.1.5. El fin de la evangelización: la salvación del género humano1132 No podemos entender la salvación de una manera reduccionista, ya sea

liberando a la persona del pecado o pensando únicamente en el “mundo futuro”, lo cual nos conduce a una “espiritualización soteriológica”; o bien, 1131 Cf. X. MORLANS, El primer anuncio. El eslabón perdido (Madrid 2009) 10 y 96; RAMOS, o.c., 213-214; 216-217. 1132 Cf. ANDRADES, o.c., 66-68.

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cuando, concebimos la salvación como la que sólo tiene en cuanta la promoción humana; como si esta fuera únicamente una ayuda para superar dificultades materiales; estaríamos ante una “socialización soteriológica”.

Espiritualización o socialización de la salvación son aspectos parciales y fragmentarios de la misma, en la que tanto una como la otra por separado, presentan una visión reducida del hombre y consecuentemente del alcance de la salvación querida por Dios para él, porque no atienden a la globalidad del ser personal.

Cuando Jesús da la salvación a sus contemporáneos, alcanza la realidad humana de los mismos en su globalidad: estado físico-psíquico-moral-espiritual. Normalmente suele ir acompañada la sanación física de la oferta del perdón del pecado y de la fe1133, para así expresar como la salvación querida por Dios es para el hombre en su integridad, en la diversidad de dimensiones que componen su identidad.

Por ello, la salvación que conlleva la verdadera evangelización es aquella que pretende conseguir una realización plena de la existencia humana, una plenitud de la vida humana en toda su amplitud de dimensiones.

8.4.2. Etapas del proceso evangelizador Hemos definido la evangelización como proceso, lo cual da siempre idea

de progresividad en una acción con diversas etapas y tareas. El decreto AG, sobre la actividad misionera de la Iglesia, del Concilio

Vaticano II, describe la dinámica de todo el proceso evangelizador, mostrando la lógica interna, motivada por el nacimiento y el crecimiento de la fe, con la que sus elementos se suceden: “Testimonio” (AG 11) y “presencia de la caridad” (AG 12); “primer anuncio del evangelio y conversión” (AG 13); “catecumenado e iniciación cristiana” (AG 14); y “formación de la comunidad y apostolado” (AG 15). Esta dinámica suele estructurarse en tres acciones concretas:

La acción misionera que, dirigida a los no creyentes y alejados de la fe, pretende suscitar en ellos la fe y conversión iniciales. La acción catequética que dirigida a los que ya han optado por el Evangelio, trata de conducirles a una confesión adulta de la fe. La acción pastoral que dirigida a los fieles de

1133 Cf. Lc 8, 48; 17,19; Jn 8,11; 9, 6-7.

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la comunidad cristiana ya iniciados en la fe, procurará que crezcan continuamente en todas las dimensiones de la misma1134.

Este orden ejemplar, propio de los lugares en los que se va difundiendo el Evangelio, no se da de la misma manera lineal en los países de antigua tradición cristiana, no obstante “debe ser, también para nosotros, punto de referencia en el que inspirarnos, ya que el proceso de maduración de la fe tiene en todas partes una lógica interna que hemos de respetar”1135.

Y es tan fuerte la llamada lógica interna que no es atrevido afirmar que, entre los bautizados, la falta de una de estas etapas en su proceso de fe es la causa de que ésta no sea verdaderamente adulta, vital y confesante como requiere la entraña misma del Evangelio del Reino. Sin conversión personal, objetivo de la acción misionera, no puede darse la auténtica iniciación que lleva a la confesión vital de la fe, objetivo de la catequesis, y por supuesto, solamente desde aquí se podrá desplegar una verdadera acción pastoral que realice la comunidad creyente y la evangelización.

Todas estas etapas y sus respectivos elementos, aunque deben estar interrelacionados son diferentes e irreducibles entre si. De la interrelación se desprende un principio muy importante en la evangelización: el principio de integralidad, es decir, en cada etapa deben estar presentes e incluidas las demás, aunque sea implícitamente o de una manera casi imperceptible. Ahora bien, cada etapa tiene su propia identidad y es diferente a las otras1136.

También es necesario manifestar, que cada una de las etapas de la evangelización con sus respectivos elementos son necesarios a su debido momento, y ninguno es suficiente tomado aisladamente, para propiciar la experiencia integral de evangelización1137.

8.4.3. Especial referencia a la acción misionera Tal como hemos analizado en los apartados anteriores, hoy es necesaria,

sobre todo en los países de la vieja Europa, una segunda evangelización misionera. Muchos bautizados no han llegado a realizar una opción personal 1134 Cf. AG 6; RM 33 y 48; CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis (El Vaticano 1997) nº 49. Este documento se citará como DGC. 1135 COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS. Catequesis de adultos. Orientaciones pastorales (Madrid 1990) nº 38. Este documento será citado de ahora en adelante con las siglas CtAd. 1136 Cf. MORLANS, o.c., 39-40. 1137 Cf. Ibid., 40-41.

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de fe, aunque participen de una religiosidad popular, estén familiarizados con puntos doctrinales, ritos y cultura religiosa. La realidad de cada día nos está demostrando, con harta frecuencia, que no se puede dar por sentado que todo bautizado ha sido evangelizado y debidamente catequizado, de modo que pueda celebrar su fe y comprometerse a seguir a Jesús en una sociedad llena de dificultades como la nuestra1138.

Así mismo, "constatamos hoy, que sociológicamente siguen siendo muy numerosos los españoles que se consideran católicos. Pero teológicamente solo podemos considerar válidos esos elevados porcentajes al precio de rebajar notablemente los indicadores de lo que es ser católico. Muchos que piden los sacramentos, apenas pueden ser considerados cristianos y deben ser evangelizados. Con realismo, con paciencia y tacto, pero con firmeza, habrá que ir abandonando la actual pastoral en que los sacramentos se conceden de manera casi indiscriminada. Para ello habrá que lograr una cierta unidad de criterios"1139.

La clave está en la sincera conversión a Jesucristo, así lo expresa rotundamente A. Cañizares: “Cuando falla la conversión, es decir, cuando no se da o no se ha dado, y, sin embargo, se da por supuesta o se le sigue suponiendo, las consecuencias son lamentables. Éste puede ser el caso en que nos encontramos en nuestro país, en el que casi la totalidad de sus miembros han sido bautizados de niños en la Iglesia católica, aun cuando buena parte de ellos, no habiendo renegado de su bautismo, están totalmente o bastante al margen del mismo y no lo viven. A mi entender aquí se encuentra uno de los principales problemas de la Iglesia de España y de los retos de la evangelización en la actual situación”1140.

“Los cambios operados en la sociedad española y en la misma Iglesia están exigiendo de nosotros una respuesta pastoral generosa, dinámica, creativa y misionera”1141.

Esta respuesta estará fundada en la acción misionera, que podemos definir, como la acción eclesial por la que los cristianos mediante el

1138 Cf. SECRETARIADOS DE CATEQUESIS DEL SUR, El primer anuncio en la catequesis (Huelva 1998) 14. Esta obra se citará de ahora en adelante como SeCatSur. 1139 SECRETARIA GENERAL DEL CONGRESO. Documento final del congreso, en: Evangelización y hombre de hoy. Congreso (Madrid 1986) 542. El texto que reflejamos se corresponde con la conclusión número nueve, a la primera ponencia. 1140 A. CAÑIZARES, Catequesis misionera, en: Teología y Catequesis 1 (1985) 59. 1141 G. DÍAZ MERCHÁN, Hacía unas pastoral misionera de la Iglesia en España, en: Evangelización y hombre de hoy. Congreso (Madrid 1986) 59. También Cf. CC 28 y 51 así como DGC 18.

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testimonio de su vida y el anuncio explícito del Evangelio1142, tratan con la ayuda de la Gracia, de suscitar en los no creyentes y alejados de fe la conversión a Jesucristo1143.

“Acción misionera es todo lo que la Iglesia vive testimonialmente, anuncia explícitamente y hace por el mundo para establecer el Reino de Dios y para que las personas comiencen a interesarse por Jesucristo y su Evangelio” (CtAd 40). “El primer anuncio que el creyente hace al no creyente a través de su vida y su testimonio de vida, en lenguaje vital y experiencial” (CtAd 41).

8.4.3.1. Testimonio

Existir en el mundo como creyente es, en definitiva, ser misionero, es poner la vida toda al servicio de la llegada del Reino. “Un testimonio de calidad evangélica es capaz de suscitar interrogantes en quienes lo ven y hace posible y más creíble el anuncio explícito del Evangelio”1144.

Los testimonios sencillos de la vida, las opciones decisivas, la vivencia de nuevos valores, el compromiso de la caridad, son un lenguaje penetrante, profundo y significativo en el anuncio del mensaje salvador de Jesús.

Estos signos testimoniales serán captados cuando respondan a los centros de interés, a la problemática existencial que viven los destinatarios. Por eso deben poseer una actualidad histórica, psicológica y de alcance social.

El testigo no demuestra, sino que testifica con su palabra y sobre todo con su persona; entonces es cuando se produce el contagio y los valores presentados atraen de verdad al espíritu humano1145.

Dentro del testimonio de la vida de fe hay que ser señal de una serie de valores que se desprenden del mismo Evangelio y que son sentidos como necesarios por los hombres de nuestro tiempo. A partir de la fe, la esperanza y la caridad se dibujan unos grandes valores que hay que poner de relieve: la solidaridad, la libertad, la justicia y la paz. Con éstos hay una constelación de valores que se pueden expresar de la siguiente manera: ser

1142 La negrita es nuestra. Queremos con ella destacar los elementos fundamentales de la acción misionera. Mediante ellos se busca la conversión de la persona a Jesucristo. 1143 Cf. CC 44-43; 49-55 y CtAd 40-44. 1144 SECRETARIA GENERAL DEL CONGRESO, o.c., 543. El texto que reflejamos pertenece a la conclusión número once a la primera ponencia. 1145 Cf. B. CABALLERO, Bases de una nueva evangelización (Madrid 1993) 117.

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personas acogedoras, auténticas, coherentes, respetuosas, comprensivas, entregadas, serenas, decididas, optimistas, esperanzadas, renovadas, aptas e ilusionadas en su trabajo, participativas, corresponsables, en comunión con los demás, comprometidas, inmersas en la realidad y con una opción preferente con los marginados. La transmisión de estos valores ayuda a la transmisión de la fe. La no transmisión, o las dificultades a estos valores, dificulta aquella misión1146.

Junto al testimonio de la vida creyente que planteará preguntas significativas a quién lo detecte, hace falta el anuncio del mensaje, la vida, las promesas, el misterio de Jesús de Nazaret1147.

8.4.3.2. Anuncio explícito. El primer anuncio es el anuncio explícito del Evangelio dirigido al no

creyente, sea no bautizado o alejado, en orden a su conversión.1148 Hay que proclamar abiertamente “lo que se ha visto y oído” (Hch 4,20). Es la Palabra anunciada y oída lo que invita a creer.

El primer anuncio busca suscitar inicialmente la fe, la conversión y la aceptación global al Evangelio del Reino; trata de conseguir en el hombre una adhesión1149 inicial, radical, global al Reino de Dios y a la nueva manera de ser y de vivir que inaugura el Evangelio. El hombre, por el testimonio que descubre en los cristianos y por la palabra de Jesús y su mensaje que escucha, ve como importante unirse a ese Evangelio y a la comunidad que intenta vivirlo y dejarse en ella sorprender y llevar por el plan de Dios manifestado en Jesucristo.

Está dispuesto a cambiar su orientación de vida por lo que va descubriendo, se convierte inicialmente1150.

1146 Cf. M. BARBARÁ, La crisis de los modelos tradicionales de transmisión de la fe, en: Teología y Catequesis 30 (1989) 179. 1147 Cf. EN 21. 1148 Cf. CC 40-43. 1149 Toda adhesión a una persona, comunidad, ideal, lleva consigo, sentido de pertenencia, reconocimiento del valor que aporta, confianza en ella, afecto y compromiso activo. 1150 Esta conversión inicial lleva consigo: la aceptación de Dios vivo, sentirse arrancado del pecado e introducido en el amor de Dios, la voluntad de seguir a Jesús con un nuevo estilo de vida y el deseo de incorporarse a una comunidad cristiana: Cf. CC 41.

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8.5. El testimonio en el proceso evangelizador

8.5.1. El testimonio primer paso y etapa clave del proceso evangelizador Es interesante lo que opina Martín Velasco al respecto: "el testimonio es

el lenguaje por excelencia para transmitir la realidad, la presencia de una persona y la fidelidad a la misma. En la comunicación de doctrinas existe una distancia entre el contenido de la transmisión y la persona que lo transmite; en el testimonio, en cambio, la implicación entre el contenido de la transmisión y el medio por el que se transmite es tan estrecha que el medio de transmisión es la persona misma del testigo"1151.

De aquí se sigue la eficacia del testimonio religioso, ya que refleja el absoluto de Dios como no podría reflejarlo ninguna otra realidad humana; transparenta la Presencia que el creyente-testigo consiente como ninguna otra acción podría hacerlo: el testigo pone la propia vida como garantía de la fidelidad a la Persona de la que da testimonio, y se manifiesta ante los destinatarios de su testimonio, como una persona que no sólo acepta a Dios, sino que colocado éste como centro de su existencia, transparenta el descentramiento absoluto de sí que caracteriza a la actitud creyente. De esta forma, el testimonio constituye la más adecuada y eficaz invitación a la fe y el medio por excelencia de la comunicación religiosa.

El testimonio de cualquier cristiano hunde su raíz en el conocimiento y la vivencia de Jesucristo, por ello, no es una tarea más del creyente, sino una dimensión fundamental de su vida: manifestación de la fe y la vida en Cristo por la acción del Espíritu Santo; el testimonio es por tanto, en cada cristiano y también en la Iglesia, obra de Cristo y del Espíritu Santo y al mismo tiempo de la persona creyente1152.

Es pues, a partir del encuentro con Jesucristo como Él se hace presente y actuante en nuestra historia por medio del testimonio de los cristianos, de cada uno personalmente y de la Iglesia en su conjunto1153.

Por todo ello, el testimonio que todo cristiano está llamado a dar, con sus obras y palabras, es reflejo de la luz de Cristo y actuación de su vida1154.

Así pues, si el testimonio cristiano está indefectiblemente unido a Jesucristo, es naturalmente “evangelizador”. Ya el Concilio Vaticano II 1151 J.D.D. MARTÍN VELASCO, La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea (Santander 2002) 98-99. Este trabajo se citará como Transmisión. 1152 Cf. J. HONORÉ, La fuerza del testimonio cristiano, en: Scripta Theologica 38 (2007) 367. 1153 Cf. NMI 20. 1154 Cf. EiE 49,67.

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redescubrió el enorme valor evangelizador del testimonio cristiano aun el más sencillo y cotidiano1155.

Posteriormente, el documento eclesial más importante sobre el testimonio cristiano, la EN destaca dos aspectos fundamentales del mismo:

a) Es el primer elemento de la evangelización1156.

b) El testimonio tiene un aspecto eclesial: “Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará el mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo” (EN 41)1157.

Después, la RM exalta la función del testimonio en la transmisión del evangelio: “El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías. El testimonio de vida cristiana es la primera e insustituible forma de la misión: Cristo, de cuya misión somos continuadores, es el “testigo” por excelencia (Ap 1,5; 3,14) y el modelo de testimonio cristiano. El Espíritu Santo acompaña el camino de la Iglesia y la asocia al testimonio que Él da de Cristo” (RM 42).

El testimonio, es pues, un factor clave del proceso evangelizador, ya que es comprensible para todas las personas; y en él se juega algo vital para la evangelización; la credibilidad1158 y un previo necesario para el anuncio de Jesucristo1159. Por ello, Dios nos sigue invitando permanentemente “a ser testigos de su nombre” (SOMF 6).

8.5.2. El testimonio como condición de posibilidad del anuncio de Jesucristo

Según lo dicho en el apartado anterior testimoniar es afirmar un hecho, un acontecimiento, una realidad que se ha experimentado. Es decir, que nadie es testigo de una teoría o de un sistema doctrinal ya que se testimonia lo vivido, lo visto u oído. Por eso, en el testimonio no va únicamente la afirmación oral de la realidad testimoniada, sino y sobre todo, se manifiesta

1155 Cf. LG 10, 11, 31, 33, 35, 36. 1156 Cf. EN 2. 1157 Cf. También RM 42-43. 1158 El testimonio dimensión visible de la experiencia religiosa, manifiesta la caridad, le da credibilidad al anuncio y hondura a la celebración. 1159 Cf. MORLANS, o.c., 20-21.

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la realidad en la que el mismo testigo está comprometido, como realidad vivida por él y de la que indefectiblemente forma parte.

El testimonio, lleva en sí mismo un dinamismo constituido por tres elementos1160: la acción testimonial que da una persona, después el contenido de lo que testimonia y, por último, el destinatario que recibe el testimonio.

Considerado así, se elimina una concepción reduccionista del mismo, que carga todo su valor en la subjetividad del sujeto, sin valorar el contenido o a quien se dirige la acción testimonial.

El testimonio según lo dicho hasta aquí, no es sólo mera presencia sino como bien dice I. Camacho: “Es un estar activo en medio del mundo, cargado de significado”1161.

Por eso es capaz de platear interrogantes en las personas1162 y es solo entonces cuando estamos en condiciones de realizar el anuncio oral de Jesucristo. El testimonio, es pues, aquel que crea las condiciones de posibilidad para que podamos realizar el anuncio explícito de Jesucristo y este sea recibido por nuestros interlocutores.

Ahora bien, para estar “activo en medio del mundo y cargado de significado” el testigo debe poner a Dios y el Evangelio como su primer valor existencial, con todo lo que esto supone de radicalidad evangélica y de manifestar los siguientes aspectos fundamentales1163:

a) Una intensa relación de fe, amor y esperanza con Dios y la venida de su Reino; es decir, que el testigo seducido por el amor y misericordia de Dios, hace visible en su vida la oración y la celebración de su fe, unida al compromiso de lucha por un mundo más justo y humano, según Dios.

b) El amor mutuo entre los cristianos1164.

c) Comportamiento éticamente correcto en las circunstancias normales de la vida.

1160 Cf. R. FISICHELA, La Revelación y su transmisión: fundamento y fuente de la catequesis, en: A. CAÑIZARES - M.D. CAMPO (edd.), Evangelización, Catequesis, Catequistas (Madrid 1999) 122; CARVAJAL, o.c., 61-64. 1161 Cf. CAMACHO, Lucha, 138. 1162 Cf. EN 21. 1163 Cf. GEVAERT, o.c., 57-58. 1164 Cf. Jn 13, 34-35.

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d) Un amor extensivo a las demás personas sean creyentes o no y de modo especialísimo a los más sufrientes, necesitados y excluidos de la sociedad.

Un testigo que manifiesta estas realidades no sólo prepara el camino a un anuncio de Cristo sino que lo realiza, pero, se nos plantean los siguientes interrogantes: ¿siempre?, ¿necesita de la palabra? Sigamos, pues, reflexionando sobre el testimonio.

8.5.3. El testimonio por si sólo no realiza el anuncio de Jesucristo

A mediados del pasado siglo en Europa y especialmente en España, apareció un cierto movimiento de renovación eclesial que a la vista del distanciamiento que se había dado entre la Iglesia y los trabajadores, así como con los estratos sociales, más populares y humildes; propugnó una evangelización basada sobre todo en el testimonio silencioso con las obras de encarnación en aquellas condiciones sociales y culturales. Un cristianismo comprometido que incorporaba una especie de prejuicio asumido inconsciente por el que la transmisión propia de la fe se suponía que se daría solo por el testimonio vital y práxico, es decir, sin palabras1165.

Aun hoy, al hablar de testimonio, algunos cristianos tienden a exagerar de diferentes modos la fuerza y relevancia del mismo.

El testimonio puede ser causa de asombro y motivo de invitación, pero ciertamente no fuerza una opción.

Diferentes especialistas sobre este tema aducen las siguientes razones1166:

a) El testimonio cristiano se ve obstaculizado en no pocas ocasiones por la influencia de los medios de comunicación y por el propio ambiente social que se respira.

b) El testimonio de generosidad y de entrega solidaria en los ambientes laborales y sociales no remiten por sí mismo directamente al Dios de Jesucristo, ya que debido a la multirreligiosidad existente en nuestra sociedad dicha actitud humanitaria y generosa puede tener su fundamentación no solo en multitud de referentes religiosos, sino también, en los no religiosos.

1165 Cf. MORLANS, o.c., 21-22. 1166 Cf. MORLANS, o.c., 22-24; GEVAERT, o.c., 60-63.

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c) El testimonio global de los cristianos nunca tendrá una transparencia perfecta, porque por cada testimonio ejemplar, también será posible constatar que algún cristiano no solo no da testimonio, sino que pone de manifiesto un mal ejemplo.

d) El testimonio cristiano no es fácilmente reconocible o no se le etiqueta como “cristiano”. Ese buen “hacer” es porque esa persona es “excelente”, pero no porque se la reconozca que lo que la hace excelente es su seguimiento de Cristo

e) Ninguna causa humana se ha transmitido por simple contagio de vida y de acción.

f) El testimonio, pese a ser atractivo, no hace que el Evangelio rebaje su grado de exigencia, compromiso y esfuerzo para la mujer y el hombre de hoy.

g) La difusión del cristianismo no depende únicamente del testimonio, ya que si fuera así, no se habría difundido por el mundo.

Por todo ello, podemos afirmar que el cristianismo, si quiere sobrevivir, debe tener su propio anuncio oral del Dios de Jesucristo, eso si, sobre el soporte del testimonio del amor y de fraternidad caritativa. No podemos olvidar que el cristianismo es la religión que cree en la autocomunicación de Dios a la humanidad con hechos y palabras1167 y que pertenece a lo más genuino del mismo, y su realización y comunicación a través de la palabra indefectiblemente unida a la acción.

8.5.4. El testimonio para hacer visible y significativo a Jesucristo necesita anunciarlo implícitamente: testimonio explícito

El testimonio cristiano es la primera forma de la evangelización ya que posee en nuestro tiempo una fuerza especial, no sólo porque la ha tenido siempre durante la historia, sino por la actual mayor sensibilidad por lo vivido. Sin embargo, no estamos hablando de cualquier testimonio, sino por aquel que lleva en su esencia hacer visible y significativo a Jesucristo, así nos lo hace notar Pablo VI: “No es superfluo recordarlo: evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa de Dios, revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo” (EN 26).

También nos dice P. Domínguez: “El cristianismo es un acontecimiento presente y vivo en la Iglesia. Es Cristo mismo. Por eso, si nos preguntamos 1167 Cf. DV 2.

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cómo es posible hablar de Dios en el siglo XXI, la respuesta solo es una: desde el testimonio, que no hable solo la razón, sino la persona entera (…). Que la vida, que nuestra vida, la vida de todos y cada uno de nosotros sea expresión viva de la pasión por Dios vivo y presente en su Iglesia en la persona de Jesucristo”1168.

¿Pero en qué medida el testimonio cristiano tiene que ser tal, para ser realmente un estímulo que acerque, a quienes lo contemplan, a la fe católica?

Existen pocos estudios al respecto; entre los pocos datos posibles hay una encuesta realizada en Francia a unos siete mil catecúmenos. La inmensa mayoría contesta que comenzaron el catecumenado por el testimonio de otros cristianos y cuando este ejemplo era dado por personas cercanas a ellos. Sin embargo, no parece ser el testimonio de vida cristiana aislado, ni tampoco la relación humana interpersonal como tal, lo que les hacia tomar la decisión de formarse cristianamente; esto sucedía cuando el testimonio estaba enmarcado en una relación concreta entre las personas y suscitaba interés por conocer el misterio que hacía patente ese testimonio1169.

Es decir, que el Misterio hecho vida es lo que provoca la atracción. Del mismo modo se encarga de expresar, el testimonio de Pin Queralt:

“He dado crédito al testimonio recibido de otros, porque no era absurdo y porque era un testimonio creíble, (…) no me daban testimonio de sí mismos, de su voluntad o de su coherencia, sino de su experiencia, de como se sabían amados y salvados por Jesucristo”1170

Es pues necesario que el testimonio “anuncie implícitamente a Jesucristo”1171 ya que así permite percibir qué es el Evangelio. Mediante el testimonio explícito de Jesucristo el cristiano hace visible, en sus actitudes y en su vida, cuál es el camino de Jesucristo1172. Efectivamente, en el testimonio, la realidad atestiguada se hace presente en la medida que se

1168 P. DOMÍNGUEZ PRIETO, Raíces de la cultura actual. De la increencia al realismo cristiano, en: Teología y Catequesis 100 (2006) 33. 1169 Cf. B. SEIBEL - C. SEIBEL, Résultats de lénquête réalisée avec les catéchumènes et les acompagnateurs, en: Croissance de l´Église 111 (1994) 25. 1170 Este testimonio es recogido del libro editado por Cristianismo y Justicia dedicado monográficamente al acto de creer, desde una perspectiva testimonial de los autores: P. QUERALT, Un combate contra nuestras idolatrías, en: AA.VV., ¿Qué creo? ¿Cómo creo? ¿Por qué creo? (Barcelona 2008) 36. 1171 Cf. GEVAERT, o.c., 58-59. 1172 Cf. B.L. MARTHALER, Evangelization and Catechésis: Word, Memory, Witness, en: The Living Light, 16 (1979) 33-45.

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cumplen dos condiciones: que el mismo testimonio transparente la realidad que atestigua, es decir, su origen o de donde; en este caso Jesucristo; y que, a su vez, tal testimonio consiga interpelar efectivamente a sus destinatarios, es decir, su finalidad o hacia donde, en este cado los hombres y mujeres de nuestra sociedad.

Es esto lo que diferencia el testimonio de una pura narración de unos hechos y le posibilita ser mediación y categoría ontológica que sea “capaz” y apunte hacia el “absoluto” y, a su vez, sea camino para poder explicitar también su dimensión teológica, ocultamente presente en todo testimonio, cuando éste es verdaderamente una autocomunicación de donación generosa y servicial hacia el prójimo1173.

Así expuesto, la eficacia del testimonio cristiano es a la vez humana y divina, temporal y escatológica. Se traduce en contribuir en la transformación de la sociedad a través del servicio al bien común; pero en la tarea de colaborar con el advenimiento del Reino de Dios en este mundo, se manifiesta y comunica una salvación que no procede del hombre, sino que viene sólo de Dios: un amor divino que se encarna y un amor humano que es divinizado.

Por último, es necesario destacar, que el testimonio de vida cristiana no solo contribuye a la evangelización “ad extra” de la Iglesia, sino que tiene una función insustituible también dentro de la comunidad, tanto en lo que se refiere a la transmisión del Evangelio a una nueva generación de cristianos como para sostener o hacer madurar en la fe a quienes ya son cristianos, y esto tiene una clara función evangelizadora, porque entre otras cuestiones para que la Iglesia sea evangelizadora antes y siempre debe ser evangelizada1174.

8.6. Evangelización y servicio a los pobres 8.6.1. Jesús de Nazaret evangelizador de los pobres

Antes de abordar la cuestión que nos ocupa, vamos en un primer momento a averiguar qué tipo de personas pertenecían en tiempos de Jesús a la categoría de pobre1175: podemos comenzar diciendo que si bien para 1173 Cf. S. PIÉ-NINOT, La Teología Fundamental. "Dar razón de la esperanza" (1Pe 3,15) (Salamanca 2001) 635-636, 654. 1174 C. CESBRON, Vous serez mes témoins, en: Catéchèse 109 (1987) 101-109. 1175 Cf. J.A. PAGOLA, Jesús de Nazaret. El hombre y su Mensaje (San Sebastián 1985) 130-132. Este trabajo se citará como Nazaret. Es interesante acudir para profundizar en esta cuestión: GESTEIRA, Pobres, 11-24.

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nosotros, en nuestra sociedad la pobreza se asocia a la privación de bienes económicos, sin embargo, en la sociedad judía los pobres son no sólo los que padecen necesidad, están hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos o encarcelados, sino que se encuentran en esa situación porque sufren opresión de los poderosos y no se pueden defender de ellos; están desprovistos de toda protección y de todo amparo ante la injusticia de los violentos. Es, por tanto, una situación de inferioridad social, no fáctica únicamente, sino provocada por alguien para su propio beneficio y enriquecimiento.

El pobre es, pues, despreciado y rechazado por la sociedad; aquella persona sin prestigio y sin recursos, impotente para librarse de los abusos, porque no tiene a quien recurrir en busca de justicia.

Esta concepción de pobre, aleja bastante a los mismos de que se les conceptualice de una manera reduccionista como “pobres de espíritu” y no como “pobres físicos”. Una franca y verdadera aproximación a los mismos hace que los consideremos claramente en una situación de desesperanza material y de marginación social, a la que se une la mayoría de las veces una penuria espiritual derivada muchas veces de aquella situación1176. Por tanto, debemos hablar de una pobreza que abarca aspectos económicos, sociales, físicos, psíquicos, morales y religiosos.

Así pues, nos encontramos con que el pobre de la Biblia sufre un estatus social similar al marginado o excluido de nuestra sociedad opulenta, ya que este se encuentra en los márgenes de la sociedad viéndose privado injustamente del acceso a unos bienes y servicios como la salud, la enseñanza, la vivienda, etc., a los cuales tienen derecho en justicia por su dignidad de ser humano. Ambos, el pobre del tiempo de Jesús y el excluido de nuestro tiempo, están en inferioridad social injusta con respecto al resto de sus contemporáneos.

Una vez que hemos aclarado quien eran los pobres, debemos exponer la relación amorosa existencial que Jesús establece con ellos y que nos señala el camino que nosotros debemos recorrer: un Jesús para los pobres, junto a los pobres, que dice acerca de los pobres que libera y salva, y con los pobres como modelo de evangelización1177.

1176 Cf. J.I. GONZÁLEZ FAUS, La Humanidad nueva. Ensayo de Cristología (Santander 1984) 84. 1177 Cf. JARAMILLO, AñoJes, 34-44; G. LEAL, Jesús, esperanza y salvación de los excluidos, en: Cor XIII 135 (2010) 226-230. Este trabajo se citará como Salvación.

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a) Jesús para los pobres

En el discurso programático con el que comienza Jesús su ministerio en Galilea1178, manifiesta no sólo la conciencia de su ser y de su obra sino que también señala los destinatarios privilegiados de su misión: los pobres, y lo va a repetir el mismo Jesús en la respuesta al Bautista1179. Siempre que Jesús anuncia programáticamente el Reino de Dios, afirma que es una buena noticia para los pobres1180, a ellos se dirige preferentemente porque son los que más le necesitan. La llegada de Dios es necesariamente una buena noticia para los que son tratados injustamente, porque Dios no puede reinar sino como un rey justo, es decir, manifestando su justicia a favor de los que están necesitados de ella1181.

Este advenimiento de Dios como providencia amorosa, acogida de excluidos, defensor de los desvalidos, perdón de los pecadores, valedor de la justicia, se explicita y hace transparente en la persona y acciones de Jesús. El Reino de Dios es una metáfora para expresar a Dios en acción, y cuya clave interpretativa es Jesucristo dándose preferencialmente a los pobres1182.

La novedad del mensaje de Jesús no consiste en la certeza de que estaba cerca la llegada del Reino, porque esta certeza la compartió Jesús con muchos de sus contemporáneos. La novedad radica en que Jesús promete el Reino a los pobres. En el corazón del discurso de Jesús sobre el Reino está precisamente el anuncio de Jesús a los pobres: el Reino de Dios les pertenece, es para ellos1183.

b) Jesús junto a los pobres1184.

Jesús se mueve rodeado de publicanos, ladrones, prostitutas, personas todas ellas despreciadas por las clases más selectas de la sociedad judía1185; y se acerca a los pequeños, los incultos, los que no pueden cumplir la Ley

1178 Cf. Lc 4, 16-21; IP 24. 1179 Cf. Lc 7, 22. 1180 Cf. R. AGUIRRE, Aproximación, 36. 1181 Cf. PAGOLA, Nazaret, 50-53, 133, 136-139; LEAL, Salvación, 221. “Dios es el rey justo y fiel que defiende y protege a los pobres y a los últimos de la escala social. Sobre este punto hoy hay un acuerdo de todos los estudiosos” (LEAL, Salvación, 225). 1182 Cf. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, o.c., 53. 1183 Cf. J. JEREMIAS, Teología del Nuevo Testamento I (Salamanca 1974) 144-148. 1184 Cf. PAGOLA, Catequesis, 20; L. NOVOA. Dios es un escándalo. El Dios de Jesús: ¿escándalo para la razón o propuesta de vida?, en: RAT 10 (1999) 32-33; COMITÉ PARA EL JUBILEO DEL AÑO 2000, Jesucristo, salvador del mundo (Madrid 1997) 84-89. Este trabajo se citará como CoJe. 1185 Cf. Lc 7, 36-50.

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porque ni siquiera la conocen y por ello son despreciados por los cultos de Israel1186.

Él acoge a los niños1187 y a las mujeres marginadas por la sociedad judía1188. También se acerca a los enfermos, leprosos, enajenados, e impuros, considerados pecadores a los ojos de todo judío1189.

Sin embargo, lo que más escandaliza de Jesús no es verle en compañía de estos desheredados sociales, sino que se sienta con ellos a la mesa. Este es uno de los rasgos más sorprendentes y originales de Jesús, un gesto simbólico que viene a significar que el gozo de Dios es que los pobres y pecadores puedan disfrutar junto a Él y que nadie es excluido de su relación amorosa. Jesús lo está viviendo ya desde ahora, por eso celebra con gozo cenas y comidas con los que la sociedad desprecia y margina1190.

No obstante, Jesús se encuentra más próximo a los pobres cuando se identifica con ellos, y lo hace de la manera más radical en el capítulo veinticinco del evangelio de Mateo. En él, encontramos una presencia de identificación especial y voluntaria de Jesús con los pobres, en cuyo servicio y amor Él mismo se siente servido y amado.

c) Jesús dice acerca de los pobres que libera y salva Entre todos los dichos de Jesús acerca de los pobres, destacan las

bienaventuranzas. En la tradición Mateana1191 Jesús pronuncia cuatro bienaventuranzas sobre los que padecen situaciones aflictivas o de privación: pobreza, tristeza, sentir necesidad imperiosa de hacer la voluntad de Dios, o el hecho de ser perseguidos por ser justos como Jesús. Las otras cuatro bienaventuranzas se refieren a cuatro cualidades muy apreciadas por Él: sencillez, misericordia, limpieza de corazón y amor por la paz.

De esta visión surge mucho más que un programa, surge toda una manera de ser y de vivir; porque las bienaventuranzas no son ni un itinerario puramente ético, ni una súper-ley, más bien expresan la alianza que Dios está haciendo con nosotros: nos consolará, saciará, será misericordioso con nosotros y nos dará la tierra, se nos mostrará, nos dará el Reino de los

1186 Cf. Jn 9, 34. 1187 Cf. Mc 10, 13-16. 1188 Cf. Lc 8, 2-3; 10, 38-42; 13, 10-17. 1189 Cf. Mc 1, 23-28; 1, 40-45; 5, 25-34. 1190 Cf. J.A. PAGOLA, Jesús. Aproximación histórica (Madrid 2007) 198-209. Para una mayor profundización de la importancia de las comidas de Jesús, acudir a: AGUIRRE, Mesa, 17-133. 1191 Cf. Mt 5, 1-12.

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Cielos. La bienaventuranza es el compromiso y la aportación gratuita de Dios a la alianza con los hombres, la cual consiste en que Dios quiere acompañar siempre al género humano1192.

El sermón de la montaña en la versión Lucana1193, es más conciso, directo, provocativo y dialéctico1194. Hay cuatro bienaventuranzas que se refieren a situaciones de aflicción material: pobreza, hambre, pena, así como padecer odio, rechazo, insulto y menosprecio. Su tonalidad es más realista que la visión de Mateo en la que las condiciones tienden a convertirse en cualidades: así se da en la visión Mateana una ampliación del concepto de pobreza. No estamos, sin embargo, ante dos versiones que hubiera que contraponer, sino que debemos interrelacionarlas. El pobre económico y social de Lucas no está excluido del “pobre de espíritu” de Mateo. Bienaventurados son los pobres en su doble dimensión material y espiritual.

La bienaventuranza de los pobres, significa que con la llegada del Reino, que, como hemos visto, a ellos pertenece, se acerca el momento de su liberación y salvación, que consistirá en que llegue a imperar en el hombre y por el hombre el amor de Dios que se autocomunica. Cada individuo puede esperar que el amor sea lo último y definitivo1195.

Las bienaventuranzas nos muestran claramente que Jesús ha percibido el dolor del mundo y quiere solidariamente hacerse cargo de ese

1192 Cf. J.M. ROVIRA, Jesús, el Mesías de Dios (Salamanca 2005) 102, 113-114. Este trabajo se citará como Mesías. 1193 Cf. Lc 6, 20-26. 1194 Bienaventuranzas contra malaventuranzas. Para entender esta contraposición correctamente es necesario ver lo que dice González Faus al respecto: “Las maldiciones de Lucas se dirigen todas a conceptos que son relativos; y ello permite que haya perfecta correspondencia entre los cuatro grupos que son señalados como malditos y los cuatro que son señalados como bienaventurados. Esto quiere decir que no es dichosa la pobreza en sí, ni el llanto en sí, sino que es dichoso el pobre en una situación en la que hay ricos, y maldito el rico en una situación en la que hay pobres. No la riqueza en cuanto abundancia, ni la risa en cuanto plenitud es maldita, sino la riqueza en cuanto relativa y aquella riqueza que es correlativa de una pobreza. Correlativa no quiere decir meramente coexistente o simultánea, sino que implica alguna relación mayor que la pura coincidencia temporal: implica que uno de los miembros se apoya en el otro o lo necesita para poder existir él. Este tipo de correlación es el único que permite hablar como lo hace Lucas: bienaventurados los que lloran-malditos los que ríen. Sin esta correlación, lo único que habría en el Evangelio sería una valoración masoquista del llanto o la pobreza por sí mismos; valoración que es ajena a la promesa adjudicada a cada bienaventuranza”: GONZÁLEZ FAUS, o.c., 91-92. También es partícipe de esta visión: E. NARDONI, Los que buscan la justicia. Un estudio de la justicia en el mundo bíblico (Estella 1997) 250. 1195 Cf. W. KASPER, Jesús, 106.

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sufrimiento.1196 Desde ahí, promete que los pobres llegarán a la felicidad plena. Dios se compromete a hacer felices a todos los desheredados, marginados y excluidos de este mundo; pero este compromiso pide nuestra colaboración, nos hace seguidores de Cristo con la lógica de la implicación: si Dios es solidario de nuestro dolor, los hombres, hechos a su imagen y semejanza, también lo hemos de ser1197.

d) Jesús con los pobres como modelo de evangelización1198

Lo expuesto en los apartados anteriores, en el que hemos podido verificar el estilo de relación de Jesús con los pobres nos muestra el modelo de evangelización que debemos encarnar sus seguidores.

En primer lugar Jesús ama a los pobres, amor que se traduce en com-pasión, que lleva a compartir el sufrimiento de ellos1199 y los acoge1200.

En segundo lugar la ayuda de Jesús no les resulta humillante porque el respeta su dignidad1201 y les proporciona nuevas oportunidades que culminan en la invitación a no pecar más e incluso a que les sigan; y esto lo realiza sin suplantar su responsabilidad y apoyándoles para que puedan ejercerla. Jesús siempre parte de las necesidades de los sufrientes y en diálogo con ellos les abre nuevas posibilidades1202. En definitiva ellos acudían con sus expectativas humanas concretas, a través de las cuales mostraban su confianza en Jesús y Él respondía a sus expectativas y les habría los horizontes de la fe1203, les invita a ser partícipes del Reino y alcanzar la vida eterna.

Todo un programa evangelizador: amor a los excluidos que se concreta en la acogida, respeto a su dignidad, estímulo de su responsabilidad y protagonismo, acompañamiento, respuesta a sus necesidades concretas e invitación a la fe.

1196 Cf. Heb 4, 15; 5, 8-10. 1197 Cf. ROVIRA, Mesías, 110-111; IP 125. El amor al prójimo no se reduce a una actitud genérica y abstracta, sino que requiere el compromiso práctico de cada uno aquí y ahora: Cf. DCE 15. 1198 Cf. LEAL, Salvación, 229-230. 1199 Cf. Mc 6, 30-44. 1200 Cf. Lc 15, 2. 1201 Cf. Jn 8,3-11; Lc 7, 36-49. 1202 Cf. Jn 4, 1-30. 1203 Cf. Mt 15, 28; Mc 9, 23 ss.

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8.6.2. La caridad origen y contenido esencial del mensaje evangélico1204

Si partimos de una reflexión que tenga en cuenta la naturaleza de la evangelización, descubrimos que en el origen de la misma está la caridad, así nos lo recordaba Juan Pablo II cuando ha llamado a la caridad “el corazón de toda auténtica evangelización”1205 y que el contenido es la misma fuente amorosa desplegándose: “Necesitamos redescubrir en la caridad el eje transversal de toda la acción evangelizadora de nuestra Iglesia” (CCA 44).

También nos lo recuerda Benedicto XVI: “Es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar” (PF 7).

De aquí la indivisibilidad del binomio caridad-evangelización:

a) Evangelizar es anunciar la Buena Nueva de la proximidad del Reino de Dios, de la cercanía de Dios que transforma todas las cosas: es el amor de Dios, simbolizado en el amor de un padre hacia sus hijos, el que explica y da sentido a la nueva situación de proximidad del Reino de Dios, anunciada por Jesús. El Dios que se ha aproximado llega movido por el amor y se nos revela en actitudes de amor.

b) Evangelizar es la misión que Dios confió a Jesús: lo que está en el origen de la misión de Cristo y lo que se expresa en ella es el amor que Dios tiene a su Creación; amor que se entrega a un mundo necesitado de salvación y que lo hace de una manera total hasta dar la vida por todos.

La misión eclesial nace del amor de Cristo a los hombres y debe expresarse, como se manifestó en Jesús, en la forma de una entrega total que revele el amor de Dios y de Jesucristo. Por eso, para que esa entrega sea posible, la misión de la Iglesia arranca de la comunicación del Espíritu, que pone el amor en nuestros corazones1206.

Podemos pues, afirmar, que la caridad mueve, da sentido y eficacia a la misión.

c) Evangelizar es dar testimonio de aquello que se proclama: Cristo es el “testigo fiel” (Ap 1,5) que “pasó haciendo el bien” (Hch 10,38) revelándonos que “Dios es amor” (1Jn 4,8) y cuya expresión máxima testimonial se da en su muerte en la cruz: “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). 1204 Cf. J. LOSADA, Caridad y evangelización en la Iglesia, en: Cor XIII 117-118 (2006) 157-177. Este trabajo se citará como CarEvan. 1205 Mensaje 5. 1206 Cf. Rom 5, 5.

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Podemos concluir que el origen y contenido del testimonio evangelizador cristiano es el mismo testimonio de Jesús expresado en palabra y en vida: amor misericordioso de Dios, sobre todo manifestado en el mundo de la pobreza y marginación; por eso la caridad es fundamento y sentido del testimonio cristiano.

8.6.3. La comunidad de los discípulos prolonga la misión de Jesús como

testigos convincentes del Evangelio1207. La comunidad de los discípulos de Jesús se reúne en torno al Maestro y

a su proclamación de la Buena Nueva. Jesús hizo partícipes a los discípulos de su misión, transmitiéndoles tras la resurrección su condición de enviados: “Como el Padre me ha enviado, os envió yo también. A continuación soplo sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo” (Jn 20, 21-23).

La llegada del Paráclito a la Iglesia naciente esta unida a la misión. Él es la garantía de la posibilidad de cumplimiento y también la garantía de que esa misión de la Iglesia continúe real y fielmente la misión de Jesús. El Espíritu Santo es el que da el amor a la Iglesia, de tal manera que pueda manifestar el amor del Padre al mundo y el amor con que Jesús entregó su vida por todo el género humano1208. Comunidad del Espíritu, para la misión, en una vida que se entrega al mundo para manifestar el amor infinito de Dios.

“Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo” (PF 7). “Por tanto, para la Iglesia la misión evangelizadora, continuación de la obra que quiso Jesús nuestro Señor, es necesaria e insustituible, expresión de su misma naturaleza”1209.

Cuando la evangelización es vista desde la perspectiva de la misión: misión de Cristo recibida del Padre y misión de la Iglesia confiada por Cristo en el Espíritu, lo comunitario se manifiesta en el origen, en el misterio trinitario de Dios; aparece en el término, la reunión en la unidad de los hijos de Dios dispersos para la comunión1210.

1207 Cf. LOSADA, CarEvan, 168-170. 1208 Cf. Jn 11, 52. 1209 BENEDICTO XVI, Ubicumque et semper. Carta Apostólica en forma de motu proprio con la cual se instituye el Consejo Pontificio para la promoción de la nueva evangelización (Castelgandolfo 2010) nº 1. Este documento se citará como US. 1210 Cf. 1 Jn 1, 3.

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Así pues, los seguidores de Jesús, para serlo auténticamente deben dar testimonio de “la Palabra de vida” expresión de su comunión con el Padre y con su hijo Jesucristo. Pero su testimonio es también llamada de comunión en los hombres que aceptan su testimonio.

El testimonio cristiano tiende en su dinamismo a hacer comunidad de comunión testigo de comunión-comunidad cristiana.

A este aspecto evangelizador de la comunidad cristiana se referían las palabras de Jesús cuando le pedía a su Padre: “Como tú en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21).

Si lo que se anuncia y testimonia es la comunión de Dios con los hombres, que se nos ha revelado en el anuncio y en la vida de Jesús, es necesario que ese anuncio se testimonie en una comunidad de comunión, abierta a todos, sin límites, y con especial predilección por los pobres y marginados, tal como vivió Jesús su comunión con los hombres y mujeres de su época; para que sus seguidores sean testigos convincentes del Evangelio.

8.6.4. La evangelización lleva consigo una especial preferencia por los

pobres Ya hemos venido manifestando que la Buena Noticia que anuncia Jesús

como evangelizador equivale a la presencia del Reino de Dios, aquí y ahora, para todos, pero de un modo preferencial para los pobres, marginados y excluidos de toda salvación y buena noticia. La evangelización es anunciar lo que proclamó con todas sus fuerzas Jesús: el Reino de Dios a los pobres, e intentar hacerlo como lo realizó Jesús. Así se llega a considerar a Jesús como Buena Noticia, hecha definitiva con su resurrección.

Jesucristo es la buena noticia que, en definitiva, anuncia la evangelización. Con otras palabras, la evangelización como salvación va dirigida a todos los hombres a partir de las exigencias del Reino de Dios. Por esta razón tiene unos destinatarios privilegiados, que son los marginados, a los que Dios ama y defiende por que quiere que se implante la justicia de su Reino.

Por ello, si nuestra Iglesia no estuviera al servicio de las personas no podría denominarse “Iglesia de Jesucristo”. Su misión es continuar la labor humanizadora, liberadora y salvadora de Jesucristo, evangelizador de los pobres.

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Los pobres son destinatarios y portadores de evangelización. En esta opción radica una de las claves fundamentales de la denominada “nueva evangelización”. La urgencia de anunciar el Reino de Dios se hace mayor si está ausente. Los pobres son precisamente ese lugar donde esa ausencia se hace mayor1211.

De esta manera opinan nuestros obispos y así lo manifiestan en un documento que si bien, ya tiene algunos años, conserva una perenne actualidad en muchos de sus apartados, especialmente en el que a continuación vamos a transcribir: “La evangelización y la vida cristiana llevan consigo una especial preferencia por los pobres de este mundo. No basta con atender a los pobres de la comunidad cristiana. Los pobres de la sociedad, personalmente considerados, así como las zonas, los grupos étnicos o culturales, los enfermos, los sectores de la población más pobres y marginados tienen que ser preocupación constante de la Iglesia y de los cristianos. Es preciso aumentar los esfuerzos para estar con ellos y compartir sus condiciones de vida, sentirnos llamados por Dios desde las necesidades de nuestros hermanos, hacer que la sociedad entera cambie para hacerse más justa y más acogedora en favor de los más pobres” (TDV 59).

8.6.5. La evangelización depende en buena medida del testimonio comunitario del amor fraterno

Si volvemos los ojos hacia las primitivas comunidades cristianas y su forma de vida, ésta nos orienta a como ellos evangelizaban y consecuentemente como nosotros podemos evangelizar, pese al paso del tiempo.

Las primeras comunidades testimoniaban una forma de vida, en el que desempeñaban un papel preponderante la caridad, el amor mutuo de sus miembros, la hospitalidad y el cuidado de los pobres, las viudas y enfermos.

Esa existencia, se fue irradiando; vivencia de unas comunidades que poseían un sentido comunitario más fuerte que cualquier otro grupo social de aquel tiempo, y en el que el amor al prójimo era practicado por los cristianos con mayor efectividad que por ningún otro grupo1212.

Estas reflexiones nos orientan hacia el contenido primero del testimonio, medio por excelencia para la transmisión de la fe. Casi siempre hemos

1211 Cf. AZCONA - LÓPEZ, o.c., 500. 1212 Cf. E.R. DODDS, Paganos y cristianos en una época de angustia (Madrid 1975) 173-179.

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orientado la comprensión del testimonio hacia la obtención del asentimiento del otro a la existencia a favor de la cual atestiguamos. Ahora bien, la conexión inseparable de la caridad con la fe como dimensión constituyente de la actitud teologal, es razón también para desplazar lo esencial del testimonio cristiano hacia una forma de vida en la que se manifiesta el amor y sobre todo hacia los más necesitados1213.

Por eso, no hay probablemente lenguaje más eficaz para anunciar al Dios de Jesucristo, que el testimonio de las obras de amor para con los hermanos y sobre todo si están necesitados de dicho amor: “La actividad caritativa ocupa un lugar central en la misión evangelizadora de la Iglesia. Es lugar privilegiado de encuentro con Cristo de personas que no lo conocen” (CU08).

Ya nos lo decía Juan Pablo II cuando se refería al gran reto que debía abordar la Iglesia en la Europa actual: “Ayudar al hombre contemporáneo a experimentar el amor de Dios Padre y de Cristo en el Espíritu Santo, mediante el testimonio de la caridad, que tiene en sí misma una intrínseca fuerza evangelizadora” (EiE 84) y sigue: “En esto consiste en definitiva el «Evangelio» la buena noticia para todos los hombres: «Dios os ha amado primero» (Cf. 1 Jn 4, 10.19); Jesús nos ha amado hasta el final (Cf. Jn 13,1). Gracias al don del Espíritu, se ofrece a los creyentes la caridad de Dios, haciéndoles partícipes de su misma capacidad de amar: la caridad apremia en el corazón de cada discípulo y de toda la Iglesia (Cf. 2 Cor 5, 14). Precisamente porque se recibe de Dios, la caridad se convierte en mandamiento para el hombre (Cf. Jn 13, 34). Vivir en la caridad es, pues, un gozoso anuncio para todos, haciendo visible el amor de Dios” (EiE 84).

Estos textos nos confirman el enunciado de nuestro apartado: la evangelización va a depender en buena medida del testimonio comunitario del amor fraterno, de una Comunidad que da testimonio como nos dice R. Prat de los valores típicamente evangélicos1214.

Estos valores están recogidos en todas las páginas del Evangelio, pero de una manera clara están sintetizados en las Bienaventuranzas1215 y se hacen reales y operativas por medio de las Obras de Misericordia1216, en la oración activa del Magníficat1217 y en la oración paradigmática, para todos los 1213 Cf. MARTÍN VELASCO, Transmisión, 103-104. 1214 En este punto vamos a seguir la reflexión que hace al respecto R. Prat, y que se manifiesta a lo largo de sus diferentes trabajos. Cf. PRAT, Antropología, 229-233. 1215 Cf. Mt 5-7. 1216 Cf. Mt 25, 31-46. 1217 Cf. Lc 1, 39-56.

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tiempos y para todas las generaciones, del Padrenuestro que nos enseño el Maestro1218.

Las Bienaventuranzas son un modelo de vida, una nueva configuración interna de las personas en la que se aprecia lo absoluto y totalizante de Dios y la emergencia de una nueva manera de pensar, de sentir, de ser y de actuar al estilo de Jesús de Nazaret.

Las Obras de Misericordia concretan eficazmente la bienaventuranza aquí y ahora, son la actuación comprometida, real y precisa de la actitud interna de aquella, ante un problema personal concreto.

El Magníficat es una oración trascendente y poética que alaba la realeza de Dios porque actúa en todos los que abren su existencia a la acción divina que actúa y actuará siempre de cara a reconstruir la humanidad de acuerdo con la igualdad, la justicia, el amor y la libertad. Y esa es la labor de la comunidad que quiere acoger y recibir la acción de Dios.

En el Padrenuestro, se pone de manifiesto la plena confianza en la existencia y la acción de Dios en la primera parte del texto, y le siguen unas peticiones concretas que aseguran la dignidad de la persona, construida en la filiación divina y en el amor universal.

En los cuatro textos –Bienaventuranzas, Obras de Misericordia, Magníficat y Padrenuestro– está siempre presente el amor de Dios que nos transforma y se hace expansivo a toda la humanidad por medio del testimonio personal y comunitario. Dar testimonio, con hechos y con palabras del amor de Dios no deja a nadie indiferente. Es una profunda interpelación dirigida a todas las ideologías contemporáneas, a todas las escalas de valores existentes, sin ninguna exclusión.

El modelo perfecto de esta vivencia del amor es Jesucristo y es verdad que nosotros no podemos vivir una actitud de amor con ese grado de perfección, ni personal ni como la familia de sus seguidores que somos, pero podemos y debemos ir avanzando con decisión y con coraje por este camino amoroso y evangelizador.

A ello nos exhorta el Papa: a que acojamos cada día el don de la caridad que Dios nos ofrece y que nos hace capaces de dar testimonio de su amor, para que seamos la Iglesia de las Bienaventuranzas, siempre en conformidad

1218 Cf. Lc 11, 1-3.

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con Cristo1219 y así evangelizados seamos evangelizadores de las mujeres y hombres de hoy.

Y esa caridad, preferencial para con los últimos, es evangelizadora, y de ella depende en buena medida el anuncio de Jesucristo. Así lo manifiesta claramente el Presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización: "en un ámbito peculiar de la nueva evangelización, es sin duda alguna, el de la caridad, donde muchos hombres y mujeres, fieles al Espíritu, presentan múltiples signos que hacen visible y actual la Palabra del Señor y ofrecen un testimonio en el que se juega, de hecho, su credibilidad en lo que constituye el núcleo mismo del anuncio: el amor"1220.

8.6.6. La acción caritativa-social no es preevangelización es una dimensión constitutiva de la evangelización

La acción en favor de los excluidos y marginados se nos presenta claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio, es decir, la misión de la Iglesia para la redención del género humano y la liberación de toda situación opresiva.

Ya el Sínodo de los obispos de 1971 afirmó: “La misión de predicar el Evangelio en el tiempo presente requiere que nos empeñemos en la liberación integral del hombre ya desde ahora, en su existencia terrena”1221.

Esta afirmación Magisterial resultó todo un hito ya que la caridad y la lucha por la justicia de la comunidad cristiana, se solían considerar en aquella época como preevangelización, acciones que predisponían favorablemente a las personas para escuchar el Evangelio, que era únicamente el anuncio verbal del mismo.

El Sínodo de los obispos, del año 2012, hablando de la evangelización y de las obras de caridad, dice sin ningún género de dudas al respecto: “Se trata de evangelización en sentido general, como actividad habitual de la Iglesia” (SOIL Prefacio).

El Magisterio de la Iglesia no va a abandonar nunca ya esta afirmación y así lo proclaman claramente los obispos españoles cuando en la presentación que hacen del documento “La Iglesia y los pobres” manifiestan que la atención y cuidado amoroso de los pobres es “una dimensión

1219 Cf. EiE 105. 1220 R. FISICHELA, La nueva evangelización (Santander 2012) 68-69. 1221 SO71 66.

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fundamental de la evangelización”1222 y recogen la enseñanza del Concilio Vaticano II: como el Buen Samaritano, la Iglesia evangeliza, ofrece la buena noticia sobre Dios, cuando libre de falsas seguridades (Lc 9, 57-58; 10,37) busca y salva lo que estaba perdido (Lc 19,10), abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana, reconociendo en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador, pobre y paciente, sirviendo en ellas a Cristo1223. Finalizan diciendo después de instar a todos los creyentes a asumir la solidaridad humana y cristiana, que ésta, es “parte integrante de la acción evangelizadora”1224.

También en el documento CVI, manifiestan: “La llamada «diaconía» o servicio de la caridad, se hace así parte integrante del anuncio de la obra salvadora y liberadora de Jesús” (CVI Introducción doctrinal p 11).

Años más tarde J. Ratzinger1225, después de señalar que el Evangelio vale sobre todo para los pobres y citando al Catecismo, manifiesta: “El Reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir, a los que lo acogen con corazón humilde. Jesús fue enviado para «anunciar la Buena Nueva a los pobres» (Lc 4,18; Cf. 7,22) (…) Jesús desde el pesebre hasta la cruz comparte la vida de los pobres; conoce el hambre (Cf. Mc 2, 23-26; Mt 21,18), la sed (Cf. Jn 4, 6-7; 19,28) y la privación (Cf. Lc 9,58). Aun más: se identifica con los pobres de todas las clases y hace del amor activo hacia ellos la condición de entrar en su Reino (Cf. Mt 25, 31-46)”1226, nos dice que el Evangelio no es sólo palabra, es también acción y por tanto evangelizar es acción de transmitir el Evangelio especialmente ayudando a los más necesitados.

Ya más adelante y como Santo Padre nos decía hablando de la evangelización global: “La evangelización es como un proceso complejo y comprende varios elementos. Entre estos, la animación misionera ha prestado siempre una atención especial a la solidaridad (…). La Iglesia también contribuye a la mejora de las condiciones de vida de las personas en países en los que son más graves los fenómenos de pobreza, malnutrición sobre todo infantil, enfermedades, carencia de servicios sanitarios y para la educación”1227.

1222 IP Presentación p 31. 1223 Cf. LG 8; AA 8. 1224 IP Presentación p 32. 1225 Cf. RATZINGER, Cristiano, 71-72. 1226 CCE 544. 1227 BENEDICTO XVI, Mensaje del Papa en la Jornada Mundial de las Misiones (El Vaticano 2011). Este documento se citará como MJMM11.

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Sigue y afirma: “También esto forma parte de la misión de la Iglesia. Al anunciar el Evangelio, la Iglesia se toma en serio la vida humana en sentido pleno”; para terminar diciendo que no hacer esto: “No estaría en sintonía con el comportamiento de Jesús, el cual «recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena nueva del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias» (Mt 9,35)”1228.

Por último, concluye con rotundidad: “El testimonio de la caridad de Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo, forma parte de la evangelización” (CIV 15).

Así pues, además de quedar claro que la evangelización no es transmisión de mera información conceptual, la situación actual exige encontrar cauces que hagan más significativo el Evangelio de Jesús. Entre las nuevas formas evangelizadoras, hoy se valora la vivencia de la caridad en favor de los marginados y el compromiso creyente que intente la transformación de la realidad social para que se pueda vivir en un mundo más justo.

Esta acción caritativa social que contribuye a la liberación integral de la persona, no sólo no es algo extrínseco o sobreañadido a la evangelización, sino un momento intrínseco y esencial de la misma.

Esta insistencia en constatar que la acción caritativa-social es evangelización en “acto”, se debe a que sin ella sería difícil que se visibilizara e hiciera significativo y eficaz el amor de Dios al mundo, sobre todo con aquellos que sufren marginación; lo que supondría que el anuncio perdería toda su fuerza profética.

La evangelización como Buena Noticia e instauración del Reino de Dios se promete como un acontecimiento futuro (los hambrientos saciarán su hambre…) pero es también una realidad presente, porque se pueden sentir sus efectos: “Al anunciar el Reino, los cristianos tenemos que hacerlo ya realidad entre nosotros y con todos los hombres especialmente con los más pobres y necesitados de manera que aparezcan signos reales de la presencia del amor y de los dones de Dios como invitación a la fe, estímulo para la esperanza, anticipo de la paz y de la felicidad eterna que Dios ha preparado para todos (Cf. Mc 16,20)” (TDV 55).

Podemos concluir diciendo de la misión caritativa-social, como parte constituyente de la misión evangelizadora de la Iglesia hace visible y creíble el Dios amor que anunciamos: “A través del amor interpersonal y de aquel

1228 RATZINGER, Cristiano, 72.

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que está organizado comunitariamente, estamos dando a conocer a Dios, estamos haciendo presente su Reino”1229, estamos evangelizando.

8.6.7. El testimonio de la acción caritativa-social eclesial no es toda la evangelización. La caridad de las palabras y de las obras se postulan mutuamente, es el camino de una verdadera evangelización

En los apartados anteriores ha quedado claro que el ejercicio de la caridad es auténtica evangelización y que “en ella y por ella quedan manifiestas y confirmadas la verdad de nuestra fe, la vigencia del Evangelio de Jesucristo y la comprobación de su eficacia humanizadora”1230.

En la lógica del anuncio del Reino, que es la substancia de la evangelización, la acción caritativa-social eclesial cumple el contenido análogo al que cumplían los milagros en la predicación de Jesús. La caridad con el prójimo es signo de que el amor de Dios ha llegado al mundo y de que el Espíritu de Dios ha venido a nuestros corazones creando personas “nuevas” que se relacionan de forma diferente con Dios con los hermanos y con su entorno natural.

Pero Jesús evangelizó también con la palabra una palabra que era hecha veraz por el signo y que explicaba y clarificaba la acción.

Los semitas consideran que todo anuncio requiere tanto de palabras como de obras y por eso el término hebreo “dābār” significa palabra y acontecimiento1231, de tal manera que todo anuncio verbal debe verificarse con la obra de lo dicho y viceversa.

Por eso, la presencia sacramental1232 y significativa de la Iglesia en la sociedad sanando a los heridos y desterrados de la misma, debe ser clarificada mediante el mensaje. Así pues, el hacer amoroso y el decir sobre el fundamento de ese nuestro hacer, son inseparables1233.

Es verdad que “la caridad es el lenguaje que en la nueva evangelización, más que con palabras se expresa en las obras de fraternidad, de cercanía y de ayuda a las personas en necesidades espirituales y materiales” (SOIL 124) pero profesar la fe implica a la vez un testimonio público y el anuncio

1229 Cf. F. MAYA, Exclusión, 41. 1230 F. SEBASTIÁN, Evangelizar (Madrid 2010) 356. 1231 Cf. J. LONGTON - R.F. POSWICK, Diccionario enciclopédico de la Biblia (Barcelona 2003) 1160. 1232 Cf. IP 110. 1233 Cf. NMI 49.

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con la palabra1234. El anuncio de la Palabra de Dios requiere del testimonio y viceversa, creándose una circularidad entre palabra y testimonio, no sólo necesaria, sino imprescindible, para que exista una evangelización verdadera1235.

La visualización de la caridad desinteresada y efectiva en servicio a los desfavorecidos es el mejor argumento a favor de la verdad de Dios y de su enviado Jesucristo, el mejor argumento en favor de nuestra fe, pero si no es anunciada debidamente por la palabra puede remitir a nosotros mismos o nuestra organización, pero no al Dios de Jesucristo.

8.6.8. La acción caritativa-social, al ser expresión de la fe que obra por

la caridad no es estrategia pastoral o misionera, pero si es llamada a la conversión e invitación a formar parte de la Comunidad1236

En la vida de las primeras comunidades cristianas la puesta en común de los bienes es presentada como el ideal a conseguir1237. La concepción de la Iglesia como una familia y el reconocimiento recíproco de todos los bautizados como hermanos, constituía el presupuesto para que nadie considerara cosa alguna como propiedad particular. La experiencia de fe, que debía ser celebrada en común, implicaba la participación en los bienes de este mundo, es decir, la experiencia salvífica debía conducir a un modo concreto del ejercicio de la caridad: “La fe que actúa por la caridad” (Gal 5,6); una fe como experiencia de un amor que se regala porque previamente se ha recibido gratuitamente.

El testimonio de la caridad no es por ello estrategia pastoral o técnica misionera; es expresión espontánea de la fe, que no puede más que obrar por la caridad. Pero, por ello, es interpelación y llamada a la conversión, disposición a la acogida, invitación a los de fuera para que se integren en un nuevo estilo de vida capaz de renovar a las personas y las estructuras sociales1238.

La acción evangelizadora traspasada por el amor ha de despertar el deseo de encontrarnos con Jesucristo. Este deseo, que nace de lo que se ha visto, oído y experimentado, debe penetrar en los propios deseos e intereses

1234 Cf. PF 10. 1235 Cf. VD 98. 1236 Cf. E. BUENO DE LA FUENTE, La Teología y el testimonio de la caridad, en: Cor XIII 100 (2001) 78-81. 1237 Cf. Hch 2, 44-46. 1238 Cf. CU02.

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de la propia persona a fin de poder llegar al reconocimiento de una Presencia amorosa que des-centra, atrae y pone en actitud de búsqueda y respuesta a su llamada1239.

La acción caritativa-social permite de esta manera iniciar un proceso evangelizador de la fe que hoy puede inducir a reconocer, acoger y consentir al Dios de Jesucristo, dando voz a la silenciosa presencia de Dios en nuestras vidas, llegando a la verdad de nosotros mismos, propiciando un despliegue de conversión personal y de compromiso comunitario y liberador de los excluidos que conlleva la invitación a quien se encuentra fuera de la Comunidad a que abra su corazón a Cristo y entre a formar parte de la misma1240.

8.6.9. La caridad también es camino evangélico hacia la fe

No hay más Dios que el Dios que ama, y por ser su imagen, no hay más hombre auténtico que el que se instala y cobija en ese amor y permanece en él como en una morada de donde saca su fuerza, su vida y su sentido. Para la comunidad cristiana y para el cristiano, el centro nuclear desde el que mana su inteligibilidad religiosa y desde el que deben nacer todas sus manifestaciones cristianas, es el amor1241.

Pero, para “ser amor” como “Dios es amor”, no basta con proclamarlo para que “todo oído lo oiga”, sino que es necesario expresarlo vivencialmente y, para ello, debemos seguir lo que alguno ha denominado escala de realización del amor1242: no se puede amar a Dios sin amar al prójimo1243, y no se puede amar al prójimo sin amar al pobre1244. La verificación del amor a Dios se patentiza en el amor al hermano y especialmente al necesitado y así amándolo se autentifica el amor a Dios. El amor a Dios, es diferente del amor al hombre pero se encuentran

1239 Cf. J.M. VELASCO, La experiencia cristiana de Dios (Madrid 1995) 19-37. 1240 Cf. F. MAYA, Evangelización, 64. Ya nos lo dicen los obispos españoles refiriéndose a la diaconía de la caridad y evangelización: “No significa replegamiento de la Iglesia en posturas espiritualistas o desencarnadas, sino que busca la conversión del corazón y con ello la transformación de la vida personal y, a partir de ella, el compromiso y el trabajo para la transformación de la vida real según las exigencias del Evangelio, con especial atención de los pobres y de los más débiles” (CVI Introducción doctrinal). 1241 Cf. ECHARREN, Cáritas, 181. 1242 Cf. Ibid., 186. 1243 Cf. 1Jn 5, 20. 1244 Cf. Mt 25, 31-46.

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inseparablemente unidos en Jesucristo. Por ello, Él es la clave hermenéutica y clarificadora de esta escala de amor, de la vivencia existencial del Amor.

Pero Dios está en los creyentes no para establecer una relación cerrada con ellos –ya que una relación de amor que se realiza así dejaría de serlo– sino como encarnación visible para los otros de lo que Dios quiere para toda la Humanidad1245. De aquí nace la misión de la Iglesia de anunciar la Buena Noticia de Jesucristo, que es liberación de todo lo que oprime al hombre1246, dando a conocer un Dios amor. Y esto lo hace la Iglesia si es acogedora y compasiva “proyectándonos hacia la práctica de un amor activo y concreto con cada ser humano” (NMI 49). Por eso, la acción caritativo-social de la Iglesia, se convierte en elemento imprescindible de la evangelización1247, siendo la “primera e insustituible forma de la misión” (RM 42).

Y este amor al prójimo que no busca el propio interés sino el bien del hermano y la liberación de sus sufrimientos, es el signo distintivo y la nota característica de la Iglesia, que hace que las personas la perciban de una manera inmediata como sacramento de comunión de los hombres con Dios y entre ellos1248. La Iglesia se ha difundido siempre gracias al testimonio del amor mutuo de sus fieles y al servicio de la caridad. Aquí reside el secreto de la fecundidad apostólica de la acción misionera que, traspasando fronteras e inculturándose, llega a los pueblos y se extiende hasta los confines del mundo. Será siempre la caridad la que dará nueva vitalidad y fuerza misionera a nuestra Iglesia1249.

1245 Cf. CAMACHO, Lucha, 131. 1246 Cf. EN 9. 1247 Cf. MAYA, Evangelización, 65. 1248 Aquí se nos plantea la pregunta: ¿qué es lo que posibilita la percepción del amor de Dios? Indudablemente si Dios quiere mostrar el amor que ha tenido al mundo, es preciso que ese amor sea cognoscible para el mundo. Y esta es la misión de su Iglesia, que debe testimoniar el amor de su Señor; ya que el amor, en su realidad, sólo puede ser conocido por el amor. Sin embargo, tal como nos dice H.U.v. Balthasar, la iniciativa siempre en esta dinámica amorosa es de Dios, no sólo en su comunidad de creyentes, sino en cualquier persona: la percepción del sujeto por medio de la cual se capacita para conocer el objeto de la revelación es, para cada persona, aquella disposición que se puede designar por la trilogía fe-esperanza-caridad, que debe preexistir, al menos incoativamente, en todo primer encuentro auténtico, y que puede existir en la medida en que es el amor de Dios; amor que ya es Gracia y que lleva en sí necesariamente las condiciones de su propia cognoscibilidad: Cf. H.U.v. BALTHASAR, Sólo el amor es digno de fe (Salamanca 1999) 67-68. 1249 Cf. MADRUGA, o.c., 80-82.

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La comunidad cristiana no tiene sentido más que cuando se hace testimonio del Amor1250. La evangelización es siempre irradiación, comunicación de la experiencia amorosa de salvación que vive la comunidad cristiana. Por eso, la Iglesia evangeliza a su vez anunciando y viviendo la caridad fraterna en una sociedad donde las relaciones que imperan son, con frecuencia, utilitaristas, interesadas e incluso opresivas; y donde van en aumento el individualismo y la exclusión1251.

La caridad cristiana posee en sí misma una gran fuerza evangelizadora, en la medida que sabe hacerse signo y transparencia del amor de Dios. Abre mentes y corazones y tendrá como fin no sólo las necesidades materiales y el bienestar temporal de aquel que ha sido alcanzado por ella, por su signo tangible, sino la totalidad de la persona, ya que, a través del compromiso concreto del servicio, se abre el camino para descubrir el amor infinito de Dios Padre. “La promoción humana y la atención a los desvalidos desde la caridad es evangelizar” (C 66).

Por ello, el primer signo que debe ofrecer la Iglesia, es el signo de lo que ella es: una comunidad de amor fraterno que se presenta ante el género humano como una expresión provisional y no plena del Reino de Dios1252.

El problema pastoral está en cómo visualizar en este mundo y en esta sociedad el amor de Dios al hombre y particularmente al pobre. El signo por excelencia del amor de Dios presente en la comunidad cristiana será el amor a los pobres, que la Iglesia deberá hacer visible a través de su acción caritativo-social, dando así testimonio ante la sociedad del amor fraterno y solidario1253.

Es indispensable, pues, dar testimonio de lo que se anuncia mediante la práctica de la caridad fraterna con los excluidos y marginados. Esta acción es parte esencial del proceso evangelizador como visibilidad, garantía y fuerza convincente de lo que se proclama y vive1254. La gente no cree en el mensaje ni en los principios que lo sustentan cuando estos no están acreditados por el testimonio auténtico del servicio de amor1255.

1250 La caridad es la más grande y eficaz presentación de la Buena Nueva del Reino: “El anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete cada día. La caridad de las obras, corrobora la caridad de las palabras” (NMI 50). 1251 Cf. ECHARREN, Cáritas, 188-189. 1252 Cf. Ibid., 192. 1253 Cf. Ibid., 194-195. 1254 Cf. DUQUE, Iglesia, 247. 1255 Cf. PRAT, Antropología, 104.

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Hay que ofrecer a la sociedad el testimonio de una vida fundada en el compromiso total con los demás, como expresión del amor que viene de Dios y actuar consecuentemente como promotores de un desarrollo verdaderamente humano. Esto nos hará hombres y mujeres solidarios que, siguiendo las huellas de Cristo, asuman como proyecto y estilo de vida la opción preferencial por los pobres como signo de verificación del seguimiento de Cristo1256 y de fidelidad a la Iglesia en su condición de “Iglesia de los pobres”1257.

Sólo una Iglesia que se acerca a los pobres y a los oprimidos y se pone a su lado y de su lado, lucha y trabaja por su liberación, por su dignidad y por su bienestar, puede dar testimonio coherente y convincente del mensaje evangélico1258. Cuando la Iglesia y los cristianos han vivido o viven con entrañas de misericordia, preocupados y entregados a los pobres, desprendiéndose de las riquezas propias para remediar la indigencia, han florecido y florecen los santos, los grandes misioneros, los carismas de toda clase, la alegría espiritual y la caridad, la paz y la esperanza, y el Evangelio era y es más y mejor anunciado, y generalmente más creíble y más creído1259. “La Iglesia es consciente de que su mensaje social se hará creíble por el testimonio de sus obras antes que por su coherencia y lógica internas. De esta conciencia deriva también su opción preferencial por los pobres” (CA 57). La Iglesia sólo será creíble en nuestro mundo contemporáneo y en el futuro, si ama incondicionalmente1260.

El ejercicio de la caridad es, pues, explicación narrativa y vital del misterio de Dios, haciéndonoslo cercano y creíble. El testimonio de la caridad entra así, en el ámbito de lo teológico y no se queda sólo en el nivel de las exigencias ético-morales1261.

Pero si la caridad tiene una dimensión teológica, posee también una dimensión cristológica como explicación, a través de la praxis amorosa con los desfavorecidos, del misterio de Cristo1262: si actuamos iluminados por la

1256 La comunidad cristiana –y los creyentes en ella– serán expresión de Jesucristo en la medida en que respondan de manera sociológicamente significativa y evangélicamente profética a la situación de pobreza y exclusión social injustamente impuesta a los pobres e injustamente padecida por ellos: Cf. IBÁÑEZ, o.c., 281. 1257 Para todo el párrafo: Cf. DUQUE, Iglesia, 277-278. 1258 Cf. IP 10. 1259 Cf. IP 27. 1260 Cf. PRAT, Antropología, 91; F. FELIPE, Experiencia de Dios y servicio al mundo, en: RAT 8 (1998) 31-32. 1261 Cf. JARAMILLO, Social, 133. 1262 Cf. NMI 49; Mt 25, 31-46.

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caridad de Jesucristo y conformados con Él, nos vemos impelidos y lanzados a la instauración del Reino de Dios y a mostrar al mundo a Cristo en el ejercicio de la caridad1263.

Amar a los pobres con Cristo, desde Cristo es ser mediadores del amor de Dios. Como siempre lo hizo, Dios llega hoy a los pobres a través de alguien. Llegó de una manera definitiva por medio de Jesucristo y llega de una manera continuada hoy a través de quienes, en Jesucristo, son hijos y hermanos1264. Cristo infundiendo su Espíritu y cambiando los corazones de los hombres y mujeres del mundo instaura el Reino de Dios que hace posible una nueva convivencia en la justicia, en la fraternidad, en la solidaridad y el compartir. Toda persona puede continuar la obra de Jesús de Nazaret con la ayuda de su Espíritu: hacer justicia a los pobres, liberar a los oprimidos, consolar a los afligidos, buscar un nuevo orden social en el que se ofrezcan soluciones adecuadas a la pobreza material y se contrarresten las fuerzas que obstaculizan los intentos de los más débiles para liberarse de la condición de miseria y esclavitud. Entonces se hace presente el Reino de Dios y el Dios de Jesucristo1265.

El anuncio de la Buena Nueva del Reino exige hacerlo ya realidad entre nosotros para todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente para los más pobres y necesitados. Estamos llamados a producir signos reales de presencia del amor de Dios: obrando así invitamos a la fe1266. El testimonio del amor es la mejor manera de comunicar la fe a otros y también la mejor forma de descubrir la acción transformadora del Espíritu de Dios en el corazón de los que realizan el ejercicio de la caridad1267.

El Espíritu hace que nuestro amor a los hermanos sea teologal, que hable de Dios, que diga cómo y quién es Él. De ahí su fuerte impacto testimonial y su fuerza para suscitar la fe1268.

Unos de los elementos más críticos para la fe hoy es la mediación eclesial. De ahí que al amor por los que no cuentan, por los últimos, como

1263 Cf. C 58. 1264 Cf. JARAMILLO, Espíritu, 78. 1265 Cf. C 325. 1266 Cf. JARAMILLO, Social, 131. 1267 Cf. PRAT, Antropología, 289. 1268 Cf. JARAMILLO, Espíritu, 178. Así lo afirma J. Flaquer: “No pocos han llegado a la fe después de practicar la justicia al lado de personas profundamente creyentes como ciertos misioneros que entregan su vida a tareas sociales en remotos lugares del Tercer Mundo” (J. FLAQUER, Una mística de ojos abiertos, en: AA.VV., ¿Qué creo? ¿Cómo creo? ¿Por qué creo? [Barcelona 2008] 40).

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signo de la gratuidad del amor de Dios y del amor igualmente gratuito de los cristianos, tiene que significarse, visibilizarse, hacerse creíble desde la comunidad, mostrándole al mundo los caminos del amor, la solidaridad, la justicia, la fraternidad, la reconciliación, y se deben mostrar con signos que el mundo pueda comprender1269.

Este esfuerzo por la fraternidad y solidaridad con los excluidos y necesitados, hecho en nombre y con el Espíritu de Dios, será nuestra mejor respuesta a quienes piensan que Dios es una palabra vacía o una esperanza ilusoria1270. La acción caritativo-social es como el sacramento para los no creyentes: así como los sacramentos de la fe manifiestan la presencia salvífica de Cristo dentro de la comunidad de los creyentes, el ejercicio de la caridad es como el sacramento para los no creyentes1271.

Si el divorcio entre fe y vida de los creyentes es una de las causas del ateísmo contemporáneo, la coherencia entre fe y vida de aquellos es la primera puerta abierta a la credibilidad de la fe. La vida en el amor da cuerpo a la fe, la entraña, la verifica: la fe se verifica en el amor1272.

Para evangelizar la sociedad y la cultura de hoy, es necesario dar testimonio a la vez de Jesucristo y del compromiso por la justicia y el amor que brota de la fe. La mentalidad actual de nuestra sociedad secular, antes que plantearse la credibilidad de un mensaje, observa y exige la credibilidad de los mensajeros1273.

Tal como hemos reflexionado hasta aquí, podemos decir sin miedo a equivocarnos que el ejercicio de la caridad, radicado en Cristo, ha de despertar no sólo en quién lo recibe sino en quien lo realiza, el deseo de encontrarse con Aquel que es el Amor1274.

Este deseo que nace de la praxis y de lo experimentado en ella, debe profundizar en el propio ser de cada persona para que, transformando los propios intereses personales, éstos se conviertan en los de Él y en los del prójimo, a fin de que así quede en cada uno de nosotros el suficiente espacio interior para que podemos albergar en él el reconocimiento de esa Presencia amorosa que atrae y descentra y nos pone en camino hacia el Otro, los otros

1269 Cf. ECHARREN, Cáritas, 200-201. 1270 Cf. TDV 60. 1271 Cf. IP 110. 1272 Cf. JARAMILLO, Espíritu, 79. 1273 Cf. PTVA 11; PF 14. 1274 Cf. A 36-37.

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y el mundo, con una actitud de búsqueda y de respuesta afirmativa a su llamada en el amor1275.

Es verdad, que tal como nos dice Juan Pablo II, a veces no es el imperativo cristiano del amor lo que motiva la intervención a favor de los demás, sino una compasión natural. Pero quien asiste a los necesitados –nos sigue diciendo– goza siempre de la benevolencia de Dios1276. Para aquellos creyentes que se encuentran alejados de la vivencia cristiana, así como para los no creyentes, el servicio a los pobres puede ser un camino providencial para encontrase con Cristo, porque el Señor recompensa con creces cada don hecho al prójimo1277.

Ya lo dicen también nuestros obispos: “La solidaridad (…) es la mejor disposición que puede ofrecer el hombre, aparte de la fe, para recibir el bautismo de fuego y de Espíritu”1278.

El ejercicio de la caridad nos puede inducir, pues, a reconocer y acoger al Dios revelado por Jesucristo, dando voz en nuestras vidas a su silenciosa presencia, haciéndonos llegar a la verdad de nosotros mismos, propiciando un despliegue de conversión personal y de camino iniciático a la fe o de maduración de la misma1279.

Este proceso nos ayudará con seguridad a conocer a Dios, recibirlo y abandonarnos en Él, haciendo que sintamos la felicidad ante ese encuentro que llena y da sentido a nuestra existencia, permitiéndonos que mostremos su rostro bondadoso, tierno y misericordioso, al mundo entero1280, y

1275 Cf. VELASCO, o.c., 19-37; J. RATZINGER, Jesús de Nazaret. Desde el Bautismo a la Transfiguración (Madrid 2011) 212. 1276 Cf. Mensaje 5. 1277 Cf. CCA 40. Esta afirmación tiene una base muy real, así nos dice J.P. Cordes, Ex-presidente del Pontificio Consejo “Cor unum”, recogiendo un testimonio de Jean Vanier, fundador de Arche, y una de las personas con mayor experiencia en la supervisión y acompañamiento de voluntarios: “Cualquiera que sea la motivación que lleve a los voluntarios a trabajar con Arche, el hecho de encontrarse con los más desfavorecidos deja una huella imborrable en sus corazones; su forma de ver al hombre, a la sociedad y al mundo cambia, casi todos redescubren su fe de la infancia; estoy sorprendido por la cantidad de gente joven que ha descubierto a Jesús en los pobres” (P.J. CORDES, ¿Qué hace “cristiana” a la caridad?, en: Cor XIII 100 [2001] 237). 1278 CEPS, Comunicado en el día de la Caridad en la festividad de Corpus Christi (Madrid 1998). Este documento se citará como MCC98. 1279 Cf. MAYA, Evangelización, 64. 1280 Cf. Ibid., 63, 65.

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desarrollando acciones significativas caritativo-liberadoras que hagan desear al hombre y a la mujer de hoy esa vida de Dios que viene de Él1281.

Se trata en definitiva, de seguir a Jesús de Nazaret, que poniéndose al lado de los pobres, manifestó el verdadero rostro de Dios; y de hacer este seguimiento junto a otros, ya que Él buscó no sólo la respuesta individual, sino sobre todo la comunitaria de un grupo de seguidores radicales de su estilo de vida y de su enseñanza, que viviendo en comunidad los valores del Reino de Dios, fueran alternativa al mundo injusto, para ser signo eficaz, interpelador y atractivo, del amor gratuito y sin límites de Dios al género humano1282.

Debemos optar pues por una Iglesia servidora de la humanidad, que como Jesús ante el dolor del mundo, prefiere arrodillarse a “lavar los pies” de todas las personas, de todos los necesitados y de una manera especial a dar una respuesta a las carencias de los pobres y de los necesitados1283. El camino futuro de la Iglesia, no puede ser otro que el de ofrecer la Buena Noticia del amor de Dios a todos y, especialmente, a los pobres de la tierra mediante la oferta sincera y concreta del amor, tal y como Cristo lo hizo1284.

La ternura de Dios es la que nos hace capaces de vivir en el amor, que como tal, se convierte en servicio. Esta actitud del amor es el resumen y la cumbre de todas las actitudes1285. La caridad y el ejercicio de la misma que cura el dolor en nuestra sociedad y el mundo entero –lavar los pies– es la imagen del horizonte de la fe, el camino de la fe, que nos abre a una vida esperanzada en el amor a los hermanos y en el Amor de Dios.

8.7. Cáritas evangeliza anunciado y viviendo la caridad fraterna

8.7.1. Cáritas evangeliza cuando ama y sirve a los empobrecidos, y es evangelizada por ellos en el mismo acto de amor y servicio

Cáritas es expresión del amor fraterno de la comunidad, especialmente hacia los más pobres, que son los primeros destinatarios del Reino. Así la acción de Cáritas es evangelizadora al mostrar el designio de Dios: la fraternidad. También lo es porque lleva en su seno y en su acción el 1281 Cf. OBISPOS DE NAVARRA Y PAIS VASCO, Transmitir hoy la fe. Carta Pastoral de Cuaresma. Pascua de Resurrección de 2001 (Bilbao 2001) nº 3. Este documento se citará como ONPV01. 1282 Cf. ALEGRE, o.c., 177. 1283 Cf. PRAT, Antropología, 258. 1284 Cf. Ibid., 34. 1285 Cf. Ibid., 283.

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contenido esencial del Evangelio: el amor a los pobres1286. La diaconía de Cáritas es acción evangelizadora aunque no agote toda la evangelización, cuando sirve y ama al necesitado.

Es necesario exponer aquí, que nos encontramos en un punto crucial de la relación servicio caritativo-evangelización.

Hemos podido ir desentrañando que el testimonio de la actividad caritativa-social es evangelizadora por si misma –siempre que remita a Jesucristo– y que puede poner en un proceso de conversión a la persona no creyente, sea pobre o no, llevándolos como nos decía la EN, a incorporarse a la comunidad eclesial.

Sin embargo, el propio hacer caritativo-social, de Cáritas, evangeliza a los pobres, aunque en estos no provoque un proceso de incorporación a la comunidad eclesial. Es lo que de una manera muy lúcida y acertada T. Catalá denomina: “Cristificar a las criaturas”1287.

Este autor parte de su experiencia en contextos de pobreza, en nuestro primer mundo en los que ha habido una fractura de la simbólica cristiana y la ruptura con el sistema de creencias cristiano-religiosas, que hace prácticamente imposible la evangelización en el sentido corriente de la expresión.

Constatamos todos los que estamos implicados en el ejercicio de la caridad eclesial, que los contextos de pobreza y marginación de nuestro primer mundo no son creyentes a diferencia de los del tercer mundo; nos hallamos pues ante una realidad en la que muchas veces no cabe la Palabra explícita, porque nos encontramos en otro código cultural-existencial1288.

¿Qué hacer? Como siempre, debemos volver la mirada hacia Jesús de Nazaret: Él ve a las personas de su tiempo como lugar –que no medio– inmediato para percibir a Dios, lo que supone en Jesús que nunca las utiliza en su propio provecho: nunca cura y alivia el sufrimiento para tener seguidores, no fomenta clientelismo, su itinerancia es pura desinstalación.

La cruz, vuelve a ser momento privilegiado de sabiduría y clave hermenéutica de lo que estamos tratando: “La cruz es la radicalización de una percepción de Dios que no exige méritos ni necesita mediadores 1286 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 30. 1287 En esta reflexión vamos a seguir el artículo: T. CATALÁ, Pastoral en contextos de cuarto mundo: cristificar a las criaturas, en: Cor XIII 135 (2010) 189-201. Este trabajo se citará como Contextos; y también seguiremos del mismo autor: CATALÁ, Salgamos, 103-124. 1288 CATALÁ, Contextos, 198. Cf. CATALÁ, Salgamos 117.

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interesados. El abandono de los suyos es consecuencia de un seguimiento que no ha dado beneficios: ni primeros puestos en el Reino, ni tan siquiera la posibilidad de administrar las nuevas mediaciones alternativas que podían esperar de Jesús como un hacedor de milagros. Este momento es de depuración radical de la percepción de Dios: sólo en la medida en que las criaturas nos importen por sí mismas y no porque nos reporten beneficio, por santo y bueno que sea, habrá evangelización, se generan espacios de Buena Noticia”1289.

Por tanto, en la evangelización, debemos tener en cuenta, que las personas que tenemos delante, son criaturas de Dios, no las hacemos nosotros criaturas de Dios, son hijas e hijos de Dios aunque no se adhieran a la comunidad cristiana. Por ello evangelizar, no es sólo ingresar en la Comunidad, sino también, cuidar a las criaturas y aliviarlas desde la compasión gratuita; cuando las personas perciben esto, muchas empiezan a hacerse cristianas. “Cristificar a las criaturas, más que cristianizar, en nuestra cultura, consiste en que empiecen a notar que valen la pena y que se las toma en serio, no como posibles objetos para otras cosas. En un mundo tan interesado, sólo el desinterés puede ser evangelizador”1290.

Evangelizar en estos contextos es aliviar el sufrimiento y crear espacios en los que emerja la dignidad expoliada. Cuando Cáritas, en los ambientes de exclusión y marginación, intenta recomponer vidas rotas, está haciendo que aflore la dignidad, que hombres y mujeres que son hijos de Dios se descubran como tales.

Por eso, Catalá, afirma: “Antes de llegar a la Palabra explícita hay mucha tarea, muchísima por hacer. Hay que acoger, cuidar, crear dinámicas de dignificación personal, fomentar contextos en los que se pueda llegar a poseer la palabra, también conseguir el pan de cada día, querer y esto son prácticas del Reino. Estamos demasiado condicionados por una concepción evangelizadora catequética y doctrinal, y como queda dicho, en los contextos en los que no se puede pronunciar la palabra siempre queda el gesto”1291.

Es necesario generar procesos en el que los empobrecidos van experimentando que todo lo que van viendo les lleva a ser un poco mas felices y solo desde ahí pueden sentir que la felicidad que experimenta no la da el mundo.

1289 Cf. CATALÁ, Salgamos, 103; 109. 1290 CATALÁ, Contextos, 197. Cf. CATALÁ, Salgamos, 113-115. 1291 CATALÁ, Contextos, 201. Cf. CATALÁ, Salgamos, 123.

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Analicemos detenidamente los datos que aporta nuestra encuesta, a todo lo que venimos afirmando.

En primer lugar, la actividad de Cáritas con los empobrecidos ¿ha aliviado su sufrimiento y ha contribuido a mejorar su vida? ¿les ha ayudado a reencontrarse con su dignidad velada, pero nunca perdida? Un 86 % responden, que “mucho-muchísimo”, un 8 % que “regular” y un 6 % dicen que “algo”. Nadie responde "poco" o "nada". Nos encontramos, pues, ante una respuesta mayoritaria y afirmativa de los usuarios de Cáritas, que consideran sin duda, que Cáritas ha mejorado su vida.

Pero ¿estamos ante un proceso evangelizador? Si atendemos al hecho de “inserción en la comunidad eclesial” como momento conclusivo del proceso evangelizador los datos podrían ser desalentadores: para un 29 % de los empobrecidos, la actividad de Cáritas ha supuesto un acercamiento a la Iglesia Católica y solo a un 16 % de los mismos les ha hecho integrarse en algún grupo parroquial. Otro 16 %, declaran que le ha animado a ir más a la Eucaristía dominical y a un 6 % les ha movido a recibir algún sacramento.

Sin embargo, hay otros dos aspectos sobre los que debemos reflexionar.

El primero, se refiere a lo que manifiesta Cáritas en su modelo de acción social, cuando afirma que sus procesos de acompañamiento han de provocar las preguntas acerca del sentido y que deben ayudar a recuperar el sentimiento de religación y experiencia trascendente1292.

Con respecto a esto, en nuestra encuesta, cuando se pregunta a los usuarios de la Institución sobre los interrogantes existenciales que suscita en ellos la actividad de los voluntarios de Cáritas; el 60 % se sienten interpelados “mucho-muchísimo” por dicho servicio, el 24 % “bastante”, y sólo “algo” o “poco” el 16 %.

Si la pregunta se refiere a si la actividad de Cáritas y la de sus voluntarios hace que el empobrecido se plantee preguntas sobre la religión, la trascendencia: un 22 % responden afirmativamente que “mucho-muchísimo", un 27 % “regular”, un 22 % “algo” y un 29 % “poco”. Si además tenemos en cuenta que de los encuestados un 30 % pertenecen a otra religión diferente a la Católica, en concreto profesaban la religión islámica, un nuevo cálculo haría subir el porcentaje de los que responden afirmativamente “mucho-muchísimo”, a un 31 %.

El segundo aspecto, acerca de la llamada que se produce en el interior de la persona atendida por Cáritas, que lo mueve a ayudar a quien nada posee, 1292 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 33.

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el 78 % responden que “mucho-muchísimo”, el 12 % que “regular” y “algo” o “poco” el 10 %. Un sentimiento que toma cuerpo y se hace real cuando se les pregunta si se han integrado en algún grupo de ayuda a los necesitados, respondiendo afirmativamente un 38 % y ocasionalmente (regular) un 14 %.

Podemos concluir, que se cumple lo que anunciaba T. Catalá: cuando Cáritas intenta recomponer vidas rotas, los empobrecidos son evangelizados y empiezan ha hacerse cristianos. Se insertan en el proceso evangelizador y sufren un proceso de conversión progresivo: el 86 % ven mejorada su vida; el 78 % piensan en ayudar a “otros”; al 60 % la actividad de Cáritas hacen que se planteen interrogantes sobre el sentido; el 38 % de los usuarios se incorporan a un grupo de ayuda a los demás; el 29 % se acercan a la Iglesia Católica; el 22 % de los mismos se plantean preguntas sobre la religión y el sentido trascendente de la vida; el 16 % acuden con más frecuencia a participar en la Eucaristía dominical; otro 16 % se integran en la comunidad parroquial; y un 6 % piden la recepción de algún sacramento.

Por ello, y tal como ha quedado patente en las respuestas de los atendidos por la Institución, Cáritas cuando ama y sirve a los empobrecidos forma parte del ministerio de evangelización de la Iglesia.

“Al mismo tiempo, se ha de reconocer y valorar el hecho de que los mismos pobres son también agentes de evangelización” (VD 107).

Esto se debe sin duda a que en la persona del marginado y excluido hay una especial presencia de Cristo1293, por eso, el hecho evangelizador también surge del que sufre, con sus carencias y potencialidades1294. “Los pobres interpelan constantemente a la comunidad eclesial invitándola a dejarse convertir y evangelizar ella misma. La comunidad «oyente de la Palabra» debe ser también oyente de la Palabra que habla en y a través de los pobres”1295. Los desvalidos son los destinatarios del Reino. Su existencia denuncia que la fraternidad humana está fracturada y por ello su presencia es una llamada y provocación para la conversión de todos los miembros de la comunidad eclesial.

En su situación de indigencia, nos muestran muchas veces como comparten y ponen en común lo poco que poseen, distribuyendo según las necesidades de cada uno. Esto supone toda una interpelación –a la sociedad y a la propia Iglesia y Cáritas– a una forma de ser comunidad1296.

1293 Cf. Mt 25, 31-46. 1294 Cf. LF 57. 1295 CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 108. 1296 Cf. ABRIL, RMA10, 16-17.

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No me resisto en este momento a plasmar el testimonio de dos creyentes, que como muchos otros, han sido evangelizados por los pobres, no de una manera conceptual o intelectual, sino cuando han servido junto a los empobrecidos, cuando han encarnado y expresado su amor con los marginados.

Así nos narra su experiencia F.J. Vitoria: “Me resultó imprescindible confrontar mi fe con los pobres, Vicarios de Cristo. Necesité dejar que las víctimas tomarán la palabra para escuchar el eco menguante de los gemidos de Dios. Esta confrontación me ha puesto en contacto de manera nueva con la sabiduría de la cruz y el poder del Crucificado (Cf. 1Cor 1, 22-24). La «memoria de la pasión y resurrección de Cristo» me permitió reactualizar en mi vida cristiana el dolor del mundo como dolor de Dios. Este desvelamiento del Espíritu (Cf. Jn 14,26), el de la permanente presencia anonadada de Dios en la historia, supuso un giro copernicano en mi imaginario y praxis creyente”1297.

Y dice otro testigo: “En la cárcel aprendes a dejar de mirarte a ti mismo, a salir de tu cómoda instalación espiritual y humana, para centrarte mejor en el Dios que se revela desde las entrañas de los presos. La cárcel es un lugar que la presencia de Dios y del hombre hace sagrado”1298 “Llevando a cabo el amor al prójimo descubres y amas a Dios. Entonces tendrás la vida. El amor a Dios y al prójimo van unidos para tener vida, para alcanzar la vida eterna”1299.

En la encuesta que hemos realizado a los trabajadores y voluntarios de la Institución, debido al contacto y la relación que establecen con los necesitados, hace que un 80 % afirmen rotundamente que este servicio caritativo mantiene y aumenta su fe y el sentido de pertenencia a la Iglesia, es decir, son evangelizados por aquellas personas a las que están sirviendo.

Todo lo expuesto hasta aquí, nos indica que Cáritas evangeliza cuando ama y sirve a los empobrecidos, y es evangelizada por ellos en el mismo acto de amor y servicio: porque Cristo está presente en los voluntarios de Cáritas, que obran "in persona Christi"1300, que lo hacen actual en el acto oblativo de amor hacia los excluidos, y también en los pobres se realiza una

1297 F.J. VITORIA, Dios es bueno y hay que hacer algo, en: AA.VV., ¿Qué creo? ¿Cómo creo? ¿Porqué creo? (Barcelona 2008) 72. 1298 S. VALERO, Estaba en la cárcel y fuisteis a verme (Mt 25,36), en: Cor XIII 135 (2010) 184. 1299 Ibid., 188. 1300 H. POMPEY, Fundamentos bíblicos y teológicos de la actividad caritativa, en: AA.VV., CUCM99, 125.

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especial presencia de Jesucristo tal como Él nos lo ha revelado1301. Por ello, en ese encuentro se produce la doble presencia sacramental de Cristo, en el usuario y en el agente de Cáritas, y consecuentemente surge una especial concentración cristológica vivencial amorosa que lo manifiesta y actualiza ante el mundo que así es evangelizado, porque el contenido esencial de la evangelización es Cristo mismo.

8.7.2. Cáritas evangeliza cuando muestra el designio de Dios que es el amor fraterno, vivido en su seno e irradiándolo hacia el mundo

Cáritas nace del amor del Señor y forma con Él una unidad de vida y misión; en esta dinámica de amor que se extiende de forma natural hacia los marginados, se teje la comunidad eclesial que brota del servicio y desarrolla su identidad en el servicio al pobre.

Cáritas y la comunidad cristiana no tienen sentido más que cuando se convierten en testimonio del amor fraterno que siempre quiso Dios para sus criaturas. Cuando provocan la admiración y la conversión porque ven como se aman1302 y como se ama a todos, especialmente a los más necesitados1303.

La evangelización es siempre irradiación comunicación de la experiencia de salvación que vive la comunidad cristiana; por eso, la Iglesia y su ser diaconal Cáritas, evangeliza a su vez, anunciando y viviendo la caridad fraterna1304 en una sociedad donde las relaciones son, con frecuencia, utilitarias, interesadas, competitivas e incluso opresoras y donde va aumentando el individualismo, el consumismo, la corrupción, la violencia, la ostentación, la insolidaridad y la exclusión social de las personas.

Cáritas expresa el amor de Dios viviendo en su seno la comunión fraterna que sustenta y envía a la misión –servicio a los desheredados del mundo– y ante todo, siendo un cauce eclesial privilegiado y concreto de la koinonía y diaconía con los más pobres y, por tanto, contribuye ya de modo eficaz al proceso evangelizador del pueblo de Dios en la historia1305.

La Iglesia y Cáritas serán evangelizadoras en la medida que transparente unas comunidades en las que la vida sea compartir en todos los niveles de

1301 Cf. Mt 25, 31-46. 1302 Cf. Jn 13, 34-35. 1303 Cf. Mt 25, 31-46. 1304 Cf. CIUC 1. 1305 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 109.

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las relaciones humanas: la comunión de bienes materiales y espirituales, es verdadero indicador de la realidad de la comunión eclesial. En este sentido hay que pensar que todo crecimiento en fraternidad, igualdad y verdadera corresponsabilidad en el interior de la comunidad cristiana, –de la propia Cáritas– significa una mayor profundización en la comunión y, consiguientemente, en su capacidad evangelizadora.

En el anterior apartado ha quedado confirmado que la actividad de Cáritas que muestra el designio de Dios que es el amor fraterno de la comunidad cristiana irradiado hacia el mundo, contribuía a la evangelización de los marginados y excluidos atendidos por la Institución y a sus propios agentes.

Sin embargo, sería oportuno reflexionar sobre cuál es su capacidad evangelizadora en otro tipo de población, o dicho de otra forma, de qué manera real incide la labor de Cáritas en el proceso de conversión del no creyente que no es asistido por ella; nos referimos a los no creyentes que no son usuarios de la Institución.

En un principio los datos que muestran nuestra encuesta son muy desalentadores: la actividad de Cáritas hace que un pequeño porcentaje de personas se pregunten por qué hacen esa labor los voluntarios: “mucho-muchísimo” el 5,47 % y “regular” el 13,28 %, al resto prácticamente no les crea interrogantes.

En este grupo, la labor caritativo-social de la Institución no hace que se planteen preguntas sobre la religión, solo el 3,13 % responden que “regular”; y se produce en ellos un acercamiento a la Iglesia Católica: un 1,56 % "regular” y un 3,13 % “algo”. Así mismo, no incita en ellos a que participen de la vida sacramental de la Iglesia, ni a integrarse en la vida parroquial.

La actividad de Cáritas sí que los mueve o hace que deseen ayudar a quien nada posee: “mucho-muchísimo” a un 19,53 % y “regular” al 18 %; aunque éstos, se acaban integrando efectivamente en algún grupo de ayuda a los necesitados solo un 1,56 % “mucho-muchísimo” y “regular” otro 1,56 %; es decir, suscita la inquietud, pero no provoca que den el paso definitivo a ayudar de una manera efectiva y real.

¿A qué se debe la poca incidencia que tiene la labor de Cáritas, en este grupo poblacional, en lo referente a su evangelización? Seguramente puede influir que aunque “Cáritas” muestra el amor fraterno irradiado al mundo, especialmente hacia los más pobres, es necesario “tener ojos” para verlo, tener una mirada de fe. Ven el amor e incluso les incita a darlo, pero no lo

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asocian al amor del Dios de Jesucristo. No ven el fundamento de la caridad cristiana que es lo que abre a la fe.

Quizá también incida que la gran mayoría desconocen, por una causa o por otra, la actividad que lleva a cabo Cáritas: solo un 12,50 % conocen “mucho-muy bien” la tarea de la Institución; aunque debemos tener en cuenta, que el tratamiento estadístico de los datos no ha dejado claro este punto: cuando comparamos al grupo de no creyentes que conoce la actividad de Cáritas con el que no la conoce, el resultado nos dice que ese conocimiento de la labor de la Institución no tiene incidencia sobre el ingreso en la comunidad cristiana. Ahora bien, al ser una comparación estadística entre dos grupos muy reducidos en el número de componentes, 16 frente a 69, esta conclusión debe ser recogida con muchísima cautela.

En este sentido parece ser, que si bien la actividad de Cáritas y su conocimiento puede incidir sobre dimensiones del proceso evangelizador, no lo hace precisamente sobre la adhesión e incorporación a la comunidad de fe.

Todo esto habla en favor del testimonio explícito de Jesucristo que debe llevar a cabo Cáritas, para que el no creyente descubra al Dios cristiano en esa labor; y de la necesidad del anuncio explícito de Jesucristo para la evangelización del no creyente.

8.7.3. Cáritas contribuye al proceso evangelizador animando a la comunidad cristiana a vivir una real opción preferencial por los más pobres y acogerlos en su seno

8.7.3.1. Es tarea primordial y prioritaria de Cáritas reavivar en la comunidad eclesial su opción preferencial por los más débiles y oprimidos

El mensaje de vida de Jesús está destinado a todo el género humano a ricos y pobres. Ayuda a la suegra de Pedro1306, a la hija de Jairo, jefe de la sinagoga1307, al hijo del funcionario real1308. Aconseja y dirige con solicitud a la mujer que se acerca al pozo de Jacob1309, a Nicodemo, el fariseo1310, también al joven rico1311 y a los ricos publicanos1312. Ellos no se encuentran 1306 Cf. Lc 4, 38-39. 1307 Cf. Lc 8, 40-56. 1308 Cf. Jn 4, 43-54. 1309 Cf. Jn 4, 4-42. 1310 Cf. Jn 3, 1-21. 1311 Cf. Mt 19.16-22. 1312 Cf. Mc 2, 15-17; Lc 5, 27-31; 19, 1-10.

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entre los más pobres de la sociedad de la época, pero sí que encuentran amor en Jesús. Ahora bien, como hemos venido especificando a lo largo de todo este trabajo, Jesús de Nazaret muestra una clara preferencia por lo más necesitados: su prioridad en el amor, corresponde a los pobres1313.

Por ello, el Magisterio de la Iglesia se manifiesta claramente: “No debe olvidarse, ciertamente que nadie puede ser excluido de nuestro amor, desde el momento en que «con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a cada hombre» (GS 22). Ateniéndonos a las indiscutibles palabras del Evangelio, en la persona de los pobres hay una especial presencia suya, que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos” (NMI 49).

Y nos sigue diciendo: “El testimonio de la caridad tiene en sí mismo una intrínseca fuerza evangelizadora” (MCC06 3). “La opción preferencial por los últimos es ya una expresión de la acción evangelizadora” (CCA 12). Y refiriéndose a las cualidades que deben reunir hoy en día los cristianos lanzados a la tarea de la nueva evangelización recoge entre ellas la de “predilección espontánea por los pobres y excluidos” (SOIL 115).

Desde estos presupuestos magisteriales deducimos que, cuando Cáritas anima el ejercicio de la caridad en sus diversos niveles sobre todo parroquial y diocesano, la Institución se inserta en el proceso evangelizador eclesial estimulando a la comunidad cristiana a vivir una real y verdadera opción preferencial por los más pobres y, contribuyendo también de esa manera, a que el sujeto de la propia acción evangelizadora sea la totalidad del Pueblo de Dios.

Cáritas tiene muy claro que “el testimonio que reclama la evangelización cuando se confronta con la situación de nuestro mundo, es la opción preferencial por los pobres”1314.

Desde esta perspectiva, Cáritas deberá preocuparse de una manera permanente de promover el amor en la comunidad cristiana y, desde ese amor, dar sentido cristiano a todo amor que pueda darse en el mundo, lo realice quien lo realice, poniendo de manifiesto así la presencia implícita del

1313 Ya hemos tratado este tema en nuestro trabajo, ver: apartado 5.2 y citas 749 y 795. Consultar también POMPEY, o.c., 130-131 y BRAVO, Vulnerables, 165-166. A todos se les debe anunciar el Evangelio, a ricos y pobres, estableciendo una prioridad en la evangelización de los pobres sobre la de los ricos; y además a los ricos se les deben evangelizar anunciándoles la totalidad del Evangelio y pidiéndoles conversión. 1314 CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 31.

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plan de Dios allá donde se dé un verdadero amor1315. Esto también y sobre todo, es evangelizar.

Llevando a cabo Cáritas esta labor, animadora en la Comunidad, para que se reavive en la misma una decidida opción preferencial por los últimos de la sociedad; verifica una de las realizaciones fundamentales de la diaconía eclesial: su tarea específica de ser signo e instrumento del amor del Dios de Jesucristo hacia los pobres y marginados de la sociedad, no en abstracto, sino en las condiciones concretas y reales de las Iglesias locales, sensibilizando a la comunidad cristiana en la atención a los desfavorecidos.

Nos dice S. Madrigal: Se puede aplicar a la condición de signo e instrumento eclesial propio de Cáritas, las tres dimensiones que la teología aplica al sacramento: signo rememorativo (evocación), signo demostrativo (convocación) y signo pronóstico (provocación)1316.

Por ello, cuando Cáritas sensibiliza a la Comunidad sobre su opción preferencial por lo pobres, realiza un triple movimiento: en primer lugar, Cáritas rememorará en la Iglesia la Buena Noticia de Jesucristo, para quien los pobres son bienaventurados, sus preferidos y a quienes sirve preferencialmente; y por ello recordará que esta diaconía se convierte en misión para la comunidad cristiana.

En segundo lugar, Cáritas animará al servicio hacia los más pobres en la propia Comunidad.

Por último, con su acción en la comunidad cristiana, el signo de Cáritas encarna lo que permanecerá y no acabará nunca: la caridad, y muestra la fraternidad futura querida por Jesús, que es el modo de la Humanidad reconciliada con Dios y el género humano.

Hasta aquí, hemos desarrollado un marco reflexivo sobre la necesidad de que Cáritas anime en la comunidad eclesial su opción preferencial por los más pobres, pero, ¿qué dice nuestra encuesta? Acudamos, lógicamente al grupo de creyentes.

La actividad de Cáritas hace que los miembros de este grupo, que representan aquí a la comunidad cristiana, piensen en ayudar a quien nada posee: “Mucho-muchísimo” el 60,81 %, “regular-algo” el 31,08 % y “poco-nada” el 8,11 %.

1315 ECHARREN, Cáritas, 203. 1316 Cf. S. MADRIGAL, Diaconía de la Iglesia y diaconía en la Iglesia: El lugar de Cáritas en la misión eclesial, en: Cor XIII 95 (2000) 142-143. Para los siguientes párrafos seguimos sus intuiciones.

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El 45,95 % de los encuestados de este mismo grupo declaran que la actividad de Cáritas hace que su servicio eclesial esté más centrado en la ayuda a los pobres; el 41,89 % dicen que esa labor caritativa-social les hace aportar más de su tiempo en solucionar los problemas de los empobrecidos, y comprobamos que, ante ese ejercicio de la caridad, hasta un 64,10 % aportan más dinero para la asistencia a los marginados. Así mismo, la labor de Cáritas, hace que un 57,43 % tengan muy en cuenta en su vida cotidiana, las acciones que realizan y su repercusión sobre los excluidos.

Así pues, nos encontramos con que la acción de Cáritas anima en la Comunidad la opción preferencial por los pobres, y mueve conciencias y esfuerzo (tiempo, dinero), en los creyentes, haciendo que opten por el servicio a los últimos de la sociedad.

Es cierto, que hallamos porcentajes más bajos en lo referente a integrarse de una manera estable en algún grupo de ayuda a los pobres, que lo hacen en torno al 17 %, pero debemos tener en cuenta que esta cifra no es nada desdeñable, dado el compromiso que entraña y exige dicha opción.

8.7.3.2. Cáritas debe contribuir a hacer de la comunidad cristiana, una casa –parábola de una integración fraterna– para los excluidos

Dice Juan Pablo II: “Tenemos que actuar de tal manera que los pobres, en cada comunidad cristiana, se sientan como «en su casa»" (NMI 50).

¿Qué está pidiendo el Papa? Sin duda un estilo del ejercicio de la caridad que se haga hogareño, y, para ello, emplea el símil de la casa con la comunidad cristiana. La casa-comunidad cristiana abierta y compartida es un símbolo expresivo de la integración de los que han quedado fuera o en los márgenes de la sociedad.

No se trata pues, de ayudar a los pobres haciendo que únicamente los lugares de marginación no sean tan hirientes o tengan un aspecto más amable, sino de realizar procesos de verdadera inclusión e integración de los necesitados en la propia comunidad eclesial1317.

La casa es el espacio fraterno donde se da y se recibe, donde cada uno de sus componentes tiene la posibilidad, y se le ayuda para ello, de desarrollar su vocación y misión. En la casa familiar los débiles, al experimentar el amor y apoyo de los padres y hermanos, se sienten seguros y, a la vez que se desarrollan, aportan sus riquezas según sus posibilidades y ritmos. Esto

1317 Cf. JARAMILLO, Social, 130.

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es lo que debe hacer la comunidad eclesial y Cáritas, pero supone, sin ningún lugar a dudas, reaccionar contra la mentalidad programática y productiva, para entrar en el sentido de la gratuidad divina1318.

La comunidad cristiana y el pobre han de experienciarse como dos sujetos en interacción. Aquella no es una simple suma de personas, es un yo comunitario que acoge en los pobres a su Señor. Así se manifiesta como el cuerpo de Cristo en la historia, que acoge a los empobrecidos en su seno como miembros de la familia de Cristo Resucitado1319.

Ahora bien, que el ejercicio de la caridad eclesial en general y el de Cáritas en particular, tienda a que la comunidad sea acogedora hogareña, no disculpa, ni minusvalora la lucha por la justicia y el compromiso transformador de las estructuras sociales de pecado. Al contrario, no contemplar esta acogida amorosa de la Comunidad, puede convertir la caridad política, como algo exterior y extraño a la propia comunidad eclesial, sin una implicación radical y fundante de la esfera nuclear e íntima del cristiano y de la Iglesia.

Y a esta tarea, debe contribuir Cáritas, que además, es evangelizadora: “Tenemos que actuar de tal manera que los pobres en cada comunidad cristiana se sientan como en casa”1320.

El mensaje final del Sínodo de los obispos sobre la nueva evangelización, pone de manifiesto el valor evangelizador de la acogida de los últimos, de nuestra sociedad, en la Iglesia: “A los pobres les reconocemos un lugar privilegiado en nuestras comunidades, un puesto que no excluye a nadie, pero que quiere ser reflejo de como Jesús se ha unido a ellos. La presencia de los pobres en nuestras comunidades es misteriosamente potente: cambia a las personas más que un discurso, enseña fidelidad, hace entender la fragilidad de la vida, exige oración; en definitiva, conduce a Cristo” (SOMF 12).

1318 Cf. BRAVO, Vulnerables, 167-168. 1319 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 124. 1320 Así lo manifiesta Cáritas en sus "líneas de acción", "bloque I", "los pobres": CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 146.

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8.7.4. Cáritas y el anuncio implícito y explícito de Jesucristo a los empobrecidos

8.7.4.1. Se constata que algo no funciona, cuando los excluidos acuden a las acogidas de Cáritas y a las puertas de las Iglesias, pero no se sitúan en los primeros bancos de las mismas

Comencemos por reflejar lo que piensa C. García de Andoin al respecto: “En el terreno de la solidaridad con personas que sufren exclusión social es particularmente notable la renuncia a la propuesta de fe. Hay dos hechos que me han hecho pensar. Las mujeres gitanas que acuden con sus hijos al despacho de Cáritas a la puerta de la casa parroquial, celebran a la tarde su fe con la Iglesia de Filadelfia. Y los jóvenes extoxicómanos de la comunidad cristiano-benéfica de Remar rezan y cantan a Dios en su pequeño y pobre templo con una vitalidad que da envidia. La Iglesia católica está ofreciendo solidaridad a los pobres y deben seguir haciéndolo. Sin embargo, ¿no está privando a los pobres del anuncio de la Buena Noticia que es su mayor tesoro? Que los pobres sean evangelizados es signo de la llegada del Reino de Dios. Algo no funciona cuando los excluidos están en las puertas de la Iglesias en lugar de estar sentados en los primeros bancos”1321.

En efecto, todos aquellos que realizamos el ministerio de la caridad eclesial con los empobrecidos, vemos de una manera clara y manifiesta que los pobres y excluidos acuden a las acogidas de Cáritas para resolver sus problemas, se sienten bien acogidos y socorridos en sus necesidades, pero parecen no sentirse en la Iglesia como en su propia casa. Experimentan a la parroquia y a Cáritas, como una institución de caridad y de apoyo donde pueden recibir ayuda ante sus necesidades pero no la perciben como una comunidad viva y fraterna, como un verdadero hogar de comunión. Ven a Cáritas y la Iglesia como albergue, refugio, más que como su propia casa, donde todos pueden convivir como hijos y hermanos.

Surgen, pues, en nosotros estas cuestiones: ¿Por qué no se integran en la Comunidad? ¿Por qué nos ven más como albergue que hogar? ¿Debemos hacer algo, los cristianos, al respecto?

Ante todo esto, y refiriéndose a la comunidad eucarística, A. Rodríguez Teso, aporta esta interesante reflexión: “Será por eso que en ocasiones nos encontramos con situaciones un tanto confusas. A veces, como en el caso de la parroquia en la que estoy ahora, el Señor ha ido llamando a muchos desde 1321 C. GARCÍA DE ANDOIN, El laicado en la acción caritativo-social: mediación o presencia, en: Cor XIII 86 (1998) 88.

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lejos, mientras que los que viven cerca no se hayan sentido, en su mayoría, invitados a participar de este banquete que no es sino el lugar desde el que servir otra mesa mucho más amplia, mucho más universal: la mesa del Reino. La de la Eucaristía tiene invitación acotada (aunque yo no sé por qué Dios se empeña en llamar a unos y no a otros), pero en la del Reino es de entrada libre. Como en otras tantas cosas, Dios, que es el que invita, sabrá por qué”1322.

También A. Bravo, aporta una clave muy clarificadora a esta cuestión: “Pero la oferta de salvación es siempre dramática. También los pobres pueden rechazar la invitación al banquete de la comunión. La muchedumbre, que buscó con entusiasmo a Jesús, lo abandonó ante la palabra dura que les había dirigido. La Iglesia no puede bloquearse por ello en el anuncio de la verdad proveniente de Dios”1323.

Y nos dice J.C. Carvajal: "No obstante, la respuesta afirmativa a la propuesta del Evangelio no depende de la acción eclesial, viene como consecuencia de la libre acogida que el sujeto hace a la acción de la Gracia que le alcanza bajo la mediación eclesial"1324.

Ahora bien, independientemente de la respuesta que el empobrecido de a la Gracia, la mediación –Cáritas-Iglesia– por el hecho de serlo, debe de cumplir lo mejor posible su cometido, en cuanto tal.

Por ello Cáritas y la comunidad cristiana deben compartir los bienes materiales con los últimos de la sociedad, pero también los bienes de la fe. El paso de que Cáritas, y la Iglesia misma sean percibidas como unas instituciones de caridad, a ser casa de los pobres, es un desafío que se plantea con carácter de necesidad y urgencia en la Institución y en la comunidad eclesial. La fe como oferta sin ningún atisbo de imposición, intercambio o ganancia, ya sea personal o institucional; debe ser invitación, para que los desheredados de la sociedad, entren en la fiesta del Señor.

No debemos olvidar, que los mismos necesitados pueden demandarnos no haberles transmitido lo que a los cristianos nos hace felices. No me puedo resistir, a transcribir el siguiente testimonio que recoge A. Bravo: “Un joven africano se expresaba un día en estos términos: «Para mí, la Iglesia de los misioneros fue muy buena, pues me ayudó y socorrió en todo momento. A ella le debo en gran parte mi promoción social. Le agradezco

1322 RODRÍGUEZ TESO, o.c., 101. 1323 A. BRAVO, La Iglesia, casa y escuela de comunión para los pobres, en: Cor XIII, 106 (2003) 109. Este trabajo se citará como Casa. 1324 CARVAJAL, o.c., 49.

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cuanto hizo por mí y los míos. Hoy le reprocho que no se presentara como la familia de Dios»”1325.

Vamos a continuación a tratar con más detenimiento ésta interesante cuestión.

8.7.4.2. Cáritas debe rechazar de una manera absoluta el proselitismo oportunista

El Magisterio de la Iglesia siempre ha sido claro y contundente en este sentido. Ya Pablo VI hablando del ejercicio de la caridad, nos dice: “Un corazón que late al ritmo del corazón de Cristo cuya misericordia hacia las multitudes hambrientas llegaba a descubrir incluso su hambre espiritual. Sin despreciar a los demás sin proselitismos superados”1326.

Juan Pablo II, incide en la misma línea: “El sentido de la caridad requiere que, cualquier intervención de ayuda, socorro y asistencia, se realice con espíritu de servicio y don gratuito, en beneficio del conjunto de las personas, sin segunda intención de eventual paternalismo o proselitismo”1327.

Benedicto XVI, escribe una de las páginas más rotundas sobre la gratuidad del ejercicio de la caridad eclesial: “Además, la caridad no ha de ser un medio en función de lo que hoy se considera proselitismo. El amor es gratuito; no se practica para obtener otros objetivos (…). Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratara de imponer a los demás la fe de la Iglesia” (DCE 31).

Esta enseñanza es recogida por nuestros obispos: “La misión no es sinónimo de proselitismo o colonización (…). El amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio de Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar” (MCC06 2).

Y Cáritas en uno de sus documentos programáticos más importantes, hablando de su labor en el marco de la tarea evangelizadora de la Iglesia manifiesta con rotundidad: Cáritas “no ha de hacer proselitismo”1328.

1325 Ibid., 100. 1326 PABLO VI, Discurso del Santo Padre al Pontificio Consejo “Cor unum” en su Asamblea plenaria (El Vaticano 1972). Este documento se citará como CU72. 1327 JUAN PABLO II, Discurso del Santo Padre al Pontificio Consejo “Cor unum” en su Asamblea plenaria (El Vaticano 1997) nº 2. Este documento se citará como CU97. 1328 CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 21.

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Por último, y recientemente, el Papa Francisco sanciona lo dicho anteriormente: “La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino”1329.

¿Por qué es tan claro y determinante el Magisterio en esta cuestión? Sin duda, porque para que sea lo que es, solo puede estar inspirado en Jesús: cuando Él actúa, lo hace desde la pura gratuidad. No indoctrina a los beneficiarios de las prácticas del Reino –los milagros– sino que desinteresadamente los sana de sus dolencias y les dice “vete en paz”, habilitándolos para vivir con la dignidad de los Hijos de Dios1330.

Esta propuesta de gratuidad de Jesús nos lleva a considerar que, frente a los diversos intereses que pueden crearse ante el ejercicio de la caridad para con los empobrecidos, Cáritas debe ejercer y manifestar en su tarea una generosidad y entrega desinteresada que evite invertir en caridad para que se produzcan beneficios de eclesialización de los empobrecidos1331.

Las señales de que la acción caritativa es gratuita y no busca prosélitos, las podemos observar cuando1332:

a) Es respetuosa con otros proyectos de salvación: otras creencias religiosas.

b) No utiliza al empobrecido:

b.1) Instrumentalizándolo en el propio beneficio del que realiza la acción: buscando únicamente una sensación de satisfacción personal, o de prestigio social, o de justificación de la tarea que se realiza para calmar la conciencia, o como medio de salvación escatológica.

1329 FRANCISCO, Mensaje del Papa en la Jornada Mundial de las Misiones (El Vaticano 2013) nº 4. Este documento se citará como MJMM13. 1330 Cf. A. RODRÍGUEZ TESO, Preñados de esperanza. Sentir pensar y gozar a Dios desde la exclusión (Madrid 2001) 27-28. Este autor pone como ejemplo paradigmático de lo que estamos diciendo la curación del endemoniado de Gerasa: “El endemoniado le suplicaba que le permitiese acompañarlo. Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: vete a tu casa y a los tuyos y cuéntales todo lo que el Señor, por su misericordia ha hecho contigo «Mt 5, 18-19»” (Ibid., 30). 1331 Queremos hacer notar aquí, que para nosotros es un concepto diferente el de evangelización al de eclesialización. Entendemos por eclesialización, la incorporación más o menos forzada, de una persona, a la comunidad cristiana, sin un verdadero proceso de conversión personal. 1332 Cf. CATALÁ, Salgamos, 54; CATALÁ, Contextos, 196-197, 200; POMPEY, o.c., 125; B. ADOUKONOU, Evangelización y caridad, en: AA.VV., CUCM99, 137-140; A. ESTEVE, La identidad cristiana de Cáritas desde la Deus caritas est, en: Cor XIII 123 (2007) 183.

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b.2) Instrumentalizándolo en beneficio de la Institución por la que es atendido: justificación de la actividad (medios humanos y materiales), prestigio social, justificación de subvenciones de las Administraciones Públicas o de empresas del sector privado.

c) No se aprovecha de la situación de vulnerabilidad y debilidad del pobre y excluido para hacer proselitismo.

d) No presiona, condiciona u obliga al marginado a que se sume a ninguna actividad eclesial, ya sea de culto, formación o de otro tipo, y mucho menos, a su incorporación forzosa a la comunidad cristiana.

Dicho, esto, queda claro que la dignidad de la persona no se puede ver conculcada: no se pueden “comprar cristianos” con “atención a sus necesidades”. Dice K. Hackett: “Estamos llamados a ayudar a los demás no porque sean creyentes, o porque puedan llegar a serlo, sino porque nosotros somos creyentes”1333.

Y así se constata en nuestra encuesta: en Cáritas se es sumamente respetuoso con el necesitado y no se lleva a cabo proselitismo alguno: cuando se pregunta a los usuarios de Cáritas si, ésta y sus agentes, han respetado sus ideas sobre la religión, el 94 % responden afirmativamente. Si la pregunta es si le han hablado, sin que lo pida, de Dios, Jesucristo o la Iglesia, tratando de convencerle y sintiéndose presionado, el 86 % contestan negativamente.

Un 6 % de los usuarios piensan que no le han respetado sus ideas sobre la religión y un 14 % piensan que le han hablado de Dios, Jesucristo y la Iglesia, sintiéndose presionados. Hubiera sido interesante poder hablar con estas personas para evaluar el verdadero alcance de sus afirmaciones, pero el hecho de que las encuestas sean anónimas, supuso que no pudiéramos “a posteriori” aclarar esta cuestión. No obstante, queda patente el profundo respeto de Cáritas por los que son atendidos y acompañados por sus voluntarios y trabajadores, y por el rechazo más absoluto que hacen éstos, al proselitismo oportunista en la persona del pobre y excluido, servido por la Institución.

1333 K. HACKETT, Fondos públicos y actividad caritativa católica: cumplir la promesa de la Iglesia en el mundo, en: AA.VV., CUAP03, 59.

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8.7.4.3. Cáritas y la acción socio-caritativa de la Iglesia es, la mayoría de las veces, la puerta de entrada en la Comunidad, para los marginados

Voy a transcribir los testimonios, de dos personas, Toñi y Alfredo, que estando en la cárcel son atenidos por Cáritas y su vida sufre un cambio absoluto. Ambos casos parte de vidas azotadas por la droga, abusos sexuales, delincuencia y un largo camino de sufrimiento y marginación.

Dice Toñi: “Ahora estoy en tercer grado, viviendo en Cáritas gracias al Padre Silvestre, que me tendió su mano como un padre; también todas las chicas responsables del Piso de Acogida, “Vía libre” que me ayudan cada día. En Cáritas me encuentro muy bien, no me falta cariño. Les estoy muy agradecida. Ahora estoy esperando la condicional para poder empezar a trabajar en la hostelería o en la limpieza, que me gusta. Ahora estoy haciendo cursillos en Cáritas y estoy aprendiendo cosas nuevas que me gustan. Estoy aprendiendo a vivir de otra manera y me siento muy feliz”1334.

Nos dice Alfredo: “Conocí al sacerdote, el Padre Silvestre1335, ¡qué descubrimiento!, me sentí escuchado, que interesaba a alguien, que no me señalaba, ¡caramba! ¡incluso me confesé! Y muy a gusto. Recuerdo esa sensación, ese alivio, esa descarga. Algo me decía que iba por buen camino, participaba enormemente en sus homilías, incluso le pedí un Nuevo Testamento en donde leía lo que después oiríamos en la misma (…). Llegué a escribir en una revista de Cáritas porque quería que mi testimonio llegase a más gente, tanto de fuera como dentro de la prisión. Fue entonces cuando hice un gran descubrimiento: la Providencia. Ahora entendí qué grande es la sabiduría del Señor. No me otorgó la libertad que le pedía de rodillas ese primer día, porque lo que realmente necesitaba era la libertad de mi alma, la libertad que, aun estando entre cuatro paredes, ya sentía (…) ¡Como había cambiado todo!, pasé de tener como única compañía a la soledad a disfrutar del amor, que en muy diversas facetas se me presentaba: el buen quehacer del voluntariado de Cáritas …. (…). Hoy en día, estoy fuera, esperando el juicio, pero no salí con las manos vacías, mi alma está fortalecida, sé que no fallaré, mi Fe está renovada y siento que Dios es mi aliado”1336.

En los dos testimonios que hemos recogido se aprecia una conversión del corazón: Toñi siente a Cáritas no como una empresa de servicios sociales, sino como a esa casa acogedora de la que hablábamos en los

1334 VALERO, o.c., 170. 1335 S. Valero es Capellán del Centro Penitenciario de Cuenca y Director de Cáritas Diocesana de Cuenca. 1336 VALERO, o.c., 175-176.

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apartados anteriores; y Alfredo, tras la atención de Cáritas, se adhiere e incorpora a la comunidad eclesial.

No son extraños estos testimonios, aunque, es verdad, que no muy frecuentes. En nuestra encuesta sólo un 16 % se adherían a la Comunidad y Cáritas significaba para ellos la puerta de entrada a la Iglesia.

Así pues, el ejercicio de la caridad eclesial con los más pobres y a la labor que realiza Cáritas con ellos, le es propio, no sólo la tarea de atender sus necesidades más vitales, sino también llevarlo esto a cabo con cercanía y cariño, con amor, así como invitarlos a integrarse en la comunidad cristiana1337.

Esta invitación a que el empobrecido se incorpore en la comunidad eclesial, no debe entenderse únicamente como una oferta directa, sino que forma parte, en la mayoría de las situaciones, de la consecuencia lógica y del desarrollo normal del proceso de evangelización que se inicia con la atención amorosa de las necesidades más básicas del pobre y excluido. Volvemos a señalar que estamos hablando más de “cristificar” y no de “eclesializar”. Ahora bien, en ese camino evangelizador, no puede obviarse, como meta final del mismo, la adhesión a la comunidad cristiana; ni la oferta –cuando se deba, se pueda, proceda y de manera adecuada– de invitar al excluido de una manera directa a incorporarse a la Iglesia.

8.7.4.4. Que los pobres sean acogidos en las comunidades cristianas es labor, de toda la Iglesia y de su acción evangelizadora, no solo de Cáritas

La tarea que lleva a cabo Cáritas en la Comunidad, es una labor que se debe realizar en comunión con la vida y misión de la propia comunidad cristiana, ya que el ministerio de la caridad compete a toda la comunidad eclesial.

El servicio de Cáritas, pues, debe generar espacios de acogida, humanización y encuentro, que reclama la implicación y responsabilidad de todos los miembros de la Iglesia, experiencia comunitaria, para que esta misión del ejercicio de la caridad para con los empobrecidos, no quede como una tarea de unos pocos “especialistas”, mientras que la Comunidad se realiza fuera de esa dimensión diaconal1338.

1337 Cf. POMPEY, o.c., 114-115. 1338 Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 21-22.

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Que los pobres sean acogidos en la Iglesia, es obra de toda la comunidad cristiana1339, por eso dice el Magisterio: “Hemos de construir comunidades acogedoras en las cuales todos los marginados se encuentren como en su casa, con experiencias concretas de comunión que, con la fuerza ardiente del amor –“mirad como se aman” (Tertuliano, Apologético, 39, 7)– atraigan la mirada desencantada de la humanidad contemporánea” (SOMF 3).

Si es tarea de toda la Comunidad, como venimos diciendo, la acogida de los pobres y marginados, en la misma; se debe articular en el seno de la Iglesia local, parroquias y movimientos, una pastoral que vaya suscitando una comunión eclesial accesible y abierta a todos, sobre todo a los excluidos que no forman parte de ella, sin distinciones ni discriminaciones. Comunidades fundamentadas en la gratuidad, tolerancia, diálogo, solidaridad, etc., es decir, en la fraternidad, la comunión y el amor. Y para llevar a cabo esto, se requiere la acción de Cáritas en cada comunidad, que sepa sensibilizarla y acompañarla en esta labor1340

8.7.4.5. Los excluidos tienen derecho a que les llegue el gozo del

Evangelio a través de la labor de Cáritas 8.7.4.5.1. El testimonio de la acción de Cáritas debe estar unido

intrínsecamente al anuncio implícito de Jesucristo, de tal manera que pueda reflejar fehacientemente su pertenencia eclesial, su ser de Cristo, para la evangelización

Afirma el Magisterio: “Las organizaciones caritativas de la Iglesia tienen el cometido (…) a través de su actuación –así como por su hablar, su silencio, su ejemplo– que sean testigos creíbles de Cristo” (DCE 31). Y sigue diciendo de los colaboradores de las organizaciones caritativas católicas: “Por su participación en el servicio de amor de la Iglesia, desean ser testigos de Dios y de Cristo y, precisamente por eso, hacer el bien a los hombres gratuitamente” (DCE 33).

Ya refiriéndose específicamente a los agentes de Cáritas manifiesta: “Los miembros de Cáritas deben dar testimonio del amor de Dios a los pobres” (CIA79 y CIA11) y esto tiene una razón de ser: “Objetivo de los miembros de Cáritas es dar a conocer el rostro misericordioso de Dios Padre” (CU09). Está claro: “Nosotros podremos evangelizar la sociedad y la

1339 Cf. DCE 20. 1340 Cf. MAYA, Exclusión, 46-47.

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cultura de hoy, a condición de que demos testimonio a la vez de Jesucristo y del compromiso por la justicia y el amor que brota de la fe” (PTVA 11).

El testimonio cristiano, es anuncio implícito1341 de Jesucristo ya que permite percibir que es el Evangelio; se ve en él a Cristo y su amor por Dios y el género humano. Es decir, el miembro de Cáritas tiene que hacer visible con sus actitudes y su obrar cual es el camino y vida de Jesucristo. Ellos son mediación de una Presencia y cualquiera de sus actos con los empobrecidos solo adquirirán calidad de signo en la medida que remitan a la vida y acción de ese Otro1342.

Esto ¿lo consigue muestra Institución y sus miembros? Veamos que responden las personas atendidas por Cáritas en nuestra encuesta: en lo referente a reflejar su ser eclesial, el 77 % contestan que Cáritas es de la Iglesia Católica; y a la pregunta sobre “si le parece que el voluntario que le acompaña es seguidor de Jesucristo”: el 63 % responden afirmativamente, el 21 % declaran que no lo saben, y solo un 16 % se manifiestan en sentido negativo.

Podemos asegurar que tras analizar la cuestión, Cáritas testimonia bastante bien su ser eclesial, aunque debe de mejorar este aspecto en el que, sin duda, se puede avanzar considerablemente sin excesiva dificultad. Hemos traído aquí la respuesta por el ser eclesial de Cáritas porque “si la acción caritativa y social fuera realizada o percibida como perteneciente a grupos o instituciones eclesiales que, en su trabajo, no hacen, sin embargo, de la propia Iglesia el sujeto de esa acción pastoral, la Iglesia dejaría de mostrar el verdadero rostro solidario y misericordioso de Dios” (CCA 46).

Y en lo referente a transparentar o actualizar a Jesucristo, el porcentaje hallado de respuestas positivas es muy alto, para una población que por

1341 Hoy en día se consideran similares el anuncio implícito de Jesús y el testimonio explícito de Jesucristo. Veamos la interesante explicación que de esos conceptos da J. Gevaert: “Para casi todos los hijos nacidos en una familia cristiana, el cristianismo vivido diariamente por los padres constituye el primer y más penetrante contacto con el Evangelio. A través de la simbiosis con toda la vida de los padres se asimila también un conjunto de palabras, símbolos, gestos, ritos, celebraciones, actitudes de fe, esperanza y caridad, indicaciones concretas de comportamientos marcados por la fe cristiana… Aunque no se dé una explicación del catecismo ni se digan muchas palabras explícitas sobre Jesucristo, el niño aprende de sus padres convencidos y practicantes muchos elementos esenciales de la fe cristiana. Este testimonio asume principalmente la forma y la función de anuncio implícito del Evangelio. Aunque se acentúen poco los aspectos verbales, se trata de un anuncio cristiano muy eficaz y concreto. También entre los adultos el testimonio cristiano puede cumplir la función de anuncio implícito” (GEVAERT, o.c., 58-59). 1342 Cf. CARVAJAL, o.c., 146.

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diferentes motivos –entre los que hemos destacado el de la rotura o quiebra de la simbólica cristiana– se hace muy difícil dicho reconocimiento.

Debemos además tener en cuenta, que no es posible escindir de la caridad cristiana a Cristo, no se puede hacer abstracción de Él porque ese servicio hacia los empobrecidos proviene de Él, y en Él tiene su fundamento y su raíz. Prescindir de Jesucristo en esta diaconía para con los últimos de la sociedad, comportaría necesariamente alguna desnaturalización y desfiguración de la acción caritativa-social eclesial1343.

Por ello, es absolutamente necesario que el testimonio de la caridad lo sea “explícito de Jesucristo”, ya que este testimonio nos muestra a Jesucristo, que a su vez nos revela al Dios cristiano y dice como es, haciéndolo próximo y creíble, y por ello digno de ser recibido en el acto de fe; colaborando de esta manera en la evangelización de los necesitados y últimos de la sociedad.

8.7.4.5.2. Sin un adecuado testimonio explícito de Jesucristo se corre el riesgo de que el testimonio se agote en quien lo realiza o en la organización que lo lleva a cabo –sin que remita a quien lo fundamenta: Jesucristo, que es el único que libera y salva– obstaculizando de esa manera a la evangelización

El anuncio cristiano se hace en forma de testimonio antes de que llegue la palabra explícita y, luego acompaña a esta, dotándola de veracidad; de la misma manera, que la palabra explica el testimonio. Lo que se anuncia es un hecho, un acontecimiento, no una doctrina, y un hecho se anuncia testificándolo.

Ahora bien, como decíamos en el apartado anterior, el testimonio tiene que reflejar fehacientemente su ser eclesial y, sobre todo, su ser de Cristo.

Nos dice Auxiliadora González con respecto al ser eclesial de Cáritas y su voluntariado: “Cuando alguien es atendido por nosotros, debe saber que es la Iglesia la que le ayuda a pagar los recibos, o le da una ayuda para alimentos, o la ayuda a pagar el alquiler y no Antonio o Patricia”1344. Ya hemos dicho en el anterior apartado, que si la institución eclesial, que sirve

1343 Cf. G. TEJERINA, Dinamismo de la caridad. Teología y espiritualidad de la caridad eclesial, en: Cor XIII 123 (2007) 263. 1344 GONZÁLEZ PORTILLO, o.c., 212.

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a los empobrecidos, no muestra a la propia Iglesia como sujeto de esa acción, está velando el rostro misericordioso de Dios1345.

También es muy significativo un hecho que viví en primera persona: en una visita que hice como director de Cáritas a una parroquia, una voluntaria dijo delante de todos: “Yo ahora soy de Cáritas porque se ha muerto mi marido”. Todos quedamos sorprendidos, parecía que la razón fundamental de su compromiso en la Institución fuera la muerte de su marido. Los que la conocíamos lo entendimos bien, sabíamos de su fe y empeño cristiano. Entendimos que quería decir: "Yo creo en Jesucristo y soy su seguidora, ahora que tengo tiempo tras la muerte de mi marido, quiero dedicar parte del tiempo que me queda libre, en ayudar a los demás por medio de Cáritas”.

Naturalmente que no puede decirlo de una manera tan especificativa, pero algún voluntario y varios usuarios de la Institución que estaban presentes en la conversación, no captaron que “movía” la voluntad de aquella persona. Se debe cuidar el testimonio explícito de Jesús: podía haber dicho: “Yo he sido siempre de Iglesia, por eso….”, “igual que Jesús, lo hacía, ahora que tengo tiempo voy…”. De una u otra manera es necesario transparentar y hacer visible en nuestro “hacer” y en el hablar de nuestro “hacer”, a Jesucristo. Se trata de que el testimonio no se agote en uno mismo o en la organización que lo sostiene o vehiculiza, ya que de ocurrir esto se obstaculiza la evangelización. Se está ocultando el contenido de la evangelización, que no es otro que Jesucristo: “Evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa de Dios, revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo” (EN 26).

8.7.4.5.3. Algunas pistas para una anuncio implícito-testimonio explícito

de Jesucristo, en Cáritas Muchos y variados son los lugares de acogida y donde realiza su labor

Cáritas. Por ello, este apartado no puede, ni pretende ser una “receta” que de solución a lo que legítimamente se quiere lograr. Se trata tal como se expone en el enunciado, de proponer algunas pistas que puedan orientar, en cada caso particular, como hacer de la mejor manera un adecuado anuncio explícito de Jesucristo a los usuarios de la Institución.

También es posible, que algunas sugerencias que aquí se indican, puedan no solo no ser aplicables en un determinado proyecto o situación,

1345 Cf. CCA 46.

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sino que no se deban llevar a cabo. Por eso, todas ellas, sin excepción, necesitan de la reflexión y el discernimiento pastoral adecuado antes de aplicarlas para valorar su oportunidad.

Se trata, en definitiva, de expresar la fe de una manera natural y cotidiana en el ejercicio de la caridad con los empobrecidos: manifestar la identidad creyente y sus señas, sin llegar a la propuesta verbal explícita de Jesucristo.

Debemos tener en cuenta, que lo que no se expresa en la propia vida va dejando de existir, no solo para las demás personas, sino también para aquel que no lo pone de manifiesto.

Pasamos a sugerir algunas propuestas indicativas1346:

• Colocar signos religiosos –especialmente el crucificado– en sitios visibles de los locales de Cáritas, ya sea en salas de acogida, despachos, lugares de reunión, talleres, locales de proyectos, etc. No se trata, obviamente, de llenar todo de imágenes religiosas como si se tratara de un museo, una capilla, o una sala de exposiciones, se pretende simplemente mostrar claramente la identidad de la Institución y de los miembros que formar parte de la misma.

• El miembro de Cáritas tampoco debe avergonzarse u ocultar los signos cristianos que pueda llevar: cruces, anillos, libros religiosos, la Biblia, carpetas de materiales de Cáritas, etc.; y debe mostrarlos con naturalidad en su relación con los usuarios de Cáritas. No nos referimos a enseñar los signos ostentosamente, ni portar los libros como se traslada el Evangelio en una procesión litúrgica. Se trata de no esconderlos y llevarlos con sencillez.

• No ocultar la relación existente entre la vida cotidiana y la litúrgica, es decir, cómo influye la liturgia en la existencia de cada miembro de Cáritas: especial consumo responsable en Navidad, ayuno solidario en Cuaresma, alegría en Pascua, etc.

• En cualquier intervención de Cáritas, el voluntario o técnico, debe manifestar una objeción radical a un planteamiento anticristiano: acciones delictivas, consumo de drogas, violencia de género, el aborto. Debe explicar, así mismo, las razones evangélicas de su toma de postura ante esa determinada situación. 1346 Nos ha servido de inspiración lo que al respecto dice García de Andoin en: C. GARCÍA DE ANDOIN, El anuncio explícito de Jesucristo (Madrid 1997) 92-93. Este trabajo se citará como Explícito.

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• Explicar al usuario de Cáritas, si es oportuno y necesario, el por qué de un determinado criterio en la Institución, y además, si está basado en el Evangelio, le aclarará que no solo es razonable sino coherente, con lo que se cree y con lo que guía el “hacer” de la Institución.

• En determinados proyectos y locales de Cáritas, puede ser necesario en algún momento hacer oración comunitaria para aquellos que lo deseen, lógicamente en un lugar adecuado que no fuerce la libertad de quien no quiera hacerlo. También se puede favorecer los momentos de oración para otras creencias religiosas. No olvidemos, que no propiciar estos espacios oracionales, hace que neguemos los mismos a aquellos agentes y usuarios de Cáritas que anhelan orar y amputamos, de alguna manera, ese desarrollo integral del que tanto se habla y en el que se encuentra recogida la dimensión espiritual.

• No tener reparos en que en una conversación de un agente de Cáritas con un usuario de la misma, pueda emplear un lenguaje cotidiano religioso al que está acostumbrado: ¡Dios mío! ¡Ve con Dios! No se pretende inventar, o provocar este tipo de expresiones o lenguaje, se trata de no autocensurarse.

• El agente de Cáritas no está obligado en su relación con el usuario de la Institución, a ocultar su vida religiosa: debe hablar con naturalidad y cuando sea oportuno –no a la fuerza– de su grupo eclesial, de su parroquia, la vida que hace en estos ambientes; o bien, de una actividad puntual que va a realizar o ha hecho: “Me voy a misa”, “vengo de dar catequesis”, “voy a rezar”.

• Si el voluntario es preguntado por un usuario sobre la razón o el fundamento de por qué hace esa labor en Cáritas, aquel debe contestarle de una manera rotunda –si es así– “por el seguimiento de Cristo”, dejando de lado cualquier otra causa, que lógicamente debe tener un rango motivacional mucho menor que el que hemos expuesto.

Una vez enumeradas todas estas “indicaciones”, se debe tener en cuenta, que el mayor testimonio explícito de Jesucristo que puede hacer el miembro de Cáritas es el de expresar en toda su acción una inmensa ternura, misericordia y amor hacia el empobrecido que es acompañado. Este amor, es el que da significación y sentido a todas las indicaciones que hemos propuesto anteriormente. De esta manera, el servicio amoroso da inteligibilidad a los signos y al testimonio, y estos explicitan a su vez el Amor.

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8.7.4.6. Cáritas debe "saber dar razón de nuestra esperanza" (1 Pe 3,15) cuando así lo demanden los empobrecidos

8.7.4.6.1. No hacer proselitismo, no significa que Cáritas, no pueda o no deba anunciar explícitamente a Jesucristo

Recientemente el Papa Francisco nos ha dicho: “La Iglesia –lo repito una vez más– no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado” (MJMM13 4). “Podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabamos siendo una ONG asistencial pero no la Iglesia (…) cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio”1347.

Si además, y tal como venimos diciendo a lo largo de este trabajo, hay que considerar a la persona en su totalidad, teniendo en cuenta todas sus dimensiones, no podemos obviar “la dimensión no material (es decir, espiritual) de las personas necesitadas”1348.

Debemos tener en cuenta que “el Evangelio del amor de Dios por nosotros, así como la llamada a participar en Jesús y en el Espíritu, en la vida del Padre, son un don destinado a todos los hombres. (…) Sobre todo a los marginados de la sociedad” (SOIL 28). “En efecto, al llevar ayuda a quien está hambriento, enfermo, sólo, al que sufre, no hay que descuidar la íntima aspiración que palpita en toda criatura humana de encontrar y conocer a Dios”1349.

En el apartado anterior en el que hemos tratado el tema de que Cáritas debe rechazar de una manera absoluta el proselitismo oportunista, no queríamos decir, ni hemos dicho, que Cáritas no deba hablar de Dios: el mismo texto que prevenía a la Institución para que no fuera un medio para realizar proselitismo, no afirma que no se hable de Dios: “Esto no significa que la acción caritativa deba, por decirlo así, dejar de lado a Dios y a Cristo (…). El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios” (DCE 31).

1347 FRANCISCO, Homilía del Papa en la Santa Misa de clausura del Cónclave (El Vaticano 2013). Este documento se citará como HoFran. 1348 P.J. CORDES, Presentación, en: AA.VV., CUAP03, 4. 1349 JUAN PABLO II, Discurso del Santo Padre al Pontificio Consejo “Cor unum” en su Asamblea plenaria (El Vaticano 2003) nº 2. Este documento se citará como CU03.

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Juan Pablo II –desde un claro no al proselitismo– nos decía: “Es preciso no tener miedo de asociar la palabra de Cristo a las actividades caritativas, sin acudir al pretexto del respeto a las convicciones de los demás. No es caridad auténtica dejar a los hermanos fuera de la verdad; no es caridad alimentar a los pobres o visitar a los enfermos, llevándoles recursos humanos, pero negándoles la palabra que salva”1350.

Por ello, afirmamos junto a F. Chica: “Anunciar a Jesucristo es el mayor servicio que la Iglesia puede hacer a los hombres, a los de hoy como a los de cualquier otro tiempo. Y este anuncio de Cristo Salvador debe ir de una manera privilegiada destinado a los pobres”1351. Creemos, pues, que Cáritas no debe obviar esta parte de la evangelización.

8.7.4.6.2. Los pobres y marginados tienen necesidad y derecho a que se

les anuncie explícitamente a Jesucristo “Toda persona de nuestro tiempo, lo sepa o no, tiene necesidad de este

anuncio” (VD 91). Al anunciar a Cristo, el evangelizador está convencido de que existe ya en la persona receptora del mensaje, una espera, aunque sea inconsciente, por reconocer la verdad sobre Dios y sobre el sentido de la vida1352.

Pero es algo más que necesidad lo que tienen los pobres, atendidos por Cáritas, es derecho al anuncio: “Toda persona tiene derecho a escuchar la «buena nueva» de Dios, que se revela y se da en Cristo, para realizar en plenitud la propia vocación” (RM 46). "Los primeros que tienen derecho al anuncio del Evangelio son precisamente los pobres, no sólo necesitados de pan, sino también de palabras de vida” (VD 107).

En nuestra encuesta, a la pregunta de: “Si usted lo ha pedido le han hablado de Dios, Jesús o la Iglesia” un 40 % contestan afirmativamente, un 41 % no se han planteado dicha cuestión, pero un 19 % sí que lo han demandado y no han obtenido respuesta. Es decir, ese 19 % tenían derecho al anuncio de Jesucristo, o a hablarles sobre la Iglesia o Dios, y no han obtenido respuesta por parte de los agentes de Cáritas. Es un pequeño porcentaje, pero al ser un derecho, adquiere una importancia valorativa extraordinaria. Una sola persona que pida el anuncio de Jesucristo, y no se le ofrezca, estará Cáritas, y sus miembros, obstaculizando la evangelización; 1350 JUAN PABLO II, Discurso a los obispos de la región italiana de Emilia-Romagna, en visita “ad limina apostolorum” (El Vaticano) nº 5. Este documento se citará como DIS91. 1351 CHICA, o.c., 841. 1352 Cf. RM 45.

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y por tanto, no siendo fieles al “ser” y el “hacer” de la Institución, deformando su esencia y misión: ya que Cáritas es la Iglesia y su vocación-misión es la evangelización, su identidad más profunda.

8.7.4.6.3. El anuncio de Jesucristo es responsabilidad de todos los

bautizados y, por ello, de los miembros de Cáritas Todos los cristianos tienen la responsabilidad de transmitir lo que, a su

vez han recibido por la Gracia; ya que no sólo son destinatarios de la revelación divina, sino que eso precisamente los convierte en anunciadores de Cristo1353. Es pues, “necesario que cada cristiano se sienta llamado a esta tarea –anuncio y de la transmisión de la fe– que la identidad bautismal le ha confiado” (SOIL 119).

Todo el que recibe amor quiere darlo, el que ha sido hecho partícipe de la alegría de la salvación de Dios está obligado a comunicarla para que otros puedan sentirla. Una experiencia gozosa de este tipo no puede ser vivida egoístamente, sino que demanda ser compartida con otros para que participen en ella el mayor número de personas posibles1354.

Cada cristiano, y por ello cada miembro de Cáritas, debe asumir de un modo personal el imperativo de la misión: la acción evangelizadora, que aunque es obra de la Iglesia en su conjunto, en realidad es llevada a cabo a través de la acción apostólica de cada uno de sus componentes, allí donde se hallen. Y los agentes de la Institución que están acompañando al empobrecido, hace falta que sean mediación de Jesucristo, para que los desfavorecidos puedan encontrarse con Él.

Una mediación que comprende el testimonio y el anuncio, explícitos de Jesucristo, que es misión recibida –“Id pues y hacer discípulos a todas las gentes” (Mt 28, 19)– y que se debe cumplir: “¡Ay de mí si no lo anunciara!” (1Cor 9, 16).

Pero ante todo, el anuncio de Jesucristo, más que mandato y temor a no realizarlo, es amor que se desborda: si el cristiano en su experiencia de fe, cree que Jesús el Señor es lo mejor que le ha pasado en su vida, y que es lo único que le da felicidad existencial; entonces, esa vivencia no puede ser callada. Si junto a ella y por ella, nace un amor apasionado por el prójimo y misericordioso por el que nada tiene, como ocurre en los voluntarios y contratados de Cáritas, éstos, seguro que no pueden, ni deben, dejar de 1353 Cf. VD 91 y 94. 1354 Cf. ANDRADES, o.c., 65.

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ofrecer a los usuarios, lo mejor que tienen, lo único que puede colmar su dicha: la posibilidad de conocer y amar a Jesús el Señor, el único Salvador del género humano1355.

Desde este presupuesto, y sabiendo que el anuncio explícito no suple la iniciativa de Dios, que en todo caso la vehiculiza, y que no obliga la libertad de la persona, ya que no fuerza a la fe, al destinatario del mismo; cabría que nos preguntáramos ¿cuál es la razón para que cualquier cristiano o agente de Cáritas abdique de esta responsabilidad, aun sabiendo que es oportuno llevarla a cabo y no se enmarca en lo que se denomina proselitismo? Y a partir de esta cuestión surgen las siguientes: ¿no es importante para él, realizar el anuncio de Jesucristo? o ¿es el miedo a ser inoportuno, rechazado, o a no saber realizarlo? La decisión de anunciar a Jesucristo, quizá se aclara con la siguiente pregunta dirigida a uno mismo: ¿qué hubiera pasado en mi vida, si no me hubieran ofrecido la posibilidad, mediante su anuncio explícito, de tener acceso a la persona de Jesucristo?1356

Indudablemente la respuesta que encontremos, llevará a solucionar las otras cuestiones, superar dificultades y reencontrar el compromiso apostólico, que se ha recibido con la recepción del Bautismo, y el ardor para la misión evangélica, robustecido con el sacramento de la Confirmación; todo ello alimentado en la Eucaristía.

8.7.4.6.4. Algunas indicaciones para realizar el anuncio explícito de Jesucristo

a) Ser conscientes de la importancia del anuncio explícito en el proceso evangelizador.

A lo largo del capítulo, en el que hemos reflexionado sobre la relación existente entre la labor que realiza Cáritas con los pobres y su evangelización, hemos podido constatar que ni mucho menos todo es anuncio explícito de Jesucristo, pero es verdad, que sin la acogida de este anuncio y del Dios que en él se revela, difícilmente la labor que lleva a cabo la Institución y sus miembros, será reconocida como el amor del Dios de Jesucristo que se da por medio de Cáritas, a todo el género humano, pero de una manera preferencial a los más pobres, sufrientes y desvalidos.

1355 Cf. G. LEAL, La misión de los cristianos laicos en favor de los empobrecidos, en: CorXIII 106 (2003) 188. Este trabajo se citará como Laicos. 1356 Cf. PRAT, Antropología, 233-235 y 285.

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Hemos de tener en cuenta que “el anuncio tiene la prioridad permanente en la misión: la Iglesia no puede sustraerse al mandato explícito de Cristo; no puede privar a los hombres de la «buena nueva»" (RM 44).

Una buena noticia porque el hombre y la mujer de todos los tiempos se sienten amados y salvados por Dios: “La evangelización debe contener siempre –como base, centro y a la vez culmen de su dinamismo– una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios” (EN 27).

Aquí radica la importancia del mismo1357: sólo por el anuncio explícito de Jesucristo se ofrece la salvación y se da el amor de Dios como gracia y misericordia. Y este amor que se ofrece, cambia la vida de quien lo acoge.

b) Proclamación breve y clara del anuncio explícito1358.

El anuncio tiene como objetivo suscitar la inquietud religiosa y el interés por la figura de Jesucristo, por ello, debe ser realizado de una manera breve, clara y siendo fiel al contenido del mismo: Jesucristo, es Hijo de Dios que se ha hecho uno de nosotros –por ello es Dios y hombre verdadero– para liberarnos de todo lo que nos oprime y darnos así la felicidad; con su vida, muerte y resurrección nos ha abierto el acceso a Dios y por medio del Espíritu Santo nos ayuda para seguir sus pasos en esta vida.

La proclamación, aunque debe tener, en cuenta a todo el anuncio, hará notar más unos aspectos que otros del mismo, teniendo en cuenta las especiales circunstancias y consideraciones de las personas a las cuales va dirigido el mismo.

Generalmente, el aspecto liberador de Jesucristo, es muy tenido en cuenta por los excluidos. También su capacidad de acoger sin reservas para la salvación, así como, ser fuente de felicidad si se le sigue.

c) El anuncio explícito se realiza desde la encarnación que da lugar a un proceso diagonal.

“La fe se transmite, por así decirlo, por contacto, de persona a persona, como una llama enciende otra” (LF 37): solo desde la cercanía, el acompañamiento, la convivencia, se puede producir entre el agente y el usuario de Cáritas, un proceso diagonal en el que tenga lugar el anuncio explícito de Jesucristo.

1357 Cf. CARVAJAL, o.c., 73-74. 1358 Cf. Ibid., 77-78; 154.

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Esta relación cercana seguramente puede hacer posible que ambos interlocutores salgan del anonimato y se vaya manifestando lo que en verdad consideran que da sentido y valor en los acontecimientos que comparten; estamos hablando de que se produzca en ambos, agente y usuario, un proceso personal de desvelamiento mutuo; que los hace pasar del comentario de un hecho puntual o narración de una anécdota, a adentrarse en la densidad de la vida, donde la persona se siente inclinada a expresar sus convicciones y compartir sus anhelos1359.

Este diálogo seguramente puede conducir a que se planteen interrogantes y cuestiones profundas sobre el sentido de la vida, existencia de Dios, que el no creyente se cuestione su “no fe” y la confronte con la fe de su interlocutor.

Nos dice J.C. Carvajal: “La humildad en la comunicación, la sencillez en sus expresiones y la narración de su experiencia en primera persona serán la llave que pueda abrir el corazón del no creyente y llevarle a interrogarse, ahora sí, sobre sí mismo y sus propias experiencias”1360.

Posiblemente este es un momento adecuado de realizar el anuncio explícito de Jesucristo, ahora bien, eso no significa que el creyente, el voluntario de Cáritas deba ser el protagonista; dicho de otro modo: sus palabras van a señalar más a Jesucristo y él, sólo es reflejo de la acción salvadora que Jesús ha realizado en su persona.

d) Actitudes que caracterizan la práctica del anuncio explícito1361. Se debe realizar la proclamación de Jesucristo desde el amor a quienes

se dirige el anuncio, realizando un testimonio explícito de Jesús que resulte significativo, junto a los empobrecidos, creyendo en lo que se anuncia, desde la humildad en el ofrecimiento y la debilidad por el “tesoro que llevamos en vasijas de barro” (2Cor 4,7), con fervor y valentía ante el ambiente, y por último, con esfuerzo pero con gratitud por la tarea recibida.

8.7.4.6.5. El anuncio explícito del Evangelio también es caridad El anuncio explícito del Evangelio también es caridad, porque

fundamenta la dignidad de la persona en su raíz más profunda y le ofrece

1359 Cf. Ibid., 71. 1360 Cf. Ibid., 72. 1361 Cf. GARCIA DE ANDOIN, Explícito, 56-57.

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sentido y esperanza, a la vez que crea fraternidad y promociona la convivencia y el desarrollo de todo el género humano1362.

Si la caridad consiste en amar como Jesús nos amó, transmitir su mensaje no es solamente dar información a alguien, por muy importante que esta sea, sino también, el descubrimiento de las raíces de la propia dignidad de la persona: el anuncio de Jesucristo nos revela un Dios amor que nos crea por amor, y que es enviado por el Padre para nuestra salvación; que invita a los hombres y mujeres de todos los tiempos a que le sigan, creando así fraternidad; y a que estos se conviertan y trabajen por la implantación del Reino de Dios en nuestra sociedad, contribuyendo así a la promoción, convivencia y desarrollo de nuestro mundo. Pero Jesús con su muerte y resurrección nos ha abierto el acceso a Dios, lo que da sentido y esperanza a todas las personas.

Sin embargo, para que el anuncio explícito del Evangelio sea significativo, debe ir acreditado por el ejercicio de la caridad hacia los más pobres; de tal manera que esta acción caritativa social ejerza así, una función hermeneútica sobre el anuncio. Por otra parte, el anuncio de Jesús explícita el servicio de la caridad con los desvalidos. El anuncio explícito de Cristo y la acción caritativa social eclesial se coimplican mutuamente al servicio de la persona humana,

8.7.4.6.6. Cáritas contribuye a la evangelización de los empobrecidos, con el ejercicio y animación de la caridad en la comunidad cristiana: mediante el testimonio explícito de Jesucristo, siempre; y su anuncio explícito, sólo cuando se den las condiciones adecuadas para proclamarlo

Cáritas es consciente de que debe mejorar y encontrar acciones pastorales, que ayuden en la evangelización de las personas que son atendidas por sus técnicos y voluntarios, así se manifiesta en la ponencia marco de su 60 Asamblea general: “Se constata la necesidad de mejorar nuestra atención a la «dimensión trascendente de la persona» (nos referimos a las personas que atendemos). Se trabaja desde el testimonio, la calidad de la acogida, el acompañamiento; pero no existe en nuestras comunidades tanta creatividad para buscar, de manera sistemática, qué cauces usar para despertar la dimensión de la trascendencia. Necesitamos, por tanto, mirar armónicamente a la persona y considerar que tiene hambre de pan y sed de Dios: la caridad evangélica sana, cura y salva. La acción caritativo-social 1362 Cf. Jn 13, 12-17; PRAT, Ministerio, 231; PRAT, Dimensión, 140-141; ALTABA, RMA6, 51-52.

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levanta al caído, socorre al inmigrante, recupera la autoestima de una mujer maltratada…, pero ha de ser una acción abierta a Aquel que libera, salva radicalmente. Jesucristo mira integralmente a la persona y esto es lo que debemos hacer nosotros como Cáritas. Cáritas debe tener muy presente a la totalidad de la persona”1363.

El ejercicio de la caridad eclesial es parte constitutiva de la evangelización. Hoy en día, creemos, que son muy pocos los cristianos que no se atreverían a suscribir esta afirmación.

Esta unanimidad se debilita cuando se trata de ver la aportación específica que tienen que hacer, Cáritas y las demás instituciones eclesiales, cuya actividad fundamental es la atención a los pobres y excluidos, a la evangelización1364. Por un lado está la opinión mayoritaria de quienes sostienen que la contribución de estas instituciones a la evangelización es implícita, no se necesita, ni se debe hacer anuncio explícito de Jesucristo; el propio ejercicio de la caridad que realizan, considerado en una globalidad más amplia junto a la dimensión evangelizadora y litúrgica, que no alcanzan propiamente a los marginados, conformaría y contribuiría a una pastoral de conjunto con la que se llevaría a cabo la evangelización.

Esta postura recuerda y asume la dificultad de realizar una evangelización, que respete y cumpla las diversas etapas del proceso, en un ambiente fuertemente descristianizado y en el que se ha roto la “simbólica cristiana”.

Por otra parte, otros opinan que lo dicho anteriormente no es evangelizar, es llevar a cabo una buena acción eclesial, que en todo caso no hay duda que se debe hacer, pero que no hay verdadera evangelización si no se anuncia explícitamente a Jesucristo. Consecuentemente, Cáritas y todas las organizaciones de la Iglesia que atienden a los marginados, deben anunciarles a Jesucristo, eso si, desde el respeto más exquisito, para no realizar proselitismo.

Nuestra aportación en esta cuestión, es integradora: optamos por una nueva vía que une las dos anteriores. Creemos honestamente que las dos tienen razones argumentativas suficientes, pero estamos en contra la exclusión que cada una hace de la otra.

Consideramos que Cáritas cuando atiende a los excluidos, aliviando su sufrimiento y recomponiendo sus vidas fracturadas, estos, son

1363 CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 114. 1364 Cf. LEAL, Laicos, 176.

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evangelizados: se insertan en un proceso de conversión generalmente lento y progresivo en el que algunos se adhieren al mensaje y seguimiento de Jesucristo y se integran en la comunidad eclesial. Todo el camino que emprenden y sus diferentes etapas son, y es, evangelización.

Ahora bien, en ese proceso de acompañamiento, el marginado siente y desea, en ocasiones, desde las cuestiones vitales que le suscita su existencia y la de otros –muchas veces el testimonio del agente de Cáritas– que le hablen de Dios, del sentido de la vida.

En este momento, desde el derecho que tiene el empobrecido a que le anuncien a Jesucristo, desde el deber que tiene el agente de Cáritas como bautizado a realizarlo, sin proselitismos1365, y llevándolo a cado de una manera correcta y adecuada1366, entonces sí, hay que proclamar claramente y sin miedo a Jesucristo. No podemos ni debemos olvidar, que el anuncio explícito de Jesucristo también, y sobre todo, es caridad.

1365 Ver punto 8.7.4.2 de este mismo trabajo. 1366 Ver punto 8.7.4.6.4 de este mismo trabajo.

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9. TREINTA Y UNA DIRECTRICES OPERATIVAS SOBRE

LA IDENTIDAD Y MISIÓN DE CÁRITAS

Después del recorrido efectuado en los capítulos anteriores, podemos elaborar ahora una serie de directrices operativas. Se trata de hacer un elenco justificado de aquellos aspectos de Cáritas –como diaconía eclesial, signo de credibilidad de la Iglesia y sobre el lugar que ocupa en el proceso evangelizador– que consideramos esenciales para su justa comprensión.

Con ello, pretendemos construir un marco reflexivo que contribuya a que Cáritas sea fiel a la misión recibida: ser dimensión diaconal de la caridad eclesial, es decir, expresión del amor preferencial del Dios de Jesucristo por los empobrecidos.

Este mismo marco conceptual, expondrá, como Cáritas siendo fiel a la misión que ha recibido, contribuye decididamente a la credibilidad eclesial, es decir, pone de manifiesto la continuidad no sólo histórica, sino teológica entre el acontecimiento de Cristo y la acción que realiza de amor hacia los pobres y excluidos de la sociedad. De esta manera sugiere la presencia de Jesucristo en ella, que es lo que quiere atestiguar, manifestando su credibilidad y presentando como verídica la Revelación.

Todo ello contribuye a establecer con precisión el lugar de Cáritas en el proceso evangelizador, es decir, la posible recepción positiva, por parte de un destinatario, del testimonio de la acción caritativa y social de Cáritas. Nos estamos refiriendo a la primera aceptación positiva de la revelación cristiana por parte de una persona que percibe a Dios en esa tarea.

Aunque en todo momento planteamos un discurso teórico, debemos hacer notar, que el mismo, no carece de encarnación ni de la experiencia vivida: parte de una sólida encuesta realizada tanto a agentes de Cáritas como a usuarios de la Institución, así como, a colectivos de creyentes y no creyentes que no están implicados en las labores de Cáritas, pero que observadores de la misma, exponen su opinión desde diferentes puntos de vista sobre dicha acción, contribuyendo al enriquecimiento de nuestra reflexión. Además no debemos despreciar la experiencia, de quien esto

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suscribe, de más de diez años de servicio en diferentes cargos directivos en Cáritas1367.

Nuestra aportación novedosa en muchos aspectos, como corresponde a todo intento investigador, se ha apoyado y ha tratado de recoger, no obstante, la reflexión realizada por muchos teólogos, ya sea en la revista Corintios XIII, en los documentos programáticos de Cáritas, o bien, en monografías, libros y ponencias a Congresos o Jornadas.

Con ello, hemos querido ser fieles a la rica reflexión teológica que nos precede y que ha ido poniendo de manifiesto y desarrollando la identidad y la manera de “hacer” de Cáritas. Todo ello a la luz de las afirmaciones doctrinales del Magisterio de la Iglesia, a propósito de los temas tratados en nuestro trabajo.

Pero si hemos sido fieles al “pasado” somos conscientes que este trabajo no puede ni debe considerarse como un punto y final sobre las cuestiones que aquí se tratan. Muy al contrario, creemos y nos gustaría que estuviera cargado de “futuro”, que supusiera un acicate y un impulso para posteriores reflexiones que quisieran profundizar sobre los temas aquí analizados.

Si el texto que presentamos está sustentado sobre el “pasado” y cargado de “futuro”, aspiramos humildemente a que en el “presente” tenga una aplicación práctica que anime en cada comunidad cristiana el ejercicio de la caridad con los empobrecidos y últimos de nuestra sociedad. De tal manera que contribuya a la clarificación, renovación y promover un nuevo impulso de la acción caritativa-social en Cáritas y consecuentemente en nuestra Iglesia.

La presentación del capítulo en forma de “directrices operativas” quiere subrayar la unidad de cada una de ellas. De hecho pueden ser estudiadas independientemente y desarrolladas en sus implicaciones. Pero debemos notar que es el conjunto de todas ellas quien compone, de una manera armoniosa, lo que es Cáritas como dimensión diaconal de la Iglesia que es, y lo que eso supone para realizar fielmente la misión recibida y a la que es enviada.

1367 Director de Cáritas Diocesana de Zaragoza (2000-2004), Vicepresidente de Cáritas Aragón (2004-2006), Presidente de Cáritas Aragón (2006-2010), Miembro del Consejo General de Cáritas Española (2006-2010), Vicepresidente de la comisión de comunicación de Cáritas Española (2008-2010).

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1ª Directriz operativa: Cáritas es el organismo oficial de la Iglesia para la acción caritativa-social, en sus diversos niveles: parroquial, diocesano, regional-autonómico y nacional

Cáritas Española es la Confederación oficial de las entidades de acción caritativa y social de la Iglesia Católica en España, cuya dirección corresponde a la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española.

Existen Cáritas a nivel parroquial, diocesano y regional-autonómico. Cada Cáritas diocesana y regional-autonómica –miembros de la Confederación de Cáritas Española– tiene su propio estatuto jurídico en su ámbito territorial y gozan de plena autonomía.

Sin embargo, y a pesar de la implantación de Cáritas en todos los niveles de la Iglesia, la referencia eclesial de esta Institución ha de ser su realización la Comunidad particular. Es en cada diócesis en comunión con el obispo, donde Cáritas encuentra su lugar dentro de la Iglesia.

Por ello, Cáritas no es en la diócesis una organización optativa, ni una sucursal de una organización supradiocesana. Es, más bien, un ministerio pastoral con el que el obispo promueve y garantiza autorizadamente la responsabilidad de su Iglesia particular en la promoción, armonización y actualización de la acción socio caritativa.

Las Cáritas de todos estos niveles tienen un objetivo general y común que es irradiar la caridad y la justicia social; y ciertamente, para realizar este servicio es necesario organizarse: “La Iglesia nunca puede sentirse dispensada del ejercicio de la caridad como actividad organizada de los creyentes” (DCE 29). Ahora bien, atendiendo al objetivo señalado, la organización no tiene sólo una fundamentación “práxica” o de responder a las necesidades en diferentes niveles y diversas situaciones, sino que la Comunidad cristiana tiene que tener expresamente la dimensión de la caridad, para ser cauce del amor cristiano y hacer presente y actual el amor del Dios de Jesucristo. Tenemos pues ante nosotros, una fundamentación teológica de la estructura organizativa de Cáritas, que no se debe, únicamente, a responder de una manera adecuada a las necesidades de diferente tipo y dimensión.

Por último, señalar, que Cáritas debe revisar periódicamente su organización –por otro lado, tan necesaria– de tal manera que ésta no suponga un obstáculo para que lleve a cabo su ministerio, su acción caritativa-social con los empobrecidos, que constituye lo esencial de su misión.

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2ª Directriz operativa: el fundamento del ser de Cáritas y la fuente de su acción es el amor del Padre que se nos ha comunicado en Cristo por la efusión del Espíritu

Existe Cáritas, ante todo, porque el Espíritu del Padre, que ungió al Hijo para anunciar el Evangelio a los pobres, sigue suscitando en la Iglesia el amor a los pobres.

Así pues, podemos afirmar que el ser y la misión de Cáritas están radicadas y nacen, de la fecundidad de Dios Padre, del seguimiento y contemplación de Cristo Jesús y de la acción del Espíritu.

El amor que anima la misión de Jesús entre los hombres es el que el Hijo experimenta en la unión íntima intratrinitaria. Reconocer ese amor significa para Jesús inspirar su acción en la misma gratuidad y misericordia de Dios, misericordia liberadora de pobres, marginados y pecadores.

Para que Cáritas realice su misión, es necesario, pues, que sus miembros se configuren con Cristo, que aprendan a vivir como Jesús vivió y a amar como Él amó, De esa manera, entroncados en el amor Trinitario, mediante la mediación de Jesucristo, serán prolongación en la historia del mismo estilo de vida de Jesús de Nazaret y manifestación-actualización del amor del Dios de Jesucristo.

Pero esa comunión con Cristo, no es posible sin el Espíritu Santo: la función del Espíritu es conducir a las personas a Cristo y hacer de ellas otros Cristos, hoy. Ser en Cristo por el Espíritu, es la vocación de bautizado. Ser como Cristo por el Espíritu, es la tarea de todo creyente. Hacer de Cristo, por el Espíritu, alguien contemporáneo a todos los hombres, es la misión de todo cristiano.

Esa es la fuerza interior que mueve a los agentes de Cáritas para realizar su servicio. El Espíritu que ungió a Jesús para enviarlo a anunciar el Evangelio a los pobres, conduce a los miembros de Cáritas hacia la misión de continuar la obra salvadora de Jesucristo, entre los últimos de la sociedad.

3ª Directriz operativa: Cáritas servicio misericordioso para con el

prójimo, como consecuencia del seguimiento de Cristo Dios se nos revela como apasionado por el destino y los sufrimientos de

sus criaturas y como disposición a padecer y compartir sus dolores y

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angustias. Esa manera de “ser” de Dios la designamos como misericordia y encontró su máxima realización en Jesús de Nazaret que en su proexistencia acoge al que se encuentra abandonado, eliminando las barreras de la exclusión y marginación. La vida de Jesús está jalonada de gestos y opciones que luchan contra la pobreza con una misericordia que se hace solidaria. Jesús anuncia la misericordia del Padre, pero sobre todo la vive: la misericordia de Dios se hace real en Jesús. Las situaciones de pobreza, necesidad y dolor humano, producen en Él un profundo sentimiento de conmiseración y de afecto: se le conmueven las entrañas, experimenta una honda compasión.

La misericordia cristiana consiste en el fondo en encontrarse con Jesucristo en la persona del empobrecido y de quien sufre. De ahí que esta no sea principalmente una cuestión ético-moral, sino de fe en Cristo, de encuentro con Cristo y de seguimiento de Cristo.

Cuando Cáritas actúa desde la compasión, nos permite acceder a su “ser” más genuino y profundo: la misericordia como participación del Dios cristiano, y también ser prolongación del mismo como entrega de su amor gratuito que se ofrece a quienes no tienen más que su pobreza. En ello se hace concreto el seguimiento de Cristo.

Cáritas debe vivir por tanto de la misericordia y para la misericordia: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36). Misericordia no es un sencillo sentimiento sensiblero, es pasión, es sentir-con, compadecer-con, es volcarse desde el corazón herido sobre la miseria y el sufrimiento humano, para compartirlo, interiorizarlo y erradicarlo si se puede. Es la misericordia, lo que define y manifiesta mejor al Dios de Jesucristo y lo que debe definir, mover y caracterizar a Cáritas.

4ª Directriz operativa: no hay verdadera Cáritas sin la acción del Espíritu y su servicio no es auténtico sin vida en el Espíritu

Desde el punto de vista cristiano, los hombres y mujeres “espirituales” son aquellos que están llenos del Espíritu de Cristo y lo están de una manera viva y constatable, puesto que la fuerza y vida de ese Espíritu invade todos su ser e impregna todas sus acciones; de esta manera, Dios se hace presente de una forma singular en y entre los hombres.

Para que Cáritas sea lo que tiene que ser y fiel a la misión encomendada –“expresión” del amor preferencial de los creyentes y de la comunidad cristiana por los pobres como manifestación y actualización del amor del Dios de Jesucristo por los empobrecidos y marginados– debe ser dócil y

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acoger en su entraña al Espíritu, para que siendo transformada por Él, opte de una manera radical por el Evangelio de Jesús y se guie por el criterio de la caridad que lleva el amor hasta las últimas consecuencias: estar dispuesto a sufrir y entregar la vida, des-vivirse para que otros tengan vida.

Para Cáritas y sus agentes, el ejercicio de la caridad implica o debe implicar, tener una profunda experiencia de sentirse amado por Dios. Su amor nace de Dios y se nutre la vivencia, de sentirse hijo amado por Dios. Por eso la caridad es “don recibido y ofrecido” (CIV 5): en primer lugar recibido y desde esa experiencia, amor ofrecido.

Esta experiencia del amor de Dios es la que capacita a Cáritas y sus miembros para amar al prójimo y descubre algo muy importante: que lo prioritario en el ejercicio de la caridad es el amor, y que todos los que sirven y trabajan en este ámbito están llamados a “ser instrumento de la Gracia para difundir el amor de Dios” (CIV 5).

De esto deducimos que si Cáritas se cierra a la acción del Espíritu, será una mejor o peor ONG o empresa de servicios sociales, pero no será fiel al fundamento que la sostiene y a la fuente que la envía a la misión. Como dice V. Altaba, parafraseando a K. Rahner: “Cáritas o será mística o no será”.

5ª Directriz operativa: Cáritas expresión externa de la entraña

misma eclesial, es dimensión constitutiva de la Iglesia La actividad caritativa-social de la Iglesia pertenece a su mismo ser: “La

caridad no es una especie de actividad de asistencia social, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia” (DCE 25).

El ejercicio de la caridad no es la mera suplencia de aquellas necesidades que no estén atendidas por la administración, ni por la sociedad, sino algo que brota de su mismo ser Iglesia, habitada y movida por el Espíritu Santo para continuar la presencia y la obra de Cristo en el mundo, manifestando así el amor de Dios a los hombres.

Si Cristo revela el amor de Dios para los hombres, la Iglesia unida a Él está llamada a vivirlo y manifestarlo: la Iglesia ha recibido el ministerio de la caridad que propiamente sólo pertenece a Cristo y así, aquella, se convierte en dimensión constituyente de la misma.

La acción caritativa-social eclesial como dimensión constitutiva de la Iglesia, tiene su origen en Cristo como forma interna de la existencia y de su

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ser eclesial, y requiere expresarse en formas de existencia y actuaciones históricas plurales, entre las que se encuentra como más representativa, aunque no excluye otras formaciones, Cáritas.

Así esta Institución, con esa doble vertiente de estar radicada y nacer del amor de Dios de Jesucristo y en su actuación histórica, puede considerarse como dimensión constitutiva de la Iglesia, participando de la dimensión caritativa-social eclesial o diaconal eclesial.

Si además podemos afirmar –que la Iglesia entera está presente en cada diócesis y que todas las diócesis hacen la Iglesia– la especial presencia diocesana de Cáritas como organismo oficial eclesial para la actividad caritativa-social y ministerio pastoral con el que el obispo promueve y garantiza el ejercicio de la caridad en su Iglesia particular, así como, su ser diaconal eclesial: expresión del amor preferencial de la comunidad cristiana por los pobres, que le hace ser algo más que una organización eclesial, es decir, que es la misma Iglesia en el ejercicio de la caridad; podemos concluir que Cáritas, expresión externa de la entraña misma de la Iglesia, es dimensión constitutiva de la misma.

6ª Directriz operativa: la persona, en tanto poseedora de la máxima

dignidad posible, se torna en eje y centro fundamental de la acción de Cáritas

Dios crea todo por amor, que brota de su mismo ser, y que por ser esencialmente amor tiende a comunicarse. En este proceso de autocomunicación de Dios a lo no divino, el hombre ocupa un puesto excepcional entre todas las criaturas pues ha sido creado a “imagen y semejanza del Hacedor”.

Así pues, el ser humano, imago Dei, es el señor y centro de toda la creación y por haber sido hecho a semejanza de su Creador, tiene la dignidad de persona, es decir, que no es solamente algo, sino alguien, que es capaz de conocerse, de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado por la Gracia a una alianza con su Hacedor, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar: sólo él está llamado a participar por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado como imagen del Creador y ésta es la razón fundamental de su dignidad.

Estos principios teológicos y antropológicos son la base sobre la que se asientan todas las afirmaciones fundamentales, las opciones y las características que forman el cuerpo del modelo de acción social de Cáritas.

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Por ello, el “hacer" de esta Institución tiende en todo momento a ayudar a la persona a vivir de acuerdo a su dignidad y a desarrollarse en toda su integridad, en reconocer su valor y su dignidad inviolable e inalienable.

Y esto lo realiza Cáritas desde una triple perspectiva: primero, teniendo en cuenta que estar al servicio de la dignidad de la persona, supone estarlo al servicio de su desarrollo integral, de las múltiples dimensiones constitutivas del ser humano: física, psicológica, espiritual, etc. No satisfacer las necesidades que se asientan en el todo integral que es la persona, hace que quede comprometida su dignidad.

En segundo lugar, la atención de Cáritas se basa también en poner en valor las potencialidades y capacidades de los empobrecidos, aunque estas no estén desarrolladas o se encuentren muy condicionadas por la realidad concreta que le toca vivir al excluido. Por tanto, comprende a la persona necesitada desde sus posibilidades y no desde sus carencias o negatividades.

Y por último, esta conciencia de la dignidad, que posee toda persona, da a los agentes de Cáritas un talante tal, que les impide utilizar al pobre en función de ninguna circunstancia personal, comunitaria o institucional. Es más, esta manera de ver al marginado, hace que para los miembros de Cáritas, el excluido no sea un mero dato sociológico o el objeto de su acción, sino que es el lugar en el que Dios se hace presente, se revela e interpela, el lugar en el que se puede encontrar a Dios, amarle y acceder a Él.

7ª Directriz operativa: la acción de Cáritas ha de integrarse en la pastoral de conjunto

Es imprescindible un engranaje de la labor de Cáritas con el resto de la tareas eclesiales y con el conjunto de la Comunidad; ya que aquellas actividades que no se inscriben con claridad en el proceso general de la acción evangelizadora de la Iglesia, corren el riesgo de aislarse y desligarse de la comunión eclesial que las debe sustentar.

Palabra, culto y caridad no son acciones yuxtapuestas. Entre el anuncio de la Palabra, la celebración litúrgica y el testimonio de la caridad existen fuertes vínculos de modo que ninguna de estas tres dimensiones debe caminar por su cuenta con criterios excluyentes.

Todas se complementan, se dan sentido y conforman la tarea eclesial que es una. Así la Eucaristía se traduce en fraternidad y servicio que a la vez le otorga fuerza salvífica en el presente de nuestra historia. La catequesis y

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la reflexión teológica iluminan la acción, pero también se nutren de los signos de los tiempos que desvelan la acción de Dios y de su Espíritu en el mundo y en la historia.

Por ello, Cáritas y su acción, han de tener necesariamente una referencia a ese “ser Iglesia” que anuncia a Jesucristo, que celebra la fe y sirve al pobre y marginado, ya que es la comunidad cristiana el sujeto al que el Señor confió la misión de evangelizar. No basta afirmar que es en la Iglesia donde se realiza la tarea diaconal, hay que llegar a descubrir y manifestar que es la misma Iglesia la que la realiza.

Así pues, el ejercicio de la caridad que lleva a cabo Cáritas ha de integrarse en la pastoral de conjunto. Es condición necesaria para que la Comunidad exprese su compromiso con los empobrecidos.

8ª Directriz operativa: la "Lectura Creyente de la Realidad", es la metodología fundamental que emplea Cáritas en su modo de actuar

Para los creyentes, la realidad es el lugar donde Dios se revela a la humanidad. Por eso, hacer un análisis de la realidad responde a un interés firme de conocer la voluntad de Dios sobre nosotros, que tiene o presenta una traducción o expresión intrahistórica o intramundana.

Partimos, pues, del convencimiento de que la persona humana es un ser histórico que vive y desarrolla su experiencia de vida y de fe en el interior de la realidad; y de que la lectura creyente de esa realidad elabora una metodología para relacionar la vida cotidiana de las personas con el proyecto que Dios tiene sobre ellas y la realidad en la que se mueven existencialmente.

Entendemos por "Lectura Creyente de la Realidad", recurriendo a la definición que R. Prat hace de la misma: aquella acción personal y comunitaria eclesial encaminada a observar la realidad a partir de los hechos concretos en sus interrelaciones y sus causas más profundas, tratando de averiguar si la realidad que estamos observando está encaminada adecuadamente hacia el proyecto que tiene Dios sobre la historia; para así, y según el diagnóstico realizado, incidir sobre la realidad para transformarla a través de una acción consciente y consecuente, comprometida y evangelizadora, hacia la fraternidad evangélica que brota de la filiación divina.

La "Lectura Creyente de la Realidad" que realiza Cáritas presenta una serie de elementos que vamos a señalar a continuación:

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a) Observa y analiza la realidad para definir las situaciones de pobreza y exclusión, tipología de las mismas y conocer los grupos con mayor riesgo de sufrir empobrecimiento. Así mismo, trata de descubrir las causas que generan marginación social. Esto lo realiza desde los Servicios de Estudios Sociales y Observatorios de la Realidad Social.

b) En un segundo momento Cáritas trata de descubrir los signos de esperanza presentes en los hechos cotidianos, para articular en ellos parte de su acción.

c) Desde el discernimiento evangélico de los retos y signos de esperanza, Cáritas parte de unos principios que son los de la Doctrina Social de la Iglesia que aportan los elementos que se precisan para valorar las realizaciones humanas; y formula unos criterios que orienten su acción:

• El servicio amoroso-misericordioso para con el prójimo: manifestación del “ser” más genuino y profundo de la Institución como participación del Dios cristiano y como prolongación del mismo como entrega de su amor.

• El seguimiento de Jesucristo como la forma en que Cáritas hace operante su servicio.

• Trabajando por la justicia: actuando sobre las estructuras sociales de pecado que producen pobreza y exclusión y realizando la denuncia y el anuncio proféticos.

d) Cáritas elabora unas líneas de acción, partiendo de los principios y criterios orientadores de la anterior fase, conformando directrices, que encaminan la reflexión e interpretación evangélica y teológica de la realidad, en un proceso en marcha hacia del Reino de Dios.

Cáritas presenta las siguientes propuestas generales de su actuar:

• Desde la acogida incondicional de las personas, Cáritas trabaja desde las capacidades y potencialidades de los usuarios, acompañando procesos.

• Cáritas es animadora de la acción socio-caritativa de la comunidad eclesial.

• Sus acciones deben de ser significativas: signos e instrumentos del Reino de Dios.

• Cáritas, es espacio de encuentro para personas llamadas a ser instrumento de la Gracia para difundir el amor de Dios.

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• La formación es parte fundamental del ser, el hacer y el saber hacer de Cáritas.

e) El siguiente paso es que verifique en la praxis, lo realizado. f) Por último, valorar periódicamente los resultados –ya que la reflexión

sobre sus acciones es tarea permanente de Cáritas– para aprender de los aciertos y de los errores.

9ª Directriz operativa: los principios de la Doctrina Social de la

Iglesia portan los elementos que se precisan para que Cáritas valore las realizaciones humanas

La Doctrina Social de la Iglesia, a través de sus principios, sirve a la acción de Cáritas como orientadora en la adaptación de las exigencias del ejercicio de la caridad a las condiciones culturales, sociales y económicas de cada época y le permite valorar y discernir la acción caritativa-social que realiza.

Por ello, la acción de Cáritas debe siempre salvaguardar y promover los valores que la Doctrina Social de la Iglesia presenta como fundamentales en el compromiso social de los cristianos: la dignidad de la persona humana, en el que cualquier otro principio encuentra su fundamento; los derechos humanos como expresión social de esa dignidad humana; el bien común, fundamento del orden sociopolítico, la solidaridad como principio inspirador de un nuevo orden social, económico y político, desde el empeño por el bien común; el destino universal de los bienes que deben llegar a todos justamente; la subsidiariedad para que toda institución, asociación, organización, grupo o estamento, pueda llevar con autonomía todo aquello para lo que se encuentra capacitado, sin impedimento ni suplantación por otra instancia superior, salvo en la coordinación que está prevista en el juego social; y la participación consecuencia característica del anterior principio.

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10ª Directriz operativa: Cáritas trabaja por la justicia, denunciando las condiciones sociales injustas que excluyen a las personas del pleno ejercicio de su dignidad y propone el anuncio de la Buena Noticia del Reino de Dios, incidiendo y afectando a las estructuras sociales pecaminosas con la intención de cambiarlas en aquellas que transforman las relaciones humanas que favorecen la inclusión social

La injusticia es la principal causa de la pobreza, generadora a su vez de otras causas que también actúan en la génesis de la misma. Por eso, constatando su valor etiológico en la aparición de la marginación, le plantea a Cáritas la necesidad de erradicarla a base de luchar por la justicia.

La justicia a la que nos referimos, no lo es solamente en el aspecto legal, sino ético y sobre todo profético: en la Biblia para los profetas, la justicia significó –más que referirse a una justicia distributiva– la defensa de los derechos humanos de todos los hombres, en especial de los más débiles.

Es necesario manifestar claramente, que por sí sola la justicia no basta, más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza profunda que es el amor; por ello, Cáritas está llamada a superar la justicia humana mediante la caridad; pero sabe bien, que la justicia es la condición indispensable para el ejercicio de la caridad: no hay caridad sin justicia, ni justicia sin caridad.

Dios no quiere mantenerse en silencio ante la injusticia, por ello, Cáritas, no puede ni debe callar ante las injusticias y tiene la misión profética de denunciar la violación de la dignidad humana, especialmente la de los pobres.

Pero no solo debe hacer la denuncia, sino también el anuncio profético: la denuncia descubre las causas de la injusticia, pero el anuncio ofrece soluciones ante los problemas detectados. Ambos aspectos se necesitan y son inseparables: la denuncia sin anuncio conduce a la violencia y el pesimismo, y el anuncio sin denuncia corre el peligro de caer en la ingenuidad.

Pero la lucha de Cáritas por la justicia quedaría sin efecto, si no tratara de incidir y afectar a las estructuras sociales injustas-pecaminosas con la intención de cambiarlas en estructuras de justicia y paz desde la finalidad del Reino de Dios que tiende a transformar las relaciones humanas para favorecer la inclusión social.

Por ello, desde la justicia, Cáritas opta por la transformación de manera integral, acompañando personas, animando comunidades, haciendo anuncio

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y denuncia profética y contribuyendo a la eliminación de las estructuras sociales de pecado que crean pobreza y exclusión.

11ª Directriz operativa: Cáritas trabaja desde las capacidades y potencialidades de las personas acompañando procesos, para posibilitar la participación de los pobres en su propia inclusión social y, que así, se sientan sujetos y protagonistas de su futuro

Íntimamente unido al acto de acompañar y previo a él, está el de acoger. Son dos actitudes estrechamente relacionadas: con la acogida se ama a alguien por lo que es en sí mismo; el acompañamiento nos lleva a andar junto a los demás, compartiendo cuanto tenemos y somos.

La acogida de Cáritas forma parte de su manera de “ser”, recorre transversalmente toda su acción y sus actividades; pero toma “carta de naturaleza” en todos sus puntos de “acogida”, allí donde se recibe al que demanda ayuda y está necesitado. Esta significa para Cáritas tener empatía con el que sufre, escuchándolo y aceptándolo incondicionalmente. Supone considerar al empobrecido como el centro de la acción a desarrollar y como protagonista de su proceso de inserción, confiando en sus recursos y potenciándolos; desde ese caminar uno al lado del otro.

El acompañamiento es el método de acción por el que opta el modelo de acción de Cáritas y que consiste en acompañar los procesos de crecimiento de las personas y comunidades, lo cual centra la atención más en los “itinerarios” que en las “metas”.

Acompañar consiste más en “estar” que “hacer”, no puede suplir la acción del otro, pero tampoco es una mera espera pasiva, es más bien: sugerir, escuchar, animar, convivir.

Esta acción parte de la situación en la que se encuentra el sujeto y de sus posibilidades y capacidades, para que se comprometa en la mejora de su situación y se produzca en él un proceso de personalización. Ahora bien, en este paso, el excluido debe sentirse apoyado, sabiendo que alguien va a su lado hacia el mismo destino y que forma parte de un “proyecto” que es común. Y esta es la labor de Cáritas, de sus voluntarios y trabajadores.

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12ª Directriz operativa: Cáritas es animadora de la acción socio-caritativa en la Iglesia, siendo lugar de encuentro de la comunidad cristiana para un mejor servicio a los empobrecidos

Es cierto que Cáritas tiene que atender muchas necesidades, pero lo más importante que tiene que hacer es sembrar en la comunidades cristianas el espíritu de misericordia, es decir, integrar la animación de la comunidad eclesial en el servicio a los empobrecidos.

Por ello, Cáritas es la “catalizadora” de la caridad de toda la Comunidad llamada a vivir como Cristo vivió y amó; haciendo que todos los creyentes tomen conciencia de que el ejercicio de la caridad no es tarea de unos cristianos especialmente interesados en este servicio, sino que es un eje vertebrador transversal de toda acción de y en la Iglesia.

La animación de la Comunidad hace recordar a todos sus miembros que el servicio a los pobres es un elemento esencial de la identidad de la Iglesia.

Por todo lo dicho, podemos afirmar que hay Cáritas fundamentalmente porque hay comunidad cristiana, no sólo porque haya pobres.

Desde esta perspectiva, Cáritas es la expresión de un ministerio constitutivo de la Iglesia y sus voluntarios deben sentirse enviados en el seno de la propia Comunidad para ser manifestación y testimonio del amor de Dios a los marginados.

Un servicio de los agentes de Cáritas que aunque es propio de ellos, también lo es con la misma carta de naturaleza y derivada de ella, de la propia comunidad eclesial, ya que el servicio para con los excluidos debe ser obra de toda la Iglesia.

De esta manera, el agente de la acción caritativa-social de Cáritas lo es la Iglesia entera y Cáritas está llamada a animar aquellos procesos que provoquen un movimiento de conversión en las distintas comunidades eclesiales y en sus componentes para que asuman su responsabilidad en el servicio a los empobrecidos.

Y la acción de Cáritas, por ser esencialmente acción eclesial y de toda la comunidad cristiana, debe tener en cuenta la coordinación de actuaciones, que no puede está ausente, dando lugar no sólo a un planteamiento estratégico, sino teológico: se alumbra la comunión eclesial.

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13ª Directriz operativa: las acciones de Cáritas deben de ser significativas: signos e instrumentos del Reino de Dios

Las acciones significativas de Cáritas son aquellas que no se agotan en sí mismas, sino que trascienden y van más allá de sus realizaciones y de sus pretensiones instrumentales dejando traslucir procesos de personalización, liberación y salvación, que remiten a una utopía que trasciende cualquier esfuerzo humano, poniendo de manifiesto la presencia del Reino.

De esta manera, Cáritas, construye espacios, no necesariamente geográficos, donde despliega procesos humanizadores de construcción de la comunidad y la sociedad, regidos por la lógica del Reino de Dios.

Así anuncia que Dios tiene un proyecto para el género humano; y este anuncio, por serlo, desvela aquello que dificulta la plena realización del proyecto del Reino, es también, pues, denuncia profética; y manifiesta que estas acciones significativas que realiza la Institución se enmarcan en la corriente profética de la denuncia y el anuncio.

Por último, estas acciones que realiza Cáritas al estar impregnadas de valores alternativos que sugieren la construcción de una sociedad basada en los valores evangélicos, se convierten en puntos de referencia y en caminos abiertos que invitan a otras personas y organizaciones a trabajar en favor de la construcción del Reino de Dios.

14ª Directriz operativa: la raíz del compromiso para el voluntario de Cáritas se encuentra en Cristo y su actividad no sólo expresa buena voluntad, sino que es vocación y misión

Podemos decir que el amor entre las personas está fundamentado en el amor a Dios; la razón de la caridad fraterna se sitúa en el ámbito de la paternidad de Dios y de la filiación del creyente. El amor al prójimo es, por tanto, la consecuencia del amor de Dios: “Si Dios nos amó así, también debemos amarnos los unos a los otros” (1Jn 4,11). La experiencia de ser amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos; nos da la posibilidad de regalar ese amor recibido gratuitamente.

El amor de Dios manifestado en Jesucristo no es únicamente el punto de referencia o el modelo de amor cristiano, sino que es la “fuente de la caridad” de la que fluye el amor con el que debemos y podemos amarnos los unos a los otros.

Este amor fraterno es de hecho el amor de Dios que se hace nuestro, un amor que se hace preferencial por los más necesitados. Por eso, cuando este

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amor es derramado en la ayuda a los pobres y excluidos, los voluntarios de Cáritas están entregando el propio corazón a Cristo, para que en ellos y por ellos, Él siga manifestando su amor a los hombres y mujeres de hoy.

Nos referimos pues a un voluntariado en Cáritas, hecho con un espíritu de entrega a Cristo en los pobres, que contribuye a hacerlo presente en el tiempo y en el espacio testimoniando su misión liberadora y salvífica.

Este voluntariado enraizado en Cristo radicaliza cualquier forma de voluntariado, al dotarle de una narrativa de entrega radical al otro, la narrativa existencial de Jesús Nazaret.

Por eso, el voluntario de Cáritas, es una persona que es llamada a este servicio desde su identidad y compromiso cristiano por el Dios de los pobres para, junto a Él y con Él, servirle en la diaconía a los más empobrecidos. Estamos manifestando claramente, que el voluntariado en Cáritas es ante todo y por encima de todo, vocación.

Pero la vocación no solo consiste en ser llamados, contempla la respuesta, es decir, el voluntario tiene que ser una persona que quiere ser y es servidora de los pobres a imagen de Jesús, siguiéndolo y haciendo de su vida una vida para los demás.

Por ello, el voluntario de Cáritas, no solo es una persona vocacionada, sino llamada a la misión.

En el voluntariado de Cáritas la vocación se expresa en la misión y la misión autentifica y da veracidad a la vocación. Se establece, pues, una relación necesaria y de circularidad entre ambas.

15ª Directriz operativa: la formación como parte fundamental del

ser, el hacer y el saber hacer de Cáritas La necesidad de formación para los agentes de Cáritas es necesaria, ya

que la realidad social se va haciendo muy problemática y la intervención caritativa-social altamente compleja.

Pero no es el hacer o saber hacer, quien primero la reclama, sino más bien el ser: la formación e identidad en Cáritas se coimplican, existe entre ambas un flujo bidireccional, si bien, podemos considerar la identidad como la que inicialmente configura, da forma y contenidos, a la formación y ésta posteriormente da consistencia a la identidad.

Por eso, en esta relación dialógica identidad-formación, el carácter primordial le corresponde a la identidad ya que la formación se configura

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desde el ser y lo que está llamada a hacer la Institución. A la vez una formación así concebida se orienta a facilitar y profundizar la identidad de Cáritas en su ser y hacer.

En lo referente al hacer y saber hacer, Benedicto XVI dice refiriéndose a Cáritas: “Por lo que se refiere al servicio que se ofrece a los que sufren, es preciso que sean competentes profesionalmente: quienes prestan ayuda han de ser formados de manera que sepan hacer lo más apropiado y de la manera más adecuada (…). Cuando trabajan en las instituciones caritativas de la Iglesia deben distinguirse por no limitarse a realizar con destreza lo más conveniente en cada momento, sino por su dedicación al otro con una atención que sale del corazón, para que el otro experimente su riqueza de humanidad. Por eso dichos agentes, además de la preparación profesional, necesitan también y sobre todo una formación del corazón” (DCE 31).

Por ello, las características de la propuesta formativa de Cáritas son: desde una lectura creyente de la realidad de los pobres; que incida en el desarrollo de todas las dimensiones (afectiva, intelectual, social, religiosa, etc.) de la persona, teniendo en cuenta que ésta es el eje y centro de la acción de la Institución; trabajando las aptitudes-actitudes de empatía con el objeto de formar en la relación de ayuda a los demás desde una clave evangélica; que los agentes se formen en lo técnico y en lo espiritual, de tal manera que la enseñanza sea integral; una formación en reciprocidad, se recibe para darla y viceversa; desde el acompañamiento de procesos; y que tiene que ser transformadora haciendo personas libres, en sociedad y que se sientan alcanzadas por la salvación.

La labor formativa de Cáritas, no sólo tiene esta dimensión “ad intra” de la propia organización, sino que es muy importante su labor “ad extra” en la Comunidad: Cáritas debe jugar un papel relevante en el esfuerzo formativo, para lograr que la comunidad eclesial reflexione sobre las implicaciones que conlleva el ejercicio de la caridad, y situar a todos en un proceso pedagógico que acierte a combinar el conocimiento crítico de la realidad, las distintas técnicas de intervención social y el cultivo de un talante personal y comunitario entrañablemente solidario. Así se descubre que uno de los medios más importantes para la animación de la comunidad cristiana que lleva a cabo Cáritas es, sin lugar a dudas, la formación.

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16ª Directriz operativa: Cáritas debe fomentar la sensibilización de la sociedad sobre las circunstancias de las personas en situación de exclusión social y sus causas, así como trabajar junto con otros organismos, instituciones o entidades no católicas, para buscar en común la inclusión social de los marginados

La sensibilización que debe llevar a cabo Cáritas en la sociedad, consiste en dar a conocer la realidad de los empobrecidos, para que los ciudadanos pueden tomar conciencia de las necesidades y problemas de los marginados; y también mostrar las oportunidades de mejora para aquellos. Se trata de despertar sentimientos y desarrollar actitudes críticas sobre la exclusión y que esto motive a las personas a implicarse en una acción de mejora de nuestro mundo y de aquellos que carecen de los mínimo para llevar una vida digna.

Ahora bien, no se trata solo de sensibilizar a la sociedad, sino de, trabajar “en red” con otras organizaciones, teniendo la Institución presente, que en el mundo de la pobreza y exclusión no es la única que interviene: existen otros grupos de creyentes y no creyentes, que también lo hacen, así como el conjunto de las Administraciones Públicas.

En la realidad sufriente de la marginación, cada organización aporta su estilo particular y su manera específica de hacer, lo que supone en muchas ocasiones una dificultad para trabajar en común. No obstante, Cáritas, cree que los principios de subsidiaridad, participación, solidaridad, enmarcados en una actitud de diálogo y encuentro colaborador, que no excluye la crítica y la denuncia, son los elementos que han de articular ese encuentro con otros agentes.

Este trabajo “en red” con otras organizaciones, es dar un paso cualitativo sobre la mera coordinación, es decir, que las relaciones entre los intervinientes se deben hacer igualitarias, corresponsables y complementarias; sin que nadie renuncie a su propia identidad. Ahora bien, este trabajo en común debe someterse siempre a discernimiento evangélico, es decir, se suspenderá si los valores del Evangelio son conculcados.

17ª Directriz operativa: Cáritas debe hacerse presente en los

contextos de pobreza y marginación Jesús desde su nacimiento en un establo, hasta su muerte en la cruz entre

ladrones, nos muestra un Dios-hombre que transita por los márgenes sociales cargando con el dolor de los que sufren. Cuando muere desciende a los infiernos, al reino de la muerte, para dar vida.

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La presencia de Cáritas y sus agentes en los márgenes sociales lleva implícita la lucha contra toda manifestación de pecado y de muerte que se da en estos contextos y en la sociedad que los genera y sostiene; tal como hizo Jesús de Nazaret, que pasó haciendo el bien y curando. Y este combate exige emplear las misma armas que Jesús el Cristo: el amor, el perdón, el ejercicio de la misericordia y hasta la entrega de la propia vida.

Los miembros de Cáritas deben, pues, descender a los “infiernos” con compasión, justicia y amor, para “sacar” y “ascender” a los hermanos que se encuentran atrapados en ese mundo. De la misma manera que Cristo descendió allí para llevar vida a los muertos, Cáritas debe articular nuevos modelos de vida y organización social que libere y salve a los empobrecidos.

Este encarnarse donde hay pobreza y sufrimiento, es la manera de que los miembros de Cáritas implicados en esta lucha se conviertan en verdaderos testigos de la resurrección, y que esta triunfe, gracias al Espíritu de Dios, que levanta a los muertos.

18ª Directriz operativa: Cáritas debe impulsar la comunicación cristiana de bienes en la comunidad eclesial

El libro de los Hechos de los Apóstoles, nos relata la práctica generalizada de la comunicación de bienes entre los primeros seguidores de Jesús, y aunque muestra cierta idealización, señala muy bien el proceder que debe llevar a cabo toda aquella comunidad que quiera denominarse cristiana. Además no es un ideal incumplido, sino que, constituyó una práctica que realizaron los primeros cristianos, no sólo en el interior de cada comunidad, sino también entre las mismas.

Todo ello respondía a construir una Iglesia como Jesús quería, que se debe caracterizar por la necesidad del compartir, hasta el punto de que no haya en ella ningún necesitado, como signo del proyecto de Dios para el mundo.

Por ello, Cáritas es expresión del amor de la propia comunidad de los creyentes, de una manera más general y a la vez concreta, y como aportación específica a la Iglesia, cuando dentro de la dinámica de vida de la propia Institución anima el compartir fraterno entre sus miembros y cuando estimula y sensibiliza a la propia comunidad cristiana a que establezca en las relaciones entre sus miembros y comunidades, la mutua comunicación cristiana de bienes como signo visible del Reino de Dios.

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La comunicación cristiana de bienes animada por Cáritas, no debe quedarse en la propia comunidad eclesial, sino que debe tener una traducción externa hacia los no cristianos e increyentes. El orden de priorizar la comunicación de bienes en los diversos niveles, se modificará según el grado de pobreza e indigencia que haya en los mismos: será atendido en primer lugar, quien menos tenga y más lo necesite.

19ª Directriz operativa: Cáritas, atendiendo a la dimensión universal de la caridad, debe intensificar la comunión y la solidaridad con las sociedades más empobrecidas del Tercer Mundo

La vocación universal de la caridad en la Iglesia, es, sobre todo, una exigencia de Amor: encuentra su fundamento en la paternidad de Dios que alcanza a todos sus hijos y los hace hermanos; por lo que los cristianos están llamados a amar al estilo de Dios Padre, que los impulsa a un deber de solidaridad, de justicia social y de caridad universal que abrace y envuelva el mundo entero.

Esta exigencia del Amor se desprende, así mismo, del propio Jesucristo: “El hijo de Dios viene a llamar a todos, a salvar a todos” (IP 16). Su vida y palabra nos señalan el camino: la parábola del Buen Samaritano sigue siendo el criterio de comportamiento y muestra de la universalidad del amor que se dirige al necesitado.

Por eso, la exigencia del amor de Cáritas, se fundamenta y extiende a todos los hombres y mujeres, por ser hijos de Dios y hermanos en Cristo, todos.

Desde esta perspectiva la universalidad del amor hace que Cáritas se sienta llamada a traspasar los límites de sus propios espacios para acercarse a todos los pobres de la tierra, de modo especial, a los que soportan las mayores necesidades; que se abra a las exigencia del amor fraterno a los pueblos del Tercer Mundo, no sólo en los casos de emergencia sino en la ayuda permanente al desarrollo.

La dimensión universal de la caridad lleva a Cáritas a desarrollar acciones locales de cooperación internacional en clave de construir unas relaciones internacionales más justas.

No obstante, en sus trabajos a nivel local, siempre ha de tener en cuenta la capacidad de incidencia que estos tienen en otras áreas geográficas, para respetar así esta dimensión universal del ejercicio de la caridad. Es decir,

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que no solo se atiende esta dimensión cuando se actúa en otros países, sino en las labores llevadas a cabo en el propio país.

20ª Directriz operativa: Cáritas, enraizada en la Eucaristía, que es el sacramento de la caridad, se convierte en su expresión concreta.

Cáritas y sus agentes (voluntarios y trabajadores) desde su vivencia eucarística, deben cultivar su configuración con Cristo servidor y con su vida entregada para la salvación del mundo. De esa manera Cáritas encuentra en la Eucaristía la fuente y el alma de su servicio a los empobrecidos y verifica en la praxis la unidad indisoluble entre Eucaristía y acción caritativa-social.

Esta unidad se expresa en el marco de la celebración eucarística con el simbolismo de la fracción del pan: de la misma manera que en la fracción del pan se da Jesucristo a todos, así se debe “repartir Cáritas”. Y en el “podéis ir en paz” se hace la invitación activa a la entrega total a los demás: llevar la paz de Cristo, el servicio de Cristo a todos; ya que si Jesucristo se ha dado y repartido en la fracción del pan; aquellos que eucarísticamente han entrado en comunión con Él, deben entregarse a los demás y especialmente a los pobres y excluidos de nuestro mundo.

Por ello, cuando Cáritas se reparte como pan partido se cumple lo que dice de ella Benedicto XVI: “Cáritas en sus diversos ámbitos desarrolla el precioso servicio de ayudar a las personas necesitadas, sobre todo a los más pobres. (…) Inspirándose en la Eucaristía, que es el sacramento de la caridad, se convierte en su expresión concreta; por ello merece todo encomio y estímulo por su compromiso solidario en el mundo” (Sc 90).

21ª Directriz operativa: Cáritas signo por excelencia de la

sacramentalidad de la Iglesia La vocación y misión de la Iglesia es ser “instrumento de la unión con

Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Con ello, el Concilio Vaticano II nos reenvía al misterio mismo de la Santísima Trinidad: la comunidad eclesial tiene su origen y es signo del amor divino: por amor, el Padre envió a su Hijo para salvar a la Humanidad; el Hijo en perfecta comunión con el Padre, amó a los suyos hasta dar su vida, reuniendo a los hijos dispersos. Con el envío del Espíritu Santo, la Iglesia se presenta ante el mundo con el fruto de la comunión y caridad divina. La Iglesia “pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

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(LG 4) es convocada por el Señor para que viva el amor y la fraternidad, y permanezca fiel a su vocación y misión en tanto en cuanto significa y actualiza el amor gratuito de Jesucristo en el servicio al pobre y excluido.

De esta manera, el servicio eclesial se reviste de un carácter sacramental y manifiesta la realidad teándrica de la Iglesia. Del mismo modo que la humanidad de Jesucristo fue sacramento del encuentro de la humanidad con Dios, y al mismo tiempo revelación de la misericordia del Padre, así su sacramentalidad se prolonga en la Iglesia gracias a su compromiso con los últimos de la sociedad y de este mundo.

Así como la Iglesia es “sacramento universal de salvación” (LG 48) Cáritas que es la Iglesia misma en el ejercicio de la caridad con los pobres y marginados, participa de la condición sacramental de ésta. Lo que equivale a considerar a Cáritas como signo por excelencia de la sacramentalidad de la Iglesia y portadora de la salvación de Dios en Cristo, por la práctica del mandamiento nuevo expresión de la comunión eclesial y la fraternidad en el amor de Dios.

El hecho de que la Iglesia sea sacramento de salvación del mundo, querida por Dios, hace más exigente la necesidad de que Cáritas transparente y haga visible en sus estructuras y en su acción el mensaje y vida de lo que la Iglesia es portadora en lo que al amor preferencial por los empobrecidos y últimos de la sociedad se refiere, es decir, que sea signo veraz y manifiesto de la sacramentalidad de la Iglesia.

22ª Directriz operativa: Cáritas sólo puede comprenderse como diaconía de la Iglesia en función de la realidad que ella misma anuncia y significa al género humano: el amor preferencial de Dios hacia los más pobres

La opción por los pobres encuentra su raíz más firme y duradera, para los cristianos, en su opción por Dios Padre de todos, revelado por Jesús, y que como experiencia vital y fundamental, es interiorizada en los creyentes por la acción del Espíritu.

Así pues, la opción de los creyentes por los pobres tiene su fundamento último en Dios mismo. Es de naturaleza teologal: el creyente experimenta esta opción como una práctica del seguimiento de Jesús, animada por el Espíritu; es hacer lo que Él hizo, es realizar su misión, es llevar a cabo la misión de la Iglesia de anunciar la Buena Noticia a los pobres intentando acercar la llegada del Reino de Dios para ellos y, desde estos para todos.

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Si la razón última de la existencia de Cáritas es ser expresión del amor preferencial de Dios por los pobres, de esta manera Cáritas verifica una de las realizaciones fundamentales de la diaconía eclesial: ser signo e instrumento del amor de Dios hacia los más necesitados de la sociedad, no en abstracto sino en las condiciones concretas y reales de las Iglesias locales.

Si el signo diaconal por excelencia del amor de Dios presente en la Comunidad, es el amor a los pobres, manifestación del amor compasivo de Dios que lleva a los congregados en su nombre a sanar y liberar a los pobres y oprimidos; y Cáritas es animadora del ejercicio de la caridad eclesial; siendo lugar de encuentro de la comunidad cristiana para un mejor servicio a los empobrecidos, podemos concluir que Cáritas solo será diaconía eclesial, cuando sea signo verdadero del amor preferencial del Dios de Jesucristo, por los pobres y excluidos.

23ª Directriz operativa: Cáritas significa lo que ella es, comunidad de amor fraterno que se presenta ante la sociedad como una expresión –“ya” pero “todavía no”– del Reino de Dios

Cáritas realiza su servicio amoroso con aquellos a los que nadie atiende, con los que son calificados socialmente como irrecuperables, inempleables.

Esta opción preferencial por los pobres hace que Cáritas-Iglesia se presente ante la sociedad como expresión del Reino de Dios inaugurado y realizado por Jesús, aunque no plenificado.

Junto al acompañamiento a los excluidos en su proceso de inserción, Cáritas, más allá de la prestación de servicios, orienta su acción hacia la transformación de las estructuras sociales de pecado y denuncia las situaciones de injusticia proponiendo un modelo de sociedad alternativo. Trata, pues, de incidir sobre las estructuras sociales injustas hasta el punto de cambiarlas desde la finalidad del Reino de Dios. Así mismo, tiende a cambiar las relaciones humanas, para que el Reino se realice progresivamente a medida que las personas aprendan a amarse y a servirse mutuamente.

Así, Cáritas, va construyendo nuevos espacios sociales articulados, estructurados y organizados socialmente. Aunque se trata de realizaciones discretas y graduales, son signos de esperanza que anuncian que Dios tiene un proyecto para la Humanidad: de filiación que nos hace hijos libres, y de fraternidad, que nos convierte en hermanos unos de otros.

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De esta manera, Cáritas mediante el ejercicio de la caridad, propone otro mundo, otra concepción de persona y otro tipo de relaciones interpersonales, que se va acercando más a ese plan de Dios, haciendo manifiesta la novedad cristiana como sociedad de contraste, atractiva y de oferta.

La visión de Cáritas como “contraste” es buena, sin embargo, creemos que es mejorable y debe aspirar a “prefigurar” con su vida y acción, –fraterna y amorosa hacia los empobrecidos– el destino de toda la humanidad y de la sociedad en la que vive.

No es lo mismo ponerse enfrente, como contrarréplica, que ir por delante en el mismo camino. Las comunidades cristianas primitivas, no sólo fueron “contraste” sino “anuncio” de una nueva forma más fraterna de convivir y relacionarse los seres humanos. Por ello, frente a la imagen de “contraste”, nosotros preferimos la de “anuncio-prefiguración” como sociedad atractiva y de oferta y para definir la manera de “estar” de Cáritas en medio de la sociedad, siendo expresión del Reino de Dios.

24ª Directriz operativa: Cáritas con su actividad –que produce signos de salvación que anuncian y realizan el Reino de Dios– contribuye a que la Iglesia sea creíble

Los creyentes, experimentamos y hemos descubierto que la Iglesia está en continuidad histórica y estructural con Jesucristo y con la historia de fe que partió de Él. Sin embargo ante la pérdida de credibilidad eclesial, los cristianos nos hemos de plantear que debemos hacer para que nuestros contemporáneos descubran la conexión que existe entre la historia de Jesucristo y las realizaciones de la Iglesia actual, una conexión que acredita y da credibilidad a la Iglesia como legítima consecuencia de la historia de Jesús en medio de las cambiantes condiciones históricas del presente. Para ello, la Iglesia debe justificar su permanente fundamento de existencia, Jesucristo y el Reino de Dios, de tal modo que brote de Ella la eficacia liberadora de la Buena Nueva como sucedió en el tiempo de Jesús de Nazaret.

Y esto lo podrá hacer presente la Iglesia de una manera privilegiada desde la radicalidad propia de su acción caritativa-social: podemos afirmar, según lo reflexionado anteriormente que la Iglesia mediante la acción caritativa-social, especialmente realizada en los más pobres y necesitados, se muestra y es signo de salvación de tal manera que puede sugerir la

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presencia de Cristo en ella, que es lo que quiere atestiguar manifestando su credibilidad y presentando como verídica la Revelación.

El servicio al pobre es una forma de hacer presente a Jesús, de tal manera que así visibilizamos ante la sociedad que nuestra Iglesia es la de Jesús y que Él está operante en ella. Y esta labor la realiza en la Iglesia de una manera privilegiada Cáritas, a través de su actividad: es expresión del ministerio de la caridad en cada comunidad cristiana y de toda la Comunidad. Todos los miembros de las comunidades cristianas participan, a través de ella, en la acción caritativa-social eclesial; por ello con su servicio a los últimos de la sociedad, Cáritas, contribuye a que la Iglesia sea creíble para los hombres y mujeres de hoy.

25ª Directriz operativa: Cáritas, como instrumento de la comunidad

eclesial en la atención a los desfavorecidos, debe ser signo expresivo del amor de toda la Iglesia al mundo: tiene que hacer visibles en nuestra sociedad los caminos de la solidaridad, justicia, fraternidad y reconciliación

Los hombres y mujeres de hoy no entienden o traducen correctamente, aunque los valoren, los gestos individuales. Si además tenemos en cuenta que uno de los elementos más críticos para la fe es la mediación eclesial; de aquí se deriva que el amor a los últimos y no rentables de nuestra sociedad, como signo de la gratuidad del amor de Dios y del amor igualmente gratuito de los cristianos, tiene que visibilizarse desde la Iglesia en cuanto realizado por la propia Comunidad.

Si hablamos de visibilizar el ejercicio de Cáritas ante la sociedad, nos estamos refiriendo en el mundo de hoy a los medios de comunicación social.

Siempre ha primado entre los cristianos la máxima del Evangelio que dice que una mano no debe conocer lo que hace la otra, sin embargo, también debemos tener en cuenta, aquello de que no se enciende una luz para ponerla debajo los celemín, sobre todo cuando se trata de actuaciones colectivas que intentan promover una sociedad más justa y solidaria.

Para ello, Cáritas ha creado “gabinetes de prensa y comunicación” que tienen como objetivo conseguir una presencia suficiente en los medios de comunicación social.

Ha establecido también sus propias páginas web y sus medios de comunicación escrita. Y gracias al prestigio social logrado durante tantos

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años y al rigor, competencia y seriedad de sus actuaciones, es cierto, que cuando convoca a los medios de comunicación social, la gran mayoría no solo acuden a su llamada, sino que transmiten fielmente lo que ha manifestado la Institución.

No obstante, la comparecencia pública de Cáritas, debe reunir una serie de principios que enumeramos a continuación:

a) La descripción de los problemas sociales y la denuncia pública de las causas e injusticias responsables de los mismos.

b) La elaboración y presentación a la opinión pública de medidas, acciones y actuaciones sociales viables que sean capaces de paliar o solucionar las situaciones de pobreza y marginación.

c) El anuncio de mensajes positivos a través de la difusión de testimonios de personas o grupos involucrados en formas alternativas de vida, actuación y compromiso; con el objetivo de mostrar unas relaciones humanas y solidarias más justas y satisfactorias para todos, y que pueden llevarse a cabo por más personas en nuestra sociedad.

26ª Directriz operativa: Cáritas evangeliza cuando ama y sirve a los

empobrecidos, y es evangelizada por ellos en el mismo acto de amor y servicio

Cáritas es expresión del amor fraterno de la comunidad, especialmente hacia los más pobres, que son los primeros destinatarios del Reino. Así la acción de Cáritas es evangelizadora al mostrar el designio de Dios: la fraternidad. También lo es porque lleva en su seno y en su acción el contenido esencial del Evangelio: el amor a los pobres. La diaconía de Cáritas es acción evangelizadora aunque no agote toda la evangelización, cuando sirve y ama al necesitado.

El testimonio de la actividad caritativa-social es evangelizadora por si misma –siempre que remita a Jesucristo– y puede poner en un proceso de conversión a la persona no creyente, sea pobre o no, llevándolos como nos decía la EN, a incorporarse a la comunidad eclesial.

Sin embargo, el propio hacer caritativo-social, de Cáritas, evangeliza a los pobres, aunque en estos no provoque un proceso de incorporación a la comunidad eclesial.

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Constatamos todos los que estamos implicados en el ejercicio de la caridad eclesial, que los contextos de pobreza y marginación de nuestro primer mundo no son creyentes, a diferencia de los del tercer mundo; nos hallamos pues ante una realidad en la que muchas veces no cabe la Palabra explícita, porque nos encontramos en otro código cultural-existencial: ha habido una fractura de la simbólica cristiana y la ruptura con el sistema de creencias cristiano-religiosas, que hace prácticamente imposible la evangelización en el sentido corriente de la expresión.

Evangelizar en estos lugares es aliviar el sufrimiento y crear espacios en los que emerja la dignidad expoliada. Cuando Cáritas, en los ambientes de exclusión y marginación, intenta recomponer vidas rotas, está haciendo que aflore la dignidad, que hombres y mujeres que son hijos de Dios se descubran como tales. Entonces los empobrecidos son evangelizados y empiezan ha hacerse cristianos, se insertan en el proceso evangelizador y sufren un proceso de conversión progresivo tal como se manifiesta en la encuesta que realizamos: el 86 % ven mejorada su vida; el 78 % piensan en ayudar a “otros”; al 60 % la actividad de Cáritas hace que se planteen interrogantes sobre el sentido; el 38 % de los usuarios se incorporan a un grupo de ayuda a los demás; el 29 % se acercan a la Iglesia Católica; el 22 % de los mismos se plantean preguntas sobre la religión y el sentido trascendente de la vida; el 16 % acuden con más frecuencia a participar en la Eucaristía dominical; otro 16 % se integran en la comunidad parroquial; y un 6 % piden la recepción de algún sacramento.

“Al mismo tiempo, se ha de reconocer y valorar el hecho de que los mismos pobres son también agentes de evangelización” (VD 107).

Esto se debe sin duda a que en la persona del marginado y excluido hay una especial presencia de Cristo, por eso, el hecho evangelizador también surge del que sufre, con sus carencias y potencialidades. Los empobrecidos interpelan constantemente a la comunidad eclesial invitándola a dejarse convertir y evangelizar ella misma. La comunidad «oyente de la Palabra» debe ser también oyente de la Palabra que habla en y a través de los pobres. Los desvalidos son los destinatarios del Reino. Su existencia denuncia que la fraternidad humana está fracturada y por ello su presencia es una llamada y provocación para la conversión de todos los miembros de la comunidad eclesial.

Podemos afirmar pues, que Cáritas evangeliza cuando ama y sirve a los empobrecidos, y es evangelizada por ellos en el mismo acto de amor y servicio: porque Cristo está presente en los voluntarios de Cáritas, que obran "in persona Christi", que lo hacen actual en el acto oblativo de amor

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hacia los excluidos, y también en los pobres se realiza una especial presencia de Jesucristo tal como Él nos lo ha revelado. Por ello, en ese encuentro se produce la doble presencia sacramental de Cristo, en el usuario y en el agente de Cáritas, y consecuentemente surge una especial concentración cristológica vivencial amorosa que lo manifiesta y actualiza ante el mundo que es así evangelizado, porque el contenido esencial de la evangelización es Cristo mismo.

27ª Directriz operativa: Cáritas contribuye al proceso evangelizador

animando a la comunidad cristiana a vivir una real opción preferencial por los más pobres y acogerlos en su seno

El Magisterio de la Iglesia se manifiesta claramente: “No debe olvidarse, ciertamente que nadie puede ser excluido de nuestro amor, desde el momento en que «con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a cada hombre» (GS 22). Ateniéndonos a las indiscutibles palabras del Evangelio, en la persona de los pobres hay una especial presencia suya, que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos” (NMI 49).

Y nos sigue diciendo: “El testimonio de la caridad tiene en sí mismo una intrínseca fuerza evangelizadora” (MCC06 3). “La opción preferencial por los últimos es ya una expresión de la acción evangelizadora” (CCA 12). Desde estos presupuestos magisteriales deducimos que, cuando Cáritas anima el ejercicio de la caridad en sus diversos niveles sobre todo parroquial y diocesano, la Institución se inserta en el proceso evangelizador eclesial estimulando a la comunidad cristiana a vivir una real y verdadera opción preferencial por los más pobres y, contribuyendo también de esa manera, a que el sujeto de la propia acción evangelizadora sea la totalidad del Pueblo de Dios.

Cáritas tiene muy claro que el testimonio que reclama la evangelización cuando se confronta con la situación de nuestro mundo, es la opción preferencial por los pobres.

Desde esta perspectiva, Cáritas deberá preocuparse de una manera permanente de promover el amor en la comunidad cristiana y, desde ese amor, dar sentido cristiano a todo amor que pueda darse en el mundo, lo realice quien lo realice, poniendo de manifiesto así la presencia implícita del plan de Dios allá donde se dé un verdadero amor. Esto también y sobre todo, es evangelizar.

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28ª Directriz operativa: el testimonio de la acción de Cáritas debe explicitar a Jesucristo, de tal manera que pueda reflejar fehacientemente su pertenencia eclesial, su ser de Cristo. Sin un adecuado testimonio de Él, se corre el riesgo de que éste se agote en el propio agente de Cáritas o en la propia Institución, sin que remita a quien lo fundamenta, obstaculizando de esa manera a la evangelización

“Las organizaciones caritativas de la Iglesia tienen el cometido (…) a través de su actuación –así como por su hablar, su silencio, su ejemplo– que sean testigos creíbles de Cristo” (DCE 31).

“Los miembros de Cáritas deben dar testimonio del amor de Dios a los pobres” (CIA79 y CIA11) y esto tiene una razón de ser: “Objetivo de los miembros de Cáritas es dar a conocer el rostro misericordioso de Dios Padre” (CU09). Está claro: “Nosotros podremos evangelizar la sociedad y la cultura de hoy, a condición de que demos testimonio a la vez de Jesucristo y del compromiso por la justicia y el amor que brota de la fe” (PTVA 11).

El testimonio cristiano, es anuncio implícito de Jesucristo ya que permite percibir que es el Evangelio; se ve en él a Cristo y su amor por Dios y el género humano. Es decir, el miembro de Cáritas tiene que hacer visible con sus actitudes y su obrar cual es el camino y vida de Jesucristo. Ellos son mediación de una Presencia y cualquiera de sus actos con los empobrecidos solo adquirirán calidad de signo en la medida que remitan a la vida y acción de ese Otro.

Por ello, es absolutamente necesario que el testimonio de la caridad lo sea “explícito de Jesucristo”, ya que este testimonio nos muestra a Cristo, que a su vez nos revela al Dios cristiano y dice como es, haciéndolo próximo y creíble, y por ello digno de ser recibido en el acto de fe; colaborando de esta manera en la evangelización de los necesitados y últimos de la sociedad.

Si el agente de Cáritas no realiza el testimonio explícito de Cristo, sus actos y acciones le señalará a él o en todo caso a Cáritas, pero no a quien fundamenta su “hacer”: Jesucristo, que es único que libera y salva. En ese caso se está ocultando el contenido de la evangelización y, por tanto, obstaculizándola: “Evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa de Dios, revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo” (EN 26).

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29ª Directriz operativa: Cáritas debe rechazar de una manera absoluta el proselitismo oportunista

Benedicto XVI, escribe una de las páginas más rotundas sobre la gratuidad del ejercicio de la caridad eclesial: “Además, la caridad no ha de ser un medio en función de lo que hoy se considera proselitismo. El amor es gratuito; no se practica para obtener otros objetivos (…). Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratara de imponer a los demás la fe de la Iglesia” (DCE 31).

¿Por qué es tan claro y determinante el Magisterio en esta cuestión? Sin duda, porque para que sea lo que es, solo puede estar inspirado en Jesús: cuando Él actúa, lo hace desde la pura gratuidad. No indoctrina a los beneficiarios de las prácticas del Reino –los milagros– sino que desinteresadamente los sana de sus dolencias y les dice “vete en paz”, habilitándolos para vivir con la dignidad de los Hijos de Dios.

Esta propuesta de gratuidad de Jesús nos lleva a considerar que, frente a los diversos intereses que pueden crearse ante el ejercicio de la caridad para con los empobrecidos, Cáritas debe ejercer y manifestar en su tarea una generosidad y entrega desinteresada que evite invertir en caridad para que se produzcan beneficios de eclesialización de los empobrecidos.

Dicho, esto, queda claro que la dignidad de la persona no se puede ver conculcada: no se pueden “comprar cristianos” con “atención a sus necesidades”. Cáritas y sus miembros están llamados a ayudar a los demás no porque sean creyentes, o porque puedan llegar a serlo, sino porque ellos son creyentes.

30ª Directriz operativa: no hacer proselitismo, no significa que Cáritas no pueda o no deba anunciar explícitamente a Jesucristo, ya que los pobres tienen necesidad y derecho a que les sea proclamado. Teniendo en cuenta además que, llevarlo a cabo, es responsabilidad de todos los bautizados y, por ello, de los miembros de la Institución

En la conclusión anterior en la que hemos manifestado claramente que Cáritas debe rechazar de una manera absoluta el proselitismo oportunista, no hemos dicho, que ésta no deba proclamar a Jesucristo: “esto no significa que la acción caritativa deba, por decirlo así, dejar de lado a Dios y a Cristo (…). El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios” (DCE 1).

El agente de Cáritas debe tener en cuenta que “toda persona de nuestro tiempo, lo sepa o no, tiene necesidad de este anuncio” (VD 91).

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Pero es algo más que necesidad lo que tienen los pobres, atendidos por Cáritas, es derecho al anuncio: “Toda persona tiene derecho a escuchar la «buena nueva» de Dios, que se revela y se da en Cristo, para realizar en plenitud la propia vocación” (RM 46). "Los primeros que tienen derecho al anuncio del Evangelio son precisamente los pobres, no sólo necesitados de pan, sino también de palabras de vida” (VD 107).

Todos los cristianos tienen la responsabilidad de transmitir lo que, a su vez han recibido por la Gracia; ya que no sólo son destinatarios de la revelación divina, sino que eso precisamente los convierte en anunciadores de Cristo. Es pues, “necesario que cada cristiano se sienta llamado a esta tarea –anuncio y de la transmisión de la fe– que la identidad bautismal le ha confiado” (SOIL 119).

Cada cristiano, y por ello cada miembro de Cáritas, debe asumir de un modo personal el imperativo de la misión: la acción evangelizadora, que aunque es obra de la Iglesia en su conjunto, en realidad es llevada a cabo a través de la acción apostólica de cada uno de sus componentes, allí donde se hallen. Y los agentes de la Institución que están acompañando al empobrecido, hace falta que sean mediación de Jesucristo, para que los desfavorecidos puedan encontrarse con Él.

Una mediación que comprende el testimonio y el anuncio, explícitos de Jesucristo, que es misión recibida –“Id pues y hacer discípulos a todas las gentes” (Mt 28, 19)– y que se debe cumplir: “¡Ay de mí si no lo anunciara!” (1Cor 9, 16).

Pero ante todo, el anuncio de Jesucristo, más que mandato y temor a no realizarlo, es amor que se desborda: si el cristiano en su experiencia de fe, cree que Jesús el Señor es lo mejor que le ha pasado en su vida, y que es lo único que le da felicidad existencial; entonces, esa vivencia no puede ser callada. Si junto a ella y por ella, nace un amor apasionado por el prójimo y misericordioso por el que nada tiene, como ocurre en los voluntarios y contratados de Cáritas, éstos, seguro que no pueden, ni deben, dejar de ofrecer a los usuarios, lo mejor que tienen, lo único que puede colmar su dicha: la posibilidad de conocer y amar a Jesús el Señor, el único Salvador del género humano.

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31ª Directriz operativa: Cáritas contribuye a la evangelización de los empobrecidos, con el ejercicio y animación de la caridad en la comunidad cristiana: mediante el testimonio explícito de Jesucristo, siempre; y su anuncio explícito, sólo cuando se den las condiciones adecuadas para proclamarlo

El ejercicio de la caridad eclesial es parte constitutiva de la evangelización. Hoy en día, creemos, que son muy pocos los cristianos que no se atreverían a suscribir esta afirmación.

Esta unanimidad se debilita cuando se trata de ver la aportación específica que tienen que hacer, Cáritas y las demás instituciones eclesiales, cuya actividad fundamental es la atención a los pobres y excluidos, a la evangelización.

Existen dos opiniones contrapuestas: los que afirman que el propio ejercicio de la caridad que realizan es ya evangelización y no se debe llevar a cabo el anuncio explícito de Jesucristo con los marginados y excluidos; y la de aquellos que creen que lo dicho anteriormente no es evangelizar, es llevar a cabo una buena acción eclesial, que en todo caso no hay duda que se debe hacer, pero que no hay verdadera evangelización si no se anuncia explícitamente a Jesucristo.

Nuestra aportación en esta cuestión, es integradora: consideramos que Cáritas cuando atiende a los excluidos, aliviando su sufrimiento y recomponiendo sus vidas fracturadas, estos son evangelizados, es decir, se insertan en un proceso de conversión generalmente lento y progresivo en el que algunos se adhieren al mensaje y seguimiento de Jesucristo y se integran en la comunidad eclesial. Todo el camino que emprenden y sus diferentes etapas son, y es, evangelización.

Ahora bien, en ese proceso de acompañamiento, el marginado siente y desea, en ocasiones, desde las cuestiones vitales que le suscita su existencia y la de otros –muchas veces el testimonio del agente de Cáritas– que le hablen de Dios, del sentido de la vida.

En este momento, desde el derecho que tiene el empobrecido a que le anuncien a Jesucristo, desde el deber que tiene el agente de Cáritas como bautizado a realizarlo, sin proselitismos, y llevándolo a cado de una manera correcta y adecuada, entonces sí, hay que proclamar claramente y sin miedo a Jesucristo. No podemos ni debemos olvidar, que el anuncio explícito de Jesucristo también, y sobre todo, es caridad.

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10. CONCLUSIÓN FINAL

Cáritas es el organismo oficial de la Iglesia para el ejercicio de la

caridad, en sus diversos niveles: parroquial, diocesano, regional-autonómico y nacional. Sin embargo, y a pesar de esta presencia en todos los niveles eclesiales, su referencia ha de ser su realización en la Comunidad local, donde es un ministerio pastoral con el que el obispo promueve y garantiza autorizadamente la responsabilidad de su Iglesia particular en la promoción, armonización y actualización de la acción caritativa social.

Ahora bien, el origen y la existencia de Cáritas no tiene su fundamento primigenio en un deseo humano de organizar la atención a los empobrecidos, más bien podemos decir, que existe Cáritas ante todo, porque el Espíritu del Padre, que ungió al Hijo para anunciar el Evangelio a los pobres, sigue suscitando en la Iglesia el amor a los excluidos. Así pues, podemos afirmar que el ser y la misión de Cáritas están radicadas y nacen, de la fecundidad de Dios Padre, del seguimiento y contemplación de Cristo Jesús y de la acción del Espíritu.

Para que Cáritas realice su misión, es necesario que sus miembros acojan en lo más profundo de su ser al Espíritu, para que siendo trasformados por Él, se configuren con Cristo y puedan vivir como Jesús vivió y amar como Él amó. De esa manera, entroncados en el amor Trinitario, mediante la mediación de Jesucristo, serán prolongación en la sociedad, del mismo estilo de vida de Jesús de Nazaret y manifestación-actualización del amor del Dios de Jesucristo.

El amor de Cáritas, nace pues, de Dios y se nutre de su vivencia, de que sus agentes se sientan hijos amados por Él, de tal manera, que experimenten la caridad como don recibido y, que como tal, se vean impulsados a ofrecerlo; siendo así, instrumentos de la Gracia para difundir el amor divino.

Ahora bien, si la Iglesia “pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4), es convocada por el Señor para que viva el amor y la fraternidad y permanezca fiel a su vocación y misión; en tanto en cuanto significa y actualiza el amor gratuito de Jesucristo en el servicio al marginado, el ejercicio de la caridad, no es la mera suplencia de las necesidades que no están atendidas por la propia sociedad sino algo que brota de su mismo “ser Iglesia”, habitada y movida por el Espíritu Santo

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para continuar la presencia y obra de Cristo en el mundo, poniendo así de manifiesto el amor de Dios al género humano.

La acción caritativa-social eclesial, es pues, dimensión constitutiva de la Iglesia y Cáritas con esa doble vertiente de estar radicada y nacer del amor de Dios y de su actuación histórica como forma de existencia eclesial –expresión externa de la entraña misma de la Iglesia– es dimensión constitutiva eclesial, participando de la dimensión diaconal de la Iglesia.

Cáritas, que es la Iglesia misma en el ejercicio de la caridad con los pobres y excluidos, participa de la condición sacramental –unión con Dios y unidad en el amor de toda la humanidad– de ésta. Lo que equivale a considerar a Cáritas como signo por excelencia de la sacramentalidad de la Iglesia y portadora de la salvación de Dios en Cristo, por la práctica del mandamiento nuevo, expresión de la comunión eclesial y la fraternidad en el amor de Dios.

Si el signo diaconal por excelencia del amor de Dios presente en la Comunidad, es el amor a los empobrecidos, manifestación del amor misericordioso de Dios, que lleva a los congregados en su nombre a sanar y liberar a los oprimidos; y Cáritas es animadora del ejercicio de la caridad eclesial; siendo lugar de encuentro de la comunidad cristiana para un mejor servicio a los desvalidos, podemos afirmar que Cáritas no es una ONG, ni una empresa de servicios sociales, ni tan siquiera una organización eclesial de atención a los más necesitados, es algo más profundo, es diaconía eclesial: signo e instrumento del amor preferencial del Dios de Jesucristo hacia los más necesitados, no en abstracto sino en las condiciones concretas y reales de las Iglesias particulares.

El hecho de que Cáritas sea diaconía eclesial, hace que su modo de actuar este determinado por esta circunstancia.

En primer lugar, considera a la persona, en tanto poseedora de la máxima dignidad posible, el eje y centro de su acción. Esto motiva que Cáritas trabaje desde las capacidades y potencialidades de los pobres acompañando procesos, para posibilitar la participación de éstos en su propia inclusión social y sean sujetos y protagonistas de su futuro.

En segundo lugar, la metodología fundamental que emplea Cáritas en su manera de “hacer”, es la "Lectura Creyente de la Realidad", observando y analizando la sociedad para conocer las situaciones de pobreza existentes, su tipología y los grupos humanos con mayor riesgo de sufrir marginación. Así mismo, trata de descubrir las causas que generan exclusión social.

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La Institución, en esta "Lectura Creyente de la Realidad", parte de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia que portan los elementos que se precisan para valorar las relaciones humanas y formula una criterios orientadores de su labor que son:

• El servicio amoroso misericordioso para con el prójimo, manifestación del “ser” más genuino y profundo de Cáritas.

• El seguimiento de Jesucristo como la forma en que Cáritas hace operante su servicio.

• Trabajando por la justicia: denunciando las condiciones sociales injustas que excluyen a las personas del pleno ejercicio de su dignidad, y proponiendo el anuncio de la Buena Noticia del Reino de Dios, incidiendo y afectando a las estructuras sociales pecaminosas con la intención de cambiarlas por otras en las que las relaciones humanas que imperen favorezcan la inclusión de los rechazados socialmente.

En tercer lugar, Cáritas es animadora de la acción socio-caritativa en la Iglesia, haciendo que todos los creyentes tomen conciencia de que el ejercicio de la caridad no es tarea de unos determinados cristianos especialmente vocacionados en este servicio, sino que es un eje vertebrador transversal de toda acción de y en la Iglesia, y que por ello, responsabiliza y compromete a todos.

Es cierto que Cáritas tiene que atender muchas necesidades, pero lo más importante que debe hacer, es sembrar en las comunidades cristianas la opción preferencial por los más pobres, es decir, integrar la animación de la comunidad eclesial en el servicio a los marginados.

Cáritas es, consecuentemente, lugar de encuentro en la Comunidad para un mejor servicio a los más necesitados. Desde esta perspectiva, la Institución, es la expresión de un ministerio constitutivo de la Iglesia y sus voluntarios debe sentirse enviados en el seno de la propia comunidad cristiana para ser manifestación del amor del Dios de Jesucristo a los pobres. En Cristo encuentran los miembros de Cáritas la raíz de su compromiso, por lo que su tarea es vocación y misión.

Una misión no solo difícil, sino complicada, que hace muy necesaria su formación, ya que la realidad social se va haciendo muy problemática y la intervención caritativo-social altamente compleja. Por ello, la formación se revela como parte fundamental del ser, el hacer y el saber hacer de Cáritas. Ésta, para que sea integral, debe tener en cuenta no solo la enseñanza de las técnicas de intervención social o el cultivo de un talante personal y

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comunitario entrañablemente solidario, sino también, la educación de la dimensión espiritual: una verdadera “formación del corazón”.

En cuarto lugar, las acciones de Cáritas deben ser significativas, es decir, que no se agoten en sí mismas, sino que vayan más allá de sus realizaciones y pretensiones instrumentales, desplegando procesos de personalización, liberación y salvación, que remitan a una utopía que trasciende cualquier esfuerzo humano, poniendo de manifiesto la presencia del Reino.

Así Cáritas, va construyendo espacios discretos, graduales, no necesariamente geográficos –donde despliega procesos humanizadores regidos por la lógica del Reino de Dios– que son signos de esperanza que anuncian que Dios tiene un proyecto para la Humanidad: de filiación que nos hace hijos y de fraternidad que nos convierte en hermanos.

De esta manera, Cáritas mediante el ejercicio de la caridad, propone otro mundo, otra concepción de persona y otro tipo de relaciones interpersonales, que se va acercando más a ese plan de Dios, poniendo de manifiesto la novedad cristiana como “anuncio-prefiguración” de una sociedad, que se hace atractiva y oferta atrayente: comunidad de amor fraterno que se presenta ante el mundo como expresión –“ya” pero “todavía no”– del Reino de Dios.

En quinto lugar, la acción de Cáritas por ser servicio eclesial, no puede circunscribirse únicamente, al propio territorio local donde actúa, ni a la propia comunidad cristiana.

Cáritas, atendiendo a la dimensión universal de la caridad, debe intensificar la comunión y la solidaridad con las sociedades más empobrecidas del Tercer Mundo. Esto lo realizará con la ayuda directa en otros países, pero también, luchando por construir unas relaciones internacionales más justas, y teniendo en cuenta, la capacidad de incidencia que los propios trabajos a nivel local, tienen en otras áreas geográficas.

Por otra parte, Cáritas debe fomentar la sensibilización de la sociedad sobre las circunstancias de las personas en situación de exclusión social y sus causas, así como trabajar con otros organismos, instituciones o entidades no católicas, para buscar en común la inclusión social de los marginados; ahora bien, esta tarea conjunta debe someterse siempre a discernimiento evangélico, suspendiéndose si los valores del Evangelio son conculcados.

Por último, la diaconía eclesial nace de la Eucaristía: “La participación en ella, debe llevar a los fieles a una acción caritativa intensa como fruto de la Gracia recibida en este sacramento” (EiA 35). Si el sacramento

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eucarístico es la expresión más real de que el Señor resucitado se encuentra hoy entre nosotros, el ejercicio de la caridad en favor de los pobres radicada en la Eucaristía, es la manifestación visible de que el Señor sigue con nosotros dándose en el servicio de los creyentes. Por ello, Cáritas, enraizada en la Eucaristía, que es el sacramento de la caridad, se convierte en su expresión concreta.

Cáritas encuentra en la Eucaristía la fuente y el alma de su servicio a los últimos de la sociedad y sus miembros –configurándose con Cristo servidor y su vida entregada, que se da en la “fracción del pan”– también se entregan y “reparten” preferencialmente “llevando la paz de Cristo” a los más sufrientes y necesitados.

Hemos dicho anteriormente que Cáritas, como servicio eclesial a los más pobres, con su actividad produce signos de salvación que anuncian y realizan el Reino de Dios. De esta manera contribuye a que la Iglesia sea creíble: hace actual a Jesús y lo visibiliza ante la sociedad, sugiriendo la presencia de Cristo en Ella y poniendo de manifiesto que nuestra Iglesia es la de Jesús y que Él está operante en ella.

En lo referente al espacio que Cáritas ocupa en el ámbito de la evangelización, la Institución evangeliza cuando ama y sirve a los desvalidos porque muestra el designio de Dios, la fraternidad. Pero este servicio, no lo realiza aislado de la Comunidad, lo hace y solo lo puede hacer, en el seno de la propia comunidad cristiana y animándola a vivir una real opción preferencial por los más pobres.

El testimonio del ejercicio de la caridad de Cáritas es evangelizador, por sí mismo, siempre que remita a Jesucristo, de tal manera que pueda reflejar fehacientemente su pertenencia eclesial, y sobre todo, su ser de Cristo. Sin un adecuado testimonio de Él, se corre el riesgo de que aquel se agote en el propio miembro de Cáritas o en la propia Institución –sin que remita a quien lo fundamenta: Jesucristo que es el único que libera y salva– ocultándolo, y obstaculizando de esa manera a la evangelización.

En lo referente al tema que tratamos, merece una mención especial, la relación evangelizadora que se establece entre los agentes y usuarios de la Institución.

Es necesario poner de manifiesto que Cáritas debe rechazar de una manera absoluta el proselitismo oportunista: “El amor es gratuito, no se practica para obtener otros objetivos (…). Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe de la Iglesia” (DCE 31).

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Ahora bien, no hacer proselitismo, no significa que los miembros de Cáritas no puedan, o no deban, anunciar explícitamente a Jesucristo, ya que los marginados tienen no solo necesidad, sino derecho, a que les sea proclamado Jesús el Cristo. Además llevarlo a cabo, es responsabilidad de todos los bautizados y, por ello, de los técnicos y voluntarios de la Institución.

Pero el nuncio de Jesucristo, no es toda la evangelización, Cáritas cuando atiende a los excluidos, aliviando su sufrimiento y recomponiendo sus vidas fracturadas, estos son evangelizados, es decir, se insertan en un proceso de conversión generalmente lento y progresivo en el que algunos se adhieren al mensaje y seguimiento de Jesucristo y se integran en la comunidad eclesial. Todo el camino que emprenden y sus diferentes etapas son, y es, evangelización.

No obstante, en ese proceso de acompañamiento, el necesitado siente y desea, en ocasiones, desde las cuestiones vitales que le suscita su existencia y la de otros –muchas veces el testimonio del agente de Cáritas– que le hablen de Dios, del sentido de la vida. Entonces sí, sin proselitismos, y llevándolo a cabo de una manera correcta y adecuada, hay que proclamar claramente y sin miedo a Jesucristo. No podemos ni debemos olvidar, que el anuncio explícito de Jesucristo también, y sobre todo, es caridad.

Por ello, Cáritas contribuye a la evangelización de los empobrecidos, con el ejercicio y animación de la caridad en la comunidad cristiana: mediante el testimonio explícito de Jesucristo, siempre; y su anuncio explícito, sólo cuando se den las condiciones adecuadas para proclamarlo.

“Al mismo tiempo, se ha de reconocer y valorar el hecho de que los mismos pobres son también agentes de evangelización” (VD 107). Esto se debe sin duda a que en la persona del marginado y excluido hay una especial presencia de Cristo, por eso, el hecho evangelizador también surge del que sufre, con sus carencias y potencialidades.

Podemos afirmar pues, que Cáritas evangeliza cuando ama y sirve a los empobrecidos, y es evangelizada por ellos en el mismo acto de amor y servicio: porque Cristo está presente en los voluntarios de Cáritas, que obran "in persona Christi", que lo hacen actual en el acto oblativo de amor hacia los excluidos, y también en los pobres se realiza una especial presencia de Jesucristo tal como Él nos lo ha revelado. Por ello, en ese encuentro se produce la doble presencia sacramental de Cristo, en el usuario y en el agente de Cáritas, y consecuentemente surge una especial concentración cristológica vivencial amorosa que lo manifiesta y actualiza

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en ese encuentro, en el que surge la evangelización, porque el contenido esencial de la misma, es el propio Cristo.

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Gn Génesis.

Ex Éxodo. Dt Deuteronomio.

Am Amós Os Oseas

Is Isaías Sal Salmos.

Sab Sabiduría.

Nuevo Testamento

Mc Marcos. Mt Mateo.

Lc Lucas. Jn Juan.

Hch Hechos. Rom Romanos.

1Cor 1ª Corintios. 2Cor 2ª Corintios.

Gal Gálatas. Ef Efesios.

Flp Filipenses.

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Col Colosenses.

1Tes 1ª Tesalonicenses. 2Tes 2ª Tesalonicenses.

Heb Hebreos. 1Jn 1ª Juan.

Ap Apocalipsis

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MCC06 COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL, Comunicado en el día de la Caridad en la festividad de Corpus Christi. Eucaristía, misión, servicio (Madrid 2006).

MCC07 COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL, Comunicado en el día de la Caridad en la festividad de Corpus Christi. Caridad y educación integral (Madrid 2007).

MCC08 COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL, Comunicado en el día de la Caridad en la festividad de Corpus Christi. La Eucaristía esperanza para el pobre (Madrid 2008).

MCC09 COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL, Comunicado en el día de la Caridad en la festividad de Corpus Christi. He visto la aflicción de mi pueblo, he escuchado su clamor (Madrid 2009).

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495

496

ÍNDICE

Índice general de la tesis ……………………………………………….. 7

I. INTRODUCCIÓN: OBJETIVOS Y METODOLOGÍA

1. Introducción………………………………………………………….. 9

II. MIRADA CREYENTE A LA REALIDAD DE CÁRITAS

2. Documentos institucionales sobre la identidad y la acción de Cáritas 17

2.1. Documentos programáticos ……………………………………….. 17

2.1.1. Estatutos de Cáritas Española …………………………………… 17

2.1.2. Reflexión sobre la identidad de Cáritas …………………………. 18

2.1.3. Modelo de Acción Social ……………………………………….. 19

2.1.4. La diaconía de Cáritas en las diócesis …………………………... 19

2.1.5. Marco para la acción de Cáritas durante los próximos años …... 20

2.1.6. Cincuenta años de Acción Social. Cáritas Española (1947-1997) 20

2.1.7. Guía de formación ………………………………………………. 21

2.1.8. Propuestas sobre políticas sociales contra la exclusión social …. 21

2.1.9. La relación de Cáritas con las Administraciones Públicas……... 22

2.1.10. Cáritas Española 1942-1997. Acción social y compromiso cristiano ………………………………………………………………...

22

2.1.11. Comunicación Cristiana de Bienes ………………………….. 23

2.1.12. Directorio de Cooperación Internacional ……………………. 23

497

2.1.13. Propuestas de Cáritas Española para unas políticas sociales 2010-2020 ………………………………………………………………

24

2.1.14. Propuestas políticas de Cáritas Española ante los retos actuales de la situación social ……………………………………………………

25

2.2. Cuadernos de formación sobre la Acción Social ………………….. 25

2.2.1. Documento marco de Cooperación Internacional de Cáritas Española …………………………………..……………………………

26

2.3. Documentos de trabajo ……………………………………………. 27

2.3.1. La identidad de Cáritas a la luz de la encíclica “Deus caritas est”. 27

2.3.2. Nueve temas claves en las Cáritas Parroquiales ………………… 27

2.4. Documentos de reflexión y marcos de acción …………………….. 28

2.4.1. Plan Estratégico de Cáritas Española 2003-2009 ………………. 28

2.4.2. Las personas que trabajamos en Cáritas ………………………… 29

2.4.3. Marco de intervención con personas en grave situación de exclusión social ………………………………………………………...

29

2.4.4. El ministerio sacerdotal en Cáritas ……………………………… 30

2.4.5. Documento marco sobre la formación en Cáritas ………………. 30

2.4.6. II Plan Estratégico de Cáritas Española ………………………… 31

2.4.7. Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación …………. 31

2.4.8. El voluntariado en Cáritas. Carta e itinerario de la persona voluntaria ………………………………………………………………

32

2.4.9. Cáritas y el Comercio Justo desde un modelo de economía solidaria ………………………………………………………………...

32

2.4.10. La espiritualidad que nos amina en la acción caritativa y social.. 33

498

2.4.11. Presencia profética de Cáritas en el contexto actual …………... 34

3. Cáritas como organismo oficial de la Iglesia para la acción caritativa-social………………………………………………………….

37

3.1. Cáritas: recorrido histórico en la vida de la Iglesia ……………….. 42

3.2. Cáritas en los documentos de la Conferencia Episcopal Española... 53

3.3. Cáritas en el Magisterio Pontificio ………………………………... 57

3.3.1. Carta encíclica Deus caritas est …………………………………. 57

3.3.2. Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis …………………. 57

3.3.3. Juan Pablo II a Cáritas Española ………………………………... 58

3.3.4. El servicio de la caridad ………………………………………… 59

3.3.5. Caritas internationalis …………………………………………… 59

3.3.6. Consejo Pontificio “Cor unum” ………………………………… 64

3.3.7. Discursos a la Cáritas Italiana …………………………………... 68

III. DISCERNIMIENTO TEOLÓGICO PASTORAL

4. El “ser” y el “hacer” de Cáritas, testimonio del amor de Dios ……… 71

4.1. Reflexión teológica sobre la identidad y la acción de Cáritas …….. 71

4.1.1. El misterio de la Trinidad y amor a los pobres en el ser y la misión de Cáritas ……………………………………………………….

71

4.1.2. Cáritas, prolongación en la historia del mismo estilo de vida de Jesús de Nazaret ………………………………………………………..

77

4.1.2.1. Necesitamos el Amor para servir a los marginados …………... 80

4.1.2.2. La presencia en los contextos de marginación ………………... 82

4.1.2.3. Mediante una vida modesta, sencilla y austera ……………….. 84

499

4.1.2.4. Servir al pobre con realismo y utopía, abiertos a la esperanza… 86

4.1.2.5. Peregrinos hacia la consumación de la historia humana ……… 90

4.1.2.6. Al atardecer de la vida nos examinarán en el amor …………… 92

4.1.3. El Espíritu, aliento del obrar de Cáritas ………………………… 94

4.1.4. Cáritas como dimensión constitutiva de la Iglesia ……………… 96

4.1.5. La centralidad de la persona como imagen e hijo de Dios, en la acción de Cáritas ……………………………………………………….

99

4.1.6. La espiritualidad de Cáritas …………………………………… 104

4.1.7. Cáritas, un servicio pastoral para ser Buena Noticia para los excluidos ………………………………………………………………

110

4.2. Reflexión sobre el modo de actuar de Cáritas …………………… 115

4.2.1. La acción de Cáritas parte de la observación de la realidad en la que está inmersa ……………………………………………………….

115

4.2.1.1. ¿En qué consiste y cómo se realiza una "Lectura Creyente de la Realidad"? …………………………………..…………………………

117

4.2.1.2. Es necesario definir las situaciones de pobreza y exclusión. Tipología de las mismas y grupos con mayor riesgo de sufrir empobrecimiento y marginación ………………………………………

121

4.2.1.3. Cáritas ante estas situaciones ………………………………… 128

4.2.2. Análisis de las causas que producen carencia económica y marginación …………………………………………………………….

130

4.2.2.1. Una sociedad que genera y gestiona la exclusión social ..…… 132

4.2.2.2. Causas personales …………………………………………...… 133

4.2.2.3. Causas estructurales: nacionales e internacionales ……...…… 134

4.2.2.3.1. Causas estructurales en el ámbito internacional…………… 134

500

4.2.2.3.2. Causas estructurales en el ámbito nacional …...…………… 135

4.2.3. Discernimiento evangélico y eclesial que realiza Cáritas para elaborar unos principios y criterios que orienten su acción en la dirección del proyecto de Dios sobre la historia …………………….…

136

4.2.3.1. Los principios de la Doctrina Social de la Iglesia aportan los elementos que se precisan para valorar las realizaciones humanas ……

136

4.2.3.2. Los tres ejes evangélicos que le permiten a Cáritas tomar las decisiones adecuadas …………………………………...………………

141

4.2.3.2.1. La justicia, el lema de Cáritas: “Trabajamos por la justicia” 141

4.2.3.2.2. El servicio misericordioso-amoroso para con el prójimo …… 149

4.2.3.2.3. El seguimiento de Jesucristo ……………………………… 151

4.2.4. Cáritas elabora unas propuestas de acción que tratan de concretar los principios y criterios que aporta el discernimiento evangélico-eclesial ……………………………………………………..…………

154

4.2.4.1. Cáritas trabaja desde las capacidades y potencialidades de las personas acompañando procesos ………………….……………………

154

4.2.4.2. Cáritas como animadora de la acción socio-caritativa de la comunidad eclesial ………………………………………..……………

160

4.2.4.3. Las acciones de Cáritas deben de ser significativas: signos e instrumentos del Reino de Dios ………………….……………………

162

4.2.4.4. Cáritas, espacio de encuentro para personas llamadas a ser instrumentos de la Gracia para difundir el amor de Dios ………………

164

4.2.4.5. La formación como parte fundamental del ser, el hacer y el saber hacer de Cáritas …………………………………………………

172

4.2.4.6. Algunas propuestas concretas de Cáritas …………………… 176

4.2.5. Claves que Cáritas debe emplear para verificar periódicamente sus resultados …………………………………………………………..

177

501

4.2.5.1. La reflexión sobre sus acciones, tarea permanente de Cáritas 177

4.2.5.2. Evaluar el acompañamiento que hace a las personas marginadas ……………………………………………………………

178

4.2.5.3. Revisar periódicamente la formación de sus voluntarios y trabajadores …………………………………………………..…………

179

4.2.5.4. Trabajar con otros organismos, instituciones, entidades y hacer discernimiento evangélico de dicha colaboración…........………………

180

4.2.5.5. Cáritas no debe suplantar la acción socio-caritativa de la comunidad cristiana, sino animarla teniendo en cuenta a toda la sociedad ………………………………………………………………

182

4.2.5.6. Cáritas debe revisar su organización interna, de tal manera que, esta no entorpezca lo esencial de su acción socio-caritativa …………

184

4.3. Cáritas testimonio del amor del Dios de Jesucristo ……………… 185

5. Cáritas como expresión del ser diaconal de la Iglesia: signo y portadora de la salvación de Dios en Cristo ……………………………

189

5.1. El ser diaconal de la Iglesia ……………………………………… 189

5.1.1. Fundamento de la diaconía eclesial: Jesucristo, que vino para servir …………………………………………………………………...

189

5.1.2. Prolongar el servicio de Jesucristo en todo tiempo y lugar …… 190

5.1.3. La Iglesia sacramento de amor y fraternidad …………………… 191

5.1.4. El servicio eclesial, por el hecho de ser sacramental, deberá realizarse en la historia …………………………………………………

193

5.1.5. Una Iglesia al servicio del Reino de Dios ……………………… 194

5.2. Cáritas sólo puede comprenderse como diaconía de la Iglesia en función de la realidad que ella misma anuncia y significa al género humano: el amor preferencial de Dios hacia los más pobres …………..

195

5.3. Cáritas signo por excelencia de la sacramentalidad de la Iglesia … 201

502

5.3.1. Expresión del amor de la propia comunidad de los creyentes …. 201

5.3.2. Expresión del amor que viven sus voluntarios y trabajadores ….. 204

5.3.3. Expresión del amor eclesial a todos los hombres y mujeres ……. 205

5.3.4. Expresión del amor preferencial por los marginados y excluidos . 215

5.4. Cáritas para ser fiel a su identidad debe armonizar adecuadamente su “estructura organizativa” y su “dimensión sacramental” ……………

216

5.5. Cáritas, enraizada en la Eucaristía, que es el sacramento de la caridad, se convierte en su expresión concreta …………………………

217

5.5.1. Fundamentación bíblica ………………………………………… 217

5.5.2. Eucaristía y caridad a la luz del magisterio eclesial …………… 219

5.5.3. La imposible separación entre Eucaristía y caridad …………… 222

5.5.4. Ejercicio de la caridad y Eucaristía: incorporación sacramental a la entrega de Jesús ……………………………………..………………

222

5.5.5. Eucaristía y opción por los pobres ……………………………… 223

5.5.6. La Eucaristía es la fuerza del ejercicio de la caridad para con los empobrecidos ……………………………………………...……..……

223

5.5.7. En la Eucaristía se anticipa la fraternidad del Reino ……………. 224

5.5.8. Cáritas y la fracción del pan …………………………………… 224

6. Constatación en torno a Cáritas desde las encuestas: “La actividad de Cáritas y su incidencia sobre las personas” ………………………...

227

6.1. Razón de ser de las encuestas …………………………………… 227

6.2. Objetivos ………………………………………………………… 227

6.2.1. Objetivo general ………………………………………………… 227

6.2.2. Objetivos específicos …………………………………………… 227

503

6.3. Metodología ……………………………………………………… 228

6.3.1. Elaboración de las encuestas …………………………………… 228

6.3.2. Recogida de datos ……………………………………………… 229

6.3.3. Tratamiento informático de los datos …………………………… 230

6.3.4. Tratamiento estadístico de los datos …………………………… 230

6.4. Análisis de los resultados ………………………………………… 232

6.4.1. Análisis individual de los grupos estudiados …………………… 232

6.4.2. Análisis comparativo de los grupos estudiados …………………. 240

6.4.2.1. Variables analizadas sin tratamiento estadístico ………..…… 240

6.4.2.2. Variables analizadas con tratamiento estadístico ……….…… 245

6.5. Principales conclusiones de las encuestas ………………………… 255

6.6. Cuadros …………………………………………………………… 260

7. Cáritas como signo de credibilidad eclesial ………………………… 273

7.1. La Iglesia en España pierde credibilidad como mediación religiosa 273

7.2. Es necesario reforzar la credibilidad de la Iglesia para que pueda ejercer efectivamente su condición de sujeto de la evangelización que el mundo necesita ………………………………………………………

277

7.2.1. Creer cristianamente comporta creer en la Iglesia ……………… 280

7.2.1.1. Los signos ofrecidos por Jesús de Nazaret ……………..…… 283

7.2.1.2. Los signos de Jesús deben ser continuados por la Iglesia …… 285

7.2.1.3. Para que la Iglesia sea creíble debe producir signos de salvación que anuncien y realicen el Reino de Dios …...………………

286

504

7.2.2. Una fe testimoniada por la caridad que desarrolla su poder humanizador como “levadura en la masa”, se hace creíble …….………

288

7.3. La credibilidad eclesial depende en buena medida del esfuerzo serio para construir la fraternidad y ayudar a los necesitados siendo fiel a lo específico de la actividad caritativa-social de la Iglesia ………… 289

7.4. Cáritas, signo e instrumento eclesial del amor de Dios hacia los más necesitados de la sociedad en las condiciones reales y concretas de las Iglesias locales …………………………………………………… 294

7.5. Cáritas visibiliza, significa y hace creíble el amor de la Iglesia por los desfavorecidos …………………………………………………… 296

7.5.1. Cáritas significa lo que ella es: comunidad de amor fraterno que se presenta ante la sociedad como una expresión –“ya” pero “todavía no”– del Reino de Dios ……………………………………………… 301

7.5.2. Reconocimiento social de la labor de Cáritas ………………… 304

7.5.2.1. Premios y distinciones ……………………………………..… 305

7.5.2.2. Lo que manifiestan las encuestas y estudios sociológicos …… 320

7.5.3. La credibilidad del testimonio necesita de la comunión y confesión eclesial ……………………………………………………. 322

8. Cáritas como ámbito de evangelización …………………………… 325

8.1. La sociedad que nuestras Iglesias han de evangelizar …………… 325

8.1.1. Una nueva situación social ……………………………………… 325

8.1.2. Un cambio de época …………………………………………… 327

8.2. La Iglesia que ha de evangelizar esta sociedad ………………… 328

8.3. Se necesita la Iglesia: sin Ella, Jesús y su mensaje no habrían llegado a nosotros ……………………………………………………… 332

8.4. La evangelización, acción de la Iglesia …………………………… 335

505

8.4.1. Concepto de evangelización …………………………………… 335

8.4.1.1. La identidad de la Iglesia es la evangelización ………….…… 338

8.4.1.2. La evangelización, don y tarea de la Iglesia …………….…… 339

8.4.1.3. El contenido de la evangelización: Jesucristo …………..…… 341

8.4.1.4. El Espíritu Santo como agente evangelizador …………..…… 342

8.4.1.5. El fin de la evangelización: la salvación del género humano … 342

8.4.2. Etapas del proceso evangelizador ……………………………… 343

8.4.3. Especial referencia a la acción misionera ……………………… 344

8.4.3.1. Testimonio …………………………………………………... 346

8.4.3.2. Anuncio explícito …………………………………………… 347

8.5. El testimonio en el proceso evangelizador ……………………… 348

8.5.1. El testimonio primer paso y etapa clave del proceso evangelizador …………………………………………………………

348

8.5.2. El testimonio como condición de posibilidad del anuncio de Jesucristo ……………………………………………………………..

349

8.5.3. El testimonio por sí sólo no realiza el anuncio de Jesucristo …… 351

8.5.4. El testimonio para hacer visible y significativo a Jesucristo necesita anunciarlo implícitamente: testimonio explícito ………...……

352

8.6. Evangelización y servicio a los pobres …………………………… 354

8.6.1. Jesús de Nazaret evangelizador de los pobres …………………... 354

8.6.2. La caridad origen y contenido esencial del mensaje evangélico .. 360

8.6.3. La comunidad de los discípulos prolonga la misión de Jesús como testigos convincentes del Evangelio ………………………..……

361

506

8.6.4. La evangelización lleva consigo una especial preferencia por los pobres …………………………………………………………………

362

8.6.5. La evangelización depende en buena medida del testimonio comunitario del amor fraterno ……………………………………… 363

8.6.6. La acción caritativa-social no es preevangelización es una dimensión constitutiva de la evangelización ………………………… 366

8.6.7. El testimonio de la acción caritativa-social eclesial no es toda la evangelización. La caridad de las palabras y de las obras se postulan mutuamente, es el camino de una verdadera evangelización ………… 369

8.6.8. La acción caritativa-social, al ser expresión de la fe que obra por la caridad no es estrategia pastoral o misionera, pero si es llamada a la conversión e invitación a formar parte de la Comunidad …………… 370

8.6.9. La caridad también es camino evangélico hacia la fe ………… 371

8.7. Cáritas evangeliza anunciado y viviendo la caridad fraterna …… 378

8.7.1. Cáritas evangeliza cuando ama y sirve a los empobrecidos, y es evangelizada por ellos en el mismo acto de amor y servicio ………… 378

8.7.2. Cáritas evangeliza cuando muestra el designio de Dios que es el amor fraterno, vivido en su seno e irradiándolo hacia el muno ..……… 384

8.7.3. Cáritas contribuye al proceso evangelizador animando a la comunidad cristiana a vivir una real opción preferencial por los más pobres y acogerlos en su seno ……………………………….………… 386

8.7.3.1. Es tarea primordial y prioritaria de Cáritas reavivar en la comunidad eclesial su opción preferencial por los más débiles y oprimidos ………………………………………...…………………… 386

8.7.3.2. Cáritas debe contribuir a hacer de la comunidad cristiana, una casa –parábola de una integración fraterna– para los excluidos ……… 389

8.7.4. Cáritas y el anuncio implícito y explícito de Jesucristo a los empobrecidos ………………………………………………………… 391

507

8.7.4.1. Se constata que algo no funciona, cuando los excluidos acuden a las acogidas de Cáritas y a las puertas de las Iglesias, pero no se sitúan en los primeros bancos de las mismas ………………………… 391

8.7.4.2. Cáritas debe rechazar de una manera absoluta el proselitismo oportunista …………………………………...………………………… 393

8.7.4.3. Cáritas y la acción socio-caritativa de la Iglesia es, la mayoría de las veces, la puerta de entrada en la Comunidad, para los marginados……………………….. …………………………………… 396

8.7.4.4. Que los pobres sean acogidos en las comunidades cristianas es labor, de toda la Iglesia y de su acción evangelizadora, no solo de Cáritas ………………………………………………………………… 397

8.7.4.5. Los excluidos tienen derecho a que les llegue el gozo del Evangelio a través de la labor de Cáritas …………...………………… 398

8.7.4.5.1. El testimonio de la acción de Cáritas debe estar unido intrínsecamente al anuncio implícito de Jesucristo, de tal manera que pueda reflejar fehacientemente su pertenencia eclesial, su ser de Cristo, para la evangelización ………………………………….……………… 398

8.7.4.5.2. Sin un adecuado testimonio explícito de Jesucristo se corre el riesgo de que el testimonio se agote en quien lo realiza o en la organización que lo lleva a cabo –sin que remita a quien lo fundamenta: Jesucristo, que es el único que libera y salva– obstaculizando de esa manera a la evangelización …………………… 400

8.7.4.5.3. Algunas pistas para una anuncio implícito-testimonio explícito de Jesucristo, en Cáritas.…………………………………… 401

8.7.4.6. Cáritas debe "saber dar razón de nuestra esperanza" (1 Pe 3,15) cuando así lo demanden los empobrecidos ….………………………… 404

8.7.4.6.1. No hacer proselitismo, no significa que Cáritas, no pueda o no deba anunciar explícitamente a Jesucristo …………………...…… 404

8.7.4.6.2. Los pobres y marginados tienen necesidad y derecho a que se les anuncie explícitamente a Jesucristo ……………………………… 405

508

8.7.4.6.3. El anuncio de Jesucristo es responsabilidad de todos los bautizados y, por ello, de los miembros de Cáritas ……………………

406

8.7.4.6.4. Algunas indicaciones para realizar el anuncio explícito de Jesucristo ……………………………………………………………… 407

8.7.4.6.5. El anuncio explícito del Evangelio también es caridad …… 409

8.7.4.6.6. Cáritas contribuye a la evangelización de los empobrecidos, con el ejercicio y animación de la caridad en la comunidad cristiana: mediante el testimonio explícito de Jesucristo, siempre; y su anuncio explícito, solo cuando se den las condiciones adecuadas para proclamarlo ………………….………………………………………… 410

IV. DIRECTRICES OPERATIVAS

9. Treinta y una directrices operativas sobre la identidad y misión deCáritas .………………………………………………………………… 413

V. CONCLUSIÓN

10. Conclusión final …………………………………………………… 445

Bibliografía …………………………………………………………… 453

Siglas y abreviaturas ………………………………………………… 475

Índice ………………………………………………………………… 497

Agradecimientos……………………………………………………… 511

509

AGRADECIMIENTOS

• En primer lugar, al Prof. Dr. D. Ramón Prat i Pons, director de estaTesis, que en todo momento me ha acompañado en la realización de lamisma, recibiendo su apoyo y ánimo, sugiriéndome correcciones, perosobre todo, ofreciéndome su afecto, comprensión y amistad.

• A los profesores del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón,que sembraron en mí, el gusto y la fascinación por el saber teológico.Especialmente me siento agradecido al Excmo. Rvdmo. D. Julián Ruiz,en la actualidad obispo de las diócesis de Huesca y Jaca, por su constantemagisterio, que me abrió "puertas" y "ventanas" para acercarme alinalcanzable Misterio, por su amistad y, sobre todo, por su ejemplo devida que me ha hecho mejor seguidor de Jesucristo. También es especialmi agradecimiento al M. I. D. Luis Antonio Gracia, exprofesor delCRETA, canónigo del Cabildo Catedralicio de Zaragoza, sacerdote queatiende a mi familia, y entrañable amigo, que siempre me animó y ayudóa seguir con mis estudios de Teología.

• A los profesores del Institut de Teologia Fonamental de la Facultat deTeologia de Catalunya, por su acogida, enseñanzas y facilidades querecibí en ese centro para continuar mis estudios teológicos. Particular esmi reconocimiento al P. Josep Boada, que estuvo siempre presto asolucionar cualquier problema que surgiera.

• A los miembros de Cáritas Diocesana de Zaragoza: D. Carlos Sauras(Director) y D. Francisco Yagüe (Secretario General) por las facilidadesque dieron para que se pudieran llevar a cabo las encuestas. A Dña.Nuria Espeleta (Socióloga) por su asesoramiento técnico para laconfección de las mismas. Y a todos los voluntarios, técnicos y usuariosde la Institución, por su inestimable colaboración en el trabajo de campo,ya que sin su participación no hubiera sido posible realizar las encuestas.Finalmente, a Dña. Margarita Torrejón (Bibliotecaria) por toda su ayudacon la bibliografía específica sobre Cáritas que he necesitado.

• También quiero agradecer muy sinceramente su labor, a mis compañerosde trabajo de la Asistencia Médica del Servicio contra Incendios deSalvamento y Protección Civil del Ayuntamiento de Zaragoza, y a loscomponentes de la Comisión Permanente de la Delegación Episcopal deApostolado Seglar de la Archidiócesis de Zaragoza, que colaboraron con

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gran dedicación y empeño en la realización del trabajo de campo de las encuestas de este trabajo.

• A la Cátedra de Bioestadística de la Facultad de Medicina de laUniversidad de Zaragoza, y en especial al Prof. Dr. D. Emilio Rubio y aD. Jacinto Trallero, por realizar el tratamiento estadístico-informático deesta Tesis.

• Toda reflexión se apoya en otras realizadas anteriormente. Quiero amodo de homenaje, que mi agradecimiento se haga extensivo a una seriede teólogos, que con su pensamiento sobre el "ser", "hacer" y "saberhacer" de Cáritas, han contribuido a un mejor servicio desde laInstitución a los empobrecidos. Algunos de ellos nos han dejado ya, otrosme obsequian con su amistad, a todos ellos mi más sinceroreconocimiento: J. Losada, F. Duque, S. Pellicer, R. Echarren, I.Camacho, E. Bueno de la Fuente, S. Madrigal, F. Maya, G. Leal, A.Bravo, V. Altaba, R. Prat y, de una manera especial a P. Jaramillo por suextensa y prolija producción teológica sobre el tema que nos ha ocupado.

• A Dña. Isabel Luesma, por su paciente, esforzado y pulcromecanografiado de esta Tesis, y D. Diego Borraz, por su inestimableayuda en solucionar todos los problemas informáticos que se presentarony en la corrección del texto.

• Y a todos aquellos que han colaborado de alguna manera en larealización de esta Tesis, GRACIAS.

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