Carl Schmitt- El Nomos de La Tierra

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138 EL h o ~ o s DE LA n m ~ ~ EL Ius ~usucub~ FUROI'AEUM 139

llegan a ser absolutos: se liberan de los vínculos medievales de índole eclesiástica, jurídico-feudal y estaniental, y en cambio, pasan a estar sujetos a los \~íncvlos de una nueva ordenación del espacio, cuya particularidad expondremos mas adelante. Para la formación de conceptos del nuevo Derecho de Gentes interes- tatal es importante la personificación, puesto que precisamente gracias a ella los juristas de los siglos xvi y xvii, formados en el Derecho romano, encuentran un punto de partida para sus construcciones jurídicas. Ello tiene un significado extra»rdina- rio, ya que solo de este modo se convierte la guerra en una relación entre personas que se atribuyen nitituamente tin rango. Los soberanos se reconocen nii~tuainente comn tales, y sólo así puede adoptar un nuevo sentido concreto el concepto del iiistrrs liostis citado por autores de la Antigüedad. A este concepto del ittsfiis hostis le corresponde tina fuerza ordenadora muy distinta, más elevada que al concepto del iristrinr helltrrn.

Se sobreentiende que el surgimiento de tales "personas morales" y "grandes liombres" se debe a numerosas razones I i is tór ico-e~~i i ' i tua les, y que también ha ejercido su influencia en ello el individualisilio del Renacimiento citado con tanta fre- cuencia desde Jacobo Burckhardt. Pero en este lugar no anali- zaremos más profundamente este aspecto. El fen6ineno psico- 1óg.ico del indi\,idualism« del Renacimiento es iniportante, pero aún no crea por sí solo un nuevo Derecho de Centes71. Se trata más bien de la vinculación entre el conjunto espacial de poder y la persona representativa. Desde el ángulo de vista histórico- espiritual, el proceso dela personificacibn de conjuntos de poder político -.tanto los de espacio cerrado como otros- ya estaba desarrollándose plenamente en el siglo xvi y era fomentad» considerablenlente por la tendencia alegorizante del Renaci- miento, por lo que el inodo de pensar de los juristas europeos se habitucí a una personificación de potencias políticas y trataba a Espatia, Inglaterra, Francia, Venecia o Dinamarca como gran- des individuo^^^. Sin embargo, la personalidad del Estado so-

berano representativo no se impuso definitivamente hasta la época del Barroco del siglo xvir. A partir de 1648, con la Paz de Westfalia, también se fiie concibiendo paulatinamente tales cons- trucciones en la práctica de las relaciones politicas.

El Estado, como elemento de una nueva ordenacibn del espacio, como nuevo sujeto jurídico de un nuevo Derecho de Gentes, es comprendido ahora jurídicamente y es irresistible como concepto jurídico. Pero este Estado, es esencialniente, un territorio cerrado y unificado del suelo europed que es represen- tado al propio tiempo como un inngritis ho~no. Ahora es cuando adquiere forma: como sujeto jurídico y "persona" soberana. Sólo con la clara delimitación espacial se hace posible una ordenación equilibrada del espacio basada en la coexistencia de las personas soberanas. Los nuevos inngiii liomines están en igiialdad de derechos y se reconocen mutuamente como tales, pero su igual- dad como persc~nas que son miembros del reducido círculo de soberanos europeos es distinta de la igualdad que resulta del hecho de que cada uno de ellos, aún el más pequeño, representa un peso en el sistema de equilibrio territorial. Así, pues, esta ordenaci6n no sólo es "pública", ptrblici iirris, por el carácter público de aquellas personas soberanas, sino también, y sobre todo, como ordenación auténtica del espacio. 5611) de este modo le fue posible desplazar los restos de la unidacl medieval de una Respublica Christiana en parte hacia la esfera intraestatal y en parte hacia una esfera puramente privada.

La cuestión de quiénes eran, en la realid3d concreta, estos nuevos mngrii liorniiies que sustituían en Europa a la Respublica Christiana quedó prácticamente aclarada muy pronto, pues fue dirimida desde el siglo xvi en muchas guerras numerosas conferencias, en batallas así como también en muchas disputas acerca de ceremonias y rangos. Al propio tiempo, los soberanos europeos continuaron siendo personalmente una familia.unida por el parentesco y el derecho de sucesión. Hasta principios del siglo xvirr siguieron librando sus guerras como guerras de suce-

"Franz W.lerusaIcin ha destacadocon razón la correlacidn cntresoberania, indi\,idu.+lis~iio, conciencia propia acentuada, gloria y prestigio, quizá priniero ~ ~ , , , b i é ~ el draina de Shakespeare, cuando es político, está deterliiin en su ensayo Vollirrrecirt iliid Sozioii>~ie, 1921, y luego con frecuencia e,, sus obras inismo principio de las pe~sonificaciones políticas, lo cual ha

según creo, convincenteiiiente por Lilian Winstanley, sobre Los trabajos de Boccalini representan todo u,, eiemplo de tales "otelo" (othrlIo, Tlie Itnlinri Trnsi,iiy, 1921), una tragedia que,

nificaciones incdiante la alegorización. Venecia, Francia, Espaan, lnglaterrn, de la palabra "stater,, es cspecialinente importante para la hi Otras tantas "personas" que ap.?recen en escena hablando y . ~ c i u ~ n d ~ .

Mario
Resaltado
Mario
Resaltado

ilis bplli, sin una autoridad superior institucional común, se enfrentan como personas soberanas en igualdad de derechos. Ello puede ser considerado comn u n estado anárquico, pero de ningún modo como un estado sin derecho. Pero desde luego es una cosa distinta del estado jurídico-feudal del derecho de violencia y resistencia vigilado por una potestns spirittinlis, que tampoco carecía en modo alguno de derecho. Puesto que las personas soberanas son iguales, "por naturaleza", es decir en este estado natural, o sea son personas soberanas de la misma calidad, no tienen encima de ellas ni a un legislador común ni a un juez común. Por i t ~ pnrein noir hnbet iirrisdictio~rern. Por la razón de que cada una de ellas es juez en su propia causa, sólo están ligadas por tratados propios cuyo interpretacien es asunto suyo. Puesto que cada una está en igualdad de soberanía con la otra, cada una de ellas posee el mismo derecho a la guerra, el mismo ilrs nd belll~in. Aún cuando se supone que en la lucha en estado natural, "el hcimbre es lobo frente al hombre", ello no implica un sentido discriminatorio, porque incluso en el estado de naturaleza, ninguno de estos combatientes tiene derecho a suspender la igualdad y considerarse a sí mismo como hombre y en cambio al enemigo como mero lobo. Según pcidremos observar más adelante, en ello radica el nuevo concepto de guerra, que ya noes discriminatorio y que incluye la posibilidad de tratar a los Estados beligerantes, según el Derecho de Gentes, en condiciones de igualdad de derechos, es decir a ambos como ilrsti liostes y en idéntico plano jurídico y moral, y de mantener separados los conceptos de enemigo y de criminal.

C ) Ln ordeiincióri niriplin del espacio

autoobligacicines recordarían la broma de las "autosujeciones de un contorsionista". Pero en realidad continuaban existiendo fuer- tes vínculos tradicionales, c»nsiderac.ioiies eclesiásticas, sociales y económicas. Debido a ello, el nomos de esta tpoca posee una estructura muy distinta y algo niás súlida. Las concretas formas, instituciones y concepciones político-prácticas quese desarrolla- ron en esta época interestatal para la convivencia de las poten- cias europeas continentales revelan bastantes claramente que el verdadero y muy efectivo vínculo, sin el cual no puede existir un Derecho deGentes, no consiste en la autoobligacicín altanien- te dudosa de la voluntad -que presuntamente permanece l i - bre- de personas de idéntica soberanía, sino en la fuerza con- ciliadora de una ordeiincióil del espocio, cetitrndn erl Eliropn, que abarca a todos estos soberanos. Su nomos tiene su base en la divisihn del suelo europeo en territnrios estatales con fronteras fijas. En esta relacidn es precisa inmediatamente una distincidn importante: este stielii de Estados europeos recc)nocid«s y de su territorio estatai tierie un stnfiis especial basado en el Derecho de Gentes. Es distinguido del s ~ ~ e l o "libre" -es decir abierto a la toma de la tierra p i ~ s eurt>pr?os- de soberarios y pueblos no- cristianos. Aparte de rllii, surge un tercer piano como conse- cuencia de la nueva tibertad de 113s mares, que hasta entonces era desconocida ii)talmente en !?Sta forma al Derecho de Gentes antiguo. Esta es la estrurtcira del espacio en que se basa el pensaniiento de un e<li.rilivri~) entre 10s Estactos europeos, y que hace posible un deriich~i "i:iie:ior" de los soberanos europeos ante el fond« de i:>n.)z:risos ei;pi.;cios abiertos que son libres de una manera especial.

A ira\t+s í i e !;2 i<~rr?empli!<:i:3ir d<: esta nueva ordenaci6n del espacio rie la 1I3:!!.!'8 se hace e\.ideniv cri.te el Estado tzrritcrial

Ahora bien, ¿cómo es posible una ordenación basada en el soberano europeo (cmp!eandi> la pic!afrra "Estado" siernprt. en

Derecho de Gentes y una acotación de la guerra entre' tales su sentido hiutdrico ttriicretci vi:iculad~i coi, el periodri de 1492

soberanos en igualdad de derechos? A primera vista, parece que a 1890 aproxiisritc'tarriente) rrpresrnta la única estructura cread»-

en este Derecho de Gentes interestatal de soberanos con idén- ra d e orden en ;iqi:d p~riiido. La acoCaciOn de !a guerra de ~ ~ .~ ~ ~~

ticos derechos todo está pendiente del frágil hilo de los tratados acuerde coi' el I3ero?chi> de Gentes, qiie habla partido ile la

por los que estos Leviatanes se comprometen ellos mismos; del Iglesia, se h:~lhta rirsv.:inecido entre g;uer:.í~s rrligic)sas y fi.ierfa?

pflctn slrrit serz~ancln, de la autciobligación, mediante tratados, de civi1c:s cr>nfesioiioies. Su f~rerza ordrna~frira ya rio .se niaiiifrstaha

soberanos que permanecen libres. Este sería en efecto un tipo m& que C~PNIO p ~ t i ? : ; t i ~ s ii~di?ecfn. En la conibinaciún entrk ' iir problemático y extraordinariamente precario de derecho. Sería ;)rdenacij,n estaaal árl esyacit~ y la frrsma estetal de c~~;ranixíiriitn realmente una asociación de egoístas y anarquistas, cuya se basa, sin riirnbiia, el biicho,. sii~iiipre de n;&evo s&pmisdenre,

Mario
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