Carlos Castaneda y su realidad aparte€¦ · Enseñanzas que Castaneda afi rma haber recibido de...

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Antonio Álvarez / / / / Correo-e: [email protected] NUESTRO MUNDO La calidad etnográfica de sus escritos es deplorable. Su preparación no se tradujo en un adecuado desempeño en sus trabajos de campo ni en la presentación de los resultados. H ace muchos años leí por primera vez Las enseñan- zas de don Juan, un camino yaqui de conocimien- to. Me gustó el texto y lo recomendé a algunos amigos. Constituyó un recurrente tema de conversación. La edición del Fondo de Cultura Económica venía prologa- da por Octavio Paz y el ejemplar incluía un análisis es- tructuralista basado en la metodología de Lévi-Strauss. Atractivos extra eran el trabajo editorial de Jaime Gar- cía Terrés, la traducción de Juan Tovar y el diseño de portada de Francisco Toledo. Con el tiempo estudié otros libros de Carlos Cas- taneda. Elaboré esquemas y mapas conceptuales para discutir con amigos. Así me familiaricé con expresiones típicas de las obras castanedianas como punto de encaje, desatino controlado, artes del acecho, del intento y del ensueño, anillos de poder, levantón de la tierra, recapitu- lación, designios de lo abstracto y demás. No me arrepiento de haberlo leído, pero consciente estoy de que una parte considerable de su obra es mera ficción y otra muy grande resulta una mala copia de sabe- res muy distantes y distintos a los propios de indios ya- quis. Enseñanzas que Castaneda afirma haber recibido de su maestro, don Juan Matus, y de su benefactor, don Genaro, pertenecen a otras tradiciones y magisterios. Se dirá que eso no constituye un plagio ya que las grandes verdades son universales, pero también ha de tenerse en cuenta que no hay antecedentes de muchas de ellas en los usos y costumbres de los nativos america- nos. Por ejemplo, los pases mágicos que Castaneda pre- sentó con el nombre de Tensegridad (término copiado al arquitecto Buckminster Fuller sin autorización) nada tienen que ver con movimientos indígenas de América, mientras es notoria su semejanza con formas propias de las antiguas artes marciales de Oriente. Investigadores de la obra de Castaneda, sin dejar de reconocer su ingenio narrativo, señalan copiosas incon- sistencias y falsedades. Por ejemplo, los yaquis no usan peyote en sus ritos. Y aunque los huicholes sí lo utilizan jamás lo hacen a la manera de Juan Matus. Las descrip- ciones topográficas son deficientes y el lenguaje de los indios que aparece en nada corresponde a la realidad. El autor acreditó estudios antropológicos en la UCLA, mas la calidad etnográfica de sus escritos es deplorable. Su preparación no se tradujo en un adecuado desempeño en sus trabajos de campo ni en la presentación de los resul- tados. No dio sustento académico a sus atrevidas tesis. Aseguró haber entrado en contacto con un nagual, con un guerrero avezado, con un hombre de máximo co- nocimiento y poder. Señaló que ese personaje, conocedor de la más alta sabiduría tolteca, le puso en contacto con la otra realidad, inicialmente con la ayuda del peyote. Quie- nes aprendan el arte del guerrero y sigan caminos con corazón habrán de trascender las limitaciones del mundo ordinario. Eso suena bien y Castaneda supo decirlo con elocuencia en un momento propicio. La guerra de Viet- nam, el desencanto del american way of life, la ideali- zación de lo exótico, la efervescencia juvenil, la avidez de estímulos para trasponer las puertas de la percepción, favorecieron el éxito de sus libros. Económicamente él se enriqueció, los indígenas no. Por influencia de sus obras, yaquis y huicholes fueron ob- jeto de curiosidad malsana. Drogadictos y gente deseosa de experiencias fuertes asediaron sus comunidades y profanaron sus sitios sagrados. Castaneda murió en 1998. El primer círculo de sus allegados -todas mujeres- desapareció misteriosamente. Se habla de un pacto suicida. Hay quienes creen que su desaparición fue la estratagema de un guerrero astuto que sigue evolucionando. Las creencias no se discuten. El desencanto social continúa. La realidad aparte conserva su atractivo. El asedio y la profanación persis- ten. Carlos Castaneda y su realidad aparte SIGLO NUEVO 61

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Page 1: Carlos Castaneda y su realidad aparte€¦ · Enseñanzas que Castaneda afi rma haber recibido de su maestro, don Juan Matus, y de su benefactor, don Genaro, pertenecen a otras tradiciones

Antonio Álvarez ///// / / Correo-e: [email protected]

NUESTRO MUNDO

La calidad etnográfi ca de sus escritos es deplorable.Su preparación no se tradujo en un adecuado desempeño en sus trabajos de campo ni en la presentación de los resultados.

Hace muchos años leí por primera vez Las enseñan-zas de don Juan, un camino yaqui de conocimien-

to. Me gustó el texto y lo recomendé a algunos amigos. Constituyó un recurrente tema de conversación. La edición del Fondo de Cultura Económica venía prologa-da por Octavio Paz y el ejemplar incluía un análisis es-tructuralista basado en la metodología de Lévi-Strauss. Atractivos extra eran el trabajo editorial de Jaime Gar-cía Terrés, la traducción de Juan Tovar y el diseño de portada de Francisco Toledo.

Con el tiempo estudié otros libros de Carlos Cas-taneda. Elaboré esquemas y mapas conceptuales para discutir con amigos. Así me familiaricé con expresiones típicas de las obras castanedianas como punto de encaje, desatino controlado, artes del acecho, del intento y del ensueño, anillos de poder, levantón de la tierra, recapitu-lación, designios de lo abstracto y demás.

No me arrepiento de haberlo leído, pero consciente estoy de que una parte considerable de su obra es mera fi cción y otra muy grande resulta una mala copia de sabe-res muy distantes y distintos a los propios de indios ya-quis. Enseñanzas que Castaneda afi rma haber recibido de su maestro, don Juan Matus, y de su benefactor, don Genaro, pertenecen a otras tradiciones y magisterios.

Se dirá que eso no constituye un plagio ya que las grandes verdades son universales, pero también ha de tenerse en cuenta que no hay antecedentes de muchas de ellas en los usos y costumbres de los nativos america-nos. Por ejemplo, los pases mágicos que Castaneda pre-sentó con el nombre de Tensegridad (término copiado al arquitecto Buckminster Fuller sin autorización) nada tienen que ver con movimientos indígenas de América, mientras es notoria su semejanza con formas propias de las antiguas artes marciales de Oriente.

Investigadores de la obra de Castaneda, sin dejar de reconocer su ingenio narrativo, señalan copiosas incon-

sistencias y falsedades. Por ejemplo, los yaquis no usan peyote en sus ritos. Y aunque los huicholes sí lo utilizan jamás lo hacen a la manera de Juan Matus. Las descrip-ciones topográfi cas son defi cientes y el lenguaje de los indios que aparece en nada corresponde a la realidad. El autor acreditó estudios antropológicos en la UCLA, mas la calidad etnográfi ca de sus escritos es deplorable. Su preparación no se tradujo en un adecuado desempeño en sus trabajos de campo ni en la presentación de los resul-tados. No dio sustento académico a sus atrevidas tesis.

Aseguró haber entrado en contacto con un nagual, con un guerrero avezado, con un hombre de máximo co-nocimiento y poder. Señaló que ese personaje, conocedor de la más alta sabiduría tolteca, le puso en contacto con la otra realidad, inicialmente con la ayuda del peyote. Quie-nes aprendan el arte del guerrero y sigan caminos con corazón habrán de trascender las limitaciones del mundo ordinario. Eso suena bien y Castaneda supo decirlo con elocuencia en un momento propicio. La guerra de Viet-nam, el desencanto del american way of life, la ideali-zación de lo exótico, la efervescencia juvenil, la avidez de estímulos para trasponer las puertas de la percepción, favorecieron el éxito de sus libros.

Económicamente él se enriqueció, los indígenas no. Por infl uencia de sus obras, yaquis y huicholes fueron ob-jeto de curiosidad malsana. Drogadictos y gente deseosa de experiencias fuertes asediaron sus comunidades y profanaron sus sitios sagrados.

Castaneda murió en 1998. El primer círculo de sus allegados -todas mujeres- desapareció misteriosamente. Se habla de un pacto suicida. Hay quienes creen que su desaparición fue la estratagema de un guerrero astuto que sigue evolucionando. Las creencias no se discuten.

El desencanto social continúa. La realidad aparte conserva su atractivo. El asedio y la profanación persis-ten.

Carlos Castaneday su realidad aparte

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