Carlos Delgado. La importancia política de las pequeñas cosas

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La importancia política de las cosas pequeñas Dr.C. Carlos J. Delgado Díaz Resumen La Ciencia Política occidental ha privilegiado en sus investigaciones 1) los enfoques que atienden las realidades del norte industrializado, y 2) los macro fenómenos y procesos, aquellos que resultan decisivos al desencadenar acontecimientos históricos y cambios políticos. En los enfoques dominantes en la ciencia política occidental la compleja realidad del mundo no industrializado ha sido olvidada muchas veces, y caricaturizada otras. Por su parte, los pequeños procesos y fenómenos que contribuyen a largo plazo a los cambios políticos, se pasan por alto constantemente, como si no tuvieran significación política efectiva. En la ponencia se fundamenta desde la epistemología compleja, la posibilidad y necesidad de construir una ciencia política nueva que exprese la diversidad y complejidad de la dinámica política del mundo contemporáneo. Se enfatiza la importancia que tienen para estos enfoques nuevos los microprocesos y los “pequeños” fenómenos de la cotidianeidad, los que con frecuencia son decisivos para el devenir de los macroprocesos políticos. Se indaga en las posibilidades explicativas de las nuevas perspectivas metodológicas para atender las complejas realidades sociopolíticas de los países del llamado Tercer Mundo, en particular Cuba. Complejidad social y pensamiento social: instrumentos y saber 1

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Teoría de la complejidad

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La importancia poltica de las cosas pequeas

La importancia poltica de las cosas pequeas

Dr.C. Carlos J. Delgado Daz

Resumen

La Ciencia Poltica occidental ha privilegiado en sus investigaciones 1) los enfoques que atienden las realidades del norte industrializado, y 2) los macro fenmenos y procesos, aquellos que resultan decisivos al desencadenar acontecimientos histricos y cambios polticos. En los enfoques dominantes en la ciencia poltica occidental la compleja realidad del mundo no industrializado ha sido olvidada muchas veces, y caricaturizada otras. Por su parte, los pequeos procesos y fenmenos que contribuyen a largo plazo a los cambios polticos, se pasan por alto constantemente, como si no tuvieran significacin poltica efectiva.

En la ponencia se fundamenta desde la epistemologa compleja, la posibilidad y necesidad de construir una ciencia poltica nueva que exprese la diversidad y complejidad de la dinmica poltica del mundo contemporneo. Se enfatiza la importancia que tienen para estos enfoques nuevos los microprocesos y los pequeos fenmenos de la cotidianeidad, los que con frecuencia son decisivos para el devenir de los macroprocesos polticos.

Se indaga en las posibilidades explicativas de las nuevas perspectivas metodolgicas para atender las complejas realidades sociopolticas de los pases del llamado Tercer Mundo, en particular Cuba.Complejidad social y pensamiento social: instrumentos y saberPensar la complejidad desde lo social humano creo que significa ante todo vernos a nosotros mismos, los investigadores, como personas que participamos de la vida social en un contexto, y no como sujetos trascendentes poseedores de una posicin epistemolgica privilegiada y neutra que nos dota de un saber definitivo.

Titul esta presentacin La importancia poltica de las cosas pequeas, para llamar la atencin del auditorio sobre un asunto peculiar que tiene lugar en la ciencia poltica, aunque considero suele estar presente tambin en el pensamiento cientfico social en su conjunto. Me refiero al privilegio que se concede en las investigaciones 1) los enfoques que atienden las realidades del Norte industrializado y, 2) los macrofenmenos y procesos, aquellos que se presentan decisivos al desencadenar acontecimientos histricos y cambios polticos. Por su parte, los pequeos procesos y fenmenos que desde el cotidiano de vida de las personas contribuyen cada da y a largo plazo a los cambios polticos, se pasan por alto con demasiada frecuencia, como si no existieran y no tuvieran significacin efectiva.

Se puede hablar de lo pequeo en el pensamiento poltico social de varias maneras. Una, obvia, tiene que ver con aquello que al comparar, resulta pequeo por su baja frecuencia, o su importancia relativa. Otra manera, que nos interesa especialmente, se refiere a lo que se menosprecia, a lo que no se presta atencin por considerarlo insignificante, casual o residual; lo pequeo como aquello que permanece en la sombra de lo oculto, lo invisible, lo que no se ve, lo que para la ciencia social no existe.

El Tercer Mundo es algo polticamente pequeo para una buena parte de las teoras sociales y polticas. En los enfoques dominantes la compleja realidad del mundo no industrializado ha sido olvidada muchas veces y caricaturizada otras. Conceptos como periferia, Tercer Mundo, Sur, subdesarrollo, empleados por los analistas polticos muchas veces como sinnimos, pueden llegar a equipararse en el discurso poltico o en el analtico, precisamente porque portan una carga negativa que los identifica en las propuestas de conceptualizacin. Somos lo que no debera existir y se nos conceptualiza y comprende desde esta dimensin negativa donde las posibilidades de que algo surja por s mismo como alternativa no tiene espacio, pues para ese tipo de discurso cientfico y poltico somos un estado de cosas residual e infrtil, una negatividad plana donde no es posible esperar ms que desorden y desintegracin, a menos que se alcance, por obra de algn misterio mgico, el estado de desarrollo propio de los centros de poder.

Indudablemente, la realidad de desigualdades, discriminacin, marginalizacin, dficit y carencias, distorsin social y econmica que se esconde tras estas realidades y conceptos resultan indeseables y motivan inmediatamente el propsito de superarlas. Los matices ideolgicos de las propuestas concretas dan vida y rostro propio a las vas de superacin, que incluyen el exterminio fascista de la poblacin en las nuevas guerras de conquista del siglo XXI, las reformas de todo tipo, el canto de sirena del desarrollo prometido que nunca llegar y, la hoy pospuesta pero siempre latente, movilizadora, evocadora y radical revolucin social.

Las distorsiones conceptuales propias de los enfoques incapaces de captar la diversidad de ese mundo tercero, han llegado incluso a la elaboracin de estereotipos, segn los cuales, el subdesarrollo, el Tercer Mundo, el Sur, lo indeseable y prescindible, lo que debera transformarse, desarrollarse, modernizarse, democratizarse, liberalizarse y dems, estara situado en una parte de la geografa poltica, fuera de los territorios de las metrpolis. Sin embargo, todos sabemos que la realidad fenomnica de esta negatividad tercer mundista se encuentra tambin en las periferias internas al territorio de los centros de poder, identificada all por los sin techo, los inmigrantes, los grupos marginados, las minoras, las personas ubicadas por debajo de los mnimos decentes y de los ndices de pobreza aceptables. Adems, la periferia subdesarrollada del sistema, el Tercer Mundo polticogeogrfico muestra tambin sus manchas de desarrollo, sus bolsas de primer mundo, en las megalpolis industrializadas y desarrolladas como caricaturas de lo posible o supuestamente alcanzable por toda la periferia.

Es urgente una ciencia poltica alternativa que se distinga de la ciencia poltica en boga. Pero cuando est pretensin cientfica e ideolgica se formula como demanda cognoscitiva y prctica de una ciencia poltica nueva pensada y que piense desde el Sur, lo que han estado haciendo en los ltimos aos por ejemplo, el Grupo de ciencia poltica de la Universidad de La Habana y la Seccin de ciencia poltica de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosficas, inmediatamente se plantean dos obstculos a considerar: Vamos a renunciar a la universalidad y objetividad del conocimiento poltico y social? La ciencia poltica debera ser pensada una, universal y objetiva. De este modo, la ciencia poltica parece situada ante una disyuntiva antinmica. Seguir siendo la ciencia universal y objetiva que no reconoce la vitalidad y diversidad del Sur, o ceir sus generalizaciones a la diversidad de realidades que investiga.

Es posible aqu la objetividad y la universalidad?, o ms exactamente, si no quisiramos desprendernos de estos trminos por los afectos epistemolgicos que despiertan qu orden de objetividad y universalidad es posible en ciencia poltica?

En realidad estamos ante un conocimiento universal de la poltica? O por el contrario, se ha considerado universal un conocimiento resultante de la racionalizacin de cierto estatuto poltico, cierto status quo elevado a la categora de universal cognoscitivo trascendente. Desde Maquiavelo la ciencia poltica se ha planteado como tarea evitar la tentacin de convertirse en una racionalizacin del poder entendido ste como tal, o como el poder de una persona o un grupo, un contexto histrico o una sociedad concreta. Sin embargo, el esfuerzo realizado en su mayor parte parece olvidar que puede racionalizarse el poder de cierto tipo histrico de sociedad; y me temo que eso es lo que ha ocurrido, pues la ciencia poltica occidental se acerca ms a una racionalizacin del poder y los modos polticos del capitalismo que a una ciencia objetiva de la poltica.Para evitar que la ciencia poltica se convierta en una racionalizacin de la poltica, y el poder, en una justificacin del status quo no basta con apelar a la universalidad cognoscitiva trascendente, o con evadir que se adopten como puntos de partida los intereses y compromisos ideolgicos de los sujetos involucrados. A nuestro juicio habra que hacer precisamente lo contrario, renunciar a la universalidad cognoscitiva trascendente, y considerar como puntos de partida los intereses y la subjetividad social involucrada en trminos de lmite; en una palabra considerar de manera efectiva la diversidad del mundo poltico.

Digo en trminos de lmite, porque los intereses suelen considerarse desde lo que posibilitan, a lo que impulsan, lo que condicionan y propician. Pero tomarlos en cuenta epistemolgicamente quiere decir ante todo, considerar que ellos no slo inducen a la accin poltica y dirigen el pensamiento y las conductas en ciertas direcciones mediante la suposicin de fines y la delimitacin de tareas; al hacerlo, tambin establecen lmites a esas acciones y pensamiento posibles. Las teoras sociales parecen todas excelentes y exactas, mientras que no las pensemos desde sus lmites propios.

Desde la modernidad, las ideas de objetividad, universalidad y ciencia andan unidas, por lo que cuestionarlas implica el planteo de la pregunta cero de la epistemologa: Es posible una ciencia de la poltica?

Hace mucho que sabemos que lo social se distingue por su variabilidad y la presencia permanente de la voluntad y la intencionalidad humanas; que existen nexos entre el conocimiento y los acontecimientos ulteriores; que los acontecimientos y el pensamiento estn vinculados multidireccionalmente, pero el destello de complejidad presente en estas ideas ha sido suprimido muchas veces en aras de la expresin cientfica, que suele diluir la especificidad en la generalidad, unificar y suprimir la diversidad. Ambas especificidad y diversidad tienden a desaparecer a la sombra de los conocimientos objetivos, universales y verdaderos. Con ello muchas teoras sociales han reducido los elementos constitutivos de la complejidad poltica la intencionalidad humana y el carcter relacional y procesal de lo poltico, la diversidad sociopoltica del hombre, a un esquema bsico de simplificacin. Pero como los conocimientos sociales son efectivamente parte de la trama, y participan en la creacin de realidad, lo pensado y modelado desde la ciencia y la poltica se ha venido haciendo realidad en la unificacin prctica material, econmica, poltica, social y cultural del hombre, en parte lo que hoy llamamos globalizacin, en la cual corresponde al Tercer Mundo el destino perifrico de lo que no debera existir.

El compromiso de la ciencia social con el ideal clsico de racionalidad, la condujo y la conduce a cercenar la diversidad social y poltica, porque la produccin de conocimientos est gobernada por la concepcin del sujeto separado, no involucrado, y por la modelacin instrumental de la realidad poltica y social que emana de esa separacin.

No hemos formulado la pregunta cero de la epistemologa para encontrar un fundamento de objetividad y universalidad trascendente que haga posible la ciencia poltica, sino para establecer con claridad las condiciones de posibilidad de una reflexin cientfica de este tipo como ruptura con el ideal clsico de racionalidad.

Si se puede formular un rasgo caracterstico o distintivo para la produccin intelectual de la ciencia poltica occidental comprometida con el ideal clsico de racionalidad, ese rasgo es a mi juicio la ceguera o incapacidad para trabajar la diversidad. Las cosas pequeas se pierden para la ciencia poltica occidental porque ellas forman parte de la diversidad, y la diversidad poltica del hombre es un imposible fenomnico y ontolgico para la racionalidad clsica. Para ella debe existir una realidad poltica nica, un orden poltico esencial, y de ser posible, un pensamiento poltico nico, adecuado a ese orden. La diversidad es apariencia, no existe. Si se manifiesta, como Sur, subdesarrollo, Tercer Mundo, no debera hacerlo; no es ms que una temporalidad a superar. Este problema de la testarudez de algunos fenmenos que se empean en existir a pesar de que algunas teoras prohben su existencia ha sido develado desde la complejidad en el terreno de la fsica y la biologa por autores como I. Prigogine y S. Kauffman.

De modo semejante, y muy a pesar de lo que el ideal de simplificacin demanda y propone que debe existir, el Tercer Mundo no es slo negatividad poltica. Se empea en existir y existe. Bien miradas las cosas hay en l un mundo sumamente diverso, cultural y polticamente rico, del cual tambin podra decirse que es disparatado y catico. Quien sabe si los poetas y los escritores hallan llegado ms lejos que nosotros los filsofos y los cientficos en la comprensin de esta diversidad estable y cambiante, porque indudablemente, nuestras realidades de vida tienen mucho de Macondo, y nuestras elaboraciones cientficas muchas veces coinciden con el pensamiento del Esteban carpenteriano, quien a pesar de un sol que se meta por los ojos, realzando los exotismos de aquel mundo abigarrado, pintoresco en apariencia, tena ante s un mundo triste, agobiado, donde todo pareca diluirse en sombras de aguafuerte.

Si algo caracteriza las producciones de la ciencia poltica dominante en el mundo hoy, es su incapacidad para distinguir y lidiar con la diversidad, que se suprime constantemente como pequeez.

Concentrmonos pues en el estudio de la naturaleza epistemolgica de esta ceguera intelectual.

Muchos pensadores han coincidido en constatar que el conocimiento social en su forma actual no est a la altura de los acontecimientos.

Los instrumentos son a mi juicio el elemento clave para entender la brecha entre las ciencias de la naturaleza y las que estudian la sociedad. Algo ha ocurrido con los instrumentos durante el siglo XX que ha marcado una notable diferencia en el mundo social, la produccin y el conocimiento.

A lo largo de la historia muchos filsofos han considerado la importancia crucial de los instrumentos. Aristteles, Bacon, Descartes, Marx, Whitehead y Heidegger se cuentan entre los ms destacados al pensarlos en relacin con la metodologa, la delimitacin de las sociedades, el avance de la imaginacin y el pensamiento, la produccin de teoras cientficas.

Al pensar el papel de los instrumentos conviene distinguir 1) el aspecto fsico: los instrumentos como agentes materiales que se utilizan por el hombre para el conocimiento y la transformacin, conocimiento y transformacin que resultan unidos por los instrumentos mismos en la experiencia; 2) el aspecto metodolgico: la modificacin de los modos de pensar al emplear diversos instrumentos, y 3) el lugar de los instrumentos en la estructura misma del pensamiento cientfico. Esta ltima cuestin es crucial para nuestro anlisis, del atraso relativo del conocimiento social.

No hay mejor ciencia para pensar el problema de los instrumentos que la astronoma, por otra parte, si existe una ciencia en la que podra suponerse defendible el punto de vista del distanciamiento objetual, esa ciencia es la astronoma. El astrnomo no puede manipular los objetos astronmicos, ellos estn lo suficientemente alejados como para que sea imposible realizar una accin efectiva sobre ellos. Se obtiene aqu el conocimiento como observacin pura?

Ni remotamente. Los modelos de observacin y de construccin del conocimiento astronmico resultan ser tambin esquemas idealizados de la prctica que el investigador lanza al mundo, con los cuales condiciona la observacin y lo observado. El objeto astronmico resulta as involucrado y condicionado por la prctica humana, tanto en los modelos conceptuales como en los instrumentos de que el hombre se vale para hacer posible la observacin del objeto.

A esta importante observacin de la sustancia prctica de los modelos astronmicos hay que aadir el cambio en los instrumentos. La astronoma no cont por mucho tiempo ms que con la capacidad de percepcin del ojo humano bien entrenado. Despus, con la mediacin de un instrumento, el telescopio, el universo de la luz perceptible al ojo humano se ensanch y se hizo ms dinmico. Pero la mayor parte de las radiaciones no es luz, y qued fuera del alcance de la astronoma hasta que fueron creados nuevos instrumentos. La nueva astronoma de finales del siglo XX revolucion nuestro concepto del Universo. Como afirman los autores del libro La nueva astronoma, Para hacer una analoga con el sonido, la astronoma tradicional era un esfuerzo por entender la sinfona del Universo con odos que podan or slo el Do central y las dos notas adyacentes.

Lo imperceptible se hizo perceptible. Hoy nos admiramos ante las imgenes perceptibles de objetos astronmicos imperceptibles. Interesante. Vemos imgenes de lo que no podemos percibir. Esto se logra gracias a un proceso en el que los instrumentos transforman y la palabra transforman es muy importante, los instrumentos transforman, traducen los patrones de emisin en imgenes perceptibles para nuestra sensibilidad, para nuestro cuerpo. Esta traduccin es la transformacin de un fenmeno en una imagen legible por nosotros. No hay nada ms semejante a un proceso hermenutico, slo que aqu estamos ante un proceso hermenutico material. Al ser perceptibles, las imgenes hacen posible que nuestra capacidad de captar patrones se pueda utilizar, y entonces realizamos la produccin de conocimientos sobre la base de una interpretacin que se nos presenta y con la cual interactuamos. Eso se llama desde la filosofa una hermenutica fenomenolgica. El resultado es que en lugar de la inmersin corporal de los observadores la imagenologa actual produce para los observadores involucrados un nuevo modo de hacer cercano algo espacial y perceptivamente distante. Son acaso irreales o subjetivas las imgenes astronmicas? Ni remotamente, los instrumentos funcionan detectando cierta emisin. Pero al mismo tiempo es indudable que estamos ante un proceso de construccin e intervencin que es deliberado y diseado.

Lo ocurrido con la astronoma no es simplemente que un instrumento se interpuso entre el observador y lo observado; sino que el instrumento cumple una funcin hermenutica y fenomenolgica que hace cambiar al observador al cambiar su posicin en el proceso cognoscitivo. Esto tiene una importancia crucial para las ciencias sociales y la poltica.

Nuestros instrumentos para el estudio de lo social, salvo excepciones, no son aparatos materiales de medicin y registro, ni traducen emisiones recibidas en imgenes perceptibles, pero s hacen perceptibles o invisibles para los investigadores las realidades sociales. Lo que vemos y no vemos depende en gran parte del lugar en que nos colocan los instrumentos que empleamos. No somos observadores distantes ni puros, ni tampoco empleamos las teoras sociales como anteojos que se interponen entre nosotros y la realidad; nuestras teoras de partida, empleadas como instrumentos producen una doble hermenutica detrs de la cual est la realidad social.

En las ciencias sociales y polticas la cuestin de los instrumentos no se reduce a los artefactos o procedimientos que nos permitan constatar y medir variables en el entorno emprico. Se refiere en primer lugar a los modelos conceptuales con los que delimitamos las realidades empricas que investigaremos y la realidad poltica que consideramos existente. Estos modelos conceptuales asemejan y actan como instrumentos que hacen pequeos o invisibles muchos fragmentos de la realidad social.

Es un universo de mediaciones tericas instrumentales, que generan imgenes en cuya lectura participamos con una posicin de antemano subordinada al lugar que los instrumentos nos confieren. Por cierto, esto quiere decir que por lo general podemos estar seguros de algo: cuando la explicacin de lo social indica un futuro nico, la hermenutica de los instrumentos ha hecho todo el trabajo por nosotros. Podemos prescindir de esos instrumentos. No es difcil suponer que tras las certezas que nos ofrecen se esconden enormes omisiones; espacios de silencio, invisibles sociales. Por eso la euforia de unipolaridad en que vivimos me hace pensar en cuan equivocados estamos.

La consideracin de este aspecto de los instrumentos introduce adems el problema de la presencia de mediadores autnomos en el proceso de conocimiento social. Acostumbramos a buscar en las teoras la intencionalidad sociopoltica manifiesta, las pertenencias de grupo y las dependencias que generan. Debemos considerar el funcionamiento autnomo de esos instrumentos en el proceso del conocimiento social. La teora acta por s misma, desde sus presupuestos, constrie y habilita, permite ver a la vez que impide ver. Esto dentro de la reflexin cientfica, pero tambin fuera de ella, cuando se incorpora a la trama de lo social. Quiero decir con ello, que no slo las teoras impiden o permiten a la ciencia ver ciertas cosas, sino que las teoras incorporadas a la vida social a travs de la circulacin de las ideas, la divulgacin, etctera, impiden o permiten a las personas ver. Un buen ejemplo es cmo las teoras, las sociedades y las personas coinciden en no ver los mendigos, en confundir indigentes e indgenas, en proscribir la existencia de la diversidad.

Estos instrumentos objetivados se presentan como autnticos actores no humanos de lo social y lo poltico.

En general, creo que el camino de la racionalidad no clsica demanda de los investigadores de la sociedad 1) prestar atencin a la vida cotidiana, buscando en ella los grmenes de lo nuevo, y el correlato de nuestras elaboraciones; 2) considerar los intereses y la subjetividad ms que como elementos activos en la produccin de lo social, como lmites que constrien su desenvolvimiento; 3) identificar el lugar que confieren al investigador los instrumentos que ste emplea para realizar sus investigaciones; y 4) develar el funcionamiento autnomo de esos instrumentos como agentes al ser incorporados a la trama cognoscitiva y sociopoltica. La sociedad cubana de los aos noventa y los inicios del siglo XXI se ha modificado sustancialmente. Entre los efectos negativos de los cambios ocurridos se encuentran manifestaciones sociales de inequidad, desigualdad y marginalidad. Tomando en consideracin los presupuestos metodolgicos antes mencionados, analizaremos algunos fenmenos negativos de la sociedad cubana actual, que siendo intangibles polticos en el presente podran resultar nada pequeos vistos desde una perspectiva de futuro.Antecedentes de los cambios: Cuba hasta la dcada del ochenta

Dentro del entorno caribeo la sociedad cubana de la segunda mitad del siglo veinte se distingue del conjunto por algunos contrastes. La revolucin social que triunf en enero de 1959 condujo el pas por derroteros socioeconmicos y polticoideolgicos divergentes con respecto de los regmenes de la regin. A pesar de ser una sociedad subdesarrollada, sometida a la amenaza militar y el bloqueo econmico norteamericano, tiene un desarrollo cientfico elevado y ha alcanzado posiciones de liderazgo en ramas importantes de la ciencia mundial.

La sociedad cubana en la dcada de los ochenta, aunque no se encontraba exenta de contradicciones y problemas, haba alcanzado altos niveles de equidad econmica y social. Al final de la dcada, los cambios ocurridos internacionalmente, en especial la cada del campo socialista y la desaparicin de la URSS motivaron un colapso econmico al desaparecer el sistema de relaciones econmicas y polticas internacionales en que se haba basado el desarrollo social y la equidad alcanzados.

Complejidad de la situacin cubana posterior a 1989

Desde sus inicios, la Revolucin cubana propici el desarrollo educacional y cientfico, de la salud pblica y la seguridad social como realizacin de los ideales de progreso y justicia social, en los marcos de la implementacin prctica de un modelo alternativo de desarrollo econmico y social. Por este camino se alcanzaron logros importantes en la construccin de una sociedad basada en la equidad y la solidaridad.

En los noventa, la prdida de abastecimientos y mercados, el atraso tecnolgico y la falta de competitividad de numerosas empresas redujeron al mnimo la produccin social y la crisis econmica abarc todos los sectores de la economa nacional haciendo caer rpidamente los niveles de vida de la poblacin.

Para enfrentar la crisis no bastaba con atender a sus efectos sociales, tecnolgicos y productivos. Se hizo necesaria una reestructuracin total de la economa, lo que incluy atender los efectos sociales inmediatos de la crisis adoptando una poltica de amplio espectro social, se buscaron alternativas tecnolgicas y de organizacin del trabajo para sacar adelante las empresas, pero fue necesario adems realizar cambios bsicos en el rgimen socioeconmico y el ordenamiento jurdico.

La bsqueda de salidas polticas a la situacin econmica generada por la cada del campo socialista y la modificacin sustancial de los escenarios polticos y econmicos nacionales, regionales y mundiales ha sido posible mediante una modificacin sustancial de la sociedad cubana. Esta transformacin ha sido econmica, jurdica, poltica, social y tambin ideolgica. Entre ellas, las ms importantes incluyen cambios en la Constitucin en asuntos esenciales como el nombre del Estado y el rgimen de propiedad; la transformacin econmica del pas, la introduccin de capital extranjero y la reforma del sistema empresarial; la bsqueda de soluciones al problema del empleo, el subempleo y el desempleo; el reacomodo de la fuerza laboral, el cambio de actividades y lugares de trabajo. Las personas han tenido que afrontar un cambio sustancial en su vida cotidiana, que involucra desde las afectaciones econmicas graves a la economa familiar, hasta la afectacin ideolgica de los ideales sociales generales.

En su conjunto la crisis y las polticas de cambio movieron significativamente a la sociedad cubana que entr al siglo XXI en un contexto de incertidumbres y reemergencia de fenmenos sociales de marginalidad y pobreza, que haban sido en gran medida superados en momentos anteriores del proceso revolucionario.

A este respecto es importante sealar que el primer nivel de manifestacin de desigualdades sociales en Cuba no tiene que ver con la diferenciacin de grupos, sino que atae a la sociedad en su conjunto y se expresa como relacin asimtrica y desigual de la sociedad cubana con respecto a s misma en la etapa anterior al perodo especial. Esta desigualdad ha tenido profundas consecuencias sociales, pues la sociedad fue movida, producto de los cambios externos y las medidas internas para enfrentar esos cambios, de su estado anterior hacia uno en que las condiciones materiales y espirituales de vida se deterioraron rpidamente. Esta fue una afectacin a la mayora de la poblacin y al sistema econmico y social en su totalidad.

El segundo nivel est relacionado con la diferenciacin social y la aparicin de sectores emergentes en la economa (capital extranjero y economa informal), la adopcin de cambios en la organizacin empresarial en la industria y la agricultura, la dolarizacin de las relaciones empresariales, la creacin de un mercado para la recaudacin de divisas.

Aunque el capital extranjero y la economa informal tienen un peso desigual en la economa nacional, ambos introducen elementos de heterogeneidad social que no estuvieron presentes en las etapas anteriores. La presencia del capital extranjero trae consigo desigualdad econmica y diferenciacin empresarial con amplia resonancia social. Aunque operan en el contexto de una economa social con predominio del sector estatal, sujetos a regulaciones y leyes, la esfera de los intereses se afecta significativamente por el proceso de diferenciacin. Por su parte el sector informal, de menor peso en el volumen de la produccin global, pero con presencia en la produccin y comercio de alimentos, y sobre todo en los servicios a la poblacin, debido a su carcter heterogneo hace difcil establecer medidas de control efectivo a gran escala. A su vez, como se trata de actividades laborales que se desarrollan con un marcado inters de beneficio inmediato y en condiciones tecnolgicas artesanales y semi industriales, tienen adems de los efectos sociales, econmicos y comunitarios, efectos ambientales locales y de impacto significativo ante fragilidades del entorno. A este respecto habra que incluir aqu las tensiones generadas por los fenmenos emergentes de pobreza y las urgencias materiales que afectan a la poblacin y que suelen resolverse siempre en detrimento del ambiente.

Sera errneo considerar que estamos enfrentando slo los efectos de una crisis coyuntural y temporal. Las vas para superar la crisis portan importantes elementos de ruptura que colocan a la sociedad cubana sobre una nueva base que afecta profundamente los ideales de justicia, igualdad y equidad.

Elementos de ruptura y desigualdades

Los elementos de ruptura resultantes de la crisis y las polticas instrumentadas para manejarla, que cualifican la situacin cubana actual y se encuentran en la base de las desigualdades podran resumirse en los siguientes:

1. La fractura ideolgica

2. La devaluacin del trabajo

3. La contradiccin entre lo legal y lo legtimo

1. La fractura ideolgica

La primera consecuencia prctica en Cuba de la cada del socialismo europeo se hizo sentir desde finales de los aos ochenta como una profunda fractura ideolgica.

No slo se reconsideraron dogmatismos y certezas, y se abri un espacio social a la incertidumbre; cambi la percepcin social y el lugar efectivo de la religin en la vida de la sociedad; y se adopt una nueva conducta y comprensin del fenmeno migratorio. Junto con la desaparicin de los pases socialistas de Europa del Este se esfum la perspectiva de stos como hermanos mayores, representantes de un futuro deseado y alcanzable; y con ello, la nocin de un desenvolvimiento estable y progresivo al margen del capitalismo, perdi su certeza absoluta. Junto con el campo socialista europeo cayeron algunas ilusiones sociales vinculadas a conceptos como socialismo desarrollado y la esperanza de superar las condiciones del subdesarrollo, en un perodo previsible de tiempo. Adems, el discurso poltico ideolgico con respecto al ideal socialista cambi en breve tiempo. El trmino socialismo que se empleaba con un contenido generalizador, fue matizado en el discurso primero como nuestro socialismo, lo que significaba un distanciamiento con respecto al resto de los socialismos, y en el perodo inmediato posterior ante los deterioros provocados por la crisis y la naturaleza de las medidas adoptadas, cedi lugar al nfasis en la necesidad de luchar por la defensa de las conquistas del socialismo. La mutacin del nfasis terminolgico del socialismo a nuestro socialismo, y de l, a la defensa de las conquistas del socialismo, implica un cambio en las consignas polticas y un reacomodo ideolgico importantes.

Las soluciones implementadas para salir de la crisis de los noventa han provocado un cambio en la forma social. En tanto la salida de la crisis no es una vuelta al estado anterior, las modificaciones de la sociedad tienen carcter irreversible. No obstante, la sociedad cubana se debate entre el deseo de recuperar el status anterior y la aparicin de una racionalidad social diferente, que trabaja en el establecimiento de nuevas relaciones y otro estado de cosas. La desigualdad es parte de ese estado de cosas y de los mecanismos de reconstruccin de la sociedad, porque proviene del entorno capitalista incorporado y de la incapacidad de la sociedad para econmicamente hacer viable un proyecto social con pretensiones ms amplias, o semejantes a las existentes en la etapa anterior, sin sortear esa incorporacin capitalista. Una parte significativa de la sociedad tiende a esa nueva forma y rompe con la forma anterior y con el orden jurdico que la representaba. Esta es una contradiccin importante porque expresa la desigualdad en la polarizacin social y moral que puede devenir polarizacin poltica y oposicin poltica al proyecto social socialista, de hecho es una alternativa hacia la sociedad capitalista que cobra forma en la reconstruccin de las relaciones sociales sobre la base del mercado. Esta forma econmica provee bienestar a quienes participan de ella, lo que la presenta con un atractivo social que ponen en peligro los objetivos sociales generales de restablecimiento de la equidad.

De hecho, aunque el discurso ideolgico revolucionario no ha cambiado y la toma de decisiones polticas contina realizndose en inters de las mayoras, los efectos de las medidas econmicas y polticas que permiten sortear la crisis y recuperar la economa son duales, pues introducen fuertes elementos de diferenciacin social, formacin de intereses y grupos. Unido a ello se pueden constatar manifestaciones de crisis de valores.

Ante la crisis econmica y las nuevas realidades socioeconmicas el hombre comn ha reaccionado de modo efectivo, modificando su conducta de acuerdo a nuevos imperativos que no son necesariamente socialistas, ni responden coherentemente con las lneas ideolgicas y polticas de la direccin revolucionaria que han regido el proceso de cambios sociales y polticos desde 1959. Ante la crisis econmica ha tenido un lugar muy importante en la vida cotidiana la orientacin a la bsqueda de salidas individuales y familiares, lo que afecta sensiblemente los ideales de solidaridad. La afectacin de los ideales colectivos y el sistema de valores del hombre comn, tienen indudablemente, efectos sobre las relaciones sociales y la poltica.

No creo que los estudiosos de la sociedad hayamos desentraado todava las consecuencias a largo plazo de esta fractura ideolgica, ni siquiera la hemos discutido con profundidad. Es en este sentido que me parece importante considerar el impacto poltico y moral efectivo de fenmenos de exclusin social como la prostitucin y la mendicidad disfrazada de fervor religioso, no slo por la situacin individual de las personas que buscan o se ven forzadas a buscar la salida individual por esas vas; sino fundamentalmente por la respuesta en gran medida indiferente del resto de las personas, que han visto aparecer fenmenos antes erradicados, sin que despierten una respuesta ciudadana totalmente coherente y activa. Ntese en esta pasividad un sntoma inequvoco de aceptacin de la degradacin social y la prdida de estados sociales antes deseados. Se va generando una perspectiva de deseo que convoca a la desigualdad, la tolera y convive con ella. La lgica parece ser la de convivir con las desigualdades y manejarlas, porque no parece que seamos capaces de eliminarlas. Creo que debemos pensar este lado poltico de la desigualdad, incluidos sus efectos en el proceso de socializacin de la juventud.

2. La devaluacin del trabajo

La crisis econmica de los noventa y los cambios ulteriores han modificado la conducta de las personas haciendo ms profundo un proceso sumamente grave que tiene sus inicios en la etapa anterior, cuando no se perciban todava los procesos por venir en el socialismo europeo.

Siguiendo concepciones predominantes en la URSS despus de la muerte de Lenin, la propiedad social socialista en su forma estatal se consideraba una forma superior de propiedad, y se estimaba que el resto de las formas de propiedad deberan desaparecer con el tiempo, fundindose en una propiedad social nica. Esta idealizacin tena un rostro cotidiano bastante peculiar. Todas las formas de propiedad y actividad econmica situadas al margen de la propiedad social socialista se vean o como males necesarios o como rezagos del pasado, que deberan desaparecer. Muchas veces esta nocin terica condicion una conducta cotidiana de rechazo a formas de actividad no vinculadas a la propiedad estatal. Por este camino, el trabajo dej de verse como una actividad valiosa en s misma, y muchas veces su vala estaba relacionada con su legitimacin social. El legitimador era indudablemente el Estado. Este es un asunto complejo para explicarlo en pocas palabras, pero no dudo que vivimos un proceso de estatalizacin del trabajo y la vida.

La crisis econmica afect esa economa social colectiva a tal punto, que la problemtica del empleo tuvo que encontrar vas de solucin apelando a formas mixtas, y a otras no estatales, personales o propias de trabajo. Sin embargo, a pesar del atractivo econmico de muchas de estas actividades laborales, persiste la condena jurdica y la percepcin social de su marginalidad. Adems, la prdida del poder adquisitivo de la moneda nacional, el dficit constante de efectivo en la economa familiar, y la doble circulacin monetaria interna vinieron a acentuar algunos fenmenos negativos con relacin al trabajo y han contribuido a su desvalorizacin.

No me refiero al valor de la moneda o al atractivo que puedan tener o no ciertas actividades laborales. El trabajo ha perdido mucho de su valor social como modo de satisfaccin de las necesidades de las personas. En la coyuntura de crisis y a pesar de la recuperacin y las medidas recientes que han devuelto al pas la soberana monetaria an en la actualidad, cualquier forma de obtencin de recursos econmicos parece y suele ser ms efectiva que el trabajo realizado y retribuido en un establecimiento estatal. Si se une a esto la precariedad de la oferta comercial industrial en moneda nacional, las diferencias e insuficiencias en el abastecimiento normado, los precios elevados de la oferta agrcola, el establecimiento de nexos horizontales en el entramado social entre las personas, la aparicin de mltiples formas de autoorganizacin social para sobrevivir y continuar el proceso de vida; si aadimos adems la circunstancia especial de que el Estado contina siendo el elemento econmico central de toda la economa nacional, cabe preguntarse de dnde provienen los recursos para esas redes de relaciones horizontales?, o ms concretamente para la economa subterrnea, el mercado negro la bolsa negra, y la diversidad de mercados paralelos no oficiales, pero reales y efectivos. No es necesaria una investigacin exhaustiva para saber que provienen de la economa estatal.

As, nos encontramos ante una base social sumamente amplia para la corrupcin y la tolerancia ante conductas corruptas. Especficamente aquellas relacionadas con las formas de autoorganizacin de la vida econmica no estatales, pero que no estn de espaldas a la economa estatal que sirve con demasiada frecuencia de proveedor involuntario.

Existe conciencia en la sociedad y el gobierno cubanos de la gravedad de estos asuntos, expresada en respuestas educativas, polticas y jurdicas, en la convocatoria de la direccin poltica a enfrentar la corrupcin y el delito como fenmenos indeseables que comprometen el futuro. Sin embargo, la reconstruccin de las pautas de desenvolvimiento social cotidiano constituyen un elemento central a considerar.

El estado de cosas actual condiciona un comportamiento ciudadano dual. Las personas critican las conductas corruptas y el desvo de los recursos estatales, mientras participan cada da de esas relaciones que forman parte de su vida cotidiana. Y no creo que se trate de un fenmeno que pueda caracterizarse a secas como doble moral; ms bien estamos ante una dualidad de vida.

Lo grave del fenmeno del delito y la corrupcin no estriba en su existencia como desviacin de la conducta de individuos, incluso de ciertos grupos; a mi juicio su mayor gravedad estriba en los vnculos de ella, con formas de autoorganizacin social, que en las condiciones de Cuba y su crisis, la precariedad de los servicios y las ofertas comerciales, han contribuido a la sobrevivencia de la poblacin y se han incorporado a su vida cotidiana como redes estables de relaciones alternativas, el mercado negro entre ellas, lo que establece una base social amplia para la corrupcin.

La devaluacin del trabajo, de conjunto con las formas de autoorganizacin social estn en el centro de las desigualdades y denotan intangibles ticos y polticos de gran importancia para el presente y el futuro. La devaluacin del trabajo es un problema esencial de la sociedad cubana contempornea que compromete el futuro poltico del proceso revolucionario.

3. La contradiccin entre lo legal y lo legtimo

Desde los inicios del perodo especial al Ministerio de Justicia se confiri una importante funcin en la introduccin de los cambios jurdicos necesarios para proveer el marco adecuado para la realizacin de las transformaciones necesarias, y velar por la adecuacin de la legalidad a las nuevas condiciones econmicas y sociales.

Una de las manifestaciones negativas de estos cambios consiste en que el ordenamiento jurdico adopta cada vez ms un carcter restrictivo, al tratar de contener los fenmenos que desde la ptica ideolgica y poltica de control social resultan indeseables. No slo las formas capitalistas y mercantiles sino todas las que se apartan de la legalidad establecida, o se contraponen a ella, incluidas formas de autoorganizacin de la vida cotidiana.

La vida suele marchar con ms prisa que la legalidad, sobre todo en lo referido a las necesidades, urgencias y deseos de la poblacin, lo que contribuye a la emergencia de una contradiccin entre la legalidad y la legitimidad.

Satisfacer las necesidades de la vida cotidiana es indudablemente legtimo, pero las formas de satisfaccin de muchas necesidades, accesibles a una parte importante de la poblacin cubana no son legales, pues estn relacionadas con las desigualdades y la marginalidad que en lo econmico se provee de recursos sustrados al Estado por medios ilegales. Esto es un resultado del desbalance entre la forma social colectiva de solucin de la crisis, que es necesariamente lenta y a largo plazo; y la necesidad y el deseo de la poblacin de resolver sus problemas inmediatos. Contrario a lo que pudiera pensarse, la ruptura con la legalidad no es propia slo de los sectores marginales. Los marcos de la legalidad resultan estrechos y coercitivos para con las formas nuevas y viejas a que recurre la poblacin para resolver sus problemas inmediatos.

El resultado ms preocupante de esta coyuntura es que lo legal que defiende y protege la opcin colectiva, pierde su carcter legtimo ante la legitimidad de lo ilegal que se vincula a la satisfaccin de las necesidades individuales y grupales, las familiares entre ellas. Esta es una contradiccin que vulnera las bases morales y polticas de la convivencia social cubana propia de las etapas anteriores, y de los ideales y logros alcanzados en la construccin de una sociedad solidaria basada en la equidad.

La contradiccin entre lo legal y lo legtimo atae no slo a la satisfaccin de las necesidades y urgencias de vida ms perentorias, sino que se enlaza tambin con los retos de las tecnologas avanzadas y la ideologa del consumismo.

En las crisis, cuando la satisfaccin de las necesidades de la vida cotidiana se realiza en condiciones de escasez y precariedad, el canto de sirenas de la ideologa del consumismo adquiere una fuerza ideolgica mayor, sobre todo en lo referido a la pobreza de espritu. Por su parte, las nuevas tecnologas representan un reto importante, pues se encuentran vinculadas a la cotidianeidad en los servicios de todo tipo, en especial en los de salud, donde las que provienen de la ciencia cubana han representado un avance muy importante para superar las condiciones de deterioro del perodo especial, y en las condiciones de vida en el hogar.

A primera vista, pareciera que estas tecnologas y productos constituyen una demanda de los sectores privilegiados por una posicin econmica ms alta, con mayor nivel de acceso al mercado en divisas. Sin embargo, un aspecto importante de las nuevas tecnologas y su demanda est vinculado con el alto nivel de instruccin de la poblacin cubana, indicador inequvoco del desarrollo, la equidad, y los niveles de vida alcanzados en las etapas anteriores, los esfuerzos educativos permanentes desarrollados en estos 45 aos, y la insatisfaccin de necesidades muy variadas donde se incluyen las comunicaciones, la informacin, el transporte, la recreacin, todas directamente relacionadas con el bienestar.

La generacin de demandas de este tipo y la imposibilidad de satisfacerlas por vas legalmente establecidas contribuye a la aparicin de formas alternativas de satisfaccin, donde se reproducen los mecanismos de autoorganizacin basados en formas de marginalidad propios de otras necesidades ms urgentes de la vida cotidiana. As, las redes alternativas para la satisfaccin de las necesidades incluyen desde los alimentos y el aseo, hasta servicios de trasmisin de televisin, msica, juegos y video, venta de computadoras y electrodomsticos, acceso a Internet y servicios de correo electrnico, telefona celular, e insumos diversos para estos servicios.

Ambos retos consumismo y tecnologas avanzadas, ataen tambin a la correlacin entre lo individual y lo colectivo, pues muchas veces las nuevas tecnologas estn vinculadas a formas de realizacin y apropiacin individuales que no pueden ser satisfechas por los mecanismos de educacin y comercializacin concebidos para ellas en los marcos legales establecidos en el pas. Estos mecanismos de apropiacin individual son legtimos, pero una vez ms pueden ser satisfechos slo mediante vas alternativas ilegales.

La contradiccin entre lo legal y lo legtimo tiene un profundo impacto en los proyectos de vida, la socializacin de la juventud y la orientacin ideolgica, moral y valorativa de las personas, e indudablemente repercutirn en la vida de las personas en el futuro.

En conclusin, considero sumamente importante destacar la responsabilidad con el futuro que entraa atender estos intangibles polticomorales de la cotidianeidad cubana de nuestros das.

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Esta afirmacin ha de ser demostrada con argumentaciones ms concretas, pues las dos tendencias dominantes en el pensamiento social y la ciencia poltica desde mediados del siglo XIX, el marxismo y el positivismo, han tratado en su discurso filosfico argumentativo de distanciarse de los ideales de conocimiento cientfico natural predominantes, y son adems concepciones filosficas bien distantes en sus puntos de partida filosfico-epistemolgicos concretos, y en su vocacin poltica manifiesta. Tomemos por el momento entonces la afirmacin como un punto de partida reflexivo hipottico y discutible, que reclama una argumentacin ulterior.

Carpentier, Alejo, El siglo de las luces,

Este ejemplo de la astronoma y su carcter como disciplina donde aparentemente hay absoluta objetividad ha sido desarrollado por V. Stiopin en el curso de su obra cientfica y pedaggica. Vase por ejemplo su artculo La concepcin activa del conocimiento. Discusin con Igor Alekseev, en Cuestiones de filosofa, no.8, Mosc, p.129-131.

Para un anlisis ms detallado de las cuestiones epistemolgicas de la astronoma y la imagenologa vase Imaging Technologies: A Technoscience Revolution, ponencia presentada por Don Ihde, profesor de la Universidad de Stony Brook en el XXI Congreso Mundial de Filosofa, Estambul, Turqua, 1017 de agosto de 2003. La cita (To make an analogy with sound, the traditional astronomy was an effort to understand the symphony of the Universe with ears which could hear only middle C and the two notes immediately adjacent) ha sido tomada de dicha ponencia y corresponde a la obra Henbest, N. y M. Maden (1996) The New Astronomy, Cambridge University Press, p.6.

Las desigualdades no constituyen por s mismas fenmenos negativos. Son ante todo, parte de la diversidad natural y humana; y este lado positivo del asunto no puede perderse de vista. Sin embargo, las desigualdades sociales que tienden a la polarizacin de la sociedad y a colocar a los seres humanos en condiciones sociales de inequidad constituyen un fenmeno social que tiene que ver con el desarrollo socioeconmico, las polticas y los modos de construccin y autoorganizacin de una sociedad dada. Las desigualdades sociales deben ser consideradas y tratadas en el marco de la solidaridad, la justicia (distributiva y conmutativa) y la equidad.

Vase Acanda 2000 y Limia 2000.

Vanse Rodrguez s/f; y Torres 2003.

Para un anlisis ms detallado de los momentos iniciales de la crisis vase Delgado, Carlos (2000): El papel de la comunidad cientfica en la formacin de la poltica pblica de medio ambiente en Cuba, en Colectivo de autores, Democracia, derecho y sociedad civil, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, pp. 1-26.

Forman parte del contexto de cambio la cada del socialismo, el predominio de la globalizacin neoliberal, el recrudecimiento del bloqueo econmico, la adopcin de medidas para superar la crisis y la naturaleza de las medidas tomadas que afectan los niveles bsicos de la construccin social, su orden jurdico y poltico. La fusin de estos procesos complejizan la situacin cubana actual donde lo externo se ha internalizado: han devenido en elementos propios del desenvolvimiento social interno.

Vase Acanda 2000.

El mercado en divisas tiene una naturaleza dual desde el punto de vista social: resulta a la vez vinculante y excluyente. Al cubrir casi exclusivamente la venta lcita de varios productos industriales, que sustituy de modo abrupto la desaparecida distribucin normada, constituye el espacio de obligada concurrencia de los consumidores. Mientras su objetivo la recaudacin de divisas, sus altos precios poco factibles de ser alcanzados mediante la conversin en dlares de los ahorros de moneda nacional provenientes del trabajo, y la procedencia del dinero disponible para realizar las compras en su mayor parte las remesas y otras formas no relacionadas con el trabajo en las entidades estatales, le confieren atributos excluyentes.

Con la Resolucin 80 del 2004, a partir del 8 de noviembre del 2004 l dlar norteamericano dej de circular en Cuba como medio de pago, lo que constituye una medida que devuelve al pas la soberana monetaria y el control sobre la emisin y la circulacin, pero no ha cesado la doble circulacin monetaria y correspondientemente los dos mercados, uno en que circula el peso cubano, moneda en que la mayora de la poblacin recibe sus salarios, y otro donde circula el peso cubano convertible.

Los cambios prolongados tienden ha hacerse permanentes, y la vida cotidiana no puede esperar indefinidamente a que desde otros niveles ms altos de la sociedad o el Estado se resuelvan los problemas. Como consecuencia ella se autoorganiza en correspondencia con la inmediatez de las necesidades humanas, y las condiciones de posibilidad del entorno social para resolverlos.

En otros trabajos (Vase Hacia un nuevo saber) hemos argumentado sobre la influencia de la ideologa del consumismo en la formacin de variadas manifestaciones de pobreza. Distinguimos el consumismo no por el nivel de satisfaccin de necesidades, sino por la forma en que se realiza esa satisfaccin mediante la creacin constante de nuevas necesidades de consumo. Es la ideologa de la permanente insatisfaccin. De ella emanan dos formas especficas de pobreza.

Aunque el trmino pobreza tiene un sentido socioeconmico vinculado a los niveles de ingreso y otros indicadores, es necesario considerar al menos cuatro modos de existencia real de la pobreza en el mundo de hoy: Primero, la pobreza real, extremo opuesto de la abundancia y opulencia generadas por el sistema, la que llega a pobreza extrema en amplios sectores de la poblacin mundial; Segundo, la pobreza de una parte del mundo que cada da ve alejarse ms la posibilidad de alcanzar los niveles de produccin y consumo de los pases industrializados (pobreza de naciones y pases que condena a regiones enteras como el frica subsahariana a quedar fuera de los pronsticos de existencia fsica futura; Tercero, la pobreza sentida, aquella que surge como resultado de la insatisfaccin que genera el modo de satisfaccin de las necesidades de consumo; y Cuarto, la pobreza de espritu que reduce toda la diversidad del mundo y las expectativas humanas a la satisfaccin de necesidades materiales de consumo, y que reduce la vida y mide su calidad por el grado de esta satisfaccin. Aunque todas las manifestaciones de pobreza afectan la calidad de vida, las dos ltimas corroen de modo muy especial los sistemas de valores tradicionales que han sostenido hasta hoy la moralidad humana, y afectan el lado espiritual de la calidad de la vida.

El bienestar tiene una componente individual importante, pues no puede alcanzarse de manera colectiva general abstracta; pasa por lo individual y por los niveles de satisfaccin donde no slo lo imprescindible y necesario tiene importancia. Tambin lo menos necesario e incluso lo superfluo tiene un espacio a considerar que no tiene porque ser necesariamente pequeo o despreciable. Muchas veces su presencia modula la vivencia de bienestar.

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