Carlos Diaz y Felix Garcia Dieciseis Tesis Sobre Anarquismo

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    Carlos Daz y Flix Garca

    Diecisis tesis sobre Anarquismo

    1978

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    ndice general

    Prlogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

    Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9Tesis 1: El anarquismo no es una forma de socialismo utpico . . . . . . . . . 13Tesis 2: El anarquismo no es pequeo-burgus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16Tesis 3: El anarquismo no es apoltico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18Tesis 4: Anarquismo no es espontanesmo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20Tesis 5: El anarquismo no es un voluntarismo de raz fascista . . . . . . . . . 24Tesis 6: Anarquismo no es individualismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26Tesis 7: El anarquismo no es el dadasmo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27Tesis 8: El anarquismo no es terrorismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29Tesis 9: El anarquismo no defiende la propiedad privada . . . . . . . . . . . . . 32Tesis 10: El anarquismo no es producto de lumpemproletarios ni

    de intelectuales inorgnicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33Tesis 11: El anarquismo es socialismo en libertad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34Tesis 12: El anarquismo es la izquierda del marxismo . . . . . . . . . . . . . . . . 41Tesis 13: El anarquismo es una utopa dialctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42Tesis 14: El anarquismo es la imaginacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44Tesis 15: El anarquismo es disciplina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45Tesis 16: El anarquismo es aportico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47Bibliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48

    I. AUTORES CLSICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48II. ESTUDIOS SOBRE EL ANARQUISMO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50III. HISTORIA DEL MOVIMIENTO ANARQUISTA . . . . . . . . . . . . . . 51

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    Prlogo

    El tiempo pasa rpido; hace apenas dos aos que escribimos este trabajo, inten-tando contribuir con l a la aclaracin y consolidacin del movimiento anarquista,

    y ya han cambiado algunos datos de forma importante. Lo ms interesante, paranosotros,es el resurgimiento de la CNT,que sibien estlejos delafuerza quetuvo en otrostiemposy tambin estlejos delafuerzanumricadelas otrascentrales, vuelve a presentar la batalla en defensa delos puntos que considerafundamentalesysigue siendo,almenos para nosotros, la nica esperanza de quese d una batalla directa, sin concesiones ni claudicaciones, al nefasto sistema quenos oprime.

    Sin embargo,el resurgirdela CNTestresultando algo conflictivo, lleno dediscusionesinternasyenfrentamientos en busca de una nuevaidentidad.No dejade ser buen sntoma pues siempre ser seal de que el enfermo est vivo y prometehacer grandes cosas despus de la discusin; pero no podemos olvidar tampoco

    que a veces esas discusiones hacen ms dao que beneficio, que terminan matandoal enfermo, entre otras cosas porque hay mucha gente por ah interesada en que elenfermo muera, o que se quede tan dbil que tenga una nula incidencia. Por otraparte, a veces los debates no son demasiado fecundos porque plantean discusionesque no tienen sentido, que se enzarzan en aspectos marginales y dejan aspectosfundamentales.En este sentidova nuestro prlogo;deseamos arrojar,dentro denuestras escasas posibilidades,un poco deluz que enriquezcaycentre eldebate.Evidentemente se nos podr decirque no somos quines paraintervenirenlosdebates,especialmente porque noslimitamos aver lostoros desdela barrera, yefectivamente es cierto.Sintratarde explicarahora porqulosvemos desdelabarrera, por qu no hemos entrado para ver las cosas mejor y colaborar con losdems a construir la CNT,seguimos pensando que podemos echaruna manodesde fuera, sin que tampoco se nos deba hacer demasiado caso.

    En primer lugarnos gustararecordaralgo que es obvio paratodos. Las dis-cusiones sobre elcontenido dela Confederacin,sobre su lnea de orientacin,han sido una constante histrica.No es extrao nipreocupante,por tanto,quevuelvan a darse ahora, aunque s lo es ms el que se olviden algunas cosas bastanteimportantes que,siayudara a avanzar la discusin haciatemas msinteresantes.Tambin ha sido una constante elhecho de quelos debatestiendan a persona-lizarse, reproduciendoliderazgosyprotagonismo que nunca deben producirse,sise pretende sercoherente conlos planteamientos bsicos dela CNT.Caerenestatentacin es olvidarpuntosfundamentales dela corriente de pensamientoque nos sirve de mdula, es olvidar, por ejemplo, a un Malatesta cuando afirmaba

    que lno era bakuninista pordos motivosfundamentales:primero,porque como

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    anarquista no crea en dogmas y de eso no se libraba ni el pensamiento de Baku-nin; segundo, y eso nos parece ms importe, porque un anarquista deba rechazarsiemprelos personalismos,deba discutirslo sobre planteamientostericosyprcticos desvinculndolos detodotipo dereferencia personalque pudierallevar

    a la sumisin a un lder.Sentadas esas bases, podemos pasar ahora a hacer algunas precisiones que nos

    parecenimportantes.No cabela menorduda de que elmovimiento anarquistano se agota en lalucha sindical, y en eso han estado de acuerdo siempretodoslos anarquistas.Pero deciresto serainsuficiente sia continuacin no dijramosque el anarquismo debe estar unido al movimiento obrero, aportndole su savia yrecibiendo de luna prctica concreta delucha contra elsistema. Lorealmentefecundo enla historia ha sidola unin de ambasrealidades.Delmismo modopodemos afirmar que es absurdo hablar de un sindicalismo neutro, sin contenidoideolgico,en quelofundamental fuerala defensa directa delosintereses delos trabajadores. Siempre que se ha afirmado eso se ha terminado creando desde

    fuera un partido o algo similarque se encargara de proporcionaralsindicatola lnea ideolgica y poltica que este por s mismo no poda tener. De ah acargarselaformacin de una centralsindical independiente,que no sea meracorrea detransmisin deloslistos deturno,que se plantee deformaintegral lalucha contra la opresin y la explotacin, que afirme la posibilidad y el derechode los trabajadores de ser los protagonistas y los dueos de su propia vida, no hayms que un paso.

    Volvemos a decir que lo fecundo ha sido siempre la unin de ambos aspectos,reconociendo almismotiempolas diferencias.Nielanarquismo se agota en elsindicato, ni se puede concebir un sindicato integral que no posea una concepcinideolgica.No olvidemos nunca que elsindicato no se plantea exclusivamentecomo asociacin de defensa delosintereses delostrabajadores,sinotambin,yquizs sealo msinteresante,como esbozo de la sociedad alternativa por laque luchamos, y para cumplir esa segunda misin es imprescindible una ideolo-ga.Siqueremos construiruna sociedad autogestionaria, regida por los propiosinteresados en sufuncionamiento;siqueremos una sociedad enla que no hayapoderpoltico niestado, fuentes de nuevas opresionesy explotaciones,sique-remos una sociedad organizada sobrela base dela solidaridad entretodosloshombres,con una escala devalores sustancialmente distinta a la querige en elsistema capitalista;siqueremos una sociedadfederalista,descentralizada,enlaque lo fundamental sea la defensa de la dignidad del hombre, de la justicia, de laigualdad y, sobre todo, de la libertad; si queremos todo eso, no se pueden reducirlas perspectivas delalucha sindicalalmero sindicalismo.Porotra parte,de ser

    as, la CNT en estos momentos perdera el nico espacio poltico que le queda, seconfundira con las dems centrales sindicales y perdera a continuacin su razn

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    de ser. Si es una alternativa real y revolucionaria, se debe precisamente a que vams all quelas dems centrales,a que se plantea unaluchaintegralenla queefectivamente no se quiere hacer la poltica oficial de los opresores de turno o delos que esperan turno para oprimir, pero en la que no se renuncia a la autntica

    poltica,como decimos en una de nuestrastesis;en definitiva,se debe a que selucha por laimplantacin delcomunismolibertario,aunque evidentemente estese pueda entender de diversas formas, como de hecho se ha entendido a lo largode la historia.

    Tambinresulta un tema difcilelproblema delasrelaciones entrelos anar-quistas,especialmente sise encuentran organizados enformaciones,especficas,tipo FAI, yelsindicato.Elhorrordelsindicalismo anarquista al liderazgo,alasvanguardias,ha sido siempre un horrorun tanto patolgico, lo queles halle-vado,comoya hemos denunciado en otras ocasiones,a tragarseloslderes enlos momentos ms inoportunos sin posibilidades reales de controlarlos. Creemosque no es necesariorecordarejemplos histricos que estn enla mente detodos.

    Nos parece bien que existan vanguardias, entre otras cosas porque van a existirdetodasformas;entre otras cosas porque siempre se hareconocido dentro delpensamiento anarquista quelalucha poruna sociedad distinta comienza en unasminoras ms conscientes que se enfrentan alas barreras opresorasyayudan alos dems a luchar contra esas mismas barreras; entre otras cosas porque, comodecamos antes, el anarquismo no se agota en el sindicato y es justo que se formenlos grupos de afinidad, la especfica enla que serecojatodalariqueza delanar-quismo. El problema de las vanguardias est en otro sitio, est en su tendencia aconvertirse en protagonistas,buscandolaimposicin ms que elconvencimientomediante la palabra y el ejemplo militantes. Recordando la clebre frase de Peirats,elproblema delavanguardia anarquista,en su momentola FAI,estriba ms endejarde ser la cabeza dela Confederacin,convirtindose en sus cojones. Lavan-guardia est para aclarar, para ayudar a construir y a mantener una estrategia sinclaudicaciones ni concesiones a la galera, para ensear, para ser los primeros en elmomento delaluchay la defensa delos derechos pisoteados porelopresor, y todoello sin imposiciones, sin protagonismos, recordando que la revolucin nunca sehace pordecreto,quelalibertad slo se ensea mediantelalibertad,que hayqueconvencer, que no hay salvadores sino que los hombres tienen que salvarse porsmismos, y recordando,en ltimolugar,que adems no hayposeedores delaverdad, iluminados por no se sabe qu espritu santo que se creen con derecho adecir a los dems lo que tienen que hacer. Podramos hablar mucho ms de estetema, siempre de gran inters, pero pensamos que con esto es suficiente.

    Hasta aqu no hemos hecho sino recordar cosas que todo el mundo sabe y que se

    enmarcan dentro de la ms pura ortodoxia anarquista; las recordamos porquees posible que en algunos momentos se olvide, lo que suele llevar a discusiones

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    estriles y mal planteadas. Sin embargo, queremos decir algo ms que nos saca dela ortodoxia anarquista o anarcosindicalista, entre otras cosas porque siemprehemos defendido que eso de la ortodoxia anarquista es un engendro totalmenteincoherente con una mnima comprensin delo que es elanarquismo.Porotra

    parte se debetambin a que pensamos quela situacin es muydistinta ala queexista en el momento de aparicin de la CNT y de su mximo esplendor combativo.Si renace sin ser consciente de ello y sin sacar las debidas consecuencias prcticas,es posible que renazca muerta y pierda una gran oportunidad de estar en la primeralnea de combate.

    Nos extraa,en primer lugar, lafobia contratodolo que huela a marxismo,contra los infiltrados marxistizados que provocan el horror de los puros anarco-sindicalistasy lesllevan a campaas de desmarxistizacin emulando alos msclebres protagonistas delas cazas de brujasy procesosinquisitoriales que enlavida ha habido.Nos parece muybien que se sigan denunciandolos peligrosdelsocialismo autoritarioyque serechace dela CNT todolo que pueda ayudar

    a consolidar ese tipo de socialismo. Nosotros nunca hemos estado tericamenteafavordelmarxismo-leninismo,eincluso hemos sentido una aversinvisceralque la lectura de la historia no ha hecho ms que confirmar. Sin embargo, hemospensado siempre que en elmarxismo hayelementos muy vlidos, incluso en elmismoLenin,aunque en este caso ms escasos; elementos que enriquecen elpensamiento anarquista,entre otras cosas porque ha habidotemas delmarxismoque elanarquismo no hatratadolo suficiente.Despus de ms de cien aos,esimprescindiblereconocerque elenfrentamiento entre Marx yBakunin nofuetodo lo limpio que a unos y otros nos gustara y que, ms all de las diferencias, esposible encontrarpuntos comunes muy fecundos.Serantimarxista porprincipionos pareceirracional,dogmticoyestril,adems de poco anarquista.No olvi-demos nunca que el anarquismo se ha definido siempre ms por sus propuestasconstructivas que por su anti lo que sea; no olvidemos que la negacin es slo unprimermomento,pocoimportante adems,que buscala desaparicin de obstcu-losydeja paso almsfecundo dela construccin,delas propuestas alternativas, ysipensamos en construirnuestra actitud ante elmarxismo debe sermuydistinta.

    Pero es que adems, ese antimarxismo dogmtico plantea otros problemas nomenos graves.Por las peculiares circunstancias por las que ha pasado este pas,hayun sectormuy importante,aunque numricamente nolo seatanto,que se haenfrentado directamente con elsistema capitalista desde perspectivas no estricta-mente anarquistas, quizs porque la recuperacin del pensamiento y la prcticaanarquista haya tardado ms tiempo que la recuperacin del marxismo. Gruposque efectivamente parten delmarxismo en sus anlisis,pero un marxismo nuevo,

    no autoritario,deslindado del leninismoy de todolo que supongavanguardiadirigente, dictadura del proletariado, etc. Un marxismo cercano al consejismo de

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    los Pannekoek, Korsch, al izquierdismo de la Rosa Luxemburgo, autores que ya ensu momento buscaron una aproximacin entre ambas corrientes del socialismo.Adoptar frente a estos grupos una postura intransigente es peligroso y perjudicial;ellostambin hanluchadoy luchan duramente poruna sociedad distinta,no han

    cado en un reformismo estril como les ha sucedido a las corrientes oficiales de laizquierda. Efectivamente es posible que se les pueda criticar por la insuficiencia dealgunas propuestas o simplemente porque no se est de acuerdo con las mismas.El dilogo y la colaboracin entre ambos tendran que ser ms positivos; es ciertoque alguno de esos grupos pretende constituirse en nueva vanguardia conscienteyen partido dirigista,haciendo dentro dela CNTunafealaborde zapa, lo quenunca se podr consentir. Pero tambin es cierto que plantean algunas crticas alanarquismo bastante fundadas, crticas a las que es necesario prestar atencin sinecharlas en sacoroto,porms que pueda doler y hacercaeralgunos mitos.Encualquiercaso,ante un enemigo poderosoymuyunido,estotalmente absurdoenfrentarse, renunciara un dilogo constructivoya una cooperacin militante

    eficaz, lo que no quiere decir tampoco que esos grupos debanintegrarse enlaCNT, como dicen algunos cenetistas.Hemos dejado para el final uno delos puntos que ms nos preocupa,pero

    tambin sobre el que necesitamos mayor reflexin dado lo ambiguo que nos parecetodava. No cabe la menor duda de que algo est cambiando en estos momentos,algo de gran importancia que hasta cierto punto hace inocuos los planteamientostradicionales, especialmente en la izquierda.Desde hace mucho tiempo, desde losaos sesenta en occidente, desde mayo de 1937, fecha en la que perece derrotadala ltimayms granderevolucin dela clase obrera,parece que estamostodosun poco despistados.Hayuna profunda crisis delaizquierda(probablementesea ms una crisis del leninismo como ideologa y formas organizativas que hanmonopolizadoy siguen monopolizando la izquierda), de tal forma que no seencuentran las tcticas ni los medios de lucha contra el sistema. Realmente o sesienta uno enla Moncloa o se dedica a practicar lalucha armada; yen mediopoco,muypoco.Desde nuestro punto devista elproblema hayque centrarlo en elhecho de que estn cambiandolos escenarios delaluchay los mismos objetivosde esa lucha.

    No negamos que elcapitalismo,contoda su carga de explotacin delostra-bajadores,sigue siendo elenemigo central,pero seguramente no en elmismosentido que hace cien o cincuenta aos. Ya no se trata de reivindicar la parte delproducto que corresponde al trabajador, de exigir unos medios de vida que vayanms all de la mera subsistencia. Qizs se despreci muy pronto al capitalismoafirmando que seraincapaz de darde comera todoslos hombres;a lo mejor

    termina dndonos de comer,sin dejar de ser por ello igualmente abominable.Con esto no queremos decir, ni mucho menos, que la imagen ms perfecta de lo

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    que esysupone elcapitalismo no siga siendola que ofrece en frica delSur,oen otros pases del tercer ycuarto mundo. Tampoco queremos decirque aqu yahora no seaimportante seguirdefendiendo unos niveles devida dignos,dadoque en Espaa siguen siendotodava muchoslostrabajadores que selasvenyse

    las desean para costear los gastosimprescindibles para poder vivir. Todo esto escierto, todo esto explica y justifica para nosotros la existencia de una fuerte luchasindical, pero. . .

    Pero no nos parece que ese sea el peligro central, aqu y ahora. Si quisiramosobtener unas mejoras econmicas, simplemente unas mejoras econmicas, proba-blemente lo ms eficaz fuera sentarnos todos en la Moncloa, llegar a un acuerdoconlos empresariosy los polticos,averiguarqu parcela nostocaba del tercermundo para obtener beneficios y repartirnos entre todos el pastel; eso s, sin poneren cuestin nada,nielorden pblico,ni los marginados,ni lajerarquizacinyburocratizacin, ni la degradacin del medio ambiente, ni el rollo de vida que senos ofrece. La sociedad ha cambiado; si el movimiento obrero luchaba por hacer

    desaparecer esa sociedad de miseria y explotacin tan bien descrita por autorescomoDickens, es muy posible que el enemigo principal hoy, la sociedad contra laque debemosluchar,seala que nos describe Orwellen1984. Qe es un peligroreal lo muestra claramente porejemplo elenorme parecido entre elGoulagrusoyelGoulag alemn,porhacer referencia solamente alos casos ms evidentes,pero desgraciadamente no los nicos.Evidentemente,cambiado elenemigo,esnecesario cambiar las armas y los actores de la lucha.

    Y cules pueden ser los actuales actores en estos momentos de crisis?Unacosa es cierta, la necesidad para la transicin de potenciar, construir y desarrollaralternativas que cuestionenradicalmentelaideologa, losvalores,elorden dela sociedad burguesa,sean en unlado o en otro,pero alternativas quevivan,practiquen y experimenten desde ahora los deseos y realidades de comunidad, de

    cambio sustanciala este orden.En definitiva setrata derecuperar y recrear lasbases para una transicin a una sociedad de libres e iguales.

    Y esenestepunto e n el que senos ponen delante toda una serie de m ovimientossociales que estn luchando duramente contra el sistema. Ah estn las feministas,queya hace muchotiempo se han dado cuenta de que suliberacintiene unasnotas especficas que la hacen distinta del resto de la lucha del movimiento obrero;estnlos homosexuales, reivindicando no slo el respeto a una determinadaformade realizacin, sino tambin condenando una sociedad que durante mucho tiempohaidentificado placer y pecado(enlo que coincidenlos puritanos de derechasy los deizquierdas,ms abundantes entrelos ltimos);estnlos movimientosecologistas, dedicados de forma preferente en estos momentos contra las centrales

    nucleares, en las que no slo ven el peligro de la contaminacin, sino, lo que es peor,el peligro de una alta tecnologa que refuerce el poder de unas minoras y obligue

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    a una mayorcentralizacinydependencia de las masas;estnlos presos sociales,los ancianos, los minusvlidos fsicos y psquicos y otros ms que quizs por notener fuerza no son demasiado escuchados.Sin duda alguna son movimientosque tienen enormes contradicciones, que en algunos casos sirven perfectamente

    a los intereses del bloque dominante. El problema es que esto tambin se podradecir posiblemente con ms motivos, de los movimientos obreros, especialmentede los pases del centro del imperialismo; el problema es tambin que quizssean estos movimientos los que estn marcando por dnde van a ir los prximosaoslasluchas contra un sistema de opresinyexplotacin,siempre que esosmovimientos encuentren una coherencia que hasta ahora les falta.

    Laresponsabilidad en esta misin delmovimiento anarquista es enorme pormuy diversas razones. En primer lugar no cabe la menor duda de que la izquierdaclsicay oficialest mostrando una clara miopa hacia esostemas,cuando nouna coincidencia conlos detentadores delpoder.Porotra parte elanarquismosiempre ha estado ms prximo alos marginados,siendoya clsicala negativa

    a diferenciar los presos comunes delos polticos,englobndolos a todos con eltrmino de sociales, o sus constantes referencias a la labor cultural de formacinde un hombre distinto, no slo de una organizacin distinta de las relaciones deproduccin. Tambin es clsico en el anarquismo la lucha contra la opresin, esdecir, contra el Estado y el poder, una lucha que va ms all de la lucha contra laexplotacin econmica;si lo que hemos dicho hasta ahora esvlido,no cabelamenor duda de queel problema es la opresin, la defensa de la libertad y la dignidaddel hombre, reivindicaciones hoy en desuso y tradicionalmente consideradas comopequeoburguesas,a excepcin delanarquismo,alquetambin seletachaba depequeo-burgus. Todo esto, yms que podramos decir,noslleva a depositargrandes esperanzas en el anarquismo como posible elemento aglutinante, siemprey cuando no pretenda reducir las luchas al mbito sindical aunque este sea la CNT,

    ysiempreycuando no anulela diversidadyespecificidad de cada uno de estosmovimientos, permaneciendo fieles en este sentido al federalismo del que siemprehan dado pruebasya unaluchaintegralenla que no se separanlos diferentescampos de enfrentamiento,sino que seintenta captarlos en su globalidad.Hayaqu mucho material para la reflexin y la colaboracin, sin partir de dogmatismoprevios y buscando todos las fuerzas comunes que nos ayuden a dar un paso mshacia esa sociedad sin explotadores niexplotados,sin opresores nioprimidos,porla que todos luchamos.

    Introduccin

    Pese alafalta de un espaciorealde praxis en elque se pueda probar lavalidezde las teoras, tenemos que reconocer que en los ltimos aos se ha elevado muy

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    considerablemente el nivel de lucha terica en Espaa y fuera de Espaa entorno a diversos problemas de la construccin del socialismo. Partidos comunistasy partidos socialistas,1junto con algunas otras tendencias dentro del socialismo,quiz de menor entidad numrica, pero de la misma consistencia terica, vienen

    midiendo sus armas con la atencin puesta en un perodo de transicin, y en estefogueola calidad dela discusin alcanzaya cotas muysuperiores alas pasadas.En el caso de nuestro pas,durante casi cuarenta aos se ha ido gestando lafuerza eruptiva de estos volcanes ideolgicos que esperan tiempos mejores paradescargar, con sus tensiones, todo su fuego interior.

    No por casualidad, la altura terica de la polmica se viene dando en un contextode crisis aguda, una crisis que, sin necesidad de recurrir al tpico, azota el mundoy fuerza,porsu propia naturaleza,a unarevisin delos postuladostericosyestratgicos a todos los niveles. Las noches oscuras son noches oscuras para todos,yporms que estos momentos crticosfuercen a unarevisin profunda delasbasesideolgicas,no cabela menorduda quetal revisin no es sencilla en esos

    momentos.Dentro de esta bsqueda de nuevas directrices,dereplanteamientosde esquemas, quiz ya demasiado gastados, sorprende considerablemente el quese mantenga una zona de penumbra a la que no se presta el suficiente inters: elanarquismo. Muy pocos tericos se han preguntado con la debida serenidad porelsentido delanarquismo,abandonado a su propio destinoydesterrado delasdiscusiones tericas a los marcos abiertos de la letra impresa. Alos ojos de estostericos,elanarquismo es una ocupacin menor,un subrogado querepresentaante la ciencia socialista el mismo papel que la parapsicologa ante la psicologa ola alquimia ante la qumica. A la numerosa abundancia de revistas socialistas seriassele oponelaresonanteysignificativa ausencia de una solarevista anarquista;ala proliferacin de citas marxistas para avalarcualquierafirmacinrespondela ausencia absoluta de referencias a Bakunin, Kropotkin o dems anarquistas; ala obligadafiliacinterica almarxismo, filiacin en muchos casos meramenteerudita y repetitiva, respondela inexistencia detericos anarquistas.Con lasexcepciones que confirmanlaregla, ysinlacrimosas aoranzas; talesla situacin.Y sin embargo. . .

    Sin embargo,siconsideramos este asunto no desdelas alturas,sino desdelabase, preocupa en muchos sectores la vuelta al anarquismo. Preocupa en primerlugar a los regmenes de orden, que vuelven a la carga con sus manidos tpicos quehablan deterroristas, anarquistas,para desprestigiar indirectamente a unmovimiento que nunca han conocido bien y con el que no se atreven a enfrentarsedirectamente; vale ms calumniar,que siempre queda algo.Preocupatambin

    1 Cuando queramos aludir a la comunidad indistinta de comunistas y socialistas, usaremos, como eshabitual, la denominacin genrica de marxistas.

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    alosregmenesypartidos comunistas que, todava hoy,expulsan de susfilas aciertosizquierdistas crticostildados sin ms de anarquistas o anarquizantesyutilizando en su contra unos tpicos no menos manidos que los anteriores.

    Por otra parte, el movimiento francs de mayo de 1968, pese a su fugacidad y

    su improvisacin, que necesitaran un anlisis ms detenido, fue suficientementeexplcito:de repente aparecieron banderas negrasy pintadascon ms abun-dancia que enlos mejorestiempos delosinternacionalistas bakuninistas.Es ms,incluso sus principales lderes reconocieron pblicamente su filiacin anarquista.

    Hoyes suficiente con convocaruna conferencia sobre anarquismo paraverla salarepleta de personas,mitad curiosos,mitad cansadas delo conocido,quesienten un enorme inters por escuchar.

    Estos sntomas externos no sonlos nicos.Casi todo elsector izquierdista, yhasta parte de la derecha civilizada habla ahora de autogestin, de descentra-lizacin,defederalismo,detodo elpoderparala base,de condena detodotipode dictadura,etc. La clara procedencia anarquista de estostemas exigira una

    atencin ms explcita a las fuentes, pues lo ms triste es que en muchos casos sedesconoce la paternidad de semejantes teoras, bien por ignorancia bien por malaintencin y por los prejuicios de siempre.

    Obligada pregunta es: estos parmetros tiene algo que ver con el anarquismoo pertenecen al mismo marxismo, un marxismo purificado y de nuevo cuo? Qhay entonces, si hay algo, de anarquismo en todo esto? Son realmente anarquistasquienes se acogen a los slogans recientes? Y si no lo son, por qu estigmatizara sus voceros como anarquistas? Cul es, en definitiva, la realidad especfica delanarquismo? Setrata de una entidadfantasmagrica,de un espectro muerto acuyo conjuro obedecenlos ms diversos exorcizados de una poca en decadenciaque da culto al diablo? Tiene algo que aportar el anarquismo en unos momentosen que el movimiento socialista debe buscarse a s mismo?

    Debemosreconocerque enlos ltimos aosla crtica histrica espaola haproducido aportaciones extremadamente valiosas, destacando nombres comolos de Gmez Casas,lvarezJunco,Elorza, Termes,ClaraLida . . . 2 Estofacilitanuestratareay nos obliga a entregarnos conla misma seriedad a ese eventualpresente del anarquismo, intentando aclarar sus lneas medulares para desde ahintentar iluminar a las otras formas de socialismo.

    En buena medida,nuestro propiointento de elucidacin parece en principioviable porque no nos mueven a l incitaciones de partido o grupo alguno.Nohablamos,pues,en nombre dela ortodoxiasies que algunavez pudiera sercompatible la ortodoxia con el anarquismo, sino tan slo en nombre propio.Tenemos la ventaja de habernos ocupado durante algunos aos del anarquismo,

    2 Cf. Amplia bibliografa al final.

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    al que nos une una simpata metodolgica, como dira Lacroix, al mismo tiempoque una afinidad personal.

    Prueba de nuestra heterodoxia es esta tesis que justifica la obra y que adelanta-mos aqu:es posible que elanarquismo haya estado soterrado demasiados aos

    yque,oculto en elbaldelosrecuerdos,no cumplayala misin histrica parala quefue concebido.De ahsus desajustes.Pretenderemozarelpasado sin msnims, volver a ponerselasvestimentas dela abuelita,puede sera lo ms elsubproductoresidualde una efmera moda,pero no pasar de serun socorridoparapeto atodo excntrico exhibicionista o de chivo expiatorio alos detractores:Creemos,pues,que es muyurgentelatarea crtica para saberdndetermina elanarquismo histrico y dnde comienza el anarquismo de la historia; qu es modofecundo y qu es simple moda dentro de l. Eso s, tenemos la conviccin de quealienta enla esencia delanarquismo un soplo defuerza que no ser erradicadodel socialismo, y que se har ms presente cuanto ms socialburocrticas sean lasformas concretas derealizacin delsocialismo.Es muyposible que no se pueda

    nise debareconstruirorganizaciones anarquistas,peroigualmente nos pareceimposible ignorar toda la aportacin del anarquismo al movimiento socialista.Para proceder a una exposicin ordenada de esta tesis, y para iluminarla den-

    tro delmarco delsocialismoy comunismo,es decir,delmarxismo en general,procederemos del modo siguiente: Primero analizaremos los juicios que sobre elanarquismo ha vertido su enemigo histrico, el marxismo. Luego procederemosarectificarestejuicio apasionado.Por fintrataremos de esbozarelsentido delanarquismo dentro delsocialismo,sirvindonos para elloigualmente de la cap-tacin de su pasado histrico. Talprocedimientofue en esenciatambin eldeMounier al enfrentarse con el tema. 3 Comencemos, pues, sin ms rodeos, llevandoelanarquismo al tribunalde suvictoriosorivalhistrico,elmarxismo,elcualsomete al enemigo a un juicio tan sumarsimo como el que resume un diccionariooficial de filosofa ortodoxa marxista, el Diccionario de Filosofa, publicado enla RDA (Leipzig, 1969, T. I., Anarchismus). Dice all:

    Elanarquismo es un movimiento utpicoypequeoburgus.El idealdelpequeo burgus es un orden social sin poder estatal, donde tal burgus seencuentra independiente de los lazos sociales y polticos. En contraste con elsocialismo cientfico, rechazalalucha de clases polticamente organizada,ascomo en general toda organizacin poltica, toda disciplina y toda autoridad,esperando poderalcanzar larealizacin dela absolutalibertad, lajusticia, laigualdady lafraternidad enla sociedad mediantela abolicin detodoslosrganos estatales de poder ycoaccin.Niega elpapeldirigente delpartido

    3 Cf. Mounier, E: Comunismo, anarqua, personalismo. Zero, Madrid, 1974. Prlogo C. Daz.

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    marxistay de la dictadura delproletariado,en lugarde lo cualpromuevelalucha social inmediatay la huelga generalnacionaleinternacionalparavencermediante un acto deviolencia espontneoy nico elorden socialestatocapitalista eintroducirelsocialismo sin organizacin nicoaccin es-

    tatal.Se sirve de los mtodosterroristas.Elsuelo nutricio delanarquismoes originariamentela pequea produccin mercantil individualdelpequeopropietario amenazado porelcapitalismo eimpotente antelasleyes delacompetencia. Se opone, por el contrario, a la propiedad grancapitalista, cuyaaniquilacin busca. Se opone al Estado burgus porque ste defiende la granpropiedad privada delos medios de produccin,perotambin se opone alEstado proletario porque se cree amenazado porste en su propiedadindivi-dual. Es agrario y antiprogresivo. Por eso dice Lenin que el anarquismo es unproducto de la desesperacin, la mentalidad de intelectuales desarraigados odel lumpenproletariado.

    Hasta aqu el juicio sumarsimo del Diccionario marxista a la realidad delanarquismo. Es un juicio lleno a rebosar de prejuicios y de tpicos, de modo queesimposiblereconocer lo que se ocultatrastantas mutilacionesydeformaciones.Creemos,porotra parte,que no es un caso aislado de crtica malintencionada,sinoalgo consustancialal juicio crtico marxista.4 Pornuestra parte seguimosfirmesen la conviccin de que el tratar de desterrar juicios estereotipados, sobre todo losproveniente del marxismo, no es una labor reaccionaria, una maniobra tendentealdesprestigio delmarxismo,puescmoiba ste a basarsu prestigio sobrelainexactitud de sus propios juicios histricos? Amar y defender el socialismo debeser reconocerque es preciso contribuira erradicarsus propias malformaciones,labor quirrgica que a la larga supondr un servicio ms honesto que cualquierdefensa a ultranza. Por eso necesitamos esbozar una crtica a la crtica marxista,

    al menos en los siguientes puntos que a la vez nos sirven de tesis.

    Tesis 1: El anarquismo no es una forma desocialismo utpico

    Marx, yde un modo esplndido,nos hizover ya en elManifiesto delPartidoComunista quelo especfico delsocialismo utpico era pretenderacomodar lamarcha dela historia alos dictados de su propiaimaginacin desatada,pero sinanlisis de la estructura social, econmica y poltica de todo Estado. En tal sentido,

    4 Cf. Marx C.: Contra Bakunin, Luigi Mongini, Roma, 1901; Plejanov, Contra el anarquismo, Calden.Buenos Aires, 1969. Stalin J., Anarquismo o socialismo?, Grijalbo. Mxico, 1972.

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    lasfuturacionesvisionarias delFalansterio de Fouriero elpaternalismo delascomunidades saintsimonianas nada aportaba al cambio real de la sociedad que noles gustaba.Siaportaban algo erala utopa,eldeseo de cambio,una necesidadsentida,pero no satisfecha en orden atalcambio.Desde este punto devista, los

    socialismos utpicos no ayudaran en nada a la emancipacin de la clase obrera,sino que serviran ms que nada comoideologas encubridoras delosverdaderosproblemas, evitando siempre un compromiso autntico con la realidad.

    Tal actitud sera, a lo ms, propia de la rama anarquista que acaba en Godwin,como lo fue de todos los movimientos socialistas anteriores a Marx, pero nuncasera extensible a los anarquistas posteriores. Proudhon, a pesar de sus grandescontradiccionesydelainsuficiencia de algunos aspectos,someti a una brillantecrtica la nocin de propiedad, elabor las bases de lo que posteriormente serantodas las teoras autogestionarias e insisti en la organizacin no centralizada dela sociedad.Del mismo modo, Bakunin no slo trabaj con plena dedicacin en laorganizacin de un movimiento obrero que se enfrentara alcapitalismo,sino que

    dot de coherencia al sistema de pensamiento anarquista, aportando reflexionesinsustituibles entorno a temastan poco utpicos comolasrelaciones delsocialis-mo y la libertad o la formacin del hombre socialista integral. Lo mismo se podradecirdel tercergran pensadoranarquista,Kropotkin,que no slo se preocup,da-dos sus amplios conocimientos,de fundamentarelsocialismo en una concepcindel mundo acorde con los ltimos descubrimientos cientficos, sino que ofreci unesquema en el que se unan el campo y la fbrica para construir un nuevo ordensocial. Francamente, decir que estos anarquistas son utpicos es dejarse llevar porviejas enemistades o conceder mucho a los tpicos sin fundamento.

    Como no es ste el lugaradecuado para sometera crticala afirmacin queacabamos de hacer vamos a conceder ms al marxismo. Supongamos que niProudhon, ni Bakunin, ni Kropotkin, han analizado cientficamente la realidad, encomparacin con el rigor y la profundidad analtica a que sta fuera sometida porMarx (no olvidemos tampoco que la superioridad terica de Marx sobre todos suscontemporneos es indiscutible). Centremos nuestra atencin en el anarquismotal ycomo se desarroll en nuestro pas. Es que puede encerrarse en elmismosaco el falansterio de Fourierque Elproletariado militante,de AnselmoLorenzo?Cmo podramos suponer que la CNT, por ejemplo, no realiz ninguno de esosanlisis cientficos de la realidad social y econmica? Sera mucho pedir el queserevisarala condena desocial-utpicodespus de haberestudiado elnivelorganizativo, tctico y estratgico de la CNT?

    Es igualmente un mito insostenible el afirmar que el anarquismo es una contem-placin buclica de la arcadia primitiva rural, fiel al dicho de que cualquier tiempo

    pasadofue mejor:Son muchoslos que han mantenido que elanarquismo esinca-paz de dar una respuesta constructiva a la moderna era industrial, limitndose a

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    rechazarla en favor de una vuelta a una organizacin primitiva rural y artesanadela sociedad.De aqua afirmarque elanarquismo se opone alprogreso delahumanidad slo hay un paso. Basta leer a Kropotkin en Campos, fbricas y talle-res;es suficiente conrecordaralosrelojeros de Saint-Imiero alasfederaciones

    deindustria,o quiz sea mejoracudiralos estudios magistralesrecientementepublicados sobrela organizacinindustrialde Catalua bajola direccin delaCNT,5 para darse cuenta lo absurdo de seguir manteniendo ese ataque tan carentedefundamento.Hacefaltainercia mentalpara seguir repitiendo con Engels eltpico del carcter agrario del anarquismo. Por otra parte, no es justo achacar deagrarismo a un movimiento que apenastuvoimplantacin histricayque enlosefmeros momentos en que pudo desarrollarse, o fue en momentos y zonas an noindustrializadas o en ambientes blicos.Al mismo tiempo, varias dcadas en lasque no ha habido una aportacin terica anarquista seria, por diversos motivos,hacen que, por anacronismos al juzgar la historia pasada con criterios actuales, seeche enfalta unareflexinyaclaracin delsocialismolibertario sobrelos actuales

    problemas planteados por la estructura econmica internacional.Sin perjuicio de querealicemos despus una nueva aproximacinterica alconcepto de utopa, valga de momento la afirmacin de que el anarquismo es unsocialismo no-utpico. Tal vez no sea bastante para definirlo como socialismocientfico, pues no es lo mismo no-utpico que cientfico. Personalmente dudamosdel estatuto de cientificidad del socialismo, sobre todo desde el momento en queesa cientificidad es mantenida como dogma incuestionable; sin negar la existenciade una ciencia socialista, en tanto que interpretacin racional de los hechos, con-sideramos que es ms bien, o por lo menos debiera serlo y debera ser mantenido,unavisin delmundo.Unavisin delmundo que,es obvio decirlo,para nosotroses la ms adecuada y la nica que hoy por hoy puede enfrentarse con xito a losproblemas que tiene planteados el mundo, pero cuyo rigor cientfico no creemos

    superioraldelcapitalismo,porponerun ejemplo.Desconfiamos delestructu-ralismo alque,sino entendemos mal, le preocupa en excesola parte cientficadelsocialismo marxistayda demasiado delado alcomponentevoluntario delarevolucin. Esta interpretacin nos parece ofrecer una concepcin mecanicista dela ciencia, en la que se olvidan con demasiada facilidad las complejas relacionesdialcticas entre la infraestructura y la superestructura. En consecuencia, creemosque elanarquismo es un socialismotal vez no cientfico,pero,desdeluego,noutpico.

    5 Cf.Obras como Elorza,A., La utopa anarquista enla Repblica;Prez Bar,A.30meses de co-lectivismo en Catalua;GastonLeval,Comunidadeslibertarias en Espaa;Abad de Santilln,Elorganismo econmico de la revolucin; etc., resuelven definitivamente las dudas.

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    Tesis 2: El anarquismo no es pequeo-burgus

    Comointuy Marxcon su proverbialgenio,el idealdelpequeo burgus esencontrarun orden social (no solamente posible en un contextoliberal)donde

    encontrarse independiente de los lazos sociopolticos y comunitarios. Este se dacuenta de que el capitalismo, a causa de la necesaria concentracin de capital, vaen contra de sus propiosintereses,de su pequeo negocio,pero desdeluego enningn momento pone en cuestin elorden socialcapitalista en susraces,nitiene otras preocupaciones que las puramente individuales. El pequeo burguses profundamente egosta, acordndose solamente del otro en el momento en quesiente ganas de comer.Delmismo modo, le molesta elcarctercentralizadoyabsorbente dela administracin estatal,pero siempre porque atenta contra susintereses individuales, porque pone trabas al desarrollo de su actividad, hacindolecumplir con unas obligaciones comunitarias que le resultan gravosas. Desde luegono es ste,nimucho menos,elcaso delanarquismo.Desde elprimermomento se

    marc el carcter solidario, federado e interdependiente del socialismo anarquista,al mismo tiempo que el cuestionamiento radical y profundo del orden burgus.Efectivamente,elanarquismo arremete con granfuerza contra elEstado,al

    que en buena medida consideralafuente delos mayores males que padecelahumanidad.ElEstado es,en su opinin,autoritario, jerrquicoy centralizado,por lo que impide el libre desarrollo de los individuosyde las comunidadesnaturales; el problema del Estado no es, en ningn caso, un problema individual,sino un problema de toda la comunidad, cuyo normal desenvolvimiento impide.Delmismo modo arremeten contrala democracia burguesa deforma mucho msradical que cualquier otro socialismo, y aqu nos encontramos nuevamente conunos argumentos que porninguna partereflejan esa estrechez de mirasy eseegosmo propio de la pequea burguesa. Cuando un Ricardo Mella, o cualquier

    otroterico anarquista,atacala democracia parlamentaria, lo hace porque staatenta contra uno delos principiosfundamentales delaliberacin delas clasesoprimidas:elparlamentarismo,elsufragio universalburgus,buscanrobaralpueblo su soberana haciendo que delegue en unos polticos profesionales esto es,desvinculados de los problemas del pueblo su capacidad de decisin, su soberana.Sino hayuna organizacin socialque conservetodo elpoderde decisin paralabase estamos en un sistema expoliador, se llame como se llame.

    Poreso proponen una alternativa que supone un cuestionamientoradicaldetodo el ordensocialburgus,en busca de un estado socialen elque hayandesaparecido todo tipo de privilegios y explotaciones, en el que ya no existan lasclases sociales y en el que, como es lgico, la burguesa, como clase detentadora

    del poder econmico y poltico, ya no tendr posibilidad de existir. Esa alternativasocial se articula sobre dos pilares fundamentales: las unidades de produccin, que

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    debern funcionar siempre autogestionariamente y que se federarn siguiendo laspautasyainiciadas por los sindicatos enla estampa burguesa, y las comunidadescvico-ciudadanas(las comunas).En su perspectiva delsocialismointegraleratotalmenteinsuficiente que se produjesela apropiacin delos medios de pro-

    duccin porparte delostrabajadores enfbricas autogestionadas; la actividadlaboral tena que prolongarse enla actividad cvica,es decir,en todoslos pro-blemasrelativos ala administracin delas cosas comunes,delocioy la culturaenlos momentoslibres:enla autogestin detodosycada uno delos problemascomunales. Establecen la comuna como un grupo natural que goza de autonoma eindependencia, en la que se practica una democracia desde la base, sin parlamenta-rismo ni delegacin de poderes en unos representares; habr representantes, perosiempre sujetos a inmediata sustitucin en cuanto no seresponsabilicen delosintereses de la comunidad, al mismo tiempo que la capacidad de decisin siemprepermanecer en la asamblea de la base. De esta forma intentan tambin superarlavieja disyuncin entre elciudadano polticoyel trabajador;dela separacin

    entre obreros y administradores surgen los polticos, que controlen el poder enperjuicio del pueblo. Todo hombre tena que ser a la vez obrero y administrador.Es ste un modelo de pequeez burguesa?

    No, radicalmente,no. Lostirosvienen porotra parte.Al igualque antes, vimosque se aplic indiscriminadamente el tpico de socialismo utpico y metafsico atoda alternativa socialista que no estaba plenamente de acuerdo con elanlisismarxista, tambin el Partido Comunista Ruso, a partir fundamentalmente de 1920,fecha en la que se crean los dems partidos comunistas europeos y se consolidala III Internacional, dio en adjetivar como pequeo burgus a todo aquel mili-tante que no aceptaba por principio los dictados del Partido. Eso es todo, y de ahlas diatribas contra un movimiento libertario que rechazaba cualquier forma dedictadura, incluso la dictadura del proletariado, o ms an la dictadura anarquista,

    la que en gran partele costla persecucintanto enla Rusia del 17como enla Espaa del37.Delmismo modo,elanarquismo se neg siempre a cualquierpacto poltico conla burguesa parala obtencin de unaslibertadas polticas(evi-dentemente unaslibertades burguesas),en lo quevea una claudicacin delasautnticas aspiraciones dela clase obrera: la destruccin delorden econmicoysocialexistente.En esta opcin elanarquismo puede o no estarequivocado,perovemos con claridadlo cuales muy importante en un momento en quelaclase obrera y los partidos que la representan dentro de los pases imperialistascorre elenorme peligro derenunciara un autntico contenidorevolucionarioanticapitalista, cediendo a los cantos de sirena de la burguesa vemos, decamos,que no es posible acusar de pequeos burgueses a unos hombres orgnicamente

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    implantados en el movimiento obrero, radicalmente comprometidos con la cons-truccin dela sociedad socialista, y con una mstica proletaria superiora la deotros credos polticos.

    Tesis 3: El anarquismo no es apoltico

    Es muy fcil, yadems ocurre confrecuencia,quelas palabras nos enreden ensu cepo semntico para prostituirse en el lenguaje comn, teniendo al final unapluralidad de significados que hace difcil la comprensin de lo que se est diciendo.Sin un anlisislingstico serio,sin una aclaracin delautntico significado delas palabras, que en muchos casos es una recuperacin de su sentido original, lamayor parte de las veces la filosofa acaba, como se ha dicho, en sistematizadorade creencias, y los dilogos no pasan de ser monlogos entre sordos.

    Q se entiende por poltica? Si por poltica entendemos, con ese maestro depoliticlogos europeos que esDuverger, la tcnica de lograr el poder del Estado o,

    en su caso, de desarrollar un contrapoder con el mismo fin, entonces el anarquismono slo sera apoltico,sino que estara a cienleguas dela poltica,como sereflejaclaramente en sus numerosas diatribas contralos polticosy la poltica.Ahorabien, las razones que mueven al anarquismo a esta negativa son muy distintas alas que mueven a otros movimientos que tambin han dedicado sus ms acerbascrticas contrala polticaycuyas consecuencias han sido,sonysern deplorables.De entre las muchas razones, nos parece oportuno destacar dos: en primer lugarno se cree en la necesidad de un Estado,al que se concepta como mquinaburocrtica alservicio de unos pocos,mquina,comoveamos antes,ajena alosintereses del pueblo y cuyo nico fin es la opresin y la autoperpetuacin, y, ensegundo lugar, en tales circunstacias, en las que el Estado es un aparato creado por

    la burguesayparala burguesa,cualquier tipo de participacin o colaboracincon el mismo no hace ms que facilitar la pervivencia de un Estado al que no sedeseayque va en contra delosintereses populares.Elanarquismo ha sentidosiempre una profunda y absoluta aversin hacia el Estado, tan absoluta que quizen ciertas ocasiones se le haya atribuido al mismo un papel excesivo, induciendo apensarposiblemente de una manera superficialque,suprimido elEstado,se habrasuprimido uno de los mayores obstculos para la emancipacin de la humanidad.En buena medida, para bien o para mal, lo que de anrquico alienta hoy en buenaparte del socialismo joven es su repulsa a la socialburocracia estatal o paraestatal.

    Ahora bien,siporpoltica se entiendela participacin activa delos hombresenlos problemas delas unidades de produccin(elcampoy el taller) y en las

    unidades de convivencia social (comunas), entonces no hay socialismo ms polticoque el socialismo autogestionario crata, que considera poltico todo aquello que

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    se hace en la polis. Por lo dems,cuando se trata de construir un socialismointegral, es decir, el desarrollo de las facultades intelectuales y morales, as comola supresin dela explotacin econmicay larevalorizacin del trabajo comofactorde realizacin personal,se est entendiendola poltica en su ms puro

    sentido.Basta conleeralguna pgina deliteratura anarquista para comprobarinmediatamente que sse buscalarealizacin poltica delhombre,de donde sederiva la importancia que se concede en el socialismo libertario no slo a laautogestin obrera,sino de una manera especiala las comunas organizadas deabajo arriba,nuncaimpuestas desde un centro decisordelmodo en que ha derealizarse la sociedad. La autogestin, la federacin, no son suficientes si no vanimpregnadas de esa concepcin socialistatotalenla que se busca el fin detodaexplotacin y opresin y la toma del poder por el pueblo.

    Incluso, yen contra de postulados anarquistas,es bien sabido que en algnmomento histrico los anarquistas participaron en el poder del Estado con el finde paliaruna situacin abstencionista que,pese a su purismo,otal vez gracias

    a l,podra desencadenargrandestrastornos parala clase obrera.Es conocidapor todosla participacinindirecta de la CNTen el triunfo delFrente Popularenlas elecciones del36,al igualque la colaboracin deimportantes militantesanarquistas en el Gobierno de la Repblica entiempo de guerra.En aquellosmomentos,almaximalismoterico se opuso un minimalismo prctico,actitudque probablemente estuvo acertada, ya quelas circunstanciaslo exigan,peroque demostr que, efectivamente, los anarquistas ni saban ni queran hacer estetipo de poltica a la que antes hacamos alusin. Basten unas palabras deAbad deSantilln para dejar clara la distincin entre ambos conceptos de poltica, al mismotiempo que nos permitirn capta alguno de los puntos modulares del anarquismo:

    Ninguna dictadura ha sido jams creadora ni podr serlo tampoco, sobre todo

    en pases como Espaa, aunque fuese ejercida por nosotros. Una revolucindebe suscita energas y dejar campo libre a todas las iniciativas fecundas; nodebe serunafuerza deregimentacinydetirana siquiere afirmarse enlasenda del progreso social.

    Los hombres que detentan un podercualquieratienen propensin naturala abusardelafuerza de que disponen, yelabuso de esa fuerza se empleasiempre en la supresin de los que no piensan ni sienten como los que mandano contra los que tienen intereses divergentes.

    Nosotros hemos quedado dueos de la situacin en Catalua despus de julio;lo podamostodoyno hemos utilizadolas posibilidadesincontrastables que

    tenamos ms que para hacer obra efectiva en la guerra y en la construccinrevolucionaria. No hicimos del poder un instrumento de opresin ms que

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    contra elenemigo a quien habamos declaradola guerra.Nadie podr acu-sarnos de habersido colaboradores desleales nide haberutilizado nuestrainfluencia para oprimir o exterminar a ninguna de las tendencias que hacanpromesas de fe antifascista.

    Habremos cometido ms de un error y ms de una equivocacin; no hemostenido empacho en denunciarnosotros mismoslo que hemosreconocido.Pero elmayorerrorde que se nos acusar ha de serelde habersidolealesy sinceros en toda nuestra actuacin pblica, incluso mientras se afilaba enlas sombras elpualde latraicin delos que se sentaban a nuestrolado.Solamente que en ese error volveramos a incurrir maana.6

    La ltimafrase no es una bonita concesin de cara ala galera;es una conse-cuencialgica delasraces anarquistas a las quetendremos ocasin devolveren el tema delsocialismoy lalibertad. Qiztengamos quellegara la mismaconclusin que Santilln:elgran maldelanarquismo sera elno dejarse nunca

    someter, el resistirse a entrar por el aro, lo que hace perder eficacia, pero en esemal volver siempre a caer.

    Tesis 4: Anarquismo no es espontanesmo

    No estara de ms recordar que la palabra anarquismo est plagada de seman-temas peyorativos: desorden, anoma, irracionalidad, excentricidad, caos, etctera.Fue Proudhon quien, para evitar tal impresin, comenz escribiendo an-arquismo,con elsubsiguiente guin moderadorentrela preposicinyelsustantivo.Perotal guioncito no fue respetado, y el mismo Proudhon acab escribiendo la palabrasin guin. Si la anarqua ha venido a ser sinnimo de socialismo libertario en la

    prctica histrica,para elorden establecidoy tambin para elorden que esperasuturno para establecerseha sido sinnimo delas situaciones ms confusasydescontroladas antelas que es necesario cerrar filasyadoptarmedidas enrgicas.

    Anarquismo es,pues,untrmino negativoynegador,una palabra que nacenegando.Ahora bien, qu negaba? Era simplemente una negacin?No cabeduda de que elanarquismo surge en gran parte de unarebeldavisceral,comodira Daniel Guerin,7 de una pasin por la justicia constantemente pisoteadaquelelleva a unrepudio en conjunto delmundooficial y de la sociedadtalcomo se presenta. El anarquismo en este sentido ha sido siempre radical; nada depactos con la burguesa, nada de compromisos, por muy histricos que sean, nadade democracia burguesa.Ahora bien, la negacin delorden burgus no supone

    6 Por qu perdimos la guerra. Gregorio del Toro, Madrid, 1975, pg. 100.7 Guerin, D.: El anarquismo, Proyeccin, Buenos Aires, 1968.

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    en modo algunola negacin de cualquier tipo de orden,cosa que nunca se hapropuesto en elmovimiento socialista; todo elsistema delanarquismo suponeuna organizacin compleja de la sociedad como veamos anteriormente.

    No obstante, y a ella volveremos al final de nuestro estudio, se presentan algunas

    dificultades dentro de la alternativa anarquista.Suinsistencia constante en losaspectos destructoresynegativos delpoder Poned a un SanVicente de Paulen el poder, y se convertir en un Guizet y un Talleyrand, dir Proudhon leshace defender la necesidad de una organizacin realizada de abajo arriba, nuncaimpuesta desde un centralismo estatal. La revolucin tiene que hacerla el pueblo,nolos profesionalesrevolucionarios ni tampoco elpartido poseedoren exclusivade la lnea correcta de actuacin. Entonces nos encontramos con una opcin: o seda crdito a un socialismo organizado, pero no dirigido y centralizado desde arriba;o no se estima sino un socialismo centralizado enla entidad de un partido nico.Ambas opciones se han dado y se siguen dando, cada una con sus contradiccionesinherentes.Elanarquismo defendila primera,consciente detodoslos peligros

    delpoder,no sin caeren muchas ocasiones enlafcilacusacin de autoritarismodirigida a todos los movimientos obreros que no compartan su credo. En cualquiercaso, nos importa resaltar aqu que esta opcin est motivada por una decisin dequetodo elpodersea para elpueblo,sin poneretapasintermedias de muydudosaeficacia, sin creer en dictaduras de nadie que alarguen indefinidamente, si no esque lo destruyen definitivamente, un cambio social autntico.

    La acusacin de espontanesmo tiene tambin otra motivacin dentro del pen-samiento anarquista:su confianza enla espontaneidad delas masas.Esta,a suvez, est vinculada a la afirmacin de que la revolucin tiene que hacerse de abajoarriba,sinimposiciones de ningntipo.Ahora bien,sies cierto que en algunosmomentos los tericos del anarquismo han sentido una inclinacin excesiva haciaese espontanesmo,confiando en una conflagracinfinalque destruyeratodo elorden existente parainstalaruno nuevo,8 no cabe dudatambin de que no handepositado unafe ciega en elhombrey en lasvirtudes delproletariado,comoclaramentelo expresa Proudhon o elmismo Bakunin. Larevolucin que no seahecha porelpueblo no ser unarevolucin,sino un simple cambio de nombresypersonas;elpueblo,sin embargo,es en gran parteinertey,sinllegaralastesisdelmarxismoleninismo, tambininsistirn enla necesidad de una conduccinpor parte de los individuos conscientes.

    Esa vanguardia consciente deber tener cuidado de no convertirse en autorita-rios,en nuevos dictadores desconectados delpueblo:su misin es actuarcomo

    8 Po Barojarecoge perfectamente este ambiente de esperanza en unarevolucintotalcompartidapor los medios anarquistas espaoles en su novela Aurora Roja, esperanza que no ser compartidaya por el movimiento anarquista posterior.

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    comadrona de la revolucin, difundir entre las masas las ideas socialistas. De aquse deriva uno de los aspectos fundamentales del anarquismo: su carcter pedag-gico,suinsistencia constante en quelarevolucin debe ser integral y cambiarnoslolasrelaciones de produccin explotadoras propias delsistema capitalista,sino

    tambin educar un hombre nuevo socialista en el que ya no se den las tendenciasexplotadoras. El anarquismo es, en gran medida, una demopedia, 9 una educacindelpueblo,alque se dirige para difundir laidea,como lo haca un FermnSalvoechea por los campos andaluces. La solucin que ofrece para este arduo pro-blema va en la misma lnea que la que ms adelante aportar Rosa Luxemburgo;al igualque sta,afirmaba quelatensin entrela minora conscientey la masainconsciente de su explotacin se solucionar cuando se alcancelafusin delaciencia con la masa obrera, Bakunin dir:

    Esta contradiccin no puede ser resuelta ms que de una manera: hace faltaquela ciencia no sigafuera delavida detodos, teniendo comorepresen-tantes a un cuerpo de sabiostitulados, yhacefalta que ella sefundamenteyse extienda enlas masas. La ciencia,estandollamada a partirde ahora arepresentar la conciencia colectiva de la sociedad, debe llegar a ser realmentela propiedad de todo el mundo.10

    Repetimos que el problema es difcil, prueba de ello es su vigencia en los mo-mentos actuales que atraviesa elsocialismo. La solucin de RosaLuxemburgo,al igualquela de Bakunin, tiene el inconveniente de ponerun plazo muy largo,mientras que mantienenlos aspectos esenciales de una autnticarevolucin.Esinteresante, a propsito de este problema, las discusiones que se mantuvieron enlos aos 20 dentro de los medios de la CNT sobre el papel que deba desempearelanarquismo dentro delsindicalismorevolucionario.Estas discusiones desembo-

    caran en la constitucin de la FAI, como aglutinacin de los grupos anarquistas ycon el cometido esencial de promover los objetivos de una concepcin socialistalibertaria de la sociedad dentro de la CNT. Se concibe el anarquismo como inspira-dor y organizador de la minora revolucionaria del proletariado, establecindoseunasrelaciones entrelos anarquistasyelsindicalismo devinculacin orgnica;talcomo es defendido porAbad de Santillny los grupos argentinos en sufa-mosa alternativa de la trabazn desde luego, el sindicato no ser nunca unacorrea detransmisin,aunquela FAI tenga como misinvelarpor la pureza delos contenidosrevolucionarios delos mismos,que posteriormente ser seguidaen Espaa.11

    9 C. Daz.: Demopedia anarquista, Pensamiento (Madrid), vol. 29 (1973).10 Dios y el Estado, Lib. Pblico, Pars, s.f., pg. 63.11 Ampliamente tratado en Elorza, A. El anarcosindicalismo espaol bajo la dictadura.

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    Por otra parte, dentro del anarquismo ha habido siempre dos tendencias, ma-nifestadas ms claramente en el siglo XX. Por un lado estara una lnea mseconomicista, que ofrecera unas alternativas de organizacin de las relaciones deproduccin concretas y definidas. Esta lnea no sera, desde luego, espontanesta,

    sino quiz bastante rgida en sus esquemas previos, no confiando en ningn mo-mento en un espontanesmo revolucionario. Junto a ella, el anarquismo ha tenidosiempre un profundo contenido tico, ofreciendo una comprensin del hombre yla sociedad enla quejugara un papel fundamental,porencima dela explotacineconmica, la opresin de todo lo que impide el pleno desarrollo del hombre. Esesta corrientela queimpulsa alosredactores del Productora manifestarse afavor de la defensa de todos los oprimidos de la tierra, y principalmente a los quese hallan encarcelados o perseguidos (n 1, 7-XI-1925). Afirmacin de indudablesresonancias bblicas, que podra atraer la acusacin de ingenuos idealistas sobreellos por parte del algn ortodoxo del socialismo. Es en virtud de ese componentetico,centrado en eldesarrollo de un socialismointegral, lo que har pensaren

    algunos casos en un espontanesmo, cuando en realidad no es sino la aspiracina la liberacin definitiva de la clase obrera y del pueblo.Hay otro aspecto fundamental para comprender estas actitudes del anarquismo,

    al que dedicaremos ms adelante una atencin especial.Nosreferimos a su concep-cin de la dialctica, que nunca fue hegeliana, dado que consideraban sta comouna dialctica cerrada, defensora de una sntesis final en la que se acabaran todaslas contradicciones;esa sntesis,para elanarquismo,sera un nuevotriunfo deldespotismoy la explotacin.Hay tesisyanttesis,pero no sntesis; la humanidadse encamina hacia una etapa final, pero ni podemos saber exactamente cmo serniest predeterminada necesariamente desde ahora.Poreso prefirieron elmoldecientificista-naturalista de lainduccintalcomo se planteaba en su siglo.Es muyposible que el fallo de muchos tericos del anarquismo, y pensamos ahora en unRicardo Mella, fuera elobsesionarse con no predeterminarnada,con noimponersoluciones preestablecidas que pudieran ser germen de nuevas dictaduras:

    Sistematizareslaborde ciencia, y sistematizando nos cerramos ala ciencia:dogmatizamos.He aqu larazn detodo coto cercado;he aqu la causa deque las creencias quiebren (. . .).

    Mas alldonde se alzare un nuevo andamiaje,donde se abrieren nuevossurcosyse edificaren nuevos muros,compareced convuestros picosynodejis piedra sobre piedra.Elpensamientorequiere espacio sinlmites,eltiempo sin trmino, la libertad sin mojones. No puede haber teoras acabadas,sistematizaciones completas, filosofas nicas,porque no hayuna verdad

    absoluta, inmutable; hay verdades y verdades, adquiridas y por adquirir.12

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    Es importantetener claro estos dos aspectos,pero,en contra de Mella,nopensamos que sea suficiente quedarse en ellos.Efectivamente,no hay verdadesabsolutas, pero s hay verdades objetivas. Los sistemas no deben ser cerrados, perosson necesarios. Lasrelaciones entrela necesidady lalibertad en eldesarrollo

    de la historia hay que tratarlas con ms rigor y profundidad, so pena de padecer,no sin razn, la acusacin de espontanestas y retricos.

    Tesis 5: El anarquismo no es un voluntarismo deraz fascista

    Una parte importante del sector estructuralista, marxista y no marxista, creeque el anarquismo se basa en una toma de posicin falsa: la importancia concedidaalsujeto personal,a lavoluntad delhombre paratransformar larealidad.Estarazvoluntarista delanarquismo,ajuicio delestructuralismo, le emparenta con el

    fascismo. Es difcil entender la coherencia de esta tesis y, en todo caso, no vemosms que una simple analoga exterior y superficial de la siguiente ndole: Hitlermeda un metro setenta centmetros y llevaba bigote y flequillo; luego todo el querena esas caractersticas es Hitler.

    Es cierto que el anarquismo supuso en principio una reaccin contra la crticasocialista del individualismo burgus que haba conducido a una peligrosa anu-lacin del individuo. Tambin es cierto, y yalo hemosvisto enlatesis anterioryenla primera,que elanarquismoinsiste en elcomponentevoluntarista de larevolucin,dado que no confa demasiado en eldesencadenamiento necesariode la misma consecuencia de determinadas situaciones objetivas. El papel de loshombres enla consecucin de una sociedad socialista es muy importante,porlo que no se debe menospreciaralegremente.Ahora bien,nielanarquismofuenunca individualista, como s lo es el sistema burgus, ni tampoco menosprecilas condiciones sociales y su papel en el proceso revolucionario.

    Actualmente, la supuesta muerte del hombre predicada por el estructuralismo,trasla presunta muerte de Dios,defendida porelnihilismo,ha tenido muchosseguidores: el nouveau roman, la crtica literaria, coinciden en su denostacindel sujeto personal. La lgica axiomtica, por su parte, en su calidad de elementoprincipalde la epistemologa normativa,al eliminar todofactorpsicolgico ylimitarse al examen de las condiciones de verdad que fundan el conocimiento, sinexplicar su formacin, ha llegado a constituir una especie de lgica sin sujeto.Elpositivismolgico ha hechotambin en buena medida abstraccin completadel sujetodelconocimiento,asimilandolas matemticasy lalgica a un puro

    12 Mella, R.: La bancarrota de las creencias en Cuestiones sociales, Valencia.

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    lenguaje,en elque aveces se olvida alosinterlocutores.A estosfactores hayque aadir otros en orden al olvido de lo personal: la explosin demogrfica de lahumanidad superpoblada, la manipulacin de la persona en la sociedad capitalista,etc.Foucaultmismollega a decirqueelautorno es exactamente nielpropietario

    ni el responsable de sus textos, ni su productor ni su inventor.Lejos de nuestro nimo,haceruna crticafcilalestructuralismo,que tanto

    est aportando ala ciencia. Qisiramos,porelcontrario, tratarde entender larazn de la postura estructuralista y decir con Tun de Lara lo siguiente:

    Sabemos que losalthusserianosanatematizan que sefundela historiasobre el hombre y la admiten slo fundada sobre las masas. Pero esas masasestn integradas por hombres, suponemos, lo mismo que las clases sociales.Si al hacer esa afirmacin pretenden recordad que el hombre individualmenteconsiderado no es sujeto de la historia, sino socialmente considerado (relacinsocial, grupo humano, ya en relacin de afinidad, ya de oposicin), nada cabeobjetarlas.13

    Naturalmente, y en tal sentido, aadimos nosotros, nunca el anarquismo afirmque la historia fuera hecha por sujetos aislados: tal afirmacin quedara reservadapara el modelo espreo de Stirner. Sobra, pues, el reproche de voluntarismo.

    Sin embargo, la crtica delestructuralismo afecta en su esencia a aquellos mo-delos humanistas donde elhombre era considerado aisladamente,sin atenderaque el individuo no puede sersino como parte de un proceso histricoy unasociedad,de suerte que,sibien esverdad que elhombre hacela historia,no esmenos cierto, en realidad, que es en algn sentido hecho por ella. El considerar ala persona como una entidad separada, autnoma, independiente, sustancial, eshoy un simple recuerdo, gracias ciertamente tambin a la crtica estructuralista.

    Buscar la libertad del individuo fuera de un contexto social no es posible ya. Peroinsistamos: el anarquismo fue uno de los primeros sistemas que concibi al hom-bre en solidaridad y en un contexto. Valga la clebre frase de Bakunin: Yo no soylibre mientras la sociedad que me rodea, hombres y mujeres, no sean igualmentelibres . . . . Por lo dems, ya Proudhon contribuy a criticar mediante sus acera-das invectivas contra la filosofa pura la vieja ilusin de la filosofa consistenteen creer que la verdad de la subjetividad pudiera alcanzarse por simple reflexinsin salirdela cabeza delpropio genio pensante.Pensamos quela epistemologagentica de Piaget contina hoy en la misma lnea proudhoniana, en la medida enque se defiende que para acceder al sujeto es preciso recurrir a la experiencia delmundo exterior (ms all no slo delsujetoindividual,sinotambin delsujetogrupal).

    13 historia?. Algunas cuestiones de historiologa, en Sistema (Madrid), n 9, 1975, pg. 5.

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    Tesis 6: Anarquismo no es individualismo

    Como comentbamos en la tesis anterior, es un hecho que en gran medida elpensamiento anarquista se levant en defensa del individuo que pareca sofocado

    por el antiindividualismo hegelianoy el posteriorpensamiento socialista querelegaba a la persona a un segundo lugar. Esta orientacin alcanza su gradomximo en el individualismo exacerbado de Stirner,alque,porotra parte,nose debe considerarestrictamente un anarquista,porms queinspiraraideas alanarquismo.14

    En efecto, la axiologa stirneriana est basada sobre el pilar del absoluto cultoal propio ego. Y as, cuando el normal y deseado culto al ego, cuando el desarrollosin coerciones dela propialibertad se desmesura de talsuerte quellegaincluso aatentarcontra elego delos dems mortales,entonces desaparece de escena elapo-yo mutuo tal como fuera concebido por Kropotkin, tanto para la naturaleza comopara el hombre, y aparece, descarnada, esta tesis: Todas las tentativas basadas en

    el principio del amor que tienen por objeto el alivio de las clases miserables handefracasar. Esjusto para m.Puede( . . . )que no seajusto paralos dems;allellos: que se defiendan. As habla Stirner. Solamente queda en pie una tentativaque no conocer el fracaso sisomos suficientemente capaces deimponernuestropropio einsolidario egosmo:eldisfruteindividualeindividualista.A partirdeeste postulado, establece Stirner su crtica del Estado. Pero esta crtica, tan comnen elseno delanarquismo,est hecha desde presupuestostotalmente distintosalos de Stirner.En ste,elEstado sobra porque coarta midesarrollo subjetivis-ta,no porquetambin coarte eldesarrollo delos dems.Mientras elgrueso delanarquismo dirigi sus andanadas alalnea deflotacin delbarco estatalparasustituirle por la Fraternidad,Stirnerbuscala abolicin estatalparainstaurarlainsolidaridad,el slvese quien puedacuando elbarco hace aguas. YsienStirnerel individualismo aparece con acentosfuertes,no estampoco en elsentidoclsico del anarquismo, donde la individualidad era una condicin necesaria de lasolidaridad, y nunca un fin en s misma.

    Por lo dems, nos parece sustancial y definitivo el pensamiento de Kropotkinpara solventar esta acusacin de individualismo, aunque tambin podramos acu-dir a los innumerables testimonios proporcionados por las realizaciones histricasconcretas del anarquismo espaol.Kropotkin se alz enla prestigiosarevistacientficae Nineteenth Centurycontra unainterpretacin deformada delastesis darwinistas sobre la evolucin. Se estaba imponiendo en aquellos momentosuna afirmacin seudocientfica, pero que serva como justificacin ideolgica del

    14 Eslatesis que se mantiene en Daz,Carlos,Por y contra Stirner,Zero, 1975,donde serealiza unanlisis del breviario egosta de este pensador.

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    capitalismo y del imperialismo ingls: la evolucin era el triunfo de los ms fuer-tes enlalucha por lavida; los dbiles debanresignarse a su suerte(entindasepor dbiles, como es lgico, la clase obrera, los irlandeses, los africanos, hindes,etc.).Eldefensordelatesis eraT.H.Huxley,en suManifiesto por lalucha de

    la existencia, tesis que sin duda ha tenido enormes consecuencias polticas quetodava seguimos padeciendo. La contestacin de Kropotkininsista en quelacooperacin, el socorro mutuo, la solidaridad entre los miembros de una especiepara superar los obstculos de la naturaleza eran facotres tan importantes como laseleccin natural.Con el fin de demostrarsutesis,elabor una de sus obras msimportantes, de influencia decisiva en el movimiento anarquista, especialmenteen el espaol, El apoyo mutuo.15

    No queremos negar con todo esto, como decamos al principio de la tesis, queelanarquismo haya sido uno delos movimientos socialistas que ms hainsistidoen los aspectos individuales; incluso es fcil comprobar que en algunos casos seexacerb estefactor.Pero,desdeluego,esimprescindible dejarclaro que nunca

    fue individualista el tronco del anarquismo, y que cualquier intento de emparentarciertas actitudes muy de moda, encubridoras de deseos de ser original y destacar,con el anarquismo es totalmente estril.

    Tesis 7: El anarquismo no es el dadasmo

    Empalmamos con el final de la tesis anterior, iniciando otra tesis dirigida msque nada contra ciertas deformaciones actuales que se confiesan anarquistas. Hayun anarquismo nuevo,universitario,que se solaza conlastesisanarquistasde PaulFeyerabend.16 PaulFeyerabendtiene ahora cincuenta aos, y se definecomo filsofo anarquista, o, ms exactamente, como anarquista epistemolgico,

    habiendo creado una cierta escuela entre lumpenuniversitarios ms o menosdesquiciados.Segn nuestro autor,elanarquismo epistemolgico se diferenciatanto delescepticismo como del anarquismo polticamentelleno de fe: Yenqu consiste semejante anarquismo epistemolgico,equilibrado entrelafeyeldesfallecimiento?Es una especie de dadasmo.Segn Feyerabend,en efecto,eldadasta no debetenernunca ningn programa cientfico,debiendo estar inclusocontra todo programa, con independencia de que a veces pueda presentarse comoel ms grande demoledor, o a veces como su ms seguro puntal.

    15 El apoyo mutuo. Un factor de la evolucin. Introduccin de C. Daz. Zero, 2 edicin. Madrid, 1978.16 Feyerabend,P.,Contra elmtodo.Esquema de unateora anarquista delconocimiento,Ariel,Madrid,

    1974.Cf. Tambin Carlos Daz, PaulFeyerabend:entorno a dostrabajos, Teorema(Valencia), vol.IV (1974), pgs. 587-590.

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    Dicho msepistemolgicamente:para serunverdadero dadasta hayqueser,en opinin de Feyerabend,un autntico antidadasta.Delmismo modo,elmayorplacerdelanarquista epistemolgico habr de consistiren confundiralosracionalistas,detalmanera quelo aceptado por inamovible hasta entonces

    aparezca ahora como algototalmenteinfundado.Elanarquista,pues,debe serunseor sumamente cachondo, valga la expresin, cuya funcin intelectual consistiren buscar las coquillas alseormuyserio,presumiendo, incluso,de ponerlotodoen duda.

    No es de extraarque,en medio dela situacin de descomposicin orgnicapor la que est pasando la burguesa espaola, y en concreto la Universidad comouna de sus manifestaciones, talprograma haya encontrado sesudos defensores.Lo que en Feyerabend es al finyalcabo unatesis cientfica(forzoso esreconocerque Feyerabend est bien considerado comofilsofo dela ciencia,su profesin,yque sustesis al respecto gozan de estimacin generalentre sus compaerosde dedicacin),enlosinefables universitarios espaoles se ha convertido en un

    ejercicio delms puroy ldico hippismo.Algrito delibertad, lo nico que sereclama es la defensa de la libertad individual y egosta, propia de una mentalidadpequeoburguesa que busca superar sus frustraciones e inhibiciones dando riendasuelta a todo lo que hasta ahora vena reprimiendo.

    Por lo dems, no hay una sola actitud cientfica que el anarquista epistemolgi-co desprecie o tenga por absolutamente infundada; nada absurdo e inmoral.En este sentido no hay mtodo que no interese; lo nico rechazable son las normasgenerales, las leyes con visos de generalidad, las creencias populares universalmen-te domesticadas,nocionestales,porejemplo,comolas deverdad, justicia,

    sinceridad, profundidad, etc. Un da llegar dice Feyerabend en que todose te vendr abajo; tal da ser el da en que estars dispuesto a ser anarquista.Estilo nietzscheano,nihilizador,prximo al tremendismo.Porsupuesto,estilodadasta. Consecuencia: ni la ciencia, ni los programas de investigacin proporcio-nan argumentos en contra del anarquismo, si bien tampoco a su favor. Cada cualdebe comportarse enla ciencia comole plazca,siendola ciencia una cuestin depura opcin personal que luego se recubre de smbolos y de frmulas para ocultarla irracional opcin del punto de partida. Hay que acabar, en esa medida, con laciencia: La ciencia no es nuestra tirana; nosotros no debemos ser sus sbditos.

    En nuestra opinin, este anarquismo epistemolgico es ms bien una espe-cie de folklore o sarampin. Pretender que ste tiene algo que ver con las luchasque,en torno a una concepcin delmundoy en torno a un pedazo de paz ga-nado enlibertad, fueran mantenidas porelsectorproletario que,a lolargo dela historia, con mayor o menor fortuna y clarividencia, han venido acogindose

    bajola bandera anarquista,pretender, repetimos,quetiene algo quevercon el

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    anarquismo es absurdo.No negamos que Bakuninlanza denuestos contralati-rana de los cientficos o delaminora consciente,afirmando unayotravezque por encima de la ciencia est la vida y las leyes de la naturaleza, que nuncasontotalmente conocidas; tampoco pretendemos dejardeladolos problemas que

    plantea un Ricardo Mella con su insistencia en negar toda validez a los sistemasde conocimiento establecidos con carcter fijo. Pero, desde luego, el movimientoanarquista, al igual que los dems movimientos obreros, se comprometi en unalucha dura por conseguir la construccin de una sociedad sin clases; no es difcilimaginarque estas actitudesnihilistasactuales eluden un compromiso seriocon la historia, refugindose en una pose inconformista.

    Por eso mismo resulta, adems, que esa iconoclastia feyerabendiana, de suyocrtica, puede acabar por convertirse en enfermizo sntoma de decadencia cuandose erige como principio de demolicin, no solamente de la ciencia, sino tambinde principios tales como socialismo, libertad, etc.; principios a los cuales alguienpuede considerar reificados o cosificados,pero no menos envas de desreificacin

    o descosificacin.Estos principios no son,desdeluego,principiosvacos, yman-tener lo contrariotiene unas enormesimplicaciones polticas,comoyavio Hegelen su crtica del carcter reaccionario del positivismo.

    No es menos cierto que tal anarquismo epistmico, digmoslo as para utilizaruntrmino psiquitrico,aparece entales circunstancias como una especie dejuguetn nihilismo, y hasta en algunos momentos de serio nihilismo, pero inclusoen este ltimo caso hay que entender que el nihilismo no sera, en buena lgica,anarquista, sino la primera parte de la tarea, la destructiva, la irnica, quedandoan por realizar el subsiguiente e imprescindible estado de la edificacin, con queun clsico,Proudhon, rematabala bveda delatectnicalibertaria.Delmismomodo,Bakunininsista quela destruccin delordenvigente de cosas no tenasentido sien sulugarno se ofreca una alternativa de construccin positivayliberadora.Eldestruirpordestruirpudo manifestarse con mayor virulencia enel movimiento anarquista especialmente en momentos de situaciones histricasextremas,perola historia delanarquismo pone de manifiesto una constante delaborconstructiva.Acusarde nihilismo alanarquismo es,comoveamos a prop-sito dela utopa,acusarle de que nuncatransigi en pactos conlasfuerzas que,en su opinin, se oponan a la liberacin del proletariado. Desde luego, dudamosque esto sea nihilismo.

    Tesis 8: El anarquismo no es terrorismo

    La denominada propaganda por la accin o propaganda por el hecho deRavachol, Angiolillo y otros proviolentos, an hoy viva en formas presentes del

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    anarquismo,es para nosotros una modalidad desesperada delanarquismo,unanarquismo a tumba abierta quereacciona antela violencia blanca del poderestablecido con una provocacin infantil de disconformidad. Pero sera un erroridentificar anarquismoy terrorismo,comolo seratambin dar por sentadala equi-

    valencia entre anarquismo y populismo ruso vivido por Tolstoy y sus discpulos,que se basaba en el pacifismo como axioma.

    Evidentemente, las orientaciones ofrecidas en elCatecismo de unrevolucio-nario, de Netchaev, son un ejemplo del culto a la violencia por la violencia, mspropio de mentalidades enfermizas que de autnticosrevolucionarios.Porotraparte, la alianza entre Netchaev y Bakuninfue breve,entre otros motivos porqueBakunin no vea con agrado esos extremismos pro-violentos. El grueso del movi-miento anarquista se ha manifestado siempre con una postura ms matizada, de laque puede servir de ejemplo la cita de Kropotkin que insertamos a continuacin,aunque podramos elegir otras muchas:

    Afirmamos que la venganza no constituye un fin en s misma; a fe que no loes, pero s es humana, y todas las revueltas habidas y por haber continuarnostentando ese rasgo. En realidad nosotros, que, al amparo de nuestras casas,nos aislamos de los clamores y dela visin del sufrimiento humano,nopodemos erigirnos enjueces delos queviven en medio de esteinfierno depesadumbres . . . Personalmente detesto estas explosiones,pero no puedoadoptar la actitud de un juez para condenara los que son vctimas deladesesperacin . . . Una sola cosa es cierta, y es que la venganza no debeelevarse a la categora de doctrina. Nadie tiene el derecho de incitar a otrosavengarse,pero sielque siente en su carnetodo esteinfierno comete unacto de desesperacin, que le juzguen sus iguales, los que con l soportan lacarga de los sufrimientos del paria.17

    En un libro nuestro18 mantenemos constantemente la tesis de que el anarquismono est ni con el terrorismo a ultranza ni con el pacifismo a ultranza, intentandomostrar que tan diferentes estrategias son meros epifenmenos de algo ms radical:el apoyo mutuo, tal como fuera concebido por los clsicos de la acracia. Tampocodebemos olvidarquela discusin sobrela utilizacin delaviolencia comotcticapoltica no es, ni debera serlo nunca, un problema a resolver tericamente, dadasu ntima vinculacin con la prctica concreta.

    Llevado elproblema aterreno hispano, sera exactoidentificar la actuacindela CNTcon elejercicio sistemtico delaviolencia?Acusaciones comolas quehaceLichteim19 manteniendo que elanarcosindicalismo espaoleraincapaz en el

    17 Carta a Mrs. Dryhurst, 1893, cit. Por Joll, J.: Los anarquistas, Barcelona, 1968.18 Daz, Carlos.: El anarquismo como fenmeno poltico moral, Ed. Fidel Mir, Mxico, 1975.

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    momento del combate, pero se distingua masacrando civiles y asesinando a losdirigentes polticos, demuestran, al menos, insuficiente informacin histrica, porno decir cosas peores.Abad de Santilln, militante destacado de la FAI en aquellosmomentos, es un claro exponente de la actitud oficial de la CNT en contra de la

    violenciaindiscriminada,de los asesinatos pormotivos personales, llegando acastigar a los propios militantes sorprendidos cometiendo esos crmenes. Violenciala hubo;seguidores delcanto a lafuerza de un Sorel, tambin,pero nunca a nivelorganizativo,sino a nivelde grupos oindividuos descontextuados delconjuntode la lucha obrera.

    De todas formas, para entender mejor el papel de la violencia dentro del anar-quismo, recordemos las lneas fundamentales de su comprensin de lo que debaser larevolucin.En primer lugar,mantena elempleo de dostcticas generales:la propagandaideolgica y la accin directa,entendida sta generalmente enelsentido de huelga general revolucionaria.Porotra parte,hacer larevolucinsignifica implantar en la sociedad presente algo de lo que ser la sociedad futura;

    en este sentido, desconfiaba radicalmente de todo tipo de revolucin que, solapadaen unel finjustificalos medios,aplazase para unfuturoinciertola construc-cin de esa nueva sociedad.Siempreinsistieron,a propsito dela doctrina dela dictadura delproletariadoydel leninismo,que haymedios queimposibilitanalcanzardeterminadosfines;en otras palabras,slo se puede conseguiren unarevolucin lo que ya se tiene, aunque sea en germen, antes de la revolucin.

    Tampoco confa en el mito de la revolucin-panacea que provocara de la no-che ala maanalatransformacin delos hombresydela sociedad.Elsocialismono se obtiene pordecreto,ni tampoco porun actorevolucionario.Es unatareafundamental la educacin delpueblo para que no se quede atrs enlarevolucin,para que alcance una autntica transformacin de su ser alienado por la sociedadcapitalista, para que renuncie a sus intereses inmediatos puramente econmicoslo que en ningn momento debe ser interpretado como una renuncia a las luchaspor mejoras econmicas, sino como una crtica del exclusivismo de esas reivindica-ciones;elanarquismo,comoveamos antes,es una autntica demopedia.De ellose deduce que es necesario hacer la revolucin de abajo arriba, desde la base que,en definitiva,esla quetiene quetomarelpoder;como deca RosaLuxemburgo,

    un error de las masas vale ms que mil aciertos de los jefes (lase de los partidosminoritarios conlainterpretacincorrectadela historia). Larevolucin es unalabordetiempo, incluso puede ser tarea devarias generaciones; loimportantees transformar nuestras concepciones y las relaciones sociales explotadoras, ha-cindose,enla mismalucha,unaidea clara de cmo debe seresatransformacin.

    19 Lichteim, G.: Breve historia del socialismo, Alianza, Madrid, 1975, pgs. 267-294. El enfoque que dadel anarquismo adolece de todos los tpicos mencionados a lo largo de este trabajo.

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    La revolucin, como deca Proudhon, es, en primer lugar, la elucidacin mismadelasideas.20 Esto no es obstculo paraintentarprovocar larevolucin enlasmasas mediante los hechos revolucionarios.

    Tesis 9: El anarquismo no defiende la propiedadprivada

    En uno de nuestrostrabajos creemos haber resuelto la cuestin.21 La fraseproudhonianaLa propiedad es unrobonofue dicha como simpleretrucanooratorio,nipara ahuyentar loirreconciliable con elprivatismo dela propiedad.Ciertamente,Proudhon cambi en el curso de su vida de opiniones, lo que alparecer nadie reprocha a Marx, pero nunca cambi para desdecirse, al menos eneste punto nuclear.Elhecho de que Proudhon defendierala propiedad sentimen-tal,es decir,aquel tipo de propiedad que notiene utilidad social,sino nicayexclusivamentevalorpersonal ycircunstancial,ascomotambinla propiedadde ciertos bienes de consumo o de instrumento de trabajo, nada tiene que ver conla defensa, que ni l ni ningn otro anarquista hicieron, de la propiedad privadadelos medios de produccin.Esto no significa,en cualquiercaso,que algunasafirmaciones de Proudhon o del mismo Kropotkin sobre la pequea propiedad nodeben ser revisadas e incluso rechazadas.

    Por lo dems,es conocidala diferencia en materia econmica entre dosinter-pretaciones del socialismo libertario, la comunista y la colectivista. Las polmicasentre ambos ocuparon muchotiempo;entre otros sitios, revisti ciertaimpor-tancia en Espaa;paralos comunistas, laretribucin del trabajo estaba basadasobre la evaluacin de la hora de trabajo (a cada uno segn su trabajo); para loscolectivistas, entre los que estaban Kropotkin, Malatesta, Cafiero, Reclus y otros,

    elsistema anteriorsupona mantener la condicin de asalariado contodas susconsecuencias, por lo que era necesario organizar la distribucin segn la normade a cada uno segn sus necesidades. Aunque la discusin perdiera importanciacon el paso de los aos, y, por otra parte, la prctica histrica siguiera dentro delanarcosindicalismo rumbo distintos, lo que nos interesa destacar es que ningunodelos dos movimientos defendala propiedad,entendida comola que permiteque unos sean poseedores y otros desposedos.

    Igualmente, es necesario volver a recordar cmo se consagr la prctica anar-quista durante elperodorevolucionario delos aos1936-37enla Espaarepubli-cana.Ni la autogestin practicada enlaindustria catalana ni las colectividades

    20 Cf.elgran estudio sobre este problema en Mounier,E.:Anarchie es personnalisme,Oeuvres, T. I.Seuil, Pars, 1961, pgs 723 ss (ed. Cast. Zero, Madrid, 1974).

    21 Proudhon: Propiedad y federacin. Seleccin y prlogo, C. Daz. Narcea, Madrid, 1972.

  • 7/24/2019 Carlos Diaz y Felix Garcia Diecise