Carlos Enrique Guzmán Cárdenas Política y Economía de la Cultura en Venezuela 1ra. Parte

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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES DE LA COMUNICACIÓN (ININCO) FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA POLÍTICAS Y ECONOMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA Una estimación del comportamiento productivo de las industrias y actividades relacionadas con el sector cultural venezolano CARLOS ENRIQUE GUZMÁN CÁRDENAS CARACAS, VENEZUELA. MARZO 2003.

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GUZMÁN CÁRDENAS, Carlos EnriquePolíticas y Economía de la cultura en Venezuela. Una estimación del comportamiento productivo de las industrias y actividades relacionadas con el sector cultural venezolano. Cuadernos ININCO 2. Caracas, Venezuela. Instituto de Investigaciones de la Comunicación, Facultad de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela. UCV. 190 Págs. ISBN 1690-2653. 2003.

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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES DE LA COMUNICACIÓN (ININCO) FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN

UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

POLÍTICAS Y ECONOMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

Una estimación del comportamiento productivo de las industrias y

actividades relacionadas con el sector cultural venezolano

CARLOS ENRIQUE GUZMÁN CÁRDENAS

CARACAS, VENEZUELA. MARZO 2003.

Carlos Guzmán
Economía&Cultura
Carlos Guzmán
Logos Observatorios
Carlos Guzmán
Portada del libro Politica y Economía de la Cultura
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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

MOTIVOS Y AGRADECIMIENTOS

En Venezuela, desde la creación del INCIBA (12 de Abril de 1960, Gaceta Oficial N° 26231) hasta el actual Consejo Nacional de la Cultura (29 de Agosto de 1975, Gaceta Oficial N° 1768 Extraordinario) que pasó a formar parte del Viceministerio de Cultura (Decreto 375 del 30 de Agosto de 1999) adscrito al Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, el desarrollo del sistema cultural ha experimentado cambios organizacionales, reestructuraciones administrativas y reformulaciones en su misión, sin ningún tipo de interés por diseñar e instrumentar políticas públicas que consideren las implicaciones económicas, sociales y laborales de la producción cultural.

Adicional, nos encontramos, que no existen datos desagregados relativos a las

características generales de la extensión así como el volumen de las actividades económicas relacionadas con el sector cultural; sobre el empleo cultural en general y de las industrias culturales y comunicacionales en particular, desconocidos e infraexplotados por los poderes públicos; las actividades relacionadas con la pequeña y mediana empresa (PyMEs), las empresas artesanales, nuevas tecnologías, el audiovisual y la sociedad de la información, lo cual dificulta la puesta en práctica de sistemas estadísticos culturales, nacionales y regionales, capaces de suministrar información sobre aquellos aspectos culturales susceptibles de ser cuantificados periódicamente y de apoyar el correspondiente proceso de elaboración y gestión de políticas culturales.

Por otra parte, la actuación de los agentes culturales públicos y privados, en

términos generales, sigue obedeciendo al paradigma político-cultural de carácter difusionista y extensionista. Prevalece como cualidad central el “desarrollismo-incrementalista”, fundamentado en la tesis que interpreta al desarrollo cultural como un proceso de crecimiento institucional y programático, desprovisto de referencias de políticas, estrategias y planes en disonancia con la evolución del consumo cultural (los hábitos, prácticas y gustos) de las grandes mayorías.

Así tenemos, que el balance de las políticas públicas, en los inicios del siglo XXI, nos indica que no se ha modificado el escenario cultural dominante de la década de 1990: una concepción del desarrollo cultural sustancialista, tradicional y patrimonialista en contraposición a un marco conceptual que valora que la vida cultural puede convertirse en un servicio público y privado económicamente rentable, así como en un instrumento catalizador de la identidad e integrador de la sociedad venezolana; una democratización difusionista-extensionista con un fuerte desequilibrio asimétrico del consumo cultural del venezolano. Además, ha operado igualmente, la falta de una mirada prospectiva así como la desarticulación entre los problemas comunicacionales y culturales frente a los cambios que sería preciso operar en su seno como en el contenido de su acción. De esta suerte, el Estado venezolano mantiene una visión avejentada sobre los sub-dominios del campo cultural industrial-masivo que suman la inmensa mayoría del peso económico de la cultura, sin políticas, planes y proyectos para incorporarnos a una nueva estructura de producción, circulación y consumo cultural en el contexto de la denominada “Sociedad de la Información y del Conocimiento”, sin afectar nuestras identidades, diversidades y pluralidades culturales.

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Sobre estos antecedentes, este diagnóstico económico- cultural, todavía con carácter preliminar, debe ser visto como un esfuerzo inicial de evaluación del comportamiento productivo cultural en Venezuela, particularmente en el período 1990-2002, atendiendo a las exigencias de exponer algunos indicadores y estadísticas, que pudieran describir las particularidades que las industrias culturales y comunicacionales en Venezuela tienen en cuanto sectores económicos específicos, además de hacer una referencia empírica a la inversión pública otorgada al sector cultural. Para atender a este propósito, es cardinal reconocer que el desarrollo de esta investigación, en su primera fase, fue posible gracias al patrocinio financiero del VICEMINISTERIO DE CULTURA - CONSEJO NACIONAL DE LA CULTURA (CONAC) como también por el apoyo académico del INSTITUTO DE INVESTIGACIONES DE LA COMUNICACIÓN de la Universidad Central de Venezuela (ININCO-UCV), en las personas de Oscar Lucien, Director General del ININCO, Elizabeth Safar, Coordinadora de la Maestría en Comunicación Social, Gustavo Hernández y Bernardino Herrera.

Asimismo este agradecimiento lo hacemos extensivo al grupo de investigadores latinoamericanos del Proyecto Economía y Cultura, del CONVENIO ANDRÉS BELLO (CAB), cuya presencia en el Primer Laboratorio de Indicadores Sociales y Culturales en Caracas de noviembre de 2002 y, sobre todo, sus aportes y recomendaciones metodológicas referentes al tema de economía de la cultura, han sido de gran valor para la orientación de este estudio. Mi gratitud a Germán Rey, Silvia Amaya Londoño, David Melo Torres, Omar López Olarte, Paulina Soto Labbé, Trinidad Valle, Rodrigo Márquez, Alfonso Castellanos Ribot, María Paula Matiz, Luis Armando Soto Boutin y Natalia Beatriz Sánchez Acosta.

También a Isabel Guerrero Villasmil, quien se desempeñó como asistente de investigación del proyecto de estudio; Leoneidy Herrera y Jenny Do Nascimento, investigadoras del Proyecto Economía y Cultura del Observatorio de Políticas Culturales del CONAC. A mis estudiantes de Teorías de la Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y de post-grado en Comunicaciones Integradas de la Universidad Metropolitana (UNIMET), quienes con sus advertencias han nutrido mi espíritu.

Finalmente, deseo manifestar mi reconocimiento a Yolanda Quintero Aguilar,

Coordinadora del Observatorio de Políticas Culturales del CONAC, por su apoyo afectivo, técnico y estadístico en la redacción final de este estudio. Así como, a todos aquellos que han contribuido directa e indirectamente con mi formación e inquietud académica sobre los procesos culturales y comunicacionales de Latinoamérica y nuestro país, entre ellos los siguientes amigos y amigas: Enrique Sánchez Ruiz, Jesús Martín-Barbero, Justo Villafañe, Eduardo Moreno Amador, Tulio Hernández, Antonio López Ortega, Rafael Arráiz Lucca, Graciela Pantin, Víctor Guédez, Max Römer Pieretti, Emilia Teresita Bermúdez, Maria Cruz Fadul, Oscar Cáceres Soto, Jorge Cáceres Soto, Enrique Alí González, Marcelino Bisbal, José Ignacio Rey, Jesús María Aguirre y Francisco Tremonti.

A Carlos José, Isabel, Mamanona y Yolanda siempre amados.

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INDICE

PRESENTACIÓN Oscar Lucien ................................................................................ 5 INTRODUCCIÓN. Marco Referencial para el estudio. ...................................... 7 Las Industrias Culturales y la Sociedad de la Información ............................................. 13 La aproximación entre economía y cultura ..................................................................... 19 Economía y Cultura en América Latina........................................................................... 25 La Economía de la Cultura en Venezuela....................................................................... 29 POLITICA Y ECONOMÍA DE LA CULTURA .......................................................... 34 1. La ecuación economía y cultura para el análisis político-cultural .......... 34 1.1. Las IC sectores estratégicos de la economía .......................................................... 40 1.2. Aportes del Complejo Cultural Latinoamericano al PBI ........................................... 48 1.3. El PIBc de los Países Andinos................................................................................. 55 1.4. La inversión pública en el sector cultural venezolano 1990-2003............................ 70 2. La importancia de las IC en la economía del país ........................................ 77 2.1. Competitividad e Innovación de las IC en Venezuela.............................................. 81 2.2. Industrias Culturales e Innovación en la Sociedad del Conocimiento ..................... 83 SOBRE LAS INDUSTRIAS CULTURALES Y COMUNICACIONALES EN VENEZUELA. ............................................................................................................. 94 3. Algunos indicadores sobre la situación de las Industrias Culturales y Comunicacionales en Venezuela ....................................................................... 94 BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................ 146

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PRESENTACIÓN Oscar Lucien

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INTRODUCCIÓN. Marco Referencial para el estudio.

En los últimos años, diversos autores1 argumentan que, los países occidentales

más desarrollados se encuentran en un proceso de gestación de una nueva economía,

que se caracterizaría por la aplicación generalizada de la información y el

conocimiento, tanto en los procesos productivos como en las transacciones

comerciales, designando a un conjunto difuso de elementos que tratan de recoger las

características del nuevo entorno en el que se mueven los procesos económicos

generadores de valor añadido.

El avance de esta reciente economía sería producto de la difusión masiva de

las tecnologías de la información y la comunicación2 (en adelante, TIC) en general, y el

uso extensivo de la red Internet3, en particular. En lugar de los esquemas tradicionales

de conexión de “uno a muchos”, la red permite, por primera vez, interconectar “todos

1 CASTELLS, Manuel (1998), TAPSCOTT Don, David TICOLL y Alex LOWY (2002), HAMEL y Sampler (1998), SHAPIRO CARL y Hal R. Varian (2000), entre otros. 2 En el caso de Venezuela, “el sector telecomunicaciones se caracteriza por un elevado grado de participación foránea. El porcentaje de inversión extranjera en el sector está cercano al 50%. Los mercados de servicios básicos, telefonía celular, telefonía rural, transmisión de datos y buscapersonas han atraído inversiones de diversas operadoras foráneas: AT&T, Bell Canada International (BCI), BellSouth, British Telecom, Comsat, Convergence Communication, Global Crossing, GTE, Impsat, MCI, New Global Telecom, Telecom Italia Mobile, Telefónica de España y otros. Asimismo, los procesos de consulta y oferta pública de nuevos espacios radioeléctricos aumentan el número de competidores en diversos mercados como el de redes fijas inalámbricas, LMDS, mensajería de datos y redes troncales. Los proveedores de equipos de tecnologías de información (computadoras, accesorios y equipos celulares) son numerosos. Se incluyen comercializadoras pequeñas de todo tipo de equipos y accesorios, distribuidores de clones y de celulares, cuyo número se multiplica cada año. Se estima que existen 600 proveedores grandes que dominan el 87% del mercado, y más de 2.000 pequeños que se reparten la porción restante. Entre los proveedores se incluye empresas de calidad mundial. Venezuela cuenta con una creciente industria del software que ha mostrado una gran capacidad competitiva, se estima que el tamaño de la industria de desarrollo de software es de aproximadamente 300 empresas. Recientemente han surgido aproximadamente 500 nuevas empresas de compañías de diseño y hospedaje de páginas Web. Cerca de 50 empresas líderes mundiales en el campo de las tecnologías de información tienen oficina en Venezuela.” (MINISTERIO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA DE VENEZUELA. 2001b: pp. 15). Negrillas del autor. Véase PROGRAMA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO (PNUD) 2002 “Informe sobre Desarrollo Humano en Venezuela 2002. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación al servicio del desarrollo”. Caracas, Venezuela. PNUD. 1ra. Edición. 248 Págs. 3 En Venezuela “se estima que el crecimiento anual de suscriptores de Internet de 1999 al 2001 fue de 300%, dada la disminución de las tarifas de acceso y la diversificación de los medios de acceso. Se espera que alcance los 3,8 millones en 2005, siendo la proyección de crecimiento de Internet más elevada de Latinoamérica (1167%)”. (MINISTERIO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA DE VENEZUELA. 2001b: p. 17).

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con todos”.4 En general, la nueva economía se refiere a sucesos que van desde la

irrupción de las TIC hasta la intangibilidad de los bienes producidos. Sin embargo,

desde otras perspectivas, se circunscribe a un fenómeno macroeconómico con

incrementos continuos de la productividad en las sociedades occidentales

(especialmente en la economía Norteamericana), crecimientos del Producto Interno

Bruto5 a tasas que superan las de los años sesenta y, una reducción considerable de

los niveles de desempleo así como una importante reestructuración de los mercados

de trabajo.

Paralelamente, tiene lugar un fenómeno de creciente digitalización6 en aquellos

productos y servicios que se prestan a ello. Sería el caso de las industrias de

contenidos7 (content industries); cinematográfica y audiovisual; fonográfica; empresas

productoras de software (programas de ordenador) y servicios financieros por la red,

4 Estas Redes o “b-web” están integradas por proveedores, distribuidores, proveedores de servicios, proveedores de infraestructura y clientes que utilizan Internet para transacciones y comunicaciones de negocios. Véase TAPSCOTT Don, David TICOLL y Alex LOWY (2001) “Capital Digital. El poder de las redes de negocios”. Madrid, España. Grupo Santillana de Ediciones. Colección taurusesdigital. 343 Págs. Título original: Digital Capital, Harnessing the Power of Business Webs. USA, 2001. Trad. María Cóndor. 5 La importancia económica de cualquier sector, puede ser medida a través de agregados macroeconómicos usualmente utilizados como indicadores globales de todo el sistema económico: el Producto Interno Bruto (PBI), el PIB per cápita, población ocupada, gastos realizados por el sector público, demanda agregada interna, etc. Entre los indicadores disponibles destaca el PIB, por ser el que mejor representa la actividad económica desde un punto de vista colectivo y el que se utiliza para medir el crecimiento de un país. Definido éste como “el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos por los factores de producción residentes en el territorio de una economía a lo largo de un período de tiempo determinado” (García Gracia, María Isabel; Yolanda Fernández Fernández y José Luis Zofío Prieto. 2000: p. 35). Dentro de este indicador se incluyo, en nuestra investigación, todo el sector cultural. El valor agregado total de un país es el Producto Interno Bruto. Es el valor total generado durante un periodo de tiempo. En este se incluye lo producido por los residentes del país; todo lo que se produce al interior de los límites del país, incluyendo los agentes externos que producen al interior del país. Este Producto Interno Bruto cubre no solo lo que es consumido e invertido en el interior, también se incluyen las exportaciones. Las importaciones al ser producidas dentro de otros límites, no hacen parte del producto interno bruto. 6 En efecto, gracias a este factor tecnológico, actualmente se está produciendo un progresivo solapamiento de actividades entre sectores que tradicionalmente se dedicaban a la generación, proceso y distribución de diferentes tipos de informaciones y, por consiguiente, a negocios completamente diferenciados. Hoy está situación está cambiando rápidamente, sobre todo a raíz de la difusión de las aplicaciones multimedia, por lo que la incursión de unas empresas en el terreno propio de otras se percibe como una tendencia imparable que no ha hecho más que empezar. Este hecho está dando lugar a frecuentes operaciones de alianzas, compras o fusiones entre empresas pertenecientes al macrosector de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). 7 Se entiende por industrias de contenidos digitales, a todas aquellas actividades productivas relacionadas con la generación, proceso y distribución de contenidos en formato digital. Tipos de empresas que integran el sector de las industrias de contenidos digitales: Empresas editoriales (libros, publicaciones), Medios de comunicación (prensa, radio, TV), Empresas que ofrecen Servicios de Internet (conexión, hospedaje, desarrollo de webs, marketing, publicidad), Empresas de Servicios de información profesionales (brokers de información, productores de bases de datos), Empresas del sector informático (editores de software, desarrolladores de aplicaciones multimedia), Operadores de telecomunicaciones (fijas, móviles, cable, satélite).

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entre otros. Por otra parte, los avances tecnológicos hicieron irrumpir en el mercado

nuevos medios de reproducción, difusión y explotación de los productos culturales y

consiguientemente implican una expansión extraordinaria de las industrias culturales:

editoriales, del entretenimiento, del espectáculo, de los medios de comunicación. Vale

destacar, a manera de ejemplo, que el impacto de la tecnología ha sido más profundo

en la industria del disco que en la del libro debido a la amplia difusión de aparatos para

realizar copias para uso privado a muy bajo costo –desde los aparatos grabadores y

reproductores de sonido hasta las computadoras personales– y a la utilización de

Internet para acceder a música grabada en formato digital.

En estos casos, o bien el producto permite ser digitalizado y distribuido a gran

escala en este formato, o bien, se trata de bienes tangibles, cuya venta y distribución

va acompañada de un amplio abanico de servicios de valor agregado (información,

asesoramiento, soporte técnico, pago, etc.) suministrados a través de la red. Además,

el dilema acerca de la expansión del mercado es más importante en la producción y

distribución de expresiones intangibles fijadas en soportes tangibles8 como CD, libros o

vídeos que en el caso de ser acercadas al público a través de un servicio como, por

ejemplo, una obra de teatro en vivo.

“En este último caso, el problema de exclusión es más fácil de manejar debido a que el consumo de estos bienes se da en presencia de los creadores –o parte de ellos. Pero el problema es distinto cuando el consumo se produce fuera del alcance de los autores o dueños de la obra –cuyos derechos pudieron haber sido adquiridos por un tercero para su explotación económica. En este caso, los productores pierden el control en el mundo de los incontables consumidores diseminados por todo el mundo”. (OMPI. 2002: p. 15).

8 Los soportes materiales en que se fijan y comercializan las obras incluyen los cassettes sonoros y visuales, los discos compactos, las películas, etc. Los medios de fijación y reproducción comprenden los equipos de grabación y reproducción de vídeo, cine y audio, etc. Los medios de utilización de obras incluyen la transmisión de programas vía satélite, por cable, por fibra óptica, vídeo, etc.

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Asimismo, por lo que respecta al volumen de negocio que mueve a las

industrias cuyos contenidos son de naturaleza digital, pone de manifiesto su impacto

sobre la economía para ser bautizada con el adjetivo de digital9. La economía digital

constituye un acontecimiento emergente10, que está teniendo un impacto creciente11

sobre las actividades productivas de los países, igualmente sobre la manera en cómo

sé interrelacionan los diferentes agentes públicos y privados en el mercado.

Así, por ejemplo, según datos del Ministerio de Ciencia y Tecnología (2001b:

pp. 17), las TIC concentraron el 3,4% del PIB de Venezuela en 1999 (US$ 4.568

millones), de los cuales US$ 2.563 millones corresponden a telecomunicaciones. En el

año 2000 el mercado de hardware en Venezuela totalizó alrededor de US$ 850

millones, 25% de crecimiento respecto a 1999. Se estima que para el año 2001 el

crecimiento fue de 30%. Para el año 2000 el mercado local de software alcanzó los

US$ 244 millones. Sus ventas han crecido un promedio de 27%, cada año desde 1997

hasta el 2000. Un gran porcentaje de las empresas exportan, en promedio, 19% de sus

ventas totales. La industria proporciona empleo a más de 4.500 personas.

Otros datos confirman que Venezuela es el país latinoamericano con mayor

crecimiento de comercio electrónico (se estima en 600% para los próximos 5 años). En

9 “Una primera generación de modelos de negocios fue el uso de Internet como herramienta de mercadeo y canal de distribución. En la segunda generación, los modelos de negocio integraron el sitio en Internet con la cadena de valor de la empresa. Luego ocurrió la transformación del negocio o la creación de uno nuevo, en el que se concibe por entero una nueva cadena de valor de la empresa y se crean nuevos modelos de negocios. Es entonces cuando aparecen las empresas puntocom: las empresas exclusivamente digitales y los productos sólo para la web” (VIANA, Horacio. 2002: p43). 10 “El grado de preparación de Venezuela para la economía en red es todavía incipiente. A partir de 1997 comienzan a desarrollarse las iniciativas relacionadas con el comercio electrónico y sólo a partir de 1999, podemos decir que se ha dado inicio al proceso de desarrollo de la economía en red, sin haber logrado este proceso un estado avanzado. Durante 1999 y lo transcurrido del año 2000, se ha presentado un gran espíritu emprendedor que ha conducido al desarrollo de un número interesante de negocios punto com (al menos 240 empresas en segmentos muy variados), que movilizaron 229 MMUS$ en 1999, entre transacciones B2C (16MMUS$) y B2B (213MMUS$), de acuerdo a Forrester Research ” (LARA, Lorenzo; Lino CLEMENTE y Claudia SERRANO. 2000: p.37). 11 Hamel y Sampler (1998) mencionan ocho grandes cambios: (1) Una lógica diferente de la publicidad, (2) Mayor neutralidad de los consejos sobre qué comprar, (3) Venta de soluciones a la medida, (4) Ampliación del modelo de subasta en muchos sectores, (5) Fin de la geografía, (6) Importancia creciente de las economías de búsqueda frente a las de distribución, (7) Impacto futuro en las cadenas de distribución, no sólo en las de suministros; y (8) Efecto propagación del correo electrónico y los grupos de discusión sobre las bondades de productos o servicios.

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el 2000 las compras a través de la web en Venezuela estaban cerca de los US$ 50

millones y para el 2002 se estimó en los US$ 150 millones (MCT, 2001b: pp. 17-18). El

23% de las compras se realizan en sitios venezolanos. La mayoría de las empresas

principales de la economía formal ya han invertido en el desarrollo de sus sitios web y

en su plataforma tecnológica de comercio electrónico. En muchos casos estas

inversiones no se han traducido todavía en ofertas concretas en línea, pero están en

vías de desarrollo. Para finales del año 2001 la inversión en informática alcanza

aproximadamente US$ 200 millones en software, US$ 810 millones en servicios y US$

1.000 millones en hardware de todo tipo, repuestos y consumibles. Adicionalmente, el

Gobierno Nacional a través del MCT, tiene estimado realizar inversiones entre 2001 y

2006 por el orden de los 2 mil millones de dólares en el área tecnologías de

información y telecomunicación.

Pero además, el surgimiento de esta economía, que puede que sea el rasgo

más característico del capitalismo informacional (Castells, Manuel. 1998), y la creciente

complejización de la producción con base en el dominio tecnológico (Buckley, John V.

2000), es causa y consecuencia a la vez de la búsqueda de un ámbito competitivo

mucho más amplio en el curso de una economía mundial cada vez más globalizada.

Sea la sociedad de la información, el digitalismo (Terceiro B., José y Gustavo

Matías. 2001), capital digital (Tapscott Don, David Ticoll y Alex Lowy. 2002), la

infonomía (Cornella, Alfons. 2000), o cualquier otro término que se acuñe, el hecho

cierto es que la generación, producción, transmisión, conservación y reciclaje de la

información, el conocimiento, las experiencias y la cultura van a determinar no sólo la

configuración de los espacios sino las bases de su competitividad a medio y largo

plazo (Rausell Köster, P. 1999).

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La experiencia histórica registra que en cada una de las distintas etapas de los

procesos de desarrollo económico de los países prevalecen distintas estrategias12

para generar progreso económico. Así tenemos, que en las economías de menor

desarrollo, se depende en buena medida del aumento de las cantidades de factores

para generar nueva riqueza y, los aumentos en productividad que prevalecen, suelen

consistir en mejoras parciales en procesos productivos existentes, que no implican

incrementos sustanciales en la intensidad del capital. Por su parte, en las economías

emergentes, cobran mucha importancia los aumentos acelerados en los niveles de

inversión, que conducen a elevar rápidamente la productividad del capital. Y, en las

economías desarrolladas, la productividad de los factores está cada vez más

determinada por procesos de innovación sistemáticos y extendidos –tales como,

innovaciones de producto, de proceso, de organización y de mercado-, que son

capaces de provocar saltos frecuentes y acumulativos en los niveles de productividad

general.

El rasgo característico de esta fase es que las industrias, sectores y actividades

que dinamizan la economía de la nación no sólo asimilan y mejoran tecnología de otras

naciones, sino que la crean, y llegan a tomar la delantera en el avance del “estado del

arte” en tecnologías de producto, de proceso, de mercadeo y de otras dimensiones de

la competencia. De esta forma, la capacidad de innovación se convierte en la fuente

principal de ventaja competitiva. Aquí, distinguiremos entre los conceptos de ventaja

competitiva y ventaja comparativa. El concepto de ventaja competitiva, es totalmente

opuesto a la teoría de la ventaja comparativa que sostenía que los determinantes de la

12 “Los dilemas que deben enfrentar los estrategas en las organizaciones se derivan de los cuatro elementos básicos de una estrategia de negocio: (1) posicionamiento competitivo, (2) modelo de negocios, (3) organización y (4) competencias modulares. Las iniciativas estratégicas que agregan valor al cliente tienden a elevar los costos; las que buscan eficiencia tienden a sacrificar valor agregado en los productos y servicios. Las TI permiten redefinir este dilema

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competitividad eran los recursos naturales, los costos de mano de obra, los tipos de

interés, los tipos de cambio y las economías de escala. La competitividad considera

como factores productivos el conocimiento, la productividad total, la innovación y la

estrategia. Las ventajas competitivas son creadas por el hombre y, derivan del

conocimiento aplicado a todos los procesos de la organización y la sociedad.

Las Industrias Culturales y la Sociedad de la Información.

Del mismo modo, es meridiano, que las industrias de la sociedad de la

información13, que incluye a las industrias culturales –de contenidos-, los medios de

comunicación, las telecomunicaciones (extensión telemática, redes) y tecnologías de

información, se han convertido en uno de los sectores más importantes y de más

rápido crecimiento en la economía mundial. Están creando nuevos empleos14 y

oportunidades; recientes productos y servicios finales, impulsando la adición

económica y, mejorando la competitividad de los países en el comercio exterior. Pero

también es importante señalar, que si bien es cierto que el concepto de competitividad

mediante la construcción de palancas duales de costos y valor en el modelo de negocios”. (GONZÁLEZ, Gaston. 2002, p.9). 13 Es un hecho que la sociedad de la información ha surgido y crecido con extraordinaria rapidez en las economías de mercado. El sector privado ha generado gran parte de las tecnologías que han hecho posible la rápida implantación de la sociedad de la información y, en un proceso de continua innovación, sigue aportando nuevos desarrollos, nuevas aplicaciones y añadiendo nuevos mercados. Las industrias de la sociedad de la información (productores de hardware y software, de equipos y servicios de comunicaciones, instrumentos, contenidos, etc.) constituyen un elemento crucial del crecimiento económico. Así, en Estados Unidos, se estimó que entre 1995 y 1998 estas industrias aportaron el 8% del PIB y contribuyeron en promedio a más de un tercio del crecimiento económico ocurrido en el periodo (U.S. Department of Commerce, “The Emerging Digital Economy”, Junio 1999). En la U.E. se estima que el sector de las industrias de la sociedad de la información es el más dinámico de su economía, y justifica más del 5% de su PIB (“Oportunidades de Empleo en la Sociedad de la Información”, Comisión Europea, 1998). En España, en 1998 la facturación total del denominado “hipersector” de las tecnologías de la información y de las comunicaciones (que incluye los operadores de telecomunicaciones) creció un 18%, con respecto al año anterior ("Info XXI La Sociedad de la información para Todos". DOC.CISI/99/4FIN. Enero 2000). 14 La Sociedad de la Información es la principal creadora de empleo en la UE. Actualmente da ya trabajo a más de 4 millones de personas. Entre 1995 y 1997 se crearon 300.000 nuevos puestos de trabajo relacionados con la SI ("Oportunidades de empleo en la Sociedad de la información". Explotar el potencial de la revolución de la información. Informe dirigido al Consejo Europeo. COM.1998. 590 final-Es.). Así pues, uno de cada cuatro nuevos puestos de trabajo netos es resultado de la SI y la demanda en la misma supera con mucho la oferta (se calcula que actualmente hay 500.000 puestos de trabajo no cubiertos solamente en el ámbito de los profesionales informáticos). El empleo generado por las actividades protegidas por el derecho de autor es relevante en todos los países del MERCOSUR, variando entre el 5% y 3%. En Argentina, en el año 1993, aproximadamente medio millón de personas estaba empleado en alguna

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engloba los de productividad, eficacia y rentabilidad, también lo es, que la

competitividad de un país, una región o una empresa depende hoy de forma

determinante de su capacidad de invertir en investigación15, conocimientos y

tecnología16, así como en la creación de competencias laborales, que hagan posible

sacarles el mejor partido posible en términos de productos y servicios nuevos. Las

nuevas teorías del crecimiento insisten sobre el hecho de que el motor de un

“crecimiento duradero” es el incremento de los conocimientos y los cambios

tecnológicos, y no la acumulación pura y simple de capitales (Doryan, Eduardo y otros.

1999).

En lo particular, las industrias culturales y de la comunicación -denominadas en

los Estados Unidos como industrias del entretenimiento y, en Europa, como industrias

culturales y dirigidas sobre todo al sector del ocio- están inmersas dentro de esta

sociedad de la información, principalmente porque el impacto que han tenido las TIC

en relación con el sistema de producción cultural17 industrial-masivo, implica un

actividad directa o indirectamente vinculada al derecho de autor. En Brasil ese número era superior a 1,3 millones en 1998. En Chile, en ese mismo año, el sector absorbía 150 mil personas y en Uruguay al menos 60 mil en 1997. 15 En Venezuela, existen 26 universidades y 48 institutos técnicos con capacidad para preparar a profesionales en carreras relacionadas con el sector tecnología. Actualmente existen más de 20.000 profesionales en el sector, se están preparando cerca de 60.000 jóvenes venezolanos y se espera tener unos 32.000 profesionales adicionales en los próximos 5 años. Existen más de 10 carreras afines al sector. Las carreras largas comprenden: ingeniería eléctrica, ingeniería electrónica, ingeniería de sistemas, ingeniería en computación, computación e informática. También se ofrecen las siguientes carreras cortas: telecomunicaciones, electrotecnia, tecnología en fabricación electrónica, electrónica, electricidad, electrónica industrial, comunicaciones y electrónica, computación e informática. El mayor número de inscritos en relación con las carreras largas lo ocupa Ingeniería de Sistemas. La carrera corta con mayor demanda es Informática. El sector académico a nivel universitario venezolano ha mantenido contacto continuo con las nuevas tecnologías de información a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX. (MINISTERIO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA DE VENEZUELA. 2001b: p. 14.) Negrillas del autor. 16 Los recursos financieros destinados a Ciencia y Tecnología (como porcentaje del PIB) pasaron de 0,33% en 1999 a un estimado de 0,78% en el 2001, para el caso de Venezuela. “(…) Adicionalmente, el Gobierno Nacional a través del MCT, está desarrollando una Zona Especial de Inversión y Desarrollo en Tecnología de Información, Telecomunicaciones y Electrónica, la cual ofrecerá condiciones especiales de infraestructura, regímenes legales y vinculación con centros de investigación e innovación, con el fin de crear un polo empresarial en sectores de alta innovación y maximizar el uso de tecnología en el tejido empresarial del país”. (MINISTERIO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA DE VENEZUELA. 2001b: p. 22.) Negrillas del autor. 17 “Se entiende por producción cultural, (…) no sólo la producción artística tradicional –literatura, pintura, música, teatro y equivalentes- sino el conjunto de bienes y servicios relacionados tanto con lo que se ha llamado ‘alta cultura’ como con lo que resulta de las ‘industrias culturales’ o ‘cultura masiva’ –radio, televisión, revistas, discos, conciertos, recitales, videos, cable, etc.-, de la ‘cultura popular’ o ‘cultura folclórica’ –artesanías, eventos populares, por ejemplo ferias, ‘fiestas folclóricas’, etc.- y de las diversas instituciones ‘culturales’ –casas de cultura, museos, galerías, etc.-, sin tener en cuenta, por otra parte, todo lo relacionado con el ámbito de la educación” (ACHUGAR, Hugo 2000: p. 277).

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

aumento de la productividad y, esto se traduce, en aspectos ligados al trabajo cultural

en términos de empleo así como establecer las importantes consecuencias que tiene

para la elaboración de políticas culturales, tanto en el ámbito público como en el

privado.

Las industrias culturales18 y comunicacionales (en adelante, IC), protagonizan

una importante reorganización tecnológica, económica y normativa en un contexto

mundial, caracterizada por una visible transformación de las estrategias de los agentes

culturales19 y económicos, de su organización y de las relaciones de poder entre ellos.

Los agentes culturales se diferencian no sólo por las diferentes funciones que cumplen

en el proceso de producción, difusión, comercialización y consumo de los bienes y

servicios culturales. Se distinguen también por la posición económica que ocupan en

dicho proceso o, en otros términos, por las relaciones sociales bajo las que se

inscriben en la economía cultural.

18 “Todas las definiciones coinciden en considerar que se trata de aquellos sectores que conjugan creación, producción y comercialización de bienes y servicios basados en contenidos intangibles de carácter cultural, generalmente protegidos por el derecho de autor. (..), las industrias culturales incluyen la edición impresa y multimedia, la producción cinematográfica y audiovisual, la industria fonográfica, la artesanía y el diseño. Ciertos países extienden este concepto a la arquitectura, las artes plásticas, las artes del espectáculo, los deportes, la manufactura de instrumentos musicales, la publicidad y el turismo cultural. Las industrias culturales aportan un valor añadido a los contenidos al mismo tiempo que construyen y difunden valores culturales de interés individual y colectivo. Resultan esenciales para promover y difundir la diversidad cultural así como para democratizar el acceso a la cultura y, además, conocen altos índices de creación de empleo y riqueza. Abocadas a fomentar y apoyar la creación, que constituye su fundamental ‘materia prima’, pero también a innovar, en términos de producción y distribución, la indisoluble dualidad cultural y económica de estas industrias constituyen su principal carácter distintivo”. (UNESCO / CERLALC. 2002:Pp.11-12). La UNESCO define a las industrias culturales “...como aquéllas que combinan la creación, producción y comercialización de contenidos que son intangibles y culturales en su naturaleza. Estos contenidos están protegidos por el derecho de autor y pueden tomar la forma de bien o servicio. Son industrias trabajo y conocimiento-intensivas y nutren la creatividad a la vez que incentivan la innovación en los procesos de producción y de comercialización” (UNESCO, 2000). 19 En el proceso de producción, difusión, comercialización y consumo de los bienes y servicios culturales, interviene una multiplicidad de agentes, que cumplen diversas funciones. Esta diversificación de agentes es la expresión de una división social del trabajo en la producción cultural. Los principales agentes, según la función que desempeñan, son: el autor (creador, escritor, guionista, “letrista”, compositor, etc.); el intérprete (músico, cantante, actor, bailarín, etc.); el representante artístico; el productor (editor de libros, periódicos, fonogramas, videogramas, películas, etc.); el gestor cultural, público o privado; el industrial (fabricante de discos, duplicador de copias, procesador e impresor de textos, laboratorios de películas, estudios de sonido, multicopiador de videos, productor de insumos básicos, etc.); el propietario de medios (propietario de periódicos, concesionario de ondas radiales o televisivas); el editor-productor (compañías independientes de radio y televisión, por ejemplo); el distribuidor mayorista (distribuidor cinematográfico, videográfico, televisivo, editorial, etc.); el comerciante minorista (salas de cine, comercio de vídeo pre pago, librerías, discotiendas, kioscos, etc.); las instituciones culturales (bibliotecas públicas, museos, sociedades literarias, asociaciones culturales, etc.); el consumidor (lector, radioescucha, televidente, espectador, etc.); el anunciante (empresas, instituciones, Estado); la agencia de publicidad; las fundaciones; las instituciones educativas, públicas y privadas, que forman a los propios agentes culturales (artistas, periodistas, comunicadores, bibliotecólogos, gestores culturales, etc.); etc.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

Sin embargo, a propósito de la producción cultural en América Latina, Hugo

Achugar (2000:Pp.277-278), afirma que:

“La investigación y el análisis de la relación entre cultura, valor y trabajo en América Latina han sido, si no nulos, bastante escasos y, en el mejor de los casos, han sido realizados, desde presupuestos teóricos y disciplinarios antropológicos o sociológicos, como una parte menor de investigaciones cuyos intereses no estaban centrados en la elaboración de políticas públicas de la cultura. Esto se debe a varias razones, pero entre las fundamentales es posible enumerar: 1) la persistencia en la sociedad latinoamericana de una concepción acerca de la cultura que entiende que el ‘valor‘ cultural es simbólico y, por lo mismo, redituable sólo a nivel espiritual, así como la de una concepción ‘demonizada’ de la ‘cultura masiva’ y de las llamadas ‘industrias culturales’, 2) la ausencia de interés por la ‘economía de la cultura’ tanto en los encargados de elaborar y administrar políticas culturales como entre los economistas latinoamericanos, y la consecuente ausencia de dicha problemática en los planes de estudio de las universidades de la región; y en parte, en función de lo anterior: 3) la ausencia de datos desagregados relativos a los bienes y servicios culturales en los informes y estadísticas suministrados por las reparticiones estatales…”

Pero también es cierto, que las tendencias internacionales de recomposición de

los mercados culturales respecto a los sistemas de producción, distribución y

comercialización, que vienen desarrollándose en las últimas décadas, confirman que

las industrias culturales y de la comunicación latinoamericana se hallan rezagadas. En

el período de los últimos quince años, se desvela, en los países latinoamericanos, un

desarrollo bastante distorsionado entre producción y consumo cultural20; tanto en

comparación con los movimientos a escala mundial como por los desniveles internos

en nuestra región, y dentro de cada país. Progresivamente se acentúa su lugar

periférico en la comercialización21 de productos culturales. De modo que, la pregunta

20 La primera dificultad para abordar el tema del consumo cultural ha sido la discusión sobre lo que en definitiva se podrá entender como “consumo” y, por supuesto, por “consumo cultural”. En general, siempre ha estado asociado a gastos suntuarios, escenario del control económico y político o consumismo. Los economistas, de manera bastante compleja, lo explican por relaciones entre precios y salarios, inflación e índices de precios al consumidor, leyes de expansión y contracción de los mercados; por su parte, las ciencias sociales han apostado por los factores cualitativos determinados por las interacciones sociales. Lo cierto del caso, es que acercándonos a una noción proveniente de distintas disciplinas podríamos definirlo como: “un acto donde las clases y grupos compiten por la apropiación del producto social, que distingue simbólicamente, integra y comunica, objetiva los deseos y ritualiza su satisfacción”. 21 “El comercio mundial de bienes y servicios culturales ha crecido exponencialmente a lo largo de las dos últimas décadas. Entre 1980 y 1998 los intercambios comerciales de libros, revistas, música, artes visuales, cine y fotografía, radio, televisión, juegos y artículos de deportes han pasado de 95.340 a 387.927 millones de dólares de los EEUU. Sin embargo, el grueso de estos intercambios se realiza entre un reducido número de países. Así, por ejemplo en 1990

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

sería: ¿Cuáles son las posibilidades de Venezuela, de hacer parte efectiva22 de un

mercado de bienes y servicios culturales en el contexto de la denominada Sociedad de

la información?.23

Y, si no queremos renunciar a las zonas claves del Desarrollo Cultural, tanto

tradicionales como modernas, desistir a la producción electrónica y audiovisual de los

circuitos culturales -en los que se registra la mayor transnacionalización y

desterritorialización de las culturas nacionales y locales-, en un tiempo de globalización

e interculturalidad, de coproducciones e hibridaciones multinacionales (García Canclini,

Néstor. 1995), es indudable que se hace imprescindible realizar un esfuerzo conjunto

por parte del Estado -como lugar del interés público- y de las empresas privadas

nacionales, que conduzca a fortalecer los mecanismos en la producción,

financiamiento y, difusión de los bienes y servicios culturales, como estrategia de una

política pública innovadora, dirigida a reducir la creciente dependencia con los

conglomerados comunicacionales y multimedia transnacionales.

Japón, EEUU, Alemania y el Reino Unido concentran el 55,4% del total de las exportaciones de productos culturales, mientras que EEUU, Alemania, Reino Unido y Francia concentraban el 47% de las importaciones. Estos altos niveles de concentración de exportación e importación de bienes culturales no parecen cambiar radicalmente a lo largo de los años 90, aunque sí se atenúan y surgen nuevos actores: en 1998, China pasa a ser el tercer exportador mundial, y los nuevos ‘cinco grandes’ originan el 53% de las exportaciones y el 57% de las importaciones culturales”. (UNESCO / CERLALC. 2002: Pp.11-12.) 22 “ A lo largo de los 90, los cambios en la estructura de las industrias culturales han sido paralelos al desarrollo de las nuevas tecnologías y de las políticas de (des)regulación nacionales, regionales e internacionales. La combinación de estos tres factores ha alterado el contexto en el que circulan los flujos transnacionales de inversiones, productos y servicios. Así y tras un fuerte proceso de internacionalización, reorganización y concentración, se está produciendo la consolidación de grandes conglomerados. Ello pone sobre la mesa una cuestión central: la creación de un nuevo oligopolio mundial –que algunos analistas comparan con la industria del automóvil a principios del siglo”. (UNESCO / CERLALC. 2002: Pp.21.) 23 El país pasó de ocupar la posición número 44 en agosto de 2000 a la número 37 en julio de 2001 del Índice Mundial de la Sociedad de Información, con todo, “(…) La situación de las escuelas públicas de educación pre-escolar, básica y media, en el proceso de incorporación de las TIC, es precaria. De todas las instituciones educativas de nivel pre-escolar, básico y primaria sólo el 28,46% tienen teléfono, y están concentrados en las instituciones privadas en un 80,69%. En cuánto a la dotación de PC en las escuelas públicas, se registra en 1998-1999 que la base instalada de PC es de 325 equipos, para las 18.125 escuelas activas, lo que no representa ni siquiera un 2% (un PC por cada 13 mil estudiantes). El sector privado tiene una situación más favorable con una base instalada en 1999 de 3.210 PC, en los colegios que indican que un PC por cada 328 estudiantes inscritos. Existe un desbalance enorme entre la educación superior y el resto del sector educativo, en el sector de educación superior el uso y enseñanza de las TIC está concentrado en las principales universidades (a lo sumo 5 de los 133 institutos) y escuelas de postgrado” (LORENZO, Lara; Lino CLEMENTE y Claudia SERRANO. 2000: p.i).

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

En tal sentido, con este estudio pretendemos contribuir al reconocimiento de la

importancia que el conocimiento del volumen económico de las industrias y actividades

relacionadas con la cultura en Venezuela, tiene respecto de las políticas públicas, y

haciendo énfasis en la situación de las industrias culturales y comunicacionales. De

igual forma, señalando los principales retos para propiciar las condiciones necesarias

de creación de una posición defendible24 a largo plazo, y como parte de ello,

apreciando los aspectos de innovación y competitividad. Al respecto, la investigación

no está concebida como un reporte tradicional sino como un análisis estratégico del

entorno que pueda reconocer las perspectivas de lo que significa el sector cultural de la

economía25.

“…los estudios y análisis que han intentado dar cuenta de dicho sistema cultural no han considerado la variable económica y, de modo particular, no han considerado las implicaciones laborales y económicas de dicha producción tanto en el ámbito nacional como en el continental; salvo, claro está, la atención que se le ha prestado al ‘consumo cultural’. Por otra parte, del lado de los economistas apenas comienza a ser tomado en cuenta como un objeto legítimo de estudio e investigación” (Achugar, Hugo. 2000:p.279)

De esta manera, se pretende aportar datos estadísticos de un tema que, no

obstante su magnitud para el desarrollo nacional, ha sido hasta ahora poco estudiado

24 “Las posiciones estratégicas surgen de tres fuentes diferentes, que no son mutuamente excluyentes y que frecuentemente se solapan. En primer lugar, el posicionamiento se puede basar en la producción de un subconjunto de los servicios o productos del sector. Esto es lo que yo denomino posicionamiento basado en la variedad, porque se basa en la elección de unas variedades de productos o servicios, no de unos segmentos de clientes (…) Una segunda base para el posicionamiento consiste en atender la mayoría o todas las necesidades de un grupo determinado de clientes. Es lo que yo denomino posicionamiento basado en las necesidades, que se acerca más a la forma de pensar tradicional que consiste en dirigirse a un conjunto de clientes.(…) La tercera base de apoyo del posicionamiento es la segmentación de los clientes según la forma de acceder a ellos. Aunque las necesidades de unos clientes sean iguales que las de otros, la mejor configuración de las actividades para entrar en contacto con ellos es diferente. Esto es lo que yo denomino posicionamiento basado en el acceso.(…) ‘¿qué es la estrategia?’. Es la creación de una posición singular y valiosa que requiere un conjunto diferente de actividades. Si hubiese únicamente una posición ideal, no habría necesidad alguna de estrategia. La esencia del posicionamiento estratégico se encuentra en la elección de actividades diferentes de las que llevan a cabo los rivales”. (PORTER, Michael. 1999: Pp. 55-62). Cursivas del autor. 25 “Se pueden definir asimismo otras características relevantes de este tipo de industrias, como las economías de escala, la difícil cuantificación del valor agregado que se genera en la actividad creativa, la intensidad en la utilización de recursos humanos, los riesgos e incertidumbre que implican lanzar un producto al mercado debido a la necesidad de invertir en activos altamente específicos, por el lado de la oferta, y la esencia errática e impredecible de la demanda y el ciclo de vida corto de los productos. En este contexto, los productores cumplen un rol muy importante a la hora de asumir los riesgos que implica lanzar un producto al mercado. La demanda de este tipo de productos es, en su mayoría, altamente dependiente del ingreso –libros, discos, conciertos, televisión cerrada, etc.– como así también de los gustos,

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

y, tradicionalmente abordado por la teoría económica convencional como un elemento

exógeno al propio funcionamiento de los mercados actuales.

La aproximación entre economía y cultura.

Pero, aún así, es evidente que nos encontramos en presencia de un nuevo

marco teórico que exige otras visiones desde las Ciencias Sociales y Económicas. No

podemos olvidar que la cultura es, además de un concepto impreciso con múltiples

connotaciones, un bien económico singular, producto de un proceso en el que

participan creadores y distribuidores, organizados más o menos formalmente para

hacer llegar los productos culturales a un heterogéneo mercado de consumidores

(Dávalos Tamayo, Lorenzo. 1990:p.6).

Hugo Achugar (2000:p.286), sostiene que:

“La diversidad de opiniones refleja el estadio de transición en que se encuentra el debate latinoamericano respecto de la ecuación economía-cultura –en especial, la problemática del ‘valor y la cultura’- y asimismo respecto de la relación entre cultura e industrias culturales. (…) El tema es particularmente relevante pues supone no sólo una diferencia entre valor económico y valor cultural o simbólico, sino también una clara diferencia en el funcionamiento de ambos valores; más aún, cabría en el caso de la cultura diferenciar entre bienes (mercaderías) y servicios. Ahora bien, si es cierto que una de las diferencias más evidentes entre un ‘producto cultural’ y otro cualquiera radica en el hecho de que ambos mantienen relaciones no homólogas entre inversión, trabajo y rentabilidad, también es cierto que esto no funciona de manera universal para todo tipo de producto cultural. (…)No hay duda de que esta suerte de ‘especificidad’ económica del producto cultural ha planteado desafíos a la teoría económica general. En especial, uno de los factores más problemáticos tiene que ver con el comportamiento de ciertos ‘productos culturales’ en términos de durabilidad. La caducidad o la permanencia del producto cultural no es determinable de antemano como ocurre con otros tipos de productos ni tampoco depende de la inversión, de los materiales o del trabajo involucrados en su producción”.

Por supuesto, la irrupción de la economía en el campo de la cultura nos obliga a

una revisión epistemológica. Sin embargo, no es la intención de este estudio, ahondar

preferencias y modas de cada mercado, los cuales suelen ser cambiantes. En general, un autor no puede asumir este tipo de riesgos por sí mismo”. (OMPI. 2002: p. 16).

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en la variedad de connotaciones académicas del término, sino más bien aproximarnos

a una definición operacional desde el campo económico. Para ello, utilizaremos el

marco conceptual crítico de John B. Thompson (1990); una concepción estructural de

la cultura que enfatiza tanto el carácter simbólico del fenómeno cultural como el hecho

de que dicho fenómeno esta siempre imbuido en contextos sociales estructurados26.

“Según dicho autor, el ‘análisis cultural’ debe ser visto como el estudio de las formas simbólicas, esto es, acciones con significado, objetos y expresiones de distintos tipos, en relación con los contextos históricos específicos y socialmente estructurados, dentro de los cuales y por medio de los cuales, estas formas simbólicas son producidas, transmitidas y recibidas. Si bien para Thompson el concepto incorpora su mayor valor añadido por su esencia estructurada, para el lenguaje económico, la importancia de esta definición reside en la incidencia en los aspectos de producción, transmisión y recepción, que en un paralelismo más útil a nuestros propósitos podríamos traducir como producción, distribución y consumo”27.

Las formas simbólicas son, por tanto, los productos y el análisis cultural el

estudio de cómo estos bienes se producen, distribuyen y consumen. Pero, ¿cuál es la

particularidad de los bienes y servicios culturales?. Asumiendo que el sector cultural y

aquellas actividades económicas vinculadas a la producción cultural están conformado

por una serie de bienes y servicios de distinto tipo, el valor simbólico, es decir, la

manifestación simbólica de una “función cultural” asociado a éstos (valores, creencias,

normas, símbolos expresivos) es determinante para el desarrollo de la economía de la

cultura. Dentro del marco de la producción simbólica, un elemento importante lo

constituye la producción cultural. Esto implica que nos interesan los productos

culturales que sean símbolos expresivos con características comunes en sus procesos

de producción.

26 Citado en RAUSELL KÖSTER, Pau (1999) “Política y sectores culturales en la comunidad valenciana. Cap. 2.” Valencia, España. Editorial Tirant lo Blanch. P.4. En (URL): http://www.uv.es/~cursegsm/MaterialCurso/CAP2Pau.pdf 27 CARRASCO ARROYO, Salvador (1999) “Indicadores Culturales: una reflexión”. Universidad de Valencia. Economía de la Cultura y la Comunicación. III. Los Sectores culturales y los sistemas de información: una aproximación. Pp. 2-3. En (URL): http://www.uv.es/~cursegsm/IIIbloque/

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

Otras características de su demanda y oferta contribuyen a determinar la

singularidad de los bienes culturales. Consideramos que la cultura es un bien privado

con un importante componente colectivo porque i) no sólo el consumidor privado, sino

además la sociedad en su conjunto, deriva beneficios de su consumo de los que no

puede ser excluida, y ii) porque la cultura, además de ser un bien de consumo

individual, es a menudo un bien que puede ser consumido por muchos sin sufrir mayor

merma en calidad o cantidad (v.g. un concierto). La no rivalidad en el consumo

consiste en que el consumo de un bien por un individuo no priva a otro del consumo

del mismo bien. La no exclusión consiste en la imposibilidad de que, una vez que el

bien es producido, impedir que algunos consumidores lo consuman.

Además de poseer un importante componente público, los bienes culturales

tienen otras características que los distinguen del común de los bienes de mercado.

Su distinción no reside, rigurosamente hablando, solamente en características de la

naturaleza de la cultura considerada como bien económico, se asienta también en

rasgos propios del proceso productivo en el sector cultural.

El segundo rasgo, básico para los analistas culturales, es que estamos

hablando de bienes y servicios que intentan satisfacer un tipo de necesidad específica:

la cultural. Esta es la única característica excluyente de los bienes y servicios

culturales, con respecto a otro tipo de bienes y servicios, que tiene la particularidad de

ser definida por la interacción de la demanda y la oferta (Gobierno de Chile.

2001:p.23), contribuyendo a determinar la originalidad de los bienes culturales.

“Lo anterior muestra que la producción de valores simbólicos y económicos plantea una serie de desafíos para la concepción tradicional de la cultura, cuya resolución incide de manera fundamental para la elaboración de políticas públicas. Más aún, muestra que la determinación del valor económico de la cultura no significa desconocer su valor simbólico y a la vez que es más que posible que el valor simbólico implique un valor económico no siempre visible.” (Achugar, Hugo. 2000:p.288)

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

Pero, paralelamente, es necesario considerar que, ni en un mercado

perfectamente eficiente, podrán ser óptimamente satisfechas las necesidades

culturales, entendidas como necesidades de producción, consumo y distribución

equitativa de bienes culturales en el sentido amplio. De manera que, el sector cultural

se caracteriza cada vez más por las interrelaciones estrechas y variadas entre la vida

cultural y la economía de la cultura (todas las artes creativas y representativas, el

patrimonio y las industrias culturales, sean estas públicas y privadas). Pero además, la

incorporación del concepto de industrias culturales deja una puerta abierta a la

conexión con la economía del ocio.

En consecuencia, ¿qué interés puede tener analizar las relaciones entre

economía y cultura?. Desde el punto de vista de los economistas la respuesta es

barroca: la cultura, como cualquiera de los bienes y servicios que se transan en una

sociedad monetarizada, tiene costos, productores y consumidores y, debe medirse y

cuantificarse a través de metodologías estadísticas y econométricas aplicadas a los

procesos culturales. Con todo, el estudio de la dinámica económica de la cultura y el

arte es relativamente reciente y su contenido conceptual ha variado a lo largo de estos

últimos treinta años. La publicación del trabajo sobre la economía de las artes

escénicas en vivo de William Baumol y William Bowen (1966), titulado: “Performing

Arts: the Economic Dilema. A study of problems common to theatre, opera, music and

dance”, aunque existe un anticipo en la American Economic Review (1965: vol.5, n° 2)

con el título de “On the Perfoming Arts: the anatomy of their economics problems”, fue

el punto de inicio de un creciente número de documentos y libros sobre el tema.

El análisis de estos autores, economistas de la Universidad de Princeton, nos

indica que la brecha presupuestaria que afecta a las organizaciones artísticas no es

producto de una mala gerencia, sino que es inherente a las características de

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

producción y consumo de estas artes representativas y, sugieren que estos resultados

pueden ser extendidos a otras expresiones culturales. Baumol y Bowen examinaron,

tanto las características de la oferta (tecnología, productividad, costos) como las de la

demanda (precios, audiencia, elasticidad o sensibilidad de la demanda al aumento de

los precios) en las artes escénicas. El argumento central contenido en la famosa

enfermedad “mal de costos”, es que las organizaciones de artes escénicas comparten

con la mayoría de las organizaciones de servicios, una restricción en sus posibilidades

de incrementar la productividad, con implicaciones negativas en el aumento de sus

ingresos.

Este estudio, va a marcar dos características que influyen en los temas

relevantes para la economía de la cultura: en primer lugar, la vinculación de las

investigaciones a las disputas sobre el papel del sector público en la subvención de la

cultura, dados los efectos externos positivos sobre el conjunto de la sociedad,

denominados también “ventajas para el no-usuario”, porque reciben beneficios las

personas que no consumen un servicio cultural dado; y en segundo lugar, la

concepción de la cultura dentro del enfoque económico de las ciencias sociales, en

particular como objeto de análisis económico contenido en el paradigma de la “elección

racional en un marco institucional”.

Así, desde mediados de los años sesenta se fue consolidado la economía de

la cultura28, como una subdisciplina dentro de la economía, que trata de aproximarse a

28 “No cabe ninguna reserva en afirmar que el ‘invento’ de la economía de la cultura es un invento americano y exportado a Europa a través de Gran Bretaña, algunos años después. Los trabajos de Baumol y Bowen tuvieron un gran impacto en el desarrollo de la economía de la cultura a finales de los años 60 y principios de los 70. El siguiente paso notable fueron las aproximaciones de Blaug y Scitovsky, ambas en 1976. Blaug edita un libro, Economics of Art, que recoge las aportaciones de los principales autores (americanos) que investigan sobre el tema. El resultado es un verdadero compendio que recopila las líneas más interesante y sitúa ‘el estado de la cuestión’. Por el contrario, Scitovsky con su Joyless Economy se interna en la discusión sobre la naturaleza de los valores culturales y realiza un brillante análisis de las pautas del consumo cultural en los Estados Unidos. Dos años después Dick Netzer publica The subsidized Muse: Public Support for the Arts in the United States que se va a convertir en una referencia obligada en los trabajos posteriores. Desde 1973, funciona con mayor o menor impulso la ACE (Association for Cultural Economics) que fue constituida por 12 economistas, y que ha vertebrado desde entonces a los grupos de principales investigadores. A

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

los fenómenos de la creación, producción, distribución y, consumo de los bienes y

servicios culturales (Frey, B. 2000). Las áreas de análisis más frecuentes en Economía

de la Cultura (Gobierno de Chile. 2001:p.16) serán:

el gasto tanto de los hogares como unidad final de consumo, del Estado en sus distintos niveles de ingerencia y del sector privado;

el empleo directo e indirecto que genera la actividad cultural en las fases de producción o creación, distribución, difusión o comercialización, consumo y preservación en el mercado nacional e internacional de productos, bienes y servicios culturales;

el aporte al producto interno bruto de las actividades culturales; la relación de las actividades culturales como actividades económicas con otras

áreas de la economía nacional

En 1993, el término de Economía de la Cultura aparece por primera vez en la

clasificación taxonómica de la publicación American Economic Literature, y en marzo

de 1994 aparece un survey completo, a cargo del D. Throsby, donde realiza un repaso

completo del estado de la cuestión (Rausell Köster, Pau. 1999: p.15). El desarrollo de

dicho campo de estudio se ha producido principalmente en Norte América, Europa y

Oceanía.

Frente al relativo problema que supone concretar y acotar cuales son los límites

del objeto de conocimiento, de acuerdo al Informe publicado por la Organización

Mundial de la Propiedad Intelectual (2002:p.13) sobre la importancia económica de las

nivel institucional se puede decir que es el National Endowment for the Arts el impulsor de la demanda de investigaciones referidas a la cultura. Esta demanda consolida a dos instituciones académicas como pioneras en la investigación; la Universidad de Akron, mediante su Centro de Estudios Urbanos y la Universidad John Hopkins a través de su Centro de Planificación e Investigación Metropolitano, dirigida por David Cwi. Desde la Universidad de Akron y en 1977 se edita el Journal of Cultural Economics que se convierte en la publicación de referencia para la disciplina. En 1979 se organiza la primera Conferencia Internacional en Economía de la Cultura que significa el salto definitivo de la disciplina a la otra parte del Atlántico, de la mano de Alan Peacock, entonces ligado al Scottish Arts Council. Aunque la mayoría de los participantes fueron americanos y británicos, por primera vez suena en Europa la cuestión. En el caso británico se trata de seguir los planteamientos americanos. Los franceses (X. Dupuis, Rouet, Moulin) se hallan estimulados por varias razones: en primer lugar, la tradición de la Sociología se ha internado ya en los vericuetos de la producción artística (Bourdieu) y se sienten impulsados a cuestionar (dada la crisis económica) el ambicioso y tradicional programa cultural Francés; en segundo lugar, influye su declive como cultura de referencia frente al empuje anglosajón. El Ministerio de cultura francés es el primer demandante de investigación aplicada a la cultura. En el caso del área de influencia del alemán (Alemania, Suiza y Austria), Bruno Frey destaca una importante tradición investigadora en el primer tercio del siglo XX, liderada por reputados hacendistas. Sin embargo, la explosión de la producción se muestra también a partir de los años setenta, con la peculiaridad de que el teatro se convierte en el principal protagonista de la investigación. La densa red de teatros instalada en las numerosas poblaciones de tamaño medio explica éste interés singular. Finalmente los italianos, se han centrado, por razones obvias, en el análisis de la naturaleza y gestión de los bienes patrimoniales”. (RAUSELL, P. 1999).

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

industrias y actividades protegidas por el derecho de autor y los derechos conexos, en

términos de su incidencia sobre el Producto Interno Bruto (PIB) en los países miembros

del MERCOSUR y Chile, la economía de la cultura, comprende:

“…actividades y procesos diversos, con lógicas sociales y económicas diferentes. Incluye el arte, en sus diversas manifestaciones (música, teatro, plástica, artesanía, etc.), incluyendo el espectáculo artístico en vivo, el patrimonio cultural y su conservación (museos, etc.); las “bellas artes” y otras artes –excluidas de los conceptos restrictivos de cultura. En particular, se destacan los productos de representación, como la puesta en escena de obras de teatro o los recitales de música, o en forma más amplia comprendiendo a los espectáculos o fiestas de todo tipo en que se ejecuten obras de algún autor. El producto de estas industrias es un servicio que es consumido en el mismo acto de su producción. Esta cualidad de dichos productos artísticos les imprime un carácter único e irrepetible. Incluye, aún, las denominadas industrias culturales (cine, libros, discos, etc.), actividades que producen en escala masiva y mediante métodos industriales, bienes materiales que reproducen las creaciones culturales (literarias, musicales, dramáticas, etc.); y las industrias cuyo producto es un soporte físico de la obra, como es el caso de la industria editorial o de la discográfica, cuyo producto es un objeto que es consumido por el público a lo largo de toda su vida útil, siendo posible que se realicen múltiples lecturas o audiciones. La existencia de dichos productos está unida al desarrollo de la tecnología de reproducción, desde Gutenberg al DVD, e implica que cada producto que incluye una obra es reproducido múltiples veces.”

Economía y Cultura en América Latina.

Una de las corrientes más apasionante y polémica de la economía de la cultura

ha sido la que se denomina genéricamente “economía de las industrias culturales”

(Millán Pereira, Juan Luis. 1993: P.130) integrada por aquel conjunto de autores que

han tratado de definir los sistemas comunicativos e informativos como “sistemas

económicos de producción industrial de la cultura”; consecuentemente hablarán de una

economía crítica de la información y la cultura.

En el caso de Iberoamérica, los más recientes estudios relacionados con el

tema de economía de la cultura, retomando la lógica de los enfoques sectoriales, han

buscado concretar la relación existente entre el desarrollo de las industrias culturales y

comunicacionales con la economía de estos países. El estudio desarrollado por Ma.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

Isabel García Gracia, Ma. Encinar del Pozo y Félix-Fernando Muñoz Pérez en el año

1995, después de considerar los tipos de actividades culturales y de ocio en España;

los escenarios para determinar el valor añadido que genera la industria de la cultura y

el ocio, y las variables económicas que reflejan principalmente valoraciones de la

producción y el empleo en cada uno de los escenarios presentados, -volumen de

ventas; valor añadido de cada una de las actividades, número de empresas de cada

subsector; número de asalariados- así como, los enfoques para medir la importancia

económica: enfoque de producción y enfoque de la renta; determinó que la

contribución de la Industria de la Cultura y el Ocio a la economía española, en términos

de valor añadido, se ubicaba en torno al 3% del PIB29.

En América Latina, entre tanto, recién se comienzan a esbozar las primeras

aproximaciones a esta área. Un estudio, realizado por Octavio Getino (1995) en

Argentina30, trató el tema de la incidencia de las políticas públicas en la balanza

comercial de bienes culturales y en las industrias de los sectores cultura y

comunicación, como parte de un proyecto que se orientaría a evaluar en una segunda

etapa las relaciones de intercambio de dichos sectores entre los países del

MERCOSUR, para contribuir al proceso de integración regional. Por otra parte, se

procuraba coadyuvar a la superación de la carencia de información relacionada con

las industrias de los sectores cultura y comunicación en Argentina, tendiendo a

establecer una primera situación de las IC, con la convicción de que su adecuado

29 Véase de los autores, GARCÍA GRACIA, María Isabel; Yolanda FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ y José Luis ZOFÍO PRIETO (2001). “The Economic Dimension of the Culture and Leisure Industry in Spain: National, Sectoral and Regional Analysis”. En: Journal of Cultural Economics. Netherlands. Kluwer Academic Publishers. Association of Cultural Economics International. Volume 27. N° 1. February. Pp. 9-30 (2000) “La industria de la Cultura y el Ocio en España. Su aportación al PIB (1993-1997)”. Madrid, España. Fundación Autor. 139 Págs. 30 Véase, GETINO, Octavio (1995) “Las industrias culturales en la Argentina. Dimensión económica y políticas públicas”. Buenos Aires, Argentina. Ediciones COLIHUE S.R.L. 384 Págs.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

esclarecimiento y análisis contribuiría al futuro de un área estratégica para el

desarrollo nacional.

Luis Stolovich, Graciela Lescano y José Maurelle en 1997 exploran acerca de

las peculiaridades que la cultura de Uruguay31, tiene en cuanto a sector económico

específico así como las características que el mismo adquiere en dicho país; en una

primera parte desde una perspectiva teórica, para luego realizar, un ensayo de

aplicación al estudio de las dimensiones económicas y ocupacionales del complejo

cultural en Uruguay y su funcionamiento económico. Recién, otro proyecto de

investigación económica elaborado por Graciela Lescano y Rita Alonso (2002) bajo la

asesoría de Luis Stolovich, se planteó servir de elemental base de información para el

diseño de políticas de los sectores público y privado, en favor de las PYMES32 del cine

y el audiovisual en Uruguay.

Nestor García Canclini33 y Carlos Juan Moneta como coordinadores del libro:

"Las Industrias Culturales en la Integración Latinoamericana", buscaron con éste

ofrecer una información actualizada y una problematización de lugares comunes en las

políticas culturales y de integración, así como opciones políticas representativas de las

diversas posiciones que estuvieron presente en el debate de un grupo de

renombrados especialistas convocados a mediados de 1998 por iniciativa del SELA,

en el Seminario: "Integración Económica e Industrias Culturales en América Latina y el

Caribe", de manera de ayudar a entender mejor las dimensiones económicas, sociales

y estéticas de la producción, la circulación y el consumo de la cultura.

31 STOLOVICH, Luis; Graciela LESCANO y José MOURELLE (1997) “La Cultura da Trabajo. Entre la creación y el negocio: economía y cultura en el Uruguay”. Uruguay. Editorial Fin de Siglo. 330 Págs. 32 LESCANO, Graciela y Rita ALONSO. (2002) “Introducción al Espacio Audiovisual Uruguayo”. En: INFODAC. Directores Argentinos Cinematográficos. Argentina. Suplemento Especial. N° 21, mayo. 7 Págs. 33 GARCIA CANCLINI, Néstor y Carlos Juan MONETA (coordinadores) (1999) “Las Industrias culturales en la integración latinoamericana”. México, Editorial Grijalbo y SELA, octubre, 398 Págs. Consulte de García Canclini, Néstor

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

Por otra parte, a finales del año 1999 e inicios del 2000, se realizó el estudio

sobre el aporte de las industrias culturales y del entretenimiento al desempeño

económico en los países de la Comunidad Andina34, como parte integral del Proyecto

Economía y Cultura, desarrollado bajo el auspicio del Convenio Andrés Bello (CAB),

con el propósito de evaluar el impacto de los productos y servicios culturales en las

economías de Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela.

Al respecto, el Informe sobre el Impacto de la Cultura en la Economía Chilena

(2001:p.83), realizado por el Ministerio de Educación, División de Cultura, para el

Convenio Andrés Bello, nos dilucida que,

“A través de los estudios e investigaciones realizados en las últimas décadas -principalmente en Europa y Norte América-, observamos que la relación entre economía y cultura ha sido establecida desde al menos dos perspectivas: Economía Cultural y Economía de la Cultura. La primera, intenta conocer las influencias que la cultura genera en la economía en una sociedad determinada, de modo de revisar el pensamiento económico a la luz de las dinámicas y particularidades de las organizaciones y relaciones humanas asociadas a la producción y consumo de productos simbólicos. Entre tanto, los análisis realizados desde la segunda perspectiva, se han abocado a entregar información sobre la esfera cultural a partir del saber económico. En particular, la Economía de la Cultura se interesa por la aplicación de la teoría y análisis económico sobre los problemas del arte y las prácticas culturales.

La aplicación mecánica o arbitraria de las teorías, perspectivas e instrumentos de una disciplina por sobre la otra, hacen imposible una enriquecimiento y fortalecimiento del desafío para instalar en la investigación conjunta, un escenario favorable a la necesaria medición del sector de la cultura en nuestros países. En definitiva, mientras en la Economía Cultural, son las definiciones culturales los que tratan de ampliar el lenguaje económico, en la Economía de la Cultura es el lenguaje económico el que se aplica a los productos culturales. Pareciera ser que una y otra perspectiva se deben nutrir recíprocamente; de la misma forma en que a partir del propio pensamiento económico se deslindan herramientas y conceptos operacionales para el análisis, los cuales a su vez, comprueban o refutan el pensamiento que los generó, a su turno se reafirma o impele a la corrección de las herramientas de investigación económicas”. (2000) “Economía y Cultura: los países latinos en la esfera pública transnacional”. En: Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). En (URL): http://www.campus-oei.org/tres_espacios/icoloquio11.htm 34 Véase, CONVENIO ANDRÉS BELLO (2001) “Economía y cultura: la tercera cara de la moneda” Memorias. Colombia, Bogotá. Convenio Andrés Bello, julio. 328 Págs. (2001a) “El aporte a la economía de las industrias culturales en los países andinos y Chile: realidad y políticas”. Informe Ejecutivo del proyecto Economía & Cultura del Convenio Andrés Bello. Colombia, Bogotá. Convenio Andrés Bello, julio. 36 Págs. (2000) “Economía y cultura, estudio sobre el impacto económico del sector cultural en la comunidad Andina”, Informe de Avance. Resumen ejecutivo. Nueva Orleáns. Marzo. 23 Págs. Mimeografiado.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

En el caso de los países miembros del MERCOSUR, realizaron un estudio para

la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), en cooperación con el

Ministerio de Industria, Comercio y Turismo de Brasil, basado en las investigaciones

realizadas por un equipo de economistas bajo la coordinación del Profesor Antônio

Márcio Buainain (2002:p.3), cuyo objetivo principal fue,

“…el mapeamiento y medición económica de los principales sectores y actividades económicas relacionados con el derecho de autor y los derechos conexos en los países del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y Chile. Están igualmente identificados los sectores, subsectores y segmentos involucrados en las actividades relacionadas a la protección del derecho de autor y los derechos conexos. Está estimada la participación de esas actividades en el PIB de los países, a partir de la estimativa del valor agregado a la actividad económica de algunas industrias seleccionadas, así como del número de personas involucradas (empleo generado), y del comercio exterior de esas industrias seleccionadas. Están también contemplados aspectos relativos a la estructura de mercado en el cual se desenvuelven las industrias consideradas claves en el MERCOSUR y Chile. Del punto de vista institucional, fueron identificadas las principales instituciones que son responsables por la garantía y gestión de las normas relativas al derecho de autor, así como la legislación pertinente a los países objeto del estudio.”

La Economía de la Cultura en Venezuela.

En Venezuela, algunos estudios modestos35 fueron el inicio de esta inquietud

de conocimiento sobre las relaciones entre economía de la cultura y políticas

culturales. Para los años 1995 y 1997, respectivamente, se publicó en la Revista

Comunicación del Centro Gumilla, dos trabajos titulados: “Asimetrías de la urdimbre

cultural venezolana. Políticas Culturales y públicos” y “Análisis de Competitividad del

sector de las industrias culturales /comunicacionales y su impacto económico”.

35 Véase, de GUZMÁN CÁRDENAS, Carlos E. (1999) "Innovación y competitividad de las Industrias Culturales y de la Comunicación en Venezuela". En: BARRIOS, Leoncio; Marcelino BISBAL, Jesús MARTÍN-BARBERO, Carlos GUZMÁN y Jesús María AGUIRRE. Industria Cultural. De la crisis de la sensibilidad a la seducción massmediática. Caracas, Venezuela. Litterae editores. 1ra. Edición. Pp. 125-192; (1997a) “Análisis de Competitividad del sector de las industrias culturales /comunicacionales y su impacto económico”. En: Revista Comunicación. Estudios Venezolanos de Comunicación. Caracas, Venezuela. Centro Gumilla. N° 100. Cuarto Trimestre. Pp. 74-96; (1996) "Industrias Culturales, Innovación Tecnológica y Competitividad". En: Revista Comunicación. Estudios Venezolanos de Comunicación. Caracas, Venezuela. Centro Gumilla. N° 95, Tercer Trimestre. Pp. 49-59; (1995a) “Asimetrías de la Urdimbre Cultural Venezolana. Políticas Culturales y Públicos”. En: Revista Comunicación. Estudios Venezolanos de Comunicación. Caracas, Venezuela. Centro Gumilla. N° 92, Cuarto Trimestre. Pp. 5-21.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

En 1998, Jesús María Aguirre, Marcelino Bisbal, Carlos Guzmán Cárdenas,

Pasquale Nicodemo, Francisco Pellegrino y Elsa Pilato, realizaron el estudio sobre "El

Consumo Cultural del Venezolano".36 Nos ofrece una visión del consumidor

venezolano, acercándonos a su forma de pensar, a sus actitudes ante el consumo de

productos y servicios culturales ofrecidos, bien sea por la administración pública que

dirige las políticas culturales nacionales, o por el sector privado empresarial. Dicha

investigación se propuso conocer “psicográficamente” al consumidor cultural

venezolano identificando sus conductas ante aspectos particulares y específicos de las

industrias culturales y comunicacionales, a través de una serie de tópicos relacionados

con sus actividades, intereses y opiniones, todo esto con el fin de configurar patrones

de usos, y lo más importante incrementar la eficacia de las políticas culturales dirigidas

a la obtención de recursos. Desde el punto de vista de la economía de la cultura, este

tipo de estudio será importante por dos razones: en primer lugar, porque el consumo

cultural es “un bien” y la democratización de su consumo y producción implica remover

todas las barreras económicas de entrada para posibilitar la igualdad de oportunidades

en el campo cultural (Rausell Köster, Pau. 1999: p.23) y, en segundo lugar, uno de los

desafíos más importantes que incorpora la economía de la cultura al conjunto de la

ciencia económica es el tratamiento de los gustos.

Leoncio Barrios, Marcelino Bisbal, Jesús Martín-Barbero, Carlos Guzmán

Cárdenas y Jesús María Aguirre, publicaran en 1999, el libro “Industria Cultural. De la

crisis de la sensibilidad a la seducción massmediática”.37 En marzo de 2000, se llevó a

cabo la investigación “Economía de la Cultura en Venezuela” para el Banco Central de

36 Ver, BISBAL, Marcelino; Pasquale NICODEMO, Jesús María AGUIRRE, Carlos E. GUZMÁN CÁRDENAS, Francisco PELLEGRINO y Elsa PILATO. 1998 “El consumo cultural del Venezolano”. Caracas, Venezuela. Fundación Centro Gumilla y Consejo Nacional de la Cultura (CONAC). 1ra. Edición, junio. 225 Págs.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

Venezuela (BCV), la Corporación Andina de Fomento (CAF), la Fundación Polar y la

Fundación Bigott, bajo la coordinación de Carlos Enrique Guzmán Cárdenas, con el

propósito fundamental de exponer los criterios a ser tomados en cuenta para la

evaluación crítica del sector cultural en Venezuela y la consecuente identificación de

vacíos institucionales y de mercado.38 La investigación indago acerca de las

particularidades que el sector cultural en Venezuela tiene en cuanto sector económico

específico y, así propiciar las condiciones necesarias para estimular su crecimiento.

Los resultados de este estudio se ven reflejados en más de trescientos cincuenta

páginas, 205 gráficos y 167 cuadros estadísticos mediante la cuantificación de

variables referidas a la producción (unidades producidas), facturación (ventas), empleo,

pago por derechos de autor, importaciones, exportaciones, subsidios directos a las

actividades culturales, cobertura geográfica por entidad federal de la demanda cultural,

consumo cultural, número de espectadores e inversión cultural y comunicacional

consolidada, entre otros. Dichos indicadores permiten la comparación y el análisis de

resultados entre los distintos subsectores que conforman la estructura cultural

venezolana.

Y, en el año 2002, en la línea del financiamiento a la producción cultural, fue

realizada la investigación titulada “Mecenazgo y Cultura en Venezuela”39 por la

empresa consultora INNOVATEC-INNOVARIUM Inteligencia del Entorno, Observatorio

Cultural y Comunicacional de Venezuela, bajo la dirección general de Carlos Enrique

37 BARRIOS, Leoncio, Marcelino BISBAL, Jesús MARTIN-BARBERO, Carlos GUZMÁN y Jesús María AGUIRRE (1999): “Industria Cultural. De la crisis de la sensibilidad a la seducción massmediática”. Caracas, Venezuela. Litterae Editores. 1ra. Edición Junio. 205 Págs. 38 Véase, GUZMÁN CÁRDENAS, Carlos E. (2000a) “La cultura en Venezuela: oportunidades de inversión”. En: Banco Central de Venezuela, Corporación Andina de Fomento, Fundación Bigott y Fundación Polar. Cultura y Recuperación Nacional. Memoria del Seminario. Caracas, Venezuela. Editorial Arte. 1ra. Edición. Pp. 104-128. 39 Véase, GUZMÁN CÁRDENAS, Carlos E. (2001d) “La Responsabilidad social de las Empresas. El mecenazgo y la cultura”. En: Revista Comunicación. Estudios Venezolanos de Comunicación. Caracas, Venezuela. Centro Gumilla. N° 116, Cuarto Trimestre. Pp. 42-49.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

Guzmán Cárdenas, para las autoridades del VICEMINISTERIO DE CULTURA-

CONAC. El objetivo principal del estudio, fue determinar en términos exploratorios, la

actitud, disposición y motivación del sector privado empresarial hacia la promoción,

apoyo y desarrollo de bienes y servicios culturales mediante el establecimiento de

incentivos y beneficios fiscales en el contexto de una Ley de Mecenazgo. De igual

modo, se determinó algunos hallazgos y criterios analíticos, que pudieran orientar la

política cultural del Estado Venezolano, con la finalidad de establecer en qué escenario

se trabajaría mejor una Ley de Mecenazgo para los contribuyentes que apoyarán

instituciones, grupos, organizaciones, fundaciones, programas, proyectos y actividades

de manifiesto interés cultural.

Por supuesto, en los aspectos iniciales del debate sobre la economía de la

cultura, “es claro que todavía es necesaria una mayor definición conceptual sobre

categorías básicas como: producción cultural, uso y consumo culturales, comercio

cultural, valor simbólico, oferta y demanda de bienes y servicios culturales,

depreciación, etcétera. Además de teorización, estudios de tendencias, análisis

comparados y series históricas”, nos anota Santiago Niño Morales (2000:p.4) y, en

particular sus relaciones con las industrias culturales y comunicacionales,

fundamentalmente aquellas cuyas actividades dependen de los derechos

intelectuales.40

40 “Todavía, el conjunto de actividades económicas que se relacionan con el derecho de autor y los derechos conexos, son más abarcadoras que lo que se conoce por industrias culturales. (…) dichas industrias incluyen todas aquellas actividades que crean principalmente trabajos protegidos por el derecho de autor y/o los derechos conexos –como, por ejemplo, la creación de programas de computación, de obras audiovisuales o la edición de libros– y su distribución. Además abarcan algunas actividades cuyos trabajos resultan parcialmente protegidos por dichos derechos –como los trabajos de arquitectura o los servicios técnicos brindados a empresas–, como así también las industrias que producen y distribuyen bienes utilizados, en su mayoría, en conjunto con material protegido por el derecho de autor y/o los derechos conexos –aparatos de televisión y radio o computadoras son ejemplos de los productos producidos por este subsector.” (OMPI. 2002: p. 13)

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

Pero también, habitualmente, las investigaciones sobre determinados aspectos

de estas industrias y actividades han enfatizado su incidencia en la vida cultural de la

sociedad venezolana, y en menor medida en la economía nacional, en un entorno

caracterizado por la mundialización económica, la apertura de mercados y la continua

innovación. Esto implica, un decidido esfuerzo y apoyo económico, por parte de todas

las autoridades públicas, para acelerar la utilización de las industrias de la sociedad de

la información en sus relaciones cotidianas con los ciudadanos-consumidores y las

empresas, aumentando así la eficacia y calidad de sus servicios.

Tales referentes señalados determinan acometer diagnósticos culturales en

Venezuela desde otra óptica para contribuir a la determinación de objetivos precisos y,

determinar la actualidad y/o eficiencia de las políticas culturales existentes. No

obstante, son escasos los estudios económicos-culturales del conjunto de industrias y

actividades que conforman al sector de la cultura y la comunicación en Venezuela que

sirvan como soporte o de apoyo para el perfeccionamiento del sistema institucional

responsable de la gestión del Desarrollo Cultural Venezolano; sobre los agentes

culturales y económicos, sociales e institucionales comprometidos en el desarrollo de

la sociedad de la información en Venezuela; su creciente vinculación con el sistema

productivo para generar mayores niveles de cualificación que permitan el acceso a los

nuevos empleos generados por esta sociedad informacional y, las profundas

modificaciones a las que lo somete.

Esta nueva situación de cambios nos plantea un esfuerzo múltiple de reflexión,

de crítica, innovación y desempeño haciendo hincapié en la articulación de las

diferencias, para superar aquellas visiones usuales en el tratamiento de la estructura

cultural venezolana.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

POLÍTICA Y ECONOMÍA DE LA CULTURA.

1. - La ecuación economía-cultura para el análisis político cultural.

En la actual discusión sobre la exigencia nacional de diseñar políticas

culturales41 y comunicacionales, que promuevan y regulen, tanto la producción y

comercialización de la cultura que se realiza en forma industrializada, como la

distribución y circulación de productos y servicios artísticos, culturales y comunicativos

nacionales, frente a los procesos de mundialización cultural y globalización económica

en la recomposición monopólica de los mercados transnacionales42 -con una creciente

desregulación de la intervención gubernamental- se ha hecho evidente en la Agenda

Pública Nacional, el reconocimiento social de la función económica de la cultura como

un importante campo de inversión, circulación de capital y generación de empleos

(García Canclini, 2000a: p.319).

Pero también, la cultura y la comunicación, aparecen como un apreciable

terreno de innovación y competitividad43. Las industrias de la nueva economía –que

41 Aunque son múltiples los conceptos o aproximaciones a la noción de Políticas Culturales, se puede aludir a tres de ellas: Néstor García Canclini (1987) concibe la política cultural como el conjunto de acciones que realizan diversos agentes para orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales y obtener consenso o disenso sobre un tipo de orden social. Nunca una Política Cultural puede ser formulada por un solo agente, así este sea sólo el mercado o el Estado o la comunidad autogestionaria. José Joaquín Brunner (1987), en forma resumida, considera que son las oportunidades para actuar en un circuito cultural (producción, circulación y consumo de bienes culturales). Los componentes de este circuito cultural son básicamente cinco: agentes habituales, medios de producción, medios de circulación, públicos y organizaciones (Estado-Mercado- Asociaciones Voluntarias). Alfons Martinell establece la distinción entre finalidades sociales y políticas culturales. Las primeras son estables y accesibles por itinerarios o estrategias que no son necesariamente coincidentes; las políticas, en cambio, son dinámicas y dependen de una realidad territorial concreta. Por tanto, una finalidad social se puede orientar a partir de políticas diferentes. Al ser las políticas siempre expresión de un fenómeno de génesis y mediación social, las Políticas Culturales son siempre territoriales. 42 Es conveniente distinguir, algunos conceptos básicos que están presentes en el análisis económico-político de las industrias culturales y comunicacionales. Por Nacional, nos referimos fundamentalmente al Estado-Nación y al conjunto de relaciones sociales que se producen en su interior. Con el concepto de Internacional, designamos las relaciones que se establecen entre dos o más Estados-nación (aunque con propiedad, a estas relaciones entre más de dos Estados deberíamos denominarlas plurinacionales o multinacionales). El concepto de Transnacional o Multinacional lo aplicamos de forma específica para designar el espacio y las relaciones a los que dan forma principalmente las acciones de las modernas empresas industriales, los bancos, las organizaciones financieras y los medios de comunicación de masas. 43 Los sectores de la cultura, el ocio y el entretenimiento se están convirtiendo cada vez más en elementos estratégicos para definir la competitividad de los territorios. Su creciente impacto económico, al actuar de arrastre sobre otros sectores, su mayor importancia en los procesos de cohesión territorial y su mayor presencia en la receta de la calidad de vida de los ciudadanos convierten al sector cultural y sus encadenamientos con los subsectores proveedores en elementos estratégicos.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

incluyen a las industrias culturales y comunicacionales- son obligada referencia a la

hora de medir el grado de avance44 de cualquier país. Es decir, la cultura ya no se

entiende sólo como una ocupación pública generadora de gastos, también, y cada vez

con más intensidad, viene a formar parte de la economía privada, donde dispone de un

fuerte potencial de crecimiento portador de elementos de creatividad, innovación y

producción dentro del ámbito nacional, regional y local.

Al respecto, de manera tradicional, la cultura ha sido percibida no como una

oportunidad sino como un gasto. No obstante, las tendencias actuales apuntan hacia la

comprensión de la cultura como una parte central del capital social (Kliksberg,

Bernardo y Luciano Tomassini. 2000)45. De hecho, se evidencia que los países que

han sabido apoyarse en ella y potenciarla, han generado a partir de la misma modelos

organizacionales inéditos, conocimientos nuevos, redes de cooperación interna,

creación de fuentes directas de empleo, y numerosas industrias, entre otros beneficios.

Todo ello, ha enriquecido su perfil como sociedades, y simultáneamente ha

mejorado su “calidad de país” y competitividad. Para un país, la competitividad se

traduce en la posibilidad que tienen sus ciudadanos para alcanzar un nivel de vida

elevado y creciente (Enright, Michael; Antonio Francés y Edith Scott Saavedra. 1994:

44 Las potencialidades de la cultura y la comunicación como elemento generador de nuevos empleos, como variable para la localización de otras actividades económicas y dada la importancia de los valores simbólicos en los procesos de articulación social y vertebración territorial, convierten a estos sectores cada vez más estratégicos en la configuración de las relaciones socio-productivas (Rausell Köster, Pau. 2002: p. 1). 45 El debate contemporáneo sobre el "capital social", se inicio con los estudios de Glen Loury (1977), éste identifica los recursos sociales útiles para el desarrollo del capital humano y los efectos que tienen sobre las relaciones familiares y comunitarias. Sin embargo, el capital social como tal, toma vigencia analítica a partir del estudio de James Coleman (1990). Más adelante, y gracias al trabajo que realiza Robert Putman (1993) sobre Italia, el interés por el estudio del capital social recibe un nuevo impulso. El capital social se convierte en sujeto de diversos análisis, lo que tiene como consecuencia que su conceptualización haya sido muy amplia. Cultura y capital social son, justamente, esas "claves olvidadas", esas "palancas formidables" para el desarrollo, como el mismo Bernardo Kliksberg (2000) las califica. La primera, la cultura, subyace en todas las dimensiones, en todos los planos de una sociedad. Definida como "maneras de vivir juntos" por la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo de la UNESCO, la cultura es ese conjunto de valores, costumbres, ideas y muchos otros elementos compartidos que conforman la identidad de las personas. La cultura como "factor decisivo de cohesión social", según el mismo autor, es la base que da sustento al capital social. La cultura cruza todas las dimensiones del capital social de una sociedad. “La cultura subyace los componentes básicos considerados capital social, como la confianza, el comportamiento cívico, el grado de asociatividad. Las relaciones entre cultura y desarrollo son de todo orden, y asombra la escasa atención que se les ha prestado. Aparecen potenciadas al

35

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

P.67). De modo que, frente a la agenda de problemas sociales y económicos que

presenta Venezuela, la cultura no sólo no es un obstáculo, sino que puede ser un

aliado formidable para el diseño de políticas públicas que promuevan las condiciones

favorables para el desarrollo sustentable46 de la competitividad que hoy se requiere.

Hay que tener en cuenta, que una política cultural es una estrategia estructural

en la urdimbre misma, y que el efecto positivo de tal estrategia debe situarse en una

concepción del desarrollo. Es imprescindible reinstalar lo cultural y sus posibilidades en

la búsqueda de soluciones para los agobiantes procesos de pauperización del país.

Sin embargo, como nos señala, Hugo Achugar (2000:p.290),

“Resulta claro que la persistencia de nociones anacrónicas de la cultura y también la ignorancia acerca del potencial económico y de la importancia en el empleo de la actividad cultural –incluidas las industrias culturales y las artesanías- afectan de una manera fundamental la elaboración de las políticas culturales entre nuestros países.”

En efecto, cultura47 puede significar en su acepción antropológica un todo

complejo que incluye los conocimientos, las creencias, el arte, la moral, las leyes, las

costumbres y, todas las demás disposiciones y hábitos adquiridos por el hombre en

tanto que miembro de una sociedad o bien, en la perspectiva más sociológica, se dirá

que la cultura es el proceso, o todo proceso de producción simbólica; actividades

revalorizarse todos estos elementos silenciosos e invisibles, pero claramente operantes, involucrados en la idea de capital social” (Kliksberg, Bernardo. 2000). 46 El principal desafío que enfrentan los gobiernos —desde los niveles municipales o micro regionales hasta los niveles nacionales—, es el de saber cómo diseñar y aplicar sistemas de gestión capaces de fomentar y conciliar tres grandes objetivos que en teoría llevarían al desarrollo sustentable: el crecimiento económico, la equidad (social, económica y ambiental) y la sustentabilidad ambiental. Los mayores obstáculos se encuentran en falta de consenso y, por lo tanto, en las múltiples interpretaciones que existen de los conceptos de “desarrollo sustentable”, “equidad” y “sustentabilidad ambiental”. Ello implica la necesidad de que en cada país, o región se precise qué significa, para los actores participantes en el proceso de gestión, cada término. El mismo término “sustentabilidad” es ambiguo. Este vocablo se aplica a la producción, la ecología, la economía, el medio ambiente, la sociedad o el desarrollo. Tiene esencialmente una connotación de renovación continua en el tiempo o posibilidad de reutilización de los recursos por parte de las generaciones futuras. El logro de la sustentabilidad estaría asociado a la búsqueda de satisfacción de las necesidades del ser humano en el presente, sin comprometer sus necesidades futuras. El desarrollo sustentable debe ser mantenido en el tiempo para ser sostenible. 47 Véase, UNESCO (1999b) “Informe Mundial sobre la Cultura”. Cultura, creatividad y mercados. Madrid. Ediciones UNESCO / Acento / Fundación Santa María. 489 Págs.

36

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

generadoras de unos valores simbólicos que promueven y orientan el desarrollo

político y social de una colectividad.

Pero a menudo, la cultura es considerada, en un sentido mucho más restrictivo,

como el conjunto de producciones o de productos culturales: obras de todo tipo,

musicales, teatrales, cinematográficas, televisivas, etcétera. En consecuencia, el sector

cultural abarcara un conjunto de ámbitos de actividades económicas e industriales muy

amplio. Se incluyen en él las actividades relacionadas con el patrimonio, la literatura, la

prensa, la música, las artes del espectáculo48, los medios de comunicación y los

audiovisuales. En este sentido, la cultura toma una dimensión profesional y se ve

implicada de inmediato con aspectos económicos, gerenciales y administrativos.49

En afinidad, la importancia creciente de la cultura está estrechamente vinculada

a la reciente evolución del desarrollo económico. Por una parte, la expansión de la

oferta de bienes y servicios artísticos, culturales y comunicativos está marcada por el

retroceso de las industrias tradicionales en favor de los servicios50, particularmente, los

48 “(…) se ha asumido una interpretación amplia del concepto de artes escénicas, estrechamente asociado con la llamada "industria" del espectáculo. Incluye, por lo tanto, toda presentación en escenarios cerrados o al aire libre, en las áreas de teatro, conciertos, recitales, coral, folclore, ballet, ópera, circo, mimos y títeres, festivales de la canción, competencias de bailes, shows y otros. Básicamente se trata de espectáculos con representación en vivo para los cuales se convoca un público con aforos claramente determinados, tanto en salas como en grandes escenarios (coliseos, parques, plazas, etc.), en los que se aplica el concepto de la ‘taquilla’ ” (Gobierno de Chile, Ministerio de Educación, División de Cultura. 2001: p.83) 49 Si en las décadas anteriores el tema del financiamiento cultural hacia parte de las recomendaciones de las diferentes conferencias intergubernamentales de la UNESCO, su articulación con la “economía de la cultura” o “economía de la información” y, más cerca con la “demanda cultural y la formación de públicos”, enriqueció tanto la investigación cultural, como las distintas propuestas para asumir los desafíos de la inversión cultural. De hecho, el posicionamiento temático en los medios impresos de los asuntos financieros y presupuestarios de la economía de la cultura ha planteado los siguientes nudos críticos: 1.- Los asuntos relativos al financiamiento tienen que interrelacionarse estrechamente con complejos problemas del quehacer cultural, como la formación de audiencias y públicos, la oferta y demanda cultural, las industrias culturales, los mercados, la democratización, el consumo cultural, los empleos culturales, el Estado y el mercado cultural, la información, etc. 2.- Todo análisis debe investigar a fondo las características culturales del contexto, ya que el sector cultural es producto de un proceso de diferenciación de actividades con importantes rasgos territoriales. En algunos casos, se incluyen educación, recreación, deporte, ciencia, técnica, áreas artísticas, etc., y en otras no, demarcando cada comunidad las diferencias de acuerdo con sus respectivas nociones de cultura (Guzmán Cárdenas, Carlos. 2000a). 50 El concepto “servicios” es ambiguo y heterogéneo, ya que abarca muy diversas actividades económicas, todas aquellas que no se incluyen en el sector primario -fundamentalmente dedicado a la obtención de materias primas del entorno- ni en el sector secundario -cuya actividad principal es la transformación de las materias primas en productos-. Una definición reciente de servicios establece que “los servicios proporcionan ayuda, utilidad o cuidados, experiencia, información u otro contenido intelectual y la mayoría del valor es intangible en lugar de residir en cualquier producto físico” (Department of Industry, Science and Resources, 1999). El sector servicios es, por tanto, una parte muy diversificada de la economía que abarca desde sectores intensivos en tecnología y conocimientos como servicios

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

audiovisuales que integran los negocios de difusión de TV y Radio, promovidos por la

concentración y transnacionalización de los medios de comunicación, que han

convertido los mercados, tradicionalmente estrechos y locales, en internacionales (Pau

Rausell Köster, Pau. 2002: p. 1). Es de hacer notar, que el sector servicios es en la

actualidad uno de los componentes principales de las economías de los países

industrializados, tanto en términos de contribución al Producto Interno Bruto (en

adelante, PIB), como al empleo.

Y así mismo, la transformación del modo de vida (especialmente, la mayor

movilidad) y el aumento del tiempo libre genera una demanda más importante de

actividades de ocio, y sobre todo de cultura. Estas dos tendencias son susceptibles de

fomentar los aspectos económicamente viables de la cultura.

De igual modo, el “entrelazamiento de economía y cultura se ha vuelto un lugar

común del pensamiento mundial. Las altas inversiones requeridas por la producción de

las industrias culturales (cine, televisión, música, informática) y las ganancias

espectaculares producidas en estos campos volvieron a las empresas de la cultura

parte significativa de la economía global” (García Canclini, 2000: p.1).

Los productos e industrias culturales ofrecen posibilidades de creación de

empleo51 que van mucho más allá de los efectos de medidas "más clásicas" como la

conservación o la valorización del patrimonio cultural. Tal como nos señalan, Jorge

Arredondo, Pau Rausell-Köster, Salvador Carrasco-Arroyo y Enric Fombuena-Borràs

(2001: Pp.1-2)

informáticos o de negocios hasta servicios poco tecnológicos y poco cualificados como la mayor parte de los servicios personales. Miles (1994, 1995) clasifica a los servicios según dos aspectos: tipo de mercado y tipo de producción. La participación del sector servicios en el empleo total de las economías de los países industrializados ha crecido de forma continua entre 1988 y 1998, según las cifras de empleo de la OCDE. En 1997, el sector servicios ya suponía más de dos tercios del empleo en la mayoría de países de la OCDE. 51 Véase, STOLOVICH, Luis; Graciela LESCANO y José MOURELLE (1997) “La Cultura da Trabajo. Entre la creación y el negocio: economía y cultura en el Uruguay”. Op. Cit., 330 Págs.

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“Las características de la ocupación en el sector de la cultura, además, incorporan elementos que cabe considerar: a) en primer lugar la ocupación en el sector de la cultura incorpora las más de las veces aspectos creativos muy gratificantes desde el punto de vista del desempeño laboral. b) la articulación laboral en el sector de la cultura permite formas de ocupación en microempresas de carácter cooperativo, autogestionario, participativo, etc.. c) las empresas culturales son intensivas en mano de obra, d) la actividad cultural no sólo no es depredadora del medioambiente sino que muchas veces implica la valoración de elementos patrimoniales. En general, la creación, producción, distribución, consumo y conservación de formas simbólicas puede constituir un elemento básico en la configuración de los sistemas económicos territoriales (Rausell, Carrasco et all., 2002), y las actividades culturales pueden contribuir a la economía en tres sentidos: -Las actividades culturales son también actividades económicas, que aportan valor añadido, que generan ocupación. -Estas actividades pueden favorecer las decisiones de localización en el territorio considerado de otras actividades económicas o de profesionales cualificados. -en ocasiones por su efecto polarizador sobre otras actividades, muy especialmente en el caso de las industrias culturales.” (…) Todas estas características han provocado que la cultura se convierta en un sector de atención pública prioritario y muy atractivo desde el punto de vista de las políticas de empleo”.

La Industria Cultural es hoy el centro de la discusión sobre las transformaciones

culturales de la modernidad (Narváez Montoya, Ancízar. 2000: P.1), a tal punto que,

como se ha sostenido en otra parte, “el proceso de modernidad es el proceso de

industrialización de la cultura o la industria cultural resume el ideal de la cultura

moderna”. No obstante las discusiones teóricas que se han realizado alrededor del

concepto, el punto de partida para esta etapa del análisis ha de ser el concepto de

Industria Cultural que define José Joaquín Brunner y que nos permite situar

empíricamente un corpus de análisis.

La llamada Industria Cultural, dice Brunner,52 “... es el modo de producción

moderno de bienes simbólicos cuyos productos alcanzan primero una difusión masiva

en la sociedad.

52 Citado por NARVÁEZ MONTOYA, Ancízar (2000) “Industria cultural, empleo y región”. En: Revista Escribanía. Manizales, Colombia. Centro de Investigaciones de la Comunicación. Universidad de Manizales. Comunicación-cultura-región. P.1.

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“El fenómeno de la Industria Cultural representa pues un nuevo subsector del campo53 que se hace cargo de la producción, comercialización, reproducción y almacenaje de bienes y servicios culturales (mensajes e ideologías livianas) a escala industrial, teniendo presentes consideraciones de rentabilidad económica y de difusión masiva que (... )operan cada vez más fuertemente desde el sector privado y/o sujeta a reglas de financiamiento que son típicamente mercantiles”54.

1.1.- Las IC sectores estratégicos de la economía.

Estudios realizados en Canadá, los Estados Unidos de Norteamérica y en

algunos países de Europa55 –Francia, España e Inglaterra-, enseñan que las llamadas

industrias culturales y comunicacionales son fuertemente generadoras de empleo

calificado56 y de movimiento económico a través del consumo masivo de sus productos

o servicios. Así mismo, un análisis estrictamente económico de los aportes del sector

cultural y comunicacional al PIB, en diferentes países, sustenta lo erróneo de apreciar

a la cultura como un gasto57. En el caso de la Unión Europea, según los datos

aportados por Carmina Crusafon (2001: pp. 2-3), en 1998, el mercado audiovisual

53 BRUNNER, José Joaquín; Alicia BARRIOS y Carlos Catalán (1989) “Chile: Transformaciones Culturales y Modernidad”. Santiago, Chile. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. FLACSO. Pp. 26-28 54 Ibídem, p. 24. 55 En un documento de la UE publicado en 1998 (Cultura, industrias culturales y empleo) se establecía que el total consolidado de empleos culturales en aquel momento era de tres millones de personas. El problema principal de esta consolidación es separar los empleos culturales en otros sectores y los empleos no culturales en el sector cultural. Véase, COMMISSION EUROPEAN (1998): “Culture, the Cultural Industries and Employment”. Commission Staff Working Paper. European Commission. Sec (98) 837. 14 May. 34 Págs. 56 “En el sector cultural predominan los autónomos y las pequeñas empresas (a pesar de que en algunos países el empleo público tenga un peso importante). Hay que resaltar que en el sector cultural se emplean hoy 7,2 millones de personas en la UE y que el crecimiento del sector entre 1995 y 1999 alcanzó el 2,1 por ciento. Un incremento que se mantiene sobre todo en las ocupaciones de tipo creativo, mientras que disminuye en las que dependen de la mecanización tradicional como las imprentas y procesadoras de fotografía y vídeo. También disminuye la tasa de crecimiento en las ocupaciones convencionales administrativas y comerciales del sector cultural. Por su parte, el crecimiento del sector cultural en sentido más restringido (artes, patrimonio y sus derivados) se situó en el mismo período en el 4,8 por ciento. Un crecimiento que tenderá a acelerarse si se tienen en cuenta las tendencias en la demanda de productos culturales tanto en el consumo doméstico como en el profesional y que continuará centrándose en las áreas de producción de contenidos más que en su distribución” (Delgado, Eduard. 2002). Por otra parte, un reciente estudio encargado por la Comisión Europea revela la dimensión creciente del impacto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en el sector cultural y en especial en sus perfiles profesionales. Este impacto puede leerse en diversas claves; una de ellas es el creciente paralelismo entre los futuros empleos culturales y los que se encuadrarán en el sector de la comunicación. Véase, al respecto el documento, EUROPEAN COMMISSION (2001). “Exploitation and development of the job potential in the cultural sector in the age of digitalisation”. Final Report – Summary, June 2001. 90 Págs. 57 Es básico señalar, que se carece aún de información sobre el vínculo entre la cultura y la creación de empleo en el caso de Venezuela. No se dispone aún de estudios o datos referentes a todos los Estados y Municipios del país. En primer lugar, el sector de la cultura no es homogéneo; no puede ser apreciado más que a través de distintas categorías estadísticas existentes. En segundo lugar, las variaciones en la definición y la clasificación estadística de la cultura son

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

europeo se estimaba en 64.600 millones de euros (+ 10.6% vs. 1997) o el 0.92% del

PIB de la UE y empleaba alrededor de 485.000 personas. Esta cifra global se repartía

entre los distintos subsectores: el más importante era el de broadcasting (radio y

televisión) representando aproximadamente tres cuartos del valor total del mercado

europeo con 48.000 millones de euros en 1998 (+9.1% vs 1997). El segundo subsector

es el video (video retail) con un total de 7.000 millones de euros (+4.5% vs 1997),

seguido por el software de entretenimiento con 5.400 millones de euros, (+35% vs

1997). La exhibición en salas de las películas se situaba en cuarta posición en valor,

con un mercado total de 4.200 millones de euros (+13.8% vs 1997).

En España58, la aportación al PIB de la industria de la cultura y el ocio es la

cuarta más importante, representando un 4.5% en 1997, por detrás de los sectores de

seguros y banca, construcción y comercio. De dicho aporte al PIB, la participación del

sector privado alcanzaba un 92% frente al 8% del sector público. Sin embargo, el gasto

público total destinado al sector cultural mostraba una tendencia creciente hasta

obtener 752.381 millones de pesetas, para un incremento del 46.2% en términos

corrientes con relación a 1992. El nivel de empleo generado por esta industria se cifró

en 1997 en 758.510 asalariados, experimentando un crecimiento desde 1992 hasta

1997 del 34.8% con una facturación que superaban los 9 billones de pesetas y, un

crecimiento próximo al 38% en lo que se refiere al número de empresas equivalentes a

92.642.

muy importantes. En todo caso, a pesar de la falta de información estadística disponible, se perfilan algunas tendencias generales. La cultura aporta, bajo otras formas, una contribución directa o indirecta al empleo y al desarrollo nacional. 58 Ver, GARCÍA GRACIA, María Isabel; Yolanda FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ y José Luis ZOFÍO PRIETO (2000) “La industria de la Cultura y el Ocio en España. Su aportación al PIB (1993-1997)”. Op. Cit., 139 Págs; BAUTISTA GARCIA, Eduardo (2001) “La Industria de la cultura y el ocio: sector estratégico en la economía española”. En: Revista Escribanía. Manizales, Colombia. Centro de Investigaciones de la Comunicación. Universidad de Manizales. Comunicación-cultura-región. N° 6. Enero-Junio. Pp. 72-75.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

En el Reino Unido59, el complejo cultural y comunicacional, ascendía al 3.2%

superando en importancia a las industrias del automóvil y de la alimentación, y

situándose prácticamente en el mismo nivel que las industrias químicas y los textiles

sintéticos. Se estimaba que dicho sector daba trabajo a medio millón de trabajadores.

Asimismo, de acuerdo a datos suministrados por DCMS, se estimaba para el

año 2001, que las creative industries (en adelante, CI’s)60 representaban 7.9% del

PBI de la economía británica. El empleo creativo sumaba 1.95 millones de trabajos,

que comprendía 1.15 millones de trabajos en las compañías asociadas a las industrias

creativas y 800.000 trabajos creativos fuera de las industrias creativas. El empleo

creativo total aumentó de 1.45m en el 1994 a 1.95m de diciembre de 2001. Para el

período 1997-2001, el empleo en las industrias creativas creció a una velocidad de 5%

interanual, comparado a 1.5% para el total de la economía. Los sectores que habían

mostrado aumentos en el empleo sobre el promedio del total de las industrias creativas

en 1997-2001 eran: TI & comunicaciones (+14% p.a.), Publicidad (+10% p.a.) y Diseño

incluso la moda (+8%). La denominación, de reciente aplicación, conocida como

industrias creativas61 (en inglés, creative industries), integra entre varias

producciones o productos culturales: la arquitectura, la publicidad, el mercadeo de

obras de artes y antigüedades, servicios de computación y software, películas y video,

59 Véase, DEPARTMENT FOR CULTURE, MEDIA AND SPORT (2001): “Culture and Creativity: The Next Ten Years”. London. Departmental Secretariat. 52 Págs; FLEMING, Tom (1999): “Local Cultural Industries Support Services in the UK: Towards a Model of Best Practice”. London, Information for Cultural Industries Support Services (ICISS). 102 Págs. 60 “Creative Industries accounted for 7.9% GDP in 2000; Four of the CI’s account for three quarters of the economic value of the grouping of sectors (Design - 2.8% of the whole economy; Software - 1.6%; Publishing - 0.9%; and Advertising - 0.7%). The CI’s grew by an average of 9% per annum between 1997 and 2000, compared to an average of 2.8% for the whole economy over this period. Exports contributed £8.7 billion to the balance of trade in 2000, equating to 3.3% of all goods and services exported. Exports have grown at around 13% per annum over the period of 1997 - 2000. By comparison over the same period the value of all services exported have grown by 9%, while all goods and services combined grew by 5%.” Véase, DEPARTMENT FOR CULTURE, MEDIA AND SPORT (2002): “Creative Industries – Fact File”. London. DCMS, Creative Industries Division (CID). 442 Págs. 61 “What are the ‘Creative Industries’?. We define the creative industries as those industries which have their origin in individual creativity, skill and talent and which have a potential for wealth and job creation through the generation and exploitation of intellectual property. This includes advertising, architecture, the art and antiques market, crafts, design, designer fashion, film and video, interactive leisure software, music, the performing arts, publishing, software and computer services, television and radio” (DEPARTMENT FOR CULTURE, MEDIA AND SPORT. 2002: P.4).

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software interactivo de ocio, la moda, la música, performing arts, televisión y radio,

artes visuales.

Por su parte, el complejo cultural de Francia, alcanzaba en 1992 el 3.7% del

PIB. Los franceses, gastan al año 22.700 millones de euros (150.000 millones de

francos) en comprar material y soportes audiovisuales, libros, revistas, periódicos y

entradas de espectáculos. La prensa, la edición y las industrias gráficas encabezan

estas actividades económicas, seguidas por la televisión, el disco y el cine. La industria

y los servicios culturales representan un sector de actividad central en la economía

francesa y dan trabajo a más de 300.000 personas. Canadá, entre 1994-1995, el sector

cultural contribuyó con $20 billones de dólares equivalentes al 3% del PIB. De igual

modo, generó 610.000 empleos directos que representaban el 5% de la fuerza laboral.

Y en términos empresariales, Carmina Crusafon (2001: p. 4), nos señala que:

“…se observan en el mercado europeo una serie de rasgos, algunos nuevos y otros muy propios del espacio europeo. Respecto de los primeros se consolidan grandes grupos europeos (Vivendi, Bertelsmann, Kirch, Telefónica) que ven el mercado comunitario su gran oportunidad comercial. Es decir, la dimensión europea empieza a considerarse como parte de las estrategias empresariales con valor añadido. Un rasgo destacable que hasta ahora había pertenecido únicamente al ámbito de la política comunitaria y no como parte de una realidad industrial (con la excepción de los estadounidenses, que desde hace décadas consideran a Europa como un mercado único de actuación). Asimismo, otra característica novedosa es la presencia de inversores procedentes de sectores de la economía tradicional (bancos, eléctricas, operadores de telecomunicaciones), sobre todo en el ámbito de la televisión digital. En relación con los rasgos tradicionales, destacan: las actuaciones continúan siendo concebidas en el ámbito nacional; la dimensión predominante de las empresas es pequeña y mediana; la falta de profesionalización del sector y el enorme déficit comercial con los Estados Unidos (que según los últimos datos, alcanza los 7.000 millones de euros)”.

Pero también es importante resaltar, que dichos estudios advierten que las IC

juegan un rol insoslayable en la construcción de la identidad social pues contribuyen

directamente a fortalecer y afianzar el sentido de pertenencia a una comunidad

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

determinada. La designación industrias de contenido62 distingue justamente por esta

razón a este sector de todos los demás sectores productivos. Lo cierto es, que las IC,

se encuentran en el centro de las nuevas dinámicas desreguladoras y redes

transnacionales –transfronteras- de comunicación, que ya han redefinido el papel de

los Estados en otros sectores y en el conjunto de las economías nacionales. Los

Estados-Nación han jugado, sobre todo en Europa, un papel fundamental en la

estructuración de la producción cultural63, mediante una sistemática labor

reglamentadora, un papel intervencionista en ciertas áreas y, la aplicación de los

principios de servicio público en la radio y televisión. Sin embargo, todo ello está

cambiando de forma acelerada a través de la privatización y liberalización de los

ámbitos antes reservados o estrictamente reglamentados.

62 Ver, para mayores detalles, ORGANISATION FOR ECONOMIC CO-OPERATION AND DEVELOPMENT (1998c): “Content as a New Growth Industry”. DSTI/ICCP/IE(96)6/FINAL. Paris, France. OECD, may. 25 Págs. En dirección electrónica (URL): http://www.oecd.org. 63 No siempre resulta sencillo diferenciar la noción de bien (o mercancía) cultural respecto al concepto de servicio cultural. De hecho, los problemas derivados de su definición son motivo recurrente de debate a escala internacional, pues pese a una aparente claridad, no hay consenso con respecto a qué incluye cada categoría. En términos generales se acepta que los “productos culturales” abarcan tanto bienes como servicios, entendidos respectivamente como sigue: Bienes culturales son todos aquellos bienes de consumo que transmiten ideas, valores simbólicos y modos de vida, informan o entretienen contribuyendo a forjar y a difundir la identidad colectiva así como a influir las prácticas culturales. Protegidos por el derecho de autor, los bienes culturales están basados en la creatividad, sea esta individual o colectiva. Su singularidad consiste en que se transmite sobre soportes capaces de ser reproducidos industrialmente y multiplicados para su circulación masiva. Libros, revistas, productos multimedia, software, grabaciones sonoras, películas, videos y series audiovisuales, productos artesanales y de diseño, constituyen así la rica oferta cultural a disposición de los ciudadanos. Se entiende por servicios culturales aquellas actividades que, sin asumir la forma de un bien material, atienden a un deseo, interés o necesidad de cultura y que se traducen en aquellas infraestructuras y medidas de apoyo a las prácticas culturales que los estados, las instituciones privadas o de derecho semipúblico, las fundaciones o las empresas, ponen a disposición de la comunidad. Se incluyen aquí, entre otros servicios, la promoción de espectáculos, la conservación e información cultural (bibliotecas, archivos y museos, etc.). Estos servicios pueden ser de carácter gratuito o comercial. Mientras que en el ámbito del comercio internacional la noción de mercancía es sencilla de captar (un producto se transporta de un país a otro y paga –o no- aranceles al pasar la frontera), el comercio de servicios presenta una diversidad y una complejidad mucho mayor. Las compañías telefónicas, las agencias de publicidad o prensa, prestan servicios de carácter radicalmente diferente. De ahí la dificultad no sólo en describir la naturaleza de los servicios sino también en establecer reglas para su intercambio. Los anexos del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios o AGGS reflejan parte de esa diversidad. En términos generales incluyen servicios de espectáculo (teatro, orquestas y circo); servicios de edición y publicación, servicios de agencias de noticias y prensa, servicios de arquitectura, servicios audiovisuales (distribución de películas, programas de radio y televisión, de videos, así como los aspectos vinculados a la producción, los doblajes y copias, la exhibición, la propiedad y operación de televisión por cable y satélite, etc.). También incluyen servicios de bibliotecas, archivos, museos y otros servicios culturales. Esta variada tipología indica que hasta el momento no existe un único sistema estandarizado, basado en definiciones comunes que describa los servicios culturales que se comercian. Es más, la cuestión se complica con ciertos productos accesibles “en línea” –a través de Internet- además de en su versión física convencional, como libros o películas. ¿Son bienes virtuales tal como defienden ciertos países, o se trata más bien de servicios como defienden otros? Dado que los acuerdos de comercio internacional vigentes tratan los bienes y servicios de manera diferente, las futuras reglas de comercio electrónico

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Una buena manera de captar el horizonte de los debates contemporáneos a

propósito del significado económico de la cultura, es analizando las relaciones entre las

posiciones de los Estados Unidos de Norteamérica y de Europa, relativas a la apertura

o a la protección64 de las zonas de producción cultural en el mercado. Con respecto al

reciente aumento de la producción y de la demanda cultural, las IC se proponen como

ámbito de interacción social y de actividad económica en el contexto actual de la Unión

Europea65. Las IC se manifiestan simultáneamente como motor del empleo y

tendrán un peso decisivo sobre la elección de los soportes (físicos y digitales) de los productos culturales en el futuro así como de los métodos de comercio. 64 La doctrina de la “excepción cultural” se basa en el principio de que bienes y servicios culturales, en razón de su vinculación con la cultura, son de una naturaleza particular que va más allá del puro aspecto comercial. Comportan contenidos, valores y modos de vida que expresan la identidad cultural de un país y reflejan la diversidad creativa de sus individuos. Sin embargo, durante la última etapa de las negociaciones de la Ronda Uruguay, algunos países consideraron que la aplicación de los principios del GATT –sobre todo el tratamiento nacional y la cláusula de nación más favorecida- al comercio de bienes y servicios culturales y a las transacciones de derecho de autor amenazaba el hecho de tomar en cuenta la especificidad cultural de estos bienes y servicios en beneficio de sus aspectos puramente mercantiles. La viabilidad y supervivencia de las industrias culturales –especialmente el cine y el audiovisual- puede depender tan solo de la restricción a las importaciones de productos similares o de subvenciones concedidas por el Estado a industrias nacionales que tienen carácter cultural. Sometidas únicamente a las reglas de carácter comercial, como cualquier otro sector de la actividad, serían rápidamente reemplazadas por empresas sólidamente financiadas en razón de su carácter monopólico o de su implantación multinacional. Es por lo que algunos negociadores consideran necesaria la existencia de medidas de acción positivas para mantener y desarrollar una producción nacional económicamente viable, capaz de reflejar las expresiones culturales locales y de evitar la homogeneidad de gustos y comportamientos sociales. Al final de las negociaciones, los países que defendían el mismo punto de vista adoptaron una actitud común: no aplicar las normas de las OMC a la circulación internacional del cine y el audiovisual. La “excepción cultural” carece de valor jurídico y no se menciona explícitamente en ninguno de los acuerdos. Las conclusiones del coloquio de expertos sobre “Cultura: ¿Una mercancía como cualquier otra?” (UNESCO, 1999), que continuaba las recomendaciones del Plan de Acción de la Conferencia intergubernamental sobre políticas culturales para el desarrollo (Estocolmo, 1998), demostraron que es posible llegar a un acuerdo a partir del momento en “que se entiende que la cultura no es solamente economía o algo económico”. Si bien es cierto que la fórmula “excepción cultural” fue atribuida a Francia, el principio de excepción –cuando los intereses nacionales está comprometidos- ya había sido invocado por los Estados Unidos para permitir su adhesión al primer tratado internacional sobre la circulación de bienes culturales, conocido como “Acuerdo de Florencia”. 65 Durante las negociaciones de la AGCS, la excepción cultural se tradujo en una ausencia de oferta de liberalizar los servicios en algunos sectores culturales por parte de la Comunidad Europea y de sus Estados Miembros. Además, estos pidieron una serie de exenciones a la aplicación de la cláusula (NMF), de las cuales cinco se relacionaban con el audiovisual. En efecto, a causa de sus características particulares y de la naturaleza “sensible” de la cuestión, la Comunidad Europea decidió abstenerse de todo compromiso relacionado con los servicios audiovisuales (cine, radio, televisión) e igualmente de los relacionados con bibliotecas, archivos o museos. De este modo las disposiciones relativas al tratamiento nacional y el acceso al mercado no les serán aplicables. Por el contrario, otros servicios culturales fueron objeto de ofertas de liberalización, ante todo en los campos del espectáculo, la edición o la arquitectura. La mayoría de los miembros de la OMC siguió la posición de la Comunidad Europea, transformada entonces en Unión Europea, y sólo 14 países contrajeron compromisos en el sector audiovisual. Además, las exenciones a la cláusula NMF permitieron a la Unión Europea desarrollar políticas gubernamentales de apoyo al sector audiovisual tales como las cuotas de difusión (televisión y radio), las ayudas financieras a la producción y distribución (tales como los programas MEDIA), los acuerdos de coproducción y los acuerdos regionales tales como Euroimágenes o la Directiva de Televisión sin fronteras. En lo referente al comercio de bienes culturales, la doctrina de la “excepción cultural” se expresa en el mantenimiento del Artículo IV de la Parte II del Acuerdo del GATT. Se incluyó una cláusula especial relativa a películas cinematográficas que permite imponer cuotas de pantalla exigiendo la exhibición de un mínimo de películas de producción nacional, así como del mantenimiento de una excepción general para aquellas medidas destinadas a proteger “Tesoros nacionales de valor artístico, histórico o arqueológico” (Artículos XXI). Todos los otros bienes culturales (excepto películas y videos de grabación doméstica) estarán sometidos a las disciplinas del GATT.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

catalizador de la identidad regional, nacional y europea. La vida cultural puede

convertirse en un servicio público y privado económicamente rentable, así como en un

instrumento enzimático de la identidad e integrador de las sociedades.

Para los Estados Unidos de Norteamérica y gran parte del pensamiento

neoliberal mundial, los productos del complejo cultural y comunicacional son negocios,

business. En el 2001, el peso del sector cultural -con ingresos directos e indirectos por

U$S 791.2 billones- representaba el 7.75% del PIB de los EE.UU. Este porcentaje

constituyó un incremento anual de 5,82% para el período 1999-2001. Entre 1997 y

2001, el valor agregado al PBI por concepto de las IC (copyright industries)66 se

concretó con un incremento anual de 7.05%. El porcentaje equivalente del empleo civil

fue por 3.5% (4.5 millones de trabajadores). Según National Assembly of Local Arts

Agencies en 1994, las denominadas industrias culturales (industrias del ocio, de la

información y de la comunicación) ya constituían el 6% del Producto Bruto Nacional.

De igual modo, en ese país el subsector de actividades culturales realizadas por

organizaciones sin fines de lucro empleaba 1.3 millones de personas, casi tantas como

66 “The ‘core’ copyright industries encompass those industries that create copyrighted materials as their primary product. These industries include the motion picture industry (television, theatrical, and home video), the recording industry (records, tapes and CDs), the music publishing industry, the book, journal and newspaper publishing industry, the computer software industry (including data processing, business applications and interactive entertainment software on all platforms), legitimate theater, advertising, and the radio, television and cable broadcasting industries”. (IIPA. 2002: P.3). “Once again, the 2002 edition of this study (covering data through 2001) shows how significantly the U.S. copyright industries contribute to U.S. job and revenue growth and to U.S. international trade,” said Eric H. Smith, IIPA President. The facts speak for themselves: In 2001, the U.S. copyright industries accounted for 5.24 percent of U.S. Gross Domestic Product (GDP), or $535.1 billion – an increase of over $75 billion from 1999 and exceeding 5 percent of the economy and one-half trillion dollars for the first time; Over the last 24 years (1977-2001), the U.S. copyright industries' share of the GDP grew more than twice as fast as the remainder of the U.S. economy (7 percent vs. 3 percent); Between 1977 and 2001, employment in the U.S. copyright industries more than doubled to 4.7 million workers, which is now 3.5 percent of total U.S. employment; and the U.S. copyright industries’ average annual employment grew more than three times as fast as the remainder of the U.S. economy (5 percent vs. 1.5 percent); In 2001, the U.S. copyright industries achieved estimated foreign sales and exports of $88.97 billion, again leading all major industry sectors, including: chemicals and allied products, motor vehicles, equipment and parts, aircraft and aircraft parts, and the agricultural sector”.

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el sector de la construcción, y más que la minería, los servicios jurídicos, la policía o la

forestación. Aunque no tiene tanto peso económico como en los Estados Unidos, la

industria audiovisual europea empleaba aproximadamente 1'8 millones de personas,

para 1994, según datos proporcionados por la Comisión Europea y, disponía del

mercado audiovisual más importante del mundo con 370 millones de consumidores.

Así mismo, las cien primeras grandes empresas audiovisuales en Europa tienen un

volumen anual de 7.000 millones de dólares con un crecimiento anual del 15% desde

1995.

El desafío económico de los audiovisuales es considerable: en 1995, Estados

Unidos tenía un excedente comercial de audiovisuales con la Unión Europea de U$S

6.3 mil millones. La invasión de las salas de cine europeas por parte de las

producciones de Hollywood es un hecho conocido, que no hace más que revelar esta

dominación americana. El estimado de la programación audiovisual exportada, por

parte de los Estados Unidos, excedía en 1988 las 150 mil horas anuales, con un monto

que se aproximó a los U$S 8.000 millones y, en 1992, a los U$S 5 millardos, sólo

superado en ese país por las exportaciones de las industrias aeronáuticas y de

alimentación (Getino, Octavio.1995).

Siguen a ese país en orden de importancia, el Reino Unido y Francia, con una

exportación de 20 mil horas de televisión anuales cada uno, cifras que se orientan, en

el primero de esos casos, hacia los EE.UU., y en el segundo hacia las ex-colonias en

África. El crecimiento de la capacidad productiva y de exportación del audiovisual

norteamericano permite a ese país obtener cifras millonarias por ventas de películas y

programas de televisión, particularmente en los mercados de las naciones más

desarrolladas. En 1988, el 64% de sus exportaciones de productos de televisión, con

un importe cercano a los U$S 900 millones, se orientó hacia los países de Europa

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Occidental. Un 24% (U$S 320 millones) lo hizo hacia el Japón y un 3.1% (U$S 40

millones) a América Latina.

1.2. - Aportes del Complejo Cultural Latinoamericano al PIB.

Ahora bien, para los países latinoamericanos, un argumento ilustrativo de la

importancia económica de la cultura, comentado anteriormente, refiere al complejo de

las industrias y actividades protegidas por el derecho de autor y los derechos conexos.

De acuerdo a los datos aportados por el Informe de la Organización Mundial de

la Propiedad Intelectual (2002:p.38), en términos de valor agregado,

“(…) las industrias del derecho de autor en el MERCOSUR representaba, en 1998, más de US$61 mil millones, poco menos de 6% del PIB de la región. La contribución de los diversos países es bastante heterogénea, reflejando los tamaños de las economías y eventuales diferencias en los métodos de medición utilizados por cada equipo nacional (…). El Brasil contribuyó con más de 4/5 del PIB de las industrias del derecho de autor al nivel regional, mientras que el Paraguay presenta la menor contribución en ese aspecto. Argentina se sitúa en la segunda posición, mientras que Chile ocupa el tercer lugar y Uruguay el cuarto puesto. (…) La participación de las actividades protegidas por el derecho de autor en el valor agregado de los países es similar en Argentina, Brasil y Uruguay. En Argentina, esa participación fue de 6,6% en 1993, en Brasil de 6,7% en 1998 y en Uruguay alrededor del 6% en 1997. (…) en el caso de Argentina (…) la estimación sobre el peso de las industrias culturales resulta menor, alcanzando el 4,1% en el valor agregado bruto. En Chile y Paraguay la contribución de las industrias del derecho de autor es inferior (2% en Chile y 1% en Paraguay). Es posible que parte de la diferencia se explique por la propia dificultad de obtención de datos.” Por otra parte, el conjunto de actividades directa e indirectamente asociadas al

derecho de autor es responsable por la generación de un porcentaje significativo del

empleo urbano en los países del MERCOSUR, cuyo peso es superior a su

participación en el Valor Agregado. Así tenemos, que el empleo generado por las

actividades protegidas por el derecho de autor es relevante en todos los países,

variando entre el 5% y 3%. En Argentina, en el año 1993, aproximadamente medio

millón de personas estaba empleada en alguna actividad directa o indirectamente

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vinculada al derecho de autor. En Brasil ese número era superior a un millón en 1998.

En Chile, en ese mismo año, el sector absorbía 150 mil personas y en Uruguay al

menos 60 mil en 1997. A pesar de estos datos, nos anota Hugo Achugar (2000:p.288),

que:

“El trabajo cultural en términos de empleo, a su vez, parece asimismo ser invisible en América Latina. Esta invisibilidad no sólo refiere al hecho de que la sociedad no ‘valore’ el trabajo cultural como fuente de empleo y de riqueza, sino también al hecho de que se desconozcan su importancia y su significado. En ese sentido, la fuerza de trabajo involucrada por el sector cultural es mucho mayor de lo que comúnmente se cree y de lo que aparece en los diversos estudios sobre el empleo en nuestros países. Entre otras razones, porque gran parte del trabajo aparece registrada en rubros no desagregados en función de la variable cultural.”

En Uruguay, entre 1997 y 1999 el conjunto de las industrias directas e

indirectamente culturales y de la información produjeron un Valor Bruto de la

Producción (VBP) del orden de poco más de U$S2.500 a US$2.600 millones y

generaron un Valor Agregado Bruto de la Producción (VAB) del orden de más de

U$S1.700 millones. Si excluimos aquellas ramas del comercio y los servicios cuya

relación con la producción intelectual ya es muy lejana, resulta que a fines de los años

90 el Valor Bruto de Producción de las industrias del derecho de autor se ubicó en

cifras entre U$S2.000 y U$S2.100 millones, mientras que el respectivo Valor Agregado

Bruto ascendió a cifras entre U$S1.300 y US$1.400 millones.

En base a esas informaciones, es posible sostener que las industrias del

derecho de autor en Uruguay representaron el 6% del PBI en 1997 y el 6,5 en 1998/9

(OMPI. 2002: p.47) Esa incidencia se descompuso del siguiente modo: industrias y

servicios culturales (2,3% y 2,5% respectivamente en 1997 y 1998/9); industria del

software (0,5% y 0,6% respectivamente); distribución de equipamientos para el uso

cultural y de información (0,7%); telecomunicaciones (2,8% y 3,2% respectivamente); e

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industrias relacionadas e industrias parcialmente cubiertas por el derecho de autor

(0,1%).

Tanto la demanda como la producción, distribución y exhibición de productos

audiovisuales, se han dinamizado en el Uruguay desde comienzos de la década de los

noventa, creándose un entorno favorable para el desarrollo de una industria

audiovisual nacional. Este dinamismo se puede observar en los distintos subsectores:

producción de audiovisuales publicitarios, exhibición cinematográfica, producción

cinematográfica, locaciones y televisión para abonados y satelital (Lescano, Graciela y

Rita Alonso. 2002: p.1). El potencial desarrollo del sector audiovisual uruguayo –industria

en fase “naciente”- y sus impactos han llamado la atención de las autoridades públicas,

orientadas a promocionar la formación de un consorcio empresarial audiovisual

nacional que articule políticas conjuntas con el fin de insertar el producto audiovisual

uruguayo en el mercado internacional.

En el caso de Brasil, las estimaciones del valor agregado por las actividades

relacionadas con el derecho de autor en Brasil, en 1998, superaron el nivel de US$ 53

billones (OMPI. 2002: p.44). La producción cultural67 alcanzó en 1997, cerca de 6,5

billones de reales que corresponden al 1% del total del PIB brasileño, contra 2,2% de

los servicios de salud y 3,1% de los servicios de educación. Por otra parte, por cada

millón de reales invertidos en cultura, Brasil genera 160 puestos de trabajo directos e

indirectos. Se calculaba que para 1994, en el sector cultural había 510 mil personas

laborando, distribuidos de la siguiente forma: 391 mil empleados en el sector privado

67 Véase, MINISTERIO DA CULTURA (1998): “Diagnóstico dos investimentos em cultura no Brasil. V.3” . O Produto Interno Bruto (PIB) das atividades culturais – Brasil – 1980/1985/1994. Belo Horizonte, Brasil. MINISTÉRIO DA CULTURA/ SISTEMA ESTADUAL DE PLANEJAMENTO/ FUNDAÇÃO JOÃO PINHEIRO/ CENTRO DE ESTATÍSTICA E INFORMAÇÕES. 110 Págs. SIMIS, Anita (1998) “Situación del audiovisual brasileño en la década de los noventa”. En: Revista Comunicación y Sociedad. México. Departamento de Estudios de la Comunicación Social, Universidad de Guadalajara. Mayo-Agosto. N° 33. Pp. 93-117.

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del mercado (76.7% del total), 69 mil como trabajadores autónomos (13.6%) y 49 mil

ocupados en las administraciones públicas, (9.7%).

Ese contingente era 90% mayor de lo empleado por las actividades de

fabricación de equipamientos de material eléctrico y electrónico; 53% superior a la

industria automovilística, de auto parte y de fabricación de otros vehículos, y 78%

superior de lo empleado en servicios industriales de utilidad pública, tales como

energía eléctrica, distribución de agua y equipamientos sanitarios.

La industria cultural en Brasil viene presentando un fuerte crecimiento a favor

de la industria audiovisual. Esta rama es bastante expresiva, habiendo situado sus

rendimientos, en 1997, encima de US$ 5 billones. La televisión brasileña ocupa un

lugar destacado en las actividades relacionadas al derecho de autor. Más de 80% de

los ingresos de la industria audiovisual proviene de la publicidad y subscripciones de

las estaciones de televisión.

En Argentina, las industrias protegidas por el derecho de autor y los derechos

conexos tendrían una participación de 3,5% y 4,1% en el empleo y en el Valor

Agregado Bruto de la Producción (VAB) respectivamente. Es interesante analizar la

contribución de los segmentos que componen cada subsector al VAB del mismo. Se

encuentra que las actividades de mayor importancia en las industrias principales son

las de edición de periódicos, revistas y publicaciones periódicas (24,8%); luego le

siguen las actividades de radio y televisión (18,3%), las de publicidad (13,5%) y la

categoría denominada informática y actividades conexas (12,3%). En tanto, las

actividades culturales más tradicionales contribuyen en mucho menor medida al VAB

de este subsector, sumando en su totalidad menos del 20%7 y siendo la participación

en el PBI de la economía menor al 0,3%. Estos resultados se alinean con la tendencia

mundial de la creciente importancia de los medios de comunicación modernos como la

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

TV y la radio junto con el área de informática y de la publicidad. La publicidad juega un

papel muy importante en el financiamiento de estas industrias, sobretodo en los bienes

y servicios de producción continua como las publicaciones periódicas, la producción de

obras audiovisuales, televisión, vídeo y cine, las páginas web y la radio (OMPI. 2002:

p.43).

Si se toma en cuenta la estimación de mínima para la participación de las

industrias culturales en el PBI (4,1%) y en el empleo (3,5%), se puede ver que estas

actividades sobrepasan la importancia que tienen otras industrias como, por ejemplo,

“alimentos y bebidas” (3,6% en el PBI y 2,9% en el empleo), “sustancias y productos

químicos” (1,3% en el PBI y 0,7% en el empleo), “servicios de electricidad, gas y agua”

(2,3% en el PBI y 0,8% en el empleo) y “extracción de petróleo y gas” (2,3% en el PBI y

0,3% en el empleo). Asimismo, las industrias del derecho de autor y los derechos

conexos generaron relativamente más empleo que el resto de los sectores de actividad

entre 1985 y 1994. (OMPI. 2002: p.49).

En otro estudio latinoamericano, realizado por Octavio Getino68, sobre la

dimensión económica de la cultura y la comunicación en Argentina, permite calcular

que las IC representaban un movimiento económico de aproximadamente 8 mil

millones de dólares anuales, para un estimado de 185.000 personas, sin incluir el

impacto económico generado indirectamente por dichas industrias. Cifra que duplicaría

al monto global de los recursos destinados en 1993 para el conjunto de los servicios

sociales nacionales: Salud (770 millones de pesos), Promoción y Asistencia Social

(1.229 millones), Educación y Cultura (1.904,4 millones), Ciencia y Técnica (533,3

68 Véase GETINO, Octavio (2001) “Aproximación a un estudio de las Industrias Culturales en el MERCOSUR. (Incidencia económica, social y cultural para la integración regional). En: INFODAC. Directores Argentinos Cinematográficos. Argentina. Suplemento Especial. N° 17. Septiembre. P. 10. Del mismo autor, (1996) “La tercera mirada. Panorama del audiovisual latinoamericano”. Argentina. Editorial Piados. 325 Págs; (1995) “Las industrias

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

millones), Trabajo (64,5 millones), Vivienda y Urbanismo (1.016,7 millones) y Agua

Potable (107,4 millones).

Con relación al PBI, la dimensión económica de las industrias analizadas, pese

a representar sólo entre el 1% y el 2% del total de la Población Económicamente Activa

(PEA), equivale, aproximadamente a algo más del 4% del PIB si se estima que en

1992, el PIB argentino alcanzó los 220 mil millones de pesos, para una PEA de unos

12 millones de personas. Dicho porcentaje, equivale a la suma total de los

correspondientes a los sectores públicos de Cultura, Educación y Ciencia y Técnica

(3.35% del PIB, en 1992), Vivienda (0.53%) y Salud (1.52%, excluyendo las obras

sociales). Asimismo, duplica el porcentaje del sector minería y canteras (2.3%, en

1992); es igual al de los sectores construcción (5%), y transportes y comunicaciones

(4.8%). Representa a su vez algo más de la mitad del correspondiente a agricultura,

silvicultura, caza y pesca (7.8%), y la quinta parte del PIB del conjunto de la industria

manufacturera Argentina, estimado en 1992, en el 27% del total69.

En las cifras y porcentajes referidos no se contemplan importantes rubros de

las industrias tratadas por no existir suficiente información sobre los mismos, ni sobre

otros sectores de la cultura y la comunicación, como son servicios y actividades

culturales (patrimonio, bibliotecas, museos, espectáculos, artes escénicas y musicales,

artes visuales, turismo cultural, deportes, video-juegos, etc.). Vale destacar, sin

embargo, que los espectáculos teatrales y musicales representaron, en 1992, más de

120 millones de dólares por localidades vendidas; los espectáculos deportivos, cerca

culturales en la Argentina. Dimensión económica y políticas públicas”. Buenos Aires, Argentina. Ediciones COLIHUE S.R.L. 384 Págs. 69 GETINO, Octavio (2001) Op. cit., P. 10.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

de 100 millones, entre localidades y derechos de transmisión; los video-juegos, 80

millones por venta de máquinas y cartuchos; etcétera.70

Tampoco se incluyó entre los datos referidos, la dimensión económica

generada indirectamente por estas industrias, que reviste suma importancia debido al

carácter reproductor de algunas de ellas, como sucede con la publicidad. De igual

modo, estuvieron ausentes cifras relacionadas con la producción y la comercialización

de tecnología profesional y hogareña, destinada al empleo y consumo de bienes

culturales (televisores, videocaseteras, equipos de sonido, PC´s, etc.) y, el estudio de

las relaciones que comenzarían a aparecer entre industrias y medios, y los campos de

la informática y las telecomunicaciones. Relaciones acentuadas a partir del proceso de

privatización, concentración y transnacionalización que se inició en los años 90.

Así tenemos, que una aproximación actual al panorama general de las IC de los

países del MERCOSUR71 permite sostener que las autoridades económicas deben

empezar a visualizar el conjunto de las actividades vinculadas al derecho de autor,

como un sector económico de importancia, generador de valor agregado, empleo y con

un potencial de exportaciones interesante dada la evolución del comercio mundial y

regional en este tipo de productos. Dicho de otro modo, una efectiva asociación entre

cultura y desarrollo económico debe ser la visión de futuro.

70 GETINO, Octavio (2001) Op. Cit., P.11. 71 Ibídem. P.11. Para evaluar el impacto de las IC en el MERCOSUR, recomendamos ver, ALFONSO, Alfredo (2000) “La convergencia en el MERCOSUR. Transformaciones en los sectores de las telecomunicaciones, información electrónica y medios de comunicación”. En: Revista Escribanía. Manizales, Colombia. Centro de Investigaciones de la Comunicación. Universidad de Manizales. Comunicación-cultura-región. N° 5. Julio-Diciembre. Pp. 38-47; ALVAREZ, Gabriel Omar (1999) “Integración regional e industrias culturales en el MERCOSUR: situación actual y perspectivas”. En: GARCIA CANCLINI, Néstor y Carlos Juan MONETA (coordinadores) “Las Industrias culturales en la integración latinoamericana”. México, Editorial Grijalbo y SELA, octubre, Pp. 129-180; SANDOVAL PEÑA, Natalia (1999) “Reflexiones en torno al tratamiento jurídico de las industrias culturales en el marco de los acuerdos de integración regional: el caso del Tratado de Libre Comercio y del MERCOSUR”. Ginebra. Centro de Intercambios y cooperación para América Latina (CICAL), diciembre. 25 Págs.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

1.3. - El PIBc de los Países Andinos.

En los países andinos de América Latina, entre tanto, recién se comienzan a

esbozar las primeras aproximaciones a esta área. A finales del año 1999 e inicios del

año 2000, se realizó el estudio sobre el aporte de las industrias culturales y del

entretenimiento al desempeño económico en los países de la Comunidad Andina,

como parte integral del Proyecto Economía y Cultura, desarrollado bajo el auspicio del

Convenio Andrés Bello (CAB), con el propósito de evaluar el impacto de los productos

y servicios culturales en las economías de Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y

Venezuela. De acuerdo a los resultados del estudio, las industrias culturales son

generadoras de procesos de transformación social, de cambios culturales hacia la

modernidad y de conocimiento de nuevas tecnologías.

Cabe notar, que a los efectos de esta investigación, el "impacto productivo" de

la cultura es una noción objetiva cuantificable, basada en el valor agregado según el

sector de actividad de que se trate, generado por el uso de factores productivos

participantes en los procesos de producción y distribución y, su relación con la

producción nacional bruta. En tal sentido, el equipo coordinador central del Proyecto

Economía y Cultura, dirigido por los investigadores Silvia Amaya Londoño y Omar

López, propusieron una pauta metodológica que se expone a continuación.

El cálculo de este valor agregado se puede realizar a través de dos métodos:

desde un enfoque basado en la producción o desde un enfoque basado en la

renta. En el enfoque basado en la producción se obtiene mediante la diferencia entre

el valor bruto de producción y el valor de las compras intermedias (los costos de los

bienes y servicios comprados.)

VA = VBP - CIi

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

En el enfoque basado en la renta el valor agregado se obtiene sumando las

retribuciones a los asalariados y los excedentes brutos de explotación que reciben los

propietarios de los factores productivos involucrados en el proceso de producción.

VA = RA + EBE Por otra parte, la estimación del comportamiento productivo cultural en

Venezuela, como en el resto de los países andinos -tanto público como privado-,

puede lograrse mediante la cuantificación de un indicador global como el Producto

Interno Bruto -que refiere al aporte del sector productivo cultural-, y varios indicadores

sectoriales, tales como: índice de producción, facturación (ventas), empleo, pago por

derechos de autor, exportaciones, importaciones, piratería, inversión, gasto público,

consumo de bienes culturales, etc. El valor agregado total de un país es el

Producto Interno Bruto. Es el valor total generado durante un periodo de tiempo. En

este se incluye lo producido por los residentes del país; todo lo que se produce al

interior de los límites del país, incluyendo los agentes externos que producen al

interior del país. Este Producto Interno Bruto cubre no solo lo que es consumido e

invertido en el interior, también se incluyen las exportaciones. Las importaciones al ser

producidas dentro de otros límites, no hacen parte del producto interno bruto.

El aporte del sector cultural al PIB de una Nación (APIBc) será la participación

del valor agregado del sector (PIBc) en el valor agregado total (PIB). El valor agregado

del sector cultural es la sumatoria de todos los valores agregados generados por el

total de las actividades productivas culturales dentro del territorio nacional en un

período.

APIBc = (PIBc/PIB) * 100

PIBc = ΣVAi

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

El cálculo del valor agregado de un sector determinado puede incluir los

impuestos indirectos netos de subsidios (a precios de mercado) o no incluir estos dos

(a precios de factores.) En este estudio se optó por la primera opción pues el producto

interno bruto total, que es la otra variable con la que se calcula el indicador,

usualmente es calculado a precios de mercado.

VAm = VA + II-SS

El método del gasto para el cálculo de valor agregado solo sirve para obtener el

PIB de toda la nación. Por consiguiente este método no se puede usar en este caso.

Ambos métodos, el de la producción y el ingreso, deben arrojar resultados iguales;

cualquiera de los dos se puede utilizar. Lo que determina cual de los dos escoger es la

información disponible. Para el cálculo del valor agregado del sector privado se

utilizaron fuentes fiscales. Las fuentes fiscales permiten obtener el valor agregado del

sector bajo un enfoque basado en la producción. Las industrias culturales evaluadas

fueron: editorial, revistas, música, cinematografía, artes escénicas, artesanías,

televisión, artes visuales, prensa, video, publicidad y radio.

En el ámbito de resultados, atendiendo al Sistema de Clasificación Industrial

Internacional Uniforme de todas las actividades económicas, CIIU Revisión Tres, el

sector cultural en Colombia72, tenía un aporte dentro del PIB del 2,81%, para 1998 -

proveniente de los renglones editorial, fonográfico, de cine, video, televisión, artes

escénicas y visuales, publicidad, artesanías, revista y prensa- superando a sectores

importantes como restaurantes y hoteles (2,31%), o al valor agregado generado por el

principal producto agrícola del país, el café pergamino. Y si se suma a esta producción

72 En el caso de Colombia, ver, MACHICADO, Javier (2000) “Economía y cultura. Un estudio sobre el impacto económico del sector cultural en la Comunidad Andina.” En: Serie Cuadernos de trabajo. Colombia. Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional de Colombia. N° 22. Pp. 25-41; NIÑO MORALES, Santiago (2000) “El sector cultural y del esparcimiento en Colombia. Actividades de la industria cultural y del esparcimiento y su contribución al PIB”. En:

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Default
el cálculo del valor agregado del sector privado se utilizaron fuentes fiscales.
Default
este estudio se optó por la primera opción pues el producto interno bruto total,
Default
En
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los insumos que requieren las industrias culturales como el papel, los equipos de

televisión y radio y, los instrumentos musicales, la cifra estaría en un 4,03%. Mientras

solo 9 de las 12 industrias estudiadas en Colombia facturaron en 1998 US$ 1.130

millones, el ciudadano colombiano gasta anualmente US$ 35 - promedio- en productos

culturales. Las exportaciones del sector cultural en Colombia representaron US$ 146

millones en 1998. Los sectores exportadores son el libro, le siguen en importancia las

exportaciones de artesanías (US$ 30 millones) y productos discográficos por (US$ 14

millones).

Colombia es el cuarto productor de libros en América Latina, con una

producción calculada para 1997 en 27 millones de ejemplares; después de Brasil (382

millones), México (88 millones), y Argentina (57 millones)73. La producción de libros

forma parte esencial de las políticas de fomento a la lectura y por lo tanto es parte

prioritaria para mejorar las posibilidades de educación de la población, lo cual puede

afectar de manera directa la formación de capital humano, la productividad, el

crecimiento y desarrollo de la economía.

Según, el Informe sobre el Impacto de la Cultura en la Economía Colombiana,

realizado por Silvia Amaya Londoño, David Melo y Omar López en el año 2002, para el

Convenio Andrés Bello (CAB), la industria del libro contaba con 1.190 agentes que

hicieron actividades de edición durante el 2000. Hubo un incremento del 21% con

respecto al año 1999. Aunque el mayor numero de agentes son editores, autores y

empresas unipersonales, las empresas editoriales (cuya actividad principal es la

Reportes Filosofía y Humanidades. Colombia. Colección General. Universidad del Rosario. Marzo. Reporte N° 19. Pp. 1-41. 73 CONVENIO ANDRES BELLO (2000) “Economía y cultura, estudio sobre el impacto económico del sector cultural en la comunidad Andina”. Informe de Avance. Resumen ejecutivo. Presentado en la Asamblea Anual de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo. Nueva Orleáns, Marzo. P.17. Mimeografiado. De acuerdo a las estadísticas del CERLALC sobre producción de ejemplares en diez países de América Latina entre 1993 y 1997, Colombia es el país de los estudiados con una industria editorial más fuerte, seguido por Venezuela y Chile, y posteriormente por Perú y

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

edición) concentran la mayor cantidad de producción (títulos editados: 50%) y de

ventas: 90%. Estas empresas son la que principalmente constituyen la oferta de los

mercados en los que el valor de cambio se ve reflejado en los precios. El consumo de

libros en Colombia en el 2000 de lo editado en el país fue de 366.715 millones de

pesos. El total de las ventas de las importaciones fue de 259.792 millones de pesos.

Es decir el mercado interno ese año fue abastecido por la industria nacional en un

58.5%. Las exportaciones de la industria editorial representa cerca del 50% de las del

sector textil (US$ 223 millones), cerca del doble del sector calzado (US$ 34 millones),

o del sector de las manufacturas (US$ 67 millones). La mayoría de las importaciones

viene de grupos editoriales grandes principalmente de España y de Estados Unidos;

mucha de ella se concentra en libros especializados.

El empleo como es de suponer esta estrechamente ligado a las ventas. El 32%

del empleo en el sector editorial es free-lance, concentrado principalmente en las

ventas, lo que se explica en gran parte por las temporadas de inicio escolar. La

mayoría del personal administrativo es permanente. De todo el empleo del sector

editorial generado el 55 % se concentra en las ventas, mientras las labores técnicas

en un 28% y técnicas en un 17%.

Existe un factor en la industria editorial, que la afecta de manera negativa -no

sólo a Colombia sino al resto de los países latinoamericanos-, es el caso del comercio

y producción ilegal de libros (piratería)74, que representa cerca del 3% de la producción

Ecuador. En 1995, dentro del total de ventas de ejemplares, Colombia participó con el 19.25% siguiendo a Brasil, que vendió el 63%, México el 42.36% y Argentina el 25.28%. (CONVENIO ANDRES BELLO. 2001: pp.15 y 17) 74 La producción y distribución, en un país, de libros, discos, películas y fonogramas de vídeo piratas tiene como efecto principal frustrar la creatividad cultural de ese país y la evolución de las industrias que difunden esas obras entre el público: edición e impresión, grabación, producción de películas y vídeos, etc. Y no cabe duda que sin esos dos factores esenciales de la vida de un país en desarrollo la reafirmación de su identidad nacional y su progreso económico general sufrirán un grave retraso. Por supuesto, obtener libros, fonogramas o películas baratos, sobre todo lo que se necesitan para la educación, es un objetivo, en especial para los países en desarrollo. Pero perseguir ese objetivo mediante la piratería constituye un doble error; en primer lugar, es injusto para quienes crean, producen y distribuyen las ediciones legítimas –el autor y su editor. En segundo lugar, una política semejante inhibe el desarrollo de los autores, editores y productores locales, prolongando así la dependencia del país con respecto a los

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

legal, implicando una pérdida para la industria de US$ 8 millones75, reflejados en el no

pago de derechos de autor y comercialización del producto, junto con el no pago de

impuestos al Estado.

Sin embargo, es importante destacar, que no solo en la producción de libros

existe el comercio y la producción ilegal, también en la industria fonográfica76 se

presenta esta característica negativa. La producción y comercialización ilegal de

música en Colombia es equivalente al 45% aproximado de la producción legal, lo que

repercute en pérdidas para la industria por US$ 38 millones, reflejados igualmente en

el no pago de los derechos de autor y la comercialización del producto.77 En el caso de

Venezuela, la comercialización ilegal de discos compactos y otros soportes musicales

ha llegado a niveles tan intolerables, que ya han provocado el cierre de varias

transnacionales en el país, como es el caso de las compañías BMG y SONOLUX.

De acuerdo a las cifras que maneja APROFON (Asociación Nacional de

Productores Fonográficos), entidad fundada en 1996 para coordinar las acciones de las

casas discográficas, en la actualidad de tres discos compactos vendidos, dos son

libros, productos y producciones extranjeras. Si se quiere proteger y estimula la piratería. Tolerarla por sus aparentes beneficios para la enseñanza y para la difusión de la educación y la cultura redundará a largo plazo en detrimento de los intereses del país, de la misma manera que los perjuicios de las drogas superan ampliamente cualquier beneficio económico inmediato obtenido gracias a su producción y su venta. 75 CONVENIO ANDRES BELLO (2000) “Economía y cultura, estudio sobre el impacto económico del sector cultural en la comunidad Andina”. Op. cit., P.16. 76 “Desde 1991, la industria mundial de la música viene creciendo a un promedio de 3.4% en valores reales. América Latina tiene el mercado de la música con mayor crecimiento en el contexto mundial; en 1996 creció en un 20% en volumen de unidades vendidas y un 25% en valor. Para 1998 ese mercado significó US$ 2,4 miles de millones, significando el 6.2% de las ventas globales. Colombia es el cuarto mercado fonográfico latinoamericano y el primero entre los países estudiados, seguido por Chile y Venezuela. Son también estos tres países los que tienen porcentajes más importantes de evolución de su industria fonográfica entre 1997 y 1999. Venezuela (63%) y Perú (40%), son los países con mayor penetración de música internacional, que incluye no sólo a la anglo-americana sino también a la europea. En Perú el sector fonográfico generó ingresos cercanos a los US$ 37 millones”. (CONVENIO ANDRES BELLO. 2001: pp.19-20). En el caso de Venezuela, la Industria fonográfica nacional cobró cuerpo y fortaleza a partir de 1.958, cuando se sometieron al régimen de licencia previa las importaciones de discos, que hasta entonces se hacían principalmente de Estados Unidos y México. Esta Industria para el año 1.985 tenía una inversión de mas de ciento diez y seis millones de dólares generando empleo a técnicos, empleados y obreros venezolanos. Los soportes de sonido (discos compactos) son de primera calidad, pues para su manufactura y elaboración se utilizan los equipos mas avanzados y técnicos especializados. 77 CONVENIO ANDRES BELLO (2000) “Economía y cultura, estudio sobre el impacto económico del sector cultural en la comunidad Andina”. Op. cit., P.16. En el caso de Venezuela, tomando en cuenta investigaciones de la industria para el año 1999, se detectaron 3.600.000 unidades ilegales de Cd’s, la industria se reduce, con pérdidas por veinte mil

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

copias ilegales. Es decir, que prácticamente dos tercios de la producción musical que

se vende en el país es pirata. Este fenómeno, que no es exclusivo de Venezuela,

ocasiona no sólo problemas a la industria del disco, sino a otras instancias que

dependen de alguna manera de este sector. De esta manera, ante la disminución de

ingresos, casi todas las compañías productoras han optado por la reestructuración, con

la consiguiente reducción de nómina. Se calcula que para el año 1999 la Industria

fonográfica venezolana perdió 4.000 empleos. De igual forma, la producción legal de

discos compactos y otros soportes musicales fue prácticamente duplicada por la ilegal,

que colocó en el mercado cerca de 7 millones 500 mil unidades. Las pérdidas

generales que todo este círculo produce se acercan a los 12 mil millones de bolívares

anuales. Es importante destacar, que el Estado es uno de los grandes afectados en

esta situación al dejar de percibir enormes cantidades de dinero en impuestos.

La piratería de videos, en Colombia, equivale a la mitad de la producción legal,

lo que significa pérdidas para las industrias por US$ 25 millones. Este problema de la

piratería provocó en los últimos cinco años el cierre de las 33 empresas

comercializadoras de video. En la actualidad solo quedan 3 comercializadoras legales

en dicho país. La suma de pérdidas de estas tres industrias por concepto de

producción y comercialización ilegal de productos de la industria cultural colombiana -

71 millones de dólares, para 199878- es el equivalente a ocho veces el presupuesto

asignado al Ministerio de Cultura para el mismo año.

Ahora bien, sin duda, la industria editorial y cinematográfica, son dos de los

sectores culturales más vulnerables y significativos para el diseño de políticas de

fomento. En Venezuela, en dos décadas se ha observado un decrecimiento de 72% en

ochocientos ochenta millones de bolívares (28.880.000.000 bs). Esa pérdida ha ocasionado una importante disminución en la producción nacional, sino también la pérdida de 12.000 puestos de trabajo (Guzmán Cárdenas, Carlos. 2002).

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

el número de salas de cine, que pasaron de 700 a 200 a mediados de 1996, producto

de la desinversión originada por la regulación gubernamental sobre los precios de las

entradas y el control de cambio que rigió en el país, lo que dificultó el acceso de

divisas. Esta circunstancia paralizó las inversiones por parte de los empresarios y con

ello comenzó el deterioro de las salas.

El negocio no fue rentable por mucho tiempo y la estabilización de los precios

de taquilla tuvo una relación directa con el comportamiento mostrado por el sector. Sin

embargo, desde 1998 ha sido notoria la remodelación de algunos locales y la apertura

de otros. Se esperaba que para el 2002 fueran inauguradas unas 45 salas, que, a un

costo promedio de 250 mil dólares cada una, hacen un total de US$ 11,25 millones.

A pesar de las mejoras, la asistencia del público al cine en el 2002 registró una

caída importante, según la Asociación de Industriales del Cine (ASOINCI). ¿La razón?

El precio del ticket, que de 3 mil bolívares aumentó a 4 mil. ¿Y los resultados? Una

disminución de 2 millones de personas, para situarse en 17 millones el número de

espectadores, pero un alza en los ingresos nominales por taquilla, para totalizar 38 mil

millones de bolívares.

Están registradas 294 salas en todo el país, de las cuales 129 pertenecen al

Circuito Cines Unidos y 104 a Cinex Multiplex. Las 61 pantallas restantes pertenecen a

exhibidores independientes. De esta manera, la participación de mercado varía por

región. Según cifras de ASOINCI, el liderazgo de la taquilla nacional le corresponde a

Cines Unidos, con 54.68%, versus 38.01% que tiene Cinex Multiplex.

78 CONVENIO ANDRES BELLO (2000) “Economía y cultura, estudio sobre el impacto económico del sector cultural en la comunidad Andina”. Op. cit., P.16.

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Default
Están registradas 294 salas en todo el país, de las cuales 129 pertenecen al Circuito Cines Unidos y 104 a Cinex Multiplex. Las 61 pantallas restantes pertenecen a exhibidores independientes. De esta manera, la participación de mercado varía por región. Según cifras de ASOINCI, el liderazgo de la taquilla nacional le corresponde a Cines Unidos, con 54.68%, versus 38.01% que tiene Cinex Multiplex.
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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

En Ecuador79, el aporte al PIB del sector cultural fue de 0.7% con base en el

análisis preliminar de 5 de los 12 subsectores incluidos en el estudio y la facturación

alcanzó US$ 316 millones para el año 1998. En el caso de Perú80, la facturación fue de

US$ 1.315 millones en 1998, tomando en consideración para el estudio general, siete

industrias culturales. Los sectores de las industrias culturales más importantes, en

facturación y ventas para dicho país, son los medios de comunicación (TV US$ 815

millones y prensa US$ 152 millones) y las artesanías (US$ 217). El indicador usado en

el análisis de la facturación de los medios de comunicación es la inversión publicitaria,

no se incluyen ventas de programas al exterior, derechos de transmisión de señales,

suscripciones de TV por cable y satélite, artes escénicas, cine, el video y la publicidad.

En Perú y Ecuador las exportaciones se presentan casi exclusivamente en el

sector artesanal, siendo el rubro más fuerte en la industria cultural de estos países. En

Ecuador se identifica al sector artesanal como el más importante de los mercados

exportadores de las industrias culturales en este país. En 1999 se exportaron US$ 122

millones.81

El Informe sobre el Impacto de la Cultura en la Economía Chilena realizado por

el Ministerio de Educación, División de Cultura, para el Convenio Andrés Bello, nos

establece, que la estimación del comportamiento productivo cultural al PIB total, se

realizó a partir de la Encuesta Nacional de Industrias Anual (ENIA), del Instituto

Nacional de Estadísticas, y del Anuario de Cuentas Nacionales 1998, del Banco

Central de Chile. En dicho estudio, tomando como años de referencia 1995-1998, sólo

se logró abarcar de manera muy global, las siguientes actividades vinculadas al sector

79 CONVENIO ANDRES BELLO (2000) “Economía y cultura, estudio sobre el impacto económico del sector cultural en la comunidad Andina”. Op. cit., P.6. 80 Ibídem. P.8. 81 Ibídem. P.15.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

cultural, de acuerdo a la apertura y desglose de la Matriz de Insumo-Producto 1986,

elaborada por el Departamento de Cuentas Nacionales del Banco Central de Chile:

Cine, Televisión, Radio y Espectáculos; Imprentas y Editoriales; Otros Servicios de

Esparcimiento; Educación Pública; Educación Privada y Servicios Prestados a

Empresas.

De los resultados obtenidos, de acuerdo a los antecedentes entregados por el

Banco Central de Chile, se pueden enunciar las siguientes conclusiones (2001:p.43):

“Según los antecedentes del Banco Central de Chile, la participación de las AECC en el PIB, fluctúa entre el 0,9% y el 1,3% durante el período 1990-1998, evolucionando siempre de forma progresiva, pero de manera muy leve (…) las estimaciones aquí incluidas son muy preliminares. Por ahora, se puede decir, en forma muy gruesa, que las AECC consideradas por el Banco Central de Chile para el año 1998 tienen una ponderación mínima en el PIB con una cota de participación del 1,3%, y si se le agrega la Educación Pública y Privada se llega al 6,5%. Sin embargo, una vez que se realicen estimaciones más detalladas, en una segunda etapa de este estudio, y se incluyan las áreas faltantes, los resultados sin duda mostrarán una mayor participación en el PIB de las AECC”.82

Según los datos aportados por la OMPI (2000:p.46), las actividades económicas

ligadas al derecho de autor en Chile, tienen:

“(…) un peso relativo del orden del 12 a 15% respecto al sector industrial, del 8

al 18% del sector comercio, y en torno a un tercio respecto de los servicios. En términos de importancia relativa del aporte al valor agregado de derecho de autor (VADA) total, las actividades esenciales representan entre un 45 al 50%, según los años, y aquellas relacionadas en torno al 40%, representando el área de distribución alrededor del 8 al 12%. Entre las actividades esenciales domina la rama de edición de periódicos, revistas y publicaciones periódicas con un peso relativo que se mueve en torno al 40%, en todo el período, le siguen en importancia los servicios auxiliares de procesamiento de datos, con cifras del orden del 20% al comienzo del período y con una menor participación relativa en los últimos años de la serie; por su parte los servicios de publicidad también son de significación con un 15 al 17% del total según los años. La producción fonográfica va incrementando su participación relativa en

82 La definición de Actividades Económicas Características de la Cultura (AECC) es una opción conceptual propuesta por el Informe de Chile. Se refiere a aquellas actividades económicas que aportan a la cultura, y que se encuentran diseminadas o comprendidas por el lado de la oferta de acuerdo a la clasificación CIIU, en diversos sectores, subsectores, ramas y actividades de la economía de un país. Ahora bien, por el lado de la demanda agregada también los bienes y servicios culturales se encuentran insertos en el consumo y en la formación bruta de capital fijo, en las exportaciones netas y las importaciones.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

forma gradual pero persistente alcanzando el 10% al final del período, en tanto la producción cinematográfica aparece con un comportamiento un tanto errático dado que depende de financiamiento de Fondos de promoción del Estado aunque también de proyectos que resulten interesantes para su financiamiento. En todo caso es una actividad que está en pleno desarrollo y es esperado un mayor aporte al VADA en los próximos años. Entre las actividades de distribución, destaca la venta de libros y de software y equipos computacionales, estos últimos, (…). Con una participación relativa del orden del 40% el comercio minorista de libros es el de mayor relevancia. Luego del área de informática con un 22 al 30% del total, del comercio detallista de discos alcanza a un 16% en los últimos años seguido de la exhibición de películas cinematográficas con porcentajes similares. Entre la industria de soporte o actividades relacionadas, sin duda la fabricación de papel es prominente con cifras del orden del 65%; le sigue en importancia la rama de la impresión, con un peso del 25 al 30%; el resto tiene que ver con el equipamiento con fabricación local de los sectores de radio y televisión, rubros que también son en gran medida importados”.

Por nuestra parte, Venezuela, el valor agregado del sector cultural (PIBc) en el

valor agregado total (PIB.) presenta dos escenarios. El primero, nos indica que el

desempeño económico del sector cultural se ubica en un 4.3% del PBI incluyendo

aquellas actividades83 en la producción de algunos insumos que requieren las

industrias culturales; y el segundo es de 2.6% del PBI con base a aquellas actividades

económicas características de la cultura que circunscriben exclusivamente a

actividades de producción de las industrias culturales84 consideradas en el estudio,

prescindiendo -por no contar con información- los subsectores de revistas, artes

escénicas (espectáculos), artes visuales y artesanías. En promedio, significan un valor

preliminar del 3.9% del sector cultural venezolano al PIB (ver, cuadro n° 1), pero las

estimaciones apuntan que el complejo cultural y comunicacional de Venezuela tiene un

aporte al PIB de 6.9% (Guzmán, Carlos. 2000a: p. 115).

83 Existen básicamente tres tipos de actividades en el sector cultural; las directas, las indirectas y los insumos. Tipo 1: Corresponde a actividades directas, estrictamente ligadas con la producción del sector de la cultura. Es decir, son actividades de creación y producción original de bienes y servicios culturales. Tipo 2: Incluye las actividades conexas a los procesos de producción o actividades indirectas. Son actividades que tienen que ver con el uso y la difusión de las creaciones culturales. Tipo 3: Incluye los principales insumos requeridos, es decir, comprende las producciones que son demandadas por los sectores en los escenarios anteriores. 84 Corresponde a actividades directas, estrictamente ligadas con la producción del sector de la cultura. Es decir, son actividades de creación y producción original de bienes y servicios culturales.

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aporte al PIB de 6.9% (Guzmán, Carlos. 2000a: p. 115).
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Cuadro N° 1 APORTE DE LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS CARACTERÍSTICAS DE LA CULTURA* (AECC) AL PRODUCTO INTERNO BRUTO (PIB) TOTAL DE LA ECONOMÍA VENEZOLANA 1984-1998, SEGÚN

ESTIMACIONES DEL BANCO CENTRAL DE VENEZUELA A PRECIOS CONSTANTES

Código CIIU 2/

Clase de Actividad Económica 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1/

(MILLONES DE BOLIVARES)

PIB TOTAL 420.072 420.884 448.285 464.341 491.372 449.262 478.320 524.860 556.669 558.202 542.246 566.627 565.506 601.534 600.878

PIB de las Actividades relacionadas con la Cultura 17.757 17.920 19.752 21.630 23.185 20.516 20.658 22.802 24.768 24.412 23.757 24.716 22.953 25.131 24.072

34 Fabricación de papel y productos de papel; Imprentas y Editoriales. 3/

342 Imprentas, Editoriales e Industrias conexas. 4/ 1.743 1.684 1.671 1.891 1.936 1.716 1.743 1.737 1.760 1.810 1.995 2.445 1.907 2.219 2.326

38 Fabricación de Productos metálicos, maquinaria y equipos

383 Construcción de Maquinaria, Aparatos, Accesorios y Suministros Eléctricos 5/.

2.212 2.301 2.653 2.897 2.921 1.843 1.850 2.021 2.307 2.423 1.553 1.655 1.939 3.287 2.952

39 Otras Industrias manufactureras 6/. 639 808 908 1.110 1.074 970 1.126 1.353 1.458 1.420 1.673 1.845 1.572 1.471 1.522

83 Servicios prestados a las empresas.

8329 Otros servicios prestados a las empresas 7/. 10.078 9.793 10.934 12.101 13.315 12.279 12.033 13.742 14.855 14.513 14.162 14.795 13.651 13.867 12.947

94 Diversión y Esparcimiento 8/. 3.085 3.334 3.586 3.631 3.939 3.708 3.906 3.949 4.388 4.246 4.374 3.976 3.884 4.287 4.325 (ESTRUCTURA PORCENTUAL) PIB TOTAL 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

PIB de las Actividades relacionadas con la Cultura 4,2 4,3 4,4 4,7 4,7 4,6 4,3 4,3 4,4 4,4 4,4 4,4 4,1 4,2 4,0

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

34 Fabricación de papel y productos de papel; Imprentas y Editoriales.

342 Imprentas, Editoriales e Industrias conexas 0,4 0,4 0,4 0,4 0,4 0,4 0,4 0,3 0,3 0,3 0,4 0,4 0,3 0,4 0,4

38 Fabricación de Productos metálicos, maquinaria y equipos

383 Construcción de Maquinaria, Aparatos, Accesorios y Suministros Eléctricos 1/.

0,5 0,5 0,6 0,6 0,6 0,4 0,4 0,4 0,4 0,4 0,3 0,3 0,3 0,5 0,5

39 Otras Industrias manufactureras 2/. 0,2 0,2 0,2 0,2 0,2 0,2 0,2 0,3 0,3 0,3 0,3 0,3 0,3 0,2 0,3

83 Servicios prestados a las empresas.

8329 Otros servicios prestados a las empresas 3/. 2,4 2,3 2,4 2,6 2,7 2,7 2,5 2,6 2,7 2,6 2,6 2,6 2,4 2,3 2,2

94 Diversión y Esparcimiento 4/. 0,7 0,8 0,8 0,8 0,8 0,8 0,8 0,8 0,8 0,8 0,8 0,7 0,7 0,7 0,7Procesamiento de datos: Carlos Guzmán Cárdenas 2002. * Se desconocen los criterios bajo los cuales el Banco Central de Venezuela realiza el desglose de las actividades vinculadas a la Cultura. 1/ Cifras provisionales 2/ Según la estructura del año base 1984 de la Clasificación Industrial Internacional Uniforme de todas las actividades económicas (CIIU) en su 2da. Revisión. 3/ Según la CIIU 3ra. Revisión, la cual se utiliza actualmente, se localiza D Industrias manufactureras 21 Fabricación de papel y de productos de papel 210 Fabricación de papel y de productos de papel 2101 Fabricación de pasta de madera, papel y cartón 2109 Fabricación de otros artículos de papel y cartón 4/ Según la CIIU 3ra. Revisión, la cual se utiliza actualmente, se localiza D Industrias manufactureras 22 Actividades de edición e impresión y de reproducción de grabaciones 221 Actividades de edición 2211 Edición de libros, folletos, partituras y otras publicaciones 2212 Edición de periódicos, revistas y publicaciones periódicas 2213 Edición de grabaciones 2219 Otras actividades de edición 222 Actividades de impresión y actividades de servicios conexas 2221 Actividades de impresión 2222 Actividades de servicios relacionadas con la impresión 223 Reproducción de grabaciones 2230 Reproducción de grabaciones 5/ Incluye la construcción de equipos y aparatos de radio, de televisión y de comunicaciones (CIIU 3832 – 2da. Revisión). Según la CIIU 3ra. Revisión, la cual se utiliza actualmente, se localiza

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

D Industrias manufactureras 32 Fabricación de equipo y aparatos de radio, televisión y comunicaciones 322 Fabricación de transmisores de radio y televisión y de aparatos para telefonía y telegrafía con hilos 3220 Fabricación de transmisores de radio y televisión y de aparatos para telefonía y telegrafía con hilos 323 Fabricación de receptores de radio y televisión, aparatos de grabación y reproducción de sonido y vídeo, y productos conexos 3230 Fabricación de receptores de radio y televisión, aparatos de grabación y reproducción de sonido y vídeo, y productos conexos 6/ Incluye la actividad de fabricación de instrumentos de música (CIUU 3909 – 2da. Revisión). Según la CIIU 3ra. Revisión, la cual se utiliza actualmente, se localiza D Industrias manufactureras 36 Fabricación de muebles; industrias manufactureras n.c.p. 369 Industrias manufactureras n.c.p. 3691 Fabricación de joyas y artículos conexos 3692 Fabricación de instrumentos de música 3693 Fabricación de artículos de deporte 3694 Fabricación de juegos y juguetes 3699 Otras industrias manufactureras n.c.p. 7/ Incluye los servicios de publicidad (CIIU 8325 – 2da. Revisión). Según la CIIU 3ra. Revisión, la cual se utiliza actualmente, se localiza K Actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler 74 Otras actividades empresariales 743 Publicidad 7430 Publicidad 749 Actividades empresariales n.c.p. 7494 Actividades de fotografía 8/ Incluye la actividad de distribución y exhibición de películas cinematográficas (CIIU 9412 – 2da. Revisión), la emisión de radio y televisión (CIIU 9413 – 2da. Revisión), los productores teatrales y servicios de esparcimiento (CIIU 9414 – 2da. Revisión), los autores, compositores y otros artistas independientes (CIIU 9415 – 2da. Revisión) y las bibliotecas, museos, jardines botánicos y otros servicios culturales (CIIU 9420 – 2da. Revisión). 94 Recreational and Cultural Services 941 Motion picture and other entertainment services 9411 Motion picture production 9412 Motion picture distribution and projection 9413 Radio and television broadcasting 9414 Theatrical producers and entertainment services 9415 Authors, music composers and other independent artists not elsewhere classified 942 Libraries, museums, botanical and zoological gardens, and other cultural services not elsewhere classified 9420 Libraries, museums, botanical and zoological gardens, and other cultural services not elsewhere classified 949 Amusement and recreational services not elsewhere classified 9490 Amusement and recreational services not elsewhere classified Según la CIIU 3ra. Revisión, la cual se utiliza actualmente, se localiza O Otras actividades de servicios comunitarios, sociales y personales 92 Actividades de esparcimiento y actividades culturales y deportivas 921 Actividades de cinematografía, radio y televisión y otras actividades de entretenimiento 9211 Producción y distribución de filmes y videocintas 9212 Exhibición de filmes y videocintas 9213 Actividades de radio y televisión 9214 Actividades teatrales y musicales y otras actividades artísticas

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

9219 Otras actividades de entretenimiento n.c.p. 922 Actividades de agencias de noticias 9220 Actividades de agencias de noticias 923 Actividades de bibliotecas, archivos y museos y otras actividades culturales 9231 Actividades de bibliotecas y archivos 9232 Actividades de museos y preservación de lugares y edificios históricos 9233 Actividades de jardines botánicos y zoológicos y de parques nacionales 924 Actividades deportivas y otras actividades de esparcimiento 9241 Actividades deportivas 9249 Otras actividades de esparcimiento

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Page 70: Carlos Enrique Guzmán Cárdenas Política y Economía de la Cultura en Venezuela 1ra. Parte

Este valor es superior a la participación de sectores importantes como

agricultura, minería, electricidad y agua, restaurantes y hoteles, e instituciones

financieras y seguros. La intervención en el PIB del sector cultura es cercana al

concurso del sector construcción, de gran envergadura en el país. La facturación en

Venezuela de 4 de las 12 industrias culturales estudiadas, fue de US$ 893 millones en

1998. Se observan tres subsectores de la industria cultural en Venezuela, los cuales

están representados por la inversión publicitaria en televisión, prensa y radio. En

cualquier caso, se trata de sectores significativos en el contexto nacional: 63.2%

correspondían a la televisión (US$ 564 millones), el 20.3% a la prensa (US$181

millones) y el 9% a la radio (US$ 80 millones) para 1998.85

1.5. - La inversión pública en el sector cultural venezolano.

Así observamos que el complejo cultural y comunicacional venezolano, tiene

impacto económico en la generación de actividades directas, en la intervención de

industrias auxiliares de difusión y reproducción de bienes culturales, como también en

la producción de bienes de capital por parte de industrias secundarias relacionadas con

los derechos de autor.

85 CONVENIO ANDRES BELLO (2000) “Economía y cultura, estudio sobre el impacto económico del sector cultural en la comunidad Andina”. Op. cit., P.11. Para el caso de Venezuela, recomendamos leer las investigaciones realizadas por GUZMÁN CÁRDENAS, Carlos E (2001a) “Algunas tendencias de las telecomunicaciones en América Latina y Venezuela. La transición hacia la sociedad del conocimiento." En: Revista Escribanía. Manizales, Colombia. Centro de Investigaciones de la Comunicación. Universidad de Manizales. Comunicación-cultura-región. N° 7. Julio-Diciembre. Pp. 42-69; (2001b) “La transición hacia una sociedad de la información y del conocimiento. Competitividad y tendencias del mercado de las telecomunicaciones en Venezuela". En: Revista Mexicana de Comunicación. México. N° 72. Noviembre-Diciembre. Pp. 40-45; (2001c) “La Industria publicitaria en Venezuela 1996-1999." En: Anuario ININCO. Caracas, Venezuela. Universidad Central de Venezuela. Investigaciones de la Comunicación. Volumen 1. N° 13. Pp. 215-262; (2000) “Venezuela: un sector que se profesionaliza (el estado actual de la industria publicitaria en Venezuela 1996-2001)”. En: El Estado de la Publicidad y el Corporate en España y Latinoamérica 2001 Informe Anual. España. Ediciones Pirámide. 1ra. Edición 2000. Pp. 197-206; (2000b) “La topografía del poliédrico mercado cultural y comunicacional en Venezuela”. En: Revista Escribanía. Manizales, Colombia. Centro de Investigaciones de la Comunicación. Universidad de Manizales. N° 5. Julio-Diciembre, Pp. 56-66; (2000d) “Industria cultural venezolana. El ocio que produce dividendos. Primera Parte”. En: Revista Inversiones. Caracas, Venezuela. Invermedia C.A. N° 208, octubre, Pp. 44-50; (2000c) “Industria cultural venezolana. El ocio que produce dividendos. Segunda parte”. En: Revista Inversiones. Caracas, Venezuela. Invermedia C.A. N° 209, Noviembre-Diciembre 2000. Pp. 72-78; (2000e) “Industria del

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

Sin embargo, pese a este aporte, el complejo cultural y comunicacional

venezolano es poco apreciado en las decisiones gubernamentales que tienen que ver

con las estrategias de desarrollo del país. Por lo demás, se produce en un entorno en

el que están completamente ausentes las políticas públicas para identificar su principal

dilema, vale decir, ¿regular a las industrias culturales y comunicacionales para que las

fuerzas del mercado no la afecten o promoverlas para que salga a competir contra ésta

y otras fuerzas?.

De esta suerte, el Estado venezolano mantiene una visión dentellada sobre los

dominios del campo cultural industrial-masivo; sin políticas, planes y proyectos para

incorporarnos a una nueva estructura de producción, circulación y consumo cultural,

sin afectar nuestras identidades y diversidades, y como parte de ello, apreciando el

desarrollo de las capacidades nacionales de innovación, promoción y difusión de los

sectores productores de bienes y servicios propios de las industrias culturales y de la

comunicación, las telecomunicaciones (TELCOS), las industrias relacionadas con las

tecnologías de información y comunicación (TIC), las industrias de contenido y redes

selectivas de información y comunicación en el contexto de la Sociedad de la

Información (SI) y del Conocimiento (SC).

Un análisis de las asignaciones presupuestarias distribuidas al Viceministerio de

Cultura - Consejo Nacional de la Cultura (en lo sucesivo, CONAC), organismo rector de

las políticas culturales del país, desde 1990 hasta el 2002 (ver, cuadro n° 2), para

fomentar el desempeño productivo del sector cultural, pondría el acento en el

menosprecio histórico, al cual se ve sometido el desarrollo cultural nacional86.

Cine en Venezuela 1996-1999”. En: Revista Comunicación. Estudios Venezolanos de Comunicación. Caracas, Venezuela. Centro Gumilla. N° 112. Cuarto Trimestre. Pp. 100-112. 86 Para mayor información, véase, de GUZMÁN CÁRDENAS, Carlos (2001g) “Una década de economía y cultura en Venezuela. 1990-2001”. En: Revista Comunicación. Estudios Venezolanos de Comunicación. Caracas, Venezuela. Centro Gumilla. N° 113. Primer Trimestre. Pp. 86-101; (2001e) “Historia del financiamiento cultural en Venezuela. 1990-

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

CUADRO N° 2.

INVERSIÓN PÚBLICA DEL VICEMINISTERIO DE CULTURA – CONAC* ORGANISMOS ADSCRITOS AL VICEMINISTERIO Y ENTES TUTELADOS EJERCICIOS FISCALES 1990-2003. PARTICIPACIÓN NOMINAL Y REAL.

EN BS. %.

AÑOS Presupuesto

Nacional En Millones Bs.

Presupuesto Cultura Nominal

Millones Bs.

% participación del Pres. Cultura en el Pres. Nac.

Pres. Cultura. En Bs. Precios

constantes. Base año 90

% Participación del Pres. Cultura en el

Pres. Nac. Real

1990 577.056,10 1.104,30 0,19% 1.104,30 0,19%

1991 801.257,10 2.808,50 0,35% 2.143,89 0,27%

1992 1.002.246,70 4.094,40 0,41% 2.369,60 0,24%

1993 1.100.465,80 6.562,71 0,60% 2.420,72 0,22%

1994 1.939.106,70 9.513,40 0,49% 2.054,51 0,11%

1995 2.808.188,00 13.344,70 0,48% 1.839,13 0,07%

1996 Recd 6.441.532,00 21.790,25 0,34% 2.722,64 0,04%

1997 10.667.554,00 52.705,06 0,49% 4.785,89 0,04%

1998 11.845.177,00 55.902,70 0,47% 3.907,81 0,03%

1999 Recd 14.557.817,00 45.855,70 0,31% 2.671,24 0,02%

2000(+SM) 18.366.000,00 68.707,77 0,37% 3.529,49 0,02%

2001 23.214.303,00 64.989,42 0,28% 2.972,83 0,01%

2002 26.443.129,30 117.248,84 0,44% 4.087,91 0,02%

2003 41.600.426,60 202.087,86 0,49% 5.714,40 0,01%

TOTALES 161.364.259,30 666.715,61 0,41% 42.324,36 0,03% Nota: */ Hasta el año 1999, el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), organismo encargado de establecer los principios rectores de la política cultural del Estado venezolano, dependía del Ministerio de la Secretaría que tiene la función de apoyar a la Presidencia en los asuntos diarios y coordinar la relación de los diferentes Ministerios con la Presidencia como de los consejos ministeriales. Con el decreto 375 del 30 de Agosto de 1999, se crea la figura del Viceministerio de Cultura, unidad ejecutora dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, que tiene por misión la formulación, coordinación, instrumentación y supervisión del desarrollo de la política cultural nacional enmarcada en el Plan Estratégico, así como su articulación con los sectores educativos y deportes e instancias estatales. Presupuesto reconducido (recd). Sobre Marcha Cultural (+SM). Ley de Presupuesto Nacional Ejercicio Fiscal 2001, Gaceta Oficial N° 5.504 Extraordinario del 11 de Diciembre de 2000. Decreto N° 1.070 Sobremarcha Cultural Gaceta Oficial N°37.074. 09/11/2.000. Fuentes: Leyes Presupuesto 1990-2003. GUZMÁN CÁRDENAS, Carlos E. (2000a) “La cultura en Venezuela: oportunidades de inversión”. Caracas, Venezuela. Editorial Arte. 1ra. Edición. En: Banco Central de Venezuela, Corporación Andina de Fomento, Fundación BIGOTT y Fundación POLAR. Cultura y Recuperación Nacional. Memoria del Seminario. Pp. 104-128. Elaboración propia 2003.

En la última década del siglo XX, el CONAC como organismo rector de la

política cultural venezolana, ha recibido 666.715,61 millones de bolívares para una tasa

promedio de crecimiento nominal de 52.58% equivalente a un 0.41% con relación al

presupuesto nacional (Guzmán Cárdenas, Carlos. 2001g). No obstante, el crecimiento

2001. ¿Prioridad para el Estado Venezolano?. En: Revista Comunicación. Estudios Venezolanos de Comunicación. Caracas, Venezuela. Centro Gumilla. N° 115. Tercer Trimestre. Pp. 86-101; (2000a) “La cultura en Venezuela: oportunidades de inversión”. En: Banco Central de Venezuela, Corporación Andina de Fomento, Fundación Bigott y Fundación Polar. Cultura y Recuperación Nacional. Memoria del Seminario. Caracas, Venezuela. Editorial Arte. 1ra. Edición. Pp. 104-128.

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Page 73: Carlos Enrique Guzmán Cárdenas Política y Economía de la Cultura en Venezuela 1ra. Parte

POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

real de la inversión cultural en Venezuela se caracteriza con un promedio histórico

desde 1990-2002 de 0,03% (con base al año 1990). Excesivamente por debajo de las

recomendaciones internacionales acordadas en este asunto.

CUADRO N° 3. INVERSIÓN PÚBLICA DEL VICEMINISTERIO DE CULTURA-CONAC

ORGANISMOS ADSCRITOS AL VICEMINISTERIO Y ENTES TUTELADOS EJERCICIOS FISCALES 1990-2003. CRECIMIENTO NOMINAL Y REAL.

BASE 1990. EN BS. %.

AÑOS Presupuesto

Nacional Millones de Bs.

Presupuesto Cultura

Millones Bs.

% Crecimiento nominal

Presupuesto Cultura

Presupuesto Cultura en millones de Bs. a precios constantes

Base 90

% Crecimiento Real Presupuesto Cultura a

precios constantes Base 90

1990 577.056,10 1.104,30 1.104,30

1991 801.257,10 2.808,50 154,32% 2.143,89 94,14%

1992 1.002.246,70 4.094,40 45,79% 2.369,60 10,53%

1993 1.100.465,80 6.562,71 60,29% 2.420,72 2,16%

1994 1.939.106,70 9.513,40 44,96% 2.054,51 -15,13%

1995 2.808.188,00 13.344,70 40,27% 1.839,13 -10,48%

1996 6.441.532,00 21.790,25 63,29% 2.722,64 48,04%

1997 10.667.554,00 52.705,06 141,87% 4.785,89 75,78%

1998 11.845.177,00 55.902,70 6,07% 3.907,81 -18,35%

1999 14.557.817,00 45.855,70 -17,97% 2.671,24 -31,64%

2000 (+SM) 18.366.000,00 68.707,77 49,83% 3.529,49 32,13%

2001 23.214.303,00 64.989,42 -5,41% 2.972,83 -15,77%

2002 26.443.129,30 117.248,84 80,41% 4.087,91 37,51%

2003 41.600.426,60 202.087,86 72,36% 5.714,40 39,79%

TOTALES 161.364.259,30 666.715,61 56,62% 42.324,36 17,76% Nota: Presupuesto reconducido (recd). Sobre Marcha Cultural (SM). Ley de Presupuesto Nacional Ejercicio Fiscal 2001, Gaceta Oficial N° 5.504 Extraordinario del 11 de Diciembre de 2000. Decreto N° 1.070 Sobremarcha Cultural Gaceta Oficial N°37.074. 09/11/2.000. Fuentes: Leyes Presupuesto 1990-2003. GUZMÁN CÁRDENAS, Carlos E. (2000a) “La cultura en Venezuela: oportunidades de inversión”. Caracas, Venezuela. Editorial Arte. 1ra. Edición. En: Banco Central de Venezuela, Corporación Andina de Fomento, Fundación BIGOTT y Fundación POLAR. Cultura y Recuperación Nacional. Memoria del Seminario. Pp. 104-128. Elaboración propia 2003.

Por supuesto, este crecimiento financiero del sector cultura, no significa que el

Estado Venezolano haya superado la irracionalidad en la distribución de los recursos,

la deficiencia estructural y operativa en su administración, la dispersión de los recursos

presupuestarios asignados a la acción cultural pública, el esquema de desorganización

en la Administración Centralizada, la duplicidad de esfuerzos y difusión de

responsabilidades, la falta de coordinación inter e intra sectorial y regional de los

organismos culturales y su crecimiento un tanto anárquico.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

Si bien es cierto que el impacto real en el país de toda esta inversión al

Desarrollo Cultural tiene un efecto diferido, difícilmente traducido en datos cifrados; los

estudios, diagnósticos, censos y encuestas que se han realizado desde 1971 pasando

por las consideraciones elaboradas por la Comisión de Enlace para el Sector Cultura y

Comunicación, nombrada el 16 de diciembre de 1998, hasta el estudio más reciente

elaborado en el año 2002 sobre el mecenazgo cultural en Venezuela, han señalado

como conclusión tajante una disipación financiera acentuada y por agregado, poca

correspondencia entre la inversión del gasto cultural y los resultados obtenidos hasta el

presente.

Sin eludir, ni mucho menos dejar de destacar la acción cultural pública estatal

en garantizar el acceso a los códigos de las bellas artes, el escenario de la Venezuela

actual muestra un fuerte desequilibrio asimétrico de sus campos culturales,

perfectamente observable en las asignaciones -subsidios- a la gestión cultural (ver,

cuadro n° 4).

Mientras la demanda de bienes culturales relacionados con la difusión del

campo cultural académico-culto se mantiene inelástica, por otro lado, se expande la

oferta de un mercado nacional de bienes de consumo intermedio (industrias culturales

y comunicacionales) y, de medios electrónicos, con ciertas incursiones débiles del

Estado Venezolano; pero sobre todo, dejando la problemática de la identidad territorial

patrimonial y las culturas populares a una valoración nostálgica y resignada del pasado

(Guzmán Cárdenas, Carlos. 1999a).

Las razones explicativas de este fuerte desequilibrio asimétrico podrían ser

muchas, pero lo que sí es innegable, es que están muy estrechamente ligadas a la

idea que se tiene de la cultura por parte de los agentes responsables de la gestión del

Desarrollo Cultural Venezolano. Por supuesto, no se trata de ignorar la singularidad

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

categórica de los circuitos socioculturales histórico-territorial y de elites. Pero, lo que

intentamos de señalar es que las realidades económicas, enmarcadas en el debate

globalización-economía mundo-comunicación mundo-pluralidad cultural, exigen discutir

las bases culturales de la sociedad venezolana y sus productos.

CUADRO N° 4. INVERSIÓN PÚBLICA DEL VICEMINISTERIO DE CULTURA-CONAC

PROGRAMA DE FINANCIAMIENTO CULTURAL (Subsidios) EJERCICIOS FISCALES 2000-2003. AREAS CULTURALES EN BS. %.

AREA ARTÍSTICA

2000 Millones Bs % 2001

Millones Bs % 2002 Millones Bs % 2003

Millones Bs %

Auditivas 4.949,57 44,16 6.200,00 33,28 11.783,28 33,75 14.098,86 30,19

Visuales 61,70 0,55 380,90 2,04 912,00 2,61 1.145,53 2,45

Artesanía 103,13 0,92 500,00 2,68 1.192,33 3,42 3.584,13 7,67

Cine y Video 199,43 1,78 547,56 2,94 1.585,00 4,54 1.938,59 4,15

Danza 608,09 5,43 2.041,97 10,96 3.581,27 10,26 4.958,36 10,62

Fotografía (**) 128,00 0,37 176,24 0,38

Literatura 284,09 2,53 459,50 2,47 1.250,00 3,58 1.674,24 3,58

Multidisciplinaria 1.613,94 14,40 3.397,85 18,24 3.499,53 10,02 4.610,84 9,87

Museos 1.331,23 11,88 1.700,00 9,13 4.105,00 11,76 5.463,31 11,70

Patrimonio (***)

939,43 2,69 1.321,77 2,83

Teatro 2.056,88 18,35 3.399,26 18,25 5.934,56 17,00 7.730,61 16,55

TOTALES 11.208,06 100,00 18.627,03 100,00 34.910,40 100,00 46.702,47 100,00

Notas: **/ Este renglón para el año 2000 y 2001 estaba incluido en Cine y Video ***/ Este renglón para el año 2000 y 2001 estaba incluido en Museos. Fuentes: Programa de Financiamiento Cultural. CONAC. 2000-2003. Elaboración propia 2003.

De lo que sí podemos estar seguros, para discernir sobre la problemática actual

y "a futuro" de las características actuales del financiamiento de la cultura y las

políticas culturales, es que, por un lado, es necesario realizar esfuerzos significativos

en una formación cultural que incida profundamente en la formación de públicos para la

cultura. Y, por el otro, las industrias culturales apoyadas en los medios de

comunicación, las telecomunicaciones (extensión telemática, redes), las nuevas

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

tecnologías comunicacionales e informáticas productoras de bienes de capital y,

aquellas en relación directa con actividades comerciales, se han transformado en los

principales agentes de una economía hacia "sociedades de servicios" o "de

conocimiento" así como de mensajes, bienes y servicios del desarrollo cultural. Frente,

a tal expansión y diversidad industrial de los mercados culturales y comunicacionales

en Venezuela, nos resulta evidente el lugar estratégico que deberían ocupar en una

agenda de prioridades sobre las formas de inversión para el desarrollo nacional.

En consecuencia, se requiere transformar el financiamiento de la cultura a partir

de un cambio cualitativo en la percepción de la misma. La clave de la inversión cultural

hay que cifrarla en la relación entre redistribución de renta y retorno socio-económico

implicados en ésta. Claro que aún es preciso discernir cuál es la base filosófica que

afronta la política cultural a la hora de expandir los recursos de un servicio público

reciente en una estructura de gasto público atrapada en criterios de bienestar clásico.

Ahora bien, es evidente que el financiamiento de la cultura debe ser un

resultado estructural y no coyuntural del valor real qué esta tenga para la sociedad

venezolana. Quiere esto decir, que la sociedad venezolana aplicará sus recursos a la

cultura, en lo que respecta a la posibilidad del aporte público y/o privado, en la medida

en que la considere un bien neto para ella misma. Por tanto dependerá de cómo y

hasta qué punto la sociedad venezolana perciba que la cultura es un bien necesario y

concreto para que se produzca un consenso específico, traducido en recursos

cuantificables, en torno a la utilidad de financiarla. Por otra parte, hay que comenzar a

transformar el criterio de subsidio de la cultura a partir de un cambio cualitativo en la

percepción de la misma.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

2. - La importancia de las IC en la economía del país.

De tal forma, que ha llegado la hora de acercarnos con fuerza a la importancia

que la actividad cultural y artística tienen en la economía de nuestro país. El impacto

de la cultura en el desarrollo económico y social de Venezuela, es sin duda, un tema

obligatorio, en el que las denominadas Industrias Culturales y Comunicacionales no

sólo son un factor vigorizante de competitividad, sino que además robustecen nuestra

dimensión cultural. Es innegable que las industrias de la sociedad de la información, se

han convertido en uno de los complejos estratégicos y más dinámicos de valorización

del capital en la economía mundial. Además, están impulsando un rápido crecimiento

económico en la lógica de la convergencia87 –técnica y económica- y mejorando la

competitividad de los países más desarrollados.

Para decirlo en las palabras de Jesús Martín-Barbero:

“Hoy no podemos pensar las dinámicas que atraviesan nuestras identidades sin asumir cómo éstas se encuentran articuladas, de punta a punta, por las industrias culturales. (…) Para el BID es un hecho que las industrias culturales –desde el mundo editorial hasta Internet pasando por el turismo, la música y el disco- constituyen un campo de desarrollo económico y de creación de empleo cada vez más importante, incluso mayor que ciertos ámbitos industriales que no sólo están cada vez más 87 No es fácil definir con precisión el término convergencia, aunque habitualmente suele expresarse como: la capacidad de diferentes plataformas de red de transportar tipos de servicios esencialmente similares, o la aproximación de dispositivos de consumo tales como el teléfono, la televisión y el ordenador personal. Sin embargo, pese al vigor de esta imagen, la convergencia entre los dispositivos de consumo es hoy día mucho menos real que la convergencia de las redes. Las pruebas de esta convergencia han venido acumulándose en los últimos años con el auge de Internet y la creciente capacidad de las redes actuales para transportar tanto servicios de telecomunicación como de radiodifusión. Este fenómeno de convergencia es relativamente nuevo y existen opiniones contrapuestas con respecto a sus repercusiones en la sociedad y en la actividad económica. Existe general coincidencia en que la evolución de la electrónica digital y del software está sentando las bases tecnológicas necesarias para plantearse de una manera distinta la prestación y el consumo de los servicios de información, pero el acuerdo es mucho menor en lo que se refiere en qué medida modificará esta evolución las prácticas actuales y en qué plazo puede esto ocurrir. Algunos entienden que la convergencia desembocará en una transformación completa y rápida de los actuales servicios de telecomunicación, medios de comunicación y tecnología de la información, produciéndose la fusión de estos grupos de servicios, hoy independientes, y desapareciendo las inequívocas distinciones que antes los separaban. Otros consideran que las particularidades de los sectores actuales limitarán las posibilidades de convergencia de servicios y que a la industria de los medios de comunicación le corresponde en nuestra sociedad una función de portadora de los valores sociales, culturales y éticos, con independencia de la tecnología utilizada para llegar al consumidor. Esto significa que las condiciones económicas y los contenidos de los servicios de información deben regularse por separado, para garantizar la eficiencia y la calidad. Piensan otros que, en todo caso, si la convergencia se produce será a lo largo de un periodo dilatado. Para mayor información, recomendamos leer: COMISIÓN EUROPEA (1997b) “Libro verde sobre la convergencia de los sectores de telecomunicaciones, medios de comunicación y tecnologías de la información y sobre sus consecuencias para la reglamentación. En la perspectiva de la sociedad de la información”. Bruselas. Comisión Europea. COM.1997. Versión 3. 3 de Diciembre. 52 Págs.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

automatizados e informatizados sino con menos necesidades de mano de obra. (…) Por otra parte, es preciso una renovación profunda de nuestros mapas mentales y culturales. Una renovación que nos permita entender que las industrias culturales también tienen mucho que ver con la economía.” 88

Por otra parte, las tendencias actuales hacia la transnacionalización y

concentración del mercado simbólico-cultural en un contexto marcadamente

supranacional orientado por el sentido de la competitividad89, y particularmente por

competencias tecnológicas90, están generando una mayor presencia a determinados y

particulares procesos tecno-económicos, políticos-culturales y comunicacionales, que

implican substanciales transformaciones radicales que vienen a modificar la estructura

y dinámica de la comunicación internacional así como la visión de futuro de las

industrias culturales y comunicacionales nacionales frente a las modernas empresas

multinacionales con un alcance virtualmente planetario.

Ciertamente, “tal como anuncia, Renato Ortiz (2002:p.4), las industrias

culturales tienen un papel decisivo, pero ya no estamos hablando de industrias

culturales nacionales, sino de industrias culturales transnacionales donde los medios

masivos tienen un doble papel muy importante, primero porque técnicamente permiten

88 MARTÍN-BARBERO, Jesús (2000b) “Las Industrias Culturales”. En: Serie Cuadernos de trabajo. Colombia. Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional de Colombia. N° 22. Pp. 11 y 22. 89 La competitividad es una característica vinculada con colectivos económicos, tales como países y naciones. Para las empresas funciona mejor el concepto de “posición competitiva”. En las condiciones de un “mercado libre y justo”, -que señala Manuel Castells (1998) “pertenecen a un mundo irreal”-, las instituciones políticas actúan en la economía internacional buscando maximizar la ventaja competitiva de las empresas que se encuentran bajo su jurisdicción. Los gobiernos apoyan o no programas de desarrollo tecnológico en la medida en que estos pueden aportar beneficios para las ventajas competitivas de sus empresas. Al entrar en una competencia global, los grandes países deben movilizar los recursos necesarios para encontrar las herramientas que contribuyan con la incorporación de las empresas nacionales a la competencia internacional y, no sólo eso, sino además de una forma ventajosa. La empresa innovadora presenta por ello un cierto número de características particulares que pueden reunirse en dos grandes categorías de competencias: a) Las competencias estratégicas: visión a largo plazo, aptitud para determinar o incluso anticipar las tendencias del mercado, voluntad y capacidad de recopilar, tratar e integrar la información económica y tecnológica. B) Las competencias organizativas: gusto y control del riesgo, cooperación interna entre los diferentes departamentos funcionales y externa con la investigación pública, los gabinetes de asesoría, los clientes y los proveedores; implicación de la empresa en el proceso de cambio e inversiones en recursos humanos. 90 El concepto de competitividad engloba los de productividad, eficacia y rentabilidad, pero la competitividad de un país, una región o una empresa depende hoy de forma determinante de su capacidad de invertir en investigación, conocimientos y tecnología, así como en la creación de competencias que hagan posible sacarles el mejor partido posible en términos de productos y servicios nuevos. Las nuevas teorías del crecimiento insisten sobre el hecho de que el motor de un crecimiento duradero son el incremento de los conocimientos y los cambios tecnológicos y no la acumulación pura y simple de capitales.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

un acercamiento entre las sociedades, y segundo, porque son decisivas en la creación

de un imaginario mundializador”.

Pero también es cierto, que la recomposición de los mercados culturales

respecto a los sistemas de producción, distribución y comercialización que vienen

desarrollándose en las últimas décadas confirman dos escenarios: en primer lugar, los

países de la región latinoamericana presentan una orientación de crecimiento

discontinuo e inestabilidad política y, por consiguiente, irregularidades en el desarrollo

de la sociedad de la información (en adelante, SI)91 y, en segundo término, las IC

latinoamericanas se hallan rezagadas92; en su tendencia más fuerte, son

“desnacionalizadoras” y “deslatinamericanizadoras” (Martín-Barbero, 2000b: p.19).

Sobre este aspecto, con relación a la América Latina y el Caribe, Néstor García

Canclini, nos apunta:

“Las industrias comunicacionales se han convertido en una de las zonas de mayor competitividad y conflictividad entre intereses públicos y privados, entre países desarrollados y periféricos, y aun entre modalidades diversas de desarrollo cultural, por ejemplo entre lo anglo y lo latino. A medida que las grandes empresas

91 De alguna manera los países del norte van a la vanguardia en la mayoría de los sectores. Es interesante ver como incluso se habla de países equipados, países intermedios y países menos equipados. Como explicación a esta situación se alegan factores como la diferencia de ingresos, la infraestructura, la educación, la geografía, las condiciones climáticas, la cultura y hasta la religión. El hecho es que existe una brecha tecnológica entre los países del norte y los del sur y, que de no solventarse puede representar un retraso para la región latinoamericana en la carrera que suponen las tecnologías de la información y la sociedad red. Ya de por sí existen algunas zonas problema, países que dados los serios problemas políticos, económicos y sociales que están viviendo se encuentran en una situación de desventaja que preocupa al resto de los países dados los efectos colaterales que estas problemáticas generan y por ende hacen pensar que la sociedad red no es mas que otra utopía del mundo moderno. La posible transición de las redes actuales de telecomunicación a las futuras "autopistas de la información" (definida como un conjunto de redes de banda ancha, de manejo flexible, con un elevado nivel de inteligencia y con un acceso prácticamente universal) no parece que se vaya a realizar de una manera única y acompasada, sino que se tratará de una convergencia tecnológica cuya evolución dependerá mucho de los recursos dedicados a actividades de investigación y desarrollo (en adelante, I&D), que deberán enfrentar los países de la región para superar las grandes diferencias entre el norte y el sur que históricamente se arrastra. 92 La tesis de una producción más eficiente y competitiva, basada en el valor agregado intelectual de la región, capaz de generar o manejar con propiedad la innovación tecnológica, para alcanzar la redefinición industrial en atención a los cambios que se realizan al interior del nuevo paradigma tecno-económico (PTE), adquiere más peso y debe formar parte de las estrategias competitivas inmediatas de las Industrias Culturales y Comunicacionales en Venezuela. Además, tanto la productividad como las nuevas bases de competitividad de la economía-mundo, gravitan hoy sobre los procesos de concentración industrial, en su fase de conglomeración comunicacional de la información-intensiva -por consiguiente, de expansión transnacional-, como un "recurso" o "activo" con valor agregado y, en la provisión de valor al usuario / consumidor de una cultura “mass mediática” y/o multimedia, que permiten la puesta en práctica de varias formas de sourcing tecnológico. La acción conjunta de la innovación tecnológica y de los intercambios económicos internacionales está impulsando un movimiento competitivo y globalizador de las industrias culturales y comunicacionales a través de los bienes, mercancías y servicios culturales que vehiculan con el sistema-mundo.

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POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

privadas se apropian de la mayor parte de la vida pública, ésta ha experimentado un proceso de privatización, transnacionalización unilateral y desresponzabilización respecto de los intereses colectivos en la vida social. ¿Cómo elaborar políticas culturales que vinculen creativamente a las industrias culturales con la esfera pública de acuerdo con la lógica de la actual etapa de globalización e integraciones regionales?. No nos sirven los esquemas conceptuales empleados en la época en que las relaciones internacionales se entendían en términos de imperialismo, dependencia y culturas nacionales con relativa autonomía. (…) Las desigualdades entre regiones angloparlantes y latinas, y entre países europeos y latinoamericanos, son aún mayores en el campo de las tecnologías más avanzadas, o sea con el pasaje del registro analógico al digital, y el acoplamiento de recursos telecomunicacionales e informáticos. (…) Salvo la colación de unos pocos satélites y escasas investigaciones secundarias y subordinadas en algunas naciones, América Latina sólo es consumidora de estas novedades. Ni siquiera los únicos dos países latinoamericanos con fuertes industrias audiovisuales productoras y exportadoras, Brasil y México, han encarado programas competitivos de desarrollo informático. Aun en el consumo de tecnologías avanzadas la comparación revela muy desiguales puntos de partida para acceder a la información y las innovaciones.”93

Resulta necesario destacar, que los porcentajes mayores de infraestructuras

comunicacionales y de producción y consumo aparecen en las regiones que

representan a su vez los porcentajes menores en cuanto a población. Así, por ejemplo,

el conjunto de los países desarrollados, con menos del 30% de la población mundial,

concentra el 87% de las salas cinematográficas y el 54% de las radioemisoras

existentes. Los países en desarrollo, con más del 70% de la población, sólo poseen el

13% de las salas y el 46% de las emisoras radiales.

Pese a este entorno, nuestros políticos, y no pocos de nuestros intelectuales,

están muy claros de las carencias que tenemos en el orden económico, educacional y

social, pero sabemos muy poco de lo cultural como base y soporte para alcanzar que

los beneficios de la denominada sociedad de la información94 redunden en mayor

93 GARCIA CANCLINI, Néstor (2000) “Economía y Cultura: los países latinos en la esfera pública transnacional”. En: Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), Pp. 4 y 9. Negrillas nuestras. Dirección electrónica (URL): http://www.campus-oei.org/tres_espacios/icoloquio11.htm 94 Tal como señalan algunas fuentes, no parece existir una concepción común sobre lo que podríamos entender por sociedad de la información. Desde sociedad de la información o sociedad informacional a sociedad digital o sociedad interactiva, hasta más recientemente, economía digital, lo cierto es que, todos estos términos son válidos para nombrar un nuevo escenario resultado de la convergencia de tecnologías y la eclosión de Internet, caracterizado por el uso intensivo de las tecnologías en la casi totalidad de los sectores económicos y sociales, que ha tenido como

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cohesión social y territorial, en mayor crecimiento económico y, así evitar que las

fuerzas del mercado resulten en situaciones de desigualdad social o territorial.

Octavio Getino, nos exhorta al respecto que, “La concentración de la producción y de los mercados, tiende a estandarizar y a

serializar no sólo los procesos de fabricación y producción de libros, revistas, discos y películas sino también los contenidos simbólicos y las narrativas inherentes a dicha producción, además de sus obvias implicancias en la demanda y el consumo. Ello permite pronosticar una serie amenaza a la diversidad comunicacional y cultural, es decir, a la democracia, que debe ser inherente a la cultura para que ella sea tal. (…) Esta situación tenderá a agravarse aún más en los próximos años, si es que no se implementan políticas públicas de regulación y fomento, cuya finalidad principal sea la de garantizar relaciones equitativas y justas, en suma, democráticas, entre los intereses nacionales y los de otras regiones”95

2.1. - Competitividad e innovación de las IC en Venezuela.

Todos estos elementos dan idea de la evolución que han seguido las industrias

culturales y de la comunicación, pasando de un sector estático y protegido, en algunos

países, a otro dinámico, concentrado, transnacionalizado, de alta competitividad y

donde se encuentran comprometidos mayores volúmenes de capital. En efecto, el

estudio del comportamiento productivo de las IC unido al de la competitividad y la

innovación96, constituye un área esencial para la comprensión de la enorme incidencia

que tienen para el desarrollo económico, social y cultural de Venezuela con vistas a

repensar el futuro posible de las ventajas competitivas97 del país.

principal consecuencia "romper las reglas de la economía tradicional" -de ahí el término de nueva economía- haciendo posible desaparecer las limitaciones del tiempo y del espacio así como modificar radicalmente la cadena de valor a través de procesos de innovación permanentes. Para ahondar en el tema, recomendamos leer CASTELLS, Manuel (1998) La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Vol. 1. La Sociedad Red. España, Alianza Editorial. 590 Págs. Del mismo autor (2001) “La Galaxia Internet. Reflexiones sobre Internet, empresa y sociedad”. España, Plaza & Janés Editores, S.A. 317 Págs. 95 GETINO, Octavio (2001) “Aproximación a un estudio de las Industrias Culturales en el MERCOSUR. (Incidencia económica, social y cultural para la integración regional). Op. cit., P. 17. Negrillas del autor. 96 El factor “Innovación” se constituye como una muy importante fuente de riqueza y sustituye a la energía o a los materiales por el uso del conocimiento. Dado que el conocimiento se acumula exponencialmente, cada innovación crea la oportunidad de producir otras muchas, a bajo costo. Es muy barato crear y aplicar la mayoría de innovaciones digitales. De esta forma, la creatividad está desplazando al capital como principal fuente del crecimiento. 97 Aquí distinguimos el concepto de ventaja competitiva del de ventaja comparativa. Este nuevo concepto, es totalmente opuesto a la teoría de la ventaja comparativa que sostenía que los determinantes de la competitividad eran los recursos naturales, los costos de mano de obra, los tipos de interés, los tipos de cambio y las economías de escala.

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Por supuesto, para una visión más convencional del sector cultural, vincular los

términos cultura y competitividad, de inmediato genera reflexiones, dudas e inquietudes

sobre la pertinencia de esta articulación y los riesgos de su aplicabilidad en términos

del desarrollo de la creatividad, la creación y expresión cultural. Pero, la incorporación

de los principios de competitividad al desarrollo de las funciones, actividades y

operaciones de las industrias culturales y comunicacionales nacionales, permite a

estas incrementar su nivel de competitividad; ahora bien la efectividad con que se

apliquen estos principios determinara el nivel de esa competitividad que las IC estén

alcanzado, o bien el nivel en que se encuentre. La competitividad no es producto de

una casualidad ni surge espontáneamente; se crea y se logra a través de un largo

proceso de aprendizaje y negociación por grupos colectivos representativos que

configuran la dinámica de conducta organizativa, como los accionistas, directivos,

empleados, acreedores, clientes, por la competencia y el mercado, y por último, el

gobierno y la sociedad en general.

En tal sentido, es necesario lograr ventajas competitivas; Julián Villalba,

sostiene que:

“Las empresas competitivas son aquéllas capaces de ofrecer continuamente productos y servicios con atributos apreciados por sus clientes.(...)A este conjunto de características que distinguen al producto de una empresa de sus competidores lo denominamos ventajas competitivas.(...)Lo único seguro acerca de las ventajas competitivas es su dinamismo; los mercados pueden cambiar sus exigencias o la tecnología de la empresa puede verse desplazada por las de la competencia. Si una empresa no invierte en mantenerlas, remozarlas, tarde o temprano estará condenada a perderlas.(...) Existen dos categorías de ventajas competitivas: de costos y de valor. Las ventajas de costos están asociadas con la capacidad de ofrecer a los clientes un producto al mínimo costo.(...)Las ventajas competitivas de valor; por su

La competitividad considera como factores productivos el conocimiento, la productividad total, la innovación y la estrategia. Las ventajas competitivas son creadas por el hombre y derivan del conocimiento aplicado a todos los procesos de la organización y la sociedad.

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parte, están basadas en la oferta de un producto o servicio con atributos únicos, discernibles por los clientes, que distinguen a un competidor de los demás.”98

Esta filosofía de la competitividad y sus ventajas de costo-calidad ha traído

consigo la modificación de los mercados de trabajo al igual que de los procesos de

producción, comercialización y distribución de los bienes-servicios de las industrias que

se desempeña en el sector cultura-comunicación. El uso de estos conceptos supone

una continua orientación hacia el entorno y una actitud estratégica por parte de las IC

grandes como en las pequeñas, en las de reciente creación o en las maduras y en

general en cualquier clase de organización. Por otra parte, el concepto de

competitividad nos hace pensar en la idea "excelencia", o sea, con características de

eficiencia y eficacia de la organización.

No obstante, no se trata, coincidiendo con Octavio Getino (2001), de evaluar

solamente la situación de una u otra industria cultural en particular, sino de

visualizarlas en su conjunto, con un enfoque integral, sin perder de vista la

especificidad de cada una. Sus crecientes interrelaciones, tanto en el ámbito vertical

como horizontal, son producto de las articulaciones e innovaciones en los planos de la

producción, la comercialización, la tecnología, el diseño de contenidos y los consumos,

y terminan afectando también, desde lo global, a lo particular.

2.2.- Industrias Culturales e innovación en la Sociedad del

Conocimiento.

En efecto, habitualmente, las investigaciones sobre determinados aspectos del

complejo cultural y comunicacional de Venezuela, y con particular acento en las

98 VILLALBA, Julián (1995) “Estrategias empresariales”. En: Revista Talento. Espacio para la Promoción de la Competitividad. N° 2. Caracas, Venezuela. P. 13. Negrillas nuestras.

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industrias culturales y comunicacionales, han enfatizado su incidencia en la vida

cultural de la sociedad venezolana pero en menor medida en los agregados

económicos nacionales, en un escenario caracterizado por nuevas formas de

privatización transnacional, la apertura de mercados y la continua innovación99.

Las economías industriales se están transformando en economías basadas en

el conocimiento100 y, es en este nuevo espacio económico, en el que las industrias

venezolanas de la sociedad de la información, y particularmente las IC, deberán

competir en el futuro.

99 Una revisión de la literatura de innovación, muestra una variedad de ángulos desde donde este tema ha sido estudiado. Por mencionar algunos ejemplos: SCHUMPETER (1939) estudia el proceso como un todo; TUSHMAN (1977) analiza la innovación como un proceso de información; ROGERS (1983) se concentra en la difusión como parte del proceso de innovación; COOPER (1984) lo enfoca desde la perspectiva del éxito de las estrategias de la innovación de productos; VON HIPPEL (1988) subraya la importancia de los usuarios como fuentes de innovación; VAN DE VEN (1989) investiga la dirección de la innovación; PORTER (1990) relaciona la innovación con la competitividad; MUÑOZ-SECA (1992) vincula la innovación con el aprendizaje y la formación; y así hasta un largo etcétera. Para el propósito de este estudio, innovar es convertir ideas en productos, procesos o servicios nuevos o mejorados que el mercado valora. Se trata de un hecho fundamentalmente económico que incrementa la capacidad de creación de riqueza de la empresa y, además, tiene fuertes implicaciones sociales. El proceso mediante el cual se usa tecnología mejorada es conocido como innovación tecnológica. Es un proceso sociocultural (aprendido y transmitido socialmente) autónomo, que ha ocurrido por años y seguirá ocurriendo. Diferentes autores han hablado de la autonomía del proceso de innovación y sus características de independencia, autodirección y autocontrol. Las economías más poderosas de la actualidad son aquellas que han logrado fortalecer su capacidad de innovación, es decir, su capacidad para generar conocimientos y llevarlos al mercado. La intensa competencia por el mercado mundial obliga a los países a estar continuamente innovando con sus productos a fin de hacerse más competitivos: nuevas ideas para productos, tecnologías, procesos, etc. Como ejemplo, en los Estados Unidos de Norteamérica entran en promedio unos 1.000 productos nuevos cada vez, muchos de los cuales sustituyen productos aún antes de que se hayan difundido. Michael Porter, en su ya conocido libro: La ventaja competitiva de las naciones (1991) plantea que la mejora constante en busca de la innovación continua es uno de los nuevos factores que afectan a la competitividad de las naciones en el mercado mundial. Ya desde los años cuarenta, se reconoció la importancia de la innovación tecnológica para un crecimiento económico sostenido, gracias al aporte de Schumpeter. Para este economista, las innovaciones pueden ser vistas como nuevas combinaciones de los recursos productivos. 100 El conocimiento es la combinación de información, contexto y experiencia. El conocimiento resumido, una vez validado y orientado hacia un objetivo genera inteligencia, la cual pretende ser una representación de la realidad. Estos factores están gobernados por dos criterios: cantidad y calidad. Una naciente economía, que es conocida como la economía informacional global, porque trata con elementos intangibles, tales como la información, el conocimiento y el capital intelectual de las personas, está creando inéditos perfiles profesionales así como originales desafíos gerenciales para la organización de los procesos productivos -gerencia del capital intelectual (ICM), gerencia del conocimiento (KM)- que favorezcan la capacidad innovadora y, de manera más general, está ejerciendo un fuerte impacto en los patrones de interacción social con el surgimiento de una nueva estructura social dominante, que los expertos dan en llamar la sociedad en red, aunada a inexploradas expresiones culturales y, que se denominan habitualmente, como la cultura de la virtualidad real. Véase, CASTELLS, Manuel (2001a) “Tecnología de la información y capitalismo global”. En: Anthony GIDDENS y Will HUTTON, eds. En el límite. La vida en el capitalismo global. Barcelona, España. Tusquets Editores, S.A., marzo. Pp. 81-112. Título original: On the edge. Living with global capitalism. 2000. Trad. María Luisa Rodríguez Tapia; TISSEN René, Daniel ANDRIESSEN y Frank LEKANNE DEPREZ (2000) “El valor del conocimiento. Para aumentar el rendimiento de las empresas”. España. Pearson Educación S.A. 305 Págs. Título original: The Knowledge Dividend. Pearson Education Limited, 2000. Trad. Eva de Paz Urueña; CAIRNCROSS, FRANCES (1998) “La Muerte de la distancia. Cómo la revolución de las comunicaciones cambiará la vida de la Empresa”. Madrid, España. Editorial Paidos Odin. 373 Págs; TERCEIRO B., José y Gustavo MATÍAS (2001) “Digitalismo. El nuevo horizonte sociocultural”. Madrid, España. Grupo Santillana de Ediciones. Colección taurusesdigital. 319 Págs.

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La sociedad de la información es una etapa más en el proceso permanente de

desarrollo del conocimiento, y de acumulación de capital humano y de capital

organizativo de las empresas. En este nuevo entorno tecnológico, la información

aumenta su valor económico, circula, se intercambia, se acumula, facilita la mejora de

los procesos productivos y estimula la introducción de nuevos bienes y servicios. Así

tenemos que los cambios en el Paradigma Tecnoeconómico101 (PTE) y sus relaciones

con las IC, fundamentalmente aquellas cuyas actividades dependen de los derechos

intelectuales, constituyan los vectores de mayor importancia económica en el ámbito

internacional. Es importante señalar, que la función del derecho de autor y los

derechos conexos pueden examinarse, como otros derechos, en términos económicos.

Si bien este es el enfoque que se adopta en este estudio, es claro que la creación

intelectual no sólo compromete aspectos económicos, ni puede ser reducida a

consideraciones de mercado.

Ella involucra valores socio-culturales, que no pueden ser medidos en términos

puramente monetarios. No obstante, cabe notar, que a los efectos de esta

investigación, la "importancia económica" es una noción objetiva, cuantificable, basada

en el valor agregado por los intangibles protegidos por derechos de propiedad

intelectual. No se trata, por tanto, de una valoración subjetiva (del lado del titular o del

usuario), sino de una estimación del valor de estos intangibles tal cual se reflejan en la

retribución de los factores. El "valor" económico de un derecho de propiedad

intelectual (en adelante, PI) es la representación, en una fecha determinada, de todos

101 Ver, PÉREZ, Carlota (1996) “Nueva concepción de la tecnología y Sistema Nacional de Innovación”. En: Cuadernos del CENDES. Caracas, Venezuela. Año 13, N° 31, Segunda Época. Enero - Abril. Pp. 9-33; HIDALGO NUCHERA, Antonio (1999) “La Gestión de la Tecnología como factor estratégico de la competitividad industrial”. En: Economía Industrial. España. N° 330. Pp. 43-54.

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los beneficios futuros obtenibles de tal derecho, expresados en una sola suma de

dinero.

Por otra parte, la importancia de uno o varios tipos de propiedad intelectual

puede ser estudiada en relación con un sector productivo en particular. Los diferentes

intangibles que integran la propiedad intelectual, aportan un valor diferente según el

sector de actividad de que se trate, las características de los medios de producción y

comercialización que utilice, y de los productos y servicios involucrados. Asimismo,

diversos estudios realizados en algunos países industrializados han procurado

establecer el peso relativo de diferentes modalidades de PI en distintos sectores

industriales.

La realización de investigaciones sobre el impacto económico de los derechos

intelectuales (derecho de autor y derechos conexos) en el mundo contemporáneo,

como fuente de riqueza para los países donde se crean, producen, difunden o utilizan

las obras protegidas nos han permitido aproximarnos al conjunto de industrias

implicadas en el flujo nacional e internacional de bienes culturales. Estos análisis se

han caracterizado por examinar la producción y el comercio de las principales

categorías de bienes intelectuales, con la finalidad de contribuir a lograr un mejor

conocimiento de la importancia de proteger eficazmente los derechos de autor y

derechos conexos con miras a la expansión de las industrias culturales y

comunicacionales, así como registrar el impacto que están ejerciendo las nuevas

tecnologías sobre ese campo. Este tipo de estudios se basa en la identificación de las

industrias "del derecho de autor" y en el cálculo de su valor agregado. Estas industrias

-también llamadas "industrias culturales y de la comunicación"-, comprenden

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empresas que contribuyen a la producción y comercialización de obras protegidas por

el derecho de autor en distintos puntos de la "cadena de valor".

En primer lugar, se ubican las industrias "primarias", es decir, aquellas cuya

existencia misma depende de las obras autorales. Estas industrias se consideran

"primarias" en tanto tienen en común la actividad de fijación, en diversos medios, de

obras autorales. Desde la invención de la imprenta hasta nuestros días, la gama de

industrias primarias se ha expandido notablemente, por efecto del avance tecnológico,

incluyendo las técnicas de grabación fonográfica, la cinematografía, la fotografía y, más

recientemente, la tecnología de la cinta magnética para la grabación y reproducción del

sonido, la reprografía, la computación, la reproducción de obras audiovisuales

mediante "videograbadoras", y las nuevas aplicaciones surgidas con los "discos

compactos", tales como las obras "multimedia".

En segundo lugar, los estudios sobre la contribución económica del derecho de

autor contabilizan el valor agregado por industrias "secundarias", representadas por

las proveedoras de equipos e insumos de las industrias primarias. Estas últimas

incluyen las que suministran equipos e insumos utilizados para la fijación y

reproducción de obras autorales. Un tercer grupo de industrias -generalmente llamadas

en la literatura como "auxiliares"- participan en el proceso de producción de obras

protegidas por el derecho de autor mediante la prestación de servicios de diverso

tipo.

Un cuarto grupo de actividades es el que se refiere a la comercialización

directa de obras autorales. En algunos casos, dichas actividades son realizadas por

las propias industrias "primarias", o asumidas por firmas centradas en la distribución y

comercialización de los respectivos productos.

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En este punto, para el propósito de la investigación, utilizamos un concepto de

industrias culturales y comunicacionales, operativamente superior, entendiendo que,

“…, el concepto de ‘industrias culturales’ incluye también a las ‘industrias de la comunicación’, convergentes ambas en un común accionar sobre la cultura, la información y la formación de los individuos –‘la comunicación es esencialmente cultura’, y también en campos cada vez más integrados de la tecnología, la producción, la comercialización y el consumo. (…), el concepto de IC incluye a las ‘industrias de edición continua’ (libro, disco, cine, video); las ‘industrias de producción y difusión continua’ (prensa, radio, televisión), las ‘industrias de soporte’ (equipos e insumos), a las que pueden agregarse las ‘industrias de contenidos’ –destinadas a proporcionar los insumos simbólicos e intangibles que serán trasladados a soportes para su conversión en mercancías tangibles. También correspondería incluir en este universo a las industrias que, pese a tener originalmente una función específica y diferenciada con relación a la cultura, constituyen cada vez más un eslabón fundamental de las mismas. Es el caso de la publicidad puente interactivo y comunicaciones entre las experiencias y memoria de cada individuo y la finalidad empresarial de inducción al consumo. Es también lo que sucede con las ‘industrias de soporte’ que proporcionan máquinas, equipos e insumos a las IC (electrónica, electromecánica, óptica, química, luminotécnica, etc.), y con las ‘industrias conexas’ de la informática, las telecomunicaciones y las dedicadas a la ‘simulación’. A ellas les corresponde producir los recursos técnicos –máquinas y soportes- que sirven de infraestructura a las industrias culturales, a la vez que de soporte a la información y los contenidos simbólicos de la producción cultural”102

En este sentido, sería de mucha ayuda, precisar los rasgos que constituyen el

núcleo del paradigma de la tecnología de la Información y, que tendrá una influencia en

el desarrollo de las IC, constituyendo, como nos dice Manuel Castells (1998: Pp. 88-

89), la base material de la sociedad de la Información.

“La primera característica del nuevo paradigma es que la información es su materia prima: son tecnologías para actuar sobre información, no sólo información para actuar sobre tecnología, como era el caso en las revoluciones tecnológicas previas. El segundo rasgo hace referencia a la capacidad de penetración de los efectos de las nuevas tecnologías.(…) La tercera característica alude a la lógica de interconexión de todo sistema o conjunto de relaciones que utilizan estas nuevas tecnologías de la información. (…) En cuarto lugar y relacionado con la interacción, aunque es un rasgo claramente diferente, el paradigma de la Tecnología de la Información se basa en la flexibilidad. (…) Una quinta característica de esta revolución tecnológica es la convergencia creciente de tecnologías específicas en un sistema altamente integrado, dentro del cual las antiguas trayectorias tecnológicas separadas se vuelven 102 GETINO, Octavio (2001) “Aproximación a un estudio de las Industrias Culturales en el MERCOSUR. (Incidencia económica, social y cultural para la integración regional). Op. cit., Pp. 5-6. Cursillas del autor. Negrillas nuestras. IC, significa “industrias de la cultura y la comunicación”.

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prácticamente indistinguibles. Así, la microelectrónica, las telecomunicaciones, la optoelectrónica y los ordenadores están ahora integrados en sistemas de información. (…)Además, en lo referente al sistema tecnológico, un elemento no puede imaginarse sin el otro…”103

Y en el caso de las Industrias Culturales y Comunicacionales, Octavio Getino

(2001: Pp. 3-4), nos propone que: “…cada IC se relaciona con otras ramas de la producción y los servicios en

términos ‘industrializantes’ (…)También, todas ellas dependen de la existencia de otras industrias ajenas al sector cultural, sean las ‘industrias de soporte’ (electrónica, electromecánica, química, celulósica, óptica, etc.), o las más recientes ‘industrias conexas’, como la informática (Internet, web) y las telecomunicaciones. (…) Todo esto obliga a desarrollar estudios y políticas públicas y privadas capaces de abordar el campo de estas industrias, concibiéndolas como un universo de producción y servicios culturales, dentro del cual coexisten y se complementan distintas ‘constelaciones’, cada una de ellas, con sus características y lógicas particulares, pero integrantes de un poderoso entramado, donde la existencia de unas está condicionada por sus interrelaciones con las otras.(…) El trípode industrial que articula el televisor, el teléfono y el ordenador (TTO), implica ya un cambio sustancial en la tradicional concepción de las industrias culturales (productoras de soportes o de emisiones factibles de ser registradas en soportes, destinados a su vez al consumo de informaciones y valores simbólicos), por cuanto prescinde de tales soportes y facilita la producción, el intercambio, la interactividad y el consumo de dichos valores e informaciones a través de las imágenes, textos y sonidos digitalizados que convergen todos ellos en la pantalla, independientemente de su procedencia.”104

Con todo, y aquí entramos en la justificación del análisis economía-cultura; un

sector tan dinámico como es el de las Industrias Culturales y Comunicacionales,

requiere una relación constante con la investigación científica, el desarrollo tecnológico

y la innovación. Se trata no solo de conocer el estado del arte tanto en el ámbito

nacional como en el internacional, sino de impulsar la utilización de las mismas para

evitar la infomarginalidad, aumentar la cohesión social, mejorar la calidad de vida y

de trabajo, y acelerar el crecimiento económico de Venezuela.

Las industrias culturales y comunicacionales están operando tales cambios en

nuestra forma de trabajar, de aprender, de comprar y vender, de crear, de obtener

información, de comunicarnos y, en definitiva, afectan de tal manera nuestro modo de

103 Cursivas del autor.

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vida que es necesario asegurar el acceso a las mismas de todos los ciudadanos, sin

exclusión, con el objeto de que no haya discriminación y que todos puedan participar

en su desarrollo así como aprovechar sus beneficios. Es por ello imprescindible que

cualquier iniciativa global en el campo de la sociedad de la información para Venezuela

contemple las actividades de investigación y desarrollo (en adelante, I+D)105 y

especialmente las de innovación.106

Sin embargo, Venezuela, no dispone de un sistema prospectivo de indicadores

culturales estratégicos107 como parte de un proceso gerencial de innovación orientado

al conocimiento de las IC, que permitan identificar los elementos y las relaciones de

sectores de elevada actividad que, a su vez, determinan el ritmo de crecimiento, la

creación de empleo y, la generación y difusión de contenidos. No basta con realizar un

seguimiento de los aspectos estrictamente económicos de las IC. Se requiere el

conocimiento de la dimensión de mercado, de la percepción del negocio potencial, del

marco legal y social, de la estructura y fuerzas del mercado. Es precisamente el

104 Negrillas nuestra. 105 La investigación y desarrollo (I+D) se define como el trabajo creador que, emprendido sobre una base sistemática, tiene por objeto el aumento del conocimiento científico y técnico, y su posterior utilización en nuevas aplicaciones (FREEMAN, 1975). Es el mecanismo generador de aquellas tecnologías y conocimientos propios con las que la empresa pretende potenciar o desarrollar sus productos, procesos y servicios. La amplitud de este objetivo hace que la I+D, a su vez, deba incluir una serie de actividades que persiguen resultados diferentes aunque conectados entre sí. La I+D comprende dos actividades básicas: la investigación básica, que persigue determinar nuevos conceptos o principios científicos, aunque no posean una utilidad directa; y la investigación aplicada, encaminada a buscar utilidad a los conocimientos adquiridos por la investigación básica, demostrando cuáles pueden ser sus aplicaciones y ventajas sobre soluciones ya conocidas. 106 “Las relaciones entre la estructura de los mercados, la competitividad nacional y la innovación han sido objeto de interés desde los años sesenta. Aunque su análisis identifica a las empresas como los agentes que más activamente contribuyen a la competitividad de las naciones, su logro requiere de un entorno adecuado, que sólo los poderes públicos y los agentes sociales deben propiciar. Las fuentes tradicionales de competitividad (por ejemplo, la disponibilidad de recursos naturales o de capital) han perdido gran parte de su fuerza como consecuencia de la globalización, que también ha supuesto que ya no se pueda competir en el mercado, a través del subsidio, del monopolio legal o del proteccionismo. En estas circunstancias, las empresas encuentran en la innovación una de sus mejores fuentes de competitividad ya que, por ejemplo, la innovación produce un ahorro de factores de producción (energía, trabajo, etc.) por unidad de producto, con lo que se produce un aumento de la productividad y una disminución de los costes permitiendo, a su vez, una disminución de los precios de los bienes y servicios finales. (COTEC, 2001a: P.55)” 107 M. Porter (1980) desde comienzos de los ochenta ya señalaba la importancia de un análisis profundo de la competencia en el diseño de la estrategia de la empresa, recomendando el empleo de sistemas formalizados de inteligencia. Y ello, precisamente por las insuficiencias que ya entonces presentaban los enfoques informales. Desde entonces la creciente adopción de enfoques formales de vigilancia e inteligencia como modo de mejorar la

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conocimiento de la creación, la producción, la distribución y el consumo, a la vez que,

cuál ha de ser el nivel de intervención, si sobre el producto, la empresa o la rama

productiva lo que va ha justificar la necesidad de información a través de indicadores

y estadísticas que faciliten la aplicación de una determinada política cultural por parte

de los poderes públicos.

En este sentido hay una necesidad de disponer de estudios numerosos y de

amplia difusión que faciliten la toma de decisiones, tanto a los poderes públicos como a

los agentes privados que intervienen en el campo cultural, que ayuden a diseñar las

políticas culturales y las estrategias de producción y de difusión cultural. La falta de

estudios y análisis del sector cultural se debe, en buena parte, a la escasez de datos y

de estadísticas en el ámbito cultural, y este hecho también dificulta la evaluación

pormenorizada de su funcionamiento y la actuación de los agentes que la componen.

Ahora bien, ciertamente, son numerosos los conceptos que se han formulado

en torno al término de "industrias culturales", pero generalmente nos remite, a:

“las empresas de producción y comercialización de bienes y servicios culturales, (soportes tangibles con contenidos intangibles) destinados a su difusión y comercialización en amplios sectores de la población. Su función es la de producir (“fabricar”) mercancías o servicios de carácter cultural (libros, discos, películas, emisiones de radio, programas de TV, etc.) destinadas específicamente a difundir y reproducir en términos de prototipo o de serialización determinados contenidos simbólicos (obras literarias, obras musicales, obras cinematográficas, obras televisivas, información, etc.)”.(Getino, Octavio. 2001: p.4)

Lo cierto es que las industrias culturales son aquellas actividades que se

reparten principalmente en el género simbólico, cuyo valor económico primario se

deriva de su valor cultural. Por ello, Rafael Roncagliolo (1999: P.72)108, asienta que:

captación, análisis y utilización de la información ha venido siendo detectada y analizada en empresas de EE.UU y Europa. 108 Del mismo autor, RONCAGLIOLO, Rafael (1995) “De las políticas de comunicación a la incomunicación de la política”. En: Revista Nueva Sociedad. N° 140. Caracas, Venezuela. Noviembre – Diciembre. Pp. 102-111.

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“Todo este recorrido quiere servir a la finalidad de precisar que las industrias culturales pueden considerarse más como un pequeño departamento en el conjunto de la producción industrial de los países. Cuando hablamos de industrias culturales, hoy en día, no hablamos de un epifenómeno, sino de la médula de la economía. Y no hablamos sólo de una lista de empresas, sino de un conjunto muy dinámico que se transforma como un camaleón y se acomoda como una malagua”.

A este respecto diremos, según Ramón Zallo (1992: P.11), que desde el punto

de vista económico, las industrias culturales se conciben como:

“un conjunto de ramas, segmentos y actividades auxiliares industriales productoras y distribuidoras de mercancías con contenidos simbólicos, concebidas por un trabajo creativo, organizadas por un capital que se valoriza y destinadas finalmente a los mercados de consumo, con una función de reproducción ideológica y social. En otras palabras, el contenido simbólico de los productos culturales, su función política esencial, no quita en absoluta el hecho de que la cultura se haya convertido en un sector más de la producción industrial y mercantil. Y es esa naturaleza común lo que hay que destacar en primer lugar frente a los prejuicios y los malentendidos persistentes en este campo…”109

No dista de la definición marco de UNESCO sobre industrias culturales como

actividades de producción y comercialización que tienen como materia prima una

creación protegida por el derecho de autor. La definición que propone la UNESCO a

las industrias culturales sirve como marco de referencia ya que en las industrias

culturales son las actividades de producción y comercialización que tienen como

materia prima una creación protegida por el derecho de autor.

Adicionalmente industrias culturales y ocio están en distintos planos (producción

y consumo cultural en un caso, uso del tiempo libre en otro), ya que existen múltiples

actividades de ocio no vinculadas con industrias culturales, desde el turismo no

cultural, pasando por relaciones interpersonales, deporte, y otra serie de actividades

que hacen parte del estilo de vida.

“Quedan fuera de este concepto, aunque no de los análisis desde la economía política de la cultura y la comunicación, los servicios culturales

109 Cursillas nuestra.

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Page 93: Carlos Enrique Guzmán Cárdenas Política y Economía de la Cultura en Venezuela 1ra. Parte

POLÍTICAS Y ECONÓMIA DE LA CULTURA EN VENEZUELA

(bibliotecas, museos, archivos, artes escénicas y musicales, artes visuales, patrimonio y enseñanza artística y cultural) y las actividades culturales esporádicas o regulares, de carácter comercial y no comercial (fiestas religiosas, espectáculos populares, radios comunitarias, deportes, turismo, artesanía, juegos, etc.(…) Esta delimitación de campos no excluye de ninguna manera las interrelaciones que existen entre las industrias y los servicios y las actividades culturales. Unas y otras se complementan en el universo amplio de la cultura. Aunque las artes visuales, el diseño gráfico, las artes escénicas, los espectáculos musicales, el turismo, los deportes, etc., tienen sus finalidades específicas y diferenciadas. Pueden servir sin embargo de recurso básico o complementario de las industrias, pero al mismo tiempo se diferencian de éstas según las características y la lógica propia que es inherente a cada uno de estos campos. Tal interrelación puede abarcar desde los contenidos hasta las tecnologías y las formas de producción, gestión y comercialización”. (Getino, Octavio. 2001: p.4)110

La industria cultural presenta cambios importantes derivados de varios factores:

afluencia masiva de capitales, desarrollo de sistemas de comunicación unidos a

nuevas tecnologías de producción; evolución de las prácticas sociales y culturales.

Ramas tradicionales en el sector de la cultura y la comunicación como industria

editorial y prensa, necesitadas de revolucionar sistemas de producción para reducir

costos, o reinvertir en ramas de mayor crecimiento (radio y TV), aprovecharon la

iniciativa de capitales en industrias de la electrónica y telecomunicaciones, para su

evolución y desarrollo actual. La irrupción del capital privado en estas áreas se ha

acompañado por presiones por su desregulación y privatización.

Lo cierto, tal como nos dice Octavio Gettino (2001: p.7)

“Sea cualquiera la forma elegida para clasificarlas o abordarlas, todas las IC operan con un recurso básico e indispensable sin el cual aquellas no podrían existir que es el de la producción de contenidos (creación de obras, diseños, ideas, etc.), un sector cuyos productos pueden ser requeridos directa y sistemáticamente por las industrias, pero también capaz de ofertar los que fueron elaborados por iniciativa propia de los autores para su procesamiento en la industria respectiva. El campo de la creación reviste en este sentido una fuerza sustancial –en algunos países se la ha bautizado como la ‘fuerza de la creación’- cuya presencia protagónica debe ser suficientemente valorada ya que, además, expresa parte del imaginario colectivo de una nación –su “alma”- y en ella se asienta la identidad de cualquier industria cultural, además de constituir un importante ‘valor agregado’.”111

110 Negrillas del autor. 111 Negrillas del autor.

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