CARLOS RUBÉN RODAS RUIZ ANA CAROLINA...

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CARLOS RUBÉN RODAS RUIZ ANA CAROLINA CONTRERAS CÁCERES Te vamos a contar

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CARLOS RUBÉN RODAS RUIZANA CAROLINA CONTRERAS CÁCERES

Te vamos a contar

ISBN: 978-9929-702-17-2

Primera edición, 2017Colección de Ciencias SocialesCentro de Estudios Latinoamericanos “Manuel Galich” (CELAT)Escuela de Ciencia PolíticaUniversidad de San Carlos de Guatemala

Diseño e impresión: Litografía Mercurio (2251 3245)

La presente compilación de textos de autores seleccionados se realiza con el exclusivo propósito de poner al alcance de estudiantes, docentes e investigadores de la Escuela de Ciencia Política, algunos de los más importantes aportes de pensadores preocupados por los desafíos que plantean los procesos de reflexión teórica sobre la producción de conocimiento en ciencias sociales.

Queda prohibida la reproducción parcial o total del presente texto por cualquier tipo de soporte, sin la autorización expresa del autor, quién tiene reservados los derechos de ley correspondientes.

Universidad de San Carlos de Guatemala.

CARLOS RUBÉN RODAS RUIZANA CAROLINA CONTRERAS CÁCERES

Te vamos a contar

De la Guerra y la Posguerra en Guatemala:

relatos testimoniales y reflexiones

La verdad se corrompe tanto con la mentira como

con el silencio.Marco Tulio Cicerón

Agradecimientos

A todos y todas las queridas amigas que nos tuvieron paciencia, leyendo, releyendo, revisando y re-revisando. Dándonos sus valiosas sugerencias, su amable comentario, su oportuna observación.

Gracias a Eugenia, Marco Tulio, Megan, Maco (Lázaro), Lilian, Jenny, Peter, Fofo, Emiliano, Larraitz, Pepe, Lair, Alejandro, Francisco (Panchito), Lara, Arturo, Irma, Otoniel, Conchi, Ana, Sara, Rosa y Héctor.

Especialmente a Güichis, por su interés enorme y su paciencia.

Y a todas las personas que con su nobleza y solidaridad nos permitieron vivir esta etapa tan linda y hermosa de nuestra vida.

Reconocimientos

A Alexis Rojas por los dibujos y la portada.A Sara Martínez por la edición.A Marcio Palacios por su diligente apoyo.

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Prólogo

Por un azar del destino, Carlos y Carolina me han pedido que construya un prólogo para hacer una reconstrucción histórica de algo que ambos vivieron juntos y que ahora desean contárselo. Se trata de un documento invaluable que refleja con autenticidad y valor, una especial e inédita forma de expresar la articulación de experiencias vividas, recuerdos, testimonios, ideas y sentimientos; se trata de un intento por reconstruir su propia historia, vivida durante un tiempo en que fue dominante la necesidad de tomar las armas para enfrentar la agresión de un Estado militar, que a partir de 1954 negó a la mayor parte de la población guatemalteca el derecho a construir una patria libre, democrática, plural, justa, sin exclusiones, sin racismo, sin pobreza, con igualdad, con respeto al bien común pero, sobre todo, con capacidad para imaginar una patria en donde quepamos todas y todos, ubicados en el contexto de un Estado Democrático de Derecho.

Me estimula profundamente saberme portador de esta petición, porque podré trasladar a quien lea esta obra un mensaje de admiración y solidaridad fraternal hacia ellos, que espero sirva de presentación a esta hermosa melodía interpretada a cuatro manos, en la que subyace la intención de que esta nuestra Guatemala no se olvide nunca que tenemos la obligación de reconstruirla, superando un pasado que ha expresado tanta explotación, violencia, injusticia, segregación, y racismo, particularmente en contra de los pobladores originarios de este territorio, pueblos indígenas subyugados durante siglos, quienes sistemáticamente han sufrido la exclusión y la miseria, efecto estructural de un sistema de dominación que les ha despojado violentamente de sus tierras y que pretende hacerlo con su memoria histórica.

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Esta ha sido la actitud dominante de una elite oligárquica que progresivamente ha ido estructurando deliberadamente la ejecución de actos de genocidio; no solamente uno, sino una pléyade de acciones criminales buscando eliminarlos por el hecho de ser indígenas, sin importarles si eran hombres o mujeres, niños o niñas, ancianos o ancianas; intensificando su racismo ante el temor a captar su capacidad de organizarse y buscar libertad, justicia y respeto, sin tomar en cuenta que se trataba de población civil no combatiente.

Carlos y Carolina han decidido afrontar su propia historia planteando como eje principal en este análisis la búsqueda de la verdad, la cual, siguiendo a Marco Tulio Cicerón, “se corrompe con la mentira como con el silencio”. Inician esta obra diciéndoles quiénes son, reconociendo que ambos fueron miembros del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) durante una etapa muy sensible en el desarrollo de la guerra interna; que ambos formaron parte de un proyecto orientado hacia la construcción de formas de vida en sociedad, a partir de las cuales fuera posible articular un mundo justo y solidario. Ambos convivieron durante la guerra y fueron capaces de ir sumando cada día elementos básicos que harían posible la comprensión del momento, del espacio y de la responsabilidad que les correspondería asumir.

Me llamó la atención darme cuenta de un comportamiento que ellos identificaron, posiblemente generalizado en algunos excombatientes, al llegar el momento de reincorporarse al orden común después del final de la guerra; tal vez debido a que se captaba un sentimiento de derrota y temor ante la herencia y los posibles efectos de la contrainsurgencia, reflejados en algo que no siempre ha sido visible: que aquel que se desmovilizó siguiendo una consigna, “llegó a negarse a sí mismo; a negar lo que fue”.

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Esta situación me hizo reflexionar en una experiencia similar que me tocó vivir en Colombia, hace ya varios años cuando tuve oportunidad de platicar con uno de los desmovilizados del primer grupo, quien reflejando tristeza me dijo: “A mí la paz me destruyó; antes yo era un comandante guerrillero; sabía qué hacer y por qué hacerlo; ahora no soy nadie; nadie me conoce, no tengo trabajo, no tengo dinero; antes no me preocupaba si habría alimento, ya que todos compartíamos lo que había, pero ahora tengo que pagar hasta el transporte público, la ropa, los zapatos; no puedo sostener a mi familia; temo por ellos y no me siento capaz de poder seguir viviendo así; no soy nadie”. Cada vez que reflexiono en esa experiencia, y pienso en el significado de negarse a sí mismo, me convenzo de que no fuimos capaces de construir las condiciones obligadas para hacer posible una reinserción segura, digna y con futuro.

No haber pensado en el futuro de todos aquellos que dejarían las armas, nos ha condenado a que en todo este tiempo de posguerra, hemos ido reproduciendo muchas de las condiciones de ese pasado; no llegamos a comprender que la parte más sensible de la confrontación armada residía en el convencimiento de que para ganar esa guerra debíamos superar la pobreza extrema, el hambre de los niños que se acuestan sin haber comido y que se levantan sin saber si podrán comer ese día. Ganar la guerra significaba haber resuelto todas las condiciones que la generaron: superar la desigualdad, la discriminación, la acumulación corrupta de la riqueza, que estructuralmente ha generado la reproducción permanente de la pobreza, y el desconocimiento del “otro”; también, la necesidad de garantizar la existencia de ocupación remunerada, estable y digna; de sistemas de educación y salud pública, de organización comunitaria, del acceso a la tierra para el campesino. Todo ello centralizado en una visión social, política, económica, y plural, que nos garantizara estar estimulando la refundación de un Proyecto Nacional en una sociedad solidaria; algo similar a lo

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que se propuso y construyó durante la etapa 1944-1954, cuando Luis Cardoza y Aragón calificó a Guatemala como “el país de la eterna primavera”.

Por ello, estamos obligados a dejar atrás lo que ahora somos: “un país de la eterna tiranía”.

El esfuerzo de Carlos y Carolina busca dejar una historia escrita que, a la par de aclarar ideas con ellos mismos, les permita contarles quiénes eran, por qué lo hicieron, cómo lo hicieron, con quiénes lo hicieron, qué tanto valoran sus experiencias, cuáles fueron los resultados, cómo captan este presente, y qué tanta esperanza puede esperarse respecto a un posible futuro.

En síntesis, han escrito lo que sintieron a lo largo de su experiencia; reflexionan y se sienten orgullosos de las razones que motivaron su lucha, de la participación de ambos en los Servicios Médicos del EGP, y de todo lo vivido con las Comunidades de Población en Resistencia (CPR), en la selva y en la sierra, reconociendo que en la selva se vivía más tranquilamente que en la locura citadina: allí había naturaleza, alimentación sana, escasa, pero saludable, mucho ejercicio y, sobre todo, mucha humanidad, mucha solidaridad, muchas razones para vivir estimulando su lucha por lograr un mundo incluyente para todas y todos.

Finalizar la lectura de esta obra me provocó un Dejá Vu, un recuerdo repentino que me obligó a comparar estas experiencias con el testimonio de otra excombatiente, que también decidió compartir su historia1; ojalá que otras y otros decidan hacer lo mismo. Estoy convencido de que este acto de compartir un segmento vital en la vida de quienes lo experimentaron y ahora lo escriben, reafirma su identidad histórica y su disposición a

1 Yolanda Colom: Mujeres en la alborada, Ediciones del Pensativo, Serviprensa S.A., Guatemala 2013.

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continuar siendo útiles para nuestro país y para todo aquel que los necesite. Ojala que estos testimonios se comprendan y se compartan, a fin de que este esfuerzo sirva como estímulo a una reflexión seria y sensata, que llegue a generar una corriente ampliada de interpretación y comprensión de esos momentos que vivieron, y que muchas guatemaltecas y guatemaltecos desconocen o simplemente ignoran.

Envío un abrazo fraternal para Carlos y Carolina, recordándoles que siempre existirá un espacio para poder construir los sueños.

HLVS

Héctor Rosada-Granados (33°)Guatemala, 18 de mayo del 2017

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Antecedentes

Somos Carolina Contreras de 48 años de edad y Carlos Rodas de 70 años de edad. Carolina estuvo organizada desde 1980 hasta 1993 en el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y Carlos estuvo organizado también en el EGP desde 1979 hasta 1992.

Cuando yo, Carolina, regresé a mi ciudad natal en 1993, traía conmigo a mi hijo de menos de dos años de edad. El país se encontraba en conflicto ideológico expresado en una guerra cruenta, la seguridad proporcionada por el gobierno de turno era selectiva por lo que la inseguridad para la mayoría de la población era muy grande, las posibilidades de apoyo y trabajo formal muy limitadas. Pese a ello, nunca estuve sola, siempre hubo familiares (pocos) y amistades (pocas también) que me tendieron una mano para hacer posible el reencuentro con la vida pública y cotidiana.

Fue difícil, muy difícil. Pero yo era joven, optimista y tenía una meta clara: sacar a mi hijo adelante. Y así fue, con mi madre, mi hermana y mi sobrino constituimos un núcleo familiar tan fuerte que logramos sacar adelante a los dos patojos y a nosotras mismas.

El conflicto ideológico expresado en una confrontación armada nos quitó seres amados y amistades muy queridas, pero también nos dotó de principios, valores y fortalezas incalculables e inagotables. La post guerra me ha quitado ilusiones y esperanzas, pero las ideas y razones que originaron el conflicto ideológico mantienen la creencia en la capacidad que tenemos los seres humanos de construir formas de vida en sociedad que nos permitan construir un mundo justo y solidario para los humanos y en equilibrio con todos los seres vivos que coexistimos en esta tierra y en el universo.

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Yo, Carlos, regresé a Guatemala en 1997, un año después de la firma de la paz. Me llamó poderosamente la atención que al encontrarme con ex compas, ellos y ellas negaron su participación, incluso en un caso, una persona me dijo que lo confundía con su hermano gemelo. Yo lo conocía cuando nos unimos ideológicamente antes de la guerra y sabía que era hijo único. Llegué a comprender el grave daño que logró la estrategia contra-insurgente, que es el negarse a sí mismo.

Al regresar viví con mi padre, a quien al visitarlo sus familiares, todos muy conservadores, decían que todos los asaltos, todas las violaciones, todos los secuestros habían aumentado desde que se desmovilizaron los subversivos, por los medios de comunicación se incrementaban las acusaciones contra los miembros de la guerrilla, se decía que los exguerrilleros eran los causantes de todos los problemas de Guatemala. Yo trataba de explicarles que no era así, pero nadie me quería entender y fui de nuevo comprendiendo el daño de la estrategia contra-insurgente que logró penetrar que solo había un lado bueno, el del poder, razón por la cual anteriormente decidí irme a la montaña.

Decidí escribir para aclarar mis ideas conmigo mismo y dejar constancia de que luchamos por un sociedad justa y solidaría donde nadie tenga que prostituirse, mendigar en las calles, vivir de la basura, amanecer y no tener una tortilla para mitigar el hambre, vivir en condición infrahumana, en un país donde la riqueza económica es la más grande de Centroamérica pero está en manos de muy pocas personas. Es la paradoja, entre más pobres existen en un país más grande es la riqueza económica de unos cuantos. Por eso luchamos por las cosas que creíamos y buscando el bienestar común.

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Escribía, trataba de dejar constancia de que en ningún momento fuimos bandoleros, al contrario, luchamos por las cosas que creíamos y buscando el bien común. Lo leía, releía, no me gustaba, no sentía la capacidad de dejar escrito lo que sentía y quería decir.

Pasaron los años y gracias al apoyo de amigos y amigas muy queridos, especialmente la Güicha, mi compañera, poco a poco fui retomando el escribir, ahora hace unos 20 meses.

Platiqué con Carolina, que también, como yo, estuvo en Servicios Médicos del EGP y me dijo que sentía igual, que era necesario dejar constancia de nuestro pasado, de tantas personas anónimas que dejaron su vida buscando una Guatemala más cercana a la dignidad para sus habitantes.

Empezamos a escribir, entre risas, recuerdos agradables y tristeza, un enorme ramo de sentimientos encontrados.

Se perdió la guerra, pero en la ideología sigue presente como el primer día que decidimos irnos a la montaña a luchar con las mujeres y hombres que menos cosas materiales tienen pero son héroes de la vida diaria. Seguimos creyendo firmemente que este sistema de desigualdad e inequidad debe desaparecer. Seguimos creyendo que todas las personas tenemos los mismos derechos y que todas merecemos ser tratadas con respeto y a vivir con dignidad.

Y cuando decimos vivir con dignidad nos referimos a tener los derechos constitucionales cumplidos en educación, salud, alimentación, vivienda, medios de vida, vivir pues… en paz, con alegría y en familia. Porque esto que hoy se le llama paz no es la del bien común para todos y todas, sigue siendo para unos cuantos. La paz de los militares, la paz de la oligarquía, la paz de los que se vendieron… esa paz, como ya todos lo hemos

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constatado, no nos sirve. Seguimos siendo un pueblo pobre y jodido. Eso nos sigue indignando.

Tratamos de contar cosas positivas y negativas de lo vivido en los años de la montaña para que ustedes lectores lo lean y analicen.

La derrota más difícil de superar es la interna. Es por eso que hacemos el esfuerzo de escribir, para que se pueda saber de tantos héroes y heroínas anónimas que aún vivos o ya muertos, se lo merecen.

La memoria genera conciencia crítica.

Ojalá lo logremos.

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Introducción

Contar… Qué difícil es contar cuando te pasás varios años perdido en la decepción, perdido en la frustración, perdido en el desencanto, perdido en la depresión. Ahogado en un mar de tristeza. Respirando sin vivir.

Con mucha rabia, con mucha ternura, con llanto en la puerta de los ojos ante cualquier acto de represión hacia otros y otras. Con mucha impotencia, aunque con una gran indignación.

Sí, se vive como esos boxeadores, que se levantan semi groguis después de un gancho a la mandíbula. Con la enorme diferencia que el conteo no son diez segundos para reponerse, son años por segundo, hasta que vas saliendo de nuevo a la vida.

Quemaste tus naves, no hay retorno. Regresas sin quererlo. No te insertas, te ensartan, te obliga la realidad a vivir donde no querías, donde no esperabas.

Lo vas masticando, no lo puedes digerir. Te mantiene la tranquilidad de que fuiste consecuente, pero no sabes valorar lo grandioso de tu experiencia.

Ves a tu alrededor, tus queridos y queridas compañeras, algunos y algunas sumidas en las dependencias, alcoholizados, uno o una que otra, destruyéndose con las drogas duras, una forma muy difícil de evadir la realidad.

Tu triste consuelo es la comparación y ves que otros y otras están en peores condiciones que la tuya. Al menos eso te parece.

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Se tiene la posibilidad y recurres a la ayuda psicológica, al apoyo psiquiátrico. Pensás que estás o no estás loqueando, que querés vivir, pero no querés vivir.

Pasan los meses, pasan los años y poco a poco te vas reponiendo, vas asimilando que el fracaso fue en la guerra, pero no en las causas justas que la originaron.

Llega un día que recuerdas y te sientes orgulloso, muy orgulloso de tu consecuencia, de las razones por las que se luchó, en comparación al ver la descarnada realidad de hoy en día, sabiendo que el neoliberalismo es un sistema despiadado, donde podrá sobrevivir el que pueda pagarse sus recursos, crea ciudadanos rentables, los que no tienen posibilidad por los niveles de miseria en que viven, pues a morirse, y encima, si reclaman por el deterioro de la tierra, su sagrada tierra, los persiguen, los matan, los encarcelan y los tratan como subversivos y bandoleros.

Decidimos contar sobre nuestras experiencias porque esperamos que de algo sirva a los seres humanos que aún creen en otro mundo justo y solidario.

La verdad, asunto complejo. La verdad es siempre imperfecta, es inexacta. Y más aún cuando está afincada en la memoria y atravesada por la subjetividad de cada ser humano que la conoce, que la vive o que da cuenta de ella. Cada persona, cuando vivimos un hecho, sólo tenemos a nuestro alcance partes de la información de lo acontecido y con esos fragmentos de información es que vamos construyendo nuestra propia verdad.

Queremos pedir disculpas antes de empezar a contar fragmentos de nuestras historias y de nuestra historia, antes de empezar a contar mi verdad, su verdad, nuestra verdad; pedir

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disculpas porque algunas historias que aquí contamos, por su inexactitud y falta de imparcialidad, pudiesen afectar a la verdad de otras personas que de forma directa o indirecta han formado parte de nuestra vida, de nuestras verdades y de cada uno de nosotros como seres sociales vivos y dialécticos.

Esperamos que muchas personas podamos contar nuestras propias, parciales y subjetivas verdades, para que algún día podamos unirlas y tengamos, entonces, la capacidad de construir una verdad colectiva. Nuestra memoria que junto a las otras memorias contribuya a seguir aportando a la Memoria de lucha histórica de nuestro pueblo.

No pretendemos nada grandioso, pero sí algo especial que invite a la reflexión. No tenemos la verdad, pero sí, de eso estamos seguros, la sinceridad de contribuir con nuestra experiencia vivida de buscar una Guatemala más cercana a la dignidad, más cercana a la justicia. ¡Todas las personas nos lo merecemos!

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La propuesta inicial

Carolina, decís que querés que platiquemos de nuestras experiencias en la guerrilla, estoy de acuerdo. ¿Tenés algún interés en especial?

Carlos, después te cuento, quiero que vayamos juntando lo que nos contamos porque ando buscando más datos, que me den esperanzas sobre una inquietud que tengo y quiero conocer más las intimidades de las personas que estuvieron en la guerrilla, para entender procederes y actuaciones humanas. Y algo muy importante son los diferentes puntos de vista, estoy cansada de posicionamientos dogmáticos.

Me parece muy interesante tu propuesta. Estoy de acuerdo con vos. Al igual que el sistema contra el que peleábamos y con el que no estamos de acuerdo, tenemos una historia oficial y la historia contada por las personas, que son todas las demás versiones, desgraciadamente a la única que se le da validez es a la oficial

Sí, vos, tenemos que ir aprendiendo a ser más críticos y ver nuestras realidades desde lo humano, si de verdad queremos incidir para que algo cambie en este mundo neoliberal tan injusto y que es tremendamente anulador de la persona.

Otra cosa que me interesa es que me den otras opiniones de Servicios Médicos -SM- en la guerrilla, porque eso enriquecerá las mías. Acordate que uno tiene su propia visión y versión, que es parte de la verdad y tomarlo como la verdad completa es equivocado. Cabal, con tus vivencias y las mías, podemos juntarlas para hacer una realidad, la nuestra, si nos ponemos de acuerdo.

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Si, mirá, así como lo de SM a mí me interesa, también que nos contemos lo vivido con las Comunidades de Población en Resistencia –CPR-, en la selva y en la sierra, de los combatientes en la montaña y en la ciudad, que pelearon por una causa justa; también las experiencias con simpatizantes y colaboradores de la guerrilla…

Yo te llevo a vos 20 años, esa es una oportunidad para ver el mismo fenómeno con diferente interpretación. ¡Eso es muy enriquecedor!

Bueno, ¿vamos a tomarnos un café o preferís una chelita?

Un café, es muy temprano para chelas, por lo menos para mí.

Solo una y no seas tan rutinario.

Está bueno.

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Este lugar está tranquilo, ¿te parece?

Bueno, en esa orilla que da al jardín podemos sentarnos.

¿Qué cerveza me aconsejas?

Yo diría la del cachudo, porque la otra, como sucede con muchas cosas, cuando se vuelven cantidad, ya no se preocupan por la calidad.

Sí, eso que decís, el negocio se impone y a ponerla al día a base de químicos.

Vos, contame un poco de las CPR, yo las conocí y viví un tiempo cercana a ellas, pero vos las conoces más y vamos complementando. ¿Te parece?

Bueno.

Aquí tienen las cervezas.

Gracias señorita y nos trae unas boquitas por favor.

Está bien.

Las Comunidades de Población en Resistencia

CPR es la abreviatura de Comunidades de Población en Resistencia. Se iniciaron en la selva y la sierra. O sea en el Ixcán y en el área Ixil. Posteriormente hubo otras en Petén.

También lo que nos contemos, es nuestro punto de vista, pero entre los dos podemos sacar algunas conclusiones y vamos comentando, ¿te parece?

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Claro que sí.

Yo conviví bastante tiempo con los compañeros y compañeras de las CPR del Ixcán o de la selva. Los del área Ixíl y Quiché eran las CPR de la sierra; conviví menos con ellos y a los del Petén ni los conocí.

Yo sólo conocí a las del Ixcán y a las de Petén. Pero no a las de la sierra. Chilero*, entre los dos podemos platicar un poquito de las tres CPR que existieron.

Mirá que rico, trajo frijolitos volteados y tortillitas. Gracias, señorita.

Entonces te voy a contar de la selva y de la sierra. ¿Estamos?

De acuerdo, mano.2

La extensión de la selva es de aproximadamente 30 x 30 kilómetros cuadrados. Su lindero al norte es la frontera con México y al este y oeste los ríos Xalbal e Ixcán, respectivamente. Cuando yo llegué al Ixcán en 1983, el ejército de Guatemala, tenía colocados varios puestos militares, formando un semi circulo cubriendo toda el área insurgente.

En ese año hubo varios meses que todas las noches cañoneaban desde los puestos como una hora u hora y media hacia donde pensaban que estaban las CPR, fustigando y peinando toda el área. Los puestos estaban en Mónaco, Los Ángeles, Mayalan, Xalbal, Puente Xalbal, Limones, Cuarto Pueblo, entre otros. También realizaban exploraciones, búsqueda y contacto con la guerrilla, persecución y aniquilamiento de CPR, destrucción de siembras, entre otras

2 Localismos en glosario al final del libro y en letra cursiva

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funciones que les asignaban cuando penetraban fuerzas mayores.

Vos, ¿y hubo muchos muertos con los cañonazos?

No lo vas a creer, pero no hubo ni uno. Los guerrilleros en nuestros campamentos dormíamos en hamaca y debajo de ella cavábamos una trinchera de posición acostados, al sonar el primer bombazo a seguir durmiendo en la trinchera.

¿Y se podían dormir así?

Sí. Podíamos dormir. Y las personas de las CPR, vivían en construcciones de nylon u hojas de pox, que hay muchas en la selva y la ponían de techo, con su refugio debajo del tapesco que usaban para dormir.

¿Qué es la hoja de pox, vos?

Es una hoja que crece de forma silvestre y se parece mucho a la hoja de pacaya. Es muy resistente y cubre de la lluvia. Se amarran de 4 a 5 hojas de pox en una especie de manojo y se van uniendo a otros manojos que se colocan en una estructura de palos y con ello se construyen techos en la selva.

Yo pensaba que esos techos se construían con hoja de manaco.

Sí, vos, el manaco también sirve, pero eso no hay en el Ixcán. Bueno, eso creo. Yo sólo conocí y construí con pacaya y pox.

Antes mencionaste los tapescos. ¡Ay, los tapescos! ¡Si los tapescos contaran historias!

Los tapescos, gran cosa, vos.

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Me acuerdo ahora de lo difícil de mi primer tapesco. Me acuerdo de que le dije a un compa que me orientara qué cortaba para construirlo y me dijo que cortara 4 horcones, le tuve que preguntar qué eran los horcones y me dijo, son palos en forma de y griega, como la horqueta de la onda, con esa que se tiran piedras, se siembran rectangularmente, poniéndoles un palo entre las partes de encuentro de las dos patas de la y griega. ¡Qué difícil decirlo! Y continuó el compañero, se colocan palos redondos, de más o menos el mismo grueso sobre los dos soportes que pusiste entre las dos partes de encuentro de la y griega. Luego lo amarrás con bejuco.

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Sí, vos, cuando llegaste a nuestro campamento yo creo que ya teníamos hasta mesa de operaciones. Y también se fabricaban sillas para atención dental. Sí, Carolina, todo un centro de artefactos médicos, fabricados desde la sencillez de lo práctico y con los recursos que la naturaleza nos daba, así sin procesar.

¿Y vos los hacías?

No jodas, después ya lo hice, pero aprendí con todas estas personas que viven en perfecta comunión con la naturaleza.

Bueno, Caro, continúo, ya que lo preguntabas, sí se podía dormir con los bombardeos, también los compañeros y compañeras de las CPR lo tenían incorporado en su vida diaria.

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No lo vas a creer, pero en un buzón las CPR de la selva guardaron todo el tiempo una marimba y cuando habían condiciones, eso quería decir, no había patrullas del ejército en el área y había una celebración especial, se sacaba la marimba y por la noche, ¡a bailar!

Por si ya se te olvidó, te lo recuerdo, aunque yo sé que no se te olvida, parecíamos topos abriendo y cerrando hoyos, como su nombre lo indica, los buzones eran agujeros que se abrían en el suelo, ahí se guardaban cosas y su entrada se disimulaba, borrando huellas y así estaban seguras las cosas guardadas.

Sí, vos, yo me acuerdo la primera vez que me dijiste: andá vos sola al buzón a traer el equipo. Como dicen los patojos, me sentí chingona porque eso significaba que confiabas en mí, que no me iba a perder en la selva y que iba a saber cubrir el rastro. Y sabés qué… ¡No me perdí!

Pero volviendo a lo de la marimba. Era bonito, a la luz de una fogata, bailando, eso sí, cuando disparaban con los cañones, desde los destacamentos militares, que fue durante varios meses, como te conté antes, se oía el bombazo de salida, automáticamente la marimba se callaba y todos ponían atención, dependiendo del ruido…

¿Era como un zumbido, verdad?

Anda vos a saber las diferencias de los ruidos, la cosa es que si se oía lejos, seguían tocando y todos bailando, pero si por el ruido iba a caer cerca, todos y todas al suelo, al estallar la bomba, de pie, y a continuar con la pachanga.

Vos, para cualquiera eso parece una locura.

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Viéndolo aisladamente, estoy de acuerdo con vos, parece una locura.

Pero, Carolina, si lo ves desde su esperanza, su ilusión, su disposición a luchar y resistir por nuevas y mejores oportunidades, fueron medidas sabias para contrarrestar el pánico, el miedo paralizante y aprender a vivir en condiciones más difíciles, sin parar sus actividades, pero controlando los riesgos de su nueva vida social. Acordate que tenían que seguir una vida normal, con más riesgos, eso sí, pero era población, no eran combatientes, había niños, niñas, ancianos… Los niños iban a la escuela, los hombres sembraban, las mujeres se dedicaban a las labores domésticas.

Sí, vos, desgraciadamente todo era tan normal.

¿Por qué decís eso?

Sí, ufff, me refiero a los roles de hombres y mujeres. Pero ese será otro tema que platicaremos otro día.

Ah… y cuando llovía sin cesar… la pachanga no paraba. Te acordás que llovía nueve meses al año, había un lodazal constante y siempre con botas de hule. Bailábamos con las armas colgando del cincho o en bandolera y en un lodazal que con las pisadas se acrecentaba, a veces ni se escuchaba la música entre la fuerza de la lluvia cayendo en el nylon que se improvisaba como techo y el chiploc chiploc de las botas al salir y entrar rítmicamente en el lodo.

Sí, vos. A las compañeras nos llevaba el río en las fiestas que se hacían en los campamentos, porque no parábamos de bailar en toda la noche porque normalmente eran menos mujeres que hombres y todos los hombres querían bailar, y bueno, ya sabés, no hay mucha costumbre en nuestra cultura que hombres bailen con hombres. Algunas compañeras eran muy bailadoras,

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pero otras mejor se escondían para que no les estuvieran va de pedir que bailaran.

Había compañeros que se enojaban, pero la mayoría se ponía triste cuando no habían logrado conseguir pareja para el baile, porque no eran muchos los momentos que se tenían para descansar, relajarse y divertirse.

Sí, te digo que se controlaba de maravilla el miedo. Y es que te podes imaginar cómo es de natural en una comunidad, imagínate se encuentran dos señoras, de esas que no pueden dejar de hablar y una le puede decir a la otra ¡Ya va a llover! Y sigue su marcha después de preguntar por los hijos e hijas, que si sus gallinas ponen huevos a diario y un sinfín de cosas importantes en la vida diaria.

Pues en esos tiempos, esas mismas señoras que antes hablaban de la lluvia y la familia o de la comida, ahora, en medio de la guerra, se encontraban y se decían: ¡Salió una patrulla del destacamento de Mónaco y vienen en este rumbo! Pero ninguna corría temerosa, sencillamente regresaba a su champa, a su hogar a avisar a los hijos e hijas y demás familia, arreglar las cosas… ¡Era ya tan natural! Era el aviso para tener todo listo para que a la hora indicada por los dirigentes de la comunidad, se pusieran en camino, jugándole la vuelta a la patrulla.

Aunque ahora me acuerdo de una experiencia triste y de extrema valentía. Resulta que una patrulla del ejército pasó a pocos metros de donde estaban escondidas todas las personas de la comunidad y una niñita de pecho, empezó a llorar y la madre rápidamente le tapó la boquita con su mano, en lo que pasó la patrulla y se alejó, la tuvo así, al retirarle la mano, la niñita estaba muerta y la valiente madre solo gemía y suspiraba desesperada, sin poder llorar. Cosas difíciles y tristes, pero que sabían que en eso iba la vida de todos.

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Sí, Carlos, es increíble cómo los seres humanos se adaptaban a esas condiciones duras y difíciles donde prevalece el valor común y la vida colectiva.

Sí, vos, es de las cosas que se aprenden y nos sentimos orgullosos de haberlas vivido con ellos; aunque analizado desde otro contexto es muy difícil el entenderlo y estar de acuerdo.

No se cree que con tantas y tantas vicisitudes que se vivieron en esa etapa de la vida, es interesante y bonito analizarlo y el recordar el verlos y como te enseñan a ir sorteándolas sin perder el don de la alegría.

Sí vos, había alegría, la alegría de la consecuencia, la alegría de la esperanza, la alegría de luchar por un mundo justo y solidario.

Te voy a contar una anécdota con un compañero, en una oportunidad que llevábamos cargas.

La alegría y el buen humor siempre presentes

Íbamos cansados, habíamos salido a las tres de la mañana de nuestro campamento en la selva del Ixcán y eran como las ocho de la noche.

Veníamos de regreso después de caminar unas seis horas, desde adentro de Chiapas, cada uno con maíz en la espalda. Sudando y pujando, bueno, así iba yo. En dos oportunidades hubo que detener la marcha porque me dieron dos calambres bien fuertes. ¡Cómo me dolió cuando con la mejor intención un compañero me frotó para deshacer la bolita dolorosa del calambre!

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Si, vos. Yo me acuerdo de mi primera noche caminando por Huehue, cuando en el año 81 ingresé al Frente Ho Chi Min. No podía caminar de los calambres y del llanto contenido en el pecho por haber dejado a mi familia. Pero de veritas que esos calambres son de la chingada.

Cuando nos deteníamos para un breve descanso, sentíamos un gran placer, al tirarnos al suelo y desprendernos temporalmente el mecapal de la frente para liberarnos y recostarnos sobre la carga.

En esa oportunidad que te cuento, habíamos cruzado la frontera con México hacia unos diez minutos y nos sentamos a descansar.

El compañero que iba a la par mía se me acercó y me dijo al oído: Vos, menos mal que los mexicanos nos robaron Chiapas, porque si no tendríamos que venir caminando desde Oaxaca.

¡Qué bonita ocurrencia!

Es que así era siempre, al ir al trabajadero, al río para bañarse, para lavar la ropa…

Sí, vos. ¡Qué bonitas y sanas personas!

Algo que recuerdo muy bonito, era cuando las unidades militares, tenían alguna reunión con las CPR, generalmente era para fiestas y los combatientes, hombres y mujeres, eran tratados como héroes y heroínas.

Sí, mano, aunque nosotros sabemos qué tan héroes y heroínas eran las personas de las CPR.

¿Vos, estás de acuerdo con que repasemos las fechas de las fiestas?

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Está bien.

Te acordás que siempre y cuando las condiciones lo permitieran se celebraban el 31 de diciembre y el 1 de enero, por dos motivos, fin de año y el triunfo de la revolución cubana. Se aprovechaba para contar sobre la experiencia del pueblo cubano y como un ejemplo a seguir.

El 19 de enero, era el día de celebración de la organización, porque fue la fecha simbólica de entrada de un grupo de compañeros a la selva del Ixcán.

Las CPR celebraban un día en diciembre, no recuerdo qué día, pero era en conmemoración de la institución del CEPI, que fue en diciembre de 1983.

Sí, mano, Comité Emergente de Parcelarios del Ixcán.

Además, cada una de las comunidades que conformaban las CPR, celebraban el día de la constitución de su respectiva comunidad.

También en las CPR celebraban las fiestas religiosas católicas tradicionales, como la navidad y la semana santa.

¡Yo nunca participé en una fiesta religiosa! ¿Vos si participaste en alguna de esas fiestas religiosas?

Cuando se podía sí, estábamos cargados de tareas o se mandaba una pequeña delegación y apoyábamos con actos culturales y se aprovechaba para compartir con las y los compas de las comunidades.

Compas, ya se me olvidaba esa palabra, la abreviatura de compañeros o compañeras. ¡Los compas!

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Complementando creencias en busca del bienestar común

Te voy a contar, se me vino a la memoria, una reunión que tuvimos con los catequistas. Resulta que los de SM.

Sí vos, Servicios Médicos. ¡Más bonito los SM!

Por nuestras tareas, teníamos mucha relación con las CPR. En una oportunidad los catequistas nos invitaron a una reunión a los ateos, para que discutiéramos. Me acuerdo de partes, te cuento:

Llegamos dos compañeros, uno que era el responsable de la atención médica más directa con las CPR y yo.

Nos sentamos a la sombra de un árbol, ellos eran como siete personas, la cuestión es que alguien dijo:

Muchá, yo no creo que ustedes no crean en Dios. Lo dijo sonriendo y sonriendo le respondimos, vos, nosotros no creemos que creás en Dios. Todos sonreímos. Era una charla entre compañeros y era con mucha confianza.

Otro dijo: No me puedo explicar por qué están ustedes aquí, sin creer en Dios y no esperan la recompensa por sus buenas actitudes hacia los demás.

Le respondió el compañero: Fijate que para ustedes como creyentes es como más fácil, porque saben que por su comportamiento solidario con las demás personas tendrán una recompensa en el cielo.

Agregué: Para nosotros las ilusiones y esperanzas que ustedes esperan en el cielo, después de muertos, las vivimos en vida. Nos alegra mucho cuando los hombres y mujeres, como seres

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vivos, van logrando un lugar más cercano a la dignidad y la justicia, que se les trate y vivan con todas las oportunidades.

¿Y para vos cuáles son esas oportunidades?, me preguntó otro compañero.

Que todos los seres humanos tengamos acceso a un empleo digno, nuestros hijos tengan estudio, recreación, acceso a las artes, que no exista la discriminación, se acabe el machismo, que aprendamos realmente a respetar las diferencias. Miren por ejemplo, somos diferentes, ustedes seguramente se irán al cielo, nosotros peleamos por el cielo en la tierra y con los pequeños logros alcanzamos como pedacitos de cielo.

Agregó el otro compa: pero tenemos en común que deseamos el bienestar de las mayorías, si eso se premia en su religión con el cielo, sinceramente no nos preocupamos, si existe ese cielo, ustedes, como solidarios, nos meterán de colados, o van a interceder por nosotros, de eso estamos seguros.

Sí, vos, eran bonitas reuniones, respetuosas y llenas de humanidad, junto a las ilusiones y esperanzas compartidas por una Guatemala justa y solidaria.

La comida: necesidad imperiosa del ser humano

Sigo con la fiesta en las CPR. A todo el contingente de alzados nos daban un vasito de jugo de caña que había sido preparado en la víspera, en un trapiche artesanal acondicionado por ellos. Y un tamal, está vez un poco más grande y ¡con un pedacito de carne adentro!

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Claro, mano, me acuerdo que se buscaban animales para las fiestas.

Sí, vos, los animales que mataban generalmente eran coches de monte.

Recuerdo que sus héroes y heroínas, podían pasar a servirse una segunda vez si lo deseaban; cuando había posibilidades.

Te cuento que durante las fiestas los de SM, desde antes que llegaras, aprendimos a llevar siempre antialérgicos, porque había muchos compas que no habían comido carne y al nada más empezar a comerla se llenaban de ronchas y una gran picazón de cuerpo, pero además como ya los conocíamos, nos acercábamos para recordarles que les haría daño, con muy buena voluntad de prevención, pero si rebuscas en el fondo, con la picara intención de que alguien te podía decir, es cierto, tomá, y nos diera el pedacito de carne.

Una prevención con doble conveniencia diría yo. Qué no se enferme y de paso, pero solo de paso, depositar en tu plato el pedazo de daño. Je, je.

Y durante toda la festividad era bonito ver a las chavas, que les echaban ojos de me gustas a los chavos y ellos a ellas, al final los y las seleccionadas se animaban y se buscaban. La seducción humana y sus vericuetos llenos de encantos y atracciones nuevas, según cada quien y el alboroto de sus feromonas.

Pero no siempre había que comer. A veces se pasaba un poco de hambre, la ventaja en la selva era que la retaguardia era la frontera con México, consiguiendo siempre algunos recursos. Esa fue una gran diferencia con las CPR de la sierra. Aquí sí se murieron muchos y muchas compañeras de hambre.

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Vos, después hablemos de la muerte por hambre en la sierra. ¿Te parece?

Me parece.

En la selva, que como te dije, había más recursos, cuando llegábamos a una comunidad, ya sea para ver enfermos, o alguna actividad con el personal de salud, a la hora de alguna comida, había una persona encargada de llegar con nosotros y llevarnos por la comunidad, dejando a un compa de nuestro equipo en cada champa.

Si vos. Eso lo viví y recuerdo, ahí íbamos en fila detrás del o la encargada, yo ya no me lavaba las manos antes, porque siempre previamente a darte la comida y tus tortillas, te daban un guacal con agua, ya sabías, salías de la champa y a lavártelas.

Eran compañeras muy bondadosas, si conseguían un huevo o alguna hierba especial, siempre nos tocaba, lo difícil era que en cada champa, había muchos niños y niñas, que cuando comíamos, al principio nos miraban a nosotros, barbudos, peludos, pero después se les fijaba la mirada en el huevo revuelto que teníamos delante. Y a comer con malestar, alguna vez proponíamos compartirlo con ellos, pero la madre no lo permitía. Estaban siempre con la vista clavada en el huevo revuelto. Lo llevábamos a la boca y los ojitos clavados en el huevo. Los mirábamos y no encontrábamos su mirada, estaba clavada en el resto de huevo que quedaba en el plato. Un remordimiento de comida…

Después de comer, nos juntábamos y era un tema muy interesante contar cuantas tortillas nos tocaron y al que le tocaba algo especial solo decía, comí rico, pero con remordimiento.

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Pero eso era en el Ixcán. En la sierra era harina de otro costal.

Sí, compa. Te voy a contar una experiencia que pasamos tres compañeros, dos hombres y una mujer de servicios médicos que fuimos enviados desde la selva a la sierra. Entre los tres podíamos montar todo tipo de cirugías, medicina interna, pediatría, optometrías, dental, o sea cubriendo todas las generalidades de la medicina. O casi.

El viaje duró doce días y aparte de los recursos propios de medicina que los llevábamos entre los tres y con otros tres compañeros que nos fueron asignados para completar lo mínimamente necesario entre medicamentos y recursos de atención a personas enfermas, además de los alimentos de cada uno para el viaje, que era carga personal. 15 libras de pinol y 10 de azúcar.

Me acuerdo ahora de una anécdota. Siempre nos daban abasto, así se decía a los alimentos y nos daban de reserva, para subsistir un par de días, por cualquier emergencia.

Revisando el abasto de emergencia, un compañero ya se lo había comido, después de la reprimenda y la explicación sobre el riesgo de perderse y no tener nada a la hora de una emergencia, tranquilamente dijo: ¡Compañero, tuve que comérmelo porque si no, no llegaba a la emergencia!

Vos, ¿y qué hacían en esos casos?

Se le platicaba, que él sabía por qué había decidido estar ahí, que todos y todas pasábamos hambre, pero esas acciones muy humanas y que se comprendían a la perfección nos afectaban a todos y todas al disminuir el abasto que se tenía calculado para equis tiempo en el campamento. Sí vos, nos esforzábamos y tratábamos de no repetir errores que afectaban

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a la lucha. Nada de perfecciones y moralismos, solamente que comprendiéramos y nos apoyábamos para superar cosas.

¿Pero, era así en todos los campamentos?

Pues en teoría debía de ser así, te cuento del campamento de Servicios Médicos, porqué era el nuestro y lo vivimos.

¿Por cierto, Caro, vos estuviste dos años en SM en la selva?

No, yo estuve tres años y medio, fue de 1988 a 1991. Cuando llegué tenía 18 años, allí fui a cumplir mis 19. Vos ya eras de los antiguos, de los que ya llevaban muchos años. Yo había estado antes en el Frente Ho Chi Min, la sierra, y en el FACS o Frente Augusto César Sandino, en el altiplano. Pero la experiencia en la selva fue bastante diferente porque cuando yo estuve ya existían las CPR y ya había pasado la ofensiva del 87-88 que el ejército llevó a cabo en la selva y que no logró ni aniquilar a la guerrilla ni capturar ni masacrar a la población civil. Entonces se vivía como en una especie de territorio liberado. Asediado constantemente por el ejército, pero bastante controlado por la guerrilla y las CPR.

Carolina, ¿cómo te pareció en general la convivencia entre nosotros, los enfermos y heridos, la relación con los combatientes y con las CPR?

Mirá, fue una gran experiencia de vida. La extraño.

En general la relación entre todas las personas era de mucho respeto y solidaridad. Se compartían los recursos disponibles que en esas condiciones de escasez permitía darle un valor mayor al compartir que al tener. Las cosas en su mayoría eran colectivas y las pocas cosas que cada cual teníamos para uso personal como ropa, plato, cuchara, vaso, mochila, hamaca, cobija, jabón, ración básica de alimentos para situación de

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emergencia, etc. igual las compartíamos según necesidad. Es cierto que había reglas y normas que cumplir propias de una organización y de las condiciones específicas del momento y el lugar y había actividades de sobrevivencia o de formación política que en momentos costaba mucho cumplirlas como por ejemplo levantarse tooooodos los días del año tempranísimo a hacer ejercicios o el hecho de tener que hacer posta en la noche después de una jornada agotadora de trabajo o de marcha o asistir a reuniones de formación en la noche cuando te estabas cayendo de sueño. Pero había cosas que a mí me encantaban como ir a traer abasto, era un momento de salir del campamento, caminar muchas horas sin nada más que la mochila vacía y regresar horas después, o días después, con cargamento que según la capacidad de cada persona podía llegar a las 100 libras. Esa tarea me encantaba.

Fijate mano, hasta pareciera irónico, pero a veces pienso que en tiempo de guerra, en la selva, se vivía más tranquilamente que en la locura citadina de las urbes neoliberales de hoy en día, que no se confía en nadie y se aprovechan del más vulnerable. Había naturaleza, alimentación sana, escasa, pero saludable, mucho ejercicio y sobre todo mucha humanidad, mucha solidaridad, muchas razones para vivir que impulsaban nuestra lucha por un mundo incluyente de todos y todas, un mundo mejor para todas las personas y no sólo para unas pocas.

No teníamos mayores recursos, vivíamos bajo la vegetación, cagábamos en hoyos colectivos, especie de letrinas pero sin taza donde sentarse, o si íbamos en camino y nos agarraba la necesidad nos apartábamos del camino y abríamos hoyo con el machete, que siempre llevábamos colgado del cincho y claro, siempre lo tapábamos con tierra para mantener las condiciones higiénicas.

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Sí, pero te me estás distrayendo del tema.

Eso parece, pero conste que lo de resolver el asunto de las necesidades fisiológicas no era cosa para tomarse a la ligera. Mirá, disculpá que sea necia pero te voy a contar dos anécdotas cortas sobre eso.

Una vez una compañera fue a hacer hoyo, (así se decía cuando uno se metía entre el monte a cagar), se adentró en la selva y se perdió, como a las tres horas alguien notó su ausencia y avisó, tuvo que salir un grupo a buscarla, fueron de los más duchos rastreadores del campamento a buscarla y por suerte la encontraron antes que el ejército.

Otra vez, en el altiplano, un compañero que venía de la ciudad estaba haciendo la posta, era de noche, una noche cerrada, oscura, sin luna, y empezó a escuchar ruidos frente a él, pensó que era el ejército, agarró su fusil, se parapetó y se puso en posición de disparar, pero antes gritó ¡SEÑA! y con su foco alumbró a donde escuchó el ruido y era una pobre compañera que tenía diarrea y que perdió el camino a la letrina, ella estaba agachada resolviendo su problema y sólo atinó a gritarle suavecito ¡Soy yo, no me disparés, estoy mala del estómago!

Pero regreso a tu pregunta más tarde. Mejor seguí con la ida a la sierra.

Bueno, continúo con la ida al Frente Ho Chi Min. Te decía que el viaje duró doce días.

Empezábamos a caminar a las seis de la mañana y terminábamos a las seis de la tarde. Con un aproximado de cincuenta a setenta y cinco libras cada uno en la espalda. Te hablo de los inútiles que no podíamos cargar mucho.

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Te cuento que cómo era de agradable ir bajando el peso de la carga con las comidas. Cada vez se te hacía más liviano, aunque por el peso siempre notabas el dolor cuando te la colocabas en la espalda. Después como que se te dormía toda esa región del cuerpo y ya no lo notabas.

Recuerdo que nos costó mucho, porque estábamos acostumbrados a caminar, pero en la selva, que sus áreas elevadas eran pocas y no muy altas.

Como íbamos a rumbo, de repente había un paredón y lo rodeábamos y para arriba, pero para arriba, por horas y horas, y el para arriba nunca acababa.

Los compañeros y compañeras de la sierra que nos llevaban, trepaban como cabras. Sí, vos. ¡Nos costó mucho!

Llegamos exhaustos a un campamento guerrillero y el abasto nos sirvió cabal, calculado y en el momento preciso justo para colgar la hamaca y dormir profundamente.

Al día siguiente, a la hora del desayuno, fuimos a la cocina y nos dieron un tamalito, pequeñito, ligoso y mal oliente. Nos fuimos y nos lo comimos con un poco de asco, por lo menos yo, eso sí, bien masticado, para que el placer de masticar, durara un poco más en ese suculento desayuno.

Al medio día, nos acercamos de nuevo a la cocina y al no encontrar a nadie para que sirviera, nos fuimos buscando a alguien que nos explicara que pasaba y nos dijo: Lo que les dieron temprano es para todo el día, solo se da un tiempo de comida.

Al informarnos de la realidad, tomamos algunas medidas.

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Decidimos que el compañero que nos acompañaba, tal vez el más responsable, guardaría nuestro tamalito o lo que iba quedando de él, para dividirlo en tres tiempos. Hacíamos toda la ceremonia de sentarnos en el suelo y pasarle nuestro plato al compañero que guardaba los tesoros. Ese pedacito de tamal, en cada tiempo de comida, lo masticábamos infinidad de veces y cuando el reflejo de deglución se aproximaba, lo cortábamos y a masticar de nuevo. Lo ligoso del tamalito recuerdo que al final era agradable, porque se sentía como con queso. ¡Una delicia!

Eso duró quince días y después ya se reguló más el abasto. En esos días, las orientaciones eran no moverse mucho para no gastar las pocas energías y estar listo para cuando era necesario emplearlas a fondo.

En algo que nos turnábamos y deseábamos los tres, era, que al saber las personas de las CPR de la sierra que había llegado parte de los servicios médicos, solicitaban consultas y cuando había que ir a alguna champa, que así le llamábamos a una vivienda sumamente informal, que era la que todos tenían, después de examinar al enfermo, las compañeras, que eran muy corteses y agradecidas, nos hacían sentar frente al fogón y nos daban unas tortillas o tamales con sal.

En mejores tiempos, cinco tortillas, en crisis, tres. En estos casos, nos daban tres. El que iba, se comía una y guardaba dos para la siguiente comida entre los tres.

Esto que te estoy contando, sucedió en 1990. Parece que se había decidido, por fin, que alguien de la dirección nacional de la organización, tomara el control del frente Ho Chi min, que era la sierra. Eso se me estaba pasando por alto de que lo recordáramos, el frente del Ixcán era el Ernesto Che Guevara, recordándonos esto, continúo.

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Y te dije “por fin”, porque en el frente Ho Chi Min, siempre las condiciones eran mucho más difíciles y se quedó abandonado por parte de la dirección nacional, por varios años.

A ese campamento al que llegamos, como a los dos días, llegó el compañero de la dirección nacional asignado y su comitiva. Te digo su comitiva, porque era toda una comitiva y bastante insultante para las condiciones de miseria que se vivían en el Frente cuándo llegaron.

Los de la seguridad del compañero, iban uniformados con chumpas* verdes enguatadas y al quitárselas, unos chalecos verdes también, relucientes de nuevos, con armas largas ak-47 y botas de hule, no como las de todos y todas sino diferentes y más finas.

Se ubicaron en un lugar bastante cercano a nosotros tres de servicios médicos.

Cuál no sería nuestra sorpresa, que a la hora del almuerzo, que ya te comenté que no había. Llegaron dos de la seguridad del compañero y nos llevaban 3 pedazos de pollo y caldo, diciendo que lo mandaba el compañero. Nos contaron que habían caminado varios de ellos bastante, para comprar unos pollos y que todos los días irían a traer.

Lo recibimos y se retiraron.

Veíamos los tres deliciosos y tentadores pedacitos de pollo, pero empezamos a discutir, antes de tocarlos, sí era correcto y justo, llegar adonde compañeros y compañeras que tenían toda una vida de aguantar hambre y comenzáramos en esa forma nuestro acompañamiento con ellos y ellas.

Decidimos que lo íbamos a devolver con la respectiva crítica.

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Llegamos a su campamento, como a doscientos metros del nuestro y le dijimos que no nos parecía lo más justo que llegando de la selva y con unas condiciones sino buenas, pero sí mucho mejores que las de la sierra, se empezara comiendo por aparte y no compartiendo con todo el personal, pues esa mañana nos habían dado el tamalito que le tocaba a cada uno, sin pensar en que les desajustábamos más aún su precario abasto.

Nos dijo que no le extrañaba nuestro comentario, que eran reminiscencias pequeño burguesas que teníamos, que se debía de entender que la vanguardia tiene que estar siempre bien, para poder actuar correcta y prontamente.

Les dejamos el pollo y nos retiramos, con la mente y el corazón contentos, pero con las indisciplinadas tripas tronando de desencanto y desacuerdo.

Como a los ocho días de esto que te cuento, el compañero de la dirección nacional, dio dinero, me imagino que llevaban, porque empezó a mejorarse el abastecimiento. Se compraron pollos para un almuerzo a todo el personal.

Llegaron tres compañeras de las CPR para cocinar. A la hora de pasar por nuestra ración, yo iba delante de este compañero en la fila, me dieron un pedacito de pollo y un poco de caldo, como a todos los compas, al compañero le sirvieron tres pedazos de pollo y mucho más caldo.

Me fui detrás de él y estando solos le dije que no me parecía justo eso y me respondió que él no tenía la culpa de que las señoras lo atendieran preferencialmente y tal vez había envidia porque lo querían mucho.

Le dije que independientemente de la actuación de las señoras, él, como mando principal, debió de corregir eso y decirles que le dieran como a todos.

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No me contestó y se fue con su grupo.

Decís que tenés que hacer en unos minutos. Bueno, quedamos para juntarnos otro día y seguimos con las CPR, con las y los combatientes, te digo que apenas estamos empezando, nos contaremos sobre todo lo que deseemos saber. Solo que con paciencia y salivita, je je.

¿Cómo la araña?

No, mana, como la hormiguita.

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La seguridad que tenían las CPR

¡Mujer, cuando pueda!

Le puedo decir mujer, ¿verdad? Porque eso de señorita… me parece tan machista dirigirse así a una joven.

No, señor, no me parece.

Bueno. ¡Señora, me trae dos cafés!

¡No soy SEÑORA!

¡Ah, que no es señora! Ahora que ya me avisó, pues no hay problema. ¡Señorita, dos cafés, por favor, uno con un poquito de leche!

Vos, me pareciste pesado.

Sólo trato de ser consecuente con la igualdad de géneros, sino al mesero le tendríamos que decir al que es joven, señorito, si es virgen, por supuesto.

Me da risa, pero lo acepto. Uhmmm tenemos tan metidos los estereotipos.

Pero por otro lado hay que ser cuidadosos vos, acordate que señorita ha llegado a ser una costumbre que las jóvenes ven como un trato respetuoso.

Sí, vos, si algo aprendimos y que no hay que olvidar es el respetar las diferencias y estoy de acuerdo con vos, no es correcto, pero es otra dimensión de nuestra realidad a la que hay que ir adaptándose, no en esa forma, sino en el respeto a esas formas.

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Te parece que continuemos con lo que te estaba contando.

Sí, mano, yo conozco algo de la seguridad que tenían las CPR, por qué no me contás sobre esto.

Supongamos una comunidad de CPR, mantenían de día, de seis de la mañana a seis de la tarde una posta o dos, según el caso.

Las benditas y cansadas postas, estar de vigilante en un lugar estratégico entre doscientos a trecientos metros de las primeras champas del campamento, por donde es más viable entrar.

A veces se ponían dos, si había dos lugares de acceso fácil.

En ese lugar, escondido para ver sin que lo puedan ver, se colocaba una compañera o un compañero. En turnos de seis horas, vigilando constantemente para oír ruidos, desplazamientos de personas, etc. Y tenían una seña y contraseña, por ejemplo, si alguien iba a entrar decía la seña que vamos a suponer era: saraguate y la posta contestaba la contraseña: tapiscando, por ejemplo y ya pasaba sin mayores problemas.

Estaban los correos, que era una compañera o un compañero, de los que conocían a perfección la selva y salían de una comunidad A, hacia una comunidad B, por la mañana y regresaban por la tarde, con ellos se podía enviar notas a familiares o amigos y llevaban la información del movimiento del ejército en su área. Salían cuando regresaba la descubierta, que eran dos a tres compañeros o compañeras, que desde temprano daban un recorrido alrededor de la comunidad, digamos, unos 500 metros por afuera y cubriendo todo el terreno. Era prohibido hablar durante la descubierta para poder oír bien los ruidos y que no los detectaran. Eso sucedía

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en todas las comunidades de CPR, a diario. Todas las comunidades estaban comunicadas entre sí diariamente.

En nuestros campamentos guerrilleros también se realizaba lo de las postas y descubiertas, también los correos.

Los que veníamos de la ciudad, aún con entrenamiento militar, pero sin conocer el terreno, pasábamos una serie de sustos y clavos. Me acuerdo ahora que en los linderos de la frontera con México, pero del lado mexicano, tuvimos un campamento, cuando íbamos aproximándonos a nuestro territorio, donde ya realizaríamos las tareas asignadas; me tocó posta de una a tres de la mañana, parado detrás de una piedra que me cubría parcialmente. Me di cuenta que era igual estar con los ojos abiertos o cerrados, la oscuridad era absoluta, nada de luna ese día.

De repente oí ruido como de alguien que se acercaba, lo oía lejos, me concentré más. Efectivamente, alguien se acercaba.

Empecé a barajar posibilidades. Si me regresaba para el campamento, para avisar del peligro, era imposible en esa oscuridad plena, tenía que encender mi foco y seguramente detectarían la luz.

Hacer un disparo al aire. Pondría sobre aviso a los compañeros y compañeras, pero le daba tiempo al ejército a desplegarse en mejor forma, ya que no le causaría, ninguna baja.

El ruido lo oía más cerca.

Toqué la piedra. Tenía un grosor como de un metro. Pensé, con una mano con el foco la pongo de un lado y por el otro miro y tengo el revólver, por cierto, te cuento que llevaba un revólver

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45, así al alumbrar, dirigirán el fuego hacia el haz de luz y yo podré dispararle a alguien por el otro lado.

Te interrumpo, mano, no hay revolver 45, tal vez era 38, las escuadras son de 45 mm.

Tenés razón, no le puse mucho interés a muchas cosas de las armas, solo sabía que nos ayudarían para defendernos y saber accionarlas y portarlas correctamente.

Está bien, mano, yo le puse atención a esas cosas, pero en otras tenía mis limitaciones, como el disparar efectiva, no tenía experiencia.

Continúo. Pensé, tengo que dejar que se aproxime más.

Los ruidos de alguien que avanza, estaban muy cerca.

Me decidí, encendí el foco en dirección al ruido y por el otro lado apunté con el revólver.

Y vi una vaca negra con manchones blancos, que tranquilamente pastaba y avanzaba, me dio risa y una gran alegría, te digo que casi me dan ganas de salir a besar a la vaca.

Ja, ja, ja. Púchica, mano. ¡De verdad, qué ganas de abrazar a esa vaca!

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Bueno, sigamos con las CPR.

Es cierto, estábamos contándonos de la seguridad en las CPR. Otra cosa que se vigilaba mucho por la seguridad, era el fuego para cocinar.

Todas las señoras comenzaban a cocinar a la una o dos de la mañana, dependiendo de qué tanto tuvieran que cocinar, cuando ya iba a amanecer, se apagaban todos los fuegos. Durante el día se comía frío.

Eso porque el fuego o el humo era fácilmente detectable desde el aire y había que estar bien vigilantes.

Igualmente con la ropa que lavaban, si la ponían a secar al sol, tenía que estar alguien cerca, porqué al oír ruido lejano de helicópteros o aviones había que retirarla rápido.

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La diferencia era de lo anterior, que sucedía en CPR, en nuestros campamentos era que generalmente al ir a bañarnos a un río, lavábamos de una vez la ropa que teníamos puesta, la exprimíamos y nos la poníamos de nuevo, con el calor del cuerpo, pronto se secaba. O casi pronto. Lo cierto es que uno se acostumbraba o se acostumbraba.

Otra cosa que sucedió en campamentos de CPR era que tenían gallos.

Sí, vos, qué ingeniosos.

Es cierto, aquí el ingenio y sabiduría popular, con perdón de los y las protectoras de animales, se impuso. Les pasaban un alambre en el pescuezo, por detrás de la laringe o su sinónimo en un gallo y se lo amarraban suavemente por delante.

La cuestión es que el gallo cuando le tocaba cantar, abría sus alas, se paraba de puntillas, abría el pico y aleteaba, sin pronunciar ningún ruido.

Pobres gallos, qué gran trauma.

Sí, vos, para atención por un psicólogo de gallos.

¿Tenían perros?

No, perros no tenían.

El derecho universal al deporte y la cultura

Otra cosa es que cuando había una celebración aparte del baile, la comida especial, bebida especial, encuentros deportivos, hubo tardes culturales.

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Al principio les pasábamos títeres y causó un gran impacto en niños y niñas, adolescentes y sobre todo en adultos. Cosas que nunca habían visto.

Recuerdo que quienes estábamos asignados para manipular los muñecos, por inexperiencia, le poníamos la voz de un títere a otro, manejándolos con las dos manos, al darnos cuenta nos entraba la risa, una risa incontenible, además los niños y niñas corrían detrás de la manta que poníamos como escenario y desde ahí observaban todo, se reían y nos contagiaban.

Con el tiempo a las personas que se interesaban, no importando la edad, se organizaban y realizaban ellos las presentaciones de títeres. Todo esto con sus limitaciones, porque guerra es guerra y se dejaban prolongados períodos sin hacerlo.

Pero el éxito mayúsculo fue cuando se nos ocurrió llevarle unos payasos. Se tenía un dialogo de más o menos veinte minutos preparado, al principio a los niños y niñas les daba miedo, pero al ver que sus padres y hermanos mayores estaban tranquilos, participaron, la cosa es que llegó un momento que había una risa colectiva, que al verlos nos contagiaban, hablábamos llorando de la risa y la improvisación fue mayúscula, durante unas dos horas todas y todos reímos sin parar. Muy bonito.

Y algo que descubrimos, seguramente otras personas ya lo sabían, es la enorme disposición de todos y todas para participar activamente en teatro. Llegaron momentos en que los organizadores de tardes culturales, no sabían que hacer, a mí me comentó una compañera que tenían veintisiete puntos en una oportunidad, para una velada de aproximadamente tres a cuatro horas. Y todos y todas lo querían presentar, no aceptaban ser excluidos y excluidas o la promesa que para la

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próxima vez les tocaría. ¡Un verdadero semillero de actrices y actores!

Y en los deportes, uno que pegó con fuerza, fue el volibol, cómo me gustaba ver jugar a dos equipos de mujeres, unas con el hijo pequeño cargándolo en la espalda, otras que perdían puntos, porque cuando le tocaba contestar no podía porque un hijo o hija pequeña se iba a agarrar de sus piernas para que lo cargaran para participar también.

Te acordás, mano, del compañero que en un juego de futbol le dieron un pelotazo en el ojo, se volvió una emergencia, porque tuvo desprendimiento de retina, varios meses fuera de actividades y de la selva.

Todos estos recuerdos son sumamente entrañables y bonitos, al rememorarlos se te humedecen los ojos de recordar que entre tantas vicisitudes, tantas carencias, la persecución, los sufrimientos, había alegría, había gozos nuevos dentro de una vida a la que todos y todas tenemos derecho.

La organización y participación colectiva

Las CPR tenían su dirigencia en el CEPI, lo de emergente les duró todo el tiempo que estuvieron en la montaña. Y creo que ahora todavía existe y se sigue llamando CEPI, no estoy seguro.

Cada año, tenían su reunión principal, donde se revisaba todo lo del año, se reelegían autoridades o se elegían nuevas.

Sí, mano. Era en el mes de diciembre y eran dos o tres días de reunión y el gran pachangón cuando terminaba.

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Tuve la oportunidad de estar en tres reuniones de estas, eran largas y por momentos tediosas porque todo el mundo podía hablar y todo el mundo hablaba, lo tedioso resultaba que alguien al tomar la palabra, decía lo mismo que habían dicho otros u otras, la cosa es que lo quería decir y lo decía.

Recuerdo de un año que se juzgaba una actitud incorrecta de un compañero, resulta que se había llevado una vaca de terrenos en disputa y que no les pertenecía.

Cuando le tocó argumentar en su defensa dijo algo así: Fíjense que yo venía bien vigilante por el camino, en silencio y de repente vi tirado en el suelo un lazo, agarré la punta y me lo traje, la sorpresa fue cuando vi que al final del lazo llevaba amarrada una vaca. Pero como ya había caminado bastante, me la traje.

¡Pues que descarado, vos! ¿Y qué se hizo?

Primero, todos y todas nos reímos, se analizó que no se podía devolver la vaca, porque quedaba muy lejos y era peligroso. Y se recalcó que se debían respetar las propiedades, para no tener excusas por parte de patrulleros y ejército. Que se debía sobrevivir con lo producido en las CPR. Que se tenía que dar el ejemplo de honradez.

Se le dio una sanción de trabajo extra, para beneficio comunitario, creo que sembrar dos cuerdas de maíz o algo así, no recuerdo bien la sanción.

Lo cierto y que me llamó mucho la atención, es que tuve la oportunidad de estar el siguiente año en la reunión. Y lo que me llamó la atención es que alguien que hablaba, al referirse a algo, trajo a colación el caso de este compañero y rápidamente un señor ya mayor, pidió la palabra, interrumpiéndolo y dijo

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que no le parecía que se nombrara el caso de, pongámosle Florentino, ya se había juzgado, había cumplido su castigo y eso ya estaba olvidado.

¡Qué bonito, vos, la reinserción total a la comunidad, olvidando su error porque ya lo había pagado, realmente qué bonito!

Eso que te cuento es lo principal en las CPR, si me acuerdo de algo más te cuento o me preguntas.

¿Mano, y todos los compas participaban de las tareas colectivas?

Sí, todo el mundo participaba de las tareas colectivas, solo los maestros y maestras y los promotores y promotoras de salud estaban exentos de esto. Les tocaba atender a los niños y niñas en la escuela y a los de servicios médicos dar consulta y pasar por las champas para la prevención.

Por ejemplo, los hombres, se juntaban todos, con excepción de los que te dije anteriormente, como a las cinco y media de la mañana y en silencio se dividían en varios grupos que iban a explorar o se dirigían a lugares anteriormente vistos y que reunían las condiciones necesarias. Para botar montaña y hacer un trabajadero, así los llamaban, donde se pudiera sembrar un poco de milpa, que le diera el sol y que los demás árboles que quedaban en pie, los ocultaran de los helicópteros.

Para lo anterior siempre se tomaba en cuenta que no hubiera patrulla del ejército cercana y se ponían postas o vigilantes en cuatro puntos, para seguridad de los que trabajaban.

En muchas oportunidades el ejército incursionaba, no buscando combate, sino buscando los trabajaderos, para matar a las personas de hambre.

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En el Ixcán no lo consiguió, pero en la sierra sí, sobre todo murieron de hambre gran cantidad de ancianos, ancianas, niños y niñas.

Claro, vos, aquí no tenían la retaguardia que se tenía en el Ixcán.

Te voy a contar de la estrategia del ejército para matar de hambre a toda la población Ixil

Estoy de acuerdo, dale.

La operación Ixíl, que la establecieron durante el año de 1981, se prolongó durante toda la guerra y aún después de ella por medio de programas institucionales que perduran.

Púchica, mano, qué gruesos.

Consistía esencialmente en la concentración forzosa de la población en las aldeas modelo, dentro de los polos de desarrollo, tomar el control para asentar los proyectos mineros, petroleros e hidroeléctricos que actualmente está en marcha en los diferentes territorios..3

Hubo un desplazamiento masivo de la población, de todos lados y para todas partes.

Sí, vos, también la medición y nacionalización de las tierras en Chajul, Nebaj, Uspantán y zona reina e Ixcán fueron parte de “la operación Ixil”.

Rompen la cohesión social y fracturan el tejido social de las comunidades con absoluta impunidad por medio de operaciones 3 Para una completa descripción ver el libro “El camino de las palabras de los pueblos”, Magna Terra editores 2013.

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militares de barrida, desplazamiento masivo de los pueblos, cerco, como mencione antes, concentración forzada, aniquilamiento o exterminio de la población, destrucción masiva de cosechas y arrasamiento total de todo lo que estaba en sus tierras.

Entraban a las aldeas por diferentes rumbos, al que encontraban en su camino, lo mataban y al llegar a la aldea, los acababan a todos los habitantes.

Como 20,000 personas salieron de diferentes lugares buscando salvar sus vidas, llegando al cerro Sumal Grande, donde resistieron hasta el final de la guerra.

Desde el 16 de julio de 1982 hasta el 20 de agosto de ese mismo año, se ven en la necesidad de implementar su plan Sofía, que consistía en aniquilar totalmente a la población ya que no lo habían logrado antes y fue más con cercos, destrucción de todas las milpas y control de los pasos para su abastecimiento. ¡Matarlos de hambre!

Un compa que pasó por una comunidad, contaba que encontró 4 covachas, en una, una señora tirada, muerta, con su niña muerta, prendida de su pecho. A la par otros dos niños muertos y aún en el fuego un trasto de lata con agua aún tibia.

En las otras 3 covachas personas muertas por hambre. En total, como 12 personas.

¡Qué asesinos vos!

Y como este caso hubo miles.

Bueno mano, vámonos porque ya es tarde.

Está bueno vos.

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Por favor, nos trae dos cafés, el mío con un poquito de leche. No, no quiero cortado, un americano con un poquito de leche.

Yo lo quiero negro, sin leche y sin azúcar, por favor.

¿Express?

Bueno, pero doble.

Continuaré desordenado y lo iremos ampliando según nos preguntemos o nos de la inspiración o nos atropellen los recuerdos y los sentimientos.

Los falsos cuadros, la oligarquía, la tierra arrasada y el neoliberalismo

¿Te acordás que te comenté sobre el caso de avalar al genocida por parte de alguien que fue compañero nuestro?

Ay sí, es cierto.

¿Por qué me dijiste que una persona con ese comportamiento puede ser inmoral, servil, rastrero?

¿Eso te dije?

Sí.

Es que desprestigia y afecta un ideal. Traiciona la razón de lucha de muchas personas que dieron su vida, estén vivas o muertas, por una causa justa para lograr un país sin grandes brechas económicas, políticas y sociales, como actualmente estamos.

Pero yo pienso que cada quien es libre de expresar lo que piensa, aunque estoy de acuerdo con vos.

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Sí, Caro, pero yo puedo pensar y decir que el dictador no fue genocida, pero lo importante es el contexto.

¿Cómo así? Un genocida es genocida y ya. No importa el contexto.

Lo que quise decir. Cuando digo que depende, una cosa es lo que creo y otra es agregar el contexto de vida de las personas que lo sufrieron, me refiero a que una cosa es si lo digo en una plática entre amigos, discutiendo, analizando, debatiendo; y otra cosa es declarar en un juicio donde estaban las víctimas contando su historia de vida frente al genocida, salir como perito, avalando que no hubo genocidio donde hasta la justicia endeble de Guatemala aceptó el genocidio.

Lo que sucede es que en Guatemala no existe ni se trabajó para que existiera ética revolucionaria, por lo tanto, puedes encontrar traidores que se niegan a sí mismos.

Y es que eso no se saca por decreto, como los 5 principios o las 10 ideas. ¿Te acordás qué era eso?

Si, vos. Claro que me acuerdo. Era lo que los equipos de formación política, le impartían a todo el que se iba organizando, se le daba a la persona que se iba alzando.

¡Alzando! Ese tipo de palabras eran tan comunes en esos tiempos. ¡Los alzados!

Sí, ahora, descontextualizado puede dar risa, pero así era. Si, cabal vos. Pero en la época de guerra se trataba de aquel que se alzaba en armas contra lo establecido. A mí hasta me parece bonita esa expresión. ¡Los alzados!

¿Pero por qué te indigna tanto ese caso en particular? El del exguerrillero que estuvo de parte del genocida durante el juicio.

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Si aquí en Guate bien se dice que se han visto muertos acarrear basura y desnudos con las manos entre la bolsa.

Pero dentro de la bolsa ajena… Ja, ja, ja.

Mirá, pues. Para que entendás mi indignación, te voy a contar como conocí a este funesto personaje.

Órale, de acuerdo.

La organización, tuvo una escuela de cuadros al inicio de la década de los ochenta del siglo pasado.

¿Una escuela de cuadros?

Sí, así se llamaba: Escuela de Cuadros. Y su argumentación era que estos cuadros serían como la columna vertebral, como que si cada compañero o compañera que pasara la escuela, fuera una vértebra, para conformar esa columna vertebral que sostuviera al cuerpo social… Y al decir cuadros, se consideraban como entes con claridad ideológica y política, defendiendo y aplicando los principios de la organización. O sea que trabajarían al interior de la sociedad. ¡La vanguardia que guiaría a los demás!

Ja ja, ja. Sobre todo, éramos muy humildes. ¡La vanguardia!

Sí, te reís, pero era como la formación de los Bolcheviques. Que fue un grupo selecto liderado por Lenin, tomando el poder en Rusia en 1917.

¿Y qué pasó con la escuela? ¿No todos los alzados pasaron por esa escuela o sí?

Esperá, dejá que te cuente.

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En lo que yo supe, hubo 3 grupos que pasaron la escuela, que duraba 3 meses. Yo estuve en el segundo grupo. Era para reafirmar o conocer los principios de nuestro actuar ideológico y político.

¿Pero la escuela de cuadros fue para los alzados que estaban en el Ixcán?

No, esta escuela era diferente.

La del Ixcán era una escuela del Frente. Sí, del Frente Che Guevara, para cuestiones elementales de combate y creo, no estoy seguro, algo de formación política, la otra escuela era básicamente de formación política e ideológica.

La escuela donde yo estuve fue en el tiempo de las divisiones, fracciones y separaciones, cada grupo con la verdad y el rumbo correcto en sus propuestas, pero algo que fui aprendiendo es que el poder pesa y marea a todos los seres humanos, no nos escapamos ninguno de esta ceguera traicionera y abrumadora. Es que todos somos débiles ante el poder.

¡Estoy de acuerdo con vos!

Te sigo contando. Es que no me vas a creer, pero el responsable de esta escuela de formación política ideológica era este personaje que dice que no hubo genocidio.

¿Bueno, pero eso por qué te parece grave? Al fin y al cabo, él, como todo el mundo, es libre de opinar.

Claro que no estoy en contra de eso. Todos podemos opinar. Pero, mirá su trayectoria; luego se sale de la organización y como fue compañero de estudios del criollo más criollo que

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existe en Guatemala, el señor comendador, sabés a quién me refiero, ¿verdad?

Claro que sí.

Bueno, pues este comendador fue el presidente del país cuando se realiza la firma de la paz y su secretario privado, este personaje.

Y ya sabés que este presidente fue el artífice de la privatización en Guatemala. Privatizó y se benefició al vender instituciones públicas a la oligarquía y otros voraces comerciantes internacionales.

Oís que cada cierto tiempo hay paros pidiendo la nacionalización de la energía eléctrica, pues este señor fue el responsable de esa y otras privatizaciones importantes, como la telefonía, Guatel, la línea aérea guatemalteca, AVIATECA, el Banco Nacional de la Vivienda, BANVI, la Empresa de Ferrocarriles de Guatemala, FEGUA, concesión de redes de carreteras, hasta llegar a la privatización disfrazada de los servicios sociales vinculados a la educación y la salud.4

4 “Arzú hace tres movimientos estratégicos, a la par de negociar los Acuerdos de Paz. Uno, va a formular una nueva Ley de minería. Este era un proyecto que los empresarios traían desde hacía mucho tiempo. Arzú abre esa explotación dándole cabida a inversiones nacionales, pero también cabida a las grandes inversiones externas. Segundo, reformula la política petrolera y amplía el control del sector privado sobre las inversiones del petróleo. El tercero fue liberalizar el mercado eléctrico. Prácticamente privatiza el Instituto Nacional de Electrificación (INDE) y reformula el control monopólico para abrirlo a los grandes capitales”.

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Respondiendo a su clase social y al sistema económico neoliberal, este malinchista, nos empezó a conducir hacia las grandes crisis sociales de hoy en día.

¡Pues ahí, él, mi responsable de formación política ideológica… estaba junto a este servidor incondicional del neoliberalismo!

¡Ala, púchica vos! ¡Qué gruesada!

¡Ah, quiere decir que empezás a comprender mi indignación! ¿Cómo el responsable de la escuela de cuadros pudo darse la vuelta de esa manera?

En la escuela de cuadros que nos formaba para luchar contra el sistema capitalista para construir un mundo diferente, en que la riqueza de un país sea para quienes la producen, para las grandes mayorías de trabajadores y trabajadoras y no para un puñito de propietarios de los medios de producción, y este personaje se convierte casi que en la mano derecha del presidente que impulsa procesos de privatización de bienes públicos, del pueblo, de la nación.

Cuando existió la escuela de cuadros el país estaba en una situación bien jodida, ¿verdad?

Si, vos. Estamos hablando de principios de los 80´s. Acordate del ejército y su política de tierra arrasada. En aquel tiempo, ser catequista en el área rural era un delito que se pagaba con la vida.

En Guatemala para ciertos sectores económicos y políticos era un delito ser indígena, sobre todo en las áreas rurales y peor si vivías en municipios en donde la mayoría de sus pobladores eran de los pueblos Ixil, Quiché, Kaqchikel o Achí.

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Sí, mano, ser indígena era un delito que se pagaba con la vida. Sí, los mataban y ni siquiera a los militares les interesaba averiguar nada. Arrasar, literalmente, arrasar. Destruir. Aniquilar.

Y te estoy hablando de que asesinaron a todos los seres humanos. Niños, niñas, mujeres, hombres, jóvenes, adultos, ancianos y ancianas. Nadie se salvaba. ¡Te estoy hablando de población civil no combatiente!

Hay testimonios de indígenas en varias áreas de Guatemala. La estrategia contrainsurgente no sólo dio lugar a la violación de los derechos humanos esenciales, sino a que la ejecución de dichos crímenes se realizara mediante actos crueles y uno de sus puntos más horrendos y desastrosos fueron las masacres. En la mayoría de las masacres se han evidenciado múltiples actos de ferocidad que antecedieron, acompañaron o siguieron a la muerte de las víctimas.

Vos, ¿y qué pasó con las mujeres?

Aproximadamente una de cada cuatro víctimas directas de las violaciones de los derechos humanos y hechos de violencia fueron mujeres. Murieron, fueron desaparecidas, torturadas y violadas sexualmente, a veces por sus ideales y su participación política y social; otras fueron víctimas de masacres y otras acciones indiscriminadas, por el hecho de ser mujeres e indígenas de las etnias marcadas para el exterminio.

Mano, y las personas que lograban sobrevivir, ¿qué hacían?

El terror sin precedentes, provocado por las masacres y la devastación de aldeas enteras en el periodo comprendido entre 1981 y 1983, desencadenó la huida masiva de una población diversa, cuya mayoría estaba constituida por comunidades

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mayas. Las estimaciones sobre el número de desplazados van desde quinientos mil hasta un millón y medio de personas en el periodo álgido, esos tres años que te mencioné antes, incluyendo las que se desplazaron internamente y las que se vieron obligadas a buscar refugio en otro país.

Aquella población desarraigada se ubicó de diversas formas; unas se refugiaron en México, Honduras, Belice, Costa Rica, principalmente. Otras, con su desplazamiento interno a diversas zonas del país, incluso en la capital.

Sí, vos, y las Comunidades de Población en Resistencia.

Sí, mana.

Vos, Carlos, fijate que a finales de los 90 tuve la oportunidad de conocer varias comunidades de desplazados internos que se asentaron en el departamento de Petén. La mayoría eran Kekchíes. Allí, algunas personas me contaron que a esas familias el ejército las trajo de Alta Verapaz por ahí por el año 83, más o menos, les entregó tierras y de una vez las obligó a conformar las Patrullas de Autodefensa Civil, las tan conocidas PAC. Años después ellos se enteraron que esas tierras eran de otras familias que habían huido a México.

También me contaron que por allí donde les dieron tierras para vivir, pasaba la guerrilla. Estas familias para sobrevivir en medio de la guerra, en la noche patrullaban como PAC y en el día atendían requerimientos de comida o apoyo logístico, tanto del ejército como de la guerrilla cada vez que alguno de estos aparecía.

Vos, mano, ¿qué pasó con las organizaciones sociales?

Además de la represión y el exilio, la debilidad y fragmentación a las que se llevó a las organizaciones sociales se deben en

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buena medida a la suma de diversos mecanismos activados por el Estado para destruirlas. El terror no se redujo a los hechos violentos o a las operaciones militares; dependía además de otros mecanismos agregados como la impunidad de los ejecutores, las extensas campañas para criminalizar a las víctimas y la implicación forzada de la población civil en la cadena casual y la ejecución efectiva de atrocidades. Por ejemplo, las patrullas de autodefensa civil, que mencionabas antes, creadas obligando a participar a las personas y aquel que no quisiera participar le acusaban de subversivo y lo mataban.

¿Qué población fue la más afectada?

El ejército buscó la destrucción de algunas etnias mayas, sobre todo la Ixil, la Quiché y Achí. Con las masacres, las operaciones de tierra arrasada, el secuestro y ejecución de autoridades, líderes mayas y guías espirituales, no sólo se buscaba quebrar las bases sociales de los pueblos para que no hubiera apoyo a la guerrilla, sino desestructurar ante todo los valores culturales que aseguraban la cohesión y acción colectiva de las comunidades.

¿Y cuál fue la respuesta de la población?

Se acrecentó la solidaridad humana, la defensa de los derechos elementales de la persona y las aspiraciones de respeto a la dignidad y la justicia, el respeto a las leyes y la plena vigencia de un Estado de Derecho como requisitos de la democracia.

Sí, Carlos. Y, por otro lado, muchas personas se unieron a la guerrilla, creo que había varias razones, una buena parte de ellas porque no estaba de acuerdo con la situación de vida y por la represión del Estado y otra, me imagino, porque no tenía opción o se unía a la guerrilla o la mataba el ejército. Una gran

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cantidad de alzados tenían familiares asesinados por el ejército, también fue una forma de buscar venganza.

Sí, vos. Sin justicia, Guatemala no podrá avanzar y dejar atrás su oscuro pasado.

La mejor manera de que las autoridades guatemaltecas recuerden y honren a las víctimas de los abusos cometidos durante el conflicto armado es garantizar que quienes cometieron, autorizaron o planearon aquellos crímenes no pueden eludir la acción de la justicia.

Sí, mano, y la justicia debe ser para todos y todas las que tengan culpa. ¿Que la guerrilla tiene pocos casos?, no importa, también se debe castigar a los responsables.

Estoy de acuerdo con vos. No debería de existir ningún caso de abuso o crimen en la guerrilla, porque se suponía que luchábamos contra un sistema explotador y excluyente establecido, pero en algunos casos se actuó igual que el ejército y otras fuerzas de seguridad de ese sistema corrupto y asesino.

Pero regresando a lo que te comentaba. Por toda esa sangre derramada, tu ética revolucionaria, tu consecuencia, tu coherencia, deberían obligarte a no servir al sector del genocida. Aunque creás que no hubo genocidio. A lo más, no participés y ya, pero ¿defenderlos?

Vos, recordemos si pasó con otros cuadros.

Por desgracia sí. Te acordás de algún otro caso.Recuerdo que varios de los dirigentes que creías más claros y firmes ideológicamente hicieron lo mismo o algo parecido, como ese que sirvió al partido del genocida en CONTIERRA, o

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ese otro que sirvió también al partido del genocida y llegó a ser presidente de la república y ladrón.

Sí, vos, eso dicen, que al parecer tuvo algún tipo de participación en una organización guerrillera.

Sí, Caro, aunque en este último caso que mencionás, es en el que no estamos seguros si fue un militante, más parece ser que fue un colaborador.

Bueno, si fue un colaborador su inconsistencia o traición no estarían a la altura de los otros que sí militaron y además fueron de la vanguardia.

Por cierto, te cuento algo que escribí sobre lo que hace el neoliberalismo en el ser humano.

Contá, mano, de eso se trata.

Lo titulé “No quiero”. Ahí te va:

¡No quiero!

¡No quiero perder la confianza en el ser humano!

¡No quiero perder la ternura ante la risa de una niña,ante el abrazo de un anciano, ante las lágrimas de una abuela!

¡No quiero perder la alegría de vivir la solidaridad!

¡No quiero llegar a ser insensible ante el dolor!

¡No quiero pasar sin ver!

¡No quiero perderme en la indiferencia!

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¡No quiero perderme en el individualismo!

¡No quiero volverme profundamente egoísta!

¡No quiero pasar a ser un objeto!

¡No quiero! ¡No quiero!

¡¡No quiero llegar a ser un neoliberal de mierda!!

¡Está bonito, vos! ¡Está muy bueno!

Pero también te digo que no todo se perdió ni está perdido. Hubo gente de la que te sentís orgulloso de ser o haber sido su compañero de lucha. ¡Y mucho orgullo! Por allí están, trabajando, sin afectar a nadie o apoyando en su propia comunidad a seguir luchando por sus derechos.

¿Por qué creés que sucedió esto, con estos cuadros que se pasaron a trabajar, a apoyar y hasta a defender a estos asesinos, esbirros y explotadores de nuestro pueblo?

Creo que en Guatemala, una buena parte de aquellos otrora cuadros, más que compromisos políticos e ideológicos, ha habido aventurerismo, oportunismo y una carga enorme de protagonismo. Por lo menos al nivel de algunos de los que eran los lideres, los mismos que todo el tiempo acusaban a cualquiera de tener desviaciones pequeño burguesas.

¡Ja! ¡Ellos los primeros! Bueno, creo que lo de ellos eran más ¡desviaciones burguesoneoliberales! Si es que existe la palabra, si no pues ahí se queda como propuesta.

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¡Pero, mirá, hay muchas cosas positivas en nuestra experiencia que también han sido muy importantes en nuestras vidas!

¡Uy, un montón! ¡Claro que sí, Carolina!

Te voy a contar algunas experiencias que me ayudaron mucho y me retroalimentaron en su momento para continuar.

El hambre, la solidaridad y la justicia

Eran tiempos duros de la guerra, entre el 87 y el 88, por cierto, después ampliamos sobre esta ofensiva que duró nueve meses. Llevábamos soportando tres meses largos de ofensiva militar del ejército, los alimentos escaseaban, estábamos en constante movimiento, por seguridad y porque al recibir avisos, teníamos que acudir a lugares de encuentro para atender heridos. ¡Estábamos en la selva del Ixcán!

Íbamos en esa oportunidad a encontrarnos con unas tres escuadras que conducían a un compañero herido en el abdomen y teníamos la información de sus condiciones.

Nos separaban aproximadamente ocho horas de camino, llevábamos tres y ellos tal vez habían recorrido lo que se hace en una hora, por lo lento del transporte por la selva.

En ese tiempo vos y yo aún no nos conocíamos, ¿verdad?

No, vos.

¿Y en medio de ofensiva militar cómo transportaban a los heridos sin que el ejército se diera cuenta o los agarrara? Porque segurito que iban bien despacito.

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Vos, parece que no me estás poniendo atención, pues. Si te dije que los que llevaban al herido habían recorrido en tres horas lo que normalmente hacían en una hora.

¡Ah! Es que eso no lo había entendido.

Pero te cuento a detalle. Oí, pues.

El sanitario de guerra, así se llamaba el responsable de la salud y la enfermedad de cada unidad militar, al ver que el combatiente tenía una herida de proyectil en el abdomen, ya no le dio nada por la boca, le puso un suero en la vena y en una hamaca, amarrada en un palo largo, lo acostaron y dos compañeros lo cargaban de cada lado del palo, turnándose cada cierto tiempo con otras parejas de compañeros.

Y como se iba a rumbo entre la selva, otros iban rompiendo la maleza y el sanitario cada cierto tiempo, paraba un momento la marcha y le tomaba el pulso, dependiendo de éste y de las condiciones generales del herido, le aumentaba o disminuía el goteo del suero.

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¡Ufff! ¡Era una eternidad el traslado!

Sí, vos. ¡Pero nos funcionó! ¡Salvamos muchas vidas así durante la guerra!

Eso me recuerda una marcha en la que yo estuve, realmente fue una retirada, caminamos toda la noche, allá por el río Motagua… No me acuerdo bien si fue hacia finales del año 82 o en el primer semestre del 83. En esa ocasión trasladaron varios heridos, unos iban en hamaca cargados por dos compañeros, así colgado de un palo; pero había otros que iban cargados en silla. ¡Sí, vos, en silla! Iba el herido sentado en la silla, silla de madera. Lo amarraban a la silla para que no se cayera y luego una sola persona, un compañero, pasaba su lazo del mecapal por el respaldo de la silla y se echaba a la espalda al herido sentado, cargado desde la cabeza con el mecapal. ¡Era impresionante! ¡Y pasamos el río! Ese río grande y fuerte. Y fue de noche. Y a los heridos también los pasaron.

¿Y vos llevabas a los heridos?

¡No, hombre! Yo no hubiera sido capaz. ¡Apenas si podía con mi alma! Imaginate, cada vez que había un descanso me dormía de inmediato. Y los descansos eran sobre la marcha, en la fila, sin romper la formación y no eran de más de 5 minutos. ¡Fue una marcha agotadora! Pero se salvaron muchas vidas. ¡Incluida la mía!

Pero, bueno, eso fue muchos años antes de conocernos. Seguí contándome cómo era en el Ixcán. Me quedé con la duda, de cómo hacían para garantizar el suministro del suero durante la marcha.

¡Ah, eso forma parte de la inventiva! Fijate que el suero lo amarraban al mismo palo en el que iba colgada la hamaca en

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la que iba el herido. La verdad es que era un sistema muy práctico.

Sí, vos. Eso no creo que funcionara con la silla.

¡Uhm, habría que pensarlo!

Bueno, continúo.

Se nos informó que nos detendríamos a descansar unos veinte minutos en una comunidad a la que estábamos llegando y allí estaban reunidas todas las personas.

Serían como las once de la mañana y bajo la seguridad de los árboles se filtraba uno que otro rayo furtivo de sol que alumbraba dentro de la humedad, el lodo y hacía más relevante los harapos, la delgadez y el cansancio en los rostros.

Eran un aproximado de sesenta personas entre hombres, mujeres, niños y niñas, que se reunían alrededor de un tapesco improvisado.

Cansado, somnoliento, mojado, me senté en el suelo recostándome en las gambas de un robusto árbol y casi durmiéndome escuché al responsable de la comunidad decirles que se habían conseguido unas mazorcas de maíz y que se iban a repartir, tocando nueve mazorcas por familia.

Levanté la cara y la vista por curiosidad y vi que un señor como de sesenta años subía su mano, pidiendo la palabra y dijo que no estaba de acuerdo, que eso no era justo, que él y su mujer, después de la muerte de sus dos hijos en combate, se habían quedado solos y que no era correcto que ellos recibieran nueve mazorcas, cuando había familias con cuatro a cinco miembros y con niños.

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Habló con una señora que estaba a su lado y continuó diciendo que con su mujer proponían que se dieran las mazorcas por persona, que eso era lo justo.

Se oyó murmullo entre las personas y el responsable dijo que los que estaban de acuerdo con lo propuesto que levantaran la mano. Todos y todas levantaron la mano. Se les pidió que hicieran una fila y se empezaron a entregar por persona.

Puse la cabeza entre los brazos y empecé a pensar. Pensé en lo doloroso de la separación de mis hijos, de la separación de mi esposa, de lo doloroso de dejar a otros seres queridos.

De lo difícil de haber quemado mis naves y no tener retorno…

Y, ¿sabés?, la verdad es que me sentí orgulloso, feliz, revitalizado, sonreía y me di cuenta que lloraba y era un llanto agradable, orgulloso de llorar, orgulloso de mi consecuencia, orgulloso de mi compromiso, con ganas nuevas de continuar, ya no tenía sueño, no estaba cansado, me levanté y caminé hacia el tapesco para conocer a esos seres anónimos que me dieron tanta nueva energía y agradecerles.

Mi sorpresa fue tal porque no había casi nadie, sólo encontré dos a tres niños desnudos que llevaban dos mazorcas casi podridas bajo sus bracitos, contentos y sonriendo.

Todos y todas se habían dispersado en silencio, metiéndose entre la selva por seguridad.

¿Te quedaste dormido?

No. Se fueron rápido y en silencio. Ya no los vi, ya no pude apreciar a esas dos personas que habían desbordado su inmensa calidad humana. Pensé que eso sucedía con

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frecuencia, los seres anónimos, los que cambian las situaciones sociales pasan desapercibidos, de incognito, esos son los valientes hombres y mujeres que calladamente se entregan a una causa, dando y dando sin parar, esforzándose, compartiendo.

Compañeros, seguimos la marcha, oí que decía el responsable de la pequeña columna y tomé mi lugar, caminando con más brillos, sonriendo y secando las últimas lágrimas que resbalaban por mi cara…

Esa experiencia tan maravillosa y ejemplificante me ayudó para seguir adelante otros años, ya que había cosas del funcionamiento de la organización que no me empezaban a gustar, que la teoría era una y en la práctica se realizaban otras cosas.

No me vayas a entender mal, no era todo así, pero iba en aumento la pérdida de nuestros anhelos revolucionarios y por compañeros y compañeras como ellas valía la pena seguir, eran el ejemplo. Eran la ilusión de seguir, eran la confirmación de que no todo estaba perdido.

Sí, tenés razón, esas personas tan solidarias, justas, valiosas, eran de las Comunidades de Población en Resistencia.

Eso es algo que no terminé de comprender. ¿Qué pasa que a todos estos héroes y heroínas anónimas en lo poco que se ha escrito sobre la guerra, no se les da el valioso y valiente lugar que se merecen?

Otra cosa que no termino de entender es, ¿por qué solo en condiciones extremas llegamos a dar lo mejor de nosotros mismos? Y no me refiero a estas dos personas maravillosas. ¿Qué cambió después para volvernos tan miserables en sociedad? Tan alienados y alineados al sistema.

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Vos, Carlos, hablando de cosas jodidas o que jodían mucho. Por ejemplo, una vez, allí en la selva, cuando andabas por la sierra, se iba a celebrar algo, la verdad no me acuerdo qué. Pero era en el campamento guerrillero. A cada equipo nos tocaba organizar un acto que sirviera para que conociéramos y compartiéramos nuestra diversidad cultural. Entonces a un grupo de ladinos, citadinos, se nos ocurrió presentar un baile de Lambada, que estaba de moda.

¿Por qué decís ladinos? Somos mestizos.

No. Mirá, pues. Para mí, mestizos somos todas las personas. Por ejemplo, los españoles son mestizos, los gringos son mestizos, los salvadoreños son mestizos… el mestizaje tiene que ver con la mezcla cultural y genética que ha ocurrido a lo largo de toda la historia de nuestros pueblos. El ladino, en cambio, es una construcción social que tiene su fundamento en las relaciones de dominación económica y que en Guatemala toma forma y asume socialmente durante la época colonial.

Estoy de acuerdo con vos, pero ser ladino conlleva ser tremendamente discriminador, sentirse superior, entre otras cosas y me niego a ser parte de eso. Por eso me identifico con los mestizos.

Mejor te sigo contando lo de la Lambada.

Sí, vos, pero yo creo que independientemente de la forma de identificarnos con determinado grupo social o de denominarlo de una u otra forma, lo importante es que aprendamos a respetar las diferencias.

Cabal, vos.

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La cosa es que nos pasamos practicando muchos días, en nuestro tiempo de descanso. Éramos tres parejas, tres mujeres y un hombre de servicios médicos y dos hombres del equipo de formación política. La cuestión es que nuestros ensayos se fueron volviendo famosos y cada vez teníamos más público, pues resulta que un día llegó como espectador alguien de dirección nacional y, bueno, todo el ensayo transcurrió normal.

Al día siguiente llegó uno de los compas de EFOP a decirnos que ya no iba a participar en el baile, que no podía. Entonces ensayamos sólo dos parejas. Al otro día llega el otro compa de EFOP y dice que él tampoco puede participar. Nos enojamos mucho con él. Al fin nos confió que él si quería participar pero que recibió órdenes superiores que le prohibían estar soliviantando a la tropa. ¿Cómo así, le dijimos? Es que los mandos consideraron que ese baile provocaba sexualmente a los compañeros y que entonces no era conveniente presentarlo entre los actos previstos.

Nos pusimos muy enojados. El compa de EFOP nos dijo, miren compas, el problema es que órdenes son órdenes.

Pese a ello la única pareja que quedó, siguió ensayando, pero los mandos sacaron su número artístico del programa de la actividad.

¡Qué viva la doble moral!

Sí Carlos, eso era bastante triste y desmoralizante.

Retomando lo de alienados y alineados al sistema, tal vez no es así, pero como trato de ser sincero con vos, he sentido que algunos de los cuadros como que hacían el favor de conducir a la masa hacia nuevas y más justas oportunidades. Así lo sentí en varias oportunidades.

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Pero regresando a otro tipo de vivencias. En otra oportunidad, íbamos para atender a un compañero, especialmente querido por todos, por su consecuencia, entrega, fraternidad, solidaridad, todo un ser diferente, pero al llegar estaba muerto.

En esa ocasión un compañero de servicios médicos escribió:

Sin despedida

Caminamos, caminamos y caminamos, al llegar ya se había marchado.

¡Uyy! Qué cortito.

Sí, tenés razón, escribió muy cortito; a lo Tito Monterroso y su famoso cuento del dinosaurio.

Y dice el cuento. ¡Al despertar, el dinosaurio seguía ahí! Y te lo cuento porque me vino a la memoria un símil escrito en una pancarta en las movilizaciones del 2015. ¡Al despertar, los campesinos ya estaban ahí!

¡Ja! Al buen entendedor, pocas palabras.

Te cuento otra experiencia agradable que recuerdo ahora, sólo que ésta es después de que acabó la guerra.

Los seres humanos maravillosos y fuera de lo común

Era la primera vez que iba a la comunidad “Primavera del Ixcán”, donde vivían personas que estuvieron en las CPR de la selva y resistieron viviendo en medio de la selva diecinueve largos y duros años.

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Estaba contento de encontrarme de nuevo con hombres, mujeres, niños y niñas. Bueno, ahora ya no serían tan niños y niñas, después de tres años de la firma de la paz y siete años de separarnos por mi salida de la guerrilla.

Y realmente lo disfruté saludando a unos y otros, comiendo en sus casas, con la invitación para dormir en muchas de ellas. Realmente bonito y agradable.

Risas, recuerdos, llanto de algunos, relatos de lo pasado.

Lo que realmente me gustó sobremanera es cuando me acerqué a la casa de un viejo compañero, tenía ahora como unos sesenta y cinco años y al ir acercándome vinieron a mi memoria los encuentros agradables en la selva, siempre con ánimo, con el consejo oportuno.

En varias oportunidades desde su comunismo práctico me ayudó para retroalimentarme y despejar desasosiegos y penumbras, encontrando la paz y claridad.

Nos saludamos, nos abrazamos, lo noté muy viejo, cara arrugada, sin dientes, pero como siempre, sonriente.

Nos tomamos unas cervezas, platicamos del pasado, de momentos difíciles, de momentos agradables, entre plática y plática comenté que qué triste había sido tanto esfuerzo, tanto sacrificio, tanta represión, tantos y tantos muertos para haber logrado al final tan poco y desde su consecuencia con su propositivismo me contestó que para él no era así.

No, vos, me dijo, yo no estoy de acuerdo. A mí me pasó algo especial. Me dijo: Me permitió soñar, me permitió soñar con oportunidades de estudio para mis hijos, con un trabajo digno,

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con una sociedad justa, sin discriminación, una sociedad solidaria. Fue bonito.

Lo vi a los ojos, estaban húmedos, sonreía, yo lloraba y le agradecí por ser como era, por transmitir todo eso tan positivo que encerraba ese corazón normal y extraordinario de hombre fuera de lo común.

Me retiré orgulloso de la consecuencia de mi devenir, pese a sus fracasos y desencantos, nuevamente me había fortalecido.

Mentalmente le di las gracias.

Este ser maravilloso, supe que pasó a otra dimensión de la vida, según sus creencias, hace algunos años, no lo volví a ver, se fue, pero me dejó sus enseñanzas.

Al recordarlo vuelven las lágrimas a humedecer mis ojos y el nudo en la garganta se aprieta.

Sí, así como ahorita. Cómo cuesta hablar así. Dejémoslo por hoy.

Nos trae la cuenta por favor. Mirá... seguimos otro día, yo tengo compromisos pendientes hoy y vos también.

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Sí, un café con un poquito de leche y un café solo. Gracias.

Los principios y su consecuencia

Vos, pero me llama la atención una cosa que me dijiste en su momento: ¿qué cambió después para volvernos tan miserables en sociedad? Tan alienados y alineados al sistema.

Creo que te comentaba que una cosa que no termino de entender es, ¿por qué solo en condiciones extremas llegamos a dar lo mejor de nosotros mismos?

Bueno, al contarte eso me acordaba de algo que pasó el año 2015, cuando se botó al presidente y la vicepresidenta. Se conformó la plataforma nacional para la reforma de la ley electoral y de partidos políticos, coordinada por la Universidad de San Carlos.

Llegaron a participar como ciento veinte organizaciones o por ahí va el número.

La última reunión fue como seis a ocho días, tal vez siete, antes de las elecciones.

Todas las personas o por lo menos la mayoría estábamos convencidos que en las condiciones que imperaban, no queríamos elecciones, que era necesario retrasarlas y dar el tiempo necesario para reformas básicas y lograr unas elecciones más cercanas a un marco democrático y no de corrupción y oportunismo como se habían llevado anteriormente, sobre todo, sanear el congreso y vetar la participación a parásitos y corruptos que han aprendido a vivir a costillas de nuestros impuestos.

Sí, mano, hubo muchas expectativas.

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Todas las reuniones de la Plataforma las coordinó el Director de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos. En esa oportunidad, le volaron el micrófono y coordinó un periodista que tiene una columna en no sé cuál periódico. Lo cierto es que este personaje junto a otros cuatro hombres y una mujer boicotearon la reunión y para ponerle la guinda al pastel el Rector de la Universidad avaló y se puso de parte de ellos, para que no sacáramos un pronunciamiento, exigiendo el retraso de las elecciones.

Se realizaron las elecciones, los corruptos en los tres poderes, se siguen burlando de la sociedad e intuíamos con otros compañeros y compañeras que solo con enojo, sin formación y estudio político, un pueblo, no puede llegar muy lejos, pero había que sacarle lo mayor posible a esta situación y aquí viene lo triste y que te quiero contar. De estas 6 funestas personas, cuatro, por lo menos en la teoría se les conoce como de izquierda, no recuerdo si ya te lo comenté, yo creo que hoy en día es de izquierda toda persona que cree y actúa en función del bien de las mayorías.

Por eso te comentaba de miserables en sociedad. Alienados y alineados con el sistema.

Pero tenés cara triste, ¿qué te pasa?

Sí, es cierto, siento tristeza y cólera. Es que, mirá, no podemos engañarnos, la Universidad de San Carlos ha tenido sus momentos de gloria y alto compromiso con la sociedad guatemalteca, pero desde 1954 hasta finales de la década de los años ochenta la USAC fue una institución que con todas sus imperfecciones y diversidades constituyó un foco de resistencia importante, hasta llegar a ser un objetivo de aniquilación. Han venido socavándola,

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Tenés razón, se incrementó este socavamiento en los períodos más álgidos del conflicto armado, desarticulando sus organizaciones, desapareciendo estudiantes y catedráticos, asesinándolos, hasta lograr tomar las asociaciones por grupos con intereses muy contrarios a los populares y sociales.

Sí, Carolina, hoy en día, en la Universidad de San Carlos, se entrenan y sacan experiencia en sus distintas facultades, los politiqueros que saltarán a la palestra pública en unos años. Por eso hay compromisos de decanos y algunos estudiantes con distintos partidos políticos.

Me parece muy importante tu comentario. Vemos como una parte de personas que ayer se llamaban de izquierda dan un giro de 180 grados y se alinean con intereses espurios. Estos personajes que en sus escritos y en sus pláticas, continúan aparentando ser de izquierda, y es cierto que algunos de ellos en algún momento de su vida vieron las injusticias hacia los desposeídos, pero con el paso de los años y el cambio de la coyuntura, en la práctica ya no son de izquierda.

Sea como sea, sinceramente se espera que tengan por lo menos una pizca de ética y no se vuelvan contra las posibilidades de mejorar un poco la situación tan precaria de la gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas.

Tenés razón, estas personas deshonestamente han descubierto que con sus escritos y discurso de izquierda, de alguna forma llegan a tener más seguidores y eso les permite moverse con más éxito entre el discurso y sus oscuros propósitos.

También recordá que el sistema es cada vez más venenoso y se ensaña contra las personas sin posibilidades, pese a que es gracias a ellas, a los pobres, a los explotados, a los que debe su existencia y su riqueza.

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Vos, y en tu opinión, ¿qué te parece rescatable de esas movilizaciones?

¿Las del 2015?

Sí, vos.

Creo que la participación de los jóvenes de ambos sexos es lo más rescatable. Como que a puro huevo se empezó a dar el cambio generacional, que los viejos no querían que se diera, ni querían soltar prenda. Lo único es que desgraciadamente en ese espacio también se reprodujeron prácticas nefastas de incipiente protagonismo, clientelismo político y mesianismo.

Sí, vos. Es que hay cosas que se maman en casa o se aprenden durante la infancia en la escuela o en las calles. También es triste ver como los van domesticando para meterlos en el juego; platicando con un joven dirigente me contaba que su grupo estaba muy contento porque dos diputados buena onda, les estaban dando todos los sábados, charlas sobre las leyes y cómo se manejan en el Congreso. Metiéndolos al juego del puto legalismo que tanto daño ha hecho y que utilizan sólo cuando les conviene.

¿Sobre qué querés que platiquemos ahora?

Y si hablamos de los combatientes y de servicios médicos.

Está bueno, primero de los combatientes.

Los combatientesAprender, una necesidad imperiosa

Algo que me impresionó sobremanera fue la gran necesidad de aprender de la inmensa mayoría.

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Cuando tenían oportunidad se te acercaban con su cuaderno y lápiz, por cierto, cuando había posibilidades a cada uno se le daba un cuaderno y lápiz. Y te pedían una plana, si estaban aprendiendo a leer o algo de matemáticas, sociales, historia, dependiendo de su nivel de conocimiento, de eso te pedían.

Te cuento de un compañero, que en una oportunidad llegó y me pidió que le enseñara la raíz cuadrada y la cúbica. Yo las había visto, pero realmente no me acordaba y se lo dije, diciéndole que mejor le enseñaba y le dejaba ejercicios sobre la regla de tres, que no la conocía y que le sería más útil. Como a la semana lo vi de nuevo, ya había cumplido y muy bien. Me pidió que le enseñara ¡La puta raíz cuadrada! Le dejé otros ejercicios de la regla de tres y le prometí que a la próxima le enseñaría la raíz cuadrada.

Al nada más llegar a nuestro campamento, agarré cuaderno y lápiz y a preguntar quién me ayudaba a recordar la raíz cuadrada, la recordé de nuevo.

La próxima vez que nos vimos, le expliqué la raíz cuadrada y le dejé ejercicios.

La siguiente vez que nos vimos, me entregó los ejercicios correctamente respondidos y me pidió que le explicara de la raíz cúbica. Le dejé nuevos ejercicios de raíz cuadrada y le prometí que para la próxima le explicaría de la raíz cúbica.

A los pocos días de esto, supe que el compañero había caído en un enfrentamiento con el ejército. Ya no repasé la raíz cúbica, pero me dejó el recuerdo del interés por aprender cuando no tenés posibilidades. Qué bonito el morir buscando salida a las injusticias. No me vayas a entender mal. Que dolorosa la muerte de un compañero joven y con un futuro prometedor, pero bonito, el dolor no le quita lo bonito.

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Las tropas especiales

¿Y te acordás de las tropas especiales?

Sí. Había un grupo de tropas especiales que entre sus tareas una consistía en sacar información de las diferentes estructuras físicas en un destacamento militar para su posterior ataque.

Te voy a contar sobre su entrenamiento.

Un día llegó a nuestro campamento de SM un compañero, mando militar, diciéndonos que necesitaba cinco compañeros voluntarios de servicios médicos, para apoyarlos en un entrenamiento, estuvimos de acuerdo y consistía en lo siguiente: Los voluntarios nos colocamos de pie, en línea horizontal, separados diez metros uno de otro, y de ocho de la noche a seis de la mañana, con un foco o linterna cada diez minutos alumbraríamos durante unos veinte segundos, a la altura de nuestra cintura, en media luna, por delante de cada uno de nosotros, tratando de hacerlo como lo hacían las postas avanzadas de los destacamentos militares. Era un terreno sin árboles, que es como mantenían los destacamentos, talado su alrededor.

El ejercicio consistía en que durante esas diez horas, tres compañeros camuflados, iban a pasar entre nosotros y que pusiéramos toda la atención y empeño necesario en descubrirlos porque en eso iba la vida de los compañeros a la hora de realizarlo en serio.

A las ocho de la noche, tomamos las posiciones, con relojes sincronizados y con el mayor deseo de detectarlos para que el entreno fuera más fructífero.

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Efectivamente, cada diez minutos alumbrábamos durante treinta segundos.

A las seis y unos minutos por detrás de nosotros se presentó el mando militar con los tres compañeros camuflados y nos dieron las gracias por nuestra colaboración.

Vos, y en serio, ¿no notaron nada? No me lo creo.

De verdad le poníamos mucho empeño, porque en esos entrenos se practicaba para no tener errores y la vida de los compañeros iba en ello. Es más, cuando felicitamos a los tres compañeros, nos contaban que en la realidad, empezaban a avanzar arrastrándose como a las seis de la tarde, porque tenían que llegar hasta el destacamento, observar, por los lugares de luz y regresar. Se les iban como doce horas en ello, pasar las postas de ida y vuelta. Nunca detectaron estos movimientos y se hizo previo ataque en todos los destacamentos que se iban a asaltar.

La edad óptima para ser combatiente

Yo creo, es mi opinión, que para ser combatiente guerrillero, las óptimas condiciones es que estés entre los quince y veinticinco años, claro que se puede con más edad, pero la edad óptima, creo que sería esa. Es una vida muy pero muy difícil, con mucho ejercicio y movilidad constante.

¿Pero no sería mejor que tengan dieciocho años, que sean mayores de edad, al menos en términos legales?

Acordate que vos te alzaste a los 12 años. Qué me comentás sobre eso.

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Sí, eso es cierto. Pero yo te lo digo ahora, ya con la mirada de una mujer que poco le queda para arribar a los 50 y que en su infancia vivió en pellejo propio experiencias que ningún niño o niña debe vivir jamás.

Las guerras no deben existir, pero si en dado caso ocurren debemos salvaguardar a la niñez. Los niños y niñas deben ser eso y nada más, no deben asumir responsabilidades de adultos. Y es responsabilidad de los adultos, garantizarlo.

Claro que cuando yo era niña estaba muy segura de que debíamos de luchar y de morir si era necesario por lograr que ya no hubiera más pobres en Guatemala y en el mundo. Porque eso no es correcto, porque eso es injusto. Y lo sigo creyendo y lo sigo defendiendo y sigo trabajando para contribuir a que el mundo cambie,

Pero no sé si te podés imaginar lo que a mí me ha costado entender que nací para vivir y no para morir. Han sido años y años de dolor, tristeza y reflexión. Desde niña siempre estuve dispuesta a morir por mi país, por mi pueblo, por los demás pueblos del mundo. Nunca pensé que había nacido para vivir, para ser feliz, para disfrutar de ese mundo mejor por el que luché. Cuántas noches desperté con esa presión en el pecho, con esa angustia que te provoca la culpa por estar viva. Por haber sobrevivido a la guerra. Ese vacío inmenso que te deja el no haber muerto. El seguir viva, cuando habías nacido para morir. Eso es potente y eso lo aprendí en la guerra. Los niños de la guerra no vivimos para vivir, vivimos para morir para que otros puedan vivir lo que nosotros no pudimos.

Mirá, estoy parcialmente de acuerdo con vos. Y te voy a explicar por qué te digo que parcialmente.

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En esta sociedad, el sistema, con apoyo de las iglesias, nos ha formado con una doble moral, sin pensamiento crítico.Y antes quiero comentarte algo de Chomsky.5 Dice, los medios de comunicación son en las democracias lo que el garrote en los regímenes totalitarios, y tiene razón. Si en un medio de comunicación sale, niños de ocho años, picando piedra y los padres los mandaban a que lo hicieran, siendo dos personas entregadas al licor. Todo mundo se rasga las vestiduras y pone el grito en el cielo ante padre y madre tan desamorados. Lo leyeron, lo vieron o lo escucharon en los medios de comunicación y como arte de magia pasa de causa a efecto, actúan pensando en que todos los niños y niñas que trabajan son por culpa de padres alcoholizados o vagos.

Pero esas personas en más de una ocasión, estoy seguro, ven a menores de edad, vendiendo baratijas, cigarros, dulces y otras cosas y no dicen nada, lustradores de pocos años, vendedores y vendedoras de periódicos menores de edad.

Si, vos, Carlos, en eso tenés toda la razón.

Sí, mana. En el campo, los niños desde los seis a siete años acompañan al padre al trabajo en la milpa y además en las noches, cuando pueden fumar un cigarro, si lo consiguen, lo comparten con el niño o niños que lo acompañan al trabajo, es como una identificación y reconocimiento del niño, como persona adulta que empieza a asumir responsabilidades, como que se gana el derecho de eso y otras cosas que son de adultos.

Y claro que no estoy de acuerdo, pero es la realidad, por esos niños y niñas que son la mayoría, nadie dice, ni hace nada, 5 Noam Chomsky, figura importante en la lingüística del siglo XX. Ha escrito muchos libros sobre temas contemporáneos.

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pero por lo que le pasan los medios, vas a oír que todo es culpa de padres irresponsables. Lástima que no se puede hacer algo para que por un momento se pusieran en los zapatos de esos padres y madres. Comprenderían muchas cosas y tal vez empezarían a exigir que haya más oportunidades de trabajo, distribución de las tierras ociosas y salarios más justos.

Mano, además esos pequeños y pequeñas han crecido en la miseria, lo han vivido, lo han sufrido, lo han comparado al ver a personas de su edad, que estudian, que juegan, que se divierten, que no pasan hambre, tienen que pensárselo, tienen que sentirlo. Y cuando tienen oportunidad, teniendo familiares masacrados, torturados, deciden optar por la lucha. Nunca, en lo que sé, se obligó a nadie, al contrario, muchos niños se ofrecían para luchar y se les decía que tuvieran paciencia, que cuando crecieran un poco más.

Cabal, así pasó conmigo. Desde los 10 años estuve pidiendo que me dejaran ir a la lucha. Hasta los 11 logré que me aceptaran en una FIL (Fuerzas Irregulares Locales). Tanta fue mi insistencia de que me quería alzar, que por fin lo logré a los 12 años y me fui a la montaña.

¿Entonces, vos estuviste en las FIL?

Sí, vos. Yo era la más pequeña del grupo, no recuerdo si éramos 4 o 5, pero la verdad es que todos éramos menores de edad, estudiantes de primaria y secundaria. Yo era tan pequeña, que no recuerdo nombres, ni caras. Todo sucedió tan rápido. Sólo recuerdo que nos juntábamos a estudiar “cosas de la organización” y que una vez nos llevaron a aprender a disparar a un barranco y cada uno sólo podíamos hacerlo una vez. Me recuerdo que fue con un revolver 38. No me asusté. Pero el brazo me quedó doliendo varios días y el oído me zumbaba como que se me hubiera metido un pito adentro.

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Y, regresando al punto, no podemos olvidar que en esos tiempos el ejército efectuaba las agarradas para el cuartel, se ponían a la salida de iglesias, escuelas y a todo joven lo agarraban a la fuerza y se lo llevaban, sobre todo en comunidades indígenas. ¡Quien se rasgaba las vestiduras por ellos! Si eran pobres y la gran mayoría indígenas.

Estoy de acuerdo con vos. Claro que sí. ¡Así fue! ¿Cuántos menores se habrá llevado el ejército a prestar servicio sin consentimiento propio ni de sus padres?

Pero para concluir en esto, hoy en día, estoy de acuerdo que niños, niñas y adolescentes, si es posible, no tienen que estar involucrados en cosas que corresponden a adultos, siempre y cuando se les garantice una vida dentro del marco que se merecen como seres humanos y de acuerdo a las necesidades de su edad. Pero tampoco se les puede negar el derecho a exigir que se respeten sus derechos.

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La ofensiva de fin de año

Te acordás de la ofensiva del ejército entre 1987 y 1988, la que duró nueve meses.

Sí, vos. De eso me contaste algo antes.

Pues fíjate que metieron a la selva doce mil efectivos, con apoyo aéreo, tanto de aviones y helicópteros y los cañoneos constantes desde las siete bases que te conté anteriormente.

¡Doce mil efectivos! ¿Y sentiste miedo, mano?

Claro que sentí miedo, me imaginaba que si los doce mil se ponían en una línea horizontal, iban a peinar todo el terreno… Te voy a contar de dos casos que recuerdo ahora.

Nos reunieron a todos y por la envergadura de la ofensiva, nos informaron que eso iba para un tiempo largo. Que nos preparáramos, que esta vez iba para un tiempo prolongado.

Nos ubicaron en un lugar estratégico, desde donde podríamos movilizarnos a todas partes, por lo menos inicialmente.

Los hombres y mujeres combatientes, los dividieron en escuadras de siete personas y el mando de cada escuadra, en manos de alguien con experiencia. Se movilizarían a hostigar a diferentes puntos, ya que los soldados entraban avanzando por diferentes lugares.

Al segundo día, de esto que te estoy contando, llevaron con nosotros a un compañero que en una retirada, después de hostigar, se resbaló y confirmamos una fractura de clavícula. Le dijimos que se había terminado para él el combatir por un tiempo y que se quedaría con nosotros para apoyar en lo que pudiera.

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Nos contestó que no le dolía mucho, que entendiéramos, que era importante esos tiempos de resistencia y que teníamos que sacarlos de nuestro territorio o nos sacarían a nosotros.Le realizamos una serie de ejercicios para ver su capacidad de movimiento y resistió sin quejarse. Le pusimos un anestésico inyectado local y le dimos analgésicos fuertes. Haciéndole prometer que volviera con nosotros al notar cambios o que no pudiera movilizarse bien. Le enviamos una nota a su jefe de escuadra, pidiéndole, de ser posible que lo quisiéramos ver en unos tres días.

Antes de irse nos dijo, compañeros, en este hostigamiento llevo una baja. Sonrió y se fue.

Vos, ¿y de verdad se mantenía como sin fractura?

No. Tenía sus limitaciones y en la nota al jefe de escuadra se lo hacíamos ver.

A los tres días regresó y nos dijo muy orgulloso, compañeros, llevo otros dos y uno muy valioso, les habían orientado tirar a miembros inferiores o a partes del cuerpo que provocaran inmovilidad, ya que así, se desviarían de la atención principal que era combatir, a varios soldados, obligándolos a trasladarlos a lugares donde tenían que botar árboles para que bajaran helicópteros por ellos, lo que nos daba muchas más oportunidades.

Le pusimos otro anestésico y le dimos más analgésicos.

A los cinco días, regresó de nuevo y nos dijo que ya llevaba cinco. Procedimos igual que las otras veces.

Pasaron como seis días y vimos a un compañero de su escuadra que había ido por abasto. Le preguntamos por él y

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nos dijo que el día anterior, había muerto en combate, pero que antes había inhabilitado por heridas a otro soldado. Con un nudo en la garganta, pensé, seis, y comentamos su valentía y disposición con los que estábamos en servicios médicos. Te digo sinceramente que nuestra moral no cabía en la selva del Ixcán, sabíamos sin decir nada que nuestro compromiso lo llevaríamos hasta las últimas consecuencias.

Qué bonito, vos. Muy bonito.

Te voy a contar otro caso, que no me lo creía, pero que nos fue dando una gran confianza en nuestros compañeros y nos convenció que derrotaríamos a los soldados.

Te conté que se dividieron en escuadras de siete compañeros y compañeras. Por el rumbo que llevaban las diferentes compañías que avanzaban.

Vos, ¿cuántos soldados tiene una compañía?

Una compañía tiene setenta soldados.

Continúo. Entraban por diferentes lugares y tratando de cubrirlo todo. Por el rumbo que llevaban y habiendo caminos angostos y llenos de lodo, se calculaba por donde podrían pasar; acordate que eran doce mil efectivos. Las posibilidades eran muchas.

Estos compañeros ubicaron un lugar a la par del camino en donde, paralelamente, había tirado un enorme árbol, como de diez a quince metros de largo.Cavaron un hoyo como de dos metros de profundidad a lo largo del árbol y en la parte por detrás del camino. Lo llenaron de gran cantidad de estacas, literalmente lleno en toda su parte inferior. Fue una tarde.

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Por delante del árbol, por el sitio en que se aproximarían, si es que sucedería así, como a cinco a seis metros, enterraron una enorme bomba. Quien la detonaría se colocó frente a ella.

Uno se colocó por atrás, como a cinco metros de donde terminaba el árbol, quién iniciaría el tiroteo, otro compañero a tres metros.

Dos por arriba de la zanja, que tirarían granadas al hoyo.

Y los otros dos, uno de cada lado, servirían de contención y se les uniría el que detonara la bomba.

Y todos en silencio, en su posición y a esperar.

Te voy a contar imaginándome lo que pasó.

Cuando llegó el primer soldado a la altura del que estaba a cinco metros por detrás del árbol, le disparó, explotó la bomba, saltaron a la zanja, la contención cortó la columna, tiraron las granadas y lo cierto es que al campamento central de emergencia, donde estábamos nosotros también en ese momento, llegaron los siete, sudados, enlodados, cansados y cinco con tres armas, dos con cuatro armas.

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¡Habían recuperado dieciséis armas!

¡Qué buenos, mano!

Señores, perdonen, pero ya vamos a cerrar.

Está bien.

Vos, nos seguimos contando en la próxima.

Aquí tiene y muchas gracias. Quédese con el cambio.

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Lo de siempre por favor. A él un café con un poquito de leche y a mí.

Sí, ya sé, un expresso.

Exacto.

Me quedé contándote un poco de la ofensiva que duró nueve meses.

Realmente fue una derrota para el ejército.

Recuerdo que la oligarquía, que les había dado muchos recursos monetarios, empezaron a protestar y se supo de oficiales que habían desviado fondos para la manutención y avituallamiento de los soldados a sus cuentas personales.

Pero fue una victoria pírrica para nosotros. Quedamos agotados y sin mayores recursos.

El jefe del Estado mayor, que no estuvo durante esta ofensiva, delegó en un compañero con mucha experiencia, pero que no estaba en la dirección nacional de la organización y quien le dijo a los dos miembros de la dirección nacional que estaban en el frente, pero sin experiencia militar, que era el momento de pasar a la ofensiva, tomar nuevos territorios de accionar, de romper el cerco y le dijeron que no, que había mucho cansancio y que era mejor replegarse hacia México.

Durante estos meses le habíamos realizado como entre ochocientas a novecientas bajas al ejército, de nuestra parte cuatro compañeros caídos. Dos en combate y dos en accidentes.

¿Tantas bajas, mano?

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Sí vos, entre muertos y heridos sin capacidad de combate. Acordate que la orientación era herirlos para que fuera una carga para el resto.

Continúo. De parte de las CPR, seis bajas, pero muchos compañeros y compañeras agotadas se fueron a México.

¡Increíble mano! ¡Increíble!

Tenés razón, era increíble la calidad de personas que había en ese momento en la selva del Ixcán, CPR y alzados, dispuestos a luchar y defender sus esperanzas, sus sueños, sus ilusiones, sus ansias por un país justo.

Te voy a contar de una visita a una unidad militar para chequeo médico, que se realizaban periódicamente. Este fue un viaje lleno de peligros y situaciones embarazosas.

Dale, mano, cuando te picas quien te para.

Íbamos tres compañeros de servicios médicos, con cuatro compañeros combatientes, muy experimentados, dos de ellos adelante y dos atrás. Salimos de la selva del Ixcán y bordeando la línea fronteriza entre México y Guatemala, nos dirigíamos hacia área de Huehuetenango, por donde se encontraba la unidad militar a la que íbamos.Eran tres días de camino.

Al segundo día, paramos la marcha como a las siete de la noche, colgamos hamacas y nos quedamos en un lugar que a uno de los lados presentaba un paredón como de diez metros de alto.

En la madrugada del tercer día, como a las dos de la mañana, llegó el compañero que estaba de posta y avisó que el ejército

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venía avanzando en media luna, hacia donde estábamos. Me pareció que no teníamos escapatoria, solo morir peleando.

El compañero que iba a cargo de la seguridad, como de unos diecisiete a dieciocho años, rápidamente nos dijo: Casi siempre avanzan con una separación de diez metros entre ellos. Se van a poner en fila detrás de mí y cuando les avise me siguen, sin parar; si alguien cae, no se detengan, sigan corriendo.

Me puse de segundo, detrás del compañero, agarré firmemente mi arma, le quité el seguro y tenía miedo de que el ruido de mi corazón nos delatara, avanzamos despacio, una luna en cuarto creciente, que iluminaba, afortunadamente para nosotros, muy poco, entre unas densas nubes.

Avanzamos lenta y directamente al encuentro de los soldados.

En algún momento el compañero disparó, claramente oí un gemido como a unos treinta a cincuenta metros por delante y corrí y corrí detrás del compañero, que apenas divisaba su silueta, me caí una vez, no sé cómo me levanté y seguí corriendo, era un inmenso zacatal y se oía como los disparos cortaban algunos montes a mi lado.

Corrimos como trescientos a cuatrocientos metros, o tal vez una eternidad, lo cierto es que en algún lugar el compañero se detuvo y parecía algo milagroso, todos estábamos al final, ni un herido. Nos alejamos rápido y en silencio.

Vos, Carlos, entonces al causarles una baja y más si era un soldado que tenían al frente, les quedaba un espacio como de veinte metros, por donde lograron pasar.

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Sí mana, logramos romper el cerco. Llegamos a la unidad militar, cumplimos con nuestra tarea durante cuatro días y luego de vuelta.

Carlos, yo creo saber lo que se hacía en las unidades militares, pero amplíalo, tal vez hay cosas que no conocí.

Está bien, cuando te cuente de los servicios médicos te lo contaré, ahora te voy a seguir contando de los combatientes.

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Al salir de regreso, íbamos más vigilantes, sabíamos que la patrulla del ejército ya se había retirado.

Caminamos junto a la línea.

¡Ay, mano! En esa recta larga que existe en el mapa, si ahí se ve larga, caminándola, ¡ufff! ¡Interminable!

Sí tenés razón. En esa gran recta que hay entre Alta Verapaz, Huehuetenango y Quiché, colindando con México. Caminando un rato del lado de Guate y otro del lado de México.

Al terminar el día, decidimos quedarnos a la par de la línea divisoria, como a cinco metros adentro del territorio mexicano.

Como a las seis de la mañana, cuando estábamos preparándonos para continuar la marcha, llegó corriendo el compañero de posta y avisó que se acercaba el ejército por la línea, que le había disparado al que venía primero pero su arma no detonó.

Nos orientaron que tomáramos posición con unos cinco metros de distancia entre cada uno, del lado mexicano y esperáramos.

Cuando iban llegando a nuestra altura, oímos claramente lo siguiente: ¡Pinches mosquitos, vayan a picar a su puta madre!

El compañero al mando gritó: ¡Somos de la guerrilla guatemalteca y no tenemos problemas con ustedes!

Al oír la voz, rápidamente tomaron posiciones del lado guatemalteco y empezó el siguiente dialogo.

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Soy el Capitán al mando de la compañía, ¿Qué hacen en territorio mexicano?Soy el jefe de la columna guerrillera, ¿Qué hacen en territorio guatemalteco bajo nuestro control?

Bueno, voy a salir y que salga su jefe también.

Y efectivamente en la zona chapeada de la línea divisoria, apareció un hombre de unos cuarenta años, panzón y con lentes RayBan, aunque el sol apenas empezaba a asomarse.

Vos, seguramente eso de los lentes es un estilo muy general entre los militares.

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Así parece. De nuestro lado salió el compañero, joven, con la gorra con la visera para atrás, con su honda en la bolsa de atrás, para cazar animales.

Todos los veíamos y el mexicano le dijo, Como que son muy jóvenes sus mandos. El compañero le contestó, Sí, no nos los dan por edad sino por capacidad.

Vamos a continuar nuestro camino y cuídense. Le ordenó a su tropa que se levantaran y empezaron a caminar por la línea, conté setenta y tres soldados.

Nos levantamos y continuamos la marcha.

Este compañero que nos guio en esa oportunidad, llegó a tener un gran desarrollo militar.

En una oportunidad, junto con otro compañero, llegaron a las cercanías de uno de los destacamentos y los tuvieron hostigando durante cuarenta y cinco minutos.

¡Púchica! ¿Y cómo lo hacían?

Te cuento. Se colocaron a cierta distancia uno del otro, uno disparaba, se arrastraba y se ponía en otra posición, mientras el otro disparaba y así sucesivamente. ¡Cuarenta y cinco minutos! Les tiraban andanadas de tiros, mientras ellos gastaban muy pocas balas.

¡Qué buenos, mano!

El miedo

Sí, vos. Pero en la guerra, que todas son descarnadas e inhumanas, no importa la razón por la que se empiezan,

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aunque sean muy justas, al final te metés en la dinámica de estás conmigo o contra mí y no aceptamos debilidades, miedos, temores en las personas.

Eso es cierto, vos. Muchos jóvenes flaquean a la hora de la hora, porque sienten miedo y es entendible.

Te voy a contar de un compañero, que antes de salir a un combate, era nuevo y acababa de pasar el entrenamiento, llegó a pedir consulta y reportó calambres y lesiones en los pies que le impedían caminar, al examinarlo nos dimos cuenta que no tenía absolutamente nada, se lo dijimos y nos contestó que era cierto, no tenía nada, pero que sentía mucho miedo para ir al combate.

Mientras resolvíamos que se hacía, lo reportamos enfermo y se quedó en el campamento. Posteriormente uno de servicios médicos fue a hablar con el jefe de este compañero, le contó que pensábamos que había que reforzarlo políticamente y debía esperarse un tiempo. Dijo estar de acuerdo y que se estuviera ahí con nosotros.

Pero nuestra sorpresa fue mayúscula, cuando por la tarde lo mandaron a llamar de su unidad y que se tenía que presentar.

Lo último que supimos de este compañero es que a los tres días murió, fue en un combate que tuvieron con el ejército.

Mano, eso me parece inhumano.

Tenés razón. Reflexionábamos y lo discutimos entre nosotros, después le planteamos nuestra inquietud a un mando militar y nos dijo que estaba de acuerdo con nosotros, pero eso sería en tiempo de paz. Las necesidades de la guerra son muchas y se necesitan combatientes en todas partes y si se afloja con uno es un mal ejemplo para los demás.

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Nos surgían dudas, si querés cambios revolucionarios, tenés que actuar diferente a como actúan tradicionalmente los ejércitos y otras fuerzas de seguridad en Guatemala y en otras partes del mundo.

Es complejo y contradictorio.

Vos, estoy segura de que para lograr cambios revolucionarios, se tiene que luchar por ellos, nadie, absolutamente nadie va a compartir el poder solo porque sí.

Repasemos la historia, te acordás que Allende y la Unidad Popular lograron el poder por las urnas en Chile, pero qué pasó después, pasó lo mismo que en Guatemala, buscaron como desestabilizarlos. Hasta botarlos. Hasta que el genocida Pinochet, con la ayuda del Departamento de Estado gringo los sacó del poder. A todos los países de Sur América que de una u otra forma están contra las medidas neo liberales, en las noticias les sacan cosas que los desvirtúan y magnifican los errores que cometen.

Te puedo dar un ejemplo en pequeño, los detractores dueños de los medios, si ven algo en nuestros relatos, los magnificarán para que con base en mentiras y exageraciones descalificarlos. Pero detrás van los intereses económicos justificados desde su ideología.

Sí, mano, mirá como se ha atacado a Venezuela, sabías que es el país con mayor reserva natural de petróleo en el mundo. Además de la ideología y la política diferente, pensando más en el bienestar común que no les conviene como mal ejemplo. Lástima que el actual presidente de Venezuela no ha estado a la altura de las circunstancias, pero es lo que hay.

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Sí, vos, al menos eso parece. Algo de cierto habrá, aunque acordate que nos llega poca información y filtrada por intereses que en la mayoría de casos no comulgan con el bien común.

Cabal, porque, por ejemplo, ¿qué sabemos realmente del bloqueo? ¿Existe? ¿Qué consecuencias está teniendo para la economía y para los demás aspectos de la vida de la mayoría de personas en Venezuela?

Por eso te comenté que es complejo y contradictorio. No podés buscar cambios revolucionarios si utilizas sus mismos mecanismos para buscar el poder.

¿No te entiendo?

Por ejemplo, el ejército arrasó con más de seiscientas comunidades, parece que la guerrilla con trece comunidades. Pero con una sola comunidad que hubiera arrasado, no es válido, eran personas no combatientes, había niños y niñas, mujeres, ancianos y ancianas.

No podemos aspirar a cambios si usamos métodos anti humanos que utiliza la ideología que combatimos. No podemos forzar a combatir a quien no quiere.

Si siempre estuvimos contra el reclutamiento forzoso, porqué forzamos a combatir.

Pero, mano, así es la guerra. Siempre hay daño colateral.

Lo del daño colateral no es una justificación. Es una triste realidad en la historia de la humanidad.

Esto me recuerda algo que escuché en algún lado, pero no sé quién lo dijo: lo terrible de las guerras no es que las personas

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mueran, sino que las personas matan. Algo que se torna cada vez como más natural en el sistema neoliberal desde el que se incita.

Sí, es como parte de la justificación de que para lograr el desarrollo hay que eliminar los obstáculos, aunque esos obstáculos seamos las personas mismas. Entre comillas eso de desarrollo, que sabemos que es sólo para unos pocos.

Este es el tipo de contradicciones que quiero que platiquemos, para que se valore y si en un futuro es necesario, debe tomarse en cuenta.

Ojalá que con el devenir de la organización de los pueblos, se vayan encontrando espacios por la vía electoral u otras vías no violentas, pero eso sí, tiene que ser una coyuntura muy favorable donde se den los cambios, cuando te digo muy favorable, me refiero a cambios por lo menos continentales.

Mirá, vos, ¿Hubo muchos casos de compañeros con miedo?

Nosotros, como SM, atendimos a tres en el lapso de dos años. Pero muy probablemente había más casos que nunca se trataron como asunto de salud.

¿Y qué hacían?

Los ingresábamos a nuestro campamento y los teníamos como ocho días, no podía ser más tiempo, aprovechábamos para platicarles y animarlos, hablar de la necesidad de la lucha. Fortalecerles, buscar que fuera menos traumática su reincorporación, eso fue con el tiempo que lo fuimos viendo y haciendo, al principio nos sumábamos a las conclusiones que hacían los del equipo de formación política (EFOP), todo se etiquetaba en deformaciones o debilidades político ideológicas.

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Sí, mano, tenés razón, la dialéctica como que no se manejaba, había mucho voluntarismo en todos y todas. No se lograba ver las diferencias, ¡todo en el saco del voluntarismo!

Al considerarnos una organización Marxista-Leninista se asumía que muchas cosas que se hacían en colectivo eran porque se deseaban, por convicción; pero no era del todo así, la vida en colectividad garantizaba la sobrevivencia y no se trabajó más a fondo y con regularidad para que se entendiera lo del marxismo-leninismo.

Ya que estamos en eso, te quiero comentar otra cosa que creo que fue un error. Se hablaba de una organización Marxista-Leninista. Sin comentarte de algunos desaciertos, sobre todo en el caso del leninismo, aunque siguen vigentes muchas cosas, sobre todo del marxismo. Hay me lo recordás para que te lo comente después.

Está bien, vos.

El Nahual y otras breves anécdotas

Contame de otros casos de combatientes que se atendían en SM.

Te voy a contar de un combatiente del que aprendimos mucho: Un día llegó a nuestro campamento una patrulla de compañeros, trasladando a un compañero herido en una pierna en la que llevaba un vendaje compresivo. Lo habían llevado en camilla porque no podía caminar.

Le quitamos el vendaje compresivo y no tenía absolutamente nada. El sanitario responsable del traslado me llamó aparte y me dijo que el compañero en un combate ya no caminó

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y lo sacaron cargado del área de combate y lo trasladaron. Refiriendo que el herido fue su hermano gemelo, su nahual.

Increíble, vos, continúa.

Se le dio un placebo y se dejó en nuestro campamento. En tiempos libres, nos turnábamos para platicar con él. Enseñándole anatomía, el funcionamiento del cuerpo, porque el mantenía que su hermano gemelo, que no recuerdo ahora que animal era, supongamos un tigrillo, decía que su padre, que estuvo en el momento de su parto, le dijo que él vio como antes de nacer él, había saltado de la vagina de su mamá su hermano gemelo, perdiéndose en el monte y que su padre no le iba a mentir.

Le pregunté que si su padre tomaba, me dijo que sí y me contó que era muy seguido que lo hacía. Le planteé la posibilidad de que para la hora del parto, su padre tal vez estaba tomado y eso lo hizo ver cosas que no son posibles, que de humanas solo nacen humanos y un sinfín de argumentos más.

Todo fue en vano, se mejoraba, pero no se curaba. Me contó que su hermano lo visitaba en su campamento, antes que lo hirieran, prueba de ello es que él le dejaba comida debajo de su hamaca y al otro día ya no estaba.

Volvíamos a la carga, debajo de tu hamaca y destapada la comida, cualquier animal se la podría comer. ¡No! Fue mi hermano gemelo.

Para no cansarte, después de unos quince días de platicarle y que no había tiempo para dedicarle más, él, caminando con una cierta cojera, nos planteó que quería ir a su casa, que hablaría con su mamá y ella sabría cómo resolver.

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Se les planteó a sus responsables, que veíamos conveniente que realizará una visita familiar, porque tenía varios años sin visitarlos. Y se fue.

Al mes aproximadamente, pasó por nuestro campamento, en camino a su unidad militar, nos dijo que llegó a su casa, le contó a su mamá y ella inmediatamente salió con un poco de agua caliente y unos trapos limpios para curar a su hermano gemelo y que de ahí en adelante se le quitó el dolor y pudo caminar bien.

Le contestamos y digo contestamos, porque todos los que estábamos ahí nos apresuramos a escuchar sus comentarios; que nos alegraba mucho su curación y que alegre que se reincorporará sano a la lucha.

Me pareció asombroso el poder de la creencia en su mente.

Sí, es como creer en un dios o en los ángeles o en el diablo.

Estoy de acuerdo y te dije al comenzar a contarte, que aprendimos mucho de él, porque es como las religiones y la fe, uno no se lo cree, por ejemplo, la existencia de un dios, pero hace daño cuando se lo refutas sin respeto. Aunque el respeto debería de ser en doble vía, si uno no cree, que lo respeten y no se pongan de objetivo, salvarte para su causa.

Si estoy de acuerdo con vos, el respeto a las diferencias es muy difícil, pero no imposible.

Te voy a contar una anécdota chistosa, en una de las visitas a una unidad militar, nos llamó la atención que ante cualquier cosa, el compañero o la compañera contestaba: ¡Dejate mamita, te va a gustar! Se lo preguntamos a una compañera y nos dijo que en una carretera, estaban emboscados, esperando

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al ejército y enfrente de la emboscada se paró un carro y que se oía lo que platicaban, era un hombre que buscaba favores sexuales de una mujer, tal vez su novia, o que se yo. La cosa es que constantemente le decía eso: ¡Dejate mamita, te va a gustar! Que persistió durante un buen tiempo en los dichos del campamento.

Y ya que estamos en eso, te cuento otra, los compañeros emboscados en un camino vecinal, de repente venían en el camino dos mujeres, una un poco mayor y una como de dieciocho años. Enfrente de donde estaba escondido un compañero la joven se puso delante, se subió la ropa, se bajó el calzón y se puso a orinar, de repente lo vio y dijo.¡ Ay, usté, ya me vio todo! Se levantó y se retiraron corriendo, también levantaron la emboscada y se retiraron.

Ah, una última anécdota, en una oportunidad, estaba con un mando, cuando llegó a informar a su superior el jefe de una unidad que había atacado a un cuartel. Dijo algo así: No hubo bajas. Había dos barracones6 grandes, tiramos 2 RPG7 y ya no están los barracones, todo pelado, sólo mucho humo.

Ya se nos ha hecho tarde. Te parece que nos vayamos y continuamos en la próxima.

Estoy de acuerdo, vámonos y paso pagando en la caja.

Por cierto, me tenés con curiosidad, porque cuando comenzamos a contarnos de la guerra, te acordás que me dijiste que querías conocer más del actuar y pensar de la guerrilla para sacar tus conclusiones sobre algo. ¿Así era?

6 Barracón: construcción grande en un cuartel para alojar soldados

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Sí vos, me está ayudando mucho el ir conociendo más, en su momento te contaré.

Agarrá tu chumpa que te la estás dejando.

Gracias, vos.

Ahí nos llamamos para platicar.

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Vos, me parece bien que nos hayamos juntado frente al Palacio Nacional.

Vení y nos sentamos en las gradas.

Carlos, qué bonito es recordar la plaza llena de personas, esas concentraciones del dos mil quince, lástima que no había una clara formación política y que cada quién actuara con un criterio político. ¡La plaza de las esperanzas y las ilusiones!

Fijate Carolina, que yo he estado en estos últimos años en marchas y concentraciones campesinas y no hubo mayor respaldo a sus luchas. El neoliberalismo y la desinformación le han quitado al pueblo sus herramientas de lucha.

Mano, la verdad, no te entiendo.

Mirá pues, para los neoliberales es importante mantener en la ignorancia y la desinformación a las personas, meterlas en el consumismo e ir logrando volver las herramientas que conocemos, como caducas o contrarias a nuestros intereses.

La identidad de clase, la unidad, la solidaridad y el pensamiento crítico

Se ha perdido casi completamente la identidad de clase.

¿Por qué decís eso?

Te voy a responder con ejemplos.

En los años sesenta y setenta, te voy a contar de lugares en que viví esa experiencia.

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En Escuintla llegó a haber respaldo de unos a otros en las luchas populares y las reivindicaciones de los y las trabajadoras.

Si había despidos injustificados en la industria papelera centroamericana, por ejemplo, los líderes y lideresas organizados en otros sectores, se reunían y apoyaban. En el hospital, se nombraba a un grupo de voluntarios y voluntarias, que no estuvieran en su turno laboral y llegaban a la papelera a atender enfermos, acompañarlos, igual hacían los sindicatos, como la FASGUA, los maestros, las comunidades eclesiales de base, urbanas y rurales, que eran la teología de la liberación y así sucesivamente, si no se atendían las justas peticiones de un sector, se entraba en paro en otros sectores.

Los trabajadores y trabajadoras se identificaban con sus hermanos de clase, los asalariados. Se había logrado quitar en parte esa indiferencia a las demandas de otros sectores.

Ves que hoy en día las luchas de las comunidades afectadas por la minería a cielo abierto llevan varios años y poco a poco se han sumado algunos sectores que no se ven directamente afectados, pero han comprendido algo tan simple, hoy por ti, mañana por mí.

Y es que con el daño que padece Guatemala con el cambio climático, es de los cuatro países más afectados por este fenómeno a nivel mundial.Sí, mano, y no es sólo lo de la minería a cielo abierto, está el enorme daño que se ha hecho con las desviaciones de ríos, las contaminaciones del medio ambiente por los insecticidas.

¡Aguantá que para calmar a la población, sobre todo urbana, ahora los productores de palma africana, sacan anuncios de que es la cuarta exportación del país y como que no se puede vivir sin ella!

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Es que aunque fuera la primera, el Estado, a través de los distintos gobiernos, tiene la harta obligación de preservar el territorio para el beneficio de su ciudadanía. Con eso no se puede jugar a estas alturas del daño.

¿Y por qué creés que se perdió la identidad de clase?

Te voy a dar mi punto de vista, es que lo que te voy a contar tiene mucho que ver con el futuro de luchas, me refiero a la identidad de clase, la solidaridad, el pensamiento crítico y la unidad. Pilares claves para conformar una organización social diferente y revolucionaria.

Resulta que con la caída del socialismo, que es una caída, no su destrucción, los medios de comunicación a nivel mundial, al servicio del capitalismo, que son la inmensa mayoría, difundieron por todos los medios informando del socialismo y aprovechando la ignorancia de las personas, lo compararon hasta con el nacional socialismo nazi y otras aberraciones. Acordate que localmente se hablaba de que los comunistas hacían jabón con los niños y que como todo era colectivo, se podían acostar con las esposas de quien quisieran.

Ja ja, me dan risa esas estupideces.

Te reís, da risa, pero también tristeza el aprovecharse de la ignorancia de las personas y darles gato por liebre.

Mano, los medios comerciales de comunicación han incautado la libertad de expresión y, precisamente, la han aprisionado para usarla como rehén. Ante ese poder los individuos no valen, no valemos nada.

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Es cierto, vos, quedó tal miedo a hablar de socialismo y su ideología que hoy en día hay que hacerlo como camuflado para que no se pongan a la defensiva.

Bueno, vos ¿Y cómo se puede llegar a esa identidad de clase hoy en día que está tan difícil?

Creo que se necesita del pensamiento crítico, la solidaridad y la unidad para ser consecuente con esa identidad de clase.

Platiquemos de como unirlo todo. ¿Estás de acuerdo, mano?

Estoy de acuerdo. Veamos sobre el pensamiento crítico. Para tener un pensamiento crítico, necesitás tener un criterio propio, aun así, este pensamiento crítico es limitado.

Tenés razón, porque a la mayoría de la población la han formado dentro de la ideología idealista y eso los limita porque no ven la relación del todo con las partes en lo objetivo. En cambio con la ideología materialista, todo está relacionado con todo por medio de la dialéctica.

Voy a poner unos ejemplos para comprenderlo bien y pensaba, esto es de la guerra, fue algo fundamental para las luchas populares pero siempre estamos interesados por el futuro de la mayoría de personas guatemaltecas y oprimidas, sean de donde sean y nuestra experiencia puede servir de algo.Voy a poner sus diferencias: Para el pensamiento idealista una flor es una flor y no tiene relación con nada, un lápiz es un lápiz, una pulga es una pulga, un gato es un gato y así sobre cualquier cosa que nombremos, está aislada, sola y sin relación con nada.

Sí, mano, en cambio para el pensamiento, desde la ideología materialista, todo está relacionado con todo. ¿Qué relación

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pueden tener una flor y un lápiz? Los dos pertenecen a la naturaleza, solo que el lápiz ha sido transformado por la mano del ser humano, pero tienen esa relación. ¿Qué relación tienen una pulga y un gato? Los dos son seres vivos. Y así con todo, si hacemos ejercicios, veremos que todo tiene relación con todo.

¡Así va la cosa!

A ver si estoy comprendiendo. Voy a tomar el ejemplo de la flor. En el pensamiento idealista la flor es flor porque alguien, un ser supremo, quiso que fuera flor; pero en el momento que ese ser supremo quiera que deje de ser flor y se convierta en vaca, dejará de serlo, porque todo lo que existe y eso depende de las ideas y de la voluntad que las concreta. En cambio, en el pensamiento materialista una flor para dejar de ser flor y convertirse en vaca necesita que ocurran cambios en los aspectos materiales que la constituyen (por ejemplo, a nivel genético), pero en ningún momento la flor puede ser vaca sólo porque quiso serlo o porque alguien más quiera que lo sea.

Cabal, de eso se trata, en el materialismo todo y todos dependemos de todo y de todos. No somos entes aislados, ni voluntariosos. Hay condiciones objetivas, materiales que condicionan las relaciones y las transformaciones que son factibles.

Continuá, mano.

¿Por qué es importante esto? Porque en nuestra formación, en nuestra práctica de vida, nos han llevado a pensar con el pensamiento idealista, cada cosa es cada cosa y no se relaciona ni cambia.

Sí, mano, veamos cómo es de importante en nuestra vida la forma en que pensamos. Por ejemplo, si una persona roba

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todo lo que tienen de dinero en la caja de un supermercado y al huir lo captura la policía, cuál es la forma para analizar este problema.

Te digo, mana, cómo se pensaría desde la ideología idealista: Ese ladrón es un mafioso, no quiere trabajar, si le buscan, seguro que tiene tatuajes, ha de haber andado enmarihuanado, debe sacársele de la sociedad y que se le castigue. Y se le castiga, cumple su condena, pero siempre será para los que lo conocen el ladrón, sus hijos e hijas, hijos del ladrón, igual su esposa o compañera, la mujer del ladrón. No conseguirá trabajo porqué está registrado como ladrón, aunque haya pagado su culpa… ¡Será el ladrón hasta su muerte y nadie querrá relacionarse nunca con él!

Efectivamente, mano, en cambio desde la ideología materialista se pensará: ¿Por qué lo habrá hecho? Seguramente tiene hijos e hijas y no tiene para darles de comer. Cualquiera de nosotros puede llegar a esas situaciones extremas por desesperación o por cualquier otra causa. Probablemente las condiciones económicas y sociales en que se desenvuelve lo llevaron a tomar esa decisión. Y se le castiga, cumple su condena, pero allí termina. Al salir de la cárcel será tratado como cualquier persona, ya que cumplió su condena y no hay repercusiones de por vida para él ni para su familia.

Sí, es importante que revisemos las formas de pensar.

Yo creo que es importante, porque hoy en día, nos han llevado a tales extremos de responder y actuar sin pensar, sin analizar, sin reflexionar.

Es cierto, en Guatemala existen muchos problemas y hay personas que luchan por solucionarlos, pero en forma aislada.

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Cada quien desde su área de trabajo o porque les afecta directamente.

Tenés razón, voy a hacer un ejercicio para comprenderlo mejor.

¿Con qué tiene relación la salud?

üCon la minería a cielo abierto.

üCon los megaproyectos hidroeléctricos

üCon los monocultivos

üLa falta de medicamentos para enfermos de SIDA

üQue no haya suficientes y apropiadas instalaciones para las diálisis de los enfermos renales

üEl irrespeto a las comadronas tradicionales

üLas migraciones

Y si continuáramos veríamos que la salud está en relación con todo.

Entonces si existiera un verdadero pensamiento crítico, uniríamos todas estas luchas y solidariamente nos identificamos con otras personas que padecen el mismo problema. La afectación a la salud.

Sí, mano, y es que hay situaciones que podemos resolver solos, otras con poco apoyo, otras que no resolveremos sin apoyo, no vemos la importancia de la solidaridad en la familia, en la comunidad, con el municipio, a nivel nacional.

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Fijate vos, yo creo que la unidad y solidaridad entre trabajadores y trabajadoras es la clave para enfrentar a un mundo globalizado. Identificarnos con los otros y otras trabajadoras, acordate que somos más solidarios con las personas que conocemos, pero también con las que nos identificamos, además esa identificación, esa solidaridad nos llevará a la unidad.

El pensamiento es realmente crítico si lo utilizamos, buscando la relación entre todas las cosas, eso nos dará a entender por qué se dice o hace una cosa.

Mano, reflexionando sobre eso, me parece interesante y muy importante.

Me alegra mucho.

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Los servicios médicos (SM)

La escuela de sanitarios de guerra

Vos, Carlos, ahora hablemos un poco de los servicios médicos en la guerrilla.

Sí vos, nos decían los SM.

Me acuerdo bien de la primera escuela de sanitarios de guerra, cuánto aprendido, cuánto ejemplo de entrega, de voluntad, de firmeza, de enseñanzas.

Eran 25 compañeros para estudiar durante tres meses. Veinte hombres y cinco mujeres. Nuestro campamento lo habían ubicado como dos horas adentro de México para que fuera lo menos móvil posible por incursiones del ejército de Guatemala.

Era una montaña alta, llena de humedad, mucho frío y sin agua. Para ir a traer una tinaja de agua, había que bajar 20 minutos de noche, sin foco, porque en la falda de la montaña había una comunidad mexicana y podían ver las luces de las linternas. El regreso los más ágiles lo hacían en dos horas, los más torpes lo hacíamos como en tres horas y llegábamos empapados con la tinaja a menos de la mitad.

Donde recogíamos el agua era un nacimiento pequeñito y había que llenar con guacal las tinajas.

Mano, ¿cómo hacían para bañarse?

Al nada más oscurecer, salían cinco compañeros a traer agua, cuando regresaban iban otros cinco, en el viaje se aprovechaba para guacalearse cuando se podía.

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Antes de amanecer bajaban otros cinco.

Como gozábamos los más torpes, cuando llovía y podíamos bañarnos y recoger agua en el campamento.

Me acuerdo de un compañero Achí, que no sabía leer y apenas hablaba español, era el único que no hablaba ese idioma. Todos y todas habían estado en los primeros años de la escuela primaria, hasta que el ejército y sus incursiones sanguinarias los obligó a enmontañarse. Tenía el más pequeño doce años y el mayor veinticuatro.

Pues te contaba de este compañero Achí, solicitó que se le diera una candela para estudiar en la noche, se le dio y la sorpresa fue que varios compañeros y compañeras se turnaban para leerle sobre el folleto mínimo y sencillo que teníamos sobre el cuerpo humano y su funcionamiento.

Recuerdo que en las noches, cuando se podía, se daban charlas de distinta índole y el más pequeño terminaba la velada muy frecuentemente ¡durmiendo en mis piernas!

Como al mes de estar ahí, nos llevaron a un compañero herido en la cara con míasis, ¿sabés que es, verdad?

Sí, vos. Es una herida llena de gusanos.

Y la herida era grande y el olor a podrido muy fuerte. Recuerdo que al ver la herida, ninguno de los compañeros y compañeras dejó de escupir, una muestra de asco, además de sus no muy pertinentes comentarios sobre la herida del compañero. Después recordame que te cuente de una anécdota de la escupida.

Está bueno.

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Después nos reunimos para comentar sobre las actitudes frente al compañero. Era bonito ver como defendían sus posiciones y como cambiaban diametralmente al comprender la situación de los heridos. Esto que te cuento es como en todo, hay personas más interesadas que otras, pero por lo general, todos y todas querían contribuir al fortalecimiento de sus unidades y se dedicaban y aprendían.

Era realmente gratificante ver sus esfuerzos, interés y curiosidad por aprender de SM y de todo.

Mejor contame ahora de la escupida, si no se nos pasa.

Órale. En este campamento, mi puesto estaba por arriba de la cocina y desde ahí se podía ver todo lo que pasaba en ella.

En una ocasión, estando sentado en mi hamaca leyendo, vi para la cocina, había como 4 compas platicando y dos tomando bebida en su pocillo, en algún momento los cuatro escupieron y los dos automáticamente taparon sus pocillos. Alguien se había tirado un pedo, a saber quién porque todos escupieron y me dio mucha risa el tapar automáticamente sus pocillos, tal vez para que no les penetrara el olor o qué sé yo.

Bueno, continúo.

Me acuerdo que un día el responsable de la seguridad, me dijo que se iba unas horas a buscar unas gallinas porque la siguiente semana llegaba un compañero de la dirección nacional, para darles eso para el almuerzo. Se le dijo que no estábamos de acuerdo y que comieran lo que comíamos a diario.

Diariamente, el sanitario de turno, atendía enfermos y heridos del campamento, a la hora de las comidas, nos formaban y nos pasaba revisando las manos, que estuvieran limpias para

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comer. Con eso se disminuían enormemente las diarreas y el día sábado, se revisaban los pies, porque con botas de hule, siempre mojados los pies, había mucho hongo y escoriaciones en los pies, que dificultaban o anulaban por un tiempo a la compañera o compañero. Y se insistió en que en sus unidades harían lo mismo.

Todos los que llegaban al campamento debían pasar la revisión.

Se me olvidaba, también semanalmente se le daba a cada uno su tableta de cloroquina, para evitar el paludismo y como es muy amarga, algunos no la tomaban, entonces, el sanitario de turno, se paraba frente a cada compañero o compañera, con un pocillo de agua, hasta que lo tomaba. También esto lo harían en sus unidades, explicando las razones.

Te cuento que esté compañero de la dirección nacional, cayó en día de revisión de pies. Se le informó de las normas del campamento y nos dijo que no. Que podíamos revisar a los compañeros de su seguridad pero no a él.

No nos quiso dar explicación, pero no llegó a formar para revisión.

Para no cansarte, todos y todas, después de movernos al segundo mes de campamento, porque comunitarios habían descubierto huellas alrededor del campamento, nos cambiamos a otro lado, ahí terminamos.

Todos y todas se incorporaron a sus unidades, se quedaron de base tres escogidos, entre ellos el compañero Achí, que llegó a ser de los mejores.

Se me olvidaba contarte de algo, en alguna oportunidad compañeros o compañeras de SM que trabajaban en sus

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unidades militares, nos dijeron que no les gustaba que les llamaran sanitarios porque lo asociaban con lugares para ir a mear o cagar. Lo escuchamos pero irresponsablemente no le dimos mucha importancia. O si te lo pongo “en lenguaje guerrillero” cuando algún compañero o compañera reclamaba o sugería algo, los mandos, con sus excepciones, te decían, gracias compañera, lo vamos a tomar en cuenta…

¡Y no pasaba nada!

En esas convivencias por tres meses con los sanitarios y sanitarias de guerra, aprendimos un montón, cada escuela, era una fuente de conocimientos nuevos sobre el terreno, su sobrevivencia, sus gustos, sus intereses, sus anhelos, sus frustraciones y sobre todo la identificación con compañeros y compañeras con los que estábamos en lo mismo. Fue como sacarte una maestría o doctorado en convivencia humana.

Es cierto vos, el trabajar con jóvenes es admirable, cuando entienden y aceptan algo, no hay quien los pare. Ya quisiera que los adultos aprendiéramos de la responsabilidad de los jóvenes cuando están decididos a sacar algo adelante.

Tanto los sanitarios y sanitarias de guerra, como los promotores y promotoras de salud en las CPR, jugaron un papel importantísimo en la prevención y atención de enfermos y heridos.

Hubo algunos casos en CPR, que sanitarios cayeron en emboscadas del ejército, cuando se dirigían o regresaban de atender a compañeros y compañeras.

Hubo un tiempo que se puso en marcha un campamento de descanso para las unidades militares. Se llevaban por unidades, se buscó a la orilla de un río, se bañaban a diario, jugaban fut, aunque era bien chistoso porque para driblar al

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contrario, te dabas la vuelta por un árbol y lo pasabas, con el tiempo se agarró la técnica de uno enfrentar y otro se ponía al otro lado del árbol y párele de contar todo lo que ocurría. Aquí había un grupo de SM para atención especial en prevención de la enfermedad y atender enfermos.

Vos recordemos la rutina del campamento de SM.

Está bien. Empiezo.

La levantada era a las cinco de la mañana, de las cinco a seis, ejercicios colectivos, se rotaba semanalmente quien los dirigía.

¡Ay sí! Yo detestaba que me levantaran tan temprano para hacer ejercicios. Si hacíamos ejercicio todo el día: todo el tiempo caminando, cargando, cortando leña, trayendo agua, etc.

No te quejes tanto y déjame seguir con el horario.Seis a seis treinta, aseo personal.

Vos, quedémonos en el aseo personal para la próxima. Tengo que hacer unos mandados.

Está bueno. ¡Adiós, Plaza Central! ¡Ojalá que un día no quepa el pueblo aquí con vos, exigiendo con un horizonte claro y decidido!

Vos, parecés loco.

¡No! Es que creo en el ser humano.

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Sí a mí un café con leche y a ella un café solo, ya nos va conociendo, vamos a venir más seguido, así ya nos va a dar fiado, ja ja.

Vos, nos quedamos en el aseo personal.

Me estaba acordando ahora, luego sigo el horario, de un campamento que tuvimos en la selva lacandona, era un paraíso. Aquí se realizó la tercera escuela de sanitarios de guerra. El aseo era con nadada incluida en una maravillosa poza que se formaba en un recodo del rio. Y dos inmensos árboles con lianas gruesas, donde tarzaneabamos todos y todas.

De una vez te adelanto como funcionábamos.

Primero, atención directa del herido o enfermo por personal de SM disponible en la zona.

Lo podrías decir más chilero, por ejemplo, como oí expresarse a una persona que trabaja en CONRED: en el lugar de ocurrencia del siniestro.

Segundo, en caso de ameritar traslado a campamento intermedio, eso dentro de Guate, donde se estabilizaban los que había que trasladar a retaguardia y se ingresaba a la mayoría de enfermos y heridos, que se podían valer por sí mismos, hasta su curación.

En la retaguardia estaba el mero hospital, aquí eran trasladados los compañeros y compañeras que necesitaban inmovilización o reposo y no podían valerse por sí mismos. Esto era cuando les poníamos tracción esquelética por varias semanas, en fracturas desalineadas de fémur, con sello de agua por lesiones

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pulmonares y casos así. Complicados, que no se podían movilizar por sí mismos a la hora de una emergencia.

En casos que necesitaban tratamiento especializado, se sacaban a México, ya estabilizados y con la emergencia resuelta para no hacer traslados y esfuerzos de varios compañeros para que este no fuera en balde.

Mano, a dónde y cómo se llevaban.

La solidaridad internacional

Te cuento. En una oportunidad salí al DF para realizar tareas de SM, entre ellas conocer a médicos y colaboradores que nos apoyaban, quiero decirte que fueron compañeros y compañeras solidarios y con muy buena calidad técnica. De todas las especialidades y de los mejores hospitales públicos de México y otros Estados, e incluso algunos médicos que trabajaban sólo en lo privado.

Al llegar a Comitán, al siguiente día, un colaborador, un traumatólogo que no escatimó esfuerzos en su apoyo solidario, nos llegaba a traer y digo nos llegaba a traer, porque también iba un compañero que tenía una fractura de fémur y solo con tracción no pudimos resolver, necesitaba una prótesis o un clavo, dependiendo del resultado radiológico.

Teníamos el problema que el compañero no tenía papeles que lo respaldaran y el colaborador dijo que nos fuéramos así y que con placas mexicanas no nos pararían los de migración. El compañero había vivido unos años atrás en los campamentos de refugiados en México.

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Como a los dos kilómetros después de salir de Comitán, había un retén de migración y nos pararon. El compañero iba en el asiento de atrás.

Enseñamos nuestros papeles y al dirigirse al compañero el de migración dijo, tú no eres mexicano, y el compañero rápidamente y enojado le contestó. ¡Chinga tu madre, güey! ¡Soy tan mexicano como tú!

El de migración nos dijo, pasen y pasamos, felicitándolo por su respuesta tan acertada y al estilo mexicano.

Cabal vos, por eso identifican al chapín generalmente, somos como modositos y llenos de penas.

En el DF y en las cabeceras de otros estados como te contaba, teníamos excelentes colaboradores, gracias a la labor de captación de otros y otras compañeras de SM, había muchos colaboradores muy eficientes.

Vos, y cuando los daban de alta en los hospitales en México, ¿qué hacían?

Teníamos varias casas en varios estados que nos servían como hospitales. Pero realmente era un gran problema mantenerlos desapercibidos con el vecindario.

Visité una casa, grande, bien acondicionada en un barrio popular del DF. Me llamó la atención que pegada a la puerta de entrada había un afiche grande con la virgen de Guadalupe. Me explicaron que al haber una emergencia cualquiera, todos estaban sabidos, la quitaba, esa era señal para que el que iba, pasara de largo.

Pero los problemas eran grandes, por ejemplo, para ir a comprar tortillas, tres veces al día se compraban seis a siete

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kilos, así a todas las personas que estaban en la fila para comprarlas, les llamaba la atención.

¡Púchica, mano! Casi para llevarlas en carretilla.

Sí, vos, Se resolvió temporalmente porque una compañera mexicana lo asumió y lo presentó como una organización que apoyaba a personas con capacidades diferentes y ya no llamaba la atención que vieran salir a personas con muletas, enyesados, en sillas de ruedas.

Pero el problema era mayor, porque con el tiempo ya no cabían en esa casa. Se le habló a una colaboradora, monja, que era la superiora de una orden religiosa y dijo que tenían una casa grande en provincia, pero había que convencer a las monjas. Que resolviéramos y las convenciéramos, ella solo las juntaba.

La superiora las reunió una tarde a todas, diciéndoles que iban a llegar unas personas de lejos y que necesitaban apoyo.

Llevaron a cinco compañeros y tres compañeras, dos en silla de ruedas, dos con muletas, dos con yeso en miembros superiores y dos que cojeaban al caminar. Tres de ellos eran de las CPR. Iba el padre, digamos Juan y otro compañero de SM que llevaba una guitarra y cantaba muy bien la trova. Además, una tinaja para acompañamiento, una pandereta y unos palillos de acompañamiento.

Se inició sin decirles nada con el Cristo de Palacagüina.Sí, mano, esa la escuché, sonaba mucho, es de los Mejía Godoy y los de Palacagüina.

Un compañero en silla de ruedas somataba de acompañamiento la tinaja, tapando y destapando

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apropiadamente su hoyo de entrada, uno de pie y apoyándose en sus muletas tocaba los palillos y otro la pandereta.

Al terminar la canción, por supuesto, con repetición a solicitud de las monjas, se fue creando un ambiente de confianza.

Después paso delante de ellas el padre Juan y en una charla corta pero emotiva, mencionando que es importante dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, de la caridad, de que me veréis en cada uno de estos desafortunados y muchas cosas más, remarcando la realidad de la guerra en Guatemala, de las masacres cometidas contra personas indefensas y muchas veces sin conocimiento de la realidad de la guerra, o de la guerra misma, eran masacrados. Que habían recorrido miles de kilómetros, en busca de consuelo, en realidad eran como mil doscientos kilómetros, pero la emotividad lo llevó a exagerar, Concluyendo que de antemano les daba las gracias por su bondad hacia los seres desposeídos y con sufrimiento.

Después se cantó Yolanda la de Pablo Milanés.

Y ya roto el hielo, un compañero les preguntó si podían bailar, la superiora dijo que sí y un compañero bailó con otro. Otro sacó a bailar a la superiora. En un ambiente de respeto y fraternidad, se cantó, se bailó, se contaron realidades del sufrimiento de las familias y cuando se despedían, al abrazarse la superiora y el padre Juan, ella le guiñó un ojo y le salió una sonrisa, aquí sí es válido, una sonrisa angelical.

Nos regresamos sin ocho compañeros.

Vos, la solidaridad cómo jugó un papel importante.

Sin la solidaridad y entrega de muchas y muchos compañeros, no hubiera sido posible mantener toda esa red logística que

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es tan necesaria y ya que estamos en eso, el tiempo de la teología de la liberación fue muy importante y no es que abarcara a muchos religiosos y religiosas, pero la inmensa mayoría que luchaban por ella, se comprometieron a fondo, incondicionalmente y es que su radio de acción cubría a muchas personas creyentes y su influencia en, por ejemplo, no ser caritativo, no ser filántropo, no dar lo que nos sobra, sino ser solidario, compartir lo que tenemos, ver en el otro u otra a un hermano o hermana. Sí, fue muy importante y no soy creyente, pero estoy seguro de que los que iniciaron ese movimiento, de alguna forma estaban regresando a los verdaderos orígenes del cristianismo.

Sí, vos, es como el marxismo, comparado con la Biblia, muchas personas en el camino se apropian de ideas maravillosas para un mundo más justo y las dan ya interpretadas y deformadas a su conveniencia.

Otra cosa que sucedió en Guatemala, es que la teología de la liberación, por medio de sus catequistas, así creo que se llamaban, trabajaron arduamente en la década de los sesenta y los setenta para ir creando conciencia en las clases populares guatemaltecas, había regiones enteras, donde las personas se iban organizando, reclamando y exigiendo una sociedad más cercana a la justicia y la igualdad.

Me acuerdo ahora de otra situación vivida en SM de la retaguardia. Resulta que en una oportunidad en el DF, en tiempos de crisis monetaria, un compañero de la dirección nacional, tuvo una pancreatitis y estaba grave. Ni siquiera se le contó al equipo de SM. Era el mismo que no se dejó revisar los pies en la selva. Y lo internaron en uno de los mejores centros privados de México. Pagando una millonada por los cuatro o cinco días que lo tuvieron ahí.

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Si sabían y conocían a muchos colaboradores y colaboradoras y sobre todo de su calidad, eficiencia y eficacia profesional, obviaron todo eso y se fueron a lo supuestamente más seguro, contraviniendo cosas por las que se luchaba. En SM se tuvo un buen tiempo de enojo y cólera.

En algunas personas había cierta rigidez e incomprensión demostrándolo en actitudes hacia los compañeros.

En una ocasión nos íbamos del DF al siguiente día para Comitán, vi a un compañero, triste y desanimado y le pregunté que le pasaba, que debía estar contento, que al siguiente día regresábamos a la razón de nuestra vida y me contestó que no era eso, que estaba encabronado porque al ir a comprar unos zapatos esa mañana, la compañera de SM que lo acompañó, no le compró los que quería, supongamos que los que le compró valían doscientos pesos y los que le gustaron valían veinticinco pesos más. Se le dijo que la compañera lo iba a acompañar para ver si se cambiaban.

Se habló con ella, que siempre fue entregada a sus tareas y argumentó que tenían la orden de ahorrar porque había problemas económicos, se le dijo que tal vez se puede remediar con que no paguen un taxi, se muevan en bus, que las reuniones no las hicieran en sitios caros, buscar cafeterías seguras, pero más sencillas y baratas. Además, se le dijo que con los combatientes, que eran los que realmente mantenían la guerra, había que ser magnánimos, cuando se pudiera y además que tomará en cuenta que cuando no has tenido posibilidades, hay cosas que se vuelven muy importantes en tu vida. Dijo que lo entendía, a saber si sí o si no, la cosa es que lo llevó y se los cambiaron.

Bueno vos, regresemos a la cálida selva.

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Por ejemplo, cuando se preparaba un ataque a un cuartel, nos íbamos todos y todas los asignados por SM, junto con la unidad militar, nos separábamos como a un kilómetro antes de llegar al cuartel que se iba a atacar, nos colocábamos por ejemplo, al norte del cuartel, los compas se retirarían hacia el sur y en silencio, darían la vuelta las escuadras asignadas para llevarnos a los heridos o heridas, si es que habían.

Cuando se podía, era muy emotiva la separación, antes de llegar al cuartel que se iba a atacar. Todos camuflados, nos poníamos los de SM en una fila y nos despedíamos abrazándonos de uno en uno. Palabras al oído que nos decían:

- No nos vayan a fallar si nos toca llegar con ustedes.

- Vamos a cumplir nuestra tarea, esperamos igual de ustedes.

- Yo soy mala hierba, no hay problema.- No me vayan a hacer muy duro por si me toca.

Recuerdo a un compa que habíamos operado anteriormente y se le puso ketamina, que da alucinaciones auditivas y visuales y parece que las alucinaciones fueron bonitas porque me dijo: Vos, si salgo herido poneme de eso rico que me pusieron la vez pasada, así no me duele y veo y oigo chilero.

Pero nos surgía la duda, a quien de estos queridos compañeros o compañeras no volveríamos a ver.

Veo que como reminiscencias por la escasez, le rehuís al aseo personal. Ahí nos quedamos.

Perdoná, ahora sigo con el horario.

Sí vos, nos quedamos en el aseo personal, te acordás como se resolvía con poco, en realidad teníamos lo básico para el aseo personal.

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Con el tiempo todos en la guerrilla teníamos un cepillo de dientes, cuando se podía, utilizábamos ceniza, de la fina por supuesto, para cepillarnos. Realmente daba un brillo y limpieza muy bonito a los dientes, tal vez por la granulación tan fina, te limpiaba y no es la palabra más apropiada pero como que te esmerilaba los dientes, dándoles una blancura diferente.

Me río, porque me acuerdo cuando ibas al río a bañarte, con tu bolsita de fab, si una de esas marcas de detergentes en polvo que anuncian que saca hasta la grasa más resistente de los sartenes y cacerolas.

Ja ja y que a la ropa blanca la deja más blanca, es cierto. Con un poquito de ese detergente en polvo te servía para el cuerpo, de shampoo y acondicionador; para lavar la ropa. ¡Y listo para el trabajo!

O si no había detergente en polvo, te daban una maqueta de jabón todo terreno, sí les decíamos maquetas todo terreno, porque servía de shampoo, acondicionador, jabón para el cuerpo, para lavar la ropa, para lavar tu plato y tu pocillo y en su momento, hasta como arma defensiva, era una maqueta pesada, que si la aventás con fuerza y pulso, podía hacer caer a un soldado ante una emergencia.

Ya que andamos en eso, te cuento que siempre me sentí inseguro y con miedo al ir al río a bañarnos, porque descalzo y peor aún si hay piedras, soy la medalla de oro a la inutilidad para caminar descalzo.

Siempre pensaba y si ahora se aparece el ejército como voy a hacer para correr. Afortunadamente nunca lo tuve que poner a prueba. Lo más seguro es que resolvería, el instinto por conservar la vida, puede mucho más, para vencer circunstancias que en lo normal nos parecen difíciles de vencer.

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Tenés razón, me acuerdo ahora de lo que me contaste que corrieron un montón en la oscuridad para romper el cerco.

Es cierto vos, sin ver nada, guiado por el ruido del que va adelante, me caí una vez y ahora me da risa, pero es que te caes y como que tenés resortes, porque al momentito estás de pie y a seguir corriendo.

Sí, vos, se llaman resortes de adrenalina, ja ja.

Bueno continúo con el horario.

¡Por fin!

Seis y media a siete y media desayuno, tomá en cuenta que a quienes les tocaba cocina, se levantaban a las tres de la mañana.

Vos me acuerdo de mis primeras veces de cocina, como recibí de críticas el día de la reunión de crítica y autocrítica y es que como venís de la ciudad, ni puta idea de la forma de preparar las diferentes hierbas para comerlas.

Tenés razón, dentro de tu ignorancia, todas las ves hierbas y tu ignorante conclusión es, con esto lo que hay que esperar es que hierva un poco y ya.

¡Exacto! Yo caí también en ese error, pero en la reunión de crítica me explicaron que hay hierbas que se cuecen por unos tres minutos, otras que son solo apagadas.

Sí, vos, como las infusiones, se meten en el agua hirviendo y la apagas.

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Sí, vos, cuando el tonel de agua estaba hirviendo, le echábamos el volcán de hierba, ya ves que al cocerse se vuelve poco, pero al echarla, entre los dos de cocina la metíamos y rápidamente, agarrar de las orejas el tonel para sacarlo rápido, toda una escuela de cocina a lo guerrillero, que poco a poco te ibas volviendo sino chef, si un pinche de cocina con experiencia para todos los gustos.

A mí me pasó algo parecido, un día que me tocó cocina, que era mi primera vez en la selva, en un campamento de concentración, o sea que había bastantes compas porque nos reuníamos la mayoría de personas que integrábamos las diferentes estructuras organizativas del mismo frente guerrillero. Cocinábamos frijoles y el compañero con quien me tocó me dijo, yo voy a traer las tinajas de agua al río, vos limpiá el frijol.

Eran como quince a veinticinco libras de frijol, Sí, vos, un volcán de frijol y yo de ignorante comencé a separar el frijol picado por gorgojo, el quebrado y piedrecitas, llevaba como cinco libras bien limpiecitas, según yo, cuando afortunadamente llegó el compañero con la primera tinaja de agua y me dijo, ¿Qué estás haciendo? Porque vio que más de la mitad estaba del lado de “las impurezas”

Se sonrió y me dijo, no compañera, solo se sacan las piedrecitas, todo lo demás al tonel. Al final pensé, el gorgojo tiene que tener proteínas y de algo nos ayudará.

Y torpemente cometí otro error, tenía dos cebollas como tesoro y pensé voy a quedar bien con todos y subrepticiamente se las metí al tonel.

En la siguiente reunión de crítica nos dieron duro a los de cocina de ese día porque muchos compañeros y compañeras se quejaron de que el frijol tenía un sabor raro, no el de siempre

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y que había que estar vigilantes a la hora de cocinar para que no cayeran bichos extraños a lo que se cocinaba.

Yo asumí la culpa y dije lo que pasó, encabronada por lo desagradecidos al compartirles mi tesoro. Con el tiempo comprendí que tenían toda la razón, muchos no habían probado la cebolla y no les gustó ese sabor raro en los frijoles.

Sí, vos, ese es un gran tesoro, para quien quiere descubrirlo. Hablamos del respeto a las diferencias y lo hacemos con la mejor intención del mundo, pero no nos imaginamos las grandes limitaciones en la que han vivido otras personas.

Recuerdo que muy al principio, me tocó cocina en un campamento de concentración, había tres pollos escuálidos para hacer un caldo algo ralo, porque era para darle sabor a medio tonel de agua. La cosa es que tenía que matarlos, nunca en mi vida había tenido conflictos con la especie bípeda casera. Estaban los 3 amarrados de sus patas. Agarré al primero y como me habían explicado, lo cargué, agarré su pescuezo con una mano, con la otra el cuerpo del pollo y a estirar y retorcer el pescuezo, un compa que estaba cerca me dijo que por qué hacía tantas caras, gestos que realicé sin darme cuenta.

Cuando consideré que todo estaba consumado para el pollo, lo deposité en el suelo y agarré el segundo, mi sorpresa fue mayúscula porque cuando estaba en el desagradable momento con el segundo, vi como el primero todo turulato se levantaba y salía corriendo.

Ay sí, vos, las historias con los pollos eran bien chistosas a pesar de lo dramático de la situación. Me recuerdo de una anécdota que me contó una compañera. Fijate que le tocó matar a un pollo para la comida y decidió cortarle la cabeza con un machete y fue enorme el susto cuando el cuerpo sin cabeza

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salió corriendo. Pero lo más chistoso y ridículo era que todos corrían detrás del pollo sin cabeza. Claro que era por una justa razón, era importante no perder la comida.

Sí, mano, muchas cosas que son como naturales en el medio, las fuimos aprendiendo en la práctica diaria

Otra gran enseñanza, ya que andamos en el apasionante mundo de la comida, te digo apasionante, porque los que tuvimos la oportunidad de comer otras cosas, con una cosmovisión más amplia al mundo de sabores y deleites culinarios, hablábamos frecuentemente de eso.

Resulta que una vez, estábamos platicando, para no variar, de comida; era en tiempo de semana santa, una recordaba el pescado, específicamente el bacalao y como lo hacía particularmente especial su abuelita, en su casa, otro de los diferentes postres que se elaboraban, otro del curtido y de que como le gustaba, estaba un compañero Achí y una compa le preguntó y vos que recordás de la semana santa, le respondió: era bien bonito, me acuerdo que de patojo, mi papá bajaba al pueblo y llevaba pan dulce. De esos que valen seis por cinco centavos. ¡Qué bonito! Mi mamá nos daba medio pan a cada uno. ¡Qué bonito!

Sí, compañera, conocías y entendías las grandes diferencias en este país tan chiquito.

Sigo con el horario.

Siete y media a ocho, arreglar cosas personales y tenerlas listas para salida de emergencia.

Je, je, y vaya que había salidas de emergencia.

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El responsable de la seguridad nombraba responsable de tareas del día, quien asigna responsables de sacar heridos que no caminan y otras cosas del campamento.

Dos asignados para ir a buzones a dejar y sacar cosas necesarias.

Hay dos compañeros que tienen los listados de los buzones y orientan a cual ir a sacar una u otra cosa.

Ocho en adelante, como hasta las doce, atendíamos a enfermos y heridos, sus curaciones, se ve de uno en uno y se asigna, quien alfabetiza o da otras cosas de superación y conocimiento personal a cada uno o una.

Es cierto, ahora me acuerdo que en una oportunidad, en nuestros ratos libres, con otra compañera, nos sentábamos a planificar sobre los temas que querían los enfermos y heridos y ordenarlo. Resulta que en un momento la compañera inspiró profundo y dijo. ¡Qué rico, huele a huevo duro! Y sinceramente no quise arruinarle el motivo de su felicidad ya que este era a causa de gases que lograban salir de mi cuerpo.

Tanta vuelta para decir ¡Me tiré un pedo! Je, je.

Vos, ¿y alguna vez los tuvieron a todos juntos?

No, no los teníamos todos juntos. Se colocaban de dos en dos y separados unos de otros, por seguridad ante un bombazo.Cuando no hay mucho enfermo o heridos y heridas, se asignan grupos para ir a abrir buzones nuevos.

¡Ay, los buzones! Cómo costaban desde el principio. Se llevaban desde la retaguardia unos grandes toneles de plástico con cierre hermético. Ya te imaginas meter esos bultotes entre

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la selva. Cayéndote, quitándote el mecapal para pasarlo sobre o debajo de un árbol, una eternidad de sufrimiento y sudores.

Sí, vos, se abría un hoyo de las dimensiones ajustadas de los toneles, se metían las cosas, previa clasificación, era más difícil con medicamentos, porque tenías que ver los de vencimiento más cercano para dejarlos hasta arriba. Al tenerlo lleno, lo cerrabas y por encima lo cubrías de tal forma, que no se viera nada que lo denunciara. En eso los compañeros y compañeras llegaron a ser unos verdaderos maestros del camuflaje, para decirte que cuando a los más torpes nos tocaba ir a sacar algo, pasábamos nuestro buen rato, tratando de ubicarlo exactamente.

Doce horas, almuerzo.

Trece a quince horas, estudio de SM.

Dieciséis horas a dieciocho, tiempo libre, para zurcir ropa, mochilas, arreglar ropa de heridos que no podían hacerlo. Preparar lo de superación personal.

Bueno, no era tan libre, pero era un rato más suave.

Dieciocho horas, cena.

Diecinueve horas, charla nocturna, participaban todos y todas. Unos días eran de formación política, otras de conocimientos generales y se iban apuntando temas, según interés y petición de los compañeros y compañeras.

A todos y todas, nos tocaba una hora de posta, con el cuidado que los de SM no la hiciéramos en horas de tareas propias.

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Siempre había un grupo, generalmente de tres, que saldrían a cubrir emergencias, según necesidades. Teníamos lo necesario embuzonado y preparado, solo se pasaba a traer.

El dolor y la tristeza era cuando nos cambiábamos de campamento. Corre y va de nuevo. A empezar con todo.

Los días sábado, de dos de la tarde en adelante teníamos la reunión de crítica y autocrítica.

Recordemos un poco, mano.

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La crítica y la autocrítica

La reunión de crítica y autocrítica, consistía en un ambiente de respeto, cordialidad y sinceridad, decirnos las cosas que no nos parecían del grupo, horarios, personas, todo lo que se quisiera criticar y previamente se recordaba que era una reunión pareja, sin mandos, ni jefes, todos y todas por igual.

Siempre se iniciaba con críticas, porque algunos o algunas se adelantaban a hacerse una autocrítica sobre algo que sabía que los demás lo habían visto y se lo harían ver.

Con el equipo de SM, creo que se logró mucha confianza e interés y sabíamos que era un lugar para limar asperezas y convivir mucho mejor.

Va un ejemplo de crítica.

Alguien hace una crítica a otro porque en toda la semana, tres veces llegó con media hora de retraso a los ejercicios de la mañana.

Se le da la palabra al aludido, si no está de acuerdo, se le pregunta a la general qué opina.

Si hay evidencias de que ha llegado tarde, se le pregunta, que tal vez no se acordaba, esta era una forma de apoyarlo a decidirse y que se diera cuenta que no era nada grave reconocerlo.

Podría decir, es cierto, no me acordaba.

El coordinador o coordinadora, le dirá, qué bueno que te acordaste, ¿Por qué crees que llegaste tarde?

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Y puede ser sincero y decir, es que me he sentido cansado y con mucho sueño, sin ganas de levantarme.

Se le da la palabra a la general y opinan quienes lo desean hacer, al no haber más opiniones, el coordinador o coordinadora hace un resumen: Se le felicita al compañero, ha sido sincero, a todos y todas nos pasa eso a veces, cuesta estar siempre con ganas. Si lo cree necesario debe pasar a chequeo con SM, a veces tenemos un poco de anemia u otra enfermedad y no podemos estar bien, para poder cumplir mejor nuestras tareas. Escuchamos a compañeros que se sienten cansados, se le pide a los más solidarios su apoyo en lo que puedan a este compañero.

Sí, vos, el éxito consiste en que quien coordina la reunión, sepa mediar y equilibrar la discusión.

Exacto, en nuestro campamento varios compas llegaron a coordinarla rotativamente.

Además tenés que ser medio psicólogo o mejor dicho, comprensivo y persuasivo, buscando palabras que no provoquen reacciones de defensa o ataque, no tiene que sentirse eso. Cuesta, pero lo íbamos logrando y era bonito ver a alguien que la primera vez estuvo con miedo, resentimientos, temores, como se le iban quitando.

Al final de la reunión siempre se recordaba, que era una herramienta para que pudiéramos trabajar mejor, sin olvidar el objetivo, cambiar nuestro país a una situación social más cercana a la justicia y oportunidades para todos y todas.

Sí, vos, siempre me pareció interesante.

Ahora me acuerdo de una situación, triste y dolorosa, que se vivió en el Frente Ho Chi Min, fue antes de que llegáramos nosotros, cuando la situación precaria era peor.

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Las valientes decisiones personales, por el bien de la mayoría

Había siete personas, no me acuerdo de la cantidad exacta, supongamos siete, con tuberculosis activa y el compañero de SM, las había colocado fuera del campamento de la población para que no hubiera más contagios.

Resulta que consiguieron cinco tratamientos anti tuberculosos y no se podían conseguir más.

Se les planteó la realidad a estos compañeros y compañeras y decidieron que el tratamiento fuera para las cinco personas más jóvenes, argumentando que ellos y ellas al curarse se podían dedicar mejor a la lucha. Una señora y un señor de mediana edad, decidieron que ellos se quedaban sin tratamiento…O sea decidieron morirse, pero siempre pensando en la esperanza para la mayoría.

De verdad, vos, qué valentía y qué disposición a llegar hasta las últimas consecuencias. Ahora te voy a contar qué íbamos a hacer a las unidades militares.

Visitas de SM a las Unidades Militares

Cuando éramos llamados, era porque tendrían unos días sin combate, entrenaban y nosotros revisábamos uno por uno a los y las combatientes.

¿Cuantos días pasaban en la unidad militar?

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Depende, podía ser entre dos a diez según la cantidad de compañeros y compañeras que había en la unidad.

A todos y todas les realizábamos una prueba de esfuerzo físico, les tomábamos el pulso de base, supongamos, sesenta y cinco por minuto. Se les ponía a trotar tres minutos, cien despechadas y cien sentadillas.

Se le tomaba de nuevo el pulso, digamos, por el esfuerzo subía a cien por minuto, se les ponía a descansar y al minuto se les tomaba de nuevo el pulso, la mayoría al minuto, tenía de nuevo su pulso inicial.

Los que tardaban más de dos minutos en recuperarse, se tomaba nota y se le hacía ver al mando que no debía de realizar tareas muy pesadas y de ser posible darle alguna ración extra.

Llevábamos una maquina dental, que la energía era proporcionada por un compañero o compañera, mientras se atendía a otro y después se cambiaban.

Sí, me acuerdo, eran esas bombas como las de insecticidas, que al bombear, acumulas presión en su interior y eso hacía funcionar la máquina dental. Te comenté en algún momento, fabricaban las sillas dentales para quien era atendido, quedaba semi acostado, un tapesquito más alto para el instrumental y a trabajar, Ja, ja, ¡Y no tenían revistas en la sala de espera!

Chistosa. También para las operaciones de emergencia, que se nos avisaba en qué parte de su cuerpo estaba herido el compañero o compañera, llevábamos en tres costales lo mínimo necesario y en el sitio que nos encontrábamos, ahí se levantaba un tapesco, de operación, con su tapesquito más alto a los pies, donde se colocaba el instrumental.

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En SM habían compañeros y compañeras capacitadas para ser anestesista, instrumentista, primer ayudante, circulante, dentista, revisiones optométricas, acupunturista, aunque esta técnica no la utilizábamos mucho porque se necesitan varias sesiones y tiempo de poner las agujas, los promotores de salud de las CPR, si llegaron a utilizarlas mucho.

Te cuento ahora, me acuerdo de un compañero Achí, de muy buena mano, era el anestesista, para raquídea, epidural y manejaba muy bien la ketamina, tanto en suero, como diluida en poco y directa. Cuando hacíamos exploraciones abdominales, después de reparar las heridas, para cerrar el abdomen, era un dolor de huevos, porque se necesita que la persona esté relajada, se le ponía diazepán y metían las manos, ayudante e instrumentista, para presionar intestinos y poco a poco íbamos cerrando el peritoneo. Si en las marchas sudaba como un desesperado, estas situaciones no tenían nada que envidiarle a las marchas más largas y duras.

Pues este compañero se sacó a capacitación dental, y grande fue nuestra sorpresa que un día que estaba atendiendo en CPR lo encontramos con una palangana con suero fisiológico, con guantes y reparando un diente. Le preguntamos qué hacía y tranquilamente nos dijo que con el compañero que salió a capacitarse, como no teníamos rayos equis, le preguntó que se podía hacer en su defecto cuando había que realizar una endodoncia o sea matar el nervio.

Le había quitado la muela, la estaba reparando y luego se la reimplantó. ¡La muela pegó! Eran cosas increíbles.

Vos, esos compas valiosos, con oportunidades, serían unos genios.

Es cierto, vos. Termino de contarte de este compañero.

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Para la desmovilización de la URNG, él se desmovilizó en el campamento del Ixcán, un día antes de terminar, el compañero designado como jefe del campamento, mandó a llamar al ejército, ya que había rumores de que los patrulleros iban a invadir el campamento.

Cuando llegaron y estaban cavando trincheras alrededor del campamento, una organización internacional en salud que estaba apoyando llegó a decirle al comandante que se retiraban y que el ejército los apoyara, este compañero se fue con ellos, se retiraron.

Fue castigado, la homologación de cursos para optar a plazas de enfermería no se la dieron y ningún otro recurso que recibieron todos y todas.

Como a los cuatro años de esto, lo busqué en una comunidad de Rabinal, iba con mi compañera, supe que su madre, que quedó sola, porque el ejército y los patrulleros habían asesinado a su padre y un hermano, él con otro hermano se fueron a la montaña de alzados, muriendo el hermano en un accidente.

Su madre vivía con el jefe de comisionados de su aldea, el presunto asesino de su padre y hermano y otros dos hermanos, habían regresado hacía poco a la comunidad, eran especialistas del ejército.

Estaba deshecho, descalzo, con mirada triste e indiferente, parecía tirado al abandono, vivía con su compañera y dos hijos, no tenía letrina, les dejamos dinero a sus hijos para que se compraran algo, nos contestó molesto que no teníamos que hacer eso. Que ahora todo era diferente y no éramos iguales.

Nos retiramos llenos de tristeza y rabia.

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Mano, como decía un niño que conocí protestando cuando se le corrigió por una travesura y se le dijo que, cuando esté con los demás niños y niñas, hay que respetar a todos y muy encabronado contestó: es que unos son más iguales que otros.

Ya que estamos en los dientes, muy al principio, había dos sanitarios, muy interesados por la atención dental y un día se los encontraron derritiendo plomo y dándole forma, por medio de pinzas para que pareciera un diente. Se les explicó que tenía que ser con materiales que no condujeran el calor o el frío.

Y me imagino que los han de ver criticado por usar las pocas balas para otros menesteres.

Cabal, mana. Así fue.

Y hay más casos.

Me acuerdo de otro caso, una vez pasé por el parque de Chimaltenango y vi a un compañero, que quedó con cierto grado de cojera, después de varias intervenciones en el DF. Llegó a ser el responsable de la logística de una casa de seguridad que nos servía de hospital en el DF. Buenísimo en su trabajo. Me le acerqué y lo abracé, diciéndole que como me agradaba el verlo, no respondió a mi abrazo, me dijo indiferente, quiere lustre don. No jodas, mano, le contesté, somos compañeros, y me contestó, eso fue antes, no somos iguales. Se retiró y me quedé perplejo y encabronado, no sé con quién, pero bien encabronado.

Contame de algunas operaciones que se realizaron en SM.

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La primera y que nos sirvió de experiencia para organizarnos fue la de una compañera, en un campamento de logística, que por casualidad estábamos ahí, era del lado mexicano.

Estábamos de paso, íbamos, afortunadamente, con otro compañero, el Achí de quien te conté, que llegó a ser el anestesista, bueno, la verdad era que todo lo teníamos platicado y en perspectiva, pero las circunstancias nos obligaban a actuar.

Llevaba como veinte horas de trabajo de parto, veinte años de edad, era su primer embarazo y estaba la criatura en posición transversa o atravesada. No pariría nunca.

Escogimos a dos compañeras que hablaban español y les explicamos cuál sería su tarea.

Una traer agua y todo lo que le pidiéramos. Otra espantar mosquitos constantemente y poner el estetoscopio en mis oídos, cuando se lo pidiera, poniendo la campana en un sitio marcado con una equis con carbón, en el pliegue del antebrazo y el pecho. Además aumentar o disminuir el goteo del suero cuando se lo pidiéramos.

Nació una hermosa niña, gritona y llorona a más no poder, lo único fue en un momento que necesitábamos agua, no estaba la compañera, quien llevaba a su bebe a tuto y nos explicó que se salió porque le fue a dar pacha. Pensé, ni modo, lo primero es lo primero.

También la enorme dificultad de que todos los compas estaban o pasaban curioseando y se complicaba más la operación. Pero nos sirvió para ir corrigiendo y adaptándonos a la realidad.

Llegamos a convencernos en SM, que lo que hiciéramos, con las limitaciones que fueran, era la única oportunidad

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para apoyar al compañero o compañera herida, lo hacíamos con seguridad, con solidaridad, con angustia, pero tratando de hacerlo lo mejor posible, eso nos liberaba de presiones y tensiones, dándonos un margen mayor de actuación.

Prueba de lo anterior, es lo que le sucedió a la compañera que iba con nosotros dos cuando subimos al Ho Chi Min.

Te acordás que te dije que íbamos tres compañeros, dos hombres y una mujer.

Te cuento, yo tuve que retirarme por seis meses del frente por enfermedad, antes de salir platicamos los tres y me preguntaron sobre emergencias, qué hacer en determinados casos. Con la compañera platicamos sobre operaciones que se pudieran dar de emergencia en las CPR como cesáreas, apendicitis y otras.

El día que salí, el otro compañero se fue por quince días a trabajar con compañeros a una unidad militar.

La cosa es que al segundo día de estar sola, empezó con sintomatología de una apendicitis.

Cuando la volví a ver, después de seis meses, nos contaba que ante la inminencia del diagnóstico, habló con un compañero del EFOP, del equipo de formación política, que era médico y le pidió que el hiciera la cirugía apoyado por dos compañeros sanitarios con regular experiencia. Lo repasaron todo, paso a paso.

La operaron con anestesia raquídea, esa que sólo te duerme el cuerpo del ombligo para abajo, más o menos, por lo que ella estuvo despierta durante toda la operación guiando a quienes la estaban realizando. Para poder ver el interior de su abdomen usó un espejito, de esos que ya no se ven mucho hoy en día,

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redonditos, pequeños y con dibujitos detrás, nos cuenta que en este decía: “te quiero mucho”, detalle que ella muchos años después aún no olvidaba. Todo salió muy bien, excepto un dolor de cabeza que le duró como un mes, debido a efectos indeseables de ese tipo de anestesia.

Vos, es que cuando vivís constantemente en situaciones de peligro, los seres humanos somos capaces de hacer cosas que comúnmente nos parecen irrealizables.

Te voy a contar de otro caso, desafortunadamente el compañero murió.

Nos encontramos a medio camino, como te contaba anteriormente que lo hacíamos. Iba inconsciente, con una herida en el parietal, no recuerdo de qué lado, la cosa es que tenía expuesto cerebro y una parte se lo había quitado la bala. Procedimos a lavarle, previa anestesia, por un buen rato, mientras barajeábamos posibilidades, nos dimos cuenta que había que poner prótesis, algo en lugar de los huesos que cubrían porque si no se herniaba el cerebro, sí, quiere decir que por el edema, por lo hinchado se saldría por el hueco que tenía.

Viendo las tinajas de plástico en las que acarreaban agua, le pedimos a un compañero que cortara un pedazo de ciertas dimensiones y que lo lavaran bien durante varios minutos con suero estéril.

Lo acomodamos en el área vacía, poniendo sus orillas debajo del hueso que quedaba, suturamos y a esperar.

No teníamos soluciones apropiadas para este tipo de heridas, por lo que fuimos deshidratándolo, con ponerle poco suero.

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Como a las dos horas empezó a focalizar, es decir, los daños causados en el cerebro se empiezan a evidenciar en equis o ye lugar del cuerpo.

Seguía inconsciente.

Empezó a convulsionar, teníamos una ampolla de diazepán y se la pusimos. Se calmó por una hora aproximadamente. Luego siguió con convulsiones a cada rato y cada vez más fuertes, no teníamos medicamentos adecuados, hubo voluntarios y jefes de escuadra que nos dijeron que iban a donde fuera para conseguir lo necesario. Les explicamos que el esfuerzo sería inútil porque lo más cercano para conseguirlo estaba a tres días de camino. Era imposible.

Lo amarramos al tapesco y entre lágrimas y tristeza, nos turnábamos para abrazarlo sobre el tapesco ya que las convulsiones eran muy fuertes y se podía caer.

Murió como a las tres horas.

Es muy fuerte y triste por la impotencia, pero cada vez nos ubicábamos más, estábamos no para competir con la muerte sino para rescatar a quien se pudiera. No sé si hubiera vivido con otros recursos adecuados para resolverle la emergencia, lo que si me imaginé alguna vez, sería la sorpresa de los neurocirujanos al encontrarle ese tipo de prótesis. La verdad, no sé qué podría haber pasado.

Llegó un momento en que más organizados, a todo compa que salía a lugares donde era posible, se le tenía que realizar su grupo sanguíneo ya que contábamos con bolsas de plástico estériles con anticoagulante, para realizar transfusiones sanguíneas, cuando hubiera necesidad.

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Te cuento de un caso, cuando solo contábamos con las bolsas de recolección de sangre, pero no sabíamos los grupos sanguíneos, asumimos de recuerdos del tiempo de estudios de medicina, que la mayoría de personas en Guatemala, somos 0 Rh positivo. Creo que era más o menos, seis a siete de cada diez personas.

En SM sabíamos nuestro grupo sanguíneo y éramos los donantes voluntarios y obligados al principio. Resulta que durante una operación que se le realizó a un compañero, una exploración abdominal, se necesitaba sangre y uno de los que estaban en la operación, el único que sabía su grupo sanguíneo, ante la urgencia, donó, operando y dando sangre. El compañero se salvó y no hubo ninguna reacción ante la transfusión.

Qué interesante, vos. Dicho en buen chapín, le hacían huevos a todo.

Una vez nos llegó un compañero de CPR con una fístula anal.

Mirá, como hace años que ya no trabajo en salud, confírmame si la fístula es cuando por diversas razones, por adentro del esfínter anal, en la mucosa, se forma un como un túnel chiquitito que se abre y por donde salen heces líquidas y busca su salida, en la piel externa, a la par del ano.

Cabal, así es. Para operarlas, se da a tomar o se inyecta, la verdad ya no me acuerdo bien, un colorante especial y que deja teñido de rojo, los sitios de expulsión, igual en el trayecto de la fistula.

Recordamos que la remolacha, tiñe de rojo las heces y la orina. Lo que se hizo, fue conseguir una remolacha, tarea difícil pero no imposible. Se le dio un suculento plato de remolacha, se le

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dejó en ayunas y cuando ya defecó rojo, lo llevamos directo al tapesco de operaciones. Solución perfecta. Doña fistula estaba teñida de rojo en todo su camino y nos permitió desaparecerla.

Vos, ahora me acuerdo de una señora de CPR que llegó contándonos que frecuentemente tenía dolores abdominales, y una prueba para su diagnóstico, que sospechábamos de colecistitis, era darle dos huevos estrellados, preparados con bastante aceite. Para mayor seguridad, también le dimos frijoles con aceite. Nos costó un poco conseguirlo, pero se consiguió. Yo creo que no le pasó nada y se descartó la colecistitis. La verdad es que a veces ante la escasez de alimentos, pensaba, ojalá me diera dolor abdominal y que me descarten colecistitis.

Qué ya se te hizo tarde. Está bien. Nos seguimos contando en la próxima.

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Me trae un café con leche, y vos ¿qué querés?

A mí un café solo, señorita.

Oigan, como ya han venido varias veces, les quiero preguntar algo, ¿Por qué dicen que no me deben decir señorita?

No es que no le debamos decir señorita, le voy a contar cosas del machismo y usted decide.

Mejor le cuento yo, de mujer a mujer hay más confianza.

Estoy de acuerdo y perdonen la interrupción.

No tenga pena. Fíjese que a la mujer virgen o que no ha estado con hombre, le dicen señorita, a la que es casada, le dicen señora. Eso es herencia del machismo. ¿Por qué al hombre que no ha estado con mujer no le dicen señorito?Verdad que da risa. Usted está trabajando aquí independientemente de que sea señora o señorita. Tal vez lo más adecuado sea decirle joven. Si está de acuerdo.

Gracias. Estoy de acuerdo. Esas son cosas en las que una no piensa, pero tiene razón.

Ahorita les traigo su orden.

Vos, yo creo que con oportunidades, los seres humanos, cambiamos posicionamientos en los que nos tienen y sin darnos cuenta, fruto de la miseria en general que vivimos en nuestro país.

Sí, vos, Caro. Y por otro lado, porque no nos conviene hablar con lo cómodo que es estar sin entrar en conflicto.

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Exacto. Cayendo en el juego de cada quien su vida y nada más.

Se me estaba pasando, te voy a contar de 2 casos de compañeros enfermos, con los que tuvimos problemas para su diagnóstico y atención especial, que nos complicaba la existencia, además del diluvio de problemas a resolver.

Una vez nos llevaron a un compañero, mando de pelotón, por problemas mentales, nos dijo que veía cosas y oía voces.

Se quedó con nosotros, lo llevaron como a las siete de la noche. Lo examinamos y estaba aparentemente normal, le dijimos que se integrara a la reunión nocturna, lo colocamos entre dos compañeros sanitarios por cualquier cosa.

En lo mejor de la plática que se daba, de repente gritó, tirándose al suelo. ¡Ahí están los soldados! ¡Ese gordo me está apuntando y me va a matar!

La mayoría del personal, entre enfermos y heridos y el propio personal de SM no estaban enterados de su problema, por lo que todos y todas se desplegaron rápidamente, tomando posiciones en dirección a donde veía y gritaba el compañero. Estábamos a oscuras, porque las tres candelas que nos alumbraban la reunión las apagaron al instante.

Nosotros, aun sabiéndolo, ante la posición del compañero frente a sus alucinaciones auditivas y visuales, primero nos tiramos al suelo y ahí recapacité y me paré, calmándolos a todos y todas.

Le empezamos a dar medicamentos contra las alucinaciones, pero mientras empezaba a actuar, al siguiente día, se escapó del campamento, salimos todos y todas a buscarlo, no encontrándolo. Como a las cinco de la tarde, se presentó y parándose firmes delante de un compañero de SM le

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dijo: Misión cumplida, soy el único sobreviviente. Está bien, descanse, le contestó el compa, ya enterado de su problema. Se volteó y se fue al puesto asignado para él en el campamento. Al final a este y otro compa con lo mismo, se lograron controlar, un psiquiatra consultado dijo que era una psicosis epiléptica. Y que se le diera complejo B, no recuerdo cuál era la vitamina de la carencia, la cosa es que se recuperaron.

Te cuento de otra situación triste que pasamos.

Nos llamaron de una comunidad lejana de CPR para atender a una joven de 19 años que estaba sangrando de sus partes, así nos llegó el informe.

Supusimos de un aborto incompleto y fuimos preparados, aunque también pensando en hemorragia del ano. Teníamos que prever, sino no se podía resolver.

Efectivamente al llegar a la champa, estaba tirada sobre una manta, puesta sobre un nylon, tapándose con un perraje descolorido y muy sucio, una joven, de piel blanca, blanquísima, por la pérdida de sangre. La madre le agarraba una mano.

Estaban el padre, la madre y su compañero.

Les explicamos a los familiares y a la enferma que había que examinarla de sus partes y que tenía que meter dos dedos dentro de ella para examinarla, porque posiblemente era un aborto incompleto, indagando dijeron que tenía dos días de estar sangrando.

Hubo que convencer al compañero porque no estaba de acuerdo que le viéramos sus partes.

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Accedió diciéndole que yo vería para otro lado al examinarla.

Efectivamente era un aborto incompleto, tenía un hilo de sangre que salía del útero. Había que legrarla.

Se les explicó el procedimiento, la enferma estuvo de acuerdo, sus padres también, pero el compañero no.

Salí a platicarle para convencerlo fuera de la champa. Argumentó que así ya no le serviría su mujer, le dije que seguiría igual que antes y si no se le efectuaba el procedimiento se moriría, de todos modos ya no serviría. Poniéndome en ese plan para convencerlo. No hubo modo.

Regresamos y lo platicamos. La enferma nos suplicó que se lo hiciéramos, que no se quería morir, le suplicó al compañero y nada.

Lo valoramos y consideramos que se convertiría en un problema político, porque por sus precarias y graves condiciones, el riesgo de muerte era grande.

Así que con dolor y rabia nos retiramos. La compañera murió como a las cuatro horas de nuestra partida.

Seguí, mano, ya que te picaste.

En una oportunidad llegó la compañera de un mando militar y de la dirección nacional con una nota diciendo que se le realizara un legrado.

Antes de realizarlo, se platicó con ella y dijo que estaba de acuerdo y se procedió a realizar el legrado.

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En dos siguientes oportunidades, compañeras de las unidades militares, dijeron estar embarazadas, querían legrarse y se solicitó permiso a los mandos para que se autorizara el legrado.

¿Y se tenía que informar de estos procedimientos?

Sí, vos, se tenía que informar. Y no los autorizaron.

Por lo que en siguientes situaciones, se realizaron sin informar.

A las compañeras no se les daba esto como solución, hubo un tiempo en que tuvimos algunos condones y se daban, diciendo que después de usarlo en pareja, lo lavaran y guardaran para futuras oportunidades. Siempre echándole un poco de agua previo uso para ver si no estaba roto.

Cuando tuvimos más, a toda compañera que lo pedía, o se lo ofrecíamos, se le daba uno, platicándole de la conveniencia de usarlo si no quería quedar embarazada.

Si te das cuenta, y no es casual, en lo que te voy contando, las tres veces que hubo relación con la dirección nacional fueron situaciones anómalas de parte de ellos. Aparte de la que te conté que sucedió en la retaguardia, con el compañero con pancreatitis, que fue el que no aceptó revisión de pies. Te las recuerdo. La primera, comiendo fuera de lo que todos y todas comían en una situación de hambre y al servirle al mando tres señoras de la población, que querían quedar bien con el jefe, no lo corrigió.

La segunda, teniendo un normativo de normas higiénicas en el campamento, el mando no las quiso cumplir.

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Y ésta, que para su compañera si hubo oportunidad de legrado y para las demás, ¿qué?

Estoy de acuerdo con vos, pero también recuerdo otras cosas muy humanas y solidarias. Te voy a contar.

Me acuerdo de la primera vez que llegué a un campamento guerrillero, fue por el rumbo de San Gaspar Chajul, hacia la finca la Perla, las otras personas que iban en el grupo se adelantaron y yo que caminaba más lenta con un guía como de mi edad, puros patojos los dos, fuimos más despacio.

Al llegar al campamento, ya cayendo la noche, llegamos en el momento de la cena, iba con molestias en el cielo de la boca y sentía mucho ardor.

Nos dijeron que dejáramos nuestras cosas por ahí y que sacáramos plato y pocillo porque era la hora de la cena.

Hice la cola para recibir la cena y nos dieron en el plato una masa que se veía granulosa y pegajosa.

Sí, Caro, recuerdo que en la selva entre los que íbamos de la ciudad, bromeábamos que si alguien nuevo, en su primera comida, se comía sin protestar la famosa masa de maíz, que era maíz medio podrido, resquebrajado por una pasada en el molino manual para triturarlo un poco y después hervirlo, con un poco de sal y salía ese masacote* sin sabor y con grumos duros. Je, je, feísima. Quien la comía sin protestar estábamos seguros que aguantaría cualquier cosa.

Pues me dieron ese masacote con una cucharadita de frijol encima y en el pocillo algo parecido al mosh*, pero bien ralo.Me senté en una piedra, como a dos puestos de donde estaba

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una compañera que había llegado en la marcha con nosotros y fue de los que se adelantaron cuando caminaba muy despacio.

Probé el mosh y estaba tibio, medio dulce y con lo inflamado del paladar me costaba tragarlo. Llevé una cucharada de la masa a la boca y casi vomito por el olor y el sabor. No dije nada. La compañera que seguramente me estaba observando, se levantó, se me acercó y me dijo, qué suerte tengo, fijate que a mí me gusta mucho la harina, pero el mosh no me gusta, si querés cambiamos.

Contenta le di la harina y me dejó su pocillo de mosh.

Esta compañera, con la que nunca trabajé, pero que siempre que nos veíamos me preguntaba si había tenido noticias de mi familia, que como me iba y me contaba anécdotas que me reanimaban, supe después que era de la Dirección Nacional y en realidad me ayudó mucho, acordate que yo era una adolescente.

Sin la solidaridad, hubiera sido muy difícil salir adelante. Tenés alguna otra anécdota de la que te recordés.

Sí, Carlos, te voy a seguir contando de ese tiempo, como a los tres meses de esa experiencia, me dijeron que me preparara porque tenían que llevarme a un lugar para hablar con alguien.

Recuerdo que caminamos como tres horas y llegamos a un campamento pequeño.

Mi sorpresa fue mayor cuando vi a un compañero de la Dirección Nacional, alguien que ya conocía y que fue el compañero que apoyó para que me permitieran alzarme.

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Corrí para abrazarlo y me dijo que recién había estado con mi papá, que estaba bien y de buena fuente sabía que mi mamá y mi hermana estaban bien.

Me llevaba una nota, no recuerdo si de mi mamá o de mi papá. La cosa es que la leí y me empezó una lloradera imparable.

Sí, Carolina, yo pasé por eso. Al recordar a familiares, se llora a moco tendido, como dicen.

Me acuerdo que me recosté en su brazo, mientras lloraba. Y lloraba y lloraba.

Je, je, no llorés mucho al recordar que vas a anegar la cafetería.

Cuando al fin se me fue pasando el tanto chillar, me di cuenta que su camisa, que era de manga larga estaba en esa parte mojada, por las lágrimas, mocos, saliva y él no dijo nada.

Recuerdo que me abrazó y me comentó que si quería regresar con mi familia lo podía hacer. Le dije entre sollozos que no, que iba a seguir.

Me reanimó, le conté que me había cortado la mano haciendo mi arma de palo, con la que iniciábamos portando un arma, para acostumbrarnos a cargarla siempre y hacerla parte de nuestros movimientos.

Le conté que los lentes se me habían roto varias veces, pero con rayitas de por medio en los lentes, veía bien.

También que ya me había bañado, porque me daba vergüenza bañarme delante de los demás compas.

En una palabra, me reanimó.

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Me dijo que se iba a ir y que en otra oportunidad nos veíamos.

No lo volví a ver, lo mataron, lo recuerdo mucho y crecí con sus hijos y la madre de ellos, que en algunos momentos actuó como mi madre. Los quiero mucho.

Vos y te acordás de alguna otra anécdota de ese tiempo.

Sí, mano, en ese mismo campamento que te cuento, estuve con otras mujeres jóvenes, había una Quiché, que me hice muy amiga de ella. Dormíamos en el mismo tapesco, no hablaba ninguno de los dos idiomas que más se hablaban ahí, Quiché e Ixil, ella me ayudaba, me animó para mi primer baño, je je, llevaba 35 días sin bañarme.

Me ayudó a peinarme, ya que llevaba una boina y no me la quitaba ni a sol ni a sombra. Y como ves soy colocha*, entonces tenía una especie de rasta, yo creo que fui de las primeras en inventar la rasta sin saberlo.

Mana, 35 días sin bañarte, qué vergüenza, je je. Yo estuve en una oportunidad 47 días, fue en ese campamento que te conté de la primera escuela de sanitarios y no duré más porque a las fuerzas de la naturaleza les he de haber dado lástima y llovió en el campamento.

Resulta que al padre de esta compañera, lo capturó el ejército y parece que se supo en el campamento, donde también encontrás de todo, compas comprensivos, compas radicales.

Sí, vos, parecen humanos, je je.

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Entonces un compañero de la Dirección Nacional, que por cierto después murió, la llegó a traer y dijo que trabajaría con él, aspectos de secretaría creo yo, lo cierto es que no la vi de nuevo hasta como un año después, que la vi con su papá, que se había fugado de un cuartel y se reincorporó.

Gracias a este compañero, no tuvo que soportar escarnios de algunos compañeros.

Ahora te traigo a colación algo que te comenté antes y lo dejé pendiente. En relación al centralismo democrático, si te das cuenta, las normas y reglas se cumplían para todos y todas. No quiero dejarte la impresión que todas y todos los mandos fueran así. Pero en los casos que te comenté anteriormente sucedió y la compartimentación, también servía para saltarse las trancas, como se dice, cuando lo necesitaban y no lo podían hacer los demás. O también lo hacían pero callada la boca.

Para ampliártelo más, recientemente estuve en Cuba y platicando con unas personas de aproximadamente cuarenta a cuarenta y cinco años y que trabajaban en investigación, buscando como incrementar su salario mensual con éstas, les preguntaba si siempre fue así, que buscaran individualmente su mejor ingreso y me respondieron que no.

Uno de ellos, veterinario, me contaba que en tiempo del bloqueo rígido por parte de Estados Unidos y que hizo pasar hambre a la valiente y sufrida población cubana, en los tiempos que no podía atracar ningún barco, so pena de pagar multas multimillonarias y el riesgo de varios meses de suspensión de sus labores, cosas que nunca se dicen por los medios de información, él se dedicaba sin horario a dar instrucciones a las personas, porque en muchas casas tenían un puerco para engorde y consistía en darles todas las medidas necesarias para que no les afectará y el engorde fuera lo más fructífero posible.

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Me comentaba, que al no tener lugar en las casas para el cerdo, lo tenían en la bañera y en cualquier parte de la casa.

Las personas que no cumplían con las normas higiénicas las reportaban a los comités de cuadra, hasta llegar a autoridades medianas del Ministerio de salud.

Pese a su insistencia y voluntariado en su horario, las autoridades nunca llegaron y supo de dinero que se les pasaban para no sancionarlos. Si querés una cosa sencilla, pero eso lo hizo ir decepcionándose del sistema y ahora, no estaba contra él, pero no participaba activamente.

Probablemente fue una de las causas de la caída de la unión soviética. La cuestión es que el centralismo democrático, como se experimentó, no sirve.

Estoy de acuerdo con vos. Para futuras ocasiones, debe tomarse en cuenta mecanismos, que si nos van a medir las costillas, se les midan a todas y todos parejos y que todos y todas lo controlemos. A lo mejor algo así como lo que ahora se llama auditoría social, aunque eso tampoco funciona. Por eso tenemos que seguir dándole vueltas.

Ya que andamos en eso. Te quiero contar otra cosa que no me parece del proceder revolucionario y que tal vez se debe valorar su cambio u otra estrategia en el futuro.

No me parece la conceptualización y utilización que se les dio a las personas como eso de que las masas no tienen ni forma ni contenido. Bajo esa premisa Marxista-Leninista, luchamos anteriormente.

Eso quiere decir que la gran cantidad de personas unidas, como una masa, no tienen ni forma ni contenido. Para eso

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estaban los cuadros de la vanguardia, para crear consignas que le lleguen y acepten las masas y ahí se van. Las masas se conducen.

Si se van a realizar cambios revolucionarios, por qué tienen que existir solo los iluminados que conduzcan a la mayoría. Son personas, no borregas ni borregos.

Fijate que a principios del siglo pasado, se realizó en Inglaterra la primera operación moderna de propaganda. Era presidente Woodrow Wilson. Ocurrió en 1916. Decidieron que Inglaterra tomaría parte en el conflicto, la primera guerra mundial, el problema era que la población era muy pacifista. Se creó la comisión de Propaganda gubernamental o comisión Creel, que en seis meses logró convertir una población pacifica en otra histérica y belicista, que quería destruir todo lo que oliera a alemán y deseando participar en la guerra.

Sí, mano, otro ejemplo triste en la historia es la Joseph Goebbels, el alemán que fue responsable de los medios de difusión masivos durante el periodo nazi, logrando alienar y someter al nazismo a la mayoría de la población alemana.

Me parece que tanto el socialismo y el capitalismo partieron de la misma premisa maquiavélica de que el fin justifica los medios.

No te entiendo muy bien.

Te explico, las dos corrientes políticas capacitan cuadros, en el socialismo, son los que les llevan las consignas pertinentes a sus masas.

En el capitalismo los cuadros, que son los que orientan las comunicaciones en general, difunden estas entre los pueblos.

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Pero en ambas corrientes políticas, les vale madre las personas y están los iluminados que saben qué es lo que quieren los demás.

Vos no lo había reflexionado y me parece interesante.

Si en el futuro se quiere hacer una revolución, los cambios tienen que ser desde el principio con una premisa nueva y diferente que tome en cuenta a todos los seres humanos.

Vos eso me parece casi imposible.

Esas son las revoluciones, hacer cosas que parecían imposibles.

Y si hoy la utopía está más lejos que nunca, los esfuerzos por alcanzarla tienen que ser extraordinarios y tratando de ser consecuente con buscar cosas nuevas para todos y todas, pero sin anular a nadie y respetando las diferencias. Muy difícil pero no imposible.

Seguimos hablando de SM.

Sí, vos, contame un poco del campamento del Tío. Aunque no era de SM, pero hubo un buen tiempo que fueron nuestros vecinos de campamento.

Es cierto, cuando vos estuviste en SM, por esos tiempos, el campamento del tío, quedaba cercano a SM y al movernos en varias oportunidades, también quedaron cercanos.

El tío, un personaje extraordinario, se le decía tío, creo, por cariño y ser mayor de edad, aunque lo de mayor de edad, desde que lo conocí, hasta la última vez que lo vi, era mayor, pero no cambiaba.

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Era el responsable del campamento, no me acuerdo el nombre exacto, pero era un lugar de reparaciones, de creaciones, chapuces de todo tipo y a cualquier hora.

Era un sobreviviente de la revolución de octubre del 44, dirigente de las ligas campesinas, lo tuvieron preso en la penitenciaria central, lugar tenebroso en donde encerraban a los presos políticos, sobrevivió y fue de los primeros compañeros que entraron al Ixcán.

Era agradable llegar en horas de descanso por la tarde, a su campamento y pedirle que nos contara de sus vivencias. Un agradable relatador y se pasaban ratos muy amenos escuchándolo.

Me acuerdo de un avión, creo que era arava, que los compas se lo bajaron en el Ixcán. Poco a poco lo fue desmantelando.

Hasta esas máquinas artesanales para hacer tortillas, las veías en todas las champas de la comunidad de CPR más cercana. Livianitas, prácticas y no pesadas para llevarlas en un plan de emergencia.

En otra ocasión, me invitó a ir a las riberas del río Ixcán, iba a probar una especie de RPG 7 o mortero, de esos tubos que te colocas al hombro, el proyectil en una punta y apuntas y disparás.

Me dijo: ¿Querés probarlo?

¡Órale*!

El proyectil era de madera. Quería verificar su fuerza de salida y distancia.

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Le colocó el proyectil, lo preparó todo, me lo puse al hombro, me dijo: Apunta a unos 100 metros, tratá de pegarle a ese árbol que ves ahí.

Apunté despacio, halé el percutor, la explosión de salida y el proyectil que cae como a 5 metros de mí.

Tranquilamente me dijo, vos algo está mal, lo voy a revisar despacio. Nos regresamos.

La discriminación al indígena

Mano, ¿y qué pensás de la discriminación al indígena? ¿Creés que hubo?

Te voy a responder contándote un poco de mi vivencia.

El 95 a 98% aproximadamente de las personas con las que me relacionaba eran indígenas. De ellos dependía para el traslado y reparto de alimentos. La mayoría de sanitarios y sanitarias de guerra y promotores y promotoras comunitarias de salud eran indígenas y un fenómeno interesante es que habían Kanjobales, Mames, Ixiles, Quichés, Kaqchiqueles, Keqchís, Achís, Jakaltecos, Uspantekos y que me perdonen los compañeros y compañeras de otras etnias, pero son los que recuerdo y uno que otro u otra mestiza. Estaban representadas una buena parte de culturas que conviven en Guatemala.

Creo que había cosas que favorecían nuestras relaciones.

Para empezar, en la historia humana, siempre que el ser humano está en peligro, que su existencia corre riesgo, como por instinto busca sobrevivir, busca formar unidad granítica con

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los de su especie que corren el mismo riesgo. No se permite el lujo de escoger. Eso lo vivíamos.

Todos y todas éramos compañeros y compañeras y peleábamos por la misma causa, algo que nos identificaba y unía.

Nuestra guía política ideológica decía que había que resolver la contradicción principal, ricos y pobres, tomando el poder, y que las contradicciones secundarias (discriminación a la mujer, al indígena, etc.) Se resolverían al resolver la contradicción principal.

Es cierto, vos. No importa lo equivocado de esto, así era.

Los mestizos o ladinos, dirán otras personas y vos, éramos minoría bastante reducida y eso, queriendo o no, nos obligaba, en una forma inconsciente a adaptarnos a los demás, que tenían en común ser descendientes más directos de la cultura Maya.

Tuve la suerte de vivir en campamentos de servicios médicos, donde era el responsable del campamento, contando con un responsable general de seguridad, lo que permitía hacer los horarios y distribución de tareas desde nuestras perspectivas e ideales.

Todos y todas, participábamos en todas las tareas, asumiendo como tarea principal la propia, en mi caso, más tiempo dedicado a medicina y así en todas las demás personas.

Teníamos reuniones semanales de crítica y autocrítica, en las cuales limábamos asperezas y nos apoyábamos para ser más eficientes y eficaces en función de la guerra.

Siento que nuestra vida era entre camaradas y no había diferencias entre nosotros y nosotras, le he preguntado a

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algunas personas que convivieron en alguno de nuestros varios campamentos y me han respondido que sí, se sentían entre iguales.

Desde mi punto de vista en la relación diaria, considero que no hubo discriminación al indígena. Eso me parece a mí.

Algunas actitudes dentro de la organización sí creo que vedaban oportunidades. Por ejemplo, dentro de la dirección nacional, durante el tiempo que estuve organizado, no hubo nadie indígena en ella, solo mestizos. En los últimos años cooptaron a un compañero indígena.

Y aprovecho para comentarte otra cosa. Dentro del funcionamiento en la guerrilla, un compañero me contaba, yo lo desconocía, que cada cuatro años, se debía realizar una conferencia guerrillera, que es la máxima autoridad en funcionamiento. Con representantes de todas las estructuras, se elige la dirección nacional o se ratifican los que se crea conveniente.

¿Y cuántas se realizaron?

Durante los trece años que estuve yo, no se realizó ninguna, me contaban que antes se realizó una y creo que dos años antes de la firma de la paz, realizaron otra.

Pero sí me llamó la atención que no había indígenas en la dirección nacional; se pueden dar excusas, válidas o no, pero la realidad es que no había.

En varias oportunidades, solicitamos una conferencia guerrillera desde varias estructuras y por lo menos a nosotros se nos respondió que no había tiempo, que en cuanto se pudiera.

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Ja, ja, “Lo vamos a tomar en cuenta, compa”.

Regreso a lo que me preguntabas. Algo que me llamó la atención es el comportamiento extraño de compañeros que eran tan entrañables, diciéndote que no somos iguales. Como lo que te conté antes.

Al principio no lo entendía. Me preguntaba. ¿Qué pasó? ¿Dónde se quedaron los pasos andados? ¿Dónde se quedó esa capacidad de demostrar las aptitudes y actitudes como persona?

Indudablemente, es fácil hacerse las preguntas. No es fácil enfrentar la realidad desde situaciones de amplia desventaja. Donde al agotar las posibles salidas, con la desventaja de no tener títulos que acrediten, posibilidades o “conectes” para la oportunidad, te vas penetrando de un profundo resentimiento, de una gran amargura y te ensartas o te insertas en la cruda realidad social de sus vidas. Por el otro lado lo olvidas todo, te acomodas y te volvés uno más en el penoso camino de las disparidades sociales.

Nos quedamos una vez más en algo que carcome a la sociedad guatemalteca: la apariencia.

¡La profunda, enraizada y triste Apariencia!

Estoy de acuerdo con vos y me acuerdo de lo que te conté que decía un niño, ¡unos son más iguales que otros!

La discriminación a la mujer

Platiquemos de la discriminación a la mujer. Te parece.

Está bien, vos, te voy a contar mis apreciaciones.

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En principio me parece que no. A simple ojo de pasada, porque todos y todas hacíamos de todo, eso en cierta forma, permitía la igualdad de géneros, pero rebuscando, creo que sí.

Una discriminación más velada. Porque iba acompañada en algunos casos de acoso sexual, supe de un caso, un jefe de pelotón, a quien le gustaba una de las combatientes, empezó a molestarla y le daba prebendas, por ejemplo postas a horas menos pesadas, no ir a traer abasto y evitándole todo lo pesado.

A ella no le interesaba, lo informó y la cambiaron de pelotón.

Pero ahora me acuerdo de los roles, en las CPR me dijiste que por desgracia todo era normal, ¿Te acordás?

Sí, vos, y te decía eso porque los roles se continuaban.

Tenés razón, pero yo veía un gran adelanto en que las compañeras que usaban corte, voluntariamente los dejaban y usaban pantalón.Sí, mano, para esos tiempos era un adelanto. Pero sucedía solo con las que se alzaban.

Pero, fijate mana, que en la guerrilla las tareas eran parejas, todos y todas hacíamos de todo.

Muchas compañeras tuvieron conocimientos de diferentes cosas y las practicaban muy bien.

Sí, vos, pero si revisamos a las que conocemos, al integrarse a sus familias una buena parte regreso al rol tradicional de la mujer, con sus excepciones por supuesto, pero qué creés que pasó ahí.

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Yo creo que inciden varias cosas.

Por un lado la falta de oportunidades, por otro lado el aval que te respaldaba para optar a un trabajo no lo tenías.

Además, vos, acordate que al regresar a la comunidad, sin respaldo y sin oportunidades, no les quedaba otra que regresar a hacer lo mismo. A vivir su rol.

También creo que en algunos casos, por la cosmovisión cerrada por falta de oportunidades y el machismo que impera en las casas, se tenían que adaptar a la realidad.

Yo creo que aunque no se trabajaba sobre la equidad de género en la guerrilla, con solo el hecho de que todos participaban en todo, eso a algunas las tenía que hacer reflexionar y aunque al regresar a sus casas siguieran con el rol, algunas probablemente presentaban otras actitudes y generaban discusión.

Bueno mano, nos vamos.

Está bien. Yo pago ahora.

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Joven, por favor, me trae un café con leche.

A mí un café solo. No, deme un expreso doble, tal vez así se me va la modorra que tengo.

Ahorita les sirvo.

Bueno vos, continuemos pero antes te quiero mostrar algo que escribí en los tiempos de mucha incertidumbre, buscando como salir adelante. Tratando de valorar lo importante de haber sido consecuente con lo que creía.

¡Órale!

Quería tomar el poder

Quería tomar el poder y aprendí a ver al fondo de los ojos.Quería tomar el poder y aprendí a vivir intensamente.Quería tomar el poder y valoré las pequeñas cosas.

Quería tomar el poder y aprendí a disfrutar sin la modernidad.Quería tomar el poder y conocí y entendí a mi pueblo.

Quería tomar el poder y empecé a disfrutar la solidaridad.Quería tomar el poder y aprendí a dar y recibir mucha ternura.

Quería tomar el poder y me esforcé por trece años.Quería tomar el poder, no se pudo, pero al final salí ganando.

Me parece muy bonito. ¿Escribiste algo más?.

Sí, este otro. Este fue antes cuando estaba en la inopia, me sentía atrapado sin salida.

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El credo, para fortalecer mis tribulaciones

Creo en el ser humano, fuente de sentimientos infinitos.Creador de cosas positivas y negativas.

Creo en la igualdad de las personas.Creo en la sencillez y sinceridad de los niños.

Creo en las mujeres.Creo en las buenas intenciones de los hombres.

Creo en él no lo vuelvo a hacer.Creo en las recaídas humanas, una y otra y otra vez.

Creo en el futuro incierto.Creo en los cambios difíciles, hoy más que nunca.

Creo en los milagros producidos por un grupo de seres humanos.

Creo en los cambios posibles dentro de lo imposible.Creo en la cordura.

Creo en la sensatez.Creo en la recapitulación.

Creo en la reflexión humana.Y a veces creo que no creo en nada.

Ja, ja, me rio porque has de haber estado bien trabado.

Sí, vos, me consolaba con escribir cosas.

La tortura física y mental

Otra cosa en la que debemos pensar, es en el maquiavélico accionar de las fuerzas represivas del Estado de Guatemala. Eran particularmente especiales para anular, para destruir, para paralizar a la persona.

Sí vos, verdaderos especialistas en destruir al ser humano y dejarlo respirando y comiendo, pero destruido por dentro.

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Te voy a contar un caso que conocí de personas cercanas y queridas.

En una cabecera departamental vivía un mi amigo, con su esposa y en ese tiempo sus tres pequeños hijos, dos nenes y una nena.

Esto sucedió en 1981, 82, la fecha exacta no la recuerdo.

Él era un simpatizante de la guerrilla, una noche que estaba de tragos, cuatro militares se lo llevaron y lo patearon en el abdomen y tórax, dejándolo gravemente herido. Fue llevado a un hospital del IGSS y ahí parece que todavía logró decirle a su esposa quiénes fueron.

Murió al siguiente día. Hígado, bazo, riñones destrozados. Fracturas costales en gran cantidad.

Antes de salir el entierro de su casa, se acercaron dos medios televisivos para recabar información, al mismo tiempo le dijeron a la viuda que la buscaban urgentemente. Antes de hablar con los de las televisoras, fue a hablar con quién la buscaba urgentemente.

Cuenta que eran dos hombres y le dieron el nombre de sus tres hijos, donde estudiaban, que hacían camino de la escuela, en que momento era más oportuno agarrarlos fácilmente.

Todo eso sucedería si ella hablaba con cualquier medio de comunicación.

Ya no se presentó a hablar con las televisoras ni ningún otro medio de comunicación.

Al regresar del cementerio, acostó a sus hijos y se acostó ella.

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Su casa quedaba en la orilla de la ciudad y tenía la particularidad de estar delimitada con alambre espigado que habían colocado como cerco.

Ya, como se acostumbra en los pueblos.

Al despertarse temprano al siguiente día, triste, con miedo y desconsolada, vio que en la cerca, del lado de adentro había un cuerpo tirado.

Llamó por teléfono a su cuñado, porque no se animó a ir a verlo.

Llegó su cuñado y efectivamente, era el cuerpo de un hombre de unos veinticinco años, joven y con un tiro en la cabeza.

Se sentaron un momento en la sala para ver qué hacían. Ella temblaba y estaba al borde de la histeria.

Decidieron llamar al jefe de la policía para dar parte. Lo llamó y este le contestó que llamara al coronel del destacamento militar.

Llamó al coronel, contándole el caso y le respondió, que tenía que ir a tirarlo, sin decir nada o la acusarían de que lo mató en su casa. Y que tenía que hacerlo rápido. Que ellos pasarían en la tarde verificando y si encontraban el cuerpo ahí, que se atuviera a las consecuencias.

Le contó a su cuñado, lo envolvieron en una sábana, lo metieron al baúl de su carro y se pasaron como dos horas abriendo una fosa, donde lo metieron y taparon.

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En la tarde pasó un jeep militar y se paró frente a su casa. Tocaron la bocina y tranquilamente le gritaron. ¡No hay ninguna novedad!

Ella desde la puerta y tremendamente nerviosa les contestó que todo estaba tranquilo.

Hasta el día de hoy, esta mujer no quiere saber absolutamente nada de nada. Y hasta lo que te cuento, con mucha confianza y miedo me lo contó.

No logra animarse, es más, ni quiere ni le interesa animarse para presentar la denuncia.

La afectaron tremendamente.

Algo a tomar en cuenta es la gran especialización que fueron adquiriendo las fuerzas represivas para la tortura, tanto física como mental. Situaciones fuera de lo común y que harían sucumbir a cualquier ser humano.

Tenés razón y por eso te pedí que fuéramos contándonos cosas de la guerra, para tratar de entender situaciones que hasta hoy en día no las comprendo bien.

Pero ya se nos hizo tarde, platiquemos la próxima y creo que te contaré porque quería saber más de la guerrilla. Considero que estamos llegando a ese punto.

Está bueno, vos, hoy te toca pagar.

Vámonos, y paso pagando en la caja.

Está bueno.

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Qué bueno que nos juntamos, esperaba con ansias este encuentro, sobre todo porque me dijiste que ahora me contarías porqué querías conocer más de la guerrilla.

Buenos días, qué van a querer.

Buenos días. A mí lo de siempre.

Ya sé, un café con un poquito de leche y a usted un café solo, perdón, doble expresso.

Exactamente.

Es que pide doble expresso porque siempre anda medio dormida. Je, je. Gracias.

Sí, vos, recuerdo que te dije textualmente, quiero conocer más las intimidades de la guerrilla, para entender procederes y actuaciones. Y algo muy importante son los diferentes puntos de vista, estoy cansada de posicionamientos dogmáticos.

Este es el centro de mi interés, pero antes quiero que me des tu opinión sobre la tortura.

La tortura, ese nefasto descubrimiento es el estigma mayor de la especie humana, dentro de los seres vivos, nadie es tan desalmado con los de su especie como el ser humano.

¿Y qué pensás de las personas que la permiten o que la practican?

Antes consideraba que sicológicamente hablando son personas enfermas. Aunque hoy en día, desde las ciencias sociales se argumenta que las personas que ordenan las torturas no son enfermas mentales, son seres que responden a sus intereses ideológicos. Igualmente el torturador.

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Tenés razón, un torturador, cumple su trabajo y vive de lo más normal y hasta en sociedad puede ser un padre ejemplar.

Sí, vos, y en el caso de quienes las ordenan, mirá el caso del genocida, ¡Había que acabar con los comunistas! Y no importaba cómo. Su ideología lo contempla, lo acepta y les dice que hay que hacerlo.

Es más, con las especializaciones que han alcanzado con la tortura, estoy seguro que si someten a alguien a las refinadas y asquerosas técnicas tanto físicas, como mentales, nadie se escapa de hablar, anulan completamente tu voluntad. Te vuelven un guiñapo humano.

Antes se podía hablar de personas que se resistían a la tortura, hoy en día considero, que pueden hacer hablar a quien quieran, no importa convicción profunda, personalidad inquebrantable, caracteres de hierro. Eso se acabó desde hace tiempo.

¿Y qué harías con compañeros que tienen mucha información y que puede afectar si hablan algo?

Yo creo que, de común acuerdo, el mantener algo de reserva, ya sea una pastilla o alguna otra cosa, para quitarse la vida conscientemente, ante la inminencia de caer en manos de los torturadores, es decir en manos del ejército, porque ya se sabe que ellos los llevan a cuarteles o casas especiales para quebrarlos moral y físicamente; hasta lograr sus objetivos.Te soy sincero, así como antes todo lo metía en el saco de debilidades político ideológicas, en estos casos, sin conocer mucho, los metía en el saco de traidores.

Hoy en día y con las experiencias vividas, considero otras cosas. Otras situaciones ajenas a la voluntad humana y es que

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se ha hablado de personas valientes que nunca hablaron, yo diría que aparte de su entereza, tuvieron la suerte, dentro de su mala suerte, de que no les aplicaron técnicas devastadoras. No sé, el refinamiento como te comentaba antes ha llegado muy lejos, no valiendo para nada tu voluntad o firmeza. Claro que inicialmente puede que sí, pero si te aplican inyecciones o técnicas que rápidamente quiebran tu voluntad, nada de nada. A decir todo lo que quieran saber.

¿Creés que en la guerrilla se torturaba? Porque yo no he sabido nada. ¡No! No, vos. En todo lo que viví nunca se llegó a esa vileza humana. De eso estoy seguro.

La consecuencia con los principios sobre todo

Bueno te pregunto todo esto por lo siguiente: Como te conté antes, yo crecí en la guerrilla, es decir, desde que yo era muy pequeñita mis padres estaban organizados.

Siempre estuve y estoy muy orgullosa de ellos.

Sé que fueron consecuentes y muy nobles al entregar sus vidas al proyecto político e ideológico.

Resulta que a mi padre lo capturó el ejército, parece que logró escapar y se presentó ante los compañeros…

Sé que lo ajusticiaron, no me gusta esa palabra, lo mataron…

Perdoná que te hablo entrecortado, pero no lo puedo evitar, como ves estoy llorando y siento impotencia, rabia, desasosiego, no sé, no sé. Mataron a uno de mis héroes…

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Carolina, te comprendo perfectamente, todos hemos pasado situaciones difíciles, pero ahora me surge una duda. ¿Cómo sabiendo eso, seguiste en la lucha?

Porque mis convicciones, que bien sabes, nacen de las enseñanzas de mis padres y los demás compañeros y compañeras con las que conviví, son las que me permitieron y me permiten ver más allá de la mediocridad, sigo creyendo en la posibilidad de una sociedad más digna y el proyecto es muy bueno, los errores han sido cometidos por seres humanos, son debilidades o actuaciones incorrectas de personas, estoy segura que la mejor forma de honrar su memoria es continuar en lo que creo, aunque hoy en día esté todo tan deformado y calumniado.

Sí, vos, incluso lo que hablemos, ya sé, que esos fanáticos que denigran nuestro actuar, dimensionando nuestros errores, se aprovechan de todo y calumnian y acomodan a su conveniencia, ellos tienen el poder de los medios de comunicación. No importa, nuestra verdad servirá para que las nuevas generaciones conozcan un poco de nuestras intenciones y saquen sus conclusiones. Es importante contar la verdad, aún con sus errores. Es más reconociendo los errores y comentándolos para que su valoración sea más precisa y valiosa.

¿Qué harías si eso sucediera hoy en día?Me decís de un compañero que se escapa del ejército y llega con otros compañeros.

La respuesta es difícil porqué está fuera de contexto. Pero creo que si somos verdaderos revolucionarios, debemos tomar en cuenta que si volviera a suceder, a cualquier compa que someten a la tortura y logra escaparse, sabiendo los niveles que en la tortura han perversamente logrado, a ese compa,

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lo pondría en algún lugar fuera del marco de la guerra y se le brindaría todo el apoyo profesional que necesite. ¡Se lo merecen!

Gracias, vos. En toda guerra hay sufrimiento, a unas nos toca sufrir en unas cosas más que otras, a otras en otras, lo peor es la gente inocente que sus deudos quedan vivos y sufren sin entender, sin consuelo, con frustración, con miedo. Esos son los seres humanos que más sufren.

Otra cosa que te quiero comentar es la necesidad de que se acaben los ejércitos. Sean de derecha o de izquierda, anulan al ser humano, lo fanatizan, lo envilecen y favorecen lo que comentábamos, acarrean no a personas sino a borregos y borregas al matadero.

Estoy de acuerdo con vos, pero esos sueños están lejanos, si lo sugerís al siguiente día aparece en los medios ¡Belice quiere invadir nuestro territorio! Y a justificarlo de nuevo.

Fijate que estaba pensando que Guatemala solo se compone con cambios estructurales, no es cosa de votar por x o y candidato o candidata.

Sí, vos, yo te cuento que orgullosamente nunca he votado. No creo en eso.

Yo igual, mano, no creo que el voto sea la fórmula mágica para la democracia. Y muchas veces pienso que la democracia sólo es un invento del capitalismo para la preservación del sistema de explotación y exclusión. Deberíamos pensar y repensar y construir un sistema y una forma de relacionarnos que permita el respeto de las diferencias y la construcción colectiva del bienestar común sin exclusiones de ningún tipo.

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Lo que no entiendo es como personas con pensamiento crítico, que te hacen análisis correctos de la situación nacional, a la hora de votar, como que es grave el no hacerlo, no hacerlo con una gran cantidad de analfabetos, el resto enorme cantidad de analfabetos funcionales, otra gran cantidad que no hablan español. ¿Eso es democracia electoral?

Mirá, vos, Carolina, yo estoy seguro de que lo que resolverá en Guatemala, es un movimiento nacional, que todas las personas se esfuercen por educación y formación política e ir replicándolo, despacio, poco a poco, pero muy seguro.

Pero bueno, si esa fuera una salida más o menos viable, una de las primeras condiciones para pertenecer a este movimiento sería no meterse a cuestiones electoreras o electorales. Y de todos modos electorales o electoreras es lo mismo en este país.

Caro, después de varios años, con optimismo te digo que por lo menos 10 años de trabajo, donde cada persona que se va sumando al Movimiento Nacional, vaya teniendo criterio propio y que decidan después de varios años, si le apuestan a lo electoral, pero fuertes y organizados, o deciden otra vía.

Sí, Carlos, para cambios estructurales, las vías de acceso para ser servidores públicos y no “gobernantes” tienen que ser diferentes a lo que actualmente está establecido o a lo que ha existido con anterioridad.

Carolina, no sé qué pensás, pero el paradigma de los acuerdos de paz, como que adormeció a la sociedad guatemalteca, solo se pensó en borrón y cuenta nueva.

Sí, no era posible, las razones por las que se llevó el conflicto ideológico hasta la guerra seguían vigentes. Se firmó la paz, pero el conflicto ideológico sigue presente, no se ha resuelto. Estamos en peores condiciones que antes.

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Mirá como ejemplo, se habla de los sindicatos corruptos de salud pública y es cierto, hay líderes corruptos, pero, ¿y los derechos de los trabajadores dónde se quedaron?

¿Cómo es posible que en los hospitales las enfermeras hagan de noche turnos de 12 horas? Pero sería de nunca acabar si continuamos.

Nos vamos. Estás de acuerdo.

Sí, vos, pero antes quiero contarte que esto me ha ayudado bastante y sinceramente te digo, con todo lo sufrido, con todo lo que me atormenta esto, me siento orgullosa de mi pasado, me siento orgullosa de haber tenido la dicha de vivir junto a compas valientes, dispuestos, esforzados, sencillos, soñadores, que no te hablan mucho de grandezas, pero en la práctica, en el día a día, te demostraban que si hubiera sido necesario exponer su vida para salvarte, no lo dudarían, lo harían.

¿Y, vos, que pensás?

Por un lado me alegra mucho que me plantearas el que nos contáramos de nuestra experiencia, como se dice “a calzón quitado” y el sacar cosas cura y enorgullece más y más.

Igual que vos, estoy muy orgulloso de mi consecuencia. ¡La experiencia de convivencia más linda de mi vida!

Vámonos y pago en la caja.

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Epilogo

¿Por qué me citaste de nuevo en las gradas del palacio?

Te voy a pedir un favor, te acordás que la última vez que estuvimos aquí me dijiste cuando ya nos íbamos que parecía loco cuando me puse a gritar cosas.

Sí vos, claro que sí me acuerdo.

Te pido por favor que te pongas un rato loca y hagas lo que yo haga.

Je je, está bueno.

Parémonos viendo hacia la plaza.

Levanta el brazo izquierdo empuñado.

Te reís, ya vas entendiendo mi locura.

¡¡Por todas las personas masacradas buscando una sociedad mejor!!

¡¡Por todas las personas inocentes, masacradas por el Estado de Guatemala!!

¡¡Por todos los compañeros y compañeras asesinados por la ceguera humana!!

¡Ahora cantá conmigo!

Arriba los pobres del mundo de pie los esclavos sin pan

y gritemos todos unidos viva la internacional

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agrupémonos todos en la lucha final

y se alcen los pueblos por la internacional

Agrupémonos todos en la lucha final

y se alcen los pueblos por la internacional

el día que el triunfo alcancemos ni esclavos ni hambrientos habrá

la tierra será el paraíso de toda la humanidad

agrupémonos todos

en la lucha final y se alcen los pueblos…

Vos, esa señora que está ahí parada está llorando.

Mamá, ¿Por qué estás llorando?

Señora y usted ¿Por qué está llorando?

Ay mija*, Es que cuando pasamos por aquí y oí esa canción, la cantaba mucho mi papito cuando yo era niña. Sobre todo la cantaba cuando se bañaba antes de ir a trabajar. Para serles sincera cantaba menos desafinado que ustedes. Perdonen señores.

No tenga pena, ¡nos encanta su sinceridad! Y donde trabajaba su papito.

Era dirigente de los ferrocarrileros. Lo llegaron a traer los del ejército a la casa, cuando yo tenía 10 años. Él tenía 30 años.

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Me acuerdo que patearon la puerta de nuestra casita, entraron y solo estábamos los dos, lo agarraron y cuando lo llevaban le dijeron, ¡Cabrón, vos sos de la JPT7, sos un comunista! Y se lo llevaron.

Y por qué nunca me lo contaste

Mijita*, perdoná, pero es que me ha dado pena

Mamá tengo 16 años y tengo derecho a conocer las cosas

Fue en tiempo de ese presidente que le decían cara de hacha.

Sí señora, Carlos Alberto Castillo Armas. Lo llamaban por sus siglas C.A.C.A.

De ese mero y me acuerdo que me gritó mi papito: ¡Mija tené confianza en los hombres!8 He estado en mi vida con dos hombres les he tenido confianza pero ellos me han salido malos.

7 JPT, Juventud Patriótica del Trabajo. La sección juvenil del PGT, Partido Guatemalteco de los Trabajadores. A partir de 1954, asesinaron a muchos tanto del PGT, como de la JPT. De las dos organizaciones salieron una gran cantidad de compañeros y compañeras para iniciar la lucha contra la invasión que los EEUU, a través de un grupo de mercenarios, liderados por Castillo Armas, derrocaron al gobierno de Jacobo Árbenz. De sus enseñan-zas y errores hemos aprendido para continuar la lucha.

8 Un sector de la izquierda, pensamos que la confianza en el ser humano, es tan grande que creemos que organizados y con la participación sobre todo de jóvenes, pueden luchar para hacer los cambios que crean conve-nientes en un país. Posiblemente el padre cuando lo llevaban camino a la tortura y su muerte posterior, quiso decir ¡Mija tené confianza en los seres humanos! Seguramente eso quiso decir, recordemos que si hoy en día se han dado grandes pasos en contra de la discriminación a la mujer, en ese entonces la discriminación pesaba más.

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Véndame un periódico señora.

Estoy bien jodida* señorita, pero le voy a regalar uno, me hicieron sentir mucha alegría al oír la canción de mi desaparecido papito.

Hagamos una cosa, nosotros las invitamos a tomar una cerveza y un refresco y también a almorzar y usted nos cuenta de su papito y su trabajo en los ferrocarriles y nosotros le contamos de la JPT, de la canción de su papito9 y de lo que tal vez le quiso decir cuando se lo llevaron.

Y si le parece le cuenta también a su hija de lo que paso en esos tiempos y nosotros le contamos lo que sabemos.

¿Están de acuerdo?

Vamos pues

…Y los cuatro se alejaron buscando el portal del comercio, platicando, riendo y contándose cosas, cosas que tal vez sirvan para una Guatemala mejor.

30 de Junio 2017, San Pedro Las Huertas, Antigua Guatemala, y Zona 3 Ciudad de Guatemala.

9 La canción de su papito, es la internacional. El himno de los trabajadores, se conoció y se cantaba a nivel mundial.

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GLOSARIO DE LOCALISMOS

*Chilero: Bien bonito.*Mano, mana: Apócope de hermano o hermana*Patojos: Jóvenes, muchachos.*Chingona: Sentirse muy bien.*Champa: Local muy pobre que sirve de casa.*Chingada: En malas condiciones.*Mecapal: Dispositivo que sirve para cargar bultos sobre la espalda y que está hecho de una faja de tejido de diferentes telas, que tiene sogas en sus extremos y se apoya en la frente.*Muchá: Apócope de muchachos o muchachas.*Chumpas: Chaquetas.*Púchica: Dentro del conservadurismo guatemalteco y las buenas apariencias se usa en lugar de puta al expresarse.*¡Pinches mosquitos, vayan a picar a su puta madre! Localismo mexicano, reconocido en Guatemala.*Chinga tu madre güey: Localismo mexicano, molesta a tu madre, capado.*Yo soy mala hierba: Refrán Mala hierba, nunca muere.*Masacote: En general toda masa mal preparada para comerla.*Mosh: Avena.*Colocha: De pelo crespo.*Örale: Estoy de acuerdo.*Mija: Abreviatura de mi hija.*Mijita: Abreviatura de mi hijita.*Jodida: Sin posibilidades.

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Contexto

En Guatemala, el 20 de octubre de 1944, se abre la puerta a una revolución democrática liderada por la burguesía, el país se encuentra profundamente inmerso en el feudalismo.

En lugar de los siervos de la Gleba, que rendían pleitesía al señor feudal, acá estaban los mozos colonos, que estaban a disposición del patrón, (Señor feudal), que vivía en la casa patronal, (castillo), de lo que era el feudo, (finca).

Cerca de que culmine el primer cuarto del siglo 21, esta situación feudal aún se encuentra presente en lo político, económico y el Estado del país. Los partidos políticos funcionan como feudos del dueño - líder del partido donde no existe ideología y sus miembros son mozos a disposición del dueño, en lo económico se organiza la elite del dinero de forma que no permite el cumplimiento de los derechos de los trabajadores los que les permite ser competitivos en el ámbito internacional por su costo bajo en la mano de obra productiva, ejemplariza las fincas del interior del país, lo que nos da la idea de lo conservador de un sector de los pudientes económicamente, que les resulta más barato continuar explotando a sus mozos colonos, en lo que tienen una gran experiencia, que modernizar sus fincas.

La revolución mencionada dura 10 años y al final es aprisionada por un grupo de mercenarios, dirigidos y financiados por el Departamento de Estado de Estados Unidos de Norte América por el grave delito de expropiar las tierras ociosas a la United Fruit Company (UFCO, por sus siglas en inglés). Aunque la verdadera razón era el mal ejemplo de rebeldía para los otros países de lo que llamaban “su patio trasero”.

Entre los logros principales durante estos diez años podemos mencionar:

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- Reforma agraria- Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS)- El Banco de Guatemala (BANGUAT)- El Código del Trabajo.- El derecho femenino al voto.- Una reforma educativa, construyendo escuelas “tipo

federación” en los principales departamentos del país.- Energía eléctrica, Puertos y Carreteras, lo que le

permitía al país mayor y mejor competitividad a nivel regional.

Durante los primeros años de la contra revolución, después de 1954, el gobierno militar en el poder tortura y asesina a la mayoría de personas dirigentes del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) y de la Juventud Patriótica del Trabajo (JPT), logrando algunas personas exiliarse y huir hacia otros países. Los exiliados poco a poco se van reagrupando y organizándose nuevamente. Las personas que se quedan comienzan a reorganizarse de forma clandestina e inician relaciones con los exiliados.

Mientras tanto, en Guatemala, desde 1954 hasta 1986, se turnan presidentes, jefes de estado y mandatarios con la característica principal de ser todos ellos militares que responden al poder económico del país y de los Estados Unidos, dándole continuidad al feudalismo para durante 32 años someter a la obediencia a un pueblo sin educación.

Durante el gobierno del General Miguel Ydígoras Fuentes (1958-1963), en el año 1960, un grupo de militares jóvenes se rebela debido a que sin tomarlos en cuenta, en Guatemala se entrena a los mercenarios que iban a derrocar al Gobierno Cubano en la fracasada invasión de Bahía de Cochinos. Además de que en esas circunstancias no era posible la expresión dialéctica de la política, por lo que la actuación en otros partidos políticos fuera de los de la ultra derecha no era posible. Se cierran los espacios

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democráticos para la participación ciudadana en la construcción de disensos y se aceleran las condiciones para organizaciones clandestinas.

El grupo de militares resisten en la montaña y se encuentran con grupos de jóvenes organizados en la búsqueda de participación política con ideología de cambio del Estado feudal, militarizado, que responde a las elites económicas nacionales y extranjeras.

La ideología del cambio de un Estado feudal – militar en el país, suscita diferentes pensamientos y estrategias para el cambio, como sucede en la historia latinoamericana, y como a nivel mundial, los pensamientos pasan por lo dialéctico y se les llama “tendencias”; otros, los llaman “desviaciones”, “revisionistas” y otros epítetos más hirientes, sin lograr complementación de ideas. Eso pasó en Guatemala, donde surgen grupos armados de diferentes pensamientos y estrategias pero todos con la ideología del cambio del Estado militar, explotador y feudal.

Logrando finalmente, en 1983, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, (URNG), que aglutinaba a 4 grupos guerrilleros, Organización del Pueblo en Armas (ORPA), Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT).

Desde 1954, la oligarquía guatemalteca retoma sus posiciones de poder, sobre todo económico. En enero de 1957, forman el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF), el cual hasta hoy en día existe y sigue dirigiendo el sistema político y económico excluyente de la mayoría de la población de país, pagando salarios que violan los derechos de los trabajadores, evadiendo impuestos y buscando la privatización de los servicios públicos de educación y salud, que son derechos constitucionales.

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Para muestra un botón, en contubernio con las autoridades del Ministerio de Salud Pública, donde existe, como en todas las entidades estatales, mucha corrupción e impunidad, en los dos hospitales más importantes del país, los de especializaciones, aquí se llama tercer nivel de atención, desde hace dos años el CACIF a través de FUNDESA (Fundación para el Desarrollo) está dirigiendo y controlando estos hospitales, para “poner orden” y evitar corrupción. Lo que están haciendo realmente a la vista de toda la población es privatizando los servicios médicos de atención pública. Los exámenes más caros de laboratorios y de alta tecnología los realizan en el sector privado, las enfermedades crónicas degenerativas no son atendidas en el sector público a toda la población que lo necesita, no se dan medicamentos, sólo receta, y alquilan equipos médicos a los centros hospitalarios cuya renta pagaría el costo del equipo en muy corto tiempo.

En el año de 1991 se inician las pláticas entre el gobierno y la guerrilla para buscar la paz. Aunque los intentos de diálogo llevaban como 8 años previos.

Desde nuestro particular punto de vista, para iniciar estas pláticas no se tomó en cuenta la opinión de la militancia, por lo menos la que estaba en la selva y montaña, que es donde estaba Carlos Rodas en ese tiempo, saliéndose de la organización guerrillera en 1992.

Cuando nos enteramos de que ya estaban en las pláticas de paz, hubo un grupo que no estuvimos de acuerdo y no en la situación de seguir o parar la guerra. Ni siquiera se llegó a eso, simplemente no se nos consultó si se debía entrar en las pláticas con el gobierno y los aspectos a negociar. Consideramos que si éramos militantes para sacar adelante los problemas con los que nos íbamos enfrentando, igualmente se nos debía de tomar en cuenta a la hora de estas decisiones trascendentales.

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Cuando se le reclamó al responsable del Equipo de Formación Política (EFOP), se nos dijo que la dirigencia tenía más elementos para tomar esas decisiones y que “debíamos” confiar en ellos.

El 27 de diciembre de 1996 se firmaron los acuerdos de paz, la parafernalia de la paz desmovilizó a organizaciones y grupos que continuaban en la lucha desde diferentes posiciones.

Las condiciones que dieron pie al conflicto ideológico para cambiar el Estado explotador y excluyente seguían vigentes. Persisten los poderes militares y económicos, y hoy en día, las condiciones sociales, políticas y económicas que llevaron al conflicto ideológico están en condiciones mucho más complicadas y difíciles que en 1960.

¡La miseria de todo tipo reina y campea a sus anchas en Guatemala!