Carlos V y sus juguetes, por Maria Lara Martínez

4
Revista La Alcazaba 56 María Lara Marnez

description

En 1557 Carlos V se retiró a Yuste para disfrutar de los últimos meses que la vida le regalaba. En el cenobio extremeño el anciano se dedicó a vivir como lo que era, un emperador sin obligaciones. Se abstuvo del trato íntimo con mujeres, degustó ostras francesas y longanizas de Tordesillas, puso en hora y dio cuerda a su colección de relojes y se entretuvo con los alambiques de destilación.

Transcript of Carlos V y sus juguetes, por Maria Lara Martínez

Page 1: Carlos V y sus juguetes, por Maria Lara Martínez

Revista La Alcazaba

56

María Lara Martínez

Page 2: Carlos V y sus juguetes, por Maria Lara Martínez

Revista La Alcazaba

57

E ntre 1943 y 1967 el historiador

Ramón Carande publicaba los 3

volúmenes sobre las finanzas del

hijo de Juana de Castilla. Rastreaba la bo-

nanza provocada por la afluencia de metales

indianos a Sevilla. Expansión que, en el si-

glo XVII, desembocaría en crisis. El ser hu-

mano raramente aprende de los errores, así,

hoy la recesión sigue golpeando las econo-

mías mundiales y domésticas. Y estamos a

comienzos del tercer milenio, con lo cual si

desde el Paleolítico algo ha experimentado

la humanidad es el tocar fondo y renacer de

las cenizas, ya venga desencadenado el pro-

ceso por la glaciación, las fluctuaciones del

Nilo o el constipado de la bolsa asiática.

Dicen los analistas que las aguas van vol-

viendo a su cauce. Mejor. Pero no está de-

más poner la vista en otros planos de la exis-

tencia aparte de la economía, que es como

las tormentas, predecible o repentina y, de

cualquier modo, ya venga bonanza o deba-

cle, imparable. De este modo, aunque nunca

una veta se halla agotada al máximo, dejare-

mos en este instante en un anaquel a Carlos

V y sus banqueros para hablar de Carlos V y

sus juguetes.

En 1557 Carlos V se retiró a Yuste para

disfrutar de los últimos meses que la vida le

regalaba. En el cenobio extremeño el an-

ciano se dedicó a vivir como lo que era, un

emperador sin obligaciones. Se abstuvo del

trato íntimo con mujeres, degustó ostras

francesas y longanizas de Tordesillas, puso

en hora y dio cuerda a su colección de relo-

jes y se entretuvo con los alambiques de

destilación.

Carlos V con sus relojes en su retiro del Monasterio de Yuste.

Page 3: Carlos V y sus juguetes, por Maria Lara Martínez

Revista La Alcazaba

58

Siempre se había sentido atraído por la me-

cánica, seguía de cerca el diseño de astrola-

bios, molinos y autómatas. Por ello, no re-

sultó extraño que pidiera tener cerca al inge-

niero italiano Juanelo Turriano. Había acep-

tado su carta de viajar a España en 1529. Y

acertó porque fue designado relojero de cor-

te. Para el gantés construyó el famoso Cris-

talino, un reloj que se prestaba a la interpre-

tación astrológica. Se ha especulado con que

uno de los estanques construido en Yuste

por Turriano aceleró la muerte del soberano,

a causa de la proliferación de mosquitos

causada por el estancamiento de las aguas.

Sea como fuere, no sería justo que pasara a

la historia por ese accidente, cuando en la

hoja de servicios del Leonardo de Toledo

figuran un ingenio para subir el caudal del

Tajo hasta el Alcázar y diversas máquinas

voladoras.

El problema de Juanelo, que prácticamente

lo llevó a la tumba, fue que nadie quería pa-

gar el primero de los artificios: el ayunta-

miento porque no recibía las aguas y el ejér-

cito puesto que no había firmado ningún

contrato. Entre unos y otros, se arruinó y fue

enterrado modestamente en el Carmelo en

Toledo en 1585.

Busto de Juanelo Turriano

Page 4: Carlos V y sus juguetes, por Maria Lara Martínez

Revista La Alcazaba

59

Uno de sus proyectos más

sorprendentes fue el hombre

de palo, un modelo antropo-

mórfico con capacidad para

mover brazos y piernas. Al-

gunas versiones poco verosí-

miles de la leyenda dicen que

dicho artefacto era capaz de

andar buscando la caridad de

los viandantes y que, incluso,

realizaba una reverencia

cuando recibía alguna mone-

da. No hay muchos docu-

mentos históricos acerca de

la naturaleza del autómata,

ya que fue quemado cuando

aún vivía Turriano, pero ha

quedado constancia del pun-

to donde se localizaba: la

antigua calle de las Asade-

rías de Toledo, actualmente

denominada “Hombre de

Palo”.

A la muerte de Carlos V,

Juan de Cremona, como era

también conocido, continuó

al servicio de Felipe II, que

lo nombró Mathemático

Mayor. Colaboró en las ob-

servaciones de los eclipses y

participó en la reforma del

calendario gregoriano, dise-

ñando las campanas del mo-

nasterio de El Escorial.

Murió en Toledo en 1585,

en el hospicio, arrunidado.

La leyenda divulga que las

cenizas del Hombre de Palo

reposaron en una hornacina

junto a su creador. Lo cierto

es que los restos de Juanelo

se perdieron durante la Gue-

rra de la Independencia. Tal

vez los franceses no se habrían atrevido a

asaltar el nicho si, desde el Carmelo, donde

ambos estaban descansando, el audaz muñe-

co hubiera coordinado la defensa del Tajo.

La Esfera Armilar de Milán, atribuida a Juanelo

Restos del artificio de Juanelo en Toledo.

Imagen de mitad de siglo XIX