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  • 7/22/2019 Carreon Acolh Persona 42

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    En ImgenesDavid Maawad

    Ensayo fotogrfico: la minera en MxicoAntonio Saborit

    Los trabajadores mineros mexicanos y lapersistencia de la identidad clasista

    Nicols Crdenas Garca

    Proyectos INAHConflicto social en el marco del desarrollo tursticode una comunidad maya de Yucatn. El caso Yaxun

    Lourdes Rejn Patrn

    Del trueno a las cenizas

    Reporte etnogrfico en torno a la catstrofeacaecida en el templopamede Nuestra Seora dela Asuncin Santa Mara Acapulco, San Luis Potos

    Alejandro Vzquez Estrada

    Mirza Mendoza Rico / Imelda Aguirre Mendoza

    Texcoco y la nocin de personaJaime Enrique Carren Flores

    Estar desnutrido en Hueyapan, Morelos. Representacionesdiferenciales de los padres con respecto a sus hijos

    Alfredo Paulo Maya

    El papel de la Antropologa Forenseen la investigacin de asesinos seriales

    Jorge Arturo Talavera Gonzlez / Israel David Lara Barajas

    Los baos de Moctezuma en ChapultepecGuadalupe Espinosa

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    Contenido

    Etnocriollismo y eurocentrismo enla historiografa argentinaCarlos Mariano Tur Donatti

    La nocin de autenticidad y sus diversas repercusionesen la conservacin del patrimonio cultural de MxicoRenata Schneider G.

    ReflexionesEl Proyecto Tarasco cardenista: implicaciones actualesCarlos Garca Mora

    La salud pblica como suprema ley. Unmanifiesto por la salud de los mexicanosPaul Hersch Martnez / Jess Armando Haro Encinas

    Noticias

    Novedades editoriales

    Revistas acadmicas

    Reseas

    Actividades acadmicas y culturales

    Diplomados, Cursos, Posgrados y Seminarios

    98

    126

    133

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    Motorista en la hora del pueble. Tayoltita, Durango. Foto: David Maawad

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    En

    Imgenes

    En el trabajo de David Maawad convergen al

    mismo tiempo los mandatos de tres oficios

    distintos: el restaurador, el editor y el fo-

    tgrafo. Desde los novecientos ochenta se

    form en el rescate, restauracin y estabilizacin

    de negativos pertenecientes a valiosas aunqueabandonadas colecciones, en la edicin de libros

    de fotografa y en el levantamiento, con sus pro-

    pias cmaras, de un amplio y minucioso registro de

    los ms diversos enclaves mineros del pas, tanto

    en su actividad como en los avances del abandono,

    destruccin y olvido. A partir de Minas y barrios

    mineros, una de sus primeras exposiciones indivi-

    duales, Maawad dej ver la altsima fidelidad de

    sus impresiones fotogrficas, la agudeza de su mi-

    rada para la obsolescencia industrial y el inters

    por las formas y condiciones de vida en torno a lasminas y los mineros. Ms adelante, Maawad reuni

    algo de lo suyo en muestras como Pachuca, ciudad

    terrena, ciudad lunar, Hablando en plata, Mineros

    del estado de Hidalgoy Cananea. Esta cuerda foto-

    grfica, adems de enriquecer varios acervos na-

    cionales y extranjeros, en la actualidad conforma

    una de las ms amplias colecciones individuales.

    De ella provienen las imgenes que aparecen en

    esta entrega de Diario de Campo. Todo se aclara

    con la pobreza, escribi Ramn Gmez de la Ser-

    na, y a esa diafanidad se deben estas fotografasde Maawad. Son papeles con un peso documental

    indudable, pues ellos ponen al descubierto rostros

    que por lo general no se alcanzan a ver sino hasta

    tenerlos a un paso, verdades que son irrefutables

    en el submundo mineral, enseres y herramientas

    de numerosas dcadas, faenas de trabajo consu-

    madas bajo el solo signo de la limosna de la tierra,

    rutinas desposedas eternamente de otra ilusin

    que la de la resistencia y vidas hechas al sacri-

    ficio de su propia y esquinada fortuna. Papeles a

    los que la mirada del fotgrafo alivia del alegatodocumental en el instante en que los compromete

    en otro abismado sentido: el de una prdica est-

    tica que tiene en su admirable centro en el trabajo,

    rueda de afanes que hacen girar desde siempre las

    manos de la necesidad y el desengao.

    Antonio Saborit

    DAVID MAAWADENSAYO FOTOGRFICO:

    LA MINERA EN MXICO

    Mineros en la calesa, Pachuca, Hidalgo. Foto: David Maawad

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    * El maestro Nicols Crdenas Garca es investigador de la UAM Xochimilco.

    La reaparicin de los mineros mexicanos

    en los aos recientes parece cargada desimbolismo. Pero los significados de esos

    smbolos al mismo tiempo tienen un tur-

    bador aroma a viejo: como si vinieran

    de otra poca, de tiempos que para muchos han

    sido superados. Los peridicos y otros medios de

    comunicacin se han llenado una y otra vez de la

    disputa por el liderazgo del sindicato nacional que

    los agrupa, de huelgas y conflictos por la legalidad

    de las mismas, as como del sufrimiento asociado

    a explosiones en minas de carbn. Las tres cosas

    hacen pensar en acontecimientos de la primeramitad del siglo pasado. Hacen pensar en Cananea,

    en Nueva Rosita, en la caravana del hambre, y en

    los miles de accidentes grandes y pequeos que

    llenan los archivos en que estn depositados losfragmentos de su historia.

    Pareciera que los trabajadores mineros hubie-

    ran desaparecido por algn tiempo y de repente

    hubieran vuelto a ser visibles para los otros (inclui-

    dos quienes investigan su historia). Pero esa reapa-

    ricin, en un primer momento, parece ser la de

    un sujeto anacrnico, pues da la impresin que sus

    tradiciones y su identidad no se hubieran alterado

    en un siglo. Por eso la extraeza, porque en este

    encuentro de imgenes, son vistos por un especta-

    dor posmoderno. ste se inquieta por las imgenes,se siente incmodo, porque no puede interpretar y

    situar fcil ni adecuadamente los significados que

    * Nicols Crdenas Garca

    Los trabajadores mineros mexicanos y lapersistencia de la identidad clasista

    En los patios de La Valenciana, Guanajuato. Foto: David Maawad

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    En

    Imgenes

    portan esos hombres que siguen extrayendo las ri-

    quezas minerales del subsuelo.

    Una segunda mirada, ms atenta, sin embargo,

    puede mostrar que ambos miembros de esta rela-

    cin el que ve y el que es visto- se han movido. Y

    creo que vale la pena pensar en el sentido de estos

    desplazamientos.

    El primer desplazamiento, o al menos el ms

    notable es el de los que miran. El espectador ur-

    bano mexicano de principios de siglo XXI, ante la

    andanada de la globalizacin, el consumo y la libe-

    ralizacin de facto de las relaciones laborales no

    comprende de entrada ni la defensa de un lideraz-

    go con rasgos caciquiles, ni el reclamo por mejores

    salarios y condiciones de trabajo, ni siquiera el re-

    clamo al Estado de su intervencin para cuidar de

    sus vidas. Son demandas que no encuentran ecos,

    ni la solidaridad social que espera un movimien-

    to social de base clasista. Si acaso, en la nueva

    cultura posmoderna, por ejemplo, sus desgracias

    parecen interpretarse con la categora moderna

    de pobre, que remite a un conjunto de derechos

    y obligaciones sociales, pero con un perfil liberal.

    En trminos de Bauman, creo que desde afuera el

    desplazamiento consiste en ver a los mineros ya

    no como clase obrera, sino como pobres, como

    una representacin de temores sociales, como una

    reaparicin fantasmal y amenazante. Aunque son

    parte del mundo del trabajo, buena parte de la

    estrategia de los medios busca negarles la tica y

    la dignidad asociada a ese viejo mundo.1

    Pero aunque esa forma de interpretar esta

    reaparicin parece explicable, lo extrao es que

    tambin se presente entre los espectadores espe-

    cializados, los estudiosos del mundo del trabajo.

    Una vez que no parece correcto usar el trmino

    de clase, y menos an el de conciencia de clase,

    no es fcil encontrar un nuevo eje para interpretar

    el comportamiento de estos trabajadores. En vez

    de ello, el discurso posmoderno y la historiografa

    reciente de los historiadores del trabajo proponen

    como eje reinterpretar las historias obreras desde

    el punto de vista de una identidad ms bien flexible

    y fragmentada. Los individuos, desde esta perspec-

    tiva, juegan diversos papeles en distintos espacios

    sociales y es natural, entonces, que cambien al pa-

    sar de uno a otro. Y no habra ninguna razn para

    pensar que el espacio laboral sea el articulador de

    todos ellos. En otras palabras, no es til pensar ya

    en identidades de base clasista. Desde este punto

    de vista se logra diluir la especificidad de este sec-

    tor social a la vez que aminorar el peso del factor

    trabajo en la configuracin de las identidades in-

    dividuales, de modo que tambin da cuenta de las

    muchas diferencias internas dentro del grupo. Por

    esas aparentes ventajas incluso se trata de rein-

    terpretar la historia de los trabajadores ms en sus

    semejanzas que en sus diferencias con respecto al

    resto de sus contemporneos. Y a juzgar por los de-

    bates recientes, es claro que buena parte de esta

    reinterpretacin se da bajo el rtulo que ofrece la

    nueva historia cultural, que al desplazar el estudio

    hacia los sistemas de significados (simblicos) tam-

    bin pone en duda la vieja suposicin de que las

    estructuras econmicas y sociales sean decisivas

    en la configuracin de las identidades.2

    El otro desplazamiento es el de los propios tra-

    bajadores mineros. Se trata de un camino que se

    1 Zygmunt Barman, Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Barcelona, Gedisa, 1999.

    2Para esa discusin, vese Stephen Haber, Todo se vale: la nueva historia cultural de Mxico, en Poltica y Cultura,

    nmero 16, otoo 2001.

    Cuarto de convivencia, mina San Juan, Pachuca, Hidalgo. Foto: David Maawad

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    puede esquematizar en tres momentos, desde fi-

    nes del siglo XIX. A riesgo de simplificar, creo que

    podemos ver su incorporacin a la industria mine-

    ra como un proceso en el que entran a un espacio

    social nuevo, moderno, an all donde ya exista la

    minera desde mucho antes. Y fue as por la natu-

    raleza de los capitales (extranjeros) y la tecnologa

    con que se revolucion esta industria. Y aunque

    muchos de los operarios haban estado ocupados

    en el sector, la nueva maquinaria y los procesos

    de extraccin y beneficio ms desarrollados requi-

    rieron un aprendizaje tecnolgico de corte tpica-

    mente fabril. El trabajo no se volvi ms fcil, ni

    mucho menos, pero lo que interesa sealar aqu es

    que llev a estos trabajadores a vivir en un mbito

    moderno y urbano (an cuando fuera de pequeas

    dimensiones). Por lo dems, vale la pena recordar

    que una buena parte de ellos llegaba de poblacio-

    nes pequeas o de ocupaciones campesinas.

    Como se ha insistido, esos lugares no eran

    marginales en el proceso de modernizacin de la

    economa y sociedad mexicanas. Al contrario, se

    trataba de una de las industrias ms adelantadas

    tecnolgicamente, y su aporte a la economa mexi-

    cana y a las finanzas pblicas fue vital durante d-

    cadas. Esa centralidad econmica del sector tiene

    correlatos sociales, polticos y simblicos que es

    necesario tener presentes. Por un lado parece ha-

    ber otorgado una especie de honor ocupacional,

    por el otro un salario relativamente alto y final-

    mente un lugar social importante a los obreros de

    esas poblaciones mineras. Por lo dems, no es ba-

    nal el hecho de que en 1910, de las 36 ciudades del

    pas que rebasaban los 15 mil habitantes, cuatro

    fueran poblaciones formadas alrededor de la mine-

    ra: San Luis Potos, Guanajuato, Pachuca y El Oro

    (en el estado de Mxico).3Creo que el significado

    de ello es claro: en el momento en que la sociedad

    mexicana se moderniza y las ciudades comienzan

    su crecimiento, los poblados mineros participaban

    plenamente de ese movimiento. Los habitantes

    de esos lugares no pueden ser ni eran vistos como

    marginales en ese proceso. Y me atrevera a decir

    que ellos estaban lejos de pensarse as.

    Sabemos que a mediados de siglo ocurren im-

    portantes cambios en el pas que modifican el lu-

    gar de los mineros en el tejido social. En primer

    lugar el sector pierde centralidad para las finanzas

    pblicas, pero sobre todo como impulsor del desa-

    rrollo. Este papel pasa definitivamente a la indus-

    tria de la transformacin y a la agricultura comer-

    cial, sectores a donde se desplaza buena parte de

    la fuerza de trabajo. Por lo dems, es claro que

    la industrializacin mexicana no ocurre en todas

    3Gustavo Garza, La urbanizacin de Mxico en el siglo XX, Mxico, El Colegio de Mxico, 2003.

    Los trabajadores mineros mexicanos y la persistencia de la identidad clasista

    Cuarto de convivencia, mina San Juan, Pachuca, Hidalgo. Foto: David Maawad

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    En

    Imgenes

    partes: es un fenmeno urbano y regional. Y eso

    se nota claramente en que la expansin demogr-

    fica acelerada del siglo XX poco a poco transfor-

    ma y relega a las ciudades mineras. Unas dejan de

    serlo y pasan a ser industriales o comerciales, y

    otras se quedan estancadas. Lo que ello significa

    para los mineros es que ya no estn el centro de

    la modernidad, sino en una posicin cada vez ms

    perifrica. Pero al mismo tiempo, el hecho de que

    contaran con un sindicato nacional y ste ocupara

    un lugar importante en el sistema sindical corpora-

    tivo, compensaba esa prdida de centralidad. Por-

    que en el aparato institucional de la segunda mi-

    tad del siglo XX eso quiere decir que tenan cierta

    estabilidad laboral, prestaciones, prerrogativas y

    algn poder poltico. Por lo dems, con la mexica-

    nizacin de la industria y un nuevo recambio tec-

    nolgico, haba razones para pensar que el trabajo

    minero segua ocupando un lugar estratgico en el

    proyecto de desarrollo nacional.

    Sin embargo, a fines del siglo XX hay seales

    claras de un nuevo desplazamiento. Llegan nuevos

    capitales para revitalizar la extraccin de minera-

    les de uso industrial, pero ahora se trata de gran-

    des compaas para las que sus minas y plantas de

    procesamiento son parte de una cartera diversi-

    ficada o bien de cadenas globales de produccin.

    Y eso tiene que ver con la distribucin de poder

    en los espacios mineros. Si antes pareca haber un

    equilibrio, ahora la balanza se inclina de nuevo

    hacia el capital. En parte porque pueden cerrar

    sin mucho problema, y en parte porque este sec-

    tor ha perdido importancia en el conjunto de la

    economa.

    En lo que respecta a las formas de vida y los

    espacios sociales en que transcurre, mucho me te-

    mo que los poblados mineros ahora s van quedan-

    do en los mrgenes de este mundo posmoderno y

    globalizado. Eso es lo que muestran las imgenes

    de las que habamos partido. Se trata de lugares

    donde los servicios son deficientes y donde los in-

    dividuos no son los consumidores que el mercado

    global necesita. De hecho ese mercado global se

    ha alejado hacia las grandes zonas metropolitanas

    del pas. Y entonces, se ha abierto una brecha en-

    tre los dos mundos. El Mxico de las grandes urbes

    comerciales, de servicios, culturales y de gobierno,

    y estos pequeos lugares en donde los trabajado-

    res siguen ocupados en la dura tarea de extraer la

    riqueza del subsuelo.

    Es como si en un movimiento cclico, estos po-

    blados mineros hubieran vuelto a su condicin ini-

    cial de enclaves, porque no estn conectados con

    el resto de la sociedad, y porque sus conexiones

    econmicas son ms bien dbiles. Creo que esta

    brecha es la que explica la sorpresa y la ambiva-

    lencia del nuevo encuentro entre estos viejos suje-

    tos sociales y el Mxico posmoderno. Unos y otros

    Tiempo libre en el bisbol, Cananea, Sonora. Foto: David Maawad

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    no parecen cmodos y no parecen estar muy segu-

    ros de cmo reaccionar. As como en su momento

    lo hicieron los neozapatistas o los campesinos de

    Atenco o los maestros de Oaxaca, obligan a mirar-

    nos en ese espejo, y luego, a sospechar que tal vez

    uno de los desplazamientos de que hemos hablado,

    el del pas hacia la globalizacin, la democracia y

    posmodernidad es un movimiento en buena parte

    imaginario. Porque para aceptar tales conquistas

    es necesario meter ms cosas en el saco del Mxi-

    co viejo, de manera un tanto catica y arbitraria.

    Pero no es un saco tan flexible.

    Por lo dems, habra que recordar que el corre-

    lato de la perspectiva del enclave fue la hiptesis

    de la masa aislada, es decir la suposicin de que en

    ese espacio distante y desconectado los trabajado-

    res se enfrentaran sin mediaciones a los capitalis-

    tas. Ms an, que en ese encuentro se definira una

    identidad clasista en la medida en que compartan

    no slo un lugar social, sino intereses, enemigos y

    objetivos comunes. En suma, aunque no se tratara

    de una conciencia de clase tal y como la haban

    formulado los marxistas, s se trataba de una cla-

    ra identidad de base clasista, que se expresaba en

    distintivas formas de sociabilidad y culturales.

    La paradoja de este momento, a principios del

    siglo XXI, es que estos desplazamientos han abier-

    to la posibilidad de regresar a la vieja categora de

    clase social tanto desde uno como desde el otro

    lado. En primer lugar porque se trata de un pro-

    ceso que amenaza con despojar a los trabajadores

    de los ltimos trozos del poder alcanzado, en una

    situacin en la que no parecen encontrar aliados

    externos. Ms an, en una situacin en la que su

    existencia misma como obreros de las minas pa-

    rece estar en riesgo. Es posible que ambas cosas

    los lleven a acentuar sus semejanzas y su cohesin

    grupal, es decir, a reivindicar su carcter clasista,

    as como a apelar a sus tradiciones y a su memoria

    colectiva. Claro que como en otros momentos no

    se trata de un grupo homogneo y es posible que

    algunos acepten las prdidas como algo inevitable

    y reclamen ms bien la asistencia del exterior, en

    particular del gobierno. Pero no se trata de algo

    determinado, sino de opciones abiertas.

    Finalmente, por el lado de los que estudiamos

    su historia, valdra la pena considerar si en estos

    4Para el tema de la unidad del y/o vese Georg Simmel, El cruce de lo crculos sociales, en Sociologa. Estudios sobre

    las formas de socializacin, Madrid, Alianza Editorial, 1986.

    vaivenes la tica del trabajo tiene todava algo

    que decir de estos grupos sociales en los que el

    individuo define su carcter y buena parte de su

    modo de vida a partir de su ocupacin, de su tra-

    bajo. Es como si este momento crtico ayudara a

    superar los desgarrones ntimos de la personalidad

    del sujeto en este mundo posmoderno y nos recor-

    dara que la unidad del yo puede darse todava a

    travs del eje clasista, y justo porque se reconoce

    la semejanza con mucho otros que estn al lado y

    comparten un lugar social que puede servir de re-

    ferente en este mundo cambiante y globalizado.4

    Los trabajadores mineros mexicanos y la persistencia de la identidad clasista

    Tiempo libre en el bisbol, Cananea, Sonora. Foto: David Maawad

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    Proyectos

    INAH

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    Conflicto social en el marco del desarrollo turstico deuna comunidad maya de Yucatn. El caso YaxunLourdes Rejn Patrn

    Del trueno a las cenizasReporte etnogrfico en torno a la catstrofe acaecida en el templo pamede Nuestra Seora de la Asuncin Santa Mara Acapulco, San Luis PotosAlejandro Vzquez Estrada / Mirza Mendoza Rico / Imelda Aguirre Mendoza

    Texcoco y la nocin de personaJaime Enrique Carren Flores

    Estar desnutrido en Hueyapan, Morelos. Representacionesdiferenciales de los padres con respecto a sus hijosAlfredo Paulo Maya

    Las puertas del consorcio minero metalrgico; Compaa Peoles, Mapim, Durango. Foto: David Maawad

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    PROYECTOSINAH

    El papel de la Antropologa Forenseen la investigacin de asesinos serialesJorge Arturo Talavera Gonzlez / Israel David Lara Barajas

    Los baos de Moctezuma en ChapultepecGuadalupe Espinosa

    Etnocriollismo y eurocentrismo en la historiografa argentinaCarlos Mariano Tur Donatti

    La nocin de autenticidad y sus diversas repercusionesen la conservacin del patrimonio cultural de MxicoRenata Schneider G.

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    Proyectos

    INAH

    Lourdes Rejn PatrnCentro INAH Yucatn

    Conflicto social en el marco del desarrollo turstico de una comunidadmaya de Yucatn. El caso Yaxun

    En las ltimas dcadas, diver-

    sos investigadores expertos

    en el tema de patrimonio cultural

    han sealado que cuando se in-

    terviene arqueolgicamente una

    zona de monumentos arqueolgi-

    cos, aparecen conflictos sociales

    de diversa ndole que afectan la

    restauracin y acondicionamien-

    to de la zona patrimonial para

    PROYECTO: ETNOGRAFA DE LAS REGIONES INDGENAS DE MXICO EN EL NUEVO MILENIO

    Equipo regional Yucatn

    su uso turstico. Pese a esto, las

    instituciones involucradas en el

    proceso no siempre consideran

    la importancia de analizar desde

    una perspectiva sociocultural ta-

    les inconvenientes.

    El conflicto que se presenta

    surge por la disputa de un patri-

    monio comunitario en contra de

    lo que se percibe como un mo-

    nopolio federal, donde el Estado

    aparece con escasa fuerza de re-presentatividad ante las tenden-

    cias de la globalizacin.1

    La Antropologa nos ha per-

    mitido comprender el carcter

    construido del patrimonio2en el

    cual se selecciona e interpreta

    el pasado para darle continui-

    dad social. En nuestro pas, este

    complejo proceso ha sido abor-

    dado por diversos investigadores

    del INAH en diferentes foros enlos que se hace hincapi en que

    actualmente ya no es posible

    analizar al patrimonio cultural

    aislado de su proceso de cons-

    truccin social. Hay que enten-

    derlo no slo como elemento de

    cohesin social (por la conforma-

    cin de las identidades naciona-

    les), sino tambin como espacio

    de enfrentamiento y negociacin

    social y como recurso para la re-definicin de las identidades y

    diferencias sociales.

    La preocupacin principal

    de los investigadores es la ne-

    cesidad de promover una dis-

    cusin amplia, abierta e inclu-

    yente acerca de la manera en

    que las comunidades y pueblos,

    especialmente los depositarios

    de una larga tradicin indgena,

    1Vase a Machuca, 2006:97.2Entender el patrimonio como una construccin social es reconocer las fracturas y el conflicto tanto en su proceso dedefinicin y en las polticas de conservacin, como en la relacin de los habitantes de una nacin con el patrimonio(Alteridades, 1988:5).

    Retrato en la mina El lamo, Pachuca, Hidalgo. Foto: David Maawad

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    puedan participar en la identi-

    ficacin, reconocimiento, pro-

    teccin y apropiacin simblica

    de los bienes culturales ubicados

    en su territorio3. Esta discusin

    debe incluir un dilogo directo

    con los interesados y realizarse

    teniendo como principio el re-

    conocimiento a la diversidad re-

    gional y de la pluralidad tnica,

    como propone la ONU.4

    Desde hace algunos aos, el

    mismo INAH ha ido adoptando

    una poltica ms integral del pa-

    trimonio no slo contemplativa

    ante los bienes culturales, sino

    como materia de gestin que

    estimula y da lugar a mltiples

    actividades y usos del espacio.

    Esta idea a grandes rasgos com-

    prende la administracin de los

    bienes materiales, pero tambin

    el manejo de pblicos y el sumi-

    nistro de servicios, en corres-

    ponsabilidad e interaccin con la

    comunidad.5

    La cuestin de la identidad

    como parte fundamental de la

    nocin de patrimonio se ha defi-

    nido con ms claridad a partir de

    esta polmica. Se considera que

    durante muchos aos el Estado

    mexicano ha intentado formarse

    una imagen y promover la identi-

    dad nacional, pero cada pueblo

    elige los elementos significantes

    de su propia identidad confor-

    mando as su propio patrimonio;

    por eso se habla de patrimonios

    en plural, as como se habla de

    diversidad de culturas y plurali-

    dad de identidades.6 En cuanto

    a las estrategias para lograr la

    conservacin de este patrimonio

    se considera necesario identifi-

    car los elementos que el pueblo

    elige como representativos de su

    identidad y la forma en que se

    apropia de ese patrimonio; asi-

    mismo, es necesario identificar

    a los actores sociales que entran

    en conflicto por los intereses in-

    dividuales y tambin participan

    en la construccin del patrimo-

    nio, qu actores promueven la

    conservacin del patrimonio y

    cules amenazan con destruirlo.

    La propuesta deber estar sus-

    tentada en el proyecto propio

    de la comunidad y de los actores

    que estn a favor de la conser-

    vacin para que ambos acepten

    involucrarse en esta tarea con-

    servacionista.7

    Los objetivos de este trabajo

    son los siguientes: 1) Analizar el

    problema que se present en la

    comunidad campesina de Yaxun

    durante la intervencin arqueo-

    lgica de una acrpolis maya en

    el espacio ejidal del pueblo, si-

    tuacin que alter la dinmica

    3Resolutivos del ForoAntropologa, Historia, Patrimonio y Sociedad, Delegacin Sindical de Investigadores del INAH, D-II-I-A-1, SNTE. Mxico, D. F., 2000.

    4Propuesta elaborada en la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Ginebra, ONU, Atenas, Grecia,

    1997, publicado en Diario de CampoSuplemento especial nmero 1, CONACULTA/INAH, Mxico, D. F., pp.26 a 28.5Vase a Machuca, 2006:91.

    6 Bonfil, 2003.

    7 Vase la metodologa planteada en el proyecto El Cerro de la Estrella (Morales y otros, 2005).

    social comunitaria y propici

    un conflicto intertnico entre

    los pobladores y los arquelo-

    gos nacionales, y 2) Identificar

    los elementos que constituyen el

    patrimonio cultural del pueblo

    de Yaxun e identificar a los ac-

    tores en conflicto por la apropia-

    cin de este patrimonio.

    Con la mirada etnogrfica de

    este fenmeno se expondr c-

    mo la comunidad maya de Yaxu-

    n vivi este proceso de cambio

    favorecido por la inversin de

    Conflicto social en el marco del desarrollo turstico de una comunidad maya de Yucatn. El caso Yaxun

    Comedor exterior, mina El lamo, Pachuca, Hidalgo. Foto: David Maawad

  • 7/22/2019 Carreon Acolh Persona 42

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    Proyectos

    INAH

    8INEGI, Censo de 2000.

    capital a travs del proyecto ar-

    queolgico, intentando un acer-

    camiento al proceso en que se

    construye socialmente la nocin

    de patrimonio y se articula con

    diferentes vnculos la problem-

    tica del patrimonio y la cultura.

    La comunidad

    El pueblo de Yaxun, munici-

    pio de Yaxcab, est situado

    al oriente de Yucatn sobre los

    terrenos del ejido de su mismo

    nombre. La estructura y din-

    mica social de esta aldea res-

    ponde a la actividad maicera en

    trminos econmicos y cultu-

    rales. Estamos hablando de un

    pueblo-ejido donde la propie-

    dad privada de la tierra no exis-

    te y todos los jefes de familia

    se encuentran ligados formal o

    informalmente a la estructura

    del ejido pues ste abarca tan-

    to el espacio urbano como las

    tierras de labor agrcola entre

    las que se encuentra la zona

    arqueolgica. Esta situacin re-

    sulta importante para compren-

    der la organizacin social de los

    yaxunenses y el conflicto con

    los arquelogos.

    La poblacin de Yaxun tie-

    ne 544 habitantes (274 hombres

    y 270 mujeres)8 en su mayora

    campesinos maiceros organi-

    zados sobre la dinmica de las

    familias que la integran. El eji-

    do, la autoridad municipal, los

    cargos religiosos y los sistemas

    colectivos de obligaciones comu-

    nes como la guardia, la faji-

    na y la junta son un tipo de

    servicio social controlados por

    un rgano colectivo de decisin

    llamado Asamblea del Pueblo,

    presidida por las autoridades lo-

    cales (Comisarios Municipal, Eji-

    dal y Representante del Consejo

    de Vigilancia del Ejido) y todos

    los jefes de familia o sus repre-

    sentantes. En dicha asamblea se

    discuten aspectos relacionados

    con la tierra y otros que tienen

    que ver con la convivencia y el

    orden social comunitario como,

    por ejemplo, los problemas entre

    vecinos. Igualmente se resuelven

    aspectos sobre la relacin con el

    exterior como la eleccin de au-

    toridades locales y la distribucin

    de los recursos que provienen de

    instituciones externas. Un rasgo

    importante de la comunidad es

    la dbil participacin del Estado

    en la organizacin y produccin

    agrcola restringida nicamente

    a crditos para la produccin

    hortcola y maicera sin que se

    afecten las normas tradicionales

    para la organizacin productiva

    campesina.

    Algunos elementos descripti-

    vos del poblado de Yaxun estn

    presentes en la memoria histri-

    ca de los habitantes, por ejem-

    plo su fundacin como centro de

    poblacin. En efecto, Yaxun re-

    porta varios periodos migratorios

    en los que el pueblo es abando

    nado y repoblado en diferentes

    pocas como producto de los

    procesos sociales que configura-

    Estructura para el acarreo en canastilla, Concepcin del oro, Zacatecas. Foto: David Maawad

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    9Fuente de agua subterrnea.

    10Yaxun fue dotado con 3,006 hectreas en 1934 y con 970 hectreas por ampliacin en 1962. SRA, Registro Nacional

    Agrario, Yucatn. Carpeta 22/223, dotacin y ampliacin del Ejido de Yaxun.

    1191% de la poblacin econmicamente activa masculina de Yaxun se dedica a las labores agrcolas. Vese a Peniche, 1998.

    ron la historia de Yucatn. Yaxu-

    n posiblemente fue abandona-

    do durante la Guerra de Castas

    y repoblado con la llegada de

    siete familias a raz de la libera-

    cin de peones acasillados hacia

    1915. Recin fundado el pueblo

    fue nuevamente abandonado

    cuando se suscit una revuelta

    entre dos partidos polticos lo-

    cales liberales y socialistas.

    Los socialistas de Yaxun fueron

    arrojados al cenote9 que se ubi-

    ca en el centro de la localidad y

    la gente se asust abandonando

    el pueblo temporalmente para

    refugiarse en la comunidad de

    Muchucuch. Ms tarde regresa-

    ron con el fin de fundar el ejido.

    La dotacin ejidal se hizo

    efectiva por Resolucin Presi-

    dencial el 1 de octubre de 1934,

    que benefici a 30 campesinos

    capacitados; para entonces el

    poblado tena 95 habitantes en

    posesin haca ms de veinte

    aos, segn se menciona en los

    documentos10. Los datos orales

    sealan que las familias funda-

    doras provenan de diferentes

    pueblos del oriente yucateco,

    de los municipios vecinos de Ti-

    nm, Tixcacalcupul, Tekom y

    Chankom y pueblos como Muxu-

    pip e Xcopteil. Otros salieron de

    los ranchos donde trabajaban o

    donde sus padres fueron peones.

    Recuerda la gente que entre las

    primeras familias fundadoras es-

    tn los apellidos Poot, Caamal,

    Canul, Mukul, Ku, Tec y Chan.

    Con la dotacin ejidal se orga-

    niz la primera Asamblea Ejidal

    y la eleccin de autoridades. El

    primer Comisario fue el Seor

    Porfirio Mis y el Secretario, Se-

    or Jos Ins Tun.

    Las familias fundadoras eran

    de campesinos sin tierra, hom-

    bres que vivan del maz y busca-

    ban establecerse con sus paren-

    telas en terrenos nacionales. Por

    varias generaciones y hasta la

    fecha la mayora de los poblado-

    res ha practicado la agricultura

    de milpa11y todos son ejidatarios,

    no hay pequeos propietarios.

    Estas ideas sobre el origen del

    pueblo preservadas por tradi-

    cin oral se aprecian cuando la

    gente dice aqu todos somos pa-

    rientes, expresando el sentido

    de una continuidad comunitaria

    donde han permanecido los ape-

    llidos de las familias fundadoras.

    En la actualidad la organiza-

    cin de la familia es predominan-

    temente de tipo nuclear aunque

    existen muchos casos de fami-

    lias ampliadas y extensas donde

    se comparte un mismo espacio

    entre parientes consanguneos.

    El padre de familia dueo del

    solar reparte a sus hijos recin

    casados porciones del espacio

    para que construyan una vivien-

    da. En cada solar puede haber

    ms de una familia cuyo sistema

    de intercambio y reciprocidad

    para con su parientes no siem-

    pre tiene que ver con repartir

    la comida.

    Los pobladores de Yaxun no

    parecen tender a la endogamia;

    sin embargo, una gran parte de

    la poblacin naci en el pueblo

    y se encuentra emparentada. Al-

    gunos hombres se casan con mu-

    jeres que viven en los poblados

    circunvecinos y pocos hay que

    eligen a su pareja proveniente

    de otras regiones del estado. La

    mujer de Yaxun que se casa con

    un hombre de otro pueblo, se va

    a vivir con su marido un tiempo,

    pero luego regresa, as ha pasa-

    do, dice un informante.

    Existe una tendencia a asimi-

    lar con facilidad la integracin

    de las mujeres de otro pueblo,

    aunque no es la misma situacin

    para los hombres de fuera que

    se casan con mujeres de Yaxun

    y radican en el pueblo. La entra-

    da de un nuevo jefe de familia

    a la comunidad implica una com-

    petencia por los escasos recursos

    en torno a la tierra y las posibili-

    dades de empleo. Una de las au-

    Conflicto social en el marco del desarrollo turstico de una comunidad maya de Yucatn. El caso Yaxun

    Pueblo minero San Dimas en Durango. Foto: David Maawad

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    Proyectos

    INAH

    12Bartolom y Barabas, 1981:27.

    13Peniche, 1998.

    toridades locales explicaba que

    slo hay cinco personas que no

    son del pueblo proporcionando

    nombres de hombres, mientras

    que se puede advertir un nme-

    ro considerable de mujeres de

    otro pueblo, pero stas no son

    consideradas extraas.

    Una persona es miembro de

    la comunidad cuando cumple

    tres elementos: hablar maya,

    hacer milpa y participar en las

    obligaciones comunitarias. Los

    hombres que no nacieron en

    Yaxun, aun cuando no sean de

    ascendencia maya, son acepta-

    dos como miembros cuando se

    casan con una mujer maya (alian-

    za matrimonial), viven en la co-

    munidad, tienen milpa y cumplen

    las obligaciones impuestas por el

    grupo. Bartolom reporta este

    hecho cuando habla de la mayi-

    zacin de los blancos que se in-

    corporaron al Estado Maya rebel-

    de durante la Guerra de Castas.12

    Como se ha sealado, la im-

    portancia del ejido en la comu-

    nidad expresa no slo la depen-

    dencia con la tierra como medio

    de subsistencia y reproduccin

    cultural, sino la ausencia de otras

    estructuras organizativas que

    permitan la cohesin de la comu-

    nidad para enfrentar sus proble-

    mas. La unidad de sus miembros

    a partir de la vida ritual se que-

    br desde la entrada de los gru-

    pos protestantes hacia la mitad

    del siglo XX. A partir de entonces

    no hay fiesta patronal. San Isidro

    Labrador, patrono del pueblo es

    celebrado por un pequeo gru-

    po de familias catlicas sin que

    alcancen a cohesionar a todo el

    pueblo; es el mismo caso del cul-

    to a la Santa Cruz en el que se

    hace una procesin con la imagen

    sagrada, los gremios y bailes ce-

    remoniales como el de La Ca-

    beza de Cochino. Otros rituales

    familiares son las novenas a la

    Virgen de la Asuncin, a la Virgen

    de Ftima, Los Tres Reyes y las

    novenas para lospixanes o Santos

    Difuntos en el mes de noviembre.

    Existe una marcada influen-

    cia del protestantismo en la

    preferencia de los pobladores

    mayas de Yaxun; los catlicos

    constituyen 48% de la pobla-

    cin13y usan una iglesia colonial

    fechada en 1817. Los protestan-

    tes tienen tres iglesias que re-

    presentan a dos corrientes dis-

    tintas, la Iglesia Pentecosts y la

    Iglesia Presbiteriana.

    Las jerarquas sociales no se

    establecen a partir de clases so-

    ciales o procesos de acumulacin

    econmica, sino por un conjunto

    de normas que rigen el funcio-

    namiento de la comunidad para

    lograr el respeto a las autorida-

    des, como el cumplimiento de

    las tareas colectivas, el control

    y distribucin de los recursos

    internos y los que provienen del

    exterior. La distribucin de los

    recursos externos es un asunto

    delicado que requiere el consen-

    so de quienes estn involucrados,

    por ejemplo, las artesanas de

    una cooperativa, los beneficia-

    rios de un programa estatal, o

    todos los ejidatarios, y en este

    caso el asunto se decide en la

    asamblea general.

    Los mismos campesinos se

    han encargado de que no se

    rompan ciertos niveles de estra-

    tificacin en la comunidad. El

    particular sentido de igualdad de

    derechos y responsabilidades co-

    mo miembros de la comunidad y

    del ejido se aplica tambin como

    igualdad en la distribucin de los

    recursos por mnimos que sean.

    Los yaxunenses piensan que es

    preferible perder una fuente de

    recursos externos si stos no

    se pueden distribuir de manera

    igualitaria y causan demasiados

    conflictos entre todos los direc-

    tamente involucrados. No puede

    beneficiarse a una sola persona,

    porque todos son iguales.

    Por otra parte, la acumula-

    cin por la va de la produccin

    agrcola ejidal es permitida, aun

    la de tipo comercial no agrcola,

    pero no es posible que un miem-

    San Dimas en la sierra de Durango. Foto: David Maawad

  • 7/22/2019 Carreon Acolh Persona 42

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    19

    14Hacia 1990 la Fundacin Cultural Yucatn intervino en la comunidad para llevar a cabo programas sociales de desarrollo

    sustentable. Peniche, 1998.

    bro del ejido explote al mismo

    tiempo una propiedad en otro

    pueblo ya que puede perder su

    derecho al ejido de Yaxun. Esta

    norma se aplica sobre todo a los

    hombres de otros pueblos que se

    casan con mujeres de Yaxun y

    deciden residir all. Su acepta-

    cin en la comunidad depende

    de que renuncie a todo tipo de

    derecho agrario en su entidad de

    origen. Adems, deber cumplir

    las obligaciones colectivas co-

    mo hacer fajina, participar en el

    sistema de guardias y respetar a

    los ms grandes que son las au-

    toridades ejidal y municipal.

    Tanto el trabajo agrcola co-

    mo el comunitario se basan en

    un sistema rotativo cuyas nor-

    mas son aceptadas por todos y

    su cumplimiento vigilado por las

    autoridades locales. Es impor-

    tante resaltar que este sistema

    se aplica a cualquier otra acti-

    vidad ya sea econmica o ritual

    y en todas las instituciones so-

    ciales de la comunidad como la

    familia y los grupos corporativos

    extrafamiliares, as como en la

    organizacin ejidal que es la

    ms importante en el pueblo. De

    manera que el xito de cualquier

    actividad nueva en la comunidad

    deber ser traducido al sistema

    rotativo tradicional.

    Hacia 1990, el turismo en la

    comunidad se encontraba en una

    etapa preparatoria con la inter-

    vencin de diversas instituciones

    interesadas en el tema. Los po-

    bladores realizaban actividades

    que los vinculaban al turismo en

    otros sitios, como la elaboracin

    de artesanas que vendan en

    Chichn Itz, o bien migraban

    a Cancn por temporadas para

    trabajar como albailes. Para

    entonces, se gestaban nuevas

    estructuras ocupacionales tanto

    colectivas como individuales que

    combinaban con la milpa como

    actividad central y la produccin

    de aves, abejas y ganado. Las mu-

    jeres practicaban todo el tiempo

    la produccin de artesanas com-

    binada con las obligaciones de la

    casa y la milpa.

    Cuando comenz a hablarse

    del potencial turstico en Yaxun,

    empezaron a llegar al pueblo di-

    versas instituciones: en 1986, la

    construccin de un campamen-

    to de arquelogos extranjeros;

    en 1994, la representacin de

    una institucin independiente

    llamada La Fundacin Cultural

    Yucatn14, que impuls diversos

    proyectos de desarrollo susten-

    table y sobre todo trabaj con

    las mujeres mayas a travs de

    programas de apoyo artesanal

    para la produccin de borda-

    dos y tallado de madera. Otros

    proyectos de este organismo se

    relacionaron con la reforesta-

    cin del rbol de Chac (Acacia

    blanca) que sirve como materia

    prima para realizar las figurillas

    talladas, una ocupacin muy di-

    fundida en el poblado.

    Debido a una conjuncin de

    elementos aqu considerados,

    Yaxun posee un fuerte nivel de

    cohesin interna pues la tota-

    Conflicto social en el marco del desarrollo turstico de una comunidad maya de Yucatn. El caso Yaxun

    Maquinaria olvidada en San Dimas, Durango. Foto: David Maawad

  • 7/22/2019 Carreon Acolh Persona 42

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    Proyectos

    INAH

    lidad de los pobladores son de

    ascendencia maya, a diferencia

    de otros pueblos mestizos donde

    la convivencia social se basa en

    una estratificacin tnica y eco-

    nmica que trasciende a toda la

    estructura social. La ausencia

    de propiedad privada en Yaxun

    permite que las normas comu-

    nitarias llamadas la costumbre

    sean las que regulen el usufructo

    de la tierra, tanto en el espacio

    agrcola como en la zona urbana.

    Estas reglas son respetadas por

    la mayora de los pobladores ba-

    jo la vigilancia de las autoridades

    locales y la Asamblea del Pueblo.

    Esta forma de organizacin

    ha permitido que se mantenga

    cierto nivel de autonoma en las

    instituciones socio-polticas, muy

    a pesar de todos los conflictos

    intergrupales que puedan exis-

    tir al interior de la comunidad.

    Yaxun aparece ante los ojos

    del espectador externo como un

    pueblo muy unido capaz de ofre-

    cer resistencia a la imposicin de

    criterios oficiales; as lo demues-

    tran los documentos del Registro

    Agrario Nacional15 relacionados

    con la introduccin de programas

    agrcolas estatales en el ejido y

    tambin el resultado de las ne-

    gociaciones con el INAHdurante el

    conflicto aqu analizado.

    El conflicto entre el proyecto

    arqueolgico y la comunidad

    Hacia 1996, el Gobierno del es-

    tado de Yucatn proporcion

    recursos econmicos para la res-

    tauracin de la zona arqueolgi-

    ca de Yaxun con el fin de abrir-

    la al pblico. As, un equipo de

    arquelogos del Centro INAH Yu-

    catn desarroll un proyecto de

    investigacin y restauracin de

    los edificios prehispnicos para

    el rea citada.

    Enclavada en la regin orien-

    tal de Yucatn, Yaxun forma

    parte de un conjunto de pobla-

    ciones mayas en donde existe un

    bagaje arqueolgico no explota-

    do que actualmente se transfor-

    ma por la apertura del capital tu-

    rstico mediante inversiones para

    acondicionar el lugar ante la lle-

    gada de nuevos visitantes. Las

    comunidades ven en este proce-

    so la posibilidad de participar de

    las ganancias y entrar al merca-

    do turstico, situacin que alcan-

    zan al subordinarse a la oferta de

    empleos poco calificados que se

    generan desde la primera etapa

    del desarrollo turstico.

    En un principio, el plantea-

    miento del proyecto INAH no to-

    m en cuenta para su realizacin

    la importancia de caracterizar

    el entorno social y al momento

    de iniciar el trabajo de restaura-

    cin, se entablaron de forma di-

    recta las relaciones con quienes

    participaran en dichas tareas.

    La resistencia de los yaxu-

    nenses al proyecto arqueolgico

    present una evolucin particu-

    lar. Inicialmente los pobladores

    manifestaron su rechazo a la

    presencia de los encargados del

    proyecto, bloqueando su estan-

    cia en la comunidad durante las

    primeras labores de restauracin.

    Ms tarde, la organizacin del

    trabajo se vio afectada con otras

    reacciones de resistencia cuan-

    do la arqueloga responsable del

    proyecto se propona contratar

    a albailes especializados pro-

    venientes de otros pueblos, los

    cuales se estableceran en la co-

    munidad durante la temporada

    del proyecto; esta decisin pro-

    voc el inmediato rechazo de los

    hombres del pueblo.

    La medida fue vista como

    una imposicin externa, una

    accin que enfrent la normati-

    vidad comunitaria y se pas por

    alto a la autoridad mxima (la

    Asamblea) para decidir sobre as-

    pectos fundamentales de la co-

    munidad, como el uso y destino

    de los recursos provenientes del

    exterior; igualmente, la entra-

    da de personas nuevas que so-

    cialmente estaran compitiendo

    por los escasos recursos dispo-

    nibles amenazando con romper

    el equilibrio social comunitario.

    Esto aument el sentimiento

    de rechazo al INAH, que en la

    perspectiva de los pobladores

    se estaba tomando la atribucin

    de decidir sobre el destino del

    15Vese carpeta de Fomento Ejidal, 25/223, ampliacin del ejido de Yaxun Registro Nacional Agrario. SRA. Mrida, Yuc.

    Carretes de malacate, San Francisco del oro, Chihuahua. Foto: David Maawad

  • 7/22/2019 Carreon Acolh Persona 42

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    21

    patrimonio sin consultar a la po-

    blacin. Una de las expresiones

    captadas de los lderes comuni-

    tarios muestra el rechazo a la

    intervencin del instituto. Los

    lderes locales decan: Yaxun

    no es una zona arqueolgica sino

    un sitio arqueolgico porque una

    zona es propiedad del INAH. Los

    conceptos de zona y sitio eran

    usados nicamente por los lde-

    res del pueblo demostrando que

    tenan un acercamiento, aunque

    fuera errneo,16 sobre la nocin

    oficial de patrimonio cultural;

    los dems pobladores acostum-

    braban usar la palabra ruinas

    para referirse al espacio arqueo-

    lgico, tal y como se acostumbra

    en el lenguaje cotidiano. Por de-

    ms, el sentido de aquella frase

    expresada por un grupo de yaxu-

    nenses se relacionaba con el de-

    seo de controlar los recursos ar-

    queolgicos de su entorno antes

    que el INAHse apropie del bien

    patrimonial.

    Sin embargo, los mayas de

    Yaxun no se oponan de mane-

    ra rotunda a la intervencin ar-

    queolgica porque estaban cons-

    cientes de los beneficios que

    ocasionara el desarrollo tursti-

    co tras la explotacin econmi-

    ca del patrimonio en el espacio

    correspondiente a su territorio

    comunitario. Los yaxunenses,

    acostumbrados a controlar sus

    propios recursos, deseaban ante-

    poner ciertas condiciones al tra-

    bajo arqueolgico; una de ellas

    consisti en asegurarse de que

    los beneficios de la inversin se

    quedaran en el pueblo y que las

    futuras intervenciones e inver-

    siones tursticas de otras indus-

    trias tuvieran como prioridad la

    contratacin de los pobladores

    locales antes que a otros actores

    externos. Conscientes de la baja

    especializacin en estos menes-

    teres tursticos, los yaxunenses

    tambin se interesaban en cono-

    cer ms su patrimonio utilizan-

    do el apoyo brindado por otras

    instituciones y agentes exter-

    nos presentes en la comunidad

    (promotores de Ongs, maestros

    y parientes residentes fuera del

    pueblo) y con dicho apoyo ali-

    mentaban nuevas expectativas

    de vida en el campo del turis-

    mo donde pretendan insertarse

    como posibles micro empresa-

    rios, comerciantes de artesanas,

    guas de turistas, taxistas, alba-

    iles especializados, ceramistas,

    etctera.

    La problemtica planteada

    era vista por los profesionales

    como una consecuencia de la

    imagen negativa que pesaba

    sobre el INAH frente a la pobla-

    cin de Yaxun. Se supona que

    esta imagen censurada del Insti-

    tuto fue construida a partir del

    contacto previo de la comuni-

    dad con instituciones extranje-

    ras que iniciaron la intervencin

    arqueolgica en la zona hacia

    1980 (diez aos antes que el

    INAH), se supona que elemen-

    tos de la institucin extranjera

    difundieron la idea errnea

    de que la poblacin maya con-

    tempornea de Yaxun descen-

    diente de los mayas prehispni-

    cos, era la legtima heredera del

    patrimonio arqueolgico y tena

    el derecho de decidir sobre el

    mismo pasando por alto las dis-

    posiciones legales que rigen en

    el pas sobre el patrimonio cul-

    tural. Se conclua que esta idea

    llevaba el inters de crear en-

    frentamientos entre los arque-

    logos nacionales y la comunidad

    campesina de Yaxun. La expli-

    cacin del fenmeno slo por

    sus causas externas no pareca

    ser suficiente para entenderlo

    y tampoco para encontrar una

    relacin cordial y justa con la

    comunidad a lo largo la relacin

    laboral que se requera durante

    las tareas de restauracin.

    Como antecedente impor-

    tante se sabe que los primeros

    contactos de la comunidad de

    Yaxun con el trabajo arqueol-

    gico se remontan a la poca del

    arquelogo Silvanus Morley, que

    16El problema radica en una mala interpretacin de la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueolgicos, Artsticos e

    Histricos al pensar que slo son zonas arqueolgicas las que cuentan con la declaracin presidencial, el trmino sitio no

    est empleado y menos an definido en esa Ley por lo mismo su empleo carece de sustento jurdico. Gonzlez, 2003:34.

    Conflicto social en el marco del desarrollo turstico de una comunidad maya de Yucatn. El caso Yaxun

    Malacatero de la mina San Juan, Pachuca, Hidalgo. Foto: David Maawad

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    Proyectos

    INAH

    encabez los trabajos de la Ins-

    titucin Carnegie de Washington

    durante el Proyecto Chichn It-

    z hacia 1924, pero despus no

    hubo otra relacin de este tipo.

    Ms tarde, entre 1986 y 1996 la

    Universidad Metodista del sur de

    Dallas y la Universidad de Yale,

    financiadas por las Fundaciones

    SELZ, National Endowment for

    Humanities y la National Geo-

    graphic Society de los Estados

    Unidos, llevaron a cabo diversas

    investigaciones arqueolgicas en

    la zona de Yaxun. Las excava-

    ciones fueron supervisadas por el

    INAH, pero hasta entonces el Insti-

    tuto no haba intervenido con un

    proyecto arqueolgico propio.

    Durante las tareas de inves-

    tigacin, los representantes del

    proyecto forneo desarrollaron

    una buena relacin con los po-

    bladores de Yaxun. La antigua

    percepcin simblicamente posi-

    tiva sobre los extranjeros (espe-

    cialmente hacia los ingleses y es-

    tadounidenses) que actualmente

    priva entre los mayas de la zona

    oriente de Yucatn y entre los

    mayas macewales17del centro de

    Quintana Roo, propici un con-

    tacto cordial entre ambos grupos

    culturalmente distintos.18 Los ha-

    bitantes de Yaxun consideran a

    los gringos como personas ge-

    nerosas de las que se puede es-

    perar apoyo. A diferencia de los

    j-wuaaches,19 trmino que alude

    a los mexicanos (no yucatecos)

    que son vistos como extraos.

    En este caso, los arquelogos re-

    presentantes del INAH eran per-

    cibidos como agentes del Estado

    mexicano y considerados j-wua-

    aches. Entonces, el encuentro

    con los extranjeros estadouni-

    denses signific para los pobla-

    dores de Yaxun, el inicio de una

    nueva etapa del proceso tursti-

    co en su comunidad y sirvi como

    punto de mediacin para lograr

    un cambio de significado sobre

    el espacio arqueolgico. Actual-

    mente, la idea del patrimonio

    y su potencial turstico entre los

    yaxunenses,20 contiene un pro-

    yecto propio sobre la forma de

    apropiarse de dicho patrimonio.

    Las acciones del INAH

    Las hostilidades hacia los repre-

    sentantes del INAH y su organi-

    zacin del trabajo de recons-

    truccin continuaron en forma

    de resistencia a veces pasiva y

    otras de enfrentamiento verbal,

    propiciando que los profesiona-

    les se sintieran como personas

    non gratas en el pueblo. En un

    principio, las autoridades locales

    presentaron obstculos para que

    los arquelogos del INAH ocupa-

    ran el campamento que utiliza-

    ron un ao atrs los extranjeros,

    a pesar de que dicho local haba

    sido desocupado. Ante la imposi-

    bilidad de obtener una vivienda,

    los arquelogos del INAH enfren-

    taron, durante los primeros me-

    ses, la necesidad de viajar todos

    los das a la cuidad de Mrida y

    recorrer ms de 250 kilmetros

    para trabajar en el sitio.

    La primera accin de los ar-

    quelogos para tratar de solu-

    cionar el enfrentamiento con la

    comunidad fue difundir la labor

    del INAH mediante plticas con

    material audiovisual. Se pensa-

    ba que la desinformacin de los

    campesinos sobre las leyes fede-

    rales de proteccin al patrimonio

    cultural era una de las causas de

    17El trmino macewales usado como etnnimo no slo por los descendientes de los rebeldes mayas del siglo XIX, que se

    refugiaron y construyeron una sociedad alternativa en las selvas de Quintana Roo, sino tambin entre la poblacin maya

    del sur y suroriente de Yucatn (Quintal, 2005:309).

    18

    A travs de la historia oral podemos encontrar entre la poblacin actual de mayas macewales, huellas de una memoriasocial con la imagen positiva del extranjero ingls (o norteamericano), quien era considerado como aliado potencial

    contra sus enemigos losj-wuaach(es)durante el conflicto social llamado Guerra de Castas, iniciado en 1847.

    19El trminoj-wuaachsurgi en el contexto de la llamada Guerra de Castas de 1847 en la pennsula de Yucatn en torno

    a la cual ocurri un reajuste en el sistema intertnico. (Vase a Bartolom y Barabas, 1981). En la actualidad el trmino

    tiene un carcter relativo y polismico entre la poblacin peninsular y siempre con una carga negativa, incluso para

    los yucatecos de Mrida de las clases media y alta, para quienes los wuachesson todos los que provienen fuera de la

    pennsula y el estereotipo es que el wuach es engredo y abusivo. Quintal, 2005:313.

    2092% de la poblacin de Yaxun considera que la zona arqueolgica tiene potencial turstico. Peniche,1998.

    Calesa de dos niveles, Real del Monte, Hidalgo. Foto: David Maawad

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    su comportamiento y al tener

    conocimiento de ellas, los po-

    bladores estaran en posibilidad

    de interpretar la importancia de

    la labor de los arquelogos; se

    esperara, por tanto, un cambio

    de actitud al comprender que el

    patrimonio cultural deba prote-

    gerse y restaurarse para goce de

    todos los mexicanos.

    La falta de efectividad de es-

    te procedimiento oblig a los res-

    ponsables del proyecto a mante-

    ner una actitud flexible ante las

    demandas de la comunidad. Se

    otorg un margen de decisin

    sobre las condiciones del trabajo

    arqueolgico mediante acuerdos

    directos con la Asamblea Ejidal,

    la cual representaba un trabajo

    desgastante, un estira y enco-

    ge entre los intereses de ambas

    agrupaciones.

    Este panorama retras el

    cumplimiento de las metas del

    proyecto de acuerdo con el

    tiempo programado y adelgaz

    la relacin de la comunidad con

    los arquelogos, hasta llegar al

    punto en que los especialistas

    se plantearon la posibilidad de

    abandonar el proyecto.

    El proyecto arqueolgico

    Durante las primeras tareas del

    proyecto arqueolgico, los po-

    bladores no estuvieron de acuer-

    do con el sistema de contrata-

    cin libre de peones propuesto

    por la responsable del proyecto.

    Tampoco aceptaron la categori-

    zacin del trabajo de albailera

    por especialidades, proponiendo

    que fueran los mismos campe-

    sinos quienes decidieran el tipo

    de trabajo y las condiciones que

    ste debe tener. Los pobladores

    determinaron que los asuntos

    con el INAH deban resolverse

    en el mbito de las instancias

    internas del poder comunitario

    concentradas en la Asamblea

    Ejidal; a la que fue invitada la

    arqueloga como representante

    del Instituto. Desde esta instan-

    cia se acord la participacin di-

    recta del Comisario Ejidal como

    intermediario entre el INAH y las

    personas contratadas en la res-

    tauracin; tambin se acord la

    contratacin de todos los cam-

    pesinos inscritos en el padrn

    ejidal de Yaxun y la condicin

    de que no se aceptara la contra-

    tacin de ninguna persona ajena

    a la comunidad. Otros acuerdos

    se relacionaron con los horarios

    de trabajo, los sueldos y los car-

    gos de los contratados.

    Tras el establecimiento de

    estos acuerdos, el equipo insta-

    l su campamento en el pueblo,

    cuya ubicacin a un kilmetro de

    distancia de la zona prehispni-

    ca facult a la comunidad como

    centro de operaciones del pro-

    yecto arqueolgico.

    La jornada de trabajo con

    horario fijo no era una costum-

    bre en el pueblo. Hasta 1996, s-

    lo algunas personas haban salido

    a trabajar como albailes21 por

    temporadas cortas a Cancn, po-

    21Slo 21% de la poblacin de Yaxun ha trabajado alguna vez como albail, previamente al inicio del proyecto arqueolgico

    mexicano. Peniche, 1998.

    Conflicto social en el marco del desarrollo turstico de una comunidad maya de Yucatn. El caso Yaxun

    Calesa de dos niveles, Real del Monte, Hidalgo. Foto: David Maawad

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    Proyectos

    INAH

    cos conocan la lgica de la rela-

    cin obrero-patrn, por lo cual

    los yaxunenses no se adaptaron

    al horario y tampoco al cambio

    de ciclo de vida productiva que

    exige la permanencia de una ac-

    tividad laboral por varios meses.

    Esta situacin se hizo evidente

    al final de la temporada de cam-

    po cuando algunos campesinos

    dejaron de asistir al trabajo sin

    informar a las autoridades sobre

    los motivos de su ausencia, situa-

    cin que les causaba descuentos

    en el salario. Unos acusaban do-

    lerse de alguna enfermedad y

    otros ms sealaban motivos de

    origen familiar.

    Durante muchos aos la gen-

    te de Yaxun vivi del cultivo

    de maz, la miel, aves y gana-

    do de traspatio. Hacia 1970 el

    maz todava daba buena cose-

    cha y se poda vender. Algunos

    campesinos llegaron a acumular

    sus ahorros provenientes de es-

    ta economa, pero en la dca-

    da de 1980 sobrevino una crisis

    agrcola y apenas alcanzaron a

    lograr el consumo anual del gra-

    no. Algunas veces requirieron

    importar maz y se vieron en la

    necesidad de salir de la comuni-

    dad para buscar empleo. Auna-

    da a estas condiciones crticas,

    el paso del devastador huracn

    Gilberto en 1987 dej en la rui-

    na a todos los campesinos de la

    comunidad. Algunos salieron a

    trabajar a Cancn y otros ms a

    los pueblos cercanos. El proyec-

    to arqueolgico estadounidense

    que se desarroll en esa poca

    inyect recursos frescos a algu-

    nos sectores de la poblacin du-

    rante diferentes temporadas tra-

    bajo de campo. Ms tarde, hacia

    1990 se utiliz como alternativa

    de ingreso la labor artesanal del

    tallado de madera para vender

    a los turistas de Chichn Itz y

    Valladolid.

    Durante la temporada del

    proyecto arqueolgico del INAH,

    la vida del pueblo modific sus

    pautas de organizacin social. Las

    horas de trabajo en la milpa, las

    horas de descanso y comida, la

    dinmica de las asambleas, la

    misma economa cambi pues los

    ingresos fijos en la poblacin oca-

    sionaron la entrada de comercian-

    tes de los pueblos cercanos que se

    beneficiaron con la venta de car-

    ne y otros artculos de consumo,

    entre los cuales haba videograba-

    doras, televisiones y mquinas de

    coser. Se transformaron tambin

    los ciclos de otras actividades de

    sustento como la cacera, la gana-

    dera y la recoleccin de maderas

    para la produccin de artesanas.

    Se modific la dinmica de

    algunas actividades obligatorias

    del servicio comunitario que se

    realizan con el sistema de fajina,

    asignadas por la Asamblea del

    Pueblo. Cuando un albail del

    proyecto tena la obligacin de

    realizar estas tareas y se afec-

    taba su horario de trabajo, se

    vea en la necesidad de solicitar

    permiso de salida para cumplir

    su deber en la comunidad. Por

    ejemplo, la labor de los campe-

    ros que consiste en preparar la

    fosa de un difunto, la participa-

    cin en celebraciones rituales

    asociadas con la milpa y cierto

    tipo de responsabilidades que

    vinculan a la poblacin con otras

    instituciones, por ejemplo lim-

    piar la escuela, la clnica y el

    local de La Fundacin. Como

    se ve, estas obligaciones eran

    impostergables, los valores de

    la costumbre se anteponan a los

    de la vida occidental encarnados

    en el proyecto arqueolgico.

    Para solucionar los conflictos

    enfrentados al inicio, los arque-

    logos trataron de organizar las

    Talleres mecnicos en el mineral El Cubo, Guanajuato. Foto: David Maawad

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    tareas de restauracin respetan-

    do la normatividad y la estruc-

    tura de poder en la comunidad.

    La jefa del proyecto acept co-

    mo mediador al Comisario Ejidal

    (que tena el puesto de chofer

    en el proyecto) para tratar to-

    dos los asuntos relacionados con

    los trabajadores. Cuando algn

    empleado necesitaba un pago

    adelantado o requera ausen-

    tarse del trabajo, slo deba co-

    municrselo a Don Amansio (Co-

    misario Ejidal) y ste informaba

    la cuestin a la arqueloga. Los

    trabajadores recurran frecuen-

    temente a estas prcticas que

    afectaban el avance del trabajo

    arqueolgico, pero la delicada

    situacin que perneaba las rela-

    ciones con la comunidad no ha-

    bra de permitir la aplicacin de

    una lgica productiva semejante

    a la organizacin empresarial.

    El inicio de una buena relacin

    Hasta el ao 2000 el proyecto

    arqueolgico del INAH constituy

    para el pueblo una importante

    fuente de ingresos, que permiti

    el restablecimiento de la desvas-

    tada economa de Yaxun y com-

    pens el anhelo de obtener un

    trabajo sin necesidad de migrar.

    El campamento se ubic en

    una casa habitacin rentada

    para tal fin, permitiendo la in-

    teraccin cotidiana entre los po-

    bladores y los arquelogos. Poco

    a poco se establecieron relacio-

    nes de reciprocidad entre ambos

    grupos pues los pobladores ofre-

    can diversos servicios requeri-

    dos por los profesionales (labores

    de cocina, limpieza de espacios

    habitados, etc.), y stos a su vez

    ofrecan su ayuda a los vecinos

    cuando se requera, por ejem-

    plo, la camioneta del Instituto

    se proporcionaba sin condicin

    para transportar algn enfermo,

    a alguna persona que necesitaba

    salir de la comunidad o para con-

    seguir algn otro recurso necesa-

    rio para las familias mayas.

    Poco a poco la poblacin y el

    grupo de arquelogos lograron

    entenderse. Dos aos despus

    la derrama econmica por la va

    del salario haba calmado la ten-

    sa situacin vivida en un princi-

    pio. La dinmica reestablecida

    alternaba con momentos de cri-

    sis y estabilidad hasta que pudo

    lograrse una adecuacin de los

    intereses de ambas partes como

    resultado de los acuerdos toma-

    dos en comn.

    El relajamiento de la relacin

    entre ambos grupos se poda pal-

    par en el trato cordial de ambas

    partes; tambin se establecieron

    nuevos patrones de interaccin

    apoyados en la flexibilidad del

    parentesco ritual maya como es-

    trategia de adaptacin del gru-

    po local, pues es comn que los

    Yaxunenses llamen como compa-

    dres a los maestros, enfermeras,

    ingenieros y arquelogos para

    obtener de ellos recursos e infor-

    macin sobre la vida extramuros

    de la comunidad. La poblacin

    de Yaxun demostr su acepta-

    cin hacia los agentes del INAH

    por medio de los compadrazgos

    y alianzas que proporcionaban

    los rituales de ciclo de vida co-

    mo el jeetsmek,22 los bautizos

    religiosos y las bodas. De pronto

    la arqueloga del proyecto fue

    invitada para a ser madrina de

    boda y la antroploga que escri-

    be fue invitada para participar

    como madrina de bautizo de una

    nia cuyos padres son protestan-

    tes. Ambos contactos provenan

    de personas que estaban traba-

    jando en la zona restaurada.

    En resumen, las actitudes to-

    madas en un principio por la po-

    blacin maya de Yaxun frente al

    proyecto arqueolgico se expli-

    22Eljeetsmekes un ritual de agregacin dentro del ciclo de vida de los mayas cuyo propsito es conducir al individuo a

    iniciar su vida en el mbito de la sociedad y la cultura. La palabra jeetsmeksignifica llevar al nio cargado a horcajadas

    en la cadera que es la forma habitual en que los mayas llevan a los infantes. (El jeetsmek,ritual de agregacin de los

    mayas peninsulares ponencia colectiva presentada por el equipo de investigacin del Proyecto Etnografa de los mayas

    peninsulares, en la VIII Reunin Nacional del proyecto Etnografa de las Regiones Indgenas de Mxico en el nuevo milenio

    (Procesos rituales), Taxco Guerrero, 11 al 13 de octubre de 2006).

    Conflicto social en el marco del desarrollo turstico de una comunidad maya de Yucatn. El caso Yaxun

    Talleres mecnicos en el mineral El Cubo, Guanajuato. Foto: David Maawad

  • 7/22/2019 Carreon Acolh Persona 42

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    Proyectos

    INAH

    can en el contexto de un proceso

    de cambio propiciado por el de-

    sarrollo turstico en la zona. La

    comunidad se sinti amenazada

    por el dominio de una institu-

    cin vista como externa y ajena

    a su cultura. Luego de varios in-

    tentos de conciliacin y de una

    serie de acuerdos entre ambas

    partes los campesinos aceptaron

    las avenencias y buscaron la for-

    ma de manipular en lo posible las

    condiciones de su relacin con los

    arquelogos para aumentar sus

    posibilidades de supervivencia.

    De aqu la importancia de los la-

    zos de compadrazgo y padrinaz-

    go y de los patrones de seleccin

    de compadres en cada una de las

    ceremonias mencionadas.

    Acerca de la identidad de los

    yaxunenses

    En este apartado es importante

    recalcar que no se trata de de-

    finir la identidad tnica de los

    pobladores de Yaxun, sino se-

    alar algunos elementos de la

    cultura del grupo que forman

    parte del patrimonio cultural y

    sirven como sustento de la iden-

    tidad colectiva, en el contexto

    del desarrollo turstico.

    Como en la mayor parte de

    las comunidades mayas de Yu-

    catn, las personas fundan su

    identidad con base en la terri-

    torialidad. Yaxun significa pri-

    mera casa, nombre que reciben

    el pueblo, la zona arqueolgica

    y el ejido, formando una unidad

    espacial con la que se identifi-

    can los pobladores. Esta rea

    rectangular tiene una dimensin

    de 4,076 hectreas23 y se en-

    cuentra dividida en dos partes:

    una zona urbana con su reserva

    o Fundo Legal que ocupa 100 has

    y la zona de cultivo y pastoreo

    que abarca 3,976 has para 138

    ejidatarios. Todos los habitantes

    conocen los lmites y caracters-

    ticas del ejido as como sus ac-

    cidentes topogrficos y los vesti-

    gios prehispnicos.

    Al tomar en cuenta el carc-

    ter contrastivo de la identidad,

    en la medida que para desarro-

    llarse requiere confrontarse con

    otro grupo frente al cual dife-

    renciarse, los yaxunenses han

    elegido determinados aspectos

    de su cultura como representa-

    tivos de su identidad para rela-

    cionarse con los visitantes tu-

    ristas e integrarse al desarrollo

    econmico que acarrea su llega-

    da. Entre tales aspectos se en-

    cuentran aquellos relacionados

    con la vida en el pueblo como

    el hecho de ser milpero, hablar

    maya, usar ropa tradicional (hi-

    pil, alpargata, sombrero, etc.),

    practicar determinados rituales,

    conocer tcnicas artesanales

    antiguas, compartir una historia

    comn sobre la fundacin del

    pueblo, sobre el conocimiento

    de su entorno natural (plantas

    y animales), sobre la importan-

    cia histrica de los vestigios ar-

    queolgicos (los edificios y el

    sacbque llega a Cob) y, sobre

    todo, los yaxunenses que estn

    en constante contacto con los

    visitantes se asumen como des-

    cendientes de quienes constru-

    yeron los vestigios arqueolgicos

    ubicados en el ejido. Todos estos

    son elementos que a los turistas

    les gusta escuchar y los mayas

    expresan cuando trabajan en la

    comunidad o fuera de ella como

    meseros, cocineros, artesanos y

    artesanas, cuidadores de carros,

    jardineros, etctera.

    En su afn de participar en

    las nuevas relaciones que im-

    pone el turismo, los mayas de

    Yaxun resaltan el aspecto de

    su identidad tnica que simboli-

    za el hecho de ser heredero de

    los antiguos constructores de las

    pirmides. Con esta definicin

    desarrollan nuevas posiciones y

    patrones de actividades que no

    estaban presentes anteriormen-

    te en su sociedad. En Yaxun

    ahora existe el orgullo de ser

    un maya, categora impuesta

    por los representantes de la in-

    dustria turstica, funcionarios

    de gobierno, arquelogos y tu-

    ristas. Ser un descendiente de

    23Plano de ampliacin del ejido de Yaxun, municipio de Yaxcab, mayo de 1968. Carpeta 25/223 ampliacin del ejido de

    Yaxun Registro Nacional Agrario. SRA. Mrida, Yuc.

    Carro elctrico para arrastre de gndolas de la mina Cata, Guanajuato. Foto: David Maawad

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    los mayas aparece, como sea-

    la Quintal (2005:365), como una

    nueva categora identitaria que

    propone la admiracin de los

    mayas arqueolgicos y la supe-

    racin del maya contemporneo.

    A saber, esta categora tnica se

    erige en el mbito oficialista que

    pretenda la construccin oficial

    de la identidad nacional.

    El sentido de apropiacin

    que tiene la comunidad de Yaxu-

    n hacia su zona arqueolgica

    no est relacionado nicamente

    con la obtencin de ingresos por

    medio del comercio, sino tam-

    bin con la idea de sitio sagrado.

    La coyuntura que establece el

    mercado turstico no deja a un

    lado el profundo respeto hacia

    los edificios prehispnicos, por-

    que son la obra de los antiguos.

    Los lugares sagrados de los an-

    cestros estn relacionados con la

    visin que los mayas de Yaxun

    tienen sobre el cosmos, pues son

    lugares o puertas donde el hom-

    bre establece el contacto con las

    deidades y otros entes sobrena-

    turales, independientemente de

    la religin que el poblador maya

    profese. sta es una idea gene-

    ralizada entre los mayas de Yu-

    catn; sin embargo, cada pueblo

    establece una forma particular

    de relacionarse con su espacio

    arqueolgico. En algunas comu-

    nidades estos sitios funcionan

    como espacios rituales donde

    an se realizan ceremonias tradi-

    cionales y en otras, como el caso

    de Yaxun, no hay una ritualidad

    cclica, pero el simbolismo sagra-

    do del lugar est presente.

    La aficin por el turismo co-

    mo actividad provechosa y de-

    seable tampoco excluye el apego

    de los yaxunenses a las activida-

    des del campo, sobre todo al cul-

    tivo del maz que es la base de

    su sustento alimenticio. Cuando

    un nio piensa en ser taxista y

    suea con un empleo que mejo-

    re sus condiciones de vida, no

    importa que no mencione que

    seguir sembrando milpa en sus

    tiempos libres como actividad

    complementaria para la repro-

    duccin familiar. En su discurso

    est implcita la vinculacin con

    el monte y la milpa y por eso

    prefiere opciones que no lo lle-

    ven a alejarse de su pueblo.

    El espacio arqueolgico y la

    visin del proyecto turstico

    de la comunidad

    El auge turstico de Chichn Itz

    y el pueblo de Pist,24previo al

    de Yaxun, se relaciona con las

    ideas de cambio en Yaxun pues

    la atraccin de mano de obra

    hasta Chichn Itz ocasion el

    desplazamiento temporal de al-

    gunos pobladores de Yaxun que

    encontraron empleo o entrega-

    ban artesanas de madera talla-

    da a los comerciantes y artesa-

    24Chichn Itz y el pueblo de Pist se encuentran conurbados como resultado del desarrollo del mercado turstico en lazona arqueolgica a partir de los aos de 1980.

    Conflicto social en el marco del desarrollo turstico de una comunidad maya de Yucatn. El caso Yaxun

    Taller de mantenimiento para carros elctricos en la mina El lamo, Pachuca, Hidalgo. Foto: David Maawad

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    Proyectos

    INAH

    nos de Pist. As, se llevaron a

    cabo los primeros contactos con

    el turismo, aunados al impacto

    regional de Cancn como polo

    turstico generador de empleo y

    el contacto de los pobladores de

    Yaxun con otros agentes exter-

    nos como la Fundacin Cultural

    Yucatn, que impuls proyectos

    de desarrollo sustentable enca-

    minados a preparar a la comuni-

    dad para el turismo.

    Con esta experiencia previa,

    los yaxunenses de hoy se plan-

    tean una estrategia diferente

    para desarrollar el turismo en

    su espacio arqueolgico; por

    ejemplo, no desean correr la

    misma suerte que los vecinos de

    Chichn Itz (pobladores de los

    pueblos de Pist, Xcalacoop, San

    Felipe) a quienes se les ha prohi-

    bido vender libremente sus arte-

    sanas cerca de la zona arqueo-

    lgica y se les llama invasores,

    por lo cual esperan construir sus

    propios establecimientos de ser-

    vicio al pblico, gestionar diver-

    sas formas de financiamiento pa-

    ra alcanzar esta meta y negociar

    el usufructo de su espacio con

    otras empresas tursticas que

    deseen entrar al sitio a ofrecer

    sus servicios.

    Consideraciones finales

    La comunidad campesina maya

    de Yaxun, en cuyo territorio

    ejidal se encuentran los antiguos

    edificios de la cultura maya pre-

    hispnica, experimenta actual-

    mente una situacin de cambio

    como resultado del desarrollo tu-

    rstico en su fase de intervencin

    arqueolgica (a partir de 1986),

    proceso que ocasion la apari-

    cin de nuevos actores sociales

    que entraron en conflicto por el

    uso del patrimonio cultural.

    En el trabajo expuesto se

    perciben tres aspectos importan-

    tes: 1) Los pobladores de Yaxun

    experimentaron un cambio en la

    nocin de patrimonio, 2) La inci-

    dencia de diversos actores socia-

    les en conflicto por el patrimonio

    de Yaxun propici un proceso

    de redefinicin de la identidad

    tnica maya local y la delimita-

    cin de sus fronteras y alianzas

    con los otros. 3) Se gest entre

    los mayas de Yaxun un proyecto

    propio sobre el aprovechamien-

    to del patrimonio cultural que

    se basa en la negociacin de

    sus intereses colectivos frente a

    cualquier actor social que entre

    al campo de la disputa por ese

    patrimonio.

    Ante la problemtica expues-

    ta, los arquelogos del INAH se

    vieron afectados como personas

    y como representantes de su Ins-

    titucin al enfrentarse al recha-

    zo de la comunidad. Una de las

    razones que explica el compor-

    tamiento de la comunidad estu-

    diada hacia el proyecto arqueo-

    lgico mexicano es el contraste

    entre dos sentidos culturalmen-

    te opuestos sobre el trabajo y la

    productividad. Durante el desa-

    rrollo de las tareas de restaura-

    cin, pronto pudo verse que los

    esquemas del proyecto arqueo-

    lgico basados en la cultura de

    la eficiencia y la productividad

    presentaba dificultades para su

    aplicacin en el pueblo de Yaxu-

    n, cuya estructura an se basa

    en las ideas de un sistema nor-

    mativo tradicional donde la ro-

    tacin del trabajo y las respon-

    Maestranza de la Compaa minera Real del Monte y Pachuca, Pachuca, Hidalgo. Foto: David Maawad

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    sabilidades comunes se aplican

    a nivel de todas las instituciones

    sociales comunitarias; por tanto,

    para lograr el xito en el trabajo

    de restauracin, ste tuvo que

    traducirse al sistema tradicio-

    nal. Por otra parte, el particular

    sentido de igualdad de respon-

    sabilidades comunitarias se apli-

    ca tambin como igualdad en

    la distribucin de los recursos

    externos obtenidos por mnimos

    que stos sean.

    En cuanto a la problemtica

    del patrimonio, es necesario in-

    sistir que desde una perspectiva

    amplia del concepto, el INAH

    mantenga una poltica que con-

    tribuya al desarrollo de las po-

    blaciones cercanas a las zonas

    arqueolgicas. Los planes de

    manejo que ahora se propone

    implantar podran significar la

    alternativa para alcanzar la sus-

    tentabilidad no slo biolgica y

    conservacionista del patrimonio,

    sino tambin social.

    En el trabajo se aplic la idea

    de patrimonio cultural como una

    nocin en constante proceso de

    cambio que se define a partir de

    los elementos que la poblacin

    elige como representativos de su

    identidad. El patrimonio cultural

    de los pobladores de Yaxun se

    ha definido a partir de la presen-

    cia de la zona arqueolgica y del

    sacb (carretera prehispnica)

    que la comunica con el sitio de

    Cob, Quintana Roo; la asocia-

    cin que hacen los pobladores

    con el espacio arqueolgico y la

    vida actual del pueblo se elabora

    a travs de una reinterpretacin

    de la identidad maya que valora

    en trminos positivos la continui-

    dad histrica entre sus ancestros

    los mayas prehispnicos y ellos.

    Otro elemento que susten-

    ta la identidad local es la pro-

    duccin de milpa y los rituales

    asociados a este agrosistema

    tradicional (primicias, culto a

    la Santa Cruz, los Tres Reyes, la

    virgen, y a otros entes no mate-

    riales que benefician al hombre

    con una buena cosecha), prcti-

    cas que reflejan el sincretismo

    maya-catlico; igualmente, la

    memoria sobre la fundacin del

    pueblo a partir de la migracin

    de familias mayas de los muni-

    cipios de la regin y de la zona

    maya macewal en el centro de

    Quintana Roo, la fundacin del

    ejido, la historia de las luchas

    durante los procesos polticos

    peninsulares de principios del

    siglo XX en los que murieron sus

    abuelos fundadores del pueblo.

    Esta memoria se asocia a espa-

    cios determinados como el ceno-

    te (cueva con agua subterrnea)

    y la iglesia que estn en el cen-

    tro del pueblo. El conocimiento

    del rea natural, en especial de

    la fauna y la flora, el conoci-

    miento del bordado tradicional

    heredado de las abuelas, la sabi-

    dura de la cocina tradicional ba-

    sada en el consumo del maz, de

    la carne de aves y de cerdo, son

    todos ellos los elementos princi-

    pales sobre los que se sustenta

    la identidad local del pueblo y a

    cada uno se le da un uso social

    en parte enfocado a su potencial

    turstico, con el fin de integrarse

    al desarrollo econmico. Los po-

    bladores utilizan este patrimonio

    para poder ofrecer el servicio de

    gua a los turistas, para ser cho-

    feres, cocineros de restaurantes

    para turistas, meseros, comer-

    ciantes de artesanas. Las muje-

    res organizadas en cooperativas

    de produccin artesanal bordan

    flores y animales del entorno

    Conflicto social en el marco del desarrollo turstico de una comunidad maya de Yucatn. El caso Yaxun

    Horca del tiro Tocayos, Sombrerete, Zacatecas. Foto: David Maawad

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    Proyectos

    INAH

    ecolgico para elaborar prendas

    de vestir con diseos novedosos

    y elaboran piezas de madera ta-

    llada con forma de animales que

    viven en su espacio natural.

    A partir de la construccin

    de este patrimonio y el conflic-

    to social que surge en torno a l

    se puede definir a los siguientes

    actores: 1) Por un lado, estn

    los pobladores de Yaxun que

    se sienten legtimos herederos

    del patrimonio arqueolgico y

    rechazan el intervencionismo es-

    tatal. 2) Otro actor representado

    por la colectividad de arquelo-

    gos de dos instituciones acad-

    micas distintas, las universida-

    des extranjeras y el INAH como

    representante del Estado. 3) Un

    tercero es la Fundacin Cultural

    Yucatn, empresa turstica que

    se interes en explotar el patri-

    monio arqueolgico a travs de

    la promocin extranjera del sitio,

    la gestora de programas de pro-

    duccin artesanal y otros servi-

    cios tursticos, apoyndose en la

    poblacin maya local.

    La experiencia de trabajo de

    campo en Yaxun plantea la ne-

    cesidad de contar con proyectos

    multidisciplinarios en los que la

    investigacin y la restauracin

    arqueolgica se apoyen en el

    anlisis realizado desde diversas

    Bibliografa

    BARTOLOM, Miguel Alberto y Alicia Barabas, La resistencia Maya, ColeccinCientfica nmero 53, INAH, Mxico, 1981.

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    ga. La exploracin sociocultural,

    llevada a cabo por etnlogos y

    antroplogos sociales, ayudar

    en gran medida a entender la

    manera en que los pobladores

    conciben a su propio patrimonio

    y apoyar la planeacin de una

    poltica de proteccin, que como

    elemento esencial, deber partir

    de un dilogo con los pobladores

    para incluir el proyecto original

    de uso y conservacin del patri-

    monio que ellos tienen.

    Cubas, patios de la mina La Rica, Real del Monte, Hidalgo. Foto: David Maawad

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    Proyectos

    INAH

    Crnica sobre el domingo

    1 de julio1

    Despus de