Carriego en Caras y Caretas.pdf

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La viejecita Sobre la acera que eí sol escalda, doblado el cuerpo, la cruz obliga, lomo sangriento que es una espalda desprecio y sobra de la fatiga, pasa la vieja, la inconsolable, la que es apenas un desperdicio del infortunio, la lamentable carne cansada de sacrificio. La viejecita, la que se siente un sediirLei,ito de la materia, deshecho inútil, salmo doliente del Evangelio de la Miseria. Luz de pesares, propios ó ajenos, sobre la pena de su faz mustia dejan estigmas de dolor llenos entristeciendo su misma angustia; su enorme angustia que ha compartido como el mendrugo que no la sacia, con esa niña que ha recogido, retono de otros, en su desgracia. Esa pequeña que va á su lado, la que mañana será su apoyo, flor del suburbio desconsolado, rosa de anemia que dio el arroyo. Vida sin lucha ya prisionera, pichón de un nido que no fué eterno; ¡Sonriente rayo de primavera sobre la nieve de aquel invierno! Radiación rubia de luz que arde como un sol nuevo frente á un ocaso triste promesa; mujer más tarde linda y deseada, que será acaso la Inés vencida, la dulce monja de los tenorios de la taberna, cuando el encanto de la lisonja le dé su frase nefajida y tierna. Ritual vedado de sensaciones, trágicos sueños de horas aciagas, hostias de vicios y tentaciones de las alegres, jóvenes magas. ¡Qué de heroínas pobres y oscuras, en esoí dramas, cuantas Ofelias; los arrabales tienen sus puras tísicas Damas de las Camelias I Por eso sufre la mendicante como una idea terrible y fija que no ha empañado su amor radiante por esa hija que no es su hija. JMas sus bondades de esclavizada jamás del crudo dolor la eximen; sin haber sido siquiera amada se siente madre de los que gimen. Madre haraposa, madre desnuda manto de amores de barrio bajo; ¡es una amarga protesta muda esa devota de San Andrajo, que conociese sólo los besos de rudos fríos en los portales; como descanso para sus huesos sólo le dieron los hospitales! Girón humano que siempre flota sobre sus ansias indefinibles; bondad enferma que no se agota ni en las miserias irredimibles que la torturan, sin un olvido para sus lacras, para su suerte, con la certeza de haber vivido como un despojo, para la muerte! Sin que la salve la mansedumbre enervadora de su energía; ¡ver la existencia como una cumbre desde la nada de su agonía! Por eso á veces tiene amarguras, tiene amarguras de derrotada, que se traducen en frases duras y dan en llanto de resignada. Pues nunca supo la miserable de amor alguno grande ó pequeño que la alentara, no le fué dable sobre la vida soñar un sueño. La tonsuraron los sinsabores que la flagelan como á inocente; ¡en la vendimia de los amores fué desgranado racimo ausente ! Fué una azucena sobre el pantano, flor de desdichas á libertarla no vino nadie, no hubo una mano que se tendiese para arrancarla. Sin libertarse —siempre vencida ni en el principio de su nial mismo tuvo las glorias de la caída, su primer cuna ya era el abismo. Bajo la sombra que la nimbara pasó su noche sin una aurora sin que en la vida la conturbara ningún deseo de pecadora. Por eso guarda con sus pesares como un reproche que se refleja en las arrugas, sus azahares de nunca novia, de virgen vieja. Las ansias nobles, sólo dejaron esa agonía que no la mata jamás á ella la aprisionaron como entre flores, rejas de plata. Forjó ilusiones y las más leves la sepultaron como en escombros; sobre su testa cayeron nieves, y honras de harapos sobre sus hombros. Porque fué buena dio en la locura de cubrir todas sus cicatrices; puso los besos de su ternura en sus hermanos los infelices. Por eso á veces tiene su duelo, en sus cansados ojos sin brillo, llantos que caen como un consuelo sobre las llagas del conventillo. Carne que azotan todos los males, burla sangrienta oe los muchachos, dádiva y sobra de los portales, mancha de vino de los borrachos: ahí va la insana, como un viviente símbolo rudo de una ironía, llena de sombras en la esplendente, en la radiante gloria del día. Tal vez alguna visión extraña ha conmovido su indiferencia por eso cruza triste y huraña como una imagen de la demencia. Y allá —sombría y adusto el ceño, obsesionada por las crueldades va taciturna como un ensueño que derrotaron las realidades! EVARISTO CARRIEGO. Dib. de Gím¿nez,

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  • La viejecita Sobre la acera que e sol escalda,

    doblado el cuerpo, la cruz obliga, lomo sangriento que es una espalda desprecio y sobra de la fatiga, pasa la vieja, la inconsolable, la que es apenas un desperdicio del infortunio, la lamentable carne cansada de sacrificio. La viejecita, la que se siente un sediirLei,ito de la materia, deshecho intil, salmo doliente del Evangelio de la Miseria. Luz de pesares, propios ajenos, sobre la pena de su faz mustia dejan estigmas de dolor llenos entristeciendo su misma angustia; su enorme angustia que ha compartido como el mendrugo que no la sacia, con esa nia que ha recogido, retono de otros, en su desgracia. Esa pequea que va su lado, la que maana ser su apoyo, flor del suburbio desconsolado, rosa de anemia que dio el arroyo. Vida sin lucha ya prisionera, pichn de un nido que no fu eterno; Sonriente rayo de primavera sobre la nieve de aquel invierno! Radiacin rubia de luz que arde como un sol nuevo frente un ocaso triste promesa; mujer ms tarde linda y deseada, que ser acaso la Ins vencida, la dulce monja de los tenorios de la taberna, cuando el encanto de la lisonja le d su frase nefajida y tierna. Ritual vedado de sensaciones, trgicos sueos de horas aciagas, hostias de vicios y tentaciones de las alegres, jvenes magas. Qu de heronas pobres y oscuras, en eso dramas, cuantas Ofelias; los arrabales tienen sus puras

    tsicas Damas de las Camelias I Por eso sufre la mendicante como una idea terrible y fija que no ha empaado su amor radiante por esa hija que no es su hija. JMas sus bondades de esclavizada jams del crudo dolor la eximen; sin haber sido siquiera amada se siente madre de los que gimen. Madre haraposa, madre desnuda manto de amores de barrio bajo; es una amarga protesta muda esa devota de San Andrajo, que conociese slo los besos de rudos fros en los portales; como descanso para sus huesos slo le dieron los hospitales! Girn humano que siempre flota sobre sus ansias indefinibles; bondad enferma que no se agota ni en las miserias irredimibles que la torturan, sin un olvido para sus lacras, para su suerte, con la certeza de haber vivido como un despojo, para la muerte! Sin que la salve la mansedumbre enervadora de su energa; ver la existencia como una cumbre desde la nada de su agona! Por eso veces tiene amarguras, tiene amarguras de derrotada, que se traducen en frases duras y dan en llanto de resignada. Pues nunca supo la miserable de amor alguno grande pequeo que la alentara, no le fu dable sobre la vida soar un sueo. La tonsuraron los sinsabores que la flagelan como inocente; en la vendimia de los amores fu desgranado racimo ausente ! Fu una azucena sobre el pantano, flor de desdichas libertarla no vino nadie, no hubo una mano que se tendiese para arrancarla. Sin libertarse siempre vencida ni en el principio de su nial mismo tuvo las glorias de la cada, su primer cuna ya era el abismo. Bajo la sombra que la nimbara pas su noche sin una aurora sin que en la vida la conturbara ningn deseo de pecadora. Por eso guarda con sus pesares como un reproche que se refleja en las arrugas, sus azahares de nunca novia, de virgen vieja. Las ansias nobles, slo dejaron esa agona que no la mata jams ella la aprisionaron como entre flores, rejas de plata. Forj ilusiones y las ms leves la sepultaron como en escombros; sobre su testa cayeron nieves, y honras de harapos sobre sus hombros. Porque fu buena dio en la locura de cubrir todas sus cicatrices; puso los besos de su ternura en sus hermanos los infelices. Por eso veces tiene su duelo, en sus cansados ojos sin brillo, llantos que caen como un consuelo sobre las llagas del conventillo. Carne que azotan todos los males, burla sangrienta oe los muchachos, ddiva y sobra de los portales, mancha de vino de los borrachos: ah va la insana, como un viviente smbolo rudo de una irona, llena de sombras en la esplendente, en la radiante gloria del da. Tal vez alguna visin extraa ha conmovido su indiferencia por eso cruza triste y huraa como una imagen de la demencia. Y all sombra y adusto el ceo, obsesionada por las crueldades va taciturna como un ensueo que derrotaron las realidades!

    EVARISTO CARRIEGO.

    Dib. de Gmnez,

    AdministradorTexto escrito a mquinaCaras y Caretas n. 412, 25 de agosto de 1906

  • Fu al cae}- de las hojas. La ago.

    del sol, iba empezar desoladora,

    y en el viento, ima vieja arrulladot

    rezongaba su grave letana.

    Al balcn asomada, sonrea

    en su fiyia altivez provocadora,

    luciendo su elegancia seductora

    que una nube de encajes envolva.

    Revelando las lneas impecables

    de las formas, sus gracias adorables,

    del raso y del Deseo prisioneras

    asi, toda de blanco, semejaba

    una inmensa magnolia que anunciaba

    yo no s qu fecundas Primaveras.

    EVARISTO

    Dh. (ic Zavattaro. .

    CARRIEGO.

    AdministradorTexto escrito a mquina

    AdministradorTexto escrito a mquina

    AdministradorTexto escrito a mquinaCaras y Caretas n. 449, 11 de mayo de 1907

  • ( b t l libro " A l s i i Herejes", prximo aparecer)

    Yn Megan cansados en rondas hambrientas husmear buenos trozos entre los residuos ; caridad de afables cristianas sirvientas que tienen por ellos cuidados asiduos.

    La humildad que baja de sus lagrimales se trueca en desplantes de ladridos fieros : no en vano regresan de sucios portales, cumplida su ingrata misin de cerberos.

    Espritus sabios en sus devociones, ladran suis blasfemias como ngeles malos, pero en los oficios de las contriciones los mueve ser santos la uncin de los palos.

    Cras corajudas, de castigo eximen las delincuentes famas orilleras, si es (|ue se discute la causa del crimen (|uc apasion al barrio semanas enteras . . .

    En las castas horas de amables ensuet'ios, son, regularmente, como nadie parcos en el decir, pero se tornan risueos cuando beben agua de luna en los charcos.

    De noche, consuelan la angustia infinita de las incurables, (|ue en los conventillos dulcemente lloran la Margarita que muere en las teclas de los organillos.

    Puntuales consignas, jams olvidadas, son los que despiertan, fielmente severos, las obreritas, en las madrugadas i|uc anuncian las dianas de los gallineros.

    Se entristecen cuando la mujer insulta . . . ese sinvergenza que aun no ha venido. ^' en su compaa descubren la oculta, lejana cantina donde est el marido.

    Luctuosos de mugre, van los velorios, donde, haciendo cruces, araan las puertas y, muy compasivos, gruen responsorios y recitan Salves por las novias muertas.

    Hallan escondrijos de cosas guardadas, y, cautos, divulgan en el vecindario frmulas secretas de alquimias, robadas al hosco silencio de algn visionario.

    Con mucho sigilo, ferozmente serios, en el amplio, oscuro templo de la acera, celebran sus ritos de foscos misterios, aullando exorcismos contra la perrera.

    Custodian el acto, de extraas figuras, los insospechados de infames traiciones ; hay autoritarias torvas cataduras de perros caudillos y perros matones.

    Uno, sobre todo, terror de valientes, janis derrotado volvi la covacha : i quizs Juan Moreira le puso en los dientes su daga de guapo sin miedo y sin tacha!

    Y hay otro, que, cuando la fiesta termina, hablando los fieles con raro lenguaje, parece un apstol de gleba canina que dice las gentes su Verbo salvaje.

    Y hay otro, apacible, gentilmente culto, de finos modales, ingenioso y diestro en estratagemas de escurrir el bulto, y :'i ciuien los noveles le llaman Maestro.

    Y otro, que en su orgullo se llama nietzcheano, siempre maculado de filosofa, en cien bellas frases, de credo inhumano. ex]yone la Horda tremendas teoras.

    Y otro, de impecada flacura de asceta, que veces fulmina no s que amenaza, es el escuchado tonante profeta tpile augura el destino mejor de la Raza.

    Y algunos, que acaso fueran ovejeros en las mocedades de sus correras, relatan historias de gauchos matreros con quienes pelearon las policas.

    Y otros, caballeros (|ue leen Don Quijote y ya han recibido ms ile una pedrea, casi pontifican (pie siempre el azote ha sido recurso de toda ra lea . . .

    Y otros, familiares reliiuias vivientes (pie atiende el Bsfmio. sarnosos y viejos, mas con su prestigio de bocas sin dientes, inician varios que piden consejos.

    . . . Y ah estn. De pronto vuelven, todos juntos, narrarse, en orden, sus melancolas : pregunta y respuesta, como en contrapuntos de fi'inebres salmos que son letanas.

    i Parece que el alma de los payadores hubiese pasado por sobre la tropa, y que, frente graves jueces gruidores, est Santos Vega, y est Juan sin Ropa!

    . . . Qu ser ese inquieto pavor tumultuario que desde la sombra llega, la sordina? 1 Como si rezasen lgubres rosarios, de hostiles rumores se puebla la esquinal

    Se van galopando... Por (pi hubrn huido? . . . 1 Qu sola ha quedado la calle 1 i Qu honda la pena del ronco furor del aullido I No sientes, hermano? Se aleja la ronda . . .

    EVARISTO CARRIEGO.

    Dih. de HolnUDin,

    AdministradorTexto escrito a mquinaCaras y Caretas n. 515, 15 de agosto de 1908

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    EL UELC Como ya en el barrio corri la noticia,

    algunos vecinos llegan consternados,

    diciendo en voz baia toda la iniusticia

    que amarga la suerte dlos desdichados..,

    A princioios de ao, reoentinamente

    muri el mayorc i lo . . . i Si es para asustarse:

    apfnas lo entlerran, cuando fatalmente,

    !a misma desgracia vuelve presentarse...

    n medio del cuadro de caras llorosas,

    que llena el ambiente de recogimiento,

    el padre recibe las frases piadosas

    con que lo acompalan en el sentimiento.. .

    Los ntimos quieren lleva'rseio afuera,

    pues presienten una decisin sombra

    en su mirar f i l o . . . De cualquier manera

    con desesperarse nada sacara. . .

    Porque hay que ser hombre, cede a' las instancias

    de los allegados, que fingen el gesto

    de cansancio, propio de las circunstancias.

    ...Paciencia, por algo Dios lo habr dispuesto.. .

    La forma expresiva de las condolencias

    narra lo sincero de las aflicciones,

    que " r e c i n " en estas duras emergencias

    se aprecian las pecas buenas relaciones.

    Entre ios amigos que iian ido excusarse,

    uno que otro padre de familia pasa

    cumplir, sintiendo no poder quedarse:

    . . . ellos tambin tienen enfermos en c a s a ! . . .

    Encuentran el golpe realmente sensible,

    aunque irreparable; saben que sus puestos

    esta'n all, p e r o . . . les es imposible:

    al fin, cran hijos, y se hallan expuestos...

    Como habla del duelo todo el conventillo,

    vienen comentarios desde la cocina,

    mientras el teclado del ronco organillo,

    mas roncj y ms grave, solloza en la esquina.

    las muchas vecinas, que desde temprano

    fueron brindarse, siempre cumplidoras,

    estn asombradas... l era bien sano,

    y en tan corto tiempo: cuarenta y ocho h o r a s ! . . .

    Parece mentira! Pobre f i n a d l t o ! . . .

    Nunca, [amas daba que hacer la gente:

    haba que veilo, ya tan hombree to,

    tan fino en sus modos, y tan obediente!

    La angustiada madre que llorando apura

    el cliz que el usto Sefor le depara,

    muestra las visitas la vieia figura

    conque la noche antes l an lugara.

    Dib. de Friedri'-h.

    V, afanosamente, buscando al acaso,

    halla, entre las vueltas de una serpentina,

    aquel desteido Iraie de payaso

    que le regalase su santa madrina.

    Y la rubia imagen, la cual rezaba

    truncas devociones de rezos ta rd os . . .

    iAh, qu uncin la suya cuando comenzaba;

    "Jess Nazareno, rey de los l u d i o s . . . "

    (omo esas benditas cosas no la dejan,

    y ella torna al mismo fnebre relato,

    y va siendo tarde, todas la aconiejan

    cariosamente, recostarse un rato.

    Muchas de las que hace tiempo permanecen

    con ella, se marchan, pues no les permite

    quedarse la hora; pero antes, se ofrecen

    para algo de apuro que se necesite. . .

    Las de "compromiso" , van abandonando.,

    silenciosamente la pieza mortuoria:

    slo las parienfas se aguardan, orando

    por el angelito que sube la Gloria.

    La crdula hermana, se acerca, en puntillas,

    ver nuevamente, " . . . si ya est desp ier to . . . "

    y le llama, y pone sus frescas mejillas

    sobre la apacible carita del muerto.

    En el otro cuarto, se tocan asuntos

    de inters notorio; programas navales,

    cuestiones, alarmas, crisis y presuntos

    casos de conflictos internacionales.

    Los que se declaran antipatrioteros,

    sin decir por ello que acaso no mientan:

    afirmar se atreven que los "b ras i le ros"

    no han de ser tan " f l o j o s " , segn los presentan

    Mientras corre el mate, se insinan dalos

    sobre las carreras y las elecciones;

    y la " f i j a , al f reno" , de lo; candidatos

    es causa de algunas serias discusiones.

    Como no es posible que en esos instantes, |

    y habiendo muchachas, puedan sostenerse

    sin ningn motivo, temas semejantes,

    los juegos de prendas van proponerse.

    Varios se reran, como pesarosos

    de no acompaarlos: no hay otro remedio;

    quizs esperasen, sin duda gustosos,

    si fuerzas mayores que estn de por med io . . .

    Y, al defar al padre menos afligido,

    las susurradas rases de la breve

    triste despedida, sigue el convenido

    casi mister ioso. . , Maana a las n u e v e . . .

    EVARISTO CARRIEGO,

    AdministradorTexto escrito a mquinaCaras y Caretas n. 529, 21 de noviembre de 1908

  • El casamiento Como nada consigue siendo 'prudente

    del montn de curiosos que han hecho rueda esperando los novios, vuelve el agente disolver los grupos de la.- vereda.

    Que despus del desorden que hace un monieutu se produjo, interviene de rato en ra to : 'ida cinco minutos cae el sargento y, con razn, no quiere pagar el p a t o . . .

    En la acera de enfrente varias chismosas que se hallan al tanto de lo que pasa, aseguran que para ver ciertas cosas, mucho mejor sera quedarse en casa.

    Aunque tal acontece to4o es posible, sacando consecuencias poco oportunas, lamenta una insidiosa la incomprensible suerte que, por desgracia, tienen algunas. . .

    Y no es el primer c a s o . . . Si bien le extrna

  • . . . T tampofo me has odo? Bueno, que no se repita otra vez ese silbido. Eh, muchachos, no hagis ruido: se fu dormir abuelita.

    Recordando vuestros sustos, continuamente se que.ia. Tamos, muchachos, sed justos y no le d'is ms disgustos: cada da est ms vie^a.. .

    Ahora s-.hn vuelto idiosa. . . Cfuando comienza porfiar, se pone de ji^stidiofea! Ya lo veis: pir cualquier cosa no cesia de r e ^ ^ g a r ,

    . . . T tambrfep? Va para rato que olvidaste tu promesa: despus de rniper^el plato, le pisas la cola al gato por debajo de la mesa!

    Conque te muestras violento porque mi sermn te irrita? . . . Es intil ese cuento. . . No te muevas de tu asiento: te conozco, mrascarita!

    Si tratas bien el asunto de h o y o y e s , cabeza hueca? y copias lo que te apunto, tendrs las diez en punto caf con pan y manteca.

    Y, propsito, ya veo que te volcaste la sopa en la blusa, no? Yo creo que comer as es muy feo: linda te has puesto la ropa!

    T . . . No inquietes tu hermana tirndole de la trenza, ,Respondes de mala gana? Todo por una manzana !. . . Pedazo de sinvergenza!

    Y t. recin te has fijado que no para de garuar? Al pit io as? Ten cuidado, no salgas desabrigado, que te pxiedes resfriar.

    Pienso en e l l a s . . . En su ob^soura mala suerte, y pienso luego, con un poco de ternura: en qu ensueo de amargura se hallar abstrado el ciego?

    All, solo, en el -altillo, ' moliendo la misma pieza, quizs suena el organillo: aunque el aire es tan sencillo, no cansa, da una tr isteza!. . .

    Llora el ritmo sooliento que tanto gusta la loca amiga nuestra. . . El son lento. . Toca con. un sentimiento! Qu pensar cuando toca?

    Cmo le hace comprender, noche noche, al lazarillo cuanto le apena el tener que fumar sin poder ver el Immo del cigarrillo!

    Y los otros? Los huraos vec inos? . . . La costurera un poquito entrada en a o s ? . . . I Si sern Ins desengaos que la dejaron soltera ?

    Si bien la historia no es clara, dice lu chismografa que una prima le robara el novio, en su misma cara : jugando la lotera.

    Otro que lleva una v ida . . . es el haragn de al lado. Y encuentra quien lo convida embriagarse! La. bebida! . . . Por qu vendr en ese estado?

    Y ese hombre al que nadie ha odo hablar en una semana de vivir casi escondido, que sale ya anochecido y vuelve muy de maana!

    Y aquellos qiie nos dejraron? Tan obsequiosos y fieleis! El da que se mudaron recuerdo que nos mandaron una fuente de pasteles.

    Y la viudla de la esquinia? La viuda muri anteayer. Bien deca la adivina, que cuando Dios determina, ya no hay nada ms que hacer!

    De los cuatro huerfanitos no se sabe qu ser: A dnde irn? jPobrecitos, hermanos, los muchachito,s que se quedan sin mam!

    . . . Mira, muchacho, la vela se va terminar; repasa tus lecciones de la escuela . . . Ya se ha dormido la abuela: qu silencio hay en la casa!

    Cae montonamente el a g u a . . . Qu silencioso el barrio! El perro de enfrente dej de ladrar. La gente se habr entregado al reposo?

    Al fin y al cabo valiera ms olvidar la. traicin, pero por esa zoncera de la pena que le diera se enferm del corazn.

    Evaristo CARRIEGO.

    DIh. de Hohmann.

    AdministradorTexto escrito a mquinaCaras y Caretas n. 574, 02 de octubre de 1909

  • Huy es mi din lion-ibl'. Ya es valiente quien se atreve salir re su agujero. . . Qu modo de llover! Fiiriosameiit
  • Y sigue el ehaparrn. Cmo dihivia en el jardn! Adis el enrejado; era un adorno, al fin... Maldita lluvia... Daba una vista, as, reciu pintado!

    Adis con esto viento la glorieta!... Los claveles, niuchaclias, los claveles: quien no vuelva trayendo una maceta se quedar esta noclie sin pasteles!

    A ver, r io r inda , ver dcnde pisa-[mos:

    las baldosas del patio se hallan flojas y te salpican toda entera... Vamos, por ah no; con cuidado, que te mojas!

    Tan destiempo el resbaln, jno es [cierto?

    Ah, ese primo, si hubiese andado listo! Y se atreve decir que ha descubierto unas cosas ms lindas! Lo qu ha visto!

    Reproches?... Se ha lucido la lectora. Tambin la otra zonza es tan austera! Se ha lucido. Si lo supiese ahora alguno que ya s... Si lo supiera!

    Lo hizo de gusto, madre, s, do gust: la empuj adrede, sabes? Mentiroso! Por culpa de l, la pobre se dio un susl')! Y festeja sus gracias, el od ioso . . .

    La rubia! (.'mo viene de agitada! jQue lo gan correr las eternas despaciosas? Jess, qu colorada! Ser porque al saltar mostr las pier-

    [ n a s ;

    Mralas, madre: llegan hechas sopas. A mudarse, muchachas, mudarse! SI, no? dejarse estar con esas ropas empapadas. No vayan enfermarse. . . !

    Y aun se quedan porfiar. Las fachas! Ha.v ms? Caramba con las seoritas... Hasta cundo, por Dios! Pronto, nu-

    [ehachas,

    que se van enfriar las tortas fr i tas!

    Evaristo CARRIEGO.

    Dih. c Holimaiin.

  • y en el largo silencio que de repente como una obsesin mala llena el ambiente, muy quedo, la hermanita va comenzar la oracin, noche noche tartamudeada, por aquella perdida, desamorada, que hace ya cinco meses dej el hogar.

    EVARISTO CARRIEGO. Dib. de Hohmann.

    AdministradorTexto escrito a mquinaCaras y Caretas n. 601, 09 de abril de 1910

  • La silla que ahora nadie ocupa

    Con la vista clavada sobre la copa

    se halla abstrado el padre desde hace ra to :

    pocos momentos antes rechaz el plato

    del cual apenas quiso probar la sopa.

    De tiempo en tiempo, casi furtivamente,

    llega en silencio alguna que otra mirada

    hasta la vieja silla desocupada

    que alguien, olvidadizo, coloc en frente.

    Y mientras se ensombrecen todas las caras,

    cesa de pronto el ruido de las cucharas

    porque iBOcenteinente, como empujado

    por esa idea fija que no se va,

    el menor de los chicos ha preguntado

    cuando sei: el regreso de la mam.

    4

    Evaristo CARRIEGO.

    Dib. (le Friedrich.

    AdministradorTexto escrito a mquinaCaras y Caretas n. 628, 15 de octubre de 1910

  • -gUiJjajijjHjj.iujjuti^uj.ij.Muig)imiijj^.utl^ilWWj'il^

    Se fu hace dos dias. Ya no era posible fingir por ms tiempo.. . Daba compasin verla aguantar esa maldad insufrible de las compaeras, tan sin corazn!

    Aunque nada llevan las conversaciones, en el barrio corren mil suposiciones y hasta en algo grave se llega creer.

    i Qu cara tena la costurerita, qu ojos ms extraos, esa tardecita que dej la casa para no volver!

    EVARISTO CARRIEGO. Di'ii, de Friedrich.

    ' 'In^ ii-vJlX

    ///

    'r/ ^

    '4

    AdministradorTexto escrito a mquinaCaras y Caretas n. 653, 08 de abril de 1911

  • Mas vuelto...

    HiiM vuelto, orfiuiillo. l'lii IM acc-ra hay rHa.s. Ilaa vuelto llorn y cansado i'oino antes.

    El ('ieg te osperu hiH nii'ia (lo lius noches, Mentado i'i (a puerta. Calla y escucha. Borrosas memorias de cosas lojanaa evoca en silencio, de cosas de cuando sus ojos tenan maanas, de cuando era joven. . . la novia. . . quin sabe! Alearas, penas

    vividas en horas distante. Qu suave se le |ioe el rostro ca(hi ve/, que suenas al}n aire anti(;uo! Uecuerda y suspira, las vuelto, or^'anillo. La ente modesta te mira pasar, melanclicamente. Pianito ((U cruza,s la calle cansado, moliendo el eterno l'amiliar, motivo (|Ue el ao pasado ^cma la lima de invierno: CoM tu voz ;anosa dirs en la es(iuina la cancin inficiiua, la de siempre, acaso esa preferida de nuestra vecina la costurerita que dio aquel mal paso. Y luefio de un valse te irs como una tristeza (pie cruza la calle desierta, y habr quien se quedo mirando la luna desde ali;una puerta.

    i Adis, alma nuestra! parece ipu' dicen las gentes en cuanto te alejas. l ' ianito d(d ilnlce inotivo (pie mece memorias (pieridas y xicjas! .\iiO(die, despu(''s (pie te fuiste, cuando todo el barrio volva al sosiej^o -(pi tr iste! lloraban los ojos did ciej^o.

    Evaristo CARRIEGO.

    '''$

  • Ca inquietud

    i)!) rJrcIt.

    Ces tiene preocupados v tristes la tardansa Oe la bermono. Cos nios no juegan con el gato ni recuerdan al)ora lo be la adivinansa que propusiera alguno para pasar el rato.

    De ves en cuando el padre mira el reloj: parecen inds largos los minutos. Una palabra dura no acaba. Cas muct)acl7as que cosen permanecen calladas, con los ojos fijos en la costura.

    Cas dies V an no vuelve. \fa ninguno desl^ecba como al principio, aquella dolorosa sospecha . . . ei padre que bo olvidado la lectura empesada enciende otro cigarro.

    Cansados de esperar los nios se levantan, v s i" preguntar nada dicen las buenas noches v se van acostar.

    evaristo CflRRieOO.

    AdministradorTexto escrito a mquinaCaras y Caretas n. 685, 18 de noviembre de 1911

  • n o . Te Sigo que no. S lo que Digo:

    nunca ms, nunca ms tendremos novia,

    V pasorn los aos pero nunca

    ms volveremos querer otra. Va lo ves . V pensar que nos decas,

    afligida quisas de verte sola,

    que cuando te murieses

    ni te recordaramos. Qu tonta!

    SI. pasarn los aos, pero siempre

    como un recuerdo bueno, toda l^ora

    estars con nosotros.

    Con nosotros.. . porque eres cariosa

    como nadie lo fu. Te lo decimos

    tarde, no e s cierto?, un poco tarde, albora

    que no nos puedes escuct^ar. cnuclyactyas como t 17a J^abido pocas.

    rio temas nada: te recordaremos,

    V te recordaremos t sola:

    ninguna ms, ninguna ms.. . Vo nunca

    ms volveremos querer otra.

    voristo Cf lRRieeo .

    '*f'. i H^^mAfi't.

    * - , -

    AdministradorTexto escrito a mquinaCaras y Caretas n. 702, 16 de marzo de 1912

  • MAMBRU SE FUE A LA GUERRA

    Mambr se fu la guerra... Vamos, linda vecina!

    ccon su ronga catanga los chicos de la acera

    te harn llorar, ahora? No seas sensiblera

    y piensa que esta noche de verano es divina

    y hay luna, mucha luna. Todo por esa racha

    de recuerdos que llegan sin traer al causante,

    i todo por el veleta que fu novio amante

    all, en tus ms lejanas locuras de muchacha!

    Que nunca en tantos aos se te oyera una queja

    y te aflijas ahora, cuando eres casi vieja,

    por quien, al fin y al cabo, dnde est, si es que est?

    Seamos muchachitos... Empecemos el canto

    sin que te ponga fea como hace poco el llanto:

    Mambr se fu la guerra, Mambr no volver.

    ''). le PrUiltich

    EvAKiSTO CARRIEGO.

    AdministradorTexto escrito a mquinaCaras y Caretas n. 707, 20 de abril de 1912

    1906-08-25 Caras y caretas (Buenos Aires). 25-8-1906, n. 412, pgina 51._noPW1907-05-11 Caras y caretas (Buenos Aires). 11-5-1907, n. 449, pgina 57._noPW1908-08-15 Caras y caretas (Buenos Aires). 15-8-1908, n. 515, pgina 58._noPW1908-11-21 Caras y caretas (Buenos Aires). 21-11-1908, n. 529, pgina 66._noPW1909-07-17 Caras y caretas (Buenos Aires). 17-7-1909, n. 563, pgina 55._noPW1909-10-02 Caras y caretas (Buenos Aires). 2-10-1909, n. 574, pgina 54._noPW1910-01-01 Caras y caretas (Buenos Aires). 1-1-1910, n. 587, pgina 135_noPW1910-01-01 Caras y caretas (Buenos Aires). 1-1-1910, n. 587, pgina 136_noPW1910-04-09 Caras y caretas (Buenos Aires). 9-4-1910, n. 601, pgina 64_noPW1910-10-15 Caras y caretas (Buenos Aires). 15-10-1910, n. 628, pgina 85_noPW1911-04-08 Caras y caretas (Buenos Aires). 8-4-1911, n. 653, pgina 79_noPW1911-09-23 Caras y caretas (Buenos Aires). 23-9-1911, n. 677, pgina 65._noPW1911-11-18 Pginas desde19111118_00685_noPW_noPW1912-03-16 Pginas desde19120316_00702_noPW_noPW1912-04-20 Caras y caretas (Buenos Aires). 20-4-1912, n. 707, pgina 85._noPW