Carta Circular de Cuaresma 1964

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CARTA CIRCULAR DE CUARESMA 1964 Satisfacerse con lo ya aprendido en la formación (sacerdotal) y quedarse sin más con ello no sólo es perjudicial para la tarea pastoral y para la predicación sino que es una desgracia para el planteo tan poderosamente humano de la vida sacerdotal de hoy en día. Quien no se interesa en las corrientes espirituales que determinan nuestro tiempo en teología, filosofía, ciencias, técnica, sociología, arte, etc.; quien no se ocupa de ellas en la medida de sus dotes y de su tiempo, no puede obrar ya como sal de la tierra. En efecto, no sabe valorizar ni poner en contacto con la revelación del Dios vivo las realidades concretas de todos los días, las necesidades de los tiempos, los avances del espíritu y los auténticos progresos. Tal sacerdote no debe extrañarse si se le tiene por retrasado y si aparece extraño a la vida e inauténtico frente a medios obreros, universitarios y aun campesinos. Un alarde de autoridad sacerdotal sería inútil; más aún, no haría sino agravar la situación. El sacerdote debe guardar las reglas del juego de la sociedad moderna: en ella pueden actuar solamente aquellos que tienen antenas para captar y que siguen siendo activos buscadores y aprendices en la ciencia y en la vida de sus contemporáneos; en una palabra: que sigan siendo auténticos interlocutores. Card. Julio Doefner

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  • CARTA CIRCULAR DE CUARESMA 1964

    Satisfacerse con lo ya aprendido en la formacin (sacerdotal) y quedarse sin ms con ello no slo es perjudicial para la tarea pastoral y para la predicacin sino que es una desgracia para el planteo tan poderosamente humano de la vida sacerdotal de hoy en da. Quien no se interesa en las corrientes espirituales que determinan nuestro tiempo en teologa, filosofa, ciencias, tcnica, sociologa, arte, etc.; quien no se ocupa de ellas en la medida de sus dotes y de su tiempo, no puede obrar ya como sal de la tierra.

    En efecto, no sabe valorizar ni poner en contacto con la revelacin del Dios vivo las realidades concretas de todos los das, las necesidades de los tiempos, los avances del espritu y los autnticos progresos. Tal sacerdote no debe extraarse si se le tiene por retrasado y si aparece extrao a la vida e inautntico frente a medios obreros, universitarios y aun campesinos. Un alarde de autoridad sacerdotal sera intil; ms an, no hara sino agravar la situacin.

    El sacerdote debe guardar las reglas del juego de la sociedad moderna: en ella pueden actuar solamente aquellos que tienen antenas para captar y que siguen siendo activos buscadores y aprendices en la ciencia y en la vida de sus contemporneos; en una palabra: que sigan siendo autnticos interlocutores.

    Card. Julio Doefner