Carta de Presentación Directora de la Carrera · Me permito presentar el trabajo de grado titulado...
Transcript of Carta de Presentación Directora de la Carrera · Me permito presentar el trabajo de grado titulado...
Carta de Presentación Directora de la Carrera
Bogotá, 23 de Marzo de 2010 Señores BIBLIOTECA GENERAL Pontificia Universidad Javeriana Ciudad Respetados Señores, Me permito presentar el trabajo de grado titulado LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA EN COLOMBIA. LOS DESAFÍOS DE PENSAR LA MEMORIA HISTÓRICA EN MEDIO DEL CONFLICTO, elaborado por el estudiante de la Carrera de Ciencia Política ANGELA MARÍA ESCOBAR SALAS, identificado con la Cédula de Ciudadanía No. 1’020.717.162, para que se incluya en el catálogo de consulta. Cordialmente, ADRIANA CASTRO GONZÁLEZ Directora Carrera de Ciencia Política
CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES PARA LA CONSULTA, LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL, Y PUBLICACIÓN ELECTRÓNICA DEL TEXTO COMPLETO.
(OPCIONAL)
Bogotá, 23 de Marzo de 2010
Marque con una X
Tesis doctoral Trabajo de Grado
Señores BIBLIOTECA GENERAL Cuidad Estimados Señores:
La suscrita ANGELA MARÍA ESCOBAR SALAS, con C.C. No. 1’020.717.162, autor de la tesis doctoral y/o trabajo de grado titulado LA CONSTRUCCIÓN DE MEMORIA EN COLOMBIA. LOS DESAFÍOS DE PENSAR LA MEMORIA EN MEDIO DEL CONFLICTO, presentado y aprobado en el año 2009 como requisito para optar al título de POLITÓLOGA; autorizo a la Biblioteca General de la Universidad Javeriana para que con fines académicos, muestre al mundo la producción intelectual de la Universidad Javeriana, a través de la visibilidad de su contenido de la siguiente manera:
Los usuarios puedan consultar el contenido de este trabajo de grado en Biblos, en los sitios web que administra la Universidad, en Bases de Datos, en otros Catálogos y en otros sitios web, Redes y Sistemas de Información nacionales e internacionales “Open Access” y en las redes de información del país y del exterior, con las cuales tenga convenio la Universidad Javeriana.
Permita la consulta, la reproducción, a los usuarios interesados en el contenido de este trabajo, para todos los usos que tengan finalidad académica, ya sea en formato CD-ROM o digital desde Internet, Intranet, etc., y en general para cualquier formato conocido o por conocer.
Continúo conservando los correspondientes derechos sin modificación o restricción alguna; puesto que de acuerdo con la legislación colombiana aplicable, el presente es un acuerdo jurídico que en ningún caso conlleva la enajenación del derecho de autor y sus conexos.
De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables.
Angela María Escobar Salas C.C. # 1’020.717.162 NOTA IMPORTANTE: El autor y o autores certifican que conocen las derivadas jurídicas que se generan en aplicación de los principios del derecho de autor. FACULTAD: CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES PROGRAMA ACADÉMICO: CIENCIA POLÍTICA ESTUDIANTE: ANGELA MARÍA ESCOBAR SALAS
FORMULARIO DE LA DESCRIPCIÓN DE LA TESIS DOCTORAL O DEL TRABAJO DE GRADO
TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS DOCTORAL O TRABAJO DE GRADO: LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA EN COLOMBIA. LOS DESAFÍOS DE PENSAR LA MEMORIA EN MEDIO DEL CONFLICTO.
AUTOR O AUTORES
Apellidos Completos Nombres Completos
ESCOBAR SALAS
ANGELA MARÍA
DIRECTOR (ES) TESIS DOCTORAL O DEL TRABAJO DE GRADO
Apellidos Completos Nombres Completos
TURIZO PINZÓN
DAVID
TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE: POLITÓLOGA FACULTAD: CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES PROGRAMA: Carrera _X_ Licenciatura ___ Especialización ____ Maestría ____ Doctorado ____ NOMBRE DEL PROGRAMA: CIENCIA POLÍTICA NOMBRES Y APELLIDOS DEL DIRECTOR DEL PROGRAMA: ADRIANA CASTRO GONZÁLEZ CIUDAD: BOGOTA AÑO DE PRESENTACIÓN DEL TRABAJO DE GRADO: __2009__ NÚMERO DE PÁGINAS: 73 pp_ TIPO DE ILUSTRACIONES:
Ilustraciones - Planos Mapas (X) - Láminas Retratos - Fotografías (X) Tablas, gráficos y diagramas (X)
SOFTWARE requerido y/o especializado para la lectura del documento: ADOBE READER
DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVES EN ESPAÑOL E INGLÉS: Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Unidad de Procesos Técnicos de la Biblioteca General en el correo [email protected], donde se les orientará).
ESPAÑOL INGLÉS
Memoria Memory Construcción de paz Peacebuilding Trujillo (Colombia) Trujillo (Colombia) Asociación de familiares de las víctimas Asociación de familiares de las víctimas de los hechos violentos de Trujillo, AFAVIT de los hechos violentos de Trujillo, AFAVIT
Desafíos políticos e institucionales Political and institucional challenges Desafíos sociales Social challenges Desafíos culturales Cultural challenges Desafíos para las víctimas Challenges from victims RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS: Los procesos de construcción de memoria más conocidos de la historia han sido desarrollados, en la mayoría de los casos, en escenarios de postconflicto como uno de los electos asociados a la justicia transicional. Casos como el de El Salvador, Guatemala y Perú son un ejemplo de ello. Sin embargo, Colombia se aleja de ellos porque la construcción de memoria tiene lugar en medio de un conflicto inconcluso, que plantea algunos desafíos en este proceso. A través de las experiencias del Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, su trabajo con la Asociación de familiares de las víctimas de los hechos violentos de Trujillo (AFAVIT), y comprendiendo la memoria como un mecanismo de construcción de paz, este trabajo describe y analiza cuáles son los desafíos que enfrenta la construcción de memoria en la realidad colombiana.
Most important memory-building process of history was development on postconflict context as transitional justice item. El Salvador, Guatemala and Peru cases are examples about that. However Colombian case is unlike from these because the memory-building takes place in the midst of unfinished conflict, which establishes some challenges to this process. Through the experience of the Grupo de Memoria Histórica of Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, their work with Asociación de familiares de las víctimas de los hechos violentos de Trujillo (AFAVIT), and understanding the memory as a peacebuilding mechanism, this document describes and analyses what are the memory-building challenges that the Colombian reality faces.
LA CONSTRUCCIÓN DE MEMORIA EN COLOMBIA. LOS DESAFÍOS DE PENSAR LA MEMORIA HISTÓRICA EN MEDIO DEL CONFLICTO.
ANGELA MARÍA ESCOBAR SALAS
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA BOGOTÁ D, C.
2009
LA CONSTRUCCIÓN DE MEMORIA EN COLOMBIA. LOS DESAFÍOS DE PENSAR LA MEMORIA HISTÓRICA EN MEDIO DEL CONFLICTO.
ANGELA MARÍA ESCOBAR SALAS
Trabajo de grado para optar el título de Politóloga
DIRECTOR DE TESIS DAVID TURIZO PINZÓN
Politólogo, Asesor Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA BOGOTÁ D, C.
2009
Tabla de Contenido
Introducción Capítulo I – La construcción de paz en el postconflicto: ¿establecimiento de escenarios de paz o mantenimiento de la paz?
1.1. Violencia y paz: dos escenarios, un proceso 1.2. Sobre los fines y objetivos de la construcción de paz 1.3. Actores y estrategias: la construcción de paz en el marco de la reconciliación y la estabilidad 1.4. Hacia el establecimiento de la paz
Capítulo II – Sobre la memoria histórica. Recordando el pasado en el presente para afirmar los deseos del futuro 2.1. Una mirada hacia el pasado. La memoria como recuerdo
2.2. Un presente latente. El sentido de la reconstrucción de la memoria Histórica 2.3. El futuro no viene dado por sí solo. La memoria histórica como punto de partida
Capítulo III – Entre el olvido y el recuerdo. Trujillo, Valle del Cauca: de la tragedia y el temor al clamor de la recuperación de la memoria 3.1. Antecedentes del surgimiento de la violencia en Trujillo, Valle del
Cauca 3.1.1. Cuando el terror se desata la paz solo es recuerdo. Trujillo,
1989 – 1990 3.2. La negación del silencio y del olvido. La voz de las víctimas desde el
el marco legal e institucional 3.3. Más allá de las imposibilidades. Los desafíos de construir memoria
en medio del conflicto 3.3.1. Desafíos políticos e institucionales 3.3.2. Desafíos sociales 3.3.3. Desafíos culturales 3.3.4. Desafíos para las víctimas Capítulo IV – Conclusiones Bibliografía Anexo - Los memoriales en Colombia. El Parque Monumento y el mausoleo del Padre Tiberio Fernández Mafla
1 4 5 7 9 11 15 16 19 21 23 24 28 33 36 42 48 51 53 58 61 67
1
Introducción
Colombia es un país de memoria fragmentada. El relato nacional se ha construido
sobre la historia de los héroes y los próceres. Quienes han sufrido la desolación
de las crisis internas han sido silenciados. La política, la cultura y la sociedad han
olvidado la otra historia nacional, la de la tragedia, el dolor y la muerte que el
extendido e inconcluso conflicto armado colombiano ha dejado a su paso. El cómo
sobre la construcción de la memoria histórica en Colombia, aún azotada por los
estragos de un conflicto armado que revela el desarme y rearme de los grupos
irregulares, y la fuerte relación del Estado, en representación de la fuerza pública,
en la violación de los derechos humanos de la población civil, lleva a pensar la
memoria histórica como un proceso que además de comprender al Estado como
uno de los agentes de su construcción, involucra a otros actores que representan
esferas diferentes a la estatal, especialmente, las víctimas y la sociedad civil.
Los cambios que durante los últimos años se han producido con relación al
posicionamiento de las víctimas del conflicto armado en el escenario público,
revelan que a diferencia de otros países con conflictos similares al colombiano, y
que ahora se encuentran en una etapa de postconflcito, la construcción de la
memoria histórica en Colombia tiene lugar en medio de éste. Afirmar que “tiene
lugar” no es menos que plantear que el silencio dejó de ser el entorno de las
víctimas, y que frente a ello, en el presente se están adelantando acciones
concretas hacia la construcción de la memoria histórica. Por esta razón, abordar el
tema de la construcción de la memoria desde sus desafíos, no sólo es importante
porque en los últimos años éste se ha configurado como uno de los pilares más
fuertes en el estudio de la construcción de paz. También se considera un tema
prioritario en tanto permite alejarnos de la visión de la memoria fragmentada. Con
ello, se abre paso a la construcción de la memoria desde abajo, desde las víctimas
que luchan contra las instancias legales y estatales con el fin de lograr no sólo la
reparación que les corresponde, sino lograr abrir los espacios públicos a la
2
memoria, al recuerdo de quienes lo padecieron y al ¡Nunca más! de quienes
siguen viviendo la tragedia después de su ocurrencia.
La importancia de este trabajo se concentra también en el interés que justifica su
elaboración. Observar y comprender el contexto actual que vive Colombia con
relación al agotamiento de la sociedad civil y las víctimas frente al conflicto
armado, y al posicionamiento que las últimas están logrando en el escenario
público, manifestado a través de su reconocimiento en todos los ámbitos de la vida
nacional, motivaron su realización. Abordar la memoria histórica desde los
desafíos que su construcción implica, surge del creciente interés académico hacia
los temas de memoria y la forma como ésta se está llevando a cabo en Colombia,
diferente a otras experiencias latinoamericanas. En este sentido, es necesario
tratar los desafíos de construir memoria histórica en medio del conflicto desde la
Ciencia Política, porque a partir de sus aportes permite formular marcos de acción
específicos encaminados a la superación de dichos desafíos, y permite reformular
el papel de la democracia como régimen que sustente y fortalezca la vida de la
sociedad, más allá de la amenaza que podría suponer para ella, alejándose de la
concepción casi negativa que Michael Ignatieff (2004) le adjudica.
Afirmando que en Colombia más que imposibilidades, la construcción de memoria
histórica enfrenta desafíos, el presente trabajo plantea cuáles son dichos desafíos,
abordando la memoria histórica como mecanismo de construcción de paz, en un
escenario de conflicto inconcluso. De este modo, se pretende describir y analizar
los desafíos que enfrenta la construcción de la memoria a través de las
experiencias del área de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de
Reparación y Reconciliación y su trabajo con AFAVIT (Asociación de Familiares
de las Víctimas de los Hechos Violentos de Trujillo).
Para ello, este trabajo se divide en tres partes. La primera parte describe, de
manera teórica, la construcción de paz y los procesos y dinámicas que tienen
lugar en ella. Comprendiendo la memoria como un mecanismo de construcción de
3
paz, de manera conceptual, la segunda parte aborda la memoria histórica a partir
de la temporalidad relacional que supone el pasado, el presente y el futuro en su
construcción. Desde dicha perspectiva, la tercera parte construye un estudio de
caso sobre los hechos de violencia que tuvieron lugar en el municipio de Trujillo,
en Valle del Cauca, a partir de la descripción de los acontecimientos entre 1989 y
1990, la síntesis del informe del Grupo de Memoria Histórica de la Comisión
Nacional de Reparación y Reconciliación con relación a dicho caso, y la
descripción y análisis de los desafíos de la construcción de la memoria histórica en
medio del conflicto que sugiere el caso de Trujillo, pero que tienen tratamiento a
nivel nacional.
En esta medida, el estudio aquí presentado se desarrolló en el marco del enfoque
cualitativo, sustentado a través de la recolección teórica en temas relacionados
con la construcción de paz, la memoria y la justicia transicional. Con relación al
caso de Trujillo se abordaron estudios relacionados con la historia de violencia en
el municipio, los informes formulados desde las instancias nacionales e
internacionales, y documentos no publicados elaborados por la Asociación de
Familiares de las Víctimas de los Hechos Violentos de Trujillo, AFAVIT. Este
trabajo no contiene información aportada por entrevistas realizadas a víctimas y
expertos, siendo la ausencia de fácil acceso a ellos una de las grandes
limitaciones en el desarrollo de este estudio. Sin embargo, haciendo referencia a
ellas, se retoman algunos testimonios de las víctimas de Trujillo contenidos en el
informe realizado por el Grupo de Memoria Histórica.
El estudio presentado significa un aporte que desde la Ciencia Política se hace a
los temas de construcción de memoria histórica, que permite al lector comprender
las implicaciones de tratarla como un proceso más que como un concepto, y sobre
el que es posible plantear recomendaciones y formulaciones para cada uno de los
actores inscritos en diferentes escenarios, que adquieren una responsabilidad y un
compromiso específico hacia la superación de los desafíos que implica la memoria
histórica en medio del conflicto armado.
4
Capítulo I
La construcción de paz en el postconflicto: ¿establecimiento de escenarios
de paz o mantenimiento de la paz?
Construir la paz no es tarea fácil. Si bien es el estado anhelado por quienes viven
de cerca un conflicto y sufren las consecuencias de la violencia que en él se
inscribe, establecer un escenario de paz no es un hecho consumado con el sólo
deseo humano de la pacificación. Construir la paz implica un proceso en continuo
ascenso, donde el aprendizaje, la pluralidad y las relaciones e interacciones entre
las víctimas del conflicto y sus victimarios, y entre quienes lo observan desde el
ámbito nacional e internacional, se convierten en una de las partes necesarias
para su construcción. Sin embargo, la construcción de paz lleva a plantear nuevos
mecanismos que permiten alcanzar escenarios pacíficos, manteniendo dicha
convergencia y continua articulación entre los actores. La memoria es uno de
ellos.
La construcción de memoria es un proceso que permite la búsqueda de la verdad
sobre los acontecimientos ocurridos en un escenario de conflicto violento. En esta
medida, si la memoria es entendida como uno de los mecanismos que dinamizan
el proceso de construcción de paz, ésta aportará a los actores involucrados
información sobre la que planteen estrategias articuladas, que les permitan el
establecimiento de un escenario pacífico. Resulta pertinente, entonces, plantear
cómo la memoria, como mecanismo de construcción de paz, se relaciona con los
procesos que intervienen en el planteamiento de modelos de construcción de paz.
De este modo, el objetivo del presente capítulo es aproximarse de manera teórica
al significado de la construcción de paz en el postconflicto, y su relación con la
memoria. Para ello, está dividido en cuatro partes. De manera introductoria, la
primera parte aborda conceptualmente la violencia y el conflicto, sus diferencias y
los modos en que se relacionan y conjugan. Gracias a dicha delimitación, en la
segunda parte se tratan los fines y los objetivos de la construcción de paz a partir
5
de la educación y la generación de una cultura de paz. Una vez abordados estos
temas, en la tercera parte se sugieren los actores y las estrategias que tienen
lugar en la construcción de paz y que se desarrollan con el fin de establecer un
escenario de reconciliación y estabilidad. Finalmente, la cuarta parte pone sobre la
mesa la discusión entre mantenimiento de la paz y el establecimiento de la paz en
un escenario de postconflicto.
Bien sea en la educación o en el proceso de construcción para la paz, ésta no se
puede desligar ni concebir como asunto aparte de la violencia. En este sentido,
para un primer planteamiento sobre las discusiones alrededor de la construcción
para la paz, es necesario formular de manera general algunas concepciones sobre
violencia, y luego comprender a qué se hace referencia cuando se habla de paz y
su relación con la resolución de los conflictos.
1.1. Violencia y paz: dos escenarios, un proceso.
Conflicto y violencia se conciben, de manera errónea, como una misma dinámica.
Aunque su relación es estrecha y no es posible desligar el uno de la otra, dicha
relación no implica una asociación en su significado. Vinceç Fisas (1998) aborda la
diferencia conceptual entre uno y otro. Según Fisas (1998), el conflicto es la
interacción entre dos o más partes que surge como resultado de divergencias
entre éstas, y que puede ser transformado hasta establecer un escenario de paz.
Por su parte, “por violencia podemos entender el uso o amenaza de uso de la
fuerza o de potencia, abierta u oculta, con la finalidad de obtener de uno o varios
individuos algo que no consienten libremente o de hacerles algún tipo de mal”
(1998, p. 24).
Clara la distinción entre ambos significados, su relación viene dada por el uso que
el ser humano hace de la violencia, como la materialización de unas relaciones de
poder, en un conflicto específico. En tanto los conflictos pueden tener lugar en
varios contextos, no se puede afirmar que todo conflicto se caracteriza por el uso
de la violencia, pues no todos los conflictos hacen de la violencia su herramienta
6
básica. A partir de lo anterior es posible afirmar que si bien el concepto de Fisas
sobre conflicto aborda un proceso de transformación, la violencia también puede
ser transformada a través de su propia negación y uso. Es decir, así como la etapa
culminante del conflicto es la paz, la finalización de la violencia es también ésta.
Sin embargo, no basta con afirmar que la paz es únicamente el estado último del
conflicto y la violencia. La paz es también el escenario base donde tiene lugar la
transformación de los dos. De esta forma, paz puede ser entendida como proceso
y contexto. Al respecto Fisas, haciendo referencia a Johan Galtung, afirma que
“[…] la paz no hay que buscarse en la guerra, sino en la violencia […] la paz es
también la condición, el contexto para que los conflictos puedan ser transformados
creativamente y de forma no violenta, de tal manera que creamos paz en la
medida que somos capaces de transformar los conflictos en cooperación, de
forma positiva y creadora reconociendo a los oponentes y utilizando el método del
diálogo.” (Fisas, 1998, p. 19). A partir de esta definición, la paz es transformación
en tanto supone la ausencia del uso de la violencia, que al superarse, amplia el
proceso transformador hasta convertirlo en escenario de acción para la superación
del conflicto. Por esta razón, los elementos contextuales y de proceso inherentes a
la paz deben estar en constante interacción como elementos estratégicos en la
construcción de paz.
Si bien la memoria puede llegar a suponer conflictos entre quienes la construyen,
no es un mecanismo que sugiere el uso de la violencia en ellos. Por esta razón, la
cooperación y el diálogo son elementos que también puede proporcionar la
memoria. En la búsqueda de la verdad, y ante la multiplicidad de actores que la
construyen, la memoria encuentra más de una versión de la realidad.
Caracterizadas por las diferencias de quienes protagonizan los relatos, dichas
versiones pueden suponer tensiones para los actores que construyen memoria.
Sin embargo, como lo asegura Gonzalo Sánchez (2007), las tensiones también
permiten el reconocimiento de la diferencia, planteamiento que desde Galtung
puede ser entendido como el reconocimiento de los oponentes. De este modo, la
7
memoria se convierte en un agente que permite la transformación, porque al
eliminar la violencia y afirmar el diálogo, puede establecer un contexto, un
escenario de cooperación donde converjan estrategias encaminadas a la
superación de la violencia, es decir, estrategias que integran el complejo
entramado de la construcción de paz.
Sin embargo, transformar escenarios donde los conflictos violentos generan
desequilibrios en los aspectos de la vida nacional es una labor compleja. El
establecimiento de la paz es un proceso donde interactúan diferentes acciones,
actores y actitudes. Por esta razón, no se hace referencia a la paz en su
individualidad, sino al conjunto articulado de estrategias que comprenden la
construcción de paz. Como se tratará en el siguiente apartado, la complejidad del
proceso tiende a la búsqueda de tres elementos fundamentales en la construcción
de paz: la educación para la paz y la cultura de paz, según Fisas, y la
reconciliación y la justicia según Wendy Lambourne.
A pesar de sus diferencias, la educación para y la construcción de paz son
procesos que se desarrollan conjuntamente entre víctimas y victimarios, de la
mano con el Estado y sus instituciones, y las organizaciones internacionales. De
este modo, al alcanzar el momento de la madurez del conflicto, escenario en el
que cesan las hostilidades y donde tienen lugar acuerdos de paz, procesos de
desarme, desmovilización y reintegración, y la justicia transicional, afirman la
consolidación de un escenario de paz para el conjunto de los actores señalados.
1.2. Sobre los fines y objetivos de la construcción de paz.
En la construcción de paz intervienen elementos que hacen de ella un proceso
complejo. La educación para la paz y la generación de una cultura de paz son
algunos de los elementos primarios. Sin embargo, ello no sugiere que sean los
elementos principales, y menos aún, únicos en la construcción de paz. Educación
y cultura para la paz encuentran una profunda relación, que a su vez se también
está articulada con la memoria.
8
En su relación con la cultura de paz, enfoque donde las soluciones violentas a los
conflictos además de ser anuladas, transforman éstos en escenarios de
interacción y diálogo (Fisas, 1998, p. 349), “[…] la educación para la paz tiene el
difícil reto de aportar informaciones fidedignas y de primera mano que permitan
interpretar correctamente la realidad, mostrando la verdad.” (Fisas, 1998, p. 365).
Estas “informaciones fidedignas” sugeridas por Fisas son, o pueden ser, resultado
de un proceso de construcción de memoria. En tanto dicha información permite la
transformación de escenarios violentos, y afirma la interacción y el diálogo, la
memoria no sólo aporta la verdad que busca la educación para la paz; también
asegura estrategias que enfocadas hacia la generación de una cultura de paz. A
pesar de las tensiones surgidas en su interior, la memoria permite la interacción y
el diálogo entre los actores que comprenden el proceso de construcción de paz.
Hasta aquí queda claro por qué la construcción de paz se considera un proceso,
donde la educación y la cultura de paz, relacionados con la memoria, son solo
algunos de los elementos que lo integran. Sin embargo, cuando en los conflictos
se ha hecho uso desmedido de la violencia, disminuyendo la racionalidad de los
grupos inscritos en él, construir la paz a partir de la cultura y la educación no es
suficiente. Por esta razón, para que la construcción de paz asegure el fin de la
perpetuación de la violencia en un periodo próximo al fin de las hostilidades, su
establecimiento depende de los elementos que se planteaban con anterioridad
para dicho escenario.
En este sentido, la construcción de paz plantea dilemas en el escenario de la
discusión sobre cómo alcanzar un escenario de paz a largo plazo después de un
conflicto violento. Aunque importantes, no sólo se trata de educar y generar una
cultura de paz, ni tampoco mantener la ausencia de hostilidades. Como lo plantea
Wendy Lambourne (2004), se trata también de asegurar la reconciliación y la
justicia entre las partes, haciendo de éstos los objetivos fundamentales en el
proceso de construcción de paz en el postconflicto. Por eso la pregunta no debe
9
plantearse desde su sentido metodológico, es decir, cómo lograr la paz, sino en su
sentido estructural, qué se necesita para lograr la paz. De esta forma, el proceso
de construcción de paz puede ser dividido en dos momentos, uno de
transformación y otro de ejecución. El momento de transformación estaría
compuesto por la educación para la paz y la generación de la cultura de paz, y con
ellos, los procesos de construcción de memoria. Una vez alcanzados, en la
ejecución las experiencias de la transformación deben materializarse en el
establecimiento de una justicia duradera y una reconciliación a largo plazo. Por
esto, Lambourne define la construcción de paz en el post-conflcito como
“strategies designed to promote a secure and stable lasting peace in which the
basic human needs of the population are met and violent conflicts do not recur”
(2004, p. 3).
La visión de Lambourne sobre construcción de paz se adentraría en la visión
maximalista propuesta por Angelika Rettberg (2003) en tanto, partiendo del
concepto de paz positiva (ausencia de violencia) formulado por Galtung, y como lo
establece Carbonner en Conflict, postwar rebuilding and the economy: a critical of
the literature, la construcción de paz se basa “[…] en el apoyo a largo plazo a
instituciones políticas, socioeconómicas y culturales viables y capaces de
solucionar las causas estructurales del conflicto y establecer las condiciones
necesarias para la paz y la estabilidad” (como se cita en Rettberg, 2003, p. 88).
1.3. Actores y estrategias: la construcción de paz en el marco de la
reconciliación y la estabilidad.
La formulación de estrategias encaminadas al desarrollo de un entorno de paz,
necesita una actitud reconciliadora por quienes se ven involucrados en el proceso
de construcción de paz. En este sentido, pese lo señalado por Fisas (1998) el
papel de los actores en el conflicto violento, tanto de víctimas como de victimarios
es fundamental. Sin embargo, no se debe olvidar que la tarea de construcción de
paz comprende también la interacción de los actores ya mencionados para que
soporten dicho proceso. Al respecto, John Paul Lederach (1998) señala que la
10
construcción de paz esta mediada por el tipo de actores que en ella intervienen así
como sus enfoques de acción.
Lederach plantea un modelo piramidal aplicable en situaciones de conflicto
interno, que comprende los actores asociados al proceso de construcción de paz,
así como los enfoques que cada uno de ellos siguen en dicho proceso. En este
sentido, mientras en la base se encuentra el liderazgo bajo, que integra los actores
locales y las víctimas del conflicto desencadenado en la zona, la cima piramidal
esta representada por los líderes políticos y militares (p. 67), inscritos en el
escenario de conflicto. Sin embargo, Lederach plantea la existencia de un nivel
medio entre la base y la cima, nivel en el que los actores y las estrategias del nivel
superior e inferior de la pirámide se integran y se asocian con líderes de otro tipo
de organizaciones o representantes como ONGs, académicos, entre otros.
De este modo, si bien plantear la construcción de paz en términos de separación
no puede considerarse erróneo, no puede suponerse que cada actor deba actuar
de manera independiente. La idea de interacción afirmada en varias ocasiones
apunta a que la construcción de paz no sólo depende de víctimas y victimarios;
también es un proceso en el que intervienen gobiernos nacionales y
organizaciones internacionales. Las acciones que encabece cada grupo no sólo
aseguran sus propias estrategias, sino las de los demás grupos. En este sentido,
teniendo en cuenta la afirmación de Lederach, el enfoque más acertado resulta ser
el del nivel medio o enfoque del medio hacia fuera en tanto “[…] tiene el potencial
de ayudar a establecer una infraestructura interna basada en los conocimientos y
las relaciones a fin de mantener el proceso de construcción de paz.” (Lederach,
1998, p. 80). Al respecto vale tener en cuenta la propuesta de Michael Doyle y
Nicholas Sambanis (2000) sobre lo que ellos denominan el triángulo de
construcción de paz. Teniendo en cuenta que, al igual que Lambourne, consideran
la construcción de paz como un entramado de estrategias, Doyle y Sambanis
afirman que su formulación debe partir de las relaciones entre el nivel local y el
nivel internacional. En este sentido, aseguran los autores, que mientras el nivel
11
local promueve las capacidades de cambio, el nivel internacional asiste estas
capacidades para la transformación.
1.4. Hacia el establecimiento de la paz.
La construcción de paz fundamental en todo periodo de postconflicto, se ha
sugerido, es un proceso complejo. Su complejidad abarca desde sus fórmulas
hasta sus fines que, como se afirmó, son diferentes más no excluyentes entre sí.
Son varios los elementos que integran el proceso de construcción de paz, y la
interacción entre éstos se convierte en el diseño estratégico que se pretende
plantear en un escenario de postconflicto. En este sentido, el gran debate “hacia la
paz” apunta a si ésta debe mantenerse o debe establecerse. Conceptos como
peacekeeping y peacebuilding son en ocasiones asociados o, como en el caso de
conflicto y violencia, definidos bajo un mismo criterio.
Las ideas aquí planteadas permiten definir que la construcción de la paz más que
abordar el tema del mantenimiento, sugiere y apoya el establecimiento de la paz
como la fórmula estratégica en un escenario de postconflicto. No se puede dar por
obsoleto el mantenimiento de la paz. Sin embargo, queda claro que sin el
establecimiento de un escenario pacífico, no hay paz que mantener. Además, la
sugerencia entre el establecimiento y el mantenimiento denota un carácter
desintegrador en los elementos y actores intervinientes en el proceso. Si algo se
ha resaltado es el carácter interactivo y relacional de los actores en la construcción
de paz. Como lo señala Stephen Ryan en Ethnic conflict and international relations
(1990), y retomado por Lambourne, el mantenimiento de la paz se enfoca hacia
los grupos enfrentados en un conflicto a partir de sus diferencias, mientras el
establecimiento de la paz construye relaciones e interacciones entre los actores
intervinientes.
Cuando se hace referencia al mantenimiento de la paz, ésta se caracteriza por el
desarrollo de misiones especiales llevadas a cabo por organizaciones
internacionales ajenas al escenario previo de conflicto. De manera
12
complementaria, P. Diehl, D. Druckman y J. Wall (1998), señalan que las tareas de
mantenimiento tienen lugar a través de operaciones o misiones que después de
terminada la guerra fría, se transformaron como consecuencia del nuevo contexto
bélico que tenía lugar. Con la transformación de la dinámica de los conflictos, que
por sus características se inscriben dentro de lo que Mary Kaldor (2001) denomina
Nuevas guerras, una de las características del mantenimiento de la paz es el
papel que adquieren los actores inscritos en el proceso. A diferencia de la
construcción para la paz, el mantenimiento de ésta no supone la relación de todos
los actores presentes en el antiguo escenario de conflicto. Si bien los grupos
armados enfrentados no son excluidos, su participación en el proceso resulta
limitada.
En las labores de mantenimiento de la paz son las organizaciones internacionales
quienes adquieren un papel protagónico, limitando la acción de los grupos que
estuvieron inscritos en el conflicto, en la medida que las operaciones o misiones
de mantenimiento de la paz actúan casi como una veeduría o una verificación del
cese de hostilidades (V. Page & L. Morjé, 2008). De esta forma, las operaciones
adelantadas por los peacekeepers también constituyen una labor mediadora y
conciliadora entre las partes inscritas en el antiguo conflicto. Por esta razón, las
acciones de mantenimiento de la paz no sólo se desarrollan con el fin de generar
una estabilidad local, sino una estabilidad internacional. En este sentido, es
posible afirmar que el mantenimiento de la paz si bien tiene lugar en escenarios
concretos, sus consecuencias y esfuerzos están dirigidos a escenarios más
amplios que pueden ser vulnerables al resurgimiento de las hostilidades.
Por esta razón, una de las grandes diferencias entre peacekeeping y
peacebuilding está relacionada con el papel de sus actores. Mientras en el
mantenimiento de la paz las organizaciones internacionales adquieren un
protagonismo amplio, el proceso de establecimiento de la paz supone la constante
interacción entre todos los actores que tuvieron lugar o no en el conflicto. Víctimas,
victimarios (entre grupos regulares e irregulares), instituciones estatales y
13
organizaciones internacionales adquieren un papel determinado en el
establecimiento de la paz. Por esta razón, en ese entramado de redes que surge
entre todos esos actores, el establecimiento de la paz asegura todas las acciones,
actitudes y políticas necesarias que, como demuestra Lambourne, fomenten un
escenario de reconciliación entre grupos adversarios, y entre éstos y los grupos
victimizados, así como un proceso de justicia sostenible en el largo plazo. Para
ello, el esfuerzo de las partes, sus recursos y capacidades de acción son aspectos
fundamentales que para asegurar un escenario de reconciliación y justicia, deben
poner sobre la mesa la verdad de los hechos. Por esta razón, la construcción de la
paz implica creatividad y flexibilidad por parte de los actores inscritos en el
proceso.
Si bien el mantenimiento y el establecimiento de la paz plantean características
específicas para cada uno, dichos procesos no se pueden tratar de manera
excluyente. Uno no supone la ausencia del otro. Sin embargo, la construcción de
paz implica, por tanto, su establecimiento más allá de su mantenimiento. En la
medida que la construcción de paz tiene lugar cuando aún no se ha superado el
conflicto, el establecimiento de la paz asegura su escenario en la medida que
constituye un proceso integrador de todas las partes inscritas en el desarrollo del
conflicto, y los observadores del proceso. En este sentido, el establecimiento de la
paz a partir de su construcción tiene lugar a través de otros elementos y procesos
micro inscritos en ella, y uno de ellos es la reconstrucción de la memoria histórica.
Resulta pertinente, según la discusión anterior, hacer referencia al significado del
mantenimiento de la paz. A lo largo del capítulo se reflexiona sobre el proceso de
construcción de paz en el postconflicto, y la memoria como un mecanismo que
permite su construcción. En un escenario de postconflicto, los procesos de
mantenimiento y de establecimiento de paz pueden tener lugar.
Sin embargo, teniendo en cuenta que el presente trabajo se centra en el caso
colombiano, según se plantea en la introducción, Colombia no se encuentra en un
14
escenario de postconflicto. La permanencia del conflicto y de actos de violencia en
el espacio nacional no permite hacer referencia a un escenario pacífico en
Colombia. Por esta razón, la discusión entre el mantenimiento y el establecimiento
de la paz en un contexto como el colombiano, lleva a pensar que en un primer
momento, o al menos el camino a tomar, es el del establecimiento de la paz., y no
el de su mantenimiento. Para ello, según se abordo a lo largo del capítulo,
construir memoria en medio del conflicto resulta una tarea fundamental, pues no
sólo permite la búsqueda de la verdad, fundamental en la educación para la paz y
su relación con la cultura de paz. También es clave en la medida que permite y
diálogo y la cooperación, generando marcos de transformación que resultan
positivos en los conflictos armados, al eliminar cualquier uso de la violencia.
En este sentido, la memoria histórica, el tema que abarca el capítulo siguiente, se
convierte en una herramienta estratégica en la construcción de paz en tanto la
verdad de los hechos se relaciona de manera directa con la justicia y la
reconciliación y apunta al establecimiento de un escenario de paz en medio del
conflicto, y hacia el postconflicto.
15
Capítulo II
Sobre la Memoria Histórica.
Recordando el pasado en el presente para afirmar los deseos del futuro.
Como instrumento fundamental en la construcción de la paz, la memoria no solo
es reminiscencia del pasado, y mucho menos, un imaginario de hechos que sin
respuesta alguna llegan a la mente de quien recuerda. La memoria no es un
espacio en el cerebro, ni un vacío que se convierte en sustancia cuando una
imagen o un hecho se inscribe en él. No se trata de derrumbar y desvirtuar el
carácter biológico de la memoria. Se pretende, entonces, abordar la memoria más
allá de su sentido biológico, más allá de su formalización en el recuerdo.
Dicha afirmación está relacionada con los planteamientos de Carlos Castilla del
Pino (2006), quien afirma la idea de dos modos de existencia. La existencia
biológica es previa a la muerte; por su parte, la existencia biográfica es la vida que
tiene lugar después de la muerte. Cuando se hace referencia al carácter biológico
de la memoria, en especial, abordarla más allá de él, significa pensar en la
existencia de quien no está de manera biográfica. Esto significa comprender la
memoria como instrumento, es decir, enfocarla desde el recuerdo que es posterior
a la ocurrencia de los acontecimientos. De esta forma, cuando se hace referencia
al carácter biográfico de la vida, la memoria adquiere bases políticas y filosóficas
cuando se alude a ella desde la historia, cuando se deja de hablar de la memoria
en su singularidad y se alude a la memoria histórica.
La memoria histórica adquiere un valor inigualable en escenarios de conflicto y de
postconflicto. Gracias a la memoria histórica la sociedad civil reconoce hechos
aislados que olvidó o que nunca conoció y que intervinieron en su historia. Por su
parte, las víctimas se dignifican y se humanizan después de haber sido
violentados bajo métodos inhumanos y a través del reconocimiento público de
dichas acciones. Esto afirma la idea de su reconstrucción, pues la memoria se
construye sobre otra que se ha construido a través de lo que aquí se denomina el
16
“monopolio de la memoria”, aquella que recuerda lo que se quiere y deja en el
olvido lo que se pretende silenciar, y que se explicará más adelante desde
Mauricio Gaborit con relación a las memorias en disputa.
Las iniciativas de la reconstrucción de la memoria histórica han logrado un
importante valor en la actualidad. Como lo señala Gonzalo Sánchez (2008), las
víctimas han comenzado a hablar. Las asociaciones de víctimas de diferentes
hechos en el país han empezado a cobrar un lugar en el espacio negado durante
años, el espacio público. Gracias a sus acciones, el apoyo de organizaciones
internacionales, de derechos humanos y no gubernamentales, las víctimas han
puesto sobre el escenario nacional e internacional la verdad de los hechos,
muchas o algunas veces conocidos pero con una verdad limitada y excluyente.
En este sentido, el objetivo de este capítulo es abordar el tema de la memoria
histórica de manera teórica en tres partes. La primera está relacionada con el
significado mismo de la memoria y la memoria histórica, argumentada desde un
escenario de lo acontecido en el pasado. La segunda enmarca su carácter
estructural a partir de la idea de su construcción que se sustenta en la
representación que en el presente se tiene sobre los hechos y acciones del
pasado. La última parte desarrolla las implicaciones que la construcción de la
memoria histórica tiene en la visión del futuro y los escenarios que se plantean
para éste.
2.1. Una mirada hacia el pasado. La memoria como recuerdo.
Según Xabier Etxeberria (2006), la memoria puede ser abordada en tres sentidos
diferentes: como “[…] una facultad de la mente, [un] acto o proceso de
rememoración o evocación [y como] objetivaciones de todo tipo” (p. 223). En tanto
proceso de rememoración y elemento facultativo de la mente humana, la memoria
sustenta y justifica la idea misma del pasado. Se justifica así la idea aristotélica
retomada por Etxeberria sobre la apropiación que el pasado tiene sobre la
memoria. Esto demuestra que si bien la ubicación temporal de la memoria no
17
corresponde al pasado, ella se formaliza sobre lo que concierne a él, sus hechos y
sus acciones, y lo hace a través del recuerdo y la reminiscencia. Según Carlos
Castilla del Pino (2006) “Lo que recordamos […] son acontecimientos y el halo
emocional con que se experimentaron. Cuando decimos que recordamos
situaciones no debemos desatender el dato de que en ellas estábamos y
hacíamos. La memoria es personal, como lo son los hechos que se recuerdan,
porque personal fue la experiencia del hecho cuando se vivió y nos formó” (p. 19).
Desde esta afirmación, el carácter personal de la memoria construye desde el
pasado y a través del recuerdo, principios o valores asociados a determinada
identidad. Asociada con la formación de unos valores y principios determinados,
aunque la memoria adquiera un valor subjetivo, en tanto lo recordado sea un
acontecimiento de carácter colectivo y, por consiguiente, experimentado por más
de un individuo, la identidad deja de estar en las singularidades para ubicarse en
una pluralidad. Es esa transformación la que sustenta el elemento colectivo de la
memoria. Como señala Gonzalo Sánchez (2006) “La memoria no sólo es huella
identificable. Es también representación mental de un proceso social y cultural”
(p.37).
Pese a las diferencias que se plantean entre la memoria personal y la memoria
colectiva, sugeridas por Castilla del Pino y Sánchez respectivamente, el proceso
que tiene lugar entre ellas y que las relaciona es la transformación. En un
principio, el recuerdo de un hecho específico tiene lugar desde la individualidad, es
comprendido desde una experiencia singular. Sin embargo, cuando una
experiencia es vivida por más de un individuo, como por ejemplo un acto de
violencia, pese al carácter personal del recuerdo, éste empieza a adquirir un
sentido plural y colectivo, afirmando un sentimiento identitario por quienes lo
recuerda. En esta medida, el relato que se construye es, como plantea Sánchez,
una representación mental que tiene lugar desde la colectividad y, por tanto,
adquiere un valor social. De esta forma, ni la memoria personal no tiene prelación
sobre la memoria colectiva, ni viceversa. El proceso que entre ellas tiene lugar
sugiere la transformación de la primera a la segunda. Sin embargo, dicha
18
transformación no supone que la memoria personal se diluya en la colectividad. La
experiencia singular permanece, pero se dinamiza desde lo social y cultural.
Sin embargo, frente a la memoria y como oposición a ella, el olvido supone la no
rememoración y la ausencia de los acontecimientos que se experimentaron en el
pasado. De este modo, la dicotomía sobre el tiempo pasado, es la oposición entre
la memoria y el olvido. Si la memoria se asocia con la generación continua de
recuerdos sobre el tiempo pasado, el olvido significa todo lo contrario. Olvidar es
borrar de la humanidad del individuo lo acontecido en el tiempo pasado. Mientras
la memoria permite mantener vivo el pasado, el olvido pretende borrarlo y, por lo
tanto, sustraer el sentido de su significado. Una de las luchas más importantes
entre la memoria y el olvido surge cuando acontecimientos trastornantes o trágicos
ocurren en el pasado. En este sentido, quienes son víctimas de acontecimientos
trágicos como los que se desencadenan en un conflicto donde el uso de la
violencia ha significado la deshumanización de los individuos, la memoria se
convierte en la tarea obligada, cerrando los frentes a las condiciones
concernientes al olvido, pues según Mauricio Gaborit (2006), el olvido “obedece,
por un lado a los deseos de los victimarios de continuar viviendo en la impunidad y
de gozar de los expolios sociales de su victoria o ascendencia […]” (p. 309).
Hacer referencia a la memoria en escenarios de conflicto y postconflicto es
plantearla más allá del recuerdo. Es dejar de suponerlo como la representación de
los acontecimientos del pasado, y enmarcarlo ahora en el escenario de la acción y
la lucha, entrando a jugar en el escenario de la pluralidad en donde la memoria
adquiere todo su carácter identitario en lo colectivo. Esta connotación se traduce
en los diversos grupos que contienen la sociedad. Sin embargo, cuando se hace
referencia a un determinado grupo social que ha sido victimizado por el conflicto y
las acciones violentas en él inscritas supone hablar de la memoria como memoria
histórica.
19
2.2. Un presente latente. El sentido de la reconstrucción de la memoria
histórica.
En la actualidad existe un desarrollo nunca antes visto de trabajos sobre la
memoria y especialmente, la memoria histórica. Desde la academia, desde las
organizaciones nacionales e internacionales y desde las víctimas, los trabajos
sobre la memoria aluden a ella como el instrumento que permite entretejer los
acontecimientos del pasado y darles un significado de lucha en el presente, así
como un medio en la construcción de la paz. Para construirla, la memoria adquiere
un sentido político. Es decir, “[…] la memoria es una plataforma para la
reafirmación, es un escenario para el diálogo, pero también es un campo de lucha
que pretende dirimir qué versión del pasado reciente debe prevalecer […]. La
memoria no es un lugar de supresión de las diferencias, sino precisamente el
escenario de enunciación de esas diferencias […]” (Sánchez, G. 2007, p. 61). El
carácter político que Sánchez plantea desde la afirmación anterior juega un papel
determinante en lo que se plantea en la lucha de la llamada historia oficial, o
construida desde arriba, y la que se construye desde las víctimas, desde abajo.
En este sentido, según Gaborit “[…] La historia oficial reclama el “borrón y cuenta
nueva” [asociado a la idea de olvido] mientras las víctimas reclaman el
esclarecimiento de los hechos apoyados en la verdad. La primera utiliza el
anestesiamiento y la amnesia; la segunda, la memoria histórica como base sólida
de reconstrucción social” (2006, p. 221). Se afirma así el carácter político de la
memoria sugerido por Sánchez. En tanto lucha, las pugnas surgidas en el plano
de la memoria están enmarcadas en la pregunta sobre qué memoria se debe
construir y cómo se debe hacer, y para ello la memoria abre y es el espacio del
diálogo.
Desde la afirmación de Gaborit, la memoria histórica es un instrumento de
reconstrucción del escenario social. Por esta razón siguiendo a Tzvetan Todorov
(2004), “La recuperación del pasado es indispensable; lo cual no signifique que el
pasado deba regir el presente, sino que, al contrario, éste hará del pasado el uso
20
que prefiera” (p. 25). Desde Gaborit y Todorov, recuperar el pasado en el presente
es el método sobre el que es posible reconstruir las bases de la sociedad. En este
sentido, la memoria es memoria histórica una vez pasa del espacio privado al
espacio público. Al respecto, Todorov enmarca la memoria ejemplar en el
escenario público cuando afirma que ella “[…] es potencialmente liberadora. […]
permite utilizar el pasado con vistas al presente [y es asociada con la idea de]
justicia” (2004, pp. 31 y 32).
Teniendo en cuenta las afirmaciones anteriores, en el presente escrito la memoria
histórica será entendida como el conjunto de recuerdos de los hechos acontecidos
en el pasado, que tienen lugar en el presente, que sirven como una experiencia
liberadora en escenarios de conflicto y postconflicto, y a su vez permiten
reconstruir el escenario político y social de una nación sobre las bases de la
verdad y la justicia. Por esta razón, y desde dicha concepción, se sustenta la idea
de la memoria histórica como un instrumento en la construcción para la paz
expuesta en el capítulo anterior.
Basándonos en la idea de justicia inherente a la definición de Todorov sobre la
memoria ejemplar, que guarda estrechas relaciones con el significado de la
memoria histórica, en el caso colombiano, donde en este momento no es posible
hablar del postconflicto, la memoria histórica adquiere ciertas particulares. Según
Sánchez, “[…] La reconstrucción de la memoria histórica en escenarios como éste
[la ola de violencia desencadenada en Trujillo, Valle] cumple una triple función: de
esclarecimiento de los hechos, haciendo visibles las impunidades, las
complicidades activas y los silencios; de reparación en el plano simbólico al
constituirse como espacio de duelo y denuncia para las víctimas; y de
reconocimiento del sufrimiento social y la afirmación de los límites éticos y morales
que las colectividades deben imponer a la violencia” (2008, p. 14).
El significado y las funciones de la reconstrucción de la memoria histórica en el
presente permiten construir, a su vez, un ideario o imaginario del futuro. Desde las
21
anteriores aproximaciones sugeridas por Gaborit, Todorov y Sánchez, la memoria
histórica se convierte en el puente entre el presente y el futuro. A partir de su
reconstrucción se formaliza un relato para el futuro sustentado en el ¡Nunca más!,
afirmación característica de todos los escenarios de transición donde la violencia
aconteció y acontece, como en Colombia.
2.3. El futuro no viene dado por sí solo. La memoria histórica como punto de
partida.
La memoria alude a una temporalidad. Los hechos del pasado se reviven en el
presente, pero no sólo es un ejercicio de reminiscencia. Recordar en el presente
permite reconstruir una memoria histórica para un conglomerado social desde el
plano público y colectivo, así como asegurar los principios y derechos de verdad,
justicia y reparación, y sentando con ello las bases para construir la paz. Una vez
dichos principios sean asegurados, es posible construir el futuro sobre bases
diferentes a las que fueron sentadas en el pasado. Por esta razón, mientras en el
presente la memoria histórica reconstruye unas bases sociales nuevas, en el
futuro las construye desde un relato colectivo de transformación.
Según Gaborit, “[…] la reconstrucción del pasado que incorpore las narrativas de
las víctimas radicaliza el futuro ya que éste no puede concebirse como más de lo
mismo” (2006, p. 220). La memoria y la memoria histórica se encargan de
construir un futuro donde el relato reconstruido en el presente, siente las bases de
la no repetición de las acciones violentas que ocurrieron en el pasado. Una vez
verdad y justicia son aseguradas en el presente, se abre el camino a la
reconciliación y el fortalecimiento del tejido social. Por esta razón, al inicio se
señalaba que la memoria debía trascender del plano del recuerdo,
transformándose en instrumento de cambio.
Como señala F. Vásquez en La memoria como acción social. Relaciones,
significado e imaginario (2001), “a través de la memoria no sólo se construye el
pasado sino se crean nuevos escenarios y nuevas condiciones para hacer
22
memoria y para emprender otras acciones. Se establecen nuevas
interpretaciones, se propician nuevos o diferentes puntos de partida que pueden
tener la virtualidad de modificar tanto el significado del pasado, del presente y del
futuro, pudiendo dar lugar a nuevas asociaciones y proyectos a través de la
vinculación de la memoria con el imaginario social” (citado por Gaborit, M. 2006, p.
211). La memoria histórica permite, por tanto, generar una idea de un futuro para
formar, un tiempo que no venga dado por las consecuencias negativas del
pasado, sino que a través de las acciones y los relatos nacientes en el presente, el
futuro sea construido sobre unas justificaciones y objetivos dados, sobre lo que se
quiere y no sobre lo que se imponga.
Lo hasta aquí expuesto permite ver la memoria histórica como un instrumento de
la construcción para la paz esbozada en el capítulo anterior. Sin embargo, cuando
la memoria es construida en un escenario donde el conflicto permanece latente,
como en Colombia, y donde aún no se llega a un estado pleno de verdad, justicia
y reparación, la memoria histórica enfrenta importantes desafíos. En el capítulo
siguiente, se construye un estudio de caso sobre la violencia acontecida en
Trujillo, Valle del Cauca, a finales de los ochenta y principios de los noventa, que
permite dar cuenta de los desafíos que enfrentan las víctimas de este municipio
colombiano a través de la experiencia de AFAVIT, la Asociación de Familiares de
las Víctimas de Trujillo.
23
Capítulo III
Entre el olvido y el recuerdo.
Trujillo, Valle del Cauca: de la tragedia y el temor al clamor de la
recuperación de la memoria.
Si bien la historia nacional no puede ser considerada únicamente como una
historia de violencias, comprender dichos episodios resulta inevitable. Los hechos
violentos del país han sido trascendentales en su historia; a pesar de ello, es
imposible establecer un inicio preciso de la violencia en el país. Sin embargo, la
violencia de nuestro tiempo y la que en la actualidad domina la vida nacional es
resultado de aquellos hechos violentos que tuvieron lugar a partir de la década de
los cincuenta del siglo pasado. Desde ese momento hasta hoy, la guerra se ha
dinamizado, sus objetivos se han transformado y sus actores, así como han
permanecido, han surgido otros nuevos respondiendo al carácter dinámico del
conflicto en los últimos sesenta años.
La generalización de la violencia en Colombia hace de ella un fenómeno que ha
envuelto a todo el territorio durante estos años. Sin embargo, su generalización no
implica un principio de igualdad en cada zona del territorio. A diferencia de la
dinamización a nivel macro de la violencia en todo el territorio, entendida como su
transformación a lo largo del tiempo, en Colombia existe una dinámica de la
violencia a nivel micro, relacionada con dicha transformación, pero que adquiere
particularidades según la zona. De estos hechos particulares, y como resultado del
tipo de conflicto que tuvo lugar en ella, los actores inscritos en él, la dinámica de
los hechos y el ilimitado y terrorífico uso de la violencia, el caso de Trujillo en Valle
del Cauca (ver Mapa I y II.) adquiere un valor significativo para la historia de la
violencia en el país, con relación al proceso de reconstrucción de la memoria
histórica. Presentar el caso de Trujillo como punto de referencia para el tema que
compete a este análisis, los desafíos de construir memoria en medio del conflicto,
está justificado en la labor que durante el último decenio han adelantado los
24
familiares de sus víctimas, también consideradas víctimas, a través del trabajo de
la asociación con relación a la reconstrucción de la memoria histórica.
En este sentido, el objetivo del presente capítulo es realizar un estudio de caso
sobre la violencia desatada en Trujillo entre 1989 y 1990, y el trabajo del grupo de
víctimas del municipio, la Asociación de Familiares de las Víctimas de los Hechos
Violentos de Trujillo, en adelante AFAVIT. Para ello, el presente capítulo se divide
en tres partes. La primera de ellas hace referencia a los antecedentes que giran
alrededor de la violencia desatada en Trujillo, los orígenes de la violencia, los
actores inscritos en el fenómeno, el desarrollo de los acontecimientos en el
periodo indicado. La segunda parte construye una síntesis del informe realizado
por el Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y
Reconciliación con relación al caso aquí estudiado. A partir de ellas, la última parte
señala los desafíos para construir memoria histórica en medio del conflicto a
través de su descripción y análisis.
3.1. Antecedentes del surgimiento de la violencia en Trujillo, Valle del Cauca.
Los hechos violentos ocurridos en Trujillo constituyen uno de los acontecimientos
nacionales más significativos. Dicha trascendencia no sólo es producto del uso
indiscriminado de la violencia que tuvo lugar en el municipio, sino de la labor
emprendida por la asociación de víctimas en contra de las políticas encaminadas
al perdón y olvido. Sin embargo, si bien este estudio comprende los hechos
ocurridos en el periodo señalado, resulta necesario aclarar un aspecto que no se
puede perder de vista con relación al caso de Trujillo.
Pese a la labor del grupo de víctimas en los últimos años, la ocurrencia de hechos
violentos en el municipio continúa en la actualidad y requiere un seguimiento y una
atención particular. La continuación de la violencia en Trujillo después de veinte
años de perpetrarse la masacre es producto, no sólo de la ubicación geográfica
del municipio, sino de la congruencia de las diferentes dinámicas del conflicto que
actúan a nivel regional.
25
Al observar el Mapa I, la ubicación geográfica de Trujillo resulta estratégica al
convertirse en una zona que permite el paso hacia Chocó, y con él, hacia el
Océano Pacífico. Además, su proximidad con la región norte del departamento
convierte al municipio en un territorio limítrofe con relación a la dinámica del
narcotráfico, en especial, de los carteles del norte del Valle. Estas dos
características hacen de Trujillo un escenario de tráfico ilegal de narcóticos, y por
tanto, una zona de tensión entre los actores intervinientes en la zona, actores que
comprenden al Estado y la guerrilla.
Mapa I – Ubicación departamental de Trujillo
Fuente: Alcaldía de Trujillo. Disponible en: http://www.trujillovalle.gov.co/nuestromunicipio.shtml?apc=m1m1--&x=1633728 , recuperado: 15 de mayo de 2009
26
De esta forma, según se aprecia en el Mapa II, la mayoría de las víctimas de los
sucesos violentos de Trujillo estuvieron localizadas en zonas limítrofes del norte y
el sur del municipio, es decir, con los municipios de Bolívar (norte) y Riofrío (sur).
Mapa II – Zonas de victimización de población civil
Por otra parte, según lo señala Gonzalo Sánchez (2008), “Trujillo es un escenario
en el cual son observables múltiples ejes de conflicto, actores y procesos que se
entrecruzan, con pesos diferenciados en el desencadenamiento y en el desarrollo
de la dinámica violenta. Así entonces, a finales de la década de los ochenta, era
posible rastrear en el escenario local, de una parte, proyectos expansivos y
superpuestos de actores como la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional
Fuente: Grupo de Memoria Histórica (2008), Trujillo. Una tragedia que no cesa [en línea], disponible en: http://www.memoriahistorica-cnrr.org.co/images/content/trujillo_informe.pdf, recuperado: 8 de septiembre de 2008
27
(ELN), y de organizaciones de narcotráfico […]” (p. 16). En este sentido, Trujillo se
convierte en un modelo regional que representa una radiografía del conflicto que
tiene lugar a nivel nacional en tanto muestre la congruencia de las diferentes
dinámicas que ha adquirido el conflicto armado durante los últimos años.
De esta manera, la permanencia de la violencia en Trujillo revela un escenario
donde la reconciliación y la justicia, como elementos y fines de la construcción de
paz, son todavía ausentes y no existe un compromiso claro por todos los actores
que intervienen en la zona. Sin embargo, como se explicará y analizará más
adelante, la ausencia de dicho escenario no es un imposibilidad en el marco de la
construcción de la memoria, sino un desafío que enfrentan diferentes actores
sobre los que reposa determinada responsabilidad.
Sin olvidar la violencia vivida en el municipio previa a 1989 y la ocurrida después
de 1990, el presente escrito se centra en el periodo comprendido entre estos años
por dos razones. En primer lugar, fue el periodo en los que la violencia y las
prácticas del terror alcanzaron su punto más crítico. En segundo lugar, en la
medida que el tema que corresponde a este estudio es la reconstrucción de la
memoria histórica en medio de la violencia, AFAVIT y su labor en esta tarea tiene
lugar con relación a los hechos sucedidos entre 1989 y 1990.
La historia de la violencia en Trujillo se divide en dos partes como resultado de la
dinámica nacional de la violencia durante el siglo XX. La violencia temprana del
municipio fue producto de la lucha política bipartidista entre conservadores y
liberales, a partir de la década de los años veinte del siglo pasado. La violencia
tardía, o lo que Adolfo Atehortúa (1995) llama “Las nuevas violencias” (p. 237),
corresponde a la dinámica de la violencia que se genera a partir de los años
sesenta y setenta, que se va a caracterizar por el nacimiento de nuevos actores y
la disputa nacional entre la fuerzas del Estado y los grupos ilegales alzados en
armas. Teniendo en cuenta el periodo a estudiar, la violencia que interesa a este
estudio está relacionada con la violencia tardía.
28
3.1.1. Cuando el terror se desata la paz solo es recuerdo. Trujillo, 1989 –
1990.
La violencia que un principio estuvo asociada con la lucha bipartidista fue el
preámbulo de la generación de una nueva violencia sin precedentes en el
municipio. Pese a que la aparición de la guerrilla y del narcotráfico transformó la
violencia que tenía lugar en el pasado, la violencia en Trujillo nunca dejó de ser
política. Si en un principio estuvo asociada al bipartidismo, a partir de los años
ochenta la violencia se había transformado tras el surgimiento de nuevos actores y
la generación de nuevas dinámicas en el ámbito social local.
Los antiguos y nuevos actores entre los que tiene lugar la confrontación pueden
ser divididos en dos grupos. En primer lugar están los actores regulares, aquellos
reconocidos legítimamente por la sociedad civil, los organismos internacionales y
el Estado. Dentro de ellos se encuentran la fuerza pública, representado en el
Ejército y la Policía Nacional, los protagonistas de los grupos políticos locales, los
campesinos y la Iglesia. Por su parte los actores irregulares, aquellos que no
cuentan reconocimiento legal a nivel nacional e internacional, son el Ejército de
Liberación Nacional (ELN – Frente Luis Carlos Cárdenas Arbeláez), el M-19 y los
narcotraficantes. La diferencia entre la legalidad e ilegalidad de los actores solo
permite construir un marco de referencia, porque como se abordará más adelante,
en el caso de Trujillo el límite entre las acciones legales e ilegales se va a
difuminar y articular en un solo complejo.
La nueva violencia de Trujillo va a ser producto de una relación entre diferentes
situaciones que darán lugar a una de las historias más trágicas de la historia
nacional. Cuando todos estos actores se establecieron en Trujillo, las disputas que
tuvieron lugar inicialmente fueron de tres tipos, entre actores legales, entre actores
ilegales y entre actores legales e ilegales. Las que cobran mayor importancia en
este caso tienen que ver con las dos últimas.
29
Las confrontaciones de los actores ilegales tuvieron lugar entre el ELN y los
narcotraficantes, y se caracterizaron por su carácter territorial. Según Atehortúa,
“Los narcotraficantes [estaban] enfrentados al ELN para conquistar el cañón del
Garrapatas, construir allí laboratorios, y salir al Océano Pacífico” (1995, p. 277).
Por otra parte, en el conflicto entre actores regulares e irregulares la lucha más
importante tuvo lugar entre los narcotraficantes y las organizaciones campesinas,
también por disputas por el territorio. En medio de este clima hostil, el hecho que
cobra relevancia es el sistema de alianzas que se forma entre los narcotraficantes
y el Ejército y la Policía Nacional: “[…] Interesados en comprar la mayor cantidad
de tierra posible, los narcos se declararon enemigos de la organización campesina
y se acercaron con su dinero a miembros del Ejército y la Policía. Para completar
su dominio económico, los narcos aspiraban […] a eliminar la influencia del padre
Tiberio […]” (Aterhortúa, 1995, p. 277)1.
Sin embargo, los denominados hechos de violencia de Trujillo tienen lugar a partir
de marzo de 1989, tras una iniciativa campesina en La Sonora, corregimiento de
Trujillo, para exigir al gobierno local y departamental soluciones frente a los
problemas sociales y económicos del municipio. Dicha exigencia tuvo lugar a
través de una marcha campesina que culminaría en la plaza central de Trujillo,
marcha catalogada por los paramilitares, el Ejército, los narcotraficantes y las
autoridades políticas del Valle, como un instrumento de provocación del ELN. La
marcha se llevó a cabo pese a las medidas de control tomadas por el Ejército y las
autoridades locales, que una vez instaladas en Trujillo acordonaron la plaza
central y restringieron la entrada a los campesinos y organizaciones que allí
arribaban.
Un ambiente de acciones ilegales comenzaron a tener lugar en la plaza: “[…] Los
militares empezaron a detener manifestantes. Tomaban algunos a la fuerza y los
sacaban de la plaza. Una anciana arremetió contra un piquete armada de una
1 En Trujillo, el padre Tiberio Fernández Mafla adquiere un papel fundamental en el desarrollo de la violencia y en el proceso de reconstrucción de la memoria histórica por parte de AFAVIT. “Desde su llegada a Trujillo, el Padre Tiberio […] elaboró el Plan Pastoral, donde tenía particular importancia iniciativas de desarrollo en beneficio de los sectores económicamente deprimidos” (Trujillo bajo el terror, [inédito], p. 1).
30
escoba para impedir que se llevaran a su hijo. El maltrato en su contra indignó a
varios vecinos que no participaban en la marcha, los cuales arrojaron algunas
piedras contra los uniformados […]” (Atehortúa, a. 1995, pp. 281 y 282).
En el periodo transcurrido entre la marcha y el mes de abril de 1990 hechos
violentos y sin precedentes tuvieron lugar en la zona, en su mayoría dirigidos
hacia campesinos, dirigentes de organizaciones, líderes sociales y personalidades
de la política local. Sin embargo, un acontecimiento determinante cambiaría los
objetivos de dichas acciones. Lo que comenzó como una emboscada por parte del
ELN hacia el Ejército Nacional en La Sonora el 29 de marzo de 1990, terminó en
un fuerte combate, enfrentamiento que daría lugar a una escalada de violencia sin
precedentes.
Según el informe de la Comisión de Investigación de los Sucesos Violentos de
Trujillo, en adelante la CISVT, de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (1995), después de la emboscada y el enfrentamiento tres hechos
cobran importancia: las desapariciones ocurridas en La Sonora, la desaparición de
los ebanistas y el asesinato del padre Tiberio Fernández Mafla, todos ocurridos
entre marzo y abril de 1990. Si bien es un hecho que no se asocia de manera
directa con los señalados por la CISVT, la desaparición del testigo oficial de dos
de los tres sucesos emblemáticos, Daniel Arcila Cardona. Estos acontecimientos
son observables en el Mapa III.
No es tema del presente estudio elaborar la descripción de cada uno de estos
sucesos. Cada uno de ellos, tanto en su conjunto como en su individualidad,
adquiere trascendencia en la violencia desencadenada en Trujillo como
consecuencia de tres elementos. En primer lugar, las prácticas del terror utilizadas
en cada uno de los casos significó el agotamiento del sentido de dignidad y
humanidad de las víctimas a través del uso indiscriminado de métodos de
subyugación y control social por parte de los victimarios, especialmente la tortura.
Con relación a su uso, basándose en el testimonio de Daniel Arcila, en el caso de
31
las desapariciones de La Sonora, Atehortúa señala: “[…] El mayor… les levanta
las uñas con navaja, les quitan pedazos de la planta de los píes con cortaúñas, los
cortan y les echan sal, luego con un soplete de gasolina que lanza llama les
queman las distintas partes del cuerpo y la carne se raja y se levanta el cascarón,
les ponen el chorro de llama en la parte genital, les cortan el pene y los testículos
y se los meten a la boca a las mismas víctimas y finalmente los descuartizan con
una motosierra y al hacer esto, los torturadores gritaban “ay hombe” […]” (1995,
pp. 302).
Mapa III – Ubicación de los hechos de violencia relevantes entre 1989 y 1990
En tanto las victimizaciones inscritas a estos hechos responden a antiguas
asociaciones sobre los aparentes nexos entre algunos miembros de la sociedad
Fuente: Grupo de Memoria Histórica (2008), Trujillo. Una tragedia que no cesa [en línea], disponible en: http://www.memoriahistorica-cnrr.org.co/images/content/trujillo_informe.pdf, recuperado: 8 de septiembre de 2008
32
civil y el ELN, es pertinente plantear, en segundo lugar, el agotamiento de los
límites entre lo legal y lo ilegal en las prácticas y, por tanto, de las alianzas. En el
caso de la violencia desatada en Trujillo, que comprende hechos tan aberrantes
como el descrito, la asociación de las fuerzas militares con los paramilitares
justifica el uso de métodos de violencia. En tanto la asociación entre fuerzas
“contradictorias” supone el agotamiento de lo legal en lo ilegal, no es de esperar
que las acciones dentro de dicho escenario resulten legítimas ante los ojos de la
sociedad.
Finalmente, un tercer aspecto relevante en los sucesos de Trujillo son las
características de sus víctimas. Para su caracterización es necesario precisar dos
tipos de violencia planteados por Stathis Kalyvas (2001). Según el autor, en un
escenario de guerra civil existen dos tipos de violencia, la selectiva y la
indiscriminada. La violencia selectiva sirve para “[…] recolectar información en las
zonas sometidas a fuertes medidas de control […]” (p. 11). Por su parte, la
violencia indiscriminada es utilizada “[…] teniendo en cuenta que la población no
tiene más alternativa que someterse al soberano […]” (p. 11). Trujillo constituye un
caso de violencia selectiva. En primer lugar, es importante señalar que los actos
de violencia tuvieron lugar no solo por el control territorial de la zona, sino por el
control social por parte de la alianza entre narcotraficantes y las fuerzas de
seguridad del Estado. Por otra parte, la selectividad queda manifiesta en la
elección de las víctimas. La mayoría fueron detenidas ilegalmente por sus posibles
vínculos con la organización guerrillera de la zona.
Frente a todos estos crímenes de lesa humanidad, la indiscriminada violación a los
derechos humanos, y la falta de confiabilidad hacia el Estado generada por su
alianza con el narcotráfico, AFAVIT nació como una iniciativa colectiva apoyada
por el padre Javier Giraldo S.J., y el Comité Intercongresacional de Justicia y Paz,
con el fin de denunciar los hechos de barbarie y no dejarlos en la impunidad.
AFAVIT ha mantenido su acción durante un poco más de una década; sus
esfuerzos y logros han sido importantes. Sin embargo, su camino aún es largo y
33
requiere el compromiso de todos los sectores involucrados en los hechos que
tuvieron lugar en la zona.
3.2. La negación del silencio y del olvido. La voz de las víctimas desde el
marco legal e institucional.
A nivel nacional e internacional, el caso de la violencia en Trujillo ha sido analizado
por diferentes organismos. Algunos de ellos, como la CISVT, se encargaron no
solo de describir minuciosamente los hechos relevantes al caso, sino adjudicó
responsabilidades a los perpetradores de los hechos y al Estado colombiano. A
pesar de la amplia labor de las víctimas en la reconstrucción de la memoria
histórica, que se convierte en un modelo de trabajo para otras asociaciones de
víctimas y en un ejemplo de la construcción de memoria en medio de la violencia,
solo un informe a nivel nacional e institucional se ha encargado de analizar el
trabajo de AFAVIT en el marco de la memoria histórica.
En septiembre de 2008, el Grupo de Memoria Histórica, en adelante GMH, de la
Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) lanzó en el país el
informe Trujillo, una tragedia que no cesa. A diferencia de los organismos que en
el pasado se encargaron de desarrollar informes relacionados con los hechos de
Trujillo, la importancia del trabajo del GMH está relacionada con el escenario en el
que tiene lugar, así como el contexto nacional en el que se da a conocer.
Auspiciado por el Estado, este informe constituye el primer esfuerzo institucional a
nivel nacional en la reconstrucción de la memoria histórica desde abajo, es decir, a
partir de las víctimas. La centralidad de las víctimas es fundamental en el actual
contexto colombiano. Mientras en el pasado su silencio escondía las violencias
que tenían lugar en el territorio nacional, aún en medio de un ambiente de temor,
en el presente las víctimas se negaron el silencio abanderándose del clamor
público hacia el tan renombrado ¡Nunca más!, frente al olvido colectivo de la
sociedad.
34
Afirmando la idea de Trujillo como una Colombia pequeña, Trujillo, una tragedia
que no cesa describe los sucesos violentos del municipio definiéndolos como la
“masacre continuada de Trujillo”. Según el informe del GMH, la profundidad de
dicha denominación no es más que el “[…] reconocimiento de la dimensión
colectiva y prolongada de los crímenes que tuvieron lugar en esta zona del Valle,
destacando al mismo tiempo la crueldad y la sevicia en la ejecución de los hechos
delictivos […]” (2008, p. 16). Tal como se describió en el apartado anterior, con
relación al informe del GMH, los acontecimientos violentos del municipio fueron
producto de un deseo de control social y territorial por parte de la alianza
establecida entre los narcotraficantes de la región y las fuerzas militares.
En este sentido, el informe del GMH está divido en tres partes sobre las cuales
plantea la descripción y el análisis del caso de Trujillo. De manera descriptiva, en
la primera parte, establecen los hechos que tuvieron lugar en la “masacre
continuada de Trujillo”, señalando las dimensiones de los hechos con relación al
uso de la violencia, especialmente, las máquinas del terror, y su ubicación en los
contextos social, político y económico, derivados de las dinámica coyuntural
nacional, y la intervención de los actores legales e ilegales.
A partir de lo anterior, la segunda parte se centra en el trabajo desarrollado por las
víctimas asociadas en AFAVIT en el marco de la reconstrucción de la memoria.
Para ello, contraponen la memoria al olvido y la impunidad a través de la
descripción y análisis de los modos sobre los que se desarrolla la reconstrucción
de la memoria, las tensiones que ésta plantea entre las víctimas y las constantes
amenazas que sufre la memoria por parte de aquellos que aún pretenden silenciar
y callar la verdad.
La última parte del informe comprende las obligaciones adquiridas por el Estado
colombiano con relación a la verdad, la justicia y la reparación. Con apoyo del área
Jurídica de la Comisión, el informe identifica el caso de Trujillo a través de la
confirmación de las declaraciones y los testimonios de las víctimas, y de los
análisis sugeridos por los investigadores del GMH con relación al desarrollo de los
35
sucesos violentos de Trujillo. A partir de dicha identificación el GMH evalúa la
gestión judicial adelantada por el Estado colombiano a través de las fortalezas y
debilidades del proceso. En este sentido, analiza la reparación a través de las
evaluaciones sugeridas por AFAVIT y la Contraloría General de la Nación con
relación a la labor adelantada por el gobierno nacional.
La lectura de cada una de sus partes no solo permite aproximarse al caso de la
violencia de Trujillo. También permite evaluar las acciones que las asociaciones
de víctimas desempeñan en la actualidad, bajo el contexto legal sustentado en la
denominada ley de Justicia y Paz (975 de 2005), y el cumplimiento e
incumplimiento de las obligaciones adquiridas por el Estado, una vez la CISVT
responsabilizó al Estado colombiano en los hechos, y el reconocimiento público
del presidente del república, Ernesto Samper Pizano hace una década.
El trabajo desarrollado por el GMH es una importante contribución en la
reconstrucción de la memoria nacional. Su importancia más significativa es ser la
primera iniciativa de construcción de memoria que tiene lugar desde el Estado,
institución que durante años ha construido una memoria desde arriba, que
recuerda a los héroes y próceres y funda la historia sobre ellos, más no a aquellos
que durante años han sufrido los estragos de la guerra y la violencia. Esto sugiere
que si bien el Estado no va a eliminar la memoria tradicional sobre la que ha
construido la historia, y no lo va a hacer en el futuro, éste comienza a pensar en
las memorias que han sido borradas del relato histórico nacional. Estas memorias
son las de las víctimas, y por eso se afirman que tienen lugar “desde abajo”. Lo
relevante aquí es comprender que pese al sentido tradicionalista contenido en el
relato histórico, y que afirma la memoria que desde el Estado se construye, el
informe de Trujillo, un recorrido hacia la construcción de la memoria de las
víctimas, es un primer paso hacia la superación del olvido, que tiene lugar desde
una institución promovida y auspiciada por el Estado.
36
Esta primera iniciativa demuestra que aunque en Colombia la violencia y la guerra
representan uno de los contextos nacionales nunca cambiantes en el presente,
reconstruir la memoria en medio de él no es una imposibilidad. La reconstrucción
de la memoria enfrenta importantes desafíos para las víctimas, la sociedad civil y
el Estado. Informes como el de Trujillo lo demuestran. Después de años de
silenciamiento y olvido, las víctimas imponen su voz frente a las que las callaron,
recordando y replanteando la historia nacional escondida.
3.3. Más allá de las imposibilidades. Los desafíos de construir memoria en
medio del conflicto.
La experiencia de la violencia en Trujillo ha dejado de manifiesto un aspecto
importante: en Colombia, resultado del contexto que se ha extendido durante las
últimas décadas, las iniciativas de paz y de construcción de memoria histórica
tienen lugar en medio del conflicto armado. Experiencias bélicas latinoamericanas
similares a la colombiana, como la de Perú, Guatemala y El Salvador (ver Tabla I),
iniciaron el proceso hacia la búsqueda de la verdad y la reconstrucción de la
memoria histórica después de firmar algún tipo de acuerdo de paz como resultado
de una salida negociada al conflicto. En estos contextos, el establecimiento de
Comisiones de la Verdad en el escenario de postconflicto supuso la creación de
mandatos específicos para cada una de las comisiones establecidas, donde la
reconstrucción de la memoria histórica resultaba una de sus labores
fundamentales (ver Tabla II).
A diferencia de dichas experiencias, en Colombia la persistencia del conflicto
armado y el fracaso de los acuerdos y las negociaciones de paz (ver Tabla III),
establecidas con los grupos armados irregulares, niega la posibilidad de
establecer una Comisión de la Verdad con las condiciones que se crearon las
antes mencionadas. Sin embargo, no es posible afirmar la ausencia de un
mandato político que sustente y fomente la creación de una institución que
promueva las condiciones para iniciar un proceso de justicia transicional y de
construcción de paz en medio del conflicto armado.
37
Tabla I. Conflictos Armados en América Latina similares al colombiano*
País Tipo de
conflicto Duración Causas Actores
Crímenes y violaciones de DDHH**
Perú Armado interno 20 años (1980-2000)
Desigualdad Estado
Aesinatos
Modernización estatal Masacres
Sendero Luminoso Inestabilidad política Desaparición forzada
Guatemala Armado interno 36 años (1960-1996)
Exclusión, discriminación y racismo Estado Ejecuciones arbitrarias
Carencia de inversión social
Inestabilidad política Guerrilla (URNG) Violaciones (mujeres y niños)
No construcción de nación
Ausencia de principios democráticos PAC (Autodefensa civil)
Violencia contra menores de
edad Relación Estados Unidos
El Salvador*** Armado interno 12 años (1980-1992)
Crisis e inestabilidad política Estado Secuestro y toma de rehenes Gobiernos militares entre 1931 y
1979
Desigualdad económica Guerrilla (FMLN) Tortura Ausencia de libertades
Si bien no son iguales al caso colombiano, los conflictos que tuvieron lugar en Perú, Guatemala y El Salvador son comparables a él. Los tres conflictos son descritos como armados internos. En tanto conflicto supone la lucha entre dos o más partes, igual que el caso colombiano, en Guatemala el conflicto tuvo lugar entre tres partes, el Estado, la guerrilla y los grupos de autodefensa, a diferencia de lo ocurrido en Perú y El Salvador, donde no hubo presencia de autodefensa. Además de lo anterior, el inicio de las hostilidades en Guatemala es equivalente al de Colombia en tanto dichos conflictos comenzaron en la década de los sesenta. Con relación a las causas de estos conflictos, algunas características son equivalentes a los tres casos, especialmente las relacionadas a los aspectos políticos y económicos, como las crisis y la inestabilidad política y la ineficiente distribución de la riqueza. A pesar de lo anterior, una de las causas que originaron el conflicto en Guatemala estuvo relacionada con motivos culturales. En este sentido, la ausencia de la construcción de lo nacional es un elemento común al caso de Colombia. Si bien no se argumenta que una de las causas del conflicto armado colombiano sea la construcción de nación, si es posible afirmar la ausencia de unos valores comunes que aseguren una identidad nacional o un nacionalismo arraigado. Pese a no ser causa, dicha ausencia puede estar relacionada con las diferencias entre los grupos irregulares y el Estado. Finalmente, con relación a los crímenes y violaciones de DDHH, en los tres casos las Comisiones de la Verdad respectivas demostraron que éstos fueron cometidos por los grupos regulares e irregulares.
* Este cuadro fue elaborado a partir de la información encontrada en: Fundación Social, Alcaldía de Medellín, International Center for Transitional Justice (2006), El mosaico de la memoria: experiencias locales, no oficiales o parciales de búsqueda de la verdad histórica [en línea], disponible en: http://www.ictj.org/es/index.html, recuperado: 18 de septiembre de 2008.
** Si bien estos no fueron los únicos crímenes y violaciones a los DDHH registrados, los aquí mencionados fueron comunes a los tres casos descritos.
*** Grupo de trabajo sobre el postconflicto. Fundación ideas para la paz - Universidad de los Andes. Vesga, N. (2009), Una sociedad en armas. El post-conflicto en el Salvador [en línea], disponible en: http://www.ideaspaz.org/proyecto01/download/el_salvador.pdf, recuperado: 17 de mayo de 2009, e Informe de la Comisión de la Verdad para El Salvador, De la locura a la esperanza. La guerra de 12 años en El Salvador [en línea], disponible en: http://www.nacionesunidas.org.sv/documentos/informe_de_la_comision_de_la_verdad/01.pdf, recuperado: 19 de mayo de 2009.
38
Tabla II. Comisiones de la Verdad en los Conflictos Armados en América Latina similares al colombiano*
País Comisión de la Verdad Establecimiento Objetivo Informe Resultados del informe**
Perú Comisión para la Verdad y la
Reconciliación (CVR)
Decreto Supremo No. 065/2001/PCM
(4 de junio de 2001)
Esclarecer procesos, hechos
y responsabilidades en la violencia terrorista y la violación de DDHH entre
1980 y 2000.
Informe de la Comisión de
la Verdad y Reconciliación de Perú
(28 de agosto de 2003)
Los informes que cada una de estas Comisiones
de la verdad publicó describieron las causas que generaron el conflicto, los hechos sucedidos en medio de él y las consecuencias que tuvo en la
población afectada. Los resultados de cada uno de los informes concluyeron con unas recomendaciones a implementar por los
gobiernos nacionales.
Guatemala
Recuperación de la Memoria
Histórica (REMHI) - No oficial
Iniciativa de Monseñor
Juan Gerardi ( 1995)
Garantizar a las víctimas el derecho a recordar y
reconstruir la historia desde sus testimonios.
Guatemala Nunca Más -
Cuatro tomos (24 de abril de 1998)
Estas recomendaciones comprenden:
Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) - Oficial
Acuerdo de Oslo (23 de junio de 1994)
Garantizar el derecho a las
víctimas a la verdad esclareciendo la historia de los hechos.
Memorias del Silencio
(1999) Cambios legales e institucionales
Investigaciones judiciales
El Salvador Comisión de la Verdad para El
Salvador
Acuerdo México
(27 de abril de 1991)
Investigar los hechos de violencia ocurridos con el fin de superar la impunidad e
iniciar el conocimiento público de la verdad.
De la locura a la esperanza. La guerra de
12 años en El Salvador
Reparación integral
Depuración militar
El caso de Colombia***
Comisión Establecimiento Objetivo Informe Resultados del informe
Comisión Nacional de Reparación y
Reconciliación
Ley 975 de 2005, o Ley de
"Justicia y Paz"
Consolidar un proceso de paz a
través de los buenos oficios e iniciativas de reconciliación y justicia restaurativa, con la
participación activa de las víctimas, y formular un Programa Nacional de Reparaciones.
Grupo de Memoria Histórica Trujillo. Una
tragedia que no cesa (2008)
El informe sobre los hechos violentos de Trujillo es el primero de carácter público elaborado por el GMH. Sus recomendaciones plantean marcos
de acción para las instituciones estatales siguiendo el mandato de la construcción de una Política Pública para víctimas.
* Este cuadro fue elaborado a partir de la información encontrada en: Fundación Social, Alcaldía de Medellín, International Center for Transitional Justice (2006), El mosaico de la memoria: experiencias locales, no oficiales o parciales de búsqueda de la verdad histórica [en línea], disponible en: http://www.ictj.org/es/index.html, recuperado: 18 de septiembre de 2008.
** Basado en: Gaborit, M (2006), "Memoria histórica: revertir la historia de las víctimas", en: Gómez Isa, F. (2006) El derecho a la memoria, Bilbao, Itxaropena S.A.
*** Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (2007), Plan de acción 2007-2008, [en línea], disponible en: http://www.cnrr.org.co/new09/anexo/pdf/plan_de_accion.pdf, recuperado: 28 de noviembre de 2007, y Grupo de memoria Histórica Trujillo: una tragedia que no cesa. Presentación del informe y recomendaciones, Bogotá, s. e.
39
Tabla III. Procesos de paz en Colombia (1982-2002)*
Periodo Actores Proceso de paz
Sanción** Cese de hostilidades Regulares Irregulares Motivaciones Objetivos
Belisario Betancur (1982-1986)
Estado
M-19, FARC
Reconocimiento de las necesidades individuales
de los revolucionarios y las causas políticas y estructurales de la
violencia.
1. Asistencia a los guerrilleros.
Amnistía e indulto
No
2. Reforma política y apertura democrática.
3. Programa especial de desarrollo hacia las área más afectadas por la violencia (Plan Nacional de
Rehabilitación).
Virgilio Barco (1986-1990) FARC, EPL, ELN, M-19, CGSM
Reconocimiento de la guerrilla como parte de la sociedad civil.
1. Reincorporación de los insurgentes en la
sociedad. Indulto Si (M-19) No (otros)
2. Desarme
César Gaviria (1990-1994)
EPL, FARC, ELN, M-19, PRT, Quintin Lame
La Asamblea Nacional Constituyente era un instrumento para
alcanzar la paz.
Amnistía e indulto
No 3. Programa Nacional de Rehabilitación
Ernesto Samper
(1994-1998)
ELN, FARC, EPL,
Paramilitares
Transformar la conducta
de la guerra y encomendar al Estado seguir normas y
procedimientos para tratar el conflicto armado interno según las normas
internacionales.
1. Promulgar una ley general de desarme que
permita reincorporar los grupos paramilitares desmantelados.
Amnistía e
indulto No
2. "Humanizar la guerra": Aplicar las normas internacionales relacionadas con los derechos
humanos.
3. Promulgar un marco de acciones que conduzcan al respeto de las organizaciones internacionales.
Andrés Pastrana (1998-
2002)*** FARC, ELN
Adelantar un proceso de
paz a través de negociaciones entre las partes con el fin de
encontrar una salida al conflicto, que en este periodo alcanzó un
carácter internacional.
1. Otorgar concesiones al ELN y las FARC.
Amnistía e
indulto No (mayor intensidad)
2. Apertura de una zona de despeje, sin presencia
armada estatal.
Alvaro Uribe (2002-2010)****
Autodefensas, FARC, ELN, ERG
Iniciar un proceso de
diálogo con los miembros de los grupos armados organizados que permita
su reincorporación a la sociedad como sujetos legales.
1. Desarme, desmovilización y reincorporación
Amnistía e indulto
No
2. Garantizar derechos de verdad, justicia y
reparación
* Cuadro elaborado a partir de la información encontrada en: Chernick, M. (1999) “Negotiationg peace amid multiple forms of violence: the protracted search for a settlement to the armed conflicts in Colombia” en: Arnson, C. (edit.) Comparative peace processes in Latin America, Washington D.C., Woodrow Wilson Center.
** Boletín informativo No. 5, Historia de los procesos de diálogo y negociación en Colombia. Amnistía e indulto en Colombia: 1981-2004 [en línea], disponible en: http://www.ideaspaz.org/proyecto03/boletines/boletin05.htm, recuperado: 20 de mayo de 2009.
*** Santos, J. (2003) Perspectivas de paz para Colombia [en línea], disponible en: http://www.wilsoncenter.org/news/docs/santos.doc, recuperado: 20 de mayo de 2009.
**** Ley 975 de 2005 [en línea], disponible en: http://www.cnrr.org.co/new09/anexo/pdf/ley_975_05.pdf, recuperado: 20 de mayo de 2009.
40
La Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, en adelante CNRR, creada
bajo el mandato de la ley 975 de 2005, llamada también de “Justicia y Paz”, es
una institución encargada de adelantar tareas hacia la promoción de la verdad, la
justicia y la reparación, involucrando la atención a víctimas y victimarios, en
especial a los ex paramilitares. La atención a las víctimas permite no sólo abrir el
espacio a los antiguos silenciados, sino iniciar un proceso de reconstrucción de
memoria histórica sobre la memoria nacional ya construida, como mecanismo de
construcción de paz.
La labor desarrollada por AFAVIT durante poco más de una década en Trujillo, y
que es solo un ejemplo de las acciones emprendidas por las asociaciones de
víctimas en los últimos años, permite afirmar la idea que en Colombia la
reconstrucción de la memoria histórica es posible. Sin embargo, las implicaciones
y persistencia de un escenario de conflicto armado, sugiere importantes desafíos
en la reconstrucción de la memoria histórica nacional. Si el pasado silenció y
olvidó las voces de las víctimas, en el presente la reconstrucción de la memoria
histórica permite traer los hechos del pasado y ubicarlos en la esfera pública a
través del recuerdo y los verdaderos relatos de su ocurrencia. La construcción del
Parque Monumento en Trujillo (ver Anexo 1), es una muestra simbólica de
reconstrucción de memoria histórica que pone sobre el escenario nacional el
clamor de las víctimas hacia su reconocimiento público.
Aunque los esfuerzos más sólidos son de parte de las víctimas, la construcción de
la memoria histórica es una responsabilidad colectiva. Los victimarios, el Estado y
la sociedad civil adquieren también una responsabilidad en el proceso de
construcción de memoria histórica. En este sentido, los desafíos que se plantean
son abordados desde su multidimensionalidad. Es decir, todos los actores y
escenarios están involucrados y relacionados, y cada uno de ellos comprende
desafíos de diferente tipo. En este sentido, los desafíos de construir memoria
histórica en medio del conflicto se describirán y analizarán a partir de cuatro
categorías: desafíos políticos e institucionales; desafíos sociales; desafíos
41
culturales; y desafíos para las víctimas. Según lo afirmado en los primeros
capítulos, la construcción de la memoria es un proceso que comprende más de un
actor, que a su vez plantea más de una responsabilidad cuando se hace
referencia a la memoria. En este sentido, estas categorías se estructuran según
los actores que integran dichos escenarios (político e institucional, social, cultural y
el de las víctimas), y las responsabilidades que cada uno de ellos adquiere en la
reconstrucción de la memoria, y que apunta hacia la superación de los desafíos.
Los desafíos que se plantearán encuentran su base en lo que Felipe Gómez Isa
(2007) denomina “una tríada indisociable”: la verdad, justicia y reparación. Sin
embargo, es necesario aclarar que en el escenario colombiano, la tríada se
constituye a sí misma como un desafío. En tanto proceso, la tríada en Colombia
aún está en curso y es aún prematuro, razón por la que todavía es necesario
luchar contra las acciones u omisiones que limitan su desarrollo en el contexto
nacional.
Para su comprensión, es necesario abordar la tríada desde lo que Pablo de Greiff
plantea como “políticas de justicia transicional”. Según el autor, dichas políticas
son “[…] medidas que se implementan para responder a los legados de las
violaciones masivas de derechos humanos que suelen ocurrir bajo condiciones de
conflicto o bajo regímenes autoritarios. Estas políticas suelen incluir por los menos
los siguientes elementos: medidas de justicia penal, de esclarecimiento histórico,
reparación a las víctimas, y reformas institucionales […]” (de Greiff, P. 2007, p.
26). Hacer referencia a las “condiciones de conflicto” lleva a pensar los postulados
de la justicia transicional en el caso colombiano, y por tanto, la forma como la
tríada debe ser abordada desde la memoria histórica.
Uno de los pilares fundamentales en la justicia transicional es la “no repetición”.
Sin embargo, cuando la permanencia del conflicto implica la continua violación de
derechos humanos en escenarios democráticos, asegurar la no repetición es una
tarea desafiante. En esta medida, la importancia de la tríada en la construcción de
42
la memoria histórica se afirma en la no repetición, en el legado ¡Nunca más! En
tanto la memoria permite recordar los actos atroces del pasado, reconstruyendo el
relato histórico tradicional, el derecho a la verdad permite conocer de manera
integral los hechos y legados del pasado. Sobre este conocimiento, el derecho a la
justicia plantea una responsabilidad restauradora hacia las víctimas, los victimarios
y la sociedad, que al ubicarlas de manera simétrica en el escenario de poder,
permite abrir el camino a la reparación, que “[…] no es un fenómeno
exclusivamente económico o material, sino que necesita de todo un conjunto de
medidas que tienden a modificar el imaginario político y social en el que se tienen
que insertar las víctimas” (Gómez, F. 2007, p. 53). Aunque con significados
diferentes e independientes, la verdad, justicia y reparación son siempre
abordadas bajo la relación anterior.
Teniendo en cuenta la relevancia que adquiere la tríada, y afirmando que en
Colombia se ha iniciado un proceso legal e institucional hacia el reconocimiento y
garantía de dichos derechos, la descripción y análisis de los desafíos en la
construcción de memoria histórica no puede empezar sin antes afirmar una de las
ideas motivaron la realización de este trabajo. En Colombia no se puede hacer
referencia a las imposibilidades de construir memoria histórica. El paso
determinante para superarlas ya se ha dado: el escenario público ya no está
vetado, la voz de las víctimas ya no es silenciada, y la apertura hacia el
conocimiento de los hechos del pasado empieza a reformularse. El interés hacia la
reconstrucción de la memoria histórica se encuentra en el centro de la discusión.
3.3.1. Desafíos políticos e institucionales.
El papel adquirido por el gobierno nacional y por las instituciones del Estado
constituye una importante responsabilidad en la labor de construcción de memoria
histórica. Casos como el de Trujillo revelan que el trabajo por parte del gobierno y
las instituciones estatales es uno de los más importantes en el logro de la verdad,
la justicia y la reparación.
43
El advenimiento de numerosas memorias, manifiesta un hecho preocupante en el
escenario nacional e internacional: la responsabilidad del Estado en crímenes de
lesa humanidad y violaciones a los derechos humanos. Si bien el monopolio de la
fuerza y la violencia legítima deben ser del Estado, como lo afirma Max Weber
(1998), su uso debe estar dirigido hacia la seguridad y no hacia la perpetración de
actos de terror contra la población. En el caso de Trujillo, la alianza entre
paramilitares y las fuerzas armadas fue la encargada de perpetrar las
desapariciones, torturas y asesinatos de los civiles con el fin de mantener un
control social. En 1995, la CISVT confirmó esta asociación y actos, y frente a ellos,
adjudicó la responsabilidad al Estado colombiano en los hechos violentos de
Trujillo, así como el inicio de un plan de reparación dirigido a las víctimas por las
acciones cometidas.
Sin embargo, las recomendaciones nunca se materializaron. El mismo año, el
presidente Ernesto Samper Pizano declaraba: “Acepto, como Presidente de
Colombia, la responsabilidad que corresponde al Estado colombiano por la acción
u omisión de servidores públicos en la ocurrencia de los hechos violentos de
Trujillo sucedidos entre los años de 1988 y 1990” (El Tiempo, 01 de febrero de
1995). La aceptación de la responsabilidad por parte del Estado y el seguimiento
de las recomendaciones formuladas por la CISVT supusieron la apertura hacia el
proceso de verdad, justicia y reparación para las víctimas de Trujillo. Por el
contrario, el proceso nunca se desarrolló como debía hacerse.
Con esto se plantea uno de los primeros desafíos para la construcción de la
memoria histórica en medio del conflicto armado colombiano, la impunidad.
Entendida como la ausencia o estancamiento de procesos legales dirigidos hacia
responsables de crímenes de lesa humanidad y violación a los derechos
humanos, la impunidad es uno de los desafíos más complejos en el terreno de
construcción de la memoria. Según Rodolfo Matarrollo (2007), “La lucha contra la
impunidad implica la intervención en esa vasta empresa de los tres poderes del
Estado, en la esfera de su respectiva competencia y de los órganos extrapoder”
44
(p. 45). En este sentido, casos como el de Trujillo ponen de manifiesto la falta de
compromiso por parte de las instituciones estatales en el desarrollo de los
procesos legales hacia los responsables. Al respecto, AFAVIT señala que “[…]
después de formuladas [las] recomendaciones [de la CISVT] y del reconocimiento
formal por parte del estado colombiano, las medidas en materia de justicia [son]
inexistentes” (Carta de la Comisión Intercongregasional de Justicia y Paz,
[Inédito]). Los procesos judiciales adelantados por las instituciones del Estado, son
pocos con relación al número de casos de crímenes y violaciones a los derechos
humanos que tuvieron lugar en el municipio.
En Colombia, la memoria ha sido construida de manera excluyente. Los relatos
producto de la construcción de memoria, que han constituido la historia nacional,
se han elaborado sobre la memoria de unos pocos. De manera contradictoria
dicha minoría detenta más poder que las víctimas, y por esta razón, imponen una
visión no integral de la historia. Esta visión excluyente, es según las víctimas, una
muestra de impunidad. Según AFAVIT, “Sostener y alimentar la impunidad, ayuda
a los que tienen el poder a imponer su propia versión de la historia, favoreciendo a
los agresores y a un orden social acorde a sus intereses” (AFAVIT, [Inédito]).
En este sentido, la impunidad se convierte en otra victimización, y un agravio y
nueva violación a los derechos de verdad y justicia de las víctimas. Por esta razón,
es desde la perspectiva de las víctimas con relación a la responsabilidad del
Estado, que posible afirmar que la prolongación de la impunidad profundiza la
ausencia del desarrollo del duelo por parte de las víctimas. Hacer referencia a un
“orden social acorde a sus intereses” sugiere desde las víctimas, la obstrucción y
limitación de su verdad en el relato nacional, admitiendo la versión de los
perpetradores. Es por ello que se hace referencia a Colombia como un país de
memoria fragmentada, entendiendo fragmentada como un constructor que si bien
supone divisiones, no todas las partes tienen lugar en la memoria nacional.
45
La construcción de la memoria conduce al reconocimiento político de las víctimas.
En tanto la impunidad no asegura la verdad y la justicia, en contraposición a dicho
reconocimiento, el sentimiento de las víctimas hacia el Estado es la desconfianza,
y a su vez, la pérdida de legitimidad de éste y del régimen democrático. La
restitución de la confianza es posible en la medida que la impunidad sea
superada. La manera de superarla no solo parte del reconocimiento público de la
responsabilidad en los hechos. Adelantar los procesos judiciales contra los
victimarios y asumir el compromiso en las reparaciones materiales y no materiales,
constituye la vía de entrada hacia la justicia para las víctimas. En este sentido, el
reestablecimiento de la confianza hacia el Estado y el régimen por parte de ellas
tienen lugar con la superación de la impunidad.
La impunidad como desafío en la construcción de la memoria histórica no permite
construir un estado deseable para el futuro en el presente. Cuando las víctimas
hacen referencia al futuro, su concepción se formaliza en el legado ¡Nunca más!,
la no repetición de los hechos y, por tanto, la no violación de sus derechos. Si la
impunidad se mantiene a lo largo del tiempo, y el compromiso no se materializa en
hechos concretos, la visión de futuro deseado permanece como una utopía para
las víctimas. Por esta razón, para el Estado resulta importante reestablecer la
confianza de las víctimas en él, garantizando el derecho de la verdad, ausente de
exclusiones que se asegura a través de la construcción de la memoria histórica.
Su garantía permite construir un relato integral de la historia, obstaculizando la
ampliación de un conocimiento fragmentado de ella para la sociedad.
Gracias a la generación de un relato incluyente de la historia, que tiene lugar a
través de la construcción de una memoria histórica integral, se abre el camino
hacia el proceso de reparación. Sin embargo, la formalización de dicho proceso no
resulta tan fácil como parece. En este sentido, la reparación se plantea como un
segundo desafío presente en el escenario político, y a su vez, en estrecha relación
con el escenario económico y social. Siguiendo a Martha Minow (1998), la
reparación se comprende como “Monetary payments to the victimized, health and
46
social services, memorials and other acts of symbolic commemoration would
become governmental policies in an effort to restore victims and social
relationships breached by violence and atrocity.” (p. 91).
En este sentido, hacer referencia a la reparación implica abordarla en diferentes
escenarios. El uso de la violencia en el conflicto armado implica acciones que
pueden afectar la vida individual y colectiva de las víctimas en más de una vía. Por
esta razón, dichos escenarios sugieren las vías económica, simbólica y
psicológica de la reparación, cuya articulación constituye la reparación integral. La
relación entre memoria histórica y reparación viene dada por el impacto que tienen
los relatos de los hechos sobre el conocimiento de su verdad. Gracias a la
construcción de la memoria histórica, instituciones encargadas de la investigación
de los hechos logran construir un marco de recomendaciones y programas
relacionados con el desarrollo de la reparación.
En relación con el planteamiento de Minow, según el GMH, “Reparar consiste en
desagraviar, satisfacer, resarcir, compensar a quienes han padecido atropellos,
ofensas o crímenes que han afectado gravemente a personas inocentes” (2008, p.
263). Con relación a dicha definición, Gómez Isa plantea que “Es en el marco de
esta concepción integral de la reparación donde cobran sentido las políticas de la
memoria, ya que la memoria y el recuerdo se convierten en un ingrediente
esencial de la reparación que se debe a las víctimas” (2007, p. 24). En este
sentido, la relación entre memoria y reparación tiene lugar en dos sentidos. En
primer lugar, se comprende a la memoria histórica como una construcción que
permite adelantar el proceso de reparación. En segundo lugar, la memoria
histórica es también un elemento de reparación para las víctimas.
Comprendiendo y afirmando esta doble relación, la reparación económica está
relacionada con el resarcimiento de los daños a través de bienes materiales.
Según las recomendaciones de la CISVT, el Estado colombiano debía iniciar un
plan de reparación urgente en el caso de Trujillo, que según el GMH (2008) estaba
47
enfocado en el sector vivienda, productivo, educativo y social. Sin embargo, a
través de la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, después de una
década de ser publicado el informe de la CISVT, AFAVIT declaraba que “La
profunda e indignante corrupción que ha acompañado la ejecución del plan
durante estos años, por el contrario ha generado nuevos elementos de
desconfianza en las autoridades e instancias del Estado, con lo que las
perspectivas de recuperar el tejido social y propiciar la participación ciudadana,
antes que promoverse ha sufrido nuevos daños” (2000, p. 21).
La ausencia de un compromiso en el desarrollo y continuidad de procesos de
reparación hacia las víctimas, demuestra una actitud desafiante a la construcción
de la memoria histórica. De igual forma que en la impunidad, la ausencia de la
reparación victimiza nuevamente a las víctimas, negándoles el derecho a la
verdad y la justicia, planteando una actitud de desconfianza hacia al Estado, y por
tanto, su pérdida de legitimidad.
Por esta razón, la reparación es uno de los desafíos para la construcción de la
memoria histórica. La realización de memoriales que permiten recordar a quienes
fueron asesinados es también, en el caso colombiano, responsabilidad del Estado.
Según el GMH, dentro de la reparación económica colectiva para las víctimas, un
porcentaje estaba destinado a la construcción del Parque Monumento en Trujillo.
La totalidad del monto nunca fue entregado, impidiendo avanzar y terminar la
construcción de éste (2008, p. 279). Si bien los memoriales tienen como objetivo la
realización del duelo por parte de los familiares de las víctimas, su dignificación y
humanización y el reconocimiento público de los hechos perpetrados, la ausencia
de la reparación económica obstaculiza dichos procesos, así como la garantía del
derecho a la verdad que se logra a través de la construcción de memoria histórica.
La ausencia de reparación económica se relaciona, en este sentido, con la
ausencia de reparación simbólica. Este aspecto afirma la segunda relación de la
memoria y la reparación. En tanto la construcción de memoria histórica constituye
48
uno de los elementos del programa de reparación simbólica, las limitaciones en el
desarrollo de la reparación económica significan, a su vez, limitaciones en la
construcción de los memoriales. Como resultado de ello, la dignificación y
humanización de las víctimas es una labor inconclusa que pone de manifiesto la
ausencia de una voluntad hacia la reconstrucción de la memoria histórica.
Unido a lo anterior es necesario resaltar la ausencia de una política de
salvaguarda de los memoriales de las asociaciones de víctimas. La construcción
de la memoria histórica plasmada en los memoriales es continuamente atacada y
amenazada por quienes se oponen al reconocimiento de la verdad integral de las
víctimas. Un caso concreto es la profanación de la tumba del padre Tiberio
Fernández ubicada en el Parque Monumento de Trujillo (ver Anexo 1). Este tipo de
acciones hacia la memoria ya construida suponen la profundización de la
deshumanización sufrida por quienes fueron torturados y asesinados. En este
sentido, la lógica de la salvaguarda de la memoria integradora en medio del
conflicto es también un desafío que no se puede dejar de lado y que, a su vez,
establece una estrecha relación con las sugerencias de los desafíos de impunidad
y reparación. Una vez el Estado asuma su labor en la protección de los
memoriales, el retorno de las víctimas hacia su confianza resulta más fácil que
cuando dicha protección desaparece del escenario de construcción de memoria.
3.3.2. Desafíos sociales.
El papel de la sociedad civil no se puede dejar de lado en el proceso de
construcción de memoria histórica. Igual que las víctimas, la sociedad tiene el
poder de legitimar el Estado y el régimen democrático. En este sentido, si bien la
sociedad no es víctima directa del conflicto, tampoco se puede olvidar que es un
actor activo en la vida nacional. Por esta razón, al comprender la sociedad civil
como un actor, se le adjudica una responsabilidad específica en los procesos de
verdad, justicia y reparación.
49
Según Jesús Antonio Bejarano (1999), “[…] el concepto de sociedad civil se refiere
[…] al reclamo de perfectibilidad de las democracias liberales cuyas metas de
igualdad, solidaridad y justicia ya no son alcanzables sólo por la vía del Estado” (p.
281). Se comprende, entonces, que la sociedad civil tiene no sólo la
responsabilidad de exigir el correcto y eficaz funcionamiento del Estado, sino la
capacidad de realizar las acciones que éste no ha desarrollado en sentido amplio.
Por esta razón, en escenarios de conflicto armado el papel de la sociedad civil
adquiere un lugar determinante gracias a la exigencia que puede detentar frente al
Estado, con relación a las metas del régimen democrático. En este sentido, en
tanto a través de la construcción de la memoria histórica las víctimas pueden abrir
el camino de la confianza hacia el Estado y la democracia, la sociedad civil se
convierte en el puente de articulación entre las exigencias de las víctimas con
relación a la verdad, justicia y reparación, y el desarrollo y cumplimiento de estos
procesos por parte del Estado.
Mientras el Estado asume la responsabilidad y el desarrollo de los procesos de
justicia y reparación gracias al conocimiento de la verdad proporcionada por las
víctimas, el poder de la sociedad civil se materializa en el espacio público a través
de dicha verdad. Según David A. Crocker (1999), “When victims are able to give
their accounts and when they receive sympathy for they suffering, they are
respected as persons and are treated with dignity rather than […] treated with
contempt” (p. 102). Es comprensible, entonces, que en escenarios de conflicto
armado, la sociedad civil esté en la capacidad de dar la voz que durante años
significó el silencio de las víctimas. Esta capacidad tiene lugar a través de la
apertura del espacio público a las víctimas, escenario en el que ellas logran dar a
conocer una verdad integral que conjuga los silencios olvidados y excluidos de los
relatos de la memoria histórica tradicional.
Sin embargo, la labor de la sociedad civil con relación a la construcción de la
memoria histórica también plantea desafíos. El caso de Trujillo evidencia que el
espacio doméstico o privado ya no es el escenario de las víctimas. En la
50
actualidad ellas han logrado posicionarse en el ámbito público, alcanzando un
reconocimiento nacional e internacional que, aunque limitado, ha permitido el
desarrollo de los procesos de verdad, justicia y reparación. A pesar de ello, la
apertura del escenario público para las víctimas aún es parcial.
No es posible afirmar que en Colombia la apertura del espacio público a las
víctimas es total. Retomada por Pilar Riaño en el marco de la Semana por la
Memoria en septiembre de 2008, teniendo en cuenta lo planteado por Elizabeth
Jelin, en Colombia existe una apertura parcial y casi pendular del espacio público.
Es decir, si bien en la actualidad el reconocimiento de las víctimas del conflicto ha
sido, de cierta forma, legitimado por la sociedad, su movimiento es pendular entre
la presencia y la ausencia. Es en esta “dinámica de lo público” que frente a la
sociedad las víctimas, de manera no intencional, recaen en lo que puede
denominarse como el círculo vicioso del olvido y el desconocimiento.
La responsabilidad de la sociedad civil con relación a la memoria histórica se
relaciona con la apertura total del espacio público para las víctimas. En este
sentido, retomando a Crocker, el posicionamiento para las víctimas del conflicto en
la vida pública las dignifica, reconociéndolas a través de la legitimación de su
relato y, por tanto, de la verdad de los acontecimientos, determinante en la
construcción de la memoria histórica. Si la vida pública se amplia de manera total
para las víctimas, es posible superar también el desafío político de la impunidad
en la medida que el reconocimiento social de la verdad reclamará la labor del
Estado con relación a los procesos de justicia y reparación. Con ello, la sociedad
civil no solo amplia su papel hacia el perfeccionamiento de la democracia, según
señalaba Bejarano, sino abre el camino para la reconciliación a través de la
generación de confianza de las víctimas hacia el Estado y el régimen democrático,
extinguiendo el círculo del olvido y el desconocimiento en la sociedad.
51
3.3.3. Desafíos culturales.
La cultura juega un papel relevante en el proceso de construcción de la memoria
histórica. En este sentido, el papel de los medios de comunicación en la
generación de una cultura para la sociedad es determinante en la visión de futuro
que se pretende construir. Por esta razón, los medios de comunicación también
adquieren una responsabilidad crucial en el proceso de construcción de memoria
histórica, derrumbando el relato histórico tradicional evocando las voces de los
excluidos a través de la producción escrita y audiovisual.
Dentro de los desafíos culturales, los medios de comunicación tienen una estrecha
relación con el papel de la sociedad civil en la construcción de memoria histórica.
Dicha relación está dada por la injerencia que los dos tienen sobre el escenario
público. Mientras la sociedad civil abre el ámbito público a las víctimas para iniciar
el camino hacia su dignificación y humanización, los medios de comunicación se
encargan de recoger cada una de las memorias sobre dichas acciones públicas y
colocarlas a disposición de la sociedad. En este sentido, Germán Rey (2008)
afirma que “La memoria audiovisual, convertida en documento (documental),
puede captar procesos, reestablecer continuidades y relaciones rotas, convocar
alrededor de un mismo texto las diferentes perspectivas de los acontecimientos”
(p. 2). Los alcances de la memoria audiovisual, entonces, implican la construcción
de una memoria social. Con relación a lo anterior, retomado por Rey, Michael
Taussig señala que gracias a la memoria audiovisual es posible evitar el silencio y
el afán de negación y encubrimiento de los hechos.
Teniendo en cuenta lo anterior, abordando los medios más allá de lo audiovisual, y
sin olvidar la importancia de las tecnologías de la información, la construcción de
la memoria enfrenta el gran desafío de derrumbar el sentido tradicionalista con
que la sociedad ha conocido y evidenciado la realidad. Con relación al escenario
de conflicto, el conocimiento es más amplio hacia los victimarios que hacía las
víctimas. Por esta razón, siguiendo a Taussig, es innegable que en el contexto
52
conflictivo colombiano, el silenciamiento y encubrimiento ha sido un rasgo
característico de la historia del conflicto en el país.
El “sentido tradicionalista” al que se aludía no implica más que una visión sesgada
y parcializada de los acontecimientos. Es dicho sesgo y parcialidad lo que se
plantea como el desafío de los medios frente a la construcción de la memoria
histórica. En palabras de Rey: “Es preciso una crítica a la memoria sesgada que
con frecuencia le ofrecen los medios a los ciudadanos y que se manifiesta en el
énfasis solamente en ciertos actores, la incorporación de opinión/editorialización a
hechos no resueltos, el emborramiento de antecedentes, causas y consecuencias,
la ideologización de la memoria, la doble desaparición de las víctimas
(desconocimiento de víctimas) o las imputaciones indebidas (falsos positivos y
aparición sin mayores pruebas de “presuntos” implicados)” (2008, p. 4).
Teniendo en cuenta lo anterior, la superación del desafío de la parcialidad adjudica
a los medios la responsabilidad de abrir los escenarios mediáticos a la voces
durante años fueron silenciadas. De esta forma, la relación entre los medios y la
sociedad civil es crucial en tanto su articulación de acciones permite el
reconocimiento de las víctimas en el escenario público, reconocimiento que les
permite continuar su proceso de duelo, fundamental en la reconstrucción de la
memoria histórica. La parcialidad se plantea como un desafío y no como una
imposibilidad en tanto a nivel institucional se han dado los primeros esfuerzos en
la reconstrucción de la memoria histórica. Un ejemplo concreto es la serie ¡Nunca
más! de la CNRR, transmitida a través de la cadena institucional. Sin embargo,
existen dos elementos que plantean retos fundamentales a los medios en la
construcción de la memoria histórica.
Por una parte, en la medida que no existe una política clara de preservación de
una memoria integradora, los medios de comunicación se enfrentan al reto de
formularla y dar a conocer sus resultados públicamente (acciones concretas de
elaboración de una memoria integradora). Por otro lado, cuando existen intentos
53
audiovisuales o escritos de dar a conocer la verdad y que abren el camino hacia la
construcción de la memoria histórica, igual que como sucede con los memoriales,
ésta se ve amenazada y atacada, produciéndose un silenciamiento prolongado de
la verdad. A pesar de lo anterior, la responsabilidad que tienen los medios en la
construcción de la memoria histórica los convierte también en actores en el
proceso de construcción de paz en Colombia, que al igual que el Estado y la
sociedad civil, más que enfrentarse a imposibilidades, se enfrentan a desafíos y
retos importantes.
3.3.4. Desafíos para las víctimas.
En el proceso de construcción de memoria histórica el papel de las víctimas es
fundamental. Son ellas, como directas afectadas del conflicto armado, quienes
detentan la responsabilidad de iniciar el proceso hacia la verdad. Es a partir de sus
relatos que es posible iniciar el camino hacia la reconstrucción de la memoria
histórica. Sin embargo, igual que el Estado, la sociedad civil y los medios de
comunicación, las víctimas enfrentan varios desafíos en la construcción de la
memoria histórica en medio del conflicto.
El desafío que hasta hace algunos años parecía el más complejo de superar ya ha
sido superado. En la actualidad, hacer referencia al lugar de las víctimas en el
escenario público no es igual al de hace algunas décadas. Lo que en el pasado
significó su silencio, el presente lo transforma en voz viva. Lograr un
posicionamiento en el espacio público es uno de los grandes esfuerzos de las
víctimas en los últimos años. Gracias a ellos, su reconocimiento manifiesta el
urgente desarrollo de la verdad, justicia y reparación.
Sin embargo, no se puede afirmar que la labor de las víctimas es sencilla. Si bien
han conseguido logros importantes, las víctimas también enfrentan desafíos a la
hora de construir memoria histórica. En el informe del GMH, Gonzalo Sánchez
señala con certeza que “Muchas cosas están pasando en Colombia hoy. Y una de
las más importantes es que pese a las estructuras del miedo, las víctimas […] han
54
comenzado a hablar” (2008, p. 29). Dicha afirmación, en especial el énfasis en el
pese, pone de manifiesto un desafío no superado totalmente para las víctimas, el
miedo.
La maquinaria de terror que en los acontecimientos de los sucesos violentos de
Trujillo llevó a algunos a la muerte, supuso para los sobrevivientes un marco de
continuas amenazas posteriores a los hechos si la verdad era revelada, así como
un desgarre del tejido social, en tanto no existe una pauta de confianza en el otro
que permita una relación “sana” con él. Como bien lo señala Sánchez, el miedo no
es superado por las víctimas en su totalidad, porque el Estado y sus instituciones
tampoco han superado el desafío de la impunidad. En la medida que el castigo a
los perpetradores de los crímenes siga sin dictarse, y los procesos judiciales no
sean adelantados, los victimarios continúan imponiendo sus relaciones de poder
frente a las víctimas. Al respecto, Sánchez señala que “La absolución de los
perpetradores hace palpable para las víctimas la persistencia de la amenaza y
profundiza los sentimientos de desprotección […] el miedo permanente a una
nueva victimización, el ocultamiento de los liderazgos sociales y la postergación
del duelo público” (2008, p. 23).
Sin embargo, cuando se hace referencia al miedo como desafío de la construcción
de la memoria histórica, es necesario tener presente que éste no solo está
relacionado con la persistencia de la amenaza. El temor también debe ser
abordado a partir de las restricciones que genera en el proceso de acción colectiva
de las asociaciones de víctimas, y relacionado con el desajuste del tejido social a
través de la desconfianza. Hacer referencia a la acción colectiva en el plano de la
memoria histórica significa comprender el desarrollo en conjunto del duelo, a partir
de acciones concretas que permitan conservar la memoria de las víctimas no
sobrevivientes y de las sobrevivientes desde sus vivencias en la ocurrencia de los
hechos y posteriores a éstos.
55
En un escenario de conflicto, la persistencia del miedo erosiona y limita la acción
colectiva de las asociaciones. En el caso de AFAVIT, en una entrevista
referenciada en el informe del GMH sobre Trujillo una víctima afirma: “A veces las
personas sienten miedo de acercarse a cosas de la peregrinación, porque se ha
manejado el mito de que las personas que marcha son subversivas y que las
personas que participación en la peregrinación también son subversivas. Por eso
la gente se abstiene de participar en las diferentes actividades que se organizan,
pero hay algunas personas que acompañan” (2008, p. 208). Cuando el miedo a
participar e involucrase con las acciones llevadas a cabo por los grupos de
víctimas no se supera, la realización del duelo y de la construcción de la memoria
histórica se ve claramente restringido y ausente. Con la persistencia del miedo
entre las víctimas, que frente a las represalias prefieren silenciarse, la brecha
hacia al camino de la verdad, justicia y reparación se amplía en tanto su
silenciamiento implica el olvido, profundiza la impunidad y niega el reconocimiento
en el espacio público.
Un segundo desafío que enfrentan las víctimas en la construcción de la memoria
histórica está relacionado con la fragmentación que tiene lugar al interior de las
asociaciones. Esta fragmentación es la que el GMH describe como “las tensiones
de las memorias” (2008, p. 196). En el caso de Trujillo, AFAVIT constituye la
asociación madre de las víctimas de la violencia en el municipio. Sin embargo,
según lo señala el GMH, existe una organización más pequeña. La Orden Perdida,
como se denomina dicha asociación, está constituida por un grupo de jóvenes
que, a diferencia de AFAVIT, plantean que la construcción de la memoria dirigida
hacia al padre Tiberio debe enfocarse en su visión sobre los procesos
comunitarios, más no en las representaciones de dolor que su tortura y posterior
asesinato generan en la construcción de la memoria del padre. Estas divergencias
en las formas de construir memoria están relacionadas con lo que Gonzalo
Sánchez describe como el carácter político de la memoria. Según Sánchez, “La
memoria es una plataforma para la reafirmación, es un escenario para el diálogo,
pero también es un campo de lucha que pretende dirimir qué versión del pasado
56
reciente debe prevalecer, en función del futuro que se quiere construir. La
memoria no es un lugar de supresión de las diferencias, sino precisamente el
escenario de enunciación de esas diferencias” (2007, p. 61).
Teniendo en cuenta el carácter político de la memoria, en Trujillo éste se revela a
partir de dos aspectos, la forma como se construye la memoria y la proyección de
AFAVIT. La forma como se construye la memoria genera tensiones en el deber ser
de la asociación. La pregunta que se plantea, entonces, es qué tipo de memoria
se debe construir. En esta medida, el tipo de memoria que se construye está
relacionado con aquellos sentimientos que dieron lugar a la asociación y la forma
como se proyectan al exterior. Por esta razón, como se planteaba, si bien AFAVIT
se basa en una labor de solidaridad en el marco del dolor y el duelo, sentimientos
que motivaron el nacimiento de la asociación, la Orden Perdida afirma la idea de
mantener viva la memoria del padre Tiberio a partir de su visión sobre la
comunidad. El marco del deber ser, está relacionado con el ser de la asociación.
Dicha relación se enmarca en el segundo aspecto. De esta forma, mientras
AFAVIT pretende ser una asociación que se concentra hacia el interior, hacia la
comunidad desde el tratamiento del dolor, reconociendo sus orígenes en ella,
Orden Perdida afirma la proyección de AFAVIT más allá del escenario local.
Teniendo en cuenta lo anterior, es posible afirmar que los desafíos enfrentados
por las asociaciones de víctimas están relacionados con su posicionamiento y
reconocimiento en el escenario público. Aunque la sociedad civil abra y posicione
a las víctimas en el espacio público, y los medios de comunicación transmitan su
verdad y promuevan un conocimiento integral de la realidad basándose en sus
relatos, igual que los demás actores, las víctimas deben asumir un sólido
compromiso en la superación de estos desafíos. No se trata de establecer una
temporalidad para su superación, ni plantearle condicionamientos. Por el contrario,
enfrentar el miedo y asumir las diferencias asociativas desde diferentes visiones
del pasado es la vía que permite resistir a la impunidad y obligar a las instituciones
a iniciar los procesos de verdad, justicia y reparación.
57
La descripción y análisis de los desafíos aquí planteados permiten afirmar que la
construcción de la memoria histórica en medio del conflicto, más allá de plantear
imposibilidades, sugiere importantes retos para cada uno de los actores inscritos
en el escenario nacional. En este sentido, la construcción de la memoria histórica
es un asunto que compete a todos, y no es responsabilidad única de las víctimas.
Su reconocimiento en el escenario público, genera responsabilidades desafiantes
en cada espacio. Como se sugirió, los aspectos político e institucional, económico,
cultural y social, enfrentan retos en la construcción de la memoria histórica según
sus funciones específicas. Sin embargo, es necesario resaltar que pese a que las
responsabilidades y compromisos sean adjudicados de manera independiente, la
construcción de la memoria histórica en medio del conflicto plantea una constante
relación y articulación entre estos compromisos y responsabilidades. De este
modo, teniendo en cuenta los planteamientos de este apartado, el análisis de los
desafíos evidencia que la ausencia de un compromiso claro de cada actor en el
cumplimiento de su responsabilidad implica desafíos hacia los demás actores.
Enfrentar los desafíos del presente afirmará las posibilidades del futuro.
58
Capítulo IV
Conclusiones
La construcción de memoria histórica es uno de los procesos más importantes que
se lleva a cabo en el actual contexto nacional. Comúnmente asociada a
escenarios de postconflicto, el caso colombiano demuestra que la construcción de
la memoria en medio del conflicto si es posible. Como lo planteó el análisis de esta
investigación, la construcción de la memoria aún enfrenta desafíos superables en
cada orden de la vida nacional, donde la acción del Estado, la sociedad civil, los
medios de comunicación y las víctimas son preponderantes en la reconstrucción
de la memoria histórica.
Analizar dichos desafíos de la construcción de la memoria a la luz de la
descripción de los hechos violentos de Trujillo permitió no solo plantear cuáles son
algunos de ellos. También permitió comprender la dinámica del conflicto armado
nacional, el uso de los mecanismos del terror como estrategia de control social y
las acciones concretas que se llevan a cabo desde el interior de las
organizaciones hacia la preservación de la memoria. El caso de Trujillo, que en
esta investigación fue descrito como una radiografía micro del acontecer bélico
nacional, demostró que en Colombia el conflicto armado no solo tiene lugar entre
actores regulares e irregulares, sino en la articulación de estos en uno sólo. Dicha
complejidad, manifiesta en el caso de Trujillo, si bien no es la única razón y aquí
no se pretende universalizarla, ha dado píe a la extensión del conflicto y del uso
indiscriminado de la violencia contra la población civil, equivocadamente
estigmatizada bajo banderas políticas en las que nada tienen que ver.
Por esta razón, iniciar esta investigación con la sugerencia del significado y las
implicaciones de la construcción de paz, no significó más que abordar la labor de
los diferentes actores en el proceso de construcción de memoria histórica. En este
sentido, el caso de Trujillo confirmó los planteamientos sugeridos en la
construcción de paz: la articulación de las acciones de actores políticos y sociales
59
a través de sus responsabilidades y compromisos respectivos. Así, es posible
concluir que en Colombia, cuando la preservación de la memoria histórica
depende de todos los actores señalados, ésta se convierte en un mecanismo de
construcción de paz en tanto su construcción supone la articulación y una continua
relación de las responsabilidades, compromisos y acciones de cada uno de los
actores en la construcción de la memoria histórica. En este sentido, el caso
colombiano demuestra que la construcción de paz no implica más que su
establecimiento. Teniendo en cuenta la discusión señalada en el capítulo primero,
el contexto bélico nacional no permite hacer referencia a un entorno de
mantenimiento de paz, no solo porque el conflicto no ha encontrado una salida
negociada, sino porque ésta no supone la congruencia y relación de los actores.
Además, si bien el establecimiento de la paz conduce a un escenario de
reconciliación, la memoria histórica también abre el paso a dicho escenario a
través de una construcción integral de la memoria donde tenga lugar la verdad de
todos los actores.
Por esta razón, la temporalidad que implica la memoria a través de la
convergencia entre el pasado, el presente y el futuro, resulta fundamental hacia la
construcción de la paz y el camino hacia la reconciliación. Es en esta vía que el
papel de la memoria es fundamental en medio del conflicto. Su justificación se
establece en los aportes que la construcción de la memoria histórica puede hacer
hacia la reconciliación, teniendo en cuenta los aspectos de todos los actores hacia
el futuro. Además de ello, en la medida que las víctimas logren el reconocimiento
público en medio del conflicto, continuando su proceso de duelo, dignificación y
humanización, el compromiso de todos los actores hacia la reconstrucción de la
memoria histórica es más justificado de lo que se puede considerar.
La descripción del caso de Trujillo así lo revela. Gracias al esfuerzo de la
asociación de víctimas, que ha resistido al silencio y el olvido pese al entorno de
miedo que las rodea, y al compromiso institucional de iniciar un proceso de
construcción de memoria a través del Grupo de Memoria Histórica de la Comisión
60
Nacional de Reparación y Reconciliación, la construcción de la memoria es uno de
los escenarios fundamentales sobre los que tiene lugar la tríada de verdad, justicia
y reparación. Es por esto, que abordar el tema de la memoria histórica en medio
del conflicto es más que justificable. Si los relatos surgidos del recuerdo de los
hechos abren el camino a la verdad, el compromiso y adelanto del proceso de
justicia restaurativa permite asegurar una reparación integral a las víctimas.
Frente a esto, iniciar la construcción de la memoria histórica en medio del conflicto
es una ventaja y un elemento positivo en la labor de los actores referenciados en
esta investigación. Si bien la solución del conflicto no puede ser concebida bajo
una temporalidad específica, la construcción de la memoria histórica permite
adelantar los procesos de verdad, justicia y reparación hacia las víctimas sin que
ellas tengan que someterse a la espera de un tiempo indeterminado. Esto no
justifica ni hace pensar la construcción de la memoria histórica como una salida
fácil a la crisis nacional que se vive con la permanencia del conflicto. Por esta
razón, el objetivo de describir y analizar los desafíos que presenta la construcción
de la memoria histórica en medio del conflicto es relevante en la medida que
permite formular acciones concretas para el reconocimiento de una memoria
integral y el desarrollo del proceso de verdad, justicia y reparación.
Sugiriendo un marco de acción específico para los actores preponderantes en el
escenario de la memoria histórica, la presente investigación pretende hacer de
ellos recomendaciones específicas que desde la Ciencia Política permitan
legitimar el Estado, devolverle la confianza y fortalecer el régimen democrático a
partir del reconocimiento público de aquellos que en algún momento la historia y la
exclusión denomino como vencidos, a través de la formulación de una política
pública de la memoria. Esta afirmación justifica el tratamiento de los desafíos de la
construcción de la memoria histórica en medio del conflicto, más allá de las
imposibilidades, dejando abierto el debate sobre el quehacer de la Ciencia Política
con relación a los temas de la reconstrucción de la memoria, y a las acciones
concretas que desde la academia suscita dicha temática.
61
Bibliografía
Arendt, H (1970), Sobre la violencia, México, Cuadernos de Joaquín Mortiz. Arnson, C. & Whitfield, T. (2005), “Third parties and intractable conflicts. The case of Colombia”, en Crocker, C., Olster Hampson, F. & Aall, P. (edits.) Grasping the nettle. Analyzing cases of intractable conflict, Washington D.C., United States Institute of Peace. Atehortúa Cruz, A. (1995), El poder y la sangre. Las historias de Trujillo (Valle), Bogotá: CINEP, Pontificia Universidad Javeriana. Seccional Cali. Bejarano, J. (1999), “El papel de la sociedad civil en el proceso de paz”, en: Leal, F. (edit.), (1999), Los laberintos de la guerra, Bogotá, TM Editores. Blekeer, M. (edit) (2007), El legado de la verdad: Impacto de la justicia transicional en la construcción de la democracia en América Latina, Bogotá, Opciones Gráficos Editores Ltda. Boletín informativo No. 5, Historia de los procesos de diálogo y negociación en Colombia. Amnistía e indulto en Colombia: 1981-2004 [en línea], disponible en: http://www.ideaspaz.org/proyecto03/boletines/boletin05.htm, recuperado: 20 de mayo de 2009. Carta de la Comisión Intercongregasional de Justicia y Paz dirigida a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Abril 6 de 2000 [inédito]. Castilla del Pino, C. (2006), “La forma moral de la memoria”, en: Gómez Isa, F. (director) (2006), El derecho a la memoria, Bilbao, Itxaropena S.A. Centro Internacional para la Justicia Transicional; Fundación Social; Alcaldía de Medellín. (2007), El mosaico de la memoria: experiencias locales, no oficiales o parciales de búsqueda de la verdad histórica, Bogotá, Editora Géminis. Centro Internacional para la Justicia Transicional. (2007), Memorialización y democracia: políticas de estado y acción civil [en línea], disponible en: http://www.flacso.cl/flacso/main.php?page=noticia&code=1746, recuperado: 09 de octubre de 2008. Chernick, M. (1999) “Negotiationg peace amid multiple forms of violence: the protracted search for a settlement to the armed conflicts in Colombia”, en: Arnson, C. (edit.) Comparative peace processes in Latin America, Washington D.C., Woodrow Wilson Center.
62
Clements, K. (2008), Peacebuilding and erspecti transformation [en línea], disponible en: http://www.gmu.edu/academic/pcs/clements.htm, recuperado: 12 de octubre de 2008. Comisión de Investigación de los Sucesos Violentos de Trujillo (1995), Caso 11.007 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Bogotá, Imprenta Nacional. Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (2007), Plan de acción 2007-2008, [en l}inea], disponible en: http://www.cnrr.org.co/new09/anexo/pdf/plan_de_accion.pdf, recuperado: 28 de noviembre de 2007 Comunicado de la Asociación de Familiares de los Hechos Violentos de Trujillo, AFAVIT. Septiembre de 2003 [inédito]. Conway, P. (2003), “Truth and reconciliation: the road not taken in Namibia” en: OJPCR: The Online Journal of Peace and Conflict Resolution 5.1 Summer: 66-76 [en línea], disponible en: www.trinstitute.org/ojpcr/5_1conway.htm, recuperado: 31 de agosto de 2008. Corporación Región. (1997). Memoria y ciudad [en línea] disponible en: www.region.org.co/elem_prov/pdf/LIBRO-Memoria-y-ciudad.pdf, recuperado: 26 de septiembre de 2008. Crocker, D. (1999), “Truth commissions, transitional justice and civil society”, en: Rotberg, R. & Thompson, D. (edit.), (1999), Truth v. justice: the morality of truth commissions, Princeton, NJ, Princeton University Press. De Gaulejac, V. y Ochoa, H. (Apr. – Jun., 2002), “Memoria e historicidad”, en: Revista Mexicana de Sociología, Vol. 64, No. 2, pp. 31 – 46. (JSTORE, 2008). De Greiff, P. (2007), “La contribución de la justicia transicional a la construcción y consolidación de la democracia”, en: Blekeer, M. (edit) (2007), El legado de la verdad: Impacto de la justicia transicional en la construcción de la democracia en América Latina, Bogotá, Opciones Gráficos Editores Ltda. Diehl, P., Drukman, D. & Wall, J. (1998), “International peacekeeping and conflict resolution: a taxonomic analysis with implications”, en: Journal of conflict resolution 1998; 42; 33. (SAGE publications, 2009) Doyle, M. y Sambanis, N. (2000). “International peacebulding: a theoretical and quantitative análisis”, en: American political science review, vol. 94, No. 4.
63
Escola de Cultura de Pau (Diciembre 2006), Contruyendo paz en medio de la guerra: Colombia [en línea], disponible en: http://www.pangea.org/unescopau/img/programas/colombia/colombia020e.pdf, recuperado: 08 de septiembre de 2008. _____________________. (2008). DDR 2008. Análisis de los programas de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) existentes en el mundo durante 2007 [en línea], disponible en: http://escolapau.org/img/programas/desarme/ddr005.pdf, recuperado: 31 de agosto de 2008. Etxeberria, X. (2006), “Memoria y víctimas: una perspectiva ético-filosófica”, en: Gómez Isa, F. (director) (2006), El derecho a la memoria, Bilbao, Itxaropena S.A. Fisas, V. (1998), Cultura de paz y gestión de conflictos, Barcelona, Icaria. Fundación Ideas para la Paz. (abril 2005), Cuadernos del conflicto. Justicia, verdad y reparación en medio del conflicto, Bogotá, Legis [en línea], disponible en: http://www.ideaspaz.org/new_site/secciones/publicaciones/download_publicaciones/cuaderno_conflicto.pdf, recuperado: 12 de octubre de 2008. Fundación Social, Alcaldía de Medellín, International Center for Transitional Justice (2006), El mosico de la memoria: experiencias locales, no oficiales o parciales de búsqueda de la verdad histórica [en línea], disponible en: http://www.ictj.org/es/index.html, recuperado: 18 de septiembre de 2008. Gaborit, M. (2006). “Memoria histórica: revertir la historia desde las víctimas, en: Gómez Isa, F. (director) (2006), El derecho a la memoria, Bilbao, Itxaropena S.A. Giraldo, J. (2004), Memoria histórica y construcción de futuro [en línea], disponible en: http://www.javiergiraldo.org/spip.php?article92, recuperado: 6 de agosto de 2008. Gómez Isa, F. (director) (2006), El derecho a la memoria, Bilbao, Itxaropena S.A. Grupo de trabajo sobre el postconflicto. Fundación ideas para la paz – Universidad de los Andes. Vesga, N. (2009), Una sociedad en armas. El post-conflicto en el Salvador [en línea], disponible en: http://www.ideaspaz.org/proyecto01/download/el_salvador.pdf, recuperado: 17 de mayo de 2009 Hale, C. (Dic. 1997), “Consciousness, violence, and the politics of memory in Guatemala”, en: Current anthropology, 38, 5, p. 817. (ProQuest Social Science Journals, 2008). Harbottle M. & E. The two faces of peacebuilding [en línea], disponible en: http://www.gmu.edu/academic/pcs/harbottle.htm, recuperado: 12 de octubre de 2008.
64
Ignatieff, M. (2004), The lesser evil. Political ethics in an age of terror. The Gifford lectures, Estados Unidos, Princeton University Press. Informe de la Comisión de la Verdad para El Salvador, De la locura a la esperanza. La guerra de 12 años en El Salvador [en línea], disponible en: http://www.nacionesunidas.org.sv/documentos/informe_de_la_comision_de_la_verdad/01.pdf, recuperado: 19 de mayo de 2009. Kaldor, M. (2001), Las nuevas guerras. Violencia organizada en la era global, Tusquets editores. Kalyvas, S. (2001), “Esbozo de una teoría de la violencia en medio de la guerra civil”, en: Análisis político No. 42. Lambourne, W. (2004), “Post-conflict peacebuilding: meeting human needs for justice and reconciliation”, en: Peace, conflict and development, issue four, [en línea] disponible en: http:// www.peacestudiesjournal.org.uk/docs/PostConflictPeacebuilding.PDF, recuperado: 28 de enero de 2009. Lederach, J. P. (1998), Construyendo la paz: reconciliación sostenible en sociedades divididas, Bakeaz-Gernika Gogoratuz. ____________. (2000), El abecé de la paz y los conflictos. Educación para la paz, Madrid, Catarata. Lefranc, S. y Steain, M. (Jul. – Sep. 2005), “Las políticas del perdón y de la reconciliación. Los gobiernos democráticos y el ajuste de cuentas con el legado del autoritarismo”, en: Desarrollo económico, Vol. 5, Nº 178, pp. 163 – 186. (JSTORE, 2008). Leonard, J. (1997), Memorials to the casualities of erspecti Northern Ireland, 1969 to 1997 [en línea], disponible en: http://www.community-relations.org.uk/services/publications/?alpha=M, recuperado: 12 de octubre de 2008. Lerche, C. Truth commissions and nacional reconciliation some reflections on theory and practice [en línea], disponible en: http://www.gmu.edu/academic/pcs/LERCHE71PCS.html, recuperado: 12 de octubre de 2008. Ley 975 de 2005 [en línea], disponible en: http://www.cnrr.org.co/new09/anexo/pdf/ley_975_05.pdf, recuperado: 20 de mayo de 2009. Matarrollo, R. (2007), “Memoria, verdad, justicia y democracia”, en: Bleeker, M. (edit.), (2008), El legado de la verdad: Impacto de la justicia transicional en la
65
construcción de la democracia en América Latina, Bogotá, Opciones Gráficas Editores Ltda. Memoria Histórica. Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (2008), Trujillo: una tragedia que no cesa, Bogotá, Planeta.
_______________. (2008), Trujillo: una tragedia que no cesa. Presentación del informe y recomendaciones, Bogotá, s. e. Nagler, M. Peacemaking through nonviolence [en línea], disponible en: http://www.gmu.edu/academic/pcs/nagler.html, recuperado: 12 de octubre de 2008. Nagy, R. (2004), “Violence, amnesty and erspectivas law: “private” acts and “public” truth in South Africa”, en: African Journal of legal Studies (online), 1(1), 1. (ProQuest Legal Module database, 2008).
Pecaut, D. (Jan. – Mar. 1997), “Presente, pasado y futuro de la violencia en Colombia”, en: Desarrollo económico, Vol. 36, No. 144, pp. 891-930. (JSTORE, 2008). Page, V. & Morjé. L. (2008), “Pitfalls and prospects in the peacekeeping literature”, en: Annual Review of Political Science, 2008, 11. Rettberg, Angelika (2003). “Diseñar el futuro: una revisión de los dilemas de la construcción de paz para el postconflicto”, en La construcción del posconflicto en Colombia: enfoques desde la pluralidad, Bogotá, FESCOL. Rey, G. (2008), La memoria del conflicto colombiano en el contexto de lo audiovisual [en línea], disponible en: http://www.mediosparalapaz.org/?idcategoria=3053, recuperado: 16 de septiembre de 2008. Sánchez, G. (2007), “Retos de la verdad y la memoria en medio del conflicto”, en: Bleeker, M. (edit.), (2008), El legado de la verdad: Impacto de la justicia transicional en la construcción de la democracia en América Latina, Bogotá, Opciones Gráficas Editores Ltda. _________. (2008), Guerras, memoria e historia, Medellín, La Carreta editores. Sánchez, G. y Peñaranda, R. (comps.), (2007), Pasado y presente de la violencia en Colombia, Medellín, La Carreta editores. Santos, J. (2003) Perspectivas de paz para Colombia [en línea], disponible en: http://www.wilsoncenter.org/news/docs/santos.doc, recuperado: 20 de mayo de 2009.
66
The centre for conflict resolution. (2006), The peacebuilding role of civil society in central Africa [en línea], disponible en: http://ccrweb.ccr.uct.ac.za/index.php?id=9, recuperado: 12 de octubre de 2008. ____________________________. (2006), African erspectivas on the UN peacebuilding comisión [en línea], disponible en: http://ccrweb.ccr.uct.ac.za/index.php?id=9, recuperado: 12 de octubre de 2008. Todorov, T. (2004), Los abusos de la memoria, Barcelona, Paidós. Trujillo bajo el terror. 1989-1990 [inédito]. Turizo, D. (2009), Reconstrucción del tejido social. Una mirada desde la reparación y la reconstrucción de la memoria [inédito]. Weber, M. (1998), El político y el científico, Madrid, Alianza. Wood, S. (2003), “An analysis of Bloody Sunday”, en: OJPCR: The Online Journal of Peace and Conflict Resolution 5.1 Summer: 1-6 [en línea], disponible en: www.trinstitute.org/ojpcr/5_1woods.htm, recuperado: 31 de agosto de 2008.
Recursos electrónicos: Alcaldía de Trujillo, Valle del Cauca: http://www.trujillovalle.gov.co/nuestromunicipio.shtml?apc=m1m1--&x=1633728 Grupo de Memoria histórica. Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación: http://www.memoriahistorica-cnrr.org.co Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación – Banco de fotos: http://www.cnrr.org.co/new09/foto/fotoindex.html Alto Comisionado para La Paz: http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/web/index.asp
67
Anexo.
Los memoriales en Colombia.
El Parque Monumento y el mausoleo al padre Tiberio Fernández Mafla.
La construcción del Parque Monumento de Trujillo estuvo relacionada
directamente con la creación de AFAVIT. Una vez disminuida la ola de violencia
en el municipio, cuyo punto más álgido tuvo lugar entre 1986 y 1994, y que se
denomino como “Masacre de Trujillo”, los vínculos de los familiares de las víctimas
con la Comisión Intercongresacional de Justicia y Paz, representada en la figura
del Padre Javier Giraldo S, J., empezó a fortalecerse de manera directa, a través
del apoyo que ésta ofreció a las víctimas que sobrevivieron a los hechos, pero que
vieron el atropello cometido contra los derechos de sus familiares.
Gracias al apoyo de la Comisión, el caso de Trujillo pudo ser ratificado ante la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, quien conformó en 1994 un comité
investigador para los sucesos violentos del municipio. La investigación realizada
por dicho comité duro un periodo aproximado de un año. Al año siguiente, en
1995, el informe de la investigación fue entregado al gobierno nacional,
representado por el entonces presidente de la república Ernesto Samper Pizano,
quien en nombre del Estado, asumió la responsabilidad por los hechos violentos
de Trujillo, asegurando que dichos hechos no podían repetirse.
Mientras el Estado se comprometía a seguir las recomendaciones formuladas en
el informe del comité encargado por la Corte, la situación a nivel local no solo
esperaba la respuesta a dichas recomendaciones, sino también iniciaba un
proceso de construcción social a partir de la recuperación de la memoria. En este
sentido, impulsados por la Comisión de Justicia y Paz, y pese al ambiente de
temor que aún se vivía en el municipio en tanto los procesos judiciales contra los
perpetradores de los hechos no habían iniciado, los familiares de las víctimas
decidieron asociarse para acciones colectivas que les permitieran garantizar sus
derechos y los de sus familiares. De este modo, en 1996 AFAVIT fue conformada
68
como la Asociación de los Familiares de las Víctimas de los Hechos Violentos de
Trujillo. En el mismo año, también motivados por la Comisión de Justicia y Paz, la
asociación inició la construcción del memorial que conmemora a las víctimas de la
violencia ocurrida entre 1986 y 1994. Dicho memorial es conocido como el Parque
Monumento.
Según el informe del GMH, “El Parque Monumento conmemora el asesinato y
desaparición de 235 víctimas ocurridos desde 1986 y a lo largo de los siguientes
años, mediante repertorios funerarios peculiares, como la construcción de osarios
donde reposan los restos de algunas de ellas, acompañadas por objetos que le
pertenecieron. Cada osario cuenta con una placa, [que representa] en altorrelieves
los oficios que en vida desempeñaba cada una de las víctimas, en un intentó
quizás de los sobrevivientes por volver a la cotidianidad que la violencia les
arrebató” (GMH, 2008, p. 185).
Fuente: Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, Banco de fotos, disponible en:
http://www.cnrr.org.co/new09/foto/fotoindex.html, recuperado: 20 de mayo de 2009.
69
Fuente: Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, Banco de fotos, disponible en:
http://www.cnrr.org.co/new09/foto/fotoindex.html, recuperado: 20 de mayo de 2009.
Fuente: Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, Banco de fotos, disponible en:
http://www.cnrr.org.co/new09/foto/fotoindex.html, recuperado: 20 de mayo de 2009.
70
Sin embargo, la representación en altorrelieve de las víctimas va más allá de la
cotidianidad que la violencia quebrantó. Una de las características más fuertes y
degradantes del uso de la violencia en el caso de Trujillo, está representada en los
actos de tortura perpetrados a las víctimas previamente a su asesinato. Como
señalo el estudio en la descripción del caso en el apartado 3.1.1., del capítulo III,
las víctimas fueron sometidas a graves tratos inhumanos y a una degradación total
de su dignidad.
En este sentido, a través de las representaciones de la víctimas en altorrelieve, lo
que sus familiares, también víctimas, pretenden es regresarles su humanidad y
dignidad esculpiéndolos en su rol de padres, de madres, de trabajadores y las
formas de vida que llevan en su cotidianidad. Esto demuestra una construcción de
la memoria más allá del dolor que, si dejarla ajena, plantea una memoria que
recuerde a sus víctimas no sólo por lo que padecieron, sino por quienes eran a
nivel personal, familiar y social. En la medida que es posible representar a las
víctimas en este tipo de memoriales, sus familiares se garantizan a sí mismos un
proceso de duelo que los hace recuperar y garantizarse a sí mismo los derechos y
las voces que otros les pretendieron quitar a través del silenciamiento y
ocultamiento.
Sin embargo, el Parque Monumento no está planteado para ser un escenario sólo
para las víctimas; en su espacio, comprende un lugar especial para los victimarios,
aquellos que perpetraron el terror en el municipio a través de sus violentos
métodos de control social. Es lo que se denomina el proyecto “Noche y Niebla”,
donde “[…] van a estar las fotos y la historia del Alacrán, de Diego Montoya, y del
coronel Urueña” (GMH, 2008, p. 185), perpetradores de la masacre.
71
Fuente: Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, Banco de fotos, disponible en:
http://www.cnrr.org.co/new09/foto/fotoindex.html, recuperado: 20 de mayo de 2009.
Fuente: Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, Banco de fotos, disponible en:
http://www.cnrr.org.co/new09/foto/fotoindex.html, recuperado: 20 de mayo de 2009.
72
El incumplimiento del Estado, unido la corrupción que ha impedido que el
porcentaje total de la reparación simbólica destinada a la construcción y
mantenimiento del Parque Monumento, han impedido adelantar el proyecto
descrito como Galería de la Memoria y Casa de la Memoria: “[…] donde se
encuentras las fotos de las víctimas a las cuales está dedicado el monumento. Allí
también se encuentra la maqueta del parque tal y como fue diseñado y algunos
cuadros alusivos al martirio del padre Tiberio. Al lado de ésta se encuentra la Casa
de la Memoria, una pequeña construcción dedicada a la memoria del padre Tiberio
donde hay una copia del libro ¡Tiberio vive hoy!, el cual tiene frases y testimonios
escritos por las víctimas” (GMH, 2008, p. 185).
Sin embargo, el Parque Monumento que ha crecido gracias a la labor de los
familiares de las víctimas de la violencia de Trujillo, se ha enfrentado a ataques y
amenazas por parte de los antiguos perpetradores de la violencia, y de aquellos
que aún pretenden negar el derecho a la verdad, valor principal en la búsqueda de
la paz. El ejemplo más claro de ello ha sido la profanación de la tumba del padre
Tiberio Fernández Mafla. A pesar de sus amenazas y del desarrollo, en algunas
ocasiones limitado, de la construcción del Parque Monumento, la tarea y la
responsabilidad de las víctimas de AFAVIT demuestra que en Colombia no es
imposible construir memoria.
La memoria del padre Tiberio en las víctimas de la violencia en Trujillo.
El asesinato del padre Tiberio Fernández Mafla es el caso más emblemático de la
violencia en Trujillo. Más allá de su condición de religioso, la figura del padre
Tiberio significó la presencia de la humanidad en medio de la inhumanidad que la
violencia dejaba a su paso.
El padre Tiberio no era cualquier religioso. Formado en una familia campesina,
desde muy joven comprendió el valor de la actividad comunitaria y la defensa de
los menos favorecidos. Fueron estos aspectos los que le permitieron crear un
73
vínculo con la población de Trujillo, que se fortaleció cuando los hechos de
violencia comenzaron ocurrir en el municipio.
Su voz de malestar frente a los hechos de violencia ocurridos, y profunda
indignación contra la deshumanización de las víctimas, lo llevó a convertirse de
una de tantas de ellas. A diferencia de las demás, y sin despojarles su centralidad,
el padre Tiberio fue un profundo ataque contra lo que los trujillenses comenzaban
a describir como un camino de esperanza.
En enero de 2008, el mausoleo donde se encuentran los restos del padre Tiberio
fue profanado por sujetos aún no identificados, convirtiéndose en una nueva
acción amenazante que ataca, una vez más, la memoria de las víctimas de
Trujillo.