Carta del Hermano Provincial - Maristas · también y, sobre todo, nuestro mundo personal interior....

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Provincia Marista de México Occidental. NUEVOS MIEMBROS Recientemente se han incorporado a nuestra Provincia un número elevado de personas bien cualificadas para trabajar en nuestras Obras y en nuestras Instancias Provinciales. Este personal se ha incorporado a la misión del grupo que lleva más tiempo entre nosotros. Tanto los nuevos como los “veteranos” tenemos todavía mucho camino por delante para aprender y para dar. Estos dos grupos, junto con los Hermanos Religiosos, damos forma a la comunidad marista conocida como México Occidental: hombres y mujeres con variados niveles de sentido de pertenencia; de experiencia y de conocimiento de una identidad que, si bien, se acomoda a los tiempos, los trasciende. En los contactos que tengo con Hermanos y Laicos a lo largo y ancho de la provincia, me he encontrado con una enorme variedad de pensamientos, ideologías, actitudes y formas de vivir y trabajar. Muchas de ellas reflejan un sentido de pertenencia, cariño, salud mental y espiritual. Otras, no. Quiero compartir esta experiencia con todos ustedes con el objeto de que ayudemos y no obstaculicemos, -inconscientemente, quizá, - al proceso renovador de nuestro ideal por un “Nuevo Comienzo”. Estimados Hermanos y Laicos de nuestra Provincia de México Occidental Carta del Hermano Provincial La Provincia Marista de México Occidental, como parte de una sociedad pluralista con doctrinas, paradigmas y visiones de todo, tiene la necesidad y responsabilidad de explicitar entre sus miembros lo que es y lo que no es, para fortalecer su unidad y su misión, y para trabajar hacia las mismas metas. No podemos ser, pensar, sentir o actuar de cualquier manera. Somos maristas, y no otra cosa. } {

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Provincia Marista de México Occidental.

NUEVOS MIEMBROSRecientemente se han incorporado a nuestra Provincia un número elevado de personas bien cualificadas para trabajar en nuestras Obras y en nuestras Instancias Provinciales. Este personal se ha incorporado a la misión del grupo que lleva más tiempo entre nosotros. Tanto los nuevos como los “veteranos” tenemos todavía mucho camino por delante para aprender y para dar.

Estos dos grupos, junto con los Hermanos Religiosos, damos forma a la comunidad marista conocida como México Occidental: hombres y mujeres con variados niveles de sentido de pertenencia; de experiencia y de conocimiento de una identidad que, si bien, se acomoda a los tiempos, los trasciende.

En los contactos que tengo con Hermanos y Laicos a lo largo y ancho de la provincia, me he encontrado con una enorme variedad de pensamientos, ideologías, actitudes y formas de vivir y trabajar. Muchas de ellas reflejan un sentido de pertenencia, cariño, salud mental y espiritual. Otras, no.

Quiero compartir esta experiencia con todos ustedes con el objeto de que ayudemos y no obstaculicemos, -inconscientemente, quizá, - al proceso renovador de nuestro ideal por un “Nuevo Comienzo”.

Estimados Hermanos y Laicos de nuestra Provincia de México Occidental

Carta delHermano

Provincial

La Provincia Marista de México Occidental, como parte de una sociedad pluralista con doctrinas, paradigmas y visiones de todo, tiene la necesidad y responsabilidad

de explicitar entre sus miembros lo que es y lo que no es, para fortalecer su unidad y su misión, y para trabajar hacia las mismas metas. No podemos ser, pensar, sentir o

actuar de cualquier manera. Somos maristas, y no otra cosa.}{

LA MÍSTICA EN EL CENTROVisitando los colegios de la provincia me he encontrado con la expresión: “Los dueños, somos nosotros”. Eso me hace pensar que detrás de esta afirmación, está el pensamiento que la toma de decisiones debe ser limitada a quien se expresa así y a un pequeño grupo. Seguramente, los asuntos más importantes y esenciales de nuestra misión no están expuestos a cualquier discusión, pero también es cierto que la forma como hemos decidido organizarnos ofrece la oportunidad de desarrollar liderazgos variados, que enriquecen y no empobrecen nuestra provincia.

También y con frecuencia, me han dicho con fervor: “Díganme qué hacer y lo haré”. Aquí, observamos el fenómeno contrario. Renunciar a la propia iniciativa, empobrece a la persona y a la institución.

Las dos posturas anteriores parten de corazones benevolentes, sin duda. Pero nos podemos preguntar si una buena intención es garantía para convertirnos en benefactores.

¿Quién puede reclamar el patronazgo del carisma, misión, bienes y patrimonio de nuestra provincia? ¿El Hermano Emili? ¿El Hermano Provincial? ¿Fomento Mexicano de Servicios Educativos? ¿Alguien tiene el derecho de adueñarse de algo que nació y se desarrolló sin nosotros?

Los Hermanos sabemos que en nuestras Constituciones se habla de responsabilidad en la administración. No se habla de ser dueños.

Los documentos de la Iglesia nos recuerdan a los Institutos Religiosos que los bienes no nos pertenecen. Más bien, pertenecen a la Iglesia. Nosotros debemos ser cuidadosos administradores de un bien valiosísimo. Y me refiero, no sólo a lo financiero, sino también a lo material y, por supuesto, a lo espiritual.

Lo que administramos es un don polifacético: material, intelectual y espiritual.

Como creyentes, sabemos, que el verdadero dueño de todo nuestro patrimonio provincial y universal es el Espíritu Santo, presente en cada uno de nosotros.

El problema que inquieta es, sin duda, el uso inadecuado de la palabra “dueño”.

Hace más de 50 años, el Concilio Vaticano II subrayó la dignidad del laico y nos propuso un modelo de Iglesia diferente.

En el modelo cargado hacia lo jerárquico, el laico es invitado a ayudar al sacerdote en las actividades de éste en la parroquia. En cambio, en el modelo propuesto por el Concilio, el sacerdote es invitado a ayudar al laico a trabajar por la construcción de un mundo más humano.

Sentir, pensar o actuar esperando que alguien nos diga qué hacer, habla de una actitud enferma que debe ser atendida. Y en este caso, se impone

una automedicación.

Los Maristas, llevamos varias décadas hablando del mismo tema y modificando poco a poco nuestra mentalidad y nuestras actitudes al respecto. Y, si les preguntamos a los La sallistas, a los Salesianos, a los Jesuitas, nos dirán que sus laicos se están incorporando más y más en la misión de su congregación. Los religiosos estamos cambiando de mentalidad. ¡Qué esperanzador es saber que también entre los laicos se está dando esta misma manera de ver!

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¿Soy dueño? En todo caso, todos somos dueños de este patrimonio, si lo vemos con una mirada eclesiológica. “Somos dueños”, dicho en un cierto sentido, solo cuando

participamos de un tesoro que custodiamos y compartimos. Y, esto último lo hacemos sin temor y con el deseo de esparcir la riqueza que se nos ha ofrecido.

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LIDEREAZGO PROFÉTICOAlgo que he aprendido, - y lo fui aprendiendo con sorpresa, -es el daño que hacemos a los demás, sin quererlo. Herimos al otro, mientras nos creemos buenos.

Me apena decirlo, pero con frecuencia escucho lamentaciones dirigidas contra los líderes locales y provinciales, de nuestras obras o de las instancias. Líderes activos, preparados y generosos en su entrega, pero…

¿Quién no ha escuchado este tipo de comentarios? “Trabaja más que nadie, pero nunca nos toma en cuenta.” “Es bueno en general, pero enojado nos falta al respeto.” “Sus ideas son buenas, pero él cree que sólo las suyas lo son.” “El colegio marcha bien, pero la dire es una controladora.” “Lo que nos pide es correcto, pero no pone el ejemplo.”

En la provincia hay Obras, Comunidades, Instancias, Consejos y Provinciales. Y no dudo que a cada uno de nosotros nos hayan aplicado una de esas feas, frases adversativas.

Todos los líderes debemos tener muy en cuenta nuestras acciones, ciertamente. Pero también y, sobre todo, nuestro mundo personal interior.

Cuando exponemos nuestras ideas sobre el liderazgo, todos hablamos y defendemos la actitud de servicio como opuesta al ansia de poder.

Y eso está bien.

Lo podemos discutir a nivel consciente sin tener diferencias, pero una cosa es lo que decimos y hacemos conscientemente, y otra, el cobre que mostramos inconscientemente.

Somos líderes limitados; lastimamos a nuestros equipos de trabajo y contamos con una visión equivocada al observar solamente nuestras acciones, no lo que las produce.

Leyendo sobre el liderazgo del Papa Francisco encontré esta idea: “El liderazgo implica constantes viajes introspectivos.” Esta frase nos recuerda la importancia de conocernos muy bien: cómo somos, cómo accionamos y cómo reaccionamos.

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Nuestra inseguridad nos lleva a ser impositivos, sin que nos demos cuenta. El afán de seguridad nos lleva a comportamientos de control exagerado, sin que lo

notemos. Pensamos que estamos muy comprometidos, pero en el fondo buscamos el aplauso y la vanagloria. Nuestros colegas ven claramente las dinámicas de nuestro

comportamiento, pero curiosamente, nosotros seguimos en la luna.}{

¡Qué maravillosa Provincia seremos el día que todos nuestros laicos vibren espiritualmente al sentirse llamados a visionar y construir un mundo mejor comprometiéndose desde las primeras filas, con liderazgo, responsabilidad y seguridad en sí mismos! Y más maravillosa será cuando los religiosos nos sintamos inspirados con su proceder.

Me encanta el bonito poema de Marianne Williamson “Nuestro miedo más profundo”. En tiempos del Antiguo Testamento, era un texto que compartía con alumnos de una escuela popular. Te lo recomiendo.

Visitando un kinder del norte del país, he podido constatar la fuerza transformadora y fecunda de una directora que no se sintió menos, ni se paralizó aturdida en tiempos de crisis. Fue proactiva; exigió y se exigió. Actuó de tal manera que logró incorporar a su director general en su proyecto, también fue capaz de contagiar a sus subalternas en un cambio que terminó siendo el resurgimiento del kínder.

Hoy la podemos contemplar derrochando entrega, responsabilidad y esperanza en un consolidado plantel. Laicos así, ¿Quién no los quiere?

SOMOS UNA COMUNIDADEl Papa Francisco, un día dijo, que la Iglesia no era una ONG. No quería que ni la confundieran con otra cosa distinta; ni que la redujeran a otra cosa más pequeña. Lo visible de la Iglesia tiene rasgos semejantes a una ONG, pero lo más importante de la Iglesia no es visible con los ojos, sino con el corazón.

Ciertamente en la Iglesia el Espíritu Santo es muy activo: guía, consuela, ilumina, fortalece, une. No necesariamente es así en las ONG´s.

Si la Iglesia no es una ONG, no está por demás preguntarnos qué no es la Provincia a la que pertenecemos. Sobre todo, porque se llega a escuchar que es un negocio o una empresa. Creo que tampoco nos gustaría ser identificados como una secta, o como una mafia como dicen algunos muchachos, para provocarnos.

La provincia es, una comunidad que no puede ser reducida a un negocio capitalista donde hay patrón y trabajador; o a una cooperativa donde los socios deciden qué hacer y a dónde ir.

Celebramos los años Montagne, Fourviere y Lavalla con el afán de enriquecernos como seres compasivos, comunitarios y espirituales y estar disponibles para un nuevo comienzo que tiene que ver con las bienaventuranzas vividas al estilo del P. Marcelino.

En 1824, cuando empieza a construirse L´Hermitage, contemplamos al Padre Marcelino y a los Hermanos, construyendo una casa con un estilo de relación y organización que al mismo tiempo construyó una comunidad sensible al otro, fraterna y con la atención fija en Jesús redentor.

No se niega que la provincia desee incorporar personas talentosas, productivas, responsables y honestas en sus filas. Pero si olvidamos lo que origina lo marista, mutilamos a nuestra Provincia.

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Nosotros nos identificamos por un carisma, por una misión. Hablamos de cultura vocacional y traemos siempre a Jesús y a María, en la boca, por lo menos. Un buen

marista no trabaja, ejerce un apostolado. Con frecuencia, escucho a maestros y directivos que me comentan con gran confianza, que su compromiso no es “con un trabajo”, sino que forma parte de un estilo y plan de vida. En su mente y corazón, en su institución no existe la división tipo patrón – trabajador; ni la autodeterminación

absoluta de los socios. Sin duda, están en lo correcto.

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No descuidemos las acciones exteriores, pero menos descuidemos la atención de los motivos de los que surgen dichos actos. Se impone así una práctica constante de introspección. Los frutos serán un mejor autoconocimiento y una posibilidad de crecimiento personal.

Un líder interiormente sano, ejerce un liderazgo inspirador que contiene tres elementos inseparables: cree en algo; lo enseña con palabra y ejemplo; lo practica con naturalidad.

La bondadosa figura del Hno. Charlie Toral nos muestra una forma concreta de liderazgo en un hombre íntegro que creyó en los valores maristas, los enseñó con palabras y ejemplo en los centenares de cursos, talleres, charlas y asesorías que nos ofreció y los practicó hasta el último día de su vida con una naturalidad transparente. Don Charlie nos inspiró y nos ayudó a transformarnos, ¿verdad?

“Obedezcan más a los que enseñan que a los que mandan”. San Agustín.

QUEMAR LA VIDAEl H Basilio Rueda entregó su vida con un gran amor tan visible como espiritual. Su biógrafo dice que lo escuchó decir, refiriéndose a su vida, que había encendido su vela por los dos cabos. Casi al terminar su período de Superior General escribió: “Confieso con toda sencillez que los he querido con locura; que por ustedes he echado sobre mis hombros un trabajo por encima de toda medida…” Todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo sabemos que sus palabras son totalmente ciertas.

Además de la gran admiración que tengo por el H. Basilio, se encuentra la que tengo por los innumerables ejemplos de entrega incondicional y sin medida de tantos Laicos, Laicas y Hermanos que en casi todas nuestras obras queman sus vidas en favor de los niños, jóvenes y compañeros de trabajo. Sepan todos que guardo un profundo agradecimiento por su entrega y ejemplo. Dios pagará toda esta generosidad.

A los Hermanos y Laicos mayores, les externo mi enorme admiración y respeto por su entrega ilimitada. Pero también les pido, que sepan descubrir y aceptar, con serenidad, alegría y confianza, el momento en que se impone dejar su lugar a otro.

A los Hermanos y Laicos de mediana edad, los invito a renovar su amor y pasión por la misión. Sean mentores sabios y guías discretos de nuestros colegas jóvenes. No limiten su trabajo por la acedia y el confort. Si necesitan ayuda especial, no teman solicitarla porque serán escuchados con afecto y comprensión. Vale la pena que todos aporten su rica experiencia y hagan vida lo que presenta el número 99 de nuestro documento “Misión Educativa Marista”.

Queridos miembros de nuestra Provincia Marista de México Occidental, he querido comunicarme con cada uno de ustedes de una manera sencilla, quizá con más espontaneidad, que con profundidad. De esta manera he querido responder sencillamente a quienes preguntan mi visión sobre el estado actual de la provincia.

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Ser comunidad, nos invita a la sencillez de vida; al cuidado de las personas, de las organizaciones y de las cosas; al crecimiento sostenido del compromiso adquirido; a

la producción de dones personales e institucionales; y, por supuesto, al uso evangélico de nuestros bienes. Una agrupación así sólo puede ser bendecida, tal

como lo leemos en Mt 6,33. }{

Quiero detenerme un poco en quienes ya tienen muchos años de servicio y trabajan como novatos. Su cercanía y presencia entre los muchachos y muchachas es una bendición para sus vidas y un llamado de atención a quienes van cayendo en la

apatía y al retiro anticipado. Sí, en nuestra provincia encontramos luces y sombras. }{

La madre Teresa, fue reconocida mundialmente como persona humanitaria y defensora de los indefensos y pobres. Además del renombrado Premio Nobel, obtuvo numerosos reconocimientos y apoyos financieros provenientes de todos los rincones del mundo (¿Será eso la providencia?).

Ella fundó una comunidad en 1950. Actualmente son más de 4,500 religiosas en más de 130 países del mundo. Seguramente cuidan muchísimo sus bienes y recursos, pero cuidan más a sus enfermos y menesterosos. ¿Dónde encontrarán su vitalidad en lo que son y lo que hacen?

Hno. Miguel Ángel Santos, Provincial25 de julio de 2017.

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He tratado de decir:1. Que la grandeza de nuestra misión requiere de una formación permanente que no puede limitarse a lo ofrecido por la institución. Cada uno debe tomar iniciativas personales de crecimiento.

2. Lo que traemos entre manos es un don que viene de Dios. Es un tesoro que compartimos con otros para acrecentarlo y distribuirlo.

3. Cuidemos nuestro desarrollo interior. Estamos llamados a ser personas sanas psicológicamente. Estando saludables podemos servir mucho mejor.

4. No perdamos ni reduzcamos lo que somos como institución. El verdadero éxito de la Provincia Marista es ser lo que somos. Eso espera de nosotros el mundo al que servimos.

5. Entreguemos nuestra vida con gran generosidad, alegría y humildad. Retirarnos a tiempo: ni antes, ni después.

Deseo para todos los integrantes de nuestra Provincia que, en nuestro próximo curso escolar, nos podamos establecer más cerca de Dios y más cerca de la gente.