29-11-2011

¿Como están amigos y amigas? Les contamos que los días están lluviosos, hay veces que hace frío y también otros que hace calor. ¡Hubo tormentas con truenos y relámpagos!. El viento, tan poderoso como un superhéroe, despeinó el flequillo de los sauces. El viernes 25 de noviembre hicimos una bicicleteada. Salimos de la escuela hasta el parque de los eucaliptos, que tiene mucha sombra y lugar para jugar. Nos acompañaron adultos y también hicimos un picnic. Todos nosotros respetamos las señales de tránsito e hicimos señas si había que doblar a la izquierda, a la derecha o frenar. Con la Seño y los compañeros jugamos al juego del beso que ustedes nos enseñaron. A algunos chicos y chicas les dio vergüenza, pero nos divertimos mucho. El profe Andrés jugó con nosotros. La semana pasada fuimos a la plaza a buscar animales invertebrados. Encontramos insectos como escarabajos, mariposas, hormigas y crustáceos (bicho bolita) y los llevamos al laboratorio para investigar. Observamos las patas de los insectos, la cabeza, el tórax y el abdomen. Usamos lupas y microscopios. El profe Andrés nos trajo información para saber más del bicho bolita. Investigamos lo que ustedes nos preguntaron sobre nuestro cielo de noche. En el hemisferio sur hay cuatro estrellas que nos indican donde está el Polo

Sur. La Seño nos dijo que esa constelación se llama Cruz del Sur. Conocemos los nombres de los planetas y a Venus lo vemos antes del amanecer y en las primeras horas de la noche, se parece mucho a una estrella. Acá le llamamos El Lucero del alba o Lucero del atardecer. ¡Es muy bonito nuestro cielo estrellado! Les mandamos una leyenda del Lucero. Les comentamos, chicos y chicas, que hicimos poesías de la luna para la Feria artesanal de la escuela. Para eso leímos a Federico García Lorca. El año que viene vamos a leer el cuento Platero y yo. La Seño nos prometió leerlo y tenemos muchas ganas de conocer las aventuras del burrito. ¿Nos mandan el cuento “Siete casas, siete brujas y un huevo”? Nosotros les enviamos algunos cuentos de Sidonia. ¡Nos gustan tanto! Chicos y chicas: para tomar mate se usa la yerba mate, que está hecha de hojas. En las fábricas las secan, las trituran y luego se venden en paquetes. Ustedes ¿nos mandan la receta del gazpacho? Nosotros vamos a la escuela de tarde y otros niños, a la mañana. La mayoría de los colegios de Rafaela tienen alumnos en dos turnos. ¿Saben? Al balonmano lo llamamos handball y jugamos con la seño de Educación Física. En el recreo, los nenes y nenas jugamos juntos al zapatito de charol, al escondite, a la atrapada y ahora también al beso. Solo los varones juegan al fútbol.

¡Adiós amigas y amigos del corazón! El año que viene vamos a estar todos juntos con la Seño Mariela y ojalá que nos sigamos escribiendo. ¡Besos a todos!¡ Feliz Navidad y Año nuevo para ustedes y su Seño Manoli! Los chicos y chicas de la Escuela Lisandro.

Leyenda del lucero del alba

“Ana, la niña de las ovejas, despertaba con el primer canto de los gallos. Salía de su casa, cruzaba un monte de espinillos y llegaba a un arroyo. Allí, cerca del agua, solían pastar las ovejas. Ella descansaba a la sombra de un sauce, y después de la siesta volvía por el mismo camino. Una mañana se durmieron los gallos. Cantaron cuando el sol brillaba en lo alto del cielo. Ana partió con las ovejas, atravesó el monte y descansó

como siempre a orillas del arroyo. Al regresar, la noche le salió al encuentro. Se extravió en el monte de espinillos. Llamó a las ovejas por sus nombres, y de las ocho sólo acudieron seis. Faltaban dos, las más pequeñas: Nahel y Ruth. -¡Nahel! ¡Ruth! Pero las dos ovejas no podían oírla, estaban lejos, perdidas. Y lloró amargamente. Un niño escuchó el llanto y se encaminó al monte. Se escuchaban de él cosas maravillosas. Se decía que había nacido en un establo; que tres reyes salieron del Oriente para verlo y adorarlo; que una estrella les servía de guía, y al llegar los tres reyes al establo se quedó la estrella detenida, inmóvil, sobre la humilde cuna de hierbas y de pajas. Se decía también que el niño hablaba con los peces y las sirenas del mar y que ellos les contaban los secretos del agua; que todas las tardes subía a una colina y lo rodeaban los pájaros y las palomas; que donde él pisaba crecía una flor y que su palabra era como una música. Cuando llegó al lado de Ana le preguntó: -¿Por qué lloras? -Porque se me perdieron dos ovejas, - respondió Ana.

-No llores –dijo el niño-.Las encontrarás. -¿En dónde? -Llámalas, y estarán a tu lado. -¡Nahel! ¡Ruth! Aún vibraba en el monte de espinillos la voz de la niña cuando dos ovejas pequeñas le besaban las manos. Eran la mismas, las que ella había visto nacer, que durmieron al calor de su pecho y bebieron en su regazo los primeros sorbos de leche. -¡Han vuelto! – exclamó asombrada. Y volvió a repetir: -¡Han vuelto!. Después se quedó pensativa. Caminó un trecho y dijo: -Hoy me engañaron los gallos. -¿Crees que los gallos pueden engañarte? –preguntó el niño. -Sí – contestó-. Cantaron después que nació el día, y yo debo salir muy temprano y llevar mis ovejas a orillas del arroyo donde el pasto es tierno y jugoso. Tengo que salir antes de que nazca el día para estar de vuelta con las últimas luces de la tarde. Y son los gallos quienes me despiertan, y hoy me engañaron. -Quizás se quedaron dormidos – explicó el niño. -Ahora voy a tener miedo – se lamenta Ana-. Me acostaré pensando que los gallos pueden volver a dormirse, y entonces saldré más tarde con mis ovejas, y cuando regrese la noche me atajará en el monte y me perderé. -No tengas miedo. Ya no se dormirán más los gallos. La tomó de un brazo y caminaron juntos en silencio. Al llegar al arroyo dijo el niño señalando el agua: -Una vez aquí se cayó una estrella. Voy a buscarla. Ana esperó al pie de un árbol con sus ovejas. El niño bajó al arroyo y las aguas se abrieron para darle paso. Al regresar traía en las manos una estrella. -Voy a arrojarla de nuevo al cielo –dijo. Extendió los brazos y subió la estrella. Y en ese instante cantaron los gallos saludándola. _¿Oyes? – dijo el niño, y agregó-:Todas las madrugadas le cantarán los gallos. Ya no podrán dormirse. ¿Comprendes? Y así nació el Lucero del Alba" Autor: Javier Villafañe, poeta, cuentista y, sobre todo, titiritero argentino. Del libro "Los sueños del sapo"