Cartas de Arendt Sobre Eichmann en Jerusalen

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HISTORIA EICHMANN EN JERUSALÉN HANNAH ARENDT La primera edición del libro de Hannah Arendt (1906-1975), Ei- chmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil [hay edición española: DeBolsillo, 2006], lleva la fecha de mayo de 1963. La revista The New Yorker había publicado en sus números de febrero y marzo de ese mismo año el reportaje encargado a la autora sobre eljuicio abierto en Jerusalén, el 11 de abril de 1961, contra AdolfEichmann por sus respon- sabilidades en el holocausto judío. La condena a muerte del procesado se ejecutaría el 31 de mayo de 1962 por ahorcamiento. El reportaje con- vertido luego en libro de Hannah Arendt provocó el airado rechazo de un sector de la comunidad judía a causa de su mención a la colabora- ción con los nazis de los comités judíos (Judenráte) de Alemania y de los países ocupados por su ejército. Aquí se incluyen las respuestas de la autora a dos canas referidas a esta polémica. 1. Gershom (o Gerhard) Scholem y Arendt eran viejos conocidos, entre otras cosas por su mutua amistad con Walter Benjamín. Scholem contribuyó a la controversia, con un tono algo más temperamental de lo habitual, cuando escribió a Arendt el 23 de junio de 1963. En su carta puso en entredicho el pasado político-intelectual alemán de Arendt, así como su identidad judía, sugiriendo que ella carecía de "amor hacia el pueblo judío". También puso en cuestión el derecho de Arendt a juzgar aconteci- mientos en los que no estuvo presente, especialmente el comportamien- to de los Judenráte ("Tampoco pretendo juzgar. Yo no estaba allí"). La acusa de hacer una "burla" del sionismo, y de no servirse más que de una "frase hecha" o un "eslogan" en su "tesis" sobre la banalidad del mal. [Nueva York, 24 de julio de 1963.] 2. El 19 de septiembre de 1963 Hannah Arendt recibió una car- ta de Samuel Grafton, en la que éste afirmaba que la revista Look le había encargado "realizar un estudio sobre la reacción enormemente interesante provocada por su libro, Eichmann in Jerusalem. Él se- guía diciendo que esperaba que "fuese tan amable de atender a unas preguntas escritas por mi, con la idea de que éstas pudiesen culminar en una entrevista con usted", añadiendo que no debiera considerar sus preguntas "de ninguna manera como un empeño inquisitorial". Por lo que se sabe, la entrevista no tuvo lugar, y nunca apareció nin- gún artículo en Look. Sin embargo, al día siguiente, el 20 de sep- tiembre, Arendt escribió a Grafton diciéndole lo siguiente: "Gracias por su carta. Estoy perfectamente dispuesta a responder a todas sus preguntas, incluyendo el curioso bulo acerca de mi 'conversión al ca- tolicismo'". (N. de la R.) CARTA A GERHARD SCHOLEM Querido Gerhard: Encontré tu carta al re- gresar, hace una semana. ya sabes qué es eso de estar fuera cinco meses. Te escribo aprovechando el primer mo- mento de tranquilidad que he tenido; de ahí que mi res- puesta no sea tan elaborada como seguramente debiera. Hay ciertas afirmaciones en tu carta que no se prestan a controversia alguna, por- que son simplemente falsas. Permíteme que me ocupe primero de ellas para que podamos pasar luego a los temas que merecen discu- sión. Yo no soy uno de los "intelectuales procedentes de la izquierda alemana". Tú no podías saber eso, pues no nos conocimos cuando éra- mos jóvenes. Es ése un he- cho del que no estoy en ab- soluto orgullosa y que tengo cierto reparo en destacar, es- pecialmente después de ha- ber vivido la era McCarthy en este país. Yo llegué tarde a comprender la importancia de Marx porque cuando era joven no me interesaba por la historia ni por la política. Si puede de- cirse que "ven- go de alguna parte", es de la tradición de la filosofía ale- mana. • En lo que respecta a otra de tus afirmaciones, no puedo, por desgracia, decir que no podías conocer los hechos. Encuentro chocante que hayas de escribir: "te veo desde todos los puntos de vista como una hija de nues- tro pueblo, y no de otro modo". La verdad es que yo nunca he pretendido ser otra cosa ni ser de otra manera distinta de como soy, y nun- ca he sentido la más mínima tentación en ese sentido. Se- ría como haber dicho que yo era un hombre y no una mujer, es decir, una insensa- tez. Sé, por supuesto, que hay un "problema judío" in- cluso en ese nivel, pero nun- ca ha sido mi problema, ni siquiera en mi infancia. Siempre he considerado mi condición judía como uno de los datos incontroverti- bles de mi vida, y acerca de tales facticidades nunca he deseado cambiar nada ni re- chazar nada. Existe una cosa tal como la gratitud funda- mental por todo aquello que es como es; por lo que nos es dado y que no hemos he- cho, ni puede ser hecho; por las cosas que son phy sei y no nómq . Desde luego, seme- jante actitud es prepolítica, pero en circunstancias ex- cepcionales -como las que han rodeado la política ju- día— es inevitable que tenga también consecuencias polí- ticas aunque, por así decir, de manera negativa. Esta ac- titud hace imposibles ciertos tipos de conductas, a saber, precisamente aquellos que tú * En griego, respectivamente, "por naturaleza" y "por convención". (N.delT) 60 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA-N" 190

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HISTORIA

EICHMANN EN JERUSALÉNHANNAH ARENDT

La primera edición del libro de Hannah Arendt (1906-1975), Ei-chmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil [hay ediciónespañola: DeBolsillo, 2006], lleva la fecha de mayo de 1963. La revistaThe New Yorker había publicado en sus números de febrero y marzo deese mismo año el reportaje encargado a la autora sobre el juicio abierto enJerusalén, el 11 de abril de 1961, contra AdolfEichmann por sus respon-sabilidades en el holocausto judío. La condena a muerte del procesado seejecutaría el 31 de mayo de 1962 por ahorcamiento. El reportaje con-vertido luego en libro de Hannah Arendt provocó el airado rechazo deun sector de la comunidad judía a causa de su mención a la colabora-ción con los nazis de los comités judíos (Judenráte) de Alemania y delos países ocupados por su ejército.

Aquí se incluyen las respuestas de la autora a dos canas referidas aesta polémica.

1. Gershom (o Gerhard) Scholem y Arendt eran viejos conocidos,entre otras cosas por su mutua amistad con Walter Benjamín. Scholemcontribuyó a la controversia, con un tono algo más temperamental delo habitual, cuando escribió a Arendt el 23 de junio de 1963. En sucarta puso en entredicho el pasado político-intelectual alemán deArendt, así como su identidad judía, sugiriendo que ella carecía de"amor hacia el pueblo judío".

También puso en cuestión el derecho de Arendt a juzgar aconteci-mientos en los que no estuvo presente, especialmente el comportamien-to de los Judenráte ("Tampoco pretendo juzgar. Yo no estaba allí"). Laacusa de hacer una "burla" del sionismo, y de no servirse más que deuna "frase hecha" o un "eslogan" en su "tesis" sobre la banalidad delmal. [Nueva York, 24 de julio de 1963.]

2. El 19 de septiembre de 1963 Hannah Arendt recibió una car-ta de Samuel Grafton, en la que éste afirmaba que la revista Look lehabía encargado "realizar un estudio sobre la reacción enormementeinteresante provocada por su libro, Eichmann in Jerusalem. Él se-guía diciendo que esperaba que "fuese tan amable de atender a unaspreguntas escritas por mi, con la idea de que éstas pudiesen culminaren una entrevista con usted", añadiendo que no debiera considerarsus preguntas "de ninguna manera como un empeño inquisitorial".Por lo que se sabe, la entrevista no tuvo lugar, y nunca apareció nin-gún artículo en Look. Sin embargo, al día siguiente, el 20 de sep-tiembre, Arendt escribió a Grafton diciéndole lo siguiente: "Graciaspor su carta. Estoy perfectamente dispuesta a responder a todas sus

preguntas, incluyendo el curioso bulo acerca de mi 'conversión al ca-

tolicismo'".

(N. de la R.)

CARTA A

GERHARD SCHOLEM

Querido Gerhard:Encontré tu carta al re-

gresar, hace una semana. Túya sabes qué es eso de estarfuera cinco meses. Te escriboaprovechando el primer mo-mento de tranquilidad quehe tenido; de ahí que mi res-puesta no sea tan elaboradacomo seguramente debiera.

Hay ciertas afirmacionesen tu carta que no se prestana controversia alguna, por-que son simplemente falsas.Permíteme que me ocupeprimero de ellas para quepodamos pasar luego a lostemas que merecen discu-sión.

• Yo no soy uno de los"intelectuales procedentes dela izquierda alemana". Tú nopodías saber eso, pues nonos conocimos cuando éra-mos jóvenes. Es ése un he-cho del que no estoy en ab-soluto orgullosa y que tengocierto reparo en destacar, es-pecialmente después de ha-ber vivido la era McCarthyen este país. Yo llegué tarde acomprender la importanciade Marx porque cuando erajoven no me interesaba porla historia ni por la política.Si puede de- cirse que "ven-go de alguna parte", es de latradición de la filosofía ale-mana.

• En lo que respecta aotra de tus afirmaciones, nopuedo, por desgracia, decirque no podías conocer los

hechos. Encuentro chocanteque hayas de escribir: "te veodesde todos los puntos devista como una hija de nues-tro pueblo, y no de otromodo". La verdad es que yonunca he pretendido ser otracosa ni ser de otra maneradistinta de como soy, y nun-ca he sentido la más mínimatentación en ese sentido. Se-ría como haber dicho que yoera un hombre y no unamujer, es decir, una insensa-tez. Sé, por supuesto, quehay un "problema judío" in-cluso en ese nivel, pero nun-ca ha sido mi problema, nisiquiera en mi infancia.Siempre he considerado micondición judía como unode los datos incontroverti-bles de mi vida, y acerca detales facticidades nunca he

deseado cambiar nada ni re-chazar nada. Existe una cosatal como la gratitud funda-mental por todo aquello quees como es; por lo que noses dado y que no hemos he-cho, ni puede ser hecho; porlas cosas que son phy sei y nonómq . Desde luego, seme-jante actitud es prepolítica,pero en circunstancias ex-cepcionales -como las quehan rodeado la política ju-día— es inevitable que tengatambién consecuencias polí-ticas aunque, por así decir,de manera negativa. Esta ac-titud hace imposibles ciertostipos de conductas, a saber,precisamente aquellos que tú

* En griego, respectivamente,"por naturaleza" y "por convención".(N.delT)

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has decidido ver en mis con-sideraciones. (Por poner otroejemplo: en su obituario deKurt Blumenifeld, Ben Gu-rion se lamentaba de queBlumenfeld no hubiera vistola conveniencia de cambiarseel nombre cuando se fue avivir a Israel. ¿No es evidenteacaso que si no lo hizo fueexactamente por las mismasrazones que lo habían im-pulsado en su juventud a ha-cerse sionista?) Mi posiciónen estos temas debe sin dudahaberte resultado conocida,y no llego a comprender porqué has de querer endosar-me una etiqueta que nuncame cuadró en el pasado nime cuadra ahora.

• Por venir ya a lo im-portante: permíteme queempiece, siguiendo con loque acabo de decir, porlo que tú llamas "amor alpueblo judío", o Aha.ba.th Is-rael. (Por cierto, te agradece-ría mucho que me dijerasdesde cuándo ese conceptoha desempeñado un papelen el judaismo, cuándo seusó por primera vez en lalengua y la literatura he-breas, etc.) Tienes bastanterazón: yo no me siento mo-vida por ningún "amor" deesa clase, y ello por dos razo-nes: yo nunca en mi vida he"amado" a ningún pueblo nicolectivo, ni al pueblo ale-mán, ni al francés, ni al esta-dounidense, ni a la clase

obrera, ni a nada semejante.En efecto, sólo "amo" a misamigos y el único género deamor que conozco y en elque creo es el amor a las per-sonas. En segundo lugar, ese"amor a los judíos" me resul-taría, puesto que yo mismasoy judía, algo más bien sos-pechoso. Yo no puedo amar-me a mí misma ni a cosa al-guna de la que sé que esmiembro y parte de mi per-sona. Para aclarar esto, per-míteme que te cuente unaconversación que tuve en Is-rael con una destacada per-sonalidad política que defen-día la —en mi opinión, desas-trosa— vinculación entre lareligión y el Estado en Israel.Lo que decía —no recuerdocon seguridad sus palabrasexactas— sonaba más o me-nos así: "Comprenderás que,como socialista, yo desdeluego no creo en Dios; creoen el pueblo judío". Esto meparecía una afirmación des-concertante y tan desconcer-tada me dejó que no respon-dí en aquel momento. Peropodría haber respondido: lagrandeza de este pueblo con-sistió una vez en que creía enDios y creía en Él de tal ma-nera que su confianza y suamor hacia Él era mayor quesu temor. ¿Y ahora este pue-blo sólo cree en sí mismo?¿Qué provecho cabe esperarde ello? Pues bien, en esesentido yo no "amo" a los

judíos ni "creo" en ellos;simplemente, formo partede ellos como algo evidente,que está más allá de todadiscusión.

• Podríamos examinarel mismo asunto en térmi-nos políticos; en tal caso nosguiaremos por consideracio-nes patrióticas. Que no pue-de haber patriotismo sin unaoposición y una crítica per-manentes es algo en lo quesin duda estamos de acuer-do. Pero puedo concedertealgo más que eso, a saber,que el daño causado por mipropio pueblo me aflige, na-turalmente, más que el dañocausado por otros pueblos.Esa aflicción, con todo, noes algo que haya que exhibir,aun cuando debe ser la mo-tivación más profunda deciertas acciones y actitudes.En términos generales, el pa-pel del "corazón" en políticame parece totalmente discu-tible. Sabes tan bien comoyo cuan a menudo los que selimitan a informar de ciertoshechos desagradables sonacusados de falta de sensibi-lidad, de falta de corazón ode falta de lo que tú llamasHerzenstakt. Los dos sabe-mos, en otras palabras, cuana menudo esas emociones seutilizan para ocultar la ver-dad de los hechos. No pue-do examinar aquí lo queocurre cuando las emocionesse exhiben en público y se

convierten en un factor polí-tico; pero es éste un temaimportante y he intentadodescribir sus desastrosos re-sultados en mi libro Sobre larevolución, al estudiar el pa-pel de la compasión en laformación del carácter revo-lucionario.

• Es una pena que noleyeras el libro Eichman enJerusalén antes de que la ac-tual campaña de tergiversa-ción contra él se pusiera enmarcha atizada por los pode-res íacticos judíos en Israel yen Estados Unidos. Hay, pordesgracia, muy pocas perso-nas capaces de resistir la in-fluencia de semejante cam-paña. Me parece altamenteimprobable que sin habersido influido hubieras podi-do interpretar erróneamenteciertas afirmaciones. La opi-nión pública, especialmentecuando ha sido cuidadosa-mente manipulada, como eneste caso, es muy poderosa.Así, por ejemplo, yo nuncahe dado a entender que Ei-chmann fuera un "sionista".Si se te ha pasado por alto laironía de la frase —que estabaformulada claramente enoratio obliqua, reproducien-do las propias palabras deEichmann—, no es culpamía. Sólo puedo asegurarteque nadie, entre las docenasde personas que leyeron ellibro antes de su publica-ción, tuvo duda alguna SO-

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EICHMANN EN JERUSALEN

bre el asunto. Además, yonunca pregunté por qué losjudíos "se dejaron matar".Por el contrario, acusé aHausner de haber hecho esapregunta a un testigo trasotro. No hubo ningún pue-blo, ningún grupo en Euro-pa que reaccionara de mane-ra diferente bajo la in- me-diata presión del terror. Lapregunta que formulé fue lade la cooperación de funcio-narios judíos durante la "So-lución Final", y esa preguntaresulta tan incómoda porqueuno no puede pretender quefueran traidores. (Tambiénhubo traidores, pero eso nohace al caso.) En otras pala-bras, hasta 1939 e inclusohasta 1941 cualquier cosaque hicieran o dejaran dehacer funcionarios judíos escomprensible y excusable.Sólo más tarde empieza a re-sultar altamente problemáti-co. Esta cuestión surgió du-rante el juicio y era, por su-puesto, mi obligación infor-mar de ello. Ello constituyenuestra parte en el llamado"pasado no digerido" y, aun-que puede ser que tengas ra-zón al decir que es demasia-do pronto para hacer un"juicio equilibrado" (cosa,de todos modos, que yopongo en duda), creo quesólo nos reconciliaremos conese pasado si empezamos ajuzgarlo y a ser francos alrespecto.

• He dejado clara miposición y, sin embargo, esobvio que tú no la entendis-te. Dije que no había posibi-lidad alguna de resistencia,pero existía la posibilidad deno hacer nada. Y para esouno no tiene necesidad deser un santo, sino sólo dedecir: "No soy más que unsimple judío y no tengo ga-nas de desempeñar ningúnotro papel". Que esas perso-

nas o algunas de ellas mere-cieran o no la horca, comotú señalas, es una cuestióncompletamente diferente.Lo que tiene que ser exami-nado no son tanto las perso-nas como los argumentoscon los que se justifican a símismas a sus propios ojos ya los de los demás. Sobreesos argumentos tenemosderecho a juzgar. Más aún,no hemos de olvidar que nosestamos ocupando aquí deunas condiciones que fueronciertamente terribles y deses-peradas, pero que no fueronlas condiciones de los cam-pos de concentración. Lasdecisiones a que nos referi-mos se tomaron en una at-mósfera de terror, pero nobajo la presión y el impactoinmediatos del terror. Sonéstas unas diferencias de gra-do importantes, que todoestudioso del totalitarismodebe conocer y tener encuenta. Esas personas teníanuna cierta, aunque limitada,libertad de decisión y de ac-ción. De la misma maneraque los asesinos de las SSposeían también, tal comosabemos ahora, un limitadoabanico de alternativas. Po-dían decir: "Deseo ser rele-vado de mis deberes de eje-cutor", y nada les sucedía.Como en política tratamoscon hombres y no con hé-roes ni con santos, es estaposibilidad de no participa-ción (Kirchheimer) la queresulta decisiva si nos pone-mos a juzgar, no el sistema,sino al individuo, sus opcio-nes y sus argumentos.

• Y el juicio de Eich-mann era el juicio de un in-dividuo. En mi reportaje hehablado únicamente de co-sas que acaecieron durante eljuicio mismo. Esa es la razónpor la que no pude mencio-nar a los "santos" de los que

hablas. En vez de eso hubede limitarme a los luchado-res de la resistencia cuyocomportamiento, como hedicho, era tanto más admi-rable cuanto que se produjoen circunstancias en las quela resistencia había dejadorealmente de ser posible. Nohabía santos entre los testi-gos de la acusación, perohubo un ser humano abso-lutamente puro, el viejoGrynszpan, cuyo testimonioreferí con cierto detalle. Dellado alemán, después detodo, uno podía haber men-cionado también algunos ca-sos además del caso del sar-gento Schmidt. Pero comofue el único caso menciona-do en el juicio, hube de ce-ñirme a él.

• Que la distinción en-tre víctimas y perseguidoresera deliberada y calculada-mente difuminada en loscampos de concentración esalgo bien conocido y, al igualque otros, he insistido eneste aspecto de los métodostotalitarios. Pero repito: noes eso lo que yo entiendopor una parte judía de culpa,o por el total desmorona-miento de las normas. Estoformaba parte del sistema yde hecho no tenía nada quever con los judíos.

• Resultaría para mí unmisterio impenetrable quehayas podido creer que milibro es "una burla del sio-nismo" si no supiera quemuchas personas pertene-cientes a círculos sionistas sehan vuelto incapaces de es-cuchar las opiniones o argu-mentos que se apartan delcamino trillado y no con-cuerdan con su ideología.Hay excepciones, y un ami-go mío sionista observó contotal franqueza que el libro,especialmente el último ca-pítulo (reconocimiento de la

competencia del tribunal,justificación del secuestro),era muy pro Israel, como enrealidad es. Lo que te con-funde es que mis argumen-tos y mi enfoque difieren deaquello a lo que estás acos-tumbrado; en otras palabras,el problema es que soy inde-pendiente. Pero esto signifi-ca, por otro lado, que nopertenezco a ninguna orga-nización y que siempre ha-blo exclusivamente en nom-bre propio; y, por otro lado,que tengo gran confianza enel selbstdenken de Lessing, alque, según pienso, no puedesustituir ninguna ideología,ninguna opinión pública nininguna clase de "convic-ciones". Sean cuales sean lasobjeciones que pongas a losresultados, no los entenderásmientras no te des cuenta deque en realidad son míos yde nadie más.

• Lamento que no ar-gumentaras tu posición con-tra la ejecución de la senten-cia de muerte, porque creoque al discutir esa cuestiónpodríamos haber avanzadoalgo en la búsqueda de dón-de radican nuestras diferen-cias más fundamentales. Ha-blas de "falsedad histórica",y yo me siento muy incómo-da viendo cómo se invoca eneste contexto el espectro dela Historia. En mi opinión,era política y jurídicamente(y esto es, de hecho, lo únicoque contaba) correcto, y nosólo correcto, ejecutar la sen-tencia: no hacerlo habríasido totalmente imposible.La única manera de evitarlohabría sido aceptar la suge-rencia de Karl Jaspers y en-tregar a Eichmann a las Na-ciones Unidas. Nadie queríaeso y probablemente no era

: "Pensar por sí mismo". (TV del X}-

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HANNAH ARENDT

factible; por tanto, no que-daba otra alternativa másque ahorcarlo. La clemenciaquedaba excluida, no por ra-zones jurídicas —el perdón,en todo caso, no es una pre-rrogativa del sistema jurídi-co-, sino porque la clemen-cia se aplica sólo a la perso-na, no a los hechos; el actode clemencia no olvida elasesinato pero perdona alasesino en la medida en queéste, como persona, puedeestar por encima de cuales-quiera actos que haya come-tido. Tal no era el caso deEichmann. Y perdonarle lavida sin perdonarle era im-posible por razones jurídi-cas.

• En conclusión, per-míteme referirme al únicoasunto en que no me has in-terpretado mal y que meagrada que hayas planteado.Tienes mucha razón: hecambiado de opinión y nohablo ya de "mal radical".Hace mucho tiempo que nonos vemos, de lo contrarioseguramente habríamos ha-blado antes del asunto. (Depaso te diré que no entiendopor qué calificas mi expre-sión "banalidad del mal" deconsigna o eslogan. Por loque sé, nadie ha utilizado esaexpresión antes que yo; peroeso carece de importancia.)Ahora, en efecto, opino queel mal no es nunca "radical",que sólo es extremo, y quecarece de toda profundidady de cualquier dimensióndemoníaca. Puede crecerdesmesuradamente y reducirtodo el mundo a escombrosprecisamente porque se ex-tiende como un hongo porla superficie. Es un "desafíoal pensamiento", como dije,porque el pensamiento tratade alcanzar una cierta pro-fundidad, ir a las raices y, enel momento mismo en que

se ocupa del mal, se sientedecepcionado porque no en-cuentra nada. Eso es la "ba-nalidad". Sólo el bien tieneprofundidad y puede ser ra-dical. Pero éste no es el lugarpara tratar estos temas a fon-do; tengo la intención dedesarrollarlos más en uncontexto diferente. Eich-mann puede muy bien se-guir siendo el modelo con-creto de lo que he de decir.

• Propones publicar tucarta y me preguntas si ten-go alguna objeción al respec-to. Mi criterio sería no refor-mular la carta en tercera per-sona. El valor de esta contro-versia radica en su carácterepistolar, es decir, en el he-cho de dar forma a unaamistad personal. Por consi-guiente, si tú estás dispuestoa publicar mi respuesta a lavez que tu carta, no tengo,por supuesto, nada que ob-jetar.

2,CARTA ASAMUEL GRAFTON

Déjeme comenzar respon-diendo a una pregunta queusted no ha hecho: ¿Por quéyo, una escritora y profesorade Filosofía Política que nun-ca había trabajado como re-portera*, quise ir a Jerusaléncon motivo del juicio contraEichmann? Aparte de la res-puesta obvia, que indiqué enel libro cuando me incluí amí misma entre el público,no de los reporteros y perio-distas, sino de los "supervi-vientes" ("inmigrantes de Eu-

* Arendt había escrito anterior-mente artículos para periódicos —porejemplo, los de Aitfbau incluidos eneste volumen—, pero ésta era la prime-ra vez que ella había recibido el encar-go (por The New Yorker) de cubrir unsuceso específico. (N. deled^j.

ropa como yo misma, que sa-bían muy bien todo lo quehabía que saber"), tenía tresrazones:

• En primer lugar, que-ría ver a uno de los principa-les acusados en carne y hueso,con mis propios ojos. Cuan-do, hace muchos años, descri-bí el sistema totalitario y ana-licé la mentalidad totalitaria,tuve que enfrentarme siemprecon un "tipo" más que conindividuos, y si se mira al sis-tema como un todo, cadapersona individual, en efecto,queda transformada en "unengranaje grande o pequeño"en la maquinaria del terror.La gran ventaja de un procesojudicial es que inevitablemen-te nos pone delante a unapersona y una culpa personal,con motivaciones y decisionesindividuales, con particularesque en otro contexto, el con-texto de la teoría, no son rele-vantes. En otras palabras, de-seaba saber lo siguiente: quiénera Eichmann y cuáles fueronsus actos. No en tanto quesus crímenes fuesen parte delsistema nazi, sino en cuantoque él era un agente libre.Ésta es esencialmente la mis-ma pregunta que un tribunalde justicia debe respondercuando emite un juicio. Y espor esta razón que toda lateoría del pequeño engranaje(la teoría de la defensa) resultabastante irrelevante en dichocontexto.

• En segundo lugar,existe una teoría bastanteextendida, a la que yo tam-bién he contribuido, segúnla cual tales crímenes desa-fían la posibilidad del juiciohumano y hacen explotar elmarco legal de nuestras ins-tituciones jurídicas. Y di-cho argumento es puesto amenudo en conexión conlas nociones bastante co-munes acerca de las incerti-

dumbres de la "justicia po-lítica", con las dificultadesrelativas a juzgar crímenescometidos por un Estadosoberano o con la "difícilposición" de un soldadoque puede verse en la situa-ción de "ser fusilado por unconsejo de guerra si desobe-dece una orden y de serahorcado por un juez y unjurado si la obedece" (Di-cey, Law of the Constitu-tion). Finalmente, está lacuestión más importantejurídicamente: ¿en qué me-dida conocía el acusado queestaba obrando mal cuandocometía sus actos? Esta pre-gunta, como probablemen-te usted sabe, ha desempe-ñado un papel decisivo enmuchos juicios a criminalesde guerra en Alemania. Enresumen, los hechos delcaso eran tales que no exis-tía un "crimen ordinario"ni un "criminal común",pero al mismo tiempo esto"no debía querer decir deningún modo que aquelque ha asesinado a millonesdeba por esa misma razónescapar al castigo". Lo quepretendía averiguar era losiguiente: ¿cuáles son lasposibilidades de establecerjusticia mediante nuestrasinstituciones y nuestro sis-tema legal cuando nos en-frentamos con este nuevotipo de crimen y de crimi-nal?

• En tercer lugar, du-rante muchos años o, sien-do más específicos, durantetreinta años, he estado pen-sando acerca de la naturale-za del mal, y el deseo deenfrentarme no a los he-chos -que, después de todo,eran bien conocidos— sinoal propio malvado, proba-blemente fue el motivo máspoderoso en mi decisión deir a Jerusalén.

N° 190- CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA63

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EICHMANN EN JERUSALÉN

Permítame ahora queconteste a sus preguntas.Ciertamente estoy de acuer-do con usted en que la reac-ción a mi libro "constituyeen sí misma un importantefenómeno político", peroconfío en que entienda que,al margen de las incomodi-dades que dicha reacción meha ocasionado, sin duda esde una importancia secun-daria para mí.

1. ¿Siente usted que las re-acciones a su libro arrojan al-guna luz nueva, sobre las ten-siones dentro de la vida judía,y de la política de hoy? De serasí, ¿qué se ha. revelado?

1. No poseo una respues-ta definitiva a su primerapregunta: ¿arrojan estas reac-ciones alguna luz nueva so-bre la vida judía y la política,y qué se ha revelado? Mi im-presión es que, sin preten-derlo, he puesto el dedo so-bre la cuestión judía que losalemanes denominan "su pa-sado no digerido" (dieunbewaltigte Vergan- gen-heit). Me parece ahora queesta cuestión debía de algúnmodo surgir tarde o tempra-no, y que mi reportaje lacristalizó ante los ojos deaquellos que no leen librosvoluminosos (el de Hilberg ,por ejemplo) y, quizá, tam-bién aceleró su acceso a ladiscusión pública. Esta im-presión es apoyada por unacarta fechada el 7 de marzode 1963 del doctor SiegfriedMoses, ex interventor delEstado de Israel, presidentedel Instituto Leo Baeck y

* Raúl Hilberg, The Destructionofthe European Jeuis, Chicago, 1961(trad. cast.: La destrucción de los ju-díos europeos, Akal, Madrid, 2005);citado por Arendt frecuentemente enEichmann enjerusalén. (N. deled.).

también, según creo, delConsejo de Judíos de Ale-mania. El escribe lo si-guiente: "Vine a Nueva Yorkcon el borrador de una de-claración que iba a ser publi-cada por el Consejo de Ju-díos de Alemania. Su propó-sito era atacar la presenta-ción ofrecida por el libro deHilberg y los artículos publi-cados por Bettelheim. Ahora[es decir, tras la publicaciónde mis artículos en The NewYorker], la defensa del conse-jo debe oponerse primor-dialmente a sus artículos".(La carta está escrita en ale-mán; la he traducido. Porsupuesto, usted puede con-sultar el original. Tras la re-cepción de la carta mantuveuna larga conversación conel doctor Moses en Basilea.Si lo desea, puedo hablarlesobre ello; no me parece re-levante en el marco de suspreguntas.)

2. ¿Cuáles diría usted queson las causas reales de la reac-ción violenta a su libro porparte de aquellos que lo hanatacado?

2. Ya he indicado una delas causas reales de la vio-lenta reacción contra mi li-bro. Otra causa importanteparece ser que la gente sehalla bajo la impresión deque yo ataqué a la clase di-rigente judía, no solamenteporque aireé el papel de losConsejos Judíos durante laSolución Final, sino ademásporque señalé (tal y comoHilberg ya había hecho)que los miembros de estosconsejos no eran simple-mente "traidores". En otraspalabras, puesto que el jui-cio había tocado el tema delpapel de los líderes judíosdurante la Solución Final, yyo había informado sobre

tales incidentes, todas lasorganizaciones judías actua-les creyeron que estabansiendo atacadas. Lo que en-tonces tuvo lugar, en miopinión, fue el intento con-certado y organizado decrear una "imagen" y de po-nerla en el lugar del libroque yo había escrito. Algomuy similar parece habersucedido en reacción a laobra teatral, de Hochhuth,Der Stellvertreter*", quepone en cuestión la políticadel Vaticano con respecto alsistema nazi. La cuestiónque Hochhuth suscita esmuy simple: ¿por qué Pace-lli nunca protestó pública-mente, primero contra lapersecución y finalmentecontra el asesinato en masade los judíos? Nadie pusonunca en tela de juicio queel Papa conociese todos losdetalles. Así, L'OsservatoreRomano escribió lo siguien-te: "Si la tesis de Hochhuthes correcta entonces se sigueque los responsables de Aus-chwitz, Dachau, Buchenwald, Mauthausen y de todoslos demás crímenes no fue-ron ni el propio Hitler, niEichmann, ni las SS... sinoel papa Pío". Por supuesto,esto no es más que un sin-sentido, y Hochhuth nuncaafirmó nada parecido. Perosirvió para un propósito im-portante: se había creadouna "imagen" a expensas delasunto real; en este momen-to lo que se discute por ex-tenso es esa imagen, y Ho-chhuth se ve en la absurdaposición de tener que de-fenderse a sí mismo de co-sas que nunca ha dicho. Ta-les distorsiones premedita-

** Existe traducción castellana:El vicario, Grijalbo, Barcelona, 1977.(N.delT).

das y completas falsificacio-nes pueden resultar efectivassi se organizan y son masi-vas. El autor que está siendoatacado poco más puedehacer que decir con AnatoleFrance: "Si se me acusa dehaber robado las torres deNotre Dame, abandono elpaís". (Sobre el asunto deHochhuth, véase Mercur, n°186, agosto de 1963, págs.812ysigs.).

3. A la vista de esa reac-ción, ¿cambiaría usted algo situviese que comenzar a escri-bir el libro de nuevo? No merefiero a un intento por re-conciliarse con la oposición;más bien, quiero decir que siacaso esa reacción ha indica-do a usted una susceptibili-dad por pane de algunos ju-díos que le haya sorprendidoy que ahora desearía tomaren consideración.

3. No me pilló por sor-presa la "susceptibilidad dealgunos judíos" y, puestoque yo misma soy judía,creo que tengo toda la ra-zón para no alarmarme porello; creo que va en contradel honor de nuestra profe-sión -un escritor que buscala verdad— tomar tales cosasen consideración. Sin em-bargo, la violencia y, espe-cialmente, la unanimidadde la opinión pública entrelos judíos organizados (haymuy pocas excepciones)efectivamente me ha sor-prendido. Mi conclusión esque no solamente he herido"sensibilidades", sino tam-bién intereses creados, yesto es algo que yo descono-cía con anterioridad.

Pero existe otro aspectoen este asunto, y al objetode discutirlo debo referirle ami libro Sobre la revolución(algo que odio hacer pero

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que resulta inevitable). Enla página 227 y siguientes(así como en otros lugares)yo hablo de la importanciapolítica de la opinión públi-ca, que, desde mi punto devista, se halla en oposiciónal verdadero espíritu públi-co. Recojo allí las opinionesde los Padres Fundadores ydigo: "La democracia [...]fue aborrecida debido a quepretendía que prevaleciera laopinión pública sobre el es-píritu público, siendo expre-sión de esta perversión launanimidad de la ciudada-nía: 'Cuando los hombresejercen su razón serena y li-bremente en torno a uncierto número de problemasdiversos, es inevitable quesurjan diferentes opinionessobre alguno de ellos. Cuan-do son gobernados por unapasión común, sus opinio-nes, si se pueden llamar así,serán idénticas' (James Ma-dison, The Fedemlist Papen,n° 50)".

Digo que existe una "de-cisiva incompatibilidad entreel gobierno de una 'opiniónpública' sostenida de modounánime y la libertad deopinión", pues "el gobiernode la opinión pública poneen peligro incluso la opiniónde esos pocos que puedantener la fuerza para no com-partirla [...] Ésta es la razónpor la que los Padres Funda-dores tendían a equiparar elgobierno fundado en la opi-nión pública con la tiranía".La cuestión es que "las opi-niones nunca pertenecen agrupos, sino exclusivamentea individuos, quienes 'ejer-cen su razón serena y libre-mente', y ninguna multitud,ya sea la multitud de una

* Véanse págs. 310-311 de la edi-ción en castellano (Alianza, Madrid,1988 y 2004). (N. delT).

parte o de toda la sociedad,será nunca capaz de formaruna opinión". Los grupos deinterés forman pseudoopi-niones, y si tales grupos, porcualesquiera razones, acerta-das o equivocadas, se sientenamenazados, intentarán de-jar fuera de su comunidad alas personas "independien-tes", que no pertenecen aninguna organización, a finde poder decir: estas perso-nas, lejos de ser indepen-dientes, solamente hablan ennombre de otros intereses.Las numerosas patrañas queahora se están difundiendoentre los círculos judíos -queestoy a punto de convertir-me al catolicismo (su pre-gunta número 13), o queahora soy miembro del Con-sejo de Estados Unidos parael Judaismo, o que soy una"antisemita que se autodes-precia", etc.— constituyenmecanismos bien conocidosde tales campañas políticas.

Por tanto, su tercera pre-gunta me parece que está li-geramente equivocada. Sola-mente puedo preguntar a mímisma: ¿podría yo, a la luzde esta campaña política,cambiar algo? La respuestaes: mi única alternativa ha-bría sido permanecer com-pletamente en silencio; unavez que me puse a escribir,estaba obligada a contar laverdad tal y como yo la veía.No era consciente de los pe-ligros. ¿Habría eludido estosasuntos de haberlo sabido?Esta pregunta me parecemuy real. Yo no estoy meti-da en política, y ni quieroni puedo enfrentarme a lasituación que ha surgido;interfiere muy seriamentecon mi trabajo, y la publici-dad ligada a ello constituyepara mí y para mi modo devida un estorbo de primerorden. Con todo, debido a

la naturaleza de mi trabajoy a la tarea que me he mar-cado -¿cuál es la naturalezadel mal?— supongo que lohabría hecho de todos mo-dos y que habría informadosobre el juicio en cuanto alos hechos. La alternativahabría sido incorporar todolo que aprendí allí a mi tra-bajo teórico, que, por des-contado, está más allá detodo peligro, pues aquellosque se oponen a mí nuncalo han leído.

4. ¿Considera posible quela palabra banalidad puedahaber ofendido a algunos lec-tores, o que les haya transmi-tido una impresión equivoca-da, haciéndoles saltar a laconclusión de que tal vez us-ted considera que sus sufri-mientos son banales;'

5. La palabra banal signi-fica, esencialmente, lugar co-mún. ¿Cree usted posible queel subtítulo haya resonado deun modo demasiado general yexcesivo? Es verdad que elmal se convirtió en un lugarcomún bajo los nazis, pero¿acaso su empleo de la pala-bra banalidad parece, al me-nos a algunos lectores, impli-car que el mal era banal y unlugar común en todas partes?Yo sé lo que usted quiere decircon esa palabra, y usted sabelo que quería decir con esapalabra; sin embargo, ¿quéocurre con la impresión crea-da antes de leer el libro?

4 y 5. La pregunta acercade por qué aquellos que le-yendo la expresión "banali-dad del mal" saltan a laconclusión de que "sus su-frimientos son banales" esalgo que me sobrepasa. So-lamente puedo contestarcon otra pregunta: ¿por quéno saben leer?

Espero que no le molestela broma. Como nunca ha-bía escrito para públicos nu-merosos no sabía qué podíapasar. Usted equipara "ba-nal" con "lugar común", yme temo que tiene el diccio-nario a su lado. Para mí exis-te una diferencia muy im-portante: el lugar común eslo que sucede frecuente y co-múnmente, pero algo puedeser banal incluso sin ser co-mún. Además, tal y comoestá construida la frase —"ba-nalidad del mal"—contrastacon el "mal radical" (Kant)y, de manera más popular,con la opinión generalizadade que existe algo demonía-co o grandioso en el mal degrandes proporciones, queexiste incluso algo así comoun poder en el mal paratraer algo bueno. Mefisto,en el Fausto, es el Geist derstets das Bose will und stetsdas Gute schaffT; el diablovisto como el ángel caído(Lucifer) sugiere que lo me-jor tiene grandes probabili-dades de convertirse en lopeor; toda la filosofía de He-gel descansa sobre el "poderde la negación", de la necesi-dad, por ejemplo, de traer el"reino de la libertad", etc. Lacuestión surgió en el juiciopor medio de Servatius (elabogado defensor de Eich-mann), por supuesto en elnivel más vulgar. Pero el pro-blema es que el sionismo eu-ropeo (¡en contra de las ideassostenidas por los sionistasestadounidenses!) a menudoha pensado y ha afirmadoque el mal del antisemitismoera necesario para el bien delpueblo judío. En palabras deun sionista bien conocido,en una carta dirigida a mí en

** "El espíritu que siempre quie-re el mal y siempre hace el bien." (N.delT).

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Page 7: Cartas de Arendt Sobre Eichmann en Jerusalen

EICHMANN EN JERUSALÉN

la que se analiza "la argu-mentación sionista original:los antisemitas quieren li-brarse de los judíos, y el Es-tado judío quiere recibirlos;es una pareja perfecta". Laidea de que podemos usar anuestros enemigos paranuestra propia salvaciónsiempre me ha parecido el"pecado original" del sionis-mo. Añádase a esto lo queen una ocasión me dijo unlíder sionista aún más pro-minente, en un tono comosi estuviese dando expresióna una creencia muy arraiga-da: "Todo goy es un antise-mita"; y en ello estaba implí-cito: "y está bien que sea así,pues ¿de qué otro modo po-dríamos hacer que los judíosviniesen a Israel?". Com-prenderá ahora por qué creoque ciertos elementos de laideología sionista son muypeligrosos y deberían ser des-cartados por el bien de Is-rael.

Pero volvamos a su pre-gunta. Desde luego es ciertoque el mal era un lugar co-mún en la Alemania nazi yque "hubo muchos Eich-manns", tal y como reza eltítulo de un libro alemán so-bre Eichmann. Pero yo noquería decir esto. Lo quequería decir es que el mal noes radical, no va a las raíces(radix), que no tiene profun-didad y que por esa mismarazón resulta tan terrible-mente difícil pensar sobre él,pues el pensamiento, por de-finición, quiere llegar a laraíz. El mal es un fenómenode superficie, y en lugar deser radical es meramente ex-tremo. Resistimos al mal nodejándonos arrastrar por lasuperficie de las cosas, dete-

* Término hebreo para referirse,de manera general, a los gentiles ono judíos. (N. del T)

niéndonos y empezando apensar, es decir, alcanzandootra dimensión distinta a ladel horizonte de la vida dia-ria. En otras palabras, cuan-to más superficial es alguien,mayores probabilidades hayde que ceda al mal. Una in-dicación de dicha superficia-lidad es el uso de clichés, yEichmann, bien lo sabeDios, era un ejemplo perfec-to. Siempre que sentía latentación de pensar por símismo decía: "¿Quién soyyo para juzgar si todos losque me rodean —esto es, laatmósfera en la que vivimossin pensar— piensan que escorrecto asesinar a personasinocentes?" O, por decirlode un modo ligeramente dis-tinto: cada vez que Eich-mann intentó pensar inme-diatamente le vino a la cabe-za su carrera, que hasta el fi-nal fue lo más importante ensu mente.

Me temo que aún no herespondido a su preguntaprincipal: "¿Qué hay de laimpresión creada antes deque uno lea el libro?". Quizátenga usted razón. No tengoel hábito de pensar en la"impresión" creada por loque escribo, al menos no enel sentido que usted le atri-buye aquí. Me contento conencontrar la palabra o la fra-se que me parece objetiva-mente adecuada y apropia-da. Sin embargo, ¿realmentecree que hubiese importadoen lo más mínimo si no hu-biese habido un subtítulo?Creo que eso es una ilusión.

6. ¿Admitiría usted comopermisible la idea de queHausner, actuando, despuésde todo, como acusación, notenía la obligación de compor-tarse según una completaequidad judicial? ¿No era sudeber, como el de cualquier

acusación, limitarse a ganar elcaso? ¿O cree usted que él fuemás allá de todos los límitespermisibles adoptando unapresentación demasiado par-cial?

6. No solamente "admiti-ría como permisible la ideade que Hausner [el abogadode la acusación] no tenía laobligación de comportarsesegún una completa equidadjudicial", sino que ademásyo misma lo dije: "Obvia-mente, el Fiscal General noestá obligado a aportar evi-dencias que no apoyen elcaso de la acusación". Peroresulta que ambos podría-mos estar equivocados, almenos en cuanto al juicio deJerusalén, cuyo procedi-miento formal aún está go-bernado por la ley británica.Yo recibí la siguiente correc-ción de parte de un abogadocanadiense: "Esa afirmaciónni es obvia ni constituye unadescripción correcta de loscometidos de un acusadorpara llevar a cabo un juiciojusto bajo la ley canadiense".Pasa él entonces a citar unadecisión del Tribunal Supre-mo canadiense que afirmaínter alia que es "el deber dela acusación proporcionarevidencia de todo hecho ma-terial conocido por la acusa-ción, sea éste favorable parael acusado o no".

Sin embargo, parece quehay algo más: una cosa es"no comportarse con com-pleta equidad judicial" y otramuy distinta es introduciren el proceso una enormecantidad de material que notiene absolutamente nadaque ver con los crímenes delacusado. Durante el juiciofue el juez presidente quiende una forma más enérgicaplanteó objeciones a la"composición de lugar" de la

acusación, de modo que eneste caso no se trató delusual tira y afloja entre laacusación y la defensa, sinoentre la acusación y el juez.Muchos de los corresponsa-les que cubrieron el procesose daban dolorosa cuenta deello.

7. ¿Qué cree usted que po-drían haber hecho los judíoseuropeos para ejercer una re-sistencia mayor? Probable-mente usted haya leído el artí-culo, de Osear Handlin, 'Laresistencia judía a los nazis',en el número de noviembre de1962 de la revista Commen-tary. ¿Rechaza usted ese puntode vista? (Curiosamente, él es-cribió este artículo antes de laaparición de su libro, y pareceser bastante clarividente alpercibir que este asunto iba aocurrir).

8. Si, como dice usted, losnazis mantuvieron en secretoel propósito de los transponesa los campos de exterminio,llegando al punto de disfrazaruno de sus enclaves como si

fuese una estación ferroviaria,¿no fueron los judíos más bienvíctimas del engaño que de latraición desús líderes?¿En quémomento debieron los líderesde su comunidad haberles di-cho: "¡No cooperéis más, lu-chad!"?

7 y 8. La cuestión de laresistencia: en ningún lugarplanteé esta cuestión, y loque he dicho antes acerca dela "imagen" que se ha crea-do en torno al libro se aplicatambién aquí. Esa cuestiónfue planteada por Hausner.Yo hablé sobre ello dos ve-ces: en el primer capítulo,donde dije que era "estúpiday cruel", y más adelante,donde afirmé que la cues-tión de Hausner "servía

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como cortina de humo paraocultar la pregunta que nose hacía", a saber: ¿por quécooperaron los funcionariosjudíos? La diferencia entreambas preguntas me parecedemasiado evidente comopara comentarla. Nuncahubo un momento en elque "los líderes de la comu-nidad" hubiesen podido de-cir: "¡No cooperéis más, lu-chad!", tal y como usted loexpresa. La resistencia, queexistió pero que desempeñóun papel muy pequeño, sig-nificaba solamente: no que-remos esa manera de morir,queremos morir con honor.Pero la cuestión de la coope-ración es, en efecto, molesta.Ciertamente hubo un mo-mento en el que los líderesjudíos pudieron haber di-cho: ya no cooperaremosmás, trataremos de desapa-recer. Dicho momento po-dría haber tenido lugarcuando, ya plenamente in-formados de lo que signifi-caba la deportación, los na-zis les pidieron que prepara-sen las listas para la deporta-ción. Los propios nazis lesfacilitaron el número y lascategorías de aquellos quedebían ser enviados a loscentros de exterminio, peroquién fue y quién tuvo unaoportunidad para sobrevivires algo que decidieron lasautoridades judías. En otraspalabras, aquellos que co-operaron fueron, en ese mo-mento particular, dueños dela vida y la muerte. ¿Puedeimaginar lo que eso significóen la práctica? Tome elejemplo de Theresienstadt,donde cada detalle de lavida diaria estaba en ma-nos de los ancianos judíos, ypiense lo que le habría suce-dido a un recluso si algunavez se hubiese atrevido acuestionar la "sabiduría" de

cualquier decisión tomadapor los ancianos.

En cuanto a las justifica-ciones de esta política, haymuchas; las más importantesestán recogidas en el informeKastner, que apareció enAlemania. Era bastante co-mún pensar: a) Si unoscuantos de entre nosotrosdeben morir, es mejor que lodecidamos nosotros y no losnazis. No estoy de acuerdo.Hubiese sido infinitamentemejor dejar que los nazis seencargasen de sus propiasactividades asesinas, b) Porcien víctimas podemos salvara mil. Esto me suena comola última versión del sacrifi-cio humano: escoge a sietevírgenes y sacrifícalas paraaplacar la ira de los dioses.Bien, ésta no es mi creenciareligiosa, y ciertamente no esla fe del judaismo. Final-mente, la teoría del mal me-nor: prestemos ese servicio afin de evitar que personaspeores ocupen esas posicio-nes, hagamos cosas malas afin de evitar lo peor. (Existenanalogías con "buenas perso-nas" que servían a los nazisen Alemania.)

La cuestión de lo que sesabía y lo que no se sabía amenudo es difícil de decidir,pero en un buen número decasos parece claro que los lí-deres judíos sabían lo que elpueblo judío en general ig-noraba. Esto resulta especial-mente cierto con respecto aTheresienstadt y a Hungría.Aquí, como en otros respec-tos, resulta de una impor-tancia fundamental tenerpresente la distinción entrelos líderes judíos, que teníanconstantes tratos con los na-zis y que generalmente esta-ban bien informados, y elpueblo judío, que ordinaria-mente estaba en contactosolamente con las autorida-

des judías. La decisión enTheresienstadt, por ejemplo,de no decir a la gente lo quesignificaban los transportes,resultó, por ejemplo, ¡en quelas personas se presentabanvoluntarias a la deportación!

He respondido a sus pre-guntas con respecto a esteparticular, pero me gustaríaseñalar que nunca fue mi in-tención traer esta parte denuestro "pasado no digerido"a la atención del público. Re-sultó que los Judenmte fue-ron mencionados en el juicioy yo tenía que informar so-bre ello, como informé sobretodo lo demás. Dentro delcontexto de mi reportaje estono desempeña un papel pro-minente ni en cuanto a ex-tensión ni en cuanto a énfa-sis. Ha sido exagerado másallá de toda proporción razo-nable.

9. ¿Acaso no colaboraronlos líderes judíos con sus señoresgentiles a lo largo de la diáspo-ra, con zalamerías, con ruegos,cooperando, maniobrando?¿No fue este método a menudoexitoso? Si los viejos métodos sehabían vuelto obsoletos, ¿nofueron entonces los líderes ju-díos culpables, en todo caso, deuna interpretación históricaerrónea? ¿Podía esperarse deellos que comprendiesen que elnazismo no era la fase finaldel antisemitismo, sino la pri-mera manifestación de unnuevo mal, el completo totali-tarismo ligado al genocidio?

9. Su tesis aquí es de al-gún modo similar a la tesisde Hilberg. Yo no tengo unateoría propia; a fin de realizaruna afirmación tendría queadentrarme en la historia ju-día, algo que no pretendohacer. A bote pronto, sinembargo, diría que incluso sisu tesis es correcta, se puede

aplicar solamente a las pri-meras fases del régimen nazi;no puede explicar de ningúnmodo el papel de los Juden-rdt ecuando enviaban perso-nas a la muerte.

10. ¿Acaso no pudo Eich-mann, incluso desempeñandosolamente el papel limitadoque usted le atribuye, habercausado retrasos y confusión,bajo condiciones de guerra, encaso de que él hubiese tenidoen mente salvar al menos unaspocas vidas? ¿Acaso la respuestaobvia, que no tenía tal cosa enmente, no le conviene en unmonstruo susceptible de ade-cuarse a cualquier definiciónde la palabra? Su libro, porsupuesto, afirma que era cul-pable, y comprendo cuál es suargumento, que incluso losfuncionarios pueden llevar acabo un mal inimaginablebajo el totalitarismo; sin em-bargo, ¿no había aquí algomas enjuego, en la devoción yla dedicación de Eichmannhacia, su tarea? Estoy intentan-do comprender por qué Mus-manno estalló de ira ante sudescripción de Eichmann, ypor qué otros se han sentidomolestos. Me encuentro conque yo acepté su explicación aun nivel intelectual, y des-pués me sentía perturbadocada vez que usted minimiza-ba la importancia de Eich-mann. Entonces me calmécuando usted amplió su expli-cación, y volví a enfadarmeotra vez cuando, más adelante,usted degradaba de nuevo aEichmann. ¿Resulta posibleque su tesis haya venido a laluz demasiado pronto, y que lareacción hubiese sido muy dis-tinta dentro de, digamos, vein-ticinco años? ¿Es, en otras pa-labras, una cuestión de sincro-nización lo que se halla en el

fondo de la controversia, segúnsu opinión?

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EICHMANN EN JERUSALEN

10. No creo que Eich-mann hubiese podido sabo-tear sus órdenes, incluso dehaberlo querido. (El hizoalgo parecido en una oca-sión, como ya informé.)Pero podía haber renuncia-do, y nada le hubiese sucedi-do salvo el final de su carre-ra. Por supuesto, él pusotodo su empeño, como hedicho en numerosas ocasio-nes, en hacer lo que se le de-cía. Si su devoción a la tareaes suficiente prueba para lla-marle monstruo, entoncesusted debe concluir que unagran mayoría del pueblo ale-mán, bajo el gobierno deHider, fueron "monstruos".No comprendo muy bienpor qué se enfadó usted tan-to "cada vez que [yo] mini-mizaba la importancia deEichmann". No creo haberminimizado nada, simple-mente dije lo que él podía yno podía hacer, cuáles eransus competencias y todo lodemás. La acusación, segui-da después por el juicio delTribunal Supremo (muy dis-tinto del juicio del Tribunalde Distrito), actuaba comosi Heydrich o Hitler, y noEichmann, estuviesen en elbanquillo. Esto era absurdo.Yo no "degradé a Eich-mann", las pruebas lo hicie-ron. Cuando decidí ir a Je-rusalén yo misma había esta-do bajo la impresión de queél había sido mucho másimportante de lo que real-mente era. Una de las razo-nes de esta idea equivocadaes que él siempre había esta-do al cargo de las negocia-ciones con los judíos, y, portanto, desempeñaba ennuestra imaginación un pa-pel mayor que el que poseyódentro de la jerarquía nazi.

Sin duda, todos espera-mos que la reacción a mi re-portaje será "bastante dife-

rente [...] dentro de veinti-cinco años". Pero ¿quiere de-cir eso que es demasiadopronto para escribir y juzgarahora? Después de todo, die-ciocho años es un tiempoconsiderable, y, juzgando apartir de otros episodios pa-recidos, el peligro está enque pronto estaremos inun-dados por ese tipo de litera-tura movida por el interés yque pretende encubrir todo.Tal es, por ejemplo, el casoen Alemania con respecto alas personas del 20 de juliode 1944, que intentaron ase-sinar a Hitler. Pero deje quelo repita una vez más: si tales el caso, y si mi libro juntoa otros pocos, que al menosintentan decir la verdad sinninguna otra consideración,arrojasen como resultado laproducción de más menti-ras de las que de otro modoverían la luz del día, cierta-mente no tomaré parte en lainvestigación y en la escritu-ra de la historia que ha deseguir. Yo no escribí un "li-bro sobre los judíos", y sihubiese querido escribir so-bre el Holocausto judío,ciertamente nunca se mehubiese ocurrido comenzarcon el juicio contra Eich-mann.

11. ¿Considera que los ju-díos, en general, han aprendi-do algo de la experiencia conHitler?

11. Esta pregunta es difí-cil de contestar porque ustedla relaciona con "los judíosen general". Sin duda la ex-periencia con Hider ha teni-do el más profundo impactosobre los judíos de todo elmundo, es decir, sobre todosy cada uno de nosotros. Yohablé en el libro sobre lareacción inmediata, y a veceshe pensado que estamos asis-

tiendo a un cambio profun-do en el "carácter na- cional"(es decir, en la medida enque tal cosa sea posible).Pero no estoy segura; y aun-que creo que es el momentoapropiado para contar la ver-dad de los hechos, me pareceque para realizar una afirma-ción tan grandiosa aún noha llegado el momento. De-jemos eso para las siguientesgeneraciones.

12. ¿Ha apoyado su libroalgún líder judío? Y, si es así,¿quién?

12. He recibido muchascartas de judíos en apoyo demi libro. En cuanto a los lí-deres judíos: unos pocos ra-binos y el Consejo para elJudaismo. En su mayor par-te, los judíos que apoyan milibro son como yo: judíossin fuertes conexiones con lacomunidad judía, para quie-nes, sin embargo, el hechode su condición judía no lesproduce indiferencia. Antesde que comenzase la campa-ña, la reacción fue diferente.Hubo, por ejemplo, un críti-co yiddish, creo que llamadoGlattstein, que escribió unareseña favorable. Cuatro se-manas después, como sinunca hubiese dicho talcosa, escribió sobre un libromalvado escrito por una per-sona malvada (o algo pareci-do). Aún más interesante: elprimer reportaje en el Jeru-salem Post sobre los artículosen The New Yorker fue bas-tante favorable. Y el impor-tante diario hebreo Haa-retzpidió los derechos depublicación por entregas(imprimieron, en efecto,dos grandes secciones sin

ningún comentario negativopor parte de los editores) yuna opción de compra delos derechos en hebreo parala editorial Schocken, siendoGustav Schocken el editor ypropietario de Haaretz. Denuevo, un repentino cambiode postura tuvo lugar.

13. Esto último no es unapregunta, pues yo no hago ta-les preguntas. Solamente comoinformación le diré que unode los comen- taños que ahoramismo circulan en los círculosjudíos concernientes a usted esque se ha "convertido al cato-licismo". Puesto que yo no memeto en las creencias religiosasde nadie no le voy a pedir quehaga ningún comentario sobreello. Si desease hacerlo sus in-dicaciones serían bienvenidas,pero yo no extraeré ningunaconclusión de un rechazo porsu pane a decir algo sobre esteasunto.

13. Ya he respondido aesa pregunta antes. No hayninguna verdad en ello. Su-pongo que el rumor se lanzócon la vieja esperanza: sem-per aliquid adhaeret.

[Versión abreviada del primer capí-tulo de la tercera parte de Escritos ju-díos. Traducción de Miguel Cancel,Paidós, 2009.]

* "Siempre habrá alguien que losiga." (N. del TÍ.

Hannah Arendt fue profesora de laNew School of Research. Autora deLos orígenes del totalitarismo, La con-dición humana j Sobre la revolución.

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