Cartas de M.J.n B.ta Say a M. Malthus sobre varios puntos de ...

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CARTAS' DE M. J. N B SAY A ,- M. MALTHU :o GVICy4F SOBRE VARIOS PUNTOS DE ECONOMÍA POLITICA, TRADUCIDAS DEL FRANCES AL CASTELLANO. MADRID: . Imprenta del CENSOR, Carrera de any Fuliciscoa I8201

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CARTAS'

DE M. J. N B SAY

A ,-•

M. MALTHU :o GVICy4F

SOBRE VARIOS PUNTOS

DE ECONOMÍA POLITICA,

TRADUCIDAS DEL FRANCES

AL CASTELLANO.

MADRID:

. Imprenta del CENSOR, Carrera de any Fuliciscoa

I8201

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PRÓLOGO

DEL ThADUCTOR.

Por copiosa y rica que sea una coleccioude hechos particulares y de nociones útilessobre cualquier materia, si la faltan prioricipios generales para formar un buen sis-tema , y adaptarla á la enseñanza y á la apli.cacion de los usos de la vida, no merecerá'jamas el nombre de ciencia. Por esta causala doctrina sobre la formacion , distribu-bucion y consumo de las riquezas , siendoutilísima y social en eminentlp grado, noLibia principiado á llamarse propiamenteciencia de la economía política, hasta des-pues que Adam Smith la redujo á un sis-tema exacto , fijando sus principios genera-les, y demosti ando que eran de segura apli-cacion para explicar los hechos o fenóme-nos particulares que se hallaban esparcidospor los escritos de los primeros economis-tas. Las Investigaciones de M. Smith sobrela riqueza de las naciones son sin disputala primera obra que ha reducido á, ciencia

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rv)

la economía política, y segun M. Say, laha sacado de la esfera de los sueños agra-dables. Ln corto número de escritores muydistinguidos, como M. Ricardo y M.times en. Inglaterra, M. Say y M. de Sismon-di en Francia, la han dado luego en pocosaños á esta ciencia un impulso tan grande,que apenas queda ya un hecho particularque no se explique por sus principios fun-damentales,cas'k con aquella misma seguri-dad y certeza que encuentra el entendimien-to humano en la explicacion de las cien-.cías /matemáticas , que tienen por ob-geto la figura ó la cantidad de los cuerpos.Sin embarbv 5 todavía estos mismos escri-tores célebres no están de acuerdo sobrela resoincion de diLrentes problemas, ylo que parece increiLle definen de diversosmodos la riTM el a y el trabajo pronctivo; di'fieren en la expl (eaci un de la in t tira! cza y me-

dat del valt)r en la de la nalnra57a y ex"ten .-;ion de iGs rrinLipics de la cantidad pe-cEda y de la ofrecida; en la delorii-f;ri y firgir,-, sos del arriendo; en la de-termirweivri de las causas que fijan el pre-

cio d.de los salarios y los beneficios ó intere-

ses del capital; en la enumeracion de lascausas prácticas que ciñen y retardan el pro

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(v¡greso de las riquezas; en el medo de nivelarel valor de los metales preciosos en cadapays ; en establecer los principios ¿l el im-puesto, etc.; de tal manera que sobre todosestos puntos , 'y Otros muchos pertenecien-tes á la jurísdiccion de la economía políti-ca, sorprende y choca el diverso modo deTer de los descubri lores de esta nueva cien-cia, dejando el espíritu in4leciso entre opi-niones distintas que parecen dignas deconsideracion. M. Tic ha adquiri-do en casi toda la Europa muy justa cele-bridad por su excelente Tratado de la po-blacion , acaba de publicar unos nuevosPrincipios de economía política , conside-rados con re.7),,cto á su apiiracion práctica,en que se 1111 propuesto reformar, corno lohace las mas veces con bu ;n algunosdescuidos de su muy recomendable com-patriota INI. Ilicardo; pero al mismo tiempocae en otros no menos graves , que Jandado motivo í las presentes cartas familia-res de M. S(9-. En la citada obra , aunqueingeniosa y llena de ideas útiles, M.thus hace algunas aserciones, no solo con-trarias á todos los hechos, y faltas de apo-yo en un raciocinio sólido, sino que tam-bien siendo adoptadas en virtud de su res-

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( )potable autoridad, bañan retroceaer la cien ►cia económica lejos de a.delankarla : prin-cipalmente cuando ha querido trat,an delas calamidades que afligen á su patriala Inglaterra. No habiendo parado su aten.cion sino en. causas secundarias., no es ex-tracio que sean insuácientes, por no de-cir frívolos, todos los medios que ha indi-cado para sacarla de un estado tan inauditode apuro y de estrechez. Con efecto causaasombro el ver que la Gran-Bretaña , des.pues de una série constante de sucesos detodas clases, y pudiendo lisongearse deque posee por sí sola mas capitales y masindustria que muchas naciones principalesde Europa reunidas, no encuentre medioalguno de emplear y mantener una pobla-cion de once millones de habitan tes. NI. Malotlaus no ha podido explicar el mal , y mu-eho menos hallar el remedio que atajara elestrago que está causando á su. gays unsimple estancamiento del comercio exte-rior é interior, ocasionado por la paz deseis años á esta parte. M. Say, , en sus Car-tas familiares descubre la verdadera causade tanta calamidad, é indica el remediooportuno y verdadero, aunque ciertamenteno sea este del agrado del ministerio actual

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«(vii)de Inglaterra, ni recomiende mucho el siste-ma que sigue hace tanto tiempo , no obs-tante el logro de sus proyectos de domina-cion política y comercial. Otras muchascuestiones de esta especie se hallaban yailustradas y resueltas en el Tratado de la.economía política de M. Say, que es tal vez,despues de M. , el profesor que masta contribuido á los adelantamientos de laciencia ; pero por desgracia su obra, á pe-sar de la just ► celebridad dol autor , de ha-berse hecho ya cuatro ediciones copiosas

ella , y de hallarse «traducida á todas laslenguas cultas de Europa , no se ha esttl-•diado 'ni comprendido bastante todavía,para resolver las dudas que encontramosleyendo los escritos de los profesores ,masantiguos ó 'eomemporáneos. Esta falta -esla que ha necesitudo la publicacion de lasCartas, en que M. Say no hace mas quoaplicar los principios sentados en su Trata-do , para la completa solucion de las difi-cultades presentadas por M. Malthus ,la demostracion de sus errores ; de modoque aquellas no son sino una ilustracionde los puntos menos claros de la mismaobra, y por esta razon de suma impor-tancia para todos los que quieran estudiar

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( )por ella los elementos de la ciencia eco.nómica.

Las Cartas de M. Say son un modelode urbanidad : jamas olvida su autor el dis-tinguido mérito de la persona á quientica ó corrige , y jamas se envanece de lafacilidad con que obtiene un triunfo com-pleto, sin mas ti-abajo que el de explicarseá sí mismo. Nosotros hemos hecho una'traducion literal y sencilla , evitando quese nos, puedan tachar los galicismos y vo-ces impropias cón que afean la lengua cas-tellana los traductores modernos de panelucrando ; pero no pretendemos competircon la elegancia y claridad de estilo que per-cibimos en el original. Lo que importa eshacer un estudio profundo de los principiosde M. Say, , por el original ó por la version,para aplicarlos con el debido acierto.

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CARTAS

M. MALTHUS,

SOBRE VARIOS PUNTOS

DE ECONOM1A POLÍTICA.e

CARTA PRIMERA.

Muy seiior mio : cuantos-cultiven el es-tudio de esta hermosa y nueva ciencia de laeconomía política , querrán leer la obra conque usted la asaba de enriquecer. No es us-ted del número de aquellos autores que di-rigen la palabra al público sin tener nadaque decirle; y cuando se junta con la celebri-dad del escritor la importancia de la. mate-ria , cuando para los hombres constituidosen sociedad de nada menos se trata que desaber donde están sus medios de existir yde gozar , claro es que debe duplicarse lacuriosidad de los lectores.

No me propondré en esta carta juntarI

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(00

Cie

lp

111

1:11

2voto con el general del público para dar

á conocer todo cuanto hay de sobresalientepor el ingenio y la exactitud en su libro deusted : la empresa seria larga. Tampoco quer-ré entrar en discusion con usted sobre algu-nos puntos á que me parece ha dado mas im-portancia de la que merecen ; no pienso fas-tidiar al público ni á usted con pesadas con-troversias. Pero , aunque con dolor, digoque en la doctrina de usted se encuentranalgunos principios fundamentales , los cua-les , si se admitieran en virtud de una auto-ridad de tanto peso como la suya , podrianatrasar una ciencia á cuyos progresos es us-ted tan digno de concurrir por su talento ypor sus vastos conocimientos.

Desde luego fija mi atencion, por estará ello unidos todos los intereses de presen-te , el saber de donde procede ese embarazogeneral de todos los mercados del universo,á donde continuamente se llevan merc\de-rías que se venden con pérdida. De dóndeprocede que en lo interior de cada estado,siendo comun á todos la necesidad de unaaccion apta para todos los descubrimientosde la industria ; de donde procede, digo,esa dificultad universal que se esperiméntaen hallar ocupaciones lucrativas ? Y una vez

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3conocida la causa de esta enfermedad cró-nica , qué medio habrá para cortarla ente-ramente ? Cuestiones son estas de que de-penden la quietud y la felicidad de las na-ciones, y por lo mismo no he podido creerindigna de la atencion de usted y de la delpúblico ilustrado , una discusion que se di-rige á aclararlas.

Despues de Adam Smith todos cuantoshan tratado de economía política , convie-nen en que realmente no compramos losobjetos (le nuestro consumo con el nume-rario, con el agente de la circulacion , pormedio del cual los pagamos es preciso queantes hayamos pagado este numerario mis-mo por la venta de nuestros productos. Pa-ra un asentista de minas , el dinero es unproducto con el cual compra lo que necesi-ta ; mas para todos aquellos por cuyas ma-nos pasa despues este dinero,-no es sino elprecio de los productos que ellos mismoshan creado, valiéndose de sus tierras , desus capitales ó de su industria. Vendiéndo-los cambian al principio sus productos por(linero , y despues cambian este dinero porobjetos de consumo. Es evidente pues quecon sus productos hacen sus compras ; les esimposible pues comprar objeto que se quie-

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ra por un valor mas considerable que aquelque han producido, sea por sí mismos , ó seapor medio de sus capitales y de sus tierras.

De estas premisas Babia sacado yo unaconclusion que me parece palpable , perocuyas consecuencias parece que han espan-tado a'. usted. Decia yo: puesto que cada unode nosotros no-puede comprar los productosde los denlas si no con sus productos pro-pios; puesto que el valor con que podemoscomprar, es igual al valor que podemos

producir, tanto mas comprarán los hombrescuanto mas produgeren. De aqui sale laotra conclusion que usted se resiste á admi-tir , y es, que si ciertas mercaderías no sevenden , es porque otras no se producen ;y que la produccion sola es la que preparasalidas á los productos.

Bien sé que esta proposicion tiene unaire paradógico que no previene á su favor, ysé tambien que pudiera uno encontrar mu-cho mayor apoyo en las preocupacionesvulgares , sosteniendo que no hay demasíade productos, sino porque todo el mundose einplea en darlos; que en vez de produ-cir siempre , deberian multiplicarse siemprelos consumos estériles, y consumirse loscapitales antiguos, en vez de acumularles

4,

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5otros nuevos. Con efecto „ esta doctrina tie-ne las apariencias á su favor; puede apo-yarse en raciocinios, y puede dará los.hechos una interpretacion ventajosa en laapariencia. Pero , amigo mio, cuando Co-pérnico y Galileo enseñaron por la primeravez que el sol , aunque le veamos todas lasmañanas levantarse por el oriente, subirmagestuosamente por encima de nuestrascabezas al medio-dia , y precipitarse por latarde hácia el occidente, no se menea contodo eso de su lugar , tenian Cambien con-tra sí la preocupacion universal , la opiniortde los antiguos y el testimonio de los sen-tidos ; mas (:debieron por eso renunciarlas demostraciones sacadas de una sana físi-ca Yo creyera injuriar á usted si dudara dasu respuesta.

Ademas, cuando siento que los produc-tos abren una salida á los productos ; quelos medios de la industria , sean los que fue-ren , abandonados á sí mismos , se dirigensiempre á los objetos que mas necesitan lasnaciones , y que estos objetos necesarioscrean á la par poblaciones nuevas y gocesnuevos para estas mismas poblaciones , lasapariencias no están todas contra mí. Tras-portémonos solamente á Zoo arios. atrás , y

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6supongamos que un negociante hubiera lle-vado al lugar en que ahora están levantadaslas ciudades de Nueva-Yorck y Filadelfiaun cargamento rico ; ¿lo hubiera vendido ?Supongamos que dejando de ser víctima delos naturales , hubiese llegado á fundar allíun establecimiento de agricultura ó de cual-quier artefacto : ¿hubiera vendido acaso unosolo de sus productos ? No hay duda en queno. Él mismo hubiera tenido que consumir-los todos. ¿Y por qué hoy vemos todo locontrario ? ¿ por qué cuando se lleva ó se fa-

brica una mercadería para Filadelfia ó paraNueva-Yorck está uno seguro de venderlaal precio corriente ? Me parece cierto , quees porque los cultivadores, los negociantes yaun en el dia los fabricantes de Nueva-Yorck , de Filadelfia y de las provincias cir-cunvecinas hacen nacer allí , hacen llegarallí productos por medio de los cuales ad-quieren los que se les ofrecen de otras partes.

Lo que es cierto respecto á un estadonuevo , nos dirán , no lo es respecto á unestado antiguo. En América hábia lugar pa-ra productores nuevos y consumidores nue-vos ; pero en un pais donde haya mayor nú-mero de productores del que es menelter,los consumidores solos son necesarios. .Per-

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7m•mítaseme responder, que los ú nicos consu-

midores verdaderos son aquellos que Por suparte producen , porque ellos solos piledencomprar los productos de los demas ; y quelos consumidores estériles no pueden com-prar. nada , sino es sirviéndose de los valo-res creados por los productores.

Es probable que desde el tiempo de lareyna Isabel , en que no tenia la Inglaterrauna mitad de su poblacion actual, se ren-saba ya que tenia mayor número de brazosque cantidad correspondiente de obra ; y noquiero otra prueba de esto mas que aquellamisma ley promulgada entonces á favor delos pobres , y cuyas consecuencias son toda-vía una calamidad para la Inglaterra. Su ob-jeto principal era proporcionar trabajo á losnecesitados que no hallaran en qué em-plearse. ¡No se hallaba ocupacion en un paisque ha podido proporcionársela despues áuna cantidad de obreros duplicada ó tripli-cada! De donde nace, amigo mio, que pormas apurada que quiera suponerse la situa-cion de la Gran Bretaña , ¿ de dónde nace elque ahora mismo se venden allí muchos masobjetos diferentes que en el tiempo de Isa-bel ? De qué puede dimanar esto , sino es deque alli se produce mas ? El uno produce

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8una cosí, , que trueca por Pa que ha pro,-lucido su vecino. Teniendo mas en qué ocu-parse, se ha aumentado la poblacion ; : y.., noobstante eso todo el mundo se ha halladoMejor provisto. La facultad de producir esla que forma la diferencia entre un pais yun desierto ; y un pais está tanto mas ade-lantado , tanto mas poblado y tanto mejorproveido , cuanto mas produce.

Esta observacion que es tan obvia no.será verosimilmente recusada por usted;pero usted reprueba las consecuencias queyo saco de ella. He sentado que si hay un,estancamiento , una superabundancia de va-rias clases de mercaderías, es porque no seproducen otras en cantidad suficiente parapoderlas trocar por las primeras. Que si susproductores pudieran hacer mas de las unasque de las otras , las primeras hallarian en-tonces la salida que les falta ; en una pala-bra , que de ciertos géneros no hay dema-sía de productos, sino porque de otros nohay la cantidad suficiente ; y usted preten-de que pueda haber una cantidad supera-bundante de todos los géneros á un mismotiempo , y cita tambien algunos hechos enfavor de su opinion. Ya ames Mr. de Sis-,mondi se liabia levantado contra mi doctri- ,

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9Tm; y tendré mucho gusto en trasladar aquísus mas -fuertes cspresiones , á fin de noprivar á usted de ninguna de sus ventajasy que mis respuestas puedan servir paralos dos.

"La Europa, dice este ingenioso autor,ha llegado al punto de tener en todas susregiones una industria y fabricaciones su-periores á sus necesidades.... añade «que elembarazo que resulta de esto comienza áalcanzar á todas las (lemas partes de la tier-ra.... «tlue se recorran los informes del co-mercio , los papeles periódicos, las relacio-nes de los viagero6; donde quiera se halla-rán pruebas de superabundancia de pro-duccion que excede al consumo , de estafabricacion que se proporciona no con lospedidos, sino con los capitales que se quie-ren emplear , de esta actividad de los mer-caderes que se les induce á venir á bandadasdonde hay alguna nueva salida , y que lesexpone alternativamente á ruinosas pérdi-das en cualquiera comercio de que se pro-metían ganancias. Hemos visto mercade-rías de todas clases , poro principalmente lasde Inglaterra, esta gran potencia fabricante,abundar en todos los mercados de la Italiacon una proporcion tan superior á los pe-

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lodidos, que los mercaderes ; para reintegrar-se de una parte de sus fondos , han tenidoque cederlas con una cuarta ó una terce-_-ra parte de pérdida , en lugar de beneficio.El torrente del comercio , rechazado de laItalia, ha desembocado por la Alemania,por la Rusia , por el Brasil , y no ha tarda-do mucho ea encontrar los mismos obstá-

Nx,culos.» Los diarios últimos nos anuncian pérdi-

das semejantes en nuevos paises. Por el mesde agosto de 1818 se quejaban en el Cabode Buena-Esperanza de que todos los almace-nes estaban atestados de mercaderías euro-peas, que estas se ofrecian á un precio masinferior que en Europa, y que no se podianvender. Por el mes de junio en. Calcuta loslamentos del comercio eran de igual niatu-raleza.

• Se Babia visto al principio un fe-

nómeno extraordinario enviando la Ingla-terra á la India tegidos de algodon, y logran-do por consiguiente trabajar mas barato quelos habitantes medio desnudos del Indos-tan , reduciéndose sus obreros á una exis-tencia todavía mas miserable. Pero esta bi-zarra direccion dada al comercio no ha du-rado mucho ; en el día los productos in-gleses estan en las Indias á mas bajo precio

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IItodavía que en Inglaterra. Por el mes demayo habia sido preciso reexportar de . Nue-va-Holanda las mercaderías europeas quehabian sido llevadas allá con excesiva a-bundancia. Buenos-Ayres, la nueva Grana-da y Chile gestan del .mismo modo atesta-dos de mercaderías.

«El vine de Mr. Fearon á los Estados-Unidos , acabado en la primavera de 1818,presenta este mismo espectáculo de un modotodavía mas palpable. 1)e una á otra extre-midad de aquel vasto continente, que tantoprospera , no hay una sola ciudad, ni unsolo pueblo , en donde la cantidad de mer-caderías que estar de venta no sea infinita-mente superior á las facultades de los com-pradores , aunque los mercaderes se es-

fuercen á deslumbrarles con créditos creci-dos y facilidades de todas clases para lospagos, que admiten á plazos largos y en gé-neros de cualquier especie.

«No hay un hecho que se nos presentemas á menudo en el mayor número de lu-gares, y bajo mas aspectos , que la despro-porcion entre los medios de consumo y losde produccion , que la imposibilidad en quese encuentran los productores de renunciará una ,industria , porque declina , y que la

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xncerteza de que los concurrentes no se dis.rxninuirán jamas sino por resultas de lasquiebras. ¿En qué consiste , pues, que noquieran ver algunos filósofos lo que en to-das partes salta á ,los ojos del vulgo ?" Elerror en que han caido dimana todo de unprincipio falso, y es que la produccion yla renta son la misma cosa. Mr. Ricardo,siguiendo á Mr. Say lo repite y afirma : Mr.Say ha probado de un modo mas comple-to, dice, que no hay capital, por conside-:rabie que sea, que no pueda estar emplea-do, porque el pedido de los productos notiene mas límites que , los de la produc-cion.

Todo el que produce tiene ánimo deconsumir ó de vender la cosa producida; yno se vende jamas sino para volver á com-prar algun otro producto que pueda servirde una utilidad inmediata , ó contribuir ála produccion siguiente, De este modo elproductor se hace consumidor de sus pro-ductos\ propios, ó comprador y consumi-dor de los productos de alguna otra per-sona.

»Con este principio, continúa Mr. deSismondi, es absolutamente imposible com-prender ó explicar el hecho mas demostra

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¿T 3 de todos en la historia del comercio esel embarazo de los mercados (t)."

Desde luego haré observar a las perso-nas á quienes parecieren conclu yentes losLechos de que se lamenta con razon Mr.de Sismondi, que con efLcto son conclu-yentes , pero lo son contra él mismo. Haydemasía de mercaderías inglesa3 en Italia yen otras partes, porque no hay allí bastan-tes mercaderías italianas que puedan con-

• enir á la Inglaterra. Un pays no comprasino lo que puede pagar, porque si no pa-gara bien pronto se retiraría el vendedor.(..Con , qué pagan pues los italianos á losingleses Con acevte, con sedas y con pa-.,sas ; pero acabados estos y algunos otrosartículos; d si quisieran adquirir mayor can-tidad de productos ingleses , con qué lapagarian ? ¡Con dinero! Pero seria menes-ter adquirir este mismo dinero con que pa-garan los productos ingleses. Ve usted cla-ramente que para adquirir productos DOCE-

sita'una nacion, del mismo modo- que un

particular , recurrir á sus ' propias produc-ciones.

'1111111•15

(1) Nuevos principios de Economía política deSi4mondi tomo x. pág. 337 y siguientes.

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I 4Se dice que los ingleses venden con

pérdida en los lugares que inundan demercaderías suyas. Yo lo. creo ; pues multi-plican la mercadería ofrecida y esto la en-vilece, y en cuanto pueden, no piden por ellamas que dinero, lo que le hace escasear yhacerse por consecuencia mas precioso.Siendo mas precioso , se da de él menoscantidad en cada cambio , y por esta razonse hace preciso vender con pérdida. Perosupongamos por un instante que los italia-nos tuvieran mas capitales , que sacaranmejor partido de sus tierras y de sus facul-tades industriales ; en una palabra, que pro-dugesen mas ; y supongamos tambien quelas leyes inglesas, en lugar de haberse mo-delado por los absurdos de la balanza delcomercio hubieran admitido bajo condicio-nes moderadas todo lo que los italianos hu-biesen sido capaces de ofrecer en pago delos productos ingleses, ¿dudará usted enton-ces de que las mercaderías inglesas- queinundan los puertos de Italia , y otras mu-chas mercaderías mas encontraran facilmen-te salida?

El Brasil , pais vasto y favorecido porla naturaleza , pudiera absorver una canti-dad cien veces mayor de las mercaderías

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inglesas que allí embarazan, y no se ven.den; pero sería menester que produgese elBrasil todo lo que puede producir : y cómopudiera conseguirlo este pobre Brasil? Laadininistracion paraliza todos los esfuerzosde los ciudadanos. Si un ramo de indus-tria promete beneficios, el poder se apode-ra (le él y le ahoga. Si alguno encuentra unapiedra preciosa, el gobierno se la quita.¡Qué lindo estímulo para excitarle á buscarotras, y que las emplee en comprar las mer-caderías europeas!

Por su parte, el gobierno inglés con susaduanas y derechos de entrada , repele losproductos que los ingleses pudieran repor-tar de sus cambios con el extrangero, y has-

La los géneros alimentarios de que tantanecesidad tienen sus fábricas; y eso porquees menester que los arrendadores inglesespuedan vender sus granos á mas de 8o sche-fines el cuarter á lin de que se hallen enestado de satisfacer contribuciones exage-radas. Todas estas naciones se quejan delestado de sufrimiento en que se han pues-to ellas mismas por su propia falta : á míme parece ver en ellas otrcs tantos enfermosque se enojan de sus males, y no quierencorregirse de los excesos que los originan.

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,Bien sé que no se Besar tila: una encina,

con tanta facilidad como una 'mala yerba;bien sé que no se derriban barreras anti-guas, por mas podridas que estén , cuando•se encuentran apoyadas por las inmundiciasque se han amontonado á su abrigo; biensé que ciertos gobiernos , corrompidos ycorruptores, tienen necesidad del monopo-lio y del dinero de las aduanas para pagarel voto de respetables mayorías con que seafecta representar á las naciones ; y aunno soy tan injusto que pretenda se gobierneá los pueblos con la mira del interés gene-ral, á fin de obtener todos los votos sin pa-garlos : mas al mismo tiempo é por qué mepudiera sorprender que tantos sistemas vi-ciosos tuviesen resultados deplorables.

Presumo que facilmente convendrá V.conmigo en el mal que se hacen unas áotras las naciones por sus celos, por elsórdido interés , ó por la impericia de losque se dicen órganos de ellas ; pero V. sos-tiene que aun suponiéndolas gozando insti-tuciones mas liberales , las mercaderías pro-ducidas pueden exceder á las necesidades delos consumidores. Pues yo me conformo debuena gana en hacer mi defensa desde esteterreno, _Dejemos aparte la guerra que se-

ti

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hacen las naciones con sus respectivos adua-peros; consideremos á cada pueblo por lasrelaciones que tiene consigo mismo ; y sepa-mos de una vez para siempre, si no se tienela facultad de consumir lo que se tiene lafacultad de producir.

M. Say , M Mili , y M. Ricardo , dice V.,principales autores de la nueva doctrina delos provechos , me parece que han caidoen errores fundamentales sobre esta mate-ria. En primer lugar, han considerado lasmercaderías corno si fueran signos algebrái.cos, én vez de ser artículos de consumo, quenecesariamente deben acomodarse al nú-mero (le los consumidores y á la naturalezade sus necesidades" (i).

No sé , á lo menos en cuanto á nii me toca ,en qué funda V. esta acusacion. He repro-ducido bajo todas las formas la idea de queel valor de las oosas (única cualidad que lashace riquezas ) está fundado en su utilidad ,en la aptitud que tienen para satisfacernuestras necesidades. « La necesidad que setiene de las cosas , he dicho 2) 5 depende

L.7"1111,

(I) Principios de economía política, de Malthus , paga354 de la edícion inglesa.

(2)Tratado decconomimpolitica , ó simple esposicion del

2

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8de la naturaliza física y móral del hombre.,del clima que este habita , de las costumbresy de la legislacion de su pays. Siente nece-sidades del cuerpo , necesidades del espírituy del alma; unas propias del mismo , otraspropias de su familia, y otras tambien comomiembro de la sociedad. Una piel de oso yun rengífero son obgetos de primera nece-sidad para un lapon , al mismo tiempo quehasta el nombre les es desconocido á loslazzaroni de Nápoles. Estos , por su parte,todo lo perdonarán con tal que tengan ma-carrones con abundancia. De igual modoconsideramos en Europa los tribunales dejusticia, como uno de los vínculos mas fuer-tes del cuerpo social, al paso que los indí-genos de la América , los arabes y los tár-taros , lo pasan muy bien sin ellos.

« De estas necesidades unas se satisfacencon el uso que hacemos de ciertas cosas quela naturaleza nos ofrece gratUitamente,como el ayre, el agua , y la luz del sol.Podemos llamar á estas cosas riquezas na-turales , porque la naturaleza sola las pro-porciona á su costa. Como ella las D.A. indis-

modo como se forman 1 distribuyen y consumen las

riquezas ; 4a «clicion , tom. II 7 pág. 5.

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x9tintamente á TODOS ninguno está obligadoá adquirirlas á costa de un sacrificio decualquier especie. Por lo mismo no tienenun valor permutable.

« Dtras necesidades no pueden satisfa-cerse sino con el uso que hacemos de cier-tas cosas, de las cuales no ha podido sa-carse la utilidad que se quiere, sin hacer-las pasar antes por una modificacion ; sinhaber practicado alguna mudanza en suestado ; sin haber para este efecto vencidoalguna dificultad. Tales son los bienes quealcanzarnos por el egercicio de la agricultura , del comercio, de las artes ; y estos sonlos únicos que tengan un valor permuta-ble. La razon es clara : por el hecho solode su produccion son ellos el resultado deun cambio en que .el productor d4 sus ser-vicios productivos por recibir este producto;y desde luego no pueden obtenerse de élsino en virtud de otro cambio , dándoleotro producto que pueda estimar tanto comoel suyo.

« A estas cosas pueden llamarse riquezassociales , porque ninguna permuta puedepracticarse con ellas sin que haya alguna re-lacion social , y porque en el estado de so-ciedad únicamente es donde el derecho de

2.

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20poseer, con exclusion deotro, lo que se haobtenido' por la producción ó por el camitbio, puede afianzarse.

Añado despues : » Observemos al mismotiempo que las riquezas sociales, como ri-quezas , son las únicas que ruedan hacerseobgeto de un estudio científico : i.° porqueson las únicas que sean apreciables, ó á lomenos las únicas cuyo aprecio no sea arbi-trario ; 2.° porque son las únicas que se for-man, se distribuyen, y se destruyen segunleyes que podamos señalar. "

¿ Es esto considerar los productos comosignos algebráicos, haciendo abstraccion delnúmero de los consumidores y de la natura-leza de sus necesidades ? Esta doctrina ¿ noestablece por el 'contrario que nuestras ne-cesidades solas nos Obllgan á hacer los sa-crificios , mediante los cuales obtenemos losproductos ? Estos sacrificios son el precioque pagamos por ellos: usted, siguiendo áSmith , Dama á estos sacrificios, por el nom-bre latino labor (trabajo), &Jour ; espresioninsuficiente , porque aquellos abrazan ó com-prenden la concurrencia de las tierras y delos capitales. Yo los llamo servicios produc-tivos, y digo que tienen en todas partes suprecio corriente, Cuando este precio excede

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2.1al valor de la cosa producida , zesulta uncambio perjudicial, por el que se ha consu.mido mayor valor del que se ha creado.Cuando se ha creado un producto equiva-lente á los servicios, se pagan estos con elproducto, cuyo valor, distribuyéndose, en-tre los productores , formo sus rentas. Ustedvé, pues , que estas rentas no existen sinoen tanto que el producto tiene un valorpermutable , y que no puede tenerle, sinoen virtud de la necesidad que se tenga en elestado actual de la sociedad. Yo no hagoabstraccion de esta necesidad, ni la doy unaprecio arbitrario : la tomo por lo que ellaes, por lo que los consumidores quierenque sea. Hubiera podido citar á usted encaso de necesidad todo el libro 3.° de miobra , que describe menudamente los di-versos modos de consumir , sus motivos ysus resultados; pero no quiero abusar desu atencion, ni hacerle emplear mal eltiempo : pasemos adelante.

Dice V. « De ningun modo es cierto,como hecho, que las mercaderías se per-muten siempre por mercaderías. La mayorcantidad de las mercaderías se permuta di-,rectamente por el trabajo, productivo óno productivo 3 y es evidente que toda esta

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2masa de mercaderías , comparada con eltrabajo por el que ha de permutarse, puede.disminuir de valor por su superabundancia,del mismo modo que una sola mercaderíaen particular , por su superabundancia ,puede disminuir de valor con relacion altrabajo ó á la moneda (i).

Permítame usted reparar, en primer lu.gar, , que no he dicho que las mercaderíasse permutasen siempre por mercaderías, _

sino que los productos no se compran sinocon productos.

En segundo lugar, que aquellos mismosque admitieran esta espresion de mercadea-ría,s , podrian responder á usted, que cuandose dan mercaderías en pago del trabajo, secambian en 'ealidad estas mercadería* , porotras mercaderías , es decir, por las que.resultan del trabajo que se ha comprado.Pero esta respuesta no es bastante paraaquellos que abrazan bajo una mirada maslarga y completa el fenómeno de la produc-don de nuestras riquezas. Permita ustedque le ponga esto delante de los ojos pormedio de una imagen muy sensible. Elpúblico , que ha de juzgarnos me parece

(1) Principios citados de Malthus , pag. 353.

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23hallará en ella mucha facilidad para apre.--ciar debidamente el mérito de las obgecio-nes de usted, y el de mis respuestas.

Yo personifico á la industria, á los capi-tales y á las tierras para hacer ver cornoentran en la obra de la produccion ; ydescubro que cada uno de estos personagesabstractos vende sus servicios , que yollamo servicios productivos , á un empre-sario que es un comerciante, un fabrican-te , ó bien un arrendador. Este empresa-rio , habiendo comprado los servicios deun fondo , pagando cierta renta á unpropietario territorial ; los servicios de uncapital, pagando cierto interés á un capita-lista ; y habiendo comprado servicios indus-triales á ciertos obreros , á ciertos factoresó á ciertos agentes de cualquier especie ,pagándoles un salario ; consume todos estosservicios productivos, los aniquila , y deeste consumo sale un producto que tieneun valor.

El valor del producto , con tal que seaequivalente á los gastos de produccion, esdecir , al precio que ha sido necesario an-ticipar por todos los servicios productivosbasta para pagar los provechos de todos losque han concurrido directa ó indirectas.

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n4mente á esta produccion. El provecho delempresario , por cuya, cuenta se hizo laoperacion , haciendo abstraccion del inte-rés del capital que puede haber empleadoen ella, representa el salario de su talentoy del tiempo invertido , que es decir , suspropios servicios , productivos para él mis-mo. Si su capacidad era grande y sus cál-culos fueron bien combinados, el beneficioserá considerable. Si en vez de talento hamostrado impericia en el manejo de su ne-gocio , podrá no solo faltarle la ganancia,sino tambien experimentar pérdida. Al em-presario alcanzan , todos los riesgos, y porlo mismo debe tambien, sacar partido detodas los suertes favorables.

Todos los productos que cada dia nosdan golpe por su inmensa cantidad y va-riedad , todos cuantos puede concebir nues-tra imaaina.cion , han sido formados pormedio de operaciones que están compren-didas tildas en las que acabo de indicar ,aunque combinadas de una infinidad demodos diferentes. Lo que unos empresarioshacen en un lugar para obtener algun pro-dueto , lo hacen otros en otro lugar paraobtener otros productos. Luego estos di-versos productos permután,dose unos por.

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ibtrOs ; son los que recíprocamente propor-ácionan su salida á unos y á otros. La nece-sidad mayor ó menor de uno de estos pro-ductos, comparada con la que se tiene deotros , determina á dar por él un preciomayor ó menor ; es decir, una cantidadmayor ó menor de cualquiera otro pro-ducto,

En esta operacion el numerario solo esun agente pasagero, el cual, una vez aca-bada la permuta, no interviene mas en laoperacion, y corre á emplearse en otraspermutas.

Con el arriendo, los intereses, los sala-rios, que componen los provechos resul-tantes de esta produccion, compra el pro-ductor los obgetos de su consumo. Losproductores son al mismo tiempo consumi-dores; é influyendo bajo diversos grados lanaturaleza de sus necesidades en la demandade los diferentes productos , influye estasiempre , cuando existe la libertad , á favorde la produccion mas necesaria ; porquesiendo la mas pedida, es entonces tambienla que dá á sus asentistas los beneficios masgrandes.

He dicho que para dar mejor á ver la ac-cion de la industria 7 de los capitales y de

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26las tierras en las operaciones productivas,personificaria á estos y observaría de qué.modo rinden los servicios : mas no ha debuscarse aquí una ficcion gratilita , sino ladescripcion de hechos reales. La industria,está representada por los industriosos de to-das clases ; los capitales, por los capitalistas;y las tierras , por sus propietarios. Estos tres.órdenes de personas son los que venden laaccion productiva de su instrumento, y losque estipulan sus intereses. Podrán tacharsemis espresiones ; y en este caso será precisoseñalar otras mas propias , porque no puedenegarse que las cosas pasan corno yo hedicho. He pintado hechos : critíquese, si sequiere , el estilo del pintor ; pero nadie pre-suma de que podra contrastar los hechos :están patentes , y sabrán defenderse.

Tomemos otra vez el hilo de la acusacionde usted. Dice usted que muchas mercade-rías deben comprarse por mero trabajo ; y

yo voy todavía mas adelante : digo que de-

ben todas comprarse asi, estendiendo estaespresion de trabajo al servicio que rindenlos capitales y las tierras (r). Digo que no,

(I) Lo .que hace á veces obscuros á los autores in-gleses , es el confundir , á imitacion de Smith , bajoel nombre de trabajo (labour) , los servicios rendidospor los hombres , por los capitales y por las tierras.

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27pueden comprarse sino asir ; que á las cosasno se las da valor y utilidad sino por ser-vicios de esta especie , y que en> seguida senos presentan dos partidos : el de consumirnosotros mismos la utilidad, y por consi.guiente el valor producido ; ó el de servir-nos de este para comprar la utilidad y elvalor producidos por otros; que en los doscasos compramos mercaderías con serviciosproductivos, y que podemos comprar tantamayor cantidad , cuanta fuese la de servidcios productivos que empleamos.

Supone usted que no hay productos in-materiales (1), pero , amigo mio , todos lo

son originariamente. El campo mismo no

suministra á la produccion mas que su ser-

vicio , que es un producto inmaterial. El

sirve como un crisol en donde pone usted

alguna substancia mineral, y saca metal y

escorias. En estos productos ¿ se encuen-

tran partículas del crisol ? No el crisol que-da servible para otra operacion productiva.é Se encuentra alguna porcion 'del campo enla mies que se ha sacado de él ? Tambien di-

go que no , porque si un campo se gastara ,

vendria á consumirse todo al cabo de cierto

) Pág. 49.

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2 8número de años : un campo no rinde sing.lo que se -echa en él, pero lo rinde envirtud de una elaboracion á que yo llamo

servicio productivo del campo. Dispúteseenhorábuena sobre la propiedad de la es-presiop ; pero no hay que dudar de la rea-lidad de la cosa , porque asi es y será, y.en donde quiera que se estudie la economíapolítica se reconocerá el hecho, aun cuandose tenga por conveniente adoptar otro,nombre.

El servicio de un capital en cualquierempresa comercial , agrícola ó fabril , esdel mismo modo un producto inmaterial.

El que consume un capital improducti-vamente , destruye el mismo capital; elque lo consume reproductivamente , con-sume el capital material , y ademas el ser-vicio de este capital , que es un producto,inmaterial. Cuando un tintorero echa cua-tro mil reales de añil en su caldera , consu-me cuatro mil reales de añil , producto ma-terial , y ademas consume el tiempo de estecapital, su interés. El tinte que luego saca.de alli le rinde el valor del capital material.que empleó , y ademas el valor del servicio,inmaterial de este mismo capital.

El servicio del operario tambien es un

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29_producto inmaterial. El operario saca porla noche de la fábrica. ó 'del taller losmismos cinco dedos con que habia entradoalli por la mañana : nada de su propiamateria deja en los talleres : luego es unservicio inmaterial el que ha prestado ála operacion productiva ; y este servicioes el producto diario , anual , de un fondoque yo llamo sus facultades industriales ,y que constituye su riqueza. Pobre ri-queza por cierto, especialmente en Ingla-terra ! Pero la razon ya la sé yo.

Todo eso forma productos inmateriales, quese designarán por otro nombre si se quisiere;pero no por eso dejarán de ser inmate-riales y de permutarse unos por otros ypor productos materiales , buscando paratodos estos cambios ó permutas su preciocorriente 'en la regla que establece todoslos precios corrientes del mundo , la pro-porcion entre el ofrecimiento y la demanda.

Todos estos servicios de la industria , 'delos capitales y de las tierras, que son pro-ductos independientes de la materia, formanlas rentas de todos cuantos existimos....Cómo , todas nuestras rentas son inmate-

riales ! ! Sí , señor, TODAS : y de otro modoseria indispensable que todos los años cre-

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'3ociesen las materias de que se compone elglobo, para que todos los años tuviésemosnuevas rentas materiales. Nosotros no crea-mos ni destruimos un solo átomo : nos li-mitamos á mudar las combinaciones, y todolo que empleamos en esto es inmaterial ; esVALOR; y este valor , inmaterial tambien,que consumimos cada dia , cada ario , es elque nos hace vivir : porque el consumo esuna mutacion de forma dada á la materia,ó si usted quiere , una descompostura deforma , asi como la produccion es una com-postura. Si le parece á usted que todas estasproposiciones tienen un semblante de para-doja , atienda á las cosas que expresan, yme atrevo á creer que le parecerán senci-llísimas y justas.

Sin esta analisis ¿ cómo se pudieran explicar todos los hechos? ¿explicar por egemplocómo el mismo capital se consume dos ve-ces, la una productivamente por un asentista ,y la otra improductivamente por su operario ?Mas por medio del analisis que precede, seconoce 'como el obrero pone su pena , frutode su capacidad ; la vende al asentista, re-tira de casa de este su salario , el que consti-tuye su renta, y lo consume improductiva-mente, Por su parte el asentista , que ha

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31womprado el trabajo del operario, empleandoen ello una parte de su capital, lo consumereproductivamente, del mismo modo queel tintorero consume reproductivamente elañil que echa en su caldera. Esto.3 valores ,habiéndose destruido reproductivamente ,vuelven á parecer en el producto que salede manos del empresario. No es el capi-tal del empresario el que forma la rentadel operario , como pretende M. de Sismondi.En los talleres se consume el capital delempresario , y no en la casa del trabajador.El valor consumido en la casa del operariotiene otro origen : es el producto de susfacultades industriales. El empresario de-dica una parte de su capital á comprar estetrabajo : teniéndolo comprado , lo consume;y el operario consume por su parte el va-lor que ha obtenido en cambio de su trabajo.En todo lo que inedia un cambio , hay dosvalores creados y trocados el uno por elotro ; y en donde hay dos valores creados ,puede haber , y efectivamente hay , dosconsumos (I).

(i) Un criado produce servicios personales , que suamo, luego que están producidos , consume total-mente de un modo improductivo. El servicio del cm-

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Lo mismo se verifica teSpecto al serm'cióproductivo que rinde el capital. El capita()

pleado público se consume tambien totalmente por elpúblico , á proporcion que se produce ; y hé aquipor qué estos diferentes servicios no prestan aumentoalguno de riquezas. El consumidor goza de estosservicios , pero no los puede acumular 7 como tengoexplicado menudamente en tni Tratado de economía

política, 4.a edicion , tom. t. , pág. 124. Asi no seconcibe cómo M. Malthus ha sentado en la pag. 35 ,que « no puede explicarse los progresos que la Europaha hecho desde el tiempo del feudalismo , si se consi-deran los servicios personales como igualmente pro.ductivos que el trabajo de los mercaderes y de losfabricantes. " Estos servicios son como el trabajo delhortelano que cultiva ensaladas 6 fresas. La riqueza dela Europa no dimana ciertamente de las fresas que hansido producidas , porque debieron , del mismo modoque un servicio personal , consumirse todas impro.ductivamente á proporcion que iban madurando , aun-que con menos prontitud que ciertos servicios per-sonales.

Pongo aqui el egemplo de las fresas, porque estas sonun producto de muy corta duracion ;_ mas no por-que un producto sea durable 1 facilitará mas lasacumulaciones. Debe atenderse á si se consume demodo que reproduzca su valor en algun otro obgetoporque , sea durable ó no todo producto está desti'nado al consumo , y solo por esto sirve para algun.fin : bien sea este fin satisfacer alguna necesidad ó re-

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31lista que le preste , vende el servicio , eltrabajo de su instrumento ; el precio diarioó anual que un empresario le paga por él ,se llama interés. Los dos términos de lapermuta son, por una parte, el servicio del ca.pital, y por otra parte el interés. El empresa-rio, al mismo tiempo que consume' repro-ductivamente el capital, consume reproducti-vamente tambien el servicio del capital.Por su parte el prestamista, que ha vendidoel servicio del capital, consume improduc-tivamente el interés, que es un valor mateerial dado en cambio del servicio inmaterialdel capital. ¿Y podrá estraliarse que hayadoble consumo, el del empresario para sa-car sus productos, y el del capitalista parasatisfacer sus necesidades, puesto que haylos dos términos de un cambio , dos valoressacados de dos fondos diferentes, trocadosy consumibles uno y otro ?

Dice usted que la distincion del trabajoproductivo y del trabajo improductivo , esla piedra angular de la obra de Adam

producir algun nuevo valor. Cuando se trate de escri.bir sobre la economía polítca i deséeliese ante todacosas el error de que un producto durable se acumulamejor que un producto fugitiyo.

3

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34:Smith ; que es trastornarla enteramentereconocer como productivos trabajos queno están fijados en ningun objeto mate-rial ( asi como lo hago yo. No, señor/no es esa la piedra» angular de la obra deSmith , respecto á que removida esa- pie-dra, el edificio aunque imperfecto, no quedamenos sólido : lo que sostendra. eterna-mente á este precios() libro es el proclá-'liarse en todas sus páginas que el valorpermuta iDle de las cosas es el fundamentode las riquezas. Desde que se ha recono-cido este principio, la economía políticase ha hecho una ciencia positiva; porque elpreció corriente de cada cosa es una canti-dad determinada, cuyos elementos se pue-den analizar , señalar las causas, estu1iarlas relaciones y preveer las vicisitudes. Qui-tando este caracter esencial á la difinicion delas riquezas, permítame usted decirle quodicha ciencia queda en vago, y se la haceretroceder.

Lejes de trastornar las célebres Investiga-clones sobre la riqueza de las naciones, yo

(I) Principios de economía política de M. Malthuspag, 37.

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35las apoyo y sostengo en la parte esencialpero al mismo tiempo pienso, que AdamSmith ha dejado de conocer.valores permu-tables muy reales, rio conociendo los queestán aplicados á ciertos servicios producti.0.vos, pie no dejan vestigio ninguno, porquese consumen enteramente ; creo que hadejado de conocer servicios muy realesigualmente, que aun dejan vestigios en pro-duetos materiales : como son los serviciosde los capitales , consumidos independien-temente del consumo del mismo capital ;creo (J eta ha incurrido en infinitas obscuri-dades, por falta de distinguir , durante laproduccion , el consumo de los serviciosindustriales de un empresario, de los servi-cios de su ca lzital ; distincion tan real sin.embargo , que casi no hay compahía decomercio que no tenga cláusulas relativasá ella.

Yo respeto á Adam Smith como á mimaestro. Cuando daba los primeros pasospor el estudio de la economía política , yque vacilando aun, ya impelido por los doc-tores de la balanza del comercio, ya engai-hado por los doctores del producto netotropezaba cada vez que movía los piesiéles quien me enseuó el buen camino. Apo-

3.

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36yado en su Tintado de la riqueza de las Iza.<iones , que al mismo tiempo nos descubrela riqueza de, su ingenio, aprendí á. andarsolo; y ahora ya nd pertenezco á ningunaescuela , ni imitaré la ridiculez de los reve-rendos padres jesuitas , que tradugeron loselementos de Newton con comentarios. Sen-tian estos que no cuadraban mucho lasleyes de la física á las de Loyola ; y asi tu-vieron cuidado de prevenir al público enuna advertencia, que aunque al parecer hu-biesen demostrado cfue la tierra \ se muevepara completar el descubrimiento de lafísica del cielo , no por eso se entendieraque quedaban menos adictos á los decretosdel papa que no adoptaba semejante movi-miento. Yo no me someto sino á los decre-tos de la razon eterna , y no temo decir ,que Adam Smith no ha abrazado en susinvestigaciones todo el fenómeno de la pro-4uccion y del consumo de las riquezas;pero ha hecho tanto, que debemos estarletodos penetrados de reconocimiento. Gra-cias á sus vigilias, la ciencia mas vaga , y lamas obscura de todas , será muy pronto lamas fija , y la que dejará menor número dehechos sin explicacion.

Representémonos pues á los productores

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37s( bien entendido que bajo este neftribreprendo yo á los poseedores de los'eapitalesy de las tierras , del mismo modo que losposeedores de las facultades industrial")yendo los unos delante de los otros con misservicios productivos , ó la utilidad que`varesultado de ellos, ( calidad inmaterial ).Esta2utilidad es su producto. Unas vetes se fijaen un objeto material, que se traspasa conel producto inmaterial, pero que en sí mismono es de importancia alguna, no es nada>en economía política ; porque materia destituida de valor, no es riqueza. Otras vecesse traspasa , se vende por el uno y se co-pra por el otro, sin fijarse en materia nin pura;como por egemplo el dictamen del médico yel del abogado , el servicio del militar y eldel empleado público. Todos permutan lautilidad que producen por la que otros han.producido ; y en cada uno de cestos cambiospracticados en medio de una concurrencia .libre , segun es mas ó menos requerida -1

utilidad ofrecida por Pablo, que la que ofreceAntonio , asi se vende á mayor ó á menorprecio , es decir , que la misma obtiene masó menos de la utilidad producida por éste.41timo, En este sentido ha de entenderle

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3ainfluencia de la cantidad pedida y de la can-

cida,d ofrecida (I).No es esta, amigo mio, una doctrina

hecha fuera de tiempo y acomodada á lacircunstancia : la encontrará usted consig-nada . en diferentes lugares de mi Tratadodo , , economía política (2); y en mi Epítomeverú sólidamente establecida su correspon-dencia con todos los denlas principios dela,ciéncia y con todos los hechos que la sir-ven de base. Esta doctrina se profesa ya envarias partes de Europa; pero yo deseo vi-vamente que llegue usted á convencerse deella, y que le parezca dign g. de introducirseen la cátedra que regenta con tanto es-plendor.

En vista de estas explicaciones necesarias,no me tachará usted de partidario de suti-lezias vanas, si me apoyo en leyes que dejodemostrado estar fundadas en la naturalezade las , cosas y en los, hechos que de ella sederivan.

(1) A que los Ingleses llaman , TVant and supply.

(I) Cuarta edicion ,lib. I , cap. i5; lib. II cap. 1, 2, 3, y5. Véase tambien el Epítome que está al fin de la mismaobra , especialmente en las palabras , servicios produc-

ivos , gastos de produccion , rentas, utili dad,

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39Las mercaderías, dice usted, no solo se

permutan por mercaderías, 'sino ta rabienpor trabajo. Si este trabajo es un productoque los unos venden , los otros compran,que estos últimos consumen, poco me cosi.tará llamarle una mercadería ; y no le cosatará á usted mucho mas asimilar las otrasmercaderías á esta, respecto á que son pro.duetos tambien. Entonces confundiéndolasunas y otras bajo el nombre genérico de pro-ductos, podrá usted tal vez convenir en queno se compran productos sino con pro-ductos.

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• CARTA SEGUNDA.,

Muy Señor mio : pienso dejar probadoen mi primera carta que los productos nopueden comprarse si no por. productos ; yahora tampoco encuentro motivo para aban-donar la doctrina de que la produccion esla que proporciona despacho ó salida á laproduccion. Verdad es que he considerado,como productos á todos los servicios quedimanan de nuestra capacidad personal , denuestros capitales y de nuestras tierras, locual me ha oblgado á delinear de nuevo ycon términos diferentes la doctrina de laproduccion , que sin duda no concibió bienel célebre Smith , ni la describió entera-mente.

Sin embargo , amigo licúo , volviendo á.leer la 3. a seccion del cap. VII de la obrade usted (1), siento que en un punto noquerrá ir conforme conmigo. Tal vez conven-drá usted en que no se compran los pro-duetos sino con otros productos ; pero

(i) Principios de economía política de Malthus,,pág. 351.

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insistirá todavía en sostener que puedenlos hombres , de todos los productos juntos,crear una cantidad , superior á sus , nece-sidades , y por consecuencia que una partede estos productos puede no hallar em-pleo, que puede haber superabundanciay embarazo de todos los géneros á unmismo tiempo. Para presentar la objecionde usted con toda su fuerza , la transfor-maré en una imagen sensible , y diré :M. Alalthus convendrá sin dificultad, enque cien sacos de trigo compran cienpiezas de tela para una sociedad que ne-cesita esta cantidad de tela y esta canti-dad de trigo para vestirse y alimentarse;pero si la misma sociedad llega á produ-cir doscientos sacos de trigo y doscientaspiezas de tela , de poco servirá que estasdos mercaderías puedan permutarse la unapor la otra; sostendrá el mismo escritorque una parte de dichas mercaderías po-drá no encontrar compradores. Se necesita,pues, que yo pruebe en primer lugar cómocualquiera que sea la cantidad producida,y el abatimiento de los precios que di-inane de ella , una cantidad producida enun género pone siempre á sus autores endisposicion de adquirir la cantidad pro-

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42lucida en otro género y despues de haberprobado , que existe la posibilidad de ad.4quirir , habré de investigar cómo unosproductos que superabundan, hacen nacerlas necesidades de consumirlos.

El empresario que hace , producir trigo,ó el arrendador , despues de haber com-prado los servicios productivos del pedazode tierra y del fondo capital que ocupa,despues de haber comprado los serviciosproductivos de sus sirvientes y de haberañadido á esto su trabajo propio , consu-me todos estos valores para sacar al cabosacos de trigo; y cada saco , comprendidosu trabajo propio, que es decir , sus beneficios , supongamos que le sale á 120reales. Por otro lado , el empresario queproduce tejidos de lino , de lana, ó dealgodon , pues esto no hace al caso ; elfabricante en fin despues de haber cOnsu-mido de igual modo los servicios de sucapital , los servicios de sus operarios ylos suyos propios , ha sacado piezas detela , que le sale cada una á la mismacantidad de 120 reales. Si mé permiteusted también llegar de mi saltó al fondade la cuestion , le confesaré que en" mipensamiento el mercader d'e tejidos re-

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43presenta á los productores de todos losproductos fabricados, y el mercader detrigo representa á todos los productoresde géneros alimentarios y de productosnaturales. Trátase- ahora de saber si susdos productos, por mas que los multi-plique, y cualquiera que sea el abatimien-to que de esta multiplicacion resulte enlos precios , podrán totalmente ser com-prados por sus productores, que son almismo tiempo' sus consumidores; y cómolas necesidades crecen siempre en razonde la cantidad producida.

Comenzarémos examinando lo que pasaen la hipótesis de una. libertad perfecta,la cual perniite multiplicar indefinidamentetodos los productos ; y despues considera-rémos los obstáculos que la itaturaleza delas cosas ó la imperfeccion de las socie-dades le oponen á esta libertad indefinidade producir. Observará usted que la hipó.'tesis de la produccion indefinida es mas'favorable á su causa, porque mucho mas,dificil es colocar productos ilimitados queproductos ceñidos ; y que la hipótesis de.los productos ceñidos, unas: veces por una•causa y otras por otra, es mas favorableá la mia que sienta ser estas restricciones

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44mismas las que impidiendo ciertas producciones, perjudican á la compra que po.(iría hacerse de aquellos productos solosque se pueden multiplicar indefinidamente.

En la hipótesis de [libertad perfecta,el productor de trigo llega al mercadocon su saco , que le sale , incluso su be-neficio , á 1 20 reales ; y el productor detegidos con una pieza de tela que le saleal mismo. precio : por consiguiente lleganlos dos con dos productos que se per-mutarán á la par ( r). Aquel de los dosplocluctos que se vendiera por mas desus gastos de produccion , atraería liáciaesta una parte de los productores que seocupan en la otra , hasta que los ser-vicios productivos fuesen pagados igual-Tiente en el uno que en el otro género:este es un efecto en que se conviene ge-neralmente.

(1) Un arrendador que vende por 120 reales un saco,

de trigo y compra una pieza de lienzo de 120 reales,

¿ no permuta su saco por la tela ; y el fabricante que

compra por 120 reales del precio de su pieza de tela

un saco de trigo noo - permuta su tela por un saco detrigo ?

a

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45Se debe reparar que en esta hipótesis

los productores de la pieza de tela todosjuntos , han ganado lo correspondiente paracomprar otra vez Ja pieza entera , o cual-quier otro producto de igual valor. Si ellasale , por egemplo , á i‘2,o reales , todo costeincluso, hasta el beneficio del fabricanteconforme le hubiere fijado la concurrencia,esta cantidad se encontrará distribuida en-tre todos los productores de la pieza detela , aunque en partes desiguales , segunla especie y la cuota de los servicios pres-tados para obrar la produccion. Si la piezatiene diez varas, el que ha ganado 24 rea-

les puede comprar dos varas ; el que haganado 6 reales solo podrá comprar mediavara; pero resultará constante siempre queel total de los productores puede comprarla totalidad de la pieza : que si en vez decomprar la tela quisieren comprar el trigo,podrán adquirir todo el saco tambien , res-pecto á que no vale mas que 120 reales,corno la tela; y que igualmente podrán com-prar á discrecion , segun sus necesidades, óuna porcion de la pieza de tela, ó una por-cion equivalente del saco de trigo. El queha ganado en alguna de estas dos produccio-nes 24 reales , puede emplear doce en una

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décima parte de la pieza, y otros doce enuna décima parte del trigo , siendo ciertosiempre que todos los productores juntospueden adquirir la totalidad de los pro-ductos.

Aqui es donde se presentan las objecionesde usted. Si se aumentan los productos, diceusted, ó si disminuyen las necesidades , losproductos se pondrán á un precio demasiadoínfimo para poderse pagar el trabajo quecuesta su egecucion (1).

(r) Para que no se me acuse de haber alterado elsentido de las expresiones de un profesor tan estima.ble, deseando reducirle y aclararle , voy á presentaren esta nota la traduccion exacta de los lugares cor-respondientes de su obra.

« Si las mereaderías no debieran compararse y per.mutarse mas que la unas por las otras , entoncesseria cierto que con tal que se aumentaran bajo cier.tas proporciones convenientes , podrian , cualquieraque fuese su aumento , conservar el mi s mo -valor re-.lativo. Pero si las comparamos , corno debemos , conel número y con las necesidades de los consumidores,un aumento grande de productos con un número per..,inanente de consumidores y algunas necesidades re-ducidas por la parsimonia , es indispensable que oca-sionen un abatimiento grande en el valor de los pro-duetos apreciado en trabajo, de tal modo que elmismo producto que hubiere costado el mismo trabajo

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47Antes de responder a usted, amigo mio,

le prevengo, que si por condescendencia em-pleo su expresion trabajo , la cual, conformeá las explicaciones dadas en mi carta antesrior , es incompleta , abrazaré bajo esta de.noininacion, no solo al servicio productivo

de un operario y de un gefe, sino tambien

á los servicios productivos rendidos por elcapital y por el pedazo de tierra ; serviciosque tienen su precio, del mismo modo queel trabajo personal , y. un precio tan realque viven de él el capitalista y el propieta-rio de la tierra.

Este punto bien entendido, respondo á

que ant's, no sirva va para comprar la misma canti-dad. » pág. 355.

cc Se supone que una demanda efectiva no es otracosa que el ofrecimiento efectivo que se hace de unaInercadéría en cambio de otra. Pero es eso con efectocuanto se necesita para una demanda efectiva? Aun•que cada una de las mercaderías pueda haber costado,para su produccion , la misma cantidad de trabajo yde capital , y que puedan equivaler la una á la otra,no obstante pueden ambas abundar hasta tal puntoque ya no pueda comprarse mas trabajo del que ellas

han costado, ¿ muy poco mas. Y ea este caso , ¿ seria'efectiva la demanda? ¿Bastaria para estimular á con-tiatur la produccion ? Indudablemente No. «

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4Susted 'ante todas cosas, que bajando-rlettoreo.cio los productos 5 no quedan los producto".yes imposibilitados de comprar el trabajoque los ha creado, ó cualquier otro trabajoequivalente. En nuestra hipótesis , los -pro-ductores de trigo valiéndose de medios masperfectos, crearán duplicada cantidad de tri-go, y los productores de tegidos duplicadacantidad de telas ; bajando tanto el trigocomo las telas una mitad. Y á qué se re-duce esto? Los productores de trigo por,sus servicios, que serán los mismos, tendrándos sacos que valdrán justos lo que valíauno solo; y los productores de telas tendrándos piezas. que juntas valdrán lo que -valíauna sola. En la permuta llamada produccion,los mismos servicios , cada uno de su parte,habrán obtenido doble cantidad de pro-ductos; mas estas dos cantidades dobles po-drán adquirirse la una por la otra asi comoantes, y con la misma facilidad que antes ;de manera que sin hacer mas gasto en ser-vicios productivos , -uná nacion en dondeviniera á desarrollarse esta facultad produc-tora, tendria para su consumo duplicada por-cion de objetos , consistiesen en granos entegidos ó en otros cualesquiera, pues es in.diferente el que nos hayamos aqui propuesto

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49representar por el trigo y las tela« todas lascosa&de que puede tener necesidad pira man-tenerse la especie humana. Los productos ,dado un cambio semejante, se ponen enoposicion de valor con los servicios productivos; luego corno en cualquier cambioel uno de los dos términos que obtiene ma-yor cantidad del otro, vale tanto mas, resultaque los servicios productivos valen tantomas , cuanto se multiplican los productos yestán á un precio inferior (1). Hé aquí porqué la baja de los productos, aumentandoel valor de los fondos productivos de unanacion y de las rentas que de ellos dimanan,aumenta las riquezas nacionales. Esta de-rnostracion , que se halla explicada por me-nor en el capítulo 3. del lib. 2 de mi Tra-tado de economía política ( 4a edicion ), hahecho , en mi juicio , algun buen servicioá la ciencia , respecto á que aclara lo quehasta entonces se Babia sentido y no sebia explicado : á saber, que no obstante quela riqueza sea un valor permutable 1 se au-

menta la riqueza general por el bajo precio

••••n•n••111~n~1~MIMn•••••••nn••nn•-~"...,

(i) Segun la expresion inglesa: When they do Mit

sommand the same quankfify of laborar as before.

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50de las mercaderías y de cualquier especiede productos (1).

Es probable que el aumento de un do-ible en la potencia productiva del trabajo, nose haya , verificado nunca de repente , y entodos los productos á un tiempo; pero tam-poco cabe duda en que ha tenido lugar porgrados, respecto á muchos productos y conproporciones muy diferentes. Entre los an-tiguos un manto de púrpura de igual tama-ho, de igual finura , de igual solidez y brilloen el tinte, costaba sin duda mas que dobléde lo que costarla entre nosotros ; y no dudode que el trigo pagado por trabajo, no hayabajado una mitad , por lo menos desde laépoca ignorada de la invencion del arado.

(a) Esta demostracion destruye completamente unaasercion de M. Malthus , sobre que la baja de precio sehace siempre d costa de los benefcids (pag. 37o) , y porconsiguiente arruina tambien todos los raciocinios fun-dados en esta base. La misma demostracion es fatal,igualmente para toda aquella parte de la doctrina d

Z. Ricardo, en que se promete establecer que losgastos de produccion, y no la proporcion del ofreci-miento con el pedido, fijan el precio de los productos.Identifica los gastos de produccion con los productos ,mientras que estan en oposicion , y los primeros sontanto menores 2 cuanto mas ab luidan, los segundos.

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5Todos estos productos , teniendo menoscoste de trabajo , se han dado en l ilazon dela concurrencia por lo que han costado:, sin-que nadie haya perdido en ella ; habiendoganado todos en cuanto á sus rentas.

Pero debernos volver á la primera par-te de la objecion de usted: Los productoresde tril,ro, y los productores de tejidos , pro-.ducirán entonces mas trigo y mas tejidosde los que podrán consumir los unos y losotros: Ay ! amigo mio , despees de ha-ber probado que á pesar de la baja deuna mitad cn el valor de los productos,podria uno comprarlos por entero del mis-mo trabajo , y de este modo procurarseduplicados medios de existir y de gozar,

me verja reducido á probarle al autortan justamente célebre del Tratado sobre lapoblacion, que todo lo qué se puede pro-ducir puede encontrar consumidores, yque entre los goces que proporciona la can-tidad de los productos de que puedendisponer los hombres, no se consideran comode la última especie las comodidades dela familia y la multiplicacion de los hijos ?

Despees de haber escrito tres volúmenesadmirados con justicia para probar que

poblacion se pone siempre al nivél con

4•

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52los medios_ de..existencia , ha podido isáted admitir el caso de un aumento gran,.,de de productos , con un número perma-nente de consumidores y ciertas necesidadesTCChIcidas por la parsimonia.? (pag. 355.)

Es indispensable que se equivoque ó elautor del Tratado sobre la poblacion , ó elautor de los Principios de economía políti-ca. Todo lo dicho nos induce á creer queel autor del Tratado sobre la poblacion noes el que se ha equivocado. Asi la expe-riencia como el raciocinio demuestran queun producto , una cosa necesaria ó agra-'dable para el hombre , no se rehusa sinocuando faltan medios para comprarlo. Estafacultad de comprar es precisamente la,que establece la demanda del producto, loque le da un precio. No tener necesidad"de una cosa util, es como no poderla pa-gar. ¿Y cómo está uno en la impotenciade pagarla ? Estando destituido de lo queforma la riqueza, destituido de industria,de tierras ó de capitales.

Una vez asistidos de los medios de pro-ducir, acomodan los hombres sus produc-ciones á sus necesidades, porque la pro-duccion misma es una permuta, por la que1414recé medios productivos y por la

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5 3que pide en cambio aquella c' de quese le hace mas sensible la necesida s. Crearuna cosa de la que no pudiera hacerseperceptible la necesidad , seria crear unacosa sin valor : seria no producir. Luegodesde el momento en que la cosa tiene unvalor; su productor puede encontrar me-dio de permutarla por aquella que quiereadquirir.

Esta facultad de las permutas, peculiar,del hombre entre todos los animales , aco-moda todos los productos á todas las ne-cesidades , y le permite atender, para suexistencia , no á la especie del producto( pues él le permutará cuando quiera, si tienevalor ) , sino á su valor.

La dificultad , dirá usted , está en crearproductos equivalentes á su coste de pro-duccion. Ya lo sé yo ; y en mi carta si-guiente verá usted lo que pienso sobre esto.Mas sin salir de la hipótesis en que está-bamos de la libertad de industria , us t-ted me permitirá que haga notar cómo nose encuentra dificultad en crear produc-tos equivalentes á su. coste de produC7cion, sino en razon de las pretensionessubidas de los vendedores de servicios pro-ductivos. Y asi , el precio alto de los ser-

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54vicios productivoS denota. que lo que 1éibusca , existe ; es decir , que' hay empleos'e'n que los productos dejan para reembol-saise de lo que cuestan.

Usted censura á `los que siguen mi opihion , el que no tengan consideracion nin.guna á la influencia tan general y tanimportante de esta disposicion del hombreá la indolencia y á la ociosidad (pag. 358). '1'Figura usted el caso en que unos hombres,contentos con haber producido lo que bastepara acallar sus primeras necesidades, noquerrán producir mas , prevaleciendo en suánimo el amor del descanso al de las como-

`adidades ; pero permita usted que le diga queesa misma suposicion le es contraria, y pruebaaii faVol.'Áeaso ¿digo yo otra cosa, sinoque se vende únicamente á los que produ.-, ,cpn ¿ Porqué no se venden objetos de lujoá:un arrendador que gusta de vivir congrosería? Porque mas quiere estarse ociosoque producir para tener con qué pagar ob-Jetos de lujo. Cualquiera que sea la causaqüe limite la produecion , bien sea la faltade capitales, de poblacion, de diligencia`16 de libertad; efecto es el mismo siempre5

en mi concepto ; no se venden los objetos

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55que se ofrecen por un lado , porque se pro-

,duce muy poco por el otro.

Usted considera la indolencia que no quiereproducir 5 como opuesta directamente á lassalidas, y en esto vamos conformes ; pero

cómo puede usted mirar, corno lo hace enel cap. VII, sec. 9 de su obra , á la indolen-cia de los que llama consumidores improduc-tivos , corno favorable á estas mismas sali-das ? « Es absolutamente necesario , diceusted (pág. 463), que teniendo un pays me-dios grandes de produccion , posea tambiettun cuerpo numeroso de con sumidores im-productivos. " Y z cómo se compone el quela indolencia que no quiere producir seaopuesta á las salidas en el primer caso, y.les sea favorable en el segundo?

Si se ha de hablar con pureza , esta indo-lencia les es contraria en ambos casos. A.quiénes señala usted por la expresion decuerpo numeroso de consumidores impro-ductivos, que dice ser tan necesario para 101productores ? é Son los propietarios de tier-ras y de capitales? No hay duda en que es-tos no producen directamente; pero su iná-trumento produce por ellos. Consumen elvalor á cuya creacion han concurrido sustierras y sus capitales. Concurren pues á 11

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56produccion y no pueden cómprar I piecompran sino en razon de este concurso:,Si ademas contribuyen á ella por medio desu trabajo, y juntan á sus provechos comopropietarios y capitalistas otros beneficioscomo operarios ó laboriosos, entonces pro-duciendo mas , podrán consumir mas tam-bien ; pero por su calidad de no producto-res n.o aumentarán jamas la , salida ó des-pacho de los productores.

¿ Quiere usted señalar á los empleados4p iiblicos, á los militares , á los rentistas delEstado? Pues ni estos tampoco fomentan lassalidas por su calidad de n3 productores. Yono pienso en ,disputar, la legitimidad de losemolumentos que reciben ; pero no puedocreer que les embarazase mucho, á los con-tribuyentes su dinero en el caso que losrecaudadores de las contribuciones no vi-nieran á ayudarles ó satisfarían sus nece-sidades con mas amplitud , ó emplearianaquel mismo dinero en mayor aumentode la reproduccion. En uno y otro caso seinvertiría el dinero y fomentaría la ventade cualesquier productos iguales en valor.á lo que ahora compran los que usted llamaconsumidores zmpmductivos. Convenga usted,,pues amigo, mio 2 en que no por_ d1

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tos consumidores improductivos vente„se encuentra fomentada, si no poro ausade la produccion de los que proveen ,4gasto propio; y en que aun cuando los consT,imidores improductivos llegaran á desapare.kcer, lo que Dios no quiera, no por eso se encon-trarán obstruidos el despacho ó las salidas delas producciones por el valor de un cuarto.

No veo con mas claridad en qué se fundausted para decidir (pág. 336) que la produceciou no puede llevarse adelante , si el valorde las mercaderías solo paga muy poco n'in»,del trabajo que ellas han costado. Para quelos productores esten en estado de continuarsus operaciones , no se necesita para nadaque el producto valga mas que sus gastosde produccion. Cuando una empresa se co-mienza con un capital de cuatrocientos milreales , basta que el producto que se saquede ella valga otros cuatrocientos mil reales,para que puedan volverse á principiar, susoperaciones. Y donde se quedan , dice usted,los beneficios de los productores? Todo picapital ha servido para pagarlos (i); ,y el e

(i) Algunos piensan que cuando se emplea un c*»pital en una empresa, la porcion de este capital que

se aplica á la compra de las materias primerao, no

se emplea en la compra de servicios pr9ductisros: esta

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58precio que se ha pagado de él es el que ha

formado las rentas de todos los producto-tes. Si el producto que ha resultado novale mas de 400,000 reales, ya queda re-puesto el mismo capital, y todos los produc-tores están pagados (1).

Yo no temo pues dar á la obgecion deusted mas fuerza todavía que la que tiene,expresándola : « Aunque cada una de lasmercaderías pueda haber costado para suproduccion la misma cantidad de trabajó y

mole capital , y que puedan ellas equivaler launa á la otra, con todo eso pueden ambas

es un error. La materia primera por sí misma es un.producto que no tiene otro valor que aquel que antes:se la ha dado por los servicios productivos, tos cualeslian hecho de ella un producto , un valor. Cuandola materia primera es de ningun valor , tampoco em-plea parte ninguna del capital ; cuando es necesariapagarla , este pago no es mas que el reembolso de los

servicios productivos que la han dado valor.(1) Los beneficios que saca de su empresa un em-

presario, son el salario del trabajo y del talento que haaplicado á su negocio. No continúa en la misma em-presa sino durante el tiempo que este salario sea tal ,que no pueda prometerse otro mejor entrando en otraempresa. El es uno de los productores necesarios , yzits beneficios hacen parte de los gastos necesarios dola produccion.

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59abundar hasta el punto de no poér com-prarse mas trabajo que el que han 'costadolas mismas. Y en este caso podria llevarseadelante la produccion ? No hay duda en

_ que NO » No ? y por qué , dígame usted ?Por qué unos arrendadores y unos fabrican-

tes que formaran juntos por valor de 240reales en trigo y en telas, que, corno ya hedemostrado , estarian aptos para comprartotalmente esta cantidad de mercadería, bas-tante para sus necesidades, no podrían vol-ver á principiar despues de haberla compradoy consumido ? Tendrian las mismas tierras,los mismos capitales, la misma industriaque antes; estarian precisamente en el estadoen que estaban cuando principiaron; y ha-

brian vivido , se hahrian mantenido de susrentas, de la venta de sus servicios produeamtivos. ? Qué mas se necesita para la conser-vacion de la compañia? Este gran fenómenode la produccion, analizado y expuesto consus signos verdaderos, lo explica todo.

Por el temor que manifiesta usted de quelos productos de la sociedad no excedan encantidad á lo que esta puede y quiere 'CODSW-mir , es natural que vea con espanto aumen-tarse sus capitales por medio del ahorrosporque los capitales que buscan efinpleol

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eoprocuran un aumento de productos , y nue-vos medios de acumulacion, de donde re-sultan nuevas producciones. En fin meparece que teme usted no se vea uno aho-gado bajo la acumulacion de las rique.zas; y le aseguro que este temor nada meinquieta.

¿ Le corresponderá á usted, amigo mio,reproducir en este lugar las preocupacionespopulares contra aquellos que no gastan susrentas en obgetos de lujo ? Usted conviene(pág. 351) en que ningun aumento permanentede riqueza puede verificarse sin un aumentoprecedente de capital; usted conviene ( pág.352) en que los trabajadores son consumi-dores del mismo modo que los consumidoresociosos; y con todo eso teme usted que sise acumula siempre , no pueda consumirse lacantidad siempre creciente de estas mercade-rías producidas por estos nuevds trabajadores( pág. 353 ).

Es preciso destruir ese vano terror deusted ; pero permítame antes una reflexionsobre el obgeto de la economía política mo-derna, la cual podrá por su naturaleza guiar-nos en este examen.

¿ Q0 es lo que nos distingue de los ecosnominas de la escuela de Quesnay P Es el

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VEcuidado que ponemos en observar. kel enca-denamiento de lt)s hechos que tienennirela-cion con las riquezas ; es la rigorosa exactitudá que nos sugetamos en su descripcion. Luego'para ver y para describir bien , se necesitaen cuanto se pueda mantenerse siendo es-pectador impasible. No es decir que nopodamos , y aún algunas veces que no deba-mos dolernos de esas grandes operaciones de.fatales consecuencias, en que hartas veceshacernos el papel de tristes é impotentes tes-tigos : é, pero se le prohibe hacer al historia-dor filántropo las dolorosas reflexiones queá las veces le arrancan las iniquidades de lapolítica Una confrontacion , un pensamien-to, un consejo', no son parte de la historia,y me atrevo á decir tambien , que no lo sonde la economía política. Lo que debemos al.público , es decirle cómo y por qué estehecho es la consecuencia del otro. Si laconsecuencia le agrada , e si la terne yatiene bastante , sabiendo lo que ha de hacer,y no es necesario asistirle con exortaciones.Me parece vor consecuencia que de ningunmodo deberíamos nosotros, yo, siguiendoá Adam Smith, predicar el ahorro ; y usted,:amigo mio , siguiendo á milord Lauderdale,elogiar la disipacion, Ciñámonos pues á no-,

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62tar cómo se suceden y encadenan las, co,sagen la acumulacion de los capitales.

Desde luego observo que la mayor partede las acumulaciones son lentas por necesi-dad. Todo el. mundo, por mas rentas quese tengan , debe vivir antes que acumular;y lo que yo llamo aqui la vida, e's general-mente tanto mas dispendioso cuanto es unomas rico. En el mayor número de casos yde profesiones la manutencion de una fa-milia y su establecimiento consumen la to-talidad de las rentas, y no pocas veces lade los capitales ; y cuando se encuentranahorros formados anualmente , están estoscasi siempre en una proporcion ténue conlos capitales actualmente empleados'. Un em-presario que tiene 400,000 reales y una in-dustria , gana, en tiempos comunes y portérmino medio, de 5o á Go,000 reales. Luegocon un capital como este , y una industriaque le equivalga , es decir , una fortuna de800,000 reales, es económico el empresariosi gasta solamente 4o,000 ; i y no ahorracada año mas de a o,000 reales ; la vigésimaparte de su capital !

Si distribuye usted , como ocurre mu-chas veces, esta fortuna entre dos ó maspersonas , de las cuales una pone la indos

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63fria , y la otra el capital , el ahorro es toda-vía mucho menor , porque entonces dosfamilias , en lugar de una, han de vivid delos beneficios reunidos del capital y de laindustria (1). De todos modos solamente lasfortunas muy grandes pueden hacer ahor-ros considerables; y las fortunas muy gran-des son raras en todos los payses : por estarazon los capitales no pueden aumentarsecon una rapidez capaz de producir trastor.nos en la industria.

No participaré yo de los temores que lehan hecho á usted decir ( pág. 357 ): « Queun pays está siempre expuesto á un incre-mento mas rápido del fondo destinado parael mantenimiento de la clase laboriosa, quede la clase laboriosa , en sí misma. » A míno me espanta mas el aumento enorme deproductos que puede resultar de un aumentode capital tan lento por su naturaleza. Veoal contrario estos nuevos capitales , y las

(i) Este caso es mucho mas frecuente en Franciaque en Inglaterra , donde la cuota de los beneficiosindustriales y del interés de los capitales, es demasiadobaja para que en las industrias comunes alcancen los

primeros al mantenimiento de una familia, falta dtcapital.

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d4rentas que salen de --ellos --distribuirse, 41ü1modo mas favorable entre los tproductorekDesde luego .aumentan do su capital el capi-talista, ve aumentarse tanibien su renta, loque le excita á gozar mas. Aumentado uncapital en el año , compra el, siguiente algomas de servicios industriales. Siendo maspedidos estos servicios , son algo mas paga-dos ; un número mayor de industriosos en-cuentra el empleo y la recompensa de susfacultades. Estos trabajan y consumen im-productivamente los productos de su tra-bajo ; de manera que si hay mas productoscreados en virtud de este aumento de capi.tal, tambien hay mas productos consumi-dos. é Y qué cs esto sino un aumento de pros-peridad ?

Dice usted (pág. 352 y 36o) que si losahorros no tienen otro ohgeto que el au-mento de los capitales , si los capitalistas noAumentan sus goces aumentando sus ren-tas , no tienen motivo suficiente para ahor-rar ; porque los hombres no ahorran úni-camente por filantropía y por hacer prosperarla industria. Esto es cierto ; pero qué quiereusted inferir ? Si ahorran, yo digo que fa-vorecen la industria y la produccion , y queeste incremento de productos se distribuye

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*65de uri modo muy favorable erS. público.Si n o ahorran , yo no sabria qutl , decir;pero no puede usted inferir de eso , que losproductores se hallen mejor ; pues lo qtiolos capitalistas hubieran ahorrado, se hty-hiera hallado gastado del mismo modo.Gastándolo improductivamente, el gasto nose hace mas grande. En cuanto á los valo-res acumulados sin consumirse reproducti-van-lente , como las sumas que el avaro amon-tona en sus cofres , ni Sniith , ni yo, ninadie tomarémos la defensa de esto , perotampoco nos espantarémos mucho ; desdeluego, porque estos valores son muy pococonsiderables, comparados con los capitalesproductivos de una nacion ; y en segundolugar porque su consumo no está mas que

suspendido. No hay tesoro ninguno que nohaya acabado por gastarse productiva ó im-productivamente.'

Yo no sé con qué fundaito considerausted los gastos reproductivds, icks que se ha-cen para abrir canales , levantar edificios parafábricas , construir máquinas , pagar artistasy artesanos, corno menos favorables paralos productores, que lós gastos improductirvos, aquellos que no tienen otro objetolue la satisfaccion personal del pródigo,

5

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06Todo el tiempo, dice- usted (pág. 3.63 ),

d .ue 1(;) cultivadores estan ispuestos a con-sumir los objetos de lujo creados por los fa-bricantes y los fabricantes los objetos delujo creados por los cultivadores, las cosasvan bien. Pero si la una y la otra clasetuviesa dispuestas á economizar con la

mira de mejorar su suerte y de atender alestablecimiento de sus familias , el caso se-ria muy distinto: 5) (es decir , á lo que pa-rece, todo iria mal). « El arrendador, en«lugar de permitirse el uso de cintas, de en-«coges y de terciopelos, se con tentaría con loá

vestidos mas sencillos; pero su economía« le quitaría al fabricante la posibilidad de« comprar una cantidad tan grande de sus«producciones, y ya no encontraria salida«para los productos de una tierra en que«nada se hubiera escaseado para trabajarla• y mejorarla. Si el fabricante por otro lado„

,« en vez de hálarfar su gusto con el consu-«ano 'de azúcar, de ubas (i), y de tabaco,« quisiera amorrar para lo futuro , nada po-«dria adelantar tampoco , por causa de la«'parsimonia del arrendador y falta de pe-«elido de los productos de las fábricas.

(I)Lasubas son un objeto de lujo en Inglaterra.

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+57Y un poco mas adelante (pág. 365) dice

• usted : «La poblacion necesaria para su-ministrar vestidos . á una sociedad semejante,con el auxilio de las máquinas , se reducirlaá. muy poco, y no absorberia mas que unaparte ténuc del excedente de un territoriorico y bien cultivado. Seria sin duda gene-ral la falta (le pedido ; y al paso que es cierto,mantendria una proporcion justa entre estey el ofrecimiento , cualquiera que fuese lafacultad de la produccion , una pasion francapor el consumo`improductivo); no parecemenos seguro, que la pasion contraria porel ahorro debe acarrear inevitablemente unaproduccion de mercaderías que 'excederíamucho á lo que la organizacion y los há-bitos (le una sociedad semejante la permi-

.t 'eran consumir. »Usted llega á preguntar qué sería de las

mercaderías si todo género de consumo ,excepto el pan y el agua , estuviera suspensodurante seis meses solamente (1); y deter-minadamente á mí es á quien usted dirigela interpelacion.

( i ) Qué acumnlacion de productos! qué prodi-giosas salidas, segun M. Sav , dice M. , no abri.ría un caso de esta especie ! " íE1 sabio profesor se Jita

5.

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egEn éste litgar / en él aintéttltr sienta usted

aun implícitamente como une hecho , que unproducto ahorrado se substrae á toca es-pecie de consumo ; al mismo tiempo que entodas estas discusiones , en todos los escri-tos que usted rebate , en los de A da-nz Smith ,

en los de 1V1. Ricardo, en los Tnios y aun enlos suyos (1) , se encuentra reconocido queun producto ahorrado ' es un valor que sesubstrae por alguno á un consumo impro-ductivo para agregarlo á su capital , es de-cir, á aquellos valores que se consumen óse hacen consumir reproductivamente. Qué

equivocado enteramente en este lugar sobre el sentido

de la palabra acumulacion. La ausencia de consumo

no es una acumulacion , sino la substitucion de un con-

sumo reproductivo á un consumo improductivo. Ade-

mas, de esto , yo no he dicho , que un producto ahor-

ludo era una salida abierta , sino que un producto

creado era una salida abierta para otro producto ; y

esto último es verdad , sea que se gaste su valor im-

productivamente , sea que se agregue á los ahorros

hechos , es dedil , á los gastos reproductivos que uno

6e propone hacer.

(i) « Es preciso convenir en que los productos ahor-

« rados cada ario se consumen con la misma regulari-

• dad que los que se gastán anualmente ; pero los con.• sumen otras personas. » Principios de econom, polit.

de M. Malthus pág 31.

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fuera de las mercaderías , „si todetwinero deconsumo , excepto el pan y ,e1 agua ,sus-pendiera durante seis meses? Vaya , aspoinio, se venderian por un valor igualmen+grande; porque al cabo lo que de esa suertese agregara á la suma de los capitales ,. ten-dria que emplearse en carne, cerbeza, ves-tidos , camisas , zapatos y otros mueblespara la clase de los productores, á quienes'(lañan que trabajar las sumas ahorradas.e. Y si cada uno ayunara á pan y agua por*no gastar sus ahorros ?... Es decir , .1 que su-pone usted se impusiesen todos la peniten-cia de un ayuno extravagante por su gusto,y sin designio!

¿ Qué respondería usted al que contaraen el númerd de los trastornos que pueden.ocurrir en la sociedad el caso de que laluna viniera á desplomarse sobre la tierta?:..Ello no es físicamente imposible : pues las-taria que el encuentro de un cometa sus-pendiese ó solamente cortase la marchade este astro por su órbita. Con todo eso-,presumo que hallaria usted algo de imper-tinencia en la cuestion ; y le confieso queeste juicio me parecería disimulable.

Convengo en que sea un método Tierno:,clesaprueba la filosofía el de llevar tos'prin-

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cipios hasta las mas remotas .consecuencia `fpara descubrir y ponderar sus errores ; peroesta exageraeion misma es un error cuándola naturaleza de las cosas por sí sola presentaobstáculos siempre opuestos al exceso quese supone , y hace de este modo inadmisiblela suposicion. Usted opone, á todos los quepiensan con ddanz Smith, , que el ahorro eslin bien , 'los inconvenientes de un ahorroexcesivo ; pero en el caso presente el excesolleva en sí mismo su remedio. En donde loscapitales abundau con demasía , el interésque de ellos sacan los capitalistas viene áser demasiados tenue para contrapesar lasprivaciones que se imponen mediante susahorros. Siendo difíciles de encontrar lascolocaciones sólidas del dinero, se buscanestas en pay ses estrafios ; y al fin el simplecurso de la naturaleza embaraza mucho ála acumulacio nes. Una gran parte de lasqué hacen las familias ricas , se paran en elinstante que es preciso atender al estableci-miento de los hijos. Encontrándose reducidap9r esta circunstancia la renta de los padres ,cesan las facultades de acumular ; y al mis-mo tiempo cesa tambien una parte de losMotivos que les inducian á hacerlo. Losfallecimientos 'paran ordinariamente el au*.

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7xmento de los ahorros. Una he encía se d.i.-vide entre herederos y legatariqs,c

f 'lin cuales

po quedan en la misma situacion que es-kabagl difunto y disipan muchas veces una.parte de la misma herencia en lugar de a9.,mentarla. La porcion que el fisco se lleva:de ella , muy ciertamente se disipa, porqueel Estado no la coloca reproductivamente.La prodigalidad , la impericia de muchos par-ticulares que pierden una parte de sus ca-pitales en empresas mal concebidas, necesi-tan contrapesarse con los ahorros de otrosmuchos. Todo contribuye á convencernos,de que en lo "que toca á las acumulaciones,asi como para todo lo denlas, es mucho me-nos peligroso dejar que vayan las cosas si-guiendo su curso natural , que tratar dedarlas una direccion forzada.

Dice usted ( pág. 49 5 ), que en ciertoscasos es contrario á los principios de unabuena economía política aconsejar el ahorro.Vaya, amigo mio, convengamos, como ya ten;go dicho, en que una buena economía políticadá pocos consejos : ella muestra lo que acre-cienta el poder de la industria un capitaljuiciosamente empleado, del mismo modoque una buena agricultura enseria lo queauwenta el poder del suelo un riego bien

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dirigido : por lo demag deja z td. arbitiielos hombres el aprovechamiento de las veradades que demuestra y de estos pende va'lerse de ellas, segun su inteligencia Sr su ca-pacidad.

Todo lo que se pide á un hombre tarailustrado como usted , es que no propagueel error' popular de que la prodigalidad seamas favorable á los productores que elahorro (i). Harto inclinados somos á sacri-ficar el porvenir al presente ! El principiode toda mejora es por el contrario un sa-crificio de las tentaciones que instan en elmomento actual, á nuestro bien-estar futuro.Este es el primer fundamento de toda vir-tud, y tambien de toda riqueza. El hombreque pierde su reputacion violando un dé-posito ; el que arruina su salud por no ha-

( i ) « Cuando en un gays hay mas capitales de loque conviene , recomendar el ahorro es contrario .á

todos, los principios de economía política :.es lo mismocine si se recomendara el matrimonio á un puebloque se muere de hambre." Principies of political eco.

nomy , pág. 495.Cómo no advierte M. Malthus que el matrimonio

es causa de que nazcan hijos y por consecuencia ne»cesidades nuevas ; al paso que los capitales no tienennecesidad, , y por el contrario contienen ensi mismos los medios de satisfacerlas ?

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73ber podido resistir á sus deseos; ylaquel quehoy gasta los medios que tiene parkocanarmañana, todos estos) pecan igualmente con«,tra la economía; y por esto se ha dicho corbmucha razon , que el vicio, por ultimo re4kTsultado, no es mas que un cálculo mal hecho.

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CARTA TERCERA.

Muy señor mio : hemos discurrido bajola hipótesis de una libertad indefinida quepermitiera á una nacion llevar tan adelantecorno quisiese todo género de producciones ;y pienso haber probado que si esta hipótesisse realizara, aquella nacion podria comprartodo cuanto prodiigera. De esta facultad , ydel deseo natural que tiene el hombre demejorar siempre su suerte , naceria infali-blemente una multiplicacion infinita de in.divíduos y de fruiciones.

Pero las cosas no van asi : por una partela naturaleza, y por otra los vicios del or-den social, han puesto límites á esta facul-tad indefinida de producir. El examen deestos obstáculos , haciéndonos volver al.mundo real saliendo del hipotético, serviráde prueba á la doctrina sentada en mi Tra-tado de economía política , sobre que losobstáculos contrarios á la produccion , sonlos únicos que impiden la salida, la ventade los productos.

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*v n

75No me lisongeo de poder seiiabg todos.

los obstáculos que se oponen á la pr94uc-cion : muchos de ellos se descubrirán s¡gduda al paso que la economía política haga'nuevos progresos , y otros tal vez no sedescubrirán jamás : mas esto no impide quese observen desde ahora algunos muy po-derosos , ya en el orden natural , ya en elorden político.

En el orden natural , la produccion de losgéneros alimentarios tiene ciertos límitesmas rigorosamente prefijados que la produc-cion de los géneros que sirven para vestirnosy amueblarnos. Al mismo tiempo que loshombres necesitan , tanto en peso como envalor , de mayor cantidad de productos ali-mentarios que de todos los otros juntos, nopodrian sacarse de muy lejos estos produc-tos, por transportarse con dificultad, y exi4gir una custodia costosa. En cuanto á losque pueden prosperar en el territorio dela nacion , se encuentran límites que unaagricultura mas adelantada y capitales mascrecidos , empleados en las operaciones agrí-colas, pueden sin duda remover (1); pero

(I) Los principales obstáculos que se encuentran e14Francia para la mejoría de la agricultura son en

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que no obstante deben encontrarse en alliinaparte. Árturo Young cree que la Francia apelDas produce ahora la mitad del.ós géneros

primer lugar , la residencia de los propietarios ricosy de los grandes capitalistas en las grandes ciudades I

y particularmente en una capital inmensa : no pue-den por esto enterarse bien de las mejoras á que po•drian destinar sus fondos , ni tampoco ;atender debi.damente al empleo qne conviniet‘a hacer para que seobtuviese el aumento de renta correspondiente. Ensegundo lugar , seria inutil que un canton distante yconfundido en lo interior de las tierras , duplicaraSus productos ; pues apenas podrá deshacerse de loque ya produce, por falta de caminos vecinales y deciudades industriosas á. una distancia proporcionada.Las ciudades industriosas consumen los productos ru-rales , y en cambio fabrican productos manufactura-dos que conteniendo en menor volumen mayor valor,pueden transportarse á mas larga distancia. Estos sonlos principales obstáculos del fomento de la agricul-tura francesa. Canales de navegacion pequeisios y mul-tiplicados , juntamente con caminos vecinales bienmantenidos , darían valor á los productos rurales ;pero para esto se necesitan administraciones locales es.cogidas por los habitantes , y que no se ocuparanmas que del bien. del ,gays. La posibilidad de las sa-lidas ya existe , pero no se hace lo que se debiera paragozarlas. Los administradores , escogidos conforme alinterés de la autoridad central , se hacen casi todosagentes políticos ó fiscales ó lo que es todavía peoragentes de policía.

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.77alimentarios qué es capaz de produe41: (1). Su-ponga usted que diga verdad Arturo Yo,ung ;suponga usted que con una agricultura masadelantada recogiese la Francia duplicadacantidad de productos rurales sin tener ma-yor número de agricultores (2) ; entoncestendria 45 millones de habitantes que pu-dieran dedicarse á cualquier otra ocupaciondiferente de las labores agrícolas. Sus pro-ductos manufacturados encontrarian mas sa-lidas que ahora en el campo , respecto áque este seria mas productivo; y el exce-dente tendria salida tambien entre la mismapoblacion fabricante. No estaria cada unomenos bien mantenido que ahora , y gene-ralmente se hallarian todos mejor surtidosde efectos fabricados ; habría mejores ha-bitaciones y mas bien amuebladas, los vesti-dos serian mas finos, y se harian casi co-munes objetos de utilidad, de instruccion

(i) Véase Francia , tom. II , pág. 98 de la edicioninglesa.

(2) Esta hipótesis es muy admisible , puesto que en

Inglaterra las tres cuartas partes de la poblacion viven

en las ciudades , y por consiguiente no se dedican á

las labores del campo. Un pays que alimentara á 69

millones de habitantes podria pues estar muy bien

cultivado por 15 millones de labradores , númerw

que se reputa ser el de los de la Francia actual.

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'78y de gustó pie estan actualmente -reIerva.-dos .para un cortísimo número de personas.Todo lo restante de la poblacion es todavía grosero y bárbaro.

-.:Cón -todo eso , á proporcio' n que se au-mefitara la clase fabricante , serian los géne-TOS alimentarios mas caros y mas solicitadoscon respecto á- los productos de las mantifacturas. Estas •procurarian sacar beneficiosy salarios mas cortos que desa-nimarian laproduccion ; y de este modo se vé cómo loslimites que pone la naturaleza á las produc-CiOnes agrícolas , se los pondría tambien álos productos 'manufacturados. Mas esteefecto, como todo resultado natural y quese\ deriva de la fuerza de las cosas, se pre-pararia muy de antemano y traeria menosinconvenientes que cualquier otra combina-eion posible.

Conviniendo en que la misma naturalezatiene puestos estos límites á la produccionde los alimentos, é indirectamente á la detodos los demas productos, puede pregun-tarse de qué modo paises industriosísimos.,como la Inglaterra , en donde los capitalesabundan, y las comunicaciones son fáciles,se hallan detenidos por la falta de salidade sus mercaderías, mucho antes que sus

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`79productos agrícolas hayan llegatio al tér-mino de que no se puede pasar. ¿ Hay al-gun vicio , algun mal oculto que les mor-mente ?... Es probable que haya mas de unos,que irán descubriéndose sucesivamente. Vapercibo yo uno inmenso, funesto y dignode la mayor atencion.

Si ocurriera que cerca de cada empresade comercio , de fabricacion ó de agricub.tura , viniese á fijarse un hombre, un agentedel fisco ; y que este hombre , sin contribuiren nada al mérito del producto , ni á suutilidad, ni á las calidades que han de ha-cerle desear y vender, concurriese sin em-bargo á aumentar su coste de produccion,,digame usted , qué resultaria en este caso?

El precio que se le pone á un producto, auncuando se tengan facultades para adqui-rirlo (1) , depende del placer que se espera

(i) Los medios de adquirir que tiene cada uno pro-vienen de su industria , de sus capitales y de sus tier-ras. Los consumidores que no tienen industria , capi-tales , ni tierras , gastan lo que sacan de los beneficio*de los primeros. En todos los casos tiene sus limitesla renta de cada uno , y aunque las personas que dis-frutan una muy grande , puedan sacrificar mucho di-nero por goces de poquisima substancia , es cierto sinembargo que cuanto mas caro es el goce menos apego

se le tiene.

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8osacar de é], y de la utilidad de que puede ser.A prop orei o n que el precio se levanta , dejade valer el gasto que ocasiona para muchossugetos, y de este modo se disminuye elnúmero de sus compradores.

Ademas de esto , no aumentando la im-posicion los beneficios, de ningun produc-tor , y aumentando por el contrario el pre-cio de la totalidad de los productos, ya noalcanzan las rentas de los productores paracomprar los productos, desde el momentoen que un accidente corno el que acabo deindicar los hace encarecer.

Representémonos este efecto por núme-ros , á fin de seguirle hasta sus últimas con-secuencias ; pues bien vale el trabajo de unpoco de atencion , si puede señalarnos unade las causas principales del mal que ame-naza á todos los payses industriosos delglobo. Ya la Inglaterra con sus angustiasavisa á las demas naciones los tormentos queles están reservados; y estos serán tanto mascrueles, cuanto un temperamento robustolas provoca á todas mas ó menos á un des-arrollo muy grande de industria. Si no s9comprime este , resultarán de él efectos fe-licísimos , y convulsiones horrorosas en elcaso contrario.

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Si el *empresario ,productor déitna pieza),.,

de tela , al mismo tiempo que distribuyeentre sí mismo y sus colaboradores una suiñade 120 reales por los servicios productivoque han concurrido á la formacion de lapieza, se vé ademas de esto obligado á pa-

gar 24 reales al agente del fisco , será indis-pensable, ó que cese de fabricar telas , ó quevenda la pieza á 144 reales (i). Pero estandola pieza á 144 reales , los productores que.no han cobrado todos juntos de ella mas que120 ya no pueden comprar sino las cincosextas partes de esta misma pieza, que antespodian comprar entera ; y aquel que com-praba una vara de ella, ya no podrá consu-mir mas que cinco resmas , sufriendo losotros proporcionalmente la misma dismi-Lluclon.

El productor de trigo , que paga por suparte á otro recaudador una contribucionde 2 reales por un saco que cuesta 120 deservicios productivos , se vé obligado igual-mente á vender su saco por 144 reales en,lugar de 120. Y resulta de aqui , que tantolos productores de trigo como los produc., n••n•••n•nn••nn••n••n••n•n*1

(I) Si rebajaren en la calidad , es lo mismo que sla hicieran pagar mas caro.

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2

Lores de tela , ya tengan necesidad • de esta,ya la tengan de trigo , no podrán con la ga-nancia que han sacado , adquirir mas delas cinco sexta.s partes de sus productos.

Siendo cierto este resultado respecto á dosproductos récíprocarnente , puede serlo engeneral respecto á todos los productos. Sinmudar el estado de la- cuestion , podernos su_poner que los productores , cualquiera quesea la produccion á que esten dedicados ,tienen succesivamente necesidad de bebidas ,de géneros equinocciales , de alojamientosde diversiones , de obgetos de lujo ó denecesidad : y siempre encontrarán estos pro-ductos tan caros que no puedan pagarlos desus rentas actuales , segun el rango ó claseque ocupen entre los productores : última-mente , en la hipótesis que nos sirve deegemplo , resultará siempre que una 'sextaparte de los productos quede sin venderse.- Verdad es . que á alguno van los veinte ycuatro reales sacados por el recaudador, yque las personas que este representa ( em-pleados públicos , militares , ó rentistas )pueden emplear aquel dinero en adquirirla sexta parte restante, ya sea del saco detrigo . , ya sea de la pieza de tela , y de cual-quier otro producto ; y efectivamente lo ha-

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85ten. Pero observe usted que este,Ionsumono se hace sino á expensas de los produc-tores; y que si consume una sexta partede los productos el recaudador, ó sus comi4tente.1;, se hace de este modo á los produceLores alimentarse, vestirse, y por último vi-vir, con las cinco sextas partes de lo queproducen.

Esto se confesará, pero se dirá al mismotiempo que cada uno puede vivir con lascinco sextas partes de lo que produce. Yolo diré tambien si se quiere; pero pregun-taré despues , ¿ si se piensa que el productorviviria del mismo modo , cuando, en vez deuna sexta parte, vinieran pidiéndole dos, óel tercio de su produccion ? No : pero aunpodria vivir. Ola! usted cree que aun po-dria vivir. Pues entonces pregunto, ¿si podriavivir tambien sacándole las dos terceraspartes... luego las tres cuartas partes..? masobservo que ya no se me responde.

Ahora , amigo mio, presumo que se en-

tenderá facilmente mi respuesta á sus masfuertes objeciones de usted , y á las de M. deSismondi. Si es bastante crear productos

nuevos, dice usted, para poderlos consumir:,ó trocados por otros que sobran , y de estemodo proporcionar salida á todos, ¿ por

6.

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t4qué no se crean ¿Es por taita de ca pitadles? No : pues abundan ; se andan buscandoempresas en que emplearlos con utilidad',y es seguro que no las hay , dice usted( pág. 499) : que todos los géneros de co-mercio estan yá obstruidos de capitalesy de trabajadores , que todos ofrecen susproductos á menos precio , dice M. de Sis-.mondi (1).

Yo no pienso que dedicarse á las artes úti-les sea tornar una ocupacion falaz ó perju-dicial ; pero convengan ustedes, señores , enque si llegara á serlo, el efecto no sería otroque ese mismo de que se quejan. Para com-prar los productos que sobran , se necesitia-ria crear otros productos : mas si la condi-cion de los productores estuviese demasiadoabatida ; si habiendo presentado medios deproduccion suficientes para producir unbuey, resultase al cabo un producto equi-valente á un carnero , y si por medio delcombio de este carnero por cualquier otroproducto , no se hallara mayor cantidad deutilidad que la que-él contiene en sí mismo,

quién es el que querria producir con tantoperjuicio ? Los que se hubiesen empleado en

(1) .Nuevos principios, IV, cap., 4.

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la produccion , habrian hecho malpegociohabrian hecho una anticipacion que »o po-dria llego reembolsarse con la utilidad ,desu producto ; y cualquiera que hiciese lalocura de crear otro producto para compraraquel, tendria que luchar con los mismos

inconvenientes , y se quedaria igualmenteempantanado. El partido que podría sacarde su producto, no le indemnizaria de sus gas-tos , ni tendria mas valor lo que pudiese com-prar con este producto. Entonces es cuandoel operario , no pudiendo ya vivir de su Era-bajo , vuelve á hacerse una carga de su par-roquia (I); y entonces tambien el empresa-rio , no pudiendo ya subsistir de sus bene-ficios, renuncia el egercicio de su industria.Este comprará rentas, ó si no , se irá á otropays buscando mejores condiciones , un traebajo mas lucrativo, ó, lo que exactamenteequivale á lo mismo, una produccion que

(I) El operario no puede trabajar de un modo cons-tante , sino cuando su trabajo le rinde lo necesariopara subsistir ; y si su subsistencia es demasiado cara,ya no le tiene cuenta á ningun empresario el emplear-le. Entonces puede decirse, en economía política, queel operario ya no ofrece su trabajo productivo , aun-que lo ofrezca con las mas vivas instancias ; puestoque esta oferta no es aceptable bajo las únicas condir-

ciones permanentes con que puede hacerse.

e

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86ocasione menos gastos (i). Si encontraraallí otros inconvenientes, saldría tambien ábuscar otro teatro en que egercer su talento ;y veríamos rechazarse los diferentes paysesunos á otros sus capitales y sus trabajado-res_, que es decir, lo que basta para levan-tar al mas alto grado la prosperidad de lassociedades humanas , cuando estas conocensus verdaderos intereses y saben valerse deellos. Yo no me adelantaré hasta señalar las

*

(2) M. Ricardo pretende que á pesar de los impues-tos y otras trabas , hay siempre tanta industria comocapitales empleados , y que todos los capitales queprovienen de ahorros , se emplean en algo , porque na-die quiere perder el interés de ellos. Sin embargo sonmuchos los ahorros que no se colocan por la dificul-tad del buen empleo , ó que estando colocados , se disi-pan en una produccion mal calculada. Por otra parte,arguye contra M. Ricardo lo que nos sucedió á noso-tros por el año de I 813 , en que las faltas del gobiernoarruinaron todo comercio , y tanto decayó el interésdel ,dinero por falta de empleos buenos : y tambiendesmtente su doctrina lo .que nos está sucediendo enel dia , que los capitales yacen en el hondo de loscofres de los capitalistas. Solo el banco de Francia tieneen sus cajas 123 millones de pesetas en especies metáli-cas : suma .doble de la que importan sus cédulas cir"culantes , y seis ve ces mas considerable que la que leaconsejalia -retener la pruden¿ia para los reembolsoseventuales.

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partes de este, , eltadro que representan al.vivo el pays de usted, ú otro cualquiera ;pero le someto todo entero á su exameny al de los hombres de buena fé, al de ta..dos los que tengan intenciones sanas , y. quien.ran fundar su tranquilidad en el bien estarde la parte interesante , laboriosa y útil dellinage humano.

Por qué los salvages del nuevo mundo ,cuya precaria subsistencia depende del acier-to de un flechazo, no quieren construir al-deas, ni cerrar terrenos y cultivarlos? porqueeste genero de vida exige un trabajo penoso ypermanente. Verdad es que se equivocan ,y calculan mal ; porque las privaciones quesufren , son mucho peores que las incomodi-dades de la vida social bien entendida. Perosi esta vida social fuese la de una galera , endonde se necesitara remar con todas susfuerzas 16 horas de las 24 del día, para quepudiesen los hombres ganar un pedazo depan que no alcanzase á su preciso sustento 7

serian ciertamente disculpables , no tenién-sdola amor. Luego todo lo que hace maspenosa la situacion del productor , del hom-bre esencial de las sociedades , se dirige ádestruir el principio de vida del cuerpo so-cial , á uniformar un pueblo civilizado con.

o

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8un pueblo saivage ; frágil) un 'orden de,,eos

sas por el cual se produce menos y se consume menos , y á destruir la civilizacionque es tanto mas grande cuanto se producemas y se consume mas. Usted observa envarios lugares que el hombre por naturalezaes indolente , y que le conoce mal « quiensupone que querrá consumir siempre todolo que será capaz de producir. ( pág. 5o3)."Tiene usted razon , y no diga yo otra cosacuando asiento que la utilidad de los pro-ductos no vale ya los servicios productivosal precio que está uno obligado á pagarlos.

Usted mismo parece haber reconocidoesta verdad, diciendo en otra ocasion (pág.342) lo que sigue : « un impuesto puedeponer término á la produccion de una mer.cadería , sino hay nadie en la sociedad quepueda prestarse á dar por ella un precioconforme á las dificultades de su produccion.,17.. este vicio intrínseco , (de haber costadomas de lo que vale en gastos de su produc-cion. ). lo llevará la mercadería en sí mismaal cabo del universo. En todas partes serádemasiado cara para valer lo que cuesta ,porque en todas será indispensable pagarlacon servicios productivos de igual valorlo4 que ella ha costado!

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89Otra cónsideracion qué tampoco debe

despreciarse es , que los gastos de' produe.cion , no solo crecen por la multiplicacitm dederechos y por la carestía de todo, sinotambien por los usos que' resultan de un

orden político vicioso. Si los progresos dellujo y de los grandes emolumentos; si lafacilidad de obtener ganancias ilegítimas pormedio del favor en los sutninistros y en lasoperaciones de hacienda pública, obliganal fabricante , al mercader y al productorverdadero , para mantenerse corno les cor.responde en la sociedad , á reclamar benefi-cios desproporcionados con los servicios quehacen á la produccion; entonces estos otrosabusos concurrirán á aumentar por otrascausas los gastos de produccion, y consi-1,Tuicntemente los precios de los productos,hasta exceder de su utilidad real. Con estose disminuye mas y mas el consumo , siendopreciso para adquirirlos , emplear serviciosproductivos con demasía en la creacion deotro producto , y meterse en gastos de proa

duccion harto considerables. Considere us-ted ahora , amigo mio, el mal que se hacepromoviendo expensas inútiles, y multipli-*cando los consumidores improductivos.

Lo que prueba en cuánto grado los gas.

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90tos de produccion presentan un obstáculoreal , contrario á la venta , es el rápido des»pacho de un obgeto que se abarata por re-sultas de haberse encontrado algun mediomas pronto y económico de produccion. Sipor esta causa se rebaja una cuarta partede su precio anterior , se duplica en seguida/a cantidad de lo que puede venderse delmismo obgeto, y es porque entonces lo ad-quieren todos con menos trabajo , ó pormenos gastos de produccion. Cuando enfuerza del sistema continental se necesitabapagar por cada libra de azucar 20 reales ,aplicados , fuese á la produccion de la mismaazucar , ó fuese á la de cualquier otra mer-cadería que se permutase por ella, la Fran-cia no podia emplear en azucar mas de 14millones de pesetas (1). Ahora que está masbarato este género , consumimos al año porvalor de 8o millones de francos, lo que cor-responde á cerca de tres pesetas por persona.En la Isla de Cuba que está el azucar toda-

(i) Vease el informe sobre la situacion de la Francia

en i813 del ministro de lo Interior de aquella época,

no obstante que tenia interés en disimular esta dismi-nucion de comercio.

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91vía mas barata, cada persona libre consumepor mas de 3o pesetas (i).

Sepamos , pues , asentir á una verdad quenos estrecha por todas partes , y es que echarimpuestos exorbitantes con la concurrenciade una representacion nacional, real ó ilu-soria , ó sin ella, es aumentar los gastos deproduccion , sin aumentar la utilidad de losproductos, ni la satisfaccion que los consu-midores pueden sacar de ellGs; es cornomultar á la produccion , A Lo QUE CONSTI-

TUYE LA EXISTENCIA DE LA SOCIEDAD. Mascomo entre los productores hay algunosmejor situados que los otros para echar so-bre estos la carga que resulta de ciertas cir-cunstancias, estas mismas se hacen mas one-rosas á unas clases que á otras. Un capita-lista puede con frecuencia apartar su capitalde un empleo para dedicarle á otro, á en-viarlo á un pays estrangero. El empresariode una industria suele tener tambien bas-tante fortuna para suspender sus trabajosdurante algun tiempo : y así el capitalistay el empresario muchas veces no dejarán dedar la ley en las condiciones , al mismo

(I) Humbolt : Ensaro sobre la nueva Esparia :tom. 37

pág. i83.

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92tiempo que el operario está: obligado á trate.bajar constantemente y á cualquier precio I

aun cuando la produccion no le rinda paravivir. Vea usted cómo los gastos excesivosde produccion reducen en ciertas nacionesá varias, clases de ciudadanos á no consumirsino lo mas preciso para su existencia, y álas últimas clases á perecer de necesidad.Con que, segun usted mismo (i) , ¿no eseste el mas bárbaro y funesto de todos losmedios de disminuir el número de los hom-bres (2) ?

(i) Véase el Tratado sobre la poblacion , de Malthus ,

lib. II , cap. r z de la traduccion francesa , y cap. 13de la quinta edicion inglesa.

(2) M. Malthus , persuadido siempre de que hay cla-ses que sirven á la sociedad por la única causa de queconsuman sin producir , tendria por una calamidad el.que se pagase á los prestamistas de la Inglaterratotalmente, ó una parte muy grande de la deuda pública.Yo pienso muy al contrario que esta operacion seriaventajosísima á aquel pais, respecto á que entonces ha-liándose reembolsados los acreedores del Estado, trastarjan de proporcionar algun otro rédito á sus capita-les ; los contribuyentes expenderian los 4o millones -de esterlinas que pagan ahora á los acreedores del Es-tado ; todos los productos se pondrian mas baratos ,rebajándose del impuesto actual 4o millones de ester.trinas; el consumo rór la pajona, vazop. §e Alargazia onrys.

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93Aquí se presenta otra obgeción que pa-

rece la mas fuerte, porque se apoya en unegemplo que impone respeto. En los Esta-dos -Unidos no tiene muchas trabas la prosduccion, los impuestos son llevaderos ; y noobstante allí como en otras partes sobranlas mercaderías , y no cuentran salida paraellas los comerciantes. « Estas dificultades ,dice usted ( pág. 798 ), no podrian atribuirseal cultivo de malas tierras, á las atadurasde la industria , ni al exceso de los impues-tos. Alguna otra cosa , pues, independientede la facultad (le producir , se requiere parael aumento de las riquezas.

Pues mire usted , todavía creo yo que la fa-cultad dt; producir, á lo menos por de pronto,es lo que les falta á los Estados-Unidos , paraque los americanos puedan disponer venta-josamente de los productos superabundan-tes de su comercio.

La situacion dichosa de aquel pueblo , quedurante una guerra larga ha gozado casisiempre las ventajas de la naturalidad, ha

A...mm.~111

siderablemente ; los operarios encontrarían trabajo ,en lugar de los sablazos que les tocan cada dia ; y porcierto que todos estos resultados no me parece quidpudieran inquietar á los amantes del bien público.

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94inclinado con demasía su actividad y suscapitales al comercio exterior y- marítimo.¡os americanos son intrépidos ; navegan por-poco dinero ; ., en los viages largos han intro-ducido maniobras que los acortan , los hacenmenos costosos, y corresponden á la perfec-cion sucesiva de las artes que disminuye losgastos de la produccion, en fin , los ameri-canos se han atraido todo el comercio ma-rítimo que no han podido hacer los ingleses,y ellos son los que por espacio de muchosaños han servido de mediadores entre todoslas potencias continentales de la Europa ylo restante del mundo. Todavía han sidomas felices que los ingleses, donde se hanhallado en concurrencia con ellos , comoen la China.

é Qué ha resultado de todo esto ? Unaabundancia excesiva de aquellos productosque proporciona la industria comercial ymarítima ; y luego que la paz general havuelto á franquear los mares , los navíosfranceses y holandeses se han echado conuna especie de furor en medio de la carreraque acababa de abrírseles. No sabiendo elestado en que estaban. las naciones de ultra-mar , sin conocimiento de su agricultura,de_ sus artes , de su poblacion , y. de sus re.%

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95cursos para comprar y Consumir; totos na.víos salvándose de una larga opresion, hanllevado á todas partes con profusa abtio.dan cia los productos del continente europeoldiscurriendo que las demas regiones delglobo, que estaban privadas de ellos mu-cho tiempo había, los recibirian con ansia.

Pero para comprar este suplemento ex-traordinarío , se hubiera necesitado al mismotiempo que aquellas otras regiones por suparte hubiesen podido crear al momentoproductos extraordinarios ; porque , vuelvoá repetir la dificultad no depende de consu-mir en Nueva-York , en Baltimore , en laHabana , en Rio-Janeiro, ó en Buenos-Ayresmercaderías de la Europa : en todas estaspartes las consumirian de muy buena ganasi pudieran pagarlas. Los europeos pedianen pago algodones, tabacos, azucar, arrozy el mismo pedido hacia subir el precio deestos géneros : y como por mas caros queestuviesen , y por mas que escasease el di-nero , que es una mercadería tambien , erapreciso tomar uno ú otro , ó volverse sinpago , estas mismas mercaderías , escaseandocada dia mas en los lugares de su origen ,se hacian mas abundantes en Europa , y líanacabado por serlo demasiado para venderse'

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ht3bien , aunque el cOnsurtio de la Eti;fhprhéhaya aumentado mucho despees Ade la pazbe estas causas procede el qué no %ayaisido ventajosos los retornos que hemos vistoúltimamente. Pero supongamos por un mo-mento que tanto los productos territorialescomo los fabricados de la América del nortey de la América del sur repentinamentehubiesen sido muy considerables al tiempoque se hizo la paz ; en este caso sus pobla-ciones •rnas copiosas y mas productivas hu-bieran comprado fácilmente todo cuantohubiesen llevado allá los europeos, y estoshubieran recibido á precio cómodo retor-nos ricos y variados.

En cuanto á los Estados-Unidos, este efectose realizará, sin que me quede la menorduda`, luego que puedan agregar á los ob-jetos permutables que les proporciona sucomercio marítimo (i) , mayor cantidad desus productos territoriales /(2), y quizás tam-

(i) Los productos comerciales que los Estados-,Unidos nos suministran en cambio , son : azucar dela India , de la China y de la Habana , café, té , ma-hones , añil , gengibre ruibarbo 7 canela seda encrudo , y pimienta.

el) Los productos que sacarnos de su territorio y de-rsuil artes son : algodon , tabaco , potasa , ,a.rrozaceyte de ballena , y palo de tinte.

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97bien algunos productos fabricados. Su culltivo se extiende, sus fabricas se multiplicar'y por una consecuencia natural la poblaeionva tomando con rapidez un incrementaasombroso. Al cabo de pocos años, el conljunto de sus industrias formará una masagrande de productos, entre los cuales halla-remos mas artículos de retorno favorable ,ó por lo menos otros aprovechamientos deque los americanos emplearán parte en com-prar mercaderías europeas.

A los Estados-Unidos se llevarán aque-llas que sepamos nosotros hacer á menoscosta , y traerémos las que el suelo y laindustria de los americanos produzcan pormenor precio que otros. La naturaleza delos pedidos determinará la naturaleza delas producciones; cada nacion se empleará.en multiplicar los productos que haga conmas acierto, esto es , con menos gastos deproduccion y de esta actividad resultaránpermutas ventajosas para todos y de mimodo permanente. Mas estás mejoras co->merciales piden algun tiempo : el talento yla experiencia que exigen las artes, no sezulquieren en pocos meses ; se necesitanaños. Despues de varias tentativas felices 'éinfelices sabrán los 'americanos cuáles soá.

7

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98los productos fabricados que pueden sacarcon mas acierto (1);• y entonces ya no se tesáeberá llevar de aquellos artículos ; pero losbeneficios que encuentren en esta produc-cion ,. les proporcionará la facultad de com-prar otros productos europeos.

Por otra parte, las empresas de cultivoterritorial, por mas grande y rápida exten.sion que tome este, no pueden sino muylentamente proporcionar con sus productossalidas á los productos de la Europa. A pro.porcion que se dilatan el cultivo y la civili-zacion allende los montes Apalaches , elKentuky y en los territorios de Indiana yde los 'fineses, -las primeras ganancias quesé, sacan, es preciso destinarlas á la manu-tencion de los colonos que se traen de losestados de poblacion mas antigua, y á laconstruccion de sus alojamientos. Atendidas

(i) Los trabajos fabriles que un pueblo nuevo puede

qecutar con mas suceso , son de ordinario aquellos

que consisten en preparar las materias propias de su

suelo ó de un, comercio poco costoso. No es probable

ilue los Estados-Unidos lleguen á suministrar palios

á la "Europai pero tal vez la proveerán pronto de ta-

bacos compuestos:, de azucares refundas, y quien sabe

si no llegarán á hacer tainbien telas de algodon masbaratas que , 1as de Ingla,terra.

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estas primeras necesidades, los beveficiosque quedan se emplean en extender imudes-montes ; y si todavía hay algun sobramtd,en la egecucion de productos fabriles pa?ael consumo local : de manera que los ahor-

ros de cuarto orden son los únicos que seaplican á manipular y transformar los pro-ductos del suelo propio para consumo deotros pueblos. Solo entonces pueden, losestados nuevos principiar á ofrecernos á loseuropeos alguna salida de nuestros géneros ;pero claro está que de ,nada nos puedenvaler durante su infancia, y mientras su pó-blacion no haya tenido tiempo de fijarse,estenderse y sacar productos territorialesbastante copiosos para hallarse en la nece-sidad de permutar su valor por otros de otros,de otra clase ó de otro suelo. Entonces, parel natural progreso de las cosas , las pueblosen lugar de transportar productos en bruto,transportan aquellos en que ya han podidóhacer algunas modificaciones, y por lo mismotienen mayor valor bajo menor volumen, ypueden soportar mejor los gastos de unalarga travesía. Estos productos nos llegax4aá su tiempo por la Nueva Orleans, ciudad clikestá destinada á ser al gun dianno cie 146 de-pósitos mas grandes del mundo.

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/o°Pero todavía no hemos Alegado •á este

punto; y asi no es extraño que 'ilaS produ6cienes de los Estatlo-Un idos no hayan.po.dicto 'ofrecer salidas análogas al impulso cormercial que se hw , sentido en Europa des-pues d1 paz.. ¿Cómo-,podemos admirarnossiquiera 'de queAlos productos mercantiles,traidós por lost,- mismos americanos á stisptiettos de resultas de una excesiva propen-sion-á industriaánáutica, sean muy supe-riores á su propio consumo?

Ya- vé usted, amigo mio, que este hechono es sino muy conforme á la doctrina queprofesan sus antagonistas.

Ahora volviendo á la penosa situacion queexperimentan en Europa todos los ramos deindustria, podría añadir al desaliento resul-tante de los gastos de produccion excesiva-merk multiplicados , los desórdenes queÑernejantes gastos introducen en la produc-tiod , ten la dinribucion y el consumo de losvaIóres , oduciclos; désordenes _que traenmuchas veceá» al mercado cantidades supe-rióres á las necesidades, alejando de él lasque ipodrian venderse, y cuyo precio emlplearian los vendedores en la compra de laspi.imeras. Algunos prodúctores aspiran á re,-cobrar , por la c.autidad .de lo que producen,:

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ioxtina parte del valor de lo que devora el fisco.Hay tambien c:ertos servicios produktIvosque logran, substraerse del ansia de los ageraTtes del fisco , como muchas veces suced9respeto al servicio de los capitales, -los cual.suelen continuar rindiendo los mismos in-tereses , al paso que las tierras , las casas y.las manufacturas se hallan recargadas coiexceso. Un operario que penosamente puedesustentar su familia , repara alguna vez meodiante un trabajo excesivo el perjuicio delbajo precio de las hechuras. ¡No es esta tam.bien una de las causas que alteran el ordennatural de la produccion , y obligan á pro-ducir mas (le lo que se hubiera producidoconsultando únicamente las necesidades delos consumidores ? No todos los obgetosde nuestro consumo son igualmente neceesarios: y asi antes que uno reduzca á. lamitad su consumo de trigo, se reduce á unacuarta parte del consumo de - carne, y 'seabstiene enteramente del consumo de ara••car. Hay capitales de tal modo empeñadosen ciertas empresas, particularmente en lasfabricas , que muchas veces sus einpre.sarios se resignan á perder los intereses.,á sacrificar los beneficios de su propia indus.tria, y 4ontinúan trabajando tan solo por

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o 2sostener la enipresa hasta 6ft-á' épocafavorable , y por no perder el` londo de ellaotras veces porque. temen perder buenosoperarios , que la suspension de la obra obli..garla á dispersarse ; y últimamente, hay circuristancias en que la humanidad de los em-presarios es la única causa de continuar unafibriéacion 'á que ya no corresponden lasnecesidades. De esto resultan desórdenesen la série de la produccion y del consumo ,rfias graves todavía que los que nacen de labarrera de las aduanas y de la vicisitud delas estaciones. De esto resultan tambien pro-ducciones inconsideradas , récursos á me-dios ruinosos y comercios enteramenteperdidos.

Observaré al mismó tiempo, que aunqueel mal sea grande , puede parecer todavíamayor de lo que es. Las mercaderías queabundan can exceso en los mercados delutrivrso, pueden chocar á la vista por su:masa, amedrentar al comercio por el en-:vileciMiento de sus, precios , y con todo eso‘no{ser mas que una. parte muy pequeña delas 'mercaderías hechas y consumidas de cada";género. 'No hay almacen que no se va-icara eri poco tiempo , si toda especie doproduceion de la. mercancía « -que contiend

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o3llegase á cesar simultáneamente tvn„ todoslos lugares -del mundo. Se ha obseryldotambien , que por poco que excedan las rmmesas á las necesidades , esto basta pan,alterar considerablemente los precios : y esjusta la observacion que se halla en el Es-ipectador de Addisson (n°. 200 ) que es basatan te exceda la cosecha de granos en una doycima parte á su consumo ordinario , paraque estos bajen á una mitad de precio. D •

rymple (1) hace otra observacion muy aná-loga á estas. No se extrañe, pues, que un cortoexcedente se haya representado muchas ve*ces como una superabundancia excesiva.

El aprecio de esta superabundancia, comoya he indicado, depende tambien de la faltade conocimiento que suelen tener los proa.ductores ó los comerciantes de la naturalezay la estension de las necesidades de los lata«ares á donde envian mercaderías. Duranteestos últimos años se ha aventurado un grannúmero de especulaciones, porque -babisr,muchas relaciones nuevas entre diferentenaciones. En todas partes faltaban datos de,aquellos que deben tenerse presentes parahacer un buen cálculo ; pero de que muchos

(1) Considerations on the polio of entails , pág. i44

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o4se hayan hecho déggraciad~-negocios

por esta causa, se sigue que fuese imposb/e hacerlos con mas fortuna teniendo ma-

yor instruccion P Me atrevo á pronostiear 7

que al paso que las nuevas relaciones áeharán m' as antiguas y se apreciarán mejórlas necesidades reciprocas , cesarán en todaspartes los atascamientos de mercaderías , yse establecerán re aciones, permanentes demútua utindad.

Pero al mismo tiempo conviene dismi-nuir por grados , \ en cuanto lo permitanlas circunstancias de cada estado, los incon-venientes generales y permanentes que na-cen de una produccion costosa con demasía.Es necesario persuadirse bien de que cadauno venderá con tanta mayor facilidad susproductos , cuanto mas ganaren en ellos losotros hombres; que no hay mas que un solocamino para ganar , el cual es producir , biensea por su trabajo , ó por el de los capitalesy tierras que se poseyeren ; que los consu-

midores ixnproductivos no son sino hombressustituidos á los consumidores productivos;que cuantos mas productores hay 5 mayor

es el número de los consumidores ; y quepor la misma razon , toda nacion se interesaen la prosperidad-de: las -demás todas se

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o5-IntoreSfan en tener juntamente 11.5 lcomuni-caci9nes mas: fáciles, porque cualquier di-ficuliad equivale á, un aumento de pitos._

Esta es, la doctrina sentada en mis escri-tos , y que confieso á usted, no me•pareéeque hasta ahora- haya podido nadie con tras.r.tarla. He tomado la pluma para defenderla,no porque es mia qué significa cerca deintereses tan gtandes un miserable amorpropio de autor ? ), sino por ser social ensumo grado , por mostrar á los bonibre,s lafuente de los bienes verdaderos , y apartar-les de los medios de agotarla. Lo denlas deesta doctrina no es menos útil en cuantoá que nos enseña que los capitales y las tier-ras no pueden producir sin ser antes pro-piedades respetadas; que el pobre mismotiene interés en defender la propiedad delrico ; que por consiguiente está interesadoen el mantenimiento del buen orden , por-que una subversion que pudiera proporcio-narle alguna ganancia pasagera, le privaríade una renta permanente. Cuando se estudiala economía política como merece estudiar-se; cuando una vez se ha notado en el dis-curso de este estudio que las verdades masútiles estriban en los principios mas ciertos,nada nos interesa tanto como poner estos

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it 05, it14i

principios al alcance de todas las hateligen.cias. No aumentemos sus dificultades natu.rales por medio de abstracciones inútilesni volvamos á dar en la ridiculez de loseconómicos del siglo 18 con sus discusionesinterminables sobre el producto ridto de lastierras : describamos con exactitud cómose practican los hechos y y mostremos senacillamente cómo se -encadenan; .entoncestendrán nuestros escritos una utilidad prác.tica muy grande y el público estará llenode reconocimiento á los escritores que colmo'usted tienen tantas luces para ilustrarle.

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CARTA CUARTA.

Mui señor mio : en vano he buscado enlos Principios de economía política de ustedcosa que pudiese fijar las opiniones del pú-blico acerca de las máquinas, y respectoá los métodos abreviados en general, quealigeran en las artes la hechura, y multi-plican los productos sin aumentar los gas-tos de produccion. Deseaba hallar en estaobra principios determinados , formas ri-gorosas de raciocinio, de aquellas que exigenel convencimiento, y á las cuales tiene acos-tumbrado al público el Tratado sobre la po-blacion ; pero no he encontrado la mismaseguridad que en este , examinando los cita,.dos Principios.

Paréceme , ( viéndome reducido á em-plear algunas veces esta fórmula despues dehaber leido las demostraciones de usted);paréceme que todas las ventajas atribuidaspor usted á las máquinas , y generalmenteá los medios expeditos de producir , se ci-hen á la de multiplicar los productos, detal modo que aun cuando baje su valor ve-

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zoSnal la suma ‹'de su totalc .:Mor e,leeda átioque era todavía antes de 4,aliarse el métodoperfeccionado (1). Es indisputubletaja que usted señala ; y ya se había reparadoque el valor total de las mercaderías de al.godon, asi como el número de los opera-rios ocupados en esta industria, se habíanaumentado notablemente desde la introdu-cion de los medios expeditos. Otra obser-vacion análoga estaba hecha tambien res-pecto á la prensa de imprimir : máquinaempleada en la multiplicacion de los li-bros , cuyo producto ocupa actualmente,sin contar con los autores, á un número

Á

(r) « Inventada una máquina que trayendo algunahorro en las hechuras , ocasiona baja dé precio en.las mercaderías el ,efecto ordinario es un aumento,de pedidos , de tal naturaleza que el valor total de la,masa de mercadería hecha por este método , excedamucho al valor total que tenia antes la misma merca-dería , y se aumente mas bien que se disminuya elnúmero de los operarios empleados en su fabricacion.Malthus : Principios de economía política pág. 402.

« Pero debemos convenir en que la ventaja princi-pal resultante de la sustitucion de las máquinas al tra-bajo de brazos, depende de la extension que toma el

despacho , y del fomento que de ella resulta en el con-sumo ; pues sin eso la 'ventaja de esta sustitución casise desvanecería. (pág.. 412).

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Dogmucho mayor de prsonas industriosas, queen el tienipo en que los libros se copiabande mano, y que 'vale mucho mas en Rimaque cuando los libros estaban mas caros.

Pero esta ventaja cierta y realísima no etmas que una de las muchas que han encon-,trado las naciones en él empleo de las má-quinas. No tiene ella relacion sino con cier-tos productos, cuyo consumo era susceptiblede bastanteáncremento 'para contrapesar ladisminucion de su precio ; al paso que enla introducion de las máquinas hay unaventaja coman á todos los métodos econó-micos y expeditos en general : ventaja quese percibiría, aun cuando el consumo delproducto no fuese por su naturaleza suscep-tible• de incremento, y ventaja que debut.rigorosamente apreciarse en unos Principiosde economía política. Perdone usted si para,hacerme entender, tengo que inculcar al-gunas nociones elementales.

Las máquinas y los instrumentos son uno'y otro productos que inmediatamente 081'pues de su produccion se colocan en la clasede los capitales, y se emplean en la forma-don de otros productos. La única diferen-cia que hay entre máquinas é instrumentos5es que las primeras son tinos instrumentos '

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D IO

complicados, y que los ,idstrumentos'Ionunas máquinas muy sencillas. Como no exis=ten instrumentos ó máquinas que engendrenfuerza, los debemos considerar tambien comomedios de transmitir una accion ; una fuerzaviva de que disponemos , en un obgeto queha de ser modificado. De este modo el mar•tillo es un instrumento , por cuyo medioemplearnos la fuerza muscular de un hom-bre para adelgazar en ciertos casos una lá-mina de oro ; y los martinetes de una herre-ría grande son del mismo modo instrumen-tos por medio de los cuales empleamos unchorro de agua en adelgazar las barras dehierro.

El empleo—de fuerza gratiiita que nos essuministrada por la naturaleza , no le quitaá una máquina su naturaleza de instrumento.La pesadez multiplicada por la velocidad,que hace la potencia del martillo de un ba-tidor de oro , no es menos una potenciafísica de la naturaleza , que la pesadez delagua que cae de una montaña.

Qué es toda nuestra industria, sino unempleo mas ó menos bien entendido de lasleyes de la naturaleza ? Obedeciendo á la na.turaleza, dice Bacon , es como se aprende ámandarla. ¿ Qué ,difereneia vé usted entre

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'II•

agujas, aq bacer calceta y un telar para ha-cer medias , sino es que este último sea uninstrumento mas complicado y mas poderosoque las agujas, pero que por otra parte em.plea con mas ó menos ventaja las propieda,-•des del metal y la potencia de la palanca ,para fabricar los vestidos con que cubrirnosnuestros pies y nuestras piernas ?

Luego la cuestion se reduce á esto : desventajoso para el hombre poner en la puntade sus dedos un instrumento mas poderoso,capaz de hacer mayor cantidad de obra, óde hacerla mejor, mas bien que un instru-mento tzolavía grosero é imperfecto con elcual se trabaja mas lentamente, con mayorpena y peor ?

1 • Pensaría ultrajar á la buena razon de usted

y á la de nuestros lectores , si dudara un ins.tante de la respuesta.

La perfeccion de nuestros instrumentosestá unida á la perieccion de nuestra espe-cie, y ella presenta la diferencia que se ad.vierte entre nosotros y los salvages die losmares australes , que tienen hachas de pe-dernal, y agujas para coser formadas con es-pinas de. pescado. Ya no le es permitido alque escribe de economía política, quererceñir la introduccion de los medios que gel

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acaso ó el numen pusieren/ eh huestrasiihá.nos ; y aun haciéndolo con el obgeto dé coal-servar mayor cantidad de trabajo , ti,nuestrosoperarios. El tal se expondría á que emplea.sen todos stis raciocinios en probarle quedebiéramos, volviendo atras en lugar de iradelante por la carrera de la civilizacion ,renunciar sucesivamente al uso de los des-cubrimientos que tenernos hechos, y dejarnuestras artes todavía mas imperfectas , paramultiplicar nuestras incomodidades , dismi-nuyendo nuestros placeres.

No hay duda que tiene inconvenientes elpasar de un orden de cosas á otro, aunquesea de uno, muy imperfecto á otro mejor.¿Qué hombre de juicio querria derribar deun golpe todas las trabas que atan á la intdustria , y las aduanas que separan á las na-ciones , aun siendo tan perjudiciales parasu prosperidad? En estos casos el deber delas personas instruidas , no consiste en suge-rir motivos para alejar y proscrilir toda es-pecie de mutacion , só pretexto de los incon.venientes que trae consigo; sino en apreciarestos inconvenientes , en indicar los mediosfactibles de alejarlos , siendo posible, ó dis-minuirlos , á fin de facilitar la adopcion deuna mejoría deseable.

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it 13El írretínveniente en esta ocasion es una

mudanza de renta, mas ó menos penosatuftndo es inopinada , para la clase que-ivédisminuirse la suya. La substitucion de lasmáquinas disminuye (algunas veces, no siemb.pre ) la renta de aquella clase cuyo fondoconsiste en facultades corporales y de susmanos , para aumentar la renta de la otraclase cuyo fondo consiste en facultades in-telectuales • y en capitales. Me explicaré enotros términos ; las máquinas expeditas y

•prontas , siendo por lo general complicadas,exigen capitales mas considerables : por con-siguiente obligan al empresario que las em-plea á comprar mas de lo que hemos llamadonosotros servicios productivos de los capitales,y á comprar menos de lo que llamarnosservicios productivos de los operarios. Al mis-mo tiempo, como exigen su direccion generaly particular mas combinaciones tal vez y unamultiplicacion de negocios mas permanentey considerable , reclama mayor porcion deaquel género de servicios productivo& pmcausa la renta de los empresarios. Una lie-landería de. algodon con un torno sencillocorno se veían muchas entre las familias dela Normandía , á penas merece el nombre deempresa ; al paso que una hilandería de á-

S4

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z'4godon por mayor, es una empresa de grandeconsideracion.

Pero el lin& importante efecto 5 aunquietal vez 4 el menos sentido, que proviene delempleo de las máquinas y en general decualquier metodo abreviado , es el aumentode renta que les., resulta á los consumidoresde sus productos ; aumento que no cuestanada nadie, y que merece que nos deten-

gamos á hacer alguna explicacion sobre él.Si entre nosotros Se moliera el trigo , como

se molía entre los pueblos de la antiguedad ,á fuerza de brazos , presumo que á penasbastarían veinte hombres para moler la can-tidad de harina que se puede moler en nues-tros molinos con un par de piedras. Estosveinte hombres, en las cercanías de Paris,estando ocupados . . constantemente , costa-tiáii cuarenta pesetas cada dia ; y en trescien-Ws",diás de trabajo, durante el año costaríand'c lrnismo respecto 1 2 7000 fr.

-.La máquina y las muelas cosCarian, ao,000 francos , poco masQ: menos , cuyo interés anual se-Tia de • • roo)

No es regular que entrase nyi.-

13 900 fr,

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115000 fr.

die en una empresa semejantesi no le dejase al año cercade . . 3 000.

De este modo la confeccion dela harina que puede obtenerse deun par (le muelas en un año ,

vendría á costar 16,000 fr.

En vez de este gasto , puedehoy encontrar un molinero quienle arriende un molino de unavuelta por 2,000

Pagará á su criado. . . - . . z,000Y suponiendo que el molinero

gane por su inteligencia y su tra-bajo 3,000

La misma cantidad de harina

puede hacerse por 6,000 fr.geigia~mgm

Ahorrandose Io,000 francos de lo quehubiera costado siguiéndose todavía el mé...todo de los antiguos.

La misma poblacion puede alimentarse,,respecto á que el molino no disminuye lacantidad del trigo molido : los beneficiosganados por la sociedad alcaikzan tambienpara pagar los nuevos productos ; porsrpe

8.

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16luego que hay por 6,000 francos de gastóde producción pagados, hay pfor 6000 fran-cos de beneficios ganados : y goza la socie-dad- de esta 'ventaja esencial, que los hom-bres que la 'Componen , cualesquiera quesean sus medios 'de existencia ó sus ren-tas, bien vivan del producto de su trabajo,de el de sus capitales , ó de el de sus tierras ,reducen la porcion de su gasto consagradoá pagar la hechura de la harina , en laproporcion de 16 á 6 , ó de los cinco oc-tavos. Y asi aquel que gastase ocho pesetasal año en rázon de su sustento, ya no gastamas de 3, lo'que exactamente equivale á unaumento de renta : porque los 5 francosahorrados en este obgeto , han podido em-plearse en cuálquier otro. Si igual perfec-cion se hubiera logrado respecto á todos losdemas procluctos en que empleamos nues-tras rentas , estas hubieran tenido cierta-mente el mismo aumento de los 5 octavos ;y mi hombre que gana 3,000 francos , seahaciendo harina, ó cualquier otra cosa, es-taría realmente tan rico como si tuviese8 mil , lío 'habiéndose encontrado todavíalos métodos perfeccionados.

M. de Sismondi no habia fijado bien enesto su atencion cuando escribió el- pasage

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117siguiente : « siempre que el pedi40, para , elconsumo, diée (I) , excede á los medios deproducir de la poblacion , cualquiera descu-brimiento nuevo en la mécanica ó en laAartes, es un beneficio real para la sociedad,porque la suministra un medio de satisfacer.necesidades existentes.. Y por el contrario,siempre que la produccion alcanza á cubrirplenamente el consumo, cualquier descubri-miento semejante es una calamidad, puestoque no agrega al goce actual de los consu-midores mas que la facultad de gozar pormenor precio , al paso que suprime el re-curso que tenían para vivir los productores;siendo odioso compensar la ventaja de laexistencia con la (le la baratura. "

Es claro que M. de Sismondi no apreciabastante las ventajas de la baratura, ni per-cibe que lo que se gasta de menos en unproducto , puede gastarse de mas en otro'principiando por los mas indispensables.

Hasta ahora no se puede señalar qué in-conveniente haya en la invencion de los mo-linos de harina ; y se descubre la ventajade una Aisminucion en el precio del produe-

~~~1~1www..1

(i) Nuevos principios de economía política, torio. II,pag. 317.

I>

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118to, que equivale á un aumento 1de renta paratodos los que hacen uso de ellos.

Pero este aumento de renta que se pro-porciona á los consumidores, está tomado,dicen , de los beneficios de 1 9 infelices queel molino ha (tejado sin trabajo. Yo lo niego.Los 19 trabajadores se quedan con su fondode facultades industriales , con la mismacapacidad, la misma disposicion al trabajoque tenian antes. El molino no les pone enla necesidad de q uedarse sin ninguna ocupa-don , sino en la de escoger otra. Muchascircunstancias hay que traen iguales incon-venientes , sin compensarlos con el mismobeneficio. La moda que se acaba; una guerraque tapa una salida ; un ramo de comercioque muda de curso , hacen cien veces masdaño á la clase fabril , que cualquier nuevométodo económico que pueda descubrirse.

Supongo que se insista todavía y se digaque los 19 trabajadores vacantes, aun su-poniendo que encontrasen al momento ca-pitales para dedicarse á otra nueva industria,no venderían sus productos 5 porque de esten'iodo tomaría aumento la masa de los pro-ductos de la sociedad , y no lo tomaría lasuma de sus rentas. Se ha olvidado, pues,que las rentas de la sociedad quedan aumen-

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X49.tadas par el hecho mismo de la , produccionde los 1 9 trabajadores nuevos ? El salariomismo de su trabajo es la renta que les s*r-,mite adquirir el producto de su trabajo 6permutarle por cualquier otro producto equi;valente, como . lo dejo ya bastante probadoen mis cartas precedentes.

No queda, pues , rigorosamente hablando,otro inconveniente que la necesidad de mu-dar de ocupacion. Luego los progresos quese hacen en algun género determinado, sonfavorables á la industria en general. El au-mento de rentas que le resulta á la sociedadde un ahorro en sus gastos , se emplea enotros obgetós. A los 19 hombres que hasta en-tonces hablan molido grano, les queda cer-rada una sola ocupacion , al mismo tiempoque se les abren otras cien ocupaciones nueva só las encuentran en la extension que tomanlas ocupaciones antiguas. Yo no quiero otraprueba de este supuesto, mas que el aumentoque sucesivamente han eftgerimentado lapoblacion y las labores de todos los lugareken que se han perfeccionado las artes. Etmucho hábito que tenemos de ver los pro-ductos de las artes nuevas , no nos deja re-pararlos ; pero si los antiguos habitantes deEuropa pudieran volver á vivir con nosotros;

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2Ocuánta no sería su sorpresa! Figurémonbs

por un instante que algunos de los mas ilus4trados entre los antiguos, como un Plinioó un Archimedes vinieran á pasearse á una,de nuestras ciudades modernas ; pensarianhallarse rodeados de prodigios. La abun-dancia de nuestros cristales y de nuestrosvidrios, la multitud y tamaño de nuestrosespejos de vestir, nuestros reloges de sobre-mesa y de faltriquera, la variedad de nues-tros tegidos , nuestros puentes de hierro ,nuestras máquinas de guerra , nuestros na-víos etc, les sorprenderían mucho mas de loque cabe en toda expresion. Si entrasen ennuestros talleres , ¡ qué multitud de ocupa-ciones no encontrarían de que no tuvieronla menor idea! Pudieran imaginar siquieraque en Europa 3o,000 hombres trabajan to-das-las noches en imprimir gacetas , que seleen por la mañana tomando té, café, cho-colate ú otros alimentos, tan nuevos paraellos corno los mismos papeles de noticias?Pues no dudemos, amigo mio , que si va ade-lante la perfeccion de las artes , como nopuedo menos de pensar ; es decir, si toda-vía producen mas por menos coste , dentrode algunos siglos nuevos millones de hom-bres producirán cosas que . si pudiésemos ver-'

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121las, no&ousarian a misma sorpresa que su-ponemos experimentarian Archimedes yPlinio , si volvieran a` ,ora á la vida. Tenga-mos cuidado, nosotros los que investigandola verdad embadurnamos papel , de que sinuestros escritos llegan á nuestros deseen.dientes, el miedo que nos meten los adelan-tamientos actuales de las artes que habranellos mejorado muchísimo , podrá parecer.les muy ridículo. En cuanto á los operariosde su pays de usted , tan mafiosos y tan mi,*serables al mismo tiempo, nuestros deseen..dientes los mirarán tal vez como á personasobligadas para ganar su sustento á baylarpor la maroma con un enorme peso colgadode sus pies. Leerán en la historia , que paraque pudieran continuar baylando, cada diase discurrian nuevos arbitrios, excepto elúnico eficaz , que era aliviar á sus pies delpeso ; y entonces nuestros descendientes ,cansados de burlarse de nosotros, quizás nosmirarán con compasion.

He dicho que un adelantamiento inopia.nado en las artes podia tener inconvenientes pasageros; y por fortuna los que acom-paiian á la introduccion de los métodosabreviados, se mitigan por ciertas circuns-tancias, de las cuales algunas han sido ya

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122observadas , y otras no se han conocidotodavía. Se ha dicho (y usted mismo con,viene en que esta circunstancia sola podiasalvar el inconveniente) se ha dicho que labaratura que resulta de la adopcion de unmétodo económico, fomenta el consumo entanto grado que la misma produccion ocupamas gente que antes; asi corno se ha obser-vado en el hilado y tegido del algodon. Yoaiiadiré á esto, que al paso que se multipli-can las máquinas y los medios expeditos ,se hace mas dificil el descubrimiento de otrosnuevos ; especialmente en un arte antiguoy que ya tiene sus operarios formados. Lasmáquinas mas sencillas son las primeras que

__se han presentado , y las mas complicadashan venido despues ; pero á proporcion quevan complicándose , es mas costoso su es-tablecimiento , y exigen para su confeccionmas trabajo de obreros, el cual indemnizaen parte á esta clase de los que pierde porel empleo del nuevo método. La complica-cion y subido coste de una máquina sonobstáculos que entorpecen el pronto uso dela misma : por egemplo , la máquina de tun-dir los paños mediante un movimiento derotacion, ha costado al principio de oo á120 mil reales : muchos fabricantes no se

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123encontraronantraron desde luego con esta -nluegodaddisponible ; otros dudaron y aun dudan paracomprarla , hasta ver mas fijamente confir-mado el suceso. De esta lentitud en la in-troduccion de las máquinas nuevas resultansalvados casi todos los inconvenientes. Ulti-mamente confieso á usted que casi siemprehe visto en la práctica meter mas miedolas máquinas nuevas que hacer darib : encuanto al bien real y permanente que ha-cen , no cabe la menor duda.

M. de Sismondi pone en cotejo lo quesucedería si cien mil calceteras con sus agu-jas , y mil operarios armados de un telar demedias, fabricaran , cada cual por su lado ,diez millones de pares. El resultado quesaca en este último caso , es que los con-sumidores de medias no economizarian masde dos reales en cada par , y no obstanteuna fabricacion que alimentara á cien miloperarios , ya no podria sustentar mas queá mil y doscientos. Pero para llegar á esteresultado establece supuestos que no sonadmisibles.

A fin de probar que los consumidores nopagarían por las medias sino dos reales me.1nos, supone que los gastos de produceipn,en el primer caso. serian los siguientes :

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124o millones, en la compra de la ,xua71.

teria primera ;16o millones, del salario de cien mil,

operarios , á mil y seiscientosreales cada uno , de los cuales16o se distribuirian entre lose

operarios.

TOT. 200 millones.Y en el segundo caso figura los gastos

del modo siguiente :4o millones, en las materias-primeras,

120 millones , de intereses del capitalfijo y beneficios de los empresa-rios ;

8 millones de los intereses del ca-pital circulante;

8 millones para compostura y reno-vacion de las maquinas ;

4 millones del salario de 1200 ope-rarios.

TOT. i 8o millones , de los cuales quedan álos operarios solos 4 en lugarde 16o.

Yo veo pues en este gasto 120 millonespor intereses del capital fijo , y beneficios .délos empresarios , lo que supondría en unasempresas capaces de ocupar á 2oo operanf»

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125y'r de rendir 15 por roo de sus capitales , uncapital total de 800 millones ; suposieionciertamente extravagante.

Un operario no podria trabajar en dostelares á un tiempo ; y asi mil operarios re-clamarian el empleo de mil telares. Un buentelar de medias cuesta i 400 reales; y por con-siguiente los mil telares costarian 2,400,000reales. Admitimos que los intereses y bene-ficio de los empresarios en este capital, fue-ran (le 15 por 100 ; lo que seria muy de-cente, porque si rindiera mas una industriacomun , muy pronto por la concurrenciaquedaria reducida á este rédito : y siendoesto asi, no encontrarémos mas que 220,000reales en lugar de 120 millones de la parti-da de intereses y beneficios de los empre-sarios.

Ygual observacion recae sobre los 8 mi-llones de gastos (le composturas y conserva-cion de las máquinas ; porque cuando en vezde reparar los telares, se renovaran total-mente cada año , no costarian mas que2,400,000 reales.

Tampoco el capital circulante costaría los8 millones ; porque ¿ de qué se componeeste , siguiendo siempre la hipótesis de M. deSismondi? De la materia primera que figura

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I 26en 4o millones , y de los salarios ciudManta á 4 millones : total 44 millones, cuyointerés á 5 por roo , es 2 7 200 1000 reales,Pero corno en esta industria puede termi-narse y venderse el producto en menos deseis meses , el capital pagado por el añopuede emplearse dos veces, y no costaríacada vez mas que r,roo,000 reales en lugarde 8 millones.

Todos estos gastos reunidos no formantodavia mas que la suma de 48,220,000 rea-les en lugar de 200 millones , que admi-tiendo las bases de M. de Sismondi costarianlas medias hechas con la aguja. Estoy dis-tante de creer que pudibra ser tan grandela economía , porque si el autor ha exage-rado muchísimo el capital de las máquinasha atribuido á estas tambien excesiva efi-cacia , suponiendo que por medio de ellas1200 operarios harian tanto como cien mil;pero digo que si fuera tal la economía deesta produccion , el bajo precio' de las me«,dias ó 'de cualquier otro vestido que se pu-diera hacer del mismo modo que las medias,favorecería tanto su consumo qué en vez de;ver los cien mil operarios que se suponenempleados en hacerlas, reducirse á 1240 , seles verja pdroblablemerne ascender á soo;mil.

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(V 27Y si.el consumo de este objeto en parti-

cular no soportara esta multiplicacioncesiva de un mismo producto , la demandase aumentaria con respecto á otros : porquetenga usted cuidado , en que despees de laintroduccion de las máquinas , se encuen-tran siempre en la sociedad las mismas ren-tas, esto es el mismo número de trabaja-dores, la misma suma de capitales y las mis-mas tierras. Con que si en vez de consagrar,de esta masa de rentas , 120 millones cadaaño á hacer medias , no se necesita gastar ,por medio de los telares , mas que 48 , los72 millones restantes son aplicables á otrosconsumos , no siéndolo á la extension deaquel mismo.

Hé aqui lo que enseñan los principios ,y lo que se halla confirmado por la ex-.periencia. Los trabajos que padece la po-blacion de la Inglaterra , y de que se la-menta M. de Sismondi con el acento de unfilantropo verdadero , dimanan de otrascausas : dimanan principalmente de susleyes sobre los pobres, y conforme tengoya insinuado , de una masa de impuestosque hace excesivamente costosa la pro-duccion ; en tal modo que terminadoslos productos, una parte muy grande de

4

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I 2 8 . .

los consumidores no gana bastante parallegar al precio que está uno obligado ápedir por ellos.

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CARTA QUINTA.

Muy señor mió: al leer los Principios deeconomía política de usted , el primer obgetoque debió fijar mi atencian, era esa graveenfertnwlad que aflige actualmente al tinagehumano , no dejándole vivir de sus produc-tos. Aunque siguiendo el buen orden delas ideas, dniera preceder al examen de esteaccidente, una discusion acerca de la natu-raleza de las riquezas , para ayudar al espí-ritu á comprender todos los fenómenos re-lativos á su fo•macion y á su distribucion,110 he pensado que debia principiar por ella,en cuanto á lo que parece interesar mas par-ticularmente á los que cultivan la economíapolítica como ciencia , y sin mira ninguna álas aplicaciones. Con todo , eso , no podrésoltar la pluma sin haber manifestado áusted mi opinion acerca de este punto : lúa-y-ormente autorizándome á hacerlo la noblefranqueza con que recomienda usted las disecusiones que contribuyen á la ilustracion delpúblico. « Es de desear, dice usted (en la

*u a to 4), que aquellos que mira el públicop

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i3o« como jueces competentes, convengan en« las proposiciones principales. " Por estamisma razon deben entenderse con toda laperfeccion posible.

Usted reprueba , por demasiado vaga, ladefinicion que da de la riqueza milord Lau-derdal e , diciendo que es todo aquello quegel hombre desea como pudiendo serle útil óqagradable ; y en mi juicio tiene usted mui,cha razon. Busco despues la definicion quecree usted que debe stibstituirse á esta , yadvierto que da usted el nombre de riquezas,á todos los obgetos materiales que son ne-cesarios , útiles ó agradables al hombre (pág..28 ). La única diferencia que encuentro en,estas dos definiciones, está en la palabramaterial, que añade usted á la de milordLauderdale, y si he de decir lo que siento ,esta palabra no me parece conforme á la"calidad.

Usted debe presumir mis razones. El des'cubrimiento_ grande de la economía políti-ca, y lo qye la hace una ciencia preciosa,es 'el haber demostrado que pueden crearselas riquezas. Con esto ha podido el hombreaprender lo que se necesita para adquirirlos medios que tanto apetecen todos de sa-tisfacer: sus deseos Pero, como ya dejo o

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I 31servado , excede á la capacidad del hombreel afiadir un solo átomo á la masa de lasmaterias de que sie compone el mundo .» yasi no hay medio : si el hombre crea riqüe-za , la riqueza no es materia : porque el horn.bre, por medio de sus capitales y. de sustierras, solo puede mudar las combinacio-nes de la materia para darla utilidad ; y lautilidad es una calidad inmaterial.

No he acabado todavía , amigo mio; temoque la definicion de usted no contenga elcaracier esencial de la riqueza; y para apo-yar mi concepto , permítame usted entraren alguna otra explicacion.

Todo el mundo ha observado con Aclame

Smith , que un vaso de agua siendo cosapreciosísima cuando hay sed , no era una ri-queza; y con todo eso es un obgeto mate-rial ; es necesario , util ó agradable al hornbre; le comprenden todas las condicionesde la definicion de usted, y no es riqueza:A lo menos no es aquella riqueza que nosproponernos estudiar y sirve de principalobgeto á su libro de usted. ¿Qué le faltalpues , para serlo ? tener valor.

Hay cosas , pues, que son riquezas nata -s"sales , y preciosísimas para el hombre l sinser riquezas de que puede ocuparse la eco;4

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132omía política. ¿Puede acaso esta aumentar,D

las? ¿Puede consumirlas? No; porque siguenotras leyes distintas de las suyas. Un vasode agua está sometido á las leyes de la fi-sica ; el afecto de nuestros amigos, la repu-tacion que gozamos en el mundo , depen-den (le las leyes de la mor- al, y no estan su-getos á las de la economía política. ¿ Y cuálesson las riquezas de que entiende esta cien-cia? Aquellas que son susceptibles de crea-cion y de destruccion, de mas y de menos ;

y por ajillo ¿qué cosa son este mas y estemenos? Valor.

Usted mismo se vé obligado á confesarloen varios lugares de sil obi a. Dice usted (enla pág. 34o)) : « parece, pues , que la riquezade una nacion depende, en parte, de la can-tidad (le los productos obtenidos por sutrabajo ( depende de estos enteramente); yen parte , de adaptar su trabajo á las nece-sidades y á las facultades de la poblacion,con el obgeto de dar valor á sus productos. »En la página siguiente, confirma usted estomismo de un modo mas positivo. Despuesde haber entrado en la cuestion , confiesausted ser evidente que en el estado actualde las cosas , el valor de las mercader ías....-puede considerarse como la única causa de

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9 9JJla existencia de la riqueza. » De este modo ,deba echarse dem, k nos en la dAinicion

(le tpsted una condicion tan esencial comoel valor

Ni esto basta : tendríamos una nacion im-perfecta de la naturaleza (le las riquezas, sino Ile-aramos á lijar el significado de estapalabra calor. ¿ Acaso para poseer grandesriquezits , bastarE. t es!itllar en mucho los lile-,nes que posecmos? Si yo he mandado cons-truir una casa que me parece admirable,y se me antoja apreciarla en 400,000 reales,cl rendre real unan te en razon (le esta casa,la riqueza de 400,000 reales ? Una personaá quien queremos mucho nos hace un re-

galo , el cual por esta razon nos parece de

un preciu inestimable : ¿siguese de eso queel ve' l alo nos deje inmensamente ricos ? Na-

die lo pudiera pensar. Luego para que ciertovalor sea una riqueza , se necesita que seami valor reconocido , no solo por el posee-dor, sino tambien por cualquiel' otra perso-na. ¿ Qué prueba irrecusable puede darse,pues , de que un valor está reconocido , sinoes la (le que para tenerlo , se prestan otroshombres á dar en cambio cierta cantidad deotras cosas dotadas de valor ? No obstanteel aprecio de 400,000 reales que hubiere yo'

J

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134hecho de mi casa , si me es imposible encélh*trar uno que por tenerla quiera dar mas de

200,000 de lag monedas que llamamos unreal , no podré decir que ella vale 400,000reales : su valor efectivo será 200,000; y asi

no tendríamos con la casa otra riqueza que2005000 reales , b iodo lo que puede te..nerse por la suma de 200,00o reales.

Por esta razon ikdam Smith , (t) despuesde haber observado que hay (los especiesde valores, y de haber llamado , con bastanteimpropiedad á mi parecer , al uno calor

, yr al otro valor permutable, se desen-tiende completamente del primero, y en todoel discurso de su obra se ocupa únicamentedel valor rerinutable. Esto mismo ha hechousted , amigo mio , (2) esto mismo ha hechoM. Ricardo , lo he hecho yo , y lo hacentodos , por la justa razon de que BO hayningun otro valor en economía política; por-que este solo está sugeto á leyes fijas, y él

(i) Lihr. 1, cap. 4.

(2) « Es ("S id elite , pues, que el valor de las merca-derías es decir , el sacrificio que para obtenerlas en,

cambio se prestan á hacer las gentes, sea en trabajo ,

en ezialarsicrot-lo artículo, etc." Malthus Principios de9,emomía poli tica , pág. 34 i de la qdicion

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135solo se forma, se distribuye y se destrp.yesiguiendo reglas invariables , que puedenser el obgeto de un estudio científico. NI-una consecuencia necesaria , no siendo elprecio de cada cosa , sino su valor permu-table estimado en moneda, no hay precioscorrientes en economía política : lo queSmith llama precio natural , nada tiene demas natural que todo lo demas , que sonlos gastos de produccion , el precio cor-riente de los servicios productivos.

No quiero disimular que tiene usted unauxiliar respetable y poderoso en M. Ricar-do. No estaba este de acuerdo con usteden la cuestion de las salidas, y ahora le acom-paña en la de los valores; pero á pesar delaprecio recíproco , y de las íntimas relacio-nes que tengo con él, no me he detenido enrebatir sus razones, (i) : porque la pasiortque nos domina al uno y al otro, y me atre-veré á decir que á usted tambien , es el amordel bien público y de la verdad.

Aqui estan las palabras de M. Ricardo :« El valor se diferencia esevcialmente de las

(i) Véanse las notas que he afiadido á la traduccionfrancesa de los Principios de economía política de M.Ricardo, publicada por M. Constando.

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riquezas; porque no depende ,de la abun-dancia (de las cosas necesarias ó agradahks),sino de la dificultad O de la facilidad de suprGíltieeton. El trabaio falmil (k mi millon

Fersonas producirá siempre el mismo

valor, y no producirá siempre la misma ri-queztt. For medio de máquiras mas rerfee-tas, de wia mas e4 en itada, (le110 traba j o 111( ¡er ier,Irtido ; / sur hallazgo

dt' 11S prOprei011e ('a1111)10S

111:15 dC pCTS0-

ria; pratitturr <Lo.; o ¡res vt ces rna-s or canti-

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1u ,z, VaL)F('';

F. .!e str,;-imezi!o fundado en herimos que

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m n ilie al senado cite usted susiiene. rrfá-i

ta l;(' t .',a1)er <1 ')11 -10 CStOS beeliOS COldirtIlaT17

eta v(7_, de debilitar, la doctrina de los va-lores; la doctrina que e s tablece que las ri-quezas se componen del valor de las cosasque uno poste, reservando esta espresion

Prilicipi(ss de eeoni)inía politica , de M. Ricardo,A eGtcioin ing lesa cap, 70,

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de . valor á' los únicos valores reconocidos -ypermutables.

Porque en efecto „7 qué es el valor Binoesta calidad susceptible de aprecio , suscep-

tible de mas y de menas que se encuen-tra en las cosas que uno posee ? Esta Cali-dad es la que nos pi oporciona obtener en

cambio de las cosas quo tenemos aquellas

que necesitamos. Este valor es tantó masgrande , cuanto se puede obtener con la

cosa que tenUlPOS, una cantidad mayor dela cofia que deseamos. Y asi cuando necesito

cambiar un caballo que poseo , por trigo quehe de inetiester, es decir, cuando me con-viene vender mi caballo para comprar trigo,si mi caballo Vale 3,o00 reales, tengo uttvalor doble para emplear en tisio que si micaballo valiera iNoo solamente; tendré do-ble (santidad de fanegas de trio, y al mismotiempo esta porcion de mi riqueza sera do-ble mayor. Alas como el mismo raciociniopuede generalmente aplicarse a todo cuantoposeo., se sigile que nuestra riqueza se gra-(lúa vor el valor de las cosas que poseemos:consecuencia que nadie pudiera rechazarcon razon.

No puede usted llega" tampoco, que tantomas rico es uno, cuanto mayor cantidad po«.

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38seyere de cosas agradables y necesarias pan.el consumo, cualquiera que sea por otra.parte sis valor. Convengo en eso efectiva-mente ; pero ¿ no es acaso tener mas cosasque consumir , tener la facultad y poder deadquirirlas en mayor cantidad ? Poseer masriquezas , es tener en su mano facultadesmira comprar una cantidad mayor de cosasútiles, una cantidad de utilidad mas grande,extendiendo esta expresion á todo cuantonos es necesario ó agradable. Esta propo-sicion nada tiene de contrario á lo que hayde real y verdadero en la definieion que M.Ricardo y usted dan de la riqueza. Ustedesdicen que la riqueza está en la cantidad decosas necesarias ó agradables que uno posée:yo lo digo igualmente; pero como estas pa-labras, cantidad de cosas necesarias ci apa-dables , tienen un significado vago y arbitra-rio, que no puede entrar en una definicionbien, hecha, yo las ciño por la idea de suvalor pennutable. De este modo la limitacionde la idea de utilidad está en ser igual ácualquier otra utilidad que los (lemas hom-bres se presten á ciar en cambio por la queuno posee. Ya entonces hay ecuador : puedecompararse un valor con otro por mediode un tercero: un saco de trigo es riqueza

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339igual á la de una pieza; de tela, ~do launa y la otra pueden permutarse por unacantidad igual de pesos fuertes. Esto es loque si se quiere servirá de base á las compaqraciones , y permitirá estimar un aumentoó una disminucion ; en una palabra , estosson los fundamentos de una ciencia. No loseria la economía política si no los tuviera,y por esta sola consideracion ha salido dela esfera de los sueños. Es esto tan esencial,que usted no puede dejar de reconocerlo,ni formar un solo raciocinio en que no loexprese ó lo suponga: de otro modo bariausted retroceder á la ciencia , en lugar deenriquecerla con verdades nuevas,.

AL paso que la definicion de usted y la deM. Ricardo pecan por falta de exactitud ,carecen de la extension conveniente , noabrazando todo lo que constituye nuestrasriquezas. ¡ Cómo estañan estas cerdas á losobgetos materiales necesarios á agradables!¿Y en qué estima usted nuestra .talento ?¿No es un fondo productiva? ¿ No sacamosrentas de él , y rentas mas ó menos gran-des , asi como sacamos mayor. renta de unafanega de buena tierra que de una fanega detierra ~la ? Yo conozco artistas habites shaotra renta que la que sacan de su talento

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14opropio, y que están muy l'ices. Segun tisoted los ta les no sellan mas ricos oe un

pinta monas.No es posible niegue usted el que forma

parte de nuestras riquezas todo aqtallo quetiene un valor permutable ; componiéndoseellas esencialmente de los fondos producti-vos que poseemos. Estos fondos son ó tier-ras ó capitales , ci fzu ultades personales: los

- .unos pueden cna L, enarse Y no consumirse,(como las tierras ; )s otros e rna<venrse y con-

4 Id

sumirse, como los capitales, y otros ultima-mente pueden consun ► r 1/4 e y no eragenarse,como el talento que perece con apid quelo posee. De estos fondos proceden todas lasrentas (le que vive la sociedad ; y , lo queparece paradógico aunque intiv cierto , todasestas rentas son inmat eria les, pues se deri-ban todas de una calidad inmaterial que esla utilidad. Las diferentes utilidades que re-sultan de nuestros fondos productivos, secomparan entre sí por su valor, al que nonecesito llamar permutable, porque en eco-nomía política ninguno reconozco que nolo sea.

En cuanto í la dificultad que suscita M.Ricardo , diciendo que valiéndose de méto-dos mejor entendidos, puede producir un

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14xmillon dé personas duplicada y triplicadacantidad de riquezas , sin producir mas va-lores, digo que esta dificultad desaparececuando se considera debidamente la próduc-cion corno una , permuta en que (la uno losservicios productivos de su trabajo, de sus'tierras y de sus capitales, por obtener producetos. Por medio de estos servicios productivos,adquirimos todos las productos qne exis-ten en el mundo ; y observe usted de paso,que esto mismo es lo que les da valor; por-que despues de haberlos adquirido por untitulo oneroso , no se pueden dar por nada.Y asi, puesto que nuestros primeros bienesson los fondos productivos que poseemos, yque nuestras primeras rentas son los servi-cios productivos que dimanan de ellos , so-mos tanto mas ricos, ó nuestros serviciosproductivos tienen tanto mas valor, cuanto¡izas grande cantidad de cosas útiles obtie-nen estos en la permuta llamada produccion.Y al mismo tiempo , como una cantidad masgrande de cosas útiles y su mejor despacho,son expresiones perfectamente sinónimas ,los productores son mas ricos cuando losproductos son mas abundantes y menoscaros. Yo notnhro á los productores en ge-neral , porque la concurrencia les obliga á

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142dar los productos por lo que les cuesta ;tal modo que cuando los productores detrigo ó de tegidos consiguen , por mediode los mismos servicios productivos, pro-ducir una cantidad duplicada de grano ó detela , todos los demos productores puedencomprar duplicada cantidad de grano ó detela con igual cantidad de servicios productivos , ó lo que es lo mismo , con los pro-ductos que sacan de ellos.

Esta es , amigo mio, la doctrina bienatada sin la que es imposible explicar las masgrandes dificultades de la economía política,y particularmente , cómo puede ser que unanacion sea mas rica cuando disminuyen (levalor sus productos , aunque la riquezasea valor. Usted vé que no temo reducir missupuestas paradojas á su mas simple expre-sien : las presento desnudas, y las abandonoá la equidad de usted, á la de M. Ricardo,y al juicio del público ; pero al mismo tiempome reservo la facultad de explicarlas si seentienden mal, y la de defenderlas con per-severancia si se las ataca injustamente.

FIN.

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