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González Benítez Edna Arantxa Ciencia y Arte I (1089-02) Introducción El Palacio de Bellas Artes tiene como antecedente inmediato al edificio que albergaba al antiguo Teatro Nacional, considerado el más importante en su género en la vida artística y cultural de nuestro país durante la segunda mitad del siglo XIX. La historia de la construcción del nuevo Teatro Nacional, llamado después Palacio de Bellas Artes, es compleja y tiene una dinámica singular; dos épocas importantes de la historia de nuestro país la definen: el régimen de Porfirio Díaz y la Revolución Mexicana. Los trabajos iniciaron en 1904 con el objetivo de terminarlo en cuatro años; sin embargo, problemas presupuestales y técnicos fueron demorando su conclusión. Tras el estallido de la Revolución en 1910 y el agravamiento de la situación económica en el país, Adamo Boari regresa a Europa en 1916. Se había concluido, hasta esa fecha, casi todo el exterior, excepto el recubrimiento de la cúpula. La idea generalizada de que el Teatro Nacional, en el periodo que va de 1917 a 1929, estuvo en completo abandono es difícil de sostener, pues hubo gran interés para que se terminara, tanto de algunos gobiernos posrevolucionarios como del público en general. Además, el edificio se usaba muy frecuentemente para celebrar actos importantes de la vida citadina. A partir de 1930, bajo la presidencia de Pascual Ortiz Rubio, el arquitecto Federico E. Mariscal fue el encargado del proyecto de la conclusión del Teatro Nacional; sin embargo, no es sino hasta 1932, con el apoyo del secretario de Hacienda, Alberto J.Pani, que la obra fue revitalizada con las instrucciones precisas de HENRI CARTIER-BRESSON LA MIRADA DEL SIGLO XX

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González Benítez Edna Arantxa Ciencia y Arte I (1089-02)

Introducción

El Palacio de Bellas Artes tiene como antecedente inmediato al edificio que albergaba al antiguo Teatro Nacional, considerado el más importante en su género en la vida artística y cultural de nuestro país durante la segunda mitad del siglo XIX. La historia de la construcción del nuevo Teatro Nacional, llamado después Palacio de Bellas Artes, es compleja y tiene una dinámica singular; dos épocas importantes de la historia de nuestro país la definen: el régimen de

Porfirio Díaz y la Revolución Mexicana. Los trabajos iniciaron en 1904 con el objetivo de terminarlo en cuatro años; sin embargo, problemas presupuestales y técnicos fueron demorando su conclusión. Tras el estallido de la Revolución en 1910 y el agravamiento de la situación económica en el país, Adamo Boari regresa a Europa en 1916. Se había concluido, hasta esa fecha, casi todo el exterior, excepto el recubrimiento de la cúpula.

La idea generalizada de que el Teatro Nacional, en el periodo que va de 1917 a 1929, estuvo en completo abandono es difícil de sostener, pues hubo gran interés para que se terminara, tanto de algunos gobiernos posrevolucionarios como del público en general. Además, el edificio se usaba muy frecuentemente para celebrar actos importantes de la vida citadina. A partir de 1930, bajo la presidencia de Pascual Ortiz Rubio, el arquitecto Federico E. Mariscal fue el encargado del proyecto de la conclusión del Teatro Nacional; sin embargo, no es sino hasta 1932, con el apoyo del secretario de Hacienda, Alberto J.Pani, que la obra fue revitalizada con las instrucciones precisas de concebir un edificio "... asiento de una institución nacional de carácter artístico", que albergara varios museos, de ahí que por primera vez en 30 años se cambiara el nombre del edificio, de Teatro Nacional al de Palacio de Bellas Artes. Debido a la fuerte inversión que se requería para acabar el recinto, éste debía responder a una necesidad social y ser de utilidad pública. Así, el Palacio de Bellas Artes fue concluido por el arquitecto Mariscal el 10 de marzo de 1934.

ExposiciónEl consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de las Bellas Artes, a través del Museo del Palacio de las Bellas Artes, en colaboración con el Centro Pompidou y la Fundación Henri Cartier-Bresson, presentan a 80 años de su primera exposición, en el museo, la primera gran retrospectiva del fotógrafo después de su muerte.

HENRICARTIER-BRESSON

LA MIRADA DEL SIGLO XX

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La mayoría de las grandes retrospectivas dedicadas a Cartier-Bresson (1908-2004) se han esforzado por definir la unidad de visión del artista. Sin embargo, su carrera como fotógrafo fue larga: iniciada al final de la década de 1920, se extendió hasta principios del siglo XXI, y en su desarrollo atravesó periodos distintos; por lo que resulta difícil reducirlo a un solo estilo. A diferencia de esos enfoques unificadores, esta exposición pretende mostrar que no hubo un único Cartier-Bresson, sino varios.

A través de 398 obras, que incluyen fotografías, dibujos y películas, se expondrán tres de los principales momentos de la vida del artista. El primero de 1926 a 1935, está marcado por su contacto con el Surrealismo, los primeros pasos en la fotografía y los grandes viajes de Europa, México y Estados Unidos. El segundo momento que retrata su compromiso político, su trabajo para la prensa comunista, su incursión en el cine y los avatares de la guerra, arranca en 1936 a su regreso de Estados Unidos y se extiende hasta 1946 con una nueva partida hacia Nueva York. Por último, le tercer momento comienza con la creación de la agencia fotográfica Magnum en 1947 y concluye a principios de los años 70, momento en que el fotógrafo irrumpe su actividad como reportero. Es así como la exposición, muestra el modo en que sus imágenes constituyen un extraordinario testimonio sobre el siglo XX.

Obras elegidas

Dos mujeres jóvenes esperando el tranvía, Moscú, Rusia, 1954. Plata sobre gelatina, copia de época.Colección Fondation Henri Cartier-Bresson, París.

Elegí esta obra ya que en lo personal me pareció muy interesante como Cartier-Bresson al comprender la inaccesibilidad que La Unión Soviética mantenía ante la mirada extranjera desde el comienzo de la Guerra Fría. Aprovechó el periodo de deshielo posterior a la muerte de Stalin, y viajo a Rusia donde permaneció entre julio y septiembre de 1954, fue en esta época donde decidió fotografiar la vida cotidiana de los rusos. Sus imágenes muestran una gran plasticidad. Pero es ahí donde reside el interés del reportaje y lo que en mi opinión nos muestra la realidad de la situación que se vivía en ese momento, el cómo frente a los estereotipos que difundía la propaganda anticomunista, logra mostrar que los rusos son seres humanos como los demás. Se decía que esta era una de las imágenes más emblemáticas que mostraba que en Moscú, como en el mundo, los hombres miran a las mujeres en la calle. Factor que debió ser una gran revolución en esa época. Me gustó mucho la naturalidad de la imagen, la expresión de las mujeres y los hombres y el ambiente que presentaban.

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Soñadores diurnos.España, 1933. Plata sobre gelatina, copia de época realizada por el autor Colección Fondation Henri Cartier-Bresson, París.

En general la obra me parece muy interesante ya que es diferente a todas las demás fotografías, esto por la posición del hombre tapándose los ojos. Se mostraban varias fotos de esta clase pero esta fue la que más me gustó. La forma en que esta acostado el hombre me hace pensar que probablemente pasaba por un mal rato, como si estuviera triste o avergonzado por algo. Por lo que leí en el museo acerca de estas obras era que muchas de las representaciones de soñadores diurnos reflejaban muchas proyecciones mentales. Por esto mismo me pareció un excelente trabajo, muy original y te hace ser muy observador para entender más allá de lo que se muestra.

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Coronación de Jorge VI. 1937 Inglaterra. Plata sobre gelatina.

Esta fotografía fue una de las que más me gusto en toda la exposición. En verdad se me hizo súper interesante la forma en que Cartier capto la expresión de la multitud al estar presente en un evento importante como lo era la coronación de un rey. Fue muy claro ver la inclinación del artista por el comunismo y el enfoqué no al hecho en sí de la coronación sino más bien de las expresiones y sentimientos del pueblo. Lo que a mi parecer es lo importante en todo evento político, ya que somos nosotros quienes eligen a los gobernantes, es nuestra expresión e ideales los que cuentan más.

Iconografía e Iconología

Soñadores diurnos.España, 1933. Plata sobre gelatina, copia de época realizada por el autor Colección Fondation Henri Cartier-Bresson, París.

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IconografíaLa iconografía surrealista, son muchos personajes de párpados cerrados, que duermen, sueñan o se encuentran en éxtasis. “Forma tus ojos cerrándolos”, recomendaba Breton. Sugería así que, cerrando los sentidos a los estímulos externos, volviendo la mirada hacia dentro, resultaba más fácil someterse al inconsciente. Cartier cuida en su composición incluir elementos contextuales, como lo es el dibujo gris, esto para simular las proyecciones mentales de los soñadores.

Iconología El hombre acostado figura símbolo de tristeza, tal vez abandono o soledad. Es una muestra única ya que los observadores pueden interpretarlo de muchas formas al no conocer su expresión exacta. Te da la sensación de observar a alguien fatigado o incluso podría significar un poco de burla el hecho de que se tape la cara con la mano como si estuviera viviendo un momento divertido. Representa el verdadero toque de Cartier al mostrar eventos cotidianos en la vida de una persona y nos deja apreciar los sentimientos de las personas sin necesidad de ver su cara.

Conclusiones

Me encanto asistir a esta exposición, ya que desde siempre el Palacio de Bellas Artes es una de las obras arquitectónicas a mi parecer de las más hermosas en la ciudad. La exposición es diferente a las que acostumbro a ir por lo que me pareció muy interesante el poder apreciar fotografías de un gran artista como lo fue Cartier y ver como su trabajo llego muy lejos, logrando viajar a lo largo del mundo para poder manifestar la forma en que las personas viven y demostrar una forma de arte revolucionara que inspiro a muchos más.