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Cartilla sobre agroquímicos y pesticidas

Sebastián Pinheiro

Rediseño y adaptación al español: Maderas del Pueblo del Sureste,AC

Traducción del portugués: Ana Filipa Duarte Martins Corrección de estilo y complementación: Miguel Angel García A.

Chiapas, México, Noviembre 2008

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Edición en español dedicada a la incansable Doña Elena Khan y a sus Guerreros Verdes

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Mientras los hombres de las cavernas cazaban animales salvajes, sus mujeres buscaban otras alternativas para la supervivencia familiar; ellas recolectaban frutas, raíces, hojas, etc. De este modo, fueron las mujeres las que descubrieron cómo domesticar las plantas y así, inventaron la agricultura. Esto hizo posible que, además de ya poderse estar quietos en un lugar, la comida tuviera un mejor sabor y fuera más variada, nutritiva y digerible Aunque todos necesitemos alimentos, en nuestra sociedad no se le da verdadera importancia a la agricultura; de la misma forma que no se le da tampoco importancia al trabajo de la mujer. Esto, a pesar de que todos hemos nacido de nuestras madres y no podríamos sobrevivir sin alimentación.

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El acto de cultivar la tierra está íntimamente conectado con la naturaleza; así, la mujer, con su trabajo agrícola, se dio cuenta y entendió que los insectos, las plagas y las enfermedades que afectaban su huerto y sus árboles frutales, tenían que ver con las alteraciones climáticas y con el medio ambiente. Muchas veces ella notaba cómo surgían más plagas en respuesta a su forma de actuar y de trabajar. Con el paso del tiempo, los animales para la caza escasearon; la población humana aumentó y entonces, la agricultura se convirtió en la actividad más importante, pero con las guerras de conquista, pasó a ser una actividad impuesta a los esclavos capturados en dichas guerras.

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Por ejemplo, en el imperio del Egipto antiguo, los hebreos (judíos) eran agricultores esclavos. El Faraón egipcio, preocupado con el aumento de la población de esclavos, y por una posible rebelión, mandó matar a todos los niños recién nacidos de los judíos, ya que éstos se estaban multiplicando muy rápido, creando cada vez más conflictos a los faraones “¡¡¡ Apúrate Abraham ¡!!

Necesitamos hacerle unos cambiecitos a la pirámide”

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Moisés, el profeta bíblico, fue un bebé judío, que, para que pudiera escapar de la muerte, sus papás lo colocaron en una canasta y la pusieron en el río Nilo. Entonces Moisés fue encontrado y criado por la hija del faraón, y creció como un príncipe egipcio, educado para ser futuro gobernante. Para ello Moisés hizo estudios en las mejores escuelas egipcias Ya de joven, al saber que no era egipcio, Moisés se rebeló y se fue a vivir con sus hermanos, los esclavos hebreos. Con ellos aprendió la realidad de los agricultores que interactuaban con la naturaleza desde el tiempo de las cavernas. Moisés entendió que la población estaba creciendo, porque los esclavos tenían más alimento, debido a que mezclaban una pequeña semilla de maleza, con la cebada que los egipcios les ordenaban sembrar.

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A los egipcios les encantaba la cebada; con ella hacían cerveza y pan negro horneado que comían con queso de cabra. Entonces, la cosecha de cebada pertenecía a los amos egipcios, pero el otro grano pequeño, sin valor, se lo quedaban los esclavos judíos, quienes lo molían y mezclaban con agua, sal y grasa; lo amasaban bien, dejándolo fermentar, y luego lo asaban. Esto era un nuevo pan, y el pequeño grano sin valor, era el ancestral trigo, el cual ya era cultivado desde muchos años antes en Babilonia.

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Dicen los herejes que Moisés, basado en el conocimiento de las relaciones entre plantas, animales y las plagas con el clima, previó las plagas bíblicas que llevan su nombre Ya desde aquella lejana época, los sacerdotes afirmaban que las plagas eran causadas por la ira de los Dioses y le ordenaban al Pueblo a hacer ofrendas, sacrificios, diezmos y donativos, para calmarlos

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“Rá es Amor” El poder del mito se impuso entre el pueblo: el miedo a la peste, a las epidemias, al hambre, a la miseria y a las enfermedades. Este miedo era usado por los sacerdotes y por los reyes como forma de poder y de control.

“Hambre Inc.”

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El ser humano cuando empezó a intervenir cada vez con más fuerza en la naturaleza, provocó un desequilibrio, causando la aparición de más y más plagas, enfermedades y epidemias. Pero hubo otros seres humanos, ingeniosos y pensadores, que, en vez de ello, quisieron mejor, corregir los errores y ayudar a la naturaleza En la Grecia antigua, por ejemplo, los filósofos recomendaban que, antes de plantar, se sumergieran las semillas de trigo en vino, para así, evitar las enfermedades. “¡¡¡ Órale!!!! ¡¡¡Esto sí tá güeno!!!! ¡¡¡Salud!!!!”

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En Sicilia usaban azufre para combatir las enfermedades. . . Mina de azufre El ser humano pasó entonces a combatir las plagas, y ya no sólo a evitarlas. La Naturaleza

tiene que ser dominada

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Mucho tiempo pasó y las cosas en la agricultura ocurrían muy al azar, casi de casualidad. En Francia, los agricultores rociaban una solución de cobre y cal sobre las viñas, en las orillas de los caminos, para engañar a los viajeros, y evitar el robo. Estas uvas, así bañadas, nunca enfermaban. Por casualidad se había descubierto el fungicida1, que luego se le llamó “Caldo Bordelés” 1 Fungi+cida = Mata Hongo = Agrotóxico usado en plantas para combatir las enfermedades de los hongos

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Por esta época, los insecticidas eran sacados de la naturaleza; se obtenían de plantas tóxicas, que mataban a los insectos y a las plagas. Hasta entonces, la agricultura era un espacio de la naturaleza, y el hombre podía intervenir muy poco. Sin embargo, poco a poco, cada día, el ser humano pasaba a interferir más y más en los procesos de producción de alimentos, y a intentar sustituir la Madre Naturaleza, por el conocimiento y la acción humana.

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Entonces existieron muchas guerras. Los poderosos cobraban y robaban los impuestos y tributos a los agricultores, para con estas ganancias fabricar más armas y pagar los ejércitos que los defendían

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Un gran y peor cambio ocurre en la Sociedad Industrial (mediados y finales del siglo XIX) cuando se descubre que muchas industrias y empresas civiles tienen la posibilidad de dedicarse a atender y producir también para la guerra. Esto va aumentar la capacidad de armarse de las Naciones poderosas, simplemente favoreciendo e incentivando la producción de estas empresas en tiempos de paz, ya que así, en tiempos de guerra, ellas ya estarían listas para producir lo que necesitaban los gobiernos para combatir y ganar. Por ejemplo, en la Guerra Civil de los gringos (EUA) (1861) y después, en la Guerra Franco Prusiana en Europa (1870) las nuevas fábricas de fertilizantes, usados ya para la agricultura, produjeron mucho estos insumos, pero para la fabricación de explosivos y de municiones.

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Luego, el descubrimiento del motor de explosión causó la substitución de los animales, por camiones y tractores, incentivando la mecanización de la agricultura, ya que las máquinas inventadas para la guerra (como los tanques) serían a la larga, más baratos. Los científicos que trabajaban en las fábricas de fertilizantes y colorantes químicos de entonces, inventaron también los gases venenosos para usarlos en las guerras (como el gas mostaza).

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Por eso, antes del inicio de la Primera Guerra Mundial (1914) los países aliados (EUA-Inglaterra-Francia) prohibieron a los alemanes, importar salitre u otros abonos nitrogenados, de Chile ó de cualquier otro país, ya que con este material podrían fabricar bombas y explosivos.

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Entonces, los científicos alemanes descubrieron el método para aprovechar el nitrógeno del aire. Y al empezar a hacerlo, decían que iban hacer “abonos para sembrar papas”.

“¡¡¡ Estas papitas serrr más venenosas que las sabritas !!!” Otros científicos alemanes, que investigaban otros químicos poderosos, decían que sólo querían “matar los insectos, las plagas y enfermedades de la agricultura”, pero en realidad fueron inventando y fabricando, más y más gases de guerra. Años más tarde vino la Segunda Guerra Mundial (1941). En esos tiempos, el científico Paul Müller, de la empresa suiza Geigy (Novartis), re-descubrió que el DDT2 tenía la capacidad de matar insectos, aunque no pudiese matar rápido a la gente. Sin embargo, en aquel momento fue muy importante el redescubrimiento del DDT, ya que muchos insectos estaban provocando graves epidemias de tifus, paludismo y peste bubónica, entre los soldados, y los gobiernos necesitaban este

2 Insecticida organoclorado, a base de Dicloro Difenil Tricloroetano (DDT)

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producto para hacer la guerra. En realidad, el DDT no era algo nuevo, ya había sido descubierto hacia más de ochenta años, pero no se le había hecho caso, porque entonces no había tantas guerras ni tantas enfermedades. .

¿Se podrá tomar? Al principio, los alemanes estaban felices con el efecto que sus bombas voladoras V1 y V2 tenían sobre las ciudades bombardeadas, como Londres. Estas bombas estaban preparadas a base de alcohol producido con papas.

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Por su parte, los científicos ingleses contestaron inventando el producto químico “MCPA”3, utilizado para destruir los campos de cultivo de papas de los alemanes. Este fue el primer deshojante (defoliador) sintético, inventado por el hombre.

“ ¡Sin papas y sin alcohol!, Elemental, mi querido Fritz” 3 Metil Cloro Phenoxy Acético, primer herbicida (mata+hierbas) sintético

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Después de la Segunda Guerra Mundial, los vencedores (gringos, ingleses, rusos y franceses) y también los perdedores (alemanes, italianos y japoneses) transformaron toda su industria de guerra para la agricultura, usando esto para la reconstrucción de Europa, pero sin descuidar la industria de producción de gases tóxicos, ya que sabían que la Guerra Fría (EUA y sus aliados contra la Unión Soviética y sus aliados) iba continuar, y las armas químicas eran extremadamente importantes. Pero para eso, era necesario estimular primero, su uso en la agricultura, para así disfrazar el asunto y bajar el precio de su fabricación. Entonces, reyes, militares, diplomáticos, obispos, científicos e industriales de los países ricos, se reunieron, creando los bancos para la Reconstrucción de Europa y prestando dinero, para que los países pobres compraran los agrotóxicos para su agricultura.

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En los países en desarrollo y pobres, la agricultura era la mayor creadora de riqueza. Todo era sacado de la Naturaleza. Pero, con la agricultura de la llamada Revolución Verde, fue necesario comprarle a los países ricos y a las empresas multinacionales, los fertilizantes, las semillas, los agroquímicos, los tractores y hasta el combustible. En poco tiempo la agricultura cambió en todo el mundo, de tal forma, que quedó irreconocible.

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Los grandes bancos prestaban dinero solamente a los agricultores que se dedicaron a los enormes monocultivos impulsados por el gobierno, quien, a su vez, respondía a las órdenes de la política internacional. Así crecieron los enormes sembradíos de monocultivos (un solo producto sembrado) como la soya, la caña de azúcar, el café, el cacao, el hule, y sobre todo, los pastizales para ganado (y en cambio, casi desaparecieron las milpas y los cultivos tradicionales y variados)

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Como los países pobres tenían grandes áreas de bosques y selvas naturales, la frontera agrícola invadió estas áreas tropicales, tumbando y quemando la montaña. Y ahí se comenzó a hacer una agricultura industrial de clima templado, no adecuada al clima ni al suelo de las selvas, provocando inmensas devastaciones. Muchas veces, también se expulsó a los indígenas y se les arrebató la tierra a los campesinos pobres, para extender la ganadería, los platanares ó los cañaverales.

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Para facilitar los negocios de las empresas multinacionales, el Banco de Brasil, por ejemplo, presionado por el Banco Mundial y por el Banco Químico4 , obligaba entonces a los campesinos, a comprar los venenos químicos. El Banco sólo liberaba los créditos a los campesinos que compraban inmediatamente, 20% del total del crédito, en venenos. De esta forma, antes de que el agricultor plantara, ya había quedado debiendo el dinero que iba directamente para los industriales de EUA/Alemania/Inglaterra/Japón.

4 Este era el Banco de las Industrias Químicas, que prestaba dinero a los países en desarrollo, pero imponiendo como condición, la compra de agrotóxicos de sus asociados.

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Lo interesante es que estos venenos agroquímicos eran subsidiados por el gobierno, perdonándoles a las empresas los impuestos, aunque los agroquímicos llegaran a nuestros países, con precios de hasta 500% más de lo que realmente costaban a los agricultores canadienses, gringos o europeos. Nosotros, los países y campesinos pobres, sin saberlo, estuvimos financiando directa e indirectamente, la carrera armamentista y el desarrollo de la Guerra Química de los poderosos. Esto no se podía decir, ya que los gobiernos y los militares consideraban “comunistas” a aquellos a quienes no les gustaban las políticas agrícolas. En esos tiempos –como ahora- los funcionarios de gobierno asumían cargos directivos en las empresas multinacionales de agrotóxicos, quienes nombraban a los ministros y secretarios de alto nivel.

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Los agrónomos del extensionismo rural5 manipulaban y engañaban a los campesinos, para que olvidaran su antigua sabiduría. En las escuelas y facultades de agricultura, se enseñaba que los químicos agrícolas eran la salvación de la Humanidad. Quien se atreviera entonces a cuestionar esto, era considerado “comunista” ó “primitivo”. La agricultura de las escuelas de agronomía, sostenida por las empresas multinacionales, pasó a ser la “agricultura moderna”, y la de los campesinos (la milpa) pasó a ser agricultura atrasada y de subsistencia, la cual había que desaparecer. Y entonces se hizo un culto a la élite internacional de la enseñanza agrícola y del extensionismo, impulsado por los bancos y las empresas multinacionales. Muchos profesores y agrónomos que se opusieron a esto, fueron cesados ó jubilados. 5 El extensionismo agrícola fue un sistema creado por los EEUU, e impuesto en todos los países en desarrollo, para “enseñar” a los campesinos pobres, a usar los agrotóxicos, las semillas, las maquinarias y la energía industrial producto de la “Revolución Verde”.

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Cada vez, había una mayor participación de las industrias de capital en el trabajo del campesino pobre. Pero para estas empresas, lo más importante era el capital y no la naturaleza, y menos, la gente. Esto trajo la destrucción de la antigua sabiduría popular y la creación de nuevos y falsos valores (“lo moderno”). El endiosamiento del uso de agrotóxicos, como arma “moderna” en el combate al hambre y a la peste, pasa a ser la principal política pública de la agricultura mundial, lo cual va traer grandes daños económicos, sociales y ambientales en el planeta. Un ejemplo: agricultores mexicanos exportaron semilla de trigo a los países árabes; las semillas estaban tratadas con fungicidas a base de mercurio. Los árabes, que no saben leer español, hicieron harina y pan con este trigo. Más de veinte mil personas fueron envenenadas y fue necesario construir en Irak un hospital especial, para tratar la segunda generación de pacientes que nacieron con defectos físicos por el consumo de esta semilla tóxica. Los impactos económicos, sociales y ambientales de la Revolución Verde, entre nosotros los campesinos pobres, han sido inmensos. El éxodo rural y la migración, es uno de los principales de estos graves efectos. Además, la concentración de la tenencia de la tierra y el crecimiento de las ciudades y zonas urbanas, afectaron el equilibrio y la pirámide poblacional de los pueblos. El cambio en la forma de trabajar la tierra, como fue el cambio de la yunta de bueyes por el tractor con su motor de explosión, en regiones campesinas pobres, causó profundos impactos negativos, con graves consecuencias. Estas regiones se desestructuraron y están ahora, mucho peor y más pobres que antes, aunque eso sí, con teléfonos celulares y carros “chocolates” importados.

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Por su parte, el cambio de uso del estiércol de ganado y de abonos verdes como el frijol, por el de fertilizantes químicos comprados, en realidad aumentó las plagas y las enfermedades, y obligó a los campesinos al uso de más y más poderosos agrotóxicos.

“Oye tú, que rica sabe esta lechuguita con su aderezo de gramoxone”

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Las industrias de agroquímicos (agrotóxicos y fertilizantes solubles) pasaron formar una élite intocable, con títulos, discursos, investigaciones y garantías de los gobiernos para sus cuantiosos negocios. Hoy, esta élite forma un poderoso brazo: industria-gobierno-universidades-extensionismo. También, este segmento del mercado capitalista, con su tecnología y su dizque “ciencia”, forma un negociazo que maneja más de 500 billones de dólares. En Brasil, por ejemplo, más de 25 billones de dólares están directamente conectados al mercado de 2 billones de dólares anuales, solamente en agrotóxicos.

“Usar agrotóxicos es moderno. Use usted también su dosis diaria”

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Es por eso que la industria, el gobierno y las universidades, no tienen vergüenza al culpar al campesino por los problemas causados por los agrotóxicos. Ellos –industria, gobierno y universidades- usan incluso la ciencia llamada toxicología, para alcanzar ó mantener sus grandes negocios. Así, el veneno, que fue inventado para matar en las guerras, usado en menor cantidad y de la forma más rápida posible, pasó a contar con valores que, según ellos, “eran seguros para el agricultor”. En 1958 los científicos decían -y ganaron mucho dinero con esto- que el ser humano podía comer tantos miligramos (milésima parte de un gramo) de DDT, todos los días y a lo largo de su vida, sin que esto le hiciera daño. Esto –aseguraban- justificaba todos los beneficios de los venenos. Era llamada la “Dosis Diaria Aceptable” (cantidad de veneno, en miligramos, multiplicada por el peso de la persona) calculada según, con mucho criterio y pompa académica. Luego vinieron las “tolerancias”, que son las cantidades de agrotóxicos, que las autoridades de salud permiten que exista en los alimentos que consumimos, sin que supuestamente haya riesgos. Por ejemplo, en la zanahoria, se dice que pueden existir 2 ppm (parte por millón) de Aldrin, un agroquímico organoclorado peligroso y cancerígeno; dicho de otra forma, 2 mg de Aldrin en un kilogramo de zanahoria no es “problema”, según ellos. Pero este cálculo está hecho teniendo en cuenta que, generalmente, se come menos de veinticinco gramos de zanahoria por semana. Esto puede ser verdad para un adulto. Sin embargo, debemos recordar que hay bebés de seis meses de edad que en las ciudades pueden comer zanahoria dos a tres veces al día. Ellos consumen mucho más que cien gramos por día. Esto muestra lo mentiroso que es el cálculo de la “Dosis Diaria Aceptable”. Por otro lado, consultando los libros de las décadas de los años 50s y 60s, vemos que las tolerancias eran extremadamente altas. Además, nuestras tolerancias en los países pobres, comparadas con las de los países europeos, son varias veces superiores.

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Otro aspecto interesante es que, en el café, por ejemplo, es permitida una cantidad muy pequeña de veneno, mientras que en el tomate y la fresa son permitidas grandes cantidades. Y es que la mayoría del café es exportado a los países ricos, y, allá, ellos no quieren venenos en sus alimentos. El tomate, la fresa y otras frutas, en cambio, son comidas por el pueblo y además, sin pelar. Esto les resulta también muy buen negocio, porque las mismas empresas que producen los agroquímicos, también venden medicinas para la desintoxicación, al mismo tiempo que preparan el mercado futuro, con las medicinas para combatir el cáncer que sus mismos agroquímicos provocan a largo plazo. “Nosotros fabricamos el veneno y el antídoto. Usted lleva los dos por el precio de uno. No se pierda esta oferta”

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Los períodos llamados de “carencia”, son los días que siguen después de la aplicación del veneno; días que se debe esperar para cosechar el alimento y mandarlo para el mercado. Para el café y otros productos de exportación, el periodo de carencia es de 180 días o más. En cambio, para los vegetales y frutas, que se comen de forma local y naturalmente, sin pelar, el periodo de carencia es de sólo un día. Es por eso que el 12% de le la gente que cosecha tomate en Río de Janeiro, Brasil, según los datos de la Secretaría brasileña de Salud, se intoxican en la cosecha. Están cosechando veneno. Las campañas oficiales de prevención y seguridad son sólo fachada, pues nunca llegan al campesino pobre, ya que pueden despertar su conciencia. Nunca se puede hablar en el campo de “Contaminación Operacional del Agricultor” expuesto a los Agrotóxicos; sin embargo, desde el gobierno y las empresas, se habla mucho de una “Buena Practica Agrícola” en el uso de estos químicos. Según ellos, una “buena práctica agrícola”, es aquella en la que se usa el producto tóxico, conforme a las instrucciones y usando las técnicas adecuadas. Pero en realidad, el propio gobierno no lo permite, ya que eso disminuye los beneficios de las empresas. El gobierno gasta millones en propaganda, diciendo que está promoviendo las buenas prácticas en el manejo de agroquímicos, pero si es que lo hace, es lejos del agricultor pobre. Hoy existen más de una docena de unidades de medida toxicológicas, pero que sólo sirven para justificación de los intereses y para garantía de los negocios de las empresas multinacionales productoras de los venenos. A ellas no les importa la salud del trabajador rural ni del consumidor. Esto es una vergüenza. Una comparación entre las leyes de los diferentes países, desenmascara la deshonestidad de las autoridades y de los gobiernos. Como países pobres, con una mayoría de población rural que no sabe leer ni escribir, deberíamos proteger más a nuestros agricultores. Como países exportadores e importadores de alimentos, deberíamos tomar medidas en contra de los agrotóxicos; pero esto no es permitido. En cambio, los países ricos, importadores de materias primas y alimentos, sí se dedicaron a analizar los alimentos que recibían de los países pobres, y, al detectar presencia de agrotóxicos, los han

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empezado a devolver. Hace años, en Brasil, por ejemplo, el gobierno hizo fuertes campañas para que el pueblo comprara y consumiera, el chocolate, la carne, el mango, las manzanas, el vino y todo lo demás, que los países ricos devolvieron, al descubrir que tenían muchos venenos químicos.

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Los países industriales, cuando descubrieron que el DDT y todos los organoclorados eran acumulativos (es decir, que se quedan en el organismo humano, acumulándose) prohibieron su uso en la agricultura de sus países, pero autorizaron producirlo para exportación. Los países pobres no podían prohibir esto, ya que no tenían científicos, ó estos y el gobierno, estaban comprados por las industrias, para hacer como que “no veían” y mantener el gran negocio.

“Usted sabe como es esto: Usted hace que no ve nada en los informes sobre nuestros venenos y nosotros, a cambio, le damos este regalito increíble. ¿Qué le parece, éh?”

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Entonces, para garantizar los cuantiosos negocios y evitar reacciones y protestas, el nombre de los agrotóxicos fue cambiado por el de “medicina de las plantas”, y, últimamente, le llaman “defensa agrícola”; pero en realidad, como en su inicio fueron hechos para la guerra y para matar gente, cuando un agroquímico hace su efecto, envenena y mata, y la culpa –dice el gobierno- “es del campesino, por no usarlo adecuadamente”. Los primeros venenos, usados en el siglo pasado, eran sales inorgánicas, producidas en laboratorios. Eran venenos como arsénico, selenio, talio, cobre y azufre (sales tóxicas tomadas directamente de la naturaleza). Como eran solubles en agua, se precipitaban con sustancias alcalinas y orgánicas; así, a las personas que se envenenaban con ellos, se les recomendaba que tomaran leche. Con ello, el veneno podía ser vomitado, ya que precipitaba en el estómago. Había también la recomendación de dar clara de huevo cruda con la misma finalidad. Pero, después de la Segunda Guerra Mundial, los venenos militares ya eran sintéticos, ya no eran naturales, y entonces, actuaban en dosis muy pequeñas, penetrando también por la piel, ya que eran liposolubles6. Así cuando los agricultores, se intoxicaban y se sentían mal, tomaban leche, como antes, pero esto les aceleraba el envenenamiento y les traía la muerte. La leche, por contener grasa y azúcar, facilitaba la absorción de los venenos organoclorados, organofosfatados, carbamatos, ditiocarbamatos, triazínicos, piretróides, acetanilidas y tantos otros (¡¡¡ pa’ nombrecitos !!!) Entonces no había todavía suficiente información, ya que nadie conocía exactamente estos nuevos venenos y sus efectos. Los agrónomos estudiaban la dosis para matar insectos, hongos y malezas, pero nada más, no se estudiaban sus efectos en humanos.

6 Soluble en grasas

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No había información, datos, ni bibliografía acerca de los efectos de estos venenos en la salud humana. Las industrias se escondían bajo el manto del interés militar y no daban informaciones verídicas, por miedo de disminuir sus ventas y perder sus millonarias ganancias.

“¿Está flojito, no?” Sólo quince años después se supo que el DDT, aunque no matara rápidamente, era acumulativo en los organismos de las personas que trabajaban con él, óque comían sus residuos en los alimentos. El DDT y los otros venenos organoclorados se almacenan en el organismo, permaneciendo ahí 120 años. Y hasta veinte años después, supimos también, que el DDT era causante de diversos tipos de cáncer, como el cáncer de mama, el cáncer de próstata y el cáncer de cerebro.

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Los pueblos de los países industriales, al tener conocimiento de que estos productos eran peligrosos para su salud, prohibieron el uso en sus territorios, pero sus gobiernos impidieron que esta información fuese divulgada, ya que seguían manteniendo la producción de agrotóxicos para exportación a los países pobres, ganando mucho dinero con esto.

“Fuera la contaminación - No a los venenos”

Los agroquímicos organo-fosforados, eran los productos de mayor interés militar, ya que éstos, después de intoxicar a los soldados, no los mataban, a no ser que no fueran tratados con antivenenos equivocados. En cambio, los tratamientos médicos duraban hasta diez años, lo cual era muy bueno para el país que los usaba, ya que el enemigo tenía que gastar

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mucho dinero con el tratamiento. Otro aspecto importante es que, los fosforados en el cuerpo de los soldados afectados, se transformaban rápidamente -en el hígado y los riñones- en sustancias diferentes, dificultando a los médicos militares la identificación del tipo de veneno que había sido usado.

“La solución a su problema está aquí”

En Brasil, cuando se introdujeron los agroquímicos fosforados, los agricultores de origen japonés, que ya estaban acostumbrados a usar el DDT en su país, siguieron con su práctica de mezclar con las manos el veneno en el agua. El efecto era tan fulminante, que los campesinos brasileños, menos cercanos a estas “modernidades”, bautizaron a estos productos, como los “mata japonés”.

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“Ahora son ellos los que están muy flojitos, ¿no?” (ora sí que, como dice la canción:

“chino, chino, japonés,come agroquímicos y no me des”)

Con el tiempo, se supo que los venenos actuaban no sólo en el agricultor, sino que también dañaban el medio ambiente, destruyendo todos los organismos vivos del suelo, ya que actuaban en sus células, de igual forma que en la de los seres humanos y de los animales. Las empresas, que ya habían inventado las “dosis diarias aceptables”, pasaron entonces a crear nuevas unidades toxicológicas, y a contratar nuevos científicos para defender su negocio. Así, surgió la necesidad de datos Eco-

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toxicológicos. Nuevamente –según las empresas- había cantidades que, al no sobrepasarse, “no hacían daño” a los organismos acuáticos, a las aves, a los mamíferos salvajes, ni a la reproducción, etc. Los gobiernos, las universidades y los científicos, todos al servicio de las empresas, aplaudían estos “logros” que presumían en congresos internacionales

“Congreso Internacional de científicos pro agrotóxicos”

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En lo más duro de la guerra de Vietnam (1965-1975) los gringos comenzaron a usar sobre el territorio vietnamita, el mismo armamento químico que los ingleses usaron sobre las plantaciones de papas de los alemanes. Ellos también querían destruir los arrozales y los bosques de Vietnam; pero mezclaron un producto muy tóxico con los antiguos defoliantes: las DIOXINAS – (TCDD)9, provocando con ello, no sólo la destrucción de la naturaleza, sino causando igualmente un aumento de 500% en el cáncer entre hombres, mujeres y niños, y el nacimiento de miles de bebés malformados y minusválidas. Cuando terminó la guerra, los gringos vendieron las reservas de estos agrotóxicos, a los países de America Latina, para que los aplicaran en las selvas y montañas de los campesinos pobres. 7

7 Las dioxinas (TCDD) son las sustancias más tóxicas producidas por el hombre.

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El negocio de vender agrotóxicos era tan lucrativo, que los venenos eran transportados en avión. Así, un día ocurrió que un avión, venido de EUA, cargado con Azodrin de la empresa Shell, cayó al Río Negro en el Amazonas en 1973; la carga tóxica no fue rescatada, ya que el seguro la pagaba. Entonces, las latas de veneno se fueron vaciando, contaminando y devastando la naturaleza por más de veinte años. Luego, las empresas militares encontraron una nueva veta para sus millonarios negocios: venderle laboratorios a los gobiernos y universidades de países pobres, para analizar residuos de agrotóxicos en los alimentos. Estos laboratorios eran hechos por las mismas industrias de agrotóxicos, y usaban los mismos productos químicos; y, además de eso, usaban mucho equipamiento electrónico de interés militar, lo cual permitía bajar los costos de la carrera armamentista. Estos laboratorios, que costaban decenas y centenas de miles de dólares, no podían funcionar bien así, porque el gobierno ponía a cargo de ellos, a personas impuestas, directa o indirectamente, por las empreses transnacionales. Hoy, la mayoría de estos laboratorios, están cerrados. Por esa época todavía no existían leyes, ni vigilancia, ni control de los agrotóxicos. Cuando los pueblos comenzaron a cuestionar la libre venta de los venenos, fue creado un libro llamado “el Receptuario Agronómico”, que contenía reglas y normas para tratar de regular las ventas libres de estos productos. Los gobiernos estuvieron en contra de esto mientras pudieron. En cambio, las empresas más listas se dedicaron a controlar a las asociaciones de profesionales y a las escuelas donde eran formados los futuros técnicos. Luego, hicieron campañas para desvirtuar el uso del Receptuario Agronómico y con ello, evitar el control y la fiscalización sobre la producción, venta y uso de los agrotóxicos.

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“¡¡¡ Viva el ‘desarrollo’ y el ‘progreso’ !!!!”

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Ejemplos mundiales de daños y muertes por agroquímicos (y de la impunidad y corrupción gubernamental)

� La noche del 2 de diciembre de 1984, en Bhopal (India) se produjo una masacre, causada por la explosión de un

depósito en una fábrica de pesticidas de la empresa química gringa, Unión Carbide, que inventó un pesticida llamado Sevin, en cuya fabricación se utiliza isocionato de metilo (MIC), sustancia que bajo el efecto del calor, se descompone en moléculas potencialmente mortales. A principios de los 80s, creyendo que en la India tendrían un mercado amplio y mostrándose como “benefactora” para estas tierras infectadas de pulgones, Unión Carbide levantó una enorme fábrica de producción del pesticida Sevin. En pocos años, la escasa rentabilidad provocó el abandono irresponsable del mantenimiento y la seguridad de la fábrica, la cual finalmente estalló, provocando una nube tóxica que dejó quince mil muertos y medio millón de afectados graves. La empresa gringa desapareció sin ser castigada…

� Siete años después, en México, el 3 de mayo de 1991, la ciudad de Córdoba, Veracruz, se estremeció con la

explosión de las instalaciones de la empresa de plaguicidas Agricultura Nacional de Veracruz (Anaversa) que derramó plaguicidas organofosforados y organoclorados a varias cuadras a la redonda. Miles de vecinos empezaron a padecer los efectos dañinos de las sustancias venenosas (dioxinas) emitidas por esta explosión. Nadie en Córdoba estaba preparado para enfrentar el desastre industrial de los plaguicidas y las dioxinas. Mujeres y niños fueron los más vulnerables, además de bomberos, servidores de limpieza pública y policías que auxiliaron en el control de la catástrofe. Bajo un clima de impunidad, la empresa nunca pagó por el daño que hizo. Sólo fue obligada a cubrir una reducida multa de cerca de cien mil pesos, y, en cambio, recibió el monto de un seguro por 3 mil 500 millones de pesos. La planta cerró, pero el inmueble todavía está en pie y constituye un importante foco de contaminación y riesgo para los vecinos. La sociedad civil reclamó sus derechos, pero las autoridades municipales, estatales y federales negaron los daños, obstaculizaron los estudios, ocultaron la información y hostilizaron a la Asociación de Afectados…

� En España hubo un escándalo, con la muerte de más de 800 personas, provocado por agrotóxicos. Los profesores de

la Universidad de Madrid y los directores del Hospital de El Rey, fueron cesados y sancionados porque se atrevieron a afirmar públicamente, que la responsabilidad de estos fallecimientos era de un organofosforado de la fábrica alemana Bayer, usado en el cultivo del tomate.

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� En Colombia, país productor de flores para exportación, las trabajadoras rurales son obligadas a entrar en los

invernaderos de flores, apenas algunas horas después de la fumigación con venenos. Como las fumigaciones son diarias, ellas están constantemente intoxicadas. La situación es tan grave, que las flores colombianas, exportadas a los EUA, ya han matado incluso a empleadas de las florerías. Tal es el grado de contaminación. Por esa razón también, en esta zona de Colombia, el índice de nacimientos de niños con defectos congénitos, es muy alto.

� En Chile, los trabajadores de la cosecha de frutas son, en su gran mayoría, mujeres jóvenes, llamadas “temporeras”.

Las aplicaciones de agroquímicos venenosos son tan intensas cuando se acerca de la cosecha, que ellas, con miedo de quedar embarazadas y de que sus hijos nazcan con daños congénitos, mezclan somníferos en la comida de sus compañeros (para que mejor se duerman y no se les ocurra…)

� En las plantaciones de tomate y frutas en California, EUA, la situación es semejante, y los trabajadores mexicanos

(“mojados”) son ahí las grandes víctimas, pues en esas fincas, el índice de cáncer es alarmante.

� En Uruguay, las empresas fumigan Malathion8 directamente sobre los agricultores, además de obligarlos todos los días a pasar su cuerpo bajo una solución bactericida, elaborada a base de formol.

� En Ibicuí, Paraguay, la empresa Delta Pine & Land. Co., subsidiaria de la Monsanto -creadora de semillas

transgénicas estériles “Gene Terminator”- depositó 400 toneladas de semillas de algodón tratadas con agrotóxicos, cerca de una escuela primaria con 250 alumnos. Hubo envenenamiento en la comunidad y contaminación en las plantaciones, pozos y mantos freáticos. La empresa no fue castigada por este crimen, por el que 120 niños y niñas dejaron de ir a la escuela...

� En Río Grande do Sul, Brasil, la Pioneer Sementes, empresa gringa, vendió 300 toneladas de semilla de maíz sin

poder germinativo, tratada con Aldrin, para alimentación animal y humana. Esta comercialización criminal fue denunciada. La empresa intentó. mediante corrupción, que se procesara al funcionario público que la investigó. En

8 Insecticida organofosforado muy peligroso al transformarse en Malaoxon.

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respuesta, este funcionario honesto logró que el Ministerio Público procesara al gerente gringo de la empresa. Al final, una jueza federal dejó que el proceso judicial prescribiera y, así, la empresa gringa quedó impune.

En la década de los 70s, la parte del proceso de producción, más peligrosa de las industrias de agrotóxicos, fue transferida a Argentina, México y Brasil y, en menor escala, a otros países de América Latina.

¡¡¡ A volar, gaviotas !!!

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En 1980 hubo la revolución iraní. Los EUA, Alemania, y Francia, se sintieron perjudicados por esta revuelta y resolvieron vender fábricas de armas químicas, disfrazadas de fábricas de agrotóxicos, al gobierno de Kadafi en Libia y a Sadam Hussein de Irak, para que ellos enfrentaran al Ayatola Kohmeini. Entonces fue que los iraníes y los kurdos conocieron el verdadero infierno.

“ ¡¡¡ $alud Mí$ter ¡!! “

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Por esta misma época, la entidad ambientalista mundial, llamada “Declaración de Berna”, denunció que niños egipcios, hondureños y colombianos, habían sido usadas como conejillos de indias, para pruebas y experimentos de laboratorio, en los que las empresas les aplicaron a los niños, Galecron, un acaricida (que mata ácaros – arañas) que provoca cáncer de vejiga.

“Dejad que los niños se acerquen a mí…”

La empresa Ciba Geigy (Novartis) intentó desmentir esto, pero cuando vio los documentos membretados y sellados de la misma empresa, respondió que no usaba este tipo de papel en estas investigaciones. (Paradójicamente, en Suiza, país de origen de la empresa Novartis, también está la sede de la campaña internacional de lucha contra el uso de ratones como sujetos de experimentos de laboratorios. Ratones no, pero niños sí).

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“Un bañito nomás….es por tu bien” En 1979, en la reunión del Codex Alimentarius de la ONU (Organismo Internacional de Alimentos dominado por las industrias) un especialista inglés dijo que los productos agroquímicos, que aún no habían sido suficientemente investigados ni experimentados, deberían ser liberados para su uso en los países de Tercer Mundo, para así poder conseguir esos datos rápidamente.

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Debido a los altos precios del petróleo, en 1991, los iraquíes –bajo órdenes de Sadam Hussein- invadieron Kwait y fueron entonces agredidos por los EUA y todos sus aliados. En esa Guerra, llamada “del Pérsico”, los iraquíes usaron los venenos agrícolas que les fueron vendidos por las mismas empresas gringas; y, por esa causa, decenas de miles de soldados americanos, ingleses y franceses, fueron afectados. Al volver a sus casas presentaban síntomas raros de alteración de comportamiento, alto índice de suicidios, depresión, etc.

“Rambo pacheco” Como resultado de esto, inmediatamente los países europeos restringieron ó prohibieron la venta de agrotóxicos organofosforados, y empezaron a recapacitar sobre su uso en sus propios países, capacitando también a los agricultores para usarlos. Con esta prohibición, las industrias y gobiernos afectados necesitaban urgentemente, colocar en algún lugar, las grandes cantidades de insecticidas orgafosforados que tenían en sus bodegas y que seguían produciendo.

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Entonces, los organismos internacionales de las Naciones Unidas (ONU) fueron llamados a realizar estudios y recomendaciones, para que las clasificaciones de uso de los agrotóxicos fueran transformadas. En 1991, sin que nadie asumiese la responsabilidad, se hizo este cambio, y así, los venenos que tenían faja amarilla (EXTREMADAMENTE TÓXICOS – Clase I) pasaron a tener faja azul (POCO TÓXICOS – Clase III); ó faja verde (PRACTICAMENTE NO TÓXICOS, Clase IV). Todo, para favorecer a las grandes industrias multinacionales, productoras de los venenos químicos.

“Es pura broma. . . ¡ El veneno no es tan malo !”

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Como este cambio no era suficiente para que las empresas lograran colocar y vender todas las grandes cantidades de agrotóxicos, producidos en EUA y Europa, hubo entonces un criminal aumento de hasta 75% en la concentración del principio activo, en las fórmulas de los agrotóxicos. Lógicamente, esto provocó un aumento en los envenenamientos, muertes e intoxicaciones, entre campesinos productores, pero también entre consumidores; esto fue reconocido incluso por algunos gobiernos ricos.

“¡La fórmula está perfecta. .. Misión cumplida!”

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En Costa Rica y otros países productores de plátano de América Central, hubo también, un uso excesivo de un veneno fosforado llamado Tamaron, producido en Europa. Este producto formaba parte estratégica de las reservas de armas químicas europeas almacenados, que, con la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría (1989-1990) quedaron sin utilidad. El uso de Tamaron (enantiomorfo) aplicado en los frutales centroamericanos, provocó más de 15 mil intoxicaciones. Los toxicólogos y científicos de las Naciones Unidas fueron a Costa Rica a decir que, “era pura auto-sugestión y que, en todo caso, había sido culpa de los campesinos por descuidados”.

“Puede usarlo sin preocupaciones... ¡No hay ningún peligro!”

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En el Noreste brasileño, este producto –Tamaron- fue distribuido por los políticos en las campañas electorales. Esto provocó también la muerte y el envenenamiento de quienes tomaron agua contaminada en las ciudades. En la ciudad de Caruaru, por ejemplo, hubo un escándalo en una clínica de hemodiálisis que usaba agua común en sus equipos. Los análisis del agua de esta clínica encontraron residuos fosforados muy venenosos. Lo interesante es que, inmediatamente, surgió alguien del gobierno diciendo, que “las muertes habían sido ocasionadas por un alga tóxica”. No se volvió a tocar el asunto y este crimen también quedó impune

“¡¡¡ Le cambio su voto por TAMARON ¡!!”

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El agrotóxico DBCP9, que desde 1961 era conocido por causar cáncer en los testículos de ratones de laboratorio, y que desde 1972 estaba prohibido en los EUA, seguía siendo usado en los países de América Central, provocando más de 16 mil castraciones.

“Castraciones gratis – Cortesía del agrotóxico DBCP”

Pero, al menos en ese caso, un grupo de abogados gringos realizaron una acción judicial para que las empresas productoras de DBCP le pagaran a los campesinos los testículos destruidos. 9 DiBromoCloroPropano, nematicida (mata insectos nematodos)

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En 1995, un grupo de investigadores y científicos brasileños llamado GIPAS (Grupo Interdisciplinar de Pesquisa y Acción en Agricultura y Salud) notó que un gran número de agricultores, plantadores de Tabaco, se estaban suicidando. Hicieron una profunda investigación y surgió la posibilidad, de que este hecho estuviera conectado con el uso de agrotóxicos. Las industrias de cigarros, que obligaban el agricultor a usar venenos peligrosos y ganaban mucho dinero con esto, coludidas con las empresas de agrotóxicos, contrataron científicos mercenarios y usaron los medios masivos de comunicación, para defender sus oscuros negocios. El GIPAS elaboró un proyecto de investigación, pero el gobierno no demostró interés en financiarlo.

“Oiga mi presi, los campesinos se están suicidando por culpa de los agroquímicos venenosos. Habría que prohibir su venta acá en el municipio, no?”

“No’mbre ¿cómo crees?, Mejor voy a prohibir la venta de mecates . . .”

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En Panamá, en la región de Herrera y Los Santos, zona productora de plátanos, el índice de suicidios también es muy alto, afectando principalmente agricultores que tienen entre 20 y 40 años. Ahí, por todos los medios, el gobierno ha intentado negar estos hechos; mientras, en España, un grupo de científicos de la Universidad de Granada publicó un trabajo sobre agrotóxicos y suicidios, pero nuevamente estos estudios no fueron tomados en cuenta. Por su parte, asociaciones de médicos y psiquiatras de la Gran Bretaña, comprobaron los daños en la salud mental causada por agrotóxicos, exigiendo una moratoria en el uso de venenos fosforados.

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En Europa, se ha comprobado que los niños expuestos al uso de agrotóxicos, ó que comen alimentos contaminados, tienen mayor dificultad para aprender; pero estos datos son mantenidos en secreto por el gobierno, las universidades y los medios de comunicación. Las enfermedades degenerativas del cerebro -como el Alzheimer- están en la mira de los científicos conscientes, quienes señalan a la intoxicación por agroquímicos como posible causa de esta enfermedad.

Escuela Municipal

“Échale unas gotitas para que los escuincles no aprendan tan de prisa”. Hace más o menos diez años, el actor norteamericano Steve McQueen, dejó un testamento diciendo que el cáncer de pulmón, por el que murió, era debido a las aplicaciones de agrotóxicos que recibió cuando trabajó como piloto fumigador agrícola. Recientemente, el cantante Leandro, del dúo sertanejo “Leandro y Leonardo”, en entrevista en el “Programa Globo Repórter”, señaló que el raro tipo de cáncer que padecía, era debido a las aplicaciones de agroquímicos en las plantaciones de tomate, donde laboró de joven.

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En 1996, varios científicos se reunieron en Weybridge, Inglaterra, y anunciaron que los agrotóxicos, principalmente los organoclorados, usados en los años 50s, eran productos que contenían la supuesta Dosis Diaria Aceptable. Sin embargo, hoy sabemos que, en cualquier cantidad, estos venenos alteran las hormonas; o sea, provocan disrrupción endocrina y disminuyen las defensas inmunológicas, provocando fuertes daños en la salud, ya que, en realidad, no existe una dosis segura. Los venenos organoclorados son los mayores sospechosos de ser los responsables de provocar cánceres de mama, de testículos, ovarios y cerebro. En el Reino Unido, científicos de Edimburgo y Glasgow, afirmaron que los agrotóxicos eran responsables del “Síndrome de las Vacas Locas”.

¿Y eso, a poco fue por un Agrotóxico?... ¡¡¡Tonterías!!!. Vuelva dentro de 50 años y le hacemos su diagnóstico.

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En Montreal, Canadá, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre sustancias que destruyen la capa de Ozono, se discutió la eliminación del uso del bromuro de metilo en todo el planeta. El bromuro de metilo es un gas extremadamente venenoso, que es cancerígeno (provoca cáncer) y que forma una toxina en el cerebro (neurotoxina). Entonces, en Brasil, la procuraduría de la República recibe una denuncia sobre eso y pregunta a la Secretaría de Medio Ambiente, la cual responde que el bromuro de metilo había sido registrado por una ley anterior (Decreto 24.114/34) misma que fue revocada. Y a su vez, el Instituto estatal de Agricultura responde que esa substancia fue registrada por la ley de los agrotóxicos 7802/89. Así, en respuesta a su demanda, los denunciantes reciben un dictamen jurídico . . . hecho por un biólogo. Y todo queda igual . . . Preocupado con las noticias internacionales sobre los gases de guerra fosforados, y sabiendo que durante el proceso de síntesis de estos gases, hay formación de otras substancias más venenosas (TEPP, TMPP, OMPA, TCDD, SCHRADAN, TCAB, SARIN, TCAOB, TABUN, PHOSGEN) un diputado federal brasileño solicitó información a la Secretaria de Salud. Como única respuesta recibió, de parte de todos los jefes de división, que eso no era asunto de ellos, sino de la Secretaría de Agricultura. Ahora con los Tratados de Libre Comercio (TLC) las empresas multinacionales están buscando fortalecer aún más sus negocios, acabando con las pocas leyes nacionales ambientales y de salud, e imponiendo una desrregulación regional, respaldadas por la Organización Mundial del Comercio (OMC) la cual impide a fuerza, que exista en los países pobres cualquier ley de salud o medio ambiente, que obstaculice el libre comercio y la inversión de las grandes empresas.

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Este es el nuevo mundo Neoliberal, cuya impunidad nos recuerda la llamada “Guerra del Opio”, que allá por 1850, hicieron los ingleses en contra de China, invadiendo este país “en nombre de la libertad de comercio”.

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La destrucción de la fertilidad del suelo causada por los herbicidas, defoliadores, insecticidas y agrotóxicos en general, es la destrucción de toda la vida. La muerte comienza a ocurrir en el interior de una célula, poco a poco, y no puede ser observada sino diez o veinte años más tarde, cuando estas células forman un tumor visible, o cuando se alteran los niveles de hormonas, detectadas en análisis de laboratorio, originando con ello toda una serie de graves daños en los seres vivos.

“ ¡¡¡Jíjole!!! La neta es que yo ya no sé sembrar ni cultivar sin usar estas porquerías...”

No hace ni treinta años, los profesores y agrónomos honestos, que respetaban la vida, fueron expulsados de las universidades y de los institutos de investigación. De EUA y Europa, surgieron entonces “científicos” iluminados, al servicio de las empresas multinacionales, diciendo que, “no pasaba nada; que el suelo era inerte y que no tenía vida; que el hambre en el mundo era el principal enemigo, y que, para combatir el hambre, los agroquímicos serían el principal aliado”.

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Hoy día vemos su mentira: con los agroquímicos aumentaron el hambre, la miseria, la migración y la violencia. También, la erosión, la salinidad y la contaminación del suelo y del agua…. Hoy sabemos de quiénes realmente eran aliados los agroquímicos…. Y ahora, los gobiernos nos están diciendo que, “siempre sí, que los agrotóxicos sí hacen daño”, y que el nuevo negocio es hacer agricultura “orgánica moderna”. La realidad es que ahora, las empresas multinacionales del agronegocio, ya están listas con sus productos “biotecnológicos” (transgénicos que no utilizan pesticidas ó fertilizantes e insecticidas industriales “biológicos”) para ser utilizados en la agricultura dizque “orgánica” de los campesinos. Y estos productos dizque “bio” y “ecológicos”, producidos hoy por las mismas grandes empresas que ayer producían los agroquímicos, cuestan mucho más caros ya que según, son más “modernos”. De adoptarse y extenderse entre los campesino,s esta agricultura “orgánica” trasnacional, -como pretenden ahora las grandes empresas multinacionales- no sería más que una nueva forma de esclavitud de nuestros pueblos…. “¡¡Haga como yo!!! Dejé los agrotóxicos y cambié a los transgénicos…”

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Versión original en portugués