Cartograf a Social y Territorio en Am rica Latina ... · presentaciones e intervenciones en el...

32
Introducción El presente documento es el resultado de la sistematización de las presentaciones e intervenciones en el seminario de Cartografía Social y Territorio en América Latina, realizado en Río de Janeiro entre el 21 y 23 de julio de 2010 y promovido por el Laboratorio ETTERN/IPPUR/UFRJ (Laboratório Estado, Trabalho, Território e Natureza do Instituto de Pesquisa e Planejamento Urbano e Regional-Universidade Federal do Rio de Janeiro) con el apoyo de la Fundación Ford. Al proponernos la organización de las memorias del seminario, optamos por un texto que pudiera contener de mejor manera los valiosos aportes que se fueron sumando en el desarrollo del evento. Para tal fin, el camino seguido no fue el registro por separado de las diferentes ideas expuestas en las mesas y discusiones, sino más bien, el examen de los contenidos y la identificación de cuestiones centrales en torno a las cuales se desarrollaron las refle-xiones del seminario, por esta razón la presentación de los expositores se irá dando a lo largo del texto. El resultado del ejercicio es una síntesis que esperamos se constituya en una contribución a la reflexión y el debate sobre la cartografía social en América Latina. El contenido de la memoria se estructura en cuatro secciones que corresponden a igual cantidad de cuestiones centrales identificadas. En la primera sección se aborda el tema de las epistemologías sobre el territorio y sus representaciones, donde se despliega una discusión sobre los paradigmas y cosmovisiones que se encuentran y desencuentran en los procesos de cartografía social. En la segunda sección se emprende una descripción de los contextos y conflictos territoriales específicos a las experiencias cartográficas, así como un análisis de los sujetos políticos que en este proceso se construyen. Este tema da pie para señalar algunas diferencias que se presentan entre las experiencias brasileñas y las Cartografía Social y Territorio en América Latina - Memorias del Seminario de Rio de Janeiro, julio 2010 Edwin Muñoz Gaviria y Luz Stella Rodríguez Cáceres Recibido: 11/01/2011. Aceptado: 21/02/2011 ANTROPOLÓGICA 2010 TOMO LIV n° 114: 129-159

Transcript of Cartograf a Social y Territorio en Am rica Latina ... · presentaciones e intervenciones en el...

Introducción

El presente documento es el resultado de la sistematización de laspresentaciones e intervenciones en el seminario de Cartografía Social yTerritorio en América Latina, realizado en Río de Janeiro entre el 21 y 23de julio de 2010 y promovido por el Laboratorio ETTERN/IPPUR/UFRJ(Laboratório Estado, Trabalho, Território e Natureza do Instituto dePesquisa e Planejamento Urbano e Regional-Universidade Federal do Riode Janeiro) con el apoyo de la Fundación Ford.

Al proponernos la organización de las memorias del seminario,optamos por un texto que pudiera contener de mejor manera los valiososaportes que se fueron sumando en el desarrollo del evento. Para tal fin, elcamino seguido no fue el registro por separado de las diferentes ideasexpuestas en las mesas y discusiones, sino más bien, el examen de loscontenidos y la identificación de cuestiones centrales en torno a las cualesse desarrollaron las refle-xiones del seminario, por esta razón lapresentación de los expositores se irá dando a lo largo del texto. Elresultado del ejercicio es una síntesis que esperamos se constituya enuna contribución a la reflexión y el debate sobre la cartografía social enAmérica Latina.

El contenido de la memoria se estructura en cuatro secciones quecorresponden a igual cantidad de cuestiones centrales identificadas. Enla primera sección se aborda el tema de las epistemologías sobre elterritorio y sus representaciones, donde se despliega una discusión sobrelos paradigmas y cosmovisiones que se encuentran y desencuentran enlos procesos de cartografía social. En la segunda sección se emprende unadescripción de los contextos y conflictos territoriales específicos a lasexperiencias cartográficas, así como un análisis de los sujetos políticosque en este proceso se construyen. Este tema da pie para señalar algunasdiferencias que se presentan entre las experiencias brasileñas y las

Cartografía Social y Territorioen América Latina - Memoriasdel Seminario de Rio deJaneiro, julio 2010

Edwin Muñoz Gaviria y Luz Stella Rodríguez Cáceres

Recibido: 11/01/2011. Aceptado: 21/02/2011

ANTROPOLÓGICA 2010TOMO LIV n° 114: 129-159

130 Cartografía Social …

hispanoamericanas. Luego, en la tercera sección, se aborda una discusiónrelacionada con la disputa propiamente cartográfica y las cuestiones de i)si es posible o no un diálogo entre prácticas cartografías en condicionesdesiguales de poder, ii) de cómo se usa la información cartográfica y iii) decuáles serían sus potencialidades y riesgos. Posteriormente en la cuartasección, se presenta la discusión sobre las formas diferenciadas en que,desde las diversas experiencias, se considera la contribución que la carto-grafía social está realizando a los procesos de autonomía y de “empodera-miento” de los sujetos. Finalmente, a modo de conclusión, se planteaninquietudes e interrogantes que quedaron abiertos con el seminario, asícomo algunos desafíos que se vislumbran para la cartografía social enAmérica Latina.

Epistemologías del territorio y sus representaciones

La cartografía social puede ser entendida como la apropiación de

técnicas y modos de representación cartográficos modernos por parte de

grupos sociales en desventaja para hacerse visibles como etnia o

identidad territorializada, posicionar su visión sobre el territorio y reivin-

dicar tierras, territorios y acceso a recursos naturales. De este modo, ella

confronta aquella cartografía “oficial”, sin sujeto, que tradicionalmente

había permanecido en manos del Estado y a su servicio; y monopolio,

según Alfredo Wagner de Almeida (Brasil, investigador del Proyecto Nueva

Cartografía Social, Universidad Federal del Amazonas) de los institutos

geográficos nacionales y las fuerzas militares y recientemente de

empresas.

Sin embargo, a la luz de las exposiciones sobre las perspectivas y los

intereses involucrados en la cuestión dentro del contexto latinoame-

ricano, con sus variados agentes, locales o globales, comunitarios o

estatales, esta primera definición que articula la apropiación de técnicas

modernas de representación espacial y la función social de defensa

territorial, podría funcionar como punto de partida, pero sería insu-

ficiente para abarcar la complejidad de las experiencias de Latinoamérica

presentadas en el seminario, pues la cartografía social se redefine conti-

nuamente en razón de las prácticas de los actores sociales que se

vinculan a ella de manera diferenciada.

En las discusiones relacionadas con la definición de cartografía social,

una de las más significativas giró en torno de la problematización de los

conceptos. En primer lugar, fue colocado en discusión el adjetivo “social”,

el cual nos ha llevado a un tipo de encantamiento o de salida humanista

que enfrentaría la racionalidad burocrática y científica de la cartografía

131Antropológica 114

moderna. Se ha enfatizado (intervención de Patricia Vargas, antropóloga

acompañante del proceso de la Asociación del Consejo Comunitario

General de Nuquí Los Riscales y coordinadora de la formulación del

Proyecto Etnoeducativo e Intercultural, Colombia), para eso, el carácter

social ineludible de toda cartografía, y este contrapunto resultó impres-

cindible. Siguiendo el razonamiento de Brian Harley, cabría no olvidar que

los mapas siempre estarán relacionados al orden social al que pertenecen,

expresando el espíritu social de la época y del lugar. En este sentido, los

mapas siempre son culturales y sociales porque manifiestan procesos

intelectuales, artísticos, de conocimiento, de poder, permitiendo inter-

pretar formas de posicionarse en el mundo.Sin embargo, al considerar la propuesta de clasificación de

“cartografías modernas” y “cartografías propias”1 propuesta por PatriciaVargas, no se podría desconocer que las “cartografías propias”, aldesarrollarse en contextos de confrontación con el Estado, o con empren-dimientos económicos de distinto orden, tienen también su caráctermoderno. Por otro lado, al intentar rescatar el sentido de lo “propio” endiferentes culturas, vemos que éstas no siempre se reconocen interna-mente como categorías cartográficas, porque están ligadas a formascosmogónicas de concebir y posicionarse en el mundo y a las distintasmaneras de construir conocimiento. A partir de distintos ejemplos, sehace posible explorar los modos de representación y percepción delterritorio, donde el mapa aparece apenas como una más entre otrasformas de representación y concepción espacial.

Carl Sauer destacó que la infalibilidad de la imagen contenida en elmapa está dada por su eficacia en la comunicación, más allá de palabrasy textos, en tal grado de síntesis, que le permite expresar varias ideas almismo tiempo y en un pequeño espacio. En síntesis, la cartografía cual-quiera que ella sea nos permite conocer la imagen del mundo que tiene yadquiere un individuo o un grupo determinado.

No obstante, la contundencia del mapa nos aparta de la comprensiónde otras formas de concepción del espacio, las cuales se desdoblan enmaneras alternativas de representar el territorio. Estas formas de repre-sentación se encuentran ligadas, de acuerdo a Martín Vidal (líder indígenade la Asociación de Autoridades de la Ukawesx Nasa Cxab de CaldonoCauca, Colombia), a epistemologías culturalmente diferenciadas donde elterritorio, por ejemplo, es antes que cartografiado, tejido, recorrido,cantado, bailado, soñado, narrado y hasta incorporado. Estaríamos antesque nada frente a matrices de pensamiento contrastivas de las formas deconcepción de tiempo y espacio empleadas en occidente.

1 Aquéllas que todos y cada uno de nosotros llevamos para ubicarnos en el mundo (ibid).

132 Cartografía Social …

Es bajo la epistemología occidental que es posible la concepción de unespacio despojado de eventos y prácticas, que alimenta la lógica del terri-torio como un vacío. Vale la pena retomar aquí las ideas de Sack (1986)2

para quien dicha abstracción permite la delimitación de fronteras clarasy precisas, las cuales surgen cuando las sociedades tienen la estructuratecnológica y geométrica para representar el espacio como neutro eindependientemente de los eventos. En la conquista y colonia de América,por ejemplo, los mapas se anticiparon a la ocupación del territorio. Ladominación fue primero nominal, marcando fronteras sobre los hori-zontes y deseos de ocupación y señorío (intervención de P. Vargas). Elanálisis de la cartografía histórica, que es el antecedente inmediato de lacartografía moderna, nos lleva a comprender que la consolidación delEstado-nación necesitó acallar las diferencias para conseguir afirmarse.

Para Martín Vidal el sistema cartesiano de representación del mundo,característico de la civilización occidental, encarna un “problema de

representación y conocimiento” del territorio cuando es llevado a lascomunidades. Este problema es un elemento central en la discusión so-bre las implicaciones del uso de la cartografía social, pues allí “se pone en

juego nuestra visión de mundo”.Un ejemplo de cómo esa visión de mundo puede imponerse en la

cartografía social fue el trabajo de mapeo de los Mirañas del río Caquetá,el cual conjugó la cartografía propia y la moderna con fines de planeaciónterritorial. La orientación que estos indígenas dieron al mapa no fuenorte-sur, sino que siguió la orientación del río, eje de la cosmogonía indí-gena. En esa concepción la bocana del río es el nacimiento y la cabecerael lugar donde muere; ya que es el rastro dejado por la mítica anaconda,que al subir por el lecho del río dio origen a las sociedades de esa regiónamazónica.

El pueblo Nasa, a su vez, aprehende el cosmos a partir de una con-cepción de tiempo en espiral y no lineal, adaptada a los ritmos naturalesde los diversos ecosistemas de montaña: “somos culturas del agua más

que del sol, para nosotros existe un ritmo discreto, no continuo, así mismo

es nuestra forma de vida, nuestro pensamiento y representación”. Así escomo en la racionalidad occidental, tiempo y espacio son entendidos comodimensiones separadas, y es por esto que el mapa cartesiano excluye eleje temporal. Martín Vidal señala que en el mundo indígena, por elcontrario, la “información espacial” es trasmitida a partir de formas deconocimiento que no contemplan siempre la forma del mapa. Susrepresentaciones territoriales “no matan el tiempo porque se representa

mientras se teje, es el movimiento… El tiempo es una concepción circular”.A partir de esta concepción espacio-temporal, surgen formas de

2 Sack, Robert, 1986. Human territoriality. Its theory and history. Cambrigde University Press.

133Antropológica 114

representación que se objetivan, entre otras, en las mochilas que tejen lasmujeres, por ejemplo. Estas manufacturas se constituyen en “mapas” ensí, donde diseños geométricos y abstractos significan caminos, rozas, ríosy territorios. Son mapas que se elaboran y actualizan permanentemente,incorporando la dimensión temporal en el tejer.

Así, “el espacio territorial se representa a sí mismo… así lo vemos enlos rituales, en el cuerpo, en los mitos”. El carácter relacional entre cultu-ra y territorio implica que éste y su representación se actualicen en variasmanifestaciones de la vida social. Esta postura epistemológica evidenciaalgunos límites del trabajo en cartografía social, así como sus desafíos,toda vez que el acto de “cartografiar” puede realizarse en acciones como“tejer el territorio en el pensamiento y la acción”, o caminar “en lasmarchas y luchas para exigir los derechos, en las mingas”. Estas activi-dades son en suma “formas de sintetizar el pensamiento del territorio”. Encontraste, la utilización de las tecnologías SIG – para conocer el territorio“no pasan de ser un asunto mecánico que no implica pensamiento decambio dinámico” (intervención de Martín Vidal).

El territorio está inscrito, así, en el cotidiano de muchas comunidadeslocales, no como algo externo, sino como parte constitutiva del ser indivi-dual y colectivo. La identidad está ligada a la apropiación del espaciocomo puede apreciarse en los rituales afrocolombianas. Adith Bonilla(Consejo Comunitario Mayor de Comunidades Negras del Medio Atrato-COCOMACIA, Colombia), representante de las comunidades negras delChocó en el Pacífico colombiano, resalta que, para ellas, el territorio estáincorporado a la persona desde de su nacimiento. Cada niño es“ombligado” con el territorio a partir de un ritual en el que el ombligo, unavez se ha desprendido, es enterrado junto a un árbol que será reconocidopor el niño y adulto como “su ombligo”, y el lugar donde éste fue enterradoserá parte constitutiva e identitaria de su ser. La identidad de la personaestá ligada al árbol y al lugar. Este acto ritual establece una estrecharelación entre personas y territorios, que pasa por lo sagrado.

En el caso de los mapuche, la investigadora suiza Irène Hirt, desde suexperiencia con el territorio de Chodoy Lof Mapu3 en las provincias deValdivia y Cautín, destaca la importancia de los sueños en la orientacióny localización territorial. Los sueños como forma de comunicación espiri-

3 El lof mapu era la base de la organización socio-territorial de los mapuches, correspon-diente a las familias pertenecientes a un mismo linaje. Los límites de un lof eran general-mente geográficos. Cada lof era autónomo pero varios lof agrupados formaban entidadesmayores para objetivos religiosos, políticos, o para enfrentar guerras o catástrofes natura-les: Irène Hirt, 2009, “¿Para qué construir irreversibilidades”? La reconstrucción de ChodyLof Mapu, una experiencia autónoma de cartografía mapuche en el sur de Chile. En JorgeCalbucura y Fabien Le Bonniec (org) Território y Territorialidade en contexto post-colonial.Estado de Chile- Nación Mapuche Working Paper Series 30 Ñuke Mapuförlaget, Estocolmo,Suecia.

134 Cartografía Social …

tual, funcionan en la construcción del conocimiento, orientan la toma dedecisiones políticas y son fuente de poder e información geográfica, la cualpuede ser usada en los ejercicios de cartografía social para confirmar ycorroborar datos sobre los cuales se tienen antecedentes.

En la elaboración de la cartografía mapuche huilliche, los sueñosfueron incorporados como parte de la metodología. Con frecuencia el“ngenpin” -oficiante religioso en las ceremonias mapuche, y cuyo signi-ficado en mapudungun es “dueño de la palabra”- se comunicaba con losespíritus para intentar localizar los sitios sagrados que habían sidousurpados desde el siglo XIX y de los que las personas tenían, apenas,vagos recuerdos. No obstante, el uso de los sueños confronta la racio-nalidad científica occidental que invalida ese tipo de conocimiento porconsiderarlo “subjetivo”. Sin embargo, para Hirt, la inclusión de lossueños en esos procesos es un aspecto importante en la construcción demetodologías interculturales para la producción de conocimientosrelevantes y un necesario paso en la descolonización de las mismas.

Por su parte, Eglée Zent (etnobióloga del Instituto Venezolano deInvestigaciones Científicas) narra, a partir de su trabajo de mapeo partici-pativo con los Jodï en la Guayana venezolana, la relación directa entreterritorio e historias de vida. En la medida en que no existen títulosjurídicos formales, la palabra y la oralidad son documentos que señalanel grado de incorporación de territorio en la cultura local. Las personas dela comunidad asocian cada nombre de lugar en su territorio a mitos.

Al recitar ciertos nombres de lugar, valores y tradiciones son reafir-mados, por lo cual el paisaje es fuente de sabiduría para el puebloindígena. En el análisis de las historias de vida, por ejemplo, fueron ras-treados los lugares, que pueden llegar a más de cien, por donde laspersonas vivieron a lo largo de su vida por cortos o largos períodos detiempo. Sea por razones rituales, o como parte de las actividades desubsistencia de caza y recolección, las personas transitan continuamentepor el espacio en varios momentos de su vida, por lo que los hijos de unafamilia nacen en lugares distantes y diferentes. El territorio no sólo esmovimiento y palabra, sino que la principal forma de su conocimiento seproduce recorriéndolo y narrándolo; éste no existiría fuera de esas prác-ticas. Ese sentido de la movilidad se constituyó en una de las bases parala sustentación de reclamos territoriales de los indígenas Jodï enVenezuela.

Así, una cartografía sensibilizada con las epistemologías no occiden-tales revela las formas cómo los grupos reflexionan sobre su historia, senarran a sí mismos y se relacionan con la naturaleza, relación que llegaa describir mejor las formas epistemológicas del pensamiento indígena.Hirt discute cómo en la experiencia chilena, antes de iniciar los trabajos

135Antropológica 114

con GPS en los lugares de importancia cultural, espiritual o histórica, losmapuches pedían permiso a los espíritus de la naturaleza. Este acto sederiva de una conexión distinta con esos seres, ya que para los mapucheséstos no son concebidos como objetos manipulables y controlables, sinocomo entidades vivas con poder de acción sobre la realidad. Se corroboraasí lo expuesto por Vargas al respecto de esta relación diferenciada con lanaturaleza, que lejos de ser cosa del pasado permanece actualizada, aúnen contextos de globalización.

Por su lado, Zent señala que en el caso de los Jodï, sus lugaressagrados contienen una noción que va más allá de lo mitológico; lacreencia de que una montaña es la casa de una entidad que sustenta lavida, enuncia más que una manera alternativa de entendimiento, unaforma de aproximación más horizontal con la naturaleza. Este principiocosmológico, que a nuestros ojos combina ecología y mitología, sustentala idea respecto a que las mayores reservas de biodiversidad vegetal yanimal y recursos hídricos, se encuentran en los territorios pertene-cientes a grupos étnicos; y que es imposible (intervención de A. Warner deAlmeida) la aprehensión del patrimonio genético sin la mediación delconocimiento local.

Respecto al vínculo entre naturaleza, lugares sagrados y mapeo,Burga (intervención de Carol Burga. Geógrafa de la ONG Shinai Serjai,Perú) Hirt, Vidal y Zent, resaltaron que, no obstante la importancia parael grupo en sus procesos de auto-reconocimiento y fortalecimientointerno, los datos referentes al ámbito de lo sagrado no siempre sonusados en los mapas finales y permanecen como una informaciónprivilegiada y exclusiva para la comunidad, propia de los desarrollos ydiscusiones internas y prescindible del mapa que se presenta para hacerlas reivindicaciones frente al Estado.

El ámbito de lo sagrado cumple, en algunos casos, una función dediferenciación con otros grupos vecinos o campesinos que, a su vez,pueden establecer relaciones más subordinantes con la naturaleza. En elcaso de los mapuches del sur de Chile, durante la realización de lacartografía, el aspecto religioso tuvo un papel en el fortalecimiento internoy la recuperación del poder de las autoridades tradicionales, pero no hizoparte de lo que las comunidades querían exponer para fuera.

Así, podríamos decir que en el campo de la cartografía social enAmérica Latina, referente a grupos étnicos, es manifiesta la existencia dedisputas epistemológicas donde estos grupos reivindican formas propiasde concebir el territorio y sus formas de representación. Este aspecto esindudablemente central en la constitución de los grupos étnicos comosujetos políticos. Sin embargo, como se verá en la siguiente sección, otroscolectivos también se constituyen en sujetos políticos a partir de formasdiversas de identidad colectiva, que sin expresar construcciones

136 Cartografía Social …

epistemológicas propias, utilizan estratégicamente las técnicas conven-cionales de cartografía en su accionar político. En ambos casos, lascaracterísticas de esta dinámica política se configuran en función de loscambios económicos e institucionales que se vienen produciendo en elcontexto latinoamericano, así como en la trayectoria que siguen losconflictos territoriales en cada lugar.

Conflictos territoriales y construcción de sujetos políticos

La práctica cartográfica se articula a los procesos de reproducciónsocial de cada uno de los contextos, evidenciando conflictos por laapropiación material y simbólica de los territorios. Aunque los conflictossocio-territoriales y ambientales presentes en las experiencias son devarios órdenes y dependen de las diferencias regionales, comparten en sumayoría elementos de contexto. Se expresan de un lado, en medio decambios políticos y jurídicos que con desarrollos diferenciados en cadapaís, reconfiguran el espectro de los derechos sociales, y de otro lado, enuna creciente liberalización económica que repercute especialmente enáreas de biodiversidad de gran interés para el capital nacional einternacional.

Como lo comentaba el profesor Carlos Vainer (profesor del IPPUR,Universidad Federal de Rio de Janeiro, Brasil), las cartografías socialesreflejan los procesos conflictivos que puedan estar sucediendo, toda vezque las formas de producción de éstas están inmersas en los medios deproducción social del territorio. En ese escenario aparece el mapa que,elaborado por los sujetos protagonistas del conflicto, es un instrumentode afirmación de derechos, una pieza para representar y desarrollar elconflicto, en el propósito de desmontar las aspiraciones de agenteseconómicos o de reafirmar sus derechos ante el Estado. Mientras el mapahace parte de la disputa, no puede decirse que exista mapa neutro.

Pensar la acción política que está tras los ejercicios cartográficospasa, en parte, por reflexionar sobre los sujetos que se constituyen encolectivos políticos frente a los diversos conflictos, así como frente a loscambios legislativos que se han producido en los contextos nacionales deAmérica. De este modo, llegamos a una convergencia de presiones deabajo para arriba expresadas en los movimientos sociales y de reformasde arriba para abajo concretadas en las recientes legislaciones. Sinembargo, se verá algunos casos en Chile, Colombia y Bolivia donde nosiempre los agentes de las nuevas cartografías son sujetos de derechos odemandantes de derechos colectivos de propiedad.

137Antropológica 114

Sujetos políticos y territorios de uso común: la experiencia brasileña

Una de las diferencias entre la América hispana y Brasil estaríarelacionada con las estrategias diseñadas para la definición de los sujetosde derechos colectivos. Para comenzar, el rumbo que tomaron los pro-cesos de cartografía social en Brasil para la regularización territorial,expuestos en el seminario, confronta la visión primordialista y esencia-lista que asume lo tradicional siguiendo las pautas de las agencias trans-nacionales, donde lo étnico es concebido como una realidad consolidadae invariable. Alfredo Wagner de Almeida afirma que los actuales sujetosde la tradición se constituyen como tal al calor de la lucha inmediata,abandonando, de este modo, cualquier apelo a identidades ancestrales einmemoriales en territorios consagrados. “Si la tradición es una

reivindicación del presente, la etnicidad es la autodefinición conducida por

la movilización y la búsqueda de autonomía política”. La categoría “poblaciones tradicionales” experimentó en Brasil un

desplazamiento en su significado inicial, fue apartada del cuadro naturaly del dominio de los sujetos biologizados para designar agentes socialesque se autodefinen y que manifiestan conciencia de su propia condición;para Wagner de Almeida, este es un desdoblamiento de la adopción de laConvención 169 de la OIT en el 2002. El conflicto social haría parte de lasformas de identificación y consolidación del territorio, donde cada grupolo ha construido socialmente y a partir de situaciones específicas. Sin em-bargo, el conflicto no termina con el reconocimiento, como habríasupuesto el teórico Charles Taylor; éste continúa instaurado a pesar delreconocimiento. No se trata de una interpretación positiva del conflicto dela tradición sociológica, sino de las prácticas cotidianas de antagonismos.Cuando la lucha es por el territorio, tendríamos que distanciarnos de ladivisión entre las luchas culturales por el reconocimiento planteadas porTaylor y aquellas económico-redistributivas apeladas por Nancy Fraser,para dar lugar a una interpretación sobre las formas como el grupo estáconstruyendo el territorio.

Los movimientos sociales se agrupan y establecen, delineando unapolítica de identidades que consolida una modalidad de existenciacolectiva, más que por la suma de individuos, por sus planes organiza-tivos. En otras palabras, cada grupo ha construido socialmente suterritorio de una manera propia, y a partir de conflictos específicos. Aquílas luchas por los derechos territoriales impulsaron la consolidación deidentidades colectivas, donde las diferencias culturales y los ejes de movi-lización han sido variables y nos permiten hoy hablar de las identidadesterritoriales de los seringueiros (caucheros), las recolectoras de coco de

babaçu, los pescadores, las poblaciones ribereñas, las comunidadesquilombolas y los grupos indígenas.

138 Cartografía Social …

La construcción de los sujetos políticos detrás de las nuevascartografías, pasa sin duda por la politización de los términos de usolocal, la cual como fue dicho, viene reflejándose en la diversidad de figurasjurídicas verificables en diferentes instrumentos legales. Uno de los mássignificativos es el Decreto 6040 del 7 febrero de 2007 de la Presidenciade la República de Brasil, que reglamenta el plan de desarrollosustentable de los pueblos tradicionales, el cual contempla y reconoce porprimera vez el uso común de recursos y territorios, transformando esapráctica en un instrumento político.

El uso común de recursos naturales cubre extensas áreas princi-palmente en la región amazónica, en el semi-árido nordestino y en elplanalto meridional del país. El uso común de bosques, recursos hídricos,campos y pastizales aparece combinado tanto con la propiedad, como conla posesión, de manera perenne o temporal y contempla diferentesactividades productivas como extractivismo, pequeña agricultura, pesca,cacería, artesanía y producción pecuaria. Estas actividades son ejercidaspor unidades de trabajo familiares u organizadas en cooperativas quepermiten su participación en los circuitos del mercado. Organizacionessociales como el Consejo Nacional de los Seringueiros, el MovimientoInterestadal de las Quebradoras de Coco Babaçu, la CoordinaciónNacional de Articulación de las Comunidades Negras RuralesQuilombolas, el Movimiento Nacional de los Pescadores, el Movimiento delos Fundos de Pasto, corresponden a territorialidades específicas dondelos grupos realizan sus formas de vida y aseguran su reproducción físicay social.

Según Wagner de Almeida, si bien el Banco Mundial reconoció el usocomún desde 1999, este organismo nunca imaginó sus alcances en elBrasil de hoy: una gran oposición a la expansión del agro-negocio y a suinterés de comercializarlo todo, incluyendo la tierra. Los grupos tradicio-nales controlarían hoy un tercio del territorio nacional y habríanalcanzado mantener 250.000 hectáreas fuera del mercado. En la visión deWagner de Almeida, el Banco Mundial no tiene los instrumentos paralidiar con la diversidad que se ve en Brasil desde 1988, donde los dere-chos territoriales impulsaron la consolidación de identidades colectivasmuy diversas y los derechos adquiridos median toda relación del Estadocon las tierras.

La dinámica del conflicto va interactuando dialécticamente con la

configuración de los sujetos colectivos y la cartografía del territorio. Así,

para Wagner de Almeida, en la medida en que los conflictos no son está-

ticos y que las identidades son dinámicas, los mapas, por su parte, no

pueden ser fijos sino situacionales. El derecho territorial no puede inter-

pretarse como el congelamiento de un área, sino como la capacidad de

tornar dinámica la idea de territorio. La dimensión que un territorio tiene

139Antropológica 114

en el inicio de un conflicto puede variar y aumentar, dado que la

percepción que el grupo va adquiriendo en medio de la disputa lo lleva a

redefinir sus límites territoriales. Un ejemplo de ello son las comunidades de Alcântara en el estado de

Maranhão, caso que comenzó con 23 comunidades y aumentó a 66 bajola misma acción política después de la realización del laudo (pericia)antropológico. En el caso del movimiento de Catadores de Mangaba (fruto)del estado de Sergipe (intervención de Daniel L. M. Vieira, do LaboratórioEcologia e Conservação, Recursos Genéticos e Biotecnologia deEMBRAPA, Sergipe, Brasil) varias comunidades tradicionales de la regióndedicadas a la pesca de mariscos, a la actividad extractiva y a la agricul-tura de subsistencia, han venido ganando visibilidad como movimiento, ydesde el 2007 han conseguido ser reconocidas como comunidades tradi-cionales. Esta configuración de un sujeto colectivo se produce en ladisputa por la apropiación del territorio con varios actores. En esta regióndel litoral nordestino, la presión ejercida sobre la tierra por nuevos usosasociados a segundas residencias, industrias de camarón y complejoshoteleros, viene amenazando la actividad tradicional, principalmente delas mujeres catadoras de mangaba. En respuesta, estas comunidades,que ya suman cerca de sesenta, se reafirman como colectivo en funciónde la defensa de la posesión de la tierra, lo que incluye una disputa carto-gráfica que busca, en principio, hacerlas visibles ante los mapas oficialescomo poseedoras de la tierra.

Sujetos políticos y derechos étnico-territoriales: experiencias en

América Latina hispanohablante

En contraste con Brasil, en países como Venezuela, Nicaragua, Perúy Colombia, el reconocimiento de los derechos territoriales estaría máscercano al encuadramiento de lo étnico propuesto por los organismostransnacionales, o regionalizados en áreas con características geográficasde interés para las entidades ambientalistas. Es decir, las conquistasterritoriales no son alcanzadas por grupos sociales que no se encajan den-tro de lo que estos organismos y el propio Estado entienden como étnico.

En Venezuela, según E. Zent, a pesar de la existencia de una conside-

rable población negra, no existe un cuerpo legislativo en el que sus

demandas de tipo identitario y territorial puedan ser amparadas. En el

caso de los indígenas, los artículos 119 y 121 de la Constitución de 1999

garantizan el ejercicio de las diferencias culturales y respaldan el derecho

a las identidades indígenas. Y aunque en el 2001 fue creada una comisión

para la demarcación de sus tierras mediante la Ley de Demarcación de

Tierras y Hábitat Indígenas, hoy en día son pocos los títulos conseguidos,

140 Cartografía Social …

apenas 27, y con grandes limitaciones, pues se trata de pequeñas exten-

siones de tierras comunitarias donde apenas se poseen las mejoras y, por

lo tanto, no se constituyen en territorios étnicos, coartándose así la fuerza

política de los grupos. Además de que sobre esas áreas se traslapan

diferentes reglamentaciones territoriales y ambientales del Estado, el otro

gran obstáculo a la territorialidad indígena es su coincidencia con zonas

de riqueza mineral donde la propiedad del subsuelo continúa siendo del

Estado. Por esto, E. Zent se pregunta si el título es una ventaja o una des-

ventaja, ya que el espacio de libertad que pudieran tener las comunidades

podría ser más restringido. De hecho los “títulos” recientemente otorgados

limitan los derechos de tierra de los indígenas mucho más que los entre-

gados durante la Reforma Agraria de los años 60 y 70.

En el mismo sentido, E. Zent reconoce que lo tradicional en Venezuela

es manejado todavía de forma muy estricta; como marcador de diferencia,

lo tradicional es remitido a un discurso de autenticidad y de estado

prístino que se articula a los deseos de la preservación ambiental. La ima-

gen de los Jodï cazando con cerbatana y haciendo un uso “sustentable”

del espacio en condiciones de mínimo contacto con el mercado por las

dificultades de comunicación, resulta compatible con una idea de

Amazonía intocable, soñada por más de un ambientalista.

En Perú, a su vez, los indígenas reivindican un reconocimiento étnico

en un entorno jurídico-institucional menos favorable que en otros países

de la región. Allí existen 56 pueblos indígenas que pertenecen a 17 grupos

etno-lingüísticos. Para 2007 habría 1786 comunidades, con un 81% de

tierras tituladas y demarcadas, aunque las tierras tituladas representen

para éstas sólo una pequeña porción de los territorios que consideran

como suyos.

Históricamente el reconocimiento de territorios indígenas en Perú ha

pasado por diferentes fases. Aunque desde la Constitución de 1920 existe

la declaratoria de imprescriptibilidad para las tierras poseídas por las co-

munidades, sólo hasta 1933 éstas fueron declaradas inembargables y en

1979, en el paso del gobierno militar a la democracia, fueron declaradas

inalienables. En 1974 se formuló la ley de reconocimiento de comuni-

dades nativas para acceder a títulos. Sin embargo, durante el gobierno de

Fujimori se creó el proyecto especial de titulación de tierras y, con la

nueva constitución, se eliminaron los atributos de inembargabilidad e

inalienabilidad de esas tierras. La ley de tierras de 1995 abrió la posibi-

lidad de arrendar, vender o parcelarlas. Hoy, aquellas tierras que no

estuvieren en producción agrícola corren el riesgo de ser objeto de

expropiación.

141Antropológica 114

Según Carol Burga, a esta inseguridad jurídica se le suma la su-

perposición de proyectos de explotación petrolera. En la región de

Pastaza, por ejemplo, los indígenas se ven enfrentados a la presencia de

8 a 10 petroleras en sus territorios. A ello se le agregan las empresas

mineras, los colonos con prácticas ilegales de tala de árboles y la minería,

y los intereses estatales por mantener áreas de conservación. Las

empresas petroleras y mineras han irrespetado sistemáticamente los

territorios indígenas y vienen desmovilizando la acción colectiva, a través

de la desinformación y el soborno a varias comunidades, con el ánimo de

debilitar la organización y la resistencia. Por su parte, el Estado se man-

tiene en su postura de abrir oportunidades para los proyectos desa-

rrollistas, situación que se comenta, haciendo alusión al cuento de Alan

García titulado “El perro y el hortelano”, “donde las comunidades son el

perro que teniendo comida no come ni deja comer”, esto, en la visión del

gobierno.

Ante la amenaza creciente tanto del Estado como del capital trasna-cional, los indígenas se vienen organizando para proteger la posesióncolectiva de sus tierras, resistiendo a la imposición de los regímenes jurí-dicos que buscan promover la propiedad individual sobre la colectiva.Como afirma Ermeto Tuesta, (indígena amazónico e investigador delInstituto del Bien Común - IBC, Perú) “nos vimos obligados a hacer mapas

cuando fuimos invadidos por las empresas petroleras, mineras, madereras

y también las obras de carreteras del gobierno, y los colonos que vienen con

éstas”. Este conflicto llevado al terreno cartográfico se produce en uncontexto en el cual no se cuenta con información catastral actualizadaque pueda apoyar las luchas indígenas. Esta carencia fue incluso objetode una protesta en el presente año que acabó con la toma de una estaciónde bombeo. Así mismo “los mapas oficiales no muestran la territorialidad

indígena completa, y los indígenas son invisibilizados parcialmente”, lo queha llevado a que la producción de información geográfica propia se torneuna herramienta central en estos conflictos.

En Nicaragua, a su vez (intervención del líder indígena Edwin Taylor,de Nicaragua y el IEAP-URACCAN-Universidad Autónoma de las RegionesAutónomas de la Costa Caribe Nicaragüense), los sujetos de los derechosterritoriales se encuentran concentrados en la Costa Atlántica en laRegión Autónoma del Atlántico Norte-RAAN, con sede en la ciudad deBilwi y en la Región Autónoma del Atlántico Sur-RAAS con sede en laciudad de Bluefields. A pesar de que la Ley 28 creó en 1987 el Estatutode la Autonomía de las Regiones de la Costa Atlántica de Nicaragua y quelas autoridades locales son elegidas autónomamente desde 1990, la costacaribe continúa sometida a un elevado aislamiento respecto al resto delpaís, el cual se manifiesta en la falta de inversiones sociales y producti-vas, en la ausencia de infraestructura de transporte y en la desarti-

142 Cartografía Social …

culación de la estructura productiva regional; además de una limitadacobertura de servicios básicos, la presencia institucional que se registraes todavía débil4.

Estas regiones están habitadas por algunos mestizos y prin-cipalmente por comunidades étnicas con características multilingües:miskitus, creoles, sumu-mayangnas, ramas y garífunas que poseen unfuerte sentido de pertenencia a las tierras comunales que habitan en loslitorales y zonas interiores, áreas de gran interés ambiental5. A pesar delstatus jurídico de autonomía, el camino para la demarcación de los te-rritorios tuvo que esperar más de una década con la promulgación de laLey 445 en el año 2003, cuando los sandinistas ya habían perdido elgobierno y el país había entrado de lleno en la disciplina neoliberal. Elproceso sólo comenzó a tomar forma en 2006, cuando Daniel Ortega denuevo asumió el poder.

Véase como esta ley esencializa lo étnico al definir como objeto de ti-tulación las tierras ancestrales -“espacio geográfico que cubre la totalidad

del hábitat de un grupo de comunidades indígenas o étnicas que conforman

una unidad territorial donde se desarrollan, de acuerdo a sus costumbres

y tradiciones”. Para las comunidades indígenas que habitan estas regiones, la

promulgación de la Ley 445 creó muchas expectativas. En un comienzo,su implementacion demoró por falta de voluntad política y apoyo finan-ciero. Hoy, a pesar de la espera, ya han sido entregados en esas dosregiones cerca de 30.000 km2, que representan el 80% de los territorios yaún están pendientes aspectos para el saneamiento jurídico. Sin embar-go, para Edwin Taylor los impactos de esas medidas han estado lejos decambiar estructuralmente los problemas de la población nicaragüense deesta región. Si bien por un lado, las tierras no pueden ser vendidas porlas disposiciones legales que las protegen, éstas pueden ser arrendadaspor períodos que pueden ser hasta de 99 años. Esta medida contempladapor la ley abre paso para la implementación de emprendimientos

4 La proclamación de la Ley 28 es percibida todavía como una aspiración; hay todavía exclu-sión y discriminación de mujeres, jóvenes y niños por razones de lengua, etnia y sexo,incluso a nivel interétnico. Segun Edwin Taylor, la situación de las Regiones Autónomas esde extrema pobreza. El índice de desarrollo humano es el más bajo del país con un 0.5 %,el desempleo en un 90%, y se registra más del 50% de analfabetismo con menos del 1% delas escuelas del país. La RAAN, por ejemplo, no tiene un solo kilómetro de carretera pavi-mentada. Sólo el 20% de la población tiene acceso a un servicio deficiente de agua potable.

5 En la Región Autónoma Norte, por ejemplo, se encuentran los importantes yacimientosmineros: oro, cobre y hierro. La RAAN también es una zona de importancia ecológica, dondeestá la Reserva BOSAWAS, la reserva de Cola Blanca, la Reserva del Cerro Banacruz; losbosques de pino de la Sabana de los Miskitu, zonas húmedas y extensas áreas de manglardel delta del río Pinzapolka, así como los arrecifes de coral de Cayo Miskitu. Es en estaregión donde se encuentran las 60 islas que forman los Cayos Miskitus, las reservasmarítimas más importantes de Nicaragua.

143Antropológica 114

económicos foráneos sin afectar la propiedad legal de las tierras y sonvarios los casos registrados en que las comunidades no reciben el canonde los arrendamientos.

Mientras se va delineando una política indígena para el Caribe, no se

resuelve la problemática de la población mestiza que ha crecido en esas

regiones en los últimos años. En su mayoría se trata de migrantes de los

departamentos del interior del país, que empujados por las condiciones de

miseria, violencia y presión de los grandes ganaderos en sus lugares de

origen, han venido ocupando las tierras comunales. Este proceso cono-

cido como la expansión de la frontera agrícola, incluye fuertes conflictos

entre indígenas y mestizos; y resalta las dificultades del mestizo para

organizarse alrededor de un eje a partir del cual pueda hacer sus recla-

mos por la tierra en forma conjunta. Una parte de la población mestiza,

que demanda títulos de propiedad privada en el Caribe Norte, alega que

las tierras que ocupan fueron compradas a representantes de comuni-

dades indígenas y traspasadas con escrituras públicas, mientras que

otras tierras han sido ocupadas sin ninguna negociación.

Ya en Colombia, puede decirse que el mapa actual representa parte

de la diversidad étnica y cultural del país, la cual así se expresa en su

distribución espacial: 34 millones de hectáreas para indígenas, 4,7 millo-

nes de hectáreas para comunidades negras, 12 millones de hectáreas

protegidas bajo la figura de parques nacionales vs 47 millones de hectá-

reas bajo el control de los latifundistas.

Patricia Vargas y Adith Bonilla coinciden en que los territorios negros

consolidados hoy, parten de una lucha organizada local que contó con el

apoyo de intelectuales comprometidos y sectores de la iglesia en un mo-

mento decisivo de cambios legislativos condensados en la Constitución de

1991. Con la inclusión del artículo transitorio 556 y la final promulgación

de la ley 70 de 1993, fue cuando se comenzó la demarcación de los terri-

torios de comunidades negras7. Según Bonilla, las conquistas logradas

6 Antes de la promulgación de la ley 70 de 1993 sólo las comunidades indígenas tenían dere-chos colectivos sobre el territorio. Según Adith Bonilla, la ley 70 en su capítulo 3 y el sudecreto reglamentario 1745 de 1995, procedió a establecer el procedimiento del Estado parael reconocimiento ancestral del territorio. Las áreas geográficas susceptibles de recono-cimiento para las comunidades negras comprendieron todo el departamento del Chocó, yparte de los departamentos de Cauca, Valle del Cauca, Risaralda y Antioquia.

7 Las comunidades negras representan el 85% de las comunidades ubicadas en el departa-mento del Chocó. El área del departamento es de 46.530 km2, donde los territorios colecti-vos corresponden en un 21% a resguardos indígenas, y las tierras de las comunidadesnegras están representadas en 58 títulos colectivos hasta ahora entregados, cubriendo unárea de 3.166.920 ha, correspondiendo al 75% del territorio. 158.000 ha corresponden alas áreas de tres parques naturales: Utría, Tatamá y Katíos, las cuales representan unaafectación del territorio por ser declarados como reserva forestal, desde la ley segunda de1959.

144 Cartografía Social …

con la ley 70 les permitieron pasar de ser una organización campesina a

ser un Consejo Comunitario de carácter étnico afrocolombiano. La ley

surgió para respaldar las demandas por titulación de las comunidades

negras y como mecanismo para que éstas se defendieran de las presiones

ejercidas por empresas extractivas para la explotación de diversos

recursos naturales. Si bien, para concretar lo que se proponía la Ley 70 fue necesario el

apoyo financiero del Banco Mundial, a partir del Programa de Manejo deRecursos Naturales (PMRN) a lo largo de la Costa Pacífica de Colombia –región conocida por sus grandes reservas de biodiversidad y habitadapredominantemente por afrodescendientes-, para Vargas ese capítulo nopuede ser interpretado apenas como un ajuste de las comunidades a laspolíticas del Banco Mundial. Por el contrario, la lectura debería reposarsobre cómo las comunidades consiguieron instrumentalizar a su favoraquella coyuntura institucional, estableciendo importantes alianzas conel sector ambientalista.

El reconocimiento de esa territorialidad fue un gran avance en unmarco más amplio de conquistas de derechos políticos y culturales; ypese a no incorporar un cambio estructural, la Ley 70 se convirtió en unareferencia que marca el futuro de la gente negra del Pacífico y que lesotorga una presencia institucional con repercusiones en las dinámicassociales y políticas de orden nacional.

En cuanto a las comunidades indígenas, la titulación para resguardosen Colombia comenzó durante la colonia, pero fue en la década del 70cuando tuvo un impulso decisivo con la acción de las organizacionesindígenas que instrumentalizaron a su favor la antigua constitución de1886. En esos años setenta, el movimiento indígena comenzó a luchar porla recuperación de tierras en manos de los terratenientes. En los añosochenta, se dio inicio a una relación más directa con el Estado para exigirlos derechos de titulación de las tierras recuperadas, pero fue en elcontexto de la constitución de 1991, donde se reconocieron los derechosétnicos, y la figura de resguardo indígena fue respaldada por el carácterde inalienabilidad, imprescriptibilidad e inembargabilidad del territorio.

La demarcación y la titulación de las tierras se tornaron centro delconflicto. De acuerdo con Vidal, con la llegada del instrumento del mapa,con su decisión “salomónica”, llega también el conflicto, que se constituyeen un problema producido por el racionalismo occidental obsesionadocon evidenciar y corregir los traslapes de usos. Y dado que la tenencia dela tierra se había sustentado, tradicionalmente, en mecanis-mos como laoralidad y la memoria, fue necesario que los indígenas iniciaran unproceso de saneamiento jurídico.

Con el acceso a los gobiernos locales, a los planes de desarrollo y a la“planeación participativa” durante los años noventa, las comunidades

145Antropológica 114

indígenas se apropiaron de las técnicas de mapeo e incorporaron lasnuevas tecnologías, en un proceso permanente de discusión sobre susimplicaciones políticas y culturales. Hoy por hoy, el status de resguardos,así como la integración al Estado a través de alcaldías indígenas, les hapermitido posicionarse políticamente, posibilitándoles “problematizar elEstado desde adentro”; lo cual se ha concretado en la oposición a grandesproyectos, como la construcción de acueductos, cuando no les sonfavorables, o reivindicando autonomía para el ordenamiento de su terri-torio ante las instituciones gubernamentales de escala regional.

La Constitución colombiana de 1991 intentó acercarse a las realida-des sociales, políticas y culturales que rebasan la idea de “Naciónmestiza” y reconoció cierta coexistencia con la diversidad cultural. Sinembargo, esto no garantiza que todas las diversidades culturales tenganun status jurídico que les permita afirmar derechos políticos, culturales yterritoriales y espacios de negociación directa con el Estado (intervenciónde P. Vargas). Ejemplo de esta situación son los campesinos andinos deIguaque en Boyacá. Estos descendientes de españoles e indígenasmuiscas viven en las inmediaciones del Santuario de Flora y Fauna deIguaque, el cual fue creado en tierras que les pertenecieron y a las quehoy en día tienen que pagar como cualquier turista para entrar, muy alcontrario de lo que ocurriría con comunidades negras e indígenas encircunstancias parecidas. Esto porque, a partir del reconocimiento de losderechos diferenciados para negros e indígenas y en el caso de que seanhabitantes o vecinos de áreas de protección ambiental, el Estado estáobligado a conciliar con ellos sus políticas ambientales.

Mientras que hoy en Colombia son reconocidos derechos para gruposindígenas y negros, sólo de la región Pacífica, los campesinos pasan poruna situación de negación. Protagonistas de las luchas agrarias de losaños 70, se encuentran hoy fragmentados y fragilizados sin una organi-zación que los acoja. Ellos no se piensan con derechos especiales y apelana las garantías del Estado como ciudadanos comunes. No obstante, vivenen zonas que sin ser marginales y hasta próximas a centros urbanos, nocuentan con la debida atención del Estado. Víctimas también de variasviolencias y ausencias institucionales, sus expectativas se ven frustradasy sus derechos como ciudadanos son permanentemente atropellados.

Cabe entonces preguntarse por los mecanismos que le restarían a loscampesinos para garantizar sus derechos. En este sentido, StellaRodríguez (coautora de este texto) cuestionó si serían posibles losderechos territoriales sin la consolidación de identidades colectivas, o sies la etnización el camino, lo cual lleva a preguntarse si el campesinocomo categoría ha perdido su connotación política y colectiva, así comolas otras categorías que en el caso de Colombia, surgen detrás del despojode tierras, tal y como es el caso de los desplazados. Este punto es de

146 Cartografía Social …

interesante contraste con la actual coyuntura brasileña, donde segúnWagner de Almeida, las auto-denominaciones asumidas por los sujetos delos movimientos sociales se distancian de categorías institucionales comopequeños productores o campesinos, que serían en su criterio construc-ciones intelectuales del Estado y no del grupo social.

Al respecto, Charles Hale (investigador del Instituto de EstudiosLatinoamericanos Teresa Lozano Long, Universidad de Texas en Austins,Estados Unidos) problematizó el papel de los actores trasnacionales enestos procesos de reconocimiento de alteridades. En el caso del BancoMundial, sus formas de intervención se han transformado desde ignorarel factor étnico en sus políticas hasta, hoy, promoverlo y financiarlo. Dehecho, la inclinación del Banco Mundial hacia las virtudes de las culturasindígenas tiene que ver con el talón de Aquiles que las demandas étnicaspresentaban en su combate desigual contra el neoliberalismo periférico:su susceptibilidad de ser esencializadas, desvinculadas de los compo-nentes puramente clasistas y, una vez segregadas de éstos, impulsadas ycatapultadas –a través de la asunción de algunos aspectos de laciudadanía étnica– como herramienta funcional y maleable en el desa-rrollo del propio neoliberalismo en un escenario en el que éste seconsidera de facto inevitable.

En el contexto de los cambios legislativos observados en la región, escontrastante la experiencia chilena, en la cual no se producen condi-ciones jurídicas y políticas favorables para la definición de sujetosreclamando derechos territoriales. Los mapuches representan hoy el 10%de la población chilena. A pesar de la gran resistencia que opusieronprimero a los españoles, y después a los chilenos y argentinos, fueronfinalmente incorporados como minoría a esas dos últimas naciones. Deacuerdo con I. Hirt, el Estado chileno no reconoce territorios ancestrales,y los casos de recuperación posibles se refieren apenas a las tierras querecibieron títulos de merced después del proceso de conquista del sigloXIX. Este período se caracteriza por las políticas “liquidacionistas”, en elque se produjo la ocupación de la Araucanía y el sometimiento de losindígenas mapuches a “reducciones”. El proceso de radicación, reduccióny entrega de Títulos de Merced entre 1881-1931 significó que losmapuches perdieran la mayor parte de sus tierras, casi el 94%, quedandoreducidas a cerca de 500 mil hectáreas, las cuales, además, fueronloteados durante el periodo dictatorial de Pinochet.

Además de la falta de condiciones políticas y jurídicas favorables, anivel nacional, para la recuperación de tierras, no existen en Chilerecursos financieros de agencias internacionales de desarrollo para elapoyo de las demandas y titularización de tierras indígenas, como enBolivia, por ejemplo. Considerado como país desarrollado, Chile recibemuy poco apoyo de la cooperación internacional en este tema. Además,las tierras indígenas son en su mayoría pequeñas parcelas (de un

147Antropológica 114

promedio de 6 ha.) y ya no quedan grandes extensiones comunales conbosques nativos. Por lo tanto, no son objeto de un mayor interés para lasorganizaciones trasnacionales ambientalistas en el tema de la biodiver-sidad, como lo es la región amazónica, por ejemplo. La preocupación deestas organizaciones en relación con el tema mapuche en Chile tiene quever más bien con la implementación de mega-proyectos de desarrollo(como centrales hidroeléctricas) en territorios indígenas.

Frente a demandas por tierras, el Estado suele responder otorgandopredios que no están próximos a las tierras tradicionalmente ocupadaspor los demandantes, muchas veces se reciben títulos de propiedad enlugares distantes que también están siendo reclamados por otrascomunidades. Al ser la única oportunidad de tener más tierras, pues nose vislumbra en el país ninguna reconducción hacia una reforma agraria,no siempre hay una negociación con esos otros demandantes, generán-dose conflictos internos. La reciente elaboración de mapas, aunque enpequeña escala podría convertirse en una eventual estrategia para larecuperación de territorios compatible con la utilización de medios lega-les, sin apelar a hechos de fuerza como la toma de tierras.

Además de Chile, Bolivia también aparece como experiencia con-trastante, ya que allí, país reconocido por su mayoría indígena y con unapolítica más favorable para los grupos étnicos, el conflicto persiste bajootras formas, ya no tanto en la definición de los sujetos de los derechoscolectivos, sino en la problematización de las condiciones en que se puededar un acceso equitativo de tierras en regímenes comunitarios. Vemosaquí la continuidad del conflicto a pesar del reconocimiento identitario.En ese sentido, el caso presentado por Esteban Sanjines (indígena andinoinvestigador de la ONG Fundación Tierra, Bolivia), expuso el surgimientode conflictos internos por la apropiación individual en territorios colecti-vos ya reconocidos por el Estado.

La situación del altiplano boliviano se viene caracterizando por unproceso en donde se reivindica hacia adentro el uso y la demarcaciónfamiliar de las tierras, y en algunos casos títulos de propiedad individual.A partir del proceso de reforma agraria vigente desde 1953, en el altiplanoboliviano se produjo una transformación en la estructura de tenencia dela tierra que permitió el reconocimiento de tierras y títulos de propiedada las comunidades indígenas, las cuales consiguieron tener, en muchoscasos, personerías jurídicas y actuar como entidades territoriales.

Según E. Sanjines, la deficiente administración de la reforma agrariaha venido produciendo una fuerte presión por la subdivisión de la tierraen minifundios, provocando la emergencia de conflictos por la demar-cación de áreas de uso familiar dentro de áreas de uso común y latitulación de éstas a los poseedores actuales. El centro del problema esexplicado por la falta de seguridad jurídica sobre la tenencia de la tierra,la cual obstaculiza la inversión y negociación, paradójicamente, implica la

148 Cartografía Social …

pérdida de reconocimiento social y en consecuencia la imposibilidad deejercer cargos dentro de la comunidad.

En respuesta, la comunidad ha asumido la tarea de delimitar losderechos familiares, realizando según Sanjines, “el saneamiento interno

como una forma legítima de reconocer el derecho de propiedad en un

entorno de usos y costumbres”, con la mediación de las autoridades yleyes indígenas. Una vez reconocidos éstos, la conciliación aparece pararesolver problemas entre herederos. El dilema se plantea entre la excesivasubdivisión de la tierra y la garantía de acceso a ésta en condiciones deequidad: “¿Vamos a generar más pobreza a partir de la entrega de tierras

a todos de manera equitativa?, o ¿vamos a generar procesos de conci-

liación familiar que concedan derecho de propiedad a una sola persona?”Este conflicto estaría siendo tratado a través de procesos de conciliacióny acuerdos internos, cuya solución se inclina a “tener que expulsar para

que esta pequeña propiedad sea sostenible en el tiempo”.

Según Sanjines, tras este tipo de atribuciones tomadas por la

comunidad se produce “una apropiación de lo estatal”, que en la

concepción plurinacional del Estado boliviano es vista por las comuni-

dades como la posibilidad de participación en el proceso de definición de

derechos. Este tipo de acciones se inscribirían en una acción política que

busca mayor incidencia en el ordenamiento territorial del país, actuando

de forma ascendente en las escalas municipales, regionales y nacionales,

en lo que denominan una “re-territorialización en base a lo indígena”.

Como lo ilustran las diversas experiencias cartográficas, la

construcción de los sujetos políticos es dinámica y diversa, y se articula

tanto a los cambios económicos y políticos más amplios, como a los

conflictos territoriales más particulares. Así mismo se hace evidente que

estos sujetos se desenvuelven en situaciones marcadas por desiguales

condiciones de poder. En este sentido, cabe preguntarse, si es posible el

diálogo entre saberes y prácticas cartografías de actores hegemónicos y

subalternizados, o si se trataría, en contraste, de la continuación del con-

flicto por medio de los mapas. Como se verá en las próximas secciones,

estos temas fueron abordados a través de la problematización del proceso

de producción cartográfica, del control de la información producida, y de

las implicaciones que su utilización pudiera traer para propósitos de

empoderamiento y autonomía.

Cartografías y saberes: ¿diálogos posibles?

Las anteriores colocaciones fueron dando pie para la enunciación deun paralelismo entre distintos tipos de saberes; y distintos tipos decartografía, opuestas no necesariamente en la técnica, como en su conte-nido. Pese a los presupuestos básicos sobre los usos de la cartografía

149Antropológica 114

social, la forma que el proceso cartográfico toma no es independiente delcontexto en el que se desarrolla. Rosa Acevedo (venezolana e investigadoradel NAEA, Universidad Federal de Pará, Brasil) del Projeto NovaCartografia Social, concuerda con Vargas en que, debido a la diversidadde situaciones contextuales, el método no puede encuadrarse a priori, yque es en el quehacer de cartografías hacia fuera y hacia adentro cuandolos grupos sociales descubren los pasos y estrategias más adecuados paraavanzar.

De acuerdo con los contextos de cada práctica y los propósitos y usosque los sujetos colectivos asignan a la cartografía, podría dimensionarseel alcance de ésta, por su capacidad para desestabilizar el campo defuerzas en el cual estos sujetos se encuentran subalternizados. Frente ala pregunta ¿Para qué sirve el mapa? Henri Acselrad (organizador delevento, profesor del IPPUR, Universidad Federal de Rio de Janeiro einvestigador del Cnpq, Brasil), respondía, en consonancia con Vidal, queel mapa ha de entenderse ante todo como un “mapa problema”, es decir,bajo la perspectiva de que éste permita problematizar las relaciones dedominación presentes en cada situación social.

Para dialogar con el Estado y las empresas capitalistas, habría quehacerlo todavía en el lenguaje de éstos. Por eso el mapa “duro”, hegemó-nico, con convenciones estandarizadas y la clásica orientación norte-surno puede ser desestimado. El mapa bien puede comenzarse en los térmi-nos de la cartografía propia, pero tendrá que ser llevado a los términos dela cartografía moderna. Una “buena cartografía” ofrece legitimidad a lasdemandas de las comunidades frente al Estado, que buscan ganar mayorpoder político para el reconocimiento territorial y étnico.

El mapa convencional también es accionado frente a las empresas. Enel estado de Maranhão en Brasil, tal como lo señalaba David PereiraJúnior (investigador del Movimiento Interestadual de las Quebradeiras deCoco Babaçu-MICQB, de la Asociación en Áreas de Asentamiento en elEstado de Maranhão ASSEMA y del Proyecto Nueva Cartografia Social,Brasil) las comunidades locales vienen entablando una “guerra de mapas”con empresas explotadoras de carbón. Mientras que en los mapas de lasempresas los conflictos con las comunidades productoras locales desapa-recen, los mapas comunitarios se fundamentan en la localización de losmismos y en el seguimiento a los desplazamientos de las empresas por elterritorio. En el caso peruano, ha servido para negociar con las petroleras,demarcando los sitios de importancia para los indígenas que estarían pro-hibidos para la explotación petrolera. De esta forma, la información carto-gráfica de precisión se ha incorporado también como una práctica demonitoreo y denuncia ambiental sobre el accionar de las empresas. Latecnología GPS les ha permitido a las comunidades ubicar con coorde-nadas derrames de petróleo y proceder a su denuncia.

150 Cartografía Social …

No obstante, si el objetivo es interno como para la educación propia,la recuperación de la historia del territorio y el fortalecimiento organi-zativo, el mapa puede tener otras formas, dimensiones y contenidos y serelaborado con otros materiales, en el piso con hojas, palos, semillas yhasta con el propio cuerpo o en el propio mapa mental. Pues el mapaprovoca la memoria del grupo, y como manera de ver y de situarse en elmundo, es una herramienta para reflexionar sobre los cambios susci-tados por la modernización, las migraciones, la creación de zonas deprotección ambiental y la llegada de los agro-negocios. El mapa puedeservir para analizar los despojos de tierras sufridos y también paraplanear su reconquista. Por esta razón agregó Vargas, la metodología seha generalizado y ha sido desarrollada por todo tipo de agencias eintereses. Hoy es común su utilización en diagnósticos, planeación parti-cipativa, formulación de proyectos, evaluación, monitoreo y educaciónpropia.

Sin embargo, la aplicación de la cartografía social trae consigo unainteracción entre formas de conocimiento y de representación univer-salizantes y localizadas, técnico-científicas y tradicionales, toda una ne-gociación epistemológica que se establece en el marco de relaciones depoder particulares para cada contexto. Pensar y hacer cartografía social,implica entonces, entablar dicha relación, sea consciente o inconscien-temente.

Para Acevedo, en la elaboración del mapa, el reconocimiento del sabertradicional no siempre permanece evidente, es a partir de un diálogo desaberes que el conocimiento local puede expresarse. De este modo, lainteracción entre sujetos con conocimiento técnico y sujetos con conoci-miento tradicional debe ser objeto de reflexión por parte de los investi-gadores del proceso cartográfico y de su método; y así evitar imponerdesde afuera una cierta interpretación o mirada de las cosas. No puedepretenderse, por ejemplo, que tecnologías modernas no sean utilizadas enla Amazonía, junto a las prácticas locales de mapeo. Por esto, agregaAcevedo, el reto de la cartografía social debe ser el de alcanzar un diálogoentre técnicas que no se excluyan mutuamente.

En el mismo sentido, para Johana Herrera, (investigadora delObservatorio de Territorios Étnicos, Universidad Javeriana, Colombia) la“cartografía participativa”, en una perspectiva crítica, implica pensarjunto con las comunidades y sus autoridades étnicas las posibilidadesque se tienen o no de construir estrategias de autonomía territorial através del proceso cartográfico. Por esa razón su uso trasciende el interéspor la titulación, e iría en la búsqueda del mantenimiento de un sentidocrítico y una práctica vigilante.

Sin embargo, como se verá, este diálogo de saberes no es definido oentendido por todos de la misma forma. La interacción de este conoci-

151Antropológica 114

miento tradicional y local con la cartografía cartesiana trae consigo unaserie de implicaciones para la cartografía social desde la perspectiva delos grupos étnicos. Como lo señala Vidal, hay “medios que se constituyen

en problemas nuevos para lo local, como la cartografía y los mapas”. Paralos Nasa ha sido muy importante la búsqueda de instrumentos derepresentación en sus luchas por el reconocimiento del territorio y la utili-zación de los mapas los ha llevado al manejo de los sistemas deinformación geográfica (SIG). Así las prácticas cartográficas se insertan ensu historial de conflictos por el territorio, lo cual implicó una dependenciaexterna en términos de información cartográfica en un comienzo hastallegar al uso autónomo de las más modernas tecnologías.

La apropiación y adaptación de conocimiento técnico es parte de susestrategias de lucha, pero también ha representado riesgos. Según Vidal:“en nuestro proceso, el uso de las herramientas de representación espacial

se ha modificando a través del tiempo. La inserción en los espacios

institucionales nos ha llevado a usar instrumentos más convencionales y

más técnicos, dejando de lado, métodos propios, menos dependientes, más

creativos y más coherentes con nuestra cultura”. En otras palabras, esasformas de representación han contribuido en muchas de sus conquistas,pero tienen consecuencias culturales comprometedoras asociadas aldesplazamiento de sus propias formas de conocimiento, donde no siemprese tiene conciencia de la diferencia que se crea entre la representación yaquello que estaría siendo representado.

En la perspectiva de constituirse efectivamente en formas dedesestabilización de la dominación, interesantes cuestionamientos fueronpuestos para señalar las ambivalencias que la cartografía social conlleva.Para Vidal, es necesario que las comunidades se pregunten como estra-tegia contra-hegemónica “si estamos decodificando la cultura a partir del

discurso hegemónico o si estamos problematizando ese discurso

hegemónico”. Y alerta cómo el código GPS-mapa-título puede estar reem-plazando el código propio de conocimiento-territorio-territorialidad. Estasituación se refleja incluso en los llamados mapeos participativos, dondees común que las comunidades elaboren o expongan mapas orales osimbólicos no métricos, y sin embargo, al momento de presentar los resul-tados finales de los procesos de conocimiento territorial y a pesar de lospropósitos participativos y democráticos de la cartografía social, estosejercicios de la comunidad son discriminados. A diferencia del mundoindígena, la academia y las instituciones gubernamentales suelen abor-dar el conocimiento territorial desde el mapa y no desde el territorio. Elmapa geo-referenciado resulta siendo el portador de validez porque res-ponde a un sistema de referencia espacial políticamente legitimado, frenteal cual los mapas orales o simbólicos no métricos se acaban tornando unareferencia subalterna. Esto evidencia la clara situación de dominación deuna territorialidad sobre la otra.

152 Cartografía Social …

Frente a la excesiva preocupación con la tecnología y la precisión,Rodríguez señaló cómo las representaciones locales del territorio y lassutilizas del espacio contenidas en el saber tradicional pueden serinvisibilizadas. Para Herrera, igualmente, la confianza en la cartografíapara la consecución de los títulos de propiedad de la tierra, puedeconllevar a la pérdida de aquello que constituye la riqueza de la carto-grafía social, como consecuencia de las exigencias técnicas de losprocesos de demarcación territorial.

Bonilla rebatió que el Chocó si se configuraría como una experienciaque ha dado cuenta de la interacción entre el saber propio y el sabertécnico en procesos de cartografía social. Para ella, ésta última “ha

permitido que las comunidades sepan cómo el Estado los está mirando y

éste entienda cómo las comunidades ven su territorio; ha permitido

homologar una lectura, base de una conversación de igual a igual”. Asímismo, ha servido para que la comunidad “hable de manera más

coherente y sepa lo que está negociando”. En esa región del Pacífico colombiano, las comunidades negras incor-

poraron las técnicas cartográficas convencionales en sus unidades deorganización territorial -los Consejos Comunitarios- para la elaboraciónde cartografía propia con fines de demarcación de áreas familiares ycolectivas. En el ejercicio vienen siendo definidas e inventariadas áreaspara el caserío, para puestos de salud y escuelas, para fincas y bosquesde uso común, a partir de la utilización de sofisticadas técnicas de geo-referenciación. A cambio de los mecanismos consuetudinarios de nego-ciación comunitaria para demarcaciones familiares y espacios de usocomún, se viene implementando sofisticadas estaciones totales para lainstalación de GPS sub-métricos para la transferencia de coordenadas ytoma de puntos de referencia con importantes niveles de precisión, enuna región caracterizada por su mega-biodiversidad y fuertementegolpeada por el conflicto armado. También en el caso de Perú, Tuesta yBurga, coincidían en que las técnicas cartográficas han contribuido alfortalecimiento de las comunidades en su capacidad de gestión delterritorio, como una herramienta de diagnóstico y planificación imple-mentada a partir de criterios indígenas.

Un caso concreto en el que la cartografía social puede no operar comocontra-hegemónica, se encuentra en las interacciones que se producenentre ésta y la cartografía de las instituciones del Estado, para laformulación de los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) que debenser adoptados por los municipios en Colombia. Según Bonilla, en dichoproceso se realizó una confrontación de las construcciones de mapastécnicos y las cartografías sociales realizadas por las comunidadesnegras, identificando sistemas productivos, zonificación ambiental, mar-cando zonas riesgo de erosión, límites entre comunidades étnicas y

153Antropológica 114

conflictos interétnicos con colonos o con resguardos indígenas. Y aunqueen esa integración entre mapas surgieron problemas, Bonilla agregó queéstos fueron abordados a partir de un “diálogo de saberes” donde contra-dictoriamente predominaron los requerimientos técnicos exigidos por losPOT.

En muchos mapas oficiales del Pacífico es frecuente la ausencia de

ríos -de total relevancia geográfica y social en la región-, debido a dificul-

tades climáticas para la toma de datos. A partir de estos procesos, el

saber local viene siendo decisivo a la hora de geo-referenciar cada río, es

decir, que el diálogo de saberes ha sido muy útil para la corrección de los

errores de la cartografía oficial, mientras que los técnicos de las institu-

ciones apenas han aprendido a leer las cartografías comunitarias. Y aun-

que en casos parecidos la compatibilización de las nominaciones siempre

conlleva impases, hubo, nos dice Bonilla, una mediación de los topónimos

que conllevaron a una homologación de ambos tipos de cartografía sin

que sus “esencias” se perdieran. Se entiende aquí la preocupación mani-

fiesta por Vidal, pues en tanto las herramientas básicas del mapeo

continúan siendo cartesianas, éstas se adaptan parcialmente a formas

indígenas radicalmente diferentes en la manera de imaginarse la relación

entre el territorio y sus significados sociales.En la reflexión sobre los saberes técnicos en los procesos de carto-

grafía social, Burga relata que, en el mapeo participativo con lascomunidades indígenas de la zona del Pastaza, norte de Perú, el equipotécnico de la Ong Shinai Serjai trabajó a partir de la definición de unconjunto de compromisos y responsabilidades con la comunidad, dondeel procesamiento técnico de la información y los pasos que habrían derealizarse para los mapeos fueron concertados. El diálogo sería, en esecaso, direccionado a la revisión, aprobación y toma de decisiones conjun-tas sobre el uso de la información cartográfica producida.

Acevedo insistió en que en el acompañamiento de agentes externos aprocesos de cartografía social, el diálogo de saberes se concretaría alfacilitar el empoderamiento del sujeto que está hablando, que aporta susnarrativas, las cuales no deberían ser apenas tomadas como un datopreliminar, sino como una potencialidad en la que los grupos se colocandesde su identidad, sus conflictos y conocimiento de sus recursos. Esto -agrega-, “nos coloca desde una perspectiva amplia; y las ciencias sociales

se colocan en un punto de interlocución con sujetos que producen

conocimiento; el investigador va a conocer a otro en el proceso de

producción de conocimiento”.

154 Cartografía Social …

Autonomía y control de la información cartográfica

De cualquier forma, parece que, a pesar de los cuidadosos pasosmetodológicos para confrontar estas contradicciones y de las considera-ciones para subsanarlas, éstas son inherentes a los procesos demapeamento y el diálogo entre saberes no erradica necesariamente lastensiones.

En este sentido, las experiencias van mostrando en qué medida losdiferentes momentos y los productos de la práctica cartográfica sonentendidos como elementos relevantes y estratégicos en las disputas depoder. Esto implica la construcción implícita o explícita de una política,en la que la información cartográfica es diferencialmente controlada yutilizada estratégicamente en relación a los intereses de los sujetosmapeadores.

Es aquí donde la autonomía puede entrar a jugar un papel decisivo,no tanto para evidenciar diferencias epistemológicas no occidentales, sinopara decidir el propósito y uso de las informaciones contenidas en elmapa. La restricción de la información cartográfica hace parte de lasestrategias de empoderamiento y autonomía. Para Hirt esa tensión apare-ció, por ejemplo, cuando concluidos los trabajos con los mapuches, ellosexploraron las posibilidades de publicar un libro con la experiencia. Apesar de los logros obtenidos con el ejercicio cartográfico, hubo asuntosque el grupo no estaba interesado en divulgar.

El caso de los Jodï en Venezuela es, a su vez, un ejemplo de esaautonomía, al ser ellos quienes dispusieron la información que los mapasdeberían contener: límites, historias de los asentamientos, áreas decultivo y recursos naturales, excluyendo información referente al espaciosagrado. Así, lo que se publica y lo que la comunidad guarda para su usointerno, es una negociación entre saberes que pasa por el manejo de lainformación producida en contextos de autonomía, la cual no estápresente en muchas de las experiencias dentro de los llamados “mapeosparticipativos”. La cartografía por sí misma no empodera necesariamentea los pueblos indígenas y tradicionales y, dependiendo del contexto,puede marginar aún más sus voces, siendo muchas veces impuesta paraextraer información y controlar recursos y personas, como sería el caso,según algunos relatos, de ciertas ONGs ambientalistas que procesaninformaciones para repasarlas al propio Estado.

Dicha discusión toma relevancia en la medida que estas técnicas sonpuestas al servicio de objetivos que no son los de los grupos que lasutilizan. Como afirmaba John Jairo Rincón (estudiante de maestría engeografía, Universidad Federal de Rio de Janeiro), en muchos casos lasmetodologías de cartografía social son promovidas por agencias transna-cionales o por empresas, a través de sus estrategias de responsabilidad

155Antropológica 114

social, obteniendo de esta forma valiosa y detallada información delterritorio que es elaborada por sus habitantes. José Domínguez(estudiante de doctorado del IPPUR, Universidad Federal de Rio deJaneiro, Brasil) reforzó esta idea al advertir que si no se tiene claridadsobre lo que pasa con los datos, estos mapeos podrían tornarse en unboomerang para las comunidades, cuyo principal riesgo seria lamanipulación y organización de éstas para otros fines. De esta manera seestaría entrando en un proceso de adopción de formas de racionalizacióndel territorio, útiles a intereses y modelos ajenos a las comunidades.

En algunos casos brasileños se ha observado la instrumentalizaciónde los mapeos participativos por el capital y su legitimación por la retóricaambientalista. En áreas indígenas de Rondônia, por ejemplo, la carto-grafía participativa pasó en 15 años a ser retomada como base para desa-rrollar y legitimar el negocio de la captura de carbono, a través deprácticas de financiamiento de mapeos. La tensión se produce porque losplanes de manejo, producto de tales ejercicios, se enfocan más en laconservación que en las dinámicas sociales internas en esas áreas. Tam-bién en el Perú, en la cuenca del río Cenepa, las empresas mineras ypetroleras han venido utilizando la información cartográfica producidapor las comunidades. El dilema sobre el control efectivo de la informaciónproducida se acentúa con la respuesta de E. Tuesta, quien piensa que sino son las comunidades las que producen los mapas otros puedenhacerlo y hacerlo mal. Por esto la estrategia de algunas comunidadesindígenas del Perú incluye la distribución pública de la informacióncartográfica producida.

En este caso la legitimidad conferida a la información cartográfica y ladivulgación de ésta entre los diferentes actores, se constituyen en elemen-tos importantes para la acción política de las comunidades. SegúnTuesta, la información cartográfica propia ha contribuido para sustentardiversas demandas hacia el Estado, como por ejemplo, la solicitud deconstrucción de escuelas y centros de salud, la petición de aumento desalarios para profesores que se encuentran laborando en zonas defrontera y la solicitud de ampliación de territorios, demostrando cómoactividades tradicionales requieren de áreas mayores para su realización,entre ellas la pesca. A largo plazo, la información compartida con otrosactores nacionales e internacionales también serviría para la búsqueda dealiados en la lucha por la titulación colectiva de tierras.

Frente al dilema del manejo y control de la información, la propuestade M. Vidal es contraria: las comunidades indígenas, bajo su propia cos-movisión, ya venían realizando prácticas cartográficas asociadas a laoralidad, en las que los mapas tenían que ser memorizados para evitar serdescubiertos por los terratenientes en el proceso de retoma de tierras enlos años 1970. El ejercicio de control de la información cartográfica fue

156 Cartografía Social …

cambiando, junto con las estrategias de disputa, en la medida en que lohizo el nuevo contexto institucional de reconocimiento de derechos y elavance tecnológico. Este control sobre la información cartográfica sesigue considerando relevante como forma de ganar poder. Según Vidal,los indígenas adoptan como principio no mapear o referenciar más allá delo que los mismos agentes externos también puedan mapear y geo-referenciar por sus propios medios. Pues el dominio de la técnica noexime a los ejecutantes de una mirada crítica; y la exactitud no se equi-vale a decirlo todo en el mapa. En ese sentido, la información referente arecursos minerales, vegetales e hídricos debe ser dispensada o al menosminimizada. Al colocar los elementos de resistencia propios, en el mismocódigo hegemónico, “les hacemos el camino más fácil”. Ante esto, Vidalafirma la necesidad de una política de autonomía para “problematizar el

mapa del territorio desde lo nuestro, desde lo propio, y así problematizar

esos códigos de dominación”. Ante la necesidad de cambiar el códigofrente a la globalización del capitalismo, “requerimos más que mapas de

representación, mapas problema”. En este control y uso de la información se va llevando a cabo un

ejercicio de autonomía en el que, según Ch. Hale, la respuesta del paraqué del mapa, adquiere otra dimensión, pasando del establecimiento deun lenguaje común para la relación puntual con el Estado, a una estra-tegia mayor de autonomía, que funcionaría con la lógica de que “cuantomenos se pone en el mapa, más ganamos en autonomía” y en este sentidoes que llega a ser subversivo.

A modo de conclusión

Las dinámicas internas de los grupos sociales que se han envuelto enlos ejercicios cartográficos aquí discutidos apuntan hacia una variedad deusos que, además de la demarcación territorial, van desde el fortale-cimiento organizativo, la reconstrucción histórica del territorio y el pla-neamiento y gestión del territorio y sus recursos. Sin embargo, conflictosinternos como los de género y generacionales apenas fueron mencionadosy sin lugar a dudas deben ser un camino a seguir explorando. Para M.Vidal la mayor participación que las mujeres han venido teniendo paratomar decisiones en los procesos colectivos de los Nasas no es ajena aconflictos y resistencias masculinas. En la experiencia boliviana losconflictos generacionales entre jóvenes y ancianos están ligados a la pro-piedad de la tierra y a los deseos de consumo que caracterizan el caráctermoderno y urbano de nuevos estilos de vida.

En Chile, I. Hirt explicitó que la participación en el proceso de mapeofue sobre todo de hombres mayores, mientras que la mayoría de losjóvenes no mostraron mayor interés y se auto-segregaron, aludiendo que

157Antropológica 114

se trataba “de cosas de los abuelitos”. Las mujeres estaban siemprepresentes, pero, por lo general, no tenían el liderazgo en el proceso demapeamiento (salvo en la comunidad de Quemchue), dado que, engeneral, tienen poca figuración en la vida pública y política mapuche.

En cuanto a las relaciones hacía fuera, a pesar del contexto político yeconómico predominante, las experiencias muestran un panorama que,lejos de ser homogéneo para América Latina, está marcado por loscontrastes de las diferencias locales. Los ejercicios de cartografía social searticulan con los procesos de reproducción social en cada uno de loscontextos, evidenciando disputas por la apropiación y significación delterritorio. Las experiencias cartográficas presentadas visibilizan dichosconflictos, los contextos, sujetos y estrategias que están en juego. En estesentido, hay que señalar que las cartografías sociales reflejan los procesosconflictivos, toda vez que las formas de producción de la cartografía estáninmersas en los medios de producción social del territorio y, por ende,uno de los fines de la cartografía social debería ser el de enunciar yexplicitar los agentes productores y las formas de producir los mapas.

En los ejercicios cartográficos es posible advertir tanto las disputas

territoriales que, hacia el exterior, se desdoblan con el Estado, con comu-

nidades vecinas y con promotores de proyectos desarrollistas en el con-

texto de liberalización económica. Los conflictos que se producen son de

varios órdenes y dependen de las variaciones regionales y del tipo de

emprendimiento económico. Es así como, especialmente en las experien-

cias brasileñas, agro-negocios de todo tipo, empresas extractivitas e

instalaciones de obras de mega-infraestructura, entre otros, vienen con-

tornando el carácter y especificidad de los diversos movimientos sociales

y las técnicas que éstos emplean para confrontar las estructuras de

producción que amenazan su territorialidad.

En ese sentido, la experiencia peruana también se enfocó en las

luchas que indígenas del Amazonas han emprendido para la defensa de

su territorio de empresas petroleras y exploradoras de maderas y mine-

rales y en los diferentes usos que vienen siendo explorados para gestionar

el territorio en los términos dictados por las tendencias desarrollistas.

La experiencia de mapeo con los Jodï y Eñe'pa muestra una anticipa-

ción de las comunidades indígenas que prevén el “futuro economicista”

que desde el Estado se viene diseñando para la Guayana venezolana y

deciden llevar a cabo el proceso de demarcación territorial escogiendo los

investigadores que les colaborarían. En este proceso, E. Zent remarcó la

importancia de la representación del territorio, aunque la inquietud “¿Qué

viene después del título?”, en ese caso, no tiene lugar todavía porque a

cuatro años de terminado el proceso de demarcación no existía ninguna

respuesta por parte de las instituciones responsables. Y sin embargo, el

158 Cartografía Social …

título puede eventualmente resultar en una camisa de fuerza para los

indígenas en territorios de inmensa riqueza biológica y mineral no

exploradas todavía.

El caso mapuche sobresale especialmente por la ausencia de una

política pública que ofrezca respaldo jurídico a las demandas territoriales

que, sin ningún tipo de acompañamiento internacional que interceda por

ellas, reposan sin resolución. La experiencia boliviana es paradigmática y

polémica exponiéndonos cómo las necesidades materiales en el altiplano

continúan sin ser resueltas; y que aún después del reconocimiento étnico

e incluso del título, los conflictos permanecen tanto por las dinámicas

internas como por las presiones externas. Sin inmunidad frente al mer-

cado, las comunidades se han visto conducidas hacia la búsqueda de

mecanismos para la demarcación individual. Este caso nos pone de frente

a la inquietud de Ch. Hale ¿Cuál es el balance idóneo entre la defensa de

las depredaciones del mercado y la flexibilidad para las negociaciones

inevitables con él?

En otro sentido, el caso nicaragüense explicó las debilidades del

proceso de titulación para los grupos étnicos del Caribe. A la fecha, los

títulos entregados, que corresponden al 80% de las metas de titulación en

las regiones autónomas, no han traído para las comunidades las anhela-

das mejoras materiales, y la pobreza extrema continúa para muchos de

sus pobladores. Por otro lado, falta camino para que las autoridades

étnicas sean reconocidas como tal por los mandatarios municipales, lo

cual coloca en evidencia los conflictos de poder y representación política. Ya la complejidad del caso colombiano se expresó en las distintas

situaciones, cada una resaltando diferentes aspectos del desarrollo de lascartografías sociales. En primer lugar, Colombia (Costa Pacífica) compartecon Nicaragua (Regiones Autónomas de la Costa Caribe) los frutos de unapolítica regionalizada para la definición de los sujetos de derechos territo-riales, la cual significó un inédito reconocimiento a territorialidadesancestrales amenazadas por las economías de enclave, la explotación derecursos naturales y el desarrollo del narcotráfico. En otro sentido, losrecientes cambios legislativos llevados a cabo en Colombia y Nicaraguacolocaron en evidencia la ausencia de políticas para dar cuenta de lasdemandas de campesinos y mestizos que no se reconocen como sujetosétnicos o de derechos colectivos y dejó la inquietud sobre el camino aseguir para esos sujetos, antiguos protagonistas de luchas agrarias.

El caso del Pacífico concretamente enunció que los títulos paracomunidades negras más que una obsesión, es una urgente necesidadpara detener la invisibilidad de los afrodescendientes y la destrucción derecursos, territorios y personas. Si bien no hubo cambios estructurales enla estructura agraria del país y las retaliaciones por parte de actores

159Antropológica 114

armados y proyectos agro-económicos sobre este espacio no terminaronde crecer, hubo sí un equilibrio de fuerzas y el reconocimiento sobre unapresencia donde ya no es posible dar marcha atrás.

Finalmente, la revisión de los paradigmas epistemológicos sobre tiem-po, espacio y representación propuesta por Vidal coloca el desafío de ladilución de los saberes locales en pro de la técnica, el mapa y el mismotítulo. Las reflexiones sobre las diferentes concepciones espaciales y lasnecesidades de demarcar y titular territorios nos confronta con la retóricadel diálogo de saberes, que en función de las negociaciones con el Estadodebe plegarse al código oficial de éste. Este punto debería dejar de ser unapreocupación en la medida en que el aprendizaje y dominio de un se-gundo lenguaje no implica el barrido de las concepciones espaciales quehacen parte de otros sistemas cosmológicos. De este modo el desafío de laautonomía pasa por dejar de reflexionar sobre qué lenguaje usar, sino quépalabras y cuáles contenidos poner en los mapas.

Llevada al terreno cartográfico, la disputa territorial evidencia la luchapor la legitimidad en la definición de los conflictos, en su representacióny en los usos que se le asignan a los mapas como productos asociados alas tramas territoriales particulares en las cuales se desarrolla el procesocartográfico, lo que incluye los sentidos que le son atribuidos por parte delos sujetos colectivos que mapean.

La evaluación de los impactos de estos procesos difícilmente puedeser categórica en la medida en que son, en su mayoría, procesos endesarrollo. Hubo resultados en el campo de la movilización político-socialque resultó en la incorporación de los derechos territoriales, lo cual seacopla tangencialmente a la lucha por la tierra. ¿Pero en qué medida esosderechos han conseguido frenar el proceso de concentración de tierra?. Lapregunta sobre qué viene después del título, urge en la medida en queciertos asentamientos y territorios reproducen, sea por voluntad o porpresión, los proyectos económicos del agro-negocio de caña de azúcar,soja y palma africana. Con razón se pregunta (intervención de WendellFicher, estudiante de doctorado del IPPUR, Universidad Federal de Rio deJaneiro, Brasil) hasta qué punto la consagración de esos derechos consi-gue ser la expresión de un nuevo modelo socio-territorial.

Edwing Muñoz Gaviria1 y Luz Stella Rodríguez Cáceres2

1 Doctorando en Planeación Urbano Regional del IPPUR, Universidad Federal deRio de Janeiro y Becario de Capes–IEL Regional - Brasil. [email protected]

2 Doctoranda en Geografía de la Universidad Federal de Rio de [email protected]