CASOS Y COSAS

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Revista sobre temas controversiales, ocultos y de interés general

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Carta del editor

Bienvenidos a esta primera edición de CASOS y COSAS. No se trata de la primera y seguro que no de la única revista sobre los temas denominados (injustamente) “ocultos” o “pseudocientíficos”, pero nos diferenciaremos de las otras por tratar de mantener constantemente la objetividad e imparcialidad, aunque si cabe un toque de ironía, hay ciertas cosas en las que puedo decir: “yo no creo que haya, pero de que los hay, los hay”. Podemos afirmar que no hay otra revista nacional sobre estos apasionantes, intrigantes y hasta delirantes temas, que tenga estas características. Esperamos que puedan acompañarnos en este viaje y disfrutarlo tanto como yo... no buscamos descifrar los misterios del universo y de la ciencia, no buscamos derribar conciencias ni desnudar conspiraciones, pero sí nos divertimos elucubrando sobre cosas que nadie ha sabido explicar y sobre todo demostrar fehacientemente.

Mucho de lo que mostramos aquí es de internet, pues, aunque no somos unos expertos en la investigación científica, somos un pequeño grupo de apasionados por las “locuras”. Extraemos nuestras informaciones de la inmensa red, las filtramos y le damos nuestro enfoque, porque sabemos que hay millones de porquerías en el ciber espacio. Queremos protegerlo de todo tipo de adoctrinamiento y de inyecciones mentales de filosofías baratas. Sólo exponemos los hechos, para que sea Usted quien saque las conclusiones y nadie pueda decirle qué pensar. Pero no todo es de la Red, también tenemos una amplia bibliografía de consulta para que nada quede al azar.

Puede ser que haya gente que al leer esta revista crea que estamos totalmente locos, que sería mejor dedicarnos a otra cosa o hasta declararnos miembros de alguna secta destructiva y aún excomulgarnos por herejes. Pero es esperable todo tipo de reaccio-nes, aún las más negativas. No buscamos derribar la fe de nadie, solamente buscamos que la gente tenga una mente más abierta a todos los aspectos de esta vida que nos toca vivir y hacer de este mundo un lugar más tolerante. Por si todo esto suene demasiado “elevado”, puede tomar esta revista como una lectura de fin de semana, como algo en lo que recrear la mente, como cuando nos sentamos frente a la “caja boba” y desenchufamos nuestro cerebro.

El tema principal que aparece en portada es realmente apasionante y siempre he querido hacer algo sobre esto desde que ví por primera vez en una enciclopedia de aviones sobre los experimentos X de los nazis antes y durante la Segunda Guerra Mundial, y de cómo rusos y yanquis le robaron las ideas para hacer sus propios aparatos. Hace poco en un diario capitalino apareció un artículo en página completa sobre un avión nazi de forma discoidal, lo leí con detenimiento para encontrarme con la sorpresa de que toda esa información lo habían copiado textualmente de un diario español y además era tan ambiguo e irrelevante que a las claras se veía que lo habían puesto de relleno, nada de verdadero periodismo de investigación, nada de conclu-siones ni profundidad, solamente un grupo de palabras muertas que me dejó con las ganas.

Por eso este primer número está dedicado a LOS OVNIS DE HITLER, donde reivindicamos la existencia de proyectos reales y porqué no, también de algunos hechos de los que no sabremos nunca la respuesta. Pero ahí está la gracia, ¡espero que les guste!

Carlos Benitez Z.Editor

«Los platillos volantes existen, claro que sí, pero no vienen de otros planetas. Los

construimos nosotros...»

– Ángel Alcázar de Velasco (espía español al servicio de la

Alemania Nazi durante la II GM)

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Los OVNIS de Hitler

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L a existencia durante la Segun-da Guerra Mundial de platos voladores Nazis es un tópico

negado por casi todos los eruditos de la historia de la Aeronáutica. Es nega-do también por muchos investigado-res de la historia alemana. El problema es que durante los años finales de la guerra y los inmediatamente después, los cielos de la tierra de improviso se llenó de Objetos Voladores No Iden-tificados, llamados UFOs en inglés y alemán (Unknown Flight Object y Unbekanntes Flugobjekt, respectiva-mente), con muchas caracteristicas remarcables.

Hacían maniobras imposibles para los aviones convencionales, como cambiar su dirección de vuelo en án-gulo recto o pasar del reposo a una velocidad exorbitada en un instante, con formas totalmente diferentes a los conceptos aerodinámicos de la época, como la falta de cola o alas o propul-sores. Tenían luces visibles durante la noche, a veces éstas envolvían al obje-to. Todos eran muy silenciosos, aun-que a veces se escuchaban ruidos si-milares a un generador eléctrico o un estruendoso motor. A veces los ins-trumentos eléctricos de vehículos que se encontraban en la cercanía de estos platos, dejaban de funcionar. Ningún gobierno ha reclamado tener estos ve-hículos voladores, sin embargo hasta hoy se siguen viendo.

La prensa sensacionalista y la cul-tura popular atribuyen estas inusuales naves a los extraterrestres. Pero aún

después de 60 años, no han habido pruebas contundentes al respecto, es tiempo de que revisemos las pruebas de una manera sólida.

Primeras referencias

La primera referencia no-ficcional sobre platos voladores nazis, parece ser una serie de textos del experto en turbinas italiano, Giuseppe Belluzzo. También el científico alemán Rudolph Schriever admitió haber desarrollado platillos voladres durante el período nazi. El ingeniero aeronáutico Roy Fedden remarcó que la única maqui-naria capaz de aprovechar las capaci-dades atribuídas a los platos voladores, era aquella diseñada por los alemanes cerca del final de la guerra. Fedden agregó también que los alemanes es-

taban trabajando en proyectos aero-náuticos muy inusuales, aunque no se explayó más en el asunto. Cuando las tropas aliadas tomaron Berlín encon-traron insólitos planos y esquemas de armas secretas nazis. Aviones de ala circular, aeronaves de despegue verti-cal y minas volantes con apariencia de disco. Eran los Platillos Volantes del III Reich.

«Por ser éste el último homena-je público que rindo a los héroes del nazismo chileno y a Rudolf Hess, he deseado revelar la existencia de los OVNIs hitleristas y las bases que ellos ya tienen también fuera del espacio te-rrestre. Esta revelación va dirigida no a los camaradas ni al público en gene-ral, quienes seguramente la tomarán como una fantasía, pues en su gran mayoría desconocen todo lo referente

A mediados de los años 40, se avistaron muchos OVNIS. Los diferentes gobiernos no eran capaces de desmentir o admitir la existencia de tantos avistamientos. Las explicaciones ex-puestas en muchos de aquellos casos llegaban a lo absurdo. De hecho, en los Estados Unidos llegó a conformarse varios grupos dedicados única y exclusivamente a dicho fenómeno y a su encubrimiento (Majestic, Libro Azul, etc).

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a este tema fundamental. La revela-ción tiene por objeto principal hacer conocer a nuestros enemigos, a los verdaderos gobernantes ocultos del Gobierno Mundial Secreto, que saben de 1a existencia de los OVNIs hitleris-tas y de sus bases extraterrestres, que nosotros también sabemos...».

Estas sorprendentes palabras en-cabezan el primer capítulo de un li-bro de título tan elocuente y explícito como Los OVNIs de Hitler contra el Nuevo Orden Mundial. Su autor no es un fanático irracional, un fascista vio-lento, ni un cabeza rapada ignorante. La pluma responsable de esas afirma-ciones es Miguel Serrano, uno de los escritores y diplomáticos más relevan-tes de la historia de Chile. Encabezó la representación política de su país, al frente de las embajadas de Chile en la India, Yugoslavia y Austria, y en la actualidad es uno de los mayores ideólogos del movimiento neonazi en todo el mundo. ¿Cómo es posible que un intelectual de estas características pretenda que el III Reich poseyera pla-tillos volantes con bases extraterres-tres fuera del planeta? ¿Se trata de un loco visionario? En absoluto...

Una prodigiosa tecnología

El Tercer Reich fue para Alemania una época de progreso en todos los

campos: Alemania poseía los autos más rápidos, los aviones más veloces y de mayor autonomía de vuelo, la primera televisión (durante los Juegos Olímpicos de 1936), las mejores películas de entre-tenimiento, la industria farmacéutica más pionera, etc. Volaron los primeros aviones a reacción (Me-262) y los pri-meros misiles de largo alcance (V1 y V2). Todo esto es conocido.

Mucho menos conocida es otra tecnología que, por razones obvias, los alemanes del Reich mantuvieron en secreto y sobre la que los aliados, una vez tuvieron noticia de ella, man-tuvieron el más absoluto silencio. El conocimiento de misteriosos aviones circulares alemanes propulsados por motores anti-gravitacionales con el nombre en clave de “Vril” y “Haune-bu”, que supuestamente fueron desa-rrollados no basándose en la técnica convencional, sino en una nueva téc-nica surgida de la filosofía ocultista de las sociedades germánicas como Thu-le y Vril. Así por ejemplo, el científi-co alemán Viktor Schauberger era un convencido defensor de la “implosión en lugar de explosión”. Rechazaba el motor de explosión, pues éste se basa en la destrucción (explosión), pero la Creación divina es siempre construc-tiva. Por lo tanto, una técnica basada en la destrucción es contraria a las

leyes de Dios y puede denominarse como técnica satánica. En su lugar, proponía los motores de implosión. Éste es tan sólo un ejemplo de la fi-losofía de estos científicos. Gracias a la forma de pensar del Tercer Reich, los alemanes avanzaron en técnica en pocos años lo que los aliados no avan-zarían en cien.

Las Naves Secretas La tecnología nazi sigue sorpren-

diéndonos en pleno siglo XXI. Gra-cias a ella los ingenieros del Tercer Reich desarrollaron prototipos futu-ristas que muchas veces fueron con-fundidos con OVNIs. Pero lo que muchos interpretaron como artefac-tos extraterrestres fueron en realidad ingenios humanos creados a fin de lograr un objetivo muy terrestre: ven-cer en la contienda. Los expertos no se ponen de acuerdo sobre si los relatos de OVNIs nazis son o no desinforma-ción paea distraer a los aliados.

«Los platillos volantes existen, claro que sí, pero no vienen de otros planetas. Los construimos nosotros. Los diseña-ron nuestros ingenieros, y después los americanos y los rusos se repartieron esos planos y prototipos cuando cayó Berlín. Yo los vi durante mis servicios para el Führer...» Quien hacía perso-nalmente estas declaraciones no es un personaje cualquiera. Se trata de un anciano nacionalsocialista de 82 años llamado Ángel Alcázar de Velasco, uno de los espías del servicio secreto alemán en España durante la II Guerra Mundial, que posteriormente colabo-raría con el SECED y otros organismos de espionaje. Alcázar de Velasco fue condecorado por el mismísimo Adolf

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Hitler como pago a sus servicios para el Reich, y hace pocos años viajó a Ja-pón para recibir un homenaje por su labor como espía al servicio de TO, otra de las organizaciones secretas de la alianza germano-nipona en la gue-rra. ¿Podría considerársele, por tanto una fuente autorizada para afirmar que los nazis construyeron los prime-ros platillos volantes?

Prototipos discoidales

Cuando aliados y soviéticos se re-partieron los archivos secretos alema-nes, tras la caída de Berlín, se encon-traron con ingeniosos y fascinantes diseños de aeronaves extrañas y com-pletamente revolucionarias, que pos-teriormente intentarían desarrollar en Rusia y EE.UU. con escasos resul-tados. Pese a ello fue la creatividad y la genialidad de científicos alemanes, como Werner Von Braun, que tras la guerra se pasaron al bando aliado, la que ha permitido al hombre llegar a la

Luna. No olvidemos que esos ingenie-ros alemanes desarrollaron la carrera espacial tal y como la conocemos y es un hecho indiscutible que los alema-nes poseían conocimientos astronáu-ticos y aeronáuticos avanzados para la época. Está documentada históri-camente la existencia de varias paten-tes, diseños e incluso construcción de prototipos de aeronaves circulares o discoidales por parte de los alemanes, antes, durante y después de la II Gue-rra Mundial. Ya en fecha tan remota como en la Alemania del siglo XIX, y como una premonición de los platillos nazis que tantos quebraderos de cabe-za han dado a los ufólogos modernos, el matemático y teórico de la aviación August Wilhelm Zachariae, hoy olvi-dado por la aeronáutica, experimentó con modelos de ala circular.

La historia de los platillos volan-tes alemanes se inicia con el merito-rio Alexander Lippisch, quien desde principios de 1939 desarrolló para la Messerschmitt de Augsburg su caza-cohete con ala delta Me-163, que lle-gó a construirse en serie aunque sin alcanzar resultados espectaculares. Pero también a finales de los años 30, otro alemán diseñó aeronaves de planta circular, más interesantes si cabe que las de Zachariae. Se trata del

Un Expediente Inquietante

En su número correspondiente al mes de febrero de 1989, la revista alemana Flugzeug publicaba el siguiente informe de un oficial de la aviación alemana que, supuestamente, habría protagonizado el insólito avistamiento de un platillo volante en el aeródromo de Prag-Gbell (antes llamado Praha-Kbely) en 1943. Este es el polémico informe:

Lugar de la observación: Escuela de Vuelos C14 en el aeródromo de Prag-Gbell.

Fecha del suceso: Agosto o septiembre de 1943, supues-tamente un domingo (creo recordar que no había servicio). Tiempo bueno, seco y soleado.

Clase de observación: “Estaba con mis camaradas de vuelo en el campo y, más concretamente, cerca de los edificios de la escuela, a una distancia de unos 2.000 metros del arsenal. El aparato está en el hangar, un disco de 5-6 metros de diámetro. En el centro tiene un cuerpo relativamente grande. Debajo del cuerpo, cuatro patas altas y delgadas. Color: Aluminio. Altura: casi la de un hombre. Grosor: de 30-40 cm., con un borde de varillaje exterior, tal vez eran orificios cuadrados. La parte superior del cuerpo (casi un tercio de altura total) se encogía sobre la mitad superior del disco, y era plana y redondeada. Vi con mis amigos cómo salía el aparato del hangar. Oímos entonces el estruendo de los motores, vimos el lado externo del disco girar, el aparato se encaminó lentamente y en línea recta hacia la parte sur del campo. Entonces se elevó casi a 1 metro. Después de avanzar a esa altura unos buenos 300 m, se paró de nuevo. El aterrizaje fue bastante accidentado.

Mientras algunos guardianes empujaban el aparato hacia el hangar, tuvimos que abandonar el lugar. Más tarde, la “cosa” voló de nuevo, logrando esta vez alcanzar el final del aeródromo. Después, anotó en su libro de vuelo las personas allí presentes del FFS C14: Gruppenflugle-hrer (profesor de vuelo de grupo) Ofw. Michelsen; Fluglehrer (profesor de vuelo) Uffz. Kohl and Buhler; Flugschüler (alumnos de vuelo): Ogefr, Klassmann, Kleiner, Müllers, Pfáffle, Schenk, Seifert, Siebert, Squarr, Stahn, Weinberger, Zöbele, Gefr, Hering, Koza, Sitzwohl, Voss y Waluda.”

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agricultor de Machern (cerca de Lei-pzig) Arthur Sack. Sack, aficionado al aeromodelismo, decidió abando-nar las especulaciones sobre platillos volantes y ponerse manos a la obra, construyendo uno de esos modelos. Según publicaban las revistas aero-náuticas alemanas e inglesas Luft-fahrt International, Air International o RAF Fliying Review, que reprodu-cían fotografías de este “OVNI nazi”, no sabemos qué inspiró a Sack, pero ahí está su platillo volante.

Se trata de un avión de forma cir-cular plana, con los colores alemanes de la Luftwaffe, del que tan sólo se conservan pocas fotografías, sin más datos. El platillo, de impecable estam-pa marcial, presenta una cúpula simi-lar a la del antiguo M-109, la estrella de los cazas de la II Guerra Mundial. La existencia de una hélice de madera y de un rígido espolón hace suponer que esta aeronave pudo ser pensada como oponente a los Mustangs, Thun-derbolts y populares Spitfires aliados.

AS6, Historia de un OVNI nazi

La presentación pública del plati-llo volante de Sack se efectuó durante la celebración del Primer Certamen Nacional de aeromodelos con moto-res de combustión, celebrado los días 27 y 28 de junio de 1939 en Leipzig-Mockau. El modelo presentado por Arthur Sack medía 1,250 m. y pesaba 4,500 kgs, siendo impulsado por un motor Kratmo-30 empotrado, de 0,65 CV y 4.500 r.p.m., con un rotor de 600 mm. de diámetro. Los participantes en el concurso, desarrollado pruden-temente a puerta cerrada, debían cu-brir un recorrido de ida y vuelta uti-lizando un mecanismo de dirección lo más sencillo posible. Sin embargo, este primer intento de utilización de pequeños modelos con fines tácticos de reconocimiento resultó un estrepi-toso fracaso. La mayoría de los mode-los, equipados con el llamado aparato autoguiado y sus respectivos motores, mostraron sus peores cualidades. El único modelo verdaderamente teledi-

rigido, fabricado por Sinn, se rompió en la salida, y otro con una turbina de vapor, hecho por Soll, se incendió. Sack no se libró de la racha. Su platillo volante no fue capaz de despegar del suelo y, finalmente, tuvo que ser lan-zado al aire por su propio autor. Tras ese “despegue de emergencia”, el mo-delo realizó un vuelo estable de unos 100 metros, llegando a la meta a duras penas, si bien después de la experien-cia Sack perfeccionó su diseño para vuelos más rápidos y largos.

Pese a todo, Arthur Sack tuvo mu-cha suerte, ya que entre los asistentes al certamen se encontraba el general-ministro del aire Udet, quien quedó impresionado por la idea. Udet resultó un gran partidario de la utilización bélica de los platillos volantes, asig-nándoles la misma función defensiva desarrollada hasta entonces por los

globos. Entusiasmado, el ministro prometió a Sack “allanarle el camino para posteriores investigaciones”. Di-cho y hecho. Arthur Sack construi-ría algunos modelos más de platillos volantes antes de que comenzara la realización de un avión tripulado, a mitad de la guerra, en los talleres de MIMO (Mitteldeutsche Motorwerke), en Leipzig. El diseño final, denomina-do AS6, se concluyó en los talleres de vuelo de Brandis, a principios de 1944.

El primer prototipo del AS6 esta-ba equipado con un motor Argus 10C de 140 C.V. y tenía un ala circular con perfil Göttinger de 6,40 m de enver-gadura. Para un peso en vuelo esti-mado en unos 750-800 kgs, la carga alar debió de ser de unos 25 a 30 kilos por metro cuadrado. Por lo tanto, casi quedaba dentro del reglamento de medidas de una klemm 25D.

Sack AS-6

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¿Genios Visionarios o Influencia Alienígena?

Fue exactamente el 24 de Junio de 1947 a las 2 de la tarde cuando el experimentado piloto norteamerica-no Kenneth Arnold, miembro de la organización de seguimiento y res-cate “Airafox”, mientras volaba con su avioneta desde Chelalis a Yakima, en el estado de Whashington, con la intención de encontrar un avión militar accidentado, avistó cerca del Monte Rainer una formación de ex-trañas aeronaves circulares que le pa-recieron “como platos deslizándose sobre el agua”. Fue así como se acuñó el término “platillo volante”. Kenneth calculó su velocidad en 2.400 km/h, una velocidad desconocida en 1947. Y precisamente fue en 1947 cuando los aliados lanzaron su fallida Operación Highjump contra las bases del Tercer Reich en la Antártida. También es en 1947 cuando se funda la CIA. Los OVNIs que vio Kenneth Arnold tal vez pudieron ser prototipos de avio-nes diseñados por el nazi Schauberger. Hasta aquí los hechos incuestionables documentados en la historia aeronáu-tica que demuestran que lustros antes de que Kenneth Arnold emplease el término platillo volante para describir su avistamiento en el Monte Rainier, en junio de 1947; ingenieros alemanes construían verdaderos platos volado-res. La cuestión es, ¿de dónde sacaron

Zachariae, Lippisch o Sack la idea de un diseño aeronáutico circular?

A mediados de los noventa dos documentales de televisión sobre los platillos nazis conmocionaron a la co-munidad ufológica internacional. En ellos se vinculaba el hecho histórico de la existencia de prototipos discoi-dales diseñados en la Alemania de en-treguerras y las tradiciones esotéricas que tanto influyeron en la gestación del III Reich. Intercalando fotos de platillos volantes en cuyo fuselaje apa-recían esvásticas y cruces gamadas, con imágenes de la Alemania nazi y vídeos modernos de OVNIs, dichos documentales pretendían demostrar algo insólito: que los iniciados de la Sociedad Thule a la que pertenecían Hitler, Himmler y Hess, la “Santa Tri-nidad” del Reich, utilizaron a varias médiums alemanas para comunicar-se con una civilización extraterrestre, que sería la que habría inspirado los diseños discoidales antes descritos y otros mucho más sofisticados que uti-lizarían no las hélices de los stuka o los motores a reacción de los sofistica-dos M-262, sino motores de “antigra-vedad”, fuerza “Vril” y otros concep-tos pseudocientíficos.

Según los documentales citados, parece que todo pudo comenzar con la fundación de la Sociedad Secre-ta Thule, a principios de siglo. Años después, a finales de 1919, varios

miembros de Thule y de una de sus filiales, la sociedad Vril (todos ellos especializados en energías alternati-vas) se habrían reunido en una lujosa mansión alemana en un encuentro, que según se decía en los controver-tidos videos, estuvo presidido por la médium Maria Ostig, quien habría recibido comunicados sobrenaturales de una civilización alienígena en el sistema Aldebarán, además de textos escritos en sumerio y en el código se-creto templario donde aparecerían las primeras pistas para la construcción de revolucionarias aeronaves discoi-dales para poder tener contacto físico con esa civilización. Esto puede no ser cierto; pero ciertamente hubo una gran actividad ocultista en la Europa conquistada durante ese tiempo, y no

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hay duda de que estas organizaciones con sus anticonvencionales creencias siguen existiendo aún hoy.

Según la misma fuente, la sociedad Vril creó, a mediados de 1934, la pri-mera nave antigravitatoria conocida como el Vril 1 o FRZ-1, y a finales de ese mismo año la FRZ-2, dotada de un sistema de “dirección por impulsión magnética”. Los conceptos utilizados en estos documentales, como energía Vril, motor Thule o naves Haunebu resultan, sin embargo, muy incompa-tibles con la verdadera historia de los prototipos de aeronaves discoidales alemanes que han sido históricamente documentados.

El Proyecto Haunebu

El científico austriaco, Viktor Schauberger, se encontraba estudian-do un nuevo sistema energético ba-sado en la implosión cuando Adolf Hitler, quien se hizo eco de las inves-tigaciones y resultados de Viktor, de-cidió llamarle para que supervisara el desarrollo de unos nuevos modelos de aeronaves. Éstas tenían que, entre otros requisitos, poder levitar y no consumir petróleo (el gran mal de la guerra Nazi cuyas inversiones se fueron en gran medida en la adquisición del oro negro para su consumo bélico).

Viktor Schauberger entonces em-pezó a desarrollar una nave conocida después como RFC-2. Medía casi 5 metros de diámetro, era propulsado por un impulso electromagnético y podría ascender hasta 15 Km de al-tura. Hemos encontrado otras versio-nes que indican que podría alcanzar mayor velocidad y el diámetro de este prototipo era superor a los 50 m (26,3 metros de radio). Cuando volaba pro-ducía una serie efectos coloridos nor-malmente asociados con los OVNIS.

En ese entonces el RFC-2 fue lar-gamente ignorado por la SS que esta-ba más interesada en los trabajos de la Sociedad Vril. También una organi-zación interna de la SS creó su propio

departamento de desarrollo llamado la SSE-4 donde experimentaba con tecnologías alternativas para que Ale-mania no dependiera más de recursos externos como el petróleo y así de-sarrollaron sus propios versiones de RFC y Vril.

Para 1939 la SS produjo finalmen-te el RFC-5, llamado Haunebu 1. En agosto de ese año, hizo su primer vuelo y probó su viabilidad con casi 2 metros de diámetro y un considerable

espacio de carga. A finales de 1940 el RFC-2 (Haunebu II) entró en servi-cio como nave de reconocimiento y hay mucho material fotográfico para probarlo, por ejemplo, un RFC-2 fue fotografiado cerca de la Antártida en 1940. Cualquiera sea la naturaleza de estos aparatos, han salido de los pla-nos y ya sea en el aire o accidentados en el suelo, algunos de estos diseños probaron ser perfectamente viables y exitosos. El Haunebu sería el primer “platillo volante” de construcción te-

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rrestre. Su fabricación en serie estaba prevista para terminarse entre 1943 y 1944. Si bien este proyecto era ambi-cioso, se vió interumpido por la de-rrota nazi en 1945. El bando aliado se hizo con todo lo que Viktor había desarrollado y él fué considerado co-laborador de los nazis. Sin embargo dos años más tarde comienzan a su-cederse multiples hechos relacionados con el fenómeno OVNI destacando el conocido “Incidente de Roswell”. ¿Pudo éste ser un caso relacionado con el desarrollo de las investigacio-nes americanas sobre el material ale-mán incautado?. Las nuevas tecnolo-gías llegaron muy tarde para ganar la guerra. En pocos meses, los aliados y los rusos penetraron la Europa Cen-tral, Hitler había muerto y la guerra estaba prácticamente terminada. Tan pronto la guerra llegó a su fin, cohetes fantasmas comenzaron a aparecer so-bre Escandinavia y en unos dos años, “platos voladores” fueron reportados en los mismos Estados Unidos. Esto no puede ser considerado como una mera coincidencia.

Los aviones X Los alemanes llevaban tiempo

desarrollando nuevos aviones con la finalidad de encontrar un modelo lo suficientemente rápido y silencioso para poder caer sobre su enemigo con total contundencia. Los alemanes co-mienzaron a inclinarse por un mode-lo de avión con forma circular, tal vez, porque de este modo se ofrecía menor resistencia al aire o porque el avión así era más sigiloso que uno convencio-nal. Andreas Epp, era uno de los in-genieros de la Skoda supuestamente dedicado al diseño de “platillos volan-tes” en el aeródromo de Praga. Según su testimonio, se realizaron diversos

Aquí se puede ver a Schauberger con uno de sus increíbles artefactos. La “Turbina de Torus”, que experiementaba con la energía toroidal, terreno casi de la ciencia ficción (del que nos ocuparemos en otra edición). El Torus es un vórtice de energía en forma de dona que está dando vueltas constantemente desde dentro hacia afuera, como una voluta de humo. El Torus es flexible y puede tomar forma tanto de un anillo como de esfera. Su Turbina de Torus. Consistía en un rotor con tubos de cobre, y el fluido de trabajo era agua. Se puede ver cómo quedaron los tubos por la fuerza de aspiración que se ha creado a través de las boquillas diminutas en los extremos de los tubos. El proyecto no prosperó por falta de interés y posiblemente de fondos, pero fue un gran avance en el campo de la obtención de energía barata y limpia de los que no se ha logrado aún al día de hoy.

La máquina voladora de Viktor, llamada la “repulsin”, estaba propulsada por la turbina de Torus. Nunca se desa-rrolló abiertamente al público. Tenía extraños efectos de radiación y antigravedad. Se trabajó con aire como prope-lente. Para profundizar más puede leer en internet: http://www.linux-host.org/energy/svictor.htm

BMW Flugelrad II

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planos y maquetas del “trompo vo-lador” de Schriever y de Habermohl, el cual consistía en un gran aro que giraba en torno a una cabina central de pilotaje. La zona intermedia entre ambos estaba formada por palas simi-lares a las de un helicóptero, y unidas entre si, lo cual hacia las veces de una gran hélice orientable, dándole al sis-tema una formidable maniobrabilidad y potencia propulsora. El proyecto fi-nal o Flugelrad II estaba dotado de 6 potentes motores a reacción BMW, lo que podría hacer que el “platillo” de Schriever fuera el primero en traspa-sar la barrera del sonido. El experto en armamento italiano Luigi Romersa, que por aquel entonces era subordi-nado de Mussolini, comentó, refirien-dose posiblemente al trompo volador, lo siguiente: “Fue algo excepcional, en torno a una cabina central realizada con plexi-glass, poseía reactores alre-dedor de ella que lo propulsaban”.

A comienzos de 1945, el científi-co Walter Miethe informó a Hitler que el proyecto Flugelrad II, estaba siendo probado sobre el Báltico. Esta particular aeronave supersónica con forma discoidal, alcanzó una altitud de 23 kilómetros durante el primer test, y luego casi 25 kilómetros en la segunda prueba. Miethe reportó que esta nueva nave estaba propulsada por una energía no convencional.

En 1959 la editorial alemana J.F. Lehmanns Verlag de Munich publica-ba la tercera edición de Die Deutschen waffen and geimwaffen en des Weltkr-ges un ihre Weiterentwicklung (Las ar-mas y las armas secretas alemanas de la II Guerra Mundial y su desarrollo posterior). El autor de este manual ale-mán sobre armas secretas era el mayor Rudolf Lusar, quien dedicaba un apar-tado del capítulo Aparatos Especiales al diseño de “platillos volantes” nazis. Entre otras cosas Lusar decía: «Inves-tigadores y científicos alemanes die-ron ya durante la guerra los primeros pasos hacia tales “platillos volantes”; e incluso construyeron y probaron se-

mejantes aparatos volantes que rayan en lo maravilloso». «Según datos con-firmados de expertos y colaboradores, los primeros proyectos denominados ‘discos volanles’ se iniciaron en 1941. Los planos para tales proyectos proce-den de los expertos alemanes Schrie-ver, Habermohl y Miethe, y del italia-no Bellonzo».

“Habermohl y Schriever -prosigue Lusar- eligieron un aro plano que gi-raba en torno a una cabina de pilotaje fija en forma de cúpula. Consistía en unas alas de disco orientables que per-mitían, según se las orientara, el des-pegue o vuelo en horizontal. Miethe desarrolló tuna especie de disco de 42 m. de diámetro, al que se habían aco-plado toberas orientables. Schriever y Habermohl, que habían trabajado en Praga, despegaron el 14 de febrero de 1945 con el primer ‘disco volan-te’. Alcanzaron en tres minutos una altitud de 12.400 m. y una velocidad horizontal de vuelo de 2.000 km/h. Estaba previsto que alcanzara veloci-dades de 4.000 km/h. Fueron precisos enormes ensayos previos y trabajos de investigación, antes de poder acome-ter la confección del proyecto. Debido a la elevada velocidad y a las extraor-dinarias exigencias de calor, debieron

buscarse materiales especialmente in-dicados para que resistieran el efecto de las elevadas temperaturas.

El desarrollo del proyecto, que ha-bía costado millones de Reichmarks, se hallaba prácticamente finalizado en los últimos días de la guerra. Al término de ésta, fueron destruidos los modelos existentes. Pero la fábrica de Breslau en la que había trabajado Miethe cayó en manos de los sovié-ticos, que llevaron todo el material y personal técnico a Siberia, donde se sigue trabajando con éxito en estos ‘platillos volantes’. Schriever pudo sa-lir a tiempo de Praga; pero Habermohl debe encontrarse en la Unión Soviéti-ca, ya que no se tiene noticia de él. El antiguo constructor alemán Miethe se encuentra en Estados Unidos y de-sarrolla, según se sabe, tales ‘platillos volantes’ en la A.V. Roe Comp., para Norteamérica y Canadá...” Estas osa-das y discutibles afirmaciones del ma-yor Lusar -escritas, todo hay que de-cirlo, en plena psicosis platillista de la Europa de los cincuenta- dispararon la imaginación de muchos ufólogos.

Otro aparato volador insólito, co-nocido como el “Andromeda-Gerät”

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era una nave nodriza. Desconocemos si llegó a construirse antes de termi-nar la Segunda Guerra Mundial, pero de no ser así, se construyó en Neus-chwabenland tras la guerra con los planos y diseños previos. Tenía forma de cigarro, y esto coincide con la des-cripción de muchos pilotos de aviones civiles y militares que dicen haber vis-to OVNIs con esa forma y de unos 130 metros de longitud.

Las Alas Volantes

Otro de los proyectos importantes nazis fue el de las “alas volantes”, que fueron los primeros aviones en delta de la historia, además de la investiga-ción de nuevos materiales para fusela-jes, sistemas de propulsión y técnicas para engañar a los radares enemigos. En febrero de 1945 se probáron las es-pectaculares alas Horten HO IX-V2 con las que estuvieron a punto de su-perar la barrera del sonido. Al termi-nar la guerra e impresionados por la avanzada tecnologia de los alemanes, los americanos se llevaron el prototipo

del ala volante HO IX-V3 casi termi-nado y otros diseños aun más futuris-tas. Todos ellos fueron los precursores del ala delta más grande del mundo, el YB-49, que fue probada por la USAF a finales de los 40 y de la cual se deri-varon diversos diseños de la empresa Northrop hasta llegar al actual bom-bardero invisible B-2. Pero estos no fueron los únicos modelos que pre-sentaban una forma aerodinámica que distanciaba de los típicos cazas. Se fabricaron modelos como el Focke Wulf TA283, el Focke Wulf Fw-183, el

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Heinkel GM78B y los “Sack As-6” co-mentados con anterioridad, sin olvi-dar el todavía más revolucionario Lip-pisch LI P13. Viendo esto cabe pensar que, efectivamente, si existe una linea de evolución hacia lo que acabó siendo el “Proyecto Haunebu”.

Los Foo-fighters o Kugelblitze

A partir de 1944, los pilotos alia-dos que sobrevolaban Alemania para bombardearla empezaron a reportar informes sobre extrañas bolas brillan-tes casi transparentes que se situaban junto a ellos y les acompañaban du-rante kilómetros. Los aliados los lla-maban Foo-fighters y sus creadores alemanes “Kugelblitze” (“rayos-bola”) o “Feuerbälle” (“pelotas de fuego”). Según estos informes, no podían de-rribarlas, aunque las disparasen, y toda maniobra para despistarlas era inútil. Mucho se ha especulado so-bre la función de este arma antiaérea, pero al parecer interfería los sistemas eléctricos y los radares de los bom-barderos aliados. En ocasiones, su presencia era tan molesta a los pilotos o les causaban tantos trastornos, que un bombardeo previsto tenía que ser suspendido y la escuadrilla de bom-barderos regresaba a su base.

El 13 de Diciembre de 1944 el

South Wales Argus publicaba un sor-prendente artículo en el que se decía: «Los alemanes han fabricado un arma

secreta coincidiendo con la estación navideña. El nuevo ingenio, que al parecer es un arma defensiva aérea, se parece a las bolas de cristal que ador-nan los árboles navideños. Se las ha visto suspendidas en el aire por terri-torio alemán, a veces solas, y otras en grupo; son de color plateado y pare-cen transparentes». Poco después, el 2 de Enero de 1945, era el Herald Tribu-ne neoyorquino el que se expresaba en los siguientes términos: «Parece que los nazis han proyectado una nove-dad en el cielo nocturno de Alemania. Se trata de los misteriosos y extraños globos brillantes que corren por las alas de los aparatos Beaufighters que sobrevuelan secretamente Alemania. Hace más de un mes que los pilotos, en sus vuelos nocturnos, se encuentran con esas armas fantásticas que, al pa-recer, nadie conoce. Los globos de fue-go aparecen repentinamente, acompa-ñan a los aviones durante kilómetros y, según revelan los informes oficiales, parecen estar controlados por radio desde el suelo». Esos “globos de fuego” descritos por la prensa de la época son conocidos por los ufólogos como foo-fighter. Y, como queda claro, eran con-siderados por los pilotos aliados como algún tipo de arma secreta nazi.

Se identifican los “foo” con un arma secreta antiradar: «En el otoño de 1944, en Oberammenrgau, en la Baviera alpina, un centro experimen-tal patrocinado por la Luftwaffe, en

O.B.F, habrá ultimado una serie de investigaciones relacionadas con apa-ratos eléctricos capaces de interferir en el funcionamiento de los motores, has-ta un máximo de 30 m. de distancia, mediante la producción de intensos campos electromagnéticos. Averiando el circuito de ignición de los motores de un aeroplano se habría provocado infaliblemente la caída de éste. Para convertir la invención en práctica-mente eficaz, los técnicos alemanes se proponían, empero, triplicar por lo menos el radio de acción del arma, pero cuando el conflicto concluyó, los experimentos en tal sentido apenas habían sido esbozados. Entretanto, como infraproducto de estas inves-tigaciones para su inmediato empleo bélico, otro centro, regido combinada-mente por el Ministerio Sperr y por el Estado Mayor Técnico de las SS, había adaptado la idea del “estorbo radiofó-nico de proximidad” a la interferencia sobre los mucho más delicados y vul-nerables aparatos electrónicos de los cazas nocturnos americanos.

El autor italiano Renato Vesco pu-blicó en 1968 un libro, “Interceptarlos sin disparar”, que llegó a convertirse en un clásico, en el que plantea la hipóte-sis de que los OVNIs sean en realidad aeronaves secretas terrestres. Además Vesco también afronta el escabroso asunto de los foo-fighters, exponien-do algunos casos de avistamiento y desarrollando su tesis sobre las armas

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secretas. «El 27 de noviembre de 1944, en las cercanías de la ciudad de Speyer -explica-, los pilotos Giblin y Clerry se cruzaron con una enorme y ardiente luz anaranjada que volaba a una velo-cidad de cerca de 500 millas por hora, a algunos centenares de metros por en-cima de la vertical del caza... (...) ‘A las 6:00 horas del 22 de diciembre, a diez mil pies de altitud, cerca de Hagenau, dos luces anaranjadas muy grandes y brillantes se elevaron rápidamente del suelo hacia nosotros. Ya en lo alto, si-guieron a nuestro aeroplano bajo un control perfecto (de operadores terres-tres). Al alejarse, su fuego pareció ex-tinguirse’.» El resto del parte está cen-surado. Evidentemente, mencionaba la imprevista “enfermedad” del radar de a bordo. Dos noches después los mis-mos pilotos, tras haber atravesado el Rhin, fueron asaltados por un flamí-gero globo rojizo que súbitamente «se convirtió en una especie de aeroplano que en su parte superior estaba cons-truido como un ala. Entonces, se vol-vió de lado planeando y desapareció». Partiendo de informes de vuelo ofi-ciales como los expuestos y del hecho de que los aliados encontrasen piezas que apuntaba a la construcción de los feuerball, Vesco desestima que tales casos, al menos en su mayor parte, ten-gan una explicación natural, electros-tática o electroatmosférica (fuegos de San Telmo, rayos globulares, etc.).

No llevaba armas ni pilotos. Tele-dirigida en el acto de despegar, seguía después automáticamente a los apara-tos enemigos, atraída por sus llamas de escape y aproximándose a ellos sin chocar, lo cual bastaba para poner en estado crítico sus aparatos de radar».

¿Por qué Alemania, si disponía de esta tecnología, no ganó la guerra?

Una pregunta que se formulará todo el mundo. Las razones que los autores del hitlerismo esotérico apun-tan son varias:

1. El desarrollo de esa tecnología llegó demasiado tarde, más bien entre

1944 y 1945, y no se pudo llegar a em-plear militarmente. Ciertamente dis-ponían de esa tecnología, pero no se llegó a tiempo a la fabricación masiva.

2. Los OVNIs de Hitler cierta-mente eran muchísimo más veloces que cualquier avión existente, pero ésto no bastaba. Se mostraron, al me-nos en esa fecha, no aptos como aero-naves caza.

3. Por alguna razón, los alemanes del Reich vieron la guerra material-mente perdida y decidieron reple-garse, esperar un momento futuro en que la victoria del Reich fuese tan segura como contundente.

Si efectivamente el Tercer Reich nunca fue completamente destrui-do y subsiste actualmente oculto, no podría hablarse en absoluto de que el Reich perdiera la guerra. El propio Hitler había declarado: “En esta gue-rra no habrá vencedores ni vencidos, tan sólo muertos y supervivientes”. La madre patria Alemania fue ocupada y lo sigue hoy, pero otra Alemania, la verdadera y legítima, existe fuera del territorio tradicionalmente alemán. Los científicos alemanes responsa-bles del desarrollo de esta tecnología y todos sus creaciones habían des-aparecido a tiempo de Alemania para cuando la guerra “terminó”. Así por ejemplo, el terreno de la firma Ara-

do en Brandenburgo, supuestamente empleado por la Vril-Gesellschaft, fue completamente dinamitado y no que-dó nada. Los alemanes dejaron a pro-pósito señuelos para despistar y dis-traer a los aliados. Estos señuelos eran flamantes proyectos aeronáuticos del Tercer Reich, así como científicos como Werner von Braun (gracias al cual los americanos lograrían realizar el programa Apolo y llegar a la Luna), pero estaban basados en la técnica convencional (motores de propulsión a reacción o de hélice, a lo sumo). La técnica antigravitacional fue puesta a salvo con antelación.

Según algunos autores, los OVNIs de Hitler fueron escondidos en algún lugar de la Antártida, razón por la cual se pondría en marcha la Opera-ción Highjump. Aun hoy hay gente convencida de que los Alemanes aun poseen una base de OVNIs y que los llevaron allí desmontados en subma-rinos. Los avistamientos OVNIs que en la actualidad se producen se deben a la actividad de los platillos alema-nes, pues los alemanes del Reich están vigilando el planeta. Estos platillos serían pilotados por pilotos del “últi-mo batallón”. Éste “último batallón” intervendrá en el momento preciso durante la próxima caída de la civili-zación occidental.

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La sociedad AhnenerbeFue la organización mas misteriosa del Tercer Reich, incluso hoy los servicios secretos de las principales potencias buscan sus secretos, pero ¿porqué?. Era la única estructura historica conocida en ocuparse del estudio del Ocultismo y Misticismo que pudo disponer de apoyo y fondos estatales. Jamás institucion alguna en el mundo tuvo a su disposición tal volumen de información o tal influencia en el desarrollo de tecnologías como la Ahnenerbe. Los fundadores de esta ins-titución se hallaban entre los mas altos mandos del Tercer Reich.

Oficialmente la sociedad fue fundada el 1 de Julio de 1935 por el profesor Hermann Wirth, Heinrich Himmler y Walter Darré bajo el nombre completo de Ahnenerbe Forschungs und Lehrgemeins-chaft, “Comunidad de Investigación y Enseñanza, Herencia de los Ancestros” y estuvo destinada a explorar las raíces históricas de la nación germana y la raza aria. Su verdadero objetivo: la creación de mitos que apoyasen los postulados del nacio-nalsocialismo y finalmente el exterminio en pos del fortalecimiento y expansión de la “nación aria”. No obstante la extensión de los intereses de la sociedad fue mucho más amplia que el simple estudio de la historia de los antiguos germanos.

En 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, la Ahnenerbe fue integrada en la estructura de las SS, organización fundamental del aparato de Estado del Tercer Reich, bajo la presidencia de Heinrich Himmler y dirigida por Walther Wüst y Wolfram von Sievers. Llegó a contar con 43 depar-tamentos más o menos extensos, versando sobre temas como el folklore popular, canciones tradi-cionales, geografía sagrada, ocultismo y esote-rismo. La Ahnenerbe se encargaba de estudiar desde lenguas indoeuropeas hasta materias científicas como botánica, astronomía, geofísica, biología, entomología, etc. También llevaron a cabo importantes excavaciones arqueológicas y expediciones que visitaron desde el Tibet hasta Brasil. Precisamente fue el departamento de eso-terismo, presidido por el enigmático Friederich

Hielscher, el que se dedicó en buena parte a la excavaciones de posibles emplazamientos de la Atlántida, Los Templarios, estudios de antiguos cultos paganos, comprobaciones sobre las teorías Horbiguerianas de la “Tierra hueca”, enigmáticos viajes al Tibet y como no la búsqueda del Santo Grial y otros objetos legendarios como la Lanza de Longinos o el Arca de la Alianza.

Pero existía un departamento especializado, dentro de la Ahnenerbe, que se ocupaba, de una manera exclusiva, de contactar con los extrate-rrestres. El corazón y el gran templo sagrado de las SS, se ubicaba en el Castillo de Wewelsburg. Y desde estos aposentos, el extraño departa-mento supuestamente recibía instrucciones para la construcción de armas potentes y sofisticadas, aviones avanzados y discos voladores.

Con la guerra arreciando, muchas de las expedi-ciones programadas por la Ahnenerbe tuvieron que cancelarse y Heinrich Himmler, el “mago negro” del Tercer Reich, hubo de enfocar sus esfuerzos a la maquinaria bélica, aunque sin olvidar sus obsesiones místicas y su pasión por la arqueología y la pseudociencia. Finalmente no lograría ver cumplido su sueño. En las postri-merías de la conflagración, Himmler ingirió una cápsula de cianuro ya habiéndose rendido a los aliados.

Al final de la guerra, la Ahnenerbe quedó disuelta y sus actividades investigadas en el marco de los juicios de Núremberg, siendo declarada organi-zación criminal en 1946 junto con las SS. Sievers fue juzgado y condenado a la pena capital como criminal de guerra. Toda la labor más emblemá-tica culturalmente de la Anhenerbe fue irreme-diablemente suspendida, sus descubrimien-tos ocultados o desaparecidos y las pruebas o trabajos destruidos. Las mistificaciones, leyendas y fantasías en torno al esoterismo nazi son variadas y la mayoría sin fundamento, pero hay hitos que merecen ser vistos con respeto y atención, y mayor aún a la luz de nuestro actual estado de avance tecnológico.

Heinrich Himmler, jefe de las SS y fundador de la Ahnenerbe.

Wolfram von Sievers,el único que cayó en manos de la justicia aliada.

Walter WüstLa Ahnenerbe financió varias expediciones, algunas al Tibet, en busca de los orígenes de la raza aria.

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La Antártida desconocidaLa conjunción del misterioso as-

pecto esotérico del régimen nazi y la increíble aceleración de su tecnología militar al final de la guerra, fueron el combustible que genero multitud de leyendas tras acabar la contienda. Nazis fugados a inhóspitos parajes en increíbles submarinos y aparatos béli-cos, formaron parte de una mitología en la que es difícil separar realidad y ficción. Uno de esos mitos, quizás nunca bien investigados es el de las bases nazis en el continente antártico.

La Antártida, (polo sur), con sus 14 millones de Km2 sigue siendo el continente más enigmático y poco conocido de nuestro planeta. Fue des-cubierta en 1820 por dos exploradores rusos: Gelenkschmerzen y Lazarev. Desde entonces, este misterioso con-tinente, mas grande que Europa, con-tinuó atrayendo exploradores como un imán.

La toma alemana de la Antártida

La historia de la exploración an-tártica alemana se remonta al año 1873, cuando Eduard Dallmann, por encargo de la antes creada Sociedad Alemana de Viajes Navales Polares (deutsche Polar schiffahrtsgesells-chaft), con su barco “Grönland” (Groenlandia) descubrió nuevas re-giones y pasos en las aguas antárticas.

Los alemanes ya entonces se mos-traron innovadores en la exploración de las regiones polares, pues el “Grön-land” era el primer barco de vapor que exploraba las aguas antárticas. En los siguientes 60 años tuvieron lugar otras ocho expediciones así como dos expediciones fundamentales, para ser exactos en 1910 bajo el comando de Wilhem Filchner con el barco “Deuts-chland”, así como en 1925 con el bar-co polar “Meteor” bajo la dirección del Dr. Albert Merz.

En los años previos a la guerra, los deseos hegemónicos de los jefes mi-

litares alemanes se hicieron cada vez más fuertes, teniendo la firme inten-ción de construir una base militar en el hielo antártico.

En ese tiempo no existía sobre el Polo Sur tratado internacional algu-no y una toma de posición respecto a tales deseos territoriales poco antes del estallido de la inminente guerra mundial pareció, estratégicamen-te hablando, tener mucho sentido, y podía además gracias a la propagan-da del Reich ser empleado como una demostración de fuerza. Por otro lado se tenía que evitar otra provocación de los aliados. De modo que, en co-laboración con la Lufthansa alemana, se desarrolló y llevó a cabo la idea de una operación político-militar, no obstante bajo la apariencia de ‘opera-

ción civil’. El mando de esta empresa la recibiría el experimentado capitán polar Alfred Ritscher.

Como barco se eligió el “Schwa-benland” (Suabia en español, nombre de una región alemana), un barco por-tador de hidroaviones de la Lufthansa desde el que, con ayuda de catapultas

de vapor, podían despegar hidroavio-nes Dornier “Wale” de 10 toneladas de peso. Esta revolucionaria técnica la empleaba la Lufthansa ya desde 1934 para el tráfico postal con Suramérica. El “Schwabenland” fue adaptado para la expedición antártica en Otoño de 1938 en los astilleros de Hamburgo, lo que costó la enorme suma de un mi-llón de marcos alemanes (RM) de la época, un tercio del presupuesto de la expedición.

A mediados de Noviembre de 1938, mientras se preparaba el barco “Schwabenland”, la Sociedad Alema-na de Viajes Navales Polares (deuts-che Polarschiffahrtsgesellschaft) in-vitó a Hamburgo al por entonces ya legendario explorador antártico nor-teamericano Richard Byrd (quien en 1929 había sobrevolado el Polo Sur) con motivo de la proyección de su nueva película antártica y con inten-ciones de escuchar de primera mano sus experiencias. Esta película fue ob-servada por 82 asistentes, de los cua-les 54 eran miembros de la tripulación del “Schwabenland”, como forma de

adiestramiento y preparación ante la inminente expedición. Ironía de la historia que exactamente este Richard Byrd en el año 1947 con el rango de almirante de los EE.UU. dirigiría la mayor operación militar en la Antár-tica en busca de bases nazis, la Opera-ción Highjump de la que hablaremos más adelante.

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La expedición alemana inició en enero de 1939, dos hidroaviones, el Passat y el Boreas despegaron de la cu-bierta del Schwabenland con el fin de explorar y marcar un gran territorio. En abril de ese año el capitan Ritscher escribió: “He completado la misión que el General Goering me confió. Por primera vez, aviones germanos sobrevolaron el continente antártico. Cada 25 kilometros arrojabamos ban-derines, cubriendo un área de unos 600.000 Km2 de los cuales 350.000 fueron cartografiados”. Así mismo también habló de unas cordilleras de 4.000 metros de altura que habían sido delimitadas por los aviones nazis.

Los alemanes reclamaron la so-beranía sobre ese enorme territorio antártico al que denominaron “Neus-chwabenland” (Nueva Suabia). En éste territorio construyeron varias bases permanentes, siendo la princi-pal la denominada como “Neuberlin” (Nuevo Berlín).

Esta inusual misión fue seguida luego por una nueva expedicion, esta vez realizada por un grupo de subma-rinos alemanes. Poco despues el co-mandante de la Kriegsmarine Almi-rante Doenitz pronuncia esta extraña frase: “Mis submarinos han encontra-do un auténtico paraíso en la tierra”. Hacia 1943 Doenitz pronuncia otra no menos extraña frase: “Die deuts-

che U-Boot Flotte ist stolz darauf, daß sie für den Führer in einem anderen Teil der Welt ein Shangri-La gebaut hat, eine uneinnehmbare Festung“, cuya traducción es: “La flota alemana de submarinos está orgullosa de ha-ber construido para el Führer, en otra parte del mundo, un Shangri-La, una fortaleza inexpugnable”.

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Bases secretas nazis

En ese momento solo un peque-ño circulo podia interpretar el sig-nificado de esa afirmación, hoy sólo podemos suponerlo. Recientemente el hallazgo de un enorme lago de agua dulce, ubicado por debajo de la espe-sa cubierta de hielo de la Antártica Oriental, ha sorprendido a los cien-tíficos de todo el mundo. Se trata de un enorme lago subterráneo a 1 kilo-metro bajo el hielo, bautizado como lago Vostok y cuya temperatura es de 18 grados C. Sobre el lago existe una especie de cúpula que contiene aire

caliente. Es posible que de ese lago fluyan rios con agua caliente hacia el océano. Durante miles de años esos rios pudieron haber formado bajo el hielo largos túneles perfectos para la construcción de bases secretas para submarinos. Desde el océano cual-quier submarino puede pasar bajo el hielo fácilmente hacia esos túneles, inmunes a tormentas y al frío polar, totalmente oculta al exterior y fuera del alcance enemigo.

Segun testimonios y documen-tos los alemanes tenían la intención de construir una base antártica con el nombre secreto de Base 211. En 1939 el barco de investigación Sua-bia cubría regularmente el trayecto entre Alemania y la Antártida. Equi-pamiento de construcción minera y otras maquinarias, incluidas vías de tren, camiones y túneles prefabrica-dos fueron transportados a la Queen Maud Land. Al mismo tiempo llega-ron científicos, ingenieros y trabaja-dores altamente calificados. ¿Porque Alemania tenia necesidad de una base tan remota?. Hay varias suposiciones. Algunos creen que Alemania buscaba controlar los mares del sur, Otros que los alemanes fueron atraidos por los recursos naturales antárticos como el uranio, el cual es esencial para la

creación de armas atómicas. Otros suponían que en caso de ser derrota-dos en la guerra, la Antártida sería un refugio seguro para la elite del Tercer Reich. De hecho, cuando la actividad de esa zona durante la guerra decreció a mediados de 1940, esas bases se con-virtieron en depósitos donde se acu-muló todo el material necesario para construir un refugio en el interior del continente. Víveres, combustibles, ro-pas y otros elementos eran transpor-tados por los U-Bootes alemanes.

Hipotéticamente la base de sub-marinos debió construirse en tres años, para entonces en 1943, el al-mirante Doenitz hizo su famosa y enigmática declaración elogiando los trabajos de la flota submarina nazi. Hoy sabemos que en agosto de 1940, el doctor Wohlwill, director del Deutsche Reichsinstitut fuer Meta-llen (Instituto Alemán del Reich para el Metal), hizo un llamamiento a los técnicos alemanes especializados en metalurgia para preparar proyectos de construcción a base de metales no ferruginosos, destinados a soportar temperaturas inferiores a ¡60 grados bajo cero!. Desde luego no era para las frías estepas rusas. ¿En que otro lugar del planeta, que no sea la Antártida, podía hacer falta ese tipo de aleación?.

Poco después de finalizada la gue-rra, en 1945, dos submarinos alema-nes llegaron a Mar del Plata Argentina para rendirse a las autoridades. Eran submarinos ordinarios del llamado “convoy del Fuhrer”. Tras una investi-gación el comandante del U-530 con-fesó ser partícipe de una operación secreta cuyo nombre clave era Val-kiria II. Dos semanas antes del final de la guerra, el U-530 dejó el puerto alemán para bordear la Antartida con numerosos pasajeros y reliquias del Tercer Reich. El comandante del otro submarino, el U-977, Heinz Schaeffer, testificó después que el seguía la mis-ma ruta. Se verificó que numerosos submarinos hacian ese viaje constan-temente. ¿Qué razón tenían para ir hasta ese lugar tan alejado?.

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La misteriosa operación “Highjump”

No sabemos realmente si la cons-trucción de las bases nazis se llevaron a cabo o no, pero quizás cuando en 1947 el almirante americano Byrd, ca-pitaneó una de las más famosas expe-diciones militares sin precedentes al continente antártico, lo que realmen-te buscaba era esa legendaria base.

El 26 de septiembre de 1946 los ti-tulares de los periódicos no dejaban lugar a dudas: “A casi un año y medio de terminada la guerra, un submari-no alemán detuvo, días pasados, a un barco ballenero islandés. Se trataba de una embarcación llamada Juliana, que navegaba entre las Islas Malvinas y la zona antártica, y fue detenida por un submarino de gran tonelaje de la armada alemana que enarbolaba una bandera roja con grandes franjas ne-gras en los bordes.

El comandante del submarino se acercó en un bote de goma y, tras subir a bordo, exigió parte de las pro-visiones. Mientras estas eran trans-vasadas el comandante, que hablaba un perfecto inglés, pagó en dólares por la mercancía y entregó una prima a la tripulación. Además le indicó al capitán exactamente donde podrían encontrar las ballenas. Más tarde los tripulantes del Juliana pudieron arpo-near dos cetáceos donde el alemán les había indicado”.

Es interesante señalar que el abor-daje de la ballenera había tenido lu-gar entre las Islas Malvinas y la zona

antártica, es decir; a unos 1.500 kilómetros al sur de Mar del Plata, exactamente sobre la prolongación de la ruta que habían seguido los dos submarinos alemanes que se habían rendido a las autoridades argentinas, el U-530 y el U-977.

La noticia era absolutamente asombrosa, pero la reacción que ese suceso produjo días después era aún más inquietante. Se anunció una ex-pedición anglo-noruega de explo-ración a las tierras desconocidas del continente austral. En el Daily Tele-graph se decía: “Se espera que la ex-pedición revelará los secretos del oasis libre de hielo y nieve que se encuentra en el interior del continente antárti-co. La existencia de este oasis mon-tañoso, situado en aquella vasta zona inexplorada que es conocida bajo el nombre de Tierra de la Reina Maud, fue descubierta en 1939, poco antes de estallar la guerra, por una expedición nazi.”

Al finalizar la guerra los nor-teamericanos secuestraron nume-rosos científicos alemanes para su propio beneficio pero se extrañaron que muchos de ellos, altamente cali-

ficados, habían desaparecido y no fi-guraban como fallecidos en las listas. Tambien alrededor de 100 submari-nos desaparecieron y nunca fueron encontrados. Luego de que se cono-cieran las noticias de dos submarinos llegados a costas argentinas y otros testimonios y documentos, alertaron a los norteamericanos de la posible base Nazi en la Antártida.

A principios de 1947, se organizó una sorpresiva expedición empren-dida por el afamado explorador ame-ricano, almirante Richard Byrd y fi-nanciada por la propia armada de los EEUU cuyo nombre clave fue Opera-cion Highjump. Una potente fuerza de tareas (La Task Force 68) integrada por 13 barcos de fuerza militar: Dos destructores (USS Brownson y el USS Henderson), buques rompehielos, bu-ques de comunicación y suministros, 2 lanzadores de hidroplanos (el USS Pine Island y el USS Currituck), un submarino (El USS Sennet), un por-taaviones (USS Philipine Sea) y 4.200 militares se dirigieron al gran conti-nente helado. Comenzarían a desple-garse desde las bases norteamericanas

en el Mar de Ross (al sur de Nue-va Zelandia) hacia la Antár-tida, divididos en tres grupos convergentes, iniciando una invasión de vastos alcances.

Oficialmente la “Operación Highjump” eran simples ma-niobras que tenían por objeto “probar equipos militares y tropa en condiciones antárti-cas”. Diseñadas para entrenar a la armada en operaciones pola-

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res. El almirante Byrd fue quien acla-ró las dudas el mismo día de su parti-da desde la base naval de Norfolk, el 2 de diciembre de 1946.

“La misión de estos cuatro mil sol-dados será la de explorar el último continente desconocido. Mi expedición es de carácter militar. Uno de los fines es obtener datos completos de las zo-nas terrestres visitadas, con propósitos estratégicos y de inteligencia, y sobre todo observar las actividades maríti-mas, aeronáuticas y terrestres de otras naciones en el antártico”.

A finales de enero de 1947 hubo un reconocimiento aéreo completo y se empezó a cartografiar la región antártica de Queen Maud Land. El 12 de febrero, Byrd anunciaba que se había descubierto en la Antártida un “oasis de lagos con agua barrosa, de color verde oscuro. Dicha región lacus-tre, de unos 30 kilómetros de ancho y unos 65 de largo, está completamente desprovista de hielo y se encuentra a corta distancia de la isla de Knox.” A partir de ahí algo sucedió, ya que la expedición programada para 6 me-ses concluyó a las 8 semanas, en una rápida retirada con la pérdida de un destructor, casi la mitad de sus avio-nes y decenas de marines y oficiales.

En la comisión de investigación del Congreso norteamericano, el Almi-rante Byrd hizo una inquietante de-claración: “en el trascurso de otra gue-rra, América puede ser atacada por un enemigo que tiene la habilidad de volar aparatos de polo a polo a una in-creible velocidad”. Nadie supo jamás a que se refería.

La dura resistencia que encontró la escuadra americana incluso hoy sus-cita muchas preguntas. Byrd no solo informó a Washington de aviones de combate de increíbles prestaciones, sino también de ataques por extraños platillos volantes que emergieron del agua a gran velocidad causando gra-ves daños a la expedicion. La magni-tud del esfuerzo aeronaval norteame-ricano, sumado a trascendidos sobre algunos de los verdaderos objetivos de la misión, han propiciado el desarro-llo de un conjunto de teorías conspi-rativas de corte ufológico y neonazi. Autores como el escritor Felipe Bota-ya y su libro Antártida 1947 presentan la Operación Highjump como la ma-yor ofensiva militar llevada a cabo por Estados Unidos contra una supuesta base militar del III Reich en la Antár-tida en 1947. Asimismo, presentan el caso de James Forrestal, Secretario de

Defensa en el período de la operación, quien estando internado en 1948 en un hospital, bajo extrañas circunstan-cias cae de un décimo piso, declarado como suicidio, suma un elemento más a dicha conspiración. Estas teorías son rechazadas por la historiografía seria, considerándolas sin fundamen-to científico.

El informe oficial final de la opera-ción se publicó en tres volúmenes que comprenden la narrativa y 24 anexos extensos sobre cuestiones operativas tales como Aviación, Operaciones de Buques, Comunicaciones, Navega-ción, Manejo de Carga, Raciones y Personal. En su mayor parte, se ocupa de operaciones cotidianas en el hie-lo. Las pérdidas sufridas en material, naves y hombres fueron atribuidas a sendos accidentes operativos por lo que se le llamó irónicamente “la gue-rra de los pingüinos”.

Este informe y otros contradicen la supuesta misión de “destruir bases nazis en el polo”. Aunque los esta-dounidenses no demostraron interés en la supuesta base alemana, sí esta-ban interesados en las actividades ale-manas en la Tierra de la Reina Maud, pero por una razón completamente distinta: el proceso de reclamo del te-rritorio. La Expedición Alemana de 1938 – 1939, y su intención de recla-mar territorio (Neuschwabenland), estimuló al gobierno de los EE. UU. a emprender sus propias expediciones a la Antártida por primera vez en un siglo, para respaldar eventuales recla-mos territoriales estadounidenses

Quizás porque inicialmente el in-forme fue clasificado como Confiden-cial (y lo fue), y por lo tanto no estuvo disponible para el público general, numerosos escritores pensaron que el gobierno de los Estados Unidos tenía algo que ocultar, pero el informe nun-ca se clasificó como Secreto ni Ultra Secreto y está bastante documentado, al menos oficialmente, la expedición fue de exploración militar y de adies-tramiento contra enemigos más reales como el avance del comunismo.

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Las bases lunar y marciana del Tercer Reich

Han sido muchos los autores que sostienen que los alemanes del Reich hace muchos años (unos sesenta años) que poseen una base en la Luna (si no un auténtico país). Disponiendo de semejantes astronaves, no es ningún problema para ellos alcanzar la Luna o Marte. Los OVNIs del Reich no tie-nen que preocuparse de llevar miles de toneladas en combustible líquido, ni del costo, como los programas es-paciales de la NASA o la ESA.

Durante la misión Apolo 11 a la Luna, los tripulantes del Apolo 11 mantuvieron una conversación con el centro de control en Houston, ca-sualmente captada por unos radioafi-cionados que escuchaban un “canal reservado”, que revela que tuvieron un encuentro con aeronaves “muy superiores en tamaño y tecnología a las nuestras”. Toda la Luna estaría en manos de los alemanes del Reich, ra-zón por la cual los norteamericanos no han vuelto a ella: tienen “Hausver-bot”, es decir, los alemanes del Reich les han prohibido poner un pie en la Luna. Es por ello que ahora la NASA dice con cierto tono de desprecio que “la Luna ya no constituye un objetivo interesante para la Agencia Espacial”.

Terziski, un ingeniero búlga-ro autoproclamado presidente de la Academia Americana de Ciencias Disidentes, afirma que los alemanes colaboraron en su investigación de aviación avanzada con las otras po-tencias del eje, Italia y Japón. y que continuaron el desarrollo tras la gue-rra, desde Nueva Swabia. Él dice que los alemanes alunizaron aproxima-damente en 1942 y establecieron una base subterránea en la Luna. Cuando los rusos y los estadounidenses llega-ron secretamente a la Luna en la déca-da del ‘50, dice Terziski, estuvieron en esta base que aún funcionaba. Según Terziski, “hay una atmósfera, agua and vegetación en la Luna,” por eso la NASA oculta y excluye al tercer mun-do la exploración lunar. Terziski ha sido acusado de fabricar la evidencia fotográfica y los videos.

El Apolo 11 y su encuentro con “extraterrestres” en la Luna.

El ufólogo Timothy Good, en su libro Beyond Top Secret, informa de que los astronautas vieron “extrate-rrestres” en la Luna. La evidencia re-side en una conversación secreta entre el control de la misión y los astronau-tas del Apolo 11, Armstrong y Aldrin, que fue registrada por unos radioafi-cionados que pudieron captar un “ca-

nal reservado” para estos mensajes, tal como informó mucho después un ex-empleado de la NASA, Otto Bin-der. La trascripción de la conversación es la siguiente:

“¡Oh, Dios, nadie lo va a creer!- Houston: ¿Qué es, diablos, qué es?

¡Es lo único que quiero saber!- Apolo 11: Estas pequeñas cosas

son gigantescas, son enormes... No, no, lo de ahora era una desfiguración óp-tica del terreno. ¡Oh, Dios, nadie lo va a creer!

- Houston: ¿Qué... qué... qué dia-blos está ocurriendo allí? ¿Qué les pasa, chicos?

- Apolo 11: Están allí, bajo la super-ficie.

- Houson: ¿Qué hay allí? [Interfe-rencias, ruido] Control llamando a Apolo 11.

- Apolo 11: Roger, estamos aquí los tres, pero vimos unos visitantes. Estu-vieron aquí un rato, observando los instrumentos.

- Houson: Orden de control: ¡Repi-tan el último informe!

- Apolo 11: Digo que había otras astronaves. Están alineadas en el otro borde del cráter.

- Houston: ¡Repitan, repitan!- Apolo 11: Dejen que sondeemos

esta órbita y a casa... En 625 al 5... Relé automático conectado... Mis manos tiemblan tan fuerte que no puedo ha-cer nada. ¿Filmar? Cielos, sí, esas mal-

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ditas cámaras han filmado.- Houston: ¿Han captado algo?-Apolo 11: No tenía ninguna pelí-

cula a mano [ruidos], tres disparos de los platillos o de lo que fuera pueden haber estropeado la película.

- Houston: Control de mando, aquí, control de mando. ¿Están ya en camino? ¿Qué hay con esa tontería de los ovnis? Cambio.

- Apolo 11: Han aterrizado ahí. Es-tán en la Luna y nos observan.

- Houston: Los espejos, los espejos. ¿Los han colocado?

- Apolo 11: Sí los espejos están en su sitio. Pero quien haya fabricado seme-jantes astronaves puede seguramente venir y quitarlos mañana mismo del suelo. Cambio y fuera.”

El propio Neil Armstrong, coman-dante de la misión Apolo 11 declaró durante un simposio: “Fue increíble; claro, pero el hecho es que nos ad-virtieron que debíamos irnos. Nunca se nos dijo nada sobre una estación lunar... ¿Qué quiere decir con eso de que “nos advirtieron que debíamos ir-nos?” - Armstrong: No puedo entrar en detalles, excepto para decir que sus naves eran muy superiores a las nues-tras en tamaño y tecnología. Natural-mente, la NASA estaba comprometida en esa época y no podía arriesgarse a desatar el pánico en la Tierra, pero sí, fue algo rápido y de ida y vuelta.”

El ufólogo Timothy Good, en su libro “Beyond Top Secret”, informa de que los astronautas vieron “extra-terrestres” en la Luna. La evidencia reside en una conversación secre-ta entre el control de la misión y los astronautas del Apolo 11 Armstrong y Aldrin, que fue registrada por los soviéticos. El Dr. Vladimir Azhazha, físico y profesor de matemáticas ruso, dijo que el encuentro ocurrió poco después de que alunizara el módulo lunar, pero que el público nunca pudo escuchar el informe de los astronautas porque la NASA lo prohibió. Maurice Chatelain, un especialista en comu-nicaciones de la NASA, comentó que “el encuentro con OVNIS era perfec-tamente conocido en la NASA” y que “todas las misiones Apolo habían sido seguidas por OVNIS”.

Esto sugiere que la NASA no está dispuesta a admitir ante el mundo que sus astronautas habían sido vigi-lados de cerca por OVNIS, y menos todavía por OVNIS del Tercer Reich, y según ciertos autores escenificaron las fotografías en la Tierra para que el público no se asustase con lo que su-cedía realmente en el espacio. En un documental de TV que analizaba la dudas en torno al primer alunizaje, se mencionaba que esta escenificación tuvo lugar en algún estudio de cine

de Londres y que se puso al frente de la misma al director Stanley Kubrick, razón por la cual Stanley vivió obse-sionado con el temor de ser asesinado por la CIA por todo cuanto sabía...

Según el Dr. Vladimir Azhazha, presidente del Centro de OVNIS de Moscú: “Neil Armstrong transmitió al Centro de Control un mensaje de que dos objetos grandes y misteriosos los observaban cuando alunizaron. Pero este mensaje nunca fue oído por el público, ya que la NASA lo censu-ró”. El Dr. Aleksandr Kasantsev afir-ma que Aldrin hizo un grabación en color de los OVNIS desde el interior del módulo.

Una de las más extrañas preguntas sobre la Luna es por qué la NASA no ha enviado más astronautas desde las misiones Apolo y por qué no tiene in-tención de hacerlo en el futuro. Ellos aducen que es ahora Marte el astro que les interesa, pero si damos crédito a las informaciones sobre bases per-manentes de los Reichsdeutschen en la Luna, tendremos de inmediato la respuesta... Las actuales misiones de la NASA a Marte tienen como objeto tantear las fuerzas alemanas estable-cidas allí. Y hay que destacar que son muy sospechosos los repetidos fraca-sos y la inexplicable “mala suerte” de la NASA en estas misiones marcianas...

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Avistamientos por astronautas

Los estudiosos del fenómeno OVNI aseguran que los astronautas que “hablaron demasiado” sobre lo que descubrieron en la Luna pronto fueron dados de baja y tuvieron que abandonar el servicio activo, como en el caso de Gordon Cooper, que des-pués de haber integrado el equipo del proyecto Mercury y tripulado éste en 1963 y el Géminis 5 en 1968, no fue enviado con destino a la Luna en el Apolo. Después de ser marginado por la NASA se declaró abierto partidario de la existencia de OVNIS.

El 24 de Mayo de 1962, el astronau-ta Scott Carpenter logra fotografiar a un objeto en forma de disco, mientras se encontraba en el espacio a bordo del Aurora VII. Cuando Carpenter se en-contraba a 275.000 metros de altura, vio acercarse “algo” a la cápsula, in-mediatamente comunicó a Houston: “¡Es metálico! y refleja intensamente la luz solar”.

El objeto siguió desplazándose en sentido contrario a la marcha de la Aurora 7, hasta perderse de vista. Scout Carpenter, mientras orbitaba la Tierra en Mayo de 1962, a la altura de Australia, comunico a la base: “Estoy observando unas partículas lumino-sas que vienen a mi encuentro, ¡son muy rápidas! Y parecen tener una luz mas brillante que las estrellas... ¡En-tonces ellos existen...! ¡Son ellos...! Scott Carpenter, a bordo de la cápsula Aurora 7, vio y fotografió a varios ob-jetos de gran tamaño y luminosidad que siguieron al vehículo norteame-ricano durante su corto periplo espa-cial. La NASA dio una absurda expli-cación a las fotografías, diciendo que eran “cristales de hielo adheridos a las ventanillas”.

En su tercera vuelta a la Tierra, Carpenter vio otro objeto y comunicó a Houston: “Está claro que aquello no orbita la Tierra... Viene de otra parte”. Carpenter reconoció haber sentido

miedo, también dijo: “Era cilíndrico, enorme... y se movía a gran veloci-dad”. [¿Cilíndrico y enorme? ¿El An-dromeda-Gerät?]. El objeto se inmo-vilizó junto a la Aurora 7 y siguió su misma trayectoria. Entonces, de aquel cilindro salieron 3 objetos en forma de disco, los cuales se alejaron. Al ins-tante que la nodriza desapareció hacia las estrellas”.

Algunas declaraciones de gen-te de la NASA.

La NASA siempre ha dicho que lo encontrado en la Luna por las expe-diciones no tiene ningún secreto, sin embargo, el doctor Farduk Elbaz, uno de los más prominentes científicos de la NASA, admitió: “No todo lo descu-bierto se ha anunciado”. Añadió tam-bién que se utilizó un “código secreto” en las conversaciones entre los astron-autas y la base de control de la Tierra. ¿Es que había algo que ocultar?

El científico Maurice Chatelain, que estuvo a cargo del equipo de co-municaciones del Apolo, declaro que: “Todas las naves Apolo y Géminis fueron seguidas por vehículos espa-ciales que no pertenecen a este plane-ta. Siempre que esto ocurre los astron-autas informan al centro de control y desde allí se les ordena silencio absolu-to”. Añadió además que: “Los astron-autas del Apolo XI no solo escucharon ruidos extraños en la radio cuando se acercaban a la Luna, sino que se en-

contraron con un comité de bienve-nida: dos ovnis que contemplaban el alunizaje”. Más que “contemplaban” habría que decir “vigilaban”...

Fred Bell, otro científico que tra-bajó para la NASA dice: “Los astro-nautas han guardado silencio sobre sus encuentros con ovnis porque es-tán entrenados para creer que es una cuestión de seguridad nacional”. Ade-más el doctor Bell aseguro haber visto fotografías de OVNIS tomadas por los astronautas. Aseguró que el Proyecto Apolo fue interrumpido abruptamen-te debido a que se habían encontra-do “demasiadas cosas allá afuera”. El ex-astronauta John Glenn, posterior-mente senador de los EE.UU., hizo importantes declaraciones para un programa radiofónico, sin saber que estaba siendo grabado: “Sabemos per-fectamente lo que vimos allí afuera, pero no podemos contar nada”. Ade-más agregó lo siguiente: “Nunca co-noceremos la verdadera respuesta... Aún así, vimos cosas allá afuera, cosas extrañas...”

La NASA declara que se interesa más por Marte, donde según autores como Jan Udo Holey o Hans Altmann también los alemanes están estableci-dos en construcciones subterráneas desde hace decenios. Los repetidos fracasos de la NASA en Marte ¿ten-drían su explicación en la actuación de los alemanes del Reich?. Seguire-mos ampliando en futuras entregas.

Werner Von Braun, científico alemán que fue trasladado a los E.U. luego de la Guerra; mentor de los vuelos espaciales.

¿Eran los astronautas adoctrinados y ame-nazados para que no cuenten toda la verdad sobre lo que vieron en el espacio?.

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Es sabido que inmediatamente después de la Guerra, cientos de científicos y técnicos alemanes emigraron “voluntariamente” a los Estados Unidos para prestarle valiosos “servicios” a la nación vencedora. ¿Qué tipo de interés podrían tener en gente que era considerada asesina?, ¿Qué tipo de cono-cimientos podrían brindarle al ejército o la marina de los Estados Unidos? ¿Porqué el apuro de llevárselos antes que los rusos?... Juzguen ustedes el texto del telegrama que reproducimos: “Departamento de Guerra, Oficina de Rela-ciones Públicas. Departamento de Prensa. 1 de Octubre de 1945. Categoría INMEDIATA.Eminentes Científicos Alemanes son traídos a los Estados Unidos.El Secretario de la Guerra, ha aprobado un proyecto por el cual eminentes científi-cos alemanes y técnicos son traìdos a este país para asegurarnos de tomar todas las ventajas de sus significantes desarrollos que juzgamos como vitales para nuestra seguridad nacional.Interrogaciones y exámenes de documentos, equipos y otros recursos necesarios serán parte de lo que haremos para explotar los progresos científicos y tecnológicos de los alemanes. Es así que este país pueda bene-ficiarnos ampliamente por medio de traer a un selecto grupo de técnicos de forma volun-taria. Estos indivíduos han sido elegidos en los campos donde los alemanes han hecho progresos de gran importancia para nosotros y donde estos especialistas han jugado un rol importante.A través de una estancia temporal en los Estados Unidos, estos expertos científi-cos y técnicos alemanes estarán bajo la supervisión del departamento de Guerra, pero los utilizaremos apropiadamente para proyectos del Ejército y de la Marina. FIN”

Fascimil de un telegrama del Departamento de prensa del Departa-mento de Guerra de los Estados Unidos, poco después de la rendición de la Alemania Nazi.

El Avenger A-12 es uno de los proyectos más recientes de la Marina de los Estados Unidos. Lejos ya del miedo al nazismo, estos nuevos proyectos no son ya tan secretos y su delibe-rada publicidad es parte de la campaña de “superioridad tecnológica” de la que hacen gala los Estados Unidos, no teniendo ya prác-ticamente oponentes a nivel mundial.

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Secretos robados:La operación “Paperclip”

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en 1945, la inteligencia rusa y norteamericana comenzó a cazar a estos militares y científicos que de-sarrollaron tan avanzados proyectos tecnológicos. Siguiendo con los des-cubrimientos, El Departamento de Guerra de los EE.UU. encontraron en ciertas bases alemanas avanzadas ar-mas láser, decidieron que los Estados Unidos no sólo debían tener el control de estas tecnologías, sino también de los científicos que ayudaron en su de-sarrollo para “asegurar que America tome las ventajas de estos significan-tes desarrollos vitales para la seguri-dad nacional”. Lanzaron así el pro-yecto de traer a estos personales a su país, con el nombre clave de “Opera-ción Paperclip”, mantenido en secreto hasta 1973.

El pensamiento detrás de la ope-ración Paperclip está ejemplificado en una carta escrita por el Mayor Gene-ral Hugh Knerr, delegado de la Admi-nistración del Comando General de las Fuerzas Estratégicas Americanas en Europa, al Teniente General Carl Spatz en marzo de 1945: “La ocupa-ción de establecimientos científicos e industriales alemanes han revelado el

hecho de que estamos alarmantemen-te por detrás de muchos campos de la investigación, si no aprovechamos esta oportunidad de tomar estos aparatos y las mentes que los desarrollaron, y las hacemos funcionar prontamente, nos llevará muchos años para alcanzar a cubrir estos campos ya explotados”. Sin embargo había un pequeño pro-blema: Era ilegal, por las leyes Nor-teamericanas, explícitamente la inmi-gración de oficiales Nazis al territorio de los EE.UU., y por lo menos el 75% de los científicos en cuestión lo eran (por lo menos 1.600 científicos y sus dependencias fueron traídos a Norte-américa bajo la operación Paperclip y sus proyectos sucesores, entre ellos por supuesto era casi imposible evitar que muchos fueran Nazis).

De todas formas, el presidente Truman decidió que era de sumo in-terés nacional que estos científicos alemanes trabajaran para los EE.UU. Ordenó expresamente que si algu-no de ellos era hallado “miembro del partido Nazi o al menos participantes nominales de sus actividades, sean excluídos de las operaciones”. Pese a esta restricción, que había sido firma-da por el presidente el 6 de septiem-bre de 1946, al año siguiente ya había más de 400 alemanes y austriacos, criminales de guerra, trabajando en

puestos claves en la industria militar y en la defensa. “Para el Departamen-to de Guerra”, explica Linda Hunt, “era el comunismo, y no el nazismo, la amenaza a la seguridad nacional, y así, los militares decidieron que los especialistas del proyecto Paperclip se quedaran en Estados Unidos”. La Operación Paperclip era organizada por la Joint Intelligence Objectives Agency (JIOA), que tenía dos obje-tivos fundamentales: seleccionar los mejores elementos alemanes y evitar que toda información caiga en manos de la Unión Soviética.

Entre los muchos oficiales Nazis ingresados a los Estados Unidos para no caer en manos rusas estaba Rein-hard Gehlen, líder de la inteligencia Nazi y experimentado espía en la Unión Soviética. Consiguió su pase tras hacer un trato con el futuro Di-rector de la CIA, Allen Dulles (1953-1961). Apoyado por la CIA, Gehlen forma un grupo selecto de espías para infiltrarse a la URSS y así mantener informado a los Nortemaericanos. Otro de los más prominentes físicos de la Paperclip fue Hubertus Strug-hold, conocido luego como el “pa-dre de la medicina espacial” En abril de 1947, inteligencia reportaba que Strughold llevó una exitosa carrera bajo la tutela de Hitler, aún así fue

El “Team Rocket” de Wernher von Braun en Fort Bliss en Marzo de 1946

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admitido en la operación Paperclip y en su expediente indicaba que no era un “ardiente Nazi”. Otros como Kla-us Barbie, llamado el “carnicero de Lyon”, Otto von Bolschwing, infame por sus actividades antisemitas y el coronel de las SS Otto Skorzeny. Sin embargo las limpiezas de archivos no siempre quedó de pie al escrutinio del tiempo. En 1984, Arthur Rudolph, quien en 1969 fue distinguido por sus servicios por la NASA, tuvo que de-jar el país para enfrentar cargos como criminal de guerra Nazi.

Otro ex-Nazi fue el famoso Wer-nher Von Braun. Nacido en marzo de 1912 von Braun llegó a ser uno de los primeros ingenieros de cohetes del mundo y la máxima autoridad en los viajes espaciales. Los experimentos de cohetes de Von Braun se llevaron a cabo en la localidad de Kummersdorf, a unos 96 kilometros al sur de Berlín, entre 1932 y 1937. Kummersdorf fue también el sitio de lanzamiento de los cohetes intercontinentales V-2 en 1934. Después de estos lanzamientos, Braun comenzó a trabajar en lanza-mientos asistidos por cohetes para bombas pesadas, cohetes y aeronaves. Como Kummersdorf se quedaba chico para estas tareas, Von Braun se mudó a Peenemunde en la costa del mar Bál-tico, fue el director desde 1937 hasta 1945. Este lugar fue equipado con la-boratorios e industrias para facilitar el desarrollo, producción y pruebas de

las bombas-cohetes V-1 y V-2 (Ven-ganza 1 y Venganza 2). Von Braun no era precisamente un reacio al partido Nazi. De hecho, se unió al Cuerpo de Aviación Nacional Socialista, donde consiguió la licencia de piloto en 1933, también se unió a la organización DAF, otra organización de cacería aso-ciada al partido y la Escuela de Equi-tación de las SS. También fue acusado en varias ocasiones de formar parte de actividades antisemitas en Francia. Cuando la guerra entró en su etapa fi-nal en 1945, Von Braun ordenó a dos hombres que escondieran todos los documentos relativos a los cohetes en unas minas abandonadas en las mon-tañas Harz, luego envía a su hermano Magnus para contactar con los aliados y negociar su rendición. Von Braun y su staff de científicos se rindió a su tiempo al ejército de los Estados Uni-dos, mientras muchos de sus ingenie-ros de producción eran tomados pri-

El ex-Jefe Espía de Hitler y acérrimo nazi, Reinhard Gehlen, fue transferido a los Estados Unidos como Hans Holbein gracias a un trato logrado con la CIA por intermediación de James Critchfield, cabeza de la CIA en Munich.

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sioneros por los soviéticos. Después de entrar a Norteamérica como parte del Proyecto Paperclip con un pago de 6 US$ por día más alojamiento en una instalación militar, Von Braun traba-jó en la producción de misiles guiados para el ejército. Retornó a Bavaria en 1948 para el casamiento de un primo y volvió para ocuparse de la dirección técnica y luego para ser jefe de la di-visión de desarrollo de Misiles Guia-dos del Redstone Arsenal desde 1950 hasta 1956, viviendo en Huntsville, Alabama. Von Braun también desa-rrolló el cohete Jupiter C que lanzó con éxito el primer satélite del mundo Occidental, el Explorer I en enero de 1958, augurando el nacimiento de los programas espaciales Norteamerica-nos. Dos años después fue transferi-do al Centro Espacial Marshall de la NASA, donde sirvió como director desde julio de 1960 hasta febrero de 1970, año en que se convierte en ad-ministrador asociado de la NASA y que sin su participación la organiza-ción jamás habría puesto un hombre en la luna.

Hermann Oberth, el mentor y maestro de Von Braun también en-tró a los EE.UU. después de la guerra bajo Paperclip. Nacido en 1894, Ober-th es ampliamente reconocido como el fundador de la cohetería moderna, habiendo publicado en 1923 el libro que inspiró a Von Braun “Die Rakete zu den Planetenraumen” (“En Cohete hacia el Espacio”), premiado como un trabajo de tremenda importancia cien-tífica. Poco después tomó a Von Braun

como su asistente y trabajaron juntos en Peenemunde, desarrollando los co-hetes V-2. Oberth continuó sus traba-jos después de la guerra en los Estados Unidos y estuvo ligado al desarrollo del Saturno V, cohete que llevaría a los primeros americanos a la luna. El científico se retiró luego de tres años y retornó a Alemania con una comisión del gobierno alemán para la investiga-ción del fenómeno OVNI.

El Dr. Walter Miethe, uno de los científicos relacionados con los “dis-cos volantes” también entró a los Estados Unidos, pero su colega Ha-bermohl cayó en manos soviéticas. Miethe continuó sus trabajos prime-ramente en la Fuerza Aérea, pero lue-go fue sub-contratado por la A.V. Roe and Company (AVRO Canada).

En 1959 un cameraman free-lancer, hizo un vuelo casual sobre la planta de la compañía en Canadá cuando vió y fotografió una nave con forma discoidal posada en el suelo. Después de que la foto fue publicada, crecieron las especulaciones de que ese disco era un arma secreta, confir-mada por las numerosas observacio-nes de OVNIS durante ese periodo. En respuesta a esas especulaciones, la Fuerza Aérea de los Estados Uni-dos hace una fotografía oficial de la aeronave. Era llamada “Avrocar” y su primer vuelo tuvo lugar en 1955. Un memo de la CIA confirmó ese año que el aparato fue hecho bajo la tu-tela de científicos alemanes, incluido Miethe. El diseño fue abandonado en 1960, no superando su etapa experi-mental. En 1990 fue revelado que la aeronave era parte del proyecto secre-to “Silver Bug”, para desarrollar una nave de despegue vertical.

Otros científicos alemanes traje-ron sus experiencias y diseños a los EE.UU. después de la guerra. En la re-vista “America’s Aircraft Year Book” nota la cantidad de estos trabajaban en Fort Bliss y el Campo Wright, la primera y segunda casa de los escom-bros de Rosswell. Entre ellos estaban:

Rudolph Hermann, Alexander Lip-pisch, Heinz Schmitt, Helmut Hein-rich, Fritz Doblhoff y Ernst Zundel. Hermann era uno de los expertos de la estación de investigación de Pee-nemunde y un especialista en lo refe-rente a lo supersónico. Construyó un tunel de viento en Kochel en los Alpes Bávaros y fue parte de los planes fu-turistas de Hitler para establecer es-taciones espaciales que orbitarían el planeta posiblemente a partir de 1947.

El Dr. Alexander Lippisch fue el diseñador de otra futurística aerona-ve alemana, muchas veces confun-dida con un disco volador, pero que en realidad tenía forma triangular. En noviembre de 1944, Lippisch, ha-bía desarrollado el DM-1 un ala del-ta que volaba a casi 800 Km/h con la ayuda de un motor cohete, el aparato y su creador fueron embarcados a los EE.UU. al término de la contienda.

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El DM-1 inspiró el diseño de muchos aviones de ala delta norteamericanos, tales como el F-102 y el F-104.

Una aeronave similar al Sack AS-6, el V-173, fue construido por la compa-ñía Chance-Vought, conocida como el “panqueque volador”. El V-173 tuvo el “honor” de ser uno de los pocos pro-yectos admitidos por las autoridades Norteamericanas como desarrollo de tecnologías alemanas existentes du-rante la guerra, y por consecuencia causa de los posibles avistamientos de OVNIS durante los años 40. La Mari-na dió a conocer esta foto de un V-173 en el año 1947 durante la ola de entu-siasmo generada por los avistamien-tos de OVNIS de Kenneth Arnold y el titular de la caída de un platillo vola-dor en Roswell. La Marina indicó que

el V-173 fue la única nave en funcio-namiento en ese momento que de al-guna manera podrían acercarse a los discos voladores siendo avistados por todas partes. Ciertamente el desarro-llo del V-173, u otro fue confundido con un OVNI por un residente local de Thomas C. Smith mientras traba-jaba para la compañía un año antes de que el famoso incidente de Roswell saliera a la luz.

Otros aviones, en ese momento, parecían igualmente poco convencio-nales. En los años 1930 y 1940 en Ale-mania, los hermanos Horten, Walter y Reimar, construyeron una serie de planos que ellos llamaban la serie ‘Ho’. La primera de esta serie, el Ho I, era una simple ala volante sin motor.

A finales de esa década, los herma-nos habían desarrollado el Ho III, un ala volante de metal que estaba equi-pada con una hélice plegable para el vuelo. Luego, en 1944 se terminó el prototipo HO IX, su primer diseño de combate, impulsado por dos turbo-rreactores Junkers Jumo 004B, la nave tenía una estructura de metal y ma-dera contrachapada exterior. Hizo su primer vuelo el 2 de febrero de 1945 y satisfecho con su rendimiento, el Mi-nisterio del Aire ordenó la construc-ción de cuarenta unidades a ser cons-truidas por la Goetha Waggonfabrik bajo la denominación Ho-229.

Cuando el Tercer Cuerpo del Ejército de los EE.UU. tomó la plan-ta Goetha el 14 de abril 1945 se hizo cargo de la fábrica, y fueron enviados a los EE.UU. el prototipo completado HO IX V3. De hecho, muchos de es-tos diseños alemanes aparentemente explican muchos de los informes de los Objetos Voladores No Identifica-dos visto en los EE.UU. después de la guerra. El aviador Kenneth Arnold describió lo que vió como un disco volador, sin embargo, cuando Arnold hizo un dibujo de lo que había visto, se parecía poco a lo que popularmente viene a la mente cuando se habla de discos voladores. De hecho, el diagra-ma que Kenneth Arnold en realidad hizo sobre lo que había visto ese día de 1947 se parece mucho a la nave ale-mana HO IX.

Norteamericanos cargando un Horten.

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La Campana NaziOtro de los proyectos super secre-

tos más inverosímiles llevados a cabo por los nazis fue bautizado como “Wunderwaffe”, o el Arma maravi-lla. Tiene otros nombres; Die Glocke, La Campana Nazi, The Bell, etc. Este aparato o artilugio supuestamen-te estaba probando las teorías anti-gravedad para luego aplicarlos a los platillos voladores, pero cuyos efectos secundarios también despertaron el interés de las autoridades de la Ahne-nerbe.

La campana nazi salió por primera vez a la luz gracias a un libro de Igor Witkowski. Él escribió que había con-seguido su información de documen-tos pertenecientes a un oficial nazi de las SS, Jakob Sporrenberg, capturado por los aliados. Pero fue Nick Cook con su libro de no-ficción “The Hunt for Zero Point”, quien recibió más atención que los escritos de Witkows-ki. El libro de Cook estaba basado en un informe de 1956 titulado “The G-Engines are Coming”. El artículo describe los pasos para que pilotos desciendan de un avión flotante y sin alas.

En la región montañosa de la fron-tera checa, junto a la aldea de Lud-wigsdorf, se encontraba una mina

convertida en complejo industrial y científico, al mando de un promi-nente ingeniero, el General de la SS Hans Kammler, involucrado también en el desarrollo de los misiles V-2, los aviones reactores, las alas voladoras, los ovnis nazis, y los búnkers subte-rráneos. El proyecto en el que estaban trabajando aparentemente se trataba de un revolucionario artefacto que se-ría el arma definitiva que cambiaría el curso de la guerra del cual se habían escuchado fuertes rumores en aque-llos tiempos. Los rumores se trataban de un avión súper secreto, y que ha-ría ganar la guerra a los nazis. Pero resulta que, la Campana nazi no era un avión, era más bien un generador de energía antigravitacional o quizás una increíble máquina del tiempo... lo curioso sobre esto último es que este proyecto secreto había sido nombrado como Kronos (tiempo) y Lanterntra-ger (portador de luz), figurando en los documentos extrañas referencias a una “Puerta del Tiempo”.

La mina corre varios kilómetros dentro de la montaña, lo que la con-vierte en un lugar muy seguro. Seguro ante los bombardeos, fácil de montar proyectos y pruebas secretas. Aún se pueden ver sus restos hoy. Cuando los nazis huyeron en 1945, sellaron los túneles, y hoy en día, los túneles

han sido inundados. ¿Qué hizo que abandonaran todo y lo dejaran atrás? ¿el avance de los rusos?. La campana también fue tomada, pero ¿por quién y dónde?

Lo único que se pudo averiguar a ciencia cierta sobre la Campana es que tenía 2 cilindros giratorios que contenían una sustancia parecida al mercurio rojo, llamada Xerum 525, y que cuando giraban en sentido inver-so uno con respecto al otro, despren-dían un brillo de color violeta. Era una especie de propulsión electro-magnética. Se dice que medía cerca de 2 a 3 metros de alto y de 3 a 4,6 metros de diámetro. El exterior del artefacto estaba forrado con material cerámico que actuaba como aislante térmico. Curiosamente los transbordadores espaciales de la Nasa, como el Co-lumbia, estaban envueltos en su capa más superficial por un revestimiento de losetas de cerámica, que hacen la función de aislante térmico.

Cuando se ponía en funciona-miento la Campana, los dos tambores rotatorios giraban contrariamente y el objeto se elevaba y se podía desplazar. La campana también emitía grandes cantidades de radiación cuando se activaba. Los trabajadores supuesta-mente sufrian vértigo severo, proble-

El general SS Hans Kammler encargado del complejo industrial donde se construyó la campana nazi, desapareció junto al único prototipo antes de ser capturado por los rusos en 1945 cuando el lugar fue ocupado.

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mas para dormir, e incluso 5 murie-ron por la radiación. Un dispositivo por encima del suelo se utilizó tam-bién con la campana, llamado el atra-pamoscas o Henge, y de hecho estaba conectado a la campana. Su propósito es todavía desconocido.

Era el primer prototipo de motor contra la gravedad y abrió un cami-no nuevo en el camino de la física y la tecnología. De este modo este ingenio técnico podía servir como el sistema de propulsión para los secretos “ovnis nazis” que se estuvieron desarrollan-do en la última fase del Tercer Reich.

Según algunas teorías, si se utili-za la frecuencia correcta y los cam-pos electromagnéticos adecuados, la Campana podía generar algunos fenómenos muy extraños, las cosas pueden aparecer y desaparecer y aún más.

Bueno, esto suena muy parecido a las divagaciones de John Hutchinson, el físico autodidacta, que supuesta-mente descubrió el “Efecto Hutchin-son”. Pero sus divagaciones sobre los campos electromagnéticos y frecuen-cias sonoras como las mismas de-mandas que los nazis eran ayudados por tecnologia inversa provenientes de OVNIs, nos hace preguntamos si Hutchinson realmente obtuvo su in-formación de los alemanes.

Cuando el Ejército soviético esta-ba llegando a la aldea de Ludwigsdorf, hoy llamada Ludwikowice, el oficial de las Waffen SS, Karl Sporrenberg, llevó a cabo la ejecución de 62 cien-tíficos nazis que trabajaban en el pro-yecto Die Glocke a modo de “quema de archivos”; aunque Sporrenberg fue capturado por los aliados, y durante el interrogatorio, reveló que los experi-mentos secretos fueron una invensión de su mente, fué juzgado en los tribu-nales como criminal de guerra.

Lo cierto es que después de la guerra nunca más se volvió a saber de la Campana nazi ni del General Hans Kammler; desaparecieron con su secreto. Algunas teorías dicen

que la Campana fué trasladada en un avión de carga, haciendo escala en Barcelona, España, hacia el cono sur americano, entre Chile y Argentina, o incluso a la zona de la Antártida. Y otra línea de in-vestigación apunta a que la Campana fué llevada a Japón. Otra especulación dice que Kammler podría haber utili-zado el propio poder de la campana para esfumarse.

El 9 de diciembre de 1965, un objeto volante desconocido, con forma de bellota o de campana, se es-trelló en las proximi-dades de la localidad estadounidense de Kecksburg, en Pen-silvania. Este suceso fué conocido en el estudio de la Ufolo-gía como el caso de Kecksburg. El arte-facto tenía inscrip-ciones extrañas, al igual que la campana nazi, y fué recupera-do rápidamente por las fuerzas militares. Muchos testigos pre-senciaron y dieron fé del evento. De hecho, una de las hipótesis más pro-bables es que tanto Hans Kammler como la Campana nazi acabaron en las bases secretas del gobierno esta-dounidense, protegidos con el máxi-mo secreto, dentro de la “Operación Paperclip”.

Aún hoy se pueden ver junto a una fábrica abandonada los restos del Anillo de pruebas, los respiraderos subterráneos, y la entrada al complejo

de experimentación de la Campana que quedan como mudos testigos de una de las más increíbles y enigmáti-cas experimentaciones que llevaron a cabo los científicos alemanes.

Para profundizar un poco más sobre este tema puede acceder al artículo titulado “Secrets of the Nazi Bell” escrito por Tim Ventura y el internacionalmente conocido autor Joseph P. Farrell:http://www.bibliotecapleyades.net/ciencia/ciencia_flyingobjects102.htm

Page 32: CASOS Y COSAS

¿Existió en el pasado remoto una tecnología comparable o incluso superior a la que gozamos hoy en día?

Averíguelo en el próximo número de

¿Estaban iluminadas las piramides por dentro?, ¿Tenían pistas de aterrizaje los habitantes de américa antes de la llegada de Colón?, ¿eran objetos extraterrestres o fabricados por nuestros antepasados?...