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    CARTA SOBRE LA OBEDIENCIA

    A mis HH. los Profesos de la Prov. Argentina.

    Amados hermanos en Xto. Jess:

    Entre los medios para conservar la Compaa, nuestras Constituciones (X, 9)

    recomiendan crebra communicatio rerumque mutua notitia, el frecuente y sincerotrato epistolar de unos con otros. Este mandato de N. S. Padre no se satisface del todocon las corrientes NOTICIAS DE LA PROVINCIA que son secas, incompletas y aun aveces parciales o ftiles.

    No quiero creer lo que me dicen que algn rector ha parado estas cartas masescritas con el corazn en la mano en homenaje y amor a la verdad; si as fuera, algnda dar cuenta de su conocimiento del Eptome, canon 849, N 6. Yo digo: si a m nome contestan de Roma, si a m el Provincial no me oye, y si no puedo tampoco hablarcon mis Hermanos acerca de nuestra provincia tal como la tengo en el corazn, quclase de Sociedad sera sta? El que destruye estas cartas tendr que destruir tambin,si puede, el canon 849 y muchos otros del Eptome, incluso el 3. Y es un hombre quetiende a destruirme a m. Veremos si puede.

    Yo de m s decir que quisiera hablar con cada uno de los NN. A ninguno le tengorencor, malquerencia ni antipata, al contrario. De todos aprendo algo: si dicen cosasoriginales, aprendo cosas nuevas; si dicen cosas comunes, me confirmo en lo que ya s.Hasta de las plticas del P. Rosanas saco fruto. A ninguno niego la palabra ni dejo decontestar las cartas; y considero que estas dos cosas, que por permisin de Dios hetenido que sufrir en carne propia, no son lcitas entre hermanos.

    N.M.R.P. General me dijo una vez: No se meta a reformar donde no tengaautoridad. Limtese a defenderse. El calamar y el periodista se parecen en esto, que sedefienden con su tinta. Ahora que Dios N. Seor me concede algn vagar, y tengo queabandonar el periodismo ad extra, me dedicar un poco al periodismo epistolar adintra, porque no es justo que slo para los de fuera haya yo aprendido este arte;pidiendo a Dios quiera darme algo til a decir sin ofensa. Somos hombres, AA.HH.,para no ofendernos de la verdad: hombres y soldados. Mas si alguna ofensa o defectoen estas cartas apresuradas se deslizare, con la multiplicacin de ellas irndisminuyendo y con vuestra beningna indulgencia sern atenuados y subsanados. Paraeso, las pongo bajo la alta proteccin de San Pedro Canisio, patrn de los periodistas.

    Esta carta versar sobre la virtud de la obediencia. Uds. pueden saber ms que yoacerca de ella, y la Carta de N P a los de Coimbra es un tratado completo. Pero puede noser superfluo refrescar algunos conceptos de ella, basndose en la doctrina de SantoToms y la Escritura.

    Estos conceptos son: la obediencia religiosa est enderezada a la perfeccinevanglica; slo puede producirse en el clima de la caridad; y el abuso de la autoridadno solamente la hace imposible sino que constituye una especie de profanacin osacrilegio.

    I

    La definicin de obediencia de Santo Toms es oblacin razonable firmada porvoto de sujetar la propia voluntad a otro por sujetarla a Dios y en orden a laperfeccin.

    Esta definicin contiene claramente los lmites de la obediencia porque no hay quecreer, A. H., que la obediencia es ilimitada. Todo lo ilimitado es imperfecto. Laobediencia religiosa es ciega, pero no es idiota. Es ciega y es iluminada a la vez, como lafe, que es su raz y fuente. Sus dos lmites son la recta razn y la Ley Moral.

    Ambos lmites estn tambin fijados por San Ignacio al afirmar a una mano quefsicamente es imposible asentir a algo absurdo, y a otra, que no hay que obedecer cosa

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    en que se viese pecado, no ya mortal solamente, sino de cualquier clase. No se puedeejecutar virtuosamente ninguna cosa donde exista la ms mnima porquera,relajamiento, vileza o claudicacin moral.

    Esto significa simplemente que ningn hombre puede abdicar su propia concienciamoral, como nota el Anglico en De Ver. 17, 5, Ad 4m. Unusquisque enim tenetur actus

    suos examinare ad scientiam quam a Deo habet, sive sit naturalis, sive acquisita, siveinfusa: omnis enim homo debet secundum rationem aguere[1]. No podemossalvarnos al tenor de la conciencia de otro! No podemos eximirnos de discriminarexactamente con nuestra razn el bien y el mal moral, uno para tomarlo y otro paralanzarlo! No puede ser nuestro gua interior la razn ajena: los actos morales soninmanentes y su forma es la racionalidad! Si bastara para salvarse hacer literal yautomticamente lo que otro nos dice cul sera entonces la funcin de la fe, de laoracin, de la meditacin, de la direccin espiritual, del examen y del estudio?

    Nuestro Padre Ignacio recogi de los antiguos Padres dos expresiones metafricasque si se tomaran literalmente engendraran una monstruosidad. Como bastn dehombre viejo hay que obedecer y a manera de cadver hay que obedecer: s seor, perono antes que la conciencia moral haya asimilado el mandato, colocndolo en la lnea desu conocimiento de Dios y hacindolo escaln de fe y de caridad divina. Es evidente queesto no se puede hacer con una cosa torpe, absurda o ridcula. El ir a tomar la leona ytraerla al superior suyo podr haber sucedido en la prehistoria del Cristianismo,aunque por cierto a m no me consta; pero ningn telogo sensato lo tendr por lcitoen casos normales.

    El obediente verdadero obedece al Superior menor a la luz de la voluntad conocida yamada del Superior mediano; y al Superior mediano a la luz conocida,entendida y amada del Superior Sumo; yla de ste a la luz de las Reglas; y stas a la luzdel Evangelio; y ste a la luz interior que el Espritu Santo imprime en los corazones ycon la cual el Verbo ilumina a todo hombre venido a este mundo; de manera a formaruna escala luminosa por la cual cualquier voluntad contingente o nfima haga actos

    muy excelentes, superiores a su propia habitualidad tomada separadamente, por suunin con otras voluntades mejores, y en definitiva con la de Dios. Y la voluntad deDios, no es de derogar el orden natural sino de coronarlo y sobreelevarlo.

    Con esto queda dicho que la obediencia no se invent para que en la vida religiosa sehagan cosas raras, feas o disparatadas; para que el orden natural se vuelva del revs ylos necios presuman guiar a los entendidos y llevarlos al hoyo, como previno N. Seoren la Parbola de los Ciegos. No se invent la obediencia para substituir en el gobiernode los hombres la inteligencia por el antojo de los ambiciosos o agitados; ni parapretender que el que no sabe un oficio se entrometa a corregir al que lo sabe; ni paradestruir en los hombres la conciencia profesional ni la honradez intelectual; ni parapermitir que ocupen los comandos los mediocres engredos, esos superiores briosos y

    sin letras a los cuales la cordura de Mariana atribua la causa de los desrdenessociales en la Provincia Espaola bajo Acquaviva. Si para tales cosas dijera Cristo: Quivos audit, me audit[2] y para eso reglamentara la Iglesia la vida religiosa; pensarlo esblasfemia, porque entonces ms valiera que Cristo no hubiera venido.

    Los que llevados de cualquier pasin, o por ignorancia o por malicia, sabindolo o nosabindolo, quieren hacer un cadver literal de sus sbditos; o bien se sujetan alSuperior con el servilismo inerte de estlidos bastones; pecan, abusan del don deDios, desacreditan a Cristo. Como toda virtud marcha en medio de dos vicios, as laobediencia camina entre la insumisin por un lado y por otro la sujecin servil, elespritu de esclavo, la obsecuencia muerta, la dependencia al hombre como hombre, laignavia[3], la pereza de pensar y la cobarda de ser persona, cosas todas que sonabominables a Dios y al varn Cristo y que impiden al hombre ser dueo de s, tomar el

    timn y ser el capitn de su propia alma.

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    Lo cual es el principio de toda vida que no sea infrahumana y mucho ms de unavida sobrenatural.

    II

    La verdadera obediencia pertenece a la virtud de la religin, la primera de lasmorales; y por tanto slo puede producirse en el clima teologal de la caridad. Sin

    caridad es informe. Una virtud informe es a veces ms peligrosa que un vicio, por sergrande el peligro de la va espiritual cuando sin freno de discrecin se corre por ella.sas son las virtudes locas, que a semejanza de las verdades locas de Chesterton,son dinamita.

    El P. Genicot pone el caso de un sbdito que notase en el Superior sealesinequvocas y habituales de hostilidad o enemistad; y preguntndose si en este casoestara obligado a obedecerle, responde que no, incluso en los mandatos donde no sevea formidolosidad[4]; pues un enemigo nos desea de suyo la destruccin aun sinsaberlo. Cesa la obligacin de la obediencia, por incumplimiento por parte de uno delos contratantes.

    Aristteles ensea (Eth. Nic. IX, 6) que una sociedad cesa de serlo si se deseca enella la concordia, que es la amistad social; entre religiosos llamada caridad. En esecaso hipottico, el mecanismo de la obediencia se convertira en un esqueleto sin carne,en una mquina monstruosa que parece humana pero puede ser ocupada de hecho porel demonio: mquina que no puedo considerar sin horror. En efecto, en tal caso, aquelinmenso poder que presta a un mortal la atadura omnmoda y total con que otro se leha sujetado como si fuese al mismo Dios, movindose desordenadamente y sin elcontrol del amor divino y el lubricante del afecto humano, puede producir estragos,puede torturar de una manera increble; y yo no dudo que puede, permitindolo Dios,llegar al homicidio indirecto poco menos. La historia parece confirmarlo. Omnis, quiodit fratrem, homicida est.[5]

    En efecto, se produce el caso de la madre desnaturalizada, que es, dice Aristteles, la

    bestia ms cruel que existe:Puede darse este caso? Es posible esta desaparicin de la caridad y la consiguiente

    aberracin del poder en lo religioso? Hlas, todo es posible al hombre corruptible y elmortal puede abusar de todo, incluso de la Eucarista, como vemos en la Primera a losCorintios, XI. Esto, hablando en tesis. Hablando en concreto, me parece difcil queacaezca en nuestra Compaa, que parece conservar de San Ignacio una herenciapersistente de nobleza y dignidad independiente de la eventual baja cuna o plebeyismode tales o cuales superiores, y una de las contingencias ms temibles de la ambicin y elnimio apego al mando.

    Sin embargo nuestros enemigos nos han descrito muchas veces con esa figura demquinas inhumanas, autmatas inertes, conciencias mutiladas. No solamente

    poetastros delirantes como Eugenio Su, sino hombres de talento, aunque adversos anosotros, como Michelet, Quinet, Eduardo Estaunie, Boyd Barret, Aldous Huxley, sehan aplicado minuciosamente a hacer grandes retratos odiosos de la Compaa comomquina destructora de la personalidad humana y fabricadora de horrendos robotscon sotana. Qu vean en ella para poder hacerlos? Vean las reglas sin el interiorespritu de amor y caridad. Vean lo que sera la Compaa si se violase en ella la ReglaPrimera. Vean lo que puede ser la Compaa de Jess sin gobierno o con mal gobierno;y lo que tiene el deber gravsimo de evitar la Congregacin Provincial y la CongregacinGeneral.

    A las cuales asisto por medio de esta carta. Porque a m, la voz pasiva me la podrquitar el Provincial, pero la voz activa me la dio Dios. El que tiene boca, a Roma va,

    dice el proverbio.III

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    De la misma definicin puesta arriba, se deduce la tercera de las propiedades de laobediencia, a saber: que ella ata al Superior lo mismo que al sbdito de tal modo que acausa de ella un mandn indiscreto, un inepto para dirigir, un superior sin luz puedecometer como una especie de profanacin o sacrilegio. En efecto, los votos hacen alreligioso, segn Santo Toms, res sacra[6] a manera de los antiguos sacrificios. Diosmat a los profanos que comieron los panes de la proposicin, que eran panes noconsagrados, sino meramente ofrecidos a Dios por el pueblo.

    Mi buen amigo el P. Prato O.M.R.C. desenvolvi discretamente esta doctrina deSanto Toms en el retiro que dio a los PP reunidos para el Captulo Provincial: probque un religioso era ms sacro que un cliz, una patena o una custodia, con los cualesconsta que se puede pecar aun gravemente por irreverencia o profanacin. Es unacustodia viviente: para l se han hecho todas las custodias de la tierra. Para el hombrese hizo el sbado.

    Si a algo creado se puede comparar, sera a las mismsimas especies sacramentales,depositarias de Cristo. Porque por la gracia no solamente en l vivimos nos movemos ysomos, sino que veramente vivit vero in me Christus[7]; y por la profesin religiosa,somos simpliciter cosa e impersonacin suya. Por eso es sacrilegio matar a un clrigo oponer en l violentas manos. Por eso tambin es profanacin tratarlo como animal oplanta.

    Ahora bien, el cordn umbilical (si licet) de esta transvitalizacin no es otro que elvoto de obediencia; el cual por consiguiente agarrar con torpeza, manejar con descuidoo izar con violencia es cosa gravsima. Usar del mandato bajo santa obediencia decualquier manera, para cosas absurdas, irrazonables, ftiles, intiles, inconsideradas osimplemente menores en volumen o ridculas en importancia, es pecado grave segntodos los telogos. Es pecado de irreverencia y desecracin.

    En la Primera a los Corintios San Pablo explica las frecuentes enfermedades ymuertes prematuras de los fieles por las irreverencias y abusos vigentes hacia laSagrada Eucarista. De donde arguyen los telogos que Dios castiga esta especie depecados con flagelos corporales. Ideo inter vos multi inflami et imbecilles et dormiuntmulti.[8]

    Habiendo pues una analoga perfecta entre el Sacramento y el sacro hombre que esel religioso, bien se puede temer en pura fe que un bajn en la pureza, la verdad y lacaridad en el modo de mandar, la falta de justicia distributiva en el gobierno, y la flojerae impotencia en reparar las injusticias y las iniquidades, no atraigan el peso del brazoairado de Dios sobre las comunidades religiosas.

    He de decirlo aunque sea grave: el terrible destino del Padre Abel Montes, el lentonaufragio de esa fina y delicada personalidad de la salud en la neurosis, de la neurosisa la demencia, de la demencia en la muerte trgica y desolada pudo muy bien tenercomo causa las fallas de la caridad en la Provincia y el uso inconsiderable del mandatociego.

    No me consta. Pero tengo suficientes datos para creer, delante de Dios NuestroSeor, que no es imposible. Y eso ya es bastantemente grave.

    Si no me consta, por qu lo digo? Porque debo decirlo. Para que no se me pudradentro.

    Sea ello como quiera, Deus scit, el caso es, AA. HH. mos, que estas consideracionesson verdaderas y no pertenecen al mundo de la estratsfera ni al planeta Marte; y meha parecido expediente in Dmino hacerlas para m primero y luego para quien quierarecibirlas.

    Si nadie quisiera recibirlas: si la aficin al ocultismo y el tapujismo vigentes en laProvincia echara tierra encima de esta luz que por el ms indigno de sus hijos se hacepatente, si los Rectores prudentes se creen con derecho e impedirme la communicatio

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    crebra con mis carsimos Hermanos y Padres, despus que se me ha excluido de laCongregacin Provincial y se me ha difamado por nuestras casas, creen que voya morir por eso? Ni siquiera me van a parar, juro al cielo. Ser peor para todos.

    Invenciblemente non sine nmine[9] me siento obligado a decir mi verdad, por lava que me queda abierta, en el momento en que nuestra amada Provincia, como la

    Compaa toda y la Iglesia por entero se preparan, como dijo su Santidad Po XII, ALFUTURO PRXIMO ENCUENTRO DE CRISTO CON EL MUNDO.

    En unin de oraciones sinceramente,

    Professus Mnimus

    Notas:

    [1] Cada uno est obligado a examinar sus actos segn la ciencia que ha recibido deDios, ya sea natural, ya adquirida, ya infusa: pues todo hombre debe actuar segn larazn.

    [2] Quien a vosotros escucha, a m me escucha (Lucas 10, 16).[3] Apata, flojedad.

    [4] Temor.

    [5] Todo el que aborrece a su hermano es un asesino (1 Juan 3,15).

    [6] Una cosa sagrada.

    [7] Es Cristo quien vive en m (Glatas 2,20).

    [8] Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos dbiles, y mueren no pocos(1 Corintios 11,30).

    [9] No sin inspiracin divina.