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CATALUÑA EN CLARO Economía • Derecho • Historia • Cultura

José Mª. de Areilza Carvajal

Leopoldo Calvo-Sotelo Ibáñez-Martín

Miquel Porta Perales

Gabriel Tortella Casares

Clemente Polo Andrés

Ignacio Astarloa Huarte-Mendicoa

Carlos Fernández de Casadevante Romani

Ricardo García Cárcel

Ángel Rivero Rodríguez

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Este libro reúne los textos editados, revisados y actualizados de la mayoría de las po-nencias presentadas entre finales de 2013 y principios de 2014 en la serie de semi-

narios organizados por FAES en Barcelona para abordar en profundidad el proyecto sece-sionista que actualmente se desarrolla en Cataluña. En esos encuentros, que por el número,la calidad profesional y la transversalidad ideológica de los asistentes han desbordado todolo inicialmente previsto, han participado destacados profesores, juristas, empresarios, po-líticos, artistas, escritores, economistas y periodistas catalanes y del resto de España.

Las ponencias que aquí se publican muestran la realidad secular de una Cataluña quees parte y protagonista de España, explican lo que con ello ha ganado Cataluña para símisma y para todos los españoles, y alertan sobre los efectos ciertos que tendría el finalabrupto y deliberado de esa trayectoria histórica.

Cataluña en claro es una exhaustiva reflexión que reafirma activamente el valor de lagran realidad cívica, integradora y de progreso acreditado que es la democracia española,que tiene su mejor expresión en la Constitución de 1978.

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© 2014. FAES Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales

ISBN: 978-84-92561-33-9Depósito legal: M-12600-2014

Diseño de portada y maquetación: Paloma Cuesta

Impresión: Raro S.L.

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Índice

JOSÉ Mª. DE AREILZA CARVAJAL, LEOPOLDO CALVO-SOTELO IBÁÑEZ-MARTÍN

Secesión y pertenencia a organizaciones internacionales: los casos de la Unión Europea y de las Naciones Unidas ........................................... 7

MIQUEL PORTA PERALES

El nacionalismo populista en Cataluña. Naturaleza, desarrollo y falacias .................. 19

GABRIEL TORTELLA CASARES

Cataluña y España: el coste de la separación........................................................... 27

CLEMENTE POLO ANDRÉS

Efectos económicos de la secesión de Cataluña: mejor con España ........................ 43

IGNACIO ASTARLOA HUARTE-MENDICOA

Aspectos jurídicos del proyecto secesionista ............................................................ 67

CARLOS FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE ROMANI

El proyecto independentista catalán a la luz del Derecho Internacionaly de la Unión Europea ............................................................................................... 83

RICARDO GARCÍA CÁRCEL

Los mitos del 11 de septiembre ............................................................................... 99

ÁNGEL RIVERO RODRÍGUEZ

Democracia e identidad. El reconocimiento de Cataluña y las razones de la secesión ..................................109

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Escisión y no permanencia en la Unión Europea: la UE como régimen antisecesión

A lo largo de la integración europea ninguna re-gión de un Estado miembro ha logrado escin-dirse y convertirse de forma automática ennuevo Estado de la Unión (la operación de “am-pliación interna”, llamada así por algunos parti-dos nacionalistas) o, en su caso, independi-zarse, solicitar la adhesión y negociar su in-greso en la UE, algo mucho menos atractivopara los partidarios de la secesión. Pero elhecho de que no haya un precedente exacto deninguna de esas dos hipótesis no quiere decir

que el Derecho Comunitario y la política euro-pea no contengan poderosos incentivos y reglaspara que no se produzca ninguna de ellas e in-diquen claramente cuál de estas dos posibili-dades en cualquier caso tendría más opciones,si a pesar de todo se consiguiese la indepen-dencia de la región1.

El territorio de una región no forma parte ju-rídicamente de la Unión Europea sino comoparte de un Estado miembro. Los Estadosmiembros conservan la competencia para defi-nir dicho territorio, con limitaciones impuestaspor su Derecho Constitucional, el Derecho Co-munitario y el Derecho Internacional Público. En

Secesión y pertenencia a organizaciones internacionales: los casos de la Unión Europea

y de las Naciones Unidas*

José Mª. de Areilza CarvajalProfesor Ordinario y Cátedra Jean Monnet. Facultad de Derecho de ESADE

Leopoldo Calvo-Sotelo Ibáñez-MartínAbogado

* Texto editado de la intervención en el seminario FAES “La Unión Europea y la identidad e integridad territorial de los Estados miem-bros”, Barcelona, 30 de septiembre de 2013.

1 Para un estudio detallado que fue pionero en el tratamiento de esta cuestión en España, cfr. Andrés Ortega y José Mª. de Areilza,“Escisión y permanencia en la Unión Europea”, Claves de Razón Práctica, número 100, 2000.

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las distintas mutaciones de territorio de Estadosmiembros a lo largo de la historia de la integra-ción, se ha confirmado la vigencia del principiode competencia nacional sobre el territorio. ElDerecho Comunitario ha intervenido sobre todopara regular la aplicación de las políticas comu-nes una vez sucedidas estas transformaciones.Así ocurrió en 1982 con la salida de Groenlandiade la Comunidad Europea, en la que no hubo se-cesión de Dinamarca; en 1962, cuando se pro-dujo la secesión de Argelia de Francia y su salidade la Comunidad Europea y en 1990, en el casoinverso, la unificación de las dos Alemanias y la“entrada” de la RDA en la Comunidad Europea.

Por ello, las normas aplicables en primerlugar a una hipotética secesión de un territoriode un Estado miembro son las normas consti-tucionales internas, que en principio no la re-gulan de modo detallado en ninguno de los ac-tuales socios de la Unión. En el caso español,las normas constitucionales son incontroverti-das, empezando por el artículo 1.2. de la Cons-titución, que no deja dudas sobre la titularidadde la soberanía nacional por el pueblo español;y el artículo 162, que al regular las consultasse refiere a la participación de “todos los ciu-dadanos”. Tanto la Comunidad Autónoma ca-talana como la vasca tienen una garantía com-pleta de sus libertades individuales y de susderechos colectivos, que les permite protegersu carácter de nacionalidad histórica y su iden-tidad cultural dentro de España. Y solo bajocondiciones de verdadera represión política ycultural se puede presentar de modo convin-cente el caso para la autodeterminación, a tra-vés de un referéndum de independencia en unaparte de la nación histórica española.

El Derecho Internacional Público tampococontiene una normativa pensada para favorecer

la independencia unilateral de una región dentrode un Estado y, en cambio, afirma los principiosde respeto a la integridad territorial de los Es-tados y de inviolabilidad de fronteras. En nues-tros días, el ejercicio unilateral de la autodeter-minación solo tiene sentido si no hay democra-cia en el Estado de origen, circunstancia ligadaa situaciones de descolonización consideradascomo tales por las Naciones Unidas.

Por otro lado, el problema previo de la auto-determinación consiste en saber qué consti-tuye un “pueblo”, es decir, cómo se identifica-ría el sujeto del derecho. Como ha argumen-tado Joseph Weiler en una reflexión reciente:

“A veces se dice que los principios de democracia yautodeterminación exigen poder decidir a una regiónsu futuro a través de un referéndum. Pero, por su-puesto, esta afirmación evita preguntarse antes quiénes el sujeto político con derecho a determinar si unanación histórica –incluso si está compuesta por va-rias nacionalidades– ha de desaparecer para quepueda tener lugar la secesión. ¿Permitimos a cadaidentidad cultural, política y lingüística en Europa quecelebre un referéndum sobre secesión e independen-cia? La lista es interminable, dada la fantástica ri-queza cultural de Europa. ¿Por qué no habrían de serlos franceses en conjunto, o los británicos en con-junto, o los italianos en conjunto, los que puedan de-cidir el futuro de su propio Estado? ¿Por qué no pue-den ser el conjunto de ciudadanos españoles los quepuedan decidir la ruptura de su reino? No hay una res-puesta evidente a esta pregunta”2.

El Derecho Comunitario y el funcionamientoinstitucional de la Unión Europea contienen unverdadero régimen antisecesión, desde unpunto de vista jurídico y político. La UE no re-gula el supuesto de escisión de una parte deun Estado miembro, ni hay precedentes exac-tos. Pero la pretensión de separarse de formaunilateral o negociada contradice sus princi-pios, valores y normas básicas y desencadena

2 Cfr. Joseph Weiler, Editorial, J Int Law (2012) 23 (4): 909-913.

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una dinámica jurídica y política que desincen-tiva poderosamente la operación. De hecho, lapropia evolución de la integración europeavacía de sentido la idea de la secesión de unterritorio dentro de un Estado miembro. La in-tegración europea no favorece las escisiones,ya que van en contra de los fines de la Comu-nidad, pensada para unir y no para separar.

El proceso de unidad europea nos propor-ciona otro enfoque del concepto de soberaníanacional: la categoría que mejor define a susmiembros es la de Estados-nación transforma-dos en Estados miembros. Porque la integra-ción se basa en el afán de unir preservando, eincluso revitalizando, las identidades naciona-les. La integración europea ha fortalecido a losEstados que participan en el proceso, a la vezque los ha limitado de forma severa. En la UE,el nacionalismo y el estatalismo son vigiladosy controlados por el Derecho Comunitario y lasinstituciones europeas. Este mismo efecto li-mitador se hace sentir sobre las llamadas re-giones políticas.

Uno de los principios básicos de la integra-ción es la no discriminación por razón de la na-cionalidad y uno de sus objetivos más loableses el pluralismo de lealtades, de modo que nohaya efecto de suma cero entre la pertenenciaa un Estado y a la propia Unión. El Derecho Co-munitario descansa sobre un principio implícitode “tolerancia constitucional” que permite evi-tar situaciones extremas en las que haya quedecidir la autoridad final del nivel europeo o delnacional. Esta tensión beneficiosa entre laUnión y sus Estados miembros permite el desa-rrollo de la integración nacional, compatible conla profundización en la integración europea. Es

más, ambos procesos se desarrollan en para-lelo, con protagonistas comunes3.

La inserción de un Estado en una comunidadpolítica más amplia, que es Comunidad de De-recho, contribuye además al respeto y a la pro-tección de minorías en el territorio de cada Es-tado. En paralelo al llamado déficit democráticoeuropeo producido por la integración de los Es-tados y sus regiones en una unidad mayor, hayun “superávit democrático” que se produce den-tro del territorio de cada socio comunitario porel efecto de su pertenencia a la Unión4.

Por otro lado, la Unión Europea se basa enlos principios de libertad, democracia, respetode los derechos humanos y de las libertadesfundamentales y el Estado de Derecho, princi-pios que son comunes a los Estados miembros(artículo 2 del Tratado de la Unión Europea). Esdecir, los Estados miembros por su pertenenciaa la Unión están obligados a garantizar la de-mocracia y la vigencia de los derechos huma-nos y libertades fundamentales en su seno y arevisar si ocurre lo mismo en el territorio detodos los Estados candidatos.

De este modo, se puede argumentar queningún territorio dentro de un Estado miembropuede transitar de modo unilateral hacia la au-todeterminación, si el Estado miembro al quepertenece no ha conculcado antes el artículo7 del TUE, una comprobación de una situaciónextrema que corresponde hacer por unanimi-dad al Consejo Europeo. Si no hay una decla-ración europea de “violación grave y persis-tente” de estos principios, ningún territoriopuede plantear el ejercicio del derecho de la au-todeterminación en la UE.

3 Cfr. Joseph Weiler, “Federalism and constitutionalism: Europe’s Sonderweg”, Harvard Jean Monnet Papers 1, 2001.4 Cfr. el artículo de Miguel Poiares Maduro, “Europe and the Constitution: What If this Is As Good as It Gets?”, in Wind and Weiler (eds),Rethinking Constitutionalism in the European Union, 2001.

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La constatación de esta situación internaexcepcional corresponde al Derecho Comuni-tario, lo cual añade garantías de objetividad ydificulta enormemente una interpretación polí-tica unilateral. El artículo 7 del TUE en su re-dacción actual permite reaccionar de modogradual y proporcional desde la Unión ante unasituación de riesgo de violación grave y per-sistente de derechos fundamentales, sin ne-cesidad de esperar a que se produzca el daño.Si finalmente se constata la violación, en talsituación extrema el Consejo Europeo puedeincluso suspender algunos derechos de un Es-tado miembro en la Unión Europea, como elvoto en el Consejo. Solo entonces podría plan-tearse la hipotética autodeterminación de unterritorio, cuyo Estado miembro ha visto sus-pendida una parte esencial de su pertenenciaa la Unión. Para recuperar estos derechos, elEstado tendría que poner fin a la situación pa-tológica que da lugar a que un territorio puedaaspirar a la secesión. Es decir, de acuerdo conlas normas europeas, solo en un Estado queha dejado temporalmente de poder actuar ple-namente como miembro de la Unión Europeaun territorio puede aspirar a la secesión, aun-que ni siquiera entonces a la secesión y a lapermanencia en la Unión.

Es decir, si por parte del Estado miembrohay una convivencia democrática y pacífica, enDerecho Internacional Público y en Derecho Co-munitario la escisión solo es posible partiendodel consentimiento de una clara mayoría de lapoblación de ese Estado miembro, siempre queasí lo permita su Constitución. En ese caso, elEstado de origen tendría un claro veto sobre lacreación de un nuevo Estado a partir de unaporción de su territorio.

El caso británico, utilizado en nuestros díaspor algunos como ejemplo europeo de pactopolítico para dar la oportunidad a una región de

decidir su futuro, se explica desde las peculia-ridades del flexible y excepcional sistema cons-titucional británico, basado en una Constituciónno escrita y asentado sobre una unión de rei-nos. El Gobierno de Londres ha acordado un re-feréndum con el Ejecutivo escocés sobre unahipotética independencia. Lo que ha creado esun grave precedente interno, no europeo. Almismo tiempo, ha convertido una posible esci-sión unilateral en un asunto negociado con Lon-dres, en el que su gobierno pesa enorme-mente. Desde un punto de vista político, el pri-mer ministro Cameron sabe que, mientrascontrole la pregunta y el procedimiento, y aclareque la salida del Reino Unido equivale a la sa-lida de la UE, ganará la consulta del 18 de sep-tiembre de 2014. Apuesta a que entonces elhabilidoso líder escocés, Alex Salmond, pediráotra ronda de negociación sobre competenciasy recursos, a cambio de guardar en el cajón elintento secesionista durante un tiempo.

Escocia, conviene recordarlo, fue un reinoque se adhirió a un Estado multinacional por eltratado de Unión de 1707. Desde esa fecha, lagran mayoría de los habitantes de Escocia hanparticipado a fondo y con notables éxitos entodas las empresas históricas del Reino Unido.El fenómeno nacionalista actual tiene un origenmuy reciente, y se ha desarrollado en buenaparte en la última década gracias a las conse-cuencias no queridas del plan de descentrali-zación de Tony Blair, que transfirió amplios po-deres a un territorio en el que pensaba que loslaboristas siempre ganarían las elecciones.

Uno de los argumentos que más pesa en eldebate a favor o en contra de la independenciaescocesa es que el triunfo del ‘sí’ de modo ne-cesario comportaría la salida de la UE del terri-torio escindido. Los presidentes de la Comisión,Romano Prodi y José Manuel Durão Barroso,han confirmado este extremo en distintas oca-

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siones5. El Gobierno de David Cameron, tal vezinfluido por la claridad con la que tanto la Co-misión como el Ejecutivo español han subra-yado estas reglas del juego ante las recientesreivindicaciones soberanistas en España, pu-blicó en febrero de 2013 su propio informe, conun anexo sobre cuestiones de Derecho Interna-cional en relación a la independencia de Esco-cia6. En el mismo, los profesores Alan Boyle yJames Crawford llegaban a la conclusión de queen una hipotética secesión escocesa el Estadobritánico seguiría siendo miembro de la Unión yel nuevo Estado escocés quedaría fuera y ten-dría que solicitar la adhesión, negociarla y lograrque los términos de ingreso se adaptaran a susintereses.

La ironía es que el propio Cameron está con-tra las cuerdas en su partido por su defensade la permanencia del Reino Unido en la UE yha prometido un referéndum de salida en 2017si se cumplen ciertas condiciones. Parte de losdiputados conservadores presionan para quela consulta británica se celebre cuanto antes,en buena medida por la intensa competenciaen sus distritos electorales de los candidatosdel Partido británico por la independencia(UKIP), una formación populista en ascenso,que propugna la retirada inmediata y por com-pleto de la Unión Europea. El voto escocés fa-vorable a la independencia del Reino Unido au-mentaría en el caso de una hipotética salidabritánica, porque en el fondo sería un voto porla interdependencia europea.

En el caso español no han faltado voces quedefienden una reforma constitucional para per-

mitir el ejercicio del mal llamado “derecho a de-cidir” de Cataluña. Incluso algunas de ellas pro-pugnan la idea de que en caso de que ganasenlas tesis independentistas, nuestro país deberíaapadrinar y facilitar el ingreso en la UE cuantoantes de la región escindida de España. Deeste modo, se argumenta, una eventual nego-ciación interna para gestionar la separación,posterior al triunfo del voto secesionista, debe-ría discurrir paralela a la asistencia española ala región escindida para que pudiese negociarcon la Unión e ingresar en tiempo récord, casisin pasar por el estatus de país candidato. Estaenorme capacidad de comprensión y de pactocontrasta con el hecho de que una secesiónchoca con los valores básicos de la Constitu-ción española y de la integración europea.

Joseph Weiler ha subrayado este extremo alabordar la hipótesis de secesión no solo conuna perspectiva jurídica sino también ética.Sostiene que sería enormemente irónico queel proyecto de pertenencia a la Unión acabasecreando un incentivo que diese sentido a ladesintegración política. En contra de la sece-sión Weiler proclama un deber europeo de ges-tionar la interdependencia, una disciplina de lalealtad y solidaridad. Por ello, en el contexto eu-ropeo no resulta aceptable que una región en elfondo lo que proclame sea la independencia dela necesidad de gestionar las diferencias polí-ticas, sociales, económicas y culturales dentrode la comunidad política más amplia a la quese pertenece, sea un Estado miembro o la pro-pia Unión7. Todo el sistema institucional depesos y contrapesos de la Unión está orientadopara favorecer el pluralismo de lealtades, no

5 Cfr. la contestación del presidente Barroso a una pregunta al respecto en el Parlamento Europeo el 28 de agosto de 2012. www.europarl.eu/sides/setall/answers.do?/reference=E-2012-007453

6 Cfr. el documento del Gobierno británico “Scotland analysis: devolution and the implications of Scottish Independence”, February2013, y el informe jurídico anexo de los profesores James Crawford y Alan Boyle, Annex A, “Opinion on the independence of Sco-tland. International Law Aspects”.

7 Cfr. Joseph Weiler, Editorial, op. cit.

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solo la europea y la nacional, sino también, porreflejo, la estatal y la regional. Así, las secesio-nes contradicen los valores sobre los que sesostiene el proyecto de integración.

Algunos han interpretado el nuevo artículo4.2. del Tratado de la Unión Europea, pactadodurante el proceso de elaboración de la Consti-tución europea y mantenido en el texto pactadoen Lisboa, como una nueva garantía antisece-sión. Este artículo establece que la Unión res-petará las funciones estatales esenciales, in-cluida la garantía de la integridad territorial delEstado. Al tratar este ámbito como una compe-tencia exclusiva de los Estados miembros, lasdecisiones nacionales al respecto no puedenser revocadas por otras basadas en el Derechoeuropeo. Pero este reenvío al derecho nacionaltiene una parte lógica y otra más preocupante,porque se deseuropeíza la cuestión. La UE es laprimera interesada en no fomentar escisiones,por razones tanto axiológicas como prácticas.Los intentos de escisión le afectan profunda-mente y por ello estas amenazas a la integridadterritorial deben considerarse asuntos comunesa todos los europeos. Por ello tiene sentido po-lítico y jurídico no devolver a contextos naciona-les concretos la contención de los proyectos se-paratistas y subrayar que la Unión contiene unverdadero régimen antisecesión.

En el muy poco probable caso de que seconsiguiese la escisión de un territorio comu-nitario a través de una declaración unilateral deindependencia, su resultado solo puede ser lacreación de un nuevo Estado, que pasaría a serun sujeto de derecho internacional y, para haceroperativa esta condición, buscaría el reconoci-miento de suficientes miembros de la comuni-

dad internacional. Este nuevo Estado europeonecesitaría para llegar a ser Estado miembrosu paso por el complicado y largo proceso deadhesión a la Unión. No basta con su deseo depermanencia en la UE, ni tampoco con que ensu territorio se hayan aplicado hasta entonceslas políticas comunes y esté vigente la norma-tiva del mercado interior e incluso utilice la mo-neda única. Tampoco el hecho de que sus ha-bitantes hayan tenido el estatus de ciudadanoseuropeos.

Algunos autores citan una sentencia del Tri-bunal de Justicia de la UE de marzo 2010, elasunto Rottman contra Baviera, en la que se ad-virtió a los Estados miembros de que debíanejercer su poder de quitar la nacionalidad a unindividuo de forma compatible con los principiosde Derecho Comunitario, como podría ser el deproporcionalidad8. A esta decisión le suman elartículo 20.1. del Tratado sobre el Funciona-miento de la UE, que tiene como efecto al insti-tuir la ciudadanía europea prohibir las medidasnacionales que no permitan el ejercicio de losderechos propios del estatus europeo. Sobreestas endebles bases, reclaman que los habi-tantes de un territorio escindido seguiríansiendo ciudadanos europeos. Pero se trata deun razonamiento sin fundamento. El presidenteBarroso reaccionó en agosto de 2012 a una ini-ciativa ciudadana para asegurar que los nacio-nales de un hipotético Estado catalán seguiríansiendo ciudadanos europeos advirtiendo de queel artículo 20 citado crea una ciudadanía euro-pea adicional que no reemplaza a la nacionali-dad de un Estado miembro y que ante una hi-potética secesión, la solución pasaría por apli-car las reglas del Derecho InternacionalPúblico9. Se refería así Barroso a las normas

8 Asunto C-135/08, Rottman vs Baviera, 2 de marzo 2010.9 Cfr. la respuesta del presidente Barroso en nombre de la Comisión, 28 de agosto de 2012, www.europarl.europa.eu/sides/getAllAnswers.do?reference=E-2012-007453&language=EN

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sobre continuidad y sucesión de Estados, queclaramente calificarían como tercer Estadofuera de la UE al territorio escindido.

Una vez sale de su Estado de origen y seconstituye en nuevo Estado, lo único seguro essu condición de Estado europeo, que nadiepuede negar. Pero en principio es el Estado deorigen quien conserva su personalidad jurídicainternacional y su pertenencia a la Unión Euro-pea. Este no sería el caso si el Estado miembrodesaparece por completo, como podría ocurriren una hipotética escisión en Bélgica.

Si el nuevo Estado consiguiera el reconoci-miento por la comunidad internacional, afron-taría múltiples vetos para poder adherirse a laUnión, ya que formalmente tendría que nego-ciar para ser candidato y para ingresar. La de-cisión de abrir su proceso de adhesión se to-maría por consenso e iría seguida de una ne-gociación de todos los capítulos temáticos quese abordan en estos procesos, en los que laComisión sirve de interlocutor con el Estadocandidato. Se plantearía en especial un cúmulode problemas institucionales (cuántos votos enel Consejo, cuántos diputados europeos) y deacceso a las políticas europeas del nuevo Es-tado candidato. Cada adhesión se hace posi-ble a través de una reforma sustantiva de lostratados europeos, que hay que acordar enesta fase final con la unanimidad de todos losGobiernos, con el refrendo de todos los parla-mentos nacionales y tras la superación dealgún referéndum. Jurídicamente, hemos vistoque según el Derecho Internacional y el Dere-cho Comunitario no hay posibilidad de escisiónunilateral en una situación pacífica. Si, no obs-tante, la escisión se consiguiera a través de unpacto interno, la independencia no lleva a lapermanencia en la Unión, porque solo a travésde la adopción primero por el nuevo territoriode la forma de tercer Estado, la puesta en pie

de instituciones, rule of law y de una economíade mercado y la superación de múltiples vetosse puede plantear su relación plena con la UE.

Hay que recordar por otra parte que ningunaampliación de la UE es una negociación entredos partes iguales, sino un examen de la ca-pacidad del candidato para cumplir criterios po-líticos y económicos dictados por la UE y paraaplicar el acervo comunitario. La salida de unterritorio de un Estado miembro y su constitu-ción en Estado no daría lugar de forma auto-mática a esta capacidad política, económica yjurídica y habría que crearla y demostrarla.

No hay que menospreciar la dificultad paraconseguir capacidad negociadora de un Es-tado. En una Unión de veintiocho socios no esfácil para un Estado pequeño ser interlocutorpermanente y obligado de los principales Esta-dos miembros y de las instituciones europeas.Antes tendría que pagar el coste de prepararfuera de la Unión un aparato estatal eficaz ycapaz de negociar con éxito en Bruselas, ade-más de demostrar que cumple con todos losrequisitos democráticos y que es una econo-mía de mercado en funcionamiento. Los nive-les de ayudas públicas, los incentivos fiscales,las subvenciones agrícolas, los fondos estruc-turales y el fondo de cohesión que recibe enestos momentos España son el resultado denegociaciones prolijas, revisables e inciertas ensus contenidos futuros.

La pregunta entonces es si los Estadosmiembros facilitarían tanto la escisión de terri-torios como la adhesión de los nuevos Estadosresultantes. Si la escisión ha sido forzada demodo unilateral por el desarrollo de un nacio-nalismo excluyente y discriminador, sería difícilargumentar que se dan las condiciones políti-cas en el territorio escindido para aspirar a lapertenencia a la Unión.

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El riesgo de contagio en otros Estados miem-bros que temen escisiones en su territorio esun factor muy a tener en cuenta y que limita deforma tajante la benevolencia con la que los Go-biernos de la Unión facilitarían la creación y laadhesión de nuevos Estados miembros a partirde regiones. Un escenario de escisiones enca-denadas no solo debilitaría a los Estados sinoa la integración europea, que no podría absor-berlas fácilmente.

En definitiva, los Gobiernos de dichos Esta-dos no alientan secesiones en territorio de laUnión Europea. La Unión Europea lucha hoy endía con una estructura de toma de decisionessobrecargada y una solidaridad débil, en plenacrisis de la moneda común. Las reclamacionesde independencia son tensiones añadidas alestrés de gobernabilidad de la zona euro. Latendencia actual a la hora de determinar elpeso de cada Estado miembro en las institu-ciones comunitarias, bien visible en la nego-ciación tanto del Tratado de Niza de 2000 comode la Constitución europea de 2004, es unaclara división entre pocos Estados grandes ymuchos pequeños, un puzle difícil de encajaren cuanto a la distribución de poder institucio-nal, lo cual permite anticipar resistencia a uncrecimiento del número de Estados pequeñosen la futura Unión surgidos de una desmem-bración de los actuales Estados miembros.

En resumen, una hipotética escisión de unterritorio europeo de su Estado miembro se re-gula por su Derecho constitucional, que con laexcepción británica no facilita esta vía. Además,encuentra limitaciones y dificultades graves de-rivadas del Derecho Comunitario y de la prácticainstitucional comunitaria, que se añaden a lasdel Derecho Internacional Público. La escisiónsupone una ruptura de las reglas del juego eu-ropeas, que no prevén ni favorecen este esce-nario. La hipótesis de escisión y permanencia

en la UE es, en realidad, escisión, reconoci-miento internacional y petición de adhesión a laUE como Estado tercero. Dentro de la Unión Eu-ropea, el Estado de origen y todos los demásEstados miembros tendrían que dar su consen-timiento a la entrada del nuevo Estado, por loque de hecho los veintiocho Estados tendríantambién capacidad decisoria sobre su creaciónen el momento de la escisión pacífica. El Estadode origen tendría un doble veto, sobre la esci-sión de su territorio y sobre la entrada del nuevoEstado europeo. Las instituciones comunitariasy los demás Estados miembros intervendrían enla decisión interna sobre la escisión, ya que nin-gún territorio se aventuraría hacia la estatalidadeuropea sin pararse a pensar antes las conse-cuencias de este paso y sin asegurar su perte-nencia futura a la Unión Europea, al no poder as-pirar a la permanencia. El Parlamento Europeotendría que emitir su dictamen conforme, comoha ocurrido en las ampliaciones en curso. Unavez trasladada esta perspectiva a los posiblesvotantes en un hipotético referéndum de inde-pendencia, los partidarios de salir al mismotiempo de su Estado miembro y de la Unión Eu-ropea son muchos menos.

Por todo ello, la clave para abordar el debateactual sobre los proyectos de secesión de Es-cocia y Cataluña es una realidad básica, confrecuencia ignorada: ni España ni el ReinoUnido son ya solo Estados nación. Ambos hansido transformados por su pertenencia a unacomunidad política más amplia y se han trans-formado en Estados miembros. La dimensióneuropea refuerza la tesis de que con los pro-yectos de secesión todos pierden. Si se consi-guiese poner en pie un nuevo Estado, al mar-gen de la Unión, se estaría haciendo un sacri-ficio de intereses objetivos en aras de unapasión. El objetivo de la operación unilateral“escisión más permanencia en la UE” es inal-canzable. Y por muchos problemas que tenga

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la Unión de nuestros días, fuera hace muchomás frío. Por fortuna, el proceso europeo con-tribuye a desenmascarar concepciones anti-cuadas y peligrosas de la soberanía, naciona-les o regionales, y sirve para preservar, limitary renovar las identidades nacionales. Todavíahoy cumple esa función.

“La confusión pisando del desierto”: los primeros pasos de un Estado reciénaccedido a la independencia

La atención preferente que ha recibido el de-bate sobre la permanencia o, en su caso, laadhesión a la Unión Europea de una Cataluñaescindida ha venido a ocultar una cuestión pre-via de gran importancia: ¿Cómo nace un Es-tado y con qué dificultades se encuentra parasatisfacer su natural deseo de convertirse enmiembro de pleno derecho de la comunidad in-ternacional?

Según sugiere el endecasílabo de Góngoraque se ha escogido para dar título a este apar-tado, confusión y soledad son las notas quedescriben la posición del Estado in statu nas-cendi. Pero antes de entrar en la descripción yel análisis de tal situación, es necesario dar al-guna precisión sobre el marco conceptual querodea el fenómeno del nacimiento de un Es-tado. Los orígenes de la personalidad interna-cional del Estado son puramente fácticos:desde el punto de vista del Derecho Interna-cional, un Estado empieza a existir con la meraaparición de una comunidad territorial sobe-rana10. En una formulación clásica, el artículo 1de la Convención de Montevideo de 1933sobre Derechos y Deberes de los Estados diceque “el Estado como persona de Derecho In-

ternacional debe reunir los siguientes requisi-tos: I. Población permanente. II. Territorio de-terminado. III. Gobierno. IV. Capacidad de en-trar en relaciones con los demás Estados”.Estos cuatro requisitos pueden sin duda resu-mirse en uno solo: la independencia.

Este esquema teórico parece simple, perosu proyección sobre la realidad está erizada dedificultades que se manifiestan en dos fasessucesivas. En primer lugar, esa independenciaha de ser constatada por los demás Estados.Y a continuación, si se quiere que la desnudaindependencia pueda vestirse de manera útilpara la población del nuevo Estado, es nece-sario que los otros Estados decidan establecercon él las correspondientes relaciones diplo-máticas y comerciales. Ambas fases podránquizá solaparse parcialmente, pero son con-ceptualmente distintas. Como escribió un anti-guo autor italiano, se trata de que cada go-bierno pueda “juzgar libremente acerca de lamayor o menor solidez del nuevo organismo po-lítico, y resolver respecto de la oportunidad deentrar o no en relaciones con el nuevo Estadoconstituido11”.

La constatación por los demás Estados de larealidad de la independencia del nuevo ente re-quiere un juicio sobre la efectividad del podersoberano que ejerce sobre su territorio y sobrela solidez y estabilidad de ese poder12. Cierta-mente, una declaración unilateral de indepen-dencia no basta para que los sujetos de la co-munidad internacional lleguen a una conclusióndefinitiva al respecto. En el supuesto de una se-cesión que se pretenda hacer contra la volun-tad del Estado predecesor, esa conclusión novendrá hasta que se haya disipado la polvareda

10 Cfr. Rolando Quadri, Diritto internazionale pubblico, Liguori Editore, Nápoles, 1978, p. 440 y ss.11 Pasquale Fiore, Tratado de Derecho Internacional Público, traducción de Alejo García Moreno, Tomo I, p. 201, Madrid, 1894.12 Cfr. Rolando Quadri, op. cit., p. 441.

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levantada por los inevitables conflictos y force-jeos políticos, de modo que pueda verse conclaridad que la independencia verdaderamenteexiste y es irreversible. Todo ello lleva tiempo,años. En este sentido, quienes estén acostum-brados a la rapidez con que tienen lugar loscambios políticos en el orden interno (tras unaselecciones generales, por ejemplo), corren elriesgo de sufrir muchas frustraciones con la len-titud glacial de los procesos internacionales.

Terminado lo más espeso de la confusión, yconsolidada aparentemente la independencia,viene la segunda fase, que consiste en persua-dir a otros Estados para que decidan establecerrelaciones diplomáticas y comerciales con elnuevo Estado. Esa decisión, expresa o tácita,constituye la esencia de lo que en Derecho In-ternacional se llama “reconocimiento”13. Antesdel reconocimiento, la independencia es purasoledad. En este sentido, la famosa frase de Bo-lívar (“Hemos conseguido la independencia,pero hemos perdido todo lo demás”) tiene undoble aspecto, interno e internacional. La sece-sión trae consigo la ruptura de incontables lazosen las complejas entrañas de la sociedad civil,y también la desintegración de la red de con-tactos internacionales tejida por el Estado pre-decesor, en algunos casos a lo largo de siglos.

¿Cuánto tiempo lleva recomponer esa red in-ternacional, obtener el reconocimiento de casitodos los Estados y convertirse en un miembrode pleno derecho de la comunidad internacio-nal? No es esta, ciertamente, una estimaciónfácil de hacer, ni tampoco resulta sencillo reunirla multitud de datos empíricos que resultaríannecesarios para realizarla. Por ello, quizá seaconveniente concentrar el análisis en un episo-

dio de la vida de los nuevos Estados que tieneun valor simbólico especial: la pertenencia a laOrganización de las Naciones Unidas.

Secesión y no permanencia en las Naciones Unidas

Sobre la particular relevancia de la admisión deun Estado como miembro de la ONU se ha es-crito entre nosotros lo siguiente:

“Por otra parte, no puede olvidarse el impacto que laexistencia y acción de la ONU ha tenido en relacióncon el reconocimiento de Estados, y ello tanto desdeuna perspectiva positiva como negativa. En efecto, esindudable la importancia objetiva de la admisión deun Estado como miembro de las Naciones Unidas,hasta el punto de que se ha llegado a decir que estehecho ha venido a sustituir en buena medida al actode reconocimiento; sin llegar a una afirmación tan ra-dical, es evidente, como ha apuntado J. Dugard, quetal admisión es considerada en la actualidad como eldefinitivo reconocimiento de la independencia y con-dición estatal de una entidad por parte de la comuni-dad internacional” 14.

Se suscita ahora una cuestión formalmenteparecida a la que se planteaba más arriba alexaminar la situación respecto de la Unión Eu-ropea de la región de un Estado miembro quese escinde para formar un Estado nuevo. Puesbien, tras una secesión, y si el Estado prede-cesor es miembro de las Naciones Unidas,¿continúa siendo miembro de la ONU la enti-dad que se separa y se constituye en nuevo Es-tado? También aquí la respuesta es que no, yla ONU la dio muy pronto, cuando tuvo queabordar el problema surgido en 1947 al sepa-rarse Pakistán de la India, que era miembro fun-dador de Naciones Unidas. El Sexto Comité, oComité Legal, de la Asamblea General de laONU dijo, entre otras cosas, lo siguiente:

13 Para este concepto de reconocimiento, ver Rolando Quadri, op. cit., p. 551.14 González Campos, Sánchez Rodríguez, Andrés Sáenz de Santa María, Curso de Derecho Internacional Público, Volumen I, pp. 413-414, Madrid, 1990.

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“Que cuando se crea un nuevo Estado, sean cualessean el territorio y las poblaciones que comprenda, eindependientemente de que hayan formado parte ono de un Estado miembro de las Naciones Unidas,[dicho nuevo Estado] no puede bajo el sistema de laCarta pedir el estatus de miembro de las NacionesUnidas, salvo que haya sido formalmente admitidocomo tal de conformidad con las provisiones de laCarta”15.

Pakistán tuvo que solicitar ser admitido enla ONU y desde entonces se ha extendido lapráctica de que, con carácter general, el Estadosucesor no sustituye al predecesor en las or-ganizaciones internacionales16. Así las cosas,debe examinarse a continuación el régimen ju-rídico de la admisión de nuevos Estados en lasNaciones Unidas, que está contenido en el ar-tículo 4 de la Carta, cuyo tenor es el siguiente:

“1. Podrán ser miembros de las Naciones Unidastodos los demás Estados amantes de la paz, queacepten las obligaciones consignadas en esta Cartay que, a juicio de la Organización, estén capacitadospara cumplir dichas obligaciones y que se hallen dis-puestos a hacerlo.

2. La admisión de tales Estados como miembros delas Naciones Unidas se efectuará por decisión de laAsamblea General a recomendación del Consejo deSeguridad”.

Cuando la aplicación de estos preceptos hatenido lugar respecto de un Estado nacido deresultas de una secesión, hay que observar queel Estado que se separaba no ha solido conse-guir la admisión en la ONU si a ella se oponía elEstado predecesor. Así, en diciembre de 1971

Bangladesh se separó de Pakistán, pero su ad-misión como miembro de las Naciones Unidasfue bloqueada en agosto de 1972 por el vetode China en el Consejo de Seguridad. China ac-tuaba en defensa de los intereses de Pakistán,y no levantó su veto hasta que, dos años des-pués, Pakistán decidió reconocer a Bangladesh,que fue finalmente admitido en Naciones Uni-das en septiembre de 197417.

Un caso semejante ocurre en la actualidady es el de Kosovo, que, como es sabido, de-claró unilateralmente su independencia de Ser-bia el 17 de febrero de 2008. Coinciden losanalistas en que la admisión de Kosovo en laONU no puede prosperar mientras que Serbiase oponga a ella y cuente con el apoyo deRusia, que tiene la potestad de vetar tal admi-sión en el Consejo de Seguridad18.

El camino del nuevo Estado surgido de unasecesión hasta ser admitido en la ONU no estáexento, pues, de posibles dificultades y espe-ras, que ciertamente pueden verse ameniza-das con algún éxito previo, como la admisiónen la UNESCO19. En todo caso, se trata de unaespera insoslayable y que no puede utilizarsepara ir haciendo camino con vistas a la adhe-sión a la Unión Europea: no es jurídica ni polí-ticamente concebible que las conversacionespreliminares destinadas a abrir negociacionesen torno a tal adhesión comenzaran antes de laadmisión del Estado de que se trate en las Na-ciones Unidas. En este sentido, puede resultar

15 Citado en su versión original inglesa por Malcolm N. Shaw, International Law, Sixth Edition, Cambridge, 2008, pp. 985-986. La tra-ducción española es nuestra.

16 Ver, en este sentido, Manuel Díez de Velasco, Instituciones de Derecho Internacional Público, Cuarta edición, Tomo I, Madrid, 1978,p. 222.

17 Resolución del Consejo de Seguridad 351 (1974), 10 de junio de 1974. Resolución de la Asamblea General 3203 (XXIX), 17 deseptiembre de 1974.

18 Cfr. David I. Efevwerhan, “Kosovo’s Chances of UN Membership: A Prognosis”, Goettingen Journal of International Law 4 (2012) 1,93-130, especialmente pp. 127 y 128.

19 Palestina fue admitida en la UNESCO el 31 de octubre de 2011. Cfr. James Crawford, Brownlie’s principles of international law, 8thEdition, Oxford, 2008, p. 140.

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interesante repasar los calendarios referentesa dos Estados surgidos de la desintegración dela antigua República Federal Socialista de Yu-goslavia. Eslovenia y Croacia proclamaron suindependencia en junio de 1991 y fueron ad-mitidas en Naciones Unidas en mayo de 1992.Eslovenia se adhirió a la Unión Europea enmayo de 2004 y Croacia en julio de 201320. Escasi seguro que una mayor espera a la hora delingreso en la ONU habría venido a añadirse ne-tamente a la correspondiente a la adhesión a laUnión Europea.

Por último, cabe recordar que, con ser elmás importante, la admisión en la ONU no es

el único paso en el proceso por el que un nuevoEstado se convierte en un miembro de plenoderecho de la comunidad internacional y regu-lariza completamente su situación, resolviendotodos los problemas y dudas creados por elacto traumático de la secesión. No podemosanalizar aquí, por ejemplo, las cuestiones –tandelicadas e importantes en orden a la seguri-dad jurídica– de la sucesión de Estados en ma-teria de tratados internacionales21; ni tampocolas referentes a dicha sucesión en materia debienes, archivos y deudas del Estado, y de na-cionalidad de los habitantes, extraordinaria-mente complejas y difíciles de resolver en mu-chos casos22.

20 La situación de Croacia durante la década de 1990 ha sido descrita como de “nacionalismo y aislamiento” por Dejan Jovic, “Croa-tia and the European Union: a long delayed journey”, Journal of Southern Europe and the Balkans, 2006, 8 (1), pp. 85-103.

21 Cfr. Cesáreo Gutiérrez Espada, “Sobre la sucesión de Estados en materia de tratados”, en Hacia un nuevo orden internacional y eu-ropeo, Estudios homenaje al profesor Manuel Díez de Velasco, Madrid, 1993, pp. 361-375.

22 El acuerdo sobre las cuestiones sucesorias entre los Estados que surgieron de la desintegración de la antigua Yugoslavia no seconcluyó hasta junio de 2001. Cfr. Carsten Stahn, “The Agreement on Succession Issues of the Former Socialist Federal Republicof Yugoslavia”, American Journal of International Law, Vol. 96, Nº 2, April 2002, pp. 379 y ss.

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En el mes de septiembre de 2012, el semana-rio alemán Der Spiegel, en un reportaje sobre elpopulismo localista emergente en la Unión Eu-ropea, hablaba del “nuevo egoísmo”. Una ma-nifestación del nacionalismo populista que pe-riódicamente aparece y reaparece. En Cataluña,por ejemplo. El propio Der Spiegel ilustraba elreportaje con una fotografía de la Diada cata-lana de 2012.

El síndrome de la nación elegida y la víctima inocente

El nacionalismo populista se ha instalado enCataluña. Ese nacionalismo siempre dispuestoa recalentar el ambiente, excitar al ciudadanocon sus fantasías, desafiar al Estado para con-seguir determinadas ventajas de índole política,

económica, simbólica y psicológica. Ese nacio-nalismo castizo –de buen origen y casta– de laspequeñas diferencias –de hecho, una afirma-ción heráldica de carácter narcisista– que tienela mala costumbre de señalar el recto caminoa seguir bajo amenaza de exclusión, que apelaal sentimiento, que fustiga sistemáticamente aun supuesto enemigo exterior siempre al ace-cho, que promueve la movilización social a lacarta, que manifiesta una concepción neopa-trimonialista de Cataluña, que sacraliza los ras-gos identitarios propios y teme cualquier des-naturalización, que extranjeriza a los ciudada-nos. Ese nacionalismo redentor que muestrasu displicencia ante la legalidad democrática,que limita los derechos individuales, que ahogala capacidad de pensar en beneficio del “una-nimismo” sentimental, que prescribe la reali-

El nacionalismo populista en Cataluña. Naturaleza, desarrollo y falacias*

Miquel Porta PeralesCrítico y escritor

* Texto editado de la intervención del autor en el seminario FAES “La Unión Europea y la identidad e integridad territorial de los Es-tados miembros”, Barcelona, 30 de septiembre de 2013.

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dad en lugar de describirla, que construye unRégimen, que señala y marca toda disidencia,que genera creyentes. Ese nacionalismo lowcost que fomenta la engañosa ilusión de un fu-turo mejor al alcance de la mano, que usa yabusa del victimismo, que intenta sacar venta-jas de la situación, que complica los problemasen lugar de buscar las soluciones, que selec-ciona y procesa los datos a conveniencia parademostrar el expolio fiscal que padecería Ca-taluña, que pervierte el sentido de la democra-cia cuando habla del derecho a decidir, que ter-giversa el derecho internacional para hacercreer que Cataluña tiene derecho a la autode-terminación y que una Cataluña independienteformaría parte de la Unión Europea.

Todo conduce a la evaluación intuitiva enclave binaria que distingue lo propio de lo im-propio. Que deslinda lo bueno de lo malo. “Todoslos demás son culpables, salvo yo”, escribió Cé-line. El nacionalismo populista catalán o el “sín-drome de la nación elegida” y la “víctima ino-cente”, por decirlo a la manera del historiadorJohn H. Elliott. Definitivamente, el problema deCataluña es la llamada cuestión nacional cata-lana promovida por el nacionalismo catalán.

El nacionalismo banal y la espiral del silencio

¿Por qué hemos llegado –el dicho “proceso detransición nacional” y la consulta pro “derechoa decidir” (a decidir “sí” a la independencia: nose engañen)– a la situación actual? Apuntocinco claves de interpretación y un ambiente.

En primer lugar, porque la aspiración inde-pendentista no obedece únicamente a la nece-sidad de ocultar la mala gestión de CiU. Ni a lasentencia restrictiva del Tribunal Constitucionalsobre el Estatuto. Ni a los supuestos incumpli-mientos del Estado. Ni al desacuerdo en mate-

ria fiscal. Todo eso son argumentos ad hoc parajustificar la desintegración del Estado. Con losmatices que se quiera –fruto de una coyunturae intereses que de la necesidad y la debilidadhacen virtud–, el nacionalismo catalán busca laindependencia desde hace un siglo. La reivindi-cación de hoy es la continuación –con otros me-dios, tácticas y estrategias– de la de ayer. Rei-vindicación basada en la creencia según la cuala una nación –la premisa del nacionalismo ca-talán: Cataluña es una nación– le corresponde-ría, por definición –el viejo principio de las na-cionalidades del siglo XIX–, un Estado.

En segundo lugar, porque, contrariamente alo que cree el nacionalismo catalán, la nacio-nalización de España ha sido débil. España hasido un Estado escasamente jacobino incapazde conseguir la unidad de caja, de uniformar elderecho civil, de reunificar las diversas áreaseconómicas. Y eso, pesa.

En tercer lugar, porque el Estatuto de Cata-luña de 2006 –con la inestimable colaboraciónde José Luis Rodríguez Zapatero: “Apoyaré la re-forma del Estatut que se apruebe en el Parla-ment”, dijo en 2003– avanza lo que hoy ocurre–la deriva independentista– al hablar –me refieroa la primera redacción del texto– de Cataluñacomo nación, de España como Estado plurina-cional, de los derechos históricos de Cataluña,de Europa como espacio político y geográfico dereferencia de Cataluña, de una Cataluña que noquedaría vinculada por las decisiones adoptadasen los mecanismos multilaterales de colabora-ción con el Estado, del Tribunal Superior de Jus-ticia de Cataluña como última instancia judicialen Cataluña, de una larga lista de competencias–Estatuto orwelliano: todo lo quiere controlar– ex-clusivas y excluyentes de la Generalitat, de unsistema de financiación insolidario. Un Estatutoque pasa del “ser” al “estar”. Ya no se trata de“ser una nación”, sino de “no estar” en España.

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En cuarto lugar, porque el nacionalismo ca-talán está ganando, en buena medida, la batallamediática. Una parte de la ciudadanía y de losmedios de comunicación ha asumido –“com-prado”, por decirlo en el lenguaje propio del co-mercio– la teoría del diálogo, del derecho a de-cidir, del expolio y de la imposición española.Una parte de la ciudadanía ha identificado liber-tad, democracia y bienestar con derecho a deci-dir y, en menor medida, con independencia. Unafalacia. Pero la identificación existe.

En quinto lugar, porque ahí está la “espiraldel silencio” que avanzó Alexis de Tocqueville y,posteriormente, consolidó Elisabeth Noelle-Neu-mann. Ese no expresar lo que uno piensacuando va a contracorriente de lo publicado ypublicitado; ese no significarse por miedo a loque puedan pensar los otros o por temor aponer en peligro los intereses particulares, so-ciales o profesionales. Un detalle significativo:en las autonómicas del 25 de noviembre de2012 –Artur Mas pidió una “mayoría excepcio-nal” para impulsar el “proceso de transición na-cional”–, CiU perdió doce escaños y noventa milvotos con una participación superior –quinien-tos mil votantes más– a la de anteriores comi-cios autonómicos. El ciudadano que guarda si-lencio votó a la contra –en silencio– en esaselecciones. A la espiral del silencio, añadamosel mimetismo de las masas y el oportunismode quien sube al carro del caballo que cree ga-nador. Así se constituye un Régimen que condi-ciona, limita o confina –sutilmente o no– la di-sidencia, que presiona, que abruma a quienpiensa distinto, que favorece la autocensura.

El ambiente: el clima de unanimidad e insu-misión que se percibe en Cataluña. La unani-midad que empieza con el editorial conjunto dela prensa editada en Cataluña y concluye conlas manifestaciones y la agitación callejeras.La insumisión de un Govern que incumple a

conveniencia la legislación vigente y las reso-luciones de los Altos Tribunales. A ello cabesumar el “nacionalismo banal” (Michael Billig)que se percibe en los símbolos, la información,la terminología, la rotulación callejera, la es-tructura administrativa, la escuela, la cultura, lapolicía autonómica, la información meteoroló-gica, los mapas, el deporte o el ocio. Cataluñatransmite una imagen de Estado –de normali-dad “nacional”– que deja su poso.

Diez notas para desmontar las falaciasdel pensamiento único nacionalista

Hay que desmontar las falacias del pensa-miento único nacionalista que se ha instaladoen Cataluña. Diez notas, al respecto.

1. La imposición española. Tres referéndums.Escala de participación, de mayor a menor:Constitución Española (67,91%), Estatuto deAutonomía de Cataluña de 1979 (59,70%),Estatuto de Autonomía de Cataluña de 2006(49,42%). Escala de votos afirmativos, demayor a menor cuantía: Constitución Espa-ñola (90,46%), Estatuto de Autonomía de Ca-taluña de 1979 (88,15%), Estatuto de Auto-nomía de Cataluña de 2006 (73,90%). Es-cala de votos afirmativos en relación con latotalidad del censo electoral: Constitución Es-pañola (67,91%), Estatuto de Autonomía deCataluña de 1979 (60,44%), Estatuto de Au-tonomía de Cataluña de 2006 (48,85%). LaConstitución española tiene mayor acepta-ción que el primer Estatuto catalán, y estemayor que el segundo, que pretendía sobre-pasar al primer Estatuto y a la Constitución.¿Imposición?

2. El expolio fiscal. El déficit fiscal –el “expo-lio” o el “robo”, aseguran– no lo tiene Cata-luña, sino el ciudadano catalán. En un sis-tema de imposición progresiva como el es-

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pañol, el déficit fiscal surge porque el ciuda-dano paga –¡el territorio no paga impues-tos!– en función de sus ingresos y patrimo-nio. Quien más ingresa y mayor patrimonioposee, más paga –más déficit soporta– conindependencia del lugar de residencia. Por lodemás –si aceptamos el criterio territorial–,Cataluña –como la Comunidad de Madrid,las Islas Baleares o la Comunidad Valen-ciana, que también generan déficit fiscal–responde al patrón de redistribución territo-rial propio de las democracias occidentales.Por supuesto: conviene publicar las balanzasfiscales oficiales para desmontar los estu-dios de parte –victimistas– de la Generalitat.

3. La independencia por interés. Sostiene elnacionalismo catalán –forma de proseli-tismo– que, más allá de la cuestión identi-taria, la independencia de Cataluña interesapor razones estrictamente económicas. “Elcatalanismo del bienestar” o “el sobera-nismo pragmático”, dicen. Aunque tambiénhay quien habla del “chovinismo del bienes-tar” a la manera de la Liga Norte italiana. Elrazonamiento: si los impuestos recaudadosen Cataluña no salieran del territorio, habríamás recursos para mejorar la calidad devida de los catalanes. No puede estable-cerse una correlación mecánica entre la in-dependencia fiscal y el aumento de la ri-queza y bienestar ciudadano. ¿Quizá Greciao Portugal no son fiscalmente independien-tes? El déficit fiscal genera riqueza y bien-estar al proporcionar superávit comercial.Muchas empresas catalanas y trabajadorescatalanes están ocupados gracias al déficitfiscal catalán que se redistribuye en otrasautonomías: de esta manera, todos los es-pañoles pueden comprar y pagar las mer-cancías producidas en Cataluña. Por lodemás –pequeñas, medianas y grandes em-presas, así como entidades financieras y

compañías de seguros que gozan de un am-plio mercado nacional–, no olvidemos quemuchos impuestos supuestamente genera-dos en Cataluña provienen del resto de Es-paña. No se puede matar la gallina de loshuevos de oro: dependencia por interés. Ypor otras razones, claro está.

4. Una Cataluña independiente continuaría enla Unión Europea. A la legislación europeahay que remitirse. El artículo 4.2 del Tratadode la Unión Europea garantiza la integridadterritorial de los Estados que la forman y elartículo 49 exige la negociación de los pro-tocolos de entrada y la unanimidad de todoslos miembros para aquellos nuevos Estadosque quieran ingresar en la Unión Europea.¿El plazo medio de incorporación de nuevosmiembros? Dieciséis años. Suma y sigue, elartículo 20 del Tratado de Funcionamientode la Unión Europea establece que la ciuda-danía la concede la pertenencia a un Estadomiembro. Y ahí están las declaraciones dediversos comisarios europeos –la ComisiónEuropea es el organismo que vela por el res-peto y cumplimento de la legalidad euro-pea–, así como del director de los serviciosjurídicos de la Comisión Europea, que afirmaque una Cataluña independiente saldría dela Unión Europea.

5. Una Cataluña independiente tendría el eurocomo moneda. Es cierto que una Cataluñaindependiente y fuera de la Unión Europeapodría conservar –caso de Montenegro y Ko-sovo– el euro. Pero, quedaría fuera de laUnión Monetaria Europea. ¿Qué futuro ha-bría sin el apoyo y créditos del Banco Cen-tral Europeo? ¿Con qué créditos se pagaríala deuda pública y privada? ¿Quién recapita-lizaría a las entidades financieras con pro-blemas? ¿Cómo garantizar los ahorros deaquellos impositores que tienen sus recur-

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sos en entidades financieras catalanas?¿Cómo evitar que el dinero ingresado en lasentidades financieras catalanas busque re-fugio en cualquier Estado –España, por ejem-plo– de la Unión Europea? ¿Un corralito a lacatalana? ¿Cómo crecer y desarrollarse sincrédito? ¿Una moneda propia que tendríaproblemas de reconocimiento y convertibili-dad y solo podría subsistir –si lo consigue–mediante continuadas devaluaciones graciasa las cuales el Estado catalán y la poblacióny economía catalanas se empobrecerían?

6. Cataluña, próximo Estado de la ONU. Su-pongamos –hipótesis que no contempla-mos– que Cataluña se constituye en Estado.Para formar parte de la ONU, el Consejo deSeguridad ha de proponer la integración a laAsamblea General. Cosa que no sucederá,porque cada uno de los cinco miembros delConsejo de Seguridad tiene el derecho deveto y la mayoría de ellos tienen suficientesrazones –intereses internacionales y temoral contagio interior– para ejercerlo. ¿Cata-luña en la ONU? Como Palestina.

7. Una Cataluña independiente es viable.Como viable es Kosovo y Montenegro. Laeconomía de la secesión, por su propia na-turaleza, disminuiría los flujos comerciales,reduciría las exportaciones, favorecería ladeslocalización de empresas y la repatriaciónde capitales, necesitaría recursos propiospara financiar un nuevo sistema de protec-ción social, exigiría un aumento de la cargaimpositiva, adelgazaría la actividad productivapor un número indeterminado de años conlas consiguientes secuelas. En definitiva, Ca-taluña y los catalanes experimentarían unempobrecimiento –caída del PIB y de la rentaper cápita– que se traduciría en una pérdidadel bienestar de los ciudadanos. Un mal ne-gocio, ya que hablamos del bolsillo.

8. El derecho a decidir. Y Escocia. Lección ele-mental de politología: el derecho a decidirno es un derecho natural, sino un derechopolítico que se ejerce –eso es la democra-cia– en un determinado marco jurídico: el dela legalidad. El de la Constitución. La ley espara toda la ciudadanía. La ley no puede ser–pongamos por caso– un pacto entre el Es-tado y alguna de las partes. Y ello, para evi-tar –¿hay que decidir sobre la reinstauraciónde la pena de muerte, la vuelta de la escla-vitud, la circulación por la izquierda o la su-presión de impuestos o semáforos?– abu-sos o extravagancias. Por cierto: ¿los espa-ñoles tienen o no tienen “derecho adecidir”? Por supuesto que sí. ¿O es que lasoberanía no reside en el pueblo español?¿Escocia? El referéndum escocés obedece,no al reconocimiento de un derecho –que noexiste–, sino a una concesión puntual delParlamento británico. Si en España el Con-greso de los Diputados –de conformidad conla Constitución– tomara una decisión pare-cida, sea. El imperio de la ley.

9. El derecho de autodeterminación. El Dere-cho Internacional no contempla la autode-terminación de Cataluña. Pacto Internacio-nal de Derechos Civiles y Políticos de 1966:“Todo intento encaminado a romper total oparcialmente la unidad nacional y la integri-dad territorial de un país es incompatiblecon los propósitos y principios de la Cartade las Naciones Unidas”. La resolución2160/XXI de la ONU de 30 de noviembre de1966 llama a los Estados a que “realicentodo tipo de esfuerzos y adopten las medi-das necesarias con el objeto de facilitar elderecho de autodeterminación de los pue-blos bajo dominio colonial”. Resolución2625 de las Naciones Unidas de 24 de oc-tubre de 1970: “Ninguna de las disposicio-nes de los párrafos precedentes se enten-

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derá en el sentido que autorice o fomentecualquier acción encaminada a romper omenoscabar, total o parcialmente, la integri-dad territorial de los Estados soberanos eindependientes que se conduzcan de con-formidad con el principio de igualdad de de-rechos y de libre determinación de los pue-blos y estén, por tanto, dotados de un go-bierno que represente la totalidad delpueblo perteneciente al territorio, sin distin-ción por motivos de raza, credo o color”.

10. Diálogo. ¿De qué hablamos cuando habla-mos de diálogo? ¿Cuáles son las condicio-nes, marco y límites del diálogo? ¿Se puededialogar sobre la ilegalidad? ¿Cómo dialogarcon quien –en el mensaje institucional de laDiada– señala la ruta del nacionalismo ca-talán: derecho a decidir, consulta, transiciónnacional y forma de Estado? ¿Así se dia-loga? ¿Con diálogo, negociación y voluntadpolítica solucionaremos el “problema cata-lán”? ¿El nacionalismo catalán quiere solu-cionar el “problema” o quiere seguir tensio-nando la situación como táctica o estrate-gia de la vía hacia la independencia? ¿Cuálsería la vida de una reforma dialogada delmodelo autonómico o de un nuevo modelo?El nacionalismo catalán, ¿se conformaríacon una reforma del Senado que lo convir-tiera en una cámara territorial, o con unnuevo sistema de financiación de las Co-munidades Autónomas, o con la introduc-ción de singularidades territoriales en laCarta Magna? ¿Singularidades territorialessolo para uno o unos cuantos? ¿La legali-dad es un objeto moldeable a gusto del con-sumidor? ¿La reforma de la Constitución?La Constitución puede ser interpretada, perodentro de un límite. La Constitución admitela modificación o la reforma, pero siguiendoel procedimiento constitucional establecido¿Hay que modificar o reformar la Constitu-

ción cuando lo pida un Parlamento autonó-mico sin contar con el apoyo suficiente enlas Cortes?

La legalidad española –como la internacio-nal– no contempla la secesión de una partedel Estado. El derecho a decidir tal como loplantea el nacionalismo catalán no existe.Cataluña no es un sujeto político soberanoy no tiene derecho a decidir en la cuestiónde la soberanía.

Coda final. Dos citas para entender qué ocurre en Cataluña

Una cita del periodista catalán Agustí Calvet,“Gaziel” (1887-1964), director de La Vanguar-dia de 1920 a 1936. Anoten:

“Todo indica que no se trata de un jugador desdichado,sino de un mal jugador, cosa absolutamente distinta.Solo hará falta que se coloquen silenciosamente de-trás de él, a ver cómo juega. No tardarán mucho en des-cubrir que lanza espadas cuando debería lanzar oros, yenvida cuando hay que pasar, y no acierta ni una. Puesbien: este tipo de jugador es Cataluña”.

“El desconsuelo”, 1944, publicado en el libro Qué clase de gente somos, 1970.

Una cita del abogado catalanista y dirigentede Acció Catalana Republicana, Amadeu Hur-tado (1875-1950). Anoten:

“Es la pugna que se presenta y se presentará siempreen momentos de crisis de nuestro país, entre quienesrepresentan la tradición política de Cataluña, refugia-dos ahora en el principio de la autodeterminación, yquienes representan la renovación penosa y difícil delsentido político de los catalanes… Siendo [Cataluña],en tantos órdenes de la vida, un pueblo hecho, políti-camente no lo es. Por razones históricas que todos co-nocemos demasiado, Cataluña en el aspecto políticono ha podido salir todavía del estadio de multitud. Y essabido por todo el mundo, especialmente por nuestrostradicionalistas, que una multitud, para moverse y acon-tecer un factor de la vida pública, necesita el estímulo

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El nacionalismo populista en Cataluña. Naturaleza, desarrollo y falacias

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de una emoción... En una multitud se puede encenderun sentimiento de adoración del pasado, porque ya nomolesta y es como un sagrario de todas las virtudes na-cionales, y también se puede azuzar una pasión por elfuturo, que tiene todo el encanto de una ilusión, pero esextremadamente difícil conseguir la estimación del pre-sente, que no tiene, por la razón de ser el presente,ningún interés emotivo… se comprende, en las horas

que vivimos, como en tantas otras parecidas, que latradición política de Cataluña salga levantada contra elEstatuto de su autonomía, no porque sea restringido,deficiente o malo, sino porque es el actual”.

“¿Hay que revisar el catalanismo?”, 1945, publicado en el libro Antes del seis de octubre

(un dietario), 2008.

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Un poco de historia

Es hoy muy frecuente recurrir a la historiapara justificar el separatismo catalán, inclusoconvocar con este fin congresos preprogra-mados y subvencionados. Yo creo que, por po-derosas que sean las autoridades que res-paldan esta propaganda disfrazada de cien-cia, el recurso a la historia es un grave error,porque lo que esta ciencia justifica es exac-tamente lo contrario.

El siglo XVIII

Se vive hoy en Cataluña un paroxismo de exal-tación y revanchismo con motivo del tricente-nario de la toma de Barcelona por las tropasborbónicas, en la Guerra de Sucesión de Es-

paña. Como es bien sabido, la derrota de lastropas catalanas fue seguida por la aboliciónde los fueros y de las llamadas libertades ca-talanas, amén de una serie de institucionescentenarias, como la Generalidad, el Consejode Ciento, la Diputación, los ayuntamientostradicionales, etc., abolición que quedó con-firmada dos años más tarde por el llamadoDecreto de Nueva Planta que, además, insti-tuía un nuevo sistema fiscal, con la introduc-ción de un nuevo impuesto directo común-mente conocido como el catastro, porque es-taba basado en la confección de un catastrode bienes tanto raíces como comerciales e in-dustriales. Afirman los nacionalistas que todoello constituyó la destrucción de la nación ca-talana y que fue una agresión de España con-tra Cataluña.

Cataluña y España: el coste de la separación*

Gabriel Tortella CasaresCatedrático de Historia Económica. Universidad de Alcalá de Henares

* Texto editado de la intervención del autor en el seminario FAES “La factura económica del nacionalismo”, Barce-lona, 18 de noviembre de 2013.

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Esta es una interpretación muy sesgada yesencialmente falsa. En primer lugar, no habíatal nación catalana. Por un lado, el conceptomoderno de nación (que es el que utilizan losmodernos nacionalistas) como un conjunto deciudadanos libres e iguales, en un determinadoterritorio, bajo una legislación uniforme y un soloEstado, nace con las revoluciones americana yfrancesa a finales del siglo XVIII. En este sen-tido, tampoco había nación española, pero síhabía Reino de España, del que Aragón, y portanto Cataluña, formaba parte. Por otro lado, losusos y fueros, que pervivieron en el Reino deAragón con más fijeza que en el de Castilla,eran instituciones medievales, con una rígidaestructura social de tipo feudal, estratificada enclases (estamentos), y por lo tanto antagónicascon el moderno concepto de nación.

En segundo lugar, la Guerra de Sucesión noenfrentó a España contra Cataluña (otra afirma-ción falsa muy frecuente entre los historiadoresnacionalistas), sino, grosso modo, al antiguoReino de Castilla (que apoyó al rey legítimo, Fe-lipe V) contra el antiguo Reino de Aragón (que,después de haber reconocido a Felipe, empu-jado y ayudado por Inglaterra, Holanda y Austria,cambió de parecer y apoyó al candidato de estaspotencias, Carlos de Habsburgo). Sucesiva-mente, y después de largos años de luchacruenta, los antiguos reinos componentes delReino de Aragón fueron conquistados por las tro-pas de Felipe V, por este orden: Valencia, Ara-gón, Cataluña y Mallorca. Por tanto, decir quehubo aquí un enfrentamiento de España contraCataluña es una grave falsedad histórica. El mí-tico héroe de la resistencia barcelonesa, el tanadmirado Rafael Casanova, manifestó siempreestar luchando “por la libertad de España”. Nocontra España, ni por la libertad de Cataluña.

En tercer lugar, la abolición de los antiguosfueros catalanes dio lugar a la modernización

de las instituciones del Principado, termi-nando con las instituciones medievales quepreservaban los intereses de la nobleza y lasélites urbanas, y que habían mantenido a Ca-taluña social y económicamente estancadadurante más de dos siglos. Como escribióJaume Vicens Vives (1966, pp. 144-5) la“‘nueva planta’ echó por la borda del pasadoel régimen de privilegios y fueros de la Coronade Aragón […], el desescombro de privilegiosy fueros [...] benefició insospechadamente [aCataluña], no solo porque obligó a los catala-nes a mirar hacia el porvenir, sino porque lesbrindó las mismas posibilidades que a Casti-lla en el seno de la común monarquía [...]”.

En cuarto lugar, además de la introduccióndel catastro, impuesto mucho más moderno yequitativo que los que habían regido en toda Es-paña hasta entonces, y que, aunque con distin-tas variantes, se aplicó también en Valencia, Ara-gón y Mallorca, otras reformas borbónicas be-neficiaron grandemente a Cataluña, propiciandoel crecimiento económico que se inició en lasdécadas siguientes a 1714. Hay razones parapensar que el catastro, tal como se aplicó en Ca-taluña, fue más justo y equitativo que en losdemás territorios de la antigua Corona de Ara-gón; como escribió un experto fiscal de la época,Miguel de Zavala y Auñón (1732), “no puedecompararse lo justificado de las reglas de la im-posición de Cataluña, con las que se practicanen Aragón y Valencia”. Y aunque en los primerosaños el nuevo impuesto resultó gravoso por lapostración económica del Principado, pronto fuerebajado y nunca más vuelto a subir, por lo que,al crecer la población, la economía y los preciosdesde mediados del XVIII, resultaba llevadero yproducía una presión fiscal mucho menor que lade Castilla (Fernández de Pinedo, 1984).

Según la teoría de Mancur Olson (1982), Ca-taluña, a la larga, se vio beneficiada por haber

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perdido la guerra, porque sus instituciones pu-dieron modernizarse rápidamente en contra delos intereses seculares de los grupos podero-sos; lo contrario ocurrió en Castilla, vencedoraen la Guerra de Sucesión y, por tanto, muchomás difícil de reformar; es bien sabido que eléxito del catastro movió a un grupo de gober-nantes ilustrados, señaladamente el marquésde la Ensenada y Pedro Rodríguez Campomanes,con el apoyo sucesivo de Fernando VI y Carlos III,a implantar el catastro de la riqueza rústica enCastilla (el famoso “Catastro de Ensenada”) conel propósito de utilizarlo como fuente de infor-mación para imponer un gravamen directo simi-lar al catalán, la llamada Única Contribución.Pero como, para su desgracia, Castilla no habíaperdido la guerra, sino que la ganó, ni siquieraEnsenada, con todo el apoyo real, consiguió im-plantar la Única Contribución en Castilla; la re-sistencia de una parte de la nobleza, de la Igle-sia y de las corporaciones municipales acabó lo-grando que se salieran con la suya estos gruposde intereses, y que los oportunos decretos fir-mados por Carlos III acabaran convirtiéndose enpapel mojado (Matilla Tascón, 1947; Mateos Do-rado, 1990). Castilla siguió sufriendo mayor pre-sión fiscal y un reparto inicuo de la carga.

Otros importantísimos beneficios económi-cos para Cataluña de la política borbónica fue-ron los siguientes:

• Abolición de las aduanas (salvo algunas ex-cepciones) que separaban los reinos de Ara-gón y Castilla, con lo que la agricultura y lanaciente industria catalana vieron facilitadoel transporte de sus productos a los merca-dos más accesibles del resto de España.

• Estímulo al comercio catalán para la expor-tación a América. Sea por la razón que fuere–unos hablan de discriminación; otros,como Vicens Vives (2013, p. 48) y Martínez

Shaw (1981, p. 14), la niegan–, Cataluña ex-portó poco a América en los siglos XVI y XVII.En el XVIII este comercio creció muy sus-tancialmente, beneficiado por la actitud dela Corona, que quería favorecer la recupera-ción económica de Cataluña y promover laindustria naval, y por una legislación cadavez más liberal en materia de comercio co-lonial. A partir de 1745 los navíos catalanesnavegaban directamente a América con lasola formalidad de fondear en Cádiz. A par-tir de 1765 ya navegaban directamentedesde Barcelona sin necesidad de pasar porCádiz (Martínez Shaw, 1981, Caps. 2 y 3).

• Protección a la industria textil catalana pormedio de aranceles y prohibiciones, lo que,evidentemente, contribuyó al desarrollo dela industria algodonera; desarrollo y protec-ción que luego se prolongarían en el XIX yconvertirían a Cataluña en “la fábrica de Es-paña” (Thomson, 1992).

Todo lo anterior clarifica y pone en su lugar lainsistencia de los separatistas en difundir un sig-nificado (erróneo) de la Guerra de Sucesión y enhablar, contra toda evidencia, de la “opresión bor-bónica” y la destrucción de la “nación catalana”.

El siglo XIX

Ya en el siglo XVIII puede apreciarse la moder-nización de la sociedad catalana, entre cuyasmás claras manifestaciones está el rápido cre-cimiento de la población: aumento de la nup-cialidad y de la natalidad. Desde finales delsiglo XVIII (1787) a mediados del XIX (1857),la población catalana pasa de ser un 7,8% aser un 10,7% de la población española (Carre-ras y Tafunell, 2005, Cuadro 2.32).

Pese a las destrucciones de la Guerra de In-dependencia, la industria algodonera se repuso

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pronto y, de nuevo protegida por una fuerte ba-rrera arancelaria, creció notablemente en elsiglo XIX (ver, por ejemplo, Nadal, 1975, Cap.7; Maluquer de Motes i Bernet, 1998, Caps. 2y 3). Barcelona se convirtió en la gran ciudad in-dustrial y comercial española gracias al desa-rrollo de esta industria y de otras auxiliares yatraídas por las economías internas y externasque la ciudad y el puerto conllevaban.

Los industriales catalanes, agrupados en laComisión de Fábricas, que más tarde se lla-maría Junta de Fábricas y luego se convertiríaen el Fomento del Trabajo Nacional, constituíanun fuerte grupo de presión que luchaba pormantener y aumentar la férrea protección aran-celaria. El siglo XIX es el periodo en que Cata-luña más se destaca del resto de España (verGráfico 1).

Aunque los cálculos en que se basa estegráfico son un tanto especulativos, la tendenciaque marca es esencialmente correcta.

Se ha mencionado a menudo que Cataluñadebe mucho a España a causa de esta cons-tante protección que se otorgó a la industria al-

godonera desde el siglo XVIII hasta bien entradoel XX, y no hay duda de esto. Los españoles sevistieron con tejidos catalanes, más caros y depeor calidad que los ingleses, que hubieran po-dido adquirir de haber existido librecambio. Esdecir, hubo una clara transferencia de renta delos consumidores españoles a los fabricantestextiles catalanes. Antonio Machado cuenta enJuan de Mairena que su protagonista llamaba asu abrigo “venganza catalana”, por haberle cos-tado mucho y abrigado poco.

Yo creo, sin embargo, que a medio y largoplazo hubiera sido mejor para la industria textilcatalana tener menor protección. Con menorprotección, seguramente las fábricas menoseficientes habrían cerrado, pero las supervi-vientes habrían reducido costes y aumentadosu productividad, se habrían especializado másy habrían competido en los mercados interna-cionales. Los industriales catalanes se queja-ban de la estrechez del mercado español acausa de la pobreza de España, pero renuncia-ron casi totalmente a competir en los merca-dos internacionales. La pérdida del mercadocautivo de Cuba en 1898 no hubiera sido tantraumática (contribuyó poderosamente al movi-

Fuente: Carreras y Tafunell, 2005, Cuadro 17.27

GRÁFICO 1.Renta por habitante en Cataluña/Renta por habitante en España

1800 1810 1820 1830 1840 1850 1860 1870 1880 1890 1900 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000

180

160

140

120

100

%

Renta per cápita en CataluñaRenta per cápita en España = 100%

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miento nacionalista), porque la industria textilhabría tenido otros mercados alternativosdonde competir. Es cierto, con todo, que la in-dustria textil tuvo el papel de sector líder du-rante todo el siglo XIX y principios del XX.

Siglo XX

El inicio del siglo vino marcado por la profundacrisis de 1898, una crisis que fue simultánea-mente de identidad española, además de textily agraria. De la crisis de identidad colectiva quecausó la derrota de 1898 poco hay que hablarpor lo mucho que se ha escrito sobre ella; basterecordar que dio nombre a una de las genera-ciones literarias más señaladas en la historiade España, además de al movimiento político-in-telectual conocido como regeneracionismo. Ladepresión agraria vino ligada a dos fenómenosindependientes: de un lado, la baja masiva enlos precios de los productos agrarios, en espe-cial los cereales, debida a la mejora en el sis-tema de transportes mundial (ferrocarriles, na-vegación a vapor), que inundó el mercado con laproducción de las llanuras americanas y rusas;de otro lado, la plaga filoxérica, plaga que arrasólos viñedos europeos y que en Cataluña diolugar al problema de la rabassa morta, contratode arrendamiento agrario muy común en las tie-rras vitícolas del Principado que ligaba la vigen-cia del contrato a la pervivencia de las cepas.La extensión de la filoxera causó la interrupciónmasiva de estos contratos y dio lugar a una olade desahucios y desempleo de los aparceros vi-ticultores: los rabassaires. A todo ello se unióla crisis del textil ante la pérdida del mercadocubano y la pérdida de poder adquisitivo de lasmasas campesinas. Todo esto contribuyó aalentar el malestar y la rebeldía, el Espanya noens comprèn; Escolta, Espanya, etc.

Sin embargo, tras el desastre del 98 se ini-ció un proceso de diversificación y moderniza-

ción de la economía española en su conjunto,y de la catalana también. Tuvo lugar desde losinicios del siglo un desarrollo de las industriasbásicas, pesadas, frente a las ligeras (textil, ali-mentarias, calzado, bebidas) que fueron las ca-racterísticas del XIX. Durante el primer terciodel XX se desarrolló en España la industria quí-mica, la metalúrgica, la de la energía (hidroe-lectricidad), la del automóvil, la aeronáutica, lade las comunicaciones, etc. La industrializacióntrajo consigo la emigración del campo a la ciu-dad y, por lo tanto, un proceso de urbanizacióny proletarización (proceso muy bien reflejado enLa rebelión de las masas, la obra maestra deJosé Ortega y Gasset publicada en 1930). Estoconllevó la formación de los cinturones rojos delas ciudades, en especial, Barcelona, lo cual asu vez trajo consigo la aparición y desarrollo denuevos partidos políticos (socialistas; anar-quistas; más adelante, comunistas, republica-nos, nacionalistas, etc.) que rompieron el duo-polio que en la Restauración habían ostentadoel partido conservador y el liberal. La descom-posición del régimen político de la Restauracióny la difusión de la propaganda bolchevique ins-tiló en las clases acomodadas el miedo a la re-volución que (como en muchos otros países deEuropa) produjo un reflejo autoritario: conse-cuencia de esta reacción fue la dictadura delgeneral Miguel Primo de Rivera, declarada-mente antiseparatista, y con fuerte apoyo enCataluña, a la que benefició con su política deobras públicas y su nacionalismo industrialista.Ello explica la actitud favorable que encontró enlos círculos de negocios catalanes, cuyo ejem-plo paradigmático lo constituyen los hermanosEduard y Francesc Recasens, fundadores delBanco de Cataluña, y de varias otras empresasque colaboraban y recibían apoyo de los minis-terios dictatoriales, en especial del de Ha-cienda, al frente del cual estaba José Calvo So-telo. Pero la dictadura al fin se vino abajo porsu falta de proyecto político a largo plazo, por

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CATALUÑA EN CLARO: ECONOMÍA, DERECHO, HISTORIA, CULTURA

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sus serios errores (en especial, la creación delMonopolio de Petróleos) y por los inicios de laGran Depresión. Cuando llegó la República, elnuevo ministro de Hacienda, Indalecio Prieto,tomó en las empresas de los Recasens cum-plida venganza.

Guerra Civil. No fue otra guerra de Españacontra Cataluña. Muchos catalanes apoyaron aFranco, empezando por Cambò, Ventosa, Car-celler, Gual Villalbí, los generales Miquel Caba-nellas y Manuel Goded (catalán aunque nacidoen Puerto Rico), y un largo etcétera (más tarde,Félix Escalas, Laureano López Rodó, Fabián Es-tapé, Lucas Beltrán, Luis Valls Taberner, etc.).Cataluña, como toda España, se dividió en laguerra, e incluso se subdividió en la primaverade 1937. Fue una guerra civil entre la derechay la izquierda españolas. Como casi todas laszonas urbanizadas y desarrolladas económica-mente, Cataluña se resistió inicialmente algolpe militar del 18 de Julio.

Franquismo. No oprimió a Cataluña más queal resto de España. No reprimió al idioma ca-talán más que al gallego o al vasco. Yo pasémi primera infancia en Barcelona, fui al colegioallí; el catalán se hablaba libremente en losaños cuarenta y Barcelona era una ciudad re-lajadamente bilingüe. Luego veraneé con mi fa-milia en Sant Pol de Mar varios años durante miinfancia y adolescencia, y ocurría lo mismo. Allíveraneaban los hijos de Manuel Carrasco For-miguera (político republicano fusilado porFranco), que eran muy amigos de mis padres, ylos hijos eran muy amigos nuestros y allí todoel mundo hablaba catalán y castellano sensecap mena de problema. Incluso había familiasdonde unos hermanos hablaban catalán y otrosno. La clase media catalana en los años cin-cuenta no tenía simpatía por el franquismo,pero estaba muy adaptada. Durante la segundamitad del franquismo, se publicaron muchos li-

bros en catalán, entre otros el magnífico In-dustrials i polítics (1961), de Vicens Vives, queantes, en 1954, había publicado Notícia de Ca-talunya, un libro de tono bastante catalanista,con gran éxito de ventas. Y económicamente, laprotección férrea con pretensiones autárquicascontribuyó mucho al desarrollo industrial. Porotra parte, la gran empresa automovilística deesa época, la SEAT, se localizó en Cataluña pordecisión del gobierno franquista, como lo fue-ron la central nuclear de Vandellòs, la refineríade Tarragona, etc.

Para Cataluña, como en general para la in-dustria española, el problema vino con la libe-ralización y la crisis de los años setenta, con elfenómeno de la desindustrialización que aquejóal mundo desarrollado ante la competencia delos países emergentes: Brasil, Corea, Japón.Hoy la competencia está en China.

En la actualidad, los problemas de la desin-dustrialización se agravan con las veleidadesseparatistas, que introducen una gran incerti-dumbre entre los inversores. Quizá a esto sedeba la caída de la participación catalana en lainversión extranjera española (Gráfico 3).

También es serio el problema de la educa-ción, que si en España en su conjunto es defi-ciente, en Cataluña exhibe tendencias alar-mantes. Así, el Gráfico 2 muestra el descensoen Cataluña de los años de escolarización de lapoblación ocupada; lo mismo traslucen las ci-fras del Ministerio de Educación. Cataluña estáen el noveno lugar en cuanto a educación deadultos (Cuadro 1), pero lo más ominoso esque su puesto en educación de jóvenes adultos(Cuadro 2), que mide los efectos más recien-tes de la actividad educativa, es el undécimo(el cuadro ofrece la situación en algunas Co-munidades seleccionadas).

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Cataluña y España: el coste de la separación

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Fuente: Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, IVIE

GRÁFICO 2.Años de Educación de la Población Ocupada. Media española = 100

1977

1979

1981

1983

1985

1987

1989

1991

1993

1995

1997

1999

2001

2003

2005

2007

2009

100%

105%

110%

115%

120%

125%

95%

90%

85%

Comunidad de Madrid

País Vasco

Comunidad Foral de Navarra

Cataluña

Aragón

Castilla y León

Comunidad Valenciana

Andalucía

Extremadura

Galicia

España Cataluña Madrid País Vasco Navarra Castilla y León Aragón

Primaria o inferior 19,5 24,0 13,2 10,9 12,0 19,7 17,6

Secundaria, 1ª etapa 27,7 23,2 19,0 22,4 25,3 26,9 23,7

Secundaria, 2ª etapa 22.2 22,0 26,9 22,5 24,0 21,4 25,6

Superior 30,7 30,8 40,9 44,1 38,5 32,0 33,0

CUADRO 1: Nivel de estudios de la población adulta (25-64 años) 2010, porcentajes

Fuente: Ministerio de Educación

España Cataluña Madrid País Vasco Navarra Castilla y León Aragón

Primaria o inferior 8,9 13,3 6,1 2,5 5,9 6,8 7,5

Secundaria, 1ª etapa 26,4 23,6 16,4 16,5 16,9 25,0 22,0

Secundaria, 2ª etapa 25,6 23,7 27,8 23,0 27,9 25,2 27,9

Superior 39,2 39,5 49,8 58,0 49,3 43,0 42,7

CUADRO 2: Nivel de estudios de la población adulta (25-34 años) 2010, porcentajes

Fuente: Ministerio de Educación

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CATALUÑA EN CLARO: ECONOMÍA, DERECHO, HISTORIA, CULTURA

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La conclusión de todo lo anterior es que, conuna perspectiva secular, la unión con España leha ido muy bien económicamente a Cataluña, yademás le ha permitido entrar a formar partede la Unión Europea. Desde los años de la Tran-sición a la democracia, aproximadamente, laeconomía catalana, a pesar de que en conjuntoha tenido un desarrollo muy satisfactorio, ha su-frido, como muchas otras regiones europeas,un problema de desindustrialización, problemaque quizá no se ha tratado con la eficacia quehubiera sido de desear, como sugiere el casode la educación de adultos.

Por otra parte, ha tenido lugar durante esosaños un proceso de convergencia económicaen España que ha arrebatado a Cataluña el pri-mer lugar en renta por habitante (Gráficos 4 y

5). Estos problemas, aunque no graves, pue-den haber dado lugar al recrudecimiento del im-pulso separatista, sin justificarlo en absoluto.

La economía catalana ha sufrido también,como la española y la de la Unión Europea, losefectos de la crisis que se inició en 2007 (Grá-fico 6). Este gráfico y el precedente (5) mues-tran, por un lado, que, si bien el crecimiento an-terior a la crisis fue mayor en Cataluña que enla Unión, la crisis afectó en mayor medida a Ca-taluña, y la recuperación fue allí también máslenta. Sin embargo, la comparación con Españapone de relieve que, si bien la economía cata-lana se vio más afectada en los primeros añosde la crisis, más recientemente la recuperaciónde Cataluña ha sido más rápida que la de Es-paña en su conjunto.

Fuente: Idescat

GRÁFICO 3.Inversión Exterior Cataluña/España, Recta de Tendencia, 1995-2013

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013(1er sem)

20

25

15

10

5

0

Inversión exterior Cataluña/EspañaLineal (Inversión exterior Cataluña/España)

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Fuente: Alcaide: (BBVA)

GRÁFICO 4.Renta por habitante Cataluña/Renta por habitante España

1955 1959 1963 1967 1971 1975 1979 1983 1987 1991 1995 1999 2003 2007

130

135

140

145

150

155

125

120

110

Y/P Cat/Esp

Fuente: Idescat

GRÁFICO 5.Renta por Habitante: Cataluña/España, 2000-2012.

2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

1,24

1,26

1,28

1,30

1,32

1,22

1,20

1,18

1,16

PIB Cat/Esp %

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Si se consumara la separación

La separación de Cataluña, ¿traería consigo susalida de la UE, o lograría el nuevo Estado salirde España sin abandonar la Unión? Esta cues-tión es crucial, porque, entre otras cosas, la sa-lida de la Unión acarrearía efectos económicosmuy graves.

Si Cataluña se encontrase fuera de la UniónEuropea desandaría en muy corto espacio detiempo el camino que España recorrió desde suingreso en 1986, es decir, una trayectoria deunos 28 años, suponiendo que la secesión tu-viera lugar en 2014. En concreto, Cataluña severía separada de sus vecinos, España y Fran-cia, por el arancel exterior de la Unión; la legis-lación de la Unión dejaría de aplicarse en Cata-luña, y también se vería privada de los Fondosde Cohesión y de los demás fondos que Europaha creado para paliar los efectos de la crisis enpaíses que han estado seriamente afectadospor ella. También se vería privada de acceso alFondo de Liquidez Autonómica y de otros fon-

dos del Estado español establecidos con elmismo fin de paliar los efectos de la crisis.

En materia monetaria, Cataluña podría conti-nuar utilizando el euro, pero el “euro catalán” noestaría sometido a, y a la vez defendido por, lapolítica monetaria del BCE. Esto significaría,entre otras cosas, que, en principio, la masa mo-netaria circulando en Cataluña solo dependeríade su balanza de pagos. Si esta fuera, como esprevisible, deficitaria, la oferta monetaria cata-lana tendería a decrecer, y el ajuste habría de ha-cerse bien deprimiendo precios y salarios, biendevaluando el euro catalán, con lo que esta mo-neda ya sería diferente del “euro europeo”, comoel dólar canadiense es diferente del US dollar.

La balanza de pagos sería verosímilmentedeficitaria porque, debido a los aranceles eu-ropeos, Cataluña tendría que reorientar drásti-camente su comercio exterior, ya que sus ex-portaciones a la Unión disminuirían y tendríaque encontrar nuevos mercados más lejanos,donde tendría que competir en condiciones di-

Fuente: Idescat

GRÁFICO 6.Renta por Habitante, Cataluña, España y Zona Euro, 2000-2012.

30.000

35.000

25.000

20.000

15.000

10.000

Cataluña

Renta por habitante, euros

España Zona euro

2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

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fíciles; además, por estos problemas y a causade la incertidumbre generada por el drásticocambio, sus importaciones de capital tambiénse reducirían considerablemente. Todo esto re-percutiría negativamente en el empleo y tam-bién en las cuentas públicas, con una alta pro-babilidad de que se viera en graves dificultadespara pagar sus pensiones, sus nóminas, y susprestaciones de desempleo.

Por otra parte, si Cataluña pudiera continuarbajo el paraguas de la Unión Europea, sus pro-blemas no estarían ni mucho menos resueltos,como veremos, pero no tendrían el carácter ca-taclísmico que tendrían en el caso de la sepa-ración total. Ahora bien, ¿cuál de los dos su-puestos es más probable, el de la separacióntotal o el de la permanencia en la Unión?

Para dar una respuesta a esta pregunta te-nemos que referirnos a la legislación comuni-taria, y también, por supuesto, a la interpreta-ción que de tal legislación han ofrecido las au-toridades. El art. 4.2 del Tratado de la UniónEuropea (TUE) dice: “La Unión respetará [...] lasfunciones esenciales del Estado, especial-mente las que tienen por objeto garantizar suintegridad territorial [...]”. Esto, evidentemente,significa que la secesión inconstitucional deuna parte de un Estado no puede ser recono-cida por la Unión.

El art. 9 TUE dice: “Será ciudadano de laUnión toda persona que tenga la nacionalidadde un Estado miembro. La ciudadanía de laUnión se añade a la ciudadanía nacional sinsustituirla”. Esto implica que si Cataluña dejarade ser parte de España, sus ciudadanos deja-rían de ser españoles y, por lo tanto, perderíanautomáticamente la ciudadanía europea.

Para dejar las cosas bien claras, el art. 52TUE enumera a los países miembros de la

Unión, entre los que se encuentra el Reino deEspaña. Si Cataluña o cualquier otro territorioperteneciente a uno de estos países miembrosse separara y constituyera un nuevo Estado, noestaría incluido en esta enumeración y, portanto, quedaría automáticamente fuera de laUnión hasta ser admitido como nuevo Estadomiembro, lo cual requiere la aceptación porunanimidad de los Estados integrantes de laUnión tras un procedimiento que lleva años denegociación. Además, para ser admitido se re-quiere no solo la unanimidad de los Estados dela Unión, sino la mayoría en el Parlamento Eu-ropeo y el acuerdo del Consejo.

Obsérvese que el caso de Escocia es dife-rente al de Cataluña, entre otras razones, poresta misma cuestión de la enumeración. Esco-cia fue un reino independiente por muchos si-glos hasta que en 1707 se unió, por el Tratadode la Unión, con Inglaterra y Gales, lo cual pro-dujo, entre otras cosas, el nacimiento del ReinoUnido de Gran Bretaña. Por lo tanto, en caso desecesión de Escocia, el Reino Unido de Gran Bre-taña e Irlanda del Norte, que es como se le nom-bra en el TUE, dejaría de existir, y se plantearía elespinoso problema de si sería sustituido por unhipotético Reino Unido de Inglaterra, Gales e Ir-landa del Norte, que es lo más probable, o porEscocia. Esta cuestión no se plantearía, por ra-zones obvias, en el caso de España y Cataluña.

Por si todo lo anterior no estuviera suficien-temente claro, los pronunciamientos de los altosrepresentantes de la Unión lo han dejado aúnmás palmario. Los nacionalistas, entre ellos loscatalanes, han alegado, por ejemplo, que en elTUE no existen normas específicas sobre sece-siones y que ello permitiría hacer interpretacio-nes afirmativas del problema de la separación,que supondrían, por ejemplo, que si un Estadose escindiera, las dos partes quedarían auto-máticamente admitidas en la Unión. A este caso

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hipotético le llaman sus partidarios “ampliacióninterna”. Esto es, como hemos visto, inadmisi-ble según la normativa europea: cualquier Es-tado no enumerado en el art. 52 se convierteen “tercero” y si quiere pertenecer a la Unióntiene que someterse al largo procedimiento delart. 49 que, como hemos visto, requiere, entreotras cosas, la “unanimidad” de los miembros.

Para más claridad, en marzo de 2004, a pre-gunta de una europarlamentaria británica (Elu-ned Morgan) el entonces presidente de la Co-misión Europea, Romano Prodi dictaminó que:

“Cuando una parte del territorio de un Estado miem-bro deja de formar parte de ese Estado, por ejemploporque se convierte en un Estado independiente, lostratados dejarán de aplicarse a ese Estado. En otraspalabras, una nueva región independiente, por elhecho de su independencia, se convertirá en un tercerEstado en relación a la Unión y, desde el día de su in-dependencia, los tratados ya no serán de aplicaciónen su territorio.”

Más evidente, imposible. El dictamen, ade-más, fue confirmado en noviembre de 2012 porel sucesor de Prodi al frente de la Comisión,José Manuel Durão Barroso, y remachado el pa-sado mes de septiembre de 2013 por la porta-voz Pia Ahrenkilde y por el mismo comisario eu-ropeo de la Competencia, Joaquín Almunia, enBarcelona (el día 16). Almunia dijo textualmente,según El País, que: “La parte segregada [de unEstado de la Unión] no es miembro de la UniónEuropea”. Todo esto fue confirmado por escritopor Barroso el miércoles 13 de noviembre de2013 ante una pregunta del eurodiputado ho-landés Auke Zijlstra, según reflejaron los perió-dicos los días 14 y 15 y proclamado una vezmás, en español, el 16 de enero de 2014 enuna reunión con el presidente español en Yuste,Extremadura. Pues bien, los nacionalistas si-guen negando la evidencia y aferrándose a latesis de la “ampliación interna” en los casos in-frecuentes en que discuten esta cuestión explí-

citamente. Acostumbrados a que la ley españolano se aplique en Cataluña, parecen suponer quelo mismo ocurrirá con la ley europea.

Balanzas fiscales

La cuestión de las balanzas fiscales (BF) es unejemplo claro de la propaganda engañosa delos nacionalistas. En primer lugar, es una cues-tión que no se plantea en la mayor parte de lospaíses, porque su cálculo es arduo y debatible,y sus resultados poco interesantes, salvo quequieran utilizarse para hacer demagogia. Cata-luña es una de las Comunidades más ricas yde mayor tamaño de España; el conjunto desus habitantes, por tanto, contribuye a lasarcas públicas más de lo que recibe en trans-ferencias. Esto es algo perfectamente naturalen un país moderno y redistributivo como esEspaña, cuya Constitución dice (art. 138) queel Estado velará “por el establecimiento de unequilibrio económico adecuado y justo entre lasdiversas partes del territorio español”. Por lotanto, el que Cataluña pague más de lo que re-cibe (como hace Madrid en mucha mayor me-dida) es perfectamente ético y constitucional.Salvo, por supuesto, que ese exceso de trans-ferencia pudiera considerarse excesivo, esdecir, que implicara un esfuerzo que sobrepa-sara lo que es “adecuado y justo”.

La mejor manera de estimar si la contribu-ción de Cataluña es inadecuada e injusta es lacomparación, tanto nacional como internacio-nal. Para ello, compararíamos la contribuciónde Cataluña con la de las demás ComunidadesAutónomas españolas, por un lado, y con lasde otras comunidades o entes regionales enotros países de nuestro entorno, como las re-giones francesas o los Länder alemanes.

En cuanto a la comparación nacional, el Go-bierno español ha publicado (por ejemplo, en

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2008) unas estimaciones de balanzas fiscales(hay varios métodos, todos discutibles), dondese comprueba que Cataluña no es la Comuni-dad española que más contribuye: la que másaporta es Madrid, y la segunda, Baleares. Cata-luña es la tercera, y Valencia, la cuarta. Esto esnatural: se trata de las Comunidades más ricas;las más pobres, en lugar de contribuyentesnetas, son beneficiarias netas: Extremadura, An-dalucía, Asturias, Canarias, etc. Hasta aquí todoparece “adecuado y justo”, y el que Cataluña sequeje de ser contribuyente neta equivaldría aque prósperas empresas textiles (como Mango,etc.), agroalimentarias (como Gallina Blanca,Agroalimen y otras), o constructoras o industria-les (como Sacyr, Total, Repsol, Unión Fenosa oGas Natural), entre otras muchas, quisieran in-dependizarse de España porque pagan impues-tos muy altos. Si Cataluña, como agregado,tiene una renta por habitante en torno al 122%de la renta española, parece lógico que, en vir-tud del principio redistributivo consagrado en laConstitución, contribuya más que otras regionescon rentas más bajas. Basar el separatismo enlas balanzas fiscales es, como decía antes, nosolo endeble, sino demagógico.

Sin embargo, hay algo en estas balanzas queno es ni adecuado ni justo, pero que poco tieneque ver con Cataluña. Esto es el hecho de queel País Vasco, teniendo una renta por habitanteincluso más alta que la de Cataluña o Madrid,contribuya mucho menos al “equilibrio econó-mico” y que incluso, según cómo se hagan loscálculos, esa contribución sea negativa (es decir,que recibe más de lo que aporta). Lo mismopuede decirse de Navarra. Se trata de las “co-munidades forales”, una verdadera reliquia delpasado que se desempolvó y rescató en la Tran-sición. Y, para que digan que la historia no tiene

importancia, ya en el Antiguo Régimen se cono-cía al País Vasco y Navarra como las “provinciasexentas” por los pocos impuestos que pagaban.No hay como la democracia para preservar reli-quias feudales. Ni que decir tiene que los sepa-ratistas vascos no apelan nunca a las balanzasfiscales para justificar sus tesis. Es difícil saberexactamente a qué apelan.

Pero volvamos a la perspectiva comparadaacerca de la contribución de Cataluña al “equili-brio económico” español. ¿Qué ocurre en otrospaíses? Para encontrar una respuesta recurri-mos a un artículo de Ángel de la Fuente titulado“¿Cisne negro o pollo del montón?”* en sus va-rias versiones*. La tesis central de este trabajoes que el caso catalán no es un cisne negro, esdecir, una rara avis, un caso de expolio desme-surado, sino un caso muy común a nivel inter-nacional, es decir, un pollo del montón. Compa-rando de una manera aproximada con otros pa-íses como Alemania, Francia o Canadá resultaque, con todas las salvedades que se quiera, elcaso catalán (y español) no es muy diferente delque se observa en esos países como conse-cuencia de las políticas redistributivas en ellospracticadas. El problema está, sin embargo, enque en un aspecto sí es España un cisne negro,y lo es en que calcula y publica las balanzas fis-cales de sus autonomías. La mayor parte de losotros países no lo hacen, probablemente porqueel cálculo es difícil, tiene mucho de arbitrario,aporta poco a lo que ya se sabe a priori (que lasComunidades ricas contribuyen y las pobres re-ciben), y puede dar lugar a discusiones y con-flictos. En España, sin embargo, esto se haceporque los nacionalistas catalanes son maes-tros en provocar discusiones y conflictos, en cul-tivar el victimismo y en acusar al prójimo de loserrores propios.

* Ángel de la Fuente: “¿Cisne negro o pollo del montón? El déficit fiscal catalán en perspectiva”. En El mito fiscal.Razones para un debate. Fundación FAES, 2012.

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Afortunadamente, hay otro cisne negro (opollo corriente), y este es Estados Unidos,donde se han llevado a cabo unos estudiosde comparación fiscal que pueden equipa-rarse con los producidos en España. Por su-puesto, la política redistributiva en EstadosUnidos es mucho más débil que en España,y el tamaño del Estado mucho menor. Perohaciendo los necesarios ajustes que permi-ten convertir a Cataluña, equiparándola a unestado norteamericano, el resultado es quela balanza fiscal de esta Comunidad, adap-tada a los parámetros fiscales de aquel país,encaja perfectamente entre las de los esta-dos norteamericanos, donde también los po-bres reciben y los ricos aportan a las arcaspúblicas (Gráfico 7). En concreto, según los

cálculos de De la Fuente, la balanza de Ca-taluña queda muy cerca de las de Nueva Yorky Nueva Jersey en cuanto a renta por habi-tante y en cuanto a déficit.

No es, ni mucho menos, un caso extraordi-nario, como han pretendido algunos economis-tas de ideología nacionalista. Y, como no es uncaso extraordinario, nunca hemos oído a losciudadanos de Nueva York o de Nueva Jerseyquejarse del expolio a que los someten los Es-tados Unidos. Jamás se les ha oído decir theU.S. steal from us (“los Estados Unidos nosroba”). Eso se queda para Umberto Bossi, de laLega Nord italiana y su slogan favorito: Romaladra (“Roma ladrona”). Los nacionalistas ca-talanes están en buena compañía.

GRÁFICO 7.Tasa de retorno ajustada por el déficit federal versus renta per cápita relativa. Cataluña en relación con los estados de EE. UU.

60 70 80 90 100 110 120 130 140

2,5

2,0

1,5

1,0

0,5

0,0

Gasto por dólar de impuestos

CATALUÑA

Nueva JerseyConnecticut

Nueva York

Wyoming

Alaska

MEDIA EE.UU.

Misisipi Nuevo México

New Hampshire

Renta per cápita relativa

Fuente: Ángel de la Fuente, “Cisne negro o pollo del montón. El déficit fiscal catalán en perspectiva”.

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Fuente, Ángel de la: “¿Cisne negro o pollo delmontón? El déficit fiscal catalán en pers-pectiva”. En El mito fiscal. Razones para undebate. Fundación FAES, 2012. Publicadotambién en El País, 5 octubre de 2012.

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Introducción

Pocos pasos nos separan ya de que el reto delGobierno de la Generalitat de Cataluña al Es-tado, a propósito del derecho a decidir, le llevea adoptar decisiones inconstitucionales queobligarán, a su vez, al Gobierno de la nación ya las Cortes Generales a adoptar medidas pararestablecer el orden constitucional. No hacefalta bucear mucho en la Historia para encon-trar ejemplos que ilustren qué suele ocurrircuando una parte de un Estado (Estados miem-bros, comunidades étnico-religiosas, etc.) cues-tiona primero y desacata después las normasque regulan la convivencia: el Estado se aden-tra por una senda de conflictividad e ingober-nabilidad creciente que suele desembocar eninsurrecciones y enfrentamientos armados con

consecuencias desastrosas para la sociedad,la actividad económica y el bienestar de los ciu-dadanos. Estos conflictos se resuelven cuandouna de las partes reinstaura la legalidad pree-xistente, como ocurrió en los Estados Unidos,1861-65, o cuando una fuerza de intervenciónacaba creando varios Estados independientes,como ocurrió en Yugoslavia, 1991-2000.

Resulta, por ello, harto paradójico, que loslíderes políticos (Mas, Junqueras, Pujol, etc.)y los economistas catalanes que con el con-sejero Mas-Colell a la cabeza apoyan el “pro-ceso de transición nacional de Cataluña”, lopresenten no como una aventura arriesgada ypotencialmente catastrófica, sino como unatransición idílica, como la panacea que per-mitirá mejorar el nivel de vida de los ciudada-

Efectos económicos de la secesión de Cataluña: mejor con España*

Clemente Polo AndrésCatedrático de Fundamentos del Análisis Económico

Universidad Autónoma de Barcelona

* Texto editado de la intervención del autor en el seminario FAES “La factura económica del nacionalismo”, Barcelona, 18 de no-viembre de 2013.

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nos catalanes a corto plazo. Lo cierto es queel mensaje ha calado y son muchos los ciu-dadanos en Cataluña que se han dejado con-vencer tras escuchar a sus líderes repetir adnauseam que están siendo expoliados por elresto de los españoles y que en sus manosestá convertirse en la Holanda del sur de Eu-ropa. ¿Será verdad lo que les dicen o redu-cirá, por el contrario, la independencia sunivel de vida?

El objetivo de este artículo es examinar lasconsecuencias económicas de la hipotética in-dependencia de Cataluña, asumiendo (y tengoque pedir perdón por hacer una hipótesis tanirrealista) que la independencia pudiera alcan-zarse sin provocar una grave fractura social ydesencadenar un conflicto de impredeciblesconsecuencias.

En el segundo apartado, tras ponderar la im-portancia que ha tenido el mercado españolpara el desarrollo de la actividad fabril en el sigloXIX y la expansión industrial y económica en elsiglo XX, presento algunos resultados que cuan-tifican la importancia del mercado español paralos sectores más dinámicos de la economía ca-talana y extraigo las consecuencias que tendríauna reducción significativa de las exportacionesal resto de España, asumiendo que la supuestaindependencia de Cataluña resquebrajaría elmercado único español y que el subsiguiente Es-tado catalán quedaría excluido de la UE.

En el tercer apartado analizo los efectos dela “eurización” de la economía catalana, aden-trándome de lleno en el futurible de una Cata-luña independiente condicionado por la cir-cunstancia de que el euro sería la moneda decambio y depósito de valor del nuevo Estado

que tampoco pertenecería a la Unión Econó-mica y Monetaria o Eurozona.

La última parte del artículo la dedico a re-capitular las principales conclusiones alcanza-das y examino los costes que la secesión cau-saría también a la economía española, pres-tando especial atención a la situación que secrearía en relación al servicio y amortización dela deuda de la Administración Pública Central(APC) y al acceso de las empresas al capital dela APC instalado en Cataluña.

Finalizo presentando algunas propuestas deorden político y económico para afrontar con ga-rantías la deriva independentista en Cataluña.

Cataluña, la fábrica de España1

Antes de cuantificar el peso del mercado es-pañol en la economía catalana, quiero recordarel papel esencial que ha jugado el mercado es-pañol en el desarrollo económico de Cataluñadesde al menos 1850, por fijar una fecha a par-tir de la cual disponemos de abundantes cifras.La economía catalana es hoy lo que es graciasa la unidad política que posibilitó la creación alo largo de los siglos XVIII y XIX de un mercadoúnico en España donde se colocaban las ma-nufacturas producidas en Cataluña, merced alos elevados niveles de protección (arancelariay no arancelaria) de que gozaron desde almenos 1850 hasta 1992. Cataluña se benefi-ció, además, de decisiones políticas de carác-ter discrecional y subvenciones que permitie-ron desarrollar y renovar sectores industrialestanto bajo el franquismo como durante la re-conversión industrial acometida en los años 80del pasado siglo, e incluso en las recientes re-formas del sistema financiero.

1 La expresión la utilizó Nadal (1987) para referirse a la situación hegemónica de las manufacturas e industrias de Cataluña enel mercado español a finales del siglo XIX.

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Si Cataluña no hubiera formado parte de Es-paña, ni se hubiera beneficiado de la protec-ción aduanera de que gozó, ni hubiera recibidolas ayudas y subvenciones aportadas por el Es-tado español, nadie sabe a ciencia cierta lo quesería hoy Cataluña, quizá la Holanda del sur deEuropa que algunos anhelan, o tal vez un de-partamento de Francia o Rumanía. Lo que síestá fuera de toda duda es que el capital físico,humano y empresarial con que cuenta hoy Ca-taluña no se habría acumulado si sus empre-sas no hubieran contado con el mercado delresto de España. Y también podemos afirmarque pese a la diversificación de las exportacio-nes que se ha producido tras la entrada de Es-paña en la CEE en 1986, la puesta en marchadel Mercado Único europeo en 1992, y lapuesta en marcha de la UEM en 1999, las ven-tas al resto de España continúan teniendo hoyun peso decisivo en los sectores más dinámi-cos de la economía catalana: agricultura, ga-nadería y pesca, sectores industriales y ramasde servicios privados.

El peso de las exportaciones catalanas al resto de España

Qué peso tienen las exportaciones al resto deEspaña (RDE) en los sectores de la economíacatalana a principios del siglo XXI, es una pre-gunta que puede contestarse empleando la úl-tima tabla input-output de Cataluña que elaboróel Instituto de Estadística Catalán (IDESCAT)para el año 2005. Según indica la tabla, las ex-portaciones de bienes y servicios de Cataluñaal RDE alcanzaron 62.654,4 millones de eurosy las exportaciones al resto del mundo ascen-

dieron a 42.294,4 millones. Estas cifras supo-nen el 38,6 y el 28,5%, respectivamente, delvalor añadido bruto (VAB) generado en Cataluña(162.430,3 millones). Para apreciar la impor-tancia de las exportaciones al resto de España,basta con recordar que las exportaciones deCataluña a Francia y Alemania fueron 10.050 y6.674,9 millones, respectivamente, en 2012.Cataluña es, por tanto, una economía bastanteabierta cuyo bienestar depende en gran medidade las exportaciones y, muy en particular, de lasexportaciones al resto de España, su principalmercado.

El modelo input-output (MIO) especificadocon los datos de la TIO (tablas input-ouput) deCataluña permite calcular con mayor precisiónla fracción de la producción, el VAB y el em-pleo que generan las exportaciones al RDE detodas las ramas de la economía catalana2.Los resultados que aparecen en los Cuadros1, 2 y 3 muestran el peso de las exportacio-nes en la producción, el valor añadido y el em-pleo, respectivamente, en dos escenarios. Elprimero considera únicamente la produccióndirecta e indirecta requerida para producir lasexportaciones al RDE, mientras que el se-gundo incluye también los efectos inducidossobre el consumo de los hogares por las ren-tas generadas en la producción. Los resulta-dos obtenidos indican que las exportacionesal RDE explican el 36,29% de la producción,el 33,57% del valor añadido y el 33,0% delempleo de la economía catalana, en el se-gundo escenario, y el 26,23% de la produc-ción, el 21,64% del valor añadido y el 20,22%del empleo, en el primer escenario3.

2 El lector interesado en los detalles puede consultar el modelo input-output en el Apéndice 1.3 En el tercer escenario explicado en el Apéndice, cuando la inversión se considera endógena, la proporción de la producción, delvalor añadido y del empleo es más alta: 46,01%, 43,67% y 42,55%, respectivamente.

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Grandes sectores Producción Producción PDI en Producción PDI+I en Variación del total directa e porcentaje de directa, porcentaje de porcentaje

homogénea indirecta la PTH indirecta e la PTH PRDI+I-PDI (PTH) (1) (PDI) (2) (3)=(2)/(1) inducida (5)=(3)/(1) (6)=(5)-(3)

*100 (PDI+I) (4) *100

Agricultura, 3.927.241 1.450.852 36,94 1.870.686 47,63 10,69ganadería y pesca

Industria 122.366.486 56.134.492 45,87 60.707.645 49,61 3,74

Construcción 37.981.820 793.141 2,09 1.876.082 4,94 2,85

Servicios privados 146.391.870 30.788.421 21,03 56.374.294 38,51 17,48

Servicios privados/ 37.407.653 2.126.975 5,69 5.485.082 14,66 8,98públicos

Total 348.075.070 91.293.882 26,23 126.313.790 36,29 10,06

CUADRO 1. Producción directa, indirecta e inducida por las exportaciones al resto de España, 2005

Grandes sectores Valor añadido Valor añadido VABDI en Valor añadido VABDI+I en Variación del bruto total bruto directo e porcentaje del bruto directo, porcentaje de porcentajehomogénea indirecto VABT indirecto e la VABT VABDI+I-VABDI (VABT) (1) (VABDI) (2) (3)=(2)/(1) inducido (5)=(3)/(1) (6)=(5)-(3)

*100 (VABDI+I) (4) *100

Agricultura, 1.947.043 721.345 37,05 928.825 47,70 10,66ganadería y pesca

Industria 37.057.820 17.081.733 46,09 18.430.694 49,73 3,64

Construcción 16.514.981 344.868 2,09 815.745 4,94 2,85

Servicios privados 82.836.930 16.016.820 19,34 31.241.246 37,71 18,38

Servicios privados/ 24.073.618 981.480 4,08 3.112.331 12,93 8,85públicos

Total 162.430.392 35.146.246 21,64 54.528.841 33,57 11,93

CUADRO 2. Valor añadido directo, indirecto e inducido por las exportaciones al resto de España, 2005

Grandes sectores Empleo total Empleo total ETDI en Empleo total ETDI+I en Variación del (ET) (1) directo e porcentaje directo, porcentaje porcentaje

indirecto del ET indirecto e del ET ETDI+I - ETDI (ETDI) (2) (3)=(2)/(1) inducido (5)=(3)/(1) (6)=(5)-(3)

*100 (ETDI+I) (4) *100

Agricultura, 82.146 30.405 37,01 39.159,40 47,67 10,66ganadería y pesca

Industria 795.047 372.245 46,82 397.974,71 50,06 3,24

Construcción 349.536 7.299 2,09 17.265,04 4,94 2,85

Servicios privados 1.756.706 294.280 16,75 655.935,82 37,34 20,59

Servicios privados/ 599.931 20.389 3,40 72.092,27 12,02 8,62públicos

Total 3.583.366 724.618 20,22 1.182.427,24 33,00 12,78

CUADRO 3: Empleo total directo, indirecto e inducido por las exportaciones al resto de España, 2005

Fuente: IDESCAT

Fuente: IDESCAT

Fuente: IDESCAT

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La pregunta que surge inmediatamente esqué ocurriría si Cataluña se declarase unilate-ralmente independiente y constituyera la Re-pública de Catalunya (RC). Hay hechos queacaecerán con certeza y podemos dar por se-guros, y otras circunstancias sobre las que solopodemos hacer conjeturas razonables.

La primera certeza es que los productos ex-portados a España tendrían que salir de Cata-luña netos de IVA, como ocurre hoy con los pro-ductos que exportan Alemania, Francia o Italia aEspaña. Sería la Agencia Tributaria, no la AgenciaTributaria de Catalunya, la que gravaría las ex-portaciones de Cataluña a España y recaudaríael IVA correspondiente. Por cierto, no tengo noti-cia de que esta circunstancia se haya tenido encuenta al calcular el “dividendo fiscal” de la in-dependencia. El segundo hecho incontrovertiblees que Cataluña quedaría excluida de la UE y susexportaciones sujetas al arancel comunitario, loque elevaría su precio medio en torno al 8,5%de su valor según la OCDE, a causa del arancelcomunitario y otros costes no arancelarios.

A partir de aquí entramos en el terreno de lasconjeturas razonables, es decir, circunstanciasque consideramos probable que se produzcantras la ruptura del mercado único español y lasalida de Cataluña de la UE. En primer lugar, pa-rece razonable asumir que las empresas y con-sumidores españoles reduzcan sus compras debienes y servicios producidos en Cataluña, nosolo a causa de un hipotético boicot sino comoresultado de la “normalización” de los inter-cambios comerciales entre Cataluña y España.En segundo lugar, parece natural que se reduzcael atractivo turístico de Cataluña para los espa-ñoles que ahora viajan mucho más a Cataluñaque a Portugal, ya sea por viajes de negocios o

vacaciones, e incluso que algunos prefieran fijarsu segunda residencia en otras CC.AA. que com-parten el mismo ordenamiento jurídico y sistemajudicial. En tercer lugar, es bastante probableque algunas empresas localizadas en Cataluña,pero que tienen al RDE o a Iberoamérica comosus principales mercados, trasladen sus sedes,así como una fracción o la totalidad de sus ac-tividades productivas, a España.

Para cuantificar las consecuencias de la se-cesión, propongo un escenario conservadordonde las exportaciones de bienes y serviciosno turísticos de Cataluña a España se aproxi-man a las exportaciones a Francia o a Alema-nia, dos países miembros de la UE cuyo PIB du-plica y triplica, respectivamente, el de España.En el caso de Francia, Cataluña comparte ade-más frontera. En concreto, supongo que la nor-malización de las relaciones comerciales re-corta a la mitad las exportaciones de Cataluñaal resto de España en los cinco años siguien-tes. Lejos de ser una hipótesis catastrofista, lareducción está en línea con las caídas obser-vadas en la intensidad de los intercambios envarios episodios de desintegración en Europa,incluso cuando estos han sido pactados demutuo acuerdo (véanse Gráficos 1 y 2 en elApéndice 3). Obsérvese, además, que las ex-portaciones de Cataluña al RDE en este esce-nario (31.327,4 millones) todavía triplicarían ycuadriplicarían holgadamente las exportacio-nes de Cataluña a Francia (10.050 millones) ya Alemania (6.674,9 millones) en 2012.

Los resultados del MIO (modelo input-out-put) implican que la producción, el valor aña-dido y el empleo se reducirían en torno al 24%en los sectores agropecuario, pesquero e in-dustriales y al 19% en los servicios privados4.

4 Como se explica en la nota anterior, estos efectos no son los más elevados que produce el MIO (modelo input-output). Cuandose tiene en cuenta que la inversión también se requiere para producir estos porcentajes se elevan considerablemente.

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En algunos sectores industriales, el impactosería bastante mayor y pocas empresas po-drían soportar caídas de esta magnitud.

La economía catalana depende hoy menosdel resto de España que en 1986 o 1992,cierto, pero el RDE continúa siendo su princi-pal mercado y la pérdida de una fracción signi-ficativa del mismo en un corto periodo tendríaconsecuencias desastrosas sobre la actividadeconómica, el empleo, la recaudación imposi-tiva y el bienestar de los ciudadanos residentesen Cataluña. A los efectos de la caída de las ex-portaciones al RDE, habría que añadir los cau-sados por la contracción de la demanda finaloriginada por el aumento de los precios de lasexportaciones a la UE, la caída del turismo condestino a Cataluña, la deslocalización de la ac-tividad económica y el recorte del gasto públicopor la más que probable caída de la recauda-ción impositiva.

La respuesta del colectivo “negacionista”

Los economistas partidarios de la independen-cia eluden preguntarse por qué Cataluña exportacomparativamente tanto a España y tan poco aFrancia o Alemania, dos economías de mayor ta-maño y miembros de la UE, y se aferran a la in-verosímil hipótesis de que la secesión no alte-rará la situación en nada (o casi nada): Cataluñaseguirá en la UE y exportará igual o más queantes. Y así llegan a la perogrullada de que sinada o casi nada cambia y se elimina el preten-dido “expolio fiscal”, el bienestar de los ciuda-danos catalanes se mantendrá o aumentará.

Cuando se ven obligados a admitir algunacircunstancia que contradice su idílico escena-

rio, como la salida de la UE o la posible caídade las exportaciones al RDE, los “negacionis-tas” se apresuran a minimizar sus consecuen-cias: no estaremos formalmente en la UE y enla Eurozona pero estaremos de “facto”, merceda los acuerdos comerciales y monetarios quese desarrollarán porque resultan beneficiosospara ambas partes. Y citan los casos de Ando-rra, Mónaco, el Vaticano, Kosovo, etc., para re-confortarse, como si la secesión de Cataluñatuviera algo que ver con la historia y circuns-tancias de esos pequeños Estados.

Así, por ejemplo, forzados a admitir que lasexportaciones al resto de España caerán, An-tràs y Ventura (2012) se apresuran a minimizarsus consecuencias atribuyendo el hecho a unboicot irracional y pasajero5, o recurriendo a hi-pótesis heroicas que permitirán a las empre-sas catalanas compensar con reducciones ensus precios la caída de las ventas en el mer-cado español. Así llegan a la beatífica conclu-sión de que “en el peor de los escenarios nosencontraríamos con una caída de ventas del18% y necesitaríamos una rebaja del 40+10 =50% en el precio… [y] la caída en el PIB cata-lán estaría entre el 1,7% y el 2,2%”; y “si el boi-cot fuera menor y acorde con la experiencia delcava en 2005, el coste comercial de la inde-pendencia sería mucho menor y fácilmentemenor al 1% del PIB”, esto es, 2.000 millonesfrente a los más de 16.000 millones en queestiman el “dividendo fiscal” permanente de laindependencia.

Que las exportaciones al RDE caerán el 18%es una conclusión a la que llegan realizando va-rios supuestos completamente arbitrarios, asaber: primero, que se mantendrán inalteradas

5 Los economistas partidarios de la independencia como Guinjoan y Cuadras Morató (2011) o Antràs y Ventura (2012) ven en unboicot irracional la única causa de la caída de las exportaciones. Si así fuera, las exportaciones de Cataluña a Francia o Alema-nia deberían ser un múltiplo de las exportaciones al resto de España y no la fracción que son.

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las exportaciones de empresas multinacionalesa las que asignan el 40% del total exportado;segundo, que las exportaciones de productosintermedios, dos tercios del 60% restante, cae-rán solo el 20%; y tercero, que las exportacio-nes de bienes de consumo, un tercio del 60%restante, caerán el 50%. Ignoran, además, queuna reducción del 18% de media podría signifi-car el doble de ese porcentaje para los sectoresque producen bienes agrícolas e industriales yservicios privados. Por ejemplo, en el sector deproductos lácteos las exportaciones explican el70% de la producción6. Una caída del 50% delas ventas al RDE implicaría una reducción del35% de la producción que las empresas ten-drían que colocar en el mercado mundial conuna rebaja del 50% en el precio.

Finalmente, pasan por alto otra circunstan-cia importante que se explica a los alumnos enel primer curso de Macroeconomía: si se re-duce el precio a la mitad, ¿quién soportará lareducción: los asalariados o los propietarios, laremuneración de asalariados o el excedentebruto? En ambos casos, habrá repercusionesnegativas sobre el consumo, la inversión y elahorro que los autores también ignoran.

La liga, sin clásico

Permítanme ilustrar las consecuencias econó-micas de la secesión de Cataluña en la esferadeportiva. Consideremos un primer escenarioque podemos calificar como idílico: el Barce-lona, el Espanyol y el resto de equipos y socie-dades deportivas catalanas continúan partici-pando en las competiciones españolas. Elúnico cambio significativo respecto a la situa-ción actual es que Cataluña podría acudir consus selecciones a torneos internacionales y lasselecciones españolas no podrían convocar a

jugadores con nacionalidad catalana. Aparte deque ambas selecciones serían algo más débi-les que la actual, parece razonable suponerque la secesión tendría efectos despreciablessobre los ingresos y las plantillas.

Alternativamente presentamos un escenarioque podemos considerar realista: las socieda-des deportivas catalanas quedan excluidas detodas las competiciones españolas. Los ingre-sos por exportaciones al RDE caen dramática-mente y con ellos los salarios, el excedente ylos impuestos devengados. La ausencia deequipos catalanes en las competiciones espa-ñolas también reduciría los ingresos y el valorañadido en España, pero es seguro que la LEFseguiría contando con 20 equipos de primera.

Si “acelerando la diversificación exterior” sepudiera compensar, como sostienen los eco-nomistas partidarios de la independencia, lacaída de las exportaciones al resto de España,sorprende que el Gobierno catalán no haya or-ganizado ya competiciones deportivas restrin-gidas al territorio catalán, pues que se sepanada les obliga a participar en las competicio-nes españolas. Aunque Rosell, entonces pre-sidente del F.C. Barcelona, manifestó que “es-tamos a favor del derecho a decidir”, no pare-cía tener intención alguna de sacar a su clubde las competiciones españolas. Extraña formade estar a favor del derecho a decidir cuandoestando en sus manos el hacerlo prefiere noejercerlo.

La conclusión de todo lo anterior es que pa-rece inevitable que la secesión de Cataluñatendrá consecuencias económicas muy negati-vas para las empresas localizadas en Cataluñaque producen bienes agrícolas e industriales yservicios privados. Quienes lo niegan demues-

6 O incluso más cuando la inversión de reposición es endógena.

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tran ignorancia o intención de engatusar confantasías económicas (economía-ficción) a losciudadanos catalanes.

La “eurización” de la economía catalana

Para examinar las consecuencias de la “euri-zación” de Cataluña volvemos a adentrarnosen lo que podríamos denominar el futurible eco-nómico del pretendido nuevo Estado catalán.Por “eurización” entendemos la peculiar situa-ción en que se encontraría la economía cata-lana si sus ciudadanos y empresas utilizaranel euro como medio de cambio y depósito devalor, pero el Estado catalán estuviera excluidode la UE y, por tanto, de la Eurozona.

A diferencia de los Estados que han promo-vido la “dolarización” progresiva de su econo-mía para aumentar la estabilidad monetaria y ladisciplina económica, Cataluña no obtendríabeneficio alguno en estos aspectos, pues sueconomía estaría ya plenamente “eurizada” enel momento de constituirse en Estado inde-pendiente. En cambio, la consiguiente salidade la UE y de la Eurozona sí tendría conse-cuencias muy negativas sobre la estructura desu sistema financiero, el acceso al crédito defamilias, las empresas no financieras, las enti-dades financieras y las administraciones cata-lanas, los flujos de inversión y la evolución dela oferta monetaria. No puede tampoco des-cartarse que Cataluña tuviera que introducir supropia moneda, exacerbándose la inestabilidaddurante el proceso de transición.

Efectos sobre las instituciones financieras monetarias

En primer lugar, las instituciones financierasmonetarias (IFM) domiciliadas en Cataluña ten-drían que desdoblarse y establecer sedes enEspaña para continuar operando en España y

mantener su estatus de entidades financierasde contrapartida con el BCE. Estas entidadestendrían que declarar sus beneficios y pagar im-puestos a la Agencia Tributaria por sus opera-ciones en España, y estarían sujetas a la nor-mativa y regulaciones del BCE y la supervisióndel BdE.

La segunda consecuencia sería el probableaumento de los costes financieros para las em-presas y familias residentes en Cataluña, asícomo para las Administraciones Públicas cata-lanas. La presente crisis financiera ha puestode manifiesto que los costes de financiaciónvarían considerablemente incluso entre paísesmiembros de la Eurozona. En una Cataluña in-dependiente la prima de riesgo sería inclusomayor a la que hoy soporta España, y esta cir-cunstancia se vería reforzada por el hecho deque el Estado catalán carecería de una estruc-tura tributaria y servicios de inspección finan-ciera consolidados.

La independencia tendría también conse-cuencias sobre el volumen de activos y pasi-vos de las entidades financieras (EF) en Cata-luña. La contracción de las exportaciones alRDE y a la UE, y la deslocalización de las em-presas reducirían el volumen de actividad eco-nómica en Cataluña y el volumen de negociode sus entidades financieras. Hay también ra-zones de peso para esperar que se produzcantrasvases significativos de depósitos y activosdesde las IFM en Cataluña a entidades finan-cieras en el RDE. Para empezar, el 45,5% delos ciudadanos residentes en Cataluña sesiente al menos tan español como catalán ysolo el 25,8% se considera únicamente cata-lán. En un sistema financiero donde se puedeoperar desde cualquier lugar, tener las cuen-tas y activos domiciliados en EF localizadasfuera de Cataluña puede ser una reacción bas-tante natural de ciudadanos que se sientan

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como rehenes dentro del Estado catalán.Quizá más importante sea el hecho de las ma-yores garantías para los depositantes queofrecerán las entidades tuteladas por el BCEy los bancos centrales de la Eurozona. Es muydifícil que el Banco (central) de Cataluña y elGobierno catalán, con finanzas muy precariaspuedan asegurar los depósitos en una cuantíacomparable al BCE. Finalmente, la posibilidadde que el nuevo Estado catalán se viera abo-cado a abandonar el euro e introducir su pro-pia moneda crearía un riesgo muy alto paraquienes mantuvieran depósitos y activos enlas EF operativas en Cataluña.

Efectos sobre la inversión extranjera, laoferta monetaria y la estabilidad financiera

Cataluña ha recibido importantes flujos de in-versión extranjera en las últimas décadas. Estosflujos podrían disminuir en cuantías significati-vas al quedar Cataluña excluida de la UE y la Eu-rozona. Las inversiones podrían dirigirse a cual-quier otro lugar de España (u otros países de laUE) para evitar el coste de los aranceles y otrasbarreras comerciales y la falta de homologacióncon las normas comunitarias. La pérdida deatractivo de Cataluña como destino para los in-versores extranjeros se vería reforzada si las em-presas tuvieran que soportar costes financierosmás altos en Cataluña que en España u otrospaíses miembros de la Eurozona. La caída delas inversiones en Cataluña tendría a su vezefectos contractivos sobre la producción y lasexportaciones de Cataluña y el volumen de ne-gocio de sus entidades financieras.

El aumento del déficit exterior, las salidas decapitales y la reducción de la inversión extran-jera reducirían la cantidad de dinero en circula-ción (efectivo más depósitos) en Cataluña. El au-mento de los tipos de interés y la mayor incerti-dumbre acerca de la posibilidad de mantener el

euro como moneda, exacerbarían la salida decapitales y la contracción de la oferta monetaria.En estas circunstancias, Cataluña se vería abo-cada a introducir controles de capital para evitaruna salida masiva de activos y a introducir unamoneda propia con un valor muy inferior al euro.Los tenedores de activos denominados en eurosen Cataluña registrarían pérdidas de capital sus-tanciales, mientras que las deudas contraídasen euros en el exterior seguirían estando deno-minadas en esa moneda, originando desequili-brios importantes en los balances de las em-presas no financieras y EF, principalmente.

Conclusiones y reflexiones finales

Que la secesión de Cataluña acarrearía costesmuy elevados para los ciudadanos y las empre-sas en Cataluña como resultado de la desinte-gración del mercado único español y la salidade Cataluña de la UE y la Eurozona es una con-clusión que solo cuestionan algunos economis-tas bajo el influjo del virus de la independencia.Originaría caídas de las exportaciones al RDE ya la UE y, muy probablemente, la contracción delturismo procedente de España; elevaría laprima de riesgo para las Administraciones Pú-blicas catalanas, las grandes empresas y las EFque operasen en Cataluña, que a su vez trasla-darían a las familias y a las pequeñas empre-sas; aceleraría la deslocalización de las empre-sas no financieras y de las EF, a las que im-pondrían costes innecesarios al tener quedesdoblarse para operar en dos Estados; ge-neraría trasvases de depósitos y activos desdelas instituciones financieras en Cataluña a sushomólogas en el RDE y otros países de la Eu-rozona; provocaría una retracción de los flujosde inversión extranjera en Cataluña que incidiríanegativamente sobre la producción, el valor aña-dido y el empleo, y muy probablemente tambiénsobre las exportaciones de Cataluña al RDE; elaumento del déficit comercial y la salida de ca-

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pitales disminuirían la cantidad de dinero en cir-culación y elevarían los tipos de interés; y nocabe descartar que el Banco (central) de Cata-luña tuviera que imponer controles de capital yacabar introduciendo una moneda propia conun valor muy inferior al euro.

El proceso exacerbaría las salidas de capi-tales y provocaría serios problemas en los ba-lances de las empresas y EF cuyas deudas es-tuvieran denominadas en euros. La contracciónde la actividad económica recortará tambiénlos ingresos de las Administraciones Públicascatalanas, al tiempo que la Generalitat vería au-mentar sus gastos al asumir funciones ahoradesempeñadas por la Administración PúblicaCentral (APC).

Si esto es así, ¿por qué hay tantos catala-nes convencidos de que la independencia me-jorará su nivel de vida? En parte porque se lodicen todos los días sus dirigentes políticos enlos medios de comunicación que colaboran ac-tivamente difundiendo la especie de que la in-dependencia pondría fin al expolio que pade-cen y el dividendo fiscal obtenido podría desti-narse a mejorar los servicios públicos y lasinfraestructuras y a reducir los impuestos. Perotambién porque no son conscientes de la inte-rrelación que existe entre las exportaciones alRDE y al resto de la UE y la demanda interna.Un comerciante de Guissona, un médico en ElPapiol, un gestor de Vic, un abogado de Vila-franca del Penedès y un peluquero de Reussaben que sus clientes son sus vecinos yestán convencidos de que su negocio no severía afectado si Cataluña fuera independiente.Ellos no exportan nada ni dependen del mer-cado español: lo que ignoran es que algunosde sus clientes locales dejarían de serlo si per-dieran sus empleos al caer las exportaciones alRDE y a la UE, o empeorasen las condiciones fi-nancieras en Cataluña.

No sería objetivo finalizar este artículo sinmencionar que la secesión de Cataluña tendríatambién efectos significativos, casi todos ne-gativos, sobre la actividad económica en Es-paña. Los más obvios serían los que resulta-ran de la reducción de las exportaciones de Es-paña a Cataluña y los costes generados por eldesdoblamiento de empresas e institucionesfinancieras españolas para operar en Cataluña.Además, es muy probable que hubiera conatosde guerras comerciales que propiciaran la apa-rición de barreras no arancelarias y diferenciasnormativas que dificultasen la libre circulaciónde bienes y servicios, personas y capitales, alquedar Cataluña fuera de la UE.

¿Divorcio civilizado o disputa agria?

También me parece importante subrayar la po-sibilidad de que el Gobierno catalán adoptasemedidas de fuerza o presión de carácter eco-nómico si el Gobierno español no apoyase elingreso de Cataluña en la UE. Los políticos na-cional-independentistas catalanes están acos-tumbrados a culpar a Madrid de todos sus pro-blemas, y este caso no constituiría una excep-ción a la regla. En algunas ocasiones Mas seha referido, con su frivolidad característica, a lasecesión de Cataluña como un divorcio civili-zado: la relación no da más de sí, está agotada,y ha llegado el momento de que cada cual sigasu camino. Lo que no ha dejado claro es cómose repartirían los activos y pasivos de la socie-dad disuelta. Si alguien dudaba de que el di-vorcio a la catalana podría tornarse pronto enuna agria disputa, ahí tiene como botón demuestra la advertencia de Junqueras cuandoamenazó al Gobierno español con convocaruna huelga general en Cataluña para obligarlea convocar el referéndum de autodetermina-ción. Pero hay, desde luego, otros asuntos demayor enjundia.

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El reparto de la deuda y el acceso al capital de la Administración PúblicaCentral en Cataluña

Desde la perspectiva de un divorcio conflictivo,hay dos asuntos vitales para el futuro de la eco-nomía española. El primero es el servicio yamortización de la deuda de la APC. El peligrode que el nuevo Estado catalán rechazara ha-cerse cargo de una fracción de la misma, quepodría estar entre el 16 y 20%, dependiendodel indicador elegido, factura que rondaba145.000 millones a finales de 2013, obligaríaal Gobierno español a asumir íntegramente elpago de intereses y el principal. No es ningunabroma: la deuda per capita de los españolesaumentaría ipso facto en torno al 21%. Quienestodavía tengan dudas sobre las intenciones delos independentistas catalanes, incluidos algu-nos economistas que podrían desempeñar res-ponsabilidades económicas en el nuevo Go-bierno catalán, presten atención a estas pala-bras: “Si Cataluña se independiza, el PIBespañol perderá el 20% correspondiente a Ca-talunya. Y si España se niega a negociar conCatalunya, Catalunya no se va a quedar con laparte de deuda que le corresponde, por lo quela deuda española como fracción del PIB serápronto superior al 120% del PIB”, Xavier Sala iMartín dixit.

Para la economía española resulta vital elacceso de las familias y empresas españolas alas infraestructuras de la APC en Cataluña paraasegurar las conexiones con la UE y el restodel mundo. No se puede olvidar que buenaparte de esas infraestructuras forman parte deuna red y que su utilidad depende de que esacaracterística se mantenga inalterada. Es obvioque si Cataluña o el País Vasco hubieran sidodos Estados independientes, el Gobierno es-pañol habría diseñado las autovías, carreterasnacionales y las líneas de alta velocidad de ma-

nera muy distinta a la actual. Y si miramos alfuturo, está claro que el Gobierno de España,ante la perspectiva de una Cataluña indepen-diente, nunca apostaría por el corredor del Me-diterráneo sino que modificaría su trazado apartir de Valencia.

Como ocurre con la deuda pública, la cesióndel control de las infraestructuras de la APC enCataluña al Gobierno catalán dejaría en susmanos un arma poderosísima que podría apun-tar contra la economía española para chanta-jear al Gobierno español. Sala i Martín nos hahecho otro gran servicio al ponerlo negro sobreblanco con su habitual rudeza: “simplementehay que observar el mapa de autopistas de Es-paña; a la vista de este mapa, ¿quién pensáisque será el primer interesado en que no se in-troduzcan barreras comerciales entre Catalunyay España? ¿Quién se quedará aislado si Europaalza una enorme barrera en Catalunya?”. Enotras palabras, si Cataluña quedara fuera de laUE, porque así son las reglas del juego y Es-paña no apoyara su ingreso, Cataluña haríatodo lo posible para que España quedara ais-lada del resto de la UE. La imagen que le llevaa Sala i Martín a concluir que “si la ciudadaníade Catalunya quiere salir de España y así lo de-cide democráticamente, lo hará porqué tendrála ayuda de España”, me lleva a mí a la con-clusión exactamente opuesta: ningún Gobiernoespañol responsable se arriesgará a dejar enmanos de personajes como Sala i Martín la po-sibilidad de impedir a los españoles el libre ac-ceso al capital de la APC en Cataluña.

El coste de la secesión

En este artículo, para hacer honor a mi profesiónsiempre presta a examinar el funcionamiento dela economía en condiciones asépticas, he dedi-cado la mayor parte del espacio a desgranar lasconsecuencias de la secesión de Cataluña en

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un escenario inverosímil: Cataluña se indepen-diza, pone fin al mercado único español forjadoen los siglos XVIII y XIX, y queda fuera de la UE yla Eurozona. Espero que ningún Gobierno espa-ñol, del signo que sea, permita, por dejación desus responsabilidades, que semejante aventurallegue a consumarse. Además de que quedaríadeslegitimado al incumplir su deber de “guardary hacer guardar” la Constitución, la inhibición delGobierno dejaría a varios cientos de miles (quizámillones) de ciudadanos en Cataluña (entre losque me cuento) rehenes del Gobierno catalán enmayor grado del que ya lo estamos. Pero másallá de los aspectos institucionales y sociales,quiero subrayar que permitir la secesión de Ca-taluña constituiría un grave error desde el puntode vista económico por dos razones fundamen-tales: perjudicaría a los ciudadanos en España yCataluña, y situaría a Cataluña en condicionesde chantajear al Gobierno español.

La batalla se puede ganar

La historia económica de Cataluña poco tieneque ver con la falaz distorsión maniquea quepretende reducirla a una confrontación entreuna España saqueadora y una Cataluña expo-liada. La evidencia que se ha presentado eneste artículo prueba que, contrariamente a loque sostienen los economistas partidarios dela independencia, Cataluña se ha beneficiado yse beneficia todavía de haber formado y formarparte de España y de poder colocar sus pro-ductos en el mercado español, que todavía eshoy y a gran diferencia su principal mercado. Encontra del desánimo que a veces se expresasobre la situación actual, la batalla contra el in-dependentismo catalán no está ni muchomenos perdida. Quiero recordar a este res-pecto que en las olas de consultas indepen-dentistas celebradas en Cataluña entre sep-tiembre de 2009 y abril de 2011, pese a que elderecho al voto se pudo ejercer durante varios

días y los organizadores contaron con un abru-mador respaldo de los medios de comunica-ción y todas las Administraciones Públicas ca-talanas, solo 857.233 personas, el 20,5% delcenso, votaron a favor de la independencia, elpresident Mas, los miembros de su Gobierno yel expresident Pujol entre ellos.

Los beneficios derivados de la unión políticay el mercado único español, ahora subsumidosdentro de la UE y el mercado único europeo,constituyen argumentos más que suficientespara librar la batalla en el terreno de la econo-mía. Lo que hace falta ahora es que las insti-tuciones centrales del Estado y los partidos po-líticos que han manifestado su apuesta inequí-voca en favor de la unidad política y económicade España en el marco de la UE, se tomen enserio su propio papel, diseñen estrategias paraasegurar que los ciudadanos catalanes recibaninformación veraz y los hechos no queden se-pultados por la propaganda del régimen nacio-nal-independentista que ahora controla los me-dios de comunicación públicos en Cataluña.Sin pretender ser exhaustivo, subrayaría cuatroposibles áreas en las que se debería actuar sindemora, dos en el ámbito político y otras dosen el económico.

En primer lugar, hay que reforzar la presenciadel Gobierno español y la APC en Cataluña yexigir al Gobierno, diputaciones y ayuntamien-tos de la Generalitat de Cataluña el cumpli-miento de las normas estatales. Si el Gobiernoespañol, las Cortes y el sistema judicial no setoman en serio su papel de garantes del orde-namiento constitucional y las leyes que lo desa-rrollan, no cabe esperar que quienes pretendendestruir ese orden lo acaten.

En segundo lugar, hay que diseñar una estra-tegia de comunicación apropiada para que losmensajes de quienes apostamos por no desha-

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cer la unión política y de mercado, construidacon tanto esfuerzo y que tanto ha beneficiado ala economía catalana, estén tan presentes en lasociedad catalana como los que propician el Go-bierno catalán y las organizaciones independen-tistas. Según la encuesta postelectoral del CISde 2013, las opiniones políticas de la inmensamayoría de los ciudadanos catalanes las con-formaron medios de comunicación controladosdirectamente por el Gobierno catalán o depen-dientes de subvenciones gubernamentales. Noes extraño que cuando esto ocurre, si Mas yMas-Colell afirman que “España se queda con16.000 millones que nunca vuelven a Cata-luña”, los ciudadanos catalanes acaben creyén-dolo, aunque como acertadamente señaló Za-balza (2012), “los catalanes nunca hayan ingre-sado en la Agencia Tributaria ese dinero”.

Las otras dos sugerencias se refieren al ám-bito de la economía. Resulta esencial para evi-tar posibles chantajes que la recaudación detodas las grandes figuras impositivas se man-tenga en manos de la Agencia Tributaria. Ni el

IRPF ni el impuesto de sociedades deben ce-derse a las CC.AA. No hace mucho, el Gobiernocatalán sacó el enésimo memorial de agravios:9.500 millones que supuestamente adeuda elEstado a Cataluña. Pues bien, si la recaudaciónestuviera en manos de la Agencia Tributaria deCatalunya se puede dar por seguro que los ha-brían descontado al realizar las transferenciasa la Agencia Tributaria. Bajo ningún concepto ypor similares razones se puede ceder tampocoa las CC.AA. el control de las infraestructuraspropiedad de la APC.

Finalmente, el Gobierno español tendría queponer presión financiera a las Administracionesterritoriales, CC.AA. y ayuntamientos, y condi-cionar las transferencias que reciben al cum-plimiento de los objetivos de política econó-mica establecidos por el Gobierno central y alacatamiento de las normas del Estado. Bruse-las supervisa los Presupuestos Generales delEstado español y, por pura coherencia, al Es-tado español compete y dar el visto bueno tam-bién los presupuestos de las CC.AA.

Referencias

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CIS (2013): Postelectoral de Cataluña, Eleccio-nes Autonómicas 2012, Avance de Resulta-dos. Estudio nº 2970, noviembre de 2012 -febrero de 2013.

Fidrmuc, J. y Fidrmuc, J. (2003): “Desintegra-tion and Trade”, Review of International Eco-nomics, 11(5), 811-829.

Fidrmuc, J. y Horváth, J. (1998): “Stability of mon-etary unions: Lessons from the break-up ofCzecholovaquia”,manuscrito, Tilburg University.

Guinjoan, M. y Cuadras Morató, X. (2011):Sense Espanya, balanç econòmic de la inde-pendència, Portic.

Nadal, J. (1987): “La industria fabril españolaen 1900. Una aproximación”, en La econo-mía española en el siglo XX. Una perspectivahistórica, J. Nadal, A. Carreras y S. Sudriá(compiladores). Barcelona: Ariel.

Polo, C. (2013a): “El peso de las exportacio-nes en la economía catalana”. Madrid: Ins-tituto de Estudios Económicos.

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Como se ha indicado, el peso de las exporta-ciones en la economía catalana se va a exami-nar empleando el modelo input-output abierto(MIO) desarrollado por Leontief (1943). Sehan empleado dos versiones del modelo. Enla primera, los sectores productivos son lasúnicas variables endógenas. A continuación,el estudio asume que el trabajo es un factorde producción más añadiendo una “industria”adicional.

El MIO estándar distingue los flujos debienes y servicios atendiendo a su origen inte-rior o procedente del resto del mundo:

(1)donde A1 es la matriz interior de coeficientesintermedios y d1 es el vector de demanda finalde origen interior. Para obtener el peso de lasexportaciones al resto de España o al resto del

mundo basta con sustituir el vector d1 por losvectores de exportaciones d1

XRES o d1XRDM . De

manera similar, se puede calcular el peso delas exportaciones turísticas o demanda de noresidentes del resto de España empleando loscorrespondientes vectores d1

XTRES y d1XTREM,

respectivamente, en la ecuación (1).

En cuanto a la matriz interior se han emplea-do dos modelos7. En el primero, A1 es una ma-triz cuadrada con 65 filas y 65 columnas. Encada una de las columnas aparecen única-mente los coeficientes técnicos A1

SP de los 65sectores productivos en la tabla input-output.En el segundo modelo, la matriz de consumosintermedios de los sectores se amplía inclu-yendo una fila y una columna: cada entrada dela nueva fila indica la cantidad de bien de con-sumo requerida para producir una unidad encada sector y la columna la composición deuna unidad de consumo:

Polo, C. (2013b): “La eurización de la econo-mía catalana”. Madrid: Instituto de EstudiosEconómicos.

Polo, C. (2013c): “El capital público y la deudapública: dos facturas olvidadas por los in-dependentistas”. Madrid: Instituto de Estu-dios Económicos.

Polo, C. and E. Valle (2009), “Estimating tourismimpacts using input-output and SAM model inthe Balearic Islands”, in Advances in TourismEconomics. New developments, Matias A., P.Nijkamp and M. Sarmiento (eds.), 121-143.Heildelberg: Pysica-Verlag. A Springer Company.

Polo, C. and E. Valle (2012), “Input-output andSAM models”, in Handbook of research

methods in tourism, Dwyer, L., A. Gill and N.Seetaram (eds.), 227-260. Cheltenham: Ed-ward Elgar Publishing Limited.

Sala i Martín, X. (2012): “Dos imágenes que demuestran que Cataluña independiente es-tará en la UE”, http://salaimartin.com/ran-domthoughts/item/467-dos-im%C3%A1genes-que-demuestran-que-catalunya-inde-pendiente-estar%C3%A1-en-la-ue.html

Wolff, E.N. (1994). “Productivity measurementwithin an input-output framework”, RegionalScience and Urban Economics, 24, 75-92.

Zabalza, A. (2012): “Malentendidos del saldofiscal catalán”, El País, 19 de noviembre.

Apéndice 1. El modelo input-output

7 El lector interesado en el planteamiento del modelo puede consultar Polo y Valle (2009 y 2012).

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Obsérvese que todos los coeficientes se de-finen incluyendo únicamente los flujos de ori-gen interior.

Para obtener con el primer modelo la pro-ducción requerida para satisfacer las exporta-ciones al resto de España o al resto del mundo,se resuelven los sistemas de ecuaciones:

(2)que proporciona el vector de producciones bru-tas requerido para satisfacer la demanda de ex-portaciones al resto de España y al resto delmundo:

(3)Con el segundo modelo, la ecuación ofertaigual a demanda se puede expresar ahora así:

(4)donde C es el consumo total. La producción re-querida para satisfacer la demanda de expor-taciones es:

(5)El valor añadido o el empleo se pueden ob-

tener multiplicando el correspondiente vectorde coeficientes unitarios de valor añadido o em-pleo por el vector de producción que proporcio-nan las ecuaciones (3) o (5).

Aunque no se presentan los resultados, elmodelo puede también ampliarse para incluirla inversión de reposición como una industriamás. Siguiendo a Wolff (1994), el modelopuede plantearse como:

(6)donde es el consume de capital fijo, un vectorfila de consumo de capital fijo por unidad deproducto e un vector columna de coeficientesde inversión8.

8 “Para tratar el capital como un input endógeno, se introduce una nueva industria (endógena) cuya fila representa el consumo decapital fijo en cada sector de la economía y la columna los inputs requeridos para producir el stock de capital reemplazado. Lademanda final se valora neta de la inversión de reposición…”. Wolff (1994), p. 85.

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Apéndice 2. Resultados sectoriales detallados: producción total

Productos/ Producción Producción PDI en Producción PDI+I en Variación del Ramas total directa e porcentaje de directa, porcentaje de porcentaje

homogénea indirecta la PTH indirecta e la PTH (6)=(5)-(3)(PTH) (1) (PDI) (2) (3)=(2)/(1) inducida (5)=(3)/(1)

*100 (PDI+I) (4) *100

01. Productosde la agricultura, la 3.551.942 1.313.405 36,98 1.690.873 47,60 10,63ganadería y servicios relacionados

02. Productos desilvicultura, la 154.729 65.717 42,47 78.722 50,88 8,40explotación forestal yservicios relacionados

03. Productos de la pesca, la piscicultura y 220.570 71.731 32,52 101.091 45,83 13,31servicios relacionados

04. Productos 31.210 11.216 35,94 12.806 41,03 5,09energéticos

05. Otros minerales(excepto productos 568.645 227.781 40,06 237.338 41,74 1,68energéticos)

06. Carne y productos 7.104.440 3.208.284 45,16 4.010.579 56,45 11,29cárnicos

07. Otros productos 7.712.849 3.685.081 47,78 4.290.912 55,63 7,85alimentarios y tabaco

08. Productos lácteos 1.093.991 754.086 68,93 834.390 76,27 7,34y helados

09. Bebidas 3.238.798 1.576.370 48,67 1.913.563 59,08 10,41

10. Productos textiles 4.814.075 2.541.607 52,80 2.612.651 54,27 1,48

11.Vestido y piel 2.223.159 1.152.868 51,86 1.237.671 55,67 3,81

12. Cuero y productos 444.994 123.612 27,78 133.780 30,06 2,29de cuero y calzado

13. Madera y corcho yproductos derivados (excepto muebles); 1.592.449 883.641 55,49 932.269 58,54 3,05artículos de cestería y esparto

14. Pasta de papel, papel y cartón y 3.682.930 1.864.360 50,62 1.982.352 53,83 3,20artículos de papel y cartón

CUADRO 1. Producción directa, indirecta e inducida por las exportaciones al resto de España, 2005: cifras absolutas y porcentaje sobre el total

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CUADRO 1. (Continuación)Producción directa, indirecta e inducida por las exportaciones al resto de España, 2005: cifras absolutas y porcentaje sobre el total

Productos/ Producción Producción PDI en Producción PDI+I en Variación del Ramas total directa e porcentaje de directa, porcentaje de porcentaje

homogénea indirecta la PTH indirecta e la PTH (6)=(5)-(3)(PTH) (1) (PDI) (2) (3)=(2)/(1) inducida (5)=(3)/(1)

*100 (PDI+I) (4) *100

15. Productos deedición, impresos y 5.088.047 2.671.681 52,51 2.906.335 57,12 4,61material impreso

16. Coque, productos del refino de petróleo 2.963.950 1.561.278 52,68 1.738.949 58,67 5,99y combustibles nucleares

17. Productos 16.799.593 8.153.625 48,53 8.367.726 49,81 1,27químicos

18. Productos de 5.464.983 2.555.104 46,75 2.669.556 48,85 2,09caucho y plásticos

19. Vidrio y productos 791.197 430.465 54,41 451.409 57,05 2,65de vidrio

20. Productoscerámicos, baldosas, 710.476 309.898 43,62 320.934 45,17 1,55ladrillos, tejas y productos de tierra

21. Cemento, cal y yeso 795.725 493.543 62,02 503.275 63,25 1,22

22. Hormigón, yeso y cemento; piedra ornamental y para 2.328.311 1.018.373 43,74 1.052.447 45,20 1,46construcción y productos minerales no metálicos

23. Productos de 3.430.529 1.819.096 53,03 1.842.792 53,72 0,69la metalurgia

24. Productosmetálicos (excepto 8.631.567 4.327.114 50,13 4.445.066 51,50 1,37maquinaria y equipos)

25. Maquinaria y 7.180.589 2.972.061 41,39 3.123.757 43,50 2,11equipos mecánicos

26. Máquinasde oficina y equipos 169.050 50.746 30,02 73.845 43,68 13,66informáticos

27. Maquinaria y 5.007.131 2.596.633 51,86 2.651.524 52,95 1,10materiales eléctricos

28. Materialeselectrónicos; equipos 2.079.957 592.984 28,51 599.297 28,81 0,30y aparatos de radio, televisión y comunicaciones

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CUADRO 1. (Continuación)Producción directa, indirecta e inducida por las exportaciones al resto de España, 2005: cifras absolutas y porcentaje sobre el total

Productos/ Producción Producción PDI en Producción PDI+I en Variación del Ramas total directa e porcentaje de directa, porcentaje de porcentaje

homogénea indirecta la PTH indirecta e la PTH (6)=(5)-(3)(PTH) (1) (PDI) (2) (3)=(2)/(1) inducida (5)=(3)/(1)

*100 (PDI+I) (4) *100

29. Equipos e instrumentos médico-quirúrgicos, 1.153.727 421.216 36,51 435.724 37,77 1,26de precisión, óptica y relojería

30. Vehículos de motor, remolques 14.826.808 5.112.828 34,48 5.228.005 35,26 0,78y semirremolques

31. Otros materiales 1.378.680 520.561 37,76 544.373 39,49 1,73de transporte

32. Muebles y otras 3.310.121 1.534.151 46,35 1.641.552 49,59 3,24manufacturas

33. Servicios 1.306.662 791.278 60,56 800.705 61,28 0,72de reciclado

34. Servicios de producción 3.503.310 1.331.300 38,00 1.789.483 51,08 13,08y distribución de energía eléctrica

35. Gas manufacturadoy servicios de distribuciónde combustibles 1.871.191 756.012 40,40 967.513 51,71 11,30gaseosos, vapor y agua caliente

36. Serviciosde captación, 1.067.343 85.642 8,02 355.067 33,27 25,24potabilización y distribución de agua

37. Trabajos 37.981.820 793.141 2,09 1.876.082 4,94 2,85de construcción

38. Serviciosde comercio, mantenimiento y 5.719.301 1.386.495 24,24 2.394.361 41,86 17,62reparación de vehículos de motor

39. Servicios de comercio, al por mayor 23.626.352 7.996.481 33,85 10.330.674 43,73 9,88e intermediarios (exceptovehículos de motor)

40. Servicios decomercio por menor 9.327.941 72.754 0,78 2.903.771 31,13 30,35(excepto vehículos de motor) y reparaciones

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CUADRO 1. (Continuación)Producción directa, indirecta e inducida por las exportaciones al resto de España, 2005: cifras absolutas y porcentaje sobre el total

Productos/ Producción Producción PDI en Producción PDI+I en Variación del Ramas total directa e porcentaje de directa, porcentaje de porcentaje

homogénea indirecta la PTH indirecta e la PTH (6)=(5)-(3)(PTH) (1) (PDI) (2) (3)=(2)/(1) inducida (5)=(3)/(1)

*100 (PDI+I) (4) *100

41. Hoteles, cámpingy otros tipos 2.592.963 61.814 2,38 855.248 32,98 30,60de alojamiento

42. Servicios derestaurantes, establecimientos 16.156.916 50.445 0,31 5.251.056 32,50 32,19de bebidas, comedores colectivos y comida preparada

43. Servicios de transporte por 367.811 64.088 17,42 139.583 37,95 20,53ferrocarril

44. Servicios de otrostipos de transporte 7.875.741 3.057.665 38,82 3.716.734 47,19 8,37terrestre

45. Servicios detransporte marítimo, 218.393 59.658 27,32 67.237 30,79 3,47cabotaje y vías interiores

46. Servicios detransporte aéreo 1.662.387 831.049 49,99 887.630 53,39 3,40y espacial

47. Servicios afines 7.404.426 3.685.531 49,77 4.095.011 55,30 5,53al transporte

48. Serviciosde agencias de viajes 1.704.826 69.442 4,07 540.664 31,71 27,64y operadores turísticos

49. Servicios decorreos y 6.498.906 1.245.820 19,17 2.408.413 37,06 17,89telecomunicaciones

50. Servicios deintermediación financiera (excepto 7.220.638 1.770.121 24,51 3.002.765 41,59 17,07seguros y planes de pensiones)

51. Servicios de segurosy planes de pensiones 2.504.032 404.743 16,16 954.226 38,11 21,94(excepto Seguridad Social obligatoria)

52. Servicios auxiliaresde intermediación 1.627.936 291.850 17,93 631.661 38,80 20,87financiera

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CUADRO 1. (Continuación)Producción directa, indirecta e inducida por las exportaciones al resto de España, 2005: cifras absolutas y porcentaje sobre el total

Productos/ Producción Producción PDI en Producción PDI+I en Variación del Ramas total directa e porcentaje de directa, porcentaje de porcentaje

homogénea indirecta la PTH indirecta e la PTH (6)=(5)-(3)(PTH) (1) (PDI) (2) (3)=(2)/(1) inducida (5)=(3)/(1)

*100 (PDI+I) (4) *100

53. Servicios 23.001.664 1.227.974 5,34 6.741.686 29,31 23,97inmobiliarios

54. Servicios dealquiler de maquinaria, 1.688.907 465.972 27,59 741.574 43,91 16,32efectos personales y enseres domésticos

55. Servicios de 3.139.638 1.198.887 38,19 1.298.561 41,36 3,17informática

56. Servicios deinvestigación 1.622.474 406.742 25,07 449.340 27,69 2,63y desarrollo

57. Otros servicios 20.954.160 6.813.901 32,52 8.407.724 40,12 7,61empresariales

58. Servicios de laAdministración pública, 7.922.968 0 0,00 0 0,00 0,00defensa y Seguridad Social obligatoria

59. Servicios 7.024.758 121.616 1,73 878.441 12,50 10,77educativos

60. Servicios sanitariosy veterinarios 11.886.893 60.061 0,51 1.180.693 9,93 9,43y servicios sociales

61.Actividades de 1.480.185 160.349 10,83 278.090 18,79 7,95saneamiento público

62. Serviciosproporcionados por 532.556 45.062 8,46 67.493 12,67 4,21asociaciones

63. Servicios 6.937.821 1.333.144 19,22 2.631.025 37,92 18,71recreativos, culturales y deportivos

64. Otros servicios 1.722.100 33.732 1,96 556.282 32,30 30,34personales

65. Servicios de loshogares con 1.376.833 0 0,00 449.433 32,64 32,64empleados domésticos

TOTAL 348.075.070 91.293.882 26,23 126.313.790 36,29 10,06

Fuente: IDESCAT

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Apéndice 3. Gráficos sobre la intensidad del comercio en procesos de desintegración

Datos de la oficina estadística de EslovaquiaNota: Los datos de 1991 y 1992 están basados en datos de empresas

GRÁFICO 1.Eslovaquia: comercio con la República Checa (%)

1991 1992 1993 1994 1995 1996

45%

50%

55%

40%

35%

30%

25%

20%

Importaciones (%)

Exportaciones (%)

Fuente: Fidmurc y Horváth (1998)

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GRÁFICO 3.Exportaciones hacia los países indicados (niveles)

1991 1992 1993 1994 1995 1996

110.000

120.000

100.000

90.000

80.000

70.000

60.000

Eslovaquia (mn)

R. Checa (mn)

Fuente: Fidmurc y Horváth (1998)

GRÁFICO 2.República Checa: comercio con Eslovaquia (%)

1991 1992 1993 1994 1995 1996

30,0%

35,0%

25,0%

20,0%

15,0%

10,0%

5,0%

Importaciones (%)

Exportaciones (%)

Datos de la oficina estadística de la república Checa y Oficina estadística de EslovaquiaNota: Los datos de 1991 y 1992 están basados en datos de empresas

Datos de la oficina estadística de la república Checa y Oficina estadística de EslovaquiaNota: Los niveles del comercio no son comparables directamente por estar expresados en las monedas nacionales

Fuente: Fidmurc y Horváth (1998)

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GRÁFICO 4.Episodios de desintegración, muestra completa

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

4,00

4,50

3,50

3,00

2,50

2,00

1,50

1990 NA 199219931994199519961997 1998

3,50

4,00

2,00

2,50

3,00

1,50

1,00

0,50

0,00

1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

4,00

4,50

3,50

3,00

2,50

2,00

1,50

1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

4,00

4,50

3,50

3,00

2,50

2,00

1,50

Antigua Checoslovaquia Eslovenia-Croacia

Rusia-Ucrania-Bielorrusia Países Bálticos

Fuente: Fidmurc y Fidmurc (2003)

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El presente texto reproduce parcialmente la in-tervención con la que introduje el seminario delmismo nombre organizado por FAES en Barce-lona el 27 de noviembre de 2013, actualizadapara recoger algunos importantes aconteci-mientos que se han producido con posterioridada esa fecha1. Desde la Fundación se ha perse-guido contribuir, con este y con otros tantos se-minarios celebrados en Cataluña, a que la refle-xión en el seno de la sociedad catalana y en elconjunto de la sociedad española, en este mo-mento complejo y grave, sea una reflexión au-téntica, informada y responsable, basada en laverdad de las cosas, no en eslóganes propa-gandísticos que algunos repiten todos los días,ni, menos aún, en tergiversaciones, lamentable-mente frecuentes e intencionadas.

Interesa comenzar destacando que el pro-blema planteado por los nacionalistas catalaneses un problema político de enorme envergaduraque no puede afrontarse tan solo desde la pers-pectiva jurídica. Su trabajo constante en la opi-nión pública debe ser contestado. En todos losfrentes, con la misma convicción, intensidad yperseverancia que los independentistas ponenen sentido contrario. Empezando por desmontarlas falsedades históricas. Y terminando por ex-plicar exhaustivamente todas y cada una de lasconsecuencias de la pretendida independencia.

Partiendo, por tanto, de que la perspectivajurídica de la cuestión no es la única, es evi-dente que forma parte sustancial de los plan-teamientos que se están formulando desde el

Aspectos jurídicos del proyecto secesionista

Ignacio Astarloa Huarte-MendicoaDirector del Área de Constitución e Instituciones de la Fundación

1 Muy señaladamente la Sentencia del Tribunal Constitucional de 25 de marzo de 2014, que declara inconstitucional la declaración desoberanía del Parlamento de Cataluña; la Proposición de Ley Orgánica para la delegación a la Generalidad de la competencia para au-torizar, convocar y celebrar un referéndum sobre el futuro político de Cataluña, aprobada por el Parlamento de Cataluña el 16 de enerode 2014; y el debate sobre dicha proposición celebrado en el Congreso de los Diputados el 8 de abril del presente año.

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secesionismo. Entre otras cosas porque seestán trasladando a la opinión toda clase de ar-gumentos jurídicos basados en informes conlos que se persigue, no explicar cuáles son lasopciones jurídicas reales, sino vestir con apa-riencia de legalidad lo que no es sino retorcer laverdad jurídica (lo que el profesor Josu de Mi-guel ha calificado como creacionismo jurídico).Por eso, resultaba imprescindible un trata-miento específico, sólido y profundo de los as-pectos jurídicos, que tuvo lugar en el seminarioque nos ocupa y que tuve el privilegio de intro-ducir ante un nutrido y especialmente cualifi-cado auditorio de juristas catalanes.

A cualquier jurista que crea firmemente en elDerecho y en la Ley solo le cabe observar conasombro, con preocupación, e incluso con tris-teza, muchas de las afirmaciones, planteamien-tos, informes, y también acuerdos instituciona-les que se han sucedido en Cataluña en los úl-timos tiempos. Me refiero a cosas como lasresoluciones aprobadas en el último año y mediopor el Parlamento de Cataluña, o el acuerdo degobierno firmado por CiU y Esquerra Republi-cana, o los mismos programas electorales delos partidos, o los informes del Instituto de Es-tudios Autonómicos o el primer informe –y lossucesivos– del Consejo de Transición Nacional.Me refiero también a las cosas que se están di-ciendo en la Comisión parlamentaria sobre el de-recho a decidir constituida en el Parlamento deCataluña. Y me refiero, obviamente, a lo que seoye y se lee cada día en las noticias y en los pe-

riódicos, muchas veces de la boca de portavo-ces oficiales de las instituciones, cuando no, díasí, día también, del propio presidente Mas.

Oyendo y leyendo todo eso es inevitable ysencillo para un jurista que crea en la Ley llegara dos conclusiones muy evidentes: la primeraes que lo que se está planteando a la socie-dad catalana es claramente ilegal y la segunda,que los que están dirigiendo este procesosaben perfectamente que es ilegal, y lo estánhaciendo con plena conciencia.

Se plantea, con apariencia de legalidad, laposibilidad de celebrar un referéndum para de-cidir la independencia de Cataluña y su rup-tura con el resto de España, sobre la base delos siguientes razonamientos: el pueblo de Ca-taluña, soberano según proclamación de suParlamento, tiene derecho a decidir su des-tino; por el principio democrático, ningunaConstitución ni ninguna Ley pueden evitar queCataluña decida; para ejercer su derecho de-mocrático y hacer que el pueblo se pronuncie,hay que hacer una consulta; para convocar laconsulta, diversos informes de institucionesoficiales formulan hasta cinco procedimientosdiferentes.

Pero no es cierto que el pueblo catalángoce de soberanía (acaba de decirlo, por sihacía falta, el Tribunal Constitucional en suSentencia de 25 de marzo2). Es ilegal –y anti-democrático– invocar la democracia y un in-

2 F.J.3º: “el reconocimiento al pueblo de Cataluña de la cualidad de soberano, no contemplada en nuestra Constitución para las na-cionalidades y regiones que integran el Estado, resulta incompatible con el art. 2 CE, pues supone conferir al sujeto parcial del quese predica dicha cualidad el poder de quebrar, por su sola voluntad, lo que la Constitución declara como su propio fundamento enel citado precepto constitucional: ‘la indisoluble unidad de la Nación española’… nuestra Constitución hace residir la soberanía na-cional en el pueblo español (art. 1.2 CE), de manera que aquella […] ‘no es el resultado de un pacto entre instancias territorialeshistóricas que conserven unos derechos anteriores a la Constitución y superiores a ella, sino una norma del poder constituyenteque se impone con fuerza vinculante general en su ámbito, sin que queden fuera de ella situaciones históricas anteriores [STC76/1988, de 26 de abril, FJ 3; reiterado en STC 247/2007, FJ 4 a)]’. Igualmente este Tribunal ha declarado que autonomía no essoberanía [STC 247/2007, FJ 4 a)]. De esto se infiere que en el marco de la Constitución una Comunidad Autónoma no puede uni-lateralmente convocar un referéndum de autodeterminación para decidir sobre su integración en España”.

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existente derecho a decidir para eludir el cum-plimiento de las leyes vigentes. Son ilegales yen consecuencia inviables las diversas vías ar-gumentadas por la red de Consejos y conse-jeros del Sr. Mas para dar apariencia de lega-lidad a una consulta ilegal (¡nada menos quecinco y últimamente se anuncia que están es-tudiando más!). Y está al margen de la Ley,por añadidura, haber anunciado fecha y con-tenido de las preguntas de esa consulta ile-gal, antes incluso de haber transitado ningunade las supuestas cinco vías (o sea, por lasbravas, sin obtener legalmente la competen-cia para convocar nada) y poniendo a la so-ciedad catalana ante una expectativa –paramuchos una gran frustración– imposible.

Para completar lo que no cabe calificar sinode desafío absoluto a la Ley, se avisa de que siel Estado impide la consulta podrían convo-carse elecciones plebiscitarias, a las que po-dría seguir una declaración unilateral de inde-pendencia por parte del Parlamento catalánelecto. Y esto no es algo que diga un político derepente, en un arranque de incontinencia ver-bal, en una tertulia de televisión. Es algo querepiten los máximos dirigentes y que se llega aponer por escrito en los informes oficiales, su-puestamente jurídicos.

En el fondo, todo el razonamiento se reducea apelar a la democracia, a anteponer la volun-tad política frente a las leyes y a deslegitimaruna Constitución impecablemente democráticacomo un desagradable obstáculo para la liber-tad del pueblo.

Frente a ello, interesa recordar, para empe-zar, dos cosas muy elementales.

a) No hay democracia sin ley. Cuando la de-mocracia prescinde de la ley lo que no hayes ni ley ni democracia. Desde que en elsiglo XVIII se propició el pasó del gobiernode los hombres al gobierno de las leyes, endemocracia nadie puede prescindir de lamisma y hacer al margen de la ley lo queconsidera su particular voluntad. Cuando seprescinde de la ley de lo que se prescindees del elemento nuclear y central que dasentido a la convivencia en un Estado socialy democrático de derecho. Y cuando sepierde el respeto a las normas lo que quedaes lo contrario de la democracia.

En consecuencia, se engaña cuando serepite machaconamente que “la democraciaexige poder votar”, al obviar que votar es unacto contrario a la democracia cuando no serealiza de acuerdo a las leyes que están envigor3.

Y se engaña también cuando se apela aotros procesos de votación como los de Ca-nadá, con Quebec; o Reino Unido, con Es-cocia, cuando se conoce perfectamenteque, además de tratarse de supuestos his-tóricos distintos, el fundamento de ambosprocesos no es un principio democráticooperativo por encima de las leyes, sino elcumplimiento estricto de sus diferentes pre-visiones constitucionales.

Una Constitución democrática, como loes la española, no es un obstáculo ni un pa-rapeto formal sino la garantía de un proyectode convivencia, de libertad y de paz. Solo esun obstáculo para los que persiguen un pro-yecto particular, destruyendo el proyecto deconvivencia común.

3 La portavoz de UPD, Sra. Díez, añadió en el debate celebrado en el Congreso de los Diputados el 8 de abril, que la democracia esigualmente decidir sobre qué no se vota, como la ablación genital femenina o la pena de muerte…

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b) El llamado “derecho a decidir” no existe, yes, en definitiva, una expresión nacionalistaaplicada hace unos años por el lehendakariJuan José Ibarreche a su fracasado procesosoberanista y resucitada ahora en Cataluña.Expresión que encubre, con un eslogan apa-rentemente amable, la imposibilidad de apli-car a España el derecho de autodetermina-ción de los pueblos y la inconveniencia deutilizar los términos más dramáticos real-mente aplicables a la situación, como sonel de secesión o el de ruptura del país y suConstitución.

El derecho de autodeterminación es underecho limitado a procesos de descoloniza-ción y regímenes no democráticos y que norespetan el Estado de Derecho, sujeto a con-diciones enumeradas por la ONU que no tie-nen nada que ver con lo que sucede en Ca-taluña ni en ninguna otra parte de España.

Por su parte, la pretensión de un derechode secesión carece absolutamente de reco-nocimiento en parte alguna y merece el re-chazo en todos los ordenamientos constitu-cionales del mundo. Con la única excepciónde la Constitución de Etiopía de 1994, nin-guna Constitución del mundo prevé un pro-ceso de secesión de una parte de su terri-torio. Así que lo más que se podría hacersería asumir esa aspiración como resultadode un proceso de reforma constitucional es-tablecido de manera general, siempre ycuando que la propia Constitución no esta-blezca, como hacen Constituciones tan de-mocráticas como la alemana o la francesa,sus propias cláusulas de intangibilidad. Yhasta para un proceso de este tipo seríapreciso respetar los procedimientos consti-tucionales que se establecieran, sencilla-mente porque ningún proceso es democrá-tico si se produce contra la ley.

Es cierto que se podría introducir en laConstitución, si así se quiere, el derecho desecesión, definiendo eso sí exactamente enqué se hace consistir su contenido, sus re-quisitos y sus efectos, hoy desconocidos.Pero no es menos cierto que, si lo hiciéra-mos, innovaríamos históricamente el Dere-cho Constitucional occidental. Y, sobre todo,que con ello introduciríamos igualmente unfactor permanente de inestabilidad en nues-tro sistema constitucional, lo cual haría queesta cláusula resultase difícilmente compa-tible con las restantes previsiones de lanuestra y de cualquier Constitución demo-crática (lo que los constitucionalistas cono-cen como límites inmanentes a la Constitu-ción, que, si se alteran, cambian el sujetoconstituyente y el Estado; en palabras deSchmitt, la destrucción de la Constitución yotro poder constituyente).

Pero, en todo caso, lo que es seguro a díade hoy es que ni en nuestro ordenamientovigente ni en prácticamente ningún otro sereconoce el derecho de secesión. Lo dejóclaro en su día la Sentencia del TribunalConstitucional de 11 de septiembre de 2008(Plan Ibarreche), en términos inequívocosque más adelante se reproducen. Y acabade recordarlo otra vez la Sentencia TC de 25de marzo de 2014: es una mera aspiraciónpolítica que solo puede propiciarse medianteuna reforma de la Constitución.

Por eso, como ha dicho el presidenteRajoy en el debate celebrado en el Con-greso de los Diputados el 8 de abril del pre-sente año sobre la proposición de ley dedelegación a la Generalidad de la compe-tencia para convocar un referéndum, elúnico derecho a decidir que hay en Españay sobre España es el que tienen todos losespañoles.

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* * * * *

Sentado todo lo anterior, las cinco vías quediversos informes de instituciones oficiales hanformulado para convocar la consulta son las si-guientes:

1. Mediante la Ley catalana de Consultas porvía de referéndum aprobada en 2010, recu-rrida al Tribunal Constitucional y suspendidatemporalmente; hoy vigente y en espera deSentencia.

2. Mediante convocatoria por el Gobierno deEspaña de un referéndum consultivo por elart. 92 de la Constitución y la Ley Orgánicade Referéndum de 1980.

3. Delegando el Estado la convocatoria en laGeneralidad, por el artículo 150.2 de laConstitución.

4. Mediante una reforma constitucional.

5. Con una nueva Ley catalana de Consultaspopulares denominadas no referendarias,para obviar la necesaria autorización esta-tal, actualmente en tramitación en el Parla-mento de Cataluña.

De todas ellas, solo la de la reforma consti-tucional es realmente viable. De hecho, es fácilde comprender: solo por voluntad de todos sepuede cambiar lo que se conformó por voluntadde todos. Principio elemental que rige en todoslos ordenamientos constitucionales.

Las otras cuatro aparentes soluciones sonsencillamente ilegales. Por eso, una vez que seha puesto en ejecución el proceso por las au-toridades nacionalistas, se está generando unasucesión de confusiones, llena de contradic-ciones, vaivenes y rectificaciones sobre la mar-

cha. Y se van diluyendo una a una dichas su-puestas cuatro vías.

Lo de la vigente Ley de Consultas (vía 1)era sencillamente un adorno; un brindis al solpara sumar cuantas más apariencias mejor.La Ley catalana vigente no solo puede ser in-constitucional, tal y como se le ha pedido quedeclare al Tribunal Constitucional. Es que elpropio contenido de su articulado hace impo-sible que el presidente Mas convoque el refe-réndum que pretende. Por eso, no se ha valo-rado realmente hacer uso de ella y se hablade una nueva y diferente Ley de Consultas (vía5), que, sin embargo, no podrá tampoco, comoluego veremos, subsanar legalmente la impo-sibilidad de la anterior.

Y en cuanto a las vías 2 y 3, además de nodepender de la Generalidad, son notoriamenteinconstitucionales, como ya se ha puesto demanifiesto en el debate celebrado en el Con-greso de los Diputados el 8 de abril del pre-sente año sobre la proposición de ley de dele-gación a la Generalidad de la competencia paraconvocar un referéndum.

Como es sabido, los impulsores del procesose inclinaron por activar la vía 3 y solicitar a lasCortes que deleguen en la Generalidad la con-vocatoria de la consulta por el mencionado artí-culo 150.2. El resultado es que el Congreso hadenegado lo pedido, tras quedar más que claroen el debate que ni cabe que ninguna institu-ción, ni siquiera el Gobierno del Estado, convo-que un referéndum de secesión (imposibilidadde la vía 2), ni es posible que el Estado delegueen la Generalidad la competencia para convocaruna consulta de esta naturaleza (imposibilidadde la vía 3), y menos aún para convocar un re-feréndum con unas preguntas anunciadas porlos propios interesados, que ya se conoce queson inequívocamente inconstitucionales.

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Una consulta (por la vía de referéndum) solopuede ser convocada por el Estado medianteel artículo 92 de la CE. Y es una Ley Orgánicaestatal (la LO 2/1980) la que hoy regula lascondiciones y el procedimiento de las distintasmodalidades de referéndum previstas por laConstitución. Entre las que obviamente no seencuentra un referéndum territorial de sece-sión, ni convocado por un territorio, ni convo-cado por el Estado.

No faltan propuestas de políticos o profeso-res que consideran posible que el Gobiernoconvoque ese referéndum si se modifica la LeyOrgánica. Pero lo cierto es que nunca podríatener un contenido como el que ha anunciadoel Gobierno del Sr. Mas (ni cualquier otro queponga en cuestión los artículos 1 y 2 de laConstitución y el sujeto de la soberanía) y que,además, debería obviar la mayoría, por no decirla totalidad, de los requisitos establecidos porel artículo 92 de la Constitución, resultando porello de una fragilidad constitucional extrema,prácticamente insalvable.

En cuanto a lo primero, basta con recordarque esta es ya una cuestión resuelta por el Tri-bunal Constitucional. Y además, de manerabien clara y concluyente.

La Ley del Parlamento Vasco 9/2008, de 27de junio, de convocatoria y regulación de unaconsulta popular al objeto de recabar la opiniónciudadana en la Comunidad Autónoma del PaísVasco sobre la apertura de un proceso de ne-gociación para alcanzar la paz y la normaliza-ción política, preveía la realización de una con-sulta no vinculante a la ciudadanía vasca el 25de octubre de 2008. Aprobada por el Parla-mento Vasco el Tribunal Constitucional la de-claró inconstitucional, por unanimidad, en Sen-tencia de 11 de septiembre de 2008; fundandosu decisión en tres motivos, de los que intere-

san los dos primeros (el tercero se refería alprocedimiento parlamentario de tramitación enlectura única):

1. La incompetencia del Parlamento Vasco paraaprobar una ley de esta naturaleza, por vul-neración del artículo 149.1.32 de la Consti-tución, que atribuye al Estado la competenciaexclusiva para autorizar la convocatoria deconsultas populares por vía de referéndum.

2. El contenido de la Ley, que supone una in-fracción de los artículos 1 y 2 de la Consti-tución, porque una consulta de este tipoafecta al fundamento de la misma, porqueafecta a la identidad y unidad del soberanoo, cuando menos, a la relación que soloeste puede establecer entre el Estado y lasComunidades Autónomas. Para ello haríafalta una reforma constitucional, añade elAlto Tribunal.

Como en aquella Ley vasca también se ape-laba al derecho a decidir, como ocurre ahora enCataluña, el Tribunal observó que ese derechopresupondría la existencia de un sujeto (pue-blo vasco, pueblo catalán) equivalente al sujetotitular de la soberanía que es el pueblo espa-ñol, sentenciando que ni cabe otro soberano, niel derecho a decidir deja de afectar al conjuntode los ciudadanos. Todo ello en un marco en elque, como también se dice en la Sentencia,frente al derecho a decidir, nuestra Constitucióngarantiza “uno de los sistemas democráticosmás plenos que caben encontrarse en el De-recho Constitucional comparado”.

Por otra parte, y por si no fuese suficiente se-ñalar que un referéndum de esas característicasalteraría la lógica de todo el sistema constitu-cional (“referéndum jurídicamente constituyente”lo denominó el Sr. Rubalcaba en el debate de 8abril en el Congreso), ocurre además que con-

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forme a lo dispuesto en el artículo 92 de la Cons-titución, no cabe referéndum al no cumplirse losrequisitos establecidos en el mismo.

De acuerdo con tal precepto, no cabe refe-réndum sobre normas, y sobre el mismo debenpronunciarse todos los ciudadanos, sin quequepa reducirlo a los ciudadanos de una partedel territorio (salvo cuando la Constitución lo haprevisto expresamente, de acuerdo con la lógicade otras previsiones constitucionales, como lasque se refieren, por ejemplo, a la aprobación oreforma de los Estatutos de Autonomía). Comoseñaló el Sr. Rubalcaba en el debate de 8 deabril, podríamos debatir si el “todos” del pre-cepto puede modularse por la Ley Orgánica pre-vista en el artículo 92 para permitir algunos re-feréndums de ámbito autonómico, pero lo quees seguro es no puede llevarse esa interpreta-ción al extremo de preguntar a una Autonomíalo que afecta a todos los españoles. Una cosaes prever por Ley Orgánica que existan referén-dums autonómicos sobre materias de la com-petencia de una Comunidad y otra bien dife-rente que una Autonomía pueda convocar y ce-lebrar un referéndum de secesión.

Además, solo cabe regular supuestos, con-diciones y procedimientos en esta concreta LeyOrgánica estatal específica sobre las modali-dades de referéndum, no en cualquier Ley Or-gánica, por lo que no es intercambiable, porejemplo, con las Leyes Orgánicas de transfe-rencia o delegación previstas en el artículo150.2 de la CE, ni tampoco con los estatutosde autonomía, según el Tribunal Constitucional.

Cabe añadir que ni siquiera esa ha sido lademanda que se ha formulado desde Cataluña,porque ni se ha presentado una proposición deley para modificar la Ley Orgánica 2/1980 ypretender una ingeniería jurídica que obvie loslímites constitucionales, ni se le ha planteado

sin más al Gobierno que sea él quien convoqueel referéndum. El procedimiento que finalmentese ha puesto en ejecución ha sido, como sedijo, el de solicitar que se delegue en la Gene-ralidad la competencia para convocar la con-sulta, mediante una Ley Orgánica aprobada porla vía del artículo 150.2 de la Constitución.

Pero ni el Estado puede delegar una com-petencia que él mismo no puede ejercer, comoacabamos de ver, ni, aunque la tuviera, tam-poco habría sido posible delegarla en la Gene-ralidad. Por eso, el Congreso ha rechazadoabrumadoramente la solicitud imposible delParlamento de Cataluña.

El párrafo 2º del artículo 150 determina que“el Estado podrá transferir o delegar en las Co-munidades Autónomas, mediante ley orgánica,facultades correspondientes a materia de titula-ridad estatal que por su propia naturaleza seansusceptibles de transferencia o delegación”.

No cualquier competencia estatal es, portanto, delegable. Es cierto que la concreción delas que no lo son no es evidente, porque la re-ferencia a las “materias de titularidad estatalque por su propia naturaleza sean susceptiblesde transferencia o delegación” es un conceptojurídico indeterminado que admite diversas in-terpretaciones.

Pero es sabido que la interpretación de unconcepto indeterminado no queda a la discre-cionalidad ilimitada de cualquier voluntad polí-tica, diferente en cada tiempo por puras razo-nes de oportunidad. Los conceptos indetermi-nados son determinables en cada momentoconcreto, de acuerdo con los criterios de la ló-gica y de la realidad social del tiempo en quese interpreta. Y parece bastante evidente quedelegar la competencia para convocar un refe-réndum para que una parte del país convoque

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un referéndum de independencia y secesión noes precisamente la interpretación que en su díael constituyente –y hoy cualquier intérprete–debió de tener en mente como “competenciaestatal susceptible de delegación”.

Tal interpretación del artículo 150.2 es sen-cillamente una extravagancia, tanto más cuandoen la práctica se traduciría en una auténtica ce-sión de la soberanía del conjunto del pueblo es-pañol en una parte del mismo, siendo así queparece también evidente que las materias queafectan a la soberanía son las que más inequí-vocamente deben considerarse no susceptiblesde delegación o transferencia. Hasta autoresque, como Francisco Rubio Llorente, Francescde Carreras o César Aguado han consideradoposible, bien por razones jurídicas bien por con-veniencia política, que el Estado haga posibleeste tipo de referéndum, han descartado quetal potestad sea constitucionalmente delegableen la Generalidad.

Por su parte, el presidente Rajoy, haciéndoseeco del criterio del Gobierno remitido por escritoa la Cámara sobre la proposición de ley, aclaróa los comisionados del Parlamento de Cataluñapresentes en el debate celebrado en el Con-greso de los Diputados el 8 de abril que las com-petencias del Estado que, por definición consti-tucional, tienen la naturaleza de exclusivas, nopueden ser transferidas en su totalidad, como

aquí se solicita, de forma que si se efectuasetal transferencia se vaciaría completamente unacompetencia exclusiva del Estado4.

En este sentido, Tereixa Freixes, catedráticade Derecho Constitucional en la Universidad Au-tónoma de Barcelona, ha explicado que la com-petencia de convocar referendos no puede serfruto de una delegación parcial, porque no esparcelable. Y sus efectos también afectan alconjunto. La petición que se ha hecho es paraconvocar un referéndum sobre la independencia,y eso afecta a toda España. Si se transfiere auna comunidad algo como eso, entonces lo queno tiene sentido es tener una Constitución.

Algunos portavoces nacionalistas han argu-mentado que, al ser consultivo y no vinculante,el referéndum y su delegación son constitucio-nales. Eso es, obviamente, una pura simpleza:es el propio artículo 92 CE el que dice quetodos los referéndums sobre “decisiones polí-ticas de especial trascendencia” son mera-mente consultivos y eso no quiere decir quehaya barra libre para consultar cualquier cosa,por inconstitucional o aberrante que sea5. Quesea consultiva y no vinculante no convierte unaconsulta imposible en posible. Y además, es lapropia propuesta de delegación enviada desdeBarcelona la que adelanta que si la consultasale adelante resultará obligado tramitar y ne-gociar sus consecuencias. El mismo portavoz

4 El Informe con el criterio del Gobierno, leído al inicio de la sesión del Congreso de 8 de abril dice textualmente: “supondría la trans-ferencia genérica –más allá de las facultades de regulación, que irían implícitas– de la totalidad de la competencia general o en abs-tracto, el título competencial en sí mismo”. Sin embargo, el citado artículo 150.2 de la Constitución prevé solo la transferencia de“facultades correspondientes a materia de competencia estatal”, pero no la competencia estatal, toda ella, en sí misma. Es decir,se pretende como objeto de delegación una facultad que supondría un vaciamiento completo de la competencia del Estado atribuidapor el artículo 149.1.32ª en relación con la materia específica de la celebración de consultas populares.

5 Nuevamente el Informe con el criterio del Gobierno sobre la proposición de ley de delegación leído en la sesión del Congreso del pa-sado 8 de abril: “los referendos consultivos están previstos en la Constitución sola y únicamente para someter a consulta de losciudadanos decisiones políticas de especial trascendencia. Es decir, sólo puede consultarse lo que se va a decidir: no caben con-sultas meramente especulativas. Y si Cataluña sola, de manera unilateral, no puede decidir jurídicamente su separación de España,tampoco lo puede técnicamente consultar. Y si no puede consultarlo, no puede delegársele la facultad correspondiente, pues es-taríamos ante una de las facultades que con arreglo al mismo artículo 150.2 de la Constitución, por su propia naturaleza no seríasusceptible de transferencia o delegación”.

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de la Generalidad, Sr. Homs, declaró abierta-mente que si gana la independencia “estotiene una legitimidad democrática que sitúa lascosas en un punto de no retorno”. Por eso elSr. Rubalcaba dejó claro en el debate del Con-greso de 8 de abril que lo que se pretende esun referéndum que, calificado jurídicamente deconsultivo, sea políticamente vinculante6.

Se ha puesto también la pintoresca excusade que el Estado ya utilizó el artículo 150.2 dela Constitución para delegar a Cataluña la com-petencia de Tráfico en 1997, por lo que si ahorano hace lo mismo con la competencia para laconvocatoria de referéndums es porque notiene “voluntad política”, expresión totémica enel debate público catalán. Pero también se con-testa por sí mismo que ceder la competenciade tráfico no tiene nada que ver con ceder so-beranía, lo que choca de plano con artículosfundamentales de la Constitución como el 1.2y el 2, cuya reforma implicaría el complejo pro-cedimiento de reforma constitucional.

En fin, sorprendentemente, en el debate delCongreso y en la prensa, algunos portavoces

nacionalistas han dicho en los últimos tiempos,una vez puesta en evidencia la insuficiencia delos supuestos argumentos jurídicos iniciales,que lo que se pretende en realidad es autori-zación legal para celebrar una consulta, sin queello tenga que significar que la consulta seapara la independencia7.

Y este argumento no es que sea débil ofuerte, es sencillamente un sarcasmo. Decirque no se sabe para qué se va a delegar la con-sulta y que se trata solo de permitir que los ciu-dadanos decidan, es un argumento infantil quecalifica la solvencia de lo que se defiende.Dada la gravedad del asunto, no cederé a lafácil tentación de ridiculizar “un proceso inde-pendentista que no debe ser para la indepen-dencia” (la Sra. Díez dijo en el debate del 8 deabril en el Congreso que se proponía no el “de-recho a decidir”, sino el “derecho a conocer”,como si fuese una simple encuesta8), así queme limitaré a decir que tal aseveración es sen-cillamente falsa.

Lo que se ha abierto y se está desarrollandoen Cataluña es un proceso soberanista com-

6 Esto ya lo dejó escrito en 2012 el profesor Juan José Solozábal: “el referéndum para la verificación del apoyo secesionista en unterritorio en realidad incurriría en fraude constitucional. Sería convocado como consultivo, pero resultaría realmente vinculante, demodo que no abriría el paso a la reforma constitucional, sino a la independencia. No sería una consulta para la soberanía, sino unreferéndum de soberanía, radicalmente prohibido en nuestro ordenamiento, mientras no se reforme la Constitución. En realidad enningún caso hay referendos consultivos de autodeterminación (no lo fueron los de Quebec ni lo será el de Escocia), entre otras co-sas por la simple razón de que en el hecho de la consulta se contiene una definición del soberano, que es constituido cuando sele hace objeto de una pregunta, como digo, de soberanía”.

7 Este argumento se completa a veces con otros dos que también han empezado a repetirse mucho en los últimos tiempos, ante laimposibilidad de consolidar un edificio jurídico sólido con los planteamientos iniciales. Se dice que si el Estado propone otras pre-guntas, las anunciadas se pueden cambiar o completar (!!!). Y se afirma que la consulta puede celebrarse porque luego ya se es-cuchará a todos los españoles a la hora de reformar la Constitución. Esto segundo, como hemos visto, ya sabemos que no dependede la buena voluntad de los nacionalistas, sino de las previsiones constitucionales establecidas. Y, en cuanto a la posibilidad deiniciar una reforma constitucional con un requisito nuevo, que sería una consulta a una parte del territorio, cabe traer a colaciónque ya el Tribunal Constitucional italiano conoció un caso de esta naturaleza (pretensión de referéndum del Véneto en 1992 y 2000),declarando que cuando hay un procedimiento de reforma constitucional no se puede añadir nada a ese procedimiento y que el pre-tendido referéndum sería un elemento de presión a las instituciones representativas, al Parlamento de Roma para que aprobara lareforma constitucional en el sentido impuesto por los vénetos).

8 El propio portavoz de la Generalidad, Sr. Homs, admitiendo el 23 de enero 2014 las dificultades jurídicas, intentó buscarle encajelegal a la consulta, planteándola como una suerte de “encuesta”. A su parecer, una victoria del secesionismo “no generaría de porsí una nueva situación jurídica, sino la apertura de la negociación con el Estado”. El portavoz Homs se preguntó: “¿Nos van a pro-hibir hacer encuestas?”.

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pleto, descrito e iniciado en la resolución delParlamento de Cataluña de septiembre de2012, y que se pretende terminar con la inde-pendencia. Todos los documentos muestranque el proceso es para la secesión. Las decla-raciones de los dirigentes muestran que el pro-ceso es para la secesión. La creación y los tra-bajos del Consejo Asesor para la Transición Na-cional son para la secesión. La proposición deley presentada en el Congreso deja claro quees una consulta para surtir los efectos preten-didos de secesión y su defensa en el Congresopor los miembros del Parlamento de Cataluñadejó explícitamente establecido que el propó-sito de la consulta es la independencia (comi-sionada Sra. Rovira).

Ahí está para quien quiera leerla la larga Ex-posición de Motivos de la Proposición de Leyque el Parlamento de Cataluña envía a las Cor-tes para solicitar la delegación: el Estatuto yano sirve, el Tribunal Constitucional ha hecho im-posible continuar así, la voluntad de decidir dela ciudadanía catalana es “inequívoca”, hay“una mayoría favorable al derecho a decidir”…En fin, si hay algo que en todo esto no ofrecedudas es que la consulta, cuya delegación sepide además ad casum, o sea, para convocaresta consulta y solo esta, es para preguntar porla secesión. Y esto es tan transparente que enla citada Exposición de Motivos ya se prejuzgaincluso que se va a contestar que sí y que poreso el referéndum “consultivo” no debe consi-derarse tan consultivo, sino que obliga “a un de-terminado comportamiento político del Estado yla Generalidad, a saber, negociar de forma lealy sin dilaciones el proceso a seguir para con-vertir en realidad jurídica aquella voluntad”9.

Por si todo lo anterior no fuera abrumadora-mente notorio y claro, ocurre que, como hastalas preguntas para la pretendida consulta del 9de noviembre ya han sido anunciadas nadamenos que por el Presidente de la Generalidady desde hace meses (12-12-2013), los objeti-vos de todo esto son cualquier cosa menosequívocos:

Pregunta 1: “¿Quiere que Cataluña se con-vierta en un Estado?”.

Pregunta 2: “Y, en caso afirmativo, ¿quiereque este Estado sea independiente?”.

* * * * * *

Frustradas todas las vías anteriores, se in-siste ahora en que el proceso soberanistacontinúa. Dos días después del rechazo en elCongreso a la ley de delegación de compe-tencias para convocar la consulta, el presi-dente Más dejó claro que “ahora hay queconstruir los marcos legales catalanes y vertambién qué dan de sí los marcos legales in-ternacionales”. Así pues, “la consulta se rea-lizará bajo el amparo de la legalidad catalanay de la legislación internacional que reconoceel derecho de los pueblos a decidir librementesu futuro” (Sr. Junqueras).

Esta “legalidad catalana” es la comentadavía 5, o sea, la nueva Ley catalana de Consul-tas populares denominadas no referendarias(más, en su caso, una Ley Electoral catalana –que no ha podido dictarse por falta de acuerdoen 34 años–). Ley de Consultas cuyo proyecto

9 Es verdaderamente llamativo que para los nacionalistas catalanes este preámbulo no debe considerarse relevante, a diferencia delo que defendieron sobre el debatido preámbulo del Estatut. En su intervención en el debate de 8 de abril en el Congreso, el Sr. Du-rán i Lleida definió la larga exposición de motivos de la proposición de ley como simples “deslices”, que no deben oscurecer el ca-rácter meramente consultivo de la consulta.

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fue presentado y tomado en consideración porel Parlamento de Cataluña en 2013 y que llevadesde entonces congelado en trámite de po-nencia, a la espera de acontecimientos.

Pero lo cierto es que nos espera más de lomismo, porque si con esta segunda Ley de Con-sultas se persigue habilitar a la Generalidadpara consultar lo que ya se ha anunciado, seráevidentemente otro paso completamente in-constitucional y en consecuencia inútil.

El asunto es jurídicamente sencillo. Deacuerdo con el artículo 122 del Estatuto, lo quecorresponde a la Generalidad es “la compe-tencia exclusiva para el establecimiento del ré-gimen jurídico, las modalidades, el procedi-miento, la realización y la convocatoria por lapropia Generalidad o por los entes locales, enel ámbito de sus competencias, con excepciónde lo previsto en el artículo 149.1.32 de laConstitución”.

En consecuencia, estando reservada al Es-tado la convocatoria de “consultas popularespor vía de referéndum” (149.1.32 CE), la Ge-neralidad puede convocar “encuestas, audien-cias públicas, foros de participación y cualquierotro instrumento de consulta popular”, pero noreferéndums. Y solo “en el ámbito de sus com-petencias”; no para cuestionar los artículos 1y 2 de la Constitución y declarar la secesión.

Se está haciendo circular últimamente elargumento de que esto se solventa con lamencionada Ley Electoral catalana, que ven-dría a permitir soslayar los requisitos de la ju-risprudencia del Tribunal Constitucional defi-niendo un cuerpo electoral nuevo y recogiendo

un procedimiento y unas garantías para la con-sulta. Incluida una propia Administración elec-toral10. Pero semejante –e igualmente inge-nuo– fraude no puede convertir un referéndum(o consulta referendaria) en un “no referén-dum” (o consulta no referendaria). Al contra-rio, es triplemente inconstitucional: 1) porqueencubre burdamente la convocatoria de un au-téntico referéndum, competencia del Estado;2) porque no respeta la legislación electoralgeneral, competencia del Estado; y 3) porquereduce las garantías del proceso electoral ac-tualmente vigente, afectando gravemente elderecho reconocido a millones de ciudadanosen el artículo 23 de la Constitución.

Como se preocupó de aclarar la Sentenciadel Tribunal Constitucional 31/2010, de 28 dejunio, sobre el Estatut,

“en la expresión ‘cualquier otro instrumento de con-sulta popular’ no se comprende el referéndum. Talentendimiento parece implícito en el propio art. 122EAC, que hace excepción expresa ‘de lo previsto enel artículo 149.1.32 de la Constitución’. Sin em-bargo, esa excepción no puede limitarse a la autori-zación estatal para la convocatoria de consultas po-pulares por vía de referéndum, sino que ha de ex-tenderse a la entera disciplina de esa institución,esto es, a su establecimiento y regulación. Ello esasí por cuanto, según hemos dicho en la repetidaSTC 103/2008, ‘la Ley Orgánica 2/1980, de 18 deenero, sobre regulación de las distintas modalidadesde referéndum, es la llamada por el art. 92.3 CE pararegular las condiciones y el procedimiento de las dis-tintas modalidades de referéndum previstas en laConstitución, siendo además la única Ley constitu-cionalmente adecuada para el cumplimiento de otrareserva, añadida a la competencial del art. 149.1.32CE: la genérica del art. 81 CE para el desarrollo delos derechos fundamentales, en este caso el dere-cho de participación política reconocido en el art. 23CE’.” (STC 103/2008, FJ 3).

10 De ahí propuestas que se escuchan estos días como la de ampliar el derecho de sufragio activo a los mayores de 16 años o la desustituir el censo electoral por los padrones municipales, en los que, por cierto, se incluyen obviamente los niños, los extranjerosy otras personas sin derecho a voto.

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Todo ello con el agravante igualmente in-superable de que, al haber pedido el Parla-mento de Cataluña al Estado que delegue sucompetencia para convocar referéndum se hareconocido paladinamente que esa compe-tencia es del Estado y que no cabe atribuirlaa Cataluña en ninguna Ley propia de consultasque se haya dictado o se pueda dictar. Comoha escrito el catedrático Roberto Blanco Val-dés, cuando Cataluña solicita que le transfie-ran la competencia “está reconociendo deforma expresa que no la tiene… a partir deahí, si se la deniegan, todo lo que haga seráilegal”.

Aunque el Tribunal Constitucional no hu-biese dicho ya en relación con el Plan Ibarre-che que las Comunidades Autónomas no soncompetentes para convocar referéndums ymenos para cuestionar la soberanía nacional,lo cierto es que ahora tampoco tendría que de-dicar mucho esfuerzo para repetir semejantedoctrina, prácticamente a confesión de parte.

Así pues, si se aprueba una nueva Ley ca-talana de Consultas, con la pretensión de ha-bilitar a la Generalidad para que convoque unreferéndum de secesión, el Presidente del Go-bierno y los demás legitimados para interponerun recurso de inconstitucionalidad, podrán im-pugnarla, cargados de razones, ante el TribunalConstitucional. Y si lo hace, como es de espe-rar, el Gobierno de la Nación, la impugnaciónsupondrá la suspensión automática de la Ley,en virtud de lo dispuesto en el artículo 161.2de la Constitución.

Se insinúa por portavoces nacionalistas, conaparente ingenuidad, que el Parlamento de Ca-taluña demorará hasta septiembre la aproba-

ción de la Ley para que coincida con la convo-catoria de la consulta, como fórmula para difi-cultar su impugnación. Desde el punto de vistajurídico –otra cosa es el juego político con las fe-chas–, semejante planteamiento es una ocu-rrencia más sin el más mínimo recorrido. Ley yconvocatoria serán impugnables e impugnadaspor ilegales e inconstitucionales, sin el más mí-nimo problema ni de plazos ni de trámites deimpugnación. Y en consecuencia la consulta nopodrá celebrarse de acuerdo con la ley.

Como el presidente Mas conoce todo estoperfectamente, ha declarado en las últimas fe-chas que “si no hay otra posibilidad transfor-maremos las elecciones en refrendo… no esel mejor escenario, pero sí el más probable”11.

Resumiendo, para terminar: quienes pro-mueven este proceso conocen perfectamenteque el único camino posible para conseguir loque persiguen sería una reforma constitucio-nal. De hecho, saben también que, si algunade esas supuestas vías les hubiese permitidocelebrar la consulta, lo único que habrían po-dido plantear a continuación es una propuestapara reformar la Constitución, lo que nossitúa, jurídicamente, en la misma casilla desalida.

Y para hacer una reforma de la Constitu-ción hay un procedimiento bien claro, que con-siste en presentar la reforma de la Constitu-ción –cosa que el Parlamento de Cataluñapuede hacer– y discutirla en los términos delTítulo X de la Constitución. Un procedimientociertamente complejo, pensado para garanti-zar que el acuerdo de todos no se puede cam-biar entre unos cuantos y para proteger a lasminorías que tomaron parte en el proceso

11 Entrevista a Le Figaro, recogida ampliamente por la prensa española el 12 de abril de 2014.

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constituyente –por ejemplo, al nacionalismocatalán– e impedir que una mayoría transito-ria –por ejemplo, del PP o del PSOE– pudieracambiar el consenso que se alcanzó entretodos. Lo que beneficia a los partidos peque-ños y no al revés, como en ocasiones seafirma para presentar la Constitución comoun obstáculo.

Siempre se puede adaptar, mejorar y refor-mar una Constitución, pero es tarea de todos,del poder constituyente, o sea el pueblo espa-ñol. Y tan importante es respetar la Constitu-ción como el procedimiento para que actúe elpoder constituyente. Si un poder constituidopretende sustituirlo es porque lo que busca esel enfrentamiento y la ruptura.

Con la paradoja final de que, incluso si ad-mitiésemos a efectos puramente dialécticosque, como dicen los secesionistas, la consultaha de poder celebrarse porque solo consisteen oír al pueblo de manera consultiva y no traepor sí la secesión, estaríamos ante un futuriblede imposible realización sin la voluntad delresto de España y por el complejísimo caucede la reforma constitucional. Porque lo que ensu caso vendría después sería, en última ins-tancia, el voto del pueblo español sobre sudeseo de reformar o no la Constitución, bienpara lo que quieren los secesionistas o bien encualquier otra dirección.

Hay quien opina además (profesor Castellá)que tal y como se está planteando el proceso,abrir el procedimiento constitucional provocaríaantes que una reforma constitucional, una au-téntica ruptura constitucional. Y hay inclusoquien ha escrito que el derecho a decidir sería

en todo caso verdaderamente incompatible conuna Constitución reformada (profesor AragónReyes).

Como vengo repitiendo desde el comienzo,todo esto lo conocen perfectamente los queestán promoviendo este proceso. Se conoce yse hace a conciencia. Por eso se invoca acada vuelta del camino la voluntad política, re-cuperando la peligrosa y vieja teoría de quelos poderes públicos pueden por razones po-líticas eximirse de cumplir la ley. Como dijo li-teralmente en la tribuna del Congreso el co-misionado de CiU, Sr. Turull: si hay voluntadpolítica, cabe en la Constitución. O como re-machó el Sr. Durán i Lleida: cualquier abogadoes capaz, si se quiere, de encontrar en la leyargumentos para defender la tesis de sucliente.

Se aprecia también muy claramente en losllamados informes jurídicos de los Institutos yConsejos, en los que se refleja nítidamenteque, al conocerse perfectamente bien lo quees legal y lo que no, se acaba recurriendo unay otra vez a la conveniencia política, recabandopara ella la “benevolencia” a la hora de inter-pretar (obviar, en realidad) las normas legales.Por eso, la salida final es clamorosamente an-tijurídica: la convocatoria de unas eleccionesplebiscitarias que permitan el acto revolucio-nario de una secesión unilateral12. ¡Un acto de-mocrático previsto para elegir un Parlamentopor cuatro años se convierte en un acto anti-democrático, un acto de fuerza, un acto dondeno rige el Derecho! ¡Y el Consejo de TransiciónNacional, supuesto asesor jurídico de seme-jante proceso, se entretiene en debatir en suinforme si ese acto revolucionario tiene que ha-

12 “Una democracia constitucional no puede consentir la transformación del orden político sin observancia de los límites y procedi-mientos constitucionales, pues Constitución y revolución son categorías incompatibles” (Profesor J. J. Solozábal).

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cerse por proposición de ley o por proposiciónno de ley!

El proceso está concebido, por tanto, comoun proceso de enfrentamiento (de “fin de ré-gimen”, en expresión del comisionado Sr. He-rrera en el Congreso13). Se ponen en ejecucióncon total determinación unas vías que no tie-nen salida posible, a conciencia de que esoes así, pero trasladando la convicción de queel destino de esa comunidad es su secesión,y de que avanzando hacia ese objetivo se iráampliando progresivamente el apoyo social ala creación de un Estado propio. Se tacha acualquier oposición al proceso en nombre dela ley de “solución autoritaria” (nuevamente elSr. Herrera en el Congreso). Y se anunciaabiertamente el incumplimiento de la ley, an-ticipando que no se va a respetar la decisiónadoptada por el Parlamento de la Nación o porlos Tribunales y, concretamente, por el Tribu-nal Constitucional.

Por eso, aunque la imposibilidad jurídica deeste proceso es evidente, no se trata sólo niprincipalmente de un debate jurídico. Como seha demostrado en el conjunto de seminarios or-ganizados por FAES en Cataluña, que este librorefleja, se trata de un empeño dañino para Es-paña y para Cataluña a todos los niveles (so-cialmente, económicamente, internacional-mente, históricamente…), y que además socavala democracia en nombre de la propia democra-cia y pone en cuestión al Estado de Derecho y alos valores de libertad y convivencia que persi-guen nuestras normas básicas.

Entre otras muchas y graves cosas porqueincluso si se permitiese realizar un recorridotan barroco como el pretendido para llegar alpunto de partida, que es presentar una reformade la Constitución y discutirla, y a continuaciónel poder constituyente no confirmase las ex-pectativas pretendidas por algunos, la frustra-ción sería ya insuperable. Y el problema polí-tico generado, también.

Y tengo que finalizar recordando que a la si-tuación presente se ha llegado, entre otrascosas, porque algunos vienen levantando enlos últimos años una sucesión de falsas ex-pectativas que, una vez que se acredita una im-posibilidad que conocían de antemano, ellosmismos convierten en agravios y en el consi-guiente sentimiento colectivo de decepción.

Así ocurrió con el Estatut y con la subsi-guiente Sentencia del Tribunal Constitucional.Todos sabían que el Estatut era inconstitucio-nal y que el Tribunal no podía hacer otra cosaque declararlo. Todos sabían que se dejabafuera del consenso a la mitad de la Nación,aprobando por primera vez un Estatuto sinacuerdo de los partidos mayoritarios. Todossabían que si el TC ha tenido que desautorizarun Estatuto inconstitucional que previamenteha sido ratificado por el pueblo en referéndum,ha sido porque los mismos que repiten ahoraese lamento son los que votaron en contra dereformar la Ley para reincorporar el recursoprevio de inconstitucionalidad para los Esta-tutos de Autonomía y evitar que aquello pa-sara. Y estos son los mismos que hoy tratan

13 Hasta un ponente constitucional ha coincidido en este tipo de expresiones. Así, Miguel Roca declaraba a El País el 2 de diciem-bre de 2013, entre otras cosas lo siguiente: “todo el mundo reconoce que ese modelo se ha agotado, yo creo que no por de-fecto constitucional sino por la cerrazón del Tribunal Constitucional. La Constitución habría permitido lecturas mucho más am-plias que hoy nos habrían evitado situaciones... en las que no quiero entrar. Estamos ante problemas políticos que tienen queser resueltos políticamente”.

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de sacar provecho político de los serios desa-rreglos que han provocado, repitiendo que traslo ocurrido con el Estatut y con la Sentenciadel Tribunal Constitucional, “Cataluña ya noestá en la Constitución” (Sr. Herrera en la tri-buna del Congreso).

Y así se está operando nuevamente coneste asunto de la consulta, que puede provo-car en la opinión pública una nueva frustracióncolectiva multiplicada hasta extremos cada vezmás dolorosos y, por supuesto, cada vez máspeligrosos para todos14.

14 El profesor Josu de Miguel lo ha descrito del siguiente modo: “en realidad, el movimiento es la clave del proyecto de Mas y Jun-queras. Adaptando las reglas de las lecciones históricas hegelianas a la revolución nacionalista, se piensa que quemando una se-rie de etapas se llegará al objetivo final casi por inercia… plan perfectamente pensado, que por cierto ya estaba implícito en el pri-mer informe del Consejo de Transición Nacional: hay que ir cosechando negativas del Estado, para cargarse de razones y en sumomento, mediante las correspondientes elecciones plebiscitarias, declarar la independencia. Lo que pase después, ya no es com-petencia de los políticos catalanes, probablemente tampoco de los españoles: es cosa de multitudes y de un orden de las cosasaleatorio”.

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Una cuestión previa: el derecho a decidir,un derecho inexistente

Los nacionalismos vasco y catalán fundamentansu aspiración a la independencia –más todavía,elevan tal pretensión a la categoría jurídica de de-recho– invocando un pretendido “derecho a deci-dir”. Así, sin más. Sin precisar en qué se basan nien qué se apoyan. Sucedió antes en el caso delnacionalismo vasco en la época del denominado“Plan Ibarretxe”, acontece ahora respecto del pro-yecto independentista del nacionalismo catalán yvuelve a presentarse en el proceso que nueva-mente se avecina, otra vez en el País Vasco, de lamano del nacionalismo vasco.

Por eso, lo primero que hay que decir es quetodos esos proyectos independentistas –comoes ahora el del nacionalismo catalán– estánconstruidos sobre una premisa falsa, porque talderecho a decidir –entendido en realidad, aun-que no lo digan, como el derecho a la estatali-dad, esto es, el derecho a constituirse en un Es-tado independiente– no existe con carácter ge-neral ni en el orden interno de los Estados(como es obvio, toda vez que reconocerlo su-pondría abrir la puerta a la desintegración pro-gresiva del Estado)1 ni en el Derecho Internacio-nal (porque aceptarlo también implicaría la des-trucción, la disgregación, del Estado que es, nose olvide, el autor del Derecho Internacional).

El proyecto independentista catalán a la luz delDerecho Internacional y de la Unión Europea*

Carlos Fernández de Casadevante RomaniCatedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales.

Universidad Rey Juan Carlos

* Texto editado de la intervención del autor en el seminario FAES “Aspectos jurídicos del proyecto secesionista del presidente Mas”,Barcelona, 27 de noviembre de 2013.

1 En el pasado, solo algunos Estados del bloque soviético contemplaron en sus ordenamientos internos el derecho de autodeterminaciónexterna (derecho a la estatalidad). Fue el caso de Checoslovaquia, cuya Constitución de 1968 afirmaba que la República se basaba enla unión voluntaria de los dos Estados nacionales, libremente unidos e iguales en derechos y fundada en la facultad de cada uno de es-tos pueblos a la autodeterminación, incluida la secesión (vid. el texto en Daranas Peláez, M., Las Constituciones Europeas, tomo I, Ed.Nacional, Madrid, 1979, p. 487). El art. 70 de la Constitución de la URSS aludía a su creación “como resultado de la libre determina-ción de las naciones y de la asociación voluntaria de las repúblicas socialistas soviéticas en derechos”. El art. 72 afirmaba que “a cadaRepública federada se le conserva el derecho a separarse libremente de la URSS”. En la actualidad, solo la Constitución de Etiopía de8 de diciembre de 1994 reconoce un “derecho incondicional a la autodeterminación, incluyendo el derecho a la secesión” (art. 39.1).Las Constituciones de Saint Christopher y Nevis y de Uzbekistán reconocen un derecho a la secesión (vid. nota 10 del presente trabajo).

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De ahí el recurso al lenguaje –“derecho adecidir”– para evitar la claridad y las conse-cuencias negativas derivadas de la misma. Deahí, también, la opción por términos que nosolo encubren la pretensión real pero imposi-ble –la constitución de Cataluña en Estado–sino que, además, la presentan como un “de-recho” con el deseo de darle fuerza. De ahí,por último, la imposibilidad con la que se en-cuentran sus defensores a la hora de funda-mentarlo jurídicamente. Por eso, cuando lo in-vocan, se limitan a proclamar el dogma perono proporcionan ningún fundamento jurídico enel que sustentarlo salvo el recurso genérico –y fraudulento–, como veremos, al Derecho In-ternacional, porque para el nacionalismo “de-recho a decidir” significa derecho de autode-terminación externa o, lo que es lo mismo,derecho a constituirse en Estado; hipótesisesta que, como veremos después, el DerechoInternacional no contempla más que respectode situaciones limitadas y concretas.

Con tales mimbres, lo sorprendente es laingenuidad y la docilidad de una gran parte dela sociedad catalana (también vasca) en apa-riencia totalmente dispuesta y entregada a co-mulgar con ruedas de molino sin pedir expli-caciones ni hacer preguntas. Al mismotiempo, con semejante actitud, es la propiademocracia la que se cuestiona toda vez quetales proyectos tienen lugar pervirtiendo y que-brantando las reglas del Estado de Derecho.

Por lo tanto, se habla de “derecho a deci-dir” falseando la realidad –siempre sin preci-sar su fundamento jurídico o esgrimiendo unofalso, el Derecho Internacional– para invocarun pretendido derecho a la estatalidad, aconstituirse en Estado, que nunca se justifica.

Por otra parte, quienes invocan ese preten-dido “derecho a decidir” entendido como dere-cho a la estatalidad, generalmente no tienen re-paros en negárselo dentro de sus territorios alas entidades menores que también lo invocan(municipios) o se lo impiden a los ciudadanoscuando su ejercicio por los mismos puede sercontrario a sus intereses. Y esto aunque versesobre cuestiones de orden doméstico que nadatienen que ver con la estatalidad2.

A diferencia de la autodeterminación externa–el derecho a constituirse en Estado– que elDerecho Internacional reconoce de modo ex-clusivo respecto de situaciones tasadas quetienen en común el hecho de ser, como vere-mos después, territorios que poseen una na-turaleza jurídica distinta y separada del territo-rio de la metrópoli (colonias, territorios no au-tónomos, territorios bajo administraciónfiduciaria) o del Estado ocupante (territoriosocupados), ese mismo ordenamiento interna-cional sí reconoce con carácter general el de-recho a la autodeterminación interna. Esto es,el derecho de todos los pueblos a establecer li-bremente su condición política y a proveer a su

2 Una situación de ese tipo tuvo lugar a comienzos del presente siglo en el pequeño barrio de Amorebieta –llamado Boroa– en elcual la empresa irlandesa ESB proyectaba construir una central eléctrica de ciclo combinado; proyecto impulsado por el gobiernovasco del Sr. Ibarretxe. En julio de 2001, la alcaldesa de Amorebieta –del Partido Nacionalista Vasco (PNV)– anunció la convo-catoria de un referéndum sobre dicho proyecto. En septiembre del mismo año el PNV desautorizó la consulta. Sin embargo, sugrupo municipal en Amorebieta insistió en la consulta, lo que motivó que, dos meses más tarde, el PNV abriera expediente deexpulsión a sus representantes en el Ayuntamiento de Amorebieta (sobre este caso vid. Fernández de Casadevante Romani, C.,La nación sin ciudadanos: el dilema del País Vasco, ed. Dilex, Madrid, 2006, pp. 134-137). En la actualidad, es el caso de la se-gregación del barrio de Igueldo respecto del municipio de San Sebastián (Guipúzcoa). La decisión de la segregación y consiguienteconstitución en municipio independiente ha sido promovida y apoyada por Bildu (partido que preside tanto el Ayuntamiento deSan Sebastián como la Diputación de Guipúzcoa) –a pesar de los informes jurídicos contrarios tanto del secretario del Ayunta-miento como de los servicios jurídicos de la Diputación– como una modalidad de ejercicio del “derecho a decidir”. El PNV, sinembargo, ha recurrido esa decisión ante los tribunales en compañía del PSE-PSOE y PP.

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desarrollo económico, social y cultural. Es laautodeterminación que, en su reverso, consti-tuye una obligación a cargo de los Estados y ala que se refieren las normas internacionalescuando proclaman:

“1.Todos los pueblos tienen el derecho de libre de-terminación. En virtud de este derecho establecen li-bremente su condición política y proveen asimismo asu desarrollo económico, social y cultural.”3

Es el derecho de autodeterminación al quese refiere el Tribunal Supremo de Canadá en suDictamen de 20 de agosto de 1998, sobre lasecesión de Quebec, cuando afirma:

“126. Las fuentes del Derecho Internacional reconoci-das establecen que el derecho de un pueblo a disponerde sí mismo se realiza normalmente por la vía de la au-todeterminación interna, a saber, la prosecución porese pueblo de su desarrollo político, económico, socialy cultural en el marco de un Estado existente.”4.

Por el contrario, respecto del derecho de au-todeterminación externa el Tribunal Supremode Canadá recuerda el criterio firmemente es-tablecido por el Derecho Internacional:

“El derecho a la autodeterminación externa (que, enel presente caso, podría pretender la forma de la rei-vindicación de un derecho de secesión unilateral) nonace más que en casos extremos en relación con loscuales, por otra parte, las circunstancias han sido cui-dadosamente definidas”5.

Y añade:

“131. ....el derecho a la autodeterminación externa,que conlleva la posibilidad de elegir (o restablecer) laindependencia, no ha sido otorgado más que a doscategorías de pueblos (aquellos bajo dominación co-lonial o bajo ocupación extranjera), sobre el funda-mento de la hipótesis de que, en ambos casos, esospueblos constituyen entidades intrínsecamente dis-tintas de la potencia colonial u ocupante, y que la ‘in-tegridad territorial’ de esos pueblos, que a efectosprácticos ha sido destruida por la potencia colonial uocupante, debe ser restablecida plenamente...”6.

Como puede comprobarse, la autodetermina-ción interna a la que aluden tanto las normas in-ternacionales como el Tribunal Supremo de Ca-nadá en su dictamen es la que tiene lugar regu-larmente en los Estados dotados de sistemasdemocráticos con ocasión de los distintos pro-cesos electorales, mediante los cuales los ciu-dadanos “establecen libremente su condiciónpolítica y proveen asimismo a su desarrollo eco-nómico, social y cultural” sin distinción alguna.Por lo que a España se refiere, es la autodeter-minación que se ejercita regularmente con oca-sión de los comicios locales, provinciales, auto-nómicos y generales (adquiriendo otra dimensiónen el marco de la Unión Europea con ocasión delas elecciones al Parlamento Europeo).

Puede afirmarse, por lo tanto, que el dere-cho de autodeterminación interna es un con-cepto de los demócratas toda vez que se trata

3 Art. 1.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y del Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Cul-turales, ambos de 16 de diciembre de 1966 y ratificados por España. En los dos tratados, el citado derecho se encuentra re-cogido en el artículo 1.1, cuyo texto es idéntico en ambos. También la Resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General de Na-ciones Unidas, de 24 de octubre de 1970, que contiene la Declaración relativa a los principios de amistad y a la cooperaciónentre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas: “En virtud del principio de la igualdad de derechos y dela libre determinación de los pueblos, consagrado en la Carta, todos los pueblos tienen el derecho de determinar libremente, sininjerencia externa, su condición política y de proseguir su desarrollo económico, social y cultural, y todo Estado tiene el deber derespetar este derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta.”

4 Párrafo 126 del Dictamen de 20 de agosto de 1998 (vid. el texto íntegro de este dictamen en http://www.droit.umontreal.ca/doc/csc-scc/fr/publ/1998/vol2/html y en español en la pág. 57 de http://www.difusionjuridica.com.bo/bdi/biblioteca/biblioteca/libro133/lib133-15.pdf

5 Ibíd.6 Ibíd., parágrafo 131.

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de un derecho que solo se ejerce en democra-cia. En lo que a España se refiere, se trata deun derecho que el Estado cumple íntegramente.Tanto es así que ese derecho figura en el Pre-ámbulo de la Constitución española de 1978cuando afirma, ya en el primer párrafo, que esla “Nación española” la que en uso de su so-beranía proclama la voluntad que el texto cons-titucional manifiesta7; Constitución que “lasCortes aprueban y el pueblo español ratifica”.

Por lo tanto, en lo que a España se refiere,la Constitución de 1978 constituye el marco ju-rídico resultado del ejercicio del derecho de au-todeterminación interna por el pueblo español(la “Nación española”). Es la “Nación espa-ñola” el sujeto colectivo; un sujeto colectivo in-dividualizable en sus ciudadanos8. De ahí queese derecho no pueda ser “parcelado” o “tro-ceado” para disponer de él unilateralmente,esto es, sin tener en cuenta la voluntad de losdemás integrantes de ese sujeto colectivo.

Señalado y precisado todo lo anterior, quedaclaro que los nacionalismos cuando invocan esesupuesto “derecho a decidir” a lo que realmentese refieren es al derecho de autodeterminación

externa –el derecho a constituirse Estado– queel Derecho Internacional solo afirma y reconocerespecto de situaciones territoriales concretascomo son los territorios sometidos a ocupación(por ejemplo, en la actualidad, los casos del Sa-hara Occidental y de Palestina), los territorios co-loniales, los territorios no autónomos y los terri-torios bajo administración fiduciaria9. Como supretensión carece de fundamento y de amparojurídico, recurren al Derecho Internacional paraenmascararla invocando lo que este ordena-miento jurídico establece para situaciones terri-toriales que nada tienen que ver con la suya.Con este envoltorio falso, lo invocan y defiendenante la ciudadanía; una ciudadanía que para sertal debería ser crítica y no sumisa ante tamañofalseamiento de la realidad.

La secesión

La secesión es un acto unilateral, del que no seocupa el Derecho Internacional, en virtud delcual una parte o partes del territorio del Estadose separa(n) del mismo10. Sobre esta cuestión,como señala Dubuy, el Derecho Internacional estotalmente neutro: ni prohíbe ni promueve la se-cesión. En otros términos, “el ordenamiento in-

7 Esto es: “deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su so-beranía, proclama su voluntad de: Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a unorden económico y social justo. Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la volun-tad popular. Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradi-ciones, lenguas e instituciones. Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad devida. Establecer una sociedad democrática avanzada, y colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficazcooperación entre todos los pueblos de la Tierra.”

8 Así comienza el párrafo primero del Preámbulo: “La Nación española...”.9 A los que, según algunos, la evolución del Derecho Internacional en la materia permitiría añadir los pueblos de Estados que nocontaran con Gobiernos representativos del conjunto de la población, que no fueran respetuosos de los derechos humanos oque discriminaran política, social y sistemáticamente a una parte de su población. Cf. en este sentido, Cassese, A., Internacio-nal Law, Oxford University Press, Oxford, 2002. p. 106. El Tribunal Supremo de Canadá, en su Dictamen de 20 de agosto de 1998sobre la secesión de Quebec considera “poco claro que esta tercera propuesta refleje actualmente un estándar bien estable-cido de Derecho Internacional” (op. cit., parágrafo 135).

10 Muy pocos ordenamientos internos reconocen un derecho a la secesión. Es el caso de Etiopía, de Saint Christopher y Nevis y deUzbekistán. El art. 39.1 de la Constitución de Etiopía (de 8 de diciembre de 1994) establece que “cada Nación, Nacionalidad yPueblo en Etiopía tiene un derecho incondicional a la autodeterminación, incluyendo el derecho a la secesión”. El art. 39.4 añade:“El derecho a la autodeterminación, incluyendo la secesión, de cada Nación, Nacionalidad y Pueblo deberá tener efecto: (a) cuandouna demanda de secesión haya sido aprobada por dos tercios de los miembros del Consejo Legislativo de la Nación, Nacionali-dad o Pueblo en cuestión; (b) cuando el Gobierno Federal haya organizado un referéndum que debe tener lugar en un tiempo de

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ternacional se desentiende de la secesión, queno es una cuestión de derecho sino de simplehecho. De lo que se trata es de respaldar elhecho consumado: el fracaso de la secesión osu éxito. La ecuación es muy simple: si una en-tidad infraestatal que se secesiona logra reunirlos elementos constitutivos del Estado, enton-ces nacerá un nuevo Estado”11.

Por eso, conviene precisar que la autode-terminación –tanto interna como externa– re-conocida y amparada por el Derecho Interna-cional no es secesión. No lo es, porque la au-todeterminación interna a la que aluden lasnormas internacionales anteriormente citadasy que se ejercita en el marco de Estados so-beranos e independientes que se conducen“de conformidad con el principio de la igual-dad de derechos y de la libre determinaciónde los pueblos antes descrito” y están, “portanto, dotados de un gobierno que representea la totalidad del pueblo perteneciente al te-rritorio”, sin distinción de ningún tipo12, tiene

precisamente como límite la integridad terri-torial del Estado.

Asimismo, la autodeterminación externa quereconocen esas mismas normas internaciona-les tampoco es secesión ni la ampara toda vezque sus exclusivos titulares lo son las pobla-ciones de territorios que no forman parte delterritorio estatal. Esto es, territorios que, comoseñala la Resolución 2625 (XXV) de la Asam-blea General anteriormente citada, poseen unanaturaleza jurídica distinta y separada del terri-torio de la metrópoli. En otros términos, terri-torios que no son territorio de la metrópoli nidel Estado ocupante, ni forman parte de él por-que el Derecho Internacional así lo establece.En consecuencia, cuando las poblaciones detales territorios ejercen la autodeterminaciónexterna y optan por la estatalidad –su consti-tución en Estado–, no se están separando por-que nunca estuvieron unidos al territorio esta-tal. Por eso, las normas internacionales relati-vas al derecho de autodeterminación de los

tres años a partir del momento en que recibió la decisión de secesión por parte del consejo en cuestión; (c) cuando la demandade secesión haya sido apoyada por mayoría de voto en el referéndum; (d) cuando el Gobierno Federal haya transferido sus po-deres al consejo de la Nación, Nacionalidad o Pueblo que hubiese votado por la secesión; y (e) se haya efectuado la división debienes en la forma prescrita por la ley”. (Se trata de un procedimiento formal similar al que culminó con la separación oficial deEritrea y su transformación en un Estado independiente).Respecto de la Federación de las islas de St. Kitts y Nevis, el art. 113.1 de la Constitución de 1983 contempla el derecho deNevis a dejar la Federación, siguiendo para ello el procedimiento establecido en este artículo (vid. el texto de la Constitución enhttp://www.wipo.int/wipolex/es/text.jsp?file_id=235246).Por último, el art. 74 de la Constitución de Uzbekistán contempla el derecho a la secesión de la República de Karakalpakstán:“La República de Karakalpakstán tendrá derecho a separarse de la República de Uzbekistán en base a un referéndum a nivelnacional celebrado por el pueblo de Karakalpakstán.”El caso de la independencia de Sudán del Sur es diferente, ya que estaba prevista en la Constitución interina de la República deSudán, de 5 de julio de 2005, en cuya Parte XVI trata de la autodeterminación de Sudán del Sur (cf. art. 82 c). Vid. el texto enhttp://www.wipo.int/wipolex/es/text.jsp?file_id=250714

11 Dubuy, M., “La théorie de la sécession remède (remedial secession): avatar contemporain du droit des peuples à disposer d’eux-mê-mes?”, Droit Constitutionnel et Droits Externes. Revue semestrielle de Droit constitutionell comparé, Numero 22, automne 2012, pp.365-408. En este sentido vid. Christakis, Th., “The State as a primary fact: some thoughts on the principle of effectiveness”, en laobra colectiva de Kohen, MG. (ed.), Secession, International Law in perspective, Cambridge University Press, 2012, pp. 138-170.

12 En la Declaración de la Conferencia de Viena sobre derechos humanos de 1993 y en la Resolución 50/6, de 9 de noviembre de1995 (más conocida como “Declaración con motivo del cincuentenario de las Naciones Unidas”, se ha sustituido la última partede la frase de este principio en la Resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 24 de octubre de1970, que contiene la Declaración relativa a los principios de amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad conla Carta de las Naciones Unidas (“sin distinción por motivos de raza, credo o color”), por la expresión “sin distinción alguna”.

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pueblos no se limitan a proclamar el derecho,sino que también precisan los territorios titula-res del mismo en su vertiente externa: colo-nias, territorios no autónomos y territorios bajoadministración fiduciaria13, a los que hay queañadir los territorios ocupados. Asimismo pre-cisan las formas de ejercicio de ese derechode autodeterminación externa14.

Por lo tanto, fundamentar la secesión en elDerecho Internacional no deja de ser un en-gaño y una falsedad: la secesión no solo noforma parte del derecho de autodeterminaciónde los pueblos regulado por el Derecho Inter-nacional, sino que este ordenamiento jurídicoestablece el principio de integridad territorialcomo límite expreso al derecho de autodeter-minación interna15.

El límite de la autodeterminación interna:la integridad territorial

Como acabo de indicar, la secesión es unacto unilateral del que no se ocupa el Dere-cho Internacional: ni constituye una manifes-tación del ejercicio del derecho de autodeter-minación externa ni es una modalidad de ejer-cicio del derecho de autodeterminacióninterna. Por el contrario, el Derecho Interna-cional a este respecto es claro. En efecto, deconformidad con él, el derecho de libre deter-minación interna no implica en ningún casoun derecho de secesión respecto del Estado

del que el pueblo en cuestión forma parte, yasí lo proclaman todas las normas interna-cionales que se refieren al derecho a la libredeterminación de los pueblos al afirmar sinambages el principio de integridad territorialdel Estado y la incompatibilidad con los pro-pósitos y principios de la Carta de las Nacio-nes Unidas de todo intento encaminado aquebrantarla total o parcialmente.

Es el caso de una de las primeras de ellas,la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea Gene-ral, de 14 de diciembre de 1960, que contienela Declaración sobre la concesión de la inde-pendencia a los países y pueblos coloniales, yque afirma:

“6. Todo intento encaminado a quebrantar total o par-cialmente la unidad nacional y la integridad territorialde un país es incompatible con los propósitos y prin-cipios de la Carta de las Naciones Unidas.”

Con posterioridad es el caso, también, de laResolución 2625 (XXV) de la Asamblea Generalde 24 de octubre de 1970, que con idénticaclaridad y firmeza establece:

“Ninguna de las disposiciones de los párrafos prece-dentes se entenderá en el sentido de que autoriza ofomenta acción alguna encaminada a quebrantar omenoscabar, total o parcialmente, la integridad terri-torial de los Estados soberanos e independientes quese conduzcan de conformidad con el principio de laigualdad de derechos y de la libre determinación delos pueblos antes descrito y estén, por tanto, dotados

13 Es el caso de las resoluciones de la Asamblea General 1514 (XV) y 1541 (XV), ambas de 14 de diciembre de 1960, así como de laResolución 2625 (XXV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 24 de octubre de 1970, que contiene la Declaración re-lativa a los principios de amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.

14 Sobre este particular, tanto la Resolución 1541 (XV) como la Resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General antes citada pre-cisan que “el establecimiento de un Estado soberano e independiente, la libre asociación o integración con un Estado indepen-diente o la adquisición de cualquier otra condición política libremente decidida por un pueblo constituyen formas del ejercicio delderecho de libre determinación de ese pueblo.”

15 De ahí, también, la precisión contenida en el último párrafo relativo a este principio en la citada la Resolución 2625 (XXV): “TodoEstado se abstendrá de cualquier acción dirigida al quebrantamiento parcial o total de la unidad nacional e integridad territorialde cualquier otro Estado o país.”

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de un gobierno que represente a la totalidad del pue-blo perteneciente al territorio, sin distinción por moti-vos de raza, credo o color.”16

Como resulta evidente, establecer el límitedel derecho a la libre determinación interna enel respeto del principio de integridad territorialdel Estado acompañado de la declaración deincompatibilidad con los propósitos y principiosde la Carta de las Naciones Unidas de “todointento encaminado a quebrantar total o par-cialmente la unidad nacional y la integridad te-rritorial de un país” es una cuestión, como tan-tas otras, de puro sentido común. Aunque solosea por el simple hecho de que la opción con-traria hubiera significado la apertura por lospropios Estados (autores del Derecho Interna-cional) de una puerta a su autodestrucción.

En definitiva, autodeterminación no significasecesión. El propio Tribunal Supremo de Ca-nadá lo ha reiterado en su tan citado Dictamende 20 de agosto de 1998, a propósito de la se-cesión de Quebec. Así, en el párrafo 130 dedicho Dictamen, afirma:

“130. Aunque el Pacto Internacional de Derechos Eco-nómicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacionalde Derechos Civiles y Políticos no se refieren expre-samente a la protección de la integridad territorial (delEstado), sí delimitan el alcance del derecho a la au-todeterminación en función de condiciones que nor-malmente son realizables en el marco de un Estadoexistente. No existe necesariamente incompatibilidadentre el mantenimiento de la integridad territorial deEstados existentes, como Canadá, y el derecho de un

‘pueblo’ a disponer completamente de sí mismo. UnEstado cuyo Gobierno representa, en igualdad y sindiscriminación al conjunto del pueblo o de los pueblosque residen en su territorio y que respeta los princi-pios de la autodeterminación en sus arreglos internostiene derecho, en virtud del derecho internacional, a laprotección de su integridad territorial.”17

Como puede apreciarse, el Tribunal Su-premo de Canadá no hace otra cosa que reite-rar el criterio establecido por las normas inter-nacionales. Solo el incumplimiento de la últimapremisa que esas normas internacionales es-tablecen, esto es, que el Gobierno del Estadoen cuestión no representara “en igualdad y sindiscriminación al conjunto del pueblo o de lospueblos que residen en su territorio” ni respe-tara “los principios de la autodeterminación ensus arreglos internos” podría tener como con-secuencia que se viera afectado el derecho deaquel, “en virtud del derecho internacional, a laprotección de su integridad territorial”. No esevidentemente el caso de España.

Las declaraciones unilaterales de independencia: Kosovo

El Derecho Internacional tampoco se ocupa delas declaraciones unilaterales de independen-cia. De lo que sí se ocupa el Derecho Interna-cional es de los requisitos necesarios para serEstado. La verificación de su existencia es unacuestión de efectividad respecto de la cual elacto del reconocimiento tiene efecto declara-tivo. En efecto, en Derecho Internacional el re-

16 Resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 24 de octubre de 1970, que contiene la Declaraciónrelativa a los principios de amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.Esta afirmación es reiterada en el Principio 5 del Acta Final de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (citada an-teriormente), en la Declaración de la Conferencia de Viena sobre derechos humanos de 1993 y en la Resolución 50/6, de 9 denoviembre de 1995 (más conocida como “Declaración con motivo del cincuentenario de las Naciones Unidas”, citada tambiénanteriormente). En las dos últimas se ha sustituido la última parte de la frase “sin distinción por motivos de raza, credo o co-lor” por la expresión: “sin distinción alguna”.

17 El Dictamen está disponible en http://www.droit.umontreal.ca/doc/csc-scc/fr/publ/1998/vol2/html y en español en la pág. 57de http://www.difusionjuridica.com.bo/bdi/biblioteca/biblioteca/libro133/lib133-15.pdf

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conocimiento de un Estado no afecta a su exis-tencia. El reconocimiento ni quita ni añadenada al hecho de la estatalidad ni atribuyeefecto jurídico a la personalidad internacionalde la entidad en cuestión. Como ya he seña-lado, el reconocimiento solo tiene un efecto de-clarativo limitándose a constatar una nueva realidad que resulta oponible al Estado que re-conoce18. Se trata, por lo tanto, de un acto uni-lateral que realiza el Estado que reconoce, quetiene carácter definitivo19.

En el asunto de la conformidad con el DerechoInternacional de la declaración unilateral de in-dependencia relativa a Kosovo, Opinión consul-tiva de 22 de julio de 2010, el Tribunal Interna-cional de Justicia (TIJ) –órgano judicial principalde la ONU y máximo intérprete del Derecho In-ternacional– ha manifestado que, “en su con-junto, la práctica de los Estados no parece indi-car que la declaración de independencia hayasido jamás considerada como una transgresióndel Derecho Internacional. Al contrario, de lapráctica estatal en el curso de ese periodo –si-glos XVIII a XX– se desprende claramente que elDerecho Internacional no prohibía de ningúnmodo las declaraciones de independencia”20.

Según el TIJ, “en el curso de la segundamitad del siglo XX, el Derecho Internacional enmateria de autodeterminación ha evolucionado

para dar nacimiento a un derecho a la indepen-dencia en beneficio de los pueblos de los terri-torios no autónomos y de aquellos que estabansometidos a la subyugación, a la dominación oa la explotación extranjeras. (...) Un gran númerode nuevos Estados han nacido como conse-cuencia del ejercicio de ese derecho. Pero tam-bién ha ocurrido que se han hecho declaracio-nes de independencia fuera de ese contexto. Lapráctica de los Estados en estos últimos casosno revela la aparición, en Derecho Internacional,de una regla nueva que prohíba que tales de-claraciones sean hechas”21.

En la citada Opinión consultiva el TIJ afirmaque “el Derecho Internacional general no con-tiene ninguna prohibición de las declaracionesunilaterales de independencia. En consecuen-cia, concluye que la declaración de independen-cia del 17 de febrero de 2008 no ha violado elDerecho internacional”22. Concluye, también,que la declaración de independencia objeto desu análisis tampoco es contraria a la resolución1244 (1999) del Consejo de Seguridad por laque se establece una administración interina enKosovo, sin adoptar ninguna decisión definitivaen cuanto a las cuestiones relativas al estatutofinal (par. 118). Y no lo es porque:

a) la declaración no emana de la Asamblea deKosovo sino de personas que se presentan

18 El acto del reconocimiento posee una doble dimensión: política, pues manifiesta el deseo del Estado que reconoce de iniciar re-laciones con el Estado reconocido; también jurídica, pues se trata de un acto irreversible que pone de manifiesto que, para elEstado que reconoce, la nueva entidad reconocida reúne las condiciones necesarias para convertirse en un sujeto internacional.Sobre el reconocimiento vid. Quel López, F.J., “La práctica reciente en materia de reconocimiento de Estados: problemas en pre-sencia”, Cursos de Derecho Internacional de Vitoria-Gasteiz 1992, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, 1993,pp. 39-81.

19 Como señala Blumann, “el acto de reconocimiento aun siendo discrecional en su principio, supone la toma en consideración deuna realidad objetiva; si esta no ha cambiado, el Estado que reconoce está obligado por la regla del estoppel” (“Etablissementet rupture des relations diplomatiques”, en la obra colectiva Aspects récents du droit des relations diplomatiques, ed. A. Pedone,París, 1989, p. 27).

20 TIJ, asunto de la conformidad con el Derecho Internacional de la declaración unilateral de independencia relativa a Kosovo, Opiniónconsultiva de 22 de julio de 2010, parágrafo 79.

21 Ibíd.22 Ibíd., parágrafo 84.

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a sí mismas como los “dirigentes democrá-ticamente elegidos del pueblo” (términosdistintos de los que son utilizados en losactos adoptados por la Asamblea de Kosovo(en los que se emplea la tercera persona delsingular);

b) es firmada por el presidente de Kosovo, quienno es miembro de la Asamblea de Kosovo;

c) no fue transmitida al representante del Se-cretario General de la ONU para su publica-ción en el Diario Oficial;23

d) el representante del Secretario General dela ONU, con poder de supervisión y, en cier-tos casos, de anular los actos de las insti-tuciones provisionales de administración au-tónoma guardó silencio respecto de la ci-tada declaración de independencia, lo que“parece indicar que no la consideraba comoun acto de las instituciones provisionales deadministración autónoma susceptible detener efecto en el marco del orden jurídicocuya supervisión le incumbía”24.

Por todo ello, el TIJ concluye que “los auto-res de la declaración de independencia de 17de febrero de 2008 no actuaron como institu-ción provisional de autogobierno dentro delmarco constitucional, sino como personas queactuaron conjuntamente, en su calidad de re-presentantes del pueblo de Kosovo, fuera delmarco de la administración provisional”25.

Algunos sostienen que la solución que sedé al estatuto de Kosovo “sentará un prece-dente para otros casos similares tanto en Eu-

ropa como fuera de ella”26. Otros, como el Con-sejo de la Unión Europea, afirman que se tratade un caso excepcional y que no constituye nin-gún precedente27.

En su opinión consultiva, el TIJ prefiere huirde posturas tajantes y opta por la filigrana parano concluir que la declaración unilateral de in-dependencia es el hecho de la Asamblea deKosovo en tanto que institución provisional deadministración autónoma actuando dentro delos límites del marco constitucional, lo que hu-biera significado atribuirle efectos jurídicos cier-tamente demoledores por desintegradores.

En cualquier caso, por lo que a España serefiere, bien haría el Estado en ser diligente ytomar nota, toda vez que siendo la secesiónuna cuestión de hecho de la que se desen-tiende el ordenamiento internacional y res-pecto de cuyo éxito o fracaso –su efectividad–se pronuncian los Estados por medio del actodel reconocimiento (decisión política), no cabefiar a terceros la resolución de problemas do-mésticos respecto de los cuales el Estado pa-rece ausente. Como señala Dubuy, “no es por-que el Derecho Constitucional, de manera ge-neral, no autoriza la secesión que el DerechoInternacional no podría consagrar tal derecho.Las disposiciones constitucionales no sonmás que ‘simples hechos’ para el Derecho In-ternacional. Por otra parte, un Estado nopuede invocar sobre el plano internacional susdisposiciones constitucionales para mostrarque la tentativa de secesión de la que es ob-

23 Cf. ibíd., parágrafo 107.24 Ibíd., parágrafo 108.25 Ibíd., parágrafo 109.26 Bermejo García, R., y Gutiérrez Espada, C., “La independencia de Kosovo a la luz del derecho de libre determinación”, Documentode Trabajo Nº 7/2008, Real Instituto Elcano, 12 de febrero de 2008, p. 1.

27 Así, el Consejo celebrado el 18 de febrero de 2008 en el que manifestó que “Kosovo constituye un caso sui generis que no sientaningún precedente” (El Mundo, 19 de febrero de 2008, p. 30).

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jeto debe ser considerada como prohibida. Ycuando la secesión se hace sobre una baseconsensual (recurso a formas constituciona-les específicas o mediante un acuerdo reali-zado entre la entidad infraestatal y el Estadoque la engloba) y que esta secesión es acep-tada en Derecho Internacional, no puede verseen ella el reconocimiento de un derecho exis-tente a la secesión sino la aceptación de unhecho consumado”28.

La independencia conlleva para Cataluñasalir de todas las OrganizacionesInternacionales de las que es miembroEspaña: algunos ejemplos

Cuando una parte o partes del territorio de unEstado se separan para formar uno o más Es-tados, el nuevo Estado así creado no puedepretender conservar la condición de miembroen las organizaciones internacionales de lasque formaba parte cuando era parte integrantedel Estado predecesor.

Las reglas a este respecto son claras: es elTratado constitutivo de la Organización Interna-cional en cuestión el que establece las condi-ciones de acceso para el nuevo Estado miem-bro. Así lo señala el art. 4 del Convenio deViena sobre sucesión de Estados en materiade tratados, de 23 de agosto de 1978; tratadoque aunque no ha sido ratificado por España niha entrado en vigor, sí tiene interés respecto dela hipotética independencia de Cataluña porquesí ha sido ratificado por siete Estados miem-bros de la Unión Europea (Chipre, RepúblicaCheca, Estonia, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia

y Croacia), por lo que respecto de ellos y de suposible actitud ante esa hipotética indepen-dencia de Cataluña sí constituye un elemento aconsiderar.

El citado art. 4 afirma que el Convenio deViena sobre sucesión de Estados en materiade tratados se aplica a los efectos de la suce-sión de Estados respecto de “a) todo tratadoque sea un instrumento constitutivo de una or-ganización internacional, sin perjuicio de las nor-mas relativas a la adquisición de la calidad demiembro y sin perjuicio de cualquier otra normapertinente de la organización”29. Por lo tanto,son estas normas relativas a la adquisición dela calidad de miembro, así como cualquier otranorma pertinente de la organización las querigen en la materia.

A los efectos de la hipotética independenciade Cataluña me limitaré a examinar muy bre-vemente tres organizaciones internacionales(ONU, Unión Europea y Consejo de Europa), ad-virtiendo que el criterio anteriormente exami-nado vale para todas las Organizaciones Inter-nacionales de las que es miembro España.

La ONU

La condición de miembro de la ONU se regulaen el art. 4 de la Carta. El requisito de entradaes genérico: “Podrán ser Miembros de las Na-ciones Unidas todos los demás Estados aman-tes de la paz que acepten las obligaciones con-signadas en esta Carta, y que, a juicio de la Or-ganización, estén capacitados para cumplirdichas obligaciones y se hallen dispuestos a

28 Dubuy, M., op. cit., 365-408. 29 El texto íntegro del art. 4 dice: “La presente Convención se aplicará a los efectos de la sucesión de Estados respecto de: a) todotratado que sea un instrumento constitutivo de una organización internacional, sin perjuicio de las normas relativas a la adqui-sición de la calidad de miembro y sin perjuicio de cualquier otra norma pertinente de la organización; b) todo tratado adoptadoen el ámbito de una organización internacional, sin perjuicio de cualquier norma pertinente de la organización.” (ONU, UNTS, Vol.1946, I-No.33356, pp. 125-146; http://treaties.un.org/doc/Publication/UNTS/Volume%201946/v1946.pdf)

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hacerlo” (art. 4.1). El art. 4.2 establece el pro-cedimiento, de conformidad con el cual la ad-misión de “tales Estados como Miembros delas Naciones Unidas se efectuará por decisiónde la Asamblea General a recomendación delConsejo de Seguridad”.

Evidentemente, cuando una parte del territo-rio del Estado se separa de este y se indepen-diza constituyéndose en Estado, una de las con-secuencias que lleva aparejadas ese hecho esla desvinculación con el Estado del que formabaparte y, en consecuencia, la pérdida de los efec-tos derivados de la pertenencia de aquel a lasorganizaciones internacionales de que se trate.Si a esto se añade el hecho de que es el Con-sejo de Seguridad el que formula la recomenda-ción, que algunos de los miembros permanen-tes del Consejo de Seguridad son Estados contensiones y reivindicaciones territoriales inde-pendentistas (Rusia, China y Francia), y aunqueen la práctica interfieran con frecuencia consi-deraciones políticas, cabe intuir cuál podría sersu actitud a la hora de pronunciarse respecto deuna solicitud de ingreso en la ONU de una hipo-tética Cataluña independiente.

Por otra parte, no hay que olvidar la exis-tencia de reglas concretas relativas a la admi-sión de un Estado o de Estados surgidos a lavida internacional como resultado de la divisiónde un Estado miembro, adoptadas en 1947 porel Sexto Comité de la Asamblea General conocasión del debate sobre si Pakistán podía su-ceder a la India Británica en su condición demiembro de la ONU. En esa ocasión, el SextoComité adoptó una serie de principios que en-carnan sus opiniones sobre las reglas jurídicas“a las que, en el futuro, un Estado o Estados

que entran en la vida internacional a través dela división de un Estado miembro de las Na-ciones Unidas deben estar sujetos”. Tales prin-cipios son los siguientes:

“1. Que, como regla general, es conforme a los prin-cipios del Derecho presumir que un Estado miembrode la Organización de las Naciones Unidas no deja deser un miembro simplemente porque su Constitucióno su frontera han sido sometidos a cambios y que laextinción del Estado como una personalidad jurídicareconocida en el orden internacional debe mostrarseantes de que sus derechos y obligaciones pueden serconsiderados de tal modo que han dejado de existir.

2. Que cuando se crea un nuevo Estado, cualquieraque sea el territorio y las poblaciones que comprenday si formaban o no parte de un Estado miembro delas Naciones Unidas, no pueden bajo el sistema de laCarta reclamar el estatuto de miembro de las Nacio-nes Unidas a menos que haya sido formalmente ad-mitido como tal de conformidad con las disposicionesde la Carta.

3. Más allá de eso, cada caso debe ser juzgado segúnsu fondo.”30

En consecuencia, si un Estado es un Estado“continuador” –en nuestro caso, España–, en-tonces su pertenencia a la ONU continuará,mientras que un nuevo Estado –en el caso quenos ocupa, Cataluña– debe ser formalmenteadmitido a la membresía, lo que implica some-terse al procedimiento antes descrito.

La Unión Europea

Como en los casos anteriores, también aquíes aplicable la remisión que hace el art. 4 delConvenio de Viena sobre sucesión de Estadosen materia de tratados en el sentido de que elmismo se aplica a los efectos de la sucesiónde Estados respecto de “a) todo tratado que

30 Crawford, J, Boyle, A., Annex A. Opinion: Referendum on the Independence of Scotland - International Law Aspects, p. 94.https://www.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/79408/Annex_A.pdfhttp://legal.un.org/ilc/documentation/english/a_cn4_149_add1.pdf

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sea un instrumento constitutivo de una OI, sinperjuicio de las normas relativas a la adquisi-ción de la calidad de miembro y sin perjuicio decualquier otra norma pertinente de la organiza-ción”. Por lo tanto, son los Tratados de la UElos que hay que considerar para abordar estacuestión.

Con carácter previo resulta ilustrativo recor-dar que, tanto respecto de la independencia deEscocia como respecto de otras situacionescomo la hipotética de Cataluña, distintos re-presentantes de la Unión Europea (en adelanteUE) ya han afirmado reiteradamente que sepa-rarse de un Estado miembro significa perder lacondición de miembro de la UE no siendo apli-cables, a partir de ese momento, los Tratadosen ese territorio31.

Los Tratados de la UE solo contemplan laadhesión a la Unión y la retirada de la mismapor parte de un Estado miembro. Respecto ala adhesión, el art. 49 TUE señala:

“Cualquier Estado europeo que respete los valoresmencionados en el artículo 2 y se comprometa a pro-moverlos podrá solicitar el ingreso como miembro en laUnión. Se informará de esta solicitud al Parlamento Eu-ropeo y a los Parlamentos nacionales. El Estado solici-tante dirigirá su solicitud al Consejo, que se pronun-ciará por unanimidad después de haber consultado a laComisión y previa aprobación del Parlamento Europeo,el cual se pronunciará por mayoría de los miembrosque lo componen. Se tendrán en cuenta los criteriosde elegibilidad acordados por el Consejo Europeo.

Las condiciones de admisión y las adaptaciones queesta admisión supone en lo relativo a los Tratadossobre los que se funda la Unión serán objeto de unacuerdo entre los Estados miembros y el Estado soli-citante. Dicho acuerdo se someterá a la ratificaciónde todos los Estados contratantes, de conformidadcon sus respectivas normas constitucionales.”

En cuanto a la retirada, el art. 50 TUE afirmaque todo Estado miembro “podrá decidir, deconformidad con sus normas constitucionales,retirarse de la Unión”. En ese caso, el Estadomiembro que decida retirarse notificará su in-tención al Consejo Europeo. A continuación, y“a la luz de las orientaciones del Consejo Eu-ropeo, la Unión negociará y celebrará con eseEstado un acuerdo que establecerá la forma desu retirada, teniendo en cuenta el marco de susrelaciones futuras con la Unión”32.

La consecuencia inmediata es que los Tra-tados dejarán de aplicarse al Estado en cues-tión a partir de la fecha de entrada en vigor delacuerdo de retirada o, en su defecto, a los dosaños de la notificación al Consejo Europeo desu intención de retirarse. En cualquier caso, nosería el caso de España toda vez que –inde-pendizada en nuestra hipótesis Cataluña– Es-paña continuaría como Estado miembro de laUE. Eso sí, con los efectos derivados de la nopertenencia de Cataluña a España (reduccióndel territorio y de la población, por ejemplo) ysu incidencia sobre cuestiones reguladas enlos Tratados en los que tales cuestiones tienen

31 Dentro de las más recientes, por ejemplo, el presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso, en respuesta a una pregunta parla-mentaria formulada por el eurodiputado de CiU Ramon Tremosa, en la que este le pedía claridad sobre la posición de la CE en el asunto:“Si una parte del territorio de un Estado miembro dejase de ser parte de ese Estado para convertirse en un nuevo Estado indepen-diente, los Tratados ya no serían aplicables en dicho territorio” y “un nuevo Estado independiente, por el hecho de alcanzar la inde-pendencia, pasaría a convertirse en un tercer país con respecto a la UE y los Tratados dejarían de ser aplicables en su territorio” (LaVanguardia, 3 de diciembre de 2013: http://www.lavanguardia.com/politica/20131203/54394771025/barroso-asegura-catalunya-independiente-dejaria-ue.html). También el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy: “Un Estado nuevo independiente se-ría un tercer país respecto a la UE y los tratados, desde el mismo día de su independencia, no se aplicarían en ese territorio” (El Mundo,13 de diciembre de 2013: http://www.elmundo.es/espana/2013/12/12/52aa13eb63fd3ddc778b4598.html).

32 El art. 50.2 TUE señala el procedimiento a seguir.

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incidencia (número de parlamentarios en el Par-lamento Europeo, por ejemplo).

La posición de Cataluña sería, por el contra-rio, la de un nuevo Estado que debe solicitar suadhesión a la UE; lo que implica un procedi-miento en el que se verificaría si Cataluña cum-ple o no los requisitos del art. 49 TUE ya exa-minados, la intervención de distintos órganos dela Unión así como la ratificación por todos losEstados miembros del Tratado de adhesión delnuevo Estado; Tratado de adhesión que implicatambién la enmienda de los tratados existentespara incorporar los efectos derivados del ingresode ese nuevo Estado (por ejemplo, número decomisarios, jueces, parlamentarios).

En consecuencia, a partir de la independen-cia de Cataluña los Tratados seguirían en vigorrespecto a España con los cambios derivadosde dicha independencia, mientras que dejaríande aplicarse a Cataluña al no formar ya partede España y ostentar la condición de Estadotercero respecto de la UE33. Asimismo, los ciu-dadanos que optaran por la “ciudadanía cata-lana” perderían la ciudadanía europea que losTratados vinculan a la nacionalidad de los Es-tados miembros.

El Consejo de Europa

En lo que al Consejo de Europa se refiere, laAsamblea Parlamentaria del Consejo de Europa–su órgano deliberante– resolvió en 1974 que“el acceso al Consejo de Europa debe ir unido alhecho de devenir Parte en el Convenio europeo

de DDHH”34. España es parte en este Conveniodesde 1979. Pero así como respecto de estetratado internacional puede haber sucesión deEstados, la condición de miembro tiene que sersolicitada por el nuevo Estado. El Estatuto deLondres –el tratado constitutivo del Consejo deEuropa– no lo contempla expresamente pero síla práctica reciente con ocasión del acceso deMontenegro, y de la República Checa y de Eslo-vaquia como miembros del Consejo de Europa.

Los artículos relevantes a este respecto sonlos arts. 2, 3, 4 y 16. De conformidad con el art.2, “los Miembros del Consejo de Europa son lasPartes que intervienen en el presente Estatuto”.El art. 3 establece los requisitos que debe reu-nir un Estado que aspira a ser miembro de estaorganización internacional. Así, precisa que“cada uno de los Miembros del Consejo de Eu-ropa reconoce el principio del imperio del Dere-cho y el principio en virtud del cual cualquier per-sona que se halle bajo su Jurisdicción ha degozar de los derechos humanos y de las liber-tades fundamentales, y se compromete a cola-borar sincera y activamente en la consecuciónde la finalidad definida en el capítulo primero”35.En consecuencia, el art. 4 dispone que cual-quier Estado europeo que sea consideradocapaz de cumplir tales requisitos y que tengavoluntad de hacerlo podrá ser invitado a con-vertirse en miembro del Consejo de Europa:

“Cualquier Estado europeo, considerado capaz decumplir las disposiciones del artículo 3, y que tengavoluntad de hacerlo, podrá ser invitado por el Comitéde Ministros a convertirse en Miembro del Consejo deEuropa. El Estado así invitado tendrá la calidad de

33 No solo los Tratados sino la totalidad del Derecho Comunitario.34 Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Resolución 1031 (1994).35 Principio que sería verificado respecto de una hipotética Cataluña independiente. A este respecto no está de más recordar el in-cumplimiento por parte de la Generalitat de Cataluña de sentencias judiciales en materia de educación por razones lingüísticas, antela pasividad del Estado. http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/PoliticaExteriorCooperacion/ConsejoDeEuropa/Documents/Acta%20de%20Adhesi%C3%B3n%20de%20Espa%C3%B1a%20al%20Consejo%20de%20Europa.pdf

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Miembro tan pronto como se remita en su nombre alSecretario general un instrumento de adhesión al pre-sente Estatuto.”

Es preciso añadir que así como hay una dis-posición que contempla la retirada de un miem-bro del Consejo de Europa, no existe ningunarelativa a la sucesión de Estados en la condi-ción de miembro. Del primer aspecto se ocupael art. 7, de conformidad con el cual:

“Cualquier Miembro del Consejo de Europa podrá reti-rarse del mismo notificando su decisión al Secretariogeneral. La notificación surtirá efecto al concluir el añofinanciero en curso si tuvo lugar en los primeros nuevemeses de este año, y al finalizar el año financiero si-guiente si se realizó en los tres últimos meses.”

Respecto a la segunda cuestión, el Estatutode Londres no contempla la sucesión de Esta-dos en la condición de miembro del Consejo deEuropa, por lo que sería de aplicación su art.16 que atribuye al Comité de Ministros la com-petencia para resolver “con carácter obligato-rio, cualquier cuestión relativa a la organizacióny el régimen interior del Consejo de Europa”36.Esto es, sería el Comité de Ministros el que de-cidiera sobre el caso concreto.

Sobre este particular, existen en la prácticados precedentes recientes: uno, el de la diso-lución de Checoslovaquia; el otro, el de la in-dependencia de Montenegro. Respecto al pri-mero, tanto la República Checa como la Repú-blica Eslovaca accedieron al Consejo de Europacomo nuevos Estados miembros el 30 de juniode 1993. Por lo tanto, la escisión de Checos-lovaquia en dos nuevos Estados no tuvo como

efecto el que estos últimos sucedieran a aquelen su condición de miembros del Consejo deEuropa, sino que estos tuvieron que solicitar suingreso en su condición de nuevos Estados.

En el caso de la República de Serbia y Mon-tenegro (más relevante respecto de la hipótesisde una Cataluña independiente), aquella eramiembro del Consejo de Europa desde el 16de junio de 2006. El Comité de Ministros delConsejo de Europa, refiriéndose a una carta deSerbia en la que manifestaba que continuaríacon su membresía de conformidad con la CartaConstitucional de Serbia-Montenegro señalóque “la República de Serbia es continuadorade la membresía de Serbia y Montenegro en elConsejo de Europa con efecto a partir del 3 dejunio de 2006”37. Por el contrario, Montenegropresentó una solicitud de adhesión al Consejode Europa; solicitud que fue aceptada, ratifi-cando Montenegro el 11 de mayo de 2007 elEstatuto del Consejo de Europa38.

En definitiva, la membresía de Serbia conti-nuó mientras que Montenegro tuvo que solici-tar su adhesión al Consejo de Europa en sucondición de nuevo Estado, de conformidad conel art. 4 del Estatuto.

Conclusiones

1. El derecho a decidir –entendido como lo in-vocan los nacionalismos catalán y vasco,esto es, como un derecho a la estatalidad–es un derecho inexistente que nada tieneque ver con el derecho de autodetermina-

36 El texto íntegro del art. 16 dice: “Sin perjuicio de los poderes de la Asamblea Consultiva, tal como se definen en los artículos24, 28, 30, 32, 33 y 35, el Comité de Ministros resolverá, con carácter obligatorio, cualquier cuestión relativa a la organizacióny el régimen interior del Consejo de Europa. Con este fin adoptará los reglamentos financieros administrativos necesarios.”

37 CoE Doc CM/Del/Dec(2006)967/2.3aE/ 16 June 2006, http://wcd.coe.int/ViewDoc.jsp?id=1011241&Site=COE.38 Vid. http://conventions.coe.int/Treaty/Commun/ChercheSig.asp?NT=001&CM=1&DF=&CL=ENG

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ción interna contemplado por el Derecho In-ternacional; derecho ejercitado regular-mente con ocasión de los comicios electo-rales en los Estados dotados de sistemaspolíticos democráticos. En el caso de Es-paña es el derecho del que –como afirma laConstitución de 1978– es titular la “Naciónespañola”, en ejercicio del cual se consti-tuyó “en un Estado social y democrático deDerecho, que propugna como valores supe-riores de su ordenamiento jurídico la liber-tad, la justicia, la igualdad y el pluralismo po-lítico” (art. 1.1).

2. El derecho de autodeterminación externa –derecho a constituirse en Estado– es unade las formas de ejercicio del derecho de au-todeterminación que el Derecho Internacio-nal reconoce respecto de situaciones terri-toriales concretas caracterizadas todasellas porque los territorios contemplados po-seen una naturaleza jurídica distinta y se-parada del territorio de la metrópoli (colo-nias, territorios no autónomos y territoriosbajo administración fiduciaria) o del ocu-pante (territorios ocupados).

3. La secesión es un acto unilateral, del queno se ocupa el Derecho Internacional, en vir-tud del cual una parte o partes del territoriodel Estado se separa(n) del mismo. El De-recho Internacional ni prohíbe ni promuevela secesión. Lo que sí afirma es el principiode la integridad territorial de todo Estadoque se conduzca de conformidad con el prin-cipio de la igualdad de derechos y de la libredeterminación de los pueblos y esté, portanto, dotado de un Gobierno que repre-sente a la totalidad del pueblo pertene-ciente al territorio, sin distinción alguna. Asíconcebido, el principio de integridad territo-rial constituye un límite al derecho de auto-determinación interna.

4. El Derecho Internacional no se ocupa de lasdeclaraciones unilaterales de independenciapero sí se ocupa de los requisitos necesa-rios para ser Estado. La verificación de suexistencia es una cuestión de efectividadrespecto de la cual el acto –político y jurí-dico– del reconocimiento tiene efecto decla-rativo. El reconocimiento de un Estado noafecta a su existencia, no quita ni añadenada al hecho de la estatalidad ni atribuyeefecto jurídico a la personalidad internacio-nal de la entidad en cuestión. El reconoci-miento solo tiene un efecto declarativo, limi-tándose a constatar una nueva realidad queresulta oponible al Estado que reconoce.

5. Por lo que a España se refiere, no es lo másinteligente fiar a terceros (Estados o la UE,por ejemplo) la resolución de problemas do-mésticos respecto de los cuales el Estadoparece ausente, porque la secesión es unacuestión de hecho de la que se desentiendeel ordenamiento internacional, pero respectode cuyo éxito o fracaso –su efectividad– sepronuncian los Estados por medio del actodel reconocimiento. Resulta llamativa en estesentido la pasividad y la tolerancia con la quelos sucesivos gobiernos españoles han acep-tado y aceptan el hecho real del incumpli-miento de decisiones judiciales en Cataluñapermitiendo de facto lo que de iure está pro-hibido (por ejemplo, en materia de educaciónpor razón de la lengua) sin que el Estadohaga acto de presencia imponiendo el princi-pio de legalidad y el Estado de Derecho. UnEstado que permite que se vulnere el Dere-cho es un Estado que cava su propia fosa.Los nacionalismos catalán y vasco se han be-neficiado y se benefician de esa actitud quelos propios órganos del Estado propician.

6. De conformidad con el art. 4 del Conveniode Viena sobre sucesión de Estados en ma-

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teria de tratados, de 23 de agosto de 1978,son las normas relativas a la adquisición dela calidad de miembro previstas en el tra-tado constitutivo de la organización inter-nacional, así como cualquier otra normapertinente de la organización en cuestión,las que rigen las consecuencias que paraun Estado nuevo surgido de un acto de se-cesión tiene este hecho. De conformidadcon ellas, este nuevo Estado no puede pre-tender beneficiarse de la membresía del Es-tado del que se ha separado, sino que debesolicitar su ingreso en su condición denuevo Estado. Esta consecuencia sería apli-cable a una hipotética Cataluña indepen-diente en relación con todas las organiza-

ciones internacionales de las que es miem-bro España.

7. La doble pregunta aprobada para la consultaen Cataluña constituye una contradicción ensí misma, siendo ambas incompatiblesentre sí. En efecto, preguntar primero si sees partidario de que Cataluña sea un Estadopara después preguntar si se es partidariode que sea independiente no tiene ningúnsentido porque, como es obvio, sin inde-pendencia (soberanía) no existe el Estado.Como señaló hace ya muchos años la juris-prudencia internacional, el Estado, o es in-dependiente (y por tanto soberano) o no esEstado.

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Todos los nacionalismos necesitan de referen-tes emocionales (con distorsiones interesadasde la realidad) que puedan generar adhesionescolectivas para promover la cohesión del co-lectivo nacional, o que pretende ser nacional. Elnacionalismo catalán ha cultivado mucho la his-toria de Cataluña salpicándola de mitos esti-muladores de su identidad: desde “la iniquitatde Casp” a la imagen de la última Guerra Civilespañola como la confrontación de España yCataluña. La historia, últimamente, ha perdidovalor referencial y los argumentos nacionalis-tas son absolutamente presentistas. La me-moria del pasado parece haberse reducido a1714, el final de la Guerra de Sucesión y la en-trada de las tropas borbónicas en Barcelonatras el largo sitio de esta ciudad. La referencia,

a caballo del tercer centenario de este hito his-tórico, es hoy, sin duda, 1714.

Hay que empezar por decir que la épica y ladramática del sitio de Barcelona de 1713-14es incuestionable. Tanto las crónicas austra-cistas como borbónicas se hacen eco del dra-matismo y de los sufrimientos y penalidadesde los sitiados. El asedio duró un año y tresmeses, y el asalto final del 11 de septiembrediez horas y media. Un total de 30.000 bom-bas sobre la ciudad. La destrucción del barriode la Ribera. La construcción de la ciudadelamilitar. El dramatismo del sitio de Barcelona en1714 fue especialmente patético, porque laciudad había padecido hacía bien poco sitiosde distinta naturaleza. En 1697, Barcelona fue

Los mitos del 11 de septiembre*

Ricardo García CárcelCatedrático de Historia Moderna, Universidad Autónoma de Barcelona

* Texto editado de la intervención del autor en el Foro FAES “Cataluña en España. Historia, cultura e identidad” que tuvo lugar enel Círculo Ecuestre de Barcelona el 6 de marzo de 2014.

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sitiada, tomada y gobernada por los francesesdurante unos meses. En mayo de 1704 la in-tentaron tomar los austracistas. En septiembrede 1705 fue, de nuevo, sitiada por los austra-cistas que, tras un bombardeo terrible (6.000bombas), la tomaron. En abril de 1706 fue otravez sitiada, esta vez por los borbónicos, sinpoder tomarla. Y, finalmente, el sitio de 1713-14 al que dedicaremos este artículo.

Pero la incuestionable evidencia del pate-tismo del sitio de Barcelona no impide que, alrespecto, hagamos algunas reflexiones que tie-nen como objeto evitar la lamentable tenden-cia a la simplificación maniquea que caracte-riza el tiempo que vivimos:

1) En la Guerra de Sucesión no lucharon ca-talanes contra españoles sino austracistas yborbónicos en torno a un candidato a la suce-sión del rey muerto, Carlos II. Desde 1702, en laopción austracista se alinearon británicos, ho-landeses, austríacos, portugueses y, dentro delterritorio español, buena parte de la Corona deAragón (Valencia, Aragón, Cataluña, Baleares) yno pocos castellanos. En la defensa de Barce-lona de 1713-14 había muchos refugiados pro-cedentes de toda España en tanto que Barce-lona se convirtió en el símbolo de la resistenciafinal austracista. En el bando borbónico lucha-ron también catalanes, conjuntamente con es-pañoles de toda procedencia y franceses. Losjefes que lideraron el ejército sitiador eran el na-politano duque de Populi y el británico al serviciode los Borbones, Berwick.

2) El punto de partida de la guerra en Cata-luña fue el viraje del Principado desde la fideli-dad inicial mantenida al rey Borbón designadocomo sucesor en el testamento de Carlos II,hasta su apuesta por el rey Austria. La apuestacatalana se ha explicado por diversos argu-mentos (la actitud proabsolutista de Felipe V,

los intereses económicos antifranceses de laburguesía catalana, la creencia equivocada deque el caballo perdedor iba a ser Luis XIV…).Pero lo cierto es que son centenares los elo-gios que se tributaron a Felipe V cuando vino aBarcelona a jurar los fueros de las Cortes de1701-02 y el rey Borbón se casó con su pri-mera esposa en el Monasterio de Vilabertrán(Girona) para satisfacer expectativas catalanas.La comparación de las Cortes borbónicas de1701-02 aun con la estela de sus “disenti-ments” y las austracistas de 1705-06 no re-fleja diferencias capitales en el tratamiento delas Constituciones catalanas por parte del reyBorbón y del rey-archiduque Carlos. Lo que síes evidente es que Felipe V vio en el compor-tamiento de una parte de las élites catalanasun delito de lesa traición que nunca perdonó.

3) A partir de 1711 el austracismo se des-cabezó cuando el rey-archiduque Carlos decidióasumir el título de Emperador a la muerte de suhermano José I y marchó a Viena, donde mori-ría en 1740. La guerra perdió su sentido y loscatalanes se convirtieron en “el caso de los ca-talanes” evolucionando en sus expectativas: pri-mero, seguir siendo Corona de Aragón pertene-ciente al Imperio Austríaco, con fidelidad al queera emperador con el nombre de Carlos VI; des-pués, en 1713, la aspiración a ser República, loque los ingleses siempre rechazaron: “no meparece muy práctica, no dejarían de ser sus con-secuencias guerras perpetuas, y ese realistapueblo por el que siente S.M. tanta bondad,sería su víctima”; y por último, en 1714, la as-piración de conservar sus fueros políticos. El iti-nerario reivindicativo catalán, tras las ilusionesalimentadas por sus embajadas en Viena y enLondres, fue patético. Los aliados no tenían otrointerés sino acabar la guerra cuanto antes. Enmarzo de 1713 se firmó el Tratado de Evacua-ción que marcaba el fin de las hostilidades y lasalida de los ejércitos del territorio español. Y

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en junio de ese año, por el Acuerdo de Hospi-talet, se aplicaba esa evacuación a Cataluña.Un mes después, en el Tratado de Utrecht entrela monarquía española y la británica, se acordósolucionar “el caso de los catalanes” conce-diendo la amnistía y los mismos privilegios eco-nómicos que tenían los castellanos, esto es, elacceso al mercado atlántico. El texto del Artí-culo 13 decía exactamente:

“Visto que la reina de la Gran Bretaña no cesó de ins-tar con suma eficacia porque todos los habitantes delPrincipado, de cualquier estado y condición que sean,consigan no sólo entero y perpetuo olvido de todo loque se ha ejecutado durante esta guerra y gocen dela íntegra posesión de todos sus patrimonios y hono-res, sino que conserven ilesos e intactos sus antiguosprivilegios, el rey Católico en atención a S.M. Britá-nica, concede y confirma con el presente a los habi-tantes de Cataluña no sólo la amnistía justamente de-seada juntamente con la plena posesión de todos susbienes y honores, sino que les da y concede tambiéntodos aquellos privilegios que poseen los habitantesde las dos Castillas, que de todos los pueblos de Es-paña son los más amados del rey Católico”.

Los británicos estaban convencidos de queel aliciente económico primaria sobre los fue-ros políticos. Así lo justificaba el embajador Bo-lingbroke:

“Los privilegios de los catalanes son, en verdad, dedesear por un pueblo que ansíe sustraerse del todode la dependencia de su Príncipe y vivir de sus brazosy de sus manos; pero los Privilegios de Castilla son in-finitamente de mayor valor para quienes entiendanvivir en la debida sujeción a su autoridad. Para los pri-meros, el poder de la bolsa y el de la espada están enabsoluto en poder del pueblo de la provincia, y el Prín-cipe no tiene cuidado ni de lo uno ni de lo otro; perolos otros tienen el comercio abierto de las Indias Oc-cidentales y están no sólo autorizados para comerciary entrar y salir de ellas, sino que también puedengozar del privilegio que el Rey de España confiere entoda América”.

4) En Cataluña se rechazó la propuesta quehubiera evitado el sitio. Se convocó una Juntade Brazos (unas Cortes sin rey) con los tres es-

tamentos propios de aquellas Cortes: el brazonobiliario, el real y el eclesiástico, que con unamuy escasa presencia de sus representantes,por 78 votos contra 45, optaron por la resis-tencia de Barcelona. Faltó la presencia de ciu-dades como Figueres, Gerona, Cervera, Bala-guer, Lleida y otros muchos lugares. El brazoeclesiástico, del que solo asistió la mitad desus miembros, se inhibió: “los sujetos del Es-tado eclesiástico declararon que ellos no po-dían dar otro voto que el de la pacificación peroresolvieron adherirse a la sabia resolución quetomarían los dos estados militar y real, por evi-tar toda disputa, y se salieron de la conferenciaalegando que el caso no era contra la fe, con-cilios ni buenas costumbres”. El brazo real y elbrazo nobiliario o militar estuvieron profunda-mente divididos. Nicolau de Sant Joan y ManuelFerrer y Sitges fueron líderes respectivos de lasposiciones entreguista y resistencialista. Ciu-dades como Vic, Tarragona, Berga, Torredem-barra o Mataró se manifestaron a favor de lasumisión de Barcelona. Manresa, Valls, Sol-sona, Sabadell, se inclinaron por la resistencia.

Al final el brazo eclesiástico no votó y la ma-yoría del brazo real y nobiliario, como he dicho,decidieron optar por la resistencia, contra el cri-terio de personas como Rafael de Casanova(que sería elegido Conseller en Cap en noviem-bre de 1713). La indecisión se prolongó tiempo(del 30 de junio al 9 de julio) hasta la proclama-ción pública de la guerra. Ciertamente se tuvomuy mala información objetiva de la actitud efec-tiva de las potencias aliadas y la retórica hala-gadora del Emperador y de la reina Ana llevó alengaño a muchos de los postuladores de la re-sistencia. Una vez lanzada Barcelona a esta vía,el deslizamiento hacia la desmesura y el sueñode la razón fue una realidad irreversible.

5) La sociedad barcelonesa vivió a lo largodel año y medio de sitio una experiencia de

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auténtico delirio religioso que subrayan todoslos cronistas. Los ciudadanos acudían cadatarde, a las tres menos cuarto, a la catedralde Barcelona. Primero oían el sermón y, des-pués, organizaban una procesión donde lasmujeres vírgenes, vestidas de blanco y des-calzas, eran, mayoritariamente, las protago-nistas. La capacidad de convocatoria era im-presionante. Concurrían tanto los sectoresmás populares como los cargos más relevan-tes de la ciudad. Todos, al son de las donce-llas, cantaban letanías a la Virgen e implora-ban la misericordia divina para que derrotaraa los franceses.

Infinidad de glosarios, novelarios, rezos, pro-cesiones, invocaciones a la Inmaculada Con-cepción. El clima se fue colmando de histeriareligiosa con una ciudad en la que el clero mo-nástico marcaba ahora la pauta. Curiosamenteel brazo eclesiástico se había inhibido y nohabía votado en la Junta de Brazos, y en cam-bio las órdenes religiosas (sobre todo domini-cos, capuchinos, franciscanos, trinitarios, car-melitas y mercedarios) gestionaron la excita-ción pública con puritanismo paralelo alhambre y privaciones sufridas: severas dispo-siciones sobre los trajes de las mujeres, priva-ción de juicios públicos y del teatro.

La clericalización de la sociedad catalana sereflejó en la constitución de las llamadas Juntasde Teólogos y Consejos de Conciencia formadospor el clero más radical y extremista. Significati-vamente, algunos de los protagonistas del sitiose quejarían de este poder clerical. SalvadorFeliu de la Penya llegó a lamentarse del “estadoen que nos han puesto las beatas y gente quese dice de virtud”. El propio Rafael de Casanova,en su famosa carta del 9 de abril de 1728, sequejaba amargamente de las “supuestas bea-tas a quienes jamás creí bien que esperé en queDios mitigaría el rigor de su justicia”.

La culminación de esa situación fue la con-sulta de mayo de 1714. Tras la entrevista deSebastià Dalmau y el Ministro Orry en la queeste llegó a ofrecerle la concesión de los fuerosmunicipales si capitulaba Barcelona, la Juntade Gobierno se volvió a plantear si se entre-gaba la ciudad y se decidió solicitar al vicariogeneral Josep Rifós que llevara a cabo una con-sulta, vía confesionario, por la que los resis-tentes decidieran si seguir o no la resistencia.El 9 de mayo la información obtenida la tras-ladó Rifós al Gobierno. El resultado fue seguirla defensa hasta el final. El final fue el 11 deseptiembre de 1714. Los juicios de un histo-riador británico conservador como William Coxesobre el papel de los llamados Consejos deConciencia son demoledores.

6) El discurso victimista sobre la NuevaPlanta de 1716 en Cataluña merece algunasprecisiones. La mayor imposición fiscal del ca-tastro no está reñida con la racionalización queel mismo implicó. La imagen de la Cataluña mi-litarizada no puede hacernos olvidar las mu-chas veces que la burguesía catalana apeló alo largo de los siglos XVIII, XIX y XX al Estadocon su aparato coactivo para que este le re-solviera la cuestión social, su cuestión social.La comparación jurídica de la Nueva Planta deValencia y Cataluña deja, desde luego, una ima-gen mucho más penosa en el marco valen-ciano que en el catalán. La represión culturalcon la castellanización forzosa exige el recor-datorio de que la castellanización constituye unlargo proceso que arranca del siglo XVI y que lalengua de la corte de la Barcelona de 1705 a1711 con el rey Carlos, era el castellano. Lalengua no siempre se identifica con la presuntaideología. Todos los decretos del obispo bor-bónico Baltasar Bastero en 1715, muy duroscontra los sublevados catalanes, están escri-tos en catalán. Su sobrino Antonio Bastero fue,por cierto, uno de los grandes defensores de la

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lengua catalana. El propio obispo Bastero lanzóuna requisitoria terrible contra el adoctrina-miento de los penitentes por los confesores.El tema del crecimiento económico catalándespués de 1714 ha suscitado grandes deba-tes. Desde la óptica nacionalista, el formidablecrecimiento de Cataluña en el siglo XVIII se ex-plica hoy por las virtudes de una sociedad civilcatalana capaz de superar los lastres de un Es-tado opresor. No es, desde luego, lo que pen-saba Vicens Vives, que tanto exaltó los valoresde la burguesía catalana del siglo XIX, cuandoescribió: “Al echar por la borda de un pasadocon anquilosado régimen de privilegios y fue-ros la Nueva Planta de Felipe V fue un deses-combro que obligó a los catalanes a mirarhacia el porvenir y los liberó de las paralizado-ras trabas de un mecanismo legislativo inac-tual”. La colaboración de la burguesía catalanacon el Estado ha sido una constante en laépoca contemporánea con el proteccionismopor bandera. Por otra parte, ¿cómo puede ig-norarse la colaboración de la aristocracia y laburguesía catalana austracista y borbónica enlos procesos culturales del siglo XVIII, como enla Universidad de Cervera o la Academia deBuenas Letras? La “sociedad civil” catalanasubsiguiente a 1714 aprendió de la experien-cia vivida y sufrida una dura lección de amar-gura y profundo desencanto. Buen testimoniode ello es lo que escribía el ampurdanés Se-bastià Casanovas:

“En cas en ningú temps hi hagués algunes guerres,que en ninguna de les maneres no s’afeccionin ambun rei ni amb un altre, sino que facin com les mates,que són per los rius, que quan ve molta aigua s’acla-ten i la deixen passar, i després a alçar quan l’aiguaés passada; i així obeir-los tots qualsevol que vingui,però no afeccionar-se amb cap, que altrament los suc-ceiria molt mal i se posarien en contingencia de per-dre’s ells i tots sos béns.”

Y en una crónica de la guerra se podía leer:

“Bella y discreta fábula en la de aquel perro que lle-bando en la boca una presa de carne, al passar unriachuelo vio era mayor la que en el agua se le repre-sentaba, y codicioso soltó la que tenía en la boca se-gura para asir la que miraba incierta dentro del Arroyo,quedando burlado pues quedó sin una y sin otra. Po-sehían los Cathalanes el mayor bien, y persuadidosde sus discursos soñándose más felices de lo queestaban, quisieron perder lo seguro por lo incierto”.*

7) El discurso nacionalista insiste en la nos-talgia de una Arcadia feliz previa a 1714. Ca-taluña sería, supuestamente, un Estado propioque sufriría la ocupación despótica por partede un rey impuesto liderando a castellanos yfranceses empeñados en terminar con esa fe-licidad primigenia. Al respecto, conviene haceralgunas precisiones. Cataluña no era un Es-tado antes de 1714, sino una pieza en el puzlepolítico de la España de los Austrias. Sus ins-tituciones propias eran paralelas a las que te-nían los reinos de la antigua Corona de Aragón,en proceso, ciertamente, de profundo des-gaste y erosión.

El tantas veces glosado régimen pactista oconstitucionalista partía del supuesto, más teó-rico que efectivo, de que las Cortes (expresiónsuprema del pacto) marcaban las reglas dejuego político en el que el poder era compartidopor el rey y los súbditos, representados a travésde los tres Brazos (real, nobiliario y eclesiástico).

Atribuir la condición de democracia a esterégimen resulta un ejercicio de ucronía. Pero esque además nunca hubo un solo discurso pac-tista o constitucionalista. Durante la guerra deSucesión, Francesc Grases (jurista muy vincu-lado al hombre de confianza del rey-archiduqueCarlos) representó una tercera vía entre abso-

* Nota del editor: Se respeta la grafía del original.

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lutismo y constitucionalismo. Una tercera víaque tendrá que exiliarse a Viena.

El régimen de las Cortes estaba en crisis fla-grante. A lo largo del siglo XVII no llegó a cul-minar felizmente ninguna de las Cortes catala-nas. Curiosamente, Carlos II, el presunto neo-foralista, no convocó Cortes en Cataluña; encambio, el absolutista Felipe V convocó Cortesque se desarrollaron felizmente en 1701-1702.En realidad, detrás del pactismo lo que hay esun pacto social entre la nobleza y la burguesíacatalana con el arbitraje de la monarquía y elpueblo como gran convidado de piedra.

La valoración de la monarquía, desde Cata-luña, ha estado más condicionada por los be-neficios económicos que tal o cual reinadopodía propiciar en Cataluña que por el consti-tucionalismo de tal o cual rey (el mejor testi-monio es Carlos II, un rey que en Cataluña seríaconsiderado por Feliu de la Penya “el mejor reyque ha tenido España”).

La trascendencia de las cortes castellanascomo plataforma de representación colectiva yde ejercicio de derechos constitucionales hasido subrayada por diversos historiadores enlos últimos años frente al tópico de unas Cor-tes castellanas absolutamente en manos delrey. La polarización absolutismo castellano-constitucionalismo catalán es cuestionable. LaEspaña plural fue postulada en el siglo XVIIdesde Castilla por intelectuales como Saave-dra Fajardo o Palafox y Mendoza. Por otra parte,no hay que olvidar que hubo borbónicos clara-mente partidarios de los fueros como los cro-nistas Robres o Miñana.

El mito del régimen pactista como esenciadel “gobierno perfecto” tan sublimado por lahistoriografía nacionalista es hoy muy discutidopor múltiples historiadores (de John H. Elliott a

Juan Luis Palos), que han puesto de relieve unarealidad de corruptelas políticas y de represen-tatividad escasa en el régimen político catalán,con graves problemas de ingobernabilidad.

8) 1714 se ha convertido hoy en paradigmade la felicidad perdida, y la Cataluña anterior a1714 se nos presenta como un mundo idealque solo está en el imaginario de la voluntadpolítica distorsionadora de la historia. Cierta-mente, 1714 abrió paso a la Nueva Planta de1716 y al fin de los fueros catalanes. Pero losplanteamientos idílicos de la Cataluña foral oconstitucional frente a la visión catastrofistade la Cataluña borbónica carecen de sentido.Todo el mundo tiene derecho a imaginar la Ca-taluña virtual que hubiera podido desarrollarsecon el rey-archiduque Carlos III al frente de laCorona de Aragón. Las hipótesis contrafactua-les son tentadoras, pero también es cierto quela experiencia histórica demuestra lo que fueel último Austria español (Carlos II) y lo que fueel emperador Carlos VI en Viena, el soñado reyCarlos III de los catalanes. La biografía de Vir-ginia León no invita precisamente a pensar quehubiera sido un rey constitucionalista. Dis-crepo radicalmente de la dualidad antiguos-mo-dernos en la que interesadamente algunos his-toriadores han situado el constitucionalismocatalán (considerado como antiguo, ligado soloa la tradición) y el absolutismo castellano (li-gado a la presunta modernidad). Pero, asi-mismo, hay que superar el maniqueísmo moralque supone la idealización del constituciona-lismo catalán frente a la demonización del cen-tralismo castellano.

Si algo pone en evidencia la guerra de Su-cesión es que hubo muchas Cataluñas y, desdeluego, muchas Españas, y que el conflictonunca fue bipolar (Cataluña contra España, niEspaña contra Cataluña), sino multipolar y,desde luego, nunca fue el producto de la fata-

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lidad de una naturaleza de diferencias insalva-bles. Las diferencias, como las similitudes,más que la naturaleza, las construye y decons-truye la historia.

1714, en definitiva, puede alimentar todoslos sueños melancólicos de la Cataluña que nopudo ser, pero a los historiadores lo que nosdebe interesar es la Cataluña que fue, no laque pudo ser. No tienen mucho sentido las es-peculaciones acerca de la hipotética evoluciónde España con un desenlace distinto de la gue-rra de Sucesión. Los imaginarios supuestos ca-talanes que creen que el futuro posible –y frus-trado– era el de una Cataluña a la holandesa,podrían ser contrarrestados con otro referentemás cercano, el de Portugal, alineado a los in-tereses ingleses del siglo XVIII. En definitiva, niCataluña en su totalidad se puede adscribir aun único régimen político, ni España a otro. Enel ámbito castellano, el austracismo no solo es-tuvo defendido por algunos nobles antifelipis-tas liderados por el Almirante de Castilla. Gra-nada, Murcia, Santander… constituyeron focosaustracistas que postulaban un régimen polí-tico tradicionalista y antifrancés.

El austracismo catalán fue, por otra parte,plural. En 1713-1714 los catalanes resisten-tes tienen proyectos políticos diferentes. Loshubo republicanos, pero los hubo que siempreestuvieron interesados en España. Sabido esque Antonio de Villarroel afirmaba que “pornosotros y por toda la nación española comba-timos”. Era compatible la exaltación de su pro-pia identidad (“se tienen con constancia elafecto que conciben”, “idólatras de sus privile-gios y libertades” como los llamaba Montemar)con la inserción en una monarquía plural. Lo re-flejó muy bien Francesc de Castellví cuando re-cordaba que “aunque todas las naciones quehay en el continente de la España se nombrancon la voz común de los españoles, son muy

diferentes en genios, inclinaciones, leyes, cos-tumbres, trajes y lenguajes”.

La Cataluña borbónica estigmatizada comobotiflera no hay que minimizarla. Ciudadescomo Cervera, Berga, Manlleu, Ripoll, Cente-lles… destacaron por su borbonismo militante.Tras la conquista de Barcelona por los austra-cistas salieron de esta ciudad en 1706, 6.000borbónicos. La actitud de Girona, Lleida o Vicno tuvo nada que ver con la resistencia barce-lonesa. Ya en 1707 uno de los textos de laépoca se refería a tres grupos: los imperiales oaustracistas, los borbónicos y los contemplati-vos “que anduvieron con gran tiento en ambospartidos”.

9) La memoria catalana del austracismo hasido muy fluctuante. Esta ha intentado ser ca-pitalizada tanto por el carlismo como por el fe-deralismo, y el debate sigue abierto. Una re-ciente polémica en la prensa catalana entreBorja Vilallonga y Joaquim Albareda define bienlos respectivos argumentos. El primero replan-tea la tesis del obispo Torras i Bages sobre latradición catalana y pone en evidencia los fun-damentos escolásticos defendiendo que el re-chazo a Francia obedecería a la voluntad de en-frentarse a un pensamiento moderno y distor-sionador respecto a las esencias tradicionales.Albareda, en cambio, considera que la referen-cia del austracismo catalán era el parlamenta-rismo británico y holandés, un constituciona-lismo muy próximo a las ideas más liberaleseuropeas.

Desde luego, el poder establecido ha ten-dido un manto de modernidad, en buena parteinventado, sobre el austracismo, comparán-dolo con los regímenes políticos más avanza-dos de la Europa de la época. Pero sobre todose intenta enterrar el complejo legado o he-rencia del austracismo. La bandera de este la

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levantarán carlistas y liberales. El carlistaMateo Bruguera escribirá su Historia del me-morable sitio y bloqueo de Barcelona y heroicadefensa de los fueros y privilegios de Cataluñade 1713-1714 (1871-1872) y los liberales, conVíctor Balaguer a la cabeza, recrearán un es-cenario romántico para la guerra, a la vez quese dedican dos calles a héroes del sitio: Ca-sanova y Villarroel. Unos y otros, inicialmente,convergen en la exaltación del heroísmo cata-lán de 1713-1714. En el marco de la Restau-ración emerge la memoria del austracismo per-dido de 1705, el austracismo oficial que re-presentaba el rey-archiduque Carlos. Lafascinación de una cierta burguesía catalanapor el Imperio Austro-Húngaro llevó a la nos-talgia de aquel 1705 feliz que nada tenía quever con el indomable de 1713-1714.

Casanova tendrá la virtud de unir al nacio-nalismo catalán de cualquier procedencia ideológica. El conseller en cap. El líder institu-cional. El resistente que no habría querido serresistente. El héroe a su pesar. Herido ymuerto muchos años más tarde (1743). Elsiempre políticamente correcto. En 1866 seencargó su estatua, que se inauguró en la Ex-posición de 1888 y se colocó al lado del Arcode Triunfo. La fiesta del Onze de Setembre seempieza a celebrar en 1891 unida siempre ala figura de Casanova. La Ciudadela había yadesaparecido y el austracismo se podía evo-car sin la presencia física del legado militar deFelipe V. Pero la crisis de 1905 abrirá grietasprofundas en la memoria histórica del nacio-nalismo catalán. Hechos como la irrupción delanarquismo, los procesos de Montjuïc, la es-calada lerrouxista, la problemática del tanca-ment de caixes, la consolidación de la Lliga,los incidentes del Cucut y sobre todo la Set-mana Tràgica de julio de 1909 desestabiliza-rán las coordenadas en las que se movía lapolítica catalana. La obra de Salvador Sanpere

y Miquel El fin de la nación catalana reflejabien, a mi juicio, las contradicciones internasdel nacionalismo en este momento: entre elvictimismo y la autocrítica. La derecha y la iz-quierda sufrirán vacilaciones profundas res-pecto a sus referentes históricos y el austra-cismo experimentará una crisis momentáneaen sus dos orillas ideológicas. Enric Prat de laRiba en 1910 renunciaba a Casanova porquequería reivindicar “héroes que se impongan,genios que ganen”. Le interesaban más comoreferentes los Ramón Berenguer o Jaime I.Gabriel Alomar, en la misma línea, apostabaporque “s’ha de crear, no ya de refer una Ca-talunya sobre les ruïnes del Principat”. Los re-publicanos nacionalistas veían también pro-blemas de celebración en el Onze de Setem-bre. Para Pere Corominas, “los Austrias eraniguales que los Borbones, porque un rey essiempre un rey, es decir una voluntad domi-nadora del pueblo”. Francesc Layret repro-baba a los héroes de 1714 que “los directo-res del pueblo catalán cometieran entoncesel error de confundir los intereses de Cata-luña con los de una dinastía contaminándosede castellanismo”. La doble memoria con-servadora y radical del austracismo vuelve aconstatarse en el debate sobre la leyendaque debe ponerse al nuevo emplazamiento dela estatua de Casanova en 1914. Se baraja-ron, como ha estudiado Michonneau, las fór-mulas de “en compliment del seu deure” o“defensant la pàtria” por parte conservadora yla de “defensant les llibertats de Catalunya”por parte de los radicales, que se impusieronfinamente por pocos votos. El radicalismoconsiguió por la mismas fechas inaugurar unaplaza en el Fossar de les Moreres a los hé-roes muertos en 1714.

Hoy, parece que la memoria conservadora yla radical del austracismo catalán están apa-rentemente unidas bajo el símbolo de 1714,

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enterradas sus diferencias y divergencias. Asis-timos a la oficialización de la historia nacional,del establecimiento del canon de lo que debesaberse y recordarse de la historia de Cata-luña. En el franquismo se construyó una histo-ria oficial de España al servicio de los intere-ses del poder establecido. Tengo la impresiónde que, a escala catalana, se está elaborandoun discurso histórico oficialista en la línea de

satisfacer los requerimientos políticos delpoder dominante que solo utiliza la memoria enla medida que le interesa. Me temo que no tar-daremos mucho en Cataluña en experimentarel dirigismo de la memoria, que impone dictá-menes históricos por encima de la libertad delos propios historiadores a caballo del requeri-miento de la emotividad nacional como garan-tía de cohesión colectiva.

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Los países de Europa han respondido de for-mas diversas a la crisis que arrastran desde2008. En todos ellos, el bloque central de susistema político ha resistido a la difícil coyun-tura haciendo que la democracia se mantengafirme a pesar de que su prestigio se ha resen-tido. Por el contrario, en los extremos de lossistemas políticos europeos, el populismo dela clase o el populismo nacionalista se han ra-dicalizado y han hostigado como nunca a la de-mocracia en este tiempo difícil.

En España, igual que en otras sociedadesmeridionales europeas, esta reacción populistaa la crisis ha venido acompañada de un creci-miento y una autoridad en la esfera pública delviejo discurso de la revolución como negaciónde la Constitución. Ayudado por la desazón ante

el recorte del gasto público social, la venalidadde algunos políticos, y la vieja pulsión anarquistay autodestructiva del español, a este discurso lehan concedido en la esfera pública una relevan-cia que ni se compadece con su apoyo social nimerece por mérito alguno. Aunque mimado porlos medios de comunicación, este populismosolo ha sido capaz de una expresión pública denegación de la democracia, pero ha sido inca-paz de ofrecer una alternativa creíble. No pareceque nos encontremos ante un nuevo amanecerde ideas conocidas, marchitas y repudiadas.

Es pues el populismo nacionalista el que haencontrado una verdadera oportunidad en lacrisis y el que ha alcanzado mayor virulenciamediática y movilizadora. Es, al mismo tiempo,el que ha planteado a esta democracia uno de

Democracia e identidad.El reconocimiento de Cataluña y las razones

de la secesión*

Ángel Rivero Profesor de Teoría Política. Universidad Autónoma de Madrid

* Texto editado de la intervención del autor en el Foro FAES “Cataluña en España. Historia, cultura e identidad” que tuvo lugar en elCírculo Ecuestre de Barcelona el 6 de marzo de 2014.

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los mayores desafíos de su historia. A diferen-cia del populismo nacionalista de otros paíseseuropeos, como Reino Unido o Francia, este po-pulismo no ha culpado a Europa de las penu-rias del presente sino que ha culpado al Estadopropio de los males que padece el grupo delque se presentan como portavoces. En el des-pliegue del maniqueísmo que es propio de todonacionalismo, los otros culpables serían los es-pañoles o, en el mejor de los casos, el Estado,o el Gobierno español. Sea como fuere, su afir-mación es que otros, que no son ni catalanesni europeos, aunque lo pretendan, son los res-ponsables de todo aquello que aflige a los ha-bitantes de Cataluña. Desde luego, el oportu-nismo de los promotores de este sectarismoes meridiano: todos los partidos que han go-bernado en Cataluña y tienen, por tanto, res-ponsabilidad en su situación presente, son par-tidarios de la secesión. El único que habiendogobernado no tiene una posición clara sobre elasunto es el PSC, que prefiere esconderse trasla bruma. Los únicos partidos que claramentese han posicionado contra la secesión sonaquellos que no tienen ni han tenido respon-sabilidad alguna en el penoso estado de lascuentas públicas catalanas.

Pues bien, aunque sea legítima la sospechade que el populismo en el que se envuelven lospromotores de la secesión no tenga mayor jus-tificación que eludir de forma grosera su propiaresponsabilidad, vale la pena atender sus ar-gumentos porque reiterados de forma macha-cona sobre la opinión pública catalana puedenacabar por convertirse en creencias irreflexivasque acaben por producir efectos desastrosos.

Ciertamente la tarea de enfrentar una listade reclamaciones variables que se enunciancon ánimo no de concordia ni de mejora de laconvivencia, sino como razones con las que seva cargando el agraviado para justificar la rup-

tura, puede resultar una tarea desalentadora yque necesariamente llevara al aburrimiento, ala melancolía y a la inconclusión. Sin embargo,como señaló Isaiah Berlin, el enfrentar talesideas constituye una obligación sobresalientedel filósofo político pues son ellos, los filóso-fos, quienes por haber creado muchas de esasideas después convertidas en mitos están enmejores condiciones de enfrentarlas. Es más,nos dice Berlin que en tiempos como los nues-tros, donde tantas personas sufren la violenciade las ideologías, resulta sorprendente que lafilosofía política se dedique a sus cosas, comosi en un estado idílico nos encontráramos, ydesatienda la áspera realidad en la que esta-mos inmersos. Como señalaré más adelante,parte de las ideas con las que se nos machacadiariamente para justificar el carácter demo-crático y pacífico del nacionalismo secesionistahan sido producidas por filósofos políticos.

En cualquier caso, este descuido del pro-saico paisaje de las razones que siembra laideología nacionalista en la opinión pública deCataluña y de España, constituye lo que Berlindenominaría una dejación peligrosa porque“cuando las ideas son descuidadas por los quedebieran preocuparse de ellas –es decir, por losque han sido educados para pensar crítica-mente sobre las ideas–, estas pueden adquiriruna fuerza ilimitada y un poder irresistiblesobre las multitudes humanas hasta hacerlastan violentas que se vuelvan insensibles a lacrítica racional” (“Dos conceptos de libertad”,1958). El dramatismo del llamado de Berlin aocuparse de la ideas de la política y a abando-nar el cómodo sillón del académico venía indu-cido por la experiencia de quien pasó por laexasperación ideológica de los totalitarismosdel siglo XX. Ciertamente, las ideas que hoy cir-culan en la crisis no son ideas nuevas que pue-dan atrapar a unas masas desesperadas conuna promesa mesiánica hasta hundirnos de

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nuevo en el terror. Son ideas ya conocidas queno debieran impresionar a una población edu-cada, pero esto no nos exime de la obligaciónde ocuparnos de ellas.

De hecho, son tan antiguas que AbrahamLincoln ya se ocupó de las mismas en su dis-curso del 4 de julio de 1861, con el que se ini-ciaba la Guerra de Secesión Americana. Comoseñalaba, los rebeldes secesionistas “se in-ventaron un ingenioso sofisma” que si se con-cediese llevaría directamente a la destrucciónde la Unión. El tal sofisma consistía en la afir-mación de que cualquier Estado podía sepa-rarse, de forma pacífica y legal, de acuerdo conla Constitución, sin que la Unión misma con-sintiera en ello. Eso sí, “el supuesto derechose disimulaba bajo la afirmación de que única-mente se ejercería por causa justa, siendoellos mismos los únicos jueces de su justicia”.Durante treinta años se repitió machacona-mente el tal sofisma hasta que llegó el tiempoen que se impuso su realización, con los re-sultados conocidos.

No deja de ser interesante que las dos de-mocracias más antiguas del mundo, los Esta-dos Unidos y Suiza, sean Estados federales yque ambas hayan pasado por la experiencia dela secesión y la hayan resuelto constitucional ypolíticamente de la misma manera. De hecho,durante los años de la guerra de SecesiónAmericana, los Estados Unidos buscaron apren-der de la experiencia Suiza, donde los intentosde fragmentación fueron endémicos durantetres siglos, llegando a su paroxismo con la gue-rra del Sonderbund, cuando los cantones se-cesionistas de Uri, Schwytz, Unterwald, Lu-cerna, Zoug, Friburgo y Valais, queriendo sepa-rarse de la Suiza constitucional fueronabrumadoramente derrotados en el campo debatalla. La Constitución Federal del 12 de sep-tiembre de 1848 creó la nueva Suiza en la que

el autogobierno cantonal es el pilar de la uni-dad nacional: una única nación que consagrael autogobierno cantonal. En suma, que las dosdemocracias más antiguas del mundo distin-guen con claridad la nación como conjunto delos ciudadanos cuyos derechos la Constituciónprotege del autogobierno de los estados o can-tones, que no es un instrumento de expresiónde una soberanía anterior a la Constitución,sino que es realización de las libertades que lamisma garantiza. Lamentablemente, los sece-sionistas catalanes también han confundido ladescentralización y el autogobierno como uninstrumento para destruir la unión, cuando esjustamente lo contrario: un principio de inte-gración política dirigido a la protección de losderechos de los ciudadanos. Como los sece-sionistas americanos o como los secesionis-tas suizos, también apelan al viejo sofisma deuna soberanía originaria.

Para el caso de Cataluña, los defensores dela secesión movilizan dos tipos de argumentosque en realidad forman dos caras, o dos ver-siones, de una misma moneda: la ideología delnacionalismo. En la versión primera se afirmala existencia de una nación catalana previa alorden constitucional; en la segunda se afirmaque la nación catalana ha sido maltratada porel orden constitucional, con lo cual tiene dere-cho a una salida. La resolución de ambas ideo-logías es la misma: la legitimidad de la sece-sión de Cataluña.

Así, en la primera versión, los secesionistascatalanes se atienen a la ideología tradicionaldel nacionalismo, con sus mitos, sus axiomas,y sus consecuencias previsibles. Cataluña esuna nación ergo le corresponde inmediata-mente el derecho a formar un Estado. A los de-mócratas de España y del mundo no les quedasino aceptar este hecho y, por tanto, las con-secuencias que de él se deriven. Al parecer, o

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se reconoce que Cataluña es una nación, o sees un enemigo de Cataluña y de la democracia.En la versión nacionalista del viejo sofisma deLincoln, la humanidad está naturalmente divi-dida en naciones y el único orden político justoes aquel en el que coinciden las naciones,como sujetos políticos prepolíticos “naturales”,y las fronteras de los Estados, creaciones po-sitivas. De modo que toda nación así definidade forma prepolítica tiene a priori un derecho ala autodeterminación nacional.

Pero la idea de que las naciones preceden alos ordenamientos políticos y que tienen unalegitimidad superior a dicho orden, es una fa-lacia que cuando se busca llevar a la realidadse convierte en un principio de desorden y deviolencia. Es pues, lisa y llanamente, ideología.

Como en esta ideología se hace esencial se-ñalar el carácter no contingente de la comuni-dad con derecho a un Estado, el nacionalismoha dado una larga colección de respuestas ala pregunta de qué es una nación. Ninguna deestas respuestas es satisfactoria porque úni-camente aplica al caso que se quiere defender(en realidad no aplica ni siquiera a tal caso). Enlo que sí que están de acuerdo todos los na-cionalistas es en lo que no es una nación: unanación, para ellos, no es el conjunto de los ciu-dadanos de un país. De modo que si no esesto será otra cosa.

Algunos de los que tal otra cosa defiendenseñalan que la nación es una totalidad orgá-nica caracterizada por rasgos objetivos. Estosen el pasado se identificaban con la raza, des-pués con la etnia y ahora con la cultura, enten-dida en general como un instrumento de dife-renciación, corrientemente una lengua. Comoes sabido, no hay rasgos objetivos ni biológi-cos ni culturales que permitan separar las na-ciones. De modo que el rasgo diferenciador es

móvil, subjetivo y se desplaza a convenienciadel que intenta defender tal criterio. Para elcaso de Cataluña, lo propio de esta Comunidadno es una cultura que la diferencia del mundosino el pluralismo, algo que comparte y enmayor medida con el resto de España. Si elhecho diferencial se aplicara a la construcciónde un Estado tendríamos el resultado de queCataluña tendría las mismas lenguas oficialesque España. Paradójico, ¿no?

Como la vía objetiva para la definición de lanación parece algo angosta y su completa rea-lización exige un programa de asimilación cul-tural o de normalización que se compadecemal con los usos de una sociedad democrática,los secesionistas catalanes también han ape-lado a la definición subjetiva de nación: una na-ción es la expresión de un sentimiento, de ma-nera que un conjunto de individuos que com-parten un mismo sentimiento de identidadnacional constituirían una nación. Por supuestoque los sentimientos son muy respetables ycada cual es dueño de sentir o dejar de sentircomo quiera, pero el sentimiento no constituyeel fundamento de una sociedad democrática,esto es, de una nación. Si así fuera la demo-cracia sería expresión de la unanimidad senti-mental, lo cual suena más bien totalitario.

Como siempre, la ocurrencia de la definiciónsubjetiva y sentimental de la nación fue un ar-tefacto que nació en circunstancias muy con-cretas y que algunos han querido llevar condesigual suerte al molino de su ideología.Cuando tras la guerra Franco-Prusiana de1870, que acabó en la humillante derrota deFrancia, se negociaba la paz de Frankfurt, lasluminarias galas se lanzaron a ingeniar argu-mentos para que la proclamación del II Reichalemán no se hiciera sobre la anexión de lasbellas provincias de Alsacia y Lorena. Foustelde Coulanges y un irredentista Renan años

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más tarde, nos explicarán que la autodetermi-nación nacional había sido mal entendida porlos alemanes, y que no es la afirmación de unpueblo caracterizado por una comunidad delengua lo que da derecho a constituir un Estadosino la libérrima voluntad de los individuos alexpresar su sentimiento de pertenencia.

El argumento venía confeccionado a medidade la situación de las provincias arrebatadas porlos alemanes: siendo de lengua alemana, ma-yoritaria en Alsacia, se sentían presumiblementefrancesas. De ahí que los discutidores galos pi-dieran un plebiscito con el que decidir la nacio-nalidad de las provincias en litigio. No hubo tal.Como señalaban los franceses en su oportunay en último caso inútil polémica, la autodetermi-nación nacional “no puede ser un principio deanexión” sino que es un “principio de separa-ción”, de secesión. Evidentemente, como siem-pre, el argumento valía para el caso en litigiopero para ninguno más. Y cuando Alsacia y Lo-rena fueron reintegradas a Francia, siguiendo los14 puntos de Wilson, tras la Primera GuerraMundial, no se celebró plebiscito alguno. Enton-ces, ¿autodeterminación como anexión? Fue labandera tricolor colocada en la torre de la cate-dral de Estrasburgo la que sirvió para que losfranceses dijeran: Le plébiscite, le voilà!

En suma, que ni la nación como comunidadde cultura, ni la nación como expresión plebis-citaria de la voluntad constituyen criterios “ope-racionalizables” que permitan la determinaciónprevia de un sujeto político legítimo. Todo lo con-trario, son principios de desorden que generanviolencia al querer imponer sobre una realidadplural, en lo cultural y en lo sentimental, un mo-nismo ideológico y abstracto, lo que necesaria-mente entraña violencia. Así, el desarrollo deestas doctrinas, lejos de permitir el funciona-miento de la democracia, que integra la diversi-dad, lo ciegan al convertirse en criterios de ex-

clusión. La democracia no es la expresión deuna única opinión sino la articulación del plura-lismo bajo la protección del derecho de los in-dividuos. La democracia plebiscitaria es un oxí-moron, una contradicción en los términos.

El nacionalismo catalán ha tocado estasdos teclas a conveniencia de la melodía quequería entonar y del auditorio que había quepersuadir. Como ahora estamos en la secesión,pues se afirma la indubitable cualidad de la na-ción catalana como diferente de la española:por cultura y por sentimiento. Y si hiciera faltaalguna cosa más, pues también. Pero comoocurría en el tiempo de Lincoln, esta discusiónse realiza en el contexto de una democraciaque con sus problemas, mal que les pese a losnacionalistas catalanes, figura en el cuadro dehonor de todos los rankings sobre la democra-cia fiables del mundo. Así pues, no hay más re-medio que añadir al sofisma de una soberaníaoriginaria la cualidad democrática de su reali-zación efectiva.

Como señaló con toda claridad el reciente-mente fallecido Robert A. Dahl (La democraciay sus críticos, 1989), determinar quién consti-tuye el pueblo con derecho a una democraciano es algo fácil. Todo lo contrario, es algo su-jeto a la contingencia y a la historia. Y cuandose busca un criterio general para determinar elpueblo con derecho a un proceso democrático,no se encuentra claridad sino que aumentanlas dudas. En suma, que no se sostiene la so-lución dada por el nacionalismo, también por elcatalán, de que resulta evidente cuál es el pue-blo con derecho a democracia si este es ante-rior a esta. La pretensión del nacionalismo detener una respuesta a esta pregunta es senci-llamente falsa, es un sofisma. Como dice Dahl,la respuesta no está en la teoría sino en lapráctica política y en la historia. Otra cosa sonlo que denomina como no soluciones, esto es,

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como soluciones falsas, que serían dos: a)“que cada pueblo se defina a sí mismo”, lo queen la práctica solo se consigue mediante la pro-paganda y la coacción; b) “la autonomía polí-tica como derecho absoluto”, lo que no con-duce sino a la anarquía, al caos y al desorden.

Por tanto, a pesar de su pretensión, el se-cesionismo tiene difícil acomodo en la teoríademocrática. La idea de que las minorías pue-den sustraerse al proceso mayoritario inclusocuando sus derechos constitucionales son res-petados, resulta un incentivo para la conver-sión de las minorías en mayorías siempre quelas decisiones no sean de su gusto, con lo quela lógica de la democracia quedaría completa-mente destruida. El reconocimiento del auto-gobierno, como señalan los ejemplos de Suizay Estados Unidos, no puede ir en menoscabode la unidad de la nación de los ciudadanos,porque entonces la democracia simplementedesaparece.

Es por ello que los secesionistas catalaneshan utilizado una segunda versión del sofismade Lincoln que no es únicamente la afirmaciónde una nación anterior a la constitución delorden político sino que moviliza la idea de quela democracia española no ha tratado bien aCataluña y que, por tanto, la independencia, lasecesión, es legítima. Este maltrato tambiénse moviliza sobre la idea de la falta de recono-cimiento, que si antes era de la naturaleza ori-ginal de la soberanía catalana, ahora lo seríade la personalidad de Cataluña dentro de Es-paña como nación. De forma idéntica, estanueva versión de la falta de reconocimientoharía legítima la secesión.

De acuerdo con esta segunda versión delsofisma, si en Cataluña hoy se discute sobre suindependencia de España es porque a Cataluñano solo se le ha negado su reconocimiento

como nación, sino que además ha sido maltra-tada constitucionalmente. Dicho en sus propiostérminos, el “nacionalismo español”, de dere-chas o de izquierdas, se habría negado a reco-nocer el carácter plurinacional del Estado. Re-sulta cuanto menos paradójico que para estosnacionalistas aquello que sea una nación sesustancie únicamente en la existencia de unsentimiento colectivo de identidad que, si no seve ratificado en el orden legal por aquellos queno participan de él, resulta agraviado. Por lasmismas razones, estos nacionalistas deberíanreconocer el carácter nacional de España,puesto que aún hoy la inmensa mayoría de loscatalanes manifiestan que se siguen sintiendoespañoles. Sin embargo, no lo hacen. Los na-cionalistas catalanes nos dicen que todossomos nacionalistas pero el ejercicio del reco-nocimiento únicamente han de realizarlo aque-llos a los que, paradójicamente, ellos mismosno reconocerán jamás su identidad nacional.

España, en su discurso, no es nunca unanación sino un Estado. Algo que, por cierto, legusta repetir a Artur Mas. Bajo este punto devista, el “Estado español”, es un ente artifi-cial y, por tanto, de naturaleza contingenteque, por medio de la fuerza y de la violencia,busca formar una nación artificial sacrificandolas verdaderas naciones, naturales, que habi-tan su territorio.

En suma, que para el nacionalismo catalántodos somos nacionalistas, pero no de lamisma manera. Los nacionalistas catalanes,gallegos y vascos defenderían una nación na-tural y, por tanto, errados o no en los mediosque utilizan para convertir sus naciones en es-tados, tienen a su favor el defender una causalegítima. Sin embargo, los “nacionalistas es-pañoles” defenderían una nación antinatural,artificiosa, que al no acomodarse al orden na-tural de las cosas resulta indefectiblemente vio-

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lenta. De modo que, con toda naturalidad, losnacionalistas catalanes nos dicen que lo queha de hacer el “nacionalismo español” paraabandonar su violenta catalanofobia es reco-nocer a Cataluña como nación e, implícita-mente, renunciar a la suya propia. En resumen,que la reiterada demanda del reconocimientodel carácter plurinacional del Estado no signi-fica otra cosa que la exigencia de renuncia a laidea de España como nación por parte de aque-llos que participan de este sentimiento de iden-tidad, pero también y sobre todo, por parte deaquellos que entienden la nación españolacomo el conjunto de ciudadanos de una demo-cracia. Los españoles habrán de rendirse.

En la práctica, esto significa que o el Estadoreconoce el derecho a una soberanía propia deCataluña o los catalanes habrán de tomársela.Planteadas así las cosas, el conflicto parece inevitable puesto que para los nacionalistas ca-talanes cualquier acuerdo que reconozca laidiosincrasia de Cataluña será siempre insufi-ciente desde el punto de vista nacionalista:solo hay pleno reconocimiento si se acepta queCataluña es una nación, esto es, un sujeto so-berano original con derecho a la autodetermi-nación. Cualquier reconocimiento que se tras-lade al autogobierno será siempre insuficientesi no se traduce en el ejercicio pleno de la so-beranía y, por tanto, la concertación será siem-pre provisional hasta que se alcance el fin úl-timo deseado. Puesto que este proyecto signi-fica no solo la abolición de la identidad nacionalespañola, sino directamente la democracia es-pañola, suscitará resistencias que, indefecti-blemente, serán calificadas de catalanofobia,de amenaza y de violencia.

Así pues, en esta segunda versión de la po-lítica del reconocimiento, los secesionistas ca-talanes habrían afirmado que más allá del de-recho de autodeterminación de las naciones

hay un derecho a la secesión bajo determina-das circunstancias. Ciertamente, las NacionesUnidas, en su nacimiento en 1945, estaban for-madas por 51 miembros y en la actualidad,más de cincuenta años después, son 193.Esto parecería señalar una afinidad entre Na-ciones Unidas y el reconocimiento del derechode autodeterminación nacional. Sin embargo,no es así. La ONU circunscribe ese derecho almundo colonial y además otorga un valor so-bresaliente al principio de integridad territorialde las naciones. De modo que si no se da laprimera condición, la viabilidad de una secesiónsin el expreso deseo del Estado afectado sehace muy complicada.

Por ello, los partidarios de la secesión en elmundo democrático tuvieron que idear un argu-mento diferente para justificar sus demandas.¿Cómo pueden apelar al derecho de autodeter-minación poblaciones que tienen plena ciuda-danía en los Estados en los que viven y que tie-nen plena protección de todos sus derechos?¿Cómo pueden apelar a la explotación colonialque da derecho a la autodeterminación quienesviven en plena igualdad con sus conciudadanos?

Para contestar a estas preguntas el filósofoAllen Buchanan, en los años finales del siglopasado (Secesión, 1991), elaboró una teoría“reparadora” de la secesión bajo la idea de queesta siempre entraña costes y que solo es jus-tificable como mal menor en la presencia dedos circunstancias cruciales: a) serias viola-ciones de los derechos humanos por parte delEstado; b) conquista violenta del territorio ob-jeto de litigio. Sin embargo, en una situaciónque podría calificarse de Buchanan vs. Bucha-nan, en la edición española del libro, publicadaen Barcelona el año pasado, este muestra queha abandonado su teoría “reparadora”, demodo que nos dice ahora que hoy en día haymás incentivos que costes a la secesión, luego

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ya no es un mal menor sino que puede ser unbien; y que ha ampliado la lista de condicionesque legitiman la secesión hasta incluir otrosdos supuestos: c) redistribución discriminato-ria e injusta; d) vulneración del autogobierno in-traestatal por parte del Estado.

Aunque es difícil de saber de verdad lo queBuchanan piensa en esta segunda versión desu teoría, porque la ha enfangado hasta darle lavuelta y porque ha sido traducido de forma os-cura e interesada, parece que este supuestocuarto abre su teoría al sofisma de Lincoln deque la injusticia recibida sea jugada por los quese sienten agraviados. Ello es así porque Bu-chanan no se priva de enunciar un buen puñadode opiniones sobre Cataluña y su historia másque discutibles y que podrían calificarse sin exa-geración de sectarismo. Sin embargo, no dejade tener su ironía que desestime el argumentode “España nos roba” y que finalmente señaleque es la Unión Europea quien ha de juzgar lacausa del agravio catalán en relación a su au-togobierno. Esto es, que aunque Buchanan seha convertido en el principal crítico de sí mismo,aunque parece un defensor de la teoría plebis-citaria de la secesión que tanto halaga a los na-cionalistas catalanes, en el fondo, si se hicieraaquello que propone en relación al único criteriode los cuatro que podría amparar la legitimidadde la secesión catalana según él mismo, quejuzgara la Unión Europea la calidad del autogo-bierno catalán, también quedaría refutada lapretensión de legitimidad de la secesión. Esosí, pace Buchanan.

Por otra parte, si se atiende la teoría ple-biscitaria de la secesión, desarrollada princi-palmente contra el argumento original de Bu-chanan, descubriríamos con regocijo que aque-llo que hace legítima una secesión unilateralen el orden democrático lleva tal cantidad dematices que lo que parece afirmación de un

principio no es sino defensa de su contrario.Estos filósofos políticos, como Alan Patten, hansalvado su honestidad académica con la letrapequeña de la teoría pero han regalado al ide-ólogo secesionista la idea de que la secesiónplebiscitaria es un instrumento democrático.Lamentable.

Es por ello que de la misma manera que nohay naciones originales con derecho natural aun Estado, el reconocimiento del autogobiernono puede ir contra la democracia, ni ser un ins-trumento de la secesión. De modo que no es-tará de más recordar al nacionalismo catalánque su cuadro maniqueo puede resultar útil entiempos de tribulación para movilizar la dema-gogia populista, que también puede acabar pordesbordarlos, pero eso no hace que sus axio-mas sean más verdaderos. La identidad cata-lana, sea lo que sea, no es un ente natural, noaparece en la lista de la creación, no figura enlas naciones que surgieron de la confusión deBabel, nadie nace con ella. Cataluña es tan hu-mana y contingente como cualquier obra de loshombres, incluido el Estado español.

Pero este carácter humano de las organiza-ciones políticas no las hace inferiores. Todo locontrario, muestran la capacidad de los huma-nos de modelar sus instituciones para acomo-dar pacíficamente el conflicto. Y esto es asíporque, al contrario de lo que sostiene el na-cionalismo catalán, no todo es nacionalismo.Frente a la ideología del nacionalismo, queafirma el carácter prepolítico, natural, de la na-ción y que fuerza la realidad para amoldarlacon violencia a tal proyecto, por ejemplo reali-zando una política de secesión, esto es, de ex-clusión, está la política constitucional, que noestá dirigida a realizar experimentos de inge-niería social y política sino a acomodar en con-cordia el conflicto, integrando productivamenteel pluralismo de la sociedad. Esta política

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constitucional, respetando los derechos de losciudadanos, ha permitido el mayor grado de au-togobierno de la historia de Cataluña. Un au-togobierno que, basado en la lealtad institu-cional, está dirigido no a alimentar el naciona-lismo sino a garantizar una unión más firme,en la que los ciudadanos pueden desarrollarsus diversos proyectos vitales, incluido su de-recho a elegir, cambiar y mantener sus identi-dades colectivas.

Está política constitucional, reiteradamentedespreciada por el nacionalismo catalán bajo

la acusación de ser una cortina de humo tras laque se esconde el nacionalismo español, tienela virtud sobresaliente de que no sacrifica elpluralismo existente en aras de un cuento quese promete con final feliz y siempre acaba mal.Esto es, no lleva la violencia a la sociedad sinoque hace que el conflicto se acomode sin vio-lencia. Por eso harían bien los nacionalistas ca-talanes en adoptar el constitucionalismo frentea la ideología del nacionalismo, porque no exigerenunciar a ninguna identidad colectiva y, res-petándolas todas, hace de los ciudadanos unaúnica nación.

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