Categorías gramaticales
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ANALIZANDO CATEGORÍAS GRAMATICALESEN UN TEXTO
Memoria de pez – Blog de Lengua y Literatura de Tesi Romero
www.lenguatesi.blogspot.com.es
EN UN TEXTO PODEMOS ENCONTRAR TODAS LAS CATEGORÍAS GRAMATICALES:
SUSTANTIVOPRONOMBRE
ARTÍCULOADJETIVO DETERMINATIVO
ADJETIVO CALIFICATIVOVERBO
ADVERBIOPREPOSICIÓN
(preposición+artículo=CONTRACCIÓN)CONJUNCIÓN
ECHA UN VISTAZO A ESTE TEXTO:
Athos vivía en la calle Férou, a dos pasos del Luxemburgo; su alojamiento se componía de dos pequeñas habitaciones, muy decentemente amuebladas, en una casa adornada, cuya hospedera aún joven y realmente todavía bella le ponía inútilmente ojos de cordera. Algunos retazos de un gran esplendor pasado se manifestaba aquí y allá en las paredes de este modesto alojamiento: era, por ejemplo, una espada, ricamente damasquinada, que remontaba por la forma a los tiempos de Francisco I y cuya empuñadura solamente, incrustada de piedras preciosas, podía valer doscientas pistolas y que, sin embargo, en sus momentos de mayor penuria, Athos no había consentido nunca en empeñar ni en vender.
Los tres mosqueteros, Alejandro Dumas
VAMOS A ANALIZAR LAS CATEGORÍAS GRAMATICALES QUE APARECEN EN ÉL, MARCÁNDOLAS EN LOS SIGUIENTES COLORES:
SUSTANTIVOS Y PRONOMBRES
Athos vivía en la calle Férou, a dos pasos del Luxemburgo; su alojamiento se componía de dos pequeñas habitaciones, muy decentemente amuebladas, en una casa adornada, cuya hospedera aún joven y realmente todavía bella le ponía inútilmente ojos de cordera. Algunos retazos de un gran esplendor pasado se manifestaba aquí y allá en las paredes de este modesto alojamiento: era, por ejemplo, una espada, ricamente damasquinada, que remontaba por la forma a los tiempos de Francisco I y cuya empuñadura solamente, incrustada de piedras preciosas, podía valer doscientas pistolas y que, sin embargo, en sus momentos de mayor penuria, Athos no había consentido nunca en empeñar ni en vender.
ARTÍCULOS Y ADJETIVOS DETERMINATIVOS
Athos vivía en la calle Férou, a dos pasos del Luxemburgo; su alojamiento se componía de dos pequeñas habitaciones, muy decentemente amuebladas, en una casa adornada, cuya hospedera aún joven y realmente todavía bella le ponía inútilmente ojos de cordera. Algunos retazos de un gran esplendor pasado se manifestaba aquí y allá en las paredes de este modesto alojamiento: era, por ejemplo, una espada, ricamente damasquinada, que remontaba por la forma a los tiempos de Francisco I y cuya empuñadura solamente, incrustada de piedras preciosas, podía valer doscientas pistolas y que, sin embargo, en sus momentos de mayor penuria, Athos no había consentido nunca en empeñar ni en vender.
ADJETIVOS CALIFICATIVOS
Athos vivía en la calle Férou, a dos pasos del Luxemburgo; su alojamiento se componía de dos pequeñas habitaciones, muy decentemente amuebladas, en una casa adornada, cuya hospedera aún joven y realmente todavía bella le ponía inútilmente ojos de cordera. Algunos retazos de un gran esplendor pasado se manifestaba aquí y allá en las paredes de este modesto alojamiento: era, por ejemplo, una espada, ricamente damasquinada, que remontaba por la forma a los tiempos de Francisco I y cuya empuñadura solamente, incrustada de piedras preciosas, podía valer doscientas pistolas y que, sin embargo, en sus momentos de mayor penuria, Athos no había consentido nunca en empeñar ni en vender.
VERBOS
Athos vivía en la calle Férou, a dos pasos del Luxemburgo; su alojamiento se componía de dos pequeñas habitaciones, muy decentemente amuebladas, en una casa adornada, cuya hospedera aún joven y realmente todavía bella le ponía inútilmente ojos de cordera. Algunos retazos de un gran esplendor pasado se manifestaba aquí y allá en las paredes de este modesto alojamiento: era, por ejemplo, una espada, ricamente damasquinada, que remontaba por la forma a los tiempos de Francisco I y cuya empuñadura solamente, incrustada de piedras preciosas, podía valer doscientas pistolas y que, sin embargo, en sus momentos de mayor penuria, Athos no había consentido nunca en empeñar ni en vender.
ADVERBIOS
Athos vivía en la calle Férou, a dos pasos del Luxemburgo; su alojamiento se componía de dos pequeñas habitaciones, muy decentemente amuebladas, en una casa adornada, cuya hospedera aún joven y realmente todavía bella le ponía inútilmente ojos de cordera. Algunos retazos de un gran esplendor pasado se manifestaba aquí y allá en las paredes de este modesto alojamiento: era, por ejemplo, una espada, ricamente damasquinada, que remontaba por la forma a los tiempos de Francisco I y cuya empuñadura solamente, incrustada de piedras preciosas, podía valer doscientas pistolas y que, sin embargo, en sus momentos de mayor penuria, Athos no había consentido nunca en empeñar ni en vender.
CONJUNCIONES
Athos vivía en la calle Férou, a dos pasos del Luxemburgo; su alojamiento se componía de dos pequeñas habitaciones, muy decentemente amuebladas, en una casa adornada, cuya hospedera aún joven y realmente todavía bella le ponía inútilmente ojos de cordera. Algunos retazos de un gran esplendor pasado se manifestaba aquí y allá en las paredes de este modesto alojamiento: era, por ejemplo*, una espada, ricamente damasquinada, que remontaba por la forma a los tiempos de Francisco I y cuya empuñadura solamente, incrustada de piedras preciosas, podía valer doscientas pistolas y que, sin embargo*, en sus momentos de mayor penuria, Athos no había consentido nunca en empeñar ni en vender.
*”Por ejemplo” y “sin embargo” son dos “conectores”, cuya función es similar a la de las conjunciones, pero están formados por dos palabras, en este caso una preposición + un sustantivo.
PREPOSICIONES Y CONTRACCIONES
Athos vivía en la calle Férou, a dos pasos del Luxemburgo; su alojamiento se componía de dos pequeñas habitaciones, muy decentemente amuebladas, en una casa adornada, cuya hospedera aún joven y realmente todavía bella le ponía inútilmente ojos de cordera. Algunos retazos de un gran esplendor pasado se manifestaba aquí y allá en las paredes de este modesto alojamiento: era, por ejemplo, una espada, ricamente damasquinada, que remontaba por la forma a los tiempos de Francisco I y cuya empuñadura solamente, incrustada de piedras preciosas, podía valer doscientas pistolas y que, sin embargo, en sus momentos de mayor penuria, Athos no había consentido nunca en empeñar ni en vender.
Y ahora te toca a ti…
FIN