Caucho - Nación- Álbumes fotográficos de Julio C. Arana

1
OPINIÓN » 13 El Peruano Sábado 13 de junio de 2015 REFLEXIÓN APROXIMACIONES En nombre de nuestra amada tierra Imágenes para construir la Nación HUMBERTO MORENO BRITO MANUEL BURGA ABOGADO HISTORIADOR L OS ÚLTIMOS ACON TECIMIENTOS acaecidos en el sur del país han hecho que sintamos vergüenza aje- na por la acción delictiva de desadaptados que no quieren al país, y que se han dedicado a sabotear inversiones en el sector minero, capital que iba a generar más puestos de trabajo y, por ende, permitir el crecimiento del poder adqui- sitivo de la población. E L PASADO 23 de mayo se inaugu- ró en Iquitos una muestra deno- minada Álbumes fotográicos de Julio C. Arana 1900-1950. Colección Pablo Macera, organizada por la Asociación Cultural Artes del Ande y la Amazonía (Ar- taam), dueña de los álbumes, y el Proyecto Especial de De- sarrollo Integral de la Cuenca del Río Putumayo (Pedicp) del Ministerio de Agricultura, que inanciaba con austeridad el desplazamiento de la muestra. Anoto algunas impre- siones que conservo de esta experiencia. Primero, los ál- bumes fotográicos de Julio C. Arana, de propiedad del his- toriador Pablo Macera, mues- tran el trabajo de tres fotógra- fos del período 1900-1950, en el que aparece centralmente el cauchero Arana, su esposa, hijas, en diversas circunstan- cias. Asimismo, encontramos a los indígenas de la cuenca del Putumayo, étnicamente acicalados, en escenas espon- táneas y preparadas. También se exhiben algunas fotograías de Heinrich Brüning, alemán apasionado por las culturas prehispánicas. En muy pocas aparece el famoso irlandés Ro- ger Casement (1864-1916), como pasando desapercibido, quien fuera el autor del famo- so Escándalo del Putumayo en 1909, que puso en jaque a la refundada compañía de Arana como institución inglesa, he- cho que permitió a Casement Los intereses personales y del bolsillo primaron en estas personas, cuyas accio- nes obligan a pensar en la necesidad de hacer ajustes a nuestra legislación sobre el tratamiento que deben tener los violentistas. En la actualidad, los llama- dos defensores del medioam- biente se movilizan por el país para crear un conlicto so pretexto de cuidar el eco- sistema y los derechos de las comunidades nativas y cam- pesinas. ¿Por qué estas ONG y sus protegidos no han acudi- do a la Selva para evitar que inescrupulosos sigan talando árboles en lugares protegidos por el Estado? También han guardado un silencio cómpli- ce con las minas clandestinas que operan en Madre de Dios, contaminando la lora y fauna de nuestra selva. Revisando los diferentes medios periodísticos, pudo observarse los disturbios ocasionados por elementos antimineros. Esta clase de noticias que se difunden en el extranjero nos hace mucho daño porque los inversionistas van a pen- sar dos veces más antes de decidir por el Perú y arriesgar sus capitales. Este sabotaje es propicia- do por seudodirigentes, como aquel que quiso negociar el levantamiento del paro que impulsó en la región Arequipa, quien también llevó con men- tiras a agricultores de la zona. Similar estrategia se presen- tó en Huancavelica, hace tres años, cuando atacaron el asen- tamiento minero Pampamali, de inversionistas nacionales. Los que asaltaron el proyecto minero fueron denunciados y, hasta el momento, no han recibido castigo alguno. Por ello, preocupa que al- gunas autoridades regionales les sigan el juego a dirigentes que en el fondo deienden úni- camente intereses particu- lares, prostituyendo, de esta forma, la lucha. No debemos olvidar que existen disposicio- nes del Estado para que haya una minería responsable y de protección del medioam- biente. Sin duda, este desconoci- miento ha sido aprovechado por seudodirigentes, que dan la impresión que han venido viviendo años de la ignoran- cia del pueblo agrícola porque situación similar ocurrió en Cajamarca, donde sabotearon el proyecto minero Conga. Desde aquí hacemos un lla- mado a que las informaciones sobre la minería y las últimas disposiciones de protección al medioambiente se brinden a detalle a los pobladores que se dedican a la agricultura y a la ganadería; de esa manera, conocerán bien sus derechos y no serán sorprendidos por personas con marcados in- tereses particulares, convir- tiéndose en carne de cañón cuando se produce esa clase de movilizaciones. “Las imágenes de sus ancestros y de sus explotadores seguramente perduran en la memoria oral.” visitar el Putumayo enviado por su majestad, para conocer la situación de 190 barbaden- ses, considerados súbditos de la monarquía británica. Segundo, me parece que no hay discusión, ni desafor- tunadamente pruebas, para demostrar que entre 1880 y 1909 30,000 nativos (mayo- ritariamente huitotos) mu- rieron en los gomales de la cuenca del Putumayo y sus aluentes. Bastaría leer dete- nidamente el Libro Azul Bri- tánico. Informes de Roger Ca- sement, presentado en ambas Cámaras del Parlamento por orden de su majestad en julio de 1912 y publicado el mismo año, para escandalizarse de los métodos utilizados por la compañía de Arana para extraer el caucho. Este cónsul inglés llegó para indagar por las condiciones de existencia de los súbditos británicos, los barbadenses, y por los interro- gatorios a ellos nos enteramos que nadie preguntaba por las condiciones de trabajo de los nativos, que en ese momento, hasta cuando el antropólogo George Murdock publicó su li- bro Nuestros contemporáneos primitivos en 1934, nadie sabía que eran peruanos. Tercero, me pareció muy relevante que el Pedicp se interesara en presentar esta muestra en la Casa de la Gobernación de la ciudad de Iquitos, con la esperanza –supongo– de reavivar una memoria muy dolorosa para las poblaciones nativas de esta región fronteriza, que ahora, sin ninguna duda, tienen la categoría de ciudadanos pe- ruanos, auténticos guardianes memoria oral de sus pueblos. Un encuentro de intereses, aparentemente en conlicto irreconciliable, pero que para muchos de ellos, para quienes valen más las imágenes que la escritura, era un encuentro con una historia pasada que les permitía ver los rostros de sus ancestros y, al mis- mo tiempo, al mítico Julio C. Arana, que se enriqueció au- dazmente a costa de la vida de miles de nativos, vidas que no tenían precio para los colonos que conquistaban la Amazonía, pero que luego fueron sorprendidos cuando repentinamente les salió al frente, no el Estado peruano ni los proindígenas, sino la monarquía británica, o un celta soñador, como Roger Casement. Por último, me llamó la atención este encuentro porque entre las imágenes congeladas de personajes tan diferentes, como Arana, Case- ment, los nativos y sus apus, con los ciudadanos actuales del Putumayo que visitaban la muestra para conocer el pasado se integraba en sus memorias y dialogaban de una mejor manera con el Pedicp y el Estado peruano que busca, ahora sí, sin olvidar ni ocultar, una integración de todos ellos en la Nación peruana. y vanguardias nacionales en estas regiones. En cuarto lugar, me impre- sionó la cantidad de público que asistió a la inauguración: intelectuales, universitarios, maestros, curiosos, y dentro de esta gran audiencia, podía- mos distinguir a las dirigen- cias nativas de la cuenca del río Putumayo ocupando un lugar discreto, pero de privi- legio, y mirando la muestra con una mezcla de asombro y suspicacia, ya que encontra- ban las imágenes de sus ances- tros y de sus explotadores que seguramente perduran en la

Transcript of Caucho - Nación- Álbumes fotográficos de Julio C. Arana

Page 1: Caucho - Nación- Álbumes fotográficos  de Julio C. Arana

OPINIÓN » 13El Peruano Sábado 13 de junio de 2015

REFLEXIÓN

APROXIMACIONES

En nombre de nuestra amada tierra

Imágenes para construir la Nación

HUMBERTO MORENO BRITO

MANUEL BURGA

ABOGADO

HISTORIADOR

LOS ÚLTIMOS ACON�T E C I M I E N T O S acaecidos en el sur del país han hecho

que sintamos vergüenza aje-na por la acción delictiva de desadaptados que no quieren al país, y que se han dedicado a sabotear inversiones en el sector minero, capital que iba a generar más puestos de trabajo y, por ende, permitir el crecimiento del poder adqui-sitivo de la población.

E L PASADO 23 de mayo se inaugu-ró en Iquitos una muestra deno-minada Álbumes

fotográ�icos de Julio C. Arana 1900-1950. Colección Pablo Macera, organizada por la Asociación Cultural Artes del Ande y la Amazonía (Ar-taam), dueña de los álbumes, y el Proyecto Especial de De-sarrollo Integral de la Cuenca del Río Putumayo (Pedicp) del Ministerio de Agricultura, que �inanciaba con austeridad el desplazamiento de la muestra.

Anoto algunas impre-siones que conservo de esta experiencia. Primero, los ál-bumes fotográ�icos de Julio C. Arana, de propiedad del his-toriador Pablo Macera, mues-tran el trabajo de tres fotógra-fos del período 1900-1950, en el que aparece centralmente el cauchero Arana, su esposa, hijas, en diversas circunstan-cias. Asimismo, encontramos a los indígenas de la cuenca del Putumayo, étnicamente acicalados, en escenas espon-táneas y preparadas. También se exhiben algunas fotogra�ías de Heinrich Brüning, alemán apasionado por las culturas prehispánicas. En muy pocas aparece el famoso irlandés Ro-ger Casement (1864-1916), como pasando desapercibido, quien fuera el autor del famo-so Escándalo del Putumayo en 1909, que puso en jaque a la refundada compañía de Arana como institución inglesa, he-cho que permitió a Casement

Los intereses personales y del bolsillo primaron en estas personas, cuyas accio-nes obligan a pensar en la necesidad de hacer ajustes a nuestra legislación sobre el tratamiento que deben tener los violentistas.

En la actualidad, los llama-dos defensores del medioam-biente se movilizan por el país para crear un con�licto so pretexto de cuidar el eco-sistema y los derechos de las comunidades nativas y cam-pesinas. ¿Por qué estas ONG y sus protegidos no han acudi-do a la Selva para evitar que

inescrupulosos sigan talando árboles en lugares protegidos por el Estado? También han guardado un silencio cómpli-ce con las minas clandestinas que operan en Madre de Dios, contaminando la �lora y fauna de nuestra selva.

Revisando los diferentes medios periodísticos, pudo observarse los disturbios ocasionados por elementos antimineros.

Esta clase de noticias que se difunden en el extranjero nos hace mucho daño porque los inversionistas van a pen-sar dos veces más antes de

decidir por el Perú y arriesgar sus capitales.

Este sabotaje es propicia-do por seudodirigentes, como aquel que quiso negociar el levantamiento del paro que impulsó en la región Arequipa, quien también llevó con men-tiras a agricultores de la zona. Similar estrategia se presen-tó en Huancavelica, hace tres años, cuando atacaron el asen-tamiento minero Pampamali, de inversionistas nacionales. Los que asaltaron el proyecto minero fueron denunciados y, hasta el momento, no han recibido castigo alguno.

Por ello, preocupa que al-gunas autoridades regionales les sigan el juego a dirigentes que en el fondo de�ienden úni-camente intereses particu-lares, prostituyendo, de esta forma, la lucha. No debemos olvidar que existen disposicio-nes del Estado para que haya una minería responsable y de protección del medioam-biente.

Sin duda, este desconoci-miento ha sido aprovechado por seudodirigentes, que dan la impresión que han venido viviendo años de la ignoran-cia del pueblo agrícola porque

situación similar ocurrió en Cajamarca, donde sabotearon el proyecto minero Conga.

Desde aquí hacemos un lla-mado a que las informaciones sobre la minería y las últimas disposiciones de protección al medioambiente se brinden a detalle a los pobladores que se dedican a la agricultura y a la ganadería; de esa manera, conocerán bien sus derechos y no serán sorprendidos por personas con marcados in-tereses particulares, convir-tiéndose en carne de cañón cuando se produce esa clase de movilizaciones.

“Las imágenes de sus ancestros y de sus explotadores seguramente perduran en la memoria oral.”

visitar el Putumayo enviado por su majestad, para conocer la situación de 190 barbaden-ses, considerados súbditos de la monarquía británica.

Segundo, me parece que no hay discusión, ni desafor-tunadamente pruebas, para demostrar que entre 1880 y 1909 30,000 nativos (mayo-ritariamente huitotos) mu-rieron en los gomales de la cuenca del Putumayo y sus a�luentes. Bastaría leer dete-nidamente el Libro Azul Bri-tánico. Informes de Roger Ca-sement, presentado en ambas Cámaras del Parlamento por orden de su majestad en julio de 1912 y publicado el mismo año, para escandalizarse de los métodos utilizados por la compañía de Arana para extraer el caucho. Este cónsul inglés llegó para indagar por las condiciones de existencia de los súbditos británicos, los barbadenses, y por los interro-gatorios a ellos nos enteramos que nadie preguntaba por las condiciones de trabajo de los nativos, que en ese momento, hasta cuando el antropólogo George Murdock publicó su li-bro Nuestros contemporáneos primitivos en 1934, nadie sabía que eran peruanos.

Tercero, me pareció muy relevante que el Pedicp se interesara en presentar esta muestra en la Casa de la Gobernación de la ciudad de Iquitos, con la esperanza –supongo– de reavivar una memoria muy dolorosa para las poblaciones nativas de esta región fronteriza, que ahora, sin ninguna duda, tienen la categoría de ciudadanos pe-ruanos, auténticos guardianes

memoria oral de sus pueblos.Un encuentro de intereses,

aparentemente en con�licto irreconciliable, pero que para muchos de ellos, para quienes valen más las imágenes que la escritura, era un encuentro con una historia pasada que les permitía ver los rostros de sus ancestros y, al mis-mo tiempo, al mítico Julio C. Arana, que se enriqueció au-dazmente a costa de la vida de miles de nativos, vidas que no tenían precio para los colonos que conquistaban la Amazonía, pero que luego fueron sorprendidos cuando repentinamente les salió al frente, no el Estado peruano ni los proindígenas, sino la monarquía británica, o un celta soñador, como Roger Casement.

Por último, me llamó la atención este encuentro porque entre las imágenes congeladas de personajes tan diferentes, como Arana, Case-ment, los nativos y sus apus, con los ciudadanos actuales del Putumayo que visitaban la muestra para conocer el pasado se integraba en sus memorias y dialogaban de una mejor manera con el Pedicp y el Estado peruano que busca, ahora sí, sin olvidar ni ocultar, una integración de todos ellos en la Nación peruana.

y vanguardias nacionales en estas regiones.

En cuarto lugar, me impre-sionó la cantidad de público que asistió a la inauguración: intelectuales, universitarios,

maestros, curiosos, y dentro de esta gran audiencia, podía-mos distinguir a las dirigen-cias nativas de la cuenca del río Putumayo ocupando un lugar discreto, pero de privi-

legio, y mirando la muestra con una mezcla de asombro y suspicacia, ya que encontra-ban las imágenes de sus ances-tros y de sus explotadores que seguramente perduran en la