Cautivos civilizados y cautivos bárbaros.
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1
Pontificia Universidad Católica de Chile
Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política
Instituto de Historia
Seminario.
Cautivos “civilizados” y cautivos “bárbaros”
Un estudio sobre el concepto de cautivo entre los misioneros jesuitas en la
frontera araucana en el siglo XVII
Romina Hernández Contreras
2
INTRODUCCIÓN
La privación de libertad, custodia, aislamiento, castigo y el extrañamiento del espacio,
entre otros, son elementos que surgen cuando intentamos esbozar un concepto de cautivo
para el Chile colonial. Sin embargo, al poco andar nos damos cuenta de que generar dicho
concepto no es una cuestión de simple selección o suma de elementos, sino que conlleva
asumir que no podemos abarcar una realidad tan amplia y variada como es el cautiverio, en
una sola tipificación. Es así que ante todo debemos asumir que la frontera del Biobío
durante la colonia fue generadora de múltiples tipos de cautivos, algunos de los cuales ha
de analizar la presente investigación a través del prisma de las misiones jesuitas.
En este sentido y luego de un acercamiento a los estudios realizados sobre el tema de los
cautivos, surgen preguntas por la naturaleza de las diferentes conceptualizaciones que hasta
ahora han sido propuestas, y su contexto de utilización, tanto en las fuentes hispano
criollas, como en las Cartas Annuas1 jesuitas. Entonces, ¿cuándo es correcto para la
sociedad de la época hablar de cautivos?, y en ese mismo sentido ¿Qué representan los
cautivos en el imaginario y en los discursos?, especialmente en los jesuitas, ¿puede volver
un cautivo a su condición original una vez rescatado?
Considerando que el tema de los cautivos ya ha sido trabajado dentro de la
historiografía, es de notar que el énfasis que se le ha dado se centra en la riqueza de los
testimonios de los hispano-criollos privados de su libertad. Y no sólo se ha mirado casi
exclusivamente el cautiverio blanco como el único existente, sino que se le ha reconocido
por sus aportes etnográficos, más que como un fenómeno en sí mismo.2
En cuanto al tema del cautivo y su situación en sí misma, encontramos trabajos como el
de Horacio Zapater, que tomando la Declaración de Fray Juan Falcón, hace una
descripción sumamente valiosa de la situación de los cautivos durante la época colonial,
resaltando el carácter de agentes de aculturación de los cautivos y su propia asimilación a la
cultura que los mantiene capturados. Revisar redaccion
1 Documentos creados generalmente por los padres a cargo de las provincias o viceprovincias jesuitas, que
buscaban informar al General sobre el estado de las misiones, a la vez que alentar y compartir con los otros
padres de la Compañía sus experiencias misionales. 2En este sentido podemos encontrar múltiples trabajos gran parte de ellos centrados en la obra de Núñez de
Pineda y Bascuñán, el Cautiverio feliz, obra que ha sido ha sido ampliamente estudiada por José Anadón y
Arturo Leiva entre otros.
3
En una línea similar encontramos también el trabajo de Carlos Lázaro Ávila, quién trata
sobre las motivaciones de los indígenas rebeldes para cautivar hispano criollos, indígenas
amigos y de servicio. Hace también este autor algunas consideraciones sobre la reinserción
de los cautivos en la sociedad colonial.
El trabajo de Gustavo Boldrini por otra parte indaga más bien en la dimensión afectiva y
representativa del cautiverio en la sociedad hispano criolla, proponiendo la difícil inserción
social que tendrían las cautivas luego de ser raptadas y su honra perdida.
Por otra parte es de vital importancia para el desarrollo de la presente investigación el
trabajo de Macarena Sánchez, quién viene a dar cuenta del vacío existente en el estudio del
concepto de cautivo propiamente tal, evidenciando el poco interés que recae sobre los
cautivos indígenas y muy asociado a esto, la relación que existiría entre los conceptos de
cautivo y esclavo en la sociedad de la época.
De este modo, considerando el curso que ha llevado la investigación historiográfica
hasta el momento, es que la presente investigación propone comparar estos análisis sobre
el cautiverio con un nuevo elemento, esto es, la visión que los misioneros jesuitas.
Es así que entendemos que los sacerdotes ignacianos vieron el cautiverio no sólo como
un peligro inminente al momento de salir a recorrer la tierra en guerra, sino que pudieron
establecer dos principales tipos de cautiverio; por una parte el cautiverio de los peninsulares
y criollos americanos, a manos de los indígenas y el segundo, de los naturales a manos de
los hispano criollos. En este sentido, en el primer caso ser cautivado era una aberración,
pues el “hombre civilizado” debía sumirse en el mundo de la “barbarie de indígena”,
invirtiendo completamente el orden jerárquico establecido. Por otra parte, los indios
cautivos eran vistos como potenciales “sujetos civilizables”3 y por ende se abría para ellos
la posibilidad de su conversión y con eso la salvación de su alma.
Podemos ver así que en uno y otro caso están implícitas valoraciones sobre las
realidades culturales de uno y otro polo, y había una diferencia abismal entre ser
3 Podemos decir, muy a grandes rasgos que, para el jesuita, civilizar era sinónimo de convertir y otorgar
policía o costumbres occidentales y por tanto civilizadas a los indígenas. Para una profundización sobre la
concepción del indígena como ente civilizable, puede consultarse la obra de Rolf Foerster, Jesuitas y
Mapuches. 1593-1767, Editorial Universitaria, 1996, Santiago. Sin embargo, esta opinión no es uniforme
entre los misioneros jesuitas, y muestra variaciones entre diferentes sujetos y momentos del conflicto,
pudiendo encontrar testimonios de la barbarie y apostasía “connaturales” de los indígenas, como los que se
encuentran en las Cartas Annuas utilizadas en esta investigación.
4
introducido en la barbarie por la fuerza, que ser llevado por el camino de la civilidad y la
salvación, a través del cautiverio.
De esta manera, es evidente que hablar de cautivos en el Chile de los siglos coloniales,
es probablemente utilizar un término lleno de matices. Es así que – considerando lo amplio
y complejo del tema - intentaremos enumerar los diferentes tipos de cautivos que la frontera
produjo.
Los primeros y más destacados por la investigación son los cautivos hispano criollos a
manos de indígenas enemigos o rebeldes, que analizaremos más adelante y dentro de ellos
especial lugar ocupan las mujeres cautivas, que en sí mismas generan todo un tópico no
sólo en su tiempo, sino que ha dejado huellas hasta nuestros días. En segundo lugar
podemos mencionar a los cautivos indígenas rebeldes a manos de sujetos hispano criollos,
los cuales han de ser en su mayor parte incluidos en las dinámicas esclavistas del siglo
XVII. En tercer lugar mencionaremos a los sacerdotes que caen cautivos, y que por su
particular formación y origen suelen constituir un tipo especial de cautivo, no sólo en el
imaginario de la época, sino en la práctica. Por último hemos de mencionar a los cautivos
indígenas a manos de indígenas, estos son una de las categorías menos estudiadas, y que se
caracterizan por su especial complejidad.4
Ahora bien, mediante este proyecto nos proponemos analizar primeramente a los
religiosos cautivos con especial énfasis en el lugar que este tipo de cautiverio ocupaba en la
mentalidad jesuita. Por otra parte nos abocaremos a los cautivos blancos de indígenas y a
los cautivos indígenas a manos de hispano criollos, los cuales hemos decidido denominar
“cautivos civilizados” y “cautivos bárbaros”, respectivamente, por razones que se han de ir
develando en la medida en que la investigación se desarrolle.
El marco temporal ha de situarse preferentemente en la primera mitad del siglo XVII, y
especialmente en los levantamientos de 1598 y 1655, que generaron gran número de
cautivos blancos, por otra parte será necesario seguir el curso de la esclavitud en Chile,
pues será este también un motor que incita a “cautivar piezas”, con fines lucrativos, siendo
en este sentido de vital importancia la labor jesuita respecto al servicio personal.
4 Los indígenas que eran cautivados podían ser amigos o indios de servicio, y llevados como mano de obra
a las tierras araucanas o bien indios enemigos que los amigos capturaban ya sean por su valor como guerreros
connotados, o como piezas para vender luego a los hispano criollos, con el fin de ganancias del negocio de su
trata.
5
Todo esto será comparado con fuentes bibliográficas secundarias que buscan no solo dar
contexto a la investigación, sino también ofrecer diferentes perspectivas sobre la situación
general de Chile en el siglo XVII y también sobre las posturas frente al cautiverio que se
han ido gestando.
1. LOS IGNACIANOS, LOS CAUTIVOS, Y EL CAUTIVERIO.
El estudio de los diferentes tipos de cautividad en la frontera araucana durante la primera
mitad del siglo XVII, no sólo se hace interesante por la naturaleza de los sujetos que
circulan en este espacio, o por las particulares condiciones de éste. Sino que también la
construcción de las ideas de cautividad nos permiten trazar todo un entramado de
representaciones, prejuicios e ideas que la sociedad colonial guarda en su seno. De este
modo, analizando a nuestros cautivos es que podremos acercarnos al proceso de creación
del “Otro” mapuche, entre una de las misiones más exitosas en toda América y el mundo en
la conversión de infieles e identificando en el proceso, diferentes estructuras discursivas y
voluntades de poder que se insertan en el escenario de la frontera al sur de Chile.
De este modo, se hace necesario generar algunas precisiones acerca de lo que
entendemos por Guerra de Arauco, su evolución y principales características, para situar
correctamente el terreno en que los misioneros jesuitas desarrollaron su labor.
La naturaleza de la Guerra de Arauco ha sido arduamente discutida, y a grandes rasgos
podemos distinguir hasta cuatro momentos en los que se han generando distintas
interpretaciones que nos llevan a entender este conflicto de maneras muy diferentes.
En un primer momento se pensaba en la guerra declarada y evidente que se habría
sostenido desde la conquista hasta la pacificación de la Araucanía en el siglo XIX; esto es
el llamado “mito guerrero”5.
Un segundo momento corresponde a los estudios fronterizos guiados por Sergio
Villalobos6, y que la investigación posterior ha dado en llamar el “mito de la pacificación”,
donde se propone que luego del levantamiento de 1655 la guerra se habría extinguido
5 Para una descripción más detallada de este periodo, consúltese: Guillaume Boccara, Los vencedores.
Historia del pueblo mapuche en la época colonial, San Pedro de Atacama, Línea Editorial IIAM, 2007,
págs. 202-203 6 Sergio Villalobos, Relaciones fronterizas en la Araucanía. Santiago, Universidad Católica de Chile, 1982.
6
dando paso a la coexistencia pacífica y la asimilación a la sociedad chilena - igualmente
libre de violencia - de los araucanos.
Un tercer momento, surge con las tesis de autores como Guillaume Boccara quien
propone una nueva periodización de la Guerra de Arauco, dividida dos segmentos, uno
donde se habría dado la guerra a sangre y fuego y un segundo momento marcado por el
Parlamento de Negrete donde, los métodos que se van a utilizar para dominar al indígena
han de estar en consonancia con un “poder creador” más sutil y “civilizador”.7
Por último proponemos un cuarto momento, en muchos sentidos aún en ciernes, donde
lo que se plantea es rescatar algo de todos estos estudios, sin dejarse llevar por ninguno en
particular, pues la comprensión de la complejidad del espacio fronterizo nos hace pensar
que durante la Guerra de Arauco coexistieron múltiples elementos, y que muchas veces ni
siquiera la suma de todos estos puede asegurarnos una definición completa. Es así que
debemos considerar este espacio fronterizo, como uno lleno de contradicciones y que no
puede definirse dentro de una sola lógica, pues conllevaría un fuerte reduccionismo.
De este modo y para fines de la investigación diremos, que la misión jesuita en la
Araucanía pudo en cierto modo acercarse a una modalidad de acción en concordancia con
el “poder creador”, aunque de todos modos este accionar convivió y muchas veces se
enfrentó al “poder soberano”, pues ambos estuvieron siempre presentes en la dinámicas
fronterizas; las malocas, se conjugaron con el “suave yugo” jesuita, y la esclavitud se
mantuvo en un constante “tira y afloja” teórico, donde nunca una postura llegó a imponerse
del todo. Considerar desfases y yuxtaposiciones de periodos modélicos.
1 .1 . LA MISIÓN JESUITA FR ENTE A LA “CIVILIZAC IÓN” Y LA “BARBARIE ”.
Ahora bien, entendiendo el espacio fronterizo como uno en constantes tensiones,
podemos fijar por un momento nuestra mirada en el misionero jesuita que se aventura en
estas tierras lejanas. Vemos entonces a un hombre muchas veces de origen europeo,
formado en la tradición cristiano occidental, que se divide entre el racionalismo moderno y
7 Boccara presenta los conceptos de “poder soberano” y “poder creador” para diferenciar las formas de
actuar de los hispano criollos en dos diferentes momentos de la Guerra de Arauco. De este modo el “poder
soberano” tendría que ver con dispositivos concretos como la maloca, el requerimiento y la esclavitud, y
finalmente con una dominación directa y violenta. El “poder creador” por otra parte iría de la mano de la
misión, el comercio y otro tipo de elementos que buscan una dominación por medios persuasivos y no
impositivos. Para más detalle Guillaume Boccara, Los Vencedores..., op. cit. págs. 199-301
7
la tradición medieval, un sujeto ante todo heredero de la concepción de mundo barroca8,
que podríamos pensar, es la más adecuada para enfrentar este ambiente de contradicciones
con una relativa comodidad que le permitiese adaptarse y moverse en el espacio a fin de
cumplir sus objetivos.
Pero no sólo a esto se reduce la herencia que el jesuita carga y que determina en cierta
forma el prisma a través del cual ha de enfrentar y comprender el mundo americano. De
esta manera, el misionero de esta Orden recibe y asimila toda una “mochila” de prejuicios e
ideas exóticas sobre la naturaleza del espacio y los hombres que habitan, no sólo América,
sino más específicamente acerca de los terribles bárbaros de la Araucanía, ideas que han de
marcar y definir su actuar ante el indígena. Podemos ver por ejemplo como Luis de
Valdivia, propulsor y fiel partidario de la Guerra Defensiva, se refiere a los indios rebeldes
de la frontera:
“Son estos de Arauco y Tucapel los que han sustentado y sustentan la
guerra contra los españoles, están muy encarnizados en ello y cuando cojen
algunos, les beben la sangre y les comen el hígado y corazón y beben en la
calavera del que matan, de puro coraje y rabia.”9
De la cita anterior, no sólo es evidente la ferocidad con que son representados los
araucanos, sino que una de las cosas que más llama la atención, es la forma en que el
jesuita pone énfasis en el carácter antropófago de los indígenas, claro símbolo de barbarie e
incivilización, muy asociada a los primeros indios caribes encontrados en las islas
americanas durante el siglo XV y XVI10
. En adición, se justifica su actuar en el “coraje y
rabia”, es decir en sentimientos, los cuales dominarían al salvaje puesto que su razón no es
suficiente para imponerse a sus pasiones.
8 El barroco ha sido ampliamente estudiado más que como un estilo de arte cómo una forma de comprender el
mundo, en este sentido: “...el espíritu del Barroco era el más adecuado para que el ‘nuevo mundo’ lo hiciera
suyo, pues podía unir (contradictoriamente) lo alto con lo bajo, lo vulgar con lo sublime, lo ajeno con lo
propio, al español con lo indio.” Rolf Foerster, Jesuitas y Mapuches... passim pág. 22 9 Cita del Padre Luis de Valdivia, extraída de Monumenta Peruana, Ibid., pág. 46
10 Para un acercamiento al imaginario monstruoso y maravilloso nacido de las primeras expediciones
americanas, que se generó y mantuvo fuertemente en arraigado en la conciencia europea, consúltese,
Emanuele Amodio, El otro americano: Construcción y difusión de la iconografía del indio americano en
Europa en el primer siglo de conquista, Quito, Ed. Abya Yala, 1993, José Manuel Gómez-Tabanera,
“Bestiario y Paraíso en los viajes colombinos: el legado del folklore medieval europeo a la historiografía
americanista”, en Ponencia presentada al XI Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (24-26
de Agosto 1992), Universidad de California, Irvine.
8
De esta forma, comenzamos a acércanos lentamente, a través de los discursos presentes
en la consciencia jesuita, al modo en que estos sacerdotes han de clasificar y organizar el
espacio al que se enfrentan bajo el paradigma de la “civilización” y la “barbarie”.
Pero antes de ahondar en este tema nos parece importante precisar algunos principios
sobre los que se basa la Orden jesuita y que le dan un carácter muy especial a sus
misioneros. Para esto hemos de basarnos en el estudio que hace Rolf Foerster de Las reglas
de la Compañía de Jesús, las cuales escritas por San Ignacio, fueron revisadas por San
Francisco de Borja y aún por el padre Aquaviva en 1582.
De este análisis, podemos rescatar para los fines de nuestra investigación las siguientes
líneas:
“...nos enfrentamos a una orden donde prima la total obediencia de sus
miembros a sus superiores, con vista a construir un todo orgánico, cuyo
horizonte es el 'divino servicio'...el cultivo de esta virtud es lo que deberá
distinguirlos entre a las otras órdenes... Pero, lo más significativo - y que
marca todos los posibles niveles, que podamos distinguir - es que los medios
son objeto de un control racional...”11
De la anterior cita, podemos extraer ante todo dos cosas, la primera de ellas, es este
sentido de obediencia que se supone ha de marcar al misionero ignaciano, esto tiene dos
consecuencias interesantes, la primera de ellas es la fuerte jerarquización que domina a la
Orden y que en ese sentido ha de marcar el desarrollo del proyecto jesuita y nos llama a
prestar especial atención a los aportes que los mismos sacerdotes hacen al conocimiento,
puesto que estos serán muy probablemente conocidos y tomados en cuenta por el resto de
los misioneros. No obstante, es importante recordar que los jesuitas no pueden reducirse a
un simple modelo uniforme para todos ellos, y que las diferentes posturas que enarbolaba
cada cual muchas veces chocaron entre ellas, generando roces en todos los niveles de dicha
jerarquía.
El otro elemento que resalta en esta cita, es la alusión al racionalismo de la Compañía,
el cual sumado a este sentido jerárquico estricto, nos lleva a considerar lo importante que
fue para estos padres el planteamiento de una estrategia definida y clara, basada en la
generación y clasificación del conocimiento, que permitiese la adaptación de diversas
técnicas a las nuevas realidades a las que se enfrentaban a diario estos misioneros.
11
Rolf Foerster., Jesuitas y Mapuches..., passim pág. 26-28.
9
Considerando todo lo anterior es que finalmente podemos plantear que el jesuita
imbuido de sus ideas barrocas, pero sobre todo considerando el paradigma de la
“civilización” y la “barbarie”, ha de generar una clasificación del espacio y de los
individuos que lo habitan, sobre la cual genera un plan de acción.
De este modo, entendemos que para el jesuita la sociedad hispano criolla que habitaba
el reino de Chile es considerada “civilizada”, lo cual conllevaba profesar el credo cristiano
y cumplir con sus sacramentos, pero esto hombres y mujeres civilizados debían cumplir con
otro requisito; llevar una vida en “policía”12
, esto suele entenderse como llevar una vida
según la ley del evangelio. Generalización dicotómica en base a discursos!!
Siguiendo con el esquema que los jesuitas se plantearon, son los indígenas que vivían
en este reino los que conllevaban una clasificación un tanto más compleja, de este modo, la
gran mayoría de los indios podía ser considerado como “ente civilizable”, que podía
aprender catecismo y adoptar una vida “decente”, es decir, lejos de las borracheras y la
poligamia, y considerarse así convertido, asimilado a la cultura cristiana y salvado. Aunque
claro, su propio carácter traicionero13
, hacía que esta conquista espiritual estuviese siempre
en entredicho.
Por estos indígenas, a los que les queda aún la posibilidad de salvarse, es que los
jesuitas han de abogar, por ellos han de sacrificarse y por ellos han de pedir incesantemente
– al menos a nivel teórico – el cese del servicio personal. Sin embargo, hay un reducto de
indígenas que escapa a esta clasificación y que suelen ser considerados como los bárbaros
aucaes, aquellos rebeldes, tan arraigados en sus costumbres y en barbarie irresoluta, que no
han de merecer ningún sacrificio, y que bien pueden ser llevados a la esclavitud y la muerte
sin que haya nada que hacer por ellos.
Frente a este panorama humano, el jesuita también divide el espacio en el cual debe
moverse, poniendo a la ciudad y los fuertes como espacios - si bien muchas veces
12
El concepto de “policía”, se hace un tanto reñido en su definición, pues engloba una serie de usos y
costumbres que se consideraban correctas. Por negación podemos decir, que los jesuitas consideran faltas
graves a estas costumbres, la poligamia y las borracheras, donde la razón es amputada para dejar al indio a
merced de sus pasiones. 13
El carácter poco confiable de los indígenas es siempre mencionado en la Cartas Annuas por los sacerdotes,
sobre todo cuando se logra una tregua a través de los parlamentos, permanece constante la duda sobre la
palabra de los indios. Cfr., "Letras annuas de la Vice Provincia del Reino de Chile, desde el año 1647 hacia el
presente 1648 ", Archivum Romanum Societatis Iesu (de ahora en adelante ARSI), Chile, vol. 6, fj. 230
10
violentos y convulsionados – civilizados, donde incluso los indios amigos debían de
moverse si querían lograr más fácilmente su asimilación cultural.
Pero ha de existir también el espacio de la “barbarie”, aquel donde el misionero debe
sumergirse, ya sea para realizar los ministerios que le corresponden, o bien para socorrer
algún alma desamparada que lo requiere. Frente a este espacio “salvaje”, los jesuitas en su
mayoría generan una verdadera renuencia, pues en su imaginario estas desoladas tierras no
sirven más que para ocultar al enemigo y fomentar su carácter bárbaro, casi cercano a los
animales que viven en los cerros y despeñaderos.
Veamos así, una de las muchas opiniones que este tema genera entre los sacerdotes de
la Compañía:
“A todo exceden las fatigas que pasan en socorrer los amigos indios que
estan poblados en seys o siete leguas del contorno del fuerte y es de advertir
que... estan metidos por quebradas y montes asperisimos guarnecidos de
pantanos y rios caudalosos y a la causa haviendo de acudir los nuestros a
tanto numero de gente escondida en los lugares tan ocultos padeçen muchas
incomodidades caminando muchas vezes en la noche, peligrando en
caudalosos rios subiendo montes y despeñaderos ynaçessibles mojandose muy
de ordinario por ser la tierra muy lluviosa y estar tan pantanosa... sobre todo
aflige a los nuestros el espiritu y el cuerpo el continuo peligro de perder la
vida o caer captivos a manos del enemigo que de ordinario pone asechanzas
en las tierras...”14
De esta manera, nos parece que queda muy claro como el misionero es también un
sujeto emplazado en un espacio que le es extraño, y que genera en él una serie de temores
y reticencias, que nos hablan no sólo de una situación práctica, sino también del imaginario
de la época.
1.2 . EL CAUTIVERIO COMO AMENAZA AL SACERDOTE.
Muy en relación al tema del espacio y su concepción en la mentalidad jesuita, es que
trataremos el cautiverio como un peligro constante para el misionero, que viene a reflejar
además parte de esta concepción del espacio dividido entre civilizado y bárbaro, y como
finalmente el cautiverio se traduciría en una denigración del estado del sacerdote a un
mundo alejado de la razón y la vida en “policía”.
14
"Letras anuas de la V. Provincia de Chile de los años1629 y 1630” ARSI, Chile, vol. 6, fj. 056.
11
Comenzaremos ilustrando una anécdota que cuenta Juan Bautista de Padra - uno de los
misioneros de Buena Esperanza – al superior, y que viene a darnos una idea de lo terrible
que podía ser para un misionero de la Orden la amenaza de la cautividad:
“....Con esto fuimos caminando con hasta diez de a caballo de amigos y
dos españoles hacia el rio que estaria cerca de media legua... y apenas aviamos
caminado un tiro de mosquete quando oimos disparos y luego estuvo con
nosotros un español de a caballo que venia, porque avian salido cantidad de
indios al capitan detras del cerro del centinela de la parte del rio Biobio y que
nosotros solos corriesemos al rio a ganarle y favorecernos de la gente que nos
esperaba y assi nos dexaron solos y compelidos a buscar el remedio, mi caballo
començo a empecharse y a no querer salir y yo atajado y turbado por una parte
temia a los indios aucaes y por otra el caballo el padre Vicente començo a
correr para prevenir la gente que nos esperaba al fin vino a correr mi caballo y
yo como soy tan mal ginete y iba en silla rasa perdia los estribos y me vi muchas
veces a pique de caer y el cavallo corria con tanta furia que le temia mas que a
los indios y assi le iba deteniendo y con los saltos se me cayo el caliz y hostiaria
que traia en la bolsa del caparaçon y me hube de apear por el y fui corriendo un
rato con el en la mano y con jesus en la boca que siempre iba diciendo al fin fue
dios servido que despues de buen rato que llego el padre Vicente ganasse el rio
con gran contento de los españoles...”15
La historia del padre Juan Bautista, releva varios puntos interesantes dentro del
análisis del cautiverio a los sacerdotes. En primer lugar, pone de manifiesto una realidad
que ha sido mencionada por Jaime Valenzuela16
, esto es, la utilización de escoltas por parte
de los misioneros, un hecho que puede parecer reñido con la propuesta pacificadora y
impulsora de la imposición del “suave yugo del evangelio”, pero que finalmente forma
parte de las dinámicas fronterizas, donde nada es blanco o negro, y así como los jesuitas
enarbolan la bandera de la paz, no dejan de servirse, en la mayoría de los casos de los
militares españoles en sus misiones volantes y demás expediciones.
Un segundo elemento a considerar es la poca preparación que los misioneros tienen
como hombres en terreno, siendo está la más clara prueba de que el jesuita es un hombre
15
" Letras Annuas de la mission de la tierra de guerra en el reyno de Chile por los padres de la Compañía de
Jesus.", ARSI, Chile, vol. 6, fjs 014-014v 16
Jaime Valenzuela, “Revisitando el ‘indigenismo’ jesuita: en torno a los ‘bárbaros’ de Arauco, la guerra y la
esclavitud mapuche en el siglo XVII”, Fronteiras e identidades. Encontros e desencontros entre povos
indígenas e missões religiosas, Graciela Chamorro (et al., eds.), São Bernardo do Campo (São Paulo):
Nhanduti Editora, 2011, pp. 61-79
12
de letras, un cultivado intelectual que debe hacer uso de toda su capacidad de adaptación
para poder llevar a cabo sus tareas. Es así evidente, que en cierta forma el cargo de
misionero es una denominación muchas veces en ciernes y que estos personajes parecen ir
aprendiendo sobre la marcha.17
Por último nos pensamos que es central el modo en que el jesuita es capaz de
comparar cautiverio y muerte, pues para él ambos estados son similares. Esto puede
prestarse para variadas interpretaciones, una de ellas dice relación una vez más con su
concepción del espacio bárbaro, y como hundirse en este conlleva una denigración tal que
podríamos pensar en su aniquilación como sujeto civilizado y parte de una sociedad
determinada.
Pareciera ser que el contacto con el espacio salvaje más allá de la frontera,
constituyese una especie de “contagio”, y que una prolongada estadía en estas tierras puede
marcar a un sujeto para siempre, de tal forma que nunca pueda volver a su estado original
dentro de la ordenación social de la provenía. Otra interpretación posible es considerar que
estos bárbaros irracionales, como son los indios aucaes, no tiene palabra ni razonamiento
suficiente como para mantener su disposición de permitirles la vida aunque sea bajo
cautiverio, y su existencia de un hilo tan fino como es el que sostiene la cordura y sensatez
del auca que lo apresa. Confuso!!
Finalmente, la historia que relata el padre Juan Bautista no es ni de cerca un caso
aislado, aunque es una de las pocas menciones dentro de las fuentes, donde el peligro de
emboscada se hace presente frente al misionero, pues en la mayoría de los casos se
menciona estas trampas como amenazas constantes, que bien podrían simplemente tratarse
de un preocupación de los sacerdotes, que aunque bien fundada, podía no ser tan frecuente
como ellos lo esperaban.
17 Paolo Broggio, “Attività missionaria e strategie insediative nelle province spagnole della Compagnia di
Gesù (1581-1700)”, I gesuiti ai tempi di Claudio Acquaviva. Strategie politiche, religiose e culturali tra
Cinque e Seicento, en P. Broggio (et al., eds.), Brescia, Morcelliana, 2007, pp. 87-118. Este autor, profundiza,
a través de un estudio de los Catálogos jesuitas, en los conceptos y usos de palabras como misionero, operario
y otros que sirven para denotar la realidad y las funciones de estos sacerdotes.
13
2. EL CAUTIVO “BÁRBARO”: INDÍGENAS EN MANOS DE ESPAÑOLES
2.1 . UNA PUERTA A LA “CIV ILIZACIÓN”: CONV ERSI ÓN Y POLICÍA AL CAUTIVO
2 .2 . LA CAUTIVIDAD COBRIZ A ¿INDIVIDUOS A UN P AS O DE SER ESCLAVOS?
3. “CIVILIZADO” Y CAUTIVO: LOS HISPANO-CRIOLLOS EN TIERRA
“SALVAJE”
3.1 LOS JUEGOS AL TROCADO O LA JUSTIFICACIÓN D E LA CAP TURA DE HISP ANO-
CRIOLLOS
3 .2 IDENTIDADES COMPLEJAS: EL PESO DE LA “SANGRE” O LA MANCHA DE LA
“BARBARIE”
CONCLUSIONES
14
FUENTES
(en orden alfabético por apellido de autor o la institución que hace la edición -si actúa como
autora de ella- o título de la obra, en caso de colección de documentos, por ejemplo).
I. Fuentes manuscritas o inéditas.
II. Fuentes impresas
-Colecciones de documentos
-Documentos religiosos
-Crónicas y memorias
-(..........)
15
BIBLIOGRAFÍA
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Económica, 2ª ed. revisada, 1962.
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http://web.uchile.cl/publicaciones/cyber/04/textos/ralegria.html
AMODIO Emanuele, El otro americano: Construcción y difusión de la iconografía del
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BLANCO José María, Historia Documentada de la vida y gloriosa muerte de los padres
Martín de Aranda Valdivia y Horacio Vecchi y del hermano Diego de Montalbán de la
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Amorrotu e hijos, 1937
BOCCARA Guillaume, Los vencedores. Historia del pueblo mapuche en la época colonial,
San Pedro de Atacama, Línea Editorial IIAM, 2007
BOLDRINI Gustavo, “La Cautiva: Un legado de Piel y Pensamiento”, en Nütram, año 6, nº
1, pp. 24-36
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ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 2
1. LOS IGNACIANOS, LOS CAUTIVOS, Y EL CAUTIVERIO. .................................................... 5
1.1. La misión jesuita frente a la “civilización” y la “barbarie”. ................................. 6
1.2. El cautiverio como amenaza al sacerdote.............................................................. 10
2. EL CAUTIVO “BÁRBARO”: INDÍGENAS EN MANOS DE ESPAÑOLES ................................... 13
2.1. Una puerta a la “civilización”: conversión y policía al cautivo ........................... 13
2.2. La cautividad cobriza ¿individuos a un paso de ser esclavos? ............................. 13
3. “CIVILIZADO” Y CAUTIVO: LOS HISPANO-CRIOLLOS EN TIERRA “SALVAJE” ................... 13
3.1 Los juegos al trocado o la justificación de la captura de hispano-criollos ............ 13
3.2 Identidades complejas: el peso de la “sangre” o la mancha de la “barbarie” ..... 13
CONCLUSIONES .............................................................................................................. 13
FUENTES ............................................................................................................................ 14
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................ 14
ÍNDICE GENERAL ........................................................................................................... 17