Cempoallapohualli. La “Crono-logía” de Las Veintenas en El Calendario Solar Náhuatl Patrick...

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  • CEMPOALLAPOHUALLI. LA CRONO-LOGA DE LASVEINTENAS EN EL CALENDARIO SOLAR NHUATL*

    PATRICK JOHANSSON K.

    Como otras culturas mesoamericanas, la cultura nhuatl haba cauti-vado el tiempo en una red calendrica que constaba esencialmentede tres cuentas: el xiuhpohualli cuenta de los aos, el tonalpohuallicuenta de los destinos y el cempoallapohualli cuenta de las veintenas.1El xiuhpohualli consignaba series de cuatro aos: catl, caa, tcpatl pe-dernal, calli: casa, y tochtli conejo, correspondientes a los puntoscardinales, que se repartan 13 veces hasta llegar a 52 aos. Se consi-deraba tambin este cmputo como cuatro trecenas de aos encabe-zadas cada una por un ao especfico que sumaban 52 aos. Seefectuaba entonces la atadura de aos: xiuhmolpilli, y se sacaba elfuego nuevo sobre el pecho abierto de la vctima sacrificada.

    Aun cuando culminaba a los 52 aos y que todo, entonces, co-menzaba de nuevo, el xiuhpohualli representaba de cierta manera unacuenta larga ya que trascenda los lmites del ciclo de 52 aos y re-gistraba los aos de manera generalmente lineal o en bustrfedon.

    El tonalpohualli, constaba de 20 trecenas que sumaban 260 das.En cuanto al cempoallapohualli se compona de 18 meses de 20 das alos cuales se aadan los cinco das baldos nemontemi. Las cuentas secompenetraban ya que los das y sus destinos correspondientes inte-graban micrototalidades de veinte o trece las cuales determinaban asu vez el sentido religioso del tiempo as contenido.

    Ahora bien, si la cuenta de los aos xiuhpohualli y la cuenta de losdestinos tonalpohualli son ampliamente conocidas y han sido objeto demuchas investigaciones, la cuenta de las veintenas cempoallapohualli hasido poco estudiada en su aspecto cronolgico. En efecto, los traba-jos efectuados hasta ahora sobre esta cuenta ataen esencialmente a

    * Este artculo se inscribe dentro del programa de actividades y publicaciones co-rrespondiente a la Ctedra Miguel Len-Portilla.

    1 Es posible que existiera tambin un calendario venusino ya que se haba establecidola duracin del ciclo de Venus (584 das) pero una cuenta sistemtica, numrica, de uni-dades de tiempo venusino si existi no ha sido conservada.

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    las fiestas que se realizaban durante las veintenas2 o a la correspon-dencia de los meses indgenas con el calendario cristiano, y no a losmecanismos cronolgicos en s.

    Cada uno de los 18 meses del cempoallapohualli iniciaba en un dadeterminado y terminaba, veinte das despus en otro da tambindeterminado. Como para las trecenas del tonalpohualli estos das ca-racterizaban la secuencia temporal que definan. Exista un mesarquetpico, el primero, correspondiente al primer ao, despus delo cual la sucesin de los das fijaba otras fechas para el inicio y el finde las veintenas.

    El cmputo de los das baldos nemontemi fue decisivo para la con-figuracin del calendario de las veintenas, ms all del ao, en lamicrototalidad cclica que representaban cuatro aos solares ysubsecuentemente en un macrociclo que intentaremos definir.

    En trminos metodolgicos, el anlisis que realizaremos aqu re-presenta una inferencia conjetural o induccin a partir de datosespecficos e indicios diseminados en diversas fuentes, siguiendo unalgica inherente al pensamiento indgena prehispnico el cual confie-re un dinamismo propio a las unidades calendricas definidas. Dichametodologa nos parece adecuarse a la tipologa de la informacinde la que disponemos, resultado a su vez de una recopilacin efec-tuada por los espaoles en el siglo XVI, en circunstancias que ya co-nocemos. El afn de co-relacionar el calendario indgena con lacronologa cristiana y la reduccin inevitable, de la otredad indgenaal marco de valores vigentes en el siglo XVI, que conllev esta mane-ra de proceder, hicieron que la informacin recabada no fuera com-pleta ni del todo exacta. El tenor de esta informacin no permitesiempre un razonamiento hipottico-deductivo por lo que utilizare-mos en este caso preciso una metodologa inductiva.

    Consideraremos, en esta ptica metodolgica, algunos aspectosrelacionados con la distribucin de los das dentro de los meses ind-genas, los mecanismos especficos de su cronologa as como la rela-cin consecuente que se estableci entre el calendario de las veintenasy el ao trpico.

    FECHAS INDGENAS Y VEINTENAS

    La ubicacin de hechos y acontecimientos indgenas pertenecientes aldiscurso oral transcrito, o plasmados en los documentos pictricos serealizaba generalmente mediante el ao y el da sin que hubiera una

    2 Cf. Graulich, 1999.

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    referencia al mes. Para dar tan slo un ejemplo, el nacimiento deNezahualcyotl ocurri, segn las fuentes, el da 1-mzatl (1-venado)del ao 1-tochtli (1-conejo). El Cdice en Cruz refiere el acontecimien-to de la siguiente manera (columna de la derecha, figuras 1 y 2).

    Se observa en esta lmina: el ao (a), el glifo toponmico de Tez-coco (b), el glifo antroponmico de Nezahualcyotl y una cuna (c) queexpresan que naci, as como el da (d). En lo que concierne al da, elideograma muestra que la fecha aqu referida corresponde al da dela veintena lhuitl y no al da de la trecena: tonalli. Adems de la dis-tincin lxica que establece la lengua nhuatl entre estas dos nocio-nes, la pictografa tambin sugera una diferencia:

    Figura 2. lhuitl: da constitutivo de la veintena. Cdice en Cruz, seccin 1 (detalle)

    Figura 1. Cdice en Cruz , seccin 1

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    Si bien aludan a la misma unidad temporal, los trminos referanconceptos distintos: lhuitl evocaba la fiesta mientras que tonalli con-cerna al destino ligado a este segmento de la duracin (figura 3).

    Cuando haba que expresar una duracin, que el perodo referi-do era relativamente corto y los hechos y acontecimientos mltiples,se consignaban a veces, las veintenas para expresar el paso del tiem-po (figuras 4 y 5).

    Figura 3. Tonalli: da constitutivo de la trecena. Cdice Mendocino,lmina 7 (detalle)

    Figura 4. Cdice Vaticano A , lmina 103

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    En esta lmina del Cdice Vaticano A (figura 4) la llegada de Cortsy sus espaoles as como la masacre del Templo Mayor cubren partedel ao 1-caa y otra del ao 2-pedernal. El tlahcuilo indgena sinti lanecesidad de pintar las veintenas durante las cuales se produjeron loshechos. Las veintenas aqu pintadas son, de izquierda a derecha:tepelhuitl, quecholli, panquetzaliztli, atemoztli, ttitl, izcalli, cuhuitl ehua (atlcahualo), tlacaxipehualiztli, tozoztontli, huey tozoztli, txcatl, etzalcualiztli,tecuhilhuitontli, huey teculhuitl. Es decir que los acontecimientos referi-dos en la lmina cubren un periodo de 280 das (14 x 20). (Figura 5).

    Adems de la cantidad de das, los meses mencionados aluden alas fiestas especficas que se realizaban durante los veinte das que du-raba cada uno. No es un tiempo cuantitativo sino una duracin cuali-tativa, relativa a mitos, ritos y dioses especficos que le confieren susingularidad.

    Si la percepcin calendrica de las trecenas es relativamente fciltanto por los exponentes numricos del 1 al 13 que acompaan ge-neralmente los signos, como por una configuracin grfica que per-mite su aprehensin visual espontnea en el tonalpohualli, los lmitesde las veintenas son ms difusos en trminos grficos, si bien su cmpu-to es tan riguroso como el de las trecenas.

    De hecho, si tenemos varios xiuhmatl libro de aos como el C-dice Mexicanus, la Tira de Tepechpan, el Cdice Boturini , por ejemplo, ynumerosos tonalmatl como los que estn contenidos en el CdiceBorgia , el que constituye la primera parte del Cdice Borbnico, elTonalmatl de Aubin, etctera, no tenemos un cempoallmatl genuina-mente indgena. En efecto, la cuenta de las veintenas contenida en lasegunda seccin del Cdice Borbnico refiere el contenido parcial decada mes festivo y no alude a las fechas.

    Por otra parte, la disposicin de los veinte das del mes sobre im-genes que representan personajes y animales, relaciona simblicamen-te partes del cuerpo con fechas sin, aparentemente, establecer unorden cronolgico propio de cada veintena (Cdice Borgia, lminas 17y 53, Cdice Tudela, lmina 125, etctera).

    En cuanto a los calendarios pintados sobre distintos soportes y querepresentan los meses del cempoallapohualli, adems de tardos, pare-cen tener un tenor ilustrativo ms que funcional (figuras 6 y 7):

    Figura 5. Cdice Vaticano A , detalle de las veintenas

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    Figura 6. Calendario 4 de Veytia

    Figura 7. Rueda de Boban

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    La llamada Rueda de Boban parece ms funcional sin entraarsin embargo una cuenta de das dentro de las veintenas.

    Las veintenas reproducidas en los documentos espaoles (Sahagn,Durn, Cantares Mexicanos), si bien consignan los veinte das de los me-ses, son el resultado grfico de una interpretacin por parte de losfrailes y de sus auxiliares nativos que podra haber desvirtuado la di-nmica del calendario indgena (figura 8).

    Figura 8. Durn, lmina 47

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    VEINTENAS Y NEMONTEMI

    Parte integrante de la duracin, la temporalidad especfica de losnemontemi se relaciona con la secuencia anual de las veintenas sin fi-gurar, aparentemente, en la cronologa de los destinos. En efecto, nin-gn elemento grfico particular seala el comienzo, el fin, o laduracin de los das baldos en las trecenas del tonalpohualli. Por otraparte no se observa ruptura alguna en la continuidad calendrica dedicho calendario.

    Al ubicarse dentro o fuera del ciclo, despus del ltimo mes deun ao y antes del primero del ao siguiente, los nemontemi se vincu-lan naturalmente con las veintenas. Como lo mencionamos anterior-mente, no existe un libro pictogrfico indgena, en el que las veintenasestn grficamente configuradas. El Cdice Borbnico, que contiene, ensu segunda parte las 18 veintenas no registra la sucesin de los dasdentro de estas veintenas.

    Los documentos que permiten visualizar claramente las veintenasson los manuscritos ilustrados mestizos, realizados por indgenas, sinduda, pero bajo la frula de los mecenas espaoles de la recopilacinque intentaban comprender el calendario nativo. El calendario quepropone el dominico fray Diego Durn es una muestra de ello (figu-ras 8 y 9).

    Desde cuhuitl ehua hasta izcalli se suceden en el calendario ind-gena que presenta Durn, 18 veintenas claramente definidas. Losnemontemi aparecen en el contexto grfico del ltimo mes izcalli, porrazones que no ataen, quizs, a la temporalidad indgena en s sino adeterminismos prcticos de la configuracin del documento3 (figura 9).

    Si un documento pictogrfico indgena semejante a los calenda-rios de Sahagn o Durn, y dedicado nicamente a las veintenas, exis-ti, ningn ejemplar parece haber sido conservado.

    Los nemontemi: das baldos

    A diferencia de los 360 das que los preceden, los cinco nemontemi noestn bajo la gida de una divinidad especfica.

    3 El hecho es importante ya que la disposicin grfica de los nemontemi dentro deizcalli podra sugerir que stos le pertenecan de alguna manera. Cabe recordar aqu queen el Cdice Magliabechiano , el texto correspondiente a la fiesta izcalli seala que dicho mestena 25 das. Cf. Cdice Magliabechiano, f. 46.

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    Acabado este mes (Izcalli) los cinco das que se siguen son sobrados delos trescientos y sesenta ya dichos, los cuales todos de veinte en veinteestn dedicados a algn dios. Estos cinco das a ningn dios estn de-dicados, y por eso los llaman nemontemi, que quiere decir que estn pordems, y tenanlos por aciagos.4

    4 Sahagn, 1997, p. 152.5 Cdice Florentino, libro II, cap. 38.

    Figura 9. Durn, lmina 52

    Si bien cuentan en trminos numricos, no estn cosmolgica-mente determinados:

    Macuililhuitl in aoctle itoca tonalli,In aocmo umpohui, in aocmo umpouhqui.5

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    Cinco das que ya no tienen un nombre de destino,que ya no pertenecen (a nadie), ya no pertenecientes.

    Se colige de la informacin proporcionada por un informante deSahagn que los das nemontemi se cuentan, aunque estn vacos y des-provistos de todo amparo divino. La proximidad tanto fontica comosemntica de los vocablos pohua contar y pohui pertenecer, gene-r confusiones en cuanto al significado profundo del trmino utiliza-do en las fuentes en nhuatl. Los das ya no pertenecan (pohui) a unaentidad divina, no podan ser ledos (pohua) pero s se contaban(pohua).6 Eran das en otro contexto normales que se encontraban va-ciados de sus contenidos y despojados de sus atributos divinos. Las ex-presiones aoctle y aocmo ya nada, ya no significan que ya no hayalgo que hubiera, y sugieren lo anterior.

    El hecho de no tener un signo ya fuera fasto o nefasto, ni un des-tino bueno o malo que le correspondiera, haca de los das nemontemiun vaco particularmente temido entre los indgenas.

    cenca imacaxoia, cenca mauhcaittoia:iehica ca an nenqujzquj, vncannenenqujxtilo, atle vnqujxoa, nenencolo, nenenencolo: iehica ca atle vncanca ilhujlli, mceoalli, can vncan icnoiotl, netolinjliztli, nenqujcaiotl,nenqujaliztli, oneoatinemjliztli.7

    Eran temidos, los vean con temor, sala en vano haban salido en vano,nada se haca entonces. Eran intiles, totalmente intiles. Noentraaban una recompensa, un merecimiento. Slo miserias, sufrimien-to, inutilidad, vanidad, indigencia.

    Nada importante se haca entonces, ninguna ceremonia, ningnacto oficial, ningn juicio. La gente permaneca en su casa, cuidabade no reir, no dormir en el da, y no tropezar ya que si lo hacan enestos das, lo iban a hacer por el resto de su vida.

    Jacinto de la Serna menciona sin embargo la compra de niospara los sacrificios durante los das baldos.

    Los sacerdotes del templo tenan cuydado en los cinco das intercalaresque llamavan nemontemi, comprar la cantidad de nios que bastassen,para en los primeros quatro meses de su ao, en los primero das decada mes se fuesen sacrificando.8

    6 Dibble y Anderson traducen aocmo umpoui como were no longer counted ya no erancontados, incurriendo asimismo, segn nos parece, en un error. Cf. Florentine Codex ,Book 2, p. 171.

    7 Cdice Florentino, libro II, cap. 38.8 De la Serna, p. 355.

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    A su vez fray Diego Durn seala una serie de ayunos y peniten-cias durante este lapso de cinco das:

    Estos cinco das ayunaban y hacan grandes penitencias de austinenciasde pan y agua no coman mas de una vez al dia y esa comida era detortillas secas azotbanse sangrbanse apartbanse de sus mugeres.9

    Los que nacan durante los nemontemi vean su ser permeado porla vanidad de aquellos das. Los llamaban nemon vano, nentlcatl per-sona vana, nenquizqui el que sali en vano si era hombre, y nenchuatlmujer vana si era mujer: acan ompouhqui, acan ompohui.10 (A ningntiempo ni lugar pertenece, no es de ningn tiempo ni lugar).

    El ser nacido durante los das aciagos era un desarraigado que flo-taba fuera del espacio-tiempo existencial. Es probable, que no conta-ra siquiera con un tonalli o que su tonalli, si lo tuviera, fuera vaco.En efecto, son los determinismos astrolgicos que prevalecen en elnacimiento los que confieren un tonalli, un destino, al ser humano. Eldestino especfico se vea despojado de los atributos ontolgicos queconfiere la cuenta de los destinos para los das de las trecenas. En casode que enfermara ya no dudaban de que fuera a morir.

    Al no tener el paciente un signo calendrico, un destino (tonalli),los mdicos no podan ejercer la parte esencial de su arte que ataea los elementos anmicos del individuo.

    Si no mora, si lo haba amparado de alguna manera el Ipalne-moani gracias a quien se existe,11 era un muerto en vida ya que seencontraba excluido de cualquier trato social.

    aocmo iuh catca teiollo, ca oica netlapaloloc, neellaquaoaloc, oqujxcauhque,injoaiolque, ca oiqujtecaque:aocmo iuhcan qujxooaian inon oquenteltzin,meoatiquetz, inon oihiio qujcujc, ca temauhti in jpan opeuh ilhujtl Nemontemij:ca atle itonal, ca atle itoca: ipampa aiac vel vnca ticitoca, tepatia, tetlapovia:ca nel amo vmpouhquj, atle ipooallo in jzqujlhujtl navilhujtl.12

    Ya no tena corazn, por eso ya no tena nimo, no se esforzaba. Loolvidaban sus parientes, lo dejaban tirado, no sala a ninguna parte, nide alguna manera se levantaba para tomar aliento. Era terrible cuandocomenzaba nemontemi.

    No tena signo, no tena nombre, por lo que nadie lo poda aten-der, curar, o leerle (su destino). En verdad no perteneca (a nada), loscuatro das no podan ser ledos.

    9 Durn II, 1967, p. 292.10 Cdice Florentino, libro II, cap. 38.11 Ibid.12 Ibid.

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    Sin identidad social ni entidad cosmolgica, ni del todo existen-te, ni del todo muerto, el nenquich o la nenchuatl, se sitan fuera delmundo, en el caos indgena de una vida sin destino.

    Consideraciones semnticas

    El sentido de la expresin nhuatl que refiere los das aciagos: nemonte-mi, sugiere la idea de vaco. En efecto nen on temi significa literalmen-te que se llena de (algo) vano o aun cuando puede parecer parad-jico y constituir un verdadero oxmoron: que se llena de vaco.

    El elemento lxico nen ncleo semntico de la expresin, conno-ta la vanidad, el desierto, el vaco. Su origen lxico es difcil de de-terminar ya que se encuentra nicamente en composicin consustantivos verbos o entidades morfolgicas del idioma nhuatl. Ade-ms de nemontemi lo encontramos en sintagmas nominales comonentlcatl persona vana, nenquich hombre vano, nenchuatl mujervana, en locuciones verbales como nencoa o nenchihua obrar intil-mente, nencahua yn cemlhuitl perder el da, nenca estar desocu-pado, nencui tomar una cosa indebidamente, etctera.

    La expresin ms reveladora del sentido de nen- lo constituye pro-bablemente el sintagma nominal nemiuhyan que refiere un lugar va-co y yermo. Se compone de nen- vano y de yuhyan lugar vaco.Yuhyan tambin referido como yuhcan se encuentra en distintos con-textos expresivos con un significado de lugar desierto pero tambinespantoso. Las expresiones como yuhcan tlamati espantarse literal-mente conoce el yuhcan o yuhcan tlamatqui espantado es decir co-nocedor del yuhcan, son una prueba de ello. Por otra parte laverbalizacin de esta expresin: nemiuhyanti significa aniquilar. Elnemiuhyan, lugar espantoso, vaco y yermo fue probablemente un lu-gar asociado con la muerte y ms an con la noche csmica que pre-cedi el origen. El radical nen- podra haberse desprendido de estaexpresin o de otra similar para tener una cierta autonoma adjetival.

    Sea lo que fuere, nen- remite indudablemente a algo obscuro,vano, vaco, y yermo.

    El uso ya colonial de nen- en la locucin nemmanyan, literalmentetiempo que se extiende en vano, que caracteriza los das de la sema-na en oposicin al domingo (lhuitl) confirma, por otra parte, el tenorno festivo, y en el contexto eidtico indgena, el vaco de los das quepreceden el da del Seor. Todo parece indicar que, de cierta manera,los das no festivos eran considerados como das baldos ya que el tiem-po pasaba en vano de un domingo a otro, o de una fiesta a otra.

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    En resumen, el campo semntico en torno al lexema nen- incluyelas nociones de intil, desierto, vaco, yermo y espantoso.

    Utilizado como adjetivo o adverbio, el radical nen nunca consti-tuy un ente sustantivo. En efecto no exista en la lengua nhuatl untrmino como nentli que sustantivara conceptualmente la idea de va-co, de inutilidad, de vanidad. Sin embargo, provisto del morfemacompulsivo ti, significa fracasar, resultar vano o intil. Su ant-nimo nel en cambio, con el sufijo li, conforma nominalmente el con-cepto verdad.

    Fonticamente muy cercanos, nen- lo vano y nel lo real, o nentiy nelti , respectivamente fracasar y realizarse algo manifiestan laoposicin entre la vanidad de lo que no es y la verdad de lo que es,entre la nada y el ser. En otras palabras la verdad indgena corres-ponde simplemente a lo que es, lo que hay mientras que el error, lointil, es lo que no es, lo que no hay, ms all de antagonismos lgi-cos entre verdad y no-verdad.

    En este mismo orden de ideas figura la oposicin entre yuhcyotl(yuhquyotl) que expresa el estado natural de las cosas, literalmente loque es as y ahyuhcyotl (ahyuhquyotl): el error, lo que no es as.

    El mes arquetpico de la cuenta de las veintenas Cempoallapohualli

    Si bien una aprehensin visual de las veintenas es difcil por la ausen-cia de documentos indgenas que las podran manifestar, la realidadcronolgica y su importancia ritual son indiscutibles.

    El mes rene a veinte signos que capturan en su red cronolgicala huidiza temporalidad. La cantidad de das que integran la unidadmensual del calendario anual: cempohualli veinte, pero tambin unacuenta, denota una micrototalidad con valor propio. Los meses(meztli) constitutivos del ao (xhuitl) perdieron, en el curso de la his-toria, su ndole selnica y adquirieron un carcter solar al pasar de29 das y fraccin (lunacin) a 20 das. En efecto, el exponente nu-mrico cempohualli (veinte) tiene un semantismo solar en la culturanhuatl prehispnica.

    La nocin de arquetipologa se revela importante en los con-textos calendricos indgenas en los que la combinacin de signos ynmeros determina una crono-loga especfica. La trecena, el mes,el ao o cualquier segmento de la duracin culturalmente definido,arquetpicos, son una primera unidad espacio-temporal de una secuen-cia cronolgica. Esta primera unidad calendrica tiene relaciones es-trechas con la duracin correspondiente y los fenmenos naturales que

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    ocurren en este lapso. Es una relacin motivada: el principio, el fin yla sucesin de los das dentro de la secuencia, cualquiera que sea sutenor cuantitativo tiene un semantismo propio. Una vez concluido elciclo, la secuencia se reinicia de manera arquetpica, restableciendoasimismo la relacin primordial entre lo cultural y lo natural.

    El primer mes, del primer ao, por lo tanto arquetpico, comien-za en el signo cipactli y termina en el signo xchitl.

    Esta disposicin podra no ser arbitraria y expresar simblicamentelas nociones respectivas de principio y fin de los ciclos agrcolas. Enefecto el saurio (cipactli) representa generalmente en la iconografanhuatl prehispnica, la raz de la planta en su entorno telrico-noc-turno mientras que la flor simboliza la culminacin de un ciclo el cualprecede, eventualmente, la cosecha del fruto o su cada (figura 10).

    Figura 10. Cdice Borgia , lmina 51 (detalle)

    El ao de 360 das, arquetpico (el primero), comenzar lgica-mente por un signo cipactli y terminar por un signo xchitl, diez yocho meses despus. La perfeccin del ciclo as configurado confierea los cinco das nemontemi un carcter de exclusin.

    Por otra parte, la homologa entre el mes y el ao da al primeroun tenor solar, agrcola, que no tena cuando su duracin correspon-da todava a un ciclo lunar. La instauracin de las veintenas, ademsde representar una adaptacin tecnolgica a los determinismos agrco-las del sedentarismo, manifest tambin, sin duda, un nuevo equili-brio religioso entre la luna y el sol.

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    El movimiento espacio-temporal correspondiente a veinte dasdeterminar asimismo una organizacin cardinal de la duracin porgrupos de cinco. A partir del signo cipactli, situado en el este, se iniciaun desplazamiento del espacio-tiempo el cual define a su vez la orien-tacin de los cuatro grupos de cinco das que componen el mes.

    Este (catl)1- cipactli5- catl9- atl

    13- catl17- ollin

    Norte (Tcpatl ) Sur (Tochtli)2- ehcatl 4- cuetzpalin6- miquiztli 8- tochtli

    10-itzcuintli Xiuhtecuhtli 12- malinalli14- oclotl 16- cozcacuauhtli18-tcpatl 20- xchitl

    Oeste (calli)3- calli7- mzatl

    11-ozomatli15-cuauhtli19-quihuitl

    Esta organizacin cardinotemporal de los das del mes apareceen distintos contextos iconogrficos que ataen generalmente a loscalendarios (figuras 11 y 12).

    Fig. 11. Cdice Fejrvary- Mayer, lm.1 (detalle). El este

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    La cantidad de veinte das permite una subdivisin tetralgica engrupos de cinco das los cuales se ven determinados por su paso porlos distintos puntos cardinales.

    EL CMPUTO DE LOS NEMONTEMI

    Que representen un simple mecanismo calendrico o que ataan aconvicciones religiosas profundas, la presencia de los nemontemi den-tro o fuera de la rueda calendrica plantea el problema de las moda-lidades de su cmputo. Dos posibilidades se presentan aqu:

    1) Los cinco das aciagos duran pero no se cuentan, y por lo tantoel ao siguiente comienza de nuevo con un signo cipactli.

    2) Son das que pertenecen al calendario y que se ven vaciados desu contenido religioso. En este caso, si bien no se toman en cuentalos signos que deberan de tener si no fueran nemontemi, s se cuen-tan, y el principio del ao siguiente comienza cinco das ms tarde,con el signo correspondiente al sexto da.

    En el primer caso, un exponente calendrico determinado corres-ponde siempre a una misma unidad de tiempo. En el segundo la re-lacin calendario/curso solar se desliza cada ao de cinco das sin queimplique un retraso en relacin con el tiempo real, ya que la modi-ficacin del referente calendrico no afecta la unidad de tiempo re-ferida.

    Fig. 12.Cdice Laud, lmina 14. El oeste

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    No se cuentan

    Si atendemos la descripcin que las fuentes dan de los nemontemi, s-tos podran haberse situado fuera de la rueda calendrica, constitu-yendo asimismo una duracin llana, vaca, desprovista de cualquiersignificado astrolgico, desamparada por los dioses.

    Es lo que sugiere la representacin de los nemontemi contenida enel manuscrito conocido como Cantares Mexicanos (figura 13).

    13 Cf. Cantares Mexicanos, f. 100r.

    Fig. 13. Cantares Mexicanos, f. 100r

    Colocados en este contexto despus de la veintena cuhuitl ehua,los das baldos constituyen una unidad cronolgica propia.

    En un ao que comienza por el signo cipactli, los cinco nemontemison respectivamente cipactli, ehcatl, calli, cuetzpallin, catl.

    Si la representacin del ao indgena plasmada en el Kalendariomexicano latino y castellano13 es exacta, los nemontemi se encuentran fue-ra del ciclo ya que el hecho de aducir un modelo cclico nico implicaque los aos y los meses comenzaban siempre por un mismo da, eneste caso cipactli.

    Ahora bien, es probable que la reduccin eidtica de la otredadcalendrica indgena al marco cognitivo espaol haya alterado susmecanismos propios desvirtundola totalmente. Basndose en el ca-lendario europeo, los recopiladores dieron un modelo nico, abso-luto, de cronologa, ignorando la movilidad de los mecanismosindgenas de registro del tiempo.

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    Sea lo que fuere una lectura del calendario tal y como se presen-ta en Cantares Mexicanos, en la obra de Durn, de Tovar, y de otroscronistas espaoles sugiere que las cuentas calendricas excluan losnemontemi del ciclo anual, dejando fluir el tiempo en vano durante5 das antes de iniciar con el signo cipactli el siguiente ciclo.

    Se cuentan

    Si, como lo hemos sugerido en un captulo anterior, los das nemontemino estn astrolgicamente amparados, se encuentran vaciados del con-tenido de sus signos, pero se integran a la sucesin calendrica de losdas, entonces no hay un solo modelo calendrico de las veintenas delao sino cuatro.

    Primer ao: catl caa

    Meses Principio y fin de los meses

    Cuhuitl ehua 1 cipactli 7 xchitlTlacaxipehualiztli 8 cipactli 1 xchitlTozoztontli 2 cipactli 8 xchitlHuey Tozoztli 9 cipactli 2 xchitlTxcatl 3 cipactli 9 xchitlEtzalcualiztli 10 cipactli 3 xchitlTecuilhuitontli 4 cipactli 10 xchitlHuey teculhuitl 11 cipactli 4 xchitlTlaxochimaco 5 cipactli 11 xchitlXcotl huetzi 12 cipactli 5 xchitlOchpaniztli 6 cipactli 12 xchitlTeotleco 13 cipactli 6 xchitlTepelhuitl 7 cipactli 13 xchitlQuecholli 1 cipactli 7 xchitlPanquetzaliztli 8 cipactli 1 xchitlAtemoztli 2 cipactli 8 xchitlTtitl 9 cipactli 2 xchitlIzcalli 3 cipactli 9 xchitl

    Los das nemontemi de este primer ao de un ciclo seran entonces lossiguientes:

    10 cipactli11 ehcatl

  • 167CEMPOALLAPOHUALLI. LA CRONO-LOGA DE LAS VEINTENAS

    12 calli13 cuetzpallin1 catl

    Una manifestacin iconogrfica de estos das nemontemi se puedeapreciar en la imagen antes considerada del folio 100r de CantaresMexicanos (figura 13).

    Pasando el ltimo da nemontemi, el primer mes del ao siguienteas como todos los dems, comienza con un da miquiztli muerte ytermina veinte das despus con un da 8 catl serpiente.

    Segundo ao: tcpatl pedernal

    Meses Principio y fin de los mesesCuhuitl ehua 2 miquiztli 8 catlTlacaxipehualiztli 9 miquiztli 2 catlTozoztontli 3 miquiztli 9 catlHuey Tozoztli 10 miquiztli 3 catlTxcatl 4 miquiztli 10 catlEtzalcualiztli 11 miquiztli 4 catlTecuilhuitontli 5 miquiztli 11 catlHuey teculhuitl 12 miquiztli 5 catlTlaxochimaco 6 miquiztli 12 catlXcotl huetzi 13 miquiztli 6 catlOchpaniztli 7 miquiztli 13 catlTeotleco 1 miquiztli 7 catlTepelhuitl 8 miquiztli 1 catlQuecholli 2 miquiztli 8 catlPanquetzaliztli 9 miquiztli 2 catlAtemoztli 3 miquiztli 9 catlTtitl 10 miquiztli 3 catlIzcalli 4 miquiztli 10 catl

    Los das nemontemi de este segundo ao sern:

    11 miquiztli12 mzatl13 tochtli1 atl2 itzcuintli

    El ltimo da nemontemi del segundo ao siendo itzcuintli, el pri-mer da del primer mes del tercer ao calli, as como de los diez ysiete meses restantes es ozomatli mono, mientras que el ltimo esitzcuintli perro.

  • 168 PATRICK JOHANSSON K.

    Tercer ao: calli casa

    Meses Principio y fin de los meses

    Cuhuitl ehua 3 ozomatli 9 itzcuintliTlacaxipehualiztli 10 ozomatli 3 itzcuintliTozoztontli 4 ozomatli 10 itzcuintliHuey tozoztli 11 ozomatli 4 itzcuintliTxcatl 5 ozomatli 11 itzcuintliEtzalcualiztli 12 ozomatli 5 itzcuintliTecuilhuitontli 6 ozomatli 12 itzcuintliHuey teculhuitl 13 ozomatli 6 itzcuintliTlaxochimaco 7 ozomatli 13 itzcuintliXcotl huetzi 1 ozomatli 7 itzcuintliOchpaniztli 8 ozomatli 1 itzcuintliTeotleco 2 ozomatli 8 itzcuintliTepelhuitl 9 ozomatli 2 itzcuintliQuecholli 3 ozomatli 9 itzcuintliPanquetzaliztli 10 ozomatli 3 itzcuintliAtemoztli 4 ozomatli 10 itzcuintliTtitl 11 ozomatli 4 itzcuintliIzcalli 5 ozomatli 11 itzcuintli

    Los das nemontemi de este tercer ao sern:

    12 ozomatli13 malinalli1 catl2 oclotl3 cuauhtli

    En cuanto al cuarto ao, tochtli, sus meses comienzan por un dacozcacuauhtli buitre y terminaban en cuauhtli aguila.

    Cuarto ao: tochtli conejo

    Meses Principio y fin de los meses

    Cuhuitl ehua 4 cozcacuauhtli 10 cuauhtliTlacaxipehualiztli 11 cozcacuauhtli 4 cuauhtliTozoztontli 5 cozcacuauhtli 11 cuauhtliHuey tozoztli 12 cozcacuauhtli 5 cuauhtliTxcatl 6 cozcacuauhtli 12 cuauhtliEtzalcualiztli 13 cozcacuauhtli 6 cuauhtliTecuilhuitontli 7 cozcacuauhtli 13 cuauhtliHuey teculhuitl 1 cozcacuauhtli 7 cuauhtli

  • 169CEMPOALLAPOHUALLI. LA CRONO-LOGA DE LAS VEINTENAS

    Tlaxochimaco 8 cozcacuauhtli 1 cuauhtliXcotl huetzi 2 cozcacuauhtli 8 cuauhtliOchpaniztli 9 cozcacuauhtli 2 cuauhtliTeotleco 3 cozcacuauhtli 9 cuauhtliTepelhuitl 10 cozcacuauhtli 3 cuauhtliQuecholli 4 cozcacuauhtli 10 cuauhtliPanquetzaliztli 11 cozcacuauhtli 4 cuauhtliAtemoztli 5 cozcacuauhtli 11 cuauhtliTtitl 12 cozcacuauhtli 5 cuauhtliIzcalli 6 cozcacuauhtli 12 cuauhtli

    Los das nemontemi de este cuarto ao sern:

    13 cozcacuauhtli1 ollin2 tcpatl3 quihuitl4 xchitl

    En este ltimo ao de un microciclo de cuatro aos, se agotan lasvariantes de principio y fin de los meses en cuanto a los signos (masno a los nmeros). El quinto ao, primero de otra serie de cuatroaos se inicia de nuevo con cipactli y termina con xchitl. Asimismo,los nemontemi vuelven a ser sucesivamente los mismos que los de losprimeros cuatro aos aunque con exponentes numricos distintos, esdecir que despus de cuatro aos, el esquema de las veintenas comien-za de nuevo sobre las mismas bases, razn por la cual en el mes izcallidel cuarto ao, se realizaba una fiesta solemne al dios del fuegoIxcozauhqui la cual representaba un regreso al centro gneo, y ten-da, entre otras cosas, a energetizar el siguiente microciclo de cua-tro aos.

    Despus de cuatro aos, la relacin del ao calendrico con el aotrpico se ha desfasado una veintena, es decir que el primer mescuhuitl ehua ocupa el tiempo-lugar que ocupaba el segundo mes tlaca-xipehualiztli, cuatro aos antes.

    Cada cuatro aos, se acentuaba el desfase por veintenas de talmanera que era necesario que pasaran 72 aos (18 4) para que elciclo calendrico y el ciclo trpico del tiempo indgena coincidierande nuevo como el primer da.

    Cabe recordar que el deslizamiento de los signos dentro del ca-lendario no implica, como en el caso del da bisiesto, una deriva conel tiempo real sino un cambio de posicin de las veintenas en rela-cin al espacio-tiempo trpico.

  • 170 PATRICK JOHANSSON K.

    Esta concepcin del calendario puede parecer extraa ya que sepierde, aparentemente, la correlacin con las estaciones y los fen-menos naturales. Hay, sin embargo, indicios que confirman esta cons-tante movilidad del tiempo calendrico en relacin con el tiempo real.

    LOS NEMONTEMI DEL SEGUNDO AO

    Si los nemontemi fueran siempre cipactli, ehcatl, calli, cuetzpalin, y catl,significara, como lo hemos sealado, que dichos das baldos no se in-tegraban a la cuenta y que los aos comenzaban siempre con el mismosigno (aunque con un exponente numrico distinto), y el mismo mes.

    Por el contrario, la presencia de otra serie de nemontemi bastarapara comprobar la hiptesis antes aducida de un desplazamiento delos das que componen los meses y, por ende, un desplazamiento de losmeses en relacin con el ao real.

    Ahora bien, creemos haber identificado una representaciniconogrfica de los nemontemi correspondiente al segundo ao de unasecuencia de cuatro aos.

    Anlisis iconogrfico de una probable representacin de das nemontemi

    Parte final de una microsecuencia pictrica, la imagen aqu analizadarepresenta un venado en posicin sedente de frente con las patasabiertas. En distintas partes de su cuerpo se encuentran repartidos losveinte signos del calendario indgena. (Figura 14).

    Figura 14. Cdice Borgia, lmina 53

  • 171CEMPOALLAPOHUALLI. LA CRONO-LOGA DE LAS VEINTENAS

    La microsecuencia a la que se integra, en posicin final, la lminadel Cdice Borgia aqu considerada representa un ciclo de veinte das conun texto pictrico cronolgicamente estructurado. Comienza en la partesuperior derecha de la lmina 49 con el signo malinalli hierba torci-da y termina con el signo ozomatli mono situado en la lmina 53 jus-to antes de la imagen final del venado portador de los das (figura 15).

    Otra imagen del mono se sita al centro del cuerpo del venadodonde parece relacionarse con la serie de cinco das que figura en unespacio blanco, rectangular y curvo. Por el tamao, esta representa-cin parece destacar de los dems signos que figuran sobre la piel delvenado.

    Organizados en trecenas o en veintenas, que conforman la cuentade los destinos tonalpohualli o la cuenta de los meses cempoalapohualli,estos signos simbolizan en trminos generales la temporalidad nhuatlculturalmente definida.

    El venado o la piel de venado en la que se inscriben los signosremite simblicamente al ao. En ciertos contextos pictogrficos elvenado parece ser el portador del ao,14 (figura 14).

    El signo del ao que cuelga de sus orejas (figura 16) parece con-firmar que el venado o su piel, representan grficamente un cicloanual de la duracin.

    Por otra parte la posicin semiextendida de las patas y su orien-tacin podra tambin determinar las cuatro regiones cardinales querecorre el sol en un ao.

    En cuanto a la posicin en cuclillas del animal, posicin que enotros contextos alude al parto, a la fecundidad, o al sexo,15 podrasimbolizar aqu el renacimiento cclico de los elementos naturales ypor tanto el ao.

    14 Cdice Borgia, lm. 33.15 Ibid., lm. 74.

    Figura 15. Cdice Borgia, lmina53 (detalle)

    Figura 16. Cdice Borgia , lmina 33(detalle)

  • 172 PATRICK JOHANSSON K.

    El cartucho de cinco das

    Entre los signos repartidos en distintas partes del cuerpo (o de la piel)del venado destacan, sin duda alguna, los signos miquiztli muerte,mzatl venado, tochtli conejo, atl agua e itzcuintli perro, den-tro de un espacio rectangular curvo sobre un fondo blanco que pare-ce ser el fondo mismo sobre el cual est pintado el venado.

    A qu corresponde esta serie de cinco das grficamente definida?Probablemente a los nemontemi del segundo ao. Trataremos fundamen-tar esta aseveracin mediante el anlisis del discurso pictogrfico quese manifiesta en la imagen as como a travs de la lgica calendricaque se perfila en ella.

    El acromatismo significativo del rectngulo

    Mediante el rasgo acromtico blanco se establece una relacinsintctica entre el rectngulo, la mariposa que rodea la boca y el fon-do sobre el cual se pinto la imagen. La forma de la mariposa es tpicade los seres infernales tzitzimime que habitan los espacios de la muertey ms especficamente el vaco del caos.

    Ms que el color blanco, la pigmentacin del rectngulo y la ma-riposa parecen ser el fondo y por tanto remitir al no-color , a la nada.

    La forma

    En trminos formales, el marco cuadrangular que encierra los cincodas mencionados, expresa la estabilizacin o inmovilizacin del tiem-po. Sin embargo, el hecho de que el rectngulo sea curvo, implica lacircularidad y por tanto el flujo del tiempo.

    Esta antinomia grfica entre una configuracin antidinmica comolo es el cuadrngulo y un formema que sugiere el movimiento: la cur-va, podra caracterizar pictricamente la apora cronolgica que cons-tituyen los nemontemi: tiempo que pasa en vano, temporalidad estrily nefasta que no entraa nada.

    Es interesante observar, por otro lado, que en la parte superior delcuadrngulo figura una franja amarilla cuyo trazo irregular parece ca-lificar como excrementicia, si lo comparamos con el tenor semiolgicode este trazo en otros contextos de este mismo cdice. Este hecho tien-de a corroborar el carcter vano de los das enmarcados.

  • 173CEMPOALLAPOHUALLI. LA CRONO-LOGA DE LAS VEINTENAS

    La colocacin del cartucho

    El cartucho que contiene, sobre un fondo blanco, los cinco das pro-bablemente nemontemi se encuentra colocado en el entrepiernas(maxactli) del venado, de rodilla a rodilla pasando por los muslos.

    Considerando que los nemontemi representan, de alguna manera,una encrucijada espacio-temporal, su posicin en la imagen podra seraltamente significativa.

    La colocacin del signo ozomatli mono

    Si el ltimo da de los cinco nemontemi es itzcuintli perro, el primerda del ao siguiente es ozomatli mono. Ahora bien, el mono se en-cuentra en la interseccin del eje catl-ehcatl caa-viento y malinalli-cipactli hierba torcida-lagarto. La ubicacin cntrica del signo monoparece determinar su importancia a la vez que su posicin en la partecncava del cuadrngulo de los nemontemi parece establecer una rela-cin sintctica visual de convergencia con stos ltimos.

    Los das del cartucho

    De acuerdo con la hiptesis antes emitida, la serie de das miquiztli,mzatl, tochtli, atl, itzcuintli, es decir muerte, venado, conejo,agua, perro, correspondera a los nemontemi del segundo ao deun grupo de cuatro aos. En este contexto, el tercer ao del cuatrienioiniciara con un da ozomatli.

    La imagen de una cada asociada a la representacin calendrica delvenado podra representar la atadura del siguiente. En efecto, el per-sonaje que desciende hacia las fauces del monstro nocturno, lleva unmxtlatl que podra simbolizar metafricamente dicha atadura. Sobre eleje vertical se encuentra el signo ozomatli primer da del siguiente ao.

    LAS CUATRO SERIES DE VEINTENAS EN L A IMAGEN DEL MUNDO

    Segn nuestro anlisis, como consecuencia del desplazamiento del ini-cio del primer mes del ao que implica el cmputo de los cinco dasbaldos, habra cuatro configuraciones mensuales de los aos:

    catl, el ao y los meses comienzan en un da cipactli y terminan en unda xchitl.

  • 174 PATRICK JOHANSSON K.

    Tcpat, el ao y los meses comienzan en un da miquiztli y terminan enun da catl.

    Calli, el ao y los meses comienzan en un da ozomatli y terminan enun da itzcuintli.

    Tochtli, el ao y los meses comienzan en cozcacuauhtli y terminan en unda cuauhtli.

    Ahora bien, esta configuracin mensual de los aos se encuentraplasmada en la imagen del espacio-tiempo indgena que provee la l-mina 1 del Cdice Fejrvry Mayer (figuras 17 y 18).

    En la parte ms estrecha de los trapecios que configuran las re-giones cardinales del mundo, en torno al centro, aparecen respecti-vamente, de derecha a izquierda:

    Al este: los das cipactli y xchitlAl norte: los das miquiztli y catlAl oeste: los das ozomatli e itzcuintliAl sur: los das cozcacuauhtli y cuauhtli

    Estos signos, que designan, segn lo hemos sugerido, el principio yel fin de las veintenas de cada ao, enmarcan a su vez el cuadrado dentrodel cual figura el dios del fuego y del ao Xiuhtecuhtli. Definen tam-bin un lado del trapecio correspondiente a cada regin cardinal.

    En la tetraloga cardino-temporal que ostenta la lmina I del C-dice Fejrvry Mayer, en torno al cuadrado central, se observan los cua-tro tipos de veintenas que caracterizan los cuatro aos de la cronologaindgena. Me parece esto una prueba fehaciente de que cada ao te-na su esquema propio de veintenas, con la carga simblico-religiosaque corresponda a su orientacin, y que la hiptesis que emitimosen este artculo, por extraa que parezca, es vlida ya que se infierede distintos textos pictricos indgenas.

    Por si esto fuera poco, otra imagen del espacio-tiempo, es de-cir, del mundo, corrobora lo antes mencionado. Se trata de la lmina24 del Cdice Laud (figura 19).

    En esta lmina se perciben claramente los veinticinco pequeoscrculos con el signo arquetpico del comienzo de cada mes y de cadaserie de nemontemi. En cuanto a los signos son respectivamente cipactlilagarto, miquiztli muerte, ozomatli mono y cozcacuauhtli buitre,es decir el primer da de los meses corrrespondientes a los aos catlcaa, tcpatl pedernal, calli casa, tochtli conejo, y de sus respec-tivas series de nemontemi.

  • 175CEMPOALLAPOHUALLI. LA CRONO-LOGA DE LAS VEINTENAS

    Fig.17. Cdice Fejrvary- Mayer, lm. 1

    Figura 18. Cdice Fejrvary-Mayer, lm. 1 (detalle)

  • 176 PATRICK JOHANSSON K.

    La presencia de los signos correspondientes a las veintenas pro-pias de cada ao en las imgenes del mundo parece confirmar el cam-bio en la posicin de las veintenas, cada cuatro aos, en relacin conel espacio-tiempo real y, consecuentemente un desfase entre las fies-tas correspondientes y los fenmenos naturales del ciclo.

    LA TETRALOGA ESPACIO-TEMPORAL

    La divisin del mundo habitado por el indgena nhuatl en cuatro re-giones espacio-temporales determin, en muchos aspectos, los ritmosde su existencia. En la cronologa, cuatro das, cuatro meses y cuatroaos representaban ciclos funcionales durante los cuales alguna acti-vidad lograba su maduracin temporal. Para dar tan slo un ejem-plo, las exequias duraban cuatro das antes de que el cuerpo fueraenterrado o cremado. La primera fase del duelo duraba tambin cua-tro das, la segunda cuatro meses y la tercera cuatro aos.16

    El hecho de que haya habido nicamente cuatro tipos de ao enla cronologa indgena confirma asimismo que el exponente numri-co 4 y la tetraloga que determina, en los ms variados contextos, esun nexo simblico de suma importancia en la temporalidad nhuatlprehispnica.

    Figura 19. Cdice Laud, lmina 24

    16 Cf. Johansson, Das de muertos en el mundo nhuatl prehispnico, en Estudiosde Cultura Nhuatl, 34, p. 167-203.

  • 177CEMPOALLAPOHUALLI. LA CRONO-LOGA DE LAS VEINTENAS

    Cada ao est vinculado con un punto cardinal especfico: catlcaa: este; tcpatl pedernal: norte; calli casa: oeste; tochtli cone-jo: sur. Es decir que despus de 4 aos, el tiempo regresa a un esta-do de comienzo ya que el quinto ao ser de nuevo un ao catl. Unafiesta al dios del fuego se realizaba cada cuatro aos para celebrar unfin de un microciclo y un nuevo comienzo.

    Este cuarto ao mataban muchos esclavos, como imgenes del dios delfuego, que llamaban Ixcozauhqui o Xiuhtecutli, y cada uno de ellos ibacon su mujer, que tambin haba de morir.

    Este cuarto ao, el ltimo da de este mes, en amaneciendo lleva-ban a los que haban de morir al cu donde los haban de matar; lasmujeres que haban de morir llevaban todas sus hatillos y todas sus al-hajas a cuestas, y los hombres lo mismo; los papeles con que haban demorir no los llevaban vestidos, mas llevbanselos uno delante, puestosen una trpoda, que era un globo que tena tres pies sobre que estaba(y) sera medio estado de alto esta trpoda; sobre el globo iban com-puestos estos papeles y colgados, y uno llevaba esta trpoda delante delmismo esclavo a quien se los haban de vestir y, llegando al cu dondehaban de morir, componanlos con sus papeles en la forma del diosIxcozauhqui, as a los hombres como a las mujeres, y por su ordensubanlos al cu.17

    Para lo que concierne a las veintenas, como lo vimos, existan cua-tro tipos de meses segn el ao. A los aos catl, correspondan losmeses cipactli-xchitl; a los aos tcpatl correspondan los meses miquiztli-catl; a los aos calli los meses ozomatli-itzcuintli; y a los aos tochtli co-rrespondan los meses que comenzaban por un da cozcacuauhtli yterminaban por un da cuauhtli. Despus de 4 aos, el esquema origi-nal cipactli-xchitl iniciaba de nuevo.

    4 aos: templo de Xiuhtecuhtli

    La asociacin del templo con el edificio o el monumento que lo defi-ne en trminos materiales, nos ha hecho olvidar que este espacio, con-sagrado por los hombres, implica tambin una dimensin temporal.18El templo, no es nicamente la materialidad que da cabida a lo sa-

    17 Sahagn, 1997, p. 152-153.18 En Roma, templum era un espacio imaginario delimitado en el cielo por el augur

    en el que se observaba acontecimientos, generalmente el vuelo de las aves que atravesabandicho espacio y cuyas modalidades de vuelo se interpretaban profticamente.

  • 178 PATRICK JOHANSSON K.

    grado sino tambin el tiempo que lo atraviesa y los hechos ocurridosen esta dimensin.

    El espaciotiempo mitolgicamente configurado mediante el sa-crificio de los dioses fue probablemente el primer templo de los pue-blos nahuas. De hecho, antes de que aparecieran el sol y la luna,protagonistas del movimiento espacio-temporal, los dioses reunidosen Teotihuacan haban estado esperando el amanecer existencial y, me-diante su movimiento giratorio (momalacachotinemi), haban definidoel espacio todava sin tiempo dentro del cual tena que surgir la luz.El templo Teocalli casa divina es ante todo un espacio-tiempo debi-damente circunscrito dentro del cual se manifiesta lo divino. En la es-pera del acontecimiento, los dioses interrogaban con la mirada estetemplo, este espacio-tiempo potencial (todava no manifiesto) paratratar de adivinar por donde iba a salir la luz helaca. Es interesanteconstatar que en nhuatl una convergencia lxica rene en un mismosignificante: tlacha, las nociones de observar y de esperar.

    La espera de los dioses constituye el tiempo potencial sin movimien-to, mientras que la mirada giratoria que anticipa dicho movimiento ba-rre y consagra sucesivamente el norte, el oeste, el sur, antes de que estagestacin cardinal del tiempo culmine con la salida del sol en el este, yla subsecuente aparicin de otro sol que pronto se volver luna.

    Este espacio-tiempo todava vacuo se consagr como templo cuan-do surgieron en el marco definido por la mirada giratoria y la esperade los dioses, Nanahuatzin y Tecuciztcatl, y cuando la ruptura de lagemelaridad inerme de los soles, propici el dinamismo antagnico-integrativo del sol y de la luna, de lo masculino y de lo femenino, dela existencia y de la muerte.

    El movimiento espacio-temporal y ms concretamente el curso delsol y de la luna, constituyen probablemente uno de los primeros tem-plos del Mxico precolombino. Es tambin muy probable que la pri-mera dimensin, la ms inmediatamente aprehensible, de este templofueran el da y la noche antes de que una observacin detenida delmovimiento cclico de los astros concibiera el ao, xhuitl , perodo du-rante el cual se realizan los cambios cosmolgicos de la naturaleza ydespus del cual, el mundo regresa a un mismo estado. Sin embargo,al estar vinculado cada ao con una regin cardinal especfica, ten-dran que pasar 4 aos para que se conformara el Templo espacio-temporal de Xiuhtecuhtli, el dios del fuego y del ao.

    Despus de este lapso, cada ao ha sido expuesto a la influenciacosmolgica de cada regin cardinal y las unidades espacio-tempora-les que integran los aos como lo son los meses y los das, incluyendolos das baldos nemontemi, recorrieron parte de un ciclo.

  • 179CEMPOALLAPOHUALLI. LA CRONO-LOGA DE LAS VEINTENAS

    Nauhyohuehue: el dios del fuego y del espacio-tiempo

    La tetraloga cardinal que hemos sealado como parte constitutiva delmovimiento espacio-temporal define el ao xhuitl y el templo de 4aos que configura. En efecto, el astro rey debe atravesar las cuatroregiones cardinales para completar su ciclo.

    Ahora bien, esta tetraloga parece estar directamente vinculadacon el fuego segn lo sugiere el hecho de que uno de los nombresdel dios del fuego es Nauhyohuehue, literalmente el anciano de loscuatro rumbos.19

    A partir del fuego cntrico, se expande mitolgicamente el mundoindgena hasta conformar una tetraloga espacio-temporal (figura 17).

    LA CRONO-LOGA DE L AS VEINTENASEN EL PENSAMIENTO NHUATL

    Al efectuarse dentro del ciclo, el desliz constante de las veintenas enrelacin con el ao trpico y los fenmenos naturales que determi-nan las estaciones no implica una prdida de das sino un cambio deposicin en el espacio-tiempo, a la vez que sugiere un dinamismo deltiempo. En funcin del esquema de cmputo antes considerado, cadaveintena recorre sucesivamente todos los espacios-tiempos del cicloestando asimismo expuesta a la influencia cardino-temporal de cadaregin del universo. El calendario 5 de Veytia permite visualizar elespacio-tiempo recorrido por cada una de las veintenas (figura 20).

    Si consideramos que cuhuitl ehua es el primer mes del primer aonhuatl, cada cuatro aos este mes ir cambiando de posicin hastahaber recorrido la totalidad del ciclo, despus de 72 aos (18 4).Lo mismo ocurre con cada uno de los 18 meses.

    Como en el caso del bisiesto, pero por razones distintas, este des-liz constante implica que las veintenas correspondan (con excepcindel ao arquetpico) a secuencias espacio-temporales siempre distin-tas del ao trpico. Esto plantea el problema de la correspondenciade las actividades rituales de cada mes con las estaciones y las activi-dades agrcolas del momento. Ahora bien, lo que puede parecer ex-trao para una mentalidad acostumbrada a una relacin fija entre eltiempo trpico y el calendario que lo refiere, podra constituir un ras-

    19 El vocablo nhuatl Nauhyohuehue se compone de la abstraccin conceptual del nu-meral nahui mediante el sufijo yo (nauhyo) que traducimos como cuatro rumbos paraevitar el cultismo tetraloga, ms el sustantivo huehue anciano.

  • 180 PATRICK JOHANSSON K.

    go singular del pensamiento indgena prehispnico. La no-coinciden-cia de los meses con el ao trpico, debido, en este caso, a una omi-sin voluntaria de un bisiesto es patente en varias culturas.

    Los egipcios partieron de consideraciones y de objetivos al inverso delos griegos. En vez de ordenar los aos en funcin del sol y los meses,los das segn la luna, tomaron una actitud propia. Quieren en efecto,que los sacrificios a los dioses se hagan, no en momentos fijos del aosino en todas las estaciones y que los regocijos de verano se hagan tam-bin en invierno, en otoo o en primavera.20

    20 Les gyptiens sont partis de considrations et dobjectifs inverses des Grecs. Aulieu de faire aller les annes daprs le soleil et les mois, les jours daprs la lune, ils ontpris un parti qui leur est propre. Ils veulent en effet que les sacrifices aux dieux se fassentnon pas des moments fixes de lanne mais en toutes saisons, et que les rjouissancesdt se fassent aussi en hiver, en automne ou au printemps. En Gminos. Introductin auxphenomnes, texte tabli et traduit par Germaine Aujac, Paris, Socit ddition Les belleslettres, 1975. Agradezco a Michel Graulich el haberme proporcionado esta fuente.

    Figura 20. Calendario 5 de Veytia

    En el contexto nhuatl prehispnico, la secuencia de las veintenascorrespondientes al ao arquetpico, el primero, corresponde a lasestaciones. Con el desliz de cinco das por ao, es decir de veinte dascada cuatro aos, las festividades especficas de cada mes pierden larelacin directa que podran haber tenido con las manifestaciones na-turales y los ritos de la veintena. Como en el caso de los egipcios, esprobable que las ceremonias correspondientes a ciertos perodos del

  • 181CEMPOALLAPOHUALLI. LA CRONO-LOGA DE LAS VEINTENAS

    ao se efectuaran tambin en otros y que, en el caso de los antiguosnahuas, ritos dirigidos al dios de la primavera Xipe Ttec, por ejem-plo, se realizaran tambin en invierno, segn el esquema establecidopara la primavera.

    Si esta rotacin de los meses del calendario en relacin con el aotrpico se confirma, la correspondencia con el calendario cristiano re-sulta aleatoria. En efecto, al desplazarse de veinte das cada cuatroao durante 72 aos, el mes del cempoallapohualli, corresponder a dis-tintas fechas del calendario cristiano. Esto explicara, que las fuentesdivergen en cuanto al primer mes del ao indgena.

    Michel Graulich seala, que algunos documentos, que l calificade escasos y a menudo inciertos,21 proponen izcalli, ttitl, atemoztli,panquetzaliztli, tlaxochimaco, etzalcualiztli, o huey tozoztli, como primeraveintena del ao.22 El mismo Graulich propone ochpaniztli como mesliminar del ao arquetpico.23

    Esta aparente disparidad en la informacin transmitida podra ra-dicar en el hecho de que, segn el momento histrico considerado, lasfechas del calendario cristiano diferan por razones antes aducidas.

    CADA 72 AOS: UNA ATADURA DE VEINTENAS?

    El microciclo de cuatro aos, verdadero templo de la temporalidadnhuatl constaba, como lo hemos visto, de 72 veintenas. El dios delfuego y seor del ao Xiuhtecuhtli, tambin llamado Nauhyohuehue,el viejo de los cuatro rumbos consagraba entonces un regreso alprincipio, y el inicio de un nuevo microciclo.

    Cada ocho aos, cuando coincidan 8 aos solares (365 das) y 5aos venusinos (584 das) se realizaba la fiesta atamalcualiztli que ce-lebraba el acontecimiento.

    La fiesta xiuhmolpilli atadura de aos durante la cual se renova-ba el fuego, se efectuaba cada 52 aos. Estos 52 ciclos solares de 360das coincidan con 72 ciclos de 260 das correspondientes al tonalpo-hualli. En cuanto al desliz de las veintenas cada cuatro aos, ste cul-minaba cuando cada uno de ellos haba ocupado todas las posicionesespacio-temporales del ciclo, es decir, despus de 72 aos.

    El completar este macrociclo de meses que constituan la cuentamxima de las veintenas cempoallapohualli podra haber sido la oca-

    21 Cf. Graulich, op. cit., p. 79.22 Ibid.23 Ibid.

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    sin de ceremonias y festejos semejantes a los que se realizaba cada 8aos. El hecho de que 72 aos solares correspondieran a 45 aosvenusinos sugiere lo anterior. Ninguna fuente, sin embargo, pareceatestiguarlo explcitamente.

    EL BISIESTO NHUATL: UNA HIPTESIS

    El hecho de que un da bisiesto no figure en el engranaje simblico-numrico de los calendarios nahuas conocidos no implica que no exis-tiera una correccin peridica que ajustara, en trminos cuantitativosabsolutos (no cclicos), la duracin del calendario y del ao trpico.En qu momento se haca esta correccin (si es que se haca)?

    Con base en lo anterior y aplicando el criterio indgena de movi-miento, emitimos la hiptesis de que una correccin se pudiera ha-ber efectuado al final de un macrociclo de 72 aos. En efecto, siconsideramos que cada 4 aos se perda un da y una pequea frac-cin, despus de 72 aos haba que recuperar aproximadamente 20das para que el calendario estuviera a la par del tiempo real. En estecontexto, la correccin hubiera consistido en saltarse un mes de vein-te das (que pasaba al final) para empezar el nuevo ciclo de 72 aoscon el siguiente. Si tomamos como ejemplo la atadura entre el pri-mer ciclo de 72 aos y el segundo: del ltimo mes izcalli se pasaba,quizs, al mes tlacaxipehualiztli saltndose el mes cuhuitl ehua, el cualvena entonces a ocupar la ltima posicin en la cronologa de lasveintenas. Cada 72 aos, el macrociclo comenzaba con un mes distin-to hasta que se cumplieran 1296 aos (72 18) despus de los cualesel macrociclo de 72 aos iniciaba de nuevo con cuhuitl ehua. Esto ex-plicara la divergencia que existe en las fuentes en relacin con el mesinicial de las veintenas.

    Cabe sealar a este respecto que en la versin de las veintenascontenidas en el manuscrito Cantares Mexicanos (folios 99v y 100r), losdas nemontemi figuran despus del mes cuhuitl ehua y no despus deizcalli. Esto podra indicar que esta versin del cempoallapohualli refe-ra el fin de un segundo macrociclo de 72 aos que hubiese comenza-do por tlacaxipehualiztli24 y que por lo tanto el primer mes del siguienteciclo de 72 aos (el tercero) empezara por tozoztontli y terminara entlacaxipehualiztli, con la colocacin de los nemontemi despus de estaveintena.

    24 El calendario contenido en dicho documento inicia de hecho con la veintenatlacaxipehualiztli.

  • 183CEMPOALLAPOHUALLI. LA CRONO-LOGA DE LAS VEINTENAS

    El contenido de este ltimo rubro es hipottico, derivado de unareflexin realizada a partir de datos e indicios encontrados en diver-sas fuentes, sobre los mecanismos calendricos de las veintenas. Su-giere otra perspectiva en la investigacin sobre el tema sin tener lapretensin de resolver el problema del da bisiesto (o bi-quinto), sies que ste hubiera existido ya que la necesidad de dicho bisiestocorresponde ms a un tiempo lineal absoluto, orientado hacia el fu-turo, que acumula cuantitativamente el tiempo y no sufre la prdidade una fraccin de la duracin. El tiempo indgena, en cambio, es c-clico, relativo, orientado hacia un futuro que reencuentra el pasa-do. En este contexto la prdida de tiempo trpico podra haber sidoirrelevante.

    CONCLUSIN

    La duracin culturalmente aprehendida y cautivada en una redcalendrica por los antiguos nahuas tuvo aspectos cuantitativos y cua-litativos. En lo que concierne a las veintenas, los mecanismos delcmputo de los das determinaban fechas tipolgicas de principio yfin que caracterizaban cada uno de los cuatro aos. Los indicios picto-grficos aqu considerados parecen confirmar las inferencias realiza-das a partir de una sucesin de das que incluan probablemente a losdas baldos nemontemi.

    La vacuidad astrolgica de los nemontemi se conjug con una ple-nitud cuantitativa ya que el tiempo no dejaba de correr (o de caer)durante estos cinco das, si bien era un tiempo vano.

    Adems de reforzar la idea de tetraloga, propia del pensamientocosmolgico indgena, el esquema arquetpico de principio y fin delas veintenas que pusimos en evidencia, tiene implicaciones importan-tes para la conceptualizacin del tiempo. En efecto, sugiere que la re-lacin de las veintenas con el tiempo real cambiaba constantementedurante un ciclo de 72 aos (18 perodos de 4 aos) y que cada una delas secuencias temporales de veinte das tena que ocupar cada unode los 18 segmentos del crculo imaginario definido por el ciclo.

    Dejamos muchos cabos sueltos, pero como lo indicamos en la parteliminar de este artculo, lo aqu expresado constituye una inferenciaconjetural realizada a partir de datos e indicios presentes en fuentesmanuscritas y documentos pictogrficos que no haban sido conside-rados hasta ahora y que podran ayudar a comprender mejor los me-canismos calendricos prehispnicos y la idea que los indgenas sehacan del tiempo.

  • 184 PATRICK JOHANSSON K.

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