CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA …€¦ · CATALOGACION DEL CENTRO DE DOCUMENTACION DEL...

download CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA …€¦ · CATALOGACION DEL CENTRO DE DOCUMENTACION DEL MINISTERIO DE DEFENSA ... «Las diapositivas que a continuación voy a mostr’arles

If you can't read please download the document

Transcript of CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA …€¦ · CATALOGACION DEL CENTRO DE DOCUMENTACION DEL...

  • CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA NACIONAL

    CUADERNOSde 63

    ESTRATEGIA

    INSTITUTO ESPAOL DE ESTUDIOS ESTRATGICOS

    Estudios de investigacin realizados porla Seccin de: Estrategia para la Defensa>

    LOS GRANDES MAESTROSDE LA ESTRATEGIA NUCLEARY ESPACIAL

    MINISTERIO DE DEFENSA

  • CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA NACIONAL

    LOS GRANDES MAESTROSDE LA ESTRATEGIA NUCLEARY ESPACIAL

    CUADERNOSde 63

    ESTRATEGIA

    INSTITUTO ESPAOL DE ESTUDIOS ESTRATGICOS

    Estudios de investigacin realizados porla Seccin de: Estrategia para la Defensa

    Diciembre, 1993

  • CATALOGACION DEL CENTRO DE DOCUMENTACIONDEL MINISTERIO DE DEFENSA

    Los GRANDES maestros de la estrategia nuclear yespacial / Instituto Espaol de Estudios Estratgicos,estudios de investigacin realizados por la Seccin deEstrategia para la Defensa. [Madrid] : Ministerio deDefensa, Secretara General Tcnica, 1 993. 1 73 p. ; 24cm. (Cuadernos de estrategia 63)Precede al tt.: Centro Superior de Estudios de la DefensaNacionalNIPO 076-93-055-8. D.L. M. 101 09-1 994ISBN 84-7823-287-7.1. Instituto Espaol de Estudios Estratgicos. Seccin deEstrategia para la Defensa. II. Centro Superior deEstudios de la Defensa Nacional (Madrid) III. Espaa.Ministerio de Defensa. Secretara General Tcnica, ed.IV. Serie.

    .. .. ..

    Edita: MINISTERIO DE DEFENSA

    Secretara General Tcnica

    NIPO: 076-93-055-8

    ISBN: 84-7823-287-7Depsito Legal: M-1 01 09-1 994

    IMPRIME: Imprenta Ministerio de Defensa

  • C E S E D E N Instituto Espaol de EstudiosEstratgicos

    SECCIN DE: ESTRATEGIA PARA LA DEFENSAGrupo de Trabajo nmero 9

    LOS GRANDES MAESTROSDE LA ESTRATEGIA NUCLEAR Y ESPACIAL

  • NDICE

    Pgina

    INTRODUCCIN9Por Barsen Garca-Lpez Rengel

    Captulo / -

    UN ESTRATEGA FRANCS: ANDR BEAUFRE (1902-1 975)17Por Jos Antonio Ibez Garca

    Captulo li

    LA DISUASIN CON MEDIOS NUCLEARES: PIERRE M. GALLOIS. 57

    Por Domingo Galdn Domenech

    Captulo /1/

    LA ESTRATEGIA NUCLEAR NORTEAMERICANA83Por Luis Izquierdo Echevarra y Fernando Dvara Rodrguez

    Anexo primero. La escalera de Khan11 3Anexo segundo. GPALS (Global Protection Against Limited Strikes) 1 22

  • Captulo IV

    UN ESTRETEGA SOVITICO: MARISCAL V. D. SOKOLOVSKY .... 133Por Ramn Blanco Rodrguez

    CONSIDERACIONES FINALES163Por Barsen Garca-Lpez Rengel

    COMPOSICIN DEL GRUPO DE TRABAJO173

  • INTRODUCCIN

  • INTRODUCCIN

    Por BARSEN GARCA-LPEZ RENGEL

    Es extremadamente complicado y difcil ajustarse a/tema elegido sin caeren una simplificacin que desvirte la importancia de una materia tan actualcomo es el de la estrategia nuclear y espacial, que han llegado a ser elorgien de una evolucin en los usos y costumbres no slo en relacin conla estrategia operativa, sobre la que ha influido de una manera espectacular,sino que adems ha transformado, al mismo tiempo y con la misma o mayorimportancia, al resto de las estrategias que van desde la global a la militar.

    Tampoco es oportuno ni conveniente en funcin del objetivo que se trata delograr con estos trabajos, que son de una extensin limitada, alargar el temahasta incluir en l a todos los tratadistas que han estudiado esta nuevamodalidad de la estrategia, que por ser de actualidad manifiesta todava,siguen escribiendo sobre su problemtica los autores tradicionales de laestrategia, y al mismo tiempo continan apareciendo nuevos tratadistas consus publicaciones en forma de libros o, lo que es ms frecuente, conartculos en los que exponen sus ideas, o en forma de conferencias endiversos estamentos. Esto complica el seguimiento de sus ideas que vanpoco a poco aumentando de volumen en espera de su posterior recopilacinen publicaciones ms permanentes.

    Hay que aadir a estos problemas otro no menos importante como es el quealgunos de los aspectos de la guerra nuclear, y ms an en e/tema espacial,estn clasificados como confidenciales, y por tanto quedando gran nmerode publicaciones fuera del alcance de los que tratan de investigar en temasque abarcan los aspectos estratgicos, tanto el nuclear como el espacial.

    11

  • Teniendo en cuenta estas consideraciones y con la vista puesta en elob] etivo que se quiere alcanzar, que no es ms que intentar la divulgacin deestas ideas sobre estrategia, ya que por su actualidad, en muchasocasiones no ha sido fcil hacer llegar su conocimiento a todos losinteresados en e/tema, tratamos de hacerlo de una forma fcil y sencilla,para que, en una publicacin antolgica, pueda servir de orientacin paraaquellos que quieran posteriormente hacer un estudio ms profundo.

    Otro factor que se ha considerado ha sido la no interpretacin personal, convisin propia, del que se ha encargado del estudio de cada uno de lostratadistas integrados en este trabajo, limitndolo a la recopilacin de lasideas fundamentales que cada uno de los estrategas han expresado en susobras. Para ello se ha hecho una seleccin de los apartados que se piensareflejan mejor y, de una forma ms fidedigna, sus ideas ms importantes, afin de que, resumidas as puedan servir para conocer el pensamiento bsicopor ellos expresado.

    No se trata, por tanto, de plagiar unos temas tan importantes; por el contrario,dar facilidades para que sean conocidos inicia/mente por aquellos que nohan tenido la oportunidad de leer lo que han escrito estos autores y qusirvan de estmulo para llevar/es hacia el estudio de la estrategia nuclear yespacial, sin cambiar en nada las ideas expresadas por los que trataron eltema y para que puedan llegar al corazn del problema al mostrarles elmejor camino para seguir en la pro fundizacin posterior.

    Los diferentes trabajos que componen este tema han sido seleccionadossiguiendo un criterio con el que se quiere reflejar la idea del ttulo: Losgrandes maestros de la estrategia nuclear y espacial.

    Este criterio ha consistido en buscar los maestros ms representativos deestas teoras en cada una de las zonas con mayor impacto por la posesinde armas nucleares y por su presencia en el espacio exterior; para ello, enla seleccin se escogi a los maestros estrategas ms emblemticos enzonas nacionales, territoriales o de los bloques, y as se lleg a la eleccinde Sokolovsky como representante del antiguo bloque sovitico, porconsiderar su obra como la ms importante entre los autores de ese bloque,en el que todas las naciones siguen una misma pauta en los usosestratgicos del arma nuclear y del espacio.

    No ocurre lo mismo con el bloque occidental, en el que no puede hablarsede una doctrina nuclear nica, sino de una doctrina norteamericana, otrainglesa con grandes afinidades con la anterior, y por ltimo otra francesa,con unas peculiaridades propias diferentes a la americana.

    12

  • No se ha tenido en cuenta a las otras naciones nucleares, como es el casode China, al no tener autores conocidos que hayan podido tratar este te-o al menos por no existir publicaciones traducidas a los idiomas occidentales.

    En cuanto al caso norteamericano, an cuando la estrategia nacional puedeconsiderarse una sola, s existen diferentes teoras repartidas entre grannmero de autores, por lo que se ha buscado una forma de presentar eltema, con sus diferentes versiones, en un captulo de tratamiento conjunto;constituye una seleccin de lo ms representativo de cada uno de losautores fundamentales, incluyendo a. algunos, como es el caso deAbrahmson, del que hay pocas obras publicadas, al menos de libredivulgacin, y que por el contrario tiene publicados diversos artculos de unaimportancia clave en el campo nuclear, y sobretodo en el espacial en el quees uno de los ms claros exponentes del programa que se conoce como laguerra de las galaxias o la Iniciativa de Defensa Estratgica (SDI), que pors sola tiene una gran importancia en el campo de la estrategia espacial.

    Otro caso especial es el de Francia, con dos autores seleccionados por sudestacada presencia en la estrategia nuclear: Beaufre y Gallois, dosmaestros en la materia, con planteamientos a veces coincidentes, pero conun enfo que diferenciado quizs por sus orgenes militares, el primero comogeneral del Ejrcito de Tierra y el segundo perteneciente, con el grado degeneral, al Ejrcito del Aire: es importante destacar esta diferencia, as comoel espfritu matemtico de Gallois, que le lleva a soluciones que l mismocalifica como razonar a lo Descartes en la resolucin de los probimas quepresenta el hecho nuclear, desmenuzndolos hasta sus ltimas consecuencias. Hay que aadir adems su tratamiento del tema espacial con unamentalidad europea, como ocurre en su libro: La guerra de los ciensegundos.

    Se debiera haber incluido tambin al general Poirier, que cola bor en sustrabajos con Gallois; o quizs al mismo general De Gaulle, aunque sobreeste ltimo influy en gran manera Gallois; como l mismo contaba en laconferencia dictada en el CESEDEN:

    Las diapositivas que a continuacin voy a mostrarles tienen e! mrito deque fueron presentadas hace algunos aos al general De Gaulle paraexponerle estas cuestiones y tuvieron, supongo, influencia en lasdecisiones polticas que adopt.

    Estas decisiones polticas, a las que se refera Gallois, eran ha-da menosque las que llevaron a Francia a convertirse en potencia nuclear, y, segn

    13

  • algunos comentaristas, fue precisamente esta intervencin la que llev alpresidente francs a tomar aquella decisin tan trascendental.

    Esta justificacin para incluir a Gallois, adems del general Beaufre, pareceacertada, an cuando este ltimo ya es por s solo suficiente pararepresentar las teoras europeas, y creemos igualmente que, con el estudiode los dos, queda bastante completo el trabajo, an dejando en la cuneta aun Poirier, que algunos han calificado como el padre de la estrategianuclear.

    Los britnicos, en parte, quedan englobados en el estudio de los norteamericanos, grupo al que parecen ms afines que a un modelo estratgicoeuropeo, como es el caso de los franceses.

    Los trabajos efectuados de una forma independiente, por cada uno de loscomponentes de este grupo de trabajo, han sido elegidos por cada autor,dentro de los planteamientos expresados anteriormente y de acuerdo consus preferencias, o en algn caso, por una mayor facilidad de medios parael estudio del maestro elegido.

    Repito que se da por sentado e/tratamiento limitado que se incluye en e!con texto de cada trabajo, por e/tope impuesto a su extensin y en bien deuna mayor amenidad. Lo mismo ocurre con la no inclusin de un mayornmero de autores relacionados con el tema tratado.

    De todas formas, esperamos que este primer trabajo sobre el tema nucleary espacial, sirva de estmulo para aquellos que por primera vez entren encontacto con este apasionante estudio y les ayude a encontrar una fcil guade trabajo.

    Des graciadamente, no son demasiados los que han pensado divulgar lo quesignifica la estrategia atmica y del espacio y el empleo de esas armas enuna posible pero afortunadamente poco probable guerra nuclear, ya quecomo tambin dijo Gallois en el CESEDEN:

    Recordarn que el seor Thiers dijo Podis hacer todo con lasbayonetas, excepto sentaros encima. Pues bien, el tomo es todo locontrario; un Estado slo puede hacer con l una cosa: sentarse encima.Cuando est sentado en su stock nuclear, sus relaciones vitales resultanprotegidas en el sentido real y en el figurado, pero no posee losinstrumentos de una poltica exterior eventualmente basada en lafuerza....

    Efectivamente, la paz que ha gozado el Mundo desde que por primera vez,y nicamente en ds ocasiones en el ao 1945, se hizo uso de las armas

    14

  • nucleares hasta hoy, ha sido motivada por la disuacin que produjo e/terrora los efectos de estas armas de destruccin masiva.

    Esperemos que, despus de la desaparicin del enfrentamiento entre losdos grandes bloques, siga siendo vlida esta teora.

    Y para entenderlo mejor confiamos que sirvan estos trabajos sobre: Losgrandes maestros de la estrategia nuclear y espacial.

    EL COORDINADOR DEL GRUPO DE TRABAJO

    15

  • CAPTULO PRIMERO

    UN ESTRATEGA FRANCS: ANDR BEAUFRE(1902-1975)

  • UN ESTRATEGA FRANCS: ANDR BEAUFRE(1902-1975)

    Por Jos ANTONIO IBEZ GARCA

    Entorno y personalidad

    El mbito en que histricamente fueron modelndose las doctrinasestratgicas, debi ser necesariamente activo ante los cambios siemprecontinuados de los factores internos de cada nacin, su situacin poltica yeconmica, su entorno exterior y la evolucin, casi nunca rpida, de losmedios de combate. La aparicin del motor impuls tan notablemente latecnologa de armamentos que forz a acelerar y actualizar la elaboracinde las doctrinas estratgicas. Sinembargo, fue la brusca presentacin de losexplosivos nucleares con su naturaleza dinmica y su imponente poderdestructor quien oblig, no slo a un replanteamiento de las doctrinasestratgicas, sino incluso a un nuevo pensamiento de la estrategia generaly hasta de los conceptos filosficos de guerra y paz.

    Paralelamente a la elaboracin de las doctrinas, y sirvindolas de apoyo,tradicionalmente el arte militar se bas en el anlisis de pasadas campaas,empleo de los armamentos, examen de maniobras originales, y sobre todoen contrastar los resultados victoriosos o desfavorables de dos adversariosenfrentados en acciones ofensivas y defensivas. Pero el arma atmica, al nopoder emplearse en defender (salvo limitadas situaciones tcticas) y s slopara atacar, destruir o aniquilar, casi siempre sin haber llegado a emplearla maniobra, pareca romper todos los esquemas militares anteriores yaparent que las explosiones nucleares finalizaran por hacer la guerra

    19

  • menos militar, la estrategia ms general y el arte blico totalmenteesquemtico.

    Aparecieron las nociones de: Capacidad nuclear, como cantidad y clase de potencia que posea una

    nacin. Invulnerabilidad, suficiencia para resistir ataques previos. Credibilidad, o convencimiento de empleo por el enemigo potencial.

    Las doctrinas estratgicas fueron pasando por diversas fases a medida quela potencia, nmero, precisin y radio de accin aumentaba: desde larepresalia masiva a la equivalencia esencial se pas por la respuestaflexible con destruccin mutua asegurada o la suficiencia estratgica,estas ltmas correspondiendo a lo que podramos llamar estrategia deequilibrio o compensacin.

    Sin embargo a lo largo de todo este camino se fue produciendo la certeza deque la mayor utilidad de tales armas era el evitar que otros pudieran usarlascontra el que las poseyera. Por tanto, aunque prevaleci la idea original deque la guerra y la paz no obecedan ya a los esquemas clsicos anterioresa su aparicin, se comprendi tambin que no pareca verosmil el evitargran parte de las acciones hostiles contra un pas solamente por la amenazade represalias nucleares. Naci el concepto disuasin, en su sentido msamplio, como garanta de impedir al adversario tomar la decisin de emplearsus medios nucleares; y la anttesis accin-disuasin rompi todos losesquemas estratgicos anteriores produciendo un vaco terico difcil decomprender.

    Para explicar, metodizar y sobre todo racionalizar estos fenmenosnuevos,haca falta un pensador que explorara el indito campo nuclear, yproporcionara un esquema terico original. Esto es, una estructura en quecupiera tanto el mundo nuclear como el no nuclear y ordenara los cambiosque pueden producirse en un sistema extremadamente dinmico. En suma,encontrar una nueva estrategia que aunara la accin con la disuacin.

    Este fue el gran reto con que se enfrent Andr Beaufre; el desafo que seimpuso a s mismo. Esta fue la gran victoria que obtuvo ya con su primerlibro: Introduccin a la estrategia, logrando lo que no haba conseguidoanteriormente ningn tratadista de este tema: convertir en pocos aos unaobra general en un texto clsico; en un autntico manual de imprescindibleestudio y consulta para cualquier militar o civil que quiera penetrar conhondura en el conocimiento del campo estratgico. Sin embargo, este tratadono represent ms que un primer ensayo de lo que posteriormente

    20

  • concretara en: Disuasin y estrategia y rematara con: Estrategia de laaccin. Es particularmente esta triloga la que ha colocado a Beaufre a lacabeza de los pensadores contemporneos y la que ha marcado un hitohistrico en el entendimiento del cada vez ms complejo mundo de lasteoras estratgicas.

    El 25 de enero del ao 1902 nace en Neuilly, Andr Beaufre. Su entornofamiliar y escolar en que se palpa da a da el amor a Francia, le lleva conslo 16 aos a participar en la Primera Guerra Mundial como voluntario enla LXXXV Divisin de Infantera del Ejrcito de Estados Unidos, Unidad enque realiz funciones de intrprete. Fue all donde comenz a conocer lagrandeza y a la vez el egosmo de la gran nacin americana. As lo reconoceen el prefacio a su libro: LOTAN et LEurope, cuando se dirige a sus amigosnorteamericanos:

    Se advierte la necesidad de que nos ayudis a hacer la Europa. No unaEuropa que sea una mala copia de Estados Unidos; una Europaconstruida sobre los datos originales de nuestra larga historia. Nosotrosos hemos ayudado a nacer y por dos veces vosotros nos habis ayudadoa sobrevivir: nadie est libre de deuda. Es cierto que poco se puede haceren el Mundo actual sin Estados Unidos, pero igualmente Estados Unidostiene necesidad de Europa, elemento esencial del equilibrio mundial. Esuna exigencia d.el desarrollo comn de nuestra civilizacin.

    Finalizada la Primera Guerra Mundial continu sus estudios civiles hasta queen el ao 1 922 ingres en el Colegio Militar de Saint-Cyr. Es all en aquelCentro, a la vez duro y romntico, donde aprende que el sacrificio es lamoneda que paga el salario militar; que el servicio es la nica razn deexistencia, y que la preparacin fsica e intelectual ha de ser labor cotidianaen todos los momentos, destinos y trances. Pero tambin se da cuenta deque la enseanza militar francesa tiene enormes lagunas en varias de susdisciplinas bsicas como son la estrategia, la tctica y la poltica. Ello le hacereflexionar sobre los males que corroen la docencia castrense francesa ypensar sobre posibles remedios que la revitalicen. Es la poca juvenil delestudio, las esperanzas y las ilusiones.

    Ya oficial de Infantera es destinado voluntario al V Regimiento de Tiradoresde base en Argel. Con esta Unidad participa en varias acciones de guerra yes herido de gravedad. Sus dotes de mando, inteligencia, serenidad yreposado valor ante el enemigo le hacen acreedor a la Cruz Militar y a trescitaciones por servicios distinguidos. Estos hechos blicos ponen demanifiesto al joven subalterno que el Ejrcito colonial francs no estinstruido ni pertrechado como creen hacer ver los informes oficiales.

    21

  • Simultaneando sus estudios en la Escuela de Guerra con cursos libres deCiencias Polticas, Beaufre consigue el diploma de Estado Mayor. En susMemorias hace balance de este perodo y destaca la aberrante doctrina quepropugna este Organismo, anclado en los anlisis de la guerra 191 4-1 91 8,sin tener en cuenta el enorme avance de la tecnologa de armamentos ymedios de transporte, las divergencias entre a poltica francesa y laorganizacin de su Ejrcito, y sobre ello el conformismo nacional ante talsituacin de inmovilismo militar.

    Destinado al Estado Mayor del Ejrcito, mandado por el general MauriceGamelin, sufre un tremendo golpe emocional al darse cuenta desde estedestino, lugar directriz del Ejrcito, de las tensiones polticas que debilitan ala institucin, la lentitud burocrtica y el formulismo que matan la iniciativa,as como de la carencia de programas de material y armamento y, sobretodo, la carencia total y absoluta de imaginacin para afrontar los gravesproblemas que se avecinaban.

    Es en este momento en que nace su voluntad de escritor, al principio paradar suelta a esa torrente de frustraciones que le hacen vivir el entorno de sudestino, despus como muestra de inquietud intelectual y patriotismo.Finalmente como manifestacin de su pensamiento filosfico, estratgico ytctico producto de unas etapas de asimilacin y reflexin.

    Tras un corto perodo de mando como capitn en el Regimiento de TiradoresMarroques, donde compagina la satisfaccin del mando con su nacienteaficin literaria, es destinado al Estado Mayor del Cuartel General delEjrcito. All vivi el principio de la guerra del ao 1 940 y desde el interior delCentro de Decisiones pudo darse cuenta de los errores organizativos, loobsoleto de as concepciones estratgicas y tcticas y de los innumerablesfactores negativos que llevaron al Ejrcito francs al gran desastre del mesde junio.

    A finales del ao 1940 lleg a Argelia como secretario permanente de laDefensa Nacional y, aparte de sus tareas oficiales, se dedic a laorganizacin de la defensa norafricana. Sus contactos con elementos de laresistencia en la Francia ocupada y con britnicos y americanos provocaronsu detencin en mayo del ao 1 941. Permaneci en prisin hasta noviembrede aquel ao, quedando provisionalmente separado del servicio. Aprovechestos meses, de forzada inactividad profesional, para ordenar y recopilardocumentacin sobre el conflicto en curso y comparar el desarrollo de lasvictoriosas batallas alemanas con las normas de la estrategia y tcticavigentes para el Ejrcito francs. En esos das, su mente comenz a fraguarlos conceptos bsicos de su futura obra: Introduccin a la estrategia.

    22

  • Desde su destino en el Estado Mayor de la Divisin de Marsella continucada vez con ms ahnco su vinculacin a la resistencia y su colaboracincon britnicos y americanos; hasta el punto de que el da 7 de noviembre,trasladado en submarino e hidroavin, arrib a Argel va Gibraltar,comenzando una etapa de organizacin del Ejrcito francs que luch por larecuperacin de su pas, y manteniendo intenssimos lazos con losrepresentantes militares americanos, a los que lleg a conocer profundamente.Este conocimiento luego le servira de base para justificar y animar la salidafrancesa de la OTAN.

    Tom parte activa en las campaas de Tnez, Crcega, Italia y desde marzodel ao 1 945 como jefe de operaciones del 1 Ejrcito francs, actu en todasas acciones importantes que esta Gran Unidad desarroll en Alemania yFrancia.

    Finalizada la Segunda Guerra europea no acabaron las actividades blicasde Beaufre ya que Iuch en Indochina y destac como jefe de una de lascolumnas en el alto Tonkin. En el escenario indochino, ya como general debrigada, fue poco despus jefe de operaciones del general De Lattre deTassigny.

    A su regreso a Europa actu como jefe del Grupo de Estudios TcticosInteraliado de las fuerzas de la OTAN.

    En el ao 1 956, con el grado de general de divisin, mand el CuerpoExpedicionario francs que en una brillante y rpida campaa derrota alEjrcito egipcio, pero ve como la presin de Estados Unidos y la URSSimponen un alto el fuego a su victoriosa campaa. Esta obligada parada dela expedicin a Suez le acrecentar su creencia de que slo una nacin quetenga un poder disuasorio sobre las dems est en condiciones de realizaruna autntica poltica de fuerza. Por otro lado sus sentimientos de patriota yde compaero se sienten heridos hasta lo ms profundo de su alma. As loexpresa claramente en el libro: Lexpedition de Suez:

    A otras preocupaciones se juntaban las que me causaban la moral demis cuadros, terriblemente afectados por nuestro fracaso que ellos noentendan. Para estos oficiales de elite, la prueba fue demasiado fuerte yles quedar un fuerte traumatismo que luego explicar en buena parte loque despus ocurrir en Argelia.

    Sobre este tema reincide en numerosas ocasiones a lo largo de su obra. Porejemplo en: Disuasin y estrategia:

    por no comprender las reglas nuevas, demasiado contradictorias,conjeturales y cambiantes, se ha buscado refugio tan pronto en la gran

    23

  • ilusin del desarme como en la abdicacin de nuestra seguridad enmanos de Estados Unidos. El mismo Ejrcito, dolido por sus amargasexperiencias de Indochina y Argelia, padece una especie de desaznintelectual que corre el riesgo de hacerle perder el sentido de la utilidadde sus tareas cotidianas.

    Beaufre fue ascendido en el ao 1 957 a general de Cuerpo de Ejrcito yposteriormente designado jefe de Logstica y Administracin del EstadoMayor del Comando Supremo de las Fuerzas de la OTAN hasta el ao 1 960en que logr la mxima jerarqua en tiempo de paz del Ejrcito francs. Eneste empleo fue destinado jefe de la delegacin francesa en el GrupoPermanente de la OTAN hasta su retiro en el ao 1962 cuando cumpli laedad reglamentaria.

    En el ao 1962 al retirarse del servicio activo funda y dirige el Instituto deEstudios Estratgicos de Francia. Contina investigando, reflexionando,estudiando y dando a la luz sus inquietudes intelectuales en el orden de laestrategia, la poltica, la guerra revolucionaria y la racionalizacin delporvenir en base a un progresismo idealista construido sobre un mtodoriguroso.

    Su biografa, como dice Liddell-Hart, muestra tan extraordinaria variedad deexperiencias que dio al pensador Beaufre un cmulo excepcional dereflexiones para estudiar la concepcin y aplicacin de la estrategia asituaciones y operaciones reales. Por ello su obra: introduccin a laestrategia, es en realidad el tratado sobre este tema ms completo, mscuidadosamente formulado y puesto al da que haya sido publicado en eltranscurso de esta generacin. En muchos aspectos supera a todos lostratados anteriores.

    Pero Beaufre no se conform, en aquel su primer libro, con mostrar que laestrategia nunca es una doctrina nica sino un arte de escoger oportunamenteentre las diversas doctrinas y los procedimientos posibles, y por ello trat dedefinir y metodizar los principales problemas de la estrategia contempornea:la estrategia atmica y la estrategia indirecta, en busca siempre de unaestrategia total.

    La solucin a aquellas dos cuestiones la busca en sus obras siguientes:Disuasin y estrategia y Estrategia de la accin. En la primera explora lasleyes de la disuasin mediante un anlisis del fenmeno, indagando laexistencia de una verdad estratgica objetiva desligada de toda consideracinde oportunidad, llegando a la conclusin de que en la contradiccinbeneficio-riesgo est la razn de la paz estable.

    24

  • En Estrategia de la accin completa su concepcin de la estrategia total. Deforma ordenada y sistemtica estudia los caracteres de la accin, la relacinentre los elementos que la integran, establece las lneas de la maniobra,realiza el estudio histrico, la psicologa y mecnica de la accin,diseccionando la estrategia total y el plan de accin, tanto en el mododirecto como en el indirecto. Llega a la conclusin de que la estrategia totalque se impone a nuestra poca no es algo militar sino una tcnicagubernamental para hacer posibles los objetivos polticos.

    Los tres libros: Introduccin a la estrategia, Disuasin y estrategia yEstrategia de la accin, aunque independientes entre s, forman un todocoherente e integran la unidad de una teora de la estrategia total queobligue a adoptar los recursos superiores del Estado y permita reemplazar elconcepto actualmente sobrepasado de Defensa Nacional. Para ello se vela necesidad de una osmosis constante entre la poltica y la estrategia total;la primera gobernando y trazando el cuadro en el cual a estrategia buscarsus soluciones; la segunda, ayudando a la poltica a establecer sudiagnstico, a partir de un mtodo riguroso y del conocimiento de lasposibilidades estratgicas.

    Su visin de la eslLrategia

    El Beaufre militar, tctico, organizador, estratega, pensador, cuando se ponea escribir es ante todo un pedagogo que explica, razona, metodiza y sobretodo expone con simple naturalidad los problemas ms complicados, lostemas ms arduos, las teoras ms complejas. Leyndole, la estrategia totalse desvela a nuestros ojos con una brillante claridad siempre matizada porel trmino justo, la idea precisa, el concepto claro. De este Beaufre educadorvamos a transcribir su pensamiento estratgico, haciendo, por la ndole deltrabajo, un especial hincapi en la faceta nuclear.

    La estrategia no debe ser una doctrina nica, sino un mtodo de pensamiento que permita clasificar y jerarquizar los acontecimientos paraluego escoger los procedimietos ms eficaces. Cuando actualmente laguerra ha llegado a sr abiertamente total, simultaneando todos los mbitos:poltico, conmico, diplomtico y militar, no puede existir sino unaestrategia total. Ello plantea con agudeza el problema entre la poltica y laestrategia y permite comprender mejor el espacio propio de cada una.Tambin resalta de forma contundente que la estrategia no puede ser sloel feudo de los militares, y veo en esta conclusin indudables ventajas,porque cuando la estrategia haya perdido su carcter esotrico y especializado, podr convertirse en lo que son las restantes disciplinas, y en lo que

    25

  • debera haber sido siempre: un cuerpo de conocimientos acumulativos quese enriquecen en cada generacin, en lugar de ser un perpetuo descubrir denuevo el azar de las experiencias por las que se ha pasado.

    La guerra, antao juego de reyes, se ha converido hoy en una empresapreada de demasiados peligros maysculos. Segn la palabra forjada porRaymond Aron, nuestra civilizacin precisa una praxeologa, una cienciade la accin. En esta ciencia la estrategia puede y debe desempear unpapel capital para conferir un carcter consciente y calculado a lasdecisiones mediante las cuales se pretende que prevalezca una poltica.Considero que es ste el objetivo hacia el que ha de tender todo estudio dela estrategia que en cualquier momento ha de ser pensable y razonable.

    Opino que la esencia de la estrategia yace en el juego abstracto que resulta,como ha dicho Foch, de la oposicin de dos voluntades. Es el arte queadmite, con independencia de toda tcnica, dominar los problemas queplantea en si todo duelo, para permitir precisamente emplear las tcnias conla mxima eficacia. Es, pues, el arte de la dialctica de las fuerzas, o anms exactamente, el arte de la dialctica de las voluntades que emplean lafuerza para resolver el conflicto.

    Esta definicin podr, desde luego, parecer muy abstracta y muy general.Pero es justo en este nivel donde conviene colocar la estrategia si se quierercomprender su estructura mental y las leyes que en ella se puedendescubrir.

    Es preciso admitir que la finalidad de la estrategia es alcanzar los objetivosfijados por la poltica, utilizando lo mejor posible los medios de que sedispone. Ahora bien, estos objetivos pueden ser ofensivos conquista,imponer la aceptacin de tales o cuales condiciones onerosas, defensivosproteccin del territorio o de tales o cuales intereses o incluso pretendersencillamente el statu que poltico. Se ve ya desde ahora que frmulas comoaquella atribuida a Clausewitz de la decisin mediante la batalla victoriosa,por ejemplo, no pueden aplicarse a todos esos objetivos. Por el contrario, lanica ley general que los abarca todos es la que, descartando cualquiernocin del medio merced al cual la decisin fuera obtenida, slo considerala esencia misma de la decisin que se busca. Esta decisin es laaceptacin por el adversario de las condiciones que se le quieren imponer.En esta dialctica de las voluntades, la decisin es un acontecimiento deorden psicolgico que se quiere producir en el adversario, convencerle deque emprender o proseguir la lucha es intil.

    26

  • Naturalmente, tal resultado podra alcanzarse por la victoria militar; perosta, con frecuencia, no es indispensable e incluso es muchas vecescompletamente irrealizable, en tanto que otros medios pueden ser eficaces.Volviendo a situar el problema en su verdadero terreno, que es el de lapsicologa del adversario, se pone uno en condiciones de apreciarcorrectamente los factores decisivos. As nos hallamos al mismo tiempo enun sistema de pensamiento que comprende tanto la victoria militar como laestrategia supuestamente nueva de la disuasin nuclear.

    Lenin, analizando a Clausewitz, haba dado una definicin citada confrecuencia que reconoce plenamente el carcter psicolgico de la decisin:

    Retrasar las operaciones hasta que la desintegracin moral del enemigotorne a la vez posible y fcil asestarle el golpe decisivo.

    Pero pensaba en cuanto revolucionario y no vea ms que la accin polticaactuando como una especie de preparacin artillera de carcter moral. Erala inversa de la concepcin romntica y militar de Clausewitz en la que lamoral enemiga resultaba rota mediante una victoria militar. Por tanto, lafrmula general me parece ser la siguiente:

    Alcanzar la decisin creando y explotando una situacin que acarreeuna desintegracin moral del adversario suficiente como para llevarlo aaceptar las condiciones que se le quieren imponer.

    Medios de la estral:egia

    Para alcanzar la decisin, la estrategia dispondr de una gama de mediosmateriales y morales que van desde el bombardeo nuclear hasta lapropaganda o el tratado de comercio. El arte consistir en elegir entre losmedios disponibles y en combinar su accin para que concurran a un mismoresultado psicolgico que sea lo bastante eficaz como para producir elefecto moral decisivo.

    La eleccin de los medios habr de depender de una confrontacin entrelas vulnerabilidades del adversario y nuestras posibilidades. Para ashacerlo, es preciso analizar el efecto moral decisivo A quin se quiereconvencer? En ltimo anlisis, es al gobierno adverso al que se quiereconvecer; pero, segn los casos, ser ms fcil actuar directamente sobrelos dirigentes (Chanverlain en Godesberg o en Munich), escogiendoaquellos argumentos a los que sean sensibles o, por el contrario, actuarindirectamente sobre tal o cual parte de la opinin que tenga vara alta en elgobierno, o sobre un gobierno aliado que goce de una fuerte influencia, o

    27

  • sobre la ONU, por ejemplo. Si el envite es de poca monta, semejantespresiones pueden ser suficientes; si es de mayor importancia, pueden sernecesarias acciones de fuerza, etc. En esta forma, se puede llevar el anlisiscada vez ms lejos, hasta dar con aquellos medios que estn a nuestroalcance y sean capaces de producir la decisin que se busca.

    Este es el momento de elaborar el plan estratgico. Como se trata dedialctica habr que prever las reacciones adversas posibles frente a cadauna de las acciones consideradas y asegurarse la posibilidad de parar cadauna de ellas. Si el plan est bien hecho no deberan existir circunstanciasaleatorias. La maniobra estratgica que tienda a conservar la libertad deaccin ha de ser, pues, contraaleatoria.

    Modelos estratgicos

    Segn sean los medios relativos de los dos adversarios y segn sea laimportancia del envite, el plan estratgico se ordenar de acuerdo condiversos modelos:

    1. Si se dispone de medios muy potentes o si la accin consideradapuede poner en juego los potentes medios de las naciones aliadas ysi el objetivo es modesto, la sola amenaza de esos medios puede llevaral adversario a aceptar las condiciones que se le quieren imponer, y anms fcilmente a renunciar a sus pretensiones de modificar el statu quoexistente. Este modelo de la amenaza directa es el que gozaactualmente de gran boga, merced a la existencia del arma atmica, yel que sirve de base al imponente edificio de la estrategia de disuasin.

    2. Por el contrario, aunque el objetivo siga siendo modesto, si no sedispone de medios suficientes para constituir una amenaza decisiva, sebuscar la decisin a travs de acciones ms o menos insidiosas decarcter poltico, diplomtico o econmico. Este modelo de presinindirecta ha sido amplsimamente utilizado por las estrategias hitlerianay sovitica, menos en razn de la escasez de sus medios de coercincuanto en razn de la disuasin en ellas producidas por la amenazadirecta de las fuerzas adversas. Es una estrategia que corresponde a loscasos en que reducida la zona de libertad de accin de la fuerza.

    3. Si el objetivo es importante, aunque estrecho el margen de libertad deaccin y limitados los medios, se buscar la decisin mediante una seriede acciones sucesivas, combinando, segn fuere preciso, la amenazadirecta y la presin indirecta con acciones de fuerzas limitadas. Estemodelo mediante acciones sucesivas fue empleado por Hitler del ao1936 al ao 1939, pero slo tuvo xito mientras el objetivo pareci ser de

    28

  • inters menor. Esta estrategia se adapta particularmente al caso denaciones defensivamente fuertes o bien protegidas por la Naturalezay deseosas del alcanzar progresivamente grandes resultados, pero nocompromtiendo ofensivamente sino medios reducidos.

    4. Si el margen de libertad de accin es grande, pero muy escasos losmedios disponibles para obtener la decisin militar se puede recurrir a laestrategia de conflicto de larga duracin, tendente a lograr el desgastemoral y la laxitud del adversario. Se trata de obligarle a un esfuerzo tanconsiderable que no pueda mantenerlo indefinidamente. Este modelo delucha total prolcngada con dbil intensidad militar, ha sido generalmenteempleado con xito en las guerras de descolonizacin. Su principaltcnico es Mao Tse-Tung.

    5. Si los medios militares de que se dispone son bastante potentes, sebuscar la decisin mediante la victoria en un conflicto violento y, si esposible, corto. Este modelo de conflicto violento tendente a la victoriamilitar corresponde a la estrategia clsica de tipo napolenico, suprincipal terico es Clausewitz, ha dominado la estrategia europea delsiglo XIX y primera mitad del XX. Considerada sin razn como la nicaestrategia ortodoxa, ha engendrado las dos grandes guerras mundiales1914-1918 y 1939-1945, poniendo ambas de manifiesto los lmites delconcepto causewitziano-napolenico. Pero si la victoria militar no seconsigue rpidamente la decisin slo se logra entonces despus deuna fase de desgaste recproco, prolongada y desmedida con relacin alenvite, a consecuencia de la cual el vencedor, y sobre todo el vencido,salen del conflicto completamente agotados. Por otra parte, es interesanteobservar que el esquema ya se haba aplicado a Napolen en razn desu impotencia para resolver los problemas ingls y ruso. Pero Clausewitzy sus discpulos estaban obcecados por las victorias del emperadorhasta el extremo de no reconocer los lmites de aqullas. Este errorintelectual ha costado probablemente a Europa su preeminencia en elMundo.

    Conclusiones de los modelos estratgicos

    Los cinco modelos que se acaban de indicar, ms representan eemplos queuna clasificacin exhaustiva de los diversos tipos de estrategia.

    Presentan sobre todo el inters de demostrar claramente la diversidad desoluciones entre las que la estrategia ha de saber elegir, lo que permiteaprehender mejor el carcter y la originalidad del razonamiento estratgico.En tanto que el razonamiento tctico y logstico descansa casi exclusivamente

    29

  • en un metodismo tendente a la aplicacin racional de los medios militarespara alcanzar un resultado dado, y que el razonamiento poltico, al tener queapreciar lo que la opinin desea, o puede admitir, ha de conceder una partepreponderante a la psicologa y a la intuicin, el razonamiento estratgicodebe combinar los factores psicolgicos y los datos materiales medianteuna operacin mental abstracta y racional.

    Pero estos cinco modelos permiten igualmente poner de manifiesto el errorcometido por numerosos estrategas al no preconizar ms que un solo tipode estrategia. En efecto, cada modelo corresponde a una teora particularpresentada por su protagonista como la nica o la mejor solucin, en tantoque cada una de ellas es sola la mejor en el cuadro de condiciones biendefinidas. Por falta de un anlisis suficiente de los factores de estrategia conharta frecuencia las opciones han sido dirigidas por la costumbre o por lamoda del momento. Los conflictos han escapado entonces al dominio de losgobiernos y han producido espantosas catstrofes internacionales. Actualmente, en que el Mundo pasa por una crisis de adaptacin sin precente,mientras las fuerzas cientficas, industriales y psicolgicas irrumpen en elarte militar, se ha hecho ms vital que nunca disponer de un mtodo depensamiento que nos permita conducir los acontencimientos en lugar desoportarlos. De ah la importancia y la actualidad de la estrategia.

    Estrategia atmica

    La estrategia atmica o mejor dicho, la aplicacin por la estrategia de lasconsecuencias del arma atmica ha producido importantes alteracionesen la concepcin del empleo de las fuerzas con vista a la guerra o almantenimiento de la paz. Es interesante desmontar el mecanismo medianteel cual se han producido los cambios. As podr medirse mejor la importancia de tales alteraciones y, acaso, tratar de prever las culminacionesposibles de la evolucin que est en curso.

    Importancia y originalidad del arma atmica

    El arma atmica, servida por los medios modernos de entrega, no es, comose ha dicho a veces inexactamente, sino un arma como las dems, sloque ms potente. Ante todo por su potencia no tiene punto de comparacincon nada de lo que hemos conocido.

    Como por otra parte el alcance de los vectores tiende a abarcar la superficiede medio meridiano terrestre, esta arma podr lograr cualquier objetivo del

    30

  • globo terrestre con notable precisin; actualmente slo abarca el cuarto demeridiano, lo cual quiere decir que una arma sola abarca con su amenazatodo el hemisferio de la que es centro.

    En razn de esta doble caracterstica (potencia y alcance), el arma atmicaprovoca un fenmeno enteramente nuevo: ya no existe relacin entre lapotencia y la masa:>. Todava ayer eran precisos 1 .000 aviones para destruira Hamburgo y todos los caones de un ejrcito para destruir a Berln; hoy,cada una de esas destrucciones podra realizarse con una sola misinindividual.

    Por otra parte, esa extraordinaria potencia de fuego tiene una movilidadcasi total, en conl:raste con la pesadez de las masas armadas, y permitealcanzar cualquier punto del territorio. La defensa de las fronteras con lamuralla humana constituida por los ejrcitos, se revela impotente paraproteger al pas con la destruccin fsica o la contaminacin nuclear. Desuerte que las FLierzas Armadas tradicionales parecen completamenteintiles al menos a primera vista.

    Para defenderse de este peligro sin precedentes, no existen, al parecer, sinocuatro tipos posibles de proteccin:1. La destruccin preventiva de las armas adversas (medio ofensivo

    directo).2. La interceptacin de las armas atmicas (medio defensivo).3. La proteccin fsica contra los efectos de las explosiones (medio

    defensivo).4. La amenaza de represalias (medio ofensivo indirecto).

    Estas cuatro modalidades han sido explotadas correlativamente confortunas diversas y han concluido por combinarse en formas estratgicasmuy complicadas.

    La destruccin preventiva, ya no de las armas atmicas, difciles delocalizar, al menos de los medios de produccin y de lanzamiento, pareciser al principio la mejor frmula; la superioridad norteamericana eraconsiderable y los medios de lanzamiento adversos constituidos poracciones dependientes de bases areas de fcil localizacin, permitanconfiar en la destrijccin de la casi totalidad de los medios enemigos. Seestableci una tctica de destruccin basada en un buen plan de fuegosnucleares que prevena el ataque a cada uno de los objetivos conocidos.

    Pero esta situacin dur poco tiempo: los objetivos se fueron multiplicandoen razn de los rniedios del adversario y del desarrollo de su tctica dedispersin. Por otra parte, la poltica pacfica proclamada por la OTAN

    31

  • permita difcilmente tomar la iniciativa en el desencadenamiento deacciones de bombardeo. Desencadenar slo poda hacerse como rplica ypor tanto era necesario un ataque previo.

    Al estudiar el problema de la destruccin de fuerzas ganaba inters elataque por sorpresa: a partir de cierto nivel de medios el ataque enemigopoda causar tales destrucciones que la rplica resultara problemtica. Portanto era necesario que sta tuviera en todos los casos suficiente entidadpara suprimir la capacidad adversaria.

    Como quiera que sea, la proteccin completa mediante una destruccinpreventiva de los medios adversos aparece como terriblemente problemtica(1). Su accin sera indispensable en el curso de un conflicto, pero conresultados que slo seran parciales. Por tanto, se impone el empleo de otrosmedios de proteccin.

    La interceptacin de las armas atmicas apareci bastante pronto comoun posible elemento clave de la nueva estrategia. De convertirse en absolutopor nuestra parte en valor de la interceptacin, ya no se necesitara unaaccin preventiva polticamente tan peligrosa ni de proteccin fsica,perdiendo adems todo peligro la amenaza de represalia adversa.

    Pero este objetivo ideal es tcnicamente muy difcil de lograr y de mantener.En la gigantesca carrera tecnolgica emprendida entre la interceptacin y lapentracin, a cada progreso de la interceptacin responder un nuevoprogreso de la penetracin. As se va desarrollando en tiempos de paz unanueva forma de estrategia, apenas esbozada en los anteriores conflictos porlo que se llam la carrera de armamentos.

    Esta estrategia no libra batallas, pero trata de superar las marcas de losmateriales adversos. Se le ha dado el nombre de estrategia logstica o deestrategia gentica. Su tctica es industrial, tcnica y financiera. Es unaforma indirecta de desgaste que, en vez de destruir los medios adversos, secontenta con descalif icarios, provocando as enormes dispendios.

    As se desarrolla una guerra silenciosa y aparentemente pacfica, pero quepodra revelarse decisiva por s sola. Sin embargo, no se termina nunca lacarrera y, con altibajos, la interceptacin sigue siendo problemtica.

    (1) Esta conclusin necesaria (singularmente, por ejemplo, con el desarrollo de lossubmarinos) no contradice la teora norteamericana reciente que prefiere hablar de unatctica contra fuerzas, antes oue de una tctica contra ciudades. volveremos sobre estepunto a propsito de la disuasin.

    32

  • Entonces, puede reducirse los efectos de los fuegos atmicos en formasatisfactoria mediante una proteccin fsica? Antes de existir el armatermonuclear, se haban visto soluciones posibles: enterramiento, dispersin,movilidad, proteccin con obras de cemento armado, etc. Ninguna de estassoluciones proporciona una proteccin absoluta, pero el rendimiento de losdisparos resultara en cierto modo considerablemente reducido (en el mejorde los casos, cerca de 25 veces). Con el arma termonuclear, la proteccinconserva su valor relativo, pero la potencia del ataque se incrementa tantoque es difcil abrigar la esperanza de lograr una proteccin eficaz. Por otraparte, se necesitara consagrar sumas astronmicas y muchos llegan a laconclusin de que es preciso dedicar todo el esfuerzo a los mediosofensivos y a su capacidad de penetracin.

    Y es que, en efecto, ms all de todos estos procedimientos defensivos, devalidez variable e incierta, no existe verdadera proteccin sino en laamenaza de represalias. Por ello, hay que tener una fuerza de ataquebastante potente como para desanimar al enemigo de emplear la suya. Es laestrategia de disuasin en su forma inicial ms sencilla: se trata de influirdirectamente sobre a voluntad del adversario sin pasar por el intermediariode una prueba de fuerza. Con esta idea general, vamos a ver cmo sedesarrolla una estrategia siempre ms compleja y siempre ms sutil.

    La disuasin como elemento estratgico

    La disuasin nuclear

    La disuasin se basa ante todo en un factor material: hay que tener una granpotencia de destruccin, una buena precisin y una buena capacidad depenetracin. Ya se ha visto, a propsito de la interceptacin, la importanciaque tiene esa lucha permanente para conservar una capacidad depenetracin suficiente. Adems, como no se hace la guerra, el valor exactode las capacidades de interceptacin y de penetracin siguen siendoconjetural lo mismo, por supuesto, que la potencia de destruccin deladversario.

    Este factor material de por s bastante incierto, se complica singularmente sise toman en consideracin las hiptesis sobre cul de los bandos ser elque tirar primero. Este clculo no tena excesiva importancia en la pocade los aviones relativamente lentos, ya que los plazos de alerta eran talesque el ataque y la rplica se cruzaban en el aire. Por el contrario, con loscohetes ya no hay disuasin si la primera andanada enemiga tiene talcapacidad de desl:ruccin que nuestra rplica se viera considerablemente

    33

  • debilitada. El valor de la disuasin ha resultado as ligado no a la potencia dela fuerza de ataque sino a la potencia que quedar despus de haber sufridola primera salva, o sea a su capacidaJ de supervivencia.

    Los trminos de la ecuacin que refleja los resultados obtenidos por laprimera andanada adversaria y por la rplica depender del valor relativo delas tcticas de supervivencia de ambas partes, pero, tambin de la eficaciaestimada de las tcticas de interceptacin, as como de la valoracin de laprecisin de tiro. Estos resultados se hacen cada vez ms conjeturales.

    Sin embargo, cuanto antecede tiene un carcter casi geomtrico frente alfactor psicolgico mucho ms importante y mucho ms imponderable. Sequiere impresionar al adversario hasta impedir que utilice su fuerza deofensiva. Por tanto, hay que tener una capacidad de destruccin tal que latema lo bastante; luego, hay que llevarlo a creer que se es capaz dedesencadenar la represalia como rplica o como primera andanada en estao en aquella hiptesis.

    El primer grado de esta operacin consiste en dar al desencadenamiento unfundamento racional que le preste una buena verosimilitud. Es lo que se hallamado la credibilidad. sta es la resultante no slo del valor de laecuacin material que acabamos de ver, y cuyo carcter positivo ha de sersubrayado, sino tambin de la comparacin entre el riesgo y lo que searriesga.

    La base lgica de la disuasin en las naciones pequeas estriba enconvencer al adversario de que las prdidas que sufrir no estarn enproporcin con sus ganancias eventuales. Este juego es bilateral y decredibilidades opuestas, respecto a un envite comparable tienden aanularse...

    Entonces interviene un segundo grado de persuasin, basado esta vez porel contrario, en la irracionalidad. Si tenemos que vrnoslas con un loco, nohay que acosarlo demasiado. La firmeza de Dulles, las iras y el zapato deJruschov, la fra obstinacin de De Gaulle corresponden a ese juegopsicolgico cuya influencia puede rebasar todos los clculos deducidos delfactor material. Es que en realidad el elemento decisivo se asienta en estavoluntad de desencadenar el cataclismo. Hacer creer que se tiene esavoluntad es ms importante que todo lo dems.

    De esta montaa de valoraciones conjeturales, de hiptesis y de apreciacionesbasadas en intuiciones complejas, slo destaca un nico factor que tengaun valor cierto: la incertidumbre. Es, en fin de cuentas, la incertidumbre laque constituye el factor esencial de la disuasin. Debe ser, por tanto, objeto

    34

  • de una tctica particular cuya finalidad es incrementarla o, al menos,mantenerla. Es preciso, adems, que se siembren dudas respecto a todoslos elementos que permitiran valorar nuestras verdaderas intenciones.Naturalmente, es preciso en absoluto evitar cualquier accin o cualquierdeclaracin que fuera a descartar alguna de las hiptesis que el adversariopudiera temer.

    Las disuasiones complementarias

    De todas maneras, los medios existentes incrementados por la incertidumbre,crean cierto grado de disuasin. Semejante cierto grado rara vez podr serabsoluto desde que los dos campos disponen de armas nucleares. Elloquiere decir que existe, por tanto, un margen de disuasin, o sea para cadauno de los adversarios cierto grado de libertad de accin>, que se sita enel marco de las acciones menores, perifricas e incluso limitadas, cuyoenvite se revelara de demasiado poca monta para justificar que se ponga enejecucin la amenaza de represalias. La consecuencia de tal estado decosas (conjetural, por supuesto), lleva a considerar un nuevo mbito de laestrategia de disuasin, que habr de tener por objetivo completar el efectode disuasin de la amenaza nuclear con otros medios, a fin de reducir y, aser posible, suprimir, todo margen de libertad de accin para el adversario.

    Para lograr este resultado de disuasin, se dispone de dos procedimientos.El primero, material, consiste en presentar al adversario un sistema defuerzas militares capaz de llevar al fracaso las operaciones que pudierainiciar, merced a su probable margen de libertad de accin. En sta la raznde ser de los escudos de fuerzas tcticas, aeroterrestres o aeronavalesque defienden las zonas sensibles. Es igualmente la razn de ser de loscuerpos de intervencin> capacitados para trasladarse a las regionesamenazadas.

    Estos medios materiales permiten evitar el famoso lema de todo o nada, deldesencadenamiento del holocausto recproco o de la aceptacin de loshechos consumados. El segundo procedimiento, de carcter psicolgico,consiste en establecer y mantener un riesgo de desencadenamiento de lasrepresalias si se produjera un conflicto local. Esta amenaza de espiralatmica restablece cierto grado de incertidumbre respecto a la importanciade los envites, incluso cuando stos parecen inicialmente limitados. Desdeeste punto de vista, la existencia de las armas atmicas tcticas, con losriesgos de espiral atmica que pudiera entraar su empleo, desempea unpapel muy importante en el mbito de la disuasin. Este riesgo de espiralatmica se impone a muchos como un peligro. Es un peligro si la disuasin

    35

  • no produce efecto. Por el contrario, en la estrategia de disuasin es un factorde seguridad complementaria.

    Esta estrategia complementaria de la disuasin atmica va adquiriendomayor importancia a medida que las amenazas de represalias se neutralizanrecprocamente cada vez ms. En tal situacin el desencadenamiento de lasrepresalias se hace de menos en menos creble, luego asimismo laamenaza de espiral atmica. La estrategia de disuasin, con todos susdispendios, parece desembocar en un callejn sin salida: se tiende a volvera una estrategia no atmica, de suerte que al esfuerzo atmico exorbitanteha de sumarse un esfuerzo para el armamento clsico, cual si no existierael arma atmica. Es la tendencia que actualmente vemos desarrollarsedesde que las fuerzas de ataque tienen, o van a tener, una buena capacidadde supervivencia.

    Sin embargo, no cabe decir que se vuelve exactamente al punto de partida;es decir, a una situacin anloga a la registrada en la fase anterior a laexistencia de las armas atmicas. En efecto, la existencia de las armasatmicas mantiene un riesgo cuya apreciacin depende esencialmente delos factores de incertidumbre e irracionalidad. Mientras esos factores tenganuna importancia que no es de despreciar, es inimaginable que sea posiblevolver a tener un gran conflicto clsico del tipo 1 939-1 945, por ejemplo, yaque es imposible tener la seguridad de que en tal caso la espiral atmica nose produzca. Por este motivo se puede lograr un elevado grado de disuasinclsica con medios clsicos que, no obstante, son limitados: la magnitud delas fuerzas y de los riesgos que implicara anularlos, creara una situacindemasiado grave para que nadie pudiera jactarse de que no provocara laespiral atmica.

    Hay que sealar, no obstante, que incluso en esta situacin bien lo hademostrado la experiencia, la disuasin deja subsistir un estrecho margende libertad de accin: es aqulla que explota la estrategia indirecta en eltablero mundial. La accin poltica y econmica, la utilizacin de movimientosrevolucionarios extranjeros, e incluso los conflictos dirigidos por personainterpuesta, escapan a los efectos de la disuasin al menos de la que seacaba de estudiar. Una lgica idntica a la que ha llevado a construir unsistema clsico de disuasin complementaria debe aconsejar que seconstruya un sistema de disuasin en el mbito indirecto.

    36

  • Anlisis de la disuasin

    Disuasin bilateral

    Supongamos que slo dos adversarios se hallan frente a frente. El resto delmundo no existe. La calificacin esencial del riesgo nuclear resulta de ladistincin que se impone entre quien tira primero y el que replica, ya que elprimero tiene todas las ventajas, al parecer: escoger el momento, goza de lasorpresa, todos sus medios estn intactos; el que replica, por el contrario, hasido sorprendido y ha visto destruidos y desorganizados parte de susmedios. Por tanto, existe una asimetra importante entre el ataque y a rplicacul de ello ha de tomarse como medida de peligro nuclear?

    Durante bastante tiempo el inters se centr en el ataque: era la poca enque dominaba la preocupacin por la hiptesis del ataque por sorpresa, elPeri Harbour nuclear, y en que se presentaba tentador el ataque preventivoo preemptivo (2). Ms tarde, se impuso progresivamente que la probabilidadde semejante ataque se iba haciendo cada vez ms dbil, a medida que larplica a tal ataque apareci como ms cierta y devastadora. Recprocamente,de poder ser muy eficaz el ataque, la rphca se tornara dbil o problemtica,y en semejante caso el ataque resultaba cada vez ms probable. As se llega descubrir que la capacidad de rplica era la clave de la disuasinnuclear>, mientas que la aptitud para reducir la rplica era la clave de lainiciativa nuclear>.

    Esta nocin sencilla dista an de ser comprendida por todos. En efecto, si elataque por la primera frappe (3) slo se hace probable, luego plausible, porser capaz de reducir notablemente la rplica de la segunda fra ppe (4)adversa, se hace evidente que su cualidad primordial residir en su aptitudpara destruir la mayor parte posible de las fuerzas de rplica: por tanto, elprimer ataque ha de ser con prioridad antifuerzas, pues de otro modo nohara sino incitar a una rplica intacta, en todos los casos demasiadotemible. Por el contrario, puesto que la disuasin de tales ataques reposa enel temor a la rplica, es preciso que sta sea tan invulnerable como fuereposible al primer ataque y que su capacidad de destruccin sea lo msgravosa que pueda lograrse para el agresor; por consiguiente, que tome

    (2) Preventivo: iniciativa completa del asaltante. Preemptivo: forma de prevenir una iniciativaadversa que se estime inminente.

    (3) Primera frappe: accin de aquel de los adversarios que toma la iniciativa de emplear armasnucleares estratqicas.

    (4) Segunda frappe: rplica nuclear del adversario a la primera.

    37

  • como rehenes a las ciudades, las fbricas y, en trminos ms generales, losrecursos: la segunda frappe debe ser con prioridad antirecursos.

    Las situaciones nucleares bilaterales

    Partiendo de estas nociones, se ve mejor que la valoracin de la estabilidadnuclear depende directamente de la dialctica de las segundas frappes,es decir, de la comparacin entre la eficacia de las rplicas de los dosadversarios consideradas como el efecto presumido de la totalidad delremanente de sus fuerzas. Por tanto, es el valor respectivo de la eficacia delas capacidades de rplica de los dos adversarios el que determina lasituacin nuclear. Haciendo variar tales situaciones respectivas y ensayandotodas las combinaciones posibles, se impone la serie completa desituaciones nucleares bilaterales imaginables: Estable absoluto, cuando ambos adversarios se ven amenazados con

    rplicas inaceptables, cualesquiera que sean las puestas. Inestable absoluto, cuando cada uno de los dos adversarios toma

    seguridades para que no se le inflija ninguna rplica caso de tirar elprimero.

    Superioridad absoluta del uno o del otro o sea, dos situaciones,cuando uno u otro se aseguran, al tirar el primero, de que no recibirninguna rplica.

    Entre estas tres situaciones absolutas, y para valores intermedios de lacapacidad de ataque y de rplica, existen situaciones mixtas que constituyenzonas marginales de inestabilidad (si el riesgo de rplica es escaso porambas partes), de superioridad del uno o del otro (si el riesgo de rplica esescaso), de estabilidad (si el riesgo de rplica es muy grande, peroaceptable en razn de una puesta mayor).

    Estudio de la estabilidad nuclear

    Esa estabilidad nuclear merece un atento anlisis, por prestrsele cualidadesque no siempre tiene, al no hacerse distinciones entre las diversascategoras de estabilidad.

    Es exacto que dos adversarios, de los cuales uno tiene, por ejemplo, unacapacidad eficaz de rplica del 90 por 100 (capacidad efectiva dedestruccin del 90 por 100 de los recursos de su adversario), y el otro unacapacidad eficaz de rplica del 15 por 100 (capacidad efectiva dedestruccin del 1 5 por 1 00 de los recursos de su adversario), se encuentran

    38

  • en una situacin de disuasin recproca al menos mientras la puesta nossea tal que el ms fuerte se avenga a perder el 1 5 por 1 00 de sus recursos.Este equilibrio relativo entre 1 5 y 90 se ha tomado como base de lo que seha llamado el poder igualador del tomo. El fenmeno implica, en efecto,un grado de equilibrio que hubiera sido impensable con los medios clsicosdada esta relacin de fuerzas.

    Pero falta mucho para que exista igualdad entre 1 5 y 90. Con una capacidadde rplica del 90 por 100 de los recursos del adversario, el bando mspotente se beneficia con una capacidad de disuasin absoluta respecto alms dbil, en tanto que este timo slo tiene una capacidad de disuasinrelativa y limitada al 1 5 por 1 00 respecto al ms fuerte. El ms dbil notiene ms que una capacidad de disuasin defensiva, slo vlida para ladefensa de su territorio, pudiendo, por el contrario, el ms fuerte amenazarcon la utilizacin de su 90 por 1 00 de capacidad si es que se aviene a perderel 15 por 100.

    Entonces piJede ejercer una disuasin ofensiva de la que no es capaz elms dbil, disuasin que le permitira, por ejemplo, impedir al ms dbil quereaccione frente a un ataque a tercero e incluso contra l mismo. Enresumen, si bien la disuasin defensiva directa y relativa es bastante fcil deconseguir (y de ah la gran estabilidad actual), la disuasin defensivaindirecta es mucho ms difcil, por suponer una capacidad de disuasinofensiva que depende en ltimo trmino de la aptitud para tirar el primerocon un mnimo de riesgos o, por lo menos, dar la impresin de que se osartirar el primero. Es el problema capital de la plausibilidad del primer ataque.

    Conocido es que nuestro mundo contemporneo desemboca en unaestrategia de cuatro niveles (en lugar de los dos clsicos):1. La paz, la paz completa que casi no existe sino entre aliados y entre

    neutrales.2. El nivel de la paz guerra y de la guerra fra, forma de lucha no militar

    entre naciones puestas, que se hace ms violenta por la disuasinnuclear y las tensiones ideolgicas.

    3. El nivel clsico, forma antigua de la lucha armada, ms excepcional yms limitada que antes.

    4. El nivel nuclear, nuevo y preponderante factor del equilibrio internacionaly forma de lucha armada a la vez posible y moralmente inaceptable.

    Algunos de estos niveles homogneos pueden, adems, combinarse entres, en frmulas compuestas. Su conocimiento es imprescindible para sacarconsecuencias, tanto de la disuasin bilateral como de la multilateral.

    39

  • Disuasin multilateral

    El anlisis de la disuasin bilateral permite abordar el estudio de la disuasinen su verdadera dimensin, que es multilateral, y por consiguiente, estar encondiciones de intentar responder a las principales cuestiones planteadaspor la estrategia contempornea.

    El problema del tercer partcipe

    El problema de la disuasin bilateral slo representaba una hiptesis detrabajo destinada a simplificar el estudio inicial del fenmeno. En un sistemade disuasin bilateral que opone a dos grandes potencias nucleares, laintervencin de un tercer partcipe, que se supone francamente ms dbil yaliado con uno de los dos adversarios principales, lleva a penetrar en unmbito en que rigen leyes diferentes, por no tratarse ya de una simpledialctica, sino de la combinacin de las tres dialcticas simultneasresultantes de la accin de los tres partcipes considerados de dos en dos.

    Para abordar este problema en extremo complicado, es necesario, en primertrmino, aclarar bien lo que representa la dialctica del tercer partcipe quese supone dbil con relacin a un adversario potente. Trtase aqu de uncaso particular de disuasin puramente bilateral, como la estudiadaanteriormente.

    En efecto, si se considera la accin directa de un tercer partcipe contra supotente adversario, sin tomar en cuenta la accin del aliado del tercerpartcipe, es obligado concluir con la disuasin del ms dbil, por el msfuerte, la demostracin completa es la siguiente.

    Si el tercer partcipe es mucho ms dbil que su adversario, su capacidaddisuasiva directa, tal como ha sido analizada en el apartado anterior,depende de su capacidad de rplica. Si sta sobrepasa un cierto porcentajemuy dbil, por ejemplo, de 5 a O por 1 00 de los recursos del adversario,puede decirse que su capacidad disuasiva es apreciable, por lo menosmientras el envite para el adversario potente no rebase muy claramente estaproporcin de sus recursos. Pero semejante disuasin, es evidente, estarigualmente en funcin del envite para el tercer partcipe. En efecto, ste, enpresencia de un adversario de la estatura de la URSS o de Estados Unidos,corre el riesgo de una destruccin superior al 50 por 1 00 de sus recursos ytal vez cercana al 1 00 por 1 00. El nico envite que justifique su suicidio ycon todo es discutible sera la prdida total de su libertad: la desigualdadde las puestas puede, por tanto, llevar a una disuasin recproca de los dos

    40

  • adversarios, pero es preciso para ello que el envite sea total para el msdbil y menor para el ms fuerte.

    De aadir a este primer balance la incgnita representada por la capacidadde supervivencia de los medios de rplica del tercer partcipe, se puedeconcluir que la dialctica de un adversario muy fuerte opuesto a unadversario muy dbil desemboca normalmente en la disuasin del ms dbily en la libertad de accin del ms fuerte, salvo en el caso lmite en que elms dbil se viera amenazado de la prdida total de su indepedencia. Ladisuasin directa conseguida entonces por el tercer partcipe reposara casinicamente en la idea que se hiciera su adversario de su resolucin derecurrir a una decisin desesperada.

    Esta conclusin indiscutible, en el plano bilateral ha sido tomada como basede las crticas formuladas en Francia y en el extranjero contra las pequeasfuerzas de frappe independientes. Pero como se ver a continuacin, estaconclusin elemental carece de valor tan pronto como se la sita en uncontexto multilateral.

    El problema del tercer partcipe en la situacinde equilibrio de los dos grandes

    Esta influencia constituye la clave de la disuasin multilateral. En efecto, ladialctica de los dos grandes adversarios conduce a una situacin deequilibrio bastante particular, que hemos analizado extensamente en elapartado anterior. Es con relacin a este equilibrio como han de valorarselas consecuencias de la intrusin de un tercer partcipe.

    Aspecto de la disuasin bilateral en una situacinde equilibrio relativo

    Tan pronto como los dos grandes adversarios se encuentran en equilibriorelativo (es decir, cuando la capacidad de rplica de cada cual es temiblepara el otro), ambos temen ante todo verse arrastrados a desencadenar sudestruccin recproca. A tal fin, como se ha visto en el estudio de ladisuasin bilateral, evitarn mutuamente, mediante una poltica muy matizada,poner en juego envites que sean demasiado importantes para el adversario.De estallar una crisis, por accidente o por un error de apreciacin de algunode los dos, ambos entienden que ha de resolverse al mnimo precio, si esposible con simples amenazas y, si hay que actuar, hacindolo en todo casocon acciones muy limitadas, en fin, de obligar la gravedad de la situacin amostrar la determinacin de emplear si es preciso armas nucleares, ellosera al nivel de la violencia ms bajo posible y mediante un desencadena

    41

  • miento progresivo, para que la crisis pueda resolverse con un compromisoen cada una de sus etapas.

    Esta preocupacin de prudencia que se puso plenamente de manifiesto apropsito de Cuba no refleja en absoluto una falta de determinacin, sinola conciencia aguda de los riesgos enormes que presenta la situacinnuclear.

    Ahora bien, en tal situacin, a la vez estable e inquieta, es muy difcil quealguno de los dos grandes partcipes pueda ejercer una accin disuasiva endefensa de intereses que el otro sabe son marginales para su adversario.

    Existen, en efecto, zonas de intereses marginales, pero desiguales para steo aqul de los adversarios. All donde esos intereses parecen ser mnimoscon relacin a uno de ellos o sea, que no justifiquen que ste corragrandes riesgos y ms importantes para el otro, este ltimo est tentadode ejercer el chantaje de la crisis. De dar entonces el asociado pruebas deuna resolucin superior a aquella con que se contaba, la crisis puedeadquirir peligrosas proporciones, a menos de que se repliegue el que tomla iniciativa. Es lo que se produjo en Berln y en Cuba. Pero en ambos casos,el acontecimiento surgi de una apreciacin errnea de la resolucin deladversario.

    Digamos para concluir, que la situacin bilateral de las dos grandespotencias nucleares, hecha de equilibrio relativo y de prudencia, dejasubsistir zonas de inestabilidad que pueden producir nuevas y temiblespruebas de fuerza.

    Intervencin de un tercer partcipe

    La intervencin de un tercer partcipe nuclear puede modificar profundamenteeste cuadro si el tercer partcipe est situado en una de las zonasamenazadas, marginales para ambos grandes, o tiene en ella importantesintereses:1. Para el tercer partcipe la zona es esencial y no marginal.2. Si sus intereses resultan amenazados, puede reaccionar con medidas

    de alcande reducido, haciendo correr el riesgo de obligar al juego de losdos grandes a salirse de los lmites de prudencia que juzgan necesariay destruyendo as la esperanza de un compromiso que se basar en laprogresividad de las amenazas.

    Estas dos consideraciones son capitales y sus consecuencias necesitan sercuidadosamente examinadas. Tales consecuencias sern diferentes segnque la relacin de fuerzas de los dos grandes conceda a uno de ellos una

    42

  • clara superioridad de rplica o segn exista entre ambos una igualdadrelativa de riesgo nuclear.

    Caso de la superioridad del aliado del tercer partcipe

    Si el aliado del tercer partcipe tiene una clara superioridad de rplica (esdecir, una aptitud suficiente para reducir la rplica adversa a un precioaceptable al disparar el primero), el partido opuesto, que amenaza, no puedeen absoluto correr el riesgo de incitarlo a que dispare el primero contra l. Eslo que hara de querer desembarazarse del tercer partcipe mediante unataque preventivo. En tal caso, la fuerza nuclear del tercer partcipe resulta,por consiguiente, automticamente protegida por la existencia de la fuerzaalada, cualquiera que sea su capacidad de supervivencia.

    Por consiguiente, en este caso la existencia del tercer partcipe ha hechoque sus intereses propios sean directamente solidarios de los intereses desu aliado. Lo que ante los ojos del adversario poda pasar por ser una zonamarginal, adquiere una importancia crtica. Recprocamente, y cualesquieraque sean sus intereses reales, el aliado ms fuerte se ve constreido aconsiderar los intereses del tercer partcipe como si fueran propios.

    Caso de la superioridad del adversario del tercer partcipe

    De ser el adversario del tercer partcipe el que tiene una superioridad derplica, la amenaza que ejerce es infinitamente ms grave, ya que es deltodo punto preciso que no se crea obligado a disparar el primero. Por tanto,las reacciones deberan ser ms prudentes y exactamente calculadas. Sinembargo, permanece el hecho de que ninguno de los dos grandesadversarios puede ser el desencadenamiento de un magno conflicto porintereses que, en definitiva, son secundarios para ellos.

    En tal situacin, la firmeza del tercer partcipe crea mayor peligro para losotros dos: el adversario no puede atacar preventivamente al tercerpartcipe> con medios nucleares sin brindar al aliado de este ltimo laocasin de reducir su rplica disparando el primero, de suerte que, debuenas a primeras, no atacar al aliado por no querer el gran holocausto.Por su parte, el aliado ve sobre todo el magno peligro de tal conflicto y tratarde impedirlo animando al compromiso. En resumen, incluso en ese caso,todo sucede como silos intereses del tercer partcipe fueran tranferidos asu aliado.

    La inestabilidad relativa entre los dos adversarios, por los riesgos queentraa ante la resistencia del tercer partcipe, ha servido para estabilizar lazona marginal defendida por el tercer partcipe.

    43

  • Caso de equilibrio entre los dos grandes

    De estar los dos grandes en equilibrio estable, la influencia del tercerpartcipe no es menor. En efecto, si en semejante caso la probabilidad deintervencin nuclear de alguno de los grandes se hace muy dbil, y acasonula, el peligro recproco para los dos grandes se torna tan considerable queambos estn en la obligacin de evitar toda agravcin del conflicto queuna intervencin del tercer partcipe amenazara con enconar ms all delos lmites adminisibles de seguridad.

    Examinemos las diversas hiptesis correspondientes a tal situacin:

    La alianza entre uno de los dos grandes y el tercer partcipe es estrecha.El adversario slo podr utilizar amenazas matizadas para comprobar elvalor de la solidaridad entre ambos aliados. La simple declaracin deapoyo del gran aliado ser suficiente para resolver el intento.

    La alianza es menos estrecha y los intereses de los aliados claramentedivergentes en cuanto al motivo del conflicto. Tal vez quiera el adversarioaprovecharse de esta divergencia e intentar, bien una amenazainsistente, bien incluso una accin de fuerza limitada. La abiertaresistencia del tercer partcipe crea una situacin extremadamentepeligrosa en razn de los riesgos de escalonamiento. Su aliado, hastaentonces vacilante, no puede por menos que intervenir para zanjar lacrisis.

    La solidaridad entre aliados, en cuanto al objeto del conflicto, se ha rotocompletamente; el aliado del tercer partcipe se ha declarado neutral enese caso. Incluso en semejante hiptesis, el tercer partcipe no haperdido las probabilidades de verse sostenido por su antiguo aliado, acondicin de que resista, de que sepa durar y de que puede mantenersiempre una amenaza de escalamiento. En efecto, as plantea unproblema internacional de mxima gravedad, inaceptable para los dosgrandes adversarios. El antiguo aliado se ve obligado a intervenir, bienpara unirse al tercer partcipe, bien ms probablemente, parta detener elconflicto, imponiendo un compromiso.

    Conclusin

    La intrusin de un tercer partcipe en un equilibrio nuclear bipolar tiene, porconsiguiente, consecuencias estratgicas que exceden con mucho de laimportancia nuclear de este tercer partcipe:

    Los intereses vitales del tercer partcipe se tornan directamentesolidarios de los de su aliado ms poderoso.

    44

  • El adversario no puede ignorarlos, ni puede cometer ya un error deapreciacin sobre la solidaridad que liga a los aliados entre s, ni sobre laimportancia que concede el aliado principal a zonas que para l sonmarginales, pero vitales para el tercer partcipe.

    En caso de crisis, la existencia del tercer partcipe permite a su aliadopoderoso no intervenir sino en segunda posicin.

    Estas consecuencias son esencialmente disuasivas y refuerzan laestabilidad estratgica.

    Ciertos analistas han querido resumir el papel de esta tercera fuerza en dospalabras: suicidio o chantaje. Tales apreciaciones son sumarias y tendenciosas, ya que la realidad, como ha podido verse, es mucho ms compleja.Por otra parte, la comprensin general del fenmeno resulta falseadasiempre que se considere un problema nuclear desde el punto de vista de sudesencadenamiento y no desde el de la disuasin, lo cual es justamentetodo lo contrario (5).

    El suicidio consistira en responder a cualquier agresin con un bombarderoestratgico. Sera sta una concepcin extraordinariamente simplista en laque se habra confundido la amenaza desencadenamiento con el desencadenamiento efectivo.

    El chantaje es una fea palabra que arropa mal una realidad constante enpoltica internacional: cada cual trata de que prevalezcan sus intereses conlos medios de que dispone. El hecho de que ciertos medios se revelenpoderosos, no da lugar a ofuscarse ni a que se los considere desleales. Losdems no se privaran de emplearlos.

    De hecho, la existencia de un tercer partcipe tiene como efecto limitar encierta medida la libertad de accin de los otros dos. Es esta consecuenciala que ha parecido exorbitante a los defensores del sistema bipolar, tantoms cuanto que tal resultado se consegua con fuerzas muy limitadas.

    Ms grave an: se ha apuntado la idea de que este tercer partcipe podradesencadenar un conflicto nuclear, y ello ha sido juzgado inadmisible pordemasiado peligroso y por arrebatar a los partcipes principales la facultadde decidir la paz y la guerra.

    (5) Por ello, la teora simplificadora del detonador no merece siquiera ser discutida. Nadiequiere desencadenar un conflicto nuclear.

    45

  • El problema de las alianzas nucleares

    Objeciones a una fuerza nuclear independiente

    La confusin dogmtica se traduce siempre en afirmaciones contradictrias.MacNamara agrup las contradicciones en una frmula muy conocida: unapequea fuerza nuclear independiente sera, a un tiempo, ineficaz, intil ypeligrosa.

    lneficaz?. Hemos visto que no era este el caso en la disuasinmultilateral. Adems, cmo puede concebirse una Tuerza que fuera a untiempo peligrosa e ineficaz, cuando es el peligro el que est en la base de ladisuasin?

    ,lntil?, slo se justificara plenamente si la fuerza fuese realmenteineficaz; por ejemplo, la eficacia de la fuerza nuclear de Estados Unidoshasta para la dsuasin suya y de sus aliados. Esto es cierto en el casogeneral, pero puede resultar inexacto cuando se trate de interesesdemasiado marginales para aquella nacin.

    El Tratado de la OTAN prev que la agresin contra uno de sus miembrosser considerada como una agresin contra todos (he aqu la palabraempeada), pero que la forma de apoyo prestado al Estado agredido sedejar a la apreciacin de cada uno de los aliados (he aqu el alcance de lapalabra empeada).

    El hecho, por parte de Estados Unidos, de reservarse su libertad de decisin,sealadamente para el uso de las armas nucleares, implica que nodescartan la posibilidad de no comprometer sus fuerzas nucleares endeterminadas circunstancias, incluso si estn comprometidas sus fuerzasclsicas.

    Dado que la guerra nuclear es demasiado grave para ligarla automticamentea cualquier previsin o a cualquier alianza se comprende que haya autoresque han llegado a deducir que estas ltimas no tenan ya sentido en esta eranuclear.

    La nueva cuestin que se plantea hoy en da es la de saber si efectivamentelos riesgos nucleares son tales, de modo permanente, que la esencia de lasalianzas resulta por ellos modificada.

    Que los riesgos nucleares pueden ser mortales est fuera de dudas y esste el extremo en el que se hace hincapi para proclamar la muerte de lasalianzas. Porque si dos o varios aliados tienen en comn intereses vitales, sualianza ser vlida y los llevar a correr juntos riesgos importantes; pero al

    46

  • contrario, si los intereses comunes puestos en juego son insuficientementeimportantes para uno de los aliados, el menor riesgo de conflicto podrromper esa solidaridad. Las alianzas no han muerto pero el arma atmicatiende a hacerlas ms inestables.

    Paradjicamente, con relacin a la mayor parte de las doctrinas actuales, elnico medio de devolverles una gran estabilidad es fundar las alianzas enfuerzas independientes: los intereses, vitales para el aliado ms dbil, peromarginales para el aliado poderoso se convierten as en vitales para esteltimo, crendose la solidaridad completa.,Peligrosa? El problema capital es este: cmo aceptar un aliado correrriesgos exorbitantes para l con motivo de conflictos que conceptamarginales? Evidentemente, el riesgo de que el tercer partcipe reaccionesen forma desordenada ante una amenaza puede existir y lo que se teme esque el tercer partcipe no se atenga a las reglas del juego. Es sta la raznesencial de las doctrinas que relanzan una integracin completa de lasfuerzas nucleares bajo un mando nico.

    El problema de la coordinacin de las fuerzas independientes se hapresentado hasta ahora en forma demasiado parcial: no se ha querido verlas ventajas reales que podran derivarse de la multiplicidad de los centrosde decisin y no se ha buscado verdaderamente la existencia de unasolucin satisfactoria en el mbito de la coordinacin nuclear, como no huboms remedio que hacerlo para la coordinacin a los dems niveles.En realidad la inquietud proviene de que actualmente las dotrinas nuclearesparecen ser divergentes. En estas condiciones, se teme que la independencialleve a falsas maniobras, tanto ms graves cuanto que el partcipe dispongade medios suficientes para volar la santabrbara, aunque fuera el primero enperecer, y que, por otra parte, la actitud de irracionalidad adoptara con finesdisuasivos siembra la duda respecto a su decisin.Esta situacin no e ni fortuita ni interminable. Resulta de que, hasta ahora,los problemas nucleares han sido estudiados y difundidos en marcosestrictamente nacionales, ello por obra de Estados Unidos y de la Ley deMacMahon. Si desde que la OTAN existe, los norteamericanos hubieranhecho gozar a sus aliados de las realidades de la estrategia nuclear queestaban madurando, todos lo miembros de la OTAN habran progresadojuntos y se hallaran actualmente en la misma etapa de comprensin delfenmeno, lo que no es el caso.

    El peligro de las fuerzas nucleares independientes proviene nicamente deldesfase que existe entre los aliados respecto a la apreciacin de losproblemas nucleares.

    47

  • Para que desaparezca este desfase, no hay otra solucin que hacer estudiary trabajar en comn a los aliados como debiera haberse hecho desdehace 1 0 aos con relacin a los complejos problemas planteados por laexistencia de las armas nucleares, no slo en el plano tcnico, sino, sobretodo, en el plano estratgico-poltico ms elevado. Slo siguiendo estecamino es como se podr lograr la educacin recproca de los asociados yhacerles comprender el sentido de los verdaderos intereses comunes de laalianza al nivel nuclear.

    En el mbito internacional, lo mismo que en el de la poltica interior, no hayverdadera democracia, sino por la educacin. Al pretender, mediante laintegracin, conservar el control absoluto de todas las fuerzas nucleares, losnorteamericanos tienden a mantener y a acrecentar ms an el desfaseintelectual existente entre los aliados, que actualmente es tan nefasto. Por elcontrario, si se quiere que un tercer partcipe pueda actuar teniendo siempreen cuenta las condiciones muy apremiantes que dominan la oposicinnuclear de los dos grandes, hay que tratarlo como aliado total y discutir afondo con l, sin dogmatismos ni segundas intenciones de secretoestratgico por lo dems ftil, los aspectos diversos de las situacionesque puedan surgir, construyndose as, colectivamente, una verdaderadoctrina estratgica comn.

    En ese momento se lograra, no ya una fuerza integrada que salvaguardaramediante artificios (como la fuerza multilateral) la apariencia de autonomade los aliados, ni un atelaje desunido de asociados desiguales y recelosos,sino un verdadero equipo de campeonato, dispuesto a jugar libremente eljuego de la disuasin con todos sus matices y sus fintas ms sagaces. Laindispensable coordinacin no se conseguir con la renuncia de los poderesde decisin de los aliados, en materia nuclear en favor de uno de ellos, nimediante un sistema de veto imposible de admitir, sino gracias al perfectoconocimiento del inters colectivo.

    Esta conclusin, que se impondr tarde o temprano, por ser la nicapracticable, tiene dos corolarios importantes:

    El primero, es que el tercer partcipe tiene que comprender claramenteque su papel se inserta en un conjunto y que su accin independiente hade ser la de apoyar y completar la accin de su aliado, a fin de lograr elresultado ms disuasivo y evitar las consecuencias incontrolables. Sumaniobra debe efectuarse por lo menos tanto en funcin del aliado cuyopoder disuasivo se utiliza como del adversario que se quiere disuadir.independencia no quiere decir ciego egosmo.

    48

  • El segundo es que la nica manera de que una fuerza independiente nosea peligrosa es tenerla por aliada, ya que slo as cabe concebirse laposibilidad de una buena y necesaria coordinacin, siempre que seadopten los medios para conseguirla.

    Las posibles ventajas de las alianzas nucleares

    Puesto que me veo comprometido en la tarea de disipar el error vinculado alespantajo de las fuerzas nucleares llamadas independientes, estoy obligado,no slo a mostrar, como lo he hecho, que no siempre las crticas estabanfundadas, sino tambin que existe en favor de esas fuerzas un balance quepuede ser muy positivo.

    Solidaridad

    El primer elemento positivo ha sido identificado de paso: las fuerzasnucleares independientes crean, por su misma existencia, una solidaridadorgnica entre aliados, la cual se extiende necesariamente al conjunto desus intereses vitales. Esto es capital, por lograrse as algo ms slido quetodos los compromisos escritos e impidiendo, por este hecho, que eladversario pueda operar en adelante contando con las divergencias deintereses que siempre existen entre aliados en tal o cual punto.

    Tal solidaridad, lejos de ser peligrosa como se ha dicho por error, tiene laventaja esencial de ser disuasiva, es decir, de impedir que el adversariopueda creer hbil aprovecharse de ciertos incidentes en los que hubieracabido esperar que uno de los aliados admitiese un compromiso en perjuiciodel otro. La existencia de fuerzas nucleares independientes tiende a reducirel rea de expansin de la guerra fra.

    Juego de quipo e ihcertidumbre del adversario

    Esta solidaridad permite igualmente una forma de maniobra de disuasinms eficaz. En estrategia bilateral cada uno de los lados adversariosescudria la voluntad del otro y se rige por sus reacciones. En estrategiamultilateral, el hecho de tener frente a s a varios adversarios complicaextraordinariamente la apreciacin de la situacin, al extremo de impedirtoda previsin.

    Con tres partcipes las 1 5 intervenciones posibles pueden llevarse acabo de diversas maneras diferentes (advertencias, movilizacin parcial,

    49

  • bloqueo, medidas militares, etc.) sobrepasan las 200 posibilidades. Concuatro partcipes esta cifra es muy superior a 1 .000.

    La complicacin derivada de semejante planificacin muestra hasta laevidencia que el partido que concierta sus acciones goza de considerablesuperioridad respecto al adversario nico, que se encuentra sumido en unaincertidumbre total en cuanto al efecto previsible de sus acciones y hastadel grado de coordinacin o de iniciativa de cada uno de los que se leoponen.

    Habida cuenta de los imponderables de este juego muy complicado, resultacierto que los pronsticos de xito son cada vez ms azarosos y que, porconsiguiente, la situacin es mucho ms estable que si slo dosadversarios estuvieran en presencia.

    Posibilidad de osmosis tcnica

    La estabilidad y la solidaridad logradas por la existencia de fuerzasindependientes autoriza entre aliados una modalidad de relaciones quehasta el presente no ha podido existir (si se excepta a Gran Bretaa y aEstados Unidos, en razn de los lazos existentes entre ellos en el momentode crearse el arma atmica).

    En efecto, si una cierta difusin de las armas nucleares se impusiera al fincomo benfica, las principales objeciones suscitadas por el intercambio dedatos tcnicos perderan mucho de su valor. Entonces cabra pensar que losintercambios tcnicos son imprescindibles entre aliados y se realizaran conprofusin.

    Conclusin

    Los desarrollos que anteceden muestran que, en vez de anatematizar lasfuerzas nucleares in