Centros Historicos

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CENTROS HISTÓRICOS: NUEVOS PROCESOS Y ACTIVIDADES ECONÓMICAS. TURISMO Y ESTRATEGIAS DE CUALIFICACIÓN Y DINAMIZACIÓN Miguel Ángel Troitiño Vinuesa Catedrático de Geografía Humana Universidad Complutense de Madrid PLAN Y GESTIÓN URBANÍSTICA EN LA REHABILITACIÓN DE LOS CENTROS HISTÓRICOS FEMP. CUENCA 14 DE NOVIEMBRE DE 2006

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CENTROS HISTÓRICOS: NUEVOS PROCESOS Y ACTIVIDADES ECONÓMICAS. TURISMO Y ESTRATEGIAS

DE CUALIFICACIÓN Y DINAMIZACIÓN

Miguel Ángel Troitiño Vinuesa Catedrático de Geografía Humana

Universidad Complutense de Madrid

PLAN Y GESTIÓN URBANÍSTICA EN LA REHABILITACIÓN DE LOS CENTROS HISTÓRICOS

FEMP. CUENCA 14 DE NOVIEMBRE DE 2006

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Centros Históricos. Nuevos procesos y actividades económicas. Turismo y estrategias de cualificación y dinamización. Miguel Ángel Troitiño Vinuesa Catedrático de Geografía Humana Universidad Complutense de Madrid O. Presentación. Para afrontar la compleja problemática que actualmente tiene planteada la gestión turística de los destinos patrimoniales es necesario tener una visión innovadora, dinámica e integradora que, superando los planteamientos de la mera ordenación física-pasiva, tenga presente las dimensiones culturales, económicas, medioambientales y funcionales que el turismo plantea. En el reto de la gestión integrada de los destinos patrimoniales, como son los casos de Ávila, Cuenca, Granada, Córdoba, Guanajuato, La Laguna, Sevilla, Toledo, Cuzco, Fes, Medina Zahara,Salamanca, Antigua, Segovia, Tetuan, Machu Pichu, Teotihuacán, etc., el turismo y el patrimonio ofrecen desafíos y oportunidades. La complejidad del turismo, en cuanto fenómeno transversal que impregna el conjunto de la realidad, explica que no sea nada fácil planificarlo ni gestionarlo, de forma equilibrada, en los organigramas administrativos y en la gestión patrimonial. Las expectativas que despierta son muchas, al ser una actividad económica expansiva que puede ocupar el lugar que otras funciones han dejado, y servir para que los destinos patrimoniales refuercen su protagonismo. En España, país donde el turismo constituye uno de los soportes fundamentales su economía, con un patrimonio cultural de gran riqueza y diversidad, con cerca de 700 conjuntos históricos declarados Bienes de Interés Cultural y 40 bienes incluidos en la Lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad, hasta fechas recientes, se ha prestado una limitada atención al estudio y de las relaciones entre planeamiento urbanístico y turismo en los conjuntos patrimoniales. El urbanismo funcional es, todavía, poco sólido y las infraestructuras de gestión integrada son bastante débiles. Sin embargo, recientes iniciativas impulsadas desde la Administración General del Estado, caso de los Planes de Dinamización y Excelencia Turística y del Plan de Impulso del Turismo Cultural e Idiomático, desde la Comunidades Autónomas y desde algunos ayuntamientos, evidencian que se está iniciando un cambio de tendencia que está propiciando un mayor encuentro entre estrategias turísticas, culturales y urbanísticas. Se trata de experiencias, casos de Santiago de Compostela, Gerona, Salamanca, Ávila, Granada, Morella o Toledo que deberían significar una modificación profunda en los modelos de planificación y gestión turística, donde se preste más

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atención a aspectos como las relaciones entre planeamiento urbanístico, turismo y patrimonio cultural. I. Las dimensiones múltiples del fenómeno turístico y sus implicaciones.

En el umbral del siglo XXI, las ciudades históricas y los conjuntos patrimoniales se encuentran estrechamente asociados al turismo. Su función turística se ha venido reforzando en los últimos años, aumentando la simbiosis entre patrimonio y turismo. Esta realidad, con dimensiones múltiples, tanto positivas como negativas, plantea problemas nuevos en relación la gestión de los flujos turísticos, la planificación urbanística, la protección del patrimonio, la accesibilidad y movilidad o el medio ambiente.

El turismo ha conocido un importante incremento en la última década y se está convirtiendo en un protagonista fundamental de la vida y también de la recuperación urbanística y arquitectónica de importantes conjuntos patrimoniales, al inducir procesos de rehabilitación y de reutilización de edificios monumentales, así como mejoras del espacio público y de las infraestructuras y equipamientos. La relación entre patrimonio, urbanismo y funcionalidad turística son más que evidentes, así lo demuestran experiencias como las de Santiago de Compostela, Salamanca, Gerona, Cuenca o Évora.

Para evitar los efectos negativos del turismo de masas, sobre los que han llamado la atención ICOMOS, el Consejo de Europa, La Unión Europea, UNESCO, etc, hay que asumir algo fundamental: la capacidad de acogida de los destinos patrimoniales es limitada ya que los recursos del patrimonio cultural y sus estructuras físicas son muy frágiles y, además, no renovables. En este sentido, la Alhambra, Toledo, Sevilla, Santiago, Córdoba, La Laguna, Ávila, Cuenca, etc. tienen una estructura urbanística, patrimonial y medioambiental de gran singularidad que también impone fuertes condicionantes; especialmente en los temas relacionados con la accesibilidad, la movilidad, la recuperación funcional o la intervención arquitectónica.

Estamos frente al reto de adecuar nuestros destinos patrimoniales para que, conservando sus valores y singularidades, urbanísticas, medioambientales y culturales, la función turística se integre armoniosamente y se convierta en una aliada de la recuperación urbana, en el caso de los centros históricos, o territorial en los paisajes culturales. El turismo, adecuadamente canalizado y gestionado, puede servir para que los destinos patrimoniales refuercen su multifuncionalidad.

I.1. Desarrollo y turismo sostenible.

El turismo constituye un elemento fundamental en la vida y en la economía de los destinos patrimoniales y de ahí deriva la necesidad

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de prestarlo más atención, no dejarlo a su suerte, y considerar sus múltiples implicaciones. A pesar del estancamientos de los destinos culturales a partir del 2001, especialmente en relación con la llegada de turistas extranjeros, los estudios de prospectiva apuntan hacia un desarrollo del turismo urbano y de manera especial en el segmento correspondiente a las Ciudades Patrimonio de la Humanidad, al ser los hitos arquitectónicos o paisajísticos, junto con los grandes museos, los principales focos de atracción turística. Para dar respuesta a esta demanda es necesario que nuestros destinos patrimoniales estén bien preparados en términos urbanísticos, de medio ambiente, de calidad arquitectónica, de espacios libres, conservación del patrimonio, rutas peatonales, equipamientos e infraestructuras turísticas y de acogida, accesibilidad y movilidad, etc.

El desarrollo turístico sostenible en los destinos patrimoniales debería ser no sólo un deseo, cuya operatividad presenta dificultades, sino una estrategia explícita, necesaria para insertar el turismo en un marco de compatibilidad con el patrimonio, con el medio ambiente, con la sociedad y con la economía.

El turista es un gran consumidor de bienes y servicios, su presencia dinamiza los diversos sectores de la vida de la ciudad, genera riqueza y empleo e introduce nuevas modalidades en el consumo y en el uso del suelo. En primer lugar, potencia el desarrollo de las ramas de actividad que cubren directamente las necesidades de consumo de los visitantes (hostelería, restauración, comercio y servicios de ocio y recreo) e impulsa también el desarrollo de otros sectores de actividad al tener un importante efecto multiplicador. Esto es algo que, especialmente en lo relacionado con el turismo y la hostelería, ha sido bien evidente durante la última década.

El turismo, además de incrementar la renta de la población local, también genera un aumento de los ingresos de las corporaciones locales. Su desarrollo puede contribuir a la revitalización económica de los destinos y sus entornos, ahora bien, también tiene su lado oscuro. Cuando la economía depende en exceso de esta actividad, se expone a serios peligros puesto que una disminución de la afluencia de visitantes o del gasto turístico puede provocar una crisis en el sistema productivo.

A la oferta de empleo generada en las actividades directamente servidoras del turismo, hay que sumar el empleo indirecto generado en aquellas empresas que prestan bienes y servicios al sector. Se estima que por cada empleo directo creado en el turismo, se generan 1,2 empleos indirectos y 1,5 empleos inducidos. Todo ello plantea la necesidad de prever suelos para nuevos usos e infraestructuras relacionados con la demanda turística.

En general, existe una estrecha relación entre el esfuerzo en la conservación y una mayor o menor afluencia turística, siendo más que evidente en ciudades como Ávila, Santiago de Compostela, Gerona, Morella, Salamanca o Cuenca. La revalorización y utilización turística del patrimonio requiere, sin embargo, que esté integrada dentro de un proyecto cultural donde se inviertan, en laguna medida,

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las reglas del mercado: la oferta prime sobre la demanda. Los ejes fundamentales de esta política deben ser la adecuada preparación, presentación e interpretación del patrimonio cultural, donde el planeamiento urbanístico o el territorial tienen un importante papel. Hay que hacer un esfuerzo para preparar los territorios para la función turística, sólo así se puede hablar, en sentido estricto, de destinos turísticos patrimoniales.

Una ciudad y un centro histórico, además de un ámbito receptor de turistas, es un lugar donde se vive, un centro de negocios, una zona de compras y un espacio donde se localizan funciones administrativas. Se trata de una realidad multifuncional, donde una excesiva presión turística puede introducir importantes desequilibrios; es necesario dotarse de un planeamiento urbanístico o territorial que dé respuesta a las nuevas demandas funcionales y propicie estrategias cualitativas de multifuncionalidad.

I. 2. La planificación y la configuración de los conjuntos patrimoniales como recurso y producto turístico.

Los conjuntos patrimoniales, una de las creaciones más brillantes de la cultura universal, encierran un rico y diversificado patrimonio cultural cuya lectura, recuperación y reutilización productiva requiere planteamientos más amplios que los meramente arquitectónicos. Son conjuntos donde se relacionan variables múltiples: arquitectónicas, culturales, medioambientales, turísticas, etnográficas, etc. ,. Esta imbricación de variables les da una especial singularidad patrimonial y medioambiental, diferenciándoles de otra topología de destinos.

La lectura del patrimonio cultural como fuente de recursos, y no sólo de gasto, tal como ha venido ocurriendo hasta fechas recientes, abre nuevas vías de acción a la hora de abordar la explicación de las relaciones entre turismo y patrimonio cultural. Por lo general, sólo una pequeña parte del patrimonio cultural de las ciudades históricas está preparado para la visita pública. Así, en Granada, por ejemplo, de 62 monumentos con categoría de BIC.: 17 están total o parcialmente acondicionados para la visita pública, en 16 la visita pública es secundaria a la función principal y en 29 no son posibles visitas de ningún tipo; en Toledo, de más de 104 elementos catalogados B.I.C., sólo del orden de 20 están acondicionados para la visita pública. Algo similar ocurre en Valencia, La Laguna, Cuzco, Sevilla, la Habana o Antigua. Esta realidad es aún mas evidente en los destinos patrimoniales de naturaleza territorial, caso de los paisajes culturales.

Las estrategias de recuperación deben ser, por tanto, globales, es decir, contemplando el patrimonio cultural, principal recurso turístico, bajo todas sus formas, en toda su complejidad y en el marco de un paisaje y medio ambiente singular. Una estrategia verdaderamente innovadora de la conservación y gestión del patrimonio cultural debe partir obligatoriamente de una concepción amplia del mismo y apostar por su adecuación para el uso turístico, algo que va

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mucho más allá de la apertura de restaurantes, hoteles o tiendas de recuerdos.

La limitada consideración de los aspectos funcionales ayuda a explicar los débiles resultados de algunas políticas de recuperación urbana, que han puesto su acento en las dimensiones meramente arquitectónicas y han descuidado aspectos funcionales, sociales y medioambientales. Uno de los grandes desafíos económicos y sociales que el patrimonio tendrá que afrontar en los próximos años será, sin duda, el de dotarse de infraestructuras y equipamientos adecuados para acoger al turismo de masas.

El desarrollo turístico también requiere inversiones, no solamente privadas sino también públicas, pues un flujo excesivo de turistas, si el destino cultural no está preparado, puede producir efectos secundarios como contaminación, congestión del tráfico o banalización social, económica y cultural de la comunidad de acogida.

Una de las mayores oportunidades que el turismo ofrece a los destinos patrimoniales es la de recuperación y reutilización de unos bienes, arquitectónicos, urbanísticos, museísticos, etnográficos, etc. que, en no pocos casos, se encuentra claramente infrautilizados. Además puede aporta recursos para mejorar el paisaje y también genera oportunidades para cualificar la trama urbanística y renovar las infraestructuras. En este sentido señalar, por ejemplo, que en la ciudad de Cuenca se lograron 20 millones de euros de los fondos FEDER, para preparar la ciudad como destino turístico y contribuir a resolver sus problemas de accesibilidad y movilidad.

El planeamiento urbanístico y territorial, tanto en sus catálogos de protección como en la regulación de usos y actividades, deben estar atentos a las demandas turísticas. Los destinos patrimoniales han desaprovechado, frecuentemente, las posibilidades urbanísticas que el turismo les ha brindado y un buen ejemplo de ello es Granada; otras ciudades, como Santiago, Ávila o Gerona, han sabido aprovecharlas mejor.

I.3. Los flujos turísticos y la capacidad de acogida.

Los destinos patrimoniales se han convertido en grandes receptores de visitantes nacionales y extranjeros, atraídos por el patrimonio arquitectónico y urbanístico, los museos, la cultura o por un medio ambiente singular que se ha ido perfilado a lo largo de los siglos. El incremento de los flujos turísticos es una realidad evidente, exigiendo la puesta a punto de una planificación más precisa y de una gestión más eficaz, para instaurar formas y comportamientos turísticos menos agresivos y mas responsables con el uso y disfrute del patrimonio.

Muchos destinos patrimoniales no podrán soportar un incremento creciente en el número de visitantes: su "capacidad de acogida" es limitada. Hay tres conceptos de capacidad de acogida que deben

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considerarse de forma combinada: "capacidad de acogida física", a partir de cuya superación el medio ambiente y los recursos culturales se ven afectados negativamente; la "capacidad de acogida económica", una vez desbordada provoca que las otras funciones de la ciudad empiecen a sufrir efectos negativos y la economía urbana puede empezar a resentirse; la "capacidad de acogida social", cuando el número de visitantes es excesivo, los residentes perciben el turismo como algo negativo y las relaciones con la sociedad local empiezan a ser conflictivas. Venecia aporta el ejemplo extremo de desbordamiento turístico en una ciudad histórica, estando su capacidad de acogida desbordada mas de la mitad del año; en España, el ejemplo de la Alhambra demuestra que, ante un fuerte crecimiento del número de visitantes, no queda otra alternativa que limitar el número de visitas y modificar los modelos de gestión. Son bastantes los monumentos y conjuntos patrimoniales que, al menos, durante una buena parte del año ven como su capacidad de acogida esta desbordada, ello implica deterioro del patrimonio y de la calidad de la visita, entendida como una experiencia estética y personal enriquecedora.

La fijación de límites de tolerancia para la gestión de la afluencia de visitantes es un tema que cada día preocupa más y que la planificación, urbanística o territorial, al ser la responsable de la gestión de las dimensiones físicas y también de las funcionales, debería prestar mucha mas atención. En relación con las medidas a aplicar, se pueden utilizar "medidas duras" (limitaciones físicas y penalizaciones) y "medidas blandas" (coordinación, accesibilidad y movilidad, planificación urbanística, promoción diferenciada, etc), siendo estas últimas las mejor adaptadas al tejido urbano, siempre que aborden cuestiones cruciales como el tráfico y el flujo de visitantes.

II. Estrategias Urbanas y Planificación Turística. En los destinos patrimoniales, la planificación turística, la urbanística y la cultural se han ignorado, cuando no enfrentado. Sin embargo son tres pilares básicos para lograr que un destino sea competitivo y ponga en marcha estrategias de turismo sostenible.

Los Planes Generales de Ordenación Urbana y los Planes Especiales de Conjuntos Patrimoniales, deben definir el futuro de los destinos culturales y la estrategia de conservación, dinamización y gestión del patrimonio cultural. Se trataría de evaluar, en una primera instancia, en que medida su diseño, más allá de los aspectos relacionados con el tratamiento del espacio público, la regulación del tráfico y aparcamiento, las calles peatonales y la catalogación del patrimonio, aborda las interdependencias entre planeamiento urbanístico, patrimonio y turismo. Interesa saber en que medida posibilita o dificulta avanzar hacia modelos de urbanismo sostenible, en el sentido que hemos intentado definir en la primera parte de nuestra ponencia.

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Algunas de las conexiones que, desde nuestro punto de vista, deberían establecerse entre turismo y destinos patrimoniales pueden ser las siguientes:

* Definir una estrategia urbana o territorial, algo así como un Plan Estratégico de Destino, donde se asigne al turismo el papel que la sociedad local desea que realmente tenga, dotándose de herramientas adecuadas para garantizar su control.

* Tender puentes de comunicación entre las políticas urbanísticas, las territoriales, las turísticas y las de patrimonio cultural. Para ello se necesitan infraestructuras de gestión de nuevo cuyo, del estilo de los City Center Management, Consorcios, etc.

* Superar lecturas monumentalistas del patrimonio cultural y apostar por lecturas mas complejas que permitan poner en valor recursos ahora infrautilizados.

* Abordar políticas activas de recuperación del patrimonio cultural, tanto de valor monumental como ambiental, impulsando la puesta en marcha de los programas de rehabilitación integrada, contemplados en la planificación, pero que muy pocas veces se ponen en marcha.

* Evaluar la adecuación del patrimonio cultural para nuevos usos, más allá del clásico recurso a las instalaciones de la administración o a los equipamientos museísticos. Hay que superar la idea, presente en algunos centros históricos, del patrimonio como un mero contenedor de museos.

* Acondicionar y gestionar el patrimonio cultural para que pueda dar respuesta a las demandas y necesidades turísticas. Tener patrimonio es importante, pero no suficiente. La función turística del patrimonio puede ser principal, secundaria o incidental.

* Pensar en preparar bien los destinos patrimoniales para los ciudadanos, mas allá de las específicas necesidades del turismo, si se hace así también lo estará para los visitantes.

* Apostar por estrategias de multifuncionalidad donde se complementen comercio, residencia, artesanía, administración, cultura, etc. La complementariedad entre comercio y turismo puede aportar buenos resultados.

* Dotar a los destinos de adecuadas infraestructuras e equipamientos de acogida para los visitantes: dársena de autobuses y aparcamiento, centro de acogida, nuevos accesos peatonales, etc.

* Propiciar, desde el tratamiento del espacio público o la ordenación del territorio, la conexión entre los diversos recursos culturales con que cuentan los destinos, algo imprescindible en los paisajes culturales de base territorial.

* Dotarse de centros de interpretación de la ciudad o del territorio que, además de recuperar alguno de los grandes contenedores infrautilizados, doten a los destinos de equipamientos innovadores que propicien una visita más enriquecedora y refuercen la oferta cultural y de ocio, mediante lecturas inteligentes e innovadoras del

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territorio donde se localizan. Este podría ser el caso del Centro de Interpretación de Toledo, ubicado en el Centro Cultural San marcos, si no fuese por algunos errores cometidos en relación a su localización y contenidos.

*Desarrollar o continuar con las iniciativas de recuperación medioambiental de los entornos de los espacios patrimoniales.

* Preservar las imágenes y los paisajes estrechamente unidos a la simbología de cada destino patrimonial, aspecto fundamental de la imagen turística.

Los Planes de Dinamización y Excelencia Turística y el Plan de Impulso del Turismo Cultural e Idiomático, en el marco del Plan Integral de Calidad del Turismo Español 2000-2006, están ofreciendo oportunidades de avanzar en la dirección que hemos señalado. A continuación presentaremos dos experiencias orientadas hacia una planificación y gestión mas sostenible de ciudades históricas: Toledo 21, un ensayo de estrategia que no se concretó en un plan, pero cuyo planteamiento consideramos válido; y Cuenca como ejemplo de alianzas entre políticas diversas.

II.1. Estrategia turística para un destino patrimonial.

A partir de los análisis multicriterio es posible establecer recomendaciones, estrategias y líneas de actuación. En el caso de Toledo, tras una interpretación de esta ciudad como destino turístico maduro, estas se articularon alrededor de: patrimonio y oferta complementaria, oferta de alojamiento y restauración, flujos de visitantes y capacidad de acogida, movilidad y accesibilidad, medio ambiente urbano y órganos de gestión.

El objetivo central debe orientarse, en el caso de los destinos patrimoniales, a configurar una estrategia turística integrada en el conjunto de las políticas, capaz de compatibilizar a medio y largo plazo la preservación del patrimonio cultural y su rentabilización la diversidad y calidad de vida y la generación de nuevos recursos económicos.

La estrategia, debe contribuir a mejorar la coordinación institucional, a reforzar la participación ciudadana, potenciar la colaboración público-privada, a reorientar la promoción y el desarrollo turístico desde nuevos criterios de sostenibilidad, a aprovechar las múltiples oportunidades y recursos existentes y a reducir o minimizar los riesgos de la degradación patrimonial, turística y medioambiental a medio y largo plazo.

Esta visión integrada del turismo persigue incorporar toda una serie de objetivos específicos del propio sector turístico: potenciación y redefinición de la marca del como destino; diversificación de la oferta; mejora de la relación turistas/excursionistas; ampliación del tiempo de estancia, de la temporada turística y del nivel de gasto;

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mayor integración del turismo en la economía, en el medio urbano , en la calidad de vida local, etc.

Una vez establecidos los objetivos y la metodología de trabajo, se perfilan las características básicas de la estrategia, el proceso de elaboración, las áreas de estudio, las propuestas y un posible marco organizativo. Una estrategia turística debería plantearse sobre las siguientes bases:

* Basada en las recomendaciones de los principales organismos internacionales sobre turismo y desarrollo sostenible en ciudades históricas.

* Concebir el turismo como una actividad central e integrada en el conjunto de la vida económica, social y ambiental de su centro histórico.

* Integrar potencialidades turísticas: centro histórico, la ciudad y territorio.

* Orientación desde los intereses locales-regionales, centrada en los principales desafíos del turismo en los próximos decenios y negociada con los agentes turísticos exteriores.

* Propuesta de programas y actuaciones urgentes.

Una estrategia sólo es posible desde el liderazgo institucional, la concertación empresarial y la participación social.

La estrategia debe concebirse como un proceso institucional y social de reflexión y concertación que sólo será viable en la medida que sea impulsada desde las instituciones, compartida por los agentes privados y asumida como propia por los agentes sociales. En suma, una estrategia participativa que persiga la implicación del conjunto de la sociedad. Se trata de un camino complejo y necesitado de innovación, en el liderazgo, en el planteamiento y en la gestión

II.2. Cuenca: alianzas y tensiones entre políticas diversas.

La puesta en valor y adecuación del patrimonio cultural como recurso turístico es un proceso complejo y lento, que requiere actuar desde frentes diversos. Para ejemplificar esta situación tomamos de referencia el centro histórico de Cuenca.

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A comienzos de la década de los ochenta del siglo XX la ciudad alta de Cuenca era un espacio heterogéneo a nivel funcional y social que venía demandando una estrategia de recuperación integral . A finales de los setenta tuvo lugar la Revisión del Plan General de Ordenación Urbana, donde se contempló un Plan Especial de Protección y Mejora para la ciudad antigua; en 1980 se iniciaban los trabajos de Programa Piloto de Rehabilitación de San Martín y en 1981 la Dirección General de Bellas Artes incoaba expediente para la declaración de la "ciudad alta" como conjunto histórico. En las dos últimas décadas la ciudad alta, donde el volumen de inversión realizado se aproxima a los 100 millones de euros, conoce una importante recuperación física de su patrimonio histórico-monumental. Tras décadas de espera y abandono, edificios singulares con un papel estructurante del tejido urbano han sido o están siendo rehabilitados-remodelados. Las intervenciones arquitectónicas y urbanísticas constituyen un buen escaparate de las políticas institucionales de recuperación urbana. En un contexto de cierto éxito de las intervenciones singularizadas y de limitada incidencia en la rehabilitación residencial, hay que situar el Programa Cuenca a Plena Luz que, impulsado por la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha, desde 1989 tiene por objetivo la rehabilitación integral de la ciudad alta. Las ayudas a la rehabilitación han tenido un alto grado de aceptación, desencadenando una dinámica de mejora en el espacio residencial hasta ahora desconocida. El balance del programa de rehabilitación de viviendas supera las 1.000 actuaciones, con una subvención superior a los 5 millones de euros y un volumen de obra inducido por encima de los 10 millones. El programa de mejoras del paisaje urbano se ha centrado en la limpieza de fachadas, arreglo de cubiertas, restauración de edificio, vidrieras de la catedral, etc., sus efectos se han dejado sentir en la imagen de la ciudad. Los resultados, en general bastante positivos, del Programa Cuenca a Plena Luz, demuestran que, incluso con soportes financieros limitados, coordinando las intervenciones sectoriales y con un importante esfuerzo de gestión se puede poner en marcha una dinámica de rehabilitación de la que se han visto beneficiadas, en mayor o menor medida, alrededor del 40% de las viviendas del conjunto histórico. En los últimos años la ciudad alta ha conocido un importante reforzamiento a nivel sociocultural y turístico. Las actividades socioculturales, educativas y hosteleras se han consolidado como uno de los pilares fundamentales para la recuperación física y la dinamización funcional. Se ha mantenido, no sin dificultades, la multifuncionalidad, sin embargo la turistización no está exenta de problemas. El Proyecto Integral de Mejora Urbanística Dirigida al Turismo 1994-1999, encuadrado dentro de los programas de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (FEDER), nació como uno de los instrumentos para

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desarrollar y financiar las propuestas del Plan Especial de Protección, Ordenación y Mejora del Casco Antiguo y las Hoces. Las actuaciones del mencionado proyecto, con una inversión de casi 20 millones de euros, tenían como finalidades principales: la mejora de la accesibilidad y movilidad peatonal, construcción de aparcamientos para residentes y visitantes, la disminución del tráfico privado y el reforzamiento de transporte público, la supresión de barreras físicas, la recuperación las zonas urbanas degradadas, la construcción de un centro de acogida de visitantes, renovación de las infraestructuras y pavimentos del casco antiguo y mejoras en el espacio público. Se trataba, en suma, de preparar mejor la ciudad tanto para los residentes como para los visitantes. Las actuaciones realizadas se relacionan con las mejoras en el viario e infraestructuras de servicios, adecuación y mejora de accesos y ciertas actuaciones de acondicionamiento medioambiental en las riberas del Júcar y Huécar. Las obras de mayor entidad, en fase de construcción o terminadas, son los aparcamientos. La gestión del Programa Integral de Mejora Urbanística ha puesto de manifiesto, además de las dificultades intrínsecas a la intervención en una ciudad histórica, los efectos perversos de las batallas políticas, los problemas de coordinación entre las políticas de patrimonio cultural y las urbanísticas, la debilidad de las infraestructuras de gestión municipal y las dificultades para configurar un proyecto de futuro, debatido, asumido y compartido colectivamente. La consolidación de Cuenca como un importante centro del turismo interior y la revalorización de la ciudad alta como espacio lúdico para visitantes y vecinos de la ciudad ha propiciado una importante expansión de la hostelería. Esta expansión, concentrada en la plaza Mayor y sus inmediaciones, está empezando a generar algunos conflictos con la población residente y a complicar, especialmente los fines de semana, la problemática del tráfico y del aparcamiento. El Plan de Dinamización Turística, aprobado en 1998, con una inversión de 2,7 millones de euros, ha tratado de contribuir a preparar la ciudad y, especialmente su casco antiguo, como un destino atractivo y de calidad. Inició su andadura en 1999, en un marco de cooperación interadministrativa y de débil implicación, sólo en la fase inicial, de la Agrupación Provincial de Hostelería y Turismo. El turismo es una actividad transversal y debido a ello la preparación de los destinos turísticos y el control de los flujos de visitantes requieren de la coordinación de diversas políticas urbanas. El Plan de Dinamización Turística ha permito, aunque de una forma tímida, desbordar el ámbito de la planificación turística sectorial y sus actuaciones se agrupan alrededor de tres programas: mejora del producto; promoción, comunicación y comercialización; y gestión. Las actuaciones realizadas en el programa mejora de producto están orientadas a prepara el patrimonio cultural como recurso turístico y las principales actuaciones desarrolladas ha sido: actuaciones de

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eliminación de cableado aéreo en algunas calles; paseo peatonal en la hoz del río Huécar; mejora de los servicios de la oficina de información turística; plan de accesibilidad y movilidad peatonal; señalización turística de la ciudad; rehabilitación de la iglesia de San Miguel; readecuación y apertura del centro de artesanía; adecuación del auditorio del Huécar como sala de congresos; y, como actuación estrella, el centro de recepción de turistas, actualmente en construcción. El programa de promoción, comunicación y comercialización tiene una orientación turística más sectorial en relación con imagen de marca e identidad corporativa. El programa de gestión ha permitido la puesta en marcha del equipo de gestión del plan, la firma de convenios formativos con universidades y la creación y puesta en marcha de la fundación Cuenca Ciudad de Congresos. Cuenca, tras haber realizado un importante esfuerzo en la protección y recuperación del patrimonio cultural, en la mejora de su equipamiento e infraestructura urbanística, cultural y turística, está en condiciones para perfilar una estrategia urbana donde el patrimonio cultural y medioambiental sean los pilares para diversificar la oferta y apostar por consolidarse como un destino de calidad, si se refuerza la gestión y se logra una mayor implicación del sector privado. La reciente aprobación del Real Patronato Ciudad de Cuenca, si define bien sus objetivos y se dota de los adecuados instrumentos de gestión, puede contribuir a dar respuestas adecuadas a los problemas planteados. Los problemas, en contra de lo que muchos políticos y algunos arquitectos piensan, no siempre se resuelven con nuevas obras e infraestructuras; mas en una ciudad paisaje con una capacidad de acogida muy limitada y fuertemente condicionada por su estructura física, singularidad que, por otra parte, es la clave de su atractivo turístico. El debate de los accesos mecánicos – ascensores- por el barrio de San Martín está nuevamente abierto y nuestro punto de vista es que no resuelven problemas funcionales y generan impactos paisajísticos y procesos negativos de congestión y, por tanto, deberían rechazarse. Hay que asumir la singularidad física, simbólica y funcional de los destinos patrimoniales y no pedirles mas de los estos pueden y deben dar a nivel turístico, pues se trata de recursos muy frágiles y que por sus valores están bajo la tutela pública. Es necesario instrumentalizar estrategias cualitativas, consensuadas con los diversos agentes sociales, pues pedirle demasiado significa aventurarse por el peligroso camino de la insostenibilidad, tanto cultural como turística.

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III. A Modo de reflexión final.

Los destinos patrimoniales encierran diversidad cultural y posibilidades para configurar productos turísticos, cuyo futuro dependerá de nuestra capacidad para diseñar y gestionar estrategias urbanas y territoriales que permitan instrumentalizar el turismo sostenible. El turismo es un fenómeno de interdependencias y sus relaciones con el patrimonio son de naturaleza múltiple, positivas unas y negativas otras. En cualquier caso, tiene un destacado protagonismo y ello plantea un importante desafío: superar la fase meramente promocional de la gestión turística y afrontar el reto de planificar y gestionar el turismo en los destinos patrimoniales, utilizándolo como un importante instrumento de dinamización y recuperación funcional funcional.

La preparación de los destinos patrimoniales para la función turística requiere cambios profundos en los modelos de gestión del turismo, del patrimonio cultural, del urbanismo y del territorio, en suma, en la gestión urbana y territorial. Instrumentalizar el turismo sostenible implica que las administraciones locales se doten de infraestructuras de gestión transversales, que establezcan puentes de comunicación y sellen acuerdos entre las políticas turísticas, las urbanísticas y las de patrimonio cultural.

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