Cesar Andreu Iglesias Por Georg Fromm

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Seria imposible escribir Ia historia del movimicnto obrcro puertorriqucilo y c.lc Ia lucha de liberaci6n nacional de los 40 anos sin dcstacar Ia presencia activa ) Ia obra compromctida } mu ltiple de esc luchador, llamado C<-sar Andreu l!{ksias, que supo fundir Ia an·ibn de primera fila con el trabajo litcrario qut> hizo de clun maximo defensor de las doctrinas marxistas. un rcnovador de nuestro pcriodismo, un cnsayista punzante y un narrador de ex ito. Esta riqueza y variedad de su vida } de su obra sc asicntan en una profunda unidad organica y vi\·icnte, porqut Cesar Andreu, hombre de princ1 p10s y oricntacioncs fundamcntalcs, St' prcocup6 por darles Ia ex presion mas adecuada a las rondici ')ncs determinantcs de cada momcnto hist6rico. Captar y exponcr csa unidad en Ia divcrsidad de una vida ) de una ob.ra vcrdadcramente <:jemplarcs constituye uno dt· los objctivos ccntralcs del libro que ahora prescntamos '. H. Fromm l uh 1 1 lllll 11111IC

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"César Andreu Iglesias: aproximación a su vida y obra" por Georg Fromm (1977) Biografía del líder comunista, escritor y periodista puertorriqueño César Andreu Iglesias por el filósofo Georg Fromm.

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Seria imposible escribir Ia historia del movimicnto obrcro puertorriqucilo y c.lc Ia lucha de liberaci6n nacional de los ultimo~ 40 anos sin dcstacar Ia presencia activa ) Ia obra compromctida } mult iple de esc luchador, llamado C<-sar Andreu l!{ksias, que supo fundir Ia an·ibn de primera fila con el trabajo litcrario qut> hizo de clun maximo defensor de las doctrinas marxistas. un rcnovador de nuestro pcriodismo, un cnsayista punzante y un narrador de ex ito. Esta riqueza y variedad de su vida } de su obra sc asicntan en una profunda unidad organica y vi\·icnte, porqut Cesar Andreu, hombre de princ1 p10s y oricntacioncs fundamcntalcs, St' prcocup6 por darles Ia ex presion mas adecuada a las rondici ')ncs determinantcs de cada momcnto hist6rico. Captar y exponcr csa unidad en Ia divcrsidad de una vida ) de una ob.ra vcrdadcramente <:jemplarcs constituye uno dt· los objctivos ccntralcs del libro que ahora prescntamos'.

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CESAR ANDREU IGLESIAS

APROXIMACION A SU VIDA YOBRA

Georg H. Fromm

EDICIONES HURACAN RIO PIEDRAS, PUERTO RICO 1977

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Disefio gnlfico y Irontispicio de Lorenzo Homar

Queda hccho cl deposito q11c previcne Ia Ley lmpreso en Editorial Lihros de ~1t\xico, S. A. Av. Coyoacan l o:l5, ?vl•'x ico 12, D. F.

© By Edicioncs Hural';\n, Inc.

A l' f' . Gonz.'il (~Z 100~

Snnta Uit.a, Rio Pi~drns P uerto Rico 00925

Printed and made ir~ M exicq Impreso en Mexico

INDICE

J utroducci6n

J. Indcpendencia y socialismo .

I f. Lucha obrera .

A. P or Ia unidad del moyimiento obrcro

n. Ni sectarismo ni opor tun.ismo

C. De Ia lucha sindical a Ia !ucha politica

Prig.

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II f. La revolucion . 53

A. Naturaleza y condiciones fundamentales . 53 Criticn al nar:ionalimw - Crltiea a1 tcrrori.<;mo

H. Caracteristicas de Ia vanguardia . 65 Condiciones espccificas rle Puerto Rico - De­mocracia interna - Lk!crato colcctivo ---­Trabajo de masas: lucha amplia y mulri-Iorrne - Participacit)n clt•ctoral - Trabajo planificado - Cr itica y autocritica.

rv. J\lap~tro y propagandista . 83 Pur una doctrina de lucha - Funcion del marxis· mo - Capaciluci6n pol!tica -- Din1lgaci6n masi\'a: propaganda - El ejcmplo.

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V. Renovacion y superacion . 97 Conccpfo de superaci6n - Crisis de mediados de los 50 - La respuesta - Otros esfu erzos renova-dores.

VI. Sacrificios y optimismo

VII. Anre su muerte .

Cronologia Sumaria

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14.5

INTRODUCCION

La inesperada muerte de Cesar Andreu Iglesias -acae· cida el l7 de abril de 1976 como r esultado de un fulminante infarto cardiaco- constituye una sensible e irreparable per~ dida. Esto me plantea la obligacion de contribuir a preser­var la memoria de este hombre excepcional. El deber de rccordarle lo impone no solo el carif\o que siento por el ami­go y compaiiero desaparccido, sino tambien la conciencia que tengo de la calidad ejemplar de su vida y de Ia magni­tud y significacion de su obra. Pero no es facil hacerle ade­cuada justicia a una vida tan intensamente vivida, tan r ica y fecunda que no parece ser la vida de un solo hombre.

Cesar fue, ante todo, un luchador: mas de 40 aiios de­dicados --con gran desprendimiento, tenacidad y combativi­dad- a la lucha por l a emancipacion nacional y social de su pueblo. A lo largo de esta l arga e inccsante lucha, Cesar fue dejando una huclla profunda e imborrable en diver.sos ambitos del Puerto Rico contemporaneo. No se podria es~ cribir la hisloria del movimiento obrero pucrlorriqueiio sin asignarle un lugar destacado a la figura de Cesar Andreu Iglesias. Otro tanto ocurre con las luchas politicas de las ultimas decadas, particularmente con la lucha por la libera· cion nacional. Tambien dejo sentir su vigorosa personalidad en el amplio campo de la cultura y las letras puertorrique­fias. Ejercio una poderosa influencia sobrc el debate ideo­l ogico en nuestro pais : fue campc6n infatigable de las ideas sociales y politicas avanzadas, progresistas, y en particular, fue el maximo exponente y defensor de las doctrinas mar · xistas en P uerto Rico. F uc, ademas, una fuctza renovadora de nuestro periodismo : por una parte, promotor inagotable

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de peri6dicos polfticos ( su nombre esta vinculado a media docena de ellos) ; por otra parte, hizo epoca en el periodis­mo comcrcial con su novel y combativa columna diaria, Co­sas de Aquf, que por espacio de casi una decada publico en el peri6dico Ellmparcial. Tambien cultivo con notable exito el ensayo y la novela.

Pero lo verdadcramcnte cxcepcional de su vida y obta no es solo su gran riqueza y variedad, sino su profunda uni­dad, su s6lida cohesion interna. No se trata de una inmuta­bilidad rfgida, esclcrotizada, sino de una unidad organica, viviente. Cesar sc mantuvo sicmpre :f.icl a unos principios y orientaciones fundamentales, pero no se aferr6 a una forma particular de implementarlos, de concre tarlos practicamente, sino que se prcocup6 constantcmente por encontrar las for­mas y direccioncs mas adecuadas para plasmar estes prin­cipios hasieos en las condiciones concretas, especificas, de cada momento hist<)rico. 'Caplurar esta unidad en la diversi­dad de la vida y obra de Cesar cs uno de los objetivos cen· tralcs que persigucn las paginas siguientes.

No prel(~ndo ni rcmotamcnte agotar cl tema, ni formular cvaluaciones definitivas. Es prcciso recalcar que este ensayo no cs una biografia complcta ni -mcnos min- pretende discutir cxhauslivamcnle el periodo hist6rico en cuestion. (Muchos aspectos y problemas requeririan, para su adecua­da dilucidaci6n, no solo una discusi6n mas amplia sino tambien investigaciones hist6ricas a fondo que todavia no se han realizado o apcnas sc inician.) Este ens a yo, pucs, no es mas que una primera aproximaci6n, un primer csbozo de yision de conjunto ck la vida y obra de Cesar Andreu. Lejos de cerrar la discusi6n, espcro que mi trabajo - no obstante su caracter limitado y preliminar- la incite y propicie, y que estimule estudios mas rigurosos y abarcadores.

Sobre todo, he qucrido posibilitar que cesar continue hablandonos, que siga discutiendo, polemizando, provocan· do, orientando: pucs (;stoy seguro que, al igual que en el pa· sado, ello redundara, ahora como en el futuro, en el enri-

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'l" ''l 'lltlll'lllo y [ortalec.imiento de la lucha a la que dedic6 r .. .lu ~ ; s11 s cs fttcrzos.

llc· c·on fonuidad con este prop6sito he citado extensa­lll<'llk de los cscritos de Cesar. (Ademas, seria pretencioso l.ai.L.r por d: su obra se basta a si misma, se sustenta sola.) 1.11 pm l"n:-; ilin de citas responde tambien al hecho de que, en Ia :wlualidad, gran parte de los t~xtos principales no son ;J •;c·q~tiblc ~s al publico: en efecto, una de las labores mas ur­r.•'IIJ('S c:; la recopilaci6n y publicaci6n de los mismos. Mien­,, a ~; lanlo, este modesto trabajo aspira a llenar, por lo menos '·11 1•:1 rl(\ est a lamentable laguna.

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INDEPENDENCIA Y SOCIALISMO

Cuando en 1951 publico su primer libro (una selecci6n d" :-; 11 s ensayos politicos), Cesar lo titulo Independencia y .'-iori.alismo. El titulo era acertado, pues expresaba en forma c-lara y sintetica el tema central que unia los materiales di­v...-sos xecogidos en el volumen. Mas que eso : este sencillo I i In I o :formulaba en forma compacta -de consign a- el pro~rama politico fundamental de toda su vida: la necesi­cl acl dc~ unir la lucha por la independencia de Puerto Rico c:on Ia lucha por la emancipaci6n social (por la transforma­c·i,·nl radical del sistema social imperante) .

I roy, este titulo podra parecerles a algunos como obvio e in cwuo; pero, originalmente, y por mucho ticmpo despues, fnc ~ lodo lo contrario: provocador, agresivamcnte polemico. I :o11vic~nc recordar que durante la mayor parte de este siglo ha prcvalccido en Puerto Rico un marcado divorcio entre l a lnd1a pur la inclcpendencia nacional y la lucha por las r ei­vi11clicaciones ccon6micas del movimiento obrero. Por un la­' 1 .. , las organizaciones obreras principales, como la Fcdera­,.;,·,IL Librc de Trabajadores (FLT) y su brazo politico, el J 'a rl iclo Socialista, no vieron la conquista de la independen­,. ;a nac:ional com<l- un paso imprescindible para lograr la c·tn ;ull'.ipacion de la clase trabajadora. Por otro lado, el inde­J""IIc!c•tl lismo tradicional de De Diego y Albizu Campos nunca lr· : t ~: i ;~ 11t) un papel central a la clase obrera dentro de su C'ctllc 'C'JIC' ic"rll de la lucha patriotica. Es solo muy rccientemen­"' ltat·c· apcnas unos afios- que, m!n en los sectores mas

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avanzados y prog,resistas del independentismo, se generaliza la conciencia de la necesidad de fundir Ia lucha patri6tica y antimperialista con la lucha social,l

Cesar alcanz6 esta perspectiva muy temprano en su vida y la hizo piedra angular de su vision politica. Y a ·en su adol~scencia, como estudiante de escuela superior, particip6 en dtversas actividades de afirmaci6n patriotica; particular­mente en las campaiias contra el uso del idioma ingles en las escll:elas] por la. e?seiianza de la histmia y la cultura puer­tornquenas. Parttc1p6 en la huelga estudiantil efectuada el 19 de noviemhre de 1930 y luego cstuvo activo en las lu­chas estudiantiles que culminaron en la destitucion del Go­b~rnador Gore:2 A ~esar de su evidente admiracion por Al­btzu y el nacwnahsmo, Cesar no ingres6 al Par tido N a­cionalista como hicieron muchos de sus amigos y companeros. ;_,Que lo impulso a mirar mas alla del nacionalismo? Aiios mas tarde, al recordar esta etapa decisiva en la que se plas­mo la orientacion definitiva de su vida, Cesar destaco dos causas fundamentales. En primer Iugar la dura experiencia vivida en carne propia: '

En 1935, no pude continuar mis estudios. Mi padre sc arruino. Mientras estuve en la csc,uela superior nunca tuve una comida completa. El gobierno embargo la casa de mi padre -nuestra

1 Todavia en 1968 Ia direccion maxima del Movimiento Pro Independencia - Ia orga.nizacion indcper.dcntista mas radical en aquel momenta y precur­sora hist6rica del actual Partido Socialista Puertorriquefio (PSP)- rcchazaba vehementemente la inclusion del objetivo del socialismo en el programa de dicha colectividad. Por ej emplo, en el Sexnina~io de Dirigentes celebrado en enero de 1968, un sector de la juventud del Movimiento plante6 Ia neccsidad de que Ia organizaci6n se declarara abicrtamente a favor del socialism<> como objetivo a largo plazo de la lucha. Este planteamiento fue repudiado cate· g6ricamente por el Secretario General Juan Mari Bras (hoy Secretario Ge­neral del PSP) qu,ien declnr6 que si se incluia el termino " socialismo" en el programa cl no cabia. en Ia organizaci6n.

2 Para una discusion amplia de las luchas estudiantilcs, en la decada del 30, vease el estudio de Isabel Pic6 de llermi nde.z, L a protcsta estu­diann:z en la decada deY 30: Del nacionalismo cultural al TUlcionalismo poli­tico, San Juan, CEREP ( Cuaderno 3), 1974.

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1111w11 propi•·thul. ·- por no poder pagar las contribuciones. Tu· 1 i 111"" que vi vir en un garage. (Apenas comenzados mis estu­d io.-; uuiw rsitarios, ruve que abandonarlos sin siquiera com­pldar 1'1 primer scmestre). De la Universidad fui a los muel!es .In San Juan donde trabaje intermitentemente, pintando har­m s, limpiando tanqueros, etc.

l·:u s• ~gundo lugar, l as lecturas precoces que hizo por su nwrtla:

I k sdc niiio me gusto leer. Entre 1932 y 1935 me interese mu· t:ho por los libros sobre los problemas sociales y Ia opresi6n colonial. Lei cuanto lihro cncontrc sohre estos temas en la 1\iblioteca Carnegie de San Juan. Fue alli donde conoci los J ibros de Sorel, Bakunin, Kropotkin, Proudhon y tambien de Lenin. Lei las novelas de Maximo Gorki y especialmente ~u cC!ebrc novela La madre ; la cual me impresiono mucho. Supongo que para aquel tiempo ya era socialista. Esta es pro­hablcmente Ia razon principal por la que no me hice nacio­nali;;ta como muchos de mis amigos.8

Pero si bien habia trascendido la perspectiva naciona­Ji ~,, a, afindindose ya en una posicion socialista, tam poco le ::a t is facia como alternativa el Partido Socialista no obstante

' Ia profunda raigambre proletaria de dicho partido. En pri· u tn Jugar, porque no incluia la conquista <le la independen· ,·ia uacional entre sus objetivos de lucha. Por otro !ado y . ' 11o menos Importante : porque la trayectoria seguida por el I ':t rl ido Socialista desde fines de la decada del 20 estaba pl 0 rwulamente marcada por una orientacion estrategica de lipo n·formista, en la que la lucha de clases era sustituida pnr Ia colaboracion de clases. Manifestaci6n dramatica de ,.IJ .. fw: la coalicion que los socialistas estahlecieron para

' l .'o11 t•·stm:wn a interrogatorio, caso Ley Smith, 1956: copia rnecanografica ,.,. •·I nrdtivo de Cesar Andreu Iglesias (CAl) . He traducido el texto que, • "" '" do.-uu..-nto para el pwceso judicial que se llevaba en la Corte Federal • """" i-1 y otrus dirigentcs cornunistas, fue redactado por cesar en ingles.

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las clecciones de 1932 con el Partido Rcpublicano, que rc· presentaba principalmente a los grandes intcrcses econ6micos norteamericanos y los sectores puertorriqueii.os aliados a ellos. La Coalici6n Republicano-Socialista logro el triunfo electoral y el Hder maximo de los socialistas, Santiago Igle­sias, obtuvo el puesto de Comisionado Residente en Wash­ington, mientras el principal dirigente de la FLT, Prudencio Rivera Martinez, ocup6 el puesto de Comisionado del Tra­bajo en el gobierno coalicionista. Esta estrategia de colabo­raci6n con los enemigos de clase y de participaci6n en el gobierno colonial con miras a obtener algunas reformas in­mediatas por medio de la eomponenda politica/ desacredi­taba totalmente al Partido Socialista ante los ojos de un joven con las inquietudes de Cesar, que se hahia formado en Ia lectura de los clasicos del anarquismo y el socialismo revolucionario.

~ Veasc, al rc::peeto, h descr•ipcion que hace Angel Quintero Rivera: "La Federaci6n Lihre de los Trabajadores y cl Partido Socialista surgieron ge­

nuinamcnte de Ia clasc obrcra y (Xlr un tiempo fueron los instrumcntos de c~a clase sociaL El caucc quo fuc tomando su accion politica y sindical, sin embargo, fuc rmpujando a Ulla contradictoria situacion de antagonismo entre estas instituciones y las formas culturales de donde habian mrgido, las formas y procesos que configuraban la clase obrcra. Las mcdidas que fueron adop­tandose, (Xlr cl (·nfasis casi cxclusivo que llegaron a otorgarle la F cdcracion Libre y cl Partido a la consecucion de mejoras inmediatas en las cond·iciones de vida del trabajador, fucron entcrrando, en estas instituciones, Ia vision y Ia espcranza do una nueva ordenacion social. .. La coalicion del Part·ido Socialista con uno de los partidos de Ia burguesla, y luego, el compartir con cste las posicioncs de gobierno que les permitia Ia colonia, fue nublando en cstas instituciones Ia vision de Ia lucha como una lucha de clases .•. Llll "tajureos" para mantener esa coalici6n (que significaba participacion en el gobicmo y por tanto (Xlsibilidad de lograr algunas medidas de mejoras in· mediatas), y los "tajureos" en Ia coalici6n (que signifir:aha participacion en el gobierno y por tanto posibilidad de lograr algunas medidas de mejoras inmediatas), y los "tajureos" en la coaiicion para lograr pasar esas medidas reformistas, fueron trasladando Ia lucha, para estas instituciones, de la quema de caiiaverales y las huelgas, las marchas de nntorchas, La Marsellesa, y las manifestacilmes de hambre, a rell!1iones a puerta cerrada, a los corredores de la lcgislatura o a las of.icinas del Departamento de Trabajo". Lucha obrera en Puerto Rico, San Juan, CEREP, 1971, pags. 96-7.

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F.n J~<[t~<"l ti~·rnpo ... ~olo sahia que yo era socialista, que el I 'uri i.lo ~ocialista puertorriqucfio no tenia nada de socialista )' • pw yo qH•~rla uninne a un grupo dispuesto a luchar por el ""l',iHI i,;rrm, ell cl en ten dido de que eso indufa la lucha por 1:! i rr1l1·po·udcucia de Puerto Rico.~

I· ·do1,, Lrdon·~ lo movieron a interesarse por el recien funda­,J, I ':rrl iolo Comunista,6 al que ingres6 al comienzo de 1936. r

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llo'.'i, I'll dCdO, SOlO CSte pcqUCllO partido ptOpUlsaba y lr ;rl ill1:r d•~ haccr realidad la consign a: independencia y so­' r :d i,anu. I' or una parte, era un partido dedicado ala defensa .r,. lu,; inlt·n~sc~s de la clase obrera, luchando por liberarla d,· '"' ,.,,,ulic.i(in de miseria y explotaci6n; pero -contrario nl I ':rrl ido Socialista- poseia una perspectiva revolucionaria v nrlr·rulla IJUC no podia lograrse la plena emancipaci6n de I"·· lr :rlr:tjadorcs sin transformar radicalmente el orden social r11qwr:r11lr~ y, en primera instanciaJ sin romper el marco de t ··l:ro·iorw~ de dcpcndencia colonial con EE.UU. -por lo que l.r • 1 rnq u ista de la indcpendencia constituia un primer paso 111d •··t wrrsal>le para la realizaci6n del socialismo. Por otra 1'·'1 k, r·orno partido orientado por la doctrina marxista, no 1 .. rnparlia la forma tradicional de plantear la lucha por la "'"''j~~"tukncia, al margen de la lucha de clases. Rechazaba ..r r·t~rrc-t~plo abstracto, "mistico", de la patria, caracteristico ,r,. los t~acionalistas, y_ sclialaba que la sociedad puertorri­•JIII'Jra t~s un todo complejo y heterogcneo, escindido por pro­lrllu I as conlradicciones de clases. Concebia que la lucha de Jlul,·twttdt~ncia no puede hacer caso omiso de la diversidad ole irrlnescs sociales, sino que tiene que reconocer que a de­lr·Jrninados scctores de nuestra sociedad no les interesa ni r'ollvicJH', objetivamente, la indcpendencia. Por ello, la lucha lwnr· qtw orientarsc hacia aquellos sectores que tienen un ullr·n:s r(~al, objetivo, en Ia conquista de la independencia. Y

'· I ·.,,,,, .. ,lacivn a interrogatorU>.

• 10:1 I'CI' ~ constituyo en una asamL!ea celehrada en Ponce, el 23 de ..,..,,," 11ol>1" Je 1934, a Ia que asistieron delegados Je 14 grupos comunisw .r,. d IVI"·'""s pueblo~ de Puerto Rico.

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dentro de estos scctores, cl decisive -por su numcro, cohe· sion y la posicion central que ocupa en la sociedad- es la clase obrera. La independencia dejani de ser un ideal abs­tracto, un suefio ut6pico, solo cuando sc logrc movilizar masivamente a la clase trabajadora para la lucha libertaria.

Esta perspectiva fundamental que Cesar adopta tempra­no en su vida, orientani toda su labor, no solo durante las dos decadas en que fue miembro y lider destacado del Par­t~do Comunista, sino tambien despues de separarse del Par­tido, hasta el fin de su vida. Como dirigente del Movimiento Pro Independencia (MPI), desde 1959 hasta 1970 Cesar abogo paciente y persistentemente por la adopcion de estos principios fundamentales, ajustados - claro esta- a las ca· racteristicas propias de esa nueva organizaci6n politica. Puc­de decirse que el crecimiento ideol6gico que evidenci6 el MPI durante la decada del 60 se debe, en gran medida, a la tenaz y persuasiva orientaci6n dcsanollada por Cesar Andreu. Ejemplo notable de esta fecunda labor es la ponen­cia sabre el movimiento obrero y su papd dentro de la lu­cha de independencia que present6 en el VII Seminario de Dirigentes de 1968,' la cual estimul6 poderosamente el actual renacer del interc!' por la problematica sindical y la historia de las luchas proletarias en Puerto Rico. Posteriormente, estas mismas preocupaciones centrales se concretaron en el semanario La !lora (fundado y dirigido por CeEar desde 1971 hasta 1973 ), eoncebido como un periodieo comprome· tido con la causa de la independencia y la defensa de los intereses de la clase obrera.

En uno de los ultimos articulos que escribi6 para este semanario, reiter6 una vez mas las coordenadas fundamen­tales de toda su vida y obra:

La primera de las prioridadcs para el pueblo de Puerto Rico en estos momentos -lo ha sido asi desde hace mas de urs siglo--, es la conquista de su soberania. La independencia es

7 Publicada en la revista La Escalera, II, 8-9 (ener(}.fcbrero, 1968), hajo el titulo, "El movimiento obrero y la lucha por Ia independencia".

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lo IJUC esta en 1a orden del dia. Le sumamos soc!alismo por· <j ill~ a alturas de estc t icmpo ya cste ha dejado de ~cr utopia y I'S re.alidad historica presente. Es decir, franca y ahierta­nwnte proclamamos que nuestro objetivo ultimo es lograr la I ransformaci6n socialista de la socicdad puertorriqueiia. Y esto ~· r~ justifim tanto como aspiraci6n final como por la naturaleza <k clase a que obliga hoy la propia lucha de indcpcndencia.~

,.; " La expulsion de Noel", La Hora (16 de fehrero de 1973) , plig. 15 .

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II

L UCHA OBRERA

A. Por la unidad del movimiento obrero

El obstaculo primordial para que la clase obrera puer­torriquefi a pueda dcsempefiar el papel decisivo que la teoria revolucionaria lc asigna ha sido el estado de desorganizaci6n y desunion imperantc entre los trabajadores. Por ello la primera tarea a rcalizar tiene que ser, nccesariamente, pro­piciar el mayor grado de unidad en la clase obrera. Esto conlleva la realizaci6n de varios objetivos entrelazados : . (1 ) incorporar en organizacioncs sindicales a los obreros no or­ganizados (los que, historicumente, han constituido la ma­yoria de los trabajadores), (2) integrar a los diferentes sin­dicatos en una central obrera nr.cional y (3) desarrollar un liderato autenticamente proletario con una salida conciencia de clase y una firmc vocacion patriotica ( cualidades que han estado por lo general ausentcs en l a historia del movimiento obrero puertorriquefio).

A traves de toda su vida, Cesar labor6 persistente y con­sccuentemente por cl logro de cstos objetivos primordiales. En 1936 sc integr6 activamente al movimiento obrero como organizador de la National Maritime Union, en el puerto de San Juan. AI mismo tiempo particip6 como Secretario Sin­tlical del Partido Comunista, en las campafias organizativas ~ ~n la industria azucarera y en distintas fabricas, asi como tambien en las campafias a favor de la aplicaci6n a Puerto Rico de dos leyes federales, la Ley Wagner y la Ley de

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Horas y Sa1arios.u Desdc entonccs, Cesar mantiene un estre· cho vinculo -desempefiando distintos puestos y tareas­con cl sindicalismo del pais. Todavfa en sus ultimos afios fue asesor de algunas de las uniones mas importantes, como la Union Gastronomica y la Union de Tronquistas.

La constante en su l abor sindical fuc la l ucha por la re­novacion y unificaci6n del movimicnto obrcro. Y a su tra· bajo en la National Maritime Union (NlVIU ) se orienta en esa direccion.

Conviene recorclar que, en la clecada del 30, esta era una union de vanguardia, afiliada a l a entonces combativa y r enovadora confederaci6n l aboral norteamericana, el Con· gress of Industrial Organizations ( CIO) . El CIO habia sur· gido de un desprcndimiento de la American Federation of Labor (AFL) y rcprescntaba la respuesta del sector mas ra· dical y militante del movimiento obrero norteamericano al estado de anquilosamiento en que habia caido la AFL. Entre las diversas causas para este estancamiento, se destacaba el hecho de que la AFL persistia en organizar a los trabajado· res segun el enfoque tradicional , organizandolos por oficios : es dccir, agrupando a los trabajadores en sindicatos de acuer· do a los diferentes tipos de oficio a que pertenecian. Este enfoque organizativo tenia sus raices hist6ricas y su justi· ficaci6n en una etapa anterior del desarrollo industrial en los EE.UU., cuando predominaba en el proceso productive

0 Estas dos lcyes emn parte de la ]egislaci6n wcial del "Nuevo Trato" roosevcltiuno. La Ley Wagner , nprobacla en 1935, rcafinnaha el dcrecho d e los trahajadores a la m~gociaci6n colcctiva y cstablecia una Junta Nacional de Rclaeiones del Trabajo para protcgcr cl cjercicio de cste dcrecho frente a la clase patronal. (En 1947, con la Ley Taft -Hartley, sc eli:-ninaron gran paric de las d ispo;:iciones mns progresistas de Ia Ley Wagner: en particular, se dcsnaturali7.6 totalmcntc a la JNRT, de modo que e~ta dejo de SCI un organismo pmtector de los d ercchos de Ia clasc trahajatlnra.) La Ley de Horas y Salarios, de 1938, fijaba ]a jornada maxima <1e I raha jn y cl salario minimo (ad emus de prohihir c1 trabajo <infantil), lo etwl , ... , rail:1ha un con· siderahlc mejoramiento de las condiciones de trahajo •·n las intlusti·ias y areas mcnos de~arroHadas. Como era rle c~pcrarsf\ lo,; t·apita.lis1as puerto· niquciios y el gobicrno de la Coalici6n se opu~icron f NIII.nll'llk :t Ia e>eten· si6n a Puerto Riro de las disposicioncs d~: P.stas t!us ky"~-

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el artesano o trabajador diestro. Pero en l a nueva etapa del desarrollo industrial, que se extiende y consolida durante las primeras decadas del siglo xx, la situacion cambia radical · mente : prevalccc ahora la tendencia a establecer gran des complejos industriales de producci6n en masa, en los que prcdomina cada vez mas el trabajo no-dicstro ( o a lo sumo, semi-diestro) a expensas de los oficios diestros tradiciona· les. Al aferrarse al viejo concepto organizativo , la AFL fuc incapacitandose para bregar adecuada y eficazmente con la nueva realidad industr ial. El enfoque tradicional fue margi· nando a la AFL precisamente del sector de la clasc obrera que estaba experimentando un crecimiento vertiginoso (lo que se reflejo en el heche de que la matricula total de la AFL registro una merma notable durante la dccada del 20) ; en par ticul ar, lc impidio el acceso a los sectores clavcs de la producci6n, a las grandes industrias basica.s en las que pre· dom inaba el empleo de mano de obra no-diestra (la AFL fracaso totalmente en sus esfuerzos organizativos en las in· llustrias del acero y de automoviles) . Frente a esta situaci6n, el CIO plante6 la necesidad de abandonar el enfoque tradi­cional de organizacion por oficios y promover en cambio la formaci6n de "uniones industriales" : es decir , sindicatos que agruparan a todos los trabajadores de una industria, inde· pendientemente de las difcrencias de oficios, independiente· mente de si eran obreros d iestros o no-dicstros .

En Puerto Rico, la Federaci6n Libre (FLT) estaba afi· l iada a la AFL y seguia el enfoque organizativo tradicional, ( le organizaci6n par oficios. Aunque en otro contexto social y par r azoncs historicas difercntes, la FLT confront6 en los alios del 30 dificultades analogas a las de l a AFL en los I·: I•:.UU. Angel Quintero Rivera describe la situacion en los s i ~uientes terminos :

EI tipo de sindicalismo mi:;mo de la FLT contrihuyo tambien a su disranciamiento de Ia dase obrera en los '30. La FLT seguia la organizaei6n por oficios respondiendo en parte a Sll-'

relaciones con la AFL, pero principabnente por sus origenes

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propios -de organizaciones artesanales ... a principios de si­glo. La. organizadon por oficios dejaba fuera a la creciente sobrepoblaci6n relativa intermitente: a aquel1os en ernpleos e!'lporadicos o incstables, a los trabajadores no dicstros en ofi­cio alguno de 1a gran rnigraci6n a las ciududcs por antiguos campesinos. La organizacion por oficios funcion6 bien mien­tras el empleo estuba dominado por pocas industrias y de una relativa homogcneidad intcrna en el trabajo (la caii.a y la elahoraci6n del tabaco), pero sus debilidadcs se hicieron evi­dentes en la diversific,aci6n del ernplco y en el crecimiento en sectores mas heterogeneos en labor, como la construcci6n y la transportaci6n, o indmtrias donde no se podia cspecificar real­menre un oficio (como los operarios en una fabrica de hoto­nes). La organizacion por oficios, finalmente, irnpidi6 una salida carnpafia de la FLT frente al c,rcdcnte de5emplco ... La magnitud del desernp!eo -constituido mayormentc por traba~ jadores sin oficios-- requeria la organizaci6n de los desem·

pleados como desempleados, organizacion que pudiera hacer

planteamientos generales a la problemiitica g!ohal!o

Adcmas de promover un nuevo enfoque organizativo, el CIO represent6 durante la de cad a del 30 en los EE. UU. un renacer del espiritu de lucha de la clase obrcra, un resurgi· micnto del sindicalismo agrcsivo, eombativo y militante. Cuando Cesar sc integra al movimiento obrero como orga­nizador de la Nl\1U en el puerto de San Juan, el CIO csta en pleno apogeo: los afios dcsde 1936 basta inicios de l.a decada del 40 constituyen cl periodo glorioso de cste movi­miento sindical, en el que cxpcrimcnta un crccimiento ver­tiginoso y lleva a cabo sus jornadas de lucha mas cspectacu­larcs y d~ mayor envergadura. En particular, obticnc unos exitos notables alli donde la AFL habia fracasado: logra -tras una scrie de duras, y a menudo sangtientas, luchas-

-~-;-:A. G. Quintero Rivera, La base sodal de la trrms/onnaciun ideologica drl PPD en fa decada de 1940-50, San Juan, CEREP (Cuaderno 6), 1975, ]lllg. 57_

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organizar a los trabajadores y negociar colectivamente en las industrias del acero y de autom6viles.

Entre las organizaciones afiliadas al CIO, la NMU era uno de los sindicatos mas militantes y progresistas, hasta el punta de que en esos afios un sector importante de sus li­dercs y cuadros intermedios en los EE.UU. cran miembros n simpatizantes del Partido Comunista norteamericano. La union se distinguia particularmcnte por sus esfuerzos por promover la democracia sindical y por desarrollar cuadros y lideres con una amplia formaci6n sindical y una s6lida conciencia de clase: sus escuelas y programas de capacita­ci6n tcnian una justificada fama tanto por la amplitud como la calidad de la ensefianza (por ejemplo, el destacado mar­xista nortcamericano, Leo Huberman, estuvo a cargo del programa de educacion sindical de la NMU durante los pri­meros afios de la decada del 40) .11

No es sorprendentc que el ejemplo de conciencia de c1ase y lucha militantc que ofredan las uniones del CIO en estos afios cjerciera una influencia estimulante, renovadora, sobre el sindicalismo puertorriquefio: pues contrastaba notable­mente con la estrategia de colaboraci6n de clases y de par­ticipaci6n en el gobierno de la Coalici6n que exhibia la FLT en la decacla del 30.

El esfucrzo organizativo desplegado por la National Ma· ritime Union (NMU) en Puerto Rico alcanz6 su mayor re­pcrcusi6n en la huelga general de los muelles a comienzos de 1938, en la que los cstibadorcs rcpudiaron tanto a los llderes de su propia uni6n -~la Uni6n de Trabajadores de Muelles (UTf\I), aiiliada a la FLT- como a los lidcres maximos de In Fcderaci6n Libre. En alianza con los marinos afiliados a la NMU y con los dependientes y cmpleados que

. ---~-;-Ei libro de Irving Howe y Lewis Coscr, The American Communist [>arty (Boston, Beacon Press, 1957), aunque escrito desde una pcrspcctiva <'XI.rctnadamente hosti), ofrcce a} respecto alguna informacion y datos utiles. V<·asc e.<pecialmcnte paginas 378-9 y "157-62. A partir de 1946 -bajo la pre~i6n del clima represivo y anticomunista gcnerado por !a incipicnte "Gue­rra Fr1a"- Ia NMU llcva a cabo una sistematica purga de los comunista.s y otros elemento~ radicales dentro del sindicato.

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rccientcrncnte se habian organizado, conquistaron una gran victoria tras una combativa lucha de 42 dias. Este conflicto huelgario demostro la bancarrota del liderato de la FLT y su t•1ctica de cornponenda con cl gobierno y los patronos y aliment6 poderosamente el repudio de esa organizaci6n ·que venia crecicndo desde la huelga azucarera de 1934.12

A la luz de esta experiencia se hizo patente la necesidad de forjar una nueva central sindicai librc de las limitaciones y los vicios que caracterizaban a la FLT.u Cesar particip6 destacadamente en toclo el proccso de la creacion de esta nueva organiz~ci6n unitaria, la Confcderaci6n General de Trabajadorcs de Puerto Rico ( CGT). El Congreso Consti· tuyente de esta central obrera se celebr6 en San Juan, el 31

12 Para Ia huclga general de los muelles, v6ase los amplios reportajes en El lmparcial durante los meses de enem y febrero de 1938. Para la huclga azucarera de 1934, vease los materialcs recog;ido5 en A. Quintero Rivera, ed., L.ucha obrera, San Juan, CEREP, 1971, pags. 98-117.

13 Esto se manifiesta claramente en el ~Llamamiento a los trabajadores de P. R." aprohac.!o por el Sto. Congrc~o de Ia Awciaci6n de Chofercs el 29 de enero de 1940: "Inconockntcmente, Ia FLT dcsvincul6 de las in3tituciones gremiales muchos de sus aguerridos propagandistas obreros, conectandolos al a para to estatal ..• Durante todo este proccso, la FLT no concentro sus csfuerzos en forjar una nueva gencracion de dh-igentes: que ri.neuflara vitalidad en e1 organismo sindical ahandonado. l'or el contrario, Ia vieja guardia fcderacionista se empeii6 en dirigir a los trabajadores desde los e&:ritorios del Gobicrno. Sus pucstos oficiales los han colocado en posi­ciones insosteniblcs, como resultado de las contradicciones de interescs a los cuales sc vcfun obligados a servir •.. Ia FLT ha establecido una base polftica de rclaciones con la clase dominantc. Estas relaciones han trafdo como resultado el someter a las uniones ohreras a los manipuleos politicos que en los ultimos tiempos han sign·ificado, en lo fundamental, sometimiento a los patronos. . . Entendemos que la Fedcraci6n Libre ha cumplido su mision hist6rica ante la clase obrera del pais. La FLT divulg6 los principios de organizaeion entre los trabajadores, que aunque no correctos del todo, han contribuido a fm-jar su conciencia de clase y han sido factor principal en su avance social y econ6mico; pero lu Federacion Lihrc cs hoy un cadaver que se recuerda por Io que· en la vida hizo, pero que el proletariado no puede sentar"e a revenciar ... La claw obrera necesita un organismo. vivo, joven, ,·igorow, fuerte, que, cstructurado sobre sanos principios de organi­zacion y lucha de clases, indique a los trabajadores el dcnotero sana y jui­

cioso a seguir". CGT, A.,oc. de Chofcres, Album, J'v!ayaguct., 1941, pags. 135-7.

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de marzo de 1940, con la participaci6n de 112 delegados de 4·2 unioncs obreras con una matricula total de 32,700 miembros; Cesar fue clccto, junto a otros dcstacados lideres como F. ColOn Gordiany y Sergio Kuilan, al Comite Ejecutivo, en el que descmpefi6 el cargo de Secretario de Propagan· da.14 La organizaci6n tuvo un crecimiento vertiginoso y no tard6 en desplazar a la FLT y en convertirse en la principal y mas militante agrupaci6n obrera del pais (en el ler. Con­greso celebrado en mayo de 1942 agrupaba 159 uniones con una mcmbresia de 150,000; para marzo de 1945 el numero de uniones integradas a la CGT habia ascendido a 378.u

Sin duda alguna, en toda la historia del movimiento obrcro puertorriquefio la CGT ha sido la organizaci6n de mayor significado y trascendcncia, tanto por su amplitud como por su orientacion.1

" Desafortunadamcntc tuvo una vi· da breve. Como consecucncia de un sinmimero de factores que seria prolijo explicar aqui, pero entre los que se destaca, indudablemente, la politica divisionista desarrollada por el partido de gobiemo, el Partido Popular Democratico (PPD), la CGT se escindio irrepnrablemente en su congreso de 1945 y sus rcstos org~nizativos -la CGT Gubcrnamental y la CGT Autcntica- se sumieron en un proceso de dccadcncia ace· lcrada.

El desmembramiento de b CGT marca cl comienzo de un periodo de decadencia y degeneraci6n del sindicalismo puertorriquefio que todavia no ha sido superado definitiva­mente. A los graves problemas que ya minaban al movimiento

H Vease la dcscripcion del Congreso Constituycnte en cl semanario Ver· dad. I, 1 (11 de abril 1940).

1 " "Dos aiios de lucha de Ia CGT", Verdad, III, 18 (junio, 1942), pags. 2 y 3; Jua.n Saez Coralcs, lnforme al Iller Congrcso de fa CGT (22-24 man:o 1945), San Juan, Libreria Est1·ella Roja, 1945; Cesar Andreu Iglesias, Bos­qncjo para la historia del movimiento obrero en Puert.o Ri.co, San Juan, mi­mcografiado, 1973.

16 V ease: ] . Sacz Col· ales, op. cit.; C. Andreu Iglesias, "El movimiento ohrero y la lucha por la indepcndem~ia", La Escalera, II, 8-9 (enero-febrero 1968) ; A. G. Quintero Hivera, La base social de la transformaci6n ideolOgica del PPD en la dlxada de 1940.SO; San Juan, CEREP (Cn~tderno 6) 1 1975.

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obrero ~la fragmentaci6n organizativa y cl crcciente con­trol gubernamental de los org<:nismos sindicales- pronto se afiadicron dos nuevos obstaculos de envergadura: ( 1) la ex­tension a Puerto Rico, a partir de agosto de 1947, de las disposiciones restrictivas de la Ley Taft-Harley, las cuales coartaban grandemente la libertad de acci6n de los sindica­tos; (2) la penetraci6n masiva en el campo laboral puerto-

• ~ J l . "' . 1 " . l1 rnqucno ne as umones mtcrnac10na es nortcamencanas. No obstante eslas condiciones adversas, Cesar no dej6 de

luchar ~en lo. forma y medida que pcnnitian las circuns· tancias de cada momenta~ por la renovaci6n y unificaci6n del movimiento obrero. Como Presidente del PCP (cargo que desempefia a partir de la rcorganizaci6n del Partido en 1946), a poy6 y colnbor6 estrechamentc con Ia Unidad Ge­neral de Trabajadorcs (UGT), Ia cual ~desde 1947 hasta los primcros aiios de la decada del 50- luch6 en forma he­roica, pero infructuosa, par reestablecer la unidad y repu­cliar la represiva Ley Taft-Harlcy.18 Posteriormentc, y como

17 La invasion de las "internacionales" notleamcricanas a partir de la dccada del 50 fue doblcl]lcnte funcsta: no solo obstaculizo cl desarrollo en Puerto Rico de un autentku movimicnto sindical nacional, sino que tambicn signiiico Ia implantacion en nuestro pais de un sindicalismo estrecho, estric· tamente tradeunionista, tal como prevalccia en los EE. UU. Para los aiios 50, el sindicalismo nortcamcricano habia crradicado de su seno todo residua de radicalismo, todo vestigia de Ia tradicion de lucha de dases militante: la consumadon de este proceso de domesticaeiun del movimiento ohrero norte­americana qued6 s;Jnbolizado en la integracion, a mediados de la decada, de las antiguas rivales, !a AFL y el CIO, en una sola confcderacion !aboral.

18 La posicion de respaldo del PCP a la UGT sc Hustra en la Rcsolucion Politica aprobada en la IIa. Asamhlea Nacional (20 de junio 194S) y Jlll·

blicada como folleto bajo el titulo, lndependencia Ahara: "Consciente de Ia necesidad de unificar bs grandcs masas obreras, el Partido Comunista contribuyo a Ia lucha por restablecer Ia unidad en las Hlas de Ia CGT. El problema de Ja unidad de Ia CGT se plantco sobre Ia base de un programa simlical, en defensa de Ia indepcndcncia del movimiento obrero, contra el dominio p01itico partidista sobre las nnioncs, por una genuina direccion pro. letaria. Esa justa politica unitaria fue gratamentc acogida por los micmbros de fila de los dos principales seclorcs de Ia CGT. Pcro cl caoiquisrno y el oportunismo cntronizados en Ia alta dirccci6n de ambos sectores, sabotcaron y entorpecieron lo~ csfuerzos de unificacion sindical. Repudiando el liderato

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)

Secrctario de Asuntos Sindicales del Movimiento Pro Inde­pendencia ( MPI), sc esforz6 constantemcnte por crear con­ciencia de la neccsidad de trD.bajar por la renovaci6n y uni­ficaci6n del movimicnto sindicnl. En su l)Oncncia de 1968

. d ' menc10na a anteriormente, lo exprcs6 nitidamente:

El objetivo a perseguir debe estar claro; desarrollar un lidcraro nacional de la clase obrcra, con espultu revolucionario, que ejerza la direccion de la central sindical de los trabnjador~ puertorriquenos.19

En los ultimos aiios, promovio Ia creac10n del Concilio de Acci6n Sindical (CAS) para concertar acciones con juntas entre varios sindicatos importantes, como b. Union Gastro­n6mica, la Union de Tronquistas y la Union de Empleados del Fonda del Segura del Estado.

B. Ni Sectarismo ni Oportunismo

Ahara bien, cobrar conciencia de estc objetivo estrategico es tan solo cl primer paso ~indispensable, pero no suficicn-

divisionista, cl movimiento unitario sc encauz6 hacia Ia cre.aci6n de un nuevo centro de lucha sindical: la Unidad General de Trahajadores. El respaldo a la UGT fue una posicion justa, comprobada por los acontecimicntos sub­siguicntes .. · L<t UGT .•. mcrece el apoyo y e1 mspaldo entusiasta de la clase ohrera." (p[tg, 14). Para una descripcion de los csfnerzos y las vicisi· tudes de Ia UGT, veame los siguientes folletos de Juan Saez Corales: La UGT en la lucha por mayores salarios {Infonnc al Icr. Congreso), 1949; y 25 aiios de lucha: Mi respuesta a w persecucion, 1955, pags. 17-21. [Este iii· timo follcto esta r cproducido en A. Quintero Rivera, ed., Lucha obrera, San Juan, CEREP, 1971, pags. 127-38.]

1g La Escalera, II, 8·9 (encro~febrcro 1968), pag. 33. Vease tambicn, El

nwvimiento sindicaY y Ia indepcndcncia (Ponench ante el 9o. Scminaiio del MPI, Isabela, 1970), en La Escalera, N, 6-7 (die. 1970-ene.ro 1971), cspe· cialmente pags. 17 y siguientcs. La orient~ci6n impulsada por Andreu se ref!ejo claramcnte en ln. 2a. Tegis Politka del MPI (1%9), 1a cual pro­clama como "objetivo cstrategico fundamental" e.n cl campo si:Jdi('al: "con­tribuir a Ia formacion de un<t central unica con un liderato pucrtorriqueiio de hondo sentido do clase y pro fun do scntimicnto patl'iotico". Presente y futuro de P. R.: La doctrina de la nueva lucha de independencia, Rio Pi.,. dras, MPJ, ]969, pags. 39-10.

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te. Lo decisivo es traducir esta concicncia en la correspon· diente pdictica acertada. Pero esto reprcsenta una tarca harto dificil y compleja. Pues lo que se pcrsiguc es una meta do­ble: unifieaci6n y renovaci6n del movimicnto obrcro. Por una parte, no ~e trata de una simple cuesti6n numerica, de aglutinar sin mas a la mayor cantidad posible de trabajado· res, sino que cs escncial el tipo o clase de unidad que se f?r· je -su calidad. En efecto, de poco sirve la fucrza numenca si carece de una adecuada conciencia de clase y una direc· cion combativa y aut6nticamentc proletaria. Pero, por otra parte, de poco vale la mas acendrada conciencia de clase y voluntad de lucha si carece de fuerza numerica, si esta ais­lada de las masas. La cantidad sin calidad lleva a la banca­rrota, pero calidad sin cantidad cquivale a impotencia. Por ello, la delicada tarea a realizar consiste en desarrollar una cstratcgia realista, lo suficientemente flexible y versatil co­mo para salvar, en todo momenta, tanto el extrema de un purismo irrazonablc y sectario, como el extrema opuesto de un pragmatismo indiscriminado y oportunista.

La dificultad y complcjidad de esta tarca las ejemplifi­can muy bien las vicisitndes de la polltica sindical del PCP en las decadas del 30 y 40. El problema inmcdiato que con­front6 cl PCP desde su fundacion en 1934 fue: 2.quc acti­tud debia asumir frcntc a las organizaciones sindicales ya cxistentes, la mayoria de las cuales pcrtenecia a la Fedcra­ci6n Libre? Se recordari que, para aquella cpoca, la Fede­racion Libre habia entrada ya en un proceso de franca de­generacion, desarrollando una politica de creciente claudi­caci6n, de colaboraci6n de clases y de supeditacion a la po· lltica gubernamental de la Coalicion. Por otra parte, la huelga caiiera de comicnzos de 1934 habia dramatizado el incipiente rcpudio por parte de los trabajadorcs de la poli­tica de chanchullo del liderato federacionista.

lQue hacer? lRepudiar totalmente a la Federacion Li­bre y luchar clesde fuera por un nuevo sindiealismo, o lu­char dentro de la estructura de la Federacion Libre por re­novar su lid erato y transformar su orienta cion? La cxpcrien-

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cia demostraria al PCP que no hay soluci6n magica, simple e invariable, para esta cuesti6n. Al contrario, los comunistas descubricron que el mismo problema basico- requiere unas respuestas diferenciadas, respondiendo a las cambiantes cir­cunstancias, a la configuraci6n especifica de elementos y fuerzas en juego en cada momento en particular.

Inicialmente, el PCP adopt6 la politica de repudio total a la Federaci6n Libre, impulsando la creaci6n de organiza­ciones sindicales nuevas, paralelas a las ya existentes de la Federaci6n. Pero no tardaron en dcscubrir que esta estra­tegia era contraproducente en aquel momenta, pues si bien la Federacion se estaba desprestigiando, todavia tenia un considerable arraigo en la masa de los trabajadorcs: des­preciar esto, insistiendo en una lucha frontal contra los sjn­dicatos federacionistas, propiciaba la division del movimiento obrero, y por tanto, su dcbilitamicnto. Pero, por otro lado, tampoco se podia abandonar todo trabajo independiente para integrarse, sin mas, al seno de la FLT. Si bien era err6neo menosprcciar el arraigo que todaavfa tenia la FLT entre los trabajadores, tampoco sc podia ignorar o subestimar los pro­blemas que para el futuro del movimiento obrcro planteaba la degeneracion creciente del sindicalismo tradicional. Cir­cunscribirse exclusivamente a luchar dentro del marco de la FLT frustraria la mayor parte de los csfuerzos renovadores.

La conciencia de csto llevo a los comunistas a abandonar la actitud rigida de confrontamiento total y a asumir una posicion mas flexible de colaboracion, en la mcdida de lo posiblc, dentro del marco de la Federaci6n Libre, combinada con la creaci6n de nuevas organismos y el desarrollo de nuevas dirigentes sindicales alLi donde los federacionistas no permitian ningun tipo de renovacion o estaban ya total­mente desacreditados.

Aiios mas tarde, Cesar analizo esta situaci6n y los cri­terios envueltos, en los siguientes terminos:

[Los cornunistas] ~e iniciaron con una politica sindical total­mente sectaria. Sobrc8timandc el repudio de los rrabajadores,

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no 9e lirnitaron a cornbatir al alto liderato oportunista de San· tiago Iglesias, sino que prctcndieron que los trahajadores de:;. echaran a Ia FLT y formaran filas en nuevas organizaciones. Sin vinculacion alguna con los trabajadores organizados, con· r..cnrraron todo su esfuerzo en Ia organizacion de sindicatos paralelos a los de Ia Fcderaci6n Libre de Trabaj::dores. Esta politica, inevitablcmente, fomentaba el divisionismo, y ]ejos de contribuir al desarrollo de Ia conciencia sindical de la clase ohrera, ayudaba a desarmarla y a retrasar su organizaci6n. Las fuerzas dcbilcs que lograbun reunir resultahan impotentes para alcanzar el rninimo de .t riunfos inmcdiatos indispensablet'l para levantar la moral de victoria de los trabajadorc.s.

El mantcnimicnto de un espiritu de guerra civil en las fi.las de Ia clase obrera no conduc.e a nada. Por el eontrario, retarda y debilita Ia lucha. La superaci6n del oportunismo en­raizado en el movimicnto exigc cl desenmascaramiento de los lideres oportunistas. Pero lo primordial es destruirlos como lideres, y esto solo se logra cuando los trabajadores les dan Ia espalda. Mientr.:tS esto no se consigue, de nada valcn los ataqucs a la persona de esos llderes. Es mas, a vcces tales ala· ques resultan contraproduccntes. Por lo tanto, en una politica sindical bien entendida, cl ataque a Hdcres es asnnto abso1u­tamente secundario. Lo fundamental es luc·har jtu1to a los trabajadores donclequicra que se encucntren.

En ese sentido comcnzaron a oricntarse los comunistas a mediados de la decada del 30. . . . Durante cste periodo se lucho denrro y fuera de la Federaci6n Libre de Trabajadores. Alii donde los trabajadorcs se scntian a{m idcutificados con el viejo liderato socialista, la lucha sc llevaba a cabo dentro de las filas de Ia FLT. Por el contrario, alii donde los traba­jadores no estaban organizudos, o dondc habiendo estado or· ganizados, se sentian decep<;i.onados por los viejos lideres, se planteaba la organizaci6n de sindicatos independientes. En una u otra fo nna, lo que importaba era organizar a los traba­jadores para la lucha. Si habia hombres entre el viejo liderato

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dispuesto! a colabomr, bicnveniclo.s eran. Si pretendian ob~ t ruir o paralizar la lucha, entonces habia que descnmascarar· los.!O

Un problema :malogo se suscit6 en el Movimiento Pro Independencia (MPI) durante la dccada del 60 con relaci6n a la postura que debia adoptarse frente a las unioncs inter· nacionales norteamericanas que, como ya he mencionado anteri?rmente, invadieron el campo sindical puertorriquefio a par:1r _de 1950. ~~gunos dirigentes del MPI plantearon que el obJetlvo estrateg1co de la creaci6n de una centr al unica puertorriquefia conllevaba combatir o repudiar totalmente a las inte~nacionales y propulsar o promover en cambia unio· nes nacwnales puutorriquefias independientes. Cesar, sin e_mbargo, d~fendio la necesidad de asumir una posicion rea· hsta y flexible frente a este problema. Aunque reconoda, d aro esta, 9;-te el objetivo final a largo alcance tenia que ser la creacwn de una central unica puertorriquefia, insistia que en el memento actual, en el que el movimiento obrero organizado en su co!1junt~ er a re~ativamente debil y frag­mentado, no era factible m convemente la " nacionalizaci6n" a rajatabla de los sindicatos; pues seria ignorar el proble· rna que se pl_antf!a en aquellas industrias en las que el patro­no es una g1gantesca empresa multinacional en la cual un sindicato local indepcndiente carecer:ia, po/ si solo, de re­cursos efcctivos para luchar exitosamente por los intereses de l os trabajadores. Es decir, la discusi6n entre internacional o union independiente tenia que decidirse, en cada caso, a l a luz de sus caracteristicas especificas y no a base de una regla general, rigida e invari able.

La c uestion ante nosorros no es asumir partido en term.inos de uniones indepcndientcs versus uniones internacionales nor­teamericanas. Nuestro intercs primordial son los traha.jadores. Tenemos que estar allf donde los trabajadores esten mejor ser· Tidos en cada momento dado. Y no sicmprc van a estar mejor

•o La Escalera, II, 8-9, page. 15-17.

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servidos en el mismo sitio. Rcduciendo el problema al cHlema simpli~ta de union indepcndiente y uniones internacionales, en dcterminado lugar y ticmpo podria ser en uno u otro extremo. Por eso pasarnos por alto lo que en el fondo es un dilerna faho, por lo menos en este momento, para renfirrnar el prindpio: debemos estar alli donde estan los trabajadores.

2'"

Convicne recalcar que Cesar no le atribuia a los plan­teamientos que acabamos de resefiar validez absoluta por encima de toda situacion historica. Solo prctendia que fue­sen l a respuesta adecuada a unas circunstancias particula~cs, especlficas. Como marxista, no admitia .l as p~naceas : m la propia flexibi1idad tactiea cs una so~uc1o~ umversal. Como solia repetir a menudo : "A nuevas sttuacwnes, nuevas solu-. " clOnes.

Asi por cjcmplo, la linea sindical flcxibl~ ~de l~char dentro y fuera de la FLT - acloptada por el PCP a med1ados de la decada del 30, {uc una respucsta acertada a la~ cir­cunstancias de aqucl momento y contribuy6 a una sen~ de dcsarrollos importantcs en los a.iios 1937-38, como po~· CJCm­plo: la huclga militante de a}.rcdedor de 8(~? trahajado~·;-s de l a fabrica de botones de V tlla Palmer as ; la fo rmacwn de la Asociaci6n de Chofcres, que posteriormente se convcr­tiria en uno de los sindicatos claves de la CGT ;"

3 l a organi­

zaci6n de los trabajadores de la industria azucarera en 1~ region de Toa Baja-Dorado-Bayamon, bajo un nuevo Y mi­litante liderato;24 y l a victoriosa huelga general en los muc-

21 Ibid., pag. 33. • .. . . '22 Para un recucnto y amilisis tie esta militante huclga, vcasc cl penot!Jco

Luclu; obrera, III, 15 (22 de fchrero 1937) y III, 17 (17 de marzo 1~37 ) · Una resei\a dd juicio celehrado a un considerable n{nncro de los huelg1stas ,

en ibid., II, 21 (l de mayo 1937). . . za Para el importante papcl d escmpci1ado por este sm dwato, vease A.

Quintero Rivera, La base social de [a trans/ormaciOn. ideologica del PPD

en. la decada de 1940.50, pags. 66-8. z-• Vca~c al rtlspecto la resena de Ja asamhlca eonstituycnte del Sindicato

Naeional de la Industria Azucan:m en Toa l3aja, en Lucha obrera , Ill, 15 (22 febrero 1937) . En esta asamblea purticiparon , entre, oiros, los siguie~tes lideres del PCP: Alberto Sanch ez, Juan Suez Coralcs y Cesur Andreu Igles1as.

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lies de c01menzos de 19.18, la cual mencionamos anterior­mente.

El exito de Ia politica sindical desarrollada por el PCP a la_ larga cre6 _Ia nccesidad de modificarla. En las postri­m~~Ias ~e la deca~a del 30 se hahi a dcspertado una gran ~thtancia en las hlas de los trabajadores y cl repudio al h derato de la FLT se habia cxtendido e intensificado pode­rosamente; se hacia cada vcz mas cvidcnte la bancarrota de la FLT, pues la critica situaciun ccon6mica por la que atra· vesaba el pais en aquellos afios, abria una brecha cada vez ~ayor entre las aspiraciones de los trabajadores y las solu· c10n~s que le ofrec!a ~u liderato tradicional. Por otra parte, los ~~~eres federacwmstas, atrincherados en sus puestos bu­rocratlcos y gubernamentales, seguian aferrados a su des· acr~dita~a estrateg.ia. ~ol~boracionista Y. oponian implacable res1stenc1a a toda miClatlva renovadora. A medida que rna· duraron estas tendencias, se fue haciendo palpable que Ia l~cha obrera se desbordaha de sus viejos cauces organiza· tiVos y que era necesario crear una nueva altcrnativa. Ante esta situaci6n, el PCP decidi6 impulsar la creaci6n de una nueva central sindical, al margen de la Federaci6n Libre. J~un~ue. pueda parecer parad6jico a primera vista, el obje­tlVo Ulttmo que se perseguia seguia siendo el de la consoli­daci6n y unificaci6n del movimiento obrero. El acuerdo del Comite Central del PCP del 25 de mayo de 1939, se expre­sa al respecto en los siguientes terminos:

Despues de estudinr las condiciones prevalecientes en el movi­miento obrero de Puerto Rico, hemos llegado a la conclusion de que Ia salvacion de los trabajadores esta en la creacion de una nueva Central Sindical que funcione sobre bases indus-­triales. En el pasado aprobamos resoluciones indicando la ne­cesidad de unific.,ar el movimiento obrero. Hoy volvemos a insistir en una unificacion, pero para que haya unificacion tiene que haber un mo-vimiento encauzado por nuevos princi· pios, capaz de organiza;: a los no organizados, orientar a todas las uniones independientes y ayudar a los trahajadores para

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acabar con los agentes de las corporaciones en las filas obre­ras. El sabotaje a la Ley de Horas y Salarios iniciad.o por la Federaci6n Librc, esta c.ausando descontento en todas las unio­nes y especialmente, en las uniones ·de factorias. Y estas uniones necesitan una direcci6n en la lucha por el cu.mpli­miento de la Ley. Esa direcci6n tiene que surgir de esa nueva Central Sindical.25

La decision de dedicarse a la creaci6n de una Central no implicaba abandonar totalmente a las organizacioncs sindi­cales ya existentes. La resoluci6n del Comitc Central del PCP del 10 de marzo de 1940 aclara :

El hecho de que nuestro partido se enfrasque en la labor de crear Ia nueva Central Sindical no quiere decir que nuestros camaradas micmbros de Ia Federacion Lihre, habran de darse dt~ haja de la Fcdcraci6n Libre. Fue aprobado- por el Comite Central qnt: los camaradas miembros de Ia FL se mantuvieran como tah·s po r uhora .~6

Lo que se pretendia no era dividir al mov1m1ento obrero sino lograr la unidad a un nivel superior de conciencia, mi­litancia y iormas de organizaci6n. Se concebia que esto sc lograria por medio de l a tension Jiniimica entre la vieja sindical y cl impetu de su nueva rival. Es decir, se aspiraba a armonizar dentro de un proceso o situaci6n dinamica, dos exigencias diferentes y hasta contrarias. Por una parte, en­cauzar organizativamente la nueva efcrvescencia y militancia, impulsando y afianzando la renovaci6n del sindicalismo puer­torriquefio; pero, por otra parte, mantcner e incrementar la fuerza del movimiento obrero en su conjunto, lo que exigia preservar el mayor grado de cohesion y unidad en las filas de los trabajadores. En una palahra, a la vez que se rivali­zaba con la FLT al csforzarse por desarrollar la nueva Cen-

25 ReproJucido en unas paginas de apuntcs sobre el movimiento obrero (archivo personal de Cesar Andreu).

~G Ibidem.

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lral Sindical, hab:Ja que evitar una ruptura total que escin­diera irreparableme,nte al movimicnto obrero. Habia que competir con la FLT, pero sin caer en una guerra fratricida que rcclundara en el debilitamicnto del movimiento obrero en su conjunto.

Estc delicado equilibria fue muy dificil de lograr en la }mictica, pues la tendeneia natural :fue a concentrar casi to­dos los esfuerzos y recursos disponibles en Ia labor de crear y fortalecer a la CGT, prestandole muy poca atenci6n al problema de brcgar con las organizaciones tradicionales exis­tcntes. Aunque conscientes del peligro del sectarismo, no pudieron, en la pr{tctica, evitarlo del todo. La CGT tuvo un desarrollo vertiginoso hasta llegar a dcsplazar a la FLT ramo la principal organizacion sindical del pais ; pero no logro en de:finitiva veneer el divisionismo que minaba las fucrzas y el potencial de lucha de la clasc trabajadora.~• La conciencia de todo csto explica el juicio particularmentc se­vero que formula Cesar aiios mas tarde, en 1953, no obstante d hecho de que l a creacion y desarrollo de la CGT represen­la, sin duda alguna, el capitulo de mayor trascendencia en la. historia del PCP:

En el curse de su actividad diaria [ el PCP] ha cometido erro­res que cxigen pronta corrccci6n. Los mc'ts graves, sin duda, han tenido Iugar en el frente sindical. De las escisiones que actualmente minan al movimiento obrero, mucha responsabi­lidad recac sobre cl PCP. Los origenes de esos errores se re­montan a 1940 ; aiio en que fue organizada la Con£ederaci6n

'" E1 infonne presentado por cl Sccrctario General, Juan Sacz Corales, al 1\;ccr Congrcoo de la CGT (19,.15) reconocc est a situacion: "Actual­"'"nte la mayoria de los trabajadnrcs cstan unidos hnjo las La.nderns de la I :1 :T ; pe.ro eso no es snficiente. Es necesar io, es indispen!'ablc, que todos Ins trui.Jajadorcs puertorriquenos constituyan una sola organizaci6n oi.Jrera para Jllcjor garantia de nue~lra clase lrabajo.Jora. Los unicos que se bene· li .. ian con la d·ivi5ion en las filas de los trabajadores, son sus explotadores". u ; 1': S<iez Corales infomw . . . , San Juan, Libreria Estrella Roja, 1945, Jllljl. 15.

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General de Trabajadores. Similares errores se rep1t1eron al fundarse en 1948 [debe dccir 1947] la Unidad General de Trabajadores. EI error fundamental ha consistido en la resis­tencia a trabajar en las organizaciones existentes, en la sobre­estimaci6n del grado de radicalizaci6n de la clase obrera y en la tendencia a c,rcar nuevos organisrnos sindicales. Como cousecucncia, e1 PCP ha contribuido a separar a los trabaja­dores rclativume11te mas avanzados, de la corriente general del movimiento obrcro, dando margen al sectarismo, sin hacer suficientcs esfuerzos para detener los impulsos divisionistas.28

Seguramente esta severa evaluaci6n esta influenciada en no poca medida por la nueva situaci6n que prevalecia en el campo sindical durante la decada del 50: el movimiento obrero estaha en pleno reflujo, debilitado grandcmente (solo una fraceir!n relativamentc pequefia estaba organizada), pro­fundamcnte dividido ( al punto que establecer una central sindical, aun al cstilo de Ia FLT de los alios 30, pareda un ~ucfio ut()pico), y lo poco que habia en materia de organi­zacion sindical cstaba en gran medida dominado por el par· tido de gobi.erno, el PPD. Ademas, el clima general de anti­comunismo que se desarrollo en los afios de la post-guerra bajo cl amparo de la "Guerra Fria" hizo verdaderos estra· gos, menguando enormemente la influencia del PCP en el movimiento obrero y marginando a muchos de sus cuadros en las organizacioncs sindicales.

Ante este triste panorama, era ilusorio persistir en las me­tas y aspiraciones del pasado: a lin las mas modest as de elias resullaban ahora extremas e irrazonables. El realismo dic­taba fijarse objetivos mucho mas modestos, rudimentarios. En su intervenci6n en la cuarta Asamblea Nacional del PCP (mayo 1954), Cesar aboga por esta nueva posicion respecto al trabajo sindical:

28 ''La situacion de Puerto Rico y cl camino de la victoria del pueblo" (Proyecto de Tesis Politica para ser discutido en la IVa. Asamblea Nacional del PCP). Pueblo, julio 19i3, pag. 12.

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[Respecto a lu labor sindical] he apuntado como ohjetivo cl de reactivar el movimiento ohrero, es decir, c,ontribuir a po­ner en marcha a los trabajadores.

Vease que no estoy planteando que nos empeiiemos en estos momentos en una campafia por la unidad sindical, ni por la depuraci6n del liderato obrero. Lo que planteo cs, sencilla­ruente, ayudar a poner en marcha a los trabajadores. Subrayo esto porque creo firmernente que no hemos de lograr nuestros objetivos persistiendo en viejos metodos de trabajo. Con Ia simple repetici6n de Ia consigna de unidad sindical, no vamos a conseguir la unidud del movirniento sindical. Tambien de­bemos reconocer que atacando ahora a este, luego a aquel dirigente, no vamos a lograr Ia depuraci6n del movimiento obrero. Tampoco con improvisados llamamientos a los traha­jadores para que ]uchen por mas altos salarios, Vamos a con­seguir que nos reconozcan como sus dirigentes. No cabe duda que algo de todo eso hay que hacer. Pero no son tales cosas las que deben dar la tonica y las que deben definir la politica sindical de nuestw Partido.

Lo que el momento exige, no es que nos erijamos en pon­tifices de la unidad sindical, sin que de hecho cstemos diri· giendo al mas pequefio sector obrero, ni insistir en contra­rrestar la degcneraci6n de los Iidcres sindicales con nuestra inmaculada honradez, ni continuar gritando·, sin que al parecer haga eco entre los trabajadorcs, sobre el fema de que se debe luchar por aumentos de salarios sino rcalizar trabajo concreto, aunquc minimo, dadas nuestras fuerzas, y aunque con limi­tados resultados al presente, dada la situacion, entre los tra­bajadores. Estimular la lucha, activar a los obrcros, no im­porta quicnes sean sus dirigentes actuales, tal debe ser la en­traiia de b politica sindical de nuestro Partido.29

~9 "Intervencion en la IVa. Asamblca Nacional del PCP" (mayo de 1954), copia mecanografica en archivo personal de Cesar Andreu Iglesias, pugs. 14-5.

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En vista de que cl negro panorama que presentaba el movimicnto obrero en la dccada del 50 persistio sin alte­racion significativa en la dccada del 60, no es sorprendentc que Cesar asumiera una posicion amlloga en el debate sobre la linea sindical que ~e desarrollo en cstos afios en el seno del Movimiento Pro Independcncia (MPI). Sostuvo la ne­cesidad de ser realista, de elaborar un programa minima que, aunque modesto, fuera factible dcntro de circunstancias tan advcrsas. Recalco insistcntemente que, ante el cstado de franco retroceso en que se encontraba el movimicnto obrero, no habia otra alternativa que volver a cmpezar con tareas y objetivos elementales.

Hay quienes pretendcn empezar por las ramas. Son como el tipo de la ciudad, que viendo. a un jibaro sembrar hijos de guinco, penso que el tambicn podia hacerlo, y cuando se en­trego a la t'arca, no sabia per que los jibaros se reian ... Pues, d uro que sc reian: i d tipo sembraba Ia mata con el iiame para arriba! Hay que comeuzar por saber d6nde esta la raiz, porque es la Hamada a meterse. en tierra. Solo asi crecen las plantas. Hay, pues, que comcnzar por el principio.3 0

Es preciso reiterar que esta posicion, no mcnos que las anteriormente discutidas, pretendc ser tan solo la rcspucsta especifica a unas circunstancias particulares, y no la solu­cion universal y definitiva para la cuestion sindical. La ac­titud implacablemcnte realista que caracteriza todos los plan· tcamientos de Cesar, su tenaz empefio de siempre ajustar las miras de acuerdo a los resultados del mas desapasionado analisis de la situaci6n objetiva, a mcnudo le valieron cl re­proche -especialmcnte en ocasiones como el caso que nos ocupa- de excesivo pesimismo, de derrotismo. En realidad, nada mas ajeno a Cesar. jQuicn no quisiera fijar objetivos ambiciosos, trazar grandiosos planes, luchar en hcroicos com· bates! Pero como marxista consccuente Cesar sabra que, en

3 0 "El movimiento obrero y la lucha por la in.-l .. penrlencia", La Esca­lera, II (1968), 8-9 pag. 33.

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Ia historia, no es cuesti6n de deseos, sino de realidades; y e~tas son, las mas de las veces, duras y desagradables. De nada vale pretender ignorarlas. SOlo realizando hoy las ac­ciones que se ajustan a las posibilidades objetivas, se puede lograr que las tareas y metas del manana sean mas abarca­doras y de mayor envergadura. En las palabras de Cesar:

... Ia lucha hay que verla como un procesn. j Nada se gana con pretender pelear hoy conflictos del afio dos mil, hlpoteticos por aiiadidura! Cada hora tiene su propia preocupacion. Se es tanto miis revolucionario cuanto miis en annonia se actua con los factoTes hist6ricos en desarrollo. Pretender adelantarse a los mismos, no es ser mas radical, sino mas impaciente, mas desesperado. Con lo cua] no se apresura el ritmo del proceso sino que posiblemente se retrasa ... Trabajese en lo que debe hacerse en este momento. Concentre cada cual su esfuerzo en Ia preocupaci6n de la hora. Es Ia labor de hoy 1o que deter­mina el triunfo del maiiana.31

C. De la Lucha Sindical a la Lucha PoWica

Estimular y desarrollar la lucha sindical, es decir, la lucha por las reivindicaciones inmediatas de la clase obre­ra, reviste la mayor importancia. Pero es tan sOlo el comien­zo. Lo decisivo es lograr la transformaci6n de la lucha coli­diana por mas salarios y mejores condiciones de trabajo -en una lucha poHtica y social, por ]a transformacion radical del sistema socio-econ6mico imperante. Como alcanzar esto en la pn1ctica, plantea dificultades y complejidades analogas a las discutidas anteriormente. Por una parte no se pueden me­nospreciar o descuidar las reivindicaciones inmediatas de la clasc obrera, pero por otra parte, la lucha tampoco se puede circunscribir a elias exclusivamente; porque la emancipaci6n plena de la clase obrcra no se puede lograr con reformas

31 "Preocupaoion de Ia hora", La I! ora, I, 15 (8 de dicit:mbre de 1971), pag. 1s.

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parciales sino que requicre barrcr con el sistema capitalista­colonial que prevalece en Puerto Rico. Por ello, una estra­tegia rcvolucionaria acertada tiene que evitar tanto el eco­nomismo eomo el hipcrradicalismo ~ectario.

En la ponencia que present6 en 1968, como Secretario de Asuntos Sindicales del Movimiento Pro Indepcndencia, Cesar sintctizo los terminos basicos del problema. Por una parte subray{, el papel indispensable de la lucha sindical como base para la formaci6n de la concicncia de clase y vo­luntad de lucha de los traba j adores:

Solo a tran~s de Ia organizaci6n y de Ia lucha sindical co­mienza la clase obrcra a cobrar concienda de su condici6n de explotada dentro de la socicdad, primero, y, segundo, de su fuerza, por la sencilla raz6n de su numero. Por eso se define a los sindicatos como escuelas de lucha. Y eso es el movimiento ohrcro cuundo su direcci6n est a en manos de vcrdaderos hi jos de la da~c obrera.:'2

l'or otra parte, dcstae6 la necesidad de una vanguardia re­volucionaria que impulse la transformaci6n de la lucha eco­n(nn i!~a cotidiana en una amplia lucha social y politica con­tra cl ordcu social cxistcnte, en todas sus manifestaciones:

1':1 ~ran reto a que se enfrenta el MPI es el de llevar a Ia dase ohrrra la concirncia revolucionaria. Esta no surge pm com­lmstion eo:pontfinea ni cosa que sc parezca. Si deja a los tr a­hajadorcs solo~, s::midos en la tragcdia de su existencia, estos se limitarfin a dciendersc de d ia a dia. Sus condiciones de vida no pel'miten mas. De ahi que sea nece~ario que los indi­viduos mas avanzados de la sociedad, que emergen de todas las clases, estudiantes, profesionales, intelcctuales, se fundan a Ia c.lase obrera y le transmitan la ideologia rcvolucionaria rJHC es afi11 a los intcreses de clase del pro-letariado.38

sz La Escalera, II (1968), 8-9, pug. 32. 33 Ibidem, pag. 32.

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Ahora bien, al plantear la importancia de una vanguardia al estilo leninista, Cesar no dejo de advertir sobre la impe­riosa necesidad de evitar caer en c] sectarismo. Si bien no se puede dejar que el movimiento obrero se desarrolle por si mismo, cspontaneamente, tampoco puede imponersele arti­ficialmcnte la labor vanguardista. Sino que esta tiene que surgir organicamente del seno de la lucha obrera misma:

Pero esta labor no es simple acci6n mesianica. No son predi­cadores los que nccesita la clase obrera, sino hombres de ao­ci6n. Es labor de organizad6n, Iiderato en sus luchas inmedia­tas, oricntaci6n en el reclamo de sus reivindicac,iones en los centros de trabajo, eso es lo que se necesita ... El MPI ha de ir a los trabajadores dondcquiera que ellos estcn. Hay que aceptar a los trabajadores tal y como son. No podemos espe· rar hasta que nazcan unos trabajadores ideales, porque esos no se han dado en ning{m lugar de la tierra, y no hay que esperar que se daran en nuestro pais. Hay que entender a los trahajadores y aprender a hablar su lenguaje. Y no se puede aprender a hablar su lenguaje sin identificarse con las preo~ cupaciones de los trabajadorcs, con su vida y con su dolor. Si nos planteamos asi el problema, desaparec,eran los plantea­mientos simplistas. Se vera en toda su magnitud lo ingente de la tarea, pcro al mismo tiempo se captara su extraordinario potencial revolucionario. 34

No es facil llevar a la practica esta estrategia, traducir adecuadamentc estos principios en acciones concretas. La ex­periencia del PCP, las pcripecias de sus esfuerzos organiza­tivos al rcspecto, constituyen un buen ejemplo de cuan di­ficil es realizar esta tarea.

Asi, por cjemplo, cl PCP luch6 constantemente dentro de la CGT por evitar que se limitara a una lucha estricta­mcnte sindical y por imprimirle un contenido politico a sm acciones. La orientacion del PCP se reflcja claramcntc t~n el informe de Juan Saez Coralcs ~a la saz6n micmbro del

s. Ibid., pugs. 32-33.

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PCP y Secretario General de la CGT- al Congreso dell94.S de dicha organjzaci6n sindical:

En nuestru lucha hcmos tratado siempre de cemrnos al prin­dpio fundamental de que las organizaciones obreras son y d.(}­

bcn ser organi7.aeiones csencialmente pvHticas. Esta posicion (.'S W IO de los faclOrCs que han contribuido a] rapido y fuerte crcc,imic.nto de Ia CGT. Por cso es que Ia CGT rnanriene que no hay ningt'm problema en Puerto Hico a jeno a ella. Por eso es que prccisamente ha mantcnido su indcpendencia de acci6n como rnovimiento· organizado de los t rabaja.dorcs. No hay pro­blema de Puerto Rico ajcno a los t rahajadores ; no hay pro­blema del mmHlo ajcno a los trabajadores; los trabajadores cstamos interesados en todos los problemas de Puerro Rico y en todos los problema:; del nnmdo. Por cso es que ejercemos una funciun esencidmcntc politica ... ~5

En consonancia con esto, se insistio en la necesidad de que el movimiento obrero se planteara l a independencia de Pnerto Rico como objctivo central, a largo plazo, de su lucha:

I El sta tus politico de Puerto Rico] cs un problema que la clase ohrcra no p uede 11i debe pa~ar por alto. Es un problema que ddlt~ st~r di:uttido sin rodeos d(; ninguna clasc por los traba­jadon;s y por ~us organizacioncs ... Es dcber fundamental del lllovimit•Jt!o olm:ro la lueha en contra del colunialisrno y por la lil>tTacion nacional. .. El movirniento obrero tienc la r es­pnnsaloil idad (1!: penctmr profundamente en el asunto del "sta· tu.-;'' politico th· Pue rto Hicn.. T f'nf'moi: C!"a rcspon,;abilidad ponpu: ?.omos los trahajadorcs lo3 que m [ts directamenre sufri­mos las consecucncias de la explutacion colonial. . . N ucstro puch lo no podnl. oricntarsc defin itivamentc en e1 aprovccha· miento de sus propi.as riquezas mieHtras se estc encadenado a Ia colonia. 1\o podrf':mos los puertorriquciio.;; contar con Ia oportunidad para. moldea r nuc~rra Yida econ6mica, p :Jlftica y

:s5 CGT: Sticz Corales in/onna .. . , San Juan, LiLreria E:'t.rclla Roja , 1915, pag. 18.

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social, mientras cstcmos atados al mercado obligatorio d.e los Estados Unidos. Es por eso que la clase obrera puertorriquefia no puede permaneccr indiferenre ante ese problema vital de nuestro pueblo. Los puertorriquefios no podemos hablar de emanc;ipaci6n ccon6mica sin cncaminarnos a obtener nu.es­t'ra libertad polltica al mismo tiempo . .. 36

Asimismo sc luch6 por promover en la CGT el espiritu de internacionalismo proletario y el estahlecimiento de vinculos de soliclaridad con sectores progresistas del movimiento obre­ro latinoamericano y de Estados Unidos.87

Posteriormente el PCP lucho por impulsar la misma oricntacion en Ia Unidad General de Trabajadores (UGT) en los afios del 1947 hasta comienzos de la decada del 50.38

ar. I bid., pags. 20-2. ,31 Veasc al respccto el informc de Sacz Corales, op. c:it. , pugs. 12.15. La

CGT mantuvo rclaciones fraternales de mutua colaboracion con el Congress of Industrial Organization.~ (CIO) en EE. UU. Por otra parte, cstaha afi­liada a la Confederaci6n de Trabajadorcs de America Latina que Jirigia \'icente Lombardo Toledano; dentro de cste marco, mantuvo rclacioncs es­pecialmente estrechas con las Confedcraeiones de Trabajadores de Cuba, Me· xic() y Chile. El cspil:itu intcrnacionalista de la CGT se manifesto, p()r ejemp)(), en su parlicipac·i6n en cl paro continentul , auspieiado por la CTAL, llevudo a cabo cl 25 de enPro de 194!5, en protesta contra cl regimen dic­tatorial y anti-ohrero que ~e habia establecido en la Argentina. Saez dcstaca ]a i.mportancia de esta acci6n solidaria: "Este para ticne una gran signi· fieac: it\n, porque es cse el primer para de protesta coordinada que !levan a cabo los trabajadorc~ dl~ America y porque ese cs cl primer paro de soli· daridad con cl mo\'imiento obrel'O de otros palses (jU(: llevan a cabo los trabaj udon:s de Puerto Hico". ( pag. 15).

es V~ase al respccto el informc del Sccrctario General, Juan Suez Cora· les, al Io::r . Congreso de 1a UGT (1949), puhlicado com(} folleto hajo el titulo, La UGT en Ia lucha por mayores sa!arios, San Juan, CGT, 1949: "Vivimus en una sociedad establecida sabre las bases de un sistema ccun6· rnico capit ulista ... Esta caraeterlstica fundamo::ntal de la sociedad en que vivirnos, se ve agravatl a por el hccho de que la e·conorniu de nuestro pai:; es una de tipt> colt>nial. . . Partiendo de esa realidad ccon6mica, conccntra­n·mos nuestros esfucrzos en Ia lucha contra las corporacione;; de capital al>­senlista y upoyarcmos todo esfuerzo cuyo obj eth·o· sea Ia 1iberacion J ., mJ< ~;: tro

pueblo y el fortalecimicnto y desa rrollo de nuc.>tra eeonomia". (pilgs. :1.4) .Vliis adelantc, se cstablcce como· uno de los objctivos fundamental••,; ck b

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Ahora bien, los comunistas comprendian que el movi­miento sindical por si mismo, siguicndo su curso natural y espontaneo, no producirfa el objetivo de "politizar", es de­cir, de plasmar una acci6n politica indepcndicnte de clase de parte del proletariado . Siguiendo a Lenin, concebian ·que la accion vanguardista de un partido politico revolucionario era imprcscindible para garantizar que la lucha proletaria trascendiera el estrecho ambito cle l as reivindicaciones eco­n6micas inmediatas, para desembocar en la lucha revolucio· naria contra el sistema social en su totaliclacl. Esto exige sa­tisfacer a la misma vez dos exigencias cardin ales: por una parte, mantener la indcpendencia o autonomia relativa del partido frente al movimiento sindical, de modo que pudiera ejerccr efectivamente su funci6n vanguardista de estimular y adclantar la lucha obrera a niveles cada vez mas altos; pero, por otro lado, mantener una vinculacion lo suficiente­mente estrecha y profunda con el movimiento sindical como para poder ejercer rcalmente una influencia positiva sobre el.

Para poder ejercer liderato y darle orientacion es preciso pcrtenecer al movimiento obrero, tener profundas y auten­ticas rafces en el; pero para cumplir el rol vanguardista y !'-ervir de acicatc de su desarrollo, es preciso no dejarse ab­sorb!~r lotalmenlc por cl trabajo sindical. Ni desvinculado, ni totalnwntc absorbido: cse es el dificil curso a trazar en la ac( ~ it111 pr[tctica del partido. El PCP siempre tuvo una clara

I r(;·t;: -' 'Cnn!rilmir u Ia comprensi6n de los problemas econ6micos y socia les q11c- ·"" dniv:111 de Ia condic.i6n d<:l depcndencia colonial, propugnando la lucha ~indi , · al pur Ja indqJcndcncia polftica y econ6mica cle P . R.". ( pag. 5) Con n ,J:wil>n :d <.c:unpo in ternac.ional: " Comprendemos que n uestros intercscs como nl>reros ect;in estrcchamente ligados a los intcrcscs de todos los obreros del IIIUIHln. Afin namos nncstra solida.ridad con los trabajadores de Estados Uni­dos y las naciones de America Latina". (pag. 5). En marzo de 1948, la UGT solicitu y ohtuvo su af.iliaci6n a ]a CTAL. Otro ejemplo importante: "Como genuina organizuci6n obrcra, no hcmos olvidado en ningun momento la lucha :mtifascista. Los pneblos que aim combatcn bajo la bota del fascis­mo mcrccen nuestro respaldo cntusiasta, Su causa es Ia causa de la demo­cracia mnndial. Por eso nos tomamos la iniciativa de celebrar, junto a otras instituciones y personalidadcs progre$istas, la Semuna pro Liberaci6n de Espana~. (pag. 13)

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conciencia de ello. Asi, por ejemplo, la Resoluci6n Polltica de su Ila Asamblea Nacional (1948) declara:

Es tarea escncial de la clase obrera Ia construccion de su pro­pia partido de clase. lvlientras no cuente con ese partido, lo suficientemente arraigado en las rnasas, lo suficientemente ca­pacitado, no le sera posible asumir el papcl dirigente que le corresponde en la luc,ha por la liberacion nacional. Marcharii, como basta ahora, a la zaga de los partidos de la burguesia .. · La tarca de los comunistas, como avanzada del proletariado, es dade direccion y ampliar cada vcz rniis la organizaci6n sindical de los trabajadores. Los centros de producci6n deben ser los lugarcs biisicos de organizaci6n del Partido Comunista. Para estrccllar los vinculos del PC con los rnovimientos de mas..'ls, son esenciales las Sccciones Comunistas de industrias, fahricas o sitios de trabajo. Los comunistas pertenecicntes a una secci6n industrial deben luchar hasta convertirse en el cen­tro de oricntaci6n de los obreros de esa industria. Por su devocion a la clasc obrcra y su mi!itand a en la lucha, han de demostrar en todo momenta que Ia direccion comunista es indispensable para Ja conquista de las demandas de los rraba­jadorcs. Hay que estar en guardia contra dos tendencias igual­mente peligrosas para cl Partido Comunista. Una cs la de desconcctar la Secci6n Comunjsta del conjunto de los obrcros y discutir en abstrac.to las tareas, en forma estrecha y sectaria. La otra, igualmcnte condenable, es Ia de pcrmitir que la Sec­cion Comunista se convicrta en un mero apendice del sindi. cato, discutiendo exclusivamente problemas sindicales, sin lle­var a cabo la labor politica necesaria.8n

Traducir adccuadamente ·esa concicncia a la practica re­sult6, sin embargo, muy dificiL A travcs de su historia el PCP tuvo que luchar constantcmcnte contra los peligros opuestos del economismo y del sectarismo.

Durante los ultimos afios de la decada del 30 y los pri­meros de la del 40, el PCP logr6 mantencr lazos estrecho!'>

-----;;rndependencia Ahara, San Juan, PCP, 1~, pags. 13-16.

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con el movimiento sindical. Muchos de sus dirigentes y cua­dros (Juan Saez Coralcs, Alberto Sanchez y Cesar, entre otros) desempefiaron un papel destacado en las principales luchas obrcras de este periodo y en la creaci6n de la CGT. Pcro la relativa debilidad y pequcfiez numerica del PCP, el auge de la lucha sindical y el vertiginoso crecimiento de la CGT, ahsorbieron pnicticamente todas l as energias del Par­tido. Para todos los efectos practicos, la lucha sindical se trag6 al Partido, por lo cual no pudo dcsempciiar adecuada­mente el papel que le corresponclfa como vanguardia poli­tica. Afios mas tarde, Cesar analiz6 esta situaci6n en los siguientes tt~rminos :

[El Partido] se desplazo de la ace,ion politica a la accion pu­ramcnte sindic:tl. La politica del economismo cobr6 mayor fuen-:a en el seno del Partido y se transform6 este en un sim­ple grupo de organizadores sindicales. La direcci6n del Par ­tido pcrdi6 toda perspediva hist61ica. El Partido, de hecho, comenzo a disolvcrse en los movimientos de masas. Durante est'e pcriodo, creci6 la luc.ha nacional por la independencia. La profunda crisis econ6mica Ianzo a la calle a miles de obre-­ros dc!:'empleados. Su rgieron nueva~ organizacioncs sindicales. Los trabajadores le dieron la espalda a los dirigentes socialistas amarillus. Se ampli6 el movimiento de masas. Los partidos l1ist!n·icus burgueses, incluyendo cl viejo Partido Social ista \'ulouial, carc.omidos, caian en la bancarrota. Las masas bus­raban m 1a salida. La lucha sindical pura y simple, no era sufieicntc. P ero tal era la {mica salida que, en la practica, salvo meras dccla raciones eSporiidicas, le ofrecian los comu­nistas. Fue cl nuevo Partido Popular quien ofrec.i6 una salida politica concreta. en lo inmediato. El liderato del Partido Po­pular encarrilo cl descontcnto de las masas hacia }a lucha politica. ~uestro P artido qued6 a Ia zaga, confonnimdose con vcr encarnados en aquel original programa progresista, muchos de los puntos b iisicos que, desde un principia, levantaran los <;omunistas. 40

40 Informe a Ia liT a. Asamblea Nacional del P CP ( mayo 1951), copia mimeogratiada, pag. 14; archivo personal C.A.I .

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En la decada del 50 d PCP tambien tuvo que enfrentarse a la tendencia del economismo; aunque ahora por razones hist6ricas muy diferentes. Como he mencionado anteriormen­te, el movimicnto obrero cslaba en esos momentos en crisis, en franco retroceso. Cesar lo describe de esta f onna:

Nuestro movimiento sindical estii minado de oportunismo . . . El movimie11to obrcro se ha apartad.o de Ia vieja tradicion :,;ocialhta, que, no empccc sus graves fallas, daba a los traba­_jadores una perspectiva de clase, y aunque de palabra, scfialaba como misi6n historica la ernancipacion del proletariado. En la actualidad, todo el rnovimicnto obrcro, desde la FLT hasta Ia UGT, ha sido rebajudo al plano de Ia mcra lucha economica redu<'ida a su minima expresiun. No se analizan los gmyes problemas de la clasc obrcra en su conjunto, y menos, los problemas polllicos de nuestro pueblo. Los dirigentes de las centrales sindicales no responden a las profundas inquie­tudes de 1os trabajadores. Surnidos en un estrecho pracricismo, envueltos en los pcquefios problemas del dia, pareccn ser me­ros cobradorcs de cuotas y conciliadorcs en los conflic,tos entre los obreros y los patronos. Solo Ia presion de los trabajadores, bajo el acical:e de la miscria, los mueve. Las huelgas que ocurren, y han ocurrido en gran ni"m1ero. son mils por irnpul~o

cspontaneo de los o.breros, que producto de la accion de sus dirigcntes.41

A esto sc afiadia la represi6n anticomunisl·a que se destac6 en estos afios, r esultado del macartismc y la "Guena Fria" . Todos estos factores propiciaron, en un sector dd PCP, la tendencia a concebir que el Partido, ccmo mcdida defcnsiva, debia disimular su presencia en el c:.:mpo de la lucha sindi­cal. Los militantes dehian conccnL:arse en cmwsolidar y afianzar sus posiciones dentro del sindicato sin impulsar las

H La politica del Partido y nuestras tureas, follcto mimcografiauo, l %2, pag. 7 [HeproducidG in tegramente como Apcndice 1 en cl folkto, M ayor Jl igilancia Politica; Expulsion de ] . E mmmzuelli del PCP, San Juun, l'CP, 1953.)

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postcwnes y politica propias del ;-. , ,,,.~i dn . L< :1 concepc10n ( cuyo principal exl!onente dentro Jcl Partido fue Juan B. Emmanuelli, quien era en aquel momento Secretario de Or· ganizacion) 42 de que la tac.tica debia scr de infiltraci6n, es decir, de que los comunistas debian en su trabajo en los sindicatos ocultar, o por lo menos, minimizar sus posiciones comunistas, fue combatida ferozmente por Cesar en los afios 1951-52, pues entcndia que esta orientacion llcvaria inevita· blemcnte a la liquidacion del Partido como tal.

. . .lo que se pretende es que nuestro Partido no aparezca en el movimiento sindical. .. La que se pretende es que los comu­ni~tas nos ocultemos ... Pcro, d aro, eso si, se nos dice, segui­remos siendo comunistas, aunque disfrazados. Piiblicamente seremos meros militantes sindicalcs . .. Pero en secreto, segui­remos siendo granclcs comunistas y muy ligados a las masas. Cuando menos, eso cs una ingenuidad. El comunista se conocc })Or la exposicion que haga de la politica del Partido. Si ex-

12 La envc1·gadura del problema planteado por ]a posicion de Enunauuell1,

y que r n gran ruedida explica Ia vehemcncia con que Cc~ar lo cmnbati6, se punle nprcciar en el siguiente pasaje de la inte1·venci6n de Cesar en la a''" " hk a ex.lr;wnlinariu cclebrada en mayo de 1952, para dilucidar cl " asun­tu' ' d0 EnlllwnnuclJ.i: "~s bien sahido que toua esla discusion surgio al plant<·<trse t~n d Colllit tf, Central que clcberia pern1itine a [Juan] Santos \lt ivera, quicn a la saz6n era Secrela1·io General del Partido) renunciar del Partido, al igual c[UC a [Juan1 Suez [Coralcs], como necesida.d imprescin­dible para rcalizar trahajo 9indical. lgualmentc se plante6 la conveniencia de que rcnunciaran [Jorge] !VIaisonet, Pascual [Otero] y Emmanuelli, todos micmbros del Comite Centml, para facilitar su trabajo en los sindicatos y aspirar y ]ogmr la ele.cci6u de esos camaradns a puestos dir igentes. Tal fue el origeu de la discusi6n, iniciada, pJimero, en scptiembre del aiio pasado, en ocasion en que Santos plante6 iormalmcnte la convenicncia de su renun­cia de1 P artido, y luego, nucvamcnte, el pasado mes de n1arzo, al plantear Saez. la conveniencia de su rcnuncia, como cuesti6n imprescindible para scr clecto Prcsidente de Jn Union de Trabajadores de la Construccion" . Res­puesta al camarada Emmanueiti., texto mimeosrafico, 1952, pag. 10 ; archivo personal C. A. I. [Extractos de este tcxto se rcproducen en el iolleto mcn­cionado en la nota anterior, Mayor Vigilancia Politica (1953) .1 Emmanue1li plantcaba tambien que el P artido debia asumir una posicion analoga, de

"inliltraci6n", respecto al PIP.

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pone Y deficnJc la polltica del Part' d • . . la ex on I . 1 o, sera comumsta. Sl no p e y no a deflende, no seni comunl'sta E 1 . · · n e pnmer

~~so, n.o ttcne J~Or que disfrazarse c,on los colores de otro par-o, m por que oeultarse oc los ohreros En 1 d · ' · d · e segun o caso

~eguma sJell () comunista solo en los viejos archivos del FBJ.4~

tent~~:~~~ ~;am~~~·;;~n~e dliq~idac?o~ista, Cesar reitera insis-

1 1 h b ~ a e 1mpnm1rle contenido politico a

a uc a o rera:

[Es .necesario] , romper definitivamente con la politica de eco­n?ml~mo, na s~lo en nuestro Partido, sino tamhien en los sin· diCat?s .. No qmere esto decir que deha desatenderse Ia lucha economlCa de los trabajadores. Por el conrrario, hay ue re­forzarl~. ~ero el ct>munista esta llamado a realizar t~da su labor smdical llevando constantemente Ia linea de su Partido. ~t; no. se reduce al mero problema de proclamar su afiliacion a arttdo. Lo fnndamcntal cs llevar la linea del Partid d . tacando sus demanda ·

0

es E t . I s y consignas en el mov imiento sindical. s o me uye, no solamente las reivindicaciones eco , . d

la clase obrera . b., l . . noilllcas e I h 1 ' smo tam Ien as reivmdicac.iones politicas . Ia uc a por a paz, por el cese del conflicto en Corea po; el regr~so ~e los sold~d.os puertorriquefios, por la def~nsa de os erec os democratlcos, por la libertad de los . )' ti 1 Le presos poI-oos, por a Y Electoral, etc ....

Si bien e1 economismo 1 1· · d . . ron, en la historia del PCP y t i9m act_omsm~ constituye­bien h b 1

1 ' e pe tgro mas perststente tam-

del se~a~i:~. ~ceJh~c~~.of:st~:::·l~~~tra e1 peli~ro _o;uesto el economismo ayudo t- ul a que se hbro contra ma E 19 ~ 4 a es }m ar esta otra tendencia extre-

el iiq:ida~o~~;:~a~ed~n:;~~=~Bu~ _de la polemic~ contra concentrar su fue

1 . ' ~~ar se ve obhgado a

del ultraiz . d' go en a ~tra dueccwn, contra el peligro qmer 1smo sectano.

•a L z- . d a po tttca el Partido r nuestras tareas pag 13 4-i Informe a Ia Ilia. Asamblca (1951) ' pig. 20. .

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II

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Durante los ultimos aiios hcmos combatido con fuerza las des­viaciones derechistas en la politica y en Ia pdictica de nuestro Partido. En un ambiente colonial como el nuestro, de baja militancia revolucionaria, el peligro de desviaciones de derecha es una amenaza constante ... Pero mientras hemos mantenido esa vigilancia contra cualquier monstruosa desviacion de de­recha en nuestras filas, hemos permanecido inconsdentes de que tambicn hay monstruosas desviaciones del otro lado, del !ado del "izquierdismo".45

Hay que esforzarse por elevar la lucha sindical al nivel de l a lucha politica, revolucionaria; pero hay que hacerlo de forma tal que la acci6n politizante no produzca una desvin­culaci6n tajante entre la vanguardia y las masas que aquella pretende orientar y estimular. Para ello, es imprescindible que la acci6n vanguardista se desarrolle a partir de, y en armonia con cl nivel real de conciencia y militancia de las masas.

Lo caractcristico de esas desviacioncs [ izquierdistas] consiste Cll collfundir la vanguardia con las masas, pretendiendo que las rna"as csl[m, en lo que a conciencia polltica se refiere, a la altura de Ia vanguardia. En el rrabajo pnic.tico, esta confusion s• ~ rHaHifi··~ta en el testarudo empeiio e on que se persiste en t(u:licas, posiblemente acertadas bajo condiciones de flujo re­volucionario, pcro cuya aplicaci6n resulta inacertada, cuando rcina entre las masas un bajo clima de militancia. Persistir en tales tactic.as, ajenas a la direcci6n estrategica que las condi­ciones demandan, resulta contraproducente y solo trae como consecuencia, el agravar el aislamicnto del Partido con rela· cion a las masas, sembrando, ademas, el inevitable malestar en las filas del Partido y en todo su radio de influencia.4 6

Cesar recalca insistentemente la necesidad rle desarrollar l a acci6n politica, no de acuerdo a nuestros descos subjetivos,

45 Intervenci6n en la IV a. Asamblea ~acional del PCP (mayo de 1954), copia mecanogrB.fica en el archivo personal do C.A.I., pags. 7-8.

H Ibid., pags. 8·9.

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sino sobre la base de un examcn rigurosamcnte realista de las condiciones y posibilidades del momento.

Nuestro Partido debe inspirarse de verdad en una politica de masas y erradicar del pensamiento y de las actuaciones de to­dos y cada uno de nosotros, todo sectarismo. Sin adoptar una finne actitud en ese sentido, no habremos de tcner exito en nuesti·a misi6n, que es Ia de llevar nuestra politica a las masas. Esto significa, que no podemos pretender abordar a los traba­jadores como si fueran comunistas o simpatizadores del comu­nismo, ni siquicra como si los traba jadores en general fueran indepcndentistas convend dos, o como si generalmente los rra­bajadores estuvieran en una acti tud de militancia revolucio­naria. Tenemos que llegar a las masas reconociendo el nivel en que se enc,uentran, no simplemente rebajandonos a su nivel, s ino identificimdonos con ellas para elevarlas a niveles supe· riores.4 7

~oln·e todo, lo fundamental es entender la lucha, no en for­rn a csl(ttiea c inflexible, sino dinamica : como un proceso, en ··I qlll ~ cada etapa prescnta su particular configuraci6n de m nd iciones y posibilidades especificas. Debemos aspirar, ··inlarnentc, a que nuestra acci6n polltica este siempre a l a :rl lttra dd momento : lo cual quiere decir, literalmente, no • ·:.1 nr n i por deb a jo ni por encima de sus exigencias y po­lt'lll' i:rl idades.

Fl n·mnocimiento de los errores del economismo, de que tanto ~t d ,J r · c• ~ cl movimient'o obrero puertor riquefio, y el hecho de quo · tambien nucstras filas han cstado afcctadas gravemente .It· .. sas malsanas tendencias, nos ha llevado a extremos de J>~ l'i <'ttdcr imponer contenido politico a toda lucha sindical en 'I'~~' pa rlicipemos. Creo que nuestro error ha consistido en nues-1,·;, p rdeHsion de imponer desde arriba avanzadas c.onsignas r,j,, .. 1 dd1ido trabajo de preparacion entre las masas. Tenemos, 1'111 ' ' '· <pH~ descartar ese metodo de la imposici6n artificial. No

" lf·id .. plog. 12.

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es esa la manera marxista-lcninista de contribuir a elevar la simple lucha economica de los trabajadores al plano de una politica de Iucha de clase.

Nuestro prop6sito cs clcvar Ia lucha de Ia clase obrera al plaRO de la lucha politica. El mas elemental y simple c,onflicto entre obreros y patronos, puede servir para despertar y des­arrollar la conciencia politica de los trabajadores. Pero, no po­demos olvidar que el movimiento obrero es, como todo, un pro­ceso·. Se puede ayudar a acelerar ese proceso cuando se trahaja en armonia con las leyes de su desarrollo. Trabajar fuera de esa armonia, produce el resulrado contrario: detiene su crec.i­micnto, tanto cuantitativa como cualitativamente.

No perseguimos una imitaci6n de lucha, es decir, una lu­cha muy pura, pero rnuy sola, en ]a que nosotros mismos ju­gamos, en '1a pnictica, el papel de dirigentes y de masa, Lo que perseguimos es que la masa juege su propio papcl con sus propios dirigenres. El camino para lograrlo es el del trahajo paciente, ayudando a c,rear las necesarias condiciones, de ma­ncra que, como cosa natural, y no porque artificialrnente desde arriba lo impongamos nosotros, los trabajadores adopten las m(LS avam:adas demandas, e}evandose asi Jos combates CCOllO·

mico" al plano de Ia mas alta politica de clases.~8

's Ibid., pig8. 16-7.

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,.· ···:

III

LA REVOLUCION

A. Naturaleza y condiciones furidamentales

Si el objetivo cardinal en el campo sindical es elevar la lucha meramente economica al plano de la lucha politica, d objetivo primordial respecto a esta ultima, es hacerla des­embocar en la lucha revolucionaria contra el sistema capita­l ista -colonial.

Como marxista, Cesar entcndia, y siempre sostuvo, la neocsidad de la revolucion: es decir, reconocia que, dada la naturaleza del capitalismo y el imperialismo~ seria iluso r~rctender liberar a Puerto Rico de su condici6n colonial sin una lucha radical, revolucionaria. Por ello critic6 siempre la concepcion estrategica de las corrientes reformistas dentro dd independentismo. Sin ignorar o menospreciar los meritos dt~ cstas luchas historicas, particulannente sus esfuerzos por lo~rar cl apoyo de las masas a la causa de independencia, ( :r~sar no dej6 de recalcar su fundamental ilusionismo. Asi por ejcmplo, evalua al Partido Independentista Puertorri­'JII•~iio (PIP) en 1951:

El Partido lndependentista, se dice en su programa, "utilizarii los comicios como medio para hacer la independencia", Se orit~nta, pues, hacia la lucha de masas, pero sin salirse de loo, viejos moldes puramente electorales y parlamentarios. Preva­leec en el seno de su direcci6n la concepcion de que Ia lihe­racion nacional es posible, no en lucha abierta contra el im-

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perialismo, sino en colahoraci6n con ei imperialismo ... Se persiste en Ia ilusi6n de que es posible convencer al imperia­lismo, que convicne a sus propios inten~ses imperialistas, con­ceder la independencia a Puerto H.ico.49

Critica al N acionalismo

Ahi radica precisamcnte la funci6n historica positiva que Cesar siempre le reconoci6 al Partido Nacionalista: plantear tajantemente y sin ambages, la necesidad de combatir al im­perialismo en forma resuelta y radical, basta las ultimas consecuencias. Es caracteristico que, ante la insurrecci6n nacionalista de 1950, Cesar no tuviera reparos en expresar su admiraci6n pm el gran heroismo desplegado por los com­batientes nacionalista y de reconocerle una serie de logros a la acci6n insuneccional:

Sus principales aspect'os [positivos] fueron los siguientes: 1) a~esto un rudo· golpe al imperialismo en ei campo de la poli­tica intcrnaciona]; 2) ayud6 a desenmascarar a :Munoz Marin

y a su gobierno colonial como enemigos de la independencia y a gentes incl)ndicionales del imperialismo yanqui; 3) dcmostr6 que el pueblo, a pesar de permanecer al margen del conflicto, no siente hostilidad hacia los nacionalistas manifestando asi las ansias latentes de liLeraci6n de las grandes masas populares; y 4) forzo a los sectores independentistas vacilantes a adoptar

una posicion miis militante frente al imperialismo. 50

1 o lndependencia y svr:ialismo, San Juan, Librerfa Estrella Roja, 1951, p:ig. 163.

·50 Ibid., pag. 160. Vease tambien la evaluaci6n que hace, pocos dias despu~s de la insurrecci6n nacionalista, en el articulo, "Despucs del 30 de octubre", Pueblo, 20 de noviembre de 1950, pagina 2: "Ochenta y dos ai'ios despucs del Grito de Lares, Puerto Rico se estrernecio con una nueva sacu­dida revolucionaria. El 30 de octubre, como aquel 23 de septiembrc de 1868, ha venido a ser dranuitico grito de 1ibertad. Como dijera el Comite Central del PCP en su declaraci6n del lo. de noviembre, 'solo en un pueblo en que se rnantiene viva Ia llama de Ia libertad, puedcn darse hombres capaees de hacer el supremo sacrificio de su vida, en aras de la independencia nacional'. Durante 72 horas, grupos Nacionaiistas hicieron dcrroche de heroismo sui­cida. Para ellos, la gloria integra de esta gesta".

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No obstante, Cesar siempre considero que habia un abismo insalvable entre la estrategia nacionalista y la concepcion marxista de la revoluci6n. Al mismo tiempo que destacaba los aspectos positivos, Cesar afiadia a renglon seguido:

Nuestro pueblo puede llevar a cabo una lucha revolucionaria triunfante. Pero esa lucha no puede dirigirse por los cauces del nadonalismo. . . Las lecciones del 30 de octubre deben servir, no para deponer la lucha, sino, por cl contrario, para fijar un camino mas certero que conduzca con mayor seguridad al triunfo.~1

Cesar formula la diferencia fundamental entre el naciona­lismo y el concepto revolucionario marxista, en los siguientes terminos:

Para la conquista de la independcncia, el nacionalismo consi­dera que es necesario recurrir a la revolucion. La revoluci6n

la ooncibe como un acto valeroso de un pequeiio destacamento de hombres. El nacionalismo considera que toda revoluci6n ha sido obra de una minor1a desprendida y heroica. Su teoria

de la revolucion no toma en cuenta relaciones de elases y fuerzas sociales, ni la ncccsidad de organizar a las masas.52

Por ello, en el caso especifico de la insurrecci6n del SO, Cesar destaca las eciguicntes fallas:

1) Demostro lo inoorrecto de la teo ria nacionalista de la re­voluci6n y la imposibilidad del exito de cualquicr movimicnto revoluclonario que no cucnte con el apoyo de las masa!l, prin­eipalmente de la clase obrera; 2) no existiendo una situacion revolucionaria, la insurrecci6n tomo al pueblo por sorpresa, facilitando el dcscncadenamiento de una campaiia de represi(m contra todo ci movimiento de liberacion nacional; y 3) Ia acci6n llevada a cabo por los nac.ionalistas completo su aisla-

~1 lndependencia y socialismo, pag. 162. 52 Ibid., pag. 160.

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miento, no solo de las masas del pueblo, sino tambien de los demas sectores independentist'as.53

Esta cuesti6n revestfa la mayor importancia para Cesar, pues consideraba que en ella estaba en juego la medula misma de la concepcion marxista-leninista de la revolucion. Para Cesar, de hecho, la estrategia nacionalista repetia el mismo tipo de concepcion erronea que Lenin habia tenido que combatir irnplacablemente en las teorias del viejo revo­lucionario frances, Auguste Blanqui.il' En efecto, este con· cehfa la revoluci6n como, fundamentalmente, obra de un destacamento de vanguardia integrado por revolucionarios profesionales, disciplinados y resueltos, totalmente dedicados a la tarea de "hacer la revoluci6n". La importancia que se le asignaba -dentro de esta concepcion- a la accion de la vanguardia revolucionaria, llevaba a descuidar, y basta me­nospreciar, el papel de Ia lucha de masas dentro del proceso revolucionario. No es que se le ignorara totalmente, pero Blanqui concebia la funcion del movimiento obrero y de las masas populares en el proceso revolucionario, como esen­cialmente pasiva : lo importante era que un grupo de revo­lucionarios decididos y bien organizados, a traves de una serie de golpes sorpresivos, tomase el poder y, desplegando gran energia y audacia, lo retuviese por suficiente tiempo, hasta que las masas reaccionasen ante la situacion y apoya­sen la iniciativa de los revolucionarios. Por ello, Lenin ca­racteriza en los siguientes terminos a esta concepcion:

El blanquismo es una teoria que niega Ia lucha de clases. El blanquismo espera la emancipacion del hombre de la esclavi­tud del trabajo asalariado, no a traves de la lucha de clases

5a Ibid., pags. 160-1. ~4 Para una discusion mas amplia de la diferencia entre leninismo y blan­

quismo, nsi como la de la importancia de esta distincion para la lucba de independencia de P. R., vease mi a.Itfculo, "Comentarios sobre Lenin y la revoluci6n puertorriqueiia: Contestaci6n a Juan Mari Bras," La Escalera, I\', 2 (julio 1970), especialmente pags. 40 y siguientee.

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del proletariado, sino a traves de una conspiracion de una pequefia minoria conscie.nte. ~~

La concepcion marxista, en cambio, sostiene que es ilusorio pretender hacer una revoluci6n sin el apoyo organizado y la movilizacion de las masas populares:

[El proletariado] sabe muy bien que para el exito de su revo­lucion, que para el derrocamiento exitoso de la hurguesia, es absolutamente necesario contar con la simpatia de la mayoria de las masas trabajadoras (y por lo tanto de la mayoria de Ia poblacion) .u

Para tener exito, el levantamiento debe basa.rse en la clare mas avanzada y no en una oonspiracion o en un partido. Este es el primer punto. El levantamiento debe basarse en el i~ pulso revolucionario del pueblo. Este es el segundo punto. El levantamiento debe basarse en el punto crucial de Ia revolucion en proceso de maduracion, cuando la actividad de la vanguar­dia del pueblo se halla en su apogeo, c,uando las vacilaciones entre los enemigos y entre los amigos debiles e indecisos han alcanzado su mayor grado. Este es el tercer punto. EI marxis­mo se di£erencia del blanquismo en sefialar estas tres condi· ciones como Ia forma de abordar la cuestion de un levanra­miento.~1

Cesar le hace un reproche similar a los nacionalistas:

El pueblo siente, sin duda, una gran admiraci6n por el herois­mo del nacionalismo, por su lucha insobornable y su consis­tente acc.i6n patri6tica. Pero el nacionalismo deja arras a las masas. El nacionalismo no Uega hasta ellas para organizarlas

65 "On the Results of the Congress", Collected Works (Moscu, 1963), IX, p ag. 237.

~6 "Greetings to the Italian, French and German Communists", ibid., XXN, pags. 470.1.

67 "Marxism and Uprising'', On the Eve of October, N. Y., lnterna· tiona! Publishers, pag. 5.

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y conducirlas a la acci6n. La fa1ta de fe en el pueblo, en sus potendalidades revolucionarias, hace del nacionalismo una victima propiciatoria de la provocaci6n.~8

Cabe seiialar que estc no cs un comodo juicio a posteriori, sino que cxpresa la posicion constante de Cesar. Por ejem­plo, en 1948 - cs decir, dos afios antes de la insurrecci6n nacionalista- hizo un planteamiento similar:

Es tiernpo de c,omprcnderlo: la indcpendencia nacional no sera producro de minorias selectas, de simples gestiones diplomati· cas, ni de violencias individuales. La independencia nacional ha de ser obra de todo el pueblo. Solo asi habra de ser posible su conquista. Y en el rnundo de ahora, es la clase ohrera la que esta Hamada a asumir la vanguardia en esa lucha.59

En suma : igual que en el blanquismo, el error fundamental del nacionalismo radica en la ausencia de una adecuada comprensi6n de la revoluci6n como fen6mcno hist6rico-so­cial, lo cual lo lleva a subestimar el papel de la labor de organizacion y movilizaci6n de las masas populares para las luchas revolucionarias.

Esto no implica, claro esta, rcstarle importancia a la accion revolucionaria de la vanguardia, sino solo colocarla en su justa perspcctiva . De hecho, uno de los rasgos distin­tivos principalcs de Ia concepcion leninista es precisamente la importancia que le atribuye a l a acci6n de la vanguardia, hasta el punto de considerarl a esencial c imprescindible para el logro de la revoluci6n. Pero cs preciso entender correcta­mente estc aspecto de la teoria leninista. Pues cl leninismo no es ajeno al marxismo sino que, al contrario, pretende ser un desarrollo de cste y esta, por endc, en consonancia con los principios fundamentales de la concepcion matcrialista

ss l nclependencia y socialismo, pags. 161-2. su El Grito de Lares r ra actualidad puert.orriqueiia, San Juan, Lihreria

Estrella Roja, 1948, piig. 26. [El text.o de eRta conferencia fue r eproduaido en el lihm l ndependencia r Socialismo, pags. 25.45; el pasaje citado apa· rece en Ia pag. 41.]

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de la historia. Si por una parte sosticne que l a revoluci6n no se desarrolla por si sola, esponlancamente, sin el acicate y dirccci6n de una vanguardia revol ucionaria, reconoce, por otra parte, que esta nada puede hacer aisladamente, sin el apoyo de las masas. Aqui radica la difercncia fundamental entre la vanguardia leninista y Ia blanquista : la primcra no pretende que su acci6n sustituya la lucha de las masa~, sino solo estimularla, organizarla y guiarla. En otros tt~rml­nos, para Lenin la vanguardia no hace la revoluci6n, sino solo la organiza y dirige. Confundir estas dos cosas: este es precisamente el error clasi co del blanquismo, que en nuestro pafs reaparece en el nacionalismo.

Critica al terrorismo

La concepcion estrategica nacionalista sigui6 ejerciendo una poderosa influencia sobre el movimiento independentis­ta aun despues del ocaso de este P artido. Hasta el fin de su vida, Cesar sigui6 combatiendo csta herencia negativa del nacionalismo. En un escrito de 1975, por ejemplo, todavia insistia en la necesidad de superar los en·ores del naciona· lismo :

. .. hay que liberarse del lastre del nacionalismo, y en especial del albizuismo. Esto esta reiiido con el rnarxisrno-leninismo.

No es que yo crea que hay que vituperar a don Pedro para superar sus ideas obsoletas y reaccionarias. Yo mismo lo he ensalzado en todo lo que vale, y lo que representa, en nuestra historia. Pero eso no quiere dedr que tcngarnos que seguir csclavos de sus er rores.

Hay que cnrerrar la rnctafisica albizuista, su culto a los heroes y los rnarti res, su arnOT por los cemcnterios. Si algo de positivo tuvo eso en su tiempo - la ob ra que hizo al desen­terrar a Lares--, ya no lo tiene. Ahora es un obstaculo, lo viene siendo desde hace afios, al desarrollo revolucionario de la lucha de indcpendencia.60

&a Carta a Juan :Mari Bras, 27 de encro de 1975 ; fotocopia del origina l,

archivo personal de C.A.I.

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. o.urante las decadas del 60 y 70 el problema se plante6 prmcipalmente con relaci6n a las acciones de algunos grupos clandestinos, particularmente los Comandos Armados de Li­beraci6n (CAL). Para Cesar, estos actos y los planteamientos con los que se les pretendia justificar en los comunicados de estos grupos, reflejaban la misma falta de comprensi6n de 1~ naturaleza del proceso revolucionario, el mismo error cardmal de sobrevalorar las acciones individuales o de un grupo selecto, a expensas de la lucha revolucionaria de las masas pop?l~res. Por esto l.~s critic6 siempre en forma tajan­te Y categonca. Esto tamb1en lo llev6 en 1970 a discrepar y, a Ia larga, romper definitivamente con Juan Mari Bras cuando este, en su caracter de Secretario General del MPr' se s~ljdariz6 y respald6 publicamente este tipo de acci6n, e~ ocaswn de la represalia contra un marino norteamericano realizad~ por un gr~po clandestino para vengar la muerte de la e~tud1ante Antoma Martinez, victima de la policia.61 Para Man, la muerte del marino era un "acto de guerra" un im­portar:te "escalonamiento" de "la lucha armada" co~tra "el Impeno que nos sojuzga". Para Cesar, en cambio, no era otra. cosa q~e un a~t? de terrorismo y, como tal, ajeno a la teona marx1sta-lemmsta y contrario a los principios funda­mentales de la lucha revolucionaria. No se trataba para Ce­sar de una mera cuestion terminol6gica, sino que era un pro· bl~ma medular en el que estaban en juego los cimientos m1smos d~ .Ia teor!~ Y.l~ practica revolucionaria. Porque era una cueshon de prmCipiOs, Cesar decidio separarse del MPI cuand~ prevaleci6 en su seno el criteria sustentado por Mari. Postenormente, continuo combatiendo este tipo de acciones Y la concepcion de la lucha que las inspiran. Asi por ejem­plo, desde las paginas del semanario La Hora, ~onden6 en

81 Juan Mari Brae, "Un acto de Guerra", C!aridad 15 de marw de 1970, p8g. 6. Cesar riposto a los planteamientos de Mal'i 'en el articulo "La

1 4, ,, ' revo u~1on avanza '. ~uya publicacion en Claridad fue prohibida por Mari; el. art1cu!o se pubhco, posteriormente, en La Escalera, IV, 1 (junio, 1970), pags. 49-~0. Para una critica miis ~xtensa, vease mi articulo "Comentarios sobre Lemn Y Ia revolucion puertorriqueiia: Contestacion a Juan Marl Brae" La Escalera, IV, 2 (julio, 1970), espccialmente pigs. 41-3, '

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1972 las bombas que los CAL colocaron en el Hotel Cerro· mar en ocasi6n de la celebraci6n en esa hospederia del con· curso Senorita Estados Unidos.62

En estas controversias reiter6 nuevamente su criteria, y en particular, el principio leninista de que la revoluci6n no se hace sino que se organiza:

A juzgar por las pretensiones de algunos, nada tan facil como hacer una revolucion en cualquier sitio, a cualquier hora. Confunden ese verbo c.on el de organizar, que es cosa tan di­ferente ... Se olvidan de lo fundamental: de que la revoluci6n es un fen6meno social, y se da como tal, o de lo contrario no hay revoluci6n.63

A continuacion vuelve a insistir en la necesidad de colocar las acciones de los individuos en su justa perspectiva:

Claro que no debe de ahi deducirse que todo es cuesti6n de sentarse y esperar. Eso seda caer, desde otro extrema, en la idea de la revolucion como advenimiento ajeno a la voluntad de los hombres. No. La historia la hacen los hombres y no los dioses. Para que haya revoluci6n tiene que haber hombres con voluntad de revoluci6n, y que hacia ella apunten sus ac,tos. Pero la historia no admite 6rdenes de n&die.6

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Por otra parte, tuvo que combatir el culto a la violencia con el que se solia revestir estos actos clandestinos a fines de la decada del 60 y comienzos de la del 70. Cabe recordar que es precisamente en estos afios que se "descubre" en Puerto Rico la obra de Frantz Fanon, cuya tesis del carac­ter transformador, "desintoxicador'' de la violencia del co­lonizado u oprimido ejercio una gran fascinaci6n sobre un sector considerable del independentismo radical. Frente a

ez "Las bombas del Cerromar", Editorial, La Hartt, II, 40 (31 mayo, 1972), pag. 23.

~>t "La revoluci6n avanza .. , pag!. 49·50. 84 Ibid., pag. so.

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esta teor1a~ .Cesar. tiene que reafirmar la posicion marxista de que la vwlenc1a~ por si misma no es intrinsicamente re· volucionaria. Cesar lo plantea en 'su caracteristico estilo po· lemico:

[El] camino [de Ia historia] esta empedrado de violencia, eso es verdad. Porque la violencia, como dijera Marx, es Ia partera de Ia historia. Pero no coni undir: Ia parter a no ere a Ia vida sencillamcnte Ia ayuda a nacer. Es lo que el pohre loco d; Viequcs que destrozo el otro dia a martillazos las imagenes de s~tos de una iglcsia carulica no puede entcnder. No porque cstuvwra falto de ira, no porque un martillo no sea un buen arma destructiva, no pprque carec.iera de valor. De todo eso tenfa, Y al'm le sobraba fervor religioso, y no me extranaria ~e que gozara de la admiraci6n de sus hcrmanos de secta. Y, sm embargo, no hay comparaci6n posiblc entre esc pobre loco de Vicqucs y 1\Iartin Lutero. G5

O~ro aspec~o d~ esta co~cepcion de la lucha clandestina que Cesar c?ns1dero neeesano combatir implacablemcnte fue la tendcncra a confundir la retorica con la realidad. c'alificar las accioncs de estos grupos como "actos de guerra" rcsulta

c5

Ibid., pag. 50. [Hay una errata en la version de La Es.calera: £alta ]a frasc, "no PQrque un martillo no sea un huen arma destructiva", que apa­re,ce en cl texto original.] En su ensayo, La {ucha de independencia en [a d£cadtt del 70 (Nueva York, rnimcograf.iado, 1971), Cesar ahunda sabre el particular: "La crisis del wloniaje i\C producira como re.sultado de una cOn· junci~n de factores (internos y cxtnnos) de naturalcza econ6mica, polltica y SOCial. I{econoccr sus primeros sintomas, aun antes de que se hagan evi­dentcs para Ia gcneralidad, es r esponsabihJad de los que ejercen posiciones de. lidnato. Actuar en annonia con la nuC"Va situaci6n que se anuncia y

estnnular todo aquello que la conjuga, a travcs de tacticas aplicahles, esa c~ su tarea. Y a esc fin, son legitimos todos los medias factibles y capaces de intensifi~ar Y arnpliar la lucha independcntista. A b. luz de lo anterior scria s~ncillarucnte ingenuo dc"'<:artar la violencia. El cxito o el fracaso, c~ deterrnmndo momenta, puede dcpender de una violencia oportuna. Pero he aqui la dave: Ia violencin como dctcrminante del exito, no como sustituta de tarcas a reaiizar, y menos como tcrapia sicol6gica para responder a Ia tcorfa de la supuesta docilidad del puert.orriqueiio". (pag. 35).

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totalmente desproporcionado a la luz de la situaci6n real que presenta el pais en la actualidad. Este tipo de exagera· cion podra ser valido como imagen poetica o recurso ret6ri­co, pero no puede hacer las veces de un analisis politico.

Refiricndose a las bombas del Cerro mar, Cesar seiiala:

Creemos honesramente que es estirar Ia nota calificar de "ope· raci6n guerrillera" ]o que a nuestro juicio es una acci6n de tcrrorismo individual. El hombre no hace Ia cosa, sino la natu­raleza misma del hed10. El que se utilicen bomhas en la guerra no transforma en un acto de guerra al estallido de una bomba cualquiera.66

No se pretende negar, claro esta~ la existencia en Puerto Rico de la dominacion yanqui, la opresi6n y explotacion ca· pitalista-colonial, la represion que llevan a cabo diversas agencias del aparato gubernamental, tanto local como fede­ral. Tampoco ignorar la lucha de clases en el seno de nuestra sociedad~ ni las diversas formas de resistencia que algunos sectores de nuestro pueblo oponen al orden imperante. Pero interpretar to do esto en terminos de una "guerra"~ delata un profundo desconocimiento de la situacion objctiva, ml.n mas, una peligrosa en a jenaci6n de la realidad. En el caso especifico de Puerto Rico~ t, como hablar de una guerra sin el apoyo y la participaci6n activa del pueblo en general y la clase obrera en particular? Lo qu~ sucede en nuestro pais en la actualidad no se puede equiparar, bajo ning{tn concep· to, con lo que sucedio hasta haec poco- en Vietnam~ por ejem­plo. Es prcciso reconocer que hay diversas maneras de so­meter a los pueblos, al igual que hay distintas formas y niveles de rcsistencia que los pueblos oponen a su opresion: un analisis politico serio no puede obviar esto, no puede horrar caprichosamente las difercncias fundamentalcs que existen entre una situacion y_ otra.

so Ce&ar Andreu y Samuel Aponte, "Dircctores d<'l La Iiora contcRtan 8

jefe de los CAL", La llora, II, 42 (14 de junio de 1972), piig. 11.

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Todo lo anterior no implica, sin embargo, un rechazo absoluto de la lucha armada, un repudio de ella per se:

No somos, y asi lo proclamamos abiertamente, ni enemigos ni amigos de Ia lucha armada. Nosotros sencillamente creemos que ningiin pueblo recurre a Ia lucha armada por decreta. Creemos que Puerto Rico, al igual que todo pueblo, tiene de­recho a apelar a las armas que sean necesarias ( j y efectivas!) para conquistar su independencia, c,uando se crea indispensable y posible. Y creemos que en un momento dado esa lucha ar­mada puede ser tan posihle como indispensable. Pero de eso a creer en Ia lucha armada como se cree en la Divina Provi· dencia, hay un gran trecho. En cuanto al culto a Ia lucha annada como panacea, nos confesamos herejes.67

Aqui lo que esta envuelto es el principia basico, ya discu­tido anteriormente con relaci6n a la lucha obrera, de que es necesario entender la realidad como un proceso, cada etapa del cual presenta unas condiciones y posibilidades particu­lares que exigen una respuesta especifica, ajustada a ellas. Conviene repetir la formulaci6n que Cesa~:: hace de esta ma­xima:

iN ada se gana con pretender pelear hoy conflictos del afio dos mil, hipoteticos por afiadidura! Cada bora tiene su propia prcocuacion. Se es t'anto mas -revolucionario cuanto mas en armonia se actua con los factores hist6ricos en desarrollo. Pre-

or Ibid. En el editorial, "Las bombas del Cerromar" [vease nota 62], cesar formula su planteamiento en los siguientcs terminos: "El terrorismo individual nunca ha estimulado n las masas a adoptar posiciones revoluci;r narias. Por lo regular ocurre to contrario y es por esto que tenemos que repudiarlo. Pero enticndasc que no estamos atados a ningun pacifismo asu.s. tadizo o pusilanime. El sabotaje y las acciones concertadas, en determinados momentos y subordinadas 9iempre a los objetivos politicos, no son ajenas a Ia lucha de masas que propulsamos. Es ega lucha de masas y no ning(m acto esporadico de terrorismo individual, lo que pone en jaque al gobierno. Ese es el camino de la lucha de independencia . .. "

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tender adcluntnr~c a lo!l mismos, no. es ser mas radical sino mas impaciPHII', 11 1(1~ dc~esperado.~8

B. Caractcristims dn !.a Vanguardia

Hemos vislo autcriormente que Cesar adopta, tanto en el caso de la lucha obrera, como de la lucha revolucionaria, la concepcion leninist a de la vanguardia; es decir, reconoce que la acci6n vauguardista es imprescindible -como acicate y guia- para clevar el nivel de conciencia y de combati­vidad de la clase trabajadora, como para garantizar ellogro de la revoluci6n. Pero no pretendia hacer un calco meciinico del modelo organizativo de Lenin. Esto motiv6 una seria controversia en el seno de la direcci6n del MPI y fue otro de los motivos principales para su decision de separarse de dicha organizaci6n en 1970.09

Condiciones especificas de Puerto Rico

Cesar entendia que algunos rasgos pcculiares del mode· lo leninista -particularmente tal y como se expone en el clasico folleto, dQue hacer?, de 1902- respondian a las con­diciones particulares a la.s que se enfrentaba l a lucha de los bolcheviques en la Rusia de los zarcs y, por en de, no eran aplicables a la situaci6n tan diferente que prevalecc en Puer­to Rico. En particular, el alto grado de secretividad, la ferrea disciplina cuasi-militar, la organizaci6n rigidamente jerar­quica y d canicter monolitico del partido de Lenin, repre· sentaban mcdidas extremas para poder sobrevivir y luchar bajo la feroz represi6n de la autocracia zarista. En modo alguno se puede equiparar la situaci6n de Puerto Rico con

0 8 "Prcocupacion de Ia hom", La Hora, I, 15 (8 de diciembre de 19711, pug. IS.

" 0 Pam una discusion mas amplja del debate sobre el modclo organizativo, vcasc mi ;1 r1.i.:ulo, "Comentarios sobre Lenin y Ia rcvolucion puertorriquena", especialnwnlc pugs. 35-9, del cunl he adaptado algunos pasajes para la presento ·~ •JI"sidon.

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"las tinieblas de la autocracia y 1a dominacion de los gen­darmes", '0 contra los cuales tuvieron que luchar Lenin y sus compafieros. Por ello seria absurdo trasladar a nuestro pais, sin mas, medidas extremas discfiadas para licliar con una situaci6n tan radicalmente diierente. Al insistir en adaptar cl modelo leninista a nueslras cond iciones especificas, Cesar no hacia otra cosa que seguir l a orientaci6n fundamental del propio Lenin ; pues este aconsejaba, en carta dirigida a un grupo de comunistas del Cii.ucaso, varios afios despues del triunfo de l a Revolucion Bolcheviquc:

No c~pien nuestras tactica!'-, sino analicen por su cuenta las razones por las cuales nucstras t ;l.cticas asumieron esras ca rac­teristicas peculiares, las condiciones que les dieron origcn y sus resultados. 71

E sta cuesti6n tenia tanta importancia para Cesar porque per­cibia que el intento de copiar irreflexiva e indiscriminada­mentc el modelo organizativo del r:,·Que hacer? conduciria a la sectarizaci6n del Movimicnto. Aqui volvemos al problema de la justa relaci6n entre la vanguardia y las masas. Para garantizar el desarrollo y consolidacion del proceso revolu­cionario, es imprescindible una vanguardia con su labor estimuladora y oricntadora; pero tam bien es absolutamente imprcscindible que la vanguardia, sin renunciar a su ca rii.c­ter de destacamento conscientc y avanzado, ponga el mayor empeiio en evitar su aislamiento, su desvinculaci6n de las masas populares. En sum a: lo que se necesita es una van­guardia, no una secta.

Bajo las condiciones de implacable represi6n que preva­lecian en la Rusia de p rincipios de siglo era natural que el objetivo de l a mera supervivencia organizativa cobrara pre­eminencia par a los bolcheviques Y. que se tomaran medidas

70 Lenin, iQuc !weer?, :Moscu, Edidones en Lenguas Extranjeras, 1941, pigs. 134.-5.

71 Citado por Christopher Hill, Lenin and the Russian R et-'Olution, Lon­dres, Hodder & Stoughton, 1967, ptig. 235.

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I '" 1 : 1 ~aranti~ar ?sto, aun a riesgo de propiciar el aislamiento

'1,. I a orgamzac16n con relacion a las masas. Es necesario · td~r:t~ar q.~e se ~r~taba, de medidas extremas para lidiar con 1111

:1 .s •tn~c10n cntiCa, ue emergencia ; no son, por lo tanto

""'""h · Hlcal l ' 'd ' · I ' , 'i . · < .~s, o as n:as 1 · oneas, smo as necesarias dentro ,j ,. una srtuac10n excepciOnalmente dificil. (Conviene sefialar '1 11

'' l:nt pro?~o cambi6 el cuadro general de la situaci6n, tan I" " 1 tlo se mitl~aron estas circunstancias tan excepcionalmente ·" h ' · rsas, Lcnm no tuvo reparos en abandonar estas medidas ' "

111" lt i~n, por cjem plo, al producirse en Rusia la cr isis revo:

ltw •o.uana de 1905. Ante la transformaci6n de Ia situaei6n I" 'I'.'. w:t qu~ ~e. da en cse m~~ento~ ante las nuevas pcrspec-11\ · • , ) .P~'slblhdades de acciOn ab1ertas por el empuje y Ia '• '"d':'' · ~~d ad ~c. las masas populares, Lenin aboga por la "

111 1' I J:t!'l."rt dra stiCa de I a base del partido y la democratiza­'

1"

11 .r:tdtcal de su estructura organiza tiva) .'2

h 1 I as condiciones radicalmente diferentcs que preva­( , -, · · 11 , . ,, lltJCstro pafs ~n l a actualidad, Ja aplicaci6n de tales ,,, -of,das t•xtremas son mneccsarias y seria, pues, un disparate ""''

11 :'C'Itlo afcrrarse a ellas por una mal entendida fidelidad ,,j In tn • · Uis i~:o de l.enin. Tales medidas extremas no s6lo ' ''I' "."" '''''sanas, sino tambien nocivas. Pues en nuestra si-111 · '' .1"11 :wl n ~tl lo que debe tener preeminencia no es tanto ··I l''"ltl, ·rll a cle la supervivencia organizativa como cl pro­(,(, IIIII.

1 ~ 1 ' !'C:!ah:ecer Y mantcner los VlnCUlOS mas estre.ChOS 1 " ' :·.:1111ms pos1bles con las masas. En l a situaci6n actual de I' .. ,.,, .. B;,.,> cstas medidas ?e emcrgencia que propone el . '·' " ·· 11' 1 ' "~'~·'! no promueven smo, al contrario, obstaculizan y lou ·.l""' 1'1 logro de cstc objetivo.

I A, •ll to,, ·t ru ·in intcrna

;\ ·•i. por cjemplo, Ce.sar consider6 innecesario y pemi­' '" " Jlll'il'rHlt~r reproducu· en el I\·1PI el alto grado. de cen-

. · \', ,.,, . ul ~'~ ''P I'Cto · Mn c I Ji L "L · · 1905 A . · . · · · · r ,e , e man, cmn m : Revolution that .1 .... . 1. " I '"•·Jruu:" Monthly Review XXI II ' · 57 · · , , , , pagmas y ~ngmentes; An·

1 ,,,~,1 .. f ollln, "· I ~nin on the Party", Telo3, nlnnero 17 (o-toiio 1973), eep. '"'I!" :•:1 H.

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tralizacion (con Ia consiguiente restriccion dnistica de la discusion y de 1~ democracia intern a) que caracterizo, por las _razones parti~ulares antes mencionadas, al partido de Lemn. AI contrano, propuls6 que se ampliara al maximo la discusi6n -a todos los niveles organizativos- de los proble­mas, objetivos y orientaciones del Movimiento; y que se velm·a por el mantenimiento de una verdadcra democracia interna en Ia organizaci6n. Solo asi podia asegurarse, tanto su salud, como su eficacia organizativa.

Por ello combati6 a Mari en 1970 por haber compro­metido publicamentc a la organizacion ~on una nueva orien­taci6n politica ( al solidarizarse con la muerte del marino en el articulo antes aludido) sin que esto se hubiera discu: tido previamente, ni aun en el maximo organismo directivo - Ia Comisi6n Politica. Posterionnente la defensa de estos mismos _principios lo llev6 a una agria 'controversia publica con el hderato del PIP, especialmente con Ruben Berrios en 1973. ,

Conviene seiialar que, para Cesar, no era cuestion de un liberalismo burgues trasnochado. El aceptaba y defendia el p:i~cipio _Ieninista del "centralismo democratico": pero in­Sisha en mterprctarlo al pie de la letra es decir valoraba por igual ambos conceptos, sin sobreponer uno' sobre el otro. ~n efecto, e_sta f6rm.ula leninista expresa la insoslayahle neccsulad de satisfacer simultaneamente dos exigencias dife­rcmes: por una parte, es necesario que la organizaci6n revo­lucionaria tenga una unidad de proposito, una voluntad co­m(m, de modo que pueda actuar en el momento preciso sin dilacion ni vacilacion, energica y decisivamente. Pero,' por qtro lado, si bien es necesario que la vanguardia tenga la capacidad de actuar decisivamente, es igualmente necesario que pueda actuar correctamente. Y esto ultimo -dado que no hay hombres omniscientes- solo se puede lograr a traves de la discusi6n mas amplia y libre, el confrontamiento mas rico y abierto de criterios y conccpciones en torno a las cues­tiones a decidirse. Por ello, al unir los vocahlos "centralis-

" "d . " 1 f Le . mo y emocraCia , en una so a rase, mn queria preci-

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-

!ltmwntc subrayar que no vislumbraba al partido simplemen-. . , "h , " " l't' " ,, . ,·omo una orgamzac10n omogenea y mono 1 ICa , con

111111 autoridad central ahsoluta y una memhresia pasteurizada ,.,. s u s opiniones y ciega en su obediencia. AI contrario, el purl ido debra ser algo mas complejo y dificil de lograr, pues do ·bla sintetizar organizativamente la democracia y la disci­pi ina, Ia lihertad y el arden, la discrepancia y la unidad. I 'ara lograr esta dificil sintesis habia que darle el mas am­pi io margen a la discusi6n, el debate, el choque y confron­l:witm de los criterios y concepciones antes de que la orga­" i:t.aci(in tomase algun acuerdo. Una vez tomada la decision, todos los miemhros del partido tienen que someterse a ella. i\ unq nc se pod ian to mar acuerdos a base de mayoria de vo­to~ -y la minoria estaha obligada a acatarlos- en la prac-1 ic;l s1~ trataha siempre de llegar a una conciliaci6n de las JH•~•iciones en conflicto antes que obligar a la minoria a tu·•·plar unas decisiones por la fuerza de una mayoria arit­~~~~·· t ica. En todo caso, este respaldo unanime a los acuerdos tnmados por la organizaci6n presuponfa necesariamente l_a pn ·via tlilucidacion y discusi6n exhaustiva de todos los en-

. • • 1 t TS It-no~ y opm10nes re evan es.

I. i daalo rolectivo

Pu1· razones similares, Cesar siempre defendi6 la nece­~ : idud d~~ que la organizacion tuviera una verdadera direc­··it'tn ml•~etiva y combati6, tenaz e implacablemente, toda m~­" i k sl a.:i<'in de personalismo o caciquismo ( nefasta tendencw q11 r· lr;ulieionalmente ha prevalecido en la historia de los par­I idns politicos de nuestro pais).

1•:1 principia de direcci6n colectiv~ tenia la ma~o_r, impo:­t r11wiu para Cesar y fue uno de los p1lares de su VISlon poh-1 ic11. ( :orno Presidente del Partido Comunista expres6 cate­r·.··, .. i· ·auwnte:

.," l'nra c5tc parrafo he utilizado, con !eves modificaciones, algunos pa· "" ,,.,. d., mi articulo, previamente citado.

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~I saber traba~ar colectivamente, y enseiiar a trahajar colrx:­tlvamentc es, Sin duda, Ia mas alta cualidad de un je:fe pro­letario.H

Desde los inicios del MPI, Cesar tambien insisti6 constante­mente _so?,rc la importancia de este principio. Y a en su con­ferencia Bases para una Nueva Politica Independentista'm plantea esta c~esti?n y la sigue reiterando persistentemente e'! f oros, semmanos, etc. , durante los aiios subsiguientes . EJernpl? c~racteristico de su prcdica al r·especto en estos aii.os, cs la s1gmente formulac:ion que hace en una ponencia ante Ia Mision de Caguas en 1962:

En diversas epocas la lud1a de indepcndcncia ha girado air~ dedor ~e un lider, como, por ~jemplo, De Diego, Alhizu Cam­po~ G1lbcrto Concepcion de Gracia . .. Al10ra hay muchos que estan en espera de la aparici6n de un nuevo Hder que supue&­tamente habra de lograr que el pueblo le siga y nos habra de traer la indcpcndencia. E.o,e es un pensamicnto atrasado. El MPI no viene a dar ningun lider en pa rticular ni a Hamar a] pueblo a que siga a un lider. Por el contrar:io, e] l\IPI con­sidera que el p roblema no csta en la aparicion de un lider sino en la formacion de un liderato colectivo.76

Esta cuestion tambien fue uno de los "issues" fundamentales en Ia ya mencionada controvcrsia de 1970 que llev6 a Cesar a separarse del MPI.

. Q_ui~as la mejor medida de cwin importante era estc pnnCl{JlO para el esta en el hecho de que durante la crisis que ~e suscita en el Par tido Independentista a raiz de las eleccwnes de 1972, Cesar fuera el primero en criticar abierta

·• "R I . ' espuesta a camarada Emmanuelli", te·xto mccanoguifico en e1 ar. clllVo pe:~nal ~e c.~ .I. , 1952, pug. 20. fHeproducido, en parte, en el folleto, Mayqr vtgr,lancta Polltica: Expu!sion de ]. Emmanuelli d el P CP S J . PCP, 1953] . ' an U dn,

T.s Movimiento Pro lndependencia, Cuadernos de Di.scusion 1960. 76 Ponen · t 1 M' ·' d C ' . c1a an e a ISion e aguas del MPI, 1962; texto mecanogni-

fico en archivo personal de C. A. r, pig. 7.

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v duramente la decision de expulsar del Par tido a Noel Co­l,·;,t Mar tinez ( quien habia sido candidato a gobernador por •·sa eolectividad), seiial ando que se trataba de una conde­''ahle manifestacion de la direccion caudillista que Ruben 1\,·tTios le estaba impar tiendo al PIP.

La ac,cion tomada contra Noel consti tuye por si misma una concepcion de pa1tido. Y aqui es donde esta el a jo de la cosa : eso contraviene totalmente Ia concepcion que yo tengo de lo que debe ser cl partido de la independencia y el socialismo.77

( ), en terminos todavia mas directos :

Esta refiido con el socialismo ci C{)ncepto de lider providencial, mesianim, etc. Sin embargo, ese parece scr el concepto que fi~ nc Ruben Berrios de su papel.78

( :l~sar cstaba plenamente consciente de que allevantar su voz r~n contra del cstilo del liderato de Ruben, estaba poniendo , ' II pcligro la cxistcncia del peri6dico que dirigia y en el cual habia cifrado tantas esperanzas: pues La Hom dependia en j.:;ran medida del respaldo y apoyo, financiero y organizati· vo, del PIP. No ob5tante, considero como deber ineludible combatir lo que a su juicio era un craso atropello del prin­t•.i pio de lidcrato colcctivo.

Hay mil temas, entre los cuales podria escogcr uno, y escribi r en t>.stos momentos. Pcro tam bien se opina por omision. Yo no escribo por cscribir. Para mi, escribir es un deber. Por lo tanto, no puedo cscribir sino de algo que entiendo como obli.­gaci6n ineludible. Y en esta hora mal podria yo justificanne ante mi propia conciencia si pasara por alro la expulsion de Noel Colon Martinez del PIP.

10 "La expulsion de Noel", La flora, III, 75 (16 de felnt'ro do 1973) , p;\g. 15.

•s '':\laturalcza de Ia crisis", L~t Hora, III, 76 (23 de fchrero do 1973), p(tg. 15.

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Haber llcgado hasta el extrema de Ia expulsion fue, a mi juicio, incorrec.to. Se podnl., sin duda, citar declaraciones, se­iialar actuacioncs, etc. (nunca falta evidencia cuando se trata de hombres y no de angeles) para justificar Ia acci6n. Pero aun asi, creo sinceramentc que prevalecio Ja pasion sobre la raz6n.

Se muy bien que esfo me coloc.a en contraposici6n con la dircccion del Partido. Se me dinl que el acuerdo fue tornado legitimamcnte por el cuerpo supremo y que se aprobo por una mayoria absoluta, y se exigirii mi acatamiento. Pero aunque se tratara de una minorfa de uno, y esa minoria fuera yo, debo dedr mi palab ra aunqne sea Ia ultima.79

Esa palabra era una reafirmacion de su concepcwn de lo que debe ser la vangu 'lrdia revolucionaria :

... Es un crimen pretender meter Ia independencia en una sec· ta y proclam:u que quiencs no aceptan su disciplina no son independenti~tas. Y de otro Iado, no es menos c6men jugar a Ia democrada en terminos de multiudes cuya participaci6n se reduce a acatar y aplaudir los pronunciamientos de un lider dizque porque es el patriota o el enviado providencial. Ese viejo concepto que en fin de cuentas no pasa de ser orra cosa que el tradicional caciquismo tiene que ser crradicado de la l11cha de independcncia. Ganese c.ada quien el liderato que merezca por su capacidad politica y su dedicacion, y santo y bucno. Pero quicn sea incapaz, por can1cter, personalidad, resabios, o lo que fuese, de trabajar colectivamente y compartir en terminos de igualdad y mut'uo reconoc,imiento con otros lidercs, no puede dar con sus acciones ejemplo de ese amplio, y ciertamente rcvolucionario, partido de Ia independencia y sociulismo a que aspiramos. 80

·~ "La expulsion de Noel", pag. 15. so Ibid.

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Trabajo de masas: lucha amplia y multiforme

Como ya hemos visto, la importancia de la lucha par la democracia interna y el liderato colectivo radica en que es­tos son elementos indispensables para que la organizaci6n de vanguardia pueda desarrollar una labor eficaz con las masas. Pues esta requiere gran flexibilidad y versatilidad. La van­guardia debe realizar la dificil tarea de idenpficarse con las masas sin renunciar a lo que la distingue de elias, su carac­ter vanguardista. En palabras de Cesar:

(,Que es en definitiva trahajo de masas? Trabajo de masas es trabajar, no con los que se parecen a nosotros, sino con los que n<> se parecen . Trabajo de masas es trabajar, no con los que coinciden r,on nosotros, sino con los que no coinciden.

· Quiere eso decir que el trabajo de masas significa dejar (, ? .

de ser lo que somos para ser como son los otros. No, qmere deci r todo lo conrrario: lograr que los otros se parezcan a nosotros. l Quiere eso decir que el trabajo· de masas significa dejar de pensar como pensamos para adoptar Ia manera de pensar de los otros? No, quiere decir to do lo contra rio : lograr que los otros piensen como nosotros. Traba jo de masas es pues accre.ar a las mesas a las posiciones del partido. T al es Ia entraiia de una politica de masas .. . 81

En el caso particular de Puerto Rico se requiere aun mayor amplitud, flexibilidad y versatilidad de la vangua~­dia. Dado que todavfa el prim.er punto de _Ia ag~n~a emanci­padora cs la conquista de la mdependenc1a, obJetlVo que la ..lase obrera comparte con otros sectores sociales de nuestro pais, la lucha debe aglutinar tam~ie;n a estos diversos secto­res ( aunque su base social prmc1pal debe ser la clase • •ln·era).

La tesis de que la lucha de independencia debe ser de naturaleza policlasista, fue defendida por Cesar consecuen-

-~ntervencion en Ia IVa. Asamblea Nacional del PCP (mayo de 1954) : kxt.o mecanografico en archivo personal de C.A.I., pag. 10.

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temente no solo durante los afios en que milito en el MPI y en los que, posteriormente, colaboro con cl PIP, sino tam­bien anteriormente desdc las filas del Partido Comunista. A pesar de que este ultimo se definia como partido del prole­tariado, llamaba a la union de diferentes clases en una lucha com(m por la independencia:

Nuestra Iinalidad suprema es un Puerro Ricn socialista, sin explotadores ni opresores, libre y soberano, unido a un mundo socialista.

Pero a e~e ohjetivo m~ximo no habremos de llegar si antes no sc liberta a Puerto· Riro del regimen colonial. Para salvar esa primcra etapa de lu Iiberacion nacional de nuestro pueblo, los comunistas luchamos por la union de las fuer~zas indepen­dentistas en un amplio frente de fodas las clascs y sectores que sufren la explotacion colonial. Nuestro objetivo inmediato es log rar la liquidac.i6n del coloniaje y contribuir al cstahle­cimiento de un gobiemo de unidad nacional anti-imperialista.

Para el logro de esc objetivo inmediaro, marchamos junto a todas las fucrzas progrcsistas e independentistas: junto a aquella parte de la hurguesia que desca luchar por los inte>­reses nacionales de Puerto Rico, junto a Ia pequeiia bm-guesia, los intelectuales y los estudianfes.

Pero marchar juntos, no quiere decir que marchamos con­fundidos. Marchamos como partido de dase que somos: como el partido de la dase ohrera.8~

Esta tesis le fuc duramente rcprochada por algunos sec­tares de izquicrda que consideraban que este planteamiento era reaccionario o, cuando menos, que no era suficientementc radical. En diversas ocasiones Cesar tuvo que salir a la defcnsa de esta tesis frentc a las criticas "izquierdistas". Este fue uno de los puntos principales de la intensa polemi-

82 "Nota editorial: Nuestros propositus", Verdad , cnero 1950, pig. 4.

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ca que sostuvo, en 1967, con un grupo de j6venes militantes del MPI del area de Bayamon, que objetaban a que el Mo­vimiento sustcntara esta tesis.~ 3 Postcriormente, tuvo que reanudar la batalla desde las paginas de La Hora, esta vez en dcfensa del programa del PIP, que tambien planteaba una perspcctiva policlasista para la lucha de independencia:

Como sc ha apuntado en mas de una ocasi6n, la fusion de la lucha de independcncia con la luclta wcia] es signo de madu­rez ... Hoy esa prcocupacion por la cm;<;ti6n social es gene­ra.lmente accptada por tcdos los indepcndentistas. Hay, sin embargo, algunos que prctenden ir mas alia. Son los extre>­mistas del ultimo descubrimicnto del Mediterrimco. Preten­

dicndo poncr el carro antes de los bueyes, sohreponcn lo social al coloniaje, el sodalisrno ala independencia.

Se ha dicho, y con razon, que Ia lucha de independencia debe evolueionar desde su base y contenido Lurgues hacia una base y contenido ohrero. Esta tesis lo que sig:nifica es que el

enfusis de toda la lucha de independcncia debe estar dirigido hacia los trabajadores. No. quiere ello clecir que se descarfe la partic.ipaci6n 2el dcmento Lurgucs o pequeiio burgues en la lucha de indcpendencia. Llegar a este extremo seria caer en el mas condenahle sectarismo.

PuCito Rico no ha salido siquicra del coloniaje cliisico. El F..L.A. sc qucd6 tan corto que ni alcanza a los mas bajos nivelcs del neo-colonialisrno. Esta retrasada situacion forzostt­mente impone condiciones a la presenre lud1a de indepcndcncia. Esta ha de ser polidasista, y el partido de la independencia, si quierc actuar dentro de las realidades, ha de definirse en esos tcrminos. 84

83 Vease a! respecto Ia carla de los jovencs de Bayam6n y la cxtcn&J r(·pli ca de Ccoar "Los fundanicntos del :\fPI", en MI'I, Bolctin de Discusion, NtHn. 2 (diciemhrc de l%7}.

'l ''Preocnpacion de Ia hora" La Hom, I, 15 (B de dieiem])l'c de 1971), pilg. 15.

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De lo anterior se deriva la necesidad de concebir la lu­cha como un proccso amplio y multiforme, como la conjun­ci6n de una pluralidad y diversidad de frentes, niveles y modos de acci6n. Solo asi sera capaz de aglutinar los diver­sos sectores e intereses sociales para la lucha comun por la independencia.

Participaci6n electoral

Dentro de la diversidad de formas y frentes de lucha, se destaca la participaci6n electoraL Con una sola excepci6n importante -los afios de 1963 hasta 1968-- que discutire­mos mas adelante, Cesar defendio la utilidad de los comicios como una de las formas importantes de adelantar la lucha. Desde las filas del PCP combatio el abstencionismo del Na­cionalismo y abog6 insistentemente por aprovechar la lucha electoral:

La independencia triunfara con el pueblo porque el pueblo se ve obligado a luchar para t'alvarse. Y esa lucha popular es preciso Ilevar1a a todos los terrenos, combatiendo a los cnemi­gos del pueblo con sus propias armas. No hay por que evadir el combate en las urnas. Por el contrario, hay que aprovechar en lo maximo roda c.ampaiia electoral para desenmascarar ei actual partido del coloniaje.8~

83 "Manific~to al pueblo: 1950 es ano de preparaci6n para lograr triunfo en 1952", Verdad, cnero 1950, pag .1. Vease tambien: "Despues del 30 de octubre", PueJblo, 20 de noviembre de 1950, pug. 2 (en el que, a ralz de Ia insurrecoi,)n Nacionalista, se reafirma Ia participacion electoral como Ia al­ternativa concrcta para el momenta) ; ''La lucha electoral y la independen­cia", en Independencia y socialismo, San Juan, Libreria Estrella Roja, 1951. pags. 67-102 (poleruica contra Ia posicion abstencionista sustentada por Juan Antonio Corretjer). Tambicn cl'itic6 severaruente al PIP cuando este decidio ahstenerse de participar en las elecciones de agosto de 1951 para elegir los micmbros de Ia Asamhlea Constituyente; vease, por ejemplo, "El retraimiento del PIP", Editorial, Pueblo, 1a. quineena de agosto de 1951, en el que sostienc que, aunque la Asamblea Constituyente sera una farsa, es conve­niente participar en el proccw: "AI coloniaje hay que comhatirlo hasta en sus propios organismos". Vease tambicn los comentarios al respecto en "So-

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Cesar entendia que las elecciones pueden ser un importante media de educacion politica del pueblo: la campafia electo· ral produce una gran efervesctmcia politica que rompe la apatia normal de grandes sectores del pueblo y abre nuevas vias de acceso y comunicacion con las masas, lo cual permite difundir el mensaje independentista y dilucidar los proble­mas fundamentales del pais mas amplia e intensamente. La abstenci6n, por lo tanto, implica darle la espalda al pueblo justo en el momenta en que este experimenta mayor interes por el proceso politico del pais. La abstenci6n electoral tien­de a propiciar la marginaci6n o aislamiento de la vanguar­dia con relaci6n a las masas populares.

Tampoco se debe subestimar la importancia de lograr una representaci6n, aunque sea modesta, en las camaras le­gislativas, que pueda servir como "oposici6n revolucionaria" para dade mayor relieve y resonancia a la lucha contra los males del regimen.

Al comentar los resultados de las elecciones de 1952, en las que el PIP logro llevar un considerable numero de legisladores al Capitolio, Cesar esboza las ricas posibilida­des que esto abre, siempre y cuando se actue de acuerdo a una perspectiva revolucionaria:

Por primera vez en Puerto Rico habra en las camaras lcgis­lativas una oposicion integrada por alrededor de quince Se­nadores y Representantes electos a base de un prograrna espe­cifico, en lo que a la consecuci6n de la independencia se refie­re. Esto coloca a la lucha contra el coloniaje en un nivel mas alto, al unirse la acci6n electoral de rnasas y la accion parla­mentaria oposicionista. Si la oposicion patriotica aprovecha en todos sus alcanees la tribuna parlamentaria imprimiendo a su acci6n en las ciimaras un confenido social, inspirado en la de­fensa de las clases mas explotadas por el irnperialismo, acele­rara el crecimiento de las fuerzas de liberaci6n nacional. Para lograr esto, es preciso que la ac.ci6n independentista se com·

bre las elecciones del 27 de agosto", Pueblo, 1a. quincena de ~tubre de 1951, pag. 1.

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plcmente con la acci6n de masas en la calle, en lucha abicrta por las mas scntidas reivindicaGiOnes de] puebJo.8~

Si bien no debe wbestimarse el valor de la lucha elec­toral, tampoco debemos abrigar ilusiones al respecto, ni ig­norar las limitaciones que tiene como forma de lucha dentro del sistema capitalista-colonial.

Pero tampoco la clasc obrera debe ilusionarsc con la mera lu­cha electoral. Las elecciones no c.onstituyen un fin en si rnis­mas sino que representan un media que el pueblo puede trans­formar en un instrumento cfectivo de lucha contra sus encmi­gos. La lucha politica del pueblo no consistc tan solo en movi­lizarse y votar cada cuatro afsos. Hay que disponerse a com­batir a los enemigos del pueblo en todos los f rentcs, todos los dias del afio.57

Siempre y cuando se le conciba y plantee adecuadamen­te, l a participaci6n electoral no es incompatible con una lu­cha radical, sino todo lo contrario. Puedc ser un elemento csencial de la misma. En 1971, Cesar sintetiz6 la cucstion en los siguientes terminos:

Entiendase, claro esta, que lo que se plantea es una politica de r,on£rontamiento, no de colaboraci6n. P ero el confronta­miento no consiste exclusivamente de una lucha definitiva. Puc­de haher ·Confrontamiento a distintos niveles. Lo que importa es que de cada encuentro salga fortalecida la independencia .. . Es posible, por tanto, concebir, dentro de la JXllifica de con­frontamiento con el imperialismo, la accion eler,toral como un aspecto, una fase, un £rente, de ]a lucha general de indepen­dencia. No porque habra de conquistarsc par esa via, sino, sencillamente, porque tamhien en las elecciones coloniales y en la consiguiente lucha parlamentaria en la Legislatura colonial, pueden asestarse golpes certeros c.ontra el imperialismo.88

86 " Balance de las elecciones", Pu.cblo, 28 noviemhre 1952, pags. 2 y 3. S7 "Manificsto al pueblo", Verdad, cnero 1950, pag. 1. sa La lucha de independencia en la deaada del setenta, N. Y., rnimeo­

grafiado, 1971, pag,s. 20-1.

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'J',,lhajo planificculo

I lay que realizar una multiplicidad de t~r~as, desarrollar 1111a diversidad de :formas de lucha, en d1stmtos frentes Y ,, i vdt~s; p,ero csto no se pucde hacer en forma inconex~ o :11 1;'trquica. Es imprescindible desarrollar una lucha, no solo

1 ",I i facetica, sino tambien planif icada.

I ,a lucha de indcpcndencia de Puerto Rico no puede depender de la espontaneidad y ]a improvisaci6n. Para que csfuerzos Y :>acrificios no resulten esteriles, se requiere un movimiento or­ganizado con planes inmediatos y con planes de largo a1cance.so

La lucha de independcncb es fundamentalmente una lucha mlecXiva. La lucha individual rinde muy poco o ningun pro­dncto. Es la suma de individuos, unidos en una misma voluntad, ] I) que hace posiblc el triunfo. Y cse canicter colectivo de la lut:ha, hace indispensable la planificaci6n. Sin coordinaci6n de esfuerzos, la mayor voluntad y el mas grande sentido de sacrificio se pierden. La at;cion colectiva y planificada es pie­

tlra angular del exito.00

I 'no para poder planificar adec~~dam:~te, es. impr.escin.~i-1 .1~· h~ner una correcta comprenswn teonca de la s1tuacwn , It ·I pa 1 s y l as posibilidades de I a lucha .. ~e a hi que Ce~ar .l,·dicara tantos esfuerzos a la elaboracwn de la doctnna ,1,. Ia lucha de independencia. Y a en el PCP produjo varios ~ ·shozos de csta doctrina, de los cuales probahlemcnte el mas i11 qH•rtante es el proyecto de Tesis Politica elaborado en IIJ~ i:~ para la Cuar ta Asamblea Naci0nal del Par tido y que l•·nia el significativo titulo de "La Si:uacion de Puerto R1eo

' " ."Bases para una nueva politica indepcndentista", MPI, CIUlderno de n;.,,.,l.,illll, 1960, png. 2s.

'"' "La nueva lucha de independenoia : Significacion de la Tesis PoHtiea oi ,· J i\11'1 y au divulgacion'', Ponencia prcsentada ante cl 3er. Scminario N 11.·iuna l de Dirigentes del MPI, 1963; texto mecanogr~ifico en archivo per·

"''"'d <..:. A. I., pag. 4.

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I I ; I II I I I I i

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y el Camino de la Victoria del Pucblo".91 Lucgo, dentro del MPI, Cesar fue el principal estimulador y agente catalitico tanto de la primera Tesis Politica de 1963, como de la se­gunda, de 1969: a(m mas, estas resultan inconcebibles .sin la decisiva contribuci6n de Cesar Andreu, y en gran med1da llevan el sello inconfundible de su trabajo e ideas.

Critica y autocritica

Ahora bien, dada la naturaleza cambiante de la realidad hist6rica, ninguna formulacion teorica puede pretender te­ner caracter absoluto, inmutable, sino que csta sujeta, ine­vitablemente, a constante renovacion y reevaluaci6n. Aqui llegamos nuevamente a uno de los temas obligados de Cesar:

Hay que vivir a Ia altura de los tiempos y reconocer que cada epoca tiene su propia figura. El pasadp hist6rico exige reve­rencia pero nunca imitaci6n ciega. Hasta los mayores aciertos de los grandes de ayer hay que aquilatarlos dentro de su marco temporal. En nuestros antepasados debemos admirar Io que de nuevo tuvo su contribuci6n a su epoca. Mero Iugar comi"m es afirmar que la novedad de ayer es hoy simple ar­ca i~mo. Y todo esto se apunta para subrayar lo que es sabido, aunque casi nunca aplicado: sin renovaci6n no hay progreso posible. Mas que en cualquier otro campo de actividad, en politica, quien no evoluciona, desaparece. Y lo que es peor: movimient:o que no se renueva, ~e transforma en secta que agoniza.92

0 , en otros terminos:

Nada peor que darse por satisfed10 con las respuestas acep­tadas. Por Io menos pongiimoslas en dud a: si correctas, para comprobarlas; si incorrectas, para desecharlas. Pueden ser

01 Pueblo, julio 1953, pags. 5.9 y 12. 02 " Base.s para una nueva polltica indcpendentista", 1956: texto meca·

nografico en archivo C.A.I., pag. 3.

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hombres -pcr~ollujcs historicos-- o c.onceptos, tambien histo· ricos .. . Cada gcneruciun tiene derecho a hacer su entierro de vacas sagradas."'

Esta labor de rcnovaci6n y reevaluaci6n exige, por otro lado, que exista en la urganizaci6n un dima que propicie la mas amplia disr.usi()tl y que estimule los procesos de critica y autocritica.

Los movimientos politicos son mas serios c.uanto miis se auto­critican. La critica, sin embargo, no puede florecer en un ambiente de procerismo infalible, puritanismo politico o mc­sianismo patri6tico. Toda labor critica exige libertad de ana­lisis, rcconocimiento de en·ores y derecho de rectific.aci6n.04

Esta no es meramente una declaraci6n pro forma, sino que cxpresa un principia de cardinal importancia para Cesar. Sabia, por experiencia directa, cuan nociva y destructiva po­dia ser para una organizaci6n politica la ausencia de demo­cracia intema, la falta de un ambiente adecuado que propicie la mas amplia - y franca- discusi6n de los problemas y discrepancias. Consideraba que esta habia sido una de las fallas principales que contribuy6 poderosamente a la crisis y desmoralizaci6n del PCP a mediarlos de la decada del S0.05 En una carta que someti6 ala consideraci6n del Comitc C:cnlral a raiz de la IVa. Asamblea ~ acional ( cclcbrada en mayo rl< ~ 1954), senal6:

Cuando [alra la r.onfianza mutua, cuaudo prcvalecc !a idea de que tras cualquier accion solo existc mala fe, mal se puedc hablar de critica y autocritica. Estos proeedimientos, que en un Partido c,omo el nuestro deben ser manifestaciones de su

93 Problemas politicos (y personales) de Ia lucha tie indepcndencia: Car. tas al ca.marada Zeta, Carta Num. 1; texto inedito, sin fecha. C.opi:t meca· nogra.fica en a.rchivo C.A.I., pag. 5.

9·1 "Bases para una nueva politica independentista", 1956, pag. 3. 96 Para una discusion do C<;la cri&i!', vease mas adelantc, Ia Parte v d~

este ensayo.

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propia naturaleza, no pueden exl5tn sin Ia formaci6n de un clima apropiado. La cr.itica y Ia autocritica, para serlo de vera.~, no solo tienen que estar basadas en Ia mi1s completa siuceridad, sino que tambicn han de ser acogidas como cxpre­sion de sinceridad, ajena a toda hipocresia. Es preciso pucs, trabajar por la implantaci6n de ese espiritu de compaiieiismo, que nada tiene que ver c.o.n el compadrazgo, para desarrollar en uno mismo y ayudar a que lo desarroll~n los dcmiis, el m6-todo de !a crilica y la autocritica. Este es inseparable de los metodos apropiados de luchu in terna en el Partido, en los que se funde el centralismo con Ia democracia.9 ll

OG Carta a R amon :\Iirahal, Scc1·etur io General del PCP (lo, de junio de 1954) ; copia mecanognl fica en m·r;hivo per8onal C.A.I., pig. 4.

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IV

MAESTRO Y PROPAGANDISTA

/'o r JlfUt doctrina de la lucha

( :t::-;ar siempre tom6 muy en scrio la maxima leninista d.· qu<', sin tcoria revolucionaria, no es posible la revoluci6n. l'nr c·ll o, no dej6 de reitcrar y subrayar la importancia que 1 j, .,,c d desarrollo de una doctr ina de l a lucha de indepen­.lt·ncia qne guie, acertada y eficazmente, los esfuerzos eman­cipadon•s :

II lay que insistir] en la nccesidad de des~rrollar la doctrina ,J,, l;t independcncia sohre Ia base del pr incipio de que la teo­ria L~'> cxperiencia acumulada, y en ausenc.ia de una teoria., lotio movimiento rermina por actuar a ciegas.97

]JJ : • i ~·· t it·, tanto sobre estc punto porque estaba convencido de q c w I a carcncia de u n an ali sis politico adecuado y de una lfooria revolucionaria acertada constituia una de l as fallas pr i11c :ipales que, tradicionalmente, han debilitado al movi­lll i•·nto inclcpcndentista. A comienzos de Ia decada del 60, ,.,,;.J,f<llm la situaci6n del indepcndentismo en los siguientes lt··nn inos :

IO:u el campo de las artes y Ietras, el pensamiento independen­Li ~ta ha dado muestras de indiscutible originalidad .. . No es

pnsih!e decir lo mismo en lo que a teor fa y pnictica polftica

o·. " l .a nueva lucha de independencia" [Vcasc nora 90] , pag. 6.

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se refiere. En ese campo el pensamiento independentista ha adolecido de £alta de originalidad y fecundidad. La literatura politica independentista es escasa en numero y aun mas pobre en c.ontenido. Algo se ha realizado en el campo de la historia, pero muy poco en lo que se refiere a juicio e interpretacion. La econornia y )a estad!stica han quedado t:rad.icionalmente fuera del analisis indepcndentista. Sin descontar los esfuerzos de los ultimos afios, se marcha aiin a Ia zaga, apoyandose to­davia en teorias descartadas por el tiempo. Tanto en politica como en economia, el pensamiento independentista sigue nu­triendose de viejos razonamientos y de argumentos un tanto dcsacreditados. Hay sobra de repetici6n, £alta de imaginacion y mud1a superficialidad.98

Conviene subrayar las ultimas frases de este texto. En efec­to, no es cuestion de hilvanar una letania de viejos plantea­mientos o de gencralidades vacuas: lo que se requiere es un amilisis riguroso y abarcador de la situacion presente y sus proyecciones, que pueda realmente desempeiiar la fun­cion de guia para el movimiento independentista. La tarca es, pues, tan dificil como importante.

La doctrina independentista debe nutrirse de la historia de las luchas emancipadoras de nuestro pueblo; pero debe hacerlo con actitud implacablemente critica:

Es prcciso reunir el caudal de experiencias que rcgistra ·Ja historia de la lucha de independencia. Es tamhien necesario enjuiciar programas, tacticas y actuaciones. Dejando fuera per­sonalismos y subjetivismos, hay que hacer obra de revaloriza­cion hist6rica.119

Elemento esencial para esta labor critica es una adecuada conciencia historica: es necesario tener una sensibilidad no solo para la continuidad de la realidad social, sino tambien

ns Bases para uruz nueva politica independentista, MPI, ClUldemos de Discu.siQn, 1960, pag. 20.

os Ibid., pag. zs.

84

I

para las rupturas y transiormaciones que esta sufre a traves d··l tiempo:

Hay que superar Ia etapa de las "Nuevas Campafias" de De Diego. Aquellas fueron nuevas solo en su epoca. No hay que olvidar que el pr6c.er murio hace mas de treinta afios. Argu­mentos en su tiempo impresionantes, solo tienen hoy un valor historico. Continuar rcpitiendolos no afiade un apice a su valor persuasivo.

EI Puerto Rico que necesita Ia independencia es el de hoy. Es el Puerto Rico de Ia segunda mitad del Siglo XX, en plena era atomica, tras dos guerras mundiales, y en un mundo con una .humanidad dividida: de una parte, socialista, y de otra parte, aiin capitalista. Es ese el Puerto Rico que nos interesa. Y hay que comprenderlo con sus nuevos rasgos: una region campesina que se desborda en las ciudades; una pobladon de caracteres mas bien urbanos que rurales; una crecicnre indus­tria de capital yanqui que representa un ingrediente nuevo en Ia economia ; una clase media de asomhroso desarrollo; una burguesia mas rica, pero mas dependiente de los intereses norteamericanos; un proletariado industrial en aumento; en fin, infinidad de nuevas rasgos que forman el Puerto Rico del presente.

Es dent'ro de esas· condiciones que tiene que llevarse a cabo Ia lucha por Ia independencia. Esto requiere llenar un gran vacio de estudio, reexaminar viejos problemas, desechar los ya desaparecidos, reconocer los de nueva factura, reevaluar planteamientos de otros tiempos y elaborar los que la hora de ahora exige.100

Por otro I ado, la doctrina independentista tiene que. su­JH~rar el insularismo y nutrirse tam~ien de la rica ~xpen~~­c ia acumulada en las luchas emanc1padoras y de hberac10n

100 "Bases para una nueva politica independentista", 1956: texto meca· nngrlifico en arcbivo personal C.A.I., pags. 9.10.

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nacional de otros pueblos en el mundo. Pero debe hacerse, nuevamente, de forma critica: podemos aprender de las ex­periencias de otro pueblo, siempre y cuando sepamos tam­bien apreciar las inevitablcs ~e insalvables~ diferencias entre nucstra situacion y la del otro pueblo. Pues las situa­ciones pueden ser semejantes, pero nunca idcnticas. Por ella, al extraer lecciones de las experiencias de otros pueblos hay que cuidarse de.. que la bllsqueda de lo similar (la "lcccion") no nos haga olvidar o mcnospreciar las no menos esenciales disparidades: hay que buscar la semejanza en la diferencia.

... ninguna copia, plagio o esquema importado conduce a1 des­arrollo de un movimiento revolucionario. Ccrrar los ojos a las lecciones de afuera es sencillamente estlipido. Pero es preciso

pasarlas por los filtros aut6ctonos que solo las partic.ulares

circunstancias y ex:pcriencias transforman en conocimientos propios. 101

Funci-On del marxisrno

Sabre todo, hay que aprender del marxismo e incorporar sus principios fundamentales a la doctrina de la lucha de independencia; pues el marxismo es "la unica teoria y prac­tica revolucionaria de vigencia incuestionable en csta epo­ca" .'02 A lin mas: solo a partir de, y sobre la base de la teo ria marxista de la sociedad y la historia,puede la doctrina in­dependentista satisfacer adecuadamente las exigencias antc­riormente discutidas (de valorizacion critica de nuestro pa­sado historico y asimilaei6n de las experiencias de otros pue­blos). Convencido como estaba de la superioridad del ,mar­xismo, Cesar no cscatim6 esfuerzos para lograr su mas amplia difusion entre las filas independcntistas y en la so­ciedad puertorriquefia en general.

De hecho, puede calificarscle -sin exageraci6n- como

101 La l~Lcha de independencia en. la decada del setenta, N. Y., mimeo· grafiado, 1971, pug. 6.

102 Ibid., pag. 6.

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1·l "padre del marxismo" en Puerto Rico. No fuc, clara esta, cl primero en sus ten tar ideas marxistas; pero, por decadas, rue cicrtamente el mas destacado exponente del marxismo ~~n el pais, su principal defensor y divulgador.

Su adhesion al marxismo no era resultado del fanatismo, o de una fe ciega: sino que, sencillamente, entendia que el r~xamen riguroso y desapasionado de los conflictos sociales y las luchas libertarias del ultimo siglo avalaban de forma ineontrovertible la superioridad de la teoria marxista, como d analisis mas adecuado y fecundo de la realidad social e hist6rica del mundo contemporaneo. Pero no pretendia im­poner su eonvicci6n con la mera repcticion ritual de frases y tcxtos "cliisieos", ni con afirmaciones categoricas y dog­rnfiticas; sino que, al contrario, aspiraba a con veneer a tra­v6s de Ia practica, en cl trabajo concreto de an~Uisis y exa­mcn de la problematica pucrtorriqueiia. A traves de sus es­critos y plantcamientos, ~e esforzaba por demostrar concre­lamente que la oricntacion marxista posibilitaba no solo los amilisis mas agudos y penetrantes de la situacion presente, sino tambien las orientacioncs mas certeras para la estrategia y tiieticas de la lucha emancipadora.

De ahl que ~como ya hemos vista en varias ocasiones a lo largo de este ensayo~ Cesar no considerara al marxis­mo como una .9octrina sagrada, inmutable e inviolable, sino que insistiera constantemente en la neeesidad de "puertorri­qucfiizarla", de adaptarla a nuestra situacion particular, a rmcstra peculiar configuraci6n de condiciones y posibilida­dc~s historicas. Y de ahi tambien que el marxismo fuera, para c~l, una cuestion eminentemcnte pnictica, y que mostrara sic·mpre un profunda desprecio por todo intento de transfor­mar1o en una mera cuestion academica, en un ejercicio es­ml fistico. Para Cesar, el marxismo era, ante todo, un pode­roso instrumcnto de analisis de la realidad social e incom· parable guia para la accion. No pretendia que fuera mas; pc:ro tampoco menos que eso. En efecto, si bien no dejo de insistir sobre la necesidad de desarrollar una concepcion teo· ric:a adecuada, nunca le interes6 la teor:ia en abstracto, por

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si misma, sino siempre en su referenda al caso especifico de Puerto Rico. No le interes6 ser " original", hacer un pl anteamiento novel o bregar con alg{m problema abstruse de la Teo ria Marxist a (con mayuscula), sino que dedic6 todos sus esfuerzos a concrctar las ideas y principios gene­rales del marxismo, a lograr su adecuada y fructifera apli­cacion a la realidad puertorriquefia.

El csfuerzo de elaboracion de una nueva doctrina obliga, sobre todo, a un analisis de Ia historia de la lucha de independencia en Puerto Rico. Y eso es Io realmente dificil. Porque lo facil, aunque parezca lo c,ontrario, es hacerse experto, o presumirlo, de la Revolucion Rusa, de Ia China, de Ia Cubana . . . Se en­tiende, clara, que no estoy abogando por que no se estudien las grandes revoluciones, y menos que no se mantenga un interes despierto en su actual dcsenvolvimiento. Pero el rcto a nuestra capacidad de analisis esta en lo mas cercano que tenemos : nuestro propio pais. Y eso exige formaci6n de juicio sabre acontecimientos de Ia ]ucha de independcncia, esrrategia y tar,­ticas aplicadas, hombres. . . i Ah ! Eso es lo dificiP0 3

Cesar sc dcsempefi 6 con singular maestria en esta dificil tare a.

Capacitaci6n politica

Ahora bien, no basta con formular una teo ria adecuada; es prcciso tamhien divulgarla. Y en primera instancia, hay que es:forzarsc por convertirla en patrimonio, no solo de un pequcfio gmpo de dirigentes e ide61ogos, sino tambien de los cuadros y militantes de la lucha.

Las tareas de capacitaci6n politica constituyeron una de l as preocupaciones cardinales de Cesar, y siempre les pro­dig6 mucha atenci6n y esfuerzos. Desdc que se inici6 en la lucha, estuvo estrechamente vinculado a l a l abor educativa, ocupando en diver sas ocasiones l a Secretaria de Educacion,

wa Ibid., pags. 6-7.

88

tanto en el PCP como, posteriormente, en el MPI (la otra Secretaria con la que mantuvo una identificaci6n compara­ble fue la de Asuntos Sindicales) . En el cumplimiento de csta funci6n, produjo un sinnumero de folletos, manuales y otros materiales educativos ; organize diversos curses de ca­pacitaci6n y promovio perseverantemente la celebraci6n de foros y ciclos de conferencias para desarr ollar y fortalecer la formaci6n ideol6gica de la militancia de la organizaci6n.

Particular importancia tenian para el los Seminarios de Dirigentes que el MPI celebraba anualmente, y en los cuales solfa presentar una de las ponencias principales. Le atribuia tanto valor a los Seminaries porque veia en ellos una oca­sion privilegiada no solo para l a capacitaci6n politica sino tambien para la reflexi6n critica: a traves de la amplia y libre discusi6n de los temas y problemas medulares del me­mento, se podia combinar fructfferamente la labor educativa con la tarea de examen y renovaci6n critica tanto de los prin­cipios doctrinales como de l a estrategia y tacticas de la organizaci6n.

La revista te6rica dehia tambien ayudar a realizar esta funci6n educativa y renovadora. Pero, a pesar de la impor· tancia que le asignaba, sus esfuerzos al respecto nunca lo­graron producir resultados duraderos : tanto l a revista Bra­zos, micntras fue Presidente del PCP, como los Cuadernos de Discusi6n y cl Boletin de Discusion, mientras milit6 en el MPI , tuvieron una existencia efimera. Segur amente por esto acogi6 con gran entusiasmo la publicaci6n -a partir de 1966-, de la revista La Escalera, (a pcsar de que esta sc origin6 independientemente, al margen del MPI), y no dej6 de apoyarla y estimularla.104

Propaganda

La capacitaci6n politica de los cuadros y militantes es s6lo un medio -esencial , clara esta- para el fin ultimo

1o1 V ease, por ejemplo, la carta de felici taci6n dirigida al cuerpo de n"lacci6n dr. l~ rcvisti11 reproducida en La Escalera, II, 4 (verano, 1967) , piig. 33,

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de despertar la conciencia de las masas y lograr su apoyo para la lucha. Como sefialaba Marx, " .. .la teoria se con­vicrte en poder material tan pronto se apodera de las ma­sas"/05 Lo decisivo es, pues, precipitar el despertar del pue­blo:

La gran tarea del presente consiste en ganar la batalla ide(}lo­gica por la conquista de la conciencia popular. Esta batalla es fundamentalmente obra de descolonizacion mentaU06

De ahi que la propaganda -entenclida como la labor de cli­vulgaci6n masiva, popular, de la doctrina independentista­no tuvicra para Cesar ninguna connotaci6n peyorativa. Todo lo contrario, le presto la mas &eria atenci6n a esta tarca, convirtiendosc en uno de los mejores y mas cficaces propa­gandistas que ha tenido l a lucha de independencia en toda su historia. Ajeno a todo elitismo, compartia plenamente el criter io sustentado por el gran marxista italiano, Antonio Gramsci:

Crear una nueva cultura no significa sol(} hacer individual­mente descubrimientos "originales"; significa tarnbien, y espe· r.ialmcnte, difundir verda des ya descubicrtas, "socializarlas", por asi decir, convertirlas en base de acciones vitales, en ele­mentos de coordinacion y de orden intelectual y moral. Que una masa de hombres sea llevada a pensar cohercntcmcnte y en forma unitaria la realidad presente, cs un hecho "filos6fi­co" muc,ho mas importante y "original" que el hallazgo, por parte de un "genio" filosOfico, de una nueva verdad que sea patrimonio de pequefios grupos de intelectuales.10 7

1 05 "En torno a Ia critica de Ia Filosoffa del Derecho de Hegel, Intro· duccion", en Marx y Engels, La sagrada famzTia, Mexico, Grijalbo, 1967, piigs. 9-10.

10 0 "Ba~es para una nueva poHtica indepcndentista" [ vease la nota lOO,J pag. 23. Veasc tambien el folleto del mismo titulo [cf. nota 98], pag. 26.

101 El materialismo historico r la filowfw de B. Croce, Buenos Aire5, Ediciones Nueva Vision, 1973, pag. 9.

90

.,

Cesar, como clirigente del MPI, lo formula en los siguicntes tcrminos en cl Scminario de 1963 :

Las ideas cobran fuerza cuando los hombres se apropian de elias. El MPI JlO ha de scntir, y no siente, el menor celo por sus ideas. Las ideas son tanto mas grandes cuanto mas gente las toma como propias. De ahi que Ia Tcsis Politica del MPI sera tanto ffi <lS IIUCStra CU311t0 lilUS pase a SCf patrimonio de los demas.10s

Cesar tomaba muy en serio este principia. Lo que importaba, sabre toda otra consideraci6n, era que el mensaje se divul­gara, que l as ideas llegaran a la gente : par ello, no tuvo rcpar os en hacer labor an6nima para lograr este prop6sito fundamental. En cfecto, una de las dificultadcs mas grandes que confronta el esfuerzo de compilar una bibliogarfia de su ohra radica precisamente en l a cantidad enorme de es­critos (tcsis, informcs, resoluciones, ponencias, declaracio­ncs, panfletos, etc. ) que redact6 a nombre de otras personas - dirigentes politicos o sindicales- o de organismos colec­tivos.

Siguiendo a Lenin, Cesar lc asignaha un papel central al peri6dico, que consideraba como propagandist~ y o:~a­nizador par excelencia. Desde el momento en que mgreso al PCP, se incorpor6 al cuerpo de redacci6n del peri6dico del Partido en aqnel tiempo, Lucha obrera. Luego (de 1940-43) fue director del semanario Verdad. Tamhien fue el "alma" de los pcri6dicos posteriores, V anguardia Y. Pueblo. En el MPI, fue uno de los fundadores y principales colaboradores de Claridad. Posteriormente, fund6 y dirigi6 el semanario La flora, desde 1971 hasta principios de 1973.

Pero no se limit6 a los periodicos politicos, sino que tambien supo aprovechar las oportunidades que ofrecia l a prensa comercial del pais. Durante la decada del 60.' utiliz6 con notable ex ito su columna diar ia en El I m.parcral para divulgar masivamente la doctrina de la lucha, para llevar

10!S "La nueva lucha de independencia" [vea.se nota 901, pag. 8.

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su mensaje al gran publico, mas alla de los sectores tradi­cionalmente independentistas. El mismo prop6sito perseguia su colaboraci6n posterior - de 1973-75 en la revista popu­lar A varu;e.

El estilo sencillo y directo, el humor mordaz, la polemica vigorosa y brillante, el comentario atinado y penetrante, son algunas de las caracteristicas que distinguieron a Casas de Aqui frente al resto del periodismo comercial y le conquis­taron una enorme popularidad: en aquellos anos, no eran pocos los que compraban el periodico principalmente para leer la columna de Cesar. Convendria hacer un estudio dete­nido de estas columnas, pues muchas de elias son verdaderos modelos de divulgaci6n popular, de autcntica propaganda.10 9

En elias, el comentario "de actualidad", sin renunciar a su caracter concreto y especifico, alcanza a la vez una perspec­tiva mas amplia: la discusion del problema del momento, del tema del dia, apunta hacia la realidad subyacente, de­vela los procesos de largo alcance, las fuerzas fundamcntales en juego bajo la superficie del acontecimiento momentaneo. De aqui nace, seguramente, la predileccion que mostro. C-esar por presentar su vision de la problematica puertornquefia en la forma de discusiones imaginarias en el Nene's Bar, en las que el debate politico y social del pais cobraba cuerpo, fisonomfa concreta y particular, en los personajes inolvida­bles de Tito Clavija, Don Pompilio, Salustiano W. Rios, etc. Este recurso result6 particularmente id6neo para lograr la diffcil sintesis de lo particular y lo general, lo concreto y lo abstracto, lo fugaz y lo duradero.

Como buen propagandista, Cesar no mcnospreci6 los de­mas medios de divulgacion masiva. Le presto mucha aten­cion, por ejemplo, a la radio y disefi6 diversos programas radiales tanto para el MPI como para las campafias de or-

109 Hasta ahora, solo se ha recogido en libro una pequciia fraccion de las columnas. Una seleccion de columnas sobre Luis Muiioz Marin, apare. cidas de julio a diciembre de 1962, se publico bajo e) titulo, Luis Muiwz Marin, un. hombre acorralado por la Historiu., San Juan, Editorial Oaridad, 1964. Rooientemcnte, se ha publicado una coleccion de 100 columnas de los primeros afios (1959-62): Cosas de aqui, San Juan, Ediciones Atenea, 1976.

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1 I

ganizacion sindical de varias uniones obreras. Tambien le atribuia gran importancia a l as hojas sueltas y se esmeraba mucho en la preparaci6n de las mismas: de hecho, confec­cionar una buena hoja suelta le producia igual satisfacci6n que redactar un bue"n articulo periodistico. Recuerdo que, en una de nuestras ultimas conversaciones, me manifesto la gran preocupaci6n que sentia por la poca conciencia que se tenia en los sindicatos de la importancia de una buena hoja suelta. Habia reunido una amplia colecci6n de hojas sueltas ( suyas Y. ajenas) y planeaba una ex posicion para los dele­gados y organizadores de l a Union Gastron6mica para dra­matizar los diversos usos de las hojas s~eltas, las buenas y malas tecnicas en su preparaci6n, las formas acertadas y dcsacertadas de contestar las hojas del patrono y de enfren­tarse a los demas aspectos de Ia lucha sindical.

Las consignas lc merecian igual atenci6n, tanto por su importancia como medio propagandistico como por la difi­cultad de su adecuada elaboraci6n. En efecto, la consigna no solo debe ser breve y llamativa (" pegajosa"), sino tam­bien debe ser expresion fiel de la realidad. En ocasi6n de su polemica con Juan Antonio Corretjer: Cesar destac6 csta exigenc1a:

. . .las consignas, que de hecho son sintesis de programa, no se las puede sacar nadie simplemente de la cabeza. Para que una consigna signifique algo y cobre sentido, tiene que ema­nar de las condiciones reales en que se desenvuelve la sociedad. La consigna capta una realidad y senala Ia accion que en lo inmediato puede y debe llevarse a cabo, porque estiin presentes todas las necesarias condiciones capaces de realizarla. Levan­tar en alto consignas porque simplemente suenen radicales y revolucionarias, sin tomar en cuenta la situacion concreta y la madurez del pueblo a que van dirigidas, es mero juego de nifios.U0

no Jndependencio y socialismo, S. ]., Libreria Estrella Roja, 1951, pag.

110.

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La labor realizada por Cesar en este campo fue tamhicn de primer orden. Ejemplo notable es la consigna, "lDespierta boricua! i Defiende lo tuyo! ", que por aiios fue el lema cen­tral del Movimiento Pro lndependencia.

El ejemplo

Por ultimo, pero no por clio menos importante, hay que destacar la labor educativa que Cesar realizo a traves del contacto personal. Conocia,. por cxpcriencia propia, el gran valor que esto podia tcner en Ia formaci on de un joven:

Para fines de 1935, mis lecturas individuales en la Biblioteca Carnegie me llcvaron a interesarme por el Partido Comunista. Habra oido hablar de uno de sus lideres, Luis Vergnc Ortiz, y temprano una noche, encontre el camino a su casa en Villa Palmeras, Santurce. Estaba ansioso de leer literatura marxista y Vergne me presto algunos de sus Iibros. lVIe converti en un visitante frecuente a su e,asa. Hablabamos y discutiamos .. :nJ

De modo similar, las tertulias en casa de Cesar, en la calle Lutz de Villa Palmeras, fueron para muchos de mi genera­cion, una extraordinaria y dccisiva experiencia formativa, una verdadera escucla de politic a. . . y de vida.

AI recordar al viejo luchador y entrafiable amigo, Ber­nardo Vega, en ocasion de su muertc en 1965, Cesar destac6, entre sus muchas virtudes, la de haber sido un cjemplar " d . I " 112 P d . maestro e VIC a . · or nuestra parte, po emos dec1r lo mismo de Cesar. El contacto personal, dcpartir y compartir con el, eonstituia una experiencia valiosisima, no solo por la riqueza de conocimientos que se podia adquirir de el, sino tambien por cl incomparable y aleccionador ejcmplo que nos

111 Contestacion a interrogaiOrio, caso Ley Srnith, 1956; [ veMe nota 3J' pag. 2.

112 La semblanza aparecio originalmentc en Casas de Aqui (El Impar­cia!, abril de 1965). Cesar Ia reprodujo en Ia introduccion a ~u edici6n d« las Memorias de Bernardo Vega [en prensa].

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I

I j

ofrecia de como cumplir con la dificil y exigente vocaci6n de ser marxista en Puerto Rico. Pues el marxismo represen­taba para el, no solo la mas poderosa y abarcadora teoria social de nuestro tiempo, sino tambien un modo integral de ser. Sin proclamarlo, sin poses ni ostentacion alguna, con ex­traordinaria sencillez y naturalidad, Cesar era la pcrsonifi­cacion del marxismo, de como no solo debe pensar, sino tambien ser, actuar y vivir un marxista, un comunista puer­torriquefio.

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v

RENOVACION, SUPERACION

Concepto de superacion

En las paginas anteriores, he aludido en varias ocasiones al hecho de que Cesar tenia cabal conciencia de la natura­leza hist6rica, y por ende, cambiante, de la realidad social. Por ello siempre estuvo presto a modificar y adaptar sus plantcamientos y acciones frente a b.s nuevas exigencias de cada momento. Su firme disposici6n al cambio y renovaci6n queda expresada nitidamente en la formula que tanto le gus­taba repetir, y que ya he citado anteriormcnte: "A nuevas situaciones, nuevas soluciones."

No se trata, sin embargo, de cualquier clase de renova­cion, de cambiar por cambiar, ni de la mera novedad per se, en completa ahstracci6n y desvinculaci6n de todo lo an­terior. No es cuesti6n de descartar o desechar, sin mas; sino de rehacer, lo cual implica comenzar de nuevo, pero a par­tir, y sobre la base, de lo hecho y logrado anteriormente. Se trascienden las formas preteritas, no para darle la espalda al pasado, sino al contrario, para recuperarlo rcvitalizandolo: con las nuevas formas, transfigurando las anteriores, se busca precisamente preservar y actualizar el proposito y el conte­nido csencial de los esfucrzos pasados. En suma, se trata de un proceso de renovacion entendido como superacion, tal co­mo lo plan tea la concepcion dialectica: es decir, como la sintesis de negaci6n y reafirmaci6n, de disoluci6n y conser­vaci6n, de ruptura y continuidad.

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ii II

I :I ll

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Crisis de mcdiados de los 50

Quiziis e1 ejemplo mas notable de como Cesar encarnaba este aspecto central de la orientacion marxista Io constituye su respuesta a la profunda crisis -tanto polltica como per­sonal- de mediados de la decada del 50.

Se recordara que, en esos afios, el movimiento obrero estaba en su nadir: fragmentado, plagado de oportunismo y abrumado por el impacto tanto de la legislaci6n antiobrera como de la invasion de las uniones "internacionales" norte­americanas. Por otra parte, el independentismo presentaba un cuadro no menos tetrico Y. desalentador. El Partido Na­cionalista habia sido aniquilado para todos los efectos prac­ticos; y el PIP habfa ya entrada en un vertiginoso proceso de colapso y desmoralizacion. (El duro revcs sufrido en los comicios de 1956 ~en los que se evidenci6 una merma con­siderable del apoyo electoral del Partido- saco a flote toda una gama de problemas y debilidades de la organizaci6n, con la inevitable secuela de tensiones, pugnas y disensiones en el seno de esa colectividad polftica. La aguda y prolan· gada crisis del PIP culmin6, a la larga, en la marginacion de un nutrido grupo de dirigentes y militantes destacados113

y en la posterior debacle total del Partido en los comicios de 1960, en los que el PIP recibi6 un respaldo tan reducido que perdio su franquicia electoral).

El PCP, por su parte, estaba enfrascado en una desespe­rada -y, en definitiva, infructuosa- lucha por sobrevivir como una colectividad politica viable y efectiva. Por un la­do,. se habia desatado una campafia de represion guberna­mental encaminada a hacer ilegal al Partido. Los dirigentes comunistas fueron arrestados en marzo de 1954, a raiz del ataque Nacionalista al Congreso de los EE.UU., a pesar de que no tuvieron la mas minima vinculacion con este suceso (ya anteriormente habla sucedido lo mismo a raiz de la insurreccion Nacionalista de 1950). En octubre del mismo

113 Muchos de los cuales participaran en la fundacion del Movimiento Pro lndependencia en 1959.

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alto, los Hderes comunistas fueron nuevamente arrestados --esta vez por los agentes federales- y acusados de viola­

ci(m de la Ley Smith por conspiraci6n para derrocar el go­l,;crno de EE.UU. en Puerto Rico. El proceso contra los co­rnunistas se extendio hasta enero de 1958, cuando los casos fw~ron finalmente archivados en la Corte Federal. Por otro !ado, el ambiente hostil, de "Guerra Fria", que prevalecia ~~n aquellos aiios, con Ia consiguiente histeria anticomunista, contribuy6 podtrosamente al aislamiento de los comunistas, I o:; cuales se convirtieron pni.cticamente en pari as dentro de Ia :;oeiedad puertorriquefia.

Como suele ocurrir en estos casos, el PCP, acosado y adado, reducido a la impotencia, volc6 la mayor parte de sus restantes energias sabre si mismo: frente a la terrible presion externa, el Partido se fue despedazando en una do­lorosa succsi6n de luchas y divisiones internas. Ya he men­t·ionado, en otro contexto, la controversia que se desarrollo t'Jt los afios 1951-52 en torno a Juan B. Emmanuelli y que t:il Imino con su expulsion del Partido. Un afio mas tarde, en .·;t·ptir~mbre de 1953, se desata una nueva controversia que tit ·scmboca csta vez en la destitucion de Cesar como Secre­l.t rio General y su exclusion del Co mite Central. En mayo dt· 1954, la controversia gira en torno a Jane Speed de An­d rcu y llev6 a que ella y otros camaradas1

H abandonaran el I 'arlido. Pero la terrible guerra fratricida, no se detuvo. Po­t'o m[ts tarde, Pablo Garcia Rodriguez ( quien habia sido uno de los principales portavoces en las campafias, primero con­Ira Cesar y luego contra .T ane Speed) se convierte a su vez I'll vletima de una nueva pugna ... El Partido se apresuraba ;1 cavar su propia fosa: en efecto, cuando finalmente se ar· dtivan los casos federales en 1958, ya habia priicticamente df~jado de cxistir, ya era tan solo un partido nominal.

En una carta que someti6 a la consideracion del Comite I :t~Jtlral a raiz de la Cuarta Asamblea Nacional (mayo de

1 1 4 Enu·e ellos, Eliezer Curet, Helen Rodriguez, Richard Levins, Rosario 1\!orale~ y Abraham Peiia.

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1954), Cesar traza el cuadro de la lastimosa situaci6n inter­n a por la que atravicsa el Partido en sus afios de crisis:

. . . desde la lucha interna ahededor del caso de Emmanuelli se creo en la direcci6n y generalmcnre en todo el Partido u~ ambicnte tal de animosidad que excluye casi por completo ~odo espiritu de compaiierismo. Esta situaci6n se agudizo aun mas en el curso de la discusi6n del problema que culmin6 en mi scparacion del Comite Central. Todo esto ha traido por c.on­secuencia una atmosfera de resquemores y de sospechas que oscurece y empafia cualquier discusiou politica en el seno del Partido.1u

La controversia en torno a Cesar en cl seno del PCP fue especialmente intcnsa y agria debido a que, a las razones de fondo, de can'i~ter politico, se sum6 un ingredientc parti­cularm~ntc expl?~1vo: sus problemas person ales que habian produCido. la cns1s ?e su matrimonio con Jane Speed. Este elcmento mflamatono peso sobremanera en la discusi6n den­tr.o del P~rtido, ~~lipsando totalmente los plantcamientos y drvergenc1as pohhcas en controversia, al punto de que la dcclaracion oficial del Comite Central practicamente se cir­cunscribe al probl(:ma personal:

La remocion de estos dos dirigentes nacionales del Partido [Cesar Andreu y una militante destacada] obedecio a que per­mitieron inconscientemente que se desarrollaran en sus rela­doncs politicas, sentimientos personales ajcnos a las normas de compaiierismo e igualdad en el trabajo del Partido. Estas relaciones afectaron politicamente al Partido porque condicio­naban advcrsamcnte Ia e1aboracion y aplicacion de casi toda su politica.1 16

El documento no explica como fuc afcctada adversamente Ia politica del Partido, cuales fueron las concepciones poH-

115 Carta a Ramon Mirabal [ vcase nota %] , pag. 1. 116 "Destituidos dos dirigentes del Partido Comunista" Pueb!o octubre

de 1953, pag. 8. ' '

100

I i~·;1s que se desarrollaron y por que se les considcraban nn',ncas: la declaraci6n se limita a tratar el asunto como 1111 problema de caractcr disciplinario .

I ,or su parte, Cesar insisti6, tanto en aquellos momentos ··nnHJ despucs, en que cl problema de fondo era de natura­l,·;.a politica y que cl elcmento personal -con su gran carga •·tritlliva -estaba cegando al Partido, obstaculizando su ca­l 1acidad de anal isis y discusion objetiva:

J•:sre ambiente de animosidad personal a que me he referido, ha rebajado el nivel de discusion en nuestro Partido, y en cstos itltimos tiempos, ha hecho imposible el desarrollo de las dis­~~nsiones internas en el plano saludable en que normalmente sc resuelvcn nuestras discrepanc.ias ... Las cucstiones idcolo­gicas, en vez de ser colocadas en primer plano, como asunto vital en discusion, pasaron a ser postergadas, e incluso igno­radas par completo, desviiindose Ia discusi6n hacia cuestiones arljetivas y enmarafiiindose el ambiente con intensos apasiona­

nricntos.117

... Las discrepancias de cariic.ter ideol6gico estan po·r com­pldo enmarafiadas con actitudes cmocionales y prejuicios. per­snnalcs. No es cse campo propicio para la discusion. Por el t'tllttrario, es terreno movcdizo en el que los individuos, una vc;r. victimas de tales cmoeiones, corren el peligro de pretender uLilizar las diferencias de opinion como fuego para atizar pre­.iuicios de toda indole ... Mi sincera opinion es que nuestro l'artitlo ha sufrido una division como resultado de discrepan­cias pollticas, enmaraiiaclas con una gran dosis de apasiona­

rnicntos y de odios . .U8

"l';,tJiu (~ll la discusion de septiembre de 1953, como en la ( :11 a rl a Asamblea de mayo de 1954, Cesar se esforzo por ··lr·var cl nivel del debate y dilucidar el problema central '1'"', a HL juicio, radicaba en las discrepancias politicas en

' ' ' ( :urta a Ramon 1Iirabal, pag. 2. ,, ., lhitl., pags. 6-7.

101

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t~rno ~ como responder a Ia grave situaci6n de represi6n y ai:lamtento ~ue confrontaba el Partido en esos momentos. Cesar entendw que el Par~ido estaba oscilando peligrosa­mcnte en_tre dos extremos 1gualmente nocivos : primero se desarr~llo una tendencia economista y liquidacionista (con­trov~rsia con Juan B. Emmanuelli); ahora los dirigcntes co­n:umstas tendfan a caer en el extremo opuesto de un izquier­dismo e~agerado.119 En Ia carta que someti6 al Comite Cen­tral a ratz de Ia Cuarta Asamblca, Cesar sefiala :

Decir, por ejemplo, como manifesto el camarada [ Felix) Ojeda en la Cuarta Asamblea, que "aqui (en Puerto I{ico), esta­mos en una situaci6n casi identica a Rusia en 1917" es t . - , es ar JUzgando la realidad actual en nuestw pais de manera evi-denten;ente_ equivocada. Sin embargo, sin salvcdad alguna, tu [~amon :Mirabal, a la saz6n Secretario General del PCP] ma­nrfestaste que hacias tuya, como parte de tus conclusiones ]a intervenci6n del Cl.l_marada Ojeda. Las frases del camar~da Ojeda no fueron una excepcion en la Asamblea. La interven-., d 1

ClOJl_ ~. camarada [Juan] Santos [Presidente del PCP], como

ante~ la interv_en~i6n del c.amarada Pablo [Garcia Rodriguez J, refleJBn apreciacion~s .s~milares, en su significaci6n, a la que en may~r extremo v1rtro el camarnda Ojeda, y que solo sefia16 como eJemplo. Estos conceptos prevalecicntes son una mani­fe~t~ci6n cla:~ del " izquierdismo" sectario a que me referi en m1 mtervencwn en la Cuarta Asamblea.12o

C.Csar no p~e~endfa ocultar .o evadir su problema personal, pero ~e reSlSha a que, perdrendo toda perspectiva este mo­nopohzara Ia atencion en detrimento de la discusi6~ politica:

Mi actitud no- es la de soslayar ni minimizar la parte de res­ponsabilidad que en mi rec,ae. P ero caeria yo en una esteril autorecriminaci6n, si una vez -reconociendo, como recono·zco,

110 Vease nuestra discusi6n anterior de estas dos tendencias en Ia Parte II (c) de cste cnsayo.

tzo Carta a Ramon Mirabal, pag. 3_

102

lo que ha hahido en mi de dehilidades personales, no echara a un lado anirnosidades de toda indole y me sintiera libre para <:Kponer, en forma objetiva, mis puntos de vista. Lo hago aii.n euando se que al presente, dificilmente puede el Comite Central colocarse en una actitud receptiva, capaz de aquilatar mis opiniones por lo que ellas valgan, ajenas a c,ualquier matiz

de caracter emocionaJ.l~1

Esta amarga experiencia personal contribuyo, segura­uwnte, a que Cesar no menospreciara el papel que este tipo d.~~ problemas puede jugar en la lucha. Sin por ello exagerar s 11 irnportancia, le presto mucha atenci6n al elemento per­sonal y no dej6 de insistir sobre la necesid.ad de velar, no sl'llo por los objetivos y la orientaci6n del movim~en~o. li­hntador sino tambien por su calidad humana. Es sigmfica-1 i vo que' uno de sus ultimos trabajos ( interrumpido, lamen-1 ahl(~mente, por su muerte), la serie de "Cart as al Camara­.! a Zeta" lleve como titulo principal, "Problemas politicos ( v perso~ales) de la lucha de independencia". Est a sensihi· li•latl por la dimension humana de la lucha tambien se rna· n i fi•·sta, con sencilla elocuencia, en su articulo polemico de 1!)70:

Ningun hombre esta cortado de una sola pieza. Y el revolu­cionario, por serlo, no deja de ser hombre. De ahi que los n~volucionados son tambien hijos, son tambien maridos, son tarnbien padres ... Podran ser poco convencionales en esos y otros papeles. Pero como no se trata de superhombres, ni de ftngclcs, ni de dioses, cumplen con las distintas representacio­HCS sociales como c,ualquier h ijo de vecino, mas o menos. Y cs que nadie puede escapar a las dimensiones de la vida hu­

mana, las pequeiias, entre otras.

Pero lo decisivo en el hombre no es la virtud, ni el valor

11i el conocimiento. Es la superaci6n.122

' " ' IUid., pag. 2. ' "" ' 'La revolucion avanza", La EscaCera, IV, 1 (junio de 1970), p:ig. 50.

1D3

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La respuesta

Frente a un panorama tan adverso -Ia lucha en plena reflujo, marginado de su propio partido, ante Ia perspectiva amenazadoi·a de una larga condena a prisi6n (como ya de hecho Jcs habia sucedido a numerosos dirigentes del Partido Comunista en Estados Unidos), amen de su crisis personal -- Cesar opto por un "exilio voluntario", por retirarse a vivir en el campo, en una modesta casa que construy6 con la ayuda de su gran amigo, Lorenzo ("Don Lencho") Perez, en In­dieras de Maricao. :Muchos de sus camaradas y amigos se burlaron de esta decision y tildaron a Cesar de escapista y romantico perdido.

Pero fue todo lo contrario. En su refugio campestre, en­centro Ia necesaria distancia y tranquilidad para poder ver­daderamentc rcevaluar toda l a siluaci6n, recapacitar y, sa­bre todo, renovarse.

La corrcccion de esta decision no tardo en manifestarse. Uno de los primeros frutos, fue Ia superaci6n de su proble­ma personal. Logr6 restablecer su matrimonio con Jane Speed, el cual duro hasta la muerte de esta a comienzos de 1959. (Posteriormente contrajo matrimonio con Diana Cue­vas, quien sera desde entonces su inseparable compafiera. )

Aprovech6, ademas, la inactividad forzosa para dedicarse a escribir ... y hacerse novclista. Esto sorprendio a muchos, pero en el fondo, no era tan extrafio. Desde su juventud, Cesar tenia una profunda aficion por la literatura; escribi6 veroos en sus aiios de estudiante de escuela superior y, mas tarde, durante el tiempo que estuvo en el servicio militar cscrihio una serie de cuentos, algunos de los cuales publico I uego en revistas estudiantiles mientras cursaba estudios en la Universidad de Puerto Rico.123 Pero su total dedicaci6n

12s Cabe reproducir el testimonio de Jose Luis Gonzalez: "Nadie ... hu. hiera podido sospechar en Andreu al narrador de raza, al senor novelista que se nos ha revelado asf, de golpe y porrazo, con Los Derrotados. Lo cierto, sin embargo, es que Andreu tenia sus antecedentes como narrador. Un eucnto suyo, publicado en sus dias de universitario, causo una especie de petit scandale en virtud de oierta abundancia de "malas palabras" en el

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:• Ia lucha politica y sindical le ha~ia~ imp edido. culti~ar · · i :; l~ ~nlatica y consecucntemente sus mclmaci.ones hte_ran~s . :\l1, ,ra una conjunci6n fortui ta de circunstanc1as y pen pee1as l"'l')ionales, no obstante la carga negativa que encerraban, le 11 I 11 ia una nueva oportunidad para reanudar su vocac~on de j·:,.. r ilor ... oportunidad que supo aprovechar a cabah dad.

Tuvo un exito espectacular, extraordinario. Con la mis­lna rlc dicaci6n plena, absoluta, con la que hacia todo lo que f,. importaba, y trabajando con una intensidad rayana e? la .!j ·:·wsperaci6n, produjo, en el cor to periodo de apenas cmc~ ;, 1io s , tres novelas y una comedia que lo colocaron - cas1 .r,~ Ia noche a la manana- entre las principales figuras l i­li' rarias del pais en aquel momento. Cabe subrayar la sig­" i fi caci6n que tiene el hecho de. que Cesar lograr~ abrirse 1•;1so, darse a respetar como escntor, en aquel amb1e~te po­l i 1 i co y cultural tan retr6gri!_do, tan permeado de ant1comu· II ismo que prevalecia en Puerto Rico en aquella epoca.

Y lo logr6 sin haccr concesioncs, sin r.enunciar a su .~i­:· it'•ll politica y soci.al. En efecto, su partiCul~r concep~10n <f,~ Ia rcalidad social esta presente en forma mconfund1hl.e j'll sus obras, y particularmente en Los Derrotados, su pn· II W I'H - y prohablemente mejor- novela.121 En esta, Cesar I ok c'l gran p~rte de sus e~peri~ncias p~r~o.nales YJ d~ Ia l_u­dla y plasmo en forma hteran a su anallSls del Nacwnah s-1111 ) 'y su profunda fe en el movi~_iento ohrero como ~a~e o·:;j'lll :ial de la lucha por la salvacwn de su pueblo. Qmzas 111111 de los aspectos mas valiosos de esta obra es el poderoso rl'l rato que nos ofrece de la mcntalidad nacionalista en sus

1..x1o, y mas de una opinion respetable (recuerdo Ia de Enrique A. U:g~crre) .,, , pnodujo en defensa del trabajo. Poco antes de salir yo para MexJco, Sl

' " " ' no l'ccuerdo, me lcy6 Andreu, en su casa, otro relato inedito: una ·uol i111 politica que decaia un poco hacia el final pero que mostraba, al' igual •I'• •· d primer cuento, esa apreciable cualidad literaria que en la jerga d~l .,,;,.;, Jlarnamos "garra". "Ha nacido un novelista", El Mundo, 29 de d1· , ;, ... ,!Jrc de 1956.

., .. , Sc publico originalmente en Mexico por ]a Edi torial Los Prese·ntes, .... 1%6 ; ]a Editorial Cultural, de Rio Piedras, publico nuevas cdiciones de L, nom :la en 1964 y 1973.

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diversos tipos. Pero no es un panfleto politico, sino una au· tentica obra literaria, una verdadera novela, que se iropone y sostiene como tal. Por ello fue aclamada desde su publi­caci6n, tanto por la critica de Puerto Rico como por la de Mexico (don de se publico la primer a edici6n), recibiendo el premio de novela del Instituto de Literatura Puertorriquefi.a para el afi.o 1956.m

125 Vease, IKJr ejemplo, los siguientes juicios cntlcos: " Con su primera novela Los Derrotados, Cesar Andreu Iglesias demucstra poseer dos de las caractcristicas del novelador autentico: habilidad para narrar y don para crcar personaj cs. Estas cualidades lc permitcn crear un mundo que prende y sostiene la atencion del lector desde la primera pagina hasta la u ltima, hace crcibles los seres que en el viven y mueren ... Uno de los aciertos de la novcla es ] a individualidad de que logra dotar el autor a los campo· nentes de este grupo [Nacionalista]. . . Los naoionalistas estan vistos aqui como personas, percibimos el peculiar modo de ser de cada cual, aun dentro del rigor de unas n<mnas [del Movimicnto] que demandan la sumision de Ia voluntad. La delincacion de los caracteres do estos es a manera de una galeria de retratos de dist·intos tipos de nacionalistas •.. " Nilita Vientos Gas· ton, Indice Cultural, El Mundo, 27 de diciembrc de 1956. "[El estilo del novelista] depcnde, sobre todo, de Ia estructura de la obra Y de la carac­terizacion de los personajcs. Y en estos dos aspectos es donde radica, pre· cisamente, el merito excepcional de Los Derrotados. No hay en Puerto Rico novelista vh•icnte que se acerque siquiera a lo logrado por Andreu en ese sentido . .. el novclista ha presentado los problemas a traves de personajes convincentes, hombres y mujeres de carne y hueso ante los que todo lector tiene por fuerza que sentirse conmovido" . Jose Luis Gonzalez, loc. cit. "An· dreu Iglesias nos da en L os Derrotad.os un microcosmos del Partido Naciona­lista por med·io de una doeenu de pcrsonnjes hahilmente caractcrizados. Y entre Ia actitud idealista de unos y la mudez amarga de otros, ha situado Ia vacilante personalidad de l\Iarcos Vega como prototipo de nuestra socie· dad .. . A traves de esta anccdota y de varias tramas subordmadas, Andreu Iglesias se ha detenido a examinar no solo Ia idcologia del ParHdo Nacio· nalista - egolatra y mistica, segun el- sino el impacto de ella en un sinmimero de personajes seleccionados de distintos estratos sociales. Para realizar esta vision panoramica del conflicto, el autor ha hecho uso de un envidiable poder de caracterizacion, de un eficaz ritrno narrativo y de unos audaces recursos tecnicos que surnan meritos a su ya meritoria ohra. No hay que dudar que Los Derrotados, dado lo controvertible de su tema, sera topico de ard·iente discusion durante mucho tiempo. P ero de una cosa podemos cstar nun mas seguros : Cesar Andreu Iglesias ha escrito una novela que tanto a ei como a los dem:is esrritorcs pucrtorriqucnos nos sera dificil

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El afio siguiente termina su segunda novela, Una gota de ti(·mpo, un vigoroso cuadro de un dia en las vidas de varios 1 wr~onaj es en las inmediaciones de la vieja Plaza del ·Mer· ~:ado de Rio P iedras. A pesar de que no tiene la misma inl<~nsidad dramatica de la novela anterior, y de que su estilo dt:lata a menudo la premura con que fue escrita, es una ohra notable, y obtuvo el primer premio de novela del Ate· 111~0 Pucrtorriqueno, para el afi.o l957.12G En 1958, su obra c;a lfrica, El l nciso Hache, obtiene menci6n honorifica en el c •~r lamen de teatro del Ateneo y es presentada posteriormente, '' II 1962, en el Festival de Tcatro Puertorriquefi.o .127 El afi.o :-;i ~uicnte, tcrmina su tercera novela, El Derrumbe/28 la cual I rata de diversos aspectos de nuestra realidad campestre. Si 1. i.(' ll cs una novela rural, no lo es en Ia forma tradicional, •·on "jibaros" pintorescos - y mitol6gicos. AI contrario, pre·

:aqu:rar". P edro Juan Soto, ' 'Una novda ejemplar: Lcs Derrotados", El .1/ ttndo, 10 de noviembre· de 1956.

1 ~n La novela se publico en 1958 por una efimera editorial puertorriqueiia, J•:.Jir:ioncs Polem.ica. Vease el laudo del j urado del Certamen del Ateneo t iutr·grado por Margot Arcc de Vazquez, Anton·io ]. Colorado y Antonio Ro­·lriv;ue,. Hucscar) : "Esta obra, de tipo naturalista y ambicnte contemporaneo lo~o·al. cuya accion transcurre en Rio Piedras, pinta un aspecto de nuestra 'ida urbana. Las descripciones son vividas, y los personajes e:stan bastante h io ·n caractcrizadoE. A veces se extrema demasiado la nota sordida. El autor ul osnva Ia reaHdad, y la expresa crudamente, sin atenuaciones y sin eufe­"'i"""''· 1\"o cnc, sin emb:ugo, en el mal gusto. El estilo adolece de imper­f, . ..,, ;oncs, que nos parccen mas bien fucilmente corregibles con un poco mas d., cuidado; pero l ienen unidad y fuerza. Es directo y sobrio, sin preten­,.i""' ''' literarias. La accion, en general, cs bastante movida, y se desenvuclve , ... " natm·alidad. Aunque b obra no prctende plantear una tesis sociologies oi de otra indole, se rozan ligeramente algunos problemas Eociales". El ·" '"' ''"• 17 de cnero de 1958. Nilita Vientos Gaston hizo un juicio similar ,.,. "" re:;cila de !a nove.!a en l ndice Cultural, El Mundo, 20 de septiembre ol,· I %B. Cesar cstaba muy conscieute de las debilidades de esta novela : poco . ou ic'~ de su muerte, habia comenzado a revisarla - o mejor, reescribirla- en ·.u lidal·idad.

o::·: I ~t puesta en escena conto con escenografla de Carlos Maricbal y

ou lr-.i.-a tic H.:-ctor Campos Parsi. "" l'ublicada en 1960 por el Club del Libra de San Juan. Una nueva

•. .r;,.;,·,n, - ·por la Editorial Los Extemporaneos, de Mexico- esta proxima a

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valece en ella una tonica contempon!nea y profundamente realista: su preocupaci6n central es captar. y expresar lite· rariamente el rapido -y traumatico- proceso de asimila­de la ruralia puertorriquefi a a los nuevos modos de vida urbanos.

Toda la obra literaria de Cesar se distinguc por su ca­racter llano y directo, su falta de rcbuscamientos y efectos esotericos; toda ella esta animada por una aspiraci6n fun· damental: captar fielmente la realidad pucrtorriqueiia y co­municarla en forma dramatica y memorable, pero sin nunca dejar de ser asequible y comprensible. AI recibir el prcmio por Los Derrotadas, Cesar sintctiz6 su credo de realismo ar­tistico en forma escueta :

Alguien ha dicho que para crear hay que creer. Yo asi lo creo. Soy hombre de creencias y no puedo concebir hombres sin r,reencias. Soy, pues, un hombre parcial. .. Hay un arte abstracto tan diluido y difuso que a nadie ofencle si no es a los principios del arte. Esa manera de crear no me arrae porque considero que es un vano intento de huir de si mis­mo ... [En cambia], en esa literatura de ahara, nacida en el calor de nuestros conflictos actuales, vive el puertorriquefio de hoy. Aprehendcr el momenta y grabarlo con trazos de perrna­nencia, cs valiosa cledicaci6n . A ella me consagro c.on Ia misma pasion que ha movido todos los actos de mi vida.129

AI mismo tiempo que lograba estableoerse como figura de primer ordcn en cl campo litcrario , Cesar fue abriendose paso en la prcnsa comercial del pais. Aprovechando el exito de Los Derrotados y el revuelo que habia proclucido ( y revi­viendo, de paso, una vieja tradici6n literaria) , logr6 la pu­blicaci6n en serie de la novela en cl pcri6dico El / mparci.al

129 F.l acto de entrcga de premios del Instituto de Literatura Pucrtorri· queiia se celebro el 10 de d·iciembre de 1957 en la Biblioteca de la UPR. El di~curso de Cesar caus6 un gran revuelo, y fragmentos del mismo sc reprodujeron en diversas publicaciones del pais, de Estados Uniclos y de Mexico. El tcxto fntegro aparecc en El Mundo, 12 de diciemlJre de 1%7.

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§ .

•~n 1958.130 A esto le siguieron articulos ocasionales sobre stwcsos de actualidad, basta que finalmente el dueiio del pe· ri<"idico, Antonio Ayuso Valdivicso, le ofrecio una columna pc~rmanentc. En diciembre de 1959 comenz6 la publicaci6n • I iaria de Cos as de A qui, que continuara hasta que, con el cambia de la gerencia, el periodico decidi6 descontinuarla en 1968.

Dedicarse a cscribir Casas de Aqui fue una decision muy dificil para Cesar. Tenia plena conciencia del gran esfuerzo y la enorme cantidad de tiempo que se requerfa para escribir una columna diaria, lo cual, entre otras cosas, implicaria la paralizaci6n de su obra l iteraria. Pero no vacilo en apro­veehar la oportunidad que se le ofrecia y nunca se arrepinti6 dc! la decision que habia tornado. Tener acceso a un peri6dico d,~ gran circulaci6n ( el segundo del pais) , poder llevar sus i d ~as c inquietudes a un am plio publico : esto representaba para cl no solo una incomparable oportunidad, un privilegio, sino tambien un reto y un deber que no podia evadir. Por · ~ llo escribir Casas de Aquf., no obstante la renuncia a la li­~~ ~ratura que conllcv6, fue para Cesar, por muchos afios, mo­l ivo de gran satisfacci6n.

Y a nos hemos refcrido en una ocasi6n anterior131 a las •:ualidadcs que distinguieron a esta columna Y. al extraordi· nario exito que alcanz6 en su tiempo. Aqui nos interesa l'arlicularmente destacar la gran importancia de la labor 1Talizada por Cesar a traves de Casas de Aqui, al abrirle una l1 recha en la prensa comercial al mensaje de independencia y de rcnovacion social, precisamente cuando la lucha atra­v. ~saba por un periodo de profunda crisis y desmoralizaci6n. I ln1tro de este tetrico panorama, la columna de Cesar fue al~o muy valioso y alentador: fue una importante tribuna para ventilar las cuestiones y problemas fundamentales del pais, un firme baluartc de las ideas progresistas y renova·

uo V<' ase Ia amplia publiciJad que Je dio El lmparcW!l a Ia publicae-ion

d., Ja novela, en sus ediciones del 8 de abril de 1958 y siguientes. •n Vcase la Parte N de este ensayo.

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doras, y fogueada trinchera para la defensa del indepen­dentismo.

Por otro lado, Cesar nunca abandon6 su aspiracwn de volver a participar en la lucha en forma activa, dentro de una organizaci6n politica. En diciembre de 1956 -a raiz del desastre electoral del PIP, y cuando ya estaba total­mente marginado del PCP- redact6 un extenso ensayo con el revelador titulo, "Bases para una nueva politica indepen­dcntista.m32 En el, hace un abarcador analisis de la situa· cion, tanto del pais en general como del independentismo, y comienza a explorar las posibilidades de una nueva alterna· tiva politica pa,.ra encauzar la lucha de indepcndencia. Por ello acogio con entusiasmo la iniciativa de un grupo de disi­dentes del PIP de establecer una nueva colectividad, con­ccbida como amplio frente nacional, para aglutinar a las diversas tendencias en el seno del independentismo y rescatar y mantener vivo el clamor por la liberaci6n nacional.133 Ce- · snr particip6 en la fundaci6n del MPI, en 1959, y por mas de una dccada fue uno de sus principales dirigentes e ideo­logos.

Para quien por veinte afios habia sido militante y diri· gcnte del Partido Comunista, no puede haber sido facil in­corporarse a una organizaci6n de composici6n tan heteroge­nca y orientaci6n tan amorfa como lo era el MPI en sus inicios: pues era una verdadera amalgama de elementos y sectores dispares, en la que pesaba poderosamente la influen­cia nacionalista y en la que los comunistas como el consti-

132 Copia mecanografica en el archivo personal de CAI. 1

';3 Vease, por ejemplo, el recuento hist6rico que hace Ia Ia. Tesis Po­

litica del MPI: "El Movimiento Pro Independencia de Puerto Rico surgi6 en un momento de crisis para el inclependentismo puertorriqueiio, cuando resultaba ya inminente el desaslre en las urnas del Partido Independentista. AI perder este su franquicia electoral en los comicios de 1960, aquellos inde­pendentistas que no se sintieron aplastados por el desaliento y la frustraci6n, aquel\os cnyo espiritu de lucha habia logrado sobrevivir lo que aparecia en el momento como catastrofe insuperable, encontraron en el recien fun­dado Movimienlo Pro Indcpendcncia un frent-e unido para mantener en mi­litancia el ideal de la Patria libre". MPI, La hora de la independen:cia, San Juan, Editorial Claridad, 1963, pag. 5.

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1 uian una infima minoria. No obstante, Cesar consider aha 11ue la incipinte organizaci6n representaba una preciosa oportunidad, que no podia despreciar, para reiniciar la I ucha. Con su entusiasmo y energias caracteristicas, Cesar se rl edico de lleno a la tarea de contribuir a consolidar y forta­ll'cer el MPI, prestandole particular atencion al desar rollo de su orientacion ideologica. Y a en los primcros meses dict6 11na importante conferencia13

' que ejercio una gran influen­~ · i a sobre el desarro1lo inicial del Movimiento: en ella re­l'nnde los temas centrales del ensayo de 1956 y traza los I ineamientos basicos de lo que, a su juicio, debe ser la "nue· va lucha" de indf)pcndencia. Durante los afios subsiguientes, continua realizando una persistente -y persuasiva- labor de formacion y orientaci6n ideol6gica; no solo con su predica, sino tambien con el ejemplo vivo de sus atinados plantea· 111 i {~ntos y analisis abarcadores y penetrantes. Puede cons­lalarse una corrclacion estrecha entre los planteamientos que \':t adelantando Cesar en sus diversas ponencias, conferen­,·ias, etc., y el desarrollo ideologico de Ia organizaci6n que :;, · va reflejando en sus documentos ofi ciales, particularmen·

· d T . P I' . 13~ 11· la pnmera y segun a es1s o 1t1ca. Cesar, sin embargo, no prctendia reproducir en el MPI

:r l Partido Comunista. Para el, no era cuestion de repetici6n, :• i11o de autentica renovaci6n. Desde el principia~ utiliz6 la l'ra s1 ~ "la nueva lucha de independencia" para caracterizar los esfucrzos y la orientaci6n del MPI; no se trataba para <·1, Hi de una frase hueca ni de un mero recurso ret6rico. I ';rra Cesar, el MPI era algo realmente nuevo, que estaba II a rnado a marcar una verdadera renovaci6n (en el sentido ;nrl n; cxpuesto de supemcwn) en la historia de la lucha. Se pn·s1~rvaba la continuidad con el pas;~do, se recogia lo mejor d, · los csfuerzos anteriores, pero transfigurados en una nue-

' :o< Sc publico posteriormente como folleto bajo el titulo, Bases para " "" 111/t:lla politica independentista, y fue el primer Cuaderno de Discusion .1.-1 1\f PI (1960) .

o:or. La hora de Ya i~ependencia (1963) y Pr.esente r futuro de P. R.s I " do.-trina de la nueva lucha de independencia (1969) .

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va plasmaci6n, en una nueva forma concreta y especHica, con fisonomia propia.

Ejemplo notable de ello es el hecho de que Cesar acepta­ra la tactica de abstenci6n electoral _ del MPI para las elec­ciones de 1964, el plebiscito de 1967 y las elecciones de 1968. A pesar de que hasta entonces habia defendido inva­riablemente la utilidad e importancia de la participaci6n electoral, no s6lo acepta la posicion de retraimiento adoptada por la colectividad, sino que se convierte en uno de sus prin­cipales exponentes. Insiste en que se le de al retraimiento el nombre mas combativo de "huelga electoral" y prepara un sinniimero de consignas, hojas sueltas, ponencias y dis­cursos abstencionistas.1

:w

Pero si bien estaba dispuesto a aceptar y trabajar en algo que era novedoso para el, como el boicot electoral, tambien insisti6 en que este se concibiera de forma vercladeramente nueva. Insisti6, en particular, en emancipar la abstenci6n de su fundamentaci6n te6rica tradicional, tal como la planteaba el N acionalismo. Para este, el boicot electoral era cuesti6n de principia -y por ende cuesti6n sagrada, inmutable e in­violable- pues £lui a de su planteamiento basico de no-coope­raci6n total con el regimen ( al cual consider aha como total­mente ilegitimo, basandosc en la teoria albizuista de la nu­l idad del Tratado de Paris). Cesar sostiene, en cambio, la necesidad de concebir al retraimiento no como una cuesti6n fundamental, de principios, sino como una cuesti6n tactica que, como tal, representa la respuesta adccuada a una situa­ci6n particular, pero que esta sujeta a constante reexamen y posible revision a la luz de las cambiantes circunstancias.137

La Ia Tesis Polftica del MPI recoge este planteamiento de Cesar:

13 6 Un buen ejemplo es su ponencia para un radioforo celebrado el 23 de mayo de 1964 y reproducido en Claridad, 2a. quincena de julio de 1964, pags. 2-3-

137 Para una formulacion posterior de este mismo planteamiento, vease el ensayo La lucha de independencia. en Ta decada del 70, Nueva York, mi­meografiado, 1971, p ags. 15-21.

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Participar 0 no participar en elecciones, referendums, . pl_ebis­citos 0 cualquier otro medio de consulta para un mov1m1ento de liberacion nacional es cuesti6n proc,esal. Las cuestiones pro· cesales, a difercncia de las cuestiones de principia, son mate­ria de la estrategia y de la tactica.138

En sum a : no se trata ni de repeticion esteril ni de no· v·~dad caprichosa. Sino de verdadera renovacion, de su­lfl~raci6n.

( ltros esfuerzos rerwvadores

Aunque en menor escala, la ruptura co~ el MPI en 1970 confront6 a Cesar nuevamente con la neces1dad de reexamen y renovacion. Separarse del Movimiento fue un paso muy dllrO y dificil para el. Habia cifrado tantas esperanz~s, le J1abia dedicado tantos esfuerzos; ademas, la controvers1a en .-1 scno del MPI, que culmin6 con su separaci6n, habia sido prolongada y muy agria. Pero, sobre to?o• pesaba sob~e su (u• imo el hecho de que nuevamente hah1a q;ted~?o pn~~do d 1 ~ participar activamente, desde una orgamzac10n poht1ca, • ·n I a lucha de independencia. . , . ,

Para propiciar su proceso de reevaluac10n y renovac10n, ••·cnrri6 una vez mas al "exilio" voluntario: esta vez en N 111 ~va York, donde trabaj6 por un afio como profe_sor de •·sltu1ios puertorriquefios en Hunter College. Aunque s1empre 11al1ia mostrado aficion y grandes dotes naturales para la ··nsdianza, esta fue la primera (y unica) vez que se dese~­lwiil> oficialmente como profesor dentro del mundo ac.ade­rn ico. La nueva experiencia le result6 muy g_rata ~ ~shmu-1; 11111~; en particular, lo incito a r~novar e mtensthcar s~ •n l•·n'is par la historia de Puerto ~~~o, tern~ al que.le dedi­··ar(L mucha atenci6n durante sus ultimos anos de v1da. "

En Nueva York redacto, ademas, un exten,~o ensayo,, La l•wlta de indepcndeneia en la decada del 70 , que leyo en ft·hn~ro de 1971, ante un grupo de militantes del MPI e

,·,K-T-a hora de la independencia, pug_ 110.

113

,,

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i~dep~~dentistas no. afiliados.m En este ens a yo exam ina la s.Ituacwn Y perspectivas del movimicnto. independcntista, cri­tlCa tanto la estrategia de no-cooperacion del Nacionalismo como. cl el~ctorerismo del viejo PIP • y: aboga por cl usa re­volucwnano de las elecciones y de la lucha parlamentaria. Este e~sayo _le sirvi? para clarific_ar su pensamiento y sent6 las _one?tacwne.s has1cas que gmaran las actividades que reahzara a partir de su regreso a Puerto Rico en el verano de 1971. En septiernbre funda, en colaboracion con Samuel Aponte, el semanario La H ora y no tarda en lanzarse de He­no en apoyo del esfuerzo electoral que llevani a cabo el PIP para los comicios de 1972.

, Apoyar al PIP er~ una alternativa politica atractiva para Cesar, pues este partido pr.esentaha, en aqucl momenta, un cuad:_o bastante esp_eranzador. Y a no era cl "viejo" PIP de los anos 50 y 60, smo un partido remozado y vi(Yoroso con

t 'd b , g~n e nueva e 1 eas nuevas. La vieja guardia pipiola habia s1do desplazada por un nuevo grupo de dirigentes y la base del pa~t1do se habi'_a arnpliad~ y enriquecido con el ingreso a sus f1la_s d~ ,un nurnero cons1deraLle de rnilitantes j6venes. La orgamzacwn rnostraba nuevo entusiasmo y combatividad: es el momenta de las grandes campafias en torno al roseate de terrenos baldios y en contra de la presencia de la l\1arina n?rteamericana en la isla de Culebra. La renovacion ideol6-gica no era menos impresionante: cl nuevo Programa apro­b~do en 1971,

140 no obstante sus lirnitaciones y amhivalen­

Clas, representaba un significativo avance rnarcando una ruptura tajante con las concepciones pipiolas tradicionales al proclamar abiertamcnte la nccesidad de unir la lucha d_e independencia con la lucha por el socialismo. Se anun· c1aba, ademas, un camhio notable respecto a la cuesti6n

139 En una carta que me escribi6 desde Nueva York el 3 de marzo de

1971, comcnta: "El seminario -lectura de mi articulo- se clio el 27 de fehrem .. Concurrio gente del MPI y otros -unos 30. La discusion fue buena Y 1astante favorable -j con reservas! Pera quieren seguir discutiendo -Ia cuestion de las eleccioncs, sabre to do".

140 El Programa del PIP se publico en 1971 como folleto hajo el titulo,

lndependencia, socialismo, democracia: Unico camino.

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~ ·lectoral: ahora se rechazaba la vision tradicional de las elec­ciones como el centro de toda la lucha, sc reconodan las li­rnitaciones inhcrentes de los comicios dentro del marco colo-

b 1 " l. '"11 nial y sc aboga a por e uso revo ucwnano ue proccso dectoral.H1

El proceso de renovaci6n, sin embargo, result6 ser bas­lante fnigil y efimero: la profunda crisis que f.C produjo en d seno del partido a raiz de los decepcionantes resultados de los comicios de 1972 tuvo como dcsenlace la restauracion lle muchos de los elementos y concepciones tradicionales del "viejo" PIP, con la consiguiente marginaci6n de los sectores mas radicalcs a comienzos de 1973.

La vinculacion de Cesar con el PIP fue, pucs, muy bre­ve: a pen as duro afio y medio (des de scptiembre de 1971 hasta fehrero de 1973). Adem as, fue desde el comienzo una vinculacion limitada: contrario a lo que habia hecho en si­tuaciones ante rio res (con el PCP y con el MPI), Cesar no sc integr6 de lleno al PIP, no particip6 directamentc en su vida organizativa, sino que opt6 por mantener una rclacion indirecta -y hasta cierto punto, ambivalente- con el par­tido a traves de su posicion de director del periodico La H ora ( oficialmcnte, este era un pcriodico indcpendiente, pero para todos los efectos practicos fungia como 6rgano del PIP). Creo que estas circunstancias limitaron considerable­mente la influencia politica de Cesar sobre el desarrollo del PIP. Hay que seiialar, ademii.s, que su vinculacion con el PIP ocurre durante el periodo en que el partido esta en vias de lanzarse a la contienda electoral, o esta ya plena·

~ "El PIP reconoce que el voto en cl vigente sistema es un voto in· completo y trunco, como son incompletos y truncos todos los derechos civiles en un regimen que ademas de colonial es capitalista". (Programa del PIP, pag. 15) "El PIP, como partido re,·olucionario, aspira a llevar a cabo un cambia Eocial profunda y concibe las clecciones como un instrumento de organizacion de fuerzas para reclutar y capacitar a las personas a fin de au. mentar cada d1a el nivel de miloitancia, pao no •:omo cl unico medio para Iograr ese fin ... " (ibid.) Vease tambien cl nrtknlo •lc Carlo~ Gallisa "La participacion electoral como metodo de hwh;L O'll Ia ('O]onia", La Fscale:ra, V, 1-2 (fehrero.marzo, 1971), pags. 18·21. (C,.llislt •·m •·n !'"le momcnto vicepresidente del PIP).

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me~t_c en:frascado .en ella. La cuestion electoral es la prcocu­pacwn central y trende a monopolizar la atencion a expensas de ?,tras prcocupaeiones: en particular, el proceso de reno­vacion '! la c?r~espondiente cliscusion ideologica sobre }a estrateg1a y obJetlvos a largo plazo de la organizacion tienden a ser "congelados" en aras de las cxigencias inmcdiatas de la campafia elector?~· Cesar se sumo a esta tendencia general, concentrando tambren la mayor parte de sus energias a apo­yar el esfuerzo electoral del PIP.u2 Me parece sintomatico el hecho de que, durante el ticmpo que colabor6 con el PIP no produjcra un analisis a fondo de la naturaleza condici~nes Y per~p.cctivas de dicho partido comparable ; los analisis que h1c1era, en etapas anteriores de su vida con relaci6n al Partido Comunista o al MPI. '

Aun en el caso del periodico La Hora, los resul tados se q~edaron mu;: ~or debajo de los objetivos que Cesar se ha­hia trazad9 ongmalmente. En 1970, Cesar habia criticado cl cnfoque estrec~o y sectario que prevalecia en el peri6dico del MPI,_ Clandad ( cl sectarismo llego al extremo de que ~lgunos l~dcres del MPI se oponian a que Claridad publicara mformacwnes sobrc actividades del PIP). AI fundar La Ho~a, Cesar aspiraba_ a crear un peri6dico que, aunque sim­patlzara con l:ln partrdo y este lo apoyara (en este caso, el PIP): f~era sm embargo un periodico am plio y no-sectario, que SITVIera realmente como 6rgano de l a causa en general: que fuera el periodico de la indcpendencia~ y no meramente el portavoz de una organizaci6n independentista en particu­lar. Para asegurarle a su peri6dico la autonomia nccesaria para cumplir esta tarea, Cesar busc6 equilibrar el apoyo del ~IP con el apoyo de un sector sindical y de un grupo de mdependentistas no-afiliados. Pero esta base tripartita de ~~oro no funcion~ adecuadamente en la practica: el apoyo rmc1al del sector smdical y de los independentistas no-afilia­dos ?o crecio sino que se estanc6 en la magnitud original. A medtda que fueron aumentando las nt:ct~sidadcs ccon6micas del pcriodico, este vino a (kpendcT cada V<'1. mas decisiva•

H 2 Vease, al rcspccto, Ia scel'i<'m vr .,,. " ·' I" '"'""Y"·

II r.

mente del apoyo continua do del PIP (adem as _del. apoyo c:conomico La Hora. dependia del aparato orgamzatlvo del PIP para '!a distribucion y venta de~ peri6dico). ~a trans­£ormaci6n de la base de apoyo matenal se fue refleJando_ en Ia oricntaci6n y el contenido del peri6dico: _de una pubh~~­ci6n independiente apoyada por el PIP, paso a ser, el peno· dico del PIP. Durante la campafia electoral, el caracter par­tidista del peri6dico se acentuo notablemente,, exhibiendo, a menudo un sectarismo comparable al que Cesar le hab1a criticado a Claridad. u 3

Una vez concluida la campafia electoral, Cesar trat6 de rcstablecer la autonornia editorial del periodico y de darle un enfoque mas am plio y critico. En particular, trat6 de que d peri6dico sirviera, durante la cr.isis interna del PIP ~ ?o­mienzos de 1973, como foro ampho para el examen cntlco de toda l a problematica del partido y el debate abie~to de las diversas posiciones y concepciones en controvers1a. El propio Cesar comenzo a criticar, des~e su column~ en el ~e­ri6dico e l estilo de direccion caudilhsta que Ruben Bemos pretendia imponerle al partido.:44 E~~o fue, sin embarg~, el c:anto de cisne de La Hora: la dueccwn del PIP no tardo :,n retirarle el apoyo material, forzando asi el cierre del peno­dico.

La muerte sorprendi6 a Cesa_r en medio de u~ nuevo proceso de reevaluacion y renovac16n. Su controversta con el lidcrato del PIP en 1973 lo habia marginado por tercera v~z y, peor aun, lo habia pr.ivado de su periodico. (La ur­~encia que sentia por escrib1r y comentar sobre los pro~le­rnas del pais lo llevo entonces a col aborar .~on la re;1sta A vance, pero tam poco este 6rgano de exprcs10n ~csulto ~e:r ,lnradero: la revista tuvo que cerrar en 1975 dclmlo n (hh-cultades econ6micas insuperables.) .

Los ultimos afios no estuvieron cxcntos tlt~ c:wrta nmar-

. 1~-;; Vease, al respecto, mi "Carta abierta a O:sar Arulfl·.u". To~• ,.:•ml<'m, VI 1 ( febrero de 1972), pags. 23·9.

' ou Vease la discusion anterior de este punto en Ill •o:c:dlin !If (J.) •••

•·MI" cnsayo, bajo el epigrafe de ''Liderato colectivo" ·

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gura, pues Cesar experiment& una creciente frustraci6n ante la impo.sibilidad de encontrar un vehfculo adecuado para encauzar sus inquietudes y encrgias politicas. Pero sabia que no se podia forzar el proceso natural de las cosas, que no se podia resolver artificialmente la situaci6n.

No perdi6, sin embargo, Ia esperanza de que volviera a producirse una coyuntura favorable que Ie permitiera inser­tarse de lleno en el proceso cotidiano d~ la lucha. Pero no era cuesti6n de cruzarse de brazos y sentarse a csperar. Por una parte, sc lanz6 a la tarea de organizar y coordinar la publicaci6n, bajo los auspicios del Concilio de Acci6n Sin­dical (CAS), de una revista te6rica dedicada a los proble­mas del movimiento obrero. Por otra parte, trabaj6 en, y tenia bastante adelantado, un amplio trabajo de comentarios e interpretacion historica (una "vision desde abajo", como la llamaba) de la historia de Puerto Rico y planeaba pre­parar una historia del movimicnto obrero puertorriquefio.

Un proyccto al que le dedic6 particular atenci6n en los ultimos afios fue la edici6n de las Memorias de Bernardo V ega.

145 Este libro -ahora dos vcccs p6stumo- tenia gran

significacion para Cesar, no solo por tratarse de la obra de un amigo muy querido y admirado, sino tambien por consi­derar que constitufa un testimonio unieo, excepcional, sobre la historia de la comunidad puertorriquefia en Nueva York desde fines del siglo pasado.

Tambicn rcanud6 su vieja vocaci6n literaria y habia co­menzado a preparar una novela que, por el amplio material rcunido y el caudal de experiencias que pcnsaba vertir en ella, prometla ser de gran envergadura.146 Lamentablemente, solo lleg6 a dejar escrito el bosquejo central de la obra y copiosos apuntes sueltos.

145

Este libro sera publicado proximamente por Ediciones Huracan, de Rio Piedras.

146 La novela tenia como titulo tcn tativo "El muerto de primera plana",

y uno de sus personajes centrales estaria hasado en gran medida en la figura contradictoria de Antonio Ayuso Valdivieso. A partir del campo del periodismo, Cesar planeaba trazar un aruplio panorama de Ia historia con­temporanea de Ia socieaad puertorriqueiia.

ll8

1\ .- puas dentro del marco -mas estrecho- de po~i-51• "-' ' 1 c· hahia !,ili<lades que se le ofrecian en e momenta, ~sa~ .

mJtH~llzado, una VCZ mas, ellento y arduo prOCCSO e Or:JaiSC 111 w alternativa .. ·

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VI

SACRIFICIOS Y OPTIMISMO

Por su naturaleza capitalista-colonial, nuestra socie'dad suele ser muy ingrata y dura con sus mejores hijos, particu­larmente aquellos a quienes el amor patrio y las ansias de servir a los mejores intereses de su pais los llevan a impug­nar y combatir el orden establecido, el status quo. La vida de Cesar Andreu no fue excepc.i6n a esta regia general.

Ya he aludido en las paginas anteriores a la persecuci6n abierta que sufri6 en 'diversas ocasiones. Fue ar restado en 1950 y luego en marzo y octubre de 1954. La amenaza 'de mayor envergadura fue la acusaci6n por violaci6n de la Ley Smith: el proceso iudicial se extendi6 desde octubre de 1954 hasta enero de 1958, con la siempre presente posibilidad -muy real en aquel tiempo- de sufrir una larga condena en prisi6n.

Una prueba aun mas ardua y exigente fue la persistente pcrsecuci6n indirecta, solapada, que, como comunista mili­tante, sufri6 dentro de nuestra sociedad. Aunque el antico­munismo se intensific6 particularmente baio la e~ida de Ia "Guerra Frfa" y el macartismo, alcanzando niveles de his­tcria colectiva, ha sido siempre una constante, un prejuicio muy arraigado en nuestra sociedad. Cesar tuvo que enfren­tarse a toda una gama de recelos y suspicacias, toda una ~onstelaci6n de presiones y obstaculos, que tendfan a arrin­conarlo, a cerrarle puertas y que le dificultaban sensible­m(mte la cotidiana tarea de vivir y desempefiarse en nuestro pafs. E1 aislamiento, el ostracismo politico y social, fue una

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amenaza perpetua e implacable. Cesar no solo tuvo que des­plegar gran fortalcza de animo, sino tambien tuvo que em­plcar a toda capacidad su enorme talento y multiples dotes para evitar ser reducido al nivcl de paria, para abrirse paso y darse a respetar en nuestra sociedad como hombre de cri­teria independi.ente, como marxista convencido y m1litante.

Esta tarea fue particularmente dificil porque Cesar tuvo que enfrentarse, no solo a las presiones e impedimentos de la sociedad en general, sino tambien a Ia resistencia y recelos de muchos de sus propios compafieros de lucha. Pues el anticomunismo no solo ha prevalecido en el pais en su con­junto, sino que este prejuicio tambien ha calado hondo en amplios sectores del independentismo y del movimiento obre­ro. Junto al ostracismo general, Cesar tuvo que lidiar con el peligro de un ostracismo interno, dentro de las filas de la lucha de independencia y de la lucha sindical. No solo pertenecio a una minoria frente a la sociedad en su totali­dad, sino que, durante gran parte de su vida, fue minoria dentro de la minoria.

Aunque el prejuicio anticomunista fue, seguramente, Ia causa principal de esta situacion, la personalidad eminen­temente polemica de Cesar tambien contribuyo significativa­mente. Siempre fue una figura muy controvertible, y toda su vida esta jalonada por una serie de importantes -y so­nadas- controversias.

La mera enumeraci6n de los adversarios principales lo evidencia: Alberto E. Sanchez (tanto dentro del PC, de 1940 a 43, como en Ia postguerra, cuando este abandon6 el Par­tido y se unio al PPD) , Juan Antonio Corretjer (1947-50) , Ju.an B. Emmanuell:i (1951-52) , Juan Santos Rivera, Ramon 1\.~1rabal y Pablo Garcia ( 1953-54), Juan Angel Silen, Ana Livia Cordero y el grupo de j6venes militantes de Bayam6n (1967), Juan Mari Bras (1970), el Jefe de los CAL, Al­fonso Beal (1972), Ruben Berrios y otros Hdcres del PIP (1973) ...

Ademas, estas controversias fueron generalmente muy

122 ,! ~ I

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i11tcnsas, apasionadas, duras y, en ocasiones, bastante agrias. < :fsar no bacia las casas a medias: siempre era todo o nada. t\ !;i, pues, cuando se decidia a pelear, s: lanzaba de ll~~o a Ia contienda con toda su enorme energta, con gran paswn y vehemencia, 'sin dar cumtcl y aprovechando al maximo sus amplios recursos polemicos, de forma implacab~e, devasta­dora y, en ocasiones, brutal. Todavia recuerdo VlVamente la reunion de la Mision Nacional del MPI en la que Cesar, en una amplia intervenci6n que duro varias horas, a~iquil6 politicamente a Juan Angel Silen, triturando y pulvenzando, ( le forma sistematica e inexorable, cad a uno de sus plante~­rnientos. (Esta impresionante y tremenda polem.ic~ produjo tanta tension entre los asistentes, que fue necesano mterrum­pir la reunion para evitar que terminara a golpes) .m

Sin embargo, hay que aiiadir inmediatamcnte que, s1 hicn era siempre implacable en la polemica, no sol:ia com­hatir por cuestiones adjetivas, ni por razones mezquinas o personales. Si se lanzaba a una controversia, era porque en­tcndia que estaba envuelto algun principia fundamental, al­"Uila cuestion crucial para la lucha y la causa a la que se ~abia entregado de lleno y que era, por ende, de vital Im· portancia para el.

147 La reunion de la Misi6n Nacional se celebre) en agosto de 1%7 y, por acuerdo de los presentes, fue cerrada y confidencial, p<lr lo que no •tneda record de las discusiones salvo en el recuerdo de los asistentes. Pero }'Uede obtenerse una idea de I~ " issues" en controversia Y de los plantea· Ill icntos de las partes, de los documentos de Ia controversia p<lStez-ior con d grupo de j6venes de Bayamon, la cual giro sobre los mismos problemas l,iiskos: vease al respecto tanto la carta de los jovenes como la respuesta olo Cesar "Los fundamentos del MPI", en el Boletin de DiscusiOn del MPI, N • 2 (diciembre de 1967). Para el efecto de.vastador que tuvo Ia contro.

um. • r b La versia para Juan Angel Silen, vease su propio. t~timom_o en su t' ro, . 111wva lucha de independencia, Rio Piedras, E<htonal E<hl, . E1~3, pag. 145: "I :nnfrontado con sus errores, desinflado polfticamente, desil~s.tOn~~o Y ~St· ml6gic:unente enfenno, Silen s-e ha de marginar en su partt~tpacton ach~a •lcntro del MPI. Reconociendo que Ia lucha de independencta ,av~ mas nll/1 de las limitaciones personales de sus dirigentes Y de sus hderes ·

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Aunque requiere una digresi6n en la exposici6n, es ne­cesario apuntar un factor adicional que contribuy6 a que Cesar fuera, para muchos compafieros de lucha, una persona dificil de comprender y aceptar. Y a he mencionado en re­petidas ocasiones que Cesar tenia cabal conciencia de la naturaleza dinamica de la realidad hist6rica y, por en de, del caracter inevitablemente transitorio de los problemas y de las formas de acci6n, no empece la irnportancia enorme que pudieran tener en un momenta dado : por ello su firme disposici6n a modificar sus planteamientos tacticos y sus for­mas de actuar a Ia luz de nuevas circunstancias y sitnacio­nes. Esta comprensi6n de la dinamica hist6rica era "natu­ral" para un comunista, pues es consustancial con el marxis­mo; pero no lo era asi para gran parte de sus cornpafieros de lucha. Mientras Cesar, por su formaci6n marxista, no se dejaba deslumbrar ni por el esfuerzo invertido ni por el exito logrado en un momenta dado por una tactica particu­lar, manteniendose siempre abierto a la posibilidad de cambiar de tiictica en el futuro, no ocurrfa asi con muchos de sus compafieros que, por no tener esta perspectiva hist6-rica, tendian a aferrarse a una forma particular de lucha ( miixime si habia tenido algun exito en el pasado) como si fuera algo absoluto e inmutable, un dogma sagrado. Creo que Cesar subestimaba a menudo el problema que esto con­lleva y tendia a dar par sentado - injustificadamente- que los dernas comprenderfan y responderian a los cambios de la misma forma que el lo hacla. AI no tamar en cuenta y atender debidamente la resistencia al cambia que predomi­naba en los demas compafieros, Cesar daba margen - innece­sariamente- al desconcierto, la confusion y los malenten­didos.

La cuesti6n electoral constituye un buen ejemplo. Ya hemos vista que Cesar acept6 -dentro del MPI- la tactica de huelga electoral. a pesar de haberla combatido basta en­tonces.Hs Aclar6, ciertamente, que concebfa el retraimiento como una cuesti6n tlictica, y no de principios; pero nunca

1~ Vease Ia parte V de este ensayo.

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almnd6 sohre el particular ni explic6 detenidamente las ra­zoncs concretas de su decision y el alcance que tenia la r11isma para el.149 Sino que, una vez hecha la salvedad de que se trataba de una cuesti6n tactica, Cesar se lanz6 de ll• ~no a la campafia abstencionista, a defcnderla e impulsarla con todos los recursos a su alcance, sin tener el debido cui­dado de destacar las necesarias cualificaciones y limitaciones intrinsecas de la tactica de retraimiento, sin enmarcarla en una adecuada perspectiva hist6rica. Esta concentraci6n total y sin reservas en la campaiia abstencionista contribuy6, sin cluda, a fortalecer, o cuando menos, no ayud6 en nada a mitigar, la tendencia de muchos compafieros en el MPI. a ver en la huelga electoralla forma de acci6n por excelencw, uno de los pilares centrales del Movimiento. Para Cesar, eiertamente la huelga electoral no era una panacea ni cosa par el estil~ ; pero se comportaba como si lo fuera. Su dedi­c:aci6n total y completa a la campafia abstencionista respon­clia a su afiin de que -ya que se habia adoptado esta tac­tica- esta tuviera la mayor fuerza y eiectividad posibles: para asegurar su exito, habia que concentrar todos los es­fuerzos, por encima de toda otra consideraci6n. Pero esta misma concentraci6n total en la tarea del momenta, a exclu­sion de todo lo demas, producia en quienes no compartian la comprensi6n hist6rica de Cesar - y en ausencia de las

~ Creo que, en el fondo, habia dos razones principales para aceplar Ia tactica abstenoionista: l) Cesar consideraba que el MPI represcntaba Ia uni· ea espcranza del independentismo en aquel momcnt!l, por lo que conn·ibuir a sn desarrollo tenia preeminencia como objetivo, JX>r encima de cualquier difcrencia en materia de tactica; 2) el problema inmediato que confrontaba c:1 ~!PI era superar Ia nefasta herencia de electorerismo a ultranza del viejo PIP que lastraba y estancaba al indepcndcntismo : para el prop6sito parti· •:ular de combatir el "pipioJ.ismo" y lo que 6ste representaba, Ia huelga d cctoral constituia un antidoto de gran utilidad y eficacia. P ero por ello rnismo, una vez mejor6 Ia situacion general del independentismo Y la he. rencia del viejo PIP dejo de ser un problema importante (al renovarse 'I radicalizarsc el PIP a fines de Ia decada del 60), G sar no luvo reparos en volver a propulsar Ia participacion electoral. (Para. una tliseusiiin nu1~ amplia, vease mi articulo, "La cuesti6n cledoral : Una Vt'~. mit~", •~n l.(l Escdlera, VII, 1 (mayo, 1973), cspecialmcnl< ~ ]~:'tg~. I:\~ l7).

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debidas aclaraciones y cualificaciones- la impresi6n de que la tarea que se realizaba era no solo la mas importante y urgente para este momento- particular , sino para siempre. Por ello, ~uando a fines de la decada del 60, cesar llega a la concl~16n ?e que la situaci6n hist6rica habia ca~biado y que se Impoma retornar a la participaci6n electoral, en· contr6 una fuerte y tenaz resistencia entre sus compaiieros del MPI, no pocos de los cuales, desconcertados, lo vieron como un ~ombre. inconsistente, erratico e impredecible.

Ocurno lo m1smo con su apoyo a la campafia electoral d~I ~IP pa~a los comicios de 1972.150 Su empefio por con­tnbmr lo mas posible al exito de la campaiia pipiola, eclips6 totalme?te toda otra consideraci6n, hasta el punto de que, en o?aswnes, pa.recia ser mas popiolo que el prop,io Ruben Bernos. Defend16 a r ajatabla la participaci6n electoral al extrema de sugerir que el hoicot electoral jamas habia ;ido d~ ~!Puna utilidad en la hjstoria de la lucha de independen­Cia. Creo que en esta forma - desmesurada, a mi juicio­de responder a la preocupaci6n del momenta esta la raiz de nuestro desacuerdo en 1972. Cesar insistfa en que la urgente tarea d~~ moment.o -.~a campaiia electoral- exigfa una con­c~ntracwn Y, dediCac~~n total, y que toda otra preocupaci6n solo, ayudana ~ dcb1htar y desviar el enorme esfuerzo que hahia qu~ reahzar p~ra garantizar el exito de la campaiia. Yo sostema, en ~amb10, que no se podia permitir que el gran esfuerzo que, Ciertamente, requeria l a campaiia electoral nublara la vision total de la lucha: habia que enmarcar ei esfuerzo electoral en su justa perspectiva y preservar a toda costa l a conciencia de ello en los militantes, para evitar que se desarrollara en ellos un pernicioso ilusionismo con rela­ci6n _a los comicios, y posteriormente, un igualmente despro­porcionado desaliento y desmoralizaci6n.152

'15{) Vease los innumerables editoriales y articulos que escribi6 al r especto para La llora, desde fines de 1971, hasta noviembre de 1972.

161 "La Iucha electoral y parlamentaria en la tcoria socialista" La

Hora, II, 45 (5 de julio de 1972), piigs. 18-9. ' 152 Vease, al respecto, mi "Cilrta abierta a Cesar Andreu", La Escalera,

VI, I (febrero de 1972) , pags. 23.9.

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En suma: por todo lo anterior, Cesar tuvo siempre que l uchar en contra de l a corriente : en primer a instancia, contra d orden social establecido; pero a menudo, tambien en con­tra de las concepciones y tendcncias prevalecicntes entre sus c:ompaiieros de lucha.

Como es de esperar, en un pais como el nuestro y dada la vocaci6n de lucha de Cesar, tuvo una vida dura y dificil, llena de sacrificios. A pesar de que con sus abundantes dotes naturales e increible capacidad de trahajo pudo haberse asc· o-urado -con un minimo de concesiones al status quo- una ~ida relativamente c6moda y holgada {ya sea como dir igentc sindical, educador, periodista o propagandista, entr.e ?tras posibilidadcs), opto por mante1~erse fiel a sus conviccwnes y tener una vida ardua y prccana, de perenne estrechez ma­terial.

Y nunca se arrepinti6, ni sc lament6, de ella; pues com· prendia que los sacrificios constituian una de la_s c?nsecue?· cias ineludibles de su dcdicaci6n a mantcner cnteno propw y luchar por la emancipaci6n de su pueblo :. eran, para. el, los O'ajes del oficio de opositor del o:·dcn soc1al cstableCido. Ace~taba los sacrificios como cosa natural, pero sin en modo alguno glorificarlos, sin hacer un culto. de ellos. Por cs_o insistia en difcrcnciar la actitud comumsta :frente al sacn­f icio de la actitud nacionalista. Comcntando criticamente la celebre :frase de Albizu, " la patria es valor y sacrificio", Cesar sefiala :

]\' o puede ser accidente que Albizu adoptara como lema de su vida ]a palabra sacrificio. Para mote del escudo de un indivi­duo, pase. P ero de lo que no se pcrcat6 es que no puede ser efect ivo como lema de un pueblo. El pueblo, lo que se dico pueblo, no es extraiio al sacrificio. Su vida cotidiana lo cs y apcnas conoce otra cosa. De mancra que es absurdo definirle la patria como sacr ificio. Tiene que ser otra cosa distinta por la que vale Ia pcna luchar y llegar hasta el extrema de dar ]a vida. Son conr.eptos di~IHUes: uno cs la lucha como dolor como llanto como tristeza tp!C se acaha solo con la mucr~e ; otra es la 'rucha como placer, como sonri!'a, como ale-

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gria en que la muerte es fin inevitable, e indispensable a vo­ces, si Ia felicidad por la que se comhate exige ese preci() . . . El sacrifido, diclw en diversos sentido, esta presente en am· bos, pero e) primcro es SOlo renunciacion y )uto mientl"3S e] segundo es vocaci6n y rriunfo.1 5s

A pesar de todos los sinsabores, de las muchas desilusio· nes y reveses, Cesar no se dej6 abatir animicamcnte, sino que mantuvo hasta el final un optimismo inquebrantable. No era una fe ciega, sino una confianza razonada en que, en la historia, a pesar de todo, la humanidad progresa, la lucha avanza. En este sentido, me parecen muy caracteristicos los versos que Cesar escogi6 como lema para su novela Los Derrotados:

No digais que Ia lucha no adelanta, que el afan y los golpes son en vano, que el enemig() no cede ni sc rinde, que nada cambia, que todo permanece ... Pucs mientras las olas fatigadas en vano baten sin aleanzar, al parccer, una pulgada adolorida, alia en Ia distancia comienzan a calar los manantiales y se allegan silenciosos, inundando el continente.15•

No obstante las dificultades o los fracasos , Cesar se man· tenia en constante efervescencia, en continua ebullicion de nuevos planes y proyectos. Recuerdo innumerables reuniones en l as que los j6venes pareciamos ser los viejos, al levantar un sinfin de objcciones y dificultades al mas reciente pro· yecto que Cesar nos presentaba con un entusiasmo juvenil, irrefrenable.

Quizas por ello nos sorprendi6 tanto su muerte : con esc entusiasmo, con tanta vitalidad y energia, dificilmentc se le podia asociar con la vejez o la muertc.

1~3 "Carta al Camarada Zeta", sin fccha, copia mecanografica en archivo personal CAI, pags. 3-4.

1 5 4 Los ver8os son del poeta ingles, Arthur Hugh Clough (1819-1861) ; Ia traducoion es de Diana Cuevas de Andreu.

128

VII

ANTE SU MUERTE

Resulta muy dificil para mi, calibrar y exprcsar ad(~cua· clamente l a magnitud de la perdida que la mucrte de ( :!·sar Andreu representa .

Carezco de los medios expresivos para tan siquiera cm­pezar a comunicar lo que la desaparici6n del amigo para mi significa. Solo puedo decir que con CCsar, el tcnn ino amistad -normalmente tan abusado y trivializado- reco· braba su plenitud y profundidad de sentido.

Abruma, tamhien, pensar en la cantidad de proyectos inconclusos, en todo lo que qued6 sin hacer; igualmente, en el enorme caudal de conocimientos y experiencias de Ia lucha que se ha perdido insalvablemente ...

Pero si mucho es lo que hemos perdido, tambien es mu· cho lo que queda . . . y que perdurani.

En primera instancia, su ingente obra, de la cual he tratado de ofrccer una idea a lo largo de este ensayo. No me cabc la menor duda de que su importancia y significacion crecera, sc agigantara con el curso del tiempo: a pen as co· micnzan a cosecharse los frutos de sus esfucrzos, de su ex· traordinaria labor.

Y, sobre todo, queda y l)crduran\ cl luminoso ejemplo de su vida. Dentro de todas las limitaciones, dificultades e impedimientos que impone nucstra soc:iedad, tan cstrecha y restrictiva, fue una vida admirabl(~, rica y p l l ' lla, noble y generosa, eminentemente productiva y fecunda, d1 ~ inesti·

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mablc serviciO a su pueblo. En suma, puede deeirse sm va­ci1aci6n que, fue, en conjunto, una vida hermosa.

Cesar solia insistir sobrc Ia importancia del estudio de nuestro pasado con miras a orientarnos en el presente y des­cifrar su proyecci6n futura:

.\o;; importa Ia h istoria, no por el inten~s de su relato, sino por su enrraiia viva de expcriencias. Lo pasado vale en tanto en cuanto puede arroja r luz sob re nuestro acontecer de hoy . . . SabiPndo el punto de partida, es mas facil orientar nuestra hrujula. De ah! el valor que pura nosotros tiene Ia historia: lo que hay en ella de anunciaci6n de futuro.1 5 "

La propia vida de Cesar es una espe ranzadora "anunciaci6n de futuro". Por ser un ejemplo elocuente de lo que puede hacer un hombre, aiin en medio de Ia adversidad y las limi­tacioncs de la sociedad presentc, nos ofrecc un valioso atisbo Ue CU<:lll extraord inariamentc r ica y bella Sera en el futuro la vida humana, cuando se cmancipc de sus actuales trabas .-,oeialcs f' historicas.

Rio Piedras, Puerto Ri co

Verano de 1976

t,;,, U Grito de Lar£'S y lu actmzlidad puertorriqu.dia [vease nota 59] , pil~ .. ).

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Lista de Fotografias

] • pagina:

Pagina del <llbum de graduaeion de Ia cseuela superior, 1934. Recuadro: foto de : g raduaeion, 1934.

2'' pagina

En Ia Guayana Britanica, 1941-.5, mientras servfa e~n el ejhcito nortcameri­cano.

3'! pagina:

(foto superior) Reuni6n del Comit(~ Cf~ntral del PCP, 1940, en Trc:a~un· Island, Cidra. (foto inferior) Asamhlea Constituyente de Ia Conl(~deracibn Gt>neral de Trabajadores (CGT), .~ ] de rnar.r.o de 1!)40.

4~ pagina:

(fo to superior) Mesa presidcncial de la Asamhlea de Renrgan izacion del PCP, mar1:0 de 1946; de izquicrda a dereeha, Adria n Sotomayor, Paseual Otero, Cesar Andreu y Juan Sanh1s Ri vera. (toto inft•rior) Man ifestaeion del PCP frente a La Fortaleza, 1947. c-:n contra de Ia aprobacic'm de• un provec•to de ley Prohiblendo las hudgas de cmpleados gubernamcntales .• Apareco ~n en la foto, entre otros, Abraham Pefia, Cesar Andreu (2~ y .) '', n·spcetivament.t•, de izqu ienla a dereeha) v Jane Sp<:~d de Andreu.

5'1 p<lgina:

Dictando Ia confcreneia, "El conflicto de nuestro ticrnpo" , ~n lu Univasidad de Puerto Rico, 1917.

6a pagina:

Con.stJ;Uyendo su casa en lndieras de Maricao. ] 9S4.

7·' pagina:

(foto superior) Comision Polftica del MPL ca. 1967. S"cntaclos, tle izc1uierda a d erceha: Pedro Baig{'S Chapd, Lore::nw Pi1it>iro Rivera, Francisco Manrie1ue Cabrera, Juan Mari Bras y Cesar Andn·u; de pie: Ramon Arbona, Carlos P aralitieci, Fran Cervoni. Julio VivP.S. i\lorman Pit·tri v .lairnc Luciano. (li11o inrcrior) Banquet.c.-~homenaje auspil'iado por d MPI, agoslo clc· 196 1. c•n ocasion de recihir Cesar el premio de periodismo clef lnst.iluto dt· l .iltTalur:c

Puertorrique iia; de izquienla a dereeha: Antonio Ayuso Valclivic·so. I :i·s:cr

A ndreu, Diana Cuevas de Andreu, .Juan Mari Bras y Fra11 I :c·noui .

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Pronunciando dis•~ursos en ac tos del 1\tPI durante Ia d~cada del 60.

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R<:trato dt> principios dt> Ia d t>,-ada del60.

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(foto superior) Trahajando eon Samud Aponte en lo., t.allc>res de rcdaceion del sema~ari~ La Hom . (foto inferior) Manifestaci6n en apoyo de Ia hudga de los penod1stas de Prensa U n1da Intcrnacional; frentl~ a Cesar, marchan su csposa Diana y su hi ja I ,eila Aurora.

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F'o to tomada por su hijo • .'Jicohis Andreu Speed. a principios de 1976.

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CIWNOLOGIA SUMAHIA

(31 de julio) Nace en Ponce, Puerto Rico. La familia Andreu-Iglesias se traslada a San Juan. Estudia en la Escuela Superior Central de Santurce. Par­ticipa en las campaiias estudiantiles en contra de la ense­iianza en ingles en las escuelas y en defensa de la cultura puertorriqueiia. Haec lecturas independiente.;; en Ia Biblioteca Camegic de San Juan. l ngrcsa a Ia Universidad de Puerto Rico, la ruin.a econo­ruica de su padre Ie obliga u abandonar sus estudios sin complctar siquiera el primer semcstrc universitario. Va a trabajar a los mueles de San Juan. Conoce al lider comunista, Luis Vergne Ortiz. lngresa al Partido Comunista y se incorpo-ra al cuerpo de rcdaccion del periodic,o del Partido, Luclta Obrera. Se desempena como organizador de Ia National Maritime Union en el puerto de San Juan. Desempef1a d cargo de Secretario Sindical del PCP. Ade­miis de su rraba:jo sindical en los muelles, participa en los csfuerzos organizativos en la industria azucarera y en diversas fabricas. Tamhien participa destacadamente en las campanas a favor de Ia extension a Puerto Rico de la ley federal de Horas y Salarios y de la Ley Wagner. Participa en las r,ampafias de frente unido por Ia inde­pendencia de Puerto Rico (en ocasion del primer proyecto Tydings), por la excarcelaci6n de Albizu Campos y otros lideres del Partido Nacionalisra, y de apoyo a la Repu­blica espanola. Juega un papel destacado en Ia huelga general en los muelles, que culmina en una gran victoria para los tra­ba jadoi·es tras 42 dias de lucha. ( enero-rnayo) Estudia en la Escuela Nac,ional del Partido Cornunista de los EE. UU. (en Camp Unity, Windale, Nueva York). ( julio) Contrae matrimonio con Jane Speed.

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l31 de tuarwJ A~amLlea Constituyenre de la Confedera­cion General de Trabajadores (CGT_l: Cesar es electo a l Comitc Ejecutivo. Posterionnente, reJJ UHcia a cste puo::.,; to l'ara ~kciicur,;c to­talmcnte a] PU'. Aume d cargo de ::'Jcuetario de Edu­cacibn y Propaganda y d.irige el nuevo pcriodico dd P ar­t ido, Vadad. El l'CP lo po~tula como candidato indepcnd icnte en las eleclcioncs generales de este afio. Es r eclutado por cl ejercito norteamcricano ; sirve en Ja­maica y en la Guayana Brit[mica. (febrcro) Se licencia del ejercito. Acogiendose a los he­neficios para veteranos, reinicia ~;us cstudios en la Uni­versidad de Puerto Rico. (10 de marzo) Asamhlea de Reorganizacion del PCP (el P artido se habia a utodisuelto en 194 -1) : Cesar es clecto P r esiden tc. Controversia c,on Juan Antonio Corretjer, que culmina con la expulsion de Corretjer del P artido. Fundac,ion de la lJnidad General de Trabajudores (UGT ). Nace su hijo, Nicolas Andreu Speed. (20 de junio) 2a. As:nnblea Nacional del PCP : Cesar es rcdcclo · Presidentc del Partido. (scpticruhre) Dicta la conferencia, El Crito de Lares y la actualidaxl puertorriqueiia, que luego se publica como folleto. Termina el Bachillerato en la Universidad de P uerto Rico. ( noviembrc) Con motivo de la iusurrecci&n Nac.ionalista, es cncarcelado, junto con otros dirigentes comunistas ; po· cos dias mas ta rde, es exonerado y puesto en libertad. (mayo) Prescnta extenso informe politico a la 3a. Asam· blea Nacional del PCP; es rcelccto Presidcnte. P uLlic:1 el libro I ndcpen<lencia :Y ::ociaUsmo, una scleccion de sus emayos polltic,os de 1947-51. (mayo) "A.~amblea Extraordinaria del P CP para dilucidar la controversia con Juan B. Erumanuelli. Cesar presenta dos trahajos polcmicos: La politica del partido y- nuestros tarcas y Respuesta al carnarada Emnuznuelli. La contra · versia cuhnina con Ia expulsion de Emman uelli del Par­tido. Cesar asume el cargo de Secr etario General (Juan Santo& Hivera, quien a la sazon era cl Secreta1·io General, pasn a ocupar el puesto de Presidente) . P repara extenso p royecto de Tesis Polit ica, La situaci6n de P. R. y d camino de la victoria del pueblo, para ser

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considcrado en la 4a. Asamblea Sacional dt· l I'Ll'. '1': 1111

b ien, Memorial a las Naciones Unidas solne t•l cu.,t• tf,. Puerto R ico, el cual sc publico tambien como Jollcl " ,.u ingles. (septiemh re) Es separado del cargo de Scctetario Ct:unul del PCP y excluido del Comitc Centm l. (marzo) Es arrcstado, junto a otros c,omunista~, a raiz del ataque Nacionalista al Congreso de los EE. UU. Poco t iempo despues, es puesto en lihertad. (mayo) 4a. Asamblea Nacional del P CP. Tras una i ntcJJHa controvcrsia, un grupo de militantes ( t'n tre ellos, Jaue Speed) a1andona la Asamhlea. Tanto en ;;u intervencifln en el debate, como en una exten!"a carta que .sometio pos· teriom1ente al Comite Cent tal, Cesar c ritica duramPnte Ia trayectoria que esta siguiendo el P artido y la forma en que se desarroll o la 4.a. Asamhlea. Aunque no renuncia formalmente, estit para todos los efecto~; prncticos al mar­gen del Partido. (verano) Cesar se r etira con su familia a una r{lstic;a casa en Indicrn~ de Maticao. ( octubre) Cc~~ar, .T anc y otros dcstacados comunistas son arrestados par cl FBI y acusados par violnci6n de la Ley Smirh. T:l p roceso en Ia Corte Federal sc extendera hasta 1958. Comi.enza a escribir Ia uovela Los derrotrulos. La editorial Los Presentes, de ~viexico, publica Los derro­tados. ( diciemhre) Tra.;; el clescalabro del PIP en las elecciones generales de novicmbre, Cesar redac,ta el ensayo "Bases para una n ueva polltica independenti.sta", en d que ana· liza Ia situaci on del indcp endentismo y exp1ora las posi· bilidades de una nueva altemativa para la lucha de in­dependenciR. Recibe cl premio <le novela del Instiruto de Literatura Puertorriqueiia por Los derrotados. Su segunda novela, Una gota rle tiempo, obtienc e1 prin:cr premio en el Ccr­tamen de 1\avidad del At<~nco Puertor riqucfio. (encro) Se archivan los ca.sos contra los comuni~tas en la Corte Federal. El pcri6dico El I mpflr6al inicial Ia pnLlicacilm en scrie de Los derrotados. Su comedia, fl inciso hache, ohtiPrH~ menci(m honorifica en d cerlamcn del Atenco Pnertorri ­quefio. Fallf~Ce ~u f'::<posa, .T anP Spc'·'l. E~cr.ihc su tercera no•:da, Fl ,f,·rrwiiJ,,._

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Se une a los esfuerzos por organizar el }lovimicnto Pre lndependencia. Dicta una importante confcrencia en la que traza su concepcion de la estrategia y t:ac.tica que debe seguir el lVIPI ( esta conferencia se publica como folleto en 1960, hajo el titulo, Bases para una. nueva politica in-Jependentista). · Contrac matrimonio con Diana Cuevas. ( dicicmbrc) Comienza a escribir la columna tliaria, Casas de aqui, para el peri6dico El lmparcial. El Club del Libro, de San Juan, publica El derrumbe. l\-acc su hiju, Leila Aurora Andreu Cuevas. Hecibe el premia de periodismo del Insrituto de Literatura PucTtorriquefia por sus columnas, Casas de aqui. Participa destacadamcnte en la preparacion de la Ia. Tesis PelitiC<< d('[ 1\U:r. El proyecto de Tesis es cprohado en Ia ·1,a. AEamhlca Nacional del IVIPI y se publica en l%3 bajo el titulo, 1-a luna de la i1"dependencia. Preparn un suplemento a la Tcsis Politica, que se publica en l9(d. Lajo el titulo, jDespiertn boricua! jDefiende lo tuyo! Publica d libra, Luis Mw~o::. Jlar'in: Un hombre acorra­l!!du par la historia, en el que reproduce una seric de cO· Imnnas ,.;dnP. Munoz que escribi6 para Casas de aqui en El Imparcia!.. Prcpara ponencias, discursos, hojas sueltas y comigna:: para la campaua de huelga electoral del MPI. Hecibe cl premio de pcriodisnw de la rcvista San Juan Review. Purticipa destacadamente en cl frentc unido antip1cbisci-turio. ( ago."to) Polemica c,on Juan Angel Silen y Ana Livia Cordero. ( diciembre) Publica un extenso ensayo polcmico "Lo~ fundamentos del ..'IIPI", en contestacion a los planteamien­tos de un gr upo de j6vcnc.s militantes del MPI. La gerencia del periodico Ll hnparcial decide deseontinuar Ia columna Casas de aqui. Comienzu a traba jar como asesor de Ia Union Gastron6-mica. Presenta la ponencia "El movimiento obrero y la lucl1a de independencia", en el Seminario de Dirigcnte~. del MPI. Dirige el proceso de elaboraci6n de Ia IIa. Tesis Politica del 1\WI. El i\1PI uprueba el proyecto de Tesi:o Politica y esta se

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publica bajo el titulo, Prescnte y futuro de P. R.: La doc­trina de la nueva. lucha de independencia. Viaje a la Union Sovietica y la Republi<;a Democratica Popular de Corea para asistir a un c.ongreso internacional de periodistas. Trabaja como asesol· de la Union de TrolJqui,;tas y les prepara un programa radial. (junio) Se separa del MPI tras la controversia con Juan .1\'Iari Bra.s. (septiembre) Se traslada a Nueva York para desempeiiar. sc como pTofesor en el pmgrama de Estudios Pucrtorri­quenos de Hunter College. Prepara y lee ante un grupo de independentistas de Nueva York el ensayo "La !ucha de iudependencia en ]a decada del setenta". i. mayo) Regreso a Puerto Hi co. (septiembre) Inicia, con la colaboraci6n de S<1nmel Apon· te, la publicaci6n del semanario La Hara. Cont'roversia con Ruben Berrios y otros lidares del PIP; se ve obligado a cerrar el scm.:nnnio La Hora. Comienza a colaborar con ]a revista A-vance. Trubaju nuevamente como asewr de Ia Union Ga~tron6-mica. Termina de preparar su edici{Jil de las Memorias de Bel·­nardo Vega. (17 de abril) Fallrce en cl Hospital de Vcteranus, de San Juan, como resultado de un infarto cardiaco. Deja inconclusos, entre otros, Io~ siguientcs trahajos: Aspectos ignorados de la historia de Puerto Rico; Una visi()n "desde abajo". Problemas politicos (y per.sonalcs) de la lncha de inde. pendencia: Cartas al camarada Zeta.. El muerto de primera ['lana. (Proyecto de novda).

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Este libro sc tcrmin6 de imprimir el dia 26 de abril de 1977, en los tallcres de la Editor ial Libras de .Mexico, S. A. , Av. Coyoacan 1035, Jv[exico 12, D. F. Su tiro

consta de 3 000 cjemp!ares.