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1 Ver: Chile, una democracia tutelada, de F. Portales, especialmente el Capitulo III. Centros de Estudios Sociales Construcción Crítica Una apuesta de vinculación entre Universidad y Campo Popular 2

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Centros de Estudios Sociales Construcción Crítica

Una apuesta de vinculación entre Universidad y Campo Popular

Desde hace un buen tiempo a esta parte, en Chile se han hecho muy conocidos y populares entre ciertos sectores los así llamados Centros de Estudios. El origen de este tipo de instituciones no es reciente en el mundo, pero en nuestro país podemos decir que sólo han adquirido la gran notoriedad e influencia que tienen después del régimen militar.

En efecto, luego de muchísimos años de controlar en toda su amplitud y comodidad el aparato del Estado y, por ende, la capacidad de gestionar el modelo económico del país, la derecha tradicional vio cómo su poder incontrarrestable se derrumbaba rápidamente ante el menor asomo de una elección “democrática” (nótese las comillas), el plebiscito de 1988, y posteriormente la primera elección presidencial en la que ganó Aylwin, dando paso a la estrategia neoliberal renovada (y solapada), bien conocida como Concertación. Esta situación, como es sabido, le arrebató a los sectores de extrema derecha la posibilidad de seguir profundizando las reformas privatizadoras de su programa neoliberal, al menos a la velocidad que esperaban hacerlo hasta mediados de los noventa, cuando supuestamente pensaban entregar el poder con un sistema más consolidado, léase amarrado, siguiendo el cronograma de Jaime Guzmán.

Era evidente, entonces, que quienes se habían acostumbrado al poder, no iban a dejar de hacer sentir su influencia en el nuevo contexto así de fácil. Mal que mal, la DINA obtuvo bastantes cupos en el Congreso –sistema binominal mediante-, los suficientes al menos para bloquear todo atisbo de ley que sugiriera el nuevo pacto de gobierno si este resultaba contrario al cauce en que hasta entonces se hallaba Chile. Hay que recordar que la Constitución espuria impuesta en el pacto que selló el fin de la dictadura estaba hecha pensando en que, se ganara o perdiera la presidencia, por medio del congreso se iba a poder mantener la capacidad de bloqueo de las leyes que no concordaran con el espíritu del sistema económico1. Esto es relevante puesto que para mantener a Senadores y Diputados de UDI y RN, o sea la derecha tradicional, en línea y enfrentando en bloque todo lo que planteara la Concertación, se hacía necesario un lugar centralizado de generación de pensamiento y conocimiento del cual emanaran las pautas y argumentos para saber qué bloquear, por qué hacerlo y el mecanismo más efectivo para ello. Se trata de convergencia del pensamiento a la luz de la opinión pública.

Así, “tras la derrota de Hernán Büchi –candidato de la UDI- en la carrera presidencial de 1989, el ex candidato tenía un objetivo claro: fundar un centro de ideas que enfrentara al nuevo Congreso y al gobierno de la Concertación”2. Así fue como junto con otros personajes cercanos al pinochetismo y al neoliberalismo delinearon los principios fundamentales de un nuevo Think Tank3: Libertad y Desarrollo. La apuesta era ganar peso en la discusión de las políticas públicas, para lo cual se encargaron de desarrollar análisis y sugerencias casi semanales de todas las leyes relevantes que llegaban al Congreso, así como de asesorar a los parlamentarios de derecha en

1 Ver: Chile, una democracia tutelada, de F. Portales, especialmente el Capitulo III. 2 Revista Qué Pasa, Edición Especial, Santiago, 03/11/07. Extraído de http://quepasa.cl/medio/articulo/0,0,38039290_101111578_309367457,00.html. 3 Este anglicismo significa literalmente “tanque de pensamiento”. Hace referencia a dos características básicas de un Centro de Estudios: Think, pues produce conocimiento por medio de la reflexión intelectual; y Tank pues más allá del conocimiento que produce, el interés es darlo a conocer, difundirlo y convertirlo en ideas fuerza que influyan en la sociedad (de ahí la metáfora de un tanque pues el pensamiento debe tener fuerza suficiente para ser útil).

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cuestiones relativas a la protección y mantención, en la medida de lo posible, de las políticas que benefician al empresariado y al modelo económico de crecimiento desigual existente.

Libertad y Desarrollo es un ejemplo bastante ilustrativo de lo que se entiende por “Centro de Estudios”, ya que su actividad habla por si misma, a saber: análisis de la situación actual coyuntural y a largo plazo, medición de correlaciones de fuerza políticas y sociales, búsqueda de resquicios legales capaces de mantener y proteger el poder de sus intereses -del empresariado y sus mártires ante cualquier ataque-, entre otras. En suma, se trata de un lugar donde se centraliza y articula la estrategia política, económica y social de la derecha dura en base a elaborada información, que se encargan de difundir de modo tal que parezca que se trata de verdades objetivas e indiscutibles, para lo cual cuentan a su favor prácticamente con todo el aparato comunicacional que existe en Chile: periódicos, revistas, canales de televisión, radios, etc. Es, entonces, un Centro de Estudios que consigue influir profundamente en la toma de decisiones gubernamentales gracias a su alta legitimación en la esfera política parlamentaria. El conocimiento e información que generan es producido por su mismo sector, independientemente de donde se obtenga el dato duro (levantado por ellos mismos u obtenido de fuentes secundarias). Lo importante es el análisis que se hace de los datos que obtienen, en tanto sirve para argumentar, convencer y persuadir en las altas esferas de que determinada idea está en lo correcto. El conocimiento logra ser eficazmente instrumentalizado por un sector determinado del campo político, lo cual se consigue en mayor o menos medida dependiendo de ciertas condiciones sociales variables para tal ejercicio, a saber: control de un aparato comunicacional potente y suficiente para difundirlo, cuadros intelectuales que lo trabajen, procesen y analicen, medios materiales suficientes para mantener su reproducción constante, y por último pero no menos importante, representantes políticos electos dispuestos a implementarlo en la práctica de la elaboración de leyes. Por esto es posible entender a los grandes centros de estudios, en términos gramscianos, como un aparato (de entre muchos) de producción y reproducción de hegemonía, claro que más sofisticado y acorde a los tiempos actuales4.

De este modo al correr de los años, copiando una estrategia de la derecha, a su vez copiada de la derecha de EEUU, fueron surgiendo numerosos Centros de Estudios, entre los que podemos contar, por ejemplo, el Centro de Estudios Públicos, en cuyo directorio figuran apellidos como Matte, Luksic, Von Appen, entre otros; Expansiva, que vendría a ser una copia mal hecha ensayada por la Concertación; el Instituto Libertad, más ligado a RN; etc. De lo que se pretende dar cuenta, es que todos los sectores poderosos de Chile, y por qué no, del mundo, cuentan con instituciones encargadas de recoger información y generar conocimiento y análisis de este que les sea útil para elaborar su estrategia de posicionamiento y mantenimiento en el poder, y por ende dictan la pauta de lo que se discute, y de cómo se discute hoy en esas esferas. En esta breve exposición, no obstante, se pretende plantear un tipo distinto de Centro de Estudios, bastante diferente en su forma y objetivos. Pero antes, debemos partir por referirnos al contexto en que esta propuesta se enmarca: la Universidad. Es de larga data el debate acerca del lugar de la Universidad dentro del panorama social que afronta determinado país –en este caso Chile- en un contexto histórico dado. Sería una arbitrariedad, en todo caso, afirmar que han quedado llanamente obsoletas las discusiones y planteamientos ideológicos que se daban en las postrimerías de la Unidad Popular, antes del Golpe de Estado de 1973, tanto en el

4 No se profundizará este aspecto ya que un análisis detallado bien podría ocupar todo el espacio de este artículo, por lo que talvez podría ser objeto de futuras reflexiones.

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ambiente académico como en el estudiantil de la Educación Superior. Estas se pueden caracterizar, si bien someramente, en tres tipos: por un lado estaba el Gremialismo, postulando una supuesta neutralidad política de la Universidad en relación a la sociedad chilena; por otro lado estaba el proyecto de la Universidad con Compromiso Social, es decir, relacionada y vinculada a los sectores sociales necesitados; y finalmente estaba el proyecto de Universidad con Compromiso con el Socialismo5… No hay que perder de vista en todo caso que hablamos de hace más de 34 años, y la situación indiscutiblemente ha cambiado. Lo que parece ser innegable es que aquella antigua institución actualmente cumple un rol preponderante en la generación de conocimientos (aunque quizás ya no el más importante), y lo que está en disputa es hacia quien está enfocada esa generación.

Lo cierto es que más allá de cuál posición política tenga uno a la hora de pensar “Universidad”, y sin perjuicio de lo que se espera que esta sea en un futuro no muy lejano, actualmente nadie negará que esa institución ha perdido de vista hace rato su compromiso con los sectores sociales que cargan a sus espaldas lo que podríamos llamar como “el crecimiento de un Chile cuyas riquezas se reparten entre unos pocos”; o mas aún, a aquellas fuerzas sociales que están subordinadas al despliegue de un determinado orden social históricamente instalado por otros grupos, que no son sino las clases sociales más poderosas. En adelante denominaremos este sector Campo Popular: nos referimos a los grupos o clases socialmente dominadas6. Esto se ha dado así en parte por la penosa situación en que quedó el sistema de Educación Superior después del fin de la dictadura, en el que se entiende la educación como un bien de mercado por lo que debe ser autofinanciado por las familias y por las universidades, mediante una lógica casi única en el mundo por las profundas inequidades que reproduce7. También se podría culpar en cierto modo, y como elemento de autocrítica, al movimiento estudiantil alicaído que no ha sabido hacer de su organización y eventual capacidad de acción un arma eficaz para revertir tal situación, pese a memorables intentos que por diversas razones solo han devenido fracasos. Escapa al interés de esta exposición, en todo caso, ahondar más en ese tema.

El hecho es que, como decíamos, la Universidad se ha apartado en muchos aspectos del debate de las políticas públicas –y por cierto de otros temas de relevancia producto de la vorágine del mercado- y que Chile requiere para lograr un

5 La universidad como generadora de conocimiento, pero separada de la actividad política del todo, concibiendo únicamente la posibilidad de utilizar ese conocimiento en la práctica política totalmente fuera del contexto universitario, sin un proyecto de fondo en ese sentido. Ver: El miedo y otros escritos. El pensamiento de Jaime Guzmán, compilado por A. Fontaine, pags. 11-14. Extraído de: http://www.cepchile.cl/dms/archivo_1182_1279/rev42_fontaine.pdf. Por otro lado, la Universidad con compromiso social, se refiere a la opción que tomó la DC, en parte como respuesta a la Universidad con compromiso con el socialismo, de clara tendencia UP. 6 Consideramos aquí un aporte gramsciano, esparcido en toda su obra, y otras ideas más, para caracterizar lo que aquí llamamos “Campo Popular”. No son los pobres (contra los ricos), planteando el conflicto exclusivamente en la esfera de la distribución. No es sólo el proletariado (contra la burguesía), planteando el conflicto únicamente para una economía sin trabajadores informales ni relaciones precapitalistas. Son, mas allá, los grupos y clases sociales históricamente dominadas: y no simplemente a través de su explotación, sino también a través de su subordinación política e ideológica, según el modo en que las clases dominantes se han legitimado frente a estas fuerzas sociales –mermando su potencialidad transformadora, y así mismo, su papel revolucionario en la tarea de cambiar las condiciones de la realidad social (sea cual sea este cambio). 7 Al respecto, ver: Kremerman, Marcos. El desalojo de la universidad pública. Disponible en: http://www.opech.cl/bibliografico/doc_movest/el_desalojo_universidad.pdf. También en medios de derecha como El Mercurio se reconoce lo peculiar y único de este experimento del neoliberalismo, ver El Mercurio, 28/02/08, página editorial.

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crecimiento con una distribución del ingreso que sea para todos. En efecto, mientras necesite autofinanciarse para subsistir, es bastante difícil que las iniciativas de investigación (y en parte de “extensión”) que de ella surgen estén avocadas a sectores que, obviamente, no persigue el mercado pues no le permite lucrar (nos referimos al campo popular, y todo aspecto de la sociedad donde no subyace una perspectiva o nicho de mercado). En ese sentido es pertinente hacernos una pregunta, siempre con modestia: ¿y qué hacen los estudiantes al respecto, en el entendido de que forman parte orgánica de la Universidad? Es posible contestar que poco y mucho, pero que para aquellos estudiantes con compromiso social del que hemos hablado hasta ahora, ese que va más allá del “asistencialismo” o del “asistencialismo participativo”8 que está hoy más en boga, lo que puedan hacer los estudiantes nunca es suficiente. No bastan la movilización estudiantil contra el actual sistema de Educación Superior y la lucha por una Universidad abierta a toda la sociedad, no basta tampoco tener profesores (de calidad, por cierto) afines a proyectos sociales más justos, por mucho que cuesten todas estas cosas, pues el problema es más de fondo e involucra a muchos sectores e intereses heterogéneos, por mucho que el horizonte sea más o menos el mismo. Siempre es posible pensar formas nuevas y útiles de dar cabida y ser parte del Campo Popular desde la trinchera universitaria, de generar profundo y renovado compromiso social con las mayorías sociales que viven actualmente al 3 y al 4.

Es a partir de esta inquietud y necesidad de no pocos estudiantes a lo largo del país que han surgido entre algunos grupos diferentes iniciativas, algunas de las que, si bien no incorporan a la Universidad directamente, es decir, formalmente, sí la utilizan como plataforma e insumo constante en la tarea de compromiso social que se busca. Ahora bien, ¿que entenderemos entonces por poner en práctica el compromiso social? La respuesta a esa pregunta no puede ser unívoca, y quizá haya tantas respuestas como personas dispuestas a responder. La específica iniciativa a la que nos referiremos en esta ocasión, intenta relacionar la Universidad básicamente con las organizaciones sociales, políticas y/o movimientos sociales que existen en la actualidad, y esto a partir de nuestras capacidades y posibilidades como estudiantes de Educación Superior. La propuesta que se plantea son Centros de Estudios gestionados por estudiantes, pero desde luego con características distintas a los que producen el conocimiento neoliberal que requiere el empresariado. En este caso hablamos de producir y compartir el conocimiento que necesitan las organizaciones que surgen en las poblaciones, en los sindicatos, entre los estudiantes secundarios, en vecindarios, y entre todo aquel que se levanta para decir “¡ya basta!” de tanta injusticia social.

En esa línea, la propuesta de Centros de Estudios se configura como grupos de estudiantes, de ser posible interdisciplinarios, que pongan los conocimientos que van adquiriendo de sus propias disciplinas al servicio de la construcción de un saber crítico, vale decir, capaz de generar conocimiento que sea útil a los sectores populares, a las organizaciones y movimientos que existen dentro de estos sectores y, así como lo hacen los pomposos Think Tanks o Centros de Estudios de la clase dominante, saber difundir este conocimiento de modo tal que permita ser un insumo a la generación de estrategias políticas relacionadas con sus intereses. Se trata entonces de poner un granito de arena por parte de los estudiantes, de devolver de alguna forma a los sectores sociales más perjudicados el privilegio que tenemos de

8 Un buen ejemplo de este “asistencialismo participativo”, como lo denominamos, es lo que se puede extraer de las consecuencias prácticas (en ministerios, municipalidades, gobernaciones, etc.) del Instructivo presidencial sobre participación ciudadana, elaborado por Ricardo Lagos. Se puede encontrar en: http://www.modernizacion.cl/1350/articles-56788_instructivo_participacion_ciudadana.pdf.

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estudiar en la Universidad, utilizando para esto los recursos y saberes que aprendemos y tomamos de ella.

La apuesta de este Centro de Estudios se basa, entonces, en el conocimiento crítico. ¿Pero qué es eso exactamente? Entendemos por conocimiento crítico a un conocimiento que, dando cuenta de qué papel juega en el campo de disputa político-social, apunta a ser utilizado como herramienta de transformación y emancipación social. El conocimiento crítico se diferencia claramente de otras formas de conocimiento en dos aspectos fundamentales, a saber:

(i) algunas producciones científicas ignoran, ingenuamente, que están siendo generadas por ciertas condiciones sociales arraigadas en un momento histórico determinado, o sea, que producir conocimiento es una práctica social y no una actividad inmanente o dada en el vacío, ajena del mundo. Por ello, siendo producto social, puede ser utilizado por uno u otro sector social, instrumentalizado de modo inconsciente (sin saber en qué se utilizará su aporte) o conciente (sabiéndolo). El problema ocurre cuando, aunque la ciencia apunte a develar la realidad, el conocimiento siempre se transforma en una modalidad más de poder (más específicamente, de dominación en sentido weberiano). Entonces el conocimiento de la realidad, sino se resguarda de ser instrumentalizado hacia cualquier dirección, tiende a permitir que la ciencia invierta su misión (la misión histórica del proyecto moderno) y no logre ser una vía de emancipación humana: un ejemplo de ello vendrían a ser las bombas atómicas, los medicamentos a altísimos precios monopólicos, códigos genéticos privatizados, etc. El conocimiento crítico, siendo o buscando ser más riguroso con la investigación de la realidad (pues considera más aspectos de ésta, de acuerdo incluso con la observación de segundo orden, la noción de totalidad, etc.), reconoce que es un producto social. Ahora, asumiendo tal situación,

(ii) intenta que el conocimiento sea utilizado como herramienta de

transformación y liberación social de acuerdo con determinado proyecto político cuyo horizonte apunte a corregir las inequidades (y teniendo como base que tal característica nada tiene que ver con el capitalismo y la supuesta libertad de mercado en que nos encontramos inmersos, según ha demostrado la historia y vasta bibliografía, incluída la ONU al dejar en evidencia el modo grosero en que han aumentado las desigualdades mundiales en los últimos 80 años). Vale recordar que mucha actividad científica investigativa-racional no tiene esto como objetivo principal. En términos concretos, todas apuntan a transformar la realidad; naturalmente, todos podemos estar de acuerdo en que la realidad es permanente transformación. ¿Y que tiene de distinto el conocimiento crítico entonces? La diferencia es que este tiene como meta estratégica la transformación profunda de la realidad, es decir, de sus estructuras sociales, económicas y políticas más poderosas y persistentes en la actualidad, en tanto son entendidas como pilares de dominación. ¿Se refiere a cualquier transformación entonces? No, se refiere a la transformación de todo aquello que sostiene de alguna forma la dominación social e impide la emancipación humana.

Siguiendo el proyecto de toda ciencia, el conocimiento del que hablamos

apunta a transformar y liberar la realidad ahora ya conocida-investigada. Pues existe ciencia que sí da cuenta de su papel en la disputa social, pero no apuesta a que se utilice para liberar: más bien, se utiliza para mantener y conservar las estructuras de dominación actuales y sus condiciones de reproducción. Vemos esto a gran escala hoy en día, pues siendo práctica social, son los grupos dominantes, con medios materiales para ello, quienes dan las pautas de investigación que más les son útiles9;

9 Esto es, ciencia pura pero a favor del empresariado: investigar cómo posicionar mejor a un candidato presidencial neoliberal, cómo mejorar su imagen pública; investigarle a la derecha

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son ellos quienes logran comprar estos trabajos10; son ellos quienes posicionan proyectos tras tales trabajos11; etc. Aunque el tópico de la “liberación”12 sea muy discutible aquí, no podemos asumir como emancipador el conocimiento de Centros de Estudios que pretenden profundizar la situación económico-social actual, que se basa, al menos, en la explotación. Tampoco se pueden asumir como transformadores –de estructuras-, si es conocimiento utilizado por capas poderosas para conservar su modo de dominación social y aquella explotación. El conocimiento crítico, al contrario, pretende utilizarse para las fuerzas, grupos, movimientos y clases dominadas, en el proyecto de acabar con esa situación, ese es su escenario. Debe ser igual de riguroso que toda ciencia –seria inútil un conocimiento de mala calidad a la hora de proyectar un trabajo, o generar pura ideología-, pero además, y es importante tenerlo siempre presente, debe ser pertinente para los sectores sociales dominados: investigaciones para mejorar sus trabajos en aspectos donde no tienen las herramientas intelectuales para seguir por sí mismos. No es lo mismo, políticamente, investigar cómo enfrentar a la Municipalidad que se opone a un sano proyecto popular, que investigar cómo una empresa puede doblegar a un sindicato, esquivar leyes, etc.

Ahora, no existen fórmulas ni recetas para llevar a cabo este tipo de iniciativas; tan solo basta con el compromiso y la disposición de trabajar y poner la teoría, junto a la práctica que se nos enseña y aprendemos, en las aulas y fuera de ellas, al alcance de los actores sociales para fortalecerlos y apoyar sus causas en tanto son consideradas como propias. Todo esto en la medida que se es consciente que el movimiento estudiantil por si solo jamás logrará un cambio sustantivo a nivel estructural, y que es necesario articularse con otros sectores si lo que se busca es ese anhelado cambio.

Es necesario considerar, en todo caso, que el trabajo que podemos hacer en un Centro de Estudios, dadas las condiciones en que nos encontramos como estudiantes universitarios, no es algo sencillo. Por un lado, porque nuestros conocimientos no están lo suficientemente pulidos, y por otro, porque los tiempos suelen jugar en contra. Pero no quiere decir esto que ambas tareas sean incompatibles, ni menos que las responsabilidades académicas reduzcan al mínimo cualquier posibilidad de realizar trabajos más allá de ellas; la clave creemos que se encuentra, sobre todo, en la voluntad y compromiso que como estudiantes ponemos en la labor de vincular lo que aprendemos con la realidad que está allí fuera. En otras palabras, lo que se postula con esta idea es construir en la práctica una concepción activa, política, militante del estudio y el conocimiento. Un paso básico para ello es

cómo está posicionada en una Municipalidad para que tenga mejor conciencia de su posición, etc. 10 La ciencia a favor del campo popular, por el contrario, socializaría investigaciones útiles a

ellos y los llenara de aporte técnico, que es difícil adquirir hoy por hoy. 11 El conocimiento generado por los Centros de Estudios del empresariado intentan demostrar

con datos, algunas veces tendenciosos (márgenes de error estadístico gigantescos, preguntas y respuestas sesgadas, conclusiones apresuradas), que lo que hace falta es flexibilidad laboral, privatización de empresas públicas para mejorar la eficiencia, y una cierta primacía del interés de la gente por “lo técnico” por sobre “lo político”, entre otros temas. Lo cierto es que en determinado momento, todo tipo de conocimiento que vaya a ser utilizado debe apelar a una petición de principio, es decir, a una racionalidad con arreglo a valores, de lo cual nuestra propuesta obviamente no está exenta (como consecuencia lógica de la teoría de la incompletitud). Pero estos Centros de Estudios, por la fuerza comunicacional que tienen, viran un poco de la cientificidad que debiesen tener y caen en la ideología. No por el tema que investigan, sino por cómo lo investigan. 12 Estamos entendiendo el concepto “liberar” y “libertad” expresamente como opuesto al

utilizado por el liberalismo clásico, y con mayor razón en oposición con su concepción en el neoliberalismo.

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romper con la hegemonía de la noción del conocimiento como un saber neutral en su uso y concepción.

Como ya dijimos antes, la generación de conocimientos en el ámbito universitario constituye un factor clave en la sociedad actual, pero parece estar más enfocado hoy por hoy en ayudar a minorías acomodadas antes que ser un instrumento propio de una institución que se hace llamar “pública” (o aunque no lo sea). El resultado de tal dinámica, sumado a lo que ocurre a toda escala con el conocimiento, es que estos sectores minoritarios que buscan perpetuar sus privilegios se ven potenciados frente a los sectores sociales que intentan revertir esa situación. Un ejemplo claro de esto último es el ropaje “tecnocrático” con que se escuda la negación de beneficios sociales y ajustes de cualquier tipo, demandados por la sociedad civil, y que apunten a disminuir la brecha social y la injusticia entre ricos y pobres en nuestro país. En ese sentido, toda aspiración puede ser rechazada pues los pobres, según el discurso oficial, al carecer de los conocimientos técnicos elementales, no serían capaces de entender que ciertas demandas no son factibles dentro de los marcos del modelo socioeconómico existente en Chile (y la misma situación se da en gran parte del mundo, por cierto); se les dice que sus anhelos corresponden a ideas populistas, poco serias, irrealizables, etc. Finalmente, se ven frustradas sus expectativas pues no contarían con argumento alguno a favor de sus planteamientos, por mucho que se les escuche con aparentes comisiones ciudadanas. Mientras, la Universidad guarda silencio. Dentro de todo este contexto, a nuestro parecer son tres los enfoques que un Centro de Estudios Críticos pudiera aplicar en su quehacer tanto en la Universidad como con los actores sociales, organizaciones, movimientos o cualquier formación que se de en el campo popular y que estén interesados en revertir la situación actual, a saber: 1- El primero y quizás más elemental, es generar un conocimiento basado en la investigación científica, en este caso investigación social, que sirva de ayuda, complemento e insumo a la práctica política de las organizaciones y movimientos sociales, para lo cual es uno de los requisitos indispensables la devolución del conocimiento generado en la investigación al sujeto investigado. Esto puede darse en un contexto de investigación tradicional o con metodologías alternativas que busquen un acercamiento más profundo entre investigadores y sujeto social. Así, un Centro de Estudios Críticos puede dar apoyo logístico y especializado dentro de esa lógica “técnica” con que se mueven las instancias oficialistas, apoyado en el conocimiento generado por una investigación concerniente al tema que aborde, dotando a estos actores sociales de conocimiento básico para enfrentar eventuales mesas de negociación y otras instancias de ese tipo, para así intentar equilibrar de algún modo las desventajas ante las que se encuentran cuando de discutir propuestas se trata. Este aspecto se relaciona sobre todo con entender la investigación como práctica de la transformación social. Vale mencionar que, supuestamente, los estudiantes universitarios, al menos en su mayoría, debieran contar con los elementos básicos para desarrollar investigación, aunque obviamente guardando las proporciones concernientes a los recursos con que se cuentan. No obstante, si no se cuenta con herramientas para esto (lo cual ocurre bastante en la Universidad actualmente), hay varias formas de suplir carencias, tales como capacitación, talleres de autoformación metodológica, etc. 2- Otro enfoque que se puede dar, y que tiene más vinculación con la práctica universitaria, se refiere a una disputa ideológica dentro del contexto de debate académico que se da en ella, y se configura como una búsqueda por consolidar en la

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Universidad un conocimiento más crítico de la realidad social, o de la disciplina particular, en pos de dar un giro al enfoque que este conocimiento tiene actualmente y enfocarlo en otros sectores que no abarca por distintas razones. Dentro de esto se enmarcan seminarios, foros, revistas y cualquier herramienta que permita reforzar y generar el debate y la polémica acerca del enfoque y utilización que los saberes de las disciplinas propias tienen ante la sociedad, y así mismo buscar de algún modo generar un cambio a partir del pequeño granito de arena para que la Universidad institucionalmente tome conciencia y responsabilidad en el contexto de su rol público o social que debiera y pudiera tener. Así un Centro de Estudios Críticos genera un discurso propio con el cual se para en el ámbito que lo cobija. 3- Finalmente, otro enfoque que se puede tomar, y sin perjuicio de los dos anteriores, tiene que ver más con un enfoque político y militante, dependiente siempre de los intereses de los estudiantes que participen en la iniciativa, y va por el lado de convertir el Centro de Estudios Críticos en una herramienta de articulación política entre la Universidad (y en particular, el movimiento estudiantil, asumiendo que este existe) y los actores sociales que pugnan por transformación social. Dentro de este mismo enfoque (aunque no solo en él) es que se puede dar cuenta de que la única forma de tener una victoria en términos políticos, es precisamente con la política, o sea con la disputa en el plano de la lucha y la agitación social. En esta linea hay que ser objetivos y no dejarse engañar, pues aun con los conocimientos técnicos que respalden propuestas particulares de los actores sociales, y la teoría que sirve de apoyo para esto, sería ingenuo pensar que se puede obtener cualquier triunfo fácilmente, o que es una garantía suficiente. El mejor argumento racional no convence necesariamente a un sujeto con el poder en sus manos, y mucho menos en la realidad compleja que constituye la política moderna.

Como se puede apreciar a simple vista, estos tres enfoques son complementarios y no excluyentes, y dicen relación con la modalidad particular que acomode a quien deseara levantar un Centro de Estudios, y entonces, de los tiempos y posibilidades objetivas que se tengan con respecto a la labor realizable en ellos.

Estos tres aspectos también pueden ser mejorados y llevados a la práctica (especialmente el primero), según nuestra opinión, con una serie de metodologías y/o herramientas que los facilitan: por un lado la investigación-acción-participativa, y por otro lado la metodología de la educación popular. Hay que hacer notar, pese a todo, que estas son herramientas potenciales que difícilmente son enseñadas y posibles de encontrar en el plano académico formal de las universidades, por lo que puede ser necesario levantar talleres de formación metodológica alternativa en esos aspectos.

La investigación-acción-participativa13 es una metodología de investigación social que apunta a producir investigación a través de un grupo de trabajo incorporando participativamente a los sectores estudiados y los investigadores, para empoderarlos así en su práctica, según alcanzan una suerte de pacto social. El estudio planea generar acción en conjunto e ir estudiando tal acción, tras el trabajo participativo que lo generó. De esta forma la investigación devela qué estrategias, potencialidades, falencias, etc., debiesen conocer las organizaciones sobre sí mismas; apunta, luego, a que caminos se debiesen seguir para empoderar la organización en su práctica; y se siguen tales caminos, finalmente para continuar el estudio en la acción misma. Todo ello, entendiéndose que el investigador social es experto en investigación, y las organizaciones sociales son expertas en la acción, y una dinámica

13 A modo de introducción, consúltese Investigación Acción Participativa: propuesta para un

ejercicio activo de la ciudadanía, del Colectivo Ioé. Puede consultarse en: http://www.investigaccio.org/ponencies/IAP.pdf. También en nuestra página web.

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dialógica permite complementar y potenciar ambos aspectos. En esto último es que entra el rol de la educación popular, ya que esta sirve como herramienta útil en el diálogo permanente, adecuado y necesario de una práctica investigativa distinta a la tradicional como lo es la IAP. La educación popular sirve como metodología participativa para alcanzar, en práctica colectiva y voluntad emancipadora, conclusiones respecto a un tema planteado comúnmente. Así, si el tema planteado es analizar y evaluar la organización o el grupo, por ejemplo, se torna útil para generar participativamente los planes de acción de una investigación en tal conjetura. Además, quien esté familiarizado con el tema, sabrá que esa metodología y concepción de entender la práctica educativa permite un trabajo en conjunto que no distingue sujeto/objeto, y es extrapolable al tema de la investigación en tanto mantenga intereses similares, tales como la emancipación social, entre otros.

El día de hoy hablamos de esta propuesta desde las ciencias sociales, pero esto no quiere decir de modo alguno que otras disciplinas o sectores distintos a los humanistas no puedan hacer nada al respecto. Iniciativas hay varias; maneras de vincular las disciplinas con contenido emancipatorio, libertario o tan solo con actores sociales en busca de potenciarlos y generar una relación de ayuda recíproca abundan. Queremos insistir que esto no significa dejar de lado las otras luchas que se dan dentro del plano universitario y social, sino que solo pretende dar cuenta de una más dentro de la enorme cantidad de propuestas que han ido surgiendo entre las posibles de aplicarse en este contexto. Esperamos de este modo contribuir con esta propuesta modesta pero sincera a este debate.

CESCC. Marzo-2008.