CHARAUDEU_ Lenguaje, acción, poder

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    Lenguaje, accin, poder. De la identidad social a la identidaddiscursiva del sujetoRfrence complter

    Hay muchas formas de analizar el discurso. Algunas, ms tericas, se orientan hacia ladefinicin de categoras y la conceptualizacin de modelos y en ellas los corpora sepresentan como pretexto para la e jemplificacin [1]-. Otras, ms empricas, se orientan haciala descripcin de corpora finalizados y estructurados [2]. Pero es necesario, adems, agregara esas dos posiciones el intento, observado en gran nmero de trabajos, de articular esas dosposturas de manera tal, que en ellos no se puede describir un corpus sin el manejo decategoras, ni tampoco definir categoras sin demostrar su valor operativo a travs de suutilizacin en el anlisis de corpora bastante extensos.

    Este ser mi punto de vista a l tratar la cuestin de la relacin entre lenguaje y accin, puessiempre he defendido la idea de que el anlisis del discurso debera tener un triple objetivo :(1) definir categoras que permitan a rticular el discurso a su exterior situacional (como lasnociones de lenguaje, accin y poder) ; (2) describir las caractersticas de grandes gneros

    discursivos (como el poltico, el cientfico, el administrativo, el meditico) ; (3) describir grandescorpora de textos (como el de la campaa electoral de un poltico, el tratamiento dado por losmedios a un suceso de actualidad, los manuales escolares de determinada disciplinaacadmica, etc.).

    Tratar, por lo tanto, en primera instancia, de poner en evidencia las diferencias entre lasnociones de lenguaje y accin para luego mostrar cmo ellas se articulan entre s . Despus,demostrar, desde la perspectiva del discurso, la preeminencia de la nocin de poder, nocinsta que obliga a trabajar con los conceptos de identidad social e identidad discursiva delsujeto. Terminar con una reflexin sobre las incidencias de la nocin de poder sobre ellenguaje poltico.

    Lenguaje y accin : puntos de vista para el anlisis

    Por qu abordar la cuestin de la relacin entre lenguaje y accin ? Por dos razones. Laprimera, porque es necesario deslastrarse de la idea corriente segn la cual el lenguaje seopone a la accin como lo demuestran expresiones como : Est bien que se p iense, pero esnecesario actuar, Entre menos se hable, ms se hace, l habla mucho, pero hace poco,hablar o hacer, hay que escoger. Una serie de oposiciones en las cuales la palabra estaradel lado de lo ornamental, de lo ineficaz, quizs de lo intil, mientras que la accin estara dellado de lo que es eficaz y til ; en resumen, la palabra se asociara a las falsas apariencias, alengao, mientras que la accin se percibira como la propia verdad.

    La segunda razn es ms terica. Se apoya en la siguiente interrogante : En qu medida elestudio del lenguaje permite explicar la accin social ?, y, en consecuencia, en otra preguntams : Una teora del discurso necesita una teora de la accin ?

    Desde Aristteles, la accin se concibe en relacin con el sentido social que produce o de lacual surge y, por lo tanto, en relacin con los actores sociales que interactan entre s paradarle sentido a sus actos y a su vida. No entraremos en los detalles de una discusin quetiene detrs de s diversos s iglos de controversias, sobre todo en e l campo filosfico [3]. Nosreferiremos solamente a diferentes formas de concebir las relaciones entre accin y lenguajepara luego proponer una reflexin sobre esa cuestin, en e l marco de una problemtica socio-comunicacional.

    Diferentes puntos de vista

    Entre las d iferentes formas de concebir las relaciones entre accin y lenguaje, distinguiremostres puntos de vista : el representacional, elpragmticoy el interaccional.

    El punto de vista representacionalconsidera que el lenguaje tiene por funcin representar las

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    acciones de los seres humanos -entre otras las de agresin o de apoyo, de alianza o deoposicin, que se instauran entre ellos-, las causas que ellos representan, las razones que losmotivan. Esa actividad de lenguaje da origen a relatos que no son, en s mismos, acciones .Slo describen hechos que se estn desarrollando, que se han desarrollado o que podrndesarrollarse. As, decir : l sali por una puerta derribada del castillo no implica actuar sinodescribir una accin. La relacin entre lenguaje y accin es, en realidad, una relacin de re-presentacin por intermedio del relato, lo que no impide que ese relato pueda incitar a laaccin, por una posible identificacin de l oyente o del lector con l. Se plantea entonces lainterrogante sobre e l tipo de articulacin que puede existir, entre, por un lado, la accin quese toma como real (o posiblemente real), con actores que se supone que han e fectiva oposiblemente vivido una experiencia y, por el otro, los personajes , actantes de una accinrelatada, la cual supuestamente representa la accin real ; fenmeno de adscripcin oimputacin de uno respecto al otro, segn lo indica el filsofo Paul Ricoeur, para quien lateora narrativa ocupa () una posicin limtrofe entre la teora de la accin y la teoratica [4].

    El punto de vista pragmtico considera que e l lengua je es un acto dotado de cierta fuerza(ilocutoria, perlocutoria) orientada hacia e l interlocutor, fuerza que, por un lado sera testigode la intencin de lenguaje del sujeto hablante y, por el otro, obligara al interlocutor a asumir,a su vez, un comportamiento lingstico acorde con las caractersticas de esa fuerza . En esecaso, el lenguaje es, l mismo, accin, por cuanto hace o hace hacer, ya sea cuando laexpresa en forma directa (Cierra la puerta) o cuando lo hace en forma indirecta (Hace fro).Ese punto de vista, promovido por Austin y Searle, quienes estaban convencidos de que unateora del lenguaje sera parte de una teora de la accin, funda el lenguaje en acto. Se

    observar que aqu la relacin entre lenguaje y accin es una relacin de fusin de uno en elotro : no hay combinacin entre accin y lenguaje, sino la integracin de la accin en ellenguaje. No hay lenguaje a l servicio de la accin ni accin como productora de lenguaje, loque hay es lenguaje en accin o lenguaje-accin. El ejemplo emblemtico de ello es, como sesabe, el acto performativo, esta forma ms humilde, aunque divina a su manera, de magiaverbal, segn Searle [5], en donde el decir (Yo los declaro marido y mujer), describiendo supropia accin, se transforma en accin. La accin no es, por lo tanto, exterior al lenguaje y, alcarecer ella de existencia autnoma, no puede ejercer, en contraposicin, accin sobre elpropio lenguaje.

    Ello nos conduce al punto de vista interaccional. Este punto de vista considera que laorganizacin del vnculo social es el resultado de los intercambios que se producen entre losmiembros de un grupo, entre los cuales se encuentran interacciones especficas como lasverbales. Esos intercambios son objeto de ritualizaciones (Goffman) y, en la medida en que

    determinan los comportamientos de los actores sociales, se puede decir que el sentido seconstruye en relacin con las intenciones e intereses recprocos de los interlocutores, dentroun marco intersubjetivo (Garfinkel) puesto que esos intercambios se definen en virtud decierta finalidad : la intercomprensin. Eso es lo que da origen, al mismo tiempo, a la accinsocial.

    Se observar que, en esa perspectiva, la relacin entre lenguaje y accin est todavavinculada a la actividad de lenguaje en s misma. En todo caso, se trata de lo que resalta ycontesta J. Habermas cuando afirma que los acercamientos etnometodolgicos : seconcentran de forma tan exclusiva sobre los esfuerzos exegticos de los actores que lasacciones se reducen a actos de habla y las interacciones sociales se reducenimplcitamente aconversaciones [6]. Este punto de vista se diferencia del precedente en el sentido que laaccionalidad del lenguaje no depende slo de la perspectiva del sujeto hablante sino quereside en e l fenmeno de la inter-accionalidad. Por cierto, esa perspectiva es compartida en

    parte por las teoras psicolgicas de la accin [7], para las cuales toda accin se orienta haciaun objetivo, depende de una intencinque se planifica enplan de accin, y resulta, al mismotiempo, de una regulacinde los intercambios. En cuanto a la psicologa social, ella estima quepara actuar de forma comunicativa es necesario que los participantes, al comienzo y en e ltranscurso del intercambio, puedan definir lo que pueden hacer en conjunto, as como los finesde la interaccin y representrselos de forma cada vez ms adecuada [8].

    Un punto de vista socio-comunicacional

    El propsito de tal punto de vista es, en un primer momento, el de situarse entre tres tiposextremos de racionalizacin de la actividad de lenguaje :

    una racionalizacin que apoya la actividad de lenguaje nicamente en la realidad social,

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    haciendo del lenguaje un simple reflejo, espejo, medio de aqulla ; el lenguaje no serams que el lugar en que se presentaran los indicios de una es tructuracin social, atravs de un proceso de indexicalizacin generalizada [9]. Aqu reencontramos loapuntado por P ierre Bourdieu, para quien El poder de las palabras no es otra cosa queel poder delegado del portavoz, y sus palabras es decir, de forma indisociable, lamateria de su discurso y su manera de hablar- no son ms que un testimonio entreotros de la certificacin de delegacin de la cual est investido. Pero si ese fuese e lcaso, por lo menos en su posicin ms radical, no se producira ningn fenmeno dereflexibilidad, sostenido por la misma etnometodologa, reflexibilidad que permite, comoefecto de retorno, reconstruir, o por lo menos re-enmarcar, la significacin del referentesocial. Ser necesario, por lo tanto, defender la idea de que la actividad de lenguaje es,en s misma, constructora de una realidad social significante, sin descartar sin embargoque sta pueda ser construida por otros tipos de actividad.una racionalizacin que apoya la actividad de lenguaje en su propia semiologizacin,integrando todos los datos del contexto accional en las marcas y construcciones de lalengua. As, algunos dirn que la argumentacin se ubica en la lengua y no en eldiscurso [10], y que los actos de lenguaje son portadores, en s mismos (en ciertascondiciones de empleo), de una fuerza de accin, o por lo menos de su orientacinpragmtica (ilocutoria o perlocutoria). Segn esa perspectiva, al contrario de laprecedente, -y llevada al extremo-, no habra nada externo al lenguaje o, en todo caso,nada externo pertinente para la comprensin de su significacin. No habra entonces lanecesidad de referirse a la identidad social del sujeto hablante para interpretar su actode lenguaje, lo que podra conducir a interpretaciones errneas. Ser entoncesnecesario defender la idea de que efectivamente hay un externo y un interno al

    lenguaje, que se articulan en una relacin de reciprocidad y que es de esa relacin yno dentro de cada uno de esos elementos tomados aisladamente- que surge el sentido.una racionalizacin que efectivamente apoya la actividad de lenguaje sobre un procesode comunicacin, pero cuya nica finalidad sera la intercomprensin [11]. Tal posicin,adems de que pareciera relegar el lenguaje, como vimos anteriormente, al estatuto desimple medio, reduce la diversidad de las motivaciones y de los efectos discursivos auna so la perspectiva : la bsqueda del consenso. Ello implica que los participantes en elacto de lenguaje no sean sino seres de verdado, por lo menos, sujetos cuya nicamotivacin sera la de establecer una verdad consenso, garante de la intercomprensin.En virtud de ese hecho, se apoyaran en proposiciones racionales, en el marco de unjuego finito de reglas, con el fin de asegurar eficacia en la circulacin del sentido en elinterior de una comunidad dada [12]. En tal pe rspectiva, se elimina la posibilidad deconsiderar que muchos de los intercambios de lenguaje (quizs todos, unos enalternancia, otros en superpos icin) obedecen a otras motivaciones, de persuas in y de

    seduccin, que no necesariamente tienen como propsito la verdad aunque jueguencon apariencias de verdad. Ser entonces necesario defender la idea de que el acto delenguaje no tiene como nico objetivo construir la verdad, sino tambin el de jugar conla verosimilitud, la cual es siempre pertinente y siempre tiene sentido [13].

    Nuestro objetivo es integrar ciertos aspectos y conceptos de los diferentes puntos de vistaevocados anteriormente (intersubjetividad, interaccin, regulacin) y problematizarlos desdeuna perspectiva socio-comunicacional.

    Eso nos lleva a considerar que el sentido que resulta del acto de lenguaje depende tanto delos datos de su configuracin lingstica como de aquellos que son exteriores a l. Dicho deotra manera, todo acto de lenguaje tiene una doble dimensin, la externa y la interna. Por unlado, la lgica de accin de lo externo no es extraa al lenguaje, en la medida que todabsqueda de un objetivo pasa por la evaluacin de los motivos y de las consecuencias que

    dependen, ellos mismos, de sistemas de valores cuya percepcin no es posible sino gracias ala actividad del lengua je. Por otro lado, las identidades discursivas de los seres de lenguajeremiten, a su vez, a aspectos psicolgicos y sociales que construyen (u ocultan), al mismotiempo, las identidades de los actores sociales. La dificultad est en la forma de concebir laarticulacin entre ese externo y ese interno, pues el sentido resulta de una relacin dereciprocidad entre los dos. Este punto de vista no es totalmente ajeno a aquellos apuntadosarriba, pero insiste sobre la interaccin dialctica que se instaura entre lo externo, donde seencuentran los interlocutores (o interactuantes) de la situacin de comunicacin, y lo internodel lenguaje, donde se encuentran los intralocutores de la enunciacin. Para demostrarlo, nosproponemos distinguir la nocin de objetivo-que est vinculada a la accin- y la de intencin-que es t asociada al lenguaje.

    Lenguaje y accin : la distincin entre objetivo accionale intencin de

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    lenguaje

    El objetivo representa el objeto de bsqueda de la accin, es decir, un estado de equilibriofinal beneficioso [14] para el agente de esa bsqueda, o eventualmente para un beneficiariodistinto al agente. Se logra directamente o a l final de un recorrido cuya totalidad es ms omenos planificada y en el cual cada etapa contiene una meta a ser alcanzada. Para alcanzarun objetivo, son necesarias varias condiciones : (i) un actor con unproyecto de bsqueda, unaintencin que le otorgue a priori un sentido a ese proyecto ; (ii) que ese actor tenga el poderde iniciar una modificacin fsica en el estado del mundo, un poder hacersin el cual la accin nose puede rea lizar ; (iii) que tenga aptitud para seguiruna lgica de encadenamiento secuencial

    y lineal de los hechos (planes de accin), apoyndose a la vez en una experiencia de loseventos y en el conocimiento que ha podido obtener sobre las reglas que es necesariorespetar cada vez que uno se encuentra en una situacin similar. Pero tambin debe tomar encuenta las normas sociales y las reglas comportamiento que hacen pos ibles o prohben ciertasacciones. Es la aplicacin correcta de las reglas y normas de ordenamiento de las secuenciasla que garantiza el xito de la empresa, es decir, la consecucin del objetivo establecido en elproyecto inicial.

    Vemos entonces que la accin se realiza de manera unidireccional : se inicia en e l proyecto deun sujeto que se transforma en agente cuando as lo decide, y se realiza definitivamente enfuncin del desarrollo de cierto plan hasta la obtencin del objetivo. Estamos frente a unapraxiologa, entendida como planificacin de las acciones y metodologa para e l actuar [15].Este hecho hace que toda accin se realice en un espacio cerrado e irreversible [16].Comienza en el proyecto de un sujeto que determina el objeto de bsqueda y que

    oportunamente se transforma en su agente ; despus, teniendo la experiencia o elconocimiento sobre la forma de llegar al objetivo trazado, sigue un plan de acciones, es decir,un encadenamiento de secuencias de acuerdo con un principio de causa lidad temporal, en elcual el logro de una meta abre la posibilidad para la siguiente, hasta la obtencin del objetivofinal, en el cual la accin se completa definitivamente. En ese proceso, el espacio se consideracomo cerrado.

    Por ejemplo, si tengo e l proyecto de cortar un rbol atingido por un rayo, debo decidir sobre laubicacin de un agente (yo mismo u otro yo mismo quien ser mi aliado), sobre la escogenciade un instrumento (el auxiliar) y seguir el desarrollo de las operaciones exigidas por laexperiencia y/o e l conocimiento de ese tipo de actividad para llegar a mi objetivo.

    Evidentemente, ese proceso puede jugarse entre varios actores cuyos objetivos sean a la vezsimilares y opuestos. Es lo que sucede en las situaciones de transaccin comercial : cada uno

    de los agentes persigue un objetivo que le es propio, cuyo objeto le es exterior y cuyomovimiento es una tens in no reversible hacia ese objeto (se compra o no se compra, sevende o no). Se produce entonces un juego de acciones y reacciones que obliga al sujeto aproducir ciertas elecciones : eleccin de un plan de accin, eleccin de un auxiliar, eleccin, aveces, de un aliado ; el conjunto de ellas se constituye en lo que los ps iclogos denominan unmecanismo primario de pilotaje de las conductas de accin.

    La intencin de lenguaje, al contrario del objetivo accional, no es sino el propsito de influirsobre el otro, de producir en l un efecto que lo incite a modificar su propia intencin y/o sucomportamiento. En efecto, en cuanto e l otro representa un obstculo para la rea lizacin deun proyecto de accin del sujeto, dos a lternativas se le presentan a este ltimo : eliminarfsicamente al otro (accin) o involucrarse en un proceso de comunicacin para intentar hacerque e l otro deje de constituirse en obstculo. Dicho de otra manera, cuando una intervencinhumana crea un obstculo para la obtencin de un objetivo, a menos que decida utilizar la

    fuerza, el sujeto debe propiciar un acto de comunicacin. Vemos que, en ese momento, elproyecto del agente de la bsqueda ya no depende, para su realizacin, de la simpleaplicacin de un plan de accin y de las reglas que le corresponden, sino de su poder parainfluir sobre e l otro por medio de la persuas in o seduccin.

    La realizacin de un acto de esa naturaleza no puede seguir una lgica de encadenamientounidireccional por cuanto ambos participantes tienen a su disposicin la misma iniciativa decomunicacin, lo que los obliga a una accin constante de regulacin. Ello nos demuestra quela finalidad del acto de comunicacin no es la misma de la accin. La primera se logra demanera a la vez simtrica y asimtrica, no depende de la decisin de una sola instancia sinode las dos en reciprocidad abierta ; por lo tanto, se encuentra en un lugar de impredictibilidaden cuanto a las decisiones(indecidabilit). Vemos entonces que el acto de lenguaje,considerado en un marco comunicacional determinado, se instaura en un espacio abierto yreversible (siempre se puede cambiar de estrategia y volver atrs).

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    La conjuncin entre el objetivo y la intencin

    Objetivo e intencin se diferencian por el hecho de que la segunda no proviene, como elprimero, de la aplicacin de reglas procedurales predefinidas, exteriores [17] al sujeto. Paraobtener un cierto objetivo de accin, es necesario seguir un recorrido obligatorio ; aun si s tecontiene diversas vas (una organizacin en forma de rbol), la buena aplicacin de las reglases la garanta del xito. En cambio, la construccin de un proyecto de influencia a partir de unaintencin comunicativa dada, requiere de creacin y clculo permanente sobre el otro, elreceptor, sin que se tenga jams la certeza del xito.

    Estaramos entonces frente a dos tipos de competencia. Por un lado, una competenciapraxiolgica, proveniente de una lgica de la accin y que supone aptitud para aplicar reglas deencadenamiento de actos. A falta de e llas e l objetivo no se podra lograr, tal como sucederacon un computador que, como mquina generadora de operaciones, se bloqueara si las reglasno fuesen aplicadas correctamente. Por el otro, una competencia comunicacional, que surge deuna actividad de lenguaje y de la aptitud para producir efectos que sobre el blanco visado. Deuna manera u otra, esos efectos siempre llegan al blanco aun cuando no al lugar previsto-, loque permite decir que en materia de comunicacin la mquina no se bloquea jams.

    La conjuncin entre el objetivo y la intencin articula las tres concepciones sobre la relacinentre accin y lenguaje presentadas anteriormente : la representacional, la pragmtica y lainteraccional. Es ella la que hace posible la socializacin de los individuos por el lenguaje y lasocializacin del lenguaje a travs de los intercambios entre individuos : todo grupo social es

    el resultado de la acumulacin vivenciada de objetivos accionales y de intenciones de lenguajecon sus implicaciones praxiolgicas y comunicacionales, de las cuales e l discurso es a la vezportador y constructor. A veces, se impone un marco accional fuertemente construido, conplanificaciones fciles de reconocer, seguir y describir ; a veces, al contrario, el discurso secaracteriza por un objetivo global, carente de planificacin, en donde todo se juega en elplano del lenguaje, como en el caso de ciertos debates cuyo objetivo global es el de construiruna imagen identitaria frente a los dems. Decidir eliminar un grupo es un proyecto deaccin ; amenazar a los miembros del grupo de e liminarlos s i es un acto de lenguajeorientado por una intencin que busca modificar el comportamiento de los dems ; comenzaruna conversacin por iniciativa de los miembros del grupo, es involucrarse en intercambios delenguaje en los cuales una sucesin de intenciones intentarn ejercer influencia sobre el otro ;eliminar e l grupo, a pesar de todo, es actuar realizando un objetivo.

    La conjuncin objetivo/intencin en una problemtica identitaria del sujeto

    Marco accional e intencin de lenguaje necesitan ser operacionalizados en un modelo defuncionamiento del lenguaje que permita tratar simultneamente lo que tiene que ver con loexterno, que se relaciona con los datos de la accin, y lo concerniente a lo interno, que serelaciona con la manifestacin del lenguaje. Proponemos, en ese sentido, las siguientespostulaciones :

    El marco accional organizado sobre la base primera de una estructura praxiolgica determinalas identidades sociales de los sujetos, sus objetivos y sus roles sociales. Esa situacin praxi-comunicacional determina en parte lo que deben ser los comportamientos lingsticos de losinterlocutores cuando se comunican. Fundamentalmente, esa s ituacin plantea la cuestin dela legitimidad de los sujetos : legitimidad del sujeto hablante desde el punto de vista de lo quelo autoriza a tomar la pa labra, legitimidad de l sujeto interlocutor (o lector) desde el punto devista de lo que lo autoriza a ser socio de comunicacin del sujeto hablante y a interpretar losdiscursos que recibe de la forma como lo hace. Son los atributos de estatus y los rolescomunicacionales de los sujetos los que orientan el sentido de lo que se dice.

    Es en funcin de ese marco que los interlocutores de la comunicacin activan,alternativamente, un proceso de produccin para uno de ellos, y de interpretacin para elotro. Lo hacen a travs de un acto de enunciacin que construye su identidad discurs iva:identidad discursiva de sujeto enunciador e identidad discursiva de sujeto destinatario ideal (oenunciatario). Se presenta entonces al sujeto la cuestin de su credibilidad(cmo hacer quecrean en l) y de su poder de captacin(cmo hacer entrar al otro en un universo de discursodado).

    Es en el punto de encuentro entre el marco accional (praxi-comunicacional) -el cual determinala identidad social del sujeto hablante y su legitimidad- y su puesta en escena enunciativa -la

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    cual construye la identidad discursiva de l sujeto enunciador, su credibilidad y su poder decaptacin-, que todo acto de lenguaje participa de un actuar sobre el otro.

    Lenguaje, accin y poder

    As, el lenguaje se vincula con la accin, pero en la medida que el sujeto locutor trata de influirsobre el interlocutor. Ms o menos conscientemente ste lo sabe y puede aceptar ese intentode influencia, oponerle resistencia, rechazarlo o responder a l utilizando recursos de contra-influencia. Ya se trate de una conversacin comn, de una explicacin cientfica, o de undiscurso poltico, los dos interlocutores estn unidos por una intencin de influencia. As, todo

    acto de lenguaje tiene una doble d imensin, de transformacin del mundo y de interaccin,uno a travs del otro.

    No trataremos de definir la esencia de l poder, si es que la hay, ni tampoco trataremos demedir el impacto de actos emanados de una pos icin de poder sobre e l individuo o sobre elgrupo. Para nosotros, el lenguaje, como ya dijimos anteriormente, es un problema deintencin en un espacio abierto, que se superpone a un objetivo de accin en un espaciocerrado. Se trata, por lo tanto, de determinar las condiciones que permiten decir que laposicin del sujeto hablante es una posicin de poder. En un primer acercamiento, diremosque la posicin de poder del sujeto depende de tres condiciones : un actuar sobre el otro, unaexigencia de sumisin del otro, y algo en virtud de lo cualse justifica esa exigencia.

    Un actuar sobre el otroquiere decir que la posicin de poder sobre e l lenguaje se inscribe en unproceso que pretende modificar el estado fsico y mental del otro. El poder no se concibe aqu

    como una simple aptitud por parte de un sujeto para ejecutar una tarea. En un enunciadocomo Puedo levantar una piedra de 100 kilos, el sujeto describe su capacidad para rea lizartal accin, afirma que tiene las cualidades requeridas para hacerlo, pero no dice nada, por lomenos en forma explcita, sobre su posicin o su intencin comunicativa. Elpoder para actuarremite a una aptitud o competencia para hacer, elpoder para actuar sobre el otroremite a unproyecto intencional cuyo propsito es ejercer influencia sobre el saber o e l hacer del otro. Eneste segundo caso, simtricamente, el otro se encuentra en la situacin de tener quemodificar alguna cosa en s mismo lo que no sucede en la expresin de una simple aptitudpara hacer : escuchar el enunciado anterior (una vez ms en su sentido explcito) no obliga alinterlocutor a ninguna actividad [18]-.

    Una exigencia de sumisin por parte del otroquiere decir que el actuar sobre el otro no se limitaa una simple intencin de hacer hacer, de hacer decir o hacer pensar. Se incluye en ella laexigencia de que esa intencin sea seguida de un efecto. Si se retoma nuestra distincin

    anterior entre objetivo e intencin, se dir que esa exigencia completa la intencin de hacerhacer por medio de un objetivo de efectividad, es decir, por un proceso accional que pone a lsujeto visado en la posicin de tener que ejecutar, en la obligacin de someterse.

    Resta por contestar una cuestin importante : en nombre de qu el sujeto tiene el derecho aexigir ? Se trata de un fenmeno de mediacin social que permite a los integrantes de ungrupo reconocerse en los valores comunes que construyen su identidad : el en nombre de quremite a un lugar de verdad reconocido por todos , que justifica los actos que los hombrespueden o deben realizar ; es lo que fundamenta la legitimidadde aquellos que sondepositarios de e lla. La legitimidad es entonces la que permite, a quienes de e lla estninvestidos, actuar conforme a los atributos de valor que les otorga la posicin que ocupan. Ellaresulta del reconocimiento de los dems de aquello en nombre de lo cual el sujeto estautorizado a actuar. Uno puede legitimarse en funcin de un valor supremo (lo divino), de unmandato (social), de un saber (el sabio), de acuerdo con la omnipotencia que la creencia

    popular le otorgue a ese tipo de mediacin social.

    La accin se vincula, por lo tanto, al lenguaje por intermedio de l poder y ste es e l hecho deun sujeto. Este sujeto, al tener la intencin de hacer actuar a su interlocutor, sabe que susactos de enunciacin producirn ms e fecto (entrarn en un proceso accional) en la medidaque pueda apoyarse en un estatus externo de actor social, el cual le otorgar legitimidad. Sisu legitimidad no es suficiente, podr realizar un acto de autoridad amenazando consanciones u ofreciendo recompensas. Esa legitimidad y esa autoridad no son de naturalezaesencialista ; dependen de la situacin de comunicacin y de las representaciones que losinterlocutores tienen de la relacin entre el sujeto -legtimo o autoritario- y la situacin. Laautoridad de l rey, por ejemplo, puede provenir de una legitimidad por derecho divino, pero enel campo de batalla tendr que referirse a la autoridad de quien sabe comandar (saber hacer),la cual le permite amenazar con sanciones a aquellos que no luchen con valenta o prometerrecompensas a quienes demuestren valor ; incluso a lo mejor tenga que dar muestras de

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    autoridad personal (carisma). A su vez, un presidente de empresa, cuya legitimidad provienede un poder institucional privado, puede comportarse como si su autoridad le fuese atribuidapor un orden trascendenta l (no se habla de patrones por derecho divino) ; de la mismamanera, un padre de familia puede comportarse como patriarca como si su poder proviniera dela voluntad divina (le pater familias) ; en cuanto al profesor, puede ste contentarse con sulegitimidad institucional ? No ser necesario que, l tambin, presente pruebas de unaautoridad natural ?

    La relacin lenguaje-accin-poder en el discurso poltico

    Cmo lo anteriormente expuesto se expresa en el discurso poltico ? Entre los anlisis quetienen que ver con el espacio poltico, tres puntos de vista dominan en cuanto a la definicindel poder : los de Max Weber, de Hannah Arendt y de Jrgen Habermas, que resumiremos acontinuacin.

    Tres grandes concepciones del poder poltico

    Para Max Weber, el poder poltico est directamente vinculado con el dominio y la violencia,postura que sostiene en funcin de una hiptesis general : las relaciones humanas se basanen la relacin entre dominante y dominado. El poder es, en consecuencia, el poder dedominacin, el cual se acompaa de cierta violencia. En lo poltico, el Estado, al detentar lafuerza de dominio, impone su autoridad por medio de una violencia que tiene toda laapariencia de legalidad y que obliga al otro a saberse dominado y, por lo tanto, a someterse :El Estado slo puede existir bajo la condicin de que los hombres dominados se sometan a la

    autoridad reivindicada en cada oportunidad por los dominadores [19].

    Para Hannah Arendt, al contrario de Weber, el poder poltico resulta del consentimiento, de lavoluntad de los hombres de vivir juntos. En toda comunidad, los hombres se relacionan unoscon otros, dependen unos de otros y deben pensar y actuar juntos para regular sucomportamiento y construir la posibilidad de vivir en conjunto. Es este estar juntos e l queinaugura el hecho poltico, en el cual poder y accin se definen recprocamente : todo poder esun poder de actuar juntos. Desde esa perspectiva, el poder poltico no se puede justificar porla preocupacin por dominar el otro, no puede ejercerse por la violencia, pues jams podr serotra cosa que el poder resultante de una voluntad comn, un poder recibido, concedido por elpueblo o los ciudadanos : cuando declaramos que alguien est en el poder, entendemos queese sujeto ha recibido de un cierto nmero de personas el poder para actuar en sunombre [20]. El poder poltico no se asocia por lo tanto a la opresin, sino a la libre opinin.

    El punto de vista de Jrgen Habermas parece conciliar los dos precedentes. En efecto, el autorpropone distinguir entre un poder comunicacional y un poder administrativo. El primeroexiste fuera de toda dominacin, siendo el pueblo su iniciador -y depositario a la vez- ; es e lpueblo quien lo hace existir y circular en el espacio pblico. As se instaura un espacio dediscusin en donde los ciudadanos intercambian opiniones por la va argumentativa,conformndose de ese modo la opinin pblica fuera de toda tutela del Estado, fuera detodo poder, en un espacio pblico no programado en funcin de la toma de decisin, en esesentido, no organizado [21]. El poder administrativo, a su vez, implica siempre relaciones dedominacin. Se trata, en efecto, de organizar la accin social, de regular por medio de leyes yevitar o rechazar (por medio de sanciones) todo lo que pudiera oponerse a esa voluntad deactuar. As se instituye un sistema poltico que tiende a defenderse contra todo intento dedesestabilizacin y, para hacerlo, excluye, selecciona, trata de ser eficaz ; por lo tanto,impone. En resumen, el poder comunicacional es e l que hace pos ible la construccin de un

    espacio poltico, poniendo en escena la cuestin de la legitimidad. El poder administrativo,apoyndose en esa legitimidad y sacando partido de la voluntad popular, es el que pone enfuncionamiento un dispos itivo de realizacin concreta del poder, que se impone incluso aquienes lo han fundado.

    No se trata de discutir aqu cada uno de esos puntos de vista, lo que por cierto han hechomuchos filsofos. Pero quisiera, inscribindome en la lnea de Habermas y agregndole algo aella, defender una concepcin de l lenguaje poltico que resulta dialcticamente de dosobjetivos que determinan dos tipos de actividad social : la actividad del decir polticocorrespondiente al objetivo del debate de ideas en el vasto campo del espacio pblico, lugaren donde se intercambian opiniones ; y la actividad del hacer poltico, correspondiente alobjetivo de toma de decisiones en el campo ms restringido del espacio, en donde sepresentan los actos.

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    Esos dos campos se legitiman recprocamente, pero, al contrario de Habermas y de Arendt ysobre todo de Weber que no concibe ms que un campo, aqul en donde se ejerce unaviolencia legtima, en el cual se fundamentan la legitimidad y la autoridad-, agregar quecada uno de e llos se define en funcin de relaciones de fuerza y de un juego de dominacinque le es propio. Cada uno lo hace mezclando lenguaje y accin, aunque con diferencias. En elprimero (actividad del decir), es el lenguaje e l que domina, a travs de una lucha discursiva enla cual los golpes estn permitidos (manipulacin, prose litismo, amenazas, promesas, etc.),siendo la imposicin de opinin el objetivo a lograr. En el segundo (actividad del hacer),domina la accin como lugar en donde se ejerce e l poder de actuar entre una instancia polticaque se dice soberana y una instancia ciudadana que, a cada momento, puede autorizarse asolicitar prestacin de cuentas ; el objetivo es una dominacin hecha sobre la base dereglamentacin, sancin y reivindicacin.

    Si toda produccin discursiva depende , para su significacin, de los objetivos que determinanlas finalidades sociales, se dira que nos confrontamos aqu con dos tipos de actividaddiscursiva : una de e llas, orientada hacia las ideas y su fuerza de verdad (lugar de fabricacinde las ideologas), es lopoltico ; la otra, dirigida hacia los actores y su fuerza de accin (lugarde fabricacin de las relaciones de fuerza), es lapoltica.

    Palabras de lo poltico y estrategias discursivas

    Quisiera ahora mostrar las incidencias de un presupuesto como ese sobre el anlisis deldiscurso poltico. Tambin aqu me referir s lo a algunos aspectos[22]de la cuestin.

    Cuando el sujeto poltico se encuentra en una situacin fuera de gobierno (cuando trata, porejemplo, de acceder al poder siendo candidato a una e leccin), as como en las oportunidadesen que ocupa posicin de gobierno (cuando est en los negocios), necesita actuar ycomunicar, comunicar y actuar, pero utilizando estrategias ligeramente diferentes por cuantose mueve en situaciones de legitimidad distintas. Tanto en un caso como en el otro, diferentestipos de habla (o estrategias discursivas) estn a su disposicin : habla depromesa, habla dedecisin, habla dejustificacin, habla de disimulacin.

    El habla de promesa(y su correlato, la advertencia), debe definir un idea l social, portador decierto sistema de valores y de las vas para alcanzarlos. Ese discurso se pretende a la vezidealista y rea lista (la conjuncin de los contrarios). Pero, al mismo tiempo, debe ser creble alos ojos de la instancia ciudadana, por lo cual el sujeto que hace una promesa debe ser, lmismo, digno de crdito, lo que lo lleva a construirse una imagen (ethos) de conviccin.Necesitando la adhes in del mayor nmero posible de personas a su proyecto, el poltico trata

    de llegar a su pblico, apelando tanto a la razn como a la emocin, en puestas en escenadiversas (declaraciones mediticas, discursos pblicos, profesiones de fe escritas, volantes,afiches, etc.) : el habla de promesa-advertencia debe por lo tanto adquirir no tanto fuerza deverdad, pero la fuerza de la identificacin con una idea, con un hombre o con una mujer.

    El habla de decisines esencialmente un habla de hacer que se apoya en una posicin delegitimidad. En el campo poltico, ella dice tres cosas : (i) existe un desorden social (unasituacin, un hecho, un acontecimiento), el cual se considera inaceptable (se escapa a lanorma social o al marco jurdico existente, caso contrario, sera suficiente la aplicacin de laley) : el habla de decisin enuncia una afirmacin como : eso no est bien ; (ii) dice quedeben tomarse medidas para resolver esa anormalidad y reinsertarla en un orden nuevo o enun nuevo marco jurdico ; enuncia una afirmacin de orden dentico, algo como : se debearreglar ; (iii) revela al mismo tiempo la medida que se pone en prctica al mismo tiempo desu enunciacin : de ah su carcter performativo.

    Decisin de intervenir o no en un conflicto, decisin de orientar la poltica econmica en unadireccin u otra, decisin de decretar leyes, son muchos de los actos creados por el habla dedecisin, que significa a la vez anormalidad, necesidad y performatividad. Recordemos ladeclaracin de l General De Gaulle, difundida por la radio, cuando vuelve de Baden Baden, enmayo 68 : En las actuales circunstancias, no presentar mi renuncia, no cambiar mi PrimerMinistro, (). Disuelvo, hoy mismo, la Asamblea Nacional,. Todo est ah : consideracin dela existencia de un desorden social, necesidad de un nuevo orden, cumplimiento de una seriede actos por el mismo hecho de haber sido enunciados.

    El habla de justificacinaparece cuando tomas de decisin, anuncios de accin aun enposicin de autoridad- tienen la necesidad de ser relegitimados por el hecho de haber sidocuestionados por adversarios polticos o movimientos ciudadanos. All se origina una actituddiscursiva que consiste en volver a la accin para darle (recordarle) su razn de ser. Muchas

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    de las declaraciones de jefes de Estado, de jefes de l gobierno o de ministros encargados deciertas tareas, estn destinadas a justificar sus acciones ante las crticas o movimientospolticos (es e l caso, por ejemplo, del discurso que predomina en los informes del portavoz delgobierno a la salida de las reuniones ministeriales). El discurso de justificacin confirma e lacierto de la accin emprendida y abre la posibilidad para nuevas acciones como desarrollo oen consecuencia de la primera. Una especie de ilustracin y defensa, pero con la finalidad dedarle continuidad a la accin. No se trata ni de un reconocimiento, ni de una confesin. Setrata de pasar de la situacin de probablemente culpable a la posicin de bienhechorresponsable de sus actos, al mismo tiempo que se justifica la continuidad de la accin.

    El habla de disimulacines otro aspecto intrnseco al discurso poltico. Contrariamente a la ideaque se difunde cada vez ms, el actor poltico cuida mucho lo que dice. Sabe que debe prevertres posibilidades : las crticas de sus adversarios, los efectos perversos de la informacinmeditica y los movimientos sociales que debe intentar neutralizar antes de que surjan. Seinstaura entonces un juego de enmascaramiento entre habla, pensamiento y accin queconduce a examinar la cuestin de la mentira en poltica.

    Se sabe que hay mentiras y mentiras. El pensamiento filosfico lo ha dicho desde hace mucho.Sera ingenuo pensar que la mentira es o no lo es y que ella se opone a una verdad nica. Lamentira se inscribe en la relacin entre e l sujeto hablante y su interlocutor. El discursomentiroso no existe en s mismo. No existe mentira si no es en una relacin, en funcin delprops ito que fundamenta esa relacin. Es un acto voluntario. Adems, es necesarioconsiderar que la mentira no tiene el mismo significado ni la misma trascendencia cuando elinterlocutor es s ingular o cuando es plural, o cuando el interlocutor habla en pblico o lo haceen privado. La escena pblica le otorga un carcter particular a la mentira.

    Todo hombre poltico sabe que le ser imposible decirlo todo, en todo momento, y decir lascosas exactamente como las piensa o las realiza, por cuanto no puede hacer que sus palabrasdificulten su accin. Para intentar resolver ese problema, aparentemente insoluble, cuenta convarias es trategias :

    La estrategia de la imprecisin. Cuando e l hombre poltico hace promesas o asumecompromisos, no sabe con qu medios contar ni qu obstculos se opondrn a suaccin. l puede, efectivamente, hacer promesas o asumir compromisos pero de maneraimprecisa, muchas veces alambicada, esperando ganar tiempo o apostando sobre elolvido de la promesa. Por ejemplo, como candidato a la presidencia de la Repblica, sepuede siempre declarar la intencin de darle prioridad a la investigacin y no mantenerese compromiso despus de electo : la accin habr s ido enunciada pero no asumida

    como compromiso. Se trata por lo tanto de mantenerse en lo ambiguo, pero en unaambigedad que no conduzca a la prdida de la credibilidad. El hombre poltico nopuede fallar en ese sentido.La estrategia del silencio, es decir, la ausencia de declaracin : se entregan armas a unpas extranjero dado, se instalan micrfonos ocultos en un ministerio, se hunde el barcode una organizacin ecologista, pero no se dice ni se anuncia absolutamente nada. Semantiene secreta la accin. Estamos frente a una estrategia que plantea que anunciarlo que ser efectivamente realizado provocara reacciones violentas que impediran lapuesta en prctica de lo que se considera necesario para el bienestar de la comunidad.Un caso ms claro es el de la estrategia de denegacin. El hombre poltico, sorprendido enasuntos que son objeto de acciones en la justicia, niega su implicacin o la de suscolaboradores . Si tuviera e fectivamente participacin en tales asuntos, negar remite amentir, ya sea al negar los hechos o al presentar falso testimonio. Todo est en que nose pueda presentar la prueba de la implicacin de las personas en esos asuntos. Hay

    sin embargo una versin ms noble de esa estrategia de denegacin, la estrategia delbluff : Hacer creer que uno no lo sabe y asumir el riesgo de tener que demostrarlo,como suele suceder en ciertos debates televisivos.Otra estrategia es la de la razn suprema: no se dice, se afirma lo falso o se deja creeren nombre de la razn de Estado. La mentira pblica entonces se justifica porque setrata de salvar, en opos icin a la opinin -y aun a la voluntad de los mismosciudadanos-, un bien soberano, o lo que constituye la base identitaria del pueblo, sin lacual ste se desagregara. Ya Platn defenda esa razn por el bien de laRepblica [23], y ciertos polticos han recurrido a e lla aun en forma implcita- enmomentos de fuerte crisis social. Se tiene el sentimiento que, en ese caso, no se podrahablar de mentira, o de lo que se suele denominar mentira piadosa como se habla devoto piadoso. Pues se est frente a un discurso que, si bien engaa al otro, es por subien. Y siendo e l otro un pueblo, es para salvarlo. Frecuentemente, es en nombre deuna razn superior que se debe callar lo que se sabe o lo que se piensa, es en funcin

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    [3] Ver la problematizacin que, al respecto, plantea P.Ricoeur en Soi-mme comme un autre,Le Seuil, Pars, 1990, pp. 73 y ss. Ver igualmente la visin histrica que presenta D.Vernantsobre el tema, oponiendo tres epistemas : el representativo de la poca clsica que le otorgaprioridad al pensamiento, el lingstico, que prioriza la lengua como objeto, el pragmtico, queprioriza el lenguaje como acto. Du discours laction, PUF, col. Formes smiotiques, Pars1997.

    [4] Soi-mme comme un autre, op.cit., p.180.

    [5] Searle J.R (1985).

    [6] Habermas (1987b)[7] Habermas (1987b)

    [8] C. Chabrol in Dictionnaire danalyse du discours (entrada Action).

    [9] La etnometodologa propone el trmino indexicalidad para des ignar, segn Garfinkel(1967), el hecho de que una expresin de lenguaje no tiene sentido si no es en referencia asu contexto de enunciacin. Nosotros empleamos e l trmino indexicalizacin para des ignar elfenmeno inverso de codificacin de la realidad en el lenguaje.

    [10] Anscombre J.C. et Ducrot O (1983).

    [11] Recordemos que para Habermas (1987b), se trata de una tarea que le corresponde a una

    pragmtica universal.[12] Ver la crtica que, sobre ese punto de vista, presenta Herman Parret (1989a).

    [13] Nos unimos aqu a la crtica que Verschueren (1980) hace a los actos de lenguaje yparticularmente a las mximas de Grice, las cuales el autor propone reagrupar bajo una solanocin unificadora de apropiacin. propiedad (appropriet).

    [14] Beneficioso por cuanto ese objetivo es establecido por el propio agente, forma parte desu motivacin, y adems, uno no se formula la hiptesis de que l pretendiera ser vctima des mismo.

    [15] D. Vernant (1997, p.150).

    [16] Si existe reversibilidad, no puede ser sino en la actividad lingstica de descripcin, deanlisis, de explicacin del desarrollo de la accin, en donde es pos ible remontar la cadena delas causalidades, pero no en el desarrollo y consecucin de una accin propiamente dicha, endonde uno est constreido a descender la cadena de las consecuencias.

    [17] Exteriores quiere decir que ellas no pertenecen al sujeto. Todos los individuos, en lasmismas circunstancias y aplicando correctamente las mismas reglas de procedimiento, podrnobtener el mismo objeto buscado, lo que no es e l caso de la intencin comunicacional, cuyoresultado no se garantiza jams.

    [18] Evidentemente, todo acto de lenguaje es susceptible de provocar un efecto perlocutorio.Hasta ese enunciado, interpretado como un desafo para que el interlocutor emule al sujetohablante, tendr un cierto poder para actuar sobre e l otro.

    [19] Weber (1971) ) conomie et socit, Plon, Pars.

    [20] Arendt (1972) Du mensonge la violence, trad.fr., Gallimard, Pars.

    [21] Habermas (1987), Thorie de lagir communicationne l, trad. fr., Fayard, Pars.

    [22] Para ms detalles, ver Le discours politique, op.cit.

    [23] Platn (1966), La Rpublique, Garnier-Flammarion, Pars

    [24] Platn, B. Gracian, Machiavel, H. Arendt, J. Habermas, etc.

    [25] Machiavel (1980), Le Prince, trad.fr., Flammarion, Pars.

    [26] Machiavel (1980), Le Prince, trad.fr., Flammarion, Pars.

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